Posts written by Dainaga

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    Cada palabra que salía de su boca erizaba su piel y empezaba a revolverse su estómago, en algún punto dejó de escuchar.

    ¿Alfa? ¿Celo? ¡¿Nunca?!
    Ello lo ensordeció, ¿Qué acaso el universo iba a hacerle algo tan cruel? ¿Finalmente le habían llegado las consecuencias de sus acciones al ser cómplice que aquello de hace tantos años? ¿Era posible? ¿Era posible?

    Pero ante el toque del rubio solo se motivó a llorar con aun más fuerza.
    Con impotencia pensaba a toda velocidad...
    "¿Este era el alfa engañado?" No era imposible.
    "Su mejor amigo..." Hasta que lo abandonó por orden de su padre.
    "Ese hombre arruino la vida de mi mejor amigo" Por eso hizo lo imposible para que cortaran su lazo.
    "Yo arruiné su vida..." Si hubiera buscado antes la verdad...

    — Po…porqué… porqué… — se aferró aún más a las sábanas que lo abrazaban —No … No quiero… — sentía algo escurriendo debajo de si — No quiero…— sus piernas y muñecas estaban adoloridos— No me mires— tan vulgar y vulnerable se sentía ante sus ojos

    "Es mi culpa..."

    Se encorvó sobre sí mismo desvelando su nuca ante el extraño y lloró aun con más fuerza.

    —¡Por… Favor… No … No le… No le digas a nadie! —Tanto empezaba a arremolinarse en su cabeza. Rogaba que no preguntará...

    Si tan solo no hubieran hecho el cambio de exámenes tal vez Samuel podría guardar su secreto… Quizá las cosas habrían sido diferentes. Pero no quería ilusionarse falsamente.
    Había cometido un delito y ahora era más claro que la noche anterior. Todo cuadraba. Solo un alfa habría podido ocasionar lo que había pasado… Solo un alfa podría obligarlo a liberar tantas feromonas y sentir nuevamente como todo su cuerpo ardía en deseo.

    Pero no se habían hablado en tanto tiempo que era imposible para Thomas creer que seguía siendo la misma persona a la que le había confiado tanto en el pasado y que lo podría perdonar por su pasado.


    Pero aun tenía dinero, mucho dinero y era el idioma universal en el mundo. Su padre, madre, compañía, casa y vida actual se debían al dinero así que todo podría resumirse a ello ahora, quizá nunca acabaría. Había tenido pesadillas de lo que podrían hacer extraños con su secreto al descubierto: Extorciones sin fin, fin de su imagen pública, atentados y… Revelar que alguien fue engañado con su análisis medico como Omega.
    "Que Samuel fuera la víctima. "

    — Te… ¡Te pagare lo que pidas! — Con su orgullo construido por años se postró ante el rubio — Por favor no…. No les digas que soy… un… omega— Esa última palabra salió de su garganta con ahogo.

    Cada palabra había dolido, todos los gritos y sollozos brotaban de su propio estómago.

    El canto de las aves en su ventana no hacía más que torturarlo, el tiempo se había detenido…
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    En este punto, Thomas no tiene razones para dudar que Samuel sea la victima de su engaño, quizá unas pocas, pero es difícil. Está dócil por la culpa.
    Depende de ti si viste una mordida en su nuca, el embrazo aún no se le pasa por su mente a Thomas, no quiere saber en realidad... Y dado que estaba en celo, su cuerpo estaba listo para ello, también te lo dejo a elección.
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    El miedo, junto a todo o que una vez se consideró Thomas, era y sería se silenció aquella noche junto a su criterio… Entre las manos del rubio sus pensamientos lo habían abandonado y solo quedó instinto, pero no el instinto de auto supervivencia que Thomas había pulido por años.

    Sus blancas sábanas estaban húmedas y pese a la calidez una ligera brisa lo regresó al mundo de los vivos. Sus pesados párpados se abrieron paso hasta llegar a despertar.

    Extendió una mano comprobándolo, había sudado mucho anoche, sentía su cuerpo sudado. Ayer nuevamente Thomas había retornado a su ciclo Omega.

    Doloroso y vergonzoso.

    Con el sueño recobrando fuerzas Thomas tomó las sábanas y tiró de ellas con la intención de acurrucarse. Sin embargo, algo detuvo bruscamente la acción y el entendió levemente una de sus manos sintió algo que no era parte de su propio cuerpo.

    El pelinegro se sentó rápidamente sintiendo una punzada en su parte inferior, dichosos quienes no fueran conscientes pensó tomas, y la humedad llegó poco después.
    Un gemido de angustia escapó de su garganta y sintió perder todas las palabras en su boca ante el shock.
    ¿Qué carajos había pasado?
    ¿De quién era el cabello rubio que se mezclaba entre las sábanas y almohadas?

    Evidentemente era Samuel, su antiguo amigo, compañero y par omega que había entrado a su casa. Entonces ¿por qué?... ¿Por qué?


    ¿Por qué su cuerpo empezaba a calentarse nuevamente?
    ¿Por qué todo apestaba como a una chocolatería?



    Pero al carajo, las lagrimas empezaban a escapar, cerró fuertemente sus ojos. Sobre Thomas caía ya el peso de sus acciones. Había develado que era un omega tras veintisiete años de libertad, había manchado su imagen, había comprometido todo el plan de su padre y seguramente cuando se enterara de lo ocurrido lo mataría. Su propia madre estaría orgullosa de participar pensó. Todo había terminado. Que importara que el joven con el que había pasado una noche fuera un omega…

    Su secreto era tan obvio… Seguramente había gritado, había rogado… Lo mas vergonzoso es que no recordaba nada.

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    Llevémoslo por este camino, aun es muy temprano, ya tendrán tiempo para el detalle un poco mas adelante...
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    Los celos en los omegas eran lo peor que podía haber, nada podía destrozar más el día de Thomas que la naturaleza omega. Una junta, una tarde, una cena o incluso casi matarlo en pena conducción. Solo él era testigo de la mayoría, pero nunca tenía todo resulto.

    Aún recuerda los dedos de cierto alfa colándose debajo de su camisa una tarde que olvidó tomar sus supresores. Era tarde, estaba en el baño de una cafetería y su olor avainillado se camufló casi a la perfección en el lugar correcto.

    Apenas y había salido con su honor casi intacto. Había logrado golpear al mayor del susto, quien se contuvo de hacer un escándalo en el lugar, y desde ello, Thomas temía con todas las fibras de su ser que volviera a pasar.


    Sin embargo, henos aquí. Pero no era lo mismo.


    Este chico era un omega y no era completamente un extraño, si bien el tiempo los había separado aún podía sentir algo de confianza a su alrededor. Pero algo traía esa vieja memoria que lo atosigaba. ¿Samuel era un Omega verdad?

    Quizá se debía a su propio celo que se descontrolaba o que el propio Samuel estaba en celo también… Pero quizá este chico rubio que lo besaba con desenfreno era… era…

    “Su mano no es desagradable” Thomas se perdió con ese último pensamiento.

    En todos sus años de tortura nunca se había permitido algún tiempo de intimidad por razones lógicas, solo se encerraba mientras perdía su cordura y listo.

    Thomas deslizó sus manos y envolvió el cuello del aparente Omega.

    – Sam… Entre el desesperado beso soltó – Por favor…

    "No le digas a nadie" de haber podido pronunciar esas palabras ¿Habría hecho alguna diferencia?

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    Lamento la tardanza, la vida jaja. Te dijo rienda suelta, procede
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    —No recuerdo donde está mi arrecife pececito, pero… — Desa pensó un poco ¿A que debía su nombre? — Se que es parte de Japón… Creo que soy Japonés, a menos que la corriente haya cambiado su flujo antes de que estableciera conciencia de mi ruta a casa, pero como las tortugas, eventualmente volveré al lugar de mi nacimiento cuando sea el momento.

    Posteriormente el pequeño rubio cambió de dirección a un callejón y Desalem aprovechó para ver a su alrededor, ya no había nadie cerca, las criaturas del mar japonés debían estar escondidas esperando que el peligro pasara. La maquinita por otro lado no tenía intención de ocultar sus productos especializados en sed, entre todas las opciones solo una lata negra con letras doradas lo miraba con interés…
    Desa miró el suelo, no quería caminar aun, podía, pero aún no quería soltar al muchacho y aunque podrían llamarle acosador… También estaba el hecho de la compensación, tan pronto cortaran contacto físico, era muy probable que pececito se sintiera como en la luna y saltara varios metros hacia el cielo con la nueva gravedad que le había quitado.

    —Te tomo la palabra —Tenia una mano apoyada en uno de los hombros del estudiante de UA—Gracias por el soporte mi héroe de dorada cabellera—inmediatamente con la otra mano le dio unas palmadas en su otro hombro.

    El azabache activó su Quirk con el movimiento de su mano en el hombro de Dylan. Le estaba devolviendo su gravedad original.

    — Un café estaría bien— señaló el producto mientras su nuevo amigo tomaba el zumo embotellado.
    Desalem sacó de su propio bolsillo una moneda y la puso en la rendija rápidamente. Pero inmediatamente la maquina hizo cortocircuito y se apagó. El pelinegro no lo había notado, pero no salía su bebida pese a presionar todos los botones.

    —Me secaré como una estrella de mar…— El usar sus poderes esos metros de caminata lo había dejado con bastante sed.

    Hubiera sido bueno para Desa recordar que las monedas en su bolsillo estaban cargadas y la gravedad en ella la había hecho atravesar la máquina, incapacitándola por dentro.
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    Solo pudo suspirar, ganó la culpa… Dejaría a Sam desahogarse.

    Lo merecía, después de todo, nada de lo que había dicho era mentira. Sam estaba en su derecho y escuchar sus reclamos pese a que lo estremecían ridículamente… Lo merecía. Era una mala persona.

    Thomas fijó su vista en el cojín en el suelo, lo recogió rápidamente, pensando que todo estaba dicho por hoy. Sin embargo, Sam explotó nuevamente, Thomas juraba que respetaría su propia decisión de no responderle, pero apretó el cojín, se lo estaba haciendo difícil.

    No quería establecer un vínculo con Samuel si no le podría contar la verdad, la mentira lo mataría de ansiedad y esta era su jodida casa… No estaba siendo clasista por su segundo género, así no era él, pero el rubio siempre explotaba de esa manera. Su sangre hervía… Sus propias acciones hablaban por Thomas, no era ese tipo de Alfa ante el mundo y nunca lo sería. Sería como escupir al cielo.

    – Ya es suficiente Samuel –
    Con un par de pasos seguros y elevando un poco su voz continuó – No pongas palabras en mi boca – ¿Pero de que servía? No era un Alfa. Thomas no tenía ese talento que haría callar a los omegas, solo su capacidad propia y experiencia ¿Sería suficiente de Omega a Omega? – Simplemente no quiero exponerte a mi Rut – tomó la palma del Rubio – Mi mano quema, no es un buen día. –

    El celo de Thomas no se estaba manifestando como los últimos años. Juzgando por su propio calor corporal, ya no tenía tiempo de jugar al taxista por aplicativo y su cabaña, lugar donde se refugiaba en cada ciclo, estaba a unos cuantos kilómetros de su habitación. Esta charla con Sam lo estaba reteniendo minutos valiosos.

    Cada minuto contaba.

    ¿Cómo podría sacarlo de su casa si era un hombre tan terco? Las ideas no estaban fluyendo muy bien, por otro lado, el olor a chocolate amargo se filtraba en el aire como un té al agua. Thomas no lo relacionaba al avance significativo de sus síntomas.

    –Hay un auto… Un auto a espaldas de la casa… – Un mareo lo sorprendió, lo hizo apartar la mirada y soltar la mano del más alto para encogerse levemente.

    Su propia mano quemó repentinamente con mayor intensidad y la escondió en el bolsillo de su sudadera.

    – Las llaves están… Estaban en mi… – torpemente revisó y palpó en todos sus bolsillos.

    ¿Dónde estaba la maldita llave?
    Thomas estaba muy desesperado… El calor empezaba a llegar a sus zonas mas sensibles. ¡No podía dejar que Sam lo viera retorcerse como Omega! Tan pronto sintió algo metálico, sacó de su bolsillo la llave con tanta torpeza que terminó por caer al pasadizo fuera de la habitación y ahora Sam estaba en medio de todo.

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    Si tienes alguna idea te escucho, a mi chico no le queda mucha cordura jaja. Te dejo a tu elección escapar con la llave o algo mas
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    Con la actitud que mostraba el muchacho para Thomas, la tensión en sus hombros bajaba considerablemente y debía de aceptar que tenía la mala costumbre de acostumbrarse a lo que parecía permanente, como la beta que había limpiado su casa por los últimos 3 años... O como aquel asistente que su padre le asignó hace cinco años y lo dejó hacía un mes.

    Ya habiendo pasado el mal trago se armó de valor, ese valor que lo había acompañado a lo largo de los años con su mentira. Samuel era un omega, no habría riesgo, solo debía idear otra mentira y todo estaría bien. Su ex mejor amigo no era tan crédulo en sus memorias, pero no tenía más opciones.

    – No limpies esta habitación– Thomas sabía que su tapadera ocasional lo protegía, solo esperaba que funcionara tan bien como con extraños. Pero debía asegurarse de que no encontrara algo por accidente. Quizá alguna píldora, las esencias o… sus supresores. Sería muy malo. Y no habría alguna buena mentira que lo protegiera ya que obviamente en su casa no vivía nadie más.

    – Esta habitación está fuera de tus límites como alguien temporal. Yo me haré cargo más tarde, cierra al salir… – Tom cerró su sudadera y dio un par de pasos hacia la puerta de su habitación.

    Por la cabeza de Thomas adicionalmente a su celo dando seña, se colaban muchas cosas: culpa por su pelea, culpa por nunca regresar a disculparse, culpa por dejar el tiempo pasar y sobre todo culpa por no contarle que también era un omega. Era un plus el miedo a ser descubierto.
    Pero Samuel no se veía mal a los ojos de Thomas, era un hombre de buena altura… Superaba a su propio metro setenta, tenia una buena contextura y musculatura, algo que Thomas nunca podría tener. Era increíble como podría afectar la pubertad a los omegas de manera tan diferente. Al menos la lotería genética había sido gentil con su par omega.


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    Hola, para aclarar el padre de Thomas le dijo que cambió con alguien sus resultados, pero no sabe quien exactamente. Tampoco ha investigado Thomas por la culpa, ya que en cierto modo si está en complicidad con lo que se hizo. Tampoco quiere ser un omega.
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    Me gustaría que todo fuera diferente, realmente me gustaría que todo fuera diferente…

    Me atormentaba ese pensamiento desde la tarde que el presidente Julius apareció en nuestras vidas… Mi vida. Mi madre estaba en complicidad con ese hombre y jamás lo supe. Cuando caí en cuenta ya estábamos instalados en la mansión principal con todos los lujos que mi madre siempre soñó.
    Una cosa llevó a la otra, terminé la universidad, firmé mi contrato de por vida con la empresa familiar y logré mudarme con una independencia controlada.
    Mi nuevo hogar estaba en una zona aislada, una en la que difícilmente pueden llegar los curiosos y ajenos. La seguridad de la casa era de primera para protegerme si algo salía mal y había un guardia en un punto a unos cuantos metros de distancia.

    Casi perfecto, digo casi porque tenía contratado un servicio de limpieza, es patético… no puedo limpiar mi propia casa porque podría liberar feromonas y no se me quitaría el olor a Omega en las mañanas. Entonces, efectivamente, tampoco podía hacer ejercicio y no hablemos de alguna aventura sexual, porque como adivinas… Soy un Alfa Dulce.

    Por fortuna los tabloides me trataban como un joven serie y reservado. También me recalcaban con frecuencia lo mucho que dejaba a desear mi estatura. Digo, no se puede hacer mucho después de dos operaciones donde rompieron mis piernas para hacerlas mas largas.

    Era un Omega en toda regla… Pero como mi padre empezó y ahora continúo yo, cada paso me lleva un poco mas lejos. Las inyecciones de control de celo, las píldoras, las esencias de alfa…

    Pero con todo lo anterior tenia una luz de esperanza al final del túnel y era una maravilla. Un automóvil estacionado cerca de casa en el que escapaba siempre que me era posible. Era un conductor de UBER, me ayudaba a convivir con mi situación más cómodamente ya que alegaba que mi propio olor era de un pasajero anterior y me había ido bien estos últimos meses.

    Hoy me podría escapar cómodamente, la persona habitual llegaría cuando el reloj marcara las 6 como siempre y al volver todo estaría limpio de mi propia esencia.

    Sin embargo, en esta ocasión me pareció escuchar algo antes de la hora usual, pregunté si había alguien, pero nadie me respondió.

    Mi corazón se detuvo al ver a un extraño en mi habitación, caí de espalda al suelo por el grito que había pegado el rubio y me alejé hacia la ventana.
    “– ¿Cómo entraste a la propiedad? –

    Reconocía al rubio, pero no era momento de ponerse emotivo con reencuentros, mi seguridad estaba en riesgo.
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    Ok, me parece bien.
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    La lotería
    Robo de destino
    Mientras no pueda olvidar
    Viviendo en los zapatos equivocados
    ....

    Quizá estoy corta de ideas, jaja ┐⁠(⁠ ⁠∵⁠ ⁠)⁠┌
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    Listo, te propongo que se reencuentren y tengan su noche de pasión confusa.

    SPOILER (click to view)
    NOMBRE: Thomas Rosella
    EDAD: 27 AÑOS
    O.S: Emocionalmente comprometido a no interactuar con nadie
    ROL: Alfa de alta categoría (Ello figura en sus documentos legales) Omega
    RAZA: ¿? (aquí me perdí un poco jaja)
    OCUPACIÓN: Coordinador de seguridad en la empresa de su familia / Conductor de Uber (no es broma)
    HISTORIA:
    No se puede partir una rama en dos esperando que todo salga como se planeó, esa es la vida de este muchacho…
    Todo empezó con el y su madre viviendo como personas comunes, con trabajos comunes, problemas comunes. Su madre trabajaba como ingeniera en obras alejadas de la ciudad y aunque no podían verse por mucho tiempo siempre podrían disfrutar de la compañía del otro. Nunca les faltó nada, eran ambos contra el mundo…
    Por su lado Thomas se esforzaba en la escuela y aunque no era el primero de la clase llegaba a casa con una libreta de notas muy buena.

    Tampoco le iba mal socialmente, se llevaba bien con sus compañeros y en especial estaba Sam, su mejor amigo y confidente, su otra mitad. Decir mucho o poco no importaba ya que a veces simplemente sabían lo que pensaba el otro. Eran jóvenes, todo estaba bien o al menos hasta que dejó de estarlo…

    El día de la prueba llegó a nivel nacional, miles de chicos esperando ver como su destinó se tallaba en piedra y era mortificante para todos, aquella aguja en su dedo manchando un pequeño trozó de papel era traumático, tomó la mano de Sam toda esa tarde hasta que las estrellas y la luna estuvieran pronunciadas.
    Los resultados llegaron unos pocos días después y su madre lloró de alegría al enterarse de aquel milagro. Era un Alfa.

    Por su parte Thomas no podía creerlo, quería salir corriendo a contarle a su amigo, eran buenas noticias… Con ser Beta hubiera sido suficiente, pero ganar la lotería genética era genial, lo hubiera compartido con la misma alegría a su mejor amigo Sam, pero la señorita suerte no siempre regala de más.
    La noche de aquel día alguien llamó a la puerta y se presentó como Julius, el accionista mayoritario de una de las empresas constructoras más grandes del país. Thomas conoció a su padre, por primera vez en su vida pudo verlo y no fue un momento conmovedor.
    La reunión trajo muchas verdades que hubiera deseado no conocer. Su madre en realidad no tenia un trabajo, simplemente asistía en calidad de pareja a algunas reuniones privadas con su padre para aparentar estabilidad familiar, algo sumamente importante en las altas esferas.
    Esa noche su padre le recriminó por el resultado a su madre, aun con su poco entendimiento de la situación salió en defensa de su progenitora y acabó en el suelo con una simple orden del mayor.
    "¡CÁLLATE! Tu solo eres un omega y no tienes derecho a siquiera responderme… Agradece que moviera mis influencias para que no fueras basura ante el mundo”
    Finalmente entendía, sus resultados eran falsos… Julius había mandado a cambiar sus resultados con algún Alfa de baja categoría para no levantar sospechas y su madre lo miraba con admiración…

    Con todo lo que pasaba para ser presentado a la nueva sociedad de Alfas fue inscrito en una nueva escuela, pero deseando hablar con su mejor amigo suplicó a su padre le dejara verlo. Muy dispuesto, él mismo lo llevó a su casa, pero… Le advirtió que de no cortar la relación en ese preciso momento actuaria en contra de la familia de su compañero y su propia madre ahora en la lujosa mansión que los albergaba.
    Con todo ello en su joven mente y el poco tiempo para pensar… lo hizo.

    Utilizó esas mismas palabras que su propio padre había lanzado en su contra y todo terminó entre él y Sam.

    El tiempo fue inclemente, las clases, su nueva vida, las operaciones para poder elevar su altura un poco y los interminables supresores. Dada su situación no podía tener pareja alguna y debía estar aislado de cualquiera que tuviera oportunidad de ventilar el secreto. Ello lo lleva a desaparecer del ojo público por algunos días del mes por precaución para el control de su celo.

    Trata de llevar lo mejor posible su situación y vivir como uno de los dos herederos de la familia, junto a su medio hermano que llegaría unos años después. Pero las altas dosis de supresores influyen en su carácter y hábitos, para controlarlos escapa en las noches para trabajar como Uber. El contacto social con desconocidos le ayuda psicológicamente a llevar el estrés adicional de su mayor secreto. Ser un Omega y haberle robado el destino a alguien más…

     PERSONALIDAD:
    Thomas es un chico con mucha presión sobre sus hombros, pero se expresa al mundo como alguien muy capaz y seguro de sus palabras.
    Gracias a su posición social y a que casi nunca está solo, en público, los otros alfas se controlan al hablarle.
    Cuando está en su celo tiende a divagar, distraerse y no prestar atención. Encubre ello con la preocupación a su trabajo como el buen jefe que debe ser.
    No tiene a muchos a quien amar, pero aprecia estar con ellos y por esto tiene el defecto de ser leal a sus deseos, pese a que ello lo atara a su nueva vida.
    Pero guarda dentro de si el deseo de tener compañía sincera y quizá alguien a quien amar.

    APARIENCIA:
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    GUSTOS:
    - Los lugares apartados donde pueda salir sin aparentar ser un alfa
    - La música rock / pop de los 80’s, 90’s
    - Su hermano pequeño y jugar con este
    - Coleccionar libros que nunca lee por falta de tiempo.
    - Los Comics, películas de ciencia ficción.
    DISGUSTOS:
    - Su secreto, se odia a si mismo por hacerse cómplice al guardar silencio por su status de Alfa.
    - El alcohol (aunque deba consumirlo con frecuencia en eventos y galas), cuando lo hace debe tomar supresores ya que su aroma se intensifica, un dulce olor a vainilla.
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    Hola Simba, me gusta Sam.

    Directo al punto, me ha flechado y espero que mi propuesta fleche al tuyo, dame un par de días para presentarte a mi chico.

    Pero si no te convence lo entiendo perfectamente, es un mundo libre (⁠๑⁠•⁠﹏⁠•⁠)
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    Pese a la sorpresa inicial de sentir las manos del chico en sus piernas y al escalofrió que le produjo, no estaba nada mal.

    Desalem cerró suavemente sus ojos y deslizó sus brazos hasta envolver el cuello del pequeño pececillo mientras se escurrían entre las personas, escombros, cuerpos y más. Desalem ignoraba aquello… todo, porque cada paso que el joven estudiante daba lo mecía desconectándolo de la realidad y sumergiéndolo en mar de la tranquilidad.

    Con el mentón sobre el hombro del pececillo y un gentil pensamiento, activó suavemente su Quirk, quitando un poco mas de peso al joven. Era su capricho después de todo, deslizar solo un poco más, se acabaría dentro de un tiempo, pero valía la pena para alivianar su propio viaje.

    Desalem, sin saber si fue producto del golpe que posiblemente debió tener, no recordaba si alguna vez alguien lo habían llevado de esa manera…
    —Dylan— – susurró su nombre — ¿La corriente te trajo desde muy lejos pececito?…— El nombre extranjero, quizá por eso este chico era diferente a los lenguados, mantas o atunes que recuerda. Ellos lo habrían obligado a caminar o simplemente lo apoyarían en su hombro. O lo más importante, jamás hubieran utilizado su Quirk en publico siendo ilegal como este muchacho.
    El chico era muy atento con él… Quizá debería de escribir algo sobre él una vez llegara a casa. Pero como se sentía muy cómodo, era mejor aún no pensar en ello.

    Tampoco quería pensar en que había ocurrido para dejarlo en esa situación. La ignorando es la clave de la felicidad pensaba Desalem.


    — No se puede detener la marea— las palabras salieron de sus labios casi sin dudar, quizá como un consuelo para este pequeño extraño — Las cosas van y vienen en la vida misma— Conocer personas, vivir con ellos, ignorarlos o alejarse de todo… — Con que detengas alguno basta… para decir que el mundo es 51% más bueno—

    Las palabras del muchacho no eran salpicaduras y aleteos toscos como el resto de las criaturas, cada palabra mostraba una capa de su alma... Ese chico...

    ¿Este chico estaría destinado a pelear con ladrones u homicidas?

    Este pensamiento por alguna razón salió de su cabeza.

    Desglosó cada palabra que salía de su boca, era joven... No lo pensaba por el uniforme que portaba, sino más bien por el fuego que aun ardía en él... El Agua... Este chico... era una flama bailando en la superficie del mar. La sociedad solía tragarlos una vez dudaran lo suficiente y los convertían en kabayas.

    —Pero oye, agradezco que llegaras a salvarme— con una mano Desalem despeinó al rubio. — ¿Ves? Lo conseguiste, el mundo ahora es uno por ciento más bueno…— pero quizá si esto no era suficiente para que dejará de pensara tanto — Y el señor orca asesina que dejamos atrás contribuirá al menos un tres por ciento más—

    Este pececillo era sincero.

    No recordaba haber conocido a alguien que solo quisiera calmar la marea para que todos pudieran disfrutar.
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    El chico le devolvió la sonrisa. Y no pudo evitar ladear su cabeza en señal de recepción, era un chico apuesto y pese a ser ligeramente ilegal lo que tenía en mente, parecía ser sincero.

    Planeaba preguntarle sobre su edad, pero…

    ...

    Una orca.

    En el gran y vasto océano japonés nunca había sido más explícito cuando quiso darle un susto mortal.


    En sus más de veinte años solo había visto a un par de ellos, extraño dado el mundo de quirks en el que vivían y desearía que hubiera más de todo, pero depredadores… Era otra historia.


    Un señor orca.


    Con traje y corbata, semejante "Depredador" solo era visible en, ¡oh cielos!

    Desalem recordaba haber visto a este imponente hombre en algunos acuarios de la ciudad, le gustaba dar charlas a los niños sobre cuidado y demás cosas de ciudadanos responsables. Sabría más al respecto, pero siempre se quedaba escondido mirando a lo lejos.


    Una orca en tierra.


    Desalem se sentía como una mantarraya en el mar, podía nadar con tranquilidad entre los peces o defenderse de algunos depredadores… Sin embargo, este tipo era una maldita orca con piernas, absolutamente literal. Este chico no podía evitar tener los nervios de punta. Fuera este un héroe o no.

    Mientras trataba de escuchar todo lo que hablaban el pececillo y el gigante ser, trató de esconderse de la mirada escrutiñadora del héroe mayor, mientras asentía con la cabeza a todo lo que decía su nuevo “amigo”.


    No planeaba emocionarse con esas palabras, pero no podía evitarlo, el pececito le sonreía y decía maravillas. Ciertamente, Desalen era denso en algunos temas como la interacción humana.

    — ¿Crees... que puedes levantarte? —

    El chico de negros cabellos aún sentía sus extremidades, por lo general tardaba en despertar cuando tenía un episodio por exceso y ello ayudaba a que se restableciera con paciencia. Podría arriesgarse e ir por su cuenta, pero dadas las circunstancias actuales y el posible destino.

    —Llévame, no creo que pueda dar un paso más— Le extendió al chico rubio sus brazos y le sonrió — No muerdo en la primera cita— Si había chance de estar un poco más con el pececito, le parecía bien. —Pareces ser fuerte, podrás conmigo— Quizá en ocasiones este chico era un poco demandante.

    Con un poco más de energías podría usar su quirk para quitarse unos cuantos kilos de encima, no es que le fuera a contar al chico de su quirk aún eran extraños después de todo.


    — Lamento que hayas tenido que ver eso... — Este chico tenia algo muy brillante


    —Descuida, no fui al instituto, pero un recuerdo a los aterradores profesores. —

    Algo casi se escapa...

    Lo había olvidado, ¿Cuál es tu nombre pececito? Bien, definitivamente aun tenía la cabeza revuelta.




    SPOILER (click to view)
    Corrígeme si me estoy yendo de tiempo por favor, hay una delgada línea entre lo que pasa al mismo tiempo y el lancé, una acción tipo orden.
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    ¿Qué es para siempre?
    Desalem no recordaba que alguien le dedicará alguna oración con esas palabras para explicarle el concepto.

    ¿Qué implica recordar?
    Quizá no perder partes de ti, eso creía este chico. Era mejor mantenerse lo más completo e íntegro posible.

    ¿Quién es el chico que lo sostenía?
    La respuesta, al igual que la anterior, no lo sabía.


    El dolor había sido despejado por pequeñas agujas en su cabeza, como... Como si fueran gotas de lluvia. Su cuerpo lo recordaba.

    Pero había algo que su mente recordaba bien ...
    El dolor debía continuar en agonía, rozar con el delirio y terminar en el vacío, pero el joven de ojos verdes sentía que algo había cambiado. Había pasado directamente del dolor al vacío.

    Había mucho que no podía recordar, su padre le dijo que no habría problema si su cuerpo no olvidaba, la mente podía hacer mil y un trucos sucios para confundirlo, pero si su mente permanecía podría sobrevivir.

    Cómo cuando su padre lo abrazaba, tener que pagar las facturas para no bañarse con agua fría o ser sigiloso en el campo para evitar ganar una bala en la cabeza.


    En esta oportunidad el cuerpo del chico pelinegro, si podía recordar la sensación, empezó en su frente y recorrido hacia cada célula de su cerebro... Sin embargo, la tenue lluvia se había llevado todo con ella.

    Diría que es una locura al ser pleno verano en Japón, pero era exactamente lo que había sentido.

    — No lo sé... No sé qué pasó— dijo al chico mientras se palpaba su rostro —Y a juzgar por mi falta de anteojos y desorientación— finalmente su vista se posó en el humo y escándalo a unos metros —y definitivamente eso...— dijo apuntando al caos —Es posible que estuviera ahí—

    A esta altura de la conversación estaba sentado en el suelo y no llevaba sus sandalias, era muy extraño, no solía usar botas de combate fuera del "campo" y no recordaba haberse vestido así antes de salir.

    —Desa— terminó de mencionar al chico de ojos tan azules como el cielo, era la primera vez que hablaba con alguien así. Era ciertamente apuesto...

    Ojalá fuera mayor de edad, pensaba el azabache.

    Hoy no quería tener problemas con la ley.

    —Puedes llamarme así pequeño pez dorado — Desalem le dió una pequeña sonrisa.

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    Disculpa la tardanza, se borró dos veces lo que escribí
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    El sonido del tren sobre las vías era tenue, siempre lo había escuchado, pero hoy tenía algo diferente o quizá todo esté en su cabeza por su último trago.

    Pero fuera por el alcohol o no, las aguas estaban calmadas como siempre. Cada persona, moviéndose en el largo pasillo, parecían nadar como los peces del acuario, pero con la melodía que avisaba de la partida del tren... Los peces dejaron de serlo y solo quedaron los oficinistas esclavizados a la sociedad.

    Le dolían los ojos con un poco más de intensidad. Ya era suficiente por hoy, se dijo a sí mismo con la manga de su saco frotándolos.

    Aunque no era inocente, había usado más de lo recomendable para hoy, doce minutos no los puede generar con frecuencia, al menos no con los últimos trabajos que los depredadores programaban.

    Pedir vacaciones no estaba en sus planes de momento, la renta no se pagaría sola y definitivamente no podía pagar por ir a ver a "Momuko" al club. Oh, cómo extrañaba a ese pequeño idiota de cabellos dorados.
    Los hosts clubs últimamente empezaban a decaer, no muchas personas querían ir a ver anfitriones mayores de cuarenta años como él.

    Es una lástima, pensaba Desalem...


    Abrió los ojos ante un nuevo estímulo. Nuevamente, esa punzada en el mar de la tranquilidad. Estaba aún más seguro, había algo en progreso y dado que viajaban a más de trescientos kilómetros solo había un culpable.

    Lentamente, aproximó su mano hacia el piso del tren, pero no llegó a tocarlo...

    Quizá hubiera podido aumentar la gravedad del tren y evitar lo que siguió. Quizá pudo adherirse al piso.
    Quizá simplemente hacer que el vagón se separara del resto cuando pasó.

    Pero, simplemente, había sido muy lento.


    Quizá fue por su quirk, pero todo se movía tan lentamente como los peces, la gente tomaba ángulos imposibles, las maletas rebotaban con gracia antes de abrirse y al final, todo se oscureció.

    En algún punto la ventana, junto a todo el vagón, reventaron en un chirrido sordo y salió disparado como muchos de los pasajeros.

    Desorientado, activó su quirk para tratar de estabilizarse, pero estaba resultando poco útil con la velocidad a la que caía y por primera vez, sintió el miedo a la muerte fuera del campo.

    Suerte o destino fue aquella explosión posterior al impacto, desvío su ángulo de caída y dejó de dar vueltas, alcanzando a ser lanzado horizontalmente.

    Activó nuevamente su quirk enfocando en sí mismo, debía hacer un rápido movimiento jugando con su masa y peso.

    Lo suficientemente pesado para detener la fuerza horizontal, movió sus brazos abrazándose a sí mismo repetidamente...

    —¡Vamos funciona!— con un par de gritos adicionales logró caer verticalmente.

    Agitó sus brazos hacia el suelo buscando detener su abrupta caída, con apenas dos metros, lo logró.

    Tirado finalmente en medio de una calle estrecha, sabía lo que venía, un cosquilleo escaló desde sus brazos y pudo sentir como llegaba a su cabeza, desencadenando una fuerte migraña.

    — Oye, ¿te encuentras bien?

    Desalem pensaba que el dolor, producto de su quirk, era directamente proporcional a su estupidez por usarlo más de la cuenta.

    Adopto una poción fetal y llevó sus manos hacia su cabeza, retorciéndose en el suelo, el dolor no parecía disminuir.

    No podía emitir sonido, el dolor sobrepasaba cualquier pensamiento lógico.

    Pero al menos pudo ver a esa persona, quizá era su vista borrosa, pero... Pero parecía ser...

    — ¿Momu...ko?—

    Las lágrimas escurrían de sus ojos...
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