Posts written by black maiden

  1. .
    Bueno, volví luego de 7 meses creo...
    En fin, lo siento mucho, lleva este capitulo guardado muchos meses, por la simple razón que no sentía que debía colgarlo ya que siento que ya no esperan mucho la historia :l hago mea culpa por demorarme tanto. En fin... Disfruten este cap, besos.


    CAPITULO 26:
    PREPARATIVOS




    Hiroto sintió el corazón salírsele en el momento que la noticia salió de la boca de su pareja, sentía que estaba en una especie de pesadilla de la que no podía despertar.
    Sintió que se le bajo la presión de golpe y que no iba a poder respirar en cualquier momento.
    Dios… que en verdad no se lo esperaba, para nada y su mente estaba en blanco para poder decir algo, siquiera una explicación o queja, nada nada salía de su cerebro.

    —Hiro-kun… ¿Estas bien? — Le llamo cariñosamente su novio, aun sosteniendo en sus manos aquel pequeño zapato de la desgracia —Te ves un poco sorprendido.
    Y caray ¿Cómo no iba a estarlo? Si le acababan de decir que iba... Que iba a ser...
    —Y-yo… —Tartamudeo, mirándolo de frente tocándose la cabeza como intentando pensar en algo —Creo… creo que necesitare algo de tiempo ¿Bien? —Trato de sonar calmado —Déjame pensar un poco…
    —Oh sí, ve… a mí también me costó asimilarlo —La sonrisa de Midorikawa fue como una flecha clavándose en su corazón, pero tenía en esos momentos una terrible ansiedad creciendo.

    Con rapidez y sin mirar atrás corrió un poco perdiéndose de la vista de aquellas tres personas, en donde dos de ellas habían visto como su cara se transformaba del asombro al miedo en cuestión de segundos. Hasta había cambiado de color.
    Y en la que se quedaron callados mirándose los rostros.

    —Uhm... —Carraspeo Fubuki, mirando hacia donde había escapado el pelirrojo —Creo que… Hiroto malinterpreto algo.
    De hecho el del cabello plateado se encontraba algo aliviado por saber que su amigo no se había enterado de su secreto, pero culpable por que al parecer estaba pensando otras cosas.
    —Creo que lo malinterpreto todo…
    Ese fue Kazemaru, intentando hacerle notar a Midorikawa que se había equivocado en darle la noticia a Hiroto, pero este parecía no comprenderlo.
    —Mido… Creo que deberías haber sido un poquito más específico —Recalco el de cabello azul.
    —Uhm… —Dudoso lo miro el otro, sorprendiéndose por un momento —Ah, cierto… Lo siento tanto Shirou, no quería que Hiroto se enterara de lo tuyo, pero actué por pánico —Incluso se veía arrepentido.
    Los dos amigos se miraron sin creérselas, no entendía la que estaba pasando.
    —Fubuki, será mejor que vayamos a buscar a Hiroto y explicarle la situación —Susurro.
    —Ah, si…
    Le ofreció la mano para levantarse e ir tras el rastro del pelirrojo, quizás dejar que el malentendido se quedara mucho tiempo podía causar problemas.
    —Midorikawa, tú te quedas aquí —Ordeno, viendo como el otro iba a pararse —Cuida nuestras cosas y de ti depende que esos zapatitos no les pase nada.
    Entonces se marchó, dejándole sin poder reclamar, jalando un poco al albino.
    Que mirando hacia atrás vio que su amigo seguía con su almuerzo interrumpido.
    —Y este no se entera de nada… —


    Con algo de presura intentaron ubicar al pelirrojo, Fubuki por un lado y Kazemaru por el otro, pero ninguno daba con su paradero. Y Shirou estaba en un estado de querer encontrarlo y a la vez no, porque tendría que arreglar el malentendido y tendría que decir la verdad, y decirle la verdad a uno de los amigos cercanos de su pareja era prácticamente decírselo al mismo Gouenji Shuuya, cosa de la que no estaba preparado para nada.
    Pero también sabía que Midorikawa tenía muchos problemas con la familia Kira, y si ellos creyeran que Midorikawa estaba embarazado habría problemas aún peores, y más aún si luego se enteraran que era una farsa. No quería crear todo un caos como de aquellas novelas que últimamente estaba viendo demasiado.
    Debía apresurarse.

    Busco en aquel lugar donde solían reunirse ellos, pero no lo vio, volvió a buscar en la cafetería pero tampoco estaba, entonces se le ocurrió pensar que quizás el quisiera estar solo, y solo había un lugar en la escuela tan solitario, ese era el terreno baldío cerca al campo de futbol, siempre andaba solo, especialmente porque se decía mucho que por ahí habían fantasmas.
    Bien, ya tenía un lugar en el que buscar.
    Corrió hacia ahí, agradeciendo a sus piernas que aun fueran veloces y deteniéndose a algunos metros del lugar. Lo había encontrado, si, y eso era genial, pero lo había encontrado hablando con Gouenji, y eso no estaba para nada bien.
    ¿Y si ya le había contado algo?


    Camino con demasiado sigilo hacia el lugar donde estaban ambos chicos, pretendiendo que no lo vieran, solo intervendría si es que de alguna manera se veía relacionado con el problema que estaban pretendiendo ocultar.
    — ¿Enserio que no quieres decirme que te pasa? —Esa fue la voz de Gouenji, calma como siempre.
    —Te juro que no me pasa nada —Y en respuesta Hiroto estaba con una voz algo esquiva.
    Al parecer no había corrido por ayuda hacia su novio, y eso le ayudaba bastante. Solo tendría que esperar a que se fuera y lo dejara a solas con el pelirrojo.
    —Para empezar llegaste corriendo algo desesperado y con una cara de susto tremenda, luego parecía que querías decirme algo, te quedaste callado y ahora me rechazas ¿Enserio esperas que no crea que te pasa algo?
    El pelirrojo suspiro, mirándole a los ojos, dubitativo sobre si debía abrir la boca.
    —No esta tan fácil de decirlo ¿Vale? —Lo dijo ya más calmado, parecía estar pensando demasiado algo —Creo que… No, si estuvieras en mi situación reaccionarias igual.
    —Pues eso, dime cuál es tu situación…
    Goenji no tenía ni idea que el albino estaba prácticamente detrás de él, dispuesto a saltar sobre su cuerpo, claro, solo si es que al pelirrojo se le ocurría decir algo, y parecía muy cerca de estarlo.
    —Veras… Creo que te vas a reír de mí si te lo digo.
    —Eres mi amigo ¿Cómo crees? —Le paso una mano por la espalda, dándole pequeños toquecitos —Además tu me ayudaste con… ya sabes que —Susurro —Esta es mi oportunidad de devolvértelas, claro, si confías en mi.
    Con esa sola frase Hiroto sonrió un poco, sintiéndose algo mas seguro, o por lo menos era lo que expresaba su rostro.
    Le toco el hombro y suspiro con fuerza antes de asegurarse de hablar, sabia que lo que diría seria una noticia demasiado grande, y quizás le causaría mucha sorpresa, pero su preocupación le ganaba mas en ese momento.

    —Pasa que Midorikawa esta…
    —¡HIROTO! —Gritaron con fuerza, tumbándolo por poco de donde estaba parado, pues un muchacho de cabello celeste le abrazo con fuerza del cuello, casi colgándose de él, todo bajo la atenta mirada de su novio, que no entendía y mirada desconcertado la situación —Que suerte encontrarte… Justo estaba pensando en ti —Le sonrio tan puramente, pero el aura que emitia olía a peligro.
    —Kazemaru, ¿Qué demo…?
    —Dices algo más de lo de Midorikawa y te corto el cuello —Le susurro muy bajito, bajándose de su espalda y dándole una palmadita.
    Y Hiroto, Hiroto sintió el miedo por un momento.
    —Oh, Gouenji, que gusto verte a ti también —Cambio de posición y tomo del brazo al de piel morena —A ti también te estaba buscando.
    —¿A mi? ¿Por qué a mi?
    —Endou justo quería hablar de algo contigo.
    —¿Yo quería? —Endou pregunto también dudoso de toda la situación que estaba pasando.
    —Si… tu querias —En respuesta a su novio reafirmo —Y por eso, mejor será que vayan a hablar a un lugar mas privado, seguro no quieren que les moleste ¿No?
    —Pero yo…
    Kazemaru empujo por la espalda a Gouenji, ejerciendo algo de fuerza porque no quería moverse, y por qué este era más fuerte que él —Andando, andando… pronto acabara el receso.
    —A ver, detente —Freno su paso, volteándose a ver al de cabello celeste —Con todo el respeto Kazemaru, yo estaba hablando con Hiroto, no contigo ni con Endou ¿No es cierto Hiroto?
    —Si —Aun con duda respondió el pelirrojo, casi frunciendo el ceño al ver al de cabello largo —no te metas por favor Kazemaru, tu estarás muy tranquilo pero yo no.
    —Puedes hablar con Hiroto luego ¿No? —Kazemaru intento no mostrar su desesperado intento por botar a Gouenji de aquel lugar —Estan en la misma clase, en cambio con Endou no, asi que…
    —Pero Kaze-chan, yo puedo esperar también si es importante para Hiroto —Endou aun no sabiendo que pasaba solo intento calmar el ambiente —Aunque realmente no se de que debamos hablar, asi que no es tan importante ¿No? —Entonces sonrio rascándose la cabeza.


    Oh por todos los dioses.



    La situación iba a salirse de control si seguía así, Kazemaru no iba a poder controlarla a ese paso.
    Por qué Kazemaru realmente adoraba a su novio, pero ahora quería matarlo, esperaba y solo esperaba que Endou le siguiera la corriente, pero no había captado su plan cuando le pidió ayuda para algo urgente, se supone que solo tenia que llamar la atención de Gouenji, solo eso, que luego le contaría el por qué, era realmente un tonto.


    Además Hiroto parecia que se había quedado medio ido por como todo se estaba desarrollando, mirando sin poder saber que hacer ¿Kazemaru sabia algo que no le había dicho Midorikawa? ¿Por que de pronto nadie le dejaba hablar? ¿Qué no era suficiente para su pobre mente enterarse que había embarazado a su novio? ¿Ahora también lo amenazaban?
    Y Goenji lo vio, la cara del pelirrojo que parecía juzgar con la mirada al de cabello celeste.
    —A ver… No entiendo nada de lo que esta pasando ¿Kazemaru estas enterado de lo que le pasa a Hiroto?
    —Ehmm… —Dudoso el de cabello largo le evito la mirada a Gouenji.
    —¿Qué es lo que sabe Kaze-chan? —Ese fue Endou uniéndose al interrogatorio y mirado en cambio al pelirrojo.
    Este miro la escena, algo enojado ya, su paciencia estaba perdiéndose y le empezaba a importar poco que Kazemaru quisiera detenerlo, necesitaba un consejo y si eso seguía asi sentía que se iba a volver loco.
    Ya le importaba poco que sus amigos lo supieran, tenía que sacarse eso del alma.
    —Midorikawa esta…
    —¡Gouenji-kun!

    Un fino grito se escuchó muy cerca interrumpiendo la confesión de Hiroto y llamando especialmente la atención del nombrado, no solo por ser su nombre, si no porque esa voz era la voz de su novio.
    Se giro en su sitio algo alarmado, ese grito no había sonado bien.

    —¡Shirou!
    Fue el primero en gritar en respuesta, exaltándose demasiado al ver al albino sentado en el suelo de cuclillas y tocándose con fuerza el estómago. Corrió a su lado de manera apresurada, tomándolo en brazos e intentando ver su rostro.
    En ese momento no se preguntaría que hacia el ahí, tan cerca como si fuera de a posta que todos se hubieran reunido en el mismo lugar.
    — ¿Shirou, que te pasa? ¿Estás bien?
    —Me duele… —Se toco con aun más fuerza el estómago, soltando unas pequeñas lagrimas —Me duele mucho…
    —No puede ser… —Kazemaru fue el segundo en llegar a su lado, demasiado preocupado por lo que había escuchado —Tenemos que llevarlo al médico, ¡urgentemente!

    Prácticamente había empujado al moreno para posarse al lado de su amigo.

    Y ese acto preocupo a los otros dos chicos, que se unieron al asunto, viendo como el pequeño cuerpo del albino parecía ser una pequeña bola de si mismo, que temblaba y lloraba. A puras luces eso no lucia bien.
    — ¿Se encuentra demasiado mal?—Hiroto intento intervenir, preguntándose porque estaban pasado tantas cosas juntas, pero si había que definir prioridades lo suyo podía incluso esperar.
    En cambio Endou hasta lo había olvidado, solo le preocupaba que uno de sus amigos se viera tan mal.
    — ¿Fubuki puedes levantarte? ¿Quieres que te lleve?
    Gouenji negó la ayuda de Endou, cargando en brazos a Fubuki, que aun tenía un rostro que expresaba demasiado dolor —Lo llevare a la enfermería, ¿Puedes aguantar un poco más Shirou?
    En respuesta el albino asintió, sosteniéndose más fuerte del cuello de su pareja.
    —A la enfermería no, necesita un médico… —Se metió Kazemaru, pensando lo peor por un momento.
    Pero la mirada de Shirou lo callo, haciéndole una mueca un poco rara con el rostro y señalando con los ojos a Hiroto, para luego volver a su expresión de dolor.
    —Estaré bien Kaze-chan… solo es un pequeño dolor.
    —Asi sea pequeño te llevare a la enfermería.
    Gouenji como buen novio que era se llevó al albino, teniendo tras suyo a Endou y luego al pelirrojo, que no llego a dar ni un solo paso más porque la mano de Kazemaru lo detuvo.
    Y antes de siquiera poder quejarse se vio arrastrado hacia otro lado.


    — ¿Puedo saber que rayos te pasa Kazemaru?
    —Tienes prohibido decir algo sobre lo que te dijo Midorikawa.
    El de cabello largo lo había arrinconado en una esquina cerca al gimnasio que en esos momentos se encontraba vacío, no pensaba desperdiciar la ayuda de su amigo Fubuki.
    — ¿Por qué no puedo expresarme por la noticia que me dio? ¡¿Te parece que es fácil aceptar que voy a ser papá con 15 años?! —El pelirrojo ya estaba enojado, estaba harto.
    Kazemaru entendió que así no iba a hacerse escuchar, tenía que ser más claro.
    Quizás más directo.
    — ¡No vas a ser papá! —Le grito.
    — ¿Cómo qué no? —La pregunta de Hiroto se escuchó como una esperanza en el alma —Midorikawa me dijo lo del bebe, tu estuviste ahí ¿O es que acaso es una clase de retorcida broma de ustedes tres? —Pero entonces paso al enojo de nuevo.
    —No es ninguna broma de los tres.
    — ¿Entonces?
    —Malinterpretaste todo… Midorikawa no se refería a él cuándo dijo lo del bebé —Kazemaru solo tenía una idea en la mente, hacerle olvidar todo el asunto —él no es el que esta embarazado… —Susurro, dándose cuenta que está diciendo demasiado.
    — ¿Entonces quién es? —y Hiroto capto rápido la equivocación del de cabello largo, porque si Midorikawa no era el que esperaba un bebé, tenía que ser otro.
    No conocía gente con la que se hablaran el trio de amigos más que con ellos mismos.

    — ¿Acaso tú y Endou…? —Con una cara de casi no creérselas vio de la cabeza a los pies al de cabello largo, deteniéndose precisamente en su cintura.
    — ¡No! Yo me cuido ¿Cómo crees que…? —Kazemaru negó, dándose una palmada en la cara, ya no había marcha atrás, el pelirrojo era lo suficientemente listo para atar cabos, se daría cuenta, no había podido esconder el secreto de Fubuki.
    Solo esperaba que pudiera perdonarle.
    Porque su negativa más que efusiva fue clara respuesta para el pelirrojo, solo quedaba uno más del trio, uno que ahora debería estar en la enfermería por un dolor de… estomago.
    —Ahora entiendo por qué te exaltaste tanto por el malestar de Fubuki…
    Hiroto se cruzó de brazos, suspirando aliviado, aunque sentía una espinita en el pecho por sentirse así cuando uno de sus amigos estaba en la enfermería y más por una razón tan… peculiar. Aunque se preguntaba por qué su amigo no se lo había dicho.
    —Me alegro de no ser papá tan joven, pero siento pena por el pobre de Gouenji.
    —Hiroto…
    Kazemaru le tomo de los brazos, mirándole fijamente con aquellos ojos tan grandes y color miel que tenía.
    —Te lo suplico, no le vayas a decir nada a Gouenji…
    — ¿No lo sabe? —Se sorprendió un poco por aquello, aunque entendía por que los dos chicos habían hecho tanto alboroto —No creo que sea bueno ocultárselo.
    —Yo… también pienso lo mismo, pero Fubuki no está preparado para decírselo…
    —Aun así…
    — ¡Por favor!
    Aun con más fuerza el de cabellos celestes le tomo de los brazos, y se le quedo mirando con suplica.
    —No le digas nada, mantenlo en secreto.
    Kazemaru parecía estar muy desesperado, debía estar muy metido en ese asunto y Hiroto se quedó mirándolo un buen rato, no era su asunto después de todo, ni el de Kazemaru pero presentía que no iba a salir bien. —Vale, no le diré nada… —Prometió, y Kazemaru se lanzó a abrazarlo como si fuese suyo ese secreto.
    —<<ese tipo de secretos siempre acaban mal>> —Pensó viendo la gran sonrisa de alivio del novio de su amigo —<<y con esa mirada ¿Quién se negaría a hacerle caso?>> —Pensó otra vez, ya entendía cómo es que Kazemaru tenía tan embobado a Endou, después de todo era uno de los chicos más hermoso de la escuela a voces sueltas, incluso más que varias chicas, pero que Midorikawa ni se enterara que había pensado eso, era un poquito celoso a veces.

    Y que nadie los viera en ese momento, la situación era completamente mal entendible porque que el novio de uno de sus mejores amigos le abrazara asi se veía demasiado raro, y más porque él no parecía incomodo, mejor era separarse, asi que le aparto muy delicadamente, mirándole fijo.
    —Tiene que decírselo a Gouenji, enserio…
    —Lo se…
    Por lo menos de todo eso había sacado una buena noticia, no tendría que enfrentar a su padre y su desherencia tan pronto, por que amaba a Midorikawa, pero no tenía planeado formar una familia tan pronto, ni pronto ni lejos, apenas era un niño.

    ****** (\*◊*/)******



    En la enfermería, un muy preocupado Gouenji le tomaba la mano a un adolorido Fubuki, todo ello ante la atenta mirada de la enfermera, que no sabia si sentirse enternecida por la situación o pararla porque no le dejaban hacer bien su trabajo.
    Quizas si debía interrumpirlos.
    —Entonces ¿Puedes decirme cómo te sientes? Así podemos ver una forma de calmar el dolor —Muy atenta ella, parecía anotar todo en unas hojitas.
    —Pues… me duele el estómago, son como pequeñas punzadas —Dijo el albino tocándose un poco —Pero ya casi no me duele mucho.
    —Grito del dolor —Recalco Gouenji, sin dejar de tomar su mano y mirándolo serio —Y estaba llorando.
    — ¿Llorando?
    —Shuuya… no es necesario que le digas todo eso a la Doctora.
    —Es necesario —Recalco, siguiendo con su relato —De hecho hace unos días lo veo algo intolerante a la comida, solo lo veo tomar agua.
    Un pequeño escalofrió recorrió la espalda del albino al escuchar las palabras de su pareja, al parecer si lo había notado, pero no se lo había dicho ¿Por qué? ¿Se había dado cuenta?
    —Lo notaste… —Susurro, cohibido y jugando con sus dedos, tenía miedo de preguntarle el porqué.
    —Claro que lo note —Respondió al instante, sin mirarle a el — ¿puede que tenga algo grave?
    —Puede, tendría que revisarle.
    La doctora se le acerco, tomándole el pulso por un momento y le pidió amablemente que se echara en la camilla y se levantara la camisa, dispuesta a revisarle.
    El albino le hizo caso, se subió la camisa dejando su abdomen al aire ante la atenta mirada de su novio y la adulta, sentía tanto miedo de que de pronto Goenji viera su vientre abultado y lo supiera todo.
    Pero tenía que tranquilizarse, Kazemaru le había dicho que no se le notaria hasta que tuviera por lo menos tres meses, aunque él ni siquiera sabía ni cuantos días tenia.
    Se exalto aún más cuando una mano cálida se posó sobre uno de sus costados y lo presiono suavemente haciéndole sentir dolor, pero no dijo nada.
    Ella le pregunto cómo sabiendo, pero tampoco dijo nada. Así que volvió a tocarle, pero esta vez una corazonada le dijo que saliera de ahí y antes de siquiera poder llegar a rozarle el albino se levantó.
    —Yo… lo siento Shuuya —Dio media vuelta y salió casi que corriendo.
    Sabía que aquello le traería problemas, pero no quería que esa fuera la forma que su novio se enterara de su secreto, y no quería que alguien ajeno a ese asunto se enterara también, menos la doctora, porque eso significaría que lo sabría toda la escuela, y eso sería aún peor.

    No iba a saber hasta la tarde de ese día que su pequeña escapada había hecho que las cosas se pusieran aun peor, en especial por que la escuela no sabía escoger a sus trabajadores o de verdad había dado una idea muy equivocada.
    Solo sabia que su novio le había asaltado a la salida de clases para decirle que fuera lo que fuera que le pasaba, él estaría con él, todo muy comprensivo a diferencia de lo que pensaba.
    Por un momento sintió miedo, pensando que ese pequeño toque le había revelado al médico que estaba esperando un bebé, quizás sabia más de lo que aparentaba, pero ella no podía ser tan genial, al parecer le había dicho que debía comer más, que le había visto demasiado delgado y que quizás, solo quizás es que se estaba sintiendo demasiado presionado por ser el chico más bonito del colegio y quería mantenerse delgado por ello.
    Después de todo estaba muy de moda en adolescentes hacer cosas así en secreto.

    El día siguiente a eso siguió palpable la tensión que tenían Fubuki y Goenji, en un vano intento de hacerle caso a la doctora el mismo Goenji empezó a asegurarse de que Fubuki comiera, ni siquiera lo dejaba solo un segundo en cuanto se trataba de eso, pero era tan horrible para Shirou el tener que aguantar el no vomitar o no tener las ganas cuando se veía tan vigilado por su pareja.
    —Si se lo dijera no estaría pasando esto —Pensó en un momento, mientras comía algo de verdura frente a él en el receso —Pero no sé si es el momento adecuado —No después de todo el problema que se había generado por que la doctora creyó después de todo que estaba desarrollando un problema de anorexia nerviosa, vaya profesional, ahora por su culpa Shuuya estaba enojado con él.
    Cada bocado era un poco tortuoso, quizás no mucho porque estas no tenían mucho sabor, así que podía pasarlos normalmente, pero el permitirse correr con nauseas le delataría y eso era lo que menos quería, por suerte podía decir que el beber agua era lo que más le aliviaba, sentir el sabor de nada era agradable para su boca.
    Se preguntaba seriamente si su bebé realmente le estaba castigando por no decirle nada a su padre, o quizás simplemente le estaba sugiriendo que cambiara su alimentación.
    —Abre la boca.
    Una sencilla orden de Goenji fue escuchada por el albino, que dudoso vio como su pareja sostenía entre los palillos una tortilla, probablemente hecha por la nana de los Goenji.
    —Uhmm… Yo estoy bien Shuuya —Sabía que era lo que quería, lo quería alimentar pero no podía permitirse tener nauseas frente a él —Es tu almuerzo.
    —Tengo suficiente, anda abre la boca —Reacio a su excusa el moreno acerco los palillos a la boca del albino, que tuvo que abrir la boca y comer casi con asco.
    Pero se aguantó emitir alguna expresión en su rostro mientras masticaba, sabía bien, pero no dejaba de darle ganas de escupirlo ahí mismo, pero no podía —Bebé se bueno por favor —Pidió, pasando la comida por la garganta y atragantándose de agua en ese mismo instante para dejar de sentir aquel sabor que le empezaba a ser desagradable.
    Espero unos segundos en calma después de eso, espero y espero, al parecer su estómago lo había aceptado. Buen bebé.
    —Shirou… —Goenji parecía dispuesto a decir algo luego de verlo con ojos fijos, pero se calló a medio camino.
    —Ah… Uhm, estaba muy rico Shuuya —Comento Shirou, tratando de lucir normal —Tu nana cocina muy rico.
    —Sí, lo hace —Le sonrió de manera casi dudosa, sin dejar de mirarle.
    Últimamente tenía que mirarlo mucho más de lo usual, y no de buena manera.

    Para Goenji todo se estaba volviendo demasiado extraño, desde que había visto a Shirou pensativo el día que volvió de Okinawa hasta lo que le había dicho la medico el día de ayer. Pensó que quizás había tenido un problema mientras él no estaba, no, estaba seguro que algo había pasado mientras no estaba, pero él no tenía la manera de averiguarlo porque Shirou no decía nada y no quería presionarlo tampoco , era demasiado preocupante.
    Lo había visto comer tan poco y solo beber agua durante días, incluso cuando salían a pasear ya no se le pedía comprar alguna chuchería por el camino y eso que el albino era el primero en pedir esas cosas. Fue por eso que de pronto las palabras de ella podían tener sentido, quizás alguien le había dicho algo feo a Shirou sobre su cuerpo, quizás le estaba pesando tener tanta popularidad en la escuela y no le había dicho nada.
    —Eres precioso, lo sabes ¿No? —Le acaricio la mejilla, llamando su atención y recibiendo una pequeña sonrisa con un sonrojo.

    Ese no era su príncipe, por lo menos no el de siempre, algo le estaba pasando y no lo sabía, se sentía tan preocupado.
    Por ahora intentaría ser lo más compresivo que pudiera con él, intentaría que comiera lo suficiente incluso aunque fuera en su contra, le haría saber lo hermoso que era y esperaría que Shirou le contara lo que se estaba guardando.
    Si no tenía más remedio tendría que decírselo a su padre, quizás podría ayudarle con algún colega del hospital, era una buena idea.
    Pero por ahora esperaría.

    Por la tarde luego de finalizar las clases le acompañaría a casa, aunque su plan se vio interrumpido por sus amigos, Kazemaru y Midorikawa se lo llevaron. Así que de algo estaba seguro, ellos sabían algo, pero tampoco se lo dirían.
    Esperaría, si, lo haría, pero solo por poco tiempo.


    ****** (\*◊*/)******



    Kazemaru ese mismo día había tenido un pequeño problema en su casa, todo por andar buscando cosas en el internet sin prever que su madre también en su afán de hablar con sus amigas que él no sabía que tenía en el extranjero, iba a entrar en su ordenador e iba a ver todo su historial mientras buscaba recetas para pasárselas a señoras de su misma edad.

    Historial que cabe decir que estaba lleno de cosas sobre: —tengo 15 años y estoy embarazado, embarazo adolescente, ¿Qué se debe comer en el embarazo? ¿Cómo calcular cuando nacerá mí bebe? —Y cosas tan relacionadas que cuando llego a casa, su madre estaba parada en la sala, con el ordenador abierto sobre la mesita de centro, ella con los brazos cruzados y con cara de querer muchas explicaciones.
    Maldito buscador de Google, le había traicionado, debía cambiar de explorador.

    Lo peor no fue eso, lo peor es que ella tenía en manos un test de embarazo que con la vergüenza del mundo le hizo hacérselo y no le creyó nada hasta que vio que este daba negativo. Vaya confianza que tenía en su casa, aunque en parte entendía que ella estaba preocupada.
    Lo supo cuando le abrazo llorando, pidiéndole disculpas y explicándole que no hubiera sabido que hacer si es que se hubiera dado el caso de que era positivo, culpándose de ser mala madre que no se fijaba en los asuntos de su hijo.
    Aquello le dolió a Kazemaru, recordando los sucesos que él había pasado hace un tiempo, y sabiendo lo que pensaba su mamá, decidió esta vez callarlo para siempre. La amaba demasiado para lastimarla. Pero le pesaba ocultarle cosas.
    Incluso cuando ella le había dicho que respetaría su privacidad y si había algo de lo que quería hablar, estaría ahí para oírle. Luego lo dejo en su habitación, ya casi por la noche y con la sensación de que debía hablar, así tuviera que traicionar a Shirou por segunda vez.

    Le tomo una hora decidir lo que hacer, pero con la poca valentía que tenia se cambió de ropa, se soltó el pelo y salió con paso firme hacia la habitación de su mamá antes de que estaba bajara a hacer la cena.

    Toco muy lentamente y sin escuchar un pasa entro, viendo a la señora de casa revolviendo algunas pequeñas ropitas y unas fotos, unas fotos que él conocía muy bien, porque el bebé de cabello azulado le saludaban con sonrisas desde las imágenes.
    —Eras tan mono de niño —Fueron las primeras palabras que recibió al sentarse a su lado, pasándole unas cuantas fotos, su cabello era tan corto en ese entonces y sus ojos eran más grandes, y siempre vestía un pequeño overol que a posta tenia baloncitos de futbol.
    Se rio con melancolía.
    — ¿Aun guardas estas cosas mamá? —Pregunto sin afán de sonar avergonzado, tomando esta vez el susodicho overol, eran tan pequeño que dudaba siquiera pudiera entrar una de sus piernas.
    —Por supuesto —Ella muy orgullosa tomaba sus fotos y las arreglaba para volverlas a meter al álbum al cual pertenecían —Algún día tendré un nieto y quiero que vea como era su padre de niño.
    Esas palabras sonrojaron al jovencito, preguntándose si todo ello era por lo que había pasado hace unas horas.
    —Pero eso no quiere decir que lo quiera ahora, espero que aun falte un buen tiempo para ello —Aclaro, mirándole fijamente —Por ahora aún tengo que aprender a preparar los postres mas deliciosos para él.
    —Mamá…
    —No te atrevas a juzgarme, que tú harás lo mismo cuando llegue tu turno.
    —Pero si tú ya cocinas delicioso —Término diciendo, ganándose una sonrisa de la mayor, que se levantó para guardar sus tan preciados recuerdos.
    Y luego volvió a la cama, tomando un cepillo dispuesta a peinar a su hijo.

    Era un pequeño rito entre ellos cuando querían hablar de algo, o simplemente pasar tiempo de calidad.
    —Tus palabras bonitas no van a servir para calmar el susto que me diste muchachito —Se quejó, pidiéndole que se diera la vuelta, empezando a pasar el cepillo de pelo por las largas hebras de cabello azul.
    —Fue tu culpa por andar espiando mis cosas.
    —Soy tu madre, tengo derecho mientras vivas en mi casa.
    —Pero soy un adolescente mamá, merezco tener mis derechos.
    —Y yo reafirmo los míos como tu madre.
    Kazemaru se quedó callado ante eso, no iba a poder ganar la batalla, así que solo suspiro desganado mientras sentía como su cabello le recorría toda la espalda.
    Y así se quedó, en silencio, mirando hacia un cuadro que estaba pegado en la pared.

    —Mamá… —Volvió a decir, escuchando un sonido raro de la boca de su progenitora, que interpretaría como un si para continuar —Lo que busque no era para mí, era para un amigo.
    La verdad fuese dicha, el momento se volvió más incómodo en esos segundos.
    La mujer dejo la liga de pelo que estaba sujetando en las manos para terminar su trabajo y dejo de peinar a su hijo.
    Ella conocía a los amigos de su hijo, a ambos y le carcomía la curiosidad.
    — ¿Él está…? —No quiso terminar la frase, pero el asentimiento de cabeza del otro le confirmo muchas cosas —Puedo saber… ¿Quién es?
    Un suspiro más largo salió del menor, volteándose para ver a su madre, era ahora o nunca.
    —Fubuki-kun…
    Los Fubuki, su madre debían recordarlos, tantas veces de niños los había visto, recogiendo a su pequeño de su propia casa, tantos años.
    Y claro que lo recordaba, al pequeño de ojos claros, piel blanca y tan tierno que hasta daba ganas de pedir un intercambio. Le había dejado de ver cuando en un lamentable accidente sus padres habían fallecido, se había alejado poco a poco y no había sabido nada de él, ni por labios de su hijo, y ahora le decían aquello.
    Tenía la misma edad de su pequeño, unos 15 años.
    Era solo un niño.
    — ¿Qué es lo que estaba pensando?
    Sonó como a un regaño, pero Kazemaru no iba a permitir que su amigo fuera mal visto, ya tenía muchas cosas por las que pasar.
    —Mamá, él está asustado —Aclaro, sin dejarle decir nada a la mujer —Yo sé que él no se preocupó demasiado en protegerse y si, fue su error, pero está asustado —Le tomo de la mano a su madre, casi presionándosela —Él no quiere perder a su bebé, sabe lo difícil que va a ser a partir de ahora, sabe y tiene miedo, además el esta tan solo que no tiene nadie quien le apoye —Suspiro con más fuerza, mirándole fijamente a los ojos que eran tan parecidos a los suyos —Es mi amigo, le quiero…
    —Ichirouta…
    —Mamá, es mi amigo… No quiero dejarle solo en esto.
    Unas pequeñas lágrimas traicioneras escaparon de los ojos del muchacho, que se ciñó más fuerte a la falda de su madre. Esta lo veía en silencio, uno muy profundo.
    —Es un niño…, y creo que todo niño necesita una madre.
    Aquellas pequeñas palabras dejaron al muchachito confundido ¿De qué estaba hablando?
    —Supongo que no podré hacer mucho, pero puedo darle algunos consejos, no es tan fácil tener un hijo ¿Sabes?
    —Mamá…
    Aquella mujer no lo aprobaba, pero aquel pequeño había estado solo tanto tiempo, no tenía a su lado a ningún adulto que le apoyara, y apoyarle ella sería lo correcto.
    —De hecho creo que aún tengo algunas ropitas tuyas que guarde, no es mucho pero podrían servirle para los primeros meses.
    —Mamá —Se le tiro encima su hijo, dándole un abrazo tan fuerte y llorando un poco más, solo un poquito —Gracias por todo esto, de verdad gracias.
    —Lo hago por ti, tu amigo es importante —Le dio un suave beso en la frente y se le quedo acariciando la cabeza — ¿Qué día crees que podría venir? Mientras más pronto sería mejor.
    —El fin de semana —Tan rápido como pudo, Kazemaru apunto a su amigo en aquella reunión.
    Estaba tan orgulloso de su madre, que le costó dejar de abrazarla y dejarle marchar para hacer la cena, no, es más, el haría la cena ese día, le debía tanto…
    Y tan pronto como tuvo tiempo le mando un mensaje a su amigo albino, no estaban solos, un adulto a su favor podía ayudarle en tantas cosas.
    “Shirou, este fin de semana te tengo una sorpresa, te lo explicare todo luego”
    Luego, ese luego le daría un infarto a su amigo, capaz…


    ****** (\*◊*/)******





    Ese fin de semana su novio se había vuelto a ir a Okinawa, por un asunto de familia de nuevo y aunque una parte suya le hubiera gustado que Shuuya se quedara a su lado, otra se sentía tranquila porque no tenía que estar mintiéndole, no le gustaba.
    Pero las náuseas no pasaban, y cada día sentía ponerse más enfermo, no entendía como ese pequeño retoño en su vientre le hacía tanto mal, se supone era su casa por ahora, debía por lo menos tratarlo mejor.

    Bueno, había leído que pasaría pronto, solo son los primeros meses y esperaba de corazón que así fuera.
    Con el hecho de no tener que fingir pensó por un momento que estaría más tranquilo, por lo menos por esos días, pero tan pronto como se sentó frente al sofá para ver alguna película que le distrajera, tan pronto su teléfono sonó y su amigo le había dado un mensaje que le había hecho subir todos sus niveles de alarma.
    ¿Cómo era posible que su madre se hubiese enterado? Suficiente tenía con que Hiroto ahora supiera la verdad, con una promesa que no diría nada, pero se le quedaba mirando tanto como era posible cuando se encontraban, el pelirrojo no era nada sutil.
    Aunque un adulto no estaba para nada en sus planes, su amigo estaba tomándose demasiadas confianzas para con su embarazo.
    Intento pedirle miles de explicaciones por teléfono, pero cada una de ellas fue refutada por su amigo, diciéndole que le esperara listo a las 9 de la mañana, que luego hablarían todo lo que quisieran.
    Pero eso no le tranquilizaba ni un poco.

    Esa noche no pudo dormir por las pesadillas que le venían, una en especial en donde la madre de su amigo contactaba con el doctor Goenji y este se enteraba de todo para luego querer botarlo del lado de su hijo, una donde terminaba llorando y perdiendo a su bebé.
    Cada una de ellas era peor y con lágrimas en los ojos intento no volver a dormir. No daría buena imagen presentándose con tales ojeras.

    Se alisto siendo las 6 de la mañana, se ducho a conciencia acariciando con mucho cuidado su abdomen y preguntándose cuando vería que este crecía, lo seguía sintiendo igual de plano y hasta le daba curiosidad ver como seria cuando estuviera grande.
    Esas pequeñas cositas eran lo que le hacían feliz, le animaban.
    Termino su baño con mucho tiempo, se cambió, se peinó y bajo a prepararse algo de comer, algo sencillo, pero no tenía muchas ganas de comer como siempre, se estaba cansando un poco de comer arroz blanco y verduras, que era lo único que podía tolerar. Pero no comer estaba prohibido, su novio no se lo perdonaría y no quería traicionar más su confianza.
    Cuando estuvo muy cansado de todo ello se sentó para mirar algo en la televisión, últimamente era el único pasatiempo que tenía, extrañaba salir a jugar futbol o cualquier otra cosa, pero el cansancio que sentía no le ayudaba nada.
    Tenía cosas muy desventajosas el tener que cuidar un bebé dentro de él.

    De pronto tocaron la puerta, despertándolo, se había vuelto a dormir mirando un película de delfines rojos y al parecer ya había acabado, miro la hora, 9 de la mañana, Kazemaru había llegado.
    Le abrió con el pesar en sus ojos y dejo que lo llevara de la manito, seguía querer durmiendo pero no podía, además no estaba tan lejos la casa de su amigo.

    Pero tan pronto como estaban a punto de llegar, el albino sintió el pánico volviéndole al cuerpo, si la madre de su amigo no lo tomaba bien ¿Y lo regañaba? Recordaba muy poco de aquella mujer en su infancia, que siempre le recibía con galletas y chocolate caliente, pero ahora era muy diferente, ella podía haber cambiado demasiado, quizás hasta era capaz de gritarle que era mala influencia para su amigo Kazemaru.
    Dando un paso hacia atrás cuando estaban ya en la entrada fue lo que alerto al otro joven, se había zafado de su mano tan rápidamente que noto que algo no estaba muy bien.
    — ¿Te sucede algo Shirou?
    —N-No… —Temeroso el otro chico se abrazó a si mismo con delicadeza, mirando la pequeña casa sumamente nervioso —Es solo que creo que no estoy listo… No puedo ver a tu mamá, no puedo.
    —Shirou…
    —Ella… ella va a enojarse, ¿Y si le dice al papá de Shuuya?
    Un pequeño escalofrió le recorrió el cuerpo al de cabello largo ante las palabras de su amigo, su madre no era capaz de aquello, pero el albino parecía tan asustado frente a él. No tenía sentido que después de todo lo que le había costado contarle a su madre este no quisiera su ayuda. Trataba de entenderlo, pero le molestaba que tuviera esas ideas de su progenitora.

    —Shirou, mamá solo quiere ayudarte…
    —Ella es una adulta, ella no va a entenderme…
    Reacio a cambiar de idea se quedó parado frente al portón de ingreso de esa casa, dando pasitos hacia atrás con intensión de escapar de esa situación, y es que Shirou hubiera querido creer que todo estaría bien, pero en su mente solo había una idea y era que aquella mujer iba a traicionarle, porque ella no comprendía lo que estaba pasando, porque ella era una adulta y los adultos dicen hacer las cosas por el bien de uno, pero no saben el daño que pueden causarle, ya había confiado en un adulto que le había traicionado y hecho daño, y él no quería que alguien le hicieran daño a Shuuya, a su bebé o a él mismo.
    —Y-yo… será mejor que regrese a casa.
    — ¡Shirou, no!
    En un intento por detenerlo le tomo del brazo, sin ninguna intensión de lastimarlo, mirándole con ojos suplicantes, quería que entendiera que todo eso lo hacía para ayudarle, que su madre le ayudaría, que…

    — ¿Ichirouta?
    Una melodiosa y aguda voz se escuchó a sus espaldas, una sencilla mujer estaba parada tras ellos, cargando una bolsa de compra y mirándoles con sus grandes ojos.
    Fubuki se sorprendió, había olvidado que era una copia de Kazemaru en mujer, exceptuando por su mirada que no reflejaba un color miel, sino un azul igual de intenso que su cabello, seguía viéndose igual de bella a pesar de la edad.
    Pero eso no era lo que debía de sorprenderle, se regañó a sí mismo, sino que lo había atrapado en su intento de huida y que ella era la que le había invitado en primer lugar, ahora no tenía excusa, le había visto luego de tanto tiempo, no podía ser descortés.
    —Mamá… ¿Dónde estabas? —Kazemaru intento salvar la situación, acercándose a su madre para ayudarle con las cosas que cargaba —Te dije que estaría puntual.
    —Sí, si… —Con una sonrisa igual de grande se acercó al otro muchachito que parecía no saber ni dónde meterse, aunque ella no lo noto —Es que quería comprar algunas cosas para cocinar algo para nuestro invitado —Se detuvo frente al albino, mirándole con los ojos expectantes y examinándole por completo —Hola Fubuki-kun, tanto tiempo si verte, has crecido mucho.

    El pequeño se quedó callado por un momento, sintiendo como los ojos azules de esa mujer de detenían sobre su abdomen, le miraba tan fijamente que tenía miedo y miro hacia los lados para poder recibir ayuda de su amigo, pero este solo parecía amenazarle con la mirada.
    —I-Igualmente —Acomedido le sonrió, esperando no seguir con las preguntas, más si seguían en la calle.
    —Bueno, bueno… entremos que hace un poco de frio y no quiero que se resfríen.
    La mayor ordeno, abriéndola la puerta de la casa y dejándola abierta para que ellos pudieran pasar. Dentro todo estaba muy limpio y cálido, contrastando con el frio que había por fuera, seguramente nevaría de nuevo.

    El albino ingreso, teniendo a las espaldas a su amigo de cabello largo que parecía cuidar que no escapara corriendo, y es que lo hubiera hecho, pero con la madre de Kazemaru siendo tan amable ya no podía, además ella ya sabía su secreto, lo único que podía asegurarse era de que no se lo dijera a nadie más, aunque a ella no podía amenazarle, no como con Hiroto.
    Suspiro, sentándose en la pequeña salita de estar y se quedó solo por un momento, ya que Kazemaru había ido a ayudar a su mamá, su mamá…
    —Quizás si tuviera a mamá no tendría que estar pasando por esto— Pensó por un momento el pequeño, frotándose las manos antes de quitarse los guantes de lana que llevaba por el frio.
    Era triste que se pusiera a pensar en ello aun en esa situación, pero no podía evitar compararse, comparar su suerte, comparar sus vidas y aguantar una pequeña lagrima que quería escapar.
    Aunque no era momento para ello.


    —Fubuki-kun disculpa la demora —La mujer salió de la cocina, llevando en sus manos una charola con tres tazas humeante y las dejo en la mesita de estar, a su lado su hijo parecía traer lo que eran galletas, notaba que las cosas no habían cambiado en tantos años, no podía permitirse llorar frente a ella, debía demostrar que era fuerte —Espero que te guste, hace mucho que no te tenía en mi casa, no desde que tus… Ehem —Carraspeo un poco ella, sabiendo que no era lo mejor lo que iba a decir.

    Y Shirou lo capto, pero tampoco quería avergonzarla —Si, ha pasado mucho tiempo de aquello —Algo tenso sonrió, tomando una de las tazas en sus manos, era chocolate, tal y como lo recordaba —
    Solo paso un momento de silencio, en lo que el albino se decidía sobre si podía tomar de aquella bebida o le haría daño de nuevo, pero no quería arriesgarse, así que apenas le dio un sorbo y dejo la taza sobre la mesa, mirando muy apeteciblemente las galletas.
    Pero sabía que no podía.
    —Fubuki-kun… —Carraspeo la mujer, siendo muy consciente de lo que iba a decirle —Supongo que sabes para que te llame aquí ¿Cierto?
    Y a Fubuki se le fue el pensamiento, regresando al pequeño pánico que sentía, porque claro que lo sabía, lo tenía muy presente.
    —Es sobre mí… mi situación ¿Verdad? —Empezó a jugar con sus dedos, evitando mirar a los ojos azules de esa mujer, su color era demasiado intenso en ese momento.
    —Sí, mi hijo me conto que estas esperando… un bebé —Dijo lo último de manera tan delicada, como si temiera exaltar a ese niño, mirando al de cabello largo en el proceso —¿Eso es cierto Fubuki?
    El aludido se sintió de pronto presionado por la pregunta, ¿Si lo negaba podía huir de todo lo que le podría decir aquella mujer? Era una buena opción, pero el realmente no podía, no podría negar al pequeño que tenía en su interior.

    No podía porque cada día parecía estarle amándole un poquito más.

    Así que se acarició el vientre y con la poca valentía que aún le quedaba afirmo con su cabeza, mirándole a la cara por primera vez desde que entro. Por qué sabía que afirmar aquello solo haría que quizás ella empezara a darle una reprimenda. Los adultos no podían entenderle.
    Pero cuando levanto el rostro no se esperó que ella le mirara tan… compasivamente, en sus ojos había entendimiento, había pena y compasión. Aquello no era la reacción que se había esperado, ni por un poco.

    Su estado de alarma había estado tan activo que aquello le había desencajado los pensamientos y fue peor cuando ella tomo una de sus manos entre las de ella. Era demasiado cálido ¿Era así como se sentía el amor de una madre?

    Y ella, aun con voz dulce siguió preguntándole, acariciando sus manos con el pulgar — ¿Hace cuánto lo sabes?
    —Ya va ser… un mes —El albino simplemente se vio incapaz de escapar de la mirada de sus ojos, estaba siendo demasiado amable, quizás era eso lo que había necesitado todo ese tiempo, que alguien fuera amable con él, de estar seguro que no le juzgarían.
    — ¿Estas asustado?
    Y sí, claro que lo estaba, pero hasta ahora nadie fuera de sus amigos se lo había preguntado, nadie se lo había dicho tan directamente y él no había vuelto a querer parecer vulnerable, pero cada día los miedos se lo estaban comiendo vivo.
    Los miedos de quedarse solo, de lo que dirían, de no poder.
    Asi que no supo en que momento el simplemente empezó a llorar, su cuerpo y su mente ya estaban cansados, de todo, de intentar ser fuerte. Sin poder hablar simplemente asintió, dejando correr sus lágrimas.

    Y ella, cálida y amorosa se le acerco antes de siquiera su propio hijo pudiera correr a socorrer a su amigo, lo sostuvo entre sus brazos y le acaricio el cabello con tanta dulzura que Shirou no pudo menos que ponerse a llorar aun con más fuerza luego de la sorpresa inicial.
    Así era tener una madre, así sería su madre si aún estuviera con él, así le hubiera reconfortado, le hubiera entendido, le hubiera amado.
    Que injusta era su vida, se lo iba repetir un millón de veces, pero por ahora, solo por ahora pensaría que quien estaba con él, abrazándole, era su mamá. Seguro que Kazemaru no se enojaría si se la pedía prestada por un momento.
    La necesitaba más que él, solo por unos minutos. Solo unos cuantos.


    ****** (\*◊*/)******



    Cuando se hubo calmado apenas habían pasado algunos minutos, el chocolate en su taza se había enfriado y sus mejillas se habían vuelto rojas por tanto esfuerzo. Sabía que no tenía la valentía para mirar fijamente a la madre de su amigo, no luego de su escena. Pero también sabía que no quería separarse de su cálido pecho.
    Aún tenía mucho de niño en su corazón.
    Así que a cada pregunta que le hizo después de eso solo atino a asentir levemente sin mirarle siquiera. Aunque lo cierto era que no sabía mucho sobre su estado y tampoco quería mentirle.
    —Fubuki-kun, Ichirouta me dijo que aún no saben cuánto tiempo tienes.
    Incapaz aun, solo negó separándose por fin de aquel lugar donde había estado tan cómodo.
    — ¿Aun no has ido a un médico?
    Esta vez volvió a negar, sintiéndose un poco tonto, sabía que aquello le merecería un regaño por parte de la mayor, pues se supone que si tanto le preocupaba su bebé lo mínimo que debería haber hecho es ir a ver como estaba, pero no tenía la valentía para explicarle que el padre de su pareja era doctor, que su padre quizás no aceptaría lo que estaba sucediendo.

    Aun así la mujer no le reprocho nada, es más, siguió siendo igual de amable con él, sin siquiera mencionar más el tema, más bien parecía estar pensando en algo demasiado mirando a su hijo como si necesitara una pequeña respuesta.
    —Fubuki-kun… —Le obligo a levantar la mirada, acariciándole la nuca con demasiada dulzura — ¿Tu pareja lo sabe?
    Era obvio que no se esperaba esa pregunta, aunque era igual de obvio que en algún momento iba a hacerla.
    —Ah… Bueno —Su voz tembló un momento, mirando fijamente a los ojos de su amigo de cabello largo, preguntándose que tanto le había dicho de su vida a su madre. No quería quedar mal ante ella.
    No quería que ella viera mal a Goenji.
    No quería que nadie lo juzgara, no a él.
    —S-sí, si lo sabe —Mintió.
    Mintió sintiendo los ojos color miel juzgándole duramente.
    — ¿Lo tomo bien? —En cambio su madre siguió preguntándole, confiando en sus palabras — ¿Piensa apoyarte en todo?
    —S-si… Él siempre va a estar a mi lado.

    ****** (\*◊*/)******



    Salió de aquella casa muy tarde, sintiéndose cálido por dentro, pero también con una espina molestándole en el corazón y en la mente.
    Kazemaru le había mirado de manera dura mientras le despedía, le había hablado de manera tan fría también, y el, el sabia la razón.
    Le había mentido a su madre, sin siquiera pensarlo a pesar de que ella tan amablemente le había ayudado, le había aconsejado y le había prometido comprarle algo a su pequeño.

    Le había mentido y Kazemaru sabia la verdad, porque todos los días el mismo le presionaba para decirle la verdad a Goenji, le presionaba para que pudiera confesarle todo y para que su estado ya no fuera un secreto, había tenido tantos problemas por ello, se habían peleado tanto y ahora estaba ahí mintiéndole a su madre descaradamente.
    Pero ella no lo sabía, ella no pensaría mal de su Shuuya, ella vería que todo lo que le había dicho era verdad.
    Si, todo estaría bien, esa era su única esperanza, todo estaría bien.


    ****** (\*◊*/)******



    Cuando el sol arribo esa mañana de lunes, Shirou no tenía ganas aun de ir a la escuela, mentiría si no dijera que los malestares iban empeorando, pero no quería preocupar a nadie, y esa misma mañana Goenji volvería de su viaje, así que lo más probable era que si ese día no asistía le daría más razones para enojarse con él.

    Con pesar se alisto, se peinó todo lo posible para seguir estando bien, pero a pesar de todo su rostro expresaba que ya no era el chico de antes, su cuerpo estaba cambiando y le era muy molesto, a pesar de eso seguía sin ver crecer su vientre, es más, hasta parecía que adelgazaba más y más.
    Debía empezar a comer enserio.

    Teniendo esa idea en mente, cogió la bandolera de la escuela y salió.
    Y viendo lo previsto, en la puerta de la entrada le esperaba aquel chico de cabello rubio claro y ojos oscuros que tanto le gustaba, tan serio, tan preocupado...
    — ¿Goenji-kun?
    Apenas le sonrió ante su llamado y le tomo de la mano, se veía tan... fuera de sí, a Shirou no le gustaba verle así ¿Que pasaba?
    —Shirou… Buenos días.
    —Buenos días… ¿Sucede algo?
    Pregunto con cautela, despacio, muy despacio, pero aun así este no le respondió, se limitó a mirarlo con los ojos negros muy fijamente y emitió una sonrisa, tan pequeña como imperceptible.
    —No me pasa nada —Lo dijo de manera tan poco creíble —Sera mejor que entremos, no queremos llegar tarde ¿Verdad?
    Algo estaba pasando, y por la mente del albino pasaron miles de ideas, porque su novio se había ido preocupado por él, pero no tanto, ¿Había pasado algo en Okinawa? ¿Algo con su familia? ¿Algo peor? ¿Acaso el sabia…? No, era imposible, no podría como saberlo.
    Pero él no se lo diría, pero necesitaba saberlo.

    Pero por ahora debía guardar la calma. Debía sonreírle.
    —Verdad.


    Ambos entraron a la escuela, tomados de la mano y se separaron para entrar a sus clases, la preocupación de Shirou no bajo, no pudo tomar atención a sus clases, y solo mirar por la ventana le hacía un poco feliz.
    Deseaba tanto que pronto fuera el receso, quería hablar con sus amigos.

    Por lo menos con Kazemaru y disculparse de lo que había pasado, explicarse, y con Midorikawa, bueno, el parecía estar bien. Desde su vista él estaba tan feliz y calmo como siempre, incluso se volteaba a saludarlo de vez en cuando, bueno, uno de los tres, tenia razones para sonreír.



    ................................................................




    Termino, quería aumentarle un poco más, pero creo que asi esta bien para lo que sigue y lo que pasara, espero que les haya gustado.
    Aunque spoiler, Goenji no se entera de la boca de Shirou sobre la noticia y aparte habrá un malentendido muy grande, hasta puede que se separen ciertas personas...
    Listo, sembré la duda.

    Ahora estas leyendo esto por que terminaste el capitulo... Pero mis corazones, necesito que me digan si quieren ver la conty :c
    Un comentario o lo más probable es que ahi quede u-u, aunque la verdad no me gusta poner condiciones... Pero es necesario para mi por lo menos.
  2. .
    Estoy muy feliz de ver una continuación, me gusta mucho esta historia y espero que puedas continuarla pronto <3
    Me gustaria decir más cosas, pero estoy corta de tiempo.
    Solo... SIGUELA <3
  3. .
    Hello... Sigo viva chicas, solo para decirles eso.

    Tengo ya el siguiente capitulo, pero me gustaría saber si aun hay personitas que lo esperan, algún comentario.
    En todo caso corazones, colgare el capitulo pronto...

    Sin más, nos vemos <3
  4. .
    Hola a todos (¿) Al final solo fueron 5 meses (¿)
    Bien aquí les traigo un extra sobre nuestro castaño favorito, con dibujito extra.
    ¿Qué paso con el capítulo que sigue? Pues ahí está guardado hace meses porque hay una parte que no me termina de gustar y me obsesiono, además ya estamos entrando en la recta final de la historia, unos 6 capítulos más y le decimos chau (¿)

    Gracias a Liliana8524, Elsa Pato y Kirie, personitas hermosas que están aun pendientes, para la próxima les contesto todas sus dudas uwu

    Espero les guste el extra dedicado a Tachi, hace mucho no se sabía de su historia, para los que quieren a su albino favorito, paciencia, falta poco y sigo viva, así que llegara la continuación.
    Ahora sí, disfruten el pequeño extra:


    CAPITULO EXTRA:
    SOBRE SENTIMIENTOS, OJOS AZULES Y ESAS COSAS



    Ser castaño no es fácil en la vida, tener ojos azules —muy bonitos— heredados de tu padre, tampoco y esa carita de encanto… Que difícil era la vida en la época escolar, sobre todo en la adolescencia. Saber que eras bonito frente a otra gente no era tan bonito como parecía ser, por lo menos para él no lo era, para su senpai y el príncipe que más admiraba, le venía de perlas. Qué envidia.
    Ser un Tachimukai Yuuki estaba siendo difícil.

    Con catorce inocentes años, hijo único por el momento de dos padres que estaban locos pero le querían un montón, popular por un buen tiempo y enamorado del mejor deportista de su escuela, parecía una vida de ensueño, de esas novelas que daban a las siete de la noche en la que la protagonista se queda con el chico de sus sueños, protagonista que era él, claro, sueño bonito, hasta que eso paso.
    Ni su paso seguro ocultando su timidez, ni su confianza en sí mismo, ni mucho menos sus ojos ni su rostro habían servido para que su amor imposible se fijara en él, para que siquiera notara su existencia fuera de los gritos que daba en el campo cuando le veía jugar, animándole, como todas la veces desde que lo vio practicando en el campo, desde ese momento en que se enamoró.

    Como en una novela, cuando el chico cansado en el arco daba lo mejor de sí y era feliz, apenas tenía una semana en aquella escuela y su sonrisa le había robado el corazón, quizás más.
    Pero su novela no tendría final feliz, porque su amado también estaba enamorado y no de su cabello castaño y corto, sino de una cabellera larga y suave, color cielo y ojos miel, de una persona muy linda, muy curiosa y sobre todo especial.
    Se le cayó el mundo cuando supo que Mamoru Endou estaba enamorado de Ichirouta Kazemaru.
    Y ahora si venia lo peor. Pero eso era algo que no se quería acordar.

    Meses después del suceso, cuando todo parecía ir descendiendo hacia una vida terrible, una en donde su ‘madre’ le molestaba todas las noches preguntándole que le pasaba y en la que no le apetecía cenar, apareció él, ese que se iba a convertir en alguien importante.
    Con su cabello alborotado, esa sonrisa Colgate y su piel oscura. Su amigo. Su mejor amigo.

    Aquel al cual ese cabello y sus ojos azules le habían parecido la mar de lindos. Pero era tan tonto que no lo noto, Tsunami había descubierto muchas cosas sobre él o todo lo que pudieran haber descubierto luego de tantas salidas. En apenas cinco meses, Tsunami le había dicho que estaba enamorado de él, de Tachimukai Yuuki, del niño de ojos azules y el mundo se le volvió a caer.

    Aún tenía en su cama aquel peluche de aspecto curioso que le había regalado la primera vez que habían salido, la flor amarilla que había puesto en sus manos se secaba con el paso del tiempo, al igual que lo estaba siendo sus esperanzas que Tsunami se comunicara con él.
    El único mensaje que le mando después, era un simple: Perdón.
    ¿¡Quien comprendía a los chicos de preparatoria?! Primero se hacía su amigo, le ayudaba, aconsejaba, se le declara y le robaba su primer beso, y ahora solo decía perdón y desaparecía tres semanas sin decir nada, ¡Estaba siendo cruel!
    —Eso no se hace —Otra noche en la que se encerraba en su habitación y su amigo no contestaba el teléfono, otra noche en que le extrañaba, pero en la que quería de todos modos dejar claro lo que paso y hablar los dos, dejar en claro que apreciaba mucho su amistad para perderlo por algo así.


    Friendzone…



    En el corazón no se manda, eso lo había tenido claro el castaño desde que tuvo su primer amor y por mucho que se le declararan, él no podía hacer al lado aquellos sentimientos que llevaba cargando por más de un año, era una estupidez, lo tenía muy en claro, pero las esperanzas nunca mueren por más difícil que sea el camino.
    Aunque Endou nunca le mirara, quería seguir soñando que así era, le quería mucho, era su príncipe azul. Pero Tsunami era el chico que le había hecho reír tantas veces y que le protegía, que le quería, pero solo lo veía como un hermano, no como algo más, pero lo extrañaba mucho, de hecho bastante y no quería perder el lazo que tenían por sentimientos que él sabía que dolían.

    Fueron exactamente esos pensamientos los que le llevaron a mandarle un mensaje, siendo ya las once de la noche —a pesar que tenía clase al día siguiente— un mensaje con las palabras exactas, muy claras y con una amenaza, aunque se arrepintió después de dar al botón de enviar.


    La mañana siguiente no fue la mejor de su vida, sentía en su corazón una mezcla de pena y enojo máximo, algo que definitivamente no le gustaba sentir y sobre todo guardar en su pecho, aunque parte de culpa la tenían aquellas canciones, cortesía de su Mp3 y que hablaban de olvido, corazones rotos y culpas retenidas. Tsunami iba a sufrir si seguía en ese paso y la vida tiene curiosas formas de actuar y tus acciones varias cosas pueden cambiar.

    Ese día evito como siempre a todo mundo, paso el receso solo y salió corriendo cuando la campana de la salida sonó, tenía el corazón latiendo a mil, tenía mucho miedo y no sabía que decir siquiera. Pero si Tsunami no estaba a las 5 de la tarde en la torre de Inazuma, su corazón iba a dolerle como si le hubieran arrebatado algo importante.

    Se detuvo cuando vio la pequeña escalera que permitía subir del todo al parque en donde estaban los asientos y el árbol que sostenía curiosamente un neumático que su amor imposible sabia usar, y que el en su atontado enamoramiento había observado en secreto, pero estaba seguro que esa, como casi todas las tardes desde ahora, no vendría, no lo haría porque seguramente en ese momento el estaría con ese chico de pelo largo que lo tenía en otro mundo. Saldrían, se besarían, se harían el amor mientras él estaba ahí, permitiendo que le siguiera doliendo.
    Pequeño masoquista.

    Pero no supo que le dolió más, porque sus pensamientos eran fuertes, pero el hecho que llegara las cinco y no viera nadie, también calo en su corazón. Media hora después una lágrima descendió por sus ojos azules y cuando la noche cayó supo que era inútil. Había perdido a su mejor amigo, había perdido una esperanza.

    Paso de nuevo una semana sin saber nada sobre su amigo, ni una llamada ni nada por el estilo, y volverse a acostumbrarse a la soledad le estaba haciendo daño.
    Pero bien dicen que es bueno tener tiempo solo, aunque no era necesario tanto. Midorikawa no hablaba con él, se la pasaba con Fubuki y Hiroto y en parte le daban envidia, no sabía qué hacer.
    Era mejor salir entonces, un niño como el necesita socializar o por lo menos eso sabia decir su familia, si no se convertiría en un asocial y él no quería convertirse en eso. Mejor salir a jugar un poco.
    Quizás con suerte, mientras intentaba jugar al futbol en la cancha cercana a su barrio, encontraría algún amigo nuevo con el que podría pasar tiempo. Y quizás hasta luego se harían inseparables, era bonito pensarlo.

    Salió a la tarde, mientras cargaba el balón que le habían regalado en su cumpleaños, y al llegar y ver el campo algo vacío se desilusiono, pero no debía desanimarse, apenas estaba comenzando a cambiar su vida.
    Un paso a la vez, uno a la vez.

    Regreso muy de noche a su casa, se ducho y fue dormir, que rutina tan más simple, no le hacía feliz tener que vivir una vida así.
    Por un momento pensó que si cambiaba de escuela quizás podría conocer a gente nueva, pero hablarlo con sus padres sería un problema, no quería que ellos se enojaran con él, o peor que investigaran que había pasado en ella, ya suficiente tenía con las preguntas que le hacían cada vez que le veían llegar temprano a casa y no haber salido con los amigos que se supone que tenía.
    Ya tenía ganas de responderles.
    —Ah, que pasa que traicione la confianza de mis amigos, uno me odia a muerte y el otro apenas me habla, que también en la escuela ya nadie me toma importancia y el amor de mi vida se consiguió novio ¿Ahora podrían dejar de pregúntame que me pasa?—
    Sus padres se lo iban a tomar muy enserio si es que les decía toda esa verdad, tampoco quería preocuparles, pero también estaban siendo muy pesados, demasiado.


    Otra tarde en la que estaba solo, mientras veía como un grupo de amigos se reunía para comer algo en la calle.
    Cierto… que estaban en vacaciones, las más tristes en sus 14 años, que lastima no poder llamar a ningún amigo, porque para empezar no tenía amigos.
    El único amigo que había conseguido ahora mismo quizás estaría jugando el mismo campo donde se conocieron, porque claro, parecía que siempre se reunían ahí a jugar quien sabe qué.
    Estúpido Tsunami, dejándole plantado… ya hubiera querido pegarle.

    —Basta —Se repitió a sí mismo, no podía estar pensando más en ese traicionero, ni siquiera debía de dedicarle ni un pensamiento, le había abandonado y eso no era lo que hacían los amigos.
    Siguió caminando aun entretenido con su propia mente, mientras cada vez se el sol se escondía más en el horizonte.
    Culpando miles de veces a un chico de piel morena y cabello tan llamativo como lo era el mismo en persona.
    —Tsunami-san idiota —Refunfuño sintiendo como el frió le calaba los huesos, estaban en épocas navideñas y solo se dejaba llevar por el camino —Cobarde…
    Sus padres le preguntarían demasiadas cosas si es que volvía temprano a casa, harían preguntas, ya no quería más preguntas.
    — ¿Quién te deja de hablar cuando se supone que está enamorado de ti? —Pateo una lata que le molestaba en el camino, odiaba que fuera de color rosa — ¿No debería estar llamándome todos los días? ¿Pidiéndome que sea su novio? No sabe nada sobre conquistar ese idiota…
    Aun giraba la abollada lata de refresco, que desconocía que su destino era ser pateado hasta ser destruido.
    — ¿Cómo se supone que tome enserio sus sentimientos cuando desaparece de esa forma? —Respiro por un momento el aroma del césped húmedo, antes de continuar con sus reclamos —Idiota, idiota, idiota…

    Estaba tan distraído el castaño, tanto que no miraba más que sus pies, más que el camino de concreto y la lata magullada que cansada decidió irse hacia un costado, pidiendo libertad.
    Pero el enojo de Tachimukai era tanto que no iba a dejarlo tranquilo, fue a su búsqueda, pero antes de que siquiera pudiera girarse un cuerpo más grande que él fue a tumbarlo, cayendo directamente al piso sin poder emitir alguna queja.
    Y en un momento todo se tornó algo distorsionado, hasta que se recuperó en cuestión de segundos y solo eso basto para recordarle que estaba enojado y que ahora lo estaba más, ese idiota que le había empujado iba a escucharle.
    — ¿¡Se puede saber qué demonios le pasa?! ¿¡Cómo se atreve a empujar a las personas así?! —Con toda la furia acumulada se atrevió a ver a los ojos a su atacante, reconociendo unos ojos muy negros, demasiado.
    No sería raro, pero el cabello alborotado color rosa y aquella piel morena no todo el mundo lo tenía.
    Y sobre todo aquella expresión de pánico le decía muchas cosas sobre esa persona, que ahora estaba sosteniendo en alto una pelota de futbol americano y con el cuerpo tan rígido que parecía que no podía ni respirar.

    — ¡Tsunami- san! —Un grito casi alegre salió del castaño, incluso se levantó para abrazarle, pero a los cobardes no se les da cariño, menos si el afectado había sido uno mismo — ¡TSUNAMI –SAN! —La alegría se convirtió en furia de pronto, acordándose de todo lo que había pasado y como hace casi un mes su “amigo” ni siquiera se había comunicado con él.

    —Ho… hola Tachi…

    Un aire frió paso por la espalda del moreno, mirando fijamente los ojos azules mirándole con rabia, buscando que decir.
    De la nada uno de sus amigos, como gracia divina fue corriendo a su lado, llamándole, era su oportunidad.
    Tiro la pelota a su amigo de cabello celeste y sin decir nada más, empezó a correr como si su vida dependiera de ello, huyendo de un castañito peligroso.

    Había estado evitándolo por tanto tiempo que ahora no podía echar a perder todo su esfuerzo. Todo su corazón y fuerza de voluntad la había usado para no buscar a su pequeño amor.
    Pero no calculo que aquel que tanto evitaba estaba corriendo tras el a punto de alcanzarlo, tenía una mirada tan fiera que de verdad sentía que iba a morir.
    — ¡Por favor déjame vivir! —Asustado corrió con más fuerza, dando pasos más grandes aprovechando que sus piernas eran largas.
    Tenía que buscar un escondite, tenía que encontrar un lugar donde Tachimukai no pudiera encontrarle nunca. Un lugar donde empezara una nueva vida como Juan Perez.

    — ¡No huyas cobarde!
    En cambio a lo que pasaba en la mente del moreno, Tachimukai no iba a dejar que escapara , no ahora, no nunca y eso que había intentado con todo su corazón olvidar el asusto, pero si la vida le había dado la oportunidad de dejarle las cosas bien en claro al moreno, lo iba a hacer.
    Pero que huyera, que corriera de esa manera y que no le quisiera hablar solo incentivaba las ganas de alcanzarlo para poder darle su merecido, estaba siendo un total cobarde, eso no se le hacía a un kohai.
    — ¡Tsunami-san! ¡Deje de huir! —Alargando los pasos que daba intento alcanzarlo antes de girar en una esquina, porque esa calle estaba abarrotada por los negocios y si entraba ahí probablemente lo perdería.
    No podría alcanzarlo porque él siempre iba más rápido que el, en todo, en la vida, en sus sentimientos.
    Si entraba ahí realmente lo perdería, lo perdería para siempre.

    Y aunque su mente le decía que se detuviese, que no tenía sentido porque el hecho que corriera le corroboraba la respuesta que le había dado aquella vez que le había dejado plantado en la torre de Inazuma, su corazón era el que le hacía correr más rápido, porque quería comprobarlo, porque quería que se lo dijera en la cara.
    Y si tenía que decirle que ya no quería verle más, que ya no quería ser su amigo, quería que Tsunami fuera lo suficientemente valiente para hacerlo teniéndole en frente.

    Dio un giro lo suficientemente rápido para poder esquivar a una mujer mayor y cuando entro en la calle, vio aquella espalda ancha aun corriendo y buscando perderse entre la gente.
    No, no lo dejaría.

    — ¡Tsunami-san! —Grito su nombre con fuerza, llamando la atención de mucha gente que le veía correr, preguntándose qué hacia un niño armando escándalo, pero incluso eso no le importo — ¡Tsunami-san, deténgase!
    Grito otra vez con más fuerza, soportando el frio en sus mejillas y esquivando por cuarta vez a otra persona que se atravesaba en su camino.
    Le estaba perdiendo de vista, se estaba alejando cada vez más.
    — ¡Tsunami-s…! —Choco con un grupo de jóvenes que parecían salir de un restaurante, fue tan rápido que no logro verlos ni ellos a él, pero eso tampoco le importo, se levantó y continuo corriendo, si darse que cuenta que uno de ellos le había amenazado con el puño y le había gritado.
    Su segunda caída en el día, eso era muy mala suerte.
    Pero era peor el haber corrido de frente todo lo que podía y haber perdido al mayor, porque no vio más su espalda, ni su cabello rosa.
    No vio ni un rastro de él, ni cuando se detuvo y miro a los lados.
    Por fin había llegado al final de la calle, pero por delante no lo iba a encontrar, tampoco a los costados.

    En un impulso se volvió en el camino, revisando si no había un punto que hubiera evitado, sabía que era inútil, ahora si lo había perdido, ahora si no lo iba a volver a encontrar, ahora si su cerebro podía formular una respuesta clara y precisa.
    Ahora si había perdido a su amigo.
    —Que importa, no es como si no supiera que ya no quería verme —Intento reír, viendo las calles aledañas desoladas, tenía que volver a casa.
    Era tarde.
    ¿Pero por qué tenía esas ganas de llorar? ¿Por qué su pecho le dolía tanto? ¿Acaso era por el cansancio? ¿Era por qué había torcido el tobillo cuando había caído? ¿Era por qué ya no iba a volver a verlo nunca más?
    —No importa, no importa —Se limpió las lágrimas y camino como si nada hubiera pasado, pero el dolor en su pie era intenso y quiso culparlo a él del dolor que sentía en su corazón —Estúpido Tsunami-san…

    Estaba tan lejos de casa, pero tampoco quería llegar a ella, sus padres harían preguntas.
    Ya no quería más preguntas.

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    Sinceramente pensaba acabar la historia de Tachimukai en este extra pero ando viendo muchos doramas y me gusta cuando dejan en suspenso de cosas dramáticas…
    En fin pronto sabrán que pasara con estos dos, solo esperemos que Tsunami no se vaya del país.
    Sobre el dibujo, ando probando cosas, odio el dibujo en digital pero ahí ando aprendiendo… Deséenme fuerza para seguir practicando.

    Pobre Tachimukai, ¿Quién quiere pegarle a Tsunami?
    ¿Me extrañan o me puedo echar tierrita?
    Recuerden un comentarito hace feliz a mi pobre alma y me anima a escribir u-u9
  5. .
    Nueva suscriptora, esperare los demás capítulos uwu
    Ahora mi momento de fangirl:
    ASDASDJASDJSADASJHDGAJHDGSAJHSDGAJDHAS KJDGHSAKJSDSAKJDGSAD Es hermoso, quiero más y más, amo esta pareja y quiero más, más drama, más del Shindou promiscuo y ver a más personajes del Go.
    Sin más otro ASDKSAGDJSAHFDAHJDGJASDHASJDH GASJDHGASJDHGASDHGAS ES HERMOSO, me marcho, espero lo continúes, gracias <3
  6. .
    Hola chicos, tanto gusto en volver a publicar, luego de tanto…
    Ahora esperen 6 meses más para lo que sigue (¿) Nah, espero que no tanto… espero. En fin, ¿Cómo estáis? ¿Les está gustando Ares? Yo ando en contradicción porque mis bebos preciosos están siendo eliminados tan fácil… que duele.
    Les dejo unos dibujitos medio raros que intente dibujar a digital… Aun no puedo del todo, pero iré aprendiendo.
    También ando escribiendo otro fanfic de esta parejita, pero no saldrá hasta que tenga un buen avance para evitar hiatus tan grandes u-u
    Sin más, disfruten el capítulo, os quiero.


    CAPITULO 25:

    SORPRESA



    Sentía la cabeza muy pesada, incluso un poco mareada aun y la oscuridad de donde estaba no le ayudaba, a lo lejos oía tres voces, dos de las cuales ya conocía muy bien.
    Sus amigos parecían hacer preguntas y preguntas, a una voz femenina que intentaba tranquilizarlos, y que parecía algo exasperada.
    —Ya les dije que está bien… ¿Tanto les cuesta creerlo? —Volvió a insistir la femenina voz que no parecía estar contenta —Si siguen así voy a tener que sacarlos, enserio.
    —¿Pero que tiene? ¿Es muy grave? —Escucho la voz preocupada de quien parecía su amigo de cabello verde.
    —Lo vuelvo a repetir, no tiene nada. Solo un desmayo.
    —No me mienta… Soy fuerte y puedo afrontarlo —Si, era Midorikawa y estaba dramatizando como siempre.
    Quizás debía pararse y decirle que se callara, que estaba bien, aunque no podía decir que sentía bien del todo, no sabía dónde estaba y cuando por fin pudo vislumbrar algo, vio sobre su cabeza la luz blanca de un foco, un cuarto igual de blanco, y a su lado había una cortina, sobre la que podía ver las sombras de unas personas, eran sus amigos.
    Era su turno de pararse y decirles que estaba bien, pero su cuerpo estaba muy pesado aun.
    Aun asi lo intento, movió su brazo para tocar la cortina y dejo caer por accidente de una mesita que había a su lado, una charolita de metal que resonó por toda la habitación, y apenas se oyó el estruendo, la cortina se abrió de par en par, dejando a ver a un joven mujer de aspecto serio y el cabello atado, mirándolo algo sorprendida, y atrás de ella, sus dos amigos mirándole muy fijamente.
    — ¡Estas vivo! —Exclamo otra vez Midorikawa, posándose a su lado y sonriendo, dejando en la cara de Kazemaru tranquilidad pero a la vez una sonrisa, el peli verde siempre iba a exagerar.
    Parecía que se sentían muy aliviados, como si algo les hubiera preocupado mucho.
    —Parece que ya despertó señorito —
    —Si, lo siento… ¿Qué me paso? —Shirou aún estaba algo perdido entre tanto revuelo, además necesitaba respuestas, muchas respuestas—Lo último que recuerdo es que…
    —Te desmayaste —Ese fue Kazemaru, sentándose a su lado, poniendo su mano sobre su cabeza y acariciándolo —Nos diste un gran susto…
    —Si, de la nada te vimos caerte al suelo, y no respondías —Vaya, realmente había razones para preocuparlos —Así que corrimos y te trajimos a una pequeña enfermería que quedaba cerca.
    —Realmente nos asustaste.
    El albino no sabía cómo responder a aquello, no creía que hubiera pasado algo tan grave, pero al parecer si, y él ni cuenta se había dado. Ahora la pregunta era el por qué había pasado todo eso, suspiro —Lamento haberlos preocupado chicos —Les debía una disculpa muy grande a sus queridos amigos, habían hecho mucho por el.
    Les tomo de las manos a ambos en agradecimiento, cerrando los ojitos y dejándose mimar un poco por ambos. Ya sentía que tenía las fuerzas para levantarse, así que se acomodó sobre la camilla y se examinó a si mismo fijamente, antes de que un carraspeo a su lado le hiciera darse cuenta que había otra persona más ahí.
    —Se te bajo la presión, y tu amigo me conto que no has estado comiendo muy bien ¿Algo más de lo que deba enterarme? —Pregunto la doctora de turno, tomando unas hojas y anotando ciertas cosas.
    Shirou se quedó callado por un momento, analizando la situación —No… —Analizo muy bien lo que iba a decir —Solo que me sentí mareado cuando caminaba, es todo.
    —Como dije, la presión se te bajo —Repitió — Pero estas bien, no veo nada malo aparte de eso.
    Se puso a su lado, pasando su estetoscopio por su pecho y examinándole muy rápidamente. Y el, se dejó, porque no podía hacer nada y porque suponía era por su bien, hasta a él le había asustado desmayarse.
    —Estas algo delgado para tu edad, debes agarrar más peso, y no es permitido que te saltes de ninguna comida ¿Entendido? —Finalizo aquella doctora, volviendo a anotar algo en unas hojas, parecía muy concentrada —Te voy a recetar unas vitaminas, y una dieta especial, pero si vuelves a sentirte mal, quiero que vayas a un hospital para hacerte un examen, lamentablemente aquí no tengo mucho como para hacerte un examen especializado, pero no parece nada grave —Le tendió una hojita, con una letra muy extraña en ella.
    Shirou se tomó un tiempo para ver la extraña letra, y luego de poder tener fuerzas para caminar, la doctora de turno los dejo marchar no sin antes avisarle que debía cuidarse.
    Y el albino solo asintió, dejándose ayudar por sus amigos en el camino a casa. Aunque antes de irse, Kazemaru se detuvo por un momento, como queriendo preguntarle algo más a la doctora, pero se arrepintió y volvió a su lado, y los tres amigos siguieron su camino.
    Hasta se habían olvidado de la visita al templo, aunque de hecho el albino aun quería ir, pero sus amigos no se lo permitieron por todo lo que había pasado anteriormente, no querían ponerlo en riesgo, era mejor ir a casa a descansar.
    Su linda salida al templo se había interrumpido por sus malos hábitos alimenticios, que pena.
    Aun así les hizo caso y en cuanto llegaron, lo dejaron descansar en el sofá de la sala, suspirando un poco y necesitando un poco de aire por todo lo extenuante que había sido la situación.
    Le trajeron algo de agua y se sentaron a su lado, mirando de que no tuviera algo malo que se les hubiera pasado. Aunque el más preocupado era el cabello azulado, que lo miraba tan raro y fijamente, que empezaba incomodarlo, como si examinara su propia alma, y quería preguntarle el porqué, pero hasta tenía miedo de decir algo malo.
    Quizás si podía aguantar esa mirada incomoda, quizás.
    Entonces Kazemaru volvió a moverse, tomando en sus manos la receta que le había dado la doctora y ahora empezó a examinarla, tan profundamente, que suponía que realmente le había dado un gran susto para que estuviera tan preocupado por el.
    Aunque en cuestión de minutos, su amigo se marcho y volvió al poco tiempo con un plato de comida, algo de arroz con verduras aderezadas que había encontrado en la refrigeradora de la casa y que se tomó el tiempo de calentar, se lo ofreció, no sin antes suspirar profundamente.
    —La doctora nos dijo que debías empezar a comer bien, asi que empiezas desde ahora —Dijo, no, más bien ordeno, pasándole los palillos.
    Shirou solo lo agradeció, mirando fijamente el bol de arroz entre sus manos, quizás si debía disculparse más profundamente, aunque culpa suya no había sido, por lo menos no tan en parte, era culpa de su estómago por no querer comer adecuadamente, pero, se sentía tan mal… Lo menos que podía hacer ahora era rechazar su amable ayuda.
    Con un muy silencioso —“Gracias por la comida”— Tomo los palillos y se metió una buena porción de arroz en la boca, apenas dio unos cuantos bocados mas antes de siquiera poder degustarlo, dejo con una gran rapidez el bol sobre la mesa, y salió casi que volando hacia el baño que quedaba más cerca de su casa ante la mirada atónita de sus amigos.
    Y en especial del de cabello azulado, que apenas lo vio correr, corrió con el para sujetarlo y ayudarle, en una escena no muy bonita. Shirou sentía como se le iba todo lo poco que había comido, y el asco que sentía al terminar no se le quito ni limpiándose muy bien.
    Todo eso que le estaba pasando era horrible, y estaba empezando a odiar su estomago por ser tan sensible.
    Pero cuando creyó que ya podría tranquilizarse por que el malestar había pasado un poco, y volvía al lado de Midorikawa, que lo veía más que preocupado, todo se tornó muy extraño con su otro amigo, incluso más de lo que estaba. Ni siquiera lo dejo acomodarse bien en el sofá, cuando se puso frente a él con una mirada demasiada seria.
    —Kazemaru… ¿Qué es lo que sucede?
    Incluso aunque pregunto, este seguía ahí, mirándole.
    —Kaze-chan… ¿Pasa algo? Realmente estas empezando a dar miedo —Intervino Midorikawa, tomándole del brazo, pero ni eso ayudo a que siguiera mirando fijamente al albino.
    —Shirou… —Por fin hablo, dándole un susto al nombrado — ¿Tu y Gouenji ya han tenido intimidad?
    ¿Qué?
    Tanto el albino como Midorikawa se quedaron totalmente callados ante esa pregunta, la habían entendido muy bien, y a los dos les causo tal vergüenza, que se sonrojaron, pero era el de cabellos platas que no quería responder realmente esa pregunta —<< ¿Por qué de pronto todos querían saber de su vida privada? >> — Intento incluso no saber de lo que hablaba.
    —¡Kazemaru! —Llamo la atención el de pelo verde, sacudiendo con más fuerza el brazo de su amigo —Esas son cosas privadas, no puedes simplemente preguntar eso.
    —Silencio Midorikawa, necesito saberlo —Lo callo Kazemaru, esperando su respuesta.
    No iba a dejar de mirar a Shirou. Pero este se había quedado tan anonadado que parecía difícil que dijera algo.
    —¿A…A que te refieres con intimidad? —Pregunto con inocencia fingida, luego de un rato evitando mirarle a los ojos.
    —Sabes a lo que me refiero…
    —Realmente no lo sé…
    —¿Ves? Shirou es muy inocente para eso —Midorikawa intentaba mediar, no quería otra pelea entre ellos. Incluso olvidándose la conversación tan rara que había tenia con el de cabellos platas hacía ya mucho tiempo.
    Pero Kazemaru volvió a no hacer caso.
    —¡Shirou! ¡Lo sabes!
    —Realmente no… Yo-Yo —Tartamudeo Shirou, queriendo poder esconderse en cualquier lado.
    Seguía sin querer responder, creyendo firmemente que si demostraba lo inocente que era nadie le preguntaría algo así, porque no quería que ya alguien más fuera de Gouenji y el supiera de sus intimidades.
    —No entiendo a qué te refieres con intimidad…
    Pero el tono de voz de su amigo no se lo espero, y menos asi.
    —¡Me refiero a sexo! ¡Sexo! —Grito, perdiendo la paciencia — ¿Gouenji y tú ya han tenido sexo? Oh más claro ¿Él ya te ha metido…?
    —¡Kazemaru, basta! —Interrumpió Midorikawa, no dejando que se dijera algo más en la sala. Estaba realmente sorprendido por como ambos habían perdido la calma, y la suma vergüenza que expresaba el rostro del más pequeño. Ni el entendía que estaba pasando, pero debía resolverlo —Shirou no necesita oír eso ¿Verdad? —Se giro hacia él, viendo lo rojo que estaba su rostro y también lo impactado que estaba.
    Su cara era la total expresión de la vergüenza.
    Y hasta Kazemaru entendió que se había sobrepasado.
    —Solo… —Bajo el volumen de su voz, suspirando —Quiero saberlo, es importante para mí y para ti Shirou.
    ¿Por qué sería importante para el saber algo que ya sabía? Cuestiono Shirou, intentado salir de ese momento de shock, pero tampoco podía escaparse de esa pregunta.
    —Nosotros… S-Si hemos hecho eso —Admitió por fin, cubriendo su rostro de la vergüenza.
    Y un suspiro lastimero se escuchó fuertemente, junto con un alarido de sorpresa.
    —¿Se protegieron? —Pregunto otra vez al albino. Y esta vez no tuvo una respuesta verbal, apenas un movimiento de cabeza negativo fue suficiente, antes de que se sentara al lado de su amigo y le tomara de las manos, para mirarle con una mirada de ¿Pena? ¿Comprensión? No sabía explicarlo.
    Porque todo el enojo de Kazemaru se había ido, más la sorpresa de Midorikawa aun no. Que no entendía de toda la situación.
    Pero de un momento a otro, lo entendió —No estarás insinuando que… —La idea no quería salir de sus labios. El peli verde no quería hablar.
    Y Shirou quería entender también, por que todo se había vuelto tan feo y por qué ahora había tanto silencio en su casa, y sobre todo esas miradas tan de ¿Preocupación?, No sabría explicarlo.
    — ¿Qué les pasa chicos? Juro que están asustando —No aguantaba la sensación, menos las miradas.
    Pero Kazemaru lo siguió mirando, dándole un abrazo y tomándole de los hombros, antes de soltar unas palabras que no le dejarían respirar.
    —Shirou, estas esperando un bebé.

    El tiempo se detuvo en solo ese momento, como si no pudiera sentir nada de lo que pasaba a su lado, sus ojos estaban tan abiertos de par en par, sin poder pestañear y sin poder decir ni una sola palabra, ¿Por qué? de todo lo que podían haber dicho sus amigos, habían dicho algo como aquello ¿Por qué? ¿Acaso no sabían lo que estaban diciendo?
    — ¿Qu-Que clase de broma es esta Kazemaru? —Se rio torpemente, soltando su mano —Tengo 15 años, no puedo tener un bebé… —Volvió a reír incómodamente, intentando evitar la mirada tan profunda de los dos pares de ojos que no dejaban de verlo. Deseaba, en verdad deseaba que en un momento uno de sus amigos empezara a reír y le dijera que si era una broma, estaba rogando por ello.
    Pero Kazemaru no parecía bromear.
    —Shirou… —Siguió oyendo con voz suave —Tienes todos los síntomas, además tuviste relaciones sin protegerte, y no importa la edad que tengas, si tu cuerpo está preparado…
    —Dije que es imposible… —Repitió levantándose del sofá y caminando un poco, hacia la ventana, evitando ver a alguno de sus amigos —No he terminado la secundaria, soy muy pequeño… —siguió excusándose, con una voz muy evasiva.
    Sus dos amigos le miraron con una cara muy triste, casi compasiva, en especial uno de ellos, que a pesar de todo le entendía, sabía lo que debía estar pasando en ese momento.
    Kazemaru no había olvidado la cicatriz que tenía en su alma.
    —Yo tampoco había terminado la secundaria, no tenía idea de nada, y aun así tu sabes lo que paso… Lo que me paso —Enfatizo Kazemaru —No sabes cuánto me dolió, cuanto miedo tuve.
    —Esto… Esto es distinto, yo no puedo… —De pronto su voz tuvo un dejo de tristeza, de llanto, como si estuviera aguantando las ganas de romper a llorar.
    Y se dio la vuelta, mirándolos, con unas pequeñas lágrimas en los ojos.
    —Esto no puede ser verdad…
    Como podía aceptar tan fácil algo que podría cambiar por completo su vida ¿Como? Asi su amigo le dijera que podia entenderlo, no podía aceptarlo, definitivamente no, todo cambiaria, todas las cosas que se le vendrían encima, como reaccionaria su novio….
    Nada sonaba a que iba a estar bien. Nada.

    Ya no pudo soportarlo más, se cubrió el rostro con las manos, dejando escuchar su llanto y cayó al suelo, encerrándose en su propio espacio, Midorikawa se le quedo mirando sin saber que decir, el tampoco sabía cómo enfrentar esa situación, ya por segunda vez.
    Solo lo empezó a consolar, cuando el llanto se hizo mas fuerte, cuando dos llantos empezaron a oírse en esa habitación, y al poco rato se le unió uno más, en que tres personas lloraron sin saber cómo sentirse.
    Uno por la desesperación, otro por los recuerdos, y otro por el miedo.

    ****** (\*◊*/)******




    Se hizo la tarde antes de que siquiera se dieran cuenta, y un pequeño albino dormía tranquilamente luego de haberse calmado, sus cabellos eran acariciados por una cálida mano, y a su lado estaban dos de sus amigos, mirándose con atención, y hablándose en señas, antes de salir de ahí y dejarlo todo en silencio. había tomado demasiado tiempo para que su amigo pudiera calmarse.
    —Deberíamos ir a comprar la prueba ahora —Menciono Midorikawa mirando hacia afuera.
    —Andando entonces —Con un suspiro, Kazemaru le dio la razón, abriéndole la puerta.
    El de cabellos verdes había tenido un atisbo de sabiduría y de razón, cuando luego de que el albino dejara de llorar tan profundamente, dijera que no debían adelantarse a los hechos, esos síntomas no eran totalmente razón de un embarazo, y quizás estaban dramatizando por nada, así que lo mejor sería asegurarse.
    Pero tampoco quería crear expectativas falsas sobre que fuera mentira, así que solo se lo dijo a Kazemaru, en que los tomaron el valor para ir a una farmacia juntos.
    Y ya estaban camino a ella.
    Que por suerte no quedaba tan lejos, aun así, sabían que llegado el momento, comprar cierto aparatito no iba a ser fácil por su edad, pero en su mente solo quería llegar, comprar y salir corriendo, ese era el plan, lo harían juntos por que así no les mirarían raro, esperaban.
    Pero todas esas ideas se fueron juntas, cuando al llegar, entrar y caminar cerca del aparador donde estaban esas cosas, sintieron tan vergüenza al ver como una mujer mayor los miraba con curiosidad y parecía murmurar algo.
    Pensaron que lo mejor sería caminar por ahí, y comprar cuando no hubiera nadie mirándolos, pero mientras iban pasando los minutos que se sumaban cada vez, supieron que no debían tardar tanto, que Shirou en cualquier momento se levantaría y al no verlos, podría quizás salirse de control o algo peor.
    Fue Kazemaru el que tomo la valentía, espero que nadie lo mirara, tomo una cajita, tomo la mano de Midorikawa, que sorprendido se vio arrastrado hacia el mostrador, en donde una jovencita los miraba lista para atenderlos.
    —¿Qué necesitan? —Pregunto amablemente, dejando lo que estaba haciendo para atenderlos.
    —Nosotros… Este, vamos a comprar esto.
    Con mucha timidez el de cabellos azules dejo la cajita encima del mostrador, pero antes de poder dejar que la muchacha lo registrara, una mano se puso sobre la de ella, una de piel algo morena, que al instante se avergonzó.
    La mujer extrañada, los miro de soslayo y escribió en su computadora, registrando la compra.
    —Entonces una prueba de embarazo… —Lo dijo lo suficientemente fuerte para que algunas personas miraran a los jovencitos, y que ella también los mirara raro mientras verificaba el precio —Serán 800 yenes.
    —Ah… esto, esto no es para nosotros —Dijo, intentando evitar las miradas.
    —¿No? —Pregunto la dependiente, mirándolos sin creérsela.
    —¡Es para mi mamá!
    —¡Es para mi madre!
    Sin darse cuenta los dos amigos habían gritado al mismo tiempo, intentando que no siguieran pensado cosas ya raras de ellos. Pero tan pronto como se dieron cuenta, se miraron.
    —¡Somos hermanos! —Arreglo el asunto Kazemaru, aunque dudaba que pudieran créeselo del todo. No eran casi nada iguales.
    Pero paso, la mujer lo dejo pasar, asi como todos los demás, y mientras se iban sintieron aun las miradas tan profundas de gente muy mayor que ellos, que probablemente no se habían creído nada de lo que habían dicho, muy probablemente.
    Y a la vuelta de la esquina, corrieron como nunca, alejándose de aquella farmacia, y por fin pudieron continuar su camino.
    Eso, hasta que Midorikawa se detuvo, con la excusa de ir a comprar algo, que moriría de hambre y que muy probablemente su amigo Shirou también.

    Kazemaru se sentó en una banca de un parque cercano, era el parque que siempre estaba de camino a su escuela, escuela a la que debían ir muy pronto, las vacaciones de fin de año eran muy cortas y pronto tendrían que volver. Aunque de volver, volverían con una sorpresa muy grande.
    En su mente solo tenía la idea de cómo tendría que apoyar en esta nueva etapa, todo lo que tenían que hacer, no podía dejarlo solo, además como podría abordar el asunto con Gouenji, que era el principal responsable de todo eso, hacerle algo no tendría sentido, pero quería verlo comprometerse a todo el asunto, después de todo, Gouenji era su amigo, y él no era como cierta persona que había conocido. Tenía su fe en ello.
    —Este… Kazemaru, ¿Hola?
    Le regreso de sus pensamientos la voz de su amigo, agitando la bolsa de la compra frente a su rostro, y con la nariz algo sucia.
    —¿Qué te paso?
    —Me caí… Pero no le paso nada a la prueba, te lo juro —Aviso rápidamente, antes de siquiera le preguntaran.
    El se la había llevado, claro. Pero si decía que nada le había pasado, era porque algo le había pasado. Y eso Kazemaru no se lo acepto, quitándole rápidamente la bolsa de la farmacia donde estaba la cajita, maltrecha, sí, pero viva.
    —Con que nada, ¿Eh?
    —Te juro que está bien.
    Se aguanto las ganas de gritarle, lo importante es que estaba bien, no le había pasado nada a ese aparatito, además no tenía ganas de ir a comprar otro. Se había salvado esta vez.
    Continuaron el camino, con Midorikawa que miraba nerviosamente la bolsa que tenía en sus manos, y un Kazemaru que solo estaba enfocado en llegar a casa de su amigo.

    Al llegar vieron que la casa aun se encontraba en un total silencio, y subieron para comprobar que su amigo aun estaba durmiendo, pero cuando abrieron la puerta no lo vieron echado en la cama, lo que vieron les helo un poco el cuerpo.
    —¡Shirou! ¿Qué estas haciendo? —Pregunto exaltado Midorikawa, viendo como el albino estaba sentado en el borde de la ventana, mirando hacia afuera como si tuviera algo en mente.
    Este apenas reacciono cuando oyó su nombre, girando su cabeza y mirando de soslayo a sus amigos, dando una apenada sonrisa —Lo siento —Susurro, girándose por completo y volviendo a la habitación con un saltito —Solo estaba pensando.
    —¿Pensando en qué? —Midorikawa aun exaltado, se acerco a la ventana para cerrarla y tomar a su amigo de la mano y llevarlo lo más lejos que podía de ahí.
    —Solo… Quería aclarar mi mente —Volvió a decir algo decaído, sentándose en la cama y mirándose las manos —Estaba pensando en que iba a hacer.
    —El suicidio no es una solución —Comento Kazemaru, sentándose a su lado —Aunque dudo que tu hayas pensado eso.
    —¿Suicidio? ¿Qué suicidio? —Pregunto mirando dudoso a los lados, dándose cuenta de como se pudo malinterpretar lo que estaba haciendo —¿Qué? ¡No! —Negó con las manos —Yo solo quería algo de aire libre, no intentaba…
    —Ya lo se, pero ten cuidado, casi matas de un susto a Midorikawa y a mi.
    —Lo siento —Se disculpo, dejado un silencio incomodo, la verdad es que no tenia ganas de pensar en nada, solo quería dejar su mente en blanco.
    Kazemaru suspiro, levantándose y saliendo de la habitación con las bolsas que llevaba lo que habían comprado, con la excusa de que prepararía algo, ya iba a ser la hora de cenar y ninguno de ellos había probado alimento.
    Pero ni Midorikawa ni Fubuki querían quedarse solos en una situación así, Shirou solo quería no pensar en nada, quería borrar todas las ideas de su mente —No quería quedarse solo— así que le acompañaron, sentándose solo en una silla alrededor de la mesa de la cocina mientras el de coleta se ponía a pensar que preparar.
    —¿De verdad pensaron que me iba a tirar? —Cuestiono el pequeño mirando a su amigo a su lado.
    El aludido se sorprendió, dando una sonrisa nerviosa —Cualquiera lo pensaría con toda esta situación —Se defendió, a pesar de haber pasado tan feo momento.
    Aunque en un segundo pareció acordarse de algo muy importante y corrió a revisar una de las bolsas que había llevado, sacando de ella una cajita muy curiosa que puso en frente del albino.
    —¿Eso es…? —La tomo entre sus manos, revisando el contenido y no pudo evitar sonrojarse.
    —Una prueba de embarazo.
    —¿Pero por qué? —Aunque la respuesta era muy simple, Fubuki siguió examinando aquel aparatito de color blanco con una cosa rara rosada que tenía en la punta.
    —Es obvio, Midorikawa intenta comprobar que estas embarazado —Se metió Kazemaru, cortando algunas cosas en la cocina —Piensa que quizás nos adelantamos a los hechos, quizás no lo estas.
    Quizás…
    Con solo esas palabras el rostro del albino soltó una pequeña sonrisa, como ilusionado que fuera verdad. Había estado culpándose tanto, tocándose el estomago sin parar y sintiendo una ansiedad super creciente en su corazón.
    Pero tan rápido como sonrió, tan rápido se apago su sonrisa ante las palabras de su otro amigo.
    —Dije que puede, no quiero darte las ilusiones de que es mentira.
    —Si, lo sé… —Un miedo increíble se instaló en sus facciones, pensando si era lo correcto — lo entiendo… pero prefiero confirmarlo antes de quedarme con la duda —Fubuki se levantó, con el aparatito en manos y la caja, muy decidido — Denme un momento —Camino hacia lo que parecía el baño y se encerró ahí, sin saber siquiera como usar aquella cosa.
    Pero le tomo mucho tiempo, siguió las indicaciones con mucha duda, sintiéndose observado hasta en su propia casa y salió con esa cosa en la mano, con el corazón latiéndole a mil, sin saber que sus amigos al verlo salir también estaban igual o más nervioso que él.
    Y que habían estado esperándolo desde que entro.
    Se acerco a la mesa, sentándose de nuevo y mirando fijamente la ventanita que tenía el aparatito.
    En ese momento tanto como Midorikawa y Kazemaru se olvidaron de lo que estaban haciendo y se acercaron a su lado para mirar, contando el tiempo.
    Eran los 5 minutos mas largos de su vida.
    Shirou tuvo mucho que pensar en ese momento, tanto, tanto que se puso nervioso y se paro de la nada, ya sin querer mirar, y apenas habían pasado 4 minutos, le asustaba tanto saber el resultado que necesitaba calmarse.
    —Ya salió…
    Aquellas palabras estremecieron al albino, dándose vuelta y acercándose rápidamente, pero de nuevo el miedo le invadió, quedándose solo a unos pasos.
    —¿Qué… que salió? —Pregunto con miedo, deseando escuchar un no dé respuesta.
    Pero de nuevo se quedaron en silencio.
    —Es positivo Shirou —Sentencio Midorikawa, en esos momentos se arrepentía un poco de haber dado aquella idea —Yo pensaba… que saldría negativo.
    Pero el albino solo bajo la mirada y dio una sonrisa casi triste, sintiendo la desilusión en cada parte de su alma.
    —No te preocupes… —Susurro —No es como si no me hubiera hecho ya a la idea, solo confirmamos que era verdad ¿no?
    —Shirou…
    De nuevo unas pequeñas lagrimas amenazaron con escaparse, pero esta vez Shirou no se sintió tan fuerte, y se abrazo a si mismo, llorando de nuevo y corriendo hacia su habitación, si, era una pequeña vida creciendo en su vientre, de alguna manera todo parecía estar mal, no era lo que él deseaba para nada.
    << ¿Cómo voy a decírselo a Shuuya? >> Se pregunto mentalmente, sintiendo mas miedo que nadie —Su padre va a matarnos… —Se repitió, sintiendo como le dolía el corazón y más lagrimas se le escapaban —Ahora sí que se va a enojar tanto con nosotros… y Shuuya va a estar tan decepcionado.
    Se encerró en su cuarto, sin escuchar las palabras de sus amigos y se acerco a un retrato que tenia cerca, donde estaban sus padres —Seguro ellos estarían tan tristes por esto— Se repitió, sintiéndose tan mal, echándose la culpa de todo lo que parecía estar pasando en esos momentos.
    Pero es que era su culpa, tenia ya 15 años, era totalmente consiente de todo lo que le habían enseñado en la escuela y nunca lo tomo en cuenta, siempre se dejaba llevar por lo que el y su pareja sentían en momentos demasiado pasionales, nunca se preocuparon en nada, era su total culpa, el nunca puso un alto, nunca se preocupó.
    Y ahí estaban las consecuencias.
    Se toco el vientre con fuerza, asustándose tanto de sus pensamientos, y la ansiedad creciente, sintiendo las ganas de golpearse con tanta fuerza para que lo que fuera que estuviera dentro de él, desapareciera, pero a la vez sabia que no tenia esa fuerza ni la voluntad, el solo pensar en eso era horrible, pero en un punto parecía que su calmada mente se había roto.
    Quizás pudiera revertir el problema, muchos chicos de su edad lo hacían.
    Se asusto de su pensamiento, estaba tan asustado de todo, ya no sabía que pensar.
    Se metió dentro de la cama, tocándose con fuerza la cabeza e intentando callar aquellas ideas que se le venían una tras otra, estaba perdiendo totalmente la razón en ese momento, tenia ganas de salir corriendo y desaparecer.
    No sentía tanta ansiedad desde que toda su familia había desaparecido, dejándolo solo cuando niño. Habia tenido tanto miedo de quedarse solo, miedo de no saber que hacer en el futuro que había querido desaparecer igual que ahora lo estaba sintiendo.
    —Basta, por favor, ya basta —Con lagrimas en los ojos que se deslizaban por sus mejillas intento calmarse, le dolia el corazón.
    Quizás si sus padres aun seguirían vivos, las cosas serian tan diferentes, su madre le habría hablado, quizás en esos momentos estaría ahí, abrazándole y explicándole como serian las cosas de ahora en adelante, diciéndole lo que ella había sentido cuando se enteró que él venia en camino, el miedo que tenía, pero también diciéndole que todo saldría bien.
    Y su padre estaría tan enojado, pero a la vez asustado de su niño.
    Quizás podría no haber conocido nunca a Gouenji…
    Su corazón dio un salto, espantado, aquella idea había sido tan horrible que se sintió solo por un momento. Shuuya ahora era su todo, lo amaba tanto y le había ayudado tanto en su vida desde que lo conoció, que no conocerlo, que no tenerlo a su lado era incluso mas doloroso que lo que le asustaba ahora.
    Sabía que no debía depender solo de una persona, pero sentía que se había vuelto tan importante en su vida, el solo sentir como lo abrazaba ya le llenaba de felicidad.
    Shirou había enfrentado tantas cosas en su vida, desde la muerte de sus padres, acoso y otras cosas horribles, había sido tan fuerte como podía, pero ahora de la mano de Shuuya sentía que podía un poco más.
    Quizás no fuera tan malo tener un bebé, quizás… Muchas personas mayores a ellos lo criticarían mucho, y siendo tan jóvenes no tendrían ni idea que hacer, pero se tenían a los dos, podrían salir adelante.
    No era tan imposible ¿Verdad?
    Quizás podría tener una familia de nuevo… Aunque no fuera de la manera que se hubiera esperado. Pero podía ser bueno si el destino lo quiso así.
    Ese ultimo dulce pensamiento le acompaño en la soledad de su habitación, mientras sus ojos se cerraban, cansado de llorar y le dejaban con pequeña sonrisa bajo sus mejillas rojas.


    ****** (\*◊*/)******



    Esa noche tuvo un sueño, el mas extraño que pudiera recordar, en que se veía a si mismo, feliz mientras preparaba algunas cosas en su casa, ansioso mirando hacia la puerta cuando de un momento a otro entro Gouenji, trayendo algunas cosas y saludándole tan amorosamente como podía, antes de preguntar por Setsu.
    ¿Quién era Setsu?
    De la nada aparecieron sus padres, tan felices y jóvenes como los recordaba, y a el pareció no extrañarle que aparecieran, trayendo un pequeño niño al que no le pudo ver el rostro, pero sentía amarlo en su sueño, tanto que lo abrazo y se sentó con todos a la mesa, contando tantas cosas, como el que había hecho en el tiempo que sus padres habían fingido sus muertes y habían reaparecido en su vida como si nada, o como había sido su viaje. Todo parecía tan hermoso, tan feliz.
    Cuando las voces se callaron, todo empezó a desaparecer poco a poco, incluso el pequeño niño que le tomaba de la mano y vio sus ojos, tenia la mirada de Shuuya, pero también su color de ojos, una mezcla perfecta de los dos, entonces se dio cuenta, ese niño era…
    Antes de siquiera poder decir algo, despertó, mirando la luz de la ventana que apenas se aparecía, acababa de amanecer hace poco.
    Se levanto, removiéndose entre las sabanas y sintió el ambiente frio del invierno.
    Camino descalzo hasta la puerta, que no recordaba haberla cerrado con seguro, entonces salió y siguió caminando hasta la sala, en donde vio a dos bultos en los sofás de su casa, que dormían muy tranquilos y también vio platos a medio comer sobre la mesa, además de uno completamente lleno y cubierto para nadie lo tocara, seguramente seria su cena.
    Suspiro, acercándose mas a la mesa, viendo aquel aparatito que marcaba dos rayas rojas y lo tomo entre sus manos, recordando lo que había pasado.
    No había sido un sueño, y no lo seria así lo deseara.
    Se sentó solo en el comedor, mirando su plato aun impoluto, y se aguanto el hambre que tenía.
    Acaricio su vientre con una mano, picándoselo y esperando sentir algo, había escuchado que los bebes se movían mucho, quizás era muy pequeño aún.
    — ¿En verdad estas aquí dentro? —Se pregunto, aun molestándolo.
    Volvió a suspirar, evitando que el llanto le ganara de nuevo, quería evitar pensar en cosas malas, además sentía que el haberse descargado la noche anterior y haber dormido tanto le había ayudado a tener la mente más despejada o por lo menos eso parecía.
    Si tenía un bebe ahí dentro, uno suyo y de Gouenji ¿Qué haría?
    Aun no lo sabía. Pero sabia que aun no estaba muy seguro de si querer tenerlo con tantas ganas. Muchos chicos y chicas de su edad cometían ese error, y muchos de ellos gastaban dinero en resolverlos. ¿El podría hacerlo? No… no podía.
    Era cierto que, si quería lograr tener una familia, unos niños preciosos que le llamaran papá, o mamá en este caso, pero no era la forma que quería tenerlos, no tan joven, no sin un futuro ya planeado y sin alguna experiencia en esas cosas.
    Pensaba… que quizás cuando consiguiera un buen trabajo luego de la universidad y se casara con Shuuya, podrían planear tener un bebe, para cuidarlo entre los dos, para poder darle todo lo que necesitara, para verle crecer. Pero parecía que aquel bebé se había saltado un buen par de años. Ese bebé.
    —Estas aquí dentro… —Dejo de picar su estomago para empezar a jugar con sus dedos —¿Tu papá se pondrá feliz al saber de ti?
    Si lo pensaba de manera positiva no podía ser tan malo, además los dos habían sido demasiado descuidados. Y los bebes eran bonitos.
    Si su hijo era como el en su sueño, entonces iba a ser el niño más lindo del mundo.
    Pero tenia 15 años y ni siquiera había entrado a preparatoria, no quería dejar de estudiar, no se lo perdonaría.
    Además, el padre de Shuuya los mataría a ambos cuando se enterase, aunque quizás Yukka estaría saltando de un pie al saber que sería tía.
    Pero no tenia dinero, no mas de lo que obtenía cada mes por lo que le habían dejado sus padres y por ser menor de edad no obtendría más hasta la mayoría de edad. Dicen que cuidar a un bebé era demasiado caro. Aunque el señor Gouenji era director del hospital Inazuma, tenían una muy buena posición económica el y su familia, incluso aunque Shuuya no le gustara presumir, pero si era así y los ayudaba, podían criar a su bebé sin mucho problema, por lo menos hasta que pudieran terminar todos sus estudios y ponerse a trabajar, estaba dispuesto a pagarle todo lo que les diera si era así.
    Pero también cabía la posibilidad que al enterarse los botara a los dos a la calle y tuvieran que aprender a como sobrevivir siendo unos niños con un niño.
    Trabajarían mucho, podrían vivir en su casa, y quizás seria muy difícil. Quizás tener a su bebé valiera la pena.
    Eran demasiadas preguntas por resolver, no tenia el tiempo para resolverlas todas, ¿que se supone que iba a elegir?
    —La verdad… Solo quiero que alguien me diga que todo va a estar bien, que yo, mi bebé y Shuuya vamos a estar bien — Una lagrima descendió por su mejilla mientras cerraba los ojos, deseando de corazón que su miedo le dejara en paz.
    Lo sabía, sabía muy bien que no quería perder lo que tenia en su vientre, no sabía el por qué, pero no quería dejarlo ir, por mas terror que le causara lo que fuera a suceder.
    Quizás si fuera otra situación seria fácil deshacerse de él, quizás ni lo quisiera en su interior.
    Pero esto si lo quería de alguna manera, por que era su responsabilidad, por que aun sin quererlo lo había hecho por amor, porque quería su familia devuelta, por que era de Shuuya, porque le había visto en sueños y lo había amado tanto, porque de alguna manera quería ver esos ojitos una vez llegara al mundo.
    Se sentía muy tonto.
    Tenia 15 años, y el día anterior se le había caído el mundo a los pies, había llorado tanto, por el miedo, pero ahora a pesar de estárcelo preguntado, tenia una respuesta en su corazón, una respuesta pequeñita y aun dudosa, pero quería seguir cuestionándolo hasta estar completamente seguro. Hasta que alguien le dijera lo que quería escuchar.
    Que estaría bien. Que no pasaba nada por ser un niño y tener un bebé, que podría superarlo. De verdad necesitaba escucharlo de alguien.
    Pero le detenía demasiado sus pensamientos sobre la realidad, que lo iban a apoyar, eso nadie se lo creía, ni el mismo. Odiaba ser muy pesimista a veces.
    —Shirou.
    Giro su rostro para ver de pie y tras el a Kazemaru, con su largo pelo sobre la espalda, suelto y todo revoltoso, además de unos ojos que muy difícilmente podían haber descansado bien.
    —¿Estas bien?
    Con cautela se acerco el de cabello largo, viendo como otra lagrima traicionera descendía por las mejillas rojas del albino. Le había escuchado hablar, y le había roto el corazón ver su desesperación, por lo que no pudo más y se acercó a él.
    —Kazemaru… yo…
    —Shirou… —Se puso a su lado, abrazando su cabeza entre su pecho, y acaricio sus cabellos con tanto cariño como podía —Todo va a estar bien ¿Sí? Ambos van a estar bien.
    Y Shirou lloro, abrazándose de la cintura de su amigo, sollozando tanto como podía.
    No recordó cuanto tiempo estuvo así, pero de verdad había necesitado desfogarse, que alguien estuviera a su lado para escucharle.
    —¿Está bien que… siga adelante? —pregunto tímidamente mirando aun hacia abajo, con el corazón exaltado.
    Kazemaru comprendió muy bien la pregunta, y a lo que se refería, pero tenía muy en claro que no era su decisión, pero podía ayudarle, quería ayudarle.
    —Yo seguí adelante —Respondió, recordando un poco de su vida —Aunque paso lo que paso ¿Tu quieres seguir adelante?
    Un movimiento de cabeza fue suficiente para él, si su amigo había tomado esa decisión le apoyaría, en todo momento.
    —No quiero dejar la escuela…
    —No lo harás —Volvió a acariciar su cabeza, tratando se sonar animoso —Puede que tengas que ausentarte un tiempo, pero te prometo que haremos todo lo posible para que continúes.
    —¿Quién va a cuidarlo cuando no esté?
    —Yo y Midorikawa nos turnaremos, de eso te lo aseguro, ese niño tendrá dos tíos que lo consentirán mucho.
    Con esas solas palabras, logro que el albino se riera un poquito.
    —¿De verdad todo estará bien?
    —Yo y ese pequeño dormilón te apoyaremos en todo —Le conforto, mirando a Midorikawa que aún seguía dormido —Cuidaremos a ese bebé, y le enseñaremos muchas cosas, también le compraremos muchas cositas, vas a ver que siempre va a sonreír.
    Antes esas palabras el albino sonrió, sintiendo un poquito de ilusión por aquel futuro que sonaba bonito, no estaba solo ¿Verdad?
    —Va a ser muy difícil Shirou, mucho… Pero vas a ver que saldrán adelante, tú y Gouenji podrán hacerlo —Enfatizo, siendo un poco realista —Y si Gouenji no quiere hacerse responsable le rompo las piernas —Bromeo, asustando un poco a Fubuki.
    —Shuuya no haría eso…
    —Lo se… Pero mis experiencias no fueron muy buenas ¿Sabes?
    —Yo… Si, lo siento…
    Kazemaru sabia que no era bueno asustar mas a el albino, menos con cosas tan dramáticas.
    —Aunque tienes razón en algo, no creo que Gouenji sea capaz de abandonarte —Acaricio su cabeza de nuevo —¿Cuándo se lo dirás?
    —¿Decirle que?
    —Lo del embarazo… —Dijo con obviedad —No pensaras guardarle la sorpresa durante 9 meses ¿Verdad?
    El albino esquivo la mirada, muy tímidamente —Claro que no… Es solo que aun no creo estar listo para decírselo —Y empezó a jugar con sus dedos —Pero se lo diré…
    —¿Quieres que yo se lo diga? —Pregunto, pensando que quizás Fubuki no iba a poder —Tratare de explicárselo bi…
    —¡No, no! —Grito tomándolo de las manos —Yo se lo diré, pero no le digas nada por favor… —Rogo, mirándole fijamente —Deja que yo se lo diga…
    —Shirou…
    —Te juro que se lo diré, es nuestro después de todo, pero dame tiempo… Por favor.
    Kazemaru suspiro, correspondiéndole con una mirada algo severa que luego se suavizo.
    —Bien, pero se lo dirás pronto ¿Sí?
    —¡Si!
    Kazemaru de verdad no estaba muy seguro de ese asunto, pero esperaba que Shirou pudiera ser valiente en esta etapa, y que las cosas salieran bien, de verdad deseaba que todo saliera bien.


    ****** (\*◊*/)******




    Las semanas pasaron muy rápido para Kazemaru, entre visitar a su amigo todos los días antes que se acabaran las vacaciones de invierno y el comienzo de su último semestre, los exámenes de admisión a la preparatoria estaban casi matándolo, puesto que se acercaban a pasos agigantados y tener que preocuparse por estudiar, por los estudios de su novio y por su amigo embarazado no le estaba haciendo ningún bien.
    De la semana de vacaciones y de clases que ya habían pasado desde que se entero de aquella noticia, Fubuki no había dado ni un pequeño paso en decirle a Gouenji que iba a ser papá, cosa que le preocupaba bastante, por que mientras mas lo ocultara seria peor, y mas en como reaccionaria la familia de él.
    Sin embargo, se aguantó las ganas de ser el que lo anunciara, sabia que no era su derecho, pero aun así le preocupaba que las cosas no hubieran avanzado, y mas cuando el tiempo estaba pasando, pronto el vientre de Fubuki empezaría a crecer y eso nadie iba a poder detenerlo.
    Respiro un poco.
    Era hora del descanso, ignoro un poco a su pareja y fue en busca del albino, que por casualidad se encontraba en el pasillo con Gouenji, mientras se tomaban las manos y sonreían un poco discretamente, aunque debía decir que para nadie parecía algo discreto, todo el mundo los miraba.
    Y cuando él también los veía así, sentía que sus amigos eran aquellos que se apoyaban mutuamente, y que Gouenji no seria capaz de abandonar a Fubuki en aquella situación, se querían, podían luchar juntos.
    Entonces… ¿Por qué Gouenji seguía sin saber nada?
    Su presencia fue rápidamente captada por Fubuki, que le sonrió mientras lo llamaba con la mano, totalmente tranquilo.
    Y este, simplemente no pudo negarse.
    Los saludo con familiaridad y se vio envuelto en una atmosfera muy amena que hablaba de salir el fin de semana y cosas así. Luego quizás jugar un poco de futbol.
    Futbol.
    Kazemaru se llevó a Shirou del brazo, alejándose del de cabellos cremas. Lo suficiente para que este no pudiera escuchar sus reclamos, ni el ni nadie de la escuela.
    —Shirou… ¿En que diablos piensas?
    El albino por su parte se sobresaltó.
    —¿Hice algo mal?
    —Como que jugar futbol —explico — ¿Acaso no piensas en el bebé?
    — ¿Eso le haría mal al bebe? —Pregunto el albino preocupado, con voz muy bajita pretendiendo que nadie le escuchara.
    —Eso es obvio… Shirou aún no sabemos si es que tu embarazo es delicado o no, no podemos arriesgarnos ¿Acaso quieres que le pase algo?
    — ¡No! claro que no quiero que le pase nada —Respondió aun cohibido, frotándose un poco el vientre.
    —Entonces no hagas cosas que puedan hacerte daño ¿Entendido? —Aun molesto, Kazemaru sabía que no podía exaltarse, su amigo no sabía nada sobre eso, y lo entendía.
    Pero aun así surgió una extraña atmosfera de silencio.
    —Deberíamos… ir al médico para que pueda hacerte una ecografía y algunos análisis ¿No crees?
    Propuso, para quitar aquella atmosfera tan antigua, pero incluso la empeoro cuando el albino en cuestión de nada se puso más pálido de lo que era su piel — ¿Ahora que dije de malo? —En todo ese tiempo Shirou se había puesto incluso más sensible de lo que era.
    —Es que en el hospital… esta… —Balbuceo unas palabras, que no se entendieron bien y esquivo la mirada.
    — ¿Esta quién? —Pregunto aun dudoso, acercándose más a su amigo.
    —Esta… su papá… —Volvió a decirlo con un tono aún más bajito pero que se logró escuchar.
    El señor Gouenji estaba en el hospital, después de todo no era el director del hospital por nada. Cualquier rastro de Shirou en el hospital seria notado y más si era por una ecografía.
    Shirou se la estaba llevando demasiado difícil a medida que pasaban los días. Kazemaru estaba preocupado.
    Pobre bebé, pensó. Pobre Shirou.


    ****** (\*◊*/)******



    Para Shirou las cosas no eran tan fáciles después de todo. Desde el día que despidió a sus amigos en la puerta de su casa y se quedó solo en su habitación, repaso sus pensamientos, los dudo, los reafirmo, con su corazón aun latiendo a mil y preguntándose como seria su futuro.
    Lo asaltaron miles de miedos que solo hacían que se ponga más ansioso, y acariciar su vientre y pensar que si de verdad había dentro de él algo vivo, lo llenaba entre la tristeza y felicidad.
    Se estaba angustiando demasiado, debía parar.
    Así paso los días siguientes, buscando en internet consejos de cómo debería afrontar la situación, sobre cómo decirlo a su pareja, y leyendo historias de chicos y chicas, como el, que tan jóvenes habían sido padres.
    Paso del susto a la alegría y viceversa en minutos, entonces cuando ya era demasiado susto se ponía a ver alguna caricatura en la televisión, comiendo algo de fruta, porque su estómago seguía sensible y por qué no podía matarse de hambre, ni a él ni a su niño.
    Y con un poquito más de valor podía ver a Gouenji en la mañana, que por fin volvía de su viaje de Okinawa luego de visitar a algunos familiares.
    Se reencontrarían en la mañana y por fin tendrían la oportunidad de hablar.
    —Vas a ser papá… —Era la única frasecita que tenía Shirou en mente, era la primera frase que le tenía que decir cuando lo viera solas. Tenía que…
    Si podía.

    No, no podía.
    Apenas lo vio al día siguiente, casi al medio día y en su penúltimo día de vacaciones de verano. Lo recibió con un beso, un abrazo y antes de que se diera cuenta estaban en la sala de su casa, mirando una películas mientras estaban muy pegados.
    Habían pasado 3 horas y hasta ese momento no había sido capaz de decir más que un hola y si, muchos sí.
    Shuuya no parecía notar nada raro en él, excepto el decirle que lo sentía más delgado cuando le paso los brazos por la cintura antes de empezar a ver la película. De ahí todo continuo muy normal. Y no era de su gusto.
    Sus pequeños intentos se convertían en balbuceos o pequeños gemidos que no terminaban de decir nada, más que pequeñas preguntas de si se encontraba bien.
    Claro que se encontraba bien, perfectamente.
    Es solo que tenía mucho miedo, demasiado luego de leer que muchas chicas habían sido dejadas por sus parejas cuando se enteraron que estaban embarazadas, muchos chicos que hablaban que habían engordado mucho y les habían dejado por otra ¡Era demasiado para su pequeño cerebro!
    No quería quedarse solo, y con un bebé, peleándose todos los fines de semana con el amor de su vida porque este no quería ver al bebé y no le pasaba pensión alimenticia. Para que al final Gouenji rehiciera su vida con otra persona que al no poder tener hijos, se llevarían al suyo con engaños porque era un pequeño inocente y así él se volvería a quedar solo…
    —Llamando a Shirou a la tierra ¿Se encuentra por ahí?
    Una vocecita lo saco de sus pensamientos, mirando hacia al frente y encontrándose muy cerca los ojos tan oscuros de su novio, tan tan cerca que se asustó y sin querer le dio una palmada en todo el rostro, que dejo a Gouenji casi ciego y tirado en el sofá. ¡Ohpordios! a veces tenía que medir un poco su fuerza. Ahora tendría que cuidar de un bebe y de un esposo invalido.
    — ¡Lo- Lo siento mucho! ¡Es que… me asustaste!—Se disculpó poniéndose a su lado y haciéndole viento, como si eso fuera a ayudar en algo —I-Iré a traerte una compresa fría.
    Se dispuso a correr cuando una mano le detuvo y el ciego le miraba con la frente y el tabique de la nariz enrojecida, pero a pesar de todo, no parecía nada molesto a pesar de haber recibido “violencia familiar”
    —Estoy bien… No te preocupes… —Apenas le hablo, como intentando reírse, pero con dolor —Por lo menos ya no estás en la luna, me estaba preocupando, no me gusta verte así.
    Y Shirou se sintió tan culpable.
    —De verdad lo siento… —Se arrodillo frente a él, acariciando su frente adolorida y dándole un pequeño beso —No quería, de verdad.
    —Te lo repito… Está bien, no te preocupes amor —Le susurro, con palabras tan dulces que solo él sabía decir — ¿Ahora ya estás bien?
    —Si… — Abrazo su cabeza —Lo siento, lo siento —Se siguió disculpando, y aunque Gouenji creyera que solo era por el golpe, era también por sus pensamientos de el abandonándole y yéndose con otra, su novio era el ser más encantador del mundo. Nunca lo dejaría solo.
    Nunca nunca, así que le lleno de besos, desde la punta de la nariz hasta sus parpados preciosos que ocultaban sus ojos.
    —Oye… ya —Entre risas el moreno intento escapar, pero le fue inútil, así que empezó el contrataque haciéndole cosquillas, haciéndose reír los dos.
    A Fubuki le parecía tan hermoso, que no quería estropear ese momento, lo de la noticia aun podía esperar, porque después de todo, Gouenji lo apoyaría, siempre.
    <<—Bebé, tendrás al mejor papá del mundo—>>
    Pensó, mientras se defendía con la almohada del ataque de cosquillas.
    <<—El mejor… —>>


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    …….

    Habían pasado ya dos semanas de aquello, y Fubuki se había vuelto un experto en no dejar notar nada a Gouenji, a pesar de tener a Kazemaru insistiéndole cada que lo veía.
    Pero es que necesitaba encontrar el momento perfecto.
    Y pronto seria, no estaba seguro de cuando, pero pronto… Por lo menos antes de que le empezara a crecer el estómago. Pero estaba seguro que le diría que todo estaba bien.
    Estaba convencidísimo. Podía vivir tranquilo con eso en el alma.
    Incluso con Midorikawa uniéndose a Kazemaru en su intento de dar ya la noticia. Y no los culpaba, se preocupaban por él, le estaban apoyando mucho, como en lo que debía comer y hasta en cómo debía dormir según miles de páginas de internet. Incluso se habían hecho un calendario contando los días.
    Si, cada día se sentía un poquito más ilusionado.
    Sonriendo aun, Kazemaru le llamo con la mano y le señalo un camino medio escondido entre el jardín de la escuela en donde ya se encontraba su amigo de cabello verde, ansioso, devorando su almuerzo.
    —Shirou ¡Ven, ven, siéntate! —Le ofreció una mantita a su lado y siguió con su sonrisa.
    Al final les hizo caso, y empezó a almorzar con ellos, siendo su obento una muestra perfecta de lo que era un almuerzo balanceado.
    Hasta eso le preparaban, los amaba.
    Un momento después, ya cansados de quejarse de un maestro y de sus terribles exámenes, fueron sus dos amigos que se quedaron en silencio, mirándose entre ellos como si tramaran algo. O por lo menos era lo que sentía Fubuki.
    Esperando que los dos dijeran algo también se quedó callado. Pero nada paso.
    — ¿Sucede algo?
    Luego de un gran suspiro, Kazemaru fue el primero en hablar.
    —Bueno, veras… sabemos que ahora tú estas pasando por una nueva etapa, y a pesar de que no se lo quieras decir a Gouenji —Recalco —Sabes que siempre te vamos a apoyar, porque es un etapa muy bonita a pesar de todo, quiero decir… No es nada fácil traer a un pequeño siendo apenas un adolescente, pero si se puede si todos ponemos de nuestra parte, es por eso qu-…
    — ¡Te compramos esto! —Interrumpió de golpe Midorikawa, dándole una cajita con un moño de papel encima.
    — ¡Midorikawa!… No había terminado de hablar —Que quejo Kazemaru, con mala cara, pero que se cortó con una sonrisa al saber que aquello nunca iba a cambiar.
    —Si... Lo sé, pero si seguías con ese discurso se iba a acabar el descanso antes que pudiéramos dárselo —Se exculpo restándole importancia —Ahora ¡Ábrelo Shirou! ¡Nos pasamos mucho rato viendo el más bonito!
    Parecía muy emocionado por aquello, y Kazemaru también.
    Dudoso abrió la cajita, mirando en su interior unos pequeños zapatitos color cielo, decorado con unos pequeños lobitos.
    —Chicos… —Sorprendido saco con mucho cuidado ambos zapatitos, que eran tan pequeños que cabían perfectamente en una de sus manos —Son… son preciosos —Agradeció tan feliz, abrazándolo contra su pecho.
    Y tanto Kazemaru como Midorikawa parecían tan satisfechos.
    —Aún es muy pronto… pero tenemos que irnos preparando para cuando llegue ¿No crees?
    —Después de todo somos sus tíos.
    —Pero que conste que yo seré quien lo consienta más.
    — ¡Eh! Que yo le comprare mucho helado —Se defendió Midorikawa —Además yo me llevo mejor con los niños y… ¿Por qué estas llorando Shirou?
    Con preocupación le miro, pensando que quizás había dicho algo malo.
    —No… no pasa nada, es solo que me emocione un poquito —Se limpió las lágrimas, pasándole los zapatitos un momento a el de cabello verde —Es que es el primer par de zapatitos de mi bebé…
    —Y no serán los últimos —Con parsimonia Kazemaru le ayudo a limpiarse las mejillas con un pañuelo, consolándolo un poquito —No deberías estar así, le hace mal al bebé.
    —Lo sé, lo siento…
    —Oigan… —Hablo Midorikawa, mirando aquel regalo —Cuando tenga a mi bebe quiero unos igual —Sentencio.
    —Claro, pero apuesto que tú vas a querer ser más mimado que tu bebé —Esta vez fue Fubuki el que hablo, ya más animoso —Pero esos son míos, así que devuelve —Extendió su mano, queriendo quitárselos.
    Pero en contraposición Midorikawa los abrazo más a él.
    — ¡No quiero! Estos son para mi bebé.
    Era obvio que se estaban bromeando, y todo eran risas hasta que Kazemaru escucho una ramita romperse.
    —Estos serán perfectos para mi pequeñito —Continuo Midorikawa —Mi bebé será precioso.
    — ¿Qué bebé?
    Un escalofrió paso por el cuerpo de los tres jovencitos al mirar hacia al frente y ver una cabellera roja y unos ojos color verde verlos muy fijamente.
    O ver muy fijamente los zapatitos en las manos de su novio.
    Que al fijarse los escondió en su espalda, con una sonrisa inocente, muy muy inocente.
    Kazemaru sabía que la situación podía malentenderse, así que tenía que explicarlo con calma, solo tenía que hablar con Hiroto y…
    —A que no vas a creer quien esta embarazado… —Midorikawa le sonrió a su novio, algo culpable mientras le mostraba los zapatitos.
    Fubuki estaba asustado que revelaran su secreto.
    Y Kazemaru creyó ver como la pálida tez del pelirrojo parecía ponerse azul del susto.

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    .......


    Se acabó… la cosa se pone seria (¿) Por ahora dejare que se imagen la reacción de Hiroto.
    Según vayan avanzando las cosas verán que no todo es bonito.
    Y pronto regresa nuestro villano principal.
    Sin más, hasta pronto <3
    Si desean preguntar algo o algún comentario os amaría de alma, les hago un dibujito, les cocino...No me abandonen ;-;
  7. .
    Hola mis niñas, aquí avisando que sigo viva... Una plena disculpa, se supone que colgaría el capitulo hace un tiempo, pero de pronto se me amontonaron los trabajos de universidad y tenia que definir prioridades. Ya saben, la vida hacia la adultes y estar en los últimos años de carrera.
    El capitulo ya esta hecho, faltan corregir unas cositas, por eso no lo colgué apenas lo termine :c
    En fin, me disculpo, el capitulo lo colgare en unos días u-u Besitos.
  8. .
    ¿Adivinen quien no estaba muerta? Pues yo…
    Han pasado 84 años desde que actualice la última vez, y la verdad, han pasado muchas cosas en mi vida, muchas que me la han revuelto terriblemente, y la terapia no es barata mis niñas…
    En fin, volví ¿Por qué? Por qué crear historias es algo que me hacía muy feliz de antaño y quiero recuperar todo el amor que le ponía a mis historias como antes y la felicidad de saber que hay personitas que leen lo que yo escribo.
    Por eso mi más sinceras disculpas por la tardanza, a veces la vida hace difícil continuar, pero quiero demostrarme a mí misma que puedo, y por eso quiero volver a darles a ustedes esta historia, y prometerme a mí misma que no volveré a dejarlo abandonado, y traerles como antes, capítulo a capítulo, hasta que lleguemos al final, juntos.
    Además se viene nueva temporada de Inazuma eleven, así que me tienen para rato en este fandom que es el que más adoro.
    Sin más que decir, y agradecer a los que llegaron aquí y a los aún están aquí, les dejo un dibujo de regalo, y el tan esperado capitulo siguiente.
    Disfrútenlo.

    CAPITULO 24:

    CONSEJOS DE ADULTO




    A Shirou se le detuvo el corazón cuando escucho que lo llamaban, se levantó asustado de aquella cama y se acercó a la puerta solo para seguir oyendo, aun no tenía el valor para siquiera salir, o en todo caso su salida tenía que ser digna de su realeza. Pero en su mente solo tenía la idea que apenas saliera no volvería a ver la luz del día nunca jamás.
    Se estaba muriendo de miedo y de mucho más.
    Respiro poco a poco, recordando lo que le habían enseñado cuando tomo clases de canto y tenía que salir a entonar en público, <<respira e imagina que todos están desnudos>> —Eso último le había hecho peor— Él no quería ver al señor Gouenji desnudo, quizás si a Shuuya, pero ahora de nuevo se le había revuelto el estómago y estaba seguro que no podría comer nada, porque lo terminaría por devolver—<<¡Qué horror!>> —Se gritaba internamente, no era posible que ahora le temblaran las piernas, y que ya no supiera que hacer.
    — ¿Shirou, que pasa?
    — ¿Ah? —Su mundo oscuro tenía una leve llamita que iluminaba por ahí —Shuuya —se abrazó fuerte, aprovechando que su novio había vuelto a entrar y estaban de nuevo ellos dos solos.
    —Tranquilo, está bien —y este le correspondió, abrazando con fuerzas su cintura y acariciando sus cabellos —No estés tan nervioso.
    — ¿Qué pasa si no le gusto a tu papá?
    —Eso no va a pasar, tranquilo amor, ¿sí?—Hablo, tratando de tranquilizarlo más aun, pero él también estaba con ese miedo palpitante, pero por lo menos su padre estaba de buen humor —Ven, vamos…
    Shirou no dijo más, tomo la mano de su pareja y espero que el abriera la puerta para empezar a conducirlo hacia la sala.

    El que salió primero fue Gouenji, atrás el albino que no quería mirar al frente, ambos nunca se soltaron la mano, a pesar de que el dueño de esa casa por fin había podido ver a su nuero.
    Un muchachito grácil y delgado, de piel clara y cabello igual, no podía ver su rostro aun, seguiría esperando.
    —Buenas… —Saludo el hombre, al tenerlos al fin al frente, con su hijita de lado súper contenta.
    —Papá, él es Fubuki, mi novio.
    Su novio, el cual con todo el valor del mundo pudo levantar la vista. Por fin.
    —Mucho gu-gusto, s-soy Shirou Fubuki.
    Rastro del príncipe no había, ahora solo estaba un cachorrito asustado. Que casi se esconde detrás de la doncella al ver esos ojos oscuros súper serios meterse en su mente y escrutar su alma, ese hombre daba más miedo que cualquier película de terror, y estaba mirándole.
    Se iba a desmayar en ese rato.
    —Shirou-kun ¿no? Mucho gusto —Y ahora le había hablado, diosdios, tenía voz de malvado y seguía mirándole.
    —I-Igualmente — tomo esa mano que se le ofrecía, estrechándola con mucho cuidado, era una mano grande, y tosca.
    —Que gusto conocer al novio de mi hijo, de hecho es la primera vez que trae a alguien a casa.
    —Ah… ¿Ah sí? —Pregunto dudoso soltando esa mano y volviendo a buscar la suave, cálida y hermosa mano de su novio en comparación, todo el valor que tenia se le iba en mirar a aquel hombre, en mirarle a la cara y no demostrar el miedo que SI tenía.
    —Sí, eres su primera pareja.
    —Pa-padre, por favor…

    ¿Enserio Goenji no había llevado nadie a ese lugar y aún menos haberlo presentado? Aunque conociendo al señor Goenji sería lo mejor, pero enserio, enserio, enserio ¿Era la primera pareja de él? ¿Su primer novio? ¿El primero que mostraba de la mano a su familia? Fue entonces en que todo ese sacrificio, todo ese miedo y todo ese valor que tenía habían servido, había sido necesario y se sintió orgulloso de ello, era el novio de su novio, y con orgullo de ser el primero y el último.
    Y su dicha se completó cuando vio la leve vergüenza de Shuuya al haber hecho pública esa afirmación. Compartiendo una sonrisa con la pequeña de la casa, a la cual esa escena se le hacía lo más cómica posible.

    ****** (\*◊*/)******




    Aun así el padre de familia decidió que torturar a su hijo no estaría bien y que en esa ocasión no contaría cosas vergonzosas de él, no a ese muchachito que se comía de los nervios y que parecía tenerle tanto miedo que su sola voz le hacía permanecer erguido, al menos le tenía respeto. Sin torturarlos lo invito a cenar con ellos y mientras el mayor de toda la casa se encargaba de terminar de ver el pavo que anteriormente la nana de la casa había dejado ya casi preparado, los hijos se encargaban de poner la mesa por que el invitado no debe hacer nada y esa era su hospitalidad, aunque Shirou aún estaba inquieto, sentado solo y mirando a su novio poner los platos se acercó a él con total silencio.
    — ¿Puedo ayudar?
    Un respingo de parte de Goenji demostró que le había tomado por sorpresa, pero no lo hizo notar cuando se giró a su novio —Deberías evitar aparecerte así —Le dijo poniéndose frente a él y tomando uno de sus mechones de pelo para acomodarlo de manera tierna —Yo estoy bien y ya casi acabo, no deberías preocuparte.
    —Pero… —Le miro con ojos de gatito, manipulador pensó el peli crema —Me aburro no haciendo nada.
    —Y no lo harás, papá no lo quiere, además —Acoto ante una posible replica —Ya casi vamos a terminar, déjame un rato y luego volveré contigo ¿Si?
    —Vale… —Hizo un puchero y se alejó de su pareja volviendo a su confinamiento.

    Centro su atención entonces en el pastel que había hecho para esa noche, pastel que le daría a su ‘’suegro’’ para demostrar lo bien que se le daba la cocina ¿Quién no quiere a un nuero que cocine? Sostuvo en sus manitas la caja que tenía el pastel y otro ataque de nervios le dio cuando tomo en cuenta que quizás por mala suerte del destino resultara que el señor de la casa fuera diabético y una sola rebanada de su pastel podría matarlo, era lo menos que podría esperar en ese momento.

    Cuando el pavo estuvo listo fue colocado en el centro de la mesa, transmitiendo un aroma delicioso, sintiéndose muy orgulloso el padre e invitando a sentarse a todos, teniendo el momento perfecto Shirou mostro su cajita y saco de ella con cuidado un hermoso pastel blanco.
    —Shirou lo preparo para la ocasión, espero que les guste —Anuncio el hijo porque el chico no podía hablar debido a las expectativas que tenía y al miedo de que el señor Goenji dijera algo malo, en ese momento hasta la más mínima crítica podría destruirlo, fue entonces cuando vio como el hombre mayor había puesto sus ojos de nuevo en él, mirando al chico y a el pastel, de uno en otro por unos segundos que se hicieron eternos.
    —Muchas gracias por tomarte la molestia —Dijo por fin ¿Sonriendo o algo así?, creía, pero pudo respirar ya más tranquilo, sentándose al costado de su novio que le sonrió para tranquilidad suya.

    Después de eso no paso mucho, comieron en un silencio casi incómodo en la que la única que hablaba era la pequeña Yukka que contaba cosas que había hecho en todo el día y que hacia sonreír a todos.
    —… Y entonces fuimos al acuario y vimos muchos animales y peces —Decía y decía, contenta a cada bocado que daba a la comida de su padre y mirando con ansias también el pastel de su querido príncipe. De hecho parecía que a quien le hablaba era a él y no a su familia, se notaba mucho las preferencias, pero nadie estaba celoso.
    Ya casi a terminar, la pequeñita dejo su plato de lado contenta y con las mejillas algo sucias, limpiándose por educación y recibiendo por fin un trozo del bello pastel que había sido cortado por su padre. Cabe aclarar que era la primera que había terminado solo por el postre.
    — ¡Esta delicioso! —Exclamo con ganas mirando al albino con los ojitos brillando y probando otro poco.
    —Me alegro mucho —Hablo después de mucho tiempo el repostero, sintiendo una calidez en su corazón, a su pequeña niña le gustaba, solo faltaba la persona más importante y ese era el padre, que comía lento y con muchos modales, se notaba mucho qué tipo de padre tenía su amado. Por cosa de no quedar como un chico demasiado tímido decidió hacerle platica con la persona que le era más fácil hablar ahora. Yuuka —Entonces ¿Qué más paso en tu paseo?
    —Oh —Se sorprendió la niña, siguiendo su plática —Después de ir al acuario la maestra nos compró helados, vimos arboles muy bonitos decorados ¡Y pudimos hablar con Santa! —Seguía emocionadísima y con las mejillas llenas de crema —Pero después ya tuvimos que venir.
    — ¿A qué hora llegaste Yukka? —Pregunto el padre.
    —Llegue puntual —Afirmo con orgullo hacia su progenitor, pero de pronto una ideíta cruzo por su cabeza, sonriendo ampliamente —Y cuando llegue Shirou y mi hermano estaban haciendo un bebé.
    Haciendo un bebé. Un BEBÉ.
    ¿De dónde sabia ella como se hacía un bebé?

    La cara del padre de familia era épica, súper épica. Shuuya le hubiera tomado una foto y la hubiera encuadrado si es que no fuera por su rostro era igual o peor, y ni qué decir del pequeño albino que se había quedado con el cubierto en mano y su rostro había tomado el peor de los tonos para alguien de piel tan blanca como él.
    ¿Debía estar asustado o avergonzado? Diosdiosdiosdios, su corazón dejo de latir cuando esos ojos oscuros y en especial ese bigote le miraban como… ¡como si fuese el peor hereje del mundo!, nunca pensó que su vida acabaría a la tierna edad de quince años.
    — ¿Cómo que un bebé? —Pregunto el más mayor, mirando aun a su hijita algo shockeado — ¿Qué estaban haciendo exactamente tu hermano y Shirou? ¿Y en dónde?
    La forma en que lo decía, parecía un interrogatorio, en el que decidiría si perdonarle la vida a ambos adolescentes o ver que tan cruel seria su muerte.
    Shirou estaba muy tentado a decirle que ellos solo habían estado abrazándose y dándose un beso, tirados en el sofá, claro está, pero era solo un beso, ni siquiera estaban desvestidos y entonces Yukka entro y los vio, nada más. Pero ese hombre le daba demasiado miedo.
    Rogaba que la pequeña pudiera ser totalmente sincera y que les dijera que al final no estaban haciendo nada malo.
    —Estaban besándose en el sofá —Dijo la niña, aliviando el peso en el corazón del albino —Aunque mi hermano dijo que estaban jugando.
    Genial, Shirou de verdad sentía que su joven corazón no iba a aguantar más.
    — ¿Solo eso? —Pregunto el hombre mayor, aun mirando fijamente a su hijo que hasta ahora no había dicho nada y su expresión era difícil de describir — ¿Estaban vestidos? —Enserio estaba preguntándole eso a su hija de ocho años.
    —Si — Confirmo aun comiendo su pastel.
    —Ya veo.
    Entonces todo quedo en silencio. Yukka probablemente no entendería esa situación de la cena de navidad hasta unos buenos años, en los que probablemente se reiría con ganas. No estaba muy seguro de cuál era el decreto del patriarca de los Goenji, su rostro de expresión dura seguía igual, y la escena seguía siendo aterradora porque comía y bebía en silencio. Esa era una muy bonita cena de ¿Feliz navidad?
    Nadie se atrevió a decir nada en los siguientes minutos, ni siquiera la pequeña que había terminado su pastel y quería otra rebanada.
    El doctor Goenji después se levantó, dando las gracias y avisando que iría a su despacho, que no demoraría mucho y quería hablar algo con su hijo. Algo. Al parecer para hablar cosas de padres e hijos, o como él lo entendía, iba a tener la plática que él nunca había podido tener con los suyos. Sobre eso.

    Enserio, enserio, enserio, enserio que Shirou no podía creerse esa situación. Había ido con la firme intención de conocer al padre de su novio y recibir su bendición, pensando irónicamente que eso sería una prueba más para su amor. Pero la cosa se puso terrible en cuestión de minutos, porque ahora había quedado como un desvergonzado que hacia cosas con su hijo en cualquier lugar y sobre todo le quitaba la inocencia a la pequeña de la casa. Debió haberlo sabido, el cómo príncipe no había podrido enfrentar al dragón y había muerto quemado, y ni siquiera le había tocado.
    Pobre su doncella, estaba seguro que su padre a él, por ser un extraño no le diría nada, pero a su chico…

    Contaría con suerte si es que no estaría condenado a vagar buscando el castillo que tendría encerrado y alejado a su doncella de él. En esos momentos tenía una especie de resentimiento hacia la inocencia de todos los niños del mundo, incluso juraría que él no había hecho algo parecido en ese tiempo, esperaba…
    Pero lo que más quería en esos momentos era salir corriendo de forma despavorida y llevarse a Goenji con él, tomar un tren juntos hacia algún lugar y no volver nunca. Cambiarse el apellido, casarse en secreto en una pequeña capilla. Quizás tendrían dos niños, los criarían y cuando fueran adultos estos conocerían recién a su abuelo, explicándole por qué y pidiendo su herencia.
    <<debería dejar de ver tantas series dramáticas>> —Pensó después de un buen rato, viendo como la pequeña miraba películas en la Tv y él le acompañaba por que Shuuya había entrado al despacho para hablar con su padre, iba a ser una espera larga para él.

    ****** (\*◊*/)******



    Quien sabría lo que el hombre estaría pensando y más del pequeño y su niño. Pensaba Goenji hijo, que miraba sentado en el sofá al albino con la pequeña chismosa que había revelado su tan íntimo secreto. No la culpaba, ella era muy inocente para entender que implicaba algo como ese tema que ella no entendería hasta que estuviera en secundaria.
    Cuando el joven dejo a su hermana y su pareja en la sala, caminó rígido hacia la puerta de madera que solo en contadas ocasiones había podido cruzar y la mayoría de ellas habían sido para pláticas que implicaban cosas muy serias como su futuro. Cosa que le preocupaba ya que su actual presente y su futuro implicaban al albino.
    Toco la puerta unas dos veces —toc toc— De manera muy suave y seguida, ya que su padre solo necesitaba escucharlo para decirle un muy serio: Pasa.
    Y como lo recordaba, esa habitación seguía siendo tan lúgubre como siempre. Paso dando una leve reverencia y se sentó frente al escritorio en donde su padre ya le esperaba, quitándose los anteojos y dirigiéndole una mirada muy seria, como si se estuviera alistando para dar una reprimenda y una muy grande.
    —Padre —hablo entonces, sentándose frente a él, ocultando el miedo que solo su progenitor podría producirle —Dime ¿Para qué me llamaste? —Aunque era muy obvio para que le había llamado.
    Sin embargo el padre de familia solo miraba a su hijo, volviendo a ponerse los anteojos para enfocarlo mejor y poner sus manos sobre el escritorio, dando un gran suspiro antes de continuar.
    —Tu enamorado… —Comento, alertando al joven frente a él ¿Diría algo malo de Fubuki? No lo sabía —Es bueno y agradable, aunque muy tímido… pero no es mal chico.

    Aleluya.
    Su novio le caía bien, eso quería decir que le daba permiso para seguir con él, esperaba —aunque hubiera seguido con Shirou aunque le hubiera dicho que no— Pero esa era una noticia maravillosa, en especial conociendo a su padre. Y pensándolo mejor, algo más iba a decirle o advertirle. No quería saber.
    —Pero…

    A lo mejor sí.
    Más vale prevenir que lamentar.
    — ¿Pero? —<<esto va a ser malo>> —Pensó. Estaba siendo un silencio muy largo y esos solo expresaba que el hombre mayor estaba pensándolo mucho.
    — ¿Tu y él, han tenido ya relaciones sexuales?
    ¿De verdad le estaba preguntando eso?, eso sí era demasiado malo.

    Su padre había sido demasiado directo, muy muy directo para un tema, que a pesar de su edad, le avergonzaba bastante, un tema que hasta ese momento había creído solo de él y de Shirou, porque era parte de su privacidad, de su intimidad como pareja.
    Nunca, así se acabara el mundo, iba a ser fácil para un hijo, decirle a su padre que SI, que ya había hecho cosas con su novio, en especial a ese padre ¿Qué le diría? ¿Le regañaría? ¿Le daría un sermón? ¿Le diría algo a su novio? Todas las opciones eran malas, cada una peor. Y apenas se había mantenido en silencio un minuto.
    Minuto que se estaba haciendo larguísimo…

    —Puedo deducir que por tu silencio, es un sí.
    SI, era un total SI en toda la palabra, pero de su boca no iba a salir —Padre… —Tampoco valía cambiar el tema de conversación, en especial después de la pequeña escena en el comedor.
    —Sé que es un tema difícil de hablar, no te preocupes —Pero extrañamente su padre estaba siendo comprensivo —Yo también fui joven y tuve tu edad —Si, muy extrañamente comprensivo.
    Shuuya se aguantó mucho de decirle que no creía que ambas cosas se parecieran.
    —También tuve mis primeras experiencias y todo eso, entiendo que muchas veces te gana la curiosidad y las hormonas, pero debes saber que es normal —Dijo, aun con el rostro serio —No puedo prohibirte que tengas esos momentos con tu pareja, estas creciendo después de todo, pero te pido como tu padre que intenten controlarse, hay lugares para hacer esas cosas y sobre todo no den exposiciones a tu hermana, ella es una niña y…
    — ¡No, no! ¡Ella confundió las cosas! —Casi grito, poco propio para él. Interrumpiendo, ya sabía que no le había creído anteriormente —Shirou y yo nunca haríamos tal cosa…
    —No me refiero exclusivamente a eso, besos y abrazos también. Nada de demostraciones románticas frente a ella.
    Era curioso, Shuuya apostaba que su hermanita había visto más besos en televisión e historias de princesas, que los suyos con Shirou —Esta bien —Pero mejor no alterar a su padre, no ahora que estaba siendo amable con él.

    Sin embargo a pesar de dar su brazo a torcer, su progenitor le siguió hablando sobre ese tipo de temas que antes no se habría decidido a tocar con él, pero estaba siendo incomoda la conversación, en la que el solo se quedaba callado, creyendo en parte que ese tipo de temas se parecían mucho a los que daban en la escuela cada tanto. Tenía que ser hijo de un médico después de todo.
    La situación no había sido tan mala si lo miraban desde un punto de vista optimista, así que creyendo la conversación terminada, el joven se levantó dando una reverencia y con la firme intención de marchar a la puerta y salir de ahí.
    —Por cierto…
    — ¿Si? — ¿Qué más le iba a decir?
    — ¿Han estado usando protección o algún otro método anticonceptivo?

    La mente se le quedo en blanco por la sorpresa, cuando recupero la conciencia se dio cuenta que estaba avergonzado y dudaría mucho que su rostro no hubiera expresado este con algún sonrojo. El de cabellos cremas se preguntó por segunda vez si realmente estaba teniendo esa conversación con su padre, y no solo eso, si no que este no pensaba dejarle hasta que dijera algo.
    — ¿Ah? —Pero difícil emitir alguna palabra en ese estado.
    —Te estoy preguntando que si están usando pastillas o algo, mínimo que tu estés usando preservativo.
    Como decirle a tu padre que eras un total irresponsable en esos temas y que nunca se te había pasado por la cabeza comprar algún paquetito gris en la farmacia, como decirle que esos momentos de pasión se dejaban llevar por lo que sentían y ni pensaban en eso, ¿Cómo? Cuando se supone que él era más responsable que la mayoría de chicos de su edad.
    Y en especial como decirle eso al padre que tenía, el cual le preguntaba sin vergüenza alguna si es alguna vez había usado un preservativo…
    —… —Se quedó callado de nuevo, su silencio era muy fácil de interpretar, y eso lo delataba bastante, y fue justamente en ese momento en que su padre le miro con la expresión más dura que podía haberle dado.
    —No están protegiéndose —Lo Dijo de modo muy brusco — ¿¡Es que acaso son inconscientes?! Eres demasiado joven para no preocuparte de ser padre —Lo reafirmo con mucho enojo. —Tú y tu novio tienen prohibido hacer algo antes de que yo lo examine, y también que te traiga algunos preservativos del hospital.

    Vaya forma de que lo había dicho, estaba súper enojado, y Shuuya no creía el vuelco que había dado la conversación << ¿¡Examinar a su novio?!>> Dudo mucho que a Shirou le gustara que le hagan ese tipo de análisis, y todavía su padre, como podía decir eso para empezar, era muy difícil aceptarlo como si nada…
    Repensándolo, era verdad, no creía que estuviera pasando eso en su vida, y más en navidad, vaya festividad.
    Ahora la pregunta era que debía responderle; negarse quizás y asegurar su muerte, o aceptar callado algo que no quería, después de todo tenía derecho a quejarse, pero ya no quería continuar ahí, exponiendo sus intimidades con alguien que sentía que muy padre suyo que fuera no podía meterse.

    Pero era joven, inexperto y sobre todo respetaba demasiado a su padre.

    Asintió en silencio, y como no hubo más palabras que la leve y aun enojada respiración de su padre. Dio la vuelta.
    Y se marchó.

    ****** (\*◊*/)******



    Cuando salió se ganó una atenta mirada de él que era su novio, una mirada en silencio y muy preocupada, lo entendía, pero de ninguna manera quería hablar del tema con Shirou, porque no quería asustarlo, porque era un tema muy difícil para él y más para el albino suponía.
    Ni siquiera podía sacar de su cabeza las palabras que le había dado su progenitor.

    —Tú y tu novio tienen prohibido hacer algo antes de que yo lo examine, y también que te traiga algunos preservativos del hospital.
    Vaya palabras más esperanzadoras, su padre era un experto en hablar temas delicados con su hijo.
    Pero tampoco quería hacerle un desplante al albino, parecía que estaba muy preocupado por él.
    Por su parte, el albino había estado comiéndose los nervios por escuchar tanto silencio venir de la habitación en la que se había metido su novio, pero cuando lo vio salir con ese rostro, supo que había pasado algo malo, y se ingenió mil y una ideas sobre muchas situaciones en las que tenía que haber salido huyendo, llevándose a Gouenji claro, pero cuando lo veía así no podía ni moverse.
    Espero que se le acercara, se sentara a su lado con la seriedad que muchas veces le caracterizaba y le diera una sonrisa algo fingida, sabía que algo estaba mal, lo sabía con todo su corazón. Pero tampoco dijo nada.
    Solo se miraron, con mucho que preguntarse, se tomaron de la mano como ofreciendo apoyo y se quedaron en silencio, fingiendo que miraban la televisión con uno de esos programas navideños que en esos momentos ni les interesaban.
    Hasta la pequeña sabía que no podía preguntar nada, y era porque entendía la situación, o por que en verdad estaba demasiado entusiasmada con el especial navideño de su seria favorita.

    Pero toda la calma se perdió en un momento, en que salió el progenitor de los hermanos, generando tanto miedo como podía por su rostro, hasta el albino tuvo un sobresalto, que hizo que Gouenji en parte se pusiera a la defensiva, no sabía por qué, pero luego de la conversación de su padre, creía que quizás era capaz de ponerse a hablar con Shirou, y eso era algo que él no quería ni iba a permitir, suficiente había tenido que sufrir él esa conversación.
    Para su suerte nada pasó, el padre de familia solo los miro fijamente y mirando por un largo tiempo el reloj de muñeca que tenía, se acercó más a ellos.
    —Ya es bastante tarde, es hora de ir a dormir.
    Sentencio.
    Y se quedó otro silencio más sepulcral, siendo roto por la queja de la niña, que quería terminar de ver su programa, menos cuando los héroes estaban a punto de salvar la navidad.
    —Solo un ratito más papá… —Insistió, inflando las mejillas. Era la única que tenía aun el poder de darle una negativa a su padre.
    —Yo… Yo creo que también ya debería irme —Intervino tímidamente el albino luego del susto inicial, ya no se sentía cómodo en aquel lugar, quería huir a casa cuanto antes.
    Pero al parecer sus palabras no fueron tan bien recibidas por el mayor, o quizás si, después de toda la escena, sentía que a cada mirada su padre le estaba juzgando.
    —Yo le llevare… ¿Esta bien padre? —Se ofreció Gouenji hijo, esperando así que la atención fuera captado en él. Pero no funciono.
    Otra vez silencio.
    Si no conociera a su padre, juraba que estaba pensándose mucho algo, pero él no era así, pero incluso le exasperaba tener que estar enfrentándose a esa situación, demasiado, incluso estaba empezando a creer que no lo tomaban en cuenta, su padre parecía más atento en su reloj que en él. Por lo menos ya había dejado de mirar al albino tan fijamente.
    —Es bastante tarde… —Repitió, dando un suspiro y mirando a sus hijos de nuevo —No estaría bien que un jovencito ande tan tarde por las calles.
    Con solo esa frase sorprendió a su hijo, pues daba a entender muy bien que era lo que tramaba.
    — ¿¡Eso significa que Shirou puede quedarse a dormir con nosotros?! —Incluso la pequeña fue la más veloz en captarlo y decirlo.
    Y con el asentimiento leve de su padre, salto del sofá para tomarle de las manos a su adorado cuñado.
    — ¡Eso es genial! Podremos hacer una fiesta de pijamas.
    Shirou no quería una fiesta de pijamas, quería salir huyendo de ahí.
    —Eh… Yo, yo no —Él no quería quedarse, estaba aterrorizado, quizás todo aquello era parte de un plan malvado para asesinarlo mientras dormía.
    Pero tan pronto como quería negarse, lo callaron, con una sencilla frase: << es demasiado tarde para un jovencito decente >> —‘‘DECENTE’’ —No sabía cómo tomar aquello enserio, ¿Se estaba burlando de él? quería ponerse a llorar y salir corriendo.
    Pero como todo príncipe que era, solo dejo que el dragón lo atrapara en el castillo.
    Su doncella incluso quería defenderle, pero parecía que también no podía negarse, así que solo asintió y le dio su apoyo, en una pequeña muestra de cariño, tan pequeña e invisible para otros, pero para Shirou, sentir sus dedos juntarse, era todo lo que necesitaba.
    Por lo menos podrían dormir juntos.
    —Fubuki-kun dormirá con Yuuka.
    Igual no.
    Aunque era obvio, luego de quedar como un degenerado con el padre de su novio, quizás ni quería que se acercaran más de un metro.
    —Tienen 15 min, quiero verlos en cama en ese entonces.
    Fueron sus últimas palabras, y se dio la vuelta volviendo a su despacho.
    Shirou estaba pensando que eran las mejores fiestas navideñas que había pasado en un buen tiempo. Si claro.



    ****** (\*◊*/)******



    La habitación de la pequeña Yuuka era demasiado colorido de verdad, digno de una niña tan inocente y que le había metido en un problema tan grande sin saberlo, pero no podía enojarse con ella, la adoraba.
    Aunque se sentía incómodo en esa casa aun, incluso portando una camiseta y pantalones algo grandes de su novio, que le había prestado para dormir, antes de dejarlo en el cuarto de su hermanita.
    << ¿Enserio todo estará bien? >> Pensó por un momento, intentando adivinar qué tipo de conversación habían tenido en ese despacho, haciéndole caso nulo a la pequeña platica que le hacia la pequeña.
    Pero es que estaba tan metido en ello, más con la situación que se había dado, ¿Qué clase de padre deja que su hijo duerma en la misma casa con su novio, “el corrompe menores”? Quizás Shuuya había podido convencerlo de que no había pasado nada. Quizás su honor estaba a salvo.
    —Shirou-kun… ¿Estas bien?
    — ¿Uh? —Volvió al mundo, sintiendo como lo jalaban del brazo, una pequeña niña castaña y de ojos grandes — ¿Qué sucede Yuuka?
    —Hace rato que te estoy hablando y no me haces caso —Se quejó, haciendo un pequeño puchero, y sentándose a su lado, con su pequeña pijamita de animales con lazos.
    —Yo… Lo siento, es que estaba pensando en otras cosas.
    No podía explicarle en el que, ya que ella difícilmente podría comprenderlo, ni sabia en lo que había metido a su hermano y a él. Mejor cambiar de tema.
    —Tienes muchos peluches bonitos Yuuka…
    —Si…
    — ¿Pasa algo? — ¿Ahora también la niña iba a enojarse con él? Lo que le faltaba.
    —Tú quieres ir a dormir con mi hermano, ¿Verdad?
    No era lo que se esperaba oír de una pequeña niña, pero su rostro se puso tan rojo que se preguntó seriamente, ¿Qué era lo que le enseñaban a los niños de ahora?
    —Puedes ir a dormir con él si quieres, a mí no me molesta —Siguió, sonriéndole de manera tierna y tomándole de las manos —Pero tienes que esperar a que papá se vaya ¿Esta bien?
    —Pe-pero…
    ¿Cómo había dado un vuelto de esa manera esa situación? De verdad Yuuka era demasiado inocente, demasiado buena niña, pero si su padre los veía, estaba muerto, así se fuera… ¿Se fuera a dónde? — ¿Tu papá se ira a algún lado?
    —Papá va a trabajar al hospital, saldrá en un ratito más, siempre se va a estas horas.
    O aquello era suerte, o demasiada suerte. Por fin algo de tranquilidad.
    El dragón abandona el castillo.
    En ese caso solo tenía que esperar, así tendría tiempo de hablar con su novio, y estar en calma. Ay, en ese momento sentía que adoraba a la pequeñita a su lado. Tanto que la abrazo con fuerza, uno que ella correspondió con mucha alegría.
    Y así paso media hora, en que mientras los dos estaban metidos en la pequeña cama infestada de animalitos, sintió que la puerta se abría y una cabeza se metía para verlos en medio de la oscuridad, suspirando lentamente antes de cerrar la puerta una vez más y dejar todo tal y como lo había visto.
    Esperaron otro tanto más, en que oyeron el ruido de una puerta cerrándose, y calma de nuevo.
    Era su momento.
    —Ya puedes ir Shirou-kun, suerte —Le hablo asomando sus ojos oscuros entre las sabanas la pequeña. Dándole un empujoncito.
    —Sí, gracias… —Le dio un beso en la frente, y salió tan despacio como podía, pero a la vez demasiado feliz. Adoraba a su pequeña cuñadita.

    ****** (\*◊*/)******



    Toco la puerta con suma delicadeza, como si no quisiera despertar a nadie, a pesar de que solo había dos personas en esa casa, tenía los pies descalzos y sostenía una pequeña almohada entre sus brazos. Toco por segunda vez, un poco más fuerte ahora ¿se habría dormido?
    Ya eran aproximadamente las 11 de la noche, era imposible que para alguien de su edad se durmiese a esa hora, así fuera navidad, otra vez toco, como dicen, la tercera la vencida y pues… había perdido, dio una vuelta para volver a la habitación de la pequeña, pero se abrió la puerta revelando a su novio.
    —Shirou… —Gouenji tenía el pelo mojado y medio caído, vestía de ropa de dormir muy seria para su edad y olía a shampoo y jabón. Era tan sexy.
    —Shu-Shuuya.
    — ¿Qué haces aquí? —Interrogo viendo a los lados, solo para comprobar que su hermanita no estuviera ahí.
    —Yuuka-chan me dijo que si quería podía dormir contigo —Se acercó a su chico que parecía comprender la situación y había dado de esas sonrisas que el solo puede dar —Y si quería ¿puedo?
    —Adelante —Le tomo la mano y cerró la puerta al tenerlo dentro, en su habitación, ahí adentro los dos tenían sus propios asuntos.

    Se sonrieron cómplices, abrazándose y mirándose a los ojos entre esa oscuridad y la luz que se colaba por entre la ventana, seguía nublado, pero no les importaba. Un pequeño beso, y otro más, suave y lento, muy tierno.
    —Es la primera vez que voy a dormir en tu cama…
    —Espero no la última —Se separó de el con pesar, volviendo a el trabajo que tenía anteriormente o eso se supone.
    Tenía la toalla sobre la mesa del escritorio y procedió a secarse las hebras cremas con lentitud, mientras posaba su mirada en el príncipe, que se sentaba en aquella cama levemente pequeña y toqueteaba con las palmas la almohada que había traído, todo eso antes de acomodarla al lado de su gemela y reposar su cabeza sobre ella, no estaba nervioso, no le extrañaba tanto. Todas las veces que habían dormido juntos había creado entre ellos una especie de familiaridad para estas cosas.
    Pero estaba ahí para un asunto importante, tenía que hablar con él sobre la misteriosa visita al despacho de su padre.
    Respiro profundo, pensando en que podría decirle, pero tan pronto como las palabras iban a salir de su boca, su chico se sentó a su lado, con su pelo desordenado y caído. Se veía tan guapo, para Shirou verlo así era más que un sueño, su novio era tan atractivo y más con el pelo de esa forma, ya hasta había perdido su objetivo.
    —Padre dijo que le caías bien —Rompió el silencio Gouenji, sacando de su trance a el pequeño Shirou —Esta algo molesto por lo que paso, pero dijo que no lo volviéramos a hacer —Y finalizo.
    Obvio no le contaría algo más, pero había sentido como de preocupado había estado el albino, y lo que menos quería es verlo con esa cara de tanta angustia, por alguna razón odiaría verlo muy mal.
    — ¿Es enserio? —Ya no sabía cómo sentirse, si feliz o preocupado, pero su novio le estaba dando una sonrisa muy pequeña y mirándole directamente a los ojos, suponía, que no debía preocuparse, que todo estaba bien. Que todo estaría bien.

    Los dos se metieron a la cama, abrazándose en su propio mundo, y sintiendo sus corazones latiendo el uno al otro, mirándose muy profundo, verde con castaño oscuro, conectándose tanto por la cercanía.
    Ambos estaban seguros de algo, que nunca podrían olvidarse de esos ojos tan especiales, así murieran.
    Y así como comenzó ese hermoso pensamiento, así comenzó otro de los besos más lentos que podían darse. Apenas chocando sus labios, como pequeñas caricias, que se sujetaban cada vez con más fuerza.
    Un beso de buenas noches.
    Y poco a poco, se fueron comiendo toda la timidez, a la vez que sus bocas ya no tenían espacio que no fuera poseído por el otro.
    —No deberíamos estar haciendo esto… —El albino sabía bien en qué lugar estaban, no podían continuar adelante, no podían incluso aunque quisieran.
    —No deberíamos… Pero lo estamos haciendo —Y lo callo con un beso.
    Un beso de deseo.
    Y ya no hubo más replicas, ya no lo dejo ni siquiera quejarse cuando sus manos empezaron a recorrer el cuerpo tan suave y blanco de él, cuando empezó a despojarlo de la ropa que le había prestado y le quedaba grande.
    No se quejó cuando se quedó sin camisa y el torso desnudo bajo él, sintiendo como sus dedos le tocaban su cintura, su pecho, y paraban con toda la intención sobre sus pezones. No se quejó cuando los apretó, con mucho cuidado, como si supiera el lugar tan sensible que estaba tocando.

    —A-Ahí… me hace cosquillas —Susurro muy bajito, tocándole el rostro para llamar su atención.
    Ya para que quejarse, pensaba el albino, así era siempre. Solo unos besos podían comenzar algo imparable en ellos, un calor que no se detenía hasta que estuvieran juntos, hasta que sus cuerpos se sintieran tan unidos que nadie pudiera separarlos. Y eso era lo que hacía hermoso hacer el amor con Gouenji.
    Incluso sabiendo el peligro que había, estando ahí, que su padre podría volver sin avisar, encontrándolos así.
    No lo detuvo. No quería y no pensaba hacerlo.
    La lengua de Gouenji no se detuvo en lamer y chupar aquellos lugares tan sensibles, reconociendo esa parte de su cuerpo, memorizándolo, haciéndolo suyo, mientras pequeños gemidos escapaban de la boca del pequeño, atrapado en esas pequeñas sensaciones que emitía su cuerpo.
    En esa pequeña corriente, en ese pequeño momento de desesperación, en querer que lo dejara porque no sabía cómo sentirse, pero a la vez de continuar por que no sabía si le gustaba.
    —No… ya no toques ahí —Le asustaban hasta las reacciones de su cuerpo, y se sentía raro sintiendo la húmeda lengua de su novio —Es-esto es muy vergonzoso…. Ya no toques ahí.
    — ¿Se siente muy mal? —Pregunto, besando su mejilla y su cuello, repetidas veces, mientras acariciaba aun su pecho. No quería dejarlo de tocarlo por su parte, le encantaba verlos así de rojos, así de levantados, resaltaban tanto con su piel blanca, tanto como sus mejillas rojas.
    —Uhm… N-No… Pero —Se sentía muy extraño —Es que… Shuuya, yo… ¡Ah!
    —A mí me gusta —Incluso oírlo gemir le gustaba mucho, y estaba descubriendo que era muy sensible en ese lugar, tanto que solo un gemido muy pequeño se oyó salir de sus labios, cuando apretó uno de sus pezones entre sus dedos —Y a ti también.
    Por aquello se ganó una mirada muy enojada y avergonzada.
    Pero no quiso molestarlo más, sabía lo tímido que podía ponerse. Y no quería que nada le molestara el momento.
    Se levantó un poco, quitándose su camisa, y tirándola por cualquier lado de la habitación, dejando a la vista su bien formado y moreno pecho, pecho que le encantaba ver a Shirou aunque no lo admitiera.
    Y lo feliz que era al saber que era solo suyo, nadie se lo quitaba, nadie podía reclamarle por tocar la piel morena de su novio, por besarla, por dejarse llevar en sus brazos.
    Por qué un beso tan profundo como el que se estaban dando le hacía perderse de todo, con sus pieles desnudas chocando, con su entrepierna sintiendo algo duro rozándole con insistencia, con unas manos ajenas deslizándose dentro de su pantalón y acariciando su trasero.
    Aunque duro tan poco su momento que sintió que había durado apenas unos segundos.
    Igualmente demoro el tiempo que tomo que Gouenji lo desvistiera, quitándole los pantalones y la ropa interior, dejándolo completamente desnudo frente a él, con la respiración acelerada, las mejillas rojas y una leve capa de sudor recorriendo todo su cuerpo.
    Shirou era tan hermoso, viera como lo viera, con su cuerpo tan esbelto, tan tímido, con sus piernas tan torneadas y con su miembro lampiño, que con una erección se notaba lo excitado que él también estaba, lo mucho que quería ese momento.
    Demonios, siempre que lo veía así, sentía que la temperatura de la habitación se elevaba por mucho, o quizás era su cuerpo que se sentía tan caliente. Hasta sentía que le apretaba mucho ahí abajo, ese algo que luchaba por salir.
    —Shuuya… aquí —Abrió las piernas, rozando su miembro con una de sus manos y llevándolo hasta su entrada, rozándolo aún más —Se siente caliente aquí… Esta mojado —De pronto el albino sentía demasiado calor en su cuerpo, y una desesperación por sentir que su novio lo hiciera suyo.
    Definitivamente estaba que ardía y Shirou quería matarlo.
    —Caliente… —Y vaya que lo estaba, tanto que no le importaba en ese momento estar en la casa de su padre, quería desfogarse totalmente con ese pequeño niño que estaba siendo tan provocativo.
    Y casi suplicando por salir, bajo sus pantalones, dejando notar una dolora erección entre sus bóxer, levemente húmedos por tanta excitación.
    Erección que no pasó desapercibida por el pequeño albino. Eso le gustaba, aunque fuera demasiado vergonzoso de admitirlo, saber que su Shuuya se ponía así con solo verlo, le ponía tan alegre y a la vez deseoso, pero era tan impuro esos pensamientos, aunque en momentos así no le importaba tenerlos, en esos momentos no le importaba nada.

    Extendió una mano, tomando el borde de la tela oscura del bóxer, deslizándolo hacia abajo, para sorpresa del peli crema, dejando salir casi de imprevisto el miembro del mayor, que al ser descubierto, se mostró tan levantado, recto e imponente que no dejaba de sorprenderle como podía tener tanta fuerza ahí también.
    Incluso lo acaricio un poco, sintiendo como estaba tan caliente, y duro.
    Pero eso, al igual que todo su novio, era suyo.
    De verdad que Shirou lo estaba provocando, y más así, estaba casi pidiendo a gritos que Gouenji lo poseyera. Y él no se iba a negar ni un poquito, porque las ganas no le faltaban.
    — ¿Estas cómodo? —Pregunto Gouenji, rompiendo un poco el ambiente en que todo eran miradas deseosas.
    El albino solo asintió un poco tímido. Sintiendo es ese momento el corazón latirle con más fuerza que en toda la noche, sabía que es lo que se venía, y a pesar de haberlo hecho ya muchas veces, el momento en que se hacían uno, seguía siendo demasiado para él.
    Intento tranquilizarse, cuando sintió como esa cosa dura rozaba entre sus muslos, en un intento de Gouenji por acomodarse mejor entre sus piernas, incluso sentía que por donde pasaba, dejaba un pequeño rastro de humedad —Ahmm…—Gimió, el miembro del mayor estaba tan húmedo en la punta, casi igual que el del albino.
    —Voy a…
    —Lo sé —Shirou gimió, una vez más y suspiro tan delicadamente, abriendo más las piernas y mirando hacia un costado, dejando que solo su mente sintiera todo lo que estaba pasando, imaginándolo.
    Sintió como el miembro de su novio aún se movía dubitativo por sus muslos, como al parecer había encontrado su camino y se alojó en su entrada, rozándolo como reconociendo el lugar por donde iba a entrar, todo eso enserio lo estaba desesperando… Shuuya se hacía mucho de rogar.
    Incluso movió sus caderas, dándole a entender lo impaciente que estaba, señal que el otro capto muy bien.
    Ya no espero más.
    Tomo con una de sus manos su miembro, y empezó a empujar para dentro, sintiendo como la cabeza de su miembro era cálidamente recibido por las suaves paredes interiores del albino. Siempre Shirou era demasiado agradable por dentro. Demasiado estrecho que con solo eso lo volvía loco.
    —Ahmm… —Y como siempre el albino era demasiado sensible, para sentir como entraba poco a poco en él, como su interior era totalmente poseído, como se abría por dentro y lo cálido que se sentía unirse con él —Shu- Shuuya, lo siento… Lo siento dentro de mí.
    Suspiro otra vez más, Recobrando el valor para verle a la cara y ver el rostro de excitación y a la vez la calma que intentaba mantener.
    Pero no valía la calma en esos momentos, ambos querían perderse como siempre lo hacían cuando hacían el amor.
    Lo abrazo, atrajo su cuerpo al suyo, juntando sus torsos y sin decirse nada más, comenzaron los movimientos, en que la cama se estremeció, moviéndose de lado a lado con su ritmo, lento aun.
    En que Gouenji entraba y apenas salía de su cuerpo, sintiendo lo húmedo que estaba ese lugar, y como parecía temblar por dentro. Se sentía tan bien, lo disfrutaba, la piel tan sensible que tenía en su miembro se deleitaba rozando las paredes del albino, cada vez más rápido.
    Y Shirou solo podía gemir tan bajito, reconociendo perfectamente los lugares que estaba tocando su novio dentro de él, como estaba llegando tan profundo sin avisar, incluso sentía las palpitaciones de su duro miembro dentro de él.
    Ah, de verdad deseaba sentir más de él en ese momento.
    Y estuvieron tan compenetrados y las embestidas fueron a más, escuchando por un momento el chirriar de la cama.
    Pero ni eso los detuvo, se abrazaron más fuerte, ambos sintiendo como sus pieles producían un sonido extraño al chocar entre ellos, como la pelvis de piel morena chocaba con fuerza en los blancos glúteos de su pareja, y los fluidos de ambos se combinaban, escapando de aquel lugar donde se unían y hacían caminos por la espalda del albino, mojando la cama de paso.
    —Ah… Shuuya —Otro gemido más fuerte se escuchó, callándolo rápido mordiéndose los labios y cerrando fuerte los ojos, estaba perdiendo el control.
    Y Gouenji contribuyo en eso, separándose un poco de él, para tener una total vista de su cuerpo tan sofocado, tímido y excitado.
    Apenas le dio tiempo de respirar, cuando volvió a arremeter contra su interior, esta vez con todas las ganas, sacando su miembro casi por completo y metiéndolo de una sola embestida, movimiento que le saco más de un grito a Fubuki, que se mordió más fuerte los labios para no gemir contra la crueldad que estaban cometiendo contra él.
    Pero las cosas se salieron de control cuando ese tipo de embestidas no se detuvieron, continuaron, más fuertes, empezando a ser totalmente impredecibles en donde tocarían dentro de él, le estaba removiendo todo.
    —Te quiero… te quiero mi pequeño —Repetía sin control, al igual que sus penetraciones.
    — ¡Ah! ¡No… Ya no! —Una penetración más agresiva revolvió todo su cuerpo, tocándole en su punto especial, arqueo la espalda y cuando volvió a caer en la cama, había perdido toda voluntad de su ser, disfrutando cada pequeño toque, pidiendo más. — ¡Ahí! ¡Dame ahí!
    Ni se preocupó en contener su boca, soltando suspiros y gemidos algo altos, hasta que en un pequeño toque de cordura recordó donde estaba y cubrió su boca entre sus manos, tratándose de hacer autocontrol sobre sí mismo, pero Gouenji no ayudaba, se movía como descontrolado, y eso le gustaba tanto… Pero no podía gritar, no debía, la niña.
    —Uhmm ¡Ah! ¡Shuu…! ¡Ah!
    —Shirou… ¡Ah! Te sientes delicioso por dentro — Podía sentir como estaba por acabar. El interior húmedo de su novio lo abrazaba con demasiada fuerza, y los pequeños temblores de su cuerpo podía sentirlos, él también estaba en su límite.
    Su duro miembro palpitaba con fuerza, sintiendo como se iba a acumulando el semen que pronto iba a salir.
    — ¡No…! ¡Más fuerte! —Los gritos deseosos se le escapaban, volvió a cubrirlos con sus manos, esperando callar, pero tan difícil le era, más cuando sentía una corriente en su espalda y en su vientre, su miembro se agitaba con fuerza con los movimientos, y su sensibilidad se multiplicaba por todo su cuerpo. Tuvo que hacer un gran esfuerzo por no correrse en ese momento, sintiendo como aun lo penetraba. Como eso dentro de él, se hacía más duro y más grande, como parecía darle más placer por pequeños segundos, en que abría más su interior —Se siente bien…
    —Shirou, me voy a correr —Suspiro con fuerzas el peli crema, sujetando con fuerza las piernas blancas de su novio.
    —Ah, ah… si - si —Lo atrajo entre sus manos, para sujetar su cuello, y tenerlo muy cerca, mirando sus ojos directamente —Hazlo, hazlo.
    —Shirou…
    El calor de la habitación se subió rápidamente en los últimos segundos.
    Los choques de sus cuerpos uniéndose y un último y fuerte gemido, de los dos juntos.
    En que las embestidas se detuvieron de golpe, llegando muy profundo Gouenji dentro de Shirou, y empezando a soltar con fuerza su semen, llenándolo por completo.
    Y Shirou, empezando a correrse, sintiendo el placer por ambos lados de su cuerpo. Poniéndose muy sensible en sus últimos momentos, contrayendo todo su cuerpo, y gimiendo antes de caer totalmente rendido en la cama, sintiendo las últimas contracciones del miembro de Gouenji, terminando de eyacular dentro de él.
    —Ahmm… —Soltó pequeños gemidos, cuando volvió a sentir como salía de él, y dejaba un vacío en su interior, que rebozaba de su blanca semilla —Shuuya, ven… —Lo abrazo más fuerte.
    —Shirou… —Se quedó a su lado, acariciando su mejilla, sintiéndose muy cansado de pronto.
    Ambos se quedaron juntos, con la respiración exaltada y con una gran satisfacción también.

    ****** (\*◊*/)******



    Toc- Toc
    Todo era muy tranquilo, y su cuerpo se sentía tan pesado, pero estaba tan en calma…
    Toc- Toc
    Su cama a pesar de todo era muy suave y tenía a su lado una agradable fuente de calor.
    Toc- Toc
    Incluso algunos estudios decían que dormir desnudo era bueno.
    Toc… Toc
    Pero no sería tan bueno que tu hermana te viera así. Y menos con un chico al lado.
    Tu Hermana.
    De 8 años.
    Que muy probablemente escucho todo anoche. Y se lo diría a tu padre.
    Estabasmuerto.

    Se levantó exaltado, escuchando los fuertes toques que daban en su puerta, y corrió a su puerta para abrirla, cuando se dio cuenta de un pequeño detalle, que estaba tal y como había venido al mundo. ¿Qué hacía ahora?
    — ¿Qué pasa? —Pregunto conteniendo todo el pequeño nerviosismo que tenía, fingiendo que todo estaba bien y tenía aun sueño.
    Si escuchaba la voz de su padre, tendría que enfrentar muchas cosas ese día.
    — ¿Shuuya- san? —Pero para suerte suya, era su querida nana, ¿En qué momento había llegado? —Ya tengo listo el desayuno, se lo estoy dejando sobre la mesa.
    —Ah, sí, en un momento salgo —Se sentía tan aliviado.
    —Yo voy a salir, y la pequeña Yuuka también salió en un paseo con sus amigas ¿Se le ofrece algo?
    —No, no, nada.
    Luego de un pequeño: Bien, oyó pasos y luego silencio.
    Parece que se había salvado una vez más, y se sentía tan bien, incluso miro al albino que seguía durmiendo tan ajeno a todo.
    Lo levanto, ganándose quejas y un leve beso de buenos días luego, y ambos se vistieron, para salir, abriendo la puerta muy fácilmente.
    Ahí fue cuando Gouenji se dio cuenta que no habían tenido ni el mínimo de seguridad, y no habían puesto el seguro de la puerta, cualquiera podía haber entrado y verlos.
    Pero su nana no era así, respetaba su privacidad. Y con muchísima suerte su hermana siempre tenía el sueño muy pesado y no había escuchado nada, tenía que ser positivo.
    Pero cuando fueron al comedor y vieron dos desayunos bien servidos, con un cartelito que decía: <<coman bien, para que recuperen fuerzas <3 >> Supo que quizás su nana si era una cotilla, o su hermana si había escuchado algo y había hablado.
    Aquello era un peso que no iba a poder quitarse hasta que les preguntara personalmente.
    Y a pesar de todo, comieron entre pequeñas risas que ellos sabían darse, en un momento muy ameno, que acabo bastante rápido y ya no hallaban que hacer, por lo menos hasta que pudieran irse a casa.
    —Mi nana demorara mucho en llegar, cuando va a comprar demora horas y Yuuka regresara hasta la tarde.
    —Oh… Ya veo — Shirou a pesar de querer correr la noche anterior, no quería irse sin despedirse de la niña y más sin asegurarse si le había traumado la infancia por su pequeñísimos gritos que había dado la noche anterior, Oh dios, se sentiría tan culpable si fuera así —Supongo que tendremos que pasar el tiempo…
    —Supongo…
    Mucho tiempo, casa sola y dos adolescentes alborotados no era buena idea.
    Pero para ellos sí.
    Y tan pronto como pensaron en que hacer, a ambos se les vino una idea no muy pura y más cuando recordaban todo lo que habían hecho ayer. Y cuando se miraron, un sonrojo cruzo por sus rostros, supieron que estaban de acuerdo y no hubo marcha atrás.
    Volvieron a encerrarse en la habitación, una repetición nunca es mala, pero esta vez sí cerraron con llave el cuarto.
    Adiós al respeto de esa casa, y las palabras de su padre, bien gracias.
    Podía hacerle caso desde mañana.

    ****** (\*◊*/)******




    Paso una semana muy rápido y antes de que se diera cuenta, ya estaban en año nuevo, y se moría de ganas de ir al templo de su ciudad para pedir algunas cosas.
    Estaba tan entusiasmado que se vistió lo más respetable posible y miro ansioso el reloj de la sala, esperando a sus dos mejores amigos, Kazemaru y Midorikawa.
    Juntos habían quedado en ir ese año junto, como lo hacían antes, y ahora que eran amigos de nuevo, que mejor oportunidad para volver a hacerlo.
    Pasaron unos minutos, Midorikawa fue el primero en llegar, vestido con un muy bonito yukata, y entro como si fuera su casa, desordenando la bonita casa del albino.
    —Mamá no cocino nada en casa, así que vengo a pedir una caridad.
    Bromeo como siempre.
    —Puedes saquear el refrigerador como siempre lo haces —Y solo cedió a su petición.
    De verdad quería ya ir al templo, Kazemaru estaba demorando demasiado.
    En cambio el peli verde estaba muy feliz de poder comer gratis, pero le sorprendía que para ser año nuevo su amigo tuviera tanta comida.
    —Hay muchas cosas aquí, ¿No estas comiendo de nuevo Shirou? —Le pregunto algo casual, y casi con un poquito de regaño, para el comer era importantísimo —Más vale que no estés poniéndote a dieta de nuevo.
    — ¿Dieta? —Se rio un poquito, mirándolo de reojo —No, lo que pasa es que últimamente mi estómago está muy sensible y no puedo comer muchas cosas porque termino devolviéndolo —Explico, defendiéndose de las acusaciones de su amigos.
    Entonces Midorikawa lo miro muy serio. Como pensando algo.
    —Puede que estés enfermo, no descuides tu alimentación ¿Si? —Quizás su amigo se estaba alimentando muy mal. Tenía que cuidarlo.
    —Lo prometo —Y él no quería preocupar de más a su amigo.
    —Aunque es muy raro… —De pronto dijo.

    Y tocaron la puerta, interrumpiéndolo, y Shirou corrió a abrirle a su otro amigo de cabello azulado, mirándole feo por llegar tarde.
    Una disculpa y ala, todo resuelto.
    —Vámonos.
    Salieron los tres muy juntitos, empezando a caminar y a contar ciertas cosas que habían pasado esa semana que no se habían visto mucho, cosas como la curiosa navidad que habían pasado en la familia del peliverde, con su flamante novio, o el terror que inspiraba el padre de Gouenji.
    Pero entre ellos, cada situación parecía muy cómica, algo siempre para el recuerdo.
    Pero de pronto, un pequeño mareo al albino lo dejo algo perplejo.
    Se detuvo para calmarse y seguir caminando, pero a cada paso que daba se sentía más mareado, el piso se movía mucho.
    Y sus amigos seguían, sin darse cuenta de él.
    —Chicos… —Susurro bajito, esperando que lo notasen, no tenía la fuerza para moverse.
    Un paso más, sujetándose de la pared para no perder el equilibrio.
    —Esperen…
    Pero no parecían hacerle caso.
    Hasta que notaron que les hacía falta algo y ambos miraron hacia atrás, viendo a albino tan raro.
    —Shirou… —Llamo Kazemaru, acercándose y preocupándose un poco — ¿Todo está bien?
    —Si… —Y sonrió, por fin le habían visto, quería ir con ellos —Ya voy, espérenme…
    Y otro paso más, en que el suelo se movió demasiado y todo se puso negro, antes de sentir como se desvanecía y solo escuchaba su nombre muy, pero muy bajito.
    — ¡SHIROU!


    .........


    Y se acabó ¿Dudas?
    Dibujito:
    SPOILER (click to view)
    jpg

    Quería dejar con algo de tensión el capítulo, para que el siguiente sea mejor (¿)

    Y mis preguntitas de siempre:
    ¿Me extrañaron? ¿O ya me habían echado tierrita?
    Si quisieran un dibujo de una escena del capítulo ¿Cuál sería?
    ¿Quisieran un suegro así?
    ¿Crees que Yuuka haya oído algo o es de sueño pesado?
    ¿La nana será fujoshi en secreto?
    Y por último ¿Qué le habrá pasado a Shirou?
    Bien mis niñas, hagan caso a sus papis, y eso es todo.
    Volverles a agradecer por todo, a quienes disfrutaron el capítulo, o quienes no, criticas, quejas, amenazas de muerte, las acepto, pero gracias de verdad, las adoro a todas.
    El siguiente capítulo, intentare que este antes de navidad, ¿Por qué? Porque estoy en trabajos finales de la universidad. Así que téngame fe, prometo volver con el siguiente muy pronto, las quiero.
  9. .
    Bueno, como lo prometí: Me alegro mucho que te hallas animado a subir la continuación de este fic, para mi desde lo leí, diré que la idea principal estaba bien, solo había que explotarlo un poquito más, y la actitud de los personajes no es la acostumbrada, pero es divertido también verlos a todos y sus acciones, como el acosador Fubuki...

    Es bueno que hayas tenido un cambio en tu narrativa, así puedo entender mejor lo que sucede y a quien le sucede, puedo relacionarme mejor con los pensamientos de los personajes, yo tampoco soy una experta en la materia, pero es lo que puedo decir en mi opinión, espero leer los próximos capítulos pronto, y también que sigas mejorando, ya sabes, cualquier cosa me puedes ubicar en facebook, así que ¡animo!.
  10. .
    ¡Hey! ¿¡Adivinen quien volvió en forma de taps?! ¡Si! ¡Alf! XD
    Nah, soy yo, estoy viva y haciendo nada con mi vida, así que me dije ¿Por qué no continuo ese fic? La verdad, el rol me estaba robando el alma, pero me tomare mi tiempo para continuar este fic y probar hacer otros.
    Ignoremos cosas sobre mi vida, regrese y espero que esta vez eso me obligué a escribir el siguiente capítulo más rápido. Las extrañe. Ahora vengo con un capítulo sobre un personaje del que me supongo quisieran saber, el tsundere encantador, que tendrá otro capítulo más aparte de este.
    Sin más y perdonen de corazón la GRAN tardanza, el no responder comentarios y les dejo el pequeño capitulo extra.




    CAPITULO ESPECIAL:
    ~---REGALO PARA DOS---~



    La vida puede ser muy curiosa a veces, tenerte sorpresas y desilusiones, tenerte amores y maldiciones, la vida es simplemente así y no va a cambiar, Aki lo supo desde el momento en que su mejor amigo de la infancia se le declaro y ella no se lo creyó.
    Una chica en ese entonces, tímida, moderada y con ese cabello corto y verdoso que no resaltaba y tampoco pasaba desapercibido, era buena en cosas manuales y en estudios se defendía, sabia dos idiomas, el inglés —Por que actualmente vivía en América— y el japonés —Su idioma natal— Y no se preocupó del amor hasta ese entonces, 17 años sin notarlos siquiera.
    Su mejor amigo era Ichinose Kasuya, par de críos inseparables desde los 8 años, ambos japoneses y residentes en América, ambos siempre tan juntos. Su madre no se había equivocado al parecer cuando dijo que acabarían juntos. Porque a pesar que después de esa declaración en plena lluvia y ella creyendo que él estaba con otra persona, pasaron cosas, muchas cosas que en bien, le hicieron darse cuenta de que para ella, no había mejor persona que aquel castaño que siempre le sonreía y que se había enamorado de ella desde hace mucho.
    Pero la historia no trata sobre eso, pues si bien ellos eran una pareja la mar de lindos, cada uno con sus propias características, todo tiene que seguir un curso. Sucedió lo inevitable y luego de terminar la universidad ambos se comprometieron entre muchas felicidades y que sean felices de parte de su familia y amigos, pues no había pareja más perfecta alrededor.
    Un par de meses después, Aki Kino porto el vestido más hermoso que nunca pudo imaginar en su vida y tuvo la boda que les contaría a sus hijos y a sus nietos, dio el sí más que emocionada y su novio también, era tan maravilloso. La luna de miel: Un viaje alrededor de Europa, conociendo tantas cosas y muchas noches en las que ambos se prometieron vida junta y la felicidad.
    Tanta felicidad.
    Hasta que se les ocurrió algo, algo que probablemente les alegraría más la hermosa vida de casados, algo que los uniría más, algo que no se podría realizar.
    Dudosos de que no resultaba, ambos fueron al médico, entre dudas y muchas cosas, fueron los exámenes que determinaron la más cruel noticia para ambos.
    —Lo siento señora, usted no puede tener hijos.
    Una noticia que entristeció más a ella, a esa joven de veinticuatro años con muchos planes, una joven que esa noche lloro junto a su esposo, abrazándole fuerte y sintiéndose desdichada por ello, ¿Por qué? Se preguntaba, ¿Por qué a ella? Si era uno de sus más anhelados deseos, ¿Por qué?

    Sea como sea, la vida debe continuar.

    Ambos continuaron más fuerte que nunca, su amor era sincero y no habría nada que los pudiera separar, nada, incluyendo lo que muchos hablaban a sus espaldas. Aquel barrio se estaba haciendo insoportable. La gente habla mucho de algo que no le debería interesar.


    Tomaron uno de los primero vuelos del día, luego de una muy larga travesía en el avión, llegaron a su país natal, quedándose en una bonita y regularmente pequeña ciudad llamada Inazuma, ubicada en Tokio y en la casa de un familiar que los recibió con los brazos abiertos.
    No fue difícil acostumbrarse a aquel ambiente, dándose cuenta del contraste que tenían ambos países, pero les gustaba estar ahí, por lo menos podían olvidarse un poco de los problemas que les aquejaban y tenerse el uno al otro. Aunque su problema estaba un poco lejos de poder olvidarse.
    Cierto día, uno cualquiera, paso algo en el que notaron ambos que no podían seguir así.
    Aquella mañana Aki había despertado y salido a comprar cosas para preparar el desayuno, todo muy bonito y bien hasta que al ir a pagar se había encontrado con una mujer que parecía estar esperando un bebé, amablemente le ayudo, pero la sonrisa que ella había dado al acariciar su vientre agradeciéndole se le había quedado en mente. Iba a seguir doliendo mucho todavía esa noticia que le habían dado.
    Su mayor martirio era ese, fuera de las palabras, de lo que dijera, el ver a otras parejas así le partía el corazón, porque sentía que ella le estaba quitando la oportunidad de ser feliz a su esposo, a aquel chico que siempre la había amado y él no se merecía eso. Ichinose podía encontrar a alguien mejor.
    Ese pensamiento no se le fue de su mente e incrementaba el paso de los días, no soportaba ver a alguna mujer con niño en brazos o un doncel esperando un bebé, siendo más cruel aun el hecho de pensar que aquellas personas no tenían culpa de nada.
    Si aquello seguía así, probablemente iba a terminar mal.

    Gracias al cielo que aquel castaño que era su marido se había dado cuenta de esos pensamientos, tramando velozmente en alguna solución, porque a pesar de todo ella era su cielo y lo que menos quería era verla así. Con una sonrisa él le aviso sobre el viaje que quizás cambiaria sus vidas.
    Tenía una tía en Hokkaido, en un bonito poblado ubicado cerca de un monte nevado, era tranquilo y un excelente lugar para hacer todo tipo de deportes e incluso para pasar momentos solos pero reconfortantes.
    Partieron al día siguiente.

    Se rieron y caminaron por muchos lugares, esquiaron juntos y varias torpezas por partes de ambos lograron hacer una velada maravillosa cuando cenaron a pesar del frio en el hermoso claro de la luna de ese día.

    Curiosamente el día siguiente, muy al mediodía y cuando estaban dispuestos a ir a almorzar algo juntos paseando de la mano, riéndose encantadoramente, conocieron a una no muy joven mujer, vestida de habito blanco y negro, llevaba una cruz en el cuello y parecía venir con muchas cosas, se notaba algo desesperada y quizás por un mal paso termino cayendo. Aquel matrimonio preocupado enfoco su atención en ella y en cuestión de segundos la ayudaron con el buen corazón que ambos tenían, un gracias y la siguieron en su camino.

    Avanzaron no cuando menos varios metros, alejándose un poco del pueblo y entrado a una parte a las faldas de la montaña más alta del lugar, que a pesar de ser blanco, muy blanco, destacaba en ella una pequeña iglesia, con varias casitas al lado. Pues si bien no eran muy religiosos, respetaban mucho aquello y pudieron entrar dentro de aquel lugar.
    Por dentro no era tan diferente, la recepción era un lugar normalito, con muchas imágenes de santos y se respiraba un ambiente a alcanfor y uno de tranquilidad que no sabrían descifrar. Su trabajo ya estaba hecho, ahora debían marchar, pero otra mujer muy amablemente les invito algo de beber, tampoco podían decir que no.
    De pronto una niña interrumpió ahí, correteándose con otro niño que al parecer quería quitarle su peluche, la mujer más mayor le llamo la atención y ambas criaturas volvieron por donde habían venido.
    Entonces se dieron cuenta de algo, estaban en un orfanato.

    ¿Casualidad? No lo creo.

    Fue un impacto algo terrible para Aki, que se permitió entrar más adentro y ver el patio donde había muchos pequeños niños, el mayor no pasaría de 12 años, y se le rompió peor el corazón.
    — ¿Estas bien amor? —Fue la pregunta que hizo su marido, tomándole de los hombros, tratando de entenderla.
    —No del todo, es solo que… —Callo, porque sabía bien ella e Ichinose a que se referían —Vámonos.

    Cruel destino dirían algunos, un muy descarado también para haberlos traído a ese lugar. Cruel con aquella mujer que no pudo pegar ojo esa noche en el hotel que se alejaba y más cruel con el esposo que al despertarse la mañana del día siguiente no vio a su mujer.
    No estaba, no la encontraba, recorrió el hotel espantado pensando por un momento lo peor, la llamo pero ella no contestaba y ya casi cuando estaba punto de pensar que su mujer le había abandonado una idea se le paso por la mente.

    El orfanato.
    Corrió con toda la fuerza que sus piernas daban, se cayó en la nieve, pero siguió corriendo como loco desquiciado con solo un objetivo.

    Llego aproximadamente por el medio día, con las mejillas rojas y con la esperanza en el alma de que si esposa estuviera ahí, haciendo lo que sea pero estuviera ahí. Incluso la idea de que se convirtiera en monja era mejor que ella se hubiera ido. Con esos pensamientos casi derriba a la pobre monjita que le abrió la puerta y corriendo llego a la sección en donde habían niños pequeños corriendo, que al parecer unos cuantos le reconocieron y se le acercaron impidiendo que cumpliera su misión.

    —Te llevas muy bien con los niños, cariño —Se escuchó decir de una voz muy dulce y animada. Una voz que aquel hombre conocía muy bien y que no pudo evitar sonreír cuando vio a su mujer tan linda como siempre.
    —Ya me conoces cariño, yo siempre soy encantador —Contesto cruzando sus brazos tras su cabeza fingiendo una total calma y le acompañaba una sonrisa. Sonrisa que también tenía su mujer mientras tenía un bebé en brazos.
    Un bebé.

    Una cosita deforme de pelo rosa y grandes ojos verdes grisáceos, de mejillas rosas y carita malhumorada, un mini humano que movía su sonaja en compas mientras disfrutaba de la calidez de los brazos de su esposa y la suavidad de sus pechos en los que parecía estar muy cómodo.
    No hablaba, no caminaba, y era pequeño como una muñeca, si, definitivamente era un bebé. Ahora la pregunta era ¿Qué hacia su mujer con un bebé? ¿Cómo había llegado a sus brazos? ¿Un milagro? No…
    —Puedes creerte que esta criaturita estaba afuera, casi se congela —Apenas su interrogante fue respuesta se acercó con cautela a su mujer, que miraba al bebé con dulzura —Cuando llegue apenas si lo habían recogido, me dio tanta penita, que clase de horribles padre habrá tenido para que le hagan esto.
    —Es una criatura muy bella —su piel era suave y rostro redondo como un durazno, de hecho ese era el color de su cabello — ¿Cuál será su nombre?
    —Atsuya.
    — ¿Atsuya?
    —Su nombre venia escrito en un muñeco que dejaron con él —Explico Aki arrullando al bebé.
    —Ya veo, hola Atsuya.

    Es curiosa la vida se puso a pensar en un momento Kazuya Ichinose, curiosa por su esposa no pudiera tener bebés y por qué otros si podían pero no los querían, es curiosa porque ese bebé sonreía sin saber realmente que había sido abandonado y que implicaba eso, y aún más curiosa porque él no sabía que habrían pasado los padres de ese bebé para tomar esa decisión, quizás eran buenos, quizás malos, quizás solo estaban desesperados. Pero algo de lo que su pudo darse cuenta ese día era que su esposa había sonreído como hace mucho no lo había hecho, y era más hermosa para él.

    ****** (\*◊*/)******



    Una semana duraría el viaje, una semana era el lapso de tiempo que tenían los pasajes de ida y vuelta, pasajes que poco importaron el día que salía el vuelo, porque nadie corrió, nadie alisto maletas, ni nadie se despidió. Las dos personas que ocuparían dos asientos en un avión con destino a Tokio nunca aparecieron y el vuelo se fue sin ellos.
    Pero a ellos dos no les importo.

    La semana se convirtió en mes, y el mes se triplico. No fue hasta el cuarto en que esas mismas dos personas tomarían un vuelo para volver, un vuelo en el que esta vez viajarían tres.
    <<el me sedujo con su sonrisa>>—planeaba decir el marido cuando volviera a ver su madre.
    << ¿No crees que tiene unos ojos preciosos? >> —Diría la esposa, y cuando sonriera nadie le negaría nada, nadie se atrevería a refutarle, porque ella había sufrido y había llorado. Con mucho esfuerzo se había decidido y había aprendido amar a un pequeño que de suyo no tenía nada, pero ahora le daría su corazón.

    Fue así como un pequeño de nombre Atsuya, sin apellido, seria llamado de ahora en adelante Atsuya Ichinose, hijo de Aki Kino de Ichinose y de Kazuya Ichinose, ambos residentes en Estados Unidos. Una familia de tres.

    ****** (\*◊*/)******


    Y así pasaría el tiempo, en el que el primer mes de cambiar pañales y amanecidas serian cambiados por levantamientos inoportunos y por curitas para las rodillas, por: ‘‘mamá hay un moustro bajo mi cama’’ y ‘‘quiero un balón de futbol para navidad’’.
    Vendrían entonces llamadas de la escuela ‘‘Porque su niño se peleó con su compañero de clase’’ y seguirían hasta secundaria, en que hubo una larga platica hablando de los valores y que la violencia no arreglaba nada.
    Un cambio de escuela porque los niños me molestaban y solo quería defenderme.
    Un feliz día mamá y por fin buenas notas.
    ¡Me quiero unir al equipo de Fútbol! Y un: Ese es mi muchacho.
    Un: ¿Qué me van a regalar en mi cumpleaños? Miren que cumplo 14 y una mirada curiosa.
    Y un los quiero mucho papá, mamá.

    Para Aki valdría la pena todo eso, cada pequeña cosa que pasara con su hijo, cada pequeño detalle. Para Kazuya valdría todo por ver a su familia feliz.

    Para… para Atsuya su vida era normal y feliz, sin saber su pasado y disfrutar su presente, mientras todo continuara como era entonces no tendría por qué perder la sonrisa que tenía.
    Aki y Kazuya le habían dado la felicidad a cambio de un secreto, un secreto que siempre tendrían que guardar ¿Verdad?



    *********************




    Yeh, termino, si les hago spoiler el siguiente capítulo sobre Atsuya, trata de cuando se entera que es adoptado y todo eso.
    Disculpen de verdad la tardanza, el siguiente capítulo se ha quedado en dos hojas desde hace tiempo y ya debe continuar, en especial por que se vienen las cosas más interesantes y luego el desenlace.
    Ahora:
    - ¿Les agrada saber que estoy viva? Si es así, déjenlo en los comentarios, si es que no, también déjenlo en los comentarios.
    -¿Qué creen que hará Atsuya cuando se entere de la verdad?
    - ¿Qué creen que se vendrá después de todo esto?
    -¿Les gustaría que volviera a reescribir o en todo caso remasterizar lo primeros capítulos?


    Es todo, se me olvidaron otras preguntas, así que hasta pronto.
    Ah, para los que adivinaron mi edad, es 20, próximamente, exactamente en 8 días: 21 AÑOS, estoy vieja...
  11. .
    Hola a todos, disculpad la tardanza y este capítulo… lo tenía listo hace mucho, pero como se malogro mi Pc pues, tuve que posponer su salida hasta ahora y bueno, también está la universidad, lo otro se está escribiendo, espero no demorar mucho.
    Lamento no contestar comentarios de nuevo, no puedo, y también el capítulo tan pequeño, así que… espero les guste.
    Le dedico este capítulo a mi gatito Ekishi, que descanse en paz, siempre me acompañaba cuando escribía, así que… no será lo mismo.
    En fin, leed, gracias por todo.
    PD: este capítulo contiene escenas brevemente subidas de tono.


    CAPITULO 23:
    MAGIA EN CREMA




    — ¿Tienes novio?
    Que frescos eran los recuerdos, tanto que no quería recordarlo siquiera.
    Lo que era una cena normal en familia convertido en un interrogatorio y no de los buenos, Shuuya Gouenji nunca había tenido un novio. No hasta ahora.
    —Shuuya te estoy preguntando ¿tienes novio? —el padre y señor de esa casa tenía un rostro más serio del normal.
    —Padre, veras…
    —Yuuka ¿tu hermano tiene novio? —La niña solo asintió, sintiéndose extrañamente dudosa, no sabía si había hecho bien, pero le habían enseñado a no mentir, así que asintió — ¿Cómo se llama?
    —Shirou-chan —Su hermano tenía el rostro cubierto por las manos —pero es un príncipe papá.
    —Un príncipe, ya veo…
    Que incomodo silencio se había situado en aquel comedor, entre los tres de la familia y la nana incluida que veía totalmente interesada la conversación, ella no sabía nada, así que no se iba a meter, pero que su niño tuviera pareja le enternecía, estaban creciendo.
    —Papá, ¿puedo decir algo? —Esta vez fue el joven el que se puso firme y miro a su padre atento.
    —Dime.
    —Si tengo… novio —No sabía cómo cada palabra podía afectar, no sabía si quiera si su padre lo iba a tomar bien — Es un chico de mi escuela y que va en mi grado.
    — ¿Cuánto tiempo llevan saliendo? —ningún cambio en la voz del señor Gouenji llegaba a asustar.
    —Cinco o bueno, ya casi seis meses —verdad— Yuuka lo conoce por que se lo presente y ambos se llevan bastante bien.
    —Si es verdad papá, Shirou-chan es muy lindo conmigo —ahora la niña pensaba en apoyar a su hermano en todo, porque su papá no era malo, pero era muy estricto con su hermano —una vez nos hizo la cena cuando vino.
    Otra vez se fue de boca, vaya pequeña, el padre fue a parar su mirada sobre la mujer que hacía que limpiaba los platos, ella negó como no sabiendo, otra vez miro a sus dos hijos, al de quince y a la de ocho.
    —Una vez lo traje a casa para invitarle a comer, pero apenas nos conocíamos —Shuuya detecto la pregunta de su padre antes que este dijera algo, estaba en una guerra, no podía dejar que lo ataquen, se debía defender con todo.
    —Y cocina muy bien —la nena de nuevo.

    Y aunque aquella frase era para seguir preguntando, el señor Gouenji se tomó su tiempo para volver a ver a sus hijos, quizás riendo internamente al verle con esas caritas tan expectantes, su niña apoyaba al parecer mucho a ese chico, su hijo por igual, ojala tuviera aun a su mujer para saber qué hacer, tener un hijo a adolecente era problemático.
    Cuando dejo los cubiertos sobre el plato y se levantó, hizo sobresaltar a ambos chicos ¿Cuál era su sentencia?
    —En una semana será la cena de navidad.
    Correcto, pero ¿a que venía eso?
    —Puedes traerlo, me gustaría conocerlo y estoy seguro que a Yuuka también —Si, se estaba divirtiendo con la cara de su hijo, pero no lo hacía denotar —Claro, si no hay ningún problema.
    —Ningún problema papá, ninguno.
    Había salido vivo de esa.


    ****** (\*◊*/)******




    Las vacaciones de invierno habían comenzado hace apenas unos cinco días, fuera de las tareas para el siguiente y último semestre de ese año y de la secundaria para todos, no había nada fuera de normal, así que se entretenían bastante saliendo y divirtiéndose, a veces en grupo o solo en parejas, exagerando muchas veces las muestras de cariño solo porque se acercaba navidad —Hohoho y esas cosas— la calle estaba infestada por cosas de aquella temática, el reno de la nariz roja y los arboles demasiado brillantes por la noche pero hermosos de todas formas, eran un espectáculo digno de ver, por lo menos en su ciudad.
    Gouenji a pesar de tener que dar un aviso muy importante, se le había ido la cabeza en pensar que iba a hacer para su novio, porque para empezar, iban a cumplir medio año de estar juntos —Seis meses— como si no fuera bastante tiempo ya, y quería regalarle algo inolvidable, pero también quería que la cena con su padre fuera digna de recordarse, pero por algo bueno.
    Su mejor amigo y él, parecían más animados, como amigos de verdad, pero sus conversaciones se quedaban en Skype o algún otro modo en línea, fuera de eso, era feliz con el asunto, pero le seguía preocupando Shirou.

    Ese día, el veintitrés de diciembre marcado en el calendario, habían salido juntos, solos, para ver cosas, o simplemente pasear y tenerse el uno al otro, ambos con pensamientos, unos más intensos que otros.
    Era bien sabido que navidad era para pasarlo con quien más querías e intercambiar regalos —por lo menos en Japón era así— y Shirou tenía todas las ganas de pasar esa navidad con su amado, cocinar la cena para él, regalarle su tan preciado regalo y luego pasar la noche juntos y hacer el amor —Daba tanta vergüenza decirlo así, pero de verdad lo quería— Todo eso mezclado con muchas cosas rosas y suaves, propias de su dulce mente. Pero aún no se lo había preguntado, pero esa noche estaba preparado para hacerlo.

    Cuando llegaron a casa del más chico, era tarde y comenzaba a nevar de nuevo, tal y como todos los días, era un panorama hermoso y con algodón del cielo cayendo sobre sus cabezas entraron tomados de la mano. Una taza de chocolate caliente vino después y abrazos en los que se sentían infinitos y en los cuales reían por cosas tontas y se besaban mucho-mucho, si seguían así iban a terminar en otro espacio de esa casa y el de cabellos cremas no iba a ir a dormir a la suya.
    Se separaron sabiéndolo.
    —Tengo que decirte algo —Ignoro un poco de su temor interno, admirando el sonrojo en el rostro de su amante — ¿Tienes que hacer algo en navidad?
    — ¿Algo? —y ahí estaba la oportunidad de oro para el pequeño, sus maravillosos planes —No… ¿Por qué? —Estaba seguro que le iba a preguntar para pasarla juntos.
    —Mi padre quiere conocerte.
    —A mí me encantaría Shuuya —Shirou aún tenía en su mente la visualización de la cena que prepararía para esa noche —Espera… espera ¿Qué?
    —Mi padre se enteró de nuestra relación —Por la cara que estaba poniendo Shirou no parecía una buena idea —así que quiere conocerte en la cena de navidad que solemos hacer en nuestra casa.

    Oh Dios, ¿Cómo podría tomar eso? De pronto a él albino se le borro la sonrisa y en su mente pasaron miles y miles de opciones para aquella situación, él nunca había sido presentado a un padre —Como amigo, si— pero como novio, no, y aquello le aterraba tanto.
    —Si no quieres, no hay problema —Tanteo con cuidado las palabras y las susurro con dulzura impropia de su personalidad —Así que no te preocupes.
    —No es eso… si quiero, pero — ¿pero? — ¿No es… un poco apresurado? ¿Y si no le caigo bien?
    —Yuuka le ha estado hablando de ti todos los días.
    —No si eso es confortante o me asusta más —Se sintió abrazado con fuerza y un beso pequeño en sus labios le tranquilizaron —Shuuya.
    —Para mí sería importante que vayas, no por mi padre —otra vez susurraba, como si solo quisiera que se oyeran los dos —es por nosotros, para que te demuestre que de verdad te quiero a mi lado —Gouenji era muy lindo.
    Y así cada día Shirou se enamoraba más de aquel que era su novio, lo amaba tanto que se sentía tonto y que sus ojos brillaban y su corazón latía con fuerza cada vez que le tenía cerca, le amaba y le encantaba con cada palabra y a pesar de haberlo dicho muchas veces, estaba más que feliz, se avergonzaba de ser tan estúpidamente feliz con ellas y como siempre volvía a esconder su rostro en su pecho y mover la plateada cabeza en un armonioso: sí. También interpretado como: Si lo dices así, claro que me encantaría, agregado con un: te amo tanto.
    Se entendían perfectamente, así que todo quedo hecho, un día para conocer al suegro.
    Y contando.

    Era casi gracioso como tomaron la invitación, como se prepararon y todo, un veinticuatro completo para hablar de lo que se puede decir y lo que no, de lo que debería usar y de lo que debería evitar. Ese día Shuuya hablo más de su padre de lo que había hablado toda su vida.
    Con esas referencias Shirou no sabía si temer y empezar a planear su huida con Gouenji o afrontar lo que viniese si metiera la pata frente a aquel hombre. Por qué padres hay muchos, y en lo que su frágil mente de niño le permitía acordarse, su padre había sido el más amoroso del mundo, el cariñoso y el consentidor. El padre de su novio parecía ser el de: En esta casa mando yo. Entendía un poco por que Shuuya tenía esa personalidad.

    Se estaba muriendo de miedo, combinado con una pizca de pavor.
    —… y media taza de azúcar y una cucharita de esencia de vainilla.
    — ¿En verdad piensas hacer una tarta?
    —Sí, porque ¿está mal? —Sostenía entres sus manos una chuchara de palo con la cual mezclaba la masa que tenía en frente, el cutis blanco era más blanco aun por la harina que tenía pegada en las mejillas y en la nariz —pensé que sería bueno para la cena.
    —No está mal, pero me parece un poco pretencioso —había despertado hace poco y ahora estaba entre todas esas cosas que le llegaban a perturbar, porque de cocina no sabía mucho, solo se dedicaba a mirar.
    Era ya 25, pero muy de mañana, el cielo y el ambiente era una mezcla rara de confort y mucho frio, ese día al igual que ayer no había nevado, algo sumamente raro, y la niebla liviana se esparcía por las calles y entraba en algunas casas, produciendo que el vapor se convirtiera en nubes antes de salir de la boca del más alto, tenía bastante frio, pero no podía abandonar a su novio ese día, así que por su honor y por el amor, cruzo media ciudad para llegar a su lado a pesar de que casi se congela, no estaba acostumbrado a ese tipo de clima.
    Qué bueno que la cocina de aquel hogar era ya bastante cálido, junto con el abrazo y ese beso —el beso— de los que no se dan en público, se sentía cómodo, si, era confortable estar ahí.

    — ¿Enserio te parece pretencioso? —el rostro aniñado volvía a cambiar de expresión, Gouenji estaba seguro que si seguía así, pronto le iba a dar un infarto a su pequeño, pero seguía siendo gracioso —Entonces ¿no lo hago?
    —Bromeaba, estoy ansioso por probarlo —pero era un hombre, y esa cena era importante para ambos —vamos, yo te ayudo.
    — ¡Claro!
    Volvieron a comenzar con la preparación, las horas se pasaban y ellos estaban bastante entretenidos, no preparando, más jugando, era la palabra correcta.


    ****** (\*◊*/)******



    La navidad era efímera, la forma de aprovecharlo para varios estaba en lo obvio, y todos los jóvenes estaban esmerándose por hacerlo lo más hermoso posible, porque un árbol no brilla solo y las parejas se necesitan más. Ojos miel se enfocaban en el reloj que se movía en la pared de tono crema y su mente divagaba por el olor a chocolate que salía de la cocina, su madre siempre era un encanto.
    Tic, tac
    Había quedado en verse con Endou a medio día y tener la tarde libre para él, la noche para su madre y le desesperaba más el no poder salir pronto, eran las nueve de la mañana, pero el regalo en el que había gastado sus ahorros seguía esperando en aquella tienda, por suerte el de su madre ya estaba bien envuelto y resguardado en su habitación.
    Tic, tac. Tic, tac.
    Esperaba que el castaño también estuviera sufriendo igual que él, pero Endou siempre era despreocupado, posiblemente no y su madre —Ay Dios— ¿le dejaría salir? Estaba seguro que sí, su suegra no era del todo mala, pero ya le había advertido su novio que tenían una manía algo familiar con esas fechas.
    Tic, tac. Tic, tac. Tic, tac.
    Maldito reloj y como odiaba los platos que tenía en mano y que no se limpiaban solos. Solo podría salir si terminaba todo aquello y ayudaba a su madre en la preparación de la cena —por lo menos ayúdame con la ensalada — estaba seguro que se iba a desquitar con las pobres zanahorias después, si casi mata a la pobre taza por tratar de ser más rápido, vino un regaño, pero ya se estaba controlando.
    Tic, ta-ring.
    <<mensaje nuevo>>
    Con manos mojadas tomo el móvil y vio en él —si, estaba confirmado, tenía una cita esa tarde, malditos platos, maldito reloj, bendito chocolate y las condesas de su madre, aún tenía el desayuno en la boca.
    Maldito tiempo.
    Bendito Ayudin, que a la grasa le pone fin. Había terminado los platos, que teman las verduras, iba por ellas.


    ****** (\*◊*/)******



    El pastel desprendía todo su aroma por la sala y la cocina, viéndose imponente encima de aquella mesa, grande, con el color perfecto y esponjoso, recién salido del horno.
    — ¡Lo amo! —Su dueño lo admiraba con color en sus mejillas y unos ojitos que daban celos — ¡Esta tan perfecto!— Lo tenía en la bandeja, que no se atrevía a tocar por miedo a hacerle algo malo.
    —Salió bastante bien —a su lado, su pareja también estaba impresionado, tenía el mejor novio —cocinero—del mundo —Apuesto que sabrá igual —y por mucho que quería tocarlo, no lo haría porque sabría que Shirou se podría enojar, eran cosas suyas —bueno, si ya está listo, podríamos ir andando, no quiero llegar muy tarde.
    El albino movió la cabeza en negación, todavía seguía admirando lo que tenía enfrente; tengo que adornarlo; repetía en voz baja, empezando a buscar él sabe que cosas entre cajones y sacando de la refrigeradora un bol con algo blanco dentro, y una tarrito de leche condensada, preparándose para trabajar de nuevo. ¿Tanto era el empeño?

    Quince minutos después, Gouenji seguía con la vista al frente, mirando al que era su pareja ensimismado con aquel pastel, trabajando con manos maestras y adornándolo como si la vida se le fuera en ella, con cuidado, poco a poco apretando la manga dejando caer la crema por encima formando curiosas formas al borde, dibujándolas como si de un lienzo se tratara y manchándose de nuevo las mejillas.
    Si seguía así, se iba a quedar esperando un buen rato.

    Media hora después, aleluya, había dejado de admirar la hermosa muestra de repostería que tenía en frente, fijándose que hasta la última chispita de chocolate estuviera en su lugar — ¿Ahora si nos vamos? —se estaba cansado de repetirlo.

    Bueno, le hicieron caso, pero ser casi matado con la miraba al poner aquel… tesoro nacional en la caja que le esperaba, sin hacerle ningún daño, le estaba causando escalofríos, Shirou podía ser tenebroso cuando quería.
    —Listo —se le volvió el alma al cuerpo al sentirse seguro.
    —Gracias mi amor —se le regocijo el corazón al sentir aquel abrazo, abrazo que correspondió gustoso, envolviéndole las manos en aquella cintura tan delicadamente, pensando que si lo abrazaba muy fuerte podía romperle.
    —Recompensa —dijo, lamiéndole la mejilla, degustando la crema que aún quedaba, y también el sonrojo que siempre mostraba Shirou cuando daba aquellas demostraciones de cariño — ¿No vas a darme?
    —Es ta-tarde —ahora sí lo era —tenemos que llegar a tu casa y…
    —Tenemos tiempo —Su voz, su masculina voz había tomado un tono tan lujurioso, deseoso, necesitado, que el solo oírla hacia que Shirou temblara de la conmoción, y cerrara los ojos no sabiendo que podía pasar —Shirou… —volvía a besar su rostro, como si él fuera el pastel y no lo que yacía en la caja que tenían muy cerca.
    —Shuuya, no… —Trato de empujarle para separarse, aunque solo lo hacía para fingir, en verdad no quería, porque si lo hubiera deseado de verdad, su pareja ya estaría muy lejos de él, pero seguía ahí cerca, tan cerca de él que le estaba quitando el aire con solo abrazarle, tan caliente que se estaba sofocando y la necesidad de quitarse la ropa para calmar algo ese calor estaba desesperándole.

    Malditas hormonas adolecentes que aparecen en cualquier momento.

    —Shirou.
    De nuevo le llamo, besando sus labios de una forma cariñosa, arrinconándolo entre su cuerpo y el borde de la mesa, cuidando mucho el moverse, acercando sigilosamente su mano a aquel bol que todavía tenía restos de aquella esencia blanca y extremadamente dulce. Sabía a donde iban a ir todas sus acciones, pero ya no le importaba, su pequeño parecía estar muy dispuesto a ir con él, así que… solo quedaba disfrutar el momento.
    Estaba besándole de nuevo, metiéndole la lengua dentro, siendo tan incómodamente caliente y bochornoso, sintiendo la respiración de cada uno demasiado cerca.
    Que vergonzoso momento y que incomodo lugar.
    —Abre la boca —Gouenji apenas si se había separado del otro, pero le miraba de una manera, tan… tan suya.
    — ¿A-Ah? —Ya no entendía, ni quería entender, solo asintió teniendo los ojos llorosos y abriendo los labios húmedos y rojos a la espera de lo que tuviera que venir, parpados cerrados por la timidez y la sensación dulce en su lengua — ¿uhm?
    —Lame —parecía una orden, los ojos grises se abrieron extrañados con todavía aquella sensación en la boca, su novio estaba loco, y era un desvergonzado. Y el albino se iba a morir de pena si seguía así.
    Tenía tocando sus labios lo que apenas había utilizado hace un rato para decorar el pastel, solo que esta vez la crema estaba siendo un poco incomoda y el aroma le estaba mareando —Lame —volvió a oír, su novio se las iba a pagar caro, pero sin su voluntad o con ella, lo hizo, y con el corazón saltando con fuerza en su pecho, paso la lengua lenta y cuidadosamente por la cuchara, manchándose más el rostro, en las mejillas, en la nariz. Muchos malos pensamientos recorrían en su mente en ese momento.
    Y no solo en la suya, Gouenji miraba con fijación cada movimiento, con esos ojos negros tan profundos, imaginando, tanto, tanto, que si seguía así iba a dejar que su pasión tomara control de su cuerpo. Shirou nunca había hecho tal cosa, nunca hasta ahora habían llegado a hacer más de lo que hicieron en su primera noche, no juegos, no cosas así.
    Quería tomarle y saborearle todo el cuerpo, llenarle de aquella sustancia blanca todo y tomarse su tiempo en probarle e importarle poco que se lo haría encima de la mesa, que se lo haría en la cocina, y eso aumentaba el morbo que sentía, haciéndole olvidar que incluso tenían una cena esa noche.
    Pero ya nada importaba ya, el pequeño de cabellos platas, apenas sintió que la crema se había acabado y sentir las mejillas pegajosas, había escondido su rostro apenado en el pecho de su compañero, no queriendo mirarle para nada, parecía un pequeño ratón asustado y fuera de que el mayor se sintiera mal, aquello solo le hacía crecer el ‘entusiasmo’’ y desesperado busco los labios ahora verdaderamente dulces de su pareja, no dándole tiempo ni para respirar.
    —Ahm-m —Pequeños gemidos apenas salían de su boca, aquella que ahora compartía con otra, así era besar a Gouenji, sentir sus labios juntos y algo más, reprimirse en un comienzo y luego querer más, así de adictivo se volvía en ese momentos para ellos solos, los momentos previos de hacer el amor —Shuuya… —solo un rato se había separado, solo un pequeño momento para respirar antes de volver a buscar el rostro de su pareja, un suspiro más, unas manos extremadamente calientes parecían querer buscar algo bajo su camisa, besarle el cuello y divertirse haciendo marcas. El príncipe otra vez se estaba dejando llevar, una más de las tantas.


    >>When you were here before, I couldn’t look you in the eye
    You’re just like an angel, your skin makes me cry<<



    —No puede ser… —sus manos se habían detenido en seco y había cerrado los ojos molesto, el sabia, sabía bien de que era esa canción y de donde venía, porque para empezar lo sentía vibrar bajo su chaqueta, ese celular también iba a terminar muriendo.
    — ¿Vas a… contestar?
    Al parecer no solo al más alto le había tomado de sorpresa, Shirou había pasado de un estado muy cooperativo a uno asustado y temeroso, Gouenji estaba seguro que el destino lo odiaba. Y que después de eso ya no iba a pasar nada.
    Se separó tratando de tranquilizarse y saco el celular para ver quien le había llamado —interrumpido— y para suerte suya era el número de su casa.
    —Es Yuuka —era la única que podría llamarle en momentos así —Shirou, deberías irte a cambiar, sino vamos a llegar tarde —todavía no contestaba, pero quería oír a su novio. Este todavía no parecía del todo en este mundo, pero sumamente nervioso se había arreglado la ropa y el pelo antes de asentir y subir las escaleras con la mirada baja, Gouenji no sabía, pero a Shirou también le habían malogrado el momento.
    Un minuto, su hermanita solo le había llamado un minuto para decirle amablemente que iba a salir con su maestra y sus amigas de la escuela —llegare antes de la cena, así que trae a Shirou-chan y trátale bien hasta que llegue, te quiero, bye —No podía culparla ni enojarse con ella, era su princesa, pero estaba seguro que su hermanita tenía una especie de sensor que le decía: <<tu hermano está haciendo algo malo, detenle>> o algo así. No era la primera vez que le llamaba cuando estaba haciendo algo ‘‘intimo’’ con Shirou, seguro tampoco sería la última.
    Suspiro.
    Y se acordó del pastel, de la cena, y todo lo que había dejado por esos breves minutos, noto también que su camiseta estaba sucia y que tenía algo apretándole en los pantalones y le estaba incomodando demasiado, necesitaba algo frio y con suma urgencia.
    ¡Pero ya!

    ****** (\*◊*/)******




    Pasemos a otro lado, otra calle y la misma hora, en una casa pequeña pero linda, por fuera brillaba y alumbraba bastante, claro, aprovechando que estaba nublado y que apenas era medio día.
    Ahora pasemos a Hiroto Kira, a Midorikawa Ryuuji y a sus padres, los cuatro juntos sentado alrededor de la mesita de cristal, adornado de un arbolito que bailaba bien mono, y el silencio que se hacía más palpable según pasaba el tiempo.
    El joven multimillonario siempre espero conocer a sus suegros, presentarse como era debido y que den su aprobación, agradecerle a su madre el haber dado a luz un hijo tan lindo y charlar con su padre de cuantos nietos quería.

    Ahora era tan lejano.

    El señor Midorikawa no tenía mucha cara de buenos amigos y menos con su —probablemente se le iba quemar la lengua—nuero, o bueno, con el novio de su hijo, SU HIJO, carraspeo llamando la atención de ambos adolescentes.
    — ¿y bien? —sus ojos negros se posaban de forma fija en el peli rojo, en ese niño tan extraño.
    —Papá…
    Hiroto había conocido a su suegro en las peores condiciones. Ryuuji tampoco había ayudado mucho.
    —Cariño, se más amable con el jovencito Kira —ahora la madre intervenía.
    Madre que estaba encantada con su nuero, por que para ella no había mejor prospecto para su chico, es más, dudo demasiado que su hijo pudiera haber atrapado a mejor chico de todo Japón.


    Pero desde que los dos hombres presentes en la vida del de cabellos verdes se vieron, el pelirrojo supo que no iba a tener el camino fácil. Por qué días atrás, varios de hecho, aquel hombre lo había visto salir de la habitación de su hijo y si bien ya estaban vestidos, estaba seguro que ese señor sabía muy bien que había pasado y casi muere ese día, apenas con quince años de vida.
    Remontando al ahora, sabía que al señor Midorikawa no se le antojaba verlo ahí, sentado en su sala, visitando a su hijo y en navidad. Porque su nene aún era muy chico para esas cosas, demasiado inocente. Tampoco le importaba que el padre del pelirrojo fuera el amo y dueño de varias empresas que dominaban el campo financiero de Japón. Dueño de las empresas Kira.
    —No, ahora vamos a hablar de hombre a hombre.
    Mala suerte, muy mala suerte, se seguía repitiendo, no podía mostrar miedo, tenía que ser un digno hijo del apellido Kira y afrontar todo como el hombre que AUN no era. Si era por Ryuuji, valía la pena.
    —Jovencito, ¿Qué te trae por mi casa?
    —Yo solo quería ver a… mi novio.

    Ryuuji tenía unos padres, muy encantadores por cierto.
    Pero iba a morir si seguía en aquella casa.




    ****** (\*◊*/)******



    Habían salido en promedio a las 1 de la tarde de aquella casa, caminando con paso armonioso hacia la zona departamental de la ciudad, sin hablar y cada uno con sus tormentos. No se habían dirigido la palabra desde el incidente en la cocina, porque para los dos había sido tan incómodo que prefirieron olvidarlo, estaban mejor así, pero también estaba la cena de navidad.
    Gouenji cargaba la caja con mucho cuidado de no hacerle daño, con la otra andaba sujetando la mano de su novio, solo para entrar en calor, porque le hacía frio y para que no se perdiera, tenían un buen tiempo para caminar y así no hubiera palabras, el solo contacto era suficiente.

    Pasaron por la calle principal de la zona de tiendas, de ahí giraban y volvían a su camino, porque si bien hubieran podido tomar el trayecto más corto, ellos querían pasar por ahí, casi como si fuera necesario, solo para observar una cosa: el árbol de navidad más hermoso y grande de la ciudad, era glorioso y hermoso, y se le quedaron viendo unos buenos minutos, y luego vinieron las fotos y más fotos, Shirou era vanidoso, pero ya estaban más tranquilos, porque se abrazaron y le sonrieron a la cámara, sería un bonito recuerdo.
    De ahí a una tienda de ramen cercana, porque tenían hambre y habían salido sin comer, conociendo el estómago de Shirou, no iba a aguantar hasta la noche. No fue necesario preguntar, era algo que tenía que hacerse y mientras Gouenji lo veía comer, con una sonrisa en el rostro, se preguntaba — ¿Cómo siempre esta tan delgado? —metabolismo, quizás. Condenada suerte.

    Pero el tiempo se pasa rápido, ninguno de ellos y en especial el mayor, aunque quisiera, se podían quedar mucho tiempo, sabían que tenían que llegar a aquella casa, pero una última parada en su recorrido se dio en una tienda curiosa, una tienda que Gouenji nunca había entrado en su vida, quiso por curiosidad, pero no le dejaron.
    —Espérame aquí —su novio había mandado y el solo acato la orden, se lo debía de alguna forma, pero el hecho que las ventanas estuvieran tan adornadas y mostrado varios carteles al público no ayudaba para que pudiera ver qué pasaba adentro, a veces la curiosidad le ganaba. Shirou salió rato después teniendo en sus manos una bolsa de papel que denotaba que había algo dentro, ¿pero algo como qué?
    — ¿Eso es…?
    —Eso es sorpresa, no seas curioso —el albino lo guardo bajo su saco y le volvió a tomar la mano mientras le miraba bonito — ¿Continuamos? —el camino, claro está.
    Faltaba poco para llegar.
    Y se notó bastante al distinguir como cambiaban las calles de pequeñas casas que funcionaban a tiendas, del tráfico que se hacía más leve y sobre todo por lo edificios que empezaban a marcar la diferencia y se levantaban muchas imponentes ante el cielo gris de aquel día. Ya había tenido la oportunidad de verle una vez, de entrar a aquellos aposentos y quedarse ahí por unas horas. Esa vez por una promesa, por una niña y una venganza levemente ridícula.
    En ese tiempo Gouenji ya le gustaba, pero era tan… tan él que Shirou no lo reconocería y nunca en su vida lo haría y ahora estaba de la mano a quien llamaba su novio, su vida, su amado. Como cambian las cosas ¿no?
    Ahora entraría asustado pero orgulloso de ser presentado como el novio de Shuuya Gouenji, cuñado de Yuuka y le iba a dar un paro cardiaco mientras subía el ascensor hacia el piso siete de aquel edificio.

    Hijo del director del hospital de Inazuma, hombre de muchas responsabilidades y que tenía a sus hijos suponía en un lugar muy alto, — << ¿y si no le parezco suficiente?>> —el pequeño había perturbado toda su tranquilidad pensando en lo que pasaría y en lo que no, en que solo le había visto la cara a ese hombre en fotos y que su mirada daba miedo, que esos ojos negros no los iba a olvidar.
    —Shirou, oye…
    — ¿ah? —salto en su sitio sosteniendo más fuerte la mano que lo sostenía, vio hacia el frente, la puerta del elevador estaba abierta ya, dándole paso al piso en donde se ubicaba el departamento número 19, el lugar donde su destino se marcaria esa noche y el seguía con los dos pies fijos en la entrada.
    — ¿pasa algo?
    —N-No —sentía que era el príncipe que iba al castillo a rescatar a su princesa del dragón, aunque si se ponía a pensar bien, Shuuya no tenía nada de princesa y no la estaba rescatando de todos modos, y tampoco se le antojaba verle en un vestido ataviado de encaje y que el dragón solo era el padre de su novio y que quería conocerle, y este príncipe lo más seguro es que terminara escondiéndose detrás de su princesa, pues sí que estaba mal.
    —Vamos —era el cuento más extraño del mundo, la doncella estaba abriendo la puerta del palacio, dejándole entrar y entrando también quitándose los zapatos y poniéndose las pantuflas blancas para andar en casa, después de todo era su casa —¿Ahora qué?
    El príncipe seguía de pie en la puerta, como si frente a él hubiera el rio de lava más grande que haya visto, pero tenía que tener valor, por lo menos por ahora, además era la segunda vez que entraba a aquel lugar.
    —Ven —Shuuya se había vuelto sobre sus pasos para tomarle de la mano de transmitirle confianza, sabía que estaba nervioso y él lo estaba también, así que lo ayudo a quitarse los zapatos ante una mirada apenada y gris, y calzándole lo que él también tenía puesto lo atrajo por fin a la sala y todo estaba en silencio.
    Gouenji no era una princesa, era un caballero, su caballero.
    —Está vacío.
    —Sí, Yuuka salió con sus amigas y nuestra nana tiene el día libre para visitar a su familia —se estaba quitando la bufanda y la chaqueta, dejándolo sobre un perchero que estaba en la sala —Papá llega a las seis, así que aún tenemos tiempo antes de que llegue.
    —okey… —este seguía en donde había sido dejado.
    —Shirou, no estés tan asustado —hablo, trayéndole de nuevo de la manito y obligándole a sentarse en su regazo cuando se acomodó sobre el sofá, abrazándole.
    —No estoy —acoto —Bueno… puede que un poco.
    —Eres increíble —le estaba sonriendo mientras retenía una de sus manos en la cintura y la otra jugaba un poco con las hebras color plata —Estoy aquí, yo no voy a dejar que pase nada ¿sí?
    — ¿Lo prometes? —su timbre de voz sonó tan suave, tan dulce.
    —Lo prometo —y la voz del chico también sonó entre la poca distancia que tenían, pero esta sonó segura. Le pasaron delgados brazos por el cuello y sintió su mejilla descansar en un pecho suave y cálido, ese en el cual muchas veces se había recostado varias noches y seguía teniendo ese aroma tan característico, un aroma a jabón, a flores, y si se pudiera describir el olor a la nieve, Shirou también lo tendría, en todo caso también era fresco, pero no perdía su calidez, le embriagaba.
    Le embriagaba tanto y también le provocaba, quizás demasiado, quizás ese día estaba incontrolable, o también, quizás de verdad quería completar lo de esa mañana, sea como sea, se atrevió a morder sobre la tela el pecho albino, justo sobre una zona muy sensible y que pocas veces se había atrevido a tocar.
    —A-Ah —un alarido salió de los labios del príncipe, un alarido demasiado fuerte y nervioso, se separó como pudo de los brazos que lo retenían y tomo los hombros de su pareja para encararle — ¡Shuuya!
    — ¿Qué? —y como si nada hubiera pasado le daba una sonrisita medinita.
    Se aguantó las ganas de pegarle, de recordarle que estaban en su casa y en cualquier momento podría entrar alguien y verlos así, que no debería reírse, sabía lo que había pasado por que aun sentía el frio en aquella zona, y su camisa estaba mojada. Solo le miro feo y se puso a observar cualquier otra cosa, porque si lo miraba, probablemente se iba a perder de nuevo.
    Hasta que tomo en cuenta algo.
    —Tu habitación.
    — ¿Quieres que vayamos a mi habitación? —lo pregunto con un tonito tan que se daba a malentender.
    — ¡Para ver! ¡No para eso! —ahora si le dio un manotazo pero muy suave en la cabeza y se levantó haciendo un puchero muy infantil —Quiero conocer, nunca he estado en tu habitación y tu si en la mía.
    —De acuerdo, de acuerdo.
    Era mejor cambiar de tema.

    Ya adentro era un ambiente diferente al de todo el departamento, algo más serio y más gris, algo tan Shuuya, todo dentro era como él, la cama, el escritorio e incluso los libros, típica habitación de chico, pero estaba ese toque que lo hacía especial. Se sentó en la cama sintiéndose con el derecho de hacerlo y miro hasta la última esquina, sintiéndose tan feliz de conocer algo más de su novio.
    — ¿Qué tal? —se sentó a su lado.
    —Me gusta, aunque no sé cómo puedes dormir aquí, tu cama es muy dura.
    —La tuya es muy blanda —se defendió acercándose más —y puedo comprobarlo, muchas veces duermo ahí.
    —Igual duermes cómodo —no estaban peleando, lo hacía por jugar.
    —Es porque estoy contigo.
    Aww. Flechazo en el corazón.

    Volvieron a la sala para esperar a Yuuka y entre que estaban sentados y viendo cualquier cosa que hubiera en la televisión, se aburrían. Programas de cocina, especiales navideños y el capítulo especial de navidad de algún anime, también reportajes y cosas así.
    Aburrido.
    Shirou volvió a ser abrazado, pero esta vez de forma cariñosa y decente para aclarar, aún tenía en el saco un paquetito curioso y lo miraba de vez en cuando, por que este estaba un par de metros lejos de él, igual que su pastel, que parecía esperar en la mesa paciente y apenas eran las tres, faltaba aun para conocer a su suegro y tampoco llegaba su cuñadita.
    Suspiro y reclino la cabeza hacia donde estaba su novio, que al verle le sonrió y volvió a cambiar de canal por decimoprimera vez, ahora daba un película americana, una que había visto cuando era un niño. Se entretuvo un poco, mirando como pasaba la trama, que si bien ya estaba en su punto culmine, sabia como había sido lo anterior, pero al parecer su niño no, de vez en cuando interrogaba por cosas simples, cosas que el encantado las contestaba para así tener más de hablar.
    Hasta que las manos le volvieron a picar y estaban un poco incontrolables, así que no podía negarles nada, aprovecho que Shirou aún estaba mirando la película para molestarle y meter sus manos por lugares muy privados, todo aquello con una cara tan serena que enojaba, que le enojaba al de cabellos platas que apenas había sentido esa mano cálida moverse la había frenado con la suya propia.
    —Shuuya —era un reproche claramente por el tonito usado, pero al otro parecía no importarle, le había vuelto a meter mano cuando tuvo la oportunidad —O-Oye.
    — ¿Qué?
    — ¿Qué te pasa hoy? Este muy… inquieto —Pregunto con las mejillas rojas, por segunda vez le había tenido que detener.
    —No lo sé, culpa a las hormonas —desde esa mañana que tenía ganas, unas incontrolables y no sabía porque, aunque claro, mejor día no podía haber, y aunque sabía que no podían, otra parte de su mente le decía que estaban solos en casa, que tenían algo de tiempo y que tenían que aprovecharlo a como dé lugar. Ser adolescente tenía sus propios problemas.
    —En cualquier momento puede llegar Yuuka, así que contrólate un poco ¬—levanto la voz, pero era demasiado suave como parecer una orden.
    —Cuando tú eres el que me molestaba en la escuela, yo no te pedí eso.

    Un as bajo la manga, eso SI había pasado, pero ya hace un par de semanas. Aun en clase en que a el príncipe también y sin saber porque le había nacido la necesidad de estar con Gouenji a como dé lugar, muriéndose de pena y moviendo las piernas inquieto hasta que toco la campana del recreo, camino hasta el otro salón y sin decirlo siquiera, Gouenji ya estaba buscando un lugar para estar solos y ese día —el más vergonzoso de su vida— habían aprovechado el receso para hacer ya saben que escondidos en el antiguo salón que Fubuki utilizaba como oficina, ese día ambos llegaron tarde a la siguiente clase y esa noche el mayor tampoco había ido a dormir su casa.
    Pero solo fue ese día y Shirou no quería recordarlo, y ahora lo estaba haciendo.

    —Eso es dis-distinto —Chillo, el rojo adornaba todo su rostro y estaba empezando a tartamudear, símbolo de que se había puesto nervioso —alguien puede llegar en cualquier momento y-y —se le habían acaban acabado las excusas y podía sentir como le miraba —… En la noche.
    — ¿Cómo? —Lo último no había escuchado, así que se acercó más al rostro rojo de su niño —Shirou.
    —En la noche… —su voz salió aguda y no podía evitar mirar a la puerta para que nadie le interrumpiera —Cuando me lleves a casa en la noche haremos los que quieras, incluso eso, pero… —Gouenji estaba riendo como solo él podía reír y eso lo hacía ponerse más nervioso — ¡Pero! Contrólate…

    Lo siguiente fue extraño, el chico de piel morena asintió sin quitar esa sonrisa de su rostro y lo reclino en el sofá para ponerse sobre él y empezar a besarlo ¿¡Es que no había quedado claro?!. Se movió inquieto bajo el y cuando por fin lo dejo, solo por un rato, dijo: Ahora quiero besarte, solo eso, ¿está bien? —Maldita y sensual voz—Se dejó, ¿Qué podía hacer si eso también le gustaba?
    Y la pregunta era, ¿Por qué Gouenji? El, ese chico que le traía loco y del que se había enamorado quizás desde el primer momento en que él —orgulloso como siempre— le había negado un asiento, y había marcado su vida.
    Muchas veces hubiera querido que el tiempo se detuviera en algún momento, ese preciso rato era una buena opción. Tenía mucho miedo que un día acabara y al final todo hubiera sido un sueño, temía quedarse solo de nuevo. Pero la esperanza y el corazón le decían que eso nunca iba a pasar, debía confiar.
    Que equivocado estaba.

    —Shirou, hermanito ¿Qué hacen?
    La alarma mental de Yuuka había vuelto a la acción, o algo así, era la única excusa que podía dar Shuuya ahora, principalmente porque había llegado más temprano de lo esperado y por qué los había encontrado en un muy mal momento y ahora estaba en el piso tratando de soportar el dolor de su espalda. Shirou tenía fuerza cuando se lo proponía.
    — ¡Yuuka-chan! ¿Q-Que haces aquí? —pregunta para más tonta por parte de Fubuki. Debería golpearse mentalmente, pero su corazón bombeaba demasiado como para pensar bien y la adrenalina recorría su cuerpo, era la única explicación para haberse parado tan rápido.
    —Tenía ganas de verte —la pequeña tenia puesto un abriguito rojo encantador y seguía mirando con curiosidad a su hermano —Hermanito ¿Por qué Shirou te boto al piso?
    El albino estaba a un paso, solo UN paso de darle un paro cardiaco.
    —Estábamos jugando —ese fue el ‘‘hermanito’’ sacudiendo su ropa y acercándose a su hermana —Pero no te preocupes, estoy bien.
    — ¿Qué jugaban?
    —cosas —fue tan suavemente cortante que no parecía haberlo dicho así, Yuuka aún no sabía de varias cosas, no sabía de esas cosas, y ese no era el momento para enterarse, ni ese ni en varios años más, apenas tenía ocho años —¿Cómo te fue hoy?
    —Bien… ¿Shi-chan pasa algo?
    El albino estaba aún en un lapsus muy extraño, no quería hablar pues se sentía muy avergonzado, pero era bueno que Shuuya le hubiera apoyado en ese momento, si no, no sabría qué decir.
    —No, estoy bien…
    Yuuka aún era muy niña para entender, esperaba. Solo le sonrió para tranquilizarle y tranquilizarse, antes de que se le acercaran muy delicadamente.
    —Si te sientes mal, dímelo ¿sí? —le tomo de las manos mirándolo, era muy mona.
    —Claro —Los dos eran monísimos.
    Y el mayor, miraba esa escena encantado.


    Una hora después, Yuuka ya más ligera de ropa, pero aun con toda esa energía y lindura de su persona, estaba moviendo de aquí para allá al príncipe, mostrándole todo en ese lugar, sala, cocina, comedor, su habitación —la mesa para el té y peluches incluidos— incluso el baño por ahí, el único cuarto que no se toco fue la habitación y el despacho de su padre, respetaban mucho sus cosas.
    Dieron vuelta y volvieron a la cocina, en la que estaba Gouenji hijo preparando lo que parecía chocolate y Gouenji niña acercándose emocionada, ¡le encantaba! Y se trepo por una sillita para ponerse a la altura de su hermano y mirarle, no había soltado la mano del otro chico en ningún momento.
    Shuuya y Shirou se sintieron cerca y se miraron sonriendo con los ojos. Muestras de cariño frente a la pequeña, NO.
    — ¿Quieres un poco? Ya está listo —alejo la olla de la cocina y lo puso encima de la mesa, para tomar algunas tazas.
    —Claro.
    — ¡Yo compre galletas! ¡Espérenme! —Exclamo la pequeña y en cuestión de unos segundos había desaparecido y en segundos volvió con una bolsa en sus manitas —Mira, son riquísimas Shi-chan.
    —Ya lo creo.
    —Sí, si —le arrebato su paquetito y sosteniendo una bandeja con las tres tazas salió de la cocina para dirigirse al comedor —Vengan aquí.
    —Hermano malo —inflo los cachetes haciendo un puchero, pero al mismo se giró para ver al chico que seguía a su lado y solo sonreía — ¿tú no quieres algo más?
    —Así estoy bien —estar con una familia era cálido —deberíamos ir, Shuuya nos está esperando.
    —espera, ya sé que te puede gustar.
    Con su pequeña altura abrió la refrigeradora y sumergió toda su cabecita castaña en ella, extrañado Shirou le acompaño y se puso a su altura para ver lo que había dentro.
    Con un mira, se fijó en unos postrecitos mal hechos pero adorables, Yuuka sonreía mirándolo con ansias de que le dijera algo bueno —están bonitos— volvió a mirar las curiosas copitas hasta que cuando se levantaba, tomo cuenta de algo —Ugh— su rostro se deformo en una mueca rara, una de asco.
    La bandeja retenía lo que parecía ser una especie de aderezo, uno que raramente no le gusto, unas ganas raras de vomitar y algo más. El aderezo no tenía nada de raro y de hecho estaba bien, simplemente le había dado asco y ya está, cerró la puerta cuando la niña le estaba empezando a mirar con duda, no quería preocuparla y solo le sonrió. Antes de dirigirse al comedor se apresuró a tomar algo de agua, aun no se le quitaba esa molestia de la garganta.

    Qué raro.


    ****** (\*◊*/)******



    — ¡Papi llego! —grito la niña de ojos negros, saliendo corriendo de la habitación de su hermano, dirigiéndose directamente a la puerta.
    Shirou dio un alarido de sorpresa a la vez que se paraba totalmente asustado, temblando incluso y no sabiendo si salir. Cuando el timbre había sonado se le paro el corazón, fue peor cuando su pareja salió, diciendo un simple: espérame aquí.
    Tenía que verse una última vez al espejo.

    Para Gouenji también fue una sorpresa y un pre infarto escuchar cómo se abría la puerta y los pasos por el corredor, antes de ver a su señor padre de pie, sosteniendo la mano de su hija y dejando un pequeño maletín en el sofá de la sala, junto a un abrigo marrón de cierta persona.
    —Buenas tardes Shuuya.
    —Buenas tardes, padre.
    —Ya está aquí ¿verdad?

    Si, el príncipe estaba escondido en la habitación de su doncella esperando no encontrarse con el dragón.
    Que valiente.


    Termino, a que es poquito ¿verdad? Tengo un extra de tsunami y Tachimukai, espero terminarlo esta semana, espero… demás, se viene una sorpresita.
    Ahora, para los que leyeron este capítulo ¿tiene algo que decirme? ¿Algo que notaron por ahí? Lo leeré. Por ahora tampoco haré preguntas, excepto de un par.
    ¿Qué edad tienen? ¿Qué edad creen que yo tengo?
    Hay una razón para esto, una razón sukulenta (¿) No, mentira, solo quiero saber para futuros capítulos, pero sean sinceros u-u, no me importa así tengan doce. Yo los quiero a todos.
    Ahora, nos vemos pronto, espero.
  12. .
    Holas preciosas y preciosos, aquí un nuevo capítulo, y esta vez no demore mucho según yo, así que espero lo disfruten y tomen en cuenta varias pequeñas cosas y el acercamiento de los dos chicos que si supieran la verdad serian enemigos. En fin, gracias por llegar hasta aquí en mi historia y que se vienen cosas más importantes para el próximo capítulo y eso.
    Léanlo con calma, perdones por si hay faltas ortográficas y el ritmo de la historia también ¡Feliz día de la mujer! Para las chicas que me leen y gracias a los chicos también.
    No tengo mucho tiempo, pero agradezco a todos los comentarios y a los lectores fantasmas también, ahora a leer:


    CAPITULO 22:
    SALIENDO CON EL ENEMIGO.



    Contrario a muchos días distintos, a salidas, a caminatas, a su vida en sí, con culpas, pensamientos, con ideas que parecían fuera de lugar, salió sin permiso suyo ni de su mente, salió por que tenía que hacerlo y por qué lo había prometido, se lo había prometido a él.
    A su amigo, amado, ex amado, a lo que fuera que sea.
    Lo prometió y a la vez, si quería, dicotómico en muchos sentidos, comprobaría que si esa salida estaba mal o no, comprobaría algo que se preguntó en muchos sentidos. La sorpresa le vino demasiado rápido, porque no se esperaba que esa cita, salida o lo que fuera, llegara a venir y menos con esas condiciones.
    — ¿Qué tal si salimos en pareja?
    Una llamada, a las siete de la noche, de una persona que había evitado hasta en lo más mínimo y ridículo —no quería, no era bueno— hace una hora había tenido entre sus brazos el cuerpo de su novio, entre pasión y mucho sentimiento terminaron ambos en cama, y ahora… ahora la felicidad había desapareció, o se ausentaba por la llamada.

    Aunque debió habérselo esperado, porque el hecho que su ex mejor amigo, haya ido a buscarlo a casa, era por algún motivo o razón, y era importante, y Kidou sabía muy bien decidir que era importante y que no, lo que no explicaba era el motivo.

    — ¿Cómo así? Quiero decir, ¿para qué?
    —Para salir —Al otro lado de la línea contestaba Kidou, no sabiendo desde donde, o en qué circunstancias, pero estaba ahí, hablándole —Hace mucho no salimos y estaba pensando que podríamos, además, no conozco a ese tal Shirou.
    —Kidou…
    —Yo iré con Fudou, tú lleva a Shirou, mañana en el centro, a las 10, Nos vemos.
    Entonces colgó.
    No era bueno, pero lo hizo, lo confirmo y se alisto para eso, iba a ser un día largo mañana.
    Y más porque llevaba casi un mes evitándole.

    Cuando llego a la casa de su novio, siendo ya muy noche, hizo lo de siempre, le dio un beso, una caricia y se quedó en su casa esa noche, claro, sin hacer nada, porque algo que estaba aprendiendo era a controlarse, durmieron juntos como siempre y esperaron a que la oscuridad los envolviera por completo para por fin hablar, Gouenji era el que tenía que hablar.

    No se dijeron nada en el momento, era incomodo en sí, hablar de algo que había ocasionado problemas anteriormente, porque presentía el más alto, que a Shirou, su mejor amigo: Kidou, no le caía del todo bien, menos después de esa llamada, que le costó mucho reparar, y mucho menos lo que vendría si Fudou veía a Shirou.

    Ahora que lo pensaba, el maldito ese, decía conocer a Shirou, pero la pregunta era: ¿en qué circunstancias? ¿Qué tanto se conocían?, todo ello de pronto empezó a escarbar en su mente, ¿sería bueno?, definitivamente no, porque si Fudou se atrevía a hacerle algo a Shirou mañana, no iba a resistir y era capaz de partirle la cara ahí mismo, importándole poco Kidou, porque de algo se había convencido todos estos días, es que nadie, ni el mismo, podía hacerle daño a esa persona que tenía en brazos, a ese niño precioso, a ese que le estaba entregando cada parte de su corazón.

    — ¿Te pasa algo? —entre tanto pensamiento, fue el de cabellos platas el que rompió la concentración, se dio la vuelta entre las sabanas, mirando fijamente a su amante, aquel que era más alto y olía bien —Te estas moviendo mucho —menciono, pues era la verdad, entra tanto y tanto de esa noche, de esos minutos, sintió la respiración intranquila de su pareja, eso y que estaba mal, lo sabía por que ya habían pasado muchas noches juntos como para que no se diera cuenta —¿Sucede algo? —otra pregunta más.

    —No… ¿Por qué lo dices? —fue atrapado en el intento, pero trato de no ser capturado, fallo por los ojos grises que le miraban — ¿te puedo decir algo?
    Bien, parecía que esa conversación iba a ser más fácil de lo que parecía al principio.
    —Dime.
    —No te enfades, solo eso.
    —Claro —con esa introducción, Shirou sabía que sería algo para enojarse, hombres, son tan predecibles…
    —Mi amigo…
    Bien, no era tan fácil, y por la expresión del albino, que había cambiado de dulce a asesino serial, lo comprobaba.
    —Mi amigo me dijo para que salgamos —Se aproximaba una queja, una grande, pero lo callo con una señal de la mano, él no podía hablar tan rápido —Mi amigo me dijo para que salgamos los cuatro, yo, tu, él y su novio, como una salida de pareja —ahora tenía que esperar una respuesta.
    Y espero, espero más… ¿Cuánto más?
    — ¿salir? ¿Para qué? —No parecía la respuesta adecuada, de hecho fue pregunta, pero no estaba molesto, pero tenía en su rostro un dejo de interés.
    —Para conocernos, en exactitud, quiere saber más de ti y…
    —Bien, entonces iremos —Fue todo lo que dijo, se volvió a dar vuelta y se envolvió en las sabanas.
    —Shirou.
    — ¿Qué? —respondió con tono serio. Estaba molesto.
    —Nada, buenas noches —lo siguiente que escucho fue un sonido raro, producido solo con la garganta, lo interpreto como un: buenas noches también mi amor.

    ****** (\*◊*/)******




    Despertaron al amanecer, algo tarde por que el cielo en la ciudad estaba nublado, pero era el hecho de la costumbre lo que hacía que sus cuerpos ya supieran que hacer, el primero en levantarse fue el menor, camino descalzo hasta la cocina y se puso a cocinar, tenía que pensar en algo.

    Ayer, antes de dormirse, las últimas palabras de Shuuya, fueron las que le decía que precisamente ese día era el de la susodicha salida, salida la cual no estaba seguro de hacer, porque su inseguridad le hacía temer, no conocía al chico, ni en fotos ni en nada, pero era el mejor amigo de su novio, y eso era de temer, pero debía ir, debía marcar como dicen: su territorio.

    No sabiendo al enemigo que se enfrentaba, preparo su defensa lo mejor que podía en cuanto Shuuya se marchó, diciéndole que vendría a recogerlo. Vistió lo mejor que encontró, porque tiempo para comprar ropa no le quedaba y además, ese mes, estaba preparando algo especial por lo que no podía fiarse de gastar demasiado de la pensión que recibía cada mes para subsistir.

    Se miró al espejo entre que escuchaba el timbre de la puerta, y miraba el reloj —ocho y quince —contando algunos segundos que seguían pasando, bajo con presura y abrió la puerta rebelando a su novio, demasiado guapo para su gusto y su disgusto, pero al menos se fiaba en que serían una pareja linda en la calle.
    —Te ves lindo —saludo, porque ya era costumbre decirle un halago antes que un hola — ¿vamos?
    —claro.

    Caminaron sin riña, no parecían molestos, pero tampoco tenían una conversación como antes, ambos sabían que no parecía muy fácil y que esa salida no les apetecía, cada uno con distintas razones, pero llegaron a la estación de trenes, el camino ahí fue de la misma manera, no se hablaron a pesar de que estaban sentados juntos y cuando bajaron, ni siquiera se tomaron de la mano.
    —tenemos que llegar al centro.
    —Entiendo —contesto el más pequeño, pensando, pensando mucho, porque estaba a ¿minutos? De ver a aquel que era el amigo de su novio, a aquel que sin saberlo, le traía una mala vibra, porque celoso era, pero no en exageración, porque su novio tenía amigos, amigos como Endou y Hiroto, amigos que tenían novios, que resultaban ser sus amigos también, todo un pequeño círculo perfectamente controlable, pero el que Shuuya tuviera amigos fuera de ese círculo asustaba, porque no tenía mucho control sobre él, de hecho sobre casi nada de eso.
    Por qué el mismo se reconocía que no era del todo sociable, aun peor, sus únicos amigos de la vida, eran lo que seguían siendo hasta ahora, pero fuera de eso, él no se hablaba ni con la señora a la que le compraba las verduras.
    — ¿Cómo debo hablarle?
    — ¿Qué?
    — ¿Cómo debería hablarle a tu amigo? Yo-yo no lo conozco ni siquiera un poco — <<excepto de su voz y que parece ser bastante entrometido>>, quiso completar, pero solo espero una respuesta.
    —Normal —poco creíble, Gouenji pensó mucho en la respuesta, pero el hizo lo mismo al hablarle, aunque en esa ocasión ambos tenían siete años —solo trata de llevarte bien con él, Kidou es muy amable cuando le conoces.
    — ¿y su novio?

    Cita en parejas habían quedado, de Kidou sabía muy poco, más de la pareja de este y su salvación, esperaba, no sabía absolutamente nada, ni su nombre, aunque asumía que el susodicho también estaría molesto que su pareja saliera con alguien más, alguien como su mejor amigo, suponía, podía ser una aliado.
    Para Gouenji ese novio, solo era una de esas personas que odias de la sociedad, quería preguntarle, tal y como no había hecho en todo este tiempo, saber qué relación unía a esos dos, saber que tenía que ver el bastardo de Fudou con Shirou.
    —Shirou, quisiera preguntarte…

    — ¡Gouenji-kun! —el llamado vino desde lejos, cuatro metros lejos de ellos para ser exactos, una voz algo seria pero cálida. La pareja vio hacia ese lugar, descubriendo a un chico, conocido para uno, el cual movía ligeramente la mano en forma de saludo, tenía una sonrisa medinita, pero feliz, primera impresión, demasiado buena.

    Demasiado para Shirou.

    Caminaron juntos hacia donde estaba, el más alto con una sonrisa, una que no le gustaba nada y mientras los centímetros se iban acortando, maldijo al chico en cuestión —demasiado guapo, cuerpo demasiado bien formado, y esa aura de alguien de clase mayor— ese chico era demasiado perfecto, incluso sus ojos hipnotizaban —orbes rojas— demasiado atrayentes y además sonreía bonito, y Shirou, solo era eso ante él, un pequeño Shirou.
    —Hola —pero no lo denoto, sonrió lo mejor que pudo y también comprobó que era alto, no tanto para pasar a Gouenji pero si para dejar marcado que el pequeñito era el, Shirou se sintió peor, pero también así le estrecho la mano y se unió a todo lo que anotaba en su lista mental, el que ese chico tenia manos suaves y dedos largos, eran manos finas —Soy Fubuki Shirou, NOVIO de Gouenji-kun —y en mayúsculas, para que quedara claro.
    —Hola Fubuki, gusto en conocerte, Kidou Yuuto —se presentó el castaño, le estrecho la mano y sintió la mirada atenta, se separó y volvió a una postura recta, muy hermosa —Gouenji, no me habías dicho que tenías un novio tan lindo.
    Y el de cabellos cremas no supo que decir, solo sonrió incomodo, pensaba en esa situación como una pesadilla, pero no parecía ir tan mal, no todavía.
    Pero Shirou solo pensó en que tal vez había algo entremezclado en las palabras de Kidou, aunque le admitía que estaba bien que dijera que era lindo, pero luego de eso, entre mirar y mirarlo, se fijó que estaban en casi plena calle y al aire libre, los tres estaban ahí, solo los tres, y juraría que la noche anterior Gouenji le dijo que serían cuatro.
    —uhmm… este —No sabía cómo abarcar el tema, solo titubeo antes de hablar, llamando la atención de los otros dos, rompiendo la incómoda situación en que nadie hablaba —no era… ¿no era una salida de cuatro?

    Silencio.

    Ahí algo estaba mal.

    El de ojos rojos esta vez fue el que titubeo, Shirou pudo jurar ver que sus mejillas se teñían de un suave tono rosa y que su mano cubría su boca, era una clara muestra de nerviosismo ¿Qué tramaba?
    —Y-yo lo lamento muchísimo —dio una leve reverencia y volvió a su postura recta y ya más serena —Sucede que… que mi novio no va a poder venir, tenía cosas que hacer —y volvió a bajar la cabeza, como si realmente hubiera cometido un error terrible, y es que para el castaño si era así.
    Fudou se había negado totalmente, y sumamente terco le dijo que no, —que no le apetecía verle la cara a Gouenji y menos al ñoño de su novio, el cual ni conocía—, y la noche anterior desapareció dejándole una nota que regresaría mañana por la noche, y estaba seguro que le iba a oír, porque Akio se escapaba cuando quería y no podía hacer nada por él, maldito desgraciado.
    —Espero que no sea molestia para Fubuki-kun que solo salgamos los tres.
    Entonces volvió a sonreír bonito.
    Pero sí que era molestia, y en especial para Shirou, era la molestia más grande.

    ¿Es broma?

    —Para nada… Kidou-kun.


    ****** (\*◊*/)******




    Del centro al parque de diversiones de la ciudad, el camino no era mayor a dos kilómetros, y como la tarde no tenía nubes a pesar de estar en diciembre, el ambiente también era cálido, lo suficiente para caminar y disfrutar de las brisas y de los arboles adornados de lucecitas que aún no comprendía como hacían para abarcarlos todos y que brillaran tan bonitos de noche, diciembre, pronto navidad, ah, qué lindo día si mirabas hacia el cielo, que horrible se volvía si girabas la cabeza 90 grados a izquierda.

    Gouenji entre paso y paso parecía haberse soltado de repente y estaba en una área de confort, área que compartía con Kidou y por más que trataban de incluir al pequeño, se veía totalmente fuera de ahí y sus conversaciones sobre una preparatoria al que él nunca había asistido.
    —Domon se ha vuelto muy bueno con el balón, es un defensa excelente —logro escuchar entre toda la conversación, salido de la voz cálida y fina.
    —me alegro, cuando ingreso era bueno, pero no tanto como tú.
    —Oh, mira quien habla.
    Hubiera gritado si se lo permitiera, pero no sabía nada, absolutamente nada, solo sonreía asistiendo cada vez que parecía que lo que le contaban iba dirigido hacia él, pero enserio, a él no le importaba Domon ni si era defensa, lo que le importaba era saber que sobre Gouenji no conocía casi nada, ya iban a cumplir cinco meses de pareja y conocía nada.
    Absolutamente nada.
    Bajo la mirada, sabiendo que no debía ponerse mal, Shuuya era su pareja, siempre podía preguntarle, además Kidou hasta ahora no parecía malo ni demostraba algún intento de sobrepasarse con su novio, es más, eran amigos, amigos como él lo era con Midorikawa y Kazemaru, que hablan de cosas que vivieron cuando niños, era igual.
    Pero no podía evitarse sentirse mal.

    Entre toda esa maraña de sentimientos, de culpas y de conversaciones con su mente y su corazón, se apartó del mundo terrenal, tanto que no se fijaba ni por donde caminaba.
    De pronto se sintió atraído hacia algún lugar, como cayendo y siendo retenido por la contextura de brazos y ese aroma que conocía demasiado bien.
    — ¿en qué andas distrayendo? Deberías tener más cuidado.
    — ¿Shuuya?
    — ¿Fubuki, estas bien?
    << ¿Qué paso?>>, se quedó en los brazos de su novio, sintiéndose seguro pero también aturdido, miro a los lados y solo se vio a sí mismo y a los otros dos, pero seguía sin entender, el solo estaba pensando, pensando mucho, y no sabía. Según palabras de Gouenji casi cae al casi chocar con alguien, le volvió a dar un regañito y revolviéndole las hebras plateadas, le dijo que tuviera más cuidado.

    Suspiro.

    Todo eso no tenía sentido, se estaba dejando llevar, o simplemente no debía bajar la guardia, aunque de verdad se sentía rechazado en esos mismos momentos, hasta que paso. Gouenji le tomo la mano mientras que aun caminaban —tengo que estar más pendiente de ti —dijo y aun a pesar de seguir la situación como antes, se sentía feliz siendo sostenido así.

    Y Gouenji notaba casi claramente lo que estaba pensando su pequeño ángel, porque despistado no era, y casi como si se sentía culpable, pero Kidou —Kidou era el problema—el de cabellos cremas le había evitado y ahora a pesar de eso, el de ojos rojos actuaba como nada, es más, como si le extrañara, y dolía. Porque aún le quería, y mucho.
    No era fácil olvidar a su amor platónico de varios años, pero como siempre se decía, ese amor era muy distinto al que le profesaba a Shirou y no podía evitar hablarle como antes, porque aunque Kidou estaba metido en todo ese lio, él no tenía la culpa de nada, de absolutamente nada, es más, era una víctima.
    Y Shirou también lo era. A veces quisiera que hubiera dos Shuuya Gouenji, uno que le fuera fiel a Shirou en todo y el otro bobo que todavía no podía olvidar su pasado, aunque estaba seguro que los dos terminarían cayendo rendido ante su príncipe. Es que este era demasiado encantador.
    Por eso su novio era Fubuki, y eso debía dejarlo en claro, no le soltó la mano después de eso, en ningún momento. Y todo bajo la atenta mirada de dos orbes rojas.

    Cuando llegaron al parque de diversiones volvió a nublarse, pero pagaron los boletos y entraron, denotando perfectamente que era un día de fin de semana, el lugar estaba casi abarrotado, niños corrían dispersos por todo el lugar, madres les perseguían preocupadas y conejos y osos de felpa tamaño colosal repartían globos.
    —Parece que vinimos en un no muy buen día —hablo el de ojos rojos, mirando el lugar algo extrañado.
    —Quizás deberíamos venir otro día —le siguió Gouenji, esperando la aprobación de su pareja, pero Shirou no estaba a su lado en ese momento.

    Apena habían entrado, cuando los globos de colores y distintas formas, llamaron la atención del de cabellos platas, quedándose ensimismado con el conejo grande y lindo que se lo ofrecía. Shuuya suspiro, estaba algo acostumbrado a la actitud inocente y algo infantil de su novio, de hecho le encantaba que fuera así, camino para alcanzarle y se posó a su lado sonriendo.
    — ¿Cuál crees que es bonito? —cuestiono el de ojos claros y le señalo dos globos, estaba indeciso en cual comprar.
    —cualquiera está bien Shirou.

    Pasando ese momento, compraron el más bonito y continuaron con su camino, una leve reverencia en disculpa y se adentraron.
    Y fuera de todo, el parque era hermoso, porque juegos había muchos, lugares que recorrer por todo lugar, y sobre todo porque era el mejor que existía en la ciudad, no tardó en hacerse presente la emoción del grupo, o del más pequeño, bueno, seamos sinceros: solo del pequeño, que hacía mucho no iba a esos lugares, caminaba y veía todo con una sonrisa, ojos brillantes y mejillas sonrojadas del asombro, estaba feliz, como un niño al que descubre su mejor tesoro.
    —Mira, ¿podemos ir ahí? —Señalo el carrusel, si, gustos de niño también tenía — ¿sí? —y se lo permitieron, ninguno más subió, solo el pequeño, que pasaba desapercibido, porque si se fijaban en su imagen, podía pasar hasta de doce años, así que estaba bien.

    Dejando a un chico de ojos rojos extrañado, porque él con quince años no se permitiría subir a un lugar así, que envidia del chiquillo, tenía cara de niño, y la actitud también.

    ****** (\*◊*/)******




    Toda la salida, era más en sí una cita, con un invitado no sabría que decir muy bien aceptado, pero Kidou en verdad no tenía malas intenciones, cuando planeo todo, lo hizo con el sentido más puro, porque Fudou últimamente no parecía muy contento, —y eso que el rebelde de cabello castaño oscuro no era muy demostrativo—, pero su novio le conocía y últimamente discutían de sus asuntos más a menudo, lo quería y mucho, pero no sabía el motivo de su molestia, por eso pensó una salida como antes era mejor.
    Aunque no había salido como quería.
    Nunca habían ido a esos lugares, —son cursis e idiotas— sabia decir el, y el mismo Kidou asumió que por su edad, tampoco estaba como para ir y portarse como un niño y conociendo a Fudou, tampoco como para que él le aguante, pero pensó, de verdad lo pensó como una buena idea. Salir los cuatro, porque aunque no conocía al novio de su mejor amigo, asumiría que para ser su novio debía ser una buena persona, amable, en si, como era Shirou, y si salían juntos quizás, remotamente, le haría ver a Fudou como esperaba que fuera el en comparación a Gouenji, que quizás quería un novio más comprensivo y dulce, como le parecía que era su amigo con el niño de cabellos platas.

    Pero su pareja había pasado de él, y lo entristecía profundamente, estar ahí como alguien que no debe estar, porque el sabia observar y mucho, Fubuki se sentía incómodo, molesto y parecía no querer pasar muy bien su compañía, estaba siendo un estorbo, por que Gouenji le tomaba la mano a su novio sin decir nada, se sonrían un poco cómplices y se conocían bien.
    En su garganta sentía esa especie de atragantamiento, de perder el aire cuando sientes y quieres dejar salir algo, expulsar sus emociones —y sus frustraciones— pero no podía, recónditamente no podía, cuarenta minutos y fracción de segundos para darse cuenta de esa inquietante sensación.

    <<son Celos>>

    Su mejor amigo tenía un novio, un pequeño infantil que reía bonito y era dulce como un panquecito —no tenía mejor palabra para describirlo— su mejor amigo tenía un novio después de mucho esperar y no interesarle nadie, a su vista parecían la pareja perfecta, y el… estaba solo ahí, mirando como Gouenji le sonreía al muchacho montado en el caballo del juego, iluminado de varias lucecitas de color, le sonreía, le seguía en sus caprichos, y ambos disfrutaban de ello y dolía ver eso, mucho.
    Sonreía porque no quería dar mala imagen, pero él estaba solo ahí, celoso, por que Gouenji era lo que quería que Fudou fuera. Aunque fuera solo un poco.
    Pero nunca lo diría, nunca al castaño rebelde, porque eso terminaría en otra pelea más.

    ****** (\*◊*/)******



    Terminando de recorrer varios juegos por alrededor, el mediodía cayo poco a poco, subieron a bastantes, siendo Shirou el que más se divertía, por momentos olvidaba que existía un extra en su salida, pero se recordaba al instante, porque si bien no perdía de vista el rostro de su pareja cada que subía a un juego, y sabía que era correspondido y que solo lo miraba a él, también se tomaba el tiempo para observar a su adversario —Kidou—, el cual estaba relegado, preguntándose porque los ojos rojos se posaban tanto en su presencia, ¿Qué tanto interés tenía en su persona?. Por un momento se sintió la presa en vez de lo que trataba de ser al principio, el depredador. Era incómodo.

    Pero dejo de tomarle importancia al poco rato, quizás solo le llamaba la atención, la mayoría de personas siempre lo solían ver, estaba acostumbrado.

    Cuando terminaron los juegos medianamente infantiles, se permitieron subir a más peligrosos, o peligroso en escala Shirou, por que la montaña rusa o el kamikaze se alzaban como las mejores atracciones del lugar, y se notaba porque había mucha gente, pero compraron sus boletitos y esperaron pacientes en la fila del juego, pero tendrían que esperar a lo menos diez minutos antes de subir, cuando un discreto sonido, que Gouenji sabía bien interpretar, rompió la incómoda situación.
    —iré por algo de comer ¿les parece?
    — ¿no sería mejor después del juego? —lo sugirió el castaño.
    —Iré ahora, guarden mi sitio —sin decir más, dio vuelta y salió, Shirou tenía hambre, no tenía otra razón para esperarse.
    Y Fubuki agradeció de corazón tener un novio tan encantador y que supiera, aunque no le quitaba la vergüenza de escuchar su estómago gruñir, apenándose, pero al parecer el invitado no lo escucho, suspiro más tranquilo, hasta que se dio cuenta que se quedó solo con su enemigo, o lo que fuera.
    Se quedaron en silencio a lo menos un minuto, pero el más alto hablo.
    —te gustan mucho estos lugares ¿no? —pregunto Kidou, sin mirarlo exactamente, mas parecía estudiar el lugar, el cielo, incluso lo más mínimo.
    —Sí, hace un tiempo que no vengo —contesto con sinceridad, quizás podían tener una charla amena después de todo —es divertido.
    — ¿sales mucho con Gouenji a lugares así?
    —Casi —verdad— ¿Por qué?
    <<alerta, alerta>> gritaba su alarma mental.
    —por nada, solo me preguntaba.
    Pregunta o no, descoloco a Shirou de su aura de confort, uno no pregunta cosas así, de pronto el enemigo, que paso a persona normal, volvía a ser enemigo.

    Aunque nadie dijo nada después de que el de cabellos cremas llegara con algunas hamburguesas para su pareja, su amigo y el, aunque el de ojos rojos volvió a decir que mejor después del juego, eso mientras Shirou ya devoraba la suya, con mucho cuidado de cuidar sus modales frente a alguien de la alta sociedad.
    Mala idea.

    Termino pagando caro el comer antes de subirse a la montaña rusa, porque se mareo horriblemente, tanto que el alimento termino siendo devuelto y el pánico le tenía bien sentado en una de las banquetas del parque, sosteniendo su estómago y respirando lentamente, y esa sensación de que su corazón le iba a salir del pecho no ayudaba <<nunca más a esos juegos, nunca más>> tenia suerte de haber aguantado hasta que terminaran esos tortuosas vueltas y salir caminando desesperado hacia un tacho de basura, se sentía horrible.
    Y Kidou amable, como no podía evitar ser, le sobaba la espalda con cuidado, de arriba hacia abajo; gesto que descoloco más al pequeño, se sentía tremendamente avergonzado, y en su escala, otra vez Kidou era normal e incluso buena persona, pero no le miraría a los ojos, no así.

    Cuando llego otra vez Gouenji, tenía en sus manos algo de agua, y actuó como doctor en la situación, pues que más, tenía un padre médico, tenía que saber, y su recomendación, luego de minutos que su novio siguiese en la misma posición fue que ya era tarde.

    —creo que Fubuki-kun no está muy bien, deberías llevarlo a su casa.
    —Tienes razón, no creo que sea bueno seguir aquí —hablaron entre susurros bajitos, era apenas un interludio entre el medio día y la tarde, sería una pena romper su salida así, pero era la mejor idea, volvió la cabeza hacia su novio, y lo vio mirando al piso, se acercó —Shirou, vamos a casa.
    Pero la proposición no le sonó nada bien al de ojos grises, negó tan rápido como pudo y alego que estaba bien, pero Gouenji no se lo creía, no estaba bien, y no iba arriesgarlo.
    —no estás bien, debemos ir a casa.
    —me siento bien,…Shuuya.
    —No lo estas, vámonos —exigió, sentándose a su lado y tomándole de las manos, tratando de ser comprensivo —podemos volver otro día.
    —estoy bien.
    —por favor… —se estaba enojando —regresemos.
    Y Shirou no quería, tenía una razón, algo tonta pero la tenía.
    Volvió a negar.

    Mas allá el castaño evitaba meterse en conversaciones de pareja, aunque en su opinión era que el pequeño estaba siendo terco y tonto, más tonto a su parecer, es más, si Fubuki se sentía incómodo con su presencia, lo más claro era irse con su pareja, él no les iba a seguir, pero tampoco lo diría, relajo su rostro y cuando vio que el mayor se separaba y desaparecía de la escena, le vio algo extrañado, mientras el chico panquecito bajaba la mirada ¿se habían peleado?.
    Se acercó cauteloso, se sentó a su lado con cuidado y le siguió en silencio, sin hablar y sin decirse nada, pero escucho un pequeño quejido del chico a su lado y se animó a empezar una conversación.
    —Creo que no deberías ser tan terco —pronuncio con cuidado, pero estaba siendo sincero —Gouenji está realmente preocupado por ti.
    —yo… —respondió sabiendo que lo que decía el otro estaba en lo cierto, pero decirle a su ene-amigo-conocido lo que le pasaba, no sonaba bien del todo — lo sé —arrastro las palabras —pero… no me quiero ir.
    —disculpa, pero no veo una razón totalmente convincente que anteponga tu salud.
    —no entenderías.
    —No lo hago —siseo molesto —estás haciéndolo enojar.
    —no es lo que quiero, pero…
    —pero nada, en verdad y disculpa que lo diga, estas siendo estúpido.

    Y Shuuya volvió.

    Traía entre sus manos algo de agua y lo que parecía ser una pastilla, había ido hasta la enfermería del lugar a conseguirlo, porque sabía que a su pequeño era difícil de convencer, lo sabía más que nadie, pero no podía evitar preocuparse, y tan rápido como fue, tan rápido regreso.
    Pero su presencia o había evitado una pelea, o interrumpió en un momento importante, pero él no lo sabía.

    —Tomate esto —le dio a Fubuki el agua y la pastilla —te calmara el dolor de estómago —explico, pero el tono de su voz fue seco, si estaba un poco molesto.
    —Gracias —bajo por cuenta nueva la mirada, sintiéndose avergonzando, y jugueteo un poco con la pastilla entre sus manos antes de atrever a tomársela, de golpe, porque Shirou odiaba las pastillas, prefería la medicina en polvo —es horrible.
    —No había otra cosa.

    Kidou sabía que a pesar de todo, Gouenji se preocupaba mucho por su novio, suspiro, recordaba como hacía unos pocos años atrás, su amigo era igual con él. Pero las personas crecen, era deber de uno siempre estar pendiente de tu pareja y empezar a dejar que los demás hagan su vida, aunque en esos momentos hubiera querido regresar el tiempo atrás, y lo deseaba más cuando veía a Gouenji y Shirou juntos.
    Tan justos y tan románticos, quedándose sentados tomados de la mano, iluminados levemente y mirándose de manera tan perfecta. No lo aguantaba, se disculpó y dio la vuelta para perderse en algún lugar por lo menos un tiempo.

    La pareja lo vio alejarse, dándoles su tiempo y a pesar de eso, nadie dijo nada, era una situación incómoda, por que Shuuya estaba molesto y el principito se sentía tan cohibido porque nunca lo sintió así, y el solo tenía la misma idea tonta en su cabeza.
    — ¿estas… estás enojado conmigo? —preguntó de forma dulce, bajando la mirada, debía saberlo.
    —Shirou —por la forma en que lo dijo, el pequeño se encogió en su lugar —No lo estoy —esta vez estaba tranquilo —pero no me gusta que hagas esto.
    — ¿Hacer qué?
    —que me hagas preocupar —admitió, acercándose mucho, solo para tomar el rostro de su novio entre manos y verle —Si algo te llegara a pasar, me volvería loco, te aprecio demasiado.
    Y a Shirou se le paro el corazón y revivió con un latido fuerte que le hizo darse cuenta que estaba encantado y que se enamoraba por segunda vez de su amado, una sensación tan encantadora que el rostro se formó en una mueca feliz y apenada antes de tirársele en brazos.
    —Oh, Shuuya —escondió su rostro en el pecho, avergonzado, teniendo unas ganas increíbles de besarlo ¬—Yo no sabía, perdóname, no quería hacerte enojar.
    —Está bien, pero no me hagas preocupar así…
    —Lo prometo, nunca más.
    — ¿Entonces podemos irnos a casa? —pregunto ya estando seguro que estaba vez si le haría caso, pero por como Shirou volvió a bajar la mirada, sabía que no — ¿Ahora qué pasa?
    —Es que… yo quería algo.
    ¿Qué cosa?
    —Dime entonces ¬—por segunda vez le hizo encontrarse con sus ojos negros —Quizás puedo cumplirlo.
    —Yo quería… subir a la noria contigo.
    De todos modos era encantador, y Shuuya lo entendió y no pudo evitar esbozar una sonrisa, mientras lo estrechaba en sus brazos y le meneaba los cabellos —la noria— El perfecto lugar y sobre todo algo infaltable en una cita romántica en el parque de diversiones, no supo por qué no lo había notado, era tan obvio. Con Shirou era lo más obvio. Para él lo era.
    Se levantó fijándose en la hora, y el ambiente, en que era tarde y estaban solos, pero no era lo suficientemente tarde aún, por lo menos no para el ocaso.
    —Más tarde —dijo él —más tarde cuando caiga el cielo.
    —Más tarde… —repitió el pequeño, añorando el momento —Estaba bien si es más tarde.

    Se levantaron los dos, de pronto solucionando todo, y buscaron al de ojos rojos para ir a comer algo. Lo encontraron al poco tiempo, sentado sin mucha gana frente a la fuente de aquel lugar, meneo la cabeza feliz al verlos juntos, y se fue con ellos.
    Dos de la tarde y seguía nublado, cuatro horas que estaban juntos y la salida era de lo menos normal, porque no eran un grupo de amigos saliendo juntos, era una pareja y un extra. El violinista, el mal tercio. Y lo sentía más ahora que por cosas de la vida, su mejor amigo de toda la vida, se hacía mimos con su pareja, ignorando olímpicamente el plato frente a él.
    —Parece que… Fubuki-kun ya se encuentra bien ¿no? —comento, evitando volverse un fantasma ahí, porque parecía que no lo veían.
    —Sí, ya estoy mejor —miro con dulzura a su novio, con ojos demasiado bonitos —Fue gracias a Shuuya.
    —Bueno, que se puede esperar de un futuro médico.
    —No es para tanto —el aludido respondió, rozando la mano pequeña entre la suya y fijándose solo en él, y aunque no quería, no por lo menos frente al de ojos rojos, era lo mejor.
    Por qué Kidou era su amigo, su primer amor y esos sentimientos no se olvidan fácil, pero Shirou era su novio, su amante, su todo, y por qué se sentía inseguro le abrazo, le beso para no olvidarse de que lo amaba, lo hizo para demostrarle a Kidou y para demostrarse a sí mismo que tenía a quien amar, y para también recordarse su propósito de… olvidar.


    ****** (\*◊*/)******




    No hubo tragueteo horas después, se excluyeron los juegos con mucho movimiento y se divirtieron mucho con el de habilidades y tonterías así, reuniendo tickets por cada uno, cada uno poniendo su granito de arena para ello.
    Kidou no dejaba de ver a la pareja, en cada movimiento y cada expresión, respiro, todo estaba bien hasta ahora, todo está perfectamente bien, pero por algún motivo, derribo todos los patos en el tiro al blanco, y lo hizo con tal sentimiento que parecía un francotirador de verdad, aunque Gouenji lo hizo bien también, y el príncipe… digamos que tuvo la voluntad de hacerlo. Lo que les motivo a los tres —A Shirou— era saber que juntando varios podían cajearlo por maravillosos premios luego, premios en los que se incluía cosas tan bizarras como un cepillo, hasta cosas maravillosas como juegos y consolas, pero al niño solo le importaba una cosa: el peluche de un animal extraño pero muy lindo, una especie amorfa y redonda entre un pollo y una abeja. Era el pollo-abeja.
    Y tantas fueron las ganas de tenerlo, que el malestar se le había pasado a nada, y aunque era bueno en juegos de destreza física, en otros no lo era demasiado.

    Pero ya era tarde, y esperando a ver juntado lo suficiente, se dirigieron al sitio de canje, contando los que tenían. Shirou y Gouenji: 100 tickets; Kidou: 50 tickets. El muñequito: 120 tickets.
    —Yo daré los que faltan —Ofreció Kidou, dándole una tira de ellos.
    —No es necesario…
    —Va, enserio, a mí no me hacen falta, fue divertido para mí —Y utilizo su mejor arma, mirarles con esos ojos y sonreír bonito como siempre, era involuntario, pero era lo mejor —Además Fubuki-kun lo quiere ¿no?
    —Sí, pero son tuyos.
    —Te servirán mejor a ti ¿vale? —Tomo los boletos del más alto y junto con los suyos fue a cambiarlos, regresando con el pollo-abeja —Es tuyo, tómalo.
    —Yo… —Shirou dudo tanto en tomarlo, dudo tanto de él, dudo de sí mismo.
    Kidou era una persona muy buena y sin malas intenciones, era solo el amigo de su novio que quería conocerlo, era tan noble y él le había tratado mal —en su mente— y se avergonzaba tanto, porque no sabía si lo merecía.
    —Gracias —estrecho en su pecho la bola amarilla con antenas —De verdad muchas gracias Kidou-kun —y sonrió tan sinceramente y fue correspondido de igual manera.
    Quizás una amistad muy bonita podía nacer, una alianza y un aliado.
    —Bueno, parece que va a empezar a llover, deberíamos irnos ya —todo ese silencio no podía durar mucho, y Kidou miraba mucho el cielo ese día.
    —Tienes razón, deberíamos irnos.
    Pero se olvidaban de algo.
    —La noria —dijo Shirou bajito.
    — ¿la noria? —Kidou cuestiono.
    — ¡La noria! —Gouenji se acordó, parecía algo preocupado —Si, lo olvide, lo siento tanto Shirou —Miro la hora en su móvil y se fijó en el terreno —Ahora mismo voy a ver ¿sí? Ya regreso.
    Desapareció de la vista en cuestión de minutos, dejando solos a ambos chicos, uno mirando extrañado la situación, el otro con ilusión.

    Kidou no entendía del todo, no aun, como su amigo, el reservado, el serio, el que no mostraba tan abiertamente sus sentimientos, ahora sonreía tan amenamente, y el por qué sus ojos brillaban tanto. Entendía perfectamente que era alguien sobreprotector, lo había sido con él y más con su hermanita, lo era con este chico, pero a veces parecía exagerar, sobre todo cumpliéndole sus caprichos.
    Pero estaba bien, era la persona perfecta para Gouenji, esperaba que lo fuera.
    —Ustedes hacen linda pareja —Pronuncio luego de meditarlo bien, el principito se sorprendió por lo repentino de la frase —Digo, conozco a Gouenji hace mucho y bueno…
    —Crees… ¿Qué soy la persona correcta para él? —cuestiono, totalmente atento a su palabras.
    —No lo sé, pero creo que te ama mucho como para pensar que es así.
    No afirmo ni negó nada, Kidou podía ser una persona extraña.
    —Es raro, pero… te confió a mi mejor amigo.
    — ¿Ah?
    —Gouenji y yo somos amigos desde la infancia, se casi todo de él y sé que si te mira así, es porque te ama —No se dejó interrumpir en ningún momento — después de mucho tiempo de estar solo te eligió a ti, y te soy sincero, eres buena persona —volvió su vista al pequeño que no entendía del todo — yo solo quiero que hagas que nunca se le borre esa sonrisa del rostro ¿me entiendes?
    Kidou, no solo era extraño, podía ser algo tenebroso cuando se ponía serio, parecía ser alguien a quien el honor le importa, pero sobre todo las personas que le rodeaban, alguien que tenía un corazón muy amable y muy noble, una gran persona.
    —Lo hare.
    —Me alegro.
    —Yo lo quiero mucho.
    —Y el a ti.
    —Gracias de nuevo —Shirou probablemente no iba a decidir en semanas que era lo que le producía Kidou.

    Se quedaron en silencio de nuevo.

    Gouenji parecía demorar, para ser fin de semana y ya casi vacaciones, asumieron que muchas personas también querían subir, con un ambiente mejor entre ellos, fueron los dos a buscarlo, lo encontraron haciendo fila atrás de al menos unas diez personas.
    Si estaba bastante abarrotado.
    Caminaron no haciendo notar mucho su presencia, y el príncipe se abrazó por la espalda de su amado, sorprendiéndole. Aun así el otro se giró y lo abrazo con cariño. Parecían más dulces que la leche condensada.
    —Creo que tendremos que esperar ¿verdad?
    —A estado así desde hace rato —le afirmo Gouenji a Shirou —y eso que creo que de verdad va a llover.
    —Bueno, no se puede hacer más.
    No había ocaso, no vista bonita, y había un Kidou ahí también, que quizá también subiera con ellos, pero lo que le importaba a Fubuki era que estaría ahí con Gouenji.

    —Ustedes me dan envidia —volvió a hablar el de ojos rojos después de mucho rato, aprovechando que su amigo había ido a contestar una llamada de su hermanita —Son muy románticos —Shirou de nuevo no sabía que decir.
    —No es… siempre hemos sido así —se había sonrojado —Además, seguro que tu novio también es muy romántico ¿no? — <<cambia de tema>> parecía pensar.
    — ¿El? ¿Romántico? —Una mueca de ¿tristeza? ¿Burla? Se expresó en su rostro —Akio es todo menos romántico.

    Akio. Fudou Akio.

    La cara de Shirou era un poema, estaba sorprendido, pero apenas era tan leve su expresión que no se notaba —Akio— ese nombre. Hace mucho no oía ese nombre.
    — ¿Pasa algo? —Kidou había notado algo raro en esa situación —De pronto te quedaste callado— << ¿Tan malo le parece lo que te dije?>> Su situación romántica no era del todo mala.
    —No, nada… —Su voz temblaba un poco —Solo pensaba q-que últimamente hay muchos chicos llamados ‘Akio’ en Japón ¿no?
    —No lo creo, es el único Akio que conozco ¬—y probablemente el único que quisiera conocer en su vida, el de ojos rojos no entendía por qué de pronto el chico panque se había puesto así —Pero no creo que sea tan importante el discutir cuantos chicos con ese nombre existen en Japón, o en Inazuma.
    —Sí, lo siento… —Bajo la mirada, cortando así la conversación, y sus pensamientos — ¿Qué pensamientos?—Unos que pertenecían solo a él.
    Gouenji termino de hablar poco después y en la fila ya solo quedaban 5 personas, y el turno de los anteriores ya estaba por terminar, le tomo de la mano a un Shirou que parecía algo perdido.
    La noria parecía muy alta, probablemente desde arriba se notaría toda la ciudad, y por la velocidad en la que iba, era un buen paseo, arriba del todo, y tan romántico a la vez. Se paró en breves segundos y el encargado del juego, fue ayudando a subir a los nuevos, pareja por pareja, en calma, dejándolos seguros y haciendo avanzar la rueda. Era el turno del príncipe.
    Subió primero Shuuya, y le tendió la mano a aquel que era su novio para que subiera con él, faltaba Kidou, pero este seguía totalmente quieto cerca de ellos, sin intención alguna de moverse —Esto deben disfrutarlo los dos, nos vemos cuando se termine —dijo él, sonriéndoles y bajando de la pequeña plataforma.

    Kidou era tan bueno y tan comprensivo, que Shirou le iba a agradecer por siempre.

    Al final subió solo la pareja, disfrutando su momento, que aunque estaba nublado, estaban los dos.
    —Es una pena que el clima este así —El más alto hablo, sentándose junto al albino.
    —No importa, yo solo quería subirme contigo —Se reclino en su hombro y le miro.
    Se miraron. Y lo inevitable se hizo hecho, se besaron en ese momento, apenas toques leves y efímeros, pero eran maravillosos, no estaban aún en la cima, así que aprovecharon ese tiempo.

    Blanco, blanco.

    —Shirou, mira —Se separaron apenas un poco —Eso es…

    Blanco, blanco.

    —Esta… —se acercó a la ventana viendo a través del cristal el cielo — ¡Esta nevando!

    Muchas cosas pueden pasar en un día nublado, por ejemplo: Nevar.
    Caer algodón del cielo, a la ciudad, a la noria, al chico de ojos rojos que sonreía a la vez que veía como su ropa se llenaba de ello y que el parque empezaba a iluminarse por las bonitas luces de navidad, para él no era un mal día después de todo.
    La primera nevada en esa estación, con la que venían muchas cosas, tal como la ilusión, el encanto. Era un espectáculo maravilloso para la pareja o parejas de la noria, tan bonito, y estar ya en lo más alto, era gratificante.
    Una cita maravillosa después de todo.


    ****** (\*◊*/)******



    Solo dos de ellos habían llevado paraguas e iban de camino a casa entre tanta nieve que caía de forma lenta, se deslizaba y volvía a caer. Solo dos protecciones frente a eso, en una iba una pareja y en la otra el acompañante también. Aunque ahora si hablaban, los tres.
    Hablaban de cosas tan simple y complejas a la vez, sobre su salida, hablaban del pasado y de lo que les gustaría de lo que fuera un futuro, quizás otra salida otro día.
    Su primer objetivo era ir a al palacio del príncipe, dejarle en resguardo y marcharse después, por que Gouenji era amable y quería dejar a su pareja, pero también quería dejar a su amigo, se lo debía después de todo.
    La casa más cercana por así decirlo, era la de Fubuki, era el primer punto en esa caminata.

    Llegaron muy pronto, exceptuando que tuvieron que ir en el metro, pero fue un buen momento. Cuando estuvieron ahí, Kidou conoció la casa del novio de su amigo, no entro porque no le pareció bueno, pero se despidió de él frente a la puerta y aunque no quiso presencio un beso de esos dos —Uno en la mejilla —Pero era un beso después de todo.

    Y se marcharon los dos, dejando un Shirou feliz y confiado, seguro que tenia o podía tener un aliado, uno que le avisara sobre su pareja, que le dijera lo que no supiera y que de alguna manera, podía ser provechoso, de eso estaba seguro.
    Todavía nevaba. Y seguía nublado. Muchas cosas pueden pasar en un día nublado: conseguir un amigo y no ser tan desconfiado.
    Shirou lo descubrió ese día.

    ****** (\*◊*/)******



    Gouenji momentos después, dos horas para ser exactos, sabía que también ese día noto muchas cosas, más de las que quisiera y aunque llego a casa cansado, su primera tarea era avisarle a su pareja que había llegado con bien, que descansara y su posdata como siempre: que lo amaba.
    Solo a él, pero lo dicho por su amigo le había movido el corazón y alborotado sus neuronas.
    A veces odiaba añorar el pasado y los sueños robados, odiaba saber que una parte de su remoto corazón tenía un pequeño espacio para su amigo, un espacio muy pequeño como una miga de pan, pero lo suficiente fuerte para hacerse notar, y que estuvo seguro que lo fue más cuando Kidou dijo esas palabras.

    Tenía que cenar, ayudaba a su hermanita tan linda como siempre a poner la mesa y mientras ella jugueteaba con los pañuelos, él no se sacaba la idea de la cabeza, y presionaba sin querer los cubiertos que tenía en mano. Su nana le llamo la atención con dulzura, como si no quisiera hacerlo, bromeando diciéndole que estaba en las nubes. El, taciturno, le sonrió, continuo con su labor y espero a que su padre llegara, ese día cenaría con ellos.

    —Estoy celoso.
    ¿Cómo?
    —Es extraño, pero lo estoy.
    Hubiera querido en parte que se callara, que no dijera ni denotara esos sentimientos ni remontaran las memorias pasadas, que dijera que no extrañaba esos momentos de antes ni como era su pasado.
    —Supongo que es normal los celos entre amigos ¿no? Después de todo eres como un hermano para mí.
    Kidou podía llegar a ser cruel muchas veces, aunque estaba seguro que lo hacía sin intención. Debía fijarse más en cosas importantes, como su padre llamándole, como el plato que estaba frente a él y que después de mucho tiempo cenaban los tres juntos, como la familia que aún eran a pesar de los roces que tenía con su padre.
    Eran una familia a su manera. Prefirió empezar a comer.
    —Hermano —Yuuka también parecía feliz por el hecho que su papá estuviera con ellos, después de todo, para los hombres de esa casa, la niña y princesa de la casa siempre seria esa pequeña —¿Cómo te fue con Shirou-chan hoy?
    —Bien…—contesto con leve nerviosismo, su padre estaba enfrente y él no sabía nada.
    — ¡Genial! Yo quiero salir con ustedes un día —estaba demasiado entusiasmada, incluso dejo de comer mientras hablaba —podríamos ir al parque de diversiones, igual que fueron ustedes hoy.
    El señor Gouenji estaba cambiando la expresión, a pesar de siempre estar con una cara tan monótona, y eso no significaba nada bueno, tanto que el mismo Shuuya solo asintió para su hermana y siguió cenando.
    — ¿Quién es Shirou?
    El chico ya estaba planeando que contestarle, pero su hermanita fue más rápida.
    — ¡Es mi cuñado!

    Muchas cosas pueden pasar en un día nublado, en ese día precisamente: Que tus sentimientos sean revoloteados, que tu amigo te diga que esta celoso, que tú hermana siempre sea linda y curiosa y que tu padre se entere que tienes novio.
    Y afuera seguía nevando.


    ................................................................



    Termino el capítulo de hoy, ¿Qué tal? Kidou y Shirou se conocieron y al final todo termino bien, hasta ahora, si supieran lo que se les viene…
    Sobre el peluche que apareció hoy: pollo-abeja, es uno que vi mientras salía y mi amiga quiso regalármelo por mi cumpleaños, aunque al final me compro un libro, pero me encanto.
    Ahora, para los que esperan a Tsunami y Tachimukai escribiré una historia pequeña sobre ellos, como su propio segmento de historia para explicarles que paso con ellos, y también algo más de Fudou y Kidou, y espero no demorar mucho con ello.
    Preguntas mías, como siempre:
    — ¿Ustedes creen que Kidou y el chico panque (Fubuki) podrían llegar a ser amigos?
    — ¿Quieren el pollo-abeja? XD
    — ¿Por qué Shirou se puso nervioso al oír el nombre Akio? (Quisiera leer sus teorías)
    — ¿Qué problemas tendrán Kidou y Fudou? (Eso se viene pronto)
    —Yuuka es la niña más linda del mundo ¿no?

    En fin, hasta el próximo capítulo, pásenla bonito y abracitos a todos.

    Prox capitulo:
    Magia en la nieve.



    Edited by black maiden - 10/3/2015, 15:51
  13. .
    Buenas chicas, ¿Qué tal? Yo por mi parte, regularmente bien. Ahora dejémonos de esto y pasemos a lo importante.
    ¡Salió!, el capítulo que no sabía si subir o no, gracias como siempre a quien lo lee y me dice si está bien o mal, aunque al final no estoy de todo a gusto con este capítulo. Es casi un relleno, pero tiene algunas cosas importantes que deberían tomar en cuenta para los futuros capítulos, como lo de las preparatorias, es importante.
    Gracias miles a su apoyo en mi decisión de los capítulos pequeños, puesto que ahora si me pude arreglar mejor, y a quienes no le guste mucho, le juro que intentare todo lo posible para que así sean pequeños, sigan teniendo ese toque de drama, felicidad, etc, etc.
    Y este si es pequeño, ni la mitad de los anteriores así que tomen su tiempo en pasarlo poco a poco, el siguiente a suerte mía, ya está casi terminado, pero no lo subiré hasta que me sienta segura de que si está bien.
    Respondo comentarios:

    SPOILER (click to view)
    QUOTE
    GoenjiFubuki: Muchas gracias por comentar, me alegra mucho que un hombre me lea, asi que, me complace que te complazca (¿) el pequeño espacio que le dedique al TsunaxTachi, el dibujo también, en esta ocasión no hay mucho, pero para la próxima prometo ponerle más de ellos dos.
    Ah, sobre el rubio de ojos rojos, ¿sabías que estaba predestinado que el aparezca antes que lo hiciera Atsuya? Dejo a tu criterio el por qué.

    MeroNiakeehl: Ne, gracias, casi siempre comentas así que súper gracias, sobre la trama y los giros, no puedo decir mucho, pero creo que no falta mucho para que termine por completo la historia y espero seguir contando con tu apoyo, aunque no aseguro, puede, solo puede que hayan partes que no te gustan demasiado.

    maya-chan: Oh, muchas gracias a ti y a tu prima (¿), espero que te guste el nuevo capítulo.

    Nadia Quipildor: Ya, gracias, por leer y por las palabras, la verdad me agrado bastante, y es bueno saber que cuento con apoyo, no puedo decir si escribo mucho o poco, normalmente lo hago por la situación, aunque ahora lo hare más ligero para no exigirme demasiado a mi.
    Sobre las ideas, escribir sobre que paso con Atsuya, fue porque lo creí necesario, sobre las que me comentaste ahora, te puedo decir que Atsuya, no será tan así, pero tampoco lo dejara de ser del todo, aunque todo tiene su explicación cuando aparezca, en fin, tengo muchos planes para el de cabello rosa.
    Y creo que debería volver a decirte, no creo ser muy profesional y todo eso, por que mis escritoras favoritas y yo, estamos milenios separadas, aunque siempre intento hacer las cosas bien, aunque bueno, tengo una fan, estoy feliz y gracias por comentar.

    mikoto kirishima: ¡Gracias! Tu comentario tiene mucha emoción ¿sabías?, y sobre lo de leer dos horas, me lo creo .-. a veces exagero, aunque el de ahora será más pequeño, espero no moleste.
    ( ͡° ͜ʖ ͡°) (Me encanta) gracias por todo, pues no tengo mucho que decir, gracias de nuevo.

    chibi-tan: Gracias por comentar linda, espero no te moleste esperar tanto, así soy yo .-.

    AtsuTerumi: Mi bello fueguito, tu siempre apoyándome y estando ahí, espero te haya gustado el capítulo, lo hice con amor pata ti <3
    Pronto saldrá el rubio de tus sueños… pero ya lo veras, sobre Atsuya, el pequeño si será gay y uke, pero ya verás después. Sobre lo de montar ¿es una proposición indecente? Asasdsdsdad, ok no .-.
    Y, lamento lo de las palabras nuevas, pero es que me gusta D: y seguiré poniéndolas MUHAHA.
    Gracias por comentar -3-
    Y si, narrare lo que paso en el salón abandonado…

    kirito-khun: muchas gracias por comentar, espero te agrade el siguiente capítulo.
    tsubaru tsukishiro: Gracias por comentar.

    Ayline11137: ¡Gracias! Así sea tarde, valoro muchos los comentarios y el apoyo dado en ellos, me alegro que te gustara y que sea de tu agrado lo que se viene en la historia, en fin, lee por favor y dame tus criterios 

    ~Imitatia~: Gracias por comentar, me alegro que te guste y bueno, que respetes mi decisión, los capítulos serán más cortos, pero mientras no termine este, dudo mucho ponerme a escribir otro, o quizás haya uno por ahí que saque, igualmente, gracias de nuevo y por esperar cada capítulo.

    ~Luichi98~: Eh, gracias, aunque es difícil recordar si en algún momento anterior me comentaste, en todo caso gracias, aunque tienes razón en algunas cosas, es importante aprender, pero la verdad, me paso mucho tiempo frente a la laptop pensando si esta bien o no, cosas mías mas que todo y que no tengo una beta lamentablemente, aunque tratare de ordenar mi tiempo y ponerme a escribir más, aunque la universidad… pero ya vere que hago, gracias por comentar.

    Fubu~chan ~.~: Lamentablemente, me manejare por ahora con capitulos cortos, excepto los finales, ahí tendrá de todo un poco, llanto, emoción, furia, etc, etc, agradezco sobre todo que entiendas la demora, aunque eso no quita que siempre me sienta un poco mal por no subir nada en meses, tratare de solucionarlo, pero algo si, te prometo, tratar de que todo capitulo tenga la emoción de siempre, sean pequeños o no.

    The Green Cat: Tú me conoces, el drama me encanta, hasta para esto, pero te prometo no sobre esforzarme, aunque me hubiera gustado leer el pergamino, ¡en fin! Espero el apoyo de decirme si algo está mal o no, con sinceridad.
    Y gracias, besitos para ti.

    Aobwaa: Y la última respuesta para ti, lectora fantasma, gracias por comentar y me halaga saber que te creaste la cuenta para comentar mi fic, gracias de verdad e-e Aunque la pregunta más que todo fue para saber si aún seguían pendiente de mi historia, me alegra saber que sí, y en todo caso, gracias por comentar, y por los futuros comentarios nena, espero te guste este y cualquier duda consúltamelo a mí.


    En fin, termine, fueron muchas respuestas, pero gracias de nuevo, por el apoyo y por dejar que este fic haya llegado a tantas personas que están pendientes de él, como saben, yo siempre estoy por aquí aunque no haga acto de presencia, así que las observo, hohoho.
    Ahora, a leer, y espero que les guste a pesar que sea relleno.

    CAPITULO 21:

    APRENDIENDO




    Una de las cosas más difíciles que puedes decidir a una corta edad es saber lo que quieres ser en un futuro, medico, policía, profesor, etc.
    Miles de opciones diversas a jóvenes que no tienen ni un ápice de experiencia en la vida y que probablemente vayan a arrepentirse en algún momento, es difícil, mas no imposible, aunque sobre todo ello lo importante es ser feliz, la mentirita bondadosa que mueve tu vida, ser feliz.
    Pero para ser feliz necesitas plata, valiosa cosa que domina el mundo y para tener plata tienes que estudiar algo bueno que te sirva para ser más y cuando te pudras en dinero compraras la felicidad, o quizás te quedes solo y abandonado y los demás vengan como buitres a querer tu herencia, una de dos. Pero cuando se es joven solo sabes que tienes que estudiar, tus padres te lo dicen, te lo repiten y te lo vuelven a decir.

    “hazlo por papá y mamá” aunque no los tengas…

    Pero Shirou seguiría haciéndolo, creyendo que ellos en el cielo serian felices si para empezar entraba en una buena preparatoria que se pudiera pagar, su nueva tutora –la directora— le estaba apoyando fervientemente, y el de forma adusta para consigo mismo prometió que si, y se iba a hacer, fue una decisión que tomaba tiempo, estaban próximos a invierno y cuando llegara la primavera dejaría de ser un estudiante de secundaria para ser alguien mayor, la preparatoria le esperaba.
    Pero también había un problema con eso.
    Tal vez—Dios no quisiera— se separaría de sus amigos, o de su novio, que era peor. Pero que las fuerzas del destino le ayudaran para que su grupito eligiera una buena opción, o sea que escogieran ir a su prepa’, por lo menos Gouenji y sería feliz.
    Aunque eso lo dejaría para después, tenía que seguir estudiando.
    Además venían los exámenes antes de las vacaciones de invierno, las de otoño habían pasado rápido, había ido a una aguas termales y poco antes tuvo su primer beso oficial, fue lindo, en las de verano, mas antes aun, fueron horribles, porque en ese entonces seguía siendo el principito solo y engreído aunque a su vuelta conoció a Gouenji y entonces fue feliz. Seguro que las de invierno iban a ser espectaculares, y aguardaba la esperanza de tener una hermosa navidad.
    Pero dicho anteriormente, tenía que estudiar, por eso las distracciones estaban totalmente prohibidas, aunque en sus distracciones también estaba Gouenji, y eso… pues de él no se podía prohibir, no luego de lo que habían hecho y seguían haciendo.

    No después de hacer el amor. Y que su vidita linda y pura cambiara totalmente.

    Era un niño aun, con la vergüenza a flor de piel cada vez que lo recordaba, aceptar que su desnudes y las sensaciones extrañas le gustaba, le abochornaba de sobre manera, porque el descubrir que el sexo conllevaba más que hacer en si el acto, supo que todo trataba más de sentimientos y confort, más de amor y de confianza, más de ellos dos.
    Negara cuanto negara, sabía que cada vez que Shuuya lo tomaba, se sentía bien, piel a piel, contacto efímero, sentirlo dentro y todo eso, se sentía muy bien, agregando que la timidez de ambos, los besos puros y miradas brillosas, hacían de todo ello algo hermoso de recordar.
    Pero lo que más le gustaba era mirar su rostro, un rostro con una expresión nunca antes observada, pero atractiva al fin y al cabo, por que Shuuya era guapísimo y ver sus ojos así, lo hacían más guapo aun. Resumiendo todo, se había vuelto adicto a querer ver todo de él y en diferentes facetas, conocerlo por completo, lo amaba de verdad.
    Tocar su piel morena, ceñirse a su espalda y dejarse tocar, sublime era la palabra, dichosa la verdad, dormirse sabiéndose amado, bañarse jugueteando como dos niños, y besarse ante la puerta del salón, eran cosas que nunca se atreverían a cambiar.

    Aunque el proceso para acostumbrarse a todo eso, aún estaba caminando, todo marchaba bien, pues si se acostumbrase a los besos, ahora también a hacer el amor.
    Y así de inesperada fue su segunda vez hasta la séptima, en el mismo cuarto que los vio hacer, dos pequeños de sensaciones inexpertas, que medio desesperados, medio temerosos se volvieron a explorar bajo las sabanas y besarse como si se acabara el mundo, con la obscuridad envolviéndoles, para que nadie se enterara, para que nadie lo supiera, con susurros débiles y gemidos apagados —silencio— nadie debía saberlo.
    Y nadie lo sabía hasta ahora.

    Pero aparte de la vida de amantes, estaba la vida normal, la escolar y la social, y todo ello andaba de igual manera, iban a la escuela, estudiaban y reían, pero su vida sexual le había dado a conocer que había pequeñas cosas que cambiar, cosas como el bañarse, pasando de una ducha en la noche a una en la mañana, porque aunque Shirou no quisiera, la sensación de sentirse sucio la mañana siguiente, le pegaba con fuerza, esa sensación que te da cuando duermes por la tarde y despiertas por la noche sin nada que hacer. Otro punto, Shuuya, su amorcito, era poco afable a la hora de pensar en cómo se sentía él, en especial a la mañana siguiente.
    Poco caballeroso si se trataba de entender sus emociones flotantes y avergonzadas, poco todo y a veces lo odiaba, con la misma fuerza que le amaba, así de indeciso podía ser cuando se veía desnudo y más, cuando lo veía a él.

    Mas no era algo que le carcomiera el cerebro toda su vida, volvamos a lo mismo, amaba a su novio, eran felices, pero obligatoriamente sus estudios se tenían que imponer, pues Shirou no era malo en eso, de hecho, tenía buenas notas, no las mejores, pero era bastante, bastante bueno, su promedio era de enorgullecerse, y suficiente para pertenecer a los treinta primeros, inteligencia y belleza ¿Qué más podía pedir?
    Ah sí, tener amor, pero eso ya lo tenía con el novio que se manejaba.
    Ahora todo se resumía en lograr sus metas y la preparatoria Manozawa era uno de sus objetivos por cumplir y lo iba a hacer, así tuviera que amanecerse mañanas con los cuadernos pegados a los ojos.

    ****** (\*◊*/)******




    El boletín informativo del colegio había cambiado mucho desde que, dos susodichas señoritas dejaran de editarlo, ahora, sin embargo, era aburrido pues no había mucho que decir, excepto que cuando se dio a conocer la relación que mantenía el principito con el chico de Alemania, y en primera plana, el diario se agotó.
    <<“¿amor en el horizonte?”, Fubuki Shirou, el príncipe de la escuela, ¿acaso cayo en el amor? Se le vio de mano de otro guapísimo chico, de distinta clase y transferido de Alemania hacia medio año, los rumores les perseguían, pues se les veía muy juntos a veces, cosa negada por sus fans, pero el lunes de esta semana se les vio bien pegaditos y un beso entre ellos nos dio la irrefutable verdad, algunas… >>
    Siendo apenas Martes y la primera hora de clase, las hojitas y una foto en grande se esparció por el colegio entero, para cuando sonó la campana del primer recreo, todo el mundo, incluido profesores lo sabían.
    Consecuencias que traen ser el príncipe del colegio y tomarte de la mano con tu pareja, Shirou lo espero, pero la revolución que se formó no.
    Sus amigos, felices, le dijeron: bien, ya era hora, chicas que no conocía, se acercaron llorosas y le dijeron: que sean felices, y otras, de apariencia aún más desconocida, fueron las culpables de tirarle una cubeta de agua a Gouenji, unas brujas que apenas descubriera quien eran, las iba a hacer pagar.
    Pero el otro lado de la moneda no fue tan desigual, pues el príncipe, también tenía enemigas, chicas que habían caído en la redes de amar a su actual novio, y nada podía hacerle más feliz.

    Es mío, bitches.

    En fin, todo así ese día, sumándole un par de llamadas de atención de los maestros, pidiendo que no se mostraran TAN afectuosos en clases y colorín colorado.

    En una semana dejo de ser el chisme del año, pero los rumores vinieron, aunque decayeron cuando la Directora en plena clase, había avisado de la manera más formal, que los exámenes para las preparatorias se acercaban. Gritos por aquí, gritos por allá, todos decían y hablaban, que me voy, que será allá, cambiar de casa y la más prestigiosa por mi esperara.
    Preparatoria, tres años más antes de la universidad, unas buenas, otras mejores, exámenes a finales de enero y si fallabas, aun tenías oportunidad en febrero.
    Tardes para especializarte, cursos extras y demás, entre clubs estudiaban, si faltaban dos meses, a nadie le importaba, tenían que estudiar.
    Shirou a pesar de ser recomendado de tomar clases después de la hora de salida, dijo no, estudiaría en casa, con su novio, que se levantaba con el noveno puesto en la lista de la escuela, y sus amigos también.
    Y así comenzó Diciembre, con nubes grises y la esperada nieve, con el invierno a puertas en la esquina y toda la decoración navideña apareciendo por todo lugar, con unas hermosas mediecitas decoradas en la pared y un árbol pequeño en la esquina de casa Fubuki, con luces que variaban de azul a blanco y una estrella de cristal arriba, era hermoso y el pequeño que le abría la puerta a su novio, lo era más.
    —Shuuya.
    —Hola amor.
    Pasaron dentro, otra vez, quienes les vieran, dirían que el de cabellos cremas vivía prácticamente ahí, todas las tardes se quedaba, y unas noches para “dormir”, pero vamos, estaban practicando para cuando se casaran, aunque ahora no era para ninguna de esas cosas, era para estudiar.
    Se pusieron en marcha.
    Domingo y medio día, con una jarra de cristal con limonada en una esquina y libros de aritmética en la otra, el cuerpo más pequeño entre el más grande y un libro tomado entre dos manos, cariño se decían a veces y volvían a reír al no poder entender un ejercicio por ahí, pero se resolvía de alguna manera.
    Jarra a la mitad, dos vasos en mesa, uno lleno y otro con un poco más para acabar, se rieron bonito y los lápices cayeron en el momento en que en la piel blanca se marcó una marca rojiza, y en que una mano traviesa empezó a andar por ahí.
    —Shu – Shuuya, no, te… nemos que estudiar.
    —van dos semanas…
    —Pero es que…

    Dos semanas.

    Sin tener ese contacto íntimo que se había vuelto adictivo, dos semanas en que libros y cuadernos habían suplido las sábanas blancas de la cama de aquella habitación, dos.
    Sonaba tortuoso, y más para Gouenji que de pronto en su vida, supo que no existía nada mejor que estar con Fubuki en aquel lugar, un cosquilleo extremo y extraño que le obligaba en pensar que quería hacerlo, de nuevo y cuantas veces fueran, hasta calmar esa saciedad.
    —por favor, solo un rato —uno pequeño hasta que dejara de sentirse con esa necesidad, por que tocarse a sí mismo ya no servía, no porque ya tenía algo mejor, algo mucho mejor.
    —Solo… —que vergüenza extrema la del pequeño, que moría por su timidez, para decirle que también lo deseaba, que extrañaba esa calidez que tenía con él y esa sensación placentera que le iba hacer morir — ¿solo un rato?
    —Si —y entre todo una sonrisa pequeña surco los labios del piel canela, que beso ese cuello de cisne de nuevo, y luego paso los labios por esa mejilla redondita y sonrojada —será rápido.
    —ahm… vale, pe-pero solo un rato.

    ****** (\*◊*/)******




    Hiroto, cabello rojo y ojos de un color maravilloso, guapo, millonario e inteligente, hombre de los pocos que se puede encontrar, era el tipo de chico más metomentodo también, quien diría que bajo esa faceta de chico tranquilo se escondía un acosador en silencio, de esos que te miran a cada rato, de esos era Hiroto, pero era buen tipo.
    Quitándole todo eso, también era aplicado, a sus quince años era el chico perfecto y nadie podía arrebatarle su título que le venía ni que pintado, buen amante en ambos sentidos, por si es necesaria la explicación en lo pasional y en el amor, pues su chico, si, aunque fuera Gay expresivamente, lo hacía sumamente feliz y creía que no hubiera persona más perfecta para el como Midorikawa.

    Los amigos que había tenido en su vida eran de esos que se aprecian mucho y se lamentan cuando se pierden, los estimaba tanto que a veces creía que tenía el derecho de decidir sobre ellos, a veces.
    Pero su intervención no había venido para mal en el caso que el titularía: “amor en el castillo” refiriéndose claramente al príncipe, actual novio de su amigo. Fuera de eso, los estuvo viendo, observando casi que daba miedo y noto que entre ellos todo marchaba bien, expresamente muy bien, un par de semanas y parecían la pareja de cuento de hadas que todos quieren vivir, y empezaba a sentirse celoso.
    No porque hubiera —primero Midorikawa lo mataba y de paso lo castraba— empezado a sentir algo por su amigo, sino porque también quería estar así, pero lo exámenes próximos lo estaban presionando, tanto así que su hermana, linda, linda hermana, pensó que sería demasiado bueno ponerle un tutor, y agradéceme malcriado que me preocupo por ti, dijo todo dicho, sus horas libre habían pasado a ser tan inexistentes como la raíz cuadrada de menos uno.

    Sin tener a Fubuki ni Gouenji preocupándole, solo tenía que fijarse en los libros de tapa dura que se encontraban sobre su escritorio de su humilde habitación, pero una persona de cabello verde demasiado llamativo le advirtió, con un: Cariño no habrá sexo un mes; y todo el mundo se le vino encima.
    No porque fuera un pervertido, pero que tenía quince años, estaba descubriendo su cuerpo y de paso el de su novio, pero… pero todo andaba mal. La preparatoria que tenía en su lista era una carísima, de nivel, pero más carísima.
    Padre, con ceño fruncido y sin haber vuelto hablar de su relación, advirtió, que si quería ser un buen heredero de las empresas Kira, tenía que, y sin exagerar, ponerse ya en lista, preocuparse y estudiar, y eso hacía, como el niño perfecto que era.
    Otro punto malo era que su novio y su best friend, quedaron y sin su permiso en una preparatoria a la que ya ir, una simple, buena pero simple y eso lo asustaba más. Su novio en un lugar lejos de él, sin verse más que en su tiempo libre sonaba mal, porque gente mala hay en todo lado y bastaría un mes para que notasen lo especial que era Midorikawa y se lo llevaran de su lado y eso no podía permitirlo, ah, todo estaba mal.

    Ese domingo quedaron en pasar tiempo juntos, ya que para su fortuna, Kazemaru iba a ir a estudiar con Endou —si claro, estudiar— y él tenía tiempo para estar con su novio, así que todos felices, tenía que cambiarse e ir a la casa de Ryuuji, estudiarían ahí y a ver si pasaba algo más, pero seguro que sí, su suegrita no iba a estar, así que tenían la casa para ellos solos.


    ****** (\*◊*/)******



    Endou Mamoru, era el chico que le era difícil aprender, no porque fuera exactamente tonto, era porque difícilmente prestaba atención, se distraía fácilmente, pero para todo hay excepciones, ya que su madre le había advertido, que si es quería que le apoyaran en su sueño de ser futbolista profesional, tenía que aprobar sus cursos y era la única condición, era así de fácil.

    Por qué risueño y soñador era, y lo suyo no eran los estudios, pero se tenía que esforzar para ser mejor y cumplir su sueño, así que ese día, luego de un intenso entrenamiento en la mañana, volvió a casa cansado y en sudor, con una camiseta que al principio había sido blanca y que ahora era gris, con la mochila llena de botellas de agua vacía y una toalla percudida, volvió, con la esperanza de llegar, bañarse y poder dormir hasta el atardecer.
    O por lo menos eso espero.
    Pero un Kazemaru en la sala, bien cambiado, lindo y con el cabello suelto, le esperaba sonriente y con libros en su regazo, una vista perfecta si no fuera por los libros.
    — ¿amor?
    — ¡Mamoru! —Llamo su atención, no molesto, sino rebosante de alegría y se acercó a abrazarlo, importándole poco su aspecto tan maltrecho —te tardaste mucho ¿Qué estabas haciendo?
    —entrenando, ¿y tú?
    Lo siguiente fue un beso en la mejilla y un apretón de nariz juguetón, claro, sin besos de por medio, porque ambos sabían que estaban siendo observados fijamente por la ama y señora de aquella casa, la señora Endou, que si bien no se negaba a esa relación, cuidaba a su retoño de quince años como leona con su cachorro, pero es que habría que entenderla, era la primera vez que su Mamoru tenía pareja, era la primera vez que el chico alegre le prestaba atención a alguien, y estaba creciendo, no podía hacer más que verlo madurar.

    Salió la mayor con vasos de jugo e hizo como si recién se hubiera dado cuenta que su hijo llegaba, lo mando a bañar, alegando que no podía presentarse así frente a su señorito enamorado, y se hizo lo que mandaba, dejando a Kazemaru medio incomodo, medio feliz.
    — ¿Qué van a hacer? —pregunto fuerte, no por que quisiera gritar, solo porque estaba acostumbrada a levantar un poco la voz.
    —ah…, estudiar, ya sabe, los exámenes…
    —exámenes…
    Silencio incómodo, muy incómodo.
    Se quedó ahí unos diez minutos, eso hasta que bajo el chico con el cabello mojado y bostezando.
    Subieron a su habitación raudos, con una mirada inquisidora, y acomodándose en esa cama, que ya tenía esencia de que algo había pasado ahí, y es que si, por que entre todas las relaciones que existían en su círculo de amistad, y a pesar de las dudas, Endou era el —por así decirlo— el más activo en esas situaciones.
    Bastante más activo que nadie.

    Tanto así que no podía evitar hundirle los dedos en el pelo, olfatear el aroma de sus hebras, besar sus labios y no poder impedir querer bajar más, restándole que se quedaban segundos ahí, sintiéndose, ignorando el silencio, ignorando todo. El sonido del aire, pequeñas ramas golpetear el cristal de la ventana, y el sonido de la calle habitual.
    Tenderlo sobre la cama y buscar bajo la ropa, juguetear con sus dedos en esa cintura que tanto le atraía, ignorar olímpicamente las quejas y los no, esta vez no iba a evitarlo, lo necesitaba, hace dos días que no tenía nada y estaba desesperándose, iba a atacar, olvidando que tenía a la madre abajo, pero que más daba, quería a su Ichirouta en ese mismo momento, quería…

    Y STOP.

    Un libro en la cara se lo impidió, eso y una sutil patada de su amorcito, que le vio medio molesto, medio sonrojado, porque a Kazemaru nadie no le hace caso y en este caso tenía que hacerse respetar.
    — ¡no, es no! ¡Tenemos que estudiar y tu madre esta abajo!
    Y con un okey cabizbajo se acabó todo.
    Por qué Endou era un hombre y tenía que actuar como tal. Aunque no fue fácil, media hora después el de hebras celestes se arrepentía de haber intentado ayudar a su novio a estudiar, porque el problema empezaba en que estaban solos, y eso solo el pequeño malestar.
    —Iremos a estudiar con Shirou y Gouenji, así que alístate, iremos a su casa.
    — ¿ah?



    Quince minutos después estaban saliendo de ese lugar, para caminar aproximadamente media hora para llegar a otro lugar que quedaba en una zona distinta, porque la casa de Endou quedaba lejos de la de Fubuki, y eso que nunca había ido a ella, pero tomar un taxi o tomar el metro era exagerado, estaban en la mima ciudad, así que a pie.
    Quince minutos después se detenían a comprar un helado.
    — ¿no los estaremos molestando?
    —no lo creo ¿Por qué?
    Aquí la voz de la razón fue el castaño, porque entendía que en momentos así, lo que se deseaba era tener momentos a solas con tu pareja, como él quería en ese momento, y venir a interrumpir sin avisar debía ser demasiado incómodo.
    Pero Kazemaru era el amigo que contaba con que su precioso amigo siempre le ayudaría en cualquier momento, venirle de sorpresa le venía bien, incluso le compraría un pastel.
    Vaya cambio en ambos le había traído su relación, uno estaba empezando a madurar y el otro estaba pegándole su ingenuidad.
    Igual eran una pareja hermosa.
    Aunque ninguno sabía en realidad que tanto podían incomodar en ese momento.

    Porque esos momentos de amor no se niegan y cuando estas en ello, es peor, hacer el amor solo era de dos, infinitamente solo de dos.
    De Shirou y de Gouenji en esos momentos, que con total vergüenza y avivamiento del más alto, se esmeraba en besar suavemente en toda parte expuesta, y quitar todo impedimento, todo eso debajo de las sabanas, porque: <<me da vergüenza y es de día, esas cosas no se hacen de día>>
    Era tan lindo que volvió a besarlo, susurrándose cosas pequeñas como un: pesas; y un no tan rápido.
    Rieron cuando por un descuido, cayó medio cuerpo del mayor resbalándose hacia el piso, a veces se necesitaba hacer cosas tontas entre ellos, para aliviar el hecho de lo que iba a pasar y que siempre les ponía el pelo de puntas y los avergonzaba demasiado.
    Consumirse por completo en el otro.
    Y asi pasaron sublimes minutos, unos que bastaron para dejar ropa que colgaba de las sabanas y otras tirada en el piso, aquellos que hicieron lo inevitable en ese momento, ese momento tan único.

    <<koori no sekai de kimi no te wo nigiri itsukara kou shite itan darou>>



    —teléfono…
    — ¿Quién te puede estar llamando ahora? —la voz del mayor irritada se escuchó, razones tenía muchas, estaba a punto de…
    —Es Kazemaru —estiro entre las sabanas una mano que tomo el celular de la mesita de noche, y lo miro fijamente sin saber si contestar —Shuuya.
    —Contesta, no es como si se pudiera arreglar ahora —Molesto estaba, bastante, se dejó caer en la cama, cubriéndose lo necesario con la sabana, las ganas se le habían bajado de golpe y su… eso, también. Pero ver la espalda desnuda y hermosa de su albino le venía de maravilla, si no fuera por la tortuosa tela podría ver más aún.
    — ¿Alo? —Contesto, cohibido consigo mismo, espero a que hablara, pero la mirada de su pareja tras él, estaba siendo sumamente incomoda, así que le miro de reojo y supo que Shuuya estaba mirando otra cosa de él, se sonrojo de súbito y subió las mantas, cubriendo todo lo que podía, y volviendo su tención hacia el teléfono.
    —Shirou, ¿Dónde estás?, ¡llevo minutos tocando!
    ¿Tocando qué?
    —Ahm… No te entiendo bien, ¿de que hablas?
    —Estoy en la puerta de tu casa hace varios minutos ¿Dónde estás?
    Quiso gritar cuando oyó lo último, sudo frio e intrigando a su novio, se levantó envolviéndose mejor la sabana que ya lo cubría, camino con cuidado a la ventana, que estaba cerrada y cubierta por las cortinas, por prevención y por qué la luz del sol no iluminara lo que estaban haciendo.
    Entonces… al removerlas un poco y mirar afuera, lo noto.
    Kazemaru y Endou estaban ahí afuera.
    Mientras que Gouenji y él, ahí adentro. Y no en una buena situación.

    — ¿Shirou…? ¿Estás ahí? —Volvió a preguntar su amigo, y por un momento el principito creyó que vio a la ventana donde él se encontraba. A la desesperada cerro lo que había abierto y agacho todo su cuerpo, desconcertando más a Gouenji.
    —Sí, sí, sí, ¿Qué me decías? —Ahora hablo bajito, como un susurro.
    — ¿Shirou que pasa? —interrumpió su novio, bajando también de la cama y acercándose a él, al instante fue callado por una pequeña mano en sus labios, una mano suave.
    — ¿Tu y Gouenji salieron a algo así?
    —Cla-claro, salimos a… a tomar aire y cosas así —Mintió, rogando que fuera creíble, pero es que estaba muy nervioso, no era bonito pensar que su amigo podría enterarse de lo que quería hacer, aun peor, enterarse y matar a su novio —Bu-bueno…
    —Te lo dije —Escucho por ahí, esa era la voz del castaño —Ya te oí —y su amigo le daba la razón de mala gana —Entonces ¿Cuánto van a demorar?
    —No lo sé, es que… es que… —se le bloqueo el cerebro y no sabía que decir, es que… es que podía decir cualquier cosa, que había ido a comprar un balón de futbol o algo así, pero el tiempo… ¿Cuál tiempo? El de cabellos platas ni se preguntaba cuanto duraba haciendo ‘‘eso’’, solo sabía que lo hacían y ya, que después le venía mucho cansancio y se dormía, no iba a poner un cronometro y cuando terminaran ver el tiempo, no le parecía afable —Mira…
    —Fuimos a comer algo, y a distraernos, cuanto menos podría ser una hora —Shuuya se atrevió a quitarle el celular y contestar, porque por las conversaciones, ya sabía por dónde iba, le pareció lo mejor, pero la cara de asustado de su novio le hizo dudar.
    —Oh, Gouenji —la voz a través del celular sonó normal —bueno, asumiendo que es así… Nos vemos en una hora ¿de acuerdo?
    —Vale —y le colgó.
    Fubuki no dejo la cara de asustado hasta que se volvió a levantar y vio por una pequeña rendija que al final Kazemaru si se alejaba, que estaba salvado, suspiro aliviado y se dejó caer, mirando a su novio agradecido.
    —Creo que salió bien.
    —No quiero que vuelva a pasar esto, es incómodo.
    —Pienso igual, ahora —hablo Gouenji con cuidado, acercándose a su pareja y dejando el celular en algún lugar, estrechándole entre sus bien formados brazos y besando sus labios — ¿Podemos continuar con lo que estábamos haciendo?
    Y el pequeño recordó, que estaban desnudos y que en teoría, iban a hacer el amor. Se volvió a sonrojar por incontable vez y solo se dejó llevar esa vez, un asentimiento y su destino esa tarde estaba marcado.

    ****** (\*◊*/)******




    Y paso lo que tenía que pasar, aunque más rápido y más asustadizo de lo normal. Ninguno de los dos se quedó dormido, sabiendo a ciencia cierta que en unos minutos tendrían visita, y no lo que disfrutaran mucho, pero les pesaban los parpados, a ambos por igual, aunque era lo sumamente normal.
    El más pequeño cabeceo en la almohada, y creyó perder un minuto de su vida, asustado pensando que quizás se durmió mucho más, se levantó, ignorando olímpicamente la sensación de incomodidad en el momento en que se sentó, vio la hora en el móvil de su novio y supo que aún le quedaban 20 minutos, pero no se podía dormir.
    —Creo que deberíamos darnos un baño —sugirió, girando para ver a su pareja, pero este, en ese minuto que se durmió, había hecho lo mismo, y ahora estaba tan calmo, que daba pena despertarlo, pero era de suma urgencia que se levantara, así que se acercó a dispuesto a moverlo, pero apenas lo toco, supo que quizás no era tan importante —Solo puedo dejarte dormir un rato más —y ensimismado, se le quedo mirando, recordando que todas las veces que se habían entregado mutuamente, el que siempre dormía más, era él pequeño en cuestión, por lo tanto despertaba tarde. Eran contadas excepciones en que podía ver dormir al mayor, en apreciar su rostro, en saber que era más guapo aun.

    << ¿Se puede saber en qué estoy pensando?>> Se regañó mentalmente y con su revoltijo de sabanas, tomo su ropa, y fue hacia sus cajones, para tomar una prenda interior también, Se volvió a mirar a su novio y se sumergió en el baño privado de la habitación.

    Ahí dejo todo, incluso sus pensamientos, entro en una especie de burbuja de la que siempre le costaba salir, porque siempre que estaba solo iba a ser así y en especial ahora. Pensó en paisajes y en flores, pensó en paraísos y en tormentas, en animales y aves, en el viento, en Kazemaru.
    Entonces le llego un pensamiento algo intrincado, y recordó que todo en la vida tiene una razón. Entendió en su mente que quizás, solo quizás, la interrupción de su amigo había sido por algo, quizás no debería haberse llevado en esa ocasión, aún más, ¿debería haberse entregado a Shuuya? ¿Debería haber esperado más?, << ¿Por qué estoy pensando así?>> Desconfiar de su novio le parecía algo sumamente bajo, además, seria mentiroso decir que no le gustaba, seria mentira decir que no se sentía bien a su lado, decir que no se sentía seguro.
    Pero bien, bien, bien, tantos pensamientos no le iban a llevar a ningún lado, o por lo menos a ninguno favorable, y lo que tenía que hacer era asearse, así que con cuidado recorrió su cuerpo con la pastilla de jabón y limpio cada esencia que tenía en su cuerpo, en todo él, en su brazos, en su pecho, en su vientre e incluso entre las piernas, siendo muy cuidadoso ahí, porque no queriendo lo hacía, porque haciéndosele incomodo casi metía sus dedos dentro de él, y buscaba sacar toda la esencia de su novio dentro suyo, y cuando terminaba, sus manos siempre quedaban con aquello que ya conocía, y se volvía a limpiar, sintiéndose sucio por cuenta nueva, respiraba, se tocaba, disfrutaba del agua caliente, pero se tenía que levantar.
    Cubrió su desnudes con una toalla y se cambió ahí mismo, por que deberían pasar muchos años para que el estar desnudo frente a su novio no le causara vergüenza.

    Salió y con el cabello mojado recorriéndole, dio una vueltita bonita alrededor de su cama, contemplando el cuerpo de Gouenji y cambio el tramo dirigiéndose hacia la cómoda que guardaban sus cepillos y los utensilios que utilizaba para poder arreglarse, lento y con total calma, seco su cabello, dejado pasar la secadora por todas sus hebras, y mirándose fijamente, notando su rostro y tras él, la espalda morena desnuda que tantas veces había abrazado.
    —Debería despertarlo —se dijo, levantándose ya listo, como niño lo molesto un poco reclinándose a su lado y pensado en un cuento en particular, beso su mejilla, esperando que su bella durmiente despertara —Ya pasaron los cien años, despierta.
    Y como el cuento de verdad, el de ojos negros se movió, girando incómodamente su cuello, y viendo al príncipe que le dio un beso de verdadero amor —Eres ingenioso cuando quieres —lo atrajo y acomodándose mejor, le robo un beso pequeño, aquel que apenas fue un roce muy dulce, que sonrojo al pequeño y le hizo sentir la doncella en ese momento.
    —Es tarde, pronto llegara Kazemaru —Susurro, poniendo un aura de confort entre ambos, pensando que palabras más fuertes no eran necesarias, porque estaban muy juntos, casi demasiado —Deberías bañarte.
    —Aún tengo sueño —no se supo a ciencia cierta si fue un reclamo, pero su pareja termino por levantar su cuerpo, no inmutándose sabiendo que estaba desnudo y sabiendo que lo verían así, parecía incluso disfrutar de las bellas reacciones de su pequeño ante ese hecho —deberías acostumbrarte— Había dicho una vez, pero tendría que seguirlas repitiendo.
    —Anda, ve —le empujo sin fuerza, cuando vio las serian intenciones de Gouenji en quedarse ahí y abrazarlo, <<o por lo menos ponte algo de ropa, desvergonzado>>
    —Me hubiera gustado que nos bañáramos juntos —admitió, respirando el curioso e único aroma del niño, ese encantador y sobre todo dulce —Sera para la próxima.
    —Sí, si… Ahora ve es tarde.

    >>Ring, ring<<

    El timbre sonó, alertando a los amantes —Ring, ring —de nuevo, Shirou se deshizo de su novio y lo empujo amablemente al cuarto de baño, y el bajo como alma que persigue el diablo hacia la puerta, apenas si tuvo tiempo de arreglarse la ropa y pasar una mano por su cabello antes de volver a oír el estresante ruido del timbre por enésima vez.
    —Kazemaru, Endou, pasen.
    Estaban ahí.
    —Estamos aquí, lamento si te causamos molestia —El primero en entrar y deshacerse de su calzado fue el de cabellos color cielo, le seguía su castaño novio — ¿Llegaron hace poco?
    —Si… pero no hay problema ¬—Río incómodamente, y como buen anfitrión les dejo pasar y les ofreció bebidas, agradeció al cielo que antes de subir a su habitación, había dejado sus libros y cuadernos en la misma posición, dando la sensación que sí, estudiaban hace poco.
    — ¿Y Gouenji?
    ¿Ah?
    —Ichirouta me dijo que estabas estudiando con él.
    Endou podía ser bastante observador a veces. Después de todo era portero.
    —El… él está arriba —No tenía ganas de hablar el pequeño, porque en cuestión, su novio debería estarse bañando es ese momento —Baja en un rato.
    —Bien.
    Kazemaru y Endou dejaron sus cuadernos en la mesita que antes estaba utilizando, y se quedaron viendo los ejercicios, mientras que el príncipe fungía de sirvienta e iba a hacer más bebida para todos.
    Al salir de nuevo, Gouenji ya estaba bajando, algo apresurado por lo que veía, pero su rostro seguía tan serio como siempre, aunque el cabello mojado le hacía ver más atractivo aun.
    — ¡Eh! ¡Gouenji! —Ese fue el castaño — ¿Dónde te metiste? ¿Tanto te demoras en el baño?
    —Mamoru, por favor.
    —Tú nunca cambias ¿no?
    —Chicos, ¿quieren beber? —Intercedió Fubuki, dejando los vasos en la mesita y dándole una mirada de reojo a su pareja, comunicándose y dándose mensajitos en el idioma de parejas —Sécate el cabello— parecía decir, el otro entendió y dando una leve disculpa volvió a subir.
    En las siguientes dos horas, todo se quedó entre ejercicios y formulas, entre risas y varios lapiceros que acompañaban las calculadoras y las gomas de borrar, con jarritas y bolsas de frituras vacías en el suelo.
    Si, se quedó ahí y en la mente de un castaño, que a pesar que haber entendido lo que en clases no capto, no se le iba de la mente algo, algo simple: Fubuki parecía nervioso y recién bañado, poco después bajaba Gouenji en la misma situación. No sabía por qué, pero le latía que su amigo y su novio no habían salido a pasear, sino que se quedaron ahí haciendo quien-sabe-que.
    Aunque eran cosas suyas, daba igual. Porque era tonto y todo, pero un buen portero tenía que saber observar hasta las cosas más pequeñas.

    ****** (\*◊*/)******



    Una semana después, salían los resultados de los primeros exámenes simulacros para cada instituto.
    Hiroto impoluto, tenía ya la aprobación para entrar a la preparatoria que le esperaba, cosa que no sabía cómo tomar, pero su novio le había felicitado, robándole un beso y diciéndole que en parte le gustaría ser como él, porque Midorikawa, si bien no tuvo un mal examen, no era la nota suficiente como para estar en la misma que sus amigos, aunque ellos tampoco habían salido del todo bien parados, los dos, y con suerte, obtuvieron la nota mínima, pero aún quedaba un mes, se podían esforzar.
    Endou estaba bien, bien para él, mal para los demás, pero una noticia que no esperaban, era que el podía llevarse una beca deportiva, una beca, ni en sus sueños lo pensó, lo bueno es que entre la instituciones que se la ofrecieron, estaba a la que iba a ir su amado, así que, aparte de estudiar, empezó a entrenar casi que daba miedo, un día de esos se iba a matar.
    El príncipe de todo, seguía con su idea de ir a la misma preparatoria que había pensado, para suerte suya, entre el hablar y el estudiar de la semana pasada, se enteró que sus amigos también debían ir ahí, estaba feliz.
    Gouenji aún no lo decidía del todo. La razón principal era su padre, que solo quería lo mejor para él, pero no quería decepcionar a su novio tampoco y llevar la preparatoria en Teitoku, no era la mejor idea, se podía decir que estaba en un: veremos…
    Aunque nunca hay que perder la esperanza.
    Los enamorados se entendieron, pero decidieron dejarlo pasar, tenían un par de semanas de clases más, y llegarían las vacaciones de navidad, no podían ponerse tristes, así que, todo iba a estar bien.
    O por lo menos lo esperaban.

    La secundaria estaba pronto a terminar. Un cambio se venía a pasos agigantados.



    Horas más tarde, luego de dejar a su novio en casa, emprendió camino a la suya, esperando ver a su hermana y a su padre, pensando en lo que habría de cena y esperando dormir temprano ese día.
    Llego a casa al fin, subiendo de tramo en tramo las escaleras hasta llegar a su departamento, abrió siendo recibido por su hermanita de coletas y el vestido rosa que tanto le encantaba, un segundo saludo por la nana que tanto los cuidaba y su padre aún no estaba, bueno, no se podía hacer nada.
    —Hermanito, hermanito —llamo insistente la pequeña, a la vez que su hermano se metía a su habitación.
    — ¿Pasa algo Yuuka? —pregunto este deteniéndose para prestarle atención. Aunque casi siempre que le quería decir algo, no era tan importante, aunque para ella sí lo era, por lo tanto como hermano mayor que era, para el también.
    Aunque no se esperaba lo que iba a decirle, ni por asomo.
    —Kidou-kun vino a buscarte.
    Rayos.


    ........................................................................

    Terminamos con el de ahora, espero terminar el siguiente pronto, como ve, fueron más para explicar en los demás capítulos, aunque saque algo de Fudou y Kidou, lo pondré en otro capítulo, y tsunami y Tachimukai, no tenían mucho que ver, pero ya lo verán futuramente, y verán que ya se acerca la navidad aquí, hay un capítulo sobre eso también (que debía salir en diciembre, pero tampoco quise colgarlo) pero ya lo verán.
    Sobre las preguntas anteriores, los padre de Atsuya, serán: ¡Ichinose y Aki! Me alegro la verdad, aunque no me hubieran molestado los otros dos, aunque la verdad si necesitaba el amor de madre para Atsuya, así que está bien, aunque gano por mayoría de votos (Por no decir que fue unilateral)
    Ahora, preguntas:
    ¿Aceptarían a un rubio de ojos rojos también? (La situación en la que aparece ya está planeada, es más, primero hace su escena él y tengo otros planes con el más que para el de cabellos rosas.
    -¿Quieren saber más de Fudou y su pasado?
    -¿Qué tanto sabrá Endou? ¿Sospechara que cosas hacían Gouenji y Fubuki?
    -¿Te gustaría que todos fueran a la misma preparatoria? (Exceptuando a Hiroto, él se va a la otra porque yo lo digo e-e )
    -¿Qué quera Kidou-kun?

    Es todo, gracias por leer hasta aquí, nos vemos pronto (espero)

    PROX CAP: Saliendo con el enemigo.

  14. .
    Hola, bueno, al parecer hubo un problema con mi amiga, que es Nightwind, su queja vino a la vez de una queja que conversamos por Facebook, por que bueno, la verdad, no es que hayas copiado el lemon, es solo que, copiaste unos párrafos y que la idea es similar, pero... Yo no me hubiera molestado si lo hubieras cambiado un poco, o siquiera hubieras cambiado las palabras en si de esa parte, Existen muchos sinónimos ¿sabes?
    Tu debes saber como escritora lo que demora pensar una sola parte y del lemon que yo escribí en mi propio fic: https://mundoyaoi.forumfree.it/?t=59476795&st=300 Me molesta por que realmente cada palabra me costo pensarla y por que no es la primera vez que tomas algún parrafo mio, la primera lo pase por que bueno... suele pasar, no podía enojarme por algo tan pequeño, ahora mi enojo si va, y es más por el cariño que le tengo a ese capitulo.

    Tuyo:
    QUOTE
    Fubuki sintió temblar su piernas y no pudo acallar de nuevo la voz aguda al sentir el roce, se iba a desmayar, gimió por segunda vez , sentía esa cosa allá atrás, lo empujaba queriendo entrar , algo ahí estaba pegajoso. no debía asustarse, respiro fuerte, Goenji le dijo que no se asustara.
    Se mordió el labio con los primeros centímetros entrando
    Y sintieron, el miedo, la vergüenza y sobre todo el deseo , Goenji empujo de nuevo, se sentía bien, tanto que el líquido pre seminal salió a los pocos toques, tenía que seguir, le llamo por su nombre, respiraron aire de nuevo, empujo un poco más ya logrando abrirlo, lo retiro de nuevo al sentir el gemido ahogado de su niño, otra vez.
    su miembro se deleitaba de aquello, lo sentía impaciente y volvió a empujar, con suavidad, con esfuerzo, pudo meter un poco.milímetros a milímetro, poco a poco, siendo recibido por un calidez y contextura nunca antes sentida, un espasmo placentero le vino, ese lugar era tan ajustado que podía fácilmente dañarle algo, pero la carne que lo rodeaba parecía ajustarse perfectamente

    Mio:
    QUOTE
    Fubuki sintió temblar su piernas y no pudo acallar de nuevo la voz agudita al sentir el roce, no debía mirar, se iba a desmayar, otra vez lo mismo, gimió por segunda vez en esa situación, sentía esa cosa allá abajo, lo empujaba queriendo entrar y estaba mojado, algo ahí estaba mojado, no debía asustarse, respiro fuerte.
    Y sintieron ambos el nerviosismo ajeno, el miedo, la vergüenza y sobre todo el deseo e inquietud tormentosa, Gouenji empujo de nuevo, se sentía bien, tanto que el líquido pre seminal salió a los pocos toques, tenía que, pero necesitaba de nuevo la aprobación, le llamo por su nombre, respiraron el mismo aire de nuevo. La lengua se metió apasionando un beso de los tantos que se habían dado, las manos blancas se ciñeron a la espalda cálida y ancha, y sus iguales no abandonaron el lugar de donde estaban, una en la cadera sintiendo los huesos marcarse y otra en su propia intimidad, sin dejar de provocar lo que tenía a su lado, empujo un poco más ya logrando abrirlo, lo retiro de nuevo al sentir el gemido ahogado de su niño, otra vez.
    La cabeza de su miembro se deleitaba de aquello, lo sentía impaciente y volvió a empujar, con suavidad, con esfuerzo, ese lugar era un barrera que logro atravesar, milímetros más grande que todo entro al fin, siendo recibido por un calidez y textura nunca antes sentida, un espasmo placentero le vino, Shirou se sentía bien.
    Le dejo de besar y volvió a su posición anterior, vio la mueca de su ángel contraída, sintiendo lo que él le estaba dando, le dolía y lo sabía, pero no se podía detener, no porque no quisiera, se veía incapaz en ese momento, empujo un poco más, sintiendo la diferencia de aquel interior y el afuera.
    Pero él solo lo sentía así.

    Tuyo:
    QUOTE
    —Mhmg… no —iba llorar, le dolía demasiado, se estaba rompiendo por dentro, estaba entrando y lo sentía, y dolía, se mordió los labios, quiso gritar, tenía que aguantar; dolía mucho, ya sabía eso, tenía que aguantar se repetía, arrugó las sábanas con sus manos aferrándose a ellas , aguanto la respiración, y rogo que se acabara, sollozo y una fugaz lagrima cayo de sus orbes que estaban cerradas con fuerza, Shuuya no se detenía y lo sentía cada vez más adentro, dentro suyo.

    Mio: —Mhmg… no —iba llorar, le dolía demasiado, se estaba rompiendo por dentro, estaba entrando y lo sentía, cada pequeño movimiento lo sentía y dolía, se mordió los labios, quiso gritar, tenía que aguantar, dolía mucho, ya sabía eso, tenía que aguantar se repetía, cubrió su rostro con sus brazos, aguanto la respiración, y rogo que se acabara, sollozo y una fugaz lagrima cayo de sus orbes que estaban cerradas con fuerza, le pareció cruel, sumamente cruel, Shuuya no se detenía y lo sentía cada vez más adentro, dentro suyo, toda su longitud, todo él.
    La primera vez duele mucho.

    Este es el primero que note: Capítulo 6
    Y todo por culpa de kazemaru

    QUOTE
    SPOILER (click to view)
    ¿Qué estás….? – no terminó la pregunta porque Goenji lo acercó a su pecho, haciendo que este se sorprenda, y se sonroje
    -sé que esto es difícil… la verdad ni siquiera sé qué piensas, en un momento estas llorando, y luego sonríes, como si nada – estaba repitiendo las mismas palabras que le había dicho a su novia - pero lo que si se es que ahora tienes miedo, que esto te duele, si no quieres que nadie se entere, no te preocupes no le diré a nadie, tan solo quiero que expreses lo que sientes –lo abraza más fuerte escondiendo su cabeza en el cuello del menor
    -yo…yo…solo…no…por qué…porque yo –con sus manos aprieta el saco del Goenji y empiezan a caer lagrimas-…por qué me pasa esto…a mi…- empieza a llorar más fuerte, mientras escondía su rostro en el pecho del peli crema -… porque… ya no quiero que me pase esto



    Este fue el que deje pasar, por que... ya era un capitulo antiguo mio, del mismo fic.
    CAP 3: GRACIAS.

    Mio:
    QUOTE
    -eres un… - calla porque goenyi lo abraza, haciendo que este se sorprenda, y se sonroje
    -sé que esto es difícil,…la verdad ni siquiera sé que piensas, en un momento estas llorando, es otro estas nervioso, luego eres frio, como si nada te importara, no sé cómo piensas, no sé cómo actúas, pero lo que si se es que ahora tienes miedo, que esto te duele, si no quieres que nadie te vea llorar, no te preocupes no lo hare, cerrare mis ojos si es posible, tampoco escuchare tu llanto, la lluvia cubrirá mis oídos, tan solo quiero que expreses lo que sientes –lo abraza más fuerte escondiendo su cabeza en el cuello del menor
    -yo…yo…solo…no…por qué…porque yo –con sus manos aprieta el saco del mayor y empiezan a caer lagrimas-…por qué me pasa esto…a mi…- empieza a llorar más fuerte, mientras escondía su rostro en el pecho del peli crema -…-

    Creo que eso ya esta bien. Parece exagerado de mi parte, pero por favor, no lo vuelvas a hacer. Por aunque no parecía, yo suelo leer todos los fic de este foro, el tuyo me interesaba, no era una asidua lectora tuya, pero... no me parece justo a mi. Y creo que si te harian lo mismo estarías igual.
  15. .
    Hola a todos, pues, no he tenido el valor para anunciarme hasta ahora, pero quería hacer un anuncio y preguntarles algo, normalmente no lo suelo hacer, pero ya que…
    No publico así casi ya… varios meses, la culpa, es mía, no me excuso, lo que si me hace sentir mal es el hecho de que siempre pongo fechas, mas no las cumplo, ahora, no creo que lo vuelva a hacer.
    He estado bloqueada totalmente, pues tengo otras historias (Propias de mí) que tenía en mente y una oportunidad de publicar algo (Un manga) en mi ciudad, eso me iba consumiendo.
    -Otro punto, no me he olvidado de esto, es solo que de pronto en mi imaginación le fui agarrando más importancia a otra pareja que a la principal (Culpa mía también y del rol)
    -Otro más, he intentado escribir (No crean que no) de verdad, pero los capítulos no me satisfacen. No me gusta presentar algo mal.
    Ahora vienen las preguntas, si aún me siguen y me esperan, quiero que me respondan.
    ¿Quieren capítulos pequeños?
    No digo que según el índice que subí anteriormente se ciña perfectamente, sino que, serán más pequeños (20 hojas Word como máximo) pero probablemente serían más capítulos, me arreglaría mejor con eso.
    Segundo, podría darles más cosas, como pequeños capítulos especiales y cosas así, sería más a menudo, no digo el tiempo, siempre que digo cuanto demorare no se cumple.
    Y finalmente, que aceptaran los cambios que va a traer esto, quiero terminarlo y empezar con otra historia, así que, por favor, aunque sea una sola persona, me respondiera, gracias.


    (Gracias a los comentarios, me hacen bien, los responderé debidamente luego)
166 replies since 31/10/2011
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