Harry Potter y el Fabricante de Pociones [DRARRY]: Regalillo

Draco encerrado en el Ministerio, Harry abrumado en los recuerdos de guerra, poner a andar sus vidas les costara mucho, juntos más aun, descubriendo que se discrimina no solo por el estado de sangre..

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  1. karigutis
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    Ohh, espero que lo disfrutes mucho querida Kaname, y esta historia tiene uffffff mucho mas.
     
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  2. karigutis
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    Hola a todos…

    El beteo a cargo de Ahgness Black, un beso para ti, gracias por la ayuda XD

    Bien, sin más que decir, los dejo con el capítulo del día de hoy:
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    SEGUNDO LIBRO: “EL ÚLTIMO AÑO”

    CAPÍTULO 21: "GINNY ATACA DE NUEVO"


    El enemigo sólo empieza a ser temible cuando empieza a tener razón.

    Jacinto Benavente



    Abril de 1999, Hogwarts.

    Luego del ataque Harry vio a Draco caminando con aquellos pasos seguros y, de alguna manera, altaneros dentro del Gran Comedor, prestó atención en si alguien se acercaba a molestarlo pero nada ocurrió, seguramente porque los profesores estaban allí cerca y nadie se atrevería a molestar. Pese a eso, lo siguió a través del mapa para asegurarse de que llegara con bien a su aula de encantamientos mientras él, junto a Ron, Hermione, Ginny y Sylvia, las cuales se habían auto invitado a caminar junto a ellos, llegaban al aula de Defensa contra las Artes Oscuras.

    Comprobó con alivio como Draco entraba al aula de Encantamientos y como se sentaba al fondo, lejos de todos los demás, y por alguna razón no dejó de observarlo hasta que la profesora Loewenthal los mandó al orden para empezar con la clase.

    *



    El aula estaba en silencio, agradeció al menos no tener clases de transformaciones o ninguna donde tuviera que verle la cara a la Weasley y su pandilla, la había visto conversando junto a Harry en la hora del almuerzo. En el fondo le enervaba que ella anduviera tan pegada al chico y lo peor de todo era que no podía decir nada pues no quería darle ninguna pista de quién o quiénes lo estaban molestando, además en el fondo dudaba que Harry lo antepusiera a los Weasley, los que según le había dicho eran como su familia, y lo defendiera a él, sobre todo con lo mal que él se había portado con ellos en el pasado.

    La clase fue más o menos tranquila, varios de sus compañeros de Slytherin, sobre todo ese chico: Pritchard, lo miraban de reojo, Draco no sabía si porque planeaban algo contra él o porque le tenían pena. Ninguna de las dos opciones le gustó en absoluto y trató de concentrarse en la clase y dejar de lado a Harry, los Weasley y planes macabros contra él (además que pensaba que se estaba volviendo paranoico).

    Cuando la clase acabó fue de nuevo al Gran Comedor, vio a Harry entrando con sus amigos de siempre y con alguien más, un chico Hufflepuff; y lo recordaba bien: Ackerley, uno de esos a los que le gustaba molestarlo en grupitos. ¿Qué se supone que estaba haciendo con Harry? ¿Caminando junto a él y mirándolo de esa manera tan poco inocente? Y Harry que permanecía junto a él, explicando algo. Conocía bien a Harry y sus gestos, la forma como sus manos se movían o la forma de gesticular, seguro que le estaba explicando alguna cosa. Si no recordaba mal ése era el chico que había hecho avergonzar a Harry en medio de la clase cuando tuvo que aceptar ayudar al grupo de DCAO. Interesante que Harry siempre termine perdonando y haciéndose amigo de la gente que en algún momento lo trató mal.

    Harry sintió la mirada fija de alguien sobre él, levantó el rostro y vio a Draco mirándolo de aquella manera tan extraña, quedó congelado en su sitio, haciendo lo único que podía hacer, sonreír, Draco pareció responder el gesto por un instante pero la voz de Ackerley lo obligó a girarse hacia él y romper el contacto con Draco. Se consoló pensando que luego de la cena podrían verse y hablar un poco más, mientras terminaba de explicarle a Ackerley cómo realizar un escudo protector sobre algo o alguien que no fuera uno mismo.

    *



    Apenas y probó bocado antes de salir a prisas del Gran Comedor, una vez en su habitación se desprendió de la túnica y de la camisa que llevaba debajo y observó la línea rosada sobre su pecho, demoraría un poco más en curar y desaparecer, frunció el ceño ante su imagen, le parecía que estaba un poco más delgado y eso sumado a la horrible marca en el pecho le daban un aspecto poco agradable, o eso pensaba él. Con un par de dedos comenzó a untar la poción sobre el pecho, cuando escuchó los pasos de Harry resonando en el pasillo.

    Harry entró a la habitación y por alguna extraña razón ninguno de los dos fue capaz de decir nada, simplemente se quedaron de pie, mirándose durante un instante hasta que ambos a la vez avanzaron la distancia que los separaba y se encontraron en medio de la habitación, sus brazos y manos enredándose en el torso del otro, sus labios encontrándose y reconociéndose, era como si no se hubieran visto en días, quizá meses.

    Draco se apoderó de la boca de Harry con fuerza, su lengua explorando el interior cálido y disfrutando ese sabor tan particular mientras lo sentía gemir y apretarse más a él. La tela de su ropa se sentía extraña sobre su piel y aún sin romper el beso comenzó a desabotonarle la túnica mientras Harry ayudaba y se sacaba la corbata y desabotonaba la camisa.

    En algún momento esos labios habían abandonado su boca, en algún momento la túnica, la corbata y la camisa habían caído hacia el piso y él había cerrado los ojos y dejado caer la cabeza a un lado mientras sentía los dientes de Draco clavándose en su clavícula, una mezcla de dolor, placer y anticipación bailando en su pecho. Sujetó con más fuerza la cintura de Draco y lo pegó a él, sus erecciones se frotaron haciendo que Draco dejara de morderlo y emitiera un gemido, el primero que le escuchaba desde hacía mucho tiempo.

    —Draco… Dios, Draco, no sabes lo que te he extrañado —dijo Harry empezando a morder y besar la pálida piel del cuello mientras sus manos iban hacia delante y se encargaban de deshacerse del cinturón y abrir el pantalón.

    —Lo siento… —suspiró Draco dejándose hacer mientras sentía las manos de Harry en el interior de sus pantalones, acariciando uno de los huesos de sus caderas.

    —¿Por qué lo sientes? —preguntó extrañado Harry levantando el rostro para ver a Draco, ya agitado y sonrojado. Le encantaba tener a Draco de esa forma.

    —Por haberte dejado de lado tanto tiempo —contestó Draco antes de lanzarse sobre los labios de Harry nuevamente, no dándole oportunidad a contestar y empujándolo poco a poco hacia la cama.

    Harry se dejó empujar sobre la cama y dejó que Draco, besando y acariciando, lo fuera despojando de lo poco de ropa que le quedaba, observó anhelante a Draco deshacerse de los zapatos, las medias y los pantalones, cuando los bóxer salieron volando hacia alguna esquina no pudo apartar la vista de la roja y brillante erección, casi tan necesitada y lista como la suya, inconcientemente llevó una mano a su propia erección y comenzó a acariciarse lentamente, mientras Draco se acercaba a la cama con esa mirada depredadora que tanto le ponía.

    —No lo harás solo, Potter —reclamó Draco algo divertido mientras bruscamente apartaba la mano de Harry de su erección.

    —Draco… —se medió quejó Harry sintiendo la piel cálida de Draco sobre él —Mira que hace mucho que no…

    —Mmm… eso me sonó a queja.

    —¡No! —se apuró en aclarar Harry —, no es una queja es solo que… —y Draco no lo dejó terminar, lo besó nuevamente, con ímpetu, de aquella manera que dejaba en claro quién dirigiría las cosas esa noche, y Harry se dejó encantado, mientras esa lengua exploraba cada rincón de su boca, mientras esos dientes aprisionaban sus labios hasta el límite entre el dolor y el placer.

    —Te ves increíble —confesó Draco apartándose de Harry, que sólo gimoteó y alzó las caderas en busca de más contacto, sus manos se apretaron más fuerte alrededor de sus brazos y Draco sonrío —y sigues siendo igual de impaciente.

    —Te culpo a ti —contestó Harry sintiendo las manos de Draco, con tortuosa lentitud, acariciar su pecho y abdomen.

    —¿A mí?

    —Tú… eres tan malo que te gusta tenerme así, a punto de volverme loco.

    —Oh, ¿ahora soy malo? —preguntó Draco con una sonrisa de aquellas que no auguraban nada bueno, una de aquellas que Harry no había visto en semanas y que estaba feliz de ver, de ver que Draco estaba volviendo a ser el de antes.

    —Pues…

    —¡Ay, Potter!… no sabes en lo que te metes —susurró Draco acercándose a sus labios, apenas rozándolos, Harry levantó el rostro en busca de un beso que no le fue otorgado, Draco lo soltó y se levantó de la cama, mientras Harry se sentaba y lo observaba atentamente.

    —Vamos, Draco… ¿Qué haces?

    —¡Ajá! —sonrió Draco triunfante mientras levantaba la corbata del uniforme de Slytherin en alto. Harry abrió los ojos sorprendido e instintivamente retrocedió en la cama.

    —¿Draco, qué…?

    —Dime una cosa, Harry —interrumpió Draco con voz baja y excitante mientras gateaba sobre la cama hacia Harry —¿Alguna vez alguien te ha atado?

    —No —masculló Harry mirando a Draco fijamente, a sus ojos oscurecidos por el anhelante placer, a su boca roja por haberlo besado con tanta fuerza, a sus mejillas sonrojadas y su cabello alborotado —jamás dejaría que alguien me amarre… es que…

    —¿Y no confías lo suficiente en mí para dejarme hacerlo? —preguntó atrapándolo al fin por los brazos, sintió la piel de Harry estremecerse bajo su toque y sonrió ampliamente mientras se acercaba al cuello y con su lengua empezaba a recorrerlo lentamente.

    —Yo… —Harry cerró los ojos e inclinó el rostro hacia un lado, dándole más espacio a Draco para que jugara con su lengua en aquellas partes de su cuello que lograban estremecerlo de esa manera tan deliciosa —sí —aceptó finalmente.

    —¿Sí? —Susurró Draco soplando sobre la húmeda piel del cuello —, no quiero… obligarte —dijo dando otra lamida, esta vez llegando hasta la oreja.

    —Yo… yo quiero.

    —No quiero que creas que te presiono tampoco —susurró sobre su oreja, antes de atrapar entre los dientes el lóbulo, Harry gimió y se retorció mucho más, sus manos sujetándolo, apretándolo.

    —Demonios, ¡sólo hazlo! —pidió Harry cada vez más impaciente… A Draco siempre le gustaba ponerlo así de impaciente —¡Amárrame!

    —Solo tenías que pedirlo amablemente, ¿sabes? —se burló Draco apartándose de Harry y empujándolo contra la cama, Harry se dejó recostar y dejó que, entre más besos y caricias, Draco le levantara los brazos y lo sujetara a una de las columnas de la cama. Percibió algo extraña la sensación de la tela de la corbata sobre sus muñecas apretándolo, instintivamente intentó tirar los brazos hacia abajo pero le fue imposible, Draco estaba arrodillado entre sus piernas, mirando satisfecho su trabajo. Y se sintió vulnerable, vulnerable y dominado, a libre disposición de Draco y aquello, no pudo negarlo, le encantó.

    Draco sonrió de lado apreciando lo que era tener a Harry amarrado a su cama de esa manera, con las piernas abiertas, ofreciéndose totalmente a él, la sensación de poder que lo invadió rivalizando con la desbordante sensación de felicidad al saberse merecedor de la confianza de Harry, de ser la persona en la que Harry confiaba para hacer algo así.

    Se inclinó hacia delante y le dio un beso en la frente, en medio de la cicatriz, su piel entrando en contacto con la tibia piel de Harry —Te quiero —murmuró haciendo un camino de besos, por los ojos y bajando hasta los labios.

    —Te quiero —retribuyó Harry sintiendo esos labios ahora descendiendo más, por el cuello y por el pecho. Luchó con la necesidad de acariciar también la piel de Draco, de enredar sus dedos en los cabellos largos y rubios, tiró inconcientemente nuevamente de sus manos y una sensación de ardor en sus muñecas lo detuvo.

    —Harry… —sopló Draco dentro del ombligo de Harry luego de haber introducido la lengua, le encantó la forma como las caderas de Harry se levantaron y el grito que soltó —. Sí… eres delicioso —murmuró antes de seguir bajando con la lengua hacia la mata de bellos oscuros.

    —Oh… por favor… —gimoteó Harry levantando las caderas para hacerle notar su más que lista erección.

    Draco pasó con su lengua sobre el hueso que sobresalía de la cadera de Harry y siguió bajando, repartiendo besos y lamidas a toda la pierna y al muslo interno para luego hacer lo mismo con la otra pierna, obviando por completo la erección de Harry, desesperándolo y disfrutando de tenerlo así, jadeando, tratando de mover las caderas y arqueándose, a su completa merced.

    Harry, pese a la tensión en los hombros por la acción, levantó el rostro hacia Draco para ver la cabeza del chico entre sus piernas, sus manos acariciando sus muslos, sus piernas y sus caderas. Draco pareció percibir su mirada pues se detuvo y levantó el rostro, ambos se miraron un instante y entonces Draco le dio esa media sonrisa que tanto le encantaba, antes de inclinarse hacia su erección y sin ningún tipo de advertencia metérsela en la boca por completo. Harry soltó un gruñido ante la sensación y se dejó caer hacia atrás.

    Draco lo recibió por completo en la boca, tratando de acomodarse mientras las caderas de Harry comenzaban a empujarse contra él, jugueteando con su lengua y en algunas ocasiones incluso con sus dientes, cosa que parecía poner a Harry mucho más caliente.

    Chupó y lamió cada vez más fuerte mientras sus manos se entretenían acariciando los testículos y rozando insinuantemente más atrás, la pequeña entrada. Sintió a Harry removerse con mayor fuerza, la erección del moreno cada vez más dura dentro de su boca, llenándose de líquido pre-seminal, y los gritos de Harry inundando la habitación.

    —Draco… ¡Oh, Merlín! Draco —empezó a balbucear Harry tratando de llamar la atención de Draco, tratando de detenerlo mientras esa boca lo ponía al límite.

    Pero Draco no le hizo caso y dejó que Harry se hundiera mucho más profundo en su boca, tratando de relajar su garganta y respirar, sus dedos presionando con un poco más de fuerza los testículos y entonces lo sintió: el cuerpo de Harry tensarse y su erección poniéndose imposiblemente más dura, un gemido largo y profundo mientras su boca se llenaba de un líquido caliente y algo amargo. Lo tragó todo, o todo lo que pudo, mientras daba las últimas lamidas y sentía a Harry resoplando y agitarse debajo de él.

    —Dios, Draco… te advertí… —se disculpó Harry sintiendo a Draco subir nuevamente.

    —Y te escuché —respondió Draco antes de darle un beso, aprisionando el cuerpo de Harry contra el colchón y con sus manos acariciando sus costados, sus propias caderas refregándose suavemente contra la piel de Harry, su erección demasiado dura ya, sintiendo cierto alivio por el contacto.

    —Mmm —suspiró Harry, conciente de la necesidad de Draco —Puedes…

    —Por supuesto que lo haré —replicó Draco rápidamente y alejándose un poco de Harry para invocar la varita, en cuanto la tuvo entre las manos la paseó por el pecho y el abdomen de Harry, que respiraba entrecortadamente aún, levantando las piernas un poco para darle más acceso.

    Harry sintió la peculiar frialdad y humedad del hechizo lubricante y se mordió un labio, sintiéndose nuevamente excitado y ansioso porque Draco continuase.

    Draco le dio un beso más en la boca antes de arrodillarse completamente en la cama y empujar las piernas de Harry contra su pecho para luego hacerle girar la cadera por completo.

    —Esta vista realmente, Harry… —murmuró inclinándose un poco hacia delante mientras Harry lo miraba atentamente. Con los dedos de una mano separó un poco las nalgas y se entretuvo acariciando y tanteando cerca de la entrada por un rato, mientras que con la otra se hacía de la semi erección, húmeda por el orgasmo anterior, de Harry y comenzaba a masajearla lentamente.

    —Sí… Draco, un poco más rápido —pidió Harry sintiéndose extraño en esa posición, con los brazos sujetos hacia arriba, el cuerpo doblado y aún algo húmedo e ido por el orgasmo anterior.

    —Mi pequeño pervertido —le reprochó Draco divertido mientras un dedo se introducía lentamente hacia el interior, Harry se agitó y gimió suavemente, mientras el metía y sacaba ese dedo con lentitud, esperando a que Harry se adaptara poco a poco, llevaban varias semanas sin hacerlo y no quería lastimarlo.

    —Soy todo lo que quieras, solo no te detengas —contestó Harry levantando a duras penas el rostro un instante, antes de volver a dejarse caer cuando ése segundo dedo se unió al primero y empezaron a prepararlo con más fuerza y rapidez.

    —Todo lo que quiera ¿eh? —dijo con una sonrisa Draco apartando finalmente ambos dedos del interior de Harry y renovando el hechizo lubricante sobre él mismo antes de empujar las caderas de Harry un poco más y hacerse un sitio para entrar.

    —Lo que quieras.

    —Dime si quieres que me detenga, ¿de acuerdo? —Draco se empujó un poco en el interior de Harry, sintiendo la resistencia del cuerpo y el calor que poco a poco lo envolvía.

    —¿Bromeas? —respondió Harry apretando los dientes por la ligera incomodidad, sentía a Draco abrirse camino poco a poco en su interior.

    —N… No —suspiró Draco retirándose un poco y empujando nuevamente, el interior de Harry recibiéndolo casi por completo. Levantó la vista hacia Harry, con las mejillas rojas y los labios ligeramente apretados —¿Paro?

    —Ni se te ocurra.

    Y Draco salió una vez más y se empujó, quedando está vez por completo en el interior de Harry, el calor y la humedad rodeando su carne lo hicieron sentirse mucho más excitado aún, sin embargo se tomó un momento para calmarse y para dejar que Harry se relajara por completo.

    —Eres tan caliente… y tan… ¡Oh, Dioses, Harry! No podré soportar mucho esto.

    Harry agitó sus caderas en respuesta y Draco comenzó a moverse lentamente al inicio, buscando la comodidad de Harry, que gemía y se retorcía debajo de él, con una mano buscó su erección y comenzó a masturbarlo, hasta que estuvo completamente excitado, entonces empezó a moverse con más rapidez y fuerza, saliendo casi por completo para entrar nuevamente.

    —Draco… —gimió Harry entrecortadamente, la incomodidad había sido superada ya y ahora sólo sentía placer cada vez que Draco entraba en él. Sintió la mano de Draco soltarlo de la cadera y soltar su erección un instante antes de ser reacomodado, está vez casi sobre las rodillas de Draco, dándole un ángulo completamente diferente, un ángulo mucho más placentero, en cuanto Draco rozó su próstata soltó un grito agudo y hasta cierto punto vergonzoso.

    —¿Mejor?

    —Sí, demonios, sí —contestó Harry entre gemidos, sus manos tiraron con más fuerza, tratando de soltarse, de poder tocarse, pero las ataduras no cedieron ni un centímetro, Draco pareció adivinar sus deseos porque pronto una mano había vuelto a masturbarlo, está vez a un ritmo mucho más rápido y desesperado.

    Ambos se agitaron, uno contra otro, cada vez más fuerte, gritando y gimiendo sus nombres hasta qué, el primero en llegar fue Draco, con un sonido gutural y apretando tanto la piel de las caderas de Harry que hasta le dejó marca, sin embargo los espasmos y la sensación de paz absoluta no le impidieron seguir acariciando a Harry, solo un par de caricias más bastaron para que también se corriera, con un ronco gemido.

    Harry dejó caer las piernas a los lados y Draco se dejó caer sobre él, ambos respirando agitadamente, disfrutando de la soltura de sus músculos y de la sensación de dulce paz que había en el ambiente.

    Draco dio un par de besos más sobre el pecho y se apartó, con algo de pesar, de Harry para soltarlo por fin —Por mí y te tengo atado a mi cama siempre… pero creo que sospecharían de tu desaparición.

    Harry soltó una pequeña carcajada y envolvió a Draco entre sus brazos, ambos recostados sobre la cama.

    —Tal vez me puedas tener atado a tu cama durante mucho tiempo… durante días enteros, cuando terminen las clases nadie notaría mi ausencia.

    Draco le dio un beso en el pecho y prefirió evitar el tema, el qué harían luego de la escuela era algo de lo que no habían hablado mucho, o casi nada, y no era algo que le apetecía hacer en ese momento —¿Estás bien?

    —De fábula.

    —¿Te…? Ya sabes, ¿Te lastimé, o te duele?

    —Dolor, un poco… nada que vaya a matarme.

    —Te enseñaré el hechizo.

    —Oh, sí el hechizo… —suspiró Harry recordando que Draco le había hablado de el la primera vez que había estado arriba —Cuánto me hubiera gustado saberlo antes…

    —Me imagino que sí —Draco suspiró y cerró los ojos, aún era temprano y era jueves, un día en que no se quedaban a dormir juntos, sin embargo le provocó descansar aunque sea un poco con Harry, se sentía agotado.

    —¿Tú…? —Harry acarició con una mano el cabello rubio —Tú debes estar agotado… ¿podríamos dormir un poco?

    —Ya estoy durmiendo —replicó Draco con burla, pero se levantó un poco para darle un beso en el pecho a Harry antes de volver a cerrar los ojos, Harry no habló más y poco a poco se fue quedando dormido.

    Para cuando salió eran ya cerca de las once de la noche, casi a tiempo para llegar a su sala común antes del toque de queda, Draco y él se habían quedado dormidos por un rato y luego hecho algunos avances en las tareas, sabiendo que el fin de semana tendrían que emplear más tiempo en estudiar, pero contento por la noche que había pasado.

    Avanzó contento por los pasillos, como todavía era temprano no se preocupó por ponerse la capa de invisibilidad, y tan concentrado iba en poder llegar a su cama y dormir que no se dio cuenta de los ojos castaños que, desde la misma columna, seguían vigilándolos.

    *



    La semana siguiente llegaron los formularios y solicitudes de todos los que postulaban a diferentes escuelas y universidades, hubo un gran revuelo en la sala común de Gryffindor, la profesora Hooch los reunió en pequeños grupos de alumnos, de acuerdo a las carreras que finalmente habían escogido para ayudarlos a llenar sus solicitudes. Hermione repasó unas diez veces su solicitud para entrar a “La Escuela de leyes Barberus Bragge”, según descubrió Harry, la escuela de leyes más conocida y prestigiosa de Inglaterra mágica, antes de entregarla.

    Descubrió también que además de él, Elías Vance, un chico un año menor que él, que también cursaba el séptimo año quería postular a la escuela de Aurores.

    El formulario no fue tan complicado de llenar como había esperado y luego de eso sólo les quedaba esperar la fecha del examen, que según la profesora Hooch, sería la semana siguiente a los EXTASIS.

    Esa semana Draco también descubrió que en su formulario para la beca aparecía ya la fecha para su examen teórico-práctico: el diez de Junio.

    Harry lo miró entre divertido e impaciente mientras Draco replanteaba todo su horario de estudio, el profesor Monroe además se ofreció a ayudarlo a practicar las diferentes pociones que aparecían en la lista de posibles preguntas, así que ambos tuvieron que ajustar aún mucho más sus tiempos, viéndose cada vez menos, pero ambos sabían que era algo inevitable, que a tan sólo dos meses de los EXTASIS no se podían ya descuidar con los estudios.

    Para su siguiente entrevista en el Ministerio, Draco preguntó a la profesora McGonagall y a los aurores si había alguna noticia sobre el ataque a su madre, pero nadie le supo dar razón al respecto, en el fondo él sabía que aquel misterio tal vez nunca sería revelado, menos con las pocas intensiones de los aurores por resolverlo.

    Draco consultó a su reloj una vez más, eran cerca de las diez de la noche y Harry aún no aparecía. Por lo general los sábados Harry llegaba alrededor de las nueve, luego de ayudar al grupo de estudio de DCAO y juntos se quedaban estudiando hasta casi la media noche, Harry se quedaba con él esas noches y, luego de estudiar, disfrutaban de un tiempo juntos, sin embargo el que Harry no apareciera le parecía extraño y, por qué negarlo, ponía cierta desconfianza en él, sobre todo porque no podía hacer mucho más que esperarlo en su habitación, prácticamente encerrado.

    Minutos después Harry apareció agitado, entrando casi corriendo por el pasillo, Draco se giró y le dio una mirada que quiso parecer desinteresada antes de continuar repasando el libro de Transformaciones.

    —Se me hizo tarde —explicó Harry algo agitado aún y dejando caer la mochila en el suelo.

    —Eso veo.

    —Empezaré con mis tareas —comentó Harry acercándose a Draco y removiéndole el cabello, lo cual era algo por lo que Draco siempre protestaba, sin embargo esta vez ni se inmutó, lo cual le dio la señal a Harry de que algo pasaba. Rodeó el escritorio y se inclinó para darle un beso en los labios, uno que no fue tan entusiastamente recibido como había esperado.

    —Ve a estudiar, aún me quedan un par de horas más con esto.

    —¿Qué pasa?

    —Tengo que estudiar, Harry, eso es lo que pasa.

    Harry frunció el ceño —Ya sé, y yo también, pero por lo general parece que te alegra verme, en cambio hoy…

    —¿Qué te demoró tanto? —interrumpió Draco cerrando el libro de golpe, Harry dio un respingo por el gesto tan rudo —¿Por qué tan tarde?

    —La profesora Loewenthal insistió en que me quedara a ayudar a Stewart Ackerley a practicar el patronus, es que no lo conseguía y ya ves, todos están volando con el tiempo.

    —Claro… Ackerley, ¿no es el mismo chico que siempre te anda pidiendo ayuda con los hechizos de defensa?

    —Sí, ese mismo —contestó Harry cada vez más extrañado.

    —¿Y que más te ha pedido ese chico? —preguntó Draco convencido de que no podría seguir estudiando, estaba demasiado desconcentrado y además ansioso de Harry, habían pasado muy pocas noches juntos, ya no podían entretenerse tanto como antes. Se puso en pie y tomó a Harry de los hombros, acercándolo más a él.

    —¿Qué más? —parpadeó Harry asombrado por la actitud de Draco.

    —Sí, ya sabes, qué más, siempre lo he visto rondándote, incluso en el Gran Comedor un par de veces… —Draco se inclinó hacia delante y le dio un beso en los labios, uno fuerte y demandante, dejándole en claro lo que necesitaba en ese momento y sobre todo que no aceptaría un no como respuesta.

    Harry se dejó besar encantado, aunque con la mente algo confusa; las manos de Draco comenzaron a desvestirlo con avidez, tirando de su túnica con algo de brusquedad mientras lo iba mordiendo cada vez más fuerte en el cuello.

    —¿Draco? —jadeó Harry sujetándolo por los hombros.

    —Shhh —Draco se inclinó y lo volvió a besar con fuerza, mordiendo está vez su labio inferior. Harry presionó con más fuerza sus hombros y lo trató de apartar.

    —Espera… —Draco se apartó de él y le dio una mirada resentida —¿Por qué estás enfadado? No me gusta hacerlo así, como una manera de que te desfogues… peor no sabiendo la razón.

    —¿No te gusta hacerlo así? —reclamó Draco —¿Acaso crees que te uso para desfogar mis broncas?

    —Por lo general no, pero hoy estás enfadado, dime por qué —pidió Harry avanzando hacia él —¿Te han molestado de nuevo?

    —No.

    —Bien, entonces… ¿Hay algo en ese libro que no entiendas y…? —Harry se detuvo ante la ceja levantada de Draco —, claro, no hay casi nada que tú no puedas entender…

    —No, casi nada.

    —Presumido… —Harry lo rodeó con sus brazos y lo jaló para darle un abrazo —, entonces… estás enfadado porque llegué tarde.

    —Algo —admitió Draco dejándose abrazar, sintiendo ahora su rabia como algo ligeramente ridículo.

    —¿O por qué me demoré por ayudar a Ackerley? —tentó Harry, sintió a Draco ponerse tenso bajo su abrazo y removerse un poco, sin embargo no lo soltó —. Oh, Draco, no me digas que en verdad estás celoso.

    —Yo no estoy celoso, no tengo porque estarlo… ¿o sí?

    —Por supuesto que no, no seas tonto.

    —Yo, Potter, no soy tonto. He visto a ese chico darte vueltas y estar pegado a ti como una babosa, razones no me faltarían.

    —Pues acabas de admitir que sí estás celoso.

    —No lo hice.

    —Lo que sea, Ackerley no es gay, y no me interesa en lo más mínimo.

    —Por supuesto que lo es, ¿no ves como te mira? El tipo te idolatra y babea por ti.

    —No creo que tú seas muy experto en eso de reconocer chicos gay, no me descubriste a mí.

    —Eso era diferente.

    Harry se apartó de él para mirarlo a la cara finalmente, se sintió algo poderoso al ver a Draco sonrojado, por lo general, fuera del sexo, Draco no se sonrojaba casi nunca.

    —Draco…

    —No molestes, Potter —se quejó Draco sabiéndose sonrojado y sintiéndose tonto y vulnerable ante la mirada de Harry. Trató de apartarse de Harry, pero éste no se lo permitió.

    —Lo siento, no te digo nada, sólo que no tienes porque sentirte así, y no digo celos —advirtió ante la mirada enfadada de Draco —sino a lo que sea que estés pensando o sintiendo —claro que Harry entendía que eran celos, pero si Draco no quería reconocerlos como tal no podría obligarlo, porque Draco era demasiado terco para algunas cosas —no creo que Ackerley sea gay, y si lo fuera pues no tiene nada que ver, a mí solamente me gusta un mago gay y es rubio, sabiondo y muy guapo…

    —Jo, jo, que cómico.

    —Y además lo quiero, y mucho… —Harry le dio un beso en la frente y sintió a Draco suspirar bajo su beso.

    —Yo también te quiero…

    —Y además —continuó Harry con una sonrisa y apartándose finalmente de él por un instante para luego jalarlo de la mano hacia la cama —, hay algo que quiero preguntarte, o mejor dicho de lo que quiero que hablemos… desde hace días que le doy vueltas a esto y pienso que es el momento oportuno.

    —Pero… tenemos que estudiar —se quejó Draco algo preocupado y ya sabiendo más o menos por donde iba la conversación, aquella que no quería tener en realidad.

    —Estabas dispuesto a aplazar tus estudios por tener sexo, ¿No lo puedes hacer porque quiero hablar contigo un par de minutos?

    Draco suspiró vencido y asintió —lo siento, dime.

    —Cuando acabe la escuela, sé que la beca a la que postulas incluye un lugar en el campus, la Academia de aurores también es un internado, sin embargo, tenemos algo así como dos fines de semana al mes para ir a casa y me gustaría que durante esos fines de semana… o mejor dicho, me gustaría y me sentiría mucho más tranquilo si tú te quedaras en casa en lugar de la universidad, o que al menos pasaras los fines de semana que yo tengo libres allí.

    —¿Es muy complicado, no crees? —preguntó Draco pareciendo desconcertado.

    —No, no lo es —Harry frunció el ceño y se cruzó de brazos —, sería vivir juntos pese a los internados, intentarlo al menos, acomodar nuestros horarios; ya sabes, como una pareja.

    —Aún no me han dado la beca, Harry.

    —Pero te la darán, y luego, cuando terminemos la escuela podremos pasar al menos dos semanas en casa, decidiendo como acomodarnos. Sé que requerirá mucha coordinación y que nos veremos poco, pero lo prefiero a no verte nunca y…

    —¿Qué pasará si alguno de tus amigos apareciera por allí de improviso? —preguntó Draco interrumpiéndolo —, o Andrómeda y Teddy.

    —Mis amigos saben que soy gay, y además se los diría, les contaría acerca de nosotros.

    —Harry… —Draco suspiró y tomó las manos de Harry, mirándolo a los ojos —, te quiero, y por eso no dejaré que te precipites, aún nos queda mucho camino por recorrer y el imponernos un horario tan ajustado, el decirle a tus amigos y todo eso, pues, es demasiado.

    —No lo es. Yo pensé que luego de la escuela seguiríamos juntos y solo quería… —Harry se detuvo y se soltó de Draco bruscamente, al fin comprendiendo —tú no pensabas seguir con esto después de la escuela.

    —¡Yo no he dicho eso! —se defendió rápidamente Draco volviendo a tomarlo por las manos.

    —¿Entonces que estás diciendo Draco?, porque por Dios que no te entiendo.

    —Tenemos los exámenes y las pruebas de admisión encima, no nos apresuremos, luego tendremos un par de semanas libres, podremos hablar y ver qué hacer. Eso es lo que creo que deberíamos hacer.

    —¿Lo pensaras al menos? —preguntó Harry, parecía mucho más esperanzado —, ¿Entre todo lo que estudias te darás un tiempo para pensarlo?

    —Sí, lo pensaremos juntos, no te apresures ni te enfades, solo que no es el momento para hablar de esto… ¿de acuerdo?

    Harry asintió lentamente, en el fondo algo descorazonado por la respuesta de Draco —De acuerdo.

    Draco le sonrió y le dio un beso en los labios antes de ponerse en pie.

    —Bien, ahora a estudiar, que tenemos un horario que cumplir.

    —Pero… —se empezó a quejar Harry, Draco giró y levantó una ceja —pensé que habías dicho que no te podías concentrar y…

    —Sí, pero ahora sí puedo y ya te dije, hay que seguir con el horario, de nada servirán tus maravillosos planes si es que no pasamos las pruebas.

    —Claro, sargento —se burló Harry sacando la lengua hacia Draco y levantándose para tomar su mochila y empezar con las tareas.

    —¿Sargento? —Draco ladeó la cabeza y frunció el ceño —Eso no está en el libro de Estudios Muggles.

    —Es… ¿Te lo explico luego?

    —De acuerdo —aceptó Draco sentándose nuevamente tras su escritorio para empezar a repasar el libro de Transformaciones que había dejado de lado, aunque no completamente concentrado, dándole vueltas a la conversación que había tenido con Harry y tratando de decidir algo.

    *



    Los días siguieron pasando, cada vez los alumnos estaban, sobre todo los de séptimo, más estresados y preocupados por los exámenes, algunos como Ron, que no postularían a las universidades o escuelas eran los más relajados, aunque Hermione se encargaba de que Ron de todas maneras se preocupara y estudiara tanto como ella.

    Harry se juntaba con ellos casi todas las noches, luego de pasar tiempo con Draco, a repasar algunas cosas e intercambiar notas y conceptos, Hermione decía que estaba muy orgullosa de lo mucho que estudiaba y de lo bien que estaba manejando las tareas y clases. Insinuó más de una vez que si aquello se debía más que nada a aquel chico misterioso con el que estaba saliendo. Harry respondía orgullosamente que sí, que “su chico” era muy estudioso y casi tan mandón como ella y más de una vez estuvo tentado a decirles que se trataba de Draco, pensando que tal vez sus amigos no se lo tomarían tan mal sabiendo la buena influencia que estaba surtiendo el rubio en él, sin embargo se desanimaba a última hora, pues Draco aún no le había dado ninguna respuesta sobre su propuesta y no quería apresurarse y crear problemas en su relación con él.

    Durante uno de esos días se desató una gran discusión en la sala común, entre Ron y Ginny, el primero le increpaba a su hermana el haber descuidado tanto las clases, pues la chica se la pasaba más tiempo fuera de la sala común, haciendo quién sabe qué y con quienes y eso era algo que desagradaba a Ron y a sus padres, que ya habían recibido noticias de sus malas calificaciones. Hermione y Harry observaron desde una de las esquinas más alejadas la discusión:

    —Ron tiene razón, ella lo sabe —comentó Hermione mirando de reojo a los hermanos.

    —Pero también ella en que ya es grande y que es su problema…

    —Sí, pero parece que está entretenida en otras cosas en lugar de hacer las tareas…

    —Tal vez en molestar a Malfoy —tentó Harry —he escuchado a su grupo reír mucho de cómo lo molestan.

    —No lo creo —negó Hermione con la cabeza —, Ginny no andaría por allí molestando a Malfoy, no es de su estilo. Además, según tengo entendido ya los ataques han cesado, ya no han vuelto a aparecer esos letreros tan horribles.

    Harry bufó molesto recordando como dos noches antes había visto a Draco lastimado por un golpe y claro, como siempre, Draco se había negado a darle los nombres de los atacantes —Me refería a los ataques verbales y los golpes.

    —Oh, esos son cuentos. Si alguien atacara a Malfoy ya se sabría, al final Malfoy, queriéndose hacer la víctima, hubiera hablado.

    Harry frunció el ceño y se cruzó de brazos, conteniéndose por no contestar.

    —Y además, creo que la culpa de la distracción de Ginny es Oliver Lusk, ellos han estado viéndose mucho últimamente.

    —¿En serio? —preguntó Harry algo esperanzado —¿Son novios?

    —Así parece. Aunque yo que tú no me alegraría mucho, ya ves que en el pasado ella ya salió con alguien para causarte celos.

    —Era diferente y eso parece que pasó hace siglos, espero que haya madurado un poco al menos.

    —Creo que todos lo hicimos, pero hay cosas que no cambian.

    En ese momento Ginny dio un último grito hacia Ron y caminó hacia fuera de la sala común. Ron, sonrojado y con los puños apretados caminó hasta ellos y se dejó caer en una silla junto a Harry.

    —¡Mujeres!

    —¡Ron! —se quejó Hermione mirándolo ofendida.

    —¿Qué? Son tercas y obstinadas y…

    —Mejor calla, compañero, no quiero ver una pelea más esta noche.

    Ron pareció reparar recién en Hermione y en que era mujer y se irguió completamente.

    —Lo siento, no lo decía por ti, sino por todas las demás mujeres.

    Hermione negó con la cabeza y le pasó un libro de estudios muggles.

    —Mejor sigue repasando los peligros de integrarte a la comunidad muggle sin estar completamente protegido y toda esa sarta de tonterías que nos enseñan.

    —No creo que lo sean —murmuró Ron hacia Harry que negó con la cabeza, recordando a Draco y su miedo por lo que ese libro decía.

    —Pues, pienso que sí… exageran.

    *



    A sólo dos semanas ya para los EXTASIS Draco caminaba molesto hacia la biblioteca, por lo general no se dejaba ver por el castillo los sábados en la noche, pero la escuela parecía estar totalmente concentrada en los estudios y los libros escaseaban, tenía que pedirlos por adelantado y comprometerse a entregarlos en determinadas horas, así que cargando un par de libros de runas antiguas se dirigía hacia la biblioteca para devolverlos, de acuerdo a lo prometido y a recoger uno más de herbología, cuando sintió el primer empujón, trastabilló hacia delante y los libros salieron volando, mientras se giraba esperó que realmente los libros no se maltrataran, Madame Prince era demasiado quisquillosa con eso.

    —Malfoy —dijo Nott con una sonrisa burlona —, tanto tiempo sin verte ¿Dónde te has estado escondiendo?

    —Piérdete —contestó Draco viendo que con Nott venían además Zabini y Malcolm Baddock. Casi ya estaba listo para lo que pasaría luego.

    Nott hizo una seña a los otros chicos y pronto ellos lo tuvieron sujeto por los brazos, Draco trató de patear y defenderse, pero el primer golpe en el rostro le hizo dar contra la pared y lo dejó medio mareado.

    —Esto es para recordarte lo que eres —dijo Zabini soltándolo, Draco fue a dar contra el piso y se aovilló rápidamente, tratando de protegerse el rostro, ya conocía a ese grupo, se divertían dándole de golpes por un rato y luego de insultarlo se iban felices.

    —Sí, no te creas que ya la gente se está olvidando de que eres un mortífago —agregó Malcolm Baddock antes de lanzar una patada sobre sus costillas.

    —Y maricón además —completó Nott, los golpes se repitieron y Draco trató de no soltar ni un solo sonido hasta que finalmente los chicos, luego de seguir diciéndole maricón y mortífago se aburrieron y se fueron riendo.

    Le costó algo de trabajo sentarse y calmar el temblor en sus músculos por los golpes, cuando finalmente lo hizo pudo levantarse, recoger los libros y apretando los dientes por el dolor, llegar a la biblioteca y entregarlos, para su suerte los libros no habían sufrido ningún desperfecto, aunque la bibliotecaria le dio una mirada preocupada al ver la forma en que caminaba y el estado en el que traía el uniforme.

    Regresó hasta su habitación arrastrando los pies y pensando que al menos no tendría ya que salir de allí hasta el lunes, y que además era sábado y que Harry se quedaría a pasar la noche con él.

    Ese fue el momento que Ginny escogió para finalmente poner en marcha su pequeño y, según ella pensaba, magnífico plan: la confrontación, aprovechando que la profesora Loewenthal se entretendría mucho más tiempo del normal al plantear los repasos de hechizos y que Harry demoraría en llegar.

    Conocía ya de memoria toda su rutina y estaba enfadada porque, por la rutina de Harry, sobre todo quedándose a dormir con Malfoy los fines de semana, era obvio que Ron y Hermione sabían de sus escapadas y no hacían nada por detenerlo, era como una traición, una más sobre la de Harry, hacia ella.

    Miró a ambos lados del pasillo un momento y luego acomodándose la túnica caminó hacia el cuadro de “El Hada Hermosa” y susurró:

    —Paz.

    *



    Draco levantó la mirada cuando sintió los pasos en el pasillo, esperando ver aparecer a Harry, sin embargo se sobresaltó cuando en lugar de eso sus ojos se encontraron con la pequeña y menuda figura de Ginny Weasley, que lo miraba de esa forma tan común en ella últimamente, como si se creyera superior. No parecía nada sorprendida de encontrarlo allí.

    —Weasley… ¿quién te dejó entrar aquí? —preguntó Draco algo confuso poniéndose de pie, el dolor en el lado derecho lo hizo sentir una pequeña arcada, apenas y había tenido tiempo de llegar hasta la habitación y dejarse caer sobre la silla, tratando de apartar un poco el dolor que se producía al moverse, sin embargo su orgullo lo hizo levantar el rostro y mirarla de manera desafiante.

    —Harry, por supuesto, él me dijo como entrar —respondió ella mientras inspeccionaba el lugar con mirada de asco, sus ojos se detuvieron sobre todo en la cama, hizo un mohín de descontento y se cruzó de brazos mirando a Draco atentamente —, pero ¿quién diría como terminarían las cosas, no?

    —Las cosas no han terminado —le dijo Draco apretando los dientes.

    —Creo que para ti sí, pero no es de tu futuro inexistente de lo que te quiero hablar, es de Harry.

    Draco sintió sus músculos tensarse, en parte por el dolor que le causaba estar de pie y también por el hecho de que la ex novia del que era ahora su novio estuviera delante, es decir que sabía lo que pasaba, que sabía acerca de Harry y él y no sabía como sería eso posible, pero no le preguntaría, no le daría el gusto.

    —Tú y yo no tenemos absolutamente nada de que hablar, mucho menos de Potter y su futuro.

    —¡Oh vamos! —sonrió Ginny mientras tiraba su cabello hacia atrás, dejando en el ambiente un olor a madera y hierbas que a Draco le pareció desagradable —, ¿Realmente crees que no lo sé? ¿Qué él no me lo contó nunca?, es decir soy su novia y esas cosas no se ocultan —explicó con aire de superioridad.

    Draco arqueó una ceja y medio sonrío, rivalizando la actitud petulante de Ginny.

    —¿Su novia? ¿En serio? Sí, he visto eso en “El Profeta”…. —caminó hasta el otro lado de la habitación y se apoyó en la pared, logrando mitigar el dolor en algo al menos —, aunque lo cierto es que no lo creo, hay cosas que se notan a leguas… y por último, sigue sin ser asunto mío.

    —Bueno… si es que pretendes hacerte el que no sabe de que estoy hablando es tu problema, igual te diré lo que vine a decirte —contestó ella acercándose a él. Draco se apretó un poco más contra la pared, lamentando el haberse movido tanto y esperando que la conversación terminara antes de que el dolor le ganase la batalla.

    —Si el escucharte hará que finalmente te largues…

    —Soy una persona comprensiva, Malfoy, entiendo que Harry pudiera sentir cierta lástima por ti, entiendo que él haya querido experimentar todo lo que dice que ha experimentado contigo…total, si te le regalas de esa manera, no puedo esperar que se niegue, después de la guerra y todo lo que vivió no le puedo culpar y siempre lo he alentado a que haga todo lo que quiera, pero el curso ya termina y debes entender que has sido la diversión del curso para Harry, así que si sabes sumar dos más dos puedes saber que este jueguito ya ha llegado al final, él tiene un futuro, una carrera que seguir, una familia que formar y...

    —Y supongo que la formara contigo ¿no? —interrumpió Draco sonriendo presuntuoso —, aunque claro, para eso primero debes ser novia de Harry o si quiera parecer algo atractiva o elegible para él y según sé yo, eso no va pasar.

    Ginny sonrió.

    —¿Cómo crees que entré aquí?, ¿o qué sé lo que hay entre ustedes?, Malfoy, para ser un Slytherin creo que estas perdiendo la maña, Harry y yo hemos estado tal vez alejados, pero no hemos terminado jamás, todavía pasa demasiadas horas en mi cama, él me habló de ti desde el inicio y se lo permití porque soy una novia comprensiva, aunque claro, entiendo que no quieras dejarlo, es decir… él es tan bueno en tantos aspectos… —suspiró profundamente, como si recordara algo muy agradable —un amante muy entregado ¿no?… pero tu tiempo con él ha terminado, así que ve haciéndote a la idea —ella se dio la vuelta y caminó hacia la salida, Draco sin embargo la detuvo con sus palabras:

    —Tú no significas nada para Harry, él ni siquiera se ha acostado contigo ¿cierto? No puedes lograr eso en él, por mucho que te le andes ofreciendo.

    Ginny se giró con la mirada centellante y las mejillas algo coloradas, Draco se sintió mucho mejor en tenerla en ese estado.

    —Harry siente pena por ti, es lo único que puedes lograr en él, lástima… y sí, tal vez lo convenciste con toda esa patraña del niño obligado y amenazado por Voldemort, pero Harry tenía un plan de vida ¿sabes?, el tenerte como … amante— Ginny imprimió la mayor cantidad de desprecio en la última palabra —solo lograra que su vida se arruine, sabes que él no tiene ya mucho oro como para mantenerte, si es que eso es lo que buscas, no me extrañaría con tus costumbres de ser un niño rico y mimado, pero Harry gastó casi todo lo que tenía durante los meses que estuvo tras Voldemort, tiene lo necesario para poder estudiar en la Academia de aurores y luego cuando empiece a trabajar se casará conmigo, ¿ves, tú no estas incluido en ninguno de sus planes? Nunca lo estuviste.

    Draco sonrió con petulancia.

    —No te equivoques, Weasley, yo no necesito que nadie me mantenga, a diferencia tuya no ando buscando ser la esposa de un héroe. Harry no es un niño, ha probado que sabe muy bien lo que hace, no necesita de tu intervención ni de tus magníficos planes a futuro.

    —La Academia de aurores no lo recibirá si es que él es… si él admite tener una relación con otro hombre, ni siquiera si pretende que solo son amigos; amigo de un ex mortífago, por más libre que hayas quedado.

    —Ya veo, tienes miedo de que finalmente decida que no le importan los demás y se establezca por ejemplo… ¿conmigo? De que todas esas noticias que andas colando a “El Profeta” se desmientan con una noticia de ese tipo… que quedes como la pobre niña que no pudo mantener al “Gran Héroe” a su lado, la pobre a la que se lo quitó un mortífago —sonrió Draco con suficiencia.

    Ginny le dedicó una mirada de odio antes de contestar.

    —No, lo que temo es que arruine todo su futuro y su vida, sabes perfectamente que el mundo no acepta a los que son de tu… clase, homosexuales —hizo una mueca de asco ante el término antes de continuar —. Harry no podrá siquiera a llegar a Auror, lo cual es uno de sus más grandes sueños, y ¿por qué? por un cretino egoísta como tú, estoy segura de que pronto te aburrirás y te desharás de él, pero entonces ya será muy tarde para Harry…

    Draco bufó —No me hagas reír, no quieras hacerme creer que eres una ex novia tolerante y engañada, no eres más que una arpía que pretende conseguir a Harry a cualquier precio, aunque déjame decirte que Harry ya ha cambiado un poco sus gustos.

    —No es que haya cambiado sus gustos, es que está enfermo, al igual que tú. Yo podría curarlo y ayudarlo a ser una persona normal, a diferencia tuya, yo solo busco su bien, ¿no crees que ya ha sufrido lo suficiente en esta vida como para tener que seguir haciéndolo por alguien como tú? —contestó ella dirigiéndose a la salida nuevamente —, y el que yo permita que ande jugando contigo por allí no quiere decir que te lo dejaré permanentemente.

    Draco arqueó una ceja —No es una mascota de la que hablas, y tú no le permites nada… —replicó Draco, Ginny se giró furiosa —, tal vez deberías preguntarle directamente porque le da tanto asco acercarse a ti y no a mí.

    Ginny no contestó, simplemente se dio la vuelta y pronto sus pasos se dejaron de oír en el pasillo y luego de un momento más Draco se dejó caer, resbalando por la pared, hasta quedar sentado en el piso, el dolor en su costado era mucho más fuerte y le costaba algo respirar, sin embargo, pese a que sabía que debía moverse no encontraba las fuerzas para hacerlo, su mente no podía dejar de dar vueltas a las palabras de Ginny, ¿realmente estaba siendo demasiado egoísta con Harry, arruinándole su brillante futuro? ¿Poniendo en riesgo una felicidad que el chico merecía después de todo lo que había pasado?

    *



    Cuando Harry llegó una hora después, encontró a Draco sentado sobre la cama, con un par de libros abiertos y leyendo atentamente.

    —Lamento la tardanza —dijo en cuanto entró, acercándose a darle un beso.

    —Está bien, supongo que tanto entrenamiento te servirá al momento de tu evaluación para la Academia de aurores.

    —Sí… eso espero yo también —Harry se sentó a uno de los lados de Draco y sacó un libro de pociones para leer mientras Draco terminaba con sus estudios.

    No pasaron más de quince minutos antes de que Draco dejara los libros de lado y se lanzara sobre él besándolo con fuerza y desesperación.

    Cuando Harry logró despojarlo de su camisa vio con lástima y furia que tenía un gran golpe en el pecho, sin embargo no comentó nada, simplemente lo siguió besando y acariciando como si nada hubiera pasado, aquella noche Draco se dejó amar y Harry aceptó gustoso el pedido, besándolo y acariciándolo, no dejando ni un solo rincón de su cuerpo sin explorar, amándolo poco a poco, con calma, con mucho cariño, con esa delicadeza que hacía a Draco estremecerse hasta los huesos, por lo que significaba, por los sentimientos que implicaba.

    Finalmente ambos se dejaron caer sobre la cama, agitados y satisfechos, envolviéndose automáticamente en un cercano abrazo y permaneciendo en silencio durante mucho rato. Hasta que fue Draco, todavía demasiado pensativo acerca de la visita de Ginny, el que habló:

    —Harry… ¿Te puedo preguntar algo?

    —Si es la lección de pociones, no estoy de humor —replicó Harry sin abrir los ojos.

    —No, no, no es eso —Draco suspiró y se acomodó un poco más sobre el pecho de Harry —. Si por alguna extraña razón del destino no pudieras ser auror ¿Qué es lo que harías?

    —¿Por qué no podría ser auror?

    —No lo sé… es sólo una suposición. Anda, contesta.

    —Pues… no lo sé, no lo he pensado nunca.

    —¿No tienes un plan alternativo?

    —¿Tú sí?

    —Pues…

    —Ya, obvio que sí, eres Draco Malfoy, no me sorprendería que tuvieras hasta tres planes alternativos —lo interrumpió Harry con voz divertida mientras le acariciaba lentamente la espalda.

    —¿Y bien?

    —Supongo que me gustaría enseñar… creo que lo puedo hacer bien.

    —¿Defensa contra las Artes Oscuras?

    —Pociones definitivamente no.

    —Pobres niños, no se merecerían algo así, sin contar al pobre Snape, retorciéndose en su tumba.

    —Ya, que no es para tanto… creo.

    —Ya, lo siento, maestro entonces… —suspiró Draco imaginando que si no le permitían ser auror menos le permitirían ser maestro. Harry no notó su mirada triste, solo lo sintió abrazarse a él con más fuerza mientras las luces iban bajando poco a poco.

    —¿No seguirás estudiando?

    —Esta noche no, quiero estar contigo, solo eso.

    —Oh… pues, genial —contestó Harry algo confundido pero disfrutando de la perspectiva de seguir abrazados y disfrutando de la noche.

    Draco se quedó despierto mucho rato más, disfrutando el aroma de Harry, su calor y el estar entre sus brazos, de sus suaves caricias, de todo lo que Harry era y significaba, simplemente de tenerlo allí en ese momento. Ya había tomado su decisión.

    QUOTE
    Notas finales:

    Gracias por leer…

    Y bien, ya tienen lo que hizo Ginny finalmente con la información que tenía acerca de Draco y Harry, sé que asusté a muchos y esperaban una confrontación de otro tipo, pero la chica es lista, sabe que a golpes no va tambalear lo que hay entre Harry y Draco, así que optó por algo muy diferente…

    El siguiente capítulo: “EXTASIS Y EXAMENES DE INGRESO”

    Un beso a todos y espero que tengan un lindo fin de semana.

    Zafy.

     
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  3. karigutis
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    Notas del capítulo:

    Hola a todos… ¿Qué tal estuvo su semana? Espero que bien, que estén descansando, o hayan descansado (dependiendo de la hora, claro) y estén listos para iniciar una nueva semana más.

    Agradecer a Akasha Dimitrovpor su ayuda al betear este capítulo, XD

    Ahora sí, no digo más, que tenemos un largo capítulo por delante:
    ____________________________________________________________________________________

    SEGUNDO LIBRO: “EL ÚLTIMO AÑO”

    CAPÍTULO 22: "EXTASIS Y EXAMENES DE INGRESO"


    Ahora es cuando empieza tu camino,
    la experiencia única y fascinante
    en la que tendrás que tomar decisiones
    y pasar por duras pruebas: tu vida.

    Finis Terra

    El Mago de Oz



    29 de mayo de 1999, Escuela de Magia y Hechicería de Hogwarts.

    ¿Cómo es que el tiempo se les había pasado tan rápido? No lo sabía, pero de pronto se encontraron a solo un par de días de empezar con los EXTASIS y luego seguirían los exámenes de ingreso a los lugares en los que querían estudiar.

    Las últimas semanas se habían vuelto una rutina de estudios, nervios y poco conversar. Harry pasaba mucho más tiempo con sus amigos, preparándose para los exámenes y Draco agradecía eso pues él también necesitaba concentrarse mucho para superar las pruebas que se le aproximaban.

    Y así, de pronto llegó el último fin de semana antes de las pruebas, Harry había dicho que prefería pasar con él el fin de semana, no importaba si estudiando y Draco había aceptado, pues ya le quedaba muy poco tiempo antes de que la escuela terminara y tuviera que afrontar algunas otras cosas.

    —Hermione, Ron y yo los hemos visto llegar —anunció Harry entrando a la habitación. Draco, que en ese momento practicaba el encantamiento de extinguir el fuego y convertirlo en un pequeño tornado, simplemente asintió en respuesta, tratando de no perder la concentración.

    —Son los mismos que llegaron para los TIMOS, aunque lucen más viejos aún —continuó Harry dejando la mochila sobre el piso y sentándose sobre la cama con las piernas cruzadas, mirando atentamente a Draco y al pequeño remolino de viento que se elevaba hacia el techo.

    —Es imposible que luzcan más viejos —replicó Draco luego de soltar un suspiro y que el pequeño tornado desapareciera.

    —Pues sí, lucen más viejos.

    Draco se había acercado a él y le había dado un suave beso en los labios antes de sentarse a su lado. Aquel sábado Harry había llegado poco antes del toque de queda, después de, a diferencia de otros sábados en que llegaba mucho más temprano, haber estado estudiando con sus compañeros de casa.

    —¿Qué tal te fue hoy?

    —Bien… yo creo que como tú dices, ya no hay más nada que pueda memorizar o que pueda caber en mi cabeza.

    —No es difícil de imaginar.

    Harry le dio un suave empujón y negó con la cabeza.

    —¿Ya has terminado?

    —Sí… creo que ya lo tengo… si es que toman eso en el examen práctico y no hay nadie por allí distrayéndome lo lograré —contestó Draco.

    —Yo no te distraeré —comentó Harry recordando la evaluación de TIMOS cuando se había examinado para el curso de Defensa contra las artes oscuras y Draco había estado cerca, por alguna razón había roto su concentración, aunque se contuvo en preguntarle el por qué.

    —Mmm… Si apareces por allí trataré de no distraerme, no te preocupes — le respondió Draco antes de tenderse en la cama y jalar a Harry con él —. Estoy agotado…

    —Y aún no iniciamos los exámenes —Harry entrelazó sus dedos con los de Draco y cerró los ojos.

    —Y luego vendrán las pruebas para la Academia aurores.

    —Y las de la universidad —suspiró Harry. De solo pensarlo se sentía abrumado.

    —En serio me sorprende que no haya nadie con un grave caso de ataques de nervios o algo por el estilo.

    —¡Pues claro que los hay! —aclaró Harry —, Wickliff y Vivekananda ya han sido internados ayer en la enfermería, aunque estarán bien para el lunes.

    —¿En serio?

    —Sí, y seguramente que más de un Slytherin debe estar por allí también.

    —Es probable… —Draco soltó un pequeño bostezo.

    —También yo estoy agotado —declaró Harry.

    —Anda, ya no hablemos de los exámenes y todo eso, mejor tomemos un baño juntos y vamos a dormir —propuso Draco levantándose y jalando a Harry de una mano.

    *



    El lunes se iniciaron los EXTASIS, el primero fue el de pociones, pasaron un par de horas con la prueba teórica.

    Harry al entrar al Gran Comedor, acondicionado para la prueba y acompañado de sus amigos, le había sonreído disimuladamente, deseándole de esa manera suerte.

    Draco, mientras preparaba el tintero y la pluma y esperaba ansiosamente que todo empezara para que terminara pronto, también le había deseado suerte a Harry, mirándolo de reojo mientras el chico preparaba sus útiles.

    No podía decir que había estado simple, aunque había tenido a un gran maestro: Draco; pero sí podía decir que lo había hecho bien, había recordado muchas de las cosas que Draco le había obligado a repetir hasta el cansancio y mucho más las correcciones, en medio de risas que Draco le había hecho, según él, de errores demasiado tontos. No temía por Draco, si había algo de lo que estaba seguro era de que Draco se llevaría la mejor nota, mejor incluso que la de Hermione que había estado escribiendo en el pergamino de la evaluación hasta el último segundo, cuando los pergaminos habían salido volando solos hasta las manos del examinador.

    Todos los alumnos salieron a tropel del Gran Comedor, la mayoría con cara pálida y hasta de susto, habían sido demasiadas preguntas, algunas trampas en las que esperaba no hubiera caído Harry, pero él había contestado a todo y ahora solo le quedaba la parte práctica en la tarde, luego del almuerzo… No se sentía con estómago suficiente para almorzar, los nervios le estaban ganando la partida. Recordó los casos de ataques de nervios que Harry le había contado que había visto durante la última semana, sobre todo el de esa chica, la ex novia de la comadreja: Brown, que había terminado casi incendiando los muebles de la sala común. Estaba seguro que nada como eso le pasaría a él. O al menos eso esperaba.

    Harry caminó junto a Ron y Hermione y tras ellos Zelazny y Vance, todos en silencio, rumbo a los jardines, era un día agradable y Ron había propuesto que el aire libre les haría bien, al menos hasta que fuera hora de ir a almorzar.

    Se sorprendió de ver a lo lejos a Draco, que casi nunca caminaba por los jardines del colegio, solo lo hacía cuando tenía que cruzarlos para ir a clase de Herbología y en esas ocasiones andaba a pasos veloces y con mirada atenta. Esta vez parecía estar simplemente paseando, vio que se mantuvo alejado de los Slytherin hasta que finalmente pareció encontrar un lugar tranquilo donde sentarse. Harry permaneció mirándolo atentamente, para ver si alguien se acercaba a molestarlo, casi suelta una risa nerviosa al verlo sacar un libro. Acababan de pasar ya una prueba, una complicada que los había dejado agotados, y él aún quería estudiar. A veces Draco lo sobrepasaba. Realmente lo hacía.

    —¿Estás bien? —preguntó Ron siguiendo su mirada, lo cual hizo que Harry se sonrojara al ser descubierto mirando a Draco.

    —Sí, claro que sí.

    —Te entiendo, parece que solo se dedica a estudiar —comentó Hermione —, aunque es la primera vez que lo veo al aire libre, siempre anda encerrado.

    —¿Qué tal les fue en el examen? —preguntó Ginny llegando en ese momento junto a Oliver Lusk.

    Ron les dio una mirada enfadada y se encogió de hombros y Harry aprovechó el momento para mirar hacia Draco nuevamente, que extrañamente en ese momento, también lo miraba. Pero no pudo observarlo más de medio segundo antes de sentir los brazos de Ginny rodeándolo por detrás.

    —¡Ginny! —reclamó Harry soltándose bruscamente, a su lado Ginny soltó una carcajada y Lusk le dio una mirada tensa.

    —Ya, ya, lo siento, ¡Qué carácter! —se quejó Ginny alejándose de Harry pero permaneciendo sentada, Lusk, en silencio, se sentó a su lado —. Solo quería saber qué tal te había ido, pero parecías… distraído.

    —Estoy cansado.

    —Todos lo estamos —apoyó Hermione.

    —Sí, y tú deberías estar ya estudiando para la prueba de esta noche —le recordó Ron con voz seria. Ginny, que sí cursaba Astronomía, debía presentar su EXTASIS esa noche, en la torre.

    —Ay, a veces eres demasiado aguafiestas.

    Hermione le dio una mirada de exasperación y luego negó suavemente con la cabeza mientras sacaba el libro de pociones, Harry casi podía apostar que iba a revisar en cuales preguntas se había equivocado. Por suerte ella ya había perdido la costumbre de querer hacerlos participar en ese ritual. Seguramente porque ya ambos le habían dejado en claro demasiadas veces que no les interesaba en lo absoluto.

    Draco sonrió complacido al ver la escena, la comadreja junior se equivocaba completamente si pensaba que presionando y lanzándose sobre Harry conseguiría al menos llamar en algo su atención. No positivamente al menos. Y le sorprendía que ella, que había estado junto a él, como amiga o novia o lo que fuera durante tanto tiempo no lo conociera lo suficiente como para saberlo, no lo conociera tanto como él lo había podido conocer en ese corto tiempo. Draco soltó un suave suspiro. Aquel corto e insuficiente tiempo que ya llegaba a su fin.

    Decidió no pensar en eso, quería disfrutar del tibio y casi inexistente sol, no había podido sentarse en esos jardines en todo el curso y por alguna razón le apetecía hacerlo esa mañana, tal vez era que ya se estaba despidiendo del castillo poco a poco. Después de todo, ya no lo odiaba tanto como antes.

    *



    La tarde había sido más complicada, el examen había consistido en una poción curativa y en un antídoto, uno de esos que siempre lograba marearlo por tratar de recordar todos los pasos y el orden en que debía seguirlos, por suerte su caldero no había explotado y al terminar ambas pociones habían obtenido el color y la textura adecuada. Habían tenido tres horas para realizar ambos procesos, el tiempo casi justo, con tan solo unos quince minutos de excedente, algunos alumnos no habían llegado a tiempo con la segunda poción, aunque Harry no pudo evitar sonreír cuando, faltando aún algunos minutos, el primero en terminar la prueba había sido Draco, entregando sus pociones con cierto aire de autosuficiencia para luego abandonar el Gran Comedor. De regreso a la salida le había guiñado un ojo, cosa que lo había distraído en algo, pero por suerte no lo suficiente para dañar su prueba. Y pensar que era él el preocupado de distraer a Draco.

    Draco caminó contento hasta su habitación, el castillo estaba sumido en una paz absoluta, los de quinto año estaban en sus TIMOS y los demás dando los exámenes finales, así que no tuvo ninguna complicación en llegar a su habitación, darse una larga ducha y esperar por Harry, mientras estudiaba, por supuesto.

    Cuando Harry apareció, media hora después, con una linda sonrisa dejó de lado el libro que estaba leyendo y ambos se entretuvieron un buen rato entre besos y relatos de cómo les había ido durante las pruebas.

    De acuerdo a lo que tenían planeado, Harry había vuelto temprano a su sala común, aún tenían que estudiar y descansar, la semana recién se iniciaba.

    Cuando Draco se quedó a solas no pudo evitar sacar del baúl una de las fotografías muggles que Harry le había dado, una donde no había movimiento, pero que le gustaba bastante, donde estaban los dos sentados en las afueras de uno de los restaurantes donde habían comido durante su viaje. Draco sonrío antes el recuerdo y la dejó apoyada contra una pila de libros mientras continuaba estudiando.

    *



    Los días se volvieron un eterno sobresalto, el martes tuvieron la prueba de Herbología y la de Estudios Muggles, ambas eran teóricas y bastante extensas. Harry se preguntó si el poner tantas preguntas y tan poco tiempo era algún tipo de placer creado por los examinadores. Aún así estuvo seguro de que hizo un buen trabajo con ambas y, según le contó Draco aquella noche, él también estaba satisfecho con sus respuestas.

    El miércoles fue un día más complicado, pues tenían un examen teórico por la mañana y uno práctico por la tarde, Harry estuvo tan agotado aquella noche que casi le rogó a Draco que lo dejara quedarse a dormir. Draco asintió de buena gana y luego de repasar un poco más para el examen del día siguiente (¡Harry no podía creer la capacidad del chico para estudiar tanto!) ambos se durmieron abrazados, demasiado agotados y agobiados para nada más que un beso de buenas noche.

    El jueves Draco fue empujado mientras se examinaba, por Nott, que en ese momento pasaba para dar su prueba práctica.

    Harry vio todo desde su propio puesto, donde luchaba por no perder la concentración y manejar correctamente la llama que, según le había pedido el examinador, se debía mover de un lado a otro sin apagarse. Estaba listo para protestar y defender a Draco cuando fue el mismo examinador del chico quién se puso en pie y ordenó sacar a Nott del lugar, desaprobándolo por mal comportamiento.

    Draco tenía los puños apretados cuando el fuego que se estaba convirtiendo ya en el pequeño tornado volvió a su forma original por culpa del imbécil de Nott, le dio una mirada casi de amenaza al pobre anciano que en ese momento lo examinaba, que solo negó con la cabeza.

    —Supongo que lo puede hacer mejor si es que nadie tropieza con usted.

    —Sí, por supuesto, es un hechizo que domino a la perfección —respondió con los dientes apretados, tanto que lo había practicado para que luego lo sabotearan de esa manera. El anciano asintió y, con algo de esfuerzo, se puso en pie y caminó hacia el otro examinador que al parecer no había notado nada de lo ocurrido. Draco no pudo negar que sintió un regocijo en el pecho cuando vio que Nott se iba, rojo, furioso y sin haber presentado su prueba.

    —Bien… demuéstreme que tal le va con este hechizo entonces.

    Y Draco sonrió, feliz porque alguien no dijera que se merecía ese empujón sino que le diera la oportunidad de demostrar lo que sabía y con la varita conjuró el fuego y lo convirtió en un pequeño tornado que se elevó y, contento como estaba, lo hizo transformarse en una pequeña nube gris, que terminó dejando caer unas cuantas gotas de agua antes de hacerla volver a fuego.

    —Muy interesante dominio y manejo —murmuró el hombre anotando en uno de los pergaminos. —Lo felicito.

    Draco salió contento del aula, hambriento y cansado, sí, por el esfuerzo del hechizo, pero contento por el resultado y cuando, luego de la cena, Harry lo alcanzó en su habitación y lo abrazó y lo llenó de besos y de caricias se sintió casi completamente feliz.

    Harry había estado atento a que Nott pretendiera algún tipo de venganza contra Draco, pero al parecer la reprimenda del profesor Cummings había logrado disipar cualquier idea que tuviera y, aunque miraba de manera amenazante a Draco, no se metió con él por el resto de la semana.

    El jueves el examen de encantamientos fue bastante agotador también, pero estuvo seguro que logró un buen resultado, al igual que Ron y Hermione, aunque su amigo estaba algo enfadado porque Ginny no parecía ir tomando en serio los exámenes, estaba seguro que no conseguiría casi ningún EXTASIS.

    El viernes en la mañana Harry tenía el examen práctico de Defensa Contra las Artes Oscuras y por la tarde Draco el de Runas y Artimancia. Luego de eso al fin eran libres, aunque claro, sabía que no debían relajarse, en solo unos cuantos días Draco tendría que ir a la Universidad para presentar sus pruebas y un par de días después de eso él tendría que ir a la Academia de Aurores a rendir el examen de admisión, pero ambos habían estudiado tanto y se habían restringido de tal modo que sabía que se merecían ese pequeño descanso, aunque sea esa noche. Además, celebrarían algo especial.

    Cuando Draco llegó, agotado y aún algo confundido con sus respuestas en el examen de Runas, se sorprendió al encontrar la habitación a media luz, Harry lo esperaba de pie, con una encantadora sonrisa, en el centro había una pequeña mesa y dos sillas que no sabía de donde habían salido y un par de platos cubiertos y unas cuantas botellas de cerveza de mantequilla.

    —Harry, ¿Qué…?

    —Hola, te estaba esperando —interrumpió Harry caminando hasta él y ayudándolo a desprenderse del morral y la túnica.

    —¿Tú has preparado esto?

    —Pues… hechicé algunas cosas para convertirlas en sillas y mesas y los elfos me ayudaron con la comida, claro. ¿Realmente no esperabas que olvidara tu cumpleaños cierto?

    —¿Mi cumpleaños? —preguntó Draco ligeramente sorprendido.

    —Es mañana, pero podemos empezar a celebrar hoy…

    Draco soltó una pequeña carcajada —Mi cumpleaños…. ¿Cómo pude haber olvidado mi cumpleaños?

    —Son cosas de la edad —se burló Harry revolviéndole el cabello, recibió en respuesta un golpe en el brazo.

    —No te hagas que solo nos llevamos poco menos de dos meses.

    —Ya, pero yo sigo teniendo dieciocho y tú ya diecinueve… ¡Estás viejo!

    Draco entrecerró los ojos, queriendo parecer enfadado.

    —¿Y se supone que esto es para que la pasemos bien? ¿O estarás toda la noche recordándome lo nene que eres y lo grande que soy yo?

    —Ay, que resentido eres —se burló Harry a pesar de todo antes de darle un beso en los labios que Draco recibió a medias, aún pareciendo enfadado.

    —Y tú sigues siendo un nene.

    —Ya, anda, métete a la ducha y cuando salgas quiero que olvides todo lo de los EXTASIS, admisiones o lo que sea.

    —Trato hecho —contestó Draco sonriente mientras entraba al baño.

    Realmente no podía creer que había olvidado su cumpleaños, su madre siempre se encargaba de mandarle cartas por anticipado, comentándole todo lo que harían cuando llegara a casa luego de terminar la escuela. El día de su cumpleaños su padre le enviaba una carta deseándole feliz cumpleaños y prometiéndole muchos regalos a su regreso… Y aquellas cartas ya no llegarían más. Trató de dejar de lado todo el dolor y el sentimiento de vacío que el recuerdo de su madre, su padre y su vida pasada le causaba. Por el contrario, se trató de convencer de que estaba bien ahora, que al menos, cuando había salido de la prisión, no esperaba ser una milésima de feliz de lo que era en ese momento con Harry.

    *



    La sala común de Gryffindor, al igual que seguramente las otras salas de las otras casas de la escuela, esa noche estaba completamente llena y eufórica, los de primero, segundo, tercero, cuarto y sexto año celebraban el haber al fin terminado los exámenes finales y el casi fin de curso, los de quinto curso respiraban tranquilos por haber al fin superado tan aterradora prueba y los de séptimo, no solo festejaban el haber terminado con los EXTASIS, sino también con la escuela.

    Habían varios bailando al centro de la sala común, animados por un viejo tocadiscos que había conseguido Dean, otros tantos jugaban cartas o conversaban animadamente en pequeños grupos, algunos bebiendo cervezas de mantequilla (sobre todo los más chicos) y otros Whisky de fuego o Hidromiel, traídos del bar de madame Rosmerta. Se podía percibir en el ambiente una total algarabía, atrás quedaron los ataques de nervios y las rabietas por no poder llegar a memorizar todo lo necesario para algún examen.

    Ron y Hermione se habían quedado en una esquina, sentados en un pequeño sofá, las piernas de Hermione sobre las de Ron, ambos tomando sus botellas de cerveza de mantequilla en silenciosa complicidad observando como todos alrededor festejaban y extrañando a Harry, que había desaparecido, aunque ambos ya podían imaginar que seguramente estaría celebrando, a su manera, el fin del curso y de la escuela.

    Ron soltó una pequeña carcajada ante una broma que había hecho Seamus al otro lado del salón y Hermione torció el gesto.

    —Los de séptimo no deberían estar tan contentos y celebrar, aún hay muchos que postularan a las universidades e institutos y tenemos solo unos cuantos días para prepararnos.

    —Lo sé, y todos ellos, al igual que Harry lo saben, pero al menos por una noche que festejen y respiren aliviados de que al fin acabaron los exámenes, después de todo luego tendrán que ponerse a ello nuevamente.

    —Pues…

    —Además es divertido estar aquí juntos haciendo algo diferente a estudiar ¿no crees? —preguntó Ron jalando a Hermione un poco más cerca.

    —Claro que lo es…

    —Y debes tener en cuenta que no recuerdo haber tenido un fin de curso normal, mucho menos haber festejado, así que es algo bueno…

    Hermione suspiró suavemente, recordando los fines de cursos anteriores, tras la muerte de Cedric, o de Sirius, o del director, definitivamente no recordaba haber concluido un curso tan tranquilamente como ahora.

    —Es cierto… creo que nunca lo hemos celebrado ni nada…

    —Entonces ya deja de estarte preocupando por todo y mejor solo disfruta un poco —recomendó Ron acercándose para darle un beso que Hermione recibió con gusto, después de todo sí había algo que le gustaba más que estudiar (aunque no muchos lo pudieran creer), era besar y abrazar a Ron.

    Desde uno de los sofás del medio de la sala, con el ceño fruncido y cara de pocos amigos, Ginny observaba a su hermano y su “cuñada”, (ambos ahora alias “los traidores que sabían que Harry estaba mal y que no hacían más que cubrirlo y taparlo”) y bufó fastidiada.

    —Cualquiera diría que no te agrada que estén juntos —le dijo Oliver levantando uno de los brazos de la chica y dando pequeños besos que pretendían ser cariñosos. Ginny pensaba que Oliver era demasiado pegajoso, casi hasta el exceso, y no le gustaba que estuviera todo el tiempo allí, sobre ella, aunque claro, si se hubiese tratado de Harry no habría opuesto mayor resistencia, pero como no se trataba de él, simplemente le dio un manotazo fastidiado y se apartó un poco en el sofá.

    —Ah… podrías dejar de babearme el brazo —se quejó con voz alta, demasiada alta, considerando la cantidad de compañeros que estaban cerca de ellos y voltearon a mirarlos entre curiosos y divertidos.

    —La otra noche no te quejabas tanto —replicó Oliver con los dientes apretados y acercándose a Ginny lo suficiente para que nadie más los escuchara, cierto que la chica le gustaba, era una de las más bonitas de la escuela, sin embargo, su carácter a veces lograba desesperarlo hasta niveles insospechados.

    —Era distinto.

    —¿Por qué? ¿Por qué Potter si había estado cerca para verlo?

    —No digas tonterías.

    —No me lo negarás, es decir, Potter para variar ha desaparecido y cada vez que eso ocurre tú te pones de muy mal humor, si es que no sales a perseguirlo.

    —Cállate, no hables de lo que no sabes —le gruñó Ginny con los ojos chispeantes, Oliver negó con la cabeza.

    —No, no sé que es lo que te pasa o que es lo que piensas o quieres, pero a mí no me usas más que para andar sacándole celos a Potter, pensé que eso se te pasaría en algún momento, pero ahora me he dado cuenta que estás enferma… eso no se te va pasar nunca, con razón Potter se largó y no qui…

    Una fuerte bofetada interrumpió su discurso, Oliver se puso una mano en la mejilla mientras miraba a Ginny ofendido y dolido.

    —¡Te dije que no hablaras de lo que no sabías! —gritó la chica poniéndose en pie, la sala entera los observaba fijamente. De reojo, Oliver se dio cuenta de que Ron ya se disponía a ponerse en pie y defender a su ofendida hermanita, lo que le hizo permanecer sentado y en silencio, después de todo, Ron era casi un gigante en comparación a él y había escuchado suficientes historias sobre lo rudo que podía llegar a ser. Ginny realmente no valía la buena cantidad de golpes que le podía dar.

    Ginny apretó los puños, sintiéndose avergonzada ante la mirada de toda la sala común y sin saber que más hacer dio la vuelta y corrió hacia la salida, una vez en el pasillo rompió a llorar, no por Oliver ni por su pelea, o por la humillación, sino por Harry y por su ausencia, porque ella sabía, podía estar mucho más que segura, de que el chico se encontraba en aquel cuartucho de mala muerte junto a Malfoy, en lugar de estar con ella, como era lo correcto.

    *



    La cena con Harry fue agradable y se prolongó durante mucho tiempo, ambos riendo y conversando, de todo y de nada, trataron de no mencionar la escuela, los exámenes pasados, ni de los que vendrían. Draco se sintió tranquilo de que Harry tampoco quisiera hablar del futuro.

    Ambos terminaron en la cama.

    Harry lo besó en los labios y lo hizo girar completamente sobre la cama, Draco apoyó las manos sobre la almohada y la cabeza entre ellas, disfrutando ahora de esa lengua que bajaba por sus hombros, de esos labios besándolo tan lentamente. Pronto esa lengua empezó a recorrer su espalda, bajando poco a poco, demorándose en dejar pequeñas mordidas que solo lograban excitarlo más, si es que eso era posible. Draco agitaba las caderas suavemente contra el colchón disfrutando del placer mezclado entre las caricias de Harry y el roce de su polla contra la sábana. Las manos de Harry bajaron hasta sus nalgas, masajeándolas y acariciándolas, mientras la lengua seguía recorriendo ya la parte en que la columna terminaba.

    —Levanta —pidió Harry con voz ronca, nunca le había hecho eso a Draco, ni a nadie, pero en ese momento era algo que realmente se le apetecía y esperaba que a Draco también.

    Draco dobló las rodillas y levantó las caderas, sintió a Harry moviéndose detrás de él y quiso girar para ver que era lo que estaba haciendo cuando las manos de Harry separaron sus nalgas, un estremecimiento de anticipación recorrió su cuerpo, pero jamás habría estado preparado para lo que siguió. Primero sintió los labios de Harry sobre una de sus nalgas, moviéndose cada vez más cerca del centro, su cálido aliento golpeando su culo y haciendo que todo se sintiera magníficamente irreal.

    —¿Ha… Harry? —balbuceó cuando esa lengua se acercó mucho más a su entrada. Pero Harry no respondió. Esa lengua se presionó suavemente contra su entrada y Draco dejó caer su pecho hacia delante, enterrando el rostro entre las almohadas mientras soltaba un grito muy poco digno.

    —¿Quieres que siga? —preguntó Harry sin apartarse mucho de donde estaba.

    El aliento de Harry golpeando contra su culo, ahora húmedo, lo hizo sacudirse y lo único que pudo hacer al intentar contestar fue gemir nuevamente.

    —¿Draco…? —le picó Harry sintiendo toda la piel de Draco estremecerse.

    —Mierda, sí —contestó finalmente Draco apretando con más fuerza las sábanas, la lengua de Harry volvió a presionarse contra su entrada, para luego lamer alrededor, mientras él se continuaba deshaciéndose contra las sábanas.

    Harry se esmeró, lamiendo, chupando, mordiendo y acariciando mientras Draco seguía retorciéndose y gimiendo cosas ininteligibles. Cuando sus caderas se empezaron a empujar con bastante fuerza contra su boca decidió que definitivamente Draco ya estaba listo, sin contar lo listo que estaba él mismo; su erección era ya dolorosa por la ansiedad de hundirse en él.

    Finalmente dio una última mordida y luego se irguió completamente, arrodillándose entre las piernas de Draco, quien aún temblaba suavemente debajo de él. Convocó su varita y presionó suavemente contra la entrada.

    —Draco… voy a follarte —anunció innecesariamente.

    —Más te vale —replicó Draco levantando el rostro hacia Harry, sus ojos verdes, oscurecidos por el placer, lo miraron fijo antes de inclinarse y darle, de la mejor manera que pudo, un beso descuidado —. Harry… —gimió suavemente Draco cuando Harry se apartó nuevamente, sujetando sus caderas con algo de fuerza.

    —No tienes idea de como me pones… —le dijo Harry con voz ahogada antes de presionarse contra él. Draco empujó y apoyó con más fuerza las manos sobre la cama, sintiendo a Harry entrar en él finalmente, ambos se quedaron quietos un instante, tratando de calmar la intensidad de aquella sensación.

    —Mmm —masculló Draco girando un poco sus caderas contra Harry, que comprendió el mensaje y comenzó a moverse, entrando y saliendo con movimientos rápidos y fuertes. Ambos estaban ya demasiado excitados y demasiado ansiosos.

    —Dios, Draco… Draco —gruñó Harry soltando una de las caderas de Draco y pasando la mano por su abdomen.

    —Sí… Harry… por favor… sí, sigue —empezó a pedir Draco, arqueando cada vez más la espalda cuando Harry rozaba su próstata, esa mano sobre su polla lo hizo soltar un jadeo mucho más sonoro.

    La habitación se llenó del sonido de sus cuerpos chocando con fuerza, de sus gemidos y jadeos, de palabras sueltas y sin sentido hasta que ambos, a la vez, estallaron en un violento orgasmo. Las piernas de Draco, que temblaban debido al placer no soportaron más cuando Harry se dejó caer sobre él y ambos dieron contra el colchón, agitados y sin poder siquiera pensar o moverse.

    En el pasillo, a unos cuantos metros de ellos, Ginny se mordió los labios mientras las lágrimas caían por su rostro. Apoyada en la pared, se sintió asqueada por lo que había escuchado, su intención había sido ir a ver si Harry estaba allí, encararlo tal vez, pero no estaba preparada para lo que había encontrado. La rabia y la vergüenza inundaron su pecho y, tratando de no hacer ningún ruido, se dio la vuelta y caminó de regreso al pasillo del tercer piso. Un nuevo sentimiento se sumó a los que ya tenía, ahora no solo era el amor que sentía por Harry sino también el odio hacia Malfoy por lograr en Harry todo lo que ella jamás había podido lograr, por lograr que Harry gritara de esa manera, por lograr que Harry lo deseara de esa forma.

    Esa noche, finalmente acostada en su cama, en la torre de Gryffindor, decidió que no importaba si le tomaba una vida entera, se vengaría de Draco Malfoy, lo haría pagar por haber hecho que Harry se convirtiera en eso.

    *



    Harry observó el cuerpo dormido de Draco a su lado, cubierto a medias por una delgada sábana, el reloj marcaba ya las doce de la noche, oficialmente era el cumpleaños de Draco. Recordó como cuando niño se quedaba despierto el día anterior a su cumpleaños hasta la media noche, esperando impaciente por saludos y felicitaciones que nunca llegaban. ¿Cuánto tiempo había pasado ya desde eso?, casi le parecía una vida completamente diferente, una que parecía no ser suya.

    Con cuidado de no despertar a Draco se levantó de la cama y caminó hasta el escritorio, allí oculta había una caja pequeña, con un movimiento sacó el pequeño pastel que había dentro y le colocó una vela mágica que se encendió en cuanto entró en contacto con el pastel.

    Se sentó nuevamente en la cama, con las piernas cruzadas y con una mano agitó suavemente a Draco, que abrió los ojos con pereza.

    —¿Harry… qué? —murmuró Draco entreabriendo los ojos y fijándose en el pequeño pastel de chocolate con una vela encendida.

    —Ya es tu cumpleaños —anunció Harry con una sonrisa.

    Draco se sentó y sonrió ante el pastel, nunca antes había celebrado su cumpleaños a esa hora y ese gesto de Harry, de querer celebrar su cumpleaños lo hizo sentirse eufórico.

    —¿Ya lo es?

    —Sip, media noche, Draco, es hora de que pidas un deseo —le dijo Harry acercándole más el pastel.

    Draco se mordió un labio. —Que él sea feliz, que tenga esa oportunidad de ser… simplemente feliz —pensó antes de soplar la vela que se apagó rápidamente, la habitación quedó en penumbras nuevamente por un instante antes de que la vela se encendiera otra vez y se elevara hacia el techo. Ambos levantaron la vista y la pequeña vela se convirtió en pequeñas luces plateadas que cayeron sobre ellos y llenaron el lugar de una luz mágica.

    —Feliz cumpleaños —le felicitó Harry dejando el pastel sobre la cama y jalándolo para darle un beso que Draco aceptó gustoso. Cuando se separaron algunas luces plateadas aún brillaban y bailaban en la habitación.

    *



    Martes 8 de junio, Escuela de Hogwarts.

    El fin de semana se les pasó en un abrir y cerrar de ojos, Draco y Harry aprovecharon para recuperar todo el tiempo que no habían podido estar juntos durante las dos últimas semanas, conversando y riendo, haciendo el amor y durmiendo abrazados.

    Cuando el lunes llegó ambos volvieron a preocuparse, al igual que sus demás compañeros, pues el martes se entregarían los resultados de los EXTASIS y a partir del miércoles los alumnos tenían ya permiso para salir de la escuela a dar las diferentes pruebas que tendrían que rendir en los lugares en donde quisieran estudiar.

    Draco se dedicó a preparar, según el parecer de Harry, cientos de pociones en tan solo un día; mientras Hermione leía cuanto libro podía, pues su examen era el día viernes en la mañana. Harry por su lado se la pasó practicando hechizos, tanto de protección como de ataque, el único relajado era Ron, que se entretenía leyendo revistas de Quidditch y observando a sus demás compañeros volver a la estresante rutina de estudios y sobresaltos. Apenas y notó la ausencia de Ginny en la sala común o a las horas de la comida, tenía demasiadas cosas en la cabeza como para darse cuenta de que la chica no andaba cerca de él últimamente.

    El día martes en la mañana, luego del desayuno (que casi ninguno de ellos pudo tomar por los nervios) todos los de séptimo año fueron reunidos en el Gran Comedor, que esta vez no lucía las carpetas individuales sino las acostumbradas cuatro largas mesas. Los examinadores, junto a la directora McGonagall, aparecieron minutos después, logrando con su sola presencia que los murmullos nerviosos desaparecieran.

    —Ante todo quiero felicitar a todos ustedes por haber llegado hasta aquí, déjenme decirles que he quedado gratamente sorprendida por la mayoría de los resultados —empezó a hablar la profesora McGonagall de pie delante de todos.

    Draco tamborileaba nervioso sobre la mesa, un par de veces miró de reojo a Harry, que parecía también nervioso, jugueteando con una pluma entre los dedos, a su lado Weasley y Granger estaban quietos y silenciosos, muchos asientos más lejos la comadreja junior miraba todo con aire ausente, como si prácticamente estuviera obligada a estar allí.

    Harry finalmente quebró la pluma entre sus dedos y Ron le dio un suave codazo para que se quedara quieto de una vez por todas. Suspiró suavemente y su mirada se encontró con la de Draco, que le dio una breve, muy breve sonrisa, que intentó contestar antes de que la voz de la profesora McGonagall le llamara nuevamente la atención.

    —Y como no es mi intensión tenerlos aquí más tiempo esperando y mucho menos en ascuas, pasaremos a repartir los resultados inmediatamente.

    Una de las examinadoras, una bruja muy anciana que les había tomado el examen de herbología, se puso en pie con algo de trabajo y agitó su varita sobre la mesa, una gran cantidad de amarillentos sobres apareció delante de ella, algunos alumnos jadearon y otros elevaron la cabeza un poco más, como si de esa manera pudieran ver ya los resultados.

    —Todos suyos, profesora McGonagall —anunció la mujer antes de sentarse nuevamente. La profesora McGonagall asintió y sacó la varita, haciendo un pequeño movimiento con la mano lo sobres empezaron a elevarse de la mesa. Los alumnos soltaron un pequeño ¡Oh! mientras los sobres comenzaron a volar sobre sus cabezas, mezclándose entre ellos hasta que finalmente uno a uno fueron cayendo delante de cada uno, con su nombre escrito en el amarillento pergamino, algunos los tomaron con rapidez, otros permanecieron quietos, observándolos como si se tratara de algún peligroso bicho.

    —Por fin —exclamó Ron tomando el suyo y abriéndolo apresuradamente, destrozando el sobre y dejando ver un grueso grupo de pergaminos. Harry y Hermione lo miraban atentamente mientras el desdoblaba el grupo de pergaminos, pero antes de leer algo siquiera se giró hacia su novia e hizo una mueca de impaciencia.

    —¡Vamos, Hermione! —exclamó dejando sobre la mesa sus resultados y tomando los de la chica, levantándolos delante de su rostro —Anda… no creo que tú seas una de las que se tenga que preocupar por esto…

    Hermione negó con la cabeza y tomó el sobre, pero no lo abrió. Harry tomó el suyo también y lo miró atentamente, leyendo unas decenas de veces su nombre.

    —Como les dije, no es mi intención tenerlos aquí mucho tiempo, no en contra de su voluntad al menos, así que los que deseen un poco más de intimidad para poder revisar sus resultados o simplemente quieran ir a festejar por allí, pueden retirarse —les siguió hablando la profesora McGonagall, haciéndose escuchar sobre las pequeñas conversaciones de los alumnos. Como si se tratara de un hechizo casi todos los alumnos se pusieron de pie a la vez, ocasionando un terrible sonido de bancas arrastrándose contra el piso. Los grupos comenzaron a salir rápidamente del Gran Comedor.

    —Harry, ¿vienes? —le preguntó Hermione, ya de pie tomada de la mano de Ron.

    —No… yo creo que…

    —Oh, de acuerdo… supongo que quieres… —balbuceó Ron y Harry asintió rápidamente, tratando de no seguir con la mirada a Draco que ya caminaba hacia la salida, junto con los demás.

    —Pero luego nos buscas y nos lo cuentas, ¿de acuerdo? —le sonrió Hermione.

    —Claro…

    *



    Draco se apresuró a llegar a su habitación apretando el sobre con una mano, Harry le había dicho que no se preocupara, que seguramente obtendría buenas calificaciones en todo, pero Draco necesitaba más que eso, mucho más si es que quería llegar a ser un buen candidato para la beca.

    Dejó el sobre encima de la cama y se quitó la túnica de la escuela, quedando solo ya en una camiseta y unos pantalones oscuros, deseó, como ocurría últimamente, tener un cigarro a mano para poder calmarse mientras esperaba a Harry. Esperaba que no demorara demasiado.

    *



    Harry esperó a que la mayoría de sus compañeros se marchara para poder salir rumbo al tercer piso, en su camino encontró varios grupos de chicos que no habían podido esperar más y habían abierto sus resultados en medio de los pasillos, habían grupos festejando, riendo, y lamentablemente algunos con mirada apesadumbrada. Saludó apenas con una inclinación de cabeza al grupo de Ackerley, que sonreía bastante satisfecho y le levantó el pulgar en señal de victoria, antes de empezar a correr hacia el segundo piso y luego al tercero.

    Cuando llegó a la habitación de Draco, lo encontró parado con la espalda apoyada en la pared y los brazos cruzados, tenía el ceño fruncido y el cabello rubio le caía a los lados y sobre la frente mientras miraba amenazadoramente el sobre que estaba encima de la cama.

    —¿Impaciente? —preguntó a modo de saludo.

    —Para nada —mintió Draco.

    —Ya, sí claro —se burló Harry entregándole su propio sobre a Draco y tomando de la cama el que tenía el nombre de Draco.

    —Bien… supongo que a… —Draco no terminó de contarle su plan de abrir los sobres a la de tres, pues ya Harry había abierto su sobre y sacado el grupo de pergaminos que había en el interior.

    —Oh, vamos, qué debes estar tan ansioso como yo —se justificó Harry con una sonrisa mirando la expresión enfadada de Draco.

    —Lo que sea —contestó Draco abriendo también el sobre de Harry.

    Ambos casi a la vez se sentaron sobre la alfombra, uno delante del otro, el primero en reaccionar fue Draco.

    —Empieza.

    Harry asintió y terminó de desdoblar los pergaminos, abrió un poco los ojos sorprendido cuando en la primera línea, luego del nombre de Draco, en donde decía ubicación en la calificación estaba escrito en color verde “Número Uno” seguido de un “Felicitaciones”

    —¿Qué? —preguntó Draco mirando a Harry y frunciendo el ceño.

    —Empiezo —respondió Harry queriéndose guardar aquello para luego, quizá para el final. Se aclaró la garganta:

    —Pociones… —Harry levantó la mirada hacia Draco que parecía impaciente y a punto de darle un golpe o algo por el estilo así que decidió mejor no arriesgarse más —: Extraordinario.

    Draco no pudo evitar la sonrisa que afloró a sus labios.

    —¿En serio?

    —Te felicito —dijo inclinándose para darle un beso.

    —Ahora yo —continuó Draco —Pociones: Supera las expectativas —leyó con cierta pena en la voz.

    —Genial.

    —¿Genial? Pero no has obtenido la más alta nota.

    —Ya… pero con eso me basta… no creo que muchos hayan podido obtener esa nota.

    —Pero…

    —Mejor seguimos —comentó Harry, en realidad sí se sentía contento con esa y con sus demás notas, sabía que en cuanto a pociones no podría sacar un Extraordinario como Draco, después de todo ese no era su campo y si Draco se hubiera examinado en Defensa Contra las Artes Oscuras probablemente hubiera obtenido una nota más baja que él, pero se abstuvo de comentárselo.

    Al final Harry obtuvo un “Extraordinario” en Defensa Contra las Artes Oscuras, Transformaciones, Estudios muggles y Encantamientos, y un “Supera las expectativas” en Herbología, además del de Pociones. Mientras que Draco obtuvo un “Extraordinario” en Herbología, Pociones, Runas, Encantamientos y Transformaciones, se mostró ligeramente enfadado (lo cual le confirmó a Harry que Draco definitivamente era demasiado competitivo) con un “Supera las expectativas” en Estudios muggles.

    —¡Oh, ya calla! —reclamó Harry empujándolo contra la alfombra y dándole un posesivo beso en los labios para terminar el monólogo en el que Draco se había enfrascado acerca de lo injustos que habían sido con él en Estudios muggles.

    Draco se dejó besar encantado, mandando de paseo todos sus sentimientos de frustración por aquella calificación, las manos de Harry lo acariciaron lentamente a los costados antes de concluir con el beso.

    Harry permaneció sobre él un momento más y luego se levantó un poco, acomodándose para sentarse a horcajadas sobre él.

    —Esto es genial, obtuvimos todos los EXTASIS —le dijo Harry con una sonrisa.

    —Sí, siete EXTASIS, ahora no habrá dudas de que en verdad te mereces estar en la Academia de Aurores.

    —O de que tú eres el indicado para esa beca —contestó Harry estirando un brazo para jalar el grupo de pergaminos que había dejado sobre la alfombra, recordando que aún le faltaba decirle lo de su primer lugar.

    —Aún falta el examen y…

    —No creo que te lo nieguen, verdaderamente eres un jodido genio ¿no?

    —¿Cómo dices? —preguntó Draco apoyándose sobre sus codos y mirando Harry con más atención.

    —Ahora tendré que soportar los berrinches de Hermione durante meses… o tal vez años.

    —¡Harry! —casi chilló Draco.

    —Oh, ¿no te lo dije? —preguntó Harry pareciendo inocente mientras levantaba los brazos para evitar que Draco le quitara el pergamino de las manos, ambos se revolvieron en una lucha por obtener el pergamino.

    —No seas niño y dámelo de una vez.

    —Pensé que estábamos leyendo las notas —replicó Harry con burla mientras presionaba a Draco contra la alfombra nuevamente.

    —¡Harry!

    —Ya, ya, que carácter… pensé que habías dicho que para ser fabricante de pociones requerías tener paciencia y no… —Harry se removió nuevamente evitando un golpe de Draco —, no la estás teniendo.

    —Dame los malditos pergaminos de una vez —reclamó Draco resoplando.

    —El primer lugar de la clase —informó Harry simplemente, dejando al fin caer los pergaminos sobre Draco que lo miró con los ojos abiertos como plato. Harry creyó que era una expresión muy cómica y lamentó no tener a mano una cámara para capturarla y luego mostrársela.

    Draco miró hacia Harry y luego hacia los pergaminos sobre su pecho y finalmente a Harry de vuelta, que ya se apartaba un poco para dejarlo sentarse.

    —¿Draco? —tanteó Harry —¿Has escuchado lo que te dije?

    —Sí —contestó en un susurro mientras tomaba los pergaminos con manos temblorosas y efectivamente, allí escrito estaba lo que Harry le decía. Y él simplemente no lo podía creer, sabía que no podría obtener un mal lugar, pues esa nota era un promedio de sus EXTASIS y sus demás exámenes, incluidos sus TIMOS, pero jamás pensó que le ganaría a Granger, a la sabelotodo Granger —. Es cierto —murmuró.

    —Claro que lo es, si te lo dije —replicó Harry mientras tomaba sus propios pergaminos para leerlos, en donde decía lugar de ubicación estaba escrito: “Número ocho” y se sintió realmente contento con eso.

    —Tú lo sabías —acusó Draco dejando los pergaminos a un lado.

    —¿Qué?

    —Que tenía el primer lugar, lo supiste en cuanto viste las notas y no me lo dijiste —medio le reclamó Draco.

    —Pero entonces no habría sido así de divertido —contestó Harry con total desfachatez.

    —Ya te enseñaré yo lo que es divertido —le advirtió Draco lanzándose sobre él para apresarlo contra la alfombra.

    *



    —¿Número dos? —repitió Hermione incrédula por quizá centésima vez, Ron ya había perdido la cuenta.

    —Pero es muy buen puesto y has obtenido todos los EXTASIS.

    —Pero… ¿Número dos? —balbuceó Hermione dejando los pergaminos a un lado y Ron estuvo casi seguro que se echaría a llorar, lo cual lo asustó.

    —Sabes que no está nada mal.

    —Yo quería el primer puesto.

    —Hermione… —suspiró Ron sabiendo que esa conversación no terminaría tan pronto como habría deseado.

    Hermione negó con la cabeza —Es que… ¿Número dos? —preguntó una vez más y Ron puso los ojos en blanco.

    *



    10 de junio de 1999: evaluaciones de admisión.

    El jueves Harry llegó temprano al dormitorio de Draco, esperando poder encontrarlo todavía dormido y poder despertarlo, pero claro, Draco ya estaba despierto, bañado y listo, repasando las cosas que llevaba en el morral. Se sorprendió al ver a un somnoliento Harry aún en pijamas entrar a su habitación:

    —¡Harry! —dijo sobresalto en cuánto lo vio.

    —Me encanta como te emocionas cuando me ves —se burló Harry mientras se acercaba a Draco y le daba un suave beso en la boca, para luego dejarse caer sobre la cama, realmente tenía mucho sueño.

    —¿Qué haces aquí? ¿Pasó algo malo?

    —Qué va pasar… —bostezó —nada, solo quería desearte suerte.

    —Lo hiciste anoche… —Draco dejó el morral de lado, convencido de que definitivamente luego de revisarlo cerca de diez veces debería ya tener todo lo necesario y que no dejaba nada importante.

    —Pero también quería hacerlo hoy…

    —Espero que no de la misma manera en que lo hiciste ayer, en un rato me debo ir a desayunar y luego a tomar una chimenea.

    —Qué gracioso —se quejó Harry sentándose para encarar a Draco —lo cierto es que no podía dormir… estaba algo tenso. ¿Tú dormiste?

    —Solo algo, tampoco estaba muy tranquilo que digamos —admitió Draco. Ambos se quedaron en silencio un rato más, pegando sus cuerpos lo más posible hasta que Draco suspiró sabiendo que debía ponerse en marcha.

    —Que todo salga bien —le deseó Harry mientras lo observaba acomodar el morral y la túnica.

    —Y tú pórtate bien… y ve a tu cama a dormir algo, te ves fatal.

    —Yo también te quiero, gracias —replicó Harry acercándose a Draco y dándole un beso suave en los labios —Suerte.

    Draco se mordió el labio inferior, cosa que hacía cada vez que estaba ligeramente alterado y asintió antes de salir de su habitación hacia el Gran Comedor.

    Eran pocos los alumnos que se encontraban despiertos tan temprano, pues la mayoría aprovechaba esas últimas dos semanas de repasos para descansar hasta más tarde, finalmente solo una decena de chicos, de todas las casas, se encontraban desayunando, únicamente los que ese día tendrían alguna prueba de admisión. Draco se preguntó cuántos de ellos postularían a la universidad donde él postulaba y si acaso alguno habría solicitado la misma beca que él, aunque el profesor Monroe le había dicho que estaba casi seguro de que nadie más de la escuela había postulado a ella.

    Tomó un poco de jugo de calabaza, mirando distraídamente hacia Graham Pritchard y Lafcadio White, que se encontraban en el otro extremo de la mesa conversando en tensos murmullos, sabía que Pritchard podía postular a la carrera de pociones, pues había llevado el curso con él, pero White no. Tomó una tostada del plato y la observó con detenimiento excesivo, evaluando si era adecuado o no comerla cuando una voz conocida lo hizo girar, algo sobresaltado. Definitivamente sus nervios estaban a flor de piel ese día.

    —Sí, definitivamente deberás comerla, junto con el resto del desayuno —recomendó el profesor Monroe a modo de saludo mientras se sentaba junto a él. Tanto Pritchard como White le dieron miradas interrogantes, pero a Draco no le importó.

    —Buen día, profesor.

    —Vamos, desayuna.

    —No creo que mi estómago esté en condiciones de probar nada más —murmuró Draco dejando la tostada sobre el plato.

    —Pues tendrás que hacer un esfuerzo —le reprochó el profesor acercándole más el plato. Draco tomó a regañadientes una tostada y comenzó a comer —. No queremos que caigas inconciente por falta de alimento en medio de un caldero.

    —No… eso no daría buena imagen —convino Draco con una sonrisa nerviosa.

    —Y no debes preocuparte, con tus notas y tu talento ellos te rogaran para que te quedes a estudiar en la universidad.

    Draco soltó una pequeña carcajada y negó con la cabeza —Bueno fuera.

    —Y será, ya verás —le contestó el profesor señalando otra tostada más con la mano —, apresúrate ya falta poco.

    Draco sintió nuevamente el peso en su estómago ante la perspectiva de tener tan poco tiempo antes de las evaluaciones que le esperaban, sin embargo asintió y le dio una mordida a otra tostada, masticando frenéticamente. El profesor le sonrió y le dio una palmada en el hombro antes de alejarse.

    Quince minutos después apareció la profesora Hooch con un grupo de trasladores, todos los pocos alumnos que estaban allí se pusieron en pie rápidamente, algunos como Pritchard no se acercaron a la profesora sino que se quedaron a un lado, observando a la mayoría tomando los trasladores que la profesora iba entregando y preparándolos para la partida. Draco vio que algunos estaban pálidos y otros hasta verdes. Se preguntó qué aspecto tendría él mismo y si es que todo el proceso no habría sido creado por algún sádico con gustos extraños por ver a chicos y chicas aterrorizados.

    Draco, a diferencia de sus compañeros, no podía usar un traslador, tal vez hubiera podido pedir permiso al Ministerio en su última visita, pero lo más probable es que no solo se hubieran regocijado diciéndole que no, sino que también hubieran encontrado la forma de fastidiarlo el día de la prueba. Por eso la profesora McGonagall, que cada vez se mostraba más amable con él, le ofreció usar la chimenea para llegar, un medio legal y válido que no le representaría problema alguno. Así que, con pasos rápidos y algo ansioso, se dirigió a la oficina de la directora McGonagall, le dijo la contraseña a la Gárgola y tocó suavemente la puerta, inmediatamente una voz ya conocida lo invitó a pasar.

    —Señor Malfoy, buenos días.

    —Buenos días —Draco avanzó hasta la chimenea sin querer a detenerse más tiempo.

    —Que tenga mucha suerte —dijo la profesora en el momento que Draco ya arrojaba los polvos flú a la chimenea.

    —Universidad Mágica Gunhilda de Gorsemoor, área de Admisión quinientos cinco —recitó Draco con voz más firme de la que esperaba y se metió a la chimenea, le dedicó una sonrisa de agradecimiento a la profesora mientras desaparecía.

    *



    Harry volvió a su habitación, demasiado cansado como para bajar a desayunar todavía, además aún usaba el pijama bajo la capa de invisibilidad.

    Entró a la habitación en silencio y dejó la capa dentro del baúl antes de deslizarse hacia la cama, sus demás compañeros, excepto Neville, que también postulaba a la Universidad Mágica de Gunhilda de Gorsemoor, pero para la facultad de Herbología, seguían durmiendo y él se dispuso a hacer lo mismo, envolviéndose con su cobertor y pensando en Draco y en lo bien que le iría. Su mente se estaba alejando de la realidad rápidamente cuando, de pronto, un brazo bastante rudo lo agitó de un lado a otro. Por instinto, y como no sucedía ya hacía mucho tiempo, se sentó de golpe en la cama con la varita apuntando hacia un hombre desconocido.

    —Aléjate —siseó Harry apartando los cobertores y sin bajar la varita, a su alrededor Ron, Seamus y Dean se habían sentado en su cama y los miraban confusos.

    —Bien, Harry Potter —respondió el hombre enderezándose completamente y sin inmutarse ante la mirada amenazadora o la varita en alto de Harry —, mi nombre es Shaw, Auror menor del Ministerio y he venido por ti para la prueba de admisión.

    —¿Qué? —preguntó Harry aún sin bajar la varita, Ron, Dean y Seamus ya estaban de pie alrededor de ellos mirándolos cada vez más asombrados —. Mi prueba es todavía el…

    —Un auror necesita estar preparado siempre —informó el hombre con voz monótona —y el momento es ahora, tienes exactamente tres minutos para tomar lo que necesites y salir conmigo, si no lo tienes todo en tres minutos de todas maneras me iré, con o sin ti.

    —Pero… ¿Por qué vienen así? —preguntó algo desconfiado Ron acercándose más al hombre mientras Harry comenzaba a caminar hasta su baúl, aún dudando acerca de que era lo que se suponía que debía hacer o llevar.

    —No le damos explicaciones a civiles. Y ya le quedan dos minutos y medio —respondió el hombre, su mirada y su porte eran imponentes y ni siquiera había tenido que sacar la varita para intimidar a los cuatro chicos.

    —Iré a buscar a algún maestro… alguno debe saber —informó Dean saliendo por la puerta de la habitación con pasos rápidos.

    Harry no les hizo caso, tomó lo primero que encontró, se puso las medias lo más rápido que pudo y sin ningún tipo de vergüenza (no tenía tiempo para eso) se sacó los pantalones del pijama delante del auror y se puso la ropa interior y el pantalón vaquero, no terminó de abotonarlo y se sacó la camisa del pijama poniéndose una camiseta encima, para luego ponerse las botas, apenas había metido el pie en la segunda bota cuando el hombre se giró.

    —Tiempo de irnos —anunció el auror y comenzó a caminar hacia la salida casi como si estuviera marchando, Harry prácticamente corrió detrás de él.

    —¡Harry! —llamó Ron justo antes de que cruzaran la puerta, Harry volteó rápidamente hacia su amigo que le lanzó una sudadera y le sonrió —Suerte.

    —Gracias —balbuceó Harry mientras terminaba de abotonarse los pantalones y rogaba por llegar a algún lugar donde poder amarrar sus agujetas antes de caer vergonzosamente.

    Bajaron las escaleras al mismo ritmo veloz, Ron y Seamus iban detrás de ellos con pasos más lentos, en la sala común varios alumnos ya despiertos los miraban asombrados y hasta asustados. Cuando estaban ya por cruzar el retrato de la Dama Gorda Harry escuchó los pasos fuertes de alguien más bajando las escaleras, volteó sin dejar de caminar y vio a Elías Vance caminando pálido y a pasos rápidos junto a un hombre con la insignia de aurores en el pecho y un porte similar a Shaw. Vance parecía que hubiera tenido menos tiempo para vestirse, pues aun traía la camisa del pijama bajó una casaca que parecía de tela deportiva, en una mano cargaba una camiseta gris y en la otra, al igual que Harry llevaba la varita.

    El auror que acompañaba a Vance los alcanzó rápidamente y siguieron avanzando por el pasillo fuera de la sala común, sin embargo, ninguno de ellos intercambió palabra alguna por lo que Harry y Vance solamente se dieron miradas interrogantes y no se atrevieron a decir nada. Cerca de las escaleras que llevaban a los pisos inferiores se les unieron tres aurores más, cada uno traía a un Ravenclaw detrás de él, Harry reconoció a Anthony Goldstein; Lisa Turpin y Ralph Wickliff. Le sorprendió ver a tres Ravenclaw queriendo estudiar para auror cuando en su casa solo eran dos. Tal vez si Ron no hubiese prometido ayudar a George, también estaría caminando junto a ellos.

    Los tres Ravenclaw parecían haber sido sacados de su sala común de la misma manera abrupta que ellos, solo Wickliff no cargaba la varita en la mano y Lisa Turpin, que lucía unos pantalones vaqueros y una camiseta muy ajustada dejando ver su hermosa figura, hacía lo posible por sujetarse el largo cabello castaño claro en una cola sin perder el paso y sin soltar la varita.

    Los cinco bajaron las escaleras en silencio, varios compañeros de la escuela se cruzaron con ellos y se los quedaban mirando sorprendidos.

    Cuando llegaron al vestíbulo cuatro aurores más se les unieron, dos seguidos de dos chicos de Slytherin; los que habían estado con él en pociones: Malcolm Baddock y Graham Pritchard y los otros dos seguidos por dos chicas de Hufflepuff, Laura Madley y Rose Zeller, las recordaba de sus clases de DCAO y ambas eran bastante buenas. Incluso los dos chicos Slytherin parecían algo atemorizados y el grupo completo intercambió miradas ansiosas mientras seguían caminando tras el grupo de aurores, al parecer, rumbo a los jardines. Harry no pudo evitar soltar un suave suspiro de alivio cuando vio a la profesora McGonagall en el exterior, tal vez ella les diría que se habían equivocado de fecha, que el examen aún era en dos días.

    —Bien, me alegra que hayan podido ubicar a todos sus aspirantes —asintió la profesora en cuanto el grupo la alcanzó. Allí murieron las esperanzas de Harry de que todo aquello era solo un error y supo que no tendría más tiempo para preparase. Demonios, si ni siquiera había podido ducharse o desayunar.

    —Gracias por su ayuda, directora —respondió uno de los aurores, parecía mayor que el resto.

    —Espero que estén de vuelta para la cena —respondió la profesora mirando a los alumnos a la cara, se detuvo en Harry y asintió casi imperceptiblemente antes de dar unos cuantos pasos hacia atrás y levantar la varita para susurrar algunas palabras que nadie entendió ni escuchó claramente.

    —A la de tres, todos tomen el traslador con el auror que los ha escoltado —informó el hombre girándose y levantando una botella de mantequilla vacía y acercándose a uno de los chicos de Slytherin, todos los demás aurores voltearon hacia sus “escoltados”. Shaw sacó del bolsillo lo que al parecer era lo que quedaba de una vieja taza de loza blanca y la acercó lo suficiente para que Harry lo tocara.

    —Uno, dos y tres —dijo el auror con voz firme y Harry, al igual que todos sus compañeros se aferró al traslador que le ofrecían. La sensación de vacío y de algo jalando su cuerpo en miles de direcciones fue inmediata y antes de siquiera darse cuenta, Harry ya estaba fuera de la escuela; listo para dar su prueba para la Academia de Aurores.

    *



    Draco salió de la chimenea y limpió los restos de hollín de su túnica mientras avanzaba con pasos rápidos dentro del gran salón. Únicamente había un escritorio al fondo, con una bruja mayor y con cara de estar realmente aburrida. La mujer abrió un poco los ojos sorprendida, seguramente reconociéndolo, pero Draco, como ya estaba acostumbrado, fingió no darse cuenta y sacó del morral el formulario para ingresar.

    —Buenos días —saludó con voz firme dejando el formulario sobre el escritorio de madera —, este es mi formulario de ingreso y mi número de solicitud.

    La bruja le dio una mirada de fastidio y luego tomó los pergaminos que Draco le había entregado para leerlos, asintió y se los devolvió.

    —Su puerta es la número cincuenta y siete.

    —¿Cincuenta y siete? —preguntó algo preocupado Draco —¿Es decir que hay cincuenta y siete postulantes?

    —Ciento sesenta y siete en realidad y te recomiendo que entres de una vez, pues hay más chicos esperando por entrar y solo pueden hacerlo de uno en uno.

    —De acuerdo, gracias —murmuró Draco caminando hacia el lado que la bruja le había indicado, era un pasillo lleno de puertas oscuras, cada una tenía un número grabado sobre la madera. Llegó al número cincuenta y siete y no pudo evitar tomar una bocanada de aire antes de empujar la puerta.

    Entró en lo que al parecer era un aula vacía, en el centro había una mesa y una silla y al fondo otra mesa, una larga, con varios calderos y utensilios.

    —Por favor, tome asiento y espere a que se le indique que las pruebas están iniciando —dijo la voz de un mago adulto desde algún punto del aula.

    —¿Buenos días? —respondió Draco mirando a todos lados y tratando de encontrar a la persona que se encontraba allí, aunque el aula estaba muy iluminada como para que alguien se escondiese.

    —Por favor, tome asiento y espere a que se le indique que las pruebas están iniciando —repitió la voz y Draco entendió que probablemente se trataba de un hechizo repetitivo.

    Dejó el morral colgado de un lado de la silla y se sentó en ella, mirando distraídamente hacia todos lados, tratando de sobre todo registrar los utensilios sobre la mesa de trabajo y deducir que poción le pedirían preparar.

    Notó un gran reloj en el fondo del aula, indicándole que eran ya las ocho de la mañana. No pasaron más de cinco minutos antes de que la voz nuevamente hablara:

    —Aspirante número cincuenta y siete, necesitamos que saqué una pluma y un tintero para la prueba escrita que iniciará en tres minutos.

    Draco asintió torpemente y comenzó a sacar las cosas que le habían pedido de su morral.

    —Está por demás advertir que La Universidad Mágica Gunhilda de Gorsemoor tiene una gran cantidad de hechizos para asegurarse de que los alumnos no hacen trampas y que el ser sorprendido realizando un fraude significará la cancelación de su solicitud. ¿Entiende eso?

    —Sí —contestó Draco impaciente y jugando con una de sus plumas entre los dedos, había sacado un par más solo por si acaso.

    —Tiene tres horas para concluir con la prueba —informó la voz monótona nuevamente al tiempo que una gran pila de pergaminos aparecía sobre el escritorio delante de él. Draco tragó grueso y miró hacia el reloj que ya marcaba las ocho y diez y luego hacia el grupo de pergaminos, estaba seguro que allí había más de cien preguntas.

    Cerró los ojos un instante y se relajó lo mejor que pudo, recordándose que él era el mejor alumno de su clase, que había leído una cantidad importante de libros y que estaba realmente preparado para esa prueba. Tomó el primer pergamino y comenzó a leer la primera pregunta: “Mencione el nombre de al menos tres plantas africanas que pueden ser usadas como antídoto contra la mayoría de los venenos”.

    Draco sonrió, existían siete y él las recordaba todas.

    *



    Aparecieron en lo que al parecer era un enorme campo, tal vez de las mismas dimensiones del campo en que se había realizado el último mundial de Quidditch, Harry se sintió sorprendido de encontrar allí una gran cantidad de “aspirantes”, además de ellos, y todos acompañados por aurores.

    —Si quieres ponerte eso es el momento —le indicó el auror Shaw en un susurro, Harry asintió rápidamente y se puso la sudadera encima, estaba corriendo bastante frío y algo le decía que tal vez necesitaría las manos libres y no ocupadas cargando la sudadera, aprovechó la confusión de aurores apareciendo junto con chicas y chicos para agacharse y terminar de amarrar sus agujetas, sus demás compañeros aprovecharon para terminar, también, de acomodarse la ropa. Vance aprovechó para sacarse la camisa del pijama, dejándola tirada a un lado, y ponerse la camiseta.

    —¿Qué crees que pasará ahora? —preguntó a su lado, en un murmullo casi inaudible sobre los sonidos de apariciones alrededor, Lisa Turpin.

    Harry se encogió de hombros pero no contestó nada, no estaba de humor para iniciar una conversación con nadie, se sentía engañado por la forma como habían sido traídos. El auror que acompañaba a Lisa le dio una mirada de advertencia y la chica no comentó nada más.

    Pasaron algunos minutos, aunque a Harry le pareció una eternidad, hasta que apareció el último grupo de chicos. Varios metros delante de ellos, surgió lo que al parecer era un pequeño altillo con una larga mesa y varias sillas detrás, en el centro había una silla más alta que las demás, con adornos sobre los reposa brazos e incluso se veía más cómoda que las otras. A Harry le pareció una especie de trono y no le gustó en absoluto. Como si esa hubiera sido la voz de mando, todos los aurores se apartaron hacia el frente y se formaron en una larga fila, de espaldas a la mesa y adoptando una postura rígida. Harry intentó contarlos, llegaban a más de cincuenta, lo que le hizo mirar alrededor y recién ser conciente de la gran cantidad de chicos y chicas que había allí. Se preguntó de dónde podrían haber aparecido los demás, solo eran diez de Hogwarts, al resto no los conocía. Nuevamente, como había ocurrido en el mundial de Quidditch, se percató de lo poco que conocía del mundo mágico y lo mucho que daba por sentado, como que ellos, en Hogwarts, eran los únicos magos jóvenes.

    Un auror bastante mayor apareció delante de la fila de aurores que se habían formado y miró al gran grupo de chicos desordenados. Se apuntó con la varita a la garganta y luego habló con voz potente y fuerte.

    —En orden quiero que formen cuatro columnas, tienen un minuto para hacerlo.

    Un desorden mayor se generó mientras todos se removían tratando de formar las cuatro columnas indicadas y procurando no quedar al frente. Finalmente Harry logró formarse detrás de Vance y delante de Baddock y Pritchard en el centro de la tercera columna.

    —Orden he dicho —reclamó la voz del auror —. No estamos en un día de campo, los que no estén formados y en orden en diez segundos serán expulsados de la prueba.

    Aquella amenaza pareció ser suficiente porque los que quedaban al fondo rápidamente se acomodaron y todo el campo quedó en completo silencio. El auror hizo un asentimiento y se quedó de pie, contemplándolos durante un momento más hasta que los ruidos de apariciones en el altillo llamaron la atención de los chicos. Los aurores permanecieron en silencio, como si aquello no les hubiera sorprendido.

    Un hombre alto y grande, completamente calvo y de ojos claros, se apareció delante de la silla más alta. A su izquierda y a su derecha fueron ocupados los demás sitios por varios magos y brujas, todos lucían en el pecho una insignia que Harry reconoció como de “Instructores”. La tensión fue creciendo más entre los aspirantes conforme el hombre miraba fijamente hacia ellos. Harry trató de quedarse lo más quieto posible e ir repitiendo en su mente los hechizos que había aprendido y practicado durante los últimos días.

    —Todos ustedes han obtenido los EXTASIS y las notas necesarias para estar aquí y seguro que están muy orgullositos por tener las notas necesarias para ser un auror, pues les diré algo, ¡eso no nos basta! ¡Sus notas no son nada comparado a lo que realmente se necesita para ser auror! Si creen que con ser listos ya tenían asegurado su ingreso, estaban muy equivocados, aún falta que nos prueben que realmente tienen madera de aurores —habló el hombre calvo y grande, con los ojos claros brillando hasta de manera siniestra —y este día ustedes nos demostraran si merecen o no permanecer aquí.

    *



    Draco levantó el rostro hacia el reloj, habían pasado ya dos horas completas y él sentía que realmente no avanzaba con las preguntas, le parecía que nunca podría terminar de contestar todo, que probablemente la tinta se le acabaría antes de poder llegar a final. Aunque al menos no había dudado más que en algunas cuantas y no había dejado sin contestar ninguna. No se había equivocado al pensar que eran más de cien preguntas, iba ya por la ciento nueve.

    Inclinó su cabeza hacia un lado y hacia el otro, sintiendo la tensión sobre los hombros y el cuello. Extrañó a Harry, él sabía dar buenos masajes y quitar la tensión… Bufó y negó con la cabeza, debía dejar de pensar en Harry y lo cómodo que seguramente estaba en su cama, en la sala común, mientras él tenía que estar allí resolviendo un sin fin de preguntas. Mojó la pluma en el tintero y continuó con la siguiente pregunta:

    “Mencione usted la forma en que se debe tratar a los huevos de ashwinders*, la forma en que se debe emplear como ingredientes para pociones y cuales son las pociones que se pueden realizar con ellos (mencione al menos tres)”

    *



    Un rayo salió volando y Harry lo esquivó casi con las justas, sintiendo como la magia le rozaba apenas por centímetros la mejilla, se agachó lo suficiente para que aquel precario muro lo cubriera y avanzó hacia la esquina, donde un chico ya estaba refugiado.

    —¡Hey!, Tú eres Potter —dijo el chico en voz bastante alta en cuanto se acercó —, aunque no usas las gafas… ¿Ya no usas gafas?

    Harry rodó los ojos pero no le respondió, ni siquiera le miró, levantó un poco la cabeza para ver si el camino estaba libre, era un ejercicio que, según el hombre que les había hablado al inicio de la mañana, deberían terminar antes del medio día, solo los que lograban llegar hasta el otro lado del campo podrían continuar con la evaluación de la tarde. Todos los chicos, asombrados y algunos con cara de susto, habían sido esparcidos de cualquier manera alrededor del campo y, un instante después, Harry se había quedado boquiabierto viendo como los aurores que estaban alrededor del campo creaban una ciudadela inmensa, separándolos a todos por paredes y construcciones extrañas. Todo no dejaba de parecerle demasiado parecido a lo que había sido el laberinto durante el Torneo de los tres magos, esperaba que esta vez nada malo ocurriera.

    —Pensé que no harías la prueba, que entrarías de frente a la Academia —continuó hablando el chico. Harry continuó ignorándolo, mientras estudiaba lo que tenía delante, un camino angosto y pedregoso y alrededor los muros altos desde donde podían caer cualquier cantidad de hechizos aturdidores. Tendría que correr una buena distancia antes de poder refugiarse en la siguiente esquina, si es que no había ningún auror oculto allí. Frunció el ceño, si tuviera su capa sería muy simple pasar, pero no sería justo para los demás aspirantes… Era extraño andar haciendo esas cosas sin Ron ni Hermione o su capa, en el pasado ellos siempre habían sido los que lo habían ayudado, en cambio, ahora estaba solo, completamente solo. Se preguntó si es que acaso en el pasado solamente había tenido suerte y demasiada ayuda. Posiblemente no era realmente tan bueno como esperaba.

    —Bien, si es que no te apetece hablar… —murmuró el chico con voz resentida, Harry soltó un bufido y giró para verlo, tendría también dieciocho años, tenía el cabello castaño y la piel bronceada, era algo atractivo, su rostro tenía cierto aire de niño.

    —No es que no quiera hablar, pero por si no lo has notado tenemos que pasar hasta el otro lado y solo nos queda… —Harry levantó la muñeca pensando encontrar su reloj, pero este no estaba, claro, no había tenido tiempo de ponérselo esa mañana —Maldición —masculló mirando hacia el cielo como si así lograra descubrir la hora.

    —Son las once —le informó el chico enseñándole el reloj de pulsera, parecía uno muy fino.

    Harry quiso preguntarle si es que acaso dormía con el reloj puesto pero se abstuvo, habían cosas más importantes en qué pensar por el momento.

    —Únicamente tenemos una hora para llegar al otro lado y estamos aún algo lejos.

    —Bueno, eso es cierto —respondió el chico con voz ausente.

    —Sí, lo es —comentó Harry mirándolo extrañado.

    —Saldré de una vez, iré hacia esa esquina —señaló hacia la esquina izquierda —, y te diré si hay alguien a la derecha para que puedas llegar.

    —Yo… —Harry lo miró más confundido aún, después de que los aurores los esparcieran por el campo nadie se había juntado con nadie, todos habían corrido lo más rápido posible a refugiarse mientras los primeros hechizos aturdidores caían. Habían prometido que solo serían ese tipo de hechizos y que nadie saldría herido, además que les habían dado la facilidad de poder lanzar también hechizos para aturdir a los aurores que se ponían en su camino. Harry había visto a una chica bastante alta intentar darle a uno de los aurores y fallar en el intento. El auror que había sido blanco de ese ataque había soltado una pequeña carcajada por el fallido intento.

    —De acuerdo, aquí voy —resolvió el chico sin esperar respuesta alguna de Harry, se apoyó sobre sus rodillas y manos y comenzó a gatear hasta el límite del muro, dio una mirada larga y luego sin previo aviso se levantó y echó a correr, Harry levantó la cabeza para verlo esquivar un par de hechizos y luego refugiarse en la esquina que había indicado.

    Parecía agitado y levantó el pulgar hacia Harry indicándole que el camino estaba libre hasta allí. Harry tomó una bocanada de aire y sin pensarlo dos veces empezó a correr mirando hacia arriba y hacia atrás, esquivó también unos cuantos hechizos antes de pegar la espalda contra la esquina del lado derecho.

    —¿Por dónde crees que sea ahora? —le preguntó el chico mirando a todos lados con la varita en alto.

    —Espera —murmuró Harry antes de poner la varita en la palma extendida —Oriéntame —la punta de la varita se movió hacia su izquierda y, tras recordar la ubicación del estrado, señaló hacia la derecha.

    —¿Un hechizo brújula? —le preguntó el chico.

    —Sí, es por este lado…

    —De acuerdo —el chico se movió hasta quedar a su lado, aún parecía agitado.

    —Vaya prueba ¿no? —murmuró Harry mientras un chico más caía cerca de ellos, aturdido por un hechizo, notaron que una cruz en color verde luminoso se grababa en su camiseta.

    —Siempre lo hacen así —afirmó el chico mirando hacia el lado opuesto al que lo hacía Harry —, creo que si seguimos juntos podríamos lograrlo, sería como tener ojos en la espalda.

    —Solo faltarían dos más para tener ojos a los lados también —medio bromeó Harry.

    —Ya… es que me he separado de mis amigos, con ellos teníamos toda una estrategia… ya sabes, juntos llegaríamos a la meta.

    —¿Tus amigos? ¿Estrategia? ¿Cómo es qué…? —Harry detuvo sus preguntas y de improviso tomó al chico por la camiseta y lo jaló corriendo hacia la derecha, el chico tardó tal vez medio segundo en reaccionar antes de seguirlo, un grupo de hechizos aturdidores cayeron en el lugar donde antes habían estado.

    —Lo siento… me distraje —comentó algo culpable el chico mientras corría junto a Harry, ambos ahora mirando a ambos lados mientras se iban internando en lo que al parecer era una cuadra llenas de casas muggles bastante lindas.

    —¿Cómo es que sabes todo esto de las pruebas? —jadeó Harry mientras indicaba al chico meterse a uno de los lados, entre lo que al parecer eran dos casas. Recordó que al fin la profesora Hooch no había podido conseguir más información acerca de cómo se desarrollaban las pruebas.

    —Yo soy Chandler, Christopher Chandler —dijo con una media sonrisa —, mi padre llegó a ser Auror Adalid, se retiró hace un par de años, justo antes de que la guerra se iniciara.

    —Oh… —Harry se guardó el comentario de que si eso acaso no era algún tipo de trampa.

    —Puedes decirme Chris, todos lo hacen —continuó el chico mientras sacaba la cabeza del callejón un instante —. Mi padre y los de mis amigos siempre nos han contado cosas asombrosas de sus entrenamientos y sus pruebas, desde hace una semana que dormimos preparados por si nos vienen a buscar.

    —¿Tus amigos?

    —Sí… ya los conocerás, te caerán bien.

    —¿Y todos son hijos de aurores?

    —Sí, todos. Hey, tuvimos suerte, al tío de Dashiell lo obligaron a tomar la prueba bajo el mar… y no le gustaba mucho nadar y menos las criaturas marinas…

    —¿Dashiell?

    —Otro amigo.

    Harry quiso preguntar más cosas, seguro que esos chicos sabrían lo que pasaría luego, no obstante, lo cierto es que lo que pasaría luego sería algo que no podría averiguar si no se daba prisa.

    —Christopher, vamos a salir y esta vez no paremos, tú por el lado izquierdo y yo por el derecho ¿De acuerdo?

    —Claro… pero prefiero Chris, solo mi padre me llama Christopher…

    —Lo siento, Chris.

    —De acuerdo —Chris tomó una bocanada de aire y Harry lo imitó —, vamos a salir de este sitio de una vez.

    Harry asintió y ambos echaron a correr nuevamente. Alrededor los hechizos aturdidores caían cada vez más seguidos, un par de veces Chris jaló a Harry para apartarlo de alguno y Harry hizo lo propio por Chris unas cuantas veces más.

    —Creo que debemos entrar en uno de esos pasajes y seguir más a la derecha —jadeó Chris sin detenerse.

    —Sí —asintió Harry creando un campo de protección sobre ambos, justo cuando un hechizo ya le venía encima. No había tenido tiempo de saltar.

    —Gracias.

    —Vamos —lo jaló Harry con prisas por el callejón, esta vez no se detuvieron a tomar aire y conversar, pararon un instante a dar una mirada a ambos lados, un par de chicas y un chico cruzaron, a la carrera, cerca de ellos. Harry los siguió con la mirada, justo cuando al chico finalmente lo alcanzaba uno de los hechizos aturdidores.

    —¿Y si vamos más a la derecha? Aquí está lleno de hechizos —propuso Harry.

    —Podría ser… ¿pero qué pasa si nos alejamos demasiado?

    —No creo que eso suceda, pero podremos voltear en alguno de los callejones de más adelante —razonó Harry.

    —Cierto.

    Corrieron y está vez comenzaron a lanzar hechizos aturdidores hacia cualquier sitio, pues cada vez más aurores parecían cerca y dispuestos a aturdirlos. Harry se alegró, ya que eso era síntoma de que en verdad se estaban acercando ya a la salida y únicamente les quedaban unos minutos.

    —Espero que no se lastimen —le dijo Harry a Chris viendo como un auror era alcanzado por uno de los hechizos que había lanzado, mientras corrían cruzando otro callejón más y volviendo a la senda original, las casas poco a poco dejaban de parecer lindas y se iban convirtiendo en grises y viejas.

    —Nah… son aurores, están acostumbrados.

    —¡Abajo! —gritó Harry jalando a Chris y lanzándose sobre el piso. Un chico moreno y una chica de cabellos rubios volaron cerca de ellos, victimas del hechizo aturdidor.

    —Gracias de nuevo —masculló Chris —, ya hemos llegado al final, creo…

    —Espero que sí —comentó Harry, ambos se pusieron en pie. Al final del camino había un enorme edificio gris, con las puertas abiertas, el interior se veía completamente oscuro, sin embargo había una pequeña ranura de luz que resplandecía. Saltaron una vez más esquivando más hechizos aturdidores.

    —¿Tú qué crees? —preguntó Chris entornando los ojos y mirando con atención el fondo.

    —Puede ser una trampa.

    —Si lo es, estamos perdidos. Faltan solo diez minutos para el mediodía, no tenemos tiempo de volver por todo lo recorrido a buscar otra salida.

    —¿Nos la jugamos? —preguntó Harry levantando un poco más la varita, Chris asintió rápidamente y ambos se pegaron lo más posible y con las varitas en alto empezaron a caminar hacia el interior.

    Escucharon algunos gritos en el exterior, giraron un instante para ver un par de rayos aturdidores sobre un chico más. No dejaron que eso los distrajera y siguieron avanzando más y más. Harry estaba preocupado, no le gustaba para nada el asunto, todo se estaba haciendo más y más oscuro, nadie los había atacado aún y la franja iluminada estaba cada vez más cerca.

    —Lumus —murmuró Chris, a su lado Harry lo imitó, las varitas apenas iluminaron el camino un poco, un ruido a la derecha los hizo sobresaltarse y girar rápidamente para notar que ya se habían alejado bastante de la entrada, el ruido se repitió y Harry levantó la varita un poco más.

    —Lumus máxima —un gran rayo de luz iluminó el lugar unos cuantos segundos, ambos miraron a todos lados tratando de ubicar de donde salía el sonido, un instante después varios hechizos aturdidores cayeron hacia ellos. Ambos saltaron hacia lados opuestos, quedando sobre el piso y jadeando sorprendidos.

    —Lumus máxima —repitió Chris mientras se ponía de pie.

    Harry solo invocó el hechizo de iluminación y también se puso de pie, alcanzando a Chris.

    —Démonos prisa —masculló Chris, Harry notó que su voz ya no parecía tan jovial como antes, supuso que él también estaría algo asustado.

    Por el resto del camino intercaladamente continuaron convocando el “lumus máxima” y evitando más hechizos aturdidores hasta que estos dejaron de caer.

    Se detuvieron nuevamente a unos cuantos metros de la puerta, como dándose valor para seguir, Chris fue el primero en avanzar, Harry lo siguió inmediatamente, cuando ya estaba por tocar la puerta para empujarla, Harry lo detuvo por la muñeca.

    —No —susurró.

    —Pero…

    —Puede estar hechizada.

    —Oh…

    —A la de tres lanzas un expelliarmus, ¿Bien?

    —Bien.

    —Uno, dos y… ¡tres! ¡Bombarda! —gritó con fuerza Harry y un rayo rojo salió de su varita y dio contra la puerta haciéndola volar hacia atrás a la vez que el Expelliarmus de Chris daba contra lo que había fuera, que en realidad no era más que el verde campo iluminado por el sol del medio día. Ambos se miraron asombrados y caminaron despacio hacia la salida, el sol les pareció demasiado brillante y parpadearon unas cuantas veces mientras un auror se acercaba y les daba un número.

    —Siete —dijo Chris con una sonrisa —¿No está mal no?

    —Yo tengo el seis —comentó Harry mirando hacia el número de plástico que tenía.

    —Bien… se puede considerar que llegaste antes, ya que tiraste la puerta —asintió Chris y no parecía nada enojado por eso.

    —¿Pero qué significa?

    —Es nuestro número de llegada.

    —Ah…

    —Vayan a sentarse junto con los demás —les ordenó otro de los aurores —, pueden beber algo de agua y descansar.

    Harry asintió, sin embargo, no se alejó mucho, solo unos cuantos pasos antes de girar y apreciar que toda la construcción tenía puertas de hierro, similares a la que ellos habían derribado y estas se iban abriendo y de ellas salían los aspirantes, algunos en grupo, algunos solos.

    —Genial —dijo finalmente, recién asimilando que había superado la primera parte.

    —Vamos, que muero de sed —le llamó Chris y Harry lo siguió hacia las bancas donde tres chicos y dos chicas ya tomaban agua y parecían aliviados, les dieron una inclinación de cabeza a modo de saludo mientras se sentaban en silencio a observar como los demás iban llegando.

    *



    Draco llegó a la pregunta doscientos diecisiete antes de que la misma voz monótona que había hablado al inicio de la mañana volviera ha hacerse oír:

    —Por favor colocar su firma mágica al costado de la última pregunta —Draco dio un bote en el asiento por la intromisión.

    —¡Rayos! —murmuró viendo aún la gran cantidad de pergaminos que le quedaba por resolver. Pero es que hubiera sido imposible que llegara a resolverlos todos, más aun cuando daban la impresión de ir aumentando conforme el avanzaba.

    —En exactamente un minuto la prueba será retirada, debe tener la firma mágica impresa para que pueda pasar a la siguiente etapa.

    Draco suspiró y firmó de la manera que le indicaban junto a la pregunta doscientos diecisiete que era la última que había podido responder. Recogió los pergaminos que tenía ya resueltos y trató de darles una mirada más. Un instante después los pergaminos brillaron y desaparecieron de la misma manera como habían aparecido.

    —Gracias por la prueba —continuó hablando la voz —, en un instante llegará el almuerzo y en una hora continuaremos con la prueba práctica. Tiene un baño a su lado izquierdo y no está autorizado a salir del aula.

    —¡Genial! Es como estar en la escuela —masculló Draco dejándose caer completamente sobre la silla y cerrando los ojos, sentía como si hubiesen tomado su cerebro y lo hubiesen exprimido hasta la última gota. Nunca se había sentido mentalmente tan cansado.

    *



    —Y todos apostaban a que tú no necesitarías pasar las pruebas, es más, el padre de Violet, que es auror Prior, dijo que el jefe de aurores y el Ministro mismo te habían ofrecido el ingreso a la Academia e incluso el trabajo de auror sin tener que estudiar —hablaba Chris entusiasmado, pero en susurros, mientras bebían una gran botella de agua cada uno. Harry sospechaba que era un chico demasiado hablador.

    —No… bueno sí, pero no acepté, no sería justo.

    Chris sonrió de medio lado.

    —Entonces en serio no eres un insufrible creído —parecía aliviado.

    —¿Quién piensa que soy…? —empezó a preguntar Harry cuando los siguientes chicos salieron de la prueba armando alboroto y vitoreándose, luego de recibir su número caminaron directamente hacia ellos.

    Eran tres chicos y una chica, uno de ellos, un chico rubio, con el cabello sujeto en una cola tras la nuca, bronceado, con los ojos de color claro, bastante alto y robusto, caminaba en el centro con una mueca furiosa y más adelante que los demás, como si fuera el líder. Detrás de él, casi como si lo escoltaran, iban dos chicos, no tan grandes como el primero, pero si bastante altos, uno con cabello negro azabache bastante corto y el otro con el cabello castaño claro. Y junto a ellos una chica delgada y pálida, con el cabello negro lacio y suelto. Conforme avanzaba, Harry se dio cuenta que tenía algunos mechones morados mezclados con los de color negro.

    —¡Dashiell! —exclamó Chris poniéndose en pie e ignorando por completo la pregunta de Harry.

    —Chris, ¿Dónde demonios has estado? —preguntó el chico y Harry notó que tenía una voz gruesa y de alguna manera amenazadora —. ¿Por qué te separaste?

    —No me separé, me separaron. Además, no es cómo si realmente me hubieran estado buscando —reprochó Chris cruzándose de brazos y mirando al chico de cabello oscuro.

    —Pues no, yo les dije que nos apresuramos —respondió el chico de cabellos oscuros —, que al fin si te perdías no era nuestra culpa.

    —Lo imaginé —murmuró Chris y parecía resentido. Harry observaba en silencio a los chicos, ellos debían ser el grupo de amigos del que le había hablado Chris, los que eran hijos de aurores. No podía negar que se veían realmente imponentes, aunque para nada simpáticos.

    —Y a final de cuentas nos encontramos con que has llegado antes… ¿Cómo es que llegaste antes? —preguntó la chica con voz engreída.

    —Oh… pues, cruzamos el campo, como todos.

    —¿Con quién? —preguntó ahora el de cabello castaño mirando a los chicos ya sentados descansando, su mirada se detuvo en Harry por un momento.

    —Con Harry, Harry Potter —explicó Chris con demasiado entusiasmo, por las miradas que dieron los otros chicos, Harry estuvo a punto de pedirle a Chris que se callara.

    —¿Potter? —murmuró el chico grande mirando hacia Harry al tiempo que Chris se volteaba para señalarlo —. ¿Así que en verdad vino a la prueba?

    Harry se sintió algo extraño ante ellos, sin embargo, Chris pareció no notar esa incomodidad mientras les decía a sus amigos que se acercaran más. Harry, resignado, se puso en pie.

    —Harry, ellos son de los que te hablé —le presentó Chris con orgullo —, Dashiell McDowell —el chico rubio con pinta de líder hizo una ligera inclinación de cabeza —, Sebastian Leighton —el chico de cabello negro y mirada hostil hizo una mueca que Harry tomó como un saludo también —, Brian Selick —dijo por el otro chico, el de cabello castaño —y Violet DiNovi.

    —¿Qué tal? —dijo la chica dándole una mirada intensa.

    —Hola, yo soy Harry Potter.

    —Lo sabemos —masculló Dashiell —. Vamos, Chris, aún tenemos que prepararnos para la prueba de la tarde.

    —Pero…

    —Sí, apresúrate —casi ordenó Sebastian, Violet le dio una mirada más a Harry, luego los cuatro se giraron y caminaron hacia el lado más alejado de las bancas.

    Chris le dio una mirada de disculpa a Harry y luego corrió tras ellos. Harry, aliviado de que al fin se hubiesen ido, se dejó caer en la banca y continuó bebiendo de su botella de agua mirando a los que seguían apareciendo.

    —No les hagas caso —dijo la voz de un chico a su lado. Harry se giró para ver a un chico de cabellos rojizos que le sonreía amablemente, parecía sincero —, todos ellos son hijos de aurores, de aurores Prior… son un grupo cerrado.

    —¿Grupo cerrado?

    —Sí, ya sabes, consideran que porque sus padres, tíos y hermanos son aurores y han ocupado una buena posición, ellos ya tienen el derecho de estar aquí… sucede todo el tiempo.

    —¿Entonces tú no eres hijo de auror?

    —Más o menos…

    —Oh…

    —Mi madre era auror, llegó solamente a auror menor, murió cuando yo nací, así que no la conocí. Mi padre no estaba muy entusiasmado con que quiera ingresar —el chico sonrió —es más, creo que se sentiría feliz si no lo lograra.

    —Pues… que mal.

    —No, se le pasará pronto… Por cierto, soy Joel Zimmerman.

    —Encantado, yo soy Harry Potter.

    —Sí, supongo que ya debes estar cansado de oírlo, pero ya lo sabía, todos lo saben, aunque ya no uses las gafas y todo eso…

    —Genial —masculló Harry mal humorado, aunque luego de eso Joel le empezó a contar la forma como había salido del campo y Harry se entretuvo contándole la forma como Chris y él habían pasado la prueba. Por ratos le daba miradas al grupo de Chris, al otro lado, el chico parecía algo aburrido e indiferente mientras los otros cuatro chicos hablaban aceleradamente.

    *



    Apenas y probó algo de alimento, aunque lo intentó, recordando las recomendaciones del profesor Monroe, pero la ansiedad le ganaba la partida. Esperaba que el tiempo pasara rápido para que de una vez por todas concluyeran las evaluaciones y así pudiera volver a la escuela a torturar a Harry hasta que sus pruebas llegaran y también para poder abrazarlo, besarlo y amarlo una y otra vez, hasta la extenuación total, ya que solamente le quedaba unos cuantos días más.

    Al pasar la hora exacta la misma voz que le habló en la mañana le habló nuevamente:

    —Ahora el almuerzo ha concluido —el plato casi intacto que tenía delante, así como la jarra de zumo de calabaza, desaparecieron inmediatamente, dejando el escritorio completamente vacío. Draco tomó una bocanada de aire, preparándose para seguir —. Debe ir a la mesa de trabajo, donde encontrará doce ingredientes y el nombre de tres pociones, las cuales deberá fabricar en el orden que a usted le sea más sencillo —Draco se puso en pie hacia la mesa de trabajo donde efectivamente ya los ingredientes comenzaban a aparecer —además, deberá concluir la prueba con una cuarta poción de su creación, o una ya conocida, a la cual usted le pueda hacer alguna mejora no patentada con uno de los ingredientes dispuestos.

    Draco miró hacia la larga fila de ingredientes y hacia el pergamino donde estaban ya escritos los nombres de las pociones. Sonrió, sintiéndose en su elemento y agradeció al profesor Monroe la cantidad de libros que le había obligado a leer y la cantidad de pociones que le había hecho hacer. Encendió el caldero y comenzó a trabajar.

    *



    Ni Joel ni Harry sabían que esperar para la tarde, luego de que treinta y siete, de los sesenta que habían ingresado al campo, salieran. Los aurores les habían dado unos emparedados y los habían hecho esperar. A Harry le supo mal ver a los chicos, que no habían logrado pasar el campo, regresar a casa con una gran “X” verde en el pecho, de los chicos de Hogwarts solo cinco habían logrado pasar la prueba: Vance; Lisa Turpin; Anthony Goldstein; Malcolm Baddock y Graham Pritchard.

    Todos se unieron a Harry y a Joel, incluso los dos chicos Slytherin, quienes en un inicio parecían algo cohibidos, pero que luego empezaron a ser más participativos. Harry no sabía si creer que se estaba poniendo paranoico, sin embargo, le daba la sensación que Dashiell y su grupo no dejaban de lanzarles miradas de cuando en cuando y no unas muy agradables.

    Le sorprendió que lo que siguiera fuera un examen médico, un gran grupo de medimagos los entrevistó uno por uno, revisando sus historiales de salud. El medimago que lo atendió lo miró medio sorprendido por la cantidad de lesiones que figuraban en su historial. Aunque también le dijo que parecía en perfecta salud para estudiar. No vieron si es que al final sacaron a alguien más por reprobar los requisitos de los medimagos.

    Cuando todo aquello terminó los llevaron a una gran sala donde los hicieron sentar y luego los empezaron a llamar por grupos, indicándoles hacer diversos hechizos, sobre todo de ataque y defensa. Aquello fue simple, bastante sencillo en realidad, sobre todo porque había practicado demasiado, no solo en la escuela sino durante la guerra e incluso antes de eso. Observó, con algo de asombro, la rapidez de algunos de sus próximos compañeros aspirantes, sobre todo a Dashiell y a Violet. También pasó algunos momentos recordando a Draco y preguntándose qué tal le estaría yendo en el examen, y si es que acaso habría ya vuelto al castillo y si no estaría preocupado por él, ni siquiera le habían dado tiempo de dejar una nota.

    Cuando el sol estaba a punto de ocultarse los hicieron entrar de uno en uno a una sala más pequeña en donde únicamente había una mesa larga al fondo con el mismo jurado encabezado por el mago calvo; lo primero que vio al entrar no fue al estrado, sino al dementor flotando cerca de él. Harry sabía que los dementores no podían estar allí porque ya no trabajaban con el Ministerio, y aunque la frialdad en la piel y los recuerdos de gritos lejanos empezaron a embotarle los sentidos, se las arregló para conjurar un ridiculus que lo alejó y espantó. Los examinadores sonrieron complacidos ante eso y luego le pidieron que hiciera un patronus y algunos hechizos más, le preguntaron si es que practicaba, había practicado o alguna vez se había sentido tentado a practicar artes oscuras, a lo que Harry casi suelta una carcajada, pero se las arregló bastante bien como para negarlo con actitud madura. Después uno de los magos comenzó a hacerle preguntas acerca de su vida y a plantearle situaciones hipotéticas y la forma como las resolvería. Harry trató de contestar a todo con la mayor rapidez y seguridad posible.

    Al final de esa entrevista le dieron un certificado de participación en el examen y le anunciaron que los resultados estarían en dos días y que, de ser admitido, en ellos se le indicaría todo lo necesario para poder instalarse en la Academia de aurores. Pusieron un traslador en su mano y lo mandaron de vuelta al campo.

    Harry no se pudo despedir de Joel, pues salía por una puerta diferente a la que había entrado, pero sinceramente esperó que hubiera podido entrar. En el campo había varios chicos y chicas desapareciendo casi a la vez, algunos parecían aliviados, aunque muchos aun parecían asustados. Harry no sabía como sentirse en ese momento.

    Cuando activó el traslador apareció en los límites de la escuela, a unos cuantos metros de la reja donde un no muy feliz Filch esperaba. Le abrió la reja y lo dejó pasar sin hacer ninguna pregunta, ya era de noche y los jardines estaban oscuros, en el vestíbulo podía oír los sonidos de sus demás compañeros cenando y aunque realmente moría de hambre, decidió ir a investigar si es que Draco ya había vuelto del examen. Sus amigos y la cena podían esperar.

    *



    Apagó el caldero y con un hechizo pasó el contenido de la poción creada con díctamo en el vial que le habían dado. Había escrito un pequeño pergamino con la explicación, los pasos y el proceso de la poción, así como su uso. Realmente esperaba que esa poción bastara para probar su capacidad. Lo cierto era que no tenía mucho tiempo para más.

    En cuanto cerró el frasquito y lo puso sobre la mesa la misma voz que ya hasta había extrañado volvió a hablar:

    —Gracias por participar en el programa selectivo para la beca de Fabricante de Pociones. La salida se hará en orden de llegada, le pedimos tomar asiento y esperar a ser llamado por su número de ingreso.

    —¡Claro! —contestó sarcásticamente Draco mientras se dejaba caer sobre una de las sillas y hundía el rostro entre las manos apoyadas sobre la mesa. ¿En qué momento descabellado se le había ocurrido postular a una beca en un sitio tan exigente como ese? Estaba tan agotado que sería posible que se quedara dormido en esa aula, pues no creía tener fuerzas suficientes para volver siquiera a su habitación desde la oficina de la directora.

    Esperaba además que Harry estuviera ya allí, no con ganas de practicar para sus pruebas, sino con ganas de comer algo e ir rápidamente a la cama.

    —Número cincuenta y siete —llamó la voz hablando una vez más.

    Draco suspiró profundamente y luego levantó el rostro, dio una última mirada más al aula antes de ponerse en pie y colgarse el morral cruzado sobre el pecho.

    —Bien, la suerte ya está echada —dijo en voz alta.

    —Así es, pero le deseamos suerte —respondió la voz que lo había acompañado aquel día, lo que hizo que Draco frunciera el ceño, pero un instante después sonrío, ya demasiado vencido por sus nervios.

    —Gracias.



    *



    Llegó a la habitación de Draco y la encontró vacía. No le sorprendió del todo, sabía que sus pruebas durarían todo el día. Sin perder tiempo se fue hacia el Gran Comedor, cuando llegó muchos le dieron miradas interrogantes y sorprendidas. Vio a Vance ya sentado en la mesa de Gryffindor, rodeado de varios de sus compañeros y hablando en susurros emocionados.

    —¡Harry! —exclamó Hermione poniéndose de pie al notar su presencia, Ron inmediatamente se puso en pie también. Ginny y Sylvia Zelazny levantaron la vista para verlo, aunque ninguna de ellas se levantó. Dean y Seamus también levantaron el rostro hacia él y le saludaron, levantando los pulgares en señal de victoria.

    —Hola, chicos —masculló Harry sentándose junto a Ron, lo más alejado posible de Ginny y devolviéndole la sonrisa a Dean y Seamus.

    —¿Y? ¿Qué tal ha ido? —preguntó Ron con voz ansiosa.

    —Supongo que bien… es decir, nos darán los resultados en dos días, pero superé la prueba que nos hicieron…

    —Estoy segura que te aceptarán —comentó Hermione mientras le servía un vaso de jugo de calabaza.

    —Eso espero —Harry le dio un largo trago al jugo de calabaza y luego dejó el vaso sobre la mesa —Iré a descansar… —masculló tratando de que solo Ron y Hermione lo escucharan.

    —Claro… —replicó Ron frunciendo el ceño, cada vez parecía más fastidiado por el tiempo que Harry pasaba con aquel chico y Harry lo notaba también pero simplemente no podía evitarlo.

    —Pero estaré aquí mañana en la mañana para desayunar con ustedes y darte ánimos, Hermione —se apresuró a aclarar Harry.

    —Gracias —dijo la chica, parecía haberse puesto de pronto algo tensa.

    —Y tenías que recordárselo —suspiró Ron medio en burla medio en serio —, después de todo lo que me ha costado hacer que alejara eso de su mente.

    —¿Y cómo hiciste que se le olvidara eso? —preguntó Harry fastidiando a sus amigos.

    Ron se puso colorado y Hermione frunció el ceño —Pues…

    —¡Oh, ya no molestes y vete! —replicó Hermione interrumpiendo a Ron. Harry soltó una pequeña carcajada.

    —Pero que carácter —dijo poniéndose de pie —Ya nos vemos.

    Había ya acordado con Draco esperarlo a que volviera de la prueba, así que caminó a las cocinas donde Winky le preparó sus ya conocidas canastas de comida y luego llegó hasta la habitación de Draco. No cargaba consigo el mapa del merodeador ni la capa, pero esperó no necesitarlas, no planeaba salir de allí hasta la mañana siguiente, cuando tuviera que ir con Ron y Hermione para desearle suerte a la chica que ese día tomaba sus pruebas de admisión.

    En cuanto dejó la canasta sobre el escritorio de Draco y se sentó en la cama, notó lo cansado que estaba y por supuesto que debería estarlo, después del día que había tenido que pasar. Se desprendió de la ropa y se metió al baño, esperaba poder tomar una ducha y descansar algo, antes que Draco regresara.

    *



    —¿Qué tal le ha ido, señor Malfoy? —preguntó la directora en cuanto Draco apareció por su red flú.

    —Espero que bien, aunque estoy agotado… hicieron demasiadas preguntas.

    —No lo dudo… Pero el profesor Monroe tiene fe ciega en que lo hará estupendamente.

    —En unos cuantos días más lo sabremos.

    La directora asintió suavemente y volvió la vista hacia los pergaminos, sin embargo, Draco no se movió.

    —¿Hay algo más que pueda hacer por usted? —preguntó luego de un momento de sentir al chico de pie frente a ella.

    —Sí… se trata de la graduación… —empezó a explicar Draco, sintiéndose ligeramente culpable por lo que estaba a punto de decir y pedir.

    *



    Ginny escuchó el relato de Vance acerca de cómo había sido la prueba para la escuela de aurores, sintió un extraño sentimiento de rabia al escuchar que Harry había hecho buenas migas con un chico con el que había terminado de recorrer aquel campo que debían atravesar y también acerca del otro chico con el que había estado conversando parte de la tarde. Se preguntó si sería posible que Harry no estuviera tomando en serio a Malfoy y estuviera coqueteando por allí con otros. Aunque, siendo aspirantes a aurores, dudaba mucho que pudieran caer en ese tipo de degradación en la que Harry estaba envuelto, pero claro, si Harry, que era un chico bueno, todo un héroe, había caído ¿Por qué los demás no? Pensó que tendría que vigilar mucho más a Harry y lo que hacía, aunque esa noche ya se le había escapado, casi estaba segura donde podía estar.

    —Sylvia —llamó en un susurro a su amiga —vamos, tenemos que escribirle a Dasha**.

    Sylvia asintió algo fastidiada por tener que salir de aquel sitio tan cómodo pero finalmente la siguió hasta la habitación para empezar a redactar una nueva carta a la periodista.

    *



    Draco se sentía agotado y, de pronto, triste. Todo iba siendo mucho más real, el curso acababa, eso significaba que muchas cosas más concluirían y durante las últimas semanas había podido evitar pensar en ello, estudiando para sus exámenes y pasando tiempo con Harry, sin embargo, ahora que todo eso había pasado su mente parecía mucho más dispuesta a traer el tema a colación una y otra vez.

    Cuando llegó a su habitación, esperó encontrar a Harry como cada noche cuando volvía de sus clases extra de pociones, practicando algún tipo de hechizo, pero le sorprendió encontrar al chico sobre la cama, apenas cubierto por una toalla y dormido.

    —Interesante recibimiento —murmuró dejando caer el morral al piso y tomando un emparedado de la canasta de comida. Que Harry lo disculpe mucho por no esperarlo para comer, pero se sentía famélico.

    Se sentó en la silla y observó a Harry sobre su cama, cubierto apenas por la toalla, su pecho subiendo y bajando, sus labios entreabiertos y sus cabellos cubriendo su frente y parte de sus ojos. ¿Cómo había llegado a sentir tantas cosas por él? Y peor aún ¿Cómo Harry había correspondido a esos sentimientos? Era algo que no se explicaba, pero viéndolo allí, dormido y tranquilo, se convenció de que definitivamente si había alguien que merecía ser feliz, llevar una vida normal, ese era Harry.

    *



    Harry parpadeó algo confuso ante el ruido y miró hacia Draco, quien estaba sentado sobre la silla, leyendo un libro, parecía recién salido de la ducha, con su pijama oscuro y el cabello húmedo.

    —¿Draco?

    —Y allí está nuestro señor dormilón —se burló Draco cerrando el libro y caminando hasta la cama para sentarse junto a Harry.

    —Lo lamento, no se supone que deberías encontrarme dormido.

    —Ha sido muy interesante, te diré —comentó Draco mientras una mano acariciaba muy lentamente la pierna descubierta de Harry.

    —¿Me observaste mientras dormía? —preguntó Harry suavemente sintiendo como su piel se estremecía por el ligero toque de Draco.

    —Pues… —Draco se acercó lo suficiente para darle un beso en el cuello —es mi habitación y estabas en mi cama… casi desnudo, ¿qué más se supone que podía hacer?

    —¿Despertarme? —preguntó Harry dejando caer la cabeza a un lado y cerrando los ojos.

    —¿Y perderme la maravillosa vista?

    —Draco… espera —pidió Harry cuando las manos de Draco ya hacían un camino por su pecho.

    —¡Oh, vamos! —susurró sobre su oído —No te hagas el difícil.

    —Sabes que no me haría el difícil jamás —protestó Harry, Draco hizo un entusiasta gesto afirmativo que Harry decidió obviar —; quiero saber cómo te fue en las pruebas y tengo algo más que contarte.

    —Ah… —suspiró Draco soltando a Harry y recostándose de lado sobre la cama, Harry lo imitó, quedando frente a frente, sus manos acariciando suavemente el otro cuerpo, pero dispuestos a conversar, por el momento —. Las pruebas… Nunca había respondido a tantas preguntas. ¿Qué me tienes que contar?

    —Te lo digo si prometes luego contarme todo lo que pasó en tu prueba.

    —Harry, es aburrido un examen y… —Draco detuvo sus protestas ante la ceja levantada de Harry —; de acuerdo, lo prometo, pero dime que es lo que me tienes que contar y por qué estabas durmiendo cuando te encontré en lugar de estarte preparando para tu prueba.

    Harry le sonrió obviando el tono de reproche de Draco.

    —Accio certificado —dijo luego de tomar la varita que había dejado sobre la mesa de noche y agitarla suavemente. Un trozo de pergamino voló hasta sus manos ante la mirada atenta de Draco.

    —¿Qué es eso? —preguntó Draco mientras Harry extendía el pergamino para que Draco lo pudiera leer.

    “CERTIFICADO DE PARTICIPACIÓN EN EL EXAMEN DE ADMISIÓN A LA ACADEMIA DE AURORES: 1,999”

    —¿Qué? —Draco le dio una mirada interrogante a Harry y luego volvió a leer —, pensé que tus pruebas eran en dos días más.

    —También yo —afirmó Harry con la cabeza —anda, ahora cuéntame que tal te fue en el examen y yo te digo como los aurores nos secuestraron está mañana.

    —¡¿Los secuestraron?! —exclamó Draco asustado.

    —Sí… y no hay historia si no me cuentas —replicó Harry.

    Draco entrecerró los ojos y Harry sonrió de aquella manera que hacía que se derritiera.

    —No pasó nada interesante… —empezó a relatar resignado y a prisa, esperando ansioso que Harry le contara que había pasado.



    QUOTE
    Notas:

    *Ashwinder

    Clasificación del MM: XX

    La ashwinder nace cuando se deja arder un fuego mágico demasiado tiempo sin controlarlo. Son serpientes delgadas, de color verde pálido y con ojos de un rojo resplandeciente; surgen de las brasas de un hogar sin vigilar y se alejan deslizándose hacia las sobras de la morada en la que se encuentran; dejan tras de sí un rastro de cenizas.

    La ashwinder vive solamente una hora. Durante ese plazo busca un lugar oscuro y cerrado donde poner sus huevos, y después de desintegra en forma de polvo. Los huevos de la ashwinder son de color rojo brillante e irradian un calor intenso. Prende fuego a la casa en cuestión de minutos a menos que se los encuentre y congele con un encantamiento adecuado. Cualquier mago que se dé cuenta de que una o más ashwinders están sueltas por la casa debe seguir su rastro inmediatamente y localizar el nido de huevos de cada una de ellas. Una vez congelados, los huevos tienen propiedades muy valiosas como ingredientes de pociones amorosas y pueden ingerirse como remedio para accesos de fiebre.

    Las ashwinders se encuentran por todo el mundo (AF).

    el diccionario . org

    **Dasha Ogden: Periodista de “El Profeta” que escribe todas las historias acerca de Ginny y Harry.

    Esto es de mi creación, lo pongo aquí para explicar un poco los términos que puse durante el capítulo respecto a los aurores y que nos servirán a futuro:

    Rango de los Aurores del Ministerio inglés:

    Aspirante: Título con que los estudiantes para auror son llamados: Aspirante de primer año, de segundo año y tercer año.

    Auror Novel: Grado con el que salen de la Academia de aurores, el tiempo mínimo para ocupar esa posición es de un año y medio, en los cuales pueden investigar delitos menores como el uso indebido de magia delante de muggles sin ninguna consecuencia mayor a una noche en San Mungo, robos menores y peleas domésticas además de encargarse de vigilar determinados lugares. Tienen horarios y puestos rotativos y pueden ser llamados al servicio en cualquier momento, aunque estén de descanso.

    Aurores Guarda: Pertenecen al área de seguridad del Ministerio. El Auror guarda se encarga de planear estrategias de protección y previsión: desde cuidar Azkaban, el Ministerio, las celdas del Ministerio, los condados mágicos creados para los exonerados hasta los eventos deportivos y delegaciones importantes. Los Aurores Novel pasan por esta área de todas maneras en su primer año. Algunos aurores Guarda pueden pasar a Auror Prior o Auror Menor, dependiendo de sus talentos. Trabajan como un solo grupo, a diferencia de los aurores que pertenecen al Área de investigación de delitos contra la comunidad mágica del Ministerio.

    Aurores Prior: Pertenecen al Área de investigación de delitos contra la comunidad mágica del Ministerio. Son los de mayor capacidad y experiencia. Son los jefes de los Aurores Menores y de acuerdo a sus cualidades se especializan en asesinatos, robos, secuestros, misterios no resueltos y desapariciones.

    Aurores Menores: Bajo el mando de los Aurores Prior, generalmente son tres o cuatro aurores Menores los que apoyan a uno Auror Prior en investigaciones de mayor calibre. Un auror menor puede permanecer en ese puesto durante toda su carrera si no sobresale a más, todos los aurores Prior y Menores son competitivos con los Guarda, se creen superiores.

    Aurores Adalid: Trabajan directamente con el jefe de aurores, se encargan de coordinar el trabajo de los aurores Guarda y aurores Prior, siendo los que distribuyen el trabajo y a quienes se les deba dar las explicaciones e informes de cada caso. Se encargan también de asignar a los aurores Novel, tras el tiempo que consideran adecuado, para ocupar un lugar permanente ya sea en el departamento de Aurores Prior o Aurores Guarda. Manejan un poco más las leyes y derechos así como el manejo de información hacia la prensa y se les pide autorización para poder actuar en cateos, toma de domicilios, detenciones e interrogatorios con Veritaserum en casos especiales.

    Jefe de aurores: El jefe de más alto rango. Trabaja directamente con los Aurores Adalid y tiene a su cargo toda la coordinación del área de aurores, hasta de los noveles. Para llegar a ser jefe de aurores no es necesario ser Auror Adalid aunque son pocos los casos que se dan de un jefe que no haya ocupado dicha posición.

    Director de la Academia de aurores: Por lo general un auror Adalid o Prior ya retirado. Se encarga de seleccionar a los profesores y el plan de estudio junto con el jefe de aurores.

    Notas mías:


    Respecto a la gran cantidad de estudiantes contra los que compiten Harry y Draco durante sus pruebas, realmente creo que sería imposible que la comunidad mágica fuera solamente los alumnos de Hogwarts, pues sería una población muy pequeña para la gran cantidad de puestos que hay en el Ministerio, para la cantidad de tiendas y demás sitios que se muestran. Se menciona en el primer libro, sino me equivoco, que cuando un mago o bruja nace tiene ya asegurado un lugar en Hogwarts, pero eso no quiere decir que necesariamente tengan que asistir allí, Draco menciona que pudo ir a Durmstrang en lugar de a Hogwarts, así que para este fic asumiremos que muchos chicos no asistieron a Hogwarts, he allí el por qué de tantos chicos no estudiantes de Hogwarts en el capítulo y más adelante en la historia.

    QUOTE
    Notas finales:

    Gracias a todos por leer… sé que ha sido un capítulo largo, espero no haberlos aburrido…

    Para el siguiente capítulo: “Hora de partir”. Es el final de la segunda parte de la historia, como comenté al inicio estaba dividida en cuatro libros, aunque me lo he planteado mejor y está dividida en cinco libros; cada uno va por las etapas de vida de Harry y Draco.

    Anímense a dejar un comentario, que me hace sonreír… XD

    Zafy

     
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  4. karigutis
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    SEGUNDO LIBRO: “EL ÚLTIMO AÑO”

    CAPÍTULO 23: “HORA DE PARTIR”



    En las grandes crisis, el corazón se rompe o se curte.

    Honoré de Balzac, 1799-1850.

    Escritor francés.




    11 de junio de 1999, escuela de Magia y Hechicería de Hogwarts.


    A la mañana siguiente Draco se sintió algo enfadado cuando Harry lo despertó tan temprano, aunque sabía que no había sido su intención hacerlo en realidad, y se sintió algo desplazado cuando le anunció que tendría que ir a acompañar a la sabelotodo a desayunar antes de que partiera rumbo a sus pruebas de admisión a la escuela de leyes y que luego pasaría la mañana con Ron.

    Draco no había encontrado ningún argumento para protestar, no podía decirle “hey, son nuestros últimos momentos juntos” ni nada por el estilo así que, luego de gruñir un poco, le deseó suerte. Lo último que quería era pelear con él.

    Finalmente Harry le había dado un beso en los labios y le había prometido volver para la tarde, no sin antes darle una mirada escéptica.

    Draco se hizo el desentendido y se volvió a meter en la cama, cubriéndose con las mantas hasta el rostro y no volvió a asomarse hasta que escuchó los pasos de Harry saliendo de la habitación.

    Luego de un rato más de dar vueltas en la cama se convenció de que no podría seguir durmiendo así que desayunó parte de lo que había quedado de la noche anterior y se sentó tras el escritorio, ahora que tenía al fin unos días libres, realmente libres, solo a la espera de los resultados, no sabía muy bien qué hacer con toda esa cantidad de tiempo, sobre todo si Harry se iba a buscar a sus amigos y lo dejaba solo, así que decidió empezar con el proyecto que el profesor Monroe le había recomendado un tiempo atrás.

    Sacó de uno de los cajones la gran cantidad de pergaminos que tenía en donde tomaba notas y escribía desordenadamente sus variaciones a las pociones convencionales y un par más que había creado y de otro cajón sacó un grueso libro de tapa marrón que por dentro estaba en blanco y comenzó a hacer anotaciones, ordenando todos sus apuntes.

    *



    Harry llegó a la puerta del Gran Comedor casi al mismo tiempo que Ron y Hermione, los tres entraron juntos y se sentaron a desayunar en su sitio habitual. Hermione lucía mucho más pálida de lo que nunca la había visto y entre Ron y él trataron de animarla, aunque no lo consiguieron muy bien, pues cuando Madame Hooch apareció en el Gran Comedor con los trasladores para los alumnos que se examinarían ese día Hermione dio un bote en su asiento.

    —Lo harás bien, ya lo sabes —le dijo Ron acariciando su espalda y dándole un suave beso en los labios.

    —Sí, no te preocupes, ya sabes que eres la mejor.

    —La segunda —masculló Hermione, pero Harry la ignoró y le dio un beso en la mejilla, la chica se puso en pie y tomó una profunda bocanada de aire antes de ir hacia Madame Hooch que ya la llamaba. Ambos vieron como la chica desaparecía junto con la gran cantidad de alumnos que postulaban a esa universidad.

    —¿Y qué te apetece hacer ahora? —preguntó Ron luego de un rato más de silencio entre ambos. Parecía algo ansioso, quizá temeroso de que Harry le anunciara que volvería con aquel misterioso chico.

    —¿Qué tal jugar al ajedrez mágico en los jardines? Hace mucho que no lo hacemos —contestó Harry y Ron pareció satisfecho con la respuesta.

    Luego de ir a su habitación y sacar el juego ambos se dirigieron hacia los jardines, donde ya muchos alumnos pasaban el tiempo que ahora tenían libre, a espera de los resultados a sus diversas pruebas y de retornar al fin a casa.

    —Creo que nunca hemos terminado un curso tan bien —comentó Ron luego de un rato.

    —No, definitivamente esta vez rompimos la tradición, aunque no quisiera apresurarme y echar a perder la buena racha.

    —Nah —dijo Ron agitando la mano —, ya no hay Voldemort, ni Malfoy, ni Carrows, ni nadie que nos moleste.

    —No digas eso de Malfoy, él no te ha molestado en todo el curso y no olvides lo que le pasó a Narcissa.

    Ron negó con la cabeza, su mirada se tornó seria.

    —A veces me pareces tan distinto, en sexto te la pasaste persiguiéndolo, casi lo matas de un hechizo…

    —Eso es algo que no quiero recordar —interrumpió Harry.

    —Ya, lo siento… —Ron se encogió de hombros —decía que no te entiendo, nunca te has llevado particularmente bien con él, ni siquiera tolerabas verlo en un pasillo sin que empezaran a pelear y aún así el año pasado lo salvaste de la sala de los menesteres y también en el vestíbulo.

    —Y tú lo golpeaste —reprochó Harry.

    —Se lo merecía, lloriqueando por querer salir de aquí después de que había querido atraparte en la sala de los menesteres y de que casi nos matan con esos fuegos endemoniados…

    —Malditos —corrigió Harry —, y ese fue Crabbe quien creo que ya pagó las consecuencias de eso, no fue Malfoy, tal vez él solo tenía miedo y quería salir lo más rápido posible. No creo que haya tenido demasiado opción durante esa guerra ¿sabes?

    —Ya… ya me lo has dicho, pero no puedo dejar de pensar que tuvo lo que se merecía, adoraba a Voldemort y todo lo que representaba y eso le estalló en la cara, era justo lo que merecía.

    —Tal vez, pero creo que ya aprendió la lección y que no necesita que se sigan metiendo con él.

    —Oh, vamos.

    —Sí, Ron, aún se meten con él aunque te hagas el que no te das cuenta —continuó reprochando Harry —, siguen insultándolo, haciéndole llegar carteles insultantes y hechizándolo en los pasillos.

    —¡Oh por Merlín! —gimió Ron pareciendo abatido —, lo sigues espiando.

    —¿Qué? —Harry se dio cuenta tarde de que tal vez había hablado demasiado —. No… es decir, solo un poco, ya sabes, no me parece justo y no quiero que se pasen.

    —Mejor olvídalo, aún no me has contado si todo lo que dice Vance sobre las pruebas para auror son ciertas.

    Harry sintió que no necesitaba pelear con Ron, tarde o temprano tendría que hablar de Draco con él y esperaba que entendiera, aunque claro, primero Draco tendría que darle la respuesta a su propuesta, aquella respuesta que había evitado darle durante tantos días.

    —Habían como cincuenta chicos… —empezó a relatar Harry ante la mirada atenta de Ron, ambos dejaron de lado el ajedrez y se enfrascaron en una larga conversación, como aquellas que ya no tenían muy a menudo, sobre todo lo que había pasado el día anterior, las pruebas en la Academia de aurores y los chicos que había conocido.

    *



    18 de junio de 1999, Hogwarts

    La semana terminó y todos los alumnos de séptimo habían ya pasado sus pruebas para las distintas universidades, academias y escuelas a las que habían postulado, las clases se habían suspendido por completo al fin y todos se preparaban para marchar a casa unos cuantos días después. Los de séptimo aún esperaban los resultados de sus exámenes, estos, dependiendo del lugar al que postulaban, podían llegar antes o después que otros.

    El primer resultado que llegó a ellos fue el de Hermione, siendo admitida en La Escuela de Leyes Barberus Bragge, al parecer había ocupado uno de los primeros puestos en la evaluación. Ron y Harry evitaron hacer comentarios acerca de las quejas de la chica por nuevamente no obtener el primer lugar y lo celebraron brindando con cervezas de mantequilla en la sala común esa noche, conversando hasta muy tarde.

    Draco sabía, por su profesor Monroe, que los resultados de la beca eran uno de los últimos que se entregaban debido a la gran cantidad de pruebas que tenían que resolver y la cantidad de postulantes que se presentaban, así que ya estaba resignado a esperar casi pacientemente. Mientras tanto se entretenía en su habitación terminando de ordenar todo dentro de su baúl, el cual pensaba al final meter dentro del morral que Harry le había dado para de esa manera poder moverse mucho más rápido, aunque todavía no tenía en claro hacia dónde debía moverse.

    Aquella tarde le tocaba una entrevista más con el área de aurores, en un inicio, cuando recién había salido de prisión, había pensado que tarde o temprano se tendría que acostumbrar a todo eso, sin embargo, casi un año después, aún no estaba acostumbrado al tiempo que le hacían perder o a las preguntas que le hacían cada vez que iba.

    Cuando volvió a su habitación ya estaba todo oscuro, ya era de noche y algo tarde. Entró y encontró a Harry sentado sobre la cama, con las piernas cruzadas a lo indio y mirándolo atentamente, no le sorprendía que Harry estuviera allí, él siempre lo esperaba, lo que le preocupaba, más que sorprendía, era aquella mirada que Harry le daba.

    —¿Ha pasado algo? —preguntó algo alarmado mientras se acercaba a Harry, que no contestó inmediatamente, sino que, en solo un movimiento lo tomó de los brazos y lo jaló sobre la cama, para luego subirse encima.

    —¡Harry! —chilló Draco por la sorpresa mientras sentía el cuerpo de Harry en completo contacto con el suyo.

    —Ingresé —contestó Harry con una sonrisa antes de lanzarse sobre sus labios, besándolo con ímpetu y con fuerza, Draco se dejó hacer, guardándose las felicitaciones para más tarde. Sabía que Harry estaba demasiado ansioso como para escucharlas, después de todo.

    Las cartas de ingreso para la Academia de Aurores habían llegado aquella tarde, mientras Draco estaba aún en el Ministerio. Harry, pese a querer esperar por Draco para mostrarle el abultado sobre no había podido dejar de abrirlo ante las insistencias de sus amigos. Una vez que brindaron y celebraron se apresuró para llegar a la habitación de su novio, ansioso por darle la noticia.

    *



    —¿No se supone que debería estar aquí? —preguntó Ginny con voz enfadada en medio de la sala común. Hermione resopló y Ron se puso en pie.

    —No, no tiene porque estar aquí —respondió Ron alcanzando a su hermana y hablándole en voz baja pero amenazante —. Y deja de hacer tanto alboroto.

    —Claro, para que nadie note su ausencia, para que nadie se de cuenta de que ha estado saliendo todas las noches los últimos meses ¡par de encubridores! —bufó Ginny. Se encontraban aún en la celebración que se había organizado esa tarde, Vance también había logrado ingresar a la Academia de aurores y algunos continuaban celebrando su ingreso y Ginny, esperanzada, esperaba por Harry, dispuesta a ver si podía lograr algo con él —. Ustedes saben que anda con ese…

    —No, no lo sabemos y Ginny, ya déjalo —interrumpió Ron, parecía a cada momento más enojado mientras Hermione miraba preocupada hacia la chica —, entiendo que es difícil, pero hay cosas que no se pueden cambiar y no puedes obtener todo lo que deseas siempre.

    —Esto sí se puede cambiar —casi gritó Ginny, Ron la sujetó de un brazo con fuerza.

    —¡Ron! —protestó Hermione, levantándose y jalando a Ron del otro brazo.

    —¿Qué harás? ¿Me golpearás? Sabes que digo la verdad, es una enfermedad, una desviación y que se puede arreglar, él es un enfermo que no se da cuenta de que lo que hace es asqueroso, pero podemos…

    Ginny no terminó de hablar, una bofetada en la mejilla la interrumpió, Ron la soltó inmediatamente mientras miraba a su novia con asombro. Ginny puso la mano sobre la mejilla lastimada y miró a Hermione con rabia.

    —No te atrevas —habló Hermione con voz entrecortada, varios chicos de la sala común detuvieron sus charlas para mirar la escena —, no te atrevas a decir nada más de él, nunca más ¿Me oyes? Nunca más. No lo mereces y no eres lo que él quiere, no hay nada que arreglar con él. Grábatelo en tu pequeña cabeza.

    Ginny entrecerró los ojos y soltó su mejilla, dejando ver lo roja que estaba por el golpe, lanzó su cabello hacia atrás con aire de superioridad.

    —Tampoco será tuyo —replicó con voz venenosa —, no creas que no me doy cuenta, la forma como lo miras, lo cuidas y te haces pasar por su mejor amiga, desde siempre… claro, debes sentirte feliz al creer que me has sacado del camino, pero…

    —¡Suficiente! —interrumpió Ron en voz alta —. Basta, no tienes ni la más mínima idea de lo que dices.

    —O tú de lo que pasa aquí.

    Hermione estuvo a punto de protestar pero Ron la tomó de la mano, haciéndola desistir.

    —Quédate con tus amarguras y tus complejos —dijo finalmente Ron —, y que te aprovechen, tal vez sea lo único que te haga compañía al final.

    Ron jaló suavemente a Hermione decidido a salir de ese sitio, ambos agitados y enfurecidos.

    Ginny permaneció en pie, con los puños apretados, escuchando como todos a su alrededor comenzaban a murmurar, su mente recordando las palabra de Ron. Por supuesto que me lo quedaré, ni Hermione ni el mortífago podrán apartarlo de mi lado.

    *



    —Lo lamento, Ron —se disculpó Hermione en cuanto ambos entraron a una de las aulas en desuso —, no debí, lo siento, sé que no debí, pero…

    —Déjalo —interrumpió Ron pasando un brazo sobre los hombros de la chica y jalándola para que se recostara contra él —, ella se pasó, está muy afectada por esto pero ahora que la escuela termine tendrá otras cosas en que pensar y se le pasará.

    —A veces creo… —Hermione se detuvo, como tratando de meditar lo que diría a continuación —, siento que su aversión es demasiada… que en cualquier momento podría hacer algo que no tenga remedio…

    —No —negó Ron dándole un beso sobre la cabeza —, ella solo está herida, pero sabes que no es mala persona, que no haría nada malo.

    Hermione se guardó la opinión al respecto, no quería que Ron se enfadara más.

    —No se lo cuentes a Harry… él se sentirá culpable por esto.

    —No se lo diremos, no vale la pena que lo sepa y como te digo, pronto Ginny olvidará y todo pasará…

    *



    Los últimos días en la escuela los pasaron celebrando, primero el ingreso de Harry a la Academia de aurores: pasaron toda la noche haciendo el amor y conversando de todas las cosas emocionantes que le esperaban a Harry de ahora en adelante, de los crueles que parecían los instructores y de los hijos de aurores con aire de superioridad.

    Al día siguiente, luego de pasar la mañana en la cama, decidieron que debían alimentarse de alguna manera así que Harry fue en busca del desayuno que prácticamente sería almuerzo, por la hora, mientras Draco lo esperaba en la habitación.

    Harry demoró mucho más de lo que Draco había imaginado, aunque cuando regresó cargaba una gran cantidad de cosas parecía realmente molesto.

    —¿Qué ha pasado? —preguntó Draco algo preocupado.

    —Nada —bufó Harry lazando el diario sobre la cama.

    Draco arqueó una ceja y se apresuró a tomar “El Profeta”, donde un gran titular, con la fotografía de Harry le llamó la atención.

    —Acabo de tener una gran discusión con Ginny —comentó Harry a pesar de todo.

    Draco leía lo más rápido posible el artículo, aunque no lo hizo a conciencia, pues Harry, paseando de un lado a otro de la habitación, como hacía cuando estaba realmente enfadado, comenzó a relatarle acerca de la gran discusión que había tenido con Ginny sobre lo que salía en “El Profeta”: un gran titular anunciaba su ingreso a la Academia de Aurores. Aunque no era eso lo que lo había molestado, sino el que comentaran que su novia, casi esposa; Ginny, le había organizado una tremenda fiesta en la sala común, donde, según fuentes no reveladas, habían bailado juntos hasta muy entrada la noche, viéndose, según las dichosas fuentes no reveladas, muy enamorados y cariñosos. Harry le había reprochado a Ginny que de alguna manera ella debía tener algo que ver en el asunto, que no podía ser posible que el diario ese averigüe o invente tantas cosas de él. Entonces Ginny, le había gritado y mandado al diablo delante de todos, diciéndole que si tanto le molestaba fuera y le dijera a los de “El Profeta” que no eran novios, pero que se atuviera a las consecuencias y a lo que ella podría decir si es que ese medio de comunicación la contactaba y le preguntaba por qué ya no eran novios. Harry se sentía no solo furioso, sino que hasta algo chantajeado.

    —Vamos, ella no haría algo así —le tranquilizó Draco mirándolo atentamente. Realmente esperó que ella no fuese capaz de hacer algo así.

    —Lo sé —replicó Harry.

    —¿Entonces?

    —Pues que… Estoy seguro que ella es la que pone esos titulares, ¿cómo se supone que quedaré si después digo que soy gay? Pensaran que la usé de tapadera.

    —Nadie va creer eso —suspiró Draco —, además no importa lo que crean ¿no?

    Harry no respondió, simplemente bufó y continuó andando de un lado al otro con los puños apretados, rumiando su rabia contra Dasha Ogden, contra Ginny y el mundo entero.

    Draco no estaba dispuesto a desperdiciar el día en medio de una discusión inútil y como Harry parecía no estar dispuesto a calmarse usó algo de su encanto y su dominio sobre el chico; comenzó a besarlo y empujarlo contra la cama y luego de unas cuantas protestas finalmente Harry comenzó a colaborar.

    Fue rápido y fuerte, bastante intenso, mucho más intenso que otras veces, ambos se enredaron en mordidas, besos y caricias rudas, para cuando finalmente ambos se dejaron caer sobre la cama, agitados y sonrojados por el orgasmo, el titular de “El Profeta” y la discusión con Ginny era un recuerdo demasiado lejano.

    Finalmente ambos se quedaron en la cama, compartiendo el “gran botín” una canasta llena de comida y emparedados e incluso un poco de hidromiel que Harry orgullosamente declaró haber robado a un muy resaqueado Seamus. Draco disfrutó de la bebida, llevaba demasiado tiempo sin probarla.

    *



    Dos días después, durante el almuerzo, una gran bandada de aves, de las cuales Draco no conocía el nombre, fueron dejando sobres delante de varios alumnos. Algunos eran sobres pequeños y delgados, otros, como el que tenía Draco en frente, eran muy grandes y abultados. Draco observó en silencio la carta que había quedado sobre su mesa. A su alrededor sus compañeros de casa se lo quedaron mirando con asombro y algunos, como Zabini y Nott que también habían postulado a esa universidad (aunque no a la beca y a diferentes carreras) y habían recibido unos sobres bastante delgados, con odio y resentimiento.

    Con manos algo temblorosas metió el sobre en el bolsillo de la túnica y luego bebió un poco más de jugo de calabaza antes de ponerse en pie. En su camino hacia la salida pudo ver a Harry sonriendo suavemente y era de esas sonrisas de orgullo que siempre lograban calentar su pecho de una manera muy especial.

    *



    Harry casi no perdió tiempo en ponerse en pie y abandonar a sus amigos y el Gran comedor, su corazón estaba algo agitado por la prisa que puso en correr por los pasillos para llegar a la habitación de Draco. Cuando entró lo encontró nuevamente apoyado contra la pared, como cuando se habían reunido para abrir los resultados de los EXTASIS, su mirada era extraña, con el cabello cubriendo parte de sus ojos y mirando seriamente hacia el sobre que estaba encima de la cama.

    —Sabes lo que significa —dijo Harry en cuanto entró. Draco asintió rápidamente, aún sin mirarlo —, ¿entonces por qué no lo has abierto?

    —Quería que tú lo hicieras —contestó Draco recién mirando a Harry —, me gustaría que lo hicieras —completó y se guardó el comentario de que quería ver su sonrisa, esa que ponía cuando pasaba algo bueno, esa que lo hacía sentir más enamorado aún.

    —Bueno… pero ven siéntate conmigo —le llamó Harry mientras se sentaba sobre la cama. Draco suspiró mirando hacia la cama, últimamente se veía recordando cada rincón de su habitación y todo lo que había pasado con Harry… y si esa cama pudiera hablar alguna vez…

    —De acuerdo… —se sentó junto a él y esperó a que Harry abriera con extremada lentitud el sobre. Harry tenía razón, él estaba casi seguro de lo que ese sobre decía, pero no se lo podía creer, no si es que Harry no se lo confirmaba.

    —¿Y bien? —preguntó Draco impaciente mientras Harry dejaba caer una gran cantidad de folletos y pergaminos sobre la cama y se quedaba con uno extremadamente corto y pequeño.

    —Dice… ¿Quieres que te lo lea? —preguntó Harry mirándolo con falsa inocencia, si había algo que disfrutaba era sacar de sus casillas al impaciente Draco Malfoy.

    —¿Tú qué crees?

    —Pues… —Harry se acarició la barbilla, pareciendo pensativo.

    —Ya, no me molestes, solo lee el maldito pergamino.

    —Podrías enmarcarlo…

    —Harry…

    —Ya, ya, si lo digo siempre, tienes un carácter…

    —¡Potter!

    —¡Ya va! —replicó Harry —si hasta usas mi apellido, que poca paciencia —continuó burlándose ante la mirada amenazante de Draco mientras se ponía en pie y se alejaba unos cuantos pasos de él, solo por precaución. Se aclaró la garganta un poco y comenzó a leer.

    Estimado Señor aspirante número 57-1123:

    Tenemos el agrado de informarle que ha superado usted con éxito las pruebas y los requisitos para acceder a la beca para fabricantes de pociones (cobertura completa) en nuestra universidad.

    Cabe mencionar que ha obtenido usted una de las notas más altas en mucho tiempo en cuanto a los concursos que realizamos para esta beca y que estamos gratamente sorprendidos por eso, ya deseamos que inicie su educación en nuestra universidad, donde sabemos que podrá lograr grandes cosas.

    Por favor tomar en cuenta toda la información anexa para que pueda estar en nuestra universidad, comenzando a estudiar en dos semanas.

    Atentamente

    Cassandra Davenant

    Directora

    Universidad Mágica de Gunhilda de Gorsemoor



    —¡Dios, Draco! te felicito —lo felicitó con aquella sonrisa que Draco adoraba, y acercándose a la cama nuevamente.

    —Gracias….

    —Sabía que lo harías ¿No te lo dije acaso? —continuó hablando Harry emocionado y entregándole el pergamino para que Draco lo leyera, no parecía tan efusivo o contento y eso de alguna manera le extrañó.

    —Sí, hasta el cansancio —murmuró Draco. Después de haber estado esperando y estudiando tanto por eso, el que sucediera parecía algo… no creíble.

    —Oh ¿Estás en shock? —preguntó Harry dejándose caer a su lado y golpeándole el brazo suavemente para ver si es que así reaccionaba.

    —¿Shock?

    —Ya sabes… no hablas y no… —Draco se adelantó y le dio un beso en los labios interrumpiéndolo.

    —No, no estoy en shock —admitió Draco luego de soltarlo —Solo… alucinado.

    —Que termino tan… profesional —picó Harry acomodándose sobre la cama y entregándole el resto de documentos que había en el sobre. Sabía que allí habría toda la información que necesitaba conocer Draco antes de llegar a la universidad, él había recibido una gran cantidad de pergaminos y folletos de ese tipo cuando su carta de ingreso había llegado.

    —Vaya… sí que se lo toman en serio —comentó Draco examinando el croquis de las habitaciones —: aquí dice que en la facultad de pociones cada alumno interno tiene su propia habitación, la cual está insonorizada y con hechizos contra espía básicos, aunque cada alumno puede agregar los que crean convenientes para evitar mayores problemas.

    —¿Hechizos anti espía? ¿Problemas? —preguntó Harry levantando la vista de un folleto que mostraba los jardines del campus.

    —Ya sabes, “él me robó la idea” y cosas así.

    —Ah… pues me alegra que puedas tener tu propia habitación, me sentiré más tranquilo si sé que tienes tu propio espacio, además, en Grimmauld Place hay un montón de espacio donde puedes montar todo un laboratorio sin que nadie espíe ni nada. Puedes hacer todas tus pruebas allí y puedes ir todos los días si quieres.

    Draco desvió la mirada y sintió su corazón latiendo al ritmo de “Traidor”, se mordió el labio inferior y luego, tratando de parecer bromista, respondió:

    —Estás envidioso, al menos yo tendré mi propia habitación.

    —No… —Harry entrecerró los ojos, era cierto, en la Academia de aurores los alumnos compartían los dormitorios, como en la habitación de Gryffindor.

    —No me lo recuerdes.

    —La pasarás bien —sonrió Draco.

    —Ya… mejor sigue leyendo esto, hablan de las clases y horarios —pidió Harry extendiendo otro pergamino.

    Draco asintió rápidamente, contento por que el tema hubiera pasado y de que no tuviera que soltar alguna mentira.

    *



    Los alumnos de primero a sexto año marcharon al día siguiente, el castillo quedó extrañamente vacío, ocupado ahora únicamente por los alumnos de séptimo, que esperarían un día más para la ceremonia de graduación antes de volver a casa.

    Harry pasó la mañana con Hermione y Ron, recorriendo el castillo y recordando muchas anécdotas, no todas tan buenas en realidad, pero anécdotas que formaban parte de sus vidas y de lo que eran ahora, momentos que los habían hecho crecer y madurar. Aunque algunas con dolor. Demasiado dolor.

    Obviaron la sala de los menesteres y la torre de Astronomía, no necesitaban rememorar aquello, era algo que ya llevaría grabado profundamente por siempre.

    Cuando la noche llegó, la noche previa a la graduación, Harry se escabulló a la habitación de Draco, pero no se quedaron allí por mucho tiempo. Harry había notado que Draco casi no había abandonado la habitación los pasados días más que para comer así que le ofreció dar un paseo, bajo la capa de invisibilidad, por el castillo. Draco aceptó gustoso y ambos recorrieron varios pasillos y aulas, así como los jardines y el lago, contándose anécdotas que habían vivido de manera separada durante esos siete años, obviaron todo lo que se refería a la guerra o el curso durante la guerra. Ambos rieron de cosas chistosas que les habían pasado y casi al final del paseo Draco le pidió que buscara a Myrtle la Llorona en el mapa, Harry sabía de la “amistad” que Draco tenía con ella y en silencio la buscó hasta que la encontró: flotando en el baño del segundo piso.

    Harry se quedó de pie fuera, con la capa puesta y revisando el mapa del merodeador, aunque ya había constatado que nadie más estaba cerca, al parecer los profesores, viendo que solo se quedaban los alumnos de séptimo año en la escuela no se preocuparon por hacer guardias.

    *



    —Hola —saludó Draco entrando al baño con pasos lentos, tratando de encontrar en la semi-oscuridad a aquella fantasma dramática y con gafas.

    —¿Draco? —chilló una voz apareciendo de pronto y traspasándolo, Draco evitó hacer una mueca por el frío que le había dejado en la piel.

    —Hola —repitió el chico girándose a verla.

    —Vaya… el muy ingrato se ha acordado de mí —bufó ella moviéndose de un lado a otro entre los lavabos. Draco suspiró y sonrió.

    —He estado ocupado, nuevamente, pero para que veas que no siempre soy así de ingrato he venido a despedirme de ti.

    Myrtle detuvo sus movimientos y se le quedó mirando de manera asombrada, incluso inclinó la cabeza hacia un lado. Draco se preguntó si es que acaso era la primera vez que venían a despedirse de ella.

    —¿Me tirarás alguna cosa encima? —preguntó entrecerrando los ojos, lista para empezar a berrear y lloriquear como tenía costumbre.

    —No, claro que no —aclaró Draco rápidamente —¿Acaso alguien te tira cosas encima?

    —¡Por supuesto! —gritó ella metiéndose por una de las tuberías y saliendo por el otro lado —¡vienen a burlarse de mí, porque creen que estar muerta es divertido!

    —Yo no creo que lo sea —suspiró Draco —y he venido…

    —¿A mostrarme tu sonrisa? —preguntó ella acercándose a él. Draco puso los ojos en blanco y sonrió.

    —También, creo… estoy dando un paseo, ya sabes, mañana me iré y quería despedirme de ti, de la manera correcta —explicó el chico.

    Myrtle se quedó quieta un instante y luego negó con la cabeza.

    —Ya no le podrás hacer compañía a la dama triste, ya no estás triste.

    Draco soltó una carcajada —Supongo que debe ser difícil satisfacerte, antes te quejabas porque estaba triste y ahora porque estoy alegre…

    —¿Qué puedo saber yo de satisfacciones? —lloriqueó ella empezando a volar alrededor de Draco —Si solo soy un fantasma del que nadie se acuerda… al que todos insultan y molestan…

    —Te comprendo… —contestó Draco interrumpiéndola, Myrtle se detuvo mirándolo seriamente —, el que todos te insulten y molesten —aclaró.

    —Escuché que mañana era la graduación —comentó luego de un momento de silencio, aunque no por eso había dejado de dar vueltas alrededor.

    —Sí… así es. Adiós, Myrtle —se despidió Draco avanzando hacia la salida, se ahorró el decirle que esperaba que tuviera suerte, eso sería un comentario que ella consideraría cruel.

    Myrtle dejó de hacer alboroto y habló con voz más calmada, con la voz más calmada que Draco le había escuchado nunca.

    —Adiós, Draco, me gustó verte sonreír.

    Draco volteó y le sonrió en respuesta antes de salir. Escuchó, mientras se cubría con la capa junto a Harry, como la fantasma empezaba a hacer alboroto dentro del baño.

    Era pasada media noche cuando ambos por fin regresaron a la habitación, un extraño silencio se había instalado entre ambos mientras se quitaban la ropa y se metían en la cama. Harry podía sentir la tensión en el ambiente.

    —Harry —suspiró Draco suavemente, haciendo que Harry girara lo suficiente para verlo —, tengo que decirte algo.

    —De acuerdo —contestó Harry con voz demasiado tensa.

    —Mañana, cuando sea la ceremonia de graduación, yo no estaré presente…

    —¿Qué? Pero tienes uno de los premios… sin contar la mención que hará la directora por haber conseguido la beca y…

    —No necesito una ceremonia de graduación, sentarme entre todos mis compañeros, aquellos que no me hablan ni toleran, ni todo lo que puede pasar cuando suba al estrado a recibir mis diplomas.

    —¿Y qué harás entonces?

    —Nada.

    —Pero… ¿y luego?

    Draco suspiró nuevamente y se giró un poco más, jalando a Harry con sus manos para tenerlo más cerca —No pienses en eso, Harry, ahora no, mañana veremos.

    —Draco… aún no me has contestado… ¿Qué pasará luego con nosotros?

    —Te quiero —dijo Draco evadiendo su pregunta una vez más antes de darle un beso en los labios —, todo estará bien… mañana lo veremos. Confía en mí ¿de acuerdo?

    —Sí —contestó Harry suavemente —yo confío en ti, pero… —una de las manos de Draco acarició su cadera de manera lenta y cariñosa mientras sus labios volvían a besarlo, interrumpiéndolo. Harry olvidó sus dudas y temores y se entregó completamente a ese beso, a las caricias de Draco y a la forma como su propio cuerpo se estremecía conforme todo ganaba mayor pasión.

    Por lo general en la cama Draco era muy agresivo y eso le encantaba, la forma como sacudía todo su mundo, como era capaz de hacerlo gritar y estremecerse hasta casi la inconciencia, sin embargo aquella noche, mientras Draco se acomodaba sobre su cuerpo y lo besaba de aquella manera supo que algo estaba cambiando, que algo iba a pasar, aunque aún no quería darse cuenta del qué.

    Draco besó cada centímetro de piel que pudo, adoró con sus manos, lengua y labios todo el cuerpo de Harry, sintiéndolo temblar y gimotear, diciéndole cuanto le quería una y otra vez, le parecía necesario que Harry entendiera eso: que le quería, y demasiado, y que lo que haría sería justamente por eso.

    Cuando Draco entró en él ambos se quedaron completamente quietos, Harry envolviendo con sus piernas las caderas de Draco, mirándose a los ojos y sintiendo demasiadas emociones a la vez.

    Draco se inclinó y lo besó.

    —Te quiero, Harry… te quiero —murmuró sobre sus labios antes de empezar a moverse, lentamente, disfrutando de cada segundo juntos, pidiendo que eso no terminase jamás, que el momento fuera eterno, aunque sabía que no sería así, que no había forma de prolongar aquello más.

    Harry se arqueaba y gemía mientras Draco golpeaba una y otra vez contra su próstata, su propia erección estaba atrapada entre ambos cuerpos y la fricción era deliciosa.

    —Draco… Draco no…

    —Shh… Harry… —Draco detuvo sus embestidas un momento y comenzó a besar a Harry en el rostro, en los ojos, en las mejillas y en la frente —te quiero… no olvides eso… te quiero.

    —También yo… Draco, no sabes cuanto… no tienes ni idea —masculló Harry en el momento que Draco comenzaba a moverse nuevamente, sentía su pecho llenó de emociones y de temor, algo le alertaba acerca del comportamiento de Draco durante esa noche, pero nuevamente la excitación, el placer y la gran gama de sentimientos que se entremezclaban lo alejó de esos pensamientos.

    Draco siguió aumentando la velocidad, los susurros y palabras cariñosas fueron reemplazadas por gemidos y gritos desesperados, Harry clavó las uñas en la espalda de Draco mientras éste lo presionaba con fuerza contra la cama hasta que ambos, casi a la vez, terminaron en un fuete orgasmo, aferrándose el uno al otro y llamándose por sus nombres.

    Y así, abrazados y desnudos ambos se quedaron finalmente dormidos.

    *



    Cuando la mañana llegó lo despertó el suave ulular de una lechuza. Parpadeó un par de veces confuso, la cama se sentía vacía y fría, no recordaba haber vuelto la noche anterior a su habitación en la torre de Gryffindor. La lechuza ululó una vez más y de pronto, como si todo encajara al fin, se dio cuenta que no, que no había vuelto a su cama en la torre de Gryffindor, que estaba en la cama de Draco y que estaba solo.

    Se sentó de golpe, mirando alrededor, desde días atrás los libros y frascos que Draco guardaba en los estantes habían desaparecido, sin embargo el que la foto familiar de los Malfoy, así como el baúl del chico hubiesen desaparecido le dio la temida confirmación de que Draco se había marchado.

    La lechuza ululó una vez más y Harry la miró con atención, era Alba, dentro de la jaula en que la había traído. Con el corazón agitado y temblando ligeramente se puso en pie y caminó hacia el baño; tal como esperaba estaba vacío. Regresó a la habitación, reparando recién en que su capa de invisibilidad estaba doblada sobre el escritorio, junto con un sobre que tenía su nombre escrito con pulcra y alargada letra. Lo miró durante un momento y luego se tendió en la cama sin tomarlo. No quería leerlo, quería pensar que Draco solo había salido un momento, que luego volvería, que no se había ido y lo había dejado. Que Draco no había sido capaz de hacerle eso. Cerró los ojos y trató de tranquilizarse, luego de unos minutos descubrió que no podría hacerlo. Se sentó nuevamente y se vistió, mirando de reojo a la carta y a Alba que al parecer comprendía sus sentimientos y se quedó en silencio.

    Cuando estuvo completamente vestido dio vueltas alrededor de la habitación sin animarse a tomar el sobre aún, porque sabía que hacerlo era, de alguna manera, empezar a aceptar que Draco se había ido.

    Pasó la mañana metido allí, demasiado aturdido para hacer algo más que permanecer sentado en la alfombra mirando hacia la nada y pensando en Draco. Tratando de convencerse una vez más de que Draco no podía ser capaz de abandonarlo de esa manera. Cerca del medio día sabía que ya debía salir, que tenía que prepararse para la ceremonia y que no podría dar ninguna excusa para no acudir.

    Tomó una bocanada de aire y se puso de pie, guardó sus cosas en la mochila y con una mano temblorosa tomó la carta de Draco, la guardó en el bolsillo y luego tomó la jaula, dio una última mirada a la ahora vacía habitación y suspiró.

    —Adiós, Draco.

    *



    No fue fácil, no había esperado que lo fuera, pero no pensó que doliera tanto. En medio de la madrugada, tal como tenía ya planeado, se levantó y se vistió en silencio, observando el cuerpo desnudo de Harry enredado entre las sábanas.

    ¡Dios! Cuánto lo iba a extrañar. Cuánto iba a extrañar todo aquello.

    No queriendo alargar más el momento tomó la capa de invisibilidad que Harry había dejado a un lado y se escurrió por el pasillo. El castillo lucía tenebroso y frío a esas horas, sin embargo no se dejó amilanar y llegó a la lechucería. Alba estaba allí, terminando de comer lo que había cazado, la llamó y luego de acariciarla un rato y recomendarle que cuidara mucho a Harry y decirle cuanto la iba a extrañar, la metió en la jaula, para luego volver a su habitación. Pronto amanecería, el tiempo se estaba terminando.

    Miró a Harry una vez más y la opresión en su pecho fue mucho más fuerte, por un instante estuvo a punto de mandar todo al diablo, de quedarse al lado de Harry y ver hasta donde los llevaba todo, pero las palabras de Ginny y la certeza de que Harry merecía ser feliz lo convencieron de que estaba haciendo lo correcto. Tal vez Harry podría finalmente conocer a una chica agradable y formar una familia, como era lo esperado o tal vez conocer a otro chico, revolucionar el mundo mágico mostrándose abiertamente gay y tal vez lo aceptarían y lo dejarían en paz, pero nada de eso ocurriría si de su mano aparecía un mortífago; un Malfoy. El futuro era muy incierto, lo sabía, pero si tenía algo en claro, junto a él, Harry no tendría futuro alguno y él no podría vivir sabiendo eso, sabiendo que podría arruinarle la vida a Harry de esa manera.

    Dejó la carta que había escrito para Harry en el escritorio y se acercó a él para darle un último beso, apenas un roce de sus labios antes de apartarse y afirmar con la cabeza. Así tenía que ser, era lo mejor y lo sabía, algunas veces ser frío era correcto. Y esta era una de esas.

    No se entretuvo a mirar más la habitación, no podría hacerlo sin sentirse peor aún. Mientras caminaba por los pasillos hasta la oficina de la directora el sol salió, iluminando los pasillos y calentándole un poco la piel. Incluso así no se sintió siquiera un poco mejor.

    Él ya había hablado con la profesora McGonagall y ella lo estaba esperando cuando tocó la puerta de su despacho.

    —¿Está seguro de que no se quiere quedar a la graduación? —preguntó la profesora McGonagall viendo al chico.

    —No, yo creo que ya ha sido suficiente de esto para mí —admitió —. Además tengo algunas cosas que hacer.

    —Lo entiendo —suspiró la profesora. Draco dio una mirada alrededor, los cuadros de los directores estaban durmiendo, o al menos fingían hacerlo, miró a Dumbledore, y suspiró sintiéndose culpable, siempre se sentiría culpable al recordarlo o ver alguna imagen suya.

    —Gracias, por todo —dijo Draco luego de un momento más de silencio.

    —Sus diplomas —respondió la profesora McGonagall extendiendo un par de rollos de pergamino —, déjeme decirle que ha obtenido muy buenas calificaciones y que estoy segura que será un gran profesional. Sé que las cosas no serán fáciles para usted, pero creo que ha demostrado que no es de los que se dejan caer, sinceramente espero que de ahora en adelante todo marche muy bien. Cuídese mucho.

    Draco sonrió a medias y asintió.

    —Que le vaya bien a usted también —avanzó hasta la chimenea, guardando los pergaminos sin siquiera mirarlos en el morral y tomó un poco de polvos flú —. Al caldero Chorreante —dio un paso al frente y giró, hizo una reverencia hacia la profesora y lo último que vio fue el rostro de Dumbledore, en el cuadro, guiñándole un ojo y sonriendo apenas suavemente. Era la primera vez que lo veía despierto y aquella sonrisa que antes, cuando estaba vivo el anciano, había despreciado, esta vez le supo a comprensión y entendimiento. Cuando llegó al Caldero Chorreante se sintió en paz consigo mismo, al menos en cuanto a Dumbledore se refería.

    *



    Harry se sentía aturdido, había dejado a Alba en su habitación y se había reunido con sus compañeros en el Gran Comedor simplemente porque no quería seguir solo, no por ahora al menos. Luego del almuerzo (apenas y tocó el suyo) todos emocionados volvieron a la sala común a terminar de prepararse para la ceremonia que empezaría en un par de horas más, las chicas fueron las primeras en subir a los dormitorios ante las burlas de los chicos, ellos estuvieron jugando snap explosivos y ajedrez hasta que solo faltaba ya media hora para que todo iniciara, entonces empezaron a retirarse a sus habitaciones. Evitó responder las preguntas de Ron acerca de la nueva lechuza y se vistió apresuradamente. Guardó la carta de Draco en su bolsillo nuevamente, sabiéndose aún incapaz de leerla y junto a Ron y Dean bajaron ya listos para la ceremonia.

    —¿Harry? —preguntó Ron de pronto mientras ellos esperaban por Hermione en la sala común.

    —Lo siento, ¿qué decías? —respondió Harry dejando de acomodar los botones de su túnica y mirando a su amigo que parecía algo preocupado.

    —¿Qué es lo que pasa?

    —Nada —negó Harry con la cabeza —, ya sabes, la graduación… se siente raro.

    Ron entrecerró los ojos y puso una expresión de “a mí no me engañas” pero para suerte de Harry no preguntó nada más.

    *



    La ceremonia se realizó en los jardines, la directora tuvo que reforzar varios encantamientos para que los periodistas y fotógrafos no se acercaran al castillo, incluso algunos habían intentado tomar fotografías desde el cielo, montados en escobas, todos ansiosos por captar el momento en que Harry Potter se graduaba al fin.

    Harry escuchó apenas las palabras de la directora y de algunos maestros, mientras sentía el peso de la carta de Draco en el bolsillo de su túnica de gala. Ron parecía ligeramente aburrido mientras Hermione miraba con ojos brillosos todo lo que pasaba. Subió a recibir su diploma y el premio por servicios a la escuela casi sin darse cuenta, era como si todo fuera irreal, como si nada fuera cierto.

    Un silencio prolongado se expandió cuando la profesora mencionó que el mejor alumno de la promoción había sido Draco Malfoy y que lamentablemente no había podido asistir a la ceremonia. Harry sintió el dolor de su ausencia una vez más y metió la mano en el bolsillo para palpar la carta pendiente por leer. La profesora también dijo que Draco había sido el ganador de la beca para fabricantes de pociones y que la escuela estaba muy orgullosa de él. Como era de esperarse ninguno de sus compañeros aplaudió pero al menos tampoco se escucharon gritos ni insultos. Luego del instante de incomodidad nombró a Hermione, tanto él como Ron se pusieron en pie y comenzaron a aplaudir con fuerza, mientras una sonrojada Hermione subía al estrado, dándoles miradas de advertencia, pero eso no los detuvo y continuaron gritando y aplaudiendo hasta el final, en el fondo Harry estaba feliz por su amiga y porque ella había obtenido el segundo lugar.

    Además ella no parecía ya tan molesta por eso cuando tomó su diploma y sonrió a las cámaras y a sus padres.

    Cuando la ceremonia terminó los Weasley, junto con Andrómeda y Teddy, se unieron a ellos, Ginny parecía algo enfadada y no trató de entablar conversación con nadie, según había sabido por Ron ella se había ganado una reprimenda muy grande de sus padres por no haber conseguido más que un par de EXTASIS y no haber postulado a ninguna universidad ni academia.

    Luego de tomarse una cantidad innecesariamente grande de fotografías con Ron, con Hermione y el resto de sus compañeros Harry se refugió en los brazos de Teddy, lo cargó y lo hizo jugar un buen rato, tratando de contagiarse de la alegría del pequeño, que reía de cada mueca o juego que le hacía, hasta que el sol ya casi se ocultaba. Entonces, mientras los planes de extender la celebración se iban formando él se escabulló hasta el jardín, alegando que quería ir a la tumba de Dumbledore antes de irse, Ron y Hermione le dieron miradas inseguras y él agregó que era algo que quería hacer solo. Suspiró aliviado cuando sus amigos no insistieron en acompañarlo.

    Caminó por el jardín y llegó hasta el lago, recordó haber estado la noche anterior allí, junto a Draco, soltando locas teorías acerca de la naturaleza del Calamar gigante, aquel reciente recuerdo dolía demasiado. Negó con la cabeza, sabiendo que no debía detenerse allí y siguió de largo hasta donde la tumba blanca se erguía.

    Se sentó con las piernas cruzadas sobre la hierba algo húmeda y acarició la tumba un instante antes de suspirar. Metió la mano en el bolsillo de su túnica y sacó la carta de Draco. Sabía que era algo que tenia que hacer aunque ese acto implicara aceptar que realmente Draco se había ido: leer las razones por las cuales Draco le había hecho algo así, haberse ido sin siquiera despedirse… sin decirle nada. El cielo oscureció rápidamente y algunas estrellas aparecieron mientras rompía el sello de la carta y extraía su contenido…

    *



    Fin del segundo libro




    [QUOTE]Notas finales:

    Bien, primero, muchas gracias por leer… y también por la paciencia ante la demora en contestar los comentarios. Ya saben este es el final de la escuela y del segundo libro de la historia, pronto arrancamos con la tercera parte, están divididos pero todos van dentro del mismo fic y básicamente la separación va por las etapas de sus vidas.

    Ahora ya hemos visto cual fue la decisión de Draco y sabemos que es lo que les espera más adelante, Draco ganó la beca para fabricantes de pociones y Harry va camino a la Academia.

    Espero con ansias sus comentarios y opiniones sobre el capítulo, el siguiente capítulo:

    “La Academia de aurores”

    Un beso a todos y nuevamente, gracias por leer.

    XD

    Zafy./QUOTE]
     
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  5. karigutis
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    LIBRO TRES: “CAMINOS”

    CAPÍTULO 23: “LA ACADEMIA DE AURORES”


    Monochrome floors, monochrome walls,

    Only absence near me,

    nothing but silence around me.

    Monochrome flat, monochrome life,

    Only absence near me,

    Nothing but silence around me

    MONOCROMO

    YANN TIERSEN

    Pisos monocromos, paredes monocromas,

    Solo ausencias cerca de mí,

    Nada salvo el silencio rodeándome.

    Sombreros monocromos, vida monocroma,

    Solo ausencias cerca de mí,

    Nada salvo el silencio rodeándome.

    www.youtube.com/watch?v=ISCcj9cPy-M



    Agosto del 2000, Academia de Aurores del Ministerio Ingles, Londres.

    14 meses después.


    Harry aplicó el hechizo desvanecedor en él, se sintió ligeramente orgulloso por poder hacerlo ya sin pronunciar palabra alguna, a su alrededor vio como sus compañeros desaparecían al igual que él esperaba haberlo hecho.

    El silencio se instauró en el aula mientras el profesor de ocultación; Hulme, paseaba lentamente por el medio, mirando con atención cada rincón. Harry, por instinto apretó un poco más la varita y se tensó, esperando atentamente el posible ataque.

    Al profesor Hulme le gustaba torturarlos de esa manera, podía permanecer largos minutos en silencio, tan solo observando lo que deberían ser paredes vacías y que en realidad eran alumnos ocultos y en tensión, algunas veces lanzaba un hechizo a la nada, que hacía que todos reaccionaran y se movieran rápidamente, lo cual provocaba que los alumnos menos eficientes delataran su disfraz. Otras simplemente aguardaba, mirando sin mirar a todos hasta que alguno sucumbía ante la tensión y se delataba. Harry sinceramente esperaba que eso no ocurriera esa tarde, era viernes, viernes libre, el segundo viernes del mes, en que podrían salir a casa y no volver hasta el domingo en la tarde y aquella era la última clase, si alguien fallaba todos se quedarían mucho más tiempo practicando hasta que el profesor Hulme estuviera conforme.

    —¿Hoy les toca libre? —preguntó el profesor Hulme con la varita en alto. Era un mago moreno y bastante alto, a Harry le recordaba en algo a Kingsley, aunque este sí tenía cabello, un alborotado cabello afro que sujetaba con una coleta cuando le tocaba dictar clases —. Muy apurados por partir… ¿Qué me dice, señor Ryszard? —murmuró a la vez que apuntaba con la varita hacia una esquina aparentemente vacía.

    Harry contuvo la respiración al igual que, estaba seguro, todos sus compañeros, Edwin Ryszard era un chico de diecinueve años, bastante delgado y de cabello oscuro, pero lo que más le caracterizaba era lo rápido que se podía poner nervioso, no sería la primera vez que los nervios lo delataran y echara a perder un ejercicio.

    —¿Nos estamos controlando más esta tarde? —continuó el profesor girándose bruscamente hacia la otra pared —…ya veremos.

    No había terminado de decir las palabras cuando un rayo gris salió de su varita, automáticamente Harry salió corriendo hacia un lado, tratando de que sus pasos no se escucharan, sintió el roce de alguien contra su brazo y se quedó completamente quieto mientras Hulme giraba alrededor del aula con una sonrisa satisfecha.

    —De acuerdo, en serio deben estar ansiosos por salir —suspiró —. Aparezcan —ordenó.

    Un murmullo de alivio recorrió el aula mientras todos retiraban los hechizos de ocultamiento, Harry notó que con quien había chocado no era otro que Chris, que le sonrió aliviado. Harry trató de devolver la sonrisa antes de que el profesor, con un solo movimiento de su varita hiciera aparecer las carpetas individuales que habían sido removidas para el ejercicio.

    —Por un momento pensé que el tonto de Ryszard nos malograría la práctica —comentó Violet sentándose en la carpeta junto a Harry.

    —No le digas tonto —reprochó Harry, tratando de poner mala cara ante la chica. Si al terminar la escuela pensaba que al menos los problemas con las mujeres se habían terminado se había equivocado de cabo a rabo, porque existía Violet DiNovi.

    Violet puso los ojos en blanco y negó con la cabeza —Demasiado noble para auror.

    Harry agradeció que en ese momento el profesor los llamara al orden una vez más para no tener que contestarle, sintió la mirada de Dashiell en su nuca y trató de ignorarlo. Durante ese año en la Academia de aurores había descubierto que Dashiell era el insufrible hijo de un auror muy importante y que él, al igual que sus amigos, había estudiado toda la educación mágica en casa, con un tutor, también que se creía el mejor prospecto para auror e imaginaba llegar a jefe de auror tan solo por derecho, en menos de diez años. Y que además era novio de Violet, la cual, poco después de entrar a la Academia de aurores lo había dejado. El constante coqueteo de Violet con Harry daba pie a los rumores de que la chica había abandonado a Dashiell por Harry. Y por supuesto ahora Dashiell pasó de no soportar a Harry a detestarlo, al menos tenía su lado bueno, pensaba Harry, por lo menos ahora no tenía que esquivar las absurdas y aburridas conversaciones de Dashiell y su grupito de: “Oh, somos los mejores futuros aurores del universo”.

    —Muy bien, chicos y chicas —habló el profesor con voz calmada desde el fondo —ahora que creo que ya lo tenemos dominado tendremos que pasar a algo más importante, a partir de la siguiente semana empezaremos a practicar en el campo así que quiero que todos estudien un poco las teorías y practiquen sus hechizos. Y ahora, para que vean lo bondadoso que puedo ser algunas veces, ¡lárguense de aquí! Antes que mi vena bondadosa desaparezca.

    Ninguno necesitó que se lo dijeran dos veces y antes de que el profesor decidiera que mejor era seguir torturándolos todos salieron prácticamente corriendo del aula.

    Logró colarse entre Joel y Edwin, que conversaban animadamente con Norman, otro chico con el que compartía habitación, dejando de esta manera a Violet atrás y sola en el pasillo.

    —Yo no estaba en ninguna de las dos esquinas —iba diciendo Edwin —creo que lo dijo solo por molestar, no creo que haya podido ubicarme.

    —Pues yo creo que vi un borde de tu túnica —lo molestó Norman a lo que Edwin negó con la cabeza.

    —Pues esta vez yo no pude ver a ninguno —contradijo Harry.

    —Sí —apoyó Joel —, además si es que Hulme nos dijo que pasaremos a campo es porque ya no vio a nadie, ¿recuerdan que lo dijo al inicio del semestre? Que pasaríamos al campo cuando estuviera satisfecho.

    —Menos mal, si seguimos ocultándonos en las paredes de esa aula pronto todos nos pondremos grises —comentó Harry, los cuatro rieron por el comentario mientras llegaban a las escaleras.

    —¡Muchachos! —llamó la voz de Posey, otro chico de su curso acercándose a ellos.

    Harry puso los ojos en blanco mentalmente, aunque sonrió y esperó al igual que sus amigos.

    —¿Que hay Posey? —preguntó Joel animadamente, aunque todos ya sabían para que Posey se les acercaba, Posey era el autonombrado organizador de las reuniones de camarería de los viernes libres.

    —Un sitio nuevo y esperando por ser visitado.

    —¿Dónde? —preguntó Edwin.

    —Todos en media hora en Abercorn Place —informó el chico con una sonrisa.

    —¿El mismo método? —preguntó Norman.

    —Por supuesto —les respondió en voz alta el chico mientras se giraba y caminaba para hablar con el grupo de Dashiell.

    Harry suspiró aburrido mientras subía las escaleras junto a sus amigos hacia su habitación, aquellas reuniones la mayoría del tiempo lo aburrían, pero sabía que no podía faltar, porque si lo hacía algunos se resentirían y lo tomarían contra él por darse demasiadas ínfulas y luego, en los ejercicios en campo pagaría por ello, ya lo había visto antes, en los primeros meses, en un chico cuyo nombre no podía recordar muy bien pero que había sido finalmente expulsado.

    Cuando entró a su habitación encontró sobre su cama a Alba, con una carta sujeta a la pata y mirando todo con atención.

    —Hola, Alba —saludó Harry acariciándole la cabeza y sentándose en la cama para poder desatar la carta.

    —No te entretengas mucho, tenemos media hora —advirtió Frances Simak, otro de los chicos con que compartía habitación, recién llegando y dejando la mochila sobre la cama.

    —Ya… —masculló Harry mientras leía la carta de Hermione donde le anunciaba que el domingo habría un almuerzo en la Madriguera y que esperaba que fuera. Harry puso el pergamino sobre la cama y con solo un par de movimientos de varita utilizó lo que ya estaba escrito para anunciar que asistiría. Le gustaba particularmente ese hechizo, aunque solo se podía hacer con cartas muy cortas, pues le servía cuando no tenía pluma y tinta a mano o cuando no tenía demasiado tiempo para escribir, como en este caso.

    —He escuchado —empezó Joel parándose delante de Harry mientras Alba ya emprendía el vuelo de regreso —que Violet piensa lanzarse sobre ti esta noche.

    —Pues perderá su tiempo.

    —Ay, Harry, a veces no te entendemos —comentó Edwin mientras terminaba de reducir la mochila y la metía en el bolsillo del pantalón muggle que lucía —, Violet es la chica más linda de la Academia y tú no le das la más mínima atención.

    —Pues el que sea la más bonita no significa que me tiene que gustar —respondió Harry mientras se quitaba la túnica del uniforme y se empezaba a vestir a lo muggle, pues sabía que irían a un lugar muggle; era lo mejor para evitar problemas como el que habían tenido luego de año nuevo, cuando un par de chicos y chicas de la Academia se habían emborrachado y armado cierto alboroto en uno de los bares de una avenida mágica. Por supuesto que aquellos también habían sido expulsados, el director había creído que de esa forma podría detener el ambiente juerguero entre sus alumnos pero se había equivocado; ellos simplemente se habían trasladado al mundo muggle.

    —Ya, dejen de hostigar al chico —interrumpió Norman —hay chicas mucho más fáciles de manejar que Violet, ustedes saben lo engreída e imposible que puede llegar a ser.

    —Pero que no te escuche Dashiell —contestó Simak, ya vestido mientras Harry terminaba de colocarse la camiseta.

    —Cierto, luego los retará a un duelo para defender el honor de la pobre damisela —apoyó Harry.

    —Y la damisela le dirá que se vaya a freír espárragos —completó Joel, recordando una salida en donde un chico había estado coqueteando con Violet y la forma como Dashiell había saltado para según él, protegerla, pero Violet había sabido poner en su lugar al pretendiente y a Dashiell con solo un par de palabras.

    Los cinco volvieron a reír y una vez constataron que no se les quedaba nada importante salieron del dormitorio, esta vez rumbo a la salida.

    Bajaron las escaleras con cautela y con las varitas en alto, conversando en voz baja acerca de lo que harían durante el fin de semana, pero siempre mirando a todos lados.

    El primer rayo cayó cerca de ellos y todos, ya por instinto, se pegaron a las paredes, incluso Joel se mimetizó con ella, el chillido de un chico detrás de ellos les dio el aviso de que el peligro aparentemente había pasado. Con suspiros de alivio se separaron de las paredes, Harry le dio una mirada al chico que había caído; era uno del nuevo curso que apenas había iniciado hacía un mes, parecía algo desconcertado mientras se sentaba, sujetándose la cabeza y mirando a ambos lados, era la primera “X” que tenía en el uniforme.

    —Con tres de esas en un mes te expulsan —le advirtió Edwin.

    —Gracias —murmuró el chico poniéndose e pie, le dio una mirada a Harry y luego a los demás, hizo un asentimiento y salió corriendo en dirección opuesta.

    —Oh, los nuevos —suspiró Simak.

    —No seas tan engreído, apenas estamos en segundo —reprochó Edwin mirando a ambos lados del pasillo.

    —Al menos él tiene quien le avise, nosotros ni eso —recordó Harry —, ¿recuerdan a esa chica que recibió como cuatro de esos antes de que nos enteráramos siquiera que lo harían?

    —Vagamente —murmuró Joel —¿Un bajita y guapa?

    Harry se encogió de hombros —eso creo pero… Oh —se interrumpió y se tiró al piso, Edwin cayó sobre él y a un lado Joel y Norman cayeron también.

    —Se lo están tomando en serio hoy ¿no? —jadeó Edwin algo agitado y poniéndose en pie —lo siento —dijo hacia Harry que solo asintió mientras se ponía en pie.

    —Nos atacan tanto que un día nos volveremos paranoicos en lugar de buenos aurores —se quejó Joel en voz alta.

    —Ya sabes, “alerta permanente” —remendó Harry a su tutor. Le había sorprendido de sobre manera que el primer día, cuando llegaron a instalarse fueran atacados más de una vez en los pasillos, luego se enteraron que aquello era una más de las formas de entrenamiento que tenían, la idea, según su tutor, era permanecer constantemente atentos y alertas, Harry siempre había querido preguntarle si es que no había conocido a Ojo loco Mody. Al menos, tras más de un año, ya habían aprendido a evitar casi todos los ataques, aunque algunas veces el esquivarlos los hacía llegar tarde a clases o retrazar sus salidas. Por lo menos Harry se podía jactar de ser uno de los pocos sin haber recibido un solo hechizo hasta el momento.

    Por fin llegaron a las puertas de salida, sus demás compañeros ya estaban haciendo una fila para poder salir en orden, después de un año de entrenamientos ya solo quedaban veintiuno de ellos y estaban seguros que el número seguiría bajando en los dos años que aún les quedaba por estudiar.

    Al inicio de la fila Harry divisó a Violet, que estaba junto a Dashiell, Chris y los demás hijos de aurores, ninguno de ellos habían sido expulsado hasta ahora y, pese al rompimiento de Violet con Dashiell, siempre andaban juntos. Como si la hubiera llamado con el pensamiento Violet volteó en ese momento hacia Harry que inmediatamente se giró y pretendió decirle algo a Edwin que soltó una carcajada.

    —A veces creo que le tienes miedo a las mujeres.

    —Pues… si conocieras a las que yo he conocido les tendrías miedo —comentó Harry recordando a Ginny y sus intentos de acercamiento cada vez que iba a la Madriguera, suspiró fastidiado recordando que el domingo probablemente se encontraría con ella nuevamente.

    Finalmente Ginny había sido fichada para jugar en “Holyhead Harpies” y luego había comenzado a salir con uno de los empresarios que patrocinaba al equipo, aunque el noviazgo no había durado más de unos tres meses la chica había dejado en claro que Harry y ella ya no eran novios, Harry había estado con el alma en un hilo durante esa época de titulares escandalosos, pues temía que Ginny finalmente revelara cual era la verdadera razón para que no continuaran. Para alivio de Harry aquello no había pasado y luego de que la chica terminara con aquel hombre, había vuelto al ataque, tratando de acercarse cada vez en que lamentablemente coincidían en algún lugar.

    La fila avanzó rápidamente, cuando Harry por fin llegó a las puertas los dos hombres de seguridad pasaron su varita alrededor y le pidieron su identificación, luego de constatar que verdaderamente tenía pase libre lo dejaron salir. El aire fresco de agosto le dio en el rostro mientras cruzaba los jardines junto a sus amigos hasta llegar a las grandes rejas. La Academia se encontraba en lo que al parecer era una fábrica abandonada en Mews Street, era una calle solitaria donde ni siquiera pasaban muchos automóviles, vio a varios de sus compañeros desapareciendo, seguramente hacia Abercorn Place.

    —Vamos —apuró Norman mientras caminaba hacia un lado del edificio, Harry y los otros lo siguieron, y mirando a todos lados para constatar que ningún muggle los veía, fueron desapareciendo uno a uno hacia el lugar acordado.

    *



    Abercorn Place era una de las calles que daba a un gran boulevard de discotecas y bares, en el lado oeste de Londres, era completamente muggle, sin embargo había un gran campo abandonado y oculto que servía para aparecerse y desaparecerse, o al menos ese era el uso que le daban los chicos.

    Harry apareció y se lanzó a un lado antes de desaparecer y aparecer una vez más, en esta ocasión unos cuantos metros más cerca de la salida, volvió a hacerlo una vez más, apenas y vio a varios de sus compañeros apareciendo y desapareciendo, contó rápidamente cuantos habían allí: dieciocho, así que volvió a desaparecerse. Aquel era un juego al que les gustaba jugar cada vez que salían, era aparecer y desaparecer dentro de aquel perímetro, moviéndose de un lado a otro hasta que los veintiuno estuvieran completos, el último en notar que los veintiuno ya estaban allí, es decir el último en aparecer y desaparecer, era el que pagaba la primera ronda, está vez le tocó a Richard Dick, un chico de cabello oscuro y corto y de voz poco agradable y gruesa, aunque, por lo que Harry había podido hablar con él, era un chico bastante noble. Se sonrojó ligeramente al saberse perdedor y asintió derrotado a que invitaría la primera ronda.

    Todos formaron un gran grupo y caminaron en la ya oscura calle hacia el boulevard Abercorn que, pese a ser tan temprano, ya tenía gente circulando. Posey encabezó la caravana mientras Harry y su grupo se quedaba al centro, Dick y Emma Wilkie se les unieron, contándoles acerca de cómo habían visto a un chico de primero ser expulsado en uno de los pasillos por exceso de hechizos.

    Finalmente Posey los llevó a un bar que Harry no había visto antes, era bastante oscuro y el interior parecía hecho completamente de madera, la forma circular de las paredes le daba la sensación de estar en un gran tonel de madera.

    El mozo, en cuanto los vio, les acondicionó una enorme mesa al final del local, la mesa redonda fue rápidamente ocupada y una ronda de whisky y cerveza fue pagada por un avergonzado Dick. Tal como ya tenían por costumbre levantaron los vasos de Whisky y luego de juntar los vasos todos dieron un trago largo, bebiendo todo el contenido. ¿De dónde había salido aquel ritual? Harry no lo recordaba, parecía algo que él y sus compañeros hacía desde siempre, el entrenamiento y la vida en común había logrado eso, los había compenetrado tanto en algunas cosas que algunas veces casi no podía recordar en que momento se volvieron tan unidos… Dio un sorbo a su botella de cerveza y se perdió en los recuerdos de aquella noche: dos meses después de haber empezado las clases, cuando en realidad apenas y hablaba un poco con sus compañeros de habitación y ocasionalmente (siempre que Dashiell no estuviera cerca para reprochárselo) con Chris. Su tutor había tenido la magnifica idea de encerrarlos a todos juntos en una horripilante cabaña de madera, demasiado pequeña para mantenerlos a todos muy pegados, en medio de la nada y al principio, todos desconcertados, se habían quedado allí, de pie, mirándose sin saber que hacer o que no hacer para no ser expulsados, cuando los truenos y rayos empezaron a caer junto con la voz del tutor indicándoles que debían salir de ese sitio y llegar al edificio que se encontraba a trescientos metros de allí y que debían hacerlo todos juntos, que si dejaban a uno solo atrás todos serían expulsados, en ese momento fue cuando empezaron a trabajar como un equipo. En realidad, les había tomado media madrugada coordinar y compatibilizar, pero finalmente, cuando todos a la vez como una gran columna esquivaron hechizos y encantamientos y llegaron hasta el edificio habían por fin roto el hielo, desde ese momento todo se volvió más agradable, claro que había bastante competición entre ellos por ser el mejor y que habían sacado a muchos desde entonces, pero los que fueron quedando, si bien no siempre se llevaban bien y tenían sus problemas, a la hora de las prácticas de campo, no se podía obviar la gran coordinación que habían conseguido.

    Miró alrededor estudiando el lugar con más atención y participando a medias de la conversación que se había formado cerca de él acerca de los hechizos de sigilo y rastreo que tendrían que memorizar para la semana siguiente mientras se dejaba envolver por la melodía que en ese momento sonaba, conocía al grupo: “Oasis”, le gustaban algunas de sus canciones y comenzó a repetir la letra mentalmente mientras una segunda cerveza era deposita en frente y las risas de sus compañeros empezaban a ir en aumento, sin embargo, pese al licor y el ambiente no se sentía del todo cómodo, aquella tarde era una de esas que tenía a veces en qué, pese a estar rodeado de sus compañeros, de estar estudiando algo que realmente lo apasionaba y saber que pronto vería a sus amigos y a Teddy y Andrómeda, se sentía terriblemente solo.

    *



    Durante el resto de la noche sus compañeros bailaron y bebieron animadamente, mientras él logró con éxito esquivar a Violet, la cual terminó marchándose molesta; un instante después, luego de darle una mirada de odio, Dashiell desapareció tras la chica.

    Era cerca de media noche cuando finalmente sus demás amigos empezaron a partir, unos en parejas, otros solos; algunos más se quedaron en el bar, los que habían podido entablar conversación con alguna chica. Harry levantó la mano y se despidió de Joel, que conversaba con una chica rubia bastante guapa, antes de salir del bar y caminar por el boulevard, se sentía algo atontado par las cervezas que había tomado, pero aún no quería llegar a casa así que llegó al final del boulevard y luego de constatar que nadie más lo seguía o miraba se desapareció para aparecer en el este de Londres, en Carey Street, una calle llena también de discotecas y bares, pero de otro tipo, del tipo al que pertenecía.

    Caminó entre la cantidad de chicos hasta llegar a “Madonna Club” un lugar bastante concurrido y al que le gustaba ir por la música y las bebidas, aunque en esta ocasión no tenía muchos deseos de disfrutar de eso, sino de otro tipo de placeres. Se metió rápidamente hasta el centro de la pista y comenzó a bailar, agitándose al ritmo de la música acelerada y dejando que las luces y el humo lo marearan más aún, luego de un largo rato divisó a lo lejos a un chico rubio y alto, que lo observaba de una manera que él ya conocía, se agitó un poco más y sonrió insinuantemente, un instante después aquel rubio de ojos verdes lo estaba tomando por las caderas y pegándolo a su cuerpo, siguieron moviéndose al ritmo de la música, devorándose con la mirada hasta que Harry fue el que dio el primer paso, acercándose un poco más a él y besando suavemente su cuello…

    Media canción después Harry era empujado con rudeza contra la pared del cuarto oscuro de aquella discoteca, los gemidos de los chicos alrededor se mezclaba con la música acelerada del exterior que, junto a la oscuridad del lugar le daban un perfecto ambiente para lo que buscaba. El desconocido rubio mordió su cuello con agresividad mientras Harry se arqueaba y desabotonaba sus jeans, en tan solo un par de movimientos ambos quedaron con los pantalones abajo. El polvo fue rápido, duro e impersonal, justo lo que Harry necesitaba, ambos terminaron jadeando, el peso del chico sobre su espalda de alguna manera lo hacía sentir reconfortado, aunque claro, tal como había empezado, había acabado y luego de que el chico se recuperara se había vestido, le había dado un beso en los labios y se había ido. Harry, ya vestido miró alrededor y, sabiendo que todos estaban demasiado ocupados para reparar en él, se desapareció para llegar hasta el vestíbulo de su casa, en Grimmauld place.

    La oscuridad de la casa lo recibió, la sensación de soledad creció mientras subía las escaleras y se desvestía para meterse en la ducha.

    Una vez estuvo limpio y algo más despejado se dejó caer en la cama, cerró los ojos y trató de dormir, pero no pudo, después de dar varias vueltas en la cama se convenció de que definitivamente no podría dormirse rápidamente, sacó de la mesa de noche un sobre y tomó de la mesa el cenicero y los cigarros, fumar era algo que hacía únicamente cuando se sentía demasiado tenso o demasiado angustiado y aquella era una de esas ocasiones. Abrió las grandes ventanas, dejando que el aire de la madrugada llenara la habitación, observó el cielo por un largo tiempo, su mente vagando en recuerdos y anhelos. Abrió el sobre, la carta de Draco salió a la vista y volvió a leerla, tal como había hecho miles de veces, tratando de entender y comprender, pero nunca había podido…

    Harry,

    Sé que te preguntarás por qué y la respuesta la sabes, te la dije anoche y te la he dicho cientos de veces, porque te quiero y justamente por eso no puedo condenarte a una vida junto a mí, ambos somos muy jóvenes aún como para apostar por algo que puede estallarnos en la cara.

    Como auror no puedes estar conmigo y como miembro de la sociedad mágica tampoco; y no hay nada a lo que yo tema más que a arruinar tu vida y tu futuro, porque es algo que no mereces. No es un asunto de lástima o cobardía, sino simplemente el ideal de ver a la persona que quiero feliz y libre de problemas…


    Harry detuvo su lectura allí, no quería seguir leyendo ya, siguió fumando en silencio, mirando hacia el cielo cada vez más claro y preguntándose, como muchas otras noches, qué sería de la vida de Draco, si estaría bien y sobre todo si es que estaría realizando todo lo que deseaba, si es que era feliz…

    *



    Harry dio vueltas en su cama, era ya pasado del medio día y sabía que debía ponerse en pie, sin embargo aún estaba muy cansado por la noche anterior y las dos semanas de clases y guardias. Dio una vuelta más y se cubrió con las mantas los ojos, para evitar el molesto brillo solar que se colaba por la ventana.

    Y funcionó al menos un par de minutos, antes que un pop lo despertará nuevamente.

    —El amo dijo que tenía que obligarlo a levantarse antes de la una de la tarde para que pudiera ir a ver a Teddy y luego salir en la noche —informó Kreacher con voz, para el ánimo de Harry, extremadamente chillona.

    —Déjame dormir.

    —¿El amo necesita de nuevo la poción para el dolor de cabeza luego de las fiestas?

    —No, el amo necesita descansar —reprochó Harry tirando a un lado el cobertor con algo de enfado.

    —Pero el amo dijo que debía obligarlo a despertar y levantarse antes de la una de la tarde para que pudiera ir a casa de Teddy y luego salir en la noche —repitió el elfo.

    —Lo recuerdo… y ahora lo lamento ¿En qué demonios estaba pensando? —dijo sentándose y cruzándose de brazos, el elfo sonrió complacido.

    —Usted dijo que era muy importante que no dejara de visitar a Teddy porque solo lo puede ver cada dos semanas y que por eso quería que lo despertara antes de la una y…

    —De acuerdo —interrumpió Harry tratando de no sonar demasiado agresivo y poniéndose en pie —. Me ducharé y desayunaré abajo y luego iré a ver a Teddy.

    —De acuerdo, amo, Kreacher preparará el desayuno —con un ligero pop el elfo desapareció, Harry le dio una mirada a la cama y luego negó con la cabeza, después de todo la pereza y las ganas de seguir durmiendo se habían pasado.

    *



    Los fines de semana libres de Harry tenían casi ya una rutina establecida: los viernes, que era la noche en que los dejaban salir, iba con los chicos de la academia a tomar una copa, por lo general eso se extendía hasta la media noche, dependiendo de su humor podía partir de frente a casa, continuar con los más animados hasta más tarde o perderse en algunas de las discotecas de ambiente que conocía, luego, cualquiera hubiera sido el caso, al día siguiente se levantaba antes de la una de la tarde, (gracias a Kreacher solamente) y luego de desayunar pasaba la tarde con Teddy y Andrómeda, algunas noches, se iba con Ron y Hermione e incluso con algunos ex compañeros de Hogwarts a tomar una copa en algún bar mágico, otras veces prefería irse solo de fiesta a las discotecas de ambiente, incluso ya tenía varios amigos muggles y gays en esos sitios… disfrutaba mucho de su compañía. El domingo podía pasarla durmiendo durante toda la mañana o levantarse temprano de acuerdo a los planes que hubiera hecho (Quidditch con los amigos, almuerzo en la Madriguera, compras con Hermione y Ron, visitar a George… las alternativas eran innumerables) para luego regresar a casa cerca de las cuatro y preparar todo para marchar a la Academia nuevamente, cansado y con la firme idea de que el próximo fin de semana libre dejaría de lado algunas cosas para poder descansar en serio, que era lo que se suponía que debía hacer.

    Aquel domingo le tocaba almuerzo en la Madriguera, no estaba particularmente emocionado por eso, pero no podía negarse tampoco, no tenía cara para hacerlo. Se levantó sintiéndose condenadamente enfermo, Kreacher rápidamente le trajo una de las pociones “para el dolor de cabeza después de las fiestas” como le denominaba el elfo (Harry casi podía imaginar a Draco dándole un golpe en la cabeza por andar cambiando el nombre a las cosas). La noche anterior se había excedido, lo sabía, sabía que no podía continuar emborrachándose y haciendo solo Dios sabe que cada noche libre que tenía, pero eso siempre era mejor que pensar… que recordar, al menos la inconciencia a la que lo llevaba el alcohol era mucho más manejable.

    Luego de darse una ducha y que la poción lo dejara como nuevo pensó en desayunar algo mientras hojeaba “El Profeta” no había ninguna noticia interesante ni nada que llamara su atención… Ya casi se ponía en pie cuando reparó en un pequeño cuadro al final de la penúltima página, era casi insignificante, sin embargo las letras “MACH” lo hicieron leer con atención.

    AVISO DE UN GAY

    El día sábado la tienda de Ibrahim Schmidt (58), ubicada en el callejón Diagon y que se dedica a la venta de artículos de deportes, amaneció con las paredes escritas con pintura mágica de larga duración, solo decía:

    “Aquí hay un gay”

    Alrededor del Callejón Diagon se encontraron panfletos de la cada vez más conocida MACH (Magos Asociados Contra Homosexuales), instando a los vecinos y amigos del señor Schmidt a que lo ayuden a iniciar un tratamiento de cura contra la terrible desviación que lo aqueja. Los aurores no tienen ningún indicio acerca del o los culpables de las pintas, aunque sí dijeron que la Mach no estaba involucrada en el vandalismo. El señor Schmidt, soltero y que vive en un departamento sobre su tienda desde hace más de treinta años, no quiso dar ninguna declaración.



    Harry frunció el ceño y recortó el pequeño recuadro, antes de ir hacia la Madriguera volvió a su habitación y de uno de los cajones sacó un pequeño libro de recortes, era una colección extraña, no había ni una sola fotografía, solo pequeñas noticias, tan pequeñas como la que acababa de leer e incluso más pequeñas aún, en todas se mencionaba a la MACH, que al parecer cada día, durante el último año y medio, iba tomando más fuerza y más acción. Había encontrado una vez uno de sus volantes, donde hablaban acerca de que ser homosexual era una enfermedad curable y que solo dependía del mago o bruja afectado empezar el tratamiento, que era como una adicción que podía evitarse. Aquellas palabras le recordaron a Ron y la vez que le había confesado sobre su inclinación, y aunque su amigo nunca más había vuelto a hacer un comentario desagradable respecto a sus gustos, Harry imaginó que aquello era algo que la mayoría de magos (sobre todo sangre pura) creían.

    Algo le decía que ese movimiento al cual “El Profeta” ni los Aurores tomaban en serio era algo de temer, ojala y estuviera equivocado.

    El día estaba bastante despejado y pensó que tal vez era mejor dar un paseo para despejarse antes de llegar a la Madriguera, del armario sacó su chaqueta de cuero negra y un casco y luego de la mesa de noche unas llaves.

    —Kreacher —llamó cuando ya estaba cerca de la puerta que daba al pequeño garaje que había construido muchos meses antes.

    —El Amo llama.

    —Si es que Hermione o Ron aparecen por la red flú diles que llegaré en una hora aproximadamente a su casa, que iré en moto.

    —¿El Amo usará esa cosa nuevamente?

    —Sí —contestó Harry saliendo ya, escuchó a Kreacher mascullar algo como “Máquina infernal” pero se contuvo de contestar, era hasta cierta forma irónica la relación que podía tener ahora con ese elfo.

    Se puso el casco y montó en la moto. ¿Por qué le atraían las motos? Supuso que tenía algo que ver con el poder volar en escoba y con el recuerdo de él siendo niño y volando en una de ellas, no lo sabía a ciencia cierta pero uno de los primeros fines de semana libres había simplemente ido a una de las tiendas muggles y había adquirido una, luego había pasado al menos un mes estudiando los distintos hechizos y encantamientos hasta que había podido convertirla en una moto mágica. Al menos eso le había entretenido la mente durante un tiempo.

    El sonido ensordecedor de la moto siendo encendida llenó el garaje y un instante después la puerta se abrió. Salió hacia la ciudad, manejando con cierta cautela hasta poder estar ya en la autopista, en donde en realidad le puso una mayor velocidad a la que el pobre vehículo aguantaba. Le gustaba esa sensación, el viento golpeándolo y saber que un solo error podría ser fatal, avanzó hasta que se supo solo, hasta que ya no divisaba ningún auto y entonces presionó el botón que la convertía en invisible, para luego elevarse sobre el cielo azul. En la Academia de Aurores tenían un curso que se llamaba persecución, y uno de los tópicos era la persecución en escoba, Harry suponía que sería lo mismo con la moto, solo que la escoba no se podía hacer invisible y la moto sí. Se preguntó si cuando ejerciera podría usarla para sus persecuciones y si el Ministerio la aceptaría. Dio unas cuantas volteretas en el aire, disfrutando de la altura y la velocidad antes de dirigirse hacia La Madriguera.

    *



    Harry dejó “aquel trasto”, como lo denominaba la señora Weasley, cerca del armario de las escobas y con la chaqueta y el casco en una mano se acercó a la puerta de la cocina, no había siquiera extendido la mano para abrirla cuando esta se abrió y una muy guapa Ginny Weasley salió por ella.

    —¡Harry! —saludó con una sonrisa amplia, Harry suspiró profundamente y se recordó que si estaba allí era por los señores Weasley, por George y por Ron y Hermione.

    —Hola Ginny.

    —¿Qué tal las clases? ¿Defendiendo el primer lugar?

    —Tercero en realidad —aclaró Harry, recordando a Dashiell y como le había ganando en la última prueba de camuflaje, aunque sinceramente esperaba no dejársela tan fácil este semestre.

    —Inmerecido, por supuesto —respondió Ginny haciendo que su cabello se balanceara hacia atrás, un agradable olor inundó el ambiente.

    —No, lo cierto es que fue justo, y sé aceptar lo que es justo —Harry apretó un poco más el casco contra su pecho y avanzó —. Iré a saludar a los demás.

    —Claro… yo te veo al rato —informó ella saliendo. Harry arqueó una ceja cuando la vio desaparecer cerca de los límites del jardín, era raro, por lo general ella permanecía allí, no importaba su estado de animo, siempre estaba en los almuerzos.

    —Al menos es un alivio —reconoció mientras entraba a la cocina, la señora Weasley, como era su costumbre estaba allí, agitando la varita de un lado a otro mientras toda la comida se preparaba con movimientos que asemejaban a una gran orquesta.

    —Harry, querido… Pensé que no llegabas —saludó acercándose y dándole un gran abrazo —. Seguramente has estado volando en esa máquina tuya.

    —Motocicleta.

    —Sí, eso… Pero déjame verte —la señora Weasley se apartó un par de pasos y negó con la cabeza —. ¿Qué te dan en ese sitio? ¿Músculos en el jugo? Ni siquiera puedo decir que estás flacucho… no como antes, ciertamente…

    —Pero igual tengo hambre.

    —¡Y debes tenerlo! —dijo con alegría, como si encontrara a que sujetarse —, con lo mucho que te hacen ejercitar y estudiar… debes alimentarte para mantenerte así de fuerte.

    Harry asintió rápidamente y luego de sonreír caminó hacia la sala, en el camino se detuvo frente a un espejo de cuerpo completo que había allí y observó su reflejo como hacía tiempo no lo hacía; cierto que había ganado peso, o músculos propiamente dicho, al menos no se estaba poniendo como Joel o Norman que parecían compuestos únicamente de músculos, todo se debía a la gran pasión de su tutor: Jules Weber, por hacerlos entrenar de mañana, de tarde y de noche, sin importar la nieve, la lluvia y los tornados. Incluso recordaba haber pasado más de un medio día de pleno verano corriendo en círculos. Alejó su mente de todo lo agotador que era el entrenamiento y entró a la sala.

    —Allí estás —se quejó Ron poniéndose de pie —, Kreacher dijo que tardarías en llegar.

    —Hola.

    —Seguro que llegaste volando —reprochó Hermione alcanzándolo también mientras Ron le estrechaba la mano.

    —¿Cómo si no?

    —¿Red flú? —contestó Ron.

    —¿Aparición? —dijo Hermione a la vez.

    —Aburrido —contestó Harry haciendo una mueca.

    —¿A qué nos dejarás dar una vuelta allí? —preguntó George uniéndose a la conversación, el Señor Weasley desde el fondo asintió rápidamente.

    —Por supuesto… si es que las señoras los dejan —se burló Harry dando un paso hacia atrás solo por si acaso.

    —¡Ja! —soltó George —. Tú y yo somos dichosos, Harry, sin mujer que nos mande como a los otros… —miró a Ron de manera burlona.

    —¡Yo no tengo mujer que me mande¡ —protestó Ron.

    —¡Ron! —se quejó Hermione a la vez que George hablaba.

    —Al que le quede el guante que se lo chante, nadie habló de ti, hermanito.

    Harry soltó una carcajada mientras Ron enrojecía aún más y Hermione resoplaba fastidiada, pronto los cuatro se enfrascaron en una larga conversación acerca de lo que estaban haciendo cada uno por esos días; de las nuevas bromas que tenían preparadas para la tienda y de la posibilidad de abrir más tiendas en los condados mágicos que se estaban creando alrededor del Reino Unido. Aquella era otra consecuencia de la guerra, la gente prefería ahora vivir junta, comunidades mágicas similares a la de Hogsmade se creaban por varios lugares, todas protegidas con hechizos y contra señas. “Es mucho más seguro” rezaba el anuncio de venta de casas de uno de esos sitios.

    —En serio que creo que todo eso es un retroceso, el aislarse no hará que algún loco no quiera alzarse y controlar el mundo mágico —opinó Hermione.

    —Pero la última vez la gente estaba muy separada, dispersa… al final tal vez hubiera sido mucho más sencillo defenderse si todos estaban unidos —opinó George, siempre había resentimiento en su voz cuando hablaban de la guerra.

    —Pudieron mantenerse juntos sin vivir juntos —protestó Hermione.

    —Chicos —llamó el señor Weasley haciendo levitar una bandeja con ponche color rosa —, les doy el ponche si es que cambian de tema de conversación.

    Los chicos sonrieron, incluso George mientras tomaban sus copas y daban una probada, a Harry le gustaba mucho el sabor dulce mezclado con el licor amargo y más aún que el tema cambiara, no le agradaba tampoco hablar de la guerra.

    Ginny no apareció el resto de la tarde, Harry se divirtió mucho conversando con Ron y Hermione, más de un año después, pese a los amigos que había hecho en la Academia de Aurores no podía negar que los extrañaba, extrañaba el compartir las clases y los deberes con ellos, sus teorías acerca de muchas cosas. Los extrañaba aunque no tanto como a Draco.

    Cuando ya faltaba poco para que Harry tuviera que volver se refugiaron en el jardín, los tres se sentaron sobre el césped, Harry encendió un cigarro y se dejó caer sobre la hierba, a su lado sus amigos lo imitaron.

    —No deberías fumar, no solo fumas tú, también lo hacemos nosotros.

    —Hermione, en serio, nos vemos una vez al mes, no creo que sea un gran daño.

    —Pero sí para ti.

    —Ya, déjalo, Hermione, mejor que nos cuente como le va con esa tal Violeta…

    —Violet, Ron —corrigió Harry. Harry les había contado acerca de ella y de la forma como siempre quería salir con él, en el fondo Harry no dudaba de que Ron estuviera esperanzado con que finalmente aceptara y dejaran de gustarle los chicos —. Y no va nada, ella está alrededor y yo la ignoro, pronto se le pasará.

    —No lo creo, tal vez está obsesionada contigo… ya sabes, si sales con ella tal vez se le quite el querer andar contigo.

    —Cierto —convino Ron con Hermione —, tal vez descubra lo aburrido que eres y te deje en paz.

    —Yo no soy aburrido —se quejó Harry viendo como el humo se elevaba hacia el cielo —. Ron, ese señor Schmidt, su tienda estaba cerca de Sortilegios Weasley ¿cierto?

    —¿Viste la noticia? —preguntó Hermione.

    —Salió hoy, aunque no era tan grande, creo que la vi de suerte.

    —Schmidt está furioso, no ha abierto ayer ni hoy, y no quiere salir de su casa, los aurores estuvieron allí un momento nada más y ya te imaginas, la gente pasa y mira raro el lugar… Creo que definitivamente tendrá que mudarse si es que quiere que le compren de nuevo… ya sabes, la gente no tolera mucho ese tipo de escándalos.

    Harry frunció el ceño.

    —¿No hay sospechosos? ¿Los interrogaron para ver si alguien había visto algo?

    —Sabes que no, Harry, que como las veces anteriores nadie se preocupa… —Hermione pareció dudar un momento antes de meter la mano en el bolsillo de la túnica y sacar un volante color anaranjado chillón y pasárselo.

    —Cada vez están más subidos…. Está vez hablan de hacer justicia… de eliminar a los malos ejemplos…

    Harry leyó atentamente el nuevo y horrible volante —¿Puedo quedármelo?

    —Claro… —Hermione suspiró profundamente —. Averigüé sobre ese movimiento, nunca se le han conocido líderes y durante los últimos veinticinco años sus acciones se han limitado a pintar en las casas de personas homosexuales… No repartían volantes, aunque sí dejaban el nombre de su asociación sobre las paredes…

    —En teoría —comentó Ron —no están haciendo más de lo que hacían antes.

    —Ya, claro —bufó Harry —, pero ahora el señor Schmidt tendrá que cambiar de lugar o resignarse a que la gente ya no le compre, al igual que esa bruja que vivía con, supuestamente, una amiga en las afueras de Hogsmade, se tuvieron que mudar porque mucha gente ya no le quería hablar o atender en las tiendas.

    —Harry… ese no es ni será tu caso —le consoló Hermione.

    —Lo que sea, solo quería saber si el señor Schmidt estaba finalmente bien…

    —Lo está, aunque ya sabes, no sabemos que más vaya a pasar, a mí me parece que estos se lo toman más en serio que los de antes…

    —Pueden ser los mismos —contradijo Harry.

    —No, si lo fueran no estarían siendo más agresivos… además tras veinticinco años de campaña yo supongo que algunos ya deben haber…

    —¿Muerto? —aventuró Harry interrumpiendo a Hermione.

    —Sí, algo así.

    —En fin… me esperan dos semanas de torturas en la gloriosa Academia de Aurores —dijo Harry arrojando la colilla de cigarro y sentándose completamente. Ron y Hermione lo imitaron y le dieron miradas preocupadas, Harry arqueó una ceja —¿Qué?

    —Harry… —empezó Hermione, Ron parecía ligeramente incómodo y miraba hacia el pasto como si fuera lo más interesante del mundo —yo… es decir, nosotros estamos preocupados por ti.

    —Oh, no me vengan con eso de nuevo, ya me ven, estoy sano, y estudiando y todo…

    —Sí, pero no creas que no sabemos de tus escapadas y…

    —No puedo llevarlos conmigo todo el tiempo, tengo derecho a hacer lo que se me venga en gana y no siempre eso los incluye a ustedes.

    —Pero tampoco significa que te emborraches todos los fines de semana que tienes libres —criticó Hermione cruzándose de brazos.

    —Yo no hago eso —mintió Harry.

    —Harry —habló Ron por primera vez, todavía lucía muy incómodo —, lo sabemos, lo que haces, como te vas todo el tiempo que puedes de fiesta, las condiciones en que regresas… en serio, compañero.

    —¡No me llames compañero! —se quejó Harry —, menos si es que me han estado espiando.

    —¡Esto es por tu bien! —protestó Hermione, Harry se puso en pie apretando los puños.

    —¡Es por tu bien!, ¡es por tu bien! Estoy hasta las narices de que todos asuman cosas solo porque creen que es por mi bien.

    —Cálmate.

    —No me calmo nada, Hermione, no tienen derecho, ya no, haré con mi vida lo que me plazca y no tienen ninguna autoridad para opinar siquiera. Nadie la tiene.

    —¿Ni siquiera ese chico con el que estuviste en Hogwarts? —preguntó Hermione, luego de la graduación Harry les había dicho que habían terminado, que era lo mejor para ambos no tener que preocuparse de una relación clandestina y aunque lo había contado como si no le diera la mayor importancia, Hermione sabía que no era así y que ese tema aún dolía.

    —Calla ¿quieres? —replicó Harry con voz aguda mientras se colocaba la chaqueta.

    —No le hables así —protestó Ron y Harry bufó pero no dijo más.

    —Estoy segura de que a él no le gustaría saber que andas haciendo lo que haces, y sí, te reclamamos, y con derecho, porque temo… tememos por ti, porque estás haciendo demasiadas tonterías y luego…

    —Ya déjenme en paz.

    —Escucha, Harry —comenzó Ron —nosotros entendemos que…

    —No entienden nada y no se atrevan a usarlo a él como algo que hará que cambie y deje de hacer lo que a mí me gusta, y si no tienen nada amable que decir ya me voy.

    —Pero, Harry…

    Harry escuchó la voz de Hermione pero no le hizo caso, simplemente subió a su moto y se elevó antes incluso de activar el hechizo de invisibilidad, aunque ya iba apurado no aceleró mucho más el paso, mientras la voz de Hermione le repetía una y otra vez si es que acaso a él le gustaría ver lo que hacía… Si a Draco le gustaría saber que andaba de esa manera y la respuesta, por supuesto, era que no, pero Draco no estaba allí para verlo ni reclamarle, para nada, porque Draco se había ido, había terminado con él sin darle opción a reclamo, ni siquiera a despedirse… Draco simplemente lo había dejado sin importarle sus sentimientos y por lo tanto había perdido el derecho a opinar sobre su vida.

    *



    —No creo que haya sido la mejor manera —suspiró Ron sentándose nuevamente en el césped, mirando a Harry alejarse por el cielo un instante hasta que la moto se hizo invisible.

    —Lo sé… lo lamento, no debimos reclamarle lo de su comportamiento —apoyó Hermione.

    Ron se guardó el decir que en realidad solo ella le había cuestionado acerca de su comportamiento.

    —¿Qué haremos ahora?

    —Esperar supongo…

    —Ya hemos esperado mucho, ¿Qué tal si el siguiente en ser señalado es él? Si aparece en su casa la pintura de los de la MACH… Harry no nos lo perdonaría.

    —Si es que la MACH quisiera ya hubiera puesto la pintura y lo hubiera señalado, tienen pruebas de sobra para hacerlo… creo que si nos han mandado esas fotos es porque en realidad no quieren hacerlo…

    —¿Quieren curarlo dices? —preguntó Ron algo escéptico.

    —¿Para qué más lo harían? Es decir… mandar las fotos no parece estar dentro de su comportamiento normal…

    —Aún está la posibilidad del chantaje.

    —Se las hubieran mandado a Harry, no a nosotros.

    —Saben que Harry no aceptaría un chantaje, que diría que no le importa que el mundo se entere… ya sabes lo terco que es y que no le gusta andar acatando lo que los demás quieren que haga.

    —Pero tampoco nos han pedido dinero… —Hermione reflexionó acerca de las fotografías mágicas que habían llegado las últimas dos semanas, fotos donde Harry salía en las discotecas y bares, bailando y besándose y haciendo mucho más con diferentes chicos, era un seguimiento que había durado mucho tiempo —. En la primera decían que ese no era el comportamiento de un héroe de guerra ni de un futuro auror…

    —Y en la segunda que si nosotros fuéramos sus amigos de verdad no permitiríamos que hiciera esas cosas… —continuó Ron.

    —Creo que tienes razón, quieren que deje de hacerlo, no lo quieren exponer.

    —Debimos decírselo, Hermione…

    —Ahora ya es tarde, en poco más de una hora marchará nuevamente a la Academia y no serviría de nada el preocuparlo en este momento, encerrado allí no hay mucho que pueda hacer.

    —Podríamos decir, si es que las fotos salen, que son trucadas, que no son ciertas —replicó Ron con ánimo.

    —No, él no lo permitirá, ya de por sí no se siente cómodo fingiéndose lo que no es delante de todos los de la Academia… Es más lo expulsarían de la academia en primer lugar.

    Ron se frotó la frente con una mano y frunció el ceño —Él detesta que le escondamos las cosas…

    —Pero es porque nos preocupamos por él…

    —También detesta eso.

    —Le escribiré para juntarnos el siguiente sábado que tenga libre en la mañana y le enseñaremos todo —resolvió Hermione.

    —Se enfadará.

    —Pues es su culpa por andar de bar en bar cada fin de semana y por no cuidarse siquiera un poco para no ser descubierto —replicó Hermione cruzada de brazos —, una cosa es que sea gay y otra que ande con todos esos chicos con los que sale en las fotos.

    —Ya… —Ron no quería discutir al respecto, no otra vez al menos.

    —Hola, chicos —dijo Ginny apareciendo en ese momento en el límite del jardín, desde que la escuela había terminado ella y Hermione habían pasado a una relación amable, aunque ya nunca más habían vuelto a ser confidentes.

    —Hola, te perdiste el almuerzo —comentó Ron, feliz de que su hermanita llegara y de esa manera interrumpiera la discusión con Hermione.

    —Sí, tenía cosas que hacer ¿Harry ya se fue?

    —Sí, hace poco… tenía que volver a la Academia… —respondió Hermione, aún preocupada por las fotos y como proceder al respecto.

    —Cierto… la Academia, ¿le encanta eso de ser auror no?

    —Ajá…

    —Que bueno —comentó la chica con una sonrisa, luego hizo un ligero asentimiento y entró a la casa, a Hermione le supo mal el tono pero evitó hacer comentarios, después de todo Ginny había hecho las paces con Ron y se comportaba mejor, pero aun así algo en ella le provocaba desconfianza.

    *



    QUOTE
    N/A: Aunque no se hace mucha mención sobre el trato que reciben en la Academia de Aurores, al ser magos preparados y constantemente evaluados yo deduzco que son tratados duramente durante su entrenamiento, sin llegar al trato militar.

    *




    QUOTE
    Notas finales:

    Gracias a todos por leer… por lo pronto creo que me mantendré oculta bajo la capa de invisibilidad, que Harry tan amablemente me prestó, porque sé que no les hace nadita de gracia esta separación.

    Espero con ansías sus comentarios/críticas/sugerencias/consultas/apreciaciones, etc.

    El siguiente capítulo:

    “LA UNIVERSIDAD MÁGICA DE GUNHILDA DE GORSEMOOR”

    Creo que ya todos saben de qué va…

    Un beso para todos y espero que tengan un tranquilo y descansado dia, recargando fuerzas para la semana que ya empieza…

    Zafy.

     
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  6. karigutis
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    Woooo, ya hemos empezado el 3er Libro, en lo particular es el libro que mas me gusta, segun vaya subiendo los capis veran porque, es que si empiezo a explicarlo habra muchos spoilers y eso como que no conviene jeje, y la frase de este capitulo me encanta!!! adorable!!! Mejor dejo mis locuras a un lado y les dejo el capitulo 25 para que lo lean. Se que muchos leen el fic pero es triste que no comenten, al parecer no esta muy arraigado la cultura del comentario, asi que espero que se animen y dejen un comentario dandole las gracias a Zafy por crear este fic tan bello o algo que quieran comentar de la trama, ella les agradecera mucho ^^
    _______________________________________________________________________________________________

    LIBRO TRES: “CAMINOS"

    CAPÍTULO 25 “LA UNIVERSIDAD MÁGICA DE GUNHILDA DE GORSEMOOR”


    "Si mis labios no pueden decirte que te amo, quiero que mi corazón lo repita cuantas veces yo respire."

    Angela González




    Agosto del 2000. Universidad Mágica de Gunhilda de Gorsemoor, Londres. 14 meses después de Hogwarts.

    Draco meneó la cabeza negativamente viendo el color de su poción, no se suponía que debía quedar de ese color, constató con manos frenéticas sus apuntes para verificar el efecto de cada uno de los ingredientes que había utilizado, tratando de encontrar el error.

    —Cinco minutos más —anunció el profesor Dauenhauer, que se encargaba de dictar la clase de creaciones, y Draco apuró aún más sus revisiones hasta que encontró lo que había pasado: había añadido una cantidad muy pequeña de Cupressus lusitanica. Frunció el ceño y en un pergamino en blanco comenzó a hacer varios cálculos, verificando si es que era posible añadir aún la cantidad faltante, luego de unos segundos suspiró aliviado al saber que era posible arreglarla y agregó un poco más de aquella planta, luego de mover la cantidad de veces establecida en el sentido de las manecillas del reloj la poción por fin adquirió el color violeta necesario.

    —Tiempo —dijo el profesor Dauenhauer mientras agitaba su varita, todas las hornillas se apagaron, los alumnos rápidamente empezaron a vaciar el contenido en los viales que debían presentar. Draco escribió su nombre en la etiqueta y en la explicación de la realización de aquella poción para luego dejarlo sobre la mesa de trabajo, un instante después el profesor hacía levitar todo hacia su escritorio.

    El profesor Dauenhauer era un hombre bastante mayor y que parecía demasiado estricto, durante su primer año Draco había escuchado hablar de él bastante: que era una inminencia en cuanto a la creación de pociones se refería, pero que como todos los genios, era un poco excéntrico y loco; aquella era su primera clase con él, la primera clase del segundo año y Draco debía reconocer que el tipo daba algo de miedo, aunque no parecía para nada loco, aún no al menos.

    El timbre de cambio de hora sonó fuerte y todos se pusieron en pie rápidamente, metiendo las cosas en las mochilas y morrales.

    —Para nuestra siguiente clase quiero que hagan una lista de sus ingredientes favoritos para experimentar, las razones de su favoritismo y al menos tres pociones que hayan podido crear con ellos. Cuatro ingredientes por alumno —ordenó el profesor sentándose tras su escritorio mientras las pizarras alrededor del salón iban limpiándose. Draco escribió aquello con letra apurada antes de terminar de meter el pergamino en el morral y junto a sus compañeros salir del aula hacia el transitado pasillo.

    La universidad era un lugar bastante amplio y se dictaban diferentes carreras además de pociones, lo que hacía que hubiera una gran cantidad de alumnos; se había encontrado con algunos ex compañeros de Hogwarts, pero la gran mayoría eran chicos extranjeros o chicos que habían asistido a otras escuelas o habían seguido su educación por medio de tutores. Eso no quitaba que no supieran quién era él, aunque el comportamiento y el trato hacia el era completamente diferente al de Hogwarts.

    —Hey, Draco —llamó la voz de una chica, alcanzándolo en el pasillo del tercer piso —espérame.

    —Hola Jocelyn —murmuró Draco sin dejar de caminar, la chica imitó su ritmo y caminó junto a él.

    —No te vi anoche…

    —Es que regresé tarde del trabajo.

    —Me lo imagino, pero deberías al menos haber tomado un par de días libres, todas las vacaciones te las has pasado trabajando —reprochó suavemente la chica.

    —Qué se hace… —Draco miró su horario para constatar una vez más el aula que le tocaba esta vez —. Voy hacia “Pociones aromáticas” con Covarrubias ¿Qué te ha tocado a ti?

    Jocelyn sacó el pergamino de su horario y leyó rápidamente: —Plantas muggles II curso, con Eugenides, en el cuarto piso.

    —Ah… yo lo conozco, nos enseñó Plantas peligrosas el curso pasado, yo lo tengo los viernes este semestre.

    —El curso pasado yo llevé esto con la profesora Byron, pero ya se retiró…

    —Sí, creo que escuché algo al respecto, pero te caerá bien Eugenides, es amable.

    —¿Te veo a la hora del almuerzo? —preguntó la chica con una sonrisa.

    —Supongo, ¿en la cafetería de botánica?

    —Por supuesto.

    Draco se detuvo delante del aula que le tocaba mientras Jocelyn se despedía de él con una señal para luego caminar hacia las escaleras que la llevarían al cuarto piso. Draco la observó marcharse antes de entrar a su salón, como ya era su costumbre se sentó en la primera carpeta del lado izquierdo y comenzó a sacar sus pergaminos, tinta y pluma para la clase, sus demás compañeros fueron entrando, algunos lo saludaban con un asentimiento de cabeza y otros simplemente lo ignoraban. Draco había descubierto que, por más mortífago que fuera, el ser el mejor alumno le daba ciertas ventajas, como el que muchos de ellos hubieran tenido que recurrir a él para pedir ayuda a la hora de estudiar para los exámenes, entonces Draco había descubierto una nueva forma de lucrar: enseñando e incluso algunas veces haciendo tareas. El oro le venía bien, pues con en el trabajo de medio tiempo que tenía apenas y podía sacar lo justo para mantenerse y no estaba para rechazar ofertas.

    Pese a que los compañeros no lo molestaban, tampoco entablaban amistad con él, solo se le acercaban si es que necesitaban algún tipo de ayuda y solo el tiempo estrictamente necesario, y Draco estaba conforme con eso, pues en realidad no tenía tiempo ni ánimos para socializar con nadie.

    Jocelyn era un caso aparte, ambos habían coincidido en la clase de botánica del primer semestre, ella tampoco hablaba con casi nadie y un día, a la hora del almuerzo, durante la segunda semana de clases, se había sentado en la mesa que él ocupaba solo, aunque al inicio Draco había sido desconfiado con respecto a ella, finalmente se habían hecho amigos, aunque no se veían más que entre clases y en algunos almuerzos, la pasaban bastante bien, conversando básicamente sobre las clases y los profesores. Ella nunca le mencionó nada acerca de la guerra o de los bandos y Draco lo agradeció.

    Draco sacó también el libro de pociones aromáticas que era una clase nueva que tomaría y comenzó a repasarlo mientras escuchaba alrededor a sus demás compañeros riendo y conversando, de pronto alguien se dejó caer a su lado, en esta clase, a diferencia de la mayoría de las clases, las carpetas eran para dos estudiantes, pero por regla general nadie se sentaba junto a Draco, que extrañado levantó la vista para ver al inoportuno visitante.

    —Hola —dijo un chico con un acento bastante rudo, pero sin embargo sonriendo.

    —¿Qué quieres?

    El chico frunció el ceño. —¿Estudiar?

    —¿Cómo?

    —Ya sabes, es una universidad, estamos aquí para estudiar…

    —Eso ya lo sé —replicó Draco cada vez más molesto —, me refiero a qué quieres aquí, sentándote en mi sitio.

    —Oh, ¿Es que está ocupado?

    —Sí, por mí.

    —Tú sólo puedes ocupar un lugar, no dos.

    —Pero hay sitios libres en otros lados.

    —Pero a mí me gusta sentarme en el frente y no hay otro sitio libre en el frente —replicó el chico comenzando a sacar sus cosas. Draco, acostumbrado a andar solo, sintió su espacio personal invadido.

    —¿En serio te quedarás aquí?

    —Claro, ¿por qué no?

    —¿Por qué yo no quiero? —contestó Draco arqueando una ceja de manera amenazante.

    —Ja, sí claro, su eminencia —se burló el chico —. Por cierto, mi nombre es Gael, Gael Eytinge, recién inicio aquí este año.

    —Eso es obvio —replicó Draco con los dientes apretados y dándole una mirada más al chico, efectivamente nunca lo había visto antes; tenía una forma de vestir bastante rara, el cabello castaño peinado de manera desordenada y bastante corto, en la muñeca llevaba una pulsera oscura que parecía una correa de cuero y un pendiente pequeño en la oreja.

    —¿No me dirás tu nombre? —preguntó el chico sin inmutarse ante el tono y la agresividad de Draco.

    —¿También es algo que tengo que hacer?

    —Oh, ¿un mal día? Es una lástima, sobre todo porque recién inicia y con esa actitud terminarás terriblemente enfermo al concluir el día.

    —Era un buen día hasta que llegaste a invadir mi carpeta.

    Gael puso los ojos en blanco y negó con la cabeza.

    —¡Pero que niño!

    —¿Perdón?

    —Claro que te perdono, ¿cuál es tu nombre?

    —Yo no… —empezó a responder Draco cada vez más enojado, pero en ese momento el profesor Covarrubias, un mago bastante joven y entusiasta, entró al aula haciendo que todos detuvieran sus conversaciones.

    Draco apretó los puños y se concentró en prestar atención a la clase y no dejarse distraer por los comentarios y los movimientos del chico que tenía al lado, finalmente pudo tomar notas e incluso hacer algunas buenas preguntas sobre la clase, para cuanto ésta terminó ya tenía una tarea más que hacer y un poco de hambre, pues ya era hora de almuerzo.

    —Entonces, Draco —dijo Gael, que había por fin averiguado su nombre por la lista del profesor —, ¿Vamos a almorzar?

    Draco le dio una mirada molesta y se puso en pie —No, gracias —respondió secamente antes de salir del aula con pasos rápidos, dejando a Gael desconcertado de pie, solo en el aula.

    *



    —Y entonces el muy igualado ha venido hasta mi carpeta y se ha sentado a mi lado, no había forma de que se fuera —se quejó Draco con Jocelyn que apretaba los labios para no reír —, y no te rías que sabes que no me gusta compartir carpeta con nadie.

    —Eso debe ser un trauma del hijo único —comentó la chica con burla —y no veo nada de malo con que hagas amigos, a veces creo que si no fuera por mí serías un ermitaño.

    —Al menos tendría tranquilidad.

    —-Draco…

    —Y no soy un ermitaño, solo escojo con quién socializar y con quién no.

    —Dime una cosa, ese chico, Gael, ¿Cómo era?

    —¿A qué te refieres?

    —Ya sabes, ¿cómo lucía?, ¿tenía un pendiente en la oreja y el cabello peinado de manera rara?

    Draco arqueó una ceja. —¿Cómo sabes…?

    —Ajá, aquí estabas —dijo la voz del chico detrás de él, Draco cerró los ojos y Jocelyn soltó una pequeña carcajada mientras Gael se sentaba con toda frescura junto a Draco.

    —Así que tú eres Gael.

    —Sip, ese soy yo —respondió el chico con una sonrisa —, aunque yo no sé quién eres tú.

    —Jocelyn, amiga de Draco.

    —Vaya, debe ser todo un logro con el carácter que se gasta —se burló Gael, Draco volteó a mirarlo con odio.

    —Y si tanto te molesta ¿por qué demonios estás sentado aquí?

    —¡Draco! —reprochó Jocelyn, aunque Gael pareció no inmutarse para nada.

    —Porque no conozco a nadie más. Soy nuevo, ¿sabes? —explicó ahora hacia la chica —, me mudé hace solo un par de días, tengo una media beca para “Fabricación de perfumes”

    —¿En serio? Draco será fabricante de pociones curativas y medicinales.

    —Vaya, son todos unos capos los que pueden llegar a ese nivel.

    —¿Y de dónde viniste? —preguntó Jocelyn. Draco se obligó a contar lentamente hasta cien mientras comía y escuchaba al chico relatar que venía de Philadelphia, de una universidad de la comunidad mágica y que había obtenido esa beca y que por eso había dejado su casa para estudiar aquí, ya que era una universidad muy conocida. Que se estaba quedando en los dormitorios y que el día anterior había estado por el callejón Diagon, aunque mencionó que el lugar no le había gustado tanto como esperaba.

    Para las clases de la tarde Draco pensó que finalmente se había librado de él, pero en la última clase se lo encontró una vez más, Draco se preguntó si es que no se trataría de algún tipo de acosador mientras Gael se sentaba nuevamente a su lado.

    *



    —Los dormitorios de la Universidad de Philadelphia no eran tan grandes como estos ¿sabes? —comentó con voz alegre Gael mientras ambos caminaban rumbo a los dormitorios; los cuales quedaban en un edificio diferente a los que usaban para dictar clases. Aunque Draco no estaba de acuerdo con el término caminaban, pues él caminaba y Gael lo seguía.

    —No me digas —murmuró.

    —Sí, y luego estaba el tener que compartir las habitaciones —Gael hizo una mueca que a muy pesar de Draco le pareció graciosa —eso era realmente desagradable e incómodo.

    —Ya.

    —¿Y qué se supone que harás en este momento?

    —Ir a mi habitación —respondió empujando las puertas de vidrio de acceso al edificio, no tuvo la suerte de que le dieran en la cara a Gael, como tenía previsto.

    —Perfecto —continuó Gael —, la mía está en el último piso, no sé porque han tenido que mandarme tan arriba, pero al menos, como te dije, es una para mí solito.

    —Demonios —masculló Draco presionando con extremada fuerza el botón del ascensor como si de esa manera pudiera hacerlo llegar más rápido o desaparecer el parloteo de Gael.

    —Y además tienen los ascensores, en los dormitorios de nosotros eran sólo cuatro pisos pero no había ascensor y uno tenía que subir y bajar las escaleras a lo menos cuatro veces al día —la puerta de uno de los ascensores se abrió, unos cinco chicos salieron y Draco pudo entrar, lamentablemente y pese a sus deseos las puertas tampoco se cerraron en la cara de Gael, que se acomodó a su lado —, sin contar lo llenas que estaban muchas veces las escaleras, más de una vez caí porque alguien me empujó… —Gael hizo una mueca extraña y miró hacia el panel de botones multicolores de enfrente —. Bueno, eso no tiene importancia.

    Draco se encogió de hombros, verdaderamente no tenía gran importancia. No para él al menos.

    —¡Hey! —exclamó mirando hacia Draco con los ojos brillantes —si es que estamos en el mismo piso.

    —No quepo en mí de emoción —farfulló Draco presionando con un par de dedos su sien, eran apenas las seis de la tarde, tenía ya tres tareas que realizar, ir al trabajo y además a un loco parlanchín al costado. ¿Podría la vida ser más cruel?

    —Será genial, nos podemos juntar para hacer las tareas… ¿planeas hacer hoy la tarea de plantas aromáticas? Yo entendí casi todo pero… —en ese momento su voz fue interrumpida por la voz del ascensor casi llegando al piso siete, el último piso de los dormitorios.

    —Y no olviden que el próximo sábado empiezan las inscripciones para participar en el equipo de Quidditch de las diferentes facultades. ¡Vamos, inscríbanse y jueguen por su facultad! Aún nos quedan seis meses y podemos participar del campeonato inter-universidades.

    —¿Esa mujer se la pasa todo el día hablando? —preguntó con algo de impaciencia Gael mientras seguía a Draco por el largo pasillo de piso blanco brillante y puertas negras a los costados. Por primera vez en todo el día Draco se sintió de acuerdo con Gael.

    —Sí, y es peor durante los exámenes, diciendo cosas como que no olvides tus plumas y calderos o que no aceptes tomar tónicos mentales por que lo que no aprendiste en el curso no lo aprenderás ahora, que te resignes.

    —¡Ouch!, eso es cruel

    —He visto chicos y chicas salir llorando de esos elevadores —afirmó Draco deteniéndose en la puerta de su dormitorio, la penúltima del lado izquierdo, antes de llegar a las escaleras que llevaban a la azotea, a donde él casi nunca subía.

    —Vaya, ¿está es tu habitación?

    —No, por lo general me paso a saludar a las puertas antes de ir a la mía —replicó Draco. El momento en que Gael y él habían estado de acuerdo terminó. Levantó la varita y susurró —Heracles —y la puerta se abrió con un pequeño chasquido.

    —Mi habitación está al lado —afirmó Gael, por primera vez parecía algo indeciso en si entrar o no, Draco puso los ojos en blanco, ¿por qué demonios ese chico tenía que estar tan cerca de él?

    —Me lo imaginaba, bien supongo que no hay otro remedio —suspiró Draco —, te veré mañana —entró a su habitación y sin esperar respuesta alguna cerró la puerta con fuerza.

    Su habitación era pequeña, más pequeña que la que había tenido en Hogwarts en el último año, pero no por eso menos funcional: a un lado, junto a la pared que tenía la ventana con vista a los jardines interiores y los laboratorios de herbología, estaba la cama, le había gustado mucho porque en verano podía descorrer las cortinas y ver la luna antes de dormir, era cursi, lo sabía, pero esos eran los momentos en que más pensaba en Harry y se preguntaba si es que acaso él no estaba también recostado mirando hacia el cielo. Después de la forma como se había ido dudaba mucho de que lo que hiciera en esos momentos fuera pensar en él, pero sí lo podía imaginar mirando al cielo y pensando en cualquier cosa que lo entretuviera.

    Al otro lado estaba la puerta del baño: una ducha pequeña en donde cabía con las justas, un WC y un lavabo, todo en blanco, siempre limpio y brilloso. Junto a la puerta de entrada a la habitación había un enorme estante que ya tenía bastantes libros: la primera parte era una colección de plantas de Oceanía que le había regalado el profesor Monroe cuando aquella noche, luego de recibir los resultados de sus pruebas y haber celebrado con Harry, había ido a darle la buena noticia y agradecerle por toda la ayuda, el profesor lo había sorprendido dándole una gran caja con una colección bastante fina de libros, argumentando que estaba tan seguro de su ingreso que hasta ya le había tenido el regalo listo desde semanas atrás. Otro grupo de libros lo conformaban libros que el profesor Monroe también le había enviado de su, según el profesor mismo, no muy lejana época de estudiante en la misma universidad, esos habían llegado vía lechuza cuando había iniciado su segundo semestre, y otro tanto habían sido adquiridos con algo de esfuerzo por él mismo, la mayoría eran de segunda e incluso tercera mano, recordó que la primera vez que compró un libro usado prometió no burlarse más de los Weasley y sus cosas usadas o sus pobrezas.

    Al lado de la cama estaba el escritorio, aún con los pergaminos y los libros que había estado repasando la noche anterior, delante del escritorio estaba la foto de los Malfoy, la misma que había llevado a la escuela y que era la que más le gustaba de sus padres y él. Dejó el morral sobre la silla y abrió uno de los cajones del lado izquierdo, dentro sólo había una cosa: una fotografía muggle de él y Harry, sonriendo en aquel tren, durante el viaje que habían hecho en vacaciones. Sonrió, como cada vez que la veía y luego se puso manos a la obra, aun tenía que bañarse y cambiarse de ropa para ir al trabajo.

    *



    Cerca de las siete de la noche se terminó de acomodar la ropa muggle, sacó casi todos los libros y cosas que llevaba en el morral y metió la camiseta morada y la gorra, se colgó el morral de lado y verificó su aspecto en el pequeño espejo del baño antes de salir de la habitación. En los pasillos, mientras cerraba su puerta nuevamente con el hechizo, vio a un par de compañeros que salían del ascensor, ambos le dieron un asentimiento de cabeza a modo de saludo y Draco contestó de la misma manera. No había dado más de dos pasos cuando una voz lamentablemente conocida lo llamó:

    —¿Te vas de fiesta? —preguntó Gael apoyado en el marco de la puerta de su habitación, los dos chicos que en ese momento estaban ya parados frente a la puerta de una de las habitaciones los miraron de manera extraña, casi como esperando la confirmación de Draco.

    —¡Claro! —contestó Draco de manera sarcástica —el primer día de clases y para más señas un lunes, me voy de fiesta, a una muy salvaje y loca y hasta el amanecer.

    Gael entrecerró los ojos y pareció, por primera vez desde que conociera a Draco, algo enfadado —Ya entendí.

    —Demos gracias a Merlín —suspiró Draco mientras caminaba ya hacia el elevador. Una vez dentro miró hacia el pasillo; Gael aún seguía allí de pie, con los brazos cruzados y mirándolo de manera extraña, Draco arqueó una ceja interrogante e iba a preguntar qué demonios le miraba pero en ese momento el ascensor se cerró.

    Durante el camino de siete pisos hacia abajo el elevador se abrió unas cuantas veces y los aburrió sobre la normativa para sacar los libros de la biblioteca, sin embargo Draco no podía dejar de pensar en esa mirada y preguntarse si es qué acaso se había pasado de la raya.

    Llegó al fin a la salida del edificio y caminó con pasos rápidos y decididos hasta las grandes puertas de salida, los guardias de seguridad que tocaban en ese turno (que gracias a Merlín y todas las deidades no eran aurores) le dieron un asentimiento de cabeza mientras él les enseñaba el carné con la autorización para salir por motivos de trabajo. Ya los conocía de memoria, no se podía decir que eran grandes amigos, pero al menos se saludaban e intercambiaban comentarios acerca del clima y cosas por el estilo.

    Una vez puso un pie fuera de la universidad se terminó el silencio mágico creado para el edificio y la bulla de la ciudad lo envolvió, metió las manos dentro de los bolsillos del pantalón vaquero y caminó con pasos largos y rápidos las tres calles que lo separaban de la siguiente estación de autobuses.

    Una vez llegado a la parada de autobuses esperó pacientemente los cinco minutos que tardaría en llegar la línea que lo llevaría al lugar donde trabajaba.

    Como ya estaba acostumbrado; pagó las monedas al chofer y se refugió en el último asiento, sacó uno de los libros, (encantado para que pareciese un libro muggle más) y se puso a leer parte de lo que le tocaría en las clases del día siguiente mientras el autobús traqueteaba lentamente por las calles ya oscuras de Londres.

    *



    El lugar donde trabajaba medio tiempo no era otro que una de las tiendas del supermercado Sainsbury's, el primer contacto que había tenido con el mundo muggle luego de la guerra había sido cuando su madre lo había mandado a comprar las provisiones a ese sitio, recordaba que la chica que lo había atendido era bastante amable, y por casualidades de la vida él había logrado obtener un empleo de medio tiempo en la misma cadena, aunque claro, nunca había vuelto a ver a aquella chica.

    —Hola, Draco —saludó el guardia que custodiaba la puerta trasera del lugar con una sonrisa amable mientras abría la enorme puerta metálica.

    —Hola, Phill —respondió Draco sonriendo mientras extendía el carné al lector de la puerta para que marcara su llegada.

    —Perpetua está de muy malas pulgas hoy —le informó casi en un susurro.

    —¡Diablos!

    —Lo mismo dijo la pobre de Mary Sue —contó Phill manteniendo en susurros la voz.

    —¿Por qué?

    —Se olvidó de cobrar una oferta o algo así y la gritó delante de toda la tienda.

    —¡Ouch!

    —Eso dijo Jane —replicó con una sonrisa el hombre y Draco negó con la cabeza —. Así que date por advertido y no llames su atención.

    —Me haré invisible —respondió Draco. ¿Cómo es que podía simpatizarle a aquel hombre? No lo sabía, por lo general no le caía bien a nadie, y nadie le caía bien, sin embargo con Phill el conversar era algo bastante sencillo y había surgido desde el primer día. De alguna manera aquel hombre le recordaba a Crable y Goyle, por el tamaño y la musculatura.

    —Sería genial que lo hicieras.

    —Te veo en el cigarro —sonrió Draco entrando por fin a la parte trasera de la tienda, esperando encontrarse con el hombre dos horas después, justo a la hora del cigarro.

    —Si es que ya sabes quién no te grita —agregó Phill antes de cerrar la puerta.

    —Nah —se burló Draco entrando por el angosto pasillo hacia los camarines de chicos. Dentro ya habían dos chicos más terminando de guardar sus cosas. Ambos le hicieron asentimientos de saludo mientras salían por fin.

    Se sacó el morral y abrió el casillero que encontró libre, luego de dejar todo dentro se sacó la camiseta para ponerse la camisa del uniforme cuando escuchó un murmullo, como música apagada y lejana, sin duda era Axel y su endemoniado discman. Draco siempre se había preguntado si es que al fin Axel no se quedaría sordo de escuchar eso tanto tiempo y tan fuerte.

    —Pero si es el gran Draco —saludó Axel entrando y sacándose los audífonos con aire teatral.

    Draco, con la camisa morada en la mano y el torso desnudo, se giró para mirar a Alex durante un instante antes de retomar sus prisas por terminar de vestirse.

    —Qué hay.

    —Pues eso depende de ti, siempre lo he dicho —contestó el chico acercándose a Draco.

    Draco tenía que admitirse que sí le gustaba Axel, tenía el cabello oscuro y largo, sujeto con una coleta, un aro en la oreja, siempre andaba con apretadas camisetas oscuras de bandas de rock y pantalones vaqueros desgastados y rotos que le daban un aire de chico desenfadado, tenía esa sonrisa bastante simple y sobre todo eso aún, era gay y le tenía ganas. Pero Draco, por alguna razón se sentía raro y cohibido ante la sola idea de estar con alguien más, aunque algunas veces se había encontrado a sí mismo fantaseando primero con Axel antes de que la imagen se transformara en Harry cuando necesitaba desfogar toda ese energía sexual que tenía dentro.

    —Ya vamos llegando tarde —comentó Draco pasando por alto la respuesta de Axel y abrochando apresuradamente la camisa del uniforme, el que Axel tuviera unos músculos de infarto y que además lo mirara de esa manera no ayudaba mucho a su confianza.

    —Draco —suspiró Axel, que ya estaba sin camiseta y acercándose a Draco por detrás con cautela —…Draco —repitió.

    —Mmm —contestó Draco obviando que el chico estaba detrás suyo y que casi podía sentir su piel arder. ¿Cómo Axel había podido descubrir que él era gay? Ese era otro de los misterios de su vida. Desde el primer día que se habían visto unos cuantos meses atrás Axel se le había acercado e insinuado y a Draco le había gustado la idea de gustarle a alguien más, por supuesto, pero se preguntó si es que no traería algún tipo de cartel que dijera “Soy Gay”.

    —¿En serio no me dejarías? —Draco se sintió estremecer como hacía tiempo no lo hacía ante el calor tan cercano del otro cuerpo —¿Ni una sola vez?

    —No… —tomó una bocanada de aire —, no creo que sea buena idea —y dicho eso escabulló por uno de los lados del casillero, dejando a Axel de pie, sin camiseta, luciendo sus maravillosos músculos y una sonrisa rara.

    —Y yo sigo pensando que sí es una buena idea —escuchó que gritó Axel cuando él ya estaba a punto de llegar a la puerta de metal que separaba la tienda en sí de los camarines y por primera vez en seis meses que llevaba de conocer al chico él también pensó que no sería mala idea después de todo.

    *



    Su trabajo en la tienda era bastante sencillo, demasiado sencillo en realidad, pero él no pensaba hacer una carrera dentro del mundo de los supermercados así que en realidad no le avergonzaba hacer lo que hacía desde hace más de un año: sólo empaquetar los productos de los clientes en bolsas de papel, correr a través de la tienda en busca de algún precio o a pesar algún producto a última hora.

    —Malfoy, ve con Mary Sue —ordenó la voz extremadamente firme y hasta cierto punto amargada de Perpetua. Era una mujer mayor, de tez pálida, cabello oscuro, siempre sujeto en un moño, y algo flacucha, se decía que había estado casada una vez, hace ya muchos años y que no tenía hijos, y que además había iniciado siendo cajera en el supermercado para luego convertirse (tras muchos años de esfuerzo y trabajo arduo, según decía la misma Perpetua) en la administradora. Draco pensaba que era una vieja frustrada que disfrutaba de gritar a las chicas lindas como Mary Sue y muchas de las otras cajeras para de esa manera descargar en algo la amargura que sentía por haberse quedado en aquel sitio que no le gustaba. Aunque claro, era algo que pensaba, no que decía en voz alta.

    —Buenas noches, Señora, por supuesto —respondió Draco con toda la amabilidad que pudo, como siempre la mujer le sonrió y asintió. Draco sabía como manejarla; cuando recién había empezado a trabajar allí, al inicio de su primer año en la Universidad, ella le había gritado un par de veces, en realidad no eran la gran cosa comparada a los reclamos de Voldemort o de los mismos aurores, así que no se había sentido realmente herido, luego de eso había sido más cuidadoso, sobre todo en su trato y descubrió que a Perpetua le gustaba que los chicos la trataran bien; si tú le sonreías al momento de ingresar, a menos que crearas una catástrofe, ella no te reñiría. Claro que eso sólo se aplicaba a los chicos, las chicas eran las que llevaban las de perder siempre. Al menos eso pensó Draco viendo a Mary Su, con los ojos ligeramente rojos y la nariz colorada, como si hubiera llorado por horas. En cuanto llegó hasta su sitio ella hizo una mueca triste y Draco le sonrió en respuesta.

    —Ya me lo contaron.

    —Genial —replicó la chica —, ahora todos lo sabrán.

    —Cómo si existiese forma de que todos no se enteraran después de como grita… —murmuró Draco con los labios apretados, acomodando las bolsas que serían usadas en su turno y dándole la espalda a Perpetua, que ya comenzaba a pasear por las cajas, aprovechando el momento de tranquilidad. Draco sabía que ese era el momento que precedía a la gran avalancha de clientes. Miró el reloj: ocho y media de la noche, a esa hora parecía que toda la gente que salía de las oficinas y tiendas llegaban deseosos de adquirir todos los comestibles posibles para su casa, como si el mundo se fuese a acabar a la mañana siguiente.

    —Cierto… por suerte a fin de año podré irme —susurró Mary Sue con una sonrisa un poco más cálida.

    —¿Irte?

    —Me gradúo ¿recuerdas? Haremos una fiesta y todo.

    —Cierto —Draco recordó haber escuchado algo al respecto—. A mí me falta mucho aún.

    —Estás entre los favoritos, no te dirán nada.

    —Pero eso no garantiza que me guste estar aquí.

    —Y a quién sí —murmuró la voz de Jéremie, otro de los chicos que ayudaba en la caja del costado.

    —Te dije que gruñirle no era buena idea —reprochó Mary Sue y Draco levantó una ceja confundido.

    —¿Le gruñiste?

    Jéremie se encogió de hombros y sonrió de manera despreocupada.

    —No es mi culpa, escuché que andaba de mal humor… el instinto me dijo que gruñera —contestó con voz fiera. A Jéremie le gustaban las historias de licántropos y vampiros, aunque Draco siempre reía de algunas de las cosas que escribían sobre ellos en el mundo muggle.

    —Ya… paren eso y quédense en sus sitios —chilló Nancy, otra de las cajeras, la del lado, en donde Jéremie debería estar. Draco y Jéremie giraron para ver a Perpetua avanzando hacia ellos a la vez que unos clientes empezaban ya a llegar a las cajas. Draco, al igual que Jéremie, sonrió amablemente y empezaron a meter los productos dentro de las bolsas, ante la mirada atenta y complacida de la administradora.

    *



    Draco trabajaba en el supermercado a medio tiempo los lunes miércoles y viernes, desde las ocho y media de la noche hasta las doce y media. Los sábados y domingos entraba al medio día y se quedaba hasta las ocho de la noche. ¿De dónde sacaba Draco el tiempo que necesitaba para estudiar y hacer las tareas? Hasta muchos años después siempre se lo preguntó, y eso que durante ese primer año y parte del segundo estuvo mucho más holgado de tiempo y necesidades que luego.

    Cuando cruzó la puerta de entrada de la Universidad estaba de guardia Edmond, un mago rubio y bastante mayor, Draco sabía que ya le quedaba poco tiempo para jubilarse, quizá por eso era tan amargado.

    El hombre abrió la puerta con una mueca de enfado y extendió la mano para que Draco le mostrara el carné de ingreso a la universidad, por lo general el toque de queda era a media noche pero había muchos alumnos que tenían permitido el ingreso a diversas horas de la madrugada dependiendo de su trabajo.

    —Ya, pasa, Malfoy —y sí, Edmond era uno de aquellos que aún rumiaba la culpabilidad de la familia Malfoy en la guerra. La primera noche en que Draco había salido a trabajar Edmond no lo había dejado entrar durante mucho rato, alegando que debía revisar muy minuciosamente si es que no era un carné falsificado y si verdaderamente tenía permiso para estar fuera tan tarde, o siquiera para estar en la universidad.

    Sintió las puertas de metal cerrarse tras él y sin dar ya una mirada más al anciano enrumbo el largo camino por los jardines hacia su dormitorio. Como cada lunes se encontró en las puertas del ascensor con Tessa, estudiante ahora ya de último año de botánica avanzada, se encontraba con ella siempre a esa hora en el ascensor y aunque en un inicio se habían mantenido en silencio poco a poco fueron entablando una conversación que inició con “Hey, tú eres un Malfoy ¿no? ¿Ese de los malos?” que continuó con un gruñido de Draco y luego, la siguiente noche la chica simplemente lo saludó, Draco, por cortesía respondió al saludo y poco a poco, quién sabe cómo, la relación se fue tornando bastante amistosa.

    —Te esperaba, apuesto a que Edmond quería verificar si es que de verdad eras alumno de la universidad —le dijo Tessa a modo de saludo.

    —Algo así —Draco, muy a pesar suyo, bostezó mientras las puertas del ascensor ya se abrían para dejarlos pasar.

    —Oh, sí, recuerdo eso de tener sueño… —fastidió Tessa.

    —Que sensación más desagradable…

    —Ni que lo digas, aunque ahora que lo pienso… ¿Tú eres un fabricante de pociones verdad?

    —Estudiante para fabricante de…

    —Ya, todo el mundo sabe que eres ya un fabricante —le interrumpió Tessa mientras el ascensor seguía subiendo lentamente —, entonces hazte una poción para no dormir.

    —Ya hice de esas, para los exámenes del ciclo pasado, es más, recuerdo que tú compraste algunas…

    —Mmm, cierto.

    —Y recordarás los terribles efectos secundarios.

    —También es cierto, ¿por qué no puedes hacer algo que no te deje como resaqueado después de una juerga de tres días?

    Draco arqueó una ceja, no se imaginaba lo que era estar resaquedo luego de una juerga de tres días y dudaba mucho querer averiguarlo.

    —Pues… supongo que tal vez en algún momento podré mejorarla, pero no es una prioridad…

    —No, que va, de todas maneras creo que tanto tú como yo ya nos acostumbramos a eso de dormir solamente cinco horas al día.

    —Cuatro en realidad —informó Draco —; estoy tomando demasiadas materias este semestre.

    Tessa negó con la cabeza —Un día de estos te enfermarás.

    —Nah —Draco puso los ojos en blanco cuando la voz del ascensor empezó a comentar lo importante que era que desayunen y tomen todas sus comidas a su hora.

    —Tal vez una para dormirla —se burló la chica cuando las puertas del elevador se abrieron para que ella bajara en el piso cinco.

    —Se necesitaría un hechizo, más bien —comentó Draco y levantó la mano para despedirse de Tessa.

    —Quién sabe… tal vez sea mi regalo de despedida —dijo ella ya caminando por el pasillo.

    Cuando llegó a su propio piso se encontró con, ¡Oh, que novedad!: Gael, que bajaba las escaleras que daban al techo, un ligero olor a humo de cigarro lo precedía.

    —Ya es tarde.

    —Sí, lo es —convino Draco antes de entrar a su habitación, cerrando la puerta para dejar a Gael fuera nuevamente.

    Se metió a la ducha y se dio un rápido y tibio baño; una vez en pijamas se sentó tras el escritorio, frente a la primera tarea que tenía que hacer y suspiró.

    —Este creo que será un largo, pero muy largo semestre…

    *



    Aquella noche de sábado, cuando salió del trabajo lo encontró en la esquina, tal como habían acordado, apoyado en la pared, con los brazos cruzados y luciendo mucho más sexy de lo que recordaba, tal vez solo eran las ganas que le tenía y que habían crecido durante las dos últimas semanas, desde que pensó en qué tal vez hacer eso no era tan mala idea lo que lo hizo apreciarlo mucho mejor.

    —Hola… pensé que no vendrías —saludó Axel con una sonrisa amplia mientras dejaba caer el cigarro al piso y lo aplastaba con la bota.

    —Te dije que sí lo haría.

    —¿Quieres un trago?

    —¿Un trago? —preguntó Draco algo confundido, pensó que sería algo mucho más rápido, para quitarse los deseos de encima y luego poder volver a su habitación a continuar estudiando.

    —¿Apurado?

    —Algo… tengo que volver a la universidad y…

    —Entonces, ¿qué tal un trago en mi departamento?

    —Suena bien —aceptó Draco y entonces Axel comenzó a caminar y le indicó a Draco que le siguiera. Draco sabía que el chico vivía relativamente cerca, que tenía un departamento que sus padres mantenían a cambio de que sacara muy buenas notas en la escuela de Economía y que el trabajo de medio tiempo era para poder darse algunos gustos que sus padres no querían solventar.

    —¿Perpetua le gritó a alguien hoy?

    —No… aunque creo que tenía ganas de molestar a alguien, pero nadie le dio razón.

    —Oh, una noche histórica.

    —Algo así —murmuró Draco metiendo las manos en los bolsillos, el camino se le estaba haciendo largo e incómodo, empezó a cuestionarse si es qué en realidad iba a hacer aquello, mentalmente comenzó a recordar todo lo que Harry le había explicado acerca de los preservativos y el lubricante.

    —¿Estás bien? Te has puesto algo pálido.

    —Sí, bien… —Draco frunció el ceño y se sintió enrojecer ligeramente —, es solo que me preguntaba si es que en casa tendrías… ya sabes, preservativos —dijo casi en un susurro, Axel sonrió y se sintió más avergonzado aún.

    —Directo al grano ¿eh? Sí, chico precavido, tengo todo eso… y más aún…

    Tal vez fue el tono insinuante en que lo dijo, pero de pronto algo vibró en su interior, deseo; puro deseo por el sexo.

    —Perfecto —dijo con voz demasiado ronca.

    Cuando llegaron al departamento Axel sacó una botella de vodka y lo sirvió en dos vasos pequeños, Draco nunca había probado eso pero se las apañó para no hacer gestos mientras el alcohol quemaba su garganta, para el segundo trago se sintió mucho más relajado. Los besos y las caricias iniciaron casi sin darse cuenta, pronto ambos estaban con casi nada de ropa tirados sobre la alfombra, besándose y devorándose de manera más que ansiosa. Cuando Axel lo volteó y comenzó a jugar entre sus nalgas con los dedos jadeó fuerte, estuvo tentado a comentarle que fuera un poco más despacio, que aquello era algo que no hacía desde mucho tiempo atrás y nunca con alguien que apenas conocía, pero se contuvo, acostumbrado a no andar revelando sus secretos ante los demás.

    El sexo fue rudo y liberador, luego del dolor inicial, cuando su cuerpo finalmente se adaptó, pudo disfrutarlo plenamente y para cuando se corrió lo hizo acariciándose rudamente con una mano mientras que con la otra se equilibraba para no caer en el piso mientras Axel embestía con fuerza contra él por detrás, golpeando una y otra vez en su próstata.

    Ambos se dejaron caer sobre la alfombra, agitados y transpirando, Draco vio de reojo como Axel se deshacía del preservativo y lo hacía volar hacia un pequeño tacho de basura que había en la esquina. Cuando le sonrió tuvo el terrible deseo de invocar un hechizo de limpieza y luego desaparecerse, pero se contuvo recordando que, de hacerlo, luego no podría aplicarle un obliate porque aquel hechizo saldría en su varita en la siguiente visita al Ministerio.

    —Me gustaría que te quedarás —comentó Axel mientras Draco se ponía de pie y comenzaba a recolectar su ropa, tratando de no hacer ningún gesto de fastidio por el dolor que había ahora en su culo.

    —Debo volver a la universidad…

    —Cierto… la misteriosa universidad.

    —Ajá.

    —Podríamos… ya sabes, ¿repetirlo? —por primera vez desde que Draco lo conocía parecía inseguro.

    —Pensé que habías dicho que solo una vez —respondió Draco abrazándose a su ropa y buscando con la mirada el baño.

    —Es la puerta del fondo —adivinó Axel sentándose sobre la alfombra, y dándole una buena vista de toda su anatomía a Draco —. Y ha estado muy bueno como para no repetirlo.

    —No busco ningún tipo de relación que incluya repetición —se apresuró a aclarar Draco.

    —Tampoco yo… pero ¿al menos una vez más?

    Draco caminó hacia la puerta que Axel le había señalado pero antes de entrar giró, Axel lo seguía observando fijamente y se sintió demasiado desnudo ante él.

    —Tal vez… pero si tienes claro desde el principio lo que esto es.

    Axel sonrió feliz.

    —Sí, lo tengo claro.

    Cuando regresó aquella noche a su habitación, casi al tope de su toque de queda permitido, se metió directamente a la ducha y luego comenzó a estudiar, por primera vez en más de un año no abrió el cajón para ver la foto de Harry y él juntos, tampoco pudo avanzar mucho con sus tareas, un sentimiento extraño de culpabilidad parecía atragantarse en su garganta.

    *



    Las semanas transcurrieron mucho más rápido de lo que había esperado y antes de darse cuenta ya estaban en las primeras evaluaciones, Draco, como era su costumbre, ya tenía todo o casi todo aprendido, sin embargo eso no hacía que dejara de estudiar. La universidad contaba con una gran biblioteca que tenía un ala anexa al aire libre, que era donde a Jocelyn le gustaba estudiar. Tomó los libros que necesitaba de uno de los estantes y sorteando sillas, alumnos y mochilas finalmente pudo llegar a la parte externa de la biblioteca. Tal vez era el haber estado tanto tiempo recluido en su habitación en Hogwarts y en la misma universidad, pero había algo que realmente lo hacía sentir bien al sentarse al aire libre, con el olor de las hierbas y el sol iluminado todo alrededor.

    —Llegaste ¿Qué tal todo?

    —Bien… he tenido que salir a Londres a llamar a mi jefa y explicarle que no iré esta semana por los exámenes.

    —Vaya… siempre me sorprenderá… ¿no es a suplicar que te deje faltar?

    —No —susurró Draco empezando a hojear el primer libro sobre plantas Americanas —, es tiempo que recuperaré durante los fines de semana y fiestas, es lo bueno que tiene que trabajemos como estudiantes… está en el contrato, ella me facilita el tiempo que yo necesite para cumplir con los estudios, por suerte no todos tenemos exámenes en las mismas épocas y luego cuando alguien más necesite el tiempo libre para estudiar yo lo podré reemplazar.

    —Ah, el mundo muggle y sus reglas…

    —También hay eso en el mundo mágico, en Estados Unidos al menos lo había —informó Gael uniéndose a la conversación, Draco puso los ojos en blanco y Jocelyn sonrió radiante, por alguna razón Jocelyn siempre sonreía cuando Gael llegaba y Draco pensó durante mucho tiempo que la razón era que a Jocelyn le podía gustar Gael. Esa idea siempre le hacía bastante gracia.

    —Aquí también —corroboró Jocelyn, luego le dio una mirada de disculpa a Draco —, aunque es más difícil conseguir esos empleos… por eso Draco va al mundo muggle.

    Draco se encogió de hombros y trató de concentrarse en la lectura de su libro, agradecido en cierta forma por la media mentira de Jocelyn, lo cierto es que no debía ser tan difícil conseguir un empleo de medio tiempo, con horarios mucho más simples y flexibles y con muchas más facilidades porque, por ejemplo, podías usar la red flú para llegar y ahorrar el tiempo de transporte, e incluso con muchos más beneficios, solo que ninguno de esos empleos estaban destinados al ex mortífago maricón. (Era lo que el último mago que lo había entrevistado le había dicho cuando había querido postular a un empleo de medio tiempo en la lechucería cercana al campus) Jocelyn estaba al tanto de eso y de varias cosas más, aunque nunca las mencionaba ni las comentaba y Draco lo agradecía porque a él tampoco le agradaba conversarlas, pese a la poca comunicación en ese aspecto, ella siempre permanecía a su lado, acompañándolo y dándole ideas o ayudándolo (como en la venta de pociones que habían hecho el final del semestre pasado). En el fondo Draco no entendía bien porque la chica, (al igual que Gael, ahora que lo pensaba) había querido ser su amiga, con todos esos antecedentes y problemas, suponía que tendría algo que ver con el hecho de que ella tampoco hablara con muchos a su alrededor. En más de una ocasión había escuchado que incluso había rechazado citas con algunos interesantes prospectos.

    —Sí, parece que aquí todo es más difícil —suspiró Gael.

    —¿Con ganas de volver a casa? —preguntó Draco no sin esconder su ansiedad.

    —Aunque las tuviera no podría —refunfuñó Gael y luego levantó un libro y se escondió tras él, durante el resto de la tarde no dijo nada más, algunas veces Jocelyn le daba miradas preocupadas y luego miradas de reproche a Draco que se encogía de hombros y se hacía el desentendido. No tenía tiempo para analizar los problemas emocionales de su amigo obligado, ni siquiera pensaba en los de Jocelyn… es más no tenía tiempo ni para pensar en los suyos propios; es decir en Axel y lo que sea que estaba pasando con ellos. Al terminar los exámenes, resolvió, al menos se haría cargo de eso.

    *



    Además de saberse el número telefónico del supermercado también se sabía el de Axel, era la única persona, además de a su jefa a donde eventualmente había tenido que llamar. Después de dos semanas, cuando los exámenes terminaron y Draco ya tendría que volver a la tienda a trabajar, decidió llamarlo.

    Luego de una conversación algo tensa con el chico acordaron encontrarse en el apartamento de Axel en una hora, antes del trabajo.

    Apareció a la hora acordada y tocó suavemente la puerta, un algo molesto Axel le invitó a pasar, Draco entendía su fastidio, no se había aparecido en más de dos semanas y no le importaba mucho en realidad que el chico estuviera molesto con él, pero tarde o temprano se lo habría tenido que encontrar en el supermercado y no necesitaba tener problemas allí. Luego de unas semanas de encontrarse y follar cada sábado y algún día de semana Draco simplemente había decidido pasar a otra cosa, aunque claro, debía ser sensato y admitir que al menos debió avisarle de su decisión a Axel.

    —No has ido por la tienda —comentó Axel sirviendo dos copas de Vodka y tendiéndole una a Draco.

    —Tenía exámenes… los recuperaré en fiestas.

    —Ah, exámenes. Es interesante como todos o casi todos lo sabían.

    —Se lo dije a Perpetua, ella tenía que saber el porqué de mi ausencia, los demás simplemente lo intuyeron por la época, no tenía por qué contárselo a nadie más.

    —¿Ni a mí?

    —No recuerdo que dijéramos que tendría que darte explicaciones de mis ausencias —comentó Draco dejando la copa sobre la mesa y acercándose a Axel lentamente.

    —Al menos pudiste mencionar que no llegarías en tanto tiempo, sabes que no tengo siquiera donde llamarte o buscarte, nunca me quieres decir nada más de ti…

    —No necesitas saber nada más de mí —murmuró Draco. En el fondo sabía que lo que hacía estaba mal, pero no se detuvo. Con una mano atrapó la cintura de Axel y lo jaló hacia él y luego lo besó, con rudeza y fuerza, de la misma manera que eran todos sus encuentros, los pocos que habían tenido y que esa noche terminarían. Axel no se resistió y rápidamente ambos se encaminaron a la habitación entre besos y caricias.

    Draco lo volteó contra la cama y se metió entre sus piernas, en sus pocos encuentros, luego de esa primera vez, Axel siempre se había dejado dominar, y eso estaba mejor para el gusto de Draco, poder tener el control al menos en ese sitio. Escuchó a Axel lloriquear y gemir y eso lo hizo aumentar su velocidad y fuerza. Más de una vez se preguntó por qué si quería que eso acabara entonces se estaba acostando con él. Lo atribuyó todo al simple deseo sexual y la larga abstinencia mientras le mordía la espalda y lo masturbaba con rapidez hasta que finalmente Draco se corrió con un grito ahogado, seguido por Axel, que colapso sobre la cama. Draco no esperó a siquiera reponerse del orgasmo antes de ponerse en pie, desechar el preservativo y juntar sus cosas para luego meterse al baño.

    Cuando salió, ya duchado y arreglado Axel estaba tendido en la cama, mirando el techo de manera ausente.

    —Escucha… —empezó a hablar, pero Axel lo interrumpió.

    —¿No querrías siquiera intentarlo? —preguntó sin mirarlo a la cara —el ser novios de verdad —aclaró —, antes no querías acostarte conmigo y te convencí de que lo hicieras, ¿por qué no puedo convencerte de ser novios?

    —No, yo… es complicado, pero no puedes convencerme… es más, ya no volveré a venir.

    Alex se mordió el labio inferior y finalmente giró para verlo a la cara.

    —Lo sé… que no volverás —aclaró el chico —aunque no creo que sea tan complicado; simplemente no quieres tratar.

    —Tal vez es eso —aceptó Draco —lo siento…

    —No importa, ya lo tenía aceptado, aunque también muchas ganas de que fueras mi novio en verdad.

    Draco no supo que contestar a eso, ser novio de alguien… sonaba tan raro si es que el nombre de Harry no estaba implicado en una relación de novios.

    —Te veré en la tienda…

    —Estaré allí hasta fin de mes —informó Axel ya mirando al techo nuevamente —. Y no, no lo hago por ti —agregó en el momento que Draco empezaba a protestar —, ya empezaré el cuarto año y mi padre me puede conseguir un lugar para practicar, será mucho mejor para mi carrera.

    Draco sabía que era probable que estuviera mintiendo y se sintió peor aún.

    —Que tengas suerte.

    Axel ya no contestó y Draco finalmente salió del apartamento para luego llegar a la tienda a trabajar, esa noche saldría tarde y esperaba que el trabajo le apartara la mente de lo culpable que se sentía.

    —Después de todo— se dijo con ironía —Se supone que soy alguien malo ¿no?— intentó convencerse, pero no, sabía que no lo era, o no lo podía ser por mucho que lo intentara, no de esa manera al menos. Luego de pasar mucho tiempo pensando en eso decidió evitar el tipo de relaciones como la que había tenido con Axel, sobre todo porque a él no le gustaría que nadie lastimara (conciente o inconscientemente) de esa manera a Harry. Se dijo que recordaría eso la siguiente vez.


    QUOTE
    Notas finales:

    Muchas gracias a todos por leer, ya van conociendo ahora el entorno de Draco y lo que ha sido de su vida, como le va en la universidad y los amigos que ha hecho…

    El siguiente capítulo: Y A PESAR DE TODO… TU RECUERDO.

    Como algunos preguntaron, sobre si sería un capítulo de Harry y otro de Draco, ahora empezaremos a intercalar entre ambos…

    Un beso para todos y espero que la semana continúe bien…

    Zafy ♥

     
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  7. 290589-kaname
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    muaaaaaaaaaaaaaaaaaa soryy no he podido comentar he estado muy ocupada te prometo comentar por cada capi. Bay
     
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  8. karigutis
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    Notas del capítulo:

    Hola!

    Espero que estén bien y que el dìa esté resultando bueno…

    Antes de empezar:

    Advertencia del capítulo: Hay algo de violencia y maltrato.

    A leer:
    _________________________________________________________________________________________


    LIBRO TRES: “CAMINOS”

    CAPÍTULO 26: "Y A PESAR DE TODO… TU RECUERDO"


    Hay días que no podría nunca explicar
    Momentos para olvidar, oh oh!
    Hay días que la ilusión me vuelve a matar
    Y salgo por las noches para caminar
    Y al cabo de unas horas me doy cuenta que es en vano...
    Y que no volverás
    Que no volverás

    Mar De Gente

    Coti

    www.youtube.com/watch?v=sn-vehKntqQ





    Noviembre del 2000. Academia de Aurores del Ministerio Ingles, Londres.

    Harry detestaba hacer guardias, eran parte de su entrenamiento, lo sabía y no había lugar a réplicas o protestas (no si quería ser auror, claro), además que era una parte importante de su calificación: la disciplina, pero simplemente las odiaba.

    Estaba de pie, fuera de uno de los edificios ficticios del campo de entrenamiento, solo a los aurores que estaban en tercer año los hacían hacer guardias en lugares reales, a los demás los tenían en aquellos edificios creados para entrenar, casi nunca pasaba nada, aunque algunas veces los profesores decidían ponerlos a prueba y creaban desde un gran atentado hasta alguien queriendo colarse en el interior. Harry deseó que algo pasara pronto, que de alguna manera fuera interrumpido y obligado ha moverse, pensar y actuar; que algo ocurriera y lo apartara de ese letargo. Que algo lo hiciera pensar en algo diferente. Porque por eso odiaba las guardias, porque el estar de pie, con cuatro horas libres no hacía más que dejar que su mente regresara a pensar en Draco. Y él no quería pensar en Draco, quería pensar en cualquier otra cosa, como en la pelea con Ron y Hermione por ejemplo: desde esa vez en la madriguera ambos le habían escrito y pedido que se juntaran, habían pedido disculpas incluso, pero Harry no había dado su brazo a torcer, se habían pasado al reclamarle sobre Draco y lo que él quería o no que hiciera, incluso le había advertido a Kreacher no dejarlos entrar y había cerrado el acceso por chimenea y por aparición. Además no pasaba en casa el tiempo suficiente para que ellos lo encontraran, menos ahora que había descubierto aquellos magos gays. Esa era una suerte, era mucho más simple andar con ellos, no tenía que cuidarse de que la magia o algún término inapropiado escaparan de sus labios. Era un ambiente mucho más entretenido incluso que algunas discotecas muggles.

    Pero su mente, pese a querer recordar lo intenso del último fin de semana junto a ellos, volvía a Draco y a pensar en que con él las cosas eran mucho más intensas, que tras varios meses de estar juntos casi todos los días ni una sola vez se había sentido hostigado o harto, como solía sucederle con algunos amantes con los que estaba por segunda o tercera vez. Porque Draco era diferente, él siempre había sido diferente. Harry sabía, pese a que no estaban juntos y a que tal vez nunca más lo estarían, que Draco era ese chico especial del que una vez Fabio le había hablado, aquel con quien querría compartir su vida, el único que se quedaría en su corazón, Draco era el amor de su vida. Y admitírselo dolía, dolía y mucho, porque Draco no estaba cerca para decírselo, para simplemente mirarlo o sentarse a su lado y tomar su mano… Draco no estaba y punto. Resolvió finalmente.

    Por eso le gustó la Academia de aurores desde que llegó, porque los tenían siempre en constante alerta, incluso cuando iban por los pasillos, los tenían entrenando en el campo o las aulas, estudiando complicadas estrategias y para cuando la noche llegaba estaba tan agotado que apenas y le daba tiempo para algo más que llegar a su habitación y tenderse en la cama. Harry amaba eso, simplemente porque todo eso hacía imposible que pudiera pensar en Draco más de un par de minutos al día, tal vez en las comidas (que ya de por si eran bastante rápidas) preguntándose si es que se estaría alimentando bien, porque Draco siempre tendía a dejar de comer sin mayores problemas, y si aún comía solo o si había encontrado ya compañía y amigos. No le gustaba la idea de que Draco estuviera solo y sin nadie con quien hablar, le recordaba al Draco que había llegado a Hogwarts luego de la guerra, a un Draco que no era el Draco que él amaba. Y, aunque claro, por más que deseaba de corazón que las cosas fueran buenas y que Draco tuviera amigos, e incluso alguien que le hiciera compañía por las noches, no podía apartar los celos que acompañaban a esos otros sentimientos…

    Un ruido a su derecha lo hizo girar.

    —¡Genial! —masculló.

    Había dos personas tratando de entrar por uno de los lados, al menos esa noche tendría algo de acción y no se ahogaría con sus propios pensamientos.

    *



    Noviembre del 2000 Universidad mágica de Gunhilda de Gorsemoor, Londres.

    Draco ya tenía una rutina establecida, la tenía desde el inicio de la universidad y solo había sido alterada por su amistad con Jocelyn y luego con la llegada casi impuesta de Gael a su pequeño grupo. Por eso cuando ese lunes Jocelyn les informó a Draco y a Gael (que seguía apareciendo siempre y al cual Draco ya estaba habituado) que se iría de la universidad la noticia le supo mal, porque eso significaba que las cosas cambiarían en algo en su ritmo de vida ya establecido.

    Era la hora del almuerzo y los tres estaban en el comedor de la facultad de Pociones, Jocelyn simplemente soltó la noticia sin más, Draco ni siquiera sabía que existiera esa posibilidad.

    —El maestro Dahl es uno de los más famosos que hay y solo acepta unos cuantos estudiantes, es una oportunidad que no podré rechazar… ¡Estoy tan emocionada!.

    —Bien por ti, supongo —felicitó Gael sonriendo honestamente —, aunque no sé quien es ese tal Dahl.

    —Es un investigador botánico muy famoso y anciano, algunos dicen que anda medio loco, y solo acepta unos cuantos estudiantes durante el año para que trabajen en sus invernaderos, pero esta es una oportunidad mucho más valiosa que el ser su aprendiz; durante los dos siguientes años va ha realizar un viaje a lo largo de toda África, en busca de plantas y de investigarlas, serán dos años de arduo trabajo… eso es lo que dice la carta de aceptación —explicó Jocelyn mirando a Draco de manera interrogante, el rubio no había dicho nada desde que ella había soltado la noticia —, de la universidad solo iremos tres y algunos más de otros lados, al final seremos como quince estudiantes de todo Europa… es muy bueno.

    —¿Dos años? —susurró Draco por fin —¿En África no se comen a la gente?

    Gael soltó una carcajada y Jocelyn lo miró enfadada.

    —Sabes perfectamente que no y que muchas de las plantas que usas como ingredientes vienen de allí.

    —Ay, Draco —suspiró Gael pasando, con toda la confianza que Draco no pensaba haberle dado, un brazo alrededor de sus hombros —, tan solo dile que la extrañarás, no te inventes tonterías como esas.

    —Yo no me invento nada —se quejó apartándose de Gael de mala manera y luego mirando a Jocelyn con enfado —, y sé perfectamente de donde vienen mis ingredientes, gracias.

    —De acuerdo, Draco —replicó Jocelyn con los labios apretados. Gael reconoció que era la primera vez, durante todo ese tiempo, que veía a la chica enfadada.

    —¿Y quien más va entonces? —preguntó Draco fingiendo poco interés mientras bebía de su refresco, se le había quitado el hambre por completo.

    —Longbottom y Talevh.

    —Así que el tonto de Longbottom —suspiró Draco, al otro no lo conocía.

    —Ni tan tonto, tiene muy buenas calificaciones, está siguiendo Herbología

    —Siempre hacía explotar los calderos, ya casi era una competencia para ver si era él o Po… —se detuvo y frunció el ceño, no quería pensar en Harry en ese preciso momento —. Bien… ¿Cuándo te marcharás?

    —¿Hacía volar los calderos?

    —Sí.

    —Vaya, nadie lo diría con lo meticuloso que es al trabajar con las plantas.

    —No se puede comparar eso con el trabajar con pociones —defendió Draco, Jocelyn iba a replicar pero Gael habló antes que ella.

    —En mi escuela era muy gracioso si alguien hacía volar los calderos, más de una vez tuvimos que evacuar el aula para evitar morir envenenados y festejábamos porque la clase se terminaba antes de tiempo… Creo que alguna vez lo hicimos apropósito —comentó Gael.

    —Nosotros también tuvimos que evacuar el aula un par de veces —contestó Draco.

    —Yo estudié en casa, y nunca volé nada —explicó Jocelyn.

    —Era divertido —suspiró Gael, y Draco, ahora que lo recordaba, estuvo de acuerdo con que sí, de alguna manera sí era divertido.

    —Me marcharé después de fin de mes —dijo ella luego de un rato más de silencio.

    —Oh…

    —Y los voy a extrañar, aunque prometo escribir —agregó sonriendo tristemente.

    —Aún quedan un par de semanas… —comentó Draco tratando de hacerle entender que no era le momento para ponerse sentimental.

    —Y tendremos que hacerte una despedida —dijo Gael, Draco lo miró de mala manera, Jocelyn era SU amiga no de Gael, Gael solo era un entrometido, si había alguien de quien se tenía que despedir era de él no de Gael.

    —Por supuesto… —el timbre que anunciaba el inicio de las clases de la tarde resonó mucho más fuerte de lo normal, o eso le pareció a los tres, rompiendo el momento.

    —Nos vemos en la cena —dijo Draco poniéndose en pie, cuando Gael se paró y se puso a su lado recordó que tenía clases junto a él y se sintió mucho más irritado.

    —De acuerdo —aceptó Jocelyn recogiendo sus cosas también, los tres caminaron hasta la salida del comedor donde se separaron para continuar con las clases de la tarde.

    *



    5 de diciembre del 2000. Escuela de Aurores del Ministerio Ingles, Londres.

    Harry cayó con un golpe seco contra el pasto y emitió un pequeño quejido, eso sí que había dolido, se había olvidado de que los de segundo año ya no tenían derecho a las mayas de protección. Permaneció inmóvil un momento más, con los ojos cerrados y sintiendo un dolor en el costado cada vez que respiraba, inmediatamente supo que debía tener una costilla rota. Recién le enseñarían a “auto curarse” en el semestre siguiente así que no le quedó de otra que esperar hasta que escuchó a sus demás compañeros aterrizando y acercándose.

    —¡Te dije que te agacharas! —reclamó bastante agitada Marielle Kerr, una chica pálida y menuda, no hablaba mucho con ella en clases aunque recordaba que habían bailado un par de veces, era una muy buena alumna.

    —¿En serio?—jadeó Harry, le costaba hablar y respirar por las punzadas de dolor —, pensé que dijiste hacia arriba.

    —Idiota —reclamó Elías Vance llegando hasta él también.

    —No es gracioso, pudiste matarte —replicó la chica mirándolo con más interés, como buscando heridas.

    —Mis amigos —masculló Harry cerrando los ojos por una punzada particularmente fuerte —, ¿qué haría sin ustedes?

    —¿Aburrirte mientras esperas que vengan con ayuda? —picó Joel, Harry quiso sonreír pero el dolor se estaba incrementando.

    —¡Muy bien, Potter! —gritó aún sobre su escoba y desde lo alto el profesor Vibbard —, has hecho que tu clase sea acreedora a unas horas más de práctica, es obvio que aún no tienen la coordinación necesaria —Harry quiso protestar pero el dolor iba en aumento, se preguntó si bastaría con quedar inconciente para que lo llevaran al fin a la enfermería.

    —¡Genial! —masculló Dashiell.

    —¡Sí, viva el héroe! —secundó Sebastian Leighton. Harry quiso no sentirse tan mal como para poder protestar, o al menos cerrarles la boca como ya había hecho en otras ocasiones.

    —Pobre, se nota que se ha lastimado bastante… —escuchó que decía Violet y se sintió aliviado de escuchar su voz tan lejos.

    —Y ahora —continuó el profesor obviando el comentario de los chicos —se supone que son aurores, ¿qué diablos hacen viendo a un compañero caído? ¿No deberían llevarlo a la enfermería? —cuestionó el profesor, Harry lo podía sentir volando sobre él por las sombras que causaba. Sintió un murmullo nervioso y varias manos tratando de levantarlo. Se obligó a abrir los ojos.

    —Vamos, compañero —dijo Anthony Goldstein finalmente, tocándole el hombro, Harry asintió y se dejó levitar, odiaba que lo levitaran, solo lo había permitido en primer año cuando practicaban como levantar compañeros caídos del campo de batalla o de un ataque, recordó que por esa época se golpeó demasiadas veces las cabeza y la piernas. Edwin Ryszard se colocó rápidamente a su lado.

    —Bien… supongo que lo hiciste apropósito para descansar un poco en la enfermería mientras que nosotros tenemos que dar vueltas persiguiendo y esquivando hechizos —le bromeó Edwin.

    Harry cerró los ojos nuevamente, confiando en que Goldstein no lo golpearía con nada, justo en el momento en que el cielo gris cambiaba por el blanco del edificio.

    —Todo fue parte de un muy elaborado plan —contestó a pesar de todo Harry.

    —Tú siempre pensando en tus compañeros —comentó Goldstein, uniéndose a la broma pero mirando a todos lados, el camino a la enfermería, que era un diferente a cualquier otro lugar del edificio, estaba libre de hechizos y ataques, sin embargo a ninguno de ellos se le quitaba la paranoia de estar atentos a cualquier cosa que pudiera pasar.

    —Lo lamento —admitió Harry una vez entraron a la enfermería y lo dejaron sobre una cama —, Vibbard los tendrá horas entrenando.

    —Nos tendrá, dirás —corrigió Amber Truax entrando en ese momento, Harry quiso girar el rostro a verla pero entonces un mareo lo detuvo —, Vibbard me mandó a decirle a la enfermera que cure a Potter y que lo haga volver al campo y que ustedes dos también vuelvan… —la chica hizo una mueca de descontento —, que no quiere que se pierdan la diversión.

    —¡Bravo! —replicó Edwin.

    —A ver… solo hay un herido ¿por qué todos ustedes siguen aquí? —preguntó la enfermera de turno, una mujer grande y rubia, ya bastante mayor. Durante su tiempo de estudiante para auror Harry había ido a parar a la enfermería apenas unas cuatro o cinco veces y siempre había visto enfermeras diferentes, no se había molestado en aprender sus nombres por eso y porque las mujeres no parecían tan amables como Madame Pomfrey.

    —Sí, señora —dijeron sus amigos a la vez, Amber le dio una mirada de ánimo y luego miró hacia la mujer.

    —Dice el profesor Vibbard que lo cure y lo envíe de vuelta.

    —De acuerdo, ahora fuera —ordenó la mujer cerrando un biombo alrededor de la cama de Harry, que suspiró esperando ya la cura. Sabía que solo eran costillas rotas, una vez Joel había caído durante una guardia y se había roto las costillas y de la misma manera que a él lo habían mandado a que se curase y volviera, Joel contó que la enfermera hizo un hechizo muy doloroso y luego le dio una poción para el dolor y que durante el resto de la noche se sintió fatal. Ya podía imaginar lo que le esperaría fuera en el campo, solo esperaba que no empezara a llover a pesar de lo gris y oscuro del cielo.

    —Bien, costillas cuatro y cinco rotas —informó la mujer —te haré un hechizo reparador y luego te daré una poción y podrás volver a tu clase.

    —Genial —dijo apretando los dientes al sentir un doloroso calor en su pecho mientras la mujer empezaba a aplicar los hechizos.

    *



    5 de diciembre del 2000 Universidad mágica de Gunhilda de Gorsemoor

    Las dos semanas que faltaban para que Jocelyn se marchara pasaron mucho más rápido de lo que había esperado y sin darse cuenta se encontraban a solo veinticuatro horas de que Jocelyn tuviera que partir.

    Gael y él ayudaron a Jocelyn a terminar de empacar los libros y demás cosas que no llevaría al viaje y que enviaría a casa, pasaron toda la tarde en la habitación de la chica alistando todo y cuando la noche llegó Gael sacó un par de botellas de vino.

    Pese a que había empezado a llover y estaba haciendo mucho frío los tres fueron al techo, Draco había estado allí apenas un par de veces, generalmente estaba lleno de estudiantes fumando (en las habitaciones había hechizos que se activaban si alguien fumaba, pues estaba prohibido) o conversando, pero esa noche la lluvia había mantenido a todos lejos, se refugiaron debajo de un pequeño techo en el que apenas cabían los tres, apretujados entre mantas, con las botellas de vino, un vaso y una cajetilla de cigarros. Draco estaba impresionado de que Gael cargara todas esas cosas consigo, se dio cuenta que en verdad no lo conocía tanto. Draco se abstuvo también de comentar que definitivamente aquella no era la mejor manera de disfrutar de una botella de vino aunque tras el primer trago de licor un agradable calor lo invadió y no le importó tanto la forma como estaban bebiendo.

    Conversaron de todo y de nada, de pequeñas anécdotas de la universidad, de todo lo que la chica esperaba hacer en África y todo lo que esperaba aprender una vez iniciaran con la expedición. Jocelyn prometió demasiadas veces escribir y Draco y Gael prometieron responder aquellas cartas. Cuando la segunda botella de vino ya iba por la mitad Gael lucía un simpático color rosado en las mejillas y parecía tener demasiado sueño, sin darse cuenta siquiera de pronto estaba dormido, con la cabeza sobre el hombro de Jocelyn.

    —Ahora habrá que bajarlo hasta su habitación… y ni siquiera sabemos cuál es la contraseña.

    —Seguro que ha de ser Draco o algo por el estilo —se burló Jocelyn y Draco arqueó una ceja interrogante pero ignoró el absurdo comentario.

    —Tendremos que despertarlo, después de todo no podemos jugar con las contraseñas porque sino vendrá uno de los guardianes y estaremos los tres en problemas.

    —Ya… tienes razón —Jocelyn suspiró y tomó un cigarro, encendiéndolo con su varita, a su lado, Draco la imitó, se sentía bien la sensación de ligereza que el vino le daba junto con el sabor del tabaco, delante de ellos la lluvia seguía cayendo con fuerza, Draco se preguntó si es que Harry estaría ya en su dormitorio o tendría que entrenar con ese horrible clima, esperaba que no.

    —Deberías ser mucho más amable con él —dijo de pronto Jocelyn interrumpiendo los pensamientos de Draco.

    —¿Con quién?

    —Sabes con quién —frunció el ceño Jocelyn haciendo un gesto hacia Gael que seguía durmiendo —, es un buen chico y no te ha hecho nada malo.

    —Es un entrometido.

    —No tiene más amigos, en cierta forma es como tú.

    —Yo no tengo opción, no muchos quieren ser mis amigos… y en el fondo está bien, sinceramente no tengo mucho tiempo libre.

    —Lo sé… pero sin embargo te hiciste mi amigo y Gael tampoco tiene amigos, lo has notado, solo anda con nosotros.

    —Pero él podría tener más amigos si quisiera, si no estuviera siempre con nosotros.

    —Solo digo que seas amable con él, no tiene más amigos y no los va conseguir —reprochó Jocelyn con voz más dura —¿Nunca lo has notado verdad? —susurró finalmente.

    —¿Notar? ¿Qué tendría que notar?

    Jocelyn se quedó callada un momento, como debatiendo mentalmente si es que era correcto o no hablar y cuando lo hizo su tono era completamente diferente, mucho más serio.

    —Me pregunto si… ¿Alguna vez te has preguntado por qué me hice tu amiga?

    —¿Instinto suicida? —intentó bromear Draco, la agradable sensación del licor empezó a desaparecer poco a poco mientras su cuerpo se ponía en tensión. Jocelyn, que estaba pegada a él, se giró un poco, moviendo el cuerpo de Gael, que parecía inconciente más que dormido, hasta dejarlo contra la pared y antes de que Draco se diera cuenta lo tenía sujeto por el rostro con ambas manos. Draco jadeó sorprendido y los labios de la chica se pegaron a los suyos, frotándose en lo que se podría llamar un muy torpe beso. Draco entró en pánico y retrocedió rápidamente hasta que pudo apartarse de ella, mirándola asombrado.

    —¿Por qué…? —jadeó apenas, no encontrando que más hacer o decir.

    —No soportas que una mujer te bese ¿cierto? —preguntó ella encendiendo un cigarro más con toda la calma del mundo, como si un instante antes no lo hubiera besado a la fuerza, Gael se removió un poco contra la pared pero no despertó.

    —Eso es…

    —Yo no soporto que un chico me bese —explicó ella con resolución, su mirada se volvió mucho más decidida que antes —, hablo de besos de verdad…

    —No te gusta que los chicos te besen —resolvió Draco en voz baja, Jocelyn negó con la cabeza y desvió la mirada hacia la lluvia mientras Draco seguía sacando sus conclusiones.

    —Por lo general si me hago amiga de algún chico éste espera que tarde o temprano pase algo, no siempre, claro, pero existe una gran posibilidad de que pase, entonces dejan de ser mis amigos —continuó la chica luego de que Draco se quedara en silencio durante demasiado tiempo —, y aunque parezca mentira no me llevo muy bien con casi ninguna chica… Bueno, con algunas sí, pero no siempre… En cambio contigo… contigo es más fácil porque sé que nunca me mirarás como los demás chicos miran a una mujer.

    —Eres… Entonces tú… —Draco no podía terminar de hilvanar la frase, demasiado asombrado aún.

    —Vaya genio eres ¿eh? —suspiró Jocelyn y Draco frunció el ceño.

    —Pudiste decírmelo en lugar de besarme a la fuerza.

    —Entonces no habría sido tan divertido. Debiste ver tu cara.

    —No fue gracioso para mí.

    —Tómalo como mi regalo de despedida.

    Draco negó con la cabeza y tomó otro cigarro más, dejó que la vocecita que decía que estaba fumando demasiado y que se parecía a la de Harry siguiera gritando y la ignoró por completo. —Gay…

    —Al fin —suspiró Jocelyn levantando el vaso con vino —, te ha costado.

    —No lo sabía… nunca me lo había imaginado, pensé que simplemente te llevabas mal con la gente… aunque era extraño porque no eres tan cascarrabias ni rara ni nada… Lo cierto es que no me lo pregunté realmente…

    —Sí, ya me di cuenta que te cuesta darte cuenta de esas cosas… Debes tener dañado el sentido de la percepción o algo… Creo que eres el único gay que no es capaz de identificar a los demás.

    —Sí, no eres la primera que me lo dice —aceptó Draco recordando a Harry y la cantidad de veces que se lo había dicho —, además no se supone que funcione solo con los chicos… en mi caso, digo.

    —Bueno… yo supe que eras gay con solo verte.

    —En realidad no recuerdo haberte admitido eso —masculló Draco recién cayendo en cuenta de eso.

    —Cómo si lo necesitaras…

    —Supongo que el rumor te llegó.

    —Nah, basta con verte.

    —¿Tus padres lo saben? —preguntó Draco desviando el tema, no le agradaba mucho hablar de lo gay que lucía. No que se avergonzara, solo no le gustaba hablarlo.

    —Mamá lo sabe, papá lo sospecha… supongo que es cuestión de tiempo.

    —Oh…

    —No te preocupes mucho, mi mamá no está enojada ni nada, solo le preocupa lo que la gente puede hacer o decir por eso… ya sabes con esos locos de la MACH dando lata y todo eso.

    —Cierto… esos se lo están tomando cada vez más en serio —comentó Draco recordando las noticias que habían leído en “El Profeta”

    —No me quería ir sin decírtelo, sentía que era necesario que lo tuvieras en claro… no sé en verdad por qué, pero era lo que sentía.

    —Ya… supongo que gracias…

    —Y no te olvides lo que te he dicho de Gael, no lo apartes ¿sí?

    Draco puso los ojos en blanco —Cómo si eso fuera posible, además lo más probable es que ahora que no estás se aparte, siempre he creído que le gustas un poco.

    —¡Ay, Draco! —suspiró Jocelyn pasándole el vaso vacío a Draco para que se sirviera lo último que quedaba de vino en la botella —te lo acabo de decir y aún no te das cuenta.

    Draco la miró interrogantemente y luego miró hacia Gael, de pronto algo hizo conexión en su mente —¿Gael es gay?

    Por primera vez, desde que se conocían, Jocelyn le dio un golpe en la nuca.

    —¡Merlín, al fin!

    *



    Y finalmente sí llovió y mucho, Harry se sujetaba a su escoba con fuerza, tratando de pasar por alto los dolores en el pecho y la cabeza mientras la lluvia lo empapaba y trataba de divisar a sus compañeros, los habían dividido en dos grupos, unos con chalecos verdes y otros con chalecos rojos, era una práctica de persecución y los rojos (a los cuales pertenecía Harry) tenían que huir y en el proceso dejar en inactividad a los verdes.

    Esquivó unos cuantos hechizos, bajando y subiendo varias veces, movimiento que solo hacía que se sintiese más mareado aún y por fin, después de lo que le pareció una eternidad, escuchó a lo lejos la voz de Géraldine Lawley, que era la capitana de su equipo, gritando:

    —Abajo… Potter, Pinchar, Zimmerman, a tierra.

    —Que original —masculló Harry de mal humor mientras descendía tratando de no chocar con nadie, se sorprendió lo alto que había estado, a su lado Graham Pritchard, Joel y Lisa, aterrizaron donde ya Géraldine, Edwin, Amber, Goldstein, Vance y Norman, el resto de su equipo, los esperaban.

    —Todos juntos —gritó Vibbard haciendo señas para que la clase completa se junte, Harry, a pesar de todo caminó bastante lento, sujetándose con una mano las costillas y con la otra la escoba, rogando para que por fin lo dejaran llegar a su cama y dormir, y preguntándose si no se podría tildar de inhumano lo que le hacían.

    —¿Te sientes bien? —preguntó Violet parándose a su lado. Harry solo negó con la cabeza, sintiéndose demasiado cansado para siquiera rechazarla —, ¿quieres que te ayude con la escoba?

    —No… yo puedo —respondió al momento que captaba la mirada de Simak, que en tan solo dos pasos ya estaba a su lado y le ayudaba con la escoba.

    —Me alegra que ya ninguno haya caído de la escoba —ironizó el profesor mirando hacia Harry con algo de burla —, ahora pueden ir a cenar, y no se olviden de que el martes siguiente continuaremos pero con algunos cambios, vamos a ver que tal lo hacen sin luces.

    —¡Huy!, no quepo en mí de emoción —susurró Joel llegando hasta Harry y apartando a Violet de manera poco amable.

    —Sí… en total oscuridad —continuó Simak cuando el profesor ya entraba al edificio.

    —Vamos —pidió Harry cerrando los ojos un instante, esperando que la punzada de dolor remitiera, se preguntó si es que la enfermera realmente lo había curado por lo mal que se sentía.

    —Toma un poco más de la poción para el dolor —le recomendó Joel y Harry empezó a buscar el frasco entre sus bolsillos, cuando la encontró dio un largo trago, arriba había sido muy difícil el tomarla mientras esquivaba hechizos, luchaba contra el viento y la lluvia y trataba de no caer de la escoba nuevamente —. Supongo que aún sigue sabiendo a mierda.

    —Peor —confirmó Harry haciendo una mueca, los tres caminaron hasta el vestíbulo del edificio y se hicieron un hechizo de secado para luego seguir caminando por los pasillos, sus compañeros iban delante o detrás de ellos en pequeños grupos, todos demasiado cansados como para hacer algún comentario o bromear.

    Cuando Harry finalmente llegó a su habitación encontró a Alba sobre la cama, la ignoró por completo jalaba sus cosas y se metía al baño para tomar una ducha caliente.

    —No puedes ir a cenar en pijama —dijo Edwin mirando a Harry salir del baño en pijamas.

    —No iré, esto duele como rayos, solo quiero acostarme y dormir —informó Harry mientras se dejaba caer sobre la cama y Alba ululaba suavemente.

    —Yo tengo unas galletas —informó Norman empezando a buscar entre los cajones de su mesa de noche.

    —No importa…

    —No deberías dejar de comer —contradijo Norman lanzándole un paquete de galletas, Harry levantó el brazo por instinto para atraparlo y se mordió la lengua para no gritar del dolor que le causó dicho movimiento. Se sintió tonto, no debería haber levantado el brazo de esa manera.

    —Atiende a tu lechuza antes de que te duermas… sino no nos dejará dormir a nosotros —pidió Simak ya saliendo de la habitación.

    —Gracias, Norman —dijo Harry en último momento hacia el chico y levantando un poco las galletas.

    Norman solo se encogió de hombros y junto con Edwin y Joel salieron de la habitación, dejándolo solo. Harry miró hacia Alba una vez más.

    —Te dije que te quedaras en casa —regañó mientras la lechuza, haciendo equilibrio, extendía una pata hacia Harry —. ¿Te has ido con el par de traidores y encima les traes las cartas?

    La lechuza volvió a ulular mientras Harry se hacía por fin de la carta.

    —Draco estaría muy decepcionado de ti, es más estaría furioso por andar haciéndole los mandados a ellos —Alba ululó una vez más y luego de darle un picoteó en el dedo extendió las alas y salió volando, Harry la vio alejarse y se preguntó si es que Draco se acordaría de la pobre lechuza traumada y si aún reiría de aquella noche al volver de las vacaciones de navidad.

    Dejó la carta de sus amigos sin abrir sobre la mesa de noche, junto a las galletas que Norman le había dado y se apretujó bajo las mantas, con un movimiento de varita las luces bajaron hasta casi dejar todo a oscuras y la ventana por la que Alba había salido se cerró, dejando todo en silencio. Se durmió escuchando la lluvia caer y pensando en Draco y en aquella primera vez, una noche de invierno, cuando las vacaciones de navidad habían terminado.

    *



    Gael abrazó a Jocelyn una vez más mientras ella se enjuagaba las lágrimas, Draco, no muy acostumbrado a expresar sus sentimientos, simplemente se mantuvo a un lado, cuando los chicos se separaron Jocelyn le sonrió tristemente para luego lanzarse a sus brazos.

    —Pórtense bien, ambos —le dijo Jocelyn, aún sin soltarlo —, y no olvides lo que te dije.

    —Y tú cuídate, sigo creyendo que allí se comen a la gente.

    Jocelyn se separó de él y soltó una carcajada nerviosa.

    —Oh, eres tan tonto.

    —Hasta anoche era un genio —replicó Draco sonriendo apretadamente, no queriendo admitir cuánta falta le haría su amiga de ahora en adelante.

    —Solo en algunas cosas… —Jocelyn los miró una vez más y luego se colgó la mochila al hombro, dio una mirada más al edificio y suspiró —. Bien, supongo que esto es todo… Adiós.

    —Adiós no —aclaró Gael —, solo hasta pronto, así es como se debe decir.

    —Entonces hasta pronto —corrigió ella y dio la vuelta para cruzar el jardín y salir de la universidad, Draco y Gael se quedaron en el umbral del edificio mirando como su amiga se alejaba hasta que se perdió en la gaceta de salida.

    —Ahora solo quedamos nosotros —suspiró Gael y Draco sintió cierta timidez en su voz, las palabras de Jocelyn bailaron en su mente.

    —Sí, solo los dos —aceptó.

    *



    15 de diciembre del 2000. Escuela de Aurores del Ministerio Ingles, Londres.

    Las clases aquellas dos semanas fueron realmente fuertes, los entrenamientos, aprovechando la temporada de lluvia y nieve, se hacían al aire libre, forzándolos al máximo de su resistencia. Por las noches apenas y eran capaces de murmurar un par de cosas mientras comían todo lo que podían antes de arrastrarse hasta la cama.

    El viernes en la tarde, cuando al fin les dieron libre, por primera vez en más de un año todos, de mutuo acuerdo, decidieron que lo mejor era ir a descansar, pues las siguientes dos semanas prometían ser cuánto menos igual a las pesadas.

    Harry había finalmente contestado a la carta de Ron y Hermione, más por cansancio que por ganas de hacer las paces con ellos y aquel viernes en la noche, cuando apareció en Grimmauld Place levantó las protecciones para que sus amigos pudieran aparecer.

    Lo hicieron cerca de las nueve de la noche, lucían algo avergonzados y cargaban una enorme pizza y un par de botellas de vino, se sentaron, algo incómodos y sin hablar mucho, delante de la chimenea, sobre la alfombra, y comieron en silencio, hasta que, una vez la pizza se hubo terminado, Hermione sacó del bolsillo de la túnica un gran sobre y se lo pasó a Harry.

    Harry la miró interrogante antes de abrir el sobre y extraer su contenido, había al menos dos docenas de fotografías, todas mágicas y tomadas durante casi todas sus salidas a los bares y discotecas gay. Sintió que se sonrojaba mientras veía su propia imagen besándose y haciendo mucho más con un sin fin de chicos. Su primer instinto fue reclamarles a sus amigos su osadía, no solo espiarlo sino que fotografiarlo y encima enseñarle las pruebas de su falta, pero entonces las notas, hechas con letras recortadas del diario, le cayeron como un baldazo de agua fría:

    “Ese no es el comportamiento adecuado de un héroe de guerra”

    “Sí fueran sus amigos evitarían que cayera en tremendas aberraciones”

    “El tiempo de hacer que reaccione se acaba”



    Finalmente Harry pudo levantar la vista hacia sus amigos, Ron parecía entretenido con el tramado de la alfombra y Hermione lo miraba culpablemente.

    —Lo siento —dijo la chica.

    —¿Desde hace cuánto que lo tienen?

    —Desde hace algún tiempo…

    —¿Y recién me lo dicen?

    —No sabíamos qué hacer… sabíamos que te enfadarías y…

    —Por supuesto que me enfadaría —la interrumpió Harry.

    —Lo cierto es que desde hace mucho que tiendes a tener un comportamiento raro —intervino Ron —, muchas veces no sabemos ya a que atenernos contigo.

    —¿A qué atenerse? —murmuró Harry dejando las fotos a un lado y buscando un cigarro en los bolsillos de su túnica.

    —Sí, eso mismo, a veces parece como si de pronto ya no fueras el Harry que conocíamos y…

    —La guerra nos cambió a todos, Hermione, tú misma lo dijiste.

    —No, Harry, no solo es la guerra, luego de eso, durante la escuela y después de eso incluso, a veces eres como el Harry de siempre y otras veces eres tan rudo y poco comunicativo, a veces parece que no te importa nada de lo que pasa alrededor y otras pareces tan triste…

    —Yo no… —Harry negó con la cabeza, no tenía deseos de discutir eso con ellos en ese momento y se obligó a concentrarse en lo que realmente importante —. ¿Son los de la MACH?

    —Estoy casi segura…

    —Aunque creemos que lo único que quieren es advertirnos —intervino Ron.

    —Sí, si hubieran querido ya te hubieran delatado.

    —Pudieron decírmelo, hace mucho.

    —Tratamos… pero, la última vez te enojaste demasiado, nos equivocamos en la forma como hacerlo, pero sí queríamos hacerlo.

    Harry suspiró profundamente y se frotó con una mano la frente, justo ahora era cuándo menos problemas necesitaba, tenía demasiado que aprender y practicar en la Academia como para vivir a sobre saltos. De pronto se sintió mareado, hasta cierto punto perdido…

    —Escucha, creo que podemos manejarlo, Harry.

    —¿Cómo, Hermione?, ¿crees que de verdad se pueda arreglar? Alguien allá afuera, si no es que muchos, saben que soy gay y saben lo que hacen y en cualquier momento lo podrán publicar o decir.

    —Calmándote un poco.

    —No me pidas eso, Ron, ninguno de los dos entiende…

    —¡Por Dios Santo! —exclamó Hermione poniéndose en pie y mirando hacia Harry de manera enfadada —; ¿ves a lo qué me refiero?: el Harry que yo conozco no estaría retorciéndose de miedo sin saber qué hacer, estaría pensando en maneras de solucionar todo y no lloriqueando.

    —¡Yo no lloriqueo!

    —¿No? ¿Y cómo le llamas a eso?

    Harry entrecerró los ojos y no supo que contestar, realmente si estaba lloriqueando, encendió un cigarro más ante la mirada ofendida de Hermione y se quedó en silencio, analizando las posibilidades; revelar que era gay antes de que las fotos salieran sería lo más sensato, adelantarse al movimiento de los de la MACH, sin embargo eso significaría no acabar la Academia e iniciar una batalla que aún no quería iniciar. Solo quedaba una opción…

    —Ellos aún me siguen.

    —Eso creo… tienen fotos tuyas desde hace tiempo, deben saber todos tus movimientos y rutinas.

    —Entonces ellos esperaran a que mañana yo salga de nuevo… ¿Verdad?

    —Pues… —Ron frunció el ceño —¿Harry qué vas a hacer?

    —Simplemente demostrarles con quién se están metiendo. Vamos, creo que necesitaré su ayuda de todas maneras —dijo apagando el cigarro con fuerza contra el cenicero y poniéndose en pie.

    Hermione sonrió complacida, al fin un Harry que sí conocía, o eso creía.

    *



    Harry tomó una pequeña bocanada de aire mientras cruzaba la puerta de la discoteca, el vigilante, que ya lo conocía le guiñó un ojo y le sonrió, Harry respondió al saludo a medias, sintiéndose demasiado nervioso, detrás de él Ron y Hermione, transfigurados y luciendo como dos chicos más, lo siguieron.

    Como cada sábado la discoteca estaba reventando de gente, al inicio el plan había sido muy simple, pero ahora que estaba allí, rodeado de tanta gente, pensó que tal vez no sería tan simple como esperaba.

    De acuerdo al plan Ron y Hermione se quedaron en la barra, mirando atentamente a todos lados mientras Harry, como era su costumbre, se metía entre la multitud que se agitaba al ritmo de la música acelerada.

    Se encontró con un par de chicos con los que solía bailar y quedar y comenzaron a bailar, aunque trataba de actuar de la manera más normal posible no podía dejar de estar atento a todo lo que había alrededor, era algo difícil el vigilar por las luces y el humo pero confiaba en que el hechizo de rastreo de magia que le había enseñado a Hermione funcionase mejor que su propio reconocimiento visual.

    Del otro lado de la discoteca tanto Ron como Hermione rastreaban a la multitud, tratando de encontrar algún punto de magia, tal como Harry les había indicado, y pasaron mucho tiempo mirando, mucho más que asombrados, hacia toda esa multitud de chicos, que se besaban que bailaban y se tocaban hasta que por fin, muy cerca de Harry un pequeño punto brilló.

    —¡Lo tenemos! —casi gritó Ron corriendo hacia donde el punto alumbraba, le costó esquivar a tantos chicos y se sintió algo extraño entre tantos cuerpos agitándose al mismo ritmo, sentía a Hermione detrás de él, empujándolo para que se apresurara.

    Hermione le dio una mirada a Harry, que en ese momento se besaba ya con uno de los chicos y negó con la cabeza, buen momento para distraerse, pensó fastidiada.

    —Vamos… antes que desaparezca.

    Harry levantó la vista y no vio a sus amigos en la barra, miró alrededor hasta que vio a Ron avanzando hacia el centro, cerca de donde él estaba, se despegó de los dos chicos con una sonrisa de disculpa, pero aún no se movió más, esperó hasta que Ron se detuviera, frente a un chico de largo cabello oscuro y facciones algo femeninas, una vez Ron lo tuvo sujeto de un brazo y Hermione del otro los alcanzó.

    —Ni siquiera lo intentes —advirtió Ron con voz dura apretando más fuerte uno de los brazos del chico —, tenemos el edificio repleto no solo de hechizos anti desaparición, sino también de muchos amigos impacientes por ponerte una mano encima.

    —Suéltenme, no sé de que están hablando… no sé que son hechizos —jadeó el chico.

    —¿Y esto se llama? —preguntó Hermione jalando la pequeña cámara de una mano.

    —Solo es una cámara —el chico se retorció y Ron apretó más fuerte, le pareció extraño que fuera tan débil, pero no por eso se detuvo.

    —Sé como romper huesos, y causando mucho dolor, así que quieto.

    —Ajá —murmuró Hermione sacando de un bolsillo oculto en la pierna una varita —¿También sabes como se llama?

    —Déjenme —jadeó el chico —, yo también tengo amigos y vendrán a ayudarme en cualquier momento así que si saben lo que…

    —Pues no veo a tus amigos cerca —lo interrumpió Harry con mirada fiera, parecía mucho más imponente que antes, incluso Ron y Hermione se estremecieron ante su presencia, el chico jadeó y por un momento pareció quedar inmovilizado pero un instante después trató de escapar con más insistencia.

    Harry se acercó a él y dio una mirada alrededor antes de pegarse a su cuerpo, con la varita escondida en la camiseta lanzó un hechizo no verbal de inmovilidad, el chico quedó completamente quieto, con los ojos muy abiertos.

    De acuerdo a lo planeado lo llevaron a través de la discoteca hacia la puerta trasera, que daba a un callejón, el chico se mantenía conciente cuando revisaron todo el contenido de sus bolsillos, encontraron varios rollos de cámara entre nuevos y usados, así como algunas fotos de Harry, ninguna identificación ni ninguna pista sobre quién era o algo que lo uniera a la MACH.

    Hermione incineró todos los rollos e incluso la cámara antes de que Harry deshiciera el hechizo. En cuanto lo hizo la chica dio un paso atrás mientras veía a Harry estrellar con fuerza el cuerpo del chico contra la piedra, Harry era más alto así que, sosteniéndolo de la camisa lo tuvo en alto mientras gritaba:

    —Escúchame bien, y espero que pases este mensaje a todos tus compañeros, a mí nadie me dice qué hacer, ustedes pueden pensar lo que quieran y es su problema, así como es el mío saber con quien me meto —Harry agitó el cuerpo del chico contra la pared una vez más antes de darle un derechazo que se estrelló contra uno de los pómulos. El chico jadeó mientras que con las manos trataba de soltarse —. No sé si es que se les ha olvidado, pero soy Harry Potter, pude acabar con Voldemort, pude entrar en Gringots y robar algo de una de sus cámaras más secretas, sin contar todo lo demás, así que no me provoquen…

    —Lo que haces está mal —respondió agitado el chico, escupiendo un poco de sangre al hablar.

    —Es mi puto problema —replicó Harry y lo agitó una vez más, está vez presionándolo contra la pared con mucha más fuerza, incluso sintió un par de costillas rompiéndose, pero eso no le importó mucho —, el que publiquen o no esas fotos no me hará cambiar de idea, pero eso si te digo… si pude hacer todo lo que hice créeme que puedo encontrar a cada uno de ustedes y destruirlos, y de maneras que ni se imaginan. ¿Te ha quedado claro el mensaje?

    —¿Estás amenazándome?

    —¿No te quedó claro acaso? —preguntó Harry con voz helada y levantándolo aún más del piso y zarandeándolo —¿No fui lo suficientemente específico? ¡Contesta!

    —Sí —jadeó el chico.

    —No te escuché.

    —¡Sí! ¡Sí, solo suéltame, maldita sea!

    —Que malos modales —se burló Harry soltándolo y dejándolo caer al piso, el chico soltó un gemido lastimero y elevó la mirada hacia Harry.

    —Levanta el hechizo antidesaparición —ordenó Harry hacia Ron que hizo un asentimiento y con un movimiento de varita desapareció el campo de protección.

    —Y ahora vete antes que cambie de opinión y quiera mandarles un mensaje mucho más claro.

    El chico miró hacia Ron y Hermione, los cuales parecían dos chicos muggles comunes y corrientes y luego hacia Harry de vuelta, como si pareciera demasiado asombrado y asustado por lo que había pasado.

    —Ya escuchaste —dijo Harry haciéndole un ademán a Hermione, la chica le lanzó la varita al chico y rápidamente éste desapareció.

    —Con eso tendrá, vamos —murmuró Harry avanzando nuevamente hacia la discoteca, al cabo de un instante se dio cuenta que ni Ron ni Hermione lo seguían y se giró preocupado, sus amigos seguían allí de pie, mirando hacia el punto donde el chico había desaparecido.

    —¿Chicos?

    —Harry… Creo que te pasaste —murmuró Hermione encarándolo finalmente, Harry leyó en su mirada y en la de Ron pánico.

    —Dijimos que lo asustaríamos —se excusó Harry con voz más calmada.

    —Lo hiciste… —confirmó Ron.

    —Miren, solo fue actuación… no hablaba en serio, ¿lo saben verdad?

    Y aunque Ron y Hermione asintieron no parecían demasiado convencidos.

    *



    El muchacho cayó en una sala bastante amplia y apenas iluminada, con un último estremecimiento de dolor la transformación se inició, sus formas de hombre fueron cambiando poco a poco y el cabello oscuro fue reemplazado por una larga cabellera pelirroja: Ginny jadeaba y se sujetaba uno de los lados, segura de que a lo menos le habían roto una costilla.

    —Te atraparon ¿no? —preguntó una voz desde la oscuridad.

    —Demonios…

    —Ginny, Ginny —murmuró Tony poniéndose en pie y encendiendo las luces, soltó un pequeño grito cuando vio el estado de la chica, tenía un par de golpes en el rostro y el labio partido —. Malditos bastardos…

    —Necesito… llama a Sylvia… necesito que me curen antes… —trató de tomar una bocanada de aire pero el dolor era demasiado intenso —Curarme… —pudo decir al fin.

    —Iré por ella y luego por quien quiera que te haya hecho esto y le daré su merecido.

    —¡No! —Ginny hizo lo posible por encarar al hombre, sobreponiéndose al dolor —. Ahora no necesito una venganza.

    —¿A quién estabas siguiendo?

    —A nadie.

    —¿Y nadie te ha destrozado así?

    —Me metí a un bar gay ¿de acuerdo? Quería ver si encontraba a alguien y luego…

    En ese momento una de las puertas se abrió y Sylvia, junto a un par de chicas más entraron corriendo.

    —Ginny, ¿estás…?

    —Vamos —las apuró Tony —, hay que curarla, la han dejado muy herida.

    Una de las chicas rápidamente la levitó y entre todos la llevaron a la pequeña enfermería improvisada para casos de emergencia.

    Ginny fue recostada en la camilla mientras un hombre mayor se acercaba y empezaba a murmurar hechizos curativos.

    —No es nada, Tony, en verdad… no me di cuenta de que un grupo de muggles me estaba siguiendo… —explicó Ginny con los dientes apretados ante la mirada adusta del hombre que la curaba.

    —De acuerdo —suspiró Tony luego de un momento —, debes ser más cuidadosa, te he dicho que no vayas en busca de desviados sola, son muy peligrosos.

    Ginny asintió y cerró los ojos, sintiéndose tranquila, Tony cumpliría su promesa y no buscaría venganza, después de todo no era eso lo que buscaba, sino hacer que el chico volviera al lado correcto, ese plan había fallado, pero ya encontraría otra forma… más aún con la ayuda de la MACH.

    *



    La primera reunión de ex compañeros de la escuela se llevó a cabo al día siguiente, Ron y Hermione se habían quedado con Harry aquella noche y al día siguiente habían pasado la mañana juntos buscando un regalo que llevar a Neville, la razón por la cual la reunión se llevaba a cabo era porque el chico saldría de viaje por dos años.

    Harry se sintió contento de reunirse con varios de sus compañeros de la escuela, todos, pese a que solo había pasado poco más de un año, se veían diferentes, mucho más grandes, como si casi fueran adultos.

    Vance también estaba allí, le pareció extraño que Ginny no llegara, pese a que habían varios de sus amigos más cercanos, luego de saludar a todos se quedó junto a Neville, Ron, Dean y Seamus, recordando viejos tiempos y riendo, ayudados por el licor y la música.

    Y todo estaba bien, se sentía tranquilo y feliz, después de todo dudaba que los de la MACH siguieran enviando cartas a sus amigos o siguiéndolo siquiera, sabía que cuando quería podía ser realmente malo, y la noche anterior lo había sido. Escuchaba a medias los relatos de Neville acerca de cómo había tenido que quedarse en la universidad dos semanas más de lo esperado para terminar con unos exámenes y como ansiaba poder ya alcanzar al grupo de estudio en África, de lo maravilloso del viaje que emprendería con aquel profesor Dahl, que parecía muy famoso… hasta que el nombre de Draco surgió, y entonces fue cuando Harry puso real atención.

    —Es una chica extraña… casi no habla con nadie —comentó Neville —, solo con Malfoy y otro chico más…

    —¿Malfoy? —preguntó Dean algo suspicaz —¿Draco Malfoy?

    —Sí, ya no queda otro Malfoy ¿verdad? —Harry sintió ciertos deseos de golpear a Neville por ese comentario pero se contuvo —, tiene una beca, ¿lo olvidas? McGonagall lo dijo el día de la graduación.

    —¡Oh! —suspiró Seamus —, ese día andábamos muy borrachos, siempre quedaré sorprendido por como pudiste subir hasta el estrado sin tropezar —dijo hacia Dean que frunció el ceño.

    —Tú estabas más borracho que yo —replicó y luego miró hacia Harry —, creo que tú y Neville eran los únicos sobrios.

    —Ni tanto —contestó Harry impaciente —. Así que Malfoy sigue allí…

    —Sí, aunque el tipo no habla con nadie, solo con esta chica, Jocelyn y con otro chico más… es un americano, los tres son un grupo muy cerrado…

    —¿Quién querría ser amigo de él después de todo? —comentó Ron pareciendo muy poco interesado por la conversación.

    —Bueno, Malfoy será lo que es pero no hay duda de que es un puto crack en cuanto a pociones… tiene el primer lugar de la clase, uno de los promedios más altos de los últimos cien años, según dicen, y además se da el tiempo de trabajar… —Harry sintió que algo cálido se extendía en su pecho y luchó contra sus ganas de sonreír de orgullo —, un par de veces he comprado sus pociones, a esta chica, Jocelyn… son tan buenas que la universidad entera está al pendiente de comprarlas, sobre todo las que te mantienen despierto en épocas de exámenes, esas siempre se acaban primero…

    —Yo no bebería nada preparado por él —interrumpió Seamus.

    —Ya… eso dices porque no estás allí y no lo has visto trabajar… en serio que dicen que es bueno.

    —¿Y ese otro chico que dices? El americano… ¿También es fabricante de pociones? —preguntó Ron.

    —Ah, no, ese es perfumista o algo así… no sé bien que estudia, siempre anda con Malfoy… ya saben —dijo sonrojándose ligeramente y mirando con culpa a Dean, recordando, seguramente, la discusión que habían tenido sobre el tema gay en la escuela.

    —Dices que… —murmuró Harry, de pronto la calidez y el orgullo iban desapareciendo.

    —No me consta, es lo que dicen… aunque ya sabes como van esos rumores… ese chico siempre está con Draco, de arriba abajo, acompañados a veces por Jocelyn, y ya sabes, ambos son… gays.

    —Oh… —Harry de pronto sintió que toda la habitación se hacía mucho más asfixiante, pese a eso permaneció allí de pie, fingiendo prestar atención mientras se recordaba una y otra vez que él había deseado eso, que Draco no estuviera solo, que tuviera algo de compañía. Aunque su mente se lo repetía una y otra vez su corazón no dejaba de doler.

    Aquella tarde, antes de volver a la Academia de Aurores, no pudo evitar dar una vuelta cerca de la universidad de Draco, más de una vez había estado tentado de entrar, buscarlo y pedirle explicaciones, o de rogarle que volviera, dependiendo de su estado de ánimo, aunque nunca se había sentido como esa tarde.

    Estuvo mucho rato fuera, escondido bajo su capa de invisibilidad, viendo el edificio que parecía vacío y deshabitado y sabiendo que dentro Draco ya no estaba solo y preguntándose si es que acaso eso era lo que Draco había buscado cuando se había marchado esa noche… alejarse de él para conseguir otro tipo de vida más simple. Harry sabía que las cosas entre ellos hubieran sido mucho más complicadas por la Academia, por tener que mantenerse internado, sin contar el que no podrían admitir su relación abiertamente hasta al menos terminar la carrera. Draco ahora estaba con un chico que aparentemente era tan listo como él, que compartía muchas más cosas en común, alguien que no era un famoso héroe, que no le traería tantos problemas como se los hubiera traído él.

    Finalmente tuvo que regresar, sintiéndose mucho más solo y destrozado que antes… pero con la decisión de empezar a hacer un real esfuerzo por olvidar a Draco…

    Por aquella época fue que conoció a Noah.

    QUOTE
    Notas finales:

    Gracias por leer…

    Quiero aclarar, que no apoyo el maltrato y que sé que Harry actuó bastante agresivo, pero él no sabía que se trataba de Ginny, me pareció adecuado comentárselos, en la Academia él ha aprendido a ser un poco más rudo y todo eso, simplemente lo puso en práctica porque pensó que se trataba de un muchacho, no de una chica y menos de Ginny.

    El siguiente capítulo se llama Comienzos.

    Besos y que estén bien.

    Zafy

     
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  9. 290589-kaname
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    Capitulo 1

    Me ha encantado, es una historia limpia y bien escrita. Si que te engancha. Bueno, seguire viendo asta terminar jejejejeje tego rato para entretenerme.
     
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  10. 290589-kaname
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    ya me jale toda la primera hoja para mi cel, espero leerla lo mas pronto posible. Si que son largos los capis.
     
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  11. karigutis
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    QUOTE (290589-kaname @ 25/5/2012, 22:24) 
    ya me jale toda la primera hoja para mi cel, espero leerla lo mas pronto posible. Si que son largos los capis.

    Y en verdad que lo son, con decirte que en un foro donde esta subido, algunos capitulos estan partidos en 2 o 3, haciendo al final un total de 136 capis, pero en realidad no pasa de los 65, contando con el epilogo y anexos.

    Saludos, espero que lo disfrutes ^^
     
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  12. 290589-kaname
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    Capitulo 2

    Esa Ginny, no es nada coprensiva. Se que se siente sola pero tambien deve de enter al pobre Harry. Para el no ha sido nada fasil ser el responsable de tantas vidas.

    El capitulo ma ha encantado, sigo con la mision de terminarlo.

    6... ¿Cuantos capitulos? Pero al parecer si vale la pena leerlo.
     
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  13. karigutis
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    QUOTE (290589-kaname @ 26/5/2012, 22:03) 
    Capitulo 2

    Esa Ginny, no es nada coprensiva. Se que se siente sola pero tambien deve de enter al pobre Harry. Para el no ha sido nada fasil ser el responsable de tantas vidas.

    El capitulo ma ha encantado, sigo con la mision de terminarlo.

    6... ¿Cuantos capitulos? Pero al parecer si vale la pena leerlo.

    Bueno mas que poco comprensiva, pienso que Ginny siempre vio a Harry como la solución perfecta a su futuro perfecto y acomodado, ser la esposa del Salvador del Mundo Mágico pues es algo que causaria la envidia de toda la comunidad magica y resaltaria por encima de muchas otras personas.

    Siii, son muchos, yo lo lei en ese foro que comente mas arriba, cuando vi la lista de capitulos casi me muero ¿¿¿¿¡¡¡¡136 capitulos!!!!!?????? Era el primer longfic que leia, o mejor dicho era el primer fic que leia, casi muero pero el resumen me llamaba a leerlo asi que me aventure y termine enamorandome de este fic, tiene todo lo que he buscado en un buen fic: drama, romance, algo de comedia, historia bien armada, personajes con personalidades bien constituidas, los OC se compenetran muy bien a la historia y a la pareja principal tanto que se hacen querer por si mismos: Gael, Mikel, Ethan, Lucka, Noah, Tyrone, etc, etc.

    Upss, hice algo de spoiler, y mejor no sigo o lo termino de soltar todo xDDD
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    LIBRO TRES: “CAMINOS”

    CAPÍTULO 27: “COMIENZOS”


    Cómo negar qué pienso en ti, y que sigues presente
    aunque estés ausente, sin saber yo más de ti
    aunque estoy pretendiendo olvidarte, para más recordarte
    aunque muera yo a destiempo por pensar tanto en ti.

    Aún no te olvido

    Ricardo Arjona



    Enero del 2001

    El tiempo pasaba muy rápido, Draco cada vez se sentía mucho más saturado, pese a eso mantenía su palabra y no trataba mal a Gael; siempre se sentaban juntos en las clases que compartían, que no eran más que tres y en las horas de las comidas, en el fondo Draco debía reconocer que el chico le caía bien, era bastante listo y tenía en claro que estaban allí para estudiar y no se distraía de eso con facilidad.

    Pese a que Draco sabía que Gael era gay y que Gael sabía que él era gay no habían tenido aquella charla. Algunas veces se sentía tentado a iniciarla, pero luego se arrepentía, después de todo no cambiaba nada que Gael supiera que él sabía y si quería que se enterase debía salir de él mismo.

    Jocelyn les había escrito a cada uno cada dos semanas, en la última carta comentaba que se estaban adentrado a un lugar con la Tribu Zenete y que probablemente no podría escribir en mucho tiempo, ella, pese a la falta de algunos servicios y de algunas incomodidades, decía sentirse en la gloria, que efectivamente el maestro Dahl parecía ser alguien muy extraño, pero que era un genio del cual ella aprendía cada día. Pese a extrañarla, y mucho, Draco siempre le decía en sus cartas de respuesta que estaba feliz por ella y de que estuviera realizando lo que quería.

    En su trabajo las cosas iban igual que siempre, Perpetua le gritaba casi siempre a alguna de las chicas y casi nunca se metía con él, Axel ya se había marchado y no había vuelto a verlo, sabía, por algunos compañeros, que había regresado de momento a Glasgow, donde vivían sus padres y Draco aún pensaba en él de vez en cuando.

    Sin embargo aquella noche de sábado las cosas fueron algo diferentes para Draco; había vuelto del trabajo pasada la media noche, no se dio cuenta hasta que estuvo en su puerta que había un “bulto” esperándolo, se agachó para verlo bien: era Gael, envuelto en una manta y con un muy fuerte olor a licor, a licor barato, podría apostar Draco.

    Suspiró fastidiado y luego lo agitó con fuerza, mirando a ambos lados, era una suerte que nadie lo hubiera encontrado allí, de lo contrario estaría en problemas. Pero… ¿Por qué en lugar de ir a su habitación había tenido que ir allí?

    —Gael… vamos, para hombre.

    Pero Gael no quería despertar. Resignado murmuró la contraseña y, mirando hacia ambos lados del pasillo, jaló a Gael, cómo si fuera un peso muerto, por el piso hasta el centro de la habitación, cuando giró para cerrar y asegurar la puerta el chico pareció al fin despertar.

    —¡Hola! —saludó con voz demasiado chillona, Draco levantó una ceja interrogantemente; un minuto antes estaba inconsciente y ahora parecía demasiado efusivo.

    —¿Quieres callarte? Nos van a oír y no necesitamos eso.

    —Ya… tú siempre tan remilgado —se quejó Gael deshaciéndose de la manta y tratando de ponerse en pie, perdió el equilibrio inmediatamente y dio contra el piso, Draco en realidad no hizo ningún intento por evitarle la caída, estaba con los brazos cruzados, apoyado contra la puerta y bastante enfadado, tener a un borracho en su habitación no era algo que entrara en sus planes.

    —Gael… si ya puedes hablar, tal vez puedas volver a tu habitación.

    —Yo te esperaba —murmuró Gael arrastrando las palabras y al parecer resignado ya a que no podía ponerse en pie —. Quiero hablar contigo.

    —¿Con quién has estado bebiendo?

    —Solo… yo siempre ando solo ¿Por qué? ¿Te pondrás celoso? —Gael se apoyó sobre las manos y comenzó a moverse hacia Draco. Draco soltó un bufido y, rendido ya a que tendría que aguantarlo y que no se iría, se acercó a él y se sentó en el piso, delante de él, con las piernas cruzadas a lo indio.

    —No… no estaría celoso, solo preocupado.

    —Ya…

    —¿Qué es lo que te pasa? ¿Qué necesitas decirme?

    —Draco… ¿En verdad nunca te das cuenta, cierto?

    Draco suspiró profundamente y luego, casi sin darse cuenta, tomó la mano de Gael, que pareció contener el aire.

    —¿Estás seguro que quieres mantener está conversación justo ahora?

    —Lo sabes… —susurró Gael y bajó la cabeza, Draco recordó una vez más las palabras de Jocelyn, además que tenía que admitir que el chico ahora le caía mejor, lo consideraba casi un amigo, aunque a veces parloteaba demasiado a su alrededor.

    —Hey… podemos hablarlo por la mañana, no hay problema —dijo mientras con una mano le levantaba el rostro, Gael parecía, si es que cabe, más sonrojado e incómodo.

    —No quiero hablarlo por la mañana —musitó Gael antes de sujetar la mano de Draco y jalarlo para darle un torpe beso en los labios, Draco retrocedió un poco sobre su sitio y lo miró entre asombrado y divertido, al parecer hacía que la gente ebria lo quisiera besar.

    —No hagas tonterías.

    —No son tonterías, tú me gustas, siempre ha sido así —Gael se lanzó hacia delante y trató torpemente de besar a Draco una vez más, este lo sujetó de los hombros y lo empujó suavemente, sabía que en realidad Gael estaba actuando de esa manera por el alcohol.

    —Gael…

    —Acuéstate conmigo —pidió el chico —, por favor, solo hoy si es que quieres, pero…

    —No —respondió Draco un poco más serio, una cosa era burlarse de que Gael quisiera besarlo y otra muy diferente aprovecharse de que el chico estuviera tan borracho e imprudente.

    —Por favor —jadeó Gael —, me portaré bien… haré lo que quieras si…

    —¡Cállate! —gritó Draco sintiéndose más que asqueado por las palabras de su amigo, no podía creer que le hubiera dicho eso —. No digas estupideces, ¿quieres?

    Y entonces Gael comenzó a llorar, Draco detestaba que la gente llorara, detestaba llorar, escuchar llorar, hacer llorar, detestaba todo lo que tuviera que ver con lágrimas y llantos.

    —No soy bueno para ti… ni siquiera puedo convencerte de esta manera… —lloriqueó Gael.

    —Claro que eres muy bueno, pero créeme que mañana te arrepentirás de esto —aún dudando Draco palmeó un par de veces el hombro de Gael que se agitaba, aún llorando.

    —No lo haré… tú me gustas… por favor, Draco… —Gael levantó la mirada y Draco vio toda la confusión y el dolor que había allí y sintió algo pesado en el estómago, acarició la mejilla suavemente un instante antes de suspirar profundamente.

    —Anda ven, vamos —pidió poniéndose en pie y tendiéndole una mano, Gael tomó su mano y Draco tiró de él para ponerlo en pie, el chico apenas y podía mantener el equilibrio mientras Draco lo jalaba lentamente hacia la cama.

    —De verdad me gustas, Draco —continuó Gael, su nariz y mejillas rojas y sus ojos ligeramente hinchados, Draco asintió y comenzó a quitarle la túnica clara y manchada, desabotonándola con lentitud, hasta el último botón para luego dejarla caer contra el piso, no se sorprendió al ver que Gael no llevaba nada más que la ropa interior debajo.

    —Ven… —susurró suavemente sentándolo sobre la cama para quitarle las botas de cuero y las medias, dejó todo a un lado y levantó la vista, Gael lo observaba atentamente y no pudo resistir el impulso de depositar un suave beso en una de sus rodillas y luego, arrodillándose entre sus piernas uno más en los labios, un beso suave y tranquilo. Gael suspiró cuando Draco se separó y lo hizo recostar sobre la cama.

    Draco dejó a Gael sobre la cama y luego se apartó un poco, ante la mirada atenta del chico se sacó el abrigo del cual no se había podido desprender, luego la chompa y la camiseta, se sentó en la cama, dándole la espalda a Gael y se deshizo de los zapatos y las medias, para luego sacarse los pantalones, sintió las manos temblorosas de Gael sobre su espalda y cerró los ojos un instante, disfrutando de ese toque que algunas veces extrañaba demasiado. Finalmente, con un movimiento de varita, bajó las luces hasta que la habitación quedó a oscuras y se metió en la cama, solo en bóxers, jaló las mantas y los cubrió a ambos. Quedando frente a frente con Gael, podía sentir el olor a licor, sentir el calor del cuerpo del chico y ver sus ojos azules brillosos.

    Con una mano temblorosa Gael acarició la piel de su cadera y Draco jadeó suavemente antes de acercarse y darle un beso más —Gael… —susurró pasando una mano por la cintura del chico y pegándolo un poco más a él —cierra los ojos… trata de descansar.

    —Pero…

    —Si mañana aún estás seguro de esto lo haremos… pero no me pidas que me aproveche de ti así… —le dio un beso en la mejilla y lo rodeó completamente, sintió la respiración agitada de Gael por un rato más, pero el chico ya no contestó y en unos cuantos minutos más se quedó dormido.

    Draco lo soltó y lo observó dormir por un rato, hasta que supo que realmente ya no despertaría. Sabía que si lo metía en la cama se quedaría dormido y al fin tendría algo de paz. Pronto él también se quedó dormido, sintiendo el cuerpo caliente de Gael contra su propia piel, en algún momento de la madrugada empezó a soñar con Harry y las veces en que se quedaban dormidos juntos, incluso cuando no eran más que amigos.

    *



    Una noche, varios meses atrás, Harry había estado tonteando en una discoteca con un chico bastante apuesto y el chico había estado respondiendo a sus juegos, hasta que finalmente ambos se dirigieron al baño, contrario a lo que Harry deseaba en ese momento, no se metieron a uno de los cubículos, sino que el chico lo llevó hasta el fondo, hacia la pared donde estaba el secador de manos y luego miró a ambos lados. En ese momento Harry empezó a entrar en pánico y trató de zafarse del agarre del chico, pero éste lo presionó mucho más fuerte contra la pared.

    —Tranquilo, Harry, no es nada de eso —le tranquilizó el chico con voz suave, Harry se quedó quieto un momento, asombrado porque ese chico supiera su nombre, y sintió la magia fluir antes de que la pared en donde estaba apoyado desapareciera, trastabilló hacia atrás y si no fuera por el agarre del hombre hubiera caído irremediablemente contra el piso.

    Se encontró sujeto por la cintura y en un ambiente a media luz, era una especie de bar, había algunas mesas de madera con lamparillas azules en el centro y una pista de baile con unos cuantos hombres bailando de manera más que sensual. Harry miró todo asombrado y luego miró hacia el chico que aún lo tenía sujeto de la cintura.

    —¿Qué demonios…?

    —Vamos, te invito un trago —le propuso el chico jalándolo con suavidad hacia una de las mesas del fondo. Harry miró alrededor a las parejas de chicos y chicas, algunos sentados en las mesas conversando, otros besándose y toqueteándose. Al fin se acomodaron en una mesa pequeña de uno de los rincones, en cuanto se sentaron la luz azul parpadeó un par de veces y luego se apagó un poco, dejando todo a media luz, un muchacho bastante guapo y de cabellos rubios sujetos en una coleta se acercó a su mesa.

    —Dos Firewhisky —pidió el chico pidiendo con la mirada su confirmación. Harry asintió de mala gana, ya seguro de que aquel era un lugar mágico, podía sentir la magia en el ambiente y el pedido de bebidas no hacía más que confirmarlo, se tensó completamente pensando en que había arruinado todo y que sería muy difícil salir de ese embrollo.

    —¿Qué es lo que quieres? —preguntó Harry con mirada fiera y no esperando al ataque del otro.

    —Por lo pronto un trago decente, no es por nada pero realmente detesto las bebidas muggles, al menos las que sirven allí.

    —Sabes de lo que hablo.

    En ese momento un par de vasos con Firewhisky aparecieron delante de ellos, el hombre sacó de los bolsillos un par de monedas que dejó sobre la mesa y estas desaparecieron rápidamente. Levantó su vaso en señal de brindis hacia Harry y luego dio un largo trago, Harry permaneció con los brazos cruzados, expectante y sin tomar de su copa.

    —Bien, parece que te lo tomas en serio —resopló el hombre —; mi nombre es Mikel Hayman y creo que ya te has dado cuenta de que soy un mago.

    —¿Por qué no vas de frente al punto?

    —A eso voy si es que me dejaras hablar… —Mikel suspiró y luego encendió un cigarro —, supongo que también te has dado cuenta de que este es un sitio gay… pero mágico, es decir todos los que estamos aquí somos magos y gays.

    —Creo que quedó claro con eso de que es un sitio gay pero mágico

    —Sí, ya había escuchado acerca de tu mal humor —dio una larga calada al cigarro y luego miró fijamente a Harry, que aún permanecía con los brazos cruzados —. Esto no es un chantaje, ni nada por el estilo, estoy comenzando a ofenderme.

    —Si me dices exactamente que hacemos aquí y que pretendes entonces no te ofendería.

    —Pues, llevarte a la cama, por supuesto —replicó el chico con la mayor frescura del mundo, Harry se obligó a no sentirse ofendido por el comentario, después de todo lo había encontrado de esa manera, ambos habían entrado al baño para eso —, pero también mostrarte que hay algo más que esas discotecas muggles para nosotros.

    —¿Estás loco? —masculló Harry adelantándose un poco más en su asiento —, no sé tú pero yo no confiaría en ninguno de los que está aquí, y tal vez tú no seas muy conocido pero yo sí y no me arriesgaré a que alguno decida hablar de más.

    —No lo harán por varias razones —explicó Mikel manteniendo el tono calmado —; primero: porque tendrían que admitir que han estado en un lugar así para poder haberte visto, y es obvio que si has estado en un lugar así, si es que conoces de su existencia, es porque te has visto en algún tipo de relación gay.

    —Bueno… puedes decir que entraste siguiendo a alguien o para investigar.

    Mikel negó con la cabeza —Además que este sitio tiene un hechizo protector, seas o no gay, no puedes salir de aquí y decir a quién has visto a menos que esa persona quiera que lo sepan.

    —No entiendo…

    —Si sales de aquí y tratas de decir que me has visto aquí o describir lo que he estado haciendo tu lengua se trabará, no podrás decirlo, jamás, ni escribirlo, nada, solo puedes hablar de los que están aquí con los que están aquí.

    —¿Es un juramento o algo así? ¿Es que acaso eso no es ilegal si se hace sin autorización?

    —¿Piensas denunciarnos? ¿Arrestarnos tal vez?

    —No, yo no… —Harry frunció el ceño y tomó al fin un trago de su bebida —. Solo preguntaba, es decir que de alguna manera he hecho un juramento por el que no me preguntaron.

    —Si no deseas volver nada te obliga, pero nosotros nos cuidamos entre nosotros, aunque no nos conocemos todos, nos cuidamos y protegemos porque nadie más, ni siquiera los aurores —le dio una mirada de reproche a Harry —nos van a proteger.

    —Es decir… Todos aquí son gays…

    —Yo siempre dije que tu inteligencia estaba subvaluada.

    Harry arqueó una ceja y le dio una mirada ofendida antes de prender un cigarro y mirar alrededor, por varias de las paredes aparecían más y más grupos de chicos y chicas, todos lucían bastante contentos y animados.

    —¿Cómo hago para entrar aquí?

    —Hay una lista de discotecas muggles desde donde puedes tener acceso no solo a este sino a varios, muchos sitios más, yo te la puedo facilitar, el Ministerio no tiene controlados estos portales, por lo que no encontraras una referencia de ellos en las listas actualizadas de entradas y salidas mágicas…

    —Asombroso…

    —Es solo un poco de imaginación.

    —¿Y desde cuándo es que esto existe?

    —No lo sé en verdad —contestó Mikel arrugando un poco la nariz —, lo cierto es que cuando tenía dieciocho un chico me trajo aquí, él tampoco sabía a ciencia cierta cuánto tiempo llevaban los portales abiertos…

    —¿Y estás seguro que nadie podrá delatarnos jamás?

    —Sí, créeme al inicio lo intenté muchas veces, pero nunca pude decir nada a nadie, yo también era algo escéptico, temía por mí, ya sabes, como tú.

    —No es que no les quiera creer, pero ahora hay muchas cosas… ya sabes, los de la MACH y todo eso, cualquiera dudaría…

    —Esos desgraciados… últimamente se están pasando, desde que Tony Schafer ocupó el lugar de su padre las cosas se están descontrolando un poco.

    —¿Quién?

    —Tony Schafer, su padre fue el fundador de la MACH, dicen que antes daban algunos problemas, pero no tantos como ahora, esta vez se la están tomando en serio.

    —¿Los conoces?

    —Debería, ¿no te han enseñado en esa Academia que uno debe mantener vigilados a sus enemigos?

    —Pero nadie sabe quienes son ellos, solo dicen la MACH y ya… ¿Cómo saber quién la encabeza y todo eso?

    —Cosas que se aprenden, cosas que se escuchan… ya lo verás con el tiempo supongo…

    Ambos se quedaron en silencio, disfrutando de la música y el ambiente hasta que Harry estuvo ya complacido, le gustaba ese lugar y le gustaba la idea de tener gente alrededor, no muggles, sino magos, que se sentían igual que él, de alguna manera el sitio y el rumbo que estaba tomando la noche lo hacían sentir mucho más seguro.

    —¿Y tú a que te dedicas? Es decir, ya sabes quien soy yo… ¿Y tú?

    —Yo soy medimago.

    —Vaya…

    —Sí… eso mismo dije el día que me gradué, no lo podía creer —sonrió Mikel —, pero vamos a bailar un poco, ¿qué dices? Además que quiero presentarte a mis amigos.

    Harry terminó de beber de un trago lo que le quedaba de licor en el vaso y junto al chico se encaminó al centro de la pista de baile, donde un grupo de chicos, que luego descubrió eran amigos de Mikel, ya se agitaban al compás de una música desconocida.

    Aquella había sido la primera discoteca mágica de ambiente que había descubierto, luego, poco a poco junto con Mikel y varios de sus amigos fue conociendo mucho más sitios, era agradable sentir que no estaba solo en ese aspecto, que había mucha, pero mucha más gente que también quería vivir su vida sin que nadie lo molestara. Algunos le daban miradas de reojo y no podía negar que era uno de los más codiciados de las discotecas, pensó que básicamente debido a su reputación, aunque Mikel y sus nuevos amigos nunca lo hicieron sentirse de esa manera.

    Se había agregado con bastante facilidad al grupo de Mikel, le agradaban ellos porque era gente muy divertida, pese a que todos trabajaban o estudiaban durante el día y todos parecían bastante ocupados, por las noches siempre estaban dispuestos a buscar fiestas, ya sean en lugares muggles o mágicos, con Mikel había estado tan sólo un par de veces, y había sido bueno, por supuesto, le había gustado aprender un par de hechizos interesantes y el poder librarse de los preservativos y los lubricantes, pero solo un par de veces y ahora, algún tiempo después, aunque habían coqueteos y demás, ambos sabían que su momento de estar en la cama juntos había terminado.

    En una de esas salidas, mientras reía de las bromas de Mikel y de Ethan, un chico menor que Mikel y que estudiaba en la misma escuela de leyes que Hermione, fue que conoció a Noah Garth, amigo ya conocido del grupo.

    Noah era un chico de veintidós años, el menor de cinco hermanos, de familia rusa, su padre le pagaban todos sus estrambóticos gastos siempre y cuando se mantuviera alejado de Rusia y de los escándalos que le estaba costando la reputación. Noah conocía a Mikel y a los demás de uno de sus diversos viajes a Londres y esta vez planeaba quedarse mucho más tiempo, al menos unos meses mientras meditaba que más podría hacer con su vida además de viajar y pasarla bien de fiesta en fiesta.

    Harry congenió con él inmediatamente, era desinhibido y bastante abierto, tenía una sonrisa fácil y contaba historias magnificas acerca de los cientos de lugares alrededor del mundo donde había estado. Conocía el nombre de Harry apenas y de oído pero no le interesaba mucho averiguar sobre Harry “El Héroe” sino más bien sobre Harry, el muchacho que estudiaba la (según pensaba Noah) increíble carrera de auror. De lo único que casi no hablaba era de su familia o sus hermanos.

    Por su lado Harry trataba de mantener su promesa de comenzar a olvidar a Draco y pasaba el tiempo esforzándose de sobre manera en la Academia, superando a Dashiell y a Lisa Turpin, que eran los mejores estudiantes. Durante los fines de semana libres iba siempre a visitar a Andrómeda y a Teddy, la mujer le contaba todos los maravillosos adelantos que su ahijado estaba realizando, o de las salidas que organizaba junto a la señora Weasley, para siempre terminar la tarde preguntándole por si ya había conseguido una novia. Más de una vez estuvo tentado a decirle la verdad, pero temía que luego no lo dejara ver a Teddy.

    Los fines de semana ya no iba más a las discotecas muggles, le pareció buena idea para evitar que lo siguieran espiando, por lo general se reunía en alguno de los bares mágicos con Mikel y su grupo, y por supuesto con Noah, quien parecía querer alargar aún más el tiempo de estadía.

    Harry solo veía a Noah en las noches de sábado, en que se encontraban para tomar algo y bailar y luego, si no encontraba algún otro prospecto interesante, se iban al hotel del chico donde pasaban las madrugadas, antes del amanecer Harry siempre se iba a casa y Noah parecía complacido con aquella relación que se estaba alargando por tres meses ya, por eso le pareció extraño ese jueves, antes de su salida, recibir una nota del chico, pidiéndole encontrarse en las afueras de un gran centro comercial en la parte más exclusiva de Londres. Después de meditarlo demasiado aceptó estar allí el viernes alrededor de las nueve de la noche, una vez hubiera cumplido con el casi infaltable ritual con sus compañeros de academia.

    Llegó vestido de muggle, Noah ya lo esperaba de pie, junto a una de las enormes fuentes, contrario a su carácter habitual se veía algo tenso, se saludaron con un pequeño abrazo antes de que el chico le propusiera ir a una pizzería cercana que tenía muy buena reputación.

    Como siempre rieron y conversaron bastante, pese a lo intranquilo que se sentía Harry disfrutó la noche, hasta que la cena terminó y ambos ordenaron una botella más de vino, fue entonces que Noah se puso serio. Pese a estar en un lugar público no le importó tomar la mano de Harry para capturar por completo su atención.

    —Te quiero —dijo simplemente, como si eso explicara todo. Al menos explicaba gran parte de lo que estaba pasando. Harry se soltó inmediatamente y retrocedió un poco en su silla.

    —Yo…

    —Y sé que seguramente tú no sientes lo mismo… aunque sé que te gusto.

    —Sí, claro que me gustas pero no es lo mismo que…

    —¿Sabes qué leo en tu mirada? ¿Sabes qué es lo que he notado cada vez que te he visto? —interrumpió Noah con voz calmada —. Desde la primera vez siempre supe que estabas triste, que alguien de alguna manera te había lastimado… te había roto el corazón y también sé que aún le quieres.

    —Noah, escucha…

    —Y aún así te quiero… pese a que sé que aún no olvidas a esa otra persona pero, y no quiero que te enfades con esto que voy a decir, pero esa persona no está aquí, no es justo que sigas triste por alguien que ya se fue.

    —Sabes que yo no te quiero, no de esa forma… me caes bien y la pasamos genial juntos pero no necesito tener una relación en este momento y… —empezó a excusarse Harry no sabiendo bien qué podía decir y tratando de alejar a Draco de sus pensamientos.

    —Sé que necesitas de alguien que te cuide y te quiera, todos lo necesitamos en algún momento y yo quiero ser esa persona para ti, no te exijo que me cuentes nada que no quieras contarme, o que me des una respuesta en este momento pero… Realmente me gustaría tener una oportunidad para demostrarte que no es tan difícil olvidar.

    —Pero… tú dijiste que te gustaba viajar, que vives viajando y eso tampoco es lo ideal para una relación, si es que esta existiera.

    Noah sonrió hacia Harry con algo más de ternura.

    —No me iría, por supuesto que no, no si tú estás aquí para mí…

    —Yo no quiero que cambies tus planes o tu forma de vida por mí.

    —No lo hago por ti —reprochó Noah antes de darle un sorbo a la última copa de vino que le quedaba —, lo hago por mí, porque yo te quiero.

    Harry levantó la mano y ordenó la cuenta no sabiendo aún que poder responder a eso, no había olvidado a Draco, claro que no, pero sentía que tampoco lo olvidaría, y Noah lo sabía, sabía que existía alguien más en su corazón y a pesar de todo quería tratar, quería intentar cosas que Draco no había querido intentar, es más, Draco había salido adelante sin él e incluso tenía un novio (reconocer aquello aún dolía demasiado) y tal vez lo correcto era que él también lo intentara, después de todo no estaría jugando con los sentimientos de nadie, no si lo dejaba todo claro desde el principio.

    Se sintió demasiado agotado de pensar mientras caminaba junto a Noah lentamente y fumando hacia el hotel del chico. Deseó tener a Hermione cerca para que le diera un consejo, incluso a Mikel, él siempre parecía mucho más centrado que los demás y seguro sería bueno dando consejos.

    Se detuvieron en la entrada del hotel, Noah lo miraba expectante, su cabello castaño se agitaba con el frío viento y sus mejillas estaban sonrojadas, Harry le dio una mirada al cielo, supo que pronto empezaría a nevar y de pronto le provocó tener alguien a quien abrazarse delante de la chimenea mientras la nieve iba llenando las calles, alguien que lo esperase en casa o que le escribiera entre semana para contarle algo más que la siguiente gran fiesta que se organizaría. Deseó tener alguien que llenara el lugar que Draco, su amigo y su amante, había dejado vacante. Pensó que no necesitaba más consejos ni más preguntas, Noah le ofrecía parte de lo que él necesitaba y debía tomarlo, debía darse esa chance.

    —Esta noche podemos ir a mi casa —le propuso mientras tomaba su mano y lo jalaba un poco, alejándolo de la entrada del hotel —, pasar la noche allí.

    —Sí, sería una muy buena idea —contestó Noah, la mirada azul brillando mucho más que antes y una sonrisa radiante que Harry no había visto en el pasado. Se sintió mucho más reconfortado con su respuesta mientras ambos caminaban lentamente por la calle, apretujándose en sus abrigos y guantes, pegados el uno al otro, camino “a casa”.

    *



    La mañana siguiente a “La Gran Borrachera”, que era la forma como Draco la denominaba, Gael había despertado cerca del medio día, con un terrible dolor de cabeza y unas horribles ganas de vomitar, se puso en pie de un salto, lo que hizo que su mareo incrementara, y corrió lo más rápido posible hasta el baño, donde vomitó, según le pareció, hasta algunos órganos vitales, luego regresó arrastrándose hasta la cama y se cubrió completamente con las mantas durante un momento, hasta que unas gentiles manos lo destaparon un poco. Abrió los ojos como plato cuando se dio cuenta de que se trataba de Draco, que le extendía un vial con una poción celeste, Gael sabía que era una poción para la resaca.

    —Bebe esto, te hará bien… aunque debería dejarte sufrir un poco más por beber de esa manera…

    Gael asintió en silencio y, sintiéndose cada vez más enfermo, tomó el contenido completo del vial para luego dejarse caer en la cama con lentitud, los mareos fueron remitiendo poco a poco.

    —¿Qué haces aquí? —preguntó algo preocupado, empezando a notar cosas; cómo que solo estaba en ropa interior, además no recordaba que Draco hubiera llegado a su habitación, únicamente recordaba haber estado bebiendo solo en el techo, rodeado de parejitas que se hacían arrumacos y lo desdichado que se había sentido en ese momento ¿Dónde entraba Draco en toda la ecuación?

    —¿Por qué no miras mejor? —preguntó en respuesta Draco sentándose nuevamente tras el escritorio y volviendo a sus tareas, en solo un par de horas tendría que estar ya en la tienda y la noche anterior había desperdiciado el tiempo con Gael y su borrachera con declaración de amor incluida, aunque claro, no mencionaría eso.

    —Oh, mierda —susurró Gael mirando alrededor, esa no era su habitación, la poción estaba haciendo un gran efecto y de pronto varias escenas de recuerdos recortados llenaron su mente —Oh, mierda —murmuró una vez más recordando ahora la parte de: acuéstate conmigo y me gustas… deseó que el fragmento del llanto fuera solo parte de su imaginación. Sus mejillas se calentaron y supo que estaba más sonrojado de lo que jamás había estado en su vida, aún así se obligó a mirar a Draco, que parecía demasiado distraído con la tarea. Tal vez sí era parte de su imaginación y solo había fantaseado confesándose ante Draco. Unas últimas palabras volvieron de pronto a su mente “Si mañana aún estás seguro de esto lo haremos… pero no me pidas que me aproveche de ti así…”

    —¿Ya te ubicaste? —preguntó Draco sin mirarlo.

    —Demasiado.

    —Sí, demasiado alcohol, ¿en qué demonios pensabas? pudieron descubrirte y sancionarte, más aún si es que tienes media beca. No debes jugarte con los estudios, te creí más responsable.

    —Yo… —Gael tomó una bocanada de aire y se destapó completamente, Draco arqueó una ceja, esperando el comentario o que el chico volviera nuevamente corriendo hacia el baño, pero por el color de sus mejillas no parecía que quisiera volver a vomitar. Gael se puso en pie y buscó entre la pila de ropa su varita y se volvió a meter al baño.

    —¿No hay baño en tu habitación? No quiero ser rudo, pero en serio ya voy atrasado con esto y… —se detuvo cuando Gael salió nuevamente del baño, lucía mucho mejor, como si acabara de tomar una ducha, aunque no había escuchado el agua caer —. Bueno, creo que definitivamente esa poción te hizo bien.

    —Lo recuerdo —contestó Gael acercándose hacia el escritorio —, recuerdo que te dije que me gustabas y…

    —Estabas borracho, no sabías lo que decías —interrumpió Draco pegándose un poco más contra la silla y alejándose del avance de Gael.

    —Y tú dijiste que si hoy, luego de que se me quitara la borrachera, aún estaba seguro de querer hacerlo lo haríamos, pero que no te podías aprovechar en ese momento.

    —Gael…

    —Yo estoy seguro —por fin su voz pareció mucho más tímida, Draco negó con la cabeza y se puso en pie, jalando a Gael hacia la cama una vez más.

    —Escucha…

    —No, no empieces con “Escucha” es así como empiezas cuando… cuando vas a terminar con alguien o a desilusionarlo.

    —Pero, Gael, tú eres mi amigo, el único que tengo por estos días y me gusta tu compañía, creo que la pasamos bien… ¿No te das cuenta de lo que estarías a punto de arruinar por una calentura o un gusto que no tiene ni pies ni cabeza?

    —Es más que un gusto… Yo también disfruto contigo y por eso justamente… Yo… —Gael jadeó y se cubrió el rostro con las manos, Draco temió porque nuevamente se pusiera a llorar.

    —Lo siento… no puedo… —Draco tomó una bocanada de aire antes de retirar con delicadeza las manos del rostro de Gael para que lo pudiera ver —. Yo quiero a alguien más.

    —Tú no sales con nadie —rebatió Gael —, no tendrías tiempo.

    —No, no salgo con él, yo lo quiero, y ahora no estamos juntos, tal vez nunca podremos estarlo… —Draco suspiró, nunca había hablado de Harry con nadie, ni siquiera con Jocelyn —no puedo estar contigo por eso, porque quiero a otra persona… No sería correcto…

    —Lo siento… —murmuró Gael.

    —No digas eso, el que lo siente soy yo, eres un chico maravilloso, solo que yo no puedo…

    —Lo siento por ustedes, por ti y el otro chico… no sé que pudo haber pasado o por qué terminaron, pero siento tu tristeza…

    —Era lo mejor —contó Draco no creyendo aún que estuviera hablando con él de eso —, él tenía que seguir adelante… aprovechar sus oportunidades, no lo hubiera logrado si seguía conmigo.

    —Pero ¿qué hay de lo que tú sientes? … es decir, aún le quieres y él…

    —Él es ahora feliz, eso espero, está haciendo lo que le gusta hacer, sin tener que preocuparse por el qué dirán los demás… Así es mejor.

    Gael se inclinó un poco hacia él y le tomó una mano, apretándola con fuerza, como queriendo darle ánimos mientras suspiraba profundamente.

    Draco siempre consideró esa mañana como el verdadero comienzo de su amistad con Gael, pese a que sabía que Gael podía sentir algo por él no lo alejó, al contrario, empezó a confiar un poco más en él.

    Poco a poco fueron compartiendo las historias acerca de sus familias, de su vida y de sus amores; Draco le contó acerca de Axel y lo mal que se había sentido por, de alguna manera, haberlo usado y que se había prometido no hacerlo nunca más, aunque no le contó de Yarik, y menos de Harry, no volvió a mencionarlo más en sus charlas, pues el recordarlo ya de por sí dolía, el decirlo en voz alta era demasiado para él.

    Gael le habló sobre aquel chico que lo había ilusionado y se había acostado con él, el primero de quien realmente se había enamorado, y como al día siguiente lo había humillado delante de su universidad, como le había dicho que todo no se trataba más que de un reto, una apuesta que había hecho con sus amigos para saber que tan fácil era llevarlo a la cama. Desde ese momento estar allí fue todo un infierno pero sus padres, quienes gracias a ese incidente se habían enterado de su homosexualidad y con los cuales había peleado, no podían pagar un traslado a otro lado, por eso empezó a estudiar mucho más fuerte, hasta lograr la media beca en Londres, para poner mar entre él y todos esos horribles recuerdos.

    Pese a que Gael no volvió a insinuarle siquiera el querer tener algo con él, muchas veces Draco se encontraba cuestionándose acerca de lo fácil que sería tener algún tipo de relación con él, de lo mucho que necesitaba en algunas noches a alguien a su lado, que lo abrazase y acariciase, que reemplazara el vacío que Harry había dejado, pero inmediatamente abandonaba esas ideas al recordarse que Gael era un chico demasiado especial y bueno como para ser usado de esa manera, estaba desarrollando hacia él un cariño muy especial, y justamente por eso se abstenía de tomar lo que sabía le sería fácilmente entregado.

    Gael también le contó acerca de su primera visita al callejón Diagon, un día antes de conocerse en clases, y le mostró los folletos que había encontrado de la MACH, dijo que por eso ese sitio no le gustaba. Draco, que nunca iba a ningún lugar mágico público salvo la oficina de aurores para su chequeo mensual, no había visto esos folletos, aunque sí había leído algo en “El Profeta”. Se sintió algo inquieto al recordar que había gente que no solo repudiaba a los gays sino que ahora además se la tomaba más en serio contra ellos. Recordó que Harry era muy asiduo a los bares y discotecas, no sabía si seguía siéndolo pero espero que por su propio bien estuviera siendo precavido.

    *



    QUOTE
    Notas finales:

    Gracias a todos por leer…

    Ya saben que alegran mis días de esa manera, que me gusta leer sus ideas, conclusiones y teorías, así que no sean tímidos y díganme qué tal les va pareciendo la historia… Ya conocieron a Noah y un poco más a Gael, el título: Comienzos, sé que les dio a imaginar que sería Draco el que iniciaría algo con Gael, pero también iba no solo a Harry y Noah como novios, sino a Draco y Gael como amigos, ya saben lo difícil que es para Draco confiar en las personas, así que el convertirse y considerar a Gael como un verdadero amigo es un comienzo para él.

    El siguiente capítulo:

    “Un accidente muggle”

    Trataré de colgarlo pronto, espero que se pueda…

    Que tengan una buena semana...

    Zafy.

     
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  14. karigutis
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    LIBRO TRES: “CAMINOS”

    CAPÍTULO 28: “UN ACCIDENTE MUGGLE”


    En cuanto puede se me escapa
    Del aire cuelgan mis suspiros... y es
    así de simple, así de grande
    es algo que... no consigo no querer
    Y no me cabe más paciencia
    estoy cansado de morderme el corazón, no puedo más
    si es el destino el que me rompa a estas alturas,
    que me parta de una vez

    "Si puedo volverte a ver"

    "Miguel Bose y Benny Ibarra"

    www.youtube.com/watch?v=qiQW_xryS0g




    Londres, desde mayo hasta julio del 2001.

    Harry aplicó un hechizo de calentamiento sobre él y sobre Larissa Abrain, una de sus compañeras de clase, ambos estaban de pie, dentro de la ciudadela creada para entrenamientos y pese a que fuera ya casi era primavera, el lugar seguía helado.

    —Me pregunto —empezó a decir Larissa castañeando los dientes y sosteniendo con fuerza la varita —si todos ellos se juntarán en el salón de torturas a planear cómo castigarnos logrando el mayor dolor posible.

    —Sí, es muy probable —masculló Harry casi pudiendo imaginar a todos los profesores frente a la chimenea y con una copa de whisky, deliberando sobre cuál ejercicio los haría sufrir más.

    —Vienen —alertó una voz que los hizo girar. Harry y Larissa vieron que se trataba de Chris, que estaba parado a unos metros de distancia, también delante de otro edificio ficticio, el frío había hecho que sus labios se pusieran ligeramente azules, Harry se preguntó si es que él también tenía los labios azules, pero no se animó a hacer la pregunta en voz alta.

    —De acuerdo —respondió Larissa y giró rápidamente hacia el otro lado —. Vienen —alertó tratando de no ser demasiado bulliciosa. La voz de Posey le respondió que de acuerdo. Seguramente el chico seguiría pasando el mensaje, no les daría mucho tiempo pero al menos permitiría que los superiores los encontraran parados correctamente y sin hablar.

    —¿Crees que los expulsen?

    —Sí —replicó Larissa con los dientes apretados.

    —Aún tienes frío.

    —Ya… ya se pasara —Larissa agitó el cuerpo de una manera que a Harry le hubiera parecido graciosa si es que no estuvieran en esa situación —. Son un par de estúpidos, no debieron emborracharse y mucho menos pelearse.

    —Y no sé por qué nosotros tenemos que pagar por eso, es decir, fueron ellos los que se la montaron en la sala de estrategias, yo no los ayudé.

    Larissa iba a replicar pero la voz de su tutor la detuvo.

    —Todos, a la salida inmediatamente —ordenó con voz firme y molesta el profesor O'Neill.

    —Al fin —dijo Harry hacia Larissa sin emitir sonido alguno, ella sonrió asintiendo y ambos se encaminaron hacia la salida, en el camino se les unieron Chris, Emma y Edwin, ninguno habló, cuando por fin pudieron salir notaron que habían pasado toda la tarde allí y que el sol ya se estaba ocultando, el cielo tenía una gran cantidad de colores, el aire era fresco, nada comparado al frío que habían sentido en el interior de la ciudadela de prácticas.

    Se sorprendieron al ver que de la misma ciudadela salían los chicos de primer año también, no sabían que habían estado en el mismo lugar que ellos. Todos parecían asustados y bastante congelados mientras su instructor les ordenaba formar a una distancia bastante alejada de donde se encontraba la clase de Harry.

    —Formados —ordenó el instructor O'Neill, que estaba delante de ellos, su mirada era furiosa, Harry no vio por ningún lado a Malcolm Baddock ni al chico de primer año con el que se decía había estado bebiendo en la sala de estrategias para luego terminar en una pelea, tampoco a Simak que era el que los había encontrado y tratado de separar.

    Violet se formó delante de él, junto a Dashiell, Leighton, Selick y Chris en su posición ya habitual, mientras Harry se quedó atrás, junto a Joel, Edwin, Lisa y Vance. Nadie se animaba a respirar demasiado fuerte siquiera, nunca habían visto a O'Neill tan molesto, ni siquiera la vez en que unos chicos habían sido descubiertos causando alboroto en un bar durante su primer año. Sus ojos oscuros relampagueaban y parecía que en cualquier momento podría dar un golpe por los apretados que estaban sus nudillos, sus mejillas estaban pálidas y los miraba uno a uno, como si se tratara de una bestia escogiendo a su presa. El estómago se le encogió y luchó por no moverse o parpadear.

    —El director Moore desea tener unas palabras con ustedes —dijo finalmente con aquella voz tan dura que usaba —, y luego no crean que se libran de nada, luego ustedes y yo tenemos una charla pendiente —O'Neill caminó hasta pararse junto a Violet en el preciso momento en que Moore, el director, hacía acto de presencia. Durante los casi dos años que ya llevaba allí el director Moore no les había dirigido la palabra ni una sola vez, lo más alto que alguien había podido llegar en caso de un problema era el instructor o incluso el subdirector y coordinador, pero jamás Moore, supuso que algo realmente malo había pasado si es que sería el mismo director el que les hablaría.

    Moore era un hombre alto, completamente calvo y pese a las arrugas de su rostro parecía como un viejo tronco, firme y derecho, se notaba aún la fortaleza de sus músculos con solo verlo caminar. El hombre se paró delante de ellos y con un ligero movimiento de muñeca una tarima apareció de la nada, el hombre subió alargando el silencio y la expectativa; cuando se giró para verlos su mirada furiosa intimidó a todos, incluso, pensó Harry, a su instructor O'Neill.

    —Esta Academia tiene cientos de años —empezó a hablar el hombre con voz firme —, y todos los que se han graduado han sido hombres y mujeres de intachable comportamiento, orgullosos de la Academia donde se formaron, orgullosos de ser aurores y además capaces de hacer sentir orgullosa a esta institución por tenerlos entre sus alumnos, entre sus frutos. Sin embargo nosotros no podemos decir eso de ustedes, no podemos garantizar que tenemos un grupo de futuros aurores, porque ustedes no se comportan como tales. No. ¡Ustedes piensan que esto es un campamento, un lugar donde pueden divertirse, pues de ahora en adelante se acabó la mano blanda con todos ustedes!

    “Tanto los alumnos de primer como de segundo año se encuentran castigados hasta el termino del curso, que será en tres meses: el diecinueve de julio, hasta entonces ningún alumno, bajo ningún concepto y sin ninguna excepción abandonara la Academia. Se agregará un turno más de entrenamientos nocturnos y también dos turnos los fines de semana, además de la obligación de estar preparados para cualquier práctica o simulación en la madrugada”.

    “Por demás está decir que aquellos compañeros que fueron implicados en tan vergonzoso comportamiento han sido expulsados, sin derecho a recomendación y que cualquiera que infrinja al menos una pequeña norma será expulsado también. No quiero volver a escuchar acerca de ningún problema con ustedes y espero no tener que volver a hablarles porque sería para expulsarlos, y créanme, aunque el Ministerio presione porque pronto le de un nuevo grupo de aurores no me importaría el expulsarlos a todos ustedes y empezar de nuevo. No nos arriesgaremos a dar al mundo mágico un grupo de ineptos y vulgares aurores que no serán capaces de realizar su trabajo de la manera adecuada”.

    Y dicho esto el hombre se giró y bajó del estrado, caminando con pasos firmes y molestos hacia el interior de los edificios, Harry sentía sus mejillas sonrojadas y se preguntó si es qué se notaría mucho y si es qué sus demás compañeros se sentían igual de avergonzados. No le parecía justo, ellos no habían sido los que estaban de fiesta en el aula de Estrategias, ni los que habían hecho nada malo. ¿Por qué los tenían que castigar a ellos? Y de esa manera encima, sería como ser prisionero. Ya casi podía leer (menos mal que no había teléfono en la Academia y no le permitían usar la red flú para hablar con Noah) la sarta de reclamos que le enviaría el chico. Pero sus problemas con él era un tema en el cual no debía pensar de momento, por lo pronto debía concentrarse solo en vigilar que no lo expulsen.

    El instructor de los alumnos de primer año se acercó hasta el profesor O'Neill e intercambiaron lo que al parecer eran tensas palabras, ante el aire contenido de los alumnos de primero y segundo, hasta que finalmente se alejaron.

    Harry vio de reojo como el instructor de primero, cuyo nombre no sabía, daba la orden y los enviaba luego hacia dentro del edificio, esperó que al menos a ellos les dejaran descansar también, llevaban toda la tarde expuestos al frío de la ciudadela de prácticas.

    —Deben ir a su habitación y prepararse para la cena, luego de eso tendrán que venir de vuelta al campo. Iniciaremos con las prácticas nocturnas —y dicho eso el hombre dio media vuelta y caminó con pasos rápidos hacia el interior del edificio.

    Todos se miraron de manera interrogante antes de empezar a caminar, tratando de no hacer ningún ruido, hasta el interior del edificio, al menos los dejarían tomar una ducha caliente y probar algo de comida antes de continuar con el entrenamiento.

    En el pasillo del cuarto piso se cruzaron con el grupo de los alumnos de primer año, ellos aún eran un grupo mayor que el de Harry, aunque sabía que no por mucho, en el primer semestre había sido cuando más chicos y chicas habían desertado y habían sido expulsados. Pese a que por lo general los de primer año los miraban con respeto y hasta adoración en esta ocasión les dieron miradas hostiles y de reproche. Era como si ellos pensaran que los de segundo tenían la culpa de lo ocurrido.

    Cuando por fin llegaron a su habitación se encontraron con Simak, luciendo su túnica y el cabello mojado, estaba aplicando un hechizo de calentamiento sobre sus ropas. Parecía algo enfadado.

    —No hay agua caliente… no la habrá, creo —informó tiritando ligeramente.

    —¿Por qué no usaste un hechizo de calentamiento en el agua? —preguntó algo brusco Edwin, como si el que Simak no lo hubiese hecho implicase una prueba de que tal vez el director Moore tuviera razón.

    —¿No crees que lo hice? No se puede… Anda, congélate el culo mientras tratas de invocarlos.

    —No me jodas, Simak —replicó Edwin.

    —Ya paren —se metió Joel entre ellos, que ya parecían dispuestos a pelearse, a Harry le parecía raro, no que fueran los mejores amigos del mundo pero nunca los había visto tan agresivos —, acaban de expulsar a dos por pelearse y ahora todos estamos castigados hasta que el semestre termine, ¿qué quieren?, ¿qué nos quedemos encerrados hasta el fin de la carrera?

    Edwin y Simak se dieron una mirada más de amenaza pero luego se apartaron, Simak continuó ordenando sus cosas en silencio mientras Edwin se metía al baño, los demás se miraban algo preocupados.

    —Vamos, tenemos que cenar antes de que encuentren la forma de torturarnos —dijo Norman hacia Harry metiéndole prisas, el grito ahogado de Edwin los hizo correr a todos hacia el baño, donde Edwin desnudo y dentro de una de las regaderas tiritaba de frío.

    —Puta agua de mierda —masculló con los dientes apretados y Harry arqueó una ceja, por lo general Edwin no se expresaba de esa manera.

    —Se los dije —murmuró Simak, que se había acercado a ellos sin que se dieran cuenta. Edwin le dio una mirada molesta y apretó los dientes mientras terminaba de bañarse. Norman, Joel y Harry se dieron una mirada de valor antes de desprenderse de su ropa y meterse a las regaderas vacías.

    Harry comprendió el por qué del grito de su amigo y el baño se lleno de una sarta de insultos hacia el agua helada, pensó que su cuerpo se acostumbraría al frío pero cuando su ducha (una de las más cortas que jamás había tomado) terminó, aún tiritaba de frío y sus uñas estaban azules.

    Se aplicaron hechizos de calentamiento entre ellos y bajaron en silencio hacia el comedor, por la cara que tenían sus compañeros comprendieron que no eran los únicos a los que el agua se les había congelado.

    Se sentó junto a Norman, Simak, Joel, Edwin y rápidamente se les unió Lisa, Larissa y Amber, ninguno habló ni mencionó nada. De reojo vio como Violet junto a Dashiell, Chris, Sebastián y Brian comentaban en murmullos algo, mirando hacia su mesa. Supuso que tal vez querían preguntarle a Simak qué era lo que había pasado en la sala de Estrategias, Harry también sentía curiosidad pero por la actitud de Simak parecía que nadie se enteraría, no muy pronto al menos. Se preguntó si es que no lo habrían sancionado por alguna estúpida razón y si esa era la razón de su mal humor.

    Luego de la cena fueron llevados al campo, donde estuvieron practicando los ejercicios de rastreo hasta muy entrada la madrugada, el profesor O'Neill aún parecía demasiado furioso y junto con el profesor Hulme, Vibrad y Conklin se encargaron de plantear mil y un escenarios y prácticas. En uno de sus vuelos pudo ver al otro lado del campo a los de primer año sobre volando y realizando ejercicios que él recordaba haber hecho en su primer año. Se veían realmente agotados y se preguntó si es que no estarían esperando a que alguien cayese de la escoba por puro cansancio para dar por concluido el ejercicio.

    —Cuidado, Potter —escuchó la voz de Dick y se agachó justo al tiempo que un rayo azul pasaba en donde unos momentos antes había estado su cabeza, sobre voló hacia donde Dick estaba, junto a Emma.

    —Gracias.

    —Ya, no te distraigas… —resopló Dick alejándose.

    Ya casi estaba amaneciendo cuando se metieron a las camas, ninguno pensó siquiera en pasar por la ducha, tenían tan solo unas cuantas horas para dormir antes de tener que asistir a la primera clase de la mañana, Simak seguía de muy mal humor y todos los demás demasiado agotados para siquiera preguntar algo.

    Estos tres meses serán demasiado largos, suspiró Harry antes de quedarse completamente dormido.

    *



    Draco se sentía cansado, demasiado cansado, las clases habían aumentado de ritmo y sentía que trataba de meter tanta información dentro de su cabeza que ésta pronto estallaría. Gael estaba en similar situación, ambos pasaban el tiempo libre en la biblioteca estudiando o en algún laboratorio preparando pociones y presentando prácticas. Sentía que el tiempo estaba volando y antes de darse cuenta le llegaron los primeros pedidos para fabricar pociones para el estrés, para estudiar mejor y para no dormir. Los exámenes de medio semestre estaban ya cerca, lo cual significaba mucho más trabajo aún.

    —Yo te puedo ayudar —opinó Gael mirando la lista de pociones pendientes por preparar que Draco tenía sobre la cama.

    —No quiero envenenar a nadie, no quedaría bien en mi registro —comentó Draco en broma, pues Gael lo ayudaba usualmente con las pociones, le gustaba porque tenía mucha paciencia y meticulosidad para hacerlas.

    —¡Yo no envenenaría a nadie! —protestó Gael y Draco simplemente negó con la cabeza, maldiciendo el tener que ir precisamente esa tarde al Ministerio, a la sección de aurores para su visita mensual, pensó, con cierta ironía que ya tan solo le faltaba dos años de visitas obligatorias. Se metió al baño a terminar de cambiarse mientras Gael se quedaba en la habitación.

    Como era ya su costumbre Gael fue hacia el escritorio y dando una última mirada a la puerta cerrada, abrió el cajón del lado izquierdo, una vez lo había abierto mientras buscaba una pluma y había encontrado allí la foto del chico del que seguramente Draco hablaba cuando decía que quería a alguien más.

    Era guapo, no podía negarlo, algo desaliñado tal vez, lo que contrastaba mucho con la imagen de Draco, pero la forma como se miraban revelaba que realmente sí se querían. El rostro del chico se le hacía ligeramente conocido, pero no sabía de dónde, estaba seguro que no lo había visto en el campus, tal vez en el callejón Diagon. Draco no le había dicho nada más acerca del chico o la razón por la cual ya no podían estar juntos. Y le daba envidia y algo de celos que ese chico, pese a no estar cerca de Draco al menos ya por más de una año, fuera el merecedor de su fidelidad, y que él, que estaba tan cerca no pudiera obtener siquiera un poco de cariño y consuelo. Draco se lo había dejado en claro, no lo harían porque estaba mal, porque no quería lastimarlo y porque eran amigos, mejores amigos, había dicho y generalmente eso le bastaba, pero había veces en que sentía y quería más, aunque Draco se hiciera el que no se daba cuenta.

    —Iré a conseguir los ingredientes que faltan para esto —explicó hacia Draco en el momento que salía del baño ya cambiado —, cuando vuelvas ven a mi habitación y podremos empezar con las más simples.

    —Me parece bien, pero llegaré casi de madrugada, tengo trabajo.

    —Cierto.

    —No te preocupes, mañana puedo empezar, de todas maneras hoy adelantaré tareas.

    —No te quedes hasta muy tarde —recomendó Gael mientras ambos salían ya por el pasillo hacia la salida.

    —Sí, mamá —se burló Draco y Gael suspiró fastidiado.

    —Lo digo por tu bien.

    —Ya.

    —Tal vez… —tentó ya pasando por la caseta de seguridad para que ambos pudieran salir, uno a comprar al callejón Diagon y el otro hacia el Ministerio —, yo te pueda esperar esta noche para ayudarte…

    —No, no te preocupes, yo puedo solo —comentó Draco guardando la identificación dentro del morral, no prestando atención real a las palabras de su amigo. Sintió la mano de Gael sobre el hombro y levantó la vista interrogante

    —Te veo —dijo el chico a modo de despedida antes de darle un ligero apretón y girarse para caminar hacia el lado opuesto al que Draco tenía que ir. Draco solo se encogió de hombros y se apresuró hacia la parada de buses.

    *



    Cuando por fin pudo salir del Ministerio, lo hizo echando humo, mucho más furioso de lo que había estado en largo tiempo, le habían tocado Desai y Benoit, esos dos le tenían manía y siempre aprovechaban todas las oportunidades para burlarse de él y perjudicarlo; cuando salio eran ya las diez de la noche, debía estar en el trabajo desde las ocho así que, sintiéndose avergonzado, llamó a su jefa explicándole que se sentía muy enfermo y que apenas había podido llegar al teléfono, y que al día siguiente estaría allí puntual. Perpetua le había dado un largo discurso acerca de lo necesario y correcto que era que cumpla con al menos avisar temprano y que le descontaría ese día de trabajo.

    Al menos ahora tendría tiempo de adelantar las pociones ya pedidas, calculó que Gael aún estaría despierto y fue directo a su habitación, tocó la puerta suavemente, para no molestar al resto del pasillo y Gael le dio una mirada asombrada cuando finalmente abrió.

    —¿Qué pasó? —preguntó extrañado, había esperado sentirlo llegar cerca de media noche.

    —Estúpidos aurores —masculló Draco.

    —Oh… —Gael sabía sobre las visitas de Draco al Ministerio y lo poco que le gustaba hablar de ellas así que no comentó nada y lo invitó a pasar mientras sacaba de uno de los cajones una bolsa con una gran cantidad de ingredientes y se la pasaba a Draco —. Podremos adelantar pociones.

    —Sí, podremos… ¿Vamos a mi habitación? Allí ya tengo el resto.

    —Claro —Gael sacó un par de libros y algunos implementos más y ambos caminaron en silencio hasta la habitación de Draco.

    Trabajaron hasta muy entrada la madrugada, finalmente cuando apagaron el último caldero Gael sentía que los ojos se le cerraban solos, Draco, a su lado bostezaba y tenía los ojos rojos.

    —Solo necesitamos dejar la poción antiestrés descansar hasta mañana al anochecer y tendremos todo listo —informó Draco desprendiéndose de su túnica.

    —Y mañana tenemos clases —Gael recogió un par de libros y se acercó a Draco que ya estaba sentado sobre la cama desanudándose las zapatillas. Sin pensarlo mucho se arrodilló delante de él y Draco levantó la mirada algo alertado.

    —Gael… —advirtió seriamente, pero Gael no se dio por aludido y con una mano temblorosa acarició la mejilla de Draco suavemente, la mirada que le dio no era ni remotamente parecida a la que le daba al chico de la fotografía, nunca había visto en Draco esa mirada o esa sonrisa, la forma como sus ojos brillaban… ni cuando sacaba una excelente nota o lograba algún proyecto muy difícil, esa mirada jamás había aparecido en su rostro en todo el tiempo que lo conocía, sintió algo quebrándose en su pecho. Entendió al fin que no había forma en que pudiera competir con él y que tal vez debería dejar de intentarlo.

    —Eres un gran chico, ¿sabes? No dejes que nadie te haga creer lo contrario —susurró antes de acercarse y darle un beso en la mejilla, Draco cerró los ojos y asintió suavemente, no sabiendo de dónde venía aquello, pero no queriendo alargar más la situación.

    Finalmente Gael se puso en pie y suspiró.

    —Antes de irte a desayunar mañana toca a mi puerta, algo me dice que me quedaré dormido —comentó ya casi en la salida.

    —Claro, también haré de tu reloj despertador —replicó Draco, Gael le guiñó un ojo y salió.

    Draco finalmente se desprendió del resto de su ropa y se puso el pijama, caminó hacia el escritorio y sacó la fotografía de Harry y él, la miró un largo instante y sonrió antes de meterse a la cama. Se quedó dormido inmediatamente, realmente sí estaba agotado.

    *



    Aquellos siguientes tres meses efectivamente se sintieron largos y agotadores, incluso más que el tiempo que había pasado junto a sus amigos durante la guerra, tal vez la diferencia estaba en que en ese entonces no había tenido opción y él se guiaba por lo que pensaba que debía hacer en ese momento y en cambio ahora tenía que obedecer las ordenes de su instructor y de sus maestros, que estaban dispuestos a sacarles hasta las últimas fuerzas cada día. Aunque claro, siempre había una opción: renunciar, y nunca antes se había planteado el renunciar a nada antes, pero había algunas noches en que simplemente no podía evitar pensar que todo sería mucho más sencillo sí admitía que no podía más y abandonaba, y no era el único que había pensado así, después de un mes de ser sometidos a ese ritmo hubo la primera renuncia: Marielle Kerr, seguida dos semanas después por Richard Dick; Emma Wilkie, novia de Richard había dicho que el chico había aceptado un empleo en la destilería de su padre, donde hacían licores y durante varios días se vio triste y apática, aunque según les había comentado Géraldine, se sentía aliviada porque que Richard simplemente no podía soportar más el estar allí.

    Los pormenores de lo ocurrido en aquella aula entre Malcolm Baddock y el chico de primer año no se conocieron hasta casi dos meses después de ser castigados, cuando finalmente Simak decidió contar lo ocurrido, aunque solo a sus compañeros de habitación: ocurrió una noche, entre susurros y con las luces apagadas. Harry y los demás habían quedado más que asombrados de escuchar que en verdad ambos chicos habían estado bebiendo durante toda la noche y que para el amanecer el chico de primero, que había invitado a Baddock, lo había querido besar, o tal vez mucho más, pero Baddock era mucho más alto y fuerte que él y lo había golpeado y lo hubiera terminado matando si Simak no llegaba a tiempo. También contó como luego Baddock lo había querido obligar a guardar silencio, a no buscar ayuda ni delatarlo, pero Simak no había podido evitarlo, se sentía culpable por haber traicionado a uno de sus compañeros pero el chico de primero estaba muy herido, inconsciente y había mucha sangre alrededor. Baddock había jurado vengarse si lo delataba pero Simak simplemente no pudo encubrirlo. Finalmente el chico de primero había quedado con algunas lesiones graves y ambos habían sido expulsados. Los comentarios entre los compañeros de habitación corrieron entre que Baddock era un idiota por aceptar una invitación para tomar estando en clases hasta que el chico de primero se lo tenía bien empleado por tener esas desviaciones y más aún por intentar forzar a otros a hacerlo. Harry tenía sus dudas acerca de lo que podía realmente haber pasado, recordó a Baddock en la escuela, era uno más de los que había reído de los insultos a Draco. Casi estuvo seguro que ese chico de primero había caído en una trampa de Baddock, una que le estalló en la cara al propio Baddock.

    El tiempo libre que tenía (casi nulo) no le daba tiempo para seguir analizando aquel hecho y se dedicó mejor a responder las cartas de Andrómeda, Hermione y Ron y sobre todo de Noah.

    Sus amigos habían tenido diversas reacciones sobre el castigo: Andrómeda había dicho que sabía lo que era estar allí por su hija y que no tirara la toalla, que tres meses se pasaban de manera rápida y que al final estaría agradecido por todo lo aprendido. Harry no dudaba en que al final aprendería mucho y que tres meses podían pasar relativamente rápido, aunque se negaba a creer que en algún momento de su vida agradecería ese tiempo encerrado.

    Hermione se había mostrado indignada, le había escrito una larga carta donde le explicaba que ellos tenían derecho a protestar y reclamar porque aquella no había sido su falta y que no se dejaran amilanar por las ínfulas de poder de aquellos directores e instructores. Harry quemó esa carta lo más rápido posible, no necesitaba que cayera en manos extrañas o peligrosas.

    Ron había sido más el amigo que esperaba, había llenado la carta diciendo lo mucho que lo lamentaba, lo malos que podían ser los aurores algunas veces y prometiéndole que en cuanto saliera ambos irían a volar y a pasar un buen rato con un par de cervezas.

    Y Noah… Noah no había comprendido nada y por primera vez desde que lo conocía le instó a usar su nombre y su fama para que lo dejaran salir al menos una vez al mes a verlo; incluso dijo que podía sobornar a algunos de los vigilantes para que lo dejaran escapar. Cada tres días le llegaban cartas de él, diciéndole cuánto le extrañaba y cuánto ansiaba su regreso.

    Harry finalmente le había dicho que se podía quedar en Grimmauld Place poco tiempo después de que le hubiera dicho que le quería, y al principio todo había sido bastante bueno, los desayunos en la cama, levantarse tarde junto a un cuerpo tibio, las conversaciones frente a la chimenea, incluso el ir a hacer las compras… Pero pronto, mucho más pronto de lo que Harry había pensado, todo empezó a parecer una rutina demasiado agobiante, y eso que se veían únicamente dos fines de semana al mes. No se había animado a contárselo a Mikel ni a los demás porque todos ellos parecieron muy contentos cuando les contaron que ahora eran novios, formales, exclusivos y todo. Así que el estar encerrado y por ende imposibilitado de ver a Noah durante tres meses le supo a un descanso, aunque sus cartas no daban tregua y si dejaba de contestar alguna la siguiente llegaba mucho más exigente, algunas veces, en casa, habían discutido, básicamente, según decía Noah, por la falta de interés de Harry en la relación, y durante esos tres meses en que permanecieron carteándose aquel reclamo aparecía al menos una vez a la semana. Harry estaba ya convencido de que se había equivocado al aceptar a Noah de esa manera, que esa no era la mejor forma de olvidar… Tal vez al salir pudiera decirle eso a Noah, pedirle que fueran amigos nuevamente, la pasaban muy bien como amigos.

    Sin embargo cuando salió al fin de la Academia, terminando el primer semestre de su segundo año, no fue directo a casa, decidió pasar primero por un bar mágico donde se encontró a Mikel, que lucía algo cansado pero feliz de verlo de vuelta, intercambiaron algunas noticias; Mikel le comentó que Noah había estado pasando el tiempo con ellos, contando lo triste que estaba por su ausencia, Harry le contó lo que había pasado y ambos mantuvieron una larga conversación sobre la forma como los heterosexuales trataban a los gays y como siempre les querían echar la culpa de todo, hasta que de pronto, Harry no supo como, la conversación derivó en el caso de un paciente que había llegado aquella tarde y que había causado cierto alboroto en el hospital: Draco Malfoy.

    *



    Gael ya se sabía los horarios de Draco de memoria, siempre le parecía admirable la capacidad del chico para organizarse y cumplir con el trabajo, la universidad, sus auditorias en el Ministerio e incluso la venta de algunas pociones por encargo. Trataba de estar siempre cerca, ayudándolo en todo lo posible, sobre todo en conseguir ingredientes, pues a Draco no le gustaba ir al callejón Diagon ni a ningún otro sitio mágico. En más de una ocasión Gael le había dicho que necesitaba salir más, mostrarse ante el mundo pero el chico siempre se negaba en redondo argumentando que tenía cosas mucho más serias que hacer que tratar de socializar con un mundo que no le quería. Fue por eso que en aquella tarde de julio, en que Draco debía volver a las seis de la tarde y no apareció, intuyó que algo extraño podía estar pasando. Esperó a que la clase de la noche, a la que Draco debía asistir, terminara para salir en busca de su amigo.

    Conocía la dirección donde quedaba el supermercado en el que Draco trabajaba, lo había acompañado un par de veces y, a diferencia de Draco, él sí tenía licencia para aparecerse así que obvió la parte del autobús y en un instante apareció a unas cuantas calles del lugar.

    Avanzó con pasos rápidos pero a tan solo dos calles supo que algo andaba terriblemente mal: había varios camiones de bomberos y ambulancias muggles llegando y saliendo, una gran cantidad de gente rodeando la calle en donde la tienda quedaba y una gran humareda saliendo del sitio. Corrió lo más a prisa que pudo hasta llegar lo más cerca posible, a través de la barricada formada por cintas amarillas y algunos policías pudo averiguar que al parecer una fuga de gas había hecho volar la tienda, que había una decena de muertos y muchos heridos y que por suerte ya nadie quedaba dentro del local, aparentemente. Finalmente le dieron la dirección de un par de hospitales a donde habían sido trasladados los heridos y de la morgue donde los muertos habían sido llevados. Negándose a pensar en esa última opción tomó un taxi hasta el primer hospital que le habían mencionado, había una gran cantidad de familiares y amigos preguntando por los pacientes y esperó por más de media hora hasta que alguien le confirmó que en ese hospital no había ningún Draco Malfoy registrado.

    Con el pánico mucho más latente llegó hasta el segundo hospital, donde tuvo que esperar más de media hora hasta que una regordeta y mal humorada enfermera ubicó en el ordenador que Draco Malfoy había sido recogido por sus parientes y trasladado a una clínica privada.

    Gael sabía que Draco no tenía parientes ni amigos y luego de pensarlo un momento cayó en cuenta de que lo más probable fuera que los aurores lo hubieran ido a buscar y trasladado a San Mungo por el tema del secreto mágico.

    Le fue difícil averiguar dónde quedaba San Mungo, tuvo que volver a la Universidad y buscar en los libros de información hasta que encontró la manera de ingresar al lugar.

    Por fin en el lugar empezó a preguntar por Draco y por su estado, las enfermeras lo mandaron de piso en piso hasta que finalmente una le dijo que estaba en el área de Aurores y detenidos. Gael no entendió la razón por la cual podría estar detenido, pero no se quedó a preguntar, y corrió lo más posible hasta que dio con la habitación de Draco; en el último piso. Era un pasillo largo y blanco, en la puerta había un par de hombres con cara de pocos amigos. Tuvo que someterse al pequeño interrogatorio de los hombres, sabía que ellos conocían la historia de Draco y que no podía argumentar ser ningún pariente lejano así que dijo la verdad, que era su amigo y que al menos quería saber su estado. Los aurores, que ahora lo miraban de manera mucho peor, lo hicieron esperar durante mucho rato más en las afueras de la habitación hasta que una enfermera salió, cargando unos cuantos frascos de pociones vacías.

    La mujer sí era amable y no se negó a darle información e incluso lo dejó entrar, pese a la mirada molesta de los dos hombres de la puerta, aduciendo que el paciente necesitaba que alguien lo cuidara y que si los aurores no lo iban a hacer al menos deberían dejar que Gael lo hiciera.

    Gael entró a la habitación mientras la enfermera le terminaba de contar que Draco se encontraba fuera de peligro, que sus pulmones habían sido ya limpiados del humo que había aspirado y que las heridas habían sido sanadas, que dormiría al menos unas doce horas más, hasta que todos sus órganos se encontraran funcionando en condiciones óptimas y que si deseaba podía pasar la noche allí. Gael no necesitó que se lo repitieran y se acomodó en un pequeño sofá, delante de la cama de Draco, observándolo dormir, su rostro parecía mucho más pálido que antes, sin embargo el que su pecho subiera y bajara a un ritmo constante y que los hechizos alrededor le indicaran que todo estaba funcionando bastante bien lo hicieron sentirse aliviado. Inspeccionó el cuerpo de su amigo: tenía las manos y los dedos rojos e hinchados, como si se hubiera quemado, una sábana blanca delgada lo cubría hasta el pecho, donde se veían unos cuantos arañones y cortes.

    —¿Qué fue lo que te pasó? —susurró inútilmente hacia la nada.

    *



    Harry trató de no aparentar preocupación mientras Mikel le contaba que había ocurrido una explosión en un supermercado muggle y que al parecer Draco había estado allí. Que había quedado algo herido y que había respirado mucho humo, que los aurores lo habían sacado del hospital muggle y lo habían llevado a San Mungo, pero al área de detenidos, porque sospechaban que él podía haber creado la explosión.

    —¿Por qué haría algo así? —preguntó Harry tratando de entender el razonamiento de los aurores.

    —Al parecer usó un hechizo en el lugar, pero honestamente creo que lo debe haber hecho para salir de allí, cualquiera lo haría. No sé mucho al respecto, yo entiendo que ese chico es hijo de Lucius Malfoy y un ex mortífago, aunque Butler, la medibruja que lo atendió, aseguró que no llevaba la marca… aunque claro, este tema lo debes entender tú mejor que yo… supongo que cuando aquel que no debe ser nombrado murió la marca desapareció.

    —No, Malfoy no tenía la marca… nunca la recibió —comentó Harry —¿Entonces él está bien aunque detenido?

    —Lo interrogaran mañana que despierte, según sé, hay dos aurores custodiándolo… Ya sabes, en el séptimo piso se creó un ala para aurores y detenidos, es curioso que ambos vayan al mismo sitio…

    —¿En serio? No lo sabía —contestó Harry tomando en cuenta la información de Mikel y ya planeando como escabullirse por San Mungo, necesitaba ver a Draco, asegurarse de que en verdad estaba bien, que no estaba mal herido y luego… luego seguir de cerca lo que ocurriera con él, no creía que Draco pudiera volar un sitio muggle a propósito… Pero… — ¿Qué hacía Draco Malfoy en un supermercado muggle?

    —Traía un uniforme, dicen que allí trabaja, aunque no lo imagino trabajando allí…

    —¿Trabajar?

    —Lo sé, suena raro, pero no creo que estuviera haciendo nada malo, es decir, está bajo libertad de prueba y dicen que ha hecho algunas cosas malas en el pasado pero Malfoy fue el que obtuvo la beca de fabricante de pociones de La Universidad Mágica de Gunhilda de Gorsemoor, supongo que debe ser muy capaz para poder llegar a obtenerla, conozco varios que postularon y no se acercaron siquiera un poco a ganar, no creo que quiera arriesgar el futuro que puede obtener con ese título por tonterías como esas.

    —Sí, la obtuvo en el último año de la escuela.

    —¿Estudiaste con él? Debe tener tu edad.

    —Ajá… Escucha Mikel, ya debo ir a casa… ¿nos vemos mañana?

    —Claro, anda y consuela a Noah que está más que impaciente por verte. Mándale saludos.

    —Ya… nos vemos.

    Harry salió con prisas del lugar, solo una idea en la cabeza, ver a Draco; asegurarse de que estaba bien.

    *



    Gael escuchó el sonido de alguien tocando la puerta, frunció el ceño por la interrupción y miró hacia Draco que aún seguía durmiendo profundamente.

    No contestó, se levantó y caminó hasta la puerta y la abrió de un solo tirón, fuera estaban los dos aurores conversando junto a una bruja de mediana edad, Gael la conocía, la había visto un par de veces era Dora Williams, asistente social de la universidad, lucía una túnica clara y el cabello, que por lo general estaba recogido en un moño, suelto sobre los hombros, supuso que la habían pillado fuera de la universidad.

    —Señor, Eytinge, interesante encontrarlo aquí —dijo la mujer en cuanto Gael cerró la puerta para darle tranquilidad a Draco.

    —Buenas noches, señora Williams. Estoy cuidando a Draco, él y yo somos amigos…

    La señora levantó una ceja y le dio una mirada fastidiada antes de asentir y volver hacia los aurores.

    —Como les decía, Draco Malfoy es estudiante modelo y tiene permiso para trabajar en ese sitio, incluso tengo su horario de trabajo y esta tarde le tocaba estar allí hasta las cinco, así que no veo la razón para que lo tengan detenido, este tipo de publicidad le hace mucho daño a la Universidad, sobre todo porque ustedes no tienen ninguna prueba de que el chico haya volado ese supermercado.

    Gael, que por un instante se había sentido aliviado de que la mujer defendiera a su amigo se enfureció mucho.

    —¿Creen que él voló la tienda esa?

    Uno de los aurores le dio una mirada de desdén mientras que el otro lo ignoró y se dirigió a la señora.

    —Pues no es nuestra culpa que le den becas de estudios a mortífagos, estaba en la escena del crimen, rodeado de muggles, a los que antes decía aborrecer y el Ministerio tiene derecho a sospechar.

    —Tal vez a sospechar pero no ha comunicarlo a la prensa, no crea que somos tontos, señor…

    —Ramsden —se identificó uno de los aurores.

    —Señor, Ramsden, tenemos contactos y sabemos que de alguna extraña manera la noticia se ha colado al diario “El Profeta” y a “Inglaterra mágica hoy”, y supongo que algunos otros más.

    —Ellos deben informar ¿no? Que un mortífago ha vuelto a las andadas, para que la comunidad lo sepa.

    —Él no es un mortífago, es un alumno de nuestra universidad y no tienen porqué tenerlo detenido —defendió la mujer, Gael supo, por su tono de voz, que estaba perdiendo la paciencia.

    —Sí, él solo trabaja allí para poder pagar sus gastos ya que ustedes le arrebataron todo lo que su familia tenía, ¿por qué no lo pueden dejar en paz? —intervino Gael.

    —Ese no es tu asunto —contestó el segundo auror. Gael abrió la boca para replicar pero en ese momento una enfermera caminó hacia ellos y se paró delante de la puerta de la habitación.

    —Lo siento, debo revisar al paciente —dijo con voz aburrida, ninguno de ellos la tomó realmente en serio, Gael se hizo a un lado y la dejó pasar antes de continuar con sus réplicas.

    *



    La enfermera entró a la habitación y se quedó de pie muy quieta, mirando hacia la ventana. Un instante después Harry salía debajo de la capa de invisibilidad, le dio una mirada de disculpa a la enfermera.

    —Lo siento, sé que no debería hacerlo… —negó con la cabeza, la mujer no podía entender lo que decía, no bajo el hechizo.

    Pensó que las personas que estaban afuera aún demorarían mucho más en regresar, parecían en medio de una discusión, se preguntó quienes serían y qué tendría que ver con Draco, al cual no se había animado a ver aún, no con la enfermera allí. Levantó la varita y le ordenó con el pensamiento que volviera a la estación de enfermeras, donde la había encontrado, la mujer ni siquiera parpadeó y pronto estuvo saliendo de la habitación, dejando a Harry solo con Draco.

    Harry caminó con algo de temor en la habitación oscura, ahora viendo lo que no había querido ver al entrar: el cuerpo de Draco sobre la cama, cubierto apenas con una sábana blanca, y rodeado de hechizos y frascos de pociones. Dejó caer la capa en el piso y avanzó hasta la cama, lamentaba que las luces estuvieran tan bajas como para no poder apreciar lo suficiente a Draco, pero luego de no haberlo visto por dos años aquello bastaba.

    Con un dedo tembloroso acarició la mejilla, su piel seguía tan suave como antes, aunque su cabello parecía más corto, sus labios estaban apenas rosados, en el pecho había un par de cortes y golpes, los brazos tenían moratones en varios puntos, supuso que por la forma como lo habían jalado para sacarlo de aquel incendio. Recordó entonces la forma cómo en la última batalla lo había sacado de aquel incendio y se preguntó si es que Draco no había rememorado aquel terrible momento que no le gustaba recordar, esperó que no, que lo hubieran sacado antes de que se asustara demasiado.

    Con sus dedos acarició el hombro y siguió bajando, pensando en lo mucho que extrañaba esa piel y lamentando no poder verlo a los ojos, no poder escucharlo, Draco siempre tenía algo que decir, nunca se quedaba quieto hasta conseguir la última palabra, sonrió un poco por ese recuerdo. Sus dedos llegaron a la muñeca y luego hasta los dedos, hinchados y con ampollas, supuso entonces que tal vez había tenido que agarrar o empujar algo muy caliente para poder salir de aquel sitio.

    Suspiró profundamente y miró todo lo que pudo ver, empapándose de su imagen: de como su pecho subía y bajaba, de como su rostro parecía tan sereno y de la forma como sus labios dejaban escapar el aire lentamente… Un ruido a la izquierda lo hizo girar con rapidez, levantando la varita en posición de ataque, soltó un jadeo cuando descubrió que en la puerta ya cerrada estaba uno de los chicos que había visto afuera discutiendo y que además lo miraba de manera amenazante.

    *



    La enfermera salió unos instantes después mientras la señora Williams seguía diciéndole a los aurores que si no quitaban el título de “Detenido” al señor Malfoy entonces la directora de la universidad, la señora Cassandra Davenant, tendría que ir en persona a quejarse con el jefe de aurores por un tratamiento tan inadecuado.

    Ninguno de los aurores se inmutó siquiera ante la amenaza y finalmente la señora Williams dijo que no podía hablar con personas tan intransigentes y se marchó dejándole a Gael una tarjeta para que pudiera localizarla en su casa en cualquier momento si es que algo llegaba a cambiar en la situación de Draco o si es que tenía algún problema y advirtiéndole que no debía hablar con ningún periodista.

    —Y tú, niño, si vas a cuidar a tu… amiguito, mejor métete de una vez, antes que nos desanimemos —le dijo uno de los aurores, Gael no necesitó que se lo repitieran y comprendió al fin en toda su extensión porque Draco detestaba tanto a esos hombres, realmente eran despreciables.

    Entró a la habitación tratando de no hacer sonido alguno y en cuanto cerró la puerta y giró vio a un chico extraño sobre el cuerpo de Draco.

    —¿Qué quieres? ¿Ni siquiera van a esperar a que despierte para interrogarlo? —preguntó a la defensiva, importándole muy poco que el chico le apuntara con una varita y caminando hasta la cama de Draco dispuesto a hacer que ese tipo sacara las manos de encima de su amigo.

    —¿Quién eres tú? —preguntó Harry bajando la varita pero no apartando la mano que tenía sobre el brazo de Draco.

    —Tú eres el que no debe estar aquí, así que… —Gael se detuvo abruptamente y abrió los ojos sorprendido, tenía el cabello mas largo y parecía mucho más fuerte que antes pero… sí, estaba seguro que se trataba de él. ¿Qué demonios quería ese chico con su amigo? Ya lo había dejado solo demasiado tiempo, no podía permitir que ahora regresara, no cuando Draco tenía una vida copada y sin sobrante de tiempo para ex novios con sentimientos de culpa.

    —Lo siento, no quería molestar, ¿no sabes quien soy? —preguntó Harry cambiando el tono a uno más calmado.

    —¿Por qué habría de saberlo? —preguntó Gael cruzándose de brazos —, y suelta a Draco.

    —No eres de aquí ¿cierto? —cuestionó Harry obviando la orden del chico pero maquinando ya que probablemente ese era el “novio” del que Neville había hablado, y maldición, era demasiado lindo y guapo y eso solo lo hacía sentir mucho más furioso y posesivo —, lo digo por tu acento.

    —Y tú no deberías estar aquí, así que si no quieres que llame a los aurores de afuera…

    —De acuerdo, mi nombre es Harry Potter, soy amigo de Draco y…

    —¿Potter? —interrumpió Gael —¿Potter el que mató a Voldemort?

    —Definitivamente no eres de aquí, muy pocos se animan a decir ese nombre, a Draco no le gusta hacerlo…

    —No lo sé, no hablamos de eso —Gael sintió un retortijón más, el chico del que Draco estaba enamorado, al que decía querer y por el que decía valía la pena cualquier sacrificio no era otro más que Harry Potter, empezaba a entender en algo la razón por la cual no estaban juntos, seguramente Potter no podía dejarse ver con Draco, menos con todos los antecedentes que cargaba encima, seguro que sería una muy mala imagen para “El Gran Héroe”.

    —¿Él está bien? —preguntó Harry, sintiéndose amenazado por la mirada que le daba el chico, incluso se había vuelto mucho más ruda.

    —Sí, lo está, y lo estará más si es que lo dejas en paz, él no necesita que vengas a verlo o a darle migajas de tu tiempo.

    —Yo no le quiero dar migajas de nada… Hablas demasiado sin estar enterado de nada, ¿sabes?

    —¿Y tú sabes que es a mi novio al que estás tocando? Y eso no me gusta para nada —. Bien, había mentido, pero no soportaba estar delante de él, no después de saber que era el Grandioso Harry Potter, el que había abandonado a su amigo.

    Harry lo miró fijamente un instante y luego miró hacia Draco. Novio, había dicho novio, ese chico había conseguido que Draco se mantuviera a su lado, había logrado… lo que él no había podido lograr. Retrocedió un paso y luego otro, alejándose de la cama y sintiendo que se alejaba de Draco también, como una confirmación de que lo había perdido, quizá ya para siempre.

    —No sabía que él y tú…

    —Desde hace casi un año —mentía descaradamente, lo sabía, pero ya qué, no dejaría que ese chico se acercara a Draco, le diera esperanzas y luego lo lastimara.

    —Claro —asintió Harry —¿Cuándo le darán de alta? —preguntó queriendo obtener toda la información posible para volver a casa tranquilo —¿No tiene heridas graves?

    —Tuvo un corte grande a la altura del hígado, no saben si porque calló contra algo al momento de la explosión o si porque se lastimó al querer salir, respiró mucho humo, pero ambos problemas ya han sido solucionados, realizó un hechizo, un aguamentí, aunque puede haber sido más de uno, con esos aurores nunca se sabe —masculló eso último mirando a la puerta con enojo —. Mañana en la tarde despertará y podrá volver a casa en un par de días más… Él no te necesita, y si eso era todo lo que querías saber…

    —Yo… —Harry se alejó por completo de la cama de Draco y caminó hasta donde había dejado la capa de invisibilidad, la tomó entre las manos y miró hacia Draco y hacia Gael de manera alternativa —. Supongo que… — resopló y de pronto se sintió demasiado cansado, como si todo el peso del mundo cayera sobre sus hombros e hiciera que la espalda le pesara y las piernas se le doblaran. Pese a la mirada de rabia de Gael se acercó hasta Draco y le dio una última mirada, se agachó y le dio un beso en la frente antes de retroceder y ponerse la capa sobre los hombros.

    —¿Así es cómo entraste? —preguntó Gael asombrado porque el chico tuviera una capa de invisibilidad, sabía que eran muy escasas y caras.

    —Más o menos… No me dijiste tu nombre.

    —Gael, me llamo Gael Eytinge, no te mentiré y te diré que me da gusto conocerte…

    —¿Draco te ha hablado de mí? —esa pregunta, sabía Harry, era solo con deseos de alimentar más su dolor.

    —Sé que lo conoces, creo que de la escuela, ¿acaso había algo más que decir de ti?

    Y sí, dolió que Draco no lo haya mencionado, que ni siquiera haya admitido su existencia o la relación que tuvieron. ¿Qué si había algo más que decir de él? Él podría llenar libros enteros de cosas que decir acerca de Draco, de los sentimientos que lo ligaban a él… deseó tener un cigarro a la mano, o tal vez un trago de whisky, eso le haría bien. Se forzó a hablar con tranquilidad pese al nudo que se le estaba formando en la garganta:

    —Me iré si es que abres la puerta por alguna razón y así no sospechan de que la puerta se abrió sola…

    —Encantado —respondió Gael aliviado de que al fin Potter decidiera irse.

    —Y, Gael —agregó en el último momento quitándose la capa de encima una vez más —, no le digas que estuve aquí, no quiero importunarlo…

    —De acuerdo.

    Harry sacó del bolsillo una tarjeta y la encantó para que apareciera su dirección y la forma cómo llegar.

    —Si alguna vez… si pasa algo y Draco necesita ayuda… cualquier tipo de ayuda…

    —No la necesitará —interrumpió Gael con voz cortante, negándose a recibir la tarjeta de manos de Harry.

    —Uno nunca sabe… si le pasara algo y yo pudiera hacer cualquier cosa… incluso si tú necesitaras ayuda…

    Gael puso los ojos en blanco, ansioso porque Potter se largara de una buena vez, tomó de mala manera la tarjeta y se la metió en el bolsillo, pensando en quemarla a la primera oportunidad.

    —Demás está decirte que lo cuides mucho ¿verdad?

    —Sí, está demás.

    Harry no contestó nada y se metió nuevamente bajo la capa, Gael abrió la puerta y salió al pasillo, esperando el tiempo suficiente para que Potter saliera.

    —Hey, ¿ahora qué pasa? —preguntó Ramsden con voz fastidiada.

    —¿Por casualidad no irán por café? —preguntó Gael con voz falsamente amable, un gruñido fue la respuesta de ambos hombres —. De acuerdo, yo solamente preguntaba —dijo antes de volver a meterse en la habitación.

    Permaneció el resto de la noche despierto, recordando con detalle la conversación con Potter y jugueteando con la tarjeta, leyó la dirección muchas veces, incluso el pequeño mapa de cómo llegar. Cuando el sol salió guardó la tarjeta en el bolsillo y pese a sus iniciales intenciones de quemarla no lo hizo, sin imaginar que esa tarjeta le ayudaría algún tiempo después.

    *



    Harry salió de San Mungo envuelto en una nube de incredulidad, por haber visto a Draco después de tanto tiempo, por la situación en la que lo había visto y por Gael, por ese chico lindo y posesivo al que Draco dejaba que lo llamase novio.

    Pese a saber que Noah posiblemente lo esperaba desde muchas horas antes, no volvió inmediatamente a casa, estuvo en los bares muggles, bebiendo en exceso, recordando y sintiéndose más miserable a cada momento. Ya el cielo clareaba cuando el barman de uno de esos bares lo puso en un taxi rumbo a Grimmauld Place.

    Intentó abrir la puerta un par de veces hasta que Kreacher apareció y la abrió mágicamente, en el inicio de las escaleras estaba Noah, mirándolo acusadoramente y Harry no pudo hacer nada más que derrumbarse a sus pies y empezar a sollozar un momento antes de quedarse dormido.

    Claro que esa última parte no la recordaba, ni Noah se la haría recordar jamás, aunque sí era un recuerdo que Noah tendría muy presente, sobre todo la forma como su Harry llamaba a ese tal Draco. Tendría que investigar un poco más sobre él en el futuro. Seguramente ese era el chico del que Harry había estado enamorado. Aunque por la forma como regresó aquella noche Noah empezó a sospechar que aún estaba demasiado enamorado de él, que pese a todos sus esfuerzos no lograría que Harry lo olvidara.


    QUOTE
    Notas finales:

    Gracias a todos por leer…

    Espero que les haya gustado el capítulo, sé que habían teorías por allí respecto a qué significaba el título y les adelanto que en el siguiente sí sabremos cómo es que fue el accidente muggle.

    El siguiente capítulo: “DE VENGANZAS Y AGRADECIMIENTOS”

    Un saludo a todos

    Zafy.

     
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  15. SUKESEJME
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    :cry: :cry: Carambolas Kari, cuanto me he perdido, se me han quemado las habas (como dicen en mi pueblo) por leer las contis, y ahí voy lenta pero segura...mil gracias por seguir subiendo este macro-fic tan buenerrimo, espero poder dejar un comen. decente antes de que termine el milenio...jejejeje...Un beso SEJMET
     
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122 replies since 19/2/2012, 00:39   14533 views
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