BAJAS PASIONES Harry/Draco +17

¿El amor pude nacer apartir del deseo? FINALIZADO

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  1. 290589-kaname
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    Al fin termine el capitulo, gracias por ser pasientes.

    Capitulo 39
    Los ojos del pasado



    Neck

    Solo faltaba aproximadamente una hora para el amanecer. Mi cuerpo me avisaba que tenía que encontrar un lugar seguro para refugiarme, pero aquí en Londres ¿Dónde podría yo esconderme? No conocía a nadie y tampoco podía quedarme en un hotel, eso seria muy peligroso. Además que dudaba mucho que cuando la mucama fuera al cuarto a limpiar y abriera las cortinas, se encontrara con un cuerpo chamuscándose por el sol. De tán solo pensar en ello me entraban escalofríos.
    Mire hacia el escritorio donde actualmente el mago Harry Potter estaba trabajando. Desde que Ash me había dejado con él horas antes, el mago no se había dignado a dirigirme la palabra.
    Resople con frustración una vez más para hacerle saber que si seguíamos con esta actitud, no encontraríamos al asesino. Independientemente de mi enemistad con el mago, el encontrar al causante de esas muertes tan atroces era primordial. La vida de muchos inocentes estaba en juego.
    Tal y como lo supuse, Potter me ignoro.
    - ¿Acaso nadie te espera en tu casa? –me atreví a preguntar, solo para molestarlo un poco y tan siquiera hablara.
    Potter dejo los papeles que estaba revisando a un lado y me miro con sus enormes ojos verdes. No sabia por que pero había algo en ellos que hacia que una corriente eléctrica recorriera mi piel.
    - Eso no es de tu incumbencia –respondió, entonces se levanto de su asiento y tomo una pequeña maleta –me voy, es imposible seguir trabajando cuando hay demasiadas distracciones.
    - ¡Genial! ¿Al fin vamos a ir a tu casa?
    - ¿Vamos? –su expresión aturdida me dio pie a seguirlo picando. No era que realmente desceba quedarme en su casa pero viendo las circunstancias y sabiendo que el amanecer se aproximaba, ir a la casa del mago era la mejor opción.
    - Claro, ¿No creerías que me quedaría en un hotel? ¿cierto? Hay muchos…muggles –dije, recordando como los magos les decían a aquellos que no poseían magia. –Nadie puede saber lo que soy. Ademas tú eres la única persona que conozco de Londres, deberías tener consideración conmigo. ¿Acaso quieres tener una muerte en tu conciencia?
    Al parecer lo que dije causo algún tipo de reacción en el mago porque de repente se puso pálido y me miro con una expresión que no pude descifrar.
    - Bien… -su respuesta seca era a mi parecer algo graciosa, pero al ver sus ojos, vi vestigios de tristeza.
    El mago me condujo hasta la salida de la oficina por unos pasillos hasta algún tipo de elevador mágico. El viaje hasta la explanada principal fue toda una locura; primero a la izquierda, después a la derecha, arriba y abajo. ¿Cómo rayas hacían esto?
    Al fin llegamos a un pasillo donde había muchas chimeneas. Me pregunte entonces si estos magos sufrían de frio.
    Si tan solo aun conservara mis poderes Arcadianos, podría teletrasportarnos a ambos a la superficie, sin tener la molestia de caminar tanto, pero al convertirme en cazador oscuro, perdí esa habilidad y la de viajar en el tiempo. Según Ash, los cazadores deberían tener las mismas habilidades, no podían estar en desventaja los guerreros humanos convertidos en cazadores de los Arcadianos y Katagarias convertidos también.
    Harry se acerco a una de las chimeneas y me tomo de brazo, conduciéndome al interior. Quise protestar ante semejante acto tan estúpido pero a los pocos segundos unas llamas verdes nos devoraron. Lo primero que creí era que Potter estaba loco y que ambos moriríamos quemados, pero cuando abrí mis ojos, nos encantábamos ahora en una de las frías calles de Londres.
    - ¿Pero que demonios? –estaba realmente impactado.
    - ¿No me digas que nunca has viajado en la red flú? –me preguntó Harry sacándome mi estupor.
    - ¡Claro que no!, -demande- soy un cazador oscuro, no un maguito de trucos de magia como tú.
    Harry me examinó con una mirada fría y penetrante.
    - ¿Acaso Ash no te ha contado nada sobre mi? –preguntó Potter, cruzándose de brazos he inclinado un poco su cabeza expectante de mi respuesta.
    - No creo que sea muy importante. –respondí- ¿Podemos irnos ya? El sol se aproxima, y la verdad quiero seguir vivo por una temporada más.
    Harry bufo mientras comenzaba a caminar por la calle. Lo seguí en silencio, tratando de aguantar esa incomoda sensación que nos decía a cada cazador oscuro que el sol se aproximaba.
    Mientras caminábamos por una de las calles, me percate de que había unos hombres esperándonos en la esquina, eran rubios y altos –un escalofrió en la nuca hiso que se me erizara la piel, eran Daimons.
    ¡Maldición! No podía darme el lujo de pelear precisamente ahora, por lo menos no una lucha larga. Si tan solo tuviera aún todos sus poderes, podría teletraportarnos hasta mi casa en Liverpool.
    - ¡Harry! ¡Cuidado! –grite, cuando uno de los Daimos fue hacia el mago.
    Harry reacciono al instante y saco su varita. ¡Mierda! ¿Acaso este mago no sabia que la magia de las varitas no afectaba a los daimos? Trate de llegar a él pero entonces Potter pronunció:
    - Lumus solem – Y entonces, una luz cegadora inundo el lugar…
    ¡Luz solar! Comencé a sentir como mi piel comenzaba a calentarce, ¡mis ojos! No podía ver nada, ¡mis ojos de estaban quemando!
    Escuche los gritos de los Daimons siendo quemados mientras me tapaba el rostro con mi capa, pero era inútil, a través de la tela podía sentir el sofocante calor. No había escapatoria, iba a morir…
    *+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+
    Cuando abrí mis ojos, vi solo oscuridad. Lo primero que pensé fue: “Estoy muerto”. Pero, si realmete estaba muesto, ¿Por qué me dolia tanto el cuerpo?
    Entonces, poco a poco fui más conciente de mi entorno, sobretodo de mi; mis piernas, mis manos, mis brasos…todo, estaba ardiendo…
    ¡El mago!- las imágenes de lo que había pasado me llegaron de golpe a la cabeza. Al tratar de moverme, pude sentir que me encontraba en una cama y mi cuerpo desnudo dolía con el roce de las sabanas al restregarse en la piel.
    - No te levantes –dijo una vos, le reconocí de inmediato, era el maldito Potter.
    - ¿Qué paso? –pregunte colérico- ¿Dónde diablos estoy?
    - Lo siento, -escuche incrédulamente como el mago se disculpaba – no recordaba tu problemita con el sol.
    - ¡Idiota! Casi muero. –reclame.
    - No exageres, pensé que solo el sol podía quemarlos a ustedes y a los Daimons. Pero veo que me equivoque.
    ¡Maldita sea! Yo también creía lo mismo, se suponía que solo los rayos del sol del dios Apolo tenían la fuerza para desintegrar el cuerpo de un Daimon o de un cazador oscuro. No me gustaba para nada, que un simple mago tuviera la capacidad de borrar nuestra existencia de la faz de la tierra.
    - ¿Donde estoy? –volví a preguntar.
    - En mi casa – declaró.
    - No puedo ver nada –le dije. Esto era algo extraño, como criatura de la noche, se suponía que tenia la capacidad de ver en la oscuridad, pero esta vez, no podía.
    - Es un encantamiento llamado Nox, lo hice porque descubrí que tu cuerpo es fotosensible debido a la exposición a la luz solar que sufriste. No te preocupes, cuando caiga la noche, podrás volver a ver. Estas completamente seguro aquí.
    ¿En serio? Pensé, en primer lugar, todo lo que me había pasado fue por culpa de ese mago y ahora me decía que estaba seguro en su casa.
    - Para curarte –prosiguió –tuve que usar luz mágica. Supongo que por tu naturaleza de cazador sanaras más rápido.
    - ¿Cuánto tiempo llevo dormido? –pregunte.
    - Dieciocho horas. –declaró.
    ¡Tanto tiempo! En ese caso, se suponía que ya tendría que estar curado. No solamente por ser un cazador oscuro me daba la habilidad de curarme rápido sino también mi naturaleza Arcadiana. Podría decirse que yo sanaba dos veces más rápido que cualquier otro cazador oscuro.
    - ¿Cuándo se desara tu hechizo? –le dije, esperando que fuera lo mas rápido posible.
    - En una hora máximo, cuando el sol desaparesca.
    - Genial. -mencione sin animo.
    - Bueno, ya que estamos hablando civilizadamente, quiero advertirte que mientras vivas en mi casa, hay ciertas reglas que tienes que cumplir –escuche entre la oscuridad como su tono se iba haciendo cada ves más frio y autoritario. –Primero que nada, no saldrás de tu habitación en horas de día. Cuando sea de noche y nos encontremos en casa, solo estarás en ares comunes. No puedes entrar en mi cuarto y mucho menos a la recamara contigua. ¿Esta claro?
    Mi primer impulso fue mandarlo al carajo, ¿Cómo se atrevía a hablarme de esa forma? La sangre se me estaba calentado de la furia, sentí mis colmillos salir de mis labios, ávidos de sangre. Quería atacarlo ahí mismo y enseñarle con quien se estaba metiendo. Pero recordé que los cazadores oscuros tenían prohibido hacer daño a cualquier humano o Apolita.
    - Te pregunte si estaba claro –restrego su vos por toda la habitación.
    - Vete a la mie…
    Antes de poder terminar la frase, el lugar comenzó a aclararse frete a mis ojos. Ya podía ver más a cada momento que pasaba. Al principio solo podía distinguir una sombra enfrente de mi, después, poco a poco, la oscura silueta tomo la forma del mago. ¡Santo cielo! Estaba a menos de un metro de distancia de mí. Podía ver a la perfección su rostro de ceño fruncido.
    Sentí mis ojos arder ante la luz de las lámparas de la habitación. No podía explicar el porque, pero mis ojos eran más sensibles que la mayoría de los Dark –Hunter, por eso siempre usaba lentes de sol.
    - Mis lentes, -demande.
    El mago se movió hasta a un lado de la cama y sujeto algo. Hice el ademan de tomarlos de sus manos pero el me paso de largo y me tomo del mentón.
    - Déjame verte, quiero saber como están tus ojos. La última vez que los vi parecía como si tuvieran cataratas.
    - Por tu culpa.
    El mago resoplo frustrado, pero me obligo a mirarlo.
    Cuando al fin alcance su mirada, sin el velo oscuro de los lentes, me di cuenta que sus ojos era… como decirlo… ¿Conocidos? Había algo en ellos que hacia que mi pecho se oprimiera. Trate de descartar ese sentiminto, era extrañamete doloroso y la verdad, yo ya no quería sentir más dolor.
    - No… puede… -escuche titubear al mago. Su expresión se había convertido en algo muy parecido al horror. Sus ojos me miraban con miedo y angustia. Luego paso a ser anhelo para al final convertirse en desesperación.
    - ¿Te encuentras bien? –pregunte, no me gustaba para nada el giro de esta situación.
    - Tus ojos…-dijo, con voz rasgada de dolor – tus ojos son como los de él.
    Antes de que pudiera preguntarle a que se refería, el mago desapareció literalmete de la habitación.
     
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71 replies since 4/8/2011, 01:44   8874 views
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