Posts written by Ollie-san

  1. .
    Agh... Si bien se que es necesario saber separar la ficción de la realidad... Este fic dejaba mucho que pensar sobre mi... En su momento, al escribir sobre personajes de mi rango de edad me parecía normal... Ahora me doy cuenta que fue muy peligroso de mi parte escribir sobre dichos temas.
    Pido perdón por haber escrito esto... En su momento tenía entre 13/15 años, y me parecía divertido escribir sobre estos temas...
    Nadie me esta funando ni cancelando, solo decidí poner un fin a una etapa algo turbia de mi adolescencia...
  2. .
    Acabo de leer tu fic y me pareció una historia muy linda, me encanta tu manera de expresarte.
    Me alegra ver que haya más escritoras que shippien a estos dos, espero leer más de ti pronto.

    Perdón si es muy corto, ando a las prisas.

    ¡Bye!
  3. .
    En lo mas lejano de una aldea en el espesor de un enorme bosque, entre los árboles se podía divisar un pequeña y humilde cabaña de madera desgastada que era bañada por los primeros rayos del sol, dentro de esa cabaña habitaba un joven fabricante de muñecas de porcelana, el joven de cabellos rojizos al sentir la luz del sol que pasaba por las rendijas de su ventana le comenzaba a calar en los párpados, comenzó a despertarse, estirando sus delgados brazos lo mas alto posible, levantándose de esa dura cama de madera y prendas amontonadas asemejando un colchón, comenzó a quitarse aquel camisón de algodón cafe, busco entre un cajon de la cómoda sacando unas vendas que comenzo a pasar sobre su brazo izquierdo y pierna izquierda, cubriendo aquellas cicatrices de quemaduras sobre su piel, una vez cubiertas esas marcas se dispuso a ponerse una camisa blanca con olanes en el pecho y encima un viejo chaleco rojo con varios remiendos y parches, encima del calzón de manta se puso un short de color guinda, al cual le sujeto un par de tirantes de resorte marrones, se puso unas medias hasta la mitad del muslo para terminar con sus zapatos marrones de hebilla plateada, acabado de cambiar camino hacia su pequeño taller, un taller lleno de moldes de yeso rotos y otros completos, pinturas, retazos de tela, ojos de vidrio, pinceles, hilo, agujas, piezas de ceramica y utensilios para esculpir; el joven camino hasta un banco de madera puesto enfrente de una mesa donde estaba un muñeca recién comenzada, el joven hizo a un lado su flequillo rojizo que le caía encima del rostro y remango su camiza blanca, tomo el rostro de aquella muñeca entre sus manos, colocándola en un soporte de madera, tomo un pincel junto con un bote de pintura para disponerse a maquillar el rostro de aquella muñeca, coloreando las pequeñas y tersas mejillas de color carmín, los labios de un tono rosa pálido, cada detalle era echo delicadamente, sin importar el tiempo cada muñeca que el fabricaba terminaba siendo una de las muñecas mas hermosas de todas. Al igual que cada parte del cuerpo de las muñecas, el también confeccionaba los vestidos y pelucas, todo era echo por el solo, sin ayuda de nadie.

    Cada pieza estaba ensamblada en su lugar, el hermoso cabello color naranja que caia en rizos habia sido adornado con listones de colores que hacían juego con el largo vestido color turquesa con beige de olanes, las mejillas rosadas, labios pequeños, unos enormes ojos color miel acompañados de unas largas y rizadas pestañas, las pequeñas uñas de las manos habían sido retocadas con un esmalte traslucido dándole un lindo efecto, sus pequeños pies portaban unas calcetas hasta los tobillos acompañados de unos pequeños tacones color miel. Todo en conjunto hacia una de las muñecas mas hermosas que aquel joven hubiera creado, el joven sonrió satisfecho, tomo a la muñeca entre sus manos y la llevo a otra mesa donde habían mas muñecas dentro de cajas de madera y algunas cajas vacías, el joven pelirrojo tomo una de las cajas y metió dentro a la muñeca, cerro el broche de la caja para que está no se abriera, suspiró exastuo después de tantas horas de trabajo, metió su mano dentro de unas de las bolsas de su pantalón sacando un reloj plateado de bolsillo, presionó el botón que sobresalía del objeto haciendo que la tapa adornada con figuras de este se levantara, dejando ver la hora que las pequeñas manecillas marcaban.

    Camino hacia la puerta tomando unas llaves que se encontraban colgadas en un clavo enterrado en la madera, abrió la puerta y salió del lugar, comenzó a caminar por el solitario bosque, al poco rato logro divisar la entrada al pueblo, sonrió pesadamente para después entrar a aquel lugar lleno de gente deambulando, pasando entre la la multitud abriéndose camino y recibiendo miradas de desprecio y miedo, el chico sabia el porque de esas miradas, su aspecto daba una mala impresión de si mismo. El joven solto un suave gruñido de frustración y entro a un local de vestidos para niña donde una joven rubia de cabellos largos, que se encontraba parada detrás de un mostrador de roble y cristales luciendo un hermoso vestido color miel con algunos listones y moños negros adornandole, la joven al ver al pelirrojo sonrió apliamente.

    — Hola, Lily. — Dijo el chico recargando sus brazos en el mostrador mientras miraba al rededor.

    — Llevas tiempo sin venir, pensaba que ya no volverías. — La mujer comenzó a buscar entre los cajones que se encontraban detrás del mostrador y seguido después saco un pequeño bolso color café atado con un cordón negro, lo colocó en la mesa y saco unas cuantas monedas de oro entregándoselas al chico, este las tomo sin contarlas y las metió en la bolsa de su pantaloncillo corto. — Esta semana no se vendió mas que una de tus muñecas.

    — No hay problema, gracias Lily.

    — Espero traigas nueva mercancía pronto, Fukase.

    El chico dio media vuelta y salió del lugar. Camino de regreso por todo el bosque hasta llegar a su cómoda cabaña, el sol estaba a punto de esconderse, el pelirrojo entro a la casa y cerro la puerta, dejándose caer en la incomoda cama que se encontraba a pocos centímetros de la puerta.

    — Regrese...

    Dijo sin resivir respuesta alguna, ya que estaba en completa soledad en aquella apartada cabaña, suspiro, girándose hacia la pared, cada vez ese lugar se sentía mas solitario y nostálgico. Poco a poco sus ojos se fueron cerrando cayendo profundamente dormido.

    Pasadas las horas de la noche, el sol comenzó a entrar nuevamente por las rendijas de la ventana, dando suavemente en el rostro de aquel pelirrojo, este al sentir la luz comenzó a moverse para levantarse y comenzar nuevamente su rutina.

    Al levantarse de su cama se dirigió somnolientamente a su mesa de trabajo, tomando de ahí una muñeca desnuna colocandola en un soporte, acomodo sus pequeñas extremidades y tomo unos pedazos de tela que se encontraban esparcidos por ahí; para su mala suerte solo eran retazos que no servían ni para hacer una pequeña pantaleta. Sin más opción se dirigió a un viejo ropero que le había pertenecido a su abuelo, las puertas eran viejas y estaban algo carcomidas por las polillas y el tiempo, los seguros ya no servían adecuadamente pero igual las puertas se lograban abrir. El pelirrojo con algo de presión habrio el cerrojo, dejando ver prendas y artefactos antiguos dentro de el, Fukase suspiro con melancolía al recordar aquellos momentos cuando aún vivía su abuelo.

    Metió la mano comenzando a sacar las ropas del mueble, tenía la esperanza de encontrar alguna tela o prenda que pudiese usar para el vestido de su muñeca.

    Poco a poco el mueble se iba a quedando vacío, dejando ver el fondo de este, donde se podía observar un compartimiento que había sido oculto por la ropa durante años, pero aquel compartimiento estaba a ras de la madera, por lo que la puerta no se podía abrir con solo jalarlá o empujarla.

    El joven metió la mano a la bolsa de su chaleco sacando una navaja Suiza, libero el pequeño puñal que está tenía y comenzó a pasarlo por el contorno de la compuerta al fondo del ropero logrando que este se abriera, lentamente retiro el pedazo de madera que cubría ese escondite dejándolo en el suelo. Dentro solo había libros, cartas, papeles atados con cuerdas, algunos frascos con loción y aceites rancias, Fukase saco los libros ojeandolos nada más; saco los frascos cuidadosamente, abriendolos y aspirando el suave aroma que estos desprendían, esos los aparto para usarlos en alguna ocasión especial; los aceites rancios no servirían para nada, esos los tiraría más tarde; antes de sacar las cartas que estaban atadas con un cordón una extraña figura llamo tu atención, era una pieza de porcelana que estaba mal envuelta en periódico, eso despertó la curiosidad del joven fabricante.

    Quito rápida pero cuidadosamente los objetos que se encontraban encima de esta pieza de porcelana, que para su sorpresa no solo era una, eran varias, la curiosidad le había ganado y comenzó a retirar el papel de uno esos objetos dejando ver unos dedos que eran casi del mismo tamaño que los suyos, miro con extrañeza aquellos falanges y continuo quitando el envoltorio dejando ver que era una mano de porcelana hasta la muñeca, el joven comenzó a flexionar los dedos de esa mano, los dedos se movían perfectamente como los de un humano de carne y hueso. Después de eso comenzó a quitar apresuradamente el papel de todas las piezas restantes, conforme terminaba de desenvolver una se levantaba y la colocaba sobre su cama; sin apresuró se iba formando una muñeca de un niño que asemejaba una edad entre 12 y 15 años, las piezas estaban en perfecto estado, no tenían ningún rasguño ni agrietadura, más faltaba el cabello, los ojos y la ropa.

    El joven busco nuevamente en el ropero en busca de las piezas restantes, estás estaban dentro de una caja de cristal con bordes dorados, la peluca era rubia y despeinada, los ojos eran de un hermoso color ámbar brillante, Fukase quito el broche que la cerraba, levanto la tapa y agarro los objetos para llevarlos a donde las demás piezas del muñeco, pero por error uno de los ojos se resbalo de sus manos cayendo contra el piso, el ojo rodó a unos cuantos pasos de el, el sonido que había hecho era el mismo que el de una canica estrellandose, y así había sido, el ojo se había roto, una grieta se formaba desde la parte blanca y se extendía por casi todo el iris. Fukase chasqueo la boca molesto por su torpeza, camino hasta el ojo levantandolo con cuidado, lo miro, sabía que no se ponía resanar.

    — Si le fabricó un parche no se notará… — Dijo para si mismo dejando de lado el orbe roto.

    El joven dejo la peluca y el ojo sobre la cama, era bastante grande y el tórax era más pesado de lo que el hubiese imaginado, extrañamente el pecho de aquel muñeco tenía una cerradura justo donde iría el corazón, cosa que el artesano ignoro por completo.

    Busco entre sus cajones resortes gruesos, pero puesto que el solo fabricaba muñecas pequeñas no tenía, así que tomo todos los resortes que tenía y los unió creando un resorte lo suficiente grueso y resistente para ese muñeco.

    Con cuidado pasaba los resortes por las extremidades superiores uniendolas a los hombros, después paso a la cadera y las piernas uniendolas de la misma manera, las rodillas al igual que los codos se flexionaban perfecto, cada pieza ensamblaba a la perfección, incluso los dedos de los pies se movían con fluidez. Aquel muñeco era uno de los mejores trabajos que habia visto el joven solitario.

    Fukase llevo su mano al bolsillo de su pantaloncillo sacando su reloj, presiono el botoncito que accionaba la tapa mostrando la hora, el chico al ver que ya era tarde tomo al muñeco que aún estaba incompleto y lo coloco sobre su mesa de trabajo, la peluca la regreso a la caja junto a los ojos. De nuevo se había pasado todo el día trabajando y ni siquiera se había tomado un descanso para almorzar.

    Después de comer algunas frutas y tomar una tibia y dulce taza de té de azares, el joven cayó profundamente dormido, mañana sería la misma aburrida rutina de siempre.


    Un nuevo día había llegado, el sol esta vez no se veía reflejado contra los párpados del pelirrojo, más se escuchaba agua caer y truenos por todo el lugar, el joven comenzó a levantarse al sentir frío en su nariz y pies, tomo la manta que cubría la dura e incómoda cama y se la envolvió quedando completamente cubierto, más aquella fina tela no le proporcionaba suficiente calor. Su cuerpo titubiaba y su respiración era visible en forma de vapor, sus pies congelados daban pasos torpes mientras se dirigía al ropero aquel donde se encontraban las cosas de su abuelo.

    Por suerte la noche pasada había olvidado cerrar el mueble, el joven puso sus manos frente a sus labios exhalando aire caliente sobre estas, después se dispuso a buscar algún abrigo que le diera un poco más de calor que aquella vieja manta. Para su suerte habían muchos, tomo una cabardina negra que le llegaba hasta las rodillas, la tela era de lana y algodón, a pesar de que se podía observar polvo y polillas muertas en esta prenda el joven la tomo sacudiendola en el aire, entonces el chico se dispuso a vestirla, apenas ponérsela el aroma a viejo se hizo presente en su nariz, aquel aroma no era desagradable más si nostálgico.

    Fukase llevo una de sus manos al bolsillo en el pecho que tenía aquel abrigo, encontrándose con una pequeña llave plateada, la llave brillaba como si fuese recién hecha, entonces recordó la cerradura que tenía el muñeco, el joven no lo pensó dos veces y corrió a su taller tomando algunas de las prendas tiradas en el suelo, llendo directamente a donde el muñeco incompleto.

    Tomo al muñeco dejando a un lado las prendas y le colocó la peluca, retiro la parte trasera de la nuca y coloco los ojos en su lugar para después volver a ensamblar la pieza en su lugar, tomo las prendas que había llevado, viendo cuales le servirían para vestirlo, encontrando unos shorts negros que el usaba y se los coloco de inmediato, entre esto también saco una camisa vieja de botones blanca con olanes en las mangas y cuello, Fukase río un poco, recordando lo mucho que el detestaba usar esa camisa para después comenzar a ponérsela al muñeco, para finizar Fukase le colocó unas cartas a media pantorrilla y con un pedazo de tela cubrió el ojo roto, vendandole parte de la cara con el retazo largo de color negro. El joven se detuvo un momento para mirar aquella obra que el había completado, era tan hermoso que no se atrevía a venderlo, aquel muñeco era especial, sentía algo diferente, algo familiar.

    Saco la llave de nuevo y desabrochó un poco la camisa dejando expuesto la cerradura que tenía en el pecho, miro la llave y después el orificio viendo que encajaban a la perfección, el joven la intruso y la giro un par de veces, un ruido de engranajes moviéndose dentro del muñeco le extrañó, era el mismo ruido que hacia su reloj.

    De pronto un ruido peculiar le saco un pequeño sobresalto, era el ruido de un carruaje que se acercaba a su hogar, Fukase comenzó ponerse nervioso puesto que nunca nadie se acercaba tanto a ese lugar, por curiosidad camino temblando hasta la ventana, viendo con cuidado como el carruaje se detenía enfrente de la entrada de su casa, la puerta del carruaje era abierta y seguido después dos jóvenes que iban muy bien vestidos bajaban del carruaje, ambos portaban un broche el pecho con el escudo del Rey, era evidente que eran sirvientes y guardias que acompañaban a alguien.

    Fukase observaba a ambos jóvenes, eran ambos de una estatura y complexión semejante, solo sus rostros y cabellos eran diferentes, uno era rubio mientras el otro tenía el cabello blancuzco, cosa que le pareció bastante singular al pelirrojo.

    El joven de cabellos blancos desvío la mirada viendo el rostro a medias del chico que vivía ahí, este en seguida se ocultó, por fuera se escuchaban voces y pasos de ambos jóvenes.

    —¿Seguro que viste a alguien?— dijo en tono incrédulo uno de los chicos.

    —Estoy seguro, entraré a ver. — seguido de estas palabras se escuchó como alguien intentaba abrir la puerta, consiguiendolo.

    Fukase asustado bajo rápidamente haciéndose ovillo aún lado de la puerta, exhalando muy agitado, cosa que asusto a ambos jóvenes que lograron escuchar la extraña respiración que venia de aquella cabaña, el rubio miro a todos lados, viendo que aquel lugar estaba bastante demacrado y viejo, era imposible que alguien visiese ahí.

    El pelirrojo respiraba agitadamennte, rezando porque aquellos chicos se fueran, a pesar de que no tenía de nada de que preocuparse, le aterraban los subordinados del rey.

    El peliblanco paseo su mirada por todo el lugar, estaba vacío, más no estaba lleno de polvo como se esperaría de un lugar abandonado; su mirada bajo hacia su costado viendo al pelirrojo cubriendo su boca con ambas manos, el albino le miro por unos segundos y el pelirrojo al sentir la mirada ocultó su rostro entre sus piernas temblorosas.

    —¡Hora de marcharse!

    Seguido de aquel grito el albino aparto la mirada del joven pelirrojo dando media vuelta, se escucho como cerraban la puerta y se alejaban, poco después se escucho como el carruaje se alejaba y el calbagar de varios caballos, el pelirrojo se dejó caer de lado al suelo mientras se abrazaba a si mismo, llevo su mano derecha a su frente jalando su cabello hacia atrás, soltó un suspiro de alivio mientras se reincorporaba.

    Busco su reloj viendo la hora, aún estaba a tiempo para ir al pueblo a pesar del clima, espero unos segundos hasta que el sonido del carruaje desapareció a lo dejos para sin más disponerse a salir de su casa con su canasta sin antes cerrar la puerta con llave.

    Camino un rato por el bosque hasta llegar al pueblo, por suerte la lluvia había cesado de caer, necesitaba resurtir sus materiales y comprar víveres para la semana.


    Una vez que el joven termino su mandado se dispuso a regresar a su hogar, adentrándose en el bosque, arrancando una que otra seta comestible y bayas frescas que se encontraba por el camino, poco a poco la canasta era más pesada y repleta de cosas. Unos cuantos minutos más tarde el chico había llegado a su casa, había puesto la canasta sobre la mesa en la cual comía, acomodo las frutas y en la estufa de leña puso una tetera con agua a calentar, Fukase busco entre los frascos que se encontraban sobre una mesa al lado de la estufa un poco de té azar de naranjo para colocarlo dentro de la tetera.

    Esperando a que su bebida estuviera, se fue a su taller mientras llevaba un racimo de uvas en la mano para comer, pero al entrar se llevó una sorpresa, encontró al muñeco puesto de pie, y no solo eso, el muñeco aquel tarareaba una canción que apenas era audible, Fukase confundido dio un grito de miedo al ver esa escena, eso era algo anormal, más el muñeco al girar hacia el pelirrojo se detuvo y le miro sin expresión.

    — ¿Quien eres? — Dijo el muñeco con un tono de confusión.

    — So...soy Fukase… soy un fabricante de muñecas… — El joven estaba asustado, realmente era espeluznante ver algo así.

    — ¿Tú me creaste? — Pregunto el muñeco nuevamente mientras observaba sus manos, más ahora su voz se escucho con un tono de intriga.

    Fukase tomo aire llevando su mano derecha a su pecho, su pulso se había acelerado bastante.

    — No… yo solo te ensamblé…

    — Ya veo, ¿Cuál es mi nombre? — El muñeco caminaba rígidamente por el taller viendo las piezas que se encontraban ahí, algunas cajas con muñecas tenían nombres escritos, dando a entender que ese era su nombre.

    — Tu nombre…— Fukase se detuvo a pensar por un momento, viniendosele a la mente el nombre de su unico amigo de la infancia, le miro, aquel juguete se parecía de alguna manera a como era a su amigo. — Oliver, te llamaras Oliver.

    — Oliver… uh, está bien. Es lind… — Se cayó en seco mientras sus labios se cerraban.

    El muñeco dejo de moverse y cayó de repente frente a la puerta de la habitación aquella donde se encontraban, Fukase al ver eso corrió y lo levanto llevándolo de inmediato a su cama. Aquel suceso le había tomado por sorpresa, era aterrador ver un muñeco moverse por si solo, más no se sentía en peligro, el pensó que tal vez eso no era tan malo. El joven, después de revisar que no se rompiera alguna parte del muñeco por la caída, había recordado que dentro del ropero habían unos papeles con algunas cosas escritas, fue a por ellos y comenzó a revisarlos, encontrando en uno bocetos del diseño de Oliver, en el título de este se podía leer la leyenda “muñeca mecánica con conciencia propia”, ahí fue cuando entendió el porque hablaba y caminaba, observo durante un rato más los planos, leyendo cada cosa que se describía en ellos, explicando el motivo y el propósito, aunque las muñecas a cuerda ya habían sido creadas, había usado un mecanismo bastante complejo para la época, cosa por la cual su abuelo siempre había mantenido en secreto aquella creación por seguridad y miedo a que fuese tachado de brujo.

    El pelirrojo volvió a donde la muñeca más tranquilo, busco la llave y la llevo de nuevo al pecho del muñeco, girandola varias veces menos que la primera vez, espero un momento y vio como los dedos de Oliver se comenzaban a mover con dificultad, Fukase sonrió, si estaba con aquel muñeco posiblemente dejaría de sentirse solo.

    — ¿Dónde estoy? — Oliver se sento sobre la cama volteando a ver al humano que sonreía dulcemente. — La mueca de tu rostro es extraña.

    — Se llama sonrisa, estoy feliz de que estés aquí. — Soltó Fukase acariciando el cabello del muñeco.

    — No puedo hacerla. — El rubio llevo su mano a sus labios, que a pesar de que se movían no podían torcerlos o fruncirlos. Segundos después la cuerda había acabado y cayó en los brazos de chico.

    Después de aquello, Fukase se sintió en compañía, no se sentía tan solo como antes, más aún así sentía que algo faltaba, algo esencial para un ser vivo.



    Al día siguiente Fukase había se había levantado, corrió rápido y fue al a un arroyo que se encontraba por ahí cerca, la ropa sucia se había acumulado y necesitaba lavarla, también el necesitaba tomar un baño puesto que no lo había hecho por una par de días, Fukase había sacado la ropa del saco en el cual había puesto sus prendas sucias, poco a poco las fue lavando y colocando sobre las piedras que se encontraban por ahí para que se secaran, y ya que eso tomaba un rato comenzó a desnudarse para meterse al agua, lavaba con cuidado cada parte de su cuerpo, el agua fria resbalaba por su espalda al salir del agua, fue a donde su ropa tomando algunas piezas que ya se habían secado para vestirlas en ese momento.

    La ropa al fin había secado, para su suerte era un día soleado y despejado, Fukase levanto la ropa metiendola de nuevo al saco para caminar de regreso a su hogar, pero para su sorpresa se encontró con el muñeco sentado en la puerta de la casa, esperando a que llegara.

    — ¡Oliver, por favor, regresa adentro! — Grito alarmado el pelirrojo mientras corría apresuradamente al mencionado.

    — No quería estar adentro solo. — Dijo, mientras se ponía de pie.

    — Se que no es agradable estar solo pero me metería en problemas si te ven aquí. — El pelirrojo abrió la puerta mientras jalaba del brazo al muñeco.

    Una vez dentro puso el saco en el suelo y tomo al muñeco llevándolo al taller, tomo una de las piezas que se encontraban regadas y comenzó a pintarla, el muñeco al ver las acciones del joven intento imitarlo, haciendolo reír por lo torpe que era.

    — ¿Porque haces esto? — Después de un largo rato pregunto Oliver.

    — Lo hago para mantenerme, necesito dinero para comprar comida y poder vivir. — Dijo Fukase dejando de lado la pieza que estaba pintando, estirando sus brazos y soltando un bostezó.

    — Ya veo…

    Fukase se levantó de su silla para irse a su cama, el muñeco le imitó y se quedó viendo cada una de las cosas que el hacia, pero al ver que el chico se acomodaba en la cama se acercó corriendo y le comenzó a mover rápidamente.

    — ¿Que pasa?

    — ¿Que haces? — Oliver se escuchaba asustado.

    — Voy a dormir, necesito dormir. — Fukase tomo la manta de su cama cubriéndose hasta la cabeza, más Oliver se la quitó, en ese momento el cuerpo de porcelana del chico se tenso y cayó sobre el. — La cuerda ha terminado. — susurro para después acomodarse nuevamente logrando consiliar el sueño.



    Las semanas pasaron y la convivencia con aquel “chico” cada día era más sencilla, el aprendia poco a poco como si se tratase de un niño pequeño, cosa que le parecía divertido e interesante al joven, era como si se tratase de su hermano pequeño. Por otra parte el muñeco había aprendido sobre emociones y acciones, por algún motivo sentía algo cuando veía sonreír a aquel joven.

    En esta ocasión era un día despejado y fresco por la mañana, los rayos de luz apenas habían tocado tierra, y, nuevamente, como hace un tiempo, se escucho una cabalgata de un caballo que se detenía enfrente de la cabaña, alarmado al pelirrojo, el tomo a su “compañero” y lo oculto dentro del ropero, sin antes acerle una seña de que no hiciera algún ruido o movimiento.

    Por fuera se escuchaban pisadas, está ves solo se escuchaban las de una persona, esto tranquilizó un tanto al joven que se encontraba dentro de esa casa.

    Un golpeteo que provenía de la puerta llamó la atención de Fukase, este solo se colocó detrás de ella sin atreverse a abrirla, pero como no daba respuesta la persona que se encontraba afuera abrió la puerta, de nuevo había olvidado cerrar con llave, al abrirse se pudo divisar a uno de los chicos que habían ido hace tiempo a merodear el bosque, está vez no iba con aquel estruendoso y llamativo uniforme real, esta vez aquel joven de cabellos blancos iba vestido con prendas mas simples, pero sin dejar de ser elegantes.

    El albino al ver la figura del pelirrojo se asombro, en verdad alguien habitaba ese lugar, no había sido una ilusión.

    — Lamento irrumpir en este lugar tan repentinamente, pero...

    — Uh… — musitó asustado el pelirrojo encogiéndose entre sus hombros.

    El albino comprendió que el joven se sentia incómodo por su visita, así que dio unos pasos hacia atrás, el pelirrojo volteo viendo de pies a cabeza lentamente al joven que se encontraba parado fuera de su casa, era un joven apuesto, no era muy alto, más si le rebasaba por un par de centímetros, aquel cabello blanco le cubría parte del rostro, llamando la atención de Fukase.

    — No vengo a hacerte daño… — El albino dijo en tono tranquilo y amigable al sentir la mirada fija del otro.

    — ¿Quien eres?

    — Oh, bueno. — El joven tosió un poco aclarando su garganta. — Utatane Piko, sirviente personal del Rey Yohio. Un placer. — Dijo esto último acompañado de una reverencia rápida.

    Piko miro al joven esperando su presentación, este al comprender hizo una torpe reverencia seguido de su presentación.

    — Fukase… soy… un chico… un simple chico…

    — Que lindo nombre. — El sirviente miro detenidamente las vendas que cubrían algunas partes del cuerpo del joven, y lo que más llamó su atención fue que su cabello le cubría la mitad del rostro, más aún se podía observar algunas cicatrices. — Perdon que pregunte tan de repente, pero… ¿Porque tiene tantas cicatrices?

    —Uh… esto… — Fukase tomo su cabello retirándolo de su rostro dejando ver más claramente las marcas, sin poder evitarlo Piko llevo una de sus manos acariciando su mejilla, haciedo que su mejillas tomarán el mismo color que su cabello. — Una larga historia.

    — Ya veo… se me hace extraño encontrar a alguien viviendo solo en medio del bosque, ¿No le da miedo?

    — No, ya me acostumbré. — dijo Fukase peinando con sus dedos el cabello que caía sobre su ojo.

    — Usted es una persona bastante interesante, me gustaría conocerle más. — los ojos del albino se fijaron en los del pelirrojo, este noto los hermosos colores que tenía, aquellos ojos eran tan peculiares pero hermosos. — Pero será en otra ocasión, por ahora debo retirarme, su alteza se molestará si llego tarde,un placer, Fukase.

    —Si… hasta luego. — Dicho esto el joven albino se montó a su caballo alejándose de ahí.

    Fukase cerró la puerta regresando a donde estaba Oliver, sacándolo del ropero para dejarlo a un lado de la mesa de trabajo.

    — Tu cara tiene un color diferente. — Dijo el muñeco señalando con su manos la cara del pelirrojo que se había tornado levemente de un color rojizo.

    — Se me quitara en un momento… — aparto las manos del muñeco. — Vamos a seguir con nuestro trabajo.

    — Si. — Dijo Oliver mientras tomaba una brocha con pintura roja y la llevaba a su rostro manchando sus mejillas.

    — Deja de burlarte… — Susurro avergonzado Fukase al ver la acción de su compañero.

    ...

    Pasado el rato Fukase estaba exhausto, estiró sus piernas mientras aún estaba sentado en el banco de madera, Oliver al verle lo imitó sacándole una sonrisa al pelirrojo.

    — Vamos a tomar un descanso, está a punto de anochecer. — Sugirió el chico tomando una lámpara de aceite que siempre se mantenía encendida.

    — ¿Qué pasa si el fuego se apaga? — Pregunto curioso el muñeco viendo como la flama bailaba sobre la punta de aquel artefacto.

    — Dejara de iluminarnos, desaparecerá. — Fukase camino a la estufa.

    — ¿Los humanos también desaparecen? — Pregunto siguiendo por detrás al pelirrojo.

    — Si… pero a diferencia del fuego, no somos eternos. — Fukase dejo la lámpara aún lado de la estufa. — Si el fuego se apaga se puede volver a encender las veces que uno quiera.

    Oliver no lo comprendía del todo, Fukase tomo unas cuantas frutas llendose a la cama, el muñeco le siguió como de costumbre.

    Fukase miraba a la nada mientras el muñeco se limitaba a estar quieto en el piso observando la mano del rubio que estaba vacía, Oliver acercó su mano tomando la del humano.

    Fukase le miro sin comprender el porque más con esa mano le acarició el cabello despeinadolo mientras emitía una dulce risilla.

    El interior de Oliver de nuevo se sentía extraño.



    Temprano por la mañana se escucho como alguien golpeaba la puerta, Fukase solo gruñía moviéndose entre las ropas de su cama, más los golpes no cesaban, sin más remedio se levantó dándose cuenta que aún no salía el Sol, abrió la puerta viendo al joven de cabellos blancos que había visto el día de ayer.

    — Buenos días. — dijo Piko regalándole una sonrisa.

    — Bue… buenos días… — Fukase se escondió un poco entre la puerta.

    — Lamento mucho el venir a molestar a estas horas.

    — No… no hay problema. — Susurro abriendo la puerta bien y haciéndose a un lado. — Hace frío… puedes pasar. — al sentir el aire frío de la mañana se abrazo a si mismo mientras veía al otro soplar sobre las palmas de su manos, al ver que el también tenía frío le invito mientras le señalaba un sillón de madera con cojines que estaba aún costado de la cama.

    — Que amable, muchas gracias. Con permiso. — Piko entro llendo directamente al mueble que le había señalado el más bajo. Más al entrar se tropezó con algo, al voltear se encontró con el muñeco desplomado en el suelo de espaldas. — ¿Que es… eso?

    — Es… uh… un juguete… — Hablo avergonzado el pelirrojo mientras cerraba la puerta.

    — ¿Juega aún con esas cosas? — Dijo Piko en tono burlón levantadose y tomando en brazos al muñeco observándolo.

    — No… yo los fabricó… — las mejillas del pelirrojo tomaron un poco de color carmín.

    — ¿En verdad? — La mirada del albino se habia iluminado. — ¿Puedo ver? Siempre me ha llamado la atención ese tipo de cosas, pero su alteza no me deja salir a ningún lado sin su autorización.

    — Oh, entiendo. — Dijo el más bajo haciéndole una seña al albino para que fuese con el. — Mi taller no es muy grande ni es la gran cosa… — Dicho esto entro al cuarto donde el trabajaba.

    El albino se dirigió a la mesa donde estaban las muñecas terminabas, tomo en sus manos una, las muñecas eran tan lindas que no pudo evitar que un sonrojo se hiciera presente en sus mejillas.

    — Son hermosas… — Susurro el Utatane mientras acariciaba el cabello de la muñeca.

    Fukase al escuchar eso no pudo evitar sonreír levemente, era la primera vez que escuchaba a alguien decir eso de sus creaciones. Piko vio la torpe mueca del pelirrojo y solo atino a sonreír también.

    — Gracias. — Dijo con voz temblorosa el fabricante.

    — Debo marcharme, su alteza me espera. — el albino miro una de las muñecas, una linda muñeca pelirroja de coletas y cabello rizado. — Hey… esta pequeña es hermosa, ¿Podría vendermela?

    — Si… — el pelirrojo miro al suelo llevando su mano derecha a su hombro izquierdo.

    — Bien, entonces… Me llevaré está.— tomo la muñeca entre sus manos para seguido sacar un puñado de monedas de oro de su pantalón, después se las entrego al chico.

    Fukase miro confundido la mano con las monedas, acercó su mano izquierda y tomo unas cuantas, Piko agarro la mano de este y puso todo el puñado en su palma cerrandola.

    El albino sonrió mientras caminaba a la puerta de aquel lugar mirando con una sonrisa la muñeca que acaba de adquirir.

    — Es… espera… — Fukase camino apresurado tras de el jalandole del saco, deteniendolo. — Esto es mucho… — apenado estiró la mano regresando las monedas.

    — Está bien, está bien, puedes quedartelo, soy el sirviente del rey, realmente no lo necesito. — Piko acarició el cabello de su muñeca y miro fugazmente el rostro avergonzado de Fukase, este le había soltado. — ¿Puedo venir a verte después?

    — Pero…

    — Está bien, si no te sientes cómodo por lo que pague por la muñeca, entonces pagaré por poder estar contigo. — El albino se sonrojo al notar lo mal que se escuchaban sus palabras, pareciera que aquello era una propuesta que se le haría a una ramera.

    — Está bien.

    El albino suspiro aliviado, el chico no lo había visto de mala forma. En cuanto a Fukase, le agradaba poder platicar y pasar el rato con alguien, aún que no se sentía del todo seguro como con Oliver, aquel joven no parecía ser tan peligroso.



    Y así pasaron los días, semanas e incluso meses, aquel joven sirviente de tés pálida visitaba frecuentemente al fabricante, pasaban el rato juntos, platicando, caminando por el bosque, nadando en el río, riendo; el pelirrojo había logrado entablar una “amistad” con alguien, alguien que no huía o le miraba con desprecio por su aspecto a causa de sus cicatrices, de alguna manera, sentía que había llenado una parte de aquel vacío que sentía en su corazón.

    — Oye, siempre me e preguntado, ¿Porque siempre tienes a ese maniquí en tu cama? — pregunto el albino quien en ese momento estaba sentado frente a la mesa comiendo una pieza de pan.

    — El… es una muñeca muy especial para mí, la hizo mi abuelo. — Fukase quien estaba en la cama junto al muñeco.

    — Es muy linda. — Dijo Piko llendo a donde el pelirrojo, tomo la muñeca parandola frente a el y río. — Podría bailar con el si quisiera.

    — Con cuidado… Si se te llega a caer se romperá. — Fukase apresurado sostuvo al muñeco que se tambaleaba, no tenía cuerda, no se mantendría de pié.

    — ¿Entonces puedo bailar contigo? — susurro el más alto tomando del rostro al menor, al cual la sangre se había elevado a sus mejillas.

    En un intento de separarse tropezó con un tablón de madera que sobresalía del suelo, cayó de senton y el muñeco también, sentía su pulso acelerado, le costaba mantener tranquila su respiración. El albino se inco frente a el, tomo una de sus manos y lo atrajo hacia si, Fukase temblando por nervios giro el rostro, le apenaba estar tan cercano a el sirviente real.

    Dudoso, el sirviente acercó más su rostro, rosando con sus labios la mejilla de su amigo, Fukase giro el rostro sorprendido, Piko mantenía una mirada sería más sus mejillas estaban igual de coloradas a las de el. Piko se abalanzó contra el, pegándolo fuertemente a su cuerpo, la cara del menor sobresalía por el costado de su hombro.

    — ¿Piko? — Fukase picoteo la espalda del peliblanco.

    — Perdon… Siento que mi corazón estallara… — susurro presionando más al pelirrojo. — No puedo contenerlo más… — separó al chico de si, tomando nuevamente entre sus palmas las mejillas de Fukase plantandole un beso en los labios.

    Aturdido solo atino a morderle el labio, eso le había tomado de sorpresa, llevo su antebrazo a su boca, cubriendola, alzó la mirada viendo cómo el labio inferior de su amigo sangraba y el con sus dedos intentaba parar la hemorragia. Fukase estaba pálido por lo que había hecho, más el albino se veía feliz.

    — No sonrías… acabo de herirte.

    — Fukase… perdon por hacer eso… Y perdón por lo que te dire… sin notarlo termine enamorándome.

    — ¿De que está…? — sus palabras fueron calladas por los labios de Piko, el cual acariciaba la nuca de Fukase, jugando con sus alborotados cabellos rojizos. Poco a poco la sensación fue ganandole al menor, correspondiendo aquel beso con torpeza, aquel era su segundo beso.

    El albino se separó exaltado, perdía la nocion del tiempo cuando estaba con el, y en esos momentos más. Miro el rostro sonrojado del menor, acarició su cabello para después reincorporarse.

    — El rey me castigará por llegar tarde nuevamente, debo irme.

    — Perdón por retenerte tanto tiempo. — dijo Fukase con tono culpable.

    — No te preocupes, esto lo vale. — se inclinó dándole una vez más otro beso, esta vez era uno más tierno, un beso de despedida.



    El albino salió del lugar sin antes acariciar los cabellos alborotados del pelirrojo, tomo su abrigo para seguido montarse en su caballo y alejarse rápidamente de ese lugar, su mirada tenía un semblante de decepción, miedo, angustia, ¿Qué era lo que había hecho con aquel pobre chico solitario? Sus manos temblaban mientras sostenía las riendas del caballo, aquel momento de debilidad y confusión le habían olbligado a actuar de esa manera.

    Al fin había llegado al castillo de su rey, el sol apenas ya había salido, más aún era temprano, ya que apenas se comenzaban a escuchar los pasos de los demás sirvientes dentro del castillo, Piko fue al establo a dejar al animal para que comiera y le cepillaran, le acarició el ocico para después irse a cambiar, debía estar presentable para su rey. Corrió hasta su habitación topandose para su mala suerte con el Rey que iba acompañado por Len, el monarca le miraba furioso, el sabia de las escapadas matutinas de su “fiel sirviente”.

    — Cambiate rápido, ven al salón principal en cuanto estés listo. — Declinó en mandamás mientras pasaba de largo, Piko hizo una reverencia asustado sin mirarle.

    Retomo su carrera hasta su habitación, cambiándose lo más rápido que pudo y fue a donde aquel hombre de ojos carmín le había indicado, este le miraba fijamente desde un elegante sofá mientras sostenía una copa con vino blanco, aún lado estaba Len con la mirada en el suelo, el aire era pesado para ambos sirvientes.

    — Buenos días, su majestad. — saludo Piko para romper aquella atmósfera.

    — Se puede saber, ¿A dónde y con quién sales con tanta prisa todas las mañanas? — soltó el rubio sin más dejando caer la copa mientras que Len presuroso se incaba a levantar los cristales.

    — Solo salgo a recorrer el bosque, su majestad. — Las piernas del albino temblaban, el rey de inmediato lo noto, poso su mirada sobre sus labios viendo la herida que le había hecho aquel chico del bosque.

    — ¿Tan estúpido crees que soy? — Los ojos del albino se abrieron como platos y comenzó a sudar frío. — Tienes hasta tres para que me digas con quién engañas a mi hermana. 1… 2…

    — De...dentro del bosque… vive un fabricante de muñecas… es… es un chico bastante amable… — casi susurrando, confesó, de sus ojos caían un par de lágrimas, puesto que sabía lo que seguiría después de eso.

    — Oh, ¿Ves? Todo saldrá bien si cooperas, ahora, llévanos a ese lugar. — El rey se levantó empujando al otro sirviente que aún estaba limpiando el suelo. Piko solo asintió con la cabeza y camino tras el monarca.

    Al salir del salón un guarda tomo por la espalda al albino esposando sus manos, este no forsejeo, solo siguio caminando tras su dueño.

    Los guardas subieron brutamente a Piko en una carroza donde iba el rey, Len y otro puñado de guardias que intimidaban.

    — Len, muchas gracias por cooperar, aquí está tu recompensa. — Sonrió triunfal el Rey dándole una bolsa que se notaba llevaba monedas de oro, Piko no se sorprendió, sabía que él lo había presionado para que hablara.

    — Piko… lo siento… — susurro el ojiazul rompiendo en llanto dejando caer la bolsa.

    Piko sonrió tristemente, el conductor cada tanto tiempo preguntaba direcciones, el Utatane no tenía más opción que responder, cada vez estaban más cerca del hogar de Fukase, cada vez más su estómago comenzaba a retorcerse de miedo.

    — Aquí es… — Dio un pesado suspiro al ver la cabaña del chico pelirrojo. El rey victorioso bajo del carruaje y a jalones bajo a sus sirvientes, miro a Len haciéndole una señal para que lo llevará hasta la puerta.

    Len temblaba, más temía por lo que le fuese a suceder a su familia y no tenía más remedio que obedecer a aquel hombre de ojos rojos y piel pálida.

    — Que asco de lugar. — comento con desprecio el mayor. — Toca la puerta. — Ordenó empujando al albino, este obedeció y golpeó suavemente con los nudillos la madera de la puerta.

    Por dentro estaba Fukase en su taller junto con su muñeco, este estaba parado junto a él viendo como el pelirrojo armaba una nueva muñeca que tenía un hermoso cabello largo blanco. El joven al escuchar los sonidos que provenían de la puerta se levantó dejando de lado aquella muñeca, abrió un poco la puerta asombrandose al ver al albino fuera, sonrió abriendo la puerta de par en par para dejar pasar al albino, su rostro cambio abruptamente al ver a aquel hombre rubio, seguido de sus guardias, parado detrás de Piko, Piko miro por un instante a Fukase.

    — Perdoname… — susurro, el pelirrojo no comprendía aquella escena, hasta que sintió como algo afilado atravesaba su vientre, de su boca salió una bocanada de sangre que cayó sobre el albino, este solo se mantenía en silencio, miraba fijamente la mirada de confusión y miedo de su amigo el cual ahora estaba en cuclillas sobre el suelo presionando sobre su herida.

    El rey miraba con desprecio y asco a aquel chico, su espada goteaba con aquel líquido rojo, las lágrimas de ambos jóvenes rodaban sobre sus mejillas, uno lloraba de miedo y otro de desesperación.

    — ¿Te cuento algo? Piko es el prometido de mi hermana, la princesa Maika. — Musitó el mayor tomando con su mano el rostro pálido del pelirrojo. — Supongo que Piko no te lo contó, ¿Verdad? — Fukase negó débilmente moviendo su cabeza. — No quiero que mi hermana este triste si se entera de que su amado hombre se acostaba con un don nadie.

    — Nunca me acosté con el… — soltó Piko aún con lágrimas en los ojos. — Solo lo bese…

    — Por respeto al sagrado Sacramento del matrimonio, ni siquiera debiste haber eso. Aún que aún no estén casados, debiste tomar en serio a mi hermana. Abstente a las consecuencias. — los guardias entraron al lugar tirando y rompiendo todo, Fukase comenzó a llorar más al ver como uno de los guardias llevaba en brazos a Oliver.

    — No… no… — decía sin muchas fuerzas, ya había perdido mucha sangre, llevo su mano a la bolsa de su chaleco sacando la llave de su amado muñeco, la miro y después dirigio la mirada a Piko.

    — Wow, ¿Que es esto? Es interesante, no lo rompas, llévatela. — El rey tomo a Oliver llevándoselo consigo al carruaje, Fukase al oír eso intento levantarse más el dolor se lo impidió, el rubio volteo a donde el pelirrojo desenfundando nuevamente su espada clavándola nuevamente en el tórax del chico. — Pensaba dejarte vivir, más si lo hago, este idiota volverá a ti. — señaló al albino que no respondía a nada. Por repetida ocasión, volvio a herir al pelirrojo, está vez hiriendo cerca del corazón.

    Fukase cayó al suelo, el rey dio media vuelta llendo a su carruaje, Piko reaccionó y corrió tomando en brazos a Fukase, su respiración era cada vez más débil sus ojos estaban llenos de lágrimas y su corazón palpitaba cada vez más lento, fuertemente, Piko envolvió en un abrazo el cuerpo aún tibio de aquel joven, su rostro se dirigió desesperadamente al del pobre agonizante, roso con suavidad los labios pálidos de este y le dio un último beso hasta sentir que el calor de su cuerpo se había ido.

    — Piko… — hablo Len viendo la escena desgarradora mientras su amigo lloraba amargamente abrazando el cuerpo de ese chico. — Debemos marcharnos…

    — Puedes… ¿Puedes enterrar su cuerpo después?... — pregunto sin dejar de abrazarlo.

    — Lo haré. — Len camino hacia el tomando el hombro el albino, este le extendió las manos aún con las esposas para que le ayudará a levantar.

    Ambos sirvientes caminaron sin mirar a atrás hasta el carruaje, donde les esperaba el rey, el limpiaba su espada y aún lado suyo estaba la muñeca que habían sacado de ese lugar, Piko miro hacia otro lado.

    — Debí haber muerto yo… — musitó Piko viendo sus manos llenas de sangre.

    — Debias, si si, más no podría matar al padre de mi sobrino. — Piko miro sorprendido al rey, hasta el momento el no sabía nada de eso. — No quiero que mi sobrino crezca sin un padre, más si vuelves a hacer lo mismo, no me importa que mi hermana llore o que mi sobrino no te conozco. — sonrió amenazadoramente hacia Piko.



    Un tiempo después, el reino festejaba el quinto cumpleaños del primogénito de la princesa Maika, Piko y ella habían contraído matrimonio una semana después del incidente, antes de que los escándalos se hicieran presentes, Piko ahora era un príncipe, más su vida era aburrida, guardias y sirvientes siempre detrás de él sin dejarle hacer nada. Len seguía siendo un sirviente, mas había cumplido la petición de su amigo. El albino, cuando sus sirvientes y guardias le dejaban en paz, de vez en cuando iba al salón privado del castillo, donde en una caja de cristal se encontraba la muñeca con la cual su amado pasaba el rato.

    Aquel muñeco día tras día encerrado en ese lugar recordaba la escena trágica, aún en su memoria quedaba marcada la sonrisa, la voz y las calidad manos de su “creador”, cada que aquel hombre de cabello blanco le visitaba y sacaba de su casa, le daba cuerda y platicaba con el, aquella muñeca podía revivir nuevamente los momentos vividos con el pelirrojo. El había sido su amado muñeco de porcelana, un muñeco que sin notarlo al igual que el humano que estaba frente a el, se había enamorado de la sonrisa sincera de ese solitario fabricante de muñecas.

    Fin.



    ...

    Holas, hace mucho que no posteo nada en el foro más aquí les traigo este Long-shot, dude mucho en si era o no buena idea postearlo ya que existen muchas historias con la misma temática, literalmente, casi un año estuve posponiendo la publicación de este fic, y Al fin tomé el valor para subirlo. Espero les guste y perdón si es confuso.;v;

    Edited by katamoXxX - 7/5/2018, 08:17
  4. .
    SPOILER (click to view)


    Bueno, me costó trabajo y la resolución bajo mucho al redimensionar, igual acá dejo mi entrada al concurso...

    Me inspire en las canciones de Yugo Denpa para los vestuarios y en lo adorable que se ve una pareja al salir a pasear tomados de la mano.

    Los personajes son de Vocaloid, Oliver y Piko Utatane. No es una ship muy popular pero es hermosa <3.

    Ojalá la calidad no sea pésima...

    Edited by katamoXxX - 5/9/2017, 00:35
  5. .

    4

    ~•~•~•~•~



    El albino se quedó mirando hacia el espeso bosque que estaba detrás de la casa de sus abuelos, viendo como aquella figura desaparecía poco a poco.
    El albino cerró la ventana del balcón, y se fue hacia su cama se dejó caer en ella, aún lado de su cama estaba una mesita de noche y un perchero a la par de esta, en el se encontraba la capa que le había cedido el rubio durante el camino, Piko se levantó y la tomó con una mano, la observó cuidadosamente, era de un tono azul oscuro, casi como el de la noche, tenía un broche en el cuello que similiaba una estrella, el broche parecía ser de plata o algún metal similar pero que desprendía un hermoso brillo que parpadeaba constantemente, tal y como lo hacían las estrellas en el cielo, Piko la acercó a su rostro inhalando el aroma del chico rubio que aún estaba impregnado en la prenda, el olor de aquel chico lo hacia sentir tan tranquilo y relajado, sus mejillas no tardaron en comenzar a sonrojarse por lo que estaba haciendo, tomó la capa y se acostó en su cama, abrazando aquella prenda mientras comenzaba a cerrar lentamente sus ojos.

    —Necesitó verlo de nuevo...

    Susurro, cayendo profundamente dormido mientras curbia su cuerpo con la capa. Pasadas un par de horas la ventana de la habitación se abrió lentamente, el viento frío de la noche de como por la habitación, un figura salió de entre las cortinas, caminando hacia el joven que llacia dormido en su mullida cama, con los labios entreabiertos y con mejillas levemente rojas, la figura acercó una mano hacia el, acariciando su rostro, viéndolo atentamente, respiro ando acercándose hasta quedar a pocos milímetros de sus labios, para en seguida darle un suave y tierno beso, el albino se comenzó a mover alarmando al intruso, que no hizo otra cosa más que salir lo más veloz posible de aquella habitación oscura.

    ~•~•~•~•~

    El cielo comenzaba a ponerse claro, y Oliver caminaba sin rumbo por el bosque con la mirada ausente, de su boca expulsaba vapor por el frío que hacia, más el no parecía sentirlo, volteo su mirada al cielo reaccionando, asustado, sacó su silbato y caja, comenzando a soplar, las chispas caían dentro de la caja, mientras las estrellas en el cielo desaparecían, una vez limpio, guardó sus objetos, viendo como los rayos del sol comenzaban a aparecer y bañar poco a poco su cabello, camino hasta un árbol ocultándose de la luz.

    —Al fin te encuentro Oliver.

    Oliver volteo y vio a su compañero Len, le veía algo molesto, pero parecía más preocupado que nada.

    —¿Que ocupas?

    Dijo secamente Oliver mientras bostezaba.

    —Estas actuando extraño, me preocupa que estés así, y lo peor es que Mikuo tambien esta raro, me comienza a dar miedo, tal vez sea una enfermedad contagiosa.

    —Puede que sea una enfermedad, más no creo que se llegue a curar tan fácil...

    Dijo casi susurrando el chico de las estrellas colocando su mano derecha en su cuello, sobandolo, mientras sus mejillas se tornaban carmín; el otro rubio le miro extrañado, tenía un mal presentimiento, causándole un leve escalofrío en el brazo.

    —Solo espero que no involucre humanos... Por cierto, ¿y tu capa?

    Le miro al ver que no la llevaba puesta como siempre.

    —Se la preste...

    Oliver se abrazo a si mismo recordando la suave sensación del fino cuerpo del albino.

    —¿A quien?

    —A Piko...

    —¿Quien es Piko?... Y por favor, deja esa actitud, me está asustando bastante. —Len le miro con repulsión, pero comprendió inmediatamente el porque estaba así. — Ese tal Piko, te gusta, ¿verdad? Sabes que no podemos relacionarnos con los humanos, ¿verdad? Sabes el porque.

    —Lo se, sólo podemos hacerlo entre guardianes o sirvientes...

    Len suspiro pesadamente al ver la reacción de su amigo, se acerco a el tomándolo de los hombros.

    —Pero si eso te hace feliz... Te ayudare a que los superiores no se enteren... — Los ojos de Oliver se iluminaron y en su rostro se dibujo una sonrisa de gratitud, el saber que aquel guardián le ayudaría le hizo sentir un poco mas de tranquilidad, aunque sabia que no seria del todo fácil. — ¡Eres tan lindo cuando sonríes! — Dijo Len mientras abrazaba y estrangulaba del cuello al otro rubio.

    — Ah... Pero... No me mates por favor... — El de ojos miel suplicó intentado safarse sin lograrlo. — ¡A...ayuda!

    — Llorón... Somos inmortales, esto no nos mata, baboso.

    Dijo el ojiazul soltándolo mientras le daba un golpe en la frente, Oliver solo río por el comentario de su colega.

    — Ahh... Hace bastante calor, creo que me iré a descansar un poco a la cabaña. — Dijo Oliver abanicandose con las manos. — Nos vemos mas tarde Len. — Oliver comenzó a caminar por el bosque rumbo a su lugar de descanso, más una pequeña ave de color café y amarillo que comenzó a volar por encima de el hasta posarse en su hombro llamó su atención. — James debe de estar por aquí serca.

    Y en efecto, así era, un chico de cabellos bicolor, piel blanca con prendas amarronadas y amarillas estaba dormido bajo la sombra de una árbol rodeado por aves, ardillas y uno que otro conejo, Oliver gruño astiado y camino hacia el ahuyentando a los pequeños animales silvestres que rodeaban al joven que dormía plácidamente, haciendo que James se asustara y levantara de golpe, su rostro cambio de susto a nerviosismo y miedo cuando observo que era Oliver.

    — No estaba holgazaneando, estaba descansando los ojos. — Dijo estirando los brazos hacia enfrente mientras daba un bostezó.

    — Claro... —Dijo el rubio tornándose los dedos. — Y yo solo te daré una demostración de cariño por qué te amo. — Una sonrisa malévola se dibujo en su rostro mientras caminaba golpeando el suelo.

    Justo cuando Oliver se disponía a propinarle un golpe en la cabeza a James, una mano detuvo el golpe del joven.

    — ¡Mikuo! — Grito felizmente el chico de cabello bicolor al ver a su amigo de cabellos celestes. — Oliver me quiere golpear...

    —¿Y porque sera? — Pregunto Mikuo soltando la mano de Oliver. — Nunca haces tu trabajo, siempre estas durmiendo o jugando.

    — Los superiores nos dieron permiso de golpearte si te veíamos así de nuevo. — Frunció el señor Oliver mientras decía esto con un tono de autoridad fanfarrona.

    — Es que ya no puedo proteger a los animales como antes... Ahora hay mas humanos por la zona y ellos los matan, no puedo hacer nada para evitarlo… — James se abrazo al árbol con un semblante nostalgico.

    Oliver y Mikuo cruzaron miradas entre ellos para después posarlas sobre el guardián de los animales, el rubio dio un par de pasos hasta estar lo suficientemente cerca de el.

    — James, comprendemos lo que nos dices pero…

    — ¿Pero? — Los ojos marrones del mencionado habían tomado un brillo esperanzador.

    — ¡ESO NO TE DA DERECHO A ESTAR DE FLOJO TODO EL MALDITO DÍA! — Oliver tomo de los hombros a James mientras la sacudia salvajemente mientras el otro gritaba asustado. — Bueno, me iré a la cabaña a descansar, ¡Nos vemos más tarde Mikuo! — Lo soltó dejándolo caer al suelo para después comenzar a caminar dejando a aquel par solos.

    — ¡Hasta más tarde! — Grito Mikuo mientras trataba de aguantar la risa por la escena de hace un momento.


    ~•~•~•~•~•~•~•~


    Un joven albino caminaba a paso veloz por entre los árboles, su respiración era entrecortada y su ropa se veía un tanto sucia por las ramas que golpeaban contra el al abrirse paso, el cielo de comenzaba a tornar oscuro, haciendo que el joven se apresurara más. A lo lejos un suave sonido de flauta se hizo presente, el joven intento caminar a donde escuchaba aquella suave melodía, entre más se acercaba las chispas flotaban en mayor cantidad, seguido de la flauta el sonido del silbato también se escuchaba, más este sonaba distinto, más bajo; al estar más cerca pudo observar a esos dos guardianes que iluminaban el cielo nocturno.

    — Oliver… — susurro el albino al encontrarse con aquel chico que miraba atentamente al cielo con mirada pérdida.

    Mikuo dio un último soplo a su instrumento y unas cuantas chispas dejaron de flotar mientras que las de Oliver aún seguían, más estás flotaban débilmente. El peliceleste miro con preocupación a su amigo para después posar su manos sobre su hombro.

    — Te falta poco, te esperaré por acá. — Dijo señalando hacia un árbol con flores amarillas donde para su sorpresa se encontraba aquel chico albino que ponía en ese estado al rubio. —¡Oh, buenas noches! — Grito Mikuo saludando al albino.

    Piko al ver que el más alto le miraba se sobresalto e intento esconderse, más Mikuo camino hacia el sonriéndole con burla.
    Oliver volteo dejando de soplar el silbato observando al albino, este traía en sus manos su capa.

    — Yo… solo venía a… bueno, Oliver… — La voz del albino se entrecortaba.

    Las mejillas del rubio tomaron un leve rubor al igual que las del albino, este camino a donde el un tanto nervioso, Oliver sonrió mientras colocaba su mano sobre la cabaeza de Piko, acariciando sus suaves cabellos plateados que flotaban suavemente con la brisa de la noche.

    Desde lejos escindido tras un arbusto un pequeño peliverde que hacía un gesto de molestia y desagrado, Mikuo al ver aquel niño haciendo puchero sonrió y camino hasta el tomándolo por sorpresa, le acarició el hombro para después cargarlo entre sus brazos.

    — Odio a ese humano… No quiero que se acerque a Oliver. — Dijo Gachapoid mientras se abrazaba al cuello del más alto.

    — Lo se… — respondió Mikuo acariciando la espalda del niño. — Yo tampoco quiero que esté con Oliver...

    ---------------------------------------------------

    Aún que es pequeño supongo que es mejor a no actualizarlo, jejeje...

    Lamento tardar tanto en actualizar ;v;

    Espero sea de su agrado.
  6. .
    Es maravilloso. Tu manera de narrar y de expresar cada oración me fascinó. Espero leer muchos más escritos tuyos. Tienes una nueva seguidora.
  7. .
    — ¿Asi que es eso?

    Dijo Ted tirando el cigarro y apalstandolo con el pie, el rubio se habia sonrojado a penas mientras evitaba la mirada del de ojos magenta.

    —¿Es muy obvio?

    Pregunto Oliver, cubriendo su rostro con sus manos.

    —No, pero pareces un perrito faldero persiguiendo a su dueño.

    Oliver suspiro avergonzado y comenzó a jalar su flequillo intentando cubrir su rostro.

    —Cuando estoy cerca de el... Siento algo cálido dentro de mi... Algo que nunca había sentido... Y eso me hace sentir bien...

    —Te escuchas muy tonto diciendo eso, el morirá, ¿aun lo amaras cuando el muera? Solo estas cometiendo muchos errores por ese niño.

    —Lo se... ¿Pero acaso no eres tu el que intento suicidarse por su amada esposa? Inclusive ahora la amas.

    —Toche.

    —Pero es doloroso... A pesar de que mi cuerpo es como el de un moribundo agonizante...

    Oliver llevo una mano a su pecho, sintiendo un leve palpitar dentro suyo, siempre que pensaba en el sentía ese extraño suceso dentro de el, le dolía pero le hacia sentir felicidad y calidez.
    Sin previo aviso Ted extendió su brazo para darle un golpe en la cabeza al rubio.

    —Tu cuerpo es como el de un zombie, tarado. —Oliver infló las mejillas haciendo puchero mientras veía al mayor, haciendo que este se sonrojara, y este fingió tos girando hacia otro lado su cara para que no lo viera el rubio. — Creo que yo me voy, este frío me esta haciendo daño en la garganta.

    —Pero no esta haciendo frío... Morirás mas pronto si no dejas de fumar.

    Ted se levanto mirando de reojo al de menor estatura, acomodo sus lentes para comenzar a marcharse.

    —Es lo quiero... Nos vemos.

    Dijo Ted sin voltear hacia atrás, dejando solo al rubio, este suspiro reclinándose hacia adelante recargando su cabeza en su brazo posado sobre sus rodillas, miro hacia un lado, encontrándose con el albino, acompañado de un pelinegro y una chica de cabellos bicolor, los tres llevaban un uniforme escolar acompañado de sus mochilas, se veían felices, el rubio suspiro, el jamas tubo la oportunidad de tener amigos, ni siquiera recordaba algo de cuando estaba vivo... Si, el alguna vez fue un ser humano, murió por una razón que desconoce, lo único aue recuerda es que el antiguo rey renunció para poder volver a recabar, dejándolo a el como rey por ser su mas fiel y querido sirviente. Desde que el había tomado el trono el mundo de los humanos había cambiado drásticamente, de pasar a ser un mundo lleno de guerras, donde la tecnología no existía, donde todo era mal visto, paso a ser algo muy diferente a ese entonces... "¿Cuanto tiempo llevaba en ese lugar?"... Ni el lo sabia, solo sabia que desde ese entonces el se encontraba solo, aunque estaba rodeado de muchas almas, nunca tuvo a alguien que le amara.

    El rubio se levantó de la orilla de la fuente comenzando a caminar aun paso no tan rápido siguiendo a lo lejos al albino, este se veía bastante feliz mientras iba con aquellos chicos, el cabello del albino se movía suavemente al caminar, sus piernas de ratos se veían fallar, era obvio que estaba cansado mas no se veía que tuviera la intención de decirle a aquellos chicos con los que caminaba.

    Unas cuadras más adelantes el grupo se disolvió dejando al albino solo en una avenida a punto de cruzar la calle, cada chico se había ido por un rumbo difetente.

    —¿Cuanto tiempo llevas siguiendome?

    Pregunto Piko sin voltear atrás, el sabia que solo Oliver desprendía esa aura fría y sombría.

    —Sólo me preocupó por ti, quería cuidarte. — El rubio se puso al lado del albino, este le volteo a ver con un pequeño sonrojo en sus mejillas. —¿Quieres que te deje solo?

    —¡No! —Piko comenzó a jugar tímidamente con las mangas de su suéter viendo a todos lados intentando de que Oliver no notara su nerviosismo. —Es-estare bien... Siem-siempre regreso solo a casa.

    —Pero en tu estado no es bueno estar solo, ¿o si? —Oliver le miro por arriba, el menor agacho la cabeza y negó moviendo sus cabeza. —Vamos... Regresemos a tu casa, necesitas descansar.

    Dijo el rubio acariciando el suave cabello del chico con ternura.
    Oliver se puso detrás del albino abrazándolo por la cintura y recargando su mentón en su delgado hombro, Piko al sentir la suave y fría respiración de la muerte en su cuello y oreja se eestremeció, el rubio se dio cuenta y sonrió enternecido por aquella acción. Piko comenzó a andar con pasos torpes ya que niña había caminado así y sentir tan cerca el cuerpo de aquél chico le hacia sentirse nervioso.

    —No te rias...

    Piko infló las mejillas volteando a ver de reojo al mas alto, este se sonrojo al ver la expresión del chico.

    —Lo siento... Pero te ves tan lindo cuando haces eso. —Le beso detrás de la oreja sintiendo el cuerpo del chico contraerse por la acción. —Me enamore pérfidamente de ti...

    Esa oración hizo que el corazón del albino comenzara a latir mucho mas fuerte, sus manos sudaban y sus mejillas estaban teñidas de un color carmín intenso.

    —Yo... O-Oliver...

    Esa confesión había sido mucho para el, jamas hubiera imaginado que un ser tan tenido y respetado estuviera rendido ante el, en su interior estaba gritando de alegría, queriendo gritarle que el también se había enamorado, pero aquellas palabras no salian, sentía que aquello estaba mal, mas que nada porque ambos pertenecían a diferentes mundos.

    —Entremos a tu casa...

    Dijo el rubio en forma de un sensual susurro haciendo que la piel del otro se erizara. Había caminado sin darse cuenta que habían llegado al inmueble, el rubio le soltó, Piko busco la llave en mochila para después sacarla y abrir, tomo las llaves de nuevo y las colgó en un portallaves que estaba en la entrada de la puerta.

    —¡Estoy de vuelta! —Dijo el albino, mas no recibió respuesta alguna. —Creó que no hay nadie... O cierto, hoy Yuma iba a estudiar a la biblioteca y mamá habrá salido a comprar algo.

    —Mmm... —Oliver se acerco a el peliblancos, observo por unos segundo esos hermosos ojos de colores tan vivos, sus pequeños labios entreabiertos de un hermoso color rosa pedían a gritos besarlos. —Vamos a tu cuarto...

    —¿Eh? Espera... ¿Para que?

    Sin decir mas el rubio tomo del brazo al joven llevándoselo al cuarto de este, la puerta estaba abierta así que solo entraron, Oliver cerro la puerta detrás de ellos, Piko miro a Oliver sin comprender haciendo que el rubio hiciera una mueca de disgusto.
    Oliver cargo en brazos a Piko dejándolo sobre la cama para después posicionarse sobre de el, lentamente fue despojando de las prendas al menor, habia quitado su camiseta junto con su corbata, su dorso era tan blanco y delgado, Oliver sonrió dulcemente tomándolo de la cintura, acerco sus labios a los del chico que al sentir su frío tacto su piel se erizo, sus labios se unían dulcemente, sintiendo la respiración de ambos de cerca, suaves gemidos se escapaban de los labios del mortal, pasaba suavemente sus manos por el pecho del mas bajo sintiendo esa suave piel y sus pezones fruncidos por aquella sensación, Oliver dejo el beso para comenzar a besar sus mejillas, bajar por su cuello arrancándole unos cuantos gemidos mas altos, hasta llegar a su pecho, ahí comenzó a dejar unas cuantas marcas rojas con sus dientes por los lugares donde pasaba haciendo que Piko se estremeciera y soltara gemidos mas agudos, Oliver se detuvo por un momento observando los pequeños y rosados pezones del albino, acerco su rostro para comenzar a succionar uno de ellos mientras que el otro lo estimulaba con sus dedos, la espalda del Utatane se curveaba por las sensaciones que llenaban su cuerpo de placer y excitación, poco rato después la ropa del rubio estaba estorbando así que comenzó a quitarla rápidamente dejando ver su esbelto cuerpo, Piko se sonrojo enormemente al verle así, el rubio era realmente apuesto y sexy.

    Oliver comenzó a desabrochar el pantalón del chico, quitándolo lentamente sin ninguna objeción del otro, ambos sabían que lo deseaban y están dispuestos a entregarse entre si; una vez el pantalón fuera solo quedaba esa pequeña prenda estorbosa que cubría la parte mas vergonzosa del menor, Oliver sonrió comenzando a bajarla librando el miembro duro del albino, este solo había soltado un suave gemido provocado por el rose de la tela.

    El rubio miro atentamente el frágil y cuerpo del albino, este estaba agitado, sus mejillas estaban sonrojadas, sus labios jadeaban a causa de la excitación, toda esa imagen era hermosa, una espléndida vista que solo el podía ver en ese momento. Acerco su rostro para después darle un delicado beso en la frente.

    —Lo haré con calma...

    Dijo en manera de susurro, calmando un poco la ansiedad del menor, este cerro fuertemente los ojos al sentir como frotaban lentamente su pene, mordió sus labios fuertemente tratando de ahogar los gemidos que le apenaban tanto. Oliver al darse cuenta metió un par de dedos en la boca de su compañero haciendo que los lubricara con su saliva, metía y sacaba los dedos de la boca del chico sin dejar de frotar el miembro igual de este, el rubio saco los dedos de la boca de Piko para después llevarlos a la pequeña entrada de este, Piko al sentir los dedos por instinto abrió un poco las piernas mejorándole la vista al rubio, este sonrió y comenzó a meter lentamente un dedo sin dejan de masturbar al albino para que el dolor fuera menos, poco a poco el albino comenzaba a relajarse incitando a oliver a meter los dedos restantes cosa que no tardo en hacer metiendo dos mas.

    —No te preocupes tanto por eso... —dijo entre gemidos el albino— No me duele...

    —Entonces...

    —Estoy listo...

    Dicho esto Oliver tomo su miembro que ya estaba a punto de explotar por falta de atención, lo coloco en la entrada del menor comenzando a empujar sobre esta penetrandolo suavemente, los gemidos del menor eran de dolor y placer, era mas grande de lo que pensaba, una vez dentro por completó Oliver acaricio el rostro del hermoso peliblanco sintiendo la calidez que desprendían sus mejillas a causa del sonrojo que tenían, Piko tomo la mano de este y le deposito un tierno beso, la muerte se inclino para darle un beso en los labios, al fin había logrado unirse a el, una unión que no solo había sido causa de lujuria si no del amor de ambos, sus cuerpo se frotaban entre si sintiendo la calidez el uno del otro, entre beso y caricias aquella unión se volvía cada vez mas intensa, las bocas jadeantes de ambos se buscaban torpemente mientras sus brazos se aferraban fuertemente al otro, el punto del clímax estaba llegando y ambos se dejaron llevar cayendo rendidos sobre la cama desordenada.

    El rubio abrazo al peliblanco que se había recostado en su pecho mientras intentaba recuperar el aliento, había perdido mucha energía al hacer eso, aprovechando el momento Oliver miró seriamente al menor y levanto el mentón de este con su mano para que le mirara también.

    —Piko... En verdad te amo... Quiero pasar la eternidad contigo...



    ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~


    Holo!! Acá dejo la conty, perdón oír tardar, me surgieron varios contratiempos mientras escribía esto, esta todo feo y penoso... Pero se me elimino lo que había escrito y no lo pude recuperar por completo ;v;.

    Arince-sama muchas gracias por leer mi fic, me siento tan feliz de que usted lea esta historia toda fea... Sobre Yuma... Ugh... Yo también siento penita por lo que vendrá pronto y me duele mas por Gumiya ;v;... Y a lo que se refiere Matsuda es a la cuota que deben cumplir para volver a renacer, que en este caso es permanecer 100 años en el reino de la muerte, pasado ese tiempo podran reencar nuevamente en el mundo de los humanos.

    Bueno, hasta aquí lo dejo, probablemente la siguiente conty sea la ultima, pero no aseguro nada ;v; aunque desde un principio dije que este seria un fic corto, y así lo es. Esperen la actualización. ¡Bye! ¡Bye!

    Enviado por ForumFree Mobile

  8. .

    ADVERTENCIA



    Este fanfic esta centrado en el universo Omegaverse, en caso de que no se entienda al final de este fic dejare un enlace a una pagina para que conozcan acerca del tema, en cualquier caso de que ya lo conozcan disfruten de la lectura.







    ∆•∆•∆•∆•∆•∆•∆•∆•∆•∆•∆•∆•∆•∆•∆•∆


    Ya pasaban de las tres de la mañana, las luces en toda la ciudad estaban apagadas, todo esta en completa tranquilidad y silencio, los unicos ruidos presentes eran los cantos de los grillos, dentro de una casa una familia entera estaban descansando, en uno de los cuartos se encontraba el hijo mayor de aquella familia de cinco, un joven que dormía cómodamente sobre su suave y mullida cama, sus tranquilas respiraciones apenas eran audibles, el chico comenzó a moverse para acomodarse mejor, dio un giro hacía un lado sin medir el espacio que quedaba de la cama y callo al suelo dando un gruñido grave, sus ojos se abrieron de golpe al sentir el suelo frío, volteo a todos lados apenas divisando las sombras de los muebles de su habitación, se levantó sobandose el brazo sobre el cual había caído, encendió la luz y se dirigió a la cocina, el chico lanzo un largo bostezo mientras estiraba sus brazos hacia enfrente, tomo un vaso y lo lleno con agua, le dio un trago para después apagar las luces y volver a su habitación, de pronto sintió un temblor leve sacudir el suelo, el joven se asusto y corrió a su cuarto cerrando la puerta, dejo el vaso sobre la mesilla de noche mientras se sentaba en su cama aferrándose a las cobijas para no caer, el temblor aun no pasaba, eso le comenzaba a asustar, su corazón latía muy muy rápido, el temblor seso pero ahora una luz comenzó a reflejarse sobre la ventana colándose dentro de la habitación, la luz era de un color rosa pastel bastante brillante, el chico se levanto de la cama y miro hacia afuera pero la luz aquella era tan intensa que no lograba ver nada, poco a poco la luz comenzaba hacerse menos tenue dejando ver una esfera de color blanco posada enfrente de su jardín, la esfera desprendía humo azul por la parte de abajo, el humo no era del todo denso ya que igual se pudo observar como una compuerta se abría dejando ver dos figuras humanoides con orejas de conejo.

    El chico que observaba todo desde el segundo piso de su casa estaba asustado, su piernas y manos estaban temblorosas mientras se aferraba al borde de la ventana y sus ojos estaban fijos en aquellas dos figuras que se veía que se decían algo entre ellas, una de estas figuras volteo viendo fijamente al chico que los espiaba desde la ventana, el joven en ese momento callo al piso de nuevo, pero esta vez de espaldas.

    En la ventana se escucho un ruido estruendoso y los cristales del vidrio cayeron al piso, alertando mas al rubio que comenzó a gatear hacia atrás torpemente, una de las figuras se asomo lentamente por la ventana viendo como el chico huía por su vida, el humanoide entro a la habitación y camino detrás del chico pero al ver que se alejaba de el le jalo la pierna y lo volteo para que quedara de frente a el sin soltarle la pierna.

    —¡S-Sueltame!.. ¡No diré nada, lo prometo!

    El alíen ladeó la cabeza sin comprender a lo que aquel chico se refería, miro a su alrededor dándose cuenta de lo que había echo y del porque el chico estaba asustado. El conejo soltó la pierna del rubio, este estaba muy asustado a tal punto de llorar en silencio, solo sus lágrimas caían por sus mejillas.

    El conejo dirigió sus manos cubiertas con guantes en forma patas a su cabeza, girándola para después desprenderla dejando ver el rostro de un chico serio y calmado, de cabellos rosados, ojos color lima y una piel blanca como la leche. El rubio limpio sus lágrimas mientras observaba asombrado a aquel chico que le miraba fijamente sin decir nada. Poco a poco el conejo se inco para quedar a la altura del rubio y comenzar a olfatearlo, llevo su pata a la cara de este y la acaricio suavemente mientras bajaba por el cuerpo de este, la nariz fisgona del chico pelirrosa bajo por el cuello del rubio logrando arrebatarle un gemido, el chico pelirrosa pasaba su rostro por su cuerpo oliendo aquella fragancia dulce que desprendía el humano.

    —No eres un alfa...

    Susurro el alíen dejando de olfatear al rubio para reincorporarse de pié, extendio su pata hacia el humano que yacía en el suelo asustado, este dudosamente extendió su mano apenas rosando el guante rosado del traje del chico conejo, el alíen, en un intento dudoso del chico, le tomo bruscamente y lo levantó de golpe.

    —¡Yohio!— La puerta de la habitacion del mencionado se había abierto violentamente dejando ver la figura de una chica de cabellos rubios rizados y un pequeño niño de cabello de igual color. —¿Que sucedió? Escuchamos un cristal romperse... Y ¿quien es el que esta contigo? —Dijo la chica señalando al pelirrosa que aun sostenía la mano de Yohio.

    —Que mala educación la mía... —El joven solto la mano del rubio para despues presionar uno de los botones del traje haciendo que cayera al suelo dejando ver el delgado cuerpo del chico que era cubierto por un traje rosado con lineas curvas por todo el cuerpo de color negro y blanco junto con unas botas un tanto toscas color negro que estaban unidas al traje. —Mi nombre es Yuma Utatane, soy el hijo del gobernante supremo de Galatea, vine en una amistosa visita a este primitivo planeta junto con mi hermano, Piko. —Al terminar de decir esto la otra figura aparecía detrás del pelirrosa.

    —Esperamos no incomodarlos con nuestra estadía.

    Dijo la otra figura mientras quitaba su casco de color menta pastel librando los cabellos blancos que este tenia, agitó la cabeza para despejar su rostro dejando ver unos hermosos ojos bicolor acompañados de unos delgados labios rosas.

    —Galatea es una luna de Neptuno... —Dijo el menor de los rubios observando detenidamente la escena. —No puede haber vida en una luna.

    —Yo digo que están locos.— La rubia se dirijio molesta a los chicos provenientes del espació para observar mas a detalle la vestimenta de estos. —Regresen a su fiesta de disfraces.

    —E-el dice la verdad... An, debes creerles... — Yohio tomo de la bata para dormir de su hermana para jalarla y alejarla de ellos. —Vi todo... Vi como salían de una esfera de luz, la esfera esta afuera, en el jardín.

    La rubia le miro incrédula, se dirigió a la ventana buscando el objeto que menciono su hermano, mas no había nada, solo se veían arboles doblados o con ramas rotas.

    —¿De cual se fuman?—Pregunto An. —Vayanse a su casa, nos meterán en problemas por estar despiertos tan tarde... O mejor, llamare a la policía si no se largan.

    —No podemos irnos, nuestra nave se desintegro al estar en contacto con el aire contaminado de este planeta.

    Dijo el mas pequeño de los visitantes mirando a su hermano nostalgicamente haciendo que el mayor suspirara pesadamente por esas palabras.

    —No tenemos donde descansar... Por ende les ruego que nos dejen estar aquí en su pequeña guarida. —Yuma se arrodillo sobre su pierna izquierda agachando la mirada. —Solo sera durante un pequeño tiempo.

    —An... ¿Llamo a mamá y papá?

    El menor de los rubios volteo a ver a la mayor, la mayor estaba molesta y cansada.

    —No Oliver, dejalos. —An tomo aire llevando sus manos a la cadera, miro de reojo a los invasores que tenian cara de angustia. —Si solo así dejaran de dar lata se pueden quedar, pero antes de que mis padres se despierten tendrán que marcharse.

    La rubia salio del cuarto dejando a los chicos en la habitación de su hermano, los cuatro guardaban silencio, el peliblanco miro al menor de los rubios para después susurrarle algo a Yuma, Yuma también observó al pequeño y se acercó a el olfateándolo.

    —Yohio...

    Dijo asustado el pequeño mientras sentía como la nariz del pelirrosa pasaba por su cuerpo.

    —Ollie, tranquilo, no te hará nada, solo te huele.

    —No es un alfa...

    Susurro Yuma alejándose del menor, Oliver corrió a abrazar a su hermano viendo a los dos chicos.

    —¿Donde se quedaran?

    Dijo Oliver viendo como el albino comenzaba a inspeccionar la habitación de Yohio.

    —Creo... Que dejare que se queden en mi cuarto, por hoy dejame quedarme contigo Oliver.

    —Claro... Solo no me patees.— Dijo el menor soltando al mas alto mientras salia del cuarto. —Te esperare en mi cuarto.

    —Amm... Yuma y Piko... Por esta noche dejare que se queden en mi cuarto, espero no les moleste que los deje solos.

    —No se preocupe por nosotros, primitivo ser, mientras estemos los dos juntos cualquier lugar es perfecto.

    —Entonces... Los dejare solos...

    Dicho esto Yohio salio dejando a los dos extraños visitantes, Piko fue a la puerta y asomo la cabeza observando alrededor, una vez visto que no había peligro la cerro y regreso con su hermano.

    —Yuma, ¿Crees que este lugar sea seguro?— El de cabellos plateados se agachó para unir los cristales que estaban en suelo. —No me siento del todo confiado de estos humanos.

    —Por el momento no tenemos opción, además estos chicos son beta, no nos harán nada.— Yuma se tiro sobre la cama rebotando un par de veces. —Este objeto es cómodo.

    A pesar de que aquel lugar era tranquilo y parecía que no había nada de que preocuparse el albino no podía despegar su mirada del cielo, pensando en lo que había sucedido antes de llegar a la tierra, haber abandonado su lugar de origen le remorderia toda la vida.

    —Yuma... Si vuelve a pasar lo mismo no pienso huir mas... —El albino termino de juntar los cristales y unirlos, sus guantes se abrieron dejando ver las manos del chico. —Solo hemos estado causando desastres a cada lugar que vamos...— Las manos del chico se llenaron de una luz verde mientras las extendía sobre los cristales que poco a poco volvían a unirse y ser de nuevo una pieza sola de vidrio.

    —Lo entiendo... Yo no cederé, huiré cuanto sea necesario.

    —Hermano... Deja de causar problemas y desobedecer a mi padre... Si estoy siguiendote es porque me da miedo que termines poniendo en riesgo a alguien.

    —¿¡Que no entiendes que nosotros también estamos en peligro!?— El pelirrosa se levantó de la cama y tomo de los hombros al mas bajo, este volteo la mirada. —No quiero que nadie te dañe y sabes que en Galatea todos los alfa esperan el momento en el que estemos en celo para atraparnos.

    —Lo se pero... ¿No seria mejor dejar que eso pase?...— La mirada del albino era seria al igual que la del ojiverde. —No me importaria que eso pasara.

    —A mi si...

    Yuma soltó al menor y volvió a la cama recostándose de lado, el otro le imitó pero este del lado contrarió, sus ojos se serraron e inmediatamente cayeron en sueño profundo.


    ∆•∆•∆•∆•∆•∆•∆•∆•∆•∆•∆•∆•∆•∆•∆•∆

    Se que tengo una pésima reputación como escritora ya que por mas que publico e inicio fic nunca los termino, pero hay ideas que carcomen mi mente hasta que no tomo el teléfono y comienzo a escribir, como por ejemplo esta, llevaba semanas dando vueltas en mi cabeza hasta que lo escribí.
    Espero les guste y si no pues... Supongo que sera por lo simplona y fea que es la trama ;v; ...

    Pd: Si tiene errores de ortografía o gramática pido perdón ;v;

    Pd2: aquí la guía para el Omegaverse

    http://letrasdelfanworld.webnode.es/guia-omegaverse/

    Pd3: Pronto actualizare mis demás fics, tengan paciencia pls ;v;

    Enviado por ForumFree Mobile



    Edited by katamoXxX - 20/4/2017, 08:43
  9. .
    Dulce...

    Dulce merenge...

    Tus labios estaban llenos de el, un dulce merengue, tan suave como la espuma, en la mesa que teníamos aun lado estaba un delicioso pay de frambuesa y un pedazo de pastel, tus labios estaban llenos de el suave y dulce merengue de ese pastel...

    Las campanas del reloj sonaron, anunciando la hora de dormir. Tus piernas tan blancas y largas eran adornadas por unas hermosas medias negras, tu transpiración olor a chocolate, un suave olor a chocolate amargo... Los macarrones franceses estaban dispersados por toda la sala, algunos destrozados, otros aún enteros, tomaste uno y lo metiste en tu boca, tus suaves labios con boronas del dulce se movían a la par de que masticabas.
    Dos amantes encerrados a solas en una habitación, un joven delicado de figura fina, unos hermosos ojos color verde que brillaban mientras demostraban perversión en ella.

    Algo excitante para cualquiera, eso era como un sueño, un dulce y empalagoso sueño, algo asimilado a la tan anhelada noche de bodas de dos amantes recién casados. Una canción proveniente de una caja musical vieja llenaba la habitación, a pesar de estar los dos, se sentía solitario.
    Deseo probar esos dulces labios llenos de merengue y sabor a macarrón.
    Sonreiste al ver mi cara de incomodidad, jalaste un poco hacia arriba una de tus medias mientras con la otra mano despeinabas tus cabellos verdes, acercaste tu rostro, relamiste tus labios limpiandolos del merengue, aun quedaba rastro de el en la comisura de tus labios, tomaste con tu meñique un poco, sonreiste con malicia y comenzaste a pasar tu dedo por todo mi abdomen desnudo, embarrando el dulce en mi cuerpo, haciéndome sentir descargas eléctricas en mi espalda, tomaste un macarrón para después colocarlo en mi boca, no me dejaste comerlo mas me lo arrebataste con los labios, casi rosandolos.
    Mi pantalón me incomodaba ahora, estaba llegando a mi límite, era bastante cruel tener frente de mi a un joven tan sexy y más provocándome de esa manera, gruni por lo bajo haciendote comprender de mi estado, sonreiste mientras llevabas tus manos hacia mi pantalón, desabrochando torpemente el cinturón.

    ―Date prisa...

    Te dije, mientras tus mejillas se sonrojaban al descubrir lo que te deparaba en unos momentos, tomaste mi miembro, comenzando a besarlo lentamente, haciéndome soltar unos cuantos gemidos, desate mi coleta dejando caer mi largo cabello en mis hombros, unos cuantos mechones purpuras se pegaron a mi pecho por el sudor que resbala, me miraste mientras metías de lleno mi miembro en tu boca, un gemido brusco hizo eco en esa habitación solitaria y oscura, tu cabeza se movía de arriba a abajo, haciendo un vaivén que me volvía loco.

    ―Gakupo...

    Dijiste entre gemidos sin dejar de lamer mi pene. Te veías ansioso y desesperado, llevaste tu mano hacia abajo para comenzar a masturbarte.
    La cuenta regresiva llego a cero, me levante haciendo que cayeras hacia atrás, me mirabas con excitación y deseo, ambos sabíamos lo que queríamos, Sonreí de lado, y me comencé a incar para estar mas cerca de ti, acaricie tus suaves cabellos de ese peculiar color verde, bajando mi mano por tu pecho que solo portaba un babydoll acompañado de una tanga de encaje, tu cuerpo se estremeció al sentir mis caricias, mis labios deseaban probar los tuyos, así que les concedí ese capricho, besándote para poder al fin probar ese empalagoso sabor a macarrón y merengue, poco a poco mi lengua envolvía a la tuya, suspiros salían de tus labios al ser un beso bastante demandante.

    ―Eres bastante sensible Gumiya...

    Dije sonriendo al sentir tu erección rosando contra mi pierna, hiciste un puchero y jalaste mi cabello, comencé a reír por lo tonto que te veías, tome tus piernas elevándolas en mis hombros, haciendo que te recargaras en tus codos, tome mi miembro y comencé a golpear suavemente tu entrada, con cada golpe soltabas un suspiro agudo y tus nalgas se contraían.
    Metí tres de mis dedos en mi boca, mojándolos completamente de saliva para poder proseguir, de un tirón rompí la pequeña prenda interior, para poder ver perfectamente tu ano que palpitaba por la excitación, lo acaricié con mis dedos húmedos para acto seguido meter uno, lubricando lo mas posible ese pequeño hueco tuyo, mordías tus labios para evitar gemir al sentir como metía los dos dedos restantes dentro, tu interior tan estrecho y caliente aprisionaba mis dedos, como si no quisieses dejarme, moviste tus caderas invitándome a entrar en ti.

    ―Hey... Gaku...

    No hizo falta que me lo dijeras, ya que yo ya había comenzado a introducirme dentro de ti, sintiendo ese calor envolvente atravesar mi miembro, tan estrecho y húmedo... Sientiendo escalofríos por todo mi cuerpo, tu cuerpo se estremecía con cada uno de mis movimientos, tus piernas se abrían aún mas por la excitación, tus cabellos se despeibaban con el vaivén, cubrías tu boca con tus manos, tratando de acultar tus gemidos sin éxito alguno.

    La campana del reloj sonó, anunciado la hora exacta, ambos estábamos tirados en el piso, cansado y llenos de sudor, tu semen escurría por tu vientre mientras de tu entrada escurría el mio, nuestras respiraciones agitadas resanoban por la habitación, al fin habia logrado hacerte mio, mi dulce y hermoso Gumiya. Poco a poco el cansancio nos ganaba hasta quedar profundamente dormidos...

    Al despertar me di cuenta que todo aquello había sido un sueño... Un cruel y dulce sueño con mi vecino...



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    ¡Hola! Acá les vengo a dejar otro fic... Esta cosa la escribí mientras escuchaba la canción "Macaron", en si no esta basada en ella, pero algunas partes de la canción las tiene... Y en cuanto a la pareja... Decidí que ya era hora de hacer algo mas que no fuera solo de Piko y Oliver ;v;...
    Espero les guste... Y si no pos... Alv.
  10. .
    Hola~
    Me sorprende que aun haya lectores que siguen esperando la continuación de este fic...
    EH... Pues me vengo a disculpar, ya que este fic lo tengo abandonado, no tengo ideas para seguirlo, e inclusive pensé en eliminarlo, pero me da penita porque es el único fic Oliver x Gachapoid que e visto desde siempre, no se si en algún futuro me anime a seguirlo, y si lo hago tendré que modificarlo y corregir muchas partes.
    Por ahora solo pido perdón y gracias por leer.
  11. .
    Oh dios! Había olvidado por completo este fic (como todos alv :'v).
    Emm... Bueno... Tal vez pronto actualice, aunque no es seguro,tengo muchas cosas que hacer últimamente y me es casi imposible escribir o dibujar algo... Así que pido paciencia hasta que logre hacerlo ;v;
  12. .
    Yuma se sento en la camilla donde estaba su hermano, y sonrio tiernamente , después de tantos días al fin había reaccionado.

    –Al fin despertaste... ¿Como te sientes?

    Yume le acarició la frente y el cabello, mientras Piko sonreria cerrando los ojos.

    –Bien... Perdón por preocuparlos... Yuma... –El albino suspiro, llevando una de sus manos a su nunca, volteando la mirada hacia otro lado. –¿Es malo enamorarse de alguien más... Cuando ya tienes novio?

    Yuma le miró de reojo, no sabía que decir, se encogió de hombros viendo a su hermano nervioso.

    –Mierda... No soy bueno con estos temas... Pues... Si ya no sientes nada por tu novio, supongo que esta bien...

    –Pero... ¿y si aún me gusta mi novio?

    –Entonces... primero aclara tu mente, y decide quien es mejor para ti. –Yuma se levantó y tomó del hombro a su hermano, este volteo en seguida para verlo. –Solo no hieras a ninguna de las dos personas... Iré a decirle a mamá que despertaste.

    Dicho esto el mayo salió, Piko se acostó de nuevo, cerrando suavemente sus ojos mientras emanaba un suspiro, sintiendo a alguien acostado aún lado de el, se sonrojo, esa sensación era tan agradable, sabía que era Oliver, no le desagradaba tenerlo a su lado, a pesar de que debía temerle, el se sentía seguro.

    –Pense que te habías ido...

    –Solo sali del cuarto, no quería escuchar tu conversación con ese chico... Pero de igual manera la escuche.

    El albino se sonrojo, sus mejillas ardían.

    –¿Qu-que escuchaste?

    –Todo...

    Oliver se posiono encima del menor, este cerro los ojos nervioso temblando, el rubio tomó entre sus manos el rostro de Piko, sintiendo sus suaves mejillas calientes, hacerco su rostro dándole un beso en los labios, los labios de Oliver eran fríos y pálidos, mientras que los de Piko eran cálidos y de un tono rosado, el rubio se separó, mirándole a los ojos, viendo como temblaba bajo de el, llevo su mano a su pecho, sintiendo de nuevo esa calidad que invadía su cuerpo frío, eso le hacía sentir confundido, tan sólo por un leve contacto con aquel chico.

    –Estas muy frío...

    Dijo el albino cubriéndose los labios.

    –T-tengo que irme...

    Oliver se separó nervioso, desapareciendo del lugar, Piko de nuevo estaba solo, cerro los ojos recordando el beso, suspiro avergonzado de si mismo, sintiendo un mal estar en su estómago.

    ~~~

    Yuma caminaba por los pasillos del hospital buscando a su madre, más por más vueltas que daba no daba con ella, suspiro hastiado, saco su teléfono y se sentó en una de las bancas de espera.

    –¿Yuma?

    El.mencionado volteo y vio aún ppeliazul, este llevaba muletas, yeso en una pierna y vendas en otras partes del cuerpo.

    –¡Kaito!

    Sonrió, Kaito río nervioso hacercandose al menor.

    –Que raro verte aquí. –Le miro, esos ojos color lima eran tan grandes y brillantes. –¿Vienes a visitar a alguien?

    –Si... A mi hermano...

    Agacho el rostro, la voz del pelirosa se escuchaba triste, al igual su mirada se veía apagada, Kaito le acarició el cabello, tratando de calmarlo.

    –No se que es lo que tenga tu hermano... Pero seguro se pondrá bien, ya verás.

    Sonrió, Yuma alzó la mirada, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, Kaito entró en pánico, y lo abrazo, en ese acto el menor rompió en llanto.

    –No quiero que muera...

    Sollozo, largas y gruesas lágrimas caían por sus ojos, sus mejillas estaban Rojas y respiraba agitado, Kaito le acariciaba el cabello, estaba nervioso y sentía su corazón latir bastante fuerte.

    –Oye... Tú hermano estará bien, no morirá.

    El peliazul separó al otro, tomándolo de los hombros, las lágrimas aun caían por sus mejillas, y sus ojos estaban completamente rojos.

    –Tiene cáncer... Y esta en etapa terminal... Morirá si o si...

    El Shion al escucharlo sintió un gran pesar en su pecho, se rasco la nunca sin saber que decir, suspiró abrazando de nuevo al de cabellos rosas.

    –Yo... Bueno... Si necesitas ayuda de alguien o apoyo, sobre todo emocional, yo te ayudaré... Confía en mí...

    La cara de Kaito estaba ardiendo, Yuma sonrió apenas, y aceptó, escondiendo sus rostro entre el cuello del otro.

    –Gracias...


    A lo lejos, Oliver observaba aquella escena, nunca le había importado lo que sintieran los familiares de los próximos a morir, nunca, pero, al ver a esos dos, comenzó a sentirse mal, sentía dolor al saber lo que pasaría, cerro sus ojos apareciendo inmediatamente en su habitación de su palacio, se tiró encima de su cama, no quería salir más, quería quedarse ahí y morir, pero no podía, estaba llegando a un punto de odiar ser inmortal. Sin siquiera darse cuenta cayó en profundo sueño, después de tanto tiempo, había vuelto a dormir.

    Oliver comenzó a moverse, abriendo lentamente los ojos, tiro un largo bostezo mientras estiraba sus brazos, no era que el necesitará dormir, pero hacerlo le relajaba, se levantó, peinando su desarreglado cabello con los dedos, camino hasta la puerta abriéndola, y al abrirla vio aún chico parado enfrente de el, el chico traía en sus manos la rosa que les había dado hace poco.

    –Su majestad.

    El joven hizo una reverencia, vio atentamente a los ojos del rubio, y suspiró.

    –Sabes que no debes de ser tan formal conmigo, actúa conmigo como cualquiera.

    Dijo Oliver indicándole que parara.

    –Entiendo... –Tomo aire y le entregó la Rosa. –No quiero estar metido en esto, por favor, entreguesela a alguien más.

    –¿Y eso? Podrías gobernar junto conmigo este reino para siempre.

    Oliver la apartó de si, volteando hacia otro lado.

    –Quiero renacer... Por eso, quiero que me excluyas de esto... Estoy a seis años de cumplir la cuota... Por eso, quiero estar excluido, aunque lo más probable es que no me escogerías a mi.

    –Vale...

    El rubio ytomó la flor, y la desvaneció, suspiró y volteo dándole la espalda a su sirviente.

    –No lo mal intérprete... no me desagrada en lo absoluto... Pero...

    –Descuida, no estoy molesto. –Oliver volteo mostrándole una enorme ssonrisa, el de cabello celeste al ver esa cara se sonrojo, en verdad su rey era hermoso. –Gracias por ser sincero conmigo, Matsuda.

    Dicho esto el rubio se esfumó.

    Luego de unos segundos apareció en la habitación del chico peliblanco, había pasado una semana y media desde entonces, el tiempo po en verdad pasaba volando en su reino, el albino ya había sido dado de alta y se encontraba en su habitación, frente al monitor de una computadora tecleando.

    –Piko... Dejame regalarte algo ahora que ya estás 'mejor'...

    Susurro, Piko volteo de inmediato dejando de lado su trabajo para ver al rubio, las manos de Piko temblaban por nerviosismo y sus mejillas eran completamente rojas, Oliver se hacerco a él, haciendo una ademán con su mano derecha, apareciendo la rosa que le habían regresado hace un momento.
    El albino extendió su mano dudosamente, más la agarro, al tocarla la rosa se tornó de gris a rojo, ambos la miraron asombrados, con ninguno de los sirvientes había sucedido eso, más con el albino pasó, el rubio se sornojo, se hacerco a Piko y lo beso en la mejilla, Oliver le miro por unos segundos, sonrio, para desaparecer de nuevo, dejando a un confundido Piko.

    –"¿Que significa esto?"

    Pensó el albino, saliendo de su cuarto para ir por un florero, más aún así, estaba feliz por haber visto de nuevo a Oliver.

    El rubio se encontraba en la fuente donde había visto por primera vez al albino, se sentó en la fuente, recargando sus manos en la orilla, riendo para si mismo.

    –Da miedo ver a un tipo extraño sonriendo de la nada...

    Un chico se paro frente a él, Oliver vio que era Ted, este tenía un gesto de desagrado y molestia.

    –¿Envidia?

    Oliver miro desafiante al de lentes, este chasqueo la lengua y se sentó al lado de el, sacando una cajetilla de cigarros, para luego tomar uno y colocarlo en sus labios.

    –¿Y bien?

    –¿que?

    –¿Ya vienes por el?

    –Aun no, aún falta.

    El de lentes saco un encendedor y lo acercó al cigarrillo, encendiéndolo, inhalando el humo para después expulsarlo.

    –Vienes muy a menudo a verlo, ¡ja! Hasta parece que estás enamorado de él. –

    Dicho esto el rubio tosió nervioso, sus mejillas estaban rojas, Ted le miro de reojo, por lo visto estaba en lo correcto.




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    ¡Tada!

    Gracias, en serio ;v; pensé que ya la habían olvidado, Arince, Kiyomi, gracias por leerlo, y ojalá les agrade está conti, aunque esta algo confusa ;v; ... Bueno, este fic siempre a sido confuso... Y bueno... Ayy... No se que mas decir ;v;
  13. .
    No hay mucho que decir, igual me gusta como va quedando, pero esperó la conty ;v;
  14. .
    ¡Hola, hola!

    Antes que nada vengo a pedir una enorme disculpa a todas aquellas que seguian este fic, en verdad, perdón por abandonarlo de la nada ;v;...
    Decidí retomarlo porque me puse a urgar entre mis archivos, y lo encontré, y pensé, ¿porque no?

    Aparte, hay una jovencita que por lo visto, esta ansiada por que lo continúe, asi que en estos días lo e estado corrigiendo, así que si alguien deseea volverlo a leer, adelante.

    Y bueno, también vendo a decir que este fic lo retomare, puesto que ya esta a tres o 5 capítulos de terminar, así que esperó que aún haya alguien que desee leerlo, si es así estaré bastante alegre.

    Esperen la conty la próxima semana, y gracias por tomarse el tiempo de leer.
  15. .
    ¡Hola!
    Muchas gracias por aún seguir este fic más echo, espero que les agrade ;v;... Aquí les dejo la conty... Espero no decepcionar a nadie...

    -°-°-°-





    El maestro regreso al salon y todos regresaron a sus lugares, Olivera volteo a ver a Len y le extendió la mano para que le regresará su teléfono, mas este le entregó un condón.

    —¡¿Que mierda?!— Grito tirando el condón al piso y viendo con odio a Len. —Dame mi teléfono idiota. —Len se recargo en su brazo derecho y extendio el otro hacia el inglés dándole un chicle mascado. —¡¡¡Ah!!! — Len dejo sobre el escritorio un dildo seguido de un botecito de lubricante, el cual era de sabor a plátano. —¡¿Porque traes condones y dildos a la escuela!?

    —¿No te gustan, o prefieres un vibrador? —Dijo el ojiazul sacando varios tipos de vibradores, de diferentes tamaños y colores.

    —¿Tambien cargas con eso?... Espera... Este me gusta... —Oliver agarró un y lo guardo en la bolsa de su saco. —Ahora, entregame mi teléfono y mis audífonos. —Extendio de nuevo la mano, Len acercó su rostro a ella y la lamió, haciendo que Oliver gimiera por lo bajo. —¿¡Que pedo!? —Grito levantándose de su asiento, haciendo que todos voltearan a verlo, el maestro se acomodo los lentes viendo fijamente a los rubios que discutian. Se acercó a ellos y les pego con su libro, dejándolos inconscientes, el profesor regreso hacia la pizarra para seguir dando la clase.


    -------

    La hora del receso había empezado, y los rubios seguían inconcientes en sus lugares mientras los otros los picaban con varitas.

    —Oye... ¿Que hacemos con los cadáver?

    Pregunto Piko viendo que ninguno de los dos reaccionaba.

    —El de Len lo disecamos y lo vendemos en el mercado negro, y el del otro sé lo vendemos a los del restaurante chino.

    Dijo Lui comenzando a urgar en las cosas de los rubios, sacando la cartera de ambos y quitándoles los zapatos.

    —¡Yo quiero sus calzones! —Grito Piko comenzando a desabrochar el pantalón de Oliver, haciendo que este comenzará a reaccionar. —¿A los muertos se les sigue poniendo duro el asunto? —Dijo picando el bulto que había entre las piernas del inglés.

    —Si sigues trende que dejarte el culo como calcetín recién usado.

    Oliver miro a Piko el cual se puso más pálido de lo que ya era y se alejó escondiéndose detrás de Moke.

    —¡Moke! ¡Me quieren empalar!

    —Tienes más metidas que el sol, no me digas que te da miedo.

    —Es que la última vez que lo hice un extranjero casi quedó inválido —Piko comenzó a sobarse el trasero llorando internamente por ese recuerdo. —Si era negro debi suponer que era africano.

    —Ehhh... —Dijeron al unísono todos.

    —La que no es puta no disfruta. —Dijo Len alzando un brazo y dejándolo caer.

    —¡Ah! Cierto, casi lo olvido, Oliver, ¿eres extranjero? —Piko miro a Oliver, este le miro con rupulsion, agarró su mochila y se levantó, mirando de reojo a Piko con un aura de odio. —¿Lo eres?

    —Piko, eres un idiota de veras.

    Dijo Moke viendo con desprecio al albino que tenía cara de no comprender nada. El grupo de chicos se puso a discutir mientras Oliver le miraba sin decir nada, tomo sus cosas y se levantó dirigiéndose a la puerta, pero justo al salir estaban sus dos locos amigos, James con el pantalón desabrochado al igual que su saco y chaleco, haciendo una pose sexy mordiéndose el pulgar y Yohio volteado de espaldas completamente desnido del torzo y mostrando los calzones, Oliver al ver la escena cerro la puerta y volteo a ver al grupito de japos discutiendo, volvió a abrir la puerta para ahora encontrarse a sus amigos tirados en el piso, uno encima del otro viendo a Oliver.

    –¿Puedo saber porque chuchas están así?

    Pregunto Oliver con asco a los otros dos ingleses.

    –¿Quienes son ellos?

    Pregunto Piko acercándose a Oliver que sólo moria de pena agena.

    –No los conozco... Y si los conociera lo negaría... – Soltó llendose hacia la ventana, la abrió, volteo a ver a sus amigos los cuales aún seguían haciendo cosas gays. –Pinchi vergüenza ajena... Yo me mato a la verga...

    –¡¡Aguanta Oliver!! –Gritaron los ingleses corriendo hacia sus pequeño amigo, este volteo mirándolos con desprecio.

    –Ni madres... –Dijo parándose al borde de la ventana el inglés menor, viendo hacia abajo, pero comenzo a temblar.

    –¿Te avientas o te aviento? – Dijo Len mientras le daba leves empujoncitos a Oliver, haciendo que comenzará a gritar y llorar por miedo y desesperación.

    –¡Si, tiralo! –grito el grupo de los japoneses junto con Yohio

    –No wey, que nos quedamos sin shota pa' nalguear.–Dijo James pellizcándole un pezon a su amigo.

    –¡Oh si! Tu dale.. ¡Nnnhggg!– Dijo Yohio mientras el pellizcaba su otro pezon.

    –¡¡MALDITO SUELTAME QUE ME VOY A CAER!!

    –Pero tu dijiste que te ibas a matar a la verga, ¿no?... Así que... ¡Caigale puto! –En ese momento Len lo empujo, pero Oliver al caer alcanzó a agarrar a Len de la manga del saco llevándoselo consigo, ambos se abrazaron llorando y gritando, y después de unos segundos cayeron en un árbol para suerte de ellos, el árbol los salvo, Oliver había quedado atorado entre dos ramas y Len estaba agotado del pantalón. –¡¡Estoy vivo!!

    –Que bueno porque te voy a matar idiota... Nada más espera a que alguien nos baje.

    -------

    Las horas pasaron y la clases también acabaron, y ambos rubios aún seguían en el árbol, Oliver se había quedado dormido mientras Len le estaba contando su vida a una ardilla que se había subido a su cabeza, más la rama en la que estaba el Kagamine comenzó a crujir rompiéndose, el inglés despertó y como pudo vio a Len tirado boca abajo con el culo hacia arriba.

    –¿Ya te moriste? –Grito Oliver.

    –Si wey, estoy bien morido y te voy a jalar las patas en la noche. –Dijo el japonés viendo con sarcasmo al otro que aún estaba en el árbol.

    –Prefiero que me jales otra cosa. –Oliver le miro pícaramente, a lo que Len le respondió con la misma mirada.

    –Cuando quiera papuh.– Dijo Len levantándose, viendo a Oliver, bueno, el trasero de Oliver, saco si teléfono y le saco una foto y de paso una selfie. –Que buen trasero tienes, me cae que si te daba.

    –Si me quieres dar bajame primero de aquí...

    –¿Porque yo? Apenas te conocí, ¡nos vemos!– El ninpon se comenzó a alejar dejando al ingles, mientras este solo le gritaba, y para peor suerte la suya ya se estaba oscureciéndo.

    -°-°-°-



    Hasta ahí, ojalá les agrade...


    Y en cuanto al kaiollie... Pensaré en que momento lo pondría, aunque no me agrada el kailen ;-;
264 replies since 19/7/2013
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