Green Eyes (Harry/Draco - Sirius/Remus): Epílogo [FINALIZADO] - AGRADECIMIENTOS

Autora: Amy Lupin Traductoras: anali_snape y Hermione

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  1. karigutis
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    Capítulo Dos

    Ángel



    --------------------

    .:Ángel:. dice: Gracias por el elogio, pero, amigo, ¡soy hombre!

    Draco abrió mucho los ojos y se atragantó, perdiendo el equilibrio y cayendo al suelo junto con la silla. ¿Cómo así, carajo? ¿Qué tipo de hombre tenía por apodo Ángel? ¡Qué metedura de pata! Pero claro que la trastada fue del otro, por tener un apodo tan… delicado, mono, bonito, ¡gay! ¿Cómo hubiera podido adivinar?

    .:Ángel:. dice: Oye, ¿sigues ahí?

    Por supuesto que estaba ahí, mirando la pantalla de la computadora como un idiota, flipando desde el suelo. Ahora sí, ¡no se identificaría nunca! Gracias a los cielos no le había dado su nombre antes, o estaría perdido. Apoyándose en los codos se comenzó a levantar.

    - Qué bien, ahora además de un labio hinchado y un ojo morado, tengo el trasero adolorido.

    Acomodó su silla nuevamente y se sentó encarando más palabras:

    .:Ángel:. dice: ¿Te decepcioné, verdad?

    Draco soltó una risita cínica y ya iba a escribir un montón de insultos cuando recordó a Blaise Zabini. Admitía que hace unos minutos extrañaba a su amigo, alguien para conversar, ¿no era eso lo que estaba buscando? ¿Entonces qué diferencia había si era hombre o mujer? El tipo parecía amigable, además hacía artículos excelentes para el sitio. Su nivel intelectual coincidía, entonces no le costaría nada intentar hacer amistad con el chico, con la ventaja de poder abandonar todo cuando quisiera y él nunca sabría quién era el tal Príncipe Slytherin. Estiró los dedos y comenzó a escribir:

    Príncipe Slytherin dice: Sobrevivo, no te preocupes. Lo siento.

    .:Ángel:. dice: No hay problema.

    Príncipe Slytherin dice: ¿Alguien te ha dicho que tu apodo es un tanto femenino?

    .:Ángel:. dice: Sí, no eres el primero que me confude. Me gusta mi apodo, tiene un valor sentimental para mí. Así que prefiero aceptar con gracia los piropos. ¡Hasta me divierto con ellos!

    Príncipe Slytherin dice: ¡Oye, yo no te estaba diciendo piropos!

    Lo pensó mejor antes de continuar:

    Príncipe Slytherin dice: Ok, tal vez si lo estuviera haciendo, pero no retiro los elogios, realmente creo que serás un buen periodista.

    .:Ángel:. dice: ¡Upa! ¡Creo que eres el primero que no me insulta!

    Ah, si supiera que casi fue uno más para insultarlo… Si Draco no estuviera tan desesperado por una conversación realmente interesante…

    Príncipe Slytherin dice: Bueno, siempre hay una primera vez. Pero eso quiere decir que te estuviste riendo a mis espaldas, ¿verdad?

    .:Ángel:. dice: Hum… tal vez un poquito, si…

    Príncipe Slytherin dice: Ok, voy a ignorar eso. Pero dime dónde consigues tanta información sobre esas novedades…

    ---------------

    Eran las ocho de la mañana del domingo. Sirius estaba sentado frente a la televisión, con las piernas estiradas sobre el sofá, con una taza humeante de café mientras encaraba la pantalla sin realmente verla. Acomodado a sus pies, estaba un enorme perro negro y peludo recibiendo cariños que Sirius le hacía con los pies. Estaba pensando en todos los acontecimientos recientes. Hacía sólo cinco meses que había conseguido por fin traerse a Harry para vivir con él. Hacía cinco meses que Harry cumplió dieciocho años y finalmente se libró de los Dursley.

    Desde que Lily y James Potter fueron asesinados, Harry tuvo que vivir con sus tíos. El peor tipo de personas que existía. Maltrataban a Harry por el simple hecho de ser famoso y su hijo Dudley un mero desconocido. Envidia, celos. El chico vivió rodeado de esos sentimientos y aún así se volvió un hombre increíble. Era imposible conocer a Harry y no amarlo, Sirius no podía entender cómo los Dursley lo maltrataban. Pero Harry aguantó todo sin reclamar, desde su primer año de edad. Diecisiete años de una convivencia insoportable para cualquier chico. Harry nunca dejaría de ser un héroe para quien conociese su historia.

    Hasta el fin de los doce años de Harry, Sirius Black estuvo preso injustamente, acusado de ser uno de los hombres de Riddle y participante en el asesinato de los Potter. Cuando finalmente consiguió probar su inocencia y mandar al verdadero criminal, Peter Pettigrew, a la cárcel en su lugar, tuvo que enfrentar la desconfianza de su ahijado. Harry, a los trece años, era determinado y furioso. Ya había pasado por mucho sufrimiento y no estaba dispuesto a lastimarse más dejándolo entrar en su vida. Pero al poco tiempo, con mucho cuidado y ayuda de su amigo de la infancia Remus Lupin, Sirius consiguió penetrar las barreras de Harry y convencerlo de su inocencia.

    Lo invitó a vivir con él a los catorce años y Harry aceptó. Desde entonces Sirius venía enfrentando audiencia tras audiencia por la custodia de su ahijado, pero su pasado como presidiario – aún siendo inocente – y su linaje criminal, estuvieron en su contra. Además de eso, nunca consiguió probar que Harry era maltratado por los Dursley.

    Antes de realmente conocer a Harry, mientras estuvo en prisión, Sirius sentía compasión por el chico, se lamentaba de su orfandad, por estar solo en el mundo, por ser obligado a vivir con aquella gente. Después de conocerlo, Sirius pasó a respetarlo y admirarlo. Podía ver en el muchacho el carácter de su mejor amigo James Potter, mejorado por la combinación de la firme personalidad de la dulce Lily Evans.

    La última y peor audiencia que enfrentó fue a los dieciséis años de Harry y, después de otra refutación, decidieron desistir y aguardar hasta que Harry cumpliese dieciocho años y pudiera salir de la custodia de los Dursley. Sirius compró una modesta casa, tal como Harry le contó que le gustaría, dejó que el chico eligiese todo a su gusto, desde los muebles hasta el color de las paredes. Se instaló en ella y esperó al tan anhelado cumpleaños. Hizo una fiesta de aniversario y bienvenida con la verdadera familia de Harry: sus amigos de infancia de la escuela y todos los Weasley, además de Remus Lupin, por supuesto, que se volvió profesor de Harry en la universidad. El regalo que le dio a Harry fue un Gol de cuatro puertas plateado, último modelo.

    Habían sido sólo cinco meses, pero parecía una eternidad. Harry lo hacia pensar que ellos siempre vivieron juntos, como una familia. El mueble de la televisión, frente al sofá, estaba repleto de fotografías de Harry. Harry con Sirius, con Ron y Mione, con los Weasley, con Lupin, con Snuffles, Harry cuando era bebé con sus padres y Harry solito.

    Una nota bajita de un piano hizo a Sirius despertar de sus ensoñaciones. El perro negro irguió la cabeza y lloriqueo mirándolo con sus ojos grises tan parecidos a los de su dueño. Sirius se terminó el café con un único trago y posó la taza en el respaldo del sofá. Se frotó el rostro con ambas manos para despertar y sintió que debía rasurarse. Pasó una mano por los negros y sedosos cabellos que le llegaban poco debajo de los hombros. Harry ya debía haberse despertado. Sirius sonrió y meneó la cabeza, Harry estaba teniendo problemas en acostumbrarse a despertar tarde los fines de semana. Los Dursley lo obligaban a madrugar todos los días para preparar el desayuno antes de que ellos se levantaran.

    - Vamos, Snuffles – llamó Sirius tomando la taza nuevamente y levantándose. Aprovechó el movimiento para desperezarse.

    El perro soltó un ladrido ronco, saltó del sofá, se estiró exactamente como su dueño y lo siguió meneando la cola hasta la cocina, donde Sirius depositó la taza en el fregadero. Más tarde lavaría los trastos, ¡al fin y al cabo era domingo! Tomó otra taza de la alacena y vertió en ella un poco de café, en seguida se encaminó al pasillo. La primera puerta a la derecha era el baño de visitas. Más adelante, había dos puertas, una frente a la otra: la de la izquierda era el cuarto de visitas, generalmente ocupada por Remus – cuando hacía visitas hasta tarde y Sirius se rehusaba a dejarlo ir a su casa; y la de la derecha era el estudio, un cuarto casi tan amplio como la sala, con un bellísimo piano de cola negro, un estante repleto de libros y algunos puffs esparcidos por todo el lugar. Al final del pasillo, habían dos puertas más: la de la izquierda era la recámara de Sirius, donde se podían apreciar cobijas en completo revoltijo sobre la cama y algunas ropas tiradas por todo el cuarto; la de la derecha era el cuarto de Harry.

    Snuffles paró frente a la puerta cerrada, de donde venía la música y esperó pacientemente que Sirius lo alcanzase. Sirius dio dos golpecitos rápidos a la puerta y esperó:

    - ¡Adelante! – vino una voz algo sofocada por la música.

    Sirius obedeció. La música se volvió más alta. Era un concierto para piano de Mozart. La disposición del cuarto era exactamente como el de Sirius, pero invertido, como si mirásemos su reflejo a través de un espejo. La diferencia era que el cuarto de Harry tenía una cama tendida, no había ropas visibles y al lado de la puerta estaba una mesita con una computadora, donde el chico estaba sentado

    - ¡Buenos días! – saludó Harry con una simpática sonrisa en el rostro. “¿Cómo alguien consigue despertar temprano de tan buen humor?” pensaba Sirius.

    Snuffles había entrado a la habitación apenas la puerta se abrió y saltado al regazo de Harry, casi derribándolo.

    - Hey, Snuffles. ¡Buenos días para ti también!

    - ¡Días! – saludó Sirius calurosamente, recargándose en el marco de la puerta y ofreciéndole la taza. – Te traje café.

    Toda la melancolía de pocos minutos atrás se disipó, dando lugar a un gesto malandrín y desenfadado.

    - Gracias – Harry tomó la taza con una mano mientras rascaba la oreja de Snuffle con la otra. – Puedes entrar, Sirius. Siéntete como en casa.

    Tomó un trago de café y guiñó un ojo a Sirius, que le regresó el gesto con una encantadora sonrisa de lado y entró ocupando la silla más próxima, girándola al lado contrario y apoyando los brazos en el respaldo de ésta.

    - ¡Ya te despiertas en esa computadora, Harry!

    Harry giró la silla para mirarlo de frente e hizo un puchero, dejando la taza al lado del ratón. Snuffles descendió de su regazo y fue a echarse en la inmesa cama matrimonial.

    - Creí que estabas aún dormido. ¿La música está demasiado alta?

    - ¡No! Este tipo de música es agradable y yo ya estaba despierto desde hace tiempo.

    - Tengo un artículo para terminar hoy. Quería estar libre luego para aprovechar mejor el domingo. Era para que lo hubiera terminado ayer, pero acabé distrayéndome con una persona en el Chat.

    - Te estás tomando muy en serio eso de las prácticas, ¿verdad?

    - Sí. Descubrí que me gusta, sabes, y hasta estoy siendo reconocido. ¡Deberías ver los comentarios que he recibido de los lectores! Dicen que tengo madera para escribir.

    - Estoy seguro de que es verdad. Está en tu sangre, ¡así como el voleibol! Tu padre estaría orgulloso de tí. ¿Pero no te aburre no poder revelar tu identidad?

    - La verdad es que no. Es incluso mejor que ellos no sepan que soy yo quien escribe. Las personas acostumbran esperar mucho de mí y a veces me siento muy presionado. Todos esperan que sea perfecto en todo lo que hago, porque mis padres fueron así. De esta forma, me siento más libre para ser yo mismo, sin miedo a equivocarme…

    - Visto así, tienes razón.

    Harry ofreció una sonrisa sentida y lo disfrazó tomando más café.

    - En eso eres diferente a James. Prongs adoraba obtener el reconocimiento público – Sirius suspiró antes de continuar. – Pero creo que deberías dejar eso para después. ¿Por qué no vas a caminar, a dar una vuelta en la bicicleta? Llama a Ron o a Mione para salir juntos, qué sé yo, pero aléjate un poco de esa computadora, Harry. ¿De quién te tratas de esconder?

    Harry mordió su labio inferior y miró sus propias manos. Pensó en protestar, pero de repente aquellas palabras parecieron las más sensatas posibles.

    - No lo sé, Sirius.

    - Pero yo sí. Te estás escondiendo de Ron y Mione, ¿cierto? Te estás sintiendo como un intruso, una piedra en el zapato, ¿o me equivoco?

    - No. Creo que es exactamente eso. Insistí tanto para que ellos emparejaran y cuando eso finalmente sucedió me siento excluído. ¡Soy tan egoísta, Sirius!

    Sirius sonrió comprensivo y tomó el rostro de su ahijado, levantándolo para encarar directamente aquellas bellas esmeraldas.

    - No, tú no eres egoísta. Sólo necesitas acostumbrarte a ello, Harry. Sé exactamente cómo se siente, porque pasé por el mismo problema. Creí que había perdido a mi mejor amigo cuando James finalmente consiguió conquistar a Lily. La culpaba por eso, creía que me lo había robado y que nuestra amistad jamás sería la misma. Pero, sabes, en lugar de perder a un amigo, acabé ganando una amiga. Tuve que aprender a compartir a James con ella, pero acabé conformándome con eso. Él estaba tan feliz que era imposible no aceptar su romance.

    - Cierto, pero tenías a Remus y a Peter.

    Una sombra pasó por el rostro de Sirius al mencionar a Pettigrew, pero luego la expulsó con una sonrisa nostálgica.

    - Sí, es verdad. Tenía a Remus para decirme todo esto que te voy a decir ahora: necesitas aprender a convivir en esta nueva situación. Ellos son tus amigos, no importa lo que pase. No les gustaría que te apartaras de ellos. Claro que necesitan más privacidad, tienes que acercarte a ellos haciendo bastante ruido para no encontrarlos con las manos en la masa – Harry rió por la broma.- Créeme, esas cosas pasan. ¿Quién sabe si no deberías tener también novia? Entonces podrían salir juntos sin que salieras sobrando. Conmigo esa táctica no funcionó, porque yo simplemente no conseguía quedarme con la misma chica por muchos días. Creo que mi récord fue de una semana – Harry sonrió nuevamente mientras Sirius se rastcaba el mentón. – En fin, tal vez te funcione a ti.

    Fue el turno de Harry de suspirar.

    - No sé, Sirius. Desde que Ginny comenzó a salir con Colin creo que perdí las esperanzas de encontrar una chica como ella.

    Sirius torció el labio superior en una típica expresión de desdén.

    - Tal vez no tenga moral para decir esto, pero vas a encontrar a alguien. ¡Basta con que levantes el trasero de esa silla y vivas tu vida! Eres tan joven, Harry, tienes que aprovechar, salir, divertirte. Después, cuando envejezcas como yo, no podrás retroceder el tiempo.

    Harry arqueó una ceja.

    - Cierto, Padfoot, no tienes moral para decir eso. No estás viejo, pero parece que sí cuando dices ese tipo de cosas. ¿Cuándo fue la última vez que saliste a divertirte, eh?

    Sirius hizo un gesto como un adolescente fugando siendo sermoneado por su padre.

    - Pues, no hace tanto…

    - ¿Cuándo, Sirius?

    - Está bien, no he salido con nadie desde que fui apresado, ¿estás feliz ahora, mamá?

    - No, estoy desconcertado. ¿Quieres que me sienta un estorbo en tu vida también? ¡Desde que pusiste la idea en tu cabeza de tenerme viviendo contigo, parece que te olvidaste de vivir! Estoy aquí, ¿no? Pero si crees que te estoy reteniendo puedo irme…

    - No digas eso ni de broma – dijo Sirius serio.- No salgo con nadie porque no tengo ganas. Mi tiempo de rebeldía se fue. James se fue.

    - Aún tienes a Remus.

    - Remus nunca fue de salir – dijo con un gesto.- Sólo piensa en trabajar y trabajar… James y yo siempre tuvimos que arrastrarlo a los bares y aún así teníamos que aguantarlo enfurruñado toda la noche.

    - ¡Entonces tal vez necesitas arrastrarlo hasta los bares de nuevo! ¡No puedo creer que un día ustedes fueron los Merodeadores, el terror de los profesores y celadores!

    Sirius bufó intentando fingir que esas palabras no le importaba, pero la verdad es que estaba avergonzado porque eran ciertas.

    - Vamos a hacer un trato entonces – sugirió Harry.- Si me prometes que vas a divertirte más, yo te prometo que voy a hacer lo mismo. Voy a darle un poco de descanso a la computadora y procurar distraerme más, hacer nuevos amigos, incluso conseguir novia. Entonces, ¿qué opinas?

    La música había acabado de tocar y el silencio pesó mientras Sirius abría y cerraba la boca varias veces.

    - Harry, es más complicado de lo que te imaginas…

    Pero Sirius fue impedido de continuar por el sonido del timbre. Snuffles ladró y salió disparado hacia la puerta. Sirius suspiró aliviado.

    - Voy… a abrir la puerta.

    Harry le lanzó una mirada que decía claramente: “¡Esta conversación aún no terminó, chiquillo!”. El timbre sonó nuevamente con algo de desesperación y Sirius se apresuró a salir de la habitación con la frente fruncida. Snuffles ladraba y movía la cola hacia la puerta cerrada, lo que sólo podía indicar que la visita era conocida y muy querida. Sirius le quitó el seguro a la puerta y la abrió, al segundo siguiente alguien – que estaba apoyado en esa puerta – caía entre sus brazos.

    - ¡Remus! – Sirius aseguró con firmeza al hombre de cabello lacio dorado que llegaba hasta sus hombros, ayudándole a recuperar el equilibrio.- ¿Qué sucede, Remus?

    En lugar de responder, el hombre se llevó la mano a la garganta e intento tomar aire con dificultad, haciendo silbidos. Sirius se entró en pánico. Harry salió corriendo al escuchar el bramido de su padrino y se paró a su lado.

    - Harry, rápido, traéme el bronco dilatador que está en el tercer cajón de la alacena en la cocina.

    Harry salió disparado mientras Sirius cerraba la puerta y arrastraba a Remus hasta el sofá, sentándose a su lado. Snuffles se colocó de pie apoyándose en las rodillas del hombre de ojos dorados.

    - ¡Aquí! – Harry le dio el aspirador a Remus, que inmediatamente lo llevó a su boca y presionó, reteniendo el aire por un momento y soltándolo enseguida.

    Remus intentó respirar nuevamente con dificultad y repitió la operación, cerrando los ojos y relajándose en el asiento. Sirius y Harry aguardaron con expectación hasta que su respiración se normalizó y abrió los ojos con una expresión cansada en el rostro de facciones agradables. Sus ojos dorados le daban una apariencia frágil y, en ese momento, asustada.

    - Moony, ¿qué sucede? – cuestionó Sirius nuevamente.

    - Oh, Padfoot, ¡casi atropellé a un ciclista! – dijo con voz estrangulada.- ¡El mocoso salió de la nada, de repente estaba frente a mí, cruzando la calle sin mirar para los lados! ¡No sé cómo conseguí frenar a tiempo y aún así tuve que escuchar las insolencias del chiquillo!

    Remus llevó el respirador nuevamente a su boca y volvió a presionarlo.

    - Calma, calma, ya pasó – Sirius frotó su mano cariñosamente en el brazo del otro hombre en un gesto un tanto protector.- No pasó nada, no tienes nada por qué preocuparte.

    - Fue sólo un susto – Harry ayudó a consolarlo, sentándose en el sofá al lado de los dos y llamando a Snuffles con golpecitos en su lomo, a lo que el perro atendió instantáneamente.

    - ¿Por qué esas cosas siempre me pasan a mí, Padfoot? ¿Por qué? – se lamentó Remus cansadamente.- Me puse tan desesperado que ni siquiera estacioné bien el auto. ¡Y no podía encontrar mi respirador! Debe de haberse caído en el suelo del auto con el brusco enfrenón. ¿Este de aquí es mío también?

    Levantó el que tenía en las manos.

    - Sí, debes haberlo olvidado y yo lo guardé, pero siempe se me olvida devolvértelo.

    - Oh, nunca estuve tan feliz porque tengas una cabeza tan olvidadiza, Padfoot – bromeó, con una pequeña sonrisa que indicaba ya estarse recuperando.

    - ¡Oye! ¡No soy tan olvidadizo! – se indignó falsamente Sirius aventando un cojín al estómago de Remus, que sacó el aire de sus pulmones con fuerza.- ¡Oh, perdóname!

    - Está bien, está bien, sólo estoy jugando.

    Harry y Sirius rieron, contagiando a Remus.

    - Puedo estacionar bien tu auto si quieres, Moony – se ofreció Harry.

    - ¡NO! ¡El auto es nuevo! – Sirius se carcajeó y Harry fingió enfadarse.- Bromita, pero en realidad me tengo que ir. No iba a venir aquí, ¡ya estoy retrasado!

    Remus intentó levantarse, pero Sirius no lo permitió.

    - No, señor, ¡no irás a ningún lugar en ese estado! ¿Qué tienes que hacer? ¿Apareces por aquí casi muriendo sofocado, te socorremos con toda la buena voluntad del mundo y tú nos despachas de ese modo?

    Remus suspiró.

    - Agradezco la ayuda, Sirius, pero realmente tengo que ir. Acordé un encuentro con Severus a las nueve y…

    - ¿Qué? – explotó Sirius.- ¿Acordaste un encuentro con Snape? – Sirius tomo las llaves del carro de las manos de su amigo y se las pasó a Harry.- Harry, ve a estacionar ese auto ahora mismo, él no va a salir de aquí tan pronto.

    Remus rodó los ojos y enterró la cabeza entre las manos. Harry quitó a Snuffles de su regazo y salió corriendo antes de que la pelea comenzara.

    - Sirius, tal vez me he expresado mal – comenzó Remus con toda la clama y paciencia del mundo.- No es un encuentro, es una reunión. Estadística y Matemáticas son materias entrelazadas y nosotros necesitamos planear…

    - Ni lo intentes, Remus. ¿Y dónde es que ustedes pretendían “encontrarse”?

    - Bueno, yo iba a su casa…

    Sirius soltó una risita sarcástica.

    - ¡Remus, cómo eres tonto! ¡Aquél murciélago viejo no inspira confianza! Podría muy bien matarte y esconder tu cadáver en el congelador…

    - ¡Ah, no comiences, Sirius! – Remus perdió la paciencia.

    - ¿Cómo no? ¡Él era uno de los hombres de Riddle! – gritó Sirius.

    - ¡Era un espía de la policía!

    - ¡Que podía más bien sólo estar fingiendo para no ser arrestado!

    - ¡Él ya probó que está arrepentido por lo que hizo! – el otro soltó un resoplido de incredulidad.- ¡Deja de meterte con él, Sirius! ¡Qué manía la tuya! Ya pasaste por la etapa de las rivalidades infantiles, nos volvimos hombres ahora, ¿por qué no creces de una vez?

    Sirius apretó los labios y entrecerró los ojos.

    - Y ese roñoso es un ejemplo de madurez, ¿verdad? ¡No pierde una oportunidad de humillar a Harry, de provocarme y aún así quiere dar una buena cara para ti! ¡Y tú, como siempre, le crees!

    - ¡Sirius, no puedo creer que estoy teniendo esta discusión de nuevo contigo! – Remus bajó el tono de su voz nuevamente y pareció inconforme.- Estoy intentando ignorar todas esas acusaciones, ¿si? Sé que no es justo con Harry y que jamás va a superar los asuntos Potter y Black, y sinceramente no estoy preocupado por si él es un idiota o no. Sólo estoy haciendo mi trabajo, estoy siendo profesional, ¿puedes entender eso?

    - ¿Y ser profesional es ir para su casa un domingo en la mañana?

    Remus enterró la cabeza entre sus manos y las pasó por su cabello.

    - Está bien, Sirius, no voy a ir a su casa ni hoy ni nunca. La próxima vez iré un poco más temprano a la universidad para que podamos discutir sobre el contenido programático.

    Sirius se enderezó nuevamente en el asiento y respiró un poco, mirando a su alrededor por la sala.

    - Discúlpame, Moony. Sabes que pierdo la cabeza cuando el asunto es aquél… aquél… - soltó algunos insultos, a lo que Remus torció la nariz.- ¡Pero es que me preocupé, joder! ¡Cuando te vi casi desmayado y sin poder respirar bien, mi corazón casi se sale por la boca! Yo… yo no puedo perderte a ti también, Moony…

    Remus pasó un brazo alrededor de los hombros de su amigo solidariamente.

    - No te librarás de mí tan fácil, Padfoot – se miraron sonriendo y fue así como Harry los encontró cuando entró por la puerta.

    - ¡Vaya! ¡Qué progreso, eh! ¡Esta vez no demoraron tanto y no quebraron algo! – se burló.

    - ¿Qué? – preguntó Sirius con falso desdén.- ¡Ya te dije que aquél vaso fue un accidente! ¿Aceptas un café, Moony?

    Harry y Remus intercambiaron miradas divertidas antes de partirse de la risa.

    ---------------

    En el próximo capítulo…

    - ¿Qué te pasó en el ojo?

    Draco resopló y se acomodó los cabellos tras la oreja, exponiendo completamente su rostro.

    - Hice un escándalo en la universidad, ¿qué más podría ser?

    - Oh, Draco… - Natalie colocó sus manos en la cintura y puso cara de censura.- ¿Qué hizo Potter esta vez?

    Draco le ofreció una media sonrisa sarcástica y la invitó a sentarse con un gesto.

    - Ganó el juego del sábado, eso hizo. Mi padre me reprenderá, este ojo morado no es nada comparado a los moretones que voy a tener repartidos por todo este escultural cuerpo.

    Natalie rio por el teatro exagerado y arrogante.

    QUOTE
    Notas finales:

    Notas de la Autora: ¡El regreso de los que no se fueron! Eso mismo, ¿cómo podría dejar a Sirius fuera si es un Universo Alterno? Ah, y “Hocicos” de mi otro fic causó un gran revuelo que tuve que traerlo para acá – como Snuffles, claro. Y también, mi querido Remus debía tener un problema de salud, ¿no? ¡Son geniales! Espero que les hayan gustado…


    Notas de la Traductora: Paso a decir que tengo varicela. Sí, señores... ¡¡VARICELA!! A mis casi 20 añotes, ese maldito virus llegó a mi cuerpo. Ni modo, tendré que esforzarme en quedar en cama, comiendo helado todo el día y jugar en la computadora a todas horas. XD

     
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