Green Eyes (Harry/Draco - Sirius/Remus): Epílogo [FINALIZADO] - AGRADECIMIENTOS

Autora: Amy Lupin Traductoras: anali_snape y Hermione

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  1. karigutis
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    Capítulo Seis

    Declaración




    Por fin viernes. Draco se despertó sintiendo a sus músculos protestar por el esfuerzo de la noche anterior. Por ello, se obligó a levantar e ir a sus clases sin reclamos. Durante su primera clase, Estadística, regresaron a su mente las palabras de Ángel. Intentó mirar en el profesor el violinista que el otro dijo que había y realmente pudo imaginarlo con los ojos cerrados en concentración, balanceándose de acuerdo con la música, sumergiéndose en los sentimientos que le causaba, mientras pasaba el arco por el instrumento con destreza. Si, tenía un aire pacífico y gracioso, como de violinista, los gestos bien pensados… ya no lo creyó tan perdedor. Pero de ahí a aceptar tener clases de guitarra con el hombre, ya era otra cosa…

    Y allá estaba Potter apoyando la cabeza en una de sus manos mientras giraba una pluma distraídamente en la otra. No estaba prestando atención a la clase y eso no era normal. Adoraba a Lupin y amaba la Estadística. Era lógico que Granger también lo hubiera notado:

    - ¿Qué sucede, Harry?

    Potter demoró algunos instantes para responder.

    - Lo intenté, Mione. Juro que lo intenté, pero no lo logré. No encontré nada en Parvati que me llamase realmente la atención, sabes. Entonces pensé que si la besara tal vez sintiera alguna cosa… pero pareció todo tan irreal, no sé lo que sucede conmigo. Sólo creo que ella nunca más me buscará después de esto y, sinceramente, no me preocupa…

    - Ah, qué cosas, amigo – dijo Weasley, siempre tan lleno de tacto. – Encontrarás a alguien. ¡Hasta yo encontré mi media naranja!

    - Sí, Ronald. Y tu media naranja tuvo que agarrarte para que por fin la vieras y la invitaras a salir – riñó Granger y Draco soltó una risita por la nariz. – No te preocupes, Harry. Tal vez sea mejor no forzar las cosas, entonces. Deja que todo suceda y cuando menos lo esperes va a aparecer alguien especial.

    “Qué conmovedor” pensó sarcásticamente Draco. Weasley y Granger regresaron su atención a la clase, pero Potter continuó meditando. Pero él no fue el único que no prestó atención a la lección. Draco no podía despegar los ojos del chico.

    ----------------------

    Príncipe Slytherin dice: ¿Ya terminaste tu artículo?

    .:Ángel:. dice: Está casi lista, sólo necesito darle una revisión. Pero sólo voy a hacerlo el domingo antes de actualizar la página web.

    Príncipe Slytherin dice: ¿Qué vas a hacer hoy, entonces? ¿Aún estás evitando la computadora?

    .:Ángel:. dice: Sí. No sé, creo que voy a correr hoy. Necesito prepararme bastante, tengo una prueba el sábado.

    Draco arqueó una ceja. Será que…

    Príncipe Slytherin dice: ¿Una prueba en pleno sábado?

    .:Ángel:. dice: Sí, pero no es de la universidad. Bueno, más o menos. Va a haber un partido de voleibol contra la Universidad de Durmstrang y marcaron una prueba para formar un equipo con los mejores jugadores de la universidad. Tal vez no sea mejor que nadie, pero no me cuesta nada intentarlo, ¿no crees?

    Draco mordió su labio inferior. ¿Entonces él participaría en la prueba? Bueno, desde que supo que se trataba de un hombre no se empreñó en descubrir quién era ese chico. Pero desaprovechar una oportunidad así sería una tontería. No necesitaba identificarse, al final. Bastaba saber quién era, y la prueba ciertamente disminuía las posibilidades. Todo lo que tenía que hacer era preguntar a uno de los organizadores quién era de primer año de Periodismo y el misterio estaría resuelto.

    Príncipe Slytherin dice: Claro. No cuesta nada intentarlo. Sabes, creo que voy a correr hoy también…

    ¡Quién lo diría, Draco Malfoy disponiéndose a correr en pleno viernes por la noche! Pansy estaría desconcertada. Pero, ¿quién se preocupa por Pansy? Él tenía que estar en óptimas condiciones para la prueba si quería ser aceptado en el equipo.

    .:Ángel:. dice: Hazlo. Es bueno para enfriar las ideas y el tiempo está bien hoy, la noche va a estar fresca. ¡Mejor aún si llevas compañía!

    Príncipe Slytherin dice: Hum, ¿qué tipo de cita es esa?

    .:Ángel:. dice: ¡Ja ja ja! No es de ese tipo de compañía al que me refiero. Por lo menos no para mí, no sé para ti. Voy a llevar a mi perro a pasear.

    Príncipe Slytherin dice: Oh, claro, el perro. ¡Por qué no pensé en eso antes! Pero yo no tengo ni perro ni amigos, por lo menos ninguno que yo realmente quiera como compañía para hacer ejercicio. Si los vieras, entenderías lo que digo.

    .:Ángel:. dice: ¿Del tipo redondo? ¿O sería palito?

    Príncipe Slytherin dice: Tengo de los dos tipos, pero siempre extremos: o demasiado flaco, que no aguanta correr hasta la esquina; o demasiado gordo, que no aguanta llevar una silla sin ayuda…

    ------------------

    Harry llegó a casa hambriento y corrió hacia la heladera. No había nada para pellizcar, así que tomó algo de queso y abrió un paquete de galletas saladas. El sonido del piano y voces indicaba que Sirius aún estaba dando clases, pero luego escuchó el sonido agudo del violín también. Preparó tres galletas más, guardó el queso y lo que sobró de las galletas, tomó dos con la mano izquierda y salió comiéndose la tercera hasta el estudio.

    - Hola, a todo el mundo.

    Snuffles se bajó de uno de los pufs y fue a olisquear las galletas que Harry traía en las manos. El chico le dio un pedazo y le rascó las orejas.

    - Hola, Harry – respondieron Sirius y Remus al unísono, se miraron y soltaron una carcajada.

    Sirius estaba sentado con postura recta frente al piano y Remus estaba de pie a su lado, asegurando el violín.

    - Cuánto tiempo que no te oigo tocar, Moony – dijo recargándose en el marco de la puerta.

    - Es verdad, estoy medio entumecido, sabes. ¡Necesité de media hora para sacarle polvo al instrumento!

    - ¡Y que lo digas! – reclamó Sirius. – ¡Se quedó sentado con un trapito en la mano limpiando cuidadosamente cada pedacito de madera, tan concentrado que no podía ni conversar conmigo! ¡Intenté hacerlo reír y me golpeó con el arco!

    Harry rió y Remus torció la nariz.

    - Siéntate y aprovecha la música, Harry. – llamó Remus. – ¡Al final, no siempre tienes el placer de escuchar a su padrino oficial y al de reserva tocando juntos!

    - Oh, no, lo siento mucho, pero tengo que ir a correr hoy. Mañana será la prueba para el equipo nuevo de voleibol y yo quiero estar bien preparado.

    - Qué pena – lamentó Remus. – Pero lo lograrás, Harry, estoy seguro.

    - ¡Por supuesto, es hijo de James y mi ahijado! – se jactó Sirius. – No podría ser de otro modo.

    Remus rodó los ojos, pero tenía una sonrisa en los labios.

    - Gracias por la confianza, ahora voy a dejarlos a gusto. ¿Vamos Snuffles? – el perro ladró y movió la peluda cola. – Ah, y… pórtense bien, eh – Harry le guiñó un ojo a Sirius, que sonrió y retribuyó el gesto.

    -------------------

    Ya pasaban de las siete de la noche cuando Draco estaba dando la segunda vuelta al parque. La noche estaba realmente agradable para correr y varios niños jugaban acompañados de sus familias y sus perros. No estaba acostumbrado a ese tipo de diversión familiar, en verdad nunca pensó que existía otra cosa para hacer en un viernes por la noche además de salir para beber y bailar con los amigos. Fue invitado dos veces por Millicent Bullstrode para una fiesta que estaba dando en la casa de sus padres, que había viajado. Rehusó las dos veces. Pansy se había ofrecido para dejar de ir también a la fiesta para hacerle compañía, pero él la rechazó. Sabía que estaba evitando demasiado a la chica y que luego ella se enfurecería, pero estaba dispuesto a aprovechar al máximo del sosiego que era la vida sin su histeria.

    Paró un poco cerca de uno de los árboles para estirarse, pero no se demoró mucho, sino no aguantaría continuar hasta llegar a casa. Su padre habría creído una tremenda estupidez salir a correr a la calle cuando podría fácilmente ir hasta el club, pero esta vez Draco decidió cambiar un poco el esquema. ¿Cómo fue que había dicho Ángel? Oh, sí, quebrar la rutina. Realmente, era relajante.

    Hacía mucho tiempo se había quitado la playera y la cargaba en una de las manos. Pero eso era perfectamente normal en el parque durante una fresca noche como esta. Continuó corriendo hasta completar otra vuelta y entonces atravesó la calle para regresar a casa. Estaba tan inmerso en sus pensamientos que ni reparó en un ladrido ronco que se aproximaba mientras él se dirigía a una esquina. Antes de que la alcanzara, alguna cosa grande y peluda pasó frente a él asustándolo y haciendo que se arrojarse para un lado, golpeándose la espalda dolorosamente contra el muro.

    - ¡Ow! – la cosa peluda que descubrió ser un inmenso perro se detuvo y le ladró. – Ah, no, no vas a corretearme ahora, ¿verdad, perrito?

    Draco se encogió contra el muro mientras el perro se le aproximaba y olía su mano. Bueno, no parecía quererlo para cenar. Por el contrario, hasta parecía dócil, a pesar de su asustador porte. Draco observó los ojos claros mirándolo y extendió la mano para que el perro la oliese mejor – en caso de que quisiera podría acariciarle las orejas. Draco no era fan de los perros y sentía que el sentimiento era recíproco, pero en ese caso estaba dispuesto a hacer amistad con el can, aunque fuese sólo para garantizar que no sería atacado. El perro no esperó por el cariño, colocó la cabeza bajo su mano y se restregó en ella. Draco sonrió de lado. Mientras el animal jadeaba con la lengua de fuera, Draco analizaba el tamaño de los colmillos del animal. Eran inmensos.

    Entonces el can se puso en alerta y Draco escuchó el barullo de alguien corriendo y una voz llamando:

    - ¡Snuffles! ¡Snuffles! ¿Dónde estás, perro sinvergüenza?

    Snuffles ladró y salió corriendo, doblando la esquina. Draco se adelantó curiosos para ver quién era el loco que dejaba a un animal de ese tamaño suelto por la calle.

    - ¡Snuffles, regresa aquí!

    Draco encontró familiar esa voz, pero tan pronto como dobló la esquina sólo tuvo tiempo de ver el borrón negro pasar corriendo nuevamente antes de chocar con alguien que estaba probablemente persiguiendo al animal. Perdió el equilibrio y cayó hacia atrás golpeándose la espalda con la acera en el mismo lugar en que se golpeó con el muro.

    - ¡Wow!

    - ¡Ow!

    El chico que había chocado con Draco se había asegurado al muro a tiempo, sólo por eso no lo aplastó.

    - Oh, puf… discúlpeme puf… yo…

    Draco levantó la cabeza. El otro jadeaba apoyándose en sus rodillas para intentar recuperar el aliento. Sólo entonces reconoció los cabellos revueltos, los estúpidos lentes en el rostro y los ojos centelleando a la luz de las lámparas de la calle. Potter estaba usando tenis, bermuda y la camiseta estaba pegándose a su cuerpo debido al sudor.

    - ¡Tú! – dijeron al mismo tiempo y Draco dejo caer nuevamente su cabeza sintiendo su espalda estallar.

    Snuffles regresó y comenzó a lamer el rostro de Draco.

    - ¡Hey, detente, perro pulguiento! – Draco intentó apoyarse en los brazos para levantarse, pero no encontró fuerzas, ni siquiera conseguía equilibrarse.

    Los músculos de su espalda estaban entumecidos y gimió al intentarse reclinar hacia enfrente.

    - ¡Snuffles! ¡Ven aquí, tú, inútil monte de pelos! – Snuffles ladró y fue hasta él, pero antes de que Potter pudiese alcanzar la correa el perro había regresado al lado de Draco e intentaba lamer su rostro de nuevo.

    - ¡Largo! ¡Largo! – Draco giró el rostro para el otro lado e intentó levantarse, logrando sentarse en el suelo. - ¡Ow! ¡Potter, idiota! ¿Por qué no te fijas por dónde vas?

    - Vámonos, Snuffles – Potter le dio la espalda y ya se estaba distanciando cuando el perro comenzó a ladrar más fuerte. - ¿Qué sucede? ¡Anda, vámonos!

    El perro ladró y lamió las orejas de Draco, quién rió, tomado por sorpresa.

    - ¡Hey! Saca ese hocico helado de ahí, perro – intentó parecer enfadado.

    - ¡Hunf, genial! ¡Está bien, Snuffles, ya entendí! – Potter regresó hasta donde estaba Draco y le extendió una mano.

    Draco miró de la mano a su dueño.

    - ¿Qué estás haciendo?

    - Estoy ofreciéndote ayuda para levantarte, ¿sí?

    Draco frunció el ceño e intentó apoyarse en las manos para levantarse sin ayuda, pero descubrió que era más difícil de lo que imaginaba.

    - ¡Hunf! – gimió al sentir su espalda protestar.

    Potter bufó, reviró los ojos y finalmente se acomodó los lentes con la mano izquierda sin, insistente, recoger la mano extendida. Snuffles ladró.

    - No puedo creerlo… - murmuró Draco algunos segundos después mientras extendía su propia mano y agarraba la de Potter, que intensificó el agarre y lo jaló hacia arriba utilizando la fuerza en la medida correcta para no forzar su espalda.

    - ¿Estás muy lastimado? – preguntó sin demostrar alguna emoción.

    - Nada que me impida entrar en el equipo de voleibol mañana – desdeñó Draco, que no podía dejar de provocarlo para no sentirse aún más humillado.

    - Bien, ¿escuchaste eso, Snuffles? ¡Ahora, vámonos, anda!

    Potter extendió la mano izquierda y sólo entonces Draco vio una correa alrededor de su muñeca, como una pulsera. El chico tomó la punta de la corre y la prendió al collar del perro, que se rindió pacíficamente a esas palabras.

    - No vale la pena esperar agradecimiento de ese tipo – dijo Potter pasando de él y atravesando la calle hasta el parque, donde algunos niños venían a su encuentro.

    Draco se recargó en la pared y tocó con cuidado el lugar dolorido con sus manos hasta donde alcanzaba, soltando un gemido. ¿En serio eso no afectaría su juego al día siguiente? Maldijo bajito y observó a Potter agacharse para conversar con un chiquillo de no más de seis años, mientras otros niños le daban caricias a Snuffles. Aún le costaba creer lo que había pasado. Potter estaba conversando con un perro, que lo había convencido para ayudar a su enemigo de la infancia a levantarse. ¿Había algo más extraño que eso? Draco nunca habría hecho eso, comenzando por conversar con un perro, ¡hunf!

    Sacudió la cabeza para expulsar tales pensamientos y se obligó a alejarse lo más rápido posible. Intentó correr y quedó aliviado al descubrir que podía soportar el dolor. Necesitaba de un masaje urgente. Tomó el celular y marcó a su casa.

    - ¿Madre? Escucha, ¿tu amiga masajista atiende hoy en la noche? No, madre… madre no me pasa nada… madre sólo pensé que… madre, escúchame…

    ----------------------

    Sirius finalizó la canción con clase y dejó que sus manos se suspendieran al lado de su cuerpo en una pose cansada.

    - Oh, creo que también estoy algo entumecido, sabes, Moony…

    - Ambos lo estamos, Padfoot – Remus bajó el violín y el arco. – Tú aún practicas más por las clases de piano, pero yo me retiré por causa de las clases de Estadística. ¿Suficiente por hoy?

    - Sí, es tiempo de descansar – Sirius se levantó y se tiró en un puf observando a su amigo guardar cuidadosamente el violín en su estuche. – Siéntate, Moony. ¿Tienes hambre?

    - No, tomé mi almuerzo reforzado, puedo esperar hasta que Harry llegue – Remus se sentó en el puf al lado, que Sirius le había indicado.

    - ¿Remus?

    - ¿Hum? – Remus lo miró atento. Generalmente se trataban por sus apodos, a menos de que el asunto fuese serio o cuando estaban discutiendo por cosas tontas.

    - ¿Crees que he sido un buen padrino para Harry?

    - Estoy seguro que sí, Sirius – Remus le sonrió sincero y parpadeó lentamente. – Haces de todo por él, le das bastante espacio, libertad, dejas que se divierta, que ocupe su tiempo, le das responsabilidades. Harry es un chico especial, sabe valorar todo lo que tiene. Sabe cuidarse y valerse por sí solo. Todo lo que necesita es un lugar para llamar hogar y alguien esperándolo con una sonrisa sincera. Y tú le das eso. Estoy seguro de que es feliz con la vida que lleva.

    Sirius sonrió aliviado y mirando a los ojos a su amado amigo.

    - Yo también soy feliz, Remus. Sólo falta una cosa para que mi felicidad esté completa.

    Remus arqueó una ceja en una muda pregunta.

    - ¿Dónde está tu respirado?

    - Así me asustas, Sirius. ¡No bromees con eso! – Remus se puso serio, pero Sirius insistió con un semblante aún sonriente, pero con un deje más cerrado.

    - No estoy bromeado.

    Remus estiró una pierna y sumergió la mano derecha en el bolsillo de su pantalón, sacando el objeto y mostrándoselo a Sirius. Éste se escurrió del puf hacia el suelo colocándose de rodillas y tomo la mano izquierda del hombre de ojos dorados.

    - Remus John Lupin, ¿aceptas ser mi pareja?

    Remus parpadeó, inclinó la cabeza levemente y dio una sonrisa de lado soltando el aire por la nariz en un gesto de divertida incredulidad.

    - Estás… tú estás… - se rió hasta que la sonrisa murió en sus labios y parpadeó nuevamente. - ¿No estás bromeando?

    - Nunca fui tan serio en toda mi vida, Remus. Me enamoré de ti y estoy abriéndote mi corazón, como nunca soñé hacerlo con alguna mujer.

    - ¡No! – dijo Remus, un poco severo. – No, Sirius. ¡Debes estar confundiendo las cosas! Mira, nosotros somos grandes amigos, ¡amigos desde la infancia! Es natural que confundas los sentimientos… - Remus observó al hombre frente a él negar con la cabeza. - ¡Somos hombres! – chilló desesperado.

    - Tuve mucho tiempo para pensar en eso, no te pediría ser mi pareja si no estuviera seguro. Y en cuanto a que somos hombres, bueno, ¡yo soy Sirius Black y tú eres Remus Lupin! ¡Estoy enamorado de ti, así de simple!

    Remus habría reído si no supiera que era verdad. Podía ver la sinceridad dentro de aquellos ojos grises que tanto conocía, desde niño. Tragó ruidosamente y encontró mayor dificultad al empujar el aire a sus pulmones. Su respiración salió con un chillido una, dos veces y se llevó el respirador a la boca con la mano libre, presionándolo y tomando aire sin quebrar el contacto visual. Soltó el aire lentamente y respiró profundamente y con más calma, dejando finalmente que sus ojos se cerraran.

    - ¡Oh, Sirius!

    - Te amo, Remus. Desde hace tanto tiempo que ni siquiera sé cuando comenzó. Sólo sé que cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde, no logré impedirlo. No que lo hubiese impedido. En nombre de Harry y de nuestra amistad me obligué a callar todo este tiempo. Pero Harry no es un niño ya y yo no aguanto más estas palabras presas en mi garganta.

    Remus presionó nuevamente el respirado, respiró lentamente algunas veces más antes de mirarlo.

    - Siéntate, Sirius – pidió Remus jalando su mano con delicadeza y Sirius regresó a sentarse a su lado, girándose hacia él, expectante. - ¿Qué piensa Harry sobre esto? ¿Él lo sabe?

    - Sí. Le conté antes de decírtelo. Si él no lo hubiese aprobado, moriría sin que lo supieras, pero aceptó. Todo lo que necesito es que tú también aceptes mi amor, Remus. Pero quiero que seas sincero, en nombre de nuestra amistado. Estoy preparado para cualquier cosa que me respondas, créeme.

    Remus dejó caer hacia atrás su cabeza y pensó por algún momento antes de volverse nuevamente hacia Sirius.

    - No lo sé, Sirius. Necesito algo de tiempo para digerirlo. Yo… nunca imaginé… cómo fue que… ¡Oh, cielos!

    Remus se levantó y caminó hasta el estuche de su violín, tomándolo y preparándose para salir. Sirius se levantó.

    - ¿No te quedas a cenar?

    - No, yo… me voy. Necesito poner mis ideas en… en orden.

    - ¿Quieres que te lleve? ¿Crees poder conducir?

    - Sí, sí, todo está bien… no te preocupes.

    Sirius se controló para no dar un paso al frente, probablemente el otro se alejaría.

    - Puedes tomar el tiempo que quieras, Remus. Sólo no te apartes de nosotros, ¿sí?

    - Ajá… - Remus acordó y lo miró sin reacción. Abrió la boca varias veces, pero acabó caminando hacia la puerta en silencio. – Hasta luego.

    - Adiós, Moony – Sirius caminó con las manos en los bolsillos hasta el sofá, donde se tumbó y dejó la mirada perdida en el techo.

    No supo por cuánto tiempo permaneció allá hasta escuchar los ladridos roncos de Snuffles y el sonido de la llave girando.

    - Tú no te rindes, ¿verdad Snuffles? ¡Eres un vagabundo empedernido!

    Sirius sonrió suavemente y se levantó mirando a su ahijado, quién se tiró en el sofá, exhausto. Snuffles le exigió una caricia a su dueño, apoyándose en sus rodillas.

    - Entonces, ¿qué pasó? – preguntó Harry.

    - Creo que reaccionó bien. Me pidió tiempo para colocar sus ideas en orden antes de tomar una decisión.

    - ¿Estás seguro, Sirius¿

    Sirius sonrió descaradamente.

    - Puede demorar un poco aún, Harry, pero para quien pasó doce años preso…

    -------------

    En el próximo capítulo…

    - ¿Profesor?

    - ¿Sí?

    - Sólo por curiosidad, ¿podría darle una mirada a esa lista?

    El hombre arqueó una ceja, lo que ya era un progreso en una cara tan inexpresiva, y miró a su ahijado por encima.

    - ¿A quién estás buscado?

    - No sé su nombre, sólo sé que está en primer año de Periodismo.

    - Nadie de Periodismo se inscribió – respondió el profesor regresando su mirada a la cancha, como si la conversación estuviese terminada.

    Draco parpadeó.

    - ¿Cómo que no?

    QUOTE
    Notas finales:

    Notas de la Autora: ¡Acá estoy! ¿Qué puedo hacer si soy una pobre autora de fics compulsiva y viciada en reviews? ¡No podría pasar una semana entera si sus comentarios! ¡Remus es algo duro! No sabía cómo reaccionar este chico, ¡imagina el choque de saber que tu mejor amigo está enamorado de ti! Fans de la pareja, espero que me entiendan. Ellos aún se van a entender, lo garantizo, a pesar de que va a demorar un poquito… Ustedes saben, intento hacer el fic lo más realista posible. Me gusta Snuffles, je je je. ¡Es como una de las estrellas del fic! Bueno, Harry está dando algunas pistas de su identidad, pero parece que Draco tiene algunas ideas equivocadas…

     
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