Memories.

Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos | Newt x Credence | One-shot.

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    Londres, Marzo de 1928.

    Los dedos de Credence estaban tensos alrededor de su varita. No podía dejar de mirarla; no podía creer que era suya. Enteramente suya. Ella lo había escogido a él, y ahora era parte de él. Como una extensión de su brazo. Estaba maravillado, pero a la vez aterrado. No podía deshacerse del recuerdo de su nefasta madre adoptiva, y no podía dejar de imaginarse la reacción de la mujer si lo viera en esos momentos.

    —¿Cómo la sientes?

    La voz de Newt lo sacó de su ensimismamiento. Ambos estaban en la casa de Scamander, y llevaban ya un par de años viviendo juntos. Luego de todo el incidente en Nueva York, Newt había logrado dar con el paradero de Credence después de darse cuenta de que en realidad no había muerto. Saltaba a ojos vista que el chico no podía valerse por sí mismo, además de que necesitaba urgentemente que alguien le enseñara a controlar su magia, así que el magizóologo no dudó en pedirle que lo acompañara a Londres. Y así lo hizo.

    Al principio Credence se encontraba temeroso, y no era para menos. Durante toda su vida fue atormentado por una mujer que repudiaba la sola idea de la magia, y su primer encuentro con alguien de este mundo no fue muy… agradable que se diga. De hecho, su primer pensamiento había sido huir de Newt y mantenerse lo más alejado de él, pero lo reconsideró luego de que el mago le mostrara las criaturas que ocultaba en su maletín. Se enamoró inmediatamente de esos animales, y si ellos confiaban en Newt, ¿por qué no iba a hacerlo él?

    Las primeras semanas transcurrieron con Newt explicándole de todo sobre el mundo mágico. Claro, haciendo más hincapié en las criaturas mágicas. Credence poco a poco fue olvidándose de las cosas horribles que le había dicho Mary Lou, pero aún así el recuerdo de ella lo acechaba como una sombra. Una mucho más grande que él.

    Tardó mucho en dejarse convencer para ir a conseguir su propia varita.

    —¿Cómo? —preguntó, totalmente ido, notando que Newt tenía sus ojos clavados en él.

    —¿Que cómo la sientes?

    Credence tomó la varita con mayor firmeza. Medía unos veintiocho centímetros y era de una madera oscura. El vendedor de la tienda le había dicho de qué estaba hecha exactamente, pero en esos momentos no lo recordaba. Se sentía ligeramente flexible entre sus dedos, se notaba que sería difícil de romper. Lo cual era una ventaja; si su magia volvía a desatarse de manera incontrolable probablemente terminaría rompiéndola si fuera más endeble.

    —Bien —respondió secamente. No sabía cómo se suponía que tenía que sentirse una varita, pero indudablemente sentía una especie de conexión con la suya.

    —Excelente. ¿Qué te parece si practicamos unos cuantos hechizos?

    Al neoyorquino le dio un vuelco el corazón al oír eso. Vale que en cualquier momento tenía que pasar, es decir, no estaría viendo teoría y criaturas mágicas por el resto de su vida. Ya era mayor como para ir a un colegio de magia, así que Newt era la mejor y única opción que tenía como profesor, y confiaba enteramente en él. Pero no podía deshacerse del miedo.

    Le habría gustado confesarle a Newt todos los temores que colisionaban dentro de él, pero no podía. Sentía que las palabras no le saldrían por más que intentara.

    Sin embargo, asintió.

    Más que nada para no borrar la sonrisa en el rostro de Newt.



    Londres – Maleta de Newt, Enero de 1929.

    Riddikulus!

    Luego de horas y horas de práctica, finalmente el boggart con la forma de Mary Lou Barebone se transformó en un pequeño niffler. Y uno muy parecido al que Newt tenía, por cierto. Antes de que el boggart saliera huyendo el castaño lo atrapó y lo metió dentro de una caja. Tal vez podría ser muy adorador de las criaturas mágicas, pero no le agradaba la idea de que el boggart merodeara a sus anchas dentro de su maletín y que le metiera un susto cada vez que entrara.

    —¡Excelente, Credence! —exclamó emocionado, mientras dejaba la caja a un lado. Luego fue a sentarse junto al azabache, quien se había dejado caer sobre el suelo, cansado—. Muy bien hecho.

    Credence esbozó una media sonrisa. Le había costado mucho lograrlo, pues el rostro de su madre adoptiva a punto de golpearlo no le ayudaba en lo absoluto a progresar. Mientras que la mirada de Newt producía en él un efecto totalmente opuesto.

    —Gracias —dijo Credence mirando a Newt.

    Le habría gustado decir mucho más, pero nuevamente ahí estaba ese nudo que le impedía hablar. Él era el primer amigo que tenía, y la primera persona a la que le había tomado afecto aparte de Modesty. Y, siendo honestos, no sabía que sería de él de no ser por su ayuda.

    Probablemente estaría muerto al no poder controlar el obscurus que tenía dentro de sí.

    —Bien. —Newt apartó rápidamente la mirada de los ojos de Credence. Normalmente le costaba mantener el contacto visual con alguien que no fuera un animal, pero en el caso del azabache era diferente. Con él sentía que lo costaba incluso más—. Creo que es hora de intentar con algo más complicado. ¿Recuerdas el encantamiento patronus?

    Credence asintió, creyendo recordarlo.

    —Sí, me hablaste de él. Es el que sirve contra los demenciales, ¿no?

    —Dementores. —Le corrigió el castaño—. Sí, ese mismo es. Es bastante complicado, pero estoy seguro que a ti no te costará.

    Se veía muy entusiasmado. De hecho, enseñarle a Credence se había vuelto su pasatiempo favorito. Bueno, su segundo pasatiempo favorito; sus bestias siempre ocuparían el primer lugar. Pero le encantaba ver el considerable progreso que el azabache había hecho, además de que le gustaba pasar el tiempo con él.

    Fue ese mismo entusiasmo el que hizo que Credence se sintiera un tanto mal.

    —No lo creo.

    Newt lo miró confundido.

    —Claro que sí. He visto las cosas que haces, tienes mucho poder dentro de ti —contradijo, aún sin darse cuenta de lo que el azabache quería decir.
    Credence negó.

    —No. No es eso. No puedo.

    El castaño alzó una ceja. Vale que el patronus era complicado, pero no era para tanto. Seguro que con un par de días de práctica lo dominaba con facilidad. O al menos eso pensaba él.

    —¿Cómo que no?

    Vamos, Scamander, piensa un poco.

    —¿No viste…? ¿No viste cuál era mi boggart? —preguntó Credence alzando la mirada hacia Newt. Este entendió inmediatamente y se sintió todo un idiota—. El patronus se invoca con un recuerdo feliz, ¿no? ¿Qué clase de recuerdo feliz puedo tener si aún después de años esa mujer me sigue atormentando?

    El castaño se quedó helado en el sitio. Era la primera vez que oía a Credence hablar con tanta propiedad, y era justamente para decirle eso. Se sintió completamente mal; había estado tan entusiasmado enseñándole a Credence, quien no hacía más que callar y escuchar, que terminó olvidando lo mucho que había sufrido durante su niñez y adolescencia.

    —Yo… lo siento, no pensé… no recordaba…

    No sabía que decir. Credence bajó la mirada nuevamente, sin poder sostenerla en Newt por más que unos pocos segundos. El silencio se hizo presente, uno incómodo y pesado, que sólo era interrumpido por algún sonido proveniente de una de las criaturas. Newt sólo atinó a sentarse junto a Credence, en completo silencio.

    El azabache clavó su mirada en el suelo, mientras que jugueteaba con la varita entre sus dedos. Los malos recuerdos habían empezado a adueñarse de su mente, y no podía hacer más que mirar al infinito mientras que los ojos se le llenaban de lágrimas. Newt lo notó.

    Titubeando, acercó una mano al rostro de Credence para posarla en su mejilla, haciendo así que elevara la mirada del suelo. Cuando vio las lágrimas que habían empezado a bajar por la piel pálida casi pudo sentir como su propio corazón se partía. Odiaba verlo así.

    —Credence…

    Iba a decir algo. Estaba seguro de que lo iba a hacer. Pero sólo pudo pronunciar su nombre, lo demás que había estado pensando se esfumó por completo. Sólo atinó a llevar la mano que le quedaba libre a la otra mejilla del azabache, y secarle las lágrimas con los pulgares.
    La mente de Newt estaba totalmente en blanco.

    Pero fue peor cuando Credence lo sorprendió con un beso en los labios.

    Al principio el castaño no supo cómo reaccionar, pero no podía negar que en el fondo, y desde bastante tiempo, había estado deseando eso. Sólo se limitó a cerrar los ojos y sentir los labios del azabache sobre los suyos. Cuando Credence se apartó se miraron un par de segundos, en completo silencio, uno más sonrojado que el otro.

    De repente Credence lo entendió. Después de todo, sí tenía recuerdos felices.

    —Supongo… supongo que es todo por hoy —dijo Newt, repentinamente avergonzado. Se apresuró a levantarse y cuando estuvo a punto de subir la escalerilla que conducía al exterior de la maleta, Credence lo detuvo.

    —Espera. Lo del patronus… creo que puedo intentarlo.

    Newt lo miró. ¿A qué venía ese cambio? Pero con la sonrisa que Credence le dedicó, lo entendió todo.
     
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    Oww, ¡muchas gracias!

    Saosiaodf ay, qué bueno que te haya gustado tanto ;u; amé tu comentario, rlly. Me animaste el día. <3
     
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1 replies since 28/11/2016, 20:57   154 views
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