BAJAS PASIONES Harry/Draco +17

¿El amor pude nacer apartir del deseo? FINALIZADO

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    La oscuridad es mi camino...las tinieblas mi trono y tu agonia mi aliento

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    Capitulo 19
    Conspiración



    Sirius
    Recorrí con la mirada la ahora estancia vacía de la sala de los Weasley. Ellos se veían tan normales, tan humanos, que nunca pensé que fueran Katagaria.
    Aun recuerdo la primera vez que escuche esa palabra “Katagaria”. James y yo estábamos investigando un caso en un pequeño pueblo al norte de Inglaterra. Se escuchaban rumores sobre desapariciones y asesinatos. Pero en esa época todos creíamos que eran obra de Voldemort.
    Cuando llegamos allá, nos encontramos con toda una manada de lobos. Ellos eran algo que jamás había visto. Sus poderes estaban mas allá de mi imaginación, nunca pensé que algo así existiera.
    Aquellos Katagaria se estaban enfrentando a todo un clan de lobos Arcadianos en medio de un pueblo de muggles.
    Para mi sorpresa, ellos no eran como nosotros que borrábamos la memoria de aquellos inocentes que nos habían visto, los Katagaria literalmente los exterminaban.
    James y yo sobrevivimos de puro milagro. Todo fue gracias a que yo tenía la habilidad de transformarme el lobo. El líder del clan, Fury Katalakis, se apiado de nosotros y nos dejo ir. Nuestra magia no hacia nada contra la de ellos. De cierta forma, les temía pero también les respetaba.
    - Oh, Sirius, que bien que estés aquí. Es una pena que no puedas andar libre por donde quieras. – me dijo un poco decaída Molly mientras entraba presurosa por la puerta de la cocina.
    - Si es una lastima –conteste, tratando de no ser reacio ante la situación.
    - ¿Te encuentras bien?- al parecer si se dio cuenta.
    - Si, si, es solo que… -dude, ¿Qué pasaría si le contaba sobre esta situación y me rebanaba el cuello por haberme acostado con su hijo pequeño? ¿Pero que mas? Tenía muchas dudas y solo ella podría contestarme. – Molly… hace unos años, James y yo nos encontramos con personas muy curiosas.
    - ¿A si? –Molly saco su varita para preparar un poco de te.
    Esto se estaba volviendo más difícil de lo que creía.
    - Molly, ¿Qué sabes tu sobre los Katagaria?
    Vi al instante como su semblante se volvía lívido y como ponía una actitud mas ofensiva.
    - No se de lo que estas hablando. –me contesto bruscamente - No se nada sobre eso.
    - Molly…Alguien me dijo que ustedes pueden ayudarme. –mentí.
    - ¿Ayudarte? ¿A si? ¿Quién? Además…
    Entonces noto que tenía la mano vendada. Se acerco a mí y la tomo con un poco de brusquedad y descubriendo la marca de emparejamiento.
    - Esto es… -comenzó.
    - Si, es una marca de emparejamiento.
    - Y con un león. – me miro de manera extraña, una mirada de sospecha.
    - Si, bueno… - la marca tribal con forma de león era realmente reveladora.
    - ¿Hace cuanto que te salió la marca?
    - Casi una semana.
    - ¿Y que harás? ¿la rechazaras?
    - Yo…
    - Solo te queda una semana para decidirte.
    - ¿No se puede hacer algo para quitarla?
    - Desaparecerá una vez que se cumpla el plazo.
    - ¿Enserio?
    - Si, tú como humano no tendrás consecuencias pero la o el Katagaria con el que te emparejaste quedara estéril.
    Me quede petrificado, eso no lo menciono Ron.
    - ¿Estéril? –apenas si logre articular.
    - Si, será estéril hasta que tú mueras, además de que jamás podrá tener relaciones sexuales con nadie.
    - El me conto sobre su historia y sobre su maldición. Nunca pensé que esto fuera tan grabe.
    - ¿El? Sirius, ¿El? – Molly me miro de una forma muy inquietante.
    - No preguntes…
    - Bueno, si es un él, entonces esto es mucho mas grabe. – al no recibir ningún comentario mío entonces prosiguió. –cuando son hombres eso quiere decir que tienen sangre elemental. Los elementales son una raza que tienen una capacidad de ser hombres y mujeres, pero por su forma al procrearse con alguien más, sus crías son algo inestables físicamente. Ellos necesitan de una pareja que les provea de energía mágica, de lo contrario morirán poco a poco.

    Molly se acerco hasta la mesita de la sala y cogió el portarretratos de toda su familia.
    - Eso es algo que nosotros estamos tratando también de sobrellevar. Cuando mi pequeño Ron cumplió seis años, nos dimos cuenta de que cada ves que el estaba triste, el cielo se ponía gris y comenzaba a llover. Fue cuando me di cuenta de que mi pequeño era una Arcadiano elemental. Sirius, no se que tipo de persona es aquel con el te emparejaste pero si no lo aceptas entonces el…
    - Morirá… -sentencie, con el peso de la verdad cayendo como balde de agua fría.
    - Afortunadamente mi pequeño aun es joven, contamos con que nos dure lo suficiente como para conseguirle una esposa adecuada con la que pueda emparejarse. Mi marido se esta ocupando de eso.
    “Esposa” no podía ni imaginarme a Ron con alguien más que no fuera yo. ¡A maldición!
    - ¿Lo amas Sirius?
    - Mas que a mi vida.
    - Entonces ve con el. – me aconsejo antes de que saliera de su casa y me dirigiera a mi destino.

    Molly
    Necesite de todo mi auto control para no rebanarle la garganta ahora mismo a Sirius. ¿Acaso creía que era tan tonta para no darme cuenta de que su pareja era mi pequeño Ron?
    Aunque claro que si le hacia algo, mi pequeñín jamás me lo perdonaría, además de que seria un problema quitar la sangre de la alfombra.
    Solo esperaba que con la conversación que habíamos tenido fuera fructífera, de lo contrario no tendría mas opción que deshacerse de el.

    Kennan

    Desde mi cómoda silla de piel, me quede mirando a Luther, el Daimon que contrate para investigar ciertas cosas que desde hace unos días rondaban mi mente. Todo esto era culpa del estúpido Katagaria de Lucius. El y sus insinuaciones. Pero tenia que estar seguro.
    - ¿Y bien?- le pregunte, un poco ansioso.
    - Los rumores eras ciertos, realmente existe un dragón negro Katagaria.
    - ¡Que! – esto no podía ser, si esto era cierto entonces muy pronto me quitarían mi puesto en el Orgemion. Esto no lo iba a permitir.
    - ¿Pero es joven no? A de ser un enclenque sin conocimiento en lucha, puedes matarlo.
    - Se equivoca, fuimos cinco y solo regrese yo con vida.
    - Por favor, es solo un cachorro. Mátalo. –le ordene.
    - Si fuese tan sencillo ya lo hubiese echo. Además, si Lucius no pudo con el, ¿Cómo piensa que yo lo hare?
    - ¿Lucius fue vencido por el? –esto si que no me lo esperaba.
    - Y solo con un golpe…
    - Bien, bien, eso quiere decir que aun no controla sus poderes.
    Me levante lo mas tranquilamente que pude y me acerque hasta la ventana del balcón.
    - Si existiera alguna forma de exponerlo, tal ves sea el propio Savitar el que se encargue de el. –continúe.
    - Creo que eso puede ser más fácil de lo que cree. – Luther me hablo en un tono extraño.
    - ¿Qué quieres decir? –pregunte con impaciencia. Como odiaba las incógnitas.
    - El Dragón negro es nada más y nada menos que el famosísimo Harry Potter. Además que el jovencito participara en un torneo que será visto por muchos estudiantes y la prensa.
    - Luther, tu si que sabes investigar todo tan oportunamente. –me reí a mi pesar.
    Me acerque deliberadamente a mi informante y con un movimiento rápido le atravesé el pecho con un daga. Al instante, Luther se convirtió en cenizas. Que sencillo era deshacerme de los estorbos, sobretodo de aquellos que podrían hundirte por lo que saben.
    Tenia que deshacerme de ese chiquillo lo más pronto posible.
    Me traslade hasta la cueva donde guardaba mis más preciados tesoros y tome de entre ellos un poderoso objeto que hace algún tiempo adquirí. Era un orbe con halo de todos los colores.
    Estaba seguro que un mago se interesaría mucho en ese objeto.

    Fred
    Espere en la habitación de la torre de los Gryffindor a que todos salieran. Hoy era el día en que se realizaría la primera prueba del torneo de los tres magos y desde el día en que Harry se había convertido en el cuarto campeón no había podido hablar como se debe con George.
    Mi impacienta me estaba matando y George que le encantaba evitarme. Se había convertido en el campeón de las fugas oportunas.
    Entonces George salió del baño, totalmente vestido y listo para irse. En estos últimos días el se veía totalmente arrebatador. Su cabello estaba sujeto en una cola de caballo, haciendo que su rostro se viera mas despejado, enmarcando sus facciones finas y hermosas. Estaba vestido con los pantalones escolares y una camisa suelta, abierta en los primeros botones.
    - George –lo llame pero el no me hiso caso y paso de mi.
    Co un movimiento de varita le serré la puerta.
    - Por dios… -murmuro con fastidio y saco su varita para abrir el la puerta.
    De un solo paso me acerque a el y le tome de la mano, donde tenia su varita.
    - George, ¿podemos hablar de una vez por todas?
    Mi hermano se estremeció ante mi toque, ni siquiera me veía a los ojos. Parecía como si tuviera vergüenza. Entonces recordé la última vez que estuvimos solos y la manera en la que yo me comporte. No sabía lo que pensaba exactamente de mí pero esto tenia que acabar de una vez por todas.
    - Por favor Fred, no hagas esto más difícil –me murmuro.
    No pude resistirlo más y lo tome entre mis brazos y le di un casto beso en la frente.
    - George, George…
    - Déjame…
    - No.
    - ¿Cómo puedes ser tan cruel con migo?
    - George, -tome su rostro entre mis manos - ¿Cómo puedo explicarte lo que siento?
    - Se exactamente lo que sientes, hermano. Te doy asco y sientes lastima de mi y de mis sentimientos.
    - No, no, yo no siento eso. Yo te quiero, te quiero como jamás querré a nadie.
    - No juegues con migo, no seas amable, no puedo soportarlo.
    - No soy amable, solo digo la verdad. Tú eres la persona más importante de mi vida. Sin ti, no se que seria de mi. No puedo soportar no estar contigo, me mata que me ignores y aborrezco el sentimiento de verte con alguien más, así, tan íntimamente.
    Los ojos de George se llenaron de lágrimas.
    - Yo se que me quieres Fred, -el toco gentilmente mi rostro y me miro fijamente – pero yo no te quiero como tu lo haces, mi amor no es digno de un hermano y es por eso que hago esto. Te prometo que seré digno de ser tu hermano.
    - George, no se trata de eso. Tú ya eres digno, pero no es lo que quise decir. Yo te amo, y por ello soy el que esta más consiente de nuestra situación.
    - No te entiendo.
    - George, somos hermanos. Nosotros no estamos predestinados a estar juntos.
    - ¿Por qué?
    Me aleje de el, tratando de encontrar las palabras mas adecuadas.
    - Por que somos familia, imagínate lo que diría nuestra madre, nuestro padre y nuestros hermanos. Nadie jamás aprobaría lo nuestro. –le respondí.
    - ¿Es eso lo que te importa? ¿Lo que digan los demás?
    - ¿Acaso tú no has pensado en eso?
    - Claro que lo he pensado, pero no me importa. –George lo dijo tan serio y decidido que de repente me sentí como un cobarde.
    - Eres más valiente que yo.
    - Ya vez…tu estas confundido, confundido por lo que yo siento por ti. Si realmente me amaras estarías dispuesto a todo por amor. Tu solo te sientes solo de mi, siempre habíamos estado juntos y ahora no, es solo eso. Será mejor que esto lo dejemos por la paz.
    - No me abandones…
    - Jamás. Pero estoy dispuesto a hacer una vida propia.
    George, salió del cuarto y me dejo solo. Tal vez tenia razón, tal vez estaba confundido por sus sentimientos. El saber que el estaba haciendo su vida a parte de mi me desquiciaba. Y el pensar exponer estos sentimientos ante todo me aterraba. Pero al verlo salir de este cuarto, me hiso sentir realmente solo.
    No quería perderlo, no estaba dispuesto a hacerlo. Nadie iba a arrancarlo de mi lado. Ni siquiera esa humana llamada Katty Bell.
    Salí de la torre y me dirigí asta donde habían colocado la carpa para la primera prueba. Justo cuando salí a los jardines, vi como katty se acercaba hasta George y le plantaba un beso apasionado. Yo lo único que pude hacer fue apretar los puños y resistir.

    Ron

    Me quede afuera de la carpa donde ya se estaba reuniendo los campeones. Hermione ya estaba dentro, pero yo no tenía el valor para enfrentarlo. Lo mas seguro era que me preguntaría sobre mi marca de emparejamiento, la última vez se había puesto furioso y ni siquiera me había dejado explicarle.
    Para mi pesar ni siquiera tena noticias sobre Sirius, ya solo faltaban tres días para que la verdadera pesadilla comenzara.
    Sentí que algo rosaba mis piernas y me vote sorprendido y a punto de patear cualquier cosa que me estuviera molestando, pero cual fue mi sorpresa al descubrir que un enorme perro negro me estaba asechando.
    - ¡Si…Sirius! –tartamudee.
    El enorme perro le hiso un gesto para que le siguiera y aunque al principio me resistí, mis pies lo siguieron.
    Llegamos hasta el bosque prohibido, justo enfrente del rio, donde nos separamos la última vez.
    Sirius tomo forma nuevamente. Se veía muy diferente; no tenia barba, el pelo estaba recogido en una media cola y su traje estaba limpio y pulcramente arreglado.
    Mi estúpido corazón comenzó a latir como loco, ¿Cómo es que nunca me hacia caso este estúpido órgano?
    Me llene de toda la poca dignidad que me quedaba ante el.
    - ¿Qué quieres? –le pregunte lo mas seriamente posible.
    - Tu perdón.
    Me quede paralizado, la misma frase cliché de siempre. Pero no podía evitar sentir esperanza.
    - ¿Mi perdón? No creo que lo necesites. Después de todo no soy como tu, no soy humano. –esta vez no caería tan fisilmente ante el.
    - Ron…
    - Es la verdad, no soy humano, soy un Katagaria, un animal. Y si tú no puedes aceptar eso, entonces no queda nada. No me pidas perdón solo por que tu conciencia no pueda con lo que me hiciste.
    - Lo se, a pesar que te prometí que no te dejaría jamás lo hice, te deje…
    Sentí como se me revolvían las tripas.
    - Siempre me advirtieron que la palabra de los hombres no vale nada, yo pensé que eso era mentira pero tú hiciste que lo comprobara en carne viva.
    - Realmente lo siento Ron, es que me asuste, no era la primera vez que me topo con un Katagaria, y aquella experiencia no fue muy placentera.
    - Pero yo no tengo la culpa. Me caneces, conoces a mi familia desde años.
    - Lo se, es por eso que fui a ver a tu familia. – lo dijo de una forma que pareció avergonzado.
    - ¿Qué? ¿Les dijiste lo que hubo entre nosotros?
    - No lo digas como si todo realmente hubiese acabado.
    - Pero se acabo. –aunque lo dije con toda la seguridad que pude, ni yo mismos me la creí.
    Entonces comencé a caminar en dirección a la multitud que se congregaba para la prueba pero Sirius me detuvo.
    - No pienso dejarte nunca más. –me dijo, tomándome de repente como si fuese una princesa y trasportándonos a quien sabe donde.
     
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    Capitulo 20
    La primera prueba



    Harry
    Las manos me sudaban como loco, tenía los nervios de punta y la cabeza estaba por explotarme.
    La primera prueba del torneo de los tres magos estaba por iniciar y los cuatro campeones estábamos esperando en una carpa echa para nosotros.
    Como deseaba tener a mi Draco entre mis bazos, junto a el estaba seguro de que no tendría estos nervios. Era gracioso de cierta forma pensar así.
    Desde el día en que estuvimos juntos, todo había cambiado. Mi vida, mi alma, cada partícula de mi cuerpo ahora le pertenecían a el y solo a el. Todo lo que había sufrido antes, todo lo que había vivido y sentido se estaban desvaneciendo con cada beso de el, con cada abrazo. Jamás hubiese pensado que podría volver a enamorarme, pero el lo había conseguido, se había metido en cada fibra de mi ser hasta llegar a mi alma.
    En un principio me sentí algo decepcionado al descubrir que no había aparecido la marca de emparejamiento entre nosotros pero Draco me explico que no necesariamente aparecía en el primer encuentro sexual, y desafortunadamente solo habíamos tenido eso, ¡solo un encuentro sexual!
    Desde que nos enteramos de que la primera prueba era enfrentarse a un dragón, ni Hermione ni Draco me dejaban en paz. Si no estaba Hermione, Draco me hacia practicar los hechizos con varita y cuando no estaba con Draco, Hermione hacia lo mismo. Claro que aun no le contaba nada de mi relaciona a mi mejor amiga, primero tenia que arreglar las cosas con Ron y cuando eso pasara entonces a los dos se los diría. Draco estaba de acuerdo con migo y su padre ni se diga, el parecía radiante y me trataba mejor de lo que jamás hubiese pensado. Esto incomodaba a Draco de alguna manera, aun no me había contado el porque pero no podía sacárselo a la fuerza.
    - ¿Harry? –escuche la voz de Hermione a través de la lona.
    - ¿Hermione?
    - Harry, te cuidado…
    - Lo tendré, te lo prometo.
    La repartición de los dragones se llevo a cabo en cuanto el director de Hogwarts entro a la tienda acompañado del ministro de magia.
    —Las damas primero —dijo tendiendo la bolsita de los dragones, a Fleur De¬lacour.
    Ella metió una mano temblorosa en la bolsa y sacó una miniatura perfecta de un dragón: un galés verde. Alrededor del cuello tenía el número «dos». Y yo estaba seguro, por el hecho de que Fleur Delacour no mostró sorpresa alguna sino completa resignación, de que no me había equivocado: Madame Maxime le había dicho qué le esperaba.
    Lo mismo que en el caso de Krum, que sacó el bola de fuego chino. Alrededor del cuello tenía el número «tres». Krum ni siquiera parpadeó; se limitó a mirar al suelo.
    Cedric metió la mano en la bolsa y sacó el hocicorto sue¬co de color azul plateado con el número «uno» atado al cue¬llo. Sabiendo lo que me quedaba, metí la mano en la bolsa de seda y extraje el colacuerno húngaro con el número «cuatro». Cuando lo mire, la miniatura desplegó las alas y enseñó los minúsculos colmillos.
    Poco a poco los campeones fueron saliendo para enfrentar su prueba en cuanto el cañón sonó.
    ¡Maldición! Si tan solo pudiese usar mis poderes Katagaria esto seria más fácil. Pero si lo hacia podría exponerme ante el mundo mágico y eso no seria nada agradable.
    El último cañonazo resonó ante la comunidad mágica, haciendo que resonaran mis oídos, y entonces, salí de la tienda.
    Lo que estaba ante mis ojos era si se tratara de un sueño de colores muy vivos. Desde las gradas que por arte de ma¬gia habían puesto después del sábado me miraban cientos y cientos de rostros. Y allí, al otro lado del cercado, estaba el colacuerno agachado sobre la nidada, con las alas medio desplegadas y mirándome con sus malévolos ojos amarillos, como un lagarto monstruoso cubierto de escamas negras, sacudiendo la cola llena de pinchos y abriendo surcos de casi un metro en el duro suelo. La multitud gritaba muchí¬simo, pero yo ni sabía ni me preocupaba si eran gritos de apoyo o no. Era el momento de hacer lo que tenía que hacer: concentrarme, entera y absolutamente, en lo que constituía mi única posibilidad.
    Levante la varita.
    —¡Accio Saeta de Fuego! —grite.
    Aguarde, confiando y rogando con todo mí ser. Si no fun¬cionaba, si la escoba no acudía... me parecía verlo todo a tra¬vés de una extraña barrera transparente y reluciente, como una calima que hacía que el cercado y los cientos de rostros que había a mi alrededor flotando de forma extraña...
    Y entonces la oí atravesando el aire tras de mi. Me volví y vi la Saeta de Fuego volar hacia allí por el borde del bos¬que, descender hasta el cercado y detenerse en el aire, a mi lado, esperando que la montara. La multitud alborotaba aún más... pero mis oídos ya no funcionaban bien, porque oír no era importante...
    Pase una pierna por encima del palo de la escoba y di una patada en el suelo para elevarme. Un segundo más tar¬de sucedió algo milagroso.
    Al elevarme y sentir el azote del aire en la cara, al con¬vertirse los rostros de los espectadores en puntas de alfiler de color carne y al encogerse el colacuerno hasta adquirir el tamaño de un perro, comprendí que allá abajo no había de¬jado únicamente la tierra, sino también el miedo: por fin es¬taba en mi elemento. Esto era una de las cosas que más me había emocionado al convertirme en dragón, la capacidad de volar, la capacidad de ver las nubes con mis propios ojos.
    Necesitaba pedirle con urgencia a Draco que me enseñara a volar.
    Aquello era sólo otro partido de Quidditch... nada más, y el colacuerno era simplemente el equipo enemigo...
    Mire la nidada, y vi el huevo de oro brillando en medio de los demás huevos de color cemento, bien protegidos entre las patas delanteras del dragón.
    «Bien —me dije a sí mismo—, tácticas de distracción. Adelante.» (extracto original del libro de HP)

    Ron
    Cuando abrí los ojos me encontraba en un enorme jardín, todo lleno de flores y arboles. El olor a tierra y flores se me coló en mis fosas nasales. Era realmente relajante y eso me gustaba.
    Sirius estaba a unos pasos de mí, mirando el horizonte con un poco de nostalgia.
    - ¡¿Por qué rayos me trajiste aquí?! –le grite, parándome de inmediato del suelo.
    - Ron, -Sirius se acerco a mi y me tomo de la mano pero yo la aparte de el. –perdóname, se que hice mal.
    No le respondí, ¿Cómo se atrevía? Después de todo lo que había pasado, después de todo lo que me había hecho pretendía que simplemente lo perdonase.
    - Tú me dijiste que me amabas, me prometiste que jamás me dejarías y fue lo primero que hiciste. –le reclame.
    - Lo se, se que te prometí el mundo y en la primera prueba de amor te falle.
    - Alimentaste mis ilusiones para luego quitármelas en un instante…
    - Lo se…
    - Te suplique, te entregue mi cuerpo y tu me despreciaste.
    - Ron…
    - ¡No! No pienso volver a confiar en ti, no pienso volver a suplicarte nunca mas, ¡Me oyes!
    Su mirada parecía de impotencia, pero eso no haría que se ablandara mi corazón.
    - Ron, escúchame…se que te falle y no merezco tu perdón pero es que no estaba preparado, me sentía confundido, por eso fui con tus padres…
    - ¿Qué? ¿Fuiste con mis padres? ¿Les dijiste sobre nosotros?
    - No exactamente, tu madre si que da miedo…
    - Me pides perdón pero ni siquiera puedes enfrentar a mi familia.
    - No he dicho que no lo voy a hacer.
    - Si claro.
    Sirius hiso otro intento de acercarse a mi pero yo no le deje.
    Bueno, si realmente según el, me quería entonces tendría que aceptarme como soy.
    En un instante después me trasforme en mi forma de león y le gruñí.
    El dio un paso hacia atrás pero luego se acerco mas, con la confianza de que no le iba a hacer nada. Me molesto ese hecho, esa confianza, ¿Acaso era predecible?
    - Que… ¿acaso te gusta mas el sexo animal? –me pregunto y al instante me trasforme en humano.
    - No estoy jugando.
    - Yo tampoco.
    - Quédate conmigo.
    ¿Cómo podía pedirme semejante cosa?
    - No –le conteste al fin –ya no puedo confiar en ti.
    - En ese caso…
    Sirius saco de entre sus ropajes una enorme daga, ¿pero que rayos? ¡Se estaba apuntando el solo en el vientre con el artefacto!
    - ¡En que estupidez estas pensando! –le grite, desesperado.
    - No pienso permitir que te quedes estéril por mi culpa y mucho menos que mueras en cuanto las dos semanas concluyan. Deseo que seas feliz y que encuentres a otra persona con la que puedas emparejarte.
    Justo en el momento en que la daga estaba a punto de atravesar su carne, yo utilice mi magia y la desaparecí.
    Mi corazón latió desenfrenado, ¿Cómo pudo pensar que así se solucionaban las cosas?
    - ¡Eres un idiota! ¿acaso estas loco?
    - Si, lo estoy. Estoy loco por ti.
    Sentí como mi corazón se hinchaba de regocijó y sin mas, comencé a reírme, reírme y reírme. Soltando todo lo malo.
    Entonces Sirius me tomo entre sus brazos y esta vez no me aparte, si no, decidí confiar una vez más.
    - Contigo, el cielo se vuelve mas claro, se pintan las nubes de blanco y el sol vuelve a sonreír, solo contigo, el tiempo cobro un sentido y hoy que estas aquí, con migo se bien… -comenzó a canturrear mi animago suicida.
     
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  3. Acheron_kattalakis
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    Hola, ya casi acabas kaname-chan, tines que llegar al capitulo 39

    SPOILER (click to view)
    dark-hunter-manga-4-e1298916590361
     
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    Capitulo 21
    Deseos de sangre


    Harry
    Descendí en picada para comenzar mi primera maniobra para distraer al dragón. El viento choco ante mi rostro causándome momentáneamente ceguera, pero mis otros sentidos estaban totalmente despiertos para enfrentarme a cualquier adversidad.
    El colacuerno me lanzo su poderosa mandíbula abierta, exponiendo todos sus letales colmillos, dispuesto a comerme. Aduras penas pude esquivarlo he hizo que me desequilibrara un poco de mi escoba pero logre sujetarme. El dragón si que sabía cuidar de los huevos, ¿Existiría una forma de engañarle?
    Con ese pensamiento se me vino a la mente algo. Durante los días anteriores, cuando Draco y yo no podíamos vernos, el mandaba proyecciones –hablaba en mi mente y yo me comunicaba de igual forma con el –era increíble. Era como si fuésemos uno, tanto de cuerpo y alma.
    Lo que me traía a colación el que si fuese posible que también me pudiese comunicar con el colacuerno.
    “Hola” –lo intente.
    No percibí nada de parte del animal.
    Volví a hacerle otra finta pero esta vez una espina de su cola me rasgo en el brazo.
    “Interesante” –escuche de repente una voz. Mire hacia el colacuerno, creyendo en que posiblemente fuera el, ya que esa era una voz que nunca había oído. Pero el dragón parecía tan indiferente y salvaje que deseche la idea.
    “¿Quién eres?” –pregunte.
    “Mírame” – me respondió.
    Fue la única razón por la que me aventure a mirar hacia las gradas. Todos estaban gritando de euforia. Cada casa parecía animada a su manera. Ya no escuchaba los abucheos que siempre recibía en los pasillos cuando iba a clases o los descansos. Los profesores también me observaban con algo que me aventure a pensar que era miedo. Y entonces, entre la multitud, había alguien que jamás había visto en mi vida pero el instinto me decía que tenia que tener cuidado.
    Aquel hombre era alto y de constitución frágil, tenía su melena rojo sangre suelta alrededor del rostro y la espalda. Sus ojos negras parecían cuencas vacías que hicieron que se me erizara el pelo de la nuca.
    “Harry Potter” –menciono mi nombre con sensualidad y fuego.
    “¿Quién eres?” –volví a preguntar.
    “Tu peor pesadilla” –a pesar de que entendía lo que me había dicho era como si fuese totalmente irreal. ¿Cómo esa hermosa criatura seria capas de amenazar a alguien?
    - ¡Harry! –escuche la voz aterrorizada de los espectadores y pude volver a enfocar nuevamente mi mente.
    Cuando me di la vuelta con mi saeta, me percate de algo realmente aterrador. El colacuerno húngaro había roto sus cadenas y se aproximaba a mí con una velocidad que rivalizaba a la de mi escoba.
    En lo mas profundo de mi mente pude escuchar una risa que congelo mi cuerpo.
    “Veamos si realmente eres tan fuerte, Harry Potter.”
    Salí disparado hacia en dirección al bosque prohibido, tenia que alejar al dragón lo suficiente para que no causara ningún daño. Sentí como el aliento del animal casi me alcanzaba. Quemaba, pero en estos momentos era lo menos que me importaba.
    Me introduje en el bosque, esperando a que los arboles me dieran un poco de protección pero el colacuerno los despedazaba con peligrosa facilidad.
    Entonces, sentí un golpe duro sobre mi pecho y caí.
    La oscuridad comenzaba a envolverme, el bosque, el lago, todo parecía como si fuese de noche.
    Pude detener mi caída justo antes de tocar el suelo pero la escoba parecía como si se le fuese la fuerza mágica, un instante después se volvió rígida y no se movió más.
    Detrás de mi escuche como algo enorme se arrastraba hacia mi y me retire justo a tiempo de recibir la bocanada del colacuerno.
    No teniendo otra forma de defenderme, decidí transformarme en mi forma de Dragón, pero tenia que tener mucho cuidado ya que si me lastimaba de gravedad , por ser un Arcadiano, me trasformaría en hombre, y entonces si, estaría perdido.
    Me vi a mi mismo como un dragón negro. Como no estaba familiarizado con las trasformaciones, no sabia si estaba haciendo lo correcto, pero al instante sentí como mi cuerpo se tensaba. Pude percibir las alas coráceas, las garras en mis manos y pies, los colmillos afilados en mi boca y la cola al final de mi corpachoza figura. Cuando abrí los ojos, mi cabeza sobresalía de los arboles. ¡Era tres veces más grande que el colacuerno!
    Replegué mi cabeza para poder ver al dragón que me asediaba y vi con sorpresa que él retrocedía con miedo.
    Draco ya me había contado lo que yo era. El ultimo Dragon negro, el verdadero Regis de los Arcadianos Drakos, el dragón al que ninguna raza se le podía enfrentar, ni siquiera el Regis Katagaria.
    “Realmente eres grande” –escuche que me proyectaban.
    Esa voz…
    Mire por debajo de mi, hacia donde sentí aquella presencia. Y en efecto, él estaba aquí. Me miro con aquellos ojos negros desconcertantes y el se echo la cabellera roja hacia atrás.
    “Fuiste tu” –le reclame. ¿Cómo pudo ser tan desgraciado al soltar las cadenas del dragón? Alguien pudo haber salido herido pero al parecer eso a el no le importaba en lo absoluto.
    “Si” –me respondió tan despreocupado que quise partirle la cara.
    Me trasforme en hombre nuevamente y me le enfrente cara a cara.
    - ¿Quién eres? - mi voz sonaba áspera pero decidida.
    - Mi nombre es Kennan, soy el actual Regis Arcadiano Drakos.
    Me sentí extrañamente abrumado por la noticia. El mundo de los katagarias y Arcadianos se estaba viniendo en mi demasiado rápido.
    - ¿Qué quieres de mí? No puedes estar en Hogwarts, es un santuario para nosotros. –le espete, en su rostro hermoso se veía claramente que no venia a nada bueno.
    - No, no, no te equivoques Potter, Hogwarts no es un verdadero santuario. Y aunque lo fuese, las únicas familias con permiso de estar aquí son los Weasley, los Malfoy y Los Longbottom. Tu no.
    Kennan se abalanzo a mí, transformándose en un dragón rojo y sacando sus zarpas para destrozarme. Mi reacción casi fue de puro instinto. Me trasforme en dragón y yo también lo ataque.
    El choque de nuestros cuerpos resonó en todo el bosque y las garras de ambos colisionaron como afiladas espadas.
    Kennan era tan grande como yo, pero el tenia la ventaja de luchas cuerpo a cuerpo ya pasadas. Yo no tenia experiencia en lo absoluto pero sabia de mi propia capacidad para sobrevivir. Le clave los colmillos fuertemente en el cuello y su gruñido retumbo en mis tímpanos.
    El dragón rojo clavo sus garras sobre mi cuerpo y trato de zafarse de mí, pero en su intento, se desgarro parte de cuello.
    Su sangre me lleno de adrenalina y combinada con el olor a la mía, comencé a sentir que no era suficiente. Quería mas, quería despedazarlo y bañarme en su sangre.
    Arremetí nuevamente contra el y juntos colisionamos en el suelo.
    “Detente” –escuche mi propia voz en mi cabeza pero mi cuerpo no reaccionaba.
    Las garras del dragón negro, que ahora no las sentí del todo mías, se anclaron a la carne del dragón rojo y amenazaron con arrancarle la piel.
    Un gruñido gutural salió desde mi garganta y sentí como el fuego salía a través de ella para quemar todo cuanto a mi alcance.
    El dragón rojo se revolvía en el suelo, he incluso trato de mandarme proyecciones pero yo no le deje.
    “Harry” –la voz de Draco me alcanzo de golpe y me detuve en seco. Saque las garras de aquella ensangrentada figura y me aleje. La razón llego ante mi y me trasforme en humano.
    Mire en todas direcciones, esperando ver a Draco pero no había nadie. Solo oscuridad.
    - Potter –una voz cálida hiso que me diera la vuelta. Me sentía asustado de lo que estuve a punto de hacer y lo menos que quería era que Draco me viera de esta forma. El que tenia frente a mi era Neck, el cazador oscuro.
    - ¡Neck!
    - Tranquilo, ya todo ha pasado.
    El cazador oscuro me cubrió con una manta. Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba desnudo.
    - Harry, tienes que regresar, todos esperan por ti.
    Era cierto, el torneo.
    - Pero…
    - No te preocupes, yo me encargo de eso.
    Neck señalo con la mano el cuerpo inconsciente, del ahora humano Kennan.
    Yo asistí con la cabeza he invoque la ropa con la que inicie la primera prueba. Tome la saeta de fuego y camine para salir del bosque.
    Cuando el sol me pego en la cara, vi como mi saeta volvía a tener poder mágico. Subí en ella y despegue para volver a la arena de la prueba y tomar el huevo.

    Kennan

    Dolor, sentía un dolor abrazador por todo el cuerpo. Había sido una fantástica idea acabar con el cachorro de dragón negro con mis propias manos pero ahora me había dado cuenta que subestime al chico demasiado.
    - Espero que hayas tenido tu lección Kennan.
    Abrí los ojos lentamente pera saber de quien provenía aquella voz.
    - ¡Tú! –hablar me causo un dolor insoportable.
    - Sabía que harías una cosa estúpida.
    - Jodete.
    - Que lindas palabras para tu salvador. No puedes contra el.
    - Y tú no deberías estar aquí. –me defendí.
    - Lo se, pero yo hago lo que se me da la gana.
    - No siempre tendrás la protección de Savitar, cazador. Y menos ahora que has venido al pasado a interferir con el destino de ese chico.
    - Mmm, me pregunto si realmente el destino existe. Si es así, entonces tú… estás realmente jodido.

    Harry
    Cuando regrese, los vítores comenzaron a resonar en mis oídos. Todos parecían tan felices y aliviados por mi regreso que se me lleno el corazón de un sentimiento que no lograba descifrar.
    Tome el huevo de oro y sin mirar a nadie en el podio me fui directo a la enfermería.


    Hola Sabaku no cachi: gracias, por los cometarios me alegra que te guste, ya mero subo todos los capi que me faltan.

    Hola: Achero, que genial que te guste, nunca crei que alguien mas fuera fan de los cazadores oscuros, pero parece que tu mas que yo.
     
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    Capitulo 22
    El orbe de los dragones y la mayor debilidad.



    Harry
    Mi respiración era demasiado rápida. El dolor de las heridas causadas por las garras del dragón rojo ya me estaban pasando factura. En estos momentos agradecía ser un Arcadiano que un Katagaria, de lo contrario Madame Ponfey tendría que cuidar a un enorme dragón.
    Los primeros en llegar a la enfermería fueron Hermione y Ron. Este ultimo parecía demasiado feliz para la situación en la que me encontraba, pero la verdad eso era lo de menos, ya que al fin tenia a mis dos amigos con migo.
    Hermione dio un gritito ahoga al ver mi condición.
    - ¡Harry! ¿Eso realmente te lo hiso el dragón? –pregunto con una expresión de “Como es posible que el director permitiera esto”.
    - Algo así. –conteste, de todas formas, aunque el colacuerno no me hiso nada, un dragón si había causado las heridas.
    - Muy bien jovencitos –interrumpió Madame Ponfey –necesito revisarlo, por favor salgan.
    - Ok –susurraron mis dos amigos.
    Antes de irse Ron me miro, y en sus ojos pude ver signos de sospecha. No lo culpaba, apestaba a sangre y no precisamente la mía.
    En mi cabeza, comencé a poner los acontecimientos como en cámara lenta.
    Primero: Kennan había sido el causante de que las cadenas del dragón se rompieran. Era mas que obvio que quería exponerme ante el mundo mágico.
    Segundo: Yo tenía la capacidad de intimidar a los dragones. Eso si que era interesante.
    Nota mental: Preguntarle esto a Lucius después.
    Tercero: ¿Qué era exactamente lo que el idiota pretendía? ¿Acaso es tan importante un puesto en el Orgemion?
    Nota mental 2: Si Kennan se me vuelve a cruzar en el camino, mas le vale que haga una reservación en el infierno por que yo mismo le pago el pasaje de ida.
    - ¿Cómo te sientes Potter? –pregunto Ponfey.
    - Como si me hubiera atacado un dragón. –respondí sarcásticamente.
    - Muy gracioso señor Potter, muy gracioso.
    Después de que me revisara las heridas y pusiera una cara de susto, Ponfey me vendo y me di una pócima para las heridas internas. Un poco después, la enfermera me dejo a solas con los demás campeones, que como yo, estaban en reposo.
    Cuando desperté al día siguiente, ya no estaba en la enfermería provisional para los campeones, sino en la enfermería del colegio.
    Los ojos inquisitivos de mi querido Draco ya estaban al asecho, mirándome con preocupación y a la vez orgullo.
    - Diste todo un espectáculo. –sentencio, con una enorme sonrisa.
    - Ya lo creo –trate de levantarme de la cama pero sentí un agudo dolor en el costado.
    - Tranquilo, no te esfuerces… ¿Ahora si me vas a decir exactamente que fue lo que paso?
    Esto era increíble, también el se había dado cuenta. En fin, le conté todo a lujo de detalle he incluso la parte con el cazador oscuro, solo omití la parte donde había escuchado su voz. Era vergonzoso.
    - ¡Ese maldito! –aspecto con una ira marcada en el rostro. -¡Esto no se va a quedar así! Cuando Savitar se entere de esto…
    - No veo necesario que le digan algo Draco, yo solo puedo defenderme.
    - Para estas alturas el ya se habrá enterado, y mas vale que Kennan se esconda debajo de una roca porque no habrá lugar donde pueda esconderse.
    - ¿Cómo podría enterarse? ¡Nadie sabe sobre esto!
    - Savitar es especial Harry, el es el líder de los Kattagaria y los Arcadians, él lo sabe todo. Nadie sabe lo que es y por eso nadie se mete con el.
    Me quede pensando por un instante, si Savitar es tan poderoso, ¿Cómo no pudo prever esto?

    Ron
    ¡No lo puedo creer! ¡En serio! ¡No lo puedo creer! Sirius es mi pareja, mi novio o mas bien ¿Mi esposo?
    No estoy seguro, pero el hecho es que ¡Ya somos compañeros de vida!
    El me dio la prueba más grande de amor que un Kattagaria le puede dar a su amante. Sirius ha vinculado su vida a la mía. El completo el ritual de emparejamiento y en cuanto yo fui suyo la marca en nuestras manos desapareció y fuimos uno.
    La última prueba de fuego que nos falta es; enfrentar a mis padres.
    - ¡Ron! – la voz de Hermione me saco de mis pensamientos y me volvió a la realidad.
    - ¿Qué pasa Hermi? –le pregunte.
    - ¡Mira! ¡Es Draco!
    Me di la vuelta para descubrir a un Harry enzarzado en una conversación con Draco Malfoy. ¡Ya lo sabia! Ellos se llevan mucho mejor que antes y lo mas seguro es que estaban en algo mucho mas profundo.
    La verdad esto me emocionaba más de lo que debía, era como si con mi felicidad quisiera que todos fueran felices. Lo único malo era el hecho de ocultarle cosas a mi mejor amiga, Hermione. ¿Qué pensaría de la relación entre Harry y Draco? ¡¿Qué pensaría de Sirius y yo?! ¿No es que esto fuera pedofilia? ¿O si?
    Sacando esos pensamientos de mi mente, aclare la garganta para interrumpir la conversación entre aquellos tortolitos.
    - ¡Ron, Hermione! – nos llamo Harry.
    - ¿Qué hace él aquí? –Hermi demostró una clara manifestación de antipatía para el pobre Draco.
    - Hermione, Ron, hay algo que quiero decirles, - Harry hiso una pausa, resoplo y nos soltó; - Draco y yo estamos saliendo.
    Me quede petrificado en mi sitio, jamás, pero jamás pensé que el lo dijera en frente de Hermione.
    Mire su expresión; lívida, pálida y sorprendida.
    Bueno, ya que estábamos en confianza, entonces ¿Por qué yo no decir lo mío?
    - ¡Harry, felicidades! Y hablando de nuevas buenas yo también tengo algo que decirles…Sirius y yo estamos saliendo.
    ¡Paf! Hermione se desmayo.
    - Creo que la mataste –me susurro Draco.
    Fue entonces que vi la expresión de Harry. El también había colapsado…
    - ¡Ronal Weasley! ¿En que demonios estabas pensando? –me suelto Draco con una expresión de perplejidad.
    - Solo quería compartir las noticias.
    - ¿Pero como se te ocurrió hacerlo de esa manera? Pobre Hermione.
    - Oh vamos Draco, no es para tanto.
    - Eso díselo a ellos…



    Hermione

    No podía creer lo que estaba pasando, Harry y Draco, Sirius y Ron. Esto era mas de lo que una pobre mente conservadora como la mía podría entender.
    Después de que mis amigos me hubiesen hecho semejantes confesiones, me sali de la enfermería totalmente molesta. ¿Cómo no pudieron habérmelo dicho antes?
    Ya entendía al fin en que demonios se habían mentido. Todas esas noches saliendo a escondidas y las extrañas explicaciones incongruentes.
    Los picotazos de una lechuza hicieron que saliera de mis cavilaciones.
    Me dirigí hasta la ventana y la abrí. La lechuza traía un mensaje.

    “Hermione Granger”
    Te espero cerca del lago a las 11 de la noche, mas te vale no faltar”
    Att: F”

    F, oh no, esto no era nada bueno.
    Solo faltaban 10 minutos cuando salí de la torre de los Griffyndor. Esto no era propio de mí, yo jamás me saltaba las normas pero esto era una ocasión especial. Desde el momento en que vi a “F” entrar en Hogwarts, supe que la situación se iba a poner muy hostil.
    Cuando llegue al lago, una silueta oscura ya me estaba esperando.
    - Silvara – me llamo la mujer.
    - Tannis –le susurre con aprensión.
    Tannis, se quito la capucha del rostro, revelando su cara pálida y una cabellera rubia que brillaba con el falso efecto de una vela. La mujer me miro con altanería típica de la princesa Tannis de Qualinost, el reino sur de los elfos.
    - ¿No tienes noticias aun del orbe? – pregunto con satisfacción, ella disfrutaba de mi fracaso.
    - No todavía.
    Fleur, como se hacia llamar actualmente Tannis, me sonrió.
    - Sabía perfectamente que alguien como tu, jamás seria capas de llevar a cabo una tarea tan importante. Mírate, una semielfa como tu jamás podría hacer algo bueno.
    La mire con el seño fruncido, ¡como odiaba a esta mujer! Ella siempre creyéndose que la vida era tan fácil como en el palacio, donde lo tenía todo. Mientras yo, una semielfa de cincuenta años, había tenido que luchar duro para tener un puesto dentro del consejo del orador de los soles –Rey de Qualinost – y conseguir esta misión para demostrar mi valía ante todo mi pueblo.
    Pero esta misión cada vez iba de mal en peor. Hace aproximadamente setenta años, un intruso había irrumpido en las cámaras secretas del palacio y se había robado un orbe muy especial, hecho con la magia de las tres órdenes de hechiceros. -Los túnica blanca, túnica roja y túnica negra-
    “El orbe de los dragones” una esfera de todos los colores y ninguno. Un artefacto hecho específicamente para controlar a los dragones de sangre elemental. Una especie de criatura que era capas de ser materia y al siguiente un elemento de la naturaleza.
    Durante michos cientos de años, aquellos dragones se habían colocado entre los dos grandes pueblos de elfos; Silvanesti y Qualinost. Causando hambre y miseria. Pero después, los hechiceros accedieron a ayudar a ambos pueblos ante la invasión y crearon los orbes, pero solo el orador de los soles de Qualinost y el orador de las estrellas de Silvanesti podían controlar el poder de semejantes objetos. O al menos eso era lo que pensábamos.
    El hombre que había robado uno de esos orbes, podía manejar su magia y lo peor de todo; ese ser era un hombre de una especie llamada Arcadians, seres malditos, que podían cambiar a forma de animal; de dragón. Su magia era mucho mas de lo que los hechiceros elfos podían hacer, simplemente era monstruosa. El orbe en manos equivocadas podría ser el fin para el mundo que conocíamos.
    Entonces, yo misma me ofrecí a recuperar el objeto perdido y durante más de diez años había fracasado en ello. Hasta que encontré el mundo de los magos, un mundo donde me ofrecía una posibilidad de crear nueva magia, lo suficientemente poderosa para derrotar al Arcadiano. Y, lo mejor de todo era que ya no era una simple guerrera, sino también una maga, una hechicera de Hogwarts.
    - Estoy mas cerca que nunca –le espete.
    - Si claro…si no has conseguido nada en diez años entonces no creo que lo logres. –Tannis me miro despectivamente.
    - Si tus hombres no han podido en sesenta años, los diez míos no son nada.
    - No te mentas en mi camino Silvara, yo seré quien recupere el orbe.




    Harry
    Sentí como la cama se hundía cerca de mis pies. Abrí los ojos de repente, sorprendido, ¿Quién a estas horas podría venir a verme? ¡Era más de media noche!
    - Tranquilo Potter, tranquilo…-la voz del cazador oscuro hiso que se me enchilara la piel.
    - ¡Tu! ¿Qué demonios haces aquí? – le pregunte lo mas bajo posible, por si Madame Ponfey estaba cerca.
    - ¿No eres muy agradecido con las visitas, verdad?
    - No cuando esas visitas no son de mi agrado.
    Neck sonrió mostrando una dentadura deslumbrante. El parecía mirarme pero yo no podía ver sus ojos debido a los antejos oscuros que siempre cargaba. ¡Por Dios, quien usa lentes de sol en la noche!
    - Te salvaste por los pelos. –dijo levantándose de la cama- pero no siempre será así, tienes que volverte mas fuertes.
    - ¿Por qué?
    - Te lo digo por tu bien Potter. Ah, una cosa más; cuidado con la sangre, que puede ser tú mayos debilidad.

     
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    Capitulo 23
    Lucha por una cena de Dragón



    Hermione
    Al mirar por la ventana de mi habitación, hacia el bosque prohibido y todo a su alrededor, me di cuenta que de cierta forma sentía nostalgia por Qualinost, mi tierra natal. Parecía demasiado tiempo diez años desde que partí de mi pequeña casa. Pero para los elfos, o al menos semielfos como yo, el tiempo era solo una pequeña variación, casi nada.
    Todavía recordaba mis días en los bosques de mi amada tierra, fueron duros, si, pero bien valieron la pena. No por nada decían que aquellos que miraban Qualinost, se enamoraban de ella al grado de no querer dejarla nunca.
    No era mi caso claro, no tenía los más hermosos recuerdos. Pero yo siempre creía que nada tenia que ver las personas con la nación.
    Yo era hija de la hermana del orador de los soles, podría decirse de alguna forma que era algo así como una princesa pero jamás me dieron ese lugar.
    “Sangre sucia” la voz de Draco me llego de repente a la cabeza. No sabía aquel rubio lo cerca que estaba de mi descendencia. Mitad elfo, mitad…algo. No sabía en lo absoluto de la otra parte de mí. Mi madre biológica había sido violada por un desconocido y después de tenerme se suicido.
    El orador de los soles me entrego a la servidumbre para que me criara y cuando crecí, fui llevada para entrenamiento militar. Cosa que de cierta forma fue muy fructífera para mí. Por que no solo era más velos y mas fuerte que cualquiera de mis compañeros sino que mas inteligente y mas capacitada para utilizar el don de la magia.
    Y entonces cuando la misión de recuperar el orbe se presento, yo la tome sin pensarlo. El recuperar semejante reliquia perdida me daría al fin un lugar en Qualinost, mi propio lugar.
    Mire la botella de pasión multijugos que llevaba en la mano. Desde el primer día que entre a Hogwarts esta se había convertido en mi mejor amiga. Había veces que me miraba en el espejo y comenzaba a sentirme mas como Hermione Grange que como Silvara.
    - ¡Hermione! – la vos de Ron desde la sala común me saco de mis pensamientos.
    En el instante me puse a la defensiva, todavía estaba muy enojada con las parejitas recién echas. Aun no podía ni creérmelo.
    Me reuní con mis dos amigos junto con todo el gentío de los leones, pronto seria la fiesta de navidad y teníamos que ponernos de acuerdo.
    Harry por supuesto iría con Draco pero ¿Ron? Tal ves me pedirían una poción multijugos para Sirius.

    Harry
    Ya solo faltaban dos días para el baile de navidad del colegio. No podía creer lo emocionado que estaba, ese día, todos me verían de la mano con mi Draco, ya nada se interponía entre nosotros. No había fantasmas, ni paredes. Incluso cuando veía a Oliver, yo ya no sentía nada. Absolutamente nada. Por que ahora todo mi mundo la abarcaba él, mi Draco.
    - Harry, ¿Adonde vamos? –la vos impaciente de Draco resonó en mis oídos como música.
    - Ya veras…
    Conduje a Draco hasta el pequeño lago que encontré en el bosque en mis escapadas nocturnas. Era hermoso, cristalino y brillante como un diamante. Justo en el fondo se encontraba una pequeña cascada y todo el campo alrededor estaba cubierto de flores.
    Draco parecía anonadado, sus ojos resplandecían con emoción, lo que hiso que mi corazón comenzara a palpitar con fuerza.
    - ¿Te gusta? –le pregunte.
    - Si, es…es hermoso.
    Mi rubio amante se recostó sobre la hierba y extendió los brazos a todo su gusto para sentir el terreno sobre su piel.
    El solo espectáculo que me ofrecía me hiso recordar nuestra primera noche juntos. De solo pensarlo me ardió todo el cuerpo, ansioso he impaciente por volver a tocarlo.
    Me recosté junto a el, mirándolo, admirándolo y no pude resistir el impulso de tocarlo. El abrió los ojos con sorpresa, pero no rechazando mí toque. Más que eso, se veía ansioso como yo.
    Tome sus labios con locura, registrando cada centímetro de su dulce boca. Recorriéndolo con las manos, sintiendo que con cada roce, con cada caricia de mis manos el se estremecía de placer.
    - Draco… -logre articular –quiero estar contigo…
    - Pensé que nuca lo pedirías.
    Antes de que yo pudiera decir o hacer algo, Draco me empujo en la hierba y se monto a horcadas sobre mi cintura. La manera en la que me miro, hiso que me pusiera duro al instante haciendo que él alzara una ceja divertida.
    Se saco la camisa azul que llevaba mostrándome su abdomen; ¡Por Dios era tan hermoso! ¿Cómo era que nunca lo había visto!
    Draco me quito la sudadera verde y la playera gris que llevaba, deslizándolos de entre mis brazos. Se agacho para tomar mi boca y saborearme lenta pero apasionadamente como lo había echo yo hace algunos momentos. Después tomo mi cuello, dejando un sendero de dulces besos húmedos que con el roce de su respiración hacían que cada vez me pusiera duro como una roca. Avanzo tranquilo sobre mi pecho y se tomo su tiempo sobre mis pezones, lamiéndolos, succionándolos con devoción.
    Sus manos recorrieron toda mi longitud descaradamente en sima de la ropa. ¡Se sentía tan bien! Con sus dientes, el me bajo el sierre de los pantalones y libero mi adolorida hombría.
    Desde donde yo estaba, podía ver que comenzaba a salirme líquido de pre-semen, cosa de la que se dio cuenta Draco por que al instante tomo mi longitud y la lamio con descarada lujuria.
    - ¡Por Merlín Draco! No me hagas esperar. –le advertí.
    Draco me miro divertido y al instante el me tomo en su boca. ¡Rayos, casi me vine! Mi amante lo tomaba por completo en su boca, succionándome como jamar lo había echo. Ni siquiera en nuestras travesurillas en la enfermería cuando me estaba recuperando del ataque de Kennan.
    Deslice mis manos para enredar mis dedos con su fino cabello para incitarlo a que lo hiciera más fuerte. Justo cuando pensé que no podía más, lo retire de mí para está ves tomar yo el control. Me incorpore hasta quedar sentado y con mis manos pegue todo el cuerpo de Draco a mí. Pude sentir entonces que el estaba tan duro como yo. Desabroche sus pantalones y se los quite al completo.
    Estaba tan indefenso, tan entregado a mí que hiso que me diera cuenta de que lo amaba. Lo amaba mas que su vida, el era el aire que respiraba el motivo por el que su corazón seguía latiendo. Si el no estaba, yo tampoco quería estar. Si el moriría, entonces yo moriría con el.
    Bese desenfrenadamente su cuello y arremetí con mis manos su fino cuerpo hasta llegar a su entrada. Draco estaba tan relajado que pude acceder a el con facilidad y rosar su punto sensible, llevándolo a la locura.
    Draco se puso mas ansioso que nunca, levanto sus caderas y de una sola estocada el se metió mi miembro.
    Ambos géminos al mismo tiempo. Esto era un placer que jamás había experimentado.
    Tome sus caderas y comencé a embestir, al principio gentil pero luego mas rudo.
    - ¡Más fuerte! – ínsito mi amante.
    No lo hice esperar y con un movimiento rápido, Draco ya estaba recostado sobre las flores, con las piernas alrededor de mi cintura y sus brazos apretados en mi cuello. Las embestidas se hicieron cada vez mas fuertes hasta que juntos llegamos al orgasmo, dejando mi semilla dentro de su cuerpo.
    Mi cuerpo se recostó sobre Draco, como si fuera una sabana o una cobija. Sin dejar que la conexión de nuestros cuerpos se interrumpiera. Me sentía mas largo y mas ancho con esto y sentí como mis poderes Arcadianos se hacían más fuertes.
    No se cuanto tiempo paso pero nos quedamos juntos y abrazados, contemplándonos y mimándonos con nuestro roce.
    Draco se acerco a su ropa y saco algo que al instante me entrego. Era un collar con una piedra blanca y pura de dije. Era muy hermosa y se lo hice saber.
    - Se llama, la luz de Neck – me dijo.
    “Neck” esto era toda una coincidencia. Esa piedra se llamaba precisamente como el cazador oscuro.
    - Es perfecta. –le dije.
    - Es para ti, esto representa el amor que ciento por ti. La luz de Neck representa el alma en mi interior. Entre mas pura ente más fuerte es mi sentimiento por ti.
    - Te amo Draco.
    - Y yo a ti.
    Tome sus labios con dulzura y le acaricie la mejilla. En ese instante tuve que alejarla de el por que algo me quemaba. Sacudí mi mano tratando de alejar el ardor pero no se fue.
    Mire con cierta sorpresa la marca que se había grabado en ella. Un Dragón.
    Sobre salte al escuchar el chillido de felicidad proveniente de mi pareja. Y sentí su tórrido abrazo.
    - ¡Harry! Estamos emparejados. Somos almas gemelas…
    Draco me beso con pasión y me tumbo sobre la hierba.
    ¡Yo lo sabia! Draco era mío, solo mío.
    Un extraño aire se arremolino ante nosotros y yo me puse tenso. Invoque nuestra ropa para cubrir nuestros cuerpos y abrace a Draco con gesto protector.
    Podía sentirlos, eran muchos. Su magia era agresiva, hostil. ¿Acaso Kennan había mandado a una pandilla para vengarse?
    De entre la niebla aparecieron sus esbeltos cuerpos. La mayoría de ellos eran rubios y hermosos, con cuerpos formidables y ecléticos. Un Arcadian de aquella pandilla se acerco con obvias señales de hostilidad.
    Me miro desafiante y yo le devolví la mirada. Poniendo a Draco tras de mi para protegerlo.
    - ¿Quiénes son y que hacen aquí? –pregunte – Hogwart es nuestro santuario, no tienen derecho de estar aquí.
    - Hemos venido a responder el reto. –anuncio el Arcadian.
    - ¿Reto?
    - Heriste de muerte a Kennan, el Regis de los Arcadianos Drakos…
    - Kennan no es en verdad el Regis –soltó de repente Draco enfurecido – el verdadero Regis es Harry.
    El Arcadiano lo miro con furia y le soltó un bufido cargado de fuego. Entonces me interpuse entre Draco y a aquella asesina mirada.
    - Kennan se lo busco –esplique – el me ataco primero.
    - Como sea, yo soy el segundo al mando del clan de los dragones rojos y te reto, Arcadiano.
    Cruce los brazos con cierta irritación, ¿Qué rayos le pasaba?
    - A mi no me interesa en lo absoluto ese puesto del Regis, -declare –así que no vengan a molestar.
    Entonces el Arcadiano hiso un gesto a los otros y antes de que pudiera hacer algo, otros Arcadianos salieron de nuestra espalda y me arrebataron a Draco.
    - Si no quieres cooperar por las buenas, entonces…será por las malas.
    El instinto de proteger a mi pareja sobrepaso mi razón y me lance contra el hombre que tenía cautivo a Draco. Lo tome directamente del cuello y lo estruje, haciendo que su cara se tornara roja. Otro Arcadiano me sujeto desde la espalda y me aparto de mi presa. Entonces escuche el alarido de dolor de Draco y me quede quieto, horrorizado. El Arcadiano que me había hablado al principio tenía a Draco sujeto del brazo y le apuntaba con un arma eléctrica, como con la que nos había atacado antes.
    - ¡Suéltalo! –le grite.
    - Tienes que aceptar el desafío Arcadiano, de lo contrario tu linda pareja será comida de dragón.

    Draco
    El brazo me palpitaba con dolorosa furia. El Drakos rojo prácticamente estaba hundiendo sus garras sobre mí, pero yo no podía moverme, el arma eléctrica estaba demasiado cerca de mí.
    “No te preocupes Harry, dales su merecido” le proyecte.
    “No” –su contestación seca hiso que se me pusieran los pelos de punta ¿Acaso realmente se iba a enfrentar al guerrero? ¿Acaso estaba loco?
    Apenas hace unas semanas, el se había enterado de su linaje. No tena experiencia en las luchas y mucho menos en utilizar su magia.
    “Si te pasa algo Harry Potter, te juro que me las vas a pagar” –le mande con furia.
    “No te preocupes bebe, pero si yo gano, quiero una recompensa”- me mando, al igual que una imágenes donde yo me encontraba bajo el mientras hacíamos el amor.
    “Hecho”.
    El drako rojo señalo un pequeño apartado en el fondo del bosque. Y toda la manada se dirigió hacia haya. Cuando por fin me soltó, una hembra Arcadiana me llevo hasta su lugar, donde estaban todas las mujeres.
    Harry y el Drakos rojo se posicionaron para la batalla. Las reglas eran simples, cuerpo contra cuerpo, usando su magia y su poder mágico como dragones. La trasformación era el acto culmine para aquel que ganara. Su recompensa, ¡cena de dragón!


    Capitulo 24
    El Regis Drakos Arcadiano



    Draco

    El Drakos rojo se abalanzo de repente para atacar a Harry. Lo hiso con una rapidez que me dejo sin aliento. Era más que obvio que el Arcadiano había sido entrenado para la batalla desde hace siglos, años de experiencia en lucha que Harry le faltaba. Por mucho que en sus pocos años en Hogwarts se hubiese enfrentado a situaciones en extremo peligrosas, esto no se comparaba en nada a ellos.
    Justo cuando pensé que Harry recibiría aquel puñetazo él…lo detuvo. Tomo el brazo del Arcadiano y lo arrojo al otro lado de la explana con una fuerza demoledora, haciendo que se partiera en dos un árbol.
    El Drakos se levanto desde los escombros he invoco una enorme roca que lanzo hacia Harry, pero esta se desvaneció en el aire. ¿Cómo había aprendido tan rápido Harry a usar su magia?
    “¿Cómo hiciste eso?” –le proyecte.
    “No tengo idea, mi cuerpo y mi instinto son los que me dicen que hacer” –explico.
    Un chirrido me saco de la privada conversación que tenia con mi pareja para ver como el Drakos tomaba el árbol caído que terminaba en forma de punta, como si fuese una enorme lanza y se la arrojaba a Harry. Este salto tan alto que pensé que casi podía volar, para caer finamente sobre la tierra después de unos cuantos segundos.
    Por el bufido que hiso el Drakos, supe que no estaba nada contento.
    Los dos oponentes se volvieron a acercar hasta el primer punto de lucha. Mirándose desafiantemente.
    En eso, Harry arremetió contra el con puño serrado y le dio en la mandíbula, haciendo que se escuchase como los huesos del Arcadiano se rompían. El puño de Harry se cubrió de la sangre del Drakos, pero aun así el oponente no callo al suelo. Su voluntad era lo único que al parecer lo mantenía en pie.
    Todas las hembras a mi alrededor estaban gruñendo, parecían molestas por como el Drakos estaba recibiendo su paliza.
    ¡Vamos Harry, tu puedes!
    Oh, no. Algo estaba mal. Harry parecía como si estuviese en trance… miraba sin mirar y observaba la sangre de su oponente como si fuese algo extraño pero fascinante. Se estaba comportando como cuando nos enfrentamos a los Apolitas, como si fuese más animal que persona.
    “Harry” –proyecte, pero el no me mando ninguna contestación, mas que eso, el había serrado su mente.
    - ¡Espera! –grite, he intente acercarme a Harry pero la hembra de Drakos me detuvo.
    - ¿A dónde crees que vas?
    - No entienden, Harry ya no es consiente de lo que hace ¡Puede matar a tu líder!
    - Sean, es fuerte, no se dejara amedrentar por un dragoncillo cachorro. Los Arcadianos Drakos blancos nunca han podido contra los rojos.
    “¿Drakos blancos?” ¿Acaso ellos no sabían que Harry era un Drakos negro?
    No, claro que no, Kennan jamás les diría que Harry tenía el derecho de ser Regis por sangre. Todos estos Arcadianos creían que mi pareja quería tomar el puesto por la fuerza.
    - Kennan no les dijo ¿Verdad? – tenia el horror marcado en mis ojos.
    - ¿Decirnos que? –la mujer me apretó mas fuerte el hombro y casi me encogí de dolor.
    - El dragoncillo con el que se esta enfrentando Sean, en realidad es un Drakos negro.
    Cuando termine mi frase, pude ver que la mujer se ponía blanca como la cera. Y quien no, los Drakos negros siempre se han conocido como los carniceros de dragones. Ellos eran la raza más hostil de entre todas. Cuando ellos peleaban, era para matar.
    - ¡Mentira! –me espeto. – Kennan nos lo hubiera dicho, el no se atrevería a mandarnos a morir, el…
    Su frase quedo inconclusa.
    - ¡Sean! –la Drakos grito entonces.
    Pude ver como Sean volteaba para vernos y a continuación tuvieron su propia conversación mental. Vi perplejidad el rostro del Arcadiano, después desconfianza y decepción para dar paso al terror.
    Pero, ya era demasiado tarde. Harry se había trasformado en su forma animal. Era más grande de lo que recordaba, y sus ojos verdes estaban totalmente concentrados en su presa.
    Sentí como Sean trataba de usar su magia para desaparecerse pero un campo magnético lo detuvo. Podía sentir las vibraciones eléctricas por todo al mi alrededor y comencé a sentir pánico, si esas ondas eléctricas nos tocaban estaríamos en problemas. Todos los Arcadianos a mi alrededor parecieron darse cuenta porque también trataron de desaparecerse si éxito.
    Me desatendí del brazo de la mujer y corrí para tratar de llegar al dragón pero la cola escamosa de Harry casi me da, haciéndome retroceder.
    ¡De la boca de Harry comenzaron a salir relámpagos! ¡Relámpagos! Nunca había visto eso, ningún Arcadiano que yo conociera podía hacer eso. Harry, ¿Quién que eres en realidad?
    Los relámpagos alcanzaron a algunos Arcadianos y estos al acto, comenzaron a retorcerse cambiando de dragón a humano y viceversa. Por experiencia propia sabia que era muy doloroso.
    “¡Harry!” proyecte de nuevo.
    El enorme dragón se dio la vuelta para mirarme, pero sus ojos se convirtieron en rendijas ¿Acaso no podía reconocerme?
    “Draco, trasformaste en dragón” –escuche que una vos me decía. Algo en esa vos era familiar pero en ese momento no estaba para tratar de recordar, sino para actuar.
    Un momento después yo ya era un dragón.
    Los ojos de Harry se abrieron de par en par y se abalanzo a mí. Totalmente asustado, serré mis ojos, esperando un posible ataque pero lo único que sentí fue como el dragón negro me abrazaba con sus alas y me olisqueaba para reconocerme.
    ¡Bueno, si su mete inconsciente no me reconocía, por lo menos su cuerpo consiente si!
    Algo en mi interior me obligo a convertirme nuevamente en hombre, y con eso sentí que Harry también lo hacia. Pero cuando abrí los ojos las alas coráceas aun me rodeaban y salían de la espalda de él.
    El seguía mirándome dentro del capullo que se formaba con sus alas. La verdad, esto estaba mas allá de mi comprensión. No solo podía expulsar rayos de su boca, sino que también podía ser un hibrido. Mitad hombre, mitad dragón al mismo tiempo.
    El campo magnético que nos rodeaba comenzó a perder fuerza hasta desaparecer. Aun así, los Arcadianos no se atrevieron a desaparecerse, era como si temiesen a ser perseguidos en sus casas. Lo único que les quedaba era doblegarse ante semejante poder.
    Cuando las alas de Harry desaparecieron, vi con asombro que todos los Arcadianos estaban arrodillados, haciendo reverencia. Con este acto, Harry se había convertido en el Regis Drakos Arcadiano.

    Harry
    Cuando abrí mis ojos estaba recostado sobre el pequeño prado donde en la mañana había conducido a Draco para hacerle el amor. No entendía por que estaba aquí, incluso no tenia la misma ropa y de mi cuello colgaba “la luz de Neck”.
    - Por fin despiertas – me dijo Draco. El estaba recostado junto a mí.
    - ¿Qué paso? –pregunte, no recordaba nada.
    - Pues, que ya eres oficialmente el Regis Arcadiano.
    Sus palabras me tomaron por sorpresa, ¿De que estaba hablando?
    Entonces las imágenes de la lucha comenzaron a llegar a mí. Pero eran fragmentos borrosos y sin sentido.
    - ¿Qué paso? –esta ves mi vos sonó mas frenética.
    Draco me explico con lujo de detalle lo que había pasado. Yo escuche con atención, pero prácticamente todo me parecía como un cuento muy fantástico.
    - Entonces, ¿es raro que un Arcadiano pueda ser ambos seres al mismo tiempo?-pregunte.
    - Si, nadie que yo conozca puede hacerlo. Le he enviado a mi padre un mensaje. Tengo la confianza de que el investigara sobre esto y sobre tu madre.
    - ¿Mi madre?
    - Sin ofender Harry pero se me hiso muy extraño que tu padre la hubiese elegido como su pareja.
    - A que te refieres.
    - Tú prácticamente me elegiste por instinto, y afortunadamente terminamos enamorados. A tu padre le pudo haber pasado lo mismo. Existe una posibilidad de que tu madre no fuera precisamente una humana. Algo en ella debió ser diferente, no lo se.
    - ¿Señor? – una vos interrumpió nuestra conversación.
    Al alzar la vista vi que era el mismo tipo con el que me había enfrentado. El Drakos rojo.
    Me puse a la defensiva y aparte a Draco para mantenerlo a salvo pero el me tomo del brazo diciéndome mentalmente que me tranquilizara.
    - ¿Qué pasa Sean? –pregunto Draco.
    - Ya fue informado a todos los clanes Drakos Arcadianos que Harry Potter es el nuevo Regis.
    - Y… ¿Savitar?
    - Tan bien, al parecer se juntara todo el Orgemion.
    - ¿Cuándo?
    - Dentro de una hora.
    La manera en la que Draco se desenvolvía ante la situación me dejo perplejo.
    - ¿Cómo es que te obedecen tan fervientemente? –le pregunte Draco una ves que Sean o como quiera que se llame, se retiro con todos los otros Arcadianos.
    Draco me miro con una sonrisa picara y me mostro su mano, donde lucia la marca que nos hacia pareja predestinada.
    - ¿Crees que alguien se va a poner en contra de la pareja del Regis?
    - No, claro que no. –acerque a Draco a mi y le plante un beso que nos dejo a los dos sin aliento.

    Neville

    Tome mi mochila rota y los libros que se me habían caído gracias a un hechizo lanzado por algún Slyterin. ¡Malditos humanos! Tan repulsivos como siempre.
    Comencé a caminar en dirección a la torre, afortunadamente las cases había concluido y no tenia muchos deberes.
    - Longbottom – salió a mi paso una de esas odiosas serpientes. – tan idiota como siempre.
    Nott, me lanzó una de sus características sonrisas simplonas. Internamente mi oso interno quería aplastarlo, a machacarlo y convertirlo en comida de Kattagaria. Pero tenia que refrenarme, tenia que resistir. Una de las condiciones que nos había puesto Savitar a mi familia y a mi era que si nos quedábamos en el mundo de los magos, teníamos que pasar prácticamente desapercibidos.
    Razón: Los Longbottom somos originarios osos pardos con mescla de oso polar, resultado = Un oso con muy mal humor, dispuesto a matar a cualquiera que se le cruce en el camino. No importando si son humanos. No por nada mi actitud fiera me hiso acreedor de Regis Ursulan a los once por nada.
    Trate de pasarme de largo para no descuartizar a semejante tarado pero el puso su pie a propósito para que yo tropezara.
    - ¿Te vas tan rápido?
    - Déjame en paz Nott.
    Trate de caminar mas rápido y perder de vista al zopenco, pero el parecía como lapa.
    ¿Qué mas tenia que hacer para dejar que me miraran?
    Con magia, había distorsionado mi cuerpo para parecer mas rellenito he incluso también cambie mis facciones de lacara pero todo lo que hice fue convertirme en objeto de burlas.
    Justo cuando tome la escalera para ir al retrato de la dama gorda un chillido de ave hiso que me detuviera. En sus patas tenia una nota de pergamino.
    El pájaro, un ave negra, se poso en mi hombro y estiro su pata para entregarme la nota.
    - ¿Es una carta de tu abuela Longbottom? – me pregunto Nott con vos burlona.
    - No es de tu incumbencia. –le espete.
    Abrí la nota y me paralice; era de Savitar, convocando una reunión urgente.
    Como posdata traía: “Cuidado con los zopencos por que tu abuela se niega rotundamente a comprarte nuevas mochilas.”
    Ja, ja y ahora me lo dice.
    Mire mi mochila rota, ¡Como me encantaría poder usar mi magia para repararla!
    Pero no; Savitar me puso una especie de candado mágico. Solo podía usar mi poder en las noches de luna llena, cuando estaba en ciclo. Ya sabia yo que mi temperamento era malo pero ¿tenia que llegar a tal extremo?
    Hice añicos la nota antes de que Nott se metiera en mis asuntos.
    Cruce el retrato de la dama gorda dejando a Nott tras de mi. Deje los libros y la mochila rota en la sala común y salí nuevamente al exterior. Me fije con mucho cuidado para asegurarme de que nadie me seguía. Nott ya se había ido.
    Cuando llegue al bosque, Harry, Draco he incluso Lucius estaban esperándome.
    - Pues bien, vámonos –anuncio el padre de Draco. –Hijo, asegúrate de que nadie sospeche.
    Draco lo miro de cierta forma fastidiado, pero asintió.
    Si esperar a los demás, me trasporte en la isla flotante de Savitar. Un pequeño espacio, donde el sol siempre brillaba.
    Al cabo de unos segundos Lucius apareció con… ¡Harry!
    “Ya lo sabrás” –proyecto Harry.
    Poco a Poco, los representantes de cada clan aparecieron en la sala elegante donde se reunía el Orgemion.
    Fury y Van Kattalaquis, Lykos Kattgaria y Arcadiano, Molly y Arthur Weasley, Lituanians. Los Peltier, representantes Arcadianos Ursulan. Dante, de las panteras. Sasha, de los halcones. Urian, de los chacales. Solo faltaba, Kennan, de los dragones Arcadianos.
    - Te dije que tuvieras cuidado con los zopencos – una vos detrás de mi hiso que se me pusieran los pelos de punta.
    Savitar apareció ante el consejo con un aura mortal. Todos se quedaron callados ante su presencia. El era la muerte propia.
    Vestido con su acostumbrado traje de motero, muy parecido a los trajes de los cazadores, Savitar era realmente imponente.
    Yo no conocía formalmente su rostro por que el siempre llevaba gafas oscura, pero nadie ponía en juicio sus hermosas facciones. ¡Era soberbio! ¡Y que cuerpo! Su cabello azabache caía sobre sus hombros como la seda. Haciendo que se convirtieran en todo un espectáculo.
    Savitar me dedico una enorme sonrisa picara. ¡Rayos! Se me había olvidado que el podía leer la mente.
    - Si, claro que si puedo –dijo y yo me puse rojo como un tomate.
    Savitar camino hasta su acostumbrado asiento en la gran sala ovalada. No si antes detenerse a ver a Harry y sonreír.
    - Muy bien, - dijo –ya se que no muchos quieren estar aquí y preferirían quedarse en su casa con sus lindas esposas o solo quedarse bajo su roca como siempre. –miro al halcón. – así que solo les diré rápidamente lo que acontece. A aparecido un dragón negro entre los Arcadianos y ahora por derecho; no solo por sangre, si no que también por lucha, el ahora es el Regis Drakos Arcadiano.
    Todos en la sala se pusieron tensos y yo mire a Harry impresionado. Sabia que el era legítimamente el Regis pero ¿Qué lo reconocieran tan pronto, a unas semanas de conocer su origen?
    Mis ojos, comenzaron a ver a Harry con verdaderos ojos de respeto.

     
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    La oscuridad es mi camino...las tinieblas mi trono y tu agonia mi aliento

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    Hola Sabaku no Cachi, gracias por comentar, y si al fin son pareja oficial, jaja Hermione. Si nome falla el internet, me pongo a subir los siguentes capitulos ahorita.

    Capitulo 25
    Siempre contigo



    Theodore Nott

    Muchas de las cosas que estaban pasando dentro del colegio de magia y hechicería, realmente se me estaban escapando de las manos.
    Por un lado, Draco ya no estaba con nosotros, sus amigos de Slytterin. Prácticamente se la pasaba fuera de su habitación y solo podía verlo en las horas de clases, pero aun así nuestro contacto era nulo. Y desde que Potter se mudo en el cuarto de los tres privilegiados, –así les llamábamos a Weasley, Longbottom y a Malfoy – pasaba exactamente lo mismo.
    No entendía nada, absolutamente nada. Por eso, los últimos días me había dedicado a seguir a Neville. Ese muchachito regordete tenia que saber algo, y yo tenia que encontrar la forma de saberlo.
    Solo faltaban como dos horas para que el baile de navidad comenzara. Neville salió del cuarto de los privilegiados pero extrañamente ni siquiera se había arreglado. Llevaba solo un sencillo pantalón de mezclilla y una sudadera azul. Miro a todos lados como si no quisiera que nadie supiera que se estaba escabullendo. Pero antes de que me diera cuenta, un puf, sonó y Neville simplemente desapareció.
    “¡Pero que demonios!”
    ¡Neville se había desaparecido! ¿Cómo demonios supo controlar esa magia tan avanzada?
    Salí de mi escondite para ir al lugar donde se desapareció.
    Recordé momentáneamente como mi padre me había explicado el verano pasado el procedimiento de desaparición, pero como todavía era menor de edad, no me dejo intentarlo. Neville era tonto, comparado con migo. Era soso y tal vez un poco vulgar en sus manera, ¿Cómo alguien como el podía superarme mi? No tenia sentido.
    ¿Y si lo intentaba? No podía ser tan difícil, no si Neville pudo hacerlo.
    Me concentre lo más que pude y me imagine en el bosque prohibido. Pero en eso sentí como algo me succionaba y me oprimía. Y cuando abrí los ojos, la oscuridad del bosque estaba delante de mí.
    ¡Lo sabia, sabia que podía hacerlo!
    La felicidad me duro muy poco al ver a un enorme oso delante de mí. Me quede helado en mi sitio. ¿Qué hacia un oso en el bosque prohibido?
    El enorme animal, se acerco a mí con las fauces abiertas. Este era mi fin…

    Harry

    Me quede en frente del gran comedor, que ahora era la sala de baile, esperando a Draco. Se estaba retrasando demasiado.
    Hacia solo como una hora que el profesor de defensa contra las artes oscura lo había mandado a llamar. Se suponía que solo era un momento pero ya se había tardado demasiado.
    “Draco, ¿Dónde estas?”
    No recibí respuesta. Que extraño.
    Trate de sentir si mente pero no lo conseguí. Mi instinto me dijo que algo no estaba bien.
    Libere parte de mis sentidos Arcadianos, mi olfato y mi oído.
    El aroma de Draco estaba cerca, pero donde…
    - ¿Harry? –la voz de Draco casi me da un susto de muerte.
    - ¿Draco? – Esto era raro, ¿Cómo es que no podía conectarme con el pero aun así él estaba aquí?
    Lo mas seguro era que aun no podía controlar del todo mis poderes Arcadianos. Esto era una locura.
    - ¿Pasa algo malo amor? –me pregunto con esa dulce he inocente voz que hacia que volviera loco.
    Una de las cosas que más me encantaban de Draco era cuando él se ponía nervioso. Se mordía el labio inferior con preocupación. Pero lo que no sabia era que aquella pose lo hacia verse tan sexi.
    Si no fuera porque tenía que cumplir con mi presencia como uno de los campeones en el baile, ahora mismo me lo llevaría directo a la habitación.
    - No pasa nada amor, nada. –le dije.
    Acaricie su hermoso rostro con mi mano y note que sus ojos se veían particularmente muy azules. Más azules que cualquier otro día.
    Lo tome de la mano y nos adentramos a gran salón. Era la hora de que todos supieran que Draco y yo éramos pareja.

    Ron
    Sirius estaba…nervioso. Si, esa era la palabra, nervioso. Miraba continuamente a los alumnos y profesores con el temor de que alguien lo reconociera. Pero para mí, eso era imposible. Gracias a la intervención de Hermione, y a la poción multijugos, Sirius se veía como un muchacho de mi edad. Pero lo que Hermione no sabía era que había usado mi magia para que Sirius se viera como cuando era joven. Por eso mi pareja estaba así de preocupado.
    - ¿Estas completamente seguro de esto Ron? –me pregunto por enésima vez.
    - Si, ya te lo dije. Nadie te va a reconocer.
    Justo cundo Sirius me quería replicar sobre el asunto, Harry entro en el gran salón, acompañado por en mismísimo Draco Malfoy. La cara que pusieron cada uno de los miembros de las serpientes casi me hace escupir la cerveza de mantequilla y partirme de la risa. Nadie se esperaba que el león y la serpiente, una vez antes enemigos, ahora entraran tomados de las manos.
    - ¡Harry! –le llame.
    Harry arrastro a su pareja hasta donde estábamos. Por un momento Sirius miro con expectación a su ahijado, después de todo casi no se habían hablado desde que le di la noticia. Pero aun así estaba realmente agradecido de que no nos pusiera objeciones.
    - Sirius, Ron. –Saludo Draco con un movimiento de cabeza y les devolvimos el saludo.
    - Draco – llamo de repente Zabini saliendo de detrás de nosotros – Necesito hablar contigo.
    Draco puso mala cara pero accedió. Zabini tomo a Draco por el brazo y comenzó a jalarlo hasta el otro lado de la pista de baile. Harry no perdió ningún momento de la situación y de su garganta salía el gruñido de una bestia furiosa.
    - Tranquilo Harry. –le dije, advirtiendo como otros estudiantes se nos quedaba viendo.
    - No es fácil hacerlo, no me gusta que nadie toque a mi dragón, excepto yo, claro.
    - Es su amigo Harry.
    Harry me miro ceñudo y después enfoco toda su atención a las dos serpientes que estaba hablando.

    Draco

    - Zabini, solo te lo diré una vez, no te metas en esto. Si quiero salir con Potter, salgo con Potter y ni tú ni nadie me lo va a impedir.
    - Pero Draco, ¿En que demonios estas pensando? ¿desde cuando son pareja? Ni siquiera que eras gay. ¿No se supone que somos amigos?
    - Zabini… esto no es cuestión de se gay. Es mucho más que eso.
    - Si claro.
    Esto era demasiado para mi, ¿Cómo podía explicarle a Zabini la relación que tenia con Harry sin exponer lo que somos?
    - Amigo, trata de entenderme.
    - ¡Al diablo! Esto es como si nos estuvieras traicionando Malfoy. ¿Por qué él? Precisamente el.
    - Quisiera explicarte pero no puedo.
    Zabini me miro con unos ojos que podrían taladrar cualquier pared.
    - Anda, ve con tu nuevo novio. No dudo que en cualquier momento te ponga el cuerno. Después de todo, el era “la noviecita” de Oliver.
    Sus palabras me destrozaron. Pero no podía hace nada.


    Oliver
    Mi mirada se quedo calvada en algo realmente desconcertante. Harry estaba tomado de la mano de Draco Malfoy. Me tomo casi un minuto salir de mi estupor.
    Esto no podía ser. Harry era mío, solo mío.
    Yo sabia que el todavía me amaba. Podía sentirlo.
    Tú no puedes dejar de amarme Harry. Tu no.
    - Pensé que habías dicho que Harry jamás te olvidaría. Que le darías el escarmiento de su vida. – la vos de Angelina me llego como taladro.
    - El no me ha olvidado.
    - Pues yo lo veo muy contento con su nuevo novio.
    - Los hay entre nosotros es indestructible. –le refute.
    - Bueno, si yo fuera Harry no podía olvidar tan fisilmente como fui utilizado y desechado.
    - El se lo merecía.
    - Eso dices tú.
    Esta era la discusión que siempre tenía con Angelina. Por un lado, yo estaba dispuesto a destruir la voluntad de Harry. Había jurado sobre la tumba de mi amado que vengaría su muerte.
    El primer año que ese mocoso piso Hogwart hiso de la suyas. Mato a mi amor sin consideración. Mí querido profesor…
    - Claro que se lo merecía – le dije enojado.
    - ¿Y así pretendes que el te siga amando? Realmente no te entiendo Oliver, tú lo amas. Yo se que es así. Mírate estas que echas chispas por verlo con Draco.
    - ¡Yo no estoy enamorado!
    - Como quieras.
    Me desentendí de Angelina y me fui a parar cerca de la mesa de las copas. Harry y Draco se veían felices. Esto no podía estar pasando. Harry no podía cambiarme.
    Sabía que Angelina tenía razón, que yo estaba enamorado de ese muchachillo de ojos verdes, pero no podía. Esto era traición a mi amor.
    Muchas veces intente destruir este sentimiento, y creí que haciéndole daño a Harry lo conseguiría. Pero fue peor. Cada vez que el lloraba por mi sentía que se me partía el corazón.
    Y entonces ante semejante desesperación, estuve a punto de abusar de el. Sabia que eso jamás me lo perdonaría he incluso tal vez por eso lo hice.
    Quería alejarlo de mí. Tan lejos como fuese posible. Con migo lo único que conseguiría seria sufrimiento.
    Al verlo a hora, me resistía al pensamiento de que todo entre nosotros había terminado. Aunque sabía que era lo mejor.
    Harry, mi Harry. Había jurado hacerte llorar, hacer sufrir hasta lo más profundo a tu corazón. Hasta destrozar todo tu honor y así terminar con este ardor, para que pagues este sufrimiento como lo he pagado yo.
    Y me he equivocado, al estar a tu lado al vengarme, me he enamorado. Me has quemado con fuego la sangre, desenterrando, un corazón que murió de dolor, es verdad que del odio al amor, solo hay un paso…

    Harry
    Me quede paralizado al ver como Oliver se acercaba hasta la mesa de las copas. Me miraba de una forma muy extraña; odio, sufrimiento, confusión y pasión contenida.
    Gracias a mis poderes Arcadianos podía más que sentir, oler lo que su cuerpo expulsaba. Lo más gracioso de todo era que al verlo yo ya no sentía nada. Todo lo que una ves sentí por el se había esfumado. Bueno, tal vez si sentía algo; lastima.
    En ese momento sentí la preocupación de Draco. Dirigí la mirada a mi amor y vi en sus ojos pánico, angustia de saber si aun sentía algo por Oliver.
    - Tranquilo amor –le dije, tomándole la mano. – tu eres el único.
    Draco pareció relajarse y me dedico una sonrisa deslumbrante.
    Lo siguiente de la noche fue pasadero, por así decirlo. Abrí el baile junto con los demás campeones y baile todo el tiempo con mi querido Draco. Si no hubiese sido por el, seguramente ya me hubiese regresado al cuarto.
    Yo quería lo mas pronto posible emparejarme con Draco.
    Por lo que Ron me había explicado, Draco tenia que tomarme en su cuerpo por su propia voluntad y pronunciar nuestros votos tomados de las manos. Y si lo deseábamos, el tomaría mi sangre y yo la suya, uniendo nuestras almas de por vida. Si el moría, yo también lo haría y si yo moría también el me seguía. Esa era la demostración más fuerte de amor que existe entre los Kattagaria y Arcadianos. Pero Draco me había dicho que lo pensara, que esta no era una decisión que se podía tomar a la ligera. Pero yo no tenía nada que pensar. Draco era mi amor, mi vida, mi todo.
    Cuando por fin llegamos al cuarto, lo primero en que pensé fue a Draco y a mi, desnudos en la cama. Y puf, eso mismo fue lo que paso.
    - Perece que poco a poco comienzas a dominar tus poderes. –me dijo Draco con una encantadora sonrisa.
    - Todo es gracias a ti –le susurre mientras comenzaba a besar su cuello y notaba que ya estaba totalmente duro ante sus caricias. –quiero emparejarme contigo amor.
    - ¿Estas seguro?
    - De lo único que estoy seguro es que no puedo vivir sin ti, que quiero pasar cada minuto de mi vida a tu lado. Hasta la muerte.
    - Yo también Harry.
    Draco me hiso acostarme de espaldas en la cama y quito todas las sabanas. Sus ojos ya estaban oscurecidos por la pasión y me miraba de una forma muy lasciva. El se coloco a horcadas sobre mi cintura y nos tomamos de las manos.
    - Ha llegado la hora amor… -me susurro al restregarse sobre mi haciendo que gimiera de placer.
    Draco tomo mi eje entre sus manos y la coloco en su estrecha entrada.
    - ¡Draco! ¿Qué haces?
    Me sentí pasmado ante la idea de que el se empalara sin siquiera estar preparado.
    - No te preocupes amor, tú no puedes tocarme así que yo mismo me prepare.
    De tan solo pensar que el mismo hiso eso por mi, ocasiona que me excitara mas.
    - Te amo Draco. –le dije, sabiendo que las palabras no alcanzaban a explicar mis sentimiento por el.
    - Yo también te amo.
    Su cuerpo al fin se fundió con el mío, provocándome olas de puro placer.
    - Yo Draco, te tomo a ti como mi pareja y mi amor por el resto de mi vida. Te seré fiel cada segundo de mi existencia. Y te honrare y respetare cada segundo. Harry soy tuyo por toda la eternidad.
    Al escuchar sus palabras mis ojos se llenaron de lagrimas, esto era mas de la que jamás hubiese deseado. Nunca creí que algún día alguien se entregase a mí de esta forma, pensé que mi vida siempre estaría plagada de males y sufrimientos. Lo único que ahora mas temía era perderlo.
    - Yo Harry, te tomo a ti, como mi amor, mi vida, mi existencia. Seré por siempre tu compañero, tu más fiel amante y te protegeré de todo y de todos.
    Solo tu, solamente quiero que seas tu, pongo en tus manos mi destino y mi camino para estar siempre contigo.
    Draco me beso feroz mente en los labios y descubrí que mis incisivos comenzaban a crecer. Aquí era donde nosotros tomábamos sangre del otro y nos uníamos por el resto de nuestros días.
    Al mismo tiempo el y yo tomamos nuestra sangre. Casi al instante me llego el éxtasis. La experiencia era sumamente erótica.
    La marca de nuestras manos comenzó a desvanecerse, y en un momento era como si nunca hubiese estado ahí.
    - ¿Ya puedo?
    Draco asintió con la cabeza y se partió de risa por mi impaciencia. Con un rápido movimiento coloque a mi rubio debajo y me coloque entre sus muslos. De una sola envestida entre en el. Ambos géminos por la intensidad del placer. Sentí las finas manos de mi amante recorrer mi espalda hasta llegar a mi trasero y apretarla, haciendo que llegara incluso mas profundo en el.
    - Vamos Harry, ya no aguanto…
    Comencé a embestir con pasión, lujuria y amor mesclados. Y tal como sucedió en la primera vez, sentí su placer y el mío al mismo tiempo. Y después de algunos minutos ambos llegamos al orgasmo más fuerte que jamás experimentamos.
    Me coloque a un lado de el sosteniéndolo entre mis brazos mientras los últimos temblores de nuestro acto se desvanecían.
    - Te amo… -fue lo ultimo que oí antes de quedar totalmente dormido.

    Kennan
    Savitar me había arrancado mi poder, mi vida y todo por lo que había luchado. Todo era culpa de ese mocoso llamado Harry.
    Pero esto no se quedaría así, le daría a ese chiquillo una lección que jamás olvidaría.
    Tome entre mis manos el hermoso instrumento con el que tendría mi venganza y se lo entregue al único mago que odiaba igual o mas que yo a Harry Potter; Lord Voltdemord.
    - Espero que sepas usar sabiamente mi regalo, humano. –dije.
    - Créeme no te arrepentirás - me contesto, pero antes de que pudiese hacer cualquier otra cosa, un destello verde salió de su varita y todo se volvió negro ante mi.

    George

    Katty estaba hermosa, más hermosa de lo que me hubiese imaginado. Su vestido azul resaltaba su rosto y el color negro de su cabello. Había algo en ella que me hacia sentir bienestar y confort, algo especial que no podía reconocer. Había veces que me decía a mi mismo que era imposible no querer a alguien como ella. Pero los cuidados que ella tenia conmigo y con mi corazón, hacían que calentar cada fibra de mi ser.
    Ella no se avergonzaba de estar a mi lado como lo hacia Fred. Katty me tomaba de la mano con confianza, con orgullo. Me presumía a sus amigas y disfrutaba de mi compañía. Si yo la tocaba, no me rechazaba, si la besaba ella respondía a mis besos. Y aunque ella no quisiera admitirlo, sus sentimientos hacia mi se convertían poco a poco en amor. Podía olerlo, prácticamente saborearlo.
    Quería amarla, recorrerla y sentir su frágil cuerpo debajo de mí. ¿Cómo se sentiría ser amado por alguien como ella?
    - Katty – la llame, apartándola de la pista de baile y llevándola al extremo, cerca de una ventana.
    - ¿Qué pasa? –pregunto mostrándome su sonrisa.
    - Quiero acabar con esto –declare. Katty comprendió de inmediato de lo que estaba hablando porque su rostro se torno triste.
    - Lo entiendo, ¿No ha servido mucho de ayuda, verdad? La persona que tú amas no…
    - Shsss, -tape su boca con mis dedos. –No Katty, no es pos eso. Quiero terminar esto porque no soporto que estés triste.
    - ¿Triste? No se de lo que hablas…
    - Katty, puedo verlo, tu…me amas.
    Katty me miro sorprendida y luego sus ojos se llenaron de lágrimas.
    - Lo siento George, no era mi intención. Yo solo quería ayudarte.
    - Lo se. Pero sabes, tu me has abierto lo ojos. – tome su frágil cara entre mis manos y sentí como se estremecía. – quiero tener una verdadera relación contigo Katty.
    - ¿Qué?
    - Quiero que seamos pareja, pero esta ves de verdad.
    - Pero tú amas a otra persona y…
    - No más. Estando contigo he aprendido lo que significa dar, lo que significa ser amado. Contigo siento paz y no me preocupo si deseo demostrarte mis sentimientos. Katty, se mía…
    Ella asintió con la cabeza y rodeo mu cuello con sus brazos. ¡Y lo estaba haciendo en público! Nuestros labios se juntaron fundiéndonos en un beso apasionado. Saboree su sabor como jamás lo había hecho. Era deliciosa.
     
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    Capitulo 26
    El asesino de dioses



    Nott
    Deje que poco a poco mi corazón latiera en forma acompasada. Por que en la forma en la que estaba latiendo en estos momentos de seguro lo escucharían hasta China. Y lo menos que en estos momentos quería era que el oso se fijara en mí. Aunque claro que eso era muy difícil dado el echo de que lo tenia justo en frente…
    Ni siquiera trate de sacar mi varita, el movimiento podría alertarlo.
    Su enorme cabeza parda al fin me miro. Sus ojos de cierta forma parecían inteligentes y astutos. Se acerco a mí de forma imponente, demostrando con ello su autoridad y estado salvaje. Se detuvo a penas a unos centímetros de mí, pero antes de que pudiese hacer algo, su enorme pata me dio un golpe en el costado y me tiro al suelo. El dolor de repente acaparo toda mi atención, pero podría jurar que escuche como el oso se reía.
    Prácticamente me arrastre hasta llegar a la seguridad de los arboles pero el oso se dio cuenta, y yo sabia que el animal aun no acababa conmigo.
    - ¡Déjalo en paz, oso torpe! – se escucho una voz desde la sombras. Mire por encima del hombro para saber de quien se trataba pero no pude ver nada.
    El oso dio un resoplido, como si entendiera la orden para después darse la vuelta y dirigirse al riachuelo.
    Me levante de mi escondite y para observar al ejemplar. Era imponente. Con un suave pelaje entre pardo y gris.
    Era extraño pero cuando vi sus ojos pensé que los conocía, era como si ya antes esa mirada se hubiese cruzado en mi camino.
    De repente, el animal, ya no era animal.

    Neville

    Tal vez no era la mejor de las venganzas pero por lo menos una buena sacudida si que le había dado a ese presuntuoso de Nott. Si no fuera por el cazador oscuro en estos momentos le estaría dando otra revolcada.
    Me dirigí al rio para tomar algo de agua. Siempre me gusto venir al bosque para disfrutar de la tranquilidad que la oscuridad y el bosque daban. Después de todo no quería estar en la fiesta, donde un montón de humanos saltaba y se retorcían con la música.
    Una de las cosas que jamás he entendido de los humanos es sobre como se exponen ellos solitos al ridículo. Tomando sin medida, - por que de seguro sus bebidas no serian precisamente cerveza de mantequilla – embruteciendo sus sentidos. Era de cierta forma una suerte que los kattagaria no nos emborracháramos.
    En cuanto toque el agua del riachuelo, sentí como un dardo se me clavaba en el costado. En el siguiente instante una poderosa descarga eléctrica recorrió todo mi cuerpo, causando que cambiara de oso a hombre y viceversa.
    ¡Maldición! Y tenia que estar Nott precisamente ahora.
    - Lo hemos capturado –se escucho que alguien decía.
    Me di la vuelta para observar a mis atacantes. Daimons…
    ¿Cómo rayos atravesaban las barreras de Hogwart? Dado que este no era el primer ataque, sospeche que alguien los estaba atrayendo. ¡Existe un traidor en el santuario!
    Con mis manos desnudas, saque el dardo de mi cuerpo. La electrificación aun no se había ido del todo pero me las arregle para mantenerme en mi forma humana.
    Eran cinco individuos.
    Pero… ¿Adonde se había ido Neck?
    “¡Chicos, necesito ayuda!” –proyecte a Fred, George, Harry y Draco.
    El primero en aparecer fue Fred, seguido de Harry.
    Fred ya parecía hasta preparado por que en el acto chisto a su forma de Lituania y se abalanzo sobre el primer Daimon que encontró. Pero yo temía mas por Harry, el aun no desarrollaba todos su poderes y enfrentarse a Daimons en este momento no lo creí del todo conveniente.
    “Harry, no creo que estés preparado para esto”. –proyecte.
    “Pues yo creo que primero deberías vestirte antes de que me quede ciego”.
    Era cierto, por el calor del momento ni siquiera me había dado cuenta de que estaba desnudo. Convoque una sudadera ligera y unos vaqueros azules.
    Un chillido agudo me hiso darme cuenta que Fred estaba teniendo problemas. Fije toda mi atención a ayudarle pero cual fue mi sorpresa al darme cuenta de cómo los Daimons estaban luchando. Estos no eran los enclenques con los que siempre me topaba, estos eran guerreros entrenados, eran Daimons Spathi. Sus ajiles movimientos me dejaron sin aliento y esta vez un frio se acomodo en mi pecho.
    Ni Fred, ni Harry se habían enfrentado antes a seres como ellos. Guerreros entrenados desde el mismísimo Kalosis, -el infierno de los Apolitas – por nada más y nada menos que Stryker. El general Daimon.
    ¿Qué estaba haciendo ellos aquí?
    En esos momentos no podía ni pensar, lo más importante era tener seguros a mis amigos.
    Convoque mi guadaña, y me lance al ataque. No por nada yo era el Regis Ursulan Kattagaria.
    Ataque al Daimon que estaba sobre Fred y lo obligue a retroceder. El filo de mi guadaña no le alcanzo.
    - ¿Qué hacen aquí? ¿Cómo supieron de este lugar?
    El Daimons que tenia en frente me sonrió sarcásticamente y arremetió para golpearme. Por los pelos me salve de su furioso puño.
    - Sabemos que esta aquí –soltó de repente el Daimon. – entréguenos al asesino de dioses y nos iremos.
    “Asesino de dioses” -¿Qué estupidez estaban diciendo?
    - ¡Demian! –grito -¿Dónde esta?
    Demian se toco las sienes con las manos y serró los ojos, como si se estuviese concentrando.
    Después señalo con la mano hacia…Harry.
    Me quede de piedra y vi como Harry se paralizaba. Sabia que de alguna forma Harry era especial, ya que el era un dragón negro. O al menos una clase de hibrido pero que predominaba su parte Arcadiana pero de eso a que fuera lo que ellos decían era imposible.
    - Yo no soy ningún asesino de dioses –dijo Harry con vos clara y aterciopelada.
    - Claro que si, sabemos quien es tu madre. –declaro Demian. –te hemos estado buscando durante los últimos catorce años, y no nos iremos sin ti, Chthonian.
    El solo hecho de escuchar esa palabra me petrifico. ¿Harry era un Chthonian? No, eso no podía ser. Harry era el ser mas terrorífico que nadie antes pudiese conocer. Por que no solo tenia el poder de utilizar magia sin ninguna dificultad, sino que también tenia el don de destruir el mundo entero como lo conocíamos, con solo una palabra de el.
    "Que los dioses nos amparen". La muerte misma era mi amigo...

    Nott
    Lo que veían mis ojos estaba más allá de mi comprensión. De ser un oso, el animal que me había atacado se convirtió en un humano, y no uno cualquiera sin no que era nada mas y nada menos que Neville, el simplón león que había estado molestando en los últimos días. Pero este chico era muy diferente de lo que recordaba; Neville ahora era alto y esbelto, con hombros amplios y cintura estrecha. Su abdomen era prácticamente una tabla de chocolate y sus ojos eran como leonados. La belleza misma enfrente de mí.
    No pude ni moverme cuando apreciaron una serie de rubios despampanantes. ¿Cómo es que había tanta belleza reunida en este lugar?
    Fred Weasley y Harry Potter aparecieron en el acto y los tres comenzaron a luchar contra los desconocidos.
    “Definitivamente estoy soñando” –pensé. Sus movimientos eran prácticamente invisibles para mí. Se deslizaban tan rápido que apenas mis ojos podían seguirlos.
    Neville se quedo por un momento paralizado, algo que le había dicho uno de los rubios lo dejo en shock. Entonces gracias a ese descuido, el rubio se le lanzo en sima pero entonces…
    El impacto de un rayo callo justo en el rubio que estaba por asesinar a Neville. Todos parecían desconcertados, sobretodo los rubios.
    De la parte mas profunda del bosque, salió un hombre vestido de negro.
    Casi se me va el alma en cuanto lo vi. Ese hombre era el miedo mismo en la piel. Su presencia presagiaba algo brutal y salvaje. La forma tan calmada y acompasada en la que caminaba le daba un toque que desbordaba sensualidad y pasión. Su cuerpo era de estructura firme pero esbelta, con un cabello negro azabache que le adornaba la espalda.
    Su forma de vestir era excitante asta el punto de que me quede con la boca abierta. De cuero totalmente. Lo único que no traía negro en esos momentos era su collar; una piedra totalmente blanca.
    Sus ojos era tan verdes como los de Harry, pero en ellos no existía calidez alguna, o compasión.
    - Savitar… -lo llamo Neville.
    Savitar no lo miro, más bien estaba mirando a los rubios.
    Con un movimiento de mano, de Savitar, los hombres rubios se hicieron cenizas. Como si los hubiese quemado hasta convertirlos en nada.
    De un momento a otro el hombre de cuero estaba en frente de Harry y sin siquiera poder hacer nada el León, este quedo desmallado ante los brazos de aquel hombre.
    - Demasiado pronto. -dijo. Lo deposito con gentileza sobre la hierba y se dirigió entonces a Fred, haciendo exactamente lo mismo.
    - Savitar, ¿Por qué? –comenzó Neville antes de que una mano del desconocido lo detuviera.
    - Demasiado pronto para saber –volvió a decir.
    Los dedos de Savitar arrastraron los finos parpados de Neville, hasta hacerlo dormir.
    En cuanto los tres chicos estuvieron inconscientes, Savitar se les quedo mirando, como admirando su obra. Era un suerte que no me hubieran visto, de lo contrario no sabría yo como enfrentarme a semejantes titanes.
    - Te encanta dar espectáculo – declaro una vos no muy lejos de ahí.
    Savitar dio paso a una deslumbrante sonrisa, calentando sus ojos fieros.
    - Sabes que me encanta la audiencia. – el hombre cuero paso su mano por la cabellera negra. Desasiendo la trenza con la que estaba sujeta.
    La visión de aquel hombre se hiso magnifica, pero por extraño que pareciera, le recordaba a alguien.
    - ¿Era necesario que hicieras todo ese espectáculo? – un hombre, un poco mas bajo que Savitar, se acerco a pequeños pasos.
    A diferencia de Savitar, el nuevo hombre parecía un poco mas delicado, pero no por ello me quitaba esa sensación de que era muy, muy peligroso. Lo mas desconcertante de este nuevo individuo era que portaba gafas oscuras.
    - Neck, por supuesto que era necesario. Harry aun no esta listo para saber lo que es. Créeme, lo se de primera mano. Además, el saberlo podría hacer que cambie su futuro.
    - Tal vez tendría un mejor futuro, tal vez todo tendríamos un mejor futuro.
    - Es posible. Pero no se puede cambiar la historia. Neck, prometiste ser solo un espectador, no puedes cambiar nada. Las cosas deben ser como deben ser.
    - No es justo, ni para ti, ni para mí, ni para nadie.
    - Lo se, pero no te preocupes por eso. Además, tenemos que saber como estos Daimons llegaron aquí, más bien, como demonios se enteraron de la verdadera naturaleza de Harry.
    Los dos hombres comenzaron a caminar por el bosque. Mi corazón se relajo un poco. Pero después Savitar se detuvo.
    - Ho, se me olvidaba…
    Una oleada fría recorrió todo mi cuerpo, al sentir la presencia de aquel hombre detrás de mi.
    Sus manos tomaron mi cabeza, y muy quedo en el oído susurro…
    Olvida.

    Lucius Malfoy
    Tal y como había sospechado, no había registro real de ninguna Lily Evans en ninguna parte muggle.
    En cuanto supe que el padre de Harry era un Drakos negro, me di cuenta que ni en un millón de años, alguien como el se emparejaría con una humana. Algo extraño estaba ocurriendo aquí. Pero, ¿Qué era?
    La forma en la que Harry desarrollaba sus poderes era aterrador, como si fuese un poder oculto en su cuerpo esperando a emerger. ¿Qué tipo de ser podría ser así de poderoso?
    Yo no sabia mucho de toda la variedad de criaturas que deambulaban en el mundo, por lo cual, tal ves podría sugerir que la madre de Harry era algún tipo de demonio, o incluso una diosa. Eso seria una buena explicación. Lo que no encajaría entonces seria la forma de su muerte. Si era una diosa, entonces tendría que ser inmortal, o si fuese un demonio entonces el hechizo asesino no la hubiese dañado.
    Me traslade hasta Nueva Orleans, la sede donde actualmente se encontraba el Santuario, un recinto que aparentaba ser un bar de moteros. Pero lo que los humanos no sabían era que en realidad, ese bar era el santuario de muchos Arcadianos y Kattagaria. Era un lugar neutro en donde se recibían a una variedad de especies. Pero eso si, el lema del santuario era algo como “ben en paz o vete en pedazos”. Lo que acarreaba a que nadie podía luchar dentro de las instalaciones.
    Pero en ese momento yo no necesitaba el confort del lugar neutro sino que quería encontrar a líder de los cazadores oscuros, Archeron.
    Gracias a el, muchos años atrás, algunas de las familias de kattagaria y Arcadiana, nos habíamos podido ir a vivir al reino de los magos. Donde siempre tendríamos protección de los Tessera – hordas de nuestra propia especie que juraron un vez asesinarnos cundo nos liamos a los humanos.
    Archeron, tendía que saber algo…



    :=MAULS: Hola, Sabaku no Cachi, huuuuuuuuuuuuuu, siento no poder suvier mas capitulos ayer
    mi internet me fallo horriblemente, :=BUABUA: :=BUABUA:
    pero ahora me dedicare a subirlos
    :=EEEE: :=EEEE:
     
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    Capitulo 27
    Se cánsela el torneo de los tres magos



    El Limani
    Dentro de todos hombres y bestias está el eterno deseo de un refugio. Algún lugar libre de persecución, libre de ser cazado o lastimado. Pero hace mucho tiempo no había tal lugar que encontrar para esos que eran ambos hombre y bestias. Esos que podían caminar a cuatro patas durante el día y dos piernas por la noche.
    Ellos eran cazados por todos, sin encontrar refugio.
    Su historia, como todas las historias, tuvo un comienzo – un comienzo de amor eterno y pasado muy enredado. Eónes atrás hubo un antiguo rey griego que tenía una reina que significaba para él más que cualquier cosa en el mundo. Pero su reina albergaba un oscuro secreto. Ella había nacido de una raza maldita.
    Más de dos mil años antes de su nacimiento, su gente había cometido un trágico error. Ellos habían asesinado a la amante y al hijo del dios griego Apolo. En venganza por los asesinatos, el dios griego maldijo a su gente con tres cosas. Tendrían que beber de su propia sangre para vivir. Nunca más podrían caminar a la luz del día. Pero fue la tercera maldición la más dura. Todos ellos morirían lenta y dolorosamente en su vigésimo séptimo cumpleaños.
    Fiel a la maldición del dios, la joven reina se convirtió dolorosamente en polvo el día que cumplió los veintisiete. Incapaz para detenerlo, el rey vio como su bien amada moría, pronunciando su nombre. Una vez que ella se fue, él se dio cuenta de que sus dos hijos estaban destinados a encontrar el mismo horrible destino de su madre.
    Incapaz de soportar su pérdida, también, el rey buscó en la magia el poder alargar sus vidas. Usando la más oscura de las magias, él recurrió a la gente de su esposa, quienes fueron llamados Apolitas, y experimentó con ellos. Uniendo la fuerza vital de sus vidas malditas con aquellos animales más fuertes, él creó dos razas. Los Arcadios, quienes poseían corazones humanos, y los Katagaria, quienes poseían corazón de animal.
    Los Arcadios eran básicamente humanos que podían tomar forma animal una vez que alcanzaban la pubertad – un acontecimiento que para ellos ocurre alrededor de los veinticinco años. Los Katagaria eran animales que podían tomar forma humana una vez que alcanzaban pubertad a la misma edad. Dos caras de la misma moneda, ambas especies nacieron con el poder de usar la magia y viajar a través del tiempo bajo la luz de la luna llena.
    Finalmente, la maldición del dios griego era levantada en al menos esos Apolitas que había sido transformados en ambos humano y animal. Al no ser verdaderos Apolitas, no podía caer sobre ellos la maldición de Apolo. O así pensaba el rey hasta que el antiguo dios griego le recurrió a la tres Parcas.
    ¿"Quién eres tú para frustrar el plan de un dios? Exigieron los destinos unidos en una sola voz
    El rey contestó desafiante. “Igual que cualquier padre, yo he protegido a mis hijos. Nadie se llevará sus vidas innecesariamente por algo en lo que ellos no formaron parte”.
    Pero eso no era suficiente para la Parcas. Ellas estaban enfadadas con los tejemanejes del rey. Con el desafío que había infringido al buscar una forma para alterar el destino de los Apolitas con los que él había experimentado una vez. Como castigo, le exigieron que matase a los Arcadios y a los Katagaria, empezando por sus hijos.
    Él se negó.
    "Entonces nunca habrá paz entre ellos," decretaron las Parcas. “Desde este día en adelante, los Arcadios y los Katagaria no conocerán otra cosa que la lucha entre unos y otros. Se cazarán y asesinarán hasta que no quede ninguno de ellos”.
    Así es como ha sido durante miles de años. Los Arcadios matando a los Katagaria que a su vez mataban a los Arcadios. Su guerra ha durado incluso hasta estos días…
    Y incluso más allá.
    Pero como en todas las guerras, con el paso del tiempo, fueron necesarias las pequeñas treguas. Savitar, el mediador imparcial entre los Arcadios y Katagaria, estableció limanis o santuarios donde humanos y animales podían ir sin miedo a ser cazados. En estos pocos designados lugares, ambos Katagaria y Arcadios podían descansar por un tiempo antes de que se reincorporaran a sus rangos y empezaran a pelear otra vez.
    No es fácil ser reconocido como tal lugar, pero una vez que se ha logrado, nadie hombre o bestia puede cometer una agresión en el santificado limani. No sin desatar la furia de todas las especies de Arcadios y Katagaria por igual.
    Es un honor sagrado el convertirse en santuario y también es un calvario. La paz siempre surge como resultado de sacrificio. Y pocos habían sacrificado más que el clan de los osos que controlaba el bar Santuario en Nueva Orleáns... (extracto original de la saga de los cazadores oscuros)

    Lucius
    Entre al santuario de los osos en Nueva Orleans. En la puerta me saludo con un cordial gesto uno de los cachorros de la dueña Nicolette. Pero yo no estaba aquí para hacer amistades, a mi lo que en estos momentos mas me interesaba era saber donde se encontraba Archeron.
    Camine hasta la barra, donde había toda una manada de lobos Katagaria y le pregunte al líder, Fury, sobre Archeron.
    El se me quedo mirando dubitativo, no era común que un Arcadiano como yo fuera tan amable con un katagaria. Pero ese complejo de razas ya lo había superado, yo no tenia nada contra mis hermanos katagaria de cualquier patria o con los Arcadianos.
    - Fury, por favor –pedí.
    Una encantadora sonrisa poso sobre sus labios, y con su dedo me señalo el punto donde se estaba la mesa de Archero.
    Mirar a Archeron era como ver a un increíble modelo de ropa interior, pero en ves de ropa interior, Ash estaba vestido totalmente de cuero, como acostumbraban la mayoría de los cazadores oscuros. No por ello no dejaba de admirar su cuerpo perfectamente bien torneado y seductor. Pero he de aquel que quisiera entrar en sus terrenos. Podría tener la cara más hermosa del mundo pero sus poderes estaban más allá de cualquier ser conocido.
    Revoloteando cerca de el, se encontraba una despampanante mujer de facciones elficas, con suave cabello negro y ojos enigmáticamente rojos. Hace no mucho había escuchado que el jefe de los cazadores oscuros siempre iba acompañado con un demonio muy antiguo y muy peligroso. Aunque esta mujer mas que peligrosa y antigua parecía un niña engullendo un enorme pastel de dos pisos. ¿Cómo le cabria tanta comida?
    Me acerque hasta el hombre y me senté en una silla, de tal forma que quedaramos frente a frente. Archeron arqueo una ceja, pero no pude ver la expresión real de su rostro ya que sus ojos estaban cubiertos por unas gafas negras. Lo que me recordó a Neck y Savitar, ellos siempre llevaban ese mismo tipo de gafas aunque estuvieran en sitios oscuros.
    - Lucius –me saludo.
    - Ash… yo
    - Se a lo que has venido Kattagaria. –me corto.
    - ¿Cómo lo sabes? –pregunte, pero no recibí ninguna respuesta.
    - Yo no puedo darte las respuestas que buscas, es…peligroso.
    - ¿Peligroso? –no estaba entendiendo nada, y su respuesta hiso que en verdad me pusiera nervioso. ¿Acaso no comprendía que esto dependía del bienestar de mi hijo y la de su pareja?
    - Aun no es tiempo –una vos, proveniente de las sombras hiso que todo el bello de mi cuerpo se erizara. Era Savitar. –dime Lucius, has escuchado algún ves el dicho de ¿la curiosidad mato al gato?
    Si, claro que lo había escuchado, esa historia se la habían repetido de generación en generación, cuando supuestamente un Katagaria jaguar pregunto algo que a Savitar le molesto mucho y por eso ahora los jaguares katagaria prácticamente estaba extintos.
    - Considérate advertido –amenazo.
    - Pero Savitar, ¿Acaso no entiendes lo preocupado que estoy?
    - Si, lo se, pero aunque supieras quien es la madre de Harry no puedes hacer nada para cambiar el futuro.
    - ¿El futuro? ¿Acaso insinúas que algo va a pasar?
    - No lo se, puede ser, pero yo que tu me dedicaría mejor a vigilar la marca tenebrosa en tu brazo y a cuidarte de cierto artefacto mágico con el que una vez fuiste sometido.
    Mi cuerpo se contrajo de terror al recordar aquellos oscuros tiempos. Yo apenas había salido de Hogwarts y lord Voldemort estaba en su apogeo de poder.
    Todos los Slyterin querían pertenecer a los mortifagos, pero yo no. Tenía prohibido estar en cualquier organización del tipo político dentro de aquel reino mágico. Pero ese mago fue bastante astuto, se entero de lo que yo era y quien sabe de donde diablos saco un de los famoso orbes malditos.
    El orbe de los dragones, como lo llamaban los elfos de Qualinost y Silvanesti. Eran poderosos objetos fabricados con las tres magias mortales; la magia de los hechiceros negros, la de los rojos y la de los blancos. Ese artefacto era capaz de dominar a cualquier dragón con sangre de los elementales, y para mi desgracia mi esposa era uno de ellos.
    Voldemort sometió mi voluntad amenazándome con matar a mi esposa y utilizo mi poder en su beneficio. De cierta forma debería estar agradecido con Harry y Draco. Cuando mi hijo nació y mi esposa murió me libere de de esas cadenas y cuando el Lord ataco a Harry y se malogro su acto y el se murió, yo me libere al completo y destruí el orbe.
    ¿Acaso había más de esos espantosos objetos?
    - Savitar, -comencé desesperado –solo quiero saber si mi hijo estará bien.
    - Lo único que puedo decirte es que, su pareja lo ama más que a su propia vida y pase lo que pase eso nunca cambiara. Su amor será el único que al final haga que Draco este bien.
    Con eso último asentí en rendición y me desaparecí del lugar. Pero en mi mente supe que algo andaba mal y que aquellos dos lo sabían.

    Archeron miro divertido a Savitar, ni en sus más retorcidos sueños se imagino que precisamente él dijera semejante cursilería. Savitar siempre había sido un ser muy enigmático y siempre le había dicho a Archeron que el amor no sirve para nada, que daña mas el amor de las personas que el mismísimo odio y por eso el nuca se enamoraría. Menudo farsante…
    Savitar pudo leer los pensamiento de Ash y le mostro una de sus típicas sonrisas seductoras.
    - Lo digo y lo sostengo, el amor es un sentimiento inútil y desgastante. –se quito los lentes mientras pedía una cerveza a Aimee, la mesera Arcadiana.
    Archeron examino sus intensos ojos verdes y sonrió al farsante.
    - ¿No me digas que tu mamita te tendió una trampa?
    - Yo jamás caería en ninguna de sus tonterías, no ha nacido hombre o mujer que pueda someterme todavía.
    - ¿Y entonces por eso estas tratando a toda costa que nadie se entere quien es Harry realmente?
    - El Glamur ante todo mi querido amigo, el Glamur.

    Harry
    Desperté en mi cama con un dolor de cabeza insoportable. Mire a mi alrededor y de cierta forma me sentí extraño, como desorientado. No recordaba nada de lo que había pasado después de que sentí el llamado de Neville, y la verdad eso me preocupo.
    A mi lado, Draco se contorsiono en la cama y dejo sin querer su espalda al descubierto.
    Era tan hermoso y sensual. ¿Quién hubiera dicho que alguien así me haría caso a mí?
    Con mi boca trace un sendero de besos por toda su espalda hasta llegar a la espalda baja donde pase mi lengua por dentro de sus nalgas hasta llegar a su entrada, la que devore con devoción.
    Draco salto de la cama ante mi ataque y me fulmino con la mirada.
    No pude reprimir una carcajada ante semejante puchero. Su carita de ángel era muy graciosa.
    - Tú… -comenzó, pero fuimos interrumpidos por unos fuertes golpes de afuera.
    - ¡Draco, Harry salgan de ahí! El director convoco a una reunió en su despacho. –grito Ron.
    ¿Una reunión?
    Draco y yo subimos hasta el despacho del director Domuldore. Ron, Fred, George y Neville ya estaban ahí. Sus rostros parecían alterados, algo muy malo había pasado.
    - ¿Qué pasa? –pregunte.
    El director se acerco a mi con paso lento, como tanteando la situación.
    - Harry, -dijo – tengo entendido que tu tuviste una relación con el joven Oliver Wood ¿Cierto?
    Me quede de piedra, ¿Acaso el profesor pretendía que ventilara mis fracasos amorosos enfrente de todos?
    - No es por la relación en si por lo que te llame, a pasado algo que tienes que saber. Algo muy grabe que involucra a todos ustedes.
    - ¿No entiendo que tiene que ver en estos momentos Oliver con nosotros?
    - Harry, encontraron el cadáver de Oliver esta mañana.
    Lo que el profesor me acababa de decir fue como un balde de agua fría. Me senté muy lentamente en una silla y tape mi cara con mis manos. A mi lado pude ver que Draco se removía algo nervioso. No sabia lo que estaba pensando pero me imagine que se sentía incomodo ante la representación que hice de la noticia.
    - ¿Cómo fue? –pregunte.
    El director pensó un poco la respuesta porque se acaricio la barba. – fue descuartizado…
    La noticia fue más de lo que pude soportar. Era cierto que Oliver y yo ya no teníamos nada, que todo estaba en el pasado y que tenia ya en mi vida a mi amor verdadero, pero no por ello no podía dejar de sentirme mal.
    - ¿Qué?
    - Harry, cálmate – me pidió Ron.
    - ¿Qué me calme? ¿Cómo quieres que me calme si Oliver esta muerto? ¿Y además descuartizado?
    - Fue encontrado hoy en la mañana cerca del bosque prohibido. No sabemos quien fue o que fue. Es por eso que lo he citado aquí. –dijo el director.
    Mi mente trabajo rápido ante semejante declaración, ¿Acaso pensaba que alguno de nosotros lo había echo? Mas que eso ¿Acaso creía que yo tenia que ver en esto y por eso saco a colación mi relación con el? Me llene de rabia y frustración, tanto que sentí la preocupación de mis amigos pero yo estaba tan confundido que lo deje pasar.
    - ¿Acaso usted cree que alguno de nosotros fue? –me sentí herido ante semejante acusación.
    - Ho, no, no, Harry. Yo jamás he pensado eso, no pienses mal de este viejo. Si los cite aquí fue por que creo que ustedes pueden averiguar sobre esto. Pongo mis manos al fuego por cada uno de ustedes.
    - Pero es que no entiendo – comencé.
    - Nosotros tampoco, pero hasta que no estemos seguros de nada, he tomado la decisión de cancelar el torneo de los tres magos hasta nuevo aviso.
    Cuando entramos a la habitación, Draco se encerró en el baño y no salió hasta después de una hora.
    Como ese día no tendríamos clases debido a la fiesta del día anterior, Draco iba vestido de forma informal.
    - Draco, - lo llame – no te pongas así.
    - No se de lo que estas hablando.
    - Recuerda que puedo sentir lo que tú sientes.
    - Entonces por que me haces esto.
    - Draco…
    - No Harry, ¿Acaso no te diste cuenta como me sentí ante el espectáculo que diste? Te comportabas como si aun estuvieras enamorado de el.
    - Claro que no, sabes que yo solo te quiero a ti. Es solo que me pone nervioso que un asesino este suelto en la escuela. Temo por los míos, solo eso. –le sujete de la cintura y lo atraje hacia mi.
    - Prométeme que solo me querrás a mí.
    - Te lo prometo. ¿De que me serviría la vida si no la vivo contigo? Escucha bien amor lo que te digo –susurre – jamás me arrepentiré de entregarte mi corazón y espero que tu nunca te arrepientas de entregarme el tuyo.
    - Nunca.
    Tome su fino rostro entre mis manos y lo bese apasionadamente. El me correspondió con la misma ferocidad que se nos hiso casi imposible separarnos.
    - Tengo que irme amor, debo reunirme con el profesor Moody.
    - Ve, pero no tardes.
    Draco salió y me lanzo un beso al aire. Suspire con alegría, todo en mi vida se estaba convirtiendo literalmente en un sueño echo realidad.
    Con un movimiento de varita ordene pulcramente la habitación, pero me detuve en seco al ver una prenda llena de sangre. La tome entre mis manos y me di cuenta de que se trataba de la pijama de Draco. ¿Acaso Draco estaba herido?
    No, no estaba el herido por que la esencia de la sangre no era de Draco, sino de Oliver…

    George
    Estaba realmente preocupado después de saber la noticia sobre Oliver, después de todo el había sido mi amigo durante todos estos años y su muerte me pesaba demasiado. Sobretodo por la forma en la que murió. ¿Qué tal si fue un Daimon en busca de venganza y se topo con Oliver? Eso seria devastador por que entonces eso significaría que nosotros tuvimos la culpa.
    - George, ¿Qué pasa? – la vos de Katty me saco de mis pensamientos y me alegre al sentir su cercanía y preocupación. Pero entonces comencé a sentir pánico, no quería que le pasara nada, moriría si a ella le ocurriese algo por su culpa y su maldita estirpe. Involucrarla en esta guerra entre katagarias, Arcadianos y Daimons no era justo para ella. Aun así no podía apartarse de ella. Tendría que decirle toda la verdad sobre el y sobre su gente.
    Tome a katty entre mis brazos y la abrace como nunca antes lo había echo, quería recordar cada centímetro de ella a como diera lugar.
    La conduje hasta una de las aulas vacías del colegio y apretuje su delicado cuerpo contra el mío. Respire su dulce aroma y acaricie su cuello con mis manos. Katty tal ves no entendía lo que estaba pasando, pero sentía mi desesperación por sentir amor y me dejo hacer lo que yo quisiera.
    Bese su boca violando cada parte de ella y succionando sus delicados labios. Mis manos recorrieron su silueta hasta encontrar sus piernas. Ella se dejo llevar por la excitación y subió sus piernas para rodear mi cintura.
    Me puse duro de solo pensar estar enterrado en ella. Ya no podía resistirlo más.
    Cargue a Katty y la puse sobre el escritorio del profesor. Deslice mi boca por su cuello y le abrí la blusa hasta posar mis manos en sus tiernos pechos. El sostén desapareció ante los ojos incrédulos de mi novia, pero no hiso ningún comentario al respecto.
    Ella gimió al sentir mi lengua en uno de sus pezones tiernos, mientras que con mi otra mano me acerque a su sexo por dentro de la falda. Katty era suave entre sus pliegues y ya estaba preparada para recibirme pero yo quería prepararla, así que le acaricie el clítoris encontrando su punto más sensible. Ella se retorció ante mis caricias y pidió por más.
    Deslice un dedo por su virgen entrada y sentí su suavidad. Deslice otro mas y poco a poco comencé un ligero vaivén con mi mano.
    Katty desabrocho mis pantalones y liberó mi erección. Ella abrió sus piernas, incitándome a entrar en ella. Yo tome sus caderas y posicione mi punta en su entrada y poco a poco la fui penetrando. Era tan suave y exquisita.
    Sus manos se aferraron en mis hombros y luego a mi trasero para conducirme más en su interior. Cuando estuvo lo suficientemente preparada, las envestidas no se hicieron esperar. Primero lentas y después más rápidas hasta que ambos llegamos al orgasmo más placentero que jamás hubiéramos experimentado. Bese de nuevo sus labios y después salí de ella a regañadientes.
    La abrace y acune en mi regazo mientras los últimos temblores del placer se desvanecían de nuestros cuerpos.
    - Te amo –susurro.
    - Yo también –nunca sentí que podría sentir esto por nadie más que Fred, pero lo sentía y lo quería con ansias.
    Una extraña picazón recorrió mi mano derecha y la sacudí. Una marca tribal apareció ante mi al igual que en la mano de Katty. ¡Santo Dios, ella y yo nos acabábamos de emparejar!
     
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    Capitulo 28
    Verdaderas intensiones



    Harry
    No podía esperar, tenia que sacarme esta duda de la cabeza. Draco no podía ser el asesino de Oliver, el no…
    ‘Draco, ¿Dónde estas?’ –proyecte.
    Espere unos momentos pero no hubo contestación alguna.
    Me dirigí hasta la oficina del profesor Moody y escuche voces del interior.
    - Lo has echo bien, muy bien mi joven pupilo.
    - Gracias – la vos de Draco parecía dura y demasiado fría para parecer de el.
    - Ya sabes que hacer, no falles. – la vos de el profesor era optimista.
    Antes de que cualquiera de ellos se diera cuenta, me traslade de regreso a mi cuarto y espere paciente.
    Draco entro al cuarto minutos después, con una cara demasiado seria.
    - ¿Por qué fuiste a espiarme? –me pregunto, estaba muy molesto.
    - Estaba preocupado por ti, no contéstate a mi llamado. – arremetí.
    - No puedo contestarte siempre, tengo cosas que hacer, entiendes.
    - Draco, no te pongas así, además, quiero hablar sobre esto.
    Coloque la prenda ensangrentada sobre la cama, para que la mirara. -¿Qué significa esto? -le pregunte.
    Draco miro con indiferencia su pijama ensangrentada, como si fuese la cosa más natural del mundo encontrarse con objetos así en cualquier parte.
    - ¿Quieres que te diga algo en particular?
    - El aroma de Oliver esta en ella, es tu pijama. Draco, fuiste tu el que…
    - ¿Crees que yo lo mate? –su vos no reflejaba en lo absoluto una pisca de sentimiento. Más bien parecía divertido.
    - No quiero pensar eso de ti, dime…
    - Harry, antes que cualquier cosa tienes que entender que no somos humanos. Que las personas como nosotros estamos más sujetos a nuestro instinto animal más que a nuestros instintos humanos. Tarde o temprano nuestras manos estarán cubiertas de sangre por nuestros enemigos.
    - ¿Y Oliver era tu enemigo?
    Los ojos de Draco se ensancharon y se tornaron mas oscuros, una peculiaridad que había notado desde ayer.
    - No precisamente, pero obtuvo lo que se merecía.
    - ¡Draco! ¿Cómo puedes decir eso? Entonces, tu si lo mataste ¿Verdad?
    - ¿Vas a acusarme?
    Me quede helado ante semejante revelación. Esto no podía estar pasando. Este no era el Draco que yo conocía, este era un chico frio y sin escrúpulos.
    - ¿Qué te pasa Draco? Tú no eres así.
    - ¿así como? Ha, ya se. Crees que por que hemos estado juntos, relativamente unos meses crees que sabes todo de mí.
    - No, yo se que todavía tenemos que conocernos mas pero también se que tu eres un chico tierno y dulce, que jamás se hubiese atrevido a atacar a nadie.
    - Entonces no me conoces lo suficiente, además, Oliver no fue el primero, y tampoco será el último.
    Sujete a Draco de los brazos y le obligue a mirarme fijamente.
    - ¿Por qué lo mataste? –logre articular, algo no estaba bien. Esto tenía que ser un error o un mal sueño.
    Draco sonrió y sujeto mi rostro con sus manos.
    - Porque crees, esto es tú culpa.
    - ¿Qué? – mis piernas comenzaron a fallar.
    - Te revolcaste con el, dejaste tu esencia en el y parte de tu poder. Nadie que no sea katagaria o Arcadiano debe conocer nuestro secreto y el se estaba involucrando demasiado. Al igual que Cedric.
    Una oleada de furia atravesó mi cuerpo. Sujete más firmemente los brazos de Draco.
    - Tu no le harás nada – le ordene.
    - ¿Yo?, claro que no, pero no estaría seguro de Neville o alguno de los gemelos.
    - ¿A que te refieres? – Draco curvo sus labios en una cruel sonrisa.
    - Todos nos regimos por las mismas leyes, y va siendo hora de que te acostumbres.
    No pude resistirlo más y salí de la habitación. Las palabras de Draco me dieron a entender que todos sabían sobre el homicidio y lo consentían. Mas que eso, que ellos serian capaces de matar a cualquiera que se entrometiese en su secreto. Pero parecía demasiado absurdo dado el hecho de que George y Ron tenían parejas humanas.
    ¿Pero Draco no me mentiría verdad? El era mi pareja, la mitad de mi alma y mi ser, el jamás me traicionaría. Además de que no podría siquiera soportar tal idea.
    ‘Neville, necesito hablar contigo’ –proyecte.
    Neville apareció ante mí al cabo de uno segundos.
    - Dime, - comencé. - ¿Ustedes realmente se desasen de las personas que se entera de nuestro secreto?
    - ¿De que rayos hablas?
    - Draco me dijo que ustedes se desasen de las personas que se enteran sobre nosotros.
    - ¡Po Merlin! No, eso jamás se nos pasaría por la mente. Nosotros cambiamos los pensamientos de esas personas, lo que menos queremos es derramar sangre. A menos claro que amenacen de muerte a nuestras familias. ¿Por qué Draco te diría algo así? El mejor que nadie sabe sobre esto.
    Draco le había mentido, ¿Pero con que fin? ¿Qué obtenía con señalar de asesinos a nuestra especie, a nuestros amigos?
    Sentí de repente como si el pasillo en el que en ese momento nos encontrábamos se hiciera más pequeño. Sofocándome.
    Fue entonces cuando me di cuenta que realmente no conocía a Draco.
    - Esto no puede estar pasando – murmure.
    - ¿Qué pasa Harry?
    Dude, pero tenia que decirle a alguien sobre esto. La muerte de Oliver estaba en mi conciencia, donde Draco había sembrado la oscura semilla.
    - Fue el, Neville, fue Draco quien mato a Oliver.
    El color del rostro se le escapo al oso.
    - No, eso no es posible. Draco jamás se atrevería a matar a nadie. ¿Cómo puedes pensar semejante atrocidad?
    - El mismo me lo dijo.
    - No, no. Yo conozco a Draco desde hace mucho tiempo. El es incapaz.
    - Pues lo hiso, además me dijo que no era el único, ni el ultimo.
    - ¡Demonios! ¿En que rayos esta pensando ese dragón estúpido?
    No hice ningún comentario ante el insulto, me sentía demasiado confundido como para replicar algo.
    - Esta prohibido matar en esta tierra. El lo sabe. Si Savitar lo sabe será juzgado y cazado por los de su especie.
    Esas palabras pusieron rígido cada musculo de mi cuerpo. ¿Cazado? Si eso pasaba el también moriría.
    No, no podía permitir que nadie tocara a Draco. Tendría que convencerlo para que huyéramos juntos, donde nada ni nadie pudiera hacerle daño.
    - Neville, prométeme que no dirás una palabra sobre esto.
    - No puedo hacer eso Harry, el simple hecho de saberlo me convierte en su cómplice. Savitar puede ser realmente cruel cuando alguien rompe sus reglas. No pienso poner en riesgo mi bienestar y el de mi familia por el.
    - ¡El es tu amigo!
    - Lo se Harry, lo se. –El oso se quedo pensando un buen rato antes de hablar.
    - Deben irse, la verdad no tardara en saberse aunque yo no diga nada. Savitar en omnipotente, he omnisciente. Piérdanse en el tiempo Harry. Huyan.
    Sin pensar dos veces, me traslade hasta de nuevo al cuarto y busque a Draco. No estaba.
    Savia que si le mandaba una proyección el no me contestaría si que decidí rastrearlo por su olor. El se encontraba en el gran comedor, por que también podía sentir la presencia de los demás alumnos. Pero algo raro estaba pasando, el aire olía a miedo…
    Llegue hasta el comedor y me encontré a toda una masa de alumnos aterrados entre los muros. ¿Pero que diablos estaba pasando?
    Justo en el centro del comedor se encontraba Draco, y en su mano una enorme cuchilla le adornaba.
    No entendí del todo la escena hasta que vi aquella daga sobre la garganta de Ron.
    - ¡Draco! – le llame desesperado.
    Draco volteo a verme y me sonrió angelicalmente, como si nada de lo que esta viendo estuviera pasando.
    - Hola Harry, por fin te unes a la fiesta.
    De repente una sombra callo sobre Draco y Ron, haciendo que todos en la estancia contuviéramos el aire. En las ventanas del colegio, la tarde comenzaba a acabar para dar comenzó a la noche. Los últimos rayos del sol iluminaron el rostro de la muerte, el rostro de Lord Volddemort que se cernía sobre todos.

    Ron
    En un momento, todos estábamos alrededor de la mesa de los leones. George nos acababa de dar la noticia de que Katty era su compañera. Un noticia que por cierto a Fred no le callo nada bien, se le había ido el color del rostro y parecía a punto de llorar. George le había explicado a su novia con detalle sobre nuestra especia y lo que conllevaría ser la pareja de un Katagarino. Katty se presento accesible al tema y había decididito conocer mas sobre lo que éramos antes de tomar una decisión.
    Yo estaba feliz por mi hermano, Katty le quería, se le notaba y no dudaba que lo aceptaría.
    Después Draco llego, diciendo que Harry estaba retrasado para le cena y al siguiente instante una daga apuntaba sobre mi cuello.
    Todos los que estaban alrededor se asustaron y mis hermanos trataron de lanzar hechizos contra Draco pero nada surtió efecto.
    - ¿Qué rayos crees que haces? – pregunto Fred, desesperado. La angustia de su vos lacero mi corazón y me lleno de culpa por no haber previsto semejante ataque. ¿Pero como podría dudar de Draco? El era la pareja de mi mejor amigo.
    - Lo necesario. –contesto.
    De la boca de Draco, un antiguo y oscuro hechizo hiso aparecer un portal. De la nada surgieron dos hombres; mi corazón dejo de latir por un instante al ver la horrible figura del lord oscuro.
    Las puertas del gran comedor se abrieron y entro Harry, su mirada de asombro me dijo que el no sabia que su pareja se convirtió en un sicópata. Pero tenia que prevenir a mi amigo sobre el lord. Cundo gire el rostro, Voldemort ya no estaba.
    - ¡Draco! –grito Harry.
    - Hola, Harry, por fin te unes a la fiesta.
    En ese momento el lord oscuro se cernió sobre todos, llenándonos de oscuridad.

    Sirius

    Algo no estaba bien, podía sentir el temor de Ron desde muy dentro de mí ser, algo malo estaba pasando. Para mi mala suerte me encontraba a unos kilómetros del castillo.
    No dejando a un lado mi instinto, mande un patronus a la recién forjada orden del fénix. Los pocos miembros que apenas habíamos reclutado tendrían que estar aquí en cualquier momento.
    Me aparecí en las afueras del colegio y tome un poco de la poción que Hermione me había dado para pasar desapercibido. En unos momentos mi forma cambio y dio paso a un yo mas joven.
    El terror de Ron iba en aumento y yo me sentía morir por eso. Jamás pensé que pudiera compartir tan íntimamente las emociones con otra persona pero al hacerlo con Ron era una gran experiencia. Aunque claro que en estos momentos no tanto.
    Cuando entre en el castillo, pude sentir un aura de muerte, letal y que pedía sangre. Los alumnos corrían en todas direcciones con el pánico en sus rostros. Trate de para a alguno pero no funciono. Decían cosas inteligibles e imposibles. Voltdemord no podía estar aquí.
    En cuanto llegue al gran comedor me petrifique, Ro estaba siendo amenazado por Draco Malfoy y aun lado de el estaba quien mas temía.

    Hermione

    - ¿Qué significa esto Draco? –escuche salir las palaras de la boca de Harry pero yo aun no comprendía lo que estaba pasando.
    ¿Acaso no se suponía que Draco era la pareja de Harry? ¿No tenían una lealtad en ello? Y aunque sabía que había cosas que no me quería decir, nunca pensé que si tuvieran una pelea, Draco se pasara al lado oscuro.
    - Significa lo que es –dijo Voltdemor con una sonrisa cruel en los labios. – Draco ha estado trabajando para mí todo el tiempo.
    - ¡No, eso no es posible! –Harry parecía destrozado y me hubiera gustado interferir con el asunto pero lo tenía prohibido. No podía usar mi verdadera magia enfrente de los magos y tampoco podía usar la magia de la barita ya que sabía que no era lo suficientemente buena todavía.
    - Pero lo es, esto ha estado calculado desde el principio. –dijo Draco, yo no podía creerlo. De todas formas ni siquiera sabía lo que estaba ocurriendo. Si Draco estaba del lado de los malos ¿por que se hiso pareja de Harry?
    - No te creo, -Harry trato de acercarse a Draco pero este reacciono rosando con la daga el cuello de Ron y provocando que sangrara. Harry se detuvo. –esto es una mentira, ¡Tu eres mi pareja! Tú no puedes hacerme esto, te conozco como tú me conoces a mí.
    - Te equivocas, tú no me conoces. Te he usado todo este tiempo y tú jamás te diste cuenta, necesitaba una manera de protegerme y tú hiciste que lograra mi propósito.
    - No, te entiendo…
    - Es que eres demasiado ingenuo. Tenia que asegurarme de alguna forma de que pasara lo que pasara, nadie podría tocarme. El unir mi alma a la tuya cumple con mi plan. Recuerda que si yo muero tú también lo harás.
    El rostro de Harry pareció como si se llenara de entendimiento. El sufría, podía sentirlo. Mi poder empático estaba en su límite al sentir sus emociones igual que podía sentir las de Draco.
    Harry estaba lleno de confusión he ira, pero mas que nada de tristeza. Y aunque no entendía en realidad su conversación, la traición flotaba en el aire y atravesaba como cuchillos en el corazón de mi amigo.
    - ¿Pero por que? –alcanzo a decir Harry. –si quieres matarme a mi hazlo, pero deja a Ron, el no tiene nada que ver.
    - Te equivocas, el tiene todo que ver. El mas que nadie, - Draco volteo a ver a Ron y sonrió malévolamente - ¿Verdad? Elemental de agua.
    ¡Elemental del agua! Mi corazón literalmente se detuvo por un instante.
    Los elementales, seres del bosque que tenían el poder de controlar los cuatro elementos a su voluntad. Seres que prácticamente nadie ha visto y que si les robas su corazón, les robas su poder, en mi pueblo era muy adorados y apreciados. La verdad de lo que Draco estaba a punto de hacer fue atroz.
    En ese instante luces provenientes de todos los lugares aparecieron. Un portal se abrió en medio del gran comedor y de ahí salieron hombres vestidos con capas negras.
    - ¡Mortifagos! –grito alguien y entonces se hiso el caos.
    Los estudiantes comenzaron a correr por todas direcciones y los mortifagos lanzaron hechizos asesinos a diestra y siniestra. Yo trate de pasar por todo el gentío para tratar de llegar a Ron pero los estudiantes me arrojaban fuera del lugar.

    Harry
    Era un estúpido, un completo estúpido. ¿Cómo pude pensar siquiera en confiar en Draco? ¿Cómo me deje envolver nuevamente en la mierda del amor? Ya había experimentado con Oliver lo que era una decepción amorosa, pero nunca imagine que ese dolor podría multiplicarse a tal magnitud con Draco.
    Pero esto era totalmente absurdo, ¿Qué paso con todas las palabras de amor que me había dicho? Yo las había sentido, eran reales. El me amaba, ¿O no?
    Mire sus ojos tratando de descifrar sus pensamientos. En ellos no había rastro de duda, peor aun, había odio.
    “¿Te esta obligando?” le proyecte, pensando que esta seria la ultima oportunidad.
    “No, fuiste tu el estúpido por creer semejante estupidez del amor”
    “Pero yo sentí tus besos, tus caricias. Yo te pertenezco como tu a mi. Estamos unidos hasta la muerte.”
    “Exacto, ese era el plan. Tu jamás vas a matarme por que me amas demasiado y nadie se atreverá a tocarme por miedo a que te pase algo.”
    “¿Pero porque haces todo esto? ¿Qué beneficio tendrías? Tu eres un katagaria, le debes a los tuyos no a los magos”.
    “De nuevo te equivocas, yo soy en realidad un Arcadiano elemental de tierra y le debo solo lealtad a mi amo”.
    “Deja a Ron, por favor.”
    “No, lo necesitamos”
    “¿Para que?”
    - Para esto –dijo Draco en vos alta antes de hundir el cuchillo muy hondo en el pecho de Ron.

    Ron
    Yo sabía perfectamente lo que Voldemort quería de mí. Jamás pensé que Draco se prestaría para esto, después de todo, el también era un elemental.
    Pero si alguna ves hubiese elegido que alguien tuviera mi corazón, ese seria Sirius y así, si yo llegase a morir, el tendría por siempre mi corazón para vivir de el.
    Los ojos se me inundaron de lágrimas al saber y darme cuenta del poco tiempo que habíamos estado juntos, que daría yo por sentir una vez más sus manos, su cuerpo y sus labios sobre los míos. Que daría por escuchar su risa una vez más o escuchar siquiera su voz diciendo mi nombre.
    Pero eso ya no podía ser.
    La draga que Draco esta sosteniendo hacia por alguna razón que mis poderes disminuyeran hasta dejarme demasiado débil incluso para respirar.
    Miere una ves mas a mi alrededor, vi a mis hermanos luchando por sus vidas, a Hermione tratando de venir a mi entre la multitud, a los profesores tratando por todos los medios de defender a los alumnos y a Harry que miraba a Draco con tristeza y con esa sombra de frustración. Harry parecía destrozado y mi corazón se encogió del dolor.
    Entonces mis ojos captaron a la figura por la que anhelaba que me diera un abrazo, sus ojos estaban llenos de terror y podía sentir la desesperación por salvarme.
    “Ron” la suplica silenciosa de Sirius capto al completo el momento. A pesar que el no era kattagaria, mi Sirius podía comunicarse conmigo.
    “te amo” le proyecte antes de sentir como la daga se un día en mi pecho.
     
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    Hola de nuevo, en este espacio quiero dejarles el primer libro de la saga de los cazadores oscuros:

    Placeres de la noche de Sherrilyn Kenyon (2006) ¿Alguna vez ha querido saber cómo es ser inmortal? ¿Viajar a través de la noche persiguiendo a los vampiros que se alimentan de los humanos? ¿Tener riqueza y poder ilimitados? Ésa es mi existencia, una existencia oscura y peligrosa. Y me encanta. O eso era lo que pensaba hasta la noche en que me desperté esposado a mi peor pesadilla: Amanda. Ella es inteligente, sexy e ingeniosa, y no quiere saber nada con lo paranormal… en otros términos, conmigo.Lo más inquietante, es que me pregunto si hay una manera de que una mujer como Amanda pueda amar a un hombre cuyas cicatrices de batalla lo han marcado profundamente, y cuyo corazón está dañado por una traición tan salvaje que no estoy seguro de que alguna vez lata de nuevo. Descarga... http://localhost/file/102560278/c992...e_la_noche.html

    Capitulo 29
    El mayor de los poderes



    Lucius
    Entre a mi cuarto con prácticamente la moral baja, mi esposa ya me estaba esperando sentada cerca de la ventana, con un libro en la mano.
    Al mirarme, descubrí que en sus ojos todavía estaba el resentimiento de lo que le había echo. Diablos, no la culpaba, yo tampoco me perdonaría. No era tampoco que quisiera justificarme, pero yo, literalmente era un animal. Uno que no era domesticable en lo absoluto, por mucho que amara a mi esposa. Era por ese hecho de que a pesar de que estábamos emparejados, no estábamos vinculados por alma. Yo quería que si en algún momento ella se hartara de lo que soy, tendría la libertad de dejarme cuando quisiera. Sin ataduras. Tampoco era justo que si yo moría, ella muriera conmigo. Yo siempre había creído que a pesar de las circunstancias y el dolor que podría aquejarnos la muerte de nuestro ser amado, uno de los dos tendría que sobrevivir por nuestros hijos. En este caso por Draco.
    - ¿Conseguiste lo que buscabas? – me pregunto. A pesar de que Cisi no fuese la madre de mi Draco, ella también se preocupaba por su bienestar. Incluso podía oler como ella aun se sentía culpable por lo que le había echo a Draco con la daga, aquella noche en la que me pase de macho.
    - No exactamente, -le dije – Ascheron no es claro, además de que Savitar estaba ahí.
    - Pero nuestro Draco estará seguro, ¿Verdad?
    Esa respuesta ni yo mismo la sabia, Savitar me había dicho que Harry lo amaba más que a su vida y daría la vida por el, pero no se, algo en sus palabras no me gustaba nada.
    Me senté pesadamente sobre la cama y deje el bastón, me sentía cansado, muy cansado y no sabia el porque. Antes siquiera de querer acostarme, la puerta del dormitorio se abrió y alguien me disparo con una arma eléctrica.
    Mi cuerpo comenzó a cambiar al instante, destruyendo prácticamente la habitación. Solo podía escuchar que alguien a lo lejos reía y reía de mi dolor.
    Para cuando volví a tener control sobre mi cuerpo, me di cuenta que tenia un collar especial en el cuello, era uno de esos artilugios que tenían los Arcadianos para deshacerse de sus enemigos. Pero el dolor estaba todavía presente en mi cuerpo y el maldito collar hacia que permaneciera en mi forma humana.
    - Lucius –la voz de Bellatrix hiso que se me helara la sangre.
    - ¡Bella! ¿Pero como?
    - Mi señor me saco de prisión.
    Apenas si pude procesar lo que Bellatrix decía. No, esto no podía ser, el señor oscuro no podía haber regresado.
    Nuevamente todo el dolor de los meses en que fui sometido a los deseo de Voldemort me perforo el cuerpo, no quería regresar a la esclavitud con la que me tenia, no, no podía regresar a eso, y mas ahora que tenia a mi hijo de por medio.
    - El ha regresado a reclamarte. –dijo con una sonrisa que helaría los infiernos.
    - ¡No, ya no puede! Mi primera esposa esta muerta y yo no soy un elemental, además de que el orbe ya no existe.
    - Ese orbe no, claro, tu lo destruiste y eso es traición ante tu amo, pero…sabes, hemos encontrado otro de ellos.
    Me entumecí de tan solo pensar en la idea de que otro de esos artilugios existiera. ¡Malditos los humanos por crear semejantes atrocidades!
    - Lucius, ¿sabes en este momento donde se encuentra tu seño?
    “Como si me interesara” pensé. Por mi podría estar en el fondo del mar, pero de preferencia en el infierno achicharrándose por todo el daño que había causado.
    - El esta con nuestro mas fiel servidor, -su vos se hiso mas monocorde mientras hablaba. – con mi querido Draco.
    Bellatrix se acerco hasta mí y me rodeo el cuello con sus asquerosas manos. Si tan solo pudiese moverme, ya le habría arrancado la cabeza.
    - ¡Dejen a mi hijo fuera de esto! ¡Si Voldemort me quiere a mi, déjenlo a el! –exigí.
    - Ho, Lucius, no eres el centro del universo, mi señor a encontrado a Draco al alumno que no esta en ti. Un día nuestro Draco será grande y la ventaja de todo esto es que será intocable. Nadie osara matarlo a menos que desea que Harry Potter muera.
    - ¡Eres una…!
    Mi insulto se quedo al aire en cuanto vi el cadáver inerte de Cisi en el piso.
    - ¿Pero que has hecho? –le pregunte, no podía creer que Bella se atrevería a matar a su familia.
    Ya no podía pensar con querencia, el dolor de la perdida de mi esposa era demasiado para mi, no podía perder a mi amor nuevamente, no así. Mis piernas flaquearon y me derrumbe, intente alcanzar con mi mano a Cisi pero Bellatrix me acomodo un fuete golpe en el estomago que me derrumbo por completo.
    Esto no podía estar pasando. ¡Ella no podía estar muerta, maldita sea, no podía!
    Ella era mi luz, mi fuerza, mi vida.
    Mire a Bellatriz y me horrorizo la satisfacción que vi en sus ojos por mi sufrimiento. Quería morirme, ¡No, no podía! ni hijo aún me necesitaba.
    - ¿Qué le hicieron a Draco? –exigí saber.
    - Nada, aun. de todas formas el se ofreció de voluntario para la sucesión.
    - ¿La sucesión? –Bellatrix asintió con la cabeza y sonrió.
    - Lucius, ¿Tu sabias, que cuando cuatro corazones de los diferentes elementales se reúnen, pueden donar sus dones mágicos a su amo? en estos momentos Draco nos esta consiguiendo el corazón de un elemental del agua para nuestro señor y cuando sea el momento adecuado, Draco donara el suyo.
    Ya lo recordaba, era una practica prohibida hace muchos siglos atrás, “La sucesión” como la llamaban, consistía en que cuatro corazones fuesen sacrificados para que un amo de la magia controlase el poder de los cuatro elementos. Ese ritual era tan sangriento que fue prohibido por los dioses. Además de que aquel humano que tuviera ese poder, prácticamente se convertiría en un Dios.
    Si eso ocurría y Voldemot era convertido en Dios, el mundo estaría en serios problemas.

    Harry
    Mis ojos se desenfocaron cuando vi como el cuerpo de mi mejor amigo caía al suelo. Draco me miro con frio regocijo, haciendo que cada partícula de mi piel clamara por venganza y silenciara las vetas del dolor que la persona que mas amaba en el mundo me esta haciendo.
    Con horror vi como Draco introducía su mano en el pecho de Ron y literalmente le arrancaba el corazón. El órgano se convirtió en una piedra azulada y Voldemor lo tomo en unas manos temblorosas y se lo guardo en el bolsillo de la túnica.
    - Vámonos –dijo entonces.
    Draco se volteo a mirarme y tuvo el descaro de lamerse los dedos de las manos y saborear la sangre de Ron.
    Antes de pensar cualquier cosa, me lance sobre en mi forma de dragón. Draco me contesto con la misma intensidad y furia que la mía.
    Le mordí el cuello y escuche su dolor dentro de mí. ¡Malditos vinculas de almas! todo lo que Draco estaba sintiendo yo lo sentía, pero ya no me importaba, lo único que quería era matarlo, aun si yo moría con el.
    Lo solté de mi agarre y le mande una onda psíquica. Draco reboto contra la pared y su golpe hiso que mis costillas también se rompieran.
    ¡Maldije por lo bajo cuando el dolor me lacero todo el costado!
    ¿Pero que importaba el dolor físico cuando el mayor daño me lo había echo Draco en el corazón?
    - “Harry, no” – la voz de Draco me congelo, su suplica era demasiado para mi. Pero mi divagación me costo que él me diera un fuerte golpe en la espalda y me aventara hasta el otro lado del comedor. – que idiota eres. Unas simples palabritas y el gran Harry Potter se doblega. Eres débil y estúpido. ¿Cómo pudiste pensar que un ser tal rastrero como tu podría ser mi pareja? El único beneficio que obtuve de ti fue la inmunidad.
    Sus palabras me atravesaron como hierro al rojo vivo, destrozando carne y hueso. Mutilando mi alma hasta hacerla añicos.
    - ¿Sabes Harry cual es el mayor poder para derrotar a tus enemigos? – se empezó a reír con esa vos que siempre me había echo palpitar de la emoción. –El amor. El que se enamora siempre pierde y mas cuando no sabes de quien te enamoras. Adiós amorcito.
    Con esto ultimo Draco y Voldemort se introdujeron a una sombra negra y desaparecieron.
    Yo me encogí en mi lugar, con la pena atravesada sobre mi pecho. Camine hasta donde se encontraba Ron y acune su cabeza sobre mi pecho. Entonces hice lo que dije que jamás bobería a hacer, y menos en publico; llore.
    Llore, como nunca lo había hecho. Llore por la traición, llore por el amor perdido, llore por mi estupidez de creer en alguien, pero sobre todo, por Ron. Mi mejor amigo.
    - ¡Sirius! – Grito Fred haciendo que saliera de mi burbuja.
    Sirius esta tendido en el suelo, con los ojos brillos y el cuerpo flácido. Llego a mí el olor de la muerte próxima. Me dirigí a toda prisa hasta donde estaba mi padrino, con Ron en los brazos.
    Sirius apenas si podía moverse pero tubo el coraje de sostener a su amante y abrazarlo antes de a el también se lo llevara la muerte.

    Hermione
    Muy bien decía el dicho muggle: caras vemos, corazones no sabemos, y eso aplicaba en su totalidad a las personas que consideraba mis mejores amigos en el mundo. ¿Quién hubiera creído, que yo, una elfa guerrera del bosque considerara a dos humanos como sus mejores amigos? Bueno, ni tan humanos. Después de la demostración que hiso Harry al transformarse en un dragón me quedaba más que claro que yo no era la única rareza del colegio.
    Pero en este momento la tristeza me carcomía el alma como nada antes lo había hecho. No podía creer que Ron estuviera muerto. Era como una pesadilla. Ni siquiera me importo el hecho de la familia de Ron resultaran ser Were leones, y eso era mucho que decir de mi parte. Me destrozaba el hecho de ver a la madre de Ron destrozada. Toda su familia estaba alrededor de los dos cadáveres, llorando por la perdida. El único que faltaba era Harry. Desde que había pasado lo que había pasado no quiso salir de cuarto, ni siquiera para comer. Dos días enteros si verlo.
    No lo culpaba, Draco era todo para el y descubrir que le había estado engañando todo este tiempo de seguro fue un golpe brutal.
    Pero la situación había sido tan desconcertante, por un lado descubro que Ron era un elemental y por ello su corazón fue arrancado. Por otro, el vinculo de muerte formado entre Harry y Draco, y por ultimo lo silencioso que siempre estuvo Voldemort. Yo hubiese pensado que le diría hasta lo que no a Harry y utilizaría a Draco para dañarlo mas, pero no lo hiso, se mantuvo callado todo el tiempo. Lo más inquietante era que Draco también era un elemental. Esto no me gustaba. ¿Y si Voldemort era el poseedor del obre de los dragones? Eso explicaría muchas cosas, sobre todo el que Draco actuara así. Yo misma había visto como Draco se derretía de amor por Harry, eso no podía ser mentira, pero ¿Y si me equivocaba? No podía decirle a Harry sobre esto, ¿Qué tal si de verdad Draco trabajaba para el demonio? ¿Pero y si no?
    Un sonido en la puerta de la enfermería me saco de mis pensamientos; era Fleur, o mas bien, mi dolor de cabeza. Salí del cuarto sin mucho ruido para no soltar sospechas.
    - Dime –Fleur me miro despectivamente.
    - Interesantes tus amigos –dijo, luego miro a la familia Weasley. – Katagarias.
    - Déjalos.
    - ¿Los defiendes? Tu mejor que nadie sabe de lo que son capases. Recuerda que varias de ellos tienes a nuestra gente esclavizada. Y no fuera por ellos nosotros, en primer lugar no estaríamos tras el orbe.
    - Te equivocas, por si no te has dado cuenta, ellos serian inmunes al orbe, solo funciona con Dragones elementales, no contra leones katagaria.
    Fleur me fulmino con la mirada pero no le hice caso, así que ella solo se volteo y salió de mi vista. ¡Gracias Dios!

    Harry
    Cada parte de mi ser me dolía como si un tren hubiese pasado sobre mi y se hubiese regresado para cerciorarse de que me dejaba triturado. ¿Cómo sobrevivir después de esto? ¿Cómo podría enfrentar nuevamente mi día a día? Y lo peor de todo, ¿Cómo ver a la cara a los Weasley después de que Draco le hiera eso a su hijo?
    Mire alrededor mío, el cuarto que había compartido con Draco estaba destrozado. La noche en la que él se fue, yo destruí todo. Cada articulo y ropa de el la había hecho trisas. ¡Maldito! El había destrozado mi vida con sus palabras. Yo le hubiese dado el mundo si el me lo hubiese pedido, ¿Pero que recibí a cambio? Una patada en el trasero, tal y como Oliver me había echo. Al menos Oliver no había asesinado a alguien, el solo era un patán pero Draco…
    Confiar en el era lo peor que hubiese hecho jamás, ¡El era una serpiente! Por Dios Harry en que demonios estabas pensando cuando te involucraste con el.
    Ya estaba arto, arto de que todos quisieran pasar por en sima de mi, arto de que todos pensaran que era un niño bonito que no seria capaz de matar ni una mosca. Ya no quedaba nada en mi, al diablo el mundo y los bastardos que vivían en el. Todos mientes siempre, todos sin acepción me lastiman sin misericordia. ¿Por tenia que ser yo su salvador? ¿Qué residiría a cambio?
    Sigue adelante, no con odio, no con amor.
    Sigue adelante con propósito.
    Recupera lo que fue robado. Haz que paguen los que se rieron de tu dolor. No con odio, sino con calma, frío raciocinio.
    La rabia es tu enemiga. La Venganza es tu amiga. Mantenla cerca y déjala suelta.
    Que los dioses tengan misericordia de aquellos que me han causado mal, por que yo no tendré piedad de ellos.

    Con este ultimo pensamiento, saque mi barita mágica y grabe en mi piel la palabra “Venganza”.
    Si Draco quería guerra, entonces la tendría. Tal vez nadie se atrevería a matarlo por miedo a que yo muriera, pero a mi ya me valía mi vida. Con tal de llevarme a esa serpiente rastrera al infierno seria más que feliz.
    Jamás volceria a ser el niño estúpido de antes, ahora todos sabria que el que se mete con Harry Potter no vive para contarlo. Esta vez no me dejaría vencer, todos verían que puedo vivir sin Draco en mi vida.

    Harry Potter salió del cuarto en los calabozos de Slyterin y se dirigió con toda la resolución que tenia hasta la enfermería, donde se encontraban los cadáveres de Ron y Sirius.
    Al llegar, todos en la sala notaron que el ambiente se volvía cada vez más gélido y hostil.
    - Ho, Harry –comenzó la señora Weasley, pero algo en Harry hiso que se le quedaran las palabras en la boca. Este ya no era el Harry que conocía. Su mirara y la forma de caminar se habían convertido en una advertencia mortal.
    - Molly –dijo Harry con una vos tan gélida que paralizo a todos. –Una vez me dijeron que los destinos eran quienes nos elegían nuestras parejas ¿Cierto?
    - Si pero…
    - ¿Existe una manera de deshacer el emparajameniento?
    - No lo se, jamás se ha intentado –Molly parecía mas que desconcertada.
    - ¿Cómo puedo llegar a los destinos?
    - Harry, ¿En que estas pensando?- Esta vez fue el señor Weasley quien pregunto.
    - Voy a obtener mi venganza.
     
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  12. Acheron_kattalakis
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    :=BIENODOE: hola kaname-chan, ya estoy desesperado por que al fin subas el capitulo 39, no te demores demaciado.

    ¡Ah! Gracias por subir el link de Dragonswan, cunado comence a leer los libros, yo solo encontre desde Placeres de la noche y tengo hasta la
    historia de Pecados de la noche, :=BUABUA: :=BUABUA: seria posible que siguieras subiendo los links de descarga?

    La historia se esta poniendo emocionante, ademas que leei por hay que tambien esta la saga de Nick, ¡Que emocion! :=WIJIS:
     
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  13.     +1   -1
     
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    La oscuridad es mi camino...las tinieblas mi trono y tu agonia mi aliento

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    Hola, Ash, claro que si, tratare de subir todos los link, no te preocupes, pero que conste que son varios. :=PAMDAXX: :=MUAHAHA:


    Capitulo 30
    La petición del demonio.




    Harry preparo una pequeña maleta con todo lo necesario para su viaje. Estaba decidió a ver a los destinos y exigirles a toda costa que borrara de su cuerpo y de su alma los vestigios de que alguna vez existió Draco Malfoy. Al abrir un cajón, se encontró con la piedra que el muy farsante le había dado, “La piedra de Neck”. Según algunas leyendas, le había dicho, este es el mismísimo corazón de quien lo entrega, mientras mas blanca sea la piedra, el amor será más fuerte. ¡Y un demonio! –pensó Harry. Si de verdad la historia era cierta, en estos momentos la roca tendría que ser negra, como el odio que se profesaban, mas sin en cambio esta brillaba como si todo el amor estuviera allí.
    De un empujón escondió la piedra de nuevo en el cajón y saco su varita magia, que desde hacia algún tiempo no ocupaba.
    No estaba seguro de que estaba haciendo pero no podía permitir que Draco se saliera con la suya después de lo que le había hecho. Se merecía una muerte trágica y dolorosa.
    La comisura de los labios de Harry, se levantaron en una cruel sonrisa ante el pensamiento. ¿Quién hubiese dicho que una vez deseara la muerte de un ser tan intensamente? Además claro, del asesino de sus pares.
    La pregunta en cuestión ahora era ¿Cómo llegar al Olimpo?

    Neville

    Tenía un extraño sentimiento en el pecho, y eso era mucho decir de mi naturaleza Katagaria. Aun no podía explicarme como Draco nos había traicionado tal vilmente. No me cavia en la cabeza, era inconcebible. Algon no me cuadraba en esto, pero tampoco podía quedarme con los brazos cruzados ante lo sucedido. Mi naturaleza me pedia a fritos venganza, pero no podía atacar al Dragon blanco sin que Harry resultase herido. Había veces, como esta en las que agradesia no haberme encontrado ahun con mi pareja predestinada, ¿Y si era como Draco? No, ni quería pensarlo.
    - Hola, Leoncito, ¿Te dejaron solo? –Nott se acerco a mí con una de esas estúpidas sonrisas ladinas.
    - Piérdete – le respondí, no tenia ánimos de enfrentarme a sus bravuconadas.
    - Ho vamos, ¿no me vas a contar como llora Harry en las noches por su amor?
    Por un momento me quede helado, realmente me sorprendí el hecho de que este humano se burlara de Harry. ¿Acaso no vio cuando se trasformo en Dragón? Podría engullirlo si quisiera. Pero después me acorde que la memoria colectiva de los estudiantes había sudo distorsionada para que omitieran de sus recuerdos la parte en la que se trasformaban en dragones.
    - Yo que tu no repetiría eso enfrente de el, - le aconseje, el pobre humano no tenia ni idea de en lo que se estaba metiendo.
    - ¿O si no que? –respondió altanero.
    Pero antes siquiera que le contestara una mano se poso sobre su hombre y con un fuerte empujón salió volando por el pasillo.
    - O si no te parto la cara –dijo un rabioso Harry.
    - Tranquilo hombre, recuerda que es humano. –le recordé.
    - Las ratas como el aguantan bien. –me respondió despectivo. Y no pude aguantarme la risita, pero al ver el semblante serio de Harry me calle al acto. Entonces note el bulto que traía en la espalda.
    - ¿A dónde vas?
    - Ya se los había dicho, quiero encontrar a las destino.
    - ¿Y simplemente asi te vas a ir, sin depedirte de nadie?
    - Es lo mejor Neville, solo yo puedo enfrentarme a esto. Odiaría profundamente si alguien se me adelantara y le arrancara la vida a ese cretino antes que yo.
    A pesar de que Harry trataba de decirlo con furia y rabia, pude notar toda la tristesa que le envargaba.
    - ¿Cómo las encontraras? –pregunte, sabiendo de antemano que el notenia ni la mas remota idea de cómo encontrarlas.
    - No lo se, algo se me ocurrirá en el camino…
    - Te acompaño, -no se exactamente por que lo dije pero lo dije –ademas creo saber adonde acudir.

    Harry y Neville caminaron hacia los bordes del colegio y en un abrir y cerrar de ojos desaparecieron.

    En el santuario eran aproximadamente las nueve de la noche cuando Harry Y Neville interrumpieron en las puertas. Algunas estaban mas que sorprendidos de que dos jovencitos de apenas catorce años entrara a un bar. Pero otros, como los Arcadianos y Katagarias que residían ahí o solo habían pasado por una compa, se daban cuenta de quienes eran realmente.
    Aimee, la osa katagaria que atendía el lugar, los recibió con mucha amabilidad y sobretodo respeto. Para Harry era común que lo tratasen así, por se el-niño-que-vivió pero en el caso de Neville, era todo diferente y extraño. Cuando Neville no se encontraba en el colegio, era cuando tomaba su verdadera forma.
    Un jovencito con cuerpo escultural, de anchos hombros y cadera estrecha. Su cabello ahora le llegaba un poco mas abajo del hombro, en forma de ondas que incitaban a ser acariciadas.
    - Bien, -dijo entonces Neville –tenemos que buscar a Neck.
    - ¿A Neck?
    - Si, el es un cazador oscuro y tiene tratos con la diosa Artemisa, es posible que nos pueda ayudar a entrevistarnos con las destinos.
    Harry no veía como, Neck era un personaje insidioso, caprichoso y entrometido. La verdad, había algo en el que le hacia desconfiar, pero si era el único medio para llegar a los destinos entonces lo tomaría sin dudar.
    - ¿Donde lo buscamos? –pregunto Harry ansioso por terminar esto de una ves por todas.
    - No lo se…
    Entonces los ojos de Neville captaron algo porque pareció entusiasmado. Comenzó a caminar en dirección a un hombre de extraordinaria belleza. Tenia el cabell largo, de color negro con un mechon rojo que sobresalía en su rostro palido. Iba vestido como un motero, realzando sus curvas. Lo mas curioso de todo era que utlilizaba gafas oscuras, igual que Neck.
    - Ash… -lo llamo Neville.
    - Oso. - lo saludo el con un fuerte apretón de manos.
    - Ash, quiero presentarte a un amigo. –Neville señalo a su compañero – El es Harry Potter, el Regis katagaria Draco.
    Ash lo miro por un momento, pero como Harry no podía ver sus ojos, no tenia ni la menor idea de lo que estaba pensando. El hombre embozo una enorme sonrisa que a cualquiera le quitaría el aliento.
    - No puedo ayudarte. –dijo entonces.
    - ¿Qué? –Harry no entendí lo que acababa de decir.
    - Ni Neck, ni yo podemos ayudarte. Las destinos jamás accederán a darte una entrevista y mucho menos para desacer tu binculo con Draco.
    Harry se quedo pasmado, ¿Cómo sabia este hombre lo que planeaba hacer?
    “por que soy omisamente” – la vos en su cabeza hiso que retrocediera un paso y un extraño escalofrio le recorro el cuerpo.
    Ash volvió a sonreír.
    - Pero si tanto deseas ser libre entonces se de alguien que puede ayarte, pero –le advirtió – esa persona te pedirá algo a cambio y tendrás que dárselo si decides convocarlo, el no viene a perder el tiempo.
    - ¿Quién? –pregunto Harry.
    - El mediador de demonios, Jaden.
    - No creo que sea lo mas recomendable – comenzó Neville, al parecer le conocía. –No es seguro, podría pedirte alguna barbaridad.
    - No importa, solo quiero acabar con esto. –dijo el moreno, muy decidido.
    - ¡Jaden! –Ash also la voz y de la nada aprecio un hombre. Al igual que Ash, este ser era increíblemente atractivo y lo más curioso de tedo era el hecho de que tenía un ojo de color azul y uno verde.
    Al contemplar a Harry, Jaden ladeo sus majillas a algo que parecía ser una sonrisa.
    - Ash, tu sabes que yo no ago tratos con Katagaria o Arcadianos, solo con demonios. –dijo, en una vos exquisita.
    - Lo se, pero esta es una petición especial.
    - Bien, dime Harry Potter, ¿que me daras por desvincularte de Draco Malfoy?
    - ¿Qué quieres?
    - Ten cudado con lo que ofreces – le aconcejo Jaden.
    - Dime tu precio. –Harry no dudo.
    - Bien, cuando mates a Draco Malfoy, quiero su cuerpo.
    Harry no pudo procesar lo que el mediador le decía, ¿El cuerpo de Draco?
    - Cuando su corazón deje de latir, pronunciaras mi nombre en vos alta y entonces me llebare en cuerpo. –termino Jaden.
    - ¿Para que querrian su cuerpo?
    - Eso no te importa –le sentenci. –aseptas si o no.
    Harry se lo pensó por un momento, pero al final asintió con la cabeza.
    - Hecho.
    Jaden le dio una ligera reverencia con la cabeza y desapareció. Al instante Harry se dio cuenta que la mano donde una vez había estado su marca de emparejamiento le quemaba, apareció entonces por unos instantes antes de desaparecer por completo.
    - Señor Harry Potter, oficialmete usted es un hombre soltero nuevamente. – la vos de Ash lo despertó de su trance, pero solo hasta entonces se dio cuenta de la magnitud de lo que había hecho.

    Hermione
    La necesidad de confirmar mis sospechas me llevo hasta la mansión de los Malfoy. El problema ahí seria el como demonios me iba a escabullir al interior. ¿Tal vez debería utilizar un hechizo de trasladación? Pero como no sabia como era el interior, podría acabar atravesada en un muro y eso no seria muy bonito.
    Entonces decidí convertirme en un ratón, y acto seguido utilizando la barita, me convertí en peludo animal con cola. No me gustaba mucho la idea, y menos después del incidente que había tenido convirtiéndome en una medio gata dos años atrás. Pero gracia a mi intrépido avance, pude evadir los hechizos protectores y entrar en la casa del enemigo.
    El salón estaba vacio, pero unas voces en uno de los estudios le llamo la atención.
    - Estas segura –decía una vos horriblemente familiar, era Voltdemor.
    - Si mi señor, he sacado esta información de la mejor fuente –dijo una mujer.
    Me atreví a penas a mirar por una de las esquinas. Voldemort estaba sentado en el escritorio, y una mujer morena le acompañaba. Draco estaba sentado hasta el otro extremo y parecía ido, con la mirada perdida y el cuerpo petrificado.
    - Entonces tendríamos que entras nuevamente en Hogwarts –dijo Voldemort.
    - Si, pero es una oportunidad que no podemos desperdiciar, esa chica llamada Katty es la única elemental de fuego que he encontrado.
    Mi corazón dejo de palpitar casi por un minuto, ¿Katy era un elemental? ¿Cono no me había dado cuenta antes?
    - Tienes razón, es una oportunidad que no debemos desperdiciar. Entonces esta decidido, en cuanto antes mejor. Iremos mañana.
    ¡Maldicion! Eso era demaciodao pronto, ahun no nos recuperábamos de la pasada batalla.
    - ¿Tu que piensas Draco? –pregunto la mujer, pero no recibió contestación alguna.
    - Dejalo, - le ordeno el lord oscuro – le agrada más refleccionar en silencio.
    La mujer comenzó a reírse como una tonta y fue entonces decidí que ya tenia suficiente con esto, pero antes de irme me arriesgue a llamar a Lucius, si importarme que me descubrieran.
    “Lucius” –le llame, proyectando como la hacían los Katagaria.
    “¿Quien es? ¿Quién me llama?” –su voz sonaba estrangula y cansada.
    “Eso no importa, ¿Se encuentra bien?”
    “Define bien, estoy encerrado en un calabozo de mi propia casa”
    “Pensé que usted era un aliado de Voldemort”
    “¿Qué? Claro que no, jamás me uniría a un bastardo como ese, si una ves lo hice fue por que controlaban a mi esposa”
    ¡Controlaban! Eso quería decir que quizá mis suposiciones eran ciertas.
    “Con el orbe de los Dragones”
    “¿Cómo lo sabes?” pregunto y fue entonces que mi corazón se lleno de alegría, tenia que informar de esto a Harry, él tenia que saber.
    Justo cuando termine aquel pensamiento, llegue a las cámaras inferiores de la mansión Malfoy. Lucius estaba sujeto a una silla y de su cuello colgaba un extraño Colgate que dependía ondas magnéticas, mis bigotes no podían mentirme.
    Me cole entre lo barrotes y me trasforme de nuevo en mujer, Lucius parecía muy sorprendido y no lo culpaba. Quien hubiera visto que la sangre sucia le ayudaría a escapar.
    - Antes que cualquier cosa, debe contarme todo lo que sepa del orbe de los Dragones, la vida de su hijo depende de ello. – le dije, pero esta vez usaba mi vos original y mi aspecto verdadero de elfo de los bosques.
     
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  14. Miy
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    Bueno Kana-san es creo la primera vez que te dejo un comentaría desde el otro foro me parece, y a sido descarado no dejarte comentarios u.u, desde que leí el capítulo 6 (capitulo con el que empece a esperar como loca las actualizaciones *w*) , bueno espero ahora como antes como loca el capitulo 30 y besos ^^ ~~ nos leemos ~~ procurare no ser ingrata y comentar de vez en cuando ¬¬ jeje ^^'

    fail de números u.u capitulo 31 *~*
     
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    Hola, Sabaku no Cachi, ya voy, no desesperes. Me pongo a la tarea de subirlos. :=BIENODOE: :=BIENODOE:



    Hola Miy, no te preicupes todos empesamos con solo leer, yo hise lo mismo -casi por medio año-hasta que despues me decidi a registrarme y comenzar a cometar y porteriormente a escribir. No te preocues sino tienes tiempo de cometar, lo importante es que si lo deces, leeas. Gracias. :=MAULS: :=wozardd:




    Capitulo 31
    Bajo un nuevo ataque




    Harry
    Solo cuando la marca en mi mano hubiera desaparecido, me di cuenta de que el lugar se había paralizado, como si el tiempo hubiese sufrido alguna interrupción. Nadie se movía, había hombres con copas levantadas pero el líquido no caía. Cosas cayendo se las mesas, pero suspendidas en el aire.
    Neville esta con los ojos fijos en Ash, y el motero me miraba con una extraña sonrisa. Por un momento creí que el también estaba congelado en el tiempo, pero comenzó a caminar con paso tranquilo hasta una de las mesas y se sentó.
    - Harry, -comenzó a hablar – en estos momentos a de ser una mierda tu vida, ¿Verdad?
    - Ni que lo digas. – me senté frente a el, del otro lado de la mesa. De cierta forma me sentí relajado al ver la familiaridad con la que me trataba.
    - Harry, yo que tu mejor me regresaba a tu escuela.
    - ¿Por qué? –le pregunte, ansioso.
    - Tu anhelado encuentro con la muerte se aproxima.
    Antes de que pudiese decir o hace cualquier cosa, Ash había desaparecido y todo el bar volvió a rebosar de vida.
    Neville se acerco a mi confuso y mal humorado.
    - No me digas, -comenzó – utilizo su secretos trucos de jedi.
    Mi expresión cobro una perplejidad que a Neville le causo risa.
    - ¡Que!, la Guerra de las galaxias son mis películas favoritas.
    No lo dudaba, a mi también me encantaban. El asunto era el como Neville sabia sobre películas Muggle.
    Apartando el pensamiento inútil de la cabeza, le hice un gesto al oso para regresar al colegio. Odiaba tener que depender de las personas de este modo, pero como aún no controlaba del todo mis poderes, Neville tenía que trasladarnos a los dos de nuevo hasta la escuela.
    Salimos a la calle y el hombre rubio de la puerta nos despidió con un gesto de manos. Neville entonces me tomo de la muñeca y en un santiamén nos encontrábamos de nuevo en la escuela de magia y hechicería.
    Ver el castillo me removió las entrañas con un profundo dolor. Ese lugar representaba demasiadas cosas para mí. Era mi hogar, el lugar que me había recibido los últimos cuatro años. También era el escenario de encuentros que me llenaron de felicidad y otros de tristeza. Pero ahora lo más significativo era que cada rincón del castillo me recordaría a Draco y su traición.
    Ni siquiera podía mover los pies del suelo lleno de neblina. Era como si se hubiesen congelado o dormido y se negaban a obedecerme. Trague saliva, y di un paso dubitativo. Con cada paso que daba, me di cuenta que algo en mi había cambiado, el saber que ya no tenia un lazo entre Draco, más que consolarme por la rabia que sentía me hiso sentir miserable.
    ¿Qué pasaría una vez que tuviera a Draco enfrente de mí? ¿Realmente seria capaz de matarlo? El la mañana estaba más que decidido a hacerlo pero ahora no esta del todo seguro. La furia y la decepción me segaban, lo sabía muy en el fondo. Pero lo peor de todo era que ya no había vuelta atrás. Tenia que cumplir la promesa con el demonio Jaden, de lo contrario una muerte seria el mejor de los castigos.
    Los gritos sofocados provenientes del castillo me sacaron de mis pensamientos. Mire a Neville con incredulidad pero el me respondió con una de terror.



    George
    Había pasado aproximadamente un día entero de la desaparición de Harry y Neville. Muchos suponían, incluyéndome, que estaba a punto de hacer una estupidez. Todavía sus palabras me resonaban el la cabeza sobre su venganza. ¿Realmente Harry seria capaz de matar al amor de su vida? Yo no podía creerlo, y no era por que no deseara que se hiciera justicia por la muerte de mi hermano era solo que no quería que Harry viviera con los remordimientos de una muerte como esa en sus manos.
    Lo que me llevaba a otra cuestión, ¿Por qué Voldemort se había hecho del corazón de Ron? ¿Y como es que este se había convertido en cristal una vez que estuvo fuera del cuerpo?
    Recordar la escena me hiso estremecerme. Rezaba a todos los dioses porque mi Hermano no hubiese sufrido demasiado en hora de su muerte.
    Ver como Sirius se desplomaba después de que Ron muriera me causo una gran impresión. Muchos de los míos decían que el unir las almas con su ser amado y morir con el, era el sacrificio de amor mas grande entre los Katagaria y Arcadianos. Como hubiese deseado vivir un amor así de profundo con la persona que más amaba.
    Amar y ser correspondido. En ocasiones pensaba que el amor era verdaderamente un milagro.
    Caminando por los jardines cerca de lago, sentí la presencia cálida y reconfortante de Katty abrazándome. Me di la vuelta con entusiasmo y la estreche entre mis brazos. Esta pequeña mujer se había convertido en mi santuario, ella aliviaba mis heridas con sus finas manos y sus apasionados besos. Que no haría yo por ella. No sabia como lo había conseguido pero Katty se estaba metiendo en mi corazón y las cicatrices que Fred me dejo se curaba poco a poco.
    Una vez compare el amor que sentía aún por Fred con el que empezaba a sentir por Katty y me di cuenta de que eran muy diferente pero casi con la misma intensidad. Entonces me aterre, ¿Qué pasaría si yo moria y ella también lo hacia? No soportaba tal idea y aunque Katty ya me había dicho que se emparejaría conmigo, yo me nege rotundamente a que por mi culpa y la forma de vida que llevaba, ella saliera lastimada al unir nuestras almas.
    - ¿Cómo estas Akribos? – me pregunto, y yo me reí de la palabra griega que significa “cariño” pronunciada en sus labios. Ella mejor que nadie podía ver como me sentía y realmente era un alivio tenerla junto a mí.
    - Bien mi pequeña Gataki. – katty me sonrio cuando la llame gatita.
    Era realmente extraño estar así, triste y feliz al mismo tiempo. Pero no era un sentimiento que no me gustara, de hecho ya comenzaba a acostumbrare y seguirle el paso.
    Unos gritos provenientes del castillo retumbaron como rocas sobre mis oídos. Con un terror arremolinando en mi interior me traslade junto con Katty hasta el gran comedor. Pero había sido un error enorme. Cuatro morfifagos estaban justo enfrente de mí, repartiendo a diestra y siniestra hechizos.
    Para salvar a los alumnos, Fred había conjurado con su magia Katagaria un escudo protector que rebotaba cualquier hechizo. Yo hice lo mismo para proteger a Katty y a cualquier alumno cerca de mí.
    Los profesores se veían demasiado desconcertados, y como no, los hechiceros oscuros se habían burlado una ves más de sus defensas mágicas y a solo uno pocos días. Pero no por eso no daban una buena lucha contra los intrusos.
    Un extraño portal se abrió de entre las sombras y de su interior aparecieron tres figuras encapuchadas. La primera se quito el gorro y con una mirada azul intenso busco por la estancia hasta que me miro a mí y me señalo con el dedo para después hablar con las personas que tenía detrás. Al principio no le había reconocido, pero ahora me daba cuenta de que se trataba de Draco Malfoy.
    Me quede helado, la cara de Draco era maldad pura y corroída. Sus cabellos una vez rubios platinados y recogidos siempre pulcramente, ahora estaba revueltos y desaliñados.
    Las dos figuras de atrás se quitaron las capuchas, uno de ellos era el mismísimo Voldemort y la otra era Bellatrix, la mortifaga fugitiva.
    - Draco, atrapala – ordeno el lord oscuro con una espantosa sonrisa de satispacccion en el rostro.
    Draco me miro de igual forma pero yo no entendí que era lo que estaba pasando ni lo que pretendían. El dragon plateado se hacerca con paso lento pero firme, apartando de un poderoso empujon a cualquiera que se le ponía enfrente. La magia que lo rodeaba era sumamente poderosa, nunca antes había sentido algo como esto, era totalmete escalofriante.
    Sin pensar dos beses sujete a Katty del brazo y le ordene que corriera, pidiendo a Dios que Draco se conformara con migo la dejara en paz a ella. Con lágrimas en los ojos, Katty me obedeció y salió despedida del gran comedor.
    Al darme la vuelta para enfrentar a Draco, el ya no estaba. Con un pánico, como nunca antes había experimentado, me volví para descubrir que Draco estaba sobre el techo, trasformado en dragón y a punto de saltar sobre Katty. Trate de ir hasta ella pero entonces sentí una descarga eléctrica recorrer todo mi cuerpo.
    Aprecié como cambiaba de hombre a león y de león a hombre repetidas veces, causando inestabilidad en mi magia y evitando mi concentración.
    - Tu te quedas aquí, lindo gatito – la carcajada cruel que Bellatrix solto me puso los pelos de punta.
    - ¡George! – Entre las revueltas voces de toda la sala logre distinguir la de mi hermano. Temí por el como temía por Katty pero me di cuenta que entre los Katty tenia la desventaja.
    - ¡Sálvala! –le grite con desesperación, -por favor… -lo ultimo que alcance a ver fue como Fred corría por el pasillo, en la dirección en la que mi novia se había ido.

    Neville
    Harry y yo nos trasportamos hasta la sala del gran comedor. Por el revuelto que había, nadie se percato de la forma en que hicimos nuestra intromisión.
    Lo primero que alcance a ver fue la cara desfigurada de Harry por el asombro. Su mirada se dirigía a un punto en específico y cuando vi el objeto de su escrutinio me paralice. Draco estaba sobre el techo, transformado en su forma natural de dragón y asechaba a alguien pero no pude ver de quien se trataba por que había demasiados alumnos por todos lados tratando de salvar sus vidas de los resientes mortíferos que aparecían de portales de sombra.
    Pero mi distracción por mi amigo se termino en cuanto vi a a George tirado en el piso y retorciéndose del dolor al transformarse repetidas veces en león y hombre. Bellatrix era quien sostenía el pacer que torturaba a George. ¿Dónde demonios había sacado esa arma Arcadiana?
    Con solo determinación de mi parte y utilizando aún mi forma humana, lace hacia ella una onda electromagnética que la elevo por los aires para aterrizar dolorosamente sobre uno de los muros.
    Me trasporte hasta George para ayudarle pero este estaba totalmente noqueado, así que lo cogí para llevarlo a salvo hasta detrás de una de las mesas que estaba volteada. Pude sentir entonces como el inútil intento de una magia quieria llegar hasta mí.
    Dirigí la mirada para saber de donde provenía y vi con sorpresa que se trataba de Bellatrix y otros dos mortifagos. Les sonreí malévolamente, si ellos querían lucha antros tendrían una muy buena paliza. Sobre todo Bellatrix quien ya me debía una por mis padres.
    Hace trece años la mortifaga Bellatrix había torturado a mis padres hasta la locura, pero yo nunca entendí como los simples hechizos de un mago podrían afectar tanto a mis padres, hasta ahora. ¿Quie hubiera pensado que esa humana sabia que eramnos nosotros y como controlarnos?
    La bruja me miro divertida, como si supiera algo que yo no que pudiera hacerme daño, pero eso era imposible, un phaser no era rival para mi. El poder katagaria que residía en mi cuerpo era más de cualquier katagaria o Arcadiano oso de todas las tribus de Europa. Los tras magos alzaron sus varitas y me apuntaron. No alcance a descifrar su hechizo pero me paso rosando el brazo. Descubrí con horror que tenia una herida profunda y las venas alrededor del corte se estaban poniendo negras.
    “Pero que demonios” –pensé, se suponía que ningún hechizo podía hacerme daño real, ninguno que proviniera de los humanos. El dolor se propago por mi cuerpo como si alguien estuviese a machacando mi cuerpo, provocando que los hechizos alrededor de mi para mantener una apariencia diferente se rompieran, pero más que eso, sentí como cambiaba a mi forma katagaria.
    Muchos de los alumnos que estaban alrededor se alegaron asustados al ver mi verdadera forma, no los culpaba, si yo viera a un enorme oso aparecer delante yo también huiría. Lo que más me preocupaba era que estaba demasiado débil como para salir librado nuevamente del mortífero hechizo. Pero justo cuando pensé que todo estaba perdido, un protejo se alzo delante de mi, impidiendo que se me hiciera damo alguno.
    Mire a mi salvador pero mis ojos no podían creerlo, era Nott.
     
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