Green Eyes (Harry/Draco - Sirius/Remus): Epílogo [FINALIZADO] - AGRADECIMIENTOS

Autora: Amy Lupin Traductoras: anali_snape y Hermione

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  1. Kari Tatsumi
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    Hola Narcisa: De verdad casi le da una crisis por semejante susto pero veras que resuelve una gran duda de Draco, uju

    Hola Kanade: Espero que te siga gustando los capitulos. Desearia ser la autora de este fic pero dudo que mis aptitudes para la escritura me den para tanto jejejejeje. Los creditos de autoria y traduccion estan en el primer post, ellas se merecen las palmas y las porras por esta belleza!!!!!

    Hola Dan: Ohhhh escritor de Naruto, no he leido fics de este anime, es que el anime en si no me gusta mucho, pero espero en un futuro darle una oportunidad y ver de que va. Ohhhh, hay tantas preciosidades en el fandom español de Harry Potter, espero que si las autoras me dan el permiso poder subir otras historias aqui, hay que cruzar los deditos!!!! Por supuesto que es Drarry (DracoxHarry) amo este pairing, es mi favorito.

    El beso no tardara mucho en llegar te lo aseguro jejejeje.

    Ahora dejo el siguiente capitulo espero que les guste ^^

    Capítulo Veinticuatro

    Familia




    - Bueno, Draco, el baño está en…

    Los dos hombres sintieron la sangre helarse en sus venas antes de girarse con los ojos completamente abiertos para mriar a dos chicos totalmente estupefactos y a un perro mirándolos, congelados en la posición en la que estaban. Más rápido que un rayo, se alejaron. Remus cayendo en una silla y sacando su respirador nerviosamente de su bolsillo, llevánselo a los labios.

    Snuffles ladró.

    - Moony – tan pronto se recuperó del shock, Sirius se arrodilló al lado de su novio, preocupado, tomando su rostro entre ambas manos.

    - Yo… - Remus jaló aire a sus pulmones. – Estoy bien. Está todo bien – tranquilizó, intentando calmarse a sí mismo, además del otro.

    Entonces Sirius entrecerró los ojos y miró a Draco Malfoy.

    - Malfoy – gruñó al chico, quien cerró la boca y estrechó más su mirada.

    Snuffles bajó las orejas, y salió silenciosamente de la cocina, con la cola entre las patas. Otra luminosidad repentina precedió un estruendoso sonido mientras la lluvia caía con fuerza. Harry también pareció despertar y miró al rubio, tragando en seco, completamente impávido.

    - Draco – el chico se giró hacia él, aún shockeado. – Draco… el baño… allí – tartamudeó, señalando la primera puerta del corredor y empujándolo para que se apresurara.

    Harry asistió a Draco caminando un poco vacilante hasta el baño y encerrarse en él. Sólo entonces volvió a respirar, pasándose las manos entre los cabellos y mirando a Sirius, quien ayudaba a Remus a respirar nuevamente. El profesor parecía mucho más calmado.

    - ¿Qué no iban a cenar fuera? – preguntó Harry, exasperado.

    - Sí, íbamos – dijo Sirius, levantándose bruscamente, lanzándole una mirada dura a su ahijado. - ¿Y sólo por eso podías traer a Malfoy a casa?

    - Sirius – Remus intentó sonar enojado, pero su novio no le prestó atención.

    - Bueno, yo… la lluvia… Draco quería usar el baño – Harry parecía completamente perdido, suspiró y se dejó caer en una silla, cubriéndose el rostro entre sus manos. – Mierda.

    Sirius golpeo la mesa con el puño.

    - Sí le cuenta a alguien, Harry… Ah, acabo con él y toda su raza…

    - Sirius – Remus lo intentó de nuevo. – Cálmate…

    - ¿Qué me calme? ¿Qué me calme, Moony? – Sirius andaba de un lado para otro como tigre enjaulado. – Ese chico nos vió… ¡besándonos! Es tu alumno, va a querer decirlo por toda la escuela, ¡podrías perder tu empleo y todo por su culpa!

    Oh, sí. Remus sabía eso perfectamente, sin embargo no quería pensar coherentemente y pensar sobre las posibles consecuencias de ese accidente.

    - Él no le contará a nadie – dijo Harry, convencido.

    - ¡Ja! – Sirius soltó una risa sarcástica que parecía más bien un ladrido. - ¿Y quién melo garantiza?

    - Yo lo hago – se levantó Harry determinado. – Se lo pediré, estoy seguro de que me va a escuchar y…

    - Harry, sinceramente, no puedes creer que aquél…

    - ¡Sirius! – Remus se levantó también, elevando su voz más firmemente. – Cálmate. De esa forma empeorarás aún más la situación.

    Remus por fin calmó por completo su respiración y las cosas comenzaban a tener sentido para su mente. Existía, sí, la posibilidad de que Malfoy lo hechara todo a perder, de gritar a todos los rincones del globo terrestre que el aclamado profesor de Estadística de Hogwarts tenía un romance con su amigo de la infancia. Entonces los padres lo considerarían una mala influencia para sus hijos, así como muchos alumnos le perderían el respeto y eso, no lo soportaría. Pero Remus estaba dispuesto a creer en la influencia que Harry ejercía sobre el chico, por lo que había podido deducir de sus observaciones.

    - ¿Y qué quieres que haga, Moony? – Sirius finalmente paró de andar, mirándolo a los ojos. - ¿Qué le diga que es bienvenido para cenar?

    - Sería un muy buen comienzo – dijo Remus calmado, a lo que Sirius bufó e hizo amago de alejarse, pero Remus lo tomó de la muñeca. – Escucha, Padfoot, él es mi alumno, e incluso estando fuera del aula de clases, no puedo permitir que lo maltrates. Eso sí sería provocarlo. No te estoy pidiendo que le des un abrazo ni que le digas que estás feliz de verlo, pero trátalo con educación y respeto. Él es un hombre, así com Harry, además de que es el hijo de tu prima – Sirius soltó un ruidito de disgusto por la nariz, pero Remus no había terminado aún. – Deja que Harry platique con Malfoy y todo estará resuelto. Sí lo maltratas o lo corres de aquí sin ninguna explicación, le darás motivos para que cuente lo que vió.

    Sirius miró el determinado rostro del otro y sus hombros cayeron, derrotado.

    - Maldición… ¡está bien, está bien! ¡Me rindo! No tengo voz ni en mi propia casa – dramatizó, tirándose en una silla. - ¿Hay algo más que quieran que haga? ¿Tal vez pulir los zapatos de Malfoy?

    - Oh, no – Remus rodeó la mesa y tomó la bolsa de pan, pasándosela a Sirius. – Pero podrías comenzar poniéndole mayonesa en dos panes más. Al fin y al cabo, creo que tendremos un invitado a cenar – Sirius lloriqueó, inconforme, pero Remus no le prestó atención, volviéndose a los utensilios que había olvidado en el fregadero. – Y yo voy a hacer esa salsa que ya debería estar lista.

    Escucharon el sonido de la descarga del baño, y Harry se inquietó.

    - Yo… yo voy a hablar con él – dijo, dejando la cocina.

    ---------------

    Draco entró al baño y cerró la puerta, recargándose en ella y dejando que su mandíbula volviera a caer. ¡Caramba! ¿Qué fue eso? ¿Lupin y Black fajando? ¡Oh, aquello fue… wow! ¡Sorprendente!

    ¿Así que era eso? ¿Por eso Harry nunca hablaba de la novia de su padrino? ¡Simplemente no existía alguna! ¡Sirius Black tenía por pareja a Lupin! ¡Qué absurdo! Si no hubiera presenciado aquello, ciertamente nunca lo creería…

    ¡Y qué beso! ¡Uh! Draco tragó en seco al recordar la intensa escena. Remus Lupin… su profesor… ¡caramba!

    Pues sí, sus pensamientos no estaban muy organizados de momento, pero Draco recordó claramente lo que Severus Snape le había dicho al respecto de esos dos. Los había llamado desmoralizados… ¿entonces él sabía? ¿A eso se refería? Caray, pero entonces… ¡pero entonces él estaba listo para ser un desmoralizado también! Sí es que aún no encajaba en ese concepto para su padrino…

    Pero lo más importante de todo era que Harry lo sabía y… ¿y estaba feliz por la relación de esos dos? Sí, Draco recordó el sábado en que Harry había cantado In my place en las regaderas de los vestidores, después del entrenamiento. Había estado celebrando el hecho de que su padrino estaba enamorado. Y cuando Draco le comentó que Lupin estaba enamorado en la clase de aquél miércoles, Harry lo había encontrado divertido. Sí eso no era aprobar esa relación, entonces no tenía certeza de nada más en la vida…

    Además, la expresión del moreno antes, no había sido de asco ni de desaprobación, solamente de shock y preocupación. Harry debía estar preocupado con su reacción al respecto de lo que había visto. ¡Cielos! ¿Black y Lupin, gays? ¿Y nadie más lo sabía? Entonces… entonces existía la posibilidad de que Harry también…

    “No, no, calma, Draco” el rubio dio un paso frente al espejo, apoyándose en los bordes del lavabo, intentando organizar sus pensamientos. Eso no quería decir nada, en realidad. El hecho de que Harry aceptara el noviazgo de esos dos y estar feliz por ellos, no significaba que él también podía ser gay. No, una cosa era aceptar la homosexualidad y otra cosa totalmente distinta ser homosexual, o bisexual, o lo que fuera…

    ¿Y quién era aquella persona que lo miraba asombrado al otro lado del espejo? Definitivamente no él. ¿Dónde estaba su máscara? Oh, debía haberse derretido con la lluvia, o quién sabe, a lo mejor estuviese tirada en la cocina. Sí, probablemente la había perdido ahí. Y de seguro aún tendría que enfrentar a Sirius Black, que le había mandado una muy peligrosa mirada antes. Necesitaba su máscara de nuevo. Y de toda la educación digna de un Malfoy. Y Black, ¿por qué no? Al fin y al cabo, tenía que impresionar a las dos niñeras de Potter, ¿cierto? Y todavía necesitaba atender sus necesidades fisiológicas urgentemente.

    Al dejar el baño, Draco vislumbró a Harry en la sala, andando de un lado a otro hasta verlo. Draco estaba de nuevo inalterable y caminó hasta la sala con las manos en los bolsillos, relajado. Desde la cocina llegaba un aroma muy agradable. La lluvia parecía haber disminuido, pero aún caía fuerte. Harry parecía nervioso, mordiéndose las partes internas de sus mejillas, esperando que se acercara. Snuffles movió la cola alegremente al verlo y se sentó en sus patas traseras sobre la alfombra de la sala. Harry chasqueó la lengua.

    - Siéntate, Draco – pidió, a lo que Draco aceptó impasible.

    Se sentó en el sofá y apoyó el tobillo derecho en la rodilla izquierda. Snuffles se levantó y saltó al sofá, recibiendo caricias del rubio mientras apoyaba su cabeza en el regazo del chico. Harry miró sus zapatos por algunos momentos, sin palabras, hasta ocupar el sillón a su lado, inclinándose al frente y despejándose de una vez.

    - Draco, yo… entiendo que te sorprendieras, voy a entender si dices que nunca más pondrás los pies en mi casa, tienes derecho de no sentirte a gusto con lo que viste, de no aceptarlo o incluso… - Harry cerró los ojos milésimas de segundo antes de volver a mirar sus manos – incluso de sentir repulsión, pero por favor, no le digas a nadie. Muy pocas personas lo saben y es arriesgado tornarlo público porque Remus es nuestro profesor, tiene miedo de lo que pueda pasar si se enteran de que su pareja es otro hombre, ¿sabes? – Harry se levantó y volvió a andar de un lado a otro, pareciendo rechazar terminantemente mirarlo. – Realmente fue mi culpa que lo hayas descubierto de esa manera, pero sobre ellos… ¡Remus podría ser explusado! Y yo creo que no lo merece, es un profesor maravilloso, ¿no lo crees? ¡Y a él le gusta lo que hace! Es lo que ha hecho desde hace tanto tiempo… Tú… ¿tú entiendes, Draco?

    Draco arqueó una ceja hacia arriba intentando interpretar todo aquello que el moreno decía. Primero: tenía miedo de su reacción. Muy natural e irónico, ya que él mismo había pasado mucho tiempo temiendo la opinión de Harry sobre el asunto. Casi podría sonreír ahora, pero no lo hizo. Segundo: Harry temía que lo contara por toda la universidad. Bien, era mejor ignorar el hecho de estar siendo confundido con algún chismoso, lo que en realidad no era. Él sólo revelaba secretitos sórdidos de las personas cuando tenía interés en degradar su imagen, lo que no era el caso. Draco realmente admiraba la didáctica y el carácter del profesor de Estadística, a pesar de no admitirlo abiertamente. El hecho de que tuviera una relación con otro hombre no comprometía su carácter, como Snape había insinuado. Por lo menos ya no creía eso. Draco tan sólo tenía algunas dudas qué responder, antes de tranquilizar a Harry.

    - ¿Hace cuánto tiempo están juntos? – preguntó, después de un breve silencio que siguió a las palabras del moreno.

    Harry por fin lo miró y se rascó la cabeza, antes de volverse a sentar en el sillón.

    - Dos semanas.

    - ¿Dos semanas? – Draco se extrañó. - ¿Son amigos desde la infancia y sólo están juntos desde hace dos semanas?

    Harry lo miró a los ojos por un instante y le regaló una pequeña sonrisa, pareciendo más aliviado por no encontrar nada además de una genuina curiosidad en el rubio.

    - Pues sí. Demoraron bastante para intentar una relación diferente a la amistad – volvió a ponerse serio. – Pero ellos se complementen. Sus sentimientos sólo se transformaron, o evolucionaron… tú… de verdad no lo encontraste… no sé…

    - ¿Sorprendente? – lo ayudó Draco, encontrando muy gracioso el embarazo del moreno.

    - Bueno… - Harry volvió a revolverse los cabellos. – En realidad iba a preguntar si no habías sentido repulsión.

    - No – dijo Draco sinceramente, sin dejar de mirarlo. – Estaría mintiendo si dijera que ya lo esperaba. Realmente fui tomado por sorpresa, pero sólo fue eso. Yo tampoco estoy acostumbrado a ver a dos tipos besándose, mucho menos con tanto entusiasmo – Draco hizo un gesto como si tuviera ambas manos llenas, haciendo a Harry sonrojarse levemente y sonreír. – Pero te garantizo que no sentí repulsión.

    Oh, muy por el contrario. En realidad, había encontrado muy interesante la escena…

    - ¿Tú… lo aceptas? – preguntó el moreno, aún vacilante.

    - Bueno, digamos que estoy descubriendo que lo acepto – escogió bien sus palabras. – Además, Black y Lupin están en su casa, ¿no? El intruso aquí soy yo, no podría indignarme con su sentido de oportunidad.

    Harry se desaparramó en el sillón, con una sonrisa aliviada en el rostro.

    - Amigo, tenía miedo a tu reacción. Ron no lo aceptó nada bien, ¿sabes? Creí que no querrías volver a mirarme a la cara.

    ¿Weasley? Está claro que él no podía ser comparado con aquél pobretón, mucho menos en sus reacciones. Al fin y al cabo, él tenía clase, no haría ningún escándalo por eso.

    - ¿Y por qué? – Draco frunció el ceño y volvió a acariciar a Snuffles, quien había tocado su brazo con el hocico helado. – ¿No me digas que tú también tienes novio? – preguntó, intentando parecer divertido, a pesar de estar muy interesado en la respuesta del otro.

    Potter se carcajeó.

    - No, no… No tengo novio alguno, ni nunca tuve.

    “¿Y pretendes tenerlo?” Draco sintió la pregunta en la punta de su lengua, casi escapándosele, cuando Black apareció en la puerta, probablemente atraído por la carcajada de su ahijado. Le lanzó una mirada desconfiada al rubio y luego al moreno, para después desaparecer en dirección a la cocina. Draco lo maldijo silenciosamente. No sería seguro entrar en asunto ahí, corriendo el riesgo de ser escuchados por Black o Lupin.

    - ¿Te quieres quitar la playera? – preguntó Hary y Draco arqueó ambas cejas, tomado por sorpresa. – Puedo prestarte algo de ropa seca – continuó, y Draco carraspeó.

    Tenía que parar de darle alas a su imaginación.

    - No, gracias. Ni siguiera me he mojado tanto, mi ropa ya está seca.

    Harry se quedó pensativo un momento, analizando el estado de su ropa mientras el ruido de la lluvia se dejaba escuchar, además de los sonidos de la cocina. El tejido de la playera de Draco estaba helado y algo húmedo, pero no era como si tuviera la necesidad de cambiarse la ropa.

    - Entonces ve – dijo el moreno de repente, levantándose.

    - ¿A dónde? – preguntó Draco, desconfiado, retirando gentilmente la cabeza de Snuffles de su regazo y levantándose. El can se quejó, pero no se movió.

    - A mi habitación – Draco arqueó una ceja, pero Harry no le prestó atención, dirigiéndose ya al corredoro.

    Draco iba a seguirlo cuando Black apareció de nuevo.

    - ¿Adónde van ustedes? – inquirió el hombre, receloso.

    - Voy a cambiarme de ropa. Estoy hecho una sopa – respondió Harry, girándose de nuevo hacia el corredor.

    - ¿Y necesita él estarte viendo? – Black apuntó al rubio, quien también estaba sorprendido con la perspectiva de conocer la habitación de Harry.

    - Sirius Black – se escuchó la voz de Lupin desde la cocina y Black hizo un puchero.

    Harry sonrió.

    - Vamos, Draco.

    Draco metió las manos en sus bolsillos y le dio una sonrisa burlona al padrino de Harry, sin intimidarse con el gruñido que soltó el mayor. Creía comenzar a entender que aquella pose de duro que Black tenía, no pasaba de ser sólo una fachada, pues quien mandaba allí no era el moreno. Con ese pensamiento, Draco tuvo que contener una sonrisa más irónica de lo que sería prudente. Tan pronto le dio la espalda, sin embargo, pudo escuchar claramente la voz ronca de Black.

    - ¡Nuf! Ve.

    Y al siguiente momento, Snuffles estaba trotanto a su lado por el oscuro corredor. Había puertas a ambos lados a lo largo del pasillo, pero como las luces de los cuartos estaban apagadas, era imposible ver qué había adentro. Harry entró en la última puerta a la derecha y encendió la luz, cediéndole el paso a Draco.

    - Entra – invitó, a lo que el rubio aceptó, observando cada pedacito de la habitación.

    El lugar era amplio, a pesar de ser un poco menor que la habitación de Draco en la mansión. Tenía una ventanta en la pared opuesta a la puerta con una cortina color crema; un armario mediano en la pared a su izquierda, así como la puerta para otro cuarto oscuro, que suponía el baño de Harry; la computadora estaba al lado de la entrada, cn una silla giratoria simple al frente; un tapete de color claro frente a la computadora; en la pared de la derecha, sobre la cama de matrimonio, estaba un cuadro con un paisaje primaveral –bien deacuerdo con el espíritu de Harry la mayor parte del tiempo– con un buró al lado, sobre el cual descansaba un porta retratos, pero Draco no tuvo tiempo de registrarlo.

    Snuffles caminó pomposamente y dio algunas vueltas antes de desparramarse en el tapete, haciendo que este desapareciera bajo su largo pelaje negro.

    - No es gran cosa, pero – Harry se encogió de hombros. – Me gusta. Me siento a gusto.

    Si Draco se paraba a analizarlo, era una versión más bien modesta de su propia habitación, incluso por la disposición de los muebles, a pesar de la falta de un home theater frente a su cama, además de que su habitación no tenía ventana y sí una puerta doble con persianas que llevaba a un balcón –pero estaba siempre cerrada y acababa sirviendo tan sólo como una ventana. Le ofreció a Harry una sonrisa que juzgó era tranquilizante. Por lo menos eso intentó, sinceramente.

    - Parece acogedor – dijo, a lo que la parte de su cerebro que respondía por sus instintos le apuntó varias interpretaciones retorcidas a esa sentencia, pero las ignoró. – Y está muy ordenado.

    - Ah, eso es porque no tengo tantas cosas como para regarlas por todos lados – Harry de nuevo dio muestra de su adorable modestia, caminando hasta su armario y abriendo las puertas. – Siéntate, Draco.

    Draco no lo escuchó. Estaba ocupado analizando mejor la fotografía en su buró. Una pareja parecía bailar feliz, felices, en medio de hojas secas en otoño. Levantó la mirada al cuadro, curioso por apreciarlo de cerca y acabó constatando que era en realidad un inmenso rompecabezas.

    - ¡Wow! – exclamó. - ¿Quién fue el loco que montó eso? – preguntó, admirado aproximándose al cuadro aún con las manos en los bolsillos.

    - Nosotros tres. Padfoot, Moony y yo – Draco se giró de nuevo hacia Harry y lo encontró admirando el cuadro también, recargado en una de las puertas abiertas del armario, con una bella sonrisa en los labios. – Fue Moony quien me lo dio y también fue él quien acabó montando la mayor parte. Adora los rompecabezas. Ese tiene tres mil piezas, es el mayor que hemos armado.

    Por la esquina de los ojos, Draco notó algo en la pared encima de la computadora. Era un cuadro de corcho que ocupaba prácticamente toda la pared, totalmente cubierto de fotografías y algunos artículos viejos enmicados. Draco casi bufó. ¡Nunca había visto una casa tan llena de fotografías! La sala también estaba prácticamente llena de ellas. Y por lo visto, el responsable de eso era Harry.

    Con dos pasos Draco lo alcanzó y comenzó a analizar las fotos. De lado izquierdo estaban las más antiguas, que no supo reconocer, ni perdió tiempo intentándolo. En medio, estaban artículos amarillentos de periódicos o revistas. Una mirada más cuidadosa reveló que habían sido firmados por James Potter o Lily Evans –lo que significaba que eran andes de que se casaran. En aquella época debían esatar cursando Periodismo en Hogwarts, según lo que le había contado su padrino. Del lado derecho, estabn las fotografías más recientes de la “familia” de Harry, o con antiguos compañeros del colegio además de –obviamente– Weasley y Granger.

    - Faltas tú – Draco casi se asustó con el comentario, de tan concentrado que estaba en su contemplación.

    Tardó en asimilar lo que Harry había dicho y el hecho de que aún lo observaba, de pien frente a las puertas de su armario, sonriendo de aquella manera tan desconcertante, hizo que Draco pensara que había perdido el habla, pero se obligó a reaccionar. “Claro, Draco, ese cuadro es de los amigos de Harry. Eres su amigo, ¿cierto?”

    - No cabe – acabó diciendo, ligeramente malhumorado. – Ni siquiera hay espacio en ese cuadro.

    - Ah, siempre caben – Harry hizo un gesto como si espantara una mosca y finalmente volcó su atención al armario de nuevo. – Siéntate, Draco – apuntó a su cama. – Acomódate y relájate.

    “Oh, no. Pésima idea” pensó Draco al sentarse frente al moreno en la sueave cama y verlo quitarse la playera mojada. “¿Acomodarme y relajarme? ¡Define qué significa eso para ti!” ¿Sería solamente apreciar la vista? ¿O tal vez debiera sentirse más a gusto? Draco miró la cama, después a Harry y de nuevo a la cama.

    Sacudió su cabeza mentalmente, obligándose a desviar los ojos de la espalda desnuda del otro para impedirle a su mente crear diversas definiciones gráficas de “acomodarse y relajarse”. Pero era imposible. El movimiento de los músculos definidos de la espalda de Harry mientras revolvía cajones era hipnotizante. Bueno, en realidad Harry no estaba revolviendo en sus cajones, pero los analizaba con cuidado y atención.

    - La encontré – sacó una playera azul celeste sin dibujos y se la lanzó inesperadamente al rubio, quien tuvo la visión completamente obstruída por la prenda.

    - Hey – reclamó, agarrando la pieza de ropa. - ¿Qué es esto?

    - Una playera – rió Harry, cruzando los brazos al frente.

    Draco impidió que sus ojos viajaran hasa el abdomen, bíceps y parte del pecho expuesta ahora que tenía al frente.

    - Sé que es una playera, ¿pero por qué me la aventaste? – el rubio le lanzó de vuelta la prenda, pero Harry se la regresó al momento, haciendo que cayese hecha bola en sus rodillas.

    - ¡Para que la uses, está claro!

    - Harry…

    - Draco – el moreno lo cortó, dando un paso al frente y tomando el final de la playera que el rubio vestía, rozando un pedazo de piel al hacerlo. – Mira cómo está de helada. Te resfriarás si no te la quitas – Draco rodó los ojos, pero Harry no le prestó atención. – Vamos, ponte ésta. Te gusta el azul, ¿no? Te he visto con una playera de este tono.

    Sí, Draco tenía una playera de ese color y siempre usaba varios tonos de azul, pero nunca había dicho abiertamente que le gustaba ese color, concluyendo que Harry reparaba en esos detalles, ¿cierto? Cierto. Le haría bien a su ego creer eso.

    You only live twice or so it seems,

    (Sólo vives dos veces o es lo que parece)

    One life for yourself and one for your dreams

    (Una vida para ti y una para tus sueños)

    You drift through the years and life seems tame,

    (Fluctúas a través de los años y a la vida parece domada)

    Till one dream appears and love is its name.

    (Hasta que un sueño aparece y amor es su nombre)



    - Eres peor que mi madre – refunfuñó, sin poder convencerse a sí mismo de desaprobar la preocupación del otro.

    - Pues sí – Harry rió o volvió a levantarse, tomando una playera cualquiera y poniéndosela. Era gris plomo y más grande de lo necesario. Se sentó en el suelo y comenzó a quitarse los tenis. De espaldas a Draco. – Te olvidas de que a veces debo fungir como madre para Sirius, a pesar de que ese cargo generalmente lo tiene Moony.

    Draco aprovechó la distracción de Harry para llevarse la playera al rostro y aspirar su aroma profundamente. Además de olor suave a madera del armario, estaba la leve fragancia que la parte inconsciente de su cerebro aprendió a asociar con Harry. Sospechaba que era de algún jabón, a pesar de no saber con exactitud de cuál.

    And love is a stranger, who'll beckon you on,

    (Y el amor es un extraño, que irá a ondear para tí)

    Don't think of the danger or the stranger is gone.

    (No pienses en el peligro o el extraño se irá)



    Antes de que Harry se girase, Draco se apuró a quitarse la propia playera y ponerse la azul al mismo tiempo en que Harry se levantaba, dejando los tenis en un estante dentro del arario, cerrando los cajones y puertas y tomando sus medias y playera mojados con una mano.

    - Dame tu playera. Voy a extenderla en el baño para que se seque.

    - Está bien – Draco le extendió la ropa mojada, que Harry tomó y desapareció por la puerta al lado del armario.

    Draco suspiró, pasando la vista de nuevo por la habitación mientras probaba la resistencia de la cama. Notó un estante con pocos objetos y un frasco, Draco se levantó para leer su nombre. Sí, era el mismo perfume que Harry había usado el día entero.

    Abrió la puerta del armario y se postró frente al espejo –que Harry había ignorado todo el tiempo. Hasta la playera le quedaba bien a su cuerpo, que era prácticamente equivalente al de Harry. Draco analizó las arrugas inexistentes en la ropa y pasó los dedos entre sus cabellos como si los peinase. Se miró desde varios ángulos antes de notar, por el reflejo del espejo, que era atentamente observado por un par de ojos verdes divertidos.

    - ¿Listo? – preguntó Harry a lo que Draco se giró, pomposo.

    - Ahora sí.

    - ¡Ven, Snuffles! – Harry tronó los dedos y salió de la habitación, siendo seguido por el perro y por Draco, quien apretó el interruptor, apagando así la luz.

    Drco reparó en los pies descalzos de Harry y nunca pensó que un detalle como ese podría ser tan sugestivo. Bueno, todo estaba extremadamente sugestivo esa noche. Tal vez fuese la visión que había tenido, cierta pareja enrollándose. Analizó a Harry de arriba abajo y se saboreó sin darse cuenta, mientras seguía al moreno a la sala. Snuffles se dirigió a la cocina, atraído por el aroma cada vez más delicioso.

    - Voy a buscar mis sandalias, Draco. Creo que las dejé en la puerta de la cocina. Estás en tu casa.

    Draco asintió y observó a Harry desaparecer también por el cuarto vecino. Se giró hacia el estante, donde la televisión estaba rodeada por diversos portarretratos de varios tamaños. Se aproximó a ellos, pero se detuvo cuando Harry volvió, con los pies debidamente calzados en sandalias de dedo, confortables. Además, parecía relajado, y eso era deslumbrante en él.

    - ¿Puedo? – preguntó Draco señalando las fotografías, ya a medio camino del estante.

    - Claro – acordó Harry, colocándose al lado del rubio mientras este miraba los retratos.

    El primero que Draco miró fue el de Harry con un brazo alrededor de los hombros de otro chico. O bien, él pensó que eso era, pero al aproximarse más, creyó ver algo errado en la fotografía, antes de darse cuenta de que definitivamente no era Harry. El chico con una sonrisa casi idéntica a la de Harry tenía la nariz un poco más larga y los ojos castaños, a pesar de ser igual en todos los demás detalles. Además, el chico a su lado era una versión más joven de Sirius Black.

    - ¿Prongs y Padfoot? – preguntó Draco, haciendo que Harry sonriera y asintiera. – Tío, esos apodos son perfectos, con toda certeza.

    El cabello despeinado de James Potter era una réplica perfecta del de Harry -¿o sería al revés? Bueno, el hecho era que realmente apuntaba en todas direcciones. Además, la pose arrogante y pomposa de Black era indiscutible.

    Al lado, había un cuarteto de chicos sonrientes y traviesos de los cuales ya había escuchado algún relato entusiasmado. Era los Merodeadores. Draco prestó especial atención al chico más serio de la foto, el joven Remus Lupin, de apariencia frágil y tímida, pero sin ser menos merodeador. También analizó con interés al cuarto chico, Peter Pettigrew. Había escuchado mucho al respecto del traídor de la familia Potter, pero nunca había visto alguna foto de él. Encontró extraño al chico, con sus ojitos lacrimosos y un cierto aire ratonil en torno a la nariz, además de su tamaño y forma redonda.

    Pasó a la siguiente, que se trataba de la verdadera familia de Harry. James Potter y la mujer abrazaban a un bebé recién nacido con cara de llanto –y sin cicatriz. Lily Evans era una mujer bellísima, con sonrisa dulce, cabellos cobrizos y… y los ojos de Harry -¿o sería al revés?

    - Ángel –Draco dejó la palabra escapar al analizar de nuevo al bebé, entonces miró a Harry, que tenía una sonrisa en los labios y un brillo nostálgico en los ojos, pero lo más curioso era que esa mirada no estaba dirigida a la foto, sino a Draco.

    This dream is for you, so pay the price.

    (Este sueño es para ti, así que paga el precio)

    Make one dream come true, you only live twice.

    (Haz realidad un sueño, sólo vives dos veces)



    - Sí, ella me llamaba así – Harry se apoyó en la pared a su lado y se cruzó de brazos, aún mirando a Draco.

    El rubio, completamente serio, continuó mirando las fotografías. Había dos fotos más antiguas –que debían ser recosntruídas, pues las imágenes eran perfectas– y después seguían varias de Harry. Harry con Black y Lupin, sólo con Black, sólo con Lupin, con Snuffles, con Weasley y Granger, Harry solito, Harry, Harry, Harry… Pero una en especial le llamó la atención. Harry estaba sentado frente a un magnífico piano de cola negro. Instintivamente, el rubio se giró y analizó la sala. Era obvio que ahí no estaba el piano, o ya lo habría visto, ¿no?

    - ¿Dónde está el piano? – preguntó al moreno, que pareció despertar de sus ensoñaciones.

    - Oh, sí, está en el estudio, ven – dijo, caminando rumbo al corredor.

    Draco lo siguió. Pasaron por el baño y pararon en la segunda puerta a la derecha. Harry encendió la luz y de nuevo cedió el paso a Draco. La habitación no era tan grande, pero tampoco tenía nada además de un pequeño estante repleto de libros y pufs regados alrededor del imponente piano.

    - ¡Wow! – exclamó el rubio aproximándose y pasando la mano ligeramente por el lateral brillante, con miedo a dejar marcas de sus dedos. - ¡Es maravilloso!

    - ¿Tu madre toca, no? – preguntó Harry a su lado, apreciando su asombro. - ¿Ella no tiene un piano?

    - Aprendió a tocar cuando era niña, pero nunca le gustó. Tuvo un piano, pero Lucius no la dejó llevarlo a la mansión cuando se casaron. Dijo que sólo servía para juntar polvo. El piano se quedó con tía Bella. No que ella haga uso de él…

    Draco por fin despegó los ojos del instrumento par amirar al moreno.

    - ¿Y? ¿Te vas a quedar parado ahí? ¿No vas a tocar nada para mí? – dijo, inflando el pecho.

    - Oh… bien… - Harry se rascó la cabeza, no por primera vez esa noche. – Está bien, pero sólo si prometes que no te reirás de mí si me equivoco.

    - Bueno, no aseguro nada – Draco rió, pero Harry pareció no apreciar la broma. Parecía realmente nervioso. – Si me río de ti, puedes hacerme sentar en frente a ese piano y entonces burlarte a más no poder, porque te garantizo que soy infinitamente peor.

    Harry sonrió ligeramente.

    - ¿Tocas? – preguntó.

    - Ah, por supuesto – Draco infló el pecho de nuevo, metiendo las manos en sus bolsillos. - ¡Sé tocar do-re-mi-fa perfectamente!

    Harry se carcajeó, un poco del nerviosismo desapareciendo.

    - Está bien. Pero yo escojo la canción.

    - ¡Perfecto! – aceptó Draco mientras el moreno elegía una partitura del estante.

    - ¿Conoces la canción Bad Day, de Daniel Powter?

    Draco pensó por un momento.

    - No… no la recuerdo. Tal vez la conozca, pero no por el nombre.

    - Bueno, está sonando bastante en la radio. Sirius dejó que yo escogiera una canción para practicar y yo elegí esa. La practiqué toda la semana y conseguí los aplausos de mi profesor, así que te tendrás que conformar con ella. Ught – Harry tomó un libro que decía “Czerny” en negritas y la tiró sin cuidado al lado. – Odio Czerny – murmuró antes de sacar una carpeta negra y caminar hasta el piano, hojeándola.

    Después de encontrar lo que buscba y apoyar la carpeta en el piano, Harry se sentó en una postura perfecta y concentrada. Draco dio un paso al lado, de modo que salió del campo visual del moreno, pensando en que así tal vez se sintiera más a gusto, además de que Draco podría devorarlo con los ojos sin ser notado.

    El chico se colocó bien los lentes en el rostro y respiró profundo, posicionando las manos sobre las teclas. Dudó por algunos segundos antes de sacar las primeras notas. Realmente, Draco encontró aquél inicio muy familiar e intentaba hacer memora para recordar la canción cuando se sorprendió con la voz de Harry acompañando al sonido del piano. Ahora sí, recordaba bien la canción, pero ya no le importaba. Estaba hipnotizado por la postura del moreno, por el movimiento preciso de sus manos y por su voz, que comenzó ligeramente vacilante, pero se tornó más firme y segura. Sin oder contenerse más después de la primera estrofa, Draco se acercó de nuevo al piano y miró con delicia al moreno, que no parecía notarlo de tan concentrado que estaba en lo que hacía. No se podría decir quién estaba más afinado, su voz o el piano, pero ambos sonidos se unían de tal manera que Draco sintió unas incontrolables ganas de sonreír a medida que la música lo envolvía y que la confianza de Harry aumentaba, haciendo que todo continuara más naturalmente, tanto los dedos en el piano como su voz con la canción.

    Draco se quedó completamente perdido en su contemplación, la intensidad de las notas fue disminuyendo, tornándose más suave hasta terminar. Harry dejó caer sus brazos y dudó antes de mirar al rubio embobado a su lado, pero antes de que Draco consiguiera recomponerse, se escucharon aplausos y los dos giraron para ver a Black y a Lupin apoyados uno de cada lado del marco de la puerta. Ambos aplaudían, pero solamente Lupin tenía una sonrisa simpática en el rostro. Black le lanzaba una mirada irritada a Draco.

    - Gracias – Harry se quedó avergonzado, desordenando sus propios cabellos, mientras Draco no podría encontrar el coraje necesario para sacar las manos de sus bolsillos y aplaudir también. Mierda, ¿por qué esos dos tenían que aparecer ahora?

    - ¡Muy bien, Harry! – felicitó Lupin, deteniendo los aplausos.

    Black cruzó los brazos, con el labio superior ligeramente crispado.

    - No cantaste para mí – Draco reconocío los celos mal disfrazados en la voz de Black y recordó que Harry le había advertido que su padrino era demasiado celoso. Tragó en seco.

    - Bueno, tú eres mi profesor de piano, ¿no? No de canto – Harry se encogió de hombros.

    Sirius abrió la boca para decir algo, pero Lupin fue más rápido.

    - La cena está lista. Los esperamos en la cocina. ¿Vamos, Sirius? – eso fue más una orden que una pregunta y Black se irritó aún más antes de irse, refunfuñando.

    Draco podría haberlo imaginado, pero creyó haber visto una sonrisa satisfecha en el rostro de su profesor.

    - Bueno, ¿vamos? – se levantó Harry.

    Draco torció la nariz, dándole un vistazo a la ventana. Fuera, la lluvia aún caía con fuerza.

    - No sé si sea buena idea, Harry.

    - ¿Cómo que no? – Harry parecía confundido.

    - ¡Está claro que no le agrado a tu padrino! ¿Me sentaré en su mesa y fingiré que todo está bien? Me ha estado fulminando con la mirada.

    - Es su forma de ser, Draco. Él sólo está celoso – Draco no deshizo su cara de disgusto y Harry dio un largo suspiro. – Vamos, Draco, eres mi invitado para cenar. Deja de poner peros, ven.

    Harry jaló al rubio por el brazo sin esperar respuesta, pero tan pronto como lo hizo, Harry lo detuvo, colocando ambas manos en su pecho distraídamente, para pararlo. Draco abrió mucho los ojos.

    - Espera – dijo, pero, cuando notó lo que había hecho, Harry quitó sus manos y se acomodó los lentes. – Sólo quería pedirte que no comentaras sobre mi entrada a la empresa. Aún no les he dicho nada. Creí que… que ni siquiera iba a quedar, ¿entiendes?

    Draco frunció el ceño ante aquél pedido, pero asintió con la cabeza y con un “um-hum”. ¡Aún sentía aquellas manos en su pecho! Podía sentir su calor y un hormigueo, aunque el toque no había durado más que algunos míseros segundos.

    - Está bien. Vamos – esta vez Harry no lo jaló del brazo. Mierda.

    Draco lo siguió, a pesar de creer que aquello sería un completo desastre. Pero, como todos los Black, no hizo quedar mal a su apellido y sorprendió a todos. Fue él quien sacó conversación después de que todos se acomodaran alrededor de la mesa. Sirius Black abrió una botella de soda como si fuera el vino más caro del mundo y comenzó a preguntar sobre su familia, con la cuál no tenía contacto. Los Malfoy fueron dejados de lado, a propósito. Black dejó bien claro, por medio de gestos y ademanes, que no le gustaba esa familia –excepto Andrómeda Black, o mejor dicho, Andrómeda Tonks–, pero no era como si Draco tuviera intención de defenderlos… mucho menos a Bellatrix Lestrange, a la cuál Black parecía tenerle un profundo rencor.

    Y por las historias que contaba, ciertamente Bellatrix no moría de amores por él tampoco. Sirius Black era una peste, por lo que Draco pudo concluír hasta el final de la cena –que por cierto estuvo muy buena. No era que su nombre estuviese expresamente prohibido en su casa, o en la casa de los Lestrange. Había escuchado de él de su propia madre, de su hermano menor y de sus primas –excepto Andrómeda, cuyo nombre tampoco era tocado en la familia.

    Está bien, podría ser una peste, pero después de escuchar tantas proezas extremas y osadas, Draco estaba muy próximo a admirarlo, por lo menos de entender el motivo que Harry tenía para admirarlo tanto. ¡El tipo era bien diverdito! Incluso Lupin parecía un chiquillo al lado de su novio. Oh, sí, novio. Black no dejó que nadie olvidase la condición de ambos, ya que vivía acariciando a Lupin y no ponía mucho esfuerzo en ser discreto, a pesar de las miradas reprobadoras que el profesor le daba. Draco adoraría espiar por debajo de la mesa para ver lo que sucedía cada vez que Lupin daba un brinco en la silla y casi se sonrojaba mientras Sirius le regalaba una media sonrisa petulante y cambiaba de asunto repentinamente. Bueno… a Draco no le importaría ni un poco si se besaran ahí mismo, frente a ellos… ¿eso le daría el coraje para hacer lo mismo con Harry?

    En esos momentos, Draco se sorprendía preguntándose a sí mismo qué dirían esos dos si supieran sus intenciones con respecto al moreno. ¡Wow, sería muy extraño! No era como si Draco estuviese pensando en pedir permiso a los padres para cortejar a una doncella, ¿cierto? ¡Bastaba con que Harry aceptara! ¿Y aceptaría? Ciertamente era aceptado como amigo, pero más que eso, pues era difícil asegurarlo…

    Por fin dejaron la mesa y se dirigieron al estudio, donde Lupin había prometido tocar algo de guitarra, cuando Harry insistió. Snuffles –que había pasado toda la cena al lado de Harry, recibiendo algunos pedacitos de comida disimuladamente por debajo de la mesa– los acompañó alegremente y se sentó en el suelo entre los pufs de Draco y de Harry, para recibir caricias de ambos. El profesor se acomodó en un banquito con la guitarra y tocó –y cantó– una canción que Draco encontró muy agradable, pero que ni siquiera recordaba que existía: Fake Plastic Tree, de Radiohead. La canción era melancólica y Lupin la interpretó perfectamente, haciendo que Draco se perdiera entre observar la técnica del profesor y la manera envolvente con la que hacía que la música fuera sentida, además de escuchada. Y en ese momento de distracción sintió un hormigueo cuando su mano tocó accidentalmente la de Harry por encima del pelo suave de Snuffles. Ambos se miraron y retiraron las manos rápidamente, preocupados en que alguien más lo hubiera notado.

    Black parecía celoso con el hecho de que su novio estuviera llamando tanto la atención, pero Draco no podría estar seguro si había visto o no lo que pasó. Sólo podía desconfiar, ya que Black palmeó sus porpias piernas, llamando al perro –que no dudó antes de ir hasta él, feliz, y recostar la cabeza en su regazo. Cuando Lupin terminó la canción, Harry aplaudió, entusiasmado, y Draco se vio obligado a acompañarlo. Está bien, no lo hizo por obligación. El profesor era realmente tan bueno como Harry había dicho.

    - Hunf, gran cosa – desdeñó Black. – Yo también sé tocar y cantar, ¿saben? El piano es mucho más complicado que esa guitarrita de ahí.

    - ¿Ah, sí? – dijo Lupin, divertido, extendiendo la guitarra. – Entonces toca, si es tan fácil.

    - ¡No! El piano es mucho más elegante, ¿entiendes? – Black hinchó el pecho y palmeó a Snuffles. – Nuf, mi bebé, ve con Moony, ve. Con Moony, ¿escuchaste bien?

    Lupin llamó al pero, que pronto apoyó las patas en sus piernas.

    - Y para probar que soy tan bueno, voy a dejar que elijan ustedes la canción – dijo Black al levantarse, mirando a todos los presentes.

    - Srl Malfoy, ¿por qué no elige usted la canción? – sugirió Lupin mientras rascaba tras las orejas de Snuffles, que tenía la lengua de fuera.

    - ¿Yo? – se sorprendió Draco, atrayendo la atención de Harry.

    - ¡Sí, Draco! Eres el invitado, puedes escoger la canción.

    Draco miró la cara de pocos amigos que Black hacía, con los ojos entrecerrados y estuvo tentado a elegir alguna sinfonía absurda, pero entonces estaría comprando una pelea con el padrino de Harry, y eso no era aconsejable en ese momento.

    - No sé. Cualquiera – Draco se encogió de hombros.

    - Coldplay, le gusta Coldplay – informó Harry a su padrino. - ¿Sabes algo de ellos?

    Black arqueó una ceja, una sonrisa torcida formándose en sus labios mientras miraba a Lupin, quien también tenía una sonrisa satisfecha.

    - Claro que sí – desdeñó el pianista, caminando hasta el piano.

    Draco se puso inquieto, moviéndose en el puf. Sintió su respiración fallar en anticipación. Era demasiado para sólo una noche. Había escuchado a Harry tocar, vio a Lupin tocando el violín divinamente y ahora estaba a punto de escuchar Coldplay. En el piano. En vivo. ¡Cielos!

    Black se sentó en una postura aún más correcta que la de Harry, colocando los mechones largos de su cabello tras las orejas. Retiró la carpeta de partituras de Harry y la aventó a su ahijado. Harry hizo una vez más demostración de sus reflejos entrenados, cogiendo la carpeta en el aire y depositándola en el suelo a su lado. Black creo un aire de suspenso mientras se concentraba y Draco lo maldijo por dejarlo tan ansioso. Cuando por fin las primeras notas se hicieron escuchar, Draco casi se caó para atrás.

    - Amsterdam – susurró, atrayendo la atención de Harry nuevamente.

    Draco trató de cerrar la boca, pero juzgo que su expresión apreciada, por la sonrisa amplia que Harry le ofrecía. ¡Como si no bastese la música para entorpecerlo! Draco desvió la mirada de Harry, atraído por la voz de Black. Tenía una voz grave y ronca, perfecta para el inicio de la canción. Draco se preguntaba cómo conseguiría alcanzar las notas más agudas.

    Y su pregunta fue respondida. ¡Perfecto! Cantaba suavemente, sin forzar mucho su voz, dando toques suaves al piano, haciendo que las teclas aparentaran ser suaves y acolchadas, cuando en realidad Draco sabía que no eran.

    - Hey – Draco se giró hacia Lupin, que susurraba para no distraer a su novio y le extendía la guitarra. - ¿Quieres acompañar?

    - ¡No! – el rubio rehusó prontamente, también en susurros.

    - ¡Vamos, Draco! ¡Acompáñalo! – insistió Harry.

    - ¡No! ¡Hey! – Draco sintió la guitarra siendo colocada en sus brazos y se giró a protestar, pero Lupin dio dos pasos largos y ya estaba al otro lado del estudio, tomando un estuche de… ¿violín?

    - Vamos, Draco – Harry sacudió su brazo mientras Snuffles se acomodaba de nuevo entre ellos.

    Draco humedeció sus labios y posicionó la guitarra, pero no estaba prestando la menor atención al instrumento que tenía entre manos. Estaba mirando, curioso, la manera en que Lupin acomodó el violín en sus hombros, al lado de Black y entró en el momento que sería la entrada de la guitarra en la canción. ¡Caramba! No era posible eso. Substituir una guitarra por un violín y aún así conseguir un acompañamiento perfecto de sonidos.

    - ¡Draco! – Harry sacudió su brazo nuevamente.

    - ¡No puedo hacerlo sin partitura! – se exasperó el rubio.

    - ¡Ah, no te creo! – sonrió Harry, después se aproximó a su oído, tomando cuidado para no caer encima del perro. – Son increíbles, ¿verdad?

    Draco tragó en seco al sentir el aliento caliente rozando su cuello, aún sumergido en el sonido del piano y del violín… tocando nada menos que Amsterdam…

    - Um-hum – Draco asintió, lamentándose cuando Harry se volvió a alejar.

    Dio un salto cuando el hocico helado de Snuffles tocó su rodilla. Volvió a acariciar al perro, implorando poara que su mano rozara la de Harry otra vez, cosa que sucedió –casualmente o tal vez no tanto– casi al final de la canción, pero esta vez ninguno de los dos desvió su atención de los músicos.

    - ¡Yahoo! – Harry conmemoró y llevó una mano a su boca, silbando agudamente haciendo que Snuffles soltara un ladrido. - ¡Fantástico!

    Draco no pudo dejar de sonreir ante la emoción del moreno y lo acompañó aplaudiendo.

    - Gracias, gracias – Black se levantó e hizo reverencias, siendo seguido por Lupin. – Somos fantásticos. Eso no es ninguna novedad.

    - Ahora dejen que Daco escoja una canción para poder acompañarlos con la guitarra – el moreno se giró hacia Draco, quien casi se atraganta con su propia saliva.

    - ¡No! No, tengo que irme – Draco miró hacia la ventana, súbitamente dándose cuenta de que la lluvia se había detenido. – Tengo que irme, Harry. Ya es casi media noche.

    - Oh – toda la emoción de Harry salió por la ventana. – Bien… bien, te llevo, entonces.

    - No es necesario, Harry – dispensó, educadamente. – Llegué andando, puedo muy bien regresar del mismo modo.

    - ¡Pero yo te puedo llevar en auto! ¿Y si vuelve a llover?

    - Me mojo – dijo sarcástico. – No me voy a derretir, porque no soy de azúcar.

    - Sí, Harry, él puede irse solo – se entrometió Black y Draco copió su expresión de disgusto sin darse cuenta.

    - Padfoot, ¿por qué no me ayudas a recoger la cocina? – interfirió Lupin, tomándolo de los hombros y empujándolo gentilmente en dirección a la puerta, haciéndolo gruñir y lloriquear como un niño.

    Draco de verdad no sabía si odiaba a Sirius Black o lo encontraba la persona más increíble y envolvente del mudno. Bueno, después de Harry, claro está… Pero Harry era mucho más que increíble y envolvente…

    - ¿Entonces? – insistió el moreno, parpadeando sus bellísimos ojos verdes de una manera piadosa.

    Draco bufó y rodó los ojos.

    - Está bien.

    - Entonces vamos – canturreó Harry, caminando apresurado hasta la cocina con Draco tras de sí. – Chicos, voy a llevar a Draco, ya vuelvo – tomó las llaves del auto sobre la mesa y caminó hasta la puerta, abriéndola.

    Black le dio una mirada a la pose desafiadoramente impasible que Draco tenía, con las manos en los bolsillos, mirándolo a los ojos, y ya iba a decir algo cuando Lupin interfirió de nuevo.

    - Hasta pronto, Sr. Malfoy. Estuvimos muy a gusto con su visita, ¿no es cierto, Padfoot?

    - Claro, vuelva siempre – Black le ofreció una sonrisa maniática, que Draco tuvo que esforzarse y no copiar.

    - Gracias. La cena y la música fueron deliciosos – agradeció con toda la educación que tenía… cuando convenía, claro…

    Draco se giró y salió, Harry ya lo esperaba para cerrar la puerta.

    - Nuf, tú te quedas – Harry señaló el hocico del perro, quien se lamentó y se sentó en sus patas traseras.

    - ¡Nuf, tú vas! – Sirius golpeó el suelo con el pie, pero Harry cerró la puerta rápidamente, girándose hacia el rubio con una expresión de travesura, riéndose.

    - No puedo creerlo – Draco reviró los ojos, a pesar de estar sonriendo. – Quieren estar juntos, ¿sabes? Pobre Snuffles – se lamentó, dándole vuelta a la casa para entrar al garaje.

    - ¿Estar juntos? – Harry abrió el gol plateado y se apoyó en él, mirando por encima del toldo. – Dudo que Moony vaya a querer hacer algo además de regañar a Padfoot ahora.

    Entró al auto y Draco hizo lo mismo, acomodándose en el lado del pasajero y colocándose el cinturón de seguridad, como el moreno hacía también.

    - No sé… por lo que ví más temprano…

    Harry rió al mismo tiempo que daba marcha al auto. Preguntó la dirección de Draco, quien le explicó brevemente y entonces salieron a la calle. Draco tuvo cuidado para no dejar muy notable el hecho de que amaba ver al moreno manejando. Era tan… sexy. Oh, cielos…

    Harry encendió el radio a poco volumen. Se miraron de reojo y rieron cuando se dieron cuenta de que estaban a los últimos acordes de Bad Day. Entonces la risa de Draco murió al recordar que aún no había colocado en palabras lo mucho que le había gustado la presentación de Harry, ¿pero cómo hacerlo?

    - Fue increíble – acabó diciendo, mirando hacia ningún lugar en especial.

    - ¿Qué? – preguntó Harry, curioso.

    - ¡Todo! Aquella escena de los dos besuqueándose, la cena, Black y Lupin tocando, Lupín en la guitarra… tú… en el piano.

    - Hum – Harry acomodó sus gafas en el rostro, sin expresión. - ¿Te gustó?

    - ¿Que si me gustó? – se indignó. – Fue… ¡fue perfecto! Siempre estuve fascinado por el piano, tan completo y complejo al mismo tiempo. Y, Harry, me tomaste totalmente desprevenido cuando comenzaste a cantar…

    Si Draco hubiera prestado atención, hubiera visto a Harry ruborizarse ligeramente.

    - Bueno, no sé qué me dio. No acostumbro hacer eso – se encogió de hombros. – Generalmente me trabo cuando intento tocar y cantar al mismo tiempo. Uno de los dos siempre sale mal. O ambos.

    - Entonces fue porque estaba yo que te salió perfecto – bromeó Draco. – Si hubieras tocado para cualquier otro, no habría salido tan bien.

    Harry rió, haciendo la cabeza hacia atrás. Pero aún así, manejaba correctamente.

    - Sí, tal vez sea eso – admitió, aún sonriente. - ¿Te das cuenta cómo te pareces a Sirius Black con ese comentario?

    - Ih – Draco torció la nariz ante tal observación.

    Se detuvieron en un semáforo en rojo y Harry se quedó pensativo por algunos segundos. Draco nunca pararía ante una señal de tránsito a esa hora de la noche. Además de que Harry era muy bien portado manejando, cuanto más demorasen en llegar, ¡mejor!

    - Le agradaste – dijo Harry, de repente.

    - Ah, claro – ironizó el rubio. - ¿Y cómo llegaste a esa conclusión? ¿Por las miradas que me mandaba? ¿O porque mandó a Snuffles a perseguirme por toda la casa?

    Harry rió, por supuesto.

    - ¡Sólo estaba celoso! Te dije que Sirius era el tipo más celoso del planeta, ¿no?

    - Sí, sólo olvidaste decir que no exagerabas – Draco torció los labios.

    - Pero en serio, le agradaste. Tal vez nunca lo admita, pero no se habría esforzado en ser educado si no le hubieras gustado ni un poco.

    - Ah, ¿intentó ser agradable? – Draco se hizo el sorprendido. - ¿Me lo juras? Qué bueno que me avisas, porque yo casi ni me di cuenta.

    - Hey, ponte en su lugar – insistió Harry, volviendo a arrancar cuando el semáforo cambió. – Tú, un Black, un típico chico encantador Black, entra en el “territorio” de Sirius y comienzas a llamar la atención de todos, aún más con Remus siendo tan gentil como siempre. ¡Se sintió amenazado!

    Draco intentó ignorar la felicidad que corrió en forma de adrenalina por sus venas cuando Harry lo llamó “típico chico encantador Black” y continuó su argumentación.

    - ¡Yo no estaba intentando robarle al novio! – se indignó.

    “No a su novio. A su ahijado” completó en sus pensamientos.

    - Sí, pero nunca podrás convencer a Sirius Black de eso – dijo Harry, risueño. – Te acostumbrarás.

    Draco apoyó la cabeza en el respaldo del asiento y observó las luces de la calle mientras avanzaban tranquilamente. Sí, también le había agradado Sirius Black, podía admitirlo. Por lo menos para sí mismo. Él tenía estilo. Era osado y de personalidad fuerte, así como Bellatrix, pero con carácter mucho más aceptable. Tal vez por eso peleaban tanto.

    - Es aquí – informó, señalando la próxima entrada y liberándose del cinturón de seguridad.

    - Wow – exclamó Harry, estacionándose frente al inmenso portón y dando un vistazo.

    Draco sonrió al mirar su espanto ante la mansión inmaculadamente blanca. Ocupaba la manzana entera y tenía un inmenso y muy bien cuidado jardín, visible por detrás de rejas blancas. Las rejas eran solamente una parte próxima a los portones, pues en los laterales y al fondo del terreno, todo era cercado por un alto muro cubierto. Harry se agachó cerca de él para ver mejor las inmensas terrazas del segundo piso.

    - ¡Wow! – exclamó de nuevo, volviendo a acomodarse en el asiento, parpadeando.

    - Y es toda mía hasta el fin de semana – dijo Draco, su voz un tanto melancólica.

    - ¿Hey, cómo lo haces? – se intrigó el moreno. - ¿Cómo puedes quedarte solo en una casa tan grande? Por lo menos hay seguridad, ¿no?

    - Sí, hay un portero y un tipo de seguridad que ronda por el terreno con un pastor alemán entrenado. Y las cercas son eléctricas también – Draco señaló al hilo casi invisible en lo alto del portón. – Además, están los empleados. Mi madre no dispensó a todos.

    - Hum – Harry balanceó la cabeza afirmativamente, aún contemplando la fachada imponente de la mansión.

    En la radio estaba una canción antigua que Draco no supo reconocer. Había ansiado un momento a solas con Harry durante toda la noche, tenían tantas cosas de qué hablar, pero no sabía por dónde comenzar. Mierda. Nunca había sido tímido, ¿por qué rayos lo era en ese momento? ¿Por qué no sólo lo besaba? Ya sabía que Harry no tendría asco, ¿cierto? Bueno, tal vez. Quizá lo más seguro fuera platicarlo, exponer sus sentimientos. ¿Pero y si lo rechazaba? No lo soportaría. Mierda, ¡no lo soportaría! ¡Ya estaba lamentándose por tener que alejarse ahora!

    ¿Qué diría Harry si lo invitara a entrar? Probablemente no querría a causa de su padrino. Y al mismo tiempo en que Draco deseaba tanto poder tomar otra actitud, moría de miedo ante la reacción del moreno. Habían logrado una amistad tan agradable y Draco echaría todo a perder por un impulso. Pero al mismo tiempo sentía que debía actuar. La música acabó y la radio marcó comerciales.

    Draco colocó la mano para abrir la puerta, y se giró una vez más hacia al moreno.

    - Harry – comenzó lentamente. – Si mañana el clima es agradable… bueno… ¿podríamos hacer algo?

    Harry tamborileó en el volante del auto e hizo una deliciosa expresión pensativa, sacando la punta de la lengua.

    - Sí, podríamos ir a andar en bicicleta, ¿qué opinas? – sugirió.

    Fue el turno de Draco de quedarse pensativo.

    - Está bien, pero yo elijo el destino. El bosque debe estar lleno de barro – dijo, con un gesto de disgusto.

    - Así quedamos, entonces – Harry le extendió la mano, que Draco aceptó, admirando otra de esas bellas sonrisas de Harry, allí, tan cerca. Podría muy bien acercarse un poco y vencer la distancia, empujarlo contra el asiento, besarlo hasta perder el aliento…

    - ¿Qué desean?

    Una voz por el interfono hizo que Harry desviase la mirada y que Draco despertara de sus ensoñaciones. Soltó por fin la mano del moreno, imaginando cuanto tiempo había durado ese apretón de manos. Finalmente abrió la puerta del auto y salió.

    - Soy yo, Draco Malfoy – informó al aparato al lado del portón y al momento, dicha entrada se abrió. Draco se giró de nuevo, recargándose en la ventana del auto. – Gracias por traerme.

    Harry sonrió dulcemente.

    - No es nada. Ah, olvidaste tu playera en mi casa – recordó.

    - No hay problema. Me la llevas mañana, en el entrenamiento, ¿sí?

    - Está bien. Buenas noches.

    - Buenas noches – Draco se alejó, reticente, y se quedó observando el automóvil hasta que desapareció en la siguiente esquina.

    Suspiró y entró por fin. Winky esperaba por él en la puerta, con un albornoz sobre su camisón, preguntándole si comería algo o necesitaba cualquier cosa. Draco negó y dijo que podía descansar. La llamaría si la necesitaba. Era su nana, al fin y al cabo.

    Draco se encerró en su habitación y se quitó la playera, volviendo a olerla. Se dejó caer en la cama, entorpecido por aquél olor cada vez más débil, pero aún así la fragancia había quedado guardada en sus sentidos de modo que podía sentirla con gran intensidad. ¿Cuándo había enloquecido? Tal vez cuando admitió que estaba enamorado. O cuando dejó que Natalie le ayudara a darse cuenta de lo que sentía.

    Natalie. ¿Qué le aconsejaría Natalie que hiciera? Deseaba tanto platicar con ella ahora sobre cómo se sentía, todo bobo y vulnerable. Ella sabría confortarlo, sabría decirle que era humano, que era normal sentir miedo, inseguridad y que debía arriesgarse si quería llegar a algo.

    Pero, espera… Si él acababa de decírselo a sí mismo, ¿entonces por qué necesitaba a Natalie? Claro, necesitaba su modo de hablarle para que se sintiera mejor y se calmara, pero ella no estaba siempre disonible para darle consejos o hacerle entender algo. Quizá Natlaie ni siquiera permaneciera con él cuando se graduara de psicóloga, cosa que él mismo había vuelto posible.

    Era eso, entonces. Actuaría por sí mismo, sólo esta vez.

    Draco se levantó decidido y tomó rumbo al baño, donde se demoró en un relajante baño y donde no pudo evitar que su mente crease varios finales alternativos para su paseo en auto con Harry. Cuando finalmente estaba listo para dormirse en la bañera, terminó su baño y se acostó, adormeciéndose en el mismo momento. Detalles: por sobre sus sábanas y con una bola de tela azul celeste firmemente asegurada próxima a su rostro.

    And love is a stranger, who'll beckon you on,

    (Y el amor es un extraño, que irá a ondear para tí)

    Don't think of the danger or the stranger is gone.

    (No pienses en el peligro o el extraño se irá)



    ---------------

    QUOTE
    Notas de la Autora: ¡Hola! Bueno, esta escena crecío más de lo que debería y quedó tal cual: un capítulo entero. No era para tomar todo ese espacio, pero así sucedió. Creo que me emocioné con las canciones XD. Me quedé babeando con el piano igual que Draco. No, nunca he escuchado Amsterdam en piano y violín, ¡pero en mi cabeza quedó perfecto! En la mía y en la de Dany Ceres, ¿verdad? rsrsrsrs ¡Ella fue quien me dio el tip! ¡Gracias, Dany! Les recomiendo las otras canciones también, ¡son geniales!

    Los versos sueltos de la canción en el capítulo son de You Only Live Twice – Coldplay. Una vez más, ¡gracias, Lunnafe! ¡Gracias por el consejo, espero que te haya gustado el resultado!

    Notas de la Traductora: ¡Y gracias a Moni, que me ayudó a resolver un acertijo!

    Espero la hayan disfrutado. Sólo me queda decirles que el próximo capítulo, supongo, es el que todos esperan… No diré más, o acabaré revelando que hay beso y escenas de cama… ¡hahaha! XD

    ¡Muchos besos para todos!

    -----------------

    En el próximo capítulo…

    Tan pronto abrió la puerta, la expresión de Draco mudó al shock.

    - ¿Madre? – chilló cuidando disminuir el espacio abierto de la puerta, de modo que su cuerpo tapase totalmente la visión al interior de la habitación.

    Narcisa Malfoy estaba de pie sonriente frente a la puerta.

    - ¡Buenas noches, hijo! ¿No me invitarás a pas…? – Narcisa se interrumpió al escuchar movimiento desesperado en la habitación de su hijo, pasos apresurados y una puerta azotándose.

    Sus cejas se arquearon y ella lo miró, desconfiada, la expresión desconfiada seguía en el rostro de su hijo, quién aún mantenía la puerta entreabierta. Draco forzó una sonrisa, nervioso.
     
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