Posts written by Forbidden chapter

  1. .
    Fukase: *Muestra que tiene un lado humano*
    Yo, recién titulada de psicología: Me vale verga puñeton, me vale verga, todo pendejx

    Bueno la verdad sí me da un poco de curiosidad ver con qué mamada salen, dinámica estúpida pero necesaria para la trama, los odio, pero no tanto como odio la necesidad de Kaito de ser pendejo por el bien del guion, gracias Gumi por reunirlos, al imbécil nunca se le habría ocurrido ;_;

    Menos mal no se cumplió lo que temía, ahí si me les voy mundo cruel, me andaba quedando sin alma en el cuerpo

    Que bonetos los hermanos, hay que cuidarlos, rezar que ambos sigan vivos y con algo de salud mental al final :,)
  2. .
    2do aviso de que sigo viva y omg, sigo hiper fijada con HH, desde mi poderoso Radio Dust hasta el precioso resultado final, y claro, muchas canciones han sido mi inspiración estos días, no puedo creer lo rápido que fue, pero la espera valió la pena

    Jeremy es mi HC de VA para Nova, con la ironía de que Nova no canta ni para salvar su vida, jajajaja, oír a Jeremy como Lucifer en More Than Anything fue como aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhh, no soporto, no, soporto, madre mía, me ahogo de amor, y aunque creo que la canción describe mas a Kaito de OUAAU, hice este fanart de fanart con Len y Nova ;_; ya que la ver. de Kaito son peores spoilers, muajajajaja


    export1707171391277

    Sigo trabajando en el fic, i swear, pero entre integrarme con el fandom de HH y el trabajo los progresos van a ritmo de tortuga quq pero volveré, lo prometo, ya sean moar dibujos o el bendito episodio

    Cuídense, ciao ciao!
  3. .
    Solo vengo a decir que sigo viva y que la nueva canción canon de Helluva Boss describe tan bien las relaciones toxicas que AAAAAAHHHHHHHH me revivió la inspiración, agh

    En mi mente creisi, este Len se la dedica a su Kaito, en especial este cover, lskdsakdjasldkjsa no puedo Marthaaaaaa

    Grande el chico que la escribió a modo de fanart y grande Viv por hacerla canon, amo el aprecio de esta mujer

  4. .
    Fourth fragment of the past


    La alarma suena cuando el reloj marca las 5 p.m., todos los presentes frenan sus acciones para admirar el objeto emisor del campaneo. Entre suspiros exhaustos, estiramientos y risillas traviesan comienzan a ordenar sus escritorios antes de poder ponerse de pie.

    - Gracias por su esfuerzo. Hasta mañana. – Dice una morena que casi tropieza con el peli azul. -
    - Hasta mañana. – Responde inmediatamente, mecánico, sin contacto visual. -
    - ¡Nos vemos mañana! – Gritonea un beta para llamar la atención de la mujer. -
    - Gracias por su esfuerzo el día de hoy. – Responde ella cordialmente. Ambos caminan hacia un colaborador que seguía masajeando sus muñecas. - Nos veremos mañana. Gracias por el esfuerzo.
    - ¡Claro que sí! Jeje, hasta mañana. – Sonríe restándole importancia al punzante dolor en sus articulaciones. –

    Pese a que Kaito está por salir, todavía puede escuchar a sus compañeros despedirse entre sí uno a uno. Él siempre es de los primeros en abandonar la oficina. Poco le agrada la idea de dar sus honores a todos y cada uno de los miembros de la oficina. A diario pasa de eso, siempre, a la hora de salida estira sus músculos un poco, ordena su sitio de trabajo, coge su maletín y se despide solo de los que se cruzan en su camino para al fin dirigirse al fondo del pasillo a tomar el elevador que lo desciende hasta la planta baja.

    Aquella tarde revisó el calendario de su celular con el fin de confirmar que no vería a su omega, a menos que este le enviara un mensaje de último momento donde le invite a ejecutar una escapada en plena madrugada, hasta entonces no era así, lo opuesto: Un día de mierda sin el conforte de los besos de su amado.

    Se dirige a la casa de sus padres con un andar tranquilo, paciente. Tomó el transporte público más lento solo por si tenía que bajarse a medio camino ante cualquier cambio de planes que pudiese sugerir su adoración rubia. La decepción se instala en su ser cuando arriba a la fachada del lúgubre recinto sin haber recibido ningún mensaje de su pareja implorándole verse esa noche. Por fin resignado, va directamente a su habitación para darse sus atenciones.

    Kaito deglute cerca de un litro de agua cuando ingiere su medicamento, es la única forma en que se asegura de que su paranoia no le impida tomarlo. Es que de verdad teme que cualquiera, quien sea que trabaje en el proceso de esa cápsula, haya cometido un error y comprimiera veneno en lugar de fármacos.

    Una vez superada la misión de tomarse el psicotrópico procede a darse una ducha de agua fría, después se pone un piyama cómodo y termina la rutina con el derrumbe de su exhausto cuerpo sobre su cama bien tendida. “Qué bonita es la vida cuando no piensas en exceso”, se dice a sus adentros cuando disfruta de los efectos de su medicación.

    Su teléfono suena ¿Lo hace? Sí, lo hace. Lo confirma cuando ve la parpadeante pantalla que le notifica que su pareja lo está contactando.

    Para su pesar, este solo quería decirle cuanto lo quiere además de desearle buenas noches. Ya convencido de que no había de otra más que pasar la noche bajo el techo de sus engendradores, pone los 3 seguros de su puerta antes de disponer a dormir.

    Todavía no puede creer que la vida adulta resultase menos laboriosa que la escolar, a menos a su criterio. No tiene que estudiar, no hay trabajo para casa, no está obligado a socializar con sus compañeros tampoco en tediosas dinámicas ¡Menos pendientes! Puede hacer con su tiempo lo que quiera apenas acaba la jornada, por hoy ha decidido gastarlo en sus sueños apaciguados.

    Obscuridad, nada más que obscuridad e inconsciencia. No se entera de nada hasta que llega la mañana y lo despierta su alarma digital. Su esperanza en un buen presente nace cuando lee el mensaje de buenos días que le envió su mate antes de irse al teatro.

    Cada día que pasa sin su omega es igual ó poco diferente al resto. Se apura a salir de casa, sobrelleva la jornada y cuando regresa no pierde el tiempo en nada, pasa inmediatamente a dormir.

    Debe admitir que a veces olvida que no es el único que habita esa silenciosa morada. Hace poco se tropezó con la menor de sus hermanas camino a la cocina, tal vez ella lo saludó, no sabe, no lo recuerda, después de todo no le hizo mucho caso, apenas rebotaron se disculpó con ella y corrió hacia el frigorífico para tomar un energizante e irse a toda prisa a la oficina.

    Ama el helado con locura, pero el energizante es algo restringido, casi de consumo prohibido, por eso cada que llega el día del mes en que puede beberlo se apura a hacerlo. Si lo reflexiona descubre que le es una ingesta innecesaria: Su sabor es indescifrable, por lo tanto, no placentero ¡Pero no puede tenerlo cada que quiera! Por eso lo toma de todos modos.

    Ocurre casi lo mismo con las veces en que puede ver a su novio.

    No es que ponga sus sentimientos en duda, pero demonios, es tan peligroso. Debería morir de miedo por solo considerar que pese a su posición es posible tener un vínculo amoroso con él, más el tinte desafiante lo impulsa a hacerlo de todos modos.

    Se preguntaría si está bien (emocionalmente) hacerle eso al Kagamine, pero no tiene tiempo para juzgarse a sí mismo puesto que cada que se reúnen (y podrían conversarlo) el blondo se entrega por completo sin dejar espacios que den paso a la angustia en la mente de su destinado.

    Por fin un día anhelado transcurre. Kaito se traslada con ansia hasta el nido, su nido, el nido de ambos: Un recóndito departamento en uno de los barrios más deshabitados del distrito vecino al oeste de Kamikawa. Seguía en el trabajo cuando Len le escribió “Estoy aquí” y él inmediatamente respondió “Voy hacia allá”. No devolvió el emoticono de corazón que envió su amado puesto que ya lo vería en unas horas para besar todo su rostro como muestra de su añoranza.

    Después de una amorosa bienvenida, un dulce acompañamiento en su fatigante obligación de medicarse, una reconfortante cena y un poco de charla, los amantes pasaron a esconderse del mundo en la habitación que compartían al interior de ese humilde lugar.

    A esas alturas por supuesto que Len estaba familiarizado con el trastorno mental diagnosticado de su pareja y los efectos secundarios de sus antipsicóticos, sin embargo, el comportamiento impredecible del peli azul a veces lo inquieta. Es un ser humano después de todo, por más que lo adore y lo ame, también tiene un pequeño lugar para los escalofríos y el distanciamiento.

    Desapegarse de un hogar de infancia abusivo no es un proceso sencillo, menos cuando no se comete una independización absoluta, el Kagamine lo sabía y entendía todo eso, aun así, le desasosiega que en ese momento la mejor opción es esperar a que todo pase. Es decir, hace unos minutos que Kaito se sentó en la orilla de la cama y ha permanecido inmóvil todo el rato con la vista sobre él, quien francamente no hacía nada interesante, tan solo ponía orden al pequeño desastre en el tocador que dejó abandonado por unos 4 días.

    - Amor. – Dice el oji mar después de un intenso silencio. Su pareja se destensa al oírlo hablar, pero reserva las celebraciones hasta que el joven diga otra cosa y así pueda determinar el estado de su cognición. - Tu cabello es ondulado ¿Cierto? – Pregunta con inocencia, totalmente indiferente a su catatonia previa. -
    - Sí ¿Por qué? – Responde de inmediato. Sintió alivio al descubrir que el motivo por el cual el peli azul se quedó fijo por tanto tiempo fue para admirar su pelo. Al menos eso se dijo, no quiso pensar en la posibilidad de que, de esos 20 minutos antecesores al ahora, el menor solamente se fijó en su cabellera durante los últimos 40 o 15 segundos. -
    - Me da la impresión de que tienes rizos. – El colchón rechina un poco cuando se pone de pie. Va confianzudo hacia el omega para estudiar sus mechones más de cerca. -
    - Ah, debe ser por el descuido. – Permite que lo toque. - Cuando se esponja se ve así.
    - Inclina su cuerpo y estira el brazo solo un poco para poder tomar un peine de la cómoda. - ¿Puedo? – Pregunta mostrándole el objeto con una expresión dulce. -
    - S-sí. – Aprueba con un poco de vergüenza. –

    Shion cepilla el dorado cabello con dedicación, poco preocupado por los vistazos que le daba el mayor a través del espejo. Esa conducta no le interesa mucho, en cambio el perfume que despide… Utiliza todas sus fuerzas y uso de la razón para no enterrar su nariz ansiosamente en el cuello ajeno, algo así arruinaría la ternura del momento.

    Esas exquisitas moléculas olorosas que impregnan su entorno le parecen tan dulces como el néctar de un fruto maduro. “¿Un fruto?” Se pregunta a sí mismo.

    Sería extraño. Como no lo ha marcado, no ve un evidente “por qué” el Kagamine sería capaz de despedir sus feromonas entremezcladas.

    El cosquilleo agradable en su estómago se disipa. Su pecho se siente pesado y la ansiedad comienza a derrocar al resto de sus sensaciones. No le queda clara la naturaleza de ese instinto que lo invade de golpe. Respira hondo, pide a su lobo que lo ayude a mantener el control.

    Este no demora en salir a flote para rescatar la situación. Su inigualable presencia es notada por el omega quien se remueve y suspira al percibir el cambio en las feromonas ajenas. Menos mal que no emitió queja ni inquirió en su inadvertida aparición, piensan tanto alfa como humano.

    - Creí que sería más laborioso. – Pronuncia con la mayor suavidad que su voz ronca le permite. Sostiene algunos mechones para apreciarlos. - Tienes un cabello hermoso. – Los libera. Acomoda algunos de su área frontal. – Brilla, y huele bien.
    - ¿Cuándo…? - Calla. Deja la cuestión incompleta al interrumpirse a sí mismo por la pena. Su pareja lo alienta a continuar. -
    - ¿Qué pasa? - Le frota los hombros con ternura para animarlo. -
    - Se queda pensativo. Reorganiza sus ideas. - Cuando cambie, si llegase a ser menos avivado. -Refiriéndose a su cabello. Sostiene las puntas de un mechón mientras lo divisa con una expresión decaída. - ¿Vas a seguir queriéndome?
    - Por supuesto que voy a quererte. Incluso si llega a caerse. - Promete con una voz gentil. Se inclina para poder besarlo en la frente. Es la ventaja de la diferencia de estatura que poseen: El menor podía hacer esa clase de gestos. Len se ríe abochornado por la contestación de su alfa. -
    - ¿Te importaría hacerme una coleta?
    - Len, es hora de dormir. No sería un peinado apropiado.
    - Por favor. No tengo sueño de todos modos. – Suplica en el intento de ser cautivador. -
    - No me digas. – Sonríe con angustia. - ¿Qué traes entre manos? Debes descansar, amor.
    - No sé. Solo no tengo sueño.
    - ¿Te es familiar el insomnio?
    - Niega. – Lo padezco muy rara vez. Bueno, tuve una etapa de desvelo en el intento de desenlace… Pero aparte de eso, casi no.
    - Voy a creerte, pero no voy a dejar que pases esta noche en vela. Al menos recuéstate y reposa tus ojos.
    - Okey. - No pudo creer que su alfa ignoró su mejor puchero con tanto desinterés. Disfrutó el que lo haya cepillado, pero enserio esperaba que cumpliese esa petición. -
    - Anda, ve a lavarte los dientes y vuelve a la cama.
    - Obedece parte de la primera indicación, se detiene en el marco de la puerta para ver al joven de reojo. - ¿Vienes?
    - En un momento. Adelántate. – De nuevo besa su frente, ambos sonríen y siguen diferentes objetivos. Antes de ir con él, Kaito se dirige al ropero para cambiarse. –

    Terminan sus rutinas previas a pernoctar. Ambos hombres se acurrucan en la cama matrimonial. El omega descansa la cabeza en el antebrazo izquierdo de su alfa sin apartar el rostro del torso de su amado. Respira hondo con la intención de capturar todas y cada una de las feromonas acuñadoras del alfa ojiazul. Ese olor a banano maduro relaja todos y cada uno de sus nervios.

    - ¿Sigues despierto? - Cuestiona Shion adormilado, pero todavía capaz de percibir la inquietud de su mate. -
    - ¿Es tan evidente?
    - Pfff. – Resopla con una sonrisa perezosa. Palmea la espalda del mayor en un vago intento de arrullarlo. -
    - ¿No te dejo dormir?
    - Bosteza con gana antes de responder. - No es eso, amor. Solo quiero saber si al menos estás descansando.
    - Oh, vale. – Apoya su frente en el pecho del más joven. - Puede ser que estoy un poco intranquilo.
    - Despabila luego de oír eso. - ¿Por qué?
    - Umm ¿Recuerdas qué dije el otro día? En mi cumpleaños.
    - Mmm~ ¿Sobre el pastel? – Pregunta con un sonrojo tenue que le brotó al recordar la nada sutil insatisfacción que demostró el Kagamine por el incompetente postre. - Te prometo que voy a recompensarte y conseguiré ese delicioso pan que te-…
    - Jaja, no. Eso no.
    - Entonces… Vaya, hace semanas ¿Tengo pistas?
    - Recién llegabas de trabajar. Dije que quería decirte algo. – Contesta sin dar puerta a adivinanzas, deja claro que busca ir directo al punto. -
    - Oh ¿Y qué dijiste?
    - Nada. – Revela por fin. - Me puse nervioso y por aceptar comer un poco de ese nefasto pastel ya no tuve nervio de decirte.
    - Bueno. – Hace una pausa. - ¿Qué ibas a decirme?
    - Yo… - Pasa su brazo por sobre el abdomen del joven hasta poder abrazarle. – Es que, realmente son dos peticiones.
    - Oww ¿Deseos de cumpleaños? – Contiene una risilla traviesa. - ¿Puedes esperar a que pase el mío? Falta muy poco.
    - No es un deseo de cumpleaños. No exactamente. – Admite. - Quise ser cursi y vincularlo, pero, lo pensé mejor y concluí que solo te habría puesto bajo presión. – Voltea a verlo directamente a los ojos. - Quiero que me respondas con el corazón.
    - El corazón… - Repite esas palabras para procesarlo. Se sobresalta al intuir que se trata de algo negativo. - ¿Te hice sentir inseguro? – Pregunta con genuina aflicción. El rubio se apresura a abrazarlo con más cercanía. -
    - ¡Para nada! Al contrario, es-… Yo, mismo me pongo trabas.
    - Sabes que no tengo demasiado coco. Solo dilo.
    - De acuerdo. – Asiente lentamente antes de coger valor para decir algo tan obvio y sin embargo tan necesario de ser esclarecido con hechos. - Kaito, te amo.
    - Nada nuevo.
    - Y ¡Hey! – Ríe fibroso. – No me interrumpas. – Le golpea la frente para que se tranquilice. -
    - Perdón, perdón. – Soba su piel ligeramente. -
    - Y, pues, siendo franco, mi omega ha querido pedírtelo desde la primera vez que te reconocí como mi alfa, pero, yo, todo mi ser, estuvo de acuerdo en hacerlo apenas recién. - Aclara su garganta. - Desde hace unos meses deseo… Deseo pedirte algo y que me correspondas. Solo si tú quieres, claro.
    - Len, sé que no nos hicimos novios de manera formal, pero no hace falta que-…
    - Quiero que nos enlacemos, por completo. – Pronuncia con su tono profundo. Serio. Indispuesto a permitir que el discurso desorganizado del alfa estropee todo. -
    - … ¡Kagamine! – Pronuncia estupefacto. –
    - No, bueno sí, es por orden, yo-… - Se incorpora, el alfa también. – Quiero pedirte que vengas conmigo a Francia. Solo me voy a ir si accedes. Digo, no tengo planes de irme, pero lo haría, lo haría si vienes conmigo. – Se mantiene en silencio. No piensa añadir más información hasta que el chico procese la antes dicha. -
    - A ver si entendí… ¿Quieres fugarte?
    - ¡Cuánto antes!
    - Pero ¿Por qué? ¿Para qué?
    - Para escapar de este infierno. Funcionamos, sí, pero quiero más. – Se arrodilla a un costado del semi incorporado alfa incrédulo que tiene la vista desorbitada. - Quiero que salgas de este lugar, quiero que seas mi mate, que mi ser destelle cada que me beses en público, saber lo que sientes por medio del lazo, que cada que a alguien le dé curiosidad mi marca en el cuello pueda señalarte a ti como el autor. – Su omega se manifiesta por un momento. Los ojos se le ponen llorosos producto del mayor anhelo que su corazón ambiciona con desesperación y que su lobo no piensa ocultar. - Tal vez incluso-… - Lidia con el interminable conflicto interno entre su persona y su omega acerca de ser demasiado honesto. -
    - ¿Incluso? – Cuestiona el alfa ya prendado al pequeño discurso, en una amable petición de que continúe con esa frase. -
    - Incluso-… Casarnos. – Miente al recuperar el control. Estuvo muy cerca de abrumar al chico con su intensidad. – Tengo… ¡Tengo los anillos! – Consigue desviar la atención a esa mentira no tan cargada de falsedad. -
    - ¿Qué? – Clama sorprendido. -
    - Eso, eso es lo que quise decirte, pero lo oculté, me dio vergüenza y, miedo… Me siento estresado y nauseabundo, sí, puede que ya no consiga resistirlo, por eso te lo digo, pero… Todavía tengo un poco de miedo.
    - Hemos pasado los últimos 5 años juntos…
    - Casi 6.
    - Hmp, 5 años y 3 meses no son casi 6. – Niega. - Me refiero a que, tanto tiempo junto a ti, he aprendido un par de cosas y-… - Muerde su labio con picardía. Teme que su risa sea malinterpretada, entonces, se apura a hablar. - Por supuesto que acepto ir contigo.
    - Sí, huir del país con él es su sueño, pero eso no facilitó creérselo a la primera, al contrario, le parecía muy bello para ser cierto. - ¿Hablas enserio?
    - Tampoco partiría hoy mismo, pero, sí lo haría. No tengo mucho por perder después de todo. Comprendo a lo que te refieres y sé que “esto”. – Señala a ambos. - Es más peligroso de lo que reconozco. Si llegase a perjudicarte. – Se queda sin palabras por un momento. - Lo perdería todo. – Consigue articular. - Si nos esperan mejores cosas en el extranjero… Voy contigo, me apunto.
    - También l-lo, lo de… ¿C-casarnos?
    - No voy a marcarte hasta entonces. – Advierte. Un sí indirecto. - Pude resistirme aquel día en que tuviste ese celo “inusual”.
    - Tuvimos. – Recrimina con una expresión inconforme. –
    - Bien, tuvimos, en fin, podemos esperar hasta, mmm ¿Qué te parece? ¿Dentro de 1 mes?
    - 2.
    - ¿2?
    - Yo-… No es por mi oficio, es mi familia.
    - No creí que-…
    - Tampoco soy un animal. Separarme de mis padres, no lo haría súbitamente. Claro, no voy a decirles mañana que me iré, pero me gustaría que, no sé, te vean al menos una vez.
    - Ver-… - Pregunta con una expresión temerosa. -
    - ¡Confía en mí! ¡Vamos a estar bien! Puede que se desconcierten, pero son buenas personas. Vale, antes te perdonaba no conocerlos por temor a que se supiera, pero si nos iremos ¿Qué mal haría? Por favor, Kai.
    - Con esto no esperas que te presente ¿Verdad? – Su aroma tuvo un desvarío entre su esencia alfa y su esencia regular. -
    - No mi amor, no lo hago. Entiendo que tu situación es diferente. – Responde seguro. -
    - Suspira con alivio. – Bien… Vale. – Se recarga sobre su hombro para abrazarlo desde el costado. El omega enreda sus piernas con las de su amado. – Lo haremos. – Entrelaza su mano con la del blondo antes de besarlo. -
    - A Len le cuesta corresponder el ritmo de su mate pues, luego de compartir su deseo, su cuerpo se volvió pesado al destensarse y exigió dormir. Retrocedió para evitar la grosería de bostezar entre los labios de su alfa. –
    - Sonrió cautivado por la intima belleza del hombre que tenia enfrente. Se inclina hacia él para que escuche sus palabras interpretadas en un susurro. – Ya hay que dormir, amor.
    - Asintió con sus ojos entrecerrados. -

    “¡Sí! ¡Dijo que sí!” Celebra el omega a sus adentros.

    ¿Puede reclamar su título del hombre más dichoso del mundo? Cuestiona con osadía al universo. Clamó su recompensa con tanta fuerza que inevitablemente atrajo energía negativa igual de intensa a su camino.

    Cada jornada considera el retirarse del teatro de una buena vez pues, de todos modos, próximamente presentaría su renuncia formal, aunque, por otro lado, su orgullo clama que no otorgue victorias previas a la competencia y haga su mejor esfuerzo hasta su último día.

    Su último día.

    ¿Dónde está? Hace un instante seguía impecablemente el ritmo de una coreografía que ya conoce de memoria y ahora le cuesta trabajo enfocar su vista. Cuando su oído vuelve a ser funcional una voz familiar se abre paso en el zumbido que martillea su cabeza.

    - ¡Len! Carajo. – Maldice el otro omega. Manifiesta algo de su temor sin querer, aúlla. - ¿Len? ¡Oye! – Al ver al actor abrir los ojos por completo y comenzar a divagar el entorno con sus iris inquietos el alma de Oliver le vuelve al cuerpo y con ello su malhumor se recobra. - ¡Kagamine! – Grita harto el ojimiel. -
    - Demonios Oliver, no seas escandaloso. – Dice el blondo entre dientes. -
    - Oye ¿Sabes dónde estamos?
    - Mantiene silencio un instante antes de cuestionar a su superior. - ¿Me sacaron del teatro?
    - No. Seguimos aquí. – Chasquea su lengua disgustado. - ¡Alguien traiga una botella de agua y un poco de azúcar, deprisa!
    - Cierra los ojos para recobrar resistencia. - Estoy bien… Comencemos de cero, una disculpa. – Trata de incorporarse por cuenta propia. -
    - De cero un carajo ¡Abran paso! – Ahuyenta a los curiosos a sus espaldas, Len apenas se entera de las presencias entrometidas. - Ven conmigo. Vamos a tu camerino un momento. – Lo ayuda a ponerse de pie al tenderle la mano. Toma la botella que traía un asistente y escolta al otro omega a la residencia. Abandona al resto de su compañía para enfocarse en uno de sus actores estrella. -
    - Tengo que volver al escenario. – Dice apenas ve al director cerrar la puerta del camerino. -
    - Olvídalo. – Sentencia con autoridad. - Desconozco tu estado de salud. Siempre logras mantenerte en pie y fresco. Desmayarte no es propio de ti. – Le entrega el agua y no dice nada, con los brazos cruzados y una cara estoica espera a que beba un poco del líquido vital. -
    - Retira el seguro de mala gana y pega la boquilla a su boca. - Me desvanecí un momento. – Traga duro. - No es para tanto. – Limpia las comisuras de sus labios. -
    - Len… No quiero tener que darte de baja temporal y quitarte el protagónico como amonestación ¡Ni tampoco quiero enfrentar cargos por negligencia!
    - Despreocúpate de que me ocurra en escena o una mierda. No volverá a pasar.
    - Ugh, la seguridad con que lo dices, Kagamine. – Regaña. - ¡Te exijo un permiso médico! Atiéndete y volveremos a conversarlo cuando sepamos qué tienes.
    - Pero estoy bien. – Y en realidad no le importaba perder el papel, mas no podía decirle eso a su jefe. El verdadero problema sería informar a su pareja al respecto. -
    - Sin ofender, pero… Ya tienes 40. Debes comenzar a monitorear tu salud.
    - Señor Yamaha-...
    - Ve al doctor al menos por una sesión u olvídate de la apertura de primavera. – Da su ultimátum antes de darle la espalda. - Es una orden. Avisaré a Kasane para que abra la documentación. Procura no perder tu tiempo y agéndate cuanto antes. – Al salir da un fuerte azotón a la puerta para que le quedase claro que hablaba muy enserio. -

    Len tuerce los ojos antes de quejarse, ruidoso. Después de todo tendría que ir al hospital por un chequeo, le guste o no, le parezca inoportuno o sensato.

    Cuando recobra sus 5 sentidos y el control absoluto en sus extremidades contacta a su clínica predeterminada para solicitar esa misma tarde una cita de revisión general. Cree en la mínima posibilidad de llevar a cabo la visita sin que su alfa se entere. Aumenta sus esperanzas al lograr presentarse a una cita de media tarde.

    - ¿40? Hmn, sí. Debemos revisar el estado de su producción de feromonas y aspectos básicos de su organismo. – Dicta una gentil doctora omega a cargo de su consulta. - Pulmones, corazón, facultades mentales, riñones, intestino y el futuro de su útero. No tiene hijos ¿Correcto?
    - No. No los tuve.
    - Gira con suavidad al detectar un tema sensible detrás de las aparentes palabras secas del inexpresivo rubio. - Debió verlo en educación primaria: Si un omega no cumple con su capacidad reproductiva es normal que luego de los 40, antes de los 50, el sistema reproductor se modifique a modo de “cierre”.
    - Sí, recuerdo todo eso… - Admite con un aspecto evasivo. -
    - Podría ser que se trate de eso. El desbalance de hormonas abrupto interrumpe todo el sistema y crea reacciones en cadena. – Explica con el deseo de que su paciente entienda que no es nada personal sino un hecho científico. -
    - ¿Qué debo hacer entonces?
    - Medicación. – Responde inmediatamente al erguirse. - Para que la desaparición de sus hormonas reproductivas no sea repentina, por lo tanto, no ocasione más de estos “sustos”. – Sonríe amistosa. -
    - Ya veo. – Contesta con un lenguaje corporal más relajado. – Entonces ¿Usted me dará mi receta?
    - Niega. – Primero le haremos un par de tests de sangre y orina antes de proceder con el examen físico. Todo ese proceso nos ayudará a darle una medicación apropiada además de efectiva. Venga a laboratorio mañana a primera hora, en ayunas, para el muestreo. Capture su primera orina de la mañana en un frasco desechable, que puede adquirir en cualquier farmacia, y tráigala. Eso sería todo.
    - Entendido. – Pronuncia con un suspiro. “Joder, no podré esconderlo”, piensa el hombre. - Muchas gracias doctora.
    - Hasta mañana señor Kagamine.
    - Hasta luego. Tenga un buen día.
    - ¡Gracias! Igualmente.

    Tuvo que ocurrir justo cuando su alfa lo visitaría por segundo día consecutivo.

    Tantos días en que no se encuentran por cosa suya o asuntos del otro, pero no, eso le pasa cuando convivirán lo suficiente como para que el despistado peli azul note que algo anda mal.

    - ¿Fuiste a una farmacia? – Pregunta el joven inmediatamente. –

    Primero, el alfa llegó al departamento antes que él, por lo que no pudo ni intentar ocultar su compra, segundo, a la mañana siguiente no podría maniobrar con brusquedad la muestra de orina, así que, si le privaba de la información, habría más bronca cuando lo encontrase orinando en un frasco y pidiera explicaciones. Al final optó por ser francamente directo con su mate.

    - ¿Hmn? Ah, sí.
    - ¿Por qué?
    - Tenia que comprar estos vasitos para unos análisis que me harán.
    - Cielos, Len ¿Estás bien? ¿En qué momento fuiste…? ¿Por qué motivo hacen los estudios?
    - Jajaja, relájate cariño. Son exámenes de rutina. Me veo obligado a hacérmelos. Eventualmente tú harás lo mismo.
    - Entonces. – Hace una pausa. - ¿Solo decidiste ir al doctor? Vamos a mudarnos ¿Por qué comenzar un expediente en estas clínicas?
    - Es un requisito raro, nuevo, del teatro. – Inventa. - Sabes que sigo aparentando, no podía negarme.
    - ¿De verdad?
    - De verdad. Mmm~, adoro cuando te preocupas por mí, pero tranquilízate. Solo debo darles mis fluidos en un par de muestreos y tan tan.
    - Sabes que podría haber múltiples resultados ¿Cierto?
    - ¿Acaso no me veo saludable?
    - A simple vista, pero tal vez escondes algo y-…
    - Kaito, Kaito… - Lo llama hasta que se queda callado. - Confía en mi ¿Sí?
    - Confío en ti, pero. – El omega lo silencia al darle un beso en la mejilla. –
    - Deja de pensar en eso entonces. Hablemos de ti ahora. – Ríe pícaro al tocarle la punta de la nariz. - Puedo oír los gorgoteos de tu estómago. – Palmea con sorna el abdomen de su mate y huye antes de que pueda atraparlo. - Hablando de mantenerse sano: Es hora de cenar.

    Desafió muchas cosas con esa actitud, pero consiguió la falsa paz que deseaba. Su prometido no hizo más preguntas entorno a sus chequeos, todo podría ir bien entonces.

    Al día siguiente regresó al hospital tal como le instruyeron, luego fue necesario que dejase pasar algunos días antes de que pudiese recoger sus resultados y entonces volver con su doctora asignada por una interpretación.

    No tenía nada en mente, iba por la vida en automático con una sonrisa pretenciosa, mitómano acerca de su buena actitud. Todo estaba vienen su cuerpo y debía reflejarse en esos miseros papeles ¡Lo creía con certeza! Pero por supuesto que la mínima expresión desentendida de la profesional quebró su confiada apariencia en milisegundos.

    - Ejem. – Esclarece su garganta. - Todo en orden ¿No?
    - Asiente, pero busca negar, se detiene al negar y duda en volver a asentir. - Estoy… Asegurándome de que leo correctamente. – Pega su rostro a los pliegues blancos con impresiones negras, rojas y azules que sostiene entre sus manos pecosas. -
    - ¿Qué? ¿P-pasa algo malo? Doctora. – Rechina sus molares al reconocer que no pudo evitar tartamudear. -
    - Guarda silencio absoluto en tanto interpreta los resultados. - Vuelvo en un momento. Espere, todo estará bien. – No pudo evitar decir antes de dejarlo solo en la parte administrativa de su consultorio. -

    Su estómago se convirtió en un nudo y sus mejillas perdieron color. En su soledad buscó recordar si tiene parientes con padecimientos de salud hereditarios o si descuidó un golpe reciente, simplemente eran demasiadas posibilidades como para enfocarse en una sola causa de la inquietud de la médica. Oh sacro cielo, incluso le dio consuelo ¿Qué tan jodido está?

    Su ansiedad empezó a atenuarse cuando la médica volvió a sentarse frente a él, resguardada a medio cuerpo por su escritorio.

    - Juega sutilmente con sus pulgares. - Disculpe si soy invasiva, pero, um ¿Tiene usted pareja?
    - No. – Logró responder de inmediato sin que su exigente omega lo recriminara. -
    - ¿Es sexualmente activo?
    - Algo ocasional. – Miente con sinceridad. -
    - Uh huh…

    La breve pausa de la profesional se sintió como una eternidad para el paciente.

    - Bueno, señor Kagamine, tengo que informarle que ha ocurrido algo extraordinario, un caso de uno en un millón tal vez. – Su neutral expresión no daba aviso de si los resultados eran o no eran de que preocuparse. -
    - ¿Qué pasa? – Interrumpe. Se pone la mano vuelta puño frente a su barbilla para comunicar que no volverá a hacerlo. -
    - Está usted en una edad en la cual lo normal es que su sistema se detenga ¿Recuerda que lo hablamos previamente? – Extiende sus brazos hasta descansar sus palmas sobre la madera. - Debía tener un deterioro de al menos un año, pero, igualmente, usted ha quedado en cinta.

    Silencio. No fue incómodo, pero si un poquito tenso.

    - … ¿Qué?
    - Echa su cabello hacia atrás. - No es de mi incumbencia ni curiosidad los detalles de su vida privada, espero lo aborde con calma. Independientemente de su contexto: Lo noté informado. Seguro esperaba que su fertilidad hubiese culminado hoy en día, pero, eso dicen los exámenes. – Muestra por fin los recuadros de los cuales obtuvo ese resultado. Len no reconocía todos los nombres científicos de todas y cada una de sus hormonas. - Por la fuerza de su perfume, estimo que el producto tiene al menos 10 semanas de gestación.
    - Una sonrisa torpe se hizo en sus labios. Sus ojos se aguaron y sostuvo la parte baja de su pelvis mientras se cubría parte del sonrojado rostro. -
    - Puede que a eso se deban sus mareos y la anemia, pero hay chequeos que quiero hacer.
    - S-sí, comprendo ¿E-está, está segura? En verdad… ¿Estoy en espera?
    - Mire, considero que ahora lo que podemos hacer es realizarle un ultrasonido para poder apreciar mejor a su producto-...
    - No la dejó terminar. - ¡Sí! Sí, sí ¡Por supuesto!
    - Le conmueve ver genuinos destellos de emoción en los ojos de aquel precioso omega. Temía que esa clase de noticia lo hiciera desfallecer. Le es imposible no degustar el perfume tan paternal que transpiraba. –

    Ese caso era un milagro.

    Con sus preciadas ecografías dentro de un sobre manila junto a un folder con el resto de sus resultados y una normativa cantidad de suplementos nutritivos en su poder el mayor decide citar al alfa cuanto antes.

    Kaito no pudo capturar todas las insistencias súbitas de Len, al quedarse sin excusas para evitarlo le afirmó que llegaría al nido tan pronto como le fuese posible.

    Al poner pie en su recóndito hogar temporal no obtuvo el recibimiento que esperaba. Su extravagante mate actuaba como si nada ocurriese. Su pobre mente no lo comprendía. Le era difícil entender por qué lo llamó con tanta urgencia si solo se pondría a hacer la cama enfrente de él con una energía “peculiar”. Len se desplazaba por la habitación con tanta ligereza que parecía estar flotando.

    - ¡Oye! No me apresuraste a venir para que no me digas nada ¿Verdad?
    - Vamos, tranquilo. – Mulle una de las almohadas. - Dame un momento.
    - ¡Es increíble! ¡Solo me apresuraste para que esperara como lelo! ¡No te lo puedo creer, Len!
    - Esa no es mi intención amor.
    - Corrí como loco por buenos tramos ¿Para qué? Quieres ¿Quieres ayuda para limpiar?
    - Es-… - Deja caer la otra almohada al suspirar. - Ven, Kaito. – Descansa en la orilla de la cama. - Siéntate conmigo. – Palma el espacio a su lado. -
    - Umm… Vale. – Sus dubitativos pasos lo dirigen al asiento que le ofrece su mate. Pese a que es más alto que Len, Kaito es tan delgado que no perturba el hundimiento del colchón. -
    - Sé que estoy ansioso, de forma productiva, pero, bueno, lo estoy. Discúlpame, no quise angustiarte apenas llegaras a casa. – Posa una mano sobre la espalda de su pareja. - Lo siento. – Busca el contacto visual. -
    - Hay algo que debes decirme ¿Cierto?
    - Asiente con lentitud. - ¿Quieres adivinarlo? – Propone con una sonrisa tensa. -
    - No creo querer “descubrirlo”. Solo dímelo.
    - ¿Listo?
    - Cierra sus ojos para rodarlos. – Len.
    - Quiero estar seguro.
    - Solo dilo y ya. – Contesta a la brevedad. -
    - Curva sus cejas con molestia. - Tampoco actúes desinteresado.
    - Demonios, Len.
    - Bufa. - Son los resultados de mis estudios. – Nota que ganó la total atención del oji mar. Remueve sus piernas entre sí y posa sus tensas palmas sobre sus muslos. - No me lo esperaba para nada. Pensé en todo menos en eso, y, de todos modos-… ¿Puedes creerlo?
    - ¿Creer que?
    - Kaito, pues, huh, lo siento. – Contiene su risa. - Yo lo veo muy obvio.
    - Porque lo sabes. – Protesta. - Antes de tu cita tú mismo perjuraste no tener nada. Nada anormal. - Pone expresión de pánico de pronto. - ¿Estás muriendo?
    - ¡Kaito! – El alfa pudo descifrar el tono y significado de esa pronunciación de su nombre. -
    - Rechina los dientes con un gruñido atascado en su garganta. - ¡Dímelo entonces!
    - No me desahuciaron. Al contrario, amor. Yo-…
    - ¿T-te sientes bien? Tus mejillas. – Acaricia con curiosidad el área ruborizada del cachete derecho del blondo. -
    - Estoy avergonzado, es todo.
    - ¿Tú? ¿Tímido sin tu omega a flote?
    - S-sí… Es que-…
    - ¿Len?
    - Alfa… - Exhala. - Los exámenes indican que, soy, un omega en espera.
    - Se mantiene callado hasta que su cognición logra procesar un poco lo que acaba de oír. - ¿Exámenes? ¿De qué?
    - Clínicos. Las hormonas de impregnación dijeron presente. – Reluce algo de emoción en su tono neutral. - Incluso me hicieron un ultrasonido. – Se gira hacia el menor para evaluar su reacción. Vuelve a luchar con la emisión de su risa al verle en estado de shock. – Ay, ejem ¿Te sientes bien?
    - Fija sus ojos en la nada, completamente erguido. Parpadea lentamente antes de ver al oji aqua de reojo, el resto de su cuerpo se mantiene inmóvil. - Sabes que no me gustan las bromas.
    - ¡No bromeo! Mira. – Se pone de pie de un salto para ir hacia el living. –
    - ¿A dónde vas? – No consigue seguirlo. Se queda en su lugar completamente tenso. Le cuesta respirar. -

    Cuando el mayor volvió con varios papeles en sus manos Kaito ya estaba sumergido en una laguna mental. Una nueva laguna. No puede oír nada, no ve más allá de su nariz. Pero el alfa no era el único capturado por su propia mente.

    El omega conversó todo acerca de la forma en que le dieron la noticia y lo importante que era para él saber que, en contra de todo pronóstico, dentro de unos meses, daría a luz. Estaba tan extasiado al punto de no notar que justo a su lado su destinado tenía un severo episodio de crisis. No un violento episodio ruidoso que pide auxilio a diestra y siniestra, no, era un peligroso lapso de dolor silencioso, tan grave que todo lo que podía hacer el subconsciente del peli azul para protegerse era no capturar absolutamente nada de ninguno de sus 5 sentidos a fin de que no hubiera recaídas en el futuro.

    - ¿Crees que sea correcto ponerle un nombre que me gustó en el pasado o debería pensar en uno nuevo? ¿Hmm? – Inclina su cuerpo hacia él. - ¿Kaito? – Pronuncia con una egoísta dulzura. El menor suspiró al destensar su espalda. Ignorante de que el otro recién retomaba su consciencia, el Kagamine lo consideró como un estrés común. – Kaito ¿Qué opinas? A mí me parece predestinado que siempre me gustara el nombre “Kanon”. Es bueno para ambos géneros, digo, es neutral.
    - Traga duro. – Yo-… - Ambos dirigen sus miradas al suelo, Len poco después de Kaito. – Yo no-…
    - Eleva la vista. Evalúa la situación hasta que se le ocurre lo que consideró la mejor idea. Entonces, invita al alfa a sentir el latir de su pecho. Está como loco. Comprende, a su saber, que para Kaito es un cúmulo de miedo y euforia, pero Len es total euforia, había renunciado a ese sueño hasta ese día ¿Qué podría ser más importante para el alfa que el saber que su omega era feliz con el hecho de que procreaba a su estirpe en sus entrañas? – ¿Lo sientes? Es, soy-… – Sonríe de oreja a oreja. - ¡Kaito, voy a ser papá! - Gritó vigorosamente por la dicha. Mediante notó el crescendo del estrés en su mate, su radiante sonrisa se apagó poco a poco. -

    ¿Lo empeoró?

    Hubo un incómodo silencio.

    - Me dijiste que eso no era posible… - Logra murmurar. Dirige su pesada mirada hacia el mayor. - Me dijiste que no era de preocuparse.
    - Desvía el rostro por un segundo. - Eso creí.
    - ¿Entonces no estabas seguro?
    - Heh… ¿Q-Qué quieres decir?

    El estallido de esa discusión no ocurrió. El peli azul estaba por abrir la boca cuando el timbre de su celular personal hizo callar a ambos además de extinguir todo lo que cruzó por su corazón y mente.

    – Respira profundamente antes de tomar la llamada. Supo por la vista previa que se trataba de su hermana, Yuki. No quería delatarse ni desquitarse con ella. - Hola. ¿Qué sucede? Sí, en mi trabajo. Hago horas extra. No, no estoy seguro, talvez tan tarde que deba ir a otro sitio a-… ¿Qué? Vale, ya veo. No te preocupes Yuki, seguro que mi jefe. – Ve al blondo por el rabillo de su ojo. - Entenderá que no cubra hasta tarde. Voy enseguida. Bien, nos vemos. – Espera a que la adolescente cuelgue. Cierra su dispositivo y lo guarda en el bolsillo donde lo traía. Jadea hasta desinflar su abdomen. -
    - Emm, Kaito. ¿Está todo en orden?

    Kaito decide rechazar el tono amable del blondo. Lo observó en silencio antes de ponerse de pie y darle la espalda en su camino al pasillo. Recogió su abrigo y su maletín del recibidor. Salió del departamento sin decir adiós ni avisar al omega de su partida.

    Len se dio cuenta de su ausencia minutos después cuando la carencia de ruido lo desconcertó. No escuchó ni la puerta abrirse o cerrarse. Eligió dejárselo ser. Era muy tarde para volver a su propio departamento así que esa noche la pasó en el nido.

    Al día siguiente su jefe, Oliver, solo recibió explicaciones de una ligera anemia, nada más. Contento de que su actor estrella de la temporada tuviese algo no tan grave, pero algo, y ya tratado, el director le permitió retomar sus actividades.

    Tomaba constantes descansos, ingería sus suplementos, agradecía a sus adentros que la temporada invernal justificara su uso de ropa holgada… Cosas de una típica persona que busca esconder sus embarazo.

    Lo único que le costaba sobresfuerzos era el aparentar que no le angustiaba la falta de su compañero. El no verse diariamente era parte de su dinámica, pero era un caso muy diferente el que el menor no le devolviera las llamadas ni le respondiera sus mensajes.

    Tuvo un desagradable escalofrío en su columna cuando su melliza le cuestionó si acaso estaba deprimido por extrañar a una ex pareja, no porque le accidentalmente le implantara la creencia de la posibilidad de que su relación terminaría, sino que su hermana lo creía capaz de volver a llorarle a uno de los granujas a los que dedicó su ser en el pasado. Le cortó la conversación diciendo que eran cosas de la edad, la deprimente contemplación de haber alcanzado el primer tercio de su vida, talvez la mitad. Cuando su cabreada hermana le exigió parar ese tema se consideró fuera de peligro pues la ahora ansiosa omega ya no lo vería con sospecha por hacer la lucha en alejar esos trágicos escenarios futuros de su pensar.

    2 semanas después de la revelación, y de su aparente ghosting, Kaito por fin se puso en contacto con Len.

    El orgullo del omega le hizo ignorar la primera llamada y después dejar sonar un poco la segunda, pero esa fue la que tomó.

    - Hola ¿Kai?
    - Sí, soy yo.
    - ¡Sacro! ¡He estado preocupado! ¿Estás bien? La última vez que supe algo de ti fue en el nido y por lo que dijo tu hermana imaginé mil cosas. – La realidad es que hizo lo contrario a fin de no pensar en las probabilidades indeseadas. -
    - Estuve ocupado, pero me encuentro bien.
    - Huh, que alivio. Tonto ¿Cómo se te ocurre no dar ni una señal de vida?
    - Es, um, es parte de lo que no puedo conversar contigo. Pero ya no te preocupes, estoy bien y todo sigue en orden.
    - Kai. – Interrumpe. -
    - Demoró en responder. - ¿Sí?
    - Amor, antes que nada, quiero… Quiero decirte que no hace falta que te disculpes. Yo solo quería saber que estabas bien. – Eso era verdad. -
    - ¿Esperabas una disculpa? – Aprieta su celular. - ¿Una disculpa mía?
    - Su regocijo por poder oír la voz del joven se frenó de golpe. - ¿No lo pensaste ni una vez?
    - Len, me mentiste sobre, algo, es que, es delicado.
    - No te mentí.
    - ¿Entonces por qué?
    - ¿Qué?
    - ¿Que haremos ahora? Porque dudo que pienses interrumpirlo.
    - ¿Disculpa? – Eleva su tono. -
    - No podemos simplemente ir a un curso de primerizos y esperar “el gran día”. Len ¿Qué piensas decir cuando te pregunten por su engendrador?
    - O-oye. Un momento. – Aprieta su entrecejo con su índice y pulgar. - Ven al nido, lo conversaremos.
    - No puedo ir ahora.
    - ¿Dónde estás? Kaito. – Derrama algo de su estrés. - ¿Dónde pasas las noches? Sé que los tuyos persiguen el frio, pero no deberías quedarte en el exterior. Es peligroso. – Sostuvo el teléfono con angustia cuando el otro se quedó callado. Respinga al oír un suspiro al otro lado de la línea. -
    - Volveré el viernes. Hasta entonces.
    - ¡Kaito! – No tenía caso, ya podía oír el timbre de desconexión. -

    Dejó el aparato sobre su mesilla de noche y se hizo un ovillo en el suelo. No estaba seguro de quien debía desconfiar, si de su propio alfa o el pasado de este. Kaito tiene tantos secretos que le hace cuestionarse si ha sido demasiado transparente. Ha pensado en tanto que consideró incluso posible que el peli azul no estaba contento con la concepción porque eran dos cosas muy diferentes el que aceptara ser su amante pese a haberse entregado a otros y el que procreara a sus crías.

    Esa idea tan sexista y troglodita le hacía sentir mucho más enfermo que sus náuseas matutinas, sin embargo, lo creyó posible, se consideró indigno. Hecho lágrimas, no pudo negarse más al sentimiento producto de esa creencia y lo aceptó hasta hartarse. Claro, no podría sobrellevarlo sin enfrentarlo, así que asumió el invasivo pensamiento negativo al punto de asegurarse de que, aunque fuera así, no era como si el alfa le fuese indispensable.

    Ya ha aceptado que será padre, entonces, debe reconsiderar sus prioridades.

    Ese plan fue en marcha hasta que, por la tarde del viernes, con el rostro cubierto en un 80%, el alfa se plantó en el pórtico de su departamento para pedirle que fuesen al nido.

    Con su lobo implorando que le diese el beneficio de la duda, el blondo aceptó acompañarle.

    Su palma le temblaba horriblemente, deseaba tanto poder tomarle la mano al alfa, en especial cuando iban sentados, pero sabia que, pese a que ambos ocultaban sus rasgos, Kaito no accedería. Tuvo que redirigir su impulso al jugar con sus dedos o estrujar la tela interior de los bolsillos en su abrigo.

    Se separaron en el centro de la ciudad, Kaito haría tiempo en la plaza para que Len se acercara al condominio por el oeste de la ciudad y entonces él iría por medio del suroeste.

    Cuando el alfa arribó, el omega ya estaba en la sala envuelto en una manta para recuperar calor. El frio de fin de enero era calador para su preñado ser.

    - ¿Estás bien?
    - Asiente. – Mucho mejor. Me bebí un té. Demoraste. P-por un momento creí que no llegarías.
    - Habría tenido que ocurrirme algo. Quiero hablar contigo. – Se quita la bufanda y las gafas antes de tomar asiento a un lado del mayor. - Todavía no puedo creerlo. – Por último, retira el gorro sobre su cabeza. -
    - Sonríe de medio lado. - Es como un sueño ¿No?
    - Una pesadilla. – Responde inmediatamente. -
    - Kaito.
    - ¿Para qué quieres que te mienta?
    - No seas negativo. – Comenta restándole importancia al tono del menor. -
    - Actúas como si no estuvieras por evidenciar al mundo que tienes un amorío con alguien más joven que tú.
    - Eso no es lo que va a pasar.
    - Oh, también vas a recluirle a estas paredes. -Dice sarcástico en tanto sonríe. – Que maravilla.
    - Tsk ¿Desde cuándo te afecta que seamos un secreto? La mayor parte del tiempo son tus ideas. – Se refiere al manejo de su relación. -
    - Estás cambiando el tema.
    - Desemboca en el mismo problema.
    - Somos un gran lio, lo sé-...
    - Yo no lo creo.
    - Guarda silencio un instante, incrédulo. Bufa con una mueca. - Tu asunto que te aferres a tus idealizaciones.
    - Descansa su cabeza en el respaldo del sofá. - ¿De verdad quisiste decir eso?
    - ¡Incluso ahora me buscas una excusa! ¡Sí, dije eso porque me lo parece!
    - ¡Qué más podrías esperar si contigo siempre es o una mentira o un secreto! – Clama impaciente. Respira hondo para recuperar la compostura. Masajea su pecho y vientre por debajo de la manta. - ¿Qué más?
    - Esperaría más-…Esperaría más-… ¿Ganas algo de esto? Digo ¿Cuál es el punto de justificarme? Eres extraño.
    - Entonces ¿Por qué tú lo haces?
    - Yo-… - Suspira. – No lo sé. No estoy seguro de nada.
    - Kai. – Aguarda a que voltee hacia él. – Justo en este momento ¿Qué es lo que te aqueja?
    - Humecta sus labios y flexiona sus piernas para abrazarse las tibias. - No quiero tener hijos.
    - Vamos. ¿Desde cuándo piensas así?
    - Desde siempre…
    - Durante la “separación” dijiste lo contrario. – Argumenta. -
    - Huh. Avísame que olvidaste todo lo que te he contado todos estos años. – Dice con frustración al esconder su rostro tras sus rodillas. –
    - Kaito.
    - Estoy enfermo, Len, apenas y puedo cuidar de mí. – Expresa con angustia. - Sigo sanando y descubriéndome a mí mismo porque recién pude deslindarme de los ideales de mis padres, de sus abusos también. – Eleva la cabeza y apoya su barbilla sobre sus extremidades superiores. - No pongo en duda tus convicciones, pero me encabrona que no me estés escuchando.
    - Es-…
    - Yo no sé si es tu omega o los traumas que escondes, pero, sé que todo esto te tiene cegado y no me place joderte, pero lo veo necesario: No estamos a salvo. Mis padres no deben enterarse de lo nuestro y ahora menos. Debemos pensar en qué dirás cuando otros pregunten y también hay que darle una rutina dentro de nuestras rutinas de mierda. – Puntúa con ademanes cada una de sus visiones. El futuro no le entusiasma en absoluto. -
    - Solo tienes ansiedad. Es tu mente. – Se aproxima al alfa. - Cielo, no va a pasar nada malo.
    - Busca procesar oxígeno con desespero. Ese omega lo tiene al borde. Busca y rebusca las palabras necesarias para hacerlo aterrizar en su percepción de la situación. - Tú no los conoces… No quiero que los conozcas.
    - No me refiero a eso. – Hace una pequeña pausa. - No va a pasar nada malo… Si ya no estamos aquí. – Espera la reacción del joven. -
    - ¿Qué?
    - Francia. – Dice a secas. - No hemos replanteado ese escape desde que te dije que estoy en cinta.
    - Bromeas.
    - No. Huir es válido. – Pasa saliva. - Tendremos mejores oportunidades, y nuestra hija igual.
    - Hija. – Replica el joven adulto antes de quedarse temporalmente mudo. – D-dijiste hija con seguridad.
    - Eleva los hombros con una sonrisa orgullosa. - Me lo dijeron en mi último chequeo. Los ultrasonidos son muy avanzados hoy en día. Aunque, bueno, francamente: Me lo aseguraron en un 75% solamente.
    - ¿V-va a ser una niña?
    - Usa el lenguaje corporal para puntuar advertencia. - Es muy probable. – Corrige. -
    - Sacro-… ¿Cómo se supone que dos hombres eduquen a una niña?
    - Bufa. - Vamos~.
    - Enserio, ni siquiera tengo idea de cómo cuidas apropiadamente a un cachorro en sí ¿Qué demonios hacen las mujeres? Todo lo que sé por mi madre y hermana es que son discriminadas en aspectos laborales y después se desquitan contigo cuando tienen un mal día… Las mujeres son crueles ¿Seguro que quieres lidiar con eso?
    - Kaito, es momento de que le pongas un alto a tus voces.
    - No son voces, son mis experiencias.
    - Hush, hush. – Corta la distancia entre ellos para acunarlo. - Concéntrate. Creo que podemos planear un traslado dentro de 3 meses. – Acaricia su cabello con esmero. -
    - Tendrías 7 meses entonces ¿No?
    - Así es.
    - ¿Es viable?
    - Tendré que preguntar a mi doctora. Espero que lo sea. No tienes mucho que arreglar así que solo se trata de que yo ponga todo en orden antes de viajar.
    - Entonces: Nos iremos.
    - Por el bien de nuestra hija y de nuestra relación. Suponiendo que desees ser parte de esto.
    - ¿Qué quieres decir? – Entrecierra sus ojos a causa del arrullo que los suaves dedos del omega transmitían a su ser por medio de agiles caricias en todo su cuero cabelludo. -
    - No es chantaje, aclaro, pero. – Guarda silencio por un momento. - Si te sientes inseguro lo entenderé, pero tendrás que comprender que yo no tengo otra opción. Es cierto, lo sé, es muy peligroso exponer a mi cachorra en esta sociedad, así que de una u otra forma me iré a la patria de mis padres.
    - Susurra. - Len.
    - Tú decides si quieres cometer errores conmigo en un espacio seguro o si te quedas en esta jungla.
    - Ambos se tragaron sus palabras por un tiempo considerable. El dubitativo alfa fue quien rompió el silencio. – ¿Te importaría preguntármelo otra vez? Pero ahora dímelo a los ojos. – Se libera del agarre del omega para dar la cara, poco dedicado a buscar la mirada ajena. – Len, mírame. Realmente dime que es mi decisión. – No le sorprende que al momento en que el blondo por fin voltea a verlo encuentra lágrimas trabadas en sus parpados. -
    - No quiero dejarte, tampoco quiero que me dejes, pero, no puedo poner mis ambiciones como prioridad, Kai. – La primera gota rueda en silencio. - Sin importar lo que decidas hacer, solo, solo pido que lo digas por favor. – Gruñe. - No tienes idea de lo mal que lo he pasado desde aquel día que te fuiste sin decir nada. – Kaito se incorpora de inmediato y ahora él es quien da soporte al otro. – Dime qué es lo mejor para ti, s-si eres feliz o no da igual porque, la verdad, yi-yo no sería totalmente feliz si me voy solo. D-de, de todos modos, como sea, u-umm, solo… - Niega. - Dime lo que harás. N-no te pido otra cosa.

    Tras liberar el primer jadeo, el llanto herido del oji aqua fue incontrolable. Ser rodeado por los delgados pero firmes brazos de su alfa no fue suficiente consuelo. A pesar de sus palabras, su pobre lobo sufría horrores al pensar que era probable que ese se tratase de su último abrazo como amantes. Una enorme carga se retiró de su corazón al oír la respuesta de su amado.

    - Todo lo que quiero, más que nada, es protegeros, no sé si tendré mejores resultados dejándoles ir o acompañándoles, no lo sé. Me gustaría no tener que pensar en semejante decisión de mierda, pero es mi caso…
    - T-te parece si… Por hoy, lo dejamos así. Hay que pensarlo un poco más ¿Sí?
    - Asiente y lo estruja entre sus brazos sin llegar a apretujarle el abdomen. -

    Salir y convivir con un montón de desconocidos carcomía la tranquilidad de Kaito. No podía confiar en nadie, todo paso que daba le parecía de poco fiar. Su inseguridad no hacía nada más que crecer cada día. Crecía sin freno como la cría que su omega llevaba en el vientre. No estaba disfrutando el principio de la paternidad para nada.

    - Len. Estoy en casa.
    - Bienvenido.
    - Se detiene abruptamente al detectar el tono apagado de su compañero. Decide ignorarlo de primera mano en espera de que el semblante del otro se modifique. - ¿Cómo te fue hoy?
    - Bien, um. Estuvo bien.
    - Podrías al menos intentar si lo que quieres es mentirme. – Lo dice con molestia, sin embargo, lo que sucumbe su razón es el pavor. - ¿Qué pasa?
    - En verdad, está todo bien en el trabajo. Solo… - Juega con sus manos. - Tengo que añadir otros medicamentos a mi ingesta.
    - ¿Qué? Ya tomas demasiados suplementos… - El omega lo interrumpe. -
    - No es un suplemento. – Responde con evidente indignación. Inmediatamente se queda callado. -
    - Len. – Camina hacia el mayor. Tuvo que insistir ante su privación. - ¿Qué pasa?
    - Kaito. Por favor, no dificultes el decírtelo.
    - Se percata de la tonalidad de las feromonas que despidió al estar al lado del rubio. Empuña sus manos y eleva la vista al cielo. - Huh, vale. – Tuerce su quijada al poner sus brazos detrás de su espalda. - Soy todo oídos.
    - Demora en fiarse de las palabras y la presencia del alfa. - Tengo presión alta… - Se asegura que el otro no interrumpa. – Mi obstetra teme que esto complique el embarazo así que debo tomar esta otra medicina. – Agita el frasco en su mano derecha. - Para controlarla, además de ordenarme reposo absoluto y. – Mueve su pierna sin control. Sabe que se acaba de delatar ante el peli azul que conoce cada uno de sus gestos. Resopla exhausto. Se resigna a solo contárselo y lidiar con su respuesta. - No podremos viajar.
    - Procesa un poco lo que acaba de escuchar. No lo vio imposible, pero sigue siendo el escenario menos deseado. - Eso significa que ¿Va a nacer aquí?
    - Eso temo. – Contesta un tanto reacio por la exposición de lo evidente. -
    - Pero-…
    - No te preocupes por los gastos. – Cambia el tema en espera de ganar control. - Puedo conseguir boletos para octubre. Entonces podremos viajar todos.
    - No estoy preocupado por los gastos… ¿Cómo vamos a ocultarlo?
    - Así como nos ocultamos por 5 largos años. No te preocupes.
    - Esto no es algo que puedas aparentar con solo bañarte, Len.
    - ¿Qué dijiste? – Muestra ofensa. A veces le incomodaba poder entender gran parte de las estupideces que insinuaba el alfa. -
    - Me refiero a que tarde o temprano se va a notar.
    - Oh, y ¿No me veo adorable? – Dice a la defensiva con un gesto burlón. -
    - Kagamine, por favor, tómatelo enserio.
    - Necesitas relajarte. Sé que te emocionaba la idea de ya no estar en Hokkaido, pero tú lo dijiste, puedes esperar un poco mas ¿No? Ya no somos solo nosotros. Nuestra cachorra también lo espera. No es su culpa que su viejo papa no pueda llevarla tan lejos. – Intenta aligerar el ambiente con chistes que solo él podría enunciar, pero la aflicción no abandona el ánimo del peli azul. - Todo va a estar bien. Créelo. – Pide al sujetarle las mejillas. –
    - ¿Cómo esperas que crea que va a ser sencillo que pase sus primeras semanas de vida aquí?
    - Puedo hacerlo. Talvez no sea elite, pero tengo lo necesario para costear mis secretos. Este secreto lo vale, aún si me quedo con los bolsillos vacíos apenas baje de ese maldito avión, voy a pagar lo necesario ¿Lo entiendes?
    - Asiente sin verlo a los ojos. - Ok.
    - Te amo. – Deja que se esconda en su cuello, frota la espalda del más alto y libera una pequeña cantidad de feromonas de conforte. -
    - Yo también te amo.

    El Kagamine supuso que serían 6 meses que se irían en un parpadeo. Desgraciadamente, sin aviso previo, el alfa demostró padecer terrores nocturnos, esos que mutilan emocionalmente, apresándolos en una rutina de sueño exhaustiva, Sí, irónicamente, así como suena. El omega estaba consciente de que era consecuencia del estrés. El tiempo comenzó a transcurrir con lentitud.

    Len atendía con paciencia sus episodios. Sin importar lo intensos que fuesen los espasmos acompañados de aullidos estremecedores dados por el joven, el omega se mantuvo a su lado en ese suplicio. Hasta que una noche el sonámbulo alfa habló entre lágrimas y dijo algo que le heló la sangre.

    La razón de las más oscuras preocupaciones de su pareja.

    - “Yukih…” No merecía morir.
    - Kai… (Creo, no debo despertarlo.) V-vamos, amor, tranquilo. – Sisea al tembloroso chico. - Duerme, puedes dormir.
    - “Mataron a mi hermanita… No pude proteger a mi hermanita ¿Co… voy a protegerlos? La mataron cuando la tenia al teléfono. La mataron frente a mí”. – Su cuerpo se retuerce hasta que se hace un ovillo. –

    Muchas cosas que se preguntaba acerca del alfa hicieron conexión a través de esas palabras y todo cobró un mismo sentido.

    Antes de poder siquiera pensar en preguntarle al respecto por la mañana, un dolor agudo en su vientre y un gran peso en su pecho le hicieron pedir inmediata asistencia médica, lo logró antes de perder el control sobre su propio cuerpo. Se salió al pasillo con tal de no alertar al alfa, pues era muy probable que expusiera su relación.

    Fue internado en cuidados intensivos y condenaron que no podría regresar a casa. Cumplió 5 meses de gestación a duras penas así que solo tenía dos pronósticos: O le realizarían un aborto de emergencia o lograría resistir hasta que se pudiese llevar a cabo una cesárea.

    Por supuesto que eligió seguir las estrictas reglas de su doctor y albergar su producto un par de meses más. Cabizbajo, escucha atentamente el sermón del médico y asiente con lentitud. Esa posición le hacia sentirse un tanto humillado.

    Al quedarse en soledad se fija en los ruidos de su habitación para mantenerse sereno. “Esa” noticia fue la que lo restringió a esas 4 paredes, no quería empeorarlo, no quería preocuparse por nada más hasta que estuvieran fuera de peligro. Aunque fuera egoísta, le daba igual, cuando tuviese la vitalidad de sobra ya se preocuparía por situaciones ajenas.

    Eso era lo que él quería, pero…

    - Pone una mano en su pecho para limitar la sorpresa que le dio ver la puerta abrirse de repente. - ¿Kaito? – Su lengua se traba, la estupefacción llega y se larga cuando gobierna el orgullo. - ¡Tonto! ¿Qué estás haciendo aquí? – Mira el reloj, las 8:40 de la mañana. - Es tu horario de trabajo. – Protesta. -
    - Yo-… No podía presentarme así. Tenía que venir. Vi tu nota, pero, por más que lo intenté, no pude fingir, Len. – En la privacidad de esa habitación, el alfa se da la libertad de llorar. No pudo creer que todo eso ocurrió mientras dormía, y peor aún, que el omega no contase con él ¿Acaso no era contradictorio a lo que se prometieron? Y le avisa con un vil papelito. – Habría actuado aún más sospechoso.
    - Estoy bien ¿Por qué…? Umn, no puedo creerlo.
    - ¿Cómo puedes decir que estás bien? ¡Tuviste un ataque! ¡Es cada vez más probable que tengas insuficiencia cardiaca!
    - Mas vale que te relajes o voy a pedir que te saquen de aquí. – Frota sus sienes. - Baja la voz, maldición.
    - Se queda mudo. Las lágrimas cesan y se cruza de brazos mientras niega. Termina sentándose en la silla disponible para los visitantes. – Lo tomas muy a la ligera.
    - Tengo esperanza.
    - ¿Estás fumando otra vez?
    - Claro que no.
    - ¿Entonces qué pasó? – Silencio. Len pierde su mirada tranquila y se recuesta por completo mientras mira el techo. – Len ¿Qué paso? ¿A-acaso el medicamento no funciona?
    - No es eso.
    - ¿Entonces qué? Pregunté al doctor y dijo que solo tú sabrías la causa. – Omite que este recomendó no insistirle al respecto. - No has querido hablar desde que recuperaste la consciencia.
    - No quiero hablar de eso ahora ¿Vale? Tengo otra prioridad. Podemos conversarlo después, cuando, no sé, nuestro cachorro no dependa de mí.
    - Pero-…
    - Sobreactué ¿Ok? Pero ya nada se puede hacer. Hay que seguir la indicación del doctor y dejarme aquí, enclaustrado, hasta que pueda dar a luz de una forma u otra. – Chasquea su lengua. - Dijeron que puedo recibir visitas solo una vez por semana. No esperaba ver a nadie hoy, pero como has venido tú, temo que no podré llamar a mi madre como planeaba, ahora tendré que esperar para verla. – Alcanza una tablilla al pie de su cama. - Voy a programarla para el lunes que viene, y tú, si quieres, puedes venir el siguiente.
    - No me quiero ir de tu lado.
    - Lo ve de reojo. - Tienes que volver al nido. Además, debes disimular tus visitas al hospital. – Resopla. - Son solo 13 días. Es muy poco tiempo para ser mi “ex colega”.
    - Todavía no me marcho y siento que ya te abandoné.
    - Eres muy drástico. Sé que ansías quedarte a mi lado, sin embargo, no hay que rebajarnos a nuestros deseos. Ve a casa, nos veremos después.
    - Pero, Len-…
    - ¿Qué?
    - Esto… En verdad ¿Piensas seguir con esto?
    - ¿Cómo?
    - ¿Estás bien con esto? T-temo que no vemos el mismo grado de peligro.
    - No comprendo a qué te refieres, no quiero malinterpretarte.
    - Por favor, no sigas con esto. Eso es lo que digo.
    - Kaito…
    - Yo ya no puedo… Cada vez, lo siento, pero, si te soy franco, cada vez tengo más miedo en lugar de fe. No sé qué haría sin ti, yo-… Me arrepiento.
    - Te arrepientes… ¿De…?
    - Ugh, soy un idiota ¿Cómo se me ocurre decírtelo ahora?
    - Kaito.
    - No te entiendo, Len, no te entiendo. Tú y yo no-… Podrías morir ¿Lo sabes verdad?
    - Kaito, el pronóstico del doctor es que o llego a término o pierdo esta oportunidad y cualquier otra de tener hijos por mi cuenta, ya te lo-…
    - No soy un idiota. Eso era hace un mes, mediante avanza… Mediante avanza se trata de ti o del bebé. Demonios, Len, no quiero tener que escoger. Sé que no te va a gustar mi respuesta.
    - Ve al nido.
    - Len-…
    - Déjame descansar, ambos necesitamos tiempo a solas.
    - Me niego a dejarte.
    - Pero es lo que quiero. – Dice tajante. – Shion, retírate.
    - ... Después de todo ya no me necesitas ¿Cierto?
    - Ugh… Kai-…
    - Niega antes de darle un beso torpe. – Hasta luego.

    Hace mucho que no lidiaba con las inseguridades del peli azul. No era cualquier cosa, pero ¿Qué le costaba ser positivo? Se pregunta el rubio mientras acaricia su vientre.

    Ambos cachorros se pusieron inquietos a causa del tono de su engendrador, teme que revelarle que el embarazo es múltiple va a terminar de ahogarlo en estrés en lugar de motivarlo.

    Se recuesta en la camilla mientras tararea una canción que logre apaciguar a sus crías, rodea su barriga con ambos brazos, desconoce la posición que tienen, pero le hace ilusionarse con el futuro en el cual finalmente va a sostenerlos. Pasa las horas divagando en ese dulce anhelo.

    Eventualmente se quedó dormido y cuando fue efímeramente consciente solo fue para percatarse de que le arrebatarían su futuro terrenal.

    Agradece la herencia de sus ancestros que le permite reunirse con Himisu y con su propia madre, Lily, pese a que por causas que no logra descifrar no puede encontrar a la niña que llevó en su vientre.

    Canta nanas para el alfa y lo acoge con el mismo cariño de cuando era un nonato pese a que este ya es próximo a ser un adulto joven. Si tan solo pudiese darle el mismo consuelo a su cachorra ¿Qué pasó con ella? ¿Ella no lo logró? 15 años han pasado y ni siquiera ha sido capaz de descubrir cómo fue que Himisu llegó a este mundo.


    No conoce ningún detalle de la lluviosa tarde de noviembre en que un fugitivo alfa corría con desespero y cuidado entre las calles de Hokkaido. Fue a pie por dos distritos, bajo la lluvia, harto del llanto del bebé entre sus brazos, pero firme en su misión de llevarlo a un lugar seguro.

    Al llegar a la dirección anotada con marcador en su antebrazo traga duro, vuelve a ver al pequeño convencido de que es lo mejor y se arma de valor para ir a tocar la puerta. Da casa paso con cuidado de no resbalar, el diluvio era despiadado. Golpea el timbre un par de ocasiones y retrocede. Se irgue lo mejor posible y cruza miradas con el regordete cachorro. Sonríe con torpeza, divertido por la aparente expresión desconcertada del pobrecillo que al fin ha dejado de llorar.

    - Crece para ser bueno, por favor. Pequeño imbécil.

    La lluvia toma más fuerza, de nuevo, un trueno termina por asustar a ambos, más al niño que solloza desconsoladamente en consecuencia. Estupendo, piensa el alfa encapuchado, vuelve a tocar con desespero, no quiere que el niño termine atrapando un resfriado. Pasa un momento y finalmente sale alguien. Era Lily Kagamine. Ese alfa investigó la locación de la familia de Len Kagamine, el fallecido actor.

    Al salir de su hogar y cerrar la puerta a sus espaldas el hombre retrocede un par de pasos para que puedan encararse apropiadamente. Esta le mira con confusión, pero no le recrimina nada al oír los llantos del bebé, decide no exigirle que se retire inmediatamente. Ninguno dice nada, ella está extrañada y él tiene miedo, miedo a que ni la mejor explicación con ciertos detalles necesariamente censurados le hagan creerle, así que por mero instinto decide tender al infante hacia ella.

    Lily lo mira desconcertada, lo rechaza y se aleja, algo triste, no lo entiende ¿Qué hacia ese desconocido en su puerta con un bebé? ¿Era su hijo? ¿Estaba cometiendo abandono? Sí, todavía le duele la muerte de su hijo y de su nieta, pero no le pidió a la vida que llenase el vacío de su corazón con un suplente. Ella no quería eso, en absoluto, no podía.

    Al notarla perdida en sus pensamientos, el visitante insiste en silencio al tenderlo una vez más. Sin haberlo planeado hace que la sabana se suelte, y fue oportuno, pues el aroma del niño se liberó en una onda que llegó hasta la anciana omega quien al percibirlo no contuvo el llanto de realización. Cubre su boca con ambas manos pasa silenciarse.

    Ve a ese alfa a los ojos en espera de que no diga que después de todo solo se trata de una broma de pésimo gusto. Él solo sonríe al descifrar la duda en el rostro de esa mujer, asiente e irgue al pequeño para que le dé un mejor vistazo.

    Sus miradas y aromas abuela-nieto hicieron conexión, lo supo cuando pese a la dolida expresión de Lily al descubrir que su nieto tenía el color de ojos de su padre alfa ella se embriagó de ternura y consuelo al oír los ruidos del bebé que reaccionó con alivio a sus feromonas con olor a hortensias que emitió en necesidad de confirmar que eran consanguíneos. El hombre se acerca para poner al pequeño rubio contra el pecho de la omega hasta que ella coge fuerzas para sostenerlo entre sus brazos.

    Lo ve, lo percibe, le olfatea. Sí, ese niño era hijo de Len. No necesita oír palabras del visitante, lo sabe, su corazón e instinto lo dicen, también el actuar del pequeño que ha demostrado comodidad al ser sostenido y rodeado por su aroma de ella.

    Quiso agradecer al extraño por hacer posible ese encuentro, pero al voltear hacia arriba este ya había salido corriendo de la propiedad. A lo lejos pudo ver cómo se le caía la capucha y mechones de largo cabello morado se liberaron.

    Le bendice con toda su alma antes de derramar enormes lágrimas de felicidad e ingresar a su hogar para atender al pequeño nuevo integrante de su familia.

    Al llegar a casa, Leon, necio a creer la historia de su esposa o a lo que dictaba su nariz en perfecto estado que olisqueó ambos aromas del niño, llama a su hija para que se reúna con ellos. La sorpresa se la llevó el alfa anciano al ver que poco reaccionaba su ahora única hija a semejante revelación.

    - Dime, Rin ¿Es acaso posible? – Señala al cachorro que descansaba boca arriba en la sala. -
    - Yo… Eso creo.
    - ¿Crees?
    - Bueno… Es que solo dimos sepelio a uno.
    - ¿Qué quieres decir? – Cuestiona su padre, severo. Demanda explicaciones. -
    - Este pequeño sobrevivió. No sé cómo, pero lo hizo y aquí esta. Este niño es mi sobrino sin duda alguna. – Busca desviar la atención con respuestas a medias. Se gira para dejar de verlo. Se apoya en sus muslos para entrelazar sus propias manos. –
    - Bueno, bueno, ustedes dos. – Comenta Lily interponiéndose. Levanta al pequeño del sillón para arrullarlo. - Podemos conversarlo después. Por ahora hay que pensar mejor en~ ¿Cómo vamos a llamarte? Mon tresor. Además de concebir cómo vamos a explicar a otros tu presencia, hay que darte un nombre. – Toca sutilmente la nariz del pequeño. Sonríe al verle reír, divertidos los dos, uno al otro se hacen felices. -
    - Un nombre… - Murmura Rin. -
    - Por favor, Lily. No hablas enserio. Hay que hacer un par de pruebas antes de-…
    - Detiene su sermón al darle un manotazo para que la deje. – Eres increíble, Leon.
    - Entiende que somos vulnerables ahora, querida.
    - Sé por lo que estoy pasando, lo sé muy bien ¿Piensas que no lo contemplé? Habría llamado a la policía en caso de ser abandono, pero no es así. Ese joven ha traído a mi nieto antes de desaparecer.
    - No le harán daño un par de pruebas.
    - Entiende que es indignante. Digo, míralo. No creo que lo enviase Al desde Francia. Además, tiene el mismo azul que-…
    - ¿Podéis callar un momento?
    - ¡Rin!
    - Me duele mi maldita cabeza. Lo ultimo que quiero es oírlos pelear.
    - Lo siento querida, pero tu padre no ha aprendido de sus errores.
    - Madre, por favor. Ahora no.
    - Yo sugerí pensar en cómo lo llamaremos.
    - No. Si lo nombras te encariñas. Este niño va a ir a una comisaría. Es imprescindible confirmar que no lo han robado de sus padres legítimos.
    - Suenas como tu madre cuando nacieron mis niños. Vaya que los genes son fuertes.
    - No vuelvas a compaginarme con esa mujer.
    - Te lo buscaste. Es exactamente el mismo melodrama.
    - Ella no tenia motivos para desconfiar, yo sí.
    - Bonita tradición familiar la tuya: Negar nietos.
    - Himisu. – Pronuncia Rin abruptamente. Ambos adultos mayores voltearon a verla. –
    - ¿Cómo, corazón?
    - Himisu, es el nombre de, mi, hijo. – Se incorpora torpemente y se dirige a su progenitora para tomar al pequeño en brazos. – Mi pequeño Himisu.
    - Rin, e-espera. No se va a quedar y ya.
    - Leon, es nuestro.
    - ¡No lo sabemos!
    - Este es mi hijo, lo tuve hace unas semanas. He pasado tiempos difíciles al perder a mi hermano que no me di un lugar para disfrutar mi embarazo realmente, pero ahora soy mamá. No me gusta hablar del padre, era, es un maldito imbécil con el que ya no quiero relacionarme.
    - Me gusta eso ultimo. – Comenta Leon entre dientes. -
    - Y espero que nunca escuche palabra de nuestro cachorro.
    - Um, bien, un momento. – Interrumpe Lily. – Sé que desapareció hace meses, pero ¿Vamos a evitarlo en caso de que regrese?
    - Debe estar muerto a estas alturas, madre. Da igual. No te angusties por eso. – Peina al cachorro. – A Kaito nunca le importaron sus hijos, solo le importaba Len, y ahora que Len murió debió desaparecer para hacer lo mismo, sin interesarse un poco en lo que sería de ellos. Vaya, tú y yo tenemos tanto en común, y te conozco de hace 20 minutos. Yo también perdí a mi gemelo por culpa de un imbécil. – Himisu solo babeaba sus pequeñas manos. -
    - Creí que no le hablarías de eso. – Comenta Leon reacio. -
    - No va a recordarlo. Lo omitiré a partir de… Ahora.
    - Ejem, entonces… El pequeño Himisu. Mon Etoille. Magnifique, un cadeau mon beau garçon. – Canturrea la rubia al volver a tomar al niño entre sus brazos. A este no le molestaba en absoluto. – Vamos a darte de cenar.
    - Suspira resignado. – No tienes nada en la despensa para él, mujer. Hay que comprarle básicos.

    Las voces de sus padres se hicieron distantes. Quedó abatida en una silla del comedor. Cargar al bebé un par de minutos fue doloroso, no tenía idea de cómo podría con él por el resto de su vida, pero hizo una promesa, y se negaba a ni siquiera intentarlo.

    Llora un poco en silencio antes de que su padre la interrumpa para decirle que la acompañará a hacer un par de compras.


    ~~~~~

    *cries in ya no quiero ser adulto*

    Ciao! Ciao!
  5. .
    export1693365174498
    export1692724785804
    export1692728621608
    export1692731438943


    No hago ni el 20% de las imágenes que me gustaría pero estoy muy feliz con las que he podido sacar, aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, me gustaría ser pútrida en dinero para malgastar mis sobras en animar mis fics :,C

    Así es, preferí dibujar a escribir

    Estoy en ello, en verdad, pero el lanzamiento de Oshi no Ko me pegó, sentí que me robaron la idea, en todo caso me sorprendió ver la cantidad de fandom que obtuvo, es como de "Ay apoco a la gente si le interesa' jsjsjsjsjs

    Anywho

    Obtuve mucha inspiración acerca del existencialismo y el duelo ahora que mi abuela falleció el día de mi cumpleaños. Obtuve energías negativas :,v menos mal pude canalizarlo en mis escritos

    Estaré escribiendo, dibujando a Len o moar de Kaito, una de esas si que si, jeje

    Os quiero, ahí los vidrios

    Ciao Ciao!
  6. .
    Se vienen cositaaaaaaas

    Spoilers sin contexto con mis dibujitos feyos beyos uwu

    Auxilio, me consume la vida adulta


    export1683228529037


    Pero el show debe continuar, y pese a que no tengo la misma negatividad que me impulsó a escribir sobre estos temas, aquí andamos, cómo de que no

    Nos vemos en el próximo ep <3
  7. .
    Capítulo 21

    ~~~

    Rayos de sol dan calidez a un trinar enlazado con el bullicio de los habitantes de ese pueblo. Alfa y omega quienes hace años rompieron su voto de matrimonio mantienen contacto por motivo de co parentar.

    La mujer escuchó atentamente a su ex esposo, pero ni con todas las buenas intenciones de comprenderlo pudo tener en claro lo que este quiso decirle.

    - Pero no lo entiendo. – Comenta con evidente frustración. -
    - No te preocupes por eso. – Responde enterado de su estado. Quiere confortarla. - Solo… Cuida bien de ella.
    - Sabes que no haría lo contrario. – Dice con orgullo. Kaito sonríe de medio lado al verla recuperar su expresión cándida. - Respecto a eso: Vete tranquilo.
    - Gracias, Mirelle.
    - Asiente. Gira su rostro sin apartar sus ojos del pelinegro. - Stella. – Llama a la joven para que se aproxime a ellos. La chica se asoma desde el marco de la puerta de su habitación antes de acercarse a sus padres. – Los dejaré solos un momento. – Dice con una sonrisa amistosa antes de abandonar el comedor. Padre e hija se miran sin la más mínima idea de qué hacer o decir, como el par de asociales que son. Finalmente, la muchacha es quien toma iniciativa. –
    - Con que-… Esta vez sales del país. – Pronuncia inerte. -
    - Tengo que hacerlo.
    - ¿Finalmente asesinaste a alguien? – Cuestiona con asombro, pero no sorprendida. -
    - No-… Vamos, l' éclat. No es algo como eso.
    - Rueda sus ojos. - Da igual. – Rompe su postura elegantiosa para reprocharle. - Ya nos contarás cuando vuelvas. Supongo.
    - Stella… Debo irme.
    - Y no te detengo. Entiendo que es parte de tu oficio o algo así. – Cruza sus brazos con la mirada gacha. -
    - Suspira pesadamente. – Oye-…
    - No te preocupes por no poder decir algo cursi. Estoy bien. En cambio, me preocupa que ella-…
    - Debes detestarme, lo tengo presente.
    - No te detesto.
    - Deberías. Eso, es lo que suele pasar. Bueno, no te estoy comparando con otras crías, quiero decir que. – Busca las palabras correctas. Es demasiada presión para su poca habilidad comunicativa. –
    - Lo tomas muy personal. Sabes que no es tu problema.
    - Eres mi hija. Lo que ocurre contigo ES mi problema. Me importa.
    - Hah, por eso debes irte tan seguido ¿No? Típico de ti: Un evitativo. – Ríe genuinamente. No pone trabas a su encantadora risa hasta que nota la incomodidad de su padre quien se sostiene la muñeca con una expresión consternada. – Em… Disculpa.
    - Me gusta verte reír, pero-… Creo que hay mejores motivos para hacerlo ¿Qué te parece si los averiguas mientras no estoy?

    Lo que quiero decir



    - Me niego a tener más tareas emocionales. No tengo idea de cuándo volverás ¿La tendré? – Cuestiona con una ceja arqueada. -

    Aunque ni siquiera yo puedo comprender el sentimiento



    - Se atreve a cortar la distancia entre ellos para sostener la cabeza de la adolescente y darle un beso en la coronilla. –

    Y no entiendo cómo sé que duele que no soy dueño de mis perturbaciones



    - Ella se mantiene inmóvil, espera a que el mayor concluya su interacción. -

    Tiene sentido en mi cabeza, pero no puedo traducirlo para que me entiendas



    - Ya me voy ¿Vas a prometerlo?

    No cometas mis errores



    - Olvídalo.

    Si lo intentas, puede que encuentres lazos, lazos que yo perdí sin siquiera tenerlos



    - Puede que así mantengas lejos al psiquiatra.

    Inténtalo, intenta amar como te aman



    - Creo que prefiero seguir los consejos de mi doctor. Digo, mírate.

    Eso



    - Digo… Lo siento, supongo. – Susurra la joven. -

    Poco a poco, tienes una vida por delante, la oportunidad que te dimos



    - Lo acepto. – Hace un pequeño silencio. - Ambas cosas. – Dice el pelinegro con una sonrisa exhausta la cual se intensifica cuando la joven de ojos zafiro se rinde y libera una sonora carcajada. La genuina alegría de su cachorra es de las pocas cosas que disfruta. –

    Confío en que atesorarás esto. Espero que no lo olvides. Espero que descubras muchas cosas que mi cobardía escondió de ti



    Nada más fue dicho en esa despedida. El alfa presentía que sería la definitiva, sin embargo, no quiso perturbar a la joven omega contándole esas premoniciones, jamás forzaría las muestras de afecto de su trastornada cachorra. Quiso irse con la impresión de una faceta real de su ángel grabada en su perturbada memoria.

    Tan lejana como el horizonte y tan indescifrable como un poema en otro idioma del cual intuyes su belleza en base al sonido de su pronunciación. Su hija era de esa forma. Ni ser criada por su madre Mirelle (una de las mujeres más dulces y amigables de toda la comarca) pudo cambiarla. Esta no fue la intención de ninguno, pero al menos Kaito lo creyó remotamente posible.

    Meses después…

    Lejos de casa y de las pocas personas que desea proteger (genuinamente), hasta donde puede comprender el valor de esa labor, el alfa se mantiene apenas de pie mientras confronta a la persona que le podría causar el menor daño emocional en tanto revive la tragedia que destruyó su interés en tratar de ser dichoso. Eso es lo que piensa.

    Himisu no le conoce realmente, aún si el joven es tan similar a su difunto mate, verle a la cara no le da tanto pesar como lo haría el encontrarse con Lily Kagamine.

    A Lily, porque tiene una pequeña idea de lo que ella sintió. Una minúscula comprensión del pesar que le causó a esa noble omega. La estupefacción del joven alfa no le afecta en absoluto comparándolo con la sola expectativa de la reacción que tendrá la hermana de su omega cuando se reencuentren. No la madre: La hermana.

    - Eres, eres Kaito. – Murmura el chico. -
    - Sí.
    - Tu nombre es Kaito.
    - Shion Kaito.
    - Tú, tú eres Kaito.
    - Sí.
    - Estás aquí.
    - Evidentemente.
    - Tu única familiar viva desconoce tu paradero-...
    - Rueda los ojos. - Ella sabe perfectamente que estoy aquí.
    - Lo medita un par de segundos. - También te busca la policía y ¿Hatsune?
    - No tengo nada que hacer con Hatsune. – Contesta defensivo. -
    – Se encrespa con el estruendo de un trueno. Recupera la compostura para continuar con su apresurada interrogación. – No entiendo el punto de todo este engaño ¿Por qué fingiste ser otra persona?
    - Respira hondo para acumular paciencia. Entiende la causa del desborde del chico. – Eso puedo explicártelo cuando estemos con tu madre. No quiero contar la misma historia dos veces el mismo día. Son demasiadas cosas.
    - Y que lo digas… ¿Cómo va a reaccionar? – Dice hacia la nada al extender sus brazos como muestra de ruego. Pide ideas al vacío. -
    - Kaito otorga una contestación. - Va a dejar sus sentimentalismos de lado cuando le explique cuál es la prioridad ahora. Sin embargo, habrá que darle al menos un momento para procesarlo. No le perturbes cuando apenas se entere de todo esto. – Se señala a sí mismo y con la cabeza hace hincapié a la ciudad. -
    - ¿En resumen?
    - Masajea bruscamente su entrecejo, impaciente por desquitar su estrés. – Pues, mi desaparición, mi regreso, los problemas en los que nos metí-… - Cesa su labia y niega. - Lo hablaremos después.
    - ¡Ultima pregunta antes de que lidiemos con la loca de mi madre! – Solicita. – Es que, temo que a ella no le interese reavivar mucho el tema y-… Bueno ¿En verdad fuiste pareja de mi tío? – Eso entendió de las palabras del doctor. -
    - Sí. Lo fui.
    - ¿Un beta y un omega?
    - Pone los ojos en blanco al resoplar. - Yo soy un alfa, en realidad.
    - Pero-… - Niega. - Me dijiste que tenías una hija ¿No?
    - Sí.
    - También una esposa, y, pff, toda una vida en otro distrito.
    - Hay que inventarse un perfil cuando finges ser otra persona. – Sacude su cabeza en repetidas ocasiones. - ¡Suficiente! ¡Dijiste que no harías más preguntas!
    - ¡No es pregunta, le estoy acusando! Usted, enfermo ¿A quién robó la foto de esa chica?
    - ¡No es robada! ¡Es mía! – Responde con más interés en demostrarle su indignación que en mantener un perfil bajo. Parte de ese punto a paso rápido sin instruirle al joven que lo siga. Nova lo hace por reflejo, corre para seguir el ritmo de las enormes zancadas. -
    - Tsk. Tú fuiste, como, la persona más cercana a mi tío cuando murió ¿Qué demonios pretendías al fingir ser un detective? – Cuestiona sin esperar respuesta. -
    - Yo sé lo que ocurrió, en parte.
    - Al obtener una, lo toma como un consenso a indagar. - Todo este tiempo pudiste simplificar mi caso.
    - Hay que ir por tu madre. Rápido, parece que el tifón está por comenzar. – Comenta al señalar la ligera brisa que ya caía continua a los truenos que resonaron minutos atrás. -
    - Tu hermana conoce a mi padre ¿Vas a decirme quién es? ¿O eso no lo sabes?
    - Sí, lo siento. La última vez que vi a Rin fue en el funeral de. – Hace una pausa. - Len. – Respira hondo. - Todo lo que ocurrió después de ese día lo desconozco. No sé cómo lo sabe Kaiko, te aseguro que no me dio esa información.
    - Muchos te creen muerto. Lo hacen ¿Enserio vas a simplemente reaparecer?
    - Guarda silencio. Muerde su lengua para no decir lo que tanto le gustaría jactar. Cuando termina de decirlo en su mente, permite que su boca emita la idea continua a la anterior. - Créeme, hice lo posible para evitar perder a mi omega. – Deja un espacio en sus declaraciones. - Estuve en contra de todo lo que afectó la salud de mi omega, aun así, eligió correr riesgos. No pude protegerlos. Fracasé.
    - ¿Riesgos? ¿Qué riesgos?
    - Ya lo sabes. Estaba en espera.
    - O-oh, mierda, es cierto. S-sobre eso-…
    - Rápido, ven por aquí, sígueme de cerca. – Indica al mover una lámina que abrió el paso a un callejón en donde no les empaparía la lluvia. – Es un atajo. – Advierte. -
    – Se queda inmóvil. - Yo, no sé, quiero, eres-… No puedo.
    - Detiene sus pasos y regresa lo poco que avanzó para encarar al chico. - ¿A qué te refieres? Vamos, recóbrate. – Insiste al girarse con el fin de retomar su camino, más el agarre del peli blanco lo detiene. Voltea primero hacia el tirón de la manga de su gabardina y luego ve al otro a los ojos. -
    - Lidia con el nudo en su garganta para formular la duda que lo atosiga. - ¿S-somos familia?

    Kaito no tenía la capacidad de comprender todas las incógnitas de la investigación que se englobaron en esa pequeña pregunta. Otro trueno cayó, esta vez Nova fue indiferente a la perturbación sonora. Su figura se iluminó, contrario al alfa mayor que estaba escondido entre las paredes del pasadizo. Gotas de intensa lluvia sucumbieron. El pelinegro aprovechó el fuerte agarre del menor para retroceder y sin tener que tocarlo lo resguardó del aguacero. Ambos mudos, temblorosos por el repentino aire gélido que llegó por todas direcciones, se encuentran cara a cara en espera de que alguno ceda. Nova no quería seguir adelante sin que antes aclarara eso y Kaito no quería responder esa pregunta para en su lugar avanzar en su cometido actual. El concreto comenzó a ser cubierto por un considerable nivel de agua.

    El exhausto adulto es quien se rinde.

    - Resignado, suspira pesadamente antes de confrontar al desdichado chico. - Hmn, no. Ni política. – Aclara. - Nunca estuvimos formalizados.
    - Pero-… Las crías.
    - No. – Dice a la brevedad. -
    - ¿Señor?
    - Mi omega estaba en espera de ¡Una! cría. Mí primogénita… - El agarre se debilitó. Kaito eleva un poco su voz para que sus frases no se pierdan en el ruidero de la lluvia. - No sobrevivió. Ella murió poco después de perder a su progenitor.
    - Baja su mirada, desanimado. - La hija que dijiste tener…
    - La tengo. – Responde sin titubear. La consiguiente expresión desentendida de Himisu lo incomoda. Inhala profundamente antes de cubrir su boca con ambas manos extendidas. Acumula valor para confesarse sin temblores interpuestos en su penosa voz. - Tengo una hija, pero no es tu sangre. Digo, no tienen parentesco. Yo-… Traté de rehacer mi vida. – Logra explicar. Preciso y directo. -
    - Ya-… Ya veo. – Responde, por fin satisfecho de información. Tal vez era demasiada incluso. -
    - Sí… He vivido en Le havre todo este tiempo.
    - ¿Le havre? Hah, es polo de Lyon, ahí-…
    - Ahí reside tu familia. Lo sé.
    - Eres buscado por ellos.
    - Huh, el anciano de Al simplemente quiere saber qué hice después de perderlos, a ambos.
    - ¿Y por qué no solo decirle que intentaste seguir?
    - Bromeas ¿No? Len era mi destinado. No conviene a nadie ¡Nadie! Que admita que busqué a otro mate, mucho menos que tuve una cachorra. – Susurra lo último. -
    - Eso-… ¿Es para protegerla?
    - Por decir. – Masculla. -
    - ¡Cielos, viejo! ¡Eres muy necio! Solo dilo.
    - Baja la voz. No sé por qué te lo digo siquiera ¿Por qué? Nadie debe saberlo. Mocoso escandaloso.
    - Es entonces cuando consigue entenderlo. Suspira. - No te busca para saber que estás bien ¿Cierto?
    - Asiente. – La muerte de mi omega y mi primera cachorra fue ocasionada. Hay quienes me culpan de lo ocurrido.
    - ¡Realmente estabas investigando la muerte de tu mate…!
    - Shh. Estamos por entrar a la ciudad. Apurémonos a ir por tu madre.
    - ¿Por este callejoncito?
    - Saldremos directamente a una estación de taxis. Tendremos que tomar uno para ir directamente al condominio. – Lo ve asentir. – Vámonos.

    Llegaron al hogar del joven en un aproximado de 20 minutos tal como lo planeó. Afortunadamente los vehículos seguían en servicio debido a que el desastre natural aún no cogía demasiada fuerza. Subieron las escaleras con cuidado de no resbalar a causa de sus empapados zapatos.

    Himisu se inmovilizó al estar frente a la puerta de entrada de su propia casa. No quería ni pensar en el despilfarre de cólera que desembocaría su madre sin piedad. Antes de que sucumbiera al mecanismo de defensa de huir, el oji negro tocó el timbre con insistencia. No pasó mucho tiempo para que la rubia abriera la puerta, aliviada por ver a su cachorro de vuelta.

    Lo último que Rin supo del muchacho fue que su abuelo lo envió a quien sabe dónde por quien sabe qué.

    - ¿Himi? ¡Himisu! – Se le lanza encima para abrazarlo. – Estaba tan preocupada. – Lo inspecciona rápidamente. Destensa su postura a fin de revisar superficialmente que el albino no tenga ningún rasguño. Admira su cara con una expresión cautivada. - El tifón ya arribó la ciudad y, ¡Bah, no importa! Apúrate a entrar.
    - Ejem, Rin. – Pronuncia Kaito para hacer notar su presencia. –
    - Ella se exalta y se pone enfrente de su hijo al instante. - ¿Quién mierda eres? ¿Cómo sabes mi nombre?
    - Madre, tranquila. – Dice con suavidad al momento de sujetar los antebrazos de la mayor. –
    - ¿Viene contigo acaso? ¿Quién es este? Te he dicho mil veces que no podemos acoger vagabundos. No me importa que el cielo vaya a caer sobre la tierra. – Decreta sin darle a su cachorro la mínima oportunidad de apaciguarla. – Un gato te lo paso, pero ni hablar de un sin techo.
    - Ha-… Pasado mucho tiempo. Hay tanto por contarte, pero eso será de camino a “mi hogar”. – Menciona el alfa mayor. -
    - Eres un imbécil si crees que voy a dejar que nos arrastres a mí o a mi cachorro ¡Largo o verás!
    - No es negociable, mamá. – Comenta Himisu cerca del oído de la oji aqua. -
    - Parpadea incrédula. Gira su cuerpo hacia el oji gris. - ¿Qué? ¿Pero qué-…?
    - Rin. Prepárate para matarme. – La omega se puso firme de golpe tras oír esas palabras tan familiares. – He roto mi promesa de nunca volver a mostrar mi puta cara frente a ti otra vez.
    - No me jodas. – Su voz es diminuta y un poco ininteligible. Demora en retomar la palabra. - ¿Eres…? – Eleva su brazo derecho, dubitativa. -
    - Sí. Soy yo. Kaito.
    - E-estás. – La estupefacción la deja muda de a ratos. - ¿Estás vivo?
    - Por primera vez en mucho tiempo, Shion deshace su semblante serio para poner una cara boba. - ¿Eh? ¿Por qué lo dices con tanta sorpresa?
    - ¡Pffa! ¡JAJA! ¿En verdad? ¿No moriste? ¿Cómo-…? ¡Mi hermano falleció hace siglos! – Le da un puntapié al alfa. – ¿Qué mierda haces aquí? ¿Eh? – Lo empuja para que deje de encorvarse por el dolor y la vea a la cara. - ¿Qué putas está pasando? – Sujeta con amenaza las orillas de la gabardina ajena con intención de comenzar a zarandearlo. -
    - Va a explicártelo, pero tienes que acompañarnos, ahora. Y suéltalo. – Responde el hastiado joven a sus espaldas. -
    - ¿Himisu? Oye, tú-…
    - También tienes cosas por contarme. – Dice el alfa al liberarse de las manos de la mujer. - No me queda del todo claro cómo terminaste siendo madre.
    - ¿A ti que te importan esos detalles? Degenerado.
    - No me malinterpretes. Sabes que, yo sabía, que tú y los alfas, bueno…
    - Un momento. Todavía no puedo creerlo ¿Cómo piensas demostrarme que eres el imbécil que conozco llamado Kaito? Tal vez eres un usurpador. Ese idiota tenía un inigualable cabello tan azul como sus ojos. – Olisquea el aire. Nada, aparte de humedad y sus propias feromonas ácidas. – ¡Tienes entera pinta de beta! Himisu, aléjate de este tipo.
    - Esta es la consecuencia de sobrevivir la muerte de mi omega por tanto tiempo. – Se muestra de pies a cabeza. – Perdí mi aroma, mis colores, ¡todo!
    - Y. – Tilda su cabeza. - ¿Qué te mantiene vivo?
    - Voy a explicártelo, pero tienes que abandonar tu hogar ahora.
    - No has mejorado tu oferta. No vamos a acompañarte a ningún lado.
    - ¡Pero madre! – Pelea Himisu. -
    - Quédate a un lado. – Le ordena Rin. -
    - El adulto eleva sus hombros, encrespado. - Bueno, entonces, pregúntame algo que solo yo podría responder. Tómatelo enserio, sin tus típicos trucos hirientes.
    - Su inconformidad se sustituyó con indignación. Firme, habla con autoridad ante ese remedo de alfa. - Todo lo que Kaito Shion trajo a mi familia fue un duelo insufrible, pérdida y conflicto. – Inhala tan fuerte que los músculos de su pecho se resaltan. Lucha por no llorar ni quedarse sin aliento durante sus condenas. – Me arrebató a mi hermano menor, a mis padres y mi bendita libertad. En todo caso, suponiendo que lo tengo frente a mí ¿Por qué he de hacerle una pregunta amable? No lo entiendo.
    - Cierra los ojos cuando su propia palma recorre su cuero cabelludo para darse alivio. - Rin. – Pronuncia el nombre con desdén por esa aptitud que considera infantil. Esperaba de todo menos el lado que consideraba inmaduro en esa omega. -
    - ¿Qué fue lo último que conversaron mi padre y Len? – Dice con intención de acorralarlo. -
    - ¿Qué? – Lo atrapó. -
    - Debió decírtelo. No creeré lo contrario. Mi padre no volvió a ser el mismo desde esa vez que tú, estúpido, y mi terco hermano estuvieron en mi hogar de infancia para presentarse como “destinados”. Todo empeoró cuando Len murió. Nunca supe lo que se dijeron entre sí, pero sé que fue lo suficientemente malo para que Len se negara a hablar con papá en las que serían sus últimas semanas de vida además del pesar que sufrió mi padre desde la primera vez que alguien le dijo que su hijo estaba muerto. – Se acerca peligrosamente al de mediana edad. - ¿Qué se dijeron?
    - Aprieta sus dientes. Respira con fuerza. - ¿Qué más iba a decir Leon? Por supuesto que se opuso a lo nuestro. Yo no fui de su agrado. – Estruja la tela de su vestimenta. - Len… Quiso explicar que no era un asunto de permisividad, aun así, terminó enemistado con su propio padre cuando este se dejó vencer por su orgullo alfa y reclamó a Len como propiedad. Inconforme, Len se desquitó con un golpe y después nos fuimos. Llegué a preguntarle si estaba seguro de mantener la distancia, me respondió que, si tanto le afectaba a su padre, entonces este daría el primer paso antes de que realizáramos el viaje a Francia. – Cierra los ojos para darse un momento. Ambos Kagamine lo observan en silencio. - Nadie tenía contemplado que Len moriría, Rin, nadie. – Sisea. - Ni siquiera yo pese a estar al corriente de sus diagnósticos y de mi incompetencia como su mate. A la fecha me cuesta creer que mi omega no pudo ganar esa batalla. - Clava su vista en los iris analíticos de la rubia. – Y no lo creo. Hay muchas cosas que demuestran que si Len ya no está aquí es porque lo asesinaron. – Exhibe al dar apertura a la tensión. Sin embargo, eso no fue suficiente para doblegar a la fémina que padece un constante duelo. -
    - Desapareciste. – Sentencia con simplicidad, ironía y rencor en su voz. - Tomaste, les quitaste a su hijo. Me quitaste-… A mi hermano. – Se corrige. - Y solo desapareciste.

    Himisu contempla a ambos con una expresión de shock. Esa clase de trauma generacional no debería revelársele tan a la ligera.

    - Debes explicarme muchas cosas. - Dice ella con un tono demandante. – ¿Por qué no pasas un momento? – Menciona con delirio. -
    - Tu hogar no es un sitio seguro para hablar. “Ella” los tiene en la mira y yo no tengo idea de que tanto está infiltrada en tu falso santuario. Tienes idea de lo que hablo. – Ambos dan todo de sí mismos para no romper el contacto visual. Esos minutos transcurrieron con una tortuosa lentitud para el muchacho que solo era espectador. -
    - Vamos antes de que este maldito clima empeore. – Pronuncia herida. Detesta tener que cooperar. Toma las llaves de su auto además de arroparse adecuadamente antes de descender al parking junto a ambos alfas. -

    Kaito guía a Rin, va a su lado como copiloto mientras que en el asiento trasero el joven Nova admira el catastrófico paisaje de la ciudad comenzando a inundarse. Le deja estupefacto tener en mente que todo lo que ve es real, no es producto de su distorsionada visión; Esa caótica acumulación de agua, el baile de las copas de los árboles, los ruidos de los cables, todo eso, está ocurriendo, además, es menos aterrador que las respiraciones de los adultos que ahora lo acompañan.

    Talvez no tenga el mejor sentido del olfato ni la visión más coherente, pero oh cielos, cuando sus oídos funcionan a la perfección queda más perturbado por la realidad que por sus alucinaciones. Su madre no respiraba tan pausadamente desde esa ocasión en que lo amonestaron por ponerse demasiado cariñoso con una compañera en horario escolar, y al impostor, en todo ese tiempo de tratarlo, nunca lo había oído en absoluto, Kaito vivía de la respiración automática, ahora este llena sus pulmones al límite antes de exhalar sonoramente. Eventualmente hasta él (Himisu) manipula su respiración. Una cantidad de estrés insana.

    Horas después, finalmente llegan a la locación.

    - Descuiden, el edificio está prácticamente abandonado. – A sus espaldas, Himisu se encrespa por oír el crujido de sus articulaciones del cuello al destensarse. - Este punto del distrito es poco habitado. Tal y como solía ser: Perfecto para nosotros.

    Se apresuran a ingresar al lobby para evitar quedar muy empapados. Una vez dentro dieron pasos tranquilos y dirigieron sus miradas a todas direcciones, hipnotizados por la nostalgia que se podía percibir capturada en los muros. Casos distintos al alfa inodoro que recorría el sitio con familiaridad. Si se llegaba a detener era para esperar a sus acompañantes, no quería perderlos de vista.

    Ascienden escaleras para después recorrer pasillos, repiten ese patrón hasta que el alfa de mayor edad indica que han llegado al destino.

    - No puedo creerlo. – Calla solo por un momento. - Debí suponerlo. Tus instrucciones eran un revoltijo.
    - Lo son por seguridad. Además, dudé que conocieras un camino en auto. – Saca las llaves necesarias para acceder al departamento. -
    - En verdad estamos aquí. – Comenta todavía ajena al diálogo del pelinegro, ensimismada. –
    - Sí. No hay nada de qué preocuparse. Vine hace unos días a inspeccionar y todo lo encontré en perfectas condiciones.
    - ¿Dónde estamos? – Menciona Himisu inquieto. Siente una perturbación ante un encuentro repentino en sus nudillos, pero se tranquiliza cuando nota que se trata de su madre dándole la mano. -
    - Quédate a mi lado. Ya verás. – Dice Rin con una anormal voz amable. Despide un reconfortante olor a mandarina. Himisu respira hondo y asiente, fortalece el agarre. -

    Cuando Kaito abre la puerta principal, una gentil estela de feromonas cae sobre todos. La omega infla completamente su pecho con el aire que acarrea los estragos de la fragancia de su mellizo. Hambrienta, se aventura a recorrer el interior del departamento, olvidándose por completo de la compañía de Himisu quien ve todo con extrañeza.

    - Es como… Es como recordaba. – Camina hacia una habitación sin poner atención al hecho de que el joven la dejó ir. -
    - Lo consideró apropiado. A su entendimiento eso era importante para su madre. Decidió darle ese momento para que conectara con la presencia de su gemelo. “A mi me gustaría que me lo permitieran si estuviese en el lugar de mamá”, pensó Himisu. Desconcertado por el desconocido entorno decide acercarse al otro alfa en busca de respuestas. - Em ¿Dónde estamos?
    - Este es el último sitio al que mi omega y yo llamamos hogar.
    - Oh. Es tu nido.
    - Así es. “Mi nido vacío”. – Comenta con una cómica tristeza plasmada en su rostro. –
    - Oye. – Reprocha en desacuerdo con el mal chiste. -
    - Siéntete como en casa. – Responde a secas antes de irse hacia el pequeño corredor con el propósito de aislarse. -
    - Hey, Otero-… Shion ¡Espere! – No pudo perseguirlo puesto que el grito descolocado de su madre le llamó la atención. Ya que el tono del aullido fue dichoso no se angustió ni tuvo apuro por ir a encontrarla, sin embargo, sí tuvo curiosidad por saber las motivaciones de ella y fue a buscarla, pero con total calma. -

    Rin volvió al pasado puesto que su alma rejuveneció tras entrar al dormitorio principal y descubrir que en el interior de un viejo closet había prendas intactas de su hermano. Inmediatamente, con la actitud jovial y juguetona que solía caracterizarla, tendió varias de estas sobre la alfombra. Se revolcó encima de ellas al punto de enroscarse en algunas mientras reía entre dientes, un poco desquiciada, pero feliz. Era casi como estrechar a su hermano entre sus brazos otra vez, casi.

    Las pertenencias de Len que quedaron en su antiguo departamento perdieron su fragancia debido al uso que les dieron sus padres durante el primer año de duelo por su fallecimiento.

    Nova, quien apenas descubría la escena, se puso de pie justo enfrente del montón de telas. Incrédulo, ansioso, sin entender por qué de a momentos se resistía a respirar. Ve a su madre de reojo, pendiente a saber si ella le divisa o si llega a juzgar su comportamiento evitativo.

    A causa de una súbita debilidad en sus extremidades inferiores se arrodilló. Parte de su cuerpo ya estaba prácticamente sobre el ropaje. Tragó duro con ambos puños sobre sus muslos.

    El sudor en su espalda que le avisa la presencia de la ansiedad se siente helado. Bailotea sus dedos en espera de que desaparezca la incómoda sensación de parálisis. Parpadea lentamente con la vista puesta en el vacío. Cae en una pequeña amnesia, su mente busca protegerlo del exceso de información. Lucha contra la sensación de pesadez que insiste en derrumbarlo. Cierra sus ojos a voluntad para meditar un poco.

    Del otro extremo, la omega supera su embriaguez para incorporarse hasta ser capaz de gatear y quedar dentro del espacio personal de su muchacho.

    Sus pálidas pestañas tiemblan hasta que el subconsciente lo acuna y por fin se relaja. Persigue el relajante tintineo de unas campanillas que dan entrada a una melodiosa voz soprano la cual le canta.

    ♫♪ Je me souviens il me semble

    Des jeux qu'on inventait ensemble

    Je retrouve dans un sourire

    La flamme de mes souvenirs ♪♫



    Abre los ojos de golpe con un jadeo que golpea el fin de su diafragma. El toque cálido de su madre quien masajea sus omoplatos le reconforta. Mudo, le indica agradecimiento al pasar saliva con cuidado.

    Rin coloca uno de los abrigos sobre los hombros del consternado muchacho con una sonrisa cómplice. Siguen sin decir nada, el peli blanco tan solo le sonríe de vuelta y sostiene una de sus manos con el fin de impedirle que se aleje. La ensoñada mujer apoya su mejilla en la frente del adormilado adolescente, danzan suavemente sin ponerse de pie ni moverse de su lugar.

    La tierna escena madre e hijo es ignorada por el único testigo potencial.

    Kaito les pasa de largo para deambular en el silencioso lugar mientras que ve su teléfono fijamente. A cada instante lo revisa esperando leer el mensaje “Voy ahora” en su bandeja de entrada. Su inexpresivo rostro es iluminado por el brillo de la pantalla que hace mucho no ilustra el contacto de su destinado.

    Por la seguridad de Nova: Leon y Lily tuvieron que deshacerse de algunas pertenencias de su propio hijo. Su número telefónico fue una de las primeras cosas en desaparecer.

    Kaito envía sin parar el mismo mensaje que dice “Ya estoy aquí” a un número no disponible.

    - ¿Por qué? – Pronuncia una voz juvenil a sus espaldas. -
    - La pregunta lo saca de su trance. Abre los ojos de par en par cuando se transporta de un presente a otro. – Uh ¿Qué ocurre?
    - ¿Por qué se dijo que fue un suicidio? – Dice el joven necesitado de explicaciones. -
    - Evita el contacto visual en lo que formula una respuesta. - ¿Recuerdas al viejo desagradable que entrevistamos? M-mi vecino.
    - Le toma su tiempo mostrar un gesto afirmativo. -
    - Asiente. – Pocos sabemos la identidad de mi omega. De Len. Nadie en el teatro Yamaha supo lo nuestro, mucho menos fuera de este. Sus padres decidieron hacer correr el rumor de que Len había muerto por una sobre dosis y que Rin le había encontrado.
    - ¿Eso dijeron?
    - Les ayudé a crearlo y difundirlo para cuidar que no se mencionara nada acerca de “nosotros”. El mundo no supo que Len Kagamine era un omega destinado ni mucho menos que estaba en espera. – Extiende su mano derecha para sostener la nada. - El rumor se alimentó de lo distante que era y sus conductas bizarras. – La contrae de vuelta para apegarla a su pecho. - Era para proteger su legado.
    - Pero ¿Con qué necesidad?
    - La muerte de mi familia ocurrió primero. – Rememora. - A juzgar por las maldiciones de las personas contra el “abusador” nos hicimos una idea de lo que pasaría si se sabía que Len era ese “infame” omega. Que también es una mentira, pero, es la verdad de este pueblo. – Descansa un momento. - No me negué a contar esa versión de la historia. Lamentablemente todos olvidaron el gran hombre que fue para recordarlo más como el actor soberbio embriagado por la pasión artística quien después se dejó consumir por una depresión estacional y terminó quitándose la vida que se construyó a base de los rumores. Len no era así. En absoluto. Solo una idiota sería capaz de creerse ese disparate. O un ignorante.
    - Sí… Un idiota ignorante. – Repite abatido. -
    - Me es increíble que absolutamente nadie sospechara. Todos devoraron cada pedazo de basura que-… - Detiene su palabrerío cuando nota al muchacho cabizbajo. - ¿Ocurre algo?
    - Es solo que ahora comprendo algo, muchas cosas, y quiero disculparme con mi abuelo.
    - ¿Te refieres a Leon?
    - Asiente. – Le dije algo realmente malo y no quise asumir mi error. Supongo que él estaba manteniendo el secreto en ese momento. – Carraspea para aclararse la garganta. - Entonces, mientras ustedes por su propia cuenta encubrieron a Len, Hatsune encubrió lo de su hermana.
    - ¿Qué ella asesinó a mi familia? Sí. Pero no termino de comprender el por qué.
    - Pero él sí. Recuerda todos los puntos del doctor que Kaito apaleó horas atrás. Elige tener compasión por ese desorientado alfa traumatizado y le sigue la corriente. - ¿Tenemos alguna pista?
    - Ahora-… - Su cabeza duele al mínimo intento de pensar en ello. – Ahora será mejor descansar. Casi anochece. – Ve la hora en su dispositivo. - Podemos pasar la noche aquí, tranquilos.
    - Sería bueno. – Se sujeta el antebrazo con nerviosismo. -
    - Dile a tu madre al respecto.
    - No hizo falta buscarla, ella hizo acto de presencia unos pasos detrás de Himisu. - ¿Decirme qué?
    - Mama. – Gira su cuerpo para aproximársele. - ¿Cómo te sientes?
    - Estoy bien. – Termina de ponerse un sweater que eligió de todo el ropero. –
    - El señor O-, Shion, decía que por ahora lo mejor será dormir.
    - No atravesamos distritos para una pijamada.
    - Lo sé, pero ahora-… - Corta la distancia para hablarle en voz baja. Kaito se da media vuelta para darles mayor privacidad. – Podemos instalarnos en habitaciones separadas si eso te preocupa. En verdad, Shion no se encuentra en sus cabales, es buena idea darle un respiro para que dé mejores explicaciones.
    - Chasquea su lengua. - Pareciera que sois muy amigos.
    - Ese no es el punto. Yo también estoy cansado. – Expone. -
    - Ugh ¿Traes tus dosis contigo?
    - Las de emergencia. Salimos a las prisas.
    - ¿Para cuántos días te rinden?
    - 3. 4 si desplazo las horas un poco.
    - No, no pasaremos tanto tiempo lejos de casa. Tómalas a tus horas.
    - Ok.
    - Vale. – Eleva su tono. – Vale, Kaito. – Espera a que este se gire hacia ella. - Sino te importa: Pasaremos a dormir a la habitación de mi hermano.
    - Niega. – Adelante, puedo quedarme en el living.

    La rubia no dice nada más. Himisu la ve darle la espalda al otro sin un atisbo de afección por su decaída presencia. No quiso ocasionar otro descontento, por lo que camina detrás de su madre sin decirle ni una palabra de aliento al hombre abatido.

    El chico creyó que el guardián era él, manteniéndose despierto tanto como pudo, pero no podría estar más equivocado. Apenas el alfa peli blanco se quedó profundamente dormido la omega dejó de fingir su letargo para ponerse de pie e ir a husmear el resto del hogar en búsqueda del pelinegro. Presintió que el insomnio lo apresaría, “dormir en el living, sí como no”, dijo Rin a sus adentros.

    El alfa de ojeras profundas admira la continua caída del agua de lluvia desde el ventanal del corredor principal, totalmente despreocupado gracias a la carencia de vecinos.

    Su olfato le avisa de la súbita presencia de su “destinado”, o como él prefiere clasificarla: Su impostora.

    Abre su boca para decirle algo cuando presiente su cercanía.

    - Deberías descansar un poco. Mañana va a ser un día que no podrás esperar a que termine.
    - No me amenaces a mí, imbécil.
    - Es advertencia.
    - Loco.
    - Eso es grosero. – Se sostiene la frente. – Lo entiendes.
    - Hay algo que debo preguntarte y no puede esperar. – Duda de su propio alegato. - Bueno, en realidad no quiero preguntártelo enfrente de Himisu.
    - Te escucho. – Dice desentendido. -
    - Agh, maldición. Deberías venir con un instructivo.
    - Hmp, no te obligues a ser considerada conmigo. Puedo notar lo que realmente deseas. Fuiste muy clara hace unas horas.
    - Esconde su mano vuelta puño. Evita el tema, ese asunto requería de delicadeza para ser entregado. – Veo que pese a no tener aroma todavía puedes oler a otros, entonces, debes saberlo. Sobre mi hijo.
    - Tu hijo tiene un problema con eso ¿No? - Hace una pausa. - ¿Siempre ha sido así?
    - Niega. – Comenzó cuando las primeras señales aparecieron. Es una somatización de su trastorno.
    - ¿En verdad es esquizofrénico?
    - No: Le dejo tomar antipsicóticos porque soy una madre despreocupada por las adicciones autorizadas por la ley.
    - Rin…
    - Residual, aunque, así lo consideran sus doctores. Es joven, lo tienen en cuenta, sin embargo, mediante crece hay signos que-… Bueno, parece que va muy fiel al “molde”.
    - ¿Quieres un consejo?
    - No precisamente. – Juega con sus manos antes de respirar hondo. Suspira. - Quiero saber qué tanto has pensado en ello. – Por un momento solo se escucha el caos del fenómeno climático que ocurre en el exterior. - Sí, te lo pregunto porque te veo mejor que la última vez que interactuamos. No creo que descuidaras tu medicación.
    - Niega. – No. Tengo motivaciones. Es, era, tentador hundirme en mis delirios, pero, tuve más razones para mantener los pies en esta tierra. De eso te hablaré mañana.
    - Kaito. – Pronuncia su nombre con la intención de ganarse su total atención, o al menos la mayor posible. -
    - Guarda silencio y dirige su rostro hacia ella. –
    - Dime lo mucho que has pensado en ello: Himisu es esquizoide, como tú.
    - Aja.
    - Y bueno… Sé, puede que ambos sabemos, que mi hermano te mintió sobre ciertos detalles…
    - Da la media vuelta y camina sin rumbo fijo indispuesto a oír otra palabra. Rin niega, temía que eso pasara. –
    - Trata de seguir el andar desorientado de su interlocutor. - Sé que lloraste la perdida de una niña, pero, quiero aclarar si has llegado a creer que-…
    - No lo entiendes.
    - ¿Qué?
    - Mi hija murió hace 15 años. Murió poco después de Len. LenSeLaLlevoNoYo.
    - Kaito.
    - EllaNacioAntesDeTiempoFuePorEsoQueSeFueDetrasDeSuPadre.
    - Tranquilo, olvida lo que te dije-…
    - NoSupeQueMasHacer, SoloQuiseEstarSalvoPorEsoMeAleje.
    - Sé que no estabas bien, oye, calma.
    - Tú no quieres verme bien, quieres que te obedezca.
    - ¡Oye! No eres mi prioridad, pero, hey, escucha: Solo quise tratar, ya olvídalo. Está bien.
    - No te entiendo. – Es invadido por una racha de espasmos. -
    - Sisea a la vez que lo ayuda a mantener sus extremidades en una misma posición. -
    - No entiendo-…
    - Reduce el tono de su voz gradualmente para brindarle calma. - No te dije nada. Ya, vale. Olvídalo, es solo que-… - Inventa una excusa. - Todavía no supero haber perdido a mi sobrina y, y no he podido conversar de eso, nunca. Pudimos llorar por Len, pero hemos callado la muerte de su pequeña.
    - Así es, está muerta, ya me lo dijiste, te lo dije, no hace falta que me lo recuerdes. – La aparta de su espacio personal. Se abraza a sí mismo pese a los temblores para comunicarle que ya no necesita su ayuda. -
    - Ok, entonces, estemos en la misma página. – Espera a verlo asentir. – Mis padres…
    - Sí.
    - Perdieron a una nieta.
    - Ok.
    - Pero tuvieron un nieto.
    - Asiente. –
    - La nieta-…
    - Era mía y de Len.
    - Sí, de Len. Y el nieto es-…
    - Es tú, hijo.
    - Sí, mi hijo.
    - No tengo idea de dónde lo sacaste, cielos, no lo entiendo. CreiQueTeAborreciaElPene.
    - Existe el abuso sexual ¿Sabes? – Suelta. -
    - Su cabeza se sacude ocasionalmente y su torso se contrae involuntariamente, aun así, se encoge de hombros para mostrar acojonamiento. - Lo siento.
    - No fue culpa de nadie. Nadie en-… Esta casa. Nadie en esta casa tiene la culpa de que tuve un hijo no deseado.
    - ¿Sabes? No es lindo oír a tu madre decir eso.
    - Abre sus ojos con temor y voltea inmediatamente. - ¿Despertó? – Recupera el aliento cuando ve que no es el caso. -
    - No, no, EsoCreoPero, ten, cuidado de no decirlo enfrente de él.
    - Respira hondo con alivio, pero también con molestia. - Que bueno, aunque en realidad ya lo sabe. Por eso indagó en el pasado.
    - Oh cierto.
    - Y de eso no hay nada que tú puedas decirle ¿Cierto?
    - No, eso se lo dirás cuando tengas valor, supongo, no es fácil, no debe ser fácil decirle eso a tu hijo.
    - No lo es.
    - ¿Y si mientes?
    - Oh, ya le estoy mintiendo.
    - Bien… B-buena charla. Es, enserio, ya es momento de dormir. De verdad.
    - Sí… Debo volver antes de que Himisu note que no estoy con él.
    - Bien, hablaremos mañana entonces.
    - Andando.

    La omega desconocía que no tenía motivos para preocuparse. El chico cayó en un profundo estado de sueño luego de tomar su medicamento.

    Disfruta el cosquilludo masaje que le da el césped dorado. Yace sobre la irreal pastura tan relajado que a simple vista su cuello parecería estar roto. Un cauteloso aire hace sonar los carrillones de viento que cuelgan de los árboles que lo rodean. Primero suenan de forma aleatoria, después parecen cantar una misma melodía. El sonido deleita sus oídos, tan dulce que abre sus ojos con un emergente deseo por atestiguar esas ondas sonoras. Visualizarlas no seria suficiente, desea conocer la forma física que tendrían, creer que podría tocarlas, poseerlas, sentirlas entre sus manos como flores frescas recién cortadas o una tela apenas confeccionada que todavía conserva su aroma virginal.

    ♫♪ Mon amour

    Je t'ai vu au beau milieu d'un rêve

    Mon amour

    Un aussi doux rêve est un présage d’amour ♪♫




    Canta una voz madura que parece provenir de todas direcciones. Toma asiento en lo que parece ser el centro de ese universo. Entrecruza sus piernas y dirige su vista al azul celeste que lo corona. El aire es una caricia fraternal, la música es una muestra de cariño y el canto es una fuerte evidencia de lealtad. Se concentra en esas percepciones para tatuarse el mensaje de amor que lo rodea. Se da cuenta de que la vista no le ayuda, al contrario, le entorpece, entonces decide sellar sus párpados para obtener un mejor resultado.

    ♫♪ Mon amour

    tu m'as vu au beau milieu d'un rêve

    Mon amour

    un aussi doux rêve est un présage joli... ♪♫



    Es para él. Llega a esa conclusión cuando fruto de su concentración logra ubicar una única dirección hacia quien interpreta tan encantadora melodía. Comienza a perseguir el rastro a ciegas sin esperarse que terminaría por “salir” del campo para “llegar” al mismo fragmento de ciudad que ya ha visto antes. Se enfrenta a semejante decepción cuando el canto cesa al mismo tiempo que los tintineos y se ve en la necesidad de explorar su entorno visualmente. No comprende la razón de hallarse en ese lugar, no ha visitado un sitio como ese, jamás.

    Para colmo, ya no hay ni una señal de poder encontrarse con el intérprete, chasquea su lengua con decepción, resopla sus labios y deambula por el sitio en espera de que surja un elemento nuevo.

    Dichoso fue cuando se le reveló que era así. Cerca de la fuente en medio de la plaza había un precioso piano de cola. No se preguntó dos veces si sería prudente probar su estado.

    Las teclas sonaron de maravilla al contacto de sus dedos. El talentoso muchacho rememoró la melodía de los carrillones y la replicó en el piano. Inundó ese trivial escenario con esa magnífica pieza. Hermosas flores comenzaron a nacer por doquier, en su mayoría pálidas, flores tan bellas que su perfume era poderoso, pero sin llegar a ser asfixiante.

    Los sujetos sin rostro que daban un tétrico toque de pueblo habitado a ese lugar empezaron a demostrar respuestas positivas al espectáculo. Nova notó sus ovaciones, pero se negó a dejarlos resaltar, siguió tocando lo recién aprendido.

    No puso atención a los pasos que se le aproximaron hasta que sintió una figura más pequeña que la suya apoyarse en su espalda.

    ♫♪ Des images, me reviennent ♪♫



    Articuló la presencia en un tono completamente diferente, destruyendo la armonía del ambiente. Inexpresivo, el músico detiene su interpretación para prestar atención a lo que parecía ser una nueva composición. Sumiso ante la interrupción.

    ♫♪ Comme le souvenir tendre… ♪♫



    El silencio de ella le parece ser un tiempo de espera. Poco titubeante, Himisu dirige su mano diestra a las teclas y comienza a tocar. Lo que parecía ser una selección por azar resulta ser una composición que ya conocía muy en el fondo de su ser. Toca desde el comienzo, al igual que él, la nueva intérprete vuelve a empezar.

    ♫♪ Des images, me reviennent

    Comme le souvenir tendre

    D'une ancienne ritournelle

    Autrefois en décembre…♪♫



    Supera su asombro para sonreír y continuar su actuación con energía. Colaboró con esa doncella para dar vida a tan maravillosa canción. Una vez más cerró sus ojos, extasiado por el encanto de ese desborde artístico, conmovido por sentir las notas recorrer su ser como si fuesen los glóbulos rojos de su torrente sanguíneo.

    La última estrofa fue la que se le quedó más grabada en su memoria, incluso la recordó al despertar, no solo las notas musicales, también la letra.

    ♫♪ Et au loin, un écho

    Comme une braise sous la cendre

    Un murmure à mi-mot

    Que mon coeur veut comprendre.

    Une ancienne ritournelle

    Loin du froid De décembre ♪♫



    La noche culminó, pero solo en concepto de horas puesto que el clima impidió el paso a los primeros rayos de sol que son rutina en esa tierra oriental.

    Al día siguiente, madre e hijo fueron despertados por el escándalo de las imparables ráfagas de viento que golpearon las ventanas. Para cuando Himisu pudo ponerse de pie Rin ya tenía la situación bajo control. Tan solo tuvo que asegurar los marcos y recorrer las cortinas.

    - Solo espero que no se rompa ni un vidrio.
    - Tranquila, no debe ser tan probable.
    - Yawn, mmm, en fin. Es buena hora para levantarse. – Ordena luego de descubrir que ya son las 8 de la mañana. -

    Ambos trataron de replicar sus costumbres matutinas lo mejor posible, después de todo ese sitio no era su verdadero hogar y no partieron del genuino con ninguna pertenencia. Al darse por acicalados se aproximaron al living en búsqueda de su anfitrión.

    Kaito, quien a juzgar por su apariencia durmió poco o nada, salió de la cocina y les entregó unos furūtsu sando’s para que desayunaran, después se retira del comedor para matar el tiempo ante la estufa. El alfa evadió los cuestionamientos de la omega con ayuda de los apetecibles alimentos.

    Himisu los devora maravillado mientras que Rin come de mala gana, no porque supieran mal, al contrario, le constaba que ese maldito alfa tenía dotes culinarios. Apenas se asoman las memorias de las veces en que su hermano en vida dedicó palabras devotas al Shion, la Kagamine despabila su mente negándose a demostrar debilidad por culpa de los amargos recuerdos y en su lugar come agresivamente.

    Cuando los Kagamine terminan de desayunar, el alfa inodoro toma asiento frente a ellos para dar paso a tan ansiada conversación. Deposita la taza de té a medio beber que traía en sus manos sobre la mesa. Relame sus labios y tose un par de ocasiones antes de empezar.

    Himisu lo escucha atentamente, poco expresivo, mientras que la mirada de Rin se endurece mediante Kaito comparte sus vivencias posteriores a la muerte de Len.

    Cuenta que sostuvo a su primogénita en brazos, pero la cachorra ya no vivía. Contó cómo su única reacción fue escapar cuanto antes de Hokkaido. Le fue difícil estar alrededor de Lily cuando el hijo de ella murió, no habría soportado verla perder a otro ser amado y saberse un tanto culpable. Al no tener ni un centavo consigo dio uso a uno de los boletos con arribo directo a Francia que su omega compró semanas previas a su súbito deceso.

    A causa de su carencia de opciones optó por convertirse en un desorbitado inmigrante en aquel país europeo. Deambuló por años sumido en malos hábitos hasta que conoció a una omega nativa que se empeñó en cuidar de él. La mujer nunca mostró interés en obtener algo a cambio, y, sin embargo, por propuesta de él mismo, estuvieron casados un tiempo.

    - Wow. Debió estar loca por ti. – Comenta el joven, anonadado. -
    - El mayor bufa entre risas. – Sus amigos nunca entendieron lo que vio en mí. Yo tampoco.
    - Nadie. – Dice Rin sin simpatía. – Es imposible entender por qué alguien daría algo por ti.
    - Los dos masculinos se pusieron incómodos tras el comentario. Himisu carraspea. - Ejem, um, entonces, la desposaste luego de rehabilitarte.
    - Asiente. -

    No comparte muchos detalles acerca de su relación con ella, pudo resumirla en que el espíritu caritativo de esa omega le dio resguardo temporal. Pese a no corresponderla vio lógico darle su lugar, por eso le propuso matrimonio y fue un esposo atento, tanto como su desequilibrio mental le permitió.

    - ¿Fuiste tú quien le dio fin o ella abrió los ojos? – Cuestiona Rin con una mirada burlesca pero dolida. –
    - Yo terminé lo que comencé. Por supuesto que la herí con mi propuesta, pero ambos estábamos de acuerdo en nuestra prioridad, y en ese entonces no era nuestra relación como pareja, sino nuestro rol como padres.
    - ¿Padres…? – Replica con duda. Himisu tragó duro. -

    Kaito finalmente le reveló que tuvo una hija con esa omega.

    Ese dato fue la chispa que encendió la ira contenida de la Kagamine.

    - ¿UNA HIJA? – Clama al estampar ambas manos contra la madera y ponerse de pie. -
    - ¡Madre! ¡Tranquilízate!
    - Hijo de puta ¡Semejante estupidez no debería sorprenderme tratándose de ti! – Se libera del precipitado agarre de su cachorro. - ¡Quítate Himisu! ¡Me siento, muy, muy alterada! Pero ¿Cómo no lo vi venir? ¡Condenado idiota! – La rubia coge todo lo que tiene a la mano para lanzárselo al inodoro. Siempre le apunta a la cara o al pecho. Kaito poco reacciona a los impactos, no por indiferencia, al contrario, consideraba que lo tenía merecido y debía tolerar el dolor. Está de acuerdo con que Rin Kagamine sea su jueza y verdugo. - ¡Paga las veladoras que nos debes! ¡De verdad, estaba segura de que te fuiste a podrir a un agujero! Y vienes, solo así a decir que todo este tiempo criaste en NUESTRA patria, jodido-… - Patea la mesa. - ¡Maldito cabrón sin vergüenza! – Se posiciona para levantar su silla, amenaza con tirarla encima del peli negro. - ¡Pútrido perro!
    - ¡Hey! Oye. – Detiene a su madre antes de que agreda al otro con el asiento. Sujeta su brazo con fuerza hasta que la hace desistir. – Ya es suficiente.
    - Gruñe guturalmente. - ¿Con qué derecho lo dices tú? ¡No lo entiendes!
    - Me parece que tú tampoco. – La desplaza luego de liberarla. Señala con su brazo rígido al otro. - Si hubiese-…
    - Ni lo pienses.
    - Si fuese tu hermano en su lugar no habrías estado de acuerdo en que solo se dejase morir. – Kaito para la oreja ante esas acusaciones. - Me consta, te gusta sugerir a la gente que siga padeciendo la vida. Como si fuera la gran cosa.
    - Himisu ¿Te sientes bien? – El Shion le pregunta al joven directamente. -
    - Descuida, tiene un pacto suicida. – Exhibe Rin sin consciencia de la crudeza en sus palabras. - Ha prometido cuidar su trasero en tanto no me pase nada a mí ni a mi madre.
    - ¡Madre!
    - ¿Qué? ¿Acaso eso es privado? Creí que te sentías seguro de ese plan de vida.
    - ¡Ah! ¡Te burlas, pero entonces me suplicaste al extremo del llanto!
    - Tenia el desecho. – Se excusa. -
    - ¡Puaj! – Clama con una expresión de asco. -
    - Hey ¡Hey! Ustedes dos. – Se interpone entre ambos, poco afectado por los manotazos que le dio la omega al percibirlo dentro de su espacio personal. - Rin ¿Cómo puedes decirle eso?
    - ¿Qué te importa? Después de tanto. – Reniega entre dientes. - Son amiguitos desde hace meses y recién te enteras.
    - Estaba de encubierto.
    - Debiste tener una pista o dos. – Refuta. – Si le prestas atención es más que evidente.
    - Esa no era mi misión.
    – Aprovecha que Himisu, harto de la frustración, se da media vuelta para evitarlos y entonces ella le planta al oji negro un puñetazo que ni él mismo esperaba, al menos no en ese momento. –
    - ¡Oye! ¡Madre!
    - Él empezó.
    - ¿Qué mal te hizo?
    - Sus ojos se pusieron en blanco antes de mirar al muchacho con desdén. - No hiciste esa pregunta.
    - Intenta ayudarnos. – Comenta desesperadamente en afán de defender al otro. -
    - No me interesa su ayuda. Sé lo suficiente de la muerte de mi hermano. No tiene caso preocuparse ahora.
    - De creértelo habrías dicho eso ayer, pero estás aquí.
    - Oh, vamos. Hijo ¡No seas ingenuo! Este alfa no se ayuda ni a sí mismo. Debes serle de provecho o no mueve ni un dedo.
    - Ignora las acusaciones de su progenitora para aproximarse al agredido. - Viejo ¿Estás bien?
    - Sí… Eso creo. Veo borroso, pero eso es porque no tengo mis lentes. Espero. – Limpia el pequeño brote de sangre sobre su comisura derecha. -
    - Están por allá. – La rubia señala un espacio en el suelo. -
    - ¡Madre!
    - ¿Qué?
    - Esto es serio. – Confronta a la rubia en lo que el otro recupera sus anteojos. - Puede que lo que sepas de la muerte de Len sea mentira.
    - Sé que yo no fui quien lo encontró y que no tenía problemas con narcóticos. No me tomes por estúpida.
    - Insisto en que te lo tomes con seriedad.
    - Bien, mi niño que juega a los polis. – Comenta en tono de mofa. - Te escucho atentamente.
    - Díselo, ella no va a dejar el sarcasmo de lado – Aconseja el mayor. -
    - Estaba por decirle que lo hiciera él, pero le quedó claro que entre ellos dos como opciones, su madre definitivamente no escucharía al hombre mayor. - Madre… - Elige solo decirlo, va directo al punto. - Kaiko Shion fue quien interrumpió la vida de tu hermano. – El chico se maltrata los dedos para lidiar con el nerviosismo. Desvía su mirada involuntariamente. – Lo asesinó.
    - Ok. – Responde ella inerte, los brazos cruzados. -
    - Yo lo-… - Procesa lo que acaba de escuchar. Tensa su postura cuando encara a su procreadora. - ¿Qué?
    - Todavía te estoy escuchando ¿Qué tienes que decirme? – Dice con una expresión serena. -
    - ¿Lo sabias? – Kaito manifiesta confusión y Himisu sorpresa. -
    - Descansa sus extremidades superiores. - ¿Esa era la noticia?
    - ¡Lo sabias! – Clama inconforme. El otro alfa muestra ofensa. -
    - Par de idiotas ¿Cómo no supieron que lo sabía?
    - Creí que solo tu padre estaba enterado. – Comenta Kaito. - No puedo solo creerte que has pasado 15 años indiferente a la injusticia.
    - Lo que dijo él ¡No es propio de ti! Te he visto golpear a personas de la tercera edad porque fueron groseros con la abuela.
    - Tú me ayudaste. – Lo delata su madre. -
    - Ese no es el punto. – Protesta con un tenue puchero. -
    - Aunque cometiera la mayor locura jamás pensada mi hermano no iba a volver, además, aunque deteste admitirlo. – Se gira al alfa mayor. - No tengo ninguna oportunidad contra tu hermana. Esa perra está loca.
    - Kaito se quedó mudo. La primera frase le recordó las palabras que él le dijo a su familia cuando murió Yuki. Sí, los muertos parten y se marchan para siempre, pero en su caso otros inocentes fallecieron en consecuencia de hacer ojos ciegos a las anomalías. – Rin…
    - ¡Ya sé! Sabemos que Kaiko fue quien lo hizo, pero no entendemos del todo sus motivaciones, todo lo que la vincula a nuestra familia es Kaito, y ya sabemos lo que ocurrió con su familia. – Dice Himisu con apuro. -
    - Entonces ¿Qué pasa? Tu hermanita es otra desquiciada que no tomó pastillas a tiempo. Caso cerrado, otra vez.
    - Madre, por favor. Primero: Una beta primal no sería protegida de la forma en que aseguraron la impunidad de Kaiko. Segundo: No creo que se trate de la cobertura de un desliz impulsivo. No tratándose de esa mujer ¿Has conocido a Kaiko? No parece ser ese tipo de persona.
    - Cielos, Himisu ¿Con quién hablaste? Esas teorías son demasiado, incluso para tu paranoia.
    - Ha tenido contacto con Al Kagamine. – Nova se sintió traicionado por el adulto cuando su madre lo observó con desaprobación. - Busca terminar el trabajo de tu padre. – Concluye el pelinegro. –
    - ¿Y para qué? – Golpea el antebrazo del muchacho con desaprobación, después se dirige al otro. - ¿Por qué te importa a ti apenas?
    - Eso… Solo estoy cuidando el suelo que pisan. – Admite. -
    - Claro. El muerto al pozo y el vivo al gozo.
    - Madre… - Murmura el chico con suplica. –
    - No tiene sentido endulzar mis motivos, Himisu. Es la verdad. Solo quiero evitar que mi hija se vea involucrada en todo esto.
    - Está condenada: Es una Shion.
    - ¡Madre! – Ya empieza a cansarse de llamarle la atención. -
    - ¿Qué?
    - No te gustaría que dijesen lo mismo de mí.
    - Ni falta hace que hablen las malas lenguas. Tú solito corres a los problemas enfrente de mis narices.
    - Perdonen que los interrumpa, pero no tenemos tiempo para esto. Es crucial que encontremos el eslabón.
    - Asiente. - Ma. Estuvimos con, bueno, entendí que era un terapeuta que trató con el caso de Kaito y Len, pero fue corrompido por un hombre de elite que Kaito conocía.
    - Hatsune Mikuo. – Pronuncia Rin a lo bajo. -
    - Su rostro se ilumina. - ¡Así es!
    - Kaito, tú vas a explicármelo mejor ¿Por qué ese anciano pinta en esto?
    - Se encoge de hombros. – En realidad no lo sé. Yo tenía entendido que lo de su hermana era un crimen pasional en contra de ti y tus allegados.
    - ¿Por qué contra ma-…? – Pregunta el chico desconcertado. -
    - ¿Tampoco lo sabes?
    - ¡Apenas conocí a los Hatsune! – Argumenta. -
    - Pues. – Espera a tener el consentimiento de Rin para decirlo. Ella hace una seña de que da igual. - Miku fue novia de Rin en su juventud.
    - ¿Bromeas? ¡No puede ser! – Tira de su propio cabello. -
    - ¿Y eso será todo? ¿Que casualmente la hermana de mi omega tenía una ex demasiado vengativa?
    - En todo caso ¿Por qué no agredirlos directamente? Si obtuvo la información de Masuta es posible que fuesen ordenes que Mikuo y no solo facilidades del mismo. – Prosigue cuando nota desentendimiento en ambos adultos. - Bueno, él lo dijo, Masuta: Mikuo no estaba complacido con que decidieran no seguir el tratamiento.
    - Masuta violó su código de ética para informar al bastardo de Hatsune ¿A eso te refieres? – Añade la rubia. -
    - Sí. Mikuo engañó a Kaito para que fuese a un tratamiento que pensaba monitorear a lo lejos. – No nota el bloqueo que padece el mencionado. – Tal como lo hizo con su hermana.
    - Ese “tratamiento” es mierda ¿Entiendes? Pura mierda. Miku jamás me superó. Ella nunca pudo hacer algo como eliminar su atracción por los omegas. Eso es algo imposible ¡No puedes obligar a nadie a adoptar una orientación “correcta”!
    - N-nunca hemos hablado de esto, ma.
    - Lo sé. Y no busco ahogarte con eso ahora, solo espero que entiendas que esas supuestas terapias son una estafa perjudicial. Desconozco si es el mismo caso con los destinados, pero, el estúpido de Mikuo no supo lidiar con el inminente fracaso de sus estúpidas decisiones. Ese enfermo quiso tener el control sobre las personas que debía proteger e hizo una maldita rabieta de adulto cuando se dio cuenta de que no tuvo éxito porque las cosas no funcionarían como quería el hijo de puta.
    - En verdad estás consciente de lo que ocurrió… En cierto punto.
    - Tienes razón hijo mío. Hay un motivo más complejo que un “oopsie doopsie” en la razón por la que Kaiko no fue ni siquiera acusada de ser la asesina de mi hermano, pero desgraciadamente no puedo acusar a Mikuo de ser su patrocinador. P-porque no lo sé. Tengo motivos para creerlo la mente maestra del crimen de Miku pero no para creer que Kaiko haría alianza con el asesino indirecto de su hermanita. A menos… Que Mikuo le revelase a ella la verdad de mi hermano y su hermano. – Apunta hacia Kaito con la mirada, después la baja para seguir con su despilfarro. -Solo así tendría sentido que Mikuo la encubriera, aunque ¿Por qué darle una buena vida inclusive?
    - Madre ¿Qué es lo que ocurrió con Miku Antes de…? Bueno, todo. Leí un poco sobre ella y estoy enterado de que en su autopsia hubo evidencia suficiente para acusar a su hermano de crímenes de fobia, cargos que, por supuesto evadió, pero, quiero decir que me cuesta entender cómo una persona que buscó “curarse” también buscó ser libre.
    - Libre.
    - Ella no tuvo miedo a ser condenada a muerte, nunca apeló su inocencia a pesar de sus supuestas creencias en las que debía considerarse una salvadora.
    - Es cierto. Miku tuvo momentos en que no estaba bajo el dominio de su hermano y lo primero que hacía era aspirar una vida sin miedo. No solo su hermano, este país es cruel, tiene una cultura violenta en cuanto a la diversidad… Miku estaba loca, y no de una forma linda.
    - Entonces ¿Tu novia de secundaria?
    - Bachiller.
    - No eran tan pequeñas.
    - Y menos cuando terminamos por primera vez. Yo no acepté su amor, pero no luché por ella tampoco. – Admite. – Debí ayudarla cuando pude.
    - Kaito despierta de su trance y se acopla a la actual conversación. – Miku era demasiado inestable para ser ayudada. No te lamentes por nada.
    - ¿También la trataste?
    - Nunca conversamos como tal, pero su presencia era contraria a la de su hermano, el maestro. La señorita Miku se mantenía callada la mayor parte del tiempo y cuando se le permitía interactuar con otros era una pesada. Te hablaba como si todo estuviese bien y de un momento a otro se comportaba erráticamente a propósito. Yo prefería evitarla.
    - Ella enfermó después de tanta basura que le metieron a la cabeza. – Defiende Rin sin pensárselo. – Y todo lo que, sabrán las deidades, le hicieron a su cuerpo.
    - Bueno, bueno, madre. Me decías acerca de la relación que tuviste con ella.
    - Respira hondo, exhausta. - Cada cierto tiempo ella reaparecía en mi vida para insistirme en ser su consuelo, acoso al que nunca cedí. Y aun así… Bueno, ella era el final de una larga línea generacional de agresores. – Explica para darse a entender entre los intentos por contener su llanto. – Yo nunca lo quise, pero, bueno.
    - Rin. No tienes que decirlo. – El inodoro intenta contenerla. Ella lo impide antes de negar. -
    - Fui forzada a ser su omega de compañía. Tengo entendido que Mikuo nunca lo supo, en cambio su esposo, bueno... Cuando se enteró. – Se paraliza. Ambos esperan a que se descongele. - Di todo de mí para lograr alejarla de una vez por todas. – Inconscientemente omitió partes de su narrativa. - De ninguna forma toleraría ese infierno. Entonces, sus amenazas se hicieron más serias. La mandé al demonio de mil formas y siempre dijo en respuesta que pagaría por traicionarla. Yo-… No le creí. No la creí capaz de hacer algo que sus alfas no ordenaran. – Ve a ambos masculinos por un momento para marcar la confianza en su sentencia. – Ella acató las ordenes de alguien. No tengo dudas de eso. Miku no tenía la voluntad suficiente para planear algo ella sola.
    - Su hermano. – Dice Nova con seguridad. -
    - ¿Por qué su hermano condenaría a su propia hermana? – Cuestiona Kaito en desacuerdo. -
    - Kaiko te quiere muerto. – Expone Rin inconforme con el argumento del peli negro. Sostiene sus propias caderas. -
    - Tiene motivos. – Responde a la defensiva. El alfa se cruza de brazos, se niega a aceptar lo evidente. – Buenos motivos.
    - ¿Qué quiere decir con eso? – Murmura. Se crispa al oír la voz seria de su madre, no esperaba una respuesta. -
    - Kaiko culpa a Kaito de la muerte de la hermana de ambos: Yuki Shion.
    - Pero, con ayuda de Mikuo o no, quien le prendió fuego al hogar de los Shion fueron Miku y sus lacayos. Kaito no tiene nada que ver con lo que decidieran hacer esos dementes.
    - Te digo que esa mujer está loca. Procura no acercarte a ella.
    - Eres la segunda persona que lo dice.
    - ¿Segunda? – Cuestiona el hombre. Antes de que Himisu abriera la boca, su madre lo distrae con otra pregunta. -
    - ¿Acaso hablaste con ella? ¿O por qué te advirtieron?
    - Bueno-…
    - Siento decírtelo Rin, pero Kaiko está enterada de quien es tu hijo. Al punto en que ella sabe de su origen. Vine aquí precisamente porque ella fue quien me avisó que tu familia reavivó la incertidumbre de todo lo que pasó hace 16 años.
    - Momento, si Kaiko testificó que no supo nada de ti tras huir, ¿Cómo dices que te dijo eso? – Pese a la importancia de su duda, el chico es ignorado por ambos adultos. -
    - Kaito ¿Lo entiendes? Esa mujer no debió quedarse quieta al enterarse de que la “estamos” investigando.
    - Es por eso que te digo que tenemos prisa.
    - ¡No lo dijiste directamente, imbécil!
    - Dudo que confiases en mí.
    - ¡Por supuesto que no pero no dudaría en hacer algo al respecto si se trata de la seguridad de mi hijo! ¡Alfa estúpido! Empieza por: “¿Recuerdas a mi hermana la homicida? Bueno, la lunática ataca otra vez y tenemos boletos de primera fila” ¡Qué me importa donde metiste la picha-…!
    - ¡Rin, cálmate! – Grita exasperado. - No puedo ni imaginar lo que trama, o lo que hace, pero no voy a esperar a que haga de las suyas ¿Vale? Tienes razón, el pasado es lo de menos, lo importante ahora es proteger lo que sea o a quien sea que Kaiko busque dañar.
    - Eeeeestoy perdido otra vez. – Dice Himisu sin esperar realmente que le den bola. -
    - Por fin se gira hacia su cachorro. - Kaiko nos detesta por ser parientes de Len. Lo odia, lo odia tanto que no quedó satisfecha con arrebatarle la vida y de por medio la de su hija, su sobrina para variar. No me gusta pensar en la razón por la que accedió a esta guerra fría, pero no nos ha molestado de ninguna forma, no desde que eras un bebé.
    - ¿Qué quieres decir con “desde”?
    - Escucha, Himisu, amor. Todo lo que supe fue que mi hermano fue asesinado por la hermana de su destinado, en su momento quise destruir todo pero mi padre me hizo entender que debía pensar en tu bienestar y reconocer que yo no tenía ningún poder en comparación de ella, cuando supe que se trataba de elites y que ni siquiera el tío Al pudo hacer gran cosa entendí y retrocedí, me concentré en mi responsabilidad de madre, mi salud mental dependía de tu bienestar hasta que Kaiko comenzó a ponerse en nuestro camino. Un día solo dejó de hacerlo y sentí que volví a respirar.
    - Otra vez, entonces: Miku, por orden de quien sabe quién. – Acota comillas con sus dedos. - Asesina a la hermana menor de ambos y a su padre, entonces, Kaiko responde asesinando a Len, luego, queda claro que no le fue suficiente, pero estaba pensando en su hermano desaparecido con el que si ha tenido contacto en realidad… Ugh ¡Que lio! es más confuso que el palabrerío de Gakupo.
    - ¿Gakupo? – Cuestiona el mayor. -
    - Sí.
    - ¿Lo conoces?
    - Algo así. Ni idea de parte de quién venga, pero más de una vez me quiso convencer de desistir mi investigación.
    - Oh, sacro ¡Tengo una idea!
    - ¿Idea?
    - Quédense aquí, por favor. Tengo que hablar con alguien.
    - ¡Kaito!
    - Estaré bien. Volveré en un momento.
    - Pero ¡Kaito! ¡Acabas de decir que tenemos poco tiempo! ¡Vuelve aquí! – Impide que se vaya al sostenerle la mano. -
    - Lo haré, solo dame un par de horas. Necesito esto.
    - ¿Qué tan importante es?
    - Es-… Podría despertar a mi alfa.
    - ¿Tu alfa?
    - Te lo explicaré en mi regreso. No te preocupes, Rin, aquí estarán a salvo. Al menos con mayor posibilidad que si se hubiesen quedado en su nido.
    - Pero-…
    - Debo hablar con mi viejo amigo. Es la única forma. No consigo estar completamente aquí. Si eso no resulta… Nos las arreglaremos con lo que tenemos, pero por favor, permite que intente aumentar la probabilidad.
    - ¿Qué probabilidad?
    - Guarda silencio. – No lo sé… No con claridad.
    - Si nos trajiste a una trampa te voy a-…
    - No. – Niega. – No, no. No es una trampa. Te prometo que volveré. Quédense aquí. Por favor.
    - El silencio de la omega fue pesado. Cerró los ojos con desacuerdo y vio al peli negro de reojo. – Si no regresas antes de que ocurra algo te juro que voy a atormentarte en este plano y en el que sigue.
    - Sonríe pese a la amenaza. Deja que la rubia lo libere poco a poco y no corre fuera del departamento hasta que lo suelta completamente. -
    - Huh. – Jadea el menor. - Espero que haya ido a aclararse las ideas.
    - ¿Qué quieres decir?
    - Madre… Tú también lo crees ¿No? Ese tal Hatsune-…
    - Asiente. – Lo creo autor de más crímenes de los que podría imaginar. - En efecto, pero, temo que Kaito no lo reconoce pese a ser evidente debido a lo cercanos que fueron. Lo dijo el doctor Masuta incluso.
    - ¿Prestaste atención a lo que dijo ese hombre?
    - Mueve su cabeza de arriba abajo. - Mamá. Yo también tengo muchas cosas que contarte. Primero: Creo que Mikuo Hatsune estaba consciente de que eras la amante de su hermana.
    - Sus parpados y labios se abren debido a la sorpresa. -

    Mientras tanto, en Lyon.

    - Deberías hacer las paces con tu hermano de una vez. Antes de que sea demasiado tarde y perdamos a la única persona capaz de dirigirnos a la última omega del linaje Kagamine.
    - Socio, no desesperes. No hay nada de qué preocuparse.
    - Eso dijiste la última vez, Al ¿Y qué pasó? Nunca pudiste siquiera acercarnos a tus sobrinos. Uno murió sin dejar rastro del paradero de sus cachorros y la otra solo pudo producir un alfa. Otro inservible alfa.
    - La situación familiar es delicada. Mi poder en ese país es muy bajo. Por mi fuera esas escorias que mancillaron a mis parientes habrían pagado hace mucho… Pero mi voluntad no se cumple al chasquido de mis dedos en todos los rincones. Los hijos de Leon escaparon de mi mandato por mucho tiempo, sin importar lo mal que les ha ido, se resisten a venir hacia mí.
    - Resuelve esto cuanto antes u olvídate de nuestros negocios. Si permites que tu familia se debilite mejor prepárate para caer también.
    - Eh ¿No eres muy exigente para unos parientes lejanos? – Cuestiona al hombre que degusta un habano. -
    - Coño ¡Leon es tu hermano! Que decidiese alejarse no lo denigra, para tu pesar.
    - Vale, vale. Solo te tomo el pelo. Descuida, averiguaré donde esconden a la cachorra y los orillaré a pedirme asilo.
    - Eso espero. – Usa su taco de billar para golpear la última bola. Sonríe victorioso cuando pasa la tronera. – Nos vemos, Al.
    - Hasta luego. – Se despide del huésped antes de beberse su ron de un solo trago. Jadea satisfecho. Su sirviente se aproxima para guardar las piezas del juego. –
    - Excelente partida, señor.
    - Gracias, Jerome.
    - No deja de asombrarme su capacidad de ser prudente.
    - Y yo aprecio tu lealtad, la de todos.
    - Bueno ¿Quién sería desleal a sabiendas de que solo nosotros seriamos acusados de traidores?
    - Hay quienes prueban su suerte por estupideces. Como mi hermanito.
    - Si me lo permite: Opino que el amo Leon solo subestimó la importancia de volverse un alfa de renombre en una tierra tan salvaje como la que seleccionó de escondite.
    - Más bien, Jerome, el soquete fue tan orgulloso que se condenó por completo con tal de huir de mí. Básicamente, prefirió la muerte a el legado familiar, por completo. Mira que no sobrevivieron más de dos generaciones en nipón.
    - Y, sin embargo, usted tampoco sigue el legado al pie de la letra. Mire que engañar a los socios de sus padres de esa forma.
    - No soy responsable de la venda que permiten que les ponga su propia avaricia.
    - En efecto, amo.
    - Bebe otro trago del licor. – Te lo aseguro, Jerome… Haré lo que sea necesario para salvar a mi hermano y a su familia. He conseguido aplazar mis negocios con la excusa de la heredera con éxito, no voy a renunciar ahora.
    - Le deseo suerte, amo.
    - Lo agradezco. Me hará falta con lo terco que es. Pero tengo fe en que los Kagamine abandonarán ese agujero.
    - Si tan solo pudiese ganarse la confianza de ellos.
    - Haré uso de la fuerza si es necesario. Ya no hay lugar para las palabras. Intenté hablar con el alfa de mi sobrino por años ¿Qué hizo? Huir de mí, otro alfa terco como mi hermano, su suegro.
    - Me parece que su mala fama le precede. Me atrevo a decir que poco ha hecho para cambiar su imagen. No por nada nunca le dan la oportunidad.
    - Ya no importa. Es muy tarde para mi sobrino… No pienso perder a alguien más.
    - Con genuino interés en su bienestar ¿Cierto? La verdadera necesidad de un omega en la familia no tiene nada que ver.
    - Guarda silencio un momento. – Para nada.

    Horas después, a unos kilómetros de esa mansión, cientos de millas de distancia, en un pequeño pueblo…

    - ¿Stella? – Baja el tono de su voz. – Cielo ¿Sigues despierta?
    - Niega sin despegar su cabeza de la almohada. –
    - Vale, disculpa. Duerme bien amor.
    - Mama… - Susurra. –
    - ¿Sí?
    - Abre los ojos poco a poco, después se incorpora. -
    - Oh ¡Oh! No, no, no, cariño. No era nada importante. No quise despertarte. – Comenta en susurros apresurados. –
    - Está bien. Puedo volver a dormitar sin problemas. – Estira sus extremidades. – Listo, ya desperté.
    - Oh, cielos.
    - ¿Te sientes bien?
    - Claro, por supuesto que estoy bien.
    - Hmn, creí que me pedirías un favor.
    - No nena, en realidad, de verdad, no era nada. Tan solo me cercioraba que estuviesen dormidas. – Admite con un ligero rubor. –
    - Hey, mama.
    - ¿Necesitas algo? Lo que sea. Como disculpa por despertarte.
    - Es, solo quiero preguntarte algo, aprovechando que estamos solo nosotras dos.
    - Uh, bien ¿Qué pasa?
    - ¿Sabes a dónde fue papá?
    - Estaba segura de que te lo dijo. Oh, ese hombre.
    - Lo dijo, pero, presiento que me mintió.
    - Me dijo que iría del otro lado del mar ¿A ti?
    - Me dijo que de verdad tenia que irse. Por un momento creí que se refería a la capital. Entonces, en realidad salió del continente.
    - Podría ser. Lo siento amor, sabes que le pierdo la pista una vez se marcha. De tener el poder lo llamaría hasta el cansancio.
    - No te preocupes mama. Sabemos que así es ese irresponsable.
    - Entiendo que te moleste, pero no hables así de él. Solo te hieres a ti misma, amor.
    - (No me molesta en absoluto. No me importa, pero, mama va a ponerse triste si le digo eso) Entiendo, pero, prefiero no dejárselo tan fácil. – Finge orgullo. –
    - Oh, Stella.
    - Eso era todo, mama. Volveré a dormir.
    - Por supuesto querida. También dormiré después de ver a tu hermana.
    - Dale un beso de buenas noches por mí.
    - Jaja, claro. Buenas noches Stella.
    - Buenas noches madre.

    Despide a la omega de fragancia a margaritas con una sonrisa ligera. Espera a que ella cierre la puerta de su habitación antes de relajar su rostro y permitir que su expresión neutral se manifieste. Inexpresiva, vacía, la tranquila omega vuelve a recostarse con sus sabanas cubriéndole por completo. Dirige la mirada a la ventana principal de la alcoba. La luz de luna pinta su silueta de un azul suave.

    Cuenta las estrellas del cielo hasta quedarse dormida. Lo usual, nada más que obscuridad apenas cierra los ojos. Las horas pasarían hasta que llegara el amanecer y otro día transcurriera. Otro día de órdenes y expectativas por cubrir.

    Previo a caer en el sueño profundo, la omega desea poder obtener respuesta a sus mayores incógnitas.

    ¿Quién es Soleil?

    ¿Cuándo volverá a ver a su padre?

    Y, por último.

    ¿Cómo es que no tiene sueños, pero puede oír una voz que le canta al despertar?

    Días después, del otro lado del continente.

    Asea su cuerpo con una ducha de agua tibia. Peina su brillante cabello azul. Su rostro no lleva maquillaje, ella misma lo rechaza no por vanidad sino puritanismo. Se viste con lo necesario para protegerse de la gelidez que dejó el tifón.

    Sale del edificio donde habita y aborda un taxi, luego de entregarle una dirección al conductor espera paciente el arribo de la locación.

    Baja del automóvil y recorre el lujoso suburbio con un andar imponente. Sus tacones tienen un compás que cesa cuando la beta se detiene ante las puertas de la propiedad privada donde la citaron. No dice nada, espera que la servidumbre la reconozca.

    Un sirviente rubio que evita la mirada de la reacia beta la acompaña por la residencia hasta que su amo ordena su desaparición. Las puertas se cierran detrás de la mujer que consigue mantener su rostro elevado con naturalidad pese a estar cerca de ese hombre que atormenta a centenares.

    - ¿Me llamaste? – Cuestiona ella con carta en mano. Su voz delata su aburrimiento. -
    - Por supuesto. – Gira su silla para ponerse de pie. - ¿Sabes? El apellido Hatsune ha tenido poder desde hace más de 10 generaciones. Cuando mis padres me trajeron a este mundo divisaron un futuro prometedor. Oh, como brillaba para el único alfa varón heredero de todo, pero no fui lo suficiente y ellos hartos de mi incompetencia decidieron tener más extirpe, el resultado fue una nena omega. Imagina esa clase de vergüenza. Yo tenía 27 años cuando mis padres se esmeraron en tener otro hijo. Mi hermanita, su esperanza, Miku.
    - ¿Qué tiene que ver tu triste historia conmigo? – Pregunta la beta completamente fastidiada. -
    - ¿No sientes que somos semejantes? Tienes un hermano adefesio ¿No es así? La naturaleza de Kaito es un completo error.
    - Eso creo. – Responde todavía desinteresada. -
    - Simpatiza. – Ordena. Tose para aclararse la voz. - Al ser una omega vieron promesas inmensas en su desarrollo, pero tuvieron el infortunio de toparse con que la maldita era una homogénea. Yo, por mi parte, corregí mis errores y me hice el hijo ejemplar, supe moldear mis desperfectos a la semejanza del modelo del alfa ideal. Era digno de admirar.
    - Eso he oído pese a que estás demente.
    - He hecho todo bien en la maldita vida, me desgasto día y noche para sostener nuestro apellido hasta el final, desde que era joven ¿Era mucho pedir un pequeño premio? Estuve a punto de reclamar mi único capricho cuando el maldito azar me lo arrebató.
    - Ve al punto.
    - Quiero concluir mi venganza. – Cede. - Esta vez no voy a fallar en obtener lo que merezco. – Clama con un aura deseosa. - Mi recompensa. – Jadea. Se nota la resequedad en su boca. - Tras tantas décadas privándome de mi mayor anhelo, por fin ante mí. – Sostiene su propio cuerpo para contenerse. Digiere el escalofrío placentero de su espina antes de tenderle su mano a la mujer. - ¿Qué dices? ¿Me ayudarás en esto?
    - Observa la mano con desinterés. Encara al anciano para hacer su demanda. - Dame lo necesario para terminar mi trabajo y entonces tendrás al bastardo.
    - Da las ordenes entonces. – Se reverencia con sorna. –
    - Tengo suficiente de las presas vulnerables. Esta vez quiero retarme un poco ¡Y el control seguirá siendo nuestro!
    - Ya veo lo que tramas. – Sonríe de oreja a oreja con un rubor que le cubre casi todo el rostro. - Cuenta con ello.
    - Estrecha su arrugada palma con seguridad. – Maestro.
    - Muy bien. – Concluye el apretón de manos para enunciar su primicia. - Señorita Shion: Trae “el secreto Kagamine” ante mí y te facilitaré la culminación de tu venganza.
    - Rueda los ojos. Puede detestarlo todo lo que quiera, pero sigue siendo su mayor fuente de oportunidades. Le debe demasiado a ese nefasto vejete. - Huh. Encárgate de alertar a Al Kagamine. Asustemos a un par de ratas.

    ~~~


    Al final fueron 25 paginas, pero es mas de lo usual

    Espero lo disfruten <3 lovius

    Ciao Ciao!

    Edited by Forbidden chapter - 17/5/2023, 06:36
  8. .
    Reportando que sigo viva y que se viene el siguiente episodio (wuuuuu, feli' porque hace mucho no hacia un ep de 30+ paginas)

    En la espera (que espero no dure más de lo que tengo previsto), les dejo una dinámica.

    Adivinen cual es cual, dos son mayor spoilers y las otras dos son ideas descartadas.

    1- Kaito no es el padre de Nova.
    2- Hay un personaje que sigue vivo y aparecerá sutilmente en el siguiente ep.
    3- Himisu no es hijo de Len.
    4- Rin no es Rin. *plays intensify the climax of servant of evil*


    Ciao, ciao!
  9. .
    Sobre aviso no hay engaño: Si Kaito atiende el mensaje de "necesito verte" pensando que es el hijodeputa de Fukase, ME MATOOOO, bueno, LO MATOOOO, LO MATO AL PNDEJO PORQUE CAPAZ DE-..., SI LO CREO AL IMBECIL *panic*

    Jsjsjsjs que loco, mas desmadre del que esperaba para algo que comenzó como dos pololos que se conocieron online. ¿Ash?
    ¿Banana fish eres tu?

    Creo que no entendiste mi sarcasmo, creo, jaja, en fin, aclaro que quiero a ese pelirrojo cara culo muerto (como personaje del fic, no el fukase en si, en general, este, mm, si), ya, no hay tiempo para ser justos, que se muera, es una mierda, me cago en esa porquería, es molesto como una plaga, hace mal pero no tiene nada de clase, joder, ojala Gumi no la cague por hacer pendejadas y se vaya a morir cualquiera menos el malo (flashbacks a la muerte de Rin en tu fic de Colors).

    Fiuuuu, ya me desahogué.

    Gracias por las chances de desquitar mis emociones negativas.

    AHHHHHHHHH, me quema, me duele, me lastima ver que Rin no puede evitar tener unos lentes de admiración para su madre, pero pasa, no debe ser nada fácil ser familia de AMBOS, abusador y victima me refiero, y no tipo uno abusa de alguien y el otro es victima de alguien, sino que uno abusó al otro, mi nenaaaa, suéltenla que no es la mejor guerrera, ta chiquita (óiganmen, hipócrita yo).

    Ahhhhh mi mente weee.jpg

    Por el flashback, supongo que Catherine realmente tenia un "motivo" para hacer lo que hizo y no solo se levantó un día y dijo: Hagamos esto

    Raro de decir pero, es de naturaleza vengativa a su ex esposo reflejando su visión de la nueva mujer en su propio hijo para hacer "pagar" al pobre señor Kagamine y no solo pulsión, porque, ugh, odio decirlo, pero al ser ella una madre, y madre de quien lastimó, necesito creer que sus acciones son una serie de eventos malignos juntos y no solo un "ah ya, da igual". Lista en caso de que no sea así, pero eh, debo confesar mis sentimientos respecto a lo que golpea "close as home", jaja :'v

    Nos leemos criaturita quq <3
  10. .
    I'm very confundida porque la primicia me dio a entender que al menos Len quería a Kaito pero siento que actualmente queda claro que no, así que a lo mejor Len tenia los cables cruzados por haber muerto recién... Ayuda, llamen a Dios

    Pinche abuela clasista

    Rinto, casi no te topo en los fics, ni eres mi fanloid fav, y cuando llego a utilizarte es para llenar lugares, pero acabas de ganarte un: OoOoOwwwwwww. Que boneeetooo, lastima que toda ilusión se fue alv con la muerte que sabe es canon pero solo falta que se la confirmen de Len :')

    Quiero dibujar a este Kaito ególatra princeso su majestad bien alzada, aghhhh, so bad, brainrot for him, jesus . También lo quiero en suplicio, porque la muerte seria una cura para el bastardo. En parte del fic donde veía a Kaito a través de los ojos de Len no pude evitar tararear el temaso de Lady Gaga "Bloody mary", que se hizo popular actualmente por la Wednesday pero la conozco desde su estreno y siempre la ame por lo que dice la letra, lo cual le va como anillo al dedo a esta versión del Kai-Kai.

    Ahí nos estamos leyendo <3 Me encanta la forma en que describes los ambientes, me relaja, previo a que hago corajes con la pinchx corrupción de los antagonistas, jsjsjsjs.
  11. .
    Inside joke:

    2023-03-28_22h07_22

    Tenemus 3ra y ultima portada!

    Me pregunto si se nota el "reveal": Todos los posibles asesinos de Len, una sombra y finalmente la culpable

    Seré honesta, pensé en hacer que fuera obra de Kaito, but, los esquizofrénicos ya tienen demasiada mala fama, así que nel, aparte lo consideré cliché, mejor la psicópata de Kaiko porque esos también tienen mala fama pero, pero, son estadísticamente más propensos a valerles madre lo ajeno

    Toca saber qué pedo, cómo ocurrió, qué trae Al, qué trae Mikuo y lo que tendrán que hacer Kaito y Rin al respecto por el bien de la bendición

    Recuerden tomar awa, os amo, nos vemos en el próximo ep <3
  12. .
    Third fragment of the past

    ~~~

    Dormido sin soñar, solo inconsciente, un dolor asfixiante invade su ser hasta reanimarlo. No consigue recobrar sus sentidos, al contrario, estos le abandonan, tan solo le rodea una sensación colectiva de pánico por pérdida y lo único que le preocupa es la ausencia del prometido abrazo progenitor-cría. Busca en la nada, corre sin rumbo y sin prestar atención a lo que dicen las voces que le rodean. La angustia y confusión que transmiten no le da buena espina, prefiere ignorarlo.

    Corre, corre por la interminable oscuridad hasta que se enfrente a la realidad. Está ante la muerte. Niega, retrocede y trata de huir, pero no importa a donde se dirija, en cada intento es devuelto a ella. Ruega, suplica e implora ante el agotamiento de su fuerza física, sigue luchando, aunque sea solo con su espíritu. La oscuridad estaba ansiosa de fusionarlo con la nada. La muerte estudia a su nuevo huésped; Su ansiedad, su karma, su forma de muerte y su último deseo.

    La oscuridad deja de tratar de absorberlo, aun así, él todavía es víctima de un ataque de pánico.

    Este humano ha sido asesinado pese a estar a unos meses de traer nueva vida. Qué mundo.



    Resignado a que su momento llegó el omega deja de luchar, más su llanto es incontrolable. Todo lo que recuerda es una cabellera azul acompañándolo en su agonía.

    No acepta lo que el estrago de su mente teoriza.

    ¿Por qué su alfa lo ha hecho? Pregunta ¿Por qué le ha tenido que pasar a él? ¿Acaso ambos murieron?

    Su cuerpo orgánico pronuncia el nombre de su alfa con su último aliento. Ha ocurrido, no hay vuelta atrás. Físicamente, está muerto.

    La muerte se vuelve más amigable, más próxima, parte de él, menos imponente o desconocida. Toma una forma que puede aproximarse al omega sin inquietarlo.

    Entonces, justo en medio de la nada, dividiendo ese sitio sin límites, color o comienzo, Len percibe una línea llena de luz que no tiene un fin claro. Sin recibir instrucción alguna se seca sus lágrimas para aferrarse a esa línea, en su mano se siente como un hilo, un hilo del cual tira y hay tensión. Es cuando cae en cuenta de que tiene otro extremo y comienza a buscarlo.

    Camina, camina y sigue caminando. La oscuridad no lo consume, al contrario, le abre el paso para que siga adelante. Al volver a lo que llamaba su ciudad natal no demora mucho en darse cuenta de que ya no pertenece a ese plano. Ya no es un cuerpo funcional, no es una persona, no es un ser vivo. No es él y su omega, es un solo ente.

    Sin duda estaba muerto, reconoce.

    No sabe cuánto tiempo ha pasado desde su deceso, no tiene la más mínima idea de quienes le sobrevivieron, pero su felicidad la hace el ver a su cría.

    Es egoísta, es feliz de tener al menos un último milagro, nada más le importa. Pese a no poder tocarle le hace saber de su presencia al inundar la habitación con su fragancia, su unión progenitor y cachorro.

    Está muerto, pero conserva su memoria. Recuerda el secreto que le ha compartido su madre, un don que le pertenece a su familia, en el que sus lazos serían más fuertes que los del resto, tanto de familia como de vida y muerte. Un día ella moriría, dijo Lily a sus cachorros, pero jamás se alejaría de ellos, o eso creía, y cuando estos la necesitasen ella podría saltar el muro de la mortalidad para darles conforte.

    - Mami me dijo… Que, aun siendo adulta, su madre, mi mamie, la visita en sus sueños. – Calla por un momento. - Hace años que no escucha su voz, pero a veces, ella viene para darle un fuerte abrazo cargado de su fragancia a orquídea. – Delinea la orilla de la cuna. - Me prometió que cuando ya no estuviese aquí vendría en mis sueños para darme el mismo abrazo a mí y a sus posibles nietos. – Los estragos de su cuerpo tangible liberan lágrimas a la orden de su espíritu herido. - ¿Quién iba a decirle a ella que quien los visitaría en sueños seria yo? – Entrecierra sus ojos con una sonrisa conmovida. Sus lágrimas desaparecen en el aire, en cambio sus feromonas traspasan la barrera de las dimensiones e impregnan el sitio con su desolación. - Mi pequeño secreto… Lo siento. – Se disculpa al ver que su tristeza ha afectado a la cría la cual se puso a llorar. – Perdón. Te juro que si estuviera en mi poder-… - Jadea. – Papa quiere volver. – Solloza. - Papa quiere estar contigo.

    Su tiempo en la tierra se acabó.

    Una vez liberado de su humanidad graba en su alma la misión de transmitir su amor a su bebé a través de los sueños.

    No puede entender el por qué no puede verlo, pero tampoco puede hacer nada al respecto, es como un espejismo.

    Len aceptó no poder ascender al paraíso hasta el día en que por fin se reúna con su pequeña.

    ~~~


    Si, very short, but i dont care, it is what it is

    Laritsuki:
    SPOILER (click to view)
    ¿La creíste sospechosa?

    yep, Otero Yamahi es acrónimo del nombre de su padre: kiyOTERO. hiyama, hi-yama, yama-hi y de eso... Seria contarte la trama, jsjsjsjsjs, paciencia

    Respuestas en el próximo episodio formal

    Awwww, adoro leer eso, gracias ^^

    Descuide, poco a poco resolverá esas dudas :'3

    Yes queen, aquí nos leemos


    Saquen sus teorías, que yo no se que hacer ya con la trama 🤙 Jajaja, bromiiii (¿O no?)
  13. .
    N\A:
    SPOILER (click to view)
    Escena eliminada de un fic


    ~~~


    - ¿Qué tienes?
    - Estaba pensando en lo que me contaste otro día.
    - ¿Qué fue?
    - ¿Cómo te gustaría que fuera?
    - ¿De?
    - Físicamente. Un bebé. Aquel día dijiste que solo esperarías que tenga mucha salud.
    - Mmm~, no sé.
    - Algún detalle debiste pensar.
    - ¿Tú sí?
    - Si tuviese un hijo, me gustaría que tenga tus ojos.
    - ¡No juegues!
    - Es enserio. Tienes unos ojos muy preciosos.
    - ¿De verdad?
    - De verdad.
    - En ese caso, no, a mí no me gustaría que tengan mis ojos.
    - ¡Pero son bonitos!
    - Pero ya es mi bebé.
    - ¿Qué?
    - Bueno, quise decir que, pese a que muchos progenitores no opinan así. Llevarlos 9 meses en su interior ¿Y que salga clon del engendrador? Que lata, pero yo creo, no sé, estaría consciente de que es mío porque estuvo aquí. - Señala su vientre. – Claro, sería más guapo si tiene mi cabello ondulado en lugar de tu aburrido pelo lacio, pero, creo que yo sería muy feliz si al menos tiene tus ojos.
    - ¿Ah sí?
    - Sí.
    - ¿Por qué?
    - Porque al mirarle a los ojos, cuando le abrace, cuando me le entreguen por primera vez, sabría de inmediato que le he hecho junto a ti.
    - Me vas a sonrojar~.
    - ¡Es enserio! Tras parir, suponiendo: Le veo ser liberado de mi interior y cuando nos encaramos por primera vez ¡Bum! Veo tus ojos replicados en ese ser chiquito. De inmediato procesaría que es “nuestro” producto.
    - Pero, no sería el caso si hereda mi pelo.
    - No. No le pones la misma atención.
    - Pero es mi pelo
    - ¡No lo ves igual! Además, los bebés suelen ser calvos.
    - Bueno, mi nariz.
    - No~. Tampoco se nota.
    - Mi mentón.
    - Ni siquiera tienen forma a esa edad.
    - Entonces mi sonrisa.
    - Kaito chimuelo. -Ríe por la imagen mental. -
    - ¡Ah, vamos! ¡En un bebé seria tierno! ¿O no? ¿Qué te parece? ¿Le heredo esta bonita sonrisa a tu hijo?
    - Ya dije. Quiero que tengan tus ojos si no, no sabré que son tuyos hasta que crezcan.
    - Y sean imbéciles o tengan pelo lacio.
    - O dientes.
    - Tú también tienes bonitos dientes.
    - En esas ya le pido que no tenga mis cejotas y tenga las tuyas.
    - No tienes cejotas, amor.
    - Claro que sí. Que no me saque ni las cejas, ni los ojos ni la jeta.
    - Pero tu pelo sí.
    - Si ese sí.

    ~~~

    Asi concluye
  14. .
    Capítulo 20

    ~~~

    Los reportes meteorológicos indican que habrá un tifón cuyas lluvias cubrirán varios distritos del país. Parece que va a tratarse del fenómeno natural más grande en los últimos 40 años. Las autoridades piden a la ciudadanía mantener precauciones y obedecer los reportes oficiales de las próximas 48 horas.

    Recuerde contar con un equipo de emergencia y víveres no perecederos. Revise las instalaciones eléctricas y pluviales de su hogar. No salga de su casa a menos que sea necesario. Consulte los horarios de operación de los cuerpos de emergencia e instituciones oficiales al servicio de su comunidad. La suspensión de labores y de clases va a depender de la zona de riesgo.

    *Bleep*



    - Leon ¿Apagaste el televisor?
    - No puedo oír al delincuente con esa baratija.
    - ¿Para qué quieres oír a Himi? Siempre lo molestas.
    - Quiero estar seguro de que no hace cosas de delincuente.
    - Dale un respiro – Vuelve a encender el aparato. – Tenemos que escuchar todo el reporte.
    - Agh, un poco de agua caerá ¿Y qué?
    - Es enserio.
    - ¡Te digo que algo trama!
    - Deja de espiar al chico y organiza tu puzzle ¿O es que no puedes?
    - ¿Qué no? ¡Bah! ¡Vas a ver! – Responde determinado a demostrar a su mujer que se equivoca. Camina lo más rápido que puede hacia la mesita de centro donde lo espera un rompecabezas inconcluso. -

    Mientras tanto, en su habitación, Himisu definitivamente planea algo.

    - Demonios, esta es de la buena. Es demasiada cronología para mí ¡Wou! Ok. – Murmura al aplaudir pausadamente en tanto camina de lado a lado entre esas 4 paredes. –

    Himisu ingresará al bachillerato hasta el próximo verano. La única institución dispuesta a aceptarlo puso esa única condición y claro que Rin la tomó. No importó cuanto insistió el chico en que lo dejase comenzar a trabajar para “aprender a costearse su receta médica”, la omega dio rotundos no.

    Ahora está ahí, ansioso en un alba de enero.

    Transcurridos los meses experimentales, su cuerpo comenzó a permitir que la medicina cumpliera su objetivo en el organismo. Ya puede traer sus recuerdos a voluntad, por lo tanto, la incógnita de su concepción ha vuelto a picarle. Vuelve a estar indispuesto a morir sin antes entender el siquiera por qué nació. El deseo suicida disminuyo considerablemente mediante volvía a enfrascarse en esa cuestión.

    Carente de distracciones sumado al exceso de tranquilidad en casa de sus abuelos, es su inquietud lo que lo lleva a reavivar su búsqueda. Durante su recitación de un monologo acerca de la forma en que debes acercarte a tus mayores dirigido a sí mismo lo congeló el repentino recuerdo de Otero. El estómago le duele en tanto su cabeza busca nublar los fragmentos que contienen la imagen del pelinegro. Mierda, piensa en tanto evita desvanecerse.

    - Ha pasado tanto… ¿Qué habrá sido de él? Dijo que continuaría investigando a mi familia. – Al jadear produce una tenue emisión de vapor. El frio invernal lograba colarse en algunas habitaciones del domicilio. - Espero que meter las narices en eso no le diese problemas. Maldición, viejo idiota. – Rasca su frente al recordar los escritos del último archivo que compartieron. – Un acta falsa… ¡Ah! Ya sé. – Golpea la palma de su mano con la otra vuelta puño. - Voy a revisar si mis abuelos tienen alguna copia del original. Si hago ese favor ya no me sentiré culpable por no haber ayudado al pobre diablo ¡Yuju! ¡Soy un genio!

    La mañana siguiente, cuando su madre se fue al trabajo después de dejarlo donde sus abuelos, se saltó el desayuno diciendo que le dolía la barriga. Aceptó el té que le hizo Lily antes de retirarse del comedor con la misión de escabullirse al despacho de Leon por medio de las ventanas. Decidido, se da a la tarea de encontrar el acta de defunción original de Len en algún rincón de ese lugar.

    Tras fatigantes minutos revisando los mismos portafolios una y otra vez es invadido por la frustración. Había toda clase de documentos en los archiveros del anciano, incluso de su tío Len, excepto el papel que buscaba. Resiste la inconformidad que corroe sus intestinos para no terminar azotando las cajoneras en medio de una rabieta. Un estruendo como ese lo delataría.

    Revisar entre las páginas de los libros del estante no le parece una opción, hacer eso le tomaría una eternidad ¡Es que tampoco disponía a gastar tanta energía en ello! Y sin embargo no quería solo descartar la existencia de ese papel, debatía entre añorar la señal divina para desertar o para persistir. No quiere rendirse, algo se lo impide. Abraza esa intuición para releer las hojas de nuevo pese a la fatiga.

    Entonces, el chico rememora que meses atrás la reacción de Leon ante sus acusaciones fue defensiva y opta por husmear su habitación matrimonial. Por supuesto, algo tan preciado para ese viejo debería estar bajo su máxima guardia, tanta como su senectud le permite, intuye que mientras tuvo cordura pensó en ponerlo en un sitio que jamás dejaría de proteger.

    Aunque siendo honestos, el alfa no puso gran esfuerzo en esconder por completo la existencia de su fallecido hijo, tan solo contó con que a su nieto no le importaría mucho saber acerca del pasado familiar. Con un poco de atención era posible toparse con rastros de la existencia de Len Kagamine en múltiples locaciones de esa casa.

    La habitación de Leon y Lily no sería excepción. Nova lo confirma cuando observa con detenimiento todo lo que le rodea. En forma de retratos, y pertenencias distribuidas que no eran propiedad de ninguno de sus parientes también, yacen claros indicios de que los Kagamine tuvieron otro hijo además de a su madre, Rin. Ignora lo que encuentra en la superficie para localizar el escondite de su abuelo. Gatea, inspecciona las paredes y vigila con intensidad las irregularidades sospechosas en el techo o en los muebles.

    Su método tuvo éxito: Debajo de una tablilla de losa falsa yacía escondida una caja bien empaquetada. Nova tomó la sospechosa caja entre sus temblorosas manos. Luego de reordenar el sitio tal y como estaba previo a su invasión retornó a su pieza para poder extraer el contenido de su descubrimiento. Al cargar con peso extra requirió de un plus de cuidado en su equilibrio para no caer desde los barandales del segundo piso. Una vez llegó a la seguridad de su habitación se tiró sobre la cama para desenvolver al paquete de las múltiples capas de cinta. Tira lejos los pegajosos jirones al intentar levantar las pestañas del cubo de cartón con una sola mano.

    Dentro de la caja solo hay pertenencias de Len, incluso fotos, todo era acerca del omega. Nova admira una fotografía de generación preescolar de los mellizos. Al ver a su madre continua a su gemelo reflexiona el gran parecido que tuvieron, tal como ella dijo. Sonríe para sí mismo, enternecido por ese retrato del par. La sonrisa pícara de su madre resalta al lado de la expresión cohibida de su tío e incluso lo hace entre todas las sonrisas inocentes del resto del grupo.

    - Es lindo ver que mamá alguna vez fue feliz… - Susurra al pasar sus dedos sobre los rostros de sus parientes con suavidad. Acaricia un recuerdo que no le pertenece. -

    Niega para evitar llorar. Deja las láminas de lado para seguir analizando todas y cada una de las páginas que se encuentra: Dibujos, diplomas y reconocimientos de bellas artes, lee los títulos detenidamente hasta toparse con una especie de archivero enteitado.

    Cuando consigue retirar todo el tape saca un folder marrón que contenía unas hojas del mismo tipo de papel que su propia acta de nacimiento. Lee el primer renglón y… ¡Eureka! ¡Al fin encontró el documento!

    No contuvo el carraspeo victorioso que le fluyó del pecho, como cuando de pequeño lograba cazar un insecto extraño en el barro. Releyó con simpleza los datos que ya conocía del acta “falsa”, más su sonrisa se borra y su lectura se ralentiza mediante confronta las incoherencias.

    El expediente que le compartió Otero en uno de sus tantos viajes decía que Len prácticamente murió en su departamento en el distrito norte por una sobredosis de fármacos que ingirió alrededor de las 6:00 pm, que pese a llegar a un hospital las reanimaciones del equipo de urgencias no dieron resultados positivos además de que el susodicho nunca recobró la consciencia, pero ese archivo decía que murió en el hospital en el cual fue puesto bajo vigilancia por problemas cardiacos, la hora era las 2:00 am y la causa describe “complicaciones durante una cirugía de emergencia”.

    Bien, de primera nada coincidía con la versión de su familia diciendo que Len murió en cuidados intensivos y que hubo oportunidad de intentar salvarlo, pero…

    Lo que hiela la sangre del chico es ver que en el cuadro de anexos marcaron la existencia de un “producto A”, el cual fue declarado muerto, y un “producto B” que no tenía nada más escrito.

    - No puede-…

    Luego de leer el título del resto de las hojas, el peliblanco se pone de pie de golpe. Leon también tenía en su poder la bitácora forense. El muchacho tuvo que controlar el escalofrío que le ocasionó dar un vistazo a las explícitas fotografías que cayeron dispersadas por todo el suelo. Su garganta se secó. Rápidamente recogió todas las partes del reporte.

    Estruja el monto contra su pecho en tanto modula su respiración. Su mente se quedó en blanco. No podía moverse. Cuando el alma le vuelve al cuerpo solo atina a seguir sus instintos.

    Imparable, Nova escapa de la casa de sus abuelos y huye directamente al centro de la ciudad sin dar explicaciones a nadie.

    Corre, corre como loco por todas las escaleras de un edificio precario donde tenía entendido que habitaba el detective. Corre hasta llegar al número de departamento que recordaba. Golpea la puerta sin miedo a tirarla por lo añeja que es. Tenía toda su fe puesta en que el hombre todavía siguiera ahí. Pasados unos minutos que se sintieron como una eternidad, el exhausto pelinegro abre la puerta despreocupadamente.

    - Otero se tomó su tiempo para atender puesto que ya sabía que se trataba del joven, pudo reconocer su aroma. Bosteza con gana y talla su ojo derecho. - ¿Diga?
    - El rubio niega indignado. - ¿Qué cree que hace? ¡Son las 11 de la mañana!
    - Umm~, dormir.
    - ¿Y qué hizo anoche? – Reconsidera sus prioridades al negar y disipar ese pequeño dilema. - Demonios, eso no importa ¡Tiene que ver algo!
    - En verdad creí que respetarías que tomase mi caso aparte. Ha pasado mucho desde que decidí dejarte en paz, joder ¿Qué haces aquí después de…?
    - ¡Es sobre su caso!
    - ¿Qué?
    - Escuche, me disculpo por tratarle de egoísta, vale, fui un soquete, como sea. – Parlotea con manoteos de por medio. - Busqué el documento que mencionó.
    - ¿Documento-…?
    - ¡El acta!
    - Procesa ese par de palabras antes de soltar un bufido. - Jaja, claro.
    - ¡Enserio!
    - No hay manera de que estés fresco luego de rastrear un documento que seguramente fue desechado por el hospital.
    - Pues fíjese que he encontrado más que ese documento. – Presume. - Descubrí que mi familia sabe cosas. – Continua al ver la expresión de intriga del mayor. - Mi abuelo, Leon. Tiene muchas pertenencias de su hijo en un cajón escondido. Me dije: Oye, supongamos que tuvo minucioso cuidado del archivo de su hijo, algo tendrá todavía entre toda su basura. Y no me equivoqué, pude encontrar el documento con el papel correcto. Esperaba encontrar al menos una copia, pero obtuve el original. Mire. – Extrae el archivo del morral que tomó a las carreras al huir apurado. -

    Yamahi acepta la hoja con cuidado. Después de leer un par de recuadros su rostro perdió algo de color. Lo sabe, sabe de los datos que son correctos, pero hay otros de los que no tenía idea y le confunden.

    - Parece que-… Así es. – Dice sin poner esfuerzo en separar sus labios. La quijada se le torna temblorosa. - Sí, es el papel que se utilizaba entonces.
    - Señor Yamahi, usted tenía razón. Len Kagamine fue asesinado. – Pronuncia con intención de demostrarle solidaridad al abatido detective. Sin embargo, tenía algo de prisa. - ¿Ya lo ha leído todo?
    - Estoy en eso… - Entrecierra los ojos con el papel en sus narices. Ha dejado sus lentes olvidados sobre la cómoda, por lo que leer se le dificulta. -
    - ¡El demente estaba en espera! – Grita por fin. - ¿Cómo es que no se habla de eso? ¡En absoluto! Era una estrella, tenía muchos admiradores ¿Por qué nadie hace memorial a su bastardo? ¿Quiénes le mataron lo sabían? – Sostiene su muñeca con ansiedad. – Llegué a creer que… ¿Tal vez lo mató su pareja? O bueno, la otra parte de su producto.
    - No digas tonterías.
    - Enarca una ceja y estruja su dorso. - ¿Por qué sería una tontería?
    - No creo que los Kagamine hayan dejado el asunto bajo tierra si hubiese sido algo tan demandable como una pareja sentimental en contra de la decisión del omega sobre su propio cuerpo. Digo, tenían todos los medios para denunciar un presunto homicidio. Uno doble, a juzgar por la edad del feto.
    - ¿Y si el bastardo era de apellido?
    - ¿Con el rencor que le tienen los Kagamine a las elite? Lo dudo. A menos que Len no compartiera el pensamiento de sus padres, pero siendo un artista mucho menos lo creo. – Sale un poco de la conversación para decir algo con ironía. - Es una fortuna que los artistas no evadan impuestos.
    - ¿Quién más podría obligar a mi familia a guardar silencio?
    - Uh ¿Ellos mismos? Todavía no comprendemos sus posturas ante las actividades de su hijo previas a su deceso, tal vez ni el mismo Len deseaba al cachorro o… - Niega. – Bien ¿Te dijeron algo relevante? Antes o, ahora. – Pronuncia dubitativo. -
    - Bueno-… Ugh, no lo sé. Tenga, vea esto. – Ahora saca el monto del expediente forense y se lo ofrece sin verlo ni de reojo. – Mi abuelo también tenía esto.
    - ¿Qué es eso?
    - Pff. No pude leerlo. Tenía que venir inmediatamente. Pero, creo es eso que dice todo en torno al cuerpo.
    - Reporte forense, sí. Parece ser la verdadera bitácora de la autopsia. – Se encoge de hombros. Dedica un par de minutos a una lectura minuciosa. Termina tomando asiento en el único sillón del living. – Por lo menos corresponde al acta de defunción que encontraste.
    - Entonces ¿Cómo es que las tiene mi viejo y por qué? Ellos no viven ni el luto, no a voces.
    - Talvez intentaron descubrir la verdad antes, pero otras prioridades opacaron la necesidad de esa verdad.
    - ¿Prioridades? – Se queda mudo ante la mirada acusadora del pelinegro. Claro, su seguridad. -
    - Len Kagamine murió dentro de una cesárea, dice aquí. – Camina hacia la barra de la cocina para ver con detenimiento las anotaciones hechas sobre las fotografías del cadáver. – Esos cortes. No pudo ser accidental ¿O sí? – El mayor fija su atención en los datos de quien redactó el documento. Había un nombre, un autor, un-… Testigo. – Tengo una idea… - Señala con taps el recuadro antes de ir por un abrigo. -
    - ¿Enserio? ¡Vamos! – Estaba por tomarle la delantera. -
    - Un momento. – Lo detiene al tomarlo del antebrazo. - Creí que estabas fuera de este caso ¿Por qué el repentino interés? – Deja que el menor se libere al primer forcejeo. - Ya me mostraste el documento. Es hora de que vuelvas a tus asuntos.
    - Mueve sus manos en varias gesticulaciones que expresan su ausencia de palabras. De igual manera menea su cabeza. - Es que-… Huh. Mire. – Dice rendido. Se quita el morral para arrodillarse, saca una carpeta y comienza a tender diversos documentos sobre el rechinante suelo. Otero retrocede sin apartar su vista de las letras que con la distancia le resultan ilegibles. No comprende lo que ocurre. – Prácticamente, Rin se presentó ante el mundo conmigo en brazos de la noche a la mañana. Antes creía en la posibilidad de ser adoptado, pero, vamos, el parecido es innegable, además de que el aroma de “ellas” y mi “don” son herencia familiar. Al menos me siento seguro de decir que Lily es mi abuela, pero, luego de leer este documento. – Recupera el acta de Len para alinearla con otros papeles. – Rin, mi madre… - Se queda un momento en silencio. Respira hondo para continuar. - Tengo un presentimiento sobre ese dato inconcluso. – Apunta la hoja del acta de defunción de Len. – De camino aquí busqué una referencia y-… – Pone un celular inteligente continuo a la primera acta. Conectó todas sus piezas ante el mayor. – Esta beta embarazada murió con un producto de 6 meses, ambos fueron registrados en el acta. Puede ver que es del mismo año en que murió Len así que el formato debe funcionar igual. Quiero decir que no escriben sujetos en vano, los que se ven son los existentes. – Su voz apenas fluía cargada con mucha inseguridad. Sonaba desolado. - Len Kagamine no solo estaba en espera, él -…
    - No. Aguarda. – Nova alza la vista con incredulidad. - No te apresures a caer en películas que se crean en tu cabeza.
    - Pero, señor Otero, escuche-…
    - Tengo a un sujeto. Voy a buscarle de inmediato. Primero veamos qué tiene que decir y después saltas a conclusiones. – Se inclina para verlo directamente a los ojos. La voz del adulto es gentil. - No te precipites Nova. Confía en mí. Su muerte ya tiene bastantes incoherencias, posiblemente esta es otra más.
    - Sé que usted es el detective, pero ¿Cómo puede estar tan seguro de llevarme la contraria antes de que le explique toda mi teoría?
    - Tsk. Es solo un consejo, haz lo que quieras. – Dice y se queda completamente inmóvil. Esperaba la respuesta del joven. -
    - … Vale. Le acompaño. Después de todo, él fue el hijo de mi “abuela”. – Recoge todas sus cosas. - Seguimos siendo familia. Esto me concierne de una forma u otra.
    - Respira hondo antes de asentir. – De acuerdo. – Se pone de pie con un par de quejidos de por medio. - Sígueme.

    Pasaron la tarde entera en la biblioteca donde todo comenzó. Otero hizo de las suyas para rastrear el nombre de quien se suponía aquel archivo era puño y letra. Para su dicha, tuvo éxito.

    Tenían tiempo de ir a buscarlo ese mismo día. No perdieron ni un minuto en recorrer el estado de extremo a extremo para dar con el “refugio” del sujeto. Ordenó a Himisu mantenerse siempre a sus espaldas. Cuando tocaron la puerta no pasaron ni dos segundos y ya habían sido echados. El pelinegro no quiso rendirse, golpeó la madera incontables veces a sabiendas de que el otro no había huido, estaba del otro lado, aferrado a la perilla.

    - ¿Iruto? Abra de una vez.
    - No sé de quién habla. Yo respondo por Takumi Soo.
    - Vamos, señor Iruto. Doctor Kisawa… Tiene que abrir esta maldita puerta.
    - Váyanse de una vez, por favor. Por piedad.
    - Es un asunto delicado-…
    - ¿Cree que no lo imagino? ¡Largo! Nada tiene caso de todos modos.
    - No diga eso. Tenga un poco de fe.
    - ¡Largo!
    - ¿O qué? ¿Llamará a la policía? – Silencio. -
    - Ellos estarían de nuestro lado ¿O no? – Pregunta el chico un poco nervioso. -
    - Seh… Ellos realmente no atenderían a nuestro servidor.
    - ¿Por qué?
    - Es-… - Se detiene cuando siente que tiran de la puerta. Libera el picaporte y retrocede con la mano cerca del bolsillo secreto de su gabardina. Se relaja cuando ve al hombre demacrado con las manos en alto. Devuelve ambas palmas a sus costados - ¿Señor Iruto?
    - … Huh, no he oído ese nombre en años. – Casi se ahoga en su risa. – Le pido que se sostenga a decirme “Soo”.
    - Bien, señor “Soo”. Tenemos un par de preguntas por hacerle.
    - Supongo que puedo responder algunas, pero solo a usted.
    - ¿Disculpe?
    - El muchacho. Que se largue. – Abre la puerta de su pocilga y se hace a un lado. – Usted, pase, pero que el niño se largue. – Su tono defensivo repentinamente parecía piadoso, protector. -
    - Otero se gira de inmediato a Nova, el cual ya disponía a alejarse. Asiente a la permisividad del menor y se aproxima a su potencial testigo. – Con permiso.

    Ambos se adentran a la sala. Lucía cuidada, pero muy desabrida y minimalista. El pobre diablo de “Soo” trataba de hacer ameno un lugar deplorable.

    - Hace mucho no me venían a fastidiar. – Truena las articulaciones de sus manos. -
    - ¿Sabes qué hago aquí?
    - ¿Trabajas para los Kagamine?
    - No. Huyo de ellos. Soy un lobo solitario.
    - Claro… Pero es sobre “el” Kagamine.
    - Así es.
    - Sí… Heh, soy capaz de dudarlo como si yo estuviese envuelto en otra cosa… - Sonríe con una mueca. -
    - ¿Qué hace aquí? – Señala el recinto con una mirada desaprobatoria. - Usted era un doctor con muchos honorarios.
    - Tuve el infortunio de hacer mi honesta labor frente a personas corruptas… Al menos sigo vivo. No como mis colegas.
    - Creí que eras una tumba, hombre.
    - Hay cosas muy evidentes que puedo filtrar, pero otras… Ni se moleste.
    - ¿Qué puede decirme sobre “el” Kagamine? Como lo llama.
    - Se sabe lo suficiente afuera, no me necesita a mí.
    - Por supuesto que lo necesito. Este documento que redactó no es suficiente. – Tira la pila sobre el sillón. El monto quedó a la vista del ojeroso peli rojo. – Por algún motivo no incineraron algo tan comprometedor. O acaso ¿Lo escribió directamente para su dueño?
    - ¿Dueño?
    - Esto era posesión de Leon Kagamine.
    - Gira para evitar la mirada del intruso. - No debería hablar.
    - ¿Acaso el padre de Len Kagamine le amenazó?
    - ¿Qué? No. No, nada de eso, no.
    - ¿No le entregó a él estos documentos?
    - Los habrá conseguido por sus medios. Estos papeles me fueron arrebatados por hombres extraños. Matones.
    - Entonces ¿Solo lo escribiste? ¿No tuviste una orden de ningún superior? ¿Ni para suplantarlo por el archivo falso?
    - Yo no los hice pensando en nadie. De no ser por mí tal vez no habría documentación aparte de la que falsificaron. Él, Leon, el Kagamine mayor, intentó hablar conmigo hace tiempo. Yo temía que cedería a sus insistencias, pero un día dejó de aparecerse por aquí. Supongo que entendió todo.
    - Esto es un callejón. Aunque tiene sentido que los Kagamine siempre supieran la verdad ¿No?
    - Eso parece, señor. Pero entonces no puedo ayudarle, le dije. Ese acuerdo es entre el señor Leon y quienes agredieron a su hijo.
    - ¿Estás seguro de que no puedes decirme ni un nombre? O lo que sea.
    - Yo-…
    - Por favor. He leído tus garabatos en este reporte, debes recordar otra cosa. Dime ¿Qué ocurrió ese día?
    - No debo.
    - ¿Por quién? Al menos hazme entender el motivo de tu silencio. Esa familia tuvo que callar por el bien de su integrante más joven ¿Qué vale la pena proteger para usted? Confinado a un trabajo de mierda en un refugio de mierda con una culpa de mierda que lo sigue cada día.
    - Es-… Hah, es el temor de ese día. Tiene razón, ya no tiene sentido, pero todo fue tan horrible que no creo merecer perdón. No importa lo que haga. Agonizar diariamente con la culpa es lo mínimo que puedo hacer.
    - No sea duro consigo mismo. Es su oportunidad de intentarlo otra vez. Escribió esto por algo, puede volver a hacerlo, o al menos contarme el más pequeño detalle de lo que vio ese día.

    Pasaron minutos en silencio. Minutos de quietud que el oji negro estuvo dispuesto a padecer con tal de darle su espacio al afligido omega frente a él.

    - El señor Kagamine se encontraba estable. – Empieza a hablar por fin. El pelinegro lo observa como un cazador que divisa una presa. – No era mi paciente, pero, huh, no tuve ningún informe de su estancia previo a la intervención. Todo ocurrió tan rápido. – El otro camina a su alrededor en tanto lo escucha. - Teníamos que regular el estado de su corazón. Padecía de hipertensión en consecuencia de su embarazo anormal.
    - ¿Anormal por…?
    - La edad. – Ve al inodoro asentir, prosigue. - Fue una operación difícil porque la prioridad era la supervivencia de sus bebés, pero-…
    - Un momento ¿Qué? ¿Bebés?
    - Sí, bebés. Vamos, ya sabe que Len Kagamine estaba en espera. – Dice al recoger con manos temblorosas el informe que redactó. -
    - Si, pero, digo ¿Qué quiere decir con bebés?
    - Oh, lo sé, de por sí todo es horrible. El señor Kagamine, en paz descanse, estaba esperando gemelos. – La fuerza que el pelinegro necesitó para contener sus emociones en la necesidad de proteger su identidad casi le provoca un desmayo. - Ya es tarea difícil mantener la salud de procreador y producto, imagine atender 2 productos. – El omega señala las anotaciones de los productos que Himisu estudió antes. - Hicimos un milagro que no duró mucho tiempo, o que sabotearon… Eso no lo sé, de haber existido una investigación policiaca habrían revisado las cámaras a tiempo, pero alguien las sustrajo una semana después del deceso, imposibilitando cualquier investigación independiente, y no tengo idea de qué les hizo. Lo juro.
    - (Destruyeron la cara del asesino).
    - Lo que yo sé es que antes de la media noche, visitas fuera, enfermeras en descanso, alguien se las ingenió para entrar a la habitación del señor Kagamine e inyectarle adrenalina.
    - Esa mierda solo es necesaria en caso de un paro cardiaco… - Murmura al soltar destellos de ira. -
    - Si, lo sé, en alguien estable y bajo medicación para la presión alta… Su corazón se volvió loco. Queríamos estabilizarlo, pero la doctora en turno nos dijo que los bebés eran prioridad y sería necesario operar. Alguien quiso oponerse, dijo que eran productos jóvenes y viéramos por el señor Kagamine pero algo en ella era tan intimidante que obedecimos sin más el poner en prioridad a los gemelos. Era como si mi organismo tuviese mente propia e ignorara mi voluntad. – Contiene una arcada. Tose antes de poder continuar. - Comenzamos la operación a las 12:23, entramos de emergencia, sustrajimos al primero con éxito, pero en el segundo se complicó, el ritmo no bajaba y el nerviosismo en conjunto causó un desastre, dejábamos pasar el tiempo y la doctora-… Ella… - Comienza a negar mientras sus manos se sacuden. -
    - Por favor, dígame el resto. – Lo sostiene fuertemente de los hombros para que mantenga la calma. -
    - Es que… No puedo. No es solo sobre el paciente. – Tenia un episodio de pánico. Aun así, emite las palabras necesarias para conjugar una acusación. - La doctora, nadie debe-…
    - Espere, espere ¿A quién protegen quienes le amenazan? ¿Al paciente? ¿Al intruso o a la doctora? – El silencio lo impacienta. - ¿Qué hizo la doctora?
    - La doctora… - Traga duro. Necesitaba decirlo en voz alta. Lo escupe una vez se encuentra vulnerable. - La doctora Shion se volvió loca.
    - Se tomó un momento antes de replicar. - ¿Shion?
    - Comenzó a cortar y cortar, y la sangre… Había sangre por todos lados, cortaba en partes donde no aplicamos anestesia. – Las heridas remarcadas por círculos en las fotografías. - Decía que era por el bebé faltante, pero sabíamos que algo andaba mal. Ambos bebés sobrevivieron a la intervención, pero el señor… El señor Kagamine murió durante la ciru-… - Niega sin control. - ¡Joder, Sacro cielo! ¡Eso no culminó como operación, fue una puta carnicería!
    - ¿Shion? ¿Se refiere a Kaiko Shion acaso?
    - Se queda quieto por un instante. - ¿La conoce?
    - ¿Qué paso después? -Ignora la primera pregunta. Ya no puede contenerse, ansiaba saber el resto. -
    - Yo-… Yo no tenía cargos del área forense de manera formal, solo algunos conocimientos generales. – Explica. - Yo era cirujano obstétrico antes de que me echaran y me obligaran a vivir en lo bajo, pero, pero me hicieron llevar el cuerpo a morgue junto a dos doctores que también estuvieron presentes. – Guarda silencio. Al descongelarse comenzó a sollozar. - Señor, no les volví a ver meses después de eso. Temo que ellos no estuvieron dispuestos a mantener el secreto y-… - Sorbe su nariz para aclararse la voz. – “Sacro…”
    - ¿Y qué pasó en la morgue?
    - Nos aseamos, estábamos tan aterrados que solo pudimos concentrarnos en limpiarnos la sangre de nuestro paciente mientras algo más ocurría. No entendíamos nada, luego llegó un hombre desconocido que se hizo cargo de realizar la autopsia. Sin que nadie me dijera tomé un formato vacío y lo llené con todo lo que él dictó a sus adentros, todo lo que pude escuchar y tomé las fotografías tanto como su robusta figura me dejó, los otros le ayudaron con los procedimientos del cuerpo. Al intentar dejar el informe en administración fue cuando me tomaron y me hicieron entender que debía callar. Me entregaron otro archivo con otros datos y me obligaron a memorizarlo. Ya no supe nada de los bebés que logramos salvar, no supe nada de mis compañeros que no entraron a la morgue ni de algún sospechoso de la agresión previa a la muerte de Len Kagamine. – Hace una pausa para volver a sorber su nariz y mirar con desesperación al pelinegro. – En cuanto a la doctora… Sé que vive y que trabaja a sus anchas, pero, no sé, algo anda mal, dudo que no supiese lo que hacía. Eso no fue un episodio de pánico, señor. No es casualidad que todos fuimos borrados del sistema médico excepto ella.
    - Entonces, a fin de cuentas, ha sido Kaiko Shion.
    - Sí… Sí. – Dice con una sensación liberadora. – Toda esa farsa del suicidio seguro comenzó por la protección de Kaiko Shion, pero desconozco quién lo hizo. No sé quién detuvo la investigación de Leon Kagamine ni quién protegió a la doctora Shion ni el por qué. ¿Por qué le hicieron eso a Len Kagamine?
    - Entonces, la familia Kagamine sabe algo al respecto, o ajeno (el alfa de su hijo, por supuesto) para acceder a encubrir el crimen de la doctora Shion. Ella sigue libre mientras que a Len la comunidad lo recuerda con cariño y compadece una muerte falsa. Todos ganan. – Formula con una expresión insatisfecha. -
    - Por favor, dudo que no se den cuenta de que ha estado aquí y de que hablamos. Seguro que ahora se me nota el peso que he soltado. – Señala sus ojos rojizos y la sonrisa torcida que se debilita por el llanto histérico. - Por favor, no me haga vivir el tiempo que me queda con incertidumbre, por favor… ¿Sabe qué ha pasado después? ¿Qué fue del niño sobreviviente?
    - Niega lentamente. El omega se encoge, afligido. - Tiene razón. A Len le asesinaron, pero no debe saberse. Debo pedirle que siga en silencio. – Se refiere a la prensa. -
    - Eso lo tengo muy claro… No por los rostros sin nombre que me han amenazado, sino, el buen señor Leon… Huh, si se enterara le daría algo. Quería el crédito por hacerme hablar. – Bromea con una expresión agotada antes de reír entre hipidos. – No puedo creerlo.
    - Resopla, un poco influenciado por la pena de la situación que exige reír en consuelo. Bufa antes de recuperar su faceta inerte. – Señor Iruto, le agradezco que me dijese toda la verdad respecto a la muerte de mi omega.
    - Vuelve a quedarse paralizado. No pudo creerlo a la primera. El labio inferior le tiembla, se niega a dar la cara. - ¿S-su…Su? - Da un brinco al sentir la mano de ese extraño sujetarle el antebrazo. Ahoga su voz. -
    - Shh, shhh, tranquilo. Descuide. – Frota con delicadeza la parte que ha aprisionado para relajarlo. - No ha sido culpa suya. Gracias por intentar salvarlo. Cuídese. – Le besa la frente antes de marcharse en silencio. -

    Abandona el sitio sin ver atrás. Sintió un poco de estrés al no localizar a su asistente peli blanco en las proximidades de la casa o los terrenos vecinos. Recorre la cuadra sin gritar su nombre y suspira aliviado cuando lo encuentra escondido en la esquina de la acera que conecta la calle con la avenida principal.

    - ¿Qué ocurrió? – Cuestiona al incorporarse. Sacude sus pantalones. -
    - Tengo hambre ¿Quieres acompañarme o ya volverás a casa?
    - ¿Va a contarme lo que ocurrió? – Pregunta algo decaído. Revisa la hora en su teléfono. -
    - Seguro, pero primero iré a cenar ¿Entonces?
    - Escucha los reproches de su estómago. - Vale. Vamos. ¿Tiene idea de a dónde ir?
    - Hace mucho no-… No veo una guía turística de la ciudad. – Concluye. Cambia su expresión vacía por una despreocupada. - No, no tengo idea.
    - ¡Bien! ¿Le gusta el ramen? Sé de un lugar bueno y barato en la siguiente villa ¡No tendremos que esperar a volver a nuestro distrito! – Después de todo le emocionó demasiado la idea de por fin probar bocado. Ese día fue extenso y agotador. -
    - Suena bien. Vamos. – Apunta el camino a la estación con su cabeza. El interesado joven camina apresuradamente junto a él. -

    Un breve viaje en tren después, ambos masculinos ingresaron a una modesta tienda de ramen. El vendedor los recibe con cordialidad y los invita a pasar antes de ofrecerles un par de menús. Los deja solos para que formulen sus pedidos.

    - Y~ ¿Entonces?
    - ¿Entonces?
    - ¿Qué ocurrió con el psicótico? ¿No le hizo daño?
    - Además de lo emocional, estoy bien.
    - ¿Emocional?
    - Como lo supusiste: Estaba un poco pirado. Era doloroso verlo ser. Pobre, la pasa atormentado. - Guarda silencio al perderse entre las páginas del menú. -
    – Sus mejillas se inflan antes de que apoye su barbilla en sus dos manos, deposita todo su peso en la barra y sus iris se direccionan a su flanco izquierdo con el reproche plasmado en su entrecejo. –
    - Nota la expresión del joven y niega antes de regañarlo. - No pongas esa cara.
    - ¡Bah! ¡Tengo derecho! Acordamos que me contaría todo. No estás cumpliendo con tu parte, anciano.
    - No me desprecies demasiado o vas a verte así a mi edad.
    - Así no funciona la genética.
    - Es karma. – Corrige. Vuelve a quedarse callado con la vista fija en las opciones del restaurante. Contrario a lo que se podría creer a simple vista, no estaba concentrado, más bien evitaba algo. Himisu pudo darse cuenta de eso. -
    - ¿Se siente bien?
    - Sí. Solo necesito recuperar nutrientes. Es todo. – Tuerce su boca cuando nota que el joven es más atento de lo usual. No le compraba su excusa para nada. - ¿Tienes alguna recomendación? ¿Eh? ¿Qué vas a pedir?
    - Oh, uh, pues-… El miso, creo.
    - ¿No es muy tradicional? Creí que eras aventurero.
    - ¡Es un buen clásico! – Bingo, pudo cambiarle de tema. – Es muy rico y nutritivo.
    - Que sean dos miso entonces. – Toca el timbre para que el cocinero vuelva a la barra. –
    - Claro, después de todo siempre puede usar las especias.
    - ¿Te parece que soy un salvaje? Siempre debes ser fiel a lo que le pides al chef.
    - Errar es humano. Un poco de hojuelas de picante no van a matar a nadie.
    - (Matar) Curioso que digas eso.
    - ¿Eh? ¿Por qué?
    - ¡Disculpen la demora! ¿Qué van a ordenar?

    El mayor celebra la interrupción antes de tenderle su menú y ordenar para ambos. Himisu se sintió un poco intimidado por su cambio de semblante. Vale, que no iban a darle explicaciones a ese vendedor, pero ocultar tanta basura de esa forma y de un segundo a otro…

    - ¿Ocurre algo?
    - No. No es nada.
    - Es muy tarde para cambiar de opinión. – Advierte con un típico tono paternal de regaño. - Aunque, hmm, eres el vándalo que no le importa poner extras en su pedido.
    - ¡Ugh! ¡No es nada de eso! Viejo sonso.
    - ¿Entonces?
    - ¡Da igual!

    No pudieron discutir por mucho tiempo, el servicio fue rápido y eficiente, además de que su hambre no tuvo piedad de los grandes tazones de comida. Comieron sin ninguna clase de interrupción hasta dejar los platos vacíos. Una vez saciado, Himisu se recostó sobre la madera un poco adormilado mientras que el oji negro hacía unos apuntes que no fueron interés del joven alfa empachado. Nada le interesó hasta recordar que había una cuenta por pagar.

    - Oh-oh.
    - ¿Qué tienes?
    - Creo que no ajustaré mi consumo y los pasajes de regreso a casa… “Carajo”. El trayecto es demasiado largo para simplemente ir caminando.
    - Rueda los ojos sin estar realmente sorprendido de la situación del oji gris. - Toma un par de billetes de mi cartera.
    - ¿Eh?
    - Me oíste. Yo voy a pagar. No te preocupes por eso.
    - N-no quiero que pagues por mí.
    - ¿Realmente tienes opción? Considéralo un préstamo si quieres. – Sugiere. -
    - Huh vale ¡Eso haré! – Responde jocoso con una mueca. Hurga en la maleta del beta. Gruñe maldiciones mientras que ubica la billetera ajena. – En el regreso le pago. Sé dónde vive de todos modos.
    - (Me recuerda a mí. Tuve esa etapa pre-independencia, toda clase de ayuda me caía fatal en el orgullo) Tranquilo, tengo suficiente.
    - Imita la última frase con una vocecilla. Ya tenía la cartera en su posesión. Continuaba vociferando en tanto ponía orden a los objetos y concluía la tarea. La inesperada revelación de una fotografía lo detiene de sustraer el dinero. - Ou… ¿Quién es ella?
    - No mueve ni una extremidad, tan solo guía su visión a lo que señala Himisu. – Mi pequeña.
    - ¿Pequeña?
    - Es mi hija. – Esclarece. -
    - Oh, ya. – Asiente convencido. - Huh, a simple vista no parece tener mi edad.
    - Es foto vieja. – Responde de inmediato. – Tenía 10 años entonces.
    - Es… Era adorable. – Dice por reflejo al darle una mirada superficial a la imagen de una niña de ojos azul cobalto y un brillante cabello color rubio platino cenizo. Busca la atención del mayor. – ¿Lo sigue siendo?
    - Medita la pregunta. – ¿Por qué quieres saberlo?
    - Anda, no me malinterpretes, viejo. Solo quiero charlar.
    - Es mi hija, por supuesto que voy a creer que es la princesa más hermosa que mis miserables ojos han visto jamás. – Recita con una apasionante seguridad. -
    - En ese caso ¿Es posible que me mientan al decirme guapo?
    - ¿Un integrante de tu familia? Absolutamente. Pero no quise decir eso, por supuesto que mi-, hija, es bonita.
    - Entonces, papa-pato ¿Por qué no actualizaste tu amuleto? Ha de estar muy cambiada hoy en día ¿No superas el hecho de que ya no es una bebé? – Acusa con burla. –
    - Como si fueras a entenderlo, mocoso. – En realidad no tenía una buena excusa para cortar esa interrogante. -
    - Y, por cierto, se ve muy solitaria en esta foto. Debieron posar junto a ella al menos.
    - Su madre tomó la foto. Yo estaba, bueno, trabajando. Incluso tuvo que imprimirla por mí. – Sonríe de medio lado tras decir eso. - Fue un día especial para ella, por eso me pidió llevarla conmigo.
    - Si no estabas ahí ¿Cómo sabes que fue un día especial?
    - Ellas me lo dijeron. – Dice confianzudo. - Me cuentan de todo cuando vuelvo a casa. Paso, talvez, demasiado tiempo fuera y no dejan ir ni un segundo cuando estoy cerca. – Medita lo que dirá a continuación. – Había una feria, en el pueblo y tuvieron un día divertido. Ella no había sonreído tanto antes… O, convivido con muchas personas, pero fue distinto para ellas esa ocasión. Sus lazos se fortalecieron a partir de ahí. – Frota su cuello con nerviosismo. Mentir se le imposibilitaba por su condición. Ni siquiera él estaba seguro de quién hablaba. -
    - No reconozco esta estructura ¿Es el extranjero? – Lo estuvo ignorando por sumirse en los detalles del fondo. -
    - Respira con alivio al ver que no prestó mucho interés a su desborde. Recobra la compostura y tiende su mano con calma. – El dinero.
    - ¡Ah! Cierto. El dueño todavía no viene de todos modos, pero, sí. Tenga. – Le entrega el monto antes de devolver la cartera a la mochila ajena. - Oiga… Sobre el hombre-… - Pudo preguntar por fin. La contestación lo desanima. -
    - No supo nada. Desperdicié mi tiempo.
    - ¿Eh? ¿Enserio?
    - Sí. Creí haber tenido un rastro por fin…
    - ¿No era él? Pero, si respondió al nombre-…
    - Apellidos iguales, pero se trata de un cirujano y un forense. Iruto Soo cirujano, Iruto Kisawa el forense. – Planeó esa mentira durante el viaje en tren. -
    - Pfff, con que por eso no decía nada. – Chasquea su lengua al desviar la vista. - Lo siento…
    - No te aflijas. Por eso no hay que apresurarse con una pista. Al menos tengo nuevos detalles, pero temo que voy a demorar en dar con un responsable… Si es que siquiera es fiable la investigación en caso de dar con el verdadero Iruto.
    - Bueno, creo que volvemos a tomar caminos separados entonces.
    - Así parece.
    - Aunque, no sé…
    - ¿Qué ocurre?
    - Esto es-… Comienzo a sentirme cansado.
    - Eres un chico, no te mortifiques. – Se atreve a palparle su cabeza con cuidado antes de despeinarlo abruptamente. Nova se queda quieto ante ambos gestos, incrédulo. - Deberías estar reuniéndote con tus colegas para disfrutar las vacaciones.
    - Sí. Eso suena bien. Ya he dejado ir este ciclo así que, tal vez, hasta el próximo, pero… – Pone orden a su flequillo, demasiado avergonzado como para reclamarle la cercanía. - Mi madre va a matarme.
    - ¿Rin?
    - ¿Quién más? – Cuestiona con un timbre jocoso. Balbucea. - Heh, tal vez, boup, cuando sea mayor, pff, vuelva a sentir curiosidad al respecto, pero, bu-bueno, creo que me quedaré atado a la idea de que ella es mi madre después de todo.
    - Pienso que desistes en el momento adecuado. No ha sido tan grave.
    - ¿Lo cree?
    - Vas a estar bien. – Intenta levantarle el ánimo. -
    - No sé, me cuesta no lamentar que pude haber tenido un primo ¿Sabe?
    - Habría sido divertido ¿No?
    - Seriamos de la misma edad, sí. – Baja la mirada cuando ve al cocinero aproximarse. El mayor paga la cuenta e invita al joven a retirarse. -
    - Quita esa cara. A diferencia de ellos, tú estás aquí. Aprecia eso. – Sonríe de medio lado cuando lo ve asentir y es el primero en ponerse de pie. - ¿Sabes? Hay algo que podrías intentar. Te resolvería la duda de una vez por todas. – Busca entre sus cosas algo en donde escribir. -

    Luego de darle ese consejo salieron del local. No tomaron caminos separados hasta volver a Kamikawa. El peli blanco se aleja de él sin seña ni bulla para ir al área residencial donde vive.

    Por su lado, de camino a la ciudad, el oji negro cae en cuenta de que no hay nada más que indagar y decide que es momento de irse del país.

    Kaiko fue la asesina, mas no le puede odiar, no hay espacio en su corazón para ese sentimiento, después de todo Yuki murió primero por su culpa. De verdad cree que no se deben nada el uno al otro y quiere dejarlo así. Por el bienestar de su hija: Tenía que salir de Nipón antes de que comenzaran a rastrearlos.

    - Tal vez, solo tal vez, con los resultados que Himisu obtenga de esa prueba de ADN será suficiente para apaciguarlo y dejará de desentrañar el pasado de su familia, entonces, me aseguraría de que estaremos a salvo. – Saca su cartera para desplegar el bolsillo secreto de la misma. Admira con un dulce querer su más preciado tesoro. Pareciera que habla con la imagen. – Yo, personalmente, dudo que Rin le haya dado a luz, pero es seguro que debe ser de ella u otro integrante de la familia, jaja ¡Es un Kagamine! Sus resultados van a salir positivos sí o sí. – Habla para sí mismo cuando se ve reflejado de la ventana. - Ellos recibieron una gran herencia y una modesta compensación por la muerte de Len, no me sorprendería que se despertara el interés de unos cuantos y dieran en adopción a su cachorro dentro de su mismo círculo consanguíneo. Como sacarse la lotería. – Sostiene su barbilla con duda. - O realmente Rin eligió una forma inusual de sobrellevar su pérdida. – Rueda los ojos con mofa. – En fin. – Consulta la hora en el ruidoso reloj de manecillas que restaba ausencia de objetos a la salita. - ¿Media noche? Uh… Casi no tengo sueño. Va a ser otra ronda de insomnio ¿No?

    Anonadado por sus caóticos pensamientos que hacen eco en la quietud de la madrugada pasa las horas en vela, sus parpados no estuvieron ni cerca de cerrarse, permaneció sentado justo al centro de su alcoba temporal con la espalda encorvada no por el cansancio si no por la mala postura que carga desde hace unos años.

    Visiones de humo le hicieron recordar que por pasar la tarde-noche fuera del departamento se saltó su toma, maldice entre dientes antes de ponerse a buscar su botiquín médico. Tenía que encontrarlo sin perder la paciencia, sin dejar que la ansiedad producto del temor a ver otra vez a los cadáveres que lo asechan domine su ser. Traga duro, justo a tiempo, el humo se intensificaba a la vez que las voces coléricas lo torturaban con acusaciones que le costaba encasillar como falsas. Había susurros en ambos oídos, pero eran ininteligibles, suaves, tenía la posibilidad de ignorarlos aun si resultaban insistentes, confiaba en que eventualmente el psicotrópico los disiparía.

    El cielo comenzaba a tornarse magenta ante el próximo amanecer y los murmullos continuaban. Abrazado a sus rodillas esconde su rostro con la intención de evitar visualizar sus alucinaciones, ya tenía suficiente con las tenues palabras que cubrían su audición, más no lo necesario como para impedirle escuchar que tocaron la puerta.

    Va y atiende sin ninguna expectativa de peligro, descuidó su cautela, desliz que pasa de largo cuando ve que se trata de su supuesto pupilo.

    - Joven Kagamine.
    - Jeje, sí. Yo otra vez. Perdone si lo desperté.
    - ¿Ocurre algo? Son las 5 de la mañana. – Comenta consternado. -
    - Si~ ¿Sabe qué hará con su caso? S-sobre continuar.
    - He pensado en eso ¿Por qué? – Rasca el interior de su oído, el susurro inexistente era como un filtro que no le permitía entender al 100% las palabras del adolescente. -
    - Bueno… Por supuesto que mi abuelo se ha dado cuenta de que le robé y, bueno, se puso un poco desquiciado. T-tal vez no fue buena idea ir directamente hacia su hogar en lugar del mío.
    - ¿Qué ocurrió? ¿Y cómo llegaste aquí? ¡No todo el transporte es 24 horas!
    - Seh… Tuve que caminar algunos kilómetros. – Admite antes de masajear sus pantorrillas. El mayor no podía creerlo ¿De quién fue la idea de dejarlo andar solo a esa hora? – Pues, volví a donde estaba antes de huir y todo parecía ir bien en tanto mi abuela mostraba alivio de verme otra vez y avisaba a mi madre que ya aparecí hasta que le dejó el “mic” al abuelo. En fin, que me ha dado el sermón de mi vida antes de decirme tajante que jamás vuelva a indagar en ello, quise explicarle que ya desistí, pero seguía histérico y no pude evadir su mandato. – Tiembla ligeramente al recordar lo ocurrido. Ni pagándole 500 millones de yenes lo habrían convencido de que su viejo todavía tenía una faceta capaz de intimidarlo. – Q-quiere sus “tesoros” de vuelta.
    - Oh, los necesitas.
    - Puedo dejar que les tome copias si son importantes para usted-...
    - No, mejor tómalos de vuelta. – Interrumpe con un gesto de mano que significa negación. – Prefiero no comprometer a tu familia como informantes de ninguna forma.
    - Bahaha, en ese caso el viejo debería deshacerse de esos papeles. – Mete sus gélidas manos en los bolsillos de su sudadera en búsqueda de regular su temperatura. -
    - Hasta ahora no les han dado importancia a sus posesiones. – Con un par de señas le pide que pase y lo siga. - Debe estar muy molesto contigo por arruinar su guerra fría.
    - Ehh ¿Se supone que entienda eso? – Cierra la puerta antes de evaluar si sería prudente quitarse los zapatos o no. Elige dejárselos puestos. – ¿Es un refrán?
    - Olvídalo. Ni yo me entendí. – Se sostiene la frente con queja. - Estoy un poco desvelado.
    - ¡Oh! Mierda, sí, lo siento. Lo desperté ¿Verdad? Pensé en ir a casa y venir después, pero cuando me di cuenta ya venía hacia acá.
    - No, no me despertaste. Tranquilo.
    - ¿Enserio?
    - Te digo que estuve pensando en qué hacer con el caso.
    - Hmm, creí que era un mito eso de que algunas profesiones ocasionan el insomnio.
    - ¿Profesiones? Huh, novato ¿Qué nunca estudiaste para tus exámenes?
    - Digamos que normalmente no era evaluado con test porque mis docentes eran informados de que no tenía caso. Mi enfermedad. – Puntúa. -
    - Juraría que tienes un seguimiento.
    - Es algo complicado. De todos modos, algunas medicinas tenían efectos secundarios que igual afectaron mi concentración, de niño, ahora que soy casi un adulto pueden darme fármacos fuertes que modifican abismalmente mis neurotransmisores. O eso me dijo el psiquiatra. - A unos pasos de la habitación del pelinegro un fuerte toque a la puerta principal los hizo detenerse y girar la vista hacia la entrada. -
    - Huh ¿Esperaba a alguien acaso?
    - ¿A esta hora? – Mueve la cabeza de lado a lado con una mueca. - Claro que no… Ni siquiera a ti. – Bromea en el vano intento de relajar el ambiente. -
    - No juegue. La he escuchado. – Señala el porvenir del sonido. - La escuchó ¿Cierto? No es, ya sabe, “cosa mía”.
    - Sí, yo también lo oí. – Lo reconforta palpando su espalda y le toma la delantera. - ¿Notaste si alguien o “algo” te siguió camino aquí?
    - Niega inmediatamente. – Tengo mis dosis al corriente, por eso me preocupó haber oído algo inexistente. – Contextualiza brevemente. - Está algo oscuro afuera, pero no distinguí-…
    - Quédate aquí. – Sugiere al notarle demasiado nervioso para enfrentar la situación. -

    Aguarda a que reine el silencio para entonces abrir la puerta de una sola patada con su mano derecha en el interior de su gabardina. Sale e inspecciona que no haya nadie en ninguno de los polares del pasillo. Por último, solo para estar seguro, se asoma detrás de la colisionada madera, sin ningún tipo de pesar recoge un inesperado paquete que yace volcado sobre el suelo, lo sujeta con cuidado y entra a la casa sin preocuparse por la dañada cerradura.

    - ¿Correo? -Exclama Himisu incrédulo. – Raro. Suelen gritar su eslogan cuando llegan.
    - Es muy ligero. – Comenta a lo bajo. -
    - ¿Y tiene datos? – Lo ve demasiado absorto en un simple paquete por el cual hizo toda una escena para obtenerlo. Quería entender al menos un poco lo que ocurría en la mente de su superior. -
    - Ignora las palabras del joven cuando divisa la impresión de un emblema que le resulta conocido. Inquieto, busca por doquier cualquier objeto cortante para liberar la cinta. Utiliza una oxidada hoja de navaja que sacó de una cajonera para desprender todo el papel y adhesivo. -
    - ¡Oiga! ¡Usted una vez me dijo que no deben abrirse así como así los paquetes o maletas sospechosas!
    - Descuida, conozco al remitente. – Hace una pequeña pausa. - Creo.
    - ¿Cree?

    Libera los pegajosos jirones de la textura de papel. Apenas levanta una de las pestañas de la caja un fétido olor asquea a ambos, Nova retrocede un paso, pero Otero prosigue con la desenvoltura. Desde su posición, el joven alfa logra ver que el interior de la caja está recubierto por un impermeable negro, dentro de este, apiladas, tiras de carne y piel que aún contienen sangre apestan la habitación.

    - ¡WAAA! ¿QUÉ MIERDA? E-eso… J-j-joder… - Retrocede al sentir las arcadas en su garganta. –
    - Tiene una nota. – Comenta tranquilo con su entrecejo y nariz fruncidos como única reacción ante el descubrimiento. -
    - ¿NOTA?
    - “Estáis tan cerca y tan lejos…” - Lee el resto en su mente. Arruga la tarjeta apenas termina. - Lo siento, Nova. Esto no es sobre ti, es sobre Len Kagamine. He descubierto mucho sobre su asesinato.
    - Su escándalo por el deseo de vomitar se detiene abruptamente. - ¿Asesinato?
    - Sí (sacro, esto no era lo que había planeado, maldición). Tu tío no cometió suicidio, fue asesinado (debo pretender si así consigo ganar tiempo para protegernos, concéntrate).
    - ¡Un momento! ¡Dijo que no pudo confirmar nada! ¿Me ha mentido?
    - Por tu seguridad.
    - ¡Oh, me siento tan seguro ahora! – Señala con agitación la mesa donde están los restos. - ¡Hay carne de cerdo en un paquete para usted!
    - ¿Hmn? Ah. No es cerdo, es piel humana. – Corrige sin ponerse al tanto de las prioridades del chico en ese momento. -
    - ¡Está fracasando en el intento de hacerme sentir, estar, seguro! – Protesta antes de ponerse a caminar en círculos por culpa de la ansiedad. -
    - Reconozco este color de cabello y este lunar en la boca… No me cabe duda de que quería que supiera que ha matado al doctor con el que hablé ayer.
    - Chasquea su lengua, irritado. - Comienzo a entender el por qué no era calificado como competente en su antiguo escuadrón. – Ríe nervioso. - Su informante murió en menos de 24 horas ¿Le dan una medalla por eso?
    - Modifica el tono de la conversación. - Por eso no ha dejado que entraras ni yo te he contado lo que me dijo. – Cierra la caja y abre las ventanas. - Si lo descubres estarás en la mira. Eso creo, porque no te incluyen en la amenaza. Todo es entorno a MI investigación de la muerte de Len.
    - ¿Pero por qué matarían a…? ¿Habrá hecho algo malo?
    - No lo sé… (Un momento).
    - ¡Buh, cállese! ¿Piensa que voy a creerle una palabra? Acaba de admitir que me ha estado mintiendo. Señor, dudo que usted me diga algo de-…
    - Ven, visitaremos a un conocido.
    - ¿Eh? ¿En verdad quiere que lo acompañe? – Inmediatamente cambió de parecer. -
    - Sí.
    - ¿E-enserio? ¡Le advierto que no quiero volver a esperar afuera! ¡Si va a arrastrarme con usted espero al menos saber lo que ocurre!
    - Por supuesto que no voy a dejarte fuera. Vas a ser mi coartada para ingresar al sitio.
    - Oh, pero claro… - Se queja con una expresión de traición. -
    - ¡Vamos! – Lo toma del collar de su suéter para que camine junto a él. -

    Tal como lo dijo, su plan fue utilizar al chico como excusa para que lo dejaran ingresar a un condominio de consultorios médicos en el centro de Kamikawa. Pudo convencerlo de fingir que tenía un malestar emocional por culpa de un desamor y que necesitaba una intervención profesional. Lograron persuadir a los administrativos de la primera planta para que los dejaran acceder sin cita, recomendación o identificación. Tuvieron que recurrir a las escaleras en vista de que el mayor tenía demasiada prisa como para aguardar a que desocuparan los elevadores.

    Himisu se vio familiarizado con el tipo de instalación, era como el sitio donde asistía a terapia psicológica, aunque ese lugar tenía otra aura. Ahí no había sala de emergencias formal, ni pacientes con signos de trastorno en los pasillos, todos parecían querer meter su cabeza en la tierra antes de reconocer que requerían estar ahí.

    Ya en el quinto piso, el mayor parecía haberse olvidado de la compañía del alfa peliblanco. Al no tener idea de qué más hacer, Nova sigue al apurado pelinegro de cerca, caminan por el corredor hasta detenerse frente a una muchacha quien laboraba en su escritorio detrás de una barrera de concreto que la separaba de los visitantes, inadvertida de sus presencias.

    - El joven supuso que ahí es donde pretendía internarlo, atinó a que lo mejor sería continuar con esa coartada o al menos distraer a la muchacha en tanto Yamahi efectúa lo que sea que pensara hacer en ese sitio. Se adelanta al otro para acercársele a ella. – Buenos días. – Saluda con una falsa jeta inofensiva. -
    - Buenos días. – Responde seria, pero coordial. - ¿Tiene cita o es…? ¡Oiga! ¡Espere! – La recepcionista sale de su cubículo inmediatamente para ir tras el peli negro que sin ninguna cautela se coló en la sala de espera de ese consultorio que ya conocía. - ¡No debe irrumpir así!
    - Por un momento se queda quieto ante lo ocurrido. Puede oír el alboroto que ocurre dentro. Suspira fastidiado antes de actuar. - ¡Señor Otero! ¿Qué hace? – Se adentra también. Salta los obstáculos que antepuso el mayor al derribar todo a su paso. El pelinegro ya no estaba a la vista, en aquella sala patas arriba Himisu solo se encontró con la frustrada delta. –
    - ¡Ugh! ¡Esto es indignante! ¡Llamaré a la policía! – Amenaza la joven antes de regresar por donde vino para ir hacia su teléfono fijo. -
    - Oiga. E-espere, deme un momento. – Sigue a la señorita con intención de detenerla. Pone sus manos al frente para frenar el portazo que ella dio. – E-es una urgencia, por eso actúa así. – Desliza las puertas con mayor cuidado. -
    - Jovencito, hay maneras. -Expone. - Ni te molestes, ya voy a llamar a seguridad.
    - ¡Señorita…! – Maldice entre dientes cuando ella lo ignora para comenzar a pedir asistencia por medio del parlante. –
    - Ugh, genial, esta porquería no funciona justo ahora. Tendré que ir a recepción como a la antigua. – Reclama antes de marcharse dando zancadas. -
    – Resopla en su lugar. Voltea hacia donde se fue su acompañante y se adentra de nueva cuenta. - ¡Señor Otero! – Antes de siquiera intentar re-inspeccionar el entorno retrocede exaltado puesto que un hombre de edad avanzada casi le cae encima. –

    Nova procesa lo que ocurre frente a él. Un adolorido anciano trata de recobrarse en el suelo, al elevar la vista ve al detective aproximarse hacia ellos. El chico se aleja por acto reflejo, pero no era el objetivo del mayor, este tomó al doctor del collar de su camisa para darle un par de puñetazos en el rostro.

    - ¡Por favor! ¡Deténgase! ¡No le siga lastimando! – Implora un chico moreno, un poco mayor que Himisu, a espaldas del oji negro. -
    - Hizo un buen trabajo ¿No? Doctorcito. – Corta la distancia entre ambos para que el otro no evada la pesadez de su mirar. - Es un maldito corrupto. – Sisea entre palabras con la furia emanante de sus orbes. -
    - No sé de qué habla, yo no falto a la integridad de mis pacientes.
    - No a menos que lleguen con esto. – Muestra el sello que rescató del paquete con el macabro mensaje de su asechador, el mismo sello que estaba en la tarjeta de presentación que le dio Mikuo para que contactara al doctor, a ese mismo doctor doblegado en el piso, Masuta Roido. Hace mucho tiempo sospechó que algo era inusual en esa tarjeta cuando recordó que una vez Len le mostró una versión totalmente diferente que este tomó directamente de la recepción del profesional. Simplemente se negó a creer que era algo negativo. - ¿Qué mierda significa esto? ¿Qué marca?
    - No significa nada.
    - Más le vale que me lo diga, aquí y ahora.
    - No hay nada que decir. Ese símbolo no significa nada.
    - ¿Nada? El color, los trazos ¿No? ¿No le suenan a nada? - Roido negó sin siquiera mirarle a los ojos. – Tsk, sus tarjetas todavía son de un insípido fondo con su nombre, dirección y número de teléfono en negritas.
    - ¿E-eso qué?
    - Cuando vine a usted le mostré una tarjeta guinda con este emblema en la parte posterior a sus datos de contacto en cursiva y tinta dorada. Ni ahora ni antes vi tarjetas como esa en sus cortesías ¿Por qué?
    - ¡Nada en especial!
    - ¿Por qué? – Gritonea antes de ponerse de pie y tirar del anciano hasta elevarlo, dada la diferencia de estatura, Roido quedó con las piernas al aire. - ¡Dígalo!
    - ¡No es por nada en especial! – Insiste. Firme a pretender inocencia. Indiferente a la actitud de su agresor. -
    - Hmm, Va~le. – Lo libera sin pronunciar otra palabra, poco consternado por el golpe sordo que el de la tercera edad se dio al caer. Recorre el sitio aparentando estar tranquilizándose, entonces, en un rápido movimiento atrapó al aprendiz del doctor por el cuello, de su gabardina sacó un arma que apuntó directo a la sien del temeroso muchacho beta que apenas y podía sostenerse del brazo de aquel intruso en un inútil forcejeo. -
    - ¡Señor Otero! – Clama Himisu, totalmente sorprendido. -
    - ¡O-oiga, espere! – Ruega el anciano que se queda sobre sus rodillas. Ambas manos en alto. -
    - Si no va a decirme nada del sello mejor despídase de este muchacho.
    - No lo hagas… Vamos, sabes que es una tontería.
    - Ah, ya veo. De repente deja de hablarme de usted. ¿Es esto una intervención express?
    - ¿Un terapeuta profesional ante un sujeto que presenta un peligro para sí mismo y otros? No shit. Piensa Himisu sin tener cabeza para otra cosa. -
    - Usted fue mi terapeuta y violó su voto. No me quiera dar lecciones de no ser estúpido.
    - Por favor, él no tiene nada que ver. – Su voz se quiebra. - Míralo, debe ser de la edad del chico que te acompaña. E-ese joven. – Señala a Himisu con desesperación. - ¿Enserio vas a hacerlo ser testigo de esto?
    - Ya ha visto el contenido de una cabeza humana antes, puede con esto.
    - ¡No! ¡No puedo! – Advierte el chico al fondo con histeria, pánico y nervios. -
    - No me refiero a eso. – Esclarece Masuta con una expresión de rechazo. – Sé que no harías tal cosa. Deja de asustarlos con esta locura, no hay nada que pueda decirte de todos modos.
    - Usted aprisione a mi acompañante y veamos quien cede a las peticiones del otro ¿Qué le parece?
    - ¡He-hey! ¡No soy su carnada! – Dice el peli blanco que sigue sin aproximarse. -
    - No soy un cobarde. No tengo necesidad de arrastrar a un inocente. – Carraspea el médico, ofendido. -
    - ¿Entonces por qué Len está muerto? – Se queda en silencio para darle un espacio donde le responda. - ¿Por qué murieron? – Vuelve a dejar un silencio. El viejo solo bajó la cabeza con la boca tensa. - Demuestre que no tiene nada que ver con sus muertes y le dejaré ir.
    - Suspira exhausto. Sus palabras fluyen llorosas. - Ya le dije que no significa nada.
    - Mentira. -Suelta el seguro del arma y empuja el cañón contra la piel del aterrorizado moreno. – ¿Sabe algo? Dígalo. Si es inocente tan solo explique qué demonios significa, es todo lo que pido. Compréndalo: Este chico muere si no me dice nada. Si habla, le dejaré ir, no importa lo que confiese. Hable ahora.
    - ¡BIEN, PERO SUELTELO!
    - ¡Mejor comience a hablar!
    - Yo-… Yo conozco a Mikuo Hatsune, personalmente. – Confiesa por fin. -
    - Inmediatamente aligera el agarre, el cañón ahora apunta a la garganta. - ¿Mikuo Hatsune? ¿Qué?
    - Tiene idea de lo poderoso que es ¿No? Ese es, como, su pase personalizado para ciertas actividades ilícitas. Hatsune es conocido por ser un docente de renombre, pero detrás de esa fachada, su apellido es posesión de monstruos. – Se queda mudo súbitamente. -
    - Termine su historia. – Exige impaciente. -
    - No hasta que dejes ir a mi alumno.
    - Parece que todavía no comprende su posición.
    - Quien no la comprende eres tú. – Dice despectivo. No quería perder autoridad, pero tampoco quería exponer a nadie. - Por favor, no deben escuchar esto. Si te lo digo a ti es porque no tienes nada que perder ni ganas de seguir adelante ¿O sí? – Expone luego de evaluar con tan solo su vista el estado de ese alfa. – Muere como quieras, pero deja ir a los muchachos.
    - No iré a ningún lado. – Interrumpe el oji gris con esa sentencia cargada de compromiso. Finalmente se acerca, sus piernas aun tiemblan, pero por fin se libera del temor. -
    - Himisu… - Pronuncia con desconcierto por el considerable cambio de estado del joven. Hace un momento parecía haber roto su confianza, pero ahora está de su lado, otra vez. -
    - Yo tampoco tengo mucho que perder, y de todos modos he puesto mi vida en riesgo desde hace meses. Debe ser cuestión de tiempo para que descubran que tuve que ver en los hallazgos del señor Yamahi y vengan por mí. – Admite con un tono desanimado. Recobra la compostura para manifestar su nueva postura firme. - Estoy en búsqueda de la verdad de la que me han privado y sé que Hatsune Mikuo tiene que ver. Quiero saber todo acerca de ese bastardo.
    - Entonces, por favor, al menos dejen ir a mi alumno.
    - ¿Y que se pierda de esta importante lección de jerarquía?
    - Tú, maldito necio-…
    - E-está bien, maestro. – Traga duro cuando siente la amenaza latente. Cuida sus palabras, es breve. – Dele lo que pide…
    - Huh…Conocí a Mikuo por sus fuertes influencias y también porque mi hermano es, o mejor dicho fue, terapeuta de su hermana.
    - ¿Habla de Miku Hatsune?
    - Así es. Yo no soy como él, yo no tengo nada en contra de los homogéneos ni creo que necesiten “correcciones”.
    - ¿Qué practica su hermano exactamente?
    - La terapia de conversión. – Dice con bruma. - Es un tema que hace cabrear al señor Hatsune: La homogeneidad de su hermana.
    - ¿Y eso que tiene que ver con este sello?
    - Por ser parientes fui incluido en los contactos de Mikuo e hizo un acuerdo con ambos. – Carraspea para aclarar su garganta. - Si un sujeto llegase con una credencial marcada por su sello tendríamos que permitirle involucrarse en el caso de ese paciente tanto como lo pidiera. – Ejemplifica la situación. - La terapia de la señorita Hatsune no era privada, Mikuo siempre monitoreaba las entrevistas, las respuestas y los métodos de mi hermano. Llegué a ser testigo de las torturas que aplicaban a esa omega, y no pude hacer nada. – Aclara para que todos aligeren la severidad con la que lo observaban. Debian entender su posición en esa situación. - Oh, sacro. Pobre chica.
    - Aun no entiendo qué tiene que ver conmigo. No tiene sentido. Hatsune me dijo que te conocía por un colega.
    - Te mintieron. – Dice sin cuidado en su tono. – O tal vez se refería a mi hermano, de alguna forma.
    - Entonces… ¿Lo que pidiera? ¿Hablaste con él sobre mi caso a mis espaldas?
    - Honestamente, sin querer, llegué a estudiar el comportamiento de Hatsune. Quería entender sus motivaciones para tan minucioso sistema.
    - Resuma su diagnóstico, doctor.
    - Él también era homo, pero al ser miembro de una familia tan conservadora su estructura le hizo no solo suprimirse a sí mismo, sino también a su hermana, pero había algo en él que no suprimía para nada…
    - ¿Qué?
    - Perdone, no puedo decirlo, ni siquiera debe saber que yo lo sé o que lo veo como tal, digo, fui testigo de lo que hace, pero-…
    - Dígalo de una vez. – Vuelve a apuntar la sien del menor. Roido se rinde. -
    - Hay algo en la sexualidad de Mikuo que es erróneo, no me refiero a ser homogéneo, yo no pienso que eso sea repulsivo, pero en cambio-… - Silencio. Humecta sus labios y mira al oji negro. - ¿Por qué lo haría por usted?
    - ¿Disculpe?
    - No termino de comprender eso. – Rasca su cuero cabelludo con intriga. – Debo decir que no fuiste el único que vino a mí en su nombre. Verás, al principio creí que era absurdo que alguien como él se interesara en tener a su mano a un doctor de separación de lazos, pero con el paso de los años entendí que su influencia era demasiado grande, además de que adora tener todo bajo su control. Es un obsesivo. Pero nunca tuve un paciente como tú de su parte, además de que fuiste el último. – Revela. - Esa fue la última vez que le fui de utilidad a Hatsune. No volvió a mí desde entonces.
    - ¿Por qué? ¿Por qué lo hizo?
    - ¿No le dijo algo en especial cuando lo hizo? – Lo tienta a recordar. -
    - ¡Que sería para mi bien! Yo-, yo le conté de mi diagnóstico, de mi estado de destinado, pero nunca revelé la identidad de mi omega, ni a los doctores ni a los abogados involucrados en mi caso ¿En todo caso qué tuvo que ver Miku con mi familia? ¿Por qué querrían hacerles daño a ellos? ¿A mi omega? – Ambos jóvenes se liberaron del miedo para pasar a la confusión. -
    - Claro que fue para evitar que estuvieran juntos. – Dice con frialdad, con su porte profesional. -
    - ¿Eso es todo? ¿Un puto psicópata obsesionado con ser mi padre decidiendo lo que es mejor para mi o qué carajo? De-debió ser un error.
    - Consideraba imprudente hacer caer en cuenta a su paciente de las cosas que estaba omitiendo para protegerse, pero después de todo, este tiene a su aprendiz al filo de la muerte, además de que insistió en que quería respuestas. Respira hondo antes de dárselas. - De haber sido así no habrías venido por información, lo sabes. No fue un accidente, Hatsune te recomendó a mí a propósito. Yo debía separarlos y fallé: Tuvo que encargarse.
    - Pero ¿Por qué?
    - ¿Tenias 21 cuando eso pasó?
    - Sí.
    - Entonces tampoco lo entiendo.
    - ¿Qué quiere decir?
    - Si hubieras tenido cerca de 12 o 15 como los otros lo entendería.
    - ¿Cómo dice?
    - Confesaré algo: No todos mis pacientes eran chicos destinados, simplemente eran jovencitos en una relación prematura, amores de secundaria, pero Mikuo no quería que estos tuvieran ningún soporte emocional ¿Me entiendes?
    - Temo que no.
    - Entonces no puedo ayudarte más. – Ese era el límite. - Lo siento.
    - Señor Otero, tiene que ordenar sus pensamientos. – Dice Nova con una expresión de desagrado. A él ya le había quedado claro. -
    - Así como tú ¿No lo crees? Muchacho. – Voltea a ver al joven que enarca una ceja al oír esa frase. Luego vuelve a dirigirse al pelinegro. - No sé qué pasa con ustedes, pero no entiendo por qué tu “sobrino” te llama Otero.
    - ¿Sobrino? – Dice Nova. -
    - No quiera cambiarme de tema. – Interviene el peli negro. - De no haber sabido de quién se trataba, de quién era mi omega, Hatsune habría tenido que buscarme a mí, pero no, tuvo acceso al nombre de mi mate y pudo intervenir a mis espaldas. Yo mantuve en secreto la identidad de mi omega, pero usted no.
    - No… Le entregué todo el informe al señor Hatsune.
    - ¿Por qué?
    - Él lo pidió, tuve que obedecer. Le di todo lo que pidió y fue la información de su omega además de las conclusiones del caso, no me pude oponer, pero, debo advertirte, no se veía nada amigable esa vez. Pese a que cooperé hizo un desastre en este lugar invadido por una furia animal y luego se marchó. Creí que moriría en ese momento, pero la mente del señor Hatsune parecía tener otro objetivo maquinando. – Hace una pausa. - Tiempo después supe qué fue de ustedes… - Jadea preso de la culpa que finalmente lo invadió. - Lo siento. Yo solo quería ejercer mi profesión para ayudarlos, y, pese a intentarlo todo, al final ustedes-… Pese a venir con el pie derecho salieron-, no, jamás volvieron, decidieron estar-… Cielos.
    - Es un mentiroso. Un charlatán.
    - ¡Ustedes dijeron que tomarían la medicación! ¡Que romperían su lazo! Debí desconfiar. – Condena con agitación. - De haberlo buscado en su casa y no creer como un idiota que su ausencia era porque ya estaban-… - Gruñe guturalmente. - Supe que todo se iría a la mierda cuando Mikuo apareció en mi oficina a los 4 meses de tu alta.
    - ¿4 meses?
    - Sí. – Contesta, inadvertido de su tropiezo. - Le di los datos a 4 meses del alta. – La habitación se quedó en completo silencio. La aparente paz fue rasgada por el fúrico grito del peli negro que liberó al aprendiz y lo empujó lejos antes de abalanzarse sobre Masuta. -
    - ¡MI OMEGA FUE ASESINADO 5 AÑOS DESPUES! – Lo golpea con el mango del arma. Arremete de nuevo contra el doctor a mano limpia hasta que le ve caer al suelo y comienza a patearlo violentamente. - ¡TUVO TIEMPO DE SOBRA PARA ADVERTIRNOS!
    - Se despabila de la estupefacción por presenciar tremenda paliza. - ¡Señor Otero! ¡Deténgase!
    - ¡Doctor Roido! – El aprendiz imita a Himisu. Ambos jóvenes intervienen hasta lograr separarlos. El lloroso practicante revisa el estado de su superior mientras Nova logra caer junto a Yamahi en dirección contraria.
    - No pudo salvarse de todos los golpes que el mayor daba a diestra y siniestra con sus forcejeos. - ¡Basta! ¡Debe detenerse! – Mira sobre su hombro sin evitar mostrar el desagrado que le causó el panorama. Los abultamientos sangrantes por todo el rostro del terapeuta eran escalofriantes. Devuelve la vista al inquieto hombre entre sus brazos. – Shh. – Susurra con seguridad de que comenzaría a calmarse. Agradece las insistencias de su madre en que debía cargar con sedantes en su kit de emergencia. Le dijo de muchas formas, pero Himisu terminó por hacerle caso, y menos mal. – Está bien. Puede respirar. – Indica al retirar la aguja de su hombro. -
    - Doctor Roido… - Solloza el otro chico al estudiar las heridas de su mentor. – Estará bien. Resista.
    - Ugh… M-muchacho… Ve con Defoko… Dile que no deje pasar a nadie.
    - ¿Doctor?
    - Hazme caso. – Consigue decir, sus labios todavía no se inflamaron al punto de enmudecerlo. -
    - P-pero, alguien debe verlo-…
    - Puedo, ugh, esperar.
    - ¿Habla enserio? – Comprendió que se refería a la presencia de los otros dos. -
    - Asiente. – Hazlo.
    - Asiente de vuelta y lo recuesta con cuidado antes de ir en búsqueda de la peli morada. –

    Los minutos transcurren. La dosis no era la suficiente para noquear el peso de ese alfa, por lo que los efectos se disiparon más rápido de lo que debería, por lo menos el mayor pudo detener sus compulsiones. Hasta cierto punto ya que apenas recuperó la movilidad de sus extremidades el peli negro no hizo nada más que recargarse en el hombro del oji gris para llorar amargamente.

    - Y-ya… Vale, ya. Tranquilícese ¿Acaso ha perdido la cabeza? – Pregunta sin esperar respuesta realmente. - Salgamos de aquí. Ya tuve suficiente de este desastre. – Lo aparta para incorporarse y luego tenderle su mano. -
    - Intenta apartarlo. - Himisu…
    - Ni se le ocurra pedirme que lo deje. Vámonos.
    - Claro… Hablemos afuera.
    - Sí, vamos. – Lo anima a que lo siga sin cambiar de parecer. Evitó que cayera cuando sus piernas flaquearon, hizo que pasase el brazo por sobre sus hombros para apoyarse y poder avanzar. -

    Cuando salen del consultorio, los jóvenes se apresuran a ir con el doctor. Entre quejidos, Masuta dijo a sus asistentes que no llamaran a nadie, que solo los dejaran irse y cuando desaparecieran entonces lo llevarían con un médico. Acataron sus instrucciones.

    Mientras tanto, a las afueras del distrito, el joven alfa por fin deja que el mayor camine por su cuenta y lo sigue en silencio. Se crispa cuando siente las primeras gotas de la lluvia pronosticada caerle encima. Apresuran el paso para no quedar expuestos al diluvio. Caminan y caminan sin decir ni una palabra. No es hasta que llegan al refugio de un santuario que se detienen para interactuar.

    - Nova…
    - ¿Sí?
    - Hah…Jajajajaja. – Guarda silencio por un momento, luego de llevar ambas manos a su rostro para cubrirse los ojos con las palmas ha vuelto a carcajear. Su risa incomodó al peli blanco. –
    - ¿S-señor…?
    - Recupera el aliento y deja de cubrirse. Pronuncia su nombre sin encararlo. – Nova. Es momento de que sea honesto contigo.
    - ¿De qué habla?
    - Nada de lo que hemos hecho ha sido legal. De ninguna forma. – Las ráfagas de viento escondieron los susurros del mayor. -
    - ¿Disculpe? ¿Qué dice?
    - No tenemos apoyo ni permiso de la policía. Todo este tiempo me ayudaste a robar información, comprometiste tu vida por ayudarme. Si a ambos no quieren muertos nadie hará nada al respecto.
    - No comprendo-… Todo esto, es-… ¿Qué carajo ocurrió allá? – Señala en dirección al centro. Curiosamente, las nubes de tormenta ya cubrían esa zona. Daban un simbolismo coincidente al ambiente caótico de la situación que experimentaron recién. -
    - Ah eso.
    - ¡Nada de “ah, eso”! Vamos, carajo. – Da un fuerte pisotón en la acera húmeda. -
    - Asiente con lentitud. – Tienes razón. Discúlpame.
    - ¿Entonces? ¿Qué está pasando?
    - Yo conocí a Len Kagamine. – Dice monótono. Himisu por su parte, demuestra mucha estupefacción. - Conozco a tu madre, también a tus abuelos.
    - Eso. – Trata de mantener la calma. - ¿Por qué? Digo ¿Cómo? – Pierde los estribos. – ¡Joder! ¿Quién es usted?
    - Yo… Soy Kaito Shion.


    SPOILER (click to view)
    Untitled


    ~~~

    Fuuuu~, creo hace mucho no hacia mas de 15 paginas, pero en fin, se pudo.

    Jsjsjsjs, los dibujos los hice a comienzos del 2022, ya ni es mi estilo recurrente pero anyway, no me sobra tiempo para rehacerlos, aprecien mis skills del pasao :) (finge que no la hace lagrimear el gif) mi bebeeee, cough, ejem, digo, seh, toca fragmento del pasado después de este ep.

    Procedo a volver a desaparecer indefinidamente, disfruten la conty, les amo, muak.

    Ciao, ciao!
  15. .
    CAPITULO UNICO

    export1663907797311

    ~~~

    - ¿Ya estas allá? Ah, vale. Llegaré en un momento. Voy a pasar a un combini ¿Necesitas algo? – Se sorprende por la contestación de su mate. – O-oye, tranquilo, no voy a demorar mucho. Sí… Ok, si recuerdas que ocupas cualquier cosa me envías un mensaje, o me llamas, voy a estar atento. Te amo. – Dice y cuelga antes de que le entretenga con otro berrinche. Su actuar le parece extraño, aun así, no le da mucha importancia. -

    “El Genesis de su crisis de mediana edad”, supone.

    Toma frutas, comida enlatada, un par de bebidas y su helado favorito antes de dirigirse al mostrador.

    Mientras espera a que avance la fila revisa su celular: Nada. “Ojalá que no cambie de opinión cuando vaya camino a casa”, piensa Kaito.
    Empaca cada adquisición que le pasa el cajero, paga el costo total y finalmente se dirige a su nido apenas sale del mercadito.

    Tiene prisa por llegar pues, independientemente de las curiosas quejas de su amado en las que le demanda su compañía, él añora su refugio. Ya quiere verlo para abrazarlo con fuerza.

    Ver al otro hombre esconderse en su pecho es algo que le encanta. La diferencia de estatura lo enternece. Pese a que Len Kagamine tiene casi 40 años de edad, su inigualable belleza omega lo hace eternamente joven a simple vista. Un par de facciones maduras lo delatan, además de su forma de hablar y su experiencia vital, aparte de eso, Kaito podría creer que es mayor por solo 5 o 6 años, no 14.

    Por otro lado, él ha madurado bastante. En su adolescencia creía que siempre tendría la misma cara de crio y un cuerpo sin desarrollar, pero actualmente ha ganado masa muscular, además de una expresión adulta. Los consejos de moda de su mate también hicieron lo suyo. Hoy en día es un apuesto alfa de 26 años de edad.

    Su alta fisonomía ectomorfa le beneficia, eso Len lo sabe, eso le impele la sexualidad, le fascina la estética de su joven amante. Bien pudo dedicarse al modelaje, pero el introvertido alfa huye de esa clase de oficios. Cabe mencionar que también es un gran cocinero y que tiene un canto hechizante. Talentos desperdiciados por su poco interés en convivir con grandes cantidades de personas.

    Si, trabajar en el teatro donde labora su omega solo para acercarse fue un martirio. Martirio que valió la pena, lo volvería a hacer, incluso tomaría mejores decisiones para establecer su relación.

    Al abrir la puerta del corredor que otorga acceso a su hogar es golpeado por un dulce olor floral. Evita que la minina de la casa se salga al interponerse en su camino. Luego de bailotear con ella logra cerrar ambos seguros, acto seguido se dirige al comedor. Deposita sobre la mesa las bolsas de tela antes de llamar a su omega con una voz alta, sin gritonear.


    -Len~. Estoy en casa ¿Luna ya comió? La veo inquieta, además se quiso salir. – Deshace el nudo de su corbata mientras deambula en el pequeño pasillo. Ante el silencio, asume que el otro salió por un momento. El maullido insistente de la felina lo hace volver a la sala de estar. - ¿Qué pasa nena? ¿Dónde está papá? No te preocupes, Kai está aquí. Debes tener hambre ¿No? Mira, te traje atún. – Ella maúlla con aprobación. Se para en dos patas para intentar alcanzar la lata que resguardan las manos del alfa, este ríe conmovido por el intento en vano. – Espera un poco. – Deja su saco colgado en uno de los bancos de la barra, arremanga su camisa y se dirige al zinc. Con el grifo abierto retira toda suciedad de la tapadera de aquella lata, también, los restos que quedan esparcidos en el lavabo. Al retirar el exceso de agua deposita en el suelo ese metálico contenedor de pescado para que la blanca minina pueda comerlo. – Buen provecho~.

    Sale de la cocina y se aproxima a sus compras para desempacarlas completamente despreocupado. Aquel olor floral volvió a hacerse presente tras darle una primera mordida a su helado. Eso solo podía significar que su omega si está en casa.

    - Debe estar cansado. Hmn, no lo culpo si se quedó dormido. Lo despertaré en unas horas. -Continua la ingesta del postre frio. Se sienta en el sillón individual con su atención puesta en la vista del gran ventanal. –

    La delicia de nieve se derrite al ser puesta en el interior de su cavidad bucal. Sus degustaciones funden la sólida mezcla de leche, esencia de vainilla y crema.

    Pasa su lengua por todo el largo del frio dulce rectangular y amarillento, succiona con afición las gotas que desprende mediante se disuelve en su boca, también muerde las partes blandas antes de que colapsen.

    Chupa el desnudo palito de madera, se aferra a extraer cada molécula de sabor, no es hasta que su quijada duele que se resigna a desechar el estrago de su exquisita golosina.

    Tira la basura, recoge sus prendas que fue dejando por ahí al llegar y se estira para disipar el adormecimiento de su cuerpo. Pasó un buen rato tirado con la mirada perdida en el paisaje que tiene desde ese pequeño departamento de la cautivante ciudad de Hokkaido.

    También recoge la lata vacía, claro, Luna solo ayudó con la limpieza de los trocitos de pescado sobre el piso, nada más. Con su ropa en mano va a la habitación que comparte con el omega. Cree que no se ha equivocado en su teoría ya que, aparentemente, Len sí que está tumbado en la cama.
    Sonríe enternecido. Se adentra a la pieza con cuidado de no ser ruidoso, no era su deseo perturbar el descanso de su adorado blondo.


    - “Era de esperarse…” – Susurra cuando pasa cerca de la cama. Piensa en darle un beso en la frente, más se resiste. El plan que construye no incluye aproximarse al supuesto hombre durmiente. Se cambiaria y luego se saldría cuanto antes a preparar la cena. -
    - ¿Kai-…? – Pregunta el omega que solo levantó su cabeza. No le hace contacto visual ni despabila. -
    - Se crispa al oír su apodo. Espera que no haya escuchado lo que dijo. Gira lentamente con el fin de re analizar la situación. - Sí. Soy yo.
    - Al fin llegas-… Huh ¿Por qué tardaste tanto?
    - (No sé si sentir ternura o preocupación por verlo ser tan caprichoso) no demoré mucho amor. Además, la siesta debió reducir tu impresión del tiempo ¿O me equivoco?
    - No… No estaba dormido…
    - Vamos, Len. Puedo oírte. Se nota en tu voz.
    - Kaito. – Toma un momento para pasarse la saliva que no deja de producirse en su boca y le ahoga. - Hay que follar.
    - Umm ¿Cómo?
    - Hay que hacerlo, hay que tener sexo. “Ha-hacer el amor”, como tú dices, aunque sea por el celo…
    - (¿Con qué habrá estado soñando? De todos modos, no quiero desconcertarlo) por pura curiosidad, mi amor ¿Sigues dormido? Como ¿Sonámbulo?
    - Cu… ¿Q-qué? Te dije que no dormí.

    Kaito tiene sus dudas.

    Ya está próxima la fecha en que tendrían que estar juntos, íntimos, a causa del celo del alfa, podría ser que el agotamiento le hace malas jugadas a su mente con los horarios y pendientes. Por lo que le cuenta a su pareja, da a entender que su itinerario en el teatro está al borde.

    - Sonríe de medio lado antes de pararse al pie de la cama. El largo cabello del rubio impide que le vea su rostro y pueda determinar su estado con eso: La expresión en su cara.
    - ¿Seguro? ¿Eso es lo que quieres? – Pregunta. Contiene la gracia que le provocó verlo asentir torpemente. No podía creerlo. Tendría que ponerle restricciones cuando llegase a sus 70’s para que descanse apropiadamente en su senectud. – Bien, bien. – Apenas responde eso el omega se pone boca arriba y trata de quitarse la sabana que le cubre desde el torso hasta los pies. “Parece que va enserio”, le dice su lobo. No le queda nada más que ver qué tan lejos llega. Las mejillas abochornadas del mayor y sus soñolientos ojos no le dan puerta a considerar que va a ocurrir algo realmente. – “Hagámoslo” entonces.

    Len hace un mayor esfuerzo en incorporarse. Es víctima de una situación sin precedentes, apenas puede decir palabra al respecto y su tonto alfa parece no tener ni idea de lo que ocurre a su alrededor. Al menos accedió a tener relaciones sexuales. Le urgía, lo requería, requería intimar con su mate. Pese a no saber el por qué, tan solo se rinde a la euforia que tiene su lobo al ver a su destinado tener iniciativa. Peina su flequillo hacia atrás para poder disfrutar la vista.

    Hay algo en el momento en que Kaito se desabrocha el cinturón que hace al omega sonreír, por supuesto que la vergüenza le lleva a contener cualquier risilla o expresión de alegría, no iba a disminuir su existencia al momento en que las manos de su pareja descifran la mecánica de la hebilla de metal para luego tirar de la cinta de cuero por un solo extremo.


    - (Joder, pongámonos de rodillas y ruégale por azotes).
    - ¿Estás bien? – Rienda el accesorio en su mano derecha. Cuando termina lo deja caer al suelo.
    - Asiente de inmediato. Al no poder permanecer erguido se recarga en su costado derecho para seguir viendo a su alfa. -
    - Insistes en querer estar despierto, pero te ves cansado. Puedo “ayudarte”. – Realiza un gesto sugerente a la masturbación. - Si tienes problemas para conciliar el sueño.
    - No, no. No quiero dormir. En verdad, quiero hacerlo.
    - Sabes que mi celo comienza pasado mañana ¿Cierto? Sería mejor si descansas ahora.
    - Kai… - Chilla al contraerse. Vuelve a elevar su cabeza solamente, con esto logra verlo a los ojos. -
    - Vale, no me mires así. Está bien. – Le dice antes de sostenerlo de las mejillas para plantarle un beso. El omega trata de mantener el encuentro e intensificar los chasquidos de sus labios, pero luego de interrumpir el primer beso torpe el alfa se aleja. Hace un puchero que su amado no nota. - ¿Dónde guardaste el lubricante?
    - U-um… Kai-… - Sufre con impaciencia el pequeño momento en el cual el peli azul se alejó para rebuscar en los cajones de la cómoda. -
    - Ah, aquí está. Donde mismo. Seria magnifico si lo guardas aquí siempre. Cambiarle de lugar no tiene sentido. – Menciona en tanto se le acerca. -
    - Amor, yo-…
    - ¿Cambiaste de opinión? Está bien. – Dice tranquilo. - Ya te lo dije, es mejor si descansas ahora, porque mi celo es-…
    - No ¡No es eso! – Después de quejarse le retira la botella para hacerla de lado. No dijo ni hizo nada después, de nuevo aquella anormal agitación le apresa. Pasan un momento cada uno en su mundo, entonces, Kaito llega a la conclusión de que debe seguirle el juego sin perturbarle. El alfa besa su frente antes de poner sus manos sobre el resorte del piyama que viste el blondo. -
    - Entonces ¿Quieres que siga?
    - Asiente efusivamente. Trata de hablar, pero las acciones de su alfa le interrumpen. -
    - Vale, vayamos con calma. Relájate. – Ordena con un tono dulce. Después de besarle la boca el omega se recuesta por completo. -
    - (Al carajo). – Pensó. – (Que se dé cuenta por sí mismo).

    Suspiró con cada beso que recibió en su blanca piel. Sintió que el otro demoró en desprenderle del pantalón, cuando los besos se concentraron en su vientre sintió cómo el alfa escabulló la mano diestra hasta su entrepierna.

    Al tocar la superficie del umbral de su omega, el joven se enteró…


    - Len ¿Estabas masturbándote?
    - Niega un poco. – Umm, bueno, no como tal… - Respira hondo para evitar el sofoco. - Kaito, estoy en celo.
    - ¿Qué? Pero, no tienes hipotermia…
    - Lo sé, es raro.
    - Además, el calendario-…
    - Lo sé, ya sé. Pero, también sé que… Es mi celo. – Su voz pierde tono. Quiere darle explicaciones, más su cuerpo parece dispuesto a obedecer un solo comando: fornicar. - Tengo ganas de hacerlo, demasiado, por eso quería que volvieras, pero, bueno, no quería asustarte, así que, pues, fro-frotarme con tu almohada me distrajo un poco, pero-... Kaito, ya no puedo aguantar. – Vuelve a hacer una respiración profunda, traga el cumulo de saliva y acaricia su intimidad para liberarse un poco. - T-te, respondemos dudas luego, por favor. Ahora quiero-… Quiero hacerlo.
    - Bien, lo haremos, pero tranquilo. Hay que ir despacio o podrías-…
    - No creo lastimarme ¿Eres ciego? Mírame, mira lo húmedo que estoy. – Le toma de la muñeca para que no aparte los dedos de su cavidad. – No sé qué pasa, pero… Esto es mío, lo hizo mi cuerpo, yo-… Hace mucho no, bueno… Lo escucho y tengo la seguridad de que puedo.

    Son demasiados cambios de golpe. La edad reproductiva de Len estaba en su fin, a su entendimiento, esto no es normal. Al no ser fértil, su cuerpo debería detener ciertas mecánicas ¡Y lo hizo! Al tener diferencia de edad considerable, su sexo requería de mucho, mucho lubricante y no pasaban de dos rondas consecutivas.

    Era complicado que ambas partes salieran satisfechas por completo, en especial en periodos de celo. Pese a tener la anatomía con la capacidad de recibir el gran miembro de su alfa, Len no lubricaba como antes ni tenía la energía para coger como loco, para su suerte, comenzaron su romance justo en esa etapa del joven.

    A veces hacia el sacrificio de recibirlo pese a no tener ánimo, y eso acarreaba culpa al alfa. Poco a poco encontraron alternativas, así como este aprendió a controlar sus instintos, claro que cometía uno que otro tropiezo, pero lo intentaba.

    El hecho de que su omega tuviese disposición y apertura… Bueno, mientras él aún pensaba en el precedente, su lobo tomó la oportunidad.
    No había tiempo para desnudarse. Abrió las piernas de su pareja, liberó su semi erección al bajarse el pantalón apenas lo suficiente. Penetrarlo nunca había sido tan fácil y certero. Era tal la hazaña que no perdieron el tiempo en el asombro. Len se posiciono a manera de que las colisiones fueran completas mientras que Kaito buscó el ritmo y agarre ideal para la postura sumisa de su compañero.

    Mediante embestía se ponía más y más duro. Pudo sentir el aumento de su alcance en el canal del omega. Los rasguños superficiales de su compañero le hicieron tomarse una pequeña pausa para deshacerse de su camisa. La palabra placer no logra describir lo que sintió cuando volvió a arremeterlo con fiereza y Len en respuesta arañó todo el largo de su espalda alta a la vez que jadeó con un gemido ahogado.

    Desconoce si el otro llegó al orgasmo primero o si fue él, solo sabe que luego de quitársele de encima no pasaron más de 2 minutos y el blondo ya estaba pidiendo otro encuentro, uno más rudo y duradero.

    Le asustó un poco, ese vigor sexual no era normal en su omega. Siempre ha tenido cuidado de no sobrepasarse con el oji cielo ¿Cómo espera que simplemente se porte salvaje?

    Porque hay una diferencia entre la sumisión y la entrega. Len suele permitir que pase su celo de alfa con él, pero ahora se lo pide, le exige que lo haga así.

    Sostienen relaciones sexuales en ese supuesto celo de Len hasta llegar al de Kaito sin apartarse ni un segundo. Era el blondo quien no dejaba ir al peli azul. Para ir por agua o un poco de alimento tenía que redireccionarlo diciendo que lo harían en otra parte de la casa. Ocurrió, Len estuvo de acuerdo, incluso entusiasmado, pero eventualmente regresaban a su aposento.

    Ni su alfa se atrevió a tanto. O se adaptaron muy bien o las actuales peticiones de su mate eran otro nivel. No tuvo más opción que dejarle el mando.
    Durante el primer día, el omega tuvo que montarlo la mayor parte del tiempo por su falta de convicción. Ya en el punto máximo de su celo, entre el día 2 y 3, fue cuando el oji mar lo sujetó de las caderas para ponerlo boca abajo y embestirlo hasta obtener su propio clímax. El disfrute en los ojos de su omega y su sonrisa salivante le convencieron de que no tenía que ser gentil.

    Tira de su cabello, deja sus huellas dactilares marcadas en sus glúteos y en su cuello, lo penetra hasta sentir el choque de sus huesos… Cuando reposan, recuesta el jadeante cuerpo del omega encima suyo para que su empapado umbral repose sobre alguno de sus muslos. Un goce extraño que acaba de adquirir, asume.

    Lame el sudor que desprende el rostro ajeno, aspira su exquisita fragancia a sexo, hunde su nariz entre su hombro y cuello esperando que comience a implorar por su marca, ambiciona ese aullido, tienta la piel del otro con tenues mordidas que son más fuertes en sus pezones o en sus clavículas. Ruegos que no son atendidos, el blondo estaba demasiado enfocado en drenarle los testículos por completo.

    Tras el cuarto día, el celo del alfa concluye, pero su omega aún tiene necesidad. Por cronología, Len apenas estaba en su día 6, uno más y todo acabaría.

    La espalda y brazos de Kaito tienen tantos rasguños que hay partes de las sabanas que se ven rosáceas.

    Ambos recostados sobre su flanco izquierdo, el alfa se las ingenia para invadir el umbral del omega con su polla en esa posición. El movimiento de sus caderas es fuerte pero pausado, a veces sostiene la rodilla izquierda del omega, a veces lo apresa por el hombro, pasando bajo su brazo, para acercarlo más a su cuerpo. Suspira en su oído, añade intensidad a su empuje acorde a los gemidos de deleite que emite el oji aqua.

    Cuando se cansa del lento vaivén se separa para posicionarse sobre él, de vuelta al comienzo. Lo pone boca arriba y le abre las piernas para verlo de frente en tanto lo posee. Es difícil “besarse cual francés” cuando la penetración te deja sin aliento.

    Los gemidos no cesan en tanto las caderas del joven alfa golpean sus posaderas sin compasión.

    El mayor no tiene noción del tiempo, sin embargo, le desconcierta el no haberse enterado del momento en que dejó de lubricar. Todo es tan intenso y rápido que le cuesta hacerle saber al alfa que su unión comienza a doler.


    - O-oh… Ou, sí amor, lo siento. – Retira su miembro con cuidado. El alivio que demostró el omega le hirió un poco. – U-umm… ¿Satisfecho?
    - Uff… Ujum. – Asiente antes de quejarse por los abruptos calambres que invadieron su ser. Todo le dolía. -
    Le dijo que sí ¿Por qué se sentía triste? – Ya… Ya veo…
    - ¿Es…Estás bien?
    - Ja-ja, jaja, eso debería preguntártelo.
    - Kaito~. Puedo ver que tratas de cubrirte la entrepierna.
    - Dale un momento. Va a bajar en cualquier momento.
    - ¿Seguro?
    - Eso espero…
    - ¡Kai!
    - Sonríe nervioso. Toma asiento y le arrebata la sabana para cubrirse. Al estirar sus piernas estas se encuentran con las de su pareja. – Es un alivio verte otra vez.
    - Pero, si estuvimos juntos… ¿Cuánto? – Busca su celular en la mesilla de noche. Cubre su boca con los ojos de par en par cuando descubre que ha transcurrido más de una semana. -
    - Pff, jaja. – Niega hasta disipar la gracia que le hizo la reacción del otro. – Ah. Sí, toda una semana juntos, pero, no juntos del todo… No sé, difícilmente vi a tu omega, amor. No estoy seguro de lo que ocurrió. Casi siento que te fui infiel.
    - Yo, um, recuerdo estar contigo y con tu alfa, pero, sí. Es confuso, no tengo claro el paso del tiempo…
    - ¿Me creerías si te digo que no hemos tomado una ducha?
    - Dime que es broma por favor…
    - Yo no tengo problema, pero sé que tú-…
    - ¡No! ¿De verdad? ¡Ugh! Esto no es normal.
    - Definitivamente no. – Le dice bromista sin apartar la vista de su ser. Lo ve levantarse y dirigirse al baño con un apenas notable cambio al caminar. – Fue una odisea que me dejaras comer.
    - Y… ¿He comido algo?
    - Como los pajaritos.
    - ¿Los pájaros? – Lo piensa un momento antes de entenderlo. Pone una expresión asqueada. – Ay, no. Kaito-…
    - Lo siento. No quería que tuvieras un desmayo y te negabas a “distraerte”. Tuve la idea cuando no desistías en besarme pese a que yo sí estaba comiendo. -Se encoge de hombros cuando ve al omega golpearse la frente en el marco de la puerta. – N-no le diré a nadie…
    - Más te vale que no… ¡Ni como consejo!
    - ¿De qué forma eso sería un consejo?
    - ¡A tus alfas amigos cuando tengan pareja!
    - Ah, buen punto, cierto. Pero no te preocupes, no voy a decirlo por ningún motivo. Ni por ese ejemplo.
    - Bien… Ugh ¿Por qué no tengo nauseas?
    - Seguro ya lo digeriste. – Se queda quieto cuando el blondo lo mira amenazante, descontento. – S-si no te metes a la ducha ahora, se va a resecar.
    - ¿Qué? – Pregunta un poco cabreado. -
    - No lo dice con palabras, tan solo le señala la parte inferior de su cuerpo. Es cuando Len se percata del semen que comienza a descender por todo el lado interior de sus muslos. Avergonzado, respira hondo y sin más se encierra en el cuarto de azulejos para asearse. -

    Pasados unos minutos, Kaito alza la manta con el fin de confirmar que su erección ha desaparecido. Recorre su habitación, nota que el lugar aún tiene el perfume que produjeron con sus encuentros sexuales al estar ambos en celo. Registra cada nota de olor, lo memoriza, sonríe complacido y muerde una parte de su mano para no gritar como si fuese un adolescente.

    Lo que habría dado para que su marca ocurriese en ese momento…

    Mientras recoge las sabanas escucha el canto de su omega que debe seguir duchándose, con mejor humor, porque lo escucha cantar “distant dreamer”, una canción que solo emana de su ser cuando se siente bien. Sonríe encantado por su maravillosa voz. Piensa que en lugar de quedarse ahí sin hacer nada lo mejor es que ordene algo para comer y así se le pase a Len el rencor de su asquerosa supervivencia.

    Kaito se pregunta si algo así volverá a repetirse o ha sido cosa inusual de una sola vez. Al menos la aprovecharon.

    Medita los cambios que ha sufrido su relación durante esos 5 años ¿Qué cambios vendrían por delante? Quizá alcanzaría otro punto de felicidad y unión con su mate pese a la gran diferencia de edad que terceros juzgan. Tal vez lo lograrían otra ciudad, en otro ambiente, con una mejor calidad de vida.

    Una vez, como lo soñó.


    ~~~

    Me boi de vacaciones

    Felicitenmen, me gradué, o denmen la bendición para la vida laboral/vida adulta level 2

    Espero vernos pronto, porque evidentemente este es un especial de OUAD, en fin, espero lo hayan disfrutado sigan ese universo o no, pk tambien funciona como one shot, creo, espero

    PD: Pueden encontrar la imagen sin censura en mi tuiter 7u7 @Bahiasisters

    Ciao, ciao!
936 replies since 21/7/2014
.