Posts written by ~Hachiko~

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    Ahogó un gemido en cuanto sintió las primeras atenciones de Arthur. Tapó el auricular como pudo con la otra mano un momento, para decirle que parara, pero la mirada contraria hizo que no pudiera articular palabra. Había pensado que lo vería un poco enfurruñado y molesto por su atrevida coquetería, luego él le diría que estuviera tranquilo porque era su agente y eso sería todo. Pero cuán equivocado estaba. La orden se coló en lo más profundo de su raciocinio mientras él solo podía dejarse hacer, mordiendo su labio inferior para gemir más audiblemente.

    Después de la sorpresa inicial de su agente, empezó a hablarle con cierta preocupación, la cual derivó rápidamente en un sermón aburrido y tedioso. Que si no se tomaba en serio su trabajo, que no podía estar posponiendo reuniones y sesiones constantemente, que sus acciones tenían consecuencias… Una retahíla de acusaciones razonables, pero que en ese preciso instante le importaban una mierda.

    –Lo sé cielo, pero estoy bastante… ocupado. – Atinó a decir con la vista nublada por el placer ante la sensación del carnoso y húmedo músculo de Arthur recorriéndole la erección.

    Sostuvo el teléfono con su hombro derecho contra su oreja, para poder liberar sus manos. Llevó una hasta sus labios, para amortiguar los gemidos y jadeos que escapaban de estos cada vez a mayor volumen, mientras que la otra se deslizó hasta lograr enredarse en los cabellos ajenos. Ante el contacto, Arthur volvió a mirarle y él se sintió especialmente excitado ante la fogosidad con la que lo veía. Por no hablar de lo que estaban haciendo mientras su agente seguía al teléfono. Casi no pudo contener un gemido cuando Arthur procedió a engullir su miembro, echando la cabeza hacia atrás y apretando los dedos de los pies contra el taburete. Su cuerpo se había ido acercando al borde de la encimera, buscando más atención, y ahora él mismo se sentía al borde de un precipicio.

    –¿Drake? ¿Te encuentras bien? – Preguntó el hombre al otro lado de la línea tras un breve silencio.

    –S-Sí. – Entreabrió los ojos y volvió a mirar hacia abajo, a la conexión entre la boca ajena y donde se perdía su miembro. –Pero ahora mismo…– Otro lastimero jadeo. –no puedo hablar.

    Una corriente de placer se extendió desde su entrepierna por todo su cuerpo. Sabía que no debía desobedecer, su cuerpo se lo prohíba, pero estaba a punto de comenzar a gritar como loco con las atenciones proporcionadas por el otro. Como se vio incapaz de finalizar la llamada, retiró el móvil de su oreja y con gran esfuerzo atinó a darle al botón de silenciar el micrófono. Más aliviado, se dejó llevar, gimiendo y meneando sus caderas ligeramente contra la boca ajena. Al encontrarse con la mirada de Arthur, sonrió ladino.

    –No he colgado. –
    Aclaró con la respiración entrecortada. –Solo he hecho trampas. Está silenciado. – Explicó descaradamente con una sonrisa triunfal por haberle podido llevar la contraria sin llegar a desobedecer.

    Había dejado el móvil de nuevo sobre la encimera, mientras escuchaban de lejos el insufrible parloteo en solitario de su agente.
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    Condujo con calma, deslizando su mirada discretamente de tanto en tanto a su acompañante. Iba realmente sencillo, pero la ropa se le ajustaba tanto al cuerpo que no podía evitar que sus ojos escaparan a echarle un vistazo muy rápido y breve. Se regañó a sí mismo por la imprudencia y devolvió la mirada al tráfico cuando salieron a la carretera.

    Varios minutos después llegaron a su destino. Habían aparcado en un descampado cercano para evitar aglomeraciones e ir dando un tranquilo paseo, deleitándose con el decorado al aire libre. Paseó la vista por las luces, pensando en la última vez que había estado en el lugar parecido. Había sido con Lucía, por supuesto, cuando tenía diez u once años. Le había visto brillar los ojos como nunca e insistía en montarse en toda atracción peligrosa para disfrutar de la adrenalina, incluso cuando superaba el mínimo de altura. En ese momento se ponía de puntillas muy poco disimuladamente, como si nadie fuera a darse cuenta de su intento por hacer trampas. Ponía unos ojos de corderito tan adorables que pocas veces le negaban el acceso, aunque siempre acompañada de un adulto que la supervisase y la protegiese, por supuesto. Lucian no tenía problema en hacerlo, por lo que terminaban en las montañas rusas más altas y las atracciones más terroríficas.

    El empresario salió de su ensoñamiento al escuchar la voz de Tyler nuevamente. Frunció el ceño confundido. ¿Por qué se disculpaba? Se acercó aún más a su cuerpo para poder deslizar una mano por la parte baja de su espalda.

    –Sí, son preciosas. – Contestó como si nada, con una suave sonrisa.

    Volvió a mirarlo. El director, bajo aquellas luces titilantes de colores, se veía hermoso. No de una forma sensual, como cuando follaban como salvajes y desenfrenada locura. Hermoso en la forma más pura de su significado. Se le encogió el estómago ante aquel pensamiento, pero su expresión no cambió ni un ápice.

    –Bueno, podemos hacer muchas cosas, pero como es temprano y aún no hay demasiada gente, yo optaría por ir a alguna atracción primero. Luego podemos probar suerte con los dardos o cualquier juego de tiro, si te apetece. – Enumeró mientras se adentraban en la parte céntrica del lugar antes de decidirse por una dirección u otra. –Y finalmente podemos comprar algo de cenar. Con suerte, habrá fuegos artificiales. También podríamos quedarnos a verlos.

    Como Tyler no tenía experiencia en ferias, decidió tomar la voz cantante y guiarlo por los diferentes puestos y atracciones. Evitó las más altas y de velocidad, optando en su lugar por algunas livianas y tranquilas.

    Dejó para el final una pequeña noria acristalada. No era muy grande, pero las vistas eran decentes. Antes de subir, sobornó con discreción al encargado del aparato para que tuvieran más tiempo que ninguna otra persona en lo más alto del trayecto. Poco le importaba si alguien se molestaba. Estaba en su cita y, como podía hacerlo, lo hizo. Le tentó la idea de meterle mano en el pequeño habitáculo, manosearlo hasta que ambos sintieran que estaban en problemas si alguien los veía y lo suficientemente acalorados al bajar como para que pudieran intuir qué había pasado en la privacidad del cubículo. Sin embargo, le atrajo aún más otra opción. Se quedaron viendo el paisaje unos largos segundos, antes de que Lucian reclamara la atención contraria. Abrazó la cintura ajena con firmeza, mientras la otra acariciaba su mejilla con ternura. Se besaron lenta y suavemente, con una delicadeza extraordinaria pocas veces experimentada. Le sorprendía gratamente que aquel hombre fuera el objeto tanto de aquel tipo de besos, como de los salvajes y anhelantes. Cuando se separaron al notar que la noria se ponía nuevamente en movimiento, el tiempo por el que había pagado un extra le pareció más que insuficiente. Al bajar de la atracción, había conseguido regular su respiración y adoptar una falsa expresión de indiferencia ante la mirada escrutiñadora del encargado. ¿Notaría el ligero rubor que había logrado identificar en las mejillas de Tyler? Ni siquiera se detuvo o se volvió, tan solo retomaron sus pasos hacia otra sección del feriado como si nada.

    Tras descartar una casa encantada (Lucian no era miedoso, pero no se expondría a que los recuerdos volvieran y pudieran amargarle la noche), se dirigieron a la zona de juegos de azar y puntería. Para cuando se había dado cuenta, había entrelazado sus dedos con los de la templada mano del director. No lo había planeado o pensado a conciencia, sino que le había surgido como un gesto completamente natural. Eligió uno de los puestos de tiro para probar suerte. Mientras le preparaban el arma, se tomó un minuto para revisar su móvil, pues le había vibrado en el bolsillo del pantalón. Sabía que no tendría por qué mirarlo, puesto que ya le había dejado en claro a su secretaria que estaría ocupado hasta el lunes. Sin embargo, no se quedaba tranquilo cuando sabía que tenía un mensaje que podía ser importante, aunque lo leyese y no respondiera.

    “El señor Simonelli ha insistido en que la reunión de la semana que viene sea presencial. Se niega a reunirse por otra vía sin haberle conocido en persona previamente.”

    Bloqueó y guardó el teléfono con una mueca. No había pensado en volver a Italia tan pronto, pero no le quedaba de otra. En esta ocasión utilizaría el jet privado, para mayor comodidad.

    Cogió por fin la escopeta que le tendía el hombre del puesto, que lo miraba con una amplia sonrisa, confiado en que una persona tan elegante se dejaría una pasta antes de conseguir acertar lo suficiente para conseguir un premio. Una sonrisa de satisfacción tironeó de la comisura de sus labios al ver cómo el hombre se daba cuenta de su error rápidamente. De más joven, había asistido a clases de tiro con arco y no era la primera vez que disparaba un arma de ese estilo. Acertó a los blancos con pasmosa facilidad, pudiendo elegir el premio que desease, a regañadientes del dueño.

    –Mi premio, eh…–
    Sopesó las opciones hasta señalar un peluche en la parte alta del puesto. Una vez que el hombre se lo entregó, Lucian se giró y se lo tendió a Tyler, viendo cómo el dueño se alejaba refunfuñando. –Es para ti. – Sonrió con dulzura. –Quizás es muy infantil, pero quería regalarte algo que pudiera recordarte este día. Si no te gusta, podemos cambiarlo por otra cosa. – Añadió rápidamente.

    No lo dijo en voz alta, pero Lucian consideraba aquello como algo parecido a una cita, aunque ninguno de los dos lo había llamado como tal. El deseo casi irracional de que hubiera algo que demostrase que habían vivido aquello juntos apareció y lo consumió antes de darse cuenta siquiera.

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    Qué guapo es el jodioh <3

    Bastiano, cómo te odio :)

    Sí, he metido el peluchito ya. Quería que fuera algo especial de su primera cita "no oficial" <3
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    Cada tirón en su cabello le hacía jadear, agradecido por que el miembro ajeno en su boca lo disimulara. Sin embargo, cuando cambiaron de posición, se molestó. Había querido tener a Kiel debajo suya, sucumbiendo al placer que sabía que poderle otorgarle su boca. No quería ser engreído, pero sabía que sus habilidades orales eran buenas. Los golpes de su erección contra sus mejillas las encendieron por la humillación, y lo miró desde abajo iracundo. Pero el desasosiego murió en sus labios, mancillados ahora al ritmo que imponía al otro. Estaba a cuatro patas sobre la cama, dejando que aquel hombre le follara la boca después de rechazarlo y herir su orgullo en varias ocasiones. Se sintió aún más cabreado, pero no podía hablar, aunque quisiera. Aquel miembro se movía a gusto dentro y fuera de su orificio bucal, a demanda de las manos y caderas ajenas, presionando y mancillando cada centímetro de piel.

    Sintió el resquemor de las lágrimas de frustración y excitación tras sus ojos cuando el pulgar ajeno lo acarició. ¿Qué más daba si estaba preparado o no? Lo haría igual, ¿verdad? El gruñido de placer de Kiel fue directo hasta su propia erección, que se quejó aún por la prisión en la que se veía sometida. Aceptó el consejo e inhaló por la nariz, haciendo que las primeras tentativas arcadas fueran desapareciendo. Escucharle decir que era un buen chico le hizo gimotear contra su miembro y sentía que el suyo propio comenzaba a mojarle la ropa interior. Llevó una mano hasta éste, colándola por dentro de los pantalones y comprobando a regañadientes que tenía razón.

    Una embestida más y sintió que, por fin, rompía la barrera de su garganta con facilidad. Se sorprendió cuando su nariz quedó completamente pegada a la pelvis ajena, respirando con dificultad por ésta. Lo miró desde su posición, con ojos llorosos. Podía ver en la mirada ajena cómo el deseo se apoderaba aún más del otro y, por fin, cómo perdía un poco la compostura, aquella máscara aburrida que deseaba tanto arrancarle de la cara. Hubiera sonreído con suficiencia de haber podido, pero tampoco su orgullo como su prepotencia murieron rápidamente en cuanto Kiel decidió que era buen momento para follar su boca y su garganta sin contemplaciones. Y, por muy masoquista que aquello sonase y aunque le escociesen los labios y la garganta, aunque le doliese la mandíbula, se deshizo en placer ante cada embestida. Los gemidos morían en su boca, aunque lograba escuchar con claridad el sonido en cada estocada, tanto los producidos por sus cuerpos como los sofocados jadeos que intentaban en vano escapar de entre sus labios. Pero no se daría por vencido. Estaba dispuesto a aguantar todo lo que el otro estuviera dispuesto a darle, incluso si decidía vaciarse al fondo su cavidad bucal. Él, lo recibiría gustoso y con todo el temple que fuera capaz.

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    Sí, está enfadado y cachondo, malísima combinación x'D

    Veo muy plausible que Dick quiera montarlo y verle desde arriba con suficiencia. A ver cómo se le da. Para mi muchacho no es la primera vez, pero no es como si fuera abriendo el culo cada dos por tres, y Kiel está bien dotado x'D

    PD: ya... ayer me quedé despierta como hasta las 4 así que... x'D

    PD2: Me he quedado aquí escribiendo mientras comía para poder responder antes de entrar a trabajar a las 14:30? Sí soy, no me escondo x'D
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    Aprender a seguirle el ritmo sería todo un reto, pero uno que no le importaba asumir en absoluto. La idea de la exclusividad no le molestó en absoluto. Las veces que había tenido sexo no habían estado mal en general, pero nunca se había sentido tan satisfecho como con Arthur. Además, la parte más tradicional de su raciocinio le pedía que así fuera, aunque no lo dijo en voz alta, tan solo asintió, sintiendo que la piel se le caldeaba ante la sola idea de escuchar la orden ajena. Su reacción fue tan obvia que le pareció insultante, pero no pidió por más. De repente, la posibilidad de poner al otro celoso a propósito le pareció el mejor estimulante, por lo que lo llevaría a cabo en algún futuro próximo. Le había dicho que quería exclusividad y monopolizarlo, y no se le ocurría mejor plan que poner a prueba los límites ajenos con un coqueteo salvaje. Se deshizo ante la idea, pero logró archivarla en algún lado de su mente para otro momento.

    A pesar de que había aceptado mudarse al penthouse, Cas seguiría pagando el alquiler de su piso. Le daba cierta tranquilidad tener un lugar suyo, donde huir, donde esconderse, pero no lo puso en palabras, tan solo volvió a asentir. Tampoco supo qué decir ante lo de cortejarlo, pues evidentemente no se oponía a ello. De hecho, si seguía haciéndolo de aquella forma, sentía que terminaría cayendo en su red más pronto que tarde.

    Sin embargo, en cuanto mencionó al clan, la sonrisa se desvaneció de su rostro. Bufó y puso los ojos en blanco.

    –Si creéis que voy a estar pendiente a todo eso, vais apañados. – Tamborileó con sus dedos en la encimera. –Estamos en la cima de la cadena alimenticia, Arthur. No voy a estar calculando cada paso que dé. Primero embaucarlo, luego hacer que se desmaye o se duerma, traerle aquí a tu cuarto blanco del dolor donde todo es frío y aburrido. – El retintín de sus palabras era evidente mientras enumeraba demasiados pasos que dar solo para alimentarse de un simple humano. –¿Qué hay de la parte excitante de la caza? De esa forma se torna aburrido. – Hizo un gesto con la mano. –No, me niego. Procuraré tener más cuidado la próxima vez, hacerlo en algún sitio más apartado y listo. – Zanjó.

    Con respecto al desayuno y a la reciente pregunta, sí tenía mayores dificultades para responder. Apretó los labios, consternado. Le gustaba el Arthur de ahora, aunque difiriera en parte de cómo era en el pasado. El de ahora, era más directo e informal, pero tampoco es como si aquello le importase. Había rasgos que habían cambiado sutilmente, pero en esencia, seguía siendo él. Con su encanto, su voz rasgada cuando lo anhelaba, su intensa mirada… Volvió a tragar para recuperar algo la compostura mientras el otro retiraba un poco los platos.

    –No es que no me guste el desayuno, en serio. Es solo que…– Enmudeció con la mirada sombría por un segundo. No podía decirle que la pesadilla había sido tan vívida que aún le acechaba y le había cerrado el estómago por completo, lo vería como alguien débil. –No me apetece ahora eso. – Con un movimiento ágil, alejó aún más el plató y se sentó en la encimera frente al otro.

    Abrió las piernas y apoyó la punta de los dedos de los pies en tensión en el taburete, a cada lado del cuerpo ajeno. De nuevo, cuando las cosas se tornaban más complicadas o se sentía vulnerable, él se escabullía por la vía del sexo. Era algo carnal, animal, salvaje… Algo más fácil de controlar, a su forma de ver las cosas.

    El móvil que había dejado sobre la encimera, comenzó a vibrar. Un ligero suspiro escapó de sus labios y, aunque en un principio pensó en no responder, terminó alargando el brazo para cogerlo.

    –Sé bueno y guarda silencio. – Sonrió coqueto, a pesar de la posición en la que él mismo se había puesto y de que su mirada ardía con fogosidad. Hasta él mismo sabía que quizás estaba provocando a una bestia, pero el juego le parecía tan jugoso que no le importó descolgar la llamada incluso si se encontraba abierto de piernas frente a su rostro. –¿Sí? – Contestó con voz aterciopelada. –Oh, hola cariño, ¿qué ocurre?

    Muy probablemente, su agente abriría los ojos como platos al escucharle llamarlo “cariño”, pues nunca se había mostrado tan informal con él. Sin embargo, dudaba que su asalariado pudiera llegar a imaginar nunca por qué lo hacía, ni en qué posición se encontraba.
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    Asintió a su pregunta, aunque no estuviera bien. Negó con la cabeza en silencio, sintiéndose incapaz de articular palabra y contarle lo que había soñado. Agradeció quedarse solo para intentar tranquilizarse, con la respiración aún ligeramente agitada. No quería dar un espectáculo, pero era justo lo que había hecho. Se miró las manos llenas de su propia sangre, la piel arrancada de su cuello por debajo de las uñas. Suspiró. Se levantó y se metió en la ducha para quitarse los restos carmín del cuerpo, intentando que la desagradable sensación también se fuera por el desagüe. Tras salir, cogió los calzoncillos más pequeños que encontró y una holgada camisa, pues los pantalones más pequeños los había utilizado ya con anterioridad. Tampoco es como si quisiera utilizar toda la ropa del armario ajeno, así que solo tomó lo necesario para cubrir sus partes pudendas y su trasero.

    Antes de ir a la cocina, fue a buscar su ropa. Estaban en el cuarto de baño de la sala de invitados, empapada en sangre y suciedad. Localizó su móvil poco después. Le quedaba poca batería, pero logró mandarle un mensaje a su agente para avisarle de que no se encontraba demasiado bien y debería esperar a nuevas instrucciones para reanudar su agenda. Se llevó consigo el teléfono y fue descalzo hasta la cocina, sentándose en el lugar indicado por Arthur.

    Vio el plato que le sirvió y, aunque todo tenía una pinta exquisita, él tenía el estómago cerrado. Cogió el tenedor para no tener un gesto feo con él, después de que se había molestado en preparar todo aquello. Lo escuchó mientras jugaba con la comida en su plato, sin dirigirle la mirada al principio, pero volteándose a verle poco después, conmovido. Tragó con fuerza, sin saber qué decir. Intentó sonreír, avergonzado, pero estaba aún demasiado tenso. El gesto con el mechón de su pelo aún húmedo le pareció tan tierno que un agradable calor se extendió por su pecho rápidamente.

    –Gracias otra vez por salvarme la vida. – Comenzó con la parte que le parecía más sencilla. –Sobre quedarme aquí… Bueno, creo que es factible, ya que parezco ser el objetivo de, al menos, uno de los clanes de la ciudad. Y dos vampiros son mejor defensa que uno, ¿verdad? – Sonrió suavemente al aceptar su propuesta mirándolo de reojo mientras pinchaba y soltaba el revuelto de su plato. –Respecto a nosotros…– Se tensó visiblemente de forma involuntaria, apartando los ojos hasta que los clavó en el vaso de zumo. –Es complicado. Me gustas, en serio. Siempre lo has hecho, desde hace tantos años atrás. – Algunos recuerdos de ellos dos en el pasado cruzaron su mente, haciéndole sonreír débilmente. –Pero, aunque ahora sé que no fue tu culpa que desaparecieras y que no me buscaras, mi corazón se niega a confiar. Yo… Lo pasé tan mal que hubiera preferido estar muerto. – Se le hizo un nudo en la garganta por la sinceridad de sus palabras. –No me veo capaz de pasar por algo así otra vez. – Giró su rostro rápidamente para cortarle antes de que pudiese hablar. –Y no me prometas que eso no va a pasar, que confíe ciegamente o algo por el estilo. No puedo entregarme de esa forma, simplemente no puedo. – Negó con la cabeza, acuchillando esta vez la tortita con el tenedor. –Me derrito cuando me dices que quieres monopolizarme, protegerme… acariciarme. – Su voz se tornó sugerente y atrevida en la última palabra, con una sonrisa traviesa. –Pero ni siquiera me conoces tan bien, Arthur.

    Por no hablar de que, en todos aquellos años de ausencia, él había cambiado. Ya no era la persona inocente, cándida, amable y altruista que una vez conoció. Quizás el nuevo Cas no podía ser amado como antaño, y también temía que aquello pudiera suceder.

    –Pero puedo intentarlo. – Sentenció cuando vio la lastimera expresión que había puesto el otro. –Podemos ir probando, muy poco a poco. Y siempre en privado, a ninguno nos viene bien ser el foco de atención mediática y complicarnos el trabajo. – Añadió mientras por fin probaba un poco del revuelto, aún sin ganas. –Y follar podemos hacerlo cuando quieras, eso sí. – Le guiñó coqueto con y una amplia sonrisa, apuntándole con el tenedor.

    Cuando las cosas se ponían tensas o serias, le era más fácil escapar hacia la alternativa del sexo, algo que controlaba muchísimo mejor y le parecía más seguro que abrirse en canal y exponer sus sentimientos.

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    Sí, algo así había pensado, para que fuera plausible que no se acordara de nada.
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    Las palabras de Kiel volvieron a molestarle. Estaba harto de que le dijera que “no sabía nada” o que “no sabía dónde se estaba metiendo”. ¿Acaso creía que era un crío? La sonrisa se le borró inmediatamente del rostro, pasando a verle con la misma expresión de molestia que había utilizado el otro nada más verle. En serio, ¿por qué se había dejado llevar por Lillya? No debería haberlo hecho, ahora se arrepentía, pero era demasiado tarde. Se quitó la camiseta y la tiró al suelo, para ver cómo el otro se ponía encima suya e iba directo al asunto. Nada de besos, nada de juegos, nada de insinuaciones y provocaciones. Una sensación desagradable se instaló en su pecho por la frialdad con la que Kiel había accedido a acostarse con él. Simplemente se había rendido a la insistencia de Lillya y lo utilizaría como su juguete sexual, con el que pagaría sus frustraciones. Se frustró consigo mismo por haber esperado un encuentro pasional en el cual ambos se deseaban y anhelaban la proximidad del otro. Eso solo había sido producto de su imaginación. Aquello solo era sexo para desfogar tensiones, justo lo que le había dicho la muchacha en el bar y él había medio aceptado a regañadientes. ¿Por qué entonces la sensación en su pecho era tan desagradable?

    Apretó los dientes al sentir la mano contraria deslizarse por debajo de su ropa interior. Su orgullo, herido tiempo atrás, le instaba a no gemir con tan poca cosa. Cuando Kiel apretó ligeramente su miembro que empezaba a despertar, no pudo evitar que un jadeo escapara de sus labios. ¿Eso era lo que había estado esperando, verdad? Quizás no en la forma que lo había imaginado, pero solo era sexo al fin y al cabo.

    –Qué guarro, Kiel. ¿No coges por costumbre ducharte a diario? – Sonrió ante la deliberada provocación.

    No quiso sentirse un objeto pasivo de sus atenciones. De hecho, la idea de retar a Kiel lo encendía, a pesar de que él solo hubiera accedido a follar por exasperación hacia la insistencia de su hermana. “Ojalá no nos hubiéramos encontrado hoy”, pensó cabreado. No supo si fue lo que quedaba de alcohol en su sangre, su orgullo herido o el enfado que sentía hacia la persona encima suya; pero decidió moverse. Aprovechando la concentración de Kiel, empujó el cuerpo ajeno y les hizo cambiar de posición. Llevó una mano hasta los pantalones contrarios, los desabrochó y metió la mano hasta abrazar el miembro ajeno.

    –Lillya no mentía respecto a esto tampoco. –
    Sonrió con lujuria y se relamió los labios.

    Sabía que aún no estaba completamente erecto, pero aún así su tamaño era… considerable. Fue bajando por su cuerpo, repartiendo besos por su torso desnudo. No recordaba la cantidad de veces que había fantaseado con aquello y por fin la piel ajena se encontraba bajo su necesitada boca. Cuando llegó a su entrepierna, no se anduvo con rodeos y liberó su miembro, bombeándolo con su mano mientras lamía su labio superior de forma sugerente.

    –Comprobemos si sé a lo que estoy jugando o no. –
    Sentenció con la voz agravada por el deseo.

    Podría haber intentando meter toda la extensión posible en su boca de golpe para intentar sorprenderlo, pero quería impacientarlo, sofocarlo y llevarlo al límite. Pasó su lengua desde la base hasta la punta, donde besó y chupó con cuidado. Fue repitiendo el proceso hasta que consiguió despertar por completo su erección y mojarla en su totalidad. Por fin, engulló su miembro poco a poco, acunándolo entre sus labios y su lengua, adoptando un ritmo lento pero impasible, mientras metía cada vez más de la erección contraria en su boca.

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    Tú no tengas miedo en manejar a mi muchacho, y menos si es tan poquito. En cualquier caso, si pienso que no actuaría de un modo en concreto, te lo diría, dw <3

    Dick está cabreado con Kiel, con su frialdad, con su pasividad e indiferencia. Pero adoro también esa tensión que se traen, hasta que explote x'D Dick se está esforzando, y mucho, en provocar a Kiel :3 Quiere verle perder esa aparente máscara de seriedad, impasibilidad y expresión inalterable, él tan estoico x'D Quiere verlo perder el control una poquita.

    PD: yo me llevo despierta hasta las 2/2:30 fácil... Otros días, hasta las 3/3:30. Quién sabe x'D Yo suelo acostarme y ya. Porque me gusta leer, pero suele ser contraproducente. Me engancho y no paro x'D
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    Lillya era muy capaz de echarle un cubo de agua fría para espabilarlo, de eso estaba seguro, pero esperaba no tener tan mala suerte. Cuando le confirmó que Kiel no sabía a ciencia cierta el propósito que la había llevado hasta allí, puso los ojos en blanco. No sabía por qué, pero le parecía muy propio de ella. Pero era cierto, en caso de que el otro no estuviera interesado, siempre podía repetir una noche de buen sexo con ella, por lo que la siguió tras pagar la cuenta.

    Como había supuesto, la temperatura nocturna era bastante más baja que por el día, lo cual agradeció para despejarse casi por completo de su estado alcoholizado. Su cuerpo, sin embargo, sufrió por el frío al ir en camiseta de tirantas y un pantalón ajustado, pero de una tela bastante delgada.

    Cuando llegaron por fin a la casa, se quedó petrificado mientras cerraba la puerta. ¿Lillya pensaba soltárselo directamente y frente a él? No, no, no, no. Quiso detenerla, pero ya era tarde. Tragó con fuerza ante la intensidad de la mirada ajena. Se sintió rechazado nuevamente, pero lo disimuló a la perfección. ¿Por qué no se había esperado que no estuviera contento de verle? Aguantó la respiración y permaneció estoico mientras veía cómo Lillya intentaba convencerlo. Aprovechó ese momento para reparar en Arallesk, que tenía mucho mejor aspecto que la última vez que la vio, lo cual le alegró enormemente. Siguió a Kiel hasta su habitación y se sobresaltó ligeramente al escuchar cómo se cerraba la puerta tras ellos. Ahora sentía que necesitaba otro par de copas nuevamente y que estaba demasiado sobrio para aquella situación. La palabra “folleteo” volvió a resonar su cabeza mientras sus pasos le guiaban hasta la cama de Kiel. Necesitaba sentarse en algún sitio y fue lo primero que vio.

    –No esperaba que Lillya fuera a ser tan directa, no sé por qué. –
    Bufó con una media sonrisa de resignación.

    La intensa mirada contraria hizo que quisiera encogerse en su sitio, pero se mantuvo firme. Parecía bastante enfadado y tenso. Apoyó las manos en la cama y se cruzó de piernas, intentando adoptar una actitud relajada.

    –A ver, es cierto lo que te ha dicho. Nos hemos encontrando de casualidad en el Midnight, no nos buscábamos por nada en concreto. – Se encogió de hombros. –Parecía preocupada por ti y desesperada por encontrarte a alguien con quien follar. Comentó que estabas muy tenso y estresado. – Fue contándole parte de lo que habían hablado, aunque por supuesto no le diría todo. –Me ha preguntado si tendría interés en ser esa persona. – Prefirió no mencionarle que le había ofrecido dinero e incluso que había intentando apostar con él una ingente suma de dinero, convencida de que tenía razón. –Yo le he dicho que la última vez que nos vimos te prometí que intentaría no cruzarme más en tu camino y que saldría de tu vida. – Añadió, para que supiese que él en un principio había intentado negarse a la propuesta. –Pero ya sabes cómo es Lillya. Sabía que no dejaría de insistir hasta que viniera aquí y me vieras al menos. Le dije además que probablemente no tendrías interés en acostarte conmigo, ya que no has movido ficha abiertamente en ningún momento. Y, sobre todo, porque insististe mucho en que no me involucrase contigo. – Obvió deliberadamente que ella intuía que Kiel sí le consideraba follable, al menos muy probablemente. –Así que aquí estoy. Sin temor a ser rechazado nuevamente. – Mintió con descaró, enmascarándolo con un guiño coqueto. –Pero, por favor, si no quieres follar dímelo rápido. Lillya se ha ofrecido amablemente a tomar tu lugar. – Sonrió ladino.

    ¿Sucumbiría Kiel a su provocación? Odiaba admitirlo, pero deseaba a Kiel, incluso cuando lo miraba con esa expresión de enfado. Quizás así lo deseaba incluso más.

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    La jugada de Dick puede salir o muy bien o muy mal x'D Por favor, antes de que Kiel lo odie, si necesitas que cambie algo, me avisas. Pero igual no veo a mi muchacho intentando seducir al tuyo con palabras bonitas e inocentes, si no más bien retándolo y provocándolo.

    Lillya!! Eso no se hace!! (bien hecho muchacha!) x'D

    PD: estoy muy pero que muy activa. Suele pasar cuando nos damos tanta caña. Luego el cansancio llega de golpe x'D Además, tengo los horarios de sueño super trastocados :')
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    Se quedó de piedra cuando escuchó y vio a Lillya reírse a carcajada limpia, tumbada en el sofá como si le hubiese contado el mejor chiste del mundo. Incluso varias personas de los reservados más próximos se giraron a echar un vistazo, pero volvieron a sus asuntos rápidamente. Frunció el ceño y estuvo a punto de mandarla a la mierda refunfuñando, pero no le dio tiempo. Cuando se dio cuenta de que se acercaba, quiso levantarse y salir corriendo, pero no fue lo suficientemente rápido. El alcohol lo hacía más lento también. Así que solo le quedó escuchar sus palabras mientras reflexionaba ante cada hecho acontecido. Al menos, todo lo que su estado de ligera embriaguez le permitía.

    Se negó a responder a la pregunta de Lillya de si le gustaba que le diesen por detrás. No es que fuera algo evidente, pues había adoptado ambos roles en varias ocasiones. Sin embargo, solía disfrutar más siendo el pasivo y, por mucho que le desagradara admitírselo a sí mismo, podía imaginar a Kiel justo detrás suya y… Interrumpió sus pensamientos antes de que terminase con las mejillas enrojecidas ante su repentina fantasía (aunque ya lo había pensado en más de una ocasión con anterioridad).

    Ante la apuesta sugerida, Dick resopló. Era una cantidad ingente de dinero. Lillya debía estar muy segura para ofrecerla con tanta facilidad, aunque ni siquiera de esa forma podría jugársela. Repasó mentalmente, una vez más, los eventos ocurridos con Kiel. No solo lo que le comentaba la muchacha, que parecía tener sentido, sino otros momentos en los que ella no había estado presente. La primera vez que le vio de espalda sin camiseta al cambiarse, la insinuación de que podría llegar a atacarle por ir sin camiseta (otra vez) y con los pantalones desabrochados cuando cenaron unos trozos de pizza juntos, cómo le cuidó y cargó con su cuerpo hasta el coche cuando creía que aún estaba inconsciente… Sí, quizás y solo quizás, Kiel podría tener cierto interés en él, aunque solo fuera sexual. Suspiró ante la atenta mirada de la joven, que aún esperaba una respuesta.

    –No voy a apostarme una cantidad ingente de dinero que, además, no tengo. – Aseguró, viendo que la desilusión anegaba la expresión de la muchacha poco a poco. –Pero, – incidió, haciendo una pausa, –quizás puedas tener algo de razón. ¿Qué tal si hacemos una cosa? Vamos a tu casa y dejas que se me pase un poco la cogorza que llevo encima y vemos de qué humor está Kiel. Quizás hoy no sea el día, no lo sé. – El rostro de Lillya parecía recuperar la esperanza con cada palabra. –No voy a insinuarme como una prostituta barata, eso descártalo. – Advirtió alzando las cejas. –Y si Kiel no está o no quiere hacer nada, mañana te comprometes a entrenarme. – Añadió antes de llamar a la camarera para pedirle la cuenta y pagar los últimos chupitos que se había tomado, pues Lillya se había encargado de pagar las últimas copas. –¿Hay trato? – Preguntó extendiendo su mano como todo un hombre de negocios. –Espera, ¿sabe él que le estás buscando un ligue para follar? – Preguntó frunciendo el ceño pero sin apartar la mano.

    SPOILER (click to view)
    Es comprensible, es comprensible <3 Dick va entrando en razón poco a poco x'D

    Sí, mi muchacho ha sopesado los acontecimientos y ve que quizás Lillya tenga razón. Al fin y al cabo, ella le conoce muchísimo mejor. Y no, Dick no le dirá que fue cargado cual princesita al coche, eso se queda entre ellos jajajaja

    Estoy pensando en cuál es el siguiente paso. Dick no se insinuará directamente a Kiel. Siente que ya ha hecho muchos movimientos y ya ha sido rechazado una vez, aunque no fuera sexualmente. No sé si sería factible que Lillya, en un acto desvergonzado, sea la que le diga que ha traído de vuelta a Dick para follar x'D Sino, podemos hacer que no logren contactar con Kiel porque esté demasiado ocupado esa noche y lo vean por la mañana, mientras entrenan. Lo que veas mejor. Puedes adelantar el tiempo que consideres necesario en función de una cosa u otra.

    PD: yep, estoy descansando e invirtiendo mi tiempo libre en ocio, la verdad. Hoy nos dieron tremendo palizón con el festivo :')
  9. .
    Recibió el beso con agrado y luego asintió a su pregunta, pues realmente se encontraba aún algo cansado, pero muchísimo menos dolorido. Le hizo un hueco en la cama a su lado, evitando una mueca ni poner los ojos en blanco. Era alguien bastante impaciente y la curiosidad solo le hacía querer preguntarle en aquel momento de qué quería hablar exactamente. Sin embargo, Arthur se había encargado de deshacerse del cadáver, no había descansado nada en absoluto tras su intenso encuentro sexual ni había dormido. Por ello, se abstuvo de insistir en que hablasen primero, pero en cuanto se levantaran le preguntaría al respecto. Se acurrucó entre los brazos ajenos, aún completamente desnudo, pero al menos cubierto por las mantas. Cerró los ojos y, a pesar de que había estado varias horas durmiendo, no tardó en conciliar el sueño junto al cuerpo ajeno, que lo acunaba y mimaba con dulzura entre caricias.


    La luz de la luna creciente bañaba el jardín donde varios invitados tomaban unas copas mientras reían. Él no era una excepción. El anfitrión de la mansión lo había acorralado para hablarle de algo aburrido y sin importancia, pero él asentía y sonría con educación.

    –Señor Berkeley. – Alguien llamó la atención de su anfitrión a su espalda y Castian también se giró.

    Era el hombre más hermoso que había visto jamás y su voz era tan grave y seductora que se le coló hasta lo más profundo de su ser. Se unió a la conversación, pero podía intuir cómo le dedicaba breves mirada de vez en cuando. A cada una de ellas, Castian se removía inquieto, en el mejor sentido de la palabra. Su anfitrión se excusó y se quedaron solos, por lo que el aquel caballero le invitó a pasear y conocerse mejor. Hablaron durante el resto de la noche y Castian cada vez estaba más obnubilado por su acompañante. Cuando quiso darse cuenta, estaban en la parte trasera de la mansión, donde no había nadie que pudiera molestarles.

    –No me habéis dicho vuestro nombre, señor. – Apuntó Castian cuando se sintió acorralado contra la pared.

    El hombre le deshizo la cola baja que había sujetado con un lazo aquella noche. Los dedos ajenos se enredaron en su melena suelta y tiraron hacia atrás. Castian solo atinó a gimotear suavemente y dejarse llevar, cerrando los ojos mientras posaba sus manos en los hombros contrarios, pero sin hacer un esfuerzo real por apartarlo. Lo siguiente que sintió fue un agudo dolor y el olor a sangre que inundaba sus fosas nasales. Intentó gritar, pero una mano cubrió su boca con firmeza y lo impidió. Sentía cómo se estaba muriendo, que aquel hombre le estaba arrebatando su último aliento. Se fue consumiendo entre sus brazos hasta que la oscuridad se cernió sobre él y no quedó nada.


    Cas despertó entre gritos aquella mañana, completamente empapado en sudor y arañándose el cuello como si intentara deshacerse de algo que estaba allí. Pero no había nada. Tenía los ojos abiertos como platos, pero el ataque de pánico le hacía no ver nada de la realidad a su alrededor. Pataleó y se removió con fiereza, pero sintió rápidamente unas manos que detenían las suyas para evitar que siguiera arrancándose la piel de su cuello. Alguien lo llamaba, pero a él le estaba costando despertar de la pesadilla.

    Tardó varios minutos en poder calmarse y ser consciente de dónde se encontraba, y sobre todo de cuándo. Vio a Arthur sujetándole con firmeza, pero sin hacerle daño, con una expresión de tremenda preocupación cruzándole el rostro. Le tembló el labio al contener un sollozo. Era la primera vez en muchísimos años que volvía a soñar con el día en que lo convirtieron. De hecho, la última vez había sido antes del incidente que terminó con su encierro por más de un siglo. Suspiró, intentando calmarse por completo.

    –Disculpa. – Su voz sonó más temblorosa de lo que hubiera deseado. –Solo ha sido una pesadilla. Siento haberte despertado.

    Para su desgracia, cada vez que soñaba con aquel incidente, nunca recordaba quién era el vampiro que lo sedujo y lo convirtió. Su cara siempre era borrosa o un manchurrón negruzco, nada que pudiera identificar. Ni siquiera lograba acordarse de su voz una vez se despertaba. Así que, además de pasar un mal rato, aquello nunca le daba ninguna pista de quién había podido ser.

    SPOILER (click to view)
    Para que no quede duda alguna. Cas es incapaz de recordar quién le convirtió, a pesar de sus pesadillas. No hay nada que lo relacione con Arthur, pero su presencia y cercanía han vuelto a despertar de forma inconsciente sus terrores nocturnos.
  10. .
    Finalmente cedió pues sabía que Lillya no dejaría de insistir hasta que lo hiciera. Estaba seguro de que no le dejaría marchar aun si tenía que encaramársele encima para evitarlo. Pidieron las copas y la acompañó al reservado, ocupando el asiento opuesto a la joven y dando un sorbo a su bebida. Debería dejar de beber tras aquello si no quería tener una resaca de órdago al día siguiente, pues ya iba bastante afectado, aunque procuraba que no se le notase demasiado. Escuchó con detenimiento a la joven y se atragantó con la bebida al oír su propuesta. Tosió varias veces hasta que consiguió calmarse, dejando el vaso medio vacío en la mesa.

    –Yo también me lo pasé muy bien, te lo aseguro. De hecho, no me importaría confirmarlo en otra ocasión. – Confirmó con una media sonrisa. Las marcas de las uñas de la muchacha habían tardado varios días en desaparecer. –La verdad es que no me vendría mal el dinero ya que llevo varios días sin aceptar ningún encargo. – Admitió con sinceridad, pero no le dijo la razón de ello, por supuesto.

    Meditó la oferta mientras volvía a coger la copa y se la terminaba casi de inmediato. Estaba afectado, pero demasiado sobrio para hablar de eso. Prácticamente, Lillya le estaba pidiendo que se prostituyera. Frunció el ceño y dejó el vaso vacío en la mesa, cruzando las piernas y echándose hacia atrás para acomodarse en el confortable sofá del reservado.

    –Verás, Lillya…– Carraspeó con una mueca. –Me atrae Kiel, de verdad te lo digo. De hecho, no me importaría acostarme con él a coste cero. – Rio ligeramente alzando las cejas, el alcohol le estaba soltando la lengua más de lo debido. –O a cambio de algunos entrenamientos privados por tu parte. – Caviló mientras ladeaba la cabeza, pensativo. –Sin embargo, creo que deberías buscar a otra persona. Kiel no ha mostrado demasiado interés en mí, no como el que ha habido entre nosotros al menos. – Añadió mientras señalaba a ambos con un dedo. –Además, no sé si querrá verme la cara nunca más. A pesar de lo que me dijiste de que parecía que Kiel podría tener cierto interés en que formase parte de vuestra plantilla o que había visto algo en mí que le había gustado, no me pareció de esa forma la última vez que nos vimos. – Hizo un gesto a la camarera para pedirle un chupito de absenta para sustituir la quemazón que se había vuelto a instalar en el pecho. –Quizás solo no quiso matarme por no ensuciarse las manos con alguien que no suponía ningún tipo de amenaza para él. – Se encogió de hombros y agradeció a la chica que le trajo el chupito rápidamente. Lo bebió, sintió el líquido quemarle la garganta y calentarle el estómago. –¿Sabes qué es lo que dijo? Dijo, y cito textualmente: “no tienes lo que hay que tener. No sabes nada de esta vida”. Así que le dije lo que suponía que quería oír, que no volvería a cruzarme en su camino y que saldría de su vida tal y como había entrado. – Se volvió a encoger de hombros, con fingida indiferencia. –Y así ha sido durante estas dos semanas. Me alegro de verte, en serio, pero no creo que Kiel quiera acostarse conmigo.

    Vio de nuevo a la camarera y alzó el vaso de chupito vacío, pidiendo una segunda ronda. La muchacha se sorprendió, pues sabía que andaba bebiendo un buen rato, pero se fue a buscarlo rápidamente. Normalmente tenía bastante control sobre el alcohol, tanto cuánto bebía como de no mezclar demasiado los tipos de bebida. Pero aquella noche estaba volviéndose a sentir como hacía dos semanas y el alcohol, a pesar de que le hacía ser peligrosamente sincero, calmaba su inquietud.

    –Lo que sí me gustaría algún día es que puedas darme algunos consejos o me entrenes, te lo agradecería mucho. – Apuró el nuevo chupito, tragándose las náuseas y los sentimientos de frustración. –Puedo agradecértelo en la cama, si te apetece. – Sonrió sensual.

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    Dick, ahora mismo se niega a acostarse con Kiel porque se siente realmente una molestia. Las palabras que utilizó le dolieron mucho y las recuerda letra por letra, grabadas a fuego. Es difícil que Dick dé el primer paso. De hecho, él ha estado coqueteándole bastante directo y no ha obtenido mucho a cambio, así que...

    Me parece perfecto <3 Puedo imaginar a Dick y Lillya entrenando duro día a día, varias horas. Bueno, Dick entrenando y Lillya tomando el sol en una camilla cerca de la piscina mientras lo supervisa x'D

    Yep! Creo que es una idea fantástica. Así Kiel también se siente más tranquilo. El cuerpo a cuerpo solo será en caso de emergencias o si van a por él.

    Hazlo como creas más conveniente, darling. Sin embargo, Dick sí que está dolido, eso sí te lo puedo remarcar. Así que bueno, vamos viendo cómo se siguen relacionando y en qué punto logran acercarse. Me hará gracia la sorpresa de Kiel cuando vuelva a ver a mi muchacho, aunque no sea para estar con él, sino para entrenar.

    PD: gracias bby <3 veré que puedo ir haciendo :')
  11. .
    ¿Cuántas veces podía sonrojarse una persona en tan poco tiempo? ¿Sus mejillas quedarían permanentemente teñidas de rojo por el sonrojo que le provocaba de forma continua Arthur? Suponía que no, pero no lo aseguraría. Se negó a contestar, desviando su mirada a otro punto de la habitación. A ese paso, terminaría por memorizarla entera.

    Cuando por fin se movieron, su cuerpo agarrotado y dolorido se quejó. No solo por la espectacular sesión de sexo, sino porque además no hacía tanto que le habían dado tremenda paliza. Se quedo lánguido, sintiendo que el cansancio empezaba a dominar cada rincón de su cuerpo, pero no se quedaría dormido, aún no. Miró de reojo la espalda de Arthur, contemplando las numerosas marcas que sus uñas le habían dejado y sonrió satisfecho. Se deleitó con su figura unos segundos más antes de cerrar los ojos para descansar un poco más.

    Pocos minutos más tarde, se dejó hacer y limpiar por el otro. En otras circunstancias, le habría arrebatado la toalla de las manos y se hubiera ocupado él mismo, pero se rindió a disfrutar de las dulces atenciones brindadas por el otro. Le sorprendía cómo lo trataba con tantísimo cuidado, como si fuera a romperse en cualquier momento. Le pareció divertido, pero no dijo nada al respecto. Ni siquiera ante la sutil provocación cuando la lengua ajena recorrió parte de su vientre. ¿Para qué engañarse? Lo deseaba y, si no estuviera tan extenuado, le hubiera invitado a hacerlo en aquel preciso instante. Por supuesto, Cas también quería ocupar su boca con el miembro ajeno, pero deberían dejarlo para otro momento.

    Se tensó cuando Arthur volvió a hablar y rozar su entrada con el dedo. Apretó los dientes para contener un jadeo y recibió la toalla de buen grado. Estaba completamente seguro que, si el otro se lo ordenaba, hubiera adoptado cualquier penosa posición para él. Estuvo a punto de pedirle que lo hiciera, que lo torturase aún más si era lo que deseaba, que quería saber dónde estaba el límite y luego cruzarlo. Pero tuvo la decencia y la cordura de mantenerse callado y solo asentir agradecido por poder hacerlo él mismo.

    Comenzó a limpiar la zona hasta que escuchó la voz ajena una última vez. ¿De qué tenían que hablar o discutir? Frunció el ceño, pero no dijo nada, pues parecía ser que el otro estaba dispuesto a salir en aquel preciso instante para deshacerse del cadáver.

    Una vez se quedó solo, se ocupó de limpiar en mayor profundidad la zona. Agradecía tener una capacidad de recuperación sobrenatural, pues aquel lugar estaba incluso hinchado después de la intensidad con la que habían follado. Dejó caer la toalla fuera de la cama, pues ya estaba sucia y no la utilizaría nuevamente. Reunió las fuerzas que le quedaban para lograr colarse bajo las mantas y acurrucarse en aquel lugar. Estando cómodo, limpio y en la soledad de la habitación de Arthur, pensó en lo ocurrido en las últimas horas. De no haber sido por el otro, ahora estaría muerto, de eso estaba seguro. Le había salvado la vida y le había demostrado que le importaba, aunque la parte más insegura de su interior, aquella que había sido herida en el pasado, le decía que no volviese a confiar en nadie más, nunca. Pero, en realidad, Arthur había sido una víctima. Había perdido sus recuerdos, sus memorias, aquello que era tan importante para cualquier persona. En ese momento debió de sentirse confundido, asustado y solo. Lo sabía porque eran los sentimientos que él mismo había experimentado en el pasado al creer que lo había perdido y que nunca más volvería a verlo.

    Se acurrucó más en el mullido colchón y suspiró. ¿Y ahora? ¿Ahora qué eran? ¿Volvían a ser pareja, si es que alguna vez lo fueron? Entre ellos hubo algo, pero nunca se formalizó, tanto por la época, como por su familia y su naturaleza. En aquel entonces, Cas creía que era el único vampiro. Apretó los labios. ¿Por qué Arthur se lo había ocultado deliberadamente? Eso era algo que no le cuadraba e intentaría descubrir. Sin embargo, no consiguió hilar más pensamientos, quedándose dormido poco después.

    Bostezó cuando se despertó horas después, parpadeando ante la claridad de la ventana. Ni siquiera sabía qué hora era, pero sí que Arthur había vuelto y se encontraba sentado a su lado.

    –Bienvenido a casa. – Sonrió suavemente con los ojos aún ligeramente entrecerrados por el reciente despertar.

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    He puesto que han pasado unas horas y Arthur ha vuelto. Si esto no entra dentro de tus planes, me avisas y lo cambio bby~
  12. .
    Quiso que en algún momento Kiel le indicase que estaba equivocado o se retractase en su “amable consejo”, pero guardó silencio. Aquel mutismo confirmaba sus pensamientos y se sintió aún más molesto, pero no volvió a abrir la boca en lo que restaba de trayecto. Sabía que necesitaba descansar, aunque dudaba que pudiera dormir a pierna suelta lo que quedaba de noche, pero tampoco se lo dijo. Cuando se detuvo el vehículo, se quitó lentamente el cinturón, más de la cuenta, aún con cierta esperanza de que en el último momento el otro lo detuviese, pero no fue así. Ante su agradecimiento, tan solo asintió con la cabeza y agitó la mano aún de espaldas, sin tener la fuerza necesaria para volverse y despedirse adecuadamente.

    Llegó hasta su piso cabizbajo y sintiendo el cuerpo pesado y dolorido. Cerró la puerta con llave y se tiró en la cama sin molestarse en cambiarse de ropa o poner algo que cubriese su torso.

    –Ya pensaba que ibas a abandonarme. – La voz de Carnage resonó en su cabeza, pero notó que no utilizaba un tono hostil. Debía intuir que estaba tremendamente cansado y con un humor de perros.

    –Pues ya ves que no. – Contestó con la vista clavada en el techo. –Sabes que nunca te abandonaría. – Dijo tras un breve silencio.

    –Lo sé. –
    Contestó ella con seguridad. –¿Quieres hablar de ello? – Preguntó en un tono que casi podría considerarse amable.

    –No, la verdad es que no. –
    Se hizo un ovillo y se echó una sábana por encima ya que, aunque hiciera calor, por la noche refrescaba. –Pero gracias igualmente.

    No llegó a escuchar de nuevo la voz de su beastie. A pesar de que creyó en un principio que no podría dormir con facilidad, fue todo lo contrario. El cansancio le golpeó fuertemente y no se despertó hasta la tarde del día siguiente. Se levantó aún ligeramente adolorido, pero su cuerpo le respondía muchísimo mejor. Casi inconscientemente, revisó su móvil, esperando en vano un mensaje que nunca llegó.

    Los días pasaron en una monotonía tediosa. Él estaba de tan mal humor que no quiso coger ningún trabajo que le ofrecían, ni ningún enfrentamiento en el coliseo junto a Carnage. Por suerte, su último trabajo le había generado dinero de sobra para poder permitírselo. Así que allí estaba él, deambulando de la cama al sofá y del sofá a la cama. A duras penas pasaba por su escritorio, la ducha o la cocina, y eso que Dick era una de esas personas que adoraba comer.

    Cuando quiso darse cuenta, habían pasado dos semanas desde la última vez que los vio. Algo hizo clic en su cabeza. ¿Qué cojones hacía? ¿Iba a pasarse el resto del mes encerrado en su casa sin hacer absolutamente nada? Igualmente, nada de lo que había hecho o dejado de hacer, había conseguido mejorar su humor. Quizás esa era la señal de que debía salir de casa.

    Se dio una larga ducha, cenó algo que no se le hubiera quedado caducado en la nevera y salió bien entrada la noche. Dejó que sus pies le guiaran, con la cabeza perdida en la pérdida de tiempo en los últimos días, hasta que se dio cuenta de que se encontraba frente a las puertas del Midnight. Se maldijo en voz baja por haber llegado hasta allí, ya que la última vez que estuvo en sus instalaciones iba mucho mejor acompañado y… “No Dick, deja de pensar en ello”, se reprochó antes de apartar el recuerdo y entrar en el local.

    Estaba abarrotado de gente. No le extrañaba, era uno de los pubs más importantes del centro de la ciudad y era hora punta. Logró colarse hasta la barra y pedir un combinado. A duras penas le duró cinco minutos y le entró como agua. Se sintió estúpido por ahora ser el típico pringado que “ahogaba las penas en alcohol”. Hizo una mueca y pidió un chupito al barman. “¿Qué penas, Dick? Aquello fueron unas horas agradables y punto. Eso terminó. Kiel dejó muy claro que no quería tener nada que ver contigo”, se regodeó en la mierda de los pensamientos que se reavivaron, probablemente por el lugar en el que había terminado casi inconscientemente.

    Pocos minutos después, tenía frente a sí varios vasos de cócteles y de chupitos vacíos. Vio que el barman le guiñaba un ojo y le invitaba a otra bebida más. ¿Le estaba coqueteando? Puso los ojos en blanco y se bebió la mitad del contenido de un solo sorbo. Podrían haberle drogado aquella noche que, muy probablemente, no se hubiera dado cuenta hasta que fuera demasiado tarde. Pero él no le decía que no a una copa gratis. Y el muchacho no era feo. Quizás si se acostaba con él terminaría de despejar su mente de…

    –¡Diiiiick! – Escuchó una inconfundible voz femenina que le llamaba desde atrás.

    A penas se hubo dado la vuelta, sintió los brazos de Lillya rodearle el cuello y estrellarse contra su cuerpo por la velocidad con la que corría hacia él.

    –Lillya. – Sintió la boca entumecida al hablar después de tanto alcohol. –¿Qué…?– “¿Qué vas a preguntar? ¿Que qué hace aquí? Es el jodido Midnight, Dick, ubícate”, se reprochó, cerrando la boca de golpe y rodeando la cintura ajena con sus brazos. –Me alegra verte. – Sonrió, pues era cierto, se alegraba de poder ver aquella amplia sonrisa y ser el receptor de su entusiasmo. Las palabras de Kiel volvieron a su mente y la sonrisa se le esfumó rápidamente. –Espero que te lo pases bien. Yo ya me iba a casa. Estoy cansado y he bebido más de lo que debería. – Mintió desviando la mirada hacia la puerta de salida.

    Sin embargo, la expresión de la muchacha le hizo saber que, para su desgracia, no le dejaría ir tan fácilmente.

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    Lo tendrá en consideración, pero ahora mismo sigue lo suficientemente molesto x'D

    Sí, también entiendo perfectamente a Kiel <3 Lo que pasa es que Dick no sabe hasta qué punto intenta protegerlo tu muchacho.
    Aunque no llegue al nivel de ellos, sí que me gustaría que mi muchacho hiciera los suficientes progresos como para ser una amenaza real. Solo por si acaso y en vista de que se esforzará, y mucho, por dar la talla. Para demostrarle a Kiel que sí sirve y que sí tiene lo que hay que tener.
    Me parece bien que pueda ser un buen francotirador y así cubrirles las espaldas. Nadie se lo esperará (pues Hack y Virus trabajan cuerpo a cuerpo), por lo que también es una ventaja táctica.

    Sí, me está gustando mucho cómo se está gestando la tensión entre estos dos, la verdad <3 Cuando se sinceren también será bonito~

    PD: está perfecto <3 no le des escapatoria ni cuartel a mi muchacho Lillya!

    PDD: sin prisa darling <3 Cuando te comunicas con alguien por MP es lo que suele pasar, vas acumulando y acumulando y al final se convierten en biblias x'D Me pasa también con Alpha.
  13. .
    “Buen chico”, las palabras le atravesaron sin piedad, al igual que las embestidas directamente a su próstata. Gimió, se retorció y, en cuanto obtuvo el permiso y la mano contraria liberó su miembro, se corrió con el orgasmo más potente que había sentido en su vida. A duras penas fue consciente de que Arthur también se corría en su interior, pues estaba completamente ido en la marea del orgasmo, cuyas olas de placer aún arremetían contra su cuerpo con cierta intensidad. Atinó como pudo a corresponder el beso, con la respiración agitada y las uñas clavándose en la espalda ajena. Probablemente, al igual que su cuerpo estaba ahora decorado con varias marcas pasionales proporcionadas por el otro, él había dejado un reguero de surcos por su ancha espalda. Las heridas de sus uñas no tardarían tanto en sanar, pero le recordaría el apasionado encuentro sin lugar a dudas.

    Cuando por fin Arthur abandonó su interior, no pudo evitar un siseó de dolor. Su trasero, su espalda y su cuerpo en general, estaba completamente destrozado. Bueno, al fin y al cabo, eso es lo que le había pedido él mismo entre ruegos y súplicas, ¿no? Asintió levemente con la cabeza y volvió a esconder su rostro en el hueco entre el cuello y el hombro ajeno. Parecía haberse convertido en su escondite favorito, a pesar de que no le cubriera prácticamente en absoluto. Se sentía avergonzado ahora que la nebulosa de la fogosidad de su encuentro comenzaba a desaparecer. Le había suplicado y rogado que se corriera en su interior. Además de decirle cuánto lo deseaba, porque sí, lo había anhelado, la simple idea de que estuviese lleno de él le resultaba excitante. Se incorporó un poco para poder volver a mirarlo.

    –Yo…–
    Trató de hablar, la voz le falló tras tantos gemidos y gritos. Carraspeó. –No creo que sea capaz de moverme o sostenerme en pie. – Admitió por fin.

    La ducha quedaba descartada, a pesar de que estaba sudado y cubierto en fluidos varios. Se removió en su regazo y se arrepintió inmediatamente cuando un ligero gemido se escapó de entre sus labios. Las mejillas le ardieron ante la curiosa mirada de Arthur y tuvo que desviarla hacia cualquier otro punto de la habitación.

    –Está saliendo. – Dijo como toda respuesta.

    Al fin y al cabo, no es como si pudiese retener los fluidos en su interior a placer. Quiso mover su cuerpo agarrotado, pero se detuvo en el último momento. Hizo una mueca y posó sus manos en los hombros ajenos.

    –No tienes que preocuparte por mí, en serio, me recuperaré pronto y estaré como nuevo. – Aseguró intentando calmar la preocupación ajena. –Además, yo te pedí que me destrozaras, ¿recuerdas? – Sonrió con cierta timidez al volverlo a decir. –En serio, Arthur. Ha sido el mejor orgasmo de mi vida. Bueno, en general, todo ha sido… increíble. – Admitió bajando la voz y volviendo a desviar la mirada.
  14. .
    Intentó mantenerse despierto, no sucumbir al cierre de sus párpados. Pero no se sentía capaz. De pronto, el agotamiento y la pérdida de sangre le golpearon con fiereza y terminó por rendirse. Sin embargo, las palabras de Kiel resonaron una vez más en su cabeza mientras sentía que se desvanecía. “No tienes lo que hay que tener. No sabes nada de esta vida”. Se lo había dejado claro, no era suficiente. Fue lo último que pensó antes de colapsar.

    No supo cuánto tiempo pasó hasta que, poco a poco, sintió que sus sentidos se iban recuperando, aunque no tuvo la fuerza suficiente como para abrir los ojos. Quizás no quiso. Sentía la calidez de unos brazos fuertes llevarle, mientras su cabeza quedaba recostada contra un pecho duro y firme, pero que no le pareció incómodo en absoluto. A pesar de que estaba despierto, se negó a moverse, pretendiendo seguir inconsciente, expectante. Se sentía protegido y objetivo de la preocupación del otro (esto era más una ilusión de su mente que una posibilidad real), por lo que quiso disfrutar de la sensación un poco más. Evitó el impulso de querer acurrucarse contra los musculosos pectorales y se dejó hacer por Kiel, sintiéndose ligeramente culpable por seguir interpretando el papel de la inconsciencia por pura curiosidad. Cuando se quedaron en silencio, le pareció escuchar un ligero suspiro de alivio. Probablemente, si había decidido salir del lugar, es porque Arallesk se encontraba fuera de peligro. Si no, estaba seguro de que no se iría, como no lo haría él si Carnage estuviera entre la vida y la muerte.

    Quiso abrir los ojos, pero aún le pesaban, y más pronto que tarde el rugido del motor le llegó a los oídos. Minutos más tarde, para asegurarse de que Kiel no sospechaba que había estado fingiendo, se removió por fin en el asiento. Un ligero quejido se escapó de sus labios al abrir los ojos e intentar enfocar la vista. Aunque había logrado a tiempo poner los brazos estratégicamente para no golpearse la cabeza, su cuerpo sí se resentía por el impacto de la caída aún. Carraspeó y dirigió su mirada hasta Kiel, que se encontraba conduciendo con la atención puesta en la carretera y respetando las normas de circulación en esta ocasión. ¿Qué debía decir ahora? Se encontraba avergonzado por haber sido una carga para el otro confirmando que, muy a su pesar, tenía razón. Las palabras de Kiel mientras le daba la espalda, volvieron a resonar en su cabeza: “No tienes lo que hay que tener. No sabes nada de esta vida”. Tragó fuerte, intentando tragar con ello su orgullo herido, sin demasiado éxito.

    –Si no quieres que vuelva a contactar contigo, no lo haré. Haré lo posible por desaparecer de tu vida como si nunca hubiera entrado en ella. – Se rindió por fin.

    Con aquello, demostraba que las palabras de Kiel le habían dolido y que seguía pensando en ello, resonando en su cabeza una y otra vez, pero qué más daba. Ya no tenía fuerzas para resistirse como si no le importase, para hacer uso del sarcasmo o de presentarle batalla. Miró a través de la ventanilla con los puños apretados. Después de tantísimos años, había logrado intimar con unas personas que le agradaban, a pesar de todo y en contra todo pronóstico. La soledad que se había instalado en su pecho y algunas noches le provocaba tanto dolor que no podía dormir, seguiría allí por más tiempo. Apretó los dientes por no poder rebatirle, demostrarle que se equivocaba. Hasta el momento, todo lo que había hecho le daba la razón a Kiel, para su desgracia. Se sintió, además de humillado, completamente estúpido.

    Repasó sus propias palabras con detenimiento. El caso es que sí había entrado en la vida de ambos, e incluso había estado en su piso y compartido una pizza. No había llegado a tal nivel de intimidad con nadie desde que se marchó de casa y, por estúpido que pareciera, se había ilusionado con tan sencillos actos cotidianos. Apretó los labios con una mueca. “Solo volverás a tu vida anterior, a la que tenías hace unos días antes de que la calamidad de esos hermanos destruyese tu aburrida monotonía. Solo eso, no es para tanto”, pensó mientras abrazaba su propio torso desnudo. Rodeó su cintura con los brazos, sintiéndose más vulnerable y desnudo que antes ahora que se había rendido.

    –¿Me llevas a casa? – Pidió en voz baja sin siquiera mirarle, esperando que su voz sonase lo más firme y neutral posible.

    SPOILER (click to view)
    Bueno, no me importa que se pique o incluso que discutan, si luego se reconcilian *guiño guiño* x'D

    PD: se ha despertado antes, pero se ha hecho el dormido como el que no quiere la cosa x'D

    Me ha gustado mucho cómo Kiel se siente vulnerable y ve a Dick de esa forma. Es totalmente comprensible, la verdad. Mientras que Kiel hubiera preferido tener la opción que ahora le da mi muchacho, uno de sus grandes temores es la soledad, a pesar de lo que pueda aparentar. Echa muchísimo de menos a su familia y tener compañía humana, por ello se ha ilusionado tanto con la interacción con los hermanitos calamitosos x'D Sin embargo, no puede estar presionando todo el tiempo, así que... A ver qué pasa ahora. También quería mostrar ese lado vulnerable de mi chico <3
  15. .
    El movimiento a su lado le sorprendió, pues aún no había salido nadie a decirles cómo estaba Arallesk y, según lo que había visto, el otro podría haberse pasado en la misma posición con la vista perdida y sombría el resto del tiempo de espera. Agradeció rápidamente y cogió el botecito que le ofrecía, viéndolo con cautela. Mientras deshacía el nudo que había hecho pocos minutos atrás para su vendaje improvisado, escuchó sus palabras sin siquiera mirarle. Se sintió orgulloso de saberse entre los pocos capaces de satisfacer a la muchacha, aunque el agradable sentimiento le duró poco. Hizo una mueca con los labios fruncidos mientras dejaba la camiseta a un lado, pues ya no podría serle de mucha utilidad. Abrió la tela rasgada del pantalón, viendo la herida de la zarpa, varías líneas ensangrentadas provocadas por las uñas de la beastie.

    –Bueno, al menos puedo satisfacer las expectativas de uno de los hermanos. – Comentó sarcástico mientras abría el bote de gel cicatrizante. –¿Sabes, me parece que…?– La frase murió en sus labios en cuanto el gel tocó la herida y comenzó a hacer efecto. –Hijo de…– Enmudeció antes de terminar el insulto, con los ojos como platos.

    Gruñó dejando el gel a un lado mientras se sostenía el muslo con ambas manos, como si aquello fuera a calmar el dolor. Apretó los dientes hasta que le dolió la mandíbula y echó la cabeza hacia atrás cerrando los ojos. Ya podría haberle avisado de que aquella cosa dolía tanto. Por un lado, para decidir si aplicársela o esperar a otra opción, por otro, por si decidía aplicársela estar preparado y no mostrarse tan vulnerable. Apoyó la cabeza en la pared sintiendo cómo la piel se removía allí abajo como reacción al producto. Un gemido de dolor murió en sus labios, decidido a que nada saliera de éstos. Se le aceleró la respiración, con los músculos tensos mientras intentaba acostumbrarse al dolor. Se preguntó que, si llegaba a mirar a Kiel, encontraría una expresión preocupada o simplemente una sonrisa socarrona. Lo último le parecía lo más probable, pero se rehusó a dirigirle la mirada. Cuando el dolor comenzó a menguar, por fin separó los labios para soltar un ligero suspiro, aunque aún tenía la respiración ligeramente acelerada y entrecortada.

    –Gracias por la cosa esta. –
    Le tiró el producto al regazo de mala gana. –Mira, déjate de remilgadas, si quieres perderme de vista solo tienes que decirlo y punto. Me lo he pasado bien con vosotros, pero si no crees que tenga lo que hay que tener para permanecer a vuestro lado, me lo dices y ya está. – Otro pesado suspiro. –En serio, ya basta con esa pretenciosa amabilidad, tratándome como si fuera un crío que no sabe nada de esta vida. – De hecho, antes de que ellos llegaran, su ego estaba intacto, y no herido como se encontraba ahora. –Con respecto a Lillya es otro asunto. Los dos somos mayorcitos y si nos apetece, nos volveremos a encontrar y follar todo lo que queramos. Como dices, al parecer soy lo suficientemente bueno para poder satisfacerla con creces. – Se encontraba más herido e irritado de lo que quería mostrarle, ya suficientemente afectado estaba su orgullo, por lo que en situaciones como esa sacaba a relucir su sarcasmo y una actitud pretendidamente indiferente.

    Volvía a sentir que sobraba, que estar al lado de Kiel era una molestia para el otro. Frunció el ceño y apretó los labios. El maldito culo le quemaba ahora en la silla, pidiéndole que se levantara. No quería dejarlo solo, pues parecía estar pasándolo mal, pero el otro parecía no tener problema alguno en sugerir que se apartara, una y otra vez. Se levantó con un gruñido y cogió la camiseta ensangrentada.

    –Voy por un puto analgésico.
    – Sentenció mientras cojeaba en dirección opuesta a la sala de quirófano.

    Intentó andar lo más erguido posible, pero tampoco es como si pudiera hacer demasiado. El gel cicatrizante había sido de mucha ayuda para parar la hemorragia y que la herida empezase a cerrarse, pero no le quitaba el dolor. Además, si seguía sentado al lado de Kiel, le seguiría soltando una bordería tras otra debido a su frustración. Se coló en una sala que parecía ser de enfermería y tiró la camiseta a una papelera. Agradeció que fuera tan tarde y que todo el personal sanitario estuviera lo suficientemente ocupado con Arallesk como para dejar aquel lugar sin nadie que pudiera echarle. No sabía si encontraría algo que pudiera valerle, pues no es como si estuvieran en un centro médico humano. A los pocos pasos, tuvo que apoyarse en la pared, sintiéndose mareado. ¿Era su enfado? No, simplemente había perdido más sangre de lo que había pensado en un principio. Jadeó y se dirigió hacia un carrito de servicio para buscar algo que le aliviara el creciente dolor por seguir de pie. A duras penas llegó a su destino, la pierna le falló y su vista se nubló ligeramente, cayendo al suelo junto con varios productos que repicaron en el suelo en el silencio de la noche.

    SPOILER (click to view)
    Sí, está sin camiseta x'D No es como si fuera la primera vez que lo ve, así que... Había pensado que rompiera la parte inferior para hacer el vendaje, quedándose como con una especie de "crop top". Pero como se iba a tener que deshacer igual de ella, así era más cómodo x'D

    Sí, se ha cabreado de nuevo, telita x'D Dick es fácil de chinchar, sorry not sorry.

    Con respecto a lo que ha pasado en la sala de enfermería, entiendo que Kiel no iría a ver qué pasa sin saber si Arallesk se salvará. Es por ello que, o puede salir alguien a decirle que se recuperará pero siguen trabajando en ella o no. Decisión tuya es si Kiel va a regañadientes a ver qué ha pasado con Dick o dejarlo tirado en el suelo x'D
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