[Long-Fic] Cuida tus plabras (Harry&Draco)

En proceso.

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  1. Kayazarami
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    Aunque no seas tú

    La puesta en libertad de Lucius Malfoy fue la comidilla del colegio durante dos semanas más, hasta que llegaron las vacaciones de Navidad y la emoción de regresar a casa aplacó cualquier otro pensamiento.

    El Ministerio de Magia había decidido celebrar las primeras fiestas navideñas sin Voldemort por todo lo alto, quizás tratando de compensar un poco a la población mágica por todos los errores cometidos por Fudge y los suyos en su día.

    El Callejón Diagon y Hogsmeade fueron decorados como nunca antes. Coros de muñecos de cristal rodeados de nieve cantaban en cada esquina, hadas blancas volaban por las abarrotadas calles dejando caer un fino polvo plateado de sus alas, los establecimientos habían colocado preciosos adornos brillantes que se movían y saludaban a los transeúntes.

    Los jóvenes estaban deseosos de pasear por esos lugares con sus padres y contagiarse de la alegría general, tras tanto tiempo sufriendo.

    En cambio, Harry se encontraba en un estado semi-depresivo. Rechazó la invitación de Ron de pasar las fiestas en la Madriguera. Tampoco hizo planes para viajar a ningún sitio. Simplemente se quedó en Hogwarts, disfrutando de un castillo prácticamente vacío de alumnos que lo único que sabían hacer era mirarlo con adoración.

    Sabía que Malfoy se había ido a pasar la Navidad en la mansión de su familia, aunque seguramente su reencuentro con su padre sería tenso, cuanto menos. El rubio no había dado ninguna señal de estar especialmente contento u orgulloso de su liberación. Más bien había parecido indiferente, como lo llevaba siendo desde el principio del curso.

    La tarde del día de Nochebuena, mientras se encontraba sentado en la torre de astronomía observando la nieve caer, alguien golpeó suavemente su hombro. Al darse la vuelta, descubrió a Justin Fint-Fletcher mirándolo con curiosidad.

    —Hola—saludó, por pura inercia.

    —Hola, Harry—respondió el Hufflepuff, sonriendo—¿No tienes frío?

    —Nah, llevo tantos hechizos caloríficos encima que podría enterrarme en la nieve y probablemente la fundiría.

    El chico dejo escapar una ligera risa ante el comentario. Y luego, se lo quedó mirando con intensidad. Harry se estremeció. Era alto, bastante fuerte gracias al Quidditch y, desde luego, guapo.

    —¿Por qué no has ido a casa, Justin?—preguntó, con un poco de curiosidad. El mismo día que sus compañeros partieron, se pudo escuchar el howler de la madre del chico, muy enfadada por que al parecer había decidido quedarse sin su permiso.

    —Bueno… Mi tío murió en la guerra, no iban a ser unas navidades muy felices para mí, visitando su tumba casi todos los días. Así que decidí quedarme—no parecía demasiado afectado—¿Y tú, por que estás aquí? Casi todo el mundo comentaba que ibas a pasar las fiestas en la casa de la ministra y que irías a su Baile de Navidad.

    —Si, bueno, invitado al baile estaba. Pero de ahí a pasar todas las navidades con la ministra… Me cae bien la señora Bonnes, pero no somos amigos ni nada. Los de El Profeta ya no saben que decir de mi, eso es todo. Solo quería un poco de tranquilidad.

    —B-bueno, ya que estamos los dos aquí solos… Quizás podríamos vernos un poco… Para pasear y charlar un rato, si quieres, claro.

    El gryffindor clavó sus penetrantes ojos verdes en él apenas notó que el chico había vacilado un tanto al pronunciar esas palabras. Se dio cuenta de que el Hufflepuff tenía las mejillas rosadas. Y Justin había estado saliendo con un Ravenclaw durante su sexto año, si la memoria no le fallaba.

    —¿Me estás proponiendo que quedemos?

    —Sí—dijo, esta vez con más seguridad—Como amigos, aunque me gustaría que con el tiempo, fuésemos algo más.

    Harry pensó en su estúpido enamoramiento que no iba a ninguna parte. Pensó en el moreno atractivo que tenía ante él, indudablemente menos complicado que el Slytherin y más sincero. Pensó en la guerra, en amigos y enemigos, en las peleas entre casas y pensó en él mismo.

    Ya iba siendo hora de experimentar un poco de felicidad, ¿no? Tenía derecho, se lo había ganado. Aunque no fuera con quién hubiera deseado. De todas formas, ¿Cuándo las cosas que ocurrían eran favorables a él, excepto en las ocasiones en las que estaba a punto de morir?

    Suspiró y formo una media sonrisa que dio esperanzas a su nervioso compañero.

    —Está bien—aceptó.

    Y se quedaron hablando en la torre el resto de la tarde.

    Continuará...
     
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    La oscuridad es mi camino...las tinieblas mi trono y tu agonia mi aliento

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    oh, sinto no heber escrito antes ejejeej se me fue mi internet
    me he perdido de mucho
    pero ya me estoy actualizando
     
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  3. princess_obscurite
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    esto esta en fanficcion no? bueno debo decir que yo lo lei ahi y que fue el primer fic de esta pareja que leo xD Y ME HA ENCANTADO, tanto que no puedo esperar a que continues xD te diria hasta donde me quede .-. pero no quiero haces spoiler xD espero conti con ansias
     
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  4. Kayazarami
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    Emboscada


    Draco esbozó una media sonrisa de superioridad, que logró recibir otras tantas en respuesta.

    Todo había sido cuidadosamente planeado, nada podía salir mal. Alzó la mano izquierda para detener con un gesto a sus compañeros, mientras pasaban por el pasillo lateral algunos despreocupados Hufflepuff de segundo año.

    No eran su objetivo.

    Bajo su mano cuando las risas de los tejones dejaron de escucharse y se concentró para detectar sonidos que indicaran la proximidad de alguien en concreto.

    Había tardado bastante en pulir aquel plan. Había previsto tenerlo listo para antes de las vacaciones de Navidad, pero con el shock de la liberación de su padre, el algo más que tenso reencuentro familiar en Navidad y la reciente cercanía del estúpido Justin Fint-Flecher a Potter, la cosa se había ido posponiendo y ya estaban a mediados de Enero.

    De pronto, le llegaron las voces que más deseaba oír en el mundo y nuevamente hizo un gesto al resto de Slytherin apostados en el corredor, uno discreto pero afirmativo.

    Dos segundos después, Pansy y Blaise estaban justo tras él, seguidos de otros cuatro alumnos y seis más en la pared contigua. No sabía donde se había metido Theo, pero ese no era el momento ideal para preguntar, además últimamente se pasaba el tiempo con un grupo de quinto.

    Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, Draco empujó con su mano la botellita que había estado guardada cuidadosamente entre los pliegues de su capa y esta comenzó a rodar hasta la mitad del pasillo, quedando justo bajo los pies de los caminantes.

    —¡Bombarda!—gritó, apuntado el frasco. Y este estalló en pedazos, liberando un espeso humo gris que se expandió a toda velocidad, impidiendo visión alguna de lo que sucedía en el perímetro.

    Él y sus compañeros realizaron un rápido conjuro antiniebla en sus rostros y entraron en la zona, lanzando hechizos a diestro y siniestro, cuidándose tan solo de que no se les escapara alguno oscuro y terminaran en Azkaban.

    El rubio avanzó entre los caídos y llegó hasta el centro, en donde un grupito se arremolinaba en torno a su cabecilla, defendiéndose a duras penas, espalda con espalda unos con otros.

    Lanzó un potente desmaius al chico que cubría la persona que le interesaba y un rápido petrificus a la susodicha. Luego se acercó con su sonrisa más cruel mientras sus amigos se ocupaban del resto.

    —Hola, pobretona—saludo burlón—¿Sabes que es de mala educación no responder un saludo? Ah, es cierto, que no puedes. Permíteme.—un nuevo conjuro cayó sobre ella y gruesas cuerdas la envolvieron, al tiempo que se retiraba su parálisis.

    —Eres un cobarde, Malfoy. ¡Nos has tendido una sucia emboscada! ¡Pelea cara a cara si te atreves!

    —Cierra tu malhablada bocota. Tú eres la rata que va tendiéndoles trampas a los niños de primero, no te quejes si recibes un poco de tu propia medicina. ¿Qué pasa, Weassalette? ¿Te dedicas a cazar a los malos para ver si así Potty vuelve a fijarse en ti?

    —¡Bastardo asqueroso! —gritó la pelirroja, con la cara roja de la furia, mientras a su alrededor los Slytherins reían como locos—¡Juro que voy a matarte, Malfoy! ¡Algún día te matare, serpiente rastrera!

    —Por supuesto. Mira como tiemblo. ¡Socorro, la ex-novia del salvador del mundo mágico ha jurado asesinarme!—río ligeramente—Lamento recordarte que poco o ningún papel tuviste en la guerra, más que andar lloriqueando por las esquinas sobre peligro que rodeaba a tu amado. ¡Si entonces no moviste un dedo, no sé con que derecho crees que puedes dártela de justiciera en estos momentos! ¡Ahora no hay vidas en juego, más que las que tu misma pones en peligro!

    —Oh, no, no creas que vas a engañarme. Yo sé muy bien lo que pretendes—aseguró, con los ojos brillando apasionadamente—¡Tú quieres ocupar el lugar de El-que-no-debe-ser-nombrado! ¡Te he visto mirando a Harry! ¡Sé que planeas matarlo y convertirte en el próximo Señor Oscuro y no lo permitiré! ¡Ni estos idiotas serán los próximos mortífagos! ¡Acabaré con todos vosotros antes que eso pase!

    Draco respiró profundamente y trató de calmarse. Realmente no podía permitirse una imperdonable justo en esos momentos.

    —Estás loca, Weasley. Realmente chiflada. Créeme, necesitas ver a un psicomago con urgencia. Y no estoy diciéndolo como insulto. De los que ves aquí, el único que lleva la marca tenebrosa en el brazo soy yo. Por que era ser marcado o quedarme sin padres. Si hubieras estado en mi lugar, habrías tomado la misma decisión. ¿Por qué crees que el Wizengamot no me condenó? ¿Por la mera bondad de su corazón? ¡Por que no tenían pruebas, por que todo fue bajo coacción, estúpida!

    —¡No te condenaron por que Harry defendió tu causa, por que le creyeron! ¡Pero él es demasiado bueno! ¡No te lo mereces, como tampoco merece tu padre la libertad! ¡Debería estar muerto, ambos deberías estarlo!

    —Definitivamente has perdido el juicio.—apuntó con su varita a la chica, dispuesto a desmayarla y marcharse del lugar—Es una pena, pero…

    —¿Pero qué, señor Malfoy?—preguntó una profunda y severa voz justo tras ellos.

    El chico se dio la vuelta y se encontró cara a cara con Minerva McGonagall, directora de Hogwarts, flanqueada por el profesor Flitwitch y la profesora Sinistra. La cortina de humo que los rodeaba había desaparecido.

    —Me parece que van a acompañarme todos a mi despacho—comunicó, al mismo tiempo que liberaba con un pase de varita a la pelirroja Gryffindor y profesores comenzaban a enervar a los desmayados—Tenemos una larga conversación pendiente. Y habrá que tomar las medidas oportunas.

    Continuará…
     
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  5. Naruko-12
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    Estuvo genial me gusto mucho jeje
    espero la conty saludos n.n
     
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  6. Kayazarami
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    Como elfos domésticos


    —¡Mira, Draco, mira!—gritó Pansy por enésima vez, colocando sus mojadas manos a la altura de la cara de su amigo—¡Mis uñas! ¡Mi piel! ¿Sabes cuánto cuesta la manicura veela? ¡Y voy a necesitar una nueva poción regenerativa de piel suave y limpia! ¡Es un desastre! ¡Maldita McGonagall!

    Este le lanzó una mirada afilada y observó sus propias manos, arrugadas y ásperas. Nunca las había tenido así, pero no le importó demasiado y cogió el siguiente plato. A su lado, Blaise dejó escapar una risa afilada. No soportaba lo presumida que podía ser la chica, lo sabía muy bien, pero por costumbre no se marchaba con sus otros compañeros Slytherins, que ocupaban los otros fregaderos con la resignación tatuada en sus caras.

    —No es el fin del mundo, Pans.

    —Habla por ti, Zabini—fue la respuesta afilada—Esto es trabajo de los elfos domésticos—escupió, mirándolos trabajar en el desayuno de mañana, a prudente distancia—¡Llevamos dos semanas limpiando la maldita cubertería! No soporto pensar que nos quedan dos semanas más. ¡Y encima los Gryffindors no están castigados! ¡No me puedo creer que se tragaran el cuento victimista de Weasley-Zorra!

    Pero era lógico que lo hubieran hecho y el rubio lo sabía. Los habían encontrado en el peor momento posible y eran considerados la escoria del mundo mágico. Tenían mucha suerte de no haber sido expulsados, aunque habían mandado una carta a todas sus familias y otra al Ministerio, avisando del "ataque". Ese verano probablemente sería llamado a juicio. Su madre le había pedido por carta que dejara la venganza de lado, una vez le informó de los ataques anteriores contra ellos y que mantuviera nuevamente un perfil bajo. Su padre había escrito un párrafo al final (algo que lo había sorprendido) diciéndole que el abogado de la familia estaba ya al tanto y no debía preocuparse, sumándose a la petición de su madre de pasar desapercibido.

    Había quedado en shock. Si su padre recomendaba discreción, las cosas estaban muy mal para ellos. Una semana atrás se habían realizado las votaciones para los miembros del Wizengamot y los resultados fueron poco alentadores. Muchos magos que perdieron seres queridos en la guerra eran parte ahora del tribunal y ansiaban venganza. Eran insobornables e implacables. No podían permitirse quedar en sus manos.

    Así que se limitaba a limpiar platos, vasos, bandejas y cubiertos sin rechistar. Siempre había un profesor que los acompañaba cuando terminaban de comer o cenar a las cocinas y luego los guiaba hasta su sala común al término del castigo. Mantenía una actitud tranquila que sus compañeros imitaban y admiraban. Lo cual no impedía que al llegar a su dormitorio se tirara a la cama, cerrara las cortinas y no supieran más de él hasta la mañana siguiente.

    —Draco—llamó su amiga y esté la miró—Cuéntamelo.

    —No hay nada que contar.

    —Si, si lo hay—está vez afirmó Blaise, uniéndose rápidamente al interrogatorio—¿Quién es?

    —No hay nadie—negó, rotundo.

    Pero no los podía engañar. Y le quedó muy claro cuando la morena lo miró directamente a los ojos.

    —¿Sabes que somos tus amigos, verdad? Pero auténticos. No por posición o interés. No puedes esperar que hagamos como si no pasara nada eternamente. Empezaste mal el curso, pero todos lo hicimos. No obstante nadie más que tú ha tenido esos cambios a humor depresivo tan de pronto. Sabemos que no estabas saliendo con nadie antes de la guerra o al menos creíamos saberlo. Por favor, sea lo que sea, confía en nosotros.

    —Bien—suspiró—Me gusta… Bueno, es más que eso. Por ridículo que suene, probablemente estoy enamorado de alguien que no es Slytherin y no…—añadió antes de que preguntaran—No voy a decir quién es, no insistáis. Él no sabe lo que siento y no lo sabrá nunca. Vosotros no haréis nada para que se entere y si lo intentáis, os mataré.

    —Pero, ¿por qué no se lo dices?

    —Seamos realistas. Soy un mortífago. Estoy marcado. Poco o nada importa lo guapo y rico que seas en estos momentos si posees alguna de esas dos características. En cuanto a la persona en cuestión, ni aunque diera señales de estar interesado en mi me permitiría intentar algo. Sería peligroso, para ambos. Esta mierda de guerra que hemos tenido me ha hecho entender muchas cosas. Soy incapaz de actuar como el frívolo capullo de antes... la mayor parte del tiempo—añadió con una pequeña sonrisa—Si fuera un capricho me lo pensaría. Pero no es el caso. Y no quiero hablar más del tema, terminemos de limpiar esto y vayamos a dormir, estoy rendido.

    Obediente y agradecida, Pansy se puso a parlotear acerca de que San Valentín sería dentro de catorce días y estaba entusiasmada por que había quedado con un chico ese día. Cuando terminaron y llegaron a Slytherin, les estaba esperando su últimamente desaparecido amigo Theo con una cara muy seria. No llevaba ningún libro, como era su costumbre y notaron que la mano que sujetaba su varita estaba un tanto blanca de hacer fuerza.

    —¿Podemos ir a tu habitación, Draco?

    El rubio asintió. Entraron los cuatro y tras varios hechizos de silencio, privacidad y bloqueo, Nott comenzó a hablar.

    Continuará…
     
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  7. Naruko-12
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    Esta super genial me gusto, me pregunto de que hablara Theo jeje :=nuse:
    Bueno espero la conti saludos :=NEKKIN:
     
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  8. Kayazarami
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    13. Corazón de fresa

    El Sábado 14 de Febrero llegó, inevitablemente. Y por primera vez, Harry tenía un plan para ese día, ya que había decidido hacer como si la cita con Cho jamás hubiera existido. Un plan romántico.

    Así que, después de desayunar, partió rumbo a Hogsmeade con sus amigos, de los cuales se separó al cabo de unas horas de ojear tiendas y se internó en Las Tres Escobas, en donde Justin lo estaba esperando con una rosa roja en la mano.

    —Está encantada —le dijo apenas se aproximó, entregándole la flor—. Jamás se marchitará. Al igual que lo que yo siento por ti.

    El moreno lo agradeció con una sonrisa y se sentó, pidiéndole una cerveza de mantequilla a la camarera.

    —¿Qué tal te fue en Encantamientos el Viernes?

    —Genial —comentó el Hufflepuff, contento—. Gracias por ayudarme con el Engorgio. No entiendo por que tardé tanto en dominar el movimiento de muñeca.

    —Por que estabas pensando en todo menos en el conjuro.

    —Quizás —admitió, dejando ver una sonrisa depredadora—. No puedo evitar ignorar el resto del mundo cuando tú estás en la habitación.

    Harry se revolvió, algo incomodo. Se estaba familiarizando poco a poco con la cercanía del otro y sus continuas muestras de afecto o cariño, pero a veces le costaba un tanto no darle una respuesta mordaz. El no era una estúpida quinceañera que necesitase un Romeo a su lado.

    —Justin, por favor. Sabes que no me gusta esa clase de…

    —Si, es cierto. Discúlpame —pidió rápidamente—. Es que a duras penas consigo creer que estés aquí sentado conmigo, que me consideres tu amigo. Quiero decir… ¡Con la de gente que daría lo que fuera por estar ahora en mi lugar!

    —Pero no hay nadie. Solo tú —recordó el gryffindor, sintiendo aumentar su molestia. Odiaba que le recordaran que era una celebridad. Suficiente tenía con las miradas que le lanzaban cada pocos minutos el resto de clientes del establecimiento.

    —Si. Tengo mucha suerte. Y dime, ¿te apetece hacer algo especial hoy?

    —No demasiado. Mientras que no me lleves al Salón del Té de Madame Pudipié, creo que cualquier cosa me vale.

    —Oh, venga, por favor. No entraría allí ni por un millón de galeones. Soy gay, no mariposón —comentó con tono de circunstancias, haciendo reír a su acompañante.

    Era por esas pequeñas bromas, propias de estudiantes de su edad sin preocupaciones más allá de aprobar los exámenes, que le gustaba tanto estar con Justin. En ese sentido, suponía que había hecho lo correcto, por que de haber tenido una oportunidad con Malfoy, ¿de que iban a hablar? ¿De sus prejuicios contra los muggles y la inmensa pena que sentía por que hubiera acabado con Voldemort?

    Eran de mundos distintos, en cambio el Hufflepuff estaba a su lado. En la batalla, en los ideales y en el trato amistoso. Quizás no lo quería, quizás no existía esa pasión que lo había llevado a besarse desesperadamente con el slytherin, pero con el tiempo… Lograría quererlo.

    —¡Tengo una idea! —exclamó su acompañante y llamó a la camarera, que acudió solicita—. Tráigame dos corazones de fresa.

    —¿Qué es eso? —preguntó Harry mientras la mujer iba a la barra.

    —Una bebida que preparan aquí solo hoy. Te aviso que aunque suena empalagosa, sabe bien.

    —Bueno, he hecho cosas peores que beberme algo con un nombre tan ñoño.

    —¡Ese es mi valiente héroe del mundo mágico!

    La puerta de Las Tres Escobas se abrió al mismo tiempo que les entregaban sus bebidas y un grupo de tres entró rápidamente. Iban cubiertos por una fina pelusilla rosa, parecida a la nieve. Eran dos chicos y el moreno se sobresaltó al escuchar la desagradable voz de Pansy Parkinson quejándose en voz bien alta de que algún idiota había convocado una nieve mágica de algodón de azúcar y que no iba a estar perfecta para su cita.

    Su corazón pasó de cero a mil pulsaciones por segundo cuando escuchó a Malfoy y Zabini riéndose de la pataleta de su amiga.

    —¿Pasa algo, Harry?

    —Eh, no, ¿por qué? —preguntó a su vez, mirando a su cita un tanto culpable por haberse quedado contemplando a su amor no correspondido durante demasiado rato. El otro lo había notado, pero afortunadamente lo malinterpretó.

    —Si te molesta estar aquí con esos tres, podemos ir a otro lugar.

    —No, no pasa nada. Además aún no hemos probado esta cosa —señaló, tomando una delicada copa de cristal con un líquido rosa chillón—. Salud —deseó, llevándoselo a los labios.

    —Salud.

    No sabía tan horriblemente dulce como había esperado. Tenía mucha fresa y probablemente alguna fruta mágica que equilibraba el sabor. Lo raro fue cuando, tras tomar el primer sobro, una nube rosada lo rodeo durante unos breves instantes antes de esfumarse. A Justin le ocurrió otro tanto.

    Confuso, lo vio sonreír de oreja a oreja y ponerse de pie.

    —Harry James Potter, ¿quieres ser mi novio? —Cuestionó y luego añadió, un poquito avergonzado—. Verás, la nube rosa… Solo aparece cuando estás enamorado y tienes a la persona amada frente a ti. Yo… Yo realmente quiero intentarlo.

    En ese momento, el gryffindor fue plenamente consciente de dos cosas. La primera, que la mayor parte del bar había quedado en silencio y a la espera. La segunda, que Draco Malfoy estaba en la barra pidiendo sus bebidas, justo detrás de Justin. Y tenía sus plateados ojos clavados en él. No parecía nada contento.

    Tragó saliva e hizo acopio del tan aclamado valor de su casa antes de responder.

    —Sí.

    Continuará…
     
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  9. Kayazarami
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    14. El centro del mundo

    De alguna manera, el rumor de que Justin y él estaban saliendo se extendió como la pólvora por todo Hogwarts al día siguiente de San Valentín.

    Harry no podía ir a ninguna parte sin sentir de nuevo todas las miradas sobre su persona. Tenía la sensación de que ni siquiera después de matar a Voldemort había llamado tanto la atención. Y era tan molesto... Por no decir que era aún peor cuando Justin se acercaba a él aunque fuera siquiera para desearle los buenos días.

    Incluso los miembros de Slytherin parecían disfrutar cuchicheando a sus espaldas sobre su relación. Allá donde fuera había risas y comentarios, algunos subidos de tono.

    —¿Es que nadie tiene nada mejor que hacer en esta maldita escuela que hablar de mí? —se lamentó a sus amigos Ron y Hermione unos días después, a la salida de la clase de Transformaciones—. No logro acabar de entenderlo. Llevan años así. En primero apenas me di cuenta, en segundo todo el puñetero mundo creía que era el heredero de Slytherin, en tercero hablaban sin parar de Sirius y de si aparecería para matarme, en cuarto yo era el odioso que se había colado en el Torneo de los Tres Magos, en quinto estaba loco de remate según El Profeta y todos me evitaban, en sexto pasé a ser el jodido Elegido y en séptimo fui el Indeseable número uno. ¡Estoy harto de ser el centro del mundo!

    —Harry, cuanta más importancia le des tú, más le darán ellos —dijo Hermione, intentando calmarlo—. Esto es así. Sé que es molesto y que lo detestas, pero el mundo mágico es muy pequeño en comparación con el muggle y parece ser que ambos comparten su afición por meterse en la vida privada de los famosos.

    —¡Yo no pedí ser famoso!

    —Lo sabemos, tío —aseguró Ron, dándole un par de palmadas amistosas en la espalda—. Es una gran putada.

    El moreno suspiró. Por lo menos con ellos podía desahogarse.

    —Una cosa, Harry —dijo Hermione, mirándolo un poco preocupada—. ¿Estás seguro de que salir con Flint-Fletchley es una buena idea? Quiero decir, tú mismo nos dijiste que estabas enamorado de...bueno, ya sabes.

    —Y sigo estandolo. Pero seamos sinceros, ¿cuantas posibilidades reales tengo de tener algo con él?

    —Eh... ¿Ninguna? —probó a responder Ron.

    Harry asintió, un poco apenado.

    —Exacto. Ninguna.

    Hermione se acercó a él y le tendió la mano en señal de apoyo. Sin pensarlo mucho, Harry se la cogió y la apretó con fuerza. Un grupo de estudiantes que pasaban por el mismo pasillo que ellos los vio y empezaron a murmurar entre ellos sin intentar disimular siquiera.

    —¡Hey, vosotros! —gritó entonces Ron, para sorpresa de sus dos amigos—. ¡No se que estáis diciendo, pero como vaya para allá os vais a enterar de lo que es bueno!

    Las palabras del pelirrojo bastaron para que el grupito pasara rápido por su lado y en silencio.

    —¿Ron? —preguntó Hermione, asombrada.

    —¿Qué? Yo también estoy cansado de todo esto —aseguró, con el ceño fruncido por el disgusto—. ¡Hasta mamá me ha enviado una carta preguntándome si el tal Justin es un buen chico!

    —¿En serio? —dijo Harry, horrorizado de que la noticia hubiera llegado a los oídos de la señora Weasley.

    —Sí. Y, por si quieres mi opinión, me parece que es un poco petulante y que se lo tiene muy creído desde que empezó a salir contigo.

    Harry no supo que contestar a eso. Se limitó a sonreírle a su amigo y seguir caminando junto a ellos hacia los jardines del colegio, en donde pensaban pasar el resto de la tarde, lejos de todos los alumnos y sus estúpidos comentarios.

    Continuará...
     
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  10. Kayazarami
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    15. La trampa

    Estaba confundido, desde luego. Había recibido aquella misma tarde una nota de Neville diciendo que tenía algo importante que contarle a las nueve en uno de los patios del colegio. Apenas veía a su compañero de habitación últimamente, se pasaba la vida en los Invernaderos con la profesora Sprout haciendo prácticas de botánica mágica, pues pensaba convertirse en biólogo y necesitaba como mínimo un Extraordinario en Herbologia. Y por ello, lo estuvo esperando durante treinta minutos, sin que el otro diera señales de vida.

    Cuando se hizo claro que debía haberle surgido algo o aún más probable, que había olvidado que habían quedado, Harry decidió regresar a la sala común antes de que dieran las diez y comenzara el toque de queda. No quería encontrarse con ningún prefecto que le restara puntos. Conociendo su suerte, se encontraría de frente con Draco Malfoy a las diez y un minuto.

    Y las cosas últimamente estaban muy tensas. Cada vez que se veían en clase o en el comedor, el rubio clavaba sus fríos ojos grises en él y lo analizaba cuidadosamente. Al gryffindor empezaba a dolerle la espalda de tanta tensión acumulada, pues se quedaba rígido mientras lo escudriñaba.

    Además de eso, se los encontraba demasiado a menudo por los pasillos, cuando durante todo el curso se habían dedicado a retirarse a su sala común apenas terminaban las clases o comían.

    Estaba inquieto al respecto, aunque Hermione no dejaba de decirle que eran paranoias post-guerra y que era un trastorno muy común. Como la chica solía tener razón, trataba de darle la menor importancia posible a sus sospechas.

    Estaba pensando en ello y tratando desesperadamente de no profundizar más en sus pensamientos sobre Malfoy, cuando algo lo golpeo en la nuca y cayó al suelo, desorientado y con la cabeza palpitándole de puro dolor.

    Los oídos le zumbaban y se le hacía casi imposible escuchar nada. A duras penas se dio la vuelta, pero las gafas habían caído al suelo con el impacto y lo único que pudo distinguir fueron varias siluetas borrosas.

    —Muy bien, Paul —felicitó una voz desconocida—. Lo has dejado consciente, perfecto. Quitarle la varita y agarrarlo —ordenó.

    Dos fuertes brazos lo tomaron a cada lado y sostuvieron, alguien sustrajo su varita del bolsillo donde la guardaba y comenzaron a arrastrarlo por el pasillo sin miramientos, mientras que dos de sus captores se situaban a sus espaldas y el que había hablado (o eso le parecía) lideraba el grupo.

    La cabeza la daba vueltas y el dolor no remitía ni un ápice. Era incapaz de pensar o hablar. Tras lo que le pareció una eternidad de agonía, supo que le estaban haciendo pasar por una puerta y un viento frío lo azotó sin piedad, despejándolo un poco.

    La torre de astronomía.

    Los chicos que lo sujetaban lo dejaron caer al suelo frío de piedra, de pronto.

    —Bueno, niño que va a morir —le dijo el que a esas alturas estaba seguro era el cabecilla—. No se como no te mató el Señor Oscuro en su día. Eres francamente decepcionante, Potter.

    —Merthon, hazlo ya. Cualquiera puede venir —pidió uno de sus compañeros, inquieto.

    —No seas cobarde, Kurt. No va a venir nadie. Son las diez y media. A estas horas no hay alumnos en los pasillos y los prefectos tardaran 30 minutos aún en comenzar sus rondas. El plan es perfecto. Tenemos aún tiempo para divertirnos un poco —dos de los chicos ser rieron ante eso—. Bueno, que no se diga que no somos hospitalarios, héroe. Esto es por mandar a mi padre y a mi madre a Azkaban. ¡Crucio!

    Harry gritó. Su cuerpo se sacudió mientras sentía como uno a uno sus huesos ardían y su piel se quemaba. El dolor se intensificó cuando otro de los chicos se unió a la fiesta.

    —Y esto por preferir a los sangre-sucia por encima de los sangre-pura, asqueroso mestizo.

    Los demás se reían como idiotas, incapaces de lanzar la imperdonable, derrochando bravuconería.

    Debieron ser apenas unos minutos, pero parecieron horas. Para cuando bajaron las varitas, el moreno sabía que iba a perder el conocimiento de un momento a otro.

    —Que poco aguante, Potter. Y eso que mi padre me contó que en el cementerio soportaste la cruciatus durante más de treinta minutos. Claro que con la emoción de momento, estoy seguro que no estuvieron muy pendientes del reloj. En fin, fue un gusto pasar tiempo contigo, pero es la hora de decir adiós. Nos veremos en la otra vida.

    Todo daba vueltas, así que cerró los ojos. No los necesitaba abiertos para ver el rayo verde que de un momento a otro saldría de la varita de aquel capullo slytherin. Por que tenía que serlo, solo ellos llamaban a los nacidos de muggles sangre-sucias.

    La puerta de la torre se sacudió y alguien entró rápidamente.

    —¿Qué demonios…te crees que…estás haciendo, Duggham? —preguntó una voz entrecortada, falta de aire.

    Escuchó los pies de sus captores moverse hacia el recién llegado. Lo último que alcanzó a pensar antes de desmayarse fue en lo irónico que era que Draco Malfoy llegara para unirse a la fiesta.

    Continuará…
     
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  11. Kayazarami
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    16. Habitación blanca

    —Umghhh…

    —¡Harry! —escuchó exclamar apenas recuperó la conciencia. Sonrió sin poder evitarlo y abrió los ojos. Esa era su Hermione, que enseguida le puso las gafas, aclarando su visión del mundo—. ¡Oh, dioses, estábamos tan preocupados por ti!

    —Menos mal que despiertas, compañero —y fue doloroso notar el inmenso alivio que destilaban las palabras de Ron, por que eso significaba que los había tenido sufriendo de verdad. El pelirrojo estaba muy sensible desde la muerte de su hermano—. Pensé… Merlín, Harry, no te voy a dejar salir solo nunca más —aseguró, mientras lo abrazaba sin reparos.

    —Hey, no hay necesidad de amenazar. Estoy bien

    —No estoy tan segura de eso, señor Potter —comentó Madame Pomfrey severamente, apareciendo tras la cortina que les daba privacidad—. Me parece increíble la capacidad que tiene para meterse en problemas. La última vez pensé que le había quedado bastante claro que su sistema está cada vez más débil. No puede andar recibiendo la cruciatus tan alegremente.

    —¡Yo no lo busqué!

    —¡No debería haber ido solo a ninguna parte a las nueve de la noche! —y está vez la enfermera gritaba, furiosa—. Si no está dispuesto a tomar en serio su seguridad, le advierto que lo declararé incapacitado para trabajos de considerable esfuerzo físico. Y sí —añadió, cortante—eso incluye ser auror.

    —¡No puede hacer eso! —exclamó, indignado.

    —Si continúa como hasta ahora, para cuando sea declarado incapacitado, realmente lo estará.

    —Está bien, le prometo que iré con más cuidado. ¡Diablos, yo no tengo la culpa de que todos los locos del mundo mágico me vayan detrás, maldita sea!

    —Lo sé, señor Potter —aseguró Pomfrey, con un tono más condescendiente—. Solo quiero que sea más consciente del peligro. Es su salud la que está en juego.

    —Lo tendré presente, le doy mi palabra. Y gracias por curarme. Otra vez.

    —Ya veremos si sigue tan agradecido cuando le dé sus pociones dentro de un rato —murmuró, marchándose a buen paso.

    Harry se quedó mirando sus compañeros. Ambos tenían ojeras, seguro que se habían colado por la noche con la capa de invisibilidad para velarlo. Desvió la vista. La Enfermería seguía igual que siempre, quitando la gran cantidad de caramelos, dulces y flores que la llenaban. ¿Cuántas más veces en su vida tendría que acabar allí? ¿Realmente valía la pena sea auror?

    —Harry, ¿en que estás pensando?

    —En nada, Herms. Solo estoy cansado de acabar siempre en el mismo lugar. ¿Por qué mi vida no puede ser normal?

    —Porque te guste o no —dijo el pelirrojo, cogiendo una caja de ranas de chocolate y tirándoles un par a sus amigos antes de devorar una—. Eres Harry James Potter. El jodido salvador del mundo mágico.

    —Gracias. Con amigos como tú, quién quiere enemigos.

    —Solo soy realista. Ahora, cuéntanos que demonios te pasó.

    —No mucho en realidad —la cabeza le punzaba cuando trataba de hacer memoria—. Estaba esperando a Neville en el patio… Está bien, ¿verdad?

    —Sí. Los capullos esos lo cogieron cuando salía del Invernadero a las cinco y le lanzaron la Imperius para que escribiera la nota. Te quiere pedir perdón, aunque ya le hemos dicho un millón de veces que no tiene la culpa de nada.

    —Puff —suspiró—. Decidí marcharme después de media hora esperando. Me atacaron en el pasillo, me dieron un golpe en la cabeza y me arrastraron hasta la torre de astronomía, creo.

    —Sí, fue allí —corroboró Hermione.

    —Luego empezaron a cruciarme dos de ellos. Cuando pararon yo no podía ni moverme. La cabeza me iba a estallar. Oí la voz de Malfoy preguntándoles sobre que estaban haciendo y lo siguiente ha sido despertarme aquí. ¿Cuánto llevo inconsciente? ¿Qué ha pasado con Malfoy? ¿Y el resto? ¿Cómo es que estoy vivo? ¿Nos encontró algún profesor?

    Sus amigos cruzaron una mirada preocupada.

    —Has estado fuera de juego un día. Pomfrey te dio una poción para seguir durmiendo ayer al mediodía. Son las doce de la mañana del 22 de Febrero —la chica hizo una breve pausa como dudando sobre si seguir o no—. Malfoy está en el Ministerio. Lo detuvieron aquella noche, junto con el resto de slytherins que te atacaron.

    —¿Él estaba detrás de todo? —preguntó, sintiendo como su corazón se encogía de dolor. Una cosa era que no lo amara, pero Merlín, ¿aún deseaba matarlo? ¿Incluso después de besarlo tan apasionadamente?

    —No lo sé. No lo creo, Harry.

    —¿Por qué? —preguntó, perdido. Ron evadía su mirada y su amiga se apretaba nerviosamente las manos—. ¿Qué me estáis ocultando?

    —Cuando pasaron las diez y vimos que no llegabas, dimos la alarma. Todos los prefectos y profesores estaban buscándote. McGonagall no se anduvo con tonterías y llamó a al oficina de aurores del Ministerio. Estos enviaron un destacamento y lo primero que hicieron fue lanzar hechizos de rastreo de magia negra, lo que les llevo derechitos a la torre de astronomía.

    —Allí estaban el hurón y otros cinco slytherins. Uno de ellos, muerto. Se llamaba Merthon Duggham. La varita que lanzó el Avada fue la de Malfoy, Harry. Lo comprobaron —aclaró Ron, dejando de dar rodeos—. Se los llevaron a todos al Ministerio. Va a celebrarse un juicio muy pronto, solo estaban esperando a que despertases para que dieses tu versión de los hechos. Kinsgley estará aquí en unos minutos, le han asignado el caso y tu protección.

    El moreno enterró la cabeza entre sus brazos. Le dolía el cuerpo, el alma y el corazón. ¿Realmente Malfoy había tratado de matarlo? ¿Había tenido una discusión con el tal Merthon para ver cuál de los dos tenía el honor de acabar con él y por eso el otro chico había muerto? ¿O, por increíble que pudiera parecer, lo había protegido?

    Bueno, solo había una manera de salir de dudas.

    —Quiero ir al juicio.

    Continuará…
     
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  12. Kayazarami
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    17. A juicio

    La sala del juicio estaba atestada de prensa, profesores del colegio, importantes figuras del mundo mágico y con el Wizengamot al pleno. En primera línea estaban sus padres, impasibles de cara al público, muertos de nervios en su interior. Sus amigos estaban poco más allá de ellos. También pudo ver a Harry Potter, franqueado por sus inseparables compañeros de aventuras Hermione Granger y Ronald Weasley. Draco suspiró nada más entrar, hubiera preferido que no estuviera presente.

    Apenas tomó asiento y le quitaron las esposas, las cadenas de la silla cobraron vida y atraparon sus muñecas, impidiendo que pudiera escapar. Un auror se acercó a él y lo obligó a tragar lo que rápidamente identificó como veritaserum.

    Entonces comenzó el interrogatorio, a cargo de Kingsley Shackebolt.

    —Draco Lucius Malfoy, diecisiete años, alumno de séptimo curso del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, ¿es correcto?

    —Sí.

    —Bien, señor Malfoy, ¿Dónde estaba usted sobre las diez menos cuarto de la noche del 20 de Febrero?

    —En la Torre de Astronomía de Hogwarts.

    —¿Por qué estaba usted allí?

    —Un grupo de alumnos de Slytherin de cuarto y quinto habían llevado allí a Potter para matarlo.

    —¿Cómo obtuvo esa información?

    —Los estábamos vigilando a la espera de que tomaran la decisión de hacerlo desde hacía unos días.

    —¿Usted y quién más?

    —Pansy Parkinson, Blaise Zabini y Theodore Nott.

    —¿Por qué comenzaron a sospechar de ellos?

    —Nott estuvo un tiempo en su grupo, temiendo por su actitud, y averiguó que pretendían reinstaurar el reinado de Aquel no debe ser nombrado, ocupando Merthon Duggham su lugar.

    —¿Y por que fue a la Torre de astronomía en lugar de avisar a algún profesor?

    —Por que los profesores no nos iban a creer. Durante todo el curso los Slytherins hemos sido atacados por casi todos los miembros del resto de casas y los profesores no han hecho nada para evitarlo.

    Minerva McGonagall dejó escapar una pequeña exclamación ante el dato. Ciertamente no habían estado muy pendientes, siempre que un Slytherin había acabado en la enfermería habían asumido que se lo merecía por provocar a alguien, especialmente cuando no respondían a sus preguntas sobre el incidente que los había llevado allí. La guerra había dejado muchas secuelas, al parecer. Se prometió a si misma que en adelante debería ser más justa con los Slytherin.

    —¿Fue usted solo?

    —Sí. Blaise, Pansy y Theo querían acompañarme, pero los petrifiqué.

    —¿Por qué?

    —No quería que se vieran envueltos en la pelea, esos chicos estaban dispuestos a matar a cualquiera que se interpusiera entre ellos y Potter.

    —¿Qué ocurrió durante la pelea?

    —Cuando llegué Potter estaba en el suelo con todo el aspecto de haber recibido un par de Crucios, creo que estaba inconsciente y le sangraba la nariz. Me interpuse entre él y Merthon, los demás estaban tras él. Intenté convencerlo de renunciar a sus propósitos, pero no me escuchó. Me lanzó un Crucio. Cuando terminó, me puse en pie a duras penas. Me ordenó que me apartara, pero no lo hice.

    —¿Y entonces usted lanzó el Avada Kedavra que acabó con la vida del señor Duggham, señor Malfoy?

    —Sí, por que era lanzarlo o recibirlo. Y si yo moría nada le hubiera impedido a Merthon matar a Potter.

    El corazón de Harry se estremeció ante la afirmación, muy a su pesar. Lo había hecho por él, entonces. Para salvarle la vida. La cuestión era, ¿por qué? Después de todo lo que había pasado…

    —Hay algo que ninguno de nosotros entiende, señor Malfoy. Según tenemos entendido, usted y el señor Potter han sido rivales desde el primer día de colegio, ¿no?

    —Así es.

    —Entonces, ¿Por qué fue usted a salvar a alguien que odia?

    —Yo no odio a Potter —dejó escapar, maldiciendo en su interior el veritaserum.

    —Comprendo. ¿Son amigos, entonces?

    —No.

    —¿Se tratan con cordialidad?

    —No.

    Shackebolt estaba perplejo. Descubrir las motivaciones del chico iba a ser difícil. Entonces se le ocurrió algo, más propio de un sangre pura.

    —¿Fue a salvar al señor Potter por su propio interés?

    —Sí.

    —¿Salvó usted a Harry Potter, asesinando a un compañero suyo en el proceso, solo para ganar prestigio social, para verse como un héroe?

    —No.

    La sala quedó en silencio nuevamente. Harry ya no entendía nada. Los padres de Draco, menos aún. Blaise y Pansy habían atado cabos y la chica soltó un jadeo al entender, mientras que el chico no pudo evitar un ¡No me jodas! que se escuchó bastante alto en toda la sala. Theo miraba sin comprender a sus dos amigos, como la mayoría de espectadores del juicio. El interrogador estaba perdido, sin entender nada tampoco.

    —¿Por qué salvó usted al señor Potter? —preguntó, francamente confuso.

    —Por que estoy enamorado de él.

    Continuará…
     
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  13. Kayazarami
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    18. Sentencia

    Y a partir de ahí todo fue caos. Algunos jadearon sorprendidos como Pansy, otros exclamaron cosas peores que la de Blaise, Rita Skeeter y todos los periodistas escribían a tal velocidad que sus manos eran apenas borrones para los demás. Los padres de Draco se quedaron congelados en sus asientos, sus rostros mostraron la sorpresa que los embargaba. Hermione negó con la cabeza para si misma, por no haberlo notado antes, Ron dejo escapar un ¡La hostia! que se perdió entre los comentarios de los demás.

    Y Harry… Se quedó mirando a Draco, sin saber como sentirse. Tenía el corazón acelerado y el pulso a mil. Deseaba hacer algo, lo que fuera, pero al mismo tiempo era incapaz de moverse.

    No podía dudar de la veracidad de sus palabras, no bajo veritaserum. Merlín, ¿desde cuando? ¿Cómo? ¿Antes o después de la única vez que se habían besado, que se había dejado arrastrar por él? Y si entonces ya lo quería, ¿Por qué no hizo nada, por que dejó que comenzara a salir con Justin, que pensara todo lo que pensó de él durante ese tiempo?

    Había creído que su amor había terminado, que ya no sentía nada por él. Una sola frase por parte del Slytherin había sido suficiente para darse cuenta de que había estado engañándose a si mismo.

    En medio del caos, Shackebolt consiguió recomponerse, pero la confusión aún estaba patente en él.

    —¿Cómo? ¿Desde cuando? —dijo, más por curiosidad que profesionalidad.

    —No lo sé. Me di cuenta durante la Batalla Final, pero creo que desde que desde finales de mi quinto año.

    —¡Protesto! —exclamó el abogado de los Malfoy, saliendo también de su estupefacción—. Esa ha sido una pregunta personal no relacionada con el caso. Solicito que no conste en acta.

    —Se acepta —respondió la Ministra de Magia Amelia Bones—. Céntrese en el caso, auror Shackebolt.

    —¿Entonces, no hay nada más tras sus intenciones que su deseo de proteger al señor Potter a causa de sus sentimientos hacía él?

    —Nada más.

    —¿Realmente cree que el señor Duggham le hubiera lanzado la maldición asesina?

    —Llegó a pronunciar "Ava", pero yo fui más rápido.

    —Está bien, creo que es suficiente —anunció al auror, regresando a u lado de la tribuna.

    —¿Alguien desea agregar algo más? —preguntó la ministra y al no obtener respuesta añadió—. El Wizengamot se retira a deliberar.

    Y uno a uno, los magos fueron saliendo de la tribuna hacia la sala contigua para tomar una decisión. Un par de aurores le ayudaron a levantarse, algo mareado por la excesiva cantidad de veritaserum y lo llevaron de vuelta a los calabozos del Ministerio.

    Lo último que alcanzó a ver Draco antes de abandonar la sala fue la penetrante mirada verde de Harry Potter sobre él. Le pareció que los aurores le trataban con más amabilidad que antes, especialmente por la ausencia del típico empujón con el que solían ayudarlo a entrar en su celda temporal.

    El jurado tardó más de dos horas en alcanzar su veredicto. Cuando lo llevaron de vuelta, la ministra estaba en pie y los chicos que habían seguido a Merthon también estaban allí.

    —Tras dos horas y treinta y cuatro minutos de deliberación, el Wizengamot proclama la siguiente sentencia: que los señores conocidos como Herman Cortés, Paul Higgman, Kurt Cobalt y Simon Spencer, en plena posesión de sus facultades mentales, atacaron con la maldición imperdonable Cruciatus al señor Harry James Potter y se les condena a 7 años de prisión en Azkaban más otros 5 años de libertad condicional sin poder utilizar su varita y a pagar al señor Potter un total de 100.000 galeones por daños y prejuicios cada uno. En caso de recaer en forma alguna en lo penal dentro de un computo de quince años desde su puesta en libertad se les concederá cadena perpetua —los aurores sacaron a los jóvenes de la sala, que tenían el rostro descompuesto, algunos de ellos lloraban llamando a sus padres, presentes en la sala—. En cuanto al señor Draco Lucius Malfoy, este tribunal ha comprendido que actúo en defensa del señor Potter, desinteresadamente y sin ánimo de lucro. Pese a ello, no aprobamos el uso de la maldición asesina y responsabilizamos por completo al señor Malfoy de no haber buscado una alternativa a ella. Por ello, le condenamos a 2 años de prisión en Azkaban y 3 años más de libertad condicional sin uso de varita —la sala estalló en exclamaciones, muchas de ellas descontentas, ante lo cuál la Ministra tuvo que alzar la voz—… a pagar una multa por daños y prejuicios a la familia del señor Duggham de un millón de galeones y…

    —¡NO! —se escuchó la voz de Narcisa Malfoy, totalmente descompuesta por la sentencia. Su marido, a su lado, apretaba los puños, sabiendo que su hijo estaba pagando injustamente por sus propias acciones, ya que el Wizengamot no podía realmente estarlo condenado por haber salvado a Potter. Y los Malfoy tenían tantos enemigos en Azkaban que era imposible esperar que su hijo saliera entero de allí. Morgana, era muy posible que su hijo jamás volviera con ellos si lo metían en esa cárcel.

    —¡Guarden silencio! —ordenó un auror a la bulliciosa sala, en donde incluso los periodistas estaban mostrando su desacuerdo, en donde para sorpresa de Draco, Hermione Granger estaba con la cara roja por la furia gritado con los demás como Pansy, en donde Ronald Weasley estaba al lado de Zabini, ambos con los puños apretados y ganas de abalanzarse contra la ministra—. ¡Silencio o serán expulsados de la sala!

    La amenaza no surtió el efecto deseado y los aurores comenzaron a sacar a la gente a la fuerza, entre ellos a sus amigos y a los dos gryffindors, a sus padres, a algunos periodistas y profesores. Pero no a Potter.

    Este solo lo miraba directo a los ojos, como si no pudiera creer que estuvieran allí, que estuviera ocurriendo aquello. Draco le obsequió una sonrisa un tanto amarga y movió los labios despacio, gesticulando sin emitir sonido alguno las palabras Te amo. Mientras la ministra terminaba de dictar sentencia y, ajeno a la los disparos de las cámaras de los fotógrafos, a los murmullos en desacuerdo y a los aurores aún expulsando gente, a Harry le cayó una lágrima por la mejilla, sin poder dejar de mirar a Draco y moviendo los labios le respondió con un silencioso Y yo a ti.

    Y entonces la sentencia terminó y los aurores se llevaron nuevamente al ahora prisionero Draco Malfoy.

    Continuará…
     
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27 replies since 22/8/2011, 02:57   1053 views
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