Green Eyes (Harry/Draco - Sirius/Remus): Epílogo [FINALIZADO] - AGRADECIMIENTOS

Autora: Amy Lupin Traductoras: anali_snape y Hermione

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  1. Kari Tatsumi
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    Capítulo Diecinueve

    Decepción




    Draco estaba recostado en el pasto, boca arriba, con la cabeza apoyada en uno de sus brazos. Estaba debajo de aquél árbol en el que acostumbraba encontrarse con Potter. Se distraía viendo el movimiento de las hojas, el modo en que danzaban conforme la brisa suave pasaba por ellas, agitando las ramas, haciendo dibujos que se movían en el suelo cuando la luz del sol conseguía pasar por entre los pequeños espacios entre ellas. Aquella calma deliciosa, las risas que el viento traía de lejos, el susurro del viento, el farfullar de las hojas, todo eso le traía cierta paz al rubio y un sentimiento de familiaridad. Esta vez la claridad no era disculpa para la sonrisa que tenía en el rostro.

    Ese sentimiento de plenitud lo hizo suspirar, haciéndolo notar un extraño peso en sobre su pecho. Pero no era incómodo. Por el contrario, parecía ajustarse perfectamente a él. Alguien estaba con la cabeza apoyada en su pecho, una mano enlazada en su cintura y una pierna sobre la izquierda suya. En lugar de extrañarse por eso o mirar quién era, simplemente alzó una mano, guiándola de manera que se enterrara en ese cabello sedoso, corto y… despeinado.

    Se sintió abrazado con más fuerza y escuchó un suspiro. Incentivado por esas reacciones, comenzó a acariciar esos suaves cabellos, deslizando sus dedos entre ellos y así impidiendo que aquella hermosa sensación se evaporase, temiendo que en cualquier momento desapareciera.

    - ¿Nuestra vida está cambiando, verdad? - escuchó aquella voz cantarina, casi susurrando, tan cerca de él.

    Las palabras casi fueron llevadas por el viento, pero sus oídos las capturaron y las degustaron.

    - ¿Lo está? - se escuchó preguntar también susurrando y nuevamente era casi como si el viento hubiese cargado las palabras mucho antes de que salieran de su boca.

    Por un momento creyó que no había sido escuchado, pero entonces percibió un movimiento y bajó un poco la mirada, su estómago dando una pequeña -y deliciosa- contracción. Dos iris verde esmeralda lo miraban desde arriba, brillantes, sonrientes, esta vez libres del armazón negro, enmarcadas apenas por aquél rostro que tanto conocía. Y aquella sonrisa, ah, ¡aquella sonrisa! ¡Tan bonita, tan contagiosa!

    - Sí - dijo, recorriendo con la mirada cada pedacito de su rostro y deteniéndose en los ojos. - Te ves diferente.

    - Y… eso… ¿eso es bueno, Harry? - preguntó, casi perdiéndose delante de aquella visión, sintiendo su respiración tan próxima a la suya. ¿O sería el viento soplando en su rostro?

    Potter aumentó la sonrisa y después su mirada bajó hasta los labios de Draco. El moreno se mordió sus propios labios, haciendo que su sonrisa se deshiciera lentamente, transformándose en expectativa. La respiración de Draco falló en ese momento. Su corazón olvidó latir una o dos veces.

    - Sí… Draco - ronroneó, cerrando los ojos y aproximándose lentamente, tan lentamente que los segundos parecieron una eternidad.

    Conforme se iba aproximando, el rubio cerró los ojos y dejó que su respiración saliera entrecortada, su corazón volviendo a latir con fuerza, martillando contra sus costillas. Sintió la expectativa creciendo y creciendo hasta que sintió una caricia suave en sus labios entreabiertos, sedientos. Y fue como si alguna cosa cálida se esparciese por todo su cuerpo, bombeando en conjunto con su sangre a una velocidad increíble. Por un momento fue privado de otras sensaciones. No sentía el suelo en el cuál se apoyaba, ni el peso del otro sobre su cuerpo, la textura del pasto al cuál se agarró por instinto; sólo sentía aquél toque tan leve que le provocaba un hormigueo en sus labios.

    Súbitamente se vio necesitado de aquello. Unir sus labios completamente a los del moreno era tan esencial como respirar. Instintivamente se movió hacia enfrente ansioso de aumentar ese contacto tan delicioso, calmar el estremecimiento de su cuerpo…

    Pero, lo que sucedió hizo que su sangre se congelara. Conforme se iba moviendo, sintió que todo se desvanecía, el escenario, las sensaciones, y lo peor de todo… Potter. No encontró sus labios, no sintió el calor de su cuerpo, ni su respiración, nada. Sintió otra contracción en el estómago, pero de susto, de pesar, de miedo.

    Estaba nuevamente en su cama. Se había dormido con la televisión encendida. Ni siquiera se había cambiado. La cama aún estaba cubierta de almohadas, algunas aún permanecían sobre él. Sobre su pecho, su cintura, su pierna… Abrió los ojos con el corazón aún golpeando su pecho.

    - ¡Oh, no! - Draco gimió y se encogió en la cama, haciendo que algunas almohadas se cayeran.

    Tenía ganas de gritar, de golpear la cama, de llorar, ¡cualquier cosa! No sabía si estaba horrorizado o frustrado. Se quedó temblando en la cama como un niñito asustado. ¡Había pasado otra vez! ¡Había soñado con Potter! Y cada vez era peor… ¿Qué estaba pasando? ¿Qué eran esos sueños? Draco inconscientemente se llevó una mano a los labios, tocándolos suavemente. Aún podía tener un vago recuerdo de la sensación. Si cerrara los ojos, podría ver esas dos iris esmeraldas mirándolo de cerca, aquella boca perfecta… ¡AAAAAHHHRG!

    Se sentó en la cama abrazando sus rodillas y golpeándose la cabeza levemente contra ellas como si quisiera borrar los recuerdos, expulsarlos fuera de su insana mente. “¿Qué me está pasando?”, se preguntó.

    La única respuesta que obtuvo fue el rugido de su estómago. No recordaba si había cenado la noche anterior. En la mesa de la computadora aún estaba la charola con migajas del pastel que Winky le había traído en la tarde, con marcas de dedos donde antes habían estado algunas salpicaduras de cobertura de chocolate.

    Realmente no había salido de su habitación el día anterior.

    Empujó las almohadas fuera de la cama y encontró el control remoto, apagando la televisión. Tomó su celular del buró. Las diez de la mañana. Aún faltaba mucho para su cita con Potter… “¿Qué cita? ¡El paseo en el parque, por favor!”, reprendió su indignada consciencia. El rubio aventó el control contra la pared, haciendo que la tapa de las baterías se rompiera. Se dejó caer en la cama.

    Necesitaba un baño. Un baño lo resolvería todo…

    --------------

    El baño no resolvió nada. ni las horas en que se quedó en casa sin tener qué hacer, esperando el final de la tarde para encontrarse con Potter. Alrededor de las dos y media de la tarde ya estaba cansado de sus propios pensamientos, irritado con la manera en que siempre regresaba a pensar en Potter. Ya le había gritado a Winky dos veces en aquél espacio de tiempo. No se soportaba ni a sí mismo. Decidió tomar su bicicleta e ir al parque más temprano, recostarse bajo el… cualquier árbol, menos aquél en donde acordaron encontrarse.

    Conectó sus audífonos al celular, colocándolo en su pantalón y salió de casa sin decir nada a nadie, como siempre. Y como siempre, no fue cuestionado cuando pasó por ahí. Dio una vuelta perezosa en el parque, mirándolo todo, sin reparar en nada. Pedaleaba con la mayor lentitud posible, esperando que el tiempo pasara deprisa, apreciando la brisa en sus cabellos, el cielo limpio, el pasto verde… un verde opaco, nada que se comparara con… “¡El cielo, Draco, mira el cielo! ¡Olvida el pasto!”

    Finalmente, faltando veinte minutos para las cuatro de la tarde, decidió parar en la sombra del frondoso árbol. Se quitó los audífonos y se sentó en el pasto, recargando la cabeza en el tronco y admirándolo. Exactamente como en su sueño. Pero no estaba aquella atmósfera irreal rodeándolo, ni ningún moreno de ojos verdes… por poco tiempo.

    Draco escuchó el sonido de una llanta derrapando en el pasto y miró hacia el frente, su corazón temiendo dispararse sin motivo alguno. Potter estaba jadeante, sosteniendo su mejor sonrisa, limpiando el sudor de su frente en su camiseta.

    - ¡Hey, Malfoy! ¡Ufa, qué carrera, ja ja! ¡Dejé a Padfoot y a Moony atrás!

    Draco se limitó a fruncir una ceja.

    - Mi padrino y el profesor Lupin, Malfoy - explicó Harry aún respirando pesadamente, acomodando sus gafas. - Vamos, sino ellos nos seguirán.

    Draco se levantó inmediatamente, sacudiéndose la ropa para limpiarla y montando su bicicleta. No quería que nadie los siguiera, mucho menos las dos niñeras de Potter. Y hablando de Potter, él se estaba… ¡carcajeando!

    - Caray, ¿tienes miedo de que nos sigan? - se burló el moreno.

    - ¡Joder, Potter! ¡No puedo creer que me llames cobarde! - se indignó.

    - ¡Qué bueno que no lo crees, porque estaba de broma! ¡Ahí vienen, es mejor que corramos! - Potter salió disparado y Draco lo siguió, no sin antes mirar hacia atrás y ver dos personas aproximándose en bicicleta una cuadra anterior.

    --------------

    - ¡Rápido, Moony! ¡Vamos a perderlos de vista! - gruñó Sirius, parando por cuarta vez para esperar a su novio.

    Remus pedaleaba tranquilamente, murmurando algo. Sirius dejó salir un gritito de frustración y buscó de nuevo a los chicos.

    - ¡Aaaaah! ¡No puedo creerlo! ¡Mira, ya van a rodear el parque! ¡Ya no vale la pena! ¡Ya ni siquiera puedo verlos! - Sirius se giró de nuevo hacia Remus con una expresión asesina. - Te mato, Moony. ¿Ves lo que hiciste?

    - Caray, sabes que no puedo correr más que esto, o tendría otra crisis. ¿Y por qué no los seguiste solo, si tanto querías hacerle de Sherlock Holmes? En realidad eres un chismoso, si quieres mi opinión.

    - No, no la quiero - dijo Sirius, irritado. - ¡Y no te dejaría solo en el parque por nada del mundo!

    - ¿Qué peligro hay en eso, Padfoot? Ya estoy bien grandecito para cuidarme, ¿sabes?

    - Sí, ¿pero quién me garantiza que nadie te va a robar por ahí?

    Remus soltó una carcajada y lo miró incrédulo cuando finalmente lo alcanzó.

    - ¿No estás hablando en serio, verdad?

    Sirius volvió a pedalear, esta vez a su ritmo.

    - ¡Claro que sí! ¡Mírate! ¡Eres lindo, encantador, maduro, sexy… y el parque está lleno de esas niñitas con shorts mínimos fingiendo que están ejercitándose sólo para torcerse el pie y caer en los brazos del primero que aparezca!

    - ¡Oh, Padfoot! ¡Tú y tu fértil imaginación!

    - ¡Sólo estoy cuidando lo que es mío! Y tú deberías hacer lo mismo. Sabes que soy prácticamente un dios griego, ¿cierto?

    Remus se limitó a rodar los ojos. Sirius se irritó por la falta de respuesta de su novio y comenzó a maquinar alguna cosa para probarlo. ¡Tenía que hacer algo! Hasta que vio la oportunidad caminando en su dirección. Literalmente.

    Una chica de más o menos 20 años usando un TOP y shorts de gimnasia con los cabellos rubios amarrados en una coleta alta, estaba corriendo en la calzada en sentido contrario a ellos. Sirius la analizó de arriba abajo y dio un silbido bajo y largo. La chica hizo de cuenta que no lo escuchó y siguió corriendo.

    - ¡Wow! ¡Qué belleza, eh! - dijo, parándose para verla pasar y girando la cabeza para analizarla mejor desde otro ángulo.

    En ese mismo momento, Remus paró también, apoyándose en un pie y siguió la mirada de su novio, analizando a la chica también de arriba abajo.

    - Sí, es muy bonita - concordó simplemente, en seguida volvió a pedalear como si nada hubiese pasado.

    Sirius, aún con los ojos abiertos a más no poder y la boca abierta, permaneció donde estaba, apenas mirándolo alejarse. Cuando Remus se dio cuenta de que faltaba, ya estaba a media cuadra, siendo que Sirius permanecía en la esquina, embobado.

    - ¿Qué? - preguntó, intrigado. - ¿No vienes?

    Sirius bufó, hizo un gesto celoso y montó su bicicleta, regresando a casa.

    - ¡Hay, Padfoot ¿Adónde vas?

    - Ah, no te preocupes - gritó de vuelta. - No voy tras esa chica, si te interesa, claro…

    - ¡Padfoot! - Remus dio la vuelta y pedaleó con fuerza, intentando alcanzarlo.

    - Me voy, Moony. ¡No te preocupes por mí! ¡Puedes volver y buscar compañía más interesante, sin resentimientos! - gritó aún, irritado, sin preocuparse con las personas curiosas que se giraban a verlos.

    - ¡Padfoot, espera!

    Pero Sirius ya estaba lejos y Remus desistió en alcanzarlo, volviendo a una velocidad segura para su condición y meneando la cabeza, inconforme.

    - ¡Qué temperamento, Dios mío! ¿Qué hice mal? - dijo para sí mismo.

    --------------

    Harry y Draco pedalearon con entusiasmo hasta estar completamente escondidos entre los árboles, sólo entonces Harry se detuvo y miró hacia atrás para estar seguro de que no habían sido seguidos. Draco paró también y lo esperó.

    - ¡Ufa! ¡Creo que los despistamos! - conmemoró Harry, deslizándose hasta estar junto al rubio. - ¿Recuerdas el camino hasta el manzano?

    - ¡Por supuesto que lo recuerdo, Potter! ¡Es sólo seguir la vereda! - dijo intentando parecer irritado, pero fallando vergonzosamente.

    - Sí, pero existen algunas bifurcaciones. Bueno, pero si tú lo dices, ¿qué opinas si apostamos una carrera hasta allá?

    Draco arqueó una ceja y lo miró mientras pensaba en la propuesta?

    - ¿Y qué gano si llego primero? - preguntó, por fin, con una ceja alzada. Miles de opciones pasaron por su mente y sus ojos se desviaron sin que se diera cuenta hacia la boca del moreno.

    Potter sonrió malicioso y sus ojos brillaron tras sus anteojos. Humedeció sus labios, sin notar que Draco lo miraba de aquella manera sedienta.

    - ¡Puedes estar arriba! - Harry propuso y Draco abrió mucho los ojos.

    - ¿Eh? - cuestionó, asombrado.

    Potter se carcajeó, para variar. Y luego, cuando por fin pudo controlarse, se acomodó los anteojos en el rostro.

    - Puedes subir a mis hombros para tomar las manzanas, Malfoy - explicó distraído.

    - Oh - Draco se deshizo y se irritó, al mismo tiempo. - Está bien, está bien. Y si yo, ah… si tú llegas primero, tú vas arr… ya sabes, en mis hombros, quiero que quede todo claro, ¿sí? Para que no inventes algún otro castigo.

    - ¡Está bien! - acordó Potter alegremente.

    - A la de tres, entonces - Draco se posicionó en la bicicleta y Potter hizo lo mismo. - ¡TRES! - gritó y salió disparado, sonriendo satisfecho consigo mismo.

    Pero no contaba con los extraordinarios reflejos de Potter, que se disparó enseguida, con una diferencia mínima.

    - ¡Hey! ¡Así no vale! ¡Tramposo! - berreó Potter, atrás.

    Draco no le hizo caso. Continuó pedaleando con todas sus fuerzas, manteniendo el cuerpo medio encorvado, sin sentarse en el asiento, para obtener mayor agilidad. Potter estaba tras él, muy cerca. En algún momento llegó a estar a su lado, pero Draco estaba determinado a ganar, aún siendo deshonesto al inicio. Era una cuestión de orgullo ahora. ¡Tenía que vencerlo!

    Consiguió abrir ventaja en uno de los descensos y llegó primero, dejando la bicicleta derrapar en el suelo y casi perdiendo el equilibrio. Se apoyó en el tronco del árbol y se deslizó hasta el piso, respirando con dificultad, el rostro jadeante. Potter llegó más moderadamente, frenando debidamente la bicicleta y apoyándola con cuidado contra el tronco. Sólo entonces se dejó caer sentado al lado del rubio. Sonreía y también tenía el rostro maravillosamente colorado, jalando con fuerza aire a sus pulmones. Si antes sus cabellos apuntaban a todas direcciones, ahora ni siquiera podría describir el revoltijo de sus mechones negros.

    - Yo… - respiró antes de continuar - voy a ignorar… el hecho de que… hiciste trampa, ¿está bien?

    - Claro, Potter - Draco también tuvo que parar para respirar - porque te habría ganado… aún sin hacer trampa.

    - Sí, sí, lo admito - asintió, despeinándose aún más. - ¡Tienes una condición física increíble! ¡Y tu respiración también! Lástima que el cigarro perjudique eso, con el tiempo.

    Draco, que había hinchado el pecho a causa del elogio, ahora fruncía el ceño, confuso.

    - ¿Cigarro?

    - Sí, fumas, ¿no? - Draco balanceó la cabeza negativamente. - ¡Pero yo te vi fumando una vez en la escuela! ¡Y Parkinson parece una chimenea!

    - No, yo no… - el rubio se interrumpió al recordar el episodio que había hecho sólo para provocar al trío de oro. - Oh, no, no, aquella vez sólo quería provocar a Granger.

    Potter estrechó los ojos cuando lo escuchó sonreír socarrón.

    - Sabes, tienes un retorcido sentido del humor.

    - ¡Caray, Potter! - la sonrisa desapareció inmediatamente. - ¡Mejor que el tuyo, que te ríes por cualquier cosa!

    Y Potter… rió. Draco rodó los ojos y esperó a que terminara. Estaba mirando hacia enfrente, ya que estaban sentados lado a lado, pero percibió que el moreno lo estaba mriando.

    - Harry - dijo Potter y Draco se giró, confundido.

    Encontró aquellas dos iris verdes cerca de su rostro y por poco no encuentra palabras qué decir.

    - ¿Qué? - preguntó, agradeciendo que su voz hubiese salido firme.

    - Harry, llámame Harry - pidió el moreno con cierta seriedad.

    - ¿Por qué?

    - Porque no me gusta la manera en que escupes mi apellido - Draco abrió la boca pero no pudo encontrar palabra alguna antes de que el moreno continuara, girándose hacia el frente de nuevo. - Además, me gustaría que me llamases Harry. Todos mis amigos lo hacen.

    Draco tragó en seco. Todos sus… ¿amigos? ¿Había escuchado bien? ¿Potter lo consideraba su amigo? “Harry” pensó, e incluso en su pensamiento sonó irreal. Eso era el tipo de cosas que pasaban en sus sueños, literalmente. Draco dudaba que podría llamarlo así algún día.

    - ¿Puedo llamarte Draco? - preguntó el moreno aún sin mirarlo, arrancándolo de sus devaneos.

    Draco notó que quizá había permanecido en silencio por un largo tiempo. Tragó en seco de nuevo y vio que Potter lo miraba. Mejor así. Asintió con la cabeza y todo resuelto.

    Potter se dio por satisfecho, levantándose y ofreciéndole la mano para ayudarlo.

    - ¿Manzanas? - sugirió.

    - ¡Manzanas! - aceptó y en un momento ya estaban escogiendo las mejores.

    Obviamente, las más bonitas estaban en lo más alto, o no tendría gracia alguna. Se quitó los tenis, rebelando unas medias blancas con un dibujo del Pájaro Loco que trató de esconder con su pantalón antes de que Potter lo viera. Éste te posicionó y Draco subió en sus hombros. Entonces se dio cuenta de que no podía mirar hacia abajo. ¡Tenía pánico a las alturas, apenas y podía moverse!

    - ¿Todo bien allá arriba, Draco?

    Draco sintió un airecillo frío en el estómago, no sabía si de miedo o por escuchar su nombre saliendo tan fluido de la boca de su ahora amigo.

    - Ajá - concordó, esforzándose en levantar la cabeza. Tenía la impresión de que caería en cualquier momento.

    - ¿Crees no arrancar mis cabellos? ¡No me gustaría quedar calvo tan pronto!

    Sólo entonces Draco se dio cuenta de que estaba agarrando dolorosamente los cabellos del moreno.

    - Oh, yo… y-yo sólo… - tartamudeó. ¡Mierda! ¡Qué patético estaba siendo!

    - Está todo bien - Potter aseguró firmemente sus muslos, en una tentativa de pasarle seguridad. Pero eso sólo hizo que el frío en su estómago aumentase. - ¿Quieres que yo me suba sobre ti?

    - ¡No! - respondió… demasiado rápido. - No, estoy bien - no estaba dispuesto a darse por vencido tan fácilmente. Si Potter podía, ¿por qué él no?

    Y con esa determinación, Draco se fue soltando poco a poco, tomando más confianza, sintiéndose más seguro, hasta que la cuarta manzana estuvo en su playera -que por esta vez había sido metida al pantalón para servir de apoyo.

    Descender fue otro problema, pero Potter le dio instrucciones pacientemente y lo ayudó, permitiendo que se apoyara en uno de sus muslos para descender. Draco hizo una plegaria silenciosa cuando estuvo de nuevo en suelo firme. Ambos se sentaron recargados contra el tronco y saborearon las grandes y suculentas manzanas. Potter trató de crear un clima agradable. Ciertamente había percibido su pánico, pero fingió no haberlo notado, no hizo ninguna burla. Hizo conversación sobre varios temas y Draco ya se estaba sintiendo más a gusto. Pero no lo suficiente para llamarlo Harry. Pero tampoco le decía Potter ya que no le gustaba. Simplemente se dirigía a él, sin nombres.

    Draco le contó sobre el “episodio Pansy” de la tarde anterior y Potter celebró entusiasmado. Draco no pudo quitar los ojos de aquella maravillosa sonrisa. Le causaba escalofríos simplemente verlo sonreír, reír con ganas, carcajearse… Ninguno de los dos sabría decir las vueltas que dio la conversación hasta que estuvieron hablando sobre dibujos animados -una de las pasiones secretas del moreno, aparentemente.

    Hablaron de varias caricaturas de los años ochentas, como Calabozos y Dragones, los Thundercats, He-Man y She-Ra. La Hormiga Atómica, Los Picapiedra -en este punto Potter había hecho un perfecto “Yabadabadu”- La Pantera Rosa -con derecho a fondo musical- y hasta el Capitán Cavernícola -nuevamente Potter había hecho una imitación perfecta del personaje. Ahora hablaban de los Looney Tunes.

    Ya habían terminado de comer las manzanas y la luminosidad turbia que entraba entre las hojas indicaba que el sol acababa de ponerse. Potter estaba nuevamente recostado en el pasto, con las piernas estiradas sobre el trono del árbol, mirando al rubio de frente.

    - Me gustaba Piolín y Silvestre - sonrió. - Caramba, era muy bueno ver al pajarito llevarse siempre lo mejor. Sin contar la manera en que Silvestre hablaba, ¡muy graciosa! ¿Dónde se ha visto un gato con la lengua atrapada?

    Draco se concentró.

    - A mí me gustaba Bugs Bunny por ser siempre el más experto. Principalmente cuando engañaba a Taz. Nunca me gustó el Pato Lucas, ese idiota.

    - Oh, sí, era idiota, pero gracioso. ¡Ah, yo amaba ver las persecuciones del Correcaminos y el Coyote! - se entusiasmó Potter, y Draco sonrió de lado sin gracia, recordando sus reflexiones del día anterior. - Siempre sabía lo que iba a pasar, era tan predecible. La mayoría de las veces un yunque caía en la cabeza del Coyote, ¡ja ja! ¡Pero igual me gustaba y me reía mucho! ¿Y los Animaniacs? Esos son más recientes, pero me gustaban Pinky y Cerebro. Comenzando por la música de apertura.

    - No, me gustaban más los Hermanos Warner - ponderó Draco.

    - ¡Caray! - era increíble mirar a Potter mientras se entusiasmaba con el tema. - ¡Eran fantásticos! ¿Y cuando aparecía una enfermera en escena? “¡Hoooolaaaaaaa, enfermera!”, ¿te acuerdas?

    - Sí - Draco se permitió una pequeña sonrisa. - La pobre no sabía ni dónde meterse.

    - ¡Sí! ¡Joder, era muy gracioso! ¡Importunaban en la vida de todo el mundo! ¿Cuál de ellos te gustaba más?

    - El más astuto, por supuesto.

    - Ah, sí, ¡Yakko! Dot era bastante graciosa también, pero siempre creí que Wakko era el más divertido. Sirius hace una imitación perfecta de él, ¡tienes que verlo!

    Draco intentó imaginar a un hombre de aquél tamaño imitando una caricatura. Llegó a la conclusión de que no era tan diferente del chico de dieciocho años que gritaba “¡Capitáááán Cavernícola!” así como Potter lo había hecho minutos antes. Y, definitivamente, era divertido.

    - ¿Y cuál de los Ositos Cariñositos era tu preferido? - continuó Potter.

    - ¿Disculpa? ¿No tienes otra cosa menos boba y ridículamente empalagosa de la cuál podamos discutir?

    - ¿Será que te duele admitir que te gustaban esas cositas bobas y ridículamente empalagosas? - retrucó el moreno como respuesta.

    - ¿Y quién dice que me gustaban? - Potter rodó los ojos, divertido. - ¿A ti te gustaban?

    - ¡Por supuesto que me gustaban, Draco! - admitió el moreno. - Mi favorito era Corazón Valiente, aquél león, ¿te acuerdas?

    Draco se encogió de hombros. Se acordaba, pero no necesitaba admitir eso.

    - Listo, no me siento menos masculino después de eso. ¿Mi voz se hizo más aguda? - se burló Potter, y Draco le lanzó un puñado de hojas secas que había estado empeñado en amontonar.

    A Potter no le importó. Permaneció mirándolo, aguardando una respuesta a su pregunta.

    - Me gustaba el Malvado[1] - respondió por fin, y Potter se arqueó, carcajeándose.

    Conforme lo hacía, su cuello quedaba totalmente expuesto, su manzana de Adán sobresaliendo, la piel morena, que invitaba a…

    - ¡Oh, tan obvio! - molestó Potter, divertido. - ¡Pero yo pregunté qué osito te gustaba, Draco!

    - ¡Bueno, era un osito! Un pobre animalito maltratado, pero aún así un osito - se defendió el rubio.

    - Y nada cariñoso, ¿verdad? - Draco bufó en respuesta. - ¡Está bien, entonces! Sabes… yo siempre creí que Laurita… ¿la recuerdas? Creo que era sobrina o cualquier cosa parecida de Corazón Helado.

    - ¿Esa que daba unos gritos que estallaban los tímpanos? - Draco asintió con la cabeza.

    - Esa misma - rió Potter. - Siempre creí que Pansy me la recordaba - se carcajeó y Draco no pudo reprimir que una media sonrisa se formara en su rostro también.

    - ¡Comparación perfecta! - decidió entrar en la broma. - Delgaducha, aburrida e irritantemente aguda.

    Potter saboreó el comentario y entonces, inesperadamente lo miró, aún risueño. Draco no podía deshacer aquél prototipo de sonrisa, pero dudó, cuando el moreno gateó hasta él y -antes de que pudiera siquiera asimilar la proximidad ahora- el chico tocó su cara con el índice, forzando la otra esquina de sus labios hacia arriba.

    - ¿Qué haces? - preguntó Draco, medio perdido, recibiendo otra sonrisa.

    - ¡Enseñándote a sonreír, por supuesto! - el moreno se encogió de hombros y ni le dio tiempo a hacer un comentario, continuando. - Siempre sonríes de medio lado, a la mitad, igual que mi padrino. Pero Sirius frecuentemente ríe de verdad, sabes, y a ti casi nunca te he visto sonreír. Tienes sentido del humor, ya me di cuenta de eso. Un sentido del humor medio reprimido, medio sarcástico, pero aún así gracioso. Así que llegué a la conclusión de que no sabes sonreír.

    Draco estaba embobado. Parpadeó algunas veces, como si eso fuera de alguna manera a ayudarlo a comprender lo que acababa de escuchar.

    - ¡Yo sé sonreír, caramba! ¡Por supuesto que sé!

    - ¡Entonces hazlo!

    - ¿Ahora?

    - ¡Sí! Dices que sabes, ¡quiero verlo!

    - ¡Pero no hay nada gracioso ahora!

    - ¿Ah, sí?

    - ¡Sí! - permanecieron así por algunos segundos, solamente mirándose hasta que Draco se cansó. - ¡Joder, qué cosa más estúpida! ¿Qué es lo que…? ¡Hey!

    Pero no pudo terminar lo que pretendía decir, una vez que Potter se abalanzó sobre él y atacó sus costillas con un dedo, después de nuevo, y de nuevo, cada vez en un punto diferente y preciso, que hacía a Draco arquearse, huyendo del toque, contorsionándose, hasta explotar en risas y caer a un lado, intentando doblarse y dificultar el acceso a sus costillas.

    - ¡Hey, hey! ¡Para! ¡Detente! - intentó hacerse escuchar, pero su voz no era ni de lejos amenazante. ¡No podía parar de reír!

    Rodó, pero así Potter pudo alcanzar ambos lados de su cuerpo, haciéndolo arquearse y reír más.

    - ¿Sabías que la risa amplia la caja torácica, permitiendo que tus pulmones se expandan, mejorando tu actividad cardiaca? - recitó el moreno, divertido, sin distraerse de su tarea.

    Ahora, ni aunque Draco quisiera, no podía protestar. Sólo podía carcajearse y torcerse. Intentó arrodillarse para liberarse, pero Potter lo aseguró firmemente, continuando su tarea precisa y eficiente.

    - La carcajada mueve todo tu cuerpo, favoreciendo la relajación de tu organismo y le hace bien a tu salud, ¿sabías eso? Activa la circulación de la adrenalina, mandando más oxígeno a los tejidos.

    Draco consiguió rodar de nuevo lejos de él, pero el moreno lo acompañó rápidamente y pasó las piernas a cada lado de su cuerpo, como si se fuera a sentar sobre su estómago, pero sosteniéndose en sus rodillas, apoyadas en el suelo, permitiéndole respirar -aún con dificultad. Pero, de esa manera, Draco no podía esquivar más a Potter y el moreno tenía acceso libre a su estómago y costillas.

    - El buen humor estimula la creatividad, reduce el estrés y aumenta el poder defensivo de los glóbulos blancos de la sangre. ¡Además, quien ríe bastante durante el día, duerme mejor por la noche!

    El rubio intentaba en vano unir los brazos a su cuerpo e impedir las embestidas del moreno, pero éste era más ágil que él y siempre encontraba alguna brecha, haciéndolo morir de risa.

    - ¡Para! ¡Para! ¡Por favor! - Draco se vio implorando misericordia, ya sin poder respirar ni deshacer la sonrisa que utilizaba ya todos sus músculos faciales. Sus mejillas comprimían sus ojos, de donde algunas lágrimas se habían escapado.

    Aún cuando Potter se había detenido de atacarlo, Draco todavía sentía los espasmos y la adrenalina agitándose en sus venas. Cuando por fin pudo controlar la risa lo suficiente para abrir los ojos, vio que Potter aún estaba encima de él, mirándolo radiante y contemplativo. Recordó su sueño.

    ------------------

    Harry no podía quitarle los ojos de encima. Nunca había escuchado al rubio reírse de ese modo y dudaba que alguien más hubiese escuchado aquella melodiosa risa, medio entrecortada y… deliciosa. Sin contar que sonreía abiertamente. Además de su expresión de felicidad. Era… agradable, atractivo. Sus facciones aristocráticas antes inexpresivas, combinadas con el escenario, el aroma del atardecer, del pasto, el subir y bajar apresurado de su pecho, la palidez de su piel realzada por la ropa de color oscuro, los cabellos casi plateados enredados con pedacitos de pasto y hojas, los rubios hilos desordenados en su frente, los ojos de un gris azulado, limpios, los labios finos y rosados curvados hacia arriba, los dientes rectos y blancos…

    - Sabes, Draco, deberías sonreír más - dijo sinceramente, percibiendo que era igualmente evaluado por el rubio.

    Asistió cómo lentamente normalizaba su respiración y aquella sonrisa iba disminuyendo, muriendo, aún cuando permanecían algunos resquicios de diversión en las esquinas de la boca del rubio. Mantuvo la mirada intrigada de Draco, viéndola igualmente inquieta. Parecía que él tenía que soportar aquella mirada más tiempo, el tiempo suficiente para obtener respuestas a lo que ni siquiera se había preguntado. ¿Qué era esa sensación? ¿Admiración profunda, éxtasis, felicidad sin precedentes? Un hormigueo en el pecho, un airecillo helado en el estómago, las ganas casi incontrolables de querer tocarlo…

    Ya el rubio respiraba normalmente, ¿no? ¿Y por qué su propio pecho parecía estar cada vez más jadeante?

    De pronto se recordó a sí mismo que tal vez Draco estuviera sintiéndose incómodo por estar sobre él. Medio reticente, temiendo deshacer aquél momento -pero creyéndolo inevitable a menos que detuviera el tiempo en aquél instante- Harry se quitó de encima y se recostó a su lado, mirando el revoltijo de ramas y hojas en el manzano. Estaba… sin palabras… sin acción, sin reacción. Se quedó quieto por un momento, solamente contemplando. Deberían irse ya, para no correr el riesgo de perder la vereda con el anochecer. Pero algo lo impedía. Quería disfrutar más de aquella sensación, de aquella proximidad.

    - ¿De dónde sacaste todo eso? - preguntó el rubio, despertándolo de sus ensoñaciones.

    - Clase de psicología - respondió tan pronto asimiló la pregunta, lo que demoró un tiempo considerable. - Hay gente que presta atención a esas materias aparentemente inútiles, ¿sabes?

    - Oh, tú te llevarías muy bien con mi secretaria, Natalie, entonces…

    - ¿Le gusta la psicología? - preguntó, interesado. En realidad ni siquiera había imaginado que Draco tuviera una secretaria. Bueno, aún le costaba creer incluso que trabajase…

    - La ama. Develar los misterios de la mente humana. Creo que soy su conejillo de indias.

    Harry sonrió, intentando imaginar a Draco Malfoy en un diván, contando sobre su vida. ¿Acaso Natalie ya habría escuchado hablar de un tal Harry Potter?

    - ¿Draco? - llamó después de un tiempo, antes de que pensar en lo que estaba haciendo.

    - ¿Hum? - escuchó el murmullo bajo del rubio.

    - ¿Tú también encuentras todo esto irreal? ¿Nosotros dos? ¿Tan… cercanos?

    - Sí - la respuesta vino después de algunos segundos de meditación. - Aún no puedo creer que hubieras preferido mi compañía a la de tus amigos, sabes… Weasley y Granger.

    Harry no imaginó haber escuchado un destello de desprecio en aquellos nombres. Realmente lo escuchó. Pero tal vez no fuera desprecio… ya había presenciado actitudes parecidas de su padrino, y Sirius Black acostumbraba disfrazar celos con desprecio…

    - Puede ser que no tuvieras más opciones - ponderó el rubio, arrastrando la voz, - ya que ellos son pareja ahora, pero… podrías estar buscando compañía en alguien más, ¿no?

    - Sí… tal vez…

    - Sabes - continuó Draco después de otra pausa. - Siempre creí que estabas enamorado de Granger.

    Harry se apoyó en sus codos para poder mirarlo.

    - ¿En serio? - Draco asintió con otro “Hum-hum”. - ¿Por qué?

    Draco se encogió de hombros.

    - Siempre has tenido tantas admiradoras como es posible, pero nunca te interesaste por alguna. No te separabas de Granger ni de Weasley. Y Weasley nunca tuvo fans… ¡Bien, entonces deduje que estabas enamorado de… de Granger, caray! - se impacientó al final.

    Harry no dudó en que se había tragado algún insulto, por eso no comentó nada al respecto. Mejor así.

    - Oh… - Harry pensó en qué responder. - Bueno, en realidad a mis admiradoras nunca les gustó Harry, sabes… El verdadero Harry. Ellas sólo están aficionadas a Harry Potter, el famoso, el popular, ¿entiendes? Y yo no quiero eso.

    - ¿Entonces por qué no dejas que nadie te conozca en realidad? - preguntó el rubio, perspicaz.

    - ¿A qué te refieres?

    Draco no sabía por dónde comenzar. Se sentó en el pasto abrazando sus rodillas y escogió un lugar al azar para mirar, menos a Harry. El moreno acompañó su movimiento, sentándose también a su lado, con las piernas cruzadas, uniéndolas en las suelas de los tenis.

    - Nunca te despegas de tus amigos, no le das oportunidad a nadie más de acercarse. Si yo deduje eso sobre Granger y tú, alguien más pudo haber pensado de esa forma y se alejó. No permites que nadie conozca tu lado relajado, divertido, deportivo, comelón, dedicado… Te garantizo que poca gente sabe que eres tímido, que no eres snob, que tocas Ulpiano, que amas los dibujos animados, adicto al chocolate… ¿entiendes? ¿Qué? ¿Qué sucede?

    Harry se había girado a verlo bruscamente y ahora fruncía el ceño, intrigado.

    - ¿Cómo sabes que toco el piano?

    Harry creyó haber visto la confianza inalterable del rubio vacilar, sus ojos se abrieron un poco más y movió la boca algunas veces antes de recuperar su pose defensivamente insensible.

    - Joder, pues tú me dijiste, ¿qué no te acuerdas?

    - No. Yo no te dije, estoy seguro. No le cuento eso a nadie - afirmó. - Existen muy pocas personas que saben eso. Mi padrino, Remus, Ron y Mione - pensó un poco más. - Y más recientemente…

    - Bueno - cortó el rubio, - tu padrino es prima de mi madre y todo el mundo en la familia toca el piano, inclusive ella. ¡Sé que Black da clases de música, así que deduje que tú también lo tocabas, joder!

    - ¿Entonces por qué afirmaste que yo te había contado? - Harry comenzó a sentir un nudo creciendo en su pecho. Odiaba ser engañado. Detestaba las mentiras. Había vivido rodeado de ellas durante toda su infancia en casa de los Dursley y cargaba a cuestas el que todos intentaran protegerlo privándolo de la verdad, distorsionándola, escondiendo cosas sobre él. No soportaba ser dejado en la oscuridad.

    - ¿Qué paranoia te traes ahora? - se defendió el rubio, pareciendo trastornado.

    Había una urgencia en sus ojos que gritaba culpa. Para Harry de repente las cosas comenzaron a encajar en su cabeza y sintió rabia, se sintió traicionado. Debía tener pruebas al respecto sobre aquella duda que lo había asaltado. Rápidamente sacó el celular del bolso de su pantalón y marcó el atajo que había creado para el Príncipe Slytherin.

    - ¿Qué estás haciendo? - Draco se inquietó, llevando una mano al bolsillo trasero de su pantalón.

    - No te muevas, Malfoy - gruñó Harry, colocando el aparato en su oído y aguardando algunos segundos en los cuales el rubio permaneció congelado, en shock.

    Íntimamente esperaba estar equivocado. Esperaba que todo fueran imaginaciones suyas, pero… ¡ahora era tan obvio! No demoró mucho para que las conocidas notas de Mozart cortasen el aire, ahogadas por el pantalón de Malfoy.}

    - Potter… ¡Potter puedo explicarlo!

    Harry dejó el aparato escurrirse por algunos centímetros antes de asegurarlo nuevamente con fuerza, cerrándolo y reprimiéndose para no aventarlo al suelo. Y fue como si la voz de Ronald Weasley estuviera en sus oídos: “Intenté avisarte, amigo. Sabes que lo hice…”

    - ¿Fue divertida la broma, Príncipe? - escupió Harry, inundado por el rencor. - ¿Graduado de Administración hace un año, eh? ¿Gerente en la empresa de tu papito?

    - Potter… - el rubio parecía horrorizado, pero Harry estaba demasiado lastimado para evitar tirarle algunas verdades en su cara, lanzarle un poco de su frustración, de su decepción. ¡Al final Malfoy ni siquiera se dignaba a llamarlo por su nombre!

    - Fui sincero contigo todo el tiempo, Malfoy. ¡Todo el tiempo! Todo lo que dije sobre ti, sobre estar disfrutando nuestra cercanía, era… ¡todo era verdad! ¿Y mientras te reías en mi cara aprovechaste mis artículos para impresionar a tu papito, verdad? ¿Conseguiste que reparara en ti más de dos segundos, por lo menos?

    - ¡Cierra la boca, Potter! - esta vez también había hecho enojar al rubio.

    - No te preocupes, Malfoy, no tengo nada más que hablar contigo. ¡La broma de Ángel y el Príncipe se acabó!

    Harry le dio la espalda y tomó su bicicleta, montándola y alejándose sin siquiera mirar atrás. Por eso no vio la expresión desolada del rubio, ni vio cuando se jalaba sus propios cabellos, enterrando el rostro en sus rodillas y se balanceaba infantilmente.

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    [1] Malvado, en la versión original se llama Dr. Cold Heart. Dr. Corazón Helado, para los amigos XD





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    En el próximo capítulo…

    - ¡Harry! - llamó Draco.

    En realidad gritó, haciendo que el trío se detuviera, girándose para verlo con diferentes grados de sorpresa. Y sólo entonces Draco se dio cuenta de lo que había hecho. Su volumen de voz, el hecho de que estaba casi corriendo tras él… ¡lo había llamado Harry! Pero no dudó esta vez. Los alcanzó fácilmente ahora, en uno de los corredores hacia el auditorio.

    - Harry, yo… yo necesito hablar contigo - dijo mirándolo a los ojos.


    QUOTE
    Notas finales:

    Notas de la Autora:
    ¡FIN! Ellos nunca más se hablaron y vivieron infelices por siempre…

    No, calma, clama, ¡nada de eso! Harry sólo se dejó enfurecer, ¿entienden? El calor del momento… pero aún tiene que reflexionar sobre lo que hizo. Y Draco… pobre Draco enamorado… aún tiene mucho que admitir consigo mismo, eh. En el próximo capítulo Natalie le dará un empujoncito ;) y él se lo dará a Potter XD

    Se que ese sueño no compensó el “tan esperado beso”, pero ténganme paciencia (carita de cachorro de Sirius ¡ajajá! ¿Entienden, verdad? o.O)

    Quiero agradecer a Lunnafe, me ayudó mucho con las caricaturas de los años 80. ¡Gracias, amiga! Por favor, díganme que ustedes también las recuerdan! Díganme que no somos las únicas XD



    Notas de las Traductoras: ¿Ven cómo no tardé tanto esta vez? Aquí está el nuevo capítulo. ¡De mis favoritos de todo el fic!

    Vaya Draco… pobeshito… ya veremos cómo sufre un ratito, haha…

    Por cierto, ¿recordaron los dibujos animados de los ochenta? Caray, yo adoré esa parte. ¡Hay tanta nostalgia en el aire!

    Bueno, bueno, espero hayan disfrutado el capítulo de hoy tanto como yo. ¡Y el que sigue se pone mejor!

    Nos vemos ^^

     
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85 replies since 18/3/2012, 01:41   16784 views
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