Green Eyes (Harry/Draco - Sirius/Remus): Epílogo [FINALIZADO] - AGRADECIMIENTOS

Autora: Amy Lupin Traductoras: anali_snape y Hermione

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1. Kari Tatsumi
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Capítulo Veinte

    ¡Enamorado!




    Harry no era una pesona que perdía los estribos tan frecuentemente, pero existían ciertas cosas que lo descontrolaban con una facilidad increíble. Y la mentira era una de esas cosas. Sin embargo, el camino para salir del bosque era suficientemente largo para que Harry ya comenzara a pensar acerca de su actitud y… a arrepentirse de haber sido tan estúpido hasta el punto de no dejar al otro explicarse. Pero ya estaba hecho.

    Sudando por la carrera, Harry empujó su bicicleta durante los dos metros restantes hasta el árbol en donde se había encontrado con el rubio horas atrás. Dejó la bicicleta caer al suelo y se sentó al lado, el cuerpo apoyado en el tronco del árbol. Se abanicó un poco y se secó el sudor del rostro con la playera, respirando pesadamente.

    Quería una explicación. No quería creer que había sido engañado, que Ron tenía razón acerca de Draco. Pero él lo había engañado. Dijo ser otra persona más grande y siempre le había dado poca información sobre sí mismo. “Tú le pediste que no se identificara, ¿recuerdas?” una vocecita que le recordaba mucho a Hermione Granger, hizo eco en su mente. Sí, él mismo le había sugerido al Príncipe que no se identificara para ser justo, ya que el reglamento para los practicantes establecía que nadie debería revelar su identidad.

    “¡Utilizó tus investigaciones para su propio beneficio!” acusó otra vocecilla muy parecida a la de Ron Weasley. “¿Tú lo estabas ayudando, recuerdas? ¿No fue siempre ese tu motivo para sentirte orgulloso? ¿Por estar ayudando a alguien?” ponderó la voz de Hermione. “Además, él fue extremadamente gentil, agradeciendo siempre. ¡Ni siquiera sabía de quién se trataba cuando ponía en práctica las investigaciones!”

    “¿Desde cuando sabe que soy yo?” se preguntó. No era posible de que lo supiera desde el inicio, pues lo había confundido con una chica. “Y entonces, imprudentemente, comenzaste a darle demasiados detalles sobre tu vida, siendo que él era demasiado cuidadoso con la suya” provocó la voz de Ron. “¡Pero yo no sospechaba que pudiera investigar mi identidad, una vez que se había graduado el año pasado!” se justificó.

    Se habían encontrado en el parque (fue Harry quien le sugirió al Príncipe que corriera de vez en cuando, ¡qué ironía!), le había hablado sobre Snuffles, sobre su padrino… Así que, probablemente Draco lo había descubierto a partir del momento en que entraron al mismo equipo de voleibol… sí, sólo eso podría ser… lo había engañado a propósito, haciéndose el desentendido.

    Desde entonces, Draco se había aprovechado de su ignorancia para sacarle opiniones al respecto de sí mismo. “Y yo fui sincero todo el tiempo…” admitió, pesaroso. Extrañaría el tiempo en que pasaban juntos, ¿no era eso gracioso?

    Mientras tanto, un extraño pensamiento pasó por su mente. ¿Acaso los cambios en el comportamiento del rubio no habían iniciado después de que criticó su manera de ser hablando con el Príncipe? Harry recordó haberle dicho que era odioso, y desde entonces Draco se había asegurado de ser más amigable. Tal vez… tal vez de verdad se estaba esforzando por se agradable.

    “¿Será posible?”

    Harry se giró un poco para poder alcanzar su celular desde el bolsillo del pantalón y buscó los mensajes que había intercambiado con el Príncipe. Encontró el que quería. Decía: “Digamos que me siento mucho más a gusto en frente de una computadora que en medio de la sociedad. Donde vivo, tengo que representar un papel, sólo eso”.

    Bueno, ¿es eso entonces? Harry convivía con un Draco preocupado con la representación de su papel como Malfoy, pero en las conversaciones con el Príncipe se despedía de su apellido. Dejaba de ser Draco Malfoy para ser… ¿quién? ¿Un personaje creado especialmente para ese propósito? O sólo Draco. El verdadero Draco. Sí, pues así como existía Harry –solamente Harry- debería existir un Draco –solamente Draco. De cierta manera se acababa de identificar con el comportamiento del rubio, ¡y eso le traía más dudas!

    Harry creyó que no podría confundirse aún más, pero estaba equivocado. Recordó las palabras del rubio. “No permites que nadie conozca tu lado relajado, divertido, deportivo, comelón, dedicado… Te garantizo que poca gente sabe que eres tímido, que no eres snob, que tocas el piano, que amas los dibujos animados, adicto al chocolate… ¿entiendes?”.

    ¡Draco se había mostrado tan sensible en aquél momento! Parecía tan sincero… Fue tan bonito escucharlo decir todo aquello sobre él, ¡tremendamente conmovedor! Pero después todo había escapado de su mente por causa de aquella revelación.

    “…que tocas el piano…”

    Tres palabras que lo habían hecho sentirse traicionado, desilusionado. Como si la niebla que cubría su visión hubiese sido despejada como si fuera un cortina, revelando los bastidores de aquella obra tan bien interpretada. Revelando a los actores tras los personajes.

    “¿No dijiste que te parecía irreal?” acusó su consciencia. “Pues sí, el sueño acabó. Vuelven a odiarse ahora y el mundo regresa a su eje; la Tierra vuelve a girar en torno al Sol y tus pies son plantados en el suelo por la gravedad”.

    ¿Podría volver a odiarlo? No. No cuando tenía tantas preguntas sin respuesta. Necesitaba escuchar de la boca del propio Draco Malfoy que todo había sido una farsa para sólo entonces crer que el Príncipe Slytherin nunca existió. ¿Y si el Príncipe estaba oculto, camuflajeado por detrás de esos ojos plateados que había descubierto no eran tan fríos como anteriormente suponía? ¿Y si estuviera atrapado por su sonrisa ladeada y contenida, pero aún hubiese una manera de arrancarla de su pecho –como Harry había arrancado aquellas carcajadas, hace poco…?

    Mientras meditaba, Harry estuvo vigilando la salida del bosque, desde el otro lado del parque. Draco no aparecía. ¿Estaría en el mismo lugar? ¿Se estaría burlando de él? “No, ni tú crees eso, Harry. ¿A quién crees que engañas?”

    “¿Pero y si estoy equivocado? ¿Qué tal si estoy cerrando los ojos frente a sus verdaderas intenciones?”

    Silencio.

    ¿Acaso Draco se sentía perdido, justo como él? ¿Abandonado con sus dudas? Pero estaba oscureciendo, tenía que volver o sería peligroso, perdería la vereda. “¿Y a ti eso qué te importa?”

    “Es mi amigo… o por lo menos yo creía eso…”

    “¿Un amigo que no te llama por tu nombre? ¿Que no acepta ser íntimo amigo tuyo?”

    Harry ya estaba pensando en volver, por lo menos para ver si estaba todo bien, cuando lo vio salir de la vereda, caminando empujando su bicicleta –o quién sabe si siendo empujado por ella. Estaba muy lejos para poder distinguir alguna expresión de su rostro, pero por lo que podía notar, no estaba sonriendo radiante, no parecía feliz consigo mismo. Parecía… cabizbajo.

    “¿Lo ves? ¡Sí le importa!”

    “¿De verdad?” Harry sintió que su pecho se apretaba cuando lo vio subirse a su bicicleta e irse pedaleando, al lado opuesto al que él seguiría. Si a Draco de verdad le importaba, Harry acababa de aplastar sus buenas intenciones entre sus dedos.

    “Fui demasiado duro con él”.

    Sí, había sido terrible, había dicho cosas horribles acerca de la relación de Draco con su padre. Reconocía ahora la herida que había causado al recordar la expresión furiosa del rubio, cuando lo mandó callar. Nada le daba el derecho de actuar así, ni siquiera la actitud del rubio. Fue un golpe bajo de su parte, vergonzoso, usado con el único propósito de herirlo lo más posible, una dulce venganza. Dulce en aquél momento, cuando la rabia lo había cegado, pero ahora le parecía bien amarga.

    “¿Qué hago?” se preguntó y esperó una respuesta posible. Deseó que hubiera una manera de arreglarlo todo, de olvidar, tal vez volver en el tiempo y cerrar los ojos ante aquella mentira estúpida.

    “Ten paciencia. Todo se resolverá”.

    Harry esperó a que Draco desapareciera a lo lejos y se levantó, montando su bicicleta nuevamente y dirigiéndose a casa. Esperaría por la oportunidad de arreglar lo que hizo. Por lo menos de disculparse por haber sido tan rudo. Pero quería que la iniciativa no fuese de su parte. Quería primero estar seguro de que el Príncipe Slytherin realmente existía. Aquél que sabía ser profesional en determinados momentos, que reía con él, que hacía pequeñas bromas y que jugaba como nadie. ¿Todo fue fingido? No, tal vez no… quería creer que aún existía una oportunidad de que no todo fuera una mentira.

    --------------

    Draco estaba furioso, rabioso, totalmente intolerante ante cada risa feliz que escuchaba por el camino de vuelta a su casa, o con el trinar de algún maldito pájaro. Pero, lo peor de todo, estaba devastado. Nunca creyó que lamentaría tanto haber discutido con Potter. O más bien dicho, porque Potter hubiera discutido con él.

    Las palabras del moreno lo habían herido como dagas afiladas, lastimándolo, trayendo un gusto amargo a su boca. ¿Quién pensaba Potter que era para decir aquello? Él no estaba a los pies de Lucius Malfoy mendigando migajas de su atención. ¡Tenía orgullo, joder! No deseaba más la atención de su padre, como lo hacía cuando era niño. Deseaba probar que era capaz y que podía ser mucho mejor que su padre.

    Pero ni esa revuelta lo distraía del hecho de que estaba arrepentido de no haber revelado antes que era el Príncipe Slytherin. Todo por una estúpida broma de espionaje. Había traspuesto tantas barreras, incluso se ganó el título de amigo y el permiso para llamarlo Harry.

    Harry. ¡Era tan difícil decir ese nombre! Durante ocho años aprendió a despreciar el nombre del Niño-que-Vivió, a creerlo común, sin clase. Tanto que ahora ni podía decirlo. ¡Cuánto miedo a un nombre!

    En aquél momento, estirado en su cama solamente con sus pantalones cortos de dormir, mirando el techo de su habitación, se retó a hacerlo. “Vamos, no debe ser tan difícil…”

    - Harry – susurró para el techo.

    Tragó en seco. Limpió su garganta.

    - Harry – dijo nuevamente, esta vez más seguro.

    Pero entonces su rostro cambió, como si sintiera un profundo dolor y Draco se encogió en la cama, abrazando sus rodillas.

    - Harry – esta vez el nombre salió como un gemido, como un lloriqueo.

    ¿No podría llamarlo más así? ¿Qué haría? ¿Debería mandarlo al infierno y seguir con su vida mezquina? ¿Debería desistir a la mayor obsesión de su vida, así, tan fácilmente? Ah, cómo desearía poder platicar con Natalie ahora… Natalie era el tipo de persona indispensable en aquellas horas en que su mente se confundía, que se sentía como un niño perdido. Ella debería ser portátil, debería caber en el bolso para que siempre pudiera tenerla para aconsejarlo. ¿La llamaría? No… ¿atormentarla con sus idiotas problemas cuando ella posiblemente estaba disfrutando del fin de semana con sus hijos, conmemorando el nuevo empleo de su marido y su aumento de sueldo? No, definitivamente no. Sería una actitud mezquina de su parte…

    ¿Pero entonces qué haría? ¿Qué le aconsejaría ella hacer en esta situación?

    Draco recordó cómo Natalie le aconsejó convencer a Potter de que la opinión que el moreno tenía sobre él estaba equivocada, tal vez lo había conseguido. Pero lo arruinó todo. “Fui sincero contigo todo el tiempo, Malfoy. ¡Todo el tiempo!”. Potter había admitido estar equivocado respecto al rubio…

    “¿Quieres que él crea que le estabas mintiendo todo el tiempo?” fue como si escuchara la voz de Natalie haciéndole aquella pregunta. Y la respuesta era no. Draco tenía que demostrarle al moreno que estaba equivocado de nuevo.

    --------------

    A la mañana siguiente, Draco ni siquiera había prestado atención a sus primeras clases. Tenía que encontrar una manera de ver a Potter en el intervalo. Necesitaba hablar con él, tirarle en cara que el moreno había sido prejuicioso. Por lo tanto, tan pronto tocó la campana, Draco salió rápidamente del aula, descendiendo por las escaleras hasta el primer piso. Potter acostumbraba analizar el cuadro de avisos todas las mañanas y fue ahí donde Draco lo encontró.

    Pero no estaba solo, por supuesto. Weasley y Granger, sus fieles escuderos, estaban tomados de las manos al lado del moreno de ojos verdes. Draco perdió el aliento sólo viéndolo. Potter miraba serio el cuadro de avisos, no había sonrisa en su rostro. Ni siquiera parecía prestar atención a lo que leía, mucho menos a lo que sus amigos decían.

    Por un momento Draco creyó haber olvidado cómo caminar e incluso cómo respirar. Se quedó parado mientras lo miraba desde lejos. Usaba jeans negro, tenis blancos con detalles en gris y una camisa gris de manga corta que -¡joder!- se ajustaba razonablemente a su cuerpo atlético. Tenía los dos primeros botones abiertos, marcando su aire relajado. Los cabellos… bueno, no tenían remedio, apuntaban a todas direcciones. Tenía su bolso al hombro y mordía la parte interna de su mejilla mientras sus ojos se desenfocaban antes de encontrar los anuncios regados en el cuadro.

    Tan pronto recuperó sus funciones básicas, Draco se vio cruzando el corto espacio hasta el centro del patio donde el trío se encontraba, pero al acercarse al moreno, simplemente no supo qué hacer. Toda aquella determinación de “golpear la cara de Potter” que había tenido se esfumó completamente. Ahora sólo quería saludarlo, quería que Potter le dirigiese sus dos irises perfectamente verdes y le diera la sonrisa más auténtica del mundo… sólo de imaginarlo Draco sintió un vacío en el estómago, pero volvió a la realidad, reparando en que Potter ni siquiera había notado su presencia y Weasley continuaba hablando.

    - … pero si estás buscando un empleo de verdad, no creo que lo vayas a encontrar aquí, Harry. Quiero decir, acostumbrar colocar los anuncios de prácticas y tú no quieres cambiar seis por media docena, ¿o sí?[1]

    Potter ni siquiera se movió y Draco, sin tener realmente atención en los demás, decidió mostrarse antes de que Weasley lo viera primero y comenzara una discusión.

    - Potter – llamó con un hilo de voz, tal vez deseando que no lo escuchara. Así podría girarse y volver a su aula, esperar un momento en que el moreno estuviera solo para hablar. ¡Humpt, como si eso fuera posible…!

    Pero, antes de que se diera cuenta, tenía dos irises verde esmeralda mirándolo. Pero no había ninguna sonrisa con ellas. Primero confusión y después… más confusión.

    - ¡Malfoy! – por supuesto, no fue Potter quien escupió su apellido. Fue Weasley.

    Potter no había esbozado ninguna reacción, continuaba mirándolo. Draco le sostuvo esa mirada que le causaba distintas sensaciones, sin importarle los demás a su alrededor. Ni siquiera se dio cuenta de que Granger estaba jalando la manga de la playera del pelirrojo para que se alejaran, pero Weasley no se movió.

    - Potter, necesitamos hablar – dijo fríamente, su voz saliendo firme.

    ¿Pero qué era aquello en los ojos del moreno? Un brillo extraño. Y su rostro se contrajo de nuevo como si sus palabras lo hubiesen… ¿herido? Y después, sin una palabra, Potter se giró y se alejó ni siquiera esperando a los otros dos. Mientras Draco estaba embobado, sin reparar en la sonrisa burlona que Weasley le dio ni la mandíbula caída de Hermione, pero después los dos siguieron a Potter.

    Draco se quedó parado, mirándolos alejarse. Weasley parecía triunfante, diciendo cosas y haciendo gestos vehementes. Granger estaba seria, intrigada, intentaba sacarle algo a Potter, quien seguía callado. ¿Qué había hecho mal? Sólo… sólo lo llamo por… por su apellido. Draco comprendió entonces la mirada herida de… ¡de Harry! ¡Eso era! Antes de impedirlo, estaba corriendo en dirección al moreno. Bueno, no estaba corriendo, apenas caminando con pasos largos y apresurados, pero igual los estaba alcanzando.

    - ¡Harry! – llamó Draco.

    En realidad gritó, haciendo que el trío se detuviera, volteando a mirarlo con diferentes grados de sorpresa. Y sólo entonces Draco se dio cuenta de lo que había hecho. Su volumen de voz, el hecho de que corría tras él… ¡lo había llamado Harry! Pero esta vez no dudó. Los alcanzó fácilmente, en uno de los pasillos hacia el auditorio.

    - Harry, yo… yo necesito hablar contigo – dijo, mirándolo a los ojos.

    ---------------

    Harry se alejó del mural de anuncios sin esperar a sus amigos, deseando desaparecer. Pero su deseo no fue concedido, y tan pronto Ron y Hermione lo alcanzaron, se pusieron uno a cada lado.

    - ¡No puedo creerlo! – Harry apenas escuchó a Ron conmemorando mientras era cercado por él y por Mione. - ¡Pelearon! ¡Lo sabía! ¡Sabía que eso iba a pasar!

    Harry continuó caminando, aún intentando entender todo lo que sucedió, la revolución que sentía, la tristeza que lo había perseguido todo este tiempo. Quería no desear tanto hablar con Draco. Pero simplemente no podía. Había quedado totalmente desarmado cuando lo vio en el patio, llamándolo casi en un susurro. Y después despertó cuando lo escuchó llamarlo por segunda vez, pero esta vez utilizando su tono siseante de nuevo y lo llamó Potter, escupiendo su apellido.

    Fue como si todo volviese a su mente en fracciones de segundo. La manera en cómo había sido engañado. No tenían de qué hablar. Estaba todo allí, frente a él, en el desprecio de la mirada de Draco, como si fuera un príncipe de hielo, un ser por sobre la ley.

    - ¿Qué sucedió, Harry? – preguntó Hermione, curiosa. - ¿Por qué no le hablas a Malfoy?

    - Cierto, ¿qué te hizo aquél maldito bastardo? – se enfureció Ron. – Te avisé, Harry, te advertí que él no era una flor para oler…

    - ¡Harry, di algo! – insistió Hermione, pero ni así Harry se dispuso a abrir la boca.

    - Te dije que estaba buscando información para armarte un escándalo… - Ron abrió mucho los ojos. - ¿Descubrió lo de Sirius? ¿Fue eso? ¿Descubrió que tu padrino y el profesor Lupin soy gays? ¿Te está haciendo un tipo de chantaje para no contarlo a toda la escuela?

    - ¡Cierra la boca, Ron! – ordenó Hermione y Ron pareció profundamente ofendido.

    - Joder, no empieces – el pelirrojo apuntó un dedo amenazante a Hermione, casi acertando en la nariz de Harry en el proceso. – Tú y tu manía de darle una oportunidad a las personas – dijo con voz chillona. - ¿Ves lo que pasó? Ese desgraciado…

    - ¡Harry!

    Los tres se detuvieron al mismo momento en que escucharlo el llamado, girando sobre sus tobillos para mirar a Draco Malfoy dirigiéndose rápidamente hacia ellos. Su cabello rubio subía y bajaba conforme caminaba y su rostro estaba impasible, a pesar de que la manera en que había gritado el nombre de Harry podía clasificarse como urgente. Hermione tenía la boca levemente abierta por la sorpresa, Ron tenía ambos ojos totalmente abiertos y una expresión impresionada en el pecoso rostro y Harry…

    Harry tenía el corazón palpitante, la mirada confusa nuevamente, escudriñando por completo el bello rostro del rubio mientras se aproximaba. ¿Había escuchado bien? ¡Sí, el rubio lo había llamado Harry! Bueno, en realidad lo había gritado en medio de aquella multitud de alumnos apresurados moviéndose.

    Draco finalmente los alcanzó, un tanto jadeante por la “carrera” y se detuvo a centímetros de Harry.

    - Harry, yo… yo necesito hablar contigo – dijo mirándolo directamente a los ojos y Harry se encontró completamente desarmado.

    La actitud del rubio fue más humilde esta vez. No había sentenciado que ellos necesitaban hablar. Fue más como un pedido para que lo escuchara. Había, sí, urgencia en su voz y, a pesar de que lo juzgó desde lejos, Draco no estaba tan impasible. Sus cejas estaban levemente arqueadas en expectativa y sus ojos… aquellas piscinas de hielo brillaban alternándose de una de sus irises hacia la otra, como si intentara arrancarle una respuesta directamente de sus ojos.

    - Hey, ¿qué sucede aquí? – la voz de Ron Weasley quebró todo el encanto del momento y todos se giraron hacia el pelirrojo, cuyas orejas estaban rojas. - ¿Quién piensas que eres para llamar a Harry así, Malfoy? ¡Nadie tiene nada que decir aquí! Lárgate, ¿entiendes?

    Harry miró a Draco, esperando una reacción tempestiva, aguardando aquél acostumbrado intercambio de palabras rudas, pero por increíble que parezca, eso no sucedió. El rubio simplemente se giró hacia Harry de nuevo, sin alterarse. Apenas esperando su sentencia.

    - Escucha, bastardo hijo de…

    - ¡Ronald Weasley! – Hermione, que había rodeado a Harry rápidamente, lo giró bruscamente hacia sí. - ¡No oses ofenderlo de nuevo! ¿No ves que él no está respondiendo?

    - ¡Se está haciendo el santo, Hermione! ¡Harry, haz algo!

    Sin quebrar el contacto visual con el otro, Harry se dirigió a sus dos amigos:

    - Vayan, después los alcanzo.

    - ¡Harry! – chilló Ron, apretando los puños en dirección a Malfoy.

    - Ven, Ron – Hermione lo jaló de la muñeca bruscamente, haciendo que el pelirrojo la siguiera.

    Harry aún podía escuchar las protestas de su amigo a lo lejos, pero después hablaría con él. Ahora estaba al límite de su curiosidad por saber lo que Draco tenía que decirle. Su corazón latía fuerte contra su garganta y tragó en seco. Finalmente se giró hacia el aula de al lado.

    - Aquí – indicó, al verla vacía.

    Draco lo siguió dentro. Los pupitres estaban repletos de material escolar, bolsos y accesorios femeninos, pero no había nadie. Draco se recargó contra la puerta al entrar y por fin miró al moreno, que se había sentado contra la pared, aventando su bolso al suelo, junto a sus pies. Aún se miraron por algunos segundos hasta que Draco estuvo seguro de que él tendría que comenzar, o no habría conversación.

    - Yo… - Draco parpadeó repetidas veces, después pasó las manos entre sus cabellos, en una tentativa de organizar sus ideas. Miró alrededor, buscando algo para fijar su mirada, pero pareció no encontrar algo interesante, porque comenzó a andar de un lado a otro, evitando mirarlo. – Mentí… cuando dije que ya me había graduado. Pero creí que eras una chica. Quiero decir… que Ángel era una chica. ¡Sólo intentaba impresionarte!

    Trying hard to speak

    (Tratando de hablar)

    And fighting with my weak hand

    (Y luchando con mi débil mano)

    Driven to distraction

    (Conducido a la distraccón)

    So part of the plan

    (Es parte del plan)



    Se detuvo, probablemente esperando alguna reacción de Harry, pero este no se movía ni esbozó alguna reacción. Apenas le sostuvo la mirada, aguardando a que continuara. Sí, pues hasta ahora no le había explicado nada… Draco volvió a caminar.

    - Ese fue el único punto en el que mentí – continuó, y Harry nunca lo vio más emotivo. – Estaba hablando en serio cuando dije que soy fan de tu trabajo en el sitio. No mentí al respecto de estar agradecido por tu ayuda, realmente me has ayudado mucho con tus artículos y… no me aprovechaba de eso… ¡ni siquiera sabía que eras tú cuando todo esto comenzó! No mentía cuando dije que era bueno platicar contigo. Siempre creí eso… incluso después de saber que… que eras tú… Me di cuenta de que me importa tu opinión, por eso siempre te incentivaba a hablar de mí… Me he esforzado por seguir tus consejos y cambiar mi rutina… y por lo que decías, creo que está funcionando, ¿verdad? O… - suspiró, parpadeando de nuevo, su rostro contrayéndose levemente, como si sintiera dolor. – O lo estaba, hasta que arruiné todo.

    When something is broken

    (Cuando algo está roto)

    And you try to fix it

    (E intentas arreglarlo)

    Trying to repair it

    (Intentando repararlo)

    Anyway you can

    (De cualquier forma que puedas)



    Harry estaba completamente admirado con la reacción de Draco. Parecía tan inseguro, tan humano… ¡y eso era desconcertante! Cómo vacilaba, la manera en que se esforzaba por encontrar las palabras correctas, el modo en que andaba de un lado a otro inquieto… Harry lo observó, hasta que se cansó y finalmente lo miró, esperando por una palabra suya, fuera cual fuera. Sus ojos plateados aún tenían un brillo anormal y se mordía el labio inferior.

    - ¿Desde cuándo lo sabes? – preguntó al fin.

    - Desde que me dijiste que habías entrado al mismo equipo que yo - aclaró el rubio, rápidamente.

    - ¿Y por qué no me lo dijiste? – cuestionó Harry, cansado de parecer impasible. Dejó que sus cejas se arquearan con pesar. – No entiendo… ¿por qué te escondiste de mí por tanto tiempo?

    Draco suspiró y pasó las manos entre sus cabellos, de nuevo. Los hilos cortos, casi blancos, brillaron por un momento y volvieron a la misma posición de antes, completamente acomodados. Se recargó contra un pupitre y miró sus propios pies.

    - ¡Te dije que aprendía gustar de tu compañía! Yo… yo tuve miedo de perderla… Tuve miedo de que me rechazaras. Sabes, es mucho más fácil ser sincero cuando no… cuando no te estoy mirando. Quiero decir, frente a la computadora, puedo imaginar que eres cualquier otra persona, ¡no el chico que creí odiar por ocho años! Puedo cerrar los ojos a eso, ¿entiendes? Pero… en fin, últimamente eso no ha tenido tanta importancia… sé que fui un idiota.

    I dive in at the deep end

    (Me zambullo en las profundidades)

    You become my best friend

    (Te vuelves mi mejor amigo)

    I wanna love you but I don't know if I can

    (Quiero amarte pero no sé si pueda)



    Harry no pudo impedir quedar maravillado ante aquél lado desconcertado de Draco. Se conmovió con aquellas palabras, con la manera tan sincera del otro.

    - ¿De verdad tocas guitarra? – acabó preguntando.

    Draco alzó la mirada, buscando alguna burla en el otro, pero encontró sólo curiosidad.

    - Lo intento… y de verdad me encanta el piano… Definitivamente no estaba mintiendo cuando dije todo eso sobre ti… sabes… ayer…

    Harry creyó haber imaginado leve timidez en la manera en cómo el rubio dudó de decir aquello, pero recordó que estaba en deuda con él. Tenía que redimirse por su anterior explosión. Aún sentía remordimientos al recordar las duras palabras que había dicho.

    - Perdóname, fui un estúpido contigo ayer.

    - Nada que no tenga merecido – nuevamente había un leve toque de timidez en el modo en que Draco lo miró, con seriedad. – Después de todo, ¡yo he sido un estúpido contigo por ocho años!

    I know something is broken

    (Sé que algo se rompió)

    And I'm trying to fix it

    (Y estoy tratando de arreglarlo)

    Trying to repair it anyway I can

    (Tratando de repararlo de cualquier manera que pueda)



    - ¡No, insisto! Nada me daba el derecho de decirte aquello sobre… sobre tu relación con tu padre. No puedo creer que dije eso. Confío en tu capacidad como profesional, me lo demostraste como el Príncipe Slytherin.

    - No te preocupes…

    Harry finalmente se sintió lo bastante ligero para sonreír. Y fue lo que hizo, recibiendo otra sonrisa de vuelta –sí, una de verdad, de aquellas que arqueaban ambos lados de esa boca fina y suave, exponiendo hileras perfectas de dientes brillantes. Harry se agachó, tomando su bolso del suelo y colocándolo sobre su hombro de nuevo.

    - Entonces, ¿crees que tengas tiempo de jugar hoy? – preguntó, aún sonriendo.

    Oooohh, oooohhOooohh, oooohh

    You and me are floating on a tidal wave... together

    (Tú y yo estamos flotando en un maremoto… juntos)

    You and me are drifting into outer space... and singing

    (Tú y yo estamos siendo llevados hacia el espacio sideral… y cantando)



    - ¡Claro! – respondió el rubio, apoyándose en sus piernas de nuevo y adquiriendo la manera arrastrada de su voz y un aire medio arrogante, a pesar de que su sonrisa ya no era de aquella manera torcida de siempre. – Siempre tendré tiempo para tirarte en cara que soy mejor que tú. ¡Por lo menos en eso!

    - ¡Ah, pero hoy acabaré contigo!

    - Sueñas, Humpt…

    Oooohh, oooohh

    Oooohh, oooohh

    You and me are floating on a tidal wave... together

    (Tú y yo estamos flotando en un maremoto… juntos)

    You and me are drifting into outer space... and singing

    (Tú y yo estamos siendo llevados hacia el espacio sideral… y cantando)



    Salieron del aula exactamente cuando la campana sonó. Harry se giró una última vez hacia el otro. Se encontró de nuevo mirándolo muy cerca, y su corazón perdió un compás. Se acomodó nervioso su bolso y finalmente se despidió.

    - Hasta luego, Draco.

    - Hasta luego… Harry.

    Harry no podía entender cómo su nombre, saliendo de la boca de Draco Malfoy, podía causar una alegría tan grande como aquella que experimentaba ahora. Reticentes, se dieron la espalda y caminaron en direcciones opuestas, aunque en sus rostros se mantenía clara la evidencia de que aún probarían mucho de aquellas reacciones.

    You and me are floating on a tidal wave... together

    (Tú y yo estamos flotando en un maremoto… juntos)

    You and me are drifting into outer space... and singing

    (Tú y yo estamos siendo llevados hacia el espacio sideral… y cantando)

    Oooohh, oooohh

    Oooohh, oooohh



    ----------------

    - Buenas tardes, Natalie – saludó Draco, cordialmente.

    - Buenas tardes, Sr. Malfoy – Natalie devolvió el saludo con la misma cordialidad.

    - ¿Algún recado para mí?

    - No, nadie llamó esta mañana. Pero el Sr. Malfoy ya mandó algunos informes para que los analice. Ahora mismo los llevo a su oficina.

    - Gracias. Aproveche y lléveme una aspirina, ¿sí?

    - Sí, señor.

    Draco asintió y se dirigió a su oficina, cerrando la puerta tras de sí y recargándose contra ella. Soltó un suspiro largo y presionó sus sienes. Comenzaba a dolerle la cabeza y esta vez no esperaría a que empeorase, finalmente, aún tenía mucho que hacer y había acordado una partida de juego con Ángel. Caminó hasta su confortable silla, depositando su portafolio en el escritorio y sentándose. Cerró los ojos y aflojó el nudo de su corbata para respirar mejor. Intentó relajarse, estaba muy tenso. Masajeó sus sienes de nuevo y soltó el aire de los pulmones lentamente, una vez más, recostándose completamente en la silla. No pudo impedir que una pequeña sonrisa se formara en sus labios al recordar cierto…

    ¡TOC, TOC!

    Draco se asustó. Limpió su garganta, se acomodó rápidamente en la silla, deshaciendo su sonrisa y volviendo a adquirir un aire de seriedad mientras Natalie entraba con un pequeño monte de informes en una de sus manos y un vaso de agua en la otra.

    - Con permiso, Sr. Malfoy. Aquí están los informes para esta tarde.

    Los depositó sobre el escritorio e inmediatamente extendió el vaso de agua y la aspirina, que Draco aceptó prontamente.

    - Gracias – respondió nuevamente y tomó la medicina, seguida del agua.

    - ¿Puedo? – Natalie gesticuló hacia la silla frente a él y Draco respondió asintiendo. – Entonces, Draco, ¿cómo estuvo tu fin de semana?

    Draco aguantó su mirada un momento, imaginando si aquella pregunta fue inocente, o si de casualidad ella ya sospechaba algo. Natalie le sonreía suavemente, esperando una respuesta. Draco se recargó en la silla, de nuevo.

    - Fue… agitado – respondió al fin.

    - Humm – Natalie asintió levemente, evaluándolo. - ¿Y eso quiere decir…?

    - Corrimos juntos el viernes, entrenaos juntos el sábado y… y dimos una vuelta en el parque ayer – Draco ni se preocupó en aclarar “quiénes”.

    - Cierto.

    Natalie no se movió, esperando que terminara. Draco, ya no aguantándose más, se inclinó hacia el frente en la silla y sus ojos brillaron casi febrilmente.

    - ¡Natalie, nunca me divertí tanto en mi vida con un simple paseo en el parque! Platicamos sobre todo, comimos manzanas, recordamos cosas de nuestra infancia… él… él me pidió que lo llamara Harry, y cuando pregunté la razón, ¡simplemente me dijo que todos sus amigos lo llamaban así! ¡Amigos! Me hizo cosquillas, ¿puedes creerlo? ¡Rodé en el pasto de tanto reír! Hablamos de cosas estúpidas y… - Draco presionó las esquinas de sus ojos, apretándolas. – Hice la mayor idiotez de mi vida. Deje que descubriera que soy yo la persona con la cual ha conversado por internet.

    Natalie parpadeó algunas veces, ligeramente sorprendida por el repentino entusiasmo del muchacho, por la pasión con la que describía todo aquello. Ya estaba acostumbrada a arrancarle reacciones poco comunes en él, ¡pero era más sorprendente cada día!

    - ¿En serio? – preguntó. - ¿Y cómo reaccionó él?

    - De la peor manera posible – se lamentó, mirándola a los ojos. – ¡Se enfureció porque lo había engañado todo este tiempo, me dijo cosas horribles y se fue sin darme tiempo de decir nada!

    - Oh – Natalie se cubrió la boca con una mano, sus ojos abriéndose con preocupación. – Entonces es por eso que hoy te me figuraste tan extraño…

    - No – Draco arrugó la frente. - ¿Extraño?

    - Bueno, yo… oh, olvídalo, prosigue. ¿Aún no termina?

    - No. Me sentí terrible, Natalie, frustrado… Me prometí a mi mismo que lo haría ver que estaba siendo injusto conmigo de nuevo. Y fue lo que hice.

    - ¿Hablaste con él hoy? – Natalie parecía bastante curiosa, y continuó después de recibir un asentimiento. - ¿Y cuál fue su reacción ahora?

    Draco rodó los ojos y se agarró la cabeza con ambas manos.

    - Su reacción fue la más previsible de todas, por supuesto. Escuchó todo lo que dije, perdonó y olvidó. Hasta se disculpó por la grosería de ayer. Todo tan… ¡tan Harry Potter! – se frotó el rostro con las manos, Natalie aguardó pacientemente. – Lo que me deja impresionado, Natalie, fue mi reacción, ¡no la de él!

    - ¡Oh! – Natalie se acomodó en su silla nuevamente –pues se había inclinado hacia enfrente sin darse cuenta- y asintió. Creyó comenzar a entender todo lo que pasaba por la cabeza del chico, y él tenía todos los motivos para estar confundido. - ¿Y cuál fue tu reacción, entonces?

    - ¡Patética! – se indignó en rubio. – De repente estaba corriendo por la universidad llamándolo. ¡Llamándolo Harry! Estaba desesperado por aclararle aquello, para que volviera a hablarme… Prácticamente le imploré perdón, ¡vergonzosamente! No pude controlarme, me puse nervioso, las manos me sudaban, mi corazón estaba disparado, estaba vacilante, yo… ¡no sé! ¡No sé explicarlo! ¡Es todo tan confuso, Natalie! Y aún tenía… aún tenía aquella sonrisa… estaba tan serio como no lo recordaba en sus diecisiete años, cuando su padrino pasaba por la última audiencia por su custodia, entonces… ¡era casi como si dependiera de su sonrisa! Y cuando sonrió… ¡Oh, Natalie! – Draco gimió y se frotó los brazos con sus manos al sentir frío. - ¿Ves eso? ¿Has visto a alguien tener escalofríos sólo por recordar una sonrisa? ¿Qué me sucede?

    Natalie casi sintió pena de su confusión. Suspiró derrotada, adelantándose a tomar las manos del chico.

    - Lo sabes, Draco… sabes lo que sucede.

    - No, está claro que no sé, o no estaría preguntando – se irritó.

    - ¡Lo sabes! ¡Sólo que no lo quieres admitir! ¿Crees que si yo te lo digo es más fácil de aceptar? – Draco hizo una mueca como si le doliera algo, desviando la mirada. - ¡Claro que no! Esto tiene que partir de ti, tienes que buscar esa respuesta. ¡Draco, mírame!

    Draco se giró a verla, reticente, aun conservando aquella expresión sufrida.

    - Lo has hecho muy bien, querido. Confieso que estoy orgullosa de que hayas tomado la iniciativa de buscarlo sin consultarme antes.

    - Casi lo hice – gimió él.

    - ¡Casi, pero no lo hiciste! Fuiste muy valiente en buscarlo, no patético. Es muy difícil hacer lo que tú hiciste, no te lamentes por ello. ¡Ahora necesitas dejar de engañarte, Draco! ¡La respuesta está dentro de ti, siempre lo estuvo!

    - ¡No, Natalie, no! – esquivó las manos de la mujer, tapando sus oídos en una actitud infantil. - ¡No quiero saberlo! ¡NO QUIERO! – volvió a mirarla, repentinamente, enterrando las manos en sus cabellos, después gimió. – Dime que no es verdad, Natalie, dime que estoy confundido, que va a pasar…

    - No, querido – ella pasó una mano gentilmente por el rostro del joven. – No va a pasar, porque no es ninguna enfermedad la que tienes.

    - ¡No soy gay, Natalie! ¡No lo soy! – casi susurró, pareciendo desolado. Sus ojos brillaban como si fueran a desbordarse, pero Natalie sabía que él no permitiría que eso pasase.

    - Deja de ser tonto – dijo, firmemente, casi con severidad. – Para de darte nombres, lo estás haciendo de la manera errada. Admite lo que sientes, no te clasifiques.

    - Estoy… estoy… ¡esto es humillante, Natalie! ¡Detente! – Draco se tiró hacia atrás, escondiendo el rostro entre sus manos.

    - No es humillante. Mírame, ¿tengo cara de que me burlaré de ti? ¿Crees que sería capaz de reírme de tu confesión?

    Draco dejó que sus manos escurrieran a ambos lados de su cuerpo, en abandono. Aún de ojos cerrados, tragó en seco.

    - ¡Estoy atraído por Harry Potter! – se lamentó.

    - No.

    Draco abrió los ojos de inmediato, mirándola, confundido. Se acomodó nuevamente.

    - ¿Cómo que no?

    - Lo estás haciendo mal de nuevo, Draco – explicó ella paciente. – He acompañado tu actitud, tal vez por poco tiempo, pero puedo decir con certeza que siempre estuviste atraído por Potter, desde que lo viste. No conocías mucho al respecto de él, sólo creías que sabías todo sobre su personalidad, sobre su vida, pero estuviste equivocado todo el tiempo. Ahora es diferente. Ahora lo conoces de verdad, aprendiste casi todo sobre él, ¡te volviste su amigo y aún estás insatisfecho! ¿Qué significa eso, Draco?

    Draco tragó en seco, esperando que ella misma respondiera la pregunta, pero Natalie se cruzó de brazos mirándolo con seriedad, pero ya no había severidad en su postura, más bien comprensión. ¡Draco ya había tenido suficientes sueños para desconfiar, ya había escuchado a Pansy y ahora tendría que escuchar la sentencia de su propia boca! Tragó nuevamente.

    - ¿E-enamorado? – tartamudeó.

    - ¡Sí! ¿Es tan difícil de aceptar? – Draco dio signos de que iba a comenzar a protestar, pero Natalie le tomó las manos firmemente, atrayendo su mirada. – No te des nombres. Tendrás que aguantar el preconcepto de otras personas ignorantes, durante toda tu vida, no sumes a ello tu propio preconcepto, ¿sí? No eres gay, eres Draco Malfoy, enamorado de Harry Potter.

    - Mierda… - Draco gimió, recibiendo otro firme apretón en sus manos.

    - ¡No te lamentes! ¡Nunca te lamentes por sentir algo tan bonito, Draco! ¡Estuviste buscando este sentimiento todo el tiempo! No desistas ahora que lo encontraste.

    - ¡Pero no voy a desistir, porque simplemente no inicié nada, Natalie! ¡No haré nada! Me alejaré de él, eso es lo que haré. Va a pasar, es sólo otra fase idiota en mi vida idiota.

    - No digas eso, Draco – pidió Natalie con dulzura, soltando una de sus manos para acariciarle la cara nuevamente. – Tu vida es maravillosa y Harry puede ayudarte a ver eso. Él te ha hecho tanto bien, querido…

    - ¿Pero y mis padres, Natalie? ¿Mi familia, mis amigos? Si no soporto mi propio preconcepto, ¿cómo aceptaré el de otros?

    - ¿Qué otros? ¡Olvida a los demás! ¡Preocúpate en conquistarlo, Draco!

    - ¿QUÉ? – Draco dio un salto hacia atrás.

    - ¡Oh, cielos! – Natalie meneó la cabeza, incrédula. - ¿Por qué dificultas tanto las cosas, Draco?

    - ¡No voy a conquistarlo, Natalie! ¡No, no lo haré! Se reiría de mí… a él… ¡él no es gay! ¡Le gustan las chicas!

    - Tú tampoco eres gay, también te gustan las chicas, pero te enamoraste de él, ¿no? Entonces, ¿por qué es tan absurda la idea?

    - Natalie…

    - Draco – cortó ella, evaluándolo. – Piénsalo. Es muy fácil decirme ahora que te alejarás de él, que lo olvidarás, ¡pero sabes perfectamente que cuando pongas los ojos en Harry, será imposible!

    - ¡Claro que no! – se indignó él.

    - ¡Perfecto! ¡Te desafío a intentarlo!

    Draco abrió la boca varias veces, sin tener qué decir. Natalie tenía razón, claro. Había intentado eso aquella mañana. En el momento en que mirase aquellos ojos verdes, perdería todas sus defensas, así como el aliento. Su determinación caería por tierra y tendría el corazón palpitante, de nuevo. Todo eso sumado a unas ganas incontrolables de besarlo, que había intentado ignorar desde su último sueño.

    Draco cerró los ojos y respiró lentamente, derrotado.

    - Ya fracasé. Acabé de rendirme, aún siendo en mis pensamientos, Natalie.

    - Lo sé – sonrió ella, comprensiva. – No desistas antes de intentarlo, Draco. Eres una persona maravillosa, puedes perfectamente enseñarlo a gustar de ti así como eres, si es que no lo has hecho ya. ¿Has pensado en que él pueda tener las mismas dudas que tú?

    - Entonces él está perdido, porque no tiene ninguna Natalie para ayudarlo – bromeó, sonriendo mínimamente para ella.

    - Eres capaz hacerle abrir los ojos, querido. Confío en tu capacidad.

    - No sé si te agradezco o te corro a patadas, Natalie, por abrir mis ojos a una verdad tan horrible como esa.

    - Lo descubrirías más tarde o más temprano, Draco. Sólo no creí justo que lo descubrieras demasiado tarde.

    Draco sonrió, después se puso serio, mirándola a los ojos.

    - Gracias.

    - ¡Fue un placer! – le guiñó un ojo, traviesa, y se levantó. – Bueno, ve nada más, estoy atrasando tu trabajo. Garantizo que quieres terminar esto pronto para poder conversar con cierto Ángel.

    - Esfúmate, Natalie – fingió molestarse, finalmente abriendo la carpeta y preparándose para comenzar a trabajar.

    Natalie sonrió en respuesta, ya alejándose.

    - Con permiso.

    ---------------

    [1] “Cambiar seis por media docena” o sea, lo mismo XD
    QUOTE
    Notas de la Autora: ¡Listo! ¡Les dije que Natalie resolvería todo! ¡Es increíble! Tenía una escena S/R programada para este capítulo, pero creí mejor dejarla para el próximo, quién sabe… sino no podría darles la debida atención. Vean, me estoy superando, ¿verdad? ¡Hubo más PoV de Harry! XD

    La canción es X and Y – Coldplay. Ya había terminado el capítulo y escuché Coldplay, de ahí me llegó un estallido y… ow, joder, ¡tuve que ponerla! ¡Es tan perfecta!

    Notas de las Traductoras: ¡Oh sí! ¡Qué delicia de capítulo! ¡Qué capitulón, señores! Por lo menos uno ya se dio cuenta de lo que sucede, ¿no creen? Veremos cuánto tarda el otro XD

    Bueno, bueno, espero les haya gustado. ¿Quieren más adelantos del próximo capítulo? OK, hoy me siento generosa (XD). El próximo capítulo se titula “Tal vez”, hay conversación entre Ángel y el Príncipe, Draco tiene una maravillosa idea y salen Padfoot, Moony y Snuffles.

    ¿Quieren más?Si bien este capítulo tuvo 17 páginas, el que sigue tiene 19. Sí, más largo XD (Y ya lo tengo listo, calientito, a punto de turrón, esperando ser publicado… la siguiente semana, muajajajaja ^^)

    ----------------

    Y en el próximo capítulo…

    - ¿Dónde está Moony? – preguntó Harry, desparramándose en uno de los pufs.

    - En su casa – Sirius se encogió de hombros, intentando parecer desinteresado.

    - Humm… pero… ¡no lo veo desde el domingo en la tarde! ¡Y no vino ayer! ¿No habían quedado en ver una película hoy?Sirius se dio de hombros nuevamente.

    - No quiso. Dijo que estoy particularmente insoportable estos días – hizo un sonido de desprecio por la nariz.

    - Humm – Harry creyó que ya comenzaba a entender.
     
    Top
    .
85 replies since 18/3/2012, 01:41   16784 views
  Share  
.