Green Eyes (Harry/Draco - Sirius/Remus): Epílogo [FINALIZADO] - AGRADECIMIENTOS

Autora: Amy Lupin Traductoras: anali_snape y Hermione

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  1. Kari Tatsumi
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    Capítulo Veintiuno

    Tal vez…




    Harry, Ron y Hermione estaban sentados en el aula de Matemáticas, conversando. La clase estaba casi completamente llena. Los alumnos acostumbraban llegar temprano a la clase de Snape para no correr el riesgo de ser dejados fuera.

    - Así que, Harry, ¿has encontrado alguna buena propuesta de empleo? – preguntó Hermione.

    - Nada aún – Harry estaba haciendo rayones en su banca con el lápiz y borrándolos con el dedo.

    - No debe ser nada fácil encontrar un empleo estando en primer año de la universidad, ¿verdad? – dijo Ron.

    - Sí… - concordó Harry un poco desanimado. – Pero no exijo que sea algo directamente relacionado a Programación, sabes. Aprendí muchas cosas por mí mismo, tan sólo ajustando los programas de la universidad. Bueno, la mayoría de los lugares ofrece hacer prácticas profesionales con posibilidad de contratación, ¿pero cuánto tiempo tendría que pasar? ¿Un año de práctica antes de ser contratado?

    - Bueno, de cualquier forma, eso es mejor que continuar en la universidad sin posibilidad de contratación, ¿no, Harry? – ponderó Hermione. – Sabemos que aquí no contratan a nadie. Dejan esos lugares vacíos para más practicantes. ¡Aún no sé cómo te admitieron en la parte de Periodismo si existen tantos interesados de ese curso!

    - Hermione, estamos hablando de Harry Potter – Ron infló el pecho para dramatizar. – El hijo de James y Lily Potter, ¡los famosos periodistas! Mi única duda es por qué lo mantienen en secreto con eso de no poderse identificar. Caramba, ¿quiere hacerse de un nombre, no? ¿Cómo van a ser reconocidos si no dejan que firmen los artículos?

    - Al final de año, publican algunos de los mejores artículos oficialmente, en periódicos o revistas, por ejemplo – explicó Harry. – Ahí los artículos salen firmados.

    - Ah bueno, así sí…

    - ¿Qué van a hacer hoy en la noche? – Harry decidió cambiar de asunto.

    - No sé, aún no pensamos en nada – respondió Hermione.

    - Hoy no tengo entrenamiento, ¿no quieren ir a mi casa a ver una película? – invitó con una sonrisa, esperando la excitación característica de Ron de cuando era invitado a ese tipo de confort que era la casa de Harry y Sirius, pero nada lo prepararía para la cara de indignación que el pelirrojo hizo.

    - ¿Qué? ¿Y ver a Sirius y Lupin fajando?

    - ¡Ron! – gritó Hermione sin dejar de lado la expresión confundida y herida de Harry. - ¡No puedo creer que hayas dicho eso!

    - Lo dije, ¿y qué? – desafió el pelirrojo. – ¡No estoy obligado a aceptar ese tipo de cosas! Mucho menos estoy dispuesto a ir hasta allá para verlos manoseándose.

    Hermione abrió la boca para hablar de nuevo, pero Harry la tomó del hombro delicadamente.

    - Déjalo, Mione. Tiene razón. No está obligado a aceptar ese tipo de cosas. Y no puedo garantizarte que Moony no va a ir, ni que los dos no harán alguna escena – dijo, con una leve sonrisa, pero la chica no pudo ignorar que seguía herido.

    - Harry, si quieres, podríamos…

    - No, Mione. Voy a estudiar un poco de música hoy. Tengo clase mañana.

    Harry volvió a rayar en la banca y Hermione aprovechó para lanzarle una mirada asesina a Ron, pero éste se encogió de hombros.

    Harry estaba absorto en sus pensamientos con el mentón apoyado en una mano, haciendo pequeños rayones en la banca. Los profesores debían estar en alguna reunión, pues esas eran las únicas ocasiones en que Snape se atrasaba. Sabía que Hermione lo estaba mirando con compasión y que Ron estaba fingiendo que no le importaba, pero no quería mirarlos ahora. Se había decepcionado con la respuesta de Ron. Nunca se había negado a ir a su casa. Por el contrario, no escondía su alegría al visitarlos y tener un poco de paz lejos de sus hermanos y su numerosa familia. Sin darse cuenta, dibujó una letra “D” y se quedó mirándola por un momento. Sacudió la cabeza mentalmente y frotó los dedos en la banca para borrar los rayones, levantando los ojos para buscar a cierto rubio. Lo encontró acabándose de sentar en un lugar más alejado, ya que todos los lugares cercanos al moreno estaban ocupados. Pero había un lugar vacío frente al rubio. Harry pensó por un momento y al final se giró hacia sus amigos, juntando sus cosas y colocándose el bolso al hombro.

    - Hey, voy a sentarme al otro lado. Nos vemos.

    - ¿Q-qué…? ¡Harry! – Hermione intentó preguntarle algo, pero el moreno ya estaba lejos, sólo entonces miró su trayecto. Su mandíbula cayó.

    - Ah, yo mato a ese hurón albino – Ron arrugó una hoja de papel entre sus dedos y Hermione rodó los ojos.

    - ¿Por qué, Ron? ¿Qué hay de malo en que Harry haga amistad con Malfoy?

    Ron la miró como si fuera un extraterrestre.

    - ¿Cómo puedes decir tal barbaridad con tanta naturalidad? ¿Cómo puedes ver una escena de esas y no encontrar nada de malo? ¡Ve cómo hasta parecen íntimos amigos!

    Hermione miró hacia donde Ron apuntaba con tanta vehemencia y miró a Harry riendo naturalmente y Malfoy acompañándolo con una… bueno, una casi sonrisa.

    - ¡Ron, es una cosa súper natural que dos personas solitarias busque la compañía uno del otro?

    - ¿Solit…? – Ron ya se iba a indignar de nuevo, pero Hermione se lo impidió con un gesto de la mano, continuando hablando.

    - Malfoy no tiene amigos y Harry… bueno, nosotros hemos dejado un poco de lado a Harry, sí. Y hasta él se ha apartado de nosotros…

    - ¡Claro! ¡Aquél imbécil lo está apartando de nosotros! Te garantizo que sus intenciones no son buenas, Mione. ¿Por qué crees que no tiene amigos?

    - Ron, no creo que Malfoy esté apartando a Harry de nosotros – Hermione esperó hasta que Ron apartó la mirada de los dos chicos y le prestase completa atención. – Muy por el contrario. ¿Quién acaba de rechazar una invitación de Harry, eh?

    Ron dejó su mandíbula caer y sus orejas adquirieron más coloración.

    - Mione, no me vengas ahora a echar la culpa…

    - ¡Ron, detente a pensar un poco! – cortó la chica una vez más. – Harry vino con la mejor voluntad del mundo a invitarnos a su casa para ver una película, ¿y cómo lo tratas? ¡Tú, además de rechazar la invitación con la mayor grosería, ofendiste a su familia, Ron!

    - ¡Aquellos dos locos no son nada que pueda llamarse familia, Mione! – Ron elevó la voz. - ¿Qué tipo de ejemplo son para Harry?

    - Harry no es ningún niño para imitar a las personas, Ron. ¿No entiendes que Sirius y el profesor Lupin son todo lo que Harry tiene? ¡Son una familia poco común, sí, pero aún así son felices! De verdad, no tienes la obligación de aceptar su relación, pero definitivamente no tienes derecho de lastimar a Harry de esa forma.

    Diciendo eso, Hermione se giró hacia el frente con seriedad sin siquiera reparar en la expresión impresionada de Ron, ni en la mirada arrepentida que le lanzó a Harry. Mirada que pasó a ser de rabia cuando vio que toda la atención y las sonrisas del moreno eran para Malfoy.

    - Pero eso aún no me convence en nada acerca de las intenciones de Malfoy – murmuró el pelirrojo de modo que su novia no pudiese escucharlo.

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    Harry se aproximó sin ser notado y sólo atrajo la atención del rubio cuando se sentó de lado en el lugar frente a él.

    - ¡Buenos días, Draco! – saludó junto con una sonrisa sincera.

    Draco pareció dudar un momento, tal vez asimilando el hecho de que Harry había abandonado a sus amigos del otro lado del aula para sentarse junto a él. Sin contar que su corazón martillaba su pecho casi perceptiblemente.

    - Buenos días – respondió pasando la mano por sus cabellos rubios sin poder contener una pequeña media sonrisa.

    - Así que, ¿lloraste mucho la amarga derrota? – Harry arqueó las cejas provocativamente.

    - ¡Cómo, si yo gané más veces que tú! – Draco finalmente recuperó la pose divertidamente arrogante.

    - ¡Claro que no! Hiciste trampa dos veces y acordamos cancelar esas partidas, ¿no?

    - ¿Acordamos? No, no recuerdo haber hecho una idiotez de esas.

    - ¿Todo esto es para no admitir que soy un jugador muy perspicaz?

    - ¿Perspicaz? ¡Humpt! Yo diría suertudo.

    Harry rió gustoso y Draco lo observó con interés mientras lo hacía. Cuando se reía así de simple –sí, porque en general solamente se carcajeaba– acentuaba un hoyuelo en la esquina izquierda de su boca. Pero sus facciones no dejaban de ser menos masculinas por eso, debido a los trazos determinados de su rostro. Como Natalie había dicho, conseguía reunir trazos infantiles y acentuados. Atractivo. ¿Por qué había tardado tanto tiempo en admitir eso?

    Draco se dio cuenta de que su vista se había desenfocado, y cuando focalizó de nuevo, agradeció que Harry estuviera demasiado concentrado en sus cosas para prestarle atención.

    - ¡Upa! – Harry dejó caer una pluma, que rodó por algunos centímetros quedando a medio camino entre los dos.

    Lo que sucedió pasó en segundos, que parecieron durar para siempre. Draco nunca se había preocupado por un objeto caído que no le perteneciese, pero sin darse cuenta ya se había agachado para cogerlo. Pero tan pronto Draco tocó la pluma, la mano de Harry chocó contra la suya. Draco alzó la mirada para encontrarse dos esmeraldas brillantes mirándolo de vuelta tan… cerca. No respiró con miedo de que todo se evaporara. Sus narices estaban a centímetros de distancia y aún sentía el toque caliente de los dedos del moreno rozando el dorso de su mano. Aquella boca tan próxima a la suya… incluso podía sentir la respiración del otro. Podría ser uno de sus sueños si las sensaciones no fueran tan reales.

    Draco estaba listo para cerrar los ojos cuando sintió el calor de la mano de Harry alejarse. Y el momento se deshizo cuando aquellos ojos se apartaron también. Imaginando cuánto tiempo había pasado, Draco se enderezó prontamente. Con todo y la pluma.

    - Gracias – Harry sonrió levemente, aceptando el objeto. ¿Estaría medio apenado con lo que había pasado o era sólo impresión suya? – Pero, espera… ¿cómo se responde cuando alguien te agradece? – ironizó el moreno completando la frase con una de sus impresionantes sonrisas y Draco quiso bofetearse a sí mismo. ¡De seguro tenía una cara de bobo patética! ¡Oh, qué deprimente!

    - Ok – gruñó.

    ¿Ok? No, esa no era la respuesta correcta, ¿pero a quién le importa? Draco tragó en seco intentando no parecer tan jadeante como sabía que estaba. ¡Pudo haberlo besado! Sí, claro, en medio del aula cuando su padrino podría entrar en cualquier momento… Sin mencionar las miradas enojadas que recibiría por eso. Tal vez incluso hasta del mismo Harry…

    - Hey, mira – Draco despertó de sus desvaríos para mirar hacia donde Harry apuntaba.

    Entonces miró quien sabía era Pansy sentada en el regazo de quien suponía era Finch-Fletchley –sí, suponía, pues Pansy se dedicaba a cubrir cada pedacito del chico con su propio cuerpo. Draco se preguntaba si ella estaba intentando succionar sus pulmones con aquél beso exagerado.

    - Parece que funcionó, ¿verdad? – continuó Harry.

    - Gracias a Dios – conmemoró Draco.

    Harry se giró hacia él, con aquella mirada penetrante.

    - Y tú estás libre para conseguir a alguien. Sabes… una novia de verdad.

    Draco lo miró por algunos segundos experimentando diversas sensaciones en un corto espacio de tiempo, como siempre le sucedía cuando estaba cerca de Harry. Sí, ahora estaba libre, pero no era una novia lo que quería.

    - Cierto – acabó diciendo.

    - ¿Y ya tienes a alguien a la vista? – preguntó con otra sonrisa desconcertante. Sabía muy bien cómo desconcertarlo.

    - Tal vez – dijo por fin, intentando no ser muy obvio mientras descendía la mirada hacia la boca de Harry. Quería aquella boca, quería sentir el olor de aquella piel que lo invitaba, quería correr los dedos por aquellos cabellos rebeldes… ¡Cielos!

    En ese momento toda conversación murió y volvieron su atención al profesor, que entraba silenciosamente. Draco aprovechó que Harry también se había volteado hacia el frente y se frotó ambos brazos para deshacer aquél escalofrío que le había tomado por completo. Enterró el rostro entre sus manos, derrotado.

    Algo le gritaba que estaba todo muy errado en aquél sentimiento, en aquellas sensaciones. ¡Era difícil de creer que se había enamorado! ¡Y aún más, de otro chico! ¿Cómo le haría para conquistar a Harry? ¿Cómo se contendría ante esa necesidad de besarlo? ¿Por qué Harry tenía que ser tan… tan inocentemente tentador? ¿Por qué tenía tan maravillosa sonrisa? ¿Por qué rayos se tuvo que enamorar de ese moreno?

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    Hasta la clase pasó rápido. También, con la cantidad de ejercicios que Snape había puesto, no era de admirarse. Recibieron las pruebas y Draco no pudo evitar sonreír delante de la emoción de Harry por haber obtenido un diez. Pero no se comparaba a la cara de disgusto que su padrino había hecho al entregarles los exámenes.

    Draco había planeado pasar los breves minutos del intervalo con el moreno cuando el profesor lo llamó antes de dejar el aula.

    - Ve. Nos vemos hoy en la tarde – dijo Harry guiñándole un ojo y diciéndole “adiós” con la mano mientras se alejaba.

    Draco bufó molesto antes de aproximarse al escritorio del profesor, desde donde Snape veía todo.

    - Draco, ¿qué significa esa proximidad con Potter? – su padrino siempre había sido directo, como ahora.

    - Pues significa que nos estamos llevando bien – respondió cínico.

    - ¿Y vas a decirme que de repente despertaste pensando que Potter era un tipo genial y que las hadas existen? – Snape devolvió en el mismo tono.

    - No – Draco no necesitaba de mucho esfuerzo para mostrarse impasible, lo que comprobaba que solamente Harry tenía el don de volverlo patético. – En realidad, me llevó algo de tiempo descubrir eso. Fue él quien propuso una tregua cuando fuimos amenazados con ser expulsados del equipo de voleibol por agredirnos verbalmente durante uno de los entrenamientos, y desde entonces tenemos… tenemos una convivencia pacífica.

    - Ah, claro – Snape resopló incrédulo. – Odias al chico desde los once años y entonces, por causa de un estúpido partido de voleibol, se vuelve los mejores amigos. A otro perro con ese hueso [1]. ¿Qué opina tu padre de esto?

    Eso bastó para que Draco estrechara los ojos peligrosamente. La postura amenazante de Snape no fue suficiente para intimidarlo, al fin y al cabo había enfrentado poses mucho peores de su padre.

    - No lo sabe. Ni lo sabrá tan pronto – desafió.

    - Por mí, puedes estar seguro que no lo sabrá, pero no te ilusiones creyendo que puedes esconder un absurdo de estos por tanto tiempo.

    Draco se encogió de hombros dando la conversación por terminada, pero Snape se inclinó más hacia el frente y bajó peligrosamente la voz.

    - No creí que fueras tan estúpido para aproximarte a ese chico-celebridad, Draco. No conoces a su padrino irresponsable ni tienes idea de cuán desmoralizados son él y Lupin. Pueden engañar a todo el mundo, pero no a mí… Apártate de esa gente antes de que afecten tu reputación. Cuando tu padre se entere…

    - ¿Y qué culpa tengo yo de que tengas diferencias con Sirius Black y con Lupin? – desdeñó Draco, nada satisfecho porque su padrino tratara de controlarlo. - ¿De casualidad se burlaron de ti cuando ustedes estudiaban…?

    - Escúchame bien, mocoso – Snape cortó apuntándole con un dedo. Sus ojos negros habían adquirido un brillo enfermo y Draco casi perdió la compostura. Casi. – Intenté avisarte. Ya cumplí con mi parte como tu padrino, ahora, si no quieres hacerme caso, entonces me lavo las manos. ¡Largo!

    Draco no lo pensó dos veces y salió del aula. Snape no acostumbraba perder los estribos así. Su padre le había comentado sobre cómo Sirius Black y James Potter lo habían humillado cuando estudiaban juntos, ¿pero eso bastaba para querer alejarlo de la “familia” y de Potter mismo? ¿O había otro motivo?

    “No conoces a su padrino irresponsable ni tienes idea de cuán desmoralizados son él y Lupin. Pueden engañar a todo el mundo, pero no a mí…” ¿Desmoralizados? ¿Cómo? ¿Cómo que engañando a todo el mundo? Maldita curiosidad…

    --------------

    - Buenas tardes, Natalie – saludó Draco tan pronto llegó.

    - Buenas tardes, Sr. Malfoy – Draco ya iba a pasar directo a su oficina cuando lo llamó nuevamente. – Ah, Sr. Malfoy, el Sr. Malfoy pidió que fuera a su oficina.

    Draco se detuvo con una mano en el pomo de la puerta y se giró, arrugando la frente.

    - ¿Dijo por qué?

    - No, señor.

    - Ok, sólo dejo mis cosas en la oficina – informó girando finalmente el pomo.

    No pudo dejar de sentirse inquieto. Ya había pasado por esas situaciones suficientes veces para esperar siempre lo peor de esas visitas a su padre. Dejó su carpeta en el escritorio, se acomodó la corbata, peinó un poco sus cabellos –tal vez inútilmente, ya que se negaban a acomodarse– y caminó fuera de la sala, diciéndole un “Ya vuelvo” a Natalie.

    Entró a la oficina de su padre después de ser anunciado por Popkin.

    - Lucius – saludó secamente, como de costumbre. Y como de costumbre, recibió una mirada helada y la indicación de sentarse al frente.

    - Siéntate, Draco – tan pronto obedeció, una carpeta fue lanzado frente a sus ojos sin cuidado. - ¿Recuerdas estos informes? Tienen tu Visto Bueno en todas las hojas – dijo, falsamente tranquilo.

    Draco analizó la portada de los informes y el título de los proyectos. Había cinco proyectos de sistemas diferentes para una misma franquicia.

    - Sí, los recuerdo. Los analicé la semana pasada…

    - Entonces, ¿puedes decirme – cortó Lucius, murmurando las palabras entre dientes – por qué motivo esa corporación amenaza con rechazar nuestros sistemas?

    Draco frunció el ceño, a pesar de mantenerse relativamente calmado, como era de esperarse.

    - ¿Cómo así?

    - El director de la corporación alegó que ese sistema no está atendiendo los requisitos de su empresa y que recibió una propuesta muy tentadora de nuestros competidores. Ahora yo te pregunto – se adelantó con una calma venenosa. - ¿Cómo así?

    - ¿No atiende a los requisitos? – se extrañó Draco. – ¡Él mismo había aprobado los proyectos! ¡Ya todo está en funcionamiento desde hace días! ¡Son completamente funcionales, prácticos, tienen todo lo que pidió! No comprendo…

    - Pues entonces descúbrelo – lo cortó Lucius nuevamente, girando la silla hasta mirar la ventana de atrás, dándole la espalda a su hijo. – Tienes una hora y media hasta la reunión, a las15 horas. Y quiero una solución, entonces. Y solución para mí no significa parar los proyectos que ya están funcionando.

    Draco abrió la boca, pero volvió a cerrarla. Sería inútil argumentar. Tomó los informes y salió sin una sola palabra. Fue un poco seco con Natalie cuando le pidió no ser molestado, pero tenía la cabeza caliente y no valdría la pena intentar remediarlo ahora. Se sentó delante de la computadora pensando en lo que haría. Una hora y media hasta la reunión. Por supuesto, Lucius contaba con que no conseguiría solucionar el problema a tiempo, pero tenía que encontrar la manera.

    ¿Tendría que revisar de nuevo todos los informes? No, no encontraría nada malo en ellos. Estaba seguro. Encendió la computadora y de ahí, iniciar una conversación con Ángel fue automático.

    Príncipe Slytherin dice: Hola, Ángel.

    .:Ángel:. dice: ¡Hola, Príncipe! Y dime, ¿tuviste una conversación agradable con nuestro querido profesor?

    ¿Agradable? Sí, claro. Una conversación con Severus Snape podría ser todo, menos agradable.

    Príncipe Slytherin dice: ¡Claro! (léase sarcásticamente)

    .:Ángel:. dice: Jajaja ok, ok… no me interesan los detalles… y, ¿quieres jugar hoy?

    Príncipe Slytherin dice: Hey, ¿alguna vez trabajas?

    .:Ángel:. dice: ¡Claro que trabajo! Mi artículo para el sitio ya está listo desde el viernes pasado, si quieres saber. Ahora estoy aburrido, no tengo nada qué hacer…

    Draco se inclinó hacia enfrente, asaltado por una idea.

    Príncipe Slytherin dice: ¿Me podrías ayudar? Tengo un problemita aquí y voy a necesitar de tus habilidades periodísticas, ¿qué dices?

    .:Ángel:. dice: Bueno… no tengo nada qué hacer… Aquí estoy para ayudarte…

    Draco se frotó las manos, mordiéndose el labio inferior, pensando si esa sería la mejor solución. De cualquier manera, no tenía opción.

    Príncipe Slytherin dice: Mira, necesito una manera de descubrir qué hay de encantador en la propuesta de uno de nuestros competidores para una corporación. Esta empresa tiene varias franquicias en el ramo tecnológico, no sé si has escuchado de ella…

    --------------

    Draco estaba girando una cara pluma entre sus dedos mientras intentaba mantenerse despierto. Estaba en una sala cerrada, con aire acondicionado, sentado a la derecha de su padre en una mesa ovalada –sí, pues si fuera perfectamente redonda, Lucius no podría sentarse en un lugar donde destaque. Varios representantes de colaboradores y patrocinadores estaban distribuidos por la mesa, todos vestidos de la misma manera: traje (negro), camisa formal (blanca o gris) y corbata (sin gracia). Inclusive Draco.

    Ya llevaban unos 40 minutos en que uno de los patrocinadores leía una lista interminable de valores y cantidades que todo mundo debía conocer. Pero aquello era puro teatro, pues Draco sabía que su padre manipulaba aquellos datos descaradamente y que ninguno de los presentes prestaba la mínima atención a lo leído. Y eran muy bien pagados para ignorar esas alteraciones.

    Cuando el expositor finalmente se sentó, Lucius se levantó y expuso rápidamente el problema con la tal corporación.

    - … por eso dejé bajo la responsabilidad del Sr. Draco Malfoy averiguar cuál era el real problema de los proyectos, que están en funcionamiento desde hace cuatro días.

    Le lanzó una mirada helada a su hijo antes de sentarse nuevamente, con gracia. Draco se levantó digno y limpió su garganta. Estaba acostumbrado a eso, por lo tanto se sentía bastante confiado. Además, ya había conquistado el respeto y admiración de muchos de los que estaban sentados en aquella mesa con aire aburrido.

    - Releí los proyectos y constaté lo que ya sabía. No hay fallas en los proyectos ni requisitos sin atender. Todo lo que fue solicitado por el cliente está siendo desarrollado con maestría, pero… - hizo una pausa dramática, examinando a cada uno de los presentes, para ver si tenía la atención de todos. – Estuve investigando sobre esa corporación y descubrí que lo que más aprecian es la originalidad. En términos de tecnología, estamos ofreciéndoles lo mejor, sin embargo me gustaría que vieran estos papeles.

    Tomó un paquete de hojas y las dividió en dos partes, entregando una parte al señor a su derecha y otra a Lucius. Mientras los papeles eran analizados y pasados de mano en mano, Draco continuó con su exposición.

    - Esas hojas contienen algunas de las pantallas montadas para hacer demostraciones. Son totalmente funcionales, el layout [2] es simple y los usuarios tienen mayor facilidad para identificar íconos sin necesitar explicaciones. Ahora, me gustaría que le dieran un vistazo a estas otras hojas.

    Tomó otro puñado de papeles y las distribuyó de la misma manera. El señor a su derecha soltó una exclamación tan pronto las tomó y Lucius sólo arqueó una ceja, analizando mejor las imágenes y olvidando pasar las hojas. Draco sonrió satisfecho.

    - Esas imágenes son de un sistema donado para una institución de caridad muy conocida. Fue desarrollado por nuestros competidores y muy bien divulgado. Claro, invirtieron en la expansión de este material tanto como en la donación en sí. El motivo de que se los muestre es que había un link muy bien camuflado para esas imágenes desde el sitio de la corporación para la cual estamos desarrollando nuestros sistemas.

    - Pero esto es basura – desdeñó Lucius, pasando por fin los papeles.

    - Sí, la institución es infantil, así que el layout fue hecho especialmente para ella. Además, no es nada funcional ni práctico, pero… - atrajo la atención de todos nuevamente, sintiéndose cada vez más incentivado para llegar al final. - ¡Abra los ojos y verá que es original!

    - Nuestros layouts también son originales – contestó un hombre barrigón con voz de trombón. – Todos los sistemas que hacernos…

    - Siguen el mismo patrón – completó Draco. – Tenemos nuestro patrón, lo que significa que todos los sistemas que desarrollamos son de cierta forma semejantes, y eso no es ser original. No hay manera de saber si la propuesta de la competencia existe, pero lo más probable es que sólo quieran que les propongamos algo diferente.

    Murmullos llenaron la sala y Draco se dio cuenta de que Lucius parecía pensativo.

    - Vamos a contratar a los mejores profesionales en investigaciones para desarrollar algo único para la corporación, entonces.

    Draco rodó los ojos. Lucius Malfoy conseguía ser tan previsible a esas alturas. Despida a todo el personal y contrate mejores funcionarios, qué manera más cerrada de pensar.

    - Pero nosotros ya tenemos el mejor personal en investigaciones – dijo, por fin.

    - ¿Un bando de incompetentes que no pueden crear algo? – ironizó Lucius.

    - La cuestión no es esa.

    Los murmullos murieron lentamente y todos se giraron hacia Draco, quien aún permanecía dignamente de pie, sosteniendo la mirada desafiante de su padre.

    - ¿Y cuál es la cuestión, Draco? – dijo el hombre, lenta y venenosamente.

    - El problema de los profesionales es que vienen con una carga inmensa de paradigmas, de tabús. Tantos que no pueden crear algo que no sea al menos remotamente basado en cosas que ya vio o que ya hizo. Así que la solución no es buscar personas con más formación, pues eso ya lo tenemos. Nuestro equipo está mucho más capacitado que el de nuestros competidores. Si los echamos a la calle, sería para perjudicarnos, pues ellos serían prontamente acogidos por la competencia, llevándose todas nuestras técnicas.

    Draco casi no cabía en sí de tanto orgullo por todas aquellas miradas interesadas sobre su persona, pero se cuidaba de no demostrarlo. Además, no necesitaba esforzarse mucho para darse cuenta de que Lucius estaba furioso. Draco le había respondido desde el principio y eso lo fastidiaba, asimismo el hecho de que todos en aquella sala aprobaban sus argumentos.

    - ¿Y qué sugieres? – preguntó Lucius casi adorablemente, a pesar de que sus fríos ojos lo taladraban con desagrado.

    - Sugiero que busquemos personas sin especialización alguna, que estén iniciándose en el ramo. Personas que aún no han sido contaminadas por los paradigmas de los profesionales, que nunca hayan trabajado, que tengan ideas, que sepan crear.

    - ¿Practicantes? – preguntó un señor ya mayor.

    Lucius bufó. Draco sabía que desaprobaba a los practicantes, por eso ya había pensado en los argumentos correctos. Cuando Harry lo había ayudado a obtener esa información, Draco fue asaltado por una idea absurda, pero estaba dispuesto a llevarla a cabo. Ah, si Lucius supiera…

    - Los practicantes son desmotivados – respondió eficiente. – No se empeñan tanto en lo que hacen porque no saben si estarán en la empresa después. Propongo que ofrezcamos empleo con una paga ya estipulada, tal vez incluso sin cargas horarias por si se tratan de posibles estudiantes, pero con el objetivo preestablecido de investigar, crear, dar ideas. No necesita tener conocimiento del desarrollo de layouts, pues eso ya lo tenemos nosotros.

    - ¿Y cómo sería hecha la selección, Sr. Malfoy? – preguntó un joven de alrededor de veinticinco años, con visible entusiasmo.

    - Bueno, tenemos personal especializado para eso, pero podríamos elaborar algunas pruebas diferentes, ya que este cargo es inusitado – propuso inmediatamente. – Puedo responsabilizarme por eso en conjunto con el Director de Investigaciones, Gudgeon, si Lucius así lo desea.

    Lucius no tenía alternativa, Draco lo sabía.

    - Que así sea – hizo un gesto de desdén con la mano. – Sólo quiero que todo esté resuelto cuando regrese de viaje, la semana que viene.

    Draco casi sonrió. ¿Lucius va a viajar? ¿Estaría fuera por cuánto tiempo? ¡Wow! ¡Eso lo tornaría todo más fácil!

    - Perfecto – dijo Draco, contenido. – Comenzaré los preparativos inmediatamente.

    Después especularía sobre ese viaje.

    ---------------

    Harry estaba concentrado estudiando piano cuando notó un borrón negro pasando al lado. Se giró para ver a Snuffles moviendo la cola, tocando su pantorrilla con el hocico y se perdió en la partitura. Alzó las manos, derrotado.

    - ¡Ow, Nuf, estaba haciéndolo tan bien! Me desconcentraste, ¿viste? – el perro ladró y se levantó en sus patas traseras, apoyando las delanteras en los muslos de Harry, de modo que pudiese lamer su rostro. - ¡Hey, hey, compórtate! Estoy estudiando ahora, ¿sí? Siéntate y escucha.

    Harry señaló un puf y Snuffles entendió, desparramándose en él, pero manteniéndose atento. El chico rió y sólo entonces se dio cuenta de que Snuffles no era el único invasor. Sirius estaba sentado en un puf cercano a la puerta y tenía una expresión infantilmente malhumorada, con los brazos cruzados en su pecho. Harry suspiró, cerrando el piano y girándose. Conocía demasiado bien a Sirius como para saber que mantendría esa expresión hasta que Harry preguntara.

    - ¿Qué sucede, Padfoot?

    Hizo la primera tentativa, a pesar de saber que no funcionaría.

    - Nada – refunfuñó Sirius, aún irritado.

    Bueno, nada que no hubiera previsto. Tendría que volver a intentarlo. Snuffles soltó un pequeño sonido, apoyando la cabeza en sus patas delanteras, observándolo todo.

    - ¿Dónde está Moony? – preguntó Harry, dejándose caer en un puf.

    - En su casa – Sirius se encogió de hombros, intentando parecer desinteresado.

    - Hum... pero… no lo he visto desde el domingo en la tarde. Ni apareció ayer. ¿No habían quedado de ver una película hoy?

    Sirius se volvió a encoger de hombros.

    - Desistió. Dijo que estoy particularmente insoportable estos días – hizo un sonido de desprecio por la nariz.

    - Hum – Harry creyó que ya comenzaba a entender. - ¿De verdad dijo eso?

    - Bueno… no en esas palabras, pero para buen entendedor, media palabra basta.

    - ¿Qué dijo exactamente?

    - Dijo que tenía trabajos que corregir, ¡humpt! Qué fala de creatividad para una disculpa.

    Harry soltó el aire de sus pulmones, quitándose los lentes y limpiándolos lentamente en la tela de su playera. Snuffles entendió el gesto como una invitación y fue hasta él, moviendo la cola, pidiendo atención.

    - ¿Otro ataque de celos? – preguntó Harry, mientras rascaba tras las orejas del perro.

    - Claro que no – se indignó Sirius, pero lo pensó mejor. – Bueno, tal vez… pero, ¿qué culpa tengo yo, Harry, de que mi novio sea tan atractivo? ¡Todo el mundo lo mia!

    - ¿Y él mira a alguien?

    - No, pero…

    - ¿Entonces cuál es el problema? La gente también te mira a ti. Llamas la atención. ¿Qué hay de malo en eso?

    - Pero Harry, ese es exactamente el problema – se indignó Sirius, descruzando los brazos y gesticulando para darle mayor énfasis a lo que decía. - ¡Las personas me miran, yo las miro y a él ni le importa! ¡No me cela!

    Harry dejó que sus hombros cayeran, conteniéndose para no enterrar el rostro en sus manos, incrédulo.

    - Padfoot, él no te cela porque sabe que nunca lo traicionarías, ¿cierto?

    - ¿Pero y él, Harry? – Sirius tenía una expresión conmovedoramente abandonada. - ¿Me ama?

    Snuffles abandonó a Harry, que había parado de acariciarlo, y trotó hasta Sirius, apoyando las patas delanteras en las piernas de su dueño, pero este no le prestó atención.

    - ¡Claro que sí! – aseguró Harry vehemente. - ¿Por qué preguntas eso ahora?

    Sirius se volvió a encoger de hombros, dramático.

    - Nunca me lo dice.

    - ¿Y necesita hacerlo? – Sirius desvió la mirada y Harry continuó, como si explicase algo extremadamente complicado a un niño. – ¡Padfoot, te lo demuestra todo el tiempo! La forma en que te mira; la manera en que sonríe cuando haces alguna payasada, o solamente por estar cerca; la forma en cómo se calma cuando está contigo… No tiene crisis cuando están juntos, ¿cierto? Bueno, excepto cuando tú provocas la crisis…

    Sirius sonrió ligeramente y por fin extendió una mano para alisar el pelo de Snuffles, que comenzó a jadear satisfecho con la lengua de fuera. Se quedaron así por un tiempo, hasta que Sirius levantó la mirada, con un brillo entusiasmado.

    - ¿Tú crees? Quiero decir… ¿De verdad crees… todo eso?

    - ¡Claro, Padfoot! Y tú, con toda esa inseguridad, no ves más allá de tu nariz. Confía en él, Sirius. Lo estás sofocando. Moony es paciente, pero llegará el momento en que se canse de tus celos exagerados y sin motivo.

    En ese momento, Snuffles se puso alerta mirando la puerta antes de soltar un gemido y salir, moviendo la cola. Pero ninguno de los dos pareció percibirlo. Harry estaba preocupado observando a Sirius, que abría la boca, pero pensaba de nuevo qué decir.

    - Sí… tal vez… tal vez tengas razón, Harry – dijo con una sonrisa formándose en sus labios y Harry suspiró aliviado.

    Harry no iba a fingir que era muy bueno en ese tipo de cosas, pero parecía que había conseguido un progreso, por lo menos.

    - ¿Y qué hago ahora, Harry?

    - Comienza llamándolo. Pide disculpas, ¿puedes hacerlo? – provocó, burlero.

    - ¡Hey, no provoques, eh! – Sirius se indignó bromista, levantándose. – Voy… bueno… ¡adiós!

    Sirius se giró en dirección a la puerta, pero chocó contra algo.

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    Remus iba a tocar el timbre cuando la manija giró y la puerta se abrió. De una pequeña abertura surgió un hocico negro, que dio paso al resto del enorme cuerpo del perro.

    - ¡Snuffles! – exclamó cuando tuvo las dos inmensas patas apoyadas casi a la altura de su pecho. - ¡Ah, chico!

    Remus hizo caricia corta en el pelaje de Snuffles, quien jadeaba feliz finalmente dejándolo entrar. Tan pronto cerró la puerta, Remus torció la nariz a la caja de pizza vacía abandonada encima de la barra.

    - ¿Lo ves, Snuffles? ¡No puedo descuidarlos ni un día! ¿Dónde están Padfoot y Harry?

    El perro se limitó a darle la espalda y caminar en dirección al estudio. Remus dejó las llaves del auto y un DVD encima de la mesa y siguió a Snuffles, quien lo esperaba en el corredor, mirando dentro de la habitación. Escuchó las voces de los dos y tan pronto entró, chocó contra nada más ni nada menos que Sirius.

    - ¡Buenas noches! – saludó, jovial, recibiendo un asentimiento de Harry y una mirada impactada de su novio.

    - ¿Moony? – Sirius parecía un tanto inmóvil y Remus arqueó una ceja.

    - Sí, así acostumbran decirme.

    - Bueno, me voy a mi habitación – anunció Harry, pasando en medio de ellos. – Voy a escuchar música bien alto, ¿está bien? ¡Ven conmigo, Snuffles! – Harry palmeó sus muslos y el perro entendió el recado, siguiéndolo. - ¡Están en su casa!

    Remus sonrió y volvió a mirar a Sirius, encontrando extraña su falta de reacción. Y… bueno, estaba extrañando un beso también. Sirius se rascó la cabeza y asintió hacia la sala, dirigiéndose ambos hacia allí.

    - ¿Qué haces aquí? – preguntó Sirius mientras caminaban. – Quiero decir, ¿estabas corrigiendo trabajos, no? – Remus notó una puntita de sarcasmo en su voz.

    - Sí, lo estaba haciendo – Remus se acomodó en el sofá y Sirius también, pero… ¿por qué toda esa distancia? Había un palmo de separación entre sus piernas, y Sirius siempre hacía énfasis en no dejar ningún espacio libre entre ellos. – Terminé dos grupos, pero cuando llegó el tercero, pues… me cansé.

    Se miraron. Remus arqueó una ceja, intrigado.

    - ¿Qué? – preguntó Sirius.

    - Estoy esperando que digas: “sé que estabas muriendo sin mí, por eso no aguantaste y tuviste que venir a verme” – hizo una imitación de la pose arrogante del otro engruesando la voz, dejándola levemente ronca.

    Sirius sonrió de lado, relajándose en el sofá.

    - ¿Y eso es verdad? – lo provocó.

    Remus se hizo el pensativo.

    - Tal vez…

    - ¿Moony? – Sirius se había puesto serio de repente. - ¿No estás enojado porque yo… porque te hice todo ese drama en el parque el domingo?

    Remus estudió la expresión anormalmente seria de su novio antes de responder.

    - Bueno, me molesté. Pero no por mucho tiempo. Nunca por mucho tiempo, Padfoot.

    - ¿Pero fui un idiota, no? – admitió Sirius, cerrando los ojos y dejando su cuello caer hacia atrás. – Mejor dicho, soy un idiota. No es que no confíe en ti, ¡es sólo que no puedo aceptar que otros te miren! Tal vez sea paranoia mía, pero…

    Pero Sirius no pudo concluir lo que decía. Remus no resistió aquella pose desolada. Sabía que estaba intentando disculparse e incluso llegó a desear que lo hiciera, pero se dio cuenta de que no lo necesitaba. Conocía la posesividad de Sirius, y si no había cambiado en treinta y ocho años de vida, entonces no tenía otra que aceptarlo así.

    Remus deslizó su cuerpo junto al otro y se deshizo sobre él, dándole un beso suave en sus labios y colocó sus cabellos tras la oreja, sonriendo ante la cara de bobo del otro.

    - ¿Qué decías? – preguntó inocentemente.

    En lugar de responder, Sirius se enderezó y lo tomó por la nuca, jalándolo hacia un beso de verdad. Cuando finalmente se separaron, Sirius lo miró profundamente a los ojos sin soltar la nuca de su novio, masajeando los finos cabellos castaños.

    - Prometo que no voy a ser tan celoso – dijo roncamente.

    - ¿En serio? – preguntó Remus, divertido y desconfiado.

    - Bueno, déjame reformular – Sirius pensó un poco antes de continuar: - Prometo que me voy a esforzar para contener mis enfermos celos, ¿está bien así?

    - Sí… eso ya no es tan imposible – dijo Remus robándole otro suave beso de sus labios. – Entonces, ¿aún podemos ver aquella película a la que me invitaste?

    - Ah, bueno – Sirius se rascó la cabeza. – Dijiste que no vendrías, así que no renté alguna.

    - Oh, entiendo – Remus fingió decepcionarse, pero luego le lanzó una mirada traviesa. – Pero, como soy una persona precavida, ¡traje una película para nosotros!

    - ¿Cuál? – se animó Sirius.

    - Una de suspenso. Se llama “Robando Vidas” [3]. Espera un minutito, voy a traerla.

    Remus se levantó y fue hasta la cocina a tomar el DVD que había dejado en la mesa. Sirius lo miró alejarse y mordió su labio inferior, sin poder contener una sonrisa satisfecha. Sí… tal vez Remus no necesitaba decirle que lo amaba…

    Tal vez…

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    QUOTE
    Notas finales:

    [1] “A otro perro con ese hueso” En realidad, la frase literalmente decía “Cuéntame otra, chico”, pero pues como me gustó más esta adaptación, decidí ponerla. Espero no hacer nada malo. Por cierto, ¿se entiende la frase o sólo la usamos en México? o.O

    [2] Literalmente, “Diseño”. Término anglosajón con el que se conocen los bocetos, maquetas o los diseños que están terminados y sirven para presentar una campaña publicitaria o una página web. De ahí se basan para presentar los modelos finales. O algo así XD. Fuente: mi profesor de E-Commerce.

    [3] ¿Conocen ese filme? En ingles “Taking lives”, con Angelina Jolie, Kiefer Sutherland, Ethan Hawke… ¿les suena? Yo no la he visto, ¿me la recomiendan? XD

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    Notas de la Autora: Joder, nunca vi un capítulo con tantos “Tal vez” rsrsrs. Disculpen la reunión de Draco. Tal vez (¡mira, ahí de nuevo!) ha quedado un poco chocante, o tal vez (¡ups!) no han entendido del todo, pero no hubiera tenido paz si no colocaba todo bien así. Lo sé, sé que querían más Harry/Draco, pero vamos con calma, ¿sí? Aún debo más PoV de Harry y… no maten a Ron… aún… XD

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    En el próximo capítulo…

    Remus estaba analizando el comportamiento de los chicos durante toda la clase y ciertamente, algunos detalles lo intrigaban, como por ejemplo, el hecho de que estaban muy juntos, más de lo necesario. Otro punto interesante era que constantemente se tocaban. Hombros, pies, manos y rodillas (bueno, eso no lo sabía, pero podía imaginarlo). Y lo más curioso: ambos parecían muy a gusto con eso. Bueno, tal vez Malfoy no parecía tan a gusto con las sonrisas que Harry le daba. Oh sí, Harry nunca economizaba en sonrisas, pero Remus no pudo dejar de pensar que estaba excepcionalmente sonriente. Bueno, tal vez fuera paranoia suya.

    Pero todo el tiempo habían sido sonrisas. En algún momento se habían centrado en algún asunto cargado de seriedad. Remus no era chismoso, ni una persona incapaz de controlar la curiosidad, pero en este caso le encantaría ser un mosquito para saber de qué tanto hablan.
     
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