Ya volví, lamento la súper tardanza pero estaba haciendo lo mismo que muchas personas de mi edad con un grado (tal vez alto) de irresponsabilidad :C así es, me puse a hacer mis tareas atrasadas para salvar el semestre.

Lamento la tardanza (*`÷´) pero me empezaron a tratar unas muelas y el medicamento para el dolor que tome por varios días me mantenía un estado de: ¿quién soy yo? ¿Cómo me llamo? ¿Estoy dormida o despierta? ¿Ser o no ser? (????)

*Por alguna rara razón los antropólogos, geológos, biólogos, paleontólogos, etc., prefieren el término de roca que tiene raíz latina al de piedra, que tiene raíz griega... Por eso Ran hace la comparación.

Ranald (Ran) Rutherford | 45 años | Profesor de arqueología / Perdedor a tiempo completo | Supongamos que heterosexual | 180 cm de altura | Inglés | Infelizmente soltero.

"Ya viví, ahora qué hago".

Si por alguna razón, alguien fuera a escribir un libro sobre un tipo que tiene un empleo que le da el sueldo justo para sobrevivir cada mes, que es admirado por nadie, que todavía va y cena todos los viernes con su madre y que es justo el espécimen de hombre que mujeres abandonan, Ranald sería el protagonista perfecto.

Profesor de una universidad promedio, por no decir casi olvidada, voluntario para ser el supervisor del pequeño club de literatura y cuarentón con suficiente energía para todavía salir de fiesta de vez en cuando, Ran, como lo conocen los amigos es una oda a la espontáneidad. Es considerado un maestro promedio, no es el mejor pero tampoco el peor. Pasa las evaluaciones de los alumnos sin pena ni gloria, lo único que critican de él es su tendencia a ser cerrado y no entablar ninguna clase de vínculo con alumnos. Esta actitud que podría parecer impropia de su persona, tiene su lógica: suficientes problemas se busca él como para andar agregando otros que estén relacionados con lo único fijo en su vida, su empleo.

Dueño de una gran cantidad de halagos en el bolsillo que le puede dedicar a la comida. Adicto al cigarro y alcohólico rehabilitado. Un manojo de sinceridad y amabilidad, a veces medio bastardo, otras humanitario.

Anécdotas de sus pequeños viajes tiene muchas, la mayoría terminan con él en el hospital o abandonado en medio de la nada, optimista porque con una vida como la suya, lo mejor que le queda es intentar no hacer muchos corajes. Amante de los animales de granja, es especial del cerdo, porque son los proveedores de su amada carne. Fanático de las películas de terror porque le recuerdan su día a día. Pésimo consejero y lo sabe, cada que alguien, por error, va en busca de su ayuda se mantiene en silencio y sugiere al desesperado en cuestión que lo mejor que puede hacer es leer un libro de autoayuda a escucharlo a él.

Cada mujer que ha sido su pareja lo ha dejado en cuestión de meses. Ranald podría hacer una lista de las excusas que ha recibido en cada ocasión por parte de sus amantes antes de marcharse, entre las más repetidas están: "tu sueldo es miserable al igual que tu empleo"; "conocí a alguien que me trata mejor" y "necesitas el conflicto para sentirte vivo", cabe decir que su favorita es la tercera porque están en lo cierto. Él se alimenta del caos, la vida ideal que venden en las películas de sábado por la noche se le antoja aburrida.

Probablemente por eso comete errores a cada rato, en su intento por sobrellevar su existencia de forma diferente la ha jodido muchas veces. ¿Qué si es un idiota? Por supuesto que lo es. Sólo que lo disimula bastante bien... la mayor parte del tiempo. Lo triste del caso es que por lo general sus intentos por hacer algo diferente no funcionan y concluye estancado en su rutina.

Si alguna actitud o un hecho le incómoda lo dice a los pocos minutos para ahorrarse largas reuniones en las que al final solamente desea irse a casa.

No lleva bien la soledad, quizá he ahí la razón de su afán por buscar una relación estable sin éxito. Cada que una mujer sale por la puerta de su pequeño departamento tiene la costumbre de tirarse al suelo para besarlo y doblarse de dolor, de intentar domesticar sus defectos y decirse a sí mismo que tiene que dejar de buscar señoritas con pinta de poema con final triste.

Desordenado en el nivel adecuado. Limpia lo necesario y el tiempo restante lo dedica a otras cosas que considera de más provecho, como dormir o preparar sus sagrados alimentos.

Ofenderlo es una misión más o menos imposible porque está acostumbrado a todo tipo de insultos por lo que hay que ponerse en plan creativo para joderle.


Respecto a su familia, todo se reduce a su madre. Su solitaria pero fuerte madre. De su padre sabe nada y nunca he tenido curiosidad por el hombre. Acerca de sus años de infancia recuerda casi nada, borrones, machones por aquí y por allá de él siendo regañado a causa de sus travesuras; posee algunos bosquejos de su momentos felices como el de la primera vez que obtuvo la máxima calificación en su examen. De la adolescencia recuerda aún menos por salud mental; no le gusta rememorar la etapa que denomina como "la más estúpida" así que la suprime. Pero su adultez la rememora con más alegría y gusto, aunque sea la más oscura.


Gustos:
—La comida.
—Irse a perder en algún lugar olvidado por dios cada que tiene vacaciones.
—Blues, rock, jazz, soul y similares.
—Las novelas noir y las novelas turcas... aunque cuando habla de novelas turcas no habla precisamente de libros sino de esos dramas televisivos que las amas de casa adoran ver. Y no, no habla turco, las tiene que buscar con subtítulos.
—Cantar mientras se ducha. No es un buen cantante, así que es una fortuna que sólo lo haga en esos momentos tan íntimos.
—Jugar solitario en su teléfono. Y ajedrez con uno que otro alumno que esté dispuesto a desperdiciar un poco de tiempo en ello.
—Baseball.

Disgustos:
—Que le pregunten por "hijos y esposa".
—Gente que se queja de todo.
—Enfermarse puesto que aquello conlleva a que culmine postrado en una cama.
—Que se quieran aprovechar de su buena voluntad.
—Cualquiera que haga alusión a su mal hábito de babear cuando duerme.

Extras:
*Todavía asiste al grupo de ayuda para alcohólicos que alguna vez le fue de utilidad para dejar atrás su adicción.
*Ahora sólo ingiere alcohol cuando lo considera una buena bebida para acompañar su comida.
*Para disgusto de su madre, su inglés suena más americano que británico. Nadie, ni él mismo, puede explicar la razón de esto.
*Práctica taekwondo, ha sido cinta blanca por unos tres años.
*Posee la inútil habilidad de mover las orejas y las cejas a su gusto.
*Su amable y nada mal intencionada madre es en parte culpable de que nunca haya concretado una relación puesto que cada que Ranald le presentó a una mujer ella siempre encontraba defectos.
*Ama, enserio ama, los jeans, si pueda usarlos siempre sería muy feliz. Pero es consciente de que está destinado a la desdicha, así que acude a la universidad con traje tal y como se lo dicta el protocolo de trabajo.
*No se lleva nada bien con la ideología vegana/vegetariana así que nunca toca el tema.
*Tiene perforado el oído izquierdo desde que era muy joven.

Apariencia:

I
II
III

¡Comida!
I

✘Nombre: Gazi [Ziryab] Alaman.
✘Edad: 42 años. [En realidad, 5732 años]
✘Orientación sexual: Heterosexual [Excepto aquella vez en Babilonia].
✘Posición: Activo.
✘Nacionalidad: Marroquí [Imazighen].
✘Residencial actual: Londres, Inglaterra.
✘Raza: Djinn.
✘Estado civil: Soltero.
✘Altura: 1.90 cm.
✘Ocupación: Chef pastelero – Barista – Dueño de Djinn’s Café.

✘Sobre él:

“I've been a puppet, a pauper, a pirate, a poet, a pawn and a king.
I've been up and down and over and out, and I know one thing;
Each time I find myself flat on my face,
I pick myself up and get back in the race.”

- Frank Sinatra, 'That's Life'

Gazi es lo que muchos podrían describir como el bastardo cabrón de turno. De boca suelta y comentarios que carecen de tanta cortesía como decencia, no es raro que los espíritus más sensibles le eviten como a la plaga. Gazi es un indecente, un inapropiado, un problema mayor. Es el comentario sarcástico menos esperado en el peor momento posible. Es la carcajada ruda que quiebra un silencio respetuoso. Es el insulto innecesario que curiosamente hace sonreír a los insultados. Es el hombre que le pregunta a la joven estresada si desea que saque a su novio a patadas del local. Es quien ofrece ayuda disimulada de rudeza pura y el cortés sujeto que insulta con cada sonrisa ladina.


Para ser una criatura divina, Gazi es un cínico por excelencia. No cree en nada, no respeta a nadie y ve las religiones actuales con un muy sofisticado desdén. Condenado a vivir en un mundo donde los humanos han olvidado los nombres de los verdaderos dioses no es de extrañar que no le encuentre valor a los mortales. ¿Qué importancia tienen seres que perecerán en un parpadear? Todas estas criaturas que moran entre los humanos, creyéndose uno de ellos, le causan la misma apatía. Han perecido todos los que alguna vez fueron sus iguales, aquellos que vivieron las catástrofes a su lado, y él solo queda con un café en el que invierte todo su tiempo a la espera, quizás, de algún día decidir marcharse también. Por ello solo se ocupa de dar comentarios secos y cínicos acerca de absolutamente cualquier tema que los mortales que visitan su café puedan querer discutir con él. Nada es verdad y todo es relativo. Jamás da respuestas directas si puede evitarlo y se divierte al ver la decepción o la furia en los rostros de quienes son más sensibles al respecto de sus opiniones. Podría decirse que se alimenta con la indignación de los demás y causa ofensa por puro y sucio entretenimiento. Mete el dedo en yagas abiertas, da con inseguridades bien guardas y no se preocupa por las consecuencias. No es que sea un bastardo capaz de jugar sucio con alguien que no se lo merece, hasta él tiene un poco de corazón. Pero quienes se muestren arrogantes y busquen herir a otras personas terminarán en el lado equivocado de la furia vengadora de Gazi.

Podría ser un erudito o podría ser el hombre más rico del mundo si tan solo él lo quisiera pero le da pereza lo uno y molestia lo otro. Tiene el poder de la magia antigua en sus venas pero prefiere encogerse de hombros y hacer las cosas manualmente. No tiene ninguna necesidad real de mantener un negocio próspero aunque modesto porque un djinn como él podría conseguir sustento a todas sus necesidades básicas sin sudar una gota y sin embargo ahí está, dedicado y absorto en su trabajo, desde la madrugada hasta el anochecer, ideando cambios y planeando un nuevo menú. Si le preguntaran, diría que es porque se aburre y no hay tortura peor que el ser inmortal y aburrirse. Y la verdad es que la gran mayoría de lo que hace se debe únicamente a su necesidad de mantenerse entretenido, a costa de los demás o por mano propia, cueste lo que cueste. ¿Y habrán de culparle? Por regla general, termina con un nuevo menú cada vez que tiene un ataque de aburrimiento. Sus clientes lo agradecen.

Ah, Gazi es un buen mentiroso. Uno que ha tenido milenios para aprender a mentir sin dejarse descubrir. Y es el mismo mentiroso que dirá no ser capaz de amar cuando las memorias de una era distinta le persiguen cual empecinados fantasmas que no lo dejan en paz. Porque Gazi amó una sola vez con el fervor de los héroes de leyenda. Y sabe que puede volver a amar con esa misma locura apasionada que consume la voluntad y ata el alma pero no se atreve a tomar tal riesgo, a terminar con otra persona que lo deje con el espíritu hecho añicos y retazos de memorias febriles que le condenen a largos años de penurias y luto. No se atreve porque tiene miedo. Porque le aterra sentirse esclavo de otro y perderlo. Porque el verdadero horror, el dolor más agonizante y silencioso que alguna vez ha existido, es el de un subdito al que se le es arrebatado la figura de su creencia. ¿Y qué podría ganar si se atreviera a mar otra vez? En un mundo como el actual duda que exista alguien con el alma de un amante. Gazi no se conformaría con un amorío o con un amor fugaz. No, alguien como él necesita aun amante de antes, uno al cual darse completo. Un amante en el cual pueda depositar todos sus temores y besar cada centímetro de su cuerpo con adoración y plegarias susurradas.

Babilonia, tercer día de Nīsannu. Año 1120 a.C.

Había llegado el verano a Babilonia hace tres días.

Cada metro cuadrado de la bulliciosa ciudad reverberaba con mercantes, ciudadanos y animales que se quejaban y avanzaban con miradas gachas. El sol brillaba orgulloso en un cielo despejado por obra de dioses prontos a perecer en la memoria de sus subditos mortales. Dirán luego que jamás los jardines flotantes se vieron tan espléndidos, espolvoreados por antigua magia y que la ciudad entera se perfumó de dulces aromas, que hasta el más cruel de los eruditos alzó la vista al cielo con la curva de una sonrisa en los labios.

Pero él jamás lo vería por sí mismo.

Porque cuando Babilonia vibraba y bullía, él se resguardaba dentro de una alcoba con el balcón firmemente cerrado. Hundido entre cojines que no le pertenecían. Encorvado sobre un cuerpo atlético pero decididamente más pequeño. Bebiendo de una boca tan roja como las primeras granadas de la temporada cual pobre infeliz bebe de un manantial días después de estar atrapado en el desierto.

-¡Oh, benditos los dioses que todo lo han creado! ¡Y maldita mi carne mortal! No puedo, amado, no puedo. Dadme un respiro, alma de mi alma. Dejad que vuelva a mí el aliento que me has arrebatado con manos de peligrosos talentos – bajo su cuerpo se removió en espasmos placenteros la criatura más perfecta de la creación, expuesta y vulnerable, y que le sonrió en un estupor eufórico con la clase de cariño que solo se encuentra en leyendas – Tenme piedad, amado mío. Oh, tenme piedad y dejad que te bese hasta que tu voz sea la mía –

-Osas acusarme de tu falta de aliento pero me mientes. ¿Cómo entonces has de hacer tantos pedidos sin aire en los pulmones? Pero te seré obediente, criatura amada, porque soy tu subdito más leal – con la voz ronca de los amantes exhaustos le habló con palabras teñidas de afecto y se inclinó una vez más sobre su amante, aquél hombre de perfección absoluta, para cumplir su deseo y besarlo. Esta vez fue él quien se apartó con una sonrisa eufórica, disfrutando de la decepción de su amante al verse privado del elixir de su boca.

-No te he dicho que pares, amado. ¿O es que me castigas por un pasado incidente? Porque te digo ahora, y que me escuchen los dioses, la muerte en la hoguera es preferible a un segundo lejos de tus labios. Ven, tenme piedad y bésame nuevamente. No te apartes pronto, necesito de ti – dedos diestros se enterraron en su cabello trenzado y lo halaron hasta que el caprichoso hombre consiguió besar otra vez al djinn que se dejó hacer, esclavo de sus deseos y anhelos. El beso fue largo. Fue eterno. Perfecto – Ahí, ahí. Promete que siempre me besarás así, amado, que yo prometeré jamás besar a alguien como te beso a ti –

-Lo prometo, criatura amada. Prometo que siempre te besaré como lo ordenes, mi Marduk, mi dulce perdición – besó su largo cuello, sus hombros expuestos e incluso su clavícula, repasando las marcas pasionales que había dejado la noche anterior sobre aquella perfecta criatura. Saboreó la sal en su piel y sonrió contra el pulso en su cuello cuando le sintió vibrar de risa.

-Te burlas de mí pero no importa. Podemos hablar después. Ahora tómame, mi amado, que puedo respirar y gemir mi amor como mereces. Vamos, date prisa, ardo por ti. Así… justo así. Dentro de mí. Ah, amado mío – volvieron a besarse, con la ferocidad de los desesperados, reajustando sus cuerpos hasta que encajaron el uno con el otro. Marduk tiró la cabeza sobre sus cojines costosos y gimió. Le llamaba amado porque no conocía otro nombre y el djinn moría un poco cada día con el deseo demente de decirle su verdadero nombre, de permitir que esta criatura perfecta le atase a su destino para la eternidad. Porque a este hombre podría llamarlo su amo sin vergüenza o temor. A él lo mantendría entre sus brazos hasta el fin del tiempo. Pero la naturaleza de su raza le pedía callar y por eso se conformó siempre con ser su amado – Lento, mi amado, que quiero sentirte en tu totalidad. Ah, sí, perfecto. Ah, eres perfecto, amado mío. No he sido un creyente fiel pero que benditos los dioses por traerte a mi vida –

Aquella mañana hicieron el amor como lo habían hecho todos los días de esa semana, indiferentes del mundo de fuera, hasta que Marduk se dejó la voz en su pasión y los dos cuerpos temblaron exhaustos. Y vino la noche y lo volvieron a hacer. Con Marduk besándole el cuello, susurrándole confesiones de amor en la mandíbula y sellando promesas en su boca. Lo hicieron con la ferviente locura de quienes quieren detener el tiempo con solo sus voluntades.

Pero al día siguiente alguien llamó al djinn por su nombre, atándolo a un destino mortal que detestó. Combatió, mintió e hizo todo lo que pudo para deshacerse de aquél belicoso mortal de sucias ambiciones y cuando por fin se separó de él, marchó deprisa de vuelta a Babilonia. Ah, pero habían pasado décadas desde la última vez que fue libre y en la ciudad ya no quedaba rastro de su amado.

✘Lo que le gusta:

•Encontrar a alguien capaz de entretenerlo.
•Algunos inventos humanos. Videojuegos, automóviles, helicópteros.
•Las mujeres con una buena dosis de violencia en ellas.
•Series de televisión y animaciones japonesas.
•Los animales, por alguna extraña razón.
•Las cometas.
•Las artesanías.
•Las donas rellenas de mermelada, los scones con pasas y caramelos de almendras.

✘Lo que le disgusta:

•Las personas pusilánimes.
• Verse atado a la voluntad de otros seres.
•Quejas sobre la vida pero ningún esfuerzo por cambiarla.
•La música pop.
•Aparatos tecnológicos móviles. No les ve el sentido.
•Clubes nocturnos, antros y similares.
•Que le llamen genio. ¡Es un Djinn!
•Humanos, vampiros, licántropos. De hecho, toda criatura relacionada a los humanos. Le dan pereza.

✘Extras:

•No ha sido convocado por nadie en más de 2000 mil años.

•Ha jugado una cantidad inhumana de videojuegos. De hecho, tiende a distraerse tontamente cuando está enfocado en terminar un nuevo juego. Hasta ahora le encantan los de fantasías por los erróneos que son.

•Por razones lejanas a su entendimiento, existe una atracción mutua entre él y los animales. A cada mínima oportunidad termina con el regazo lleno del gato o perro de turno. Excepto las aves.

•Su magia le provee el poder de hablar todo idioma y dialecto. Sus preferidos son arameo, persa y sirenio. Sí, habla sirenio.

•No sabe de dónde demonios los humanos sacaron la tonta idea de que un “genio” solo concede tres deseos.

•Tiende a ser absolutamente sobreprotector de los niños.

•Hornea diariamente todos los dulces y panes que ofrece en su café. También se encarga de moler los granos de café. Es muy celoso de su local y de la calidad de sus productos.

•Utiliza magia en ocasiones en sus productos. Le da un toque de “alegría” al scone que le sirve a la adolescente tímida del rincón, espolvorea cafés con dosis de energía para los estudiantes universitarios más preocupados y desliza trozos de tranquilidad a quienes llegan a su local con el corazón roto.

• Gazi es un djinn peligroso. Siempre lo ha sido. Ha engañado a todos sus amos. Cuando un amo le pide un deseo, y otro y otro, se condenan a sí mismo a quedar atrapados en las artimañas y verdades a medias del djinn que terminará por deshacerse de manera “legal” de su amo.

• El ser convocado es mucho más que solo conceder algunos deseos. Si no tiene cuidado su magia puede terminar atada al destino de la persona que lo invoque de manera que no solo será leal a muerte sino que se convertiría en un reticente benefactor de los sueños de su amo. Puede negarle deseos a su amo pero su voluntad siempre se verá atraída por la otra.


✘Apariencia:

I)
II)
III)
IV)
V)
VI)
VII

Lee TaeWoon. | 24 años | Trabaja en un café como barista | Estadounidense, de padres coreanos | Heteroflexible-Pasivo.

Si hablamos de TaeWoon hablamos del mal, de la hipocresía hecha persona. Este muchacho con carita y ángel y de "yo no rompo" ni un plato es más o menos de lo peor. Más o menos porque se controla y procura no hacer muchas maldades para no meterse en muchos problemas porque por alguna razón supra-mágica su madre siempre se entera de sus malos actos y como buena progenitora gallina le echa una o dos llamadas que duran varias horas, para variar.

TaeWoon da la impresión de ser amable y tranquilo hasta rayar en la pasividad, sin embargo, de eso tiene nada. Posee un carácter fuerte, a él le importa un comino la autopreservación y si tiene que pelear con un hombre que le doble la altura para proteger su dignidad o no verse intimidado lo hará aunque termine con los huesos rotos porque prefiere ir a parar al hospital que ver su orgullo mancillado.

Tiene un vocabulario sucio, no mide sus palabras incluso frente a las damas, ni oculta su disgusto o enojo.

Posesivo hasta la médula. Agradable sólo si le conviene. No es muy avaricioso, ni espera grandes cosas de él. La vida promedio le parece una maravilla.

Suelen decirle que es un completo pendejo, bastardo, malnacido y está de acuerdo con ello. No tiene muchos amigos por lo mismo, sólo dos o tres que se han quedado después de ver lo peor de él.

No le gusta mucho ir a su casa porque sus padres y hermano son lo contrario a él: pura bondad y carisma. Dígase entonces que TaeWoon es la representación cliché de la oveja negra... o rubia, con eso de que le gusta teñirse el cabello.

Extras:

*¡Le gustan los conejos!
*Le gusta el pop y el metal por igual.
*A veces se alimenta sólo de café (¿eso puede ser llamado alimentación?).
*Fuma más de lo recomendado pero no lo hace frente a otros.
*Le gusta el color negro.
*Tiene algunos tatuajes en la espalda, texto aleatorio sin ningún significado.
*Se delinea los ojos a veces porque "le hace lucir más perra".
*Es difícil que se ofenda.

Apariencia: