BAJAS PASIONES Harry/Draco +17

¿El amor pude nacer apartir del deseo? FINALIZADO

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    La oscuridad es mi camino...las tinieblas mi trono y tu agonia mi aliento

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    BAJAS PASIONES
    Autor: 280589-kaname

    Cuando una relación nace de la pasión y la lujuria… ¿seria capaz de nacer el amor?

    Capitulo 1
    No se involucra el corazón



    Charlie

    Con mochila en mano me aparecí justo en la entrada de la madriguera “mi casa”. Era temprano, así que pensé que todos estarían durmiendo, pero no era así.
    Mi madre ya estaba haciendo el desayuno y los gemelos no paraban de hacerle travesuras mientras ella les gritaba.
    En cuanto mama me vio en el jardín, dio un grito de alegría que juraría que se escucho por todo Londres.
    - ¡Charlie! –mama se apresuro a nuestro encuentro y yo la abrace eufórico. Hacia mucho tiempo que no veía a la familia.
    Desde que trabajaba en la crianza de dragones en Rumania, no había tenido mucho tiempo de visitar a la familia y mucho menos poner un pie en Londres. Pero justo hace unas semanas, el director del colegio de magia y hechicería, Dumbledore, me había mandado una carta de carácter urgente en donde me explicaba que dentro de algunas semanas un acontecimiento increíble se llevaría a cabo en Hogwarts. Por lo cual había venido a Londres.
    - Hijo, que gusto verte –mama me condujo dentro de la casa.
    Fred y George se me abalanzaron en un tórrido abrazo que me saco el aire.
    - ¡Que milagro! –dijo Fred.
    - Ya nos tenias abandonados –me acuso George.
    Les hice un gesto con la cara y les devolví el abrazo. En ese momento me di cuenta de que realmente los había extrañado y me moría de ansias por ver a mi padre y a mis otros hermanos.
    - ¿Dónde esta papa y los demás? –pregunte impaciente.
    - Ginny esta en su cuarto y Arthur y Ron fueron por Harry, pasara el resto de las vacaciones con nosotros. –informo mama.
    Hice un esfuerzo titánico para no descomponer mi rostro en una mueca.
    “Harry Potter”
    Ya estaba arto de ese nombre.
    Cuando la familia me escribía cartas, estas no paraban de hablar del famoso Harry Potter. No es que me callera mal, por que de echo ni siquiera le conocía. Por que desde que aquel niño entro al colegio, todo el mundo mágico hablaba de el, he incluso en cualquier conversación el nombre de Harry salía. ¿Acaso no podía vivir un día sin Harry Potter?
    - Mama, ¿Quién llego? –escuche la voz de mi pequeña hermana Ginny.
    En cuanto me vio, su cara se ilumino con una enorme sonrisa, que de igual manera, le devolví.
    - ¡Charlie! –me abrazo.
    - Hola pequeña.
    Después de los saludos y abrazos de la familia, mama me llevo hasta el cuarto, que algunos años antes perteneció a Bill y a mí.
    Cuando entre, una serie de recuerdos invadieron mi mente; el día en que entre a Hogwarts, los años que pase en esta habitación mientras me graduaba y los juegos que compartí con mis hermanos.
    Que recuerdos.
    Deposite mi mochila sobre una de las camas y bajamos para disfrutar del desayuno.
    Mientras le platicaba a mi familia parte de los motivos por los que había regresado a Londres, me di cuente de algo muy inusual. Una pequeña lechuza iba de aquí para allá, revoloteando por todo el jardín.
    - Es Pig –me informo Fred –Es un regalo que le hicieron a Ron después de que nuestra rata resultara ser un animago.
    - Bueno, -dije sin mucho ánimo –voy a mi cuarto, la verdad estoy muy cansado.
    - ¿No vas a esperar a que lleguen Ron, Harry y Papa? –me pregunto Ginny.
    - ¡Si!, Así podrás conocer al fin a Harry. Es un chico realmente encantador…
    - No lo dudo mama, -interrumpí –pero tenemos todo el tiempo del mundo.
    Me dirigí hasta mi cuarto, la verdad no estaba tan cansado, pero no quería que la familia empezara a atiborrarle sobre historias de “Harry Potter”.




    Harry

    Ron, su padre y yo, llegamos a “La madriguera” alrededor de las cinco de la tarde.
    La señora Weasley, como de costumbre, me saludo con un abrazo afectuoso. ¡Ha! Como quería a esa mujer. Era lo más cercano a una madre que había conocido.
    - ¡Harry! –me saludaron los gemelos.
    - Fred, George, Ginny –salude. Que feliz me sentía cuando estaba con ellos.
    - No sabes querida, -comenzó el señor Weasley – los muggles que cuidan a Harry son todo un caso.
    - Son horribles –sentencio Ron, y la verdad yo estaba de acuerdo.
    - ¡Ho, Arthur! A que no adivinas quien vino a visitarnos –dijo muy emocionada la madre de Ron.
    - ¿Quién? –se adelanto Ron.
    - ¡Charlie! –soltó Ginny.
    - ¿Charlie? ¿Y donde esta? –el señor Weasley no cavia de la emoción.
    Por lo que sabia, Charlie era el segundo hijo de la pareja. Ron ya me había platicado de su hermano pero jamás lo había visto, con excepción de una foto que su mejor amigo le había enseñado el año pasado, donde toda la familia había ido de vacaciones a Egipto.
    La verdad no le puse mucha atención. En esa época supuestamente un asesino me estaba persiguiendo y no tenía cabeza para nada.
    - Esta en su cuarto, llego muy cansado. –dijo Molly.
    La tarde paso como un rayo y el famoso hermano de Ron, jamás bajo en toda la tarde.
    Entre al cuarto de Ron, que desde hacia dos años prácticamente era “nuestra habitación”. Me lleve la sorpresa de que Ron tenía una carta entre sus manos y me la escondía en cuanto me vio. No le dije nada pero se me hiso muy sospechoso y mas por que el estaba muy nervioso.
    - ¿Hermione vendrá también? –le pregunte para zanjar el asunto.
    - He…si, viene mañana.
    No nos dijimos mucho esa noche, solo de cómo me la había pasado con mis odiosos tíos y demás. Hasta que el sueño nos venció.

    Charlie

    Baje a la cocina con un hambre atroz, quien me mandaba a no bajar a la cena la noche anterior ¿Quién era Harry Potter para privarme de las comidas?
    - Buenos días Charlie –me saludo Ginny.
    - Buenos días, ¿Ya despertaron todos? – Pregunte.
    - Papa se tuvo que ir a trabajar y mama esta en el jardín. Fred y George aun no bajan pero se que están despiertos, Percy no ha venido desde ayer y Ron y Harry creo que siguen dormidos.
    Al parecer Ron le estaba pegando -al niño que vivió- sus hábitos de flojoneria.
    En la escalera se escucharon pasos estrepitosos y pude distinguir la vos de mi hermano. Cerré mis ojos para calmar la expresión de mi cara al notar que el tal Harry venia con el.
    Di la vuelta, y de repente, quede hipnotizado por unos idílicos ojos color verde.



    Harry

    Cuando me desperté vi como Ron sostenía una carta, supuse que era la misma del día anterior pero la guardo nuevamente en cuanto me vio despierto.
    - Vamos Harry, mi hermano ya ha de haber despertado. –me apremio.
    Con mucho esfuerzo me levante de la cama y me vestí. Bajamos a la cocina y si, efectivamente, Charlie estaba ahí.
    Mis ojos se posaron en los azul profundo de Charlie. ¿Cómo describirlo? No estaba seguro, pero el era tan…guay y tan…sexy.
    Si, esa era la palabra, el era sexy, sexisimo.
    El hermano de Ron era un poco mas bajo que el señor Weasley, he iba vestido totalmente de cuero. Pantalones ajustados que delineaban su estupenda figura y una playera ceñida que no le hacia justicia a sus abdominales.
    Me di cuenta de que el también me miraba con ojo critico y eso me puso al limite.
    Tuve el impulso de acercarme a el y saludarlo con la mano.
    Su piel era suave y tersa, no pude soltarlo hasta después de medio minuto y aun así, le acaricie la palma, provocando un leve sonrojo en sus mejillas.
    “Charlie Weasley, eres mío”.


    Charlie

    Sus ojos eran algo fuera de este mundo, no conocía la verdadera belleza hasta que vi esos enormes ojos. ¿Ese era Harry? Por Dios, mi mente comenzó a llenarse de imágenes sugerentes en donde Harry y yo… ¿En que rayos estaba pensando?
    Harry me miraba al igual que yo, eso hiso que millones de mariposas flotaran en mi cuerpo. Sentí como si el suelo se despegara de mis pies y como mi yo interno le gritaba eufórico.
    “Ho Dios, estas como quieres.”


    Harry y Charlie se la pasaron mirándose en todo el desayuno, ansiosos por que llegara la noche y dieran rienda suelta a sus más bajas pasiones.


    Charlie

    Me acababa de dar un baño cuando entre a mi habitación, así que solo llevaba la toalla puesta alrededor de la cintura. El cuarto estaba un poco oscuro pero no le di importancia mientras me sacaba la toalla y comenzaba a secarme el cuerpo.
    Un movimiento inusual de las sombras hiso que parara y volteara a ver que era.
    Mis ojos casi se salen de sus cuencas al notar como me miraban unos intensos ojos verdes.
    - Harry… -apenas si pude pronunciar palabras.
    El muchachito me miro con un deseo que mi corazón estuvo a punto de estallar.
    Cuando él salió de las oscuridad por poco me da un colapso. Aquel descarado llevaba puesto solo un bóxer negro bien ajustado y una camisa azul totalmente abierta, dejando ver su pecho bien trabajado.
    - Estaba buscando a Ron y se me ocurrió que a lo mejor estaría aquí –dijo, con una voz sensual.
    - No, no esta aquí. –le dije como pude. Estaba tan nervioso que por un instante se me olvido que estaba totalmente desnudo ante el.
    Harry se acerco lentamente a mi, con movimientos tan provocadores que sentí como comenzaba a endurecerme.
    Su mano toco mi pecho desnudo y yo sentí como una oleada de calor inundaba todos mis sentidos y me asía perder el hilo de la realidad.
    Harry tomo mi mano y me condujo hasta la cama, en donde me recostó, y con un movimiento ágil separo mis piernas y se recostó sobre mi, restregando nuestros cuerpos.
    - Te deseo… -su angelical voz hiso que me perdiera por el.
    Comenzó a mover su cadera de tal forma que nuestros centros se acariciaban con más intensidad. No pude reprimir un gemido de satisfacción ante seméjate acto. El sonrió satisfecho y se termino de desvestir para mí.
    Acto seguido se abalanzo sobre mi cuello para torturarlo mientras que con su mano recorría mi cuerpo hasta lo mas profundo de mi ser.
    Yo ya no sabia si esto era un sueño o realmente estaba pasando. Por que después de todo, un jovencito de catorce años era quien me tomaba a mí y no al revés.
    Su boca acaricio y beso todo a su alcance hasta llegar a mis pezones que al instante se pusieron erguidos por la excitación. ¿Cómo era posible que alguien como el pudiese darme semejante placer?
    La lengua de Harry asía círculos sobre mi y yo solo me toma fuerte de sus lacios cabellos negros incitándolo para que me diera mas de el.
    Al parecer, Harry comprendió perfectamente bien que ya estaba desesperado y condujo una de sus manos hasta mi entrada en donde de una sola embestida me penetro con dos dedos.
    No pude seguir reprimiendo los gemidos de placer que se desbordaron por mi boca y mucho menos cuando Harry retiro su mano y con su sexo me empalo por completo.
    El era grande y duro, ¡Santo dios! El si que sabía complacer.
    Comenzó con envestidas suaves y calmadas esperando a que yo me relajara y acostumbrara a la intromisión, pero yo ya no quería seguir esperando y abrí mis piernas para que el tuviera un mejor acceso a mi. Ahora las embestidas eran cada vez más salvajes y firmes. No era suficiente, quería más.
    Harry se salió de mí y me dio la vuelta, quedando mi cara y pecho sobre el colchón. Separo un poco mis piernas, alzo mi cadera con sus manos y volvió a penetrarme duro y salvaje. Su movimiento de caderas era en extremo vigoroso y pude sentir como el orgasmo me inundaba, haciendo que me corriera.
    Pero el aún no estaba satisfecho. Se salió de mí sin premeditación, haciendo que un segundo orgasmo llegara. No pude ver lo que estaba planeando hasta que sentí una nueva embestida, pero ahora yo esta de lado y Harry tenia una de mis piernas sobre su hombro. El entraba y salía de mí, una y otra vez, una y otra vez. Por ultimo me puso de frente a el y tomo mis dos piernas y las coloco sobre sus hombros. Poco a poco se fue acercando a mí, flexionándome. Sentí como su miembro se abría paso entre mi cuerpo y volvía a enterrarse justo en el punto mas sensible de mi intimidad. Prácticamente grite del pacer y creí que caería en la inconsciencia en cualquier momento pero el no me dejo, pues comenzó a embestirme de una manera salvaje y desenfrenada hasta que el se corrió dentro de mi. ¿Cómo había aguantado tanto?
    Cansado, me soltó de las piernas y se recostó sobre mí. Ambos, nos sumergimos inmediatamente en un sueño.
    Cuando desperté, Harry ya no estaba en mi cama. Lo mas seguro era que se había ido del cuarto antes de que alguien se diera cuenta. Tome una toalla y me fui a bañar, ¡Por Merlín! Tenía todo el cuerpo adolorido por el exceso de ejercicio de la noche anterior. Llegando a la cocina, supe que algo no iba bien por que solo estaba mama y Percy.
    - ¿Dónde están los otros? –pregunte impaciente.
    - Ho querido, ¿No te lo habíamos dicho? Tu padre y los muchachos se fueron a los mundiales de Quidittch. –me informo mama.
    Puse los ojos como platos.
    - ¿También Harry?
    Ella asistió con la cabeza y salió al jardín para colgar la ropa.
    - Con que, conociste a Harry ¿Verdad? –pregunto Percy, y sentí como si el supiera sobre nuestro encuentro nocturno.
    - He, si, lo conocí…
    - Hermano, te voy a dar un consejo. No te enamores de Harry, podrás tenerlo en tu cama, pero jamás tendrás su corazón.

    Capitulo 2
    Piensa en mí



    Ron

    Antes de que fuéramos a recoger a mi amigo Harry, que pasaría el resto de las vacaciones con migo y mi familia, paso algo extremadamente extraño. Un enorme pájaro negro aterrizo sobre mi ventana y empezó a picotear como loco. Fastidiado, me acerque y le abrí. El animal traía una carta y levantaba su pata para que la recibiera. Me sorprendí al abrirla, era de Sirius.

    “Ron
    He de verte con urgencia, se trata de algo muy importante sobre Harry. Te espero en la caverna del otro lado de la colina, como a eso de las nueve de la noche mañana. No faltes.
    Sirius Black”


    Esto si que me dejo impactado, pensé en decírselo a Harry pero recapacite. Si Sirius hubiera querido ver a mi amigo entonces a el le hubiese mandado la carta.
    Tratando de quitarme esos pensamientos de la cabeza baje a la cocina para esperar a mi padre he ir a ese horrible lugar donde vivía mi amigo. Pobre Harry, esperaba que no le estuviera yendo tan mal.
    Cuando mi padre bajo, nos fuimos casi a las carreras por que la verdad es que ya estaba un poco desesperado de ver a Harry.
    Horas después, regresamos a la madriguera. Mi madre recibió a Harry con los brazos abiertos al igual que los gemelos y Ginny. Desafortunadamente Percy no estaba, ni siquiera había pasado la noche en la casa, lo que tenía un poco preocupados a mis padres.
    Mama nos sorprendió de repente con una increíble noticia, ¡Charlie estaba de visita!
    Quise ir a verlo pero mi madre dijo que estaba cansado y que luego bajaría a saludar a la demás familia.
    Bueno, -pensé- teníamos tiempo, aun faltaba dos días para que fuéramos a los mundiales de Quidittch.
    Subí al cuarto antes que mi amigo y me dedique a contemplar la carta que Sirius me había mandado, después de eso Harry entro y casi me cacha con la carta. Pero después de eso comenzamos a hablar de trivialidades sobre la escuela, su familia muggle y demás cosas.
    Al día siguiente me desperté primero que Harry. Me levante de la cama y vi el hermoso amanecer que adornaba mi ventana. No sabía por que pero aquel día, sabia que seria especial. Instintivamente saque la carta que Sirius me había enviado. Por alguna razón quería verlo con ansia, quería agradecerse el haberme regalado a Pig.
    Harry despertó y de nuevo casi me sorprende con la carta. “Por que será que siempre soy tan descuidado”
    Cuando bajamos a la cocina, Harry al fin pudo conocer a mi hermano Charlie. Yo le di un abrazo saca aire y el me lo aplico a mi. Ya me las pagaría.
    Mientras desayunábamos me di cuenta de algo totalmente extraño. Charlie no dejaba de ver a Harry y viceversa. Desde finales del curso pasado, Harry se comportaba de un modo diferente. El era mas sagas, pero mas frio al mimo tiempo. Hermione y yo tratamos de sonsacarle la verdad pero no más no se pudo. Esperaba que con el tiempo Harry aflojara la lengua.
    Las ocho de la noche sonó en el reloj, si quería llegar a tiempo a mi encuentro con Sirius mas me valía darse prisa.
    Entre a la caverna, estaba muy oscuro así que me pregunte si Sirius ya había llegado. Entonces, escuche detrás de mi unos pasos gatunos. No se por que, pero me asuste tanto que tropecé con unas piedras que estaban en el piso y caí.
    - Ron, -escuche una melodiosa voz que conocía bastante bien, -deberías tener mas cuidado al caminar.
    Mis ojos poco a poco se fueron acostumbrando a la oscuridad de la caverna. Lo que vi, me dejo shockeado.
    Sirius Black estaba justo delante de mi, vestido con un elegante traje negro que realzaba su belleza. Casi se me va el aliento y no pude responder al padrino de Harry.
    El me acerco la mano para que yo me levantara, pero en cuanto sentí su tacto, una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo y de inmediato comencé a hiperventilar.
    - ¿Te encuentras bien? –me pregunto.
    - He…si… -apenas si le pude contestar. ¿Qué rayos me pasaba?
    - Quiero que me ayudes Ron.
    Por primera vez me atreví a subir el rostro para ver sus ojos. ¡Por dios, que ojos! Ese hombre estaba a punto de hacer que se parara mi corazón. Poco a poco fui perdiendo la fuerza de gravedad y sentí como me elevaba.
    Sirius se acerco a mí y me toco la frente.
    - ¡Por Merlín! Estas ardiendo.
    “Bueno, en algo si tenia razón. Estaba ardiendo, ardiendo por el”
    Al sentir su contacto ya no pude más y me desplome.
    No se cuanto tiempo paso, pero cuando me desperté estaba recargado en algo muy cómodo, en algo que olía muy bien, en algo que…
    Abrí mis ojos con miedo ¿Dónde estaba?
    Me quede petrificado al descubrir que estaba recargado sobre el pecho de Sirius. El hombre estaba dormido y su rostro reflejaba una paz que me llego al corazón.
    Instintivamente levante mi mano y acaricie su tersa mejilla, luego con mi dedo pulgar delinee sus labios.
    La mano de Sirius capturo la mía y la alejo con brusquedad. Yo me quede paralizado ¿En que rayos estaba pensando?

    Sirius

    Sentí una tierna caricia por mi rostro y luego como alguien delineaba mis labios. Por instinto retire la mano, por que no recordaba donde estaba. Al reaccionar, descubrí los ojos avergonzados de un muchachito pelirrojo. El era quien me había propiciado esas caricias que me estremecieron.
    No se por que fue; si por mi soledad, por la falta de intimidad con alguien por mucho tiempo o por la necesidad de ser amado, que hicieron que me lanzara a los labios del adolecente.
    ¡Por Dios! Sus labios sabían a gloria. Y me encanto sentir como Ron se estremecía ante el roce de mis manos. El jovencito quiso tener una mejor posición en el abrazo y se sentó a horcadas sobre mi cadera.
    El beso cada vez se hiso mas intenso, mas apasionado, mas salvaje. Pero yo quería mas, y al parecer el también. Ron comenzó a mover sus caderas rosando mi virilidad. Me impresiono la pasión con la que el pelirrojo se me lanzaba y abrazaba para que nos fundiéramos en uno.
    No quise esperar más y con un movimiento de varita saque la ropa de ambos, colocándola en el piso de tal manera que nos protegiera del suelo frio. Recosté a Ron sobre la ropa y me acomode entre sus muslos. Bese desenfrenadamente su cuello, su pecho y toda la carne a mi alcance. Llegue hasta sus pezones y los comencé a lamer y succionar con locura. De la boca del pelirrojo salieron los más hermosos gemidos que jamás había escuchado.
    Al bajar más hacia su centro, sentí su erección a todo su esplendor y mi virilidad comenzaba a dolerme por la falta de atención. Pero no me importo, quería primero satisfacer las ansias del pequeño pelirrojo para volver a escuchar sus deliciosos gemidos.
    De una sola vez lo tome en la boca, succionando, lamiendo y deleitándome de su sabor. Exquisito.
    Ron prácticamente grito al llegar al orgasmo y eso que ni siquiera comenzaba. Regrese de nuevo a sus labios y lo bese con pasión desenfrenada. El pelirrojo separo mas las piernas, pidiéndome que entrara en su ser. No pude resistirme. Lleve mi mano hasta su entrada y comencé a penetrarlo, primero con un dedo, después con dos y cuando creí que ya estaba lo suficientemente preparado lo envestí de una sola vez. Ron se aferro a mi espalda con una fuerza increíble, esperando a que pasara el dolor. Después, el mismo movió sus caderas, incitando a que yo me moviera.
    Mis envestidas fueron al principio lentas y gentiles pero Ron gritaba que lo hiciera más fuerte, más salvaje, y yo no me le resistí.
    Cuando me separe de el por un instante, Ron aprovecho para tumbarme en el suelo y sentarse a horcadas sobre mi cadera. Tomo mi hombría entre sus manos y el solo se envistió de una sola vez. ¡Dios, estaba en la gloria! Ron comenzó un juego de sube y baja, provocando que una corriente eléctrica recorriera todo mi ser. Impaciente, tome sus caderas entre mis manos y lo ayude a complacerme.
    Ron se salió de mí tan rápido que casi me corro, se volteo para darme la espalda y enterrarse nuevamente. Yo aproveche para abrazarlo por detrás y besar su espalda como un poseso. Casi al instante los dos llegamos al orgasmo.
    Su corazón latía con fuerza y no dejaba de pronunciar mi nombre con una sensualidad que me desquiciaba por completo. Al poco rato volví a sentirme duro y listo para el siguiente raund.
    Coloque al pelirrojo de lado y yo me posicione detrás de su espalda. Tome una de sus piernas y la levante para tener un mejor acceso a el. Casi con desesperación, lo empale. Una y otra y otra me conduje profundamente en el. Era tan estrecho que no era nada difícil convertirse en un adicto a el.
    Ron se salió de mí y se puso en cuatro, exponiéndome toda su hermosa retaguardia.
    - ¡Mételo ya! –me ordeno.
    Me acerque a el lentamente y coloque mi punta en su entrada. Ron no pudo esperar mas y se hiso para atrás con un rápido movimiento, empalándose el solo.
    Tome sus caderas en mis manos y moví las mías con desesperación, con urgencia, con ansia de el. A los pocos minutos los dos llegamos al clímax y nos abrazamos fuertemente el uno al otro.

    Ron

    Sentí como su corazón lantía desenfrenado al igual que el mío. ¡Por Merlín! Me había acostado con el padrino de mi mejor amigo, y no solo eso, si no que el había echo realidad cada fantasía que había tenido desde que comencé a interesarme en el sexo.
    Para finalizar con mi fantasía erótica, bese el pecho de aquel hombre que me volvía loco y baje hasta su virilidad para probarlo.
    Sirius arqueo su espalda y me sujeto de la cabeza, pidiéndome más. Deslice mi legua desde la base hasta la punta y luego lo metí en mi boca directamente.
    Ese instante lo goce como jamás había gozado nada en mi vida.
    Cuando por fin calmamos nuestras ansias, el me hablo sobre la sorpresa que quería darle a Harry para su cumpleaños. Yo le di mis mejores ideas y le dije todo lo que le gustaba a mi amigo.
    Posiblemente ya era de madrugada cuando nos despedimos pero antes de irme lo mire con ojos suplicantes, pidiendo con la mirada que me dijera algo, algo que comprobara que no había sido solo un acoston mas.
    - ¿pensaras en mí? Pregunte anhelante.
    - En los días, en las noches y hasta en mis sueños.


    Hola seguidores de este fic, les pido por favor pasiencia
    se que ya estabamos en el capi 30 y muchos
    pero no puedo subirla toda de un jalon. mil disculpas.



    Edited by 290589-kaname - 18/6/2012, 20:59
     
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    Capitulo 3
    Tormentosos recuerdos



    Cedric

    Mi padre me había sorprendido con la noticia de que iríamos a los mundiales de Quidittch. Yo estaba eufórico y no espere en lo absoluto para arreglar mis cosas.
    - Apresúrate Cedric, los Weasley ya deben de haber salido de su casa.
    “Los Weasley” ¿ellos también venían?
    Mi mente comenzó a acelerarse con rapidez, si la familia de pelirrojos venia…seria posible que el famoso Harry Potter viniera con ellos.
    No sabía por que, pero la idea no me agradaba del todo. No me caía mal Harry, era solo que toda la atención estaba puesta siempre sobre el y no estaba seguro si quería seguir escuchando a mi padre diciéndome lo maravilloso que seria si el se hiciera amigo de Harry. Además no estaba seguro si podría verlo a la cara, dado el hecho de que accidentalmente había descubierto algo sobre el.
    Cuando llegamos al claro en donde nos reuniríamos con los Weasley, me sorprendí al ver como mi padre se desvivía por los cumplidos al padre de los pelirrojos y como al final saludaba embelesado a “Harry Potter”, yo solo salude con un movimiento de cabeza y me aleje lo más posible.
    Llegamos al traslador y todos tomamos la bota vieja antes de que chistara y nos trasladara al campo donde serian los mundiales.
    Todos los pelirrojos cayeron al suelo, y vi con sorpresa como Harry se revolvía del dolor de la caída pero aun así tenia una radiante sonrisa que pesar de ella, había una profunda tristeza en sus ojos. Tristeza que sabia perfectamente cual era la causa. Casi por instinto, me acerque a el y le extendí mi mano para ayudarlo a levantarse. El la cogió y en la boca del estomago sentí vértigo. ¿Qué era esta extraña sensación?
    No estuve consiente de cuanto tiempo le sostuve la mano hasta que mi padre me llamo. Solté su mano avergonzado y lo único que Harry hiso fue dedicarme una esplendorosa sonrisa.
    En todo el transcurso de ida al campamente no hable, y me separe lo mas que pude de Harry. Aunque fingí no darme cuenta, sabia que él me miraba de vez en cuando. Provocando en mi ansiedad, he ilusión.
    Cuando llegamos a nuestra tienda me sentí infinitamente agradecido, pero no pude evitar mirarlo por ultima vez. Harry también volteo y me giño un ojo. ¿Qué significaba eso? Al instante sentí como mi cara ardía y por eso me metí rápido a la tienda.


    Harry


    No se por que, pero desde la mañana Ron se estaba comportando de una manera muy extraña. No me miraba a la cara, ¿Por qué seria? No le di importancia y seguí con la caminata hasta llegar a nuestra tienda, en el campo de Quidittch.
    - Harry, -me llamo el señor Weasley – ¿podrías por favor ir a la tienda de los Diggory y preguntarle Amos a que hora nos reuniremos para ir al partido? Le diría a Ron pero… parece que esta en las nubes.
    - Claro –acepte, de todas maneras quería averiguar algo que me percate cuando nos encontramos con los Diggory.
    Camine hasta la tienda de los Diggory un poco ensimismado en mis pensamientos. Al llegar a la tienda vi con satisfacción que Cedric estaba solo, completamente solo.
    - Cedric –lo salude.
    El me miro muy sorprendido y solo me saludo con la cabeza. Creo que esto se iba a poner muy interesante.
    - ¡Agh! –soltó de repente mi presa en turno.
    - ¿Qué pasa? –me acerque con interés, al parecer Cedric se había cortado con una hoja de papel el dedo.
    Tome su mano entre las mías y acerque el dedo afectado y lleno de sangre a mi boca. Cuando mi lengua roso la piel, su cuerpo se estremeció. Esto iba a ser más fácil de lo que pensé.


    Cedric


    Su lengua roso ni dedo herido y yo sentí como mi corazón latía como loco. Me estremecí y note que mis piernas me fallaban.
    Harry me llevo hasta una silla he hiso que me sentara.
    - ¿Estás bien? –me pregunto.
    - He…si –no hallaba donde ocultar mi rostro. ¿Qué tenia Harry que me ponía de esta manera?
    Sentí como sus manos tomaban mi cara y me obligaban a mirarlo. Harry era hermoso, muy hermoso. ¿Cómo no me di cuenta antes?
    Trate de levantarme he irme, no soportaba su presencia, sentía que me asfixiaba y no quería hacer algo que después me arrepentiría. El me sujeto del brazo y me miro con ojos anhelantes.
    - ¿No te caigo bien verdad? –me pregunto.
    ¡Rayos! Me estaba sintiendo culpable. Harry no se merecía esto. No después de…
    - No, no es eso, es solo que…
    - Es por que soy Harry Potter ¿Verdad?
    - Harry yo…
    El moreno se acerco peligrosamente hacia mi, muy, muy peligrosamente. Y entonces el...me abrazo.
    Ese jeto de ternura me llego hasta el alma.
    Harry se separo de mí y me libero. Trato de irse de la tienda pero esta vez yo lo atrape y lo abrace.
    Sentí como sus brazos rodeaban mi cintura y como su boca se alojaba insinuativamente sobre mi cuello, dando tiernos besos que hicieron que perdiera la gravedad.
    - Harry…
    - Cedric, te deseo…
    Mi mente se quedo en shock, ¿Seria esto posible?
    Harry tomo mi mano y me condujo hasta la cama. Gentilmente hiso que me recostara sobre ella mientras que el se acomodaba provocativamente entre mis muslos.
    - Harry no se si…
    - Shss…déjate llevar. –me interrumpió.
    El bajo su mano hasta mi entrepierna y por encima de la tela comenzó a acariciarme. El era tan dulce, tan…
    Su boca acaricio mi cuello con un suave beso, provocando que dejara de pensar.
    Después, su mano se introdujo entre mi sudadera, tocando mi abdomen que estaba increíblemente sensible.
    Esta era la sensación mas placentera que jamás había experimentado, pero ¿Seria honesto de mi parte aprovecharme de la situación?
    ¿Cómo podría aprovecharme de un ser tan noble? ¿Un ser que realmente no sabia lo que estaba haciendo? ¿Qué posiblemente se quería acostar conmigo para llenar ese vacio que le dejaron?
    ¿Seria mejor hombre que el tipo que engaño a Harry y jugo con sus sentimientos?
    Con un esfuerzo titánico me separe de el. Su cara reflejaba la incertidumbre y el dolor del rechazo. Pero yo no podía, no podía.
    - Harry, no tienes que hacer esto. –le dije no muy convencido de mi mismo.
    - Pero…
    Tome su rostro entre mis manos, tratando de que no viera el deseo que sentía por el.
    - Tú no puedes sustituir una persona por otra, mucho menos en la intimidad. Yo no soy él Harry…
    Los ojos verdes de Harry se llenaron momentáneamente de ira, rencor, he impotencia. Se separo bruscamente de mí y salió apresuradamente de la tienda.



    Harry


    Salí corriendo de la tienda de los Diggory. ¡Él sabia! ¿Pero como? ¿Acaso él le había dicho? No, eso era imposible.
    Regrese a la tienda de los Weasley y afortunadamente el padre de mi amigo no estaba, porque la verdad no tenia la respuesta por la que me mando.
    Me sumergí entre las sabanas de la cama, sin importarme las preguntas de los gemelos ni la mirada preocupada de Ron.
    ¿Por qué Cedric me lo recordó? ¿Por qué si estaba tan concentrado tratando de olvidarlo entre sus carisias?
    Las palabras que escuche hace semanas volvieron a resonar en mi cabeza:
    - “Harry, lo nuestro es solo sexo, solo eso. Sin sentimientos de por medio, solo eso, sexo.”
    ¡Maldito! Te odio, te odio y te… te extraño. Extraño tus caricias, tus besos, tu sonrisa, tu voz.
    No te imaginas, como te extraño. Estoy muriendo…por ti.
    Muriendo de desesperación por no tenerte, muriendo lenta y dolorosa por tu rechazo, por tu soberbia y afán de lastimarme de esta manera.
    Podría jurar que tú también te estremecías entre mis brazos, que suspirabas con mi nombre entre tus labios, que tus ojos se iluminaban al verme y ansiaban encontrarnos a solas para demostrarnos nuestro amor.
    ¿Pero como no me di cuenta antes? Si tú nunca me besaste, nunca me dijiste que me querías…nunca.
    ¡Pero claro, un beso jamás se da sin amor!
    “Te voy a olvidar, te juro que te voy a olvidar.” –pensé.
    Cuando serré mis ojos, vi su sonrisa en mi mete. Una sonrisa que se burlaba despiadadamente de mí.
    Involuntariamente las lágrimas acudieron a mis ojos y trate de contenerme para que los gemelos ni Ron, se dieran cuenta.


    Cedric


    La mirada de Harry me descompuso por completo. A pesar de su enojo y rabia momentánea, pude ver su sufrimiento. ¿Pero que podía hacer? ¿Seria yo la persona adecuada para curar tan frágil corazón?
    Quise ir y perseguirlo, pero sabía que lo único que lograría era recordarle más a aquel hombre que lo destruyo con sus mentiras.
    En mi mente rememore el día en que escuche accidentalmente una conversación de Harry con aquel tipo.
    Yo estaba guardando unos materiales de defensa contra las artes oscuras cuando escuche como Harry le reclamaba.
    - ¿Cómo pudiste? –pregunto con la voz rota del sufrimiento.
    - ¿Cómo pude que? Tú no eres nadie para reclamarme nada, lo nuestro solo es superficial y nada más.
    - ¿Qué?
    - Eso, lo que escuchaste. Harry, lo nuestro es solo sexo, solo eso. Sin sentimientos de por medio, solo eso, sexo.
    - Pero yo te amo.
    - ¿Amor? Que absurdo eres. Pero es mejor que te enteres de una vez, ¡yo no te amo! Si estuve contigo fue solo por que eres bueno en la cama y nada más. Amor…que ridículo.
    Después de eso Harry se la paso llorando en aquella aula por horas. Horas interminables de pura agonía y yo… yo fui un cobarde, un estúpido que solo se la paso viendo su dolor sin hacer nada.
    Perdóname Harry…

    Capitulo 4
    Falso como una serpiente



    Draco


    Desde que fue el mundial de Quidittch, me percate de que Potter estaba muy raro. Antes, el siempre tenia esa estúpida sonrisa melosa y empalagosa que siempre le daba a todos. Realmente me ponía furioso que siempre estuviese así pero ahora el…estaba fingiendo. Cada sonrisa, cada gesto, cada palabra amistosa era una mera mentira.
    ¿Cómo era que sus amigos no se daban cuenta?
    Ese Weasley y esa Grenger revoloteaban alrededor de el como siempre sin prestarle atención. Y él los miraba sin mucho interés y solo hablaba cuando se le preguntaba algo, de lo contrario se quedaba callado con esa nueva expresión de hielo impenetrable.
    Pero lo que yo mas me preguntaba; ¿Cómo es que solo yo me daba cuenta? Es más, ¿Por qué tendría tanto interés en la nueva actitud de ese Potter?
    Tal vez era por que la mayoría de las veces yo actuaba así. Yo era quien ponía esa cara de hielo, yo era quien sonreía falsamente a la gente para ganarme su aprecio y poder utilizarlos.
    Mire al trió un poco mas, mientras todos abordábamos el tren escarlata hacia Hogwarts. Me quede tanto tiempo mirando que Harry se dio cuenta. Estúpidamente yo voltee la mirada y me subí al tren. Pero mi corazón se acelero cuando sus ojos calculadores se posaron en los míos. Esa mirada hacia que me congelara he intimidara. Aunque claro, jamás de los jamases se lo demostraría.
    Después de horas de ocio, llegamos al colegio. Me gustaba estar en la escuela, y más por que en esta institución, de cierta forma podía ser yo mismo. No tenia que poner esa cara estoica como mi padre ni comportarme tan Malfoy. Aquí podía ser yo, solo yo.
    Entramos al gran comedor para recibir el nuevo año escolar, y los nuevos alumnos entraron desfilando como algunos años atrás yo también lo hice. No pude evitar mirar en dirección a cierto moreno.
    Su expresión…
    Harry tenía grabado en sus ojos un odio inmensurable. Era una mirada tan atemorizante que me estremecí. Desvié los ojos para mirar a la persona que el taladraba con su odio. Que raro…el miraba a su capitán de equipo de Gryffindor; Oliver Wood.

    Harry

    Antes, había pedido a gritos regresar a Hogwarts. Antes, contaba los días para salir de la casa de mis tíos solo para regresar a lo que para mi, era el verdadero hogar.
    Pero ahora estar aquí, en la misma estancia que el, me lastimaba.
    Mientras estábamos sentados en el gran comedor para recibir la bienvenida del curso escolar, mire a Oliver. Sentí esa ya conocida opresión en el pecho, ese vacio que hacia que cayera en lo mas hondo. ¿Por qué Oliver? ¿Por qué me hiciste esto?
    De repente, el me miro y yo sentí como mi corazón se aceleraba. Por un momento perdí el aliento y me trabe en sus ojos. Oliver me sonrió desdeñoso y se volteo para abrazar efusivamente a Cormac McLaggen.
    Serré mis puños en un intento de contener mi ira, me estaba haciendo daño en las manos pero no me importo. ¡Maldito!
    Un día no muy lejano, te juro Oliver Wood que me voy a vengar.

    Cedric

    Cuando me senté en la mesa de los Hufflepuff , en lo primero que me fije fue en Harry y en Oliver. Tenia miedo de la reacción de Harry, miedo de que en cualquier momento este se desplomara al ver al capitán de los Gryffindors muy coqueto con otro alumno de su casa. ¡Maldito Oliver!
    Si tan solo Harry estuviese enamorado de mí y no de ese idiota, si tan solo me mirara de la manera en la que lo hace de el. Yo seria el hombre más feliz del universo.
    Que absurda ilusión. A pesar de ese encuentro tan secano que Harry y yo tuvimos, el solo me miraba como uno más. Uno mas con quien olvidar su dolor.
    Harry…si tan solo pudieras amarme.
    Desvié la mirada tratando de alejar los malos sentimientos que embargaban mi corazón, pero en tal arrebato me di cuenta de algo realmente interesante; Draco Malfoy no dejaba de ver a mi moreno.
    Después de la selección de alumnos y la gran cena, la voz de director de la escuela sonó de repente entre la sala, acallando toda la multitud.
    — ¡Bien! —dijo Dumbledore, sonriéndoles a todos—. Ahora que todos estamos bien comidos, debo una vez más rogar su atención mientras les comunico algunas noticias:
    »El señor Filch, el conserje, me ha pedido que les comu¬nique que la lista de objetos prohibidos en el castillo se ha visto incrementada este año con la inclusión de los yoyós gritadores, los discos voladores con colmillos y los bumera¬nes-porrazo. La lista completa comprende ya cuatrocientos treinta y siete artículos, según creo, y puede consultarse en la conserjería del señor Filch.
    La boca de Dumbledore se crispó un poco en las comisu¬ras. Luego prosiguió:
    —Como cada año, quiero recordarles que el bosque que está dentro de los terrenos del castillo es una zona prohibida a los estudiantes. Otro tanto ocurre con el pueblo de Hogs¬meade para todos los alumnos de primero y de segundo.
    »Es también mi doloroso deber informaros de que la Copa de Quidittch no se celebrará este curso.
    — ¿Qué? —dije sin aliento.
    — Esto se debe a un acontecimiento que dará comienzo en octubre y continuará a lo largo de todo el curso, acaparan¬do una gran parte del tiempo y la energía de los profesores... pero estoy seguro de que lo disfrutaréis enormemente. Ten¬go el gran placer de anunciar que este año en Hogwarts...
    Pero en aquel momento escuche un trueno ensor¬decedor, y las puertas del Gran Comedor se abrieron de golpe.
    En la puerta apareció un hombre que se apoyaba en un largo bastón y se cubría con una capa negra de viaje. Note que todas las cabezas en el Gran Comedor se volvieron para observar al extraño, repentinamente iluminado por el resplandor de un rayo que apareció en el techo. Se bajó la capucha, sacu¬dió una larga melena en parte cana y en parte negra, y ca¬minó hacia la mesa de los profesores.
    Un sordo golpe repitió cada uno de sus pasos por el Gran Comedor. Llegó a un extremo de la mesa de los profe¬sores, se volvió a la derecha y fue cojeando pesadamente ha¬cia Dumbledore.
    —Os presento a nuestro nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras —dijo animadamente Dumbledore, ante el silencio de la sala—: el profesor Moody.
    Lo normal era que los nuevos profesores fueran recibi¬dos con saludos y aplausos, pero nadie aplaudió aquella vez, ni entre los profesores ni entre los alumnos, a excepción de Hagrid y el director. El sonido de las palmadas de ambos resonó tan tristemente en medio del silencio que enseguida dejaron de aplaudir. Todos los demás parecían demasiado impresionados por la extraña apariencia de Moody para ha-cer algo más que mirarlo.
    Moody parecía totalmente indiferente a aquella fría acogida. Haciendo caso omiso de la jarra de zumo de calaba¬za que tenía delante, volvió a buscar en su capa de viaje, sacó una petaca y echó un largo trago de su contenido. Al le¬vantar el brazo para beber, la capa se alzó unos centímetros del suelo, y vi, por debajo de la mesa, parte de una pata de palo que terminaba en una garra.
    El director volvió a aclararse la garganta.
    —Como iba diciendo —siguió, sonriendo a la multitud de estudiantes que tenía delante, todos los cuales seguían con la mirada fija en Ojoloco Moody—, tenemos el honor de ser la sede de un emocionante evento que tendrá lugar du¬rante los próximos meses, un evento que no se celebraba desde hacía más de un siglo. Es un gran placer para mí in¬formaros de que este curso tendrá lugar en Hogwarts el Torneo de los tres magos.
    — ¡Se está quedando con nosotros! —dijo Fred en voz alta.
    Repentinamente se quebró la tensión que se había apo¬derado del Gran Comedor desde la entrada de Moody. Casi todo el mundo se rió, incluso yo y el director también, como apre¬ciando la intervención del pelirrojo.
    —No me estoy quedando con nadie, señor Weasley —re¬puso—, aunque, hablando de quedarse con la gente, este ve¬rano me han contado un chiste buenísimo sobre un trol, una bruja y un leprechaun que entran en un bar...
    La profesora McGonagall se aclaró ruidosamente la garganta.
    —Eh... bueno, quizá no sea éste el momento más apro¬piado... No, es verdad —dijo Dumbledore—. ¿Dónde estaba? ¡Ah, sí, el Torneo de los tres magos! Bien, algunos de voso¬tros seguramente no sabéis qué es el Torneo de los tres ma¬gos, así que espero que los que lo saben me perdonen por dar una breve explicación mientras piensan en otra cosa.
    »EI Torneo de los tres magos tuvo su origen hace unos setecientos años, y fue creado como una competición amis¬tosa entre las tres escuelas de magia más importantes de Europa: Hogwarts, Beauxbatons y Durmstrang. Para re¬presentar a cada una de estas escuelas se elegía un cam¬peón, y los tres campeones participaban en tres pruebas mágicas. Las escuelas se turnaban para ser la sede del Tor¬neo, que tenía lugar cada cinco años, y se consideraba un medio excelente de establecer lazos entre jóvenes magos y brujas de diferentes nacionalidades... hasta que el número de muertes creció tanto que decidieron interrumpir la cele¬bración del Torneo.
    Cuando comenzó a dar su explicación sobre el torneo yo me desconecte momentáneamente del mundo, mirando alternativamente a Harry, Oliver y Draco. Tal vez…
    En cuanto el director anuncio que ya podíamos retirarnos a nuestras salas comunes, yo me levante como de rayo para ir detrás de Harry. Solo quería disculparme por lo ocurrido, pero también quería un pretexto para hablarle.
    El estaba justo en la entrada, con sus amigos inseparables.

    - Harry –lo llame.
    El volteo al reconocer mi voz. Estaba sorprendido, pero igual me recibió con una sonrisa.
    - Hola Cedric –Mi nombre en sus labios me encanto.
    - Quería disculparme, no debí, fue una estupidez de mi parte…
    - Cedric, no tienes por que hacerlo. Más bien, debería yo disculparme, por poco y me aprovecho de ti.
    Sentí como mi cara se enrojecía de la vergüenza. Me pareció increíble que el dijera precisamente “eso” y enfrente de de varias personas, que por cierto nos miraban con curiosidad.
    - Cuando quieras. –le conteste de impulso, aunque creo que no tanto.
    Harry soltó una carcajada, su sonrisa esta vez era sincera. Me miro entre divertido y seductor, para después tomar mi mano entre las suyas. La calidez de su toque me estremeció, pero el corazón casi se me sale del pecho al ver como Harry le daba a una de mis manos un suave beso con sus labios.
    No fui consiente de mi entorno hasta que una voz hizo el ademan de toser.
    Mire a mi alrededor y vi que muchos nos observaban. Realmente no me importo, si a Harry le tenia sin cuidado ¿Por qué a mi había de importarme?
    Cuando nos separamos, y sus manos dejaron de tocar las mías, me sentí solo. ¿Acaso me estaba volviendo dependiente de el?
    Espero que no, por que sabía que yo no era el indicado.

    Draco

    Mis ojos casi se salen de sus cuencas al ver como Potter jugaba al seductor con Diggory. Esto si que no me lo esperaba. ¿Acaso ellos tenían “esa clase de relación”?
    Mire nuevamente a Wood y vi como este miraba a Harry con asombro y luego con fastidio. Si mis sospechas eran ciertas; Potter había tenido una relación con Wood pero ahora tonteaba con Diggory.
    Tenia que investigar. Tal vez encontrara algo realmente vergonzoso de “San Potter”.
    Justo cuando pase al lado de el, no pude resistirme al impulso de acercarme y decirle que sabia su secreto.
    - Esto es nuevo Potter, -dije, casi pegando mis labios a su oreja – se te da muy bien fingir. Mientes igual que una serpiente.

     
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  3. rukato_12
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    kana-chan despues de perdermealfin encuetro el nuevo foro
    y el fic sigo leiendolo como 500 veces y sigo mandolo esta chido
    espero que pronto pongas todos los capis en este nuevo foro kisesbye.
     
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    La oscuridad es mi camino...las tinieblas mi trono y tu agonia mi aliento

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    Si, ya estoy en eso. Me voy a dedicar a subirlos lo mas rapido que pueda para poner la continuacion. No te preocupes rukato_12

     
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    Capitulo 5
    Primer beso



    *George*

    Cuando Dumbledore termino su discurso, Fred y yo nos apresuramos a la salida del gran comedor. Me pare en seco cundo Fred se detuvo y aclaro su garganta.
    Vi con incredulidad que Cedric y Harry se habían quedado en una extraña conexión visual muy sugerente que la mayoría de los alumnos notaban perfectamente.
    Cedric fue el primero en tomarnos en cuenta.
    - Fred, George –nos saludo sin fallar.
    Internamente me llene de fastidio. Aquel muchacho ni una sola vez nos había confundido, ni una. De alguna manera sentía como si invadiera la intimidad que tenia entre mi hermano y yo. ¡Que fastidioso! –pensé.
    Mire hacia mi hermano pensando en su reacción y vi con sorpresa que el tenia una sonrisa de oreja a oreja.
    Esto era lo más frustrante. Si a mí me desagradaba ese tipo a Fred parecía fascinarle. Mi pecho se oprimió ante esta revelación. ¿Pero como culpar a mí hermano? El tenia el derecho de hacer y deshacer su vida a su antojo con quien quisiera, aunque esto significara que ya no estaría con migo como antes.
    Trate de desviar la mirada, de tan solo ver esa escena se me revolvía el estomago.
    Cuando dirigí toda mi atención a Ron y sus amigos, prácticamente me da un infarto. Draco Malfoy estaba diciéndole a Harry algo en el oído. Algo que afecto en sumo al muchacho ya que se puso rígido como una tabla. Sus ojos verdes no dejaron de ver en ningún momento a los plateados mientras el rubio se alejaba por el pasillo.
    - ¡Harry! -lo llamo Ron.
    Harry le devolvió la mirada, y de un rostro transfigurado por la ira se volvió una sonrisa esplendorosa. ¿Qué rayos pasaba aquí?

    Ron

    Había pasado una semana desde que habíamos llegado a Hogwarts, y yo estaba totalmente desesperado. No había recibido ni una sola carta de Sirius, no sabia donde estaba o si se encontraba bien. Estaba viviendo esa incertidumbre de no saber si yo solo había sido un desquite para el.
    Las cosas en el colegio estaban poniéndose interesantes. El director y otros profesores no se median en los preparativos para recibir a los alumnos extranjeros, que pronto, llegarían para participar en el torneo.
    - ¡Ron! –me llamo una voz, pero no conteste. Me pareció muy lejana en ese momento.
    - ¡Ronald Weasley! – la profesora McGonagall me saco de mis pensamientos.
    Di un salto tremendo, provocando las risas de todos los alumnos del salón. Sentí mi cara arder y no dude que estuviese rojo como un tomate.
    - Señor Weasley, -continuo la profesora –veo que no le interesa mi clase.
    - Lo siento profesora, no volverá a pasar.
    - Eso espero.
    ¡Rayos! Mis conflictos amorosos comenzaban a hacer mella en mi vida.
    Al terminar la clase nos fuimos por los pasillos del segundo piso. Harry y Hermione hablaban sobre el torneo y los posibles candidatos.
    Era realmente una lastima que solo los mayores de edad pudieran participar. A mi me hubiera encantado ser el campeón de Hogwarts. Por primera vez las midas estarían puestas en mi y no en Harry. No era que lo culpara, claro. Pero había veces que quisiera sobresalir en algo.
    Siendo el sexto hijo de mis padres no me ayudaba.
    Me pare en el pasillo cuando vi como Seamus se estaba dando un beso increíblemente candente con una chica de Hufflepuff. Mi sonrisa se ensancho enorme, que envidia. Seamus si que podía estar con su pareja. Casi después de que Harry y Hermi me alcanzaran en el pasillo, Draco Malfoy le lanzo un hechizo a Seamus. Provocando que este se separara de su pareja.
    - ¡Lardo de aquí serpiente! –se le enfrento Seamus.
    - El que debería largarse de aquí eres tú. ¿No ves el espectáculo que das? Haces que me revuelva el estomago. – le respondió Draco.
    - ¡Que! ¿Celoso Malfoy? –pregunto de repente Harry, que se adelanto a la escena.
    - ¿Celos? No me hagas reír. ¿Cómo tendría celos de alguien como el, más si besa a una insignificante?
    Los ojos de la novia de Seamus se pusieron cristalinos de la frustración.
    - Mas bien celos de que nadie quiera besar a una sapiente asquerosa como tu. –le escupió Harry.
    - ¡Ho Potter! Prácticamente tengo una fila suplicándome por eso. Y créeme, una vez que me prueban no pueden dejarme. A diferencia de otros… que yo conozco.
    Vi con extrañeza como Harry se tensaba ante el comentario. ¿Qué sabia Malfoy de Harry?

    Harry

    La noche llego inevitablemente aquel día. Las palabras de Malfoy se me habían quedado clavadas en el pecho. El sabía. ¿Pero como? Desde el primer día que llegamos a Hogwarts el descubrió que mi actitud pacifica era una mentira.
    Eso en un principio me lleno de cólera, sentía como si esa serpiente pudiera ver a través de mi y descifrar mis misterios. Pero luego pensé más detenidamente el asunto. Solo un mentiroso puede descifrar a otro mentiroso. Además, eso quería decir que Draco se figaba mas en mi de lo algún día admitiría.
    - Cuando besas a alguien es como estar en las nubes, -dijo Seamus sacándome de mis pensamientos. –sientes como se derrite todo tu cuerpo hasta que ya no piensas nada.
    - ¿Enserio eso se siente? –Pregunto Neville.
    - Si, bueno, si estas enamorado.
    “Enamorado”.
    Que tragedia la mía, estar enamorado para mi era sentir el cielo y el infierno a la vez. Ahora mas el infierno.
    Era una fortuna que no tuviera que ver a Oliver por el famoso torneo.
    - Me gustaría tener una novia y darle mi primer beso. –dijo entonces Dean.
    - Yo también quiero dar mi primer beso, –la voz de Neville parecía triste. –pero dudo mucho que una chica se fije en mi. Oye Harry, ¿Tú ya diste tu primer beso?
    La respuesta se me quedo incrustada en la garganta.
    - No, yo aún no he dado mi primer beso.
    Que tonto se escucho eso, pensé. A pesar de haber tenido varias parejas sexuales a ninguna de ellas bese. Siempre pensé que cuando besara, seria a la persona que amara. No por una calentura de ocasión.
    Tal vez eso mismo pensó Oliver. Y eso me lastimaba mas, porque de ser verdad, el nunca me amo.
    “¡Ho Potter! Prácticamente tengo una fila suplicándome por eso. Y créeme, una vez que me prueban no pueden dejarme.”
    Las palabras de Malfoy llegaron a mi mente, ¿Seria verdad que nadie olvida su beso?
    Recordé sus labios; pequeños pero bien delineados, de un color rosado pálido. Puede que aceptara el jugo de probar.
    Al día siguiente Hermione, Ron y yo fuimos a la biblioteca para terminar los deberes de Snape. Pero como de costumbre, Ron le estaba suplicando Hermi que le ayudara a corregirlo, y como de costumbre ella lo regañaba por que el pelirrojo no quería esforzarse. Me desligue totalmente de la situación y mejor fui por un libro a los estantes de hasta el rincón.
    Justo cuando di la vuelta para introducirme en el corredor, vi a Draco Malfoy besándose con una chica muy apasionadamente. Al notar mi presencia la chica salió del lugar con las mejillas encendidas.
    - Tu si que sabes ser inoportuno Potter –me espetó Draco.
    - Y yo pensé que no eras tan fácil, pero me equivoque. Andas regalando besos a cualquiera.
    - Por favor, un beso no significa nada. –Draco se paro de su asiento y se encamino para irse.
    - ¿A no? –Harry lo agarro por la muñeca –Si no significan nada para ti, quiero comprobar que de verdad una ves que prueban tus labios nadie los olvida.
    Antes de que Draco pudiera reaccionar, lo tome de la nuca y me lance a sus labios apasionadamente. El rubio opuso resistencia pero yo era más listo y más fuerte. Lo tome de la cintura y lo apegue a mí. Poco a poco el rubio dejo de protestar y se dejo llevar por el beso. Cuando nos separamos, Draco quedo hipnotizado con mis ojos verdes y yo con sus grises.
    Las risitas de unas alunas hicieron que ambos reaccionáramos.
    - ¡Eres un idiota! –grito enfurecido Draco, mientras me arrojaba un libro.
    Note el sonrojo en las mejillas del rubio y sentí como mariposas en el estomago.
    Draco salió de la biblioteca como alma que lleva el diablo. Y yo me quede en mi sitio, pensando en lo había hecho.
    Besar había sido una sensación realmente placentera y mas por que Draco se había entregado a el beso. No me había sentido como flotar, como dijo Seamus pero mientras nos besábamos todo a mí alrededor se volvió silencio. Era como si no existiera nada más que nosotros.
    Sin pensarlo solté una tremenda carcajada; ¡Había dado mi primer beso! Y nada más y nada menos que con Draco Malfoy, el que supuestamente era mi peor enemigo. No había duda que era cierto que entre el amor y el odio solo hay un paso.
    Aunque en este caso era entre el odio y el deseo.

    Draco

    Salí de la biblioteca lo más rápido que pude. Mi corazón latía tan rápido que pensé que explotaría.
    Ese tonto, tonto Potter ¿Cómo se había atrevido a besarme? ¿Quién se creía?
    Y lo peor de todo era que me deje. Deje que me besara y también participen en el acto. Es que, tenía que reconocer que Potter besaba de una manera que debería ser ilegal. ¡Rayos!
    Me dirigí a mi cuarto prácticamente corriendo. No salude a nadie ni conteste preguntas curiosas de mis amigos, nada. No quería que se dieran cuenta de lo alterado que estaba.
    Cuando llegue al cuarto, me abálense sobre mi cama. Tome la almohada y le di de golpes. Tenia que soltar mi frustración de alguna manera.
    Mas calmado, me recosté para analizar lo que había pasado; ¡Potter me beso! Ho, Dios ¡Potter me había besado!
    Sentí como mi rostro ardía de la vergüenza.
    Una vez, hace mucho tiempo tuve la curiosidad de saber como se sentía besar a un hombre y si llegase a pasar, me había imaginado que seria con Potter. Pero nunca pensé que esto realmente pasaría. Al igual que nunca creí que seria increíble.
    Hasta ahora los besos que había tenido carecían de emociones. Eran simples caprichos míos de pacer. No sentía realmente nada cuando engatusaba a una chica linda y nos besábamos.
    Lleve mi mano hasta mi boca. Era increíble que aun tuviera esa sensación, como si aún los dos siguiéramos besándonos. Y el sabor; vainilla.
    No sabia que algunos besos tuvieran sabor, ¿Los míos, a que sabrían?
    Al siguiente día, nos tocaba clase doble de pociones con Gryffindor. Yo trate, juro que trate de tratar a Potter como antes, pero cada vez que el me miraba era como si con esos ojos me dijeras “Te bese”. Provocando que mi cara se enrojeciera.



     
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    Capitulo 6
    Sin reacción



    Harry

    Cuando me desperté en la mañana, note increíblemente que Ron ya estaba levantado. Se estaba peinando y su mirada parecía perdida.
    Mi mejor amigo estaba triste, lo sabía. Pero no me contaba nada. Se me hacia extraño que nos ocultáramos cosas, pero tampoco era que le fuera a contar sobre mi descarriada vida ¿Verdad?
    Tome mi toalla y fui a la ducha. El agua tibia me callo como un reconfortante consuelo. Las lagrimas de la noche desaparecieron de mi rostro y un el calor del vapor y el agua despabilaron mi mente.
    Otro día mas…
    Era extraño, a pesar de saber que el tiempo continuaba horriblemente en el exterior, y en mí se había paralizado desde aquella espantosa noche, hoy algo era diferente. Mi reloj interno se movía, como diciéndome…avanza.
    Salí de la ducha con un ánimo, como hacia mucho, no tenia. Me vestí rápidamente y Ron y yo nos dispusimos a salir para desayunar. Unos fuertes golpes en la ventana nos detuvieron.
    Ron se lanzo como de rayo para recibir a una extraña ave negra. Le saco la carta que traía en la pata y la analizo.
    Al principio puso una cara muy extraña, y después una de ¿Decepción?
    - Toma, -dijo al fin –es para ti.
    - ¿Para mí? –me extrañe.
    Abrí la carta y en serio que me sorprendí:
    “Harry, he recibido tu carta. Estoy preocupado, no debería dolerte la cicatriz y ese sueño que tuviste me pone inquieto. Debemos hablar.
    Nos vemos en la caverna que esta cerca de la casa de los gritos. Hoy en la noche.”
    Att: Sirius Black
    Que bien, -pensé –algo bueno por fin estaba pasando.
    - ¡Ron, es Sirius! Quedamos de vernos hoy en la noche. Hay que decirle a Hermione para organizarnos.
    - No lo se Harry, la carta era para ti.
    - Vamos Ron, todo lo que me pudiera decir Sirius ustedes también pueden escucharlo.
    - Supongo…Harry, ¿Cuándo le enviaste la carta?
    - Hace como dos días ¿Por qué?
    - No por nada en especial.
    Salimos de la torre y nos dirigimos al gran comedor. Hermione ya nos estaba esperando con el desayuno puesto.
    Después de explicarle a mi amiga sobre la carta de Sirius y ponernos de acuerdo para escabullirnos en la noche, nos dirigimos a la case de pociones. Mi propio infierno personal.
    Para el colmo cuando llegamos las serpientes ya estaban ahí.
    Que fastidio, la verdad no tenia nada de ganas de aguantar a Malfoy y sus estupideces.
    Entonces me prepare para su “calurosa bienvenida”.
    Espere…
    ¿Qué rayos pasaba aquí? Malfoy no me esta insultando. ¿No se habría dado cuenta de mi presencia?
    Mire a su dirección y note que me miraba pero… ¿Estaba rojo? Esto comenzaba a estar fuera de mi entendimiento.
    ¿Qué extraño acontecimiento le habría ocurrido para que actuara de esa forma?
    - … ¡El beso! –solté sin pensar.
    - ¿El beso? –pregunto Ron.
    - Nada, nada es que me acorde de algo.
    Fije mis ojos nuevamente en aquel rubio. El evitaba mirarme.
    Por favor, ¿Acaso esto me estaba pasando realmente a mi? ¿Cómo era posible que un simple beso pudiera cambiar a Malfoy de esa manera? Un odio tan grande como el de él y el mío no puede terminar solo por un estúpido beso. Si fuera tan fácil arreglar así las cosas tal vez habría aplicado esta técnica con Voldemort…bueno tal vez no.
    Esto realmente me puso de mal humor. Nunca pensé que se lo tomaría tan apecho. Ya ni yo, y eso que fue mi primer beso.
    Su comportamiento de repente me recordó a mí en el curso pasado, cuando Oliver me estaba conquistando. Se me revolvió el estomago de tan solo recordar.
    Pero esto era distinto, Malfoy no se podría enamorar de mi ¿Verdad? Eso era absurdo.
    Un beso no pude cambiar el mundo así de fácil.


    Katty Bell

    Las primeras horas de clase había terminado y Fred, George, Lee y yo fuimos a la biblioteca a terminar una redacción de trasformaciones.
    Al entrar, nos encontramos con el guapísimo de Cedric. Como me gustaba ese hombre. Pero al parecer alguien ya le había robado el corazón, porque últimamente rechazaba todas las invitaciones de las chicas. ¿Quién seria la afortunada, o afortunado?
    Note entonces que el ambiente se ponía tenso. Mire a George con extrañeza, ya que el parecía realmente enfadado. Pero no pude preguntarle nada por que enseguida se fue a platicar con un chico de otro curso.
    - ¿Qué rayos le pasa a tu hermano? –le pregunto Lee a Fred.
    - No lo se, -respondió Fred - últimamente anda así todo el tiempo y mas cuando Cedric esta cerca. Creo que le cae mal.
    - Fred, no te lo tomes a mas pero tu hermano parece como si estuviese celoso. –dijo Lee.
    - ¿Celoso? Por favor, ¿De que? –Fred parecía confundido.
    - Mira, tal vez sean alucinaciones mías pero cada vez que Cedric se te acerca tu hermano se pone a si. A veces siento que el cariño de tu hermano es muy posesivo. Como si no te quisiera compartir.
    Mire a Lee con el seño fruncido, sus palabras estaba siendo demasiado atrevidas. Sentí como si le estuviera insinuando algo. Pero lo hacia de tal forma que parecía que soltara veneno por la boca.
    - Claro que no –dijo Fred –Cada quien tiene su vida Lee, además no siempre vamos a estar pegados.
    - No lo se, pero a veces siento que George no te mira exactamente como un hermano.
    - ¡Lee! –no pude aguantarme.
    - ¿Qué? Es la verdad, George parece como si estuviera enamorado de ti. ¿Te imaginas? Eso seria repulsivo.
    - Si…tienes razón, eso seria repulsivo. –la mirada de Fred cambio drásticamente.
    Esto si que me esta haciendo enfadar, la manera en como se lo dijo Lee había sido horrible. Era cierto que George parecía como una novia celosa he incluso yo había notado la manera en como miraba a Fred pero eso no quería decir la gran cosa.
    En todo el resto de la elaboración del trabajo Fred a penas si le hablo a su hermano. Pobre George, se veía muy triste y confundido.

    Draco

    ¡Maldito Potter! ¿Acaso no tenia otra cosa mejor que hacer que mirarme?
    Cada momento en la case de pociones sentí su mirada pegada en mi espalda. Y para el colmo de todo no me sentía capas de devolverle la mira, esta demasiado nervioso.
    ¿Por qué rayos tenias que haberme besado? ¿Y por que ese beso había hecho que cambiara tanto dentro de mí?
    Cuando la clase por fin termino, yo tome mis cosas y trate de salir como pude del salón de clases, pero en mi arrebato apresurado tropecé con Potter y ambos nos fuimos al suelo.
    Escuche silencio…ya sabia lo que todos estarían pensando. Que en cualquier momento Potter y yo no lanzaríamos en una lucha acalorada, como antes.
    Trate de levantarme; yo había quedado enzima de el.
    Mis ojos se conectaron con los suyos. Me sentí atrapado por ellos, como una fuerza magnética que me impulsaba a estar mas cerca. Vi sus labios entre abiertos, pidiéndome que exigiera el beso que me robo.
    El acerco su rostro poco a poco al mío y yo sentí como mi puso se aceleraba.
    - Que Draco, -dijo muy tenuemente, un susurro que yo solo escuchaba –no me digas que quieres otro beso. Sabes, yo realmente creí que tus besos eran inolvidables, pero la verdad es que eres tan insignificante, que tu beso no significo nada para mí. Eres patético…
    Sentí como mi pecho se oprimía. Me había quedado congelado. Tanto que mis amigos fueron los que me ayudaron a levantarme. ¿Qué era este extraño sentimiento? Era como si un dementor estuviese en la habitación. Frio, sentía frio…
    - Para la próxima vez –sentencio Potter –fíjate donde caminas, por que si te llegases a caer en un hoyo dudo mucho que alguien se acuerde de ti para notar que faltas.
    “Insignificante, Insignificante, Insignificante. Draco, eres una vergüenza para esta familia. Eres muy insignificante.”
    Las palabras de Potter hicieron que recordar algo que pensé que había enterrando en mi corazón.

    Harry

    Al terminar de decir aquella frase, note como Draco se tensaba. Por un momento pensé que con eso seria suficiente para que todo volviera a la normalidad. Que Draco volvería a gritarme, hechizarme, que se yo.
    Pero su rostro se había convertido en una mascara de dolor; dolor puro he hiriente que se alojaba en el corazón para estrangularlo.
    Por primera vez esto me hiso sentirme mal. Lo había herido. De alguna manera mis palabras se habían colado en su mente para hacer estragos.
    ¿Esto era acaso lo que siembre había querido ocultar con su actitud altanera y prepotente?
    - Draco, ¿Se encuentra bien? –el Profesor Snape llego en un santiamén al ver al rubio en una especie de Shock. -¡Que rayos le hiso! –me grito.
    - El no le ha hecho nada –dijo Ron en mi defensa.
    - A usted nadie le pregunto, veinte puntos menos. Ahora lárguense.
    En el resto de la mañana me quede pensando en lo ocurrido. Nunca pensé que Malfoy tuviera esa sensibilidad ante el rechazo.
    Pero acaso no era mejor así. ¿Qué pasaría si la historia se repitiera?
    Si Draco se enamorara de mi, seria como si otra vez un Harry ingenuo se enamorara de el desgraciado de Wood, con la diferencia de que ahora el desgraciado seria yo. ¿Y yo seria capas de no tentarme el corazón para lastimarlo?

    Ron

    La noche había caído como una trampa mortal. Llego más aprisa de lo que espera.
    Sentía los nervios a flor de piel. Tenía miedo. Miedo de ver a Sirius a los ojos y comprobar que yo jamás signifique nada para el. Nada.
    Harry, Hermione y yo nos escabullimos de la escuela con la capa invisible. Cuando llegamos al sauce boxeador, Hermione hiso levitar una varita para tocar el nudo que paralizaba el árbol.
    Nos introducimos en el estrecho pasillo hasta llegar a la casa de los gritos.
    Mis pies parecían cada vez mas pesados. Plomo, eso era. Había plomo en mis pies que me evitaban seguir caminando.
    Cuando llegamos a la cueva, me rezague un poco. Tenia tantas ganas de verlo, y a la vez tanto miedo y furia.
    - ¡Harry! –escuche su voz. Mi corazón se puso como loco, pero poco me duro el gusto cuando el me vi.
    - Chicos, -nos saludo a Hermione y a mi, aunque fue a mi amiga a la única vio. –Harry, platícame exactamente lo que ha pasado.
    Después de eso mi mente se desconecto.
    Que ingenuo había sido al pensar que Sirius sentía algo por mí. Y que estúpido por haberme comportado como una niñita enamorada.
    Apreté mis puños tratando de contener las lágrimas. Hice un esfuerzo titánico para permanecer en esa cueva, junto al ser que mas amaba y odiaba en este momento. Pasaron horas y horas de interminable agonía. Y cuando pensé que ya no podía mas, Harry se despidió de su padrino.
    Hermione fue la primera en salir de la cueva, seguida de Harry. Yo, por más idiota, como me había rezagado de la entrada, tuve que caminar más.
    Justo iba saliendo, Sirius me tomo por el brazo.
    -Te espero en dos horas en la caza de los gritos.












     
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  7. Acheron_kattalakis
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    Hola kaname-chan esta es la primera vez que comento pero quiero decirte que
    ya habia estado leeyendo tus fic desde el año pasado.
    Quiero decirte que me gustan mucho y sobretodo este que
    entra dentro del mundo de los cazadores oscuros. Yo he leido todos estos libros
    y quiero decirte que me ha facinado como mesclas esta historia con los
    originales y le encontraste porfin una pareja a Savitar.
    Si en dado caso, los comentarios sobre el supuesto plajio siguen, a mi me gustaria que
    mandaras todas las actualizaciones de tus fics.
     
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    La oscuridad es mi camino...las tinieblas mi trono y tu agonia mi aliento

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    Capitulo 7
    El dolor de enamorarse



    Ron

    Subí las escaleras con paso tortuoso. Esto era extraño, a pesar de que estaba a punto de ver a mi amado me sentía furioso, muy furioso. Y también triste, lo mas seguro era que Sirius me diría que lo nuestro había sido un error y que el acostarse conmigo fue un acto de debilidad. Eso me ponía realmente frustrado, por que ni siquiera me daba la cara.
    Abrí el cuarto donde hace poco menos de un año Sirius me había traído a rastras convertido en un animago para capturar al verdadero delator de la ubicación de los padres de Harry.
    - Ron…-escuche la voz aterciopelada de Sirius.
    - Sirius…
    Antes siquiera de reaccionar, el animago me tono por la cintura y me pego hacia el.
    - Te extrañe – me dijo. En vez de sentirme animado o feliz, me llene de furia.
    - ¿Me extrañaste? –le grite –mentiroso, si de verdad me hubieras extrañado por lo menos habrías contestado alguna de mis cartas y ni siquiera me miraste hace rato. Prácticamente me ignoraste.
    - Ron…
    - No Sirius, quiero saber. ¿Qué soy yo para ti?
    - Ron, perdóname. Intente escribirte pero cada vez que tomaba un papel mi mente se ponía en blanco. Y si no te mire hace rato no fue con la intención de ignorarte. Es que si te veía no sabia si seria capas de detenerme y besarte.
    Sus palabras me llenaron de una felicidad que jamás había experimentado antes.
    Mis manos tomaron su rostro, no podía esperar más. Quería sentir más de él, más…
    Lo bese como jamás antes lo había echo. Era un beso desesperado, impaciente pero lleno de todo el amor que sentía por el.
    El recorrió mi espalda con sus fuertes manos hasta llegar a mis caderas y asirlas a el. Me recargo en la pared de la habitación y se puso de rodillas.
    - Sirius…
    - Tranquilo, esto es por todo lo que te hice pasar.
    Sirius me bajo los pantalones y los aventó a un rincón. Después paso sus pulgares por mi virilidad aún con el bóxer puesto. Eso casi hace que gimiera del placer.
    Lenta y descaradamente, Sirius bajo los boxes con sus dientes. Después recorrió con su boca mi perna hasta mi hinchado miembro que proclamaba atención. Su boca comenzó a lamer desde la base hasta la punta.
    Aferre mis manos en su suave cabellera, pidiéndole que hiciera más. Entonces lo metió en su boca por completo.
    - ¡Ah! – este éxtasis me llego de improviso. No sabía cuanto mas aguantaría.
    Sirius coló una de sus manos entre mis piernas hasta llegar a mi entrada he introducir uno de sus dedos en mi interior.
    - Más…por favor, hazlo ya. –pedí.
    Sus ojos cambiaron a una expresión lujuriosa y llena de deseo. Se paro y se bajo los pantalones. Su miembro ya estaba erguido y listo.
    Me tomo de las caderas y me levanto, apresándome entre el y la pared. Mis piernas se enroscaron inconscientemente a su cintura mientras el pasaba su mano por mi trasero para posicionar su punta en mi entrada.
    De una sola estocada el entro en mi. Que exquisito placer estaba sintiendo. No fue como la primera vez que había dolido, ahora solo era placer.
    Las envestidas dieron comienzo con una suave danza apasionada. Por que no solo entraba y salía de mí como un poseso si no que también al mismo tiempo movía sus caderas en círculos, haciendo que con cada embestida sintiera más. Mi boca se lleno con su nombre. Esto era la gloria.
    Justos llegamos al orgasmo.
    El espero a que mi cuerpo se repusiera de las convulsiones y después me deposito sobre la cama, que por cierto estaba limpia. Me recosté sobre ella con las piernas totalmente abiertas para el. Sirius termino de desvestirse y de desvestirme a mí. Se inclino para volver a comenzar con su juego de seducción.
    De tan solo mirarlo, me puse nuevamente duro y ansioso. Inconscientemente mi mano se dirigió hasta mi entrada y yo mismo me penetre.
    - No puedo esperar mas…mételo y hazlo duro.
    Sirius no se hiso tanto del rogar, se sentó en la cama y me levanto para sentarme directamente en su miembro. Enrosque mis pernas en el y comencé a subir y bajar, proporcionándonos a ambos nuevas oleadas de pacer. Después me coloco en la cama poniéndome en cuatro y embistiéndome duro y salvaje como quería.
    - Más rápido –pedí.
    - Si lo hago voy a partirte. –se rio.
    - Párteme entonces…
    Nunca creí que yo algún día diría eso.
    Sirius empezó a moverse mas rápido y yo contraje mis músculos de mi entrada para sentir mas. Ambos gemimos de puro pacer y llegamos al éxtasis por segunda vez. Sus últimas estocadas fueron lentas pero profundas, muy profundas.
    Cuando salió de mi, lo hiso rápidamente provocándome en aquella parte sensible.
    Mi apetito por el estaba en aumento. ¿Qué tenia ese hombre que hacia desearlo cada vez mas?
    Me pare y empuje a Sirius a la cama. Su rostro parecía sorprendido pero igual de deseoso que yo. Tome su miembro en mi boca para poderlo saborear. El comenzó a retorcerse en la cama, gimiendo. No pude soportarlo mas y me monte en el, empalándome profundamente. Levante mis caderas hasta casi salirme de el, para que en el ultimo momento sentarme otra vez.

    Sirius


    Realmente esta sorprendió por el apetito sexual que Ron estaba demostrando. Pero la verdad no era que me quejara. Nunca había tenido sexo de esta manera. Tan salvaje y desenfrenado. Ansioso, lujurioso y posesivo.
    Ron me había empujado sobre la cama y se sentaba sobre mi miembro con rápidas envestidas de su parte.
    ¡Por Dios! Estaba en el cielo.

    - Sirius… -me llamo entre gemidos -te amo.
    Me petrifique ante su declaración y el lo noto porque se salió de mi y gateo hasta mi rostro.
    - Sirius, ¿Me amas?
    - Ron, yo…
    - ¿Me amas?
    Desvié la mirada, no podía resistir sus ojos suplicantes.
    Esto estaba mal, ¿Cómo pude haberme involucrado con un niño?
    Estaba realmente horrorizado de pensar en que alguien se pudiera enterar. Pero es que no podía evitarlo, cada vez que lo miraba sentía el deseo de monopolizarlo.
    - No me amas ¿verdad? – sus ojos se llenaron de lagrimas.
    - Yo…
    - ¡Lo sabia! Yo solo soy una aventura para ti.
    - No Ron espera…
    - ¿No? Entonces quiero que les digamos a mis padres. Quiero hacer esto oficial.
    - ¡No! Ron, entiende. Esto no estaba realmente en mis planes no se como paso, esto fue un error…
    En cuanto dije eso supe que eso si había sido un error. Ron se levanto de la cama y tomo sus cosas.
    - Ron, eso no es lo que realmente quise decir…
    - No, en realidad fue lo más sincero que me has dicho. Pero no te preocupes, nadie se va a enterar. Asta aquí llego tu error.
    El pelirrojo termino de vestirse y salió del cuarto de un portazo. No me di cuenta de lo que había hecho asta que note como de mis ojos salían lagrimas. Mi corazón estaba llorando al ver que mi mente lo había traicionado separándolo de la persona que quería.

    Fred


    No podía sacar de mi mente las palabras de Lee. Era cierto que había notado que George últimamente estaba más apegado a mí, he incluso un poco más posesivo. Pero jamás lo hubiese atribuido a que el sintiera por mi algo mas que el amor a un hermano.
    Ya no podía tratarle de la misma forma que antes. Me sentía extraño.
    Tenia que comprobarlo, pero ¿Cómo?
    George esta ya recostado en su cama y ojeaba el libro de encantamientos.
    - Hace frio ¿No? –le pregunte.
    - He si, un poco. –George estaba sorprendido, ya tenia un rato que no le hablaba tan informal.
    - ¿Recuerdas que cuando éramos pequeños nos metíamos juntos en la cama para calentarnos?
    - Si, ya ha pasado mucho de eso.
    ¿Acaso se estaba poniendo rojo? Antes de poderle decir otra cosa Lee entro en el cuarto y se sentó en mi cama.
    - Fred, adivina que. Cedric esta afuera, al parecer quiere verte.
    - ¿En serio?
    Salí despavoridamente del cuarto hasta la entrada. En la sala común aun había algunos alumnos pero no los tome en cuenta.
    Cuando llegue al pasillo Cedric estaba ahí. Mi corazón estaba acelerado.
    - Cedric, ¿que pasa?
    El muchacho de ojos grises me tendió un cuaderno.
    - Lo olvidaste en la biblioteca.
    - Ha, gracias…
    - En realidad es mío –dijo una voz detrás de mí.
    George salió del retrato de la dama gorda y le arrebato el cuaderno a Cedric.
    - Gracias por traer mi cuaderno, ya puedes irte. –le espeto George.
    - ¡George! –me estaba poniendo realmente furioso.
    - No importa –dijo Cedric –Tengo que irme ya.
    Cedric se fue entonces. Yo me llene de una ira irracional y tome a George de la muñeca para arrastrarlo hasta el cuarto.
    - Lee, déjanos solos –Le ordene al moreno.
    Una vez que se fue me encare a mi hermano.
    - ¿Qué rayos te pasa? –le pregunte.
    - No se de lo que hablas, yo solo fui por mi cuaderno.
    - Ya estoy arto de esta situación, te lo advierto, aleja tus estúpidos celos de mí.
    - ¿Celos? Yo no estoy celoso.
    - ¡Ho, por favor! ¿Crees que no se que estas enamorado de mi?
    - ¿Qué?
    - Lo se, ¿En que rayos estabas pensando? Somos hermanos. No puedes amarme, eso es repugnante…

    George

    Las palabras de Fred me paralizaron. El había dicho que mis sentimientos eran repugnantes. Y era cierto, no era normal que una persona se enamorara de su hermano.
    - Así que aléjate de mí. Y ni siquiera te atrevas a interferir entre Cedric y yo.
    - Fred, no es exactamente lo que piensas, yo…
    Trate de acercarme a el pero Fred se aparto.
    - No me toques.
    Antes de que pudiera decir cualquier cosa, Fred se fue del cuarto.
    Lleve mis manos a mi rostro tratando de ocultar la agonía que estaba sintiendo.
    ¿Qué tipo de persona era? ¿Cómo era posible que habiendo tantas personas en el mundo, tenia que enamórame precisamente de mi hermano? Eso estaba mal, enfermo.
    ¿Pero como evitarlo?
    Yo sabia que estaba mal desde un principio y era por ello que estaba intentando apartar mi vida poco a poco de el. Incluso tolere a Cedric con tal de que Fred estuviese contento. Jamás me interpondría entre ellos, jamás.
    Pero ahora, Fred me odiaba. Ni siquiera resistía que lo tocara. ¿Qué pasaría de ahora en adelante?

    Harry

    No se por que pero después de ir a ver a Sirius, sentí un extraña nostalgia. Regresar al castillo y a escondidas, me recordaba la época en la que precisamente a esta hora me iba a encontrar con Oliver.
    Recorrí los pasillos del castillo hasta llegar al aula donde siempre nos encontrábamos.
    - Estas aquí –la vos de Oliver me paralizo. ¿Qué rayos estaba haciendo aquí?
    Trate de pasarlo de lado he irme a mi cuarto pero el me tomo de la muñeca y me empujo hasta el aula.
    - Sabia que regresarías –dijo –no puedes olvidarme.
    - El mundo no gira tú alrededor Wood.
    - El tuyo si Harry.
    Oliver me miro arrogantemente y se fue acercando a mí. Cada paso que daba el a mi yo retrocedía.
    - ¿Qué quieres Wood?
    - No es obvio. Quiero que me des lo único que sabes.
    El maldito me tomo de las muñecas y me tumbo en el suelo. Trate desesperadamente de empujarlo, incluso saque mi varita pero el fue mas hábil y con un hechizo hiso que mis manos se inmovilizaran arriba de mi cabeza.
    - Hoy serás mío Harry Potter.
    Sus manos comenzaron a recorrer mi pecho. Esto era repugnante. A pesar de que muchas beses desee que el me volviera a tocar, jamás quise de esta forma. El estaba a punto de violarme.
    - No podrás escapar de mi… mírate, tan suave y frágil. Jamás podrás olvidarme, eres mío, solo mío. Yo fui el primero y siempre lo seré.
    - Que estúpido eres, no ya no eres el único.
    Mis palabras acusaran efecto en el, podía ver su rabia a través de sus ojos. Realmente disfrute el momento.
    - No te creo, -me dijo -tú jamás estarías con alguien sin amor.
    - ¿Y por que crees que no lo amo?
    - Por que tú me amas a mí.
    Oliver arranco mi camisa del pecho, provocándome dolor por la agresión. Su boca empezó a morder mi delicada piel y sus manos bajaron hasta mi entrepierna.
    ¡Esto era una pesadilla!
    - ¡No, por favor! –suplique.
    - Te voy a follar como jamás te lo haran. Y créeme, no podrás olvidarme.
    - ¡No!
    Sentí como su mano se colaba entre mis pantalones y se dirigía hasta mi entrada, penetrándome sin piedad y sacándome el aire.
    - ¡No, Oliver…por favor!
    - ¡Cállate!
    - ¡Desmallus! –una voz retumbo desde la entrada del aula.
    Solo sentí como el cuerpo de Oliver caía a un lado de mí, totalmente inconsciente.
    Voltee para ver a mi salvador pero mis ojos se serraron, introduciéndome en un sueño.
    Cuando volví a abrirlos sentí agua a mí alrededor. Unas manos cálidas limpiaban mi cuerpo con una esponja y el suave aroma a durazno de aquel extraño me reconfortaba.
    Mis ojos se llenaron de lágrimas al recordar como Oliver estuvo a punto de violarme. Aún sentía sus asquerosas manos sobre mi cuerpo. Me sentía sucio.
    - Tranquilo –me dijo aquella voz. –ya estas a salvo.
    - Me siento sucio, estoy sucio. –repetí si parar.
    - No te preocupes, ya estoy en eso.
    Esas manos cálidas me bañaron cuidadosamente. No se por que pero sentí que la suciedad se iba. Era como si el me estuviese purificando. ¿Quién era?
    Trate de abrir mis ojos pero no pude distinguirlo, no traía mis lentes.



    Capitulo 8
    Tratando de olvidar



    Draco


    Aproximadamente como a eso de las once de la noche, decidí escabullirme hacia la cocina por un bocadillo nocturno. Solo tenia que ir a la cocina del colegio y los elfos domésticos me complacerían en todo.
    Cuando doble la esquina casi me muero del susto, el mismísimo Harry Potter estaba caminando por el pasillo como un espectro. ¿Qué rayos estaba haciendo hasta altas horas de la noche?
    No se por que pero decidí seguirlo. Entro a una de las aulas y cerro la puerta delicadamente. Yo quise ir a ver pero en eso Oliver Wood salió de quien sabe donde y por poco descubre que estaba yo en el pasillo.
    El capitán del equipo de Gryffindor entro también al cuarto donde estaba Potter.
    Baya, esto si que no podía ser mas afortunado. Con esto confirmaba mis sospechas sobre la relación que estos dos tenían. Gracias a esto tenia una forma de vengarme por lo que me había hecho.
    Abrí la puerta con cuidado. Al parecer estaban discutiendo. Desafortunadamente no podía escuchar nada.
    Pero después la escena cambio drásticamente. Oliver estaba a punto de forzar a Potter.
    - ¡No, por favor! –suplico Potter. Ahora si podía escucharlo.
    - Te voy a follar como jamás te lo harán. Y créeme, no podrás olvidarme.- dijo Oliver.
    - ¡No! –Grito Potter con desesperación.
    Mi cuerpo se paralizo al instante. Por un momento vi en Potter a mi madre. El aula se había convertido en la recamara de mis padres y recordé cuando encontré la figura de mi pobre madre arrodillada en el piso he histérica.
    Su ropa estaba desgarrada y en algunas partes de su cuerpo sangraba.
    - ¡Madre! –le grite con desesperación y me acerque a ella.
    - ¡Aléjate de mi Lucius! –me confundió con mi padre.
    - Mama, soy yo –trate de hacerla entender.
    Mi madre había tomado en eso un enorme cuchillo de los duendes y entonces…
    Saque aquellos pensamientos como pude de mi mente. La respiración se me estaba yendo y me maldije a mi mismo por seguir a si.
    Saque entonces mi varita y apunte.
    - ¡Desmallus! – el cuerpo de Oliver callo como tabla.
    Me acerque a cuerpo del moreno para cerciorarme de que estuviera bien pero se había desmayado.
    Sin pensarlo dos veces lleve a Potter hasta el baño de prefectos, a veces el apellido Malfoy era útil. Gracias a el los prefectos de mi casa me dejaban entrar a ese baño reservado.
    Ya adentro, coloque a Potter dentro de la tina y comencé a quitarle la ropa.
    Dentro de mi mete llegaron aquellos horribles recuerdos cuando mi madre estaba en el baño y con sus manos ella prácticamente se estaba desgarrando la piel, repitiendo una y otra vez lo sucia que se sentía.
    ¿Potter se sentiría así?
    A veces para personas como yo era muy difícil comprender los sentimientos tan complejos que tenían las personas como Harry. Cuando a mi me dolía algo, simplemente trataba de olvidarlo y seguir como si nada hubiese pasado. Incluso si era necesario fingía. Al contrario de “ellos” que viven siempre con dolor.
    Con cada año que pasa en este colegio sentía que comprendía menos. Pero aun así, este lugar era el único que me refugiaba de la brutalidad de los Malfoy.
    Aun no entiendo el porque mi familia había decidido vivir en el mundo mágico de los magos. A leguas se veía que mi padre odiaba a los magos y ni que decir de los muggles.
    Pero siempre que le preguntaba el se escudaba con la escusa de que aquí estaríamos a salvo.
    A salvo…
    Los Malfoy somos una familia muy antigua y muy poderosa. Nuestra sangre pura nos ha distinguido como la elite de los magos. Pero en realidad existe una razón por la que nos mantenemos así. Es un secreto que actualmente solo lo conoce mi madre y mi padrino, Severus Snape.
    Los quejidos de Potter hicieron que reaccionara. El agua cliente lo había cubierto hasta la altura de su estomago y las suaves fragancias de flores inundaban su cuerpo.
    Mire su esbelta figura, era hermoso. Jamás me había fijado en el de esta forma hasta que me beso. No entendía el extraño hechizo que me había lanzado. ¿Acaso esta es la sensación que siente mi padre cada vez que ve a mi madre?
    Una atracción tan fuerte que raya en la obsesión al grado de hacer daño a la persona que más amas.
    Los ojos de Potter se llenaron de lágrimas y comenzó a temblar en mis brazos.
    Tranquilo –Le dije. –ya estas a salvo.
    - Me siento sucio, estoy sucio. –repitió si parar.
    - No te preocupes, ya estoy en eso.
    Tome una esponja y comencé a bañarlo cuidadosamente. Este extraño sentimiento comenzó en a arder en mi pecho.
    Cuando termine de asearlo, lo vestí y abrigue.
    - Regresa a tu cuarto –le dije.
    - ¡Espera! – me tomo por la manga. –quédate con migo, por favor.
    ¡Maldición! Por que no podía resistirme a su petición.
    Harry se acomodo entre mis brazos y recargo su cabeza en mi pecho. Juntos nos quedamos dormidos en el frio suelo del baño, arropándonos con nuestros propios cuerpos.

    Harry

    Cuando me desperté, sentí como unos fuertes brazos rodeaban mi cuerpo. Recordé entonces lo que había pasado la noche pasada y como aquel extraño me había salvado.
    Busque mis antejos con desesperación, quería verlo, quería agradecerle.
    Mis anteojos estaban en el bolsillo de mi capa, así que los saque y me los puse.
    “Draco” por Dios, era Draco.
    De la impresión hice que el rubio se despertara. No nos dijimos nada. Por lo menos yo no podía por que en esos momentos sentía una terrible vergüenza, que lo único que quería era esconder mi cara en cualquier lugar lejos de Draco.
    - Tienes una expresión muy dulce cuando estas sonrojado.
    Esa frase hiso que sintiera como si mi rostro fuera a estallar. ¿Por tenia que ser precisamente el, quien me había visto así tan lamentablemente?
    Me separe bruscamente de el. Lo mas seguro era que en cualquier momento comenzara a burlarse de mi.
    - Tranquilo, -dijo –no pienso decirle a nadie.
    - Si, claro.
    - Bueno, tengo una condición.
    - Ya sabía yo que eras una serpiente.
    Draco me dirigió una sonrisita divertida. Luego me inspecciono con la mirada.
    - Sal conmigo. –soltó entonces.
    Me quede petrificado en el lugar que estaba parado. ¿Había escuchado bien? ¿Draco me estaba pidiendo salir?
    No, no y no, esto no tenía que haber pasado. Yo ya había decidido aléjame de el. ¡Ho, estúpido beso! ¿Por qué tenia que haber besado precisamente a Draco?
    - ¿Qué dices? – me pregunto con una sonrisa maliciosa.
    - ¡No! –le grite.
    - ¿Prefieres que toda la escuela se entere de lo que paso? –su rostro se veía enojado.
    - Lo prefiero mil veces a salir contigo. –le áspate.
    - ¿Tanto así me odias?
    - No te imaginas cuanto.
    - ¿Entonces por que rayos me besaste? –su expresión se estaba volviendo cada vez mas furiosa, había algo en sus ojos que parecía animal.
    - Por que estaba aburrido y necesitaba una diversión.
    - Que despreciable. –me dijo al fin. Tomo su capa y salió del baño.
    Tal vez por una fracción de segundo sentí pena por el. Tal vez.
    Draco tenia que darse cuenta que cuando uno se enamoraba lo único que conseguía era perder. Era mil veces mejor estar solo y tal vez de vez en cuando encontrar a alguien que te satisfaga en la noche. Pero hasta ahí.
    Nunca más volvería a tener sentimientos amorosos por nadie. Había aprendido de primera mano que el amor era más doloroso que cualquier daño corporal que alguna vez sufrí, y no tenia intención de volverlo a repetir.

    Hermione


    Este día se estaba poniendo muy extraño. Por un lado Ron parecía que se hundía en una depresión, Harry parecía más frio que nunca y tenía esa extraña mirada calculadora y ansiosa. Por otro lado Fred y George no se hablaban. Jamás pensé que esto pasaría, ellos siempre habían sido muy unidos pero ahora Fred lo miraba con reproche mientras que George solo lo aguantaba.
    En el gran comedor se estaba armando todo un alboroto. Los alumnos extranjeros por fin habían llegado para participar en el torneo de los tres magos.
    El director hablo esa mañana sobre lo importante que era que alumnos de las diferentes escuelas se relacionaran para formar lazos de amistad y de futuro trabajo.
    Una cosa que si que me sorprendió fue ver a ni más ni menos que Víktor Krum, uno de los mejores buscadores del mundo en el Quidditch. Mire con emoción hacia donde estaba sentado Ron, ya que como Viktor era su ídolo, pensé que con eso se recompondría un poco pero me equivoque. Sus ojos seguían apagados.
    El director Dumbledore nos aviso que se reorganizarían los dormitorios para que los nuevos estudiantes tuvieran toda la comodidad del castillo.
    - Muy bien, así quedaran los dormitorios, - comenzó el director. – los alumnos de cuarto y quinto año de Gryffindor se mudaran hoy mismo a las mazmorras con Slytherin y los alumnos de primero y segundo de Hufflepuff se mudaran con los de Ravenclaw.
    - ¡Que! –soltó enfurecido Harry.
    - Nada de replicas señor Potter, si hacemos esto es para que de una vez por todas se lleven bien. Claro que no pedimos que se vuelvan amigos pero por lo menos se traten con respeto. –dijo la profesora McGonagall.
    Harry bufo en su asiento y dirigió su mirada hasta la mesa de las serpientes.

    Katy Bell


    Esto no me estaba gustando, desde hace algunos días Fred y George no se hablaban. Es mas, tenía la impresión de que Fred miraba a George con asco.
    Algo había pasado y tenia una leve sospecha de el asunto ya que Lee parecía muy contento y mas apegado a Fred. De seguro que el había clavado su ponzoña en Fred. Y claro, Fred de tonto que no se daba cuenta de la que estaba asiendo.
    Si seguía así, lo mas seguro era que alejaría a George para siempre.
    Pero me pregunto, ¿Qué le dolería mas, perder el amor de pareja que George sentía hacia el o el hermano con el que siempre había convivido?
    Fuera como fuese, yo no podía permitir que esto siguiera así.
    Que importaba si eran hermanos, ¡Al diablo con los prejuicios! Si existía una posibilidad de que Fred sintiera amor por su hermano entonces yo los ayudaría. Pero primero tenia que hacer algo para que Fred se diera cuenta.
    Mi mente comenzó a fraguar un plan. Haría que Fred se retorciera de los celos hasta el punto de confesar sus verdaderos sentimientos.
    - Fred, -lo llame entonces. – hay algo que quiero decirte, es sobre George.
    - No Katty, si el te mando a…
    - George no me mando a nada, - lo interrumpí – no se lo que ustedes se traen pero esto no tiene que ver con ese rollo.
    - ¿Entonces que es?
    - Quiero que me ayudes, quiero que me ayudes a conquistar a George.
    ¡Victoria! Pude ver el shock que mis palabras le provocaron.
    - ¿Te gusta George? –me pregunto lívido.
    - Si, y como tu tienes una relación mas cercana a el yo pensé que…
    - No pierdas tu tiempo Katty, a el…a el le gustan los de su mismo genero.
    - Ho, vamos Fred, nada pierdo con intentarlo.
    - Lo siento Katty no creo que pueda ayudarte en estos momentos. Como vez no estamos en el mejor de los planes.
    Fred salió del gran comedor después de eso. Tal vez no tuve mucha suerte en ese momento pero ya me las ingeniaría para seguir provocándolo.

    George


    Estos días habían sido la peor de las torturas. Sentía horrible cada vez que Fred me miraba con asco, con repulsión. ¿Cómo pude haber sido tan estúpido al haberme expuesto? Por lo menos antes tenia el consuelo de que estuviera con el todo el tiempo como hermano, pero ahora ni eso.
    Mire en dirección a la cama de Fred, donde reposaba profundamente dormido.
    Me acerque sigilosamente para poder contemplarlo.
    Fred… - susurre. – Perdóname, perdóname por lo que siento. No era mi intensión, yo no quería lastimarte. Te prometo que jamás volverá afectarte mis sentimientos, te dejare en paz si eso es lo que quieres, pero por favor no me desprecies…
    Cuando me desperté al día siguiente Fred ya no estaba en su cama. De nuevo se había levantado temprano solo para no verme. Tampoco se encontraba Lee.
    Baje sin muchos ánimos hacia el gran comedor. En el camino me tope con los alumnos extranjeros que se estaban quedando en los dormitorios de Harry y Ron. No le hice mucho caso y me pase derecho.
    Justo cuando iba entrando al gran comedor, me encontré con Katty.
    - George, ¿Puedo hablar contigo? – me pregunto.
    - Seguro.
    Katty me arrastro has un aula vacía.
    - George, he visto lo que ocurre con Fred, ¿Cómo estas?
    - No se de lo que hablas, no ocurre nada.
    - George…yo se.
    Esto no puede ser ¿Acaso era tan obvio? ¿Alguien mas se habría dado cuenta?
    - Katty, no le puedes decir a nadie. Por favor…
    - No te preocupes, no pensaba hacerlo. Pero George, quiero ayudarte.
    - ¿Ayudarme?
    - Si, quiero ayudarte.
    - Gracias, pero no hay nada que puedas hacer. Tengo que superar mis problemas solo.
    - Mi lindo pelirrojo, yo puedo ayudarte a olvidar. Quiero hacerte feliz.
    - Katty…
    - Shsss, te prometo que todo estará bien.
    Poco a poco vi como ella se acercaba a mí y me daba un suave beso en los labios. Ella era cálida y suave. No pude resistirme, necesitaba consuelo, pero sobre todo, necesitaba dejar de amar a mi hermano.
    Katty se separa de mí muy lentamente y me miro divertida a los ojos.
    - Me adelanto al gran comedor, nos vemos ahí. –dijo.
    - ¿Por que nonos vamos juntos?
    - Tú hazme caso. – con esto ultimo mi nueva novia salió del aula y se fue.
    ¿Estaría haciendo bien?¿Podría acaso enamorarme de Katty?

    A partir de este capitulo la historia se vulve una parte del universo de los cazadores oscuros.



    Capitulo 9
    Katagaria



    Fred

    Me desperté más temprano de lo habitual en la mañana. Al parecer mi cuerpo había adquirido una especie de reloj biológico, como advirtiéndome de un posible encuentro matinal con mi hermano.
    Gracias a Dios, el seguía dormido. No podía enfrentarlo, o más bien, no podía.
    Algo en nosotros dos estaba roto, ya no podía verlo igual.
    Incluso si pasaba el tiempo y el ya no estuviera enamorado de mi, no podíamos volver como antes.
    Antes de salir del cuarto mire por última vez a George.
    “No te odio hermano” –pensé, recordando las palabras que me había dicho la noche pasada cuando el creía que estaba dormido.
    Cuando salí de la habitación, Lee ya me esperaba.
    - Que madrugador. –me dijo.
    - No pude dormir bien…
    - Me lo imagino. Anda vámonos que tengo hambre.
    En el gran comedor no había muchos estudiantes, la mayoría era de Slyterin.
    Nos sentamos cerca de la mesa de los profesores, hasta el otro lado del gran comedor. Tenia la esperanza de que la mesa se llenara rápidamente, para que no hubiera asientos vacios cerca de nosotros y así George se tuviera que ir hasta el otro extremo. Realmente no me sentía con la fuerza de enfrentarlo, si lo hiciera posiblemente lo lastimaría.
    Katty Bell entro al gran comedor irradiando felicidad. Mis ojos no podían creerlo, ¿Cómo no había visto lo atractiva que era?
    La morena se acercó hasta nosotros contoneándose como las flores al rozar el viento.
    - ¡Buenos días!- nos saludo con una sonrisa.
    - Hola Katty –la salude y Lee alzó su mano dado que tenia comida en la boca.
    - ¿Se pude saber por que tan contenta? –pregunte.
    - Pues…-Katty miro hacia la puerta y después a nosotros. –Bien dicen que: el que persevera alcanza.
    No entendí lo que quiso decir.
    - Oh, disculpa –dijo de repente y salió disparada hacia la puerta, donde acababa de entrar George.
    Katty se lanzo a sus brazos y lo beso apasionadamente en la boca y George…le correspondió.
    Un poco mas y tiro mi jugo de calabaza. ¡No podía creer lo que estaba viendo!
    ¿Katty y George salían? ¿Pero cuando y como?
    ¿No acaso George esta enamorado de mí?
    Su exhibicionismo comenzó a molestarme.
    George era de lo peor, ¿Cómo se atrevía a utilizar a Katty de esta forma? Ella no tenia que ser la sustituta de nadie, no era justo que Katty recibiera solo las sobras.
    Además, lo mas seguro era que en cualquier momento entráramos en ciclo y George podía lastimarla. ¿En que rayos estaba pensando?
    - Esto si que esta de locos – dijo Lee – y yo que pensé que el tenia otro tipo de gustos –Esto ultimo lo dijo dándome un codazo.

    Harry

    Ya habían pasado algunos días desde que reacomodaron los dormitorios de Gryffindor a las mazmorras de Slytherin. Afortunadamente no me toco con Draco.
    Desde aquella vez en el baño, nos habíamos ignorado totalmente. Daba gracia por eso y por que aquel rubio no había abierto la boca de lo sucedido.
    Tampoco me había encontrado con Oliver, lo que provocaba un algo de tranquilidad y paz a mi mente.
    El dormitorio donde actualmente me encontraba, lo compartía con Dean, Seamus, Zabini y Nott. Era desagradable estar con ellos pero al menos no incomodo como me sentiría con Draco.
    Prácticamente todos los dormitorios eran de cinco o seis alumnos, con acepción de uno en particular, conformado por Draco, Ron y Neville. Este era el único de tres.
    Esa mañana salí del cuarto incluso antes de que los demás despertaran. Estaba ansioso y no podía quedarme encerrado en aquel cuarto esperando el amanecer.
    Últimamente me sentía extraño, era como si de repente todos mis sentidos se hubiesen agudizado. No soportaba los sonidos, sobretodo los fuertes. Los olores los sentía como si estuviesen las cosas pegadas a mi nariz.
    Este asunto me lo estaba reservando totalmente de mis amigos, por que de seguro esto lo atribuirían a como últimamente me dolía la cicatriz.
    Cuando me dirigí a la sala común de las serpientes, Hermione ya esta ahí.
    - Hola Harry –me saludo muy animadamente.
    - Hola… -me senté en uno de los sillones de cuero negro.
    - ¿Te encuentras bien?
    - Eh, si… ¿Por qué?
    - Te vez muy pálido.
    - Solo no dormí bien, eso es todo.
    Hermione solo me miro pero no dijo nada.
    - Harry…hay algo que deseo contarte…
    - ¿Qué pasa?
    - El otro día vi a Ron y a Neville hablando con Draco. La verdad se me hiso muy extraño, así que decidí seguirlos y escuche algo que no me gusto nada.
    Mire a Hermione pensativo, no era propio de ella escuchar las conversaciones ajenas, debió de estar muy preocupada.
    - Veras, hablaron sobre que estaban a punto de entrar en ciclo, que el tiempo se acercaba y que tenían que irse.
    - ¿Irse?
    - Si…estoy preocupada. He tratado de hablar con Ron pero no he conseguido verlo. Pensé que si me levantaba temprano lo vería venir.
    - No te preocupes, iré por el enseguida.
    Volví a dirigirme hacia los dormitorios y me pare justo enfrente del dormitorio de Draco. Tome el pomo de la puerta pero esta serrada con llave.
    Saque mi varita y con un hechizo sencillo conseguí abrirla. Me adentre a la habitación, estaba oscura y totalmente inhabitada…
    Las camas estaban echas, los baúles serrados, todo limpio y pulcro. No estaba Ron, no esta Neville ni tampoco Draco.
    Entonces, ¿Dónde rayos dormían?

    Draco

    Cuando desperté, el sol aun no salía. Esto era una ventaja para mí. Tenia la oportunidad de regresar al castillo y darme una larga ducha. Lo necesitaba después de todas esas horas en el bosque prohibido.
    Justo cuando entre a la sala común me tope con Hermione, afortunadamente no me vio, lo cual aproveche para esconderme.
    - Harry, ¿Dónde esta Ron?
    - No esta.- la vos profunda del león llego del lado de los dormitorios.
    - ¿Qué quieres decir con que no esta?
    - No esta en su cuarto Hermi, ni los otros. Su habitación es una pantalla, ellos ni siquiera duermen ahí.
    “Rayos” –pensé. Nos habían descubierto. ¿Por qué Potter siempre se mente en lo que no le importa?
    - Eso no puede ser Harry…
    - Escúchame, ¿No has notado últimamente que Ron actúa extraño, he incluso Neville?
    - Si pero…
    - ¿Qué más alcanzaste a escuchar Hermi?
    - No estoy segura de la palabra pero dijeron algo sobre un clan o algo así llamado Katagaria.
    “Oh, maldición” esa sangre sucia. Tenia que informar de esto a mi padrino. Este secreto no tenía que salir de estas paredes.

    Harry


    Katagaria…
    Esa palabra, se que la había escuchado antes pero no recordaba en donde.
    Camine por los pasillos sin rumbo fijo. Pensando en lo que estaba pasando. Era muy extraño que Ron nos estuviese ocultando este tipo de cosas. El no era así, la mayoría de veces el hablaba hasta en los codos.
    ¿Tan grabe era que no podía contarnos?
    ¡Rayos! Mi cabeza. Me estaba doliendo como nunca antes.
    Entonces algo capto mi intención. Un olor dulce y estimulante. ¿Qué era ese olor? ¿De donde provenía?
    Como si fuese cosa de instinto mi cuerpo se movió hacia ese olor. Quería encontrarlo, tenia que encontrarlo, tenia que…
    ¿Qué rayos me pasaba?
    Me detuve en seco y descubrí que me encontraba justo enfrente del despacho de Snape. Unas voces conocidas hablaban en el interior.
    - ¿Estas seguro? –pregunto el profesor de pociones.
    - Si, esa sangre sucia lo escucho. –contesto ¡Draco!
    - Más le vale a ese Weasley que no habrá la boca. Ha llegado la hora de que ese mocoso decida de que lado esta; si con esos maguitos, a los que llama amigos o con el clan Katagaria. No podemos arriesgaros a que los Arcadianos los descubran.
    Mi mente se estaba nublando, aquel olor me esta provocando, me estaba haciendo sufrir.
    Ese olor como a durazno era irresistible. ¡Durazno! ¿Acaso ese olor era de Draco?
    No podía más.

    Draco


    La puerta del despacho de Snape se abrió de par en par y en el umbral apareció ¡Harry Potter!
    - ¿Qué demonios cree que esta haciendo aquí señor Potter? – A mi padrino se le subieron los colores al rostro.
    Potter no contesto, parecía ido y por alguna extraña razón el me miraba de una manera muy lasciva.
    - Potter… -fue lo único que alcance a decir antes de que aquel muchacho se me lanzara encima.
    Sentí como era tumbado en el suelo y como el cuerpo de Potter se me ponía encima inmovilizándome. Pensé que me golpearía o algo así pero lo que paso fue muy diferente.
    Potter me miro a los ojos. Esos ojos como esmeralda me estaban hipnotizando, seduciendo y su olor. ¡Por dios, su olor, me estaba volviendo loco!
    ¿Qué era esto? ¿Qué rayos estaba pasando? ¿Por qué me sentía de esta manera?
    - ¡Desmallus! – el hechizo de Snape hiso que Potter cayera inconsciente sobre mi.
    Mi padrino retiro el cuerpo del león que estaba sobre mi petrificado cuerpo. ¿Qué era lo que había pasado?
    - Draco…- dijo entonces Severus – Ve por el director…
    - Pero…
    - Solo hazlo.
    Salí del despacho del profesor y me fui directo hacia la dirección. Algunos alumnos de las diferentes casas ya estaban bajando para desayunar lo que provoco que mi carrera fuera murmurada por muchos.
    Justo cuando llegue a la gran gárgola me encontré al director Dumbledore.
    - ¡Profesor! –lo llame.
    - Señor Malfoy ¿Qué lo trae por aquí?
    - ¡Señor! Es Potter…
    - ¿Qué pasa con Harry? –la expresión del anciano cambio radicalmente.
    - No lo se, ahora esta con el profesor Snape.
    Unos minutos después, los tres nos encontrábamos en el despacho del profesor de pociones.
    Snape le relato absolutamente todo lo que había ocurrido.
    - Severus, -empezó el director - ¿Tu crees que Potter sea un Katagaria?
    - Es posible… por la forma en que se abalanzo a Draco me atrevo a sugerir que también es un Drakos y que ha entrado en ciclo.
    - ¡Que! –casi me desmayo de la impresión.

    Harry

    Cuando desperté me encontraba en el despacho del profesor de pociones. ¿Qué era lo que había pasado? No recordaba nada, solo ese olor particular y yo sobre Draco…
    Sentí como mi cara se ponía caliente, ¿Cómo pude hacer semejante estupidez?
    - Por fin despierta Potter – la voz del Snape hiso que me sobre saltara, pero mas lívido me puse al ver que el director Dumbledore y Draco se encontraban ahí también.
    - Harry, ¿Cómo te sientes? –pregunto el director.
    - Mmm, no estoy seguro. Tengo calor y ese olor…
    - ¿Olor? –todos parecían intrigados, ¿Cómo era que no podían percatarlo?
    Señale entonces en dirección a Draco.
    - Su olor…
    Draco pareció sonrojarse pero después puso una cara estoica.
    - Ah, ya veo – el director no pudo reprimir una sonrisa. – Joven Draco, creo que ha encontrado a alguien con quien emparejarse. ¿Quién hubiese creído que existiré otro Drakos en la escuela?
    La cara de Draco parecía que fuese a explotar.
    - Que el sea como yo no quiere decir que me quiera emparejar con este. –Draco salió del despacho del profesor hecho una furia.
    - ¿Qué es lo que esta pasando aquí? –pregunte, no me gustaba esta situación en donde todos sabían menos la persona mas involucrada.
    El director me condujo hasta su oficina y me senté donde siempre.
    - Harry, -comenzó Dumbledore - ¿Alguna ves as escuchado la palabra Katagaria?
    - Si, pero no se su significado.
    - Ya veo. Harry, lo que estan por contarte es algo muy serio y muy secreto. Esto no puedes decírselo a nadie, ni siquiera a la señorita Granger.
    - ¿Por qué? – esto no tenia sentido.
    - Harry, nuestro mundo, el de los magos, es más pequeño de lo que crees. Nosotros, los magos que conoces y los lugares que has visitado hasta ahora son solo una parte de las maravillas de todo nuestro vasto mundo.
    Lo que quiero decirte es que, nosotros no somos los únicos magos sobre la tierra, nuestra magia es solo un tipo de muchas.

    Los toquidos de la puerta hicieron que el director cortara la explicación.
    - ¿Me llamo profesor? –la voz de Ron casi hiso que se me parara el corazón. -¿Harry?
    - Ron…
    - Señor Weasley que bueno que ya llego, creo que usted es el más indicado para contarle todo.
    - ¿Qué? No, eso es imposible. Usted sabe que no podemos contarles a los humanos.
    Las palabras de Ron me llegaron como un cañonazo. El se veía tan determinado y maduro. Pero lo que mas me intrigo fue el hecho de que me llamara “humano”.
    - Señor Weasley, no es para tanto. El Omegrion no lo castigara por esto. Además hemos descubierto que Harry parece que es un Drakos.
    Los ojos de mi amigo casi se salen de sus cuencas.
    - ¿Un Drakos? ¿Katagaria o Arcadiano?
    - Eso aun no lo sabemos. ¿Pero importa? Harry fue criado en este mundo, además ha convivido con tu familia en estos años. –sentencio el director con una expresión relajada.
    - Tiene razón.
    - ¿Alguien podría decirme de una vez por todas que esta pasando aquí?- odiaba cuando hablaban como si yo no estuviera aquí.
    - Bien, te lo contare –comenzó Ron, se quedo por un momento pensando como comenzar el relato.
    “Hace mucho tiempo, existían tres tipos de hechiceros; los hechiceros de la magia blanca o túnica blanca, los hechiceros de túnica roja, que son los magos que tu conoces de este mundo y los hechiceros de túnica negra o nigromantes.
    La magia que tu conoces Harry es una de las tres formas de hacer magia, de hecho es la mas inferior de todas.
    La magia por varita, magia por palabras y la magia por voluntad.
    Los antiguos hechiceros eran capases de utilizar solo la magia de las varitas a través de la energía de la naturaleza, cosa que desgastaba su cuerpo, tanto física como mentalmente. Todo esto cabio con un nigromante llamado Lycaon.
    El rey Lycaon de Arcadia no tenía ni idea cuando se casó, que su preciosa y amada reina no era humana. Su esposa guardaba dentro de ella un oscuro secreto. Ella nació de la maldita raza Apolita y estaba destinada a morir en la flor de su juventud, a la edad de veintisiete años.
    No fue hasta su último cumpleaños, cuando Lycaon vio a su amada morir horriblemente de vejez, que se dio cuenta que los dos hijos que ella había engendrado la seguirían a una temprana tumba.
    Golpeado por la pena, él había buscado a sus sacerdotes y colegas nigromantes pero todos le dijeron que no había nada que podría hacer. El destino era el destino.
    Pero Lycaon rechazó hacerle caso a su sabiduría. Él era un hechicero y estaba decidido que nadie llevaría a sus hijos lejos de él. Ni siquiera los mismos Destinos.
    Y entonces empezó a experimentar con su magia para prolongar las vidas de la gente de su esposa. Capturándolos, él mágicamente combinó su esencia con varios animales que eran conocidos por su fuerza: osos, panteras, leopardos, halcones, leones, tigres, chacales, lobos, y hasta dragones.
    Él pasó años perfeccionando su nueva raza, hasta que por fin estuvo seguro que había encontrado la cura para sus hijos. Mezclándolos con un dragón y un lobo, los más fuertes de los animales con los que había experimentado, los impregnó de más fuerza y magia que a cualquiera de los demás. De verdad, dio de su propio poder a sus hijos.
    Al final, él recibió más de lo que había contado. No sólo sus hijos tenían vidas más largas que su esposa, ellos tenían vidas más largas que cualquier especie conocida.
    Con sus capacidades mágicas y su fuerza animal, ellos ahora vivían de diez a doce veces más que cualquier humano.
    Los Destinos miraron hacia abajo y vieron lo que el orgulloso rey había hecho. Enojadas la interferencia en sus dominios, los Destinos decretaron que él debería matar a sus hijos y todos los que eran como ellos.
    Lycaon se negó.
    Entonces los Destinos o mejor conocidas en estos tiempos como las parcas, buscaron su propia forma de castigo para su orgullo. Sus hijos y todos los que fueran como ellos fueron maldecidos nuevamente.
    —Nunca habrá paz entre tus hijos —proclamó Clotho, el Destino que hace girar los hilos de vida—. Ellos pasarán la eternidad odiando y peleando hasta el día que no respiren más.
    Y así fue. Siempre que Lycaon mezclaba un animal con un humano, él, de hecho, hacía dos seres. Uno que era quien portaba el corazón de un animal y otro que portaba un corazón humano.
    Aquellos que caminaban como hombres y tenían corazones humanos fueron después llamados Arcadianos por la gente de Lycaon. Los que tenían corazones de animal fueron llamados Katagaria.
    Los Katagaria nacían como animales y vivían como animales, hasta que alcanzaban la pubertad, cuando los poderes mágicos se liberaban en sus hormonas, y serían capaces de volverse humanos, al menos externamente. Sus corazones de animal gobernarían siempre sus acciones.
    De la misma manera, los Arcadianos nacían como humanos y vivían como humanos hasta que su pubertad traía con ella su magia y su capacidad de cambiar a la forma de animal.
    Dos lados de una misma moneda, las dos especies deberían haber estado en paz. En cambio, las diosas enviaron la Discordia para plantar la desconfianza entre ellos. Los Arcadianos se sintieron superiores a sus primos animales. Después de todo, ellos eran la gente con la racionalidad humana, mientras los Katagaria eran sólo animales que podían tomar la forma humana.
    Los Katagaria aprendieron rápidamente que los Arcadianos no eran honestos sobre sus intenciones y que dirían una cosa, luego harían otra.
    A lo largo del tiempo, los dos grupos se han atacado el uno al otro mientras cada lado tomaba la razón moral como propia. Los animales creían que los Arcadianos eran la verdadera amenaza mientras los Arcadianos creían que los Katagaria debían ser controlados o abatidos.
    Esta es una guerra interminable.
    Y como con todas las guerras, nunca hubo un verdadero vencedor. Sólo hubo víctimas que todavía sufrían por el prejuicio y el odio infundado.
    Algunos Arcadianos tomaron hombres y mujeres humanos, haciendo al mago actual que tú conoces. Pero los Katagaria somos diferentes, nosotros no tomamos a humanos como pareja, ellos no son del todo confiables.
    El clan de los Weasley, Malfoy y Lonbotton somos de los pocos Katagaria que aun sobrevive pura. Si nosotros decidimos desde hace años vivir entre los magos descendientes de Arcadianos fue solo por que el ministerio de magia decidió que Hogwarts, Beauxbatons y Durmstrang serian santuarios de las personas como yo. En estos institutos estamos protegidos de los Arcadianos. “
    No podía creer lo que Ron estaba diciendo, parecía una locura. Mas sin en cambio era a su vez lo mas razonable.
    - Entonces…es posible que yo se uno de ustedes…
    - Los eres Harry, o por lo menos eso es lo que cree Snape por la forma en la que te abalanzaste al joven Draco. –concluyo el director.
    - ¿Por qué, que paso? – Ron parecía preocupado.
    - A Harry le atrajo el olor de Draco. Por lo cual pensamos que es un Katagaria ya que se dejo llevar totalmente por su instinto.
    Ron me miro por unos momentos para después partirse de la risa.
    - Esto si que es bueno, Draco se debe estar muriendo de la vergüenza. Entrar en ciclo para los dragones debe ser muy difícil y mas si no hay muchos como ellos. Espera, espera…quiero saberlo todo. ¿El también reacciono contigo?
    - No lo se…¿Qué es eso de entrar en ciclo?
    - A pues, que estamos en celo.
    - Eso quiere decir que yo…
    - Si, tú también amigo mío. ¿Podrás resistirte a Draco mientras ambos están en este periodo?
    - Cállate Ron. Por cierto ¿Qué animal eres tu?
    - Soy un león. ¿Irónico no?
    - Joven Weasley, será mejor que le proporcione los datos mas importantes de su condición –dijo el director – también hay que informarle a tus padres y a tus hermanos sobre esto. Pero sobre todo, tenemos que informarle a Savitar de la situación.
    - Si señor. –Ron e hiso un gesto para que saliéramos del despacho.
    - ¿Savitar? –pregunte a mi amigo una vez que estuvimos por los pasillo.
    - Esa es otra larga historia. Harry, bienvenido al clan.

    Draco


    Por que Potter tenía que inmiscuirse en toda mi vida. Primero de él mejor duelista de la escuela paso a ser el segundón después del último año con el entrenamiento especial que el profesor Lupin le dio a ese tipo. Después me besa, me provoca y luego me rechaza, y para el colmo resulta que a lo mejor es un Katagaria como yo.
    Esto se estaba poniendo mal. Hace unos momentos ese Potter tuvo la fuerza para someterme, el podría obligarme y yo no podría defenderme. Lo peor seria que yo no me le resistiera. Por que realmente estuve a punto de sucumbir. Su olor era increíble.
    ¡Maldito Lucius! Por que tenia que haberse apareado con un Arcadiano elemental. Si no fuera por eso yo seria un Katagaria completo y no uno que pude aparearse con otro macho. Si no fuera por eso, Potter no le atraería mi olor fértil, y a mi no me atraerían los machos. (Aunque Potter fuese el primero que me atrae).
    Tal vez debería hacerle caso a mi padre he ir a las partes nortes del país para encontrar un hembra de dragón blanco y emparejarme con ella.
    ¡Malditos Destinos que aun siguen jugando con nuestras vidas! Más les vale que me emparejen con una hembra.
    - Draco…
    La voz de mi padre hiso que me sobresaltara.
    - Lucius. Tenemos problemas.
    - ¿Qué pasa? La nota decía que era importante.
    - Hay otro Drakos en es colegio.
     
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    La oscuridad es mi camino...las tinieblas mi trono y tu agonia mi aliento

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    Capitulo 10
    Responsabilidad de Katagaria


    Harry

    Ron y yo nos dirigimos al gran comedor, me estaba muriendo de hambre. Todavía en mi cabeza sonaba la increíble historia que mi amigo y el director me habían revelado. Esto era mucha información para procesar, pero en estos momentos no podía preguntarle a Ron, se suponía que esto es muy secreto.
    - ¡Ron!, ¡Harry! ¿En donde demonios se han metido? –la voz furiosa de Hermione me saco de mis pensamiento.
    - Eh, bueno nosotros… -balbuce.
    - Nosotros estábamos en la enfermería, es que últimamente me he sentido mal, pero no te preocupes ya me dieron de alta. –La manera en la que Ron mintió me dejo sobrecogido. Se notaba que tenía experiencia en esto.
    - ¿Eso es por lo que has estado raro últimamente? ya me habías asustado.
    - No te preocupes. Bueno a comer.
    Mientras nos sentábamos en la mesa de los leones, vi como Ron se quedaba por unos instantes de piedra. Mire en la dirección de sus ojos y yo también me quede sorprendido, pero dudo mucho que hayan sido las mismas razones que las de Ron.
    George Weasley se estaba besando apasionadamente con Katty Bell enfrente de todo el mundo. En lo particular, no pensé que eso fuera algo malo.
    - No sabia que George tuviera novia –susurro Hermione.
    - Yo tampoco –la voz de Ron se puso áspera.
    - ¿No me digas que tienes complejo de hermano Ron? –pregunto Hermi.
    - Pude ser…

    Draco

    Los ojos de Lucius eran de total incredulidad, y como no. La familia Malfoy era la única del clan Drakos que se encontraba actualmente en el mundo de los magos.
    - ¿Quién? –me pregunto Lucius.
    - No me lo vas a creer, Harry Potter…
    La reacción que mi padre mostro fue totalmente opuesto a lo que supuse. El se estaba riendo…
    - Ya creía que algo así pasaría.
    - ¿Tu lo sabias? –esto era mas de lo yo esperaba.
    - Bueno, tenia sospechas de que los Potter, pero nunca supe si eran Katagaria o Arcadianos. Espero que sea Arcadiano.
    - Por que, ¿Quieres casarlo?
    - No precisamente, hijo.
    No tenia idea de lo que estaba hablando pero preferí no insistirle más.
    - ¿Cómo esta mama? ¿Ya te habla?- preferí cambiar el tema de conversación.
    - Algo así.
    - Es tu culpa por casarte con una humana, debiste haberlo pensado, o por lo menos irte del país en tu periodo de celo. Ahora ella también me odia.
    Si, Narcisa Black no era mi madre como todos pensaban, mi madre biológica había muerto el mismo día en que yo naci. Era por eso que mi padre me odio durante muchos años, cosa que jamás pienso perdonarle. Si no fuera por el amor que Narcisa me profeso yo no se que hubiese pasado.
    - Ella te ama.
    - Si claro, por eso me hiso esto.
    Le mostré parte de mi torso derecho, donde estaba la enorme cicatriz que Narcisa me había echo con un cuchillo de duendes.
    - Cuando encuentres a tu pareja lo entenderás. Estar emparejado con la persona que amas es la mayor de las bendiciones. –Lucius me miro suplicante- hijo…
    - Ni lo intentes, no quieras ahora ser el padre que nunca fuiste, así que no me des sermones.

    Hermione

    Estaba cansada, no tenía ganas hoy de hacer absolutamente nada. Pero como siempre, tenía que asistir a las clases. Mis amigos últimamente no llenaban el ocio que sentía con esta rutina.
    Pero si Harry y Ron habían creído que me trague el cuento de aquella supuesta enfermedad, estaban muy equivocados.
    Al parecer, algo realmente interesante empezaba a rodear sus vidas y claro, no estaba dispuesta a dejarlo de lado. Esto tenia que ser realmente grande para que Ron me hubiese mentido tan convincentemente.
    No pre ni un minuto en seguir los movimientos del pecoso mientras desayunábamos. Se veía furioso, con la capacidad de acecinar a cualquiera con la mirada. Aspectos en los cuales nunca había considerado de tan simpático pelirrojo.
    Por otro lado, Harry se veía más… ¿Alto? Más… ¿Embarnecido? No estaba segura. ¿Cómo habían cambiado tanto en tan poco tiempo?
    No tenia duda de que estos dos podrían ser todos unos rompecorazones.
    Unos instantes después, el director Dumbledore comenzó a dar un discurso relacionado con el futuro torneo de los tres magos. No puse atención, ya me sabía las reglas de antemano. Lo único de lo que estuve consiente fue que la copa que erigiría a los tres campeones se pondría en el gran comedor y que de esta hora hasta el día de mañana los estudiantes mayores de edad tendrían la oportunidad de postularse.
    Cuando el desayuno termino, los tres nos levantamos para dirigirnos a clases pero por alguna razón, Ron se adelanto para ir con uno de sus hermanos mayores.

    George

    Tome la mano de ahora mi novia, Katty, y la conduje hasta la salida del gran comedor.
    Estaba de cierta forma emocionado, sentía como si Katty fuera la persona capaz de deshacer mi miseria, y no conforme con eso me sorprendió lo dispuesto que estaba para dejar mi quebrada alma en las manos de esta mujer.
    Katty me había dicho que me haría feliz, y eso era realmente posible entonces yo haría cualquier cosa que estuviera en mis manos para que ella no sufriera por mi causa.
    - George –escuche la voz de Ron a unos pasos de mi -¿Podemos hablar?
    - Yo me adelanto –dijo entonces Katty y se fue por el pasillo hasta las aulas de clase.
    - Si, dime…-le dije entonces a mi hermanito, sabiendo de antemano en donde giraría nuestra conversación. Ron a veces tendía a ser demasiado sobre protector, no lo culpaba pero si me incomodaba.
    - ¿Katty Bell es tu novia? –pregunto.
    - Si.
    - ¿Sabes lo que estas haciendo? Ella es humana, podrías lastimarla, o peor, ella podría descubrir que…
    - Ron, cálmate, ¿Quieres? No pienso exponernos.
    - ¿Cómo puedes saberlo? ¡Ni se te ocurra emparejarte!
    - ¡Ron! –esto si que me enfureció, mire a varias direcciones esperando no ser escuchado por nadie. Afortunadamente la mayoría de los alumnos ya se habían marchado a sus respectivos salones. –voy a aclararte una cosa –continúe- no seria mi decisión si quedara emparejado o no con ella, eso es cosa de los Destinos , y en dado caso que así fuera es mi problema.
    - George…
    - Si ya lo se Ron. Se que estas preocupado pero déjame manejar esto a mi.
    - ¿Qué opina Fred?
    - No creo que el interfiera mas en mis problemas.
    Mi pequeño hermano al parecer comprendió, después de todo el tenia una situación muy parecida a la mía.
    ¿Quién seria aquel humano por la cual había estado llorando solo estas últimas noches?

    Ron

    No podía creer que le hubiese reclamado a George sobre su relación con Katty. Se me debería caer la cara de vergüenza. Yo, criticando cuando increíblemente también había sostenido una relación con un humano.
    Sirius…
    Ese hombre no me había enviado ni una carta o algo desde lo sucedido aquella noche. ¿Cómo fui capas de involucrarme con un humano? Ellos no eran confiables, nunca lo han sido.
    Afortunadamente la marca de emparejamiento no apareció cuando estuvimos juntos, de lo contrario estaría en serios problemas.
    Me apresure a entrar en el aula de trasformaciones. Harry y Hermione ya estaban en sus lugares.
    De un momento a otro Harry me atacaría con preguntas, así que tenia que tener cuidado con lo que decía. Harry era apenas un neófito en el asunto por lo cual no tenia que cargar desde muy temprano con las responsabilidades de un Katagaia. Solo le diría por ahora lo más importante.
    La tarde llego y justo como esperaba, Harry me ataco.
    - Cuéntame más sobre los Arcadianos y los Katagaria.
    Bien, como ya te había dicho; nosotros venimos de una especie maldita de humanos llamados Apolitas, la historia de ellos te la platicare mas tarde. Nosotros creamos dos bases de sociedades: Arcadianos y Katagaria. Como con la naturaleza, con lo que parecíamos, formamos grupos o patrias basadas en nuestros animales. Lobo vive con lobo, halcón con halcón, dragón con dragón. Utilizamos términos griegos para diferenciarnos entre nosotros. Por eso dragón es un drakos, lobo es lykos, etc.
    –¿Y todo el tiempo los Arcadios permanecen con los Arcadios y los Katagaris con los Katagaris?
    –La mayor parte, sí.
    –Pero me doy cuenta por tu voz, que ninguno vivió feliz por siempre jamás.
    –No. Como ya te había dicho los Destinos estaban furiosos con Lycaon porque se atrevió a frustrarlos. Para castigarlo, le ordenaron asesinar la criatura base. Él se negó. Entonces los dioses nos maldijeron.
    –¿Cómo los maldijeron?
    –En primer lugar, no alcanzamos la madurez sexual hasta mediar los veinte. Porque está demorada, cuando nos golpea, nos golpea fuerte. A muchos de los nuestros los lleva a la locura, y si no encontramos la forma de controlarlo y canalizar nuestros poderes podemos convertirnos en asesinos.
    Después de todo, esto si era demasiada información para mi pobre amigo.
    –Hasta la pubertad, nuestros niños son tanto animales como humanos, dependiendo de la forma básica de sus padres. –continúe.
    –¿Forma básica? ¿Qué es eso?
    –Los Arcadios son humanos, entonces su forma básica es humana. Los Katagaris tienen una forma base del animal con los que ellos están relacionados. Un Ursulan será un oso, un Gerakian será un halcón.
    –Y un Drakos será un dragón.
    Asentí con mi cabeza.
    –Un niño no tiene poder, pero con el principio de la pubertad, todos los poderes aparecen. Tratamos de contener los que los atraviesan y les enseñamos cómo manejar sus poderes. La mayoría de las veces tenemos éxito como Katagarias, pero con los Arcadianos no es así. Ellos alientan a sus chicos a destruir a los Katagaria. Porque hemos jurado detenerlos y a sus asesinos, nos odian y han jurado matarnos y también a nuestras familias. Ellos creen que solo somos animales. Resumiendo, nosotros estamos en guerra con ellos.
    Harry se mantuvo silencioso mientras absorbía la última parte.
    – ¿Es por eso que ustedes están aquí?
    –Algo así, -conteste – Como te había dicho antes, estamos en un santuario. Aquí los Arcadianos y los Kataragis tienes prohibido pelear. Mis padres jamás quisieron involucrarse en la guerra y por ello nos trajeron aquí.
    –Si estamos en guerra, ¿tenemos ejércitos?
    Negué con la cabeza.
    –No realmente. Pero ambos bandos tenemos Centinelas, quienes son mucho más fuertes y rápidos que el resto de nuestra especie. Ellos han sido designados protectores tanto del hombre como de los de su especie.
    -Esto es realmente increíble.
    -Lo se. ¡Ah! Existe otra cosa que debes saber, es sobre el emparejamiento de nuestra especie.
    El rostro de Harry mostraba cierta reticencia al asunto, tal vez por el asunto de Draco.
    -Otra de las maldiciones que tenemos es sobre muestra pareja. Veras, nosotros solo tenemos una pareja y solo con esa pareja podemos tener hijos. Para encontrarla nosotros debemos tener sexo con ella, solo así aparecerá la marca que indica que estamos emparejados.
    -¿Y como sabremos cual es la correcta?
    -No se sabe, hay beses que nunca se encuentra, pero en otras ocasiones sientes un gran impulso, ahí algo que los atrae al borde de llegar a la locura si no se cumple el acto. Pero eso no quiere decir que los sentimientos se involucren. Harry debes tener cuidado con quien te acuestes, podrás tener un momento de pasión con cualquier persona pero si resulta que es tu predestinada y esa persona no te acepta en el lapso de dos semanas, entonces estarás condenado a ser estéril por el resto de tu vida y peor aun, no podrás tener sexo con nadie mas. Por lo menos mientras esa persona viva.
    - No entiendo, ¿Cómo es que pueden emparejarse dos personas que no se aman?
    -No es nuestra decisión, sino de esas brujas.
    -Los Destinos…
    -Si.
    -Tus padres, ¿se amaban cuando se emparejaron?
    -Creo que eso fue cosa de suerte, en cuanto se conocieron quedaron locamente enamorados y resulto que eran predestinados. No siempre pasa, sobre todo cuando un humano se involucra.
    -¿Puedes emparejarte con un humano?
    -Si, pero esas son las peores relaciones. La mayoría de las veces los humanos no soportan tal secreto y tienden a huir o a delatarnos. Muchos de los nuestros murieron en manos de esos muggles.
    -Lo siento.
    -No te disculpes, no es tu culpa.
    -¿Algo mas que deba saber?
    -Si…no te acerques a los aparatos que tengan electricidad, los campos magnéticos hacen que nuestros poderes se desestabilicen, provocando que no podamos controlar nuestros cambios de forma. Pude que te resulte tonto pero la electricidad es nuestro punto más débil. ¿Alguna vez te has preguntado por que en Hogwarts no se permite los aparatos electrónicos?



    Capitulo 11
    Pase lo que pase



    Harry

    Si antes creía que mi mundo era pequeño, ahora sentía que vivía en una isla muy remota en el océano.
    De pasar a ser el indeseado en la casa de mis tíos, me volví un mago famoso gracias a mi cicatriz y la persona quien me la hiso. Después cuando creo que mi vida tiene un rumbo fijo y estoy mas consiente de lo que me rodea descubro que sigo siendo el mismo niño de la alacena que no sabe nada.
    Mientras Ron me daba aquella larga explicación sobre mi nuevo yo, me di cuenta de que estaba solo y perdido. Mis padres no eran lo que yo creía, yo no era lo que creía y posiblemente esto no acababa aquí.
    - Bueno, supongo que con esta explicación, ya estas listo para una noche con los Katagaria. –me dijo Ron muy sonriente.
    - ¿Una noche con los Katagaria?
    - Si, de aquí hasta que cumplamos dieciséis tendremos que ocultarnos de los humanos cada luna llena.
    - ¿Cómo si fuésemos hombres lobo?
    - No hay de otra Harry, es peligroso estar cerca de los humanos en nuestro periodo de de celo.
    - Ya veo, y Draco también estará ¿Cierto?
    - Naturalmente.
    No se porque pero lo mas seguro era que esa famosa noche seria eterna. ¿Podría ver a Draco a la cara después de lo que paso? Y desafortunadamente en mi mente aun sonaban las palabras de Dumbledore “Draco, creo que has encontrado a alguien con quien emparejarte”.
    Si eso de los emparejamientos era así de serio, la verdad no tenía ningunas ganas de estar atado a una persona como Draco por el resto de mi vida, o peor, no poder tener sexo con nadie más.
    Cuando la noche callo, Ron fue a mi habitación para la famosa escapada. Salimos del castillo con mucho cuidado para no ser vistos.
    Mi amigo Ron me condujo hasta el bosque prohibido, donde me lleve una enorme sorpresa.
    Llegamos a una saliente, sabia que solo a unos paso de mi se encontraba una especie de despeñadero en donde en el fondo, un enorme lago se posaba. Eso no fue exactamente lo que me impacto, sino que un enorme oso pardo se alzaba delante de nosotros con las garras y los colmillos expuestos a atacar.
    - ¡Neville, tranquilízate! –grito entonces Ron.
    Yo me quede petrificado, ¿Neville también era un Katagaria?
    Algo muy extraño paso, de un momento estaba ese oso enfrente de nosotros y en otro instante la figura humana de Neville aprecio. Pero este Neville era muy distinto a lo que alguna vez había visto. Este muchacho tenia un cuerpo de locura, con unos abdominales muy bien formados, unos brazos de puro musculo y unas piernas que casi hacen que me de un colapso.
    No ayudaba en nada el hecho de que el muchacho solo traía un pantalón corto puesto, sin camisa y con aquel cabello azabache danzando con el viento. Algo increíble de contemplar.
    - ¿Qué rayos estas haciendo Ronald Weasley? ¿Cómo te atreves a traer a un humano a nuestra reunión?
    La voz de aquel Gryffindor que creía taimado y tímido ahora era fuerte decidido y autoritario. No podía creer que todo este tiempo, todos ellos estuvieran aparentando ser alguien totalmente diferente.
    - Neville, no es lo que crees. –Ron se puso delante de mí para protegerme. Entonces pensé, ¿Neville seria capaz de hacerme daño? ¿Tanto era su afán de proteger el clan?
    - Sabes que esto esta prohibido, Savitar puede matarte a ti he incluso a tu familia.
    - ¡Cállate ya oso terco! –la voz delicada de Draco Malfoy se hiso presente. Este enfrentamiento era precisamente lo que quería evitar, no quería ni verlo. Pero en cuanto mis ojos se posaron en el, ya no pude apartar la mirada.
    Draco estaba recargado sobre un árbol a raíz de la oscuridad, dándole un halo de misterio. Su cuerpo era toda una revelación, una obra de arte. Su piel era tan blanca, tan fina, tan suave. Sus largas piernas eran toda una tentación y no podía creer que una persona tan idílica como el pudiera existir. El viento entonces se precipito ante nosotros, causando que el cabello platinado de Draco se ondeara alrededor de su rostro. Que hermoso ser…
    - Lo que Ron trata de explicarte es que ese zopenco de Harry es uno de los nuestros.
    - ¡Que! –Neville se puso lívido.
    - Que oso tan bruto.
    - Que agallas las tuyas Draco –dijo Ron –hablarle así al Regis de los Ursulan.
    Draco solo hiso una mueca y volteo la mirada.
    - ¿Regis? –pregunte.
    - Veras Harry, como ya te había explicado, cada animal tiene su patria y cada patria de animal tiene algo así como un rey. A esos reyes se les llama Regis. Neville es el Regis Ursulan Katagariano. –me explico Ron.
    - Increíble- esto era más de lo que yo esperaba.
    - Si… mi padre en el Regis de los leones Katagaria y el padre de Draco es el Regis de los Drakos Katagaria.
    - Eso quiere decir que también existen Regis Arcadianos ¿Verdad?
    - Si, esto lo estas entendiendo bastante bien Harry.
    - Ron –llamo Neville –¿podrías explicarme de una vez por todas lo que esta pasando?
    Mi amigo se aparto entonces de mí y se fue con el Ursulan, no me importaba por que de todas formas no podía apartar mi vista de Draco.
    Otra corriente de aire volvió a golpearme, pero esta vez su olor me llego como un martillazo. Mis sentidos comenzaban a atrofiarse y mi vista a nublarse, esto era como la otra ves.
    - ¡Ronald! – grito Draco –aleja a tu amigo de mí. Si se me vuelve a acercar te juro que me lo como entero.
    - Eso no lo dudo, ¿No puedes mantener tus bajas pasiones a raya dragoncito?
    - Estúpido León de pacotilla.
    Draco tomo vuelo y se arrojo por la saliente. Todo lo que estaba sintiendo anteriormente quedo eclipsado por el miedo. ¿Qué era lo que acababa de hacer esa estúpida serpiente?
    Mis pies corrieron hasta la saliente, casi como si fuese instinto pero justo cuando me iba tirar en el rescate del rubio, una figura inmensa apareció ante mí.
    ¡Un Dragón! Un dragón de verdad.
    - ¡Fanfarrón! – grito entonces Neville. -¿Por qué Draco tiene que ser tan impulsivo?
    ¡Draco! Eso no puede ser. ¿Esa hermosa he impresionante criatura era Draco?
    El dragón me miro con sus impresionantes ojos azules por un instante antes de alejarse volando al interior del bosque. Los rayos de la luna hicieron que su cuerpo se viera como…una serpiente plateada.
    Draco era un dragón plateado.
    - ¡Harry! –Ron me tomo por el torso, evitando que me callera por la saliente. – Todavía no sabes volar.
    - ¿Volar? – no entendía a lo que se refería.
    - Me hubiera gustado que Draco te enseñara, pero dado que ninguno se mantendría quieto, prefiero no arriesgarme. No me gustaría ver a mi mejor amigo emparejado con semejante serpiente.
    - Lo mismo digo – Neville me miro con una enorme sonrisa.
    - Muy bien Harry, empecemos con la lección. Para convertirte en tu “animal interior” tienes que imaginarte como tal. Esto será realmente difícil dado el echo de que no sabemos que especie eres.
    - Espera Ron, ¿Quieres decir que hay barias especies de dragones Katagaria?
    - Si, la verdad yo no conozco a muchas, solo a la familia de Draco, ellos son dragones plateados. Se que también hay dragones rojos, verdes y negros. Pero creo que estos últimos están extintos.
    - Entonces debo imaginarme como cada uno de ellos.
    - Si, ¿Por qué no lo intentas?

    Esto era más difícil de lo que parecía. Me imagine como Draco, primero plateado, luego rojo y luego verde. No paso nada.
    - Esto no va a funcionar –suspire -¿Qué poderes extraños tienen los Katagaria? Algo mas sencillo que pueda manejar… saben, nunca he sido muy bueno con la magia.
    - Tampoco yo pero… -comenzó a decir Neville cuando simplemente desapareció.
    Entonces sentí una respiración en mi nuca, unos brazos fuertes que me rodeaban y un tierno beso en mi cuello. Me di la vuelta asustado pero me encontré que no era más que ¡Neville!
    - ¡Que rallos! ¿Cómo pudiste hacer eso? –no se por que pero sentí la urgencia de separarme de el. Esto no era como cuando Draco me abrazo. ¿Pero en que estaba pensando? Trate de sacar a ese rubio de mi mente.
    - Los Katagaria tenemos la magia de voluntad. Si quieres algo, lo tienes. Si deseas estar en un lugar entonces simplemente piensas en ese lugar y te trasladas. Si deseas ser dragón entonces lo serás, todo depende de la fuerza de voluntad que poseas. –explico Neville.
    - ¿Cualquier cosa?
    - Mientras sea material, si. Aunque claro, mientras vivamos en el mundo de los magos tenemos ciertas restricciones que debemos cumplir. Como por ejemplo; no podemos usar nuestra magia frente a otros magos, no podemos involucrarnos en política ni en guerras de magos a menos que solo usemos la magia a trabes de la varita. En lo particular ese instrumento me fastidia, nunca he podido manejarla. Por ultimo, no podemos viajar en el tiempo…
    - ¿Viajar en el tiempo? –casi se me va el aire.
    - Algunos Katagaria y Arcadianos son capaces.
    Esto no podía ser… si realmente podíamos viajar en el tiempo entonces ¿Seria posible salvar a mis padres de Voldemort?
    ¿Por qué nadie me dijo sobre esta posibilidad?
    - No Harry, -comenzó Ron - creo saber lo estas pensando y no, no podemos cambiar el flujo del tiempo.
    - Pero podemos salvar a mis padres Ron, podemos detener a Voldemort, podemos…
    - Cambiar el flujo del tiempo esta penado con la muerte –una voz proveniente de la oscuridad hiso que los pelos se me pusieran de punta.
    - ¡Neck! –dijo Ron, entre sorprendido y fastidiado a la vez.
    - ¿Con que este es el Katagaria? –pregunto la voz.
    - Largo de aquí cazador oscuro, no eres bienvenido en el reino de los magos –ordeno Neville con voz inflexible.
    Trate de estirar el cuello lo mas que pude pero solo vi oscuridad entre los arboles, nada que se pareciese a un humano.
    - Dombledore mando una carta al orgemion con las nuevas buenas, no quería perderme el privilegio de conocer a un nuevo primo.
    Entonces una extraña sombra comenzó a formarse entre nosotros. El escalofrió que estaba sintiendo no se comparaba en nada con lo que sentía cuando se mencionaba a Voltdemord, esto era pánico.
    Aquel hombre salió de entre la oscuridad, todo su ser parecía envuelto en un extraño halo negro. Se acerco a notros con movimientos suaves y calmados, aquellas formas se me hacían familiares pero no lograba recordar. Tenía el cabello más negro que el azabache y su rostro era más pálido que la luz de la luna. No podía ver sus ojos ya que estaban cubiertos por unos lentes de sol. (Lo que realmente se me hiso una tontería ya que era de noche).
    Ese desconcertante hombre tenia una aura mortífera, casi asesina lo que hacia que sintiera una fascinación irracional.
    Por el ángulo de su rostro se me figuro que me miraba y tenía la impresión de que no le caía del todo.
    - Harry Potter, no lo puedo creer –continuo Neck – de todos los alumnos de este instituto tenia que ser precisamente el. ¿Están seguros de que es capas de guardar el secreto?
    - Eso es algo que a ti no te incumbe renegado, lárgate de aquí. –De un momento a otro Neville se había vuelto a convertir en oso parto y le gruño al extraño.
    - Ok, ok, ya me voy. – Neck me dedico una irónica sonrisa antes de desaparecer.
    - ¿Quién era ese? – pregunte, tenia la curiosidad de saber por que lo llamaron cazador oscuro.
    - Un renegado Katagaria. El se convirtió en el perro de Artemisa con tal de saciar su sed de sangre y ahora se dedica a cazar a nuestros primos. –explico Ron.
    - ¿Nuestros primos?
    - Harry, será mejor que acabemos con esta noche. Ve a descansar, nos vemos mañana.
    Sin ninguna otra explicación, Ron y Neville desaparecieron entre los arboles y la oscuridad, dejándome con muchas incógnitas en mi cabeza.
    Regrese con paso cansado hasta la escuela, como yo aun no me trasformaba entonces no era necesario que me quedara en el frio bosque y mas si Draco estaba cerca.
    Mi camino fue interrumpido por una sombra, pero me detuve justo antes de topar con ella. Mire a la persona que interrumpía mi avance para un momento después quedar petrificado.
    ¡Neck!
    El hombre, que era por lo menos unos diez centímetros más alto que yo, se me aproximo para tomarme sutilmente del mentón.
    - Ten cuidado, -dijo – no debes sangrar en ninguna de las pruebas. Los katagaria se trasforman en su forma base cuando están heridos.
    No entendí en absoluto sus palabras. ¿Pruebas? ¿Qué pruebas?
    Intente preguntarle pero en eso se escucharon pasos y Neck me robo un roce entre nuestros labios antes de desaparecer.


    Ron

    Me despedí de Neville en las orillas del rio que conducía a lo más profundo del bosque. Ese lugar era mi favorito de entre todos en Hogwarts. Lo era por podía oler el fruir del agua, podía sentí la tierra entre los dedos de mis pies descalzos (húmeda) y lo mejor de todo, el sonido de los animales sobre la yerba. Ese lugar me relajaba y hacia que dejara de pensar sobre cosas humanas, como en Sirius.
    ¿Cómo pudo haberme pasado semejante cosa? No era que un katagaria tuviera prohibido enamorarse de un humano, pero si era peligroso. Sobre todo cuando estos dos quedaban emparejados. Afortunadamente Sirius era hombre y yo también, por que solo la marca de emparejamiento sale cuando una pareja que puede procrear esta junta. Solo así. Aunque claro, hubiese sido lindo que Sirius fuera mi pareja predestinada. El problema solo hubiese sido si el me aceptaba como era.
    No quería pasar lo mismo que Bill. Mi pobre hermano se enamoro de una humana que al saber sobre su condición lo desprecio y humillo, he incluso organizo una cacería de “demonios”. Esa había sido la principal razón por la que mis padres decidieron vivir en el reino de los magos, por protección. Eso hace ya más de doscientos años.
    Al parecer una situación familiar ocurrió con los Malfoy pero yo no sabia los detalles.
    Un aroma familiar llego hasta mi, ¿Qué era? Me pregunte. Sabía que ya la había olido antes, sándalo… quizá.
    El crujir de unas ramas puso mis sentidos en alerta, podría ser que todavía se encontraba en los alrededores el cazador oscuro.
    - ¿Ron? –pregunto una voz que conocía a la perfección.
    - ¡Sirius!
    El hombre se acerco a mí con paso lento y titubeante. Yo me debatía interiormente, no sabia que hacer. Por un lado quería quedarme, quería escuchar su voz, sentir su presencia, tener su aroma danzando con el viento, pero por otro lado no quería escuchar que lo nuestro había sido un error. Eso me partiría por completo el corazón.
    Di un paso hacia atrás, temeroso, pero Sirius me tomo por el brazo y me empujo hasta su torso para después rodearme con su abrazo.
    - Te extrañe. –dijo.
    Sentí como lagrimas se escapaban de mis ojos ¿Acaso esto era un sueño? Si era así, entonces no quería despertarme.
    Me aferre a el como pude y el soltó una pequeña risita por lo infantil que me estaba comportando.
    - ¿Por qué me haces esto? –pregunte, quería una explicación después de todos estos días sin saber de el.
    - Yo…Ron, ¿estas realmente seguro de lo que implicaría tener una relación con migo? ¿Te imaginas lo que dirán tus padres cuando se enteren? Molly me va a arrancar la cabeza.
    Sus palabras me llegaron como un tónico reconstituyente. ¿Eso quería decir que me amaba y que estaba dispuesto a decírselo a mis padres? ¿Seria posible?
    - Ron, te amo y esta vez no pienso perderte.
    - ¿Pase lo que pase?
    - Pase lo que pase.
    Sirius me recostó sobre la hierba húmeda y examino con sus ojos la forma en la que venia vestido.
    - ¿Travesuras? –pregunto.
    - Algo así –respondí antes de que nos fundiéramos en un apasionado beso.
    Su aroma se impregno en todo mi ser, quería sentir mas, era como si no fuese suficiente el contacto que ahora me daba. Ansiar el roce de sus manos me estaba volviendo loco.
    Sirius deslizo su mano entre mi camisa para acariciar mi torso, después fue quitando poco a poco cada prenda de mi cuerpo mientras yo hacia lo mismo con la suya.
    No podía creer lo que estaba pasando, mi mundo de repente se desconecto y no estaba consiente de lo que esta pasando. Solo sentía el infinito placer que Sirius me estaba proporcionando. Sentí como la punta de mi amado entraba en mí y como después de poco tiempo, comenzaba con las frenéticas embestidas.
    Tome sus labios entre los míos con mas pasión y amor que jamás le había demostrado antes. Quería hacerle ver que lo amaba más que cualquier cosa en mi vida. Sentí su boca caliente sobre mi cuello, deslizándome hasta mi pecho para volver a mi boca. Juntos experimentamos el éxtasis cuando roso la parte mas sensible de mi ser. Después nos tumbamos en la hierba, felices.
    - Mi pequeño Ron, a partir de hoy te digo que te amo y que ya no puedo estar sin ti por que te extraño, eres mío, solo mío, hasta el final.
    - Hasta el final.
    Sus palabras me llenaron de alegría, nunca creí que pudiese experimentar tanta felicidad… hasta que un extraño ardor comenzó a molestar mi mano y al parecer a Sirius también por que ambos nos miramos las manos.
    Me quede petrificado por no se cuantos minutos. Esto no podía ser cierto, pero parecía real. En mi mano y en la de Sirius resaltaba el trabajado tatuaje tribal del clan de los leones.
    Sirius y yo estábamos emparejados.


    Capitulo 12
    Apolitas y cazadores oscuros



    George

    Me sentía extraño, por que increíblemente este día no había sido tan malo como los otros. Era como si esta vez pudiera ver el gris y no solo el negro de mi alma. Katty había hecho que hoy fuera llevadero.
    La verdad no tenia ni idea de lo que mi ahora novia estaba planeando, por que sabia de antemano que yo no le gustaba, mas sin en cambio se ofreció tan fervientemente a hacerme feliz.
    A veces creía que Katty sabia mis sentimientos por Fred pero otras veces parecía tan inocente en sus acciones y comentarios queme hacían dudar.
    Subí las escaleras hasta llegar a mi habitación en la torre de los Gryffindor. Sentí como las piernas me pesaban, mi propio cuerpo tal vez quería detenerme de lo que me encontraría allá riba, pero no les hice caso por que tarde o temprano me encontraría a Fred.
    Abrí la puerta tratando de comportarme lo más normal que pude. Fred estaba recargado cerca de la ventana, mirando hacia la oscuridad. Su cara era una masca de hierro, impenetrable y era mas que obvio que era por mi causa.
    Me senté al borde de mi cama, sin decir ninguna palabra para después comenzar a quitarme los zapatos.
    Hubo un tiempo, que creía ya muy lejano en el que Fred y yo hablábamos hasta en los codos. Nunca habían existido silencios incómodos como ahora, siempre habíamos sido tan unidos. No existía frase que el no comenzara que yo no pudiera terminar. Pero ahora me preguntaba si eso no se debía a que yo quisiese amoldarme a él y a su vida. Mis decisiones siempre se basaban a lo que Fred quería, a lo que a Fred le gustaba. Nunca hice mi vida realmente a parte.
    - ¿Tienes a caso una idea de lo que estas haciendo? Katty es humana. –me soltó con furia.
    - Ya lo se, -trate de contestarle lo mas calmadamente posible – y no me importa.
    - ¡Pues aunque no te importe! Si tu heces semejante tontería recuerda que no solo te afecta a ti, si no ha toda la familia.
    - Estas exagerando.
    - ¡No es verdad! Además no es justo que hagas de Katty un remplazo de mi.
    Me paralice ante tal suposición. ¿Cómo se atrevía a pensar semejante cosa?
    - ¡Mi mundo no gira a tu alrededor Fred! Si acepte salir con ella es por que me gusta. No tiene nada que ver contigo.
    Bueno, eso no era del todo cierto. La verdadera razón, era en gran parte por que quería olvidarme de Fred. Tenia que agotar todas las posibilidades y salir con Katty era una de ellas.
    - ¿Te vas a acostar con ella?
    - ¡Ese no es tu asunto! Deja de meterte en mis cosas y ocúpate de tus asuntos. Si me acuesto o no con alguien es solo mi problema, ¿Por qué no te vas de una vez por todas con Cedric y a mi me dejas en paz?
    Los ojos de Fred llamearon con ira. De dos zancadas se puso a mi altura y me tomo de las muñecas con demasiada fuerza.
    - Entonces lo haces por celos. – me lo dijo como si fuese una afirmación, no una pregunta.
    - No te creas tan importante, -trate de zafarme de el sin éxito –además, esto te conviene. Si yo estoy fuera del camino podrás conquistar a Cedric y no tendrás que preocuparte de alguien tan molesto como yo.
    - George… -su voz pretendía ser amable.
    Volví a forcejear con el para escapar pero en el intento ambos caímos sobre la cama.
    Mi corazón empezó a latir furiosamente, y sentí como el rostro me ardía. ¡Maldito cuerpo delator! Tal vez mi mente quería repelerlo a toda costa pero mi cuerpo era sensible a su contacto.
    Lo mire directo a la cara, esperando a que saliera huyendo de inmediato pero no lo hiso. Parecía extrañamente sorprendido y su respiración se volvió agitada.
    El dolor en las muñecas comenzó a tornase insoportable y me replegué lo mas que pude sobre el colchón. Era inútil, podía sentir su cuerpo sobre el mío, al igual que su aliento. Mi lengua se trabo, no podía decir nada aunque quisiese. Pero tenia que hacer algo, de lo contrario podía hacer algo de lo que arrepentiría toda mi vida.
    - Suéltame… -mi suplica apenas si fue un susurro.
    Fred parpadeo varias veces, parecía como si no comprendía. Soltó un poco mis muñecas pero no lo suficiente para que pudiese escapar, solo para que no me dolieran.
    Mire nuevamente su rostro, con la suplica en mis ojos. El no pareció inmutarse, pero por su expresión parecía como si deliberara algo en su interior.
    - ¿Esto es lo que quieres? –pregunto, pero su voz era fría, seca.
    - Suéltame –volví a repetir, pero esta vez con mas convicción.
    - ¿Si hago esto entonces tu dejaras a Katty y mantendrás a salvo nuestro secreto?
    Por un momento no entendí lo que estaba diciendo, pero después de analizarlo practicante quede en shock.
    - ¿Pero que estupideces estas diciendo?
    - Dime George, ¿No era algo así lo que siempre imaginaste? ¿No querías tenerme de esta manera?
    - ¡Estas loco! ¿Acaso estas tomado?
    - Puede ser…
    Fred acerco su cara un poco mas a mi, ¡No podía ser verdad! ¿Acaso el iba a besarme?
    Justo cuando sentí que sus labios rosaban los míos el se detuvo y salto de la cama.
    Lo mire, yo estaba confundido por lo que había pasado. Por un momento pensé que realmente el me iba a besar.
    Pero entonces distinguí la escena un poco mejor.
    Fred estaba inclinado sobre el piso, con la mano fuerte mente apretado en la boca, como si se estuviera conteniendo las ganas de…vomitar.

    Harry


    Los pasos que se aproximaban hasta donde yo estaba hicieron que recuperara el conocimiento. Cuando el extraño llamado Neck casi me beso yo me había quedado como de piedra y ahora sentía como si me hubiesen salvado de un pavoroso destino. Aunque creo que había pensado demasiado aprisa por que el hombre que se aproximaba no era mas que Lucius Malfoy.
    - Neck… -comenzó a decir Malfoy. – Prometiste que no te meterías en esto.
    - Ok, ok, ya me voy. – justo cuando me di la vuelta para ver a Neck, el simplemente ya no estaba, como lo que hiso Neville. Se había esfumado.
    - Por tu bien, te recomiendo que no te acerques a ese hombre –me dijo el patriarca de los Malfoy. ¿Acaso había oído bien? ¿Aquel hombre me esta dando un consejo? No, no, no. Aquí de seguro se estaba tramando algo.
    Mire su expresión, tenia la certeza de que me miraría con desprecio y burla, como siempre me había mirado.
    Creo que estaba sufriendo de alucinaciones, si, eso. Por que solo en mis sueños Lucius Malfoy me sonreiría como lo estaba haciendo ahora mismo.
    - Con que resulta que eres un Katagaria – dijo con una sonrisa picara, lo que provoco que un estremecimiento recorriera mi cuerpo.
    No conteste, estaba demasiado sorprendido.
    - No tengas miedo de mi muchacho.
    - Claro… -como si no fuera él el causante de que casi muero cuando estaba en segundo.
    Comencé a caminar en dirección a mi cuarto pero Lucius Malfoy me detuvo cruzando en mi camino su bastón.
    - Tenemos que hablar Potter.
    - No tengo nada que hablar con usted.
    - Creí que tendrías preguntas, preguntas que ni siquiera tu amigo puede contestar sobre nuestra condición.
    “nuestra” esa palabra no me gusto, y mas si involucraba a esa serpiente.
    - Usted, ¿Contestaría todas mis preguntas? –era demasiado bueno para ser verdad.
    - Hasta la ultima.
    - ¿Por qué? ¿Creí que me odiaba? Además, existe aun la posibilidad de que yo sea un Arcadiano.
    - Si, lo se pero aunque lo fueras, tu no eres como esos humanos sin corazón. Tú eres algo más grande. Potter yo no te odio, es solo que algunas veces te pareces tanto a tu padre que… no importa. Mejor pregunta.
    - Bien, - me arriesgue, no perdía nada en preguntarle - Ron menciono que nosotros descendíamos de una estirpe maldita llamada Apolitas, ¿Quiénes son y de donde vienen? También quiero saber que es exactamente un cazador oscuro.
    - Me sorprende que Ronald no te lo haya contado, el saber que es un Apolita y un cazador oscuro puede alguna vez salvarte la vida. Potter… ¿Alguna vez has escuchado de un continente antiguo llamado Atlántida?
    - ¿La Atlántida? ¿Que tiene que ver un continente mítico con nosotros?
    - ¿Mítica? Potter, no has estado estudiando mucho.
    Le puse mala cara, no creía que precisamente él me diera sermones sobre mis estudios.
    - Veamos…
    “Atlántida.
    Legendaria. Mística. Dorada. Misteriosa. Gloriosa y mágica.
    Hay quienes afirman que nunca existió.
    Pero también hay quienes piensan que están a salvo en este moderno mundo de armas y tecnología he incluso de magia con una varita. A salvo de todos los antiguos demonios.
    Hay tontos que se aferran a su lógica y su ciencia, pensando que ellas van a salvarlos. Nunca serán libres o estarán seguros, no mientras se rehúsen a ver lo que hay delante de sus propios ojos.
    Porque todos los antiguos mitos y leyendas tienen origen en la verdad, y a veces la verdad no nos libera. A veces nos esclaviza aún más.
    Pero escúchame, y trata de ser imparcial, y dejame contar un cuento acerca de la historia del más perfecto paraíso que jamás existió. Más allá de los míticos Pilares de Heracles, en el gran Egeo, hubo una tierra una vez orgullosa que abrigó a una raza mucho más avanzada que cualquier otra anterior o posterior.
    Fundada en las antiguas brumas del tiempo por el primordial dios Archon, la Atlántida tomó su nombre de la hija mayor de Archon, Atlantia, cuyo nombre significaba "delicada belleza." Archon conjuró la isla con la ayuda de su tío, el dios del océano Ydor, y su hermana Eda –tierra— para otorgarle la tierra a su esposa Apollymi para que pudieran poblar el continente con sus frutos divinos, que tendrían todo el espacio necesario para crecer y juguetear.
    Apollymi lloró con tanta alegría ante su regalo, que sus lágrimas inundaron la tierra y convirtieron a la Atlántida en una ciudad dentro de otra ciudad. Islas gemelas rodeadas por cinco canales de agua.
    Allí, ella daría a luz a sus hijos inmortales.
    Pero pronto se descubrió que la gran Destructora, Apollymi, era estéril. A pedido de Archon, Ydor habló con Eda y juntos crearon una raza de Atlantes para poblar las islas y traer alegría nuevamente al corazón de Apollymi.
    Funcionó.
    Dorados y hermosos en honor a la reina diosa, los Atlantes eran muy superiores a cualquier otra raza humana. Por sí mismos le dieron placer a Apollymi y lograron que la gran Destructora sonriera.
    Amantes de la paz y justos, como sus antiguos dioses, los Atlantes no conocían la guerra. Ni la pobreza. Usaban sus mentes psíquicas y su magia para vivir armoniosamente dentro del equilibrio de la naturaleza. Le daban la bienvenida a todos los extranjeros que llegaban a sus orillas y compartían con ellos sus dones de curación y prosperidad.
    Pero cuando el tiempo pasó y otros panteones y otras personas comenzaron a desafiarlos, los Atlantes se vieron forzados a luchar por su patria.
    Para proteger a su gente, los dioses Atlantes entraron en un constante conflicto con el advenedizo panteón Griego. Para ellos, los Griegos eran niños que luchaban por la posesión de cosas que jamás entenderían. Los Atlantes intentaron ocuparse de ellos como cualquier padre lo haría con un pequeño furioso. Equitativamente. Pacientemente.
    Pero los Griegos no querían oír su antigua sabiduría. Zeus y Poseidón, entre otros, estaban celosos de las riquezas y la serenidad de los Atlantes.
    Sin embargo, era Apolo quien más codiciaba su isla.
    Apolo, un despiadado y astuto dios, se puso en acción para quitarles a los dioses mayores la Atlántida. A diferencia de su padre y su tío, él sabía que los Griegos nunca podrían derrotar a los Atlantes en una contienda abierta. Sólo desde adentro uno podría conquistar la antigua y avanzada civilización.
    Entonces cuando Zeus proscribió a la raza guerrera de Apolo, los Apolitas, de su Grecia nativa, Apolo congregó a sus hijos y los condujo a través del mar hacia las orillas de la Atlántida.
    Los Atlantes se compadecieron de la raza psíquica Apolita, los cuales parecían dioses, que había sido perseguida por los Griegos. Veían a los Apolitas como primos y los acogieron mientras acataran las leyes Atlantes y no causaran conflictos.
    Públicamente, los Apolitas hicieron lo que les decían. Hicieron sacrificios a los dioses Atlantes sin romper el pacto con su padre, Apolo. Cada año elegían a la más hermosa virgen entre ellos y se la enviaban a Delfos como una ofrenda a Apolo por su generosidad al darles un nuevo hogar donde un día reinarían como dioses.
    En el año 10,500 a.c. la hermosa aristócrata Cleto fue enviada a Delfos. Apolo se enamoró instantáneamente de ella, y le engendró cinco pares de gemelos.
    Fue a través de su amante y sus hijos que anticipó su destino. Al final, ellos lo conducirían al trono de la Atlántida.
    Mandó de regreso a la Atlántida a su amante y sus hijos, donde se casaron dentro de la familia real Atlante. Como los hijos mayores de Apolo se habían casado con los nativos Atlantes y habían mezclado las dos razas, haciendo a sus hijos aún más fuertes, también ellos lo harían. Sólo él mantendría pura la descendencia real para asegurar la fuerza y la lealtad de la corona Atlante para sí mismo.
    Tenía planes para la Atlántida y sus hijos. A través de ellos, Apolo gobernaría el mundo entero y derrotaría a su padre así como su padre había derrotado al anciano dios Cronos antes que él.
    Se decía que el propio Apolo visitaba a la reina de cada generación y engendraba al heredero Atlante en ella.
    Con cada último hijo que nacía, Apolo iba a sus oráculos para saber si ese hijo sería el que destronaría a los dioses Atlantes.
    Cada año le decían que no.
    Hasta el 9548 a.c.
    Como era su costumbre, Apolo visitó a la reina Atlante, cuyo rey había fallecido más de un año atrás. Apareció ante ella como un fantasma y engendró a su hijo mientras ella dormía y soñaba con su esposo muerto.
    Fue también ese año que los dioses Atlantes se enteraron de sus propios destinos. Porque la reina de los dioses Atlantes, Apollymi, quedó embarazada con el hijo de Archon.
    Luego de todos esos siglos de anhelar un hijo propio, finalmente el deseo de la Destructora le había sido concedido. Se dijo que la isla de la Atlántida floreció ese día, y que conoció más prosperidad que nunca antes. La diosa reina celebró gozosamente mientras le contaba la noticia a los demás dioses.
    En cuanto los Destinos escucharon su anuncio, observaron a Apollymi y Archon y proclamaron que el hijo no nacido de Apollymi provocaría la muerte de todos ellos.
    - Una por una, los tres Destinos pronunciaron una sola oración de profecía.
    - "El mundo como lo conocemos, terminará."
    - "Todos nuestros destinos descansarán en sus manos."
    - "Como un dios, cada capricho suyo será el dominio supremo."
    Aterrado por la predicción, Archon le ordenó a su esposa que matara al infante venidero.
    Apollymi se rehusó. Había esperado demasiado tiempo para tener su hijo como para verlo innecesariamente muerto debido a las palabras de las celosas Destinos. Con la ayuda de su hermana, dio a luz a su hijo prematuramente y lo escondió en el mundo mortal. Para Archon, ella parió un bebé de piedra.
    —He tenido suficiente de tus infidelidades y mentiras, Archon. De hoy en adelante has endurecido mi corazón. Un hijo de piedra es todo lo que tendrás de mí.
    Enfurecido, Archon la encerró en Kalosis, un reino inferior entre este mundo y el suyo.
    —Ahí te quedarás hasta que tu hijo esté muerto.
    Y entonces los dioses Atlantes se volvieron contra la hermana de Apollymi hasta forzar una confesión de ella.
    —Él nacerá cuando la luna trague al sol y la Atlántida sea bañada por una oscuridad total. Su majestuosa madre llorará por miedo a su nacimiento.
    Los dioses fueron a la reina Atlante, ya que el nacimiento de su hijo era inminente. Como había sido predicho, la luna eclipsó al sol mientras ella luchaba por dar a luz, y cuando su hijo nació, Archon ordenó que el bebé fuera asesinado.
    La reina lloró y le rogó a Apolo que la auxiliara. Seguramente su amante no permitiría que su hijo fuera asesinado por los dioses más ancianos.
    Pero Apolo la ignoró y ella vio desamparadamente cómo mataban a su hijo recién nacido frente a sus ojos.
    Lo que la reina no sabía era que Apolo ya había sido informado de lo que sucedería y no era su hijo el que ella llevaba, sino otro niño que él había cambiado en su vientre para salvar al propio.
    Con la ayuda de su hermana, Artemisa, Apolo había llevado a su hijo a casa, en Delfos, donde el niño fue criado entre las sacerdotisas de Apolo.
    Como los años pasaron y Apolo no regresó a la reina Atlante para engendrar otro heredero, su odio por él creció. Despreciaba al dios Griego que no podía ser molestado para darle un hijo que reemplazara al que había perdido.
    Veintiún años después de haber presenciado el sacrificio de su único hijo, la reina se enteró de otro hijo engendrado por el dios Griego Apolo.
    Este había nacido de una princesa Griega que había sido otorgada al dios como una ofrenda, con esperanza de inclinar la bendición del dios hacia los Griegos, que estaban en guerra con los Atlantes.
    En cuanto las noticias llegaron a la reina, su amargura interna aumentó hasta que su corriente la abrumó.
    Convocó a sus propias sacerdotisas para preguntarles dónde podría ser encontrado el heredero de su imperio.
    —El heredero de la Atlántida reside en la casa de Ancles.
    La misma casa donde había nacido el nuevo hijo de Apolo.
    La reina gritó indignada ante la proclamación, sabiendo que Apolo había traicionado a su propio hijo. Ellos habían sido olvidados mientras él forjaba una nueva raza para reemplazarlos.
    Llamando a sus guardias personales, la reina los envió a Grecia, para asegurarse de que la amante de Apolo y su hijo fueran asesinados. Jamás permitiría que ninguno de ellos se sentara en su amado trono.
    —Asegúrense de desgarrarlos, para que los Griegos crean que fue hecho por un animal salvaje. No quiero que quede nada que los haga mirar hacia nuestras orillas por esto.
    Pero como con todos los actos de venganza, este también fue revelado.
    Angustiado, Apolo, sin pensarlo, maldijo a su raza una vez elegida.
    "Una plaga a todos aquellos que nazcan Apolitas. Que cosechen todo lo que han sembrado este día. Ninguno de ustedes vivirá más allá de la edad de mi preciosa Ryssa. Todos perecerán dolorosamente el día de su vigesimoséptimo cumpleaños. Como actuaron como animales, se convertirán en ellos. Encontrarán alimento sólo en la sangre de sus iguales. Y nunca jamás podrán caminar por mi reino, donde los veré y seré forzado a recordar qué fue lo que hicieron para traicionarme." (extracto original de la novela 03 cazadors oscuros).


    - ¿Qué quiere decirme entonces con esto? -pregunte, la historia había sido impresionante pero todavía tenia muchas interrogantes.
    - Lo que quiero decirte es que nosotros procedemos de esa especie maldita llamada Apolitas.
    - Eso ya lo se, Ron me lo explico y también me conto la historia del rey de Arcadia y como nacimos nosotros.
    - Que bien, entonces también te habrá dicho que los Apolitas aun rondan en este mundo, incluso en el reino de los magos.
    No, eso no me lo había dicho.
    - Entonces ellos, ¿realmente mueren a los veintisiete?
    - Unos si, otros no. –Lucius miro con tristeza hacia la ventana.
    - Pensé que había dicho que morían a esa edad.
    Espere hasta que el continuara la historia, mientras me senté en el piso y me recargue en la pared. Ya era tarde, y sentía el peso del cansancio sobre mis hombros, ¿Cuánto mas podría seguir despierto?
    - Cuando un Apolita llega e esa fatídica edad tienen una opción para sobrevivir. Ellos se convierten en unas criaturas llamadas Daimons, seres que extraen el alma de los humanos para sobrevivir. Pero esa alma se consume en el cuerpo de los Daimos con rapidez por lo cual, necesitan almas mas fuertes, como la nuestra.
    - ¿Esta tratando de decirme que los Daimos nos cazan?
    ¿Por qué Ron no me había dicho algo tan importante?
    - Si, esa es la razón por la Artemisa creo a los cazadores oscuros. Ellos son guerreros de tiempos pasados, que cada noche salen a cazar a los Daimos para liberar las almas de aquellos humanos que residen sobre esos demonios.
    A pesar de que quería seguir escuchando, no supe cuando fue pero mis ojos se serraron. Lo ultimo que recuerdo fue como unos brazos me sostenían.



     
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  10. Yume_Noan
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    siguelo! me gusta muchooo,te esta quedando bien n_n
     
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  11. Acheron_kattalakis
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    Si, ya te faltan menos capitulos por resubir

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  12.     +1   -1
     
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    La oscuridad es mi camino...las tinieblas mi trono y tu agonia mi aliento

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    En un momento seguire pasando los capitulos.
    Gracias por leer. Esperando que los problemas del otro fic se resuelvan.



    Capitulo 13
    Las heridas del amor




    Lucius

    Justo cuando Potter cerró sus ojos yo alcance a sujetarle. De seguro estaba demasiado cansado para siquiera mantenerse despierto un poco más. No lo culpaba, toda esa información entrando en su mente y ahora el desgaste físico que tendría seria incalculable.
    - No me lo puedo creer –se escucho una voz a mis espaldas; Severus –desde cuando el patriarca Lucius Malfoy es tan comedido, y mas con el famoso Harry Potter.
    - No es tu asunto –conteste de mal humor, ¿Acaso nunca podría hacer algo que lo tomaran tan a mal?
    - Si claro… desde que te enteraste de que Potter es uno de los suyos as cambiado. –el rostro de mi antiguo compañero de clases compuso una sonrisa sarcástica.
    - Tal vez…
    - Se lo que planeas Lucius. –refuto hostilmente. ¿Desde cuando era tan protector con Potter?
    - ¿Planeas impedirlo?
    - No, creo que después de todo es lo más razonable. Además, se lo debes a tu hijo.
    Si, se lo debía. Desde muy pequeño yo me había empeñado en odiar a ese niño.
    En aquellos tiempos, a mi parecer, el había sido el causante de que mi querida compañera Erín muriera en el parto. Draco había adsorbido casi toda su magia Katagaria, haciendo que su parte elemental la reclamara y se convirtiera entre mis brazos en ceniza. Igual que un Apolita cuando muere a los veintisiete.
    Pero a los pocos años encontré a mi pareja predestinada en una maga. Yo estaba realmente shokeado, ¿Cómo un Katagaria podría emparejarse nuevamente, y con una humana?
    Al principio Narcisa solo había sido la fuente de estabilidad, (además de mi pareja sexual), desafortunadamente para los Katagaria semi elemental como yo, necesitamos un fuente que nos suministre de magia, de lo contrario tendemos a convertimos en un elemento. Tal y como lo hiso Erín. Yo no tuve la magia suficiente para suministrarle a la hora del parto y por ello paso semejante desgracia.
    Pero en vez de culparme a mí por mi debilidad, decidí culpar a mi pequeño Draco que jamás tuvo la culpa. Si no hubiese sido por ahora amada esposa Narcisa, yo no se que le hubiese hecho. Cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, ya era demasiado tarde. Draco jamás volvió a verme como a un padre.
    Pero ahora tenia la oportunidad de rectificar lo que había echo, aunque sea solo un poco. Y Potter era la clave de esto.
    Si era verdad que gracias al instinto era posible de que Potter fuera la pareja predestinada de mi hijo entonces yo haría lo que sea para que estuvieran juntos. Y si resultaba que aquel chiquillo oji verde fuese un Arcadiano entonces mis preocupaciones se desvanecerían por completó dado que él le prevería a mi hijo de la magia suficiente para sobrevivir, incluso si decidían algún día tener hijos.
    - El problema será Potter, ¿Estas seguro que el aceptara vincular su vida a tu hijo? –prosiguió Severus.
    - No podrá resistirlo. El impuso se volverá mas fuerte mientras mas lunas llenas pasen. Y si resulta al final que son pareja predestina, entonces todo estará bien.
    Al parecer el rostro de Severus no parecía del todo convencido.
    Se acerco hasta donde estábamos y tomo el cuerpo rendido de Potter entre sus brazos.
    - Lo llevare hasta su nuevo cuarto. –dijo.
    - Te lo encargo.
    Severus hiso una cara de fastidio y rápidamente se fue alejando de mi.

    Ron

    ¿Esto podría ser verdad? ¿Acaso dos hombres podrían emparejarse?
    No, no, eso no podía ser posible. No era que no me gustara la idea de ser la pareja predestinada de Sirius, pero se suponía que esto solo ocurría a parejas capases de procrear.
    Mi padre era un Regis Katagaria de león y mi madre una Arcadiana que encontró en mi padre a su pareja predestinada y que por ello huyo de su patria. Para estar con el.
    No sabíamos mucho de la familia de mi madre, ella jamás quiso contarnos mucho, no era tampoco que nos preocupáramos dado que todos habíamos nacido Katagaria y no Arcadiano. Nuestra forma base desde el principio fue de león.
    La única razón por la que se me ocurría que Sirius y yo estuviéramos emparejados era que yo fuera un Arcadiano elemental. Porque en la familia de mi padre jamás se habían involucrado con algún ser elemental, de lo cual no estaba muy seguro de la familia de mi madre.
    Entonces, ¿Seria posible que yo fuera un Arcadiano?
    Me pare del lugar donde Sirius y yo seguíamos pasmados y desnudos. Ignore las preguntas de mi amado, antes tenia que confirmar mis teorías.
    Tome un pedazo de roca del rio, la más filosa que encontré y me corte la mano. Cuando un Katagaria sufría alguna herida este tendía a regresar a su forma base para recuperarse. No paso nada. Yo seguía teniendo mi forma humano. ¿Cómo era posible esto?
    Alguna vez escuche historias sobre Arcadianos y Katagaria que cuando llegaban a la pubertad tendía a cambiar su forma base. Pero so solo pasaba si sus padres eran de diferentes clanes, tales como los míos.
    - ¡Ron! –la voz de Sirius al fin me llego.
    - Sirius… -no tenía cara para enfrentarlo.
    - ¿Qué esta pasando? –me apremio, con la frustración y la preocupación marcada en sus bellas facciones.
    Me tomo tiernamente de la mano lastimada y miro con asombro como esta se curaba casi al acto.
    - ¿Qué rayos? –exclamo, soltándome la mano asustado. –¿Que demonios esta pasando Ronald Weasley, que eres tu?
    Sus palabras se me incrustaron como pequeños filamentos de metal. Era de esparce que reaccionara así. No esperaba menos, tal y como le paso a Bill.
    - Déjame explicarte. –suplique.
    - Empieza a hablar… -su vos se volvió fría.
    Comencé a explicarle como lo hice con Harry, sin omitir detalles. Le explique de mi familia, de lo que somos y como llegamos aquí. Lo único que omití fue el asunto de Harry.
    Después de esa larga explicación, espere a que Sirius me dijera algo, lo que fuera. Pero el se mantuvo callado, pensativo.
    - Esta marca… ¿Tratas de decirme que esas mujeres llamadas destinos ya han decidido por mi?
    - Es una manera de verlo pero… ¿Acaso no me querías antes de saberlo? ¿No podías tratar de verlo como si fuera el destino? Somos uno Sirius…
    - ¡Deja de decirlo de esa manera! ¿Por qué no me advertiste de esto antes?
    - Es que yo… -¿Qué podría decirle? “Por que no pensé que fuéramos parejas predestinadas ya que éramos hombres y que pretendía tenerte ignorante del secreto por miedo a ser rechazado”
    - ¡Es que nada! ¡No eres humano como yo! Es que tú eres…
    Las piernas me flaquearon del dolor, no quería seguir escuchado más. ¿Por qué me aferre tanto a esto, incluso al grado de arriesgar mi vida al ser rechazado? Por que no solo me arriesgaba a quedar de por vida estéril, sino que también al cumplirse el plazo – si mis conjeturas eran ciertas – entonces mi cuerpo seria reclamado por los elementales. Me volvería ceniza.
    - ¿Qué soy un monstruo? –sugerí, al ver que no acababa su frase.
    Sirius no contesto, solo se quedo viendo la nada. Como si no estuviera aquí.
    - Las promesas de los humanos después de todo no sirven de nada. ¿En que estaba pensando en confiar en ti? ¿Con que pase lo que pase, he? Siempre juntos…
    Camine en su dirección, quería verlo de frente. Si tenia que enfrentar esto, era lo mejor que fuera ahora mismo. Trate de tomar sus brazos pero en cuanto sintió mi alcance él se alejo.
    Mis brazos extendidos cayeron a mi costado, inertes, muertos, como pronto yo lo estaría. Sentí mis ojos húmedos y la respiración se me hiso mas dificultosa.
    - ¡¿No piensas decirme nada?! –demande, furioso. Si era mentira lo que acababa de decir yo sobre su palabra, era momento de hablar. Por que solo en sus palabras se decidiría mi futuro.
    - Tú… eres algo que yo no comprendo. No se como manejar esto, creo que es demasiado para mi. Lo siento Ron, yo no puedo…
    Un escalofrió recorrió todo mi ser. Derrotado al fin, mire la luna, como si en ella pudiese encontrar algo de consuelo.
    Las pisadas de Sirius fueron alejándose poco a poco, hasta que ya no pude escucharlas más.
    Bill… ¿esto fue lo que sentiste cuando aquella humana te rechazo?
    Mi mente comenzó a nublarse, de apartar de hoy, mi sentencia de muerte estaba fijada.
    Trate de caminar, tenia que llegar al castillo antes del amanecer, tenia que llegar…
    Sirius…
    “Quédate… no me dejes solo otra vez.”
    Mis sollozos, -como siempre que estaba triste – comenzaron a invocar la lluvia. ¿Cómo no me había dado cuenta antes? La lluvia…
    Sentí como la fría agua de la tormenta comenzaba a envolverme. El frio se estaba apoderando de mi, he incluso por mas que lo intentase la magia no salía de mi cuerpo para trasladarme a otro lado.
    Total, que más daba. Si iba a morir pronto ¿Por qué no ahora?

    Draco

    En cuanto estuve lo suficientemente lejos del alcance de Potter, volví a mi forma humana. En cuanto toque el suelo, pude notar como las piernas me fallaban. Apenas si pude poner las manos para no magullarme la cara.
    ¿Qué era lo que me estaba pasando? Últimamente me sentía más débil de lo habitual.
    Las trasformaciones a dragón cada vez eran más difíciles y eso no era normal. Yo era un Katagaria y mi forma base era un drago, entonces ¿Por qué se me dificultaban tanto las trasformaciones? Tal vez influía un poco el hecho de que por mis venas corría sangre de elementales. Los Katagaria capases de adecuar su cuerpo como un hombre o como mujer. Pero eso era solo por parte de mi madre por que por Lucius, se suponía que era un Katagaria completo.
    O al meno eso era lo que el me había dicho hasta ahora.
    Me recosté sobre la hierba. Que tranquilidad. Todo estaba tan pacifico si Potter merodeando.
    Potter…
    Cuando estaba entre mis brazos, frágil y temeroso yo realmente creí que el me gustaba. Pero en cuanto supe que el pertenecía a uno de nosotros entonces supe que lo único que compartíamos era una atracción física.
    Nunca había creído a Lucius lo poderosa que era. Era como si una gran fuerza magnética me atrajera a el y sin importar que tanto luchase, el campo magnético me dirigía a el. Un camino sin salida.
    Pero había ocasiones que me atrevía a dudar de que solo fuera atracción física.
    Ha veces, cuando lo miraba, un extraño calorcito se ponía en mi pecho y hacia latir mi corazón con fuerza. También me dolía el hecho de que a pesar de todo, él seguía enamorado de Oliver.
    ¿Cómo podía ser posible?
    El corazón de los humanos es tan complejo.
    ¿Cómo pueden soportar tanto dolor?
    Luche por quedarme un poco mas despierto. Quería ver las estrellas y la luna, pero los parpados me pesaban cada vez más y más…
    Supe exactamente en el momento en que serré mis ojos que estaba soñando.
    Los colores se hacían cada vez mas nítidos aunque en los bordes aun era borroso.
    Estaba sobre un prado, las flores eran muy hermosas. La mayoría lilas, narcisos y azafrán. Sobre un borde rocoso se alzaba un impresionante dragón de ojos verdes. Después la visión se borro para dar paso a una figura humana. El me miraba pero después arrojaba sobre mí una enorme lanza.




    Para aquellos y aquellas que deceen saber mas sobre los Dark Hunter aqui les dejo el libro 03-Dragonswan.
    los primeros dos no tienen cazo que los leean, ya que solo son instrucciones he una historia que aparecera en el libro 23.
    Este es mas sobre los Katagaria y los Arcadianos.

    link:
    www.4shared.com/file/154327111/716cecb3/6181.html

    disfrutenlo.
     
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    Capitulo 14
    Tal como soy



    Harry

    Desperté muy temprano en la mañana. Tenía las sabanas sobre mi rostro cuando me di cuenta de que aquí algo andaba mal. No recordaba que mis sabanas olieran tan bien. Como a durazno, no estoy seguro.
    Me destape poco a poco y descubrí que no estaba en mi cuarto. ¡Era el cuarto de Draco! ¿Cómo había llegado a este lugar?
    Trate de hacer memoria, pero lo único que recuerdo era que estaba hablando con Lucius Malfoy y luego nada.
    ¿Abría sido él el que me trajo?
    Recorrí con la mirada la habitación. Se veía tan cálida y acogedora, nunca pensé que los colores de las serpientes y los leones encajaran tan bien.
    Salí de la enorme cama para irme a bañar. Hoy seria el día que al fin elegirían a los campeones para el torneo de los tres magos y no podía evitar estar emocionado.
    Como esperaba, ninguno de los tres forajidos de la noche había vuelto. Todo estaba pulcro, y sin usar.
    Justo cuando estaba saliendo del cuarto, Neville entro como alma que lleva al diablo.
    - ¡Harry! Que bueno que te encuentro.
    - ¿Qué pasa? –su rostro estaba alterado, y me hiso sentir un estremecimiento como si algo malo hubiese ocurrido.
    - Ron…
    - ¿Ron? ¿Qué pasa con Ron? –exigí.
    - Esta en la enfermería, el…
    No me detuve a escuchar lo demás, corrí con todas mis fuerzas hasta la enfermería. Abrí las puertas de par en par, lo que vi me dejo helado.
    Mi mejor amigo estaba tendido sobre la cama, pálido como una vela. Sus labios parecían amoratados y mortecinos mientras que sus ojos estaban apagados y sin brillo. Aunque claro que estaba sorprendido por la condición el la que se encontraba Ron, no se comparo en nada al ver como el mismísimo Draco Malfoy lo acompañaba, con el rostro preocupado y horrorizado.
    Camine con cautela, aun en estado de Shock. Cuando Draco se dio cuenta de mi presencia recompuso el semblante y se levanto de la silla donde estaba para arropar a Ron.
    - Los dejare solos – anuncio.
    El rubio salió de la enfermería con paso firme mientras yo lo seguía con la mirada.
    - Harry… - la vocecilla apagada de mi amigo me llamo.
    - Ron, ¿Pero que te paso? – me acerque asta el borde de la cama.
    - Me sorprendió la tormenta, eso es todo. Estaré bien en un par de horas. – Ron trato de levantarse pero yo lo evite. – Harry, los Katagaria se recuperan mucho mas rápido que los humanos, no hay nada de que preocuparse.
    - Ya… -le creía pero en esos momentos se veía tan frágil y delicado que no quise exponerlo. - ¿Qué hacia Draco aquí?
    - El…me rescato.
    - ¿Te rescato?
    - El fue quien me encontró, de no haber sido por el yo…
    - No hables, -lo pare al ver su expresión de dolor – ya entendí, las serpientes también tienen corazón.
    - No hables así Harry, independientemente de que estemos en diferentes casas, las personas siguen siendo personas, aunque claro, en nuestro caso, los animales son animales y como tal debemos ayudarnos.
    - Ron, nunca creí que precisamente tu dijeras todo eso.
    - Si verdad, tal vez eso no va con migo.
    ¿Qué era lo que estaba pasando? Ron se estaba comportando de una manera demasiado extraña. Su actitud solo demostraba que no quería ni debatir o esforzarse en algo, solo complacía. Su mirada perdida me hiso recordar repentinamente las películas de zombis que alguna ves vi.
    Los pasos apresurados de alguien hicieron que refrenara mis pensamientos. Fred acababa de llegar.
    Los deje solos. Esperaba que un momento más familiar lo animara.
    Camine sin mucho ánimo hacia el gran comedor, tenia que armar una historia convincente sobre la enfermedad de Ron por si Hermione me preguntaba. ¡Que difícil era mentirle a mi mejor amiga! Desde primero jamás le había ocultado algo y ahora me sentía culpable.
    Una esquina antes de dar con el gran comedor, me pare justo antes de toparme con Draco. Me escondí en la esquina. Por alguna razón tenia nervios de verlo. La expresión que hace un rato tenia me dejo desconcertado, el jamás se había dejado ver tan vulnerable y sobretodo en frente de Ron.
    Draco estaba recargado en la pared, con los ojos serrados y el mentón levantado. Su respiración parecía ser dificultosa y tenía los puños apretados, haciendo demasiado esfuerzo.
    Dio un resoplido, frustrado he impotente. Su puño pego en la pared haciéndose daño.
    ¿Por qué?
    ¿Que era lo que había pasado entre Ron y Draco para que actuaran de esa manera?
    Acaso…no, eso es imposible. A Draco no le puede gustar Ron ¿O si?
    Sentí un extraño malestar, algo en mi pecho que no me dejaba respirar.
    Mis conjeturas no podían ser ciertas, mas sin en cambio era la única explicación que tenia ante semejante comportamiento. Por un lado Ron defendiéndolo y por el otro Draco reconfortándolo y preocupándose por el al grado de estar así.
    ¡Estúpido Malfoy! ¿Si le gustaba Ron entonces por que me pidió salir con el?
    Camine con paso decidido hacia su dirección, estaba que me llevaba el carajo. Tenia ganas de estrangularlo o por lo menos darle un buen golpe. Y ni siquiera sabia el por que.
    En cuanto capto mi presencia su rostro volvió a convertirse en una mascara de hielo.
    - Malfoy… -mi voz me traiciono al llamarlo.
    - ¿Si?
    - Gracias por ayudar a Ron…yo.
    - No lo hice para que me dieras las gracias Potter, el único que tiene derecho a dármelas es Ron y él ya me las dio. Así que ahórrate tu faceta de buen amigo ¿Quieres?
    Se dio la vuelta para irse pero yo lo ataje con mi brazo.
    - ¿Qué quieres Potter?
    - ¿Te gusta Ron?- le pregunte sin rodeos, no me iba a quedar con la duda.
    Pude ver en su semblante la sorpresa, para después cambiar a desconcierto.
    - ¿Qué?
    - No me hagas repetirlo ¿Quieres?
    - Eres un idiota.
    - Y tú un hipócrita, primero me dices que salga contigo y después vas y te arrastras con mi mejor amigo.
    - Tú no entiendes nada.
    - Exacto, no entiendo nada. ¿Acaso eres uno de esos tipos que si no consigue algo de una persona simplemente lo busca en otra?
    - No me compares con Oliver, yo no soy como ese humano. Además, de que te quejas, a ti te encanta que solo te usen para un buen acoston…
    No pude mantener por más tiempo mi furia y le di un puñetazo en el rostro. El callo al piso con un sonoro estruendo.
    - ¡Eres un idiota! No tienes idea de cuanto te… odio. –la palabra me salió con cierta renuencia, no era lo que realmente quería decir pero estaba enojando, muy enojado. No soportaba la idea de que Draco fuera como Oliver.
    El rubio se levanto lentamente del suelo y me miro fríamente. Una mirada que me encogió el corazón.
    - Lo se…- se quito la sangre de la boca - por eso yo también te odio.
    Me paralice.
    Mi boca, mi cuerpo, y todo sentido de mi se petrifico. ¿Por qué sus palabras me afectaban?
    ¿Por qué tenia que sentir cosas por él? ¿Por qué?
    Antes el no me importaba en lo mas mínimo, ¿Cómo fue que en tampoco tiempo el se volvió tan importante para mi?
    - Si me gusta Ron o no, eso no es de tu incumbencia – termino diciendo antes de irse y dejar desconcertadamente mi alma.
    - Duele amar a alguien y no ser correspondido. Pero lo que es más doloroso es amar a alguien y nunca encontrar el valor para decirle a esa persona lo que sientes.
    Mis ojos parpadearon al escuchar las palabras de una persona detrás de mí. Me di la vuelta sorprendido que alguien hubiera visto semejante escena.
    - Cedric…
    - Tal vez Dios quiere que nosotros conozcamos a unas cuantas personas equivocadas antes de conocer a la persona correcta, para que al fin cuando la conozcamos sepamos ser agradecidos por ese maravilloso regalo...
    - Cedric yo no…
    - Harry, si sigues con esos temores terminaras perdiendo a tu persona indica.
    “Mi persona indicada” eso ya lo había escuchado antes. Sobretodo cuando magia Katagaria esta incluida.

    Fred

    Nunca había visto a mi pequeño hermano Ron así, el siempre había sido el mas duro de todos, el implacable he incluso el mas sobre protector. Verlo así hacia que se me removiera el corazón.
    - Ron ¿Qué paso? – le pregunte después de ver como Harry salía por la puerta de la enfermería.
    - Me quede dormido en la tormenta, estaré bien.
    - Remedo de mentiroso. ¿Pero no crees que será mejor que te trasformes en tu forma base? Debes de estar gastando demasiada energía estando de esa forma.
    Ron se removió un tanto nerviosos en la cama, esto no era típico de el.
    - Así estoy bien, además, puede entrar en cualquier momento alguien.- anuncio, envolviéndose por completo entre las sabanas.
    - No digas tonterías, sabes que cuando uno de nosotros esta en la enfermería nadie mas tiene permitido entrar.
    Me acerque un poco más a su cama para saber su temperatura.
    - Estaré bien. ¿Y George?
    Su pregunta me saco de balance. No había visto a George desde la noche pasada. Volver a pensar en el trajo los recuerdos de lo que estuve a punto de hacerle.
    - No…le se, cuando desperté él ya se había ido. –titubee.
    - Fred, ¿Se pelearon? ¿Acaso no aceptas a su novia?
    - Ron, no te preocupes por eso.
    - Hermano, creo que no todos los humanos son como ella…
    “Ella” la mujer por la cual mi familia fue perseguida hace muchos años y por ello tuvimos que refugiarnos en el mundo de los magos.
    - ¿Desde cuando eres tan complaciente con los humanos? Tu siempre habías sido el primero en decirnos que no confiáramos en ellos, ¿Por qué ahora los defiendes?
    - Creo que ahora comprendo más sus corazones…
    - ¡Tonterías! –quise tomar la mano de Ron pero el la alejo, mas bien la escondió.
    Me quede por un momento cavilando la situación. Esto no era normal, nada normal.
    De un tirón le arranque la sabana del cuerpo, esperando que mis sospechas no fueran ciertas.
    - Ron… -ahí estaba, la marca en su mano. Ron se había emparejado.
    - ¡No le digas a nuestros padres! – me suplico.
    - ¿Por qué? Estar emparejado no es precisamente una maldición Ronald además…
    Me paralice, ¿Cómo no lo había visto antes? En esta escuela no hay más Katagaria de león. Entonces Ron estaba emparejado con una humana.
    - ¡No! Ron, tu… ¿En que rayos estabas pensando cuando te metiste con una humana? ¿Por eso esa repentina defensa contra ellos? ¿Quién es ella? –le exigí enfurecido.
    Ron me miro con pánico en los ojos.
    - No hay ningún ella, sino un el… -me contesto.
    Sus palabras no las estaba digiriendo, mas bien, eran totalmente absurdas. Ron no podía emparejarse con un hombre, porque eso solo sucede con parejas que pueden procrear, amenos claro que Ron fuera un Arcadiano o Katagaria elemental. Pero Ron era un Katagaria, como todos en la familia, como mi padre. Y el no pertenecía a la rama de los elementales. Pero mi madre era Arcadiana y… en realidad no sabemos nada de su familia.
    Mire nuevamente a Ron, tan frágil en ese forma humana.
    Esa forma humana…
    - Ron, eres un Arcadiano… - la noticia me llego como un relámpago. Esto no era posible, además de mi madre jamás había podido soportar la idea de ver a un Arcadiano. Incluso una vez prometí que el día que me topara con alguno de ellos yo mismo desgarraría su cuerpo y me llevaría su cabeza como trofeo.
    - Si, lo descubrí cuando apareció la marca de emparejamiento. Y eso no es todo, esta mañana aparecieron ellas…
    ¿Ellas?
    Sentí como la magia de Ron fluía en el ambiente y vi con horror como en su cara aprecian los tatuajes tribales del clan de los lobos, unas marcas que solo los centinelas Arcadianos tenían.
    Entre estas dos ramas familiares, existían un grupo selecto de Arcadianos y Katagaria a los que se les llamaban centinelas. Ellos se convertían el los mas rápidos, los mas fuerte, he incluso tienen la capacidad de viajar en el tiempo.
    Los centinelas Arcadianos, son conocidos como los sanguinarios cazadores de Katagaria.
    No podía creer que Ron, mi pequeño hermano fuera uno de ellos. ¿Qué pasaría si mis padres se enteraran? ¿Qué pasaría si Bill se enteraba?
    Bill era también un centinela, pero el pertenecía a los Katagaria. El era de entre toda la familia el más resentido con los centinelas Arcadianos por el hecho de haber cazado a nuestra antigua manada. Además, el no toleraba en lo absoluto a los humanos. Su renuencia a estar con ellos hiso que incluso fuera más tolerable trabajar con los duendes en el banco mágico. Si el se enteraba de que Ron era un Arcadiano, ¿seria acaso capas de matarlo?
    - Se lo que estas pensando Fred, pero no te preocupes. Tal vez no este ya aquí cuando Bill se entere.
    - ¿A que te refieres Ron?
    - Mi pareja predestinada me rechazo.
    - ¿Qué?
    - Como un Arcadiano elemental, si en dos semanas no me acepta esa persona, entonces yo desapareceré. Fred, ¿recuerdas que cuando era pequeño, cuando yo estaba triste la lluvia tendía a caer? No entiendo como no me di cuenta antes de que soy un elemental del agua.
    Es cierto, cuando Ron era pequeño la lluvia caía cuando el lloraba.
    Si todo lo que mi hermano estaba diciendo era cierto entonces él ya no tenia tiempo. Los Katagaria y Arcadianos elementales eran muy diferentes a los demás. Ellos, cuando llegaban a la pubertad se les debe de conseguir lo antes posible a su compañero predestinado por que solamente el puede proveerle de la magia necesaria para seguir conservando su cuerpo solido, de lo contrario se volverán un elemento de la naturaleza y, o se unen a ella o mueren.
    Mi corazón se encogió ante tal verdad y no pude reprimir las lágrimas.
    - Entonces, ¿Me odias por ser un Arcadiano? – me pregunto con su vocecita horrorizada.
    - Tonto, yo jamás te odiaría, tú eres mi hermano. Pase lo que pase, y seas quien seas.
    Ron se aferro a mí y comenzó a llorar descontroladamente. Yo lo tome entre mi pecho para acunarlo y le acaricie con cariño su cabeza.
    - Gracias… gracias por aceptarme como soy. – apenas si alcanzo a susurrarme antes de quedar completamente dormido.
    Mientras recostaba a Ron en la cama, me di cuenta de algo. Era un idiota total. Las personas no son como uno quiere que sean, las personas son individuales y únicas a su manera. Por lo cual se deben aceptar tal y como son. Con sus defectos, con sus virtudes, he incluso con sus tontos enamoramientos.
    Si no era yo quien ayudaba a George en estos momentos, entonces ¿Quién lo haría?
    George siempre ha sido de entre todos mis hermanos el mas apreciado, por que él es pate de mi como yo de el. Si lo dejo solo ahora entonces podría ser demasiado tarde después. Yo se que juntos podemos con esta situación.
    Además, me acababa de dar cuenta de algo. No se si era bueno o malo pero lo único que sabia era que yo no podía vivir si George no estaba a mi lado.
    Esto fue de lo que me di cuenta la noche pasada cuando estuve a punto de besarlo. Si no me hubiese refrenado entonces no se que le hubiese echo.
    Cuando sentí su rostro tan cerca del mío yo sentí miedo. Miedo por que realmente quería estar con el y fundirme con su alma. Este nuevo sentimiento no era precisamente el que uno debe tener con su hermano. ¿Pero acaso no me había dado cuenta antes?
    Lo que pasaba era que de entre los dos, el siempre fue el que amaba mas. Tanto que ahora ya no lo podía ocultar. Y yo… yo siempre el mas cobarde, el mas indeciso y caprichoso que se dejaba envolver en las apariencias.
    ¿George, será demasiado tarde ahora? ¿Me dejaras estar una vez más a tu lado antes de entregarte a tu destino?
     
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    Capitulo 15
    El cuarto campeón y los invitados de las sombras



    Fred

    Le prometí a Ron que guardaría su secreto. La verdad no estaba muy de acuerdo con esto, yo podría estar seguro de que la familia también aceptaría que él era ahora un Arcadiano, incluso Bill. El problema era su tiempo de vida.
    ¡Maldito destino Katagaria! ¡Malditas parcas!
    ¿Por qué tenían que llevarse a mi hermano solo por que ese estúpido humano lo rechazo?
    Ron…no debes morir. Pensé, irritado ante semejante situación.
    Los estudiantes de todo Hogwarts se congregaron en el gran comedor para que el director del colegio dijera por fin quienes serian los campeones para la prueba de los tres magos.
    Después de horas angustiosas, incluso Ron se fue como si nada con sus amigos de siempre.
    Yo busque con la mirada a George. Aun no se sí tenia el valor de verlo a la cara después de lo de anoche, pero mas horrible seria no tenerlo cerca y saber que estaba bien.
    Lo encontré hasta el otro extremo de la mesa, –de la mano con “su novia” – platicando animadamente con otros compañeros de Gryffindor. Pero este no era el George que yo conocía, el se veía… ¿Cómo explicarlo?
    Atractivo…
    George tenía su cabellera roja sujeta en una cola de caballo. No traía todo el uniforme puesto, solo los pantalones de vestir y su camisa blanca, que tenía algunos botones desabrochados, dejando al descubierto parte de su extraordinaria anatomía.
    ¿Desde cuando era tan atrevido?
    Desafortunadamente no pude seguir viendo por que el director se puso entre mi visión periférica. Había llegado la hora de saber quienes serian los afortunados del dichoso torneo.
    Todo el lugar estaba cargado de excitación he euforia. El cáliz de fuego comenzó a llamear rojo y el primer papel cayo en las manos del director.
    - ¡Viktor Krum! –anuncio, y todos los alumnos de su escuela vitorearon de alegría.
    Nuevamente el cáliz chisporreo rojo y nuevo papel salió.
    - ¡Fleur Delacour!
    Vítores y aplausos, sobretodo de hombres.
    - ¡Cedric Diggory!
    Todo el alumnado grito eufórico, incluso yo me levante a aplaudirle. Me daba gusto que él fura nuestro representante. Realmente era una persona digna y agradable. Increíblemente ahora que lo veía, ya no tenia ningún sentimiento romántico hacia el.
    Sentí la mirada penetrante de George sobre mi, era más que obvio que estaba enojado de mi entusiasmo ante la situación con Cedric. ¿Ahora como se lo podía explicar? Más bien, el problema era si él me creería.
    El cáliz volvió a llamear, expulsando un nuevo papel.
    La sala se quedo en competo silencio, esperando.
    - ¡Harry Potter!

    Harry

    Me quede petrificado en cuanto escuche mi nombre. ¿Qué era lo que estaba pasando?
    Esto tenía que ser producto de mi imaginación.
    - ¡Harry Potter!
    Las voz profunda del director me hiso ver que esto era tan real como el empujón que me acababa de dar Hermione.
    Mis pies estaban pesados, apenas si podía caminar debido a las punzantes miradas de todos los alumnos.
    En cuanto cruce el umbral del otro lado del la mesa de los profesores, los cuchicheos no se hicieron esperar.
    ¿Por qué siempre tenia que pasarme esto a mi?
    Los otros campeones, al principio pensaron que era una especie de mensajero pero después vieron que algo andaba mal.
    La puerta detrás de mi se abrió y los directores de cada escuela se abalanzaron sobre mi haciéndome preguntas.
    - ¡Harry! –me llamo el director Dumbledore- ¿Le pediste a alguien que escribiera tu nombre en un papel y lo arrojara al cáliz?
    - No señor.
    - ¿Estas seguro?
    - Si señor.
    - Esta mintiendo – me acuso Igor Karkarov.
    Mientras ellos discutían sobre si estaba mintiendo o no, yo mire a los campeones. Tanto Viktor como Fleur me miraron con reprobación, mientras que Cedric no salía de la sorpresa.
    - Las reglas son claras – anuncio Barty Crouch. – El señor Harry Potter será el cuarto campeón.
    ¡Hay no! Aquí estaba yo y mi maldita suerte. Lo más seguro era que esto era obra de alguien que quería matarme.
    Nos pasamos horas y horas discutiendo sobre la situación. Por un lado los profesores de Hogwarts no querían que yo participase por ser menor de edad y por otro estaban los otros directores que pensaban que había echo trampa. Y luego el representante del ministerio que se empeñaba en que yo participase.
    - Entonces…volvemos a ser rivales – se acerco Cedric para anunciarme.
    - Si, eso parece.
    - ¿Cómo lo hiciste? -me pregunto. ¡Rayos! Tenia que desconfiar precisamente él.
    - Yo no lo hice.
    - Ah, ya…
    Salimos por fin de la sala de los profesores, yo me dirigí a la torre de los Gryffindor, esperando el rechazo de mis compañeros.
    En cuanto pase el umbral del retrato de la señora gorda los gritos y las manos eufóricas no se hicieron esperar.
    - ¡Felicidades Harry! –gritaron muchas voces al unicimo.
    La verdad yo no estaba en esos momentos para esto, ¿Acaso no veían que esto era una sentencia de muerte?
    Busque con la mirada a mis amigos, estaba seguro de que ellos me creerían, pero no los encontré. Trate desesperadamente de salirme de la muchedumbre pero nuevamente manos y manos me alcanzaban para ponerme en medio del tifón.
    Minutos mas tarde, logre lanzarme hasta las escaleras que conducían a los dormitorios. Entre rápidamente al cuarto y serré la puerta.
    - ¿Ya estarás contento no? –escuche la voz de Ron llena de recriminación. No entendía el por que me había dicho tal cosa.
    - ¿Qué?
    - ¿No entiendes acaso la posición en la que nos estas poniendo?
    - Ron…
    - ¡No Harry! Ya tenemos suficiente con que seas el niño que vivió pero que ahora tengas que participar en el torneo es una locura. ¿Por qué lo hiciste?
    - ¡Yo no lo hice! –le reclame furioso, se me hacia increíble que desconfiara de mi. – Además en que te afecta a ti, el que posiblemente muera seré yo.
    - Ese no es el punto, ¿No te has puesto a pensar que podrían descubrir nuestro secreto?
    - No veo como…
    - ¡Harry!, ¿Qué no me has estado prestando atención? ¡Somos Katagaria! ¡Animales que con su magia podemos convertirnos en humanos! Pero seguimos siendo animales. Si nuestros cuerpos sufrieran grandes daños entonces retomaríamos nuestra forma base.
    Medite por una fracción de segundo lo que Ron me acababa de decir.
    ¡Rayos!
    - Entonces…
    - ¡Bingo! Si sufres una herida grabe es posible que te trasformas en Dragón.
    - Pero solo si soy Katagaria.
    - ¿Planeas arriesgarte Harry? La prensa estará al asecho, nos descubrirán a todos. Si eso pasa entonces Savitar…
    Savitar otra ves, ¿Quién era ese tipo y por que Ron y los otros le temían tanto?
    - Ron, escúchame, yo no lo hice, te juro…
    No alcance a terminar mi frase, Ron se había desaparecido.
    ¡Malditos poderes Katagaria! ¿Por qué aun no se hacen presentes en mí?

    Ron

    No podía creerlo, Harry sabia lo importante que era que el secreto de los Katagaria se quedara precisamente en eso; un secreto.
    Savitar, el mediador de los Katagaria y Arcadianos nos los advirtió hace años. Por ningún motivo debemos exponernos ante los muggles y los magos, ya que somos una fuerza mas haya de toda comprensión. Aquel que no acate las leyes será exterminado, junto con toda su familia.
    Si resulta que Harry es un Katagaria y se transforma en frente de todos, entonces estábamos perdidos.
    - ¡Ron! – la voz de Draco me saco de mis cavilaciones y me hiso darme cuenta de que estaba a punto de caerme por un pendiente del bosque prohibido. - ¿En que rayos estas pensando? ¿Acaso quieres morir antes de tiempo?
    - Si eso resolviera todos nuestros problemas entonces lo haría con mucho gusto.
    - ¿Esto es por lo de Harry?
    - Si, ¿En que rayos estaba pensando cuando lo hiso?
    - El… ¿te dijo que hiso trampa? –la voz de Draco parecía dudosa y decepcionada a la vez.
    - No, Harry me dijo que el no lo había hecho pero…
    - No le creíste. – eso se me hiso como una acusación.
    - Yo no lo se, estoy muy confundido.
    - Ron, ¿Realmente crees que un cabeza hueca como Harry pudo engañar al cáliz? Ni siquiera puede usar sus poderes Katagaria.
    De alguna extraña forma Draco estaba defendiendo a Harry, que extraño.
    - ¡Te gusta Harry! – Esto era más que una afirmación.
    De inmediato vi como el rubio se ponía mas rojo que un tomate y su cuerpo comenzó a sacudirse del nerviosismo.
    - ¡Claro que no! –me grito pero sus palabras no sonaban muy convienes.
    - Mentiroso…
    - ¡No miento! Yo en realidad no se si me gusta, esto es obra de las hormonas y también de el que no se sabe controlar.
    Draco cada vez estaba más rojo, pero yo ya no sabia si era de vergüenza o de esfuerzo.
    - Pues como ahora me caes bien, te voy a dar un consejo. Harry es una persona extraordinaria, si logras conquistar su corazón tendrás a la persona mas fiel del mundo. Incluso seria capas de dar la vida por las personas que ama.
    - ¡Exacto, tú lo has dicho, las personas que ama! El a mi me odia, me lo a dicho en la cara ¿Cómo quieres que siquiera me acerque a el?
    No puede reprimir una carcajada, el solito se había delatado.
    - ¡No te atrevas a burlarte de mi Ronald Weasley!
    - Lo siento…
    Mis músculos y mis sentidos se pusieron repentinamente en alerta. Puede ver que Draco también se había puesto serio. Algo esta apestando aquí…
    De las sombras, aparecieron cinco figuras de negro. Eran altos, rubios he impresionantemente hermosos. Cuatro hombres y una mujer.
    ¡Maldición! ¡Daimons! ¿Cómo rayos entraron aquí?



    Harry

    Me sentía realmente mal de que Ron desconfiara de esa forma de mí. Tenia que hablar con el y aclarar las cosas.
    Me arme del valor suficiente y salí como pude con mi capa invisible en dirección a bosque prohibido. Me dirigí hacia la pequeña pendiente que daba al lago pero me detuve súbitamente al contemplar semejante escena.
    Draco acababa de llegar con Ron y charlaban muy animadamente. Sentí extraño, era furia pero no sabia por que. Últimamente este sentimiento ya comenzaba a fastidiarme. Todo esto era culpa mía, yo mis estúpidas ocurrencias. ¿Cómo se me pudo haber pasado por la mente haber besado a Draco? Si ese beso no se hubiese dado entonces pudiera ser que mis sentidos Katagaria aun estarían dormidos y no hubiese pasado por esos vergonzosos momentos en que me lance al rubio para comérmelo.
    ¡Harry estúpido!
    Me quede por un momento contemplando a aquellas dos personas. Algo había dicho Ron para que Draco se le subieran los colores al rostro.
    Me sentí celoso, ¿Realmente seria Ron el causante de que Draco se comportara así?
    Aunque de cierta forma…que más daba. Si Draco estuviera enamorado, eso no era de mi incumbencia. No, no lo era…
    Pero pensar en la posibilidad de que alguien mas le pusiera las manos a esa serpiente hacia que mi interior se retorciera de impotencia.
    ¿Pero que esperaba yo? Jamás podría tener a mi lado a una persona tan estúpidamente maravillosa como Draco. No yo, alguien tan retorcido no tenía derecho a semejante felicidad. Pero aun así, quisiera saber si existe alguna persona que a pesar de todo lo que soy pueda amarme.
    ¡Maldito Oliver! Has destrozado mi alma y la has retorcido a tu antojo. Ya no me queda nada mas que dar, nada en mí puede despertar.
    La atmosfera del lugar cambio súbitamente. El frio se hiso mas cargado y la niebla comenzaba a expandirse por todo el lugar.
    Del otro lado del bosque vi aparecer a unas figuras de negro. Eran altas, delgadas y tan pálidas como Draco. Todos eran rubios, incluso la mujer que venia con ellos.
    - Miren lo que tenemos aquí – dijo la mujer, que al parecer era el líder del grupo. –les dije que era una buena idea venir al reino de los magos. Las historias sobre Katagaria exiliados eran ciertas.
    - Y son solo cachorros. –dijo otro hombre.
    - Déjenme a mi el rubio, ustedes terminen con el pelirrojo y al que esta espiando. –volvió a decir la mujer.

    Yo me quede de piedra, ¿Cómo rayos lo supo?
    Antes incluso de poder reaccionar alguien me tomo de los brazos y me quito la capa.
    - ¡Lo encontré! -anuncio campante uno de los hombres que hace una fracción de segundo estaba del otro lado.
    - ¡Harry! –escuche como Ron me llamaba sorprendido.
    Los otros hombres se abalanzaron sobre Draco y Ron. Trate de forcejear con el extraño pero no pude ni moverlo.
    La mujer tenia sujeto del brazo a Draco y lo tomo fuertemente del mentón.
    - Un Dragón, su alma será un jugoso manjar.
    “Su alma” no, esto no podía ser cierto.
    - ¡Harry, que no te muerdan! ¡Ahg! – la advertencia de Draco fue sofocada cuando la mujer rubia lo mordió.
    - ¡Draco! –grite desesperado, pero el hombre que me sostenía era muy fuerte.
    Ron también trato de desasirse de los dos hombres que estaban sobre el, pero dudaba mucho que pudiera hacer algo, sobre todo por que apenas se estaba recuperando.
    Draco grito de dolor. Yo solo pude contemplar horrorizado como poco a poco se estaban llevando la vida de mi precioso Draco…
    - ¡Ah! – exclame al sentir unos colmillos hundirse en mi carne.
    El feroz rugido de una bestia hiso que los extraños frenaran su ataque. Ante mis ojos, vi por primera vez como Ron se trasformaba en un imponente León.
    A pesar de que el ejemplar era joven, no disminuía en nada su grandeza. Tenía un fino pelaje color camello sobre su cuerpo pero en la pate de su nuca se podía distinguir la melena rojiza. Sus patas eran gruesas y bien torneadas, con zarpas al descubierto apunto de atacar. Pero lo que más me impresiono fueron sus ojos. Ese ya no era Ron, sino un león cazando.
    Gracias a aquella distracción, Draco pudo zafarse de su captora y darle una poderosa patada.
    El león aprovecho la situación y se lanzo sobre aquella mujer. Pasmado, solo pude ver como aquellas furiosas mandíbulas de Katagariano le arrancaban la cabeza.
    ¿Acaso este era el verdadero poder de un Katagaria?
    Ron y Draco apenas si hicieron esfuerzo para quitárselos de encima, en cambio yo no había podido mover ni un solo musculo.
    - ¡Maldito! –grito uno de los desconocidos y entonces saco un extraño revolver.
    - ¡Ron… -trate de gritar pero el que me sostenía me tapo la boca.
    El arma se acciono y unas tiras metálicas se clavaron el la piel del león.
    Al cabo de unos instantes, vi como el cuerpo de mi amigo se convulsionaba y cambiaba de animal a hombre y luego de nuevo a animal.
    ¡Era una pistola de electricidad!
    Draco se abalanzo sobre el que tenía la pistola pero fue alcanzado por una segunda pistola de parte del que me tenía cautivo.
    - ¡Draco! –grite a la desesperada. Pero no podía hacer nada. ¡Eres un inútil Harry, siempre has sido un inútil!
    Solo había una cosa que podía hacer, Draco, te encargo el resto…
    Quien sabe como, pero saque las fuerzas necesarias para zafar mis manos y tomar las tiras metálicas para absorber toda la electricidad.
    Mi cuerpo se sintió caliente, mas caliente, mas caliente, me quemaba. Era un dolor insoportable ¡Por Dios! ¿Qué rayos era esto?
    Mi cuerpo estaba cambiando…


    Neville

    El olor a Daimon me llego de golpe. Provenía del bosque. ¿Cómo demonios habían llegado Daimos aquí?
    Me trasforme inmediatamente en oso y mande una proyección mágica a George y Fred.
    “Chicos, tenemos problemas”
    “¿Que pasa?” –se escucho la voz preocupada de Fred. Y con razón, la proyección de pensamientos se acordó usar solo en emergencias de vida o muerte.
    “Daimos”
    “Si, los he olfateado yo también” –me mando George.
    “Vamos” – les incite.
    Malditos Daimons, ¿Cómo habían llegado hasta aquí? ¿Cómo pasaron las barreras?
    Esos malditos chupa almas.
    Una de las criaturas de las que más teníamos que cuidarnos eran los Daimons. Ellos son capases de absorber nuestras almas y con ellas nuestra magia Katagaria. Si toman demasiado de nuestra sangre sin matarnos, incluso pueden partir nuestra alma y dejarnos indefinidamente en coma, hasta que el Daimon sea asesinado y antes de que esa parte de nuestra alma se consuma.
    Se suponía que Dumbledore había tomado todas las medidas necesarias.
    Cuando llegue a la pendiente, casi me tropiezo en mi forma de oso sobre el suelo. Mis ojos se desorbitaron de la impresión, no podía ser cierto, mas sin en cambio la criatura estaba enfrente de mi.
    Un imponente Dragón negro estaba destrozando con sus dientes a uno de los Daimons. Por fin encontramos al Regis Drakos perdido de los Arcadianos.






    Capitulo 16
    Dragón Negro vs Dragón Plateado



    Neville


    “Pero que demonios” – escuche la proyección mental de Fred en cuanto llego al bosque y vio al dragón.
    “No es momento para contemplar Fred, ocúpate de tu hermano.” – le mande.
    Por primera vez vi como Fred miraba bien el campo de batalla. Su hermano menor estaba en el ojo del huracán, a unos cuantos metros del drago negro. Su frágil figura se estaba convulsionando de hombre a animal y viceversa. No dudaba ni por un ínstate que estuviese sufriendo como si le arrancaran la piel al rojo vivo.
    “Jodidos Daimons, ¿Cómo demonios entraron en Hogwarts?”
    “No lo se Fred, pero esto me hule a cazador oscuro”
    Fred se lanzo al ataque, convirtiéndose en su poderosa forma Katagaria, el león negro. Sus poderosas garras tomaron desprevenido al Daimon que tenia el arma electrizante sujeta a Ron.
    “Pero que demonios” – No lo podía creer, George acababa de llegar y como siempre, repetía las frases de su hermano gemelo.
    “George, ocúpate del otro Daimon” –le proyecte.
    “Si señor” – me proyecto George con un “jodete” en el tono de su voz antes de transformarse en su forma Katagaria, el león blanco. Sonreí, no me acordaba que a George no le gustaba que le dieran órdenes y menos si ni siquiera era de su especie. A él le importaba un carajo si yo era un Regis.
    Mire con más determinación entre las sombras, ¿Cuantos Daimons nos estaban atacando?
    “Draco, ¿puedes oírme?”
    “Si…”-su proyección era débil.
    “¿Cuántos Daimons había?”
    “Cinco. Ron se encargo de la líder y Harry de otro.”
    Bien, entonces sumados a los que Fred y George luchaban, teníamos a cuatro. ¿Dónde rallos se había metido el otro?
    Sentí el viento rasgarse como una hoja de papel arriba de mi. Por puro instinto salte y me puse en posición de batalla. Pero esto si que no me lo esperaba; lo que me había atacado era la enorme pata del dragón negro.
    “Harry, ten más cuidado de donde pones esa pata, ¿Acaso quieres oso a la plancha?” –le mande, peno no recibí respuesta.
    “Ni lo intentes Neville, esta en shock por la trasformación” –me mando Draco.
    “¿Qué?, Shock…”
    “Es un Arcadiano después de todo”
    ¡Maldición! Un Dragón negro Arcadiano, estábamos bien jodidos.
    “Draco, llama a tu padre”
    Nosotros los jóvenes no podríamos con esto, ni siquiera yo.
    Mi abuela una vez me conto sobre la especie extinta de los Dragones negros Arcadianos, una raza increíblemente poderosa y fiera. Sobre protectora con los suyos, sanguinaria con quien los amenazaban. Pero lo que más se distinguían de ellos era a la hora de su transformación a animal, ellos perdían el control en sus batallas, parecían locos. Nadie, ningún clan de dragones, ya sea Arcadiano o Katagaria se les enfrentaba. Ellos eran los reyes de la cadena alimenticia. Y era por ello que eran menos que cualquier otro clan de dragones.
    Cuando cumplí once años y sustituí a mi abuela en el consejo del Ormegion, -dado que mi padre jamás volvería a ocupar ese lugar para representar a los Ursulan Katagaria - siempre mire con curiosidad el asiento vacio del Regis Arcadiano Drakos, pero un día me arme de valor y le pregunte al padre de Ron, en su ligar Savitar me contesto.
    Esa fue la primera vez que literalmente me hago en mis pantalones. Savitar, el líder de los consejos Katagaria y Arcadiano, siempre tiene esa aura asesina poderosa. Tanto que nadie, absolutamente nadie le desobedecía.
    Savitar me hablo que los Dragones negros eran los descendientes directos de los hijos de Lycaon y que por ello eran los más poderosos entre los Arcadianos, al igual que los lobos de los Katagaria. Era ese poder el que los había llevado a la extinción. Los Dragones negros jamás se emparejaban con otra especie de dragón, por más que estos fueran Arcadianos. Haciéndose cada vez menos, hasta que un día, desaparecieron.
    Nunca pensé que mis ojos pudieran ver a esa sorprendente especie. Pero tampoco me imagine ser asesinado por uno de ellos.
    Me tire de costado al ver que la cola del dragón azotaba con furia sobre los arboles que tenia justo enfrente.
    “Draco, ¿Qué pasa con tu padre?” –demande.
    “Quieto oso, déjame concentrarme o te hare alfombra “
    “Pues date prisa”
    “Mira que fácil lo dices, ¿Cuántas veces has intentado mandar un proyección hasta Londres?”
    Le gruñí, ¡Demonios!
    Me trasforme en mi forma humana para poder esconderme mejor de los ojos del Dragón.
    Vi con alivio como Fred retiraba el cuerpo inconsciente de Ron del alcance de Harry. Teníamos que detener esto antes de que los estudiantes del castillo se dieran cuenta de que algo extraño estaba pasando.
    “Neville” –escuche la voz profunda del Regis Katagaria Drakos llamándome.
    “Señor Malfoy” – aunque no podía verlo, estaba seguro de que ya se encontraba en el bosque.
    “Hicieron bien en llamarme” –anuncio, con su típica voz arrogante.
    En menos de un respiro se encontraban dos poderosos dragones, uno en frente del otro. Harry lo miro rugiendo de furia para que al siguiente instante se le arrojara en sima.

    Draco

    Si mis ojos no lo estuviesen mirando, la verdad no creería lo que estaba pasando. Lucius y Harry estaba luchando en igualdad de condiciones. Ambos fuertes, ambos furiosos y ambos llenos de poder. Jamás me hubiese imaginado que Harry pudiese luchar de esa manera, se estaba enfrentado a mi padre al tu por tu. Quien pudiera alguna ves imaginarse que alguien, -que por cierto, no tenia ninguna experiencia en este tipo de lucha – pudiera darle su merecido a semejante dragón plateado presuntuoso.
    Y aunque realmente me hubiese gustado que le dieran una buena tunda a mi padre, esto tenía que acabarse ahora mismo.
    Si tan solo existiese alguna forma de que Harry recuperara la lucidez.
    La cola del dragón plateado colisiono con la cabeza del dragón negro, haciéndolo caer y destrozar al menos tres arboles.
    La enorme cabeza de Harry se sacudió con furia y se recobro con un tremendo estruendo agitando las alas.
    De su boca salió una bocanada de fuego que casi le da a mi padre. ¡Rayos! Fuego contra hielo, esto si que se iba a poner de locos.
    El dragón plateado lo volvió a estampar contra el suelo, haciendo que Harry se retorciera entre la tierra.
    “Draco” – me llamo mi padre. –“Transfórmate”.
    “¿Qué?”
    “Hazlo”
    Respire profundo y llame de mi interior mis poderes Arcadianos. Pude sentir el ardor en mi cuerpo al transformarse, el suelo cada vez se hacia mas lejano de mi vista para a continuación sentir el desplegué de mis alas.
    Harry dejo de sacudirse en el suelo y pareció olisquear el aire.
    A continuación, de un solo golpe mando a mi padre hasta el otro lado del claro y se abalanzo sobre mí.
    ¡Por Dios, estaba muerto, muerto y enterrado! –esos eran mis pensamientos mientras el enorme animal se acercaba a mi. Serré mis ojos instintivamente, esperando mi fin.
    Un segundo, dos, tres, nada.
    Abrí mis ojos poco a poco “tal vez ya estoy muerto”. –pensé. En lugar de eso me encontré a la enorme criatura sobre mí, oliéndome. Su corpachosa figura me estaba rodeando y acercaba su cara demasiado a mí.
    “¿Harry?” – le mande una proyección. Nada, ninguna contestación.
    Harry me acaricio la cara con la suya. ¿Qué…que significaba esto?
    Mi corazón latió con fuerza al sentir su rose y pude percibir en el ambiente que el dragón frente a mi estaba… ¿Estaba tratando de seducirme?
    El aleteo de las alas de mi padre me saco de mi momentáneo entumecimiento por la impresión.
    Harry pareció sentirlo y se puso enfrente de mí, como protegiéndome.
    “Lo que pensaba” – proyecto mi padre.
    “¿Que esta pasando?”
    “Harry esta protegiendo a su pareja de otro macho”
    Si en este momento tuviera mi forma humana lo mas seguro era que estaría rojo de vergüenza.
    “Draco, escúchame atentamente; atráelo hacía ti y oblígalo a cambiar de forma. “
    “¿Acaso estas loco? ¿Cómo rayos are eso?“
    Harry se estaba acercando peligrosamente a mi padre y a los otros Katagaria con las fauces abiertas, apunto de atacar. Yo retrocedí un poco, no quería confesarlo pero tenía miedo. Harry se dio cuenta y se volvió hacia mi como para asegurarse de que estuviera bien y sobreprotegerme. Como yo ya no tenia fuerzas, de repente me trasforme en humano.
    El Dragón negro pareció reaccionar ante esto y el también se trasformo en humano.
    - ¿Harry? –lo llame, dudoso.
    El me miro extrañado como si no reconociera del todo mi voz.
    Se acerco a mí con su impresionante cuerpo desnudo. Tenía esa aura letal que hacia que mi cuerpo se derritiera. Esa mirada que en este momento tenía hacia que todo mi ser pidiera sus caricias, su cuerpo. ¡Malditas hormonas Katagaria, son unas traicioneras!
    - Draco… -me llamo, ¡Por Merlín, que idílico se escuchaba mi nombre en su voz! Si pudiera repetirlo nuevamente.
    Harry estiro su mano y me acaricio el rostro.
    - Mío, eres solo mío – susurro.
    Literalmente casi me desmallo de la emoción. Pero súbitamente su expresión cambio a una mas agresiva, lo que hiso que me paralizara. Harry me tomo entre sus brazos y me abrazo dándome la vuelta. No entendí lo que estaba pasando hasta que vi al Daimon que acababa de arrojar un enorme cuchillo hacia mí y como Harry se interponía entre la muerte y yo.
    El cuchillo se clavo en la espalda de Harry seguido de un crujido.
    - ¡Harry! –lo llame desesperado. Esto no podía estar pasando, no el y no por mi. – ¡Harry!
    Harry callo inconsciente entre mis brazos, sangrando como fuente. Mire hacia donde estaba el Daimon, el bastardo se estaba burlando de mi. Después, simplemente desapareció.
    - ¡Harry! – las voces de todos hicieron como coro mientras se acercaban a nosotros.
    Le di la vuelta, quería ver su rostro, quería ver sus ojos y pedirle con todas mis fuerzas que no me dejara.
    El me miro sonriendo y acaricio mi rostro.
    - ¿Por qué? –le pregunte, no tenia sentido que el me hubiese salvado, después de haberme dicho cuanto me odiaba.
    - Por que eres mío…
    Fue lo ultimo que alcanzo a decir antes de quedar completamente inconsciente.
    - ¡Harry! ¡Harry! –lo llame con terror, pensando que en cualquier momento el me dejara. -¡No te atrevas a dejarme Harry Potter!
    - Tenemos que llevarlo a la enfermería –dijo Fred.
    - ¿Crees que resista si lo traslado mágicamente? –pregunto Neville a mi padre.
    - No, no lo creo, pero si no lo atendemos rápidamente el… morirá.


    Capitulo 17
    Solo mío


    Draco


    Desde que era pequeño, siempre había escuchado historias sobre un chico con un tremendo poder, historias sobre “Harry Potter”.
    Cuando entre por primera vez en Hogwarts pensé, “Seria genial que Harry Potter fuera mi amigo”.
    Estaba listo para salir de la burbuja que cuidadosamente había forjado mi madre adoptiva y forjarme mi propio futuro. No como un Malfoy sino como Draco y solo eso.
    Cuando lo conocí en aquel tiempo, me encontré con que el era…
    Un chico de cabello rebelde pero de ojos inteligentes.
    Es cierto…
    Aun mejor que el Harry Potter de mis ilusiones, el que tuve en frente era el verdadero Harry Potter.
    El interés que tenia en el no era “Odio”…mas bien era ¿Adoración? No quería creer en eso…
    - Oh, Oh ¿Por qué esta saliendo el joven señor a estas horas de la noche?
    Escuche la voz seseante del fantasma de la caza de Slytherin.
    - ¡Cállate! –le ordene – te van a oír.
    ¡Por dios! Casi me da un susto de muerte. ¿Por qué tenia que estar recordando en estos momentos el pasado? De no haber sido así, tal vez nadie me hubiese sorprendido.
    - ¿No ira ver nuevamente al señor Potter verdad?
    ¡Que! ¿Cómo rayos lo sabia?
    Desde que Harry me salvo la vida hace una semana, yo me había dedicado a escaparme todas las noches para ir a verlo.
    Ese Potter. Aunque estaba estable, el no había despertado y yo me sentía realmente preocupado por su salud.
    - No se de que esta hablando… -balbuce.
    Una extraña sonrisa se dibujo en su rostro.
    - Ya no parece estar muy enojado como antes con Harry Potter. ¿No me diga que ahora son los mejores amigos?
    - No diga estupideces, ¿Quién quisiera ser el amigo de semejante tarado?
    - Sus asidas palabras parecen sostenidas por algo más que simple odio…
    No me lo creía, ¿Acaso era tan obvio?
    Sin más, me di la vuelta y salí prácticamente corriendo.
    - ¡No se rinda princesa!
    ¿Princesa? ¿Pero que rayos se había creído?
    Entre cuidadosamente a la enfermería y cerré la puerta. Me sorprendió que nadie estuviese vigilando.
    Desde que los Daimons entraron al colegio, pensé que Dumbledore tendría vigilado todo el tiempo. Bueno, había escuchado rumores sobre un cazador oscuro vigilando los alrededores pero yo nunca lo había visto.
    Camine con sigilo hasta la cama de Harry y me senté en la orilla.
    Harry estaba bastante demacrado. Tenía la piel demasiado blanca y ojeras en los ojos. Su cabello estaba deslucido y sin brillo y parecía como si hubiese perdido algunos kilos.
    - Harry… -lo llame como las otras noches pero como siempre, el no contesto. – Eres un idiota, tu y tus hormonas Katagaria.
    Suspire, realmente me preguntaba que pasaría ahora. La luna llena ya había pasado y “la época de celo” por fin había llegado a su fin.
    ¿Cómo me trataría ahora Harry? ¿Regresaría a su típica actitud de odio con migo?
    Me atreví a rosar mi mano contra su mejilla. El era hermoso, muy hermoso. Y su forma de dragón era tan imponente.
    - Mi Harry… -le susurre.
    - ¿Tu Harry?
    Me quede estático.
    - ¡Harry! ¡Estas despierto!
    - ¡Shsss! Te va a oír.

    Harry


    Estaba tratando de dormir cuando escuche que alguien abría la puerta de la enfermería. Me hice el dormido, la verdad no tenía ganas de seguir escuchando la misma cantaleta de la señora Ponfey hace unas horas.
    “¿Te sientes bien? ¿Te duele algo?” ya estaba arto de eso.
    Lo que realmente me preocupaba era mi amigo Ron.
    En mis escasos recuerdos de lo que ocurrió cuando nos atacaron los Daimons era que Ron estaba muy herido.
    Después de eso era como neblina, aunque claro, jamás podría olvidar el choque eléctrico que me dieron.
    La enfermera no me quiso dar muchas explicaciones sobre que paso y por eso me sentía así de frustrado.
    Sentí como alguien se sentaba en la orilla de la cama. Qué raro.
    - Harry… -la voz de Draco me tomo desprevenido. – Eres un idiota, tu y tus hormonas Katagaria.
    Apreté un poco la mandíbula para no expresar mi opinión sobre eso. Pero luego su mano cálida toco mi mejilla y susurro;
    - Mi Harry…
    - ¿Tu Harry? –se me escapo sin querer.
    - ¡Harry! ¡Estas despierto!
    El tono de su voz lleno toda la habitación.
    - ¡Shsss! Te van a oír.
    Le tape la boca con mi mano y lo atraje lo suficiente para someterlo. Al instante sentí como su cara ardía y pensé que lo estaba sofocando por lo cual lo solté de inmediato.
    - ¿Qué demonios haces aquí? –pregunte, mientras él recuperaba el tono normal de su rostro.
    - Y tú que crees… -su tono de voz parecía de recriminación.
    Me quede por un momento pensando, en estos momentos no me convenía quedar en malos términos con Draco. El podría proporcionarme de la información que necesitaba.
    - Draco… -tantee el terreno - ¿Qué fue lo que paso?
    - ¿No recuerdas nada?
    - Solo recuerdo que Ron estaba herido.
    - Ah si… -no se por que pero me pareció ver que parecía decepcionado – no te preocupes, Ron esta bien. Los Katagaria se recuperan más rápido que los humanos. En dos días estuvo como nuevo. A ti te ha tomado toda una semana.
    - ¿Una semana? – no podía creerlo, ¡una semana! -¿Qué paso con los Daimons?
    - Muertos, no tienes por que preocuparte mas por eso.
    Trate de incorporarme para acomodarme y escuchar mejor a Draco pero sentí una horrible punzada que me mando directamente a la cama.
    - ¡Harry! Estate quieto, o se te abrirá la herida.
    - ¿Herida?
    - Bueno… -Draco pareció dudar al responder– te apuñalaron.
    ¿Pero como? No recordaba nada de eso.
    - ¿Pero como paso eso?
    - Mmmm, eso paso después de que te trasformaras en un dragón negro y después cundo el Daimon me ataco, tu te interpusiste y recibiste el impacto por mi.
    Entonces comencé a recordar, sobretodo cuando le dije que el era mio…
    ¡Rayos! La cara comenzó a arderme de pura vergüenza. ¿Cómo pude decirle semejante cosa?
    - ¡Harry! ¿Estas bien? – me pregunto al ver como se me subían los colores al rostro.
    - Si, si…
    Mire a Draco con más determinación. El realmente parecía preocupado por mi, o ¿a caso era por el efecto de las hormonas Katagaria?
    Esto ya lo había pensado, ¿Acaso no solo Draco me miraba por que yo era un semental en potencia? ¿Acaso no fue también por eso que yo me fije en el?
    ¿Qué pasaría ahora que ya no había luna llena? ¿Le atraería igual?
    Pero también estaba ese asunto con Ron.
    Draco también estaba preocupado por el, he incluso le sostuvo la mano en su convalecencia y de buenas a primeras eran buenos amigos.
    Entonces vi que su mano derecha traía un grueso vendaje.
    - ¿Qué te paso en la mano? – le pregunte, finiquitando mis pensamientos.
    Malfoy escondió la mano vendada he incluso se levanto de la cama.
    - Nada, solo unos rasguños.
    - Malfoy… -volví a tener con el un tono mas formal, de alguna manera sentía que estábamos al limite de algo desconocido y la verdad eso me asustaba. –Yo…la verdad no quiero que tengas una idea equivocada de lo que esta pasando. No es como si de buenas a primeras, por ser de alguna forma de la misma especie nos convirtamos en los mejores amigos.
    - Lo se…
    - No, no lo sebes Malfoy. Mírate, estas aquí, en medio de la noche procurando a un enfermo que ni siquiera es tu amigo, mas bien tu enemigo.
    Pude ver algo en su expresión, el parecía ¿Dolido?
    - Pero eso puede cambiar Harry yo…
    - ¡Pues yo no quiero que cambie! ¡No quiero que me confundas! Odio estar confundido.
    - ¿Tan despreciable te parezco?
    - Malfoy…no se trata de eso, pero la verdad prefiero que te mantengas lo más alejado de mí que puedas.
    - Si eso es lo que quieres entonces no te volveré a molestar. – su rostro adquirió un tono mas frio, pero sus ojos…
    Draco se dio la vuelta y salió de la enfermería.
    ¡Maldición Draco, por que eres así! ¡Me confundes!
    Que patético me sentía. ¿Cómo pude decirle semejante cosa?
    Ni siquiera le pregunte lo que quería saber.
    Tenía tanto miedo de volver a sentir, mas bien de volver a sufrir. ¿Y si todo lo que yo creía saber sobre los sentimientos de Draco eran solo alucinaciones mías? ¿Qué tal si lo único que el sentía era lastima?
    Pero lo que realmente me preocupaba era si yo seguía amando a Oliver.
    Una pequeña lechuza entro entonces por la ventana. Extendió su pequeña patita y me entrego el mensaje.
    ¡Era de Sirius!
    Hace apenas unas horas había convencido a Fred que me dejara enviar un mensaje con urgencia, tenia que decirle a mi padrino lo que estaba pasando, o al menos una parte.

    “Harry:
    Te espero en la sala común de Gryffindor a la una de la mañana. Asegúrate de estar solo.
    Att S.”


    La una de la mañana… solo faltaba veinte minutos.
    Tome mi capa de invisibilidad que me habían rescatado del bosque y me fugue de la enfermería.
    Fue todo un problema que la dama gorda me dejara entrar pero al final solo me quedaba esperan en el sitio acordado.
    - Harry –escuche la voz de mi padrino en la chimenea.
    - ¿Sirius? – el rostro del hombre estaba entre las llamas y el carbón.
    - Recibí tu carta, ¿Estas seguro de que tú no metiste tu nombre en el cáliz?
    - ¡Yo no lo hice!
    - Bien, te creo.
    Le platique todo cuanto había pasado y lo que había escuchado. Esperaba que de alguna forma el platicarlo resolviera todo.
    - Estaré investigando, ten cuidado Harry.
    - Lo tendré ¡Agh! –sentí la punzada de dolor por la herida.
    - ¡Harry! ¿Estas bien?
    - Si, si, solo tuve un pequeño accidente con Ron y…
    - ¡Ron! ¿Qué paso? ¿Qué tiene Ron? –su voz preocupada me hiso sentir que se preocupaba mas por mi amigo que por mi.
    - Cálmate, el esta bien – O al menos eso creía.
    - ¿Qué paso?
    - Solo fue un accidente en el bosque…
    - Bien…tengo que irme, pero te estaré escribiendo.
    Después de eso escuche pasos provenientes del dormitorio.
    - ¿Harry? – era Ron.
    - Ron, ¿Cómo te encuentras?
    - Bien…yo… ¿Qué haces fuera de la enfermería?
    Esa si que me pillo desprevenido.
    - Solo ya estaba arto…Ron, ¿Qué te paso en la mano?
    Mi amigo escondió su mano de mí y se puso muy nervioso. ¿Qué era lo que me estaba ocultando?
    Camine hacia el y le obligue a que me la enseñara.
    No, no podía ser, ¿esto era acaso una marca de emparejamiento? Su mano estaba tatuada con una hermosa marca con forma de León.
    - Ron ¿Esto es?
    - Harry déjame explicarte, yo no quería que te enteraras de esta forma. No se como se dio esto, solo paso y entonces me enamore.
    Era extraño, el parecía realmente afligido. Pero su marca… su marca estaba en la misma mano que Draco.
    - ¡No! – esto no podía ser, Draco y Ron eran predestinados.
    Sentí un vacio en mi pecho que no pude explicar.
    - Harry, escúchame…
    No, no quería escuchar, esto estaba más allá de toda lógica. Yo pensaba que de alguna forma Draco y yo tendríamos que estar juntos, por fin me daba cuenta de esto. Ya no importaba si esto era solo por las hormonas Katagaria o algo mas profundo, lo único que entendía era que quería que Draco estuviera con migo, el…el era mío.
    Subí prácticamente corriendo a mi habitación, saque el mapa del merodeador y busque el puntito que me indicaba donde estaba Draco.
    “En el baño de los prefectos”.
    Esa condenada serpiente tendría que darme una explicación. ¿Por qué quería acercarse a mí si ya le pertenecía a alguien más?
    - ¡Harry! –Ron me llamaba pero yo no le hice caso. No quería decirle cosas que posiblemente me arrepentiría después. Después de todo el no tenia la culpa.
    Salí de la sala común y me dirigí al baño de los prefectos.
    Justo cundo di la vuelta Draco salió de los baños.
    - ¡Tu! – le grite enfurecido.
    - ¿Pero que…
    No le di ni tiempo para replicar y lo volví a meter al baño de los prefectos.
    Tome su mano y le quite de un solo tirón la venda.

    Draco


    Lo que menos quería que Harry viera, era la horrible cicatriz que me había hecho cuando le saque la daga y que por alguna razón no se había cicatrizado.
    No entendía el por que así de repente me había metido al baño y se comportaba de esta manera. ¿Acaso no había dicho que quería que estuviera lo mas lejos posible de el?
    - ¿Qué rayos crees que estas haciendo Potter?
    Su rostro parecía pasmado y luego por alguna razón aliviado.
    Tomo su rostro con las manos y comenzó a reírse como loco.
    - Creo que debes regresar a la enfermería Potter, no estas bien.
    Harry me miro con una enorme sonrisa en el rostro.
    ¡Oh rayos! ¿Quién podría entender sus extraños ataques de humor?
    Decidí que esto era demasiado para mi y di un paso a la salida. Pero entonces, sentí como sus brazos me rodeaban para al final tomar mi rostro y plantarme un beso en los labios.
    - ¿Alguna vez te dije que tus besos si son realmente inolvidables?
    Me quede helado ante semejante hecho. Mi cuerpo literalmente se volvió gelatina entre sus brazos. ¿Qué estaba pasando aquí?
    - Espera… -me sacudí de su abrazo. -¿Quién te has creído tu? Yo no soy alguien al que puedas tirar y levantar cuando te plazca. ¿No acaso hace unos instantes me dijiste que no me acercara a ti? – no se por que pero inconscientemente sentí como las lagrimas se me escapaban de los ojos.
    Harry se acerco a mí y con su mano seco mis lágrimas.
    - Draco… lo siento.
    - Un lo siento no arregla las cosas Potter.
    - Lo se, pero ahí algo que quiero decirte… yo quiero que entiendas que estoy confundido, muy confundido. Tú provocas en mi, cosas que creí que no volvería a sentir y eso me asusta. Tengo miedo de volver a salir lastimado. Tengo miedo de perderte, miedo a que no me correspondas. Por eso te alejo de mí. Tu me recuerdas a mi antiguo yo y siento que si te quedas con migo lo único que hare es acerté sufrir.
    - Harry…
    - Draco, – el me abrazo cálidamente – quiero que seas tu… quiero que tu seas el único para mi, y yo ser el único para ti. Ayúdame a que esto sea más fuerte, a que sea inolvidable. ¿Serás mío para siempre?
    Tome sus manos entre las mías y las entrelace con mis dedos. Esto parecía un sueño hecho realidad.
    - Para siempre… -le susurre mientras el tomaba mi rostro nuevamente entre sus manos y juntaba sus labios con los míos.
    - Ámame a mi y solo a mi. Jamás me traiciones…
    Entonces su beso se volvió más apasionado, más devorador y más tierno. Era como si con su beso quisiera fundirse en mí. Como si a través de mi amor el quisiera olvidar todo su sufrimiento y toda su angustia.
    Yo se que podría lograrlo. Mi amor sanaría todas sus heridas, mi amor haría que el volviera a sonreír tan empalagosamente como antes.
    - Mi Harry…
    - Tu Harry…si, tu Harry. Draco, ¿en donde están durmiendo Neville y Ron?
    - Mmmm, me parece que Ron con sus hermanos y Neville en el bosque, ¿Por qué?
    - Por que tengo ganas de comer Dragón.
    - ¿Ah, si? Eso suena muy interesante.
     
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    La oscuridad es mi camino...las tinieblas mi trono y tu agonia mi aliento

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    Ok, Sabaku no Cachi, en unos momentos sigo subiendo los capitulos. No desesperes. :=NOIP: :=NOIP:

    rukato_12: gracias por seguir aqui siguiendo el fic, tambien queria animate a que volvieras a poner el poema que escribiste de mi primer fic.
    Sinto que como es tuyo, tú deves subirlo -Eso de los creditos ya me esta traumando-
    :=ideasss: :=ideasss:

    Capitulo 18
    El poder del amor



    Draco

    Harry y yo salimos de los baños, con las manos entrelazadas y con nuestros sentimientos a flor de piel.
    El me cubrió con su capa de invisibilidad, y, juntos, bajamos hasta las mazmorras y entramos en la habitación.
    Yo estaba muy, muy nervioso. ¿Pasaría acaso lo que creía?
    Me senté en la cama y el me siguió. Harry se veía tan tranquilo que me hiso pensar que ya tenia bastante experiencia en esto.
    - Harry, yo…esta es mi primera vez y…
    - Lo se…te prometo ser gentil.
    Harry acaricio suavemente mi rostro para después acariciarme los labios. Poco a poco me fui llevando por el momento. Sus ojos verdes me sometieron a su total escrutinio y de repente la ropa de ambos había desaparecido. Sus poderes Katagaria se estaban volviendo cada vez más fuertes.
    Antes de poder detenerme, me incline y atrape sus labios. Él gimió ante el contacto y me rodeó la cara con las manos para devolverme el beso.
    Lo saboree como jamás lo había hecho con nadie. Podía sentir cómo Harry me llegaba al alma mientras nuestras lenguas se rozaban. Nunca había querido tener este tipo de relación con nadie, pero es que nunca había deseado a un hombre como ahora lo deseaba a él.
    Con todo mi ser.
    Enterré mis labios en el hueco del hombro de Harry y mis ojos se llenaron de lágrimas de nuevo al encontrar con mis manos el lugar donde el Daimon le había clavado el cuchillo, haciéndolo sangrar y dejándole una cicatriz.
    Daría cualquier cosa por que Harry me amara. Quería su corazón. Quería a este hombre que sabía lo que significaba el amor, que entendía lo que era un compromiso y que era capaz de mostrar compasión.
    Y estuviese dispuesto a admitirlo o no, Harry me necesitaba.
    Ningún hombre debería vagar solo. Ninguno debería soportar las heridas que mi Harry había soportado; no cuando su único crimen había sido amar a alguien más que a sí mismo.
    Mi aliento se mezcló con el de Harry mientras me tumbaba sobre él, a horcajadas sobre su cintura.
    Él gruñó al darse cuenta del contacto tan íntimo que estábamos teniendo. Sentía la piel caliente y húmeda de las manos de Harry mientras se deslizaba sobre mi vientre desnudo, encendiendo una hoguera en nuestro interior que nos aterrorizaba.

    Harry

    Apártalo.
    No podía. Esa noche no. No con la pesadilla aún tan fresca en mi memoria de mi fallido amor con Oliver. Estuviese bien o no, necesitaba consuelo. Quería volver a sentirme amado. Quería sentir la suavidad de unas manos amorosas sobre mi cuerpo. Deseaba que el aroma de Draco quedase impregnado sobre mi piel.
    No pude evitar dar un respingo cuando Draco tomó mi miembro con la mano.
    –Por todos los dioses –balbucee sin aliento. Nadie me había tocado de ese modo jamás.
    Todo mi cuerpo empezó a temblar de deseo mientras Draco acariciaba mi ardiente y rígido miembro.
    Hoy sería mío. Ya no había modo de apartarse de el.
    El movimiento de la mano de Draco, que aferraba mi miembro con delicadeza deslizándose arriba y abajo, desde la punta hasta la base, me erizaba la piel y hacía que me resultase muy difícil respirar. Sus dedos me rozaron los testículos, endureciéndome tanto que pensé que estallaría allí mismo.
    Mientras tanto, comencé a recorrer el cuerpo de Draco con las manos, disfrutando de cada curva y cada hueco. Disfrutando del tacto suave de su piel desnuda.
    Abandone su cuello con un gruñido, asalte sus labios y le bese con ansia mientras deslizaba la mano, buscando el tesoro que se encontraba en su entrepierna. Cuando sintió el roce de mi mano sobre su rígido miembro al tocarlo allí por primera vez, no pudo reprimir un gemido.
    Draco se sobresaltó y dejó escapar un murmullo de satisfacción, aumentando el ritmo de las caricias sobre mi miembro.
    Deslice la otra mano por toda su espalda, hasta llegar hasta su entrada y comenzar a prepararlo. Por los dioses, cómo lo deseaba. Quería saborear cada centímetro de su cuerpo. Quería hundirse profundamente en el y comprobar su salvaje pasión. Pero reprimí esos deseos para saborear el momento. Para explorarlo lentamente y con ternura.
    Deseaba que esa noche durara una eternidad.
    –Sabes tan bien… –le susurre al instante que trace un sendero de pequeños besos desde su cuello hasta el pecho.
    Draco se arqueó hacia mi cuando mi lengua y mis dientes le acariciaron el pezón. La sensación de mi boca rozándole la piel lo hacía derretirse como lava ardiente. Podía sentirlo.
    De nuevo, volví a introducir la mano entre su espalda baja y lo acaricie donde más lo deseaba. Mis dedos comenzaron a trazar lentos círculos, enardeciéndolo para al instante reconfortarlo, presionando para después acariciarlo levemente, hundiéndome en el profundamente para que el fuego lo consumiera aún más mientras le hacía el amor con la mano. (extracto original de uno de los libros de cazadores oscuros.)

    Draco

    –Te deseo, Harry –le murmure sin aliento al oído–. Nunca he sentido algo así por nadie.
    Él sonrió, dejando a la vista sus dientes blancos y perfectos girando a la vez sobre el colchón para quedar sobre mí con una facilidad que me sorprendió. Deje escapar un gemido al sentir ese cuerpo ágil y duro sobre mí. Su peso me dejaba sin aliento. Le rodé las caderas con las piernas. Harry irradiaba fuerza, poder. Esos músculos fuertes y definidos se contraían a su alrededor con cada pequeño movimiento que realizaba. Pero lo que más me cautivaba era la contención que demostraba, todo ese poder sujeto bajo control que le hacía recordar a un león preparado para atacar o más bien, un Dragón.
    Quería más. Quería sentirlo dentro. Quería hacerlo mío como ningún hombre o mujer lo había hecho jamás. Quería su corazón. No, más aún. Quería ser todo lo que él necesitaba. Su aliento, su corazón y, sobre todo, su alma.
    Ansiaba devolverle su alma. Rescatarlo de su sufrimiento. Liberarlo de su pasado.
    Harry gruñó al sentir mi cuerpo bajo el suyo. Una capa de sudor cubría su cuerpo mientras abandonaba mis pezones para descender por mi torso, hasta las caderas y volver a ascender. Podía sentir como me deseaba con una intensidad sobrehumana. Deseaba cosas de el que no me atrevía a nombrar. No debería pensar en hacerlo mío y en mantenerlo a mi lado. Pero no podía evitarlo.
    Enterré la mano en su cabello y lo acaricie aún más mientras él descendía, mordisqueándome desde los labios hasta la garganta y de allí hasta el pecho, donde se entretuvo en saborearme a conciencia. Su lengua se movía en círculos alrededor del endurecido pezón, acariciando y atormentando. Parecía devorarme con un ansia insaciable, como un hambriento que festejara un banquete.
    Muy lentamente, descendió, mi cuerpo ardía en cada lugar donde él posaba las manos en su camino de descenso hacia las caderas. Allí deslizó la lengua, pasándola por encima de mi miembro hasta llegar al muslo. Me separó las piernas muy lentamente y siguió lamiéndome la cara interna del muslo.
    Contuve el aliento, estremeciéndome ante lo que estaba por venir. Al percibir su vacilación, alce la cabeza para mirarlo y lo descubrí mirándome. Me observaba de un modo posesivo e intenso que me dejó sin respiración. En una especie de trance, observándolo mientras él me sometía a un intenso escrutinio, vi cómo, muy lentamente y con mucho cuidado, deslizaba un dedo sobre mi entrada y me penetraba. Me estremecí en respuesta a su caricia. Harry me separó más las piernas y levanto un poco mis caderas y entonces me tomó en la boca sin dejar de mirarme a los ojos.
    Grite ante el salvaje éxtasis que me inundó. Nunca pensé que alguien me hiciera esto.
    Él cerró los ojos y gimió, haciendo que todo mi cuerpo temblara por la vibración. Harry deslizó la lengua dentro y fuera de mi entrada trazando lentos círculos; Yo me revolvía y me agitaba con cada húmeda caricia.

    Harry

    Me sobresalte al paladear el sabor de Draco. Nunca había sentido un deseo tan intenso como el que sentía por este Hombre. Algo en el sacaba a la superficie mi lado más salvaje; estimulaba mis poderes de Katagaria y hacía que el animal que habitaba en mi comenzara a despertarse. Gracias a ellos, percibía todo lo que ocurría a mí alrededor a un nivel mucho más profundo. Era consciente de los frenéticos latidos del corazón de Draco, de los pequeños temblores que sacudían su cuerpo como respuesta a las caricias de mis labios y lengua. Sentía el placer que le estaba proporcionando; sentía en las mejillas cómo corría la sangre de mi rubio a través de los muslos y su miembro latía al ritmo de esa marea.
    Cuando Draco alcanzó el orgasmo, resultó tan salvaje y sobrecogedor que echó la cabeza hacia atrás y dejó escapar un grito.
    Pero aún no había acabado con el. Gruñí al sentir su satisfacción, pero no detuve las caricias de mi lengua. Al contrario, aumente el ritmo y la fricción, como si estuviese degustando un festín.
    Draco siseó de placer.
    No me detuve hasta que el se corrió dos veces más, apartándome tan sólo cuando dejó de estremecerse. Me incorpore entre las piernas de Draco y avance sobre el muy lentamente, como un animal hambriento y poderoso a punto de zamparse la cena.
    –Mírame, Draco –le ordene mientras le pasaba la mano por el muslo–. Quiero ver tus ojos cuando te haga mío.
    Draco cedió a mis deseos.
    Acune su rostro entre mis manos y le di un beso profundo al tiempo que lo tomaba de la mano y lo guiaba hacia mi hinchada verga.
    Sin más palabras, el comprendió lo que quería. Alzó las caderas y lo guió hasta su interior, despacio, centímetro a centímetro, hasta que todo mi miembro lo llenó por completo. Un gemido escapó de su garganta al sentirlo dentro y observar el deseo voraz que reflejaban mis ojos.
    Hizo un intento de separar la mano pero yo lo detuve cubriéndola con la mía. La pasión de su mirada se hizo más patente.
    –Quiero que me toques mientras estamos unidos, quiero que lo sientas –le dije sin aliento.
    Draco volvió a tragar saliva mientras comenzaba a moverme entre sus dedos y lo penetraba aún más. Dentro y fuera. Era la experiencia más erótica e increíble que había sentido jamás.
    Gemimos al unísono.
    –Oh, Potter –balbució.
    Deteniéndome, lo miró a los ojos.
    –No es Potter el que está dentro de ti, Draco. Soy yo, Harry.

    Draco

    Cuando comprendí lo que me estaba ofreciendo, me sentí en las nubes. Me había dejado penetrar en su coraza, del mismo modo que yo le había permitido que penetrara mi cuerpo. Alce los brazos, y le acarició las mejillas.
    –Harry –dije, con un suspiro.
    Él sonrió.
    –Estar dentro de ti es mucho mejor de lo que había imaginado –me confesó.
    Note los estremecimientos que sacudían el cuerpo de Harry.
    Él bajó la cabeza y me besó con ternura mientras me penetraba con envites salvajes, a un ritmo frenético. Con fuerza y hasta el fondo. Sacando su verga para volver a penetrarme una y otra vez. Cada una de sus embestidas proporcionaban una oleada de puro placer.
    –Oh, Harry –gemí bajo sus labios al sentir que otro nuevo orgasmo se acercaba.
    Tan pronto como dije su nombre, sucedió algo extraño; algo despertó en mi interior y de repente me sentí sacudido por una descarga erótica.
    –¡Dios mío! –jadié.
    ¡Podía sentir el placer de Harry!, podía sentir cómo mi entrada lo rodeaba. Como si fuesen un solo ser, lo sentía dentro y, al mismo, tiempo alrededor.
    Él se esforzó por respirar, sobrecogido ante la experiencia y sosteniéndome la mirada. Le acaricie la espalda y sentí el roce de mi mano en su propia carne. Era lo más increíble que había experimentado jamás.
    Harry aumentó el rimo de sus caderas mientras yo me aferraba a sus hombros, ambos perdiendo todo rastro de cordura, inmersos en un estallido de deseo.
    Nos corrimos a la vez, compartiendo un sublime a la par de violento placer. Harry echó la cabeza hacia atrás y rugió mientras me penetraba una última vez. Yo grite, agitándome entre sus brazos.
    Cuando él se derrumbó sobre mi cuerpo, yo lo abrace con fuerza, acunándolo mientras se recuperaba. Sin muchos deseos de separarme de él, sentí cómo Harry intentaba salir de mí.
    - Espera,- le dije –mira.
    Puse mi mano herida ante tus ojos y vimos como poco a poco la herida se iba desvaneciendo.
    Al parecer, su herida también había desaparecido.
    - ¿Pero como?
    - Mi padre me ha dicho que cuando se llega al clímax de “esta situación” es cuando los poderes Katagaria son más fuertes.
    - ¿Qué es lo que quieres decir?
    - Que el amor lo cura todo.

     
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