Green Eyes (Harry/Draco - Sirius/Remus): Epílogo [FINALIZADO] - AGRADECIMIENTOS

Autora: Amy Lupin Traductoras: anali_snape y Hermione

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  1. Kari Tatsumi
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    Capítulo Once

    Sé agradable




    La tarde del miércoles ya estaba acabando. Eran casi las seis y Harry estaba frente a la computadora del laboratorio al igual que los demás practicantes, todos mayores que él. Ya se había vuelto costumbre: aceleraba su servicio tan pronto comenzaba su turno para poder conversar despreocupadamente con el Príncipe hasta el final de la tarde. El otro acababa de contarle algunos detalles de la reunión que había tenido esa tarde y Harry estaba más que contento. Nunca había imaginado que una de sus investigaciones fuese tan útil para una empresa de tecnología, pero por lo que el Príncipe decía, fue exactamente eso lo que sucedió.

    .:Ángel:. dice: No sabes cuánto me alegra haberte ayudado, amigo…

    Príncipe Slytherin dice: ¡Y tú no sabes cuánto me alegra a MÍ que me hayas ayudado!

    Harry sonrió a la computadora, pero lo disfrazó llevándose una mano a la boca y haciendo una cara de concentración.

    .:Ángel:. dice: ¡Bueno, ya es hora de irse! ¿Hablamos mañana?

    Príncipe Slytherin dice: Hum, no sé… mañana recibiremos algunos conferencistas en la empresa y voy a tener que recibirlos, mostrarles la empresa, impresionar a esos tipos, en fin… después habrá una conferencia con los socios y tengo que estar presente. No sé si me dará tiempo, no cuentes mucho con eso.

    .:Ángel:. dice: Oh, qué pena… sé cómo es eso: aburridísimo. Todos ellos se quedan durmiendo en esas conferencias, ¿verdad?

    Príncipe Slytherin dice: Exactamente. Yo siempre soy obligado a participar para representar a la dirección de la empresa. Mi único consuelo es poder sentarme hasta el fondo y jugar con el celular. Es deprimente, lo sé…

    .:Ángel:. dice: Bueno, sólo puedo desearte buena suerte. No sé si te sirva de consuelo, pero si quieres, puedes conversar conmigo por mi e-mail, mandando mensajes del celular, ¿qué opinas?

    Harry percibió un poco de vacilación que tanto podía significar una pausa para responder una llamada, como que el otro estaba pensando su respuesta.

    Príncipe Slytherin dice: Sí… tal vez haga eso, sí… ¡Hasta mañana, entonces!

    Harry contuvo otra sonrisa.

    .:Ángel:. dice: ¡Hasta mañana!

    ---------------------

    - ¡Joder, puedes parar, Harry! ¿No estudiaste nada, verdad? – acusó Sirius, con el dedo índice casi tocando la nariz de Harry.

    El chico sonrió sin gracia y negó con la cabeza.

    - ¡Lo sabía! ¡Entonces no habrá clase, Harry!

    - ¡No tuve tiempo, Padfoot! ¡Me viste! Mi sábado simplemente no exisitió, por causa de la prueba de voleibol y del entrenamiento; el domingo, o pasamos con los Weasley; lunes tuve entrenamiento con Malfoy…

    - Está bien, está bien – cortó Sirius, sentándose en la orilla del banco y empujando a Harry hasta que casi se caía por el otro lado. – Esta vez no te voy a jalar las orejas. Sólo esta vez, ¿escuchaste bien?

    Harry le mostró todos sus dientes con satisfacción.

    - ¡Eres el mejor profesor del mundo, Padfoot!

    - No eres el primero que me dice eso – desdeñó Sirius, sacándose una pelusa inexistente del hombro. – Pero vamos a lo que nos interesa: estudiar. Te voy a ayudar. Mientras practicas con la mano derecha, yo te acompaño con la izquierda, después cambiamos hasta que consigas juntar las dos, ¿ok?

    - ¡Sí, señor! – Harry aplaudió.

    Después estaban estudiando juntos y cantando medio desafinados –a propósito, claro. Estaban tan desafinados que Snuffles comenzó a aullar.

    - ¡Está bien, Nuf, ya nos callamos! – dijo Sirius, levantándose y estirando su columna con un gemido. – ¡Ow, me encantaría seguir estudiando contigo, Harry, pero mi espalda me duele!

    Harry se levantó e hizo cara de dolor también, mientras se estiraba, exactamente como Sirius había hecho.

    - Ow, a mí también me encantaría seguir, pero…

    - ¡No, no, no, puedes sentarte otra vez, mocoso! – repredió Sirius. - ¿Tienes dieciocho años u ochenta y uno?

    - Ah, Sirius… - Harry inclinó la cabeza e hizo morritos, en una imitación barata de la carita de piedad que su padrino acostumbraba hacer cuando quería algo.

    Sirius soltó una carcajada y se sentó en un puf.

    - Nunca conseguirás una expresión tan eficiente como la mía, pero está bien, Harry, puedes descansar un poco. ¡Aprovecha que estoy de buenas, eh!

    - ¿De buenas? – Harry le dio una sonrisa merodeadora y se desparramó en el puf de al lado. - ¿Cómo está eso? ¿Puedo intentar trenzarte los cabellos?

    - ¡NO! – gruñó Sirius, pero aún sonreía. – Eres igualito a tu padre, Harry, incluso en esas niñerías…

    - ¡Mira quién habla de niñerías! – se indignó Harry.

    - ¿Escuchaste eso, Snuffles? ¡No tienes moral aquí! – Sirius apuntó con un dedo reprobador al perro, que ladró en su propia defensa. – Bromita, chico. Ven acá con papi, ven.

    Sirius palmeó la cadera y Snuffles brincó encima de sus piernas, estirándse y exigiendo cariñitos por detrás de sus orejas. Se quedaron en silencio por algún tiempo antes que Harry tomase el coraje para entrar en el asunto que lo estaba preocupando.

    - ¿Moony no apareció esta semana, verdad?

    Sirius soltó un largo suspiro antes de responder, mirando el movimiento de las ramas de un árbol que era visible por la ventana abierta.

    - No vino ni llamó. Esperaba que tú me trajieras alguna noticia de él… - su tono de voz era un poco melancólico y Harry odiaba escuchar a su padrino sin el tono bormista en la voz grave y ronca.

    - Tendré clase con él mañana. El profesor Binns pidió cambiar sus clases con él, porque nos quería pasar una película aburrida hoy… De cualquier modo, no lo vi por la escuela estos días. Se que no falto a clases, pero no lo encontré por la universidad – hizo una pausa, pensando si debía continuar. - ¿Estás preocupado, verdad?

    - Sí. Él me dijo que no se apartaría, Harry. ¿Será que nunca más va a querer mirar mi cara o hablar conmigo?

    - Creo que él sólo está confundido, Sirius. Debe estar intentando analizar sus propios sentimientos para ver si existe alguna posibilidad de que estén juntos. Creo que no debe ser una decisión muy fácil… sinceramente no sé lo que haría yo si estuviera en su lugar… quiero decir, ¡si mi mejor amigo me pidiese ser su novio! – Harry hizo un gesto de asco. Nunca se había sentido tan feliz de que Ron estuviera enamorado de Hermione.

    Sirius sonrió y desordenó los cabellos de su ahijado, en un gesto de cariño. Hubo un silencio tenso y después Harry miró profundo a los ojos de Harry.

    - Habla, Harry.

    - ¿Hum?

    - Sé que esa cabecita está hirviendo de dudas, puedes decirme lo que estás pensando, no tengas miedo de abrirte conmigo. Quiero ser tu amigo, antes que cualquier cosa. Así como lo fui para tu padre. No sé ser padre, sabes que no…

    Harry sonrió tiernamente y dudó un poco antes de preguntar.

    - ¿Te había gustado otro hombre antes, Sirius?

    Sirius le regaló una sonrisa traviesa.

    - ¿Te está siendo difícil aceptarlo, verdad Harry? ¿Aún no puedes creer que tu padrino mujeriego sea gay? – el chico bajó la mirada, pero Sirius tomó su barbilla y lo jaló hacia arriba nuevamente. – Entonces no pienses aasí. No creo que yo sea gay, no me definiría así. Nunca me gustaron otros hombres, nunca me llamaron la atención. Creo que solamente con Remus… como sí él fuera la única persona para mí… no sé explicarlo. Sólo sé que lo amo, Harry. Tal vez siempre lo he amado, pero sólo después de colocar la cabeza en algún lugar fue que me di cuenta. Él siempre se preocupó por mí, siempre estuvo a mi lado, reprendiéndome, querendo despertar algún buen sentido en mí. James también necesitaba de unos ciertos jalones de oreja, pero no tantos como yo. Al final, con Lily a su lado, no necesitaba de nadie más…

    Harry sonrió. Amaba cuando Sirius decía alguna cosa sobre sus padres. Bebía las palabras con una sed insaciable, sus ojos brillaban como joyas, una sensación caliente y reconfortante tomaba su cuerpo entero. Ya había quedado atrás lo atormentador que era recordar a sus padres. Había aprendido a lidiar con su pérdida y escuchar sobre su vida –principalmente cuando era contada por Sirius y Remus- era acogedor. Era tan bueno saber lo mucho que sus padres fueron amados, bendecidos con amigos maravillosos y que habían sabido aprovechar la vida que llevaron con intensidad.

    - James acostumbraba decir que tengo una cajita de sorpresas en donde debería estar mi corazón – continuó Sirius. – Sería posible encontrar toda clase de artefactos de merodeadores en esa cajita. Lily completó la teoría diciendo que por eso sobraba poco espacio para los sentimientos y que el pequeño espacio destinado para el amor y la lealtad fueron ocupados por mis amigos. No había lugar para nadie más, mucho menos para familia o novia. En fin, creo que estaban en lo correcto… Peter nos traicionó y ellos se fueron, así que tú llenaste el lugar de ellos. Pero aún había algo de espacio y Remus, al poco tiempo, fue tomando lo que sobró. Snufles se cólo por alguna rendija, también…

    Sonrieron y Snuffles bostezó haciendo un sonidito agudo.

    - Bueno, ¿está más aceptable así? ¿Sabiendo que no salí con Hogwarts entero, tanto chicos como chicas?

    Harry sonrió simplemente y lo miró a los ojos con sinceridad.

    - No tengo vergüenza de ti, Sirius. Sólo estaba curioso.

    - Nunca paré a pensar si la idea era repugnante o no… - Sirius continuó desahogándose. – Nunca creí que sucedería conmigo, pero de repente parecía todo tan correcto, como si nos completásemos, ¡como si fuéramos hechos el uno para el otro! ¿Será que es muy difícil de aceptar? ¿Será que Remus no me va a aceptar, Harry?

    Harry pensó un poco antes de responder.

    - Creo que este tiempo lejos de ti va a ser bueno para él, Sirius. Él podrá medir sus sentimientos, recordar cuando ustedes estuvieron juntos… tampoco tiene algo que lo retenga, nunca se aproximó a alguien más, ¿cierto?

    - Pues no, siempre fue muy escurridizo en cuanto al asunto de chicas. Creo que siempre tuvo cierto miedo de imponer su presencia sobre otros, como si fuera insoportable o algo así, ¡humpt! Si supiera cuán adorable es… - Sirius adquirió el aire travieso nuevamente y se frotó las manos. – Intentábamos de todo para que se consiguiera una novia, la besara, ya sabes. ¡Pero siempre le faltaba el aire cuando una chica se le aproximaba demasiado! ¡Nunca parábamos de reír, Harry! ¡Ninguna chica sabía llegarle correctamente, tenían miedo también y se desesperaban cuando a él le faltaba el aire! ¡Tendrías que verlo!

    Harry rió sólo de imaginar a Remus todo rojo, de ojos completamente abiertos buscando su respirador desesperadamente por sus ropas.

    - ¿Y tú sí sabes cómo llegarle, entonces? – se burló Harry, ya más a gusto para bromear sobre el asunto.

    - ¡Por supuesto! ¡Son años de experiencia, hijo! Siempre que teníamos que darle una noticia medio, digamos, chocante, lo preparábamos, le decíamos que buscara su respirador y le decíamos de una sola vez. Entonces, después del impacto, él se iba suavizando y se acostumbraba a la idea hasta reírse con nosotros. ¡Es un método infalible! Yo soy infalible…

    Se rieron un poco más y después Harry habló algo más serio.

    - Él acabará dándose cuenta de que son perfectos juntos, Padfoot, ya lo verás.

    - Hummm, ya te convencí, ¿verdad? – Sirius le lanzó una sonrisita tonta.

    - Sí, ya me convenciste. De la manera en que hablas, hasta yo estoy casi enamorándome de Moony también…

    - ¡Epa! – se alarmó Sirius, a lo que Harry copió su sonrisa tonta y levantó las manos rindiéndose.

    - ¡Bromita!

    - Está bien, entonces, porque no acepto competencia, ¿escuchaste bien? Ya es suficiente con aquél murciélago seboso rondando a mi Moony…

    - ¿Snape? – preguntó Harry, torciendo la nariz.

    - ¿Conoces a otro murciélago seboso?

    - Pero… ¿crees que él esté interesado…? – Harry puso cara de incredulidad.

    - ¡Por supuesto que lo está! Siempre está devorando a mi Remus con los ojos, ¿nunca te diste cuenta? ¡Es asqueroso!

    Harry hizo un gesto de repugnancia. Sirius suspiró.

    - Él es tan bonito, tan encantador, y ni siquiera se da cuenta… mi Moony… tanta gente que intentó aproximarse a él, Harry… pero ni siquera lo ve, o sino se aparta de la persona… ¡Y yo estoy tan feliz de poder abrirme sobre eso contigo!

    Harry sonrió delante del gesto posesivo de “mi Moony”.

    - Puedes contar conmigo, Sirius. Yo también quiero ser tu amigo, antes que todo. ¡Y te voy a ayudar para que ese bobo se dé cuenta de que también te ama!

    Sirius puso una mano en su corazón, teatralmente.

    - ¡Estoy tan emocionado! Ah, y puedes quedarte tranquilo que no voy a comenzar a hablar agudo ni a mariconear, ¿sí? ¡Mucho menos Remus! ¿Crees que sea de algún modo Remus afeminado?

    Harry soltó una carcajada.

    - ¡No, definitivamente, Remus no es nada afeminado!

    - Qué bueno que lo reconoces – dijo Sirius severamente. – Y yo no quiero que él cambie, está perfecto así, es exactamente la manera en que me gusta. Pero tú sólo me estás haciendo la pelota hoy, Harry. ¡Regresa a estudiar!

    - Ow, Sirius…

    - Ni empieces con lloraderas. ¡Aún no has estudiado Czerny! – reprendió, a lo que Harry torció la nariz. – Y no vale la pena que hagas esa cara. ¡Cara fea para mí es comida!

    Harry fue obligado a regresar al piano y estudiar mientras Sirius anunció que iba hacia la sala, dejándolo más a gusto. Pero se quedó un momento en el corredor, escuchando a su ahijado tocar. Era demasiado inseguro. Tocaba perfectamente cuando estaba solo o creía que nadie le estaba prestando atención, pero si se daba cuenta de que estaba siendo visto, se ponía nervioso y se equivocaba un poco. Sirius sonrió y llamó a Snuffles.

    - Vamos, Nuf. ¿Qué opinas si vemos caricaturas? ¿Te gustan Tom y Jerry, verdad? Sí, sé que te gustan…

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    El miércoles fue extenuante para Draco. La reunión tomó casi toda la tarde y cuál no fue su decepción cuando llegó a casa y encontró a Pansy sonriendo y meneando un DVD en su rostro. Esta vez no tenía cómo escaparse de la película, pero… eso no significaba que sería tan fácil. Primero le dijo que tomaría un baño y demoró mucho más de lo necesario en ello, dejándola plantada afuera, casi dormida de tedio. Tan pronto como salió del baño, anunció que cenaría antes del filme. Fueron al comedor y su madre la entretuvo en una plática muy interesante sobre peinados. Draco casi se durmió en la mesa, de tan interesante que estaba la conversación. Y, a juzgar por la cara de disgusto de su padre, a él tampoco le estaba gustando…

    Finalmente pudieron dejar la mesa y dirigirse a la recámara de Draco, donde pusieron la película Hitch, consejero amoroso. Pansy adoraba las comedias románticas y Draco sólo gustaba de la comedia, torcía los labios al romance. Se estaba divirtiendo bastante con la película, hasta que Pansy comenzó a besar su cuello. Draco comenzó a reír más de lo necesario con una escena y la empujó, medio sin querer queriendo. La chica se quedó desconcertada, pero fingió que también había encontrado gracia en la broma, a pesar de no prestar ni la mínima atención a la película. Estaba loca de ganas de agarrar a aquél rubio escurridizo. Hizo una nueva tentativa, pero Draco se hizo para atrás de tanta risa y ella cruzó los brazos.

    - ¡Pansy, está muy buena esta película que elegiste! ¡Ay, me muero de risa!

    Pansy soltó una risita cínica en respuesta, aburrida. Decidió esperar hasta llegar a la parte donde tuviese más romance para que él no tuviese disculpa. Pero, cuando el clima comenzaba a calentarse en la película y ella se giró ilusionada con el chico, Pansy casi se arrancó los cabellos. Draco estaba… ¡dormido! Tenía el rostro relajado y la boca media abierta, respirando compasadamente. Ni siquiera esperó a que la película terminara. Salió del cuarto bufando, pateando la alfombra y azotando la puerta.

    Tan pronto escuchó el sonido de la puerta, Draco espió con un solo ojo y entonces respiró aliviado. Corrió hasta la puerta y la trancó con una sonrisa tramposa. Nunca había visto a la chica tan enojada. No sabía lo que le estaba pasando, nunca había rechazado a Pansy antes. Probablemente ya estaba harto de ella. Sí, debía ser eso… pero no quería pensar en eso ahora. ¡La película estaba muy buena! Draco se acomodó nuevamente en la cama y volvió a verla, estaba vez sin Pansy para molestarlo.

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    La primera clase del jueves era Estadística, ya que el profesor Binns había cambiado con Lupin. Milagrosamente, Draco consiguió llegar cinco minutos más temprano que de costumbre y fue recibido por la estridente campana. Resultado: mal humor, para variar. El profesor Lupin demoraría aún unos minutos en llegar, pero no quería tardarse en elegir su asiento. Se sentó tres lugares tras Weasley, siendo que Granger estaba al lado del rubio y Potter atrás de ella. La primera cosa que pudo ver era que Potter estaba ansioso. Tenía los ojos fijos en la puerta y parecía no prestar atención a lo que Weasley decía, asintiendo solamente con la cabeza y dando gruñidos.

    Una distracción llegó en forma de Pansy Parkinson.

    - ¡Buen día, bebé! – la chica jaló una silla al lado del rubio y se recargó en él.

    Draco rezongó algo que definitivamente no sonaba como “¡Buenos días!”, pero ella pareció no escucharlo y continuó:

    - ¿Estabas muy cansado ayer, verdad? Debes haber tenido mucho trabajo, entiendo. Qué pena, te perdiste el final de la película, estaba tan emocionante…

    Draco tenía la vaga impresión de que la chica continuaba hablando, pero no le estaba prestando atención. Su mente estaba concentrada en ver el modo en cómo Potter se retorcía las manos, el impaciente balanceo de una de sus piernas, la arruga de preocupación que se formaba en su frente y el modo en que se mordía el labio inferior a cada rato.

    - … y tu madre me dijo que si quería pasar la noche allí, pero preferí ir a mi casa, no quise incomodarte. Ah, ¿me podrías prestar tu celular, amorcito? Quisiera ver aquella foto de nuevo… ¿puedo? ¿Draco?

    En lugar de sacudirlo, como acostumbraba hacer, Pansy fue más observadora esta vez. Sabía que Draco estaba muy distante esos días y desconfiaba de que el rubio estaba saliendo con otra chica. Bueno, de cierta forma, eso era perfectamente normal, pero el chico nunca la había cambiado por cualquiera de ellas. ¿Qué habría de diferente esta vez? Él estaba visiblemente concentrado en algo, pues sus ojos estaban brillantes, atentos y… ¿provocativos? ¿Hambrientos? ¡Fascinados! Un escalofrío corrió por la columna de Pansy sólo de imaginar aquella mirada dirigida a ella, pero no era eso lo que ocurría ahora. Alarmada, Pansy siguió la mirada de Draco y constató que no iba muy lejos. Tuvo que enderezar su cabeza y vio que sólo habían chicos en la “línea de fuego” excepto por una chica de cabellos enredados y castaños que tenía el nombre de Hermione Granger.

    - ¡Draco! – se indignó sacudiéndolo. - ¡No puedo creer que te estés fijando en esa don nadie!

    Faltaba muy poco para que Draco la golpeara por haberlo sacudido, pero se limitó a preguntarle impacientemente.

    - ¿De qué estás hablando, niña?

    Pansy abrió mucho los ojos por el “niña”.

    - ¡Cínico! ¿Piensas que me engañas? ¡Te vi babeando por Granger!

    - ¿Qué?

    - ¡No te hagas el idiota! – insistió Pansy. - ¡Seguí tu mirada, te estabas muriendo por ella! ¿Cómo pudiste, Draco? ¡Ella tiene llantitas en el estómago y aquél trasero debe estar lleno de celulitis!

    Draco frunció las cejas en confusión, miró hacia enfrente y entonces comprendió lo que ella decía. ¿Será que ella era bizca o qué? ¡No estaba babeando por Granger! ¡Estaba babeando por Pot… epa! ¡Babeando no! Mucho menos… estaba observando a Potter atentamente, estaba curioso por saber lo que tanto le afligía, pero pensó que sonaría aún más extraño contándoselo a Pansy, así que prefirió seguirle el juego.

    - Joder, puede ser. ¡Pero ella está en mejor forma que tú, seca!

    La mandíbula de Pansy casi tocó el suelo y sus ojos se humedecieron, pero ella no tuvo tiempo de hacer cualquier comentario, ya que la clase se había quedado en completo silencio. Draco vio hacia enfrente sólo para ver al profesor Snape entrando en el aula con el ceño fruncido y la nariz arrugada. Tuvo conciencia de que Pansy aún lo miraba horrorizada, pero optó por ignorarla. Snape se había aproximado a uno de los alumnos al frente de la clase y le preguntó algo, que debido al aterrador silencio, todos pudieron escuchar con perfección.

    - Déjeme ver cuál fue el último tema dado por Lupin, niño.

    - ¿Qué sucedió con el profesor Lupin? – ¿Quién más podría haberse atrevido a decir eso además de Potter? – Profesor – enmendó frente a la mirada fulminante que ganó del hombre.

    - El profesor Lupin no está en condiciones de darles clase – respondió Snape en una peligrosa calma para después regresar la mirada al niño anterior. – Ahora, si me pudieras mostrar…

    - ¿Qué le pasó, profesor? – interrumpió Potter nuevamente y Draco lo creyó tremendamente estúpido por eso.

    - Nada que te interese, Sr. Potter. Ahora, ¿quisiera callarse, por favor?

    - ¡Pero por supuesto que me interesa! ¡Nos interesa a todos! Él es nuestro profesor, nos gustaría saber…

    - ¡Cállate, mocoso insolente! – dijo Snape venenosamente. – Ya dije que no te interesa y si vuelves a interrumpir, te mandaré fuera del aula.

    En lugar de responder, Potter tomó sus cosas de forma salvaje y las echó a su mochila, levantándose y mirando al profesor al mismo nivel, ya que no era un mocoso aún. Draco no podía ver sus ojos, pero podía apostar a que estaban entrecerrados y sacando chispas.

    - No esperaré a que me saque. No estoy obligado a soportarlo dos veces en la misma semana.

    Potter ni siquiera espero una respuesta por parte del profesor, se puso el bolso al hombro y salió, sus pasos haciendo eco por la silenciosa sala. Nadie parecía estar dispuesto a respirar por el momento, ni siquiera una brisa entraba por las ventanas, Snape dilató la nariz y volvió su atención al chico de enfrente, que parecía temblar debido a la proximidad y entonces gruñó alguna cosa sobre estar atrasados y regresó al pizarrón con la cabeza erguida. Granger estaba intentando contener a un Weasley enfurecido de seguir a su amigo afuera.

    Draco no vio nada de eso, pues aún miraba la puerta por donde Potter acababa de pasar. Él mismo estaba curioso en saber qué había sucedido con su profesor, pero nunca osaría interrumpir a Severus Snape para preguntarle sobre ello, ¡ni dejaría el aula enfrentándolo de esa manera! ¡Porque el hombre era su padrino!

    El rubio fue despertado de su ensoñación cuando sintió una mano escurriéndose por su bolso del pantalón y agarró el brazo de Pansy antes de que ella alcanzase su celular, mirándola de forma amenazadora.

    - Sólo quiero ver mi foto una vez más, ¿me vas a impedir eso también? – gruñó la chica, profundamente lastimada.

    - No quiero que te metas en mi celular – respondió con los dientes apretados, intensificando su agarre en el brazo de Pansy.

    - ¡Nunca te había importado! ¿A quién escondes en él, eh? ¿Estás mandando mensajes comprometedores a alguien? ¿Tienes un registro de innumerables llamadas para el mismo celular? ¿O será que hasta sacaste fotos de la otra?

    Por supuesto que tenía fotos comprometedoras en su celular, pero no eran exactamente de otra.

    - ¡Quédate quieta, Pansy! ¿Te dio por hacerme una escena de celos ahora, eh? – Draco soltó el brazo, que quedó con las marcas de su mano. – ¡Sabes que no soporto que me controlen! No voy a tolerar eso nuevamente, ¿quedó claro?

    Pansy irguió la nariz y se volteó al pizarrón sin responder. Draco regresó su mirada a la puerta, intentando convencerse de que no le importaba lo que Potter estaba haciendo ahora, sólo estaba curioso. Joder, estaba espiando al otro, ¿o no? ¡Entonces era perfectamente aceptable que desease seguirlo! Pero algunos minutos después aún continuaba en la misma posición y supo que jamás conseguiría levantarse y dejar el aula. Sin otra alternativa, comenzó a copiar el tema nuevo del pizarrón.

    -------------------

    Harry estaba sentado en lo alto de una escalera que daba a la calle, con su bolso apoyado en las piernas, y con el celular en una mano. Estaba preocupado. Remus acostumbraba llegar temprano a la universidad y Harry había buscado su auto en el estacionamiento de los profesores durante toda la semana, pero no lo vio esta mañana. El profesor no faltaba, a no ser por problemas de salud y eso no era broma. Estaba pensando en si debía llamarle, con miedo de lo que podría encontrarse, o peor, no encontrar, pero concluyó en que no estaría tranquilo hasta tener alguna noticia. Si no lo encontraba en casa, entonces llamaría a Sirius y lo informaría, pero debía tener alguna noticia antes para no preocupar a su padrino en vano.

    Marcó el número y aguardó dos tonos en expectativa.

    - ¿Diga? – dijo una voz masculina muy débil.

    - ¿Moony? – cuestionó Harry sólo para estar seguro, pues no pasaba de un murmullo.

    El hombre se limpió la garganta al otro lado de la línea.

    - ¿Harry? ¿Qué no estás en el aula? – la voz del profesor había hecho más densa y severa, Harry hasta podía imaginar la expresión de reprimenda de su amigo.

    - Tú tampoco estás – retrucó sin preocuparse en contener la preocupación que sentía. - ¿Está todo bien?

    - Oh, sí, todo bien. Tuve una crisis esta mañana y creí mejor descansar un poco… pero ya estoy mucho mejor, no te preocupes. ¡Hasta estoy pensando en ir a las últimas clases!

    - Es mejor que no, Moony. Descansa hoy para que estés entero mañana, ¿sí?

    Harry escuchó una débil sonrisa al otro lado y dejó que una risita escapara de sus labios. Por lo menos no percibía jadeos en la respiración del profesor, lo que lo tranquilizó más que sus palabras.

    - Está bien, Harry. Ahora, ¿puedes decirme por qué no estás en clase?

    - Si adivinas, te ganas un dulce – se burló Harry, dejando bien claro cuán enojado estaba.

    - Oh, Harry, ¿Snape te expulsó del salón? ¿Qué le dijiste? – reprendió, medio pesaroso.

    - Sólo pregunté sobre ti y él quiso hacerme quedar en ridículo. Y no, no necesitó expulsarme. Dejé la clase antes que eso pasara, ¿o de verdad creías que iba a asistir a otra clase de Snape en la misma semana? ¡Por supuesto que no!

    Remus suspiró al otro lado de la línea.

    - Discúlpame por eso, Harry. No creas que estoy feliz por haber faltado y dejar que él me sustituyera.

    - No necesitas disculparte, Moony. No tienes la culpa de nada.

    Algunos segundos de vacilación por parte de los dos hasta que Remus quebró el silencio.

    - ¿Cómo está Padfoot, Harry?

    - Preocupado por ti. No apareciste ni llamaste, él piensa que no quieres verlo nunca más, sabes cómo es de extremista…

    Remus suspiró antes de continuar.

    - No le digas nada, por favor Harry. No quiero que se preocupe.

    - Sólo si estas recuperado mañana, ¿ok? Si no voy a mandarlo a que te cuide, ¿de acuerdo? – dijo Harry, travieso.

    - Está bien… mándale… mándale un abrazo, ¿quieres?

    Harry sonrió.

    - Está bien, Moony. Hasta mañana.

    - Hasta mañana. ¡Y pórtate bien, hijo!

    Harry colgó con una sonrisa en el rostro. Se había dado cuenta del cariño contenido en la voz del Merodeador al mencionar a Sirius. Tal vez fuese hasta más que cariño, quién sabe… Pensó en si debía ir hasta el laboratorio de cómputo, pero el Príncipe no lo estaría esperando a esa hora… Decidió quedarse en la sala de Académicos viendo caricaturas hasta la hora del intervalo. Tendría que soportar a Hermione regañándolo por haber perdido el aula por pura terquedad, pero no estaba dispuesto a ser sumiso hoy. Mucho menos con Snape.

    Draco estaba sentado en la última fila del auditorio mirando las nucas de los funcionarios que asistían la conferencia y fingiendo que estaba muy interesado en ella, hasta que estuvo seguro de que nadie le estaba prestando atención y sacó su celular. Había tomado el e-mail de Ángel que estaba en el sitio y escribió la dirección para enviar un mensaje. Ya pasaban de las cinco de la tarde, así que no habría problema de molestarlo. Bueno, ¿estaba pensando en no molestar a Potter? Mira tú, por dónde… Pensó en no revelar su número, colocar confidencial, pero no era como si Potter le fuese a pedir algún día su número de celular…

    “¡Qué aburrido, amigo! ¡Te lo juro, ya vi a dos tipos dormitando y estoy seguro de que uno de los babea! ¡Sin mencionar la voz de aspiradora del conferencista! Es deprimente…”

    Envió el mensaje y sólo entonces recordó que no se identificó. Pero era medio obvio, ¿no? Estuvo esperando un poco, no sabía bien qué, ya que el otro podía ni siquiera ver el mensaje… Recordó a Pansy queriendo revisar su celular y creyó que era el momento de dar un fin a aquellas fotos. Seleccionó la primera y la miró por un instante. Tal vez Natalie tuviera razón sobre las cualidades de Potter, pero aún tenía mucho por analizar, ¿verdad? ¿Sería necesario borrar las imágenes? Podría muy bien cuidar que el aparato no cayese en manos de Pansy… pero sería arriesgado. Sí, era mejor borrarlo todo. Después de todo, había copiado las imágenes a su computadora de escritorio –sólo en caso de que necesitara argumentar más sobre la apariencia desarreglada del chico. Vagamente, fue borrando la primera, la segunda y la tercera imagen. Sin embargo, al llegar a la última, Draco analizó por mucho tiempo aquellos magníficos ojos. Seleccionó la opción borrar y apretó “Ok”. Aquella pregunta pareció hacer eco en su mente “¿Desea borrar la imagen?”. Mordió su labio inferior y ya iba a seleccionar “Sí” cuando algo se lo impidió. ¿Qué había de malo en un par de ojos? Podrían muy bien pertenecer a alguna chica, aunque Draco no creía que hubiese otro par de ojos iguales a esos. Eran únicos, singulares… encantadores. Bueno pues, ¿qué había de malo en decir que esos ojos eran bonitos? ¿Sólo porque pertenecían a otro chico debería odiarlos? No, tenía todo el derecho de admirarlos. Seleccionó “No” y volvió a mirar las esmeraldas. Por lo menos la parte de su frente que había sido enfocada estaba cubierta por algunos mechones negros, siendo que la cicatriz no era visible.

    Draco continuó buscando excusas para su renuencia en borrar la foto hasta que el aparato vibró con un mensaje de un número desconocido.

    “Me imagino. Estamos sin supervisor hoy por aquí y el clima es exactamente el opuesto. ¡Están todos agitados, escuchando música y armando jaleo! Por eso estoy respondiendo por el celular, jejeje”

    Draco dio una pequeña sonrisita. Aún no se acostumbraba a las eventuales travesuras del Perfecto Potter.

    “Quisiera poder escuchar música ahora. ¡Cualquier cosa sería mejor que este aburrido aullador! Tengo pena de esos tipos… y de mí mismo, ¡claro!”

    El rubio mordió el nudillo de uno de sus dedos pensando en cuán irreal le parecía todo aquello. A pesar de saber que Ángel y Potter eran la misma persona, era difícil convencerse a juntarlos. Era agradable conversar con el chico de esa forma, sin tener que mirarlo, sin revelarse, sin tener que admitir para sí mismo que estaba confraternizando con el enemigo. Estaba solamente investigando, coño… ¿cierto? Cierto.

    Mientras esperaba la respuesta, Draco grabó el número en su agenda con el nombre de Ángel, obviamente. El celular vibró nuevamente y él casi dio un salto esta vez.

    “También tengo pena por ti. ¡Nadie lo merece! ¿Cómo estuvo tu día?”

    ¿Cómo estuvo su día? Irritante. ¡Estuvo la clase de Estadística completa mirando hacia la puerta del aula, muriendo de ganas por salir corriendo sólo para encontrarse a cierto chico de cabellos desordenados y preguntarle por qué había hecho aquello! Cómo es que conseguía simplemente dejar el aula así, comprando aún más pelea con su padrino, o preguntarle lo que había pasado con el violinista asmático. Cualquier cosa, cualquier disculpa para poder simplemente encontrarlo o aún peor, observarlo desde lejos.

    “Las mañanas no existen para mí, amigo. Soy el mal humor en persona, tengo que admitir. Esta tarde fue una provocación directa a mis músculos faciales. Tuve que parecer simpático, ¿puedes creerlo?”

    “¡Pero si tú eres simpático! Tal vez sólo no seas muy bueno en expresiones faciales… ¿no acostumbras sonreír? ¿Eres antisocial fuera de la computadora?”

    Bueno, si ser sarcástico y arrogante era entrenar las expresiones faciales, entonces era un experto en el asunto. Ahora, las sonrisas se quedaban todas con Potter…

    “Digamos que me siento más a gusto frente a una computadora que en el medio social. En vivo, tengo que representar un papel, solamente eso.”

    No era ninguna mentira. Conseguía ser simpático con Ángel, pero no con Potter, ¿cierto?

    “Soy al revés, entonces. Prefiero platicar personalmente. Puedo hacer mis gestos y caras, sabes, es más divertido. Y puedo observar las reacciones de las personas, parece más verdadero.”

    Con seguridad él podría hacer más monerías personalmente. Pero a Potter no le gustaría observar sus reacciones en una conversación en vivo… En realidad, ni siquiera tendrían una conversación. El moreno ya le había dejado en claro dos veces que no quería su amistad. ¿Por qué ese pensamiento lo hacía querer lanzar el celular muy lejos? ¿Y por qué no lo lanzaba? ¿Por qué insistía en querer conversar con alguien que no lo valoraba?

    Pero Draco aún continuó platicando con Ángel hasta el final de la conferencia y se despidió con el reconfortante pensamiento de que esa noche habría entrenamiento de voleibol. ¿Reconfortante?

    -------------------

    El silbato de Madame Hooch sonó y todos pararon el juego y caminaron hasta ella. Potter era el único que aún tenía la playera puesta y se apoyaba en las rodillas para respirar mejor. Draco sopló a un mechó de cabello que insistía en caer sobre su ojo, pegándolo a su frente sudada.

    - ¡Chicos, estoy muy satisfecha con ustedes hoy! ¡No sé lo que hicieron para aceptarse – apuntó a Draco y a Potter – pero estuvieron perfectos hoy! Sus jugadas conjuntas fueron extraordinarias y vamos a explorar más eso en el próximo entrenamiento. ¡Ni siquiera puedo creer que casi los expulsé del equipo!

    Inesperadamente Potter se giró hacia Draco y le dio una sonrisa larga e insinuante. Draco tenía que admitir que estuvo un poco asustando al inicio, pero entonces recordó las palabras de Potter el lunes “¡Si jugamos así el jueves, Madame Hooch estará arrepentida por habernos siquiera amenazado con sacarnos del equipo!”. Entonces una pequeña sonrisa se formó en la esquina de su boca sin que se diera cuenta.

    - Lo ideal sería que tuviéramos dos entrenamientos semanales, pero estamos sin horarios. A menos de que estén de acuerdo en venir los sábados por la mañana también…

    Potter, Jordan y Finnigan se miraron mientras Draco hacía un gesto de disgusto, girando los ojos. ¿Ya no bastaba con tener que despertar temprano toda la semana, sino que tendría que madrugar el sábado también? Rogó porque alguien se negara por un motivo más aceptable que su mal humor matutino, pero todos aceptaron y Draco no tuvo otra elección que hacer lo mismo.

    - Perfecto, ¿entonces a las ocho y media está bien? Cierto. Hasta entonces.

    Madame Hooch dejó la cancha y los tres chicos se encaminaron a los vestidores conversando animadamente. Draco se quedó más atrás y la plática con Natalie hizo eco en su mente, debería probarle a Potter que sabía ser agradable, pero cómo si no conseguía conversar con él sin insultarlo ni ser “bruto”.

    - Hey, Potter – la conversación murió y los tres chicos lo miraron recelosos. Ahora que ya había comenzado, Draco se vio obligado a continuar. - ¿No vas a hacer estiramientos hoy?

    Observó a Potter mirar a sus amigos y después a las tribunas, donde algunas chicas cuchicheaban emocionadas. Entonces lo miró con una ceja arqueada.

    - ¿Me acompañas? De todas formas, sólo hay dos regaderas…

    Draco parpadeó. ¿Sería su imaginación o Potter tenía miedo de quedarse solito en la cancha y ser agarrado por aquellas chicas? Pero entonces, ¿qué tipo de espantapájaros pensaba el chico que él era? Probablemente, con su compañía, ahí ni las chicas avanzarían. “¡Tienes que ser agradable, tienes que ser agradable!” se repetía a sí mismo.

    - ¡Ok! – acordó dando de hombros. Eso no era exactamente agradable, pero sólo el haber aceptado le daba puntos, ¿no?

    Potter se giró hacia sus amigos.

    - Pueden irse, nos vamos dentro de poco.

    Ahora que había conseguido quedarse a solas con Potter, comenzaba a arrepentirse. ¿Cómo podría tener una conversación agradable con él? ¿Sobre qué hablaría? No podía simplemente preguntar “Y las clases de piano, ¿cómo van?”. Personalmente, tenía que representar su papel, hasta el final.

    Afortunadamente Potter no parecía muy dispuesto a hablar hoy. Se estiró como un gato, con movimientos envidiablemente leves y calculados, era un insulto para la visión de Draco, que estaba casi avergonzado de verlo. El moreno estaba sentado con las piernas estiradas al frente y el cuerpo curvado de modo que alcanzaba las puntas de sus pies y aún recargaba la cabeza en sus rodillas con una facilidad increíble. Quien lo veía podría decir que era muy fácil hacerlo.

    - ¿Qué sucede? – preguntó Potter, interrumpiéndose para mirarlo de vuelta.

    Sólo entonces Draco se dio cuenta que estaba sentado en el suelo, apoyándose en las manos y que había parado sus propios ejercicios para verlo.

    - ¿Cómo lo haces? – preguntó sonando levemente curioso, pero aún así intentando parecer desinteresado.

    Potter alzó una ceja.

    - ¿El qué?

    - ¿Cómo puedes contorsionarte de esa forma, doblarte, girar la espalda con tanta facilidad? – Draco notó que sonó un poco impaciente y se acomodó un mechó de cabello tras las orejas, manteniendo su mirada irritada.

    Potter rió alto y se sentó frente a él, doblando las piernas y uniendo las plantas de los pies.

    - Bueno, mi padrino dice que me faltan algunos huesos; Ron dice que los tengo todos, pero que son de goma; y Remus dice que heredé esa flexibilidad de mi madre. Queda en tu criterio escoger el argumento más convincente.

    Draco continuó mirando aquél rostro sonriente. ¿Cómo era posible que una persona pareciera estar feliz todo el tiempo? Los cristales de los anteojos reflejaban la luz y se volvía imposible mirar sus ojos, pero podía jurar que estaban brillando divertidos. La postura era erecta como todo pianista que se enorgullezca de serlo. “¡Tienes que ser agradable, tienes que ser agradable!”

    - Hablando de Lupin, ¿qué le pasó esta mañana? – preguntó, intentando despertar alguna simpatía en el chico al preocuparse por el profesor.

    Y pareció haberlo conseguido, ya que Potter se puso serio e inclinó la cabeza hacia un lado, como si ahora lo mirase.

    - Oh, él dijo que tuvo una crisis esta mañana, por eso se quedó reposando. Pero si todo está bien, mañana estará de vuelta, ¡gracias al cielo! No sé lo que haría si Snape tuviese que sustituirlo nuevamente – Draco entrecerró los ojos instintivamente, pero Potter pareció no notarlo. Se golpeó sus propias rodillas y se levantó. - ¿Vamos?

    Draco se levantó en respuesta y tomó su playera que yacía en un banco próximo a las tribunas. Sólo entonces recordó a las chicas que estaban observando el entrenamiento anteriormente. Bien, de alguna forma, el plan de Potter había sido eficaz, pues no había nadie en las tribunas. Y de alguna forma, Draco estaba satisfecho por eso.

    Siguió a Potter hasta los vestidores y los dos ocuparon las regaderas que Jordan y Finnigan habían acabado de dejar. Se quedó escuchando la conversación de los demás, sin ser invitado a participar y sin importarle mucho eso. Como la otra vez, demoró un poco más para dejar la regadera, con esperanza de que lo dejaran solo. Potter estaba terminando de amarrar las cintas de sus tenis cuando salió. Jordan y Finnigan estaban de pie, con las mochilas al hombro, esperando por él.

    - ¿Vamos, Harry? – llamó Lee inmediatamente, pero Potter sorprendió a Draco mirándolo por unos eternos segundos antes de girarse al otro:

    - Vayan. Esperaré a Malfoy.

    Draco no vio cuál fue la reacción de los dos, ya que se les había dado la espalda y había metido la cabeza en el armario. Le hubiese gustado decirle al otro que no pedía nada a nadie, sin embargo la idea de ser dejado solo no le era muy atractiva en este momento. No supo tampoco lo que el moreno hacía mientras se cambiaba, pero tan pronto como ellos dejaron los vestidores, Potter decidió quebrar nuevamente el silencio.

    - ¿Acostumbras caminar en el parque?

    - ¿Cómo? – Draco había entendido, pero fue tomado por sorpresa por la pregunta y necesitó de un tiempo para asimilarla. – Oh, sí. Quiero decir, no, no acostumbro.

    - ¿Te gustaría acompañarnos mañana?

    - ¿Acompañarnos? – Draco arqueó una ceja. ¿Tenía que compartirlo con alguien más? Ya era difícil mantener una conversación a solas con él, ¿y ahora tenía que ser agradable con Granger y Weasley también?

    - Sí, nosotros. ¡Snuffles y yo!

    Draco le dio una sonrisita burlona, pero lo disfrazó rascándose la nariz. Aún no se acostumbraba a la manera en cómo Potter trababa a su perro, como un pariente, o un hermano más pequeño. Se obligó a pensar en una respuesta, lo que no era nada fácil. Tuvo consciencia de que su frente estaba completamente arrugada mientras pensaba, pero el consejo de Natalie habló más alto.

    - Sí… tal vez…

    Potter sonrió burlón y Draco una vez más creó que los papeles estaban cambiados.

    - Ok, nosotros vamos a aparecer por allá a las siete de la tarde, más o menos. Entonces, tal vez nos veamos, ¿sí?

    Draco asintió con la cabeza, sin tener exactamente una respuesta.

    - Hasta mañana, Malfoy.

    - Hasta mañana.

    Uno le dio la espalda al otro y caminaron hasta sus autos.

    ----------------

    QUOTE
    En el próximo capítulo...

    Se puso de pie en un salto desesperado y salió tropezando hasta la puerta. Respiró profundo repitiendo para sí mismo que no esperase demasiado para no decepcionarse. Tal vez fuese sólo el vecino diciendo que olvidó el garage abierto… Abrió la puerta y aspiró el aire con ganas para los pulmones. Allí estaba…

    - ¡Remus! – su voz salió poco más que un susurro.

    - Hola, Sirius – dijo el otro también susurrando.

    QUOTE
    Notas finales:

    Notas de la Autora: Bueno, no está siendo fácil para Draco ser agradable con Potter, pero se está esforzando, ¿no creen? Y el próximo capítulo tiene… no voy a decir lo que tiene, ustedes tendrán que esperar para ver uhauhauahua.

     
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