BAJAS PASIONES Harry/Draco +17

¿El amor pude nacer apartir del deseo? FINALIZADO

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  1. 290589-kaname
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    Capitulo 22
    El orbe de los dragones y la mayor debilidad.



    Harry
    Mi respiración era demasiado rápida. El dolor de las heridas causadas por las garras del dragón rojo ya me estaban pasando factura. En estos momentos agradecía ser un Arcadiano que un Katagaria, de lo contrario Madame Ponfey tendría que cuidar a un enorme dragón.
    Los primeros en llegar a la enfermería fueron Hermione y Ron. Este ultimo parecía demasiado feliz para la situación en la que me encontraba, pero la verdad eso era lo de menos, ya que al fin tenia a mis dos amigos con migo.
    Hermione dio un gritito ahoga al ver mi condición.
    - ¡Harry! ¿Eso realmente te lo hiso el dragón? –pregunto con una expresión de “Como es posible que el director permitiera esto”.
    - Algo así. –conteste, de todas formas, aunque el colacuerno no me hiso nada, un dragón si había causado las heridas.
    - Muy bien jovencitos –interrumpió Madame Ponfey –necesito revisarlo, por favor salgan.
    - Ok –susurraron mis dos amigos.
    Antes de irse Ron me miro, y en sus ojos pude ver signos de sospecha. No lo culpaba, apestaba a sangre y no precisamente la mía.
    En mi cabeza, comencé a poner los acontecimientos como en cámara lenta.
    Primero: Kennan había sido el causante de que las cadenas del dragón se rompieran. Era mas que obvio que quería exponerme ante el mundo mágico.
    Segundo: Yo tenía la capacidad de intimidar a los dragones. Eso si que era interesante.
    Nota mental: Preguntarle esto a Lucius después.
    Tercero: ¿Qué era exactamente lo que el idiota pretendía? ¿Acaso es tan importante un puesto en el Orgemion?
    Nota mental 2: Si Kennan se me vuelve a cruzar en el camino, mas le vale que haga una reservación en el infierno por que yo mismo le pago el pasaje de ida.
    - ¿Cómo te sientes Potter? –pregunto Ponfey.
    - Como si me hubiera atacado un dragón. –respondí sarcásticamente.
    - Muy gracioso señor Potter, muy gracioso.
    Después de que me revisara las heridas y pusiera una cara de susto, Ponfey me vendo y me di una pócima para las heridas internas. Un poco después, la enfermera me dejo a solas con los demás campeones, que como yo, estaban en reposo.
    Cuando desperté al día siguiente, ya no estaba en la enfermería provisional para los campeones, sino en la enfermería del colegio.
    Los ojos inquisitivos de mi querido Draco ya estaban al asecho, mirándome con preocupación y a la vez orgullo.
    - Diste todo un espectáculo. –sentencio, con una enorme sonrisa.
    - Ya lo creo –trate de levantarme de la cama pero sentí un agudo dolor en el costado.
    - Tranquilo, no te esfuerces… ¿Ahora si me vas a decir exactamente que fue lo que paso?
    Esto era increíble, también el se había dado cuenta. En fin, le conté todo a lujo de detalle he incluso la parte con el cazador oscuro, solo omití la parte donde había escuchado su voz. Era vergonzoso.
    - ¡Ese maldito! –aspecto con una ira marcada en el rostro. -¡Esto no se va a quedar así! Cuando Savitar se entere de esto…
    - No veo necesario que le digan algo Draco, yo solo puedo defenderme.
    - Para estas alturas el ya se habrá enterado, y mas vale que Kennan se esconda debajo de una roca porque no habrá lugar donde pueda esconderse.
    - ¿Cómo podría enterarse? ¡Nadie sabe sobre esto!
    - Savitar es especial Harry, el es el líder de los Kattagaria y los Arcadians, él lo sabe todo. Nadie sabe lo que es y por eso nadie se mete con el.
    Me quede pensando por un instante, si Savitar es tan poderoso, ¿Cómo no pudo prever esto?

    Ron
    ¡No lo puedo creer! ¡En serio! ¡No lo puedo creer! Sirius es mi pareja, mi novio o mas bien ¿Mi esposo?
    No estoy seguro, pero el hecho es que ¡Ya somos compañeros de vida!
    El me dio la prueba más grande de amor que un Kattagaria le puede dar a su amante. Sirius ha vinculado su vida a la mía. El completo el ritual de emparejamiento y en cuanto yo fui suyo la marca en nuestras manos desapareció y fuimos uno.
    La última prueba de fuego que nos falta es; enfrentar a mis padres.
    - ¡Ron! – la voz de Hermione me saco de mis pensamientos y me volvió a la realidad.
    - ¿Qué pasa Hermi? –le pregunte.
    - ¡Mira! ¡Es Draco!
    Me di la vuelta para descubrir a un Harry enzarzado en una conversación con Draco Malfoy. ¡Ya lo sabia! Ellos se llevan mucho mejor que antes y lo mas seguro es que estaban en algo mucho mas profundo.
    La verdad esto me emocionaba más de lo que debía, era como si con mi felicidad quisiera que todos fueran felices. Lo único malo era el hecho de ocultarle cosas a mi mejor amiga, Hermione. ¿Qué pensaría de la relación entre Harry y Draco? ¡¿Qué pensaría de Sirius y yo?! ¿No es que esto fuera pedofilia? ¿O si?
    Sacando esos pensamientos de mi mente, aclare la garganta para interrumpir la conversación entre aquellos tortolitos.
    - ¡Ron, Hermione! – nos llamo Harry.
    - ¿Qué hace él aquí? –Hermi demostró una clara manifestación de antipatía para el pobre Draco.
    - Hermione, Ron, hay algo que quiero decirles, - Harry hiso una pausa, resoplo y nos soltó; - Draco y yo estamos saliendo.
    Me quede petrificado en mi sitio, jamás, pero jamás pensé que el lo dijera en frente de Hermione.
    Mire su expresión; lívida, pálida y sorprendida.
    Bueno, ya que estábamos en confianza, entonces ¿Por qué yo no decir lo mío?
    - ¡Harry, felicidades! Y hablando de nuevas buenas yo también tengo algo que decirles…Sirius y yo estamos saliendo.
    ¡Paf! Hermione se desmayo.
    - Creo que la mataste –me susurro Draco.
    Fue entonces que vi la expresión de Harry. El también había colapsado…
    - ¡Ronal Weasley! ¿En que demonios estabas pensando? –me suelto Draco con una expresión de perplejidad.
    - Solo quería compartir las noticias.
    - ¿Pero como se te ocurrió hacerlo de esa manera? Pobre Hermione.
    - Oh vamos Draco, no es para tanto.
    - Eso díselo a ellos…



    Hermione

    No podía creer lo que estaba pasando, Harry y Draco, Sirius y Ron. Esto era mas de lo que una pobre mente conservadora como la mía podría entender.
    Después de que mis amigos me hubiesen hecho semejantes confesiones, me sali de la enfermería totalmente molesta. ¿Cómo no pudieron habérmelo dicho antes?
    Ya entendía al fin en que demonios se habían mentido. Todas esas noches saliendo a escondidas y las extrañas explicaciones incongruentes.
    Los picotazos de una lechuza hicieron que saliera de mis cavilaciones.
    Me dirigí hasta la ventana y la abrí. La lechuza traía un mensaje.

    “Hermione Granger”
    Te espero cerca del lago a las 11 de la noche, mas te vale no faltar”
    Att: F”

    F, oh no, esto no era nada bueno.
    Solo faltaban 10 minutos cuando salí de la torre de los Griffyndor. Esto no era propio de mí, yo jamás me saltaba las normas pero esto era una ocasión especial. Desde el momento en que vi a “F” entrar en Hogwarts, supe que la situación se iba a poner muy hostil.
    Cuando llegue al lago, una silueta oscura ya me estaba esperando.
    - Silvara – me llamo la mujer.
    - Tannis –le susurre con aprensión.
    Tannis, se quito la capucha del rostro, revelando su cara pálida y una cabellera rubia que brillaba con el falso efecto de una vela. La mujer me miro con altanería típica de la princesa Tannis de Qualinost, el reino sur de los elfos.
    - ¿No tienes noticias aun del orbe? – pregunto con satisfacción, ella disfrutaba de mi fracaso.
    - No todavía.
    Fleur, como se hacia llamar actualmente Tannis, me sonrió.
    - Sabía perfectamente que alguien como tu, jamás seria capas de llevar a cabo una tarea tan importante. Mírate, una semielfa como tu jamás podría hacer algo bueno.
    La mire con el seño fruncido, ¡como odiaba a esta mujer! Ella siempre creyéndose que la vida era tan fácil como en el palacio, donde lo tenía todo. Mientras yo, una semielfa de cincuenta años, había tenido que luchar duro para tener un puesto dentro del consejo del orador de los soles –Rey de Qualinost – y conseguir esta misión para demostrar mi valía ante todo mi pueblo.
    Pero esta misión cada vez iba de mal en peor. Hace aproximadamente setenta años, un intruso había irrumpido en las cámaras secretas del palacio y se había robado un orbe muy especial, hecho con la magia de las tres órdenes de hechiceros. -Los túnica blanca, túnica roja y túnica negra-
    “El orbe de los dragones” una esfera de todos los colores y ninguno. Un artefacto hecho específicamente para controlar a los dragones de sangre elemental. Una especie de criatura que era capas de ser materia y al siguiente un elemento de la naturaleza.
    Durante michos cientos de años, aquellos dragones se habían colocado entre los dos grandes pueblos de elfos; Silvanesti y Qualinost. Causando hambre y miseria. Pero después, los hechiceros accedieron a ayudar a ambos pueblos ante la invasión y crearon los orbes, pero solo el orador de los soles de Qualinost y el orador de las estrellas de Silvanesti podían controlar el poder de semejantes objetos. O al menos eso era lo que pensábamos.
    El hombre que había robado uno de esos orbes, podía manejar su magia y lo peor de todo; ese ser era un hombre de una especie llamada Arcadians, seres malditos, que podían cambiar a forma de animal; de dragón. Su magia era mucho mas de lo que los hechiceros elfos podían hacer, simplemente era monstruosa. El orbe en manos equivocadas podría ser el fin para el mundo que conocíamos.
    Entonces, yo misma me ofrecí a recuperar el objeto perdido y durante más de diez años había fracasado en ello. Hasta que encontré el mundo de los magos, un mundo donde me ofrecía una posibilidad de crear nueva magia, lo suficientemente poderosa para derrotar al Arcadiano. Y, lo mejor de todo era que ya no era una simple guerrera, sino también una maga, una hechicera de Hogwarts.
    - Estoy mas cerca que nunca –le espete.
    - Si claro…si no has conseguido nada en diez años entonces no creo que lo logres. –Tannis me miro despectivamente.
    - Si tus hombres no han podido en sesenta años, los diez míos no son nada.
    - No te mentas en mi camino Silvara, yo seré quien recupere el orbe.




    Harry
    Sentí como la cama se hundía cerca de mis pies. Abrí los ojos de repente, sorprendido, ¿Quién a estas horas podría venir a verme? ¡Era más de media noche!
    - Tranquilo Potter, tranquilo…-la voz del cazador oscuro hiso que se me enchilara la piel.
    - ¡Tu! ¿Qué demonios haces aquí? – le pregunte lo mas bajo posible, por si Madame Ponfey estaba cerca.
    - ¿No eres muy agradecido con las visitas, verdad?
    - No cuando esas visitas no son de mi agrado.
    Neck sonrió mostrando una dentadura deslumbrante. El parecía mirarme pero yo no podía ver sus ojos debido a los antejos oscuros que siempre cargaba. ¡Por Dios, quien usa lentes de sol en la noche!
    - Te salvaste por los pelos. –dijo levantándose de la cama- pero no siempre será así, tienes que volverte mas fuertes.
    - ¿Por qué?
    - Te lo digo por tu bien Potter. Ah, una cosa más; cuidado con la sangre, que puede ser tú mayos debilidad.

     
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