Posts written by †De§tin¥ Doll†

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    Los personajes pertenecen a level 5.

    Letra en Negrita: Mensajes
    Letra en cursiva: Pensamientos
    Negrita+cursiva: Notificaciones de teléfono

    4.-La fiesta

    Era otro día de práctica para el equipo y sus compañeros estaban muy entusiasmados. Organizando una salida, Shiro se acercó a Fudou primeramente, sabiendo que este daría una afirmativa segura.

    -Tendrías que preguntarle a Yuu primero.-aseguró el castaño.-Hoy teníamos una salida los dos solos, no quiero decepcionarlo.

    Shiro miró a Akio, pensando en cómo su mentalidad había cambiado al menos un poco desde que lo había conocido. Antes jamás habría denegado una salida por algún compromiso ya hecho, y bebería tanto hasta quedar botado en una banca. Y luego volvió a pensar, en que la relación con Kidou sí había cambiado a su amigo para mejor.

    -¡Kidou!

    -Lo siento, Shiro, pero tendré que rechazar tu propuesta.-Dijo Kidou, anteponiéndose a lo que el de cabello gris iba a decir.

    Akio sonrió. Y luego se le fue la sonrisa cuando los lentes verdes chocaron contra sus ojos.

    -Genda llamó. Necesito estar allá después del entrenamiento. Lo siento, Akio, no podremos salir hoy. Pero para que no te quedes solo, sal con los chicos. Diviértete. No quieres estar entremedio de tanto papel.

    -Seremos solo los chicos y yo, puedes quedarte tranquilo.-Afirmó Shiro, tocando el hombro de Kidou.

    -No tengo por qué preocuparme. Le creo.-Akio sonrió complacido.

    Y cuando terminó el entrenamiento, Kidou dejó a Akio en manos de Shiro y se marchó rápidamente en su auto a la empresa. Tal y como su amigo había dicho, la empresa estaba hecha un caos. Habían personas corriendo de un lado a otro con montones de papel y otros pegados al teléfono, y sus gritos se escuchaban a través del cristal de las oficinas.

    Al mismo tiempo, los chicos llegaban a un bar, donde la música se escuchaba a una cuadra y se veía que lo pasarían bien. Entraron y se sentaron en dos mesas debido a la cantidad de personas que cabían en solo 1, y solamente comenzaron con algo liviano.

    Cuando las horas pasaron, ya llevaban, dependiendo de la persona, unas cuantas botellas individuales de cerveza, y en el caso del rubio delantero del equipo, un jugo, debido a que era el chofer. Al poco rato, este mismo había sacado a bailar al de cabellos plata y todos lo habían seguido a la pista de baile, excepto el castaño, que seguía bebiendo su tercera botella individual, casi sobrio.

    -Se me hace extraño verte solo por aquí.

    -¡Fuyuka!

    --------------------

    El celular de Kidou sonaba y sonaba tanto a las distintas llamadas que recibía como a los mensajes con sonidos personificados para cada contacto, y aquellos sonidos, colocaban a Genda de un humor muy irritable.

    -Kidou, ¿podrías silenciar esa maldita cosa antes de que tire esta montaña de papeles?

    -Lo lamento. Es Akio el que me manda mensajes, está en una fiesta con los chicos.

    Kidou miró su teléfono, con una foto de Akio y un balón de fútbol en sus manos de fondo de pantalla.

    [Akio ha enviado un mensaje de voz]

    "Yuu, qué pena me da que no hayas venido. Podrías dejar el aburrido trabajo de oficina y venir a bailar conmigo...

    ¿vas a venir, guapo?

    Sí, sí, ya voy. Avísame si vienes...¡Que ya voy, ya voy, no me tires! Te quiero, adiooooos~"


    Me alegra que se esté divirtiendo.

    Pero en la cara del estratega no había sonrisa alguna, y solo se dignaba a observar fijamente el chat, a ver si volvía a mandar un mensaje.

    [Akio ha adjuntado una foto]

    ¿Fuyuka Kudou? Shiro me dijo que era solo entre los chicos, ¿por qué...?

    Kidou observó la foto con detención. El castaño se encontraba riendo con los ojos cerrados mientras la chica pasaba la lengua por el cuello.

    Descarado.

    "Fue lindo verte hoy. ¿Cuándo nos veremos otra vez?"

    [Akio ha eliminado este mensaje]

    El estratega apretó su teléfono con fuerza y sus dientes rechinaron ante la misma acción que hizo su mano, no pasando desapercibido para Genda.

    -¿Kidou?-habló, alzando la cabeza para ver sobre el montón de papeles.-Kidou, ¿pasa algo?

    El de rastas miró a su amigo, pensando en si decirle o no.

    Sabía que le haría mal si no lo decía, si se lo guardaba, colapsaría. Pero si le decía a sus amigos, que nunca entendieron el porqué de su relación, escucharía un doloroso "te lo dije" y un "eso no tenía futuro" además de "te dije que Fudou no era la persona correcta para tí"

    -Vamos a tomar un café. Será una noche muy larga.
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    Los personajes pertenecen a level 5.

    Letra en Negrita: Mensajes
    Letra en cursiva: Pensamientos

    3.-El mensaje.

    Akio había salido a comprar comida para la cena por lo que se encontraba solo dentro de su modesto departamento.

    El sexo de la noche anterior había sido increíble. Siquiera recordaba cuántos orgasmos había tenido. Yuuto se sentó en el sofá frente a la chimenea encendida en ese día de frío, y cerró los ojos. Recordó el tacto de los labios de su esposo por su piel, lo cual le hizo temblar.

    Para despejarse, sacó un libro de su librero, y volvió a sentarse frente a la chimenea, sin embargo le fue imposible leerlo. El solo recordar la noche anterior le ponía los pelos de punta. Cómo se aferró a las sábanas y también a la espalda del castaño, así como sus gemidos fueron callados por besos apasionados. Sí, Kidou Yuuto estaba deseando que Fudou Akio le hiciera el amor nuevamente esta noche.

    Tal vez cuando llegara de comprar, o después de comer. Incluso llegó a pensar en botar toda la comida que había dispuesto mentalmente en la mesa y follar ahí mismo.

    No, no, Kidou Yuuto, tú eres un hombre decente.

    Sacudió la cabeza. Se levantó y fue al baño, a mojarse la cara. Decidió ir a su estudio, que se encontraba desordenado, lleno de papeles por todos lados, más unos cuántos balones de fútbol que utilizaba cuando se aburría en los quehaceres de la empresa. Por supuesto, los libros no podían faltar, tanto los de Akio como los suyos, obviamente, la mayoría suyos.

    Se encontraba haciendo las finanzas de la empresa en su desordenado escritorio cuando Akio llegó con las bolsas. Eran muchas, pero no sobrepasándose. Había comprado lo justo y lo necesario para los dos. Y se había dado cuenta cuando el olor de la comida había llegado a sus fosas nasales, debido a que Akio había abierto la puerta de su estudio, mirándolo desde esta misma con una sonrisa y los brazos cruzados.

    -¿Quieres cocinar la cena conmigo, Yuu?

    El de lentes alzó la cabeza de entre todos los partidos, que a la vista de Akio, solo era el cabello y una parte de las gafas entremedio de tanto papel.

    El chico se levantó y pasó hasta llegar a su esposo, ahora él viéndose más grande a la vista de Akio, al contrario que ayer, Yuuto parecía más seguro y un tanto más tranquilo.

    -Podríamos hacer otra cosa.

    El comentario hizo que Akio sonriera y alzara una ceja. Ambos estrategas se miraron fíjamente el uno al otro, ojos verdes contra lentes verdes.

    -Lo siento, ninfómano, yo tengo hambre.

    Y colocando un dedo en su boca partió a la cocina, haciendo que Kidou suspirara, pero aún así lo siguió, dándose cuenta de su plan al ser atacado apenas salió al pasillo, correspondiendo a los besos del chico con mucho gusto.

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    -Quítate las gafas.

    Ambos estaban en la cama, sin cenar después de haber tenido sexo, donde las rastas del castaño se depositaban desordenadas en la almohada en su lado de la cama, al mismo tiempo que el de ojos rojos miraba a su esposo mientras controlaba poco a poco su respiración. Hizo caso y se quitó los lentes que tanto le disgustaban a su esposo, o por lo menos mientras estaba en casa.

    -Me gustan tus ojos. Quítate los lentes cuando estemos en casa.

    -Como gustes.

    Akio sonrió y volvió la cara al mueblecito de noche que tenía en su lado de la cama, viendo directo a su celular que sonaba mientras el de rastas se sentaba en la cama, también mirando el teléfono.

    -¿Quién es?

    Fuyuka Kudou: Fue lindo verte hoy. ¿Cuándo nos veremos otra vez?

    -Nada ni nadie importante.-Akio le sonrió, dejando el celular en su lugar.-Prepararé la cena.

    Dicho esto, se levantó de la cama, no sin antes golpear suavemente la frente del de rastas.

    Kidou hizo como que no vio el mensaje a pesar de que Fudou lo sabía.

    Y Fudou hizo como que Kidou no había echado un vistazo a su celular, sabiendo que este igualmente lo sabía.
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    Los personajes pertenecen a level 5.

    2.-Pensativamente Pasional.

    Kidou estaba al borde de un ataque de histeria. Se preocupaba tanto del próximo partido del equipo, como de la rodilla de su esposo, que se había lesionado debido a una mala jugada, más el manejo de la empresa que había heredado de su padre y que trabajaba a medio tiempo. Su mente colapsaba.

    -Yuu, debiste quedarte en casa.

    Akio se acercó a su esposo, vestido con el uniforme del equipo y una rodillera en su rodilla izquierda recién recuperada, puso una mano en su hombro, manteniendo distancia profesionalmente, algo que Shiro y Goenji no disimulaban muy bien.

    -Estoy preocupado por tu rodilla, ¿estás seguro de que estás bien?

    -Ya te lo dije. No quiero volver a oírlo. Iré con Fuyuka a buscar algo para que comas.

    Y ahí estaba. Otra cosa que a Kidou le preocupaba. Generalmente no era nada inseguro. Pero en cuanto a temas que se referían a su esposo, nunca se acababan las sorpresas. Kidou, en sus tiempos de juventud, aconsejó al castaño que en ese tiempo aún traía el mohicano, y le dijo que comenzara a salir con Fuyuka. Y estuvieron en una relación muy estable. E incluso le aconsejó en algún momento donde pasaba por una crisis pensando que estaba embarazada.

    No se habría dado cuenta de sus sentimientos de no ser por Goenji, que tan observador como siempre, le insinuó algunas cosas que acabaron en una charla muy reflexiva.

    Cuando Akio volvió, le lanzó desde una considerable distancia una barrita de cereal junto a un jugo en caja, algo que siempre comían juntos antes de un entrenamiento, mientras le dedicaba una sonrisa. A su vez, miraba a Fuyuka de reojo, para después colocarle su total atención, halagando lo hermosa que se había puesto la joven durante esos años.

    Tranquilo, Yuuto, Akio dijo que no pasaba nada.

    -¡Kidou!.-gritó Endou, listo desde la portería del lado izquierdo.-¡Practica tiros conmigo!

    Para despejarse, aceptó. Dejó la barrita de cereal y el jugo en su bolso, con el envoltorio a medio abrir y se dispuso a ubicarse frente al balón, donde su amigo le miraba feliz y concentrado.

    Dio el primer tiro con una fuerza brutal, que Endou agradeció con total entusiasmo. Todo el estrés que sentía en ese momento, se iba al patear el balón. Y se sentía maravilloso.

    Se pasó el entrenamiento haciendo muchos tiros, unos simples y potentes a los más avanzados. Y al terminar, se encontró de muchísimo mejor humor y se cambió de ropa en silencio, pero con una sonrisa.

    Encontró la barrita de cereal en su bolso, llena de hormigas, a lo que miró con pena lo que su esposo le había conseguido y lo botó a la basura. Pero el jugo seguía ahí, y decidió tomárselo antes de irse a casa.

    En el auto, Akio se masajeaba la rodilla por mera costumbre y le daba miradas coquetas al de rastas, cosa que este no notó al estar conduciendo.

    Cuando llegaron al departamento, que era modesto para el gusto de ambos, Akio apenas y esperó a que Yuuto cerrara la puerta, para acorralarlo.

    -A-¿Akio?

    -Te veías muy sexy pateando balones para Endou.

    Eran de la misma estatura, sin embargo, Akio parecía más grande a la vista del estratega, y sus ojos verdes señalaban el más puro deseo y amor que Yuuto pudo llegar a sentir por su parte. Y eso calmó un poco la duda que tenía desde aquella tarde.

    -¿Estuviste observándome?-susurró mientras una sonrisa un tanto incómoda aparecía en su rostro.

    -Por supuesto. Desde el movimiento de tus rastas hasta tus piernas. Y me dieron unas ganas de comerte por completo que me resistí todo el día hasta llegar a casa.-pasó su nariz por su cuello, respirando la esencia de su chico, que era una mezcla de jabón, champú con olor a miel y sudor. Movimiento que hizo temblar al estratega.

    -De-Déjame ir a darme una ducha pri-primero...-tartamudeó, causando una risita por parte del contrario.

    Akio besó su cuello con suavidad para después subir y chocar su mirada verde con la roja, que le parecía desconcertada, y más aún cuando miró sus labios con tantas ganas de probarlos.

    -Podemos hacerlo en la ducha...sé que te gusta el agua muy caliente.-dio una sonrisa burlona, que derretía todos los pensamientos de su esposo y lo dejaba en blanco, y reía más aún cuando su esposo temblaba ante el toque de sus dedos avanzar por su pecho.

    -Supongo...-tragó fuerte.-que es una buena opción...

    -Oh créeme. Es una muy buena opción.

    Y Akio no dudó en llevárselo a la ducha.
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    Los personajes pertenecen a level 5.

    I.-Créeme

    -¡Ganamos!-exclamó el equipo completo mientras chocaban las jarras llenas de cerveza, recién comenzando la celebración.

    El lugar era bastante humilde, y esa noche solo estaba dispuesto el lugar para el equipo nacional de japón, que había obtenido la victoria en el último partido de las clasificatorias al torneo internacional. La música casi que estaba al máximo y reventaba los tímpanos, hacía que los jugadores bailaran y rieran hasta más no poder.

    -Hermano.-la chica de cabellos azules tocó el hombro de su hermano, que estaba casi igual de borracho que su capitán, riéndose a carcajadas mientras el rubio de Goenji los miraba con una sonrisa, con la jarra de cerveza a la mitad.-¿No deberías ya estar yendo a casa?

    Kidou no le escuchó. La música estaba tan fuerte que no hubiera sabido que Haruna le hablaba si no estuviera moviendo los labios.

    -¿Qué dijiste? ¡Mamoru, bájale a la música, hombre, que me quedo sordo!

    -Dije que deberías estar yendo a casa.-gritó, a pesar de que ya habían bajado un poco el volumen debido a la petición de su hermano.-Deberías estar cuidándolo...a él.-dijo su hermana con una mueca en su rostro.

    Kidou se llevó a su hermana a un lugar más apartado de la música, más bien, afuera del lugar, para hablar mejor, a pesar de arrastrar un poco la voz y caminar mientras se tambaleaba.

    -Haruna, ya hemos hablado de esto. Akio es un buen chico.

    -¡Pero no para casarte! Aún no puedo creer que te hayas casado con él. ¡Es un cazafortunas! ¡un mentiroso!

    -Haruna, lo conoces desde que teníamos catorce años.

    -Sí, y aún así mira lo que pasó en ese entonces.-le escupió las palabras a la cara.

    -Kageyama tuvo que ver en ese evento, lo sabes.-dijo entre dientes, comenzándose a enojar.

    Había conocido a su esposo en eventos desafortunados, tanto que su odio se dividía tanto en él como en su antiguo líder. Pero después, al convivir con él dentro del equipo nacional se ganó su amistad, y hacía unos pocos años atrás, su cariño.

    Kidou se quitó las gafas y se tocó el tabique de la nariz, pensando en que no debió de haber tomado más de la cuenta.

    -Haruna, ya hemos hablado de esto, por favor, no sigas.

    -Pero...

    -Uhm...¿Interrumpo algo?

    Ambos hermanos alzaron la vista, una más borrosa que la otra, observando al castaño de ojos verdes.

    Iba vestido con una camiseta negra de mangas largas y cuello en v, y unos jeans rotos más sus zapatillas favoritas. La luz de la luna se reflejaba en la argolla de matrimonio que portaba.

    -Se hacía tarde y encontré raro que no llegaras a casa, así que vine a buscarte...-habló incómodo, observando la situación-...Iré a dar mis felicitaciones a los chicos...

    Y dicho esto, se retiró, caminando mejor que hace un mes a la vista de Haruna, dejando a los dos hermanos solos.

    -Hermano...

    -Haruna, por favor, no sigas con esto. No sigas.

    La de lentes observó a su hermano retirarse molesto. La verdad, es que siempre había apoyado a su hermano en todo, incluso en cuando dijo que era homosexual. Pero cuando llegó con que había comenzado una relación con Akio Fudou todo se puso de cabeza.

    Todos habían puesto en duda la relación, debido a los antecedentes del castaño, y nadie le tenía la confianza suficiente aún. Con el paso de los años, Fudou se fue ganando la confianza de todos y su amistad fue más que bienvenida dentro de las vidas de todos, pero a pesar de eso, la de lentes aun no podía confiar la vida y la felicidad de su hermano en él.

    -¡Akio! ¿Cómo estás? ¿Tu rodilla está mejor?

    -¡Shiro! Sí, por supuesto. Conseguí la aprobación del doctor para volver a unirme al entrenamiento, no me pienso perder este campeonato por ningún motivo. ¿y tú? ¿Los nuevos integrantes de la familia se acoplan bien a la casa?

    -Magnus y Venus están cada día más revoltosos, no tengo más balones para practicar.-rió y luego miró al de rastas, que tomaba al castaño por los hombros.-Bueno, creo que tenemos que decir adiós. Nos vemos en el entrenamiento, Akio.

    -Sí, nos vemos.

    Salieron del lugar, ambos abrazados y bien acurrucados el uno del otro, por el frío de la noche, y también, que Akio actuaba como pilar para el borracho de su esposo, a pesar de su rodilla ya curada.

    -¿Es verdad que tu rodilla ya está mejor?

    -Síp.

    -¿Seguro?

    -Créeme.

    -Fuyuka Kudou volvió al equipo como ayudante.-Comentó, sabiendo que a su esposo le gustaría saber ese dato, y que hacía que los celos le carcomieran por dentro.

    -¿Algún problema con ella?

    -Eres Bi.

    Fudou rió, mirándolo con una ceja alzada.

    -Nunca te importó que yo fuera bisexual.

    -Ella es tu ex.

    -Yuuto Kidou.-Se separó del abrazo y lo miró, con el entrecejo fruncido. Lo tomó por las mejillas y le dio un pequeño besito.-Tú, tienes que aprender a confiar más en mí. Eres mi esposo, a la única persona que puedo mirar en este momento es a tí. ¿Me crees?

    El de gafas lo miró, y luego le dedicó una sonrisa afirmativa.

    -No va a pasar nada, te lo prometo.
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    Acabo de encontrar esto y debo de decir que está excelentemente escrito y que me tiene realmente metida en toda la trama!¡ Osea, es que, no puedo encontrar las palabras para decir lo bueno que es esto. Madre mía. Esperaré con ansias la próxima actualización
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    Capítulo 7: El juego del amor


    (Tsukishima)

    Era un día soleado, las nubes blancas recorrían el cielo azul pálido con ahínco. Todo lo contrario a mi estado de humor, el cual es deprimente y gris.

    Me encontraba en un parque un sábado de octubre a las seis de la madrugada porque no podía dormir. Llevaba tres horas mirando como el viento balanceaba y coqueteaba con las hojas de los árboles, desde un columpio. Por lo tanto, ya eran las nueve.

    Vi a Yamaguchi pasar por ahí. Tenía los ojos cerrados hasta que su "hola Tsukishima" pasó por mis oídos.

    —¿Qué haces aquí?—preguntó.

    —Estaba viendo a las nubes en forma de dinosaurio, que perdieron a su pequeño bebé nube dinosaurio, el cual un guardia dinosaurio devolvió al pequeño dinosaurio llorando devuelta a su desesperada madre dinosaurio.

    Yamaguchi rió.

    —Tú siempre pensando en dinosaurios, ¿no?.

    —¿Qué hacer?, me crearon así—sonreí—. ¿Vas a casa?

    —Voy a comprar algo para desayunar.

    El levantarme temprano afectó mis sentidos, tanto, que ni siquiera me digné a desayunar. El gorgoteo de mi estomago de delató.

    —Dios, nunca te vi tan descuidado como en estos meses.—habló Yamaguchi apretando el tabique de su nariz—. Ven a desayunar a mi casa.

    Asentí.

    Pasamos una agradable mañana. Habíamos olvidado lo que era reír y disfrutar como verdaderos amigos.

    Amigos.

    Nunca le había encontrado el verdadero dolor a esa palabra.

    Hasta ahora.

    —Extraño los momentos que pasamos juntos.—habló el pecoso—. Haruko con suerte me deja pronunciar palabra alguna.

    —Espera...—le interrumpí—, ¿estás con Haruko?

    —Si—soltó en un suspiro—. Raro, ¿no?

    —Si, bastante.

    Un silencio incómodo inundó el pequeño comedor.

    —Ha...hacen una...—las palabras se quedaban en mi garganta, escociéndome cada vez que intentaban salir.—bonita pareja.—salió al fin.

    —¿Ah, si?—el rostro del pecoso reflejaba decepción, como si aquello que había dicho hubiera sido una estaca directo en el corazón.

    Me coloqué nervioso. ¿Qué podría hacer para arreglar el momento?

    —Amm...—titubeé—. ¿Podríamos volver a empezar?

    —¿A empezar qué?

    —A empezar a...—el sonido de mi voz iba disminuyendo hasta que finalicé la oración con el hilo de voz que me quedaba—ser amigos otra vez.

    Yamaguchi sonrió sinceramente.

    —Me encantaría.

    (...)

    Había acabado el fin de semana, y una rubia corría desesperada por los pasillos en la tarde de un lunes; ante los saludos de Sugawara o Hinata, hacía caso omiso y seguía corriendo hasta encontrar a su objetivo.

    —¡Shimizu-san!—gritó abalanzándose sobre la de tercer año.

    —Hitoka-chan, no tienes para que gritar.—respondió tranquilamente la chica—. Además, esta es un área de silencio.

    —Bueno, lo siento pero tenía algo importante que contarte.—dijo con su respiración entrecortada, apoyada en sus rodillas para luego levantarse muy animada—. ¡Tengo un plan para juntar a Yamaguchi y a Tsukishima-kun!

    La mayor suspiró. Generalmente su expediente era impecable, libre de algún castigo o algo indebido de hacer debido a las reglas de la preparatoria y no quería arruinarlo por una simple travesura infantil.

    —¿No se supone que ya están juntos? Es decir, son amigos, ¿no?

    —No digo a esa clase de "juntar".—dijo uniendo sus dedos—. Hablo del juntarles en una relación amorosa.

    —Hitoka-chan, no deberíamos...

    La mánager del Karasuno fue interrumpida por un tirón de brazo, ya que, la rubia le había tomado de la mano y había comenzado a correr desenfrenadamente por los pasillos indicándole que una simple "broma" no hacía nada en contra de su expediente. Siguió suspiró un "no tienes remedio" con una sonrisa entre medio.

    Llegaron a un lugar apartado, pero cerca del salón de ambos chicos. Había un ascensor que parecía recientemente arreglado, sin embargo nadie lo ocupaba, a menos que alguien estuviera en silla de ruedas o no pudiera subir las escaleras.

    —Hay que encerrarlos—habló la rubia con cierta emoción.

    Shimizu hizo una mueca de desagrado, dejando expuesta su molestia.

    —O dios no...

    —O dios sí.—habló la rubia emocionada, tanto, que hasta de los ojos le salían chispas—. Todavía estoy intentando de convencer a Suga-san y a Daichi-san, pero los demás están de acuerdo. Además, ¿no crees que es raro que Tsukishima-kun haya dicho tales palabras por el altavoz del colegio? Creo que fue algún compañero, y...

    Yachi mostró un minúsculo aparato antiguo y de color negro. Estaba bastante deteriorado y a Shimizu le daban las mínimas posibilidades de que aquella cosa funcionara, pero la expresión de la rubia al pensar que había descubierto al autor de tal acción horrible—por no decir crimen—que habían separado a dos mejores amigos de la infancia.

    —Es de Haruko.—espetó—. Tsukishima había salido del salón un poco hastiado y Haruko lo siguió. Lo sé porque estaba hablando con uno de mis compañeros de clase y vi a Tsukishima salir con Haruko detrás de él. Al volver, guardó esto en su mochila. Al día siguiente, la vi colocando esto en el altavoz de la mañana, antes de que ellos llegaran, escuchándose las supuestas palabras que Tsukishima había dicho de Yamaguchi. La sorprendí entrando al salón del director diciendo que me habían mandado a buscar mi teléfono, el cual me habían quitado una clase atrás. Ella salió tan apresurada que se olvidó de esto encima del escritorio.

    —¿A qué quieres llegar con esto?—dijo Shimizu con las manos en las caderas.

    —Quiero llegar a esto—habló seriamente—. Hay muchas copias Shimizu-san. Las copias originales, que deben de ser unas siete, y la editada. Tsukishima es completamente inocente y nosotros como su "familia" le hemos dado la espalda. ¿No se supone que somos un equipo?

    Shimizu suspiró por enésima vez en el día. La joven aprendiz de mánager tenía la razón. Eran un equipo y habían hecho algo seguramente imperdonable.

    —Te ayudaré—sonrió—. Pero si alguno de los dos muere de un paro cardíaco no seré culpable.

    —Oh, querida. Todos tenemos la culpa en este juego.—dijo, sonriendo.

    (Yamaguchi)

    Estábamos a mitad de la jornada y yo hablaba normalmente con Tsukki como si nada de lo pasado hubiera ocurrido en realidad. Pero había algo que no podía cambiar:

    Mis sentimientos.

    ¿Cómo iba a poder esconderlos si me encontraba en un asqueroso noviazgo donde no me dejaban ni siquiera comer tranquilo?

    El timbre del final del receso me sacó de mis pensamientos. Era hora de la clase de audiovisual y quedaba lejos como para subir locamente por las escaleras, aún así, con Tsukki nos fuimos directo a ellas pasando por el lado del ascensor y subiendo las escaleras cuando vimos a Yachi trastabillar y caer escaleras abajo, algo que ambos impedimos atrapándola.

    Estaba roja como un tomate y los únicos que estábamos ahí, éramos Tsukki, Yachi, su amiga y yo.

    —Tiene fiebre—declaró Tsukki al ver su cara roja—. ¿Por qué no la llevas a enfermería?

    Su amiga asintió. Luego Tsukki me miro para decir:

    —Vamos tarde, es mejor irnos en el ascensor, vamos Yamaguchi.

    —¡Si, Tsukki!

    Ambos ingresamos en el ascensor. Era de un lindo color rojo y espejos cubrían tres cuartos del ascensor. Pude ver con desprecio mis pecas, aquellas por las cuales me molestaban años atrás. Tsukki se percató de esto y se acercó, abrazándome por el cuello.

    —Virgo.—dijo, uniendo mis pecas—. Orión, Cruz del sur, Escorpio, ¿aún así tienes razón para odiarlas?

    Mientras Tsukki unía mis pecas nombrando las constelaciones, por el lugar donde pasaba sus dedos veía que la constelación se iluminaba, o tal vez era solo imaginación mía.

    Me sonrojé. Estaba demasiado cerca, y su aliento me pegaba en el cuello con su susurrante voz en mi oreja. Luego mis pies volvieron a la tierra. ¿Por qué seguíamos en el ascensor?

    Me separé de Tsukki, sorprendiéndolo y apresuradamente apreté el botón del ascensor, esperando que la puerta abriera.

    —O dios...—hablé desesperándome—. Nos quedamos encerrados.

    (...)

    —Agh.—espetó Yachi con una mueca de disgusto—. Nunca mas vuelvo a comer esa cosa.

    Para poder llevar el plan de Yachi acabo, ésta misma comió una especie de jalapeño que terminó con una rubia toda sonrojada más la excelente y exitosa actuación de esta misma, haciendo que pareciera muchísimo más real. Luego, el equipo del Karasuno se dirigió desde la enfermería hasta el ascensor, escuchando los golpes desesperados de Yamaguchi.

    —¡Ayudadnos! ¡nos quedamos atrapados! ¡ayuda!

    —Abriremos esto tan pronto como podamos—Habló Suga, con el tono más calmado que podía.

    Si bien, costó que Suga, Daichi y Asahi se unieran al plan, ya que aún tenían desconfianza del rubio y utilizaban la excusa de que el ascensor no era utilizables para bromas; una simple muestra de la grabación original y un discurso de motivación los acabó convenciendo.

    Todos sabían que aquellos dos chicos se querían a muerte, o bueno, creían porque solo lo veían de parte de Yamaguchi, pero después de lo sucedido se convencieron de que aquello le afectó tanto al rubio como al pecoso. Así que el plan de Yachi, era solo darles un pequeño empujón.

    En uno de los salones del Karasuno, se encontraba la maquinaria para controlar la música del ascensor. Era el momento perfecto para colocar la grabación. Lo que ellos no sabían, era que también se iba a reproducir por todos los pasillos de la preparatoria.

    "—Vi que dejaste solo a Yamaguchi-san. ¿Por qué? ¿Te hastía?

    —Bueno, Yamaguchi es un perro faldero, me sigue a cada rato. Es desesperante y me irrita muy seguido.

    —¿Te gusta?

    —¡No! ¿De qué hablas? ¡Que asco!"

    Yamaguchi se tensó, aquella grabación atormentaba sus oídos. Pero luego pasaron fragmentos de conversaciones, donde Tsukishima y él o algún compañero de clase habían estado. Le había creído a otro en vez de dejar explicar a su mejor amigo, que ni siquiera conocía aquella grabación. Dios, eso le dolió en el fondo.

    —Yo...—musitó el pecoso.

    Yamaguchi miró al de lentes, con mirada arrepentida. Tsukki sonrió.

    —No importa, tenías tus razones.—dijo, desordenando el cabello del más bajo—. Y ahora yo tengo mis razones para asesinar a alguien.

    Mientras ambos buscaban la forma de entretenerse, los del equipo de voleibol de la preparatoria estaban en aquel salón, modificando voces y arreglando el sistema para que no se escuchara en todo el recinto, sino para que se escuchara solamente en el ascensor.

    —¡Genial, Hinata! ¿Quién te ha enseñado esto?—hablaron Tanaka y Noya al mismo tiempo.

    —Kenma.—Habló, entusiasmado.

    —Claro—habló Kageyama celoso, cruzándose de brazos.—, el chico gato.

    Esperaron a Hinata mientras los demás escogían a la voz más tenebrosa. Querían a Daichi en ese momento, ya que su voz y sus caras asustaban demasiado, luego Hinata recordó aquella vez que había golpeado a Kageyama en la cabeza mientras hacia uno de sus saques. Al final se decidieron pero este último.

    —Bien, Kageyama—habló Nishinoya—. Confiamos en ti.

    Hizo una señal con los dedos, contando hasta tres.

    —"Bienvenidos a este juego de terror donde los invitados de hoy son los alumnos de primer año, Tsukishima Kei y Yamaguchi Tadashi."

    Kageyama rió, haciendo que todos dieran un pequeño respingo y que en el ascensor, Yamaguchi se aferrara a Tsukki.

    —"Estarán encerrados en aquel ascensor hasta que hagan lo único para salir y ganar el juego...besarse."

    —¡¿Qué?! ¡¿Estás loco?! ¡No haremos eso!

    —"A menos que los asesinos que están en las tuberías de calefacción, entren y pierdan el juego"

    Daichi y Suga avanzaron en aquellos conductos, haciendo mucho ruido y riéndose como desquiciados para parecer más real.

    Yamaguchi suspiró, con miedo.

    —¿Uno en la mejilla?—susurró.

    —Uno en la mejilla.—le siguió.

    Ambos hicieron el proceso y reclamaron su libertad.

    —"O dios, no ese tipo de besos. He pedido un beso real, de preferencia francés."

    En el lugar donde estaban los demás de miraron raro y preguntaron susurrando el cómo sabía los tipos de besos.

    —Bueno—habló susurrando lejos del micrófono—, estaba buscando el significado del beso negro y aparecieron los diferentes tipos de besos.

    —Demasiada información...—Hablaron todos, sonrojándose.

    Dentro del ascensor, ambos se sonrojaron al máximo. Se miraron y apartaron la mirada.

    No se habían detenido a pensar el cómo sería un beso con Tsukki o con Tadashi. Al pensarlo se sonrojaron más y tocaron sus labios, pensando el cómo sería el contacto del otro. Se miraron y se colocaron frente a frente. "Solo uno" habló Yamaguchi, y Tsukishima aceptó.

    —"Rápido que los asesinos ya vienen camino"—habló Kageyama riendo insanamente.

    —Tsukki, tengo miedo.—habló Yamaguchi con verdadero temor.

    El sonido de las tuberías aumentaban y el ruido de las risas dementes aumentaron su volumen. Yamaguchi estaba temblando y a punto de rezar por su vida si es que era necesario.

    —Dios, Yamaguchi cálmate.

    Tsukishima, al ver a Yamaguchi desesperarse, se levanto mirando su reflejo buscando respuesta alguna. Luego le dio la mano al pecoso, para ayudarlo a levantarse. En ese intento, el rubio tiró fuerte del pecoso, tanto, que Tsukki perdió el equilibrio y chocó con la pared con el pecoso en sus brazos. Se miraron y repentinamente se besaron.

    Yamaguchi pasó sus brazos alrededor del cuello del más alto y este le acercó más a si mismo, intensificando el beso. Sus lenguas chocaban y sus cavidades se exploraban con ahínco y anhelo, como un minero encontrando un diamante en bruto.

    Se separaron, ambos sonrojados, mirándose, contemplándose y anhelándose, sintiendo aquella corriente eléctrica recorrer sus espaldas y las famosas mariposas en el estómago al juntar sus manos. Según el destino, estaban hechos el uno para el otro.

    Segundos antes de que la puerta del ascensor se abrieran de par en par, volvieron a unir sus labios, sintiendo su dulce sabor y se abrazaron.

    —Te amo...—susurró Tsukishima al oído del pecoso.

    —Yo también.—Yamaguchi sonrió.

    El ver que su enamorado correspondía a sus sentimientos le hacía feliz. Lástima que aquella cadena que había comprado para el de lentes se perdiera. Era el momento perfecto para dársela. Sin embargo, vio algo brillar en el cuello de éste. Aquella cadena de acero con la luna y la estrella colgaba de su cuello, contrastando con su piel.

    —¿De donde sacaste eso?

    —El día en que peleamos, se te cayó al correr, así que la recogí y me la coloqué. Tienes buen gusto.

    —¿Por qué yo?—preguntó el pecoso repentinamente.

    —Porque...—buscó las palabras adecuadas, era una de las pocas veces en la que el rubio no sabía ni siquiera que decir—. Me fuiste enamorando poco a poco, mi pequeño dinosaurio.—dijo sonriendo, juntando sus frentes.

    —Vaya vaya—interrumpieron—, ya era hora.

    Los del Karasuno aparecieron en frente del ascensor, mostrando sus rostros felices. Pidieron disculpas a Tsukishima y se fueron al gimnasio. Ambos iban a ir hasta que escucharon pasos apresurados.

    —¡Yamaguchi!—habló Haruko, con desespero.—¡Ay, cariño! ¿Estás bien? ¡Me enteré que...!

    —Haruko—interrumpió—, terminamos.

    —¿Disculpa?

    —Así es, terminamos.—dijo el pecoso con firmeza—. Eres arrogante, manipuladora, egoísta y envidiosa. No me gusta del todo.—Yamaguchi suspiró y volvió a decir:—Además, besas asquerosamente mal.

    Yamaguchi dio media vuelta y se acurrucó en el brazo del más alto, que le rodeaba para abrazarlo por los hombros.

    —Bien hecho.—sonrió Tsukki.

    Tsukki miró hacia atrás e hizo un gesto obsceno con su mano mientras veía la rabia correr por las venas de la chica.




    Capítulo 8: Una Buena.
    (Yamaguchi)
    10 años después.


    Me encontraba cansado, si; pero con todo el esfuerzo que coloqué en estos años de universidad, me he llegado a graduar de la carrera que tanto había querido estudiar.

    Aquella toga de graduación molestaban mi caminar y el birrete tapaba mi rostro, pero quería ver la cara del amor de mi vida al salir de aquel campus sonriendo y que me reciba con un cálido abrazo. Aunque yo sabía que eso no pasaría ni aunque me lo prometiera; sé que Tsukki es un hombre de palabra, pero al entrar en el equipo nacional de voleibol no nos hemos visto en casi un mes y el teléfono o el correo electrónico son nuestras únicas vías de comunicación.

    Salí del campus con la frente en alto, esperando ser recibido con un abrazo y un beso, pero lo sabía. Al salir no había nadie, Tsukki no había llegado. Me fui a un lugar del campus, muy apartado y me senté en uno de los tantos jardines que había.

    —¿Por qué tengo que pasar estos eventos solo?—susurré y me tapé la cara con las manos.

    —¿Quién dijo que estás solo?, porque eso lo contradigo yo.

    Giré la cabeza hacia atrás y exclamé un "¡Tsukki!" sonriendo. Él se sentó a mi lado y preguntó el por qué de mis lágrimas que involuntariamente habían salido.

    —Es que...—dije pasando una mano para secar las lágrimas de mi cara—...pensé que no vendrías.

    Tsukki me miró con indiferencia y luego me abrazó por los hombros sonriendo, diciendo que nunca me dejaría solo en eventos importantes como este.

    —¿Vamos a comer?, yo invito.

    —Pero Tsukki...

    Tsukki negó con el dedo y con la cabeza, diciendo que yo era el festejado y que él iba a pasar el día conmigo, dándome todo lo que yo quisiera. Pasamos por diferentes puestos de comida y comimos hasta reventar. Luego, pasadas las cinco que la tarde, nos sentamos en una plazoleta no muy poblada de gente, con lindos arbustos de pequeñas flores blancas y una fuente de los deseos en medio de éstos.

    —Felicidades por tu graduación—habló Tsukki besándome la cabeza—, estoy muy orgulloso de ti.—suspiró—. Lamento el no haber llegado a la ceremonia pero el estúpido taxista se metió por el camino equivocado donde había un tráfico del demonio más, al salir me vi atestado de fans pidiéndome mi autógrafo y, esta es la razón por la que ando con unas gafas tremendamente ridículas—dijo levantándose las gafas, irritado.

    —¡O dios mío! ¡Es Tsukishima Kei!—gritó alguien en las afueras.

    —¿Estás de broma? ¡Vamos, síguelo!

    —¡Demonios!-—exclamó Tsukki.– ¿uno no puede tener un poco de tranquilidad?

    Tsukki tomó mi mano y comenzó a correr dejando caer las gafas en el proceso. No duramos ni cinco minutos corriendo cuando la multitud de gente nos atrapó.

    El griterío del "¿Me puedes dar tu autógrafo?" me tenía con un dolor de cabeza del que me tuve que aferrar al brazo de Tsukki. Debía de decir que, aparte del dolor de cabeza, me sentía mareado y con ganas de volver a casa. Tsukki me miró e intentó sacarme de aquella multitud, lo cual logró de manera satisfactoria. Claramente yo me habría y me he disgustado de tal acción, puesto que alguien que esté en un noviazgo jamás debe de dejar a su pareja sola, pero para alguien que es recientemente famoso como él, debía de proteger a la persona que valora-ya sea un amigo o amiga o, tu novio o novia-, no se meta en problemas por culpa de la farándula.

    El desorden causado por la multitud duró varios minutos, una completa eternidad para mí, pero de un momento a otro las personas comenzaron a dispersarse con una cara de disgusto. Yo no entendía el por qué. Aquella gente mostraba esa cara porque claramente algo debía de andar mal. Pasados otros minutos me dí cuenta del por qué.

    Tsukki no estaba allí.

    Se había escapado de la multitud olvidándose de mi. ¡En mi día!. Lo busqué con la mirada por todo aquel perímetro pero ni rastro de él. Solo pasaban aquellas escolares con sus novios, señoritas jóvenes y sus amigas y señoras con miles de bolsas en sus manos, pero ni rastro de Tsukki.

    Me quedé vagando un rato; acaricié perritos y devolví niños a sus padres, hasta que llegué a un lugar donde una señorita tomaba de la mano bruscamente a otra, la cual llevaba gafas de sol y una linda cabellera color cobre.

    —¡Deja de esconderte, Tsukishima Kei!

    Aquella mujer lanzó un grito de dolor mientras forcejeaba contra ella, que decía que era mi novio aunque, claramente el grito que lanzó le delató por completo.

    —Debería dejar tranquila a la dama, señorita—dije, yendo a su rescate.

    —¡No se entrometa! él es Tsukishima Kei, ¡yo lo vi!

    Aparte de la voz solo hacía una cosa para identificar si aquella dama era mi novio, que probablemente se habría tragado su orgullo y se habría vestido así. La última vez que nos vimos le di a Tsukki una pulsera de plata con un dinosaurio pequeño que no se sacaba ni siquiera en los partidos mas violentos. Y ahí estaba, intacta.

    —No sea ridícula y deje a la dama tranquila o llamaré a la policía

    Aquella señorita refunfuñó y soltó a Tsukki, a continuación se marchó, bufando.

    —Conque soy una dama—rió Tsukki.

    —Y una muy guapa a mi parecer.—reí, contagiándome de su risa.

    Después de reír, Tsukki sacó su teléfono y supuse que era para ver la hora, porque lo guardó a los segundos después de sacarlo para después mirarme y preguntar:

    —¿A qué hora dijiste que era tu baile de graduación?

    —Ahh...—balbuceé y dejé salir una risa nerviosa—no te lo dije, no tenía intención de ir.

    Tsukki bufó tirando aire, como Ariel en "La Sirenita" mientras intentaba quitarse el cabello de la cara; y me tomó de la mano comenzando a arrastrarme por la calle exigiendo la hora del evento.

    —¡Tsukki, me voy a caer!

    —Vamos Tadashi, dilo.

    El agarre de Tsukki se intensificó pero sin llegar a hacerme daño. La razón por la cual no quería ir a aquel último baile de mi vida como estudiante de universidad era que, seguramente habrían personas que se lanzarían encima de Tsukki o algunas que intentarían sacarme del camino para seducirlo.

    —¡A las ocho!

    —Diablos Tadashi, no llegaremos a tiempo.

    Tsukki se detuvo en una de las tiendas más caras del lugar y entró con autoridad. Se dirigió a la caja registradora con yo detrás y apenas podía mantenerme en pie; entregó su tarjeta de crédito y habló:

    —Dos trajes hechos a medida.—el hombre le miró raro, tal vez por como andaba él vestido. Tsukki se percató y se sacó las gafas de sol y la peluca—. Reservación a nombre de Tsukishima Kei.

    —Tsukki, ¿Qué...

    —No dejaré que faltes al último baile de universidad.—Sonrió—. Anda, ve a vestirte.

    Sonreí y entré en el vestidor. Era increíble el cómo Tsukki se acordaba de todo o de la mayoría de las cosas que tengan que ver conmigo.

    Al salir me encontré con un rubio de gafas, con un traje que remarcaba todo lo bueno de su cuerpo. Sonrió al verme, y me entregó una flor de decoración que completaba el traje.

    —¿Nos vamos?—preguntó y le tomé el brazo.

    Tsukki sabía que casi nadie me creía sobre nuestra relación y que me pidió que me relajara. Había cambiado, no con respecto a su humor-bueno tal vez si- si no que estaba más dispuesto a hablar con alguien que no sea yo, y eso se debía a Kuroo y a Bokuto-san. También me había fijado en que Tsukki usaba regularmente gafas de sol, como ahora.

    —Tsukki, ¿Por qué llevas gafas de sol?

    —Me aseguraré de dejarlos a todos con la boca abierta.

    —¡Basta!—reí, golpeándole el brazo—, que me pongo celoso.

    La luz del pasillo de la universidad era de diferentes colores, y fue justo en ese lugar donde el auto de Tsukki se detuvo. Este salió y abrió mi puerta extendiéndome la mano. Aún llevaba puestas aquellas gafas.


    (Tsukishima)

    Al entrar en el salón, una música fuerte invadió mis oídos, tanto, que me tapé uno. Una chica con un vestido extremadamente corto y un escote que daba vergüenza mostrar, apareció ante nosotros impidiéndonos el paso. ¡Dios! ¡Con ese exceso de maquillaje no me sorprendería las arrugas que tendría años más tarde!.

    —Yamaguchi, ¿Por qué no nos presentas a tu amigo?—preguntó con una sonrisa burlona.

    El pecoso iba a hablar, pero lo detuve.

    —No soy su amigo, soy su novio.—repliqué con disgusto.—Tsukishima Kei—extendí mi mano y, antes de que ella la tomara, la aparté y dije:—Bueno, alguien como tú no necesita estrechar mi mano. ¿sabes que el exceso de maquillaje da cáncer?

    Y seguimos caminando hasta la mesa de los aperitivos.

    —Tsukki, te amo, pero eso no significa que seas grosero—me regañó Tadashi.

    —Lo sé y lo siento—besé su frente—, aunque debo de admitir que las clases de egocentrismo con Tooru me hicieron bien.

    —Yo digo que te venía mejor el sarcasmo que el egocentrismo—replicó Tadashi—. Venga, vamos a bailar.

    —¿Y desde cuando bailas canciones lentas?—pregunté, mientras me tiraba del brazo.

    —Desde...

    Tadashi no finalizó la frase por un grito que me sacó de mis casillas y me escondí detrás de la torre de pastelitos. Aquel "¡Es Kuroo y Bokuto!" hizo recordar mi escape del entrenamiento para venir y quedar con Tadashi. Se abrieron de paso hasta Tadashi.

    —Hola cielo—¿Cielo?, ¡con mi dinosaurio no, maldito gato!—Felicidades por tu graduación.

    —Gracias, Kuroo.—habló Tadashi, nervioso.

    —Por casualidad, ¿Haz visto a tu limón salvaje por aquí?—preguntó el utensilio de maquillaje.

    —¿A Tsukki?, está escondido detrás de la torre de los pastelitos.

    Gracias, limón salvaje.

    Intenté escaparme, pero Bokuto me abrazó por la espalda diciendo "¿Oya Oya?"

    —Venimos a llevarte al entrenamiento, Tsukki—Habló el gato.

    —Por lo menos, dejen despedirme de Tadashi, ¿no?

    Me dirigí al pecoso y me lo llevé cerca de la entrada, a la vista de los dos idiotas.

    —¿Te tienes que ir?

    —Me va a llegar una buena por hacer esto, pero...

    Tomé a Tadashi del brazo y corrí con él hasta el auto. Luego le puse en marcha y salí disparado dejando atrás a Kuroo y a Bokuto, impactados.

    —Lo haría todo por pasar el día contigo, mi pequeño dinosaurio.


    Capítulo 9: Propuesta

    (Tsukishima)

    — Así que quieres pedirle a Tada-chan que se case contigo, y te comes tu preciado orgullo al pedirme ayuda a mi...—Tooru recibió un codazo de parte del de pelo negro—...digo, nosotros. ¡Iwa-chan, eso dolió!

    —Solo pido algo de ayuda, ¿acaso está mal?—suspiré irritado.

    —Debo de decirlo, Tsukki. Es raro en ti pedir ayuda.—Habló el de cabello negro, que aún parecía como si se hubiera levantado. Se volvió al moreno de brazos musculosos.—Aún me cuestiono como te pudiste casar con él, Iwaizumi. ¿Fue por el bebé?

    —¿Te casaste conmigo solo por eso, Iwa-chan?—preguntó el castaño.

    Aunque no quería ver la pelea que se estaba por originar en aquellos momentos, me quedé mirando irritado los llantos del castaño con las escandalosa risa de Kuroo. Enojado, carraspeo fuertemente llamando la atención de los demás.

    —Volviendo al tema—volvió a hablar el castaño—, algo que me tuvo a los pies de este hombre fue algo que tuviera relación con el espacio exterior.-masculló encogiéndose de hombros.-Sin olvidar el sexo obviamente.

    Solamente una palabra había desatado el caos de aquella tarde. MATRIMONIO.

    ¡Vaya, adivinaron! ¡Como premio tendrán un millón de dólares!

    Era un chiste.

    No podía creer, aunque la disputa estuviera en frente mío; que una palabra ocasionara tanto alboroto dentro del equipo nacional de Voleibol. Pasé mi mano por mi frente sudorosa por el entrenamiento, y suspiré. Por décima vez en el día.

    —Bueno, si no van a ayudarme, me las arreglaré solo.

    Y salí del gimnasio enojado. Aparte de que me irritaba el bocherío que tenían dentro, siempre me molestó aquella actitud que todos tenían desde que los conocí.

    —¡Espera, Tsukki!—habló Bokuto con los demás detrás suyo–. Te ayudaremos, tenemos una idea.

    (***)

    Pasaron las semanas y decidí que aquel era el momento. Tadashi había pasado el año antes de su graduación casi en una depresión extrema al saber que sus padres habían muerto en un accidente de avión y decidí que no quería verlo nuevamente así. Quise hacerlo feliz.

    —Tadashi, ¿Qué te parece si vamos al cine?

    El pecoso levantó la vista de su libro y se quitó los lentes de descanso y, con una sonrisa asintió.

    (Yamaguchi)

    En el cine, nos encontramos por casualidad a los del antiguo equipo del Karasuno y a los compañeros de equipo actuales de mi pareja, que casualmente habían comprado entradas para ver la misma película, el mismo día, a la misma hora.

    Luego de comprar la entrada, Tsukki, los demás y yo, tomamos nuestros asientos. La sala, extrañamente, estaba vacía.

    Al comenzar los infomerciales que dan típicamente antes de las películas, Tsukki fue al baño. La particular voz de Bokuto inundó la sala, dejando escapar unas carcajadas.

    "Fukurodani productions presenta..."

    Sábado por la mañana, salté de la cama y me puse mi mejor traje. Me monté en mi coche y conduje como un cohete, todo el camino hasta tí. Toqué a tu puerta con el corazón en un puño para hacerte una pregunta. Porque sé que eres una persona chapada a la antigua.



    Aquello me había sorprendido, el vídeo en sí me había sorprendido ya que Tsukki estaba cantando y parecía como si alguien se le tirara encima para despertarlo. También se puso su ropa de fin de semana y no sé como aprendió a andar en bicicleta–aunque aún tenía ruedas a los lados–y tocó la puerta, la cual mágicamente había aparecido en el vídeo. Detrás de ésta apareció Daichi con un delantal rosa de besa al cocinero.

    ¿Puedo tener a tu hijo el resto de mi vida? Di que sí, di que sí, porque necesito saberlo. Dices que nunca tendré tu bendición hasta el día que me muera, mala suerte amigo mío, pero la respuesta es no.


    Era la primera vez que veía a Tsukki rogar o, tal vez actuaba muy bien mientras recitaba la letra de la canción con un muy buen pronunciado inglés. Daichi le respondió con una cara de indiferencia y le cerró la puerta de lleno en la cara. Me reí al ver la cara de derrota de Tsukki, pero aún no entendía el significado de aquel vídeo.

    ¿Por qué tienes que ser tan grosero? ¿No sabes que yo también soy humano? ¿Por qué tienes que ser tan grosero? De todas formas, voy a casarme con él. Me casaré con ese chico. De cualquier forma de casare con él. Me casare con ese chico. Si, no importa lo que tu digas. Me casaré con ese chico, y seremos una familia. ¿Por qué tienes que ser tan grosero?


    En su bicicleta, Tsukki se fue y se reunió con los chicos. Kuroo y su ridiculez de llevar puesto un velo y un ramo de flores mientras que Bokuto lloraba siendo sujetado por Akaashi, quien aguantaba los gritos que decían "¡Bro, no te cases!" Bueno, en conclusión...la casa de Kuroo quedó hecha trizas.

    Odio hacer esto, no me dejas elección, no puedo vivir sin él. Quiéreme u ódiame, seremos muchachos en pie sobre ese altar o nos fugaremos a otra galaxia, ya sabes. Sabes que él está enamorado de mí. Irá a cualquier sitio al que yo vaya.



    Ahora sé el porqué de Tsukki al andar con una libreta y un bolígrafo días antes. Aquello tenía escrito "ser más sexy, ser más inteligente, vestir mejor y conseguir una nueva bicicleta." Lo de la bicicleta lo tachó para luego verlo en el gimnasio haciendo pesas, algo que él no necesita porque aquellos músculos que tiene se les debe al voleibol. Luego vio sacando un libro para quedarse dormido con éste en su cara. Me reí. También cambió su forma de vestir por unos jeans ajustados que le remarcaba el trasero y una camiseta negra, seguramente de Kuroo ya que, este apareció y le dio una nalgada. También había cambiado la bicicleta por el auto negro actual–y que tuviera más ruedas que la bicicleta–y se dirigió a la casa de Daichi nuevamente.

    ¿Puedo tener a tu hijo por el resto de mi vida? Di que sí, di que sí, pobre necesito saberlo. Dices que nunca tendré tu bendición hasta el día en que me muera. Mala suerte amigo mío, pero la respuesta sigue siendo no.



    Tsukki volvió a tocar la puerta de Daichi y éste salió vestido con un traje erótico que dejaba en claro al público que llegaba lo que estaban o lo que estaban por hacer. Suga se encogió en su asiento y Daichi estaba para freírle un huevo encima de la cabeza de la cabeza, soltando maldiciones al ex-capitán del nekoma. Al cerrarle la puerta en la cara nuevamente, Tsukki le lanzó un gesto obsceno a la casa y se fue.


    ¿Por qué tienes que ser tan grosero? ¿No sabes que yo también soy humano? ¿Por qué tienes que ser tan grosero? De todas formas, voy a casarme con él. Me casaré con ese chico. De cualquier forma me casaré con él. Me casaré con ese chico. Si, no importa lo que tu digas, me casaré con este chico y seremos una familia. ¿Por qué tienes que ser tan grosero?



    Esta vez, Tsukki le tiraba basura a todo el mundo mientras iba a la casa de Kuroo. Luego aparecieron traseros por doquier con caritas en ellos y un baile alrededor de la fogata con un muñeco vudú de Daichi; ellos con máscaras puestas. Era algo así como un baile a la lluvia pero para quemar a alguien.

    ¿Puedo tener a tu hijo por el resto de mi vida? Di que sí, di que sí, porque necesito saberlo. Dices que nunca tendré tu bendición hasta el día que me muera. Mala suerte amigo mío, pero no significa no.



    Tsukki apareció por tercera vez en la casa de Daichi y volvió a tocar el timbre. Esta vez, Daichi apareció con una mascarilla de palta en la cara, una toalla enrollada en la cintura y otra en la cabeza. Antes de volver a cerrarle la puerta en la cara, Tsukki se interpuso y un balón de voleibol apareció en su mano.

    ¿Por qué tienes que ser tan grosero? ¿No sabes que yo también soy humano? ¿Por qué tienes que ser tan grosero? De todas formas, voy a casarme con él. Me casaré con ese chico. De cualquier forma me casaré con él. Me casaré con ese chico. Si, no importa lo que tu digas, me casaré con este chico y seremos una familia. ¿Por qué tienes que ser tan grosero? ¿Por qué tienes que ser tan grosero?



    Estuvieron rebotando la pelota hasta que Tsukki la desvió y estalló en la cara de Daichi. A continuación Tsukki salió corriendo hacia el auto y Daichi cabreado con una silla con Suga detrás diciendo "¡Daichi, con la silla no!

    El auto se dirigió al cine, el traje negro con moño rojo se le veía extremadamente bien. Tsukki subía y subía escaleras y se encontró con Daichi con una cara de póquer, luego sonrió y saco una botella de vino y un ramo de flores. Tsukki sonrió y los recibió. Recibió también, el apoyo de todos y llegó a la sala en donde estábamos.

    El proyector se apagó y los aplausos hicieron resonar la sala. Tsukki apareció con aquel traje negro de moño rojo y las flores con el vino en mano, sonriente mientras bajaba las escaleras. Lo único que pude hacer en aquel momento fue taparme la cara, ocultando mi sonrisa.

    Le pasó las cosas a Suga y recitó:

    —Tadashi, hemos estado juntos por todo este tiempo y he decidido dar este paso que cambiaría nuestras vidas por completo.—se arrodilló y saco una cajita y la abrió—. ¿Quieres casarte conmigo, mi pequeño dinosaurio?

    Me volví a tapar la cara con las manos ocultando mi felicidad, un tímido sí salió de mis labios y Tsukki me colocó el anillo, luego nos abrazamos.

    —¿Fue mucho?—preguntó a mi oído.

    —Demasiado...

    (***)

    —¡Tadashi, camina más rápido! ¡Llegarás tarde!

    —Pero...—Jadeé—...¡No puedo correr con esto!

    Llegamos a la puerta de la capilla, donde Tsukki estaba esperándome en el altar. Aunque al abrir las puertas, vi cómo su cara se deformaba en una mueca intentando contener las risas. Con nerviosismo me tomé fuertemente del brazo del de cabello platinado, intentando caminar.

    Aunque era uno de los mejores momentos de mi vida, estaba muy nervioso. ¡Era el día de mi boda, joder! Tsukki, seguía intentando contener la risa, incluso hasta que yo llegué a él. Daichi le pegó un fuerte codazo y se dignó a tomarme de las manos e ir juntos nuevamente al altar.

    Pasaron los minutos u horas que duró la ceremonia y antes de decir lo más importante susurró:

    —Lo dije hace diez años y lo vuelvo a decir ahora.—Rió disimuladamente—Tadashi, estás hecho para ser mujer. Por cierto, lindo vestido.

    —Siempre arruinas los mejores momentos, Tsukki.

    Ambos terminamos la ceremonia con una sonrisa, mientras juntábamos nuestras frentes. Sabiendo que pasaríamos juntos toda la vida, hasta que la muerte nos separe.


    10: Epílogo

    —Mira a este niño—masculló Sugawara pellizcando las mejillas del rubio que tenía en frente—. Si es una cosita muy adorable.

    Tadashi sonrió, mirando al de cabello gris jugar con el pequeño Kou, mientras esperaba al rubio mayor en las gradas del gimnasio.

    Kei miró a lo lejos a la pequeña familia, mientras se secaba el sudor con una toalla y tomaba su buen trago de agua. Cambió su uniforme y minutos después se dirigió a su actual pareja, la cual mantenía al niño en brazos mientras sonreía haciéndole muecas.

    Aún recordaba el día en que el pequeño Tsukishima Kou había llegado a sus vidas. Con el cabello rubio y unas cuantas pecas, logró cautivar a la pareja con solamente haberlo visto. Se podría decir que, aunque Tsukki no lo admitiera, era amor a primera vista.

    Un año antes.

    Tadashi emitió un gemido sonoro, en aquel día de frío invierno donde llovía a cántaros. Pero claro, a éstos tórtolos no se les pasa la oportunidad y acaban teniendo sexo en donde menos esperan.

    La alfombra en aquel día, había quedado—después de tantas veces—sucia. Impregnada con la semilla del matrimonio que, debido a que sus hormonas no se habían saciado, seguían alborotándose ya en la madurez. Acabaron allí, en medio de aquella alfombra con solamente el ruido de los gemidos de ambos, la música que provocaba la lluvia y la luz y el calor que las brasas de la chimenea del hogar les brindaba.

    El rubio bufó, al escuchar el timbre de su humilde morada—por no decir casa gigantesca—a las una y pico de la madrugada. Donde ellos acababan de tener una buena sesión de sexo de media semana, y que lo único que querían hacer era disfrutarse el uno al otro, algo que no podían hacer si no más los fines de semana.

    El rubio dejó a su amado esposo dejando un beso en la sien mientras lo tapaba con la única manta que tenían en el piso. Se colocó la ropa más cercana a su mano que tenía, y con la cara de disgusto abrió la puerta.

    Se sorprendió al ver una canasta completamente mojada en el pórtico de la casa junto con una nota en donde la tinta ya se comenzaba a correr. Tomó la nota y frunció el ceño para luego sonreír al sentir los brazos de su marido que lo abrazaban por la espalda.

    —¿Qué es esto, Kei?—preguntó el pecoso con inocencia, mientras tiritaba de frío al aún estar como Dios lo trajo al mundo.

    El miope abrió la canasta, encontrándose con un niño envuelto en demasiadas mantas, excesivamente mojadas por la lluvia. Aunque la canasta estuviera cerrada, no era de esas canastas en las que no se pasaba el agua, por lo tanto, el niño estaba tiritando mientras dormía, apunto de comenzar a lloriquear.

    —Pero si eres una cosita muy tierna.—Tadashi lo tomó en brazos, sintiendo el cambio de temperatura en ambos cuerpos—. Pobrecito, está helado. Apaga la chimenea, Kei. Iremos a la cama.

    El rubio iba a decir algo hasta que vio el brillo en los ojos de su pecoso cónyuge. Pensó que aún tenía el biberón que no sabía cuándo se había quedado allí, y se dispuso a preparar algo con que alimentar al niño. Obviamente antes de volver a la habitación, probó la temperatura y sonrió.

    Vio al pecoso secando al niño con mero cuidado, éste estaba vestido principalmente para salir cuando vio al rubio apoyado en el marco de la puerta con el biberón en mano.

    —Iré a comprar...en algún lugar donde esté abierto.—sonrió—. Este niño no tiene ningún respeto por andar desnudo en todos lados.—pasó su nariz con la del niño de un lado a otro, causando la risa del menor—. Cuida que no se caiga—besó sus labios—, vuelvo en un minuto.

    Se quedaron mirando ambos rubios mutuamente. Uno con timidez y el otro con curiosidad.

    —Bueno, enano polizón. Es hora de la papa, ¿no lo crees?

    El niño lo miró, girando su cabeza hacia un costado, mirando fijamente a su nuevo papá.

    —Deberíamos darte un nombre...—se detuvo en seco, y pensó. No podían tener al niño como suyo, ya que no lo habían adoptado en sí. El rubio mayor se dijo a sí mismo que en unos días él y Tadashi tendrían que asumir la responsabilidad del niño si no querían tener problemas legales—...¿Qué te parece, Ryo?

    El niño tiernamente arrugó la nariz.

    —¿Hiro?—nuevamente, el mismo gesto.—¿Kou?—infló las mejillas, dejando salir la saliva de su boca—. Qué asco, ¡no hagas eso, enano polizón!

    El niño tiró una sonora carcajada, llena de felicidad. Tsukki, suspiró.

    —No te entiendo, niño.

    Actualidad.

    Tsukki caminó hacia su familia, pero quedando a una distancia considerable y silbó. La reacción del pecoso de ya un año y dos meses de edad era esperable. Encontraba extraño aquel sonido, y eso siempre caracterizó a Kei en la relación con el rubio menor.

    Tadashi sintió a su hijo moverse entre sus brazos, y sonrió diciendo:

    —¿Qué pasa hijo?—escuchó a su marido nuevamente, que silbaba sin la menor preocupación—. ¿Dónde está papá?—Tadashi dejó al niño en el piso, que aún no daba ya sus primeros pasos solo, pero si podía mantenerse en pie sin ayuda.

    El niño se daba las vueltas necesarias hasta que encontró al causante del sonido tan extraño y sonrió, dejando ver los entrantes tres dientes de la parte superior.

    Tsukki se puso en cuclillas, estirando los brazos.

    —Ven, enano.

    Kou miró a su "madre" y estiró la mano. Pero Tadashi lo único que hizo fue sentarse y hacerle un gesto con el brazo completo, indicándole que fuera solito.

    Miró su travesía, larga en sí. Y se dispuso a hacerlo lentamente, asegurándose en cada paso para luego confiarse y caminar un poco más rápido, llegando a tambalearse en el camino.

    Se vio a Tadashi, Bokuto y a Kuroo sacando fotos y grabando todo el momento, como si fuera una verdadera obra de arte que el pequeño se lanzara a los brazos de su padre en el momento en que llegó a él.

    Ninguno se perdió aquel momento, ni el de sus primeras palabras, ni tampoco su primer día de escuela.

    —Papá, quiero estudiar música.

    Tsukki lo miró fingiendo dolor, tirándose en el sillón exagerando.

    —No puedo creerlo.—exageró—. De toda generación de voleibolistas, tú. El único que quiere estudiar música.

    Tadashi rió, pasando sus manos por el medianamente largo, ondulado y rubio cabello de su hijo.

    Supieron en ese instante que, ambos. Aquellos dos que sufrieron en algún momento el uno por el otro, estuvieron siempre juntos.

    Tsukki amaba todo de Tadashi.
    Tadashi amaba todo de Tsukki.
    Ambos amaban con todo el amor del mundo a su hijo.



    ---------------------------------------------------
    *CRIES IN DIABETES*
  7. .
    Capítulo 6: Dime que no


    Tú y yo, suena algo estúpido
    Yo loca de atar, tú un poco patán.
    Dime que no.



    (Yamaguchi)

    Estaba en mi habitación, pensando. ¿Por qué alguna vez pensé que podría haber tenido una relación con él?

    Mi madre interrumpe mis pensamientos con un golpeteo en la puerta.

    —Tadashi, alguien vino a visitarte.—la miré extraño.

    La cabeza de Tsukki se asomó por la puerta, temeroso. Mi madre nos dejó a solas, para poder hablar.

    —Hola.

    —Hola.—giré la cabeza.—¿qué quieres?

    —Aclarar las cosas contigo.

    —¿Qué quieres aclarar? ¿el cómo me humillaste en frente de toda la escuela? Ten por seguro que este perro faldero no te dará las disculpas.

    Quiero perdonarte, pero ¿Cómo?.

    —Me humillaste diciendo que era un perro faldero, alguien asqueroso con quien no te gustaría estar. Que solo eres mi amigo porque te doy pena.

    Las lágrimas comenzaron a caer sobre mis mejillas.

    Deténganse.

    —¿Acaso sabes el daño que me hiciste?

    —Espera—se rascó la nuca.—lo del perro faldero es algo cierto. Pero no te considero alguien asqueroso, ni tampoco estuve contigo porque me das pena.

    Vez tras vez, ganaba la inmadurez
    No sé si fue amor, o algo peor
    Lo que nos sentenció a caer
    Dime que no, oh no.


    —¿Qué?

    —Se que es algo tarde para decírtelo.—respiró—te amo, Yamaguchi. Y se que soy un completo estúpido por no haberme dado cuenta antes. Se que lo que hice no merece el más mínimo perdón, que soy un asqueroso patán y...

    —Lo siento—le interrumpí.—pero no puedo corresponderte.

    —Pero, antes dijiste...

    —El pasado es pasado y ya está. Tengo novia Tsukishima-kun.

    ¿Tsukishima-kun? ¿Qué hice con el Tsukki?

    —Ahora vete, quiero terminar mis deberes.

    Tsukki, abatido, dejó mi habitación. Siento como si algo se hubiera roto dentro de mí. ¿Qué pasó con mi obsesión por Tsukki? Me siento solo, deprimido. ¿Por qué? ¿Por qué me siento así?

    ¿Por qué le digo te odio, cuando en realidad estoy loco por él?

    Que mi recuerdo te acosa en las noches
    Que una ducha no enfría tu piel
    Que por mas que lo niegues
    yo he sido tu mejor error
    Dime que no.



    Al día siguiente, se me hizo raro caminar hacia la escuela solo. Extraño los momentos en que Tsukki y yo caminábamos juntos por los paisajes de Japón en las mañanas y en las tardes. No presté las más mínima atención a las clases porque miraba disimuladamente a Tsukki. Tenía el cabello mas desordenado que de costumbre y unas ojeras muy notables. Su expresión era la de un recién levantado y su ropa estaba completamente arrugada; también se rindió ante Morfeo a mitad de la clase de matemáticas.

    En el entrenamiento, Tsukki no colocaba el poco esfuerzo que colocaba habitualmente. Luego, en las duchas, se quedo dormido con la llave abierta, malgastando agua. Estaba cansado. Yo era el único que quedaba en las duchas así que le desperté. Al abrir Tsukki sus ojos, estos se encontraron con los míos. Giré la cabeza rechazando su mirada y mis propios sentimientos y le dije:

    —Eres el único que queda, cierra antes de irte.

    Y me fui. Mi corazón latía a mil por hora y yo, le reprimía aquellos sentimientos que no quiero rechazar.

    Cada vez, que suena el teléfono
    No puedo evitar, pensar que quizás
    Escuche tu voz.



    Era fin de semana. Antes, Tsukki y yo nos juntábamos en el parque e íbamos a pasear por la ciudad.

    Sonó el teléfono, sacándome de mis pensamientos. Baje rápidamente las escaleras y conteste el teléfono.

    —¡Hola Tsu...!

    —Yamaguchi-san, ¿vendrás al parque o no? Solo faltas tú.

    —Lo siento Haruko, me retrasé. Voy saliendo.

    —Apúrate.

    Casi no pude controlar el impulso de decir "¡hola Tsukki!". Aún no puedo asimilar la situación.

    Tsukki me humilló, me declaré, se declaró, lo rechacé, lo rechazo, lo extraño.

    Extraño su arrogancia, su risa, sus facciones, sus ojos aún cuando no tenían el brillo que tenía hace unos días.

    Extraño todo de él.

    Ya lo sé, es algo patético
    Que estando feliz, amada y feliz
    Aun me hagas sentir así
    Dime que no, oh no...



    —Patético.

    —¡Hey! ¡¿quieres pelear?!

    Cuando era pequeño era patético. No podía ni siquiera con unos simples compañeros de clase. Y fue cuando lo conocí.

    Tsukki había detenido a mis compañeros de clase con una sola palabra. "Patético". Debo de decir que en ese momento le vi como Superman. Para mi, de pequeño, Tsukki era como Superman. Pero luego fui creciendo y no le vi cara de superhéroe o un simple amigo, si no que como algo más.

    Al lado de Tsukki, yo era feliz. Era feliz. Ahora que no estoy a su lado, ni él en el mío, no soy feliz. Si miras la vida de un color gris, yo soy parte de ese montón. Hasta que Tsukki llega con una paleta repleta de pinturas y un pincel, comienza a lanzarme colores, para luego no ser parte del mismo montón gris y ser alguien diferente.

    Que tu recuerdo me acosa en las noches,
    Que una ducha no enfría mi piel
    Que por mas que lo niegue
    tu has sido mi mejor error
    Que por mas que no tenga sentido
    Aún se siente el calor.
    Dime que no, dime que no.



    No pude dormir. Los recuerdos felices con Tsukki a mi lado me atormentan como pesadillas. Me fui a dar una ducha con agua helada, para despertarme un poco. No funcionó. Probé con unas tazas de café bien cargado, y me dio fuerzas para seguir despierto hasta la mitad de la tarde. De tantos errores que cometí en mi vida, enamorarme de ti fue uno. Pero de ese error no me arrepiento, de lo que me arrepiento es de haberme declarado. Si hubiera quedado en secreto, aún estaría al lado de Tsukki.

    Aún recuerdo la guerra de cosquillas en tu infantil habitación de dinosaurios. Su risa aún ronda por los pasillos de mis oídos y el calor de sus manos revolviéndome el cabello queda impregnado en mi cabeza. Lo extraño.


    Tú y yo, tal vez no es ilógico.
    Dime que no.
    Que mi recuerdo te acosa en las noches
    Que una ducha no enfría tu piel
    Que por mas que lo niegues
    Yo he sido tu mejor error
    Que por mas que no tenga sentido
    Me das la razón
    Que por mas que no tenga sentido
    Aún se siente el calor
    Dime que no, dime que no.



    Al final, ayer no quise salir. No me encontraba en condiciones, ni emocionalmente, ni físicamente bien, así que para no parece un vago mantenido en casa, me propuse a hacer mis deberes.

    Al sacar los cuadernos de mi bolso, un pequeño sobre de papel había caído al piso. Lo recogí. No había recordado el tener carta alguna que entregar, pero no era para entregar, era para mi.

    El kanji utilizado me era conocido, era ligero y con una ortografía perfecta.

    La abrí y comencé leerla.

    Querido estrellado:
    Siento hablarte de esto por papel y no en persona, pero sabes que tengo un gran orgullo que no me lo llevaría ni a tragar al decirte esto.

    Debo de decirte que me vuelves loco. Tus sonrisas alegran mi día. Tus pecas me hacen caer rendido a tus pies y tus disculpas tiernas son música para mis oídos.

    Si se que no he sido alguien tan simpático contigo y te he tratado mal y tal vez ni siquiera te merezca, pero a lo que si tengo derecho es a declararte mi amor por ti.

    No puedo evitar sonrojarme al sentir nuestras manos chocar. También los audífonos que siempre llevo puestos, te incomodan porque sientes que no te estoy prestando atención, ¿verdad?. Pero mantengo la música a un volumen mínimo y escucho todas tus graciosas charlas sobre animes o algún dorama.

    Ha llegado la hora de despedirse, estrellado. He dicho todo lo que pienso y siento por ti, pero es hora de que tu me lo digas.

    ¿Qué piensas de mi?

    Con amor, Tsukki.


    Terminé de leer la carta con lagrimas cayendo por mis mejillas. ¿Cuántas lágrimas he derramado ya?. Tsukki rebajó su orgullo por venir a decirme lo que siente y yo lo rechacé, ignorando lo que siento por él.

    ¿Por qué me haces comer de la palma de tu mano?

    -----------------------------------------------------------------------------------

    SIUUUUUUUUUUUUUU
    ADIVINEN QUIÉN VOLVIÓ.
  8. .
    Capítulo 3: El regalo perfecto.

    (Yamaguchi)

    —¡Yamaguchi!—Gritó alguien a mis espaldas—Tsukishima-kun, ¿Te molesta si me lo llevo un poco?

    Tsukki negó. Hinata tomó mi mano y me arrastró por todo el instituto hasta llegar a un lugar mas apartado de los alumnos. Ahí se encontraba el libero y la "madre" del equipo.

    —Bueno—comenzó Hinata—mañana que no hay entrenamiento, iremos a comprar regalos de san Valentín.

    —¿Y?—contesté, confundido.

    —Sabemos que quieres comprarle algo a Tsukishima-kun para San Valentín.—agregó el del lunar—¿quieres venir?

    —¡También vienen Oikawa, Aakashi y Kenma!—añadió el libero—No te preocupes, Oikawa viene en son de paz.

    Yo reí.

    —¡Claro!, me encantaría acompañarlos.

    Y así nos separamos cada uno por su lado; yo me fui al salón. Probablemente Tsukki se encuentre ahí, y acerté.

    (Tsukishima)

    Seguramente, a Yamaguchi le pidieron salir mañana. "¿Cómo lo sabes, Tsukki?" se preguntarán. Me hicieron la misma proposición. Salir con un par de idiotas un viernes para comprar algo, en un día odiosamente comercial y lleno de publicidad engañosa era una pérdida de tiempo. y ¿Para qué quiero comprar algo si no tengo a nadie para regalar? y en ese momento ustedes se preguntan: "¿No le comprarás nada a Yamaguchi?" y yo respondo un rotundo no. "¿Por qué?" volverán a preguntar odiosamente, ustedes. Se supone que el día de san valentín es un día donde expresas tus sentimientos libremente hacia la persona que te gusta, algo que yo no puedo hacer por dos simples razones:

    Número uno: No puedo expresar correctamente mis sentimientos.

    Número dos: No me gusta nadie.

    Y aquí es donde vuelven a preguntar "¿Y la corriente en tu espalda al tocar las manos de Yamaguchi?". Es algo pasajero. "¿Y el casi beso en su habitación?" Yo solo quería levantarme.

    "¿Y el coqueteo con las estrellas?"salió sin pensar. Y ustedes se tiran al piso, sofá, cama, donde sea, tiran las cosas más cercanas gritando cualquier incoherencia y dicen: "Me rindo, eres imposible." Bueno, no hay nada que hacer por este inútil y frío chico. Nadie me mando a ser así.

    —¡Planeta tierra llamando a Tsukki!—Habló Yamaguchi—¿Tienes un lío en la cabeza o qué?

    ¿Cómo es que me conoce tan bien?

    —¡Tsukki! ¿Pasa algo? Estás muy distraído.

    —Iré a tomar aire, Yamaguchi. Necesito estar solo.—Hablé y me fui del salón.

    Llegué a un lugar aislado. El aire recorría mi cuerpo, era muy tranquilizante.

    —Es lindo este lugar, ¿No es así?

    Me asusté y busqué con la mirada a aquella persona que me hablaba. Era una voz de mujer.

    —Por aquí, detrás del rosal.

    ¡¿Cuál de todos los rosales de todo el maldito lugar?!
    Al final agudicé mi vista y pude distinguir a aquella estudiante detrás del rosal de rosas negras. Habían orugas en las hojas de aquellas plantas así que, de mi boca, salió un "¡Qué asco!" poco disimulado.

    —Haruko-san—suspiré—¿qué hace aquí? Debería de estar en clases.

    —Lo mismo te digo a ti, Tsukishima-kun—Habló con cierto cinismo.—no te preocupes, tenemos la hora libre.

    Volví a suspirar. Esta mujer me ponía los pelos de punta.

    —Vi que dejaste solo a Yamaguchi-san—habló inocentemente—¿por qué? ¿te hastía?

    —Bueno, a veces Yamaguchi es como un perro faldero, me sigue a cada rato. Es desesperante y me irrita muy seguido. Pero, lo quiero mucho, es como un hermano para mí.

    —¿Es solo un hermano para tí?—preguntó—¿te gusta?

    ¿A donde quería llegar con todo esto?

    —Si. Como un hermano menor.—suspiré y dije:—tal vez.

    Haruko hizo un "aaa" antes de darse vuelta y decir:

    —Es hora de volver.

    (Yamaguchi)

    Me la pasé todo el día pensando en que le regalaría a mi mejor amigo el día de san Valentín.

    Llegó la mañana, no había clases, si. No había entrenamiento, si. Podía levantarme tarde, si. Pero no podía. Aquella mañana tenía que estar listo para que los chicos vinieran a buscarme, algo que sucedió muy pronto. Al mando de Sugawara-san, todos son puntuales.

    Al salir escuché un "¡hola Yamaguchi!" De parte de suga, Hinata y Noya; un "hola" desganado de Aakashi y Kenma y un "Pequitas" de parte de Oikawa.

    Suspiré para luego decir "¿nos vamos?"

    Pasamos horas y horas, tienda por tienda, bolsas y bolsas, monedas y billetes. Ahora entiendo el porqué que Tsukki hacia el "día comercial de san Valentín". El olor de las dulcerías eran extremadamente fuertes y empalagosos, tanto, que sentir el aire fresco pasar por mis fosas nasales era reconfortante y placentero.

    —¡Hey Pequitas!—habló Oikawa—no le has comprado nada a tu novio, amigo con ventaja, con derechos, con beneficios, solo amigo, mejor amigo, friendzoneado o como quieras llamarle—respiró—no podemos dejar que te vayas sin nada. ¿O si?

    —Es que...

    —¿Es que qué?

    —Aún no encuentro el regalo perfecto—dicho esto, el capitán del aoba johsai rió. Sentí como mis mejillas ardían de la vergüenza.

    —Mira, lo que tienes que hacer es lo siguiente. ¿Qué le gusta?

    Lo pensé detenidamente, pero no sabía que decir. Decirle a Oikawa que a Tsukki le gustaban los dinosaurios no era algo maduro.

    —Cambiaré la pregunta. ¿Con qué se identifica?

    —Con la luna...

    —Bien, ahora lo siguiente. ¿Qué crees poder regalarle a tu "lo que sea" que tenga algo que ver con la luna?

    —Una...¿cadena?

    —Bien, ahora ve a los lugares donde puedas comprar una cadena y cuando la encuentres la compras y ya está.

    —¡Si! ¡gracias, Oikawa-san!

    —Si, si, de nada, ahora ve que eres el único que falta.

    Pase de tienda en tienda y no podía encontrar lo que yo estaba buscando. Y lo vi. En una pequeña y humilde tienda escondida en la ciudad había una linda cadena de luna junto a una estrella en el centro, era de acero inoxidable y era perfecta para regalársela a Tsukki.

    —Me da esa cadena—dije al mismo tiempo que una mujer rubia a mi lado.

    —Lo siento, pero solo queda una.—dijo el mostrador.

    La rubia me miro con aires de superioridad.

    —A ver niño, ¿por qué quieres la cadena?

    —Las damas siempre primero, señorita.—dije.

    Que señorita ni que nada, si estaba vestida como puta, ¿porque no se va a mostrar su culo de perra en celo a otro lado?

    —Bueno, yo quiero la cadena porque el kanji de mi novio significa luna y mi kanji significa estrellas, como yo, que estoy destinada para ser una estrella. ¿Y tú?

    Y para variar. Tonta.

    —Para quien se la voy a regalar, está lleno de cráteres o huecos, como la luna. Lleno de inseguridades por mostrar sus sentimientos, hasta que termina haciéndolo de a poco. Y esas inseguridades o huecos, solo se pueden llenar con las estrellas, que al subir la sangre, brillan más que nunca y ayudan a la luna a brillar en todo su esplendor.

    —Bien, chiquillo—dijo el mostrador—¿para llevar?

    Asentí. Me llevé la cajita mientras a la señora se le notaba la furia en la cara y salí junto a los demás chicos.

    —¡Manejaste bien la situación pequitas!—me abrazó por los hombros mientras caminaba, Oikawa.— ya estábamos por comprarte un repeleperras-pro.

    Todos reímos. Cada uno se fue a su casa, excepto Kenma y Aakashi quienes se fueron a quedar a la casa de Hinata.

    (Tsukishima)

    —Al final, si no compraste nada ¿para que viniste?—preguntó el irritante Kuroo.

    —Daichi-san me obligó—susurré—bueno, no siempre se tiene que dar algo que tenga que ver con dinero, ¿no?

    —Buen punto, Tsukki.—dijo haciendo burla en el "Tsukki".

    —Deja de llamarme así—me molesté— yo aquí me quedo.

    —¡Adiós Tsukishima!

    Yo entré en mi casa, saludé a mi madre y a mi hermano, ignoré olímpicamente las preguntas de este mismo y subí a mi habitación. Tomé una hoja y un lápiz junto a un sobre que tenía por ahí. Ese día me di cuenta que tenía que confesarle mis sentimientos.

    —Querido Yamaguchi...no.—arrugué la hoja—mi amado Tadashi....tampoco.

    Y así quedé, arrugando hojas toda la noche hasta que lo logré.

    Logré la carta perfecta.



    Capítulo 4: Decepciones.

    (Yamaguchi)

    —¡Hola Tsukki!—hablé como siempre, animado en las mañanas.

    —Buenos días, Yamaguchi—habló con seriedad, Tsukki.

    Hoy sentía que era un día raro. "¿Por qué Yams?" se preguntarán, pero sinceramente no lo sé. No soy de las personas que cree en todo lo que le dice el horóscopo pero solo por hoy me dio curiosidad por saber.

    Me había despertado normalmente, en general, no me fijo con que pie me levanto en las mañanas, pero por casualidad me di cuenta de que me levanté con el pie izquierdo. Luego con la misma curiosidad revisé el horóscopo diario.

    Escorpio: será un día difícil, encontrarás decepciones pero en el caso contrario puede que sea uno de tus mejores días.

    Como dije antes, no soy de creer en el horóscopo así que no le di mucha importancia. Luego de levantarme y tomar desayuno fui, como todos los días, a la casa de Tsukki.

    En el camino, como siempre, hablé solo. Lo de todos los días: Tsukki pegado a sus audífonos escuchando música, ignorándome. Me entristecía que no escuchara mis pláticas sobre libros o alguna película nueva, pero como Tsukki es mi mejor amigo, lo soporto.

    Mejor amigo...no me gusta ese término. A ninguno que esté enamorado le debería de gustar.

    Sin tomar atención, nos dirigimos al interior de la escuela.

    Las personas susurraban cosas desagradables sobre ambos. Pero como Tsukki estaba con los audífonos, no escuchaba.

    "Después de todo lo que ha hecho por el no debería de seguir a su lado."
    "Tsukishima es un hipócrita."
    "¿Y aún así se consideran mejores amigos?"

    —¡Dejen de hablar mal de Tsukki!—grité—¿o es acaso que a ustedes les gusta hablar a las espaldas de los demás?

    Me quedaron mirando, sorprendidos. Generalmente me quedo callado en este tipo de situaciones en las que hablan mal de mi mejor amigo, pero es Tsukki de quién estamos hablando.

    Le tomé del brazo y salimos a paso rápido.

    Estábamos hablando tranquilamente en el salón. Unos minutos más tarde, Sugawara y Daichi se acercaron a nosotros. El del lunar me miraba con lástima disimulada y Daichi miraba a Tsukki con un desprecio que ni siquiera pasaba desapercibido. ¿Por qué todos se comportan así?

    —¿Podemos hablar contigo, Yamaguchi-kun?—habló el capitán, serio.

    Me llevaron a un pasillo, lejos de Tsukki y vacío para los demás alumnos para poder hablar tranquilamente.

    —¿Me podrías explicar el porqué sigues a su lado?—habló Daichi otra vez, cruzándose de brazos.

    —Es mi mejor amigo. ¿Me podrían explicar ustedes el porqué no puedo estar a su lado?—hablé con el ceño fruncido, mostrando mi molestia.

    —¡Por favor, Yamaguchi! toda la escuela lo sabe.—habló Sugawara.—¡no te hagas el idiota! ¿qué ocurre contigo?—dijo tomándome de los hombros.

    —La pregunta es: ¿qué carajos ocurre con ustedes? —dije, librándome de sus manos bruscamente.—Dicen que debo alejarme de él, pero ¡no entiendo el porqué!—alcé los hombros en señal de no saber.—¿saben? Él es mi único amigo, y es muy preciado para mi. No me separaré de él así como así.

    —Pero Yamaguchi...

    —No, Suga.—levanté un dedo.—me tienen harto con su actitud y su intención de sepárame de Tsukki.—con el mismo dedo que tenía levantado, les apunté.—¿qué pasaría si yo les hiciera algo que los hiciera separarse? No les gustaría ¿verdad?. Entonces ¿por qué no van a molestar a Hinata y a Kageyama para que estudien un poco más? Al parecer, hacer su asqueroso papel de "padres"—con mis dedos hice comillas en la palabra padres—es lo único que se les da supuestamente bien.

    Y me fui enojado. ¿Qué les ocurría? Solo están celosos de tan bella amistad como la de Tsukki y la mía.

    A lo lejos se escuchó como Daichi caía en la depresión diciendo: "¿tan mal capitán soy?" Y Suga sujetándolo.

    Estaba por entrar al salón cuando una delicada mano con uñas larguísimas y perfectamente pintadas de un color azul verdoso me detuvo.

    —Yamaguchi-san, ¿puedo hablar contigo?



    Definitivamente era la voz de Tsukki, pero no podía creer lo que estaba escuchando. ¿En realidad era eso para él?

    —¿Ahora le crees a todo el mundo?—habló la pelirroja.

    Estaba en estado de shock.

    —L-lo siento...m-me tengo que i-ir.

    Y salí corriendo. Las lagrimas comenzaron a salir desenfrenadamente; entre medio, empujé a Suga y a Yachi, quienes salieron inmediatamente detrás de mi.

    Vi un baño, me encerré, y lloré.

    —¿Yamaguchi-kun?

    Escuché la suave voz de Sugawara dentro del baño. Salí de donde estaba y éste me vio en aquel estado.

    —Oh, Yams...

    Suga me abrazó. Me abrazó como Tsukki nunca había hecho. Me consoló como Tsukki nunca había hecho y me escuchó como Tsukki nunca había hecho.

    (Tsukishima)

    Yamaguchi se había tardado en volver desde que Sugawara y Daichi se lo habían llevado, así que aproveché de dejarle la carta tan perfectamente lograda—según mi parecer—y escrita por un amargo como yo; en su bolso. Tal vez me quedó muy cursi y tal vez a Yamaguchi no le guste lo cursi. Es mejor destrozarla. Si, sería lo mejor.

    Me di una bofetada mental. Ya has llegado demasiado lejos como para retractarte, Tsukishima Kei. Tienes que dejarla en su bolso, Tadashi tiene que saber tus sentimientos por él.

    Mientras estaba debatiéndome en mi lucha mental por dejar la carta en el bolso de Tadashi, sonó la campana que anunciaba el término del receso y el comienzo de la última clase de la jornada, así que rápidamente dejé la carta en el bolso de Tadashi y me fui a mi lugar para comenzar la clase. No quedaba lejos, literalmente, me sentaba detrás de él.

    Al llegar Yamaguchi, este tenía los ojos rojos e hinchados y se le notaban algunas lágrimas secas pegadas a sus pecosas mejillas. ¿Había estado llorando?. Y si lo hubiera hecho, ¿por qué lloraba? ¿Por qué no recurrió a mi?

    —Hey Yamaguchi—susurré—¿qué sucedió?

    Silencio.

    —Yamaguchi, contéstame.

    —Déjame prestar atención a la clase, Tsukishima.

    ¿Tsukishima? ¿Que pasó con el Tsukki?

    —Solo quiero saber que te pasó—susurré—contéstame

    —¿Tiene algo que aportar con la clase, Tsukishima?

    —No, profesor.

    —Entonces cállese.—y volvió al pizarrón.

    ¿Acaso hice algo malo como para que Yamaguchi me dijera Tsukishima en vez de Tsukki?

    Y me hice esa pregunta toda la clase hasta que sonó la campana. Yamaguchi tomó sus cosas y se fue seguido de mi. Caminamos por un pasaje y luego por un parque con hermosos árboles de sakura. Tal vez...¿se me iba a declarar? Pero no. El solo se quedó de pie y me dijo:

    —Tsukishima, ¿de verdad crees que soy un perro faldero?

    ¿Huh? ¿De donde había sacado aquella acusación?

    —¿De verdad piensas que doy asco?

    —Espera, espera. ¿De dónde has sacado aquello?

    —¡Respondeme!

    Me quedé callado un momento, sin saber que decir. En los ojos de Yamaguchi se notaba la decepción y tal vez odio que sentía hacia mi. ¿Qué había hecho yo para merecer esto?

    —Bueno, lo del perro faldero es algo cierto—me rasqué la nuca.

    Antes de seguir fui interrumpido por el pecoso.

    —Solo eso me bastaba—susurró—te defendí—dijo subiendo el tono de su voz.
    >¡llegué a insultar y a gritar porque estaba diciendo comentarios malos, feos y ofensivos sobre ti! Pero al final...resultaste ser el hipócrita que ellos decían que eras.

    —¡¿Y por qué me defendiste?! ¡¿por qué carajos lo hiciste?!—grité.

    —¡PORQUE TE AMO, IDIOTA!

    Me callé y vi que al gritar eso, Tadashi estaba llorando.

    —Yamaguchi, yo...

    Estiré mi mano y la apartó con un golpe.

    —¡No me toques! No quiero que me dirijas la palabra. Es más, me voy del club de voleibol. Es desesperante ver tu cara todos los días, a cada hora. Hasta aquí llegó nuestra amistad.

    Y salió corriendo.

    Vi brillar una pequeña cadena en el suelo de tierra. Una luna y una estrella de acero colgaba de aquella. La recogí y me fui con desgano a mi casa.

    Al llegar a la casa, abrí la puerta con suma cautela, para pasar desapercibido. Desgraciadamente, los goznes oxidados de la puerta me delataron con el ruido de éstas.

    —Estoy en casa—suspiré.

    Me quité los zapatos y comencé a subir la escalera. No iba ni en la mitad en el momento que Akiteru salió de la cocina.

    —Vi a Tada-kun correr desenfrenado hace un rato. ¿No se quedará a cenar como en otras veces?

    Esa fue la gota que rebalsó el el vaso. Las lágrimas, que con tanto esfuerzo había logrado por esconder, salieron desesperadas por mis ojos y aquellos inaudibles sollozos de lo mas profundo de mi corazón, salieron de mi boca.

    —Oh, Kei, lo siento. No era mi intención, ¿pasó algo?

    Me gire y con mi cara sucia por las lágrimas, dije:

    —Me quedé sin amigos...

    Y Akiteru me abrazó, como hacia mucho tiempo no hacía.


    Capítulo 5: El malo no tan malo.

    Esto es solo un pretexto, y me tendrás que disculpar
    Pero he bebido y puede que hable de más.
    Soy todo menos perfecto, y tu me amas a pesar
    Sin saber que te mereces mucho más.


    (Tsukishima)

    Debo de decir que nunca había llorado así. Ni siquiera cuando era niño. También, el que Akiteru me abrazara de aquella forma me había sorprendido en aquel momento, pero necesitaba definitivamente desahogar todas mis penas que había guardado, pero era más por la pérdida de mi mejor amigo y tal vez mi primer amor.

    Yamaguchi estuvo conmigo en las buenas y en las malas e incluso correspondía a mis sentimientos. Lo malo era que yo le traté mal. Si, se que soy una persona fría, antipática y solitaria pero, Yamaguchi se merece a alguien que lo ame y lo trate incluso mejor que yo. Se que duele decir que la persona a la que amas debería de estar con alguien mejor pero para el caso de Yamaguchi es real.


    Soy el malo de la historia
    Soy, soy el típico patán.
    No ha nacido quien me pueda lastimar,
    Y me intimido ante la belleza que tú me das.


    No tengo la culpa de nada, ya que, a Yamaguchi le engañaron con tal grabación con mi voz, ¡ni siquiera la he escuchado como para decir que yo dije eso!. No soy un hipócrita, porque siempre me burlo de la gente y se lo digo en la cara, no ando diciendo las cosas horribles a las espaldas. Lo de Yamaguchi me afecta, pero no es para tanto. Puedo soportar estar solo u encontrar otro mejor amigo. No es tan difícil. Además hay otras chicas mas lindas que Yamaguchi. Si, esto será más fácil de lo que pensé.

    Recuerdas aquel verano, solo dos niños jugando a amar
    Y aunque quisimos, nunca pudimos regresar.
    Sé que te he lastimado, y no lo puedo reparar
    Y tú me pagas con amor, sin reclamar.



    El verano estaba por llegar. Aún me acuerdo de esos días de playa en el cual Yamaguchi se bañaba mas en protector solar que en el agua y estaba repleto de flotadores alrededor de su cuerpo, que se ahogaba con ellos en vez del agua y terminábamos haciendo castillos de arena. Y esos son los únicos recuerdos de la playa que tengo. Nunca regresé ya que, ambos terminamos quemados y con una tremenda insolación.

    En la escuela, cada vez que Yamaguchi me ve, se le humedecen los ojos como si aún no lo hubiera superado. Bueno, con tal acusación de la grabación claro que afecta, pero ya debería de superarlo. ¡Por favor! ¡No es para tanto!. Bueno, según lo que he escuchado, dije cosas muy feas de él a sus espaldas y esa no es mi forma de ser y Yamaguchi lo sabe. Tampoco puedo reparar su corazón así como así. Le traté mal y él seguía a mi lado, nunca se separó.


    Soy el malo de la historia.
    Soy, soy el típico patán.
    No ha nacido quien me pueda lastimar,
    Y me intimido ante la belleza que tú me das.

    La oscuridad no es enemiga de la luz.



    Sigo diciendo que no soy el malo. Él tiene la culpa de ser tan dulce con personas que ni siquiera conoce su lado oscuro y solo se fija en lo bueno. Por eso le pasan este tipo de cosas malas. No soy un patán. No me nomino con ese nombre. Los patanes son aquellos que andan mostrando sus músculos y tienen una novia puta que están mostrando las piernas a otros mientras él coquetea con otra tipa. Ese es un verdadero tipo de patán. Tengo un corazón de hierro y supero fácilmente las cosas. No le tengo miedo a nada.

    Los villanos le tienen odio al superhéroe porque son tan inferiores que les envidian por lo superiores que son. Es por eso que el lado oscuro siempre caerá rendido ante la luz. Es por eso que todos se fijan en los astros con luz y no se muestran interesados en un cielo sin estrellas. Un villano, no sería un villano si un superhéroe. Y yo no soy ni un villano ni un superhéroe. No soy luz ni oscuridad. Solo soy... Solo soy una persona que no saben que existe.

    Soy el malo de la historia.
    Soy, soy el típico patán.
    No ha nacido quien me pueda lastimar,
    Y me intimido ante la belleza que tú me das.
    Y me intimido ante la belleza que tú me das.
    Me hago pequeño ante la belleza que tú me das.



    Ahora me encuentro corriendo desesperadamente por la calle. La cadena que tel vez Yamaguchi me iba a dar aquel día de los enamorados rebota sobre mi pecho y mi cuerpo está empapado de sudor. Maldito y asqueroso sudor. Yo soy el malo de esta historia, yo hice sufrir a Yamaguchi y ahora por mi estúpida culpa, sufro yo también. ¿Por qué mis desconocidas acciones nos hicieron sufrir tanto?

    Mi definición de patán está mal hecha. Un patán es alguien que, aunque esté locamente enamorado de aquella linda y maravillosa persona, la hace sufrir como si me quebraran cada uno de los huesos del mi cuerpo. Soy un asqueroso patán.

    El estar solo me lastima. El no tener a Yamaguchi a mi lado me lastima. El no escuchar sus "¡lo siento Tsukki!" Me lastima. Yamaguchi es el único y maravilloso ser humano que me lastima de esta manera.

    Sus debilidades superan mi expectativas, me vuelve loco, tanto que me tiraría de un puente o me suicidaría si me lo pidiera. Sus pecas me debilitan, sus ojos me dan un terror que nunca había sentido en cualquier película de terror y caigo rendido a sus pies al oírlo hablar y ver esos labios modular. Aquellos astros que se forman en su cabello cuando se enreda después de una reparadora siesta o un buen dormir me atraen como la luz de un faro a un insecto.

    Toqué el timbre y me apoyé en mis rodillas, respirando aire entrecortadamente.

    —¿Kei-kun?

    —¿Puedo...hablar con su hijo?—solté agitado.

    No puedo dejarlo ir.
  9. .
    Capítulo 2: RUMORES

    -¿Qué están haciendo?

    Yamaguchi y Tsukishima se miraron fijamente. El rubio desvió la mirada y el pecoso, cabizbajo, se volvió a sentar, esta vez en el piso, lejos de Tsukishima.

    -¿Y?-Preguntó Akiteru, quien aún estaba en el marco de la puerta.

    -¿Qué quieres?-Preguntó Tsukishima menor, molesto.

    -¿Me respondes con otra pregunta?

    -¿Eso parece?-Tsukki, ladeó la cabeza y sonrió.

    Yamaguchi estaba nervioso. Akiteru los había encontrado uno encima del otro, casi besándose. Kei, quien se percató de esto, suspiró y habló:

    -Tuvimos una guerra de cosquillas donde yo salí perdedor, ¿satisfecho?

    -Satisfecho.-Dijo el mayor saliendo.

    Antes de que Akiteru saliera de la habitación para dejarlos nuevamente a solas, se detuvo y dijo:

    -No hagas que le duela algo, Kei.

    Antes de que el nombrado hiciera algo, Akiteru cerró la puerta dejando a Yamaguchi sonrojado y a Kei casi como si tuviera fiebre.

    -Creo...que debería irme-Dijo el pecoso tomando su bolso, nervioso.

    -¡Espera!-Yamaguchi se detuvo y se dio vuelta-te acompaño a la entrada.

    -No es necesario-Sonrió-puedo ubicarme solo.

    -Insisto-Dijo el megane.

    Yamaguchi asintió. Aquel momento los incomodaba a ambos, tanto, que ninguno se dio cuenta de que ya habían llegado a la puerta.

    -Bueno...-Yamaguchi desvió la mirada-me voy.

    Yamaguchi comenzó a caminar con la cabeza baja, lo único que escuchó fue un tímido "cuídate". Se sorprendió y se dio la vuelta rápidamente, pero únicamente logró ver la puerta de la casa Tsukishima cerrada, ya que, el rubio la había cerrado rápidamente y se había dejado caer sobre ésta, sonrojado y con el ceño fruncido.

    (Yamaguchi)


    Caminé con paso vago hacia mi casa, la cual no me quedaba tan lejos. Al llegar, entré en la casa diciendo "ya llegué" seguido de un "Hola, Tadashi querido, ¿Quieres algo de comer?" A lo que respondí con un simple "No, gracias" y subir rápidamente las escaleras, entrar a mi habitación y lanzarme de cara a la cama.

    ¡¿Qué había sido todo eso?!, el halago de Tsukki aún no lo entendía. ¿A que se refería con "Tu cara, está iluminada con estrellas"? Mas encima, había quedado en una pose bastante comprometedora a los ojos de cualquiera y para colmo casi nos besamos.

    ¡Joder! ¡Somos hombres! Es algo así como un amor al estilo Romeo y Julieta, pero homosexual. ¡Espera! ¿En qué estoy pensando? ¡Tsukki es mi mejor amigo! No puedo pensar en esto, ¡Está prohibido! Pero, para ser sincero...

    Me gusta el sentimiento.

    Grité. Grité tan fuerte como pude, llegando a recibir un "¡Cállate Tadashi! ¡Baja que la cena está lista!" El sentimiento es cálido. Me llena de alegría el pensar en él y sonrío cada vez que pienso en eso.

    Al día siguiente, ambos estábamos en el salón. Ambos escuchábamos los gritos de Kageyama y Hinata corriendo como alma que lleva al diablo por los pasillos. Hablábamos de cosas triviales, como qué libro tocaba leer para el mes o cuando había examen.

    Los murmullos en el salón sonaban fuertes, como si no fueran murmullos.
    En mis oídos, ningún murmullo pasaba desapercibido.

    "Dicen que están juntos" "¿Son Gays? ¡Qué asco!" "Y pensar que ambos son guapos, qué desperdicio"

    -¿Estás bien?-Preguntó Tsukki-No te preocupes, son unos tontos.

    Lo miré confundido.

    -Yo también los escucho-Volvió a hablar- los murmullos.

    Justo en ese momento llegó la profesora. Todos callaron. Tocaba literatura y el libro que tocaba era...¿Enserio? ¿Romeo y Julieta? ¿Por qué carajos esta historia tiene que ser tan cursi?

    -Bien-Habló la profesora.-abran sus libros en la página trescientos noventa y cuatro, escena del balcón.

    Las mujeres del salón suspiraron.

    -Tsukishima-kun, ¿Podrías ser Romeo?

    -Si-Habló serio.

    Los ojos rojos de aquella profesora buscaban con la mirada al próximo personaje. Detuvo su mirada en mi y sonrió.

    -Haremos algo diferente-Dijo-Yamaguchi-kun ¿Te importaría ser Julieta?

    -¿Y-Yo?-Tartamudeé, ella asintió.-Pero Julieta es el papel de una mujer.

    Claro, y Nezumi es Hermafrodita*

    Habló mi subconsciente. Espera...¿Desde cuando mi subconsciente está en esta historia?

    -Y por eso mismo, es distinto.

    Su mirada decía: "Te elegí a ti, porque ninguna de aquellas chicas sabría entender e interpretar bien a Julieta" volvieron los murmullos.

    Y la pregunta es: ¿Cómo carajos un hombre podría entender a la perfección a una mujer y para colmo interpretarla?

    -Estás hecho para ser mujer, Yamaguchi-Se burló Tsukki en un inaudible susurro para los demás, pero audible para mi.

    -Cállate, idiota-Le respondí en el mismo tono.

    Y así pasó la clase lleno de "¡Oh, amada Julieta! ¿Cuándo volveré a verte?" Y de "¡Lo siento, Romeo! ¡Me he de ir!" Y creo que fui el único que lo notó.

    Tsukki sonreía para sus adentros.

    (Tsukishima)

    Y pasó lentamente la clase donde tuve que leer ridículamente un "¡Huyamos de aquí, Julieta!" hacia mi mejor amigo. Pero admití que me había gustado.

    Al finalizar aquella clase, nos quedamos en el salón, ya que, a ninguno le apetecía salir en aquel receso. La pelirroja se acercó a Yamaguchi con un cuaderno y dijo: "Noté que ayer faltaste a una clase, así que te presto mis apuntes". Es cierto, ayer quería tanto estar solo que ni siquiera lo noté y le presté inconscientemente mi cuaderno de notas. Yamaguchi respondió un "Gracias pero, Tsukki ya me los prestó" a lo que ella volvió a decir: "Pero, tal vez los apuntes de Tsukishima-san son muy complicados, los he visto de vez en cuando" ¡Hey! No es mi culpa que mis apuntes sean mas completos que los tuyos. "Bueno..." Respondió el de pecas "Me gusta lo complicado, como por ejemplo ser dueño de la luna" sonrió "Es uno de mis más preciados sueños"

    Ella y yo nos miramos confundidos. ¿Ser el dueño de la luna? No tiene ningún sentido.

    Me quedé con la cara de pensativo un largo rato, en realidad, fueron segundos. Segundos en los cuales había sonado la campana para anunciar el fin del receso y que Yamaguchi me hablaba para ir a la clase de cocina.

    Entramos al salón de cocina, era de un rosa pastel con baldosas de comida como decoración. El empalagoso olor de la clase que había cocinado anteriormente se había quedado impregnado en el salón.

    La profesora, gorda cual cereza; nos dio los ingredientes necesarios mas la receta del famoso "kuchen de nuez" a cada uno.

    -Quiero parejas, ahora.-Dijo aplaudiendo con sus manos.

    -¡Yamaguchi-san!-Habló la pelirroja.

    ¿Es enserio? ¡No lo deja tranquilo al pobre!

    -Lo siento, Haruko-san-Sonreí y abracé a Yamaguchi por los hombros; éste se sonrojó.-Esta fresa de aquí hace pareja conmigo, ¿No es cierto, Yamaguchi?

    -S-si, Tsukki.-Me miró y sonrió como siempre lo hacía.

    Ahh, sus dientes parecen cometas por lo brillantes que son...¡Espera! ¿En qué piensas, Kei? ¡Yamaguchi es mi mejor amigo! Pero, sus ojos son como planetas que atraen a cualquier persona con su gravedad, sus dientes cometas y sus labios son un agujero negro que te arrastra hacia él con una fuerza tan bruta que hasta la cordura se rompe en ella.

    Tsukki...

    Tsukki...

    -¡Tsukki!

    -¿Huh?

    -Hay que revolver eso, el azúcar tiene que estar bien diluida-Dijo.

    El cabello de Yamaguchi estaba amarrado a una coleta alta y un sujetador sostenía los mechones locos que se escapaban, además tenía un delantal azul lleno de constelaciones que cubría su uniforme.

    Ahh, me vuelve loco.

    No. Me daba una ternura de hermano menor, si, debe ser eso.

    Luego de unos minutos revolviendo con mi mano, ya que, no habían cucharones disponibles...espera...¿Que clase de salón de cocina no tiene cucharones suficientes? Bueno, lo importante era que ya no sentía el azúcar en aquella mezcla. Le hice una seña al pecoso para que le echara la harina encima.

    Echó dos tazas llenas de harina; yo puse mis manos en lo que futuramente iba a ser la masa y él hizo lo mismo, haciendo que nuestras manos se juntaran y una corriente eléctrica recorriera mi espalda. Acto seguido, Yamaguchi retiró sus manos rápidamente.

    -Lo sien...-No completó la frase, ya que le manché la cara con la masa y luego le tomé las manos.

    -Ayúdame a amasar, tonto.

    -Si, Tsukki.-Sonrió

    Luego de que la masa estuviera bien hecha, lavé mis manos y enmantequillé la sartén, seguido de acomodar la masa mientras Yamaguchi hacía la mezcla de nueces con leche condensada.

    -¡Hey Tsukki!-Llamó-Prueba esto

    Tenía en su mano, una cuchara llena de aquel líquido espeso. Con cuidado la acercó y un "abre la boca" escuché. Yo obedecí y probé aquella sustancia dulce.

    -Está rico-Dije relamiendo mis labios.

    Yamaguchi sonrió. Unos suspiros seguidos "Hacen bonita pareja" se escucharon de las chicas "nerds" del rincón.

    Al final, terminamos dándole el kuchen a Hinata, quien se moría de hambre.

    "Debe pensar que es irritante" "Podría ser popular si se preocupara un poco" "Debe ser aburrido estar con alguien tan amargo" "Es un antipático" "Da miedo"

    Cada vez que caminamos por los pasillos, escuchamos rumores sobre ambos. La mayoría sobre Yamaguchi. ¿tanto miedo les tienen a las personas diferentes? Chasqueé la lengua.

    -¡Cállense de una buena vez!-Gritó el pecoso-¡Díganselo a la cara en vez de murmurar! ¡Tsukki es alguien amable y pocas veces divertido, arrogante tal vez, grosero, si. ¡Pero no significa que sea un monstruo sin sentimientos!

    Y con eso se callaron. Yamaguchi me tomó de la mano y con paso furioso y rápido me llevó al patio. Me hizo feliz.
  10. .
    holi! Quiero darte las gracias #Zai-San (Puedo llamarte así verdad? :3) por darle una oportunidad a esta historia que ocurrió en mi cabeza :3

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    Capítulo 1: ESTRELLAS

    (Tsukishima)

    Era un día normal. Completamente normal. Yamaguchi había venido por la mañana, como todos los días, su voz irritante diciéndome: "¡Buenos días, Tsukki!", entraba en mis oídos aún con los audífonos puestos. Como siempre, él hablaba de cómo había sido su tarde de ayer luego de los entrenamientos, hablaba de perfeccionar sus saques y que estaba nervioso por el torneo de primavera.

    Cualquiera que pasara por el lado diría: "¡Qué maleducado! ¡No le presta atención en ningún momento a su amigo!", pero no era así. Y Yamaguchi lo sabía. Él sabía que aunque yo estuviera con audífonos, siempre lo mantenía en el volumen poco audible, él sabía que escuchaba todas sus cosas con atención pero, con poco interés.

    Caminamos a paso moderado hacia Karasuno, que es donde estudiamos actualmente. Al llegar, nos fuimos directo hacia el club de Volleyball de la escuela. Todo en la escuela era rosa. El aire del gimnasio al entrar era empalagoso, dulce. Luego lo recordé.

    Se acercaba el día de San Valentín

    Claro, cómo no recordarlo, si se veía al capitán del equipo, Sawamura Daichi, besuquearse y mimar a uno de los dos colocadores del equipo, Sugawara Koushi. También estaba Azumane Asahi, quien trataba de desinfectar una raspada en la rodilla del líbero, Nishinoya Yuu, para después darle un casto beso en la frente. Obviamente, no faltaba el rey de la cancha, Kageyama Tobio, elevando a Hinata Shouyo al estilo princesa muy avergonzadamente, mientras éste sólo sonreía. Luego volví a recordar otra cosa:

    Odio el día de San Valentín.

    "¿Por qué?" se preguntarán. Simplemente no lo sé. Generalmente, en éste día, la mayoría de las personas se liberan completamente, dejando escapar aquellos sentimientos. Algo que yo no puedo hacer.

    -¿Te pasa algo, Tsukki?-Preguntó el de pecas - Te ves decaído.

    - No me pasa nada, Yamaguchi.

    - Tal vez... - Dijo Tanaka - ¿Estás pensando en cómo harás para declararte a la persona que te gusta?

    Lo miré con disgusto.

    - Uhh... ¡A Tsukki le gusta alguien! - Gritó Yamaguchi, haciendo que resonara por todo el gimnasio.

    Mi cara se encendió...de rabia.

    -¡Whoa! ¿Y? ¿Quién es? - Preguntó alterado, Hinata.

    "Anda, cuéntanos" "Vamos, suelta el boche" "Dinos quién es la afortunada" ese es tal vez, el por qué mi odio hacia San Valentín . Tomé mi bolso bruscamente, y con paso alterado, salí de aquel empalagoso y abrumador lugar.

    (Yamaguchi)

    -Tsukki...

    Me preocupé. Pedí disculpas y salí del gimnasio, para comenzar a seguirlo. Metí la pata. Yo solo quería saber si a Tsukki le gusta alguien; ¡No es como si a mí me gustara él! Le tengo un cariño de hermano. Debo de decir que al ver la cara de Tsukki al salir del gimnasio, me aterré. Pensé que me golpearía en ese momento, pero solo salió, decidí dejarle solo hasta la hora de almuerzo.

    Pasaron las horas y llegó la hora del almuerzo. Tsukki, se había levantado, con la cara más fría que de costumbre.

    - ¡Tsukki! ¡Almorcemos juntos!

    - ¡Cállate, Yamaguchi! Déjame solo.

    Y así pasó el día. Así pasé yo el día. Solo, dándole espacio. Pensar que Tsukki era mi primer amigo y que se aleje es duro para mí.

    - ¡Ya...Yamaguchi-san! - Gritó alguien a mis espaldas.

    - ¿Haruko-san? - Dije al darme vuelta.

    Haruko-san, es de esas personas tímidas, ella se sonroja por todo. Ella es pelirroja, de tez blanca y ojos azules. Su cabello le llegaba hasta la cadera con aquellas ondas y lacio casi por el trasero.

    - Necesito ha...hablar contigo - Dijo con los hombros retraídos y cabizbaja.

    Caminé con ella hasta llegar cerca de la escalera, estábamos solos.

    - Yamaguchi-san...yo... ¡Me gustas!

    Quedé boquiabierto. ¿Alguien que me quería?, iba a responder pero, sentí el brillo de unos lentes y ojos caramelo mirándome.

    - Lo siento, Haruko-san. No me gustas.

    - Pero... ¡Podemos intentarlo!

    - Mira, hay algunos que piensan con la cabeza y otros con el corazón. Lo tuyo es con la cabeza - Dije golpeando suavemente su cabeza.

    - ¡Mi propuesta queda abierta! - Gritó, yo sonreí.

    - Adiós. - Dije para luego buscar aquella mirada, la cual, ya no sentía.

    Bajé rápidamente las escaleras, cuidando de no tropezarme. No había nadie en la entrada. Me cambié rápidamente de zapatos y corrí. Me lo encontré en la mitad de camino a casa.

    - ¡Tsukki! ¡Vayámonos juntos a casa! - Grité, sonriendo.

    Tsukki solo miró atrás, alzó los hombros e hizo una seña con su mano para que caminara a su lado.

    - Perdón - Dije rompiendo el silencio. - No debí de haber gritado eso en el gimnasio. Debí de respetar tu privacidad. Debí... - No dije nada más, ya que, Tsukki se estaba riendo.

    Tal vez... estaba haciendo el ridículo.

    - No te preocupes - Dijo, sacudiendo mi cabello. - Ya me calmé, ¿Quieres pasar?

    - ¿Huh? - No había entendido su pregunta, hasta que caí en cuenta de que habíamos llegado a su casa. - Claro.

    No había nadie en casa. Eso me ponía nervioso. Tsukki lo notó, pasó su brazo por mi hombro y se acercó a mi cara diciendo "No te preocupes, no haremos nada malo"; mi cara se encendió, ¡Estaba muy cerca!.

    Nos fuimos directo a su habitación, aún tenía aquellas figuras de dinosaurios que tanto le gustaban. Nos sentamos en su cama.

    Era incómodo. MUY INCÓMODO.

    Para romper la tensión, comencé a tocarlo con mi dedo.

    - ¿Qué haces? - Preguntó con curiosidad, Tsukishima.

    - Un... ¡Ataque de cosquillas! - Grité, para luego lanzarme encima de él.

    Su risa, era una risa melodiosa. Extrañaba cuando Tsukki sonreía o reía de manera sincera. Al final, terminamos desordenando la cama, el cabello corto de él había quedado esparcido por la almohada, su respiración era agitada e irregular pero, sonreía. Estaba encima de él, y me miraba fijamente, como si buscara algo de valor en mi cara.

    - Estrellas...

    - ¿Huh?

    - Tu cara, está iluminada con estrellas.

    Dicho esto, comenzó a acercar su rostro al mío. Sus ojos caramelo, se cerraban mientras más cerca de mi cara estaba. Mi corazón latía a mil por hora y mis pecas eran bombas a punto de explotar. A centímetros de mis labios me llegó el pensamiento de lo dicho anteriormente.

    "Tu cara, está iluminada con estrellas"

    - ¿Qué están haciendo?

  11. .
    Holi! paso por aqui y me anime a entrar :3

    SPOILER (click to view)
    Kawaidesune
  12. .
    Prólogo


    (Tsukishima)

    Nunca pensé...que aquel chico con estrellas en la cara me atrajera tanto, es decir, me cautivara. Al verlo por primera vez, verlo en el piso, acosado por aquellos chicos me hizo pensar "¿Estará mal si no lo ayudo?" pero lo único que pudo salir de mi boca fue:

    Patético

    Aquél chico debió haber pensado: "¿Acaso aquel insulto era para mí, que me veo tan patético?" iba mas para aquellos que le rodeaban que para él. ¿Por qué? ¿Por qué no puedo mostrar mis sentimientos libremente? ¿Por qué tengo que ser tan frío, cerrado? ¿Por qué...?

    Pasé con aquel chico hasta la preparatoria. Parecíamos un amo y su perro, no me dejaba tranquilo pero, no me disgustaba su compañía. De hecho, me gustaba mirar disimuladamente sus pecas mientras sonreía, aquellas que parecían constelaciones en un cielo.

    Amor

    Ahh, ¿Puede el amor enloquecer tanto a una persona? pero, ¿Qué es el amor en primer lugar?, ¿es donde las mariposas asesinas atacan tu estómago?, no. ¿Donde tus piernas se vuelven débiles al verlo pasar?, no. El amor es un sentimiento donde vez pasar a aquella persona y te quedas mirándola como un bobo, donde sientes aquella corriente eléctrica recorrer tu cuerpo, donde amas, donde sufres, amor es...¿Cómo explicarlo? ¿Alguien me puede explicar qué es esto? porque a veces, me dan unas ganas de tomarlo de la camiseta, elevarlo y decirle:

    ¿Sabes algo? Todo lo que tengo yo, ama todo lo que tienes tú.



    Edited by †De§tin¥ Doll† - 15/12/2017, 23:22
  13. .
    Joooo!!! Ya casi estamos en el final?!? Yy yy mas encima quieren destruir el edificio?!?! Esto es mas tragico que Ace sin Sabo :vvvvv

    Bueno lo importante es que me ha gustado :))) Esperaré el final!!! Bye byee
  14. .
    Hasta que vuelva mi paint real 7^7 Respondere desordenado y tardío...

    Kaito_Shion

    Ben:como se siente ser el shota de los creepys?

    Edited by †De§tin¥ Doll† - 15/4/2016, 01:20
  15. .
    † R o c k †

    QUOTE
    JEFF, ¿Me ragalarias a Slendy? -le sonríe inocentemente-

292 replies since 8/9/2014
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