[Long-Fic] Unrequited love (InuYasha/Kôga & Sesshômaru/Naraku)

En proceso. Antiguamente titulado "Amor no correspondido".

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1. Kayazarami
        +1   +1   -1
     
    .

    User deleted


    Capítulo 2. Revelaciones.

    Las cosas habían cambiado. Miroku se dio cuenta de ello apenas dos días después de haber dejado a sus amigos solos en aquel bar, en espera de que InuYasha confesara por fin lo que tanto tiempo llevaba guardándose, cuando todo empezó a torcerse entre ellos.

    Ahora su amigo peliplateado nunca los acompañaba cuando salían a tomar algo por las noches. En las asignaturas comunes de la facultad siempre evitaban sentarse cerca el uno del otro, cuando charlaban un rato toda la conversación tenía que llevarla él…

    Se estaban distanciando.

    Y él había contado con que Kôga se lo tomaría de otra forma. Tampoco esperaba que se lanzara a los brazos de su amigo y le declarara amor eterno, ni siquiera que le diera una oportunidad, pero diablos, había estado seguro que jamás dejaría que su amistad se echara a perder.

    Pero se había equivocado. Ahí estaba Kôga, actuando como un adolescente descerebrado, saliendo noche tras noche, llevándose a una chica distinta cada noche a la cama. ¡Como si el muy estúpido temiera contagiarse de homosexualidad o algo similar!

    Por el otro lado, las cosas aún estaban peor. Inuyasha no estaba dispuesto a hablarle de ello, pero no hacía falta. Miroku lo conocía desde que tenían cinco años y no era la primera vez que lo veía en aquella situación de sufrimiento. Y aunque le partía el alma no poder ayudarlo y se había maldecido mil millones de veces por haber provocado la confesión, nada podía hacer más que permanecer a su lado, viéndolo día a día protegido nuevamente con esa coraza de indiferencia como cuando era más joven y que tanto le había costado quitarse.

    —Voy a marcharme, Miroku.

    El moreno lo miró. Llevaban un rato sentados en la cafetería de la facultad, tomándose un café en silencio.

    —¿A dónde? —preguntó, algo confundido.

    —A Estados Unidos, el mes que viene. Terminaré este año allí.

    —Pero Inuyasha, ¿es realmente necesario?

    Su amigo suspiró y lo miró con tristeza durante un momento, antes de envolverse de nuevo con su mascara de indiferencia.

    —Si, realmente creo que sí. Mi padre ya lo sabe y está de acuerdo. Su mujer está más que feliz de librarse de mí durante una temporada, a Sesshômaru ni siquiera creo que le importe si estoy o no estoy, me lleva ignorando desde que lo conocí —hizo una pausa y dio un sorbo a su café descafeinado.

    —No quiero que te vayas.

    —No será para siempre, amigo mío. Solo este año y puede que el siguiente —sonó la campana que indicada que la siguiente clase estaba por comenzar y se levantó—. Necesito un cambio de aires.

    —Estas huyendo, Inuyasha —acusó Miroku, levantándose también.

    —Lo sé —y el moreno casi se asustó ante la inmensidad de lo que aquella declaración conllevaba, por que él solo se había dado por vencido una vez antes y las consecuencias habían sido desastrosas—. Pero no puedo seguir así.

    Cuando se hubo ido, Miroku tomó aire con fuerza y se dijo que ya era hora de tener una conversación seria con Kôga.




    Naraku estaba tumbado boca arriba en el césped de la facultad, completamente solo. Tampoco deseaba compañía alguna, al menos no todavía.

    Los recuerdos de lo sucedido dos semanas atrás con Sesshômaru le asaltaron nuevamente, así como una pequeña punzada en el corazón cuando tras haberlo poseído, el heredero de la fortuna Taisho se había incorporado y tras anunciarle que podía dormir allí si lo deseaba, se había marchado a su habitación.

    Y aunque aquello era lo que por lógica debía suceder, aún le dolía un poco. Tras eso, no habían tenido ningún tipo de contacto, Sesshômaru lo ignoraba y él no se había esforzado en irle detrás, ni siquiera cuando lo había visto en la discoteca al día siguiente con una despampanante pelirroja.

    Simplemente había dejado de salir de noche y se había puesto a estudiar. Lo cual mejoraba sus notas y mantenía su mente ocupada la mayor parte del tiempo.

    Cuando el reloj dio la una, alguien se acercó decididamente a él y se sentó a su lado. Ni siquiera abrió los ojos, sabía de quién se trataba.

    —Ya se lo he dicho a Miroku.

    —¿Estás seguro, Inu?

    —Te recuerdo que tu mismo me sugeriste lo del viaje. Y además no veo otra solución. Cuando regrese las cosas volverán a la normalidad y podremos ser tan amigos como antes.

    —¿Y si no consigues olvidarte de él?

    —Entonces no sé si regresaré —afirmó, bastante decidido. Luego miró al pelinegro con decisión—. Ven conmigo.

    Ahora si que Naraku abrió los ojos. Al no detectar ningún asomo de burla o una sonrisita de suficiencia, se incorporó y lo miro seriamente.

    —¿Qué voy a hacer yo en Estados Unidos?

    —Estudiar, como yo. Dominas el inglés a la perfección, ¿qué más te da terminar los estudios aquí que allí? Ya lo he discutido con mi padre y él no tiene problema con que me acompañes. De hecho, se siente más cómodo pensando que no empezaré rodeado de desconocidos. Y ni se te ocurra mencionar el dinero, Naraku, sabes que tiene hasta para comprar la Luna si algún día sale a la venta.

    —Inuyasha, no puedo aceptarlo.

    —Vas a tener que hacerlo, por que… Tú necesitas olvidar tanto como yo —dijo, esperando convencerlo así—. Y por que no puedo imaginar a nadie mejor que tú para acompañarme.

    Y aquel último e inesperado argumento Naraku no pudo contradecirlo.




    Miroku encontró a Kôga en el Refresh, un local que se había puesto de moda entre los estudiantes de los primeros cursos desde que habían descubierto que las chicas de enfermería pasaban allí sus noches.

    Estaba en medio de la pista, bailando con lo que parecía su conquista de la noche, una morena de tercero de enfermería, si la memoria no le fallaba.

    Como no tenía tiempo para tonterías, simplemente entró a la pista, tomó a su amigo del brazo y lo arrastro pese a sus quejas y protestas hacia un lugar donde hubiera el mínimo ruido posible. Cuando se detuvo, le echó un rápido vistazo y constató para su alivio que no estaba borracho. O al menos no lo suficiente como para no entender todo lo que tenía que contarle.

    —¡¿Por qué puñetas me has sacado de la pista, Miroku?! ¡¿Has visto lo buena que estaba esa chica?! ¡Me ha costado una hora y dos copas conseguir que bailara conmigo!

    —Si, Romeo, lamento haberte arruinado el plan, pero ahora vas a venir conmigo a otro lugar y vas a escuchar una historia. Y después de eso, puedes venir aquí y llevarte a la cama a todas las que quieras.

    —No hay quién te entienda —dijo este, siguiendo a su amigo fuera del local, consciente de que la mirada de gravedad que le había dado Miroku no podía significar nada bueno.

    Tomaron el coche de Kôga y fueron hasta la zona norte, donde no había fiestas nocturnas pero si unos cuantos pubs tranquilos donde a veces recitaban poesía o tocaban algunas canciones. Entraron al Soul, pidieron un par de bebidas -Miroku insistió en que nada de alcohol- y se sentaron un una de las mesas más apartadas.

    —Bueno, aquí estamos. ¿Qué querías decirme?

    El moreno de ojos azules tomó aire y clavo la mirada más penetrante que le era posible poner en Kôga.

    —Me gustaría que me explicases que es todo este jueguecito idiota que te traes. ¿Estás tratando de batir algún récord similar a "llévate la mayor cantidad de mujeres a la cama en el menor tiempo posible"?

    —Oh, vamos, ni que fuera la primera vez que hago algo así —respondió el castaño con una sonrisa.

    —Nunca lo habías hecho tan seguido. Y nunca lo habías hecho para huir de alguien a quién supuestamente aprecias.

    La sonrisa de Kôga desapareció.

    —Esto no tiene nada que ver con Inuyasha.

    —Llevas dos semanas ignorándolo, esquivándolo y alejándote de él.

    —Es él quién se está alejando, yo lo trato como siempre.

    —¡Y una mierda! —gritó el moreno, dejando atónito a su amigo. Miroku nunca, jamás, perdía los nervios—. ¡Has estado actuando como un maldito crío! ¡Al día siguiente, en la facultad, cuando se sentó a tu lado, en la clase siguiente estabas en la otra punta del aula! La primera noche que salimos después de que se te confesara, te enrollaste con casi todas las chicas del maldito bar. Podrías haber esperado a que él se fuera, sabías que solo iba a estar un par de horas, pero no, tenías que recalcarle que no sientes nada por él, ni siquiera le diste algo de margen por ser tu amigo. ¡Eres un maldito gilipollas!

    —¡No estoy enamorado de él!

    —Eso ya lo sé. Él también. Creo que prácticamente todo nuestro curso se ha dado cuenta. Lo que no entiendo es por que tienes que hacerle daño. Dioses, Kôga, Inuyasha te ama, no es nada malo y tampoco es algo que él haya hecho premeditadamente para fastidiarte.

    —Ya lo sé. Es solo que joder, no sé que hacer. Él me besó, Miroku.

    Ahora el oji azul se quedó estupefacto. Inuyasha no le había contado aquel detalle. Tampoco justificaba la actitud de Kôga, pero era un dato que hasta ese momento había desconocido.

    —Bueno, nunca se le han dado muy bien las palabras —le comentó, sonriendo ligeramente.

    —Ni las acciones —replicó su amigo con un deje de ironía, haciendo alusión a todas las peleas que habían tenido en el pasado, además de al beso.

    —No, tampoco las acciones —corroboró Miroku.

    Se quedaron callados unos minutos que les parecieron horas. Kôga ya estaba pensando en retirarse y seguir con su fiesta, cuando las palabras escuchadas lo dejaron clavado en el sitio.

    —Tú sabes que Inuyasha es el hijo bastardo de InuTashio, ¿verdad?

    Él asintió. Aquella noticia había sido la comidilla de los de su clase durante años.

    —Y también sabes que yo no soy ni mucho menos rico. De hecho, solo pude entrar a esta Universidad por una beca, al igual que Naraku. Pues verás, esa beca que permite la entrada cada año de 5 estudiantes de bajo nivel y les financia toda la carrera es exactamente el mismo tipo de beca que recibimos durante el instituto y que financia la Taisho Corporation. Y esas becas, que ahora benefician a muchos jóvenes sin recursos, fueron creadas únicamente para que Naraku y yo siguiéramos al lado de Inuyasha.

    —¿Por qué? —preguntó Kôga, lleno de curiosidad—. Yo creo que Inuyasha sabe defenderse muy bien el solito.

    —Ya. Pues crees mal. Inuyasha no sabe defenderse en absoluto, se limita a encajar los golpes. Es más frágil que el cristal. Y no, no me vengas con historias acerca de vuestras peleas, eso no son más que demostraciones físicas. Inuyasha es débil del corazón.

    —¿Está enfermo? —preguntó con un tono de alarma en su voz.

    —No, en absoluto. Dime, Kôga, ¿sabes algo de la madre biológica de Inuyasha?

    —No, nada. Nunca ha trascendido a la prensa ni a la sociedad su identidad.

    —La madre de Inuyasha era una prostituta de lujo.

    —Joder —soltó Kôga sin poder evitarlo, asombrado con la noticia.

    —Y además era una mujer ambiciosa y muy cruel. Nunca le importó Inuyasha en absoluto, solo lo mantuvo cerca por el dinero que su padre le pasaba todos los meses, pero no se preocupaba por él. A los cinco años, una asistente social encontró a Inuyasha solo en un piso abandonado. Tenía signos de maltrato, desnutrición y estaba al borde la muerte. Tras un tiempo ingresado en el hospital, lo trasladaron al Orfanato Shikon. Mis padres colaboraban en ese orfanato los fines de semana y conozco a Inuyasha desde que tengo memoria —Miroku hizo una pausa, dio un trago a su bebida y continúo—. Cuando crecimos, Naraku tomó bajo su cuidado a Inuyasha y lo mantuvo apartado de la delincuencia y todo lo malo que circulaba por ese lugar. No puedo decir que él hiciera lo mismo, por que siempre conseguía dinero y siempre se lo gastaba en los niños. Aparenta ser una persona fría y despiadada, pero en el fondo no lo es en absoluto, no es más que una coraza, como la que lleva a cuestas Inuyasha. Cuando la madre de Inuyasha falleció, el señor Taisho fue a buscarlo a Italia. Allí se enteró que la mujer, ahora conocida como una extranjera rica, no tenía hijo alguno y tras hacer algunas averiguaciones, encontró a Inuyasha en el orfanato. Tenía doce años y cuando las pruebas de ADN lo revelaron como su autentico padre, nada se pudo hacer por que Inu permaneciera allí. Tres meses después del traslado, se cortó las venas. No fue grave, los médicos le atendieron enseguida y ni siquiera le queda cicatriz, pero el señor Taisho comprendió que no podía mantener a su hijo lejos de la única familia que había conocido cuando su esposa e hijo lo despreciaban abiertamente. Fue por eso que nosotros hemos estado estudiando con él desde entonces. Y nunca ha vuelto a intentar nada similar.

    —Vaya… —Kôga se quedó en silencio. El corazón le dolía un poco. Al fin y al cabo había sido amigo de Inuyasha desde hacía bastante tiempo y nunca lo habría imaginado.

    —A Inuyasha nadie lo ha querido en su vida. Su padre le dio dinero, pero lo dejó en manos de su madre. Su madre lo maltrató y le dio una infancia terrible, para luego abandonarlo con la esperanza de que otro se hiciera cargo del problema o muriera. En el orfanato por fin con Naraku y yo fue un poco feliz y entonces, su padre lo reclamó. Lo llevó a vivir a un hogar donde fue despreciado día si y día también. Casi se quita la vida. Y cuando las cosas se estabilizan, cuando el dolor del rechazo de su madrastra, de su hermano y de todas las heridas del pasado está a punto de quedar en el olvido, cuando consigo que se abra a otras personas y te incluya a ti en su vida… Se enamora. Y la poca esperanza que le quedaba se pierde, por que descubre que el amor duele y que el jamás alcanzara la plenitud, por que el cielo le está negado. Después, por primera vez en su vida le dice a alguien que lo quiere y ese alguien lo rechaza, le da la espalda y lo ignora. Ahora Inuyasha solo puede huir, por que afrontar más dolor lo llevaría a la muerte o a la locura.

    Amos callaron. Kôga se sentía realmente mal.

    —¿Qué puedo hacer yo, Miroku? Yo no…

    —Ya lo sé. Pero, ¿sabes? No trates a Inuyasha de esa manera, te lo ruego. La homosexualidad no es contagiosa. Y eres muy importante para él. Solo no lo desprecies más, por favor.

    De nuevo no dicen nada durante un rato, parece que Kôga tiene mucho en que pensar y nada que compartir con el, así que al poco ambos de marchan del local y Kôga acerca a Miroku a su casa.

    Cuando esté ha bajado y esta a punto de empezar a caminar a la puerta de su humilde casa, un llamado de Kôga lo detiene.

    —¿Qué pasa? —le pregunta desde fuera, con su amigo asomado a la ventanilla del coche.

    —Si le he estado evitando, si me he alejado de su lado y he estado con todas esas chicas últimamente ha sido por que...

    —¿Sí?

    —Ha sido por que no he podido quitarme el beso de InuYasha de la cabeza, Miroku. Y me estoy volviendo loco.

    Miroku se quedó perplejo. Sobre todo al ver el rostro lleno de confusión y angustia de Kôga ante lo que acaba de decir. Pero no le dio tiempo a preguntar nada, ya que este subió el cristal, arrancó el coche y se marchó a toda velocidad.

    Y empezó a preguntarse, mientras caminaba a su casa, si no sería que Kôga podía estar planteándose la posibilidad de ser bisexual. De ser así, el pobre debía tener la cabeza hecha un autentico lío. Y quizás... Quizás InuYasha tuviera una posibilidad.

    Ojala fuera así.

    Continuará…

    Edited by Kayazarami - 15/7/2014, 00:03
     
    Top
    .
28 replies since 22/8/2011, 02:51   2188 views
  Share  
.