Posts written by Phoenix

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    SPOILER (click to view)
    Te envié un DM
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    Yo morí, morí y reviví cuando Kaito revivió. Me encantó totalmente, gracias por terminarlo.
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    No podía negar cuán excitado había terminado luego de las caricias que el contrario le había propiciado, sabía a la perfección las intenciones de Shoya al tocarle de aquella forma sin llevarle más allá, le gustaba verle hirviendo de deseo por él sin darle más que algunos toques. Yuma simplemente desechó las ideas que rondaban por su mente en relación a todo lo que había ocurrido algunas horas atrás. Estiró su jersey hasta que lograse cubrirle la entrepierna y caminó, un tanto incómodo, hasta llegar hasta el instituto.

    Al llegar no se quedó contemplando los jardines o hablando con cuantas personas se encontrase, sino que se dirigió de inmeditato al salón de clases. Muchos de sus compañeros le saludaron, a lo que les contestó evadiendo preguntas y asegurando que iba tarde, las miradas extrañadas no tardaron.
    Al estar en el marco de la puerta, aún tenía algunos minutos restantes y el salón se encontraba vacío. Dejó sus cosas en el primer lugar en frente del escritorio y se dirigió al baño, necesitaba al menos salpicarse agua en el rostro.

    Aunque ya se había calmado un poco, su cuerpo seguía bastante inquieto desde que había salido del departamento del mayor, casi podía sentir sus manos recorriéndole de nuevo. Movió un poco el cuello alto de su suéter para encontrarse con varias marcas rojizas y casi violetas haciendo un recorrido hacia sus hombros, seguramente habrían muchas más. Se sonrojó por completo y trató en lo más posible cubrir todo su cuello.
    Regresó al salón sin mucha prisa, para encontrarse ya a varios estudiantes ahí, y por supuesto a Shoya.

    Sintió la mirada del azabache recorrerle de arriba a abajo, no cambiaba su expresión a pesar de verle tan rojo como la noche anterior. Saludó por lo bajo y se sentó en su lugar, colocando su estuche de lápices y pinceles sobre su regazo, casi pudo verle sonreír de forma burlona al observar tal accón. Se había propuesto a no verle, pero era inevitable.
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    Caminó con pasos lentos hasta llegar al sillón que les había servido tanto la noche anterior. Rió para sus adentros al escuchar los pasos de Shoya venir desde la habitación hacia él, ¿Tan tentador era para él verle así? Se limitó a recoger sus cosas viéndole por el rabillo del ojo repetidas veces.

    Tras recoger todo se propuso vestirse, sin embargo sintió el calor ahora tan reconocible del cuerpo contrario apegado a su piel. Su corazón se agitó con sólo tocarle de nuevo.

    Un sonido bastante audible escapó de sus labios, la sensación de esas manos tan cálidas delineando su cuerpo logró estremecerle. Se dejó hacer completamente, disfrutando de las caricias y besos lascivos que el mayor le daba.

    Al soltarle, Yuma simplemente se mordió el labio de forma juguetona frente a él y comenzó a vestirse. Por suerte tenía aquel jersey largo, ya que su erección se notaba de nuevo a través de su pantalón.

    —Saldré primero, no vaya a ser que el maestro Shoya sea visto llegar con un estudiante—

    Tomó su bolso y se dirigió a la puerta, no sin antes regresar su mirada para verle de nuevo, sentado con esa expresión tan brusca que le fascinaba.

    —Espero que nos veamos en clase—

    Sonrió para salir por la puerta del departamento. Su corazón latía tan rápido que podía escucharlo retumbar en sus oídos. Shoya tenía un efecto surreal en su mente y todavía más en su cuerpo. No sabía cómo haría para verle en clase tras todo aquello.
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    Por fin tras varios intentos logró despertar al mayor, la misma mirada de siempre, ya se había acostumbrado e incluso desarrollado un pequeño gusto hacia esa expresión de antipatía en sus ojos, tan propio de él.

    Tragó pesado al sentir aquel movimiento contra su vientre y parte de su entre pierna por parte de Shoya, en el que por supuesto supo apreciar una creciente erección por debajo de la fina tela de sus boxers. Retiró la mirada un poco pero se dejó hacer, en el fondo le gustaban y excitaban terriblemente aquellas acciones.

    Contrastando con la actitud sensual con la que el mayor frotaba su erección contra él, el comentario sobre sus ojos le hizo ruborizar además de sorprenderlo. No había tenido un cumplido así de Shoya en toda la noche, sonrió un poco pensándolo.

    Yuma se quedó sentado en la cama viéndole desde la orilla, esa espalda tan bien formada y acompañada por esos tatuajes, se mordió el labio al verlo estirarse, sus músculos se marcaban aún más cuando lo hacía. Ni hablar de la erección que se notaba claramente en él, que en poco tiempo le causó una propia que intentó cubrir con una almohada.

    —Creo que mi ropa quedó en algún lugar de la sala—

    Dijo levantándose de la cama tranquilamente, intentando ignorar todo aquello. Sin embargo, una idea atravesó su mente haciéndole sonreír de forma pícara.

    —Iré a cambiarme allá—

    Dijo sin siquiera verle. Rápidamente se deshizo de los shorts deportivos regresando a la desnudez de su cuerpo, solamente caminó junto a Shoya hasta retirarse a la sala. Pudo sentir la mirada del azabache seguirle, sonrió para sí mismo.

    Edited by Phoenix - 4/10/2020, 18:12
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    La noche comenzó siendo bastante fría. Podía escuchar el sonido de una repentina lluvia desatada afuera del departamento. Busco calor en la delgada cobija de la cama si conseguirlo. Claro, con un cuerpo tan cálido, ¿Por qué Shoya necesitaría más abrigo? Aunque no le molestó ya que el sueño le venció en poco tiempo.

    Yuma era de incómodo dormir, se movía constantemente buscando algo para sentirse cómodo. Tenía una almohada enorme y alargada que servía como respaldo, pero aquella noche su abrigo fue el cuerpo de su maestro. Durmió como un bebé entre sus fornidos brazos.

    El despertador le sobresaltó un poco, abrió los ojos sin reconocer el lugar donde estaba, de repente todas las imágenes de la noche anterior regresaron a su mente, su rostro se tiñó de un rojo intenso.

    Al intentar moverse vio los brazos del mayor aún rodeandole. ¿Habían dormido abrazados? Pero si él mismo le había dado la espalda primero. Algo tan acogedor, impropio de la frialdad del mayor... Su corazón se aceleró mientras permanecía apegado a él.

    La repetición de la alarma sonó. Estaban tardando en despertar, además Yuma debía llegar antes que Shoya al salón para no levantar sospechas, por lo que intentó girarse para hablarle; terminó incluso más cerca, con su pecho desnudo apegado al del mayor.

    —Shoya... Es hora, llegaremos tarde—

    Dijo en voz baja para no incomodarle, aunque sabía bien que ya estaba despierto. Esa actitud mañanera de querer dormir aún más le enterneció, aunque la expresión en su rostro seguía teniendo ese semblante serio que tanto le fascinaba.

    —Vamos, un maestro no puede llegar tan tarde, ¿Verdad?—

    Dijo apelando a su posición superior de docente, cosa que le estaba encantando hacer recientemente.
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    Casi terminó por quedarse dormido en ese delicado abrazo que Shoya le otorgó. Entre el cansancio de su cuerpo, lo relajante de ese baño y la cálida sensación de la piel del azabache era como vivir en un sueño. Únicamente se despertó al sentir el olor a cigarrillo, aunque no se inmutó, al final era su casa, podía hacer lo que quisiera. Además no podía notar lo atractivo que se venía mientras dejaba salir el humo de sus labios.

    Asintió ante la petición del mayor de salir del jacuzzi sin dejar de pensar en las palabras que le había dicho, parecía querer tener el control total sobre él, cosa que no le molestaba.
    Le siguió a pasos acelerados intentando ver cada cosa interesante de ese gran loft hasta llegar a la habitación principal, de solo verla pudo notar el buen gusto en decoración de su maestro junto con algunos libros de arte de gran renombre en una pequeña estantería, seguro sería su colección personal.

    Atrapó la prenda y rápidamente se vistió, por un momento había olvidado que habían estado desnudos durante todo ese tiempo.
    Ni siquiera se molestó en decir palabra dadas las acciones de Shoya, quién rápidamente se metió en la cama dándole la espalda. El peli rosa apagó la luz de la habitación antes de imitarlo, acostandose cómodamente junto a él, pero esta vez sin tocarle.

    En las almohadas podía sentir el aroma de Shoya impregnando profundamente, obviamente colocó su rostro en ella oara disfrutarlo.
    Sus ojos somnolientos se cerraron rápidamente, no sin antes voltearse para ver al hombre a su lado, sonrió levemente antes de caer dormido.

    "Buenas noches Shoya
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    Era como ver otra faceta de aquel ser invadido en lujuria y deseo de hacía un rato. Shoya regresaba a ser el hombre despreocupado y digno que le había deslumbrado aquel primer día de conocerle.

    Por supuesto que siguió el movimiento ajeno y se recostó cerca de él, sus latidos estaban calmados al igual que su respiración. Tal tranquilidad compartida con el hombre que hacía de sus días tan erráticos era algo que asombró al peli rosa.

    Una mirada de alivio se produjo en sus ojos cuando escuchó que el mayor no llevaba sus actos carnales dentro de aquel jacuzzi, pero, ¿sería él el primero en compartir esa agua caliente y burbujeante con Shoya? Se ruborizó un poco apegándose un poco más a él.

    —¿Yo? Pues, claro, me encantaría dormir aquí—

    De nuevo una simple propuesta lograba ponerle nervioso. La incertidumbre de las intenciones de Shoya enrrevesadas en sus palabras confundían su mente. En el fondo deseaba terminar durmiendo a su lado, a pesar de caber la posibilidad de ser relegado al cuarto de invitados. Pasar la noche en casa de Shoya, otra cosa maravillosa que estaba sucediendole se repente.

    —Por lo que veo, no tengo opción de faltar a su clase, señor maestro—

    Dijo burlándose un poco, aunque no demasiado para no incomodarle. Sabía que pocas bromas de su parte llegaban a su fin sin tener una respuesta elocuente del mayor que terminaba avergonzandole o causándole algún tipo de celos.

    —Huele a lavanda...—


    Dijo sin pensarlo, de forma inconsciente disfrutando de las burbujas que se formaban sobre el borde del agua y el aroma relajante que estas emanaban. La escena casi le producía ternura.
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    Si en algún momento el joven Yuma creyó que podría ganarle a Shoya, estaba completamente equivocado. Siempre terminaría nervioso o con un intenso rubor que le daría más infulas a su maestro por haberle hecho avergonzar.
    Las palabras del azabache le hicieron hacer una pequeña mueca de celos, ¿Acaso cada noche traía un chico diferente? Pensar en que mañana podría haber otro en los brazos del mayor le molestó un poco.

    Caminó guiado por la mano del contrario, el loft era más grande de lo que Yuma imaginaba. Entró al cuarto de baño y se impresionó al ver lo bien ambientado que estaba, ¿La gente normal tenía baños así? Vaya que se notaba el status de ese hogar.

    —Déjame adivinar, también limpias mucho este jacuzzi—

    Dijo en un tono burlón caminando hacia él, quién ya se estaba relajando con la mitad del cuerpo sumergido en el agua. Yuma lo observó por un momento, incluso luego de todo eso no se acostumbraba a verle desnudo.

    —¿Te puedo acompañar?—

    Dijo aún de pie junto al jacuzzi. No alardeaba mucho, pero sabía que Shoya le daba algunas miradas veloces a su cuerpo desnudo, en especial sus piernas y su pecho.

    Sin esperar respuesta, se dispuso a entrar junto a él, lentamente se deslizó hasta sentarse en frente del mayor, disfrutando de la sensación cálida del agua en su cuerpo.
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    A tal gestó el chico solo sonrió y se recostó junto a Shoya, sintiendo el calor que emanaba de su piel y el delicado toque de la misma, podía disfrutar de aquel hombre con sólo que sus pieles se rozaran. En ese momento reconoció el cansancio de su cuerpo, aletargado por todo lo que ambos habían hecho, incluso sus ojos se veían algo cansados.

    Al escucharle alzó su mirada hacia la ventana, era cierto, una tenue luz naranja comenzaba a aparecer. Pensó en que de nuevo debían verse en clase como alumno y maestro luego de ese desenfreno sexual; pensar en ello le hizo sonrojar.

    —Creo que deberíamos darnos un baño, hicimos un pequeño desastre—

    Dijo viendo hacia el sofá que tenía la evidencia perfecta de lo que había sucedido ahí.

    —Espero no estés muy cansado para dar la clase—

    Le sonrió desde su lugar, esperaba saber qué seguiría, si ambos aparecerían en el instituto como si nada hubiese pasado o si pronto debía irse a casa. El lugar al lado de Shoya era bastante cómodo, pero comprendió que las obligaciones de un maestro eran menos laxas que las suyas.

    Se levantó delicadamente y se puso de pie frente a él, aún con esa sonrisa juguetona en su rostro.

    —Puedo ducharme primero, a menos que quieras hacerlo conmigo—

    Le dijo de nuevo un tanto sonrojado, ¿de dónde sacaba valentía para decirle tales cosas? Ni idea. Sólo le dirigió una mirada afilada y una curvatura leve en la comisura de sus labios.

    "Rayos... Incluso ahí acostado se ve demasiado bien"
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    Sabía que su actitud un poco más traviesa estaba deleitando al mayor, quién dejó de observarle para cerrar los ojos y echar su cabeza hacia atrás, dejándole ver mejor sus tatuajes.

    Estaba deleitado por el sabor y el tamaño de aquello que probaba, su mirada cada vez más cargada de lujuria seguía buscando la vista del mayor, buscaba excitarle aún más con aquella escena.

    Un quejido ahogado se escuchó levemente en la habitación, la intromisión repentina del miembro de Shoya en su boca le sorprendió gratamente, significaba que estaba haciendo un buen trabajo. Yuma bajó la mirada y se concentró en complacerlo. Subía y bajaba por cada uno de sus centímetros, acompañando este movimiento con su lengua que saboreaba la longitud completa del mayor. Por momentos se quedaba en la punta dando lamidas y suaves succiones, complementando esto con su mano.

    Disfrutaba tanto de tal acción que no quería detenerse, e incluso más cuando comenzó a sentir los movimientos de Shoya hacia su boca. El vaivén exquisito de aquel cuerpo entre sus labios sólo le motivaba a llegar más a profundo, sintiendo cómo él rozaba su garganta levemente.

    Continuó aquel jugueteo varios minutos, la saliva de Yuma bajaba en finos hilos por la comisura de sus labios, pero el peli rosa no se detenía, quería devorar aquel miembro tanto como pudiera, disfrutar de su sabor y la sola sensación de hacerle aquello a su maestro.

    Tras unos momentos sintió como el mayor aflojó el agarre, al mismo tiempo que su miembro comenzó a palpitar más fuerte; se vendría pronto.

    Yuma por supuesto que no se detuvo, quería completar aquel acto tal y como él lo había hecho consigo. Introdujo de nuevo todo el miembro a su boca, intentando llegar lo más profundo posible y volviendo a succionar suavemente mientras le acariciaba con su lengua.

    —¡N-ngh!—

    Escuchó un gemido un tanto ronco de su maestro y un movimiento de cadera algo brusco, para luego sentir cómo él terminaba en su boca. Yuma cerró los ojos e intentó tragarlo todo, aunque algo de la semilla del contrario se escurrió hasta el sofa.

    Se separó del mayor y le vio de nuevo, con aquella expresión sonrojada y con los ojos un tanto húmedos. Se relamió los labios con cierta sensualidad para luego otorgarle una leve sonrisa,indicándole cuánto le había encantado eso.
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    Estaba convirtiéndose en un hábito el que Shoya, cada vez que Yuma estaba por calmarse, hiciese algo que volvería a estremecerlo, sin dejarle un respiro para descansar de esa intensidad que fue haberse venido en su boca, apenas podía creer que lo había hecho. De nuevo estaba sonrojado hasta las orejas.

    Sus labios fueron aprisionados por los contrarios; Yuma contuvo un suspiro ahogado al sentirle tan de repente besándole, sin embargo cerró los ojos disfrutando de ese beso en el que pudo por fin probar los labios del mayor, ese sabor tan intenso, comenzaba a hacer que el ambiente aumentase su temperatura de nuevo. Luego de un par de minutos en medio de un beso que iba cobrando intensidad, tuvo que separarse de esos perfectos labios, viéndole de nuevo con esa mirada inocente pero desbordante de deseo.

    Sus celestes orbes recorrieron de nuevo el cuerpo ajeno hasta llegar a ese lugar que tanto pedía por su atención. No era experto como Shoya, quién incluso lo había tenido un poco fácil dada la diferencia en el tamaño. La erección de su maestro palpitaba y se erguía frente a él, tentandole a tocarlo.

    Yuma dejó que el azabache se sentase en el sillón y gateó lentamente hacia él. Le sonrió de forma juguetona, sus ojos azules acompañaban muy bien esa expresión afilada que quería darle al mayor, sin perder su rostro inocente.

    —Claro que no, mi maestro prometió enseñarme absolutamente todo—

    Dijo al llegar hasta el espacio entre sus piernas; de cerca lucía aún más grande.
    El peli rosa tomó el miembro entre sus manos, acariciandolo un poco con más seguridad que antes, le fascinaba sentir ese calor que sólo podía venir de la extensión de su maestro. Su mano se movía un poco nerviosa, sin embargo logró tomar un ritmo placentero para el mayor, quién le observaba de forma sádica.

    Tras algunos minutos usando su mano, el menor levantó la vista y casi como si llevase a cabo un show, comenzó a dar suaves lamidas desde la base hasta la punta de aquella zona, asegurándose de que Shoya pudiese ver su expresión y cada una de sus acciones. Le acariciaba y envolvía con su lengua tan lentamente, quería ver cuánto podría tentarle desde aquella posición.
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    Su cuerpo hervía de una forma desconocida y adictiva para el menor. Sus manos de nuevo buscaron el cuello de Shoya para aferrarse a él, pudo sentir sus cabellos azabaches cubiertos de una fina capa de sudor, el calor de ambos se combinaba en una amalgama de suspiros y alientos llenos de deseo.

    Sabía que el cosquilleo en su vientre bajo significaba que iba a terminar pronto manchando la mano del mayor con su esencia. Intentó contener aquella sensación pero le fue imposible, la habilidad y ansias de Shoya por hacerle acabar y demostrarle quién mandaba eran prodigiosas.

    De un momento a otro sintió como su miembro era envuelto en la boca de Shoya. Era tan cálida y húmeda, gimió con fuerza y colocó sus manos sobre la cabeza del contrario, quién envolvía su intimidad con su lengua con gran experticia. Verlo ahí, y haciéndole tal trabajo, ¿Era posible? Su distinguido y serio maestro devoraba su miembro como si fuese un caramelo.

    La simple visión de ese hombre entre sus piernas hizo que su cuerpo temblase, y más cuando comenzó a hacerle tales movimientos ardientes, a veces lentos y a veces más rápidos, hasta llevarlo al límite.

    —Sh-shoya...—

    Gimoteó su nombre antes de arquear su espalda y dejarse llevar por el orgasmo. La intensidad del mismo llenó todo su cuerpo e hizo que sus dedos halaran levemente los cabellos oscuros del mismo.

    Terminó exhausto, su respiración estaba descontrolada y su rostro hervía. Apenas podía verle a los ojos, la expresión tan sensual del mayor lamiendo sus labios le hizo cubrirse el rostro de vergüenza.

    —Lo lamento... No quise acabar así—

    Dijo tratando de calmar su respiración, sus piernas blanquecinas aún temblaban un poco estando ampliamente separadas, una vista tan pervertida y excitante para el maestro.
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    El tiempo parecía no pasar en aquella habitación. El sofá en el que seguramente habría hecho suyos a decenas de estudiantes, ahora era el lecho sobre en que Yuma yacía aprisionado por la fuera del agarre ajeno.

    Su indefensa figura constrastaba con el color oscuro del mueble, pareciendo así aún más inocente de lo que ya lucía. Sus cabellos rosados caían sobre su rostro y su mirada celeste, mientras que su voz ahogada entre gemidos era como música para el otro. Yuma sólo podía dejarse hacer, dejarse consumir de ese fuego que era Shoya.

    No se negó a ser inmovilizado, incluso, le excitaba todavía más la idea de ser controlado por Shoya, quién se notaba tenía experticia en ese asunto. Ver esa figura tatuada y dominante sobre él era como un sueño.

    Trató de controlarse pero le fue imposible, por fin sentía lps calidos labios del contrario recorrer su blanquecina piel, dejando sin trabajos un camino de marcas rojizas que le adornaban, la evidencia de que Shoya estaba consumiendo hasta lo más mínimo de su cuerpo.

    —¡A-aahh!... —

    Su espalda se arqueó levemente. Sintió su miembro ser envuelto por las hábiles manos de Shoya, quién comenzó a tocarle de esa forma tan tortuosa, su cuerpo se tensó y corrientes de placer le recorrieron como oleajes. Mordió el dorso de su mano, sus caderas se movían al ritmo del mayor.

    —Espera... Ngh~... Ahhh—

    La habitación se inundó con los gemidos del peli rosa, quién torpemente acariciaba el miembro de Shoya. De arriba a abajo le envolvía y sentía su calor y dureza, estaba impresionado por el gran tamaño y firmeza del mismo, le calentaba aún más saber que por fin podía tocarlo, y sin duda quería hacer mucho más con esa erección.
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    Jamás había sido modelo para unos ojos y pinceles que no fuesen los propios. El sentir la mirada tan ferviente de Shoya recorrer cada rincón de su cuerpo como nadie lo había hecho antes sólo le hacía excitarse mucho más, cosa que el mayor podía notar perfectamente.

    Sin embargo, le dejó ver todo lo que quería. Cada rasgo y todo de su piel, cada expresión, mirada y posición que quisiera el mayor que adoptase sería una orden para él. Apenas podía verle a los ojos, su mirada inevitablemente se desviaba a otros lugares; podía ver cómo el cuerpo de Shoya también respondía al tenerle desnudo como su modelo.

    —Shoya... Conmigo puedes hacer lo que quieras—

    Mordió sus labios para contener nuevos y vergonzosos sonidos que invadían su garganta. No podía pensar con claridad, cada parte de su cuerpo estaba increíblemente sensible y expuesta en su totalidad hacia aquel hombre que halaba los hilos y le hacía actuar a su antojo.

    Quería rendirse al placer y dejarse poseer de Shoya, ese juego tan lento solo aumentaba el número de cosas que dejaría que el mayor le hiciese. Quería pertenecerle ahora más que nunca.

    —¿Puedo tocarte?—

    Preguntó casi en un susurro, evitándole la mirada. Quizás sería demasiado atrevido, pero para ese momento, ¿Qué sería realmente 'demasiado? Ya estaban en un punto tan alto, solo quedaba seguir.
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