¿Mi primer amor puro e inocente?

Junjou Romantica y Sekaiichi Hatsukoi, las seis parejas, Universo Alterno

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  1. Van Phantomhive
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    Si... lo se... meresco la pena de muerte por la tardanza pero que le podia hacer si tuve un mar de quilombos XD espero que los pocos que me sigan todavia la encuentren interesante al fic. Sin mas que decir... y de paso aclaro que actualicé otro de mis fics, Enigmatic Lovers XD si hoy fue por partida doble XDD

    ACCION ACCION XDDD ANTES DE QUE ME CORTEN LA CABEZA XDD




    Capitulo 15: Recuerdos del ayer



    Horas de la noche, un cielo estrellado y uno de los profesores de la academia St. Heaven acaba de llegar a su residencia, Takano Masamune, suspiraba mientras miraba hacia el interior de su hogar, no había nadie pero su ilusión no se vio devastada ya que logró volver a ver al pequeño infante que hace diez años le había dado ganas de vivir.

    -Ritsu. -suspiró adentrándose y dejando su maletín en una de los sillones que decoraban parte de la sala.

    La cuestión era por qué el menor le había vuelto las ganas de vivir, la historia se remonta en aquellos felices aunque solitarios momentos de su adolescencia.

    INICIO DE FLASH BACK


    Hace 10 años:

    Un joven de secundaria caminaba por las concurridas avenidas del centro comercial, faltó a clases porque las clases le parecían aburridas y en casa no podía estar porque sus padres cada tanto discutían por lo mismo, francamente no lo soportaba y no tenía el humor para presenciar cada mísera pelea de sus progenitores por algo que ya daban por perdido.

    Como ese día usaba su uniforme la gente lo miraba con cierto recelo y enojo, los estudiantes a esas horas debían concurrir al instituto pero esta vez prefirió pasearse por ahí, sus ojos buscaban la librería, necesitaba distraer su vista con una buena historia que lo atrajera.

    Al final de varias horas compró un libro bastante interesante por si complejo argumento pero a la vez sencillo de entender, como aun no deseaba volver para escuchar el griterío, que teorizaba, reinaba en ese edificio llamado casa, optó por irse a una de las bancas que no estaba muy lejos de la concurrida avenida.

    Un bonito día se puede decir y una excelente manera de perder el tiempo, así lo creyó hasta que después de unas horas, una delicada voz interrumpió su lectura.

    -Padre.

    Levantó la vista y lo primero que divisó fue un par de orbes esmeraldas confundidas, abrazando con fuerza al peluche con forma de conejo. Justo cuando quiso auxiliarlo, el niño se disculpó y escapó, dejando preocupado y preguntándose donde estarían los progenitores del chico.

    Al principio lo había dejado pasar porque supuso que los padres del niño andaban cerca de ahí, sin embargo, tras verlo varias veces merodeando por el lugar se empezó a preocupar porque a pesar de que no lloraba, desde lejos se notaba que estaba perdido.

    Para no asustarlo lo siguió, tomando una prudente distancia, todo iba bien hasta que un adulto lo tomó de un brazo, seña para ponerse en retaguardia e ir a auxiliarlo. Afortunadamente zafó pero un grupo de hombres le cerraron el paso y el pobre niño comenzó a llorar por su situación, ahora si hora de actuar.

    -Veo que estuvieron cuidando muy bien de mi hermanito. –dijo interrumpiendo las futuras perversidades de los sujetos.

    -Este niño es nuestro. –encaró uno de ellos, enojado por la presencia del adolescente.

    -No, no lo es. –refutó mientras levantó al infante entre sus brazos, sintió los temblores del cuerpo de la criatura, para calmarlo lo acarició suavemente su cabeza, transmitiéndole la tranquilidad y la seguridad de que todo saldría bien. –Vamos a jugar a las carreras. –le susurró en el oído llamando su atención y las orbes llorosas consintieron su idea, abrazando su cuello para ocultar el rostro en sus cabellos negros. –Bueno, si nos disculpan debemos seguir con las compras. –dijo abriéndose paso por el camino supuestamente cercado por esos adultos.

    Luego de un leve altercado con esos tipejos, ambos jóvenes se refugiaron en la plaza, camuflándose con el mar de gente que había por el lugar. Lo sentó al pequeño en una de las bancas y él se acomodó a su lado para recuperar el aliento perdido, no se percató que las orbes verdes del menor aun lo miraban asustado pero al rato estos reflejaron sorpresa ya que dijo.

    -¿Usted era a quien yo confundí con papá?

    -Sí, y no me hables de usted, no soy tan viejo, tengo 15 años. –refutó mirándolo con una expresión indiferente, ¿acaso parecía mayor?

    -Lo siento. –susurró asustado nuevamente, eso hizo pensar que quizás su tono había sido mas grave de lo normal y habrá creído que lo regañó

    -No te pongas así, no estoy enojado. –revolviéndole los mechones castaños, desapareciendo aquella atribulada expresión. –Ya sé, te compraré un helado, de qué sabor quieres.

    -¡De chocolate! –respondió entusiasta, no pudo evitar reír porque ese niño demostraba la inocencia y la alegría que alguna vez él mismo tuvo pero que fue olvidada con el pasar del tiempo.

    -Ha ha, está bien de chocolate ahora regreso, y no te muevas. –alejándose de la banca a buscar el pedido y mirando de reojo para ver si el menor había comprendido su orden y al parecer si, porque se quedó quieto mirando a todos lados aun buscando a sus progenitores.

    Después de pagar a la dueña del puesto y regresando a la banca, notó que el niño estaba decaído y era de esperarse si aun no hallaba a quienes buscaba, componiendo un aire comprensivo y alentador le subió los ánimos y una vez que este mejoró el semblante, volvió a tomar asiento y sacó una vez más el libro que leía hace rato.

    Los curiosos ojos del castaño no se hicieron esperar y la pregunta más simple del mundo salió como si nada.

    -¿Qué lees?

    -Un cuento.

    -¿Qué clase de cuento? –“valla el chico es curioso, eso es bueno” pensó Masamune.

    -Uno de todo tipo. –al ver que el infante no comprendía le mostró la portada, los ojos verdes se iluminaron y una sonrisa apareció.

    -¿Puedo leer con vos? –aunque no quisiera, no podía negar esa petición de tan tierno niño.

    -Claro. –lo sentó en sus piernas, la cabeza del castaño quedó recostada en su pecho y ambos quedaron en esa posición a medida que iban leyendo. El olor de las hojas de primavera, el calor que desprendían ambos cuerpos y las acompasadas respiraciones de los dos, los embriagaron de una sensación placentera.

    El joven adolescente sintió por primera vez que era el calor de otro cuerpo y el afecto de gentiles palabras y sentimientos, el menor sin darse cuenta le había regalado algo que hace mucho creyó olvidado: el sentir afecto por alguien.

    Después de un buen rato leyendo, sintió como el niño se acomodaba más en su regazo y de a poco se le iba cerrando sus ojos, obviamente lo manifestó con un tono muy bajito que lo enterneció.

    -Tengo sueño.- restregándose los ojos.

    -Entonces duerme.

    -Mmm… no, quiero saber tu nombre. –Eso si que era raro pero supuso que al menos se lo merecía saber y por otra parte supuso que no estaba mal el dárselo ya que dudaba mucho que se volvieran a ver.

    -Saga.

    -Mucho gusto Saga nii-san… Mi nombre… es Ritsu. –durmiéndose en el regazo y abrazando el muñeco y con una ligera sonrisa surcando tan infantil rostro.

    Sin comprender el por qué, lo arrulló más hacia su cuerpo, no entendía por qué aquel niño lo hacía sentir querido, más bien amado… probablemente era por la falta de afecto pero que un infante lo tratara así… estos momentos lo conservaría como un tesoro.

    La tarde se presentó y una voces a lo lejos pronunciaban el nombre del castaño, el adolescente comprendió que era el momento de partir y con una cálida sonrisa lo deposito en la banca y antes de alejarse le susurró.

    -Pensaras que yo te salvé pero déjame decirte que tú me has salvado… gracias Ritsu.

    Tras alejarse bastante, observó que los adultos y otro niño que sostenía la mano de una mujer, despertaban al menor y este les sonreía y los abrazaba, una hermosa escena… para el adolescente fue más que curiosa porque sin saberlo se quedó observando fijamente el recuentro y no entendía porque sus ojos se habían empañado.

    -No puede ser… -susurró para sí mismo, limpiándose las diminutas gotas cristalinas que se escaparon de sus ojos, puede que sea incomprensible hasta imposible pero hacía mucho que no lloraba y esa escena familiar provocó que saliera su lado débil o mas bien… el lado que inconscientemente deseó una vez en su infancia.

    Sonriendo para si mismo se fue alejando del lugar, a sabiendas que su solitario ser había encontrado su alma gemela y que esta era una luz que brillaba con su propio resplandor, dándole la voluntad de vivir una vez más y ser más afectuoso con las personas, cuidando a su vez en no caer en la desilusión de un pasado frío y carente de emoción alguna.

    Con aquellos pensamientos el adolescente fue creciendo y rezando que algún día volviera a ver a ese brillo que una vez se le manifestó sacándole de aquel pozo indiferente y apático.

    FIN DE FLASH BACK


    -Por fortuna te volví a encontrar y esta vez te quedaras a mi lado. –dijo en voz alta el azabache mientras cocinaba un platillo sencillo.

    -¿Quién se quedará a tu lado, Masamune? –dijo otra voz de la nada y en el oído del mencionado, espantándolo.

    Un joven adulto de la misma edad que el catedrático se manifestó, un cuerpo igual de agraciado pero con unos aires más serios que se vislumbraba gracias a la azulada mirada penetrante que el intruso dedicaba hacia el otro y los cabellos de similar tonalidad colaboraban en esa aura llena de seriedad y tranquilidad.

    -Yokozawa… ¿qué haces aquí? –preguntó Takano tras reconocer al intruso.

    -Dejaste la puerta abierta y además vine de visita.

    -Es un poco tarde para las visitas. –refutó mirando el reloj de pared que daba cerca de la medianoche, en qué momento la hora pasó volando ni lo sabía y tampoco quería averiguarlo… es más en que momento habrá entrado y cuanto tiempo se le quedó mirando sin sacarlos de sus pensamientos.

    -Lo sé pero aun no respondiste mi pregunta.

    -¿Qué pregunta?

    -¿Quién se quedará a tu lado?

    -Ah… mmm… -dudaba en responder. –Verás…

    -¿Lo encontraste? –se adelantó Yokozawa. Era imposible negarlo ya que él sabía sobre el pasado del moreno.

    -Sí… es mi estudiante. –respondió calmadamente.

    El rostro del otro se hizo sombrío y asegurando bien su abrigo le dijo.

    -Masamune… mejor olvídalo.

    -No puedo. –repuso el otro nostálgico.

    -Mejor olvida a ese chico.

    -¿Por qué? –dijo molesto y como siempre el otro le daba la misma respuesta a ese tema antes de desaparecer por la negrura de los pasillos.

    -Porque no toda luz es precisamente buena… y no te olvides de cerrar bien la puerta, Masamune. –finalizó Takafumi desapareciendo como un fantasma y dejando al mencionado, como siempre, confundido por esas palabras.

    ¿Acaso Ritsu era otra persona? ¿Sucedió algo en estos diez años? ¿O solamente era una simple advertencia de un compañero que sabía sobre su persona?

    Esas preguntas nadaban de un lado para el otro en la cabeza del maestro, por lo que dejó por las buenas y continuó creyendo y añorando el chico que vio ahora y antes, son la misma persona y que esta no había cambiado en nada. Lo sabía porque esa presencia inocente se mantuvo intacta a lo largo de los años.

    Lo que jamás imaginará Takano Masamune es que se había enamorado de un pequeño guardián de alas blancas manchadas de rojo… ese rojo lleno de perversión, lleno sed a la carne y que no era la suya.

    No muy lejos de ahí mientras Yokozawa se alejaba de la residencia de Takano, una figura se colocó al lado y le dijo con una voz muy suave.

    -Nunca cambiarás, lo proteges demasiado.

    -Cállate. –le espetó sin detenerse en ningún momento.

    -Oh vamos, si dije la verdad… además sabe que ese hombre no cambiará.

    -Cierra la boca y no te metas donde nadie te llama. –dijo molesto y encarando a su acompañante.

    -Y deja de poner esa cara o te saldrán arrugas. –dijo divertido, poniendo un dedo en el entrecejo de Takafumi, molestándolo aun más.

    -Saca tu maldito dedo de mi cara si no quieres ir al otro mundo ahora. –amenazó.

    -No seas tan amargado si sabes que esto pasaría algún día… ah se me olvidó decirte algo. –dijo retirando la mano de la cara del otro.

    -¿Qué? –dijo cansino y retomando la caminata dejando casi atrás a su compañero.

    -Que el director, los halló y ya tiene un plan, así que debemos ir allá y escucharlo. –dijo sonriente.

    Eso detuvo el paso del morocho y mirando con aires de asesino serial le espetó.

    -¡Por qué no lo dijiste antes! ¿Sos idiota o te haces?

    -Tranquilo que hay tiempo, así que vámonos amor mío. –dijo alegremente el joven tomándolo del brazo y arrestándolo a unos de los autos de la cuadra, un BMW negro.

    -¡Suéltame Kirishima! ¡Maldito seas por qué demonios tengo que ser tu pareja!

    -Porque… sos el mas lindo y serio del equipo. –dijo divertido y dándole en beso fugaz antes de encerrarlo dentro del auto, provocando el enojo y sonrojo de Yokozawa.

    -Te mataré. –dijo enojado.

    -Sí, si, lo que digas, ahora vámonos. –dijo Kirishima arrancando el auto, conduciendo por una de las calles para luego perderse entre la negrura de la noche y en el mar de autos que circulaban por las pobladas avenidas.


    Misteriosos visitantes, curiosos personajes y todos ellos con un pasado más raro y oscuro que el otro, ¿quienes serán estos chicos en realidad? y ¿qué planes tiene preparado el director que mencionó Kirishima?... nadie lo sabe… ni siquiera los ángeles y sus inseparables guardianes.



    Bueno... fue algo que lo tuve que pensar un poco ya que lo escribía en otro lado n-n'... acpetó cualquier puteada o consejo, si tengo la loca capacidad de meter a medio mundo en este universo alocado, y no me voy a enredar XDD

    Algun coment es bien recibido XDD

    Adyuu
     
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85 replies since 22/10/2011, 15:35   6286 views
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