Green Eyes (Harry/Draco - Sirius/Remus): Epílogo [FINALIZADO] - AGRADECIMIENTOS

Autora: Amy Lupin Traductoras: anali_snape y Hermione

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  1. Kari Tatsumi
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    Capítulo Once

    Sé agradable




    La tarde del miércoles ya estaba acabando. Eran casi las seis y Harry estaba frente a la computadora del laboratorio al igual que los demás practicantes, todos mayores que él. Ya se había vuelto costumbre: aceleraba su servicio tan pronto comenzaba su turno para poder conversar despreocupadamente con el Príncipe hasta el final de la tarde. El otro acababa de contarle algunos detalles de la reunión que había tenido esa tarde y Harry estaba más que contento. Nunca había imaginado que una de sus investigaciones fuese tan útil para una empresa de tecnología, pero por lo que el Príncipe decía, fue exactamente eso lo que sucedió.

    .:Ángel:. dice: No sabes cuánto me alegra haberte ayudado, amigo…

    Príncipe Slytherin dice: ¡Y tú no sabes cuánto me alegra a MÍ que me hayas ayudado!

    Harry sonrió a la computadora, pero lo disfrazó llevándose una mano a la boca y haciendo una cara de concentración.

    .:Ángel:. dice: ¡Bueno, ya es hora de irse! ¿Hablamos mañana?

    Príncipe Slytherin dice: Hum, no sé… mañana recibiremos algunos conferencistas en la empresa y voy a tener que recibirlos, mostrarles la empresa, impresionar a esos tipos, en fin… después habrá una conferencia con los socios y tengo que estar presente. No sé si me dará tiempo, no cuentes mucho con eso.

    .:Ángel:. dice: Oh, qué pena… sé cómo es eso: aburridísimo. Todos ellos se quedan durmiendo en esas conferencias, ¿verdad?

    Príncipe Slytherin dice: Exactamente. Yo siempre soy obligado a participar para representar a la dirección de la empresa. Mi único consuelo es poder sentarme hasta el fondo y jugar con el celular. Es deprimente, lo sé…

    .:Ángel:. dice: Bueno, sólo puedo desearte buena suerte. No sé si te sirva de consuelo, pero si quieres, puedes conversar conmigo por mi e-mail, mandando mensajes del celular, ¿qué opinas?

    Harry percibió un poco de vacilación que tanto podía significar una pausa para responder una llamada, como que el otro estaba pensando su respuesta.

    Príncipe Slytherin dice: Sí… tal vez haga eso, sí… ¡Hasta mañana, entonces!

    Harry contuvo otra sonrisa.

    .:Ángel:. dice: ¡Hasta mañana!

    ---------------------

    - ¡Joder, puedes parar, Harry! ¿No estudiaste nada, verdad? – acusó Sirius, con el dedo índice casi tocando la nariz de Harry.

    El chico sonrió sin gracia y negó con la cabeza.

    - ¡Lo sabía! ¡Entonces no habrá clase, Harry!

    - ¡No tuve tiempo, Padfoot! ¡Me viste! Mi sábado simplemente no exisitió, por causa de la prueba de voleibol y del entrenamiento; el domingo, o pasamos con los Weasley; lunes tuve entrenamiento con Malfoy…

    - Está bien, está bien – cortó Sirius, sentándose en la orilla del banco y empujando a Harry hasta que casi se caía por el otro lado. – Esta vez no te voy a jalar las orejas. Sólo esta vez, ¿escuchaste bien?

    Harry le mostró todos sus dientes con satisfacción.

    - ¡Eres el mejor profesor del mundo, Padfoot!

    - No eres el primero que me dice eso – desdeñó Sirius, sacándose una pelusa inexistente del hombro. – Pero vamos a lo que nos interesa: estudiar. Te voy a ayudar. Mientras practicas con la mano derecha, yo te acompaño con la izquierda, después cambiamos hasta que consigas juntar las dos, ¿ok?

    - ¡Sí, señor! – Harry aplaudió.

    Después estaban estudiando juntos y cantando medio desafinados –a propósito, claro. Estaban tan desafinados que Snuffles comenzó a aullar.

    - ¡Está bien, Nuf, ya nos callamos! – dijo Sirius, levantándose y estirando su columna con un gemido. – ¡Ow, me encantaría seguir estudiando contigo, Harry, pero mi espalda me duele!

    Harry se levantó e hizo cara de dolor también, mientras se estiraba, exactamente como Sirius había hecho.

    - Ow, a mí también me encantaría seguir, pero…

    - ¡No, no, no, puedes sentarte otra vez, mocoso! – repredió Sirius. - ¿Tienes dieciocho años u ochenta y uno?

    - Ah, Sirius… - Harry inclinó la cabeza e hizo morritos, en una imitación barata de la carita de piedad que su padrino acostumbraba hacer cuando quería algo.

    Sirius soltó una carcajada y se sentó en un puf.

    - Nunca conseguirás una expresión tan eficiente como la mía, pero está bien, Harry, puedes descansar un poco. ¡Aprovecha que estoy de buenas, eh!

    - ¿De buenas? – Harry le dio una sonrisa merodeadora y se desparramó en el puf de al lado. - ¿Cómo está eso? ¿Puedo intentar trenzarte los cabellos?

    - ¡NO! – gruñó Sirius, pero aún sonreía. – Eres igualito a tu padre, Harry, incluso en esas niñerías…

    - ¡Mira quién habla de niñerías! – se indignó Harry.

    - ¿Escuchaste eso, Snuffles? ¡No tienes moral aquí! – Sirius apuntó con un dedo reprobador al perro, que ladró en su propia defensa. – Bromita, chico. Ven acá con papi, ven.

    Sirius palmeó la cadera y Snuffles brincó encima de sus piernas, estirándse y exigiendo cariñitos por detrás de sus orejas. Se quedaron en silencio por algún tiempo antes que Harry tomase el coraje para entrar en el asunto que lo estaba preocupando.

    - ¿Moony no apareció esta semana, verdad?

    Sirius soltó un largo suspiro antes de responder, mirando el movimiento de las ramas de un árbol que era visible por la ventana abierta.

    - No vino ni llamó. Esperaba que tú me trajieras alguna noticia de él… - su tono de voz era un poco melancólico y Harry odiaba escuchar a su padrino sin el tono bormista en la voz grave y ronca.

    - Tendré clase con él mañana. El profesor Binns pidió cambiar sus clases con él, porque nos quería pasar una película aburrida hoy… De cualquier modo, no lo vi por la escuela estos días. Se que no falto a clases, pero no lo encontré por la universidad – hizo una pausa, pensando si debía continuar. - ¿Estás preocupado, verdad?

    - Sí. Él me dijo que no se apartaría, Harry. ¿Será que nunca más va a querer mirar mi cara o hablar conmigo?

    - Creo que él sólo está confundido, Sirius. Debe estar intentando analizar sus propios sentimientos para ver si existe alguna posibilidad de que estén juntos. Creo que no debe ser una decisión muy fácil… sinceramente no sé lo que haría yo si estuviera en su lugar… quiero decir, ¡si mi mejor amigo me pidiese ser su novio! – Harry hizo un gesto de asco. Nunca se había sentido tan feliz de que Ron estuviera enamorado de Hermione.

    Sirius sonrió y desordenó los cabellos de su ahijado, en un gesto de cariño. Hubo un silencio tenso y después Harry miró profundo a los ojos de Harry.

    - Habla, Harry.

    - ¿Hum?

    - Sé que esa cabecita está hirviendo de dudas, puedes decirme lo que estás pensando, no tengas miedo de abrirte conmigo. Quiero ser tu amigo, antes que cualquier cosa. Así como lo fui para tu padre. No sé ser padre, sabes que no…

    Harry sonrió tiernamente y dudó un poco antes de preguntar.

    - ¿Te había gustado otro hombre antes, Sirius?

    Sirius le regaló una sonrisa traviesa.

    - ¿Te está siendo difícil aceptarlo, verdad Harry? ¿Aún no puedes creer que tu padrino mujeriego sea gay? – el chico bajó la mirada, pero Sirius tomó su barbilla y lo jaló hacia arriba nuevamente. – Entonces no pienses aasí. No creo que yo sea gay, no me definiría así. Nunca me gustaron otros hombres, nunca me llamaron la atención. Creo que solamente con Remus… como sí él fuera la única persona para mí… no sé explicarlo. Sólo sé que lo amo, Harry. Tal vez siempre lo he amado, pero sólo después de colocar la cabeza en algún lugar fue que me di cuenta. Él siempre se preocupó por mí, siempre estuvo a mi lado, reprendiéndome, querendo despertar algún buen sentido en mí. James también necesitaba de unos ciertos jalones de oreja, pero no tantos como yo. Al final, con Lily a su lado, no necesitaba de nadie más…

    Harry sonrió. Amaba cuando Sirius decía alguna cosa sobre sus padres. Bebía las palabras con una sed insaciable, sus ojos brillaban como joyas, una sensación caliente y reconfortante tomaba su cuerpo entero. Ya había quedado atrás lo atormentador que era recordar a sus padres. Había aprendido a lidiar con su pérdida y escuchar sobre su vida –principalmente cuando era contada por Sirius y Remus- era acogedor. Era tan bueno saber lo mucho que sus padres fueron amados, bendecidos con amigos maravillosos y que habían sabido aprovechar la vida que llevaron con intensidad.

    - James acostumbraba decir que tengo una cajita de sorpresas en donde debería estar mi corazón – continuó Sirius. – Sería posible encontrar toda clase de artefactos de merodeadores en esa cajita. Lily completó la teoría diciendo que por eso sobraba poco espacio para los sentimientos y que el pequeño espacio destinado para el amor y la lealtad fueron ocupados por mis amigos. No había lugar para nadie más, mucho menos para familia o novia. En fin, creo que estaban en lo correcto… Peter nos traicionó y ellos se fueron, así que tú llenaste el lugar de ellos. Pero aún había algo de espacio y Remus, al poco tiempo, fue tomando lo que sobró. Snufles se cólo por alguna rendija, también…

    Sonrieron y Snuffles bostezó haciendo un sonidito agudo.

    - Bueno, ¿está más aceptable así? ¿Sabiendo que no salí con Hogwarts entero, tanto chicos como chicas?

    Harry sonrió simplemente y lo miró a los ojos con sinceridad.

    - No tengo vergüenza de ti, Sirius. Sólo estaba curioso.

    - Nunca paré a pensar si la idea era repugnante o no… - Sirius continuó desahogándose. – Nunca creí que sucedería conmigo, pero de repente parecía todo tan correcto, como si nos completásemos, ¡como si fuéramos hechos el uno para el otro! ¿Será que es muy difícil de aceptar? ¿Será que Remus no me va a aceptar, Harry?

    Harry pensó un poco antes de responder.

    - Creo que este tiempo lejos de ti va a ser bueno para él, Sirius. Él podrá medir sus sentimientos, recordar cuando ustedes estuvieron juntos… tampoco tiene algo que lo retenga, nunca se aproximó a alguien más, ¿cierto?

    - Pues no, siempre fue muy escurridizo en cuanto al asunto de chicas. Creo que siempre tuvo cierto miedo de imponer su presencia sobre otros, como si fuera insoportable o algo así, ¡humpt! Si supiera cuán adorable es… - Sirius adquirió el aire travieso nuevamente y se frotó las manos. – Intentábamos de todo para que se consiguiera una novia, la besara, ya sabes. ¡Pero siempre le faltaba el aire cuando una chica se le aproximaba demasiado! ¡Nunca parábamos de reír, Harry! ¡Ninguna chica sabía llegarle correctamente, tenían miedo también y se desesperaban cuando a él le faltaba el aire! ¡Tendrías que verlo!

    Harry rió sólo de imaginar a Remus todo rojo, de ojos completamente abiertos buscando su respirador desesperadamente por sus ropas.

    - ¿Y tú sí sabes cómo llegarle, entonces? – se burló Harry, ya más a gusto para bromear sobre el asunto.

    - ¡Por supuesto! ¡Son años de experiencia, hijo! Siempre que teníamos que darle una noticia medio, digamos, chocante, lo preparábamos, le decíamos que buscara su respirador y le decíamos de una sola vez. Entonces, después del impacto, él se iba suavizando y se acostumbraba a la idea hasta reírse con nosotros. ¡Es un método infalible! Yo soy infalible…

    Se rieron un poco más y después Harry habló algo más serio.

    - Él acabará dándose cuenta de que son perfectos juntos, Padfoot, ya lo verás.

    - Hummm, ya te convencí, ¿verdad? – Sirius le lanzó una sonrisita tonta.

    - Sí, ya me convenciste. De la manera en que hablas, hasta yo estoy casi enamorándome de Moony también…

    - ¡Epa! – se alarmó Sirius, a lo que Harry copió su sonrisa tonta y levantó las manos rindiéndose.

    - ¡Bromita!

    - Está bien, entonces, porque no acepto competencia, ¿escuchaste bien? Ya es suficiente con aquél murciélago seboso rondando a mi Moony…

    - ¿Snape? – preguntó Harry, torciendo la nariz.

    - ¿Conoces a otro murciélago seboso?

    - Pero… ¿crees que él esté interesado…? – Harry puso cara de incredulidad.

    - ¡Por supuesto que lo está! Siempre está devorando a mi Remus con los ojos, ¿nunca te diste cuenta? ¡Es asqueroso!

    Harry hizo un gesto de repugnancia. Sirius suspiró.

    - Él es tan bonito, tan encantador, y ni siquiera se da cuenta… mi Moony… tanta gente que intentó aproximarse a él, Harry… pero ni siquera lo ve, o sino se aparta de la persona… ¡Y yo estoy tan feliz de poder abrirme sobre eso contigo!

    Harry sonrió delante del gesto posesivo de “mi Moony”.

    - Puedes contar conmigo, Sirius. Yo también quiero ser tu amigo, antes que todo. ¡Y te voy a ayudar para que ese bobo se dé cuenta de que también te ama!

    Sirius puso una mano en su corazón, teatralmente.

    - ¡Estoy tan emocionado! Ah, y puedes quedarte tranquilo que no voy a comenzar a hablar agudo ni a mariconear, ¿sí? ¡Mucho menos Remus! ¿Crees que sea de algún modo Remus afeminado?

    Harry soltó una carcajada.

    - ¡No, definitivamente, Remus no es nada afeminado!

    - Qué bueno que lo reconoces – dijo Sirius severamente. – Y yo no quiero que él cambie, está perfecto así, es exactamente la manera en que me gusta. Pero tú sólo me estás haciendo la pelota hoy, Harry. ¡Regresa a estudiar!

    - Ow, Sirius…

    - Ni empieces con lloraderas. ¡Aún no has estudiado Czerny! – reprendió, a lo que Harry torció la nariz. – Y no vale la pena que hagas esa cara. ¡Cara fea para mí es comida!

    Harry fue obligado a regresar al piano y estudiar mientras Sirius anunció que iba hacia la sala, dejándolo más a gusto. Pero se quedó un momento en el corredor, escuchando a su ahijado tocar. Era demasiado inseguro. Tocaba perfectamente cuando estaba solo o creía que nadie le estaba prestando atención, pero si se daba cuenta de que estaba siendo visto, se ponía nervioso y se equivocaba un poco. Sirius sonrió y llamó a Snuffles.

    - Vamos, Nuf. ¿Qué opinas si vemos caricaturas? ¿Te gustan Tom y Jerry, verdad? Sí, sé que te gustan…

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    El miércoles fue extenuante para Draco. La reunión tomó casi toda la tarde y cuál no fue su decepción cuando llegó a casa y encontró a Pansy sonriendo y meneando un DVD en su rostro. Esta vez no tenía cómo escaparse de la película, pero… eso no significaba que sería tan fácil. Primero le dijo que tomaría un baño y demoró mucho más de lo necesario en ello, dejándola plantada afuera, casi dormida de tedio. Tan pronto como salió del baño, anunció que cenaría antes del filme. Fueron al comedor y su madre la entretuvo en una plática muy interesante sobre peinados. Draco casi se durmió en la mesa, de tan interesante que estaba la conversación. Y, a juzgar por la cara de disgusto de su padre, a él tampoco le estaba gustando…

    Finalmente pudieron dejar la mesa y dirigirse a la recámara de Draco, donde pusieron la película Hitch, consejero amoroso. Pansy adoraba las comedias románticas y Draco sólo gustaba de la comedia, torcía los labios al romance. Se estaba divirtiendo bastante con la película, hasta que Pansy comenzó a besar su cuello. Draco comenzó a reír más de lo necesario con una escena y la empujó, medio sin querer queriendo. La chica se quedó desconcertada, pero fingió que también había encontrado gracia en la broma, a pesar de no prestar ni la mínima atención a la película. Estaba loca de ganas de agarrar a aquél rubio escurridizo. Hizo una nueva tentativa, pero Draco se hizo para atrás de tanta risa y ella cruzó los brazos.

    - ¡Pansy, está muy buena esta película que elegiste! ¡Ay, me muero de risa!

    Pansy soltó una risita cínica en respuesta, aburrida. Decidió esperar hasta llegar a la parte donde tuviese más romance para que él no tuviese disculpa. Pero, cuando el clima comenzaba a calentarse en la película y ella se giró ilusionada con el chico, Pansy casi se arrancó los cabellos. Draco estaba… ¡dormido! Tenía el rostro relajado y la boca media abierta, respirando compasadamente. Ni siquiera esperó a que la película terminara. Salió del cuarto bufando, pateando la alfombra y azotando la puerta.

    Tan pronto escuchó el sonido de la puerta, Draco espió con un solo ojo y entonces respiró aliviado. Corrió hasta la puerta y la trancó con una sonrisa tramposa. Nunca había visto a la chica tan enojada. No sabía lo que le estaba pasando, nunca había rechazado a Pansy antes. Probablemente ya estaba harto de ella. Sí, debía ser eso… pero no quería pensar en eso ahora. ¡La película estaba muy buena! Draco se acomodó nuevamente en la cama y volvió a verla, estaba vez sin Pansy para molestarlo.

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    La primera clase del jueves era Estadística, ya que el profesor Binns había cambiado con Lupin. Milagrosamente, Draco consiguió llegar cinco minutos más temprano que de costumbre y fue recibido por la estridente campana. Resultado: mal humor, para variar. El profesor Lupin demoraría aún unos minutos en llegar, pero no quería tardarse en elegir su asiento. Se sentó tres lugares tras Weasley, siendo que Granger estaba al lado del rubio y Potter atrás de ella. La primera cosa que pudo ver era que Potter estaba ansioso. Tenía los ojos fijos en la puerta y parecía no prestar atención a lo que Weasley decía, asintiendo solamente con la cabeza y dando gruñidos.

    Una distracción llegó en forma de Pansy Parkinson.

    - ¡Buen día, bebé! – la chica jaló una silla al lado del rubio y se recargó en él.

    Draco rezongó algo que definitivamente no sonaba como “¡Buenos días!”, pero ella pareció no escucharlo y continuó:

    - ¿Estabas muy cansado ayer, verdad? Debes haber tenido mucho trabajo, entiendo. Qué pena, te perdiste el final de la película, estaba tan emocionante…

    Draco tenía la vaga impresión de que la chica continuaba hablando, pero no le estaba prestando atención. Su mente estaba concentrada en ver el modo en cómo Potter se retorcía las manos, el impaciente balanceo de una de sus piernas, la arruga de preocupación que se formaba en su frente y el modo en que se mordía el labio inferior a cada rato.

    - … y tu madre me dijo que si quería pasar la noche allí, pero preferí ir a mi casa, no quise incomodarte. Ah, ¿me podrías prestar tu celular, amorcito? Quisiera ver aquella foto de nuevo… ¿puedo? ¿Draco?

    En lugar de sacudirlo, como acostumbraba hacer, Pansy fue más observadora esta vez. Sabía que Draco estaba muy distante esos días y desconfiaba de que el rubio estaba saliendo con otra chica. Bueno, de cierta forma, eso era perfectamente normal, pero el chico nunca la había cambiado por cualquiera de ellas. ¿Qué habría de diferente esta vez? Él estaba visiblemente concentrado en algo, pues sus ojos estaban brillantes, atentos y… ¿provocativos? ¿Hambrientos? ¡Fascinados! Un escalofrío corrió por la columna de Pansy sólo de imaginar aquella mirada dirigida a ella, pero no era eso lo que ocurría ahora. Alarmada, Pansy siguió la mirada de Draco y constató que no iba muy lejos. Tuvo que enderezar su cabeza y vio que sólo habían chicos en la “línea de fuego” excepto por una chica de cabellos enredados y castaños que tenía el nombre de Hermione Granger.

    - ¡Draco! – se indignó sacudiéndolo. - ¡No puedo creer que te estés fijando en esa don nadie!

    Faltaba muy poco para que Draco la golpeara por haberlo sacudido, pero se limitó a preguntarle impacientemente.

    - ¿De qué estás hablando, niña?

    Pansy abrió mucho los ojos por el “niña”.

    - ¡Cínico! ¿Piensas que me engañas? ¡Te vi babeando por Granger!

    - ¿Qué?

    - ¡No te hagas el idiota! – insistió Pansy. - ¡Seguí tu mirada, te estabas muriendo por ella! ¿Cómo pudiste, Draco? ¡Ella tiene llantitas en el estómago y aquél trasero debe estar lleno de celulitis!

    Draco frunció las cejas en confusión, miró hacia enfrente y entonces comprendió lo que ella decía. ¿Será que ella era bizca o qué? ¡No estaba babeando por Granger! ¡Estaba babeando por Pot… epa! ¡Babeando no! Mucho menos… estaba observando a Potter atentamente, estaba curioso por saber lo que tanto le afligía, pero pensó que sonaría aún más extraño contándoselo a Pansy, así que prefirió seguirle el juego.

    - Joder, puede ser. ¡Pero ella está en mejor forma que tú, seca!

    La mandíbula de Pansy casi tocó el suelo y sus ojos se humedecieron, pero ella no tuvo tiempo de hacer cualquier comentario, ya que la clase se había quedado en completo silencio. Draco vio hacia enfrente sólo para ver al profesor Snape entrando en el aula con el ceño fruncido y la nariz arrugada. Tuvo conciencia de que Pansy aún lo miraba horrorizada, pero optó por ignorarla. Snape se había aproximado a uno de los alumnos al frente de la clase y le preguntó algo, que debido al aterrador silencio, todos pudieron escuchar con perfección.

    - Déjeme ver cuál fue el último tema dado por Lupin, niño.

    - ¿Qué sucedió con el profesor Lupin? – ¿Quién más podría haberse atrevido a decir eso además de Potter? – Profesor – enmendó frente a la mirada fulminante que ganó del hombre.

    - El profesor Lupin no está en condiciones de darles clase – respondió Snape en una peligrosa calma para después regresar la mirada al niño anterior. – Ahora, si me pudieras mostrar…

    - ¿Qué le pasó, profesor? – interrumpió Potter nuevamente y Draco lo creyó tremendamente estúpido por eso.

    - Nada que te interese, Sr. Potter. Ahora, ¿quisiera callarse, por favor?

    - ¡Pero por supuesto que me interesa! ¡Nos interesa a todos! Él es nuestro profesor, nos gustaría saber…

    - ¡Cállate, mocoso insolente! – dijo Snape venenosamente. – Ya dije que no te interesa y si vuelves a interrumpir, te mandaré fuera del aula.

    En lugar de responder, Potter tomó sus cosas de forma salvaje y las echó a su mochila, levantándose y mirando al profesor al mismo nivel, ya que no era un mocoso aún. Draco no podía ver sus ojos, pero podía apostar a que estaban entrecerrados y sacando chispas.

    - No esperaré a que me saque. No estoy obligado a soportarlo dos veces en la misma semana.

    Potter ni siquiera espero una respuesta por parte del profesor, se puso el bolso al hombro y salió, sus pasos haciendo eco por la silenciosa sala. Nadie parecía estar dispuesto a respirar por el momento, ni siquiera una brisa entraba por las ventanas, Snape dilató la nariz y volvió su atención al chico de enfrente, que parecía temblar debido a la proximidad y entonces gruñó alguna cosa sobre estar atrasados y regresó al pizarrón con la cabeza erguida. Granger estaba intentando contener a un Weasley enfurecido de seguir a su amigo afuera.

    Draco no vio nada de eso, pues aún miraba la puerta por donde Potter acababa de pasar. Él mismo estaba curioso en saber qué había sucedido con su profesor, pero nunca osaría interrumpir a Severus Snape para preguntarle sobre ello, ¡ni dejaría el aula enfrentándolo de esa manera! ¡Porque el hombre era su padrino!

    El rubio fue despertado de su ensoñación cuando sintió una mano escurriéndose por su bolso del pantalón y agarró el brazo de Pansy antes de que ella alcanzase su celular, mirándola de forma amenazadora.

    - Sólo quiero ver mi foto una vez más, ¿me vas a impedir eso también? – gruñó la chica, profundamente lastimada.

    - No quiero que te metas en mi celular – respondió con los dientes apretados, intensificando su agarre en el brazo de Pansy.

    - ¡Nunca te había importado! ¿A quién escondes en él, eh? ¿Estás mandando mensajes comprometedores a alguien? ¿Tienes un registro de innumerables llamadas para el mismo celular? ¿O será que hasta sacaste fotos de la otra?

    Por supuesto que tenía fotos comprometedoras en su celular, pero no eran exactamente de otra.

    - ¡Quédate quieta, Pansy! ¿Te dio por hacerme una escena de celos ahora, eh? – Draco soltó el brazo, que quedó con las marcas de su mano. – ¡Sabes que no soporto que me controlen! No voy a tolerar eso nuevamente, ¿quedó claro?

    Pansy irguió la nariz y se volteó al pizarrón sin responder. Draco regresó su mirada a la puerta, intentando convencerse de que no le importaba lo que Potter estaba haciendo ahora, sólo estaba curioso. Joder, estaba espiando al otro, ¿o no? ¡Entonces era perfectamente aceptable que desease seguirlo! Pero algunos minutos después aún continuaba en la misma posición y supo que jamás conseguiría levantarse y dejar el aula. Sin otra alternativa, comenzó a copiar el tema nuevo del pizarrón.

    -------------------

    Harry estaba sentado en lo alto de una escalera que daba a la calle, con su bolso apoyado en las piernas, y con el celular en una mano. Estaba preocupado. Remus acostumbraba llegar temprano a la universidad y Harry había buscado su auto en el estacionamiento de los profesores durante toda la semana, pero no lo vio esta mañana. El profesor no faltaba, a no ser por problemas de salud y eso no era broma. Estaba pensando en si debía llamarle, con miedo de lo que podría encontrarse, o peor, no encontrar, pero concluyó en que no estaría tranquilo hasta tener alguna noticia. Si no lo encontraba en casa, entonces llamaría a Sirius y lo informaría, pero debía tener alguna noticia antes para no preocupar a su padrino en vano.

    Marcó el número y aguardó dos tonos en expectativa.

    - ¿Diga? – dijo una voz masculina muy débil.

    - ¿Moony? – cuestionó Harry sólo para estar seguro, pues no pasaba de un murmullo.

    El hombre se limpió la garganta al otro lado de la línea.

    - ¿Harry? ¿Qué no estás en el aula? – la voz del profesor había hecho más densa y severa, Harry hasta podía imaginar la expresión de reprimenda de su amigo.

    - Tú tampoco estás – retrucó sin preocuparse en contener la preocupación que sentía. - ¿Está todo bien?

    - Oh, sí, todo bien. Tuve una crisis esta mañana y creí mejor descansar un poco… pero ya estoy mucho mejor, no te preocupes. ¡Hasta estoy pensando en ir a las últimas clases!

    - Es mejor que no, Moony. Descansa hoy para que estés entero mañana, ¿sí?

    Harry escuchó una débil sonrisa al otro lado y dejó que una risita escapara de sus labios. Por lo menos no percibía jadeos en la respiración del profesor, lo que lo tranquilizó más que sus palabras.

    - Está bien, Harry. Ahora, ¿puedes decirme por qué no estás en clase?

    - Si adivinas, te ganas un dulce – se burló Harry, dejando bien claro cuán enojado estaba.

    - Oh, Harry, ¿Snape te expulsó del salón? ¿Qué le dijiste? – reprendió, medio pesaroso.

    - Sólo pregunté sobre ti y él quiso hacerme quedar en ridículo. Y no, no necesitó expulsarme. Dejé la clase antes que eso pasara, ¿o de verdad creías que iba a asistir a otra clase de Snape en la misma semana? ¡Por supuesto que no!

    Remus suspiró al otro lado de la línea.

    - Discúlpame por eso, Harry. No creas que estoy feliz por haber faltado y dejar que él me sustituyera.

    - No necesitas disculparte, Moony. No tienes la culpa de nada.

    Algunos segundos de vacilación por parte de los dos hasta que Remus quebró el silencio.

    - ¿Cómo está Padfoot, Harry?

    - Preocupado por ti. No apareciste ni llamaste, él piensa que no quieres verlo nunca más, sabes cómo es de extremista…

    Remus suspiró antes de continuar.

    - No le digas nada, por favor Harry. No quiero que se preocupe.

    - Sólo si estas recuperado mañana, ¿ok? Si no voy a mandarlo a que te cuide, ¿de acuerdo? – dijo Harry, travieso.

    - Está bien… mándale… mándale un abrazo, ¿quieres?

    Harry sonrió.

    - Está bien, Moony. Hasta mañana.

    - Hasta mañana. ¡Y pórtate bien, hijo!

    Harry colgó con una sonrisa en el rostro. Se había dado cuenta del cariño contenido en la voz del Merodeador al mencionar a Sirius. Tal vez fuese hasta más que cariño, quién sabe… Pensó en si debía ir hasta el laboratorio de cómputo, pero el Príncipe no lo estaría esperando a esa hora… Decidió quedarse en la sala de Académicos viendo caricaturas hasta la hora del intervalo. Tendría que soportar a Hermione regañándolo por haber perdido el aula por pura terquedad, pero no estaba dispuesto a ser sumiso hoy. Mucho menos con Snape.

    Draco estaba sentado en la última fila del auditorio mirando las nucas de los funcionarios que asistían la conferencia y fingiendo que estaba muy interesado en ella, hasta que estuvo seguro de que nadie le estaba prestando atención y sacó su celular. Había tomado el e-mail de Ángel que estaba en el sitio y escribió la dirección para enviar un mensaje. Ya pasaban de las cinco de la tarde, así que no habría problema de molestarlo. Bueno, ¿estaba pensando en no molestar a Potter? Mira tú, por dónde… Pensó en no revelar su número, colocar confidencial, pero no era como si Potter le fuese a pedir algún día su número de celular…

    “¡Qué aburrido, amigo! ¡Te lo juro, ya vi a dos tipos dormitando y estoy seguro de que uno de los babea! ¡Sin mencionar la voz de aspiradora del conferencista! Es deprimente…”

    Envió el mensaje y sólo entonces recordó que no se identificó. Pero era medio obvio, ¿no? Estuvo esperando un poco, no sabía bien qué, ya que el otro podía ni siquiera ver el mensaje… Recordó a Pansy queriendo revisar su celular y creyó que era el momento de dar un fin a aquellas fotos. Seleccionó la primera y la miró por un instante. Tal vez Natalie tuviera razón sobre las cualidades de Potter, pero aún tenía mucho por analizar, ¿verdad? ¿Sería necesario borrar las imágenes? Podría muy bien cuidar que el aparato no cayese en manos de Pansy… pero sería arriesgado. Sí, era mejor borrarlo todo. Después de todo, había copiado las imágenes a su computadora de escritorio –sólo en caso de que necesitara argumentar más sobre la apariencia desarreglada del chico. Vagamente, fue borrando la primera, la segunda y la tercera imagen. Sin embargo, al llegar a la última, Draco analizó por mucho tiempo aquellos magníficos ojos. Seleccionó la opción borrar y apretó “Ok”. Aquella pregunta pareció hacer eco en su mente “¿Desea borrar la imagen?”. Mordió su labio inferior y ya iba a seleccionar “Sí” cuando algo se lo impidió. ¿Qué había de malo en un par de ojos? Podrían muy bien pertenecer a alguna chica, aunque Draco no creía que hubiese otro par de ojos iguales a esos. Eran únicos, singulares… encantadores. Bueno pues, ¿qué había de malo en decir que esos ojos eran bonitos? ¿Sólo porque pertenecían a otro chico debería odiarlos? No, tenía todo el derecho de admirarlos. Seleccionó “No” y volvió a mirar las esmeraldas. Por lo menos la parte de su frente que había sido enfocada estaba cubierta por algunos mechones negros, siendo que la cicatriz no era visible.

    Draco continuó buscando excusas para su renuencia en borrar la foto hasta que el aparato vibró con un mensaje de un número desconocido.

    “Me imagino. Estamos sin supervisor hoy por aquí y el clima es exactamente el opuesto. ¡Están todos agitados, escuchando música y armando jaleo! Por eso estoy respondiendo por el celular, jejeje”

    Draco dio una pequeña sonrisita. Aún no se acostumbraba a las eventuales travesuras del Perfecto Potter.

    “Quisiera poder escuchar música ahora. ¡Cualquier cosa sería mejor que este aburrido aullador! Tengo pena de esos tipos… y de mí mismo, ¡claro!”

    El rubio mordió el nudillo de uno de sus dedos pensando en cuán irreal le parecía todo aquello. A pesar de saber que Ángel y Potter eran la misma persona, era difícil convencerse a juntarlos. Era agradable conversar con el chico de esa forma, sin tener que mirarlo, sin revelarse, sin tener que admitir para sí mismo que estaba confraternizando con el enemigo. Estaba solamente investigando, coño… ¿cierto? Cierto.

    Mientras esperaba la respuesta, Draco grabó el número en su agenda con el nombre de Ángel, obviamente. El celular vibró nuevamente y él casi dio un salto esta vez.

    “También tengo pena por ti. ¡Nadie lo merece! ¿Cómo estuvo tu día?”

    ¿Cómo estuvo su día? Irritante. ¡Estuvo la clase de Estadística completa mirando hacia la puerta del aula, muriendo de ganas por salir corriendo sólo para encontrarse a cierto chico de cabellos desordenados y preguntarle por qué había hecho aquello! Cómo es que conseguía simplemente dejar el aula así, comprando aún más pelea con su padrino, o preguntarle lo que había pasado con el violinista asmático. Cualquier cosa, cualquier disculpa para poder simplemente encontrarlo o aún peor, observarlo desde lejos.

    “Las mañanas no existen para mí, amigo. Soy el mal humor en persona, tengo que admitir. Esta tarde fue una provocación directa a mis músculos faciales. Tuve que parecer simpático, ¿puedes creerlo?”

    “¡Pero si tú eres simpático! Tal vez sólo no seas muy bueno en expresiones faciales… ¿no acostumbras sonreír? ¿Eres antisocial fuera de la computadora?”

    Bueno, si ser sarcástico y arrogante era entrenar las expresiones faciales, entonces era un experto en el asunto. Ahora, las sonrisas se quedaban todas con Potter…

    “Digamos que me siento más a gusto frente a una computadora que en el medio social. En vivo, tengo que representar un papel, solamente eso.”

    No era ninguna mentira. Conseguía ser simpático con Ángel, pero no con Potter, ¿cierto?

    “Soy al revés, entonces. Prefiero platicar personalmente. Puedo hacer mis gestos y caras, sabes, es más divertido. Y puedo observar las reacciones de las personas, parece más verdadero.”

    Con seguridad él podría hacer más monerías personalmente. Pero a Potter no le gustaría observar sus reacciones en una conversación en vivo… En realidad, ni siquiera tendrían una conversación. El moreno ya le había dejado en claro dos veces que no quería su amistad. ¿Por qué ese pensamiento lo hacía querer lanzar el celular muy lejos? ¿Y por qué no lo lanzaba? ¿Por qué insistía en querer conversar con alguien que no lo valoraba?

    Pero Draco aún continuó platicando con Ángel hasta el final de la conferencia y se despidió con el reconfortante pensamiento de que esa noche habría entrenamiento de voleibol. ¿Reconfortante?

    -------------------

    El silbato de Madame Hooch sonó y todos pararon el juego y caminaron hasta ella. Potter era el único que aún tenía la playera puesta y se apoyaba en las rodillas para respirar mejor. Draco sopló a un mechó de cabello que insistía en caer sobre su ojo, pegándolo a su frente sudada.

    - ¡Chicos, estoy muy satisfecha con ustedes hoy! ¡No sé lo que hicieron para aceptarse – apuntó a Draco y a Potter – pero estuvieron perfectos hoy! Sus jugadas conjuntas fueron extraordinarias y vamos a explorar más eso en el próximo entrenamiento. ¡Ni siquiera puedo creer que casi los expulsé del equipo!

    Inesperadamente Potter se giró hacia Draco y le dio una sonrisa larga e insinuante. Draco tenía que admitir que estuvo un poco asustando al inicio, pero entonces recordó las palabras de Potter el lunes “¡Si jugamos así el jueves, Madame Hooch estará arrepentida por habernos siquiera amenazado con sacarnos del equipo!”. Entonces una pequeña sonrisa se formó en la esquina de su boca sin que se diera cuenta.

    - Lo ideal sería que tuviéramos dos entrenamientos semanales, pero estamos sin horarios. A menos de que estén de acuerdo en venir los sábados por la mañana también…

    Potter, Jordan y Finnigan se miraron mientras Draco hacía un gesto de disgusto, girando los ojos. ¿Ya no bastaba con tener que despertar temprano toda la semana, sino que tendría que madrugar el sábado también? Rogó porque alguien se negara por un motivo más aceptable que su mal humor matutino, pero todos aceptaron y Draco no tuvo otra elección que hacer lo mismo.

    - Perfecto, ¿entonces a las ocho y media está bien? Cierto. Hasta entonces.

    Madame Hooch dejó la cancha y los tres chicos se encaminaron a los vestidores conversando animadamente. Draco se quedó más atrás y la plática con Natalie hizo eco en su mente, debería probarle a Potter que sabía ser agradable, pero cómo si no conseguía conversar con él sin insultarlo ni ser “bruto”.

    - Hey, Potter – la conversación murió y los tres chicos lo miraron recelosos. Ahora que ya había comenzado, Draco se vio obligado a continuar. - ¿No vas a hacer estiramientos hoy?

    Observó a Potter mirar a sus amigos y después a las tribunas, donde algunas chicas cuchicheaban emocionadas. Entonces lo miró con una ceja arqueada.

    - ¿Me acompañas? De todas formas, sólo hay dos regaderas…

    Draco parpadeó. ¿Sería su imaginación o Potter tenía miedo de quedarse solito en la cancha y ser agarrado por aquellas chicas? Pero entonces, ¿qué tipo de espantapájaros pensaba el chico que él era? Probablemente, con su compañía, ahí ni las chicas avanzarían. “¡Tienes que ser agradable, tienes que ser agradable!” se repetía a sí mismo.

    - ¡Ok! – acordó dando de hombros. Eso no era exactamente agradable, pero sólo el haber aceptado le daba puntos, ¿no?

    Potter se giró hacia sus amigos.

    - Pueden irse, nos vamos dentro de poco.

    Ahora que había conseguido quedarse a solas con Potter, comenzaba a arrepentirse. ¿Cómo podría tener una conversación agradable con él? ¿Sobre qué hablaría? No podía simplemente preguntar “Y las clases de piano, ¿cómo van?”. Personalmente, tenía que representar su papel, hasta el final.

    Afortunadamente Potter no parecía muy dispuesto a hablar hoy. Se estiró como un gato, con movimientos envidiablemente leves y calculados, era un insulto para la visión de Draco, que estaba casi avergonzado de verlo. El moreno estaba sentado con las piernas estiradas al frente y el cuerpo curvado de modo que alcanzaba las puntas de sus pies y aún recargaba la cabeza en sus rodillas con una facilidad increíble. Quien lo veía podría decir que era muy fácil hacerlo.

    - ¿Qué sucede? – preguntó Potter, interrumpiéndose para mirarlo de vuelta.

    Sólo entonces Draco se dio cuenta que estaba sentado en el suelo, apoyándose en las manos y que había parado sus propios ejercicios para verlo.

    - ¿Cómo lo haces? – preguntó sonando levemente curioso, pero aún así intentando parecer desinteresado.

    Potter alzó una ceja.

    - ¿El qué?

    - ¿Cómo puedes contorsionarte de esa forma, doblarte, girar la espalda con tanta facilidad? – Draco notó que sonó un poco impaciente y se acomodó un mechó de cabello tras las orejas, manteniendo su mirada irritada.

    Potter rió alto y se sentó frente a él, doblando las piernas y uniendo las plantas de los pies.

    - Bueno, mi padrino dice que me faltan algunos huesos; Ron dice que los tengo todos, pero que son de goma; y Remus dice que heredé esa flexibilidad de mi madre. Queda en tu criterio escoger el argumento más convincente.

    Draco continuó mirando aquél rostro sonriente. ¿Cómo era posible que una persona pareciera estar feliz todo el tiempo? Los cristales de los anteojos reflejaban la luz y se volvía imposible mirar sus ojos, pero podía jurar que estaban brillando divertidos. La postura era erecta como todo pianista que se enorgullezca de serlo. “¡Tienes que ser agradable, tienes que ser agradable!”

    - Hablando de Lupin, ¿qué le pasó esta mañana? – preguntó, intentando despertar alguna simpatía en el chico al preocuparse por el profesor.

    Y pareció haberlo conseguido, ya que Potter se puso serio e inclinó la cabeza hacia un lado, como si ahora lo mirase.

    - Oh, él dijo que tuvo una crisis esta mañana, por eso se quedó reposando. Pero si todo está bien, mañana estará de vuelta, ¡gracias al cielo! No sé lo que haría si Snape tuviese que sustituirlo nuevamente – Draco entrecerró los ojos instintivamente, pero Potter pareció no notarlo. Se golpeó sus propias rodillas y se levantó. - ¿Vamos?

    Draco se levantó en respuesta y tomó su playera que yacía en un banco próximo a las tribunas. Sólo entonces recordó a las chicas que estaban observando el entrenamiento anteriormente. Bien, de alguna forma, el plan de Potter había sido eficaz, pues no había nadie en las tribunas. Y de alguna forma, Draco estaba satisfecho por eso.

    Siguió a Potter hasta los vestidores y los dos ocuparon las regaderas que Jordan y Finnigan habían acabado de dejar. Se quedó escuchando la conversación de los demás, sin ser invitado a participar y sin importarle mucho eso. Como la otra vez, demoró un poco más para dejar la regadera, con esperanza de que lo dejaran solo. Potter estaba terminando de amarrar las cintas de sus tenis cuando salió. Jordan y Finnigan estaban de pie, con las mochilas al hombro, esperando por él.

    - ¿Vamos, Harry? – llamó Lee inmediatamente, pero Potter sorprendió a Draco mirándolo por unos eternos segundos antes de girarse al otro:

    - Vayan. Esperaré a Malfoy.

    Draco no vio cuál fue la reacción de los dos, ya que se les había dado la espalda y había metido la cabeza en el armario. Le hubiese gustado decirle al otro que no pedía nada a nadie, sin embargo la idea de ser dejado solo no le era muy atractiva en este momento. No supo tampoco lo que el moreno hacía mientras se cambiaba, pero tan pronto como ellos dejaron los vestidores, Potter decidió quebrar nuevamente el silencio.

    - ¿Acostumbras caminar en el parque?

    - ¿Cómo? – Draco había entendido, pero fue tomado por sorpresa por la pregunta y necesitó de un tiempo para asimilarla. – Oh, sí. Quiero decir, no, no acostumbro.

    - ¿Te gustaría acompañarnos mañana?

    - ¿Acompañarnos? – Draco arqueó una ceja. ¿Tenía que compartirlo con alguien más? Ya era difícil mantener una conversación a solas con él, ¿y ahora tenía que ser agradable con Granger y Weasley también?

    - Sí, nosotros. ¡Snuffles y yo!

    Draco le dio una sonrisita burlona, pero lo disfrazó rascándose la nariz. Aún no se acostumbraba a la manera en cómo Potter trababa a su perro, como un pariente, o un hermano más pequeño. Se obligó a pensar en una respuesta, lo que no era nada fácil. Tuvo consciencia de que su frente estaba completamente arrugada mientras pensaba, pero el consejo de Natalie habló más alto.

    - Sí… tal vez…

    Potter sonrió burlón y Draco una vez más creó que los papeles estaban cambiados.

    - Ok, nosotros vamos a aparecer por allá a las siete de la tarde, más o menos. Entonces, tal vez nos veamos, ¿sí?

    Draco asintió con la cabeza, sin tener exactamente una respuesta.

    - Hasta mañana, Malfoy.

    - Hasta mañana.

    Uno le dio la espalda al otro y caminaron hasta sus autos.

    ----------------

    QUOTE
    En el próximo capítulo...

    Se puso de pie en un salto desesperado y salió tropezando hasta la puerta. Respiró profundo repitiendo para sí mismo que no esperase demasiado para no decepcionarse. Tal vez fuese sólo el vecino diciendo que olvidó el garage abierto… Abrió la puerta y aspiró el aire con ganas para los pulmones. Allí estaba…

    - ¡Remus! – su voz salió poco más que un susurro.

    - Hola, Sirius – dijo el otro también susurrando.

    QUOTE
    Notas finales:

    Notas de la Autora: Bueno, no está siendo fácil para Draco ser agradable con Potter, pero se está esforzando, ¿no creen? Y el próximo capítulo tiene… no voy a decir lo que tiene, ustedes tendrán que esperar para ver uhauhauahua.

     
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  2. Kari Tatsumi
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    Capítulo Doce

    Por fin




    Viernes, por fin. Las primeras clases corrieron normalmente para Draco. Pansy, aparentemente, aún estaba enojada con él por haberla llamado “seca”, pero ese era el menor de sus problemas. Lo peor que le había pasado fue tener que rehusar la invitación para la fiesta que Nott estaría dando aquella noche. Siempre le habían gustado las fiestas de ese chico porque tenía muy buen gusto y sus padres eran muy simpáticos, pero esta vez no podría aparecer por ahí. Tenía un compromiso con Potter. Maldito Potter.

    Era muy fácil pensar mal de Potter, maldecir su nombre y molestarlo cuando el chico estaba lejos, pero bastaba verlo una única vez en el día y las cosas se volvía mucho más difíciles. Draco simplemente se olvidaba de sus pensamientos asesinos y era abordado por una curiosidad desmedida. Quería escuchar todo lo que el otro decía, ver lo que estaba haciendo, saber lo que estaba pensando. Por eso estaba en el aula de Estadística buscando un bolso negro con detalles en rojo que ya había aprendido a reconocer. La encontró en el lugar donde el chico se acostumbraba sentar y se instaló estratégicamente más atrás, en el lado opuesto al que Weasley estaría. De ese modo podría parecer que había elegido el asiento por casualidad.

    Potter entró al aula medio pensativo, con las manos enterradas en los bolsillos de su pantalón gris, haciendo que su ropa se ajustara más en la parte de atrás, si es que se entiende… Tenía una playera blanca con un dibujo que más parecía un borrón de tinta negra, pero que combinaba con su aire relajado. Draco creó que pasaría desapercibido, como las veces anteriores, pero Potter lo notó e inclinó la cabeza saludándolo, con una expresión gentil. Draco hizo un mínimo asentimiento con la cabeza como única señal de reconocimiento antes de volver su atención hacia su material. La máscara estaba muy bien colocada.

    Weasley y Granger estaban discutiendo, para variar, pero se interrumpieron cuando el profesor entró al aula y los saludó.

    - Buen día, jóvenes – Lupin estaba con una apariencia frágil y abatida, pero se esforzó para sonreír a sus alumnos favoritos.

    Draco lo habría encontrado patético, si no tuviera compasión por el estado tan delicado del hombre. Lupin esperó a que el lugar estuviese en silencio, lo que no tardó en suceder. Él inspiraba respeto a sus alumnos, Draco tenía que admitirlo, pero de una forma muy diferente a Snape. Su padrino inspiraba miedo en los alumnos, mientras que Lupin despertaba el interés por sus palabras con su manera tan atractiva de enseñar.

    - Buen día a todos – comenzó con voz calmada y cansada. – Antes de otra cosa, me gustaría disculparme por haber faltado ayer, pero fue necesario por problemas de salud. Pero, por libre y espontánea insistencia de un amigo mío – Draco creyó haber visto una rápida mirada dirigida a Potter, acompañada de una sonrisa pequeña –aquí estoy nuevamente. El profesor Snape me informó que ya comenzó con un tema nuevo, ¿es cierto eso?

    Algunos alumnos asintieron y ya estaban por comenzar a protestar cuando Lupin alzó una mano pidiendo silencio, lo que fue prontamente atendido.

    - No necesitan desesperarse. Me gustaría saber si existe alguna duda en cuanto al tema anterior. En ese caso, podremos esclarecerla en esta clase. Mi interés es que ustedes aprendan, ¿está bien?

    Como muchas personas aún estaban indignadas por la intromisión de Snape, Lupin se vio obligado a continuar con el tema anterior. Pero, cuando se iba a girar al pizarrón, Hermione Granger alzó la mano tan alto como si desease alcanzar el techo con ese gesto.

    - ¿Sí, Srta. Granger?

    - Profesor, en relación a los trabajos de la semana pasada…

    - Oh, había prometido traerlos hoy, ¿cierto? – Lupin se rascó la barbilla antes de responder, pareciendo un poco sin gracia. – Confieso que no alcancé a corregirlos aún. Se los traeré la próxima semana, ¿sí? Discúlpenme…

    Lupin volvió a escribir en el pizarrón, pero Granger se giró hacia Weasley con una expresión intrigada.

    - ¿No había dicho que estaba corrigiendo los trabajos el domingo, Ron? ¿Qué no fue por eso que no fue a tu casa?

    Potter bajó la mirada a sus uñas y Weasley pareció pensar un poco.

    - Sí… fue eso lo que mi madre dijo…

    - Qué extraño. Él nunca se había atrasado con nuestros trabajos… - Granger se giró hacia Potter, quien aún admiraba sus propias uñas con extremo interés. - ¿Sabes lo que le pudo haber pasado, Harry?

    Potter se encogió de hombros y se mordió el labio inferior.

    - Quién sabe… quizá no fue nada. Probablemente él… sólo lo olvidó, no sé…

    Weasley pareció satisfecho con la respuesta, pero Granger miró a su amigo fijamente antes de girar su atención nuevamente hacia el pizarrón. Draco tampoco se había convencido. Pero… ¿Potter les estaba escondiendo algo a sus amigos? ¿Qué sería? Draco se encontró mordiéndose la esquina de una de sus uñas e hizo cara de asco a su propia mano. ¡Qué cosa más indigna! ¿Un Malfoy mordiéndose las uñas?

    Al final de la clase, Potter fue hasta el profesor y Draco guardó su material sin prisa alguna para ver si podía asistir la conversación. Draco pareció haber escuchado alguna cosa como “¿Todo bien, Moony?” pero no tenía idea de lo que podría ser Moony, hasta que Lupin sonrió y asintió con la cabeza. ¿Moony? ¡Qué cosa más ridícula!

    - Todo bien, Harry.

    - No le conté nada a Padfoot, pero… ¿Cuándo piensas visitarnos, Moony?

    ¿Padfoot? Caramba, parecía ser otro perro, pero… ¿no contarle nada a un perro? Draco arqueó una ceja, pero continuó arreglando sus cosas lentamente. Lupin asintió otra vez y suspiró antes de responder con seriedad.

    - No lo sé, Harry. Sinceramente no lo sé…

    Ya era imposible seguirse enrolando en sus cosas, así que Draco comenzó a caminar lentamente.

    - Bueno, si te puedo dar una sugerencia, llevaré a Snuffles a correr hoy – Lupin estrechó los ojos y Draco creyó haber visto que Potter le guiñaba un ojo antes de continuar. – Así que, ¡hasta la noche!

    El chico le dio la espalda al profesor sin esperar una respuesta, con una sonrisa llena de hoyuelos de quien acababa de hacer una travesura. Draco acompaño aquella sonrisa hasta que ya no pudo verla más y entonces ser giró para ver a Remus Lupin ¡colorado! Casi se estampa con la pared de tan sorprendido que estaba. ¿Quién era Padfoot? ¿Qué fue aquella bromita? ¿Y aquella sonrisita burlera? ¿Y, por todos los cielos, por qué el profesor se había ruborizado de aquella manera?

    -------------------

    .:Ángel:. dice: ¿Por qué el viernes se tarda mucho en pasar?

    Príncipe Slytherin dice: ¡No me hagas preguntas difíciles! Probablemente es porque nosotros estamos muy ansiosos para que termine pronto y entonces miramos el reloj a cada minuto.

    .:Ángel:. dice: Tiene sentido. ¿Por qué Sócrates nunca filosofó sobre eso, eh? ¡Es una cuestión digna de una teoría!

    Draco le sonrió a la computadora, pero su sonrisa murió tan rápido como apareció. Eso fue patético, ¿por qué se reiría? ¿Quién menciona a Sócrates actualmente? ¡Y qué cosa más estúpida, filosofar sobre cuán largo es un viernes! Tenía cosas más importantes que saber…

    Príncipe Slytherin dice: Bueno, ¿cómo te fue en el entrenamiento de ayer?

    ¿Será que Draco tendría que poner pimienta en sus uñas para no morderlas?

    .:Ángel:. dice: ¡Fantástico! ¡Dejamos a la entrenadora con el ojo cuadrado! ¡Jugué mejor con el chico de quien te hablé que con los otros dos, con quienes ya me había acostumbrado!

    Príncipe Slytherin dice: Pero, imagino que continúa insoportable, ¿no?

    ¡Pimienta! ¡Urgente!

    .:Ángel:. dice: Amigo… él se está esforzando. Sinceramente, creo que todo va mejor de lo que yo imaginaba. El voleibol debe significar mucho para él también, porque fue hasta simpático, sabes. Continúa medio frío, no sé. Creo que no se siente muy a gusto conmigo. No es como si de una hora a otra nos volviésemos amigos, pero estamos caminando para una relación más tolerable. Hasta nos saludamos hoy, ¿puedes creerlo?

    Príncipe Slytherin dice: ¡Vaya progreso! ¿Y pretendes llevar adelante esa tolerancia?

    .:Ángel:. dice: ¡Claro! ¡Si hasta él se está esforzando en ello! Hoy acordé el encontrarnos en el parque para correr. A mi perro le gustó, sabes, creo que eso debe contar algún punto para él. Creo también que mientras más interactuemos fuera de la cancha, mejor será nuestro desempeño dentro de ella y, amigo, ¡estoy ansioso por vencer a Durmstrang!

    Príncipe Slytherin dice: ¡Hazlo! Ellos son unos presumidos, realmente. Piensan que son los mejores en el deporte. Estoy apostando por ustedes, eh. ¡No me decepcionen!

    Draco se golpeó su propia frente. ¿Por qué tenía que parecer tan extasiado con la perspectiva de ganar un partido con Potter?

    .:Ángel:. dice: ¡Por supuesto que no!

    Joder, era voleibol, finalmente…

    ------------------

    Harry llegó a casa muriendo de hambre, como de costumbre. Aventó el bolso en la mesa y acarició a Snuffles antes de abrir el refrigerador y analizarlo. ¡Nada comestible, ni siquiera una fruta! En realidad el aparato estaba casi vacío. Lo cerró y se agachó para revisar los estantes. Estaban en la misma situación, si no es que peor.

    - ¡Hola, Harry! – lo saludó Sirius medio cantarino y sentándose en una silla.

    Harry se asustó con el grito y se golpeó la cabeza en la alacena.

    - ¡Ow! Hola, Sirius.

    - Oh, discúlpame por eso. No encontrarás nada en la despensa. Ya debiera haber ido al supermercado pero… - la voz del hombre adquirió un tono melancólico en ese punto y apoyó la barbilla en una de sus manos – Remus acostumbraba acompañarme en las compras y él ni siquiera ha venido… sabes…

    - Está bien, Sirius. Mañana vamos al supermercado. ¿Pero hay algo para comer? ¿De casualidad?

    - Hay pollo empanizado en el microondas – “¡Hum!”, murmuró Harry corriendo hacia el aparato. – Emily lo preparó antes de salir. Aún debe estar caliente.

    Harry se llevó un pedazo entero a la boca, arrojando otro para Snuffles, se sentó abrazando el plato y comenzó a comer entusiasmado mientras esperaba que Sirius hiciese la pregunta que estaba renuente a decir.

    - Entonces… - comenzó, Harry continuó comiendo como si no estuviese muy interesado. – Hum… ¿viste a Moony hoy, no?

    - Sí – respondió simplemente manteniéndose concentrado en el pollo.

    Sirius no tenía hambre, pero de sólo observar a su ahijado comiendo, se pasó la lengua por los labios y extendió una mano al plato, ganándose un golpe de Harry.

    - ¡Tú ya comiste! – reclamó el chico.

    - ¿Sólo uno, Harry? – Sirius puso cara de cachorrito y Harry sonrió vencido, extendiéndole el plato.

    El hombre no pudo dejar de sonreír. ¡Ese niño se parecía tanto a James!

    - Pero… - continuó, después de tragar. - ¿Cómo está él?

    Harry hizo un poco de suspenso mientras masticaba, depositando el plato en la mesa, lamiéndose los dedos y pasando una mano por su estómago plano.

    - Ya lo verás – dijo con una sonrisa traviesa bailándole en los labios, los ojos brillando.

    - ¿C-cómo?

    - Si yo fuera tú, tomaría un baño, me rasuraría y me perfumaría – Harry le guiñó un ojo y se levantó, dejando atrás a un Sirius embobado.

    - Pero… ¡Harry! – Sirius lo siguió hasta su recámara, donde Harry dejó su bolso, siendo acompañado por Snuffles. - ¿Qué estás insinuando? ¿Viene? ¿Te dijo que iba a venir? ¿Qué dijo? ¡Harry, no me tortures así!

    Harry sonrió y lo miró.

    - No, el no me dijo que vendría. Pero, escucha, él no corrigió nuestros trabajos, tuvo una crisis esta semana y…

    - ¿Tuvo una crisis? ¡Oh, cielos! – Sirius se pasó las manos por los largos cabellos.

    - ¡Shhh! ¡Cálmate, ya pasó! – tranquilizó Harry antes de continuar. – Le dí algunas indirectas para que viniese hoy en la noche, y como él no protestó, creo que viene. En realidad, estoy casi seguro de que viene. Puedo garantizarte que te ha extrañado mucho y que no aguanta más tiempo sin platicar contigo…

    Sirius se deshizo en la cama de Harry, con los cabellos desparramados. Del mismo modo repentino en que se había acostado, se levantó de un salto y tomó a Harry de los hombros, agitándolo. Snuffles ladró, contagiado por la excitación de su dueño.

    - ¿Qué color crees que es mejor, azul o negro o tal vez gris…?

    - Me gusta aquella camisa azul marino con el pantalón blanco – sugirió Harry, quien ya estaba acostumbrado a los ataques de ansiedad de su padrino.

    - ¿Y los zapatos?

    - ¡No necesitas de zapatos, Padfoot!

    - Cierto… cierto… ¿crees que la perilla me quede bien?

    - Hum… - analizó Harry. – Sí, creo que pareces más maduro con ella.

    - Cierto. Yo… voy a tomar un baño, entonces… - ya había desaparecido por la puerta cuando giró agitado. - ¿Y tú? ¿Vas a estar aquí?

    Snuffles ladró nuevamente con entusiasmo, como si quisiera entrar a la conversación.

    - ¡No! No quiero estorbar. Voy a salir, llevaré a Nuf a correr…

    - Cierto – Sirius le sonrió encantadoramente antes de desaparecer nuevamente encerrándose en el baño de su habitación.

    Harry rió y meneó la cabeza.

    - ¿Ves lo que pasa por enamorarte? – le preguntó al perro, que inclinó la cabeza. – Piénsalo bien antes de hacerlo, eh. Piensa si quieres parecer un idiota…

    - ¡Escuché eso! – gritó Sirius desde el baño.

    ----------------------

    Existen personas que opinan que llegar tarde es elegante. Hacer a los demás esperar por uno le da una sensación de poder, de importancia, y deja bien claro que no eres sumiso. Draco era una de esas personas. Ya pasaban veinte minutos de las siete cuando por fin llegó al parque, sudado, con la playera sobre un hombro. Ni siquiera sabía por qué insistía salir de casa con ella. Bueno, en realidad sí. Se desafíaba a aguantar no quitársela, pues si Potter podía, no debía ser tan difícil. Pero lo era.

    Se detuvo apoyándose en uno de los enormes árboles, flexionando sus piernas una por una, ejercitándolas, mientras miraba en el campo abierto en busca de un perro inmenso y un chico de cabellos rebeldes. Suponía que aquella excéntrica pareja era muy fácil de hallar. Estaba equivocado. Casi dándose por vencido, escuchó un ladrido ronco y se giró. Un enorme perro negro rodeó el tronco del árbol y ya iba a pasarlo de largo cuando lo reconoció y se detuvo derrapando.

    - ¡Regresa aquí, Snuffles!

    Draco iba a rodear el tronco, cuando Potter lo hizo primero, corriendo, y chocaron.

    - ¡Ow!

    - ¡Wow!

    Esta vez, ambos cayeron, Draco de espaldas al suelo y Potter sobre él, apoyando las manos en la tierra antes de que sus narices se tocasen o alguna cosa mucho peor sucediera. Potter miró uno por uno cada ojo gris durante segundos de vacilación que parecieron eternos y entonces lo reconoció.

    - ¡No puedo creerlo! – sonrió antes de girar a un lado y estirarse en el pasto, intentando respirar y reír al mismo tiempo. Snuffles lo alcanzó y comenzó a lamer su oreja.

    Draco aún estaba sin respiración por el susto, mirándolo con los ojos y la boca bien abiertos el lugar en que, hacia poco tiempo, estuvieron aquellas íris verdes. Hasta que Snuffles cambió de víctima y comenzó a lamer su oreja.

    - ¡Hey! – Draco se sentó rápidamente e intentó empujar al perro, pero no era nada fácil. - ¡Potter, haz algo!

    Pero el otro aún estaba riéndose. Snuffles sumergió su helado hocico en el cuello de Draco, que aún intentaba contener la sonrisa con cierta dificultad.

    - Nuf… Nuf ven aquí, ven – llamó Potter tan pronto como consiguió sentarse y respirar.

    Snuffles saltó encima de su dueño, quien prendió al inquieto animal entre las piernas y abrochó nuevamente la correa a su collar.

    - ¡Niño malo! ¡Niño muy malo! – Snuffles lamió la barbilla del otro, quien no se resistió y sonrió nuevamente. - ¡Eso es golpe bajo! ¡Te aprovechas de mí sólo porque sabes que no consigo enojarme contigo, pillo!

    Draco miró aquello aún sin palabras intentando normalizar sus latidos y masajeándose la parte trasera de la cabeza, que sólo ahora se daba cuenta, se había golpeado. Potter se levantó y extendió una mano hacia el otro, con una sonrisa.

    - Discúlpame por eso de nuevo – dijo sinceramente.

    Draco miró de la mano al chico nuevamente. Podría muy bien apoyarse en el árbol para levantarse, o hacerlo solo. ¿Por qué el otro insistía en querer ayudarlo? ¿De casualiad parecía imposibilitado de hacer algo tan complicado como eso sin ayuda? Mientras tanto, se tragó esas preguntas y agarró la mano extendida con firmeza, aprovechándose de la fuerza del otro para subir, nivelando sus ojos con los del otro de nuevo, sólo que esta vez la distancia era más segura.

    - ¿Será que es una adicción chocar conmigo? – preguntó irritado, sacudiéndose los shorts para librarse de las hojas del pasto, después se pasó los dedos por los cabellos.

    Potter soltó una carcajada gustosa y comenzó a sacudir su propia ropa también.

    - Pues sí. Creo que Snuffles escoge los mejores momentos para liberarse de la correa – Draco lo observó sacudir la cabeza como un perro para librarse del pasto, en lugar de pasar sus manos por los cabellos. – Necesito comprar una correa nueva, el broche de esta ya está muy flojo. ¡Ufa! ¡Me cansé! Creo… creo que me voy a sentar un momento.

    Se sentó en el pasto y se recostó contra el tronco del árbol. Snuffles se tiró a su lado, pareciendo bastante cansado también.

    - ¿No te quieres sentar? – le dijo Potter y sólo entonces Draco se dio cuenta que estaba de pie.

    Se sentó dejando una distancia razonable entre ellos, pero el perro se arrastró más cerca de él e intentó colar su hocico debajo de su mano para que Draco lo acariciase. Y fue lo que el rubio hizo. El pelo de Snuffles era suave y sedoso.

    - ¡Es enorme! – dijo para quebrar el silencio. Potter miró a Snuffles con cariño.

    - Sí, es maravilloso.

    - ¿Cuántos años tiene?

    - Es un bebé. Tiene alrededor de un año y medio. No sabemos con seguridad, porque mi padrino lo encontró en la calle.

    Draco se giró hacia el otro, interesado. Encontrar un perro tan bonito como ese en la calle no era común. Ángel le había contado que era un perro callejero, pero debía fingir que no sabía. Ángel…

    - Sí, ¡pero es el perro callejero más puro que existe! – bromeó Potter.

    - No tiene pinta de callejero – dijo arrastrando las palabras. – Tiene un porte elegante.

    - Lo sé. Pero no tiene las cualidades de un can de raza, quiero decir, es saludable y resistente, ¡aún comiendo arroz y carne!

    - ¿No le dan croquetas? – Draco estuvo conciente de que su voz salió un tanto desdeñosa, pero era algo que simplemente no podía contener.

    - No le gusta – Potter se encogió de hombros. – Le damos de vez en cuando, pero es difícil negarle comida, si le encanta. Yo le digo que las croquetas son más saludables, ¿pero quién dice que él me hace caso?

    Draco sonrió de lado, que era el máximo gesto de simpatía que podría mostrar.

    - ¿Por qué platicas con él?

    - ¿A qué te refieres? – Potter pareció confundido por la pregunta.

    - Quiero decir, ¡pareces un loco hablando con un perro, como si te entendiera! – dijo sarcástico, pero el otro sonrió.

    - ¿Y quién dice que no me entiende? – Draco lo miró como si fuera un loco y Potter sonrió aún más. – No estoy tan loco para creer eso, Malfoy. Sólo creo que es como si me entendiera. Es divertido hablarle, es como platicar con un bebé recién nacido. Le haces cosas idiotas sólo para hacerlo reír. Platico con Snuffles para hacerlo sentirse contento, sólo para verlo agitar la cola y ladrar, intentando responder – hizo una pausa antes de continuar. – De cualquier forma, lo consideramos como un miembro más de la familia.

    Draco no tenía con qué retrucar. Fue una respuesta franca y sensata. Pero no dejaba de ser exasperante pensar que el chico no tenía una familia de verdad, sólo un padrino y un perro, pero nada lo prepararía para la alegría sincera con que Potter decía la palabra familia.

    - Yo tuve un perro – Draco se encontró diciendo. No acostumbraba hablar sobre eso con nadie, pero ya tenía la atención del otro sobre sí y ahora tendría que continuar. – Cuanto tenía siete años, importuné tanto a mi padre que me compró un Pastor Belga. Era magnífico, completamente negro con pequeñas manchas blancas en las puntas de las patas delanteras. Se llamaba Tobie. Me apegué demasiado a ese cachorro…

    Quiso cerrar el asunto, pero Potter parecía demasiado interesado, mirándolo expectante.

    - Mi padre no aprobaba mi cariño por el animal y vivía dicendo que se libraría de él cualquier día si yo no paraba de darle tanta atención… pero nunca hacía nada y yo fingía que no me importaba. Hasta que un día Tobie escapó para la calle mientras mi padre sacaba el auto del garaje y fue atropellado… - la voz de Draco amenazó con quebrarse, pero se controló para continuar pareciendo frío y distante. – Estuve una semana sin hablarle a mi padre por ello y nunca más quise un perro.

    Potter miró el cielo estrellado. La noche ya había caído completamente y la luz de los postes lanzaba algunas sombras sobre su rostro, impidiéndole a Draco distinguir exactamente su expresión. Pero cuando volvió a hablar, Potter parecía bastante serio.

    - Entiendo. Te privaste de otro sentimiento como ese por miedo de perderlo nuevamente, ¿verdad? – Draco lo miró con una ceja arqueada y Potter lo encaró. - ¿Nunca pasó por tu cabeza que podrías sustituir el dolor de perder a Tobie por la alegría de tener otro perro?

    - Mi padre nunca aceptaría – Draco se alzó de hombros. – Aún desconfío en que dejó a Tobie escapar a propósito…

    - ¿Nunca platicaste con Tobie? – la voz del otro sonó un poco divertida, lo que irritó a Draco.

    - Por supuesto. ¡Pero tenía siete años!

    El moreno rió y volvió a mirar las estrellas. Permanecieron en silencio por algún tiempo antes de que Potter preguntara:

    - ¿Vives cerca?

    - Veinticinco cuadras en dirección al centro – respondió Draco automáticamente. Había contado las cuadras mientras corría. De repente se dio cuenta de que no tenía ni idea de dónde vivía el otro. - ¿Y tú?

    - Cinco cuadras en sentido contrario.

    - ¿Entonces por qué estás tan cansado? ¡Sólo corriste cinco cuadras!

    Potter hizo una cara de reproche y paecía dispuesto a golpear a Draco.

    - Dí dos vueltas enteras al parque antes de que llegaras. No sé si te diste cuenta, ¡pero ya pasan de las siete y media!

    Draco estrechó los ojos ante el sarcasmo en la voz del otro, pero se contuvo de dar una respuesta grosera.

    - ¿Qué opinas de dar una tercera vuelta, entonces? – se limitó a preguntar.

    - Parece tentador – respondió Potter levantándose y Draco hizo lo mismo, volviéndose a agachar para recoger su playera, olvidada en el pasto. – Tu espalda está sucia – informó el otro y Draco se irguió de un salto al sentir la mano del otro recorriendo su espalda de arriba abajo. - ¡Hey, calma! ¡Sólo te estoy sacudiendo!

    Draco se quedó inmóvil. O casi, ya que sentía todos los vellitos de su nuca erizarse y detuvo un escalofrío fenomenal que amenazaba por recorrerle la espina.

    - Listo – informó el moreno, algunos segundos después. - ¿Vamos?

    En lugar de responder, Draco comenzó a caminar y entonces aceleró el ritmo junto a los otros dos. Digo, Potter y Snuffles.

    ------------------

    Sirius ya había intentado ver televisión, tocar el piano, hacer crucigramas –cosas que acostumbraban ser infalibles contra la ansiedad– pero nada de eso había funcionado, así que andaba de un lado a otro por la sala. Se había vestido con la ropa que Harry le había sugerido, los cabellos estaban limpios y los pies descalzos, de modo que debería sentirse cómodo. Pero no era exactamente lo que sentía. Tenía el estómago revuelto por la ansiedad, las manos no paraban de acomodarse el pelo tras las orejas y ya se había sangrado los labios de tanto que los mordía. Se reprendió por ello, pues esa parte de su anatomía sería muy necesaria si Remus aparecía. Si Remus aparecía…

    ¿Será que en serio vendría? ¿Harry lo había engañado? ¡O tal vez le había pasado algo malo a Remus mientras salía de casa! ¡Podría estar desmayado en su propia recámara…! No, tenía que parar de pensar esos absurdos o enloquecería. Pero, y si…

    “¡Joder, calla, mente enferma!” se regañó a sí mismo y se dejó caer en el sofá con las manos sobre los ojos. Oh, si pudiese dormir y sólo despertar cuando el timbre sonara…

    ¡Ding dong!

    ¡Epa! ¿Había imaginado aquél sonido? ¿Era una broma su mente le estaba jugando? ¿O quizá su pedido había sido por fin atendido y se había dormido hasta que el timbre sonó? O era Harry… tal vez había olvidado la llave… ¿pero entonces cómo había cerrado la puerta?

    ¡Ding dong!

    “¡Idiota! ¿Qué haces acostado?” Se puso de pie en un salto desesperado y salió tropezando hasta la puerta. Respiró profundo repitiéndose a sí mismo no esperar demasiado para no decepcionarse. Tal vez sólo era el vecino diciéndole que había olvidado el garaje abierto… Abrió la puerta y aspiró el aire con ganas hacia sus pulmones. Ahí estaba…

    - ¡Remus! – su voz salió poco más que un suspiro.

    - Hola, Sirius – dijo el otro también susurrando.

    Remus Lupin estaba con las manos en los bolsillos de su pantalón beige, con una camisa verde oscuro impecablemente planchada. Sus ojos estaban bastante brillantes, reflejando el brillo dorado encantadoramente. El cabello por detrás de las orejas y la boca entreabierta, como si estuviese preparado para decir algo, pero sin realmente preocupado por hacerlo. Sirius sacudió levemente la cabeza y dio paso a un lado, abriendo espacio.

    - Entra, Moony – lo llamó, retomando el control de su voz.

    Remus obedeció en silencio y esperó a que Sirius cerrara la puerta tras de sí. Ambos se miraron por un tiempo, Sirius memorizando cada pedacito del rostro de Remus y este aún ensayando algunas palabras y parpadeando más de lo necesario hasta que, inesperadamente, se arrojó al frente y abrazó el tórax de Sirius con desesperación, encajando su barbilla en el hombro del otro y apretando los ojos con fuerza.

    - ¡Moony!

    Sirius abrió mucho los ojos y jadeó. Sintió los latidos frenéticos de un corazón sin compás juntarse con las suyas. Dudó por algunas milésimas de segundo antes de abrazar a Remus de vuelta con firmeza, intentando trasmitirte seguridad, una sonrisa de sorpresa curvando una de las esquinas de su boca hacia arriba. Cerró los ojos y pasó las manos por la sedosa tela de la camisa verde oscuro en un gesto de conforto, recostando su cabeza en la del otro y suspirando. Aquél aroma familiar de los cabellos y de las ropas de Remus le invadió las fosas nasales con un deje de nostalgia por haber pasado una semana entera sin poder sentirlo. ¿Será que ese abrazo quería decir lo que se imaginaba?

    - ¿Padfoot? – vino la voz insegura de Remus, quien aún mantenía los ojos bien cerrados.

    - ¿Sí, Moony? – murmuró con la voz ronca al oído del otro quien se apretó aún más contra él.

    - Yo… no sé si esto va a resultar… no sé si es seguro, si estoy siendo sensato, pero… ¡me quiero arriesgar, Padfoot!

    - ¿Tú quieres? – ronroneó.

    - ¡Quiero!

    - ¿Seguro?

    Remus finalmente se soltó con cierta reticiencia y se alejó para mirar los ojos grises que tanto ansió ver durante la semana.

    - Um-hum – dijo, asintiendo con la cabeza en un gesto tan… Remus.

    Sirius jadeó nuevamente y sonrió por completo, pasando una mano levemente por la mejilla del otro. Tenía tantas ganas de besarlo ahora mismo, pero sabía de su inseguridad y no quería verse precipitado –por lo menos una vez en la vida– o podría echar todo a perder provocándole una crisis. Lo apretó en otro abrazo rápido y deslizó las manos por los brazos del otro hasta tomar ambas manos. Las manos de Remus eran anchas y un poco maltratadas por el gis, en contraste con las suaves manos del pianista.

    - Ven, Moony – Sirius lo condujo hasta el sofá.

    Remus se dejó dirigir y se sentó de medio lado mirando al suelo, mordiéndose el labio inferior y parpadeando. Sirius sonrió.

    - Quiero que seas sincero conmigo, Moony.

    - Nunca fui tan sincero en toda mi vida, Padfoot. Dije que quería un tiempo para pensar y pensé. Pensé mucho. Pero acabé dando vueltas en círculos en mi mente y al final, de la única cosa que estaba seguro era que te necesitaba. ¡Te necesito! Pero…

    Meneó la cabeza y respiró profundo para mantener el control de su respiración. Sirius aguardó pacientemente, limitándose a acariciarle las manos mientras se saboreaba aquellos labios entreabiertos que buscaban mayor cantidad de aire.

    - Padfoot, yo… tengo miedo de lo que los demás puedan pensar. No tengo familia por la cual preocuparme, pero tengo miedo a perder mi empleo. Me gustaría que… que nadie supiera, ¿sí?

    - Ok. Eso incluye no pasear de la mano ni recargarme mucho en ti.

    - Exacto. Quisiera estar seguro de que esto va a funcionar antes de decidir contarles a Molly y a Arthur y a los demás Weasley, sabes…

    - No hay problema. ¡Escondidos es más emocionante! – ronroneó Sirius.

    - Y tampoco quiero que me pongas sobrenombres idiotas – dijo Remus más severamente.

    - Está bien, mi bomboncito – bromeó poniendo morritos, lo que se ganó una mirada enojada de Remus. – Bromita. Moony es perfecto para mí.

    - Sabes que no me gustan los apodos… - dijo Remus, irritado.

    Sirius recargó su cabeza en el respaldo del sofá, bebiendo la imagen de su novio con una sonrisa radiante en los labios.

    - Sí, lo sé. Lo sé todo sobre ti, Moony. Mi Moony – Remus se estremeció sólo de escuchar aquellas palabras, pero se recompuso y se giró un poco más en el sofá para verlo mejor. – Incluso sé que no has terminado con tus exigencias, ¿estoy en lo cierto?

    - No – una arruga de aprensión se formó en la frente del otro mientras continuó, medio nostálgico. – Necesito… necesito que seas paciente, Padfoot. Vamos con calma, ¿de acuerdo? Yo… necesito irme acostumbrando con esto, tú… sabes que no tengo alguna experiencia en noviazgos.

    La sonrisa de Sirius se tornó merodeadora y sus ojos brillaron con malicia. Remus reconoció esos “síntomas”, pero no tuvo tiempo para prepararse a la acción del otro, quien enterró el rostro en la curva de su cuello e instaló un beso ahí. La primera reacción de Remus fue jadear. La segunda –y más eficaz– fue darle en golpe al hombro de Sirius para que se alejara.

    - ¡Ow! ¡Cómo eres bárbaro, Moony! – se quejó haciendo un piquito, a pesar de que ni siquiera le había dolido.

    - ¿Y qué esperabas que hiciera – se defendió Remus, frunciendo el entrecejo de un modo que sólo Sirius podía clasificar de adorable. - ¿Qué me riera y me prendiera a tu brazo?

    - No – la sonrisa pícara estaba de vuelta. – Si quisiera una novia, escogería una con senos, por lo menos…

    Remus sonrió de lado, medio tímido, de un modo que sólo conseguía él y suspiró resignado. Sirius siempre conseguía convencerlo de cualquier cosa, y esta vez no fue diferente. Sintió aquella calidez que emanaba del cuerpo del otro y se escurrió en el sofá hasta recargar la cabeza en su pecho. Sirius se acomodó mejor en el sofá y comenzó a acariciar sus cabellos. Desde antes de descubrirse enamorado de su amigo, tenía una afición por aquellos cabellos finos y ralos, unas ganas enormes de pasar sus dedos por ellos sin que eso pareciese muy extraño, y ahora podía hacerlo.

    - ¡Te extrañé, Moony! – confesó.

    - Quien te escuchara pensaría que pasamos otros doce años separados – rió Remus, cerrando los ojos y rindiéndose a las caricias. No recordaba la última vez que había recibido algo como eso, pero era tan bueno…

    - ¡Pero es verdad! Tuve miedo de que nunca más quisieras hablar conmigo…

    - Te dije que no te librarías tan fácilmente de mí, Padfoot.

    Sirius sonrió y besó la coronilla del otro. Aprovechó la sensación de aquellos cabellos escurriéndose entre sus dedos durante algunos minutos, pero después no pudo contenerse.

    - ¿Moony?

    - ¿Hum?

    - ¿Ya te puedo besar?

    Remus tragó en seco antes de enderezarse nuevamente con el rostro jadeante.

    - Creo… creo que eso es lo que hacen las parejas, ¿no? – respondió viendo la televisión desconectada como lo más interesante del mundo mientra sentía a Sirius aproximarse aún más, rozando la nariz en su mejilla, lo que lo hizo sacar el aire lentamente y cerrar los ojos, disfrutando de la sensación.

    Sirius besó una mejilla, después tomó el rostro entre sus manos y lo giró hacia sí, sonriendo al ver los ojos cerrados y la boca apretada. Besó el otro lado, rozando los labios con una sonrisa al percibir el estremecimiento que causaba. Deslizó la punta de su nariz por la cara hasta encontrar la nariz del otro y entonces besó finalmente los labios –que ya estaban aún más apretados– con delicadeza. Sonrió y se alejó nuevamente sólo para acercarse otra vez y sentir la resistencia deshaciéndose poco a poco. La tercera vez ya tuvo una leve respuesta ay en la cuarta, Sirius simplemente no pudo despegar sus labios, pues ahora Remus acompañaba us movimientos, impidiéndole alejarse. Los brazos fueron pasados alrededor de sus hombros, las manos agarraron la ropa con fuerza, la distancia fue reducida, las lenguas se conocieron y no existía nada más aparte de ellos y de aquél beso.

    -----------------------

    Harry llegó a casa exahusto. Tan pronto como cerró la puerta tras de sí, soltó la correa de Snuffles –quien también estaba jadeante– y se deshizo ahí mismo, en el suelo. Estaba demasiado sudado para acostarse en el sofá y demasiado cansado para ir a su recámara y tomar un baño.

    - Regresa aquí, Nuf – Harry tomó al perro por su collar y terminó de quitárselo, mientras Snuffles esperaba pacientemente. Después miró el aposento silencioso. Lo que vió hizo que sus ojos se abriesen muho, después una sonrisa invadió su cara lentamente.

    Sirius estaba acostado, estirado en la orilla del sofá, casi cayéndose y Remus estaba metido de lado entre el respaldo del sofá y el cuerpo del otro, con la cabeza apoyada en su pecho. La mano derecha de Sirius aseguraba su izquierda mientras la otra mano descansaba en los cabellos castaños, de una forma cariñosa. Los zapatos de Remus estaban tirados en el suelo, dejando los calcetines blancos afuera. Harry se habría quedado quieto por un buen tiempo, sólo admirándolos, pero Snuffles no era de la misma opinión. Caminó hata ellos moviendo el rabo.

    - ¡Snuffles! Regresa – susurró Harry intentando alcanzar la cola esponjosa, pero el perro fue más rápido y se puso a lamer la oreja de Sirius.

    - Ñam, ñam – se quejó Sirius y parecía listo para girarse al otro lado cuando se sintió impedido y abrió los ojos, encontrándose con los cabellos castaños desparramados que estuviera acariciando.

    Se giró al otro lado y miró a Snuffles, llevándose un susto silencioso que estremeció todo su cuerpo y despertó a Remus. La primera cosa que Remus vió fue a Harry y comenzó a luchar para levantarse, con la camisa toda enredada.

    - ¡Snuffles, cachorro apestoso! – masculló Sirius, intentando agarrarle los pelos y perdiendo el equilibrio. - ¡Wow!

    El hombre cayó al suelo y Remus pudo finalmente sentarse, riendo junto con Harry.

    - ¿Harry, estás ahí? – preguntó Sirius, aún un poco enojado, poniéndose de pie y arreglando la camisa torcida en su cuerpo. - ¡No te escuché llegar!

    - Sí, creo que estabas un poco distraído – soltó Harry haciendo que Remus enrojeciera y que Sirius mirara a su novio con orgullo. - Veo que llegaron a un acuerdo, ¿no?

    Sirius sonrió de oreja a oreja, se sentó al lado de su novio –o mejor dicho, casi encima de la pierna del otro, de tan junto que estaba– y pasó un brazo alrededor de sus hombros.

    - ¡Sí! Somos novios… escondidos – remarcó guiñándole un ojo ante la falta de reacción del otro.

    - Oh, entiendo –dijo Harry, arrastrándose hasta en medio de la sala y sentándose con las piernas estiradas frente a ellos. - ¡Felicidades! ¿Snuffles y yo ya podemos llamarte mamá, Moony?

    Remus abrió la boca espantado, pero después tuvo que rendirse a la risa, de nuevo.

    - ¡Claro que no, mocoso! – bromeó, falsamente indignado.

    Sirius se carcajeaba exageradamente.

    - ¡Harry, James estaría orgulloso de tí ahora, puedes estar seguro!

    - Sí, eso fue digno de un merodeador – acordó Remus, siendo abrazado con más fuerza por Sirius. – Y tú te estás enrollando demasiado, ¿no crees? – picó a su novio.

    - ¡Caramba, si es sólo Harry! Él me dijo que con tal de que no te estuviese besando todo el tiempo, estaba bien. ¡No dijo nada de abrazos!

    - ¡Sí, aguántate, Moony! – Harry salió en defensa de su padrino. - ¡Esperó demasiado por esto!

    Remus meneó la cabeza, incapaz de enojarse. Una sonrisa tímida persistía en curvarle los labios hacia arriba.

    - Hey, Harry – llamó Sirius. - ¿Ya te acostumbraste? ¿Ya puedo besarlo?

    Snuffles ladró y agitó la cola.

    - Erm… - Harry rió torciendo la nariz.

    - ¡Sirius Black! – regañó Remus, con voz reprobadora.

    - ¡Cierra los ojos entonces, Harry! – anunció Sirius antes de tomar el rostro de Remus entre las manos y besarlo apasionadamente.

    Harry, tomado por sorpresa como Remus, abrió mucho los ojos antes de enterrar la cabeza en un cojín tirado en el suelo, pero aún podía escuchar las protestas de Remus y otras cosas, así que se tapó los oídos. Sin embargo, ahora estaba más que curioso. Giró la cabeza de lado y espió con un ojo, después con el otro. No era tan espantoso como creyó que sería. Las quejas de Remus iban mueriendo, mientras su reticiencia disminuía y se entregaba al beso. Harry sonrió. ¡Eran perfectos juntos! ¡Parecían tan completos! Hechos el uno para el otro…

    - Bien, Snuffles. Creo que salimos sobrando por aquí – se lamentó al perro, quien gimió.

    Cuando Harry se estaba levantando, hubo un sonido más fuerte y Sirius finalmente soltó a Remus, con necesidad de respirar. ¿Qué decir de Remus? Estaba blanco como gis y su respiración salía como chillidos mientras metía la mano en su bolso del pantalón y sacaba su respirador.

    Sirius parecía un poco alarmado y se tapó la boca con ambas manos.

    - ¡Oh, Moony! Creo que me entusiasmé demasiado, ¿verdad?

    - Uh-hum – dijeron Remus y Harry al mismo tiempo. Snuffles ladró.


    -------------------
    QUOTE
    En el próximo capítulo…

    - Eso es, ahora acuéstate y relájate – dijo Potter, pero parecía mucho más un pedido que una orden y sólo por eso Draco obedeció. Sólo por eso.

    Enrolló la playera, la puso como almohada y se acostó cerrando los ojos, esperando nuevas instrucciones.

    - Relájate, Malfoy – la voz del otro estaba relativamente más cerca, lo que hizo que su corazón perdiera un latido. Imágenes de su sueño volaron a su mente y evitó abrir los ojos, temiendo lo que vería.

    - Estoy relajado, caramba – se impacientó.

    QUOTE
    Notas finales:

    Notas de la Autora: Bien ahí, ¡espero que les haya gustado! ¿Y en cuanto a mí? Estoy en éxtasis por la cantidad de comentarios que he recibido. Este capítulo merece muchos más, ¿no creen?

    Déjenme sólo hacerles una aclaración que juzgo necesaria: Harry realmente aún no está atraído, no está enamorado, sólo está siendo gentil, dándole una oportunidad al rubio de ser su amigo. O mejor, diría que existe un pequeño sentimiento reprimido, pero aún está en el subconsciente –como mostró aquel interés de Harry en saber sobre las relaciones homosexuales con Sirius, además de que acuerda más paseos con Malfoy de lo que es necesario para una convivencia meramente amigable. Harry está aprendiendo a apreciar la compañía de Draco. Pero con él es más difícil enamorarlo. Mientras que Draco se encantó primero con la apariencia, con los ojos de Harry para entonces comenzar a envolverse en la personalidad del chico, con Harry va a suceder exactamente lo opuesto. Primero se va a enamorar de la personalidad de Draco para sólo entonces comenzar a admitir que lo encuentra atractivo. Así que, ¿imaginan ya el trabajo que el rubiales va a tener? Lo sé, eso significa que el fic va a ser bien largo… ¿pero qué hacer? ¡Son un par de reprimidos, puf, puf! ¿Piensan que es fácil hacerlos enamorarse? ¡Cuánto más uno por el otro, afff!

     
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  3. Kari Tatsumi
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    Capítulo Trece

    Cruzando fronteras



    Draco estaba solo bajo la sombra de un árbol en el parque. Era una mañana hermosa y soleada, y varios niños paseaban con sus perros. Podía escuchar las risas y los ladridos traídos por el viento desde muy lejos. El viento travieso jugaba con sus cabellos, haciéndolos golpetear su cara ligeramente, como si lo acariciaran. Suspiró profundamente y dejó su cuerpo relajarse con el sonido del crujir de las hojas sobre su cabeza. Se dio cuenta de que tenía una sonrisa en el rostro, pero también podía ser por causa de la luminosidad, que lo obligaba a estrechar los ojos. Podría haberse quedado allí por mucho, mucho tiempo, sólo admirando el paisaje, sintiendo el viento, escuchando los ruidos tranquilizantes… pero aún así sentía que le faltaba una cosa para sentirse completo. Hasta que, de repente, sintió dos brazos rodeando su tórax y un cuerpo fue presionado contra su espalda en un abrazo firme y reconfortante. Entonces, de un momento a otro, ¡todo era perfecto! Como si hubiese encontrado por fin una parte de si mismo que hacía mucho tiempo había perdido. Draco quería girarse para ver quién era, pero quien sea que fuere quien estuviese tras él había puesto su barbilla en el hombro y le impedía voltearse.

    - ¿Eres tú, Harry? – Draco escuchó su propia voz muy distante, como si el viento se llevara las palabras incluso antes de que salieran de su boca.

    - ¿Y quién más podría ser? – preguntó aquella gruesa voz, medio cantarina, medio susurrante directamente en su oído, enviándole deliciosos espasmos por todo el cuerpo.

    Draco se estremeció y sintió al otro apartarse un poco. Su propio cuerpo protestó por la distancia, pero antes de conseguir girarse, lo sintió aproximarse nuevamente, esta vez susurrando en el otro oído:

    - ¿Puedo? – preguntó, estrechándolo entre los brazos fuertes y haciéndolo sentir embriagado.

    - ¿Puedes qué? – jadeó, cerrando los ojos para aprovechar más las sensaciones.

    - Entrar en tu vida… enseñarte a vivir… a ser feliz… - hubo una nueva pausa mientras el otro recorría con la nariz su cuello provocativamente y entonces volvió a ronronear. – Hacerte feliz, Draco… ¿puedo?

    Draco ensayó la respuesta que ya estaba en la punta de su lengua. Quería decirle que sí, no había otra contestación. Era algo tan cierto como que dos más dos son cuatro. Pero antes de que esa sílaba escapase de su boca, pudo escuchar un sonido agudo, irritante, insistente y… familiar. Fue empujado sin piedad a la realidad, alejado de aquél abrazo, privado de aquél calor por el sonido del maldito despertador.

    Gimió en protesta al darse cuenta de que aquél cuerpo firme sobre el cual estaba apoyado no era más que sus sábanas y que aquello que tocaba levemente su oreja era la funda de su almohada. Viró de bruces y jaló la almohada para taparse los oídos, en una tentativa desesperada de ahogar el sonido irritante y sumergirse nuevamente en aquel sueño cuyas sensaciones aún persistían, frescas, en su mente.

    Abrió los ojos, por fin despierto. Tanteó en la mesilla de noche y agarró el celular, silenciándolo. La comprensión de lo que había soñado finalmente le llegó como una bofetada certera en su rostro. Se sentó, refregándose los ojos y gimiendo, lamentándose como un niño mimado. ¿Había soñado con Potter? ¿Había sido abrazado por él y se había sentido perfectamente bien por eso? ¿Había estado encantado con aquellos susurros en su oído –sólo el recuerdo le erizaba los vellos rubios de su brazo– y se había derretido, desecho en los brazos del otro?

    Se frotó el brazo furioso intentando librarse de la sensación. ¿Qué habría pasado si no hubiese sido desperado por el celular? ¿Le habría implorado a Potter que entrase en su vida? ¡Bendito despertador!

    Se puso de pie con una determinación que no encajaba nada con él a las ocho de la mañana del sábado. ¡Necesitaba un baño, urgente! Estaba molesto consigo mismo como nunca antes. Corrió al baño y abrió la regadera. Se quitó los shorts y se metió bajo el agua. Aquello fue muy reconfortante. Mucho más que los brazos... masculinos. Pero todavía no podía dejar de revivir los detalles del sueño.
    Harry. ¡Lo había llamado Harry! Recordó la alegría que sintió sólo por haberlo escuchado susurrar su nombre: Draco. "¿Puedo entrar en tu vida?" Las palabras resonaban en su mente. ¿Cómo podía hacer una pregunta como esa cuando había invadido su vida desde que tenía once años? No era como si tuviera elección o, simplemente, como si pudiera darle permiso a otro para infiltrarse aún más en su mente. Ya no basta con tenerlo en la mente todo el día, ¿ahora tenía que aguantar que invadiera sus sueños también? “Hacerte feliz, Draco... ¿puedo?” Draco se frotó el rostro frenéticamente, con las narices dilatadas y la boca arrugada con asco. Eso había sonado tan ridículo, tan repugnante, tan... ¡absurdo! ¡Tonterías! ¿Cómo podía haberse sentido tan encantado con estas palabras? ¿Se estaba volviendo loco a causa de este chico?

    Dejó la esponja en el agua y la apretó entre los dedos, viendo la espuma correr junto con el líquido. Su cuello estaba rojo de tanto que había tallado. Dejó la esponja y se lavó el cabello. Luego recogió el jabón, pasándolo directamente por su cuerpo; por su pecho, donde había sentido aquellos brazos estrechándolo cuerpo del otro; por los hombros, donde el otro había apoyado la cabeza; por el cuello, donde el cálido aliento del moreno había recorrido su piel...

    Draco sintió nuevamente aquel estremecimiento y abrió los ojos - que los había cerrado sin darse cuenta- tal vez un baño no era tan buena idea... Se lavó rápidamente y cerró la ducha con la respiración acelerada. Apoyó la frente contra la pared fría. ¿Qué le estaba pasando?

    Se envolvió en la bata de baño y se lavó los dientes mirandose a los ojos a través del espejo. Eso debía regresarlo a la razón de nueva cuenta. Se vistió medio al azar y salió a toda prisa, pero nada le impidió llegar diez minutos tarde al entrenamiento.
    - Está retrasado, Sr. Malfoy – dijo la entrenadora, como si él necesitase de alguien para informarle eso.
    Burfó y evitó mirar a los demás. Ocho y cuarenta de la mañanda en sábado no era un horario muy seguro para fingir ser sociable. El entrenamiento corrió perfectamente y, tal vez por eso, duró más de lo normal. Después de ser despedidos, Draco ya estaba a medio camino para los vestidores cuando escuchó aquella voz cantarina.

    - ¿Malfoy? – era increíble la cantidad de tonalidades que Potter podía usar para pronunciar un nombre tan corto como ese.

    El rubio lo pensó dos veces antes de girarse, pero acabó dejando sus hombros caer derrotados. No sería educado ignorarlo cuando todo estaba yendo tan pacíficamente entre ellos. Tuvo la vaga impresión de que su expresión estaba más irritada de lo normal. Así que miró hacia atrás, vio a Potter quitándose las zapatillas de deporte, sentado en el suelo con aquella sonrisa irritantemente verdadera en el rostro.

    - ¿Qué? – preguntó secamente.

    - ¿No te olvidas de nada? – cantó el chico quitándose las medias y agitando los dedos de los pies conmemorando la libertad.

    Draco bufó. Miró a Jordan y a Finnigan que ya estaban entrando en los vestidores y bufó nuevamente, regresando a la cancha. Se sentó al lado de su no-más-tan-enemigo.

    - ¿Quieres que te enseñe un ejercicio genial? – aparentemente, Potter no se dejaba intimidar por miradas asesinas, pues continuó. – Es más cómodo si te quitas los zapatos.

    Draco reviró los ojos y se quitó los zapados sin ayuda de las manos mientras el moreno lo miraba en silencio. Casi podía sentir aquella mirada quemando su piel, pero aún renegaba encarar aquellas írises verdes por más que fracciones de segundo.

    - Eso, ahora acuéstate y relájate – dijo Potter, pero parecía mucho más un pedido que una orde y sólo por eso Draco obedeció. Sólo por eso.

    Dobló la playera, poniéndola como almohada y se acostó cerrando los ojos, esperando por nuevas instrucciones.

    - Relájate, Malfoy – la voz del otro estaba relativamente más cerca, lo que hizo a su corazón perder un latido. Imágenes de su sueño regresaron a su mente y él evitó abrir los ojos, con miedo de lo que vería.
    - Estoy relajada, caramba – se impacientó.

    - Pues sí, se nota. ¿Siempre estás de mal humor por las mañanas?

    Draco abrió los ojos finalmente –para lanzarle una mirada mortífera al moreno– y descubrió que estaba sentado a su lado, mirándolo por encima con una expresión suave. La palabra “idiota” hizo eco en su mente.

    - Estoy. Relajado – silbó entre dientes.

    - Es graciosa la manera en que aprietas los maxilares y arrugas la frente cuando estás relajado. ¡Parece que tienes un mapa hidrográfico en la cabeza!

    Draco dilató la nariz. Tal vez estuviese un poco tenso. Ayudaría si Potter se alejara un poco más. Volvió a cerrar los ojos y respiró profundo, relajando los músculos faciales.

    - Genial. Presta atención. Mueve lentamentelos brazos para los lados y continúa el movimiento hasta que las manos se encuentren sobre tu cabeza, mientras inspiras. Después entrelaza los dedos y estira los brazos lo máximo que puedas – Potter hacía una demostración mientras explicaba. – Después suelta el aire lentamente mientras regresas los brazos a su posición anterior, al lado de tu cuero. Hazlo ahora – Draco obedeció, sintiendo sus músculos estirándose deliciosamente. – Eso. Ahora inténtalo otra vez pero más lento.

    Esta vez, sus brazos estaban más pesados y el cuerpo le hormigueaba levemente, pero aún era delicioso.

    - Perfecto – Draco escuchó la voz del otro, venida de algún punto más abajo, y entonces sintió dos cálidas manos en sus espinillas. – Relájate, Malfoy. Sólo voy a complementar el ejercicio. Hazlo nuevamente.

    Respiró profunto antes de iniciar. Mientras estiraba los brazos, sintió sus pies siendo jalados, extendiéndolo aún más, como si estuviesen intentando estirar su cuerpo sólo jalando sus extremidades, o como si fuera una tortura de guerra, pero de una manera nada agresiva, ni desagradable, obviamente.

    Entonces, al regresar los brazos lentamente, Potter empujó la planta de sus pies en sentido contrario, estrechándolo. ¡Benditas medias que impedían un contacto directo con la planta de sus pies!

    Se redujo exhausto y calmado. De repente, todo el cansancio del entrenamiento pareció alejarse.

    - ¿Bueno, no? – preguntó Potter que parecía adivinar su estado de semi-dormido, no esperó respuesta. - ¿Quieres hacerlo de nuevo?

    - No puedo - confesó. Estaba tan relajado que dudaba de ser capaz de levantarse algún día.

    Potter se rió maliciosamente y Draco previno que las comisuras de su boca se doblasen ligeramente hacia arriba.

    - Está bien, es comprensible.

    El silencio siguió a esas palabras y el rubio finalmente reunió fuerzas para sentarse… Potter estaba haciendo lo mismo, pero sin ninguna ayuda... Vio cómo los movimientos felinos del otro levantaban la camisa conforme él erguía los brazos, dejando al descubierto la piel morena de su abdomen y los huesos de la cadera muy resaltados... Hasta que Potter se dejó caer agotado, tal como lo había hecho Draco momentos antes.

    - ¡Wow! Necesitaré que me lleven cargando a mi casa.
    Draco se dejó caer de nuevo y se mantuvieron así hasta que escucharon las voces animadas de los otros dos jugadores.

    - Hey, ¿todo bien? - preguntó Finnigan con una ceja levantada, mirándolos levantarse con pereza.

    – Todo bien- dijo Potter.

    - ¿Quieres que te espere, Harry? - preguntó Jordan, mirando a Draco receloso.

    – No es necesario. Creo que por lo molido que estoy, el baño va a demorar mucho. A pesar de que las protestas de mi estómago pueden hablar más alto...

    - Está bien, hasta luego.

    Draco se encaminó hacia los vestuarios sin mirar hacia atrás o responder a los otros.

    – ¿Sigues de mal humor? – preguntó Potter canturreando

    - ¿Y tú sigues ridículamente alegre? - respondió, a pesar de que no tenía fuerzas para sonar sarcástico en ese momento. Tomó una toalla de su vestuario y entró en el baño

    - ¡Oh, sí, estoy feliz! ¡Soy ridículamente feliz! - Draco esperaba que el ruido del agua cayendo por la regadera borrara esa voz, pero sus oraciones no fueron escuchadas.

    - ¿Y cuál es el motivo de tanta alegría? - de repente estaba curioso. – ¿Enamorado, verdad?

    - No, yo no soy el que está enamorado... ¡Oye! ¡No estoy enamorado!

    Seguro, dentro del baño, Draco se permitió sonreír, medio divertido… medio aliviado.

    - ¿Entonces quién sí lo está? - preguntó.

    – Pues mi... ¡oye, hay alguien chismoseando por aquí!
    - ¡No estoy chismoseando! – se indignó Draco. Sólo estaba intentando mantener una conversación amigable, queriendo saber más de la vida del otro… chismoseando… bueno, mejor dejarlo para luego…

    - ¡Bien, pues! In my place, in my place…

    In my place, in my place,

    (En mi lugar, en mi lugar)

    Were lines that I couldn't change, I was lost, oh yeah.

    (Eran fronteras que yo no podía cambiar, estaba perdido, oh sí)



    La mandíbula de Draco cayó: ¿Potter cantaba en la regadera? Y no estaba sólo cantando, ¡cantaba Coldplay! ¡Qué valor! Él nunca se atrevería a eso… pero mira que el moreno era afinado… En realidad, era muy bien afinado…

    I was lost, I was lost, crossed lines I shouldn't have crossed,

    (Estaba perdido, estaba perdido, cruzando fronteras que no debí haber cruzado)

    I was lost, oh yeah.

    (Estaba perdido, oh sí)



    - ¿Te gusta Coldplay, Potter?

    - Sí… creo que sí.

    - ¿Cómo que crees que sí, Potter? – dijo en su mejor tono irritado.

    - Es que no conozco mucha canciones de ellos, sólo In my place e Speed of sound. ¿Por qué? ¿Te gustan?

    - ¡Por supuesto! Los tipos son increíbles y las canciones son geniales para guitarra.

    Draco abrió mucho los ojos para la pared de su cubículo. Se habría mordido la lengua si no supiera que de nada serviría, ahora que había hablado de más. Hubo una pequeña pausa cargada de expectativa hasta que vino la voz desconfiada del cubículo de al lado.

    - ¿Tocas guitarra, Malfoy?

    El rubio se indignó con la incredulidad de esas palabras. ¿Acaso Potter creía que no era capaz de hacer algo tan agradable como tocar guitarra? ¡Carajo, tenía clase, buen gusto, estilo y era muy capacitado! Pero por el momento tenía que mentir, o acabaría denunciando su identidad como Príncipe Slytherin.

    - No, Potter. Dije que me gusta, sólo eso.

    - Aaaaah bueno…

    Draco exprimió el jabón entre sus dedos, haciéndolo escurrir por el cubículo. ¿Pero, quién necesita jabón, de todos modos? Tomó el shampoo y comenzó a lavarse el pelo. El moreno continuó cantando.

    Yeah, how long must you wait for him?

    (Sí, ¿cuánto tiempo deberás esperar por él?)

    Yeah, how long must you pay for him?

    (Sí, ¿cuánto tiempo deberás pagar por él?)

    Yeah, how long must you wait for him?

    (Sí, ¿cuánto tiempo deberás esperar por él?)

    For him

    (Por él)



    – Qué pena que Snuffles no está aquí. Le encanta hacer la segunda voz... - se lamentó el moreno y Draco miró con incredulidad a la pared, como si pudiera ver a través de ella a un extraterrestre. Entonces escuchó la risa feliz del otro - ¡Oh, Malfoy, me divierto con sólo imaginar la cara de incredulidad que has de estar haciendo ahora mismo! ¡Debes saber que Snuffles es un muy buen acompañante! Cualquier día te lo puedo comprobar, si esperas.

    - Estoy tan ansioso - dijo aburrido.

    Draco escuchó que la ducha de al lado era cerrada y casi cerró su propia ducha... cuando de repente su mente dibujó el cuerpo del moreno en frente de él. Tragó en seco, bajando la mano. Genial. Estaba escondiéndose para no verlo desnudo. ¡Y encima no tenía su jabón!

    - ¿Por qué dejaste de cantar? – acabó preguntando para romper el silencio e impedirse a toda costa imaginárselo vistiéndose.

    - Porque sólo me sé esa parte de la canción, pero si quieres la puedo silbar, no hay problema…

    I was scared, I was scared, tired and underprepared,

    (Estaba asustando, estaba asustado, cansado y no preparado)

    But I wait for you.

    (Pero esperé por tí)



    - Hey, Malfoy ¿te importaría apurarte? Mi estómago está compitiendo con mis silbidos.

    - Yo no estoy pidiéndole a nadie que me espere - desdeñó, pero temió la reacción del otro.

    If you go, if you go, leaving me here on my own,

    (Sí te fueras, sí te fueras, dejándome solo)

    Well I wait for you.

    (Bueno, espero por ti)



    - Genial. Entenderé eso como un “Ya casi termino, Potter. Gracias por ser paciente”

    Draco puso los ojos en blanco, sin embargo, su mano cerró la llave sin su permiso y se vio obligado a secarse y dejar el baño con una toalla en la cintura.

    - ¿Vas a hacer algo mañana por la mañana, Malfoy? - Potter estaba sentado con las piernas estiradas, probablemente jugando con el celular, ya que tenía la lengua hacia afuera y hacía movimientos a los lados con el cuerpo - ¡Ay, joder... morí! – Draco se dio la vuelta dándole la espalda al moreno y comenzando a vestirse.

    - "Mañana por la mañana" no existe para mí, Potter. ¿Tú no duermes nunca? - Le preguntó con sarcasmo.

    - ¡Yo duermo! Todas las noches. Las mañanas son mucho más provechosas cuando se está despierto.
    - No una mañana de domingo, por favor… - desdeñó. ¿Cómo una persona podría siquiera considerar la posibilidad de hacer algo en una mañana de domingo? ¡Y encima con todo ese entusiasmo! De hecho, Potter hace absolutamente todo con entusiasmo. ¡Qué absurdo!

    - Estaba pensando en ir a dar una vuelta en bicicleta...

    - ¿Por qué no les dices a tus amiguitos?

    - Los escuché acordado pasear los dos, obviamente no me incluyeron a mí. Pero entonces, ¿a partir de qué hora comienza tu domingo?

    Draco se frotó la barbilla antes de abrocharse los pantalones y camisa de vestir. Luego se volvió hacia el otro.

    - Creo que a partir de las tres de la tarde.

    Potter hizo una mueca.

    - Tres de la tarde es una hora muy mala. El sol está demasiado fuerte. ¿Qué te parece a las cuatro de la tarde?

    - ¿Para qué? – Draco se hizo el tonto para recibir la invitación directamente.

    - ¡Pues para ir a dar la vuelta en la bicicleta, por supuesto!

    Draco arqueó una ceja, mirando por encima como si lo analizara.

    Yeah, how long must you wait for him?

    (Sí, ¿cuánto tiempo deberás esperar por él?)

    Yeah, how long must you pay for him?

    (Si, ¿cuánto deberás pagar por él?)

    Yeah, how long must you wait for him?

    (Sí, ¿cuánto tiempo deberás esperar por él?)



    - Sí… está bien. ¿Nos encontramos en el parque?

    - Sí, en el mismo árbol – Potter se levantó y se puso la mochila colocando el celular en el bolsillo trasero del pantalón y dándole una palmadita distraído, como para asegurarse de que no se cayera.

    Draco desvió la mirada con la boca seca. El moreno se enderezó pasándose el bolso a un hombro y lo miró.

    - ¿Vamos? – Llamó a Draco haciéndolo “despertar” y tomar su propio bolso - ¿Qué es eso?

    Potter se agachó y recogió algo amarillo y resbaladizo que Draco identificado como su jabón.

    -Alguien perdió un jabón - Potter se puso de pie y depositó el objeto en el fregadero.- Ah, y... tu cremallera está abierta.

    Draco dejó caer su bolso abriendo exageradamente los ojos y rápidamente cerró la cremallera, haciendo a Potter reír mientras salía del vestuario.

    - Mierda. ¿Por qué me desesperé tanto sólo por una cremallera abierta? - Murmuró para sí mismo.

    Please, please, please, come back and sing to me, to me, me

    (Por favor, por favor, vuelve y canta para mí, para mí, a mí)

    Come on and sing it out, now, now

    (Ven y canta ahora, ahora)

    Come on and sing it out, to me, me

    (Ven y canta, para mí, a mí)

    Come back and sing to me

    (Regresa y canta para mí)



    Draco tomó su bolso nuevamente y siguió al otro fuera de los vestidores.

    In my place, in my place, were lines that I couldn't change,

    (En mi lugar, en mi lugar, era fronteras que no debí cruzar)

    I was lost, oh yeah, oh yeah.

    (Estaba perdido, oh sí, oh sí)



    -----------------

    Mientras conducía de vuelta a casa, Harry pensaba en los acontecimientos recientes. Sirius y Remus pareja. ¡Él nunca imaginó que estaría tan feliz por ellos! Era mucho mejor ver a Sirius genuinamente feliz de nuevo. Y Remus también parecía muy feliz por lo sucedido, claro que a su manera, recatado, tímido, contenido. Pero tenía un brillo de felicidad en los ojos. ¿Sería tan bueno sentirse amado? ¿Sería que él mismo llegaría a sentir eso de nuevo? Sentía que no podía recordar esa sensación…

    Un semáforo se puso en rojo justo cuando él iba a pasar y eso le irritó. ¡Tenía hambre, joder! Miró al reloj a pesar de que lo había hecho dos minutos antes y después resopló y dejó caer su cabeza en contra del volante del carro. Esa actitud impaciente le hizo recordar a Malfoy.

    Malfoy. Aquel mismo muchacho que, a los once años de edad, pasara sobre Ron como si no fuera más que un insecto y le propuso su amistad a Harry tal como lo haría un negociante, mostrando las ventajas y desventajas de volverse uno de sus vasallos. Ese muchacho que no era otro que el mismo con el que Harry iba a tener un encuentro amistoso en el parque. Curioso cómo las cosas sucedieron… reflexionó, Harry conseguía encontrar eso como la cosa más absurda del mundo, y al mismo tiempo la más normal de todas las situaciones.

    No era fácil para Harry esa aproximación. No era tentadora la idea de tener que tragarse todo su recelo y su descontento por tener que someterse a los ácidos comentarios del otro. Sin embargo, su determinación y dedicación al deporte era más fuerte que cualquier rivalidad. Anteriormente Harry encontraba la actitud de Malfoy insoportablemente mezquina, pero desde los pocos días que llevaban conviviendo, pudo constatar que todo eso era parte de la personalidad del muchacho, y que no era una persona tan insoportable como él lo había imaginado. No era que él aprobara la conducta de Malfoy. Era una persona difícil de convivir – principalmente para Harry, que también era orgulloso a su manera. Sin embargo, otra característica del moreno era ser bastante perspicaz y versátil. Traducción: él siempre encontraba un camino. Así que era eso lo que estaba haciendo, usando su don de amabilidad en su convivencia con Malfoy. Y algo le decía que estaba funcionando, tal vez en la manera como el otro siempre aceptaba sus invitaciones y también se estaba esforzando. Siempre actuaba con astucia y sarcasmo, pero tal vez esa era realmente su forma de ser amable, o tal vez Malfoy era incapaz de actuar de otra manera.

    ¿Y cuál sería el “don” que Harry le encontraría esta vez? Había descubierto un cierto placer en dejarlo contrariado –como cuando tenía menor desempeño en el voleibol; en desarmarlo cada que se mostraba gentil con él; en desconcertarlo- como cuando se sorprendió por traer la cremallera abierta. Y todo eso era mucho más divertido que discutir o iniciar una pelea con él. Llegaba a ser divertido el modo como Malfoy se malhumoraba por las mañanas, hacía expresiones snobs, tal como un niño mimado y arrogante.

    Pero sobre todo, era curioso el modo en cómo el chico se defendía de su cercanía, estaba tenso, irritado. Harry era consciente de que resultaba mucho más difícil para el otro tragarse su orgullo y aceptar que estaban más unidos ahora. Pero era exactamente por eso era tan divertido verlo en sus debates internos, en donde la terquedad siempre terminaba venciéndolo. Finalmente, Malfoy solamente estaba comportándose bien porque el moreno lo había desafiado. Por lo tanto, estaba demostrando bastante determinación.

    Harry nunca imaginó que aquella tregua fuera a durar tanto tiempo. Aunque no lo decía por su parte, porque finalmente él no estaba mintiendo en desear que terminara aquella infantil rivalidad entre los dos, y se consideraba lo suficientemente grande para tales actitudes. Pero lo intrigante era que Malfoy estaba controlándose más de lo que él suponía posible. El rubio no había abandonado sus caretas burlonas ni su tono arrogante, pero era todo una fachada. Un hecho ya que Harry siempre conseguía doblarlo. Malfoy bufaba, recelaba, y aun así, siempre terminaba cediendo, como un niño mimado que de repente se ve solo en la casa de una tía rigurosa, sin poder recurrir a sus padres para poder hacer su voluntad.
    Harry se sorprendió con su propio rostro sonriéndole desde el espejo retrovisor. Nunca se imaginara sonriendo tan suavemente al pensar en Malfoy. Tal vez sí una sonrisa burlona, o cínica, pero no aquella sonrisa nostálgica en su propio rostro que le había sorprendido hace algunos segundos. ¡Parecía tan irreal!

    Era muy extraño en la manera como las cosas sucedían. En un momento no se miraban sin que las chispas fueran liberadas de uno de los dos; al momento siguiente se estaban reuniendo con regularidad e inclusive conversando sobre asuntos íntimos. Oh sí, Harry siempre recordaría esa expresión emotiva de Malfoy cuando estaba platicando sobre su perro Toby. Había quedado intrigado al ver aquel rostro tan frío y petulante con una carga emocional tan… ¡humana! Inclusive la voz del rubio parecía haber cambiado cuando él se abrió, se había tornado más profunda y menos arrastrada de lo normal. Lo mismo ocurrió en los raros momentos en el que lo sorprendió sonriendo, pero con una sonrisa sincera que iluminaba su rostro, una sonrisa que mostraba unos dientes largos y blancos y que llevaba un brillo de vida a sus ojos glaciales. Parecía incluso otra persona. O tal vez otra parte de la misma moneda… ¿Quién sabe?

    La verdad era que Harry se había aproximado al rubio de una mala gana, desconcertado, solamente por una causa: el trabajo en equipo en los entrenamientos de voleibol. Sin embargo, la situación ahora había cambiado y él podía reconocerlo Ahora, Harry estaba dispuesto a dar los pasos necesarios para conocer ese otro lado de Draco Malfoy. Y no era solamente por curiosidad. Harry no era tan tonto como para negarse a sí mismo que comenzaba a disfrutar la presencia del rubio. Pero eso era relativo, porque últimamente, Malfoy era prácticamente su única compañía…

    El sonido de un claxon le hizo sobresaltarse. La señal del semáforo ya estaba en color verde desde sabe cuánto tiempo y Harry se sentía avergonzado por haberse distraído a ese punto. Un leve rubor apareció en sus mejillas cuando finalmente cruzó la calle continuando su camino a casa. Decidió que era más seguro ocupar su mente con otras cosas por lo que encendió la radio.

    Al llegar a casa, Harry fue recibido por Snuffles que saltó contento para que le acariciara las orejas.

    - Hey, ¡tranquilo muchacho! ¿Dónde está Padfoot?

    La primera cosa que vio fue la cocina… limpia. Sin trastes regados o rastros de comida. Abrió el microondas y descubrió que tampoco había nada. Entonces descubrió una nota pegada en la puerta del refrigerador con la desarreglada letra de su padrino.

    Compras, Harry. Paciencia...

    Harry sonrió al papel. Sirius odiaba hacer las compras, detestaba ir al supermercado. Se quejaba todo el tiempo de la demora de Remus que, pacientemente, comparaba los precios y vigilaba el carrito para que Sirius no metiera chatarra u otras porquerías totalmente inservibles e insanas. Sintió algo húmedo y caliente en la mano y miró hacia abajo. Era Snuffles lamiéndole la mano.

    - Yo también estoy hambriento, pero tenemos que esperar... Ven, vamos a ver televisión.

    Una vez que Harry se sentó frente al televisor, Snuffles corrió a la puerta y después escuchó la llave siendo colocada en la cerradura.

    - ¡Vamos, Padfoot! ¡Estas bolsas están pesadas! – dijo la voz paciente de Remus

    - ¡La llave está atorada, no quiere girar!

    Snuffles ladró.

    - ¿Ya has intentado girar el pomo? – sugirió Remus y un segundo después la puerta se abrió.

    - Ups... – exclamó Sirius con torpeza- Ya estaba abierta. Hola Snuffles, ¿ya llegó Harry?

    El perro ladró y Harry se apoyó en el respaldo del sillón para sonreírle a os dos hombres que colocaban las bolsas en la mesa.

    - Hola, Harry – saludó Remus animadamente

    - ¡Hola Moony! ¿Hay más bolsas en el carro?

    - Sí, ¿podrías sacarlas por nosotros?

    - Claro - Harry fue al carro y agarró las tres bolsas que faltaban, y entonces pudo escuchar la voz malhumorada de su padrino:

    - ...Todavía no he hablado contigo, Moony. ¿Piensas que ya olvidé que estabas coqueteando con esa muchacha del supermercado?

    - Yo no estaba coqueteando con nadie, Padfoot…

    - ¿Ah, no? ¿Entonces de qué tanto estabas hablando tanto con ella?

    - Estaba pidiéndole trescientos gramos de jamón, doscientos gramos de queso…

    - Lo sé, pero ¿por qué estabas mirándoles las piernas todo el tiempo?

    - ¡Yo no estaba mirándole las piernas! ¡Ella estaba atrás del mostrador! Y yo solamente estaba escogiendo las piezas de la nevera…

    Harry entró con mucho cuidado para no llamar la atención.

    - ¿Y tú esperas que yo me crea eso? – Sirius puso sus manos en la cintura y Snuffles lamió una de ellas – Oh! Mi bebé tiene hambre ¿no?

    Sirius presto su atención a Snuffles y Remus puso los ojos en blanco meneando la cabeza. Harry depositó las bolsas en la mesa y comenzó a ayudar a Remus a guardar la despensa.

    - Aquí hay croquetas para ti… Snuffles, ¡no pongas esa cara! ¡Son muy sabrosas! No seas quejumbroso. No quieres que yo coma para mostrarte que es más sabrosa, ¿no eh? Está bien, come un poquito y después te doy comida de verdad…

    - ¡Así nunca va a aprender, Padfoot! – le reprendió Remus con la voz sofocada por tener la cabeza dentro de la alacena organizándola.

    - No importa lo que él te diga, ¿ok, Snuffles? Él es feo. No sabe lo que es rico de verdad. Hey, Harry – Sirius lo llamó a escondidas y agarró una salchicha de una de las bolsas - ¡Mira lo que he conseguido traer de contrabando para nosotros! – susurró mostrando una caja de bombones y unas barras de chocolates con avellana; su rostro sonreía traviesamente y con un entusiasmo infantil.

    - ¿Piensas que no vi eso, Sirius? – dijo Remus con la cabeza aun dentro de la alacena.

    Sirius se encogió de hombros.

    - Entonces, ¿por qué dejaste que lo trajera? – preguntó ácidamente.

    - Porque Harry se lo merece – Remus se encogió de hombros poniéndose de pie e ignorando la mueca celosa de Sirius – Y hablando de ti, Harry, debes tener hambre ¿no es así?

    Harry abrió la boca para responder, pero su estomago habló por él. Entonces se limitó a sonreír de manera graciosa y masajearse la barriga.

    - No te preocupes Harry – sonrió Remus bondadosamente – Puedo preparar cualquier cosa en un instante.

    - ¿Cualquier cosa? – resopló Sirius. - Déjame adivinar: algo con zanahorias, pimientos y otros vegetales, ¡ught!

    - ¡Eso mismo! – Dijo Remus con toda dignidad sacando tomates, pimiento y cebolla – Algo saludable y delicioso: Carne de res con verduras.

    - Mmm - hizo Harry.

    - ¡Ugth! – exclamó Sirius.

    - ¿Necesitas ayuda, Moony? – se ofreció Harry.

    - Claro, así terminaremos más rápido ¿Podrías picar los ingredientes, por favor?

    Harry se lavó las manos y comenzó su tarea.

    - ¿Y nosotros? - Sirius se señaló a sí mismo y después a Snuffles.

    - Ustedes vayan a ver la televisión – les despidió Remus buscando una buena olla. – Aunque podrías lavar unos platos por mí. Necesito una olla que está sucia.

    - Hey – protestó Sirius. - ¿Por qué yo tengo que hacer la peor parte? ¿Por qué no le pides a Harry que lave los trastes y yo pico las verduras?

    Snuffles ladró.

    - Porque lavar es más seguro - dijo simplemente. – Y tú Snuffles saca la basura.

    Harry señaló a la bolsa de basura a un lado y Snuffles entendió, tomándola y abriendo la puerta con una pata.

    - ¿Insinúas que no tengo capacidades? – se indignó Sirius.

    - ¡De ninguna manera! Eres muy hábil… con un piano... Pero con un cuchillo... - Sirius resopló y se dirigió a grandes zancadas al fregadero, subiéndose las mangas con cierta brutalidad.

    Snuffles orgulloso regresó de la calle y se fue directamente a la sala. Sirius estaba enojando enjabonando los platos. Remus suspiró y le lanzó una mirada cuestionadora a Harry. El muchacho hizo una mueca antes de parpadear varias veces y señalar a Sirius. Remus entendió el mensaje y se acercó a Sirius abrazándolo por los hombros para hablarle al oído.

    - No estás enfadado conmigo, ¿verdad?

    - Por supuesto que lo estoy - murmuró el otro.

    - Déjame lavar los platos y tú ve a ver televisión con Snuffles - Remus besó la mejilla de su novio con suavidad.

    Entonces, la copa que Sirius estaba lavando se le resbaló, golpeando el fregadero y haciéndose añicos.

    - ¡Ups! - dijo Sirius, regalándole una amplia sonrisa a Remus y robándole un beso de sus labios antes de correr en la habitación y acostarse en el sofá.

    Remus se cubrió la cara con las manos y Harry se mordió los labios para no reír.

    -----------------

    QUOTE
    En el próximo capítulo…

    - Ni lo sueñes, Potter.

    - ¡Malfoy, por favor! Nunca te he pedido nada, ¿qué te cuesta?

    Draco se removió, incómodo con la visión de chico de rodillas frente a él, mordiéndose el labio inferior y mirándolo directamente a los ojos en expectación. Sintió nuevamente ese airecillo frío en el estómago y la boca seca. Intentó tragar una vez más, pero no pudo hacer que las palabras salieran de su garganta. Potter inclinó la cabeza a un lado y frunció la frente en súplica. Draco movió la boca, pero acabó echando la cabeza hacia atrás, bufando.

    QUOTE
    Notas finales:

    Notas de la Autora: ¡Hola gente! Por supuesto que la canción es In my place – Coldplay. Y fue por ella que elegí ese título para el capítulo: quebrando fronteras. Esa reflexión de Harry la agregué de última hora a causa de los innumerables pedidos que he recibido por el punto de vista del moreno. Estaba reservándolo para un momento más adelante, pero ustedes me acabaron convenciendo. XD ¿Qué no hago por ustedes?

    Fue sofocante escribir esas pocas líneas en las que él estaba dentro del auto, reflexionando sobre el comportamiento de Draco… escribía, releía, agregaba algunas cosas, borraba otras, y no me gustaba el resultado. Para variar, no estoy segura sobre lo que él piensa, espero que les haya gustado (Amy mordiéndose las uñas). ¡En serio, es mucho más fácil para mí enmarcar la mente de Draco que la de Harry! Harry parece más complejo, a pesar de ser transparente… es difícil colocar en palabras todos los puntos de su personalidad. Y, ¡me encanta como personaje! Realmente espero que les haya gustado el personaje, ay ay ay…

     
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  4. Kari Tatsumi
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    Capítulo Catorce

    Manzana




    Mientras recorría las veinticinco cuadras de la mansión hasta el parque silenciosamente, Draco reflexionaba sobre los últimos días. Nunca había sido de pensar mucho sobre su vida, sólo vivía y dejaba vivir. Pero últimamente estaba muy reflexivo. Tanto que prácticamente había abandonado sus viejos hábitos y sus antiguos compañeros por un par de ojos verdes. “¡Oh, ese pensamiento fue aterrorizante!”, pensó “¡Quien me escuchara decir eso pensaría que estoy enamorado!”. Y lo peor de todo era que dichos ojos pertenecían a un chico. El chico que había detestado durante siete años enteros y con el cuál estaba platicando más que con su familia, incluyendo a Natalie.

    Potter nunca había intentado darle alguna lección de moral, o hacerlo cambiar sus costumbres e ideas, sin embargo conseguía influenciarlo a tal punto de que ya no se imaginaba retomar su vida del modo que era dos semanas atrás. La noche anterior Pansy había conseguido arrastrarlo a una discoteca con los demás. Bueno, en realidad, prácticamente Draco se había obligado a ir, pues tres sábados seguidos sin fiesta sonaban como una afrenta para sus oídos. Más aún después de cierto sueño…

    El problema era que no se sentía a gusto en la discoteca. No conseguía prestar atención a las bromas pesadas que eran gritadas por encima de las copas que se vaciaban con una rapidez impresionante; había huido de la traviesa mano de Pansy, de los esfuerzos por atraer su atención –que ya no eran pocos; ni siquiera se había sentido tentado de invadir la pista de baile con una de las chicas que se le habían insinuado –nada discretamente; no soportaba aquella música y las luces vertiginosas que comenzaban a marearlo; hasta que se cansó de todo y se levantó, aprovechando la oportunidad de que Pansy fue al baño, y se despidió sin dar explicaciones. Probablemente todos pensarían que estaba intentando librarse de Pansy para encontrar alguna otra chica e inventarían alguna excusa por su ausencia. Perfecto. Sería magnífico si ellos pensaran eso cuando en realidad había ido al parque. Si volvía a casa a esa hora, su madre le diría a Pansy, ciertamente, así que decidió caminar por el vacío lugar, mirando las estrellas y deseando tener alguien para simplemente conversar. Un cierto alguien, en realidad…

    Regresó a casa a las dos y media de la mañana, que era un horario razonable. Además de eso, el cansancio lo venció en poco tiempo, haciendo que cayese en un sueño sin sueños y despertase hasta las once y media de la mañana –por algún motivo, se había agarrado desesperadamente a la almohada, abrazándola, pero ese no era el caso. Lo peor, tal vez había sido pasar el resto del día ansiando ese encuentro, sin conseguir mantener su atención en la televisión, ni en la computadora, ni siquiera en un libro o en la música, nada le quitaba esa ansiedad.

    Por otro lado, se sentía cada vez más ligero conforme se acercaba al parque. Al instante encontró a Potter, esta vez sin la compañía de Snuffles. Estaba sentado al lado de la bicicleta con la cabeza apoyada en el tronco de un árbol, picoteando distraídamente hojas secas. Tenía una expresión tranquila en el rostro y balanceaba una de sus piernas. Draco se bajó de la bicicleta y caminó hasta él halándola, deseando tardarse mucho en llegar, sólo para admirarlo un poco más. Cuanto más lo viese, más ganas tenía de observarlo, como si sus ojos estuviesen viciados, o hechizados por aquella visión de perfección llena de defectos. Natalie tenía razón, como siempre, él era fascinante.

    Potter abrió los ojos cuando escuchó el sonido del pasto siendo pisado y… sonrió, obviamente.

    - ¡Mira nada más, quién lo diría! ¡Llegaste en el horario marcado! – bromeó, pero sin maldad.

    Draco desvió la mirada, sin palabras. Era gracioso cómo aquel chico de cabellos desordenados conseguía ponerlo incómodo.

    - ¿Todo bien? – aquellas dos palabras hicieron a Draco mirarlo. No sonó como un saludo formal o meramente educado, pero parecía cargado de simpatía, y eso, ciertamente, era algo nuevo.

    Se dio cuenta de que tal vez estaba demorando demasiado en responder el saludo y asintió con la cabeza. Potter pareció satisfecho con eso y se levantó, montando en su bicicleta. Draco lo imitó y esperó instrucciones, como siempre.

    - ¿Tienes preferencia por algún lugar para andar, Malfoy? – parecía que todo estaba saliendo un poco diferente a lo que esperaba. Por ejemplo, no esperaba aquel tono agradable en la voz del otro. Potter siempre había sido extrovertido con él, pero había algo nuevo. Como si sólo hasta ahora estuviese realmente apreciando su compañía. ¿O sería una broma que su fértil imaginación le estaba jugando?

    - No. No acostumbro andar en bicicleta – acabó diciendo, esforzándose para parecer con ganas de aquello.

    Los ojos del moreno brillaron por detrás de los lentes y sonrió nuevamente.

    - Entonces sígueme.

    Atravesaron el parque y rodearon el lago, donde algunos niños respondían los saludos del moreno. Pasaron por un puente y entraron en el bosque. Un viento fresco trajo el aroma de eucaliptos mientras seguían el sendero. Hasta que el sonido de un piano quebró el silencio, llamando la atención de Potter, quien lo miró.

    - ¡Hey, eso es Mozart!

    - Es evidente, Potter – Draco no tuvo tiempo de reprimirse.

    - ¿Es tu celular? – preguntó, ignorando su tono sarcástico.

    - Sí.

    Potter paró, apoyándose en una de sus piernas y Draco fue forzado a hacer lo mismo.

    - ¿No vas a contestar?

    - No – se encogió de hombros.

    - ¿Por qué?

    - ¡Porque no quiero, caray! Además de eso, me gusta la melodía – Draco volvió a pedalear y luego Potter lo alcanzó, sin más preguntas.

    La música cesó y comenzó nuevamente, pero el rubio fingió no escucharla.

    Cuando la pantalla de su celular ya mostraba tres llamadas perdidas, Potter salió del sendero y paró bajo un frondoso árbol.

    - ¡Llegamos!

    Draco analizó el paisaje. Estaban cercados de árboles por todos lados.

    - ¿Qué tiene este lugar de diferente a todo el trayecto hasta aquí? – preguntó, sarcástico.

    - ¡Ese árbol! – Potter se apoyó en dicho tronco y lo acarició con cariño.

    Draco torció los labios.

    - ¿Qué tiene de especial?

    - ¡Oh, Malfoy, por favor! Todos los otros son eucaliptos o robles, pero este es un manzano.

    - ¿Y? - ¿Será que debía reverenciar el árbol o felicitarlo?

    Potter rodó los ojos, se puso a rodear el tronco mientras miraba hacia arriba y hablaba.

    - Desde que me mudé para acá, lo encontré aquí en medio de los demás y comencé a visitarlo regularmente, esperando que diese frutos. Ves, ya está cargado, pero aún no hay ninguna manzana madura…

    Fue el turno de Draco de rodar los ojos.

    - Mira, si lo que quieres son manzanas, ve a una frutería o a un supermercado y compra una, Potter.

    Potter dejó que sus hombros cayeran y se sentó junto al tronco.

    - No lo entiendes, ¿verdad, Malfoy? Cuando vivía con mis tíos, no había un parque para que yo lo visitase, ni bosque, ni nada de eso. Apenas algunos pocos árboles en la calle, pero no era lo mismo. Ellos siempre iban a una casa de campo a pasar algunos días, pero nunca me llevaban. Comprar manzanas es muy fácil, siempre he comido manzanas compradas, pero nunca he comido alguna que haya cogido directamente de un árbol, ¿entiendes?

    Draco lo miró como si fuese algún bicho raro y feo. ¿Por qué alguien desearía comer una fruta cogida directamente de un árbol? Su padre tenía una casa de campo, pero desde que tenía diez años no la visitaba. No tenía gracia en aquél fin del mundo, matando moscas en sus brazos y mirando aquél monte de árboles.

    - Eres extraño, Potter – acabó diciendo y Potter rió.

    - Debo serlo. ¡Debo ser un loco, idiota y otras tantas cosas!

    Draco se quedó mirándolo por algunos segundos, imaginando si valía la pena ensuciar su ropa sentándose en el suelo. Por increíble que parezca, aún tenía la playera puesta. Si bien andando en bicicleta transpiraba menos que corriendo…

    Acabó agachándose al lado de Potter, apoyándose en las piernas sin recargarse en el suelo.

    El moreno suspiró y se acostó en el pasto, irguiendo las piernas paralelamente al árbol y lo miró. Draco se quedó desconcertado por un momento e intentó mirar para todos lados menos hacia él, pero en ese momento se escuchó nuevamente cierta melodía.

    - Puede ser algo importante, Malfoy – ponderó Potter.

    Draco finalmente sacó el celular de su bolso y verificó la pantalla.

    - ¿Importante? ¡Humpt! – lo abrió y gritó hacia el aparato - ¡Dolor de cabeza, Pansy! ¡Dolor de cabeza!

    Volvió a cerrarlo con fuerza y Potter se carcajeó.

    - ¡Malfoy, eres todo un personaje! ¡Te pareces a aquellas mujeres que intentan librarse de sus maridos diciéndoles que tiene dolor de cabeza!

    Draco estrechó los ojos, pero creyó mejor no decir los insultos que pasaron por su mente..

    - ¿Siempre usas esa excusa para huir de ella?

    - ¡No es una excusa! – lo pensó mejor. – Bueno, ahora mismo es una excusa, pero mis dolores de cabeza no son broma. Ella lo sabe, por lo tanto no intentará llamar de nuevo.

    - ¿Jaqueca? – preguntó el moreno, pareciendo interesado.

    - Por increíble que parezca, no es jaqueca – explicó, finalmente cansándose de apoyarse en las piernas y sentándose en el pasto. – Es hereditario. Mi abuela tenía eso, mi madre lo tiene y yo también, pero es simplemente dolor de cabeza, a pesar de no tener nada de simple, si es que me entiendes…

    - Sabes, ahora que lo dices, creo que Sirius tiene el mismo problema. No tan frecuente, pero lo tiene – Potter parpadeó. - ¿Eres primo de mi padrino, cierto?
    - Mi madre es su prima, lo que me da un grado de parentesco más distante – Draco reparó en que su tono de voz era tan suave como el del otro, pero no hizo nada para cambiar eso. Estaba sintiéndose extrañamente confortable así, de momento.

    - Oh, tienes razón… ¿Narcisa verdad?

    - Sí.

    Hubo una pausa en la que Draco tuvo casi certeza de que Harry estaba analizándolo, pero no lo miró para confirmar sus sospechas, hasta que volvió a hablar.

    - ¿Pero qué hay de Parkinson?

    - ¿Qué hay con ella? – preguntó ácidamente. ¿Por qué esa niña tenía que regresar a la conversación? ¿Será que conseguía entrometerse aún no estando presente?

    - ¿Te gusta?

    Draco lo miró entrecerrando los ojos.

    - ¿Y a ti qué te importa? – dijo mordaz. - ¿Por casualidad estás interesado?

    De algún modo eso le incomodaba, pero no exactamente por parte de Pansy.

    - ¿Yo? ¿Interesado en aquella pesada? – Potter se botó de risa. – No, definitivamente no. ¡Sólo que no sé cómo la soportas! Bueno, creo que de hecho no la soportas – apuntó, perspicaz.

    - ¿Quién está entrometiéndose ahora, eh? – gruñó.

    Potter se encogió de hombros y puso las manos detrás de su nuca, apoyándose en ellas.

    - Sólo decía lo que pienso.

    - ¿Y por qué crees que no la soporto?

    - Bien, sólo su voz es irritante, habla demasiado, es escandalosa, pegajosa, y últimamente te has negado a sentarte con ella en clase. ¿Me olvidé de algo? Oh, sí, nunca te has comprometido con ella, a pesar de que ella cree que te tiene en la palma de su mano.

    Draco abrió la boca espantado.

    - ¡Ella no me tiene en la palma de su mano! – se indignó. Fuera de eso, los demás argumentos eran correctos.

    - Es evidente, Malfoy – Potter usó sus propias palabras. – La cambiarías por cualquier otra que estuviese frente a ti el tiempo suficiente – la mandíbula de Draco cayó aún más, pero el otro continuó. – Pero la cuestión es, ¿por qué no le das una patada en el culo de una vez?

    El rubio irguió la nariz y lo miró por encima. Pensó en responder con un “no es de tu incumbencia” bien maleducado, pero de alguna forma responder a la pregunta le pareció más tentador.

    - No puedo – acabó soltando, y las palabras “te tiene en la palma de su mano” sonaron impertinentemente en su mente.

    - ¿Por qué? – el moreno parecía realmente curioso.

    - Mi padre me mataría – las palabras escaparon por entre sus dientes cerrados. – El Sr. Parkinson es un importante aliado en la empresa Malfoy y yo tengo que agradarle a ella o arruinaría los negocios de mi padre. ¿Qué culpa tengo yo de que esté obsesionada por mí?

    - Empleaste la palabra perfectamente, Malfoy. Obsesión.

    - Pues sí. Así puedes ver que no tengo alternativa. No puedo simplemente mandarla a volar.

    - No exactamente – canturreó Potter y Draco lo miró alzando una ceja.

    - ¿Cómo?

    - Tal vez ese no sea el camino a tomar, pero siempre hay una alternativa, Malfoy.

    - ¿Y cuál es esa alternativa, Potter? – dijo, sarcástico.

    - Sólo necesitas darle una ayuda para que ella se enamore de alguien más y olvide esa “obsesión” que tiene por ti.

    Draco frunció el ceño irritado.

    - ¡Dilo de una vez, Potter! ¡Sin rodeos!

    - ¿Sabes cuál es tu problema, Malfoy? – Draco rodó los ojos y lo miró desafiante. – No prestas atención a las personas a tu alrededor. Si lo hicieras, sabrías que Justin Finch-Fletchley está coladito por Parkinson desde el colegio.

    - ¿Finch-Fletchley? – preguntó incrédulo. - ¿Aquél debilucho de Contaduría?

    - ¡No es un debilucho, Malfoy! – dijo Potter cansinamente.

    - Joder, ¿y entonces por qué aún no se le declara?

    - Porque es como si ella tuviese una plaquita pegada en la frente: “Propiedad de Draco Malfoy”

    Draco se acarició distraídamente la barbilla.

    - Pero… ¿Qué hago entonces?

    - Bueno, aún no he pensado en eso – Draco bufó y se cruzó de brazos. – Pero ya veremos qué hacemos.

    Draco no podía entender el motivo del frío que llegó a su estómago causado por aquél simple “hacemos”. Pero no tuvo mucho tiempo para pensar en eso.

    - ¡La encontré! – gritó Potter mirando hacia arriba y se puso de pie ágilmente.

    - ¿Qué? – preguntó Draco también mirando al cielo.

    - ¡Una manzana!

    - Oh, no – Draco enterró el rostro en sus manos, pero Potter no se dejó vencer.

    - ¡Mira! ¡Está madura! ¡Ahí está, mírala! – el moreno estaba bastante entusiasmado apuntando hacia arriba por lo que Draco avistó la fruta roja en una de las ramas más altas, probablemente lejos del alcance de las manos.

    Potter pareció analizar la distancia primero, probó un salto, pero sus dedos apenas tocaron las hojas de abajo. Pasó a analizar el tronco del manzano.

    - Mierda, es imposible de escalar.

    El rubio se entretuvo observando los esfuerzos del otro, quien intentó saltar nuevamente, haciendo que la rama se balanceara, buscó ramitas en el suelo para golpearlo, sin embargo nada de eso funcionó. La manzana continuaba firmemente presa. Hasta que Potter finalmente miró a Draco como si apenas lo notara. Se mordió la lengua, en un gesto común delatando que estaba desarrollando una idea.

    - Malfoy – comenzó tentativamente. - ¿Podrías subir a mis hombros y tomarla?

    - ¿Qué? – preguntó Draco, después de unos segundos de duda.

    - ¡Lo que escuchaste! Sube a mis hombros y toma la manzana por mí. Por favor – agregó plácidamente.

    - ¡Por supuesto que no! – Draco sonrió. - ¿Estás loco? ¡Nos caeríamos los dos y mi golpe sería mil veces peor que el tuyo!

    - ¡Entonces deja que me suba en ti! – sugirió, haciendo que los ojos del rubio se abrieran cómicamente y comenzara a balancear su cabeza negativamente.

    - No, Potter.

    - ¡Malfoy, por favor! Nunca te he pedido nada, ¿qué te cuesta, sí?

    Draco se removió, incómodo con la visión del chico arrodillado frente a él, mordiéndose el labio inferior y mirándolo directamente a los ojos, expectante. Sintió nuevamente aquella sensación de frío en el estómago y su boca seca. Intentó negarse una vez más, pero no logró que las palabras salieran de su boca. Potter inclinó la cabeza hacia un lado y frunció la frente en súplica. Draco abrió y cerró la boca varias veces, pero acabo haciendo la cabeza hacia atrás, bufando.

    - Está bien. Pero tú arriba. Quiero decir… tú subes a mis hombros.

    Potter le regaló una blanca y perfecta sonrisa, como un niño que acababa de ganar un regalo anticipado.

    - ¡Genial! – se puso de pie y le ofreció la mano a Draco, quien la aceptó en el mismo instante. – Date la vuelta.

    - ¿Eh? – cuestionó Draco, nervioso. Potter sonrió.

    - Date la vuelta y une tus manos a la espalda haciendo un escalón para que yo pueda subir – explicó, quitándose los tenis y pisando el pasto con las medias blancas.

    Draco tardó un poco en obedecer. Le dio la espalda al otro y entrelazó los dedos en la base de su columna. Sintió dos manos asegurar sus hombros con fuerza mientras Potter apoyaba uno de sus pies en sus manos.

    - Si crees que no soportas mi peso, avísame antes de soltar los dedos, ¿de acuerdo?

    - ¿Estás insinuando que soy demasiado débil, Potter?

    - No. Estoy insinuando que no me quiero llevar un buen golpe.

    - Está bien. Apúrate antes de que me arrepienta.

    Potter colocó todo su peso en los hombros de Draco –quien hizo un gesto, obligando a sus propias rodillas a mantenerse firmes– y se irguió rápidamente, pasando uno de sus muslos sobre un hombro, y luego el otro.

    - Wow – apoyó las manos en el árbol para equilibrarse mientras se aseguraba a los hombros del otro. - ¡Agarra mis piernas, Malfoy!

    Draco dudó un poco antes de menear la cabeza –o intentarlo, ya que tenía al chico en sus hombros– y aseguró ambas piernas de Potter.

    - ¡Con ganas, Malfoy! – dijo, divertido. - ¡No te voy a morder por eso!

    “¡No puedo creer que estoy haciendo esto!” pensó antes de agarrar aquellas piernas con más firmeza, ayudándolo a equilibrarse mejor y tener más estabilidad. Potter se soltó del árbol y agarró su cabello.

    - ¡Hey! – protestó.

    - Malfoy, si me tiras, te juro que me llevo buena parte de tu cabello conmigo, ¿entiendes? Ahora posicióname bajo la manzana.

    Draco gruñó y enterró los dedos más profundo en las piernas gruesas del chico, dando dos lentos pasos hacia el frente.

    - ¿Aquí está bien?

    - Un poco más a la izquierda. Eso, perfecto – una de las manos que estaban en su cabello se soltó y escuchó el sonido de un tallo partiéndose. - ¡La tengo! ¡Es perfecta! ¡Oh! ¿Y cómo es que bajoa hora, Malfoy?

    - ¡Potter! – se irritó y tuvo ganas de empujar las piernas del otro, provocando su caída, al escucharlo reírse.

    - ¡Calma! ¡Estoy bromeando! Muerde la manzana – su visión fue obstruida por algo rojo.

    - ¿Qué?

    - Olvídalo. Ya la muerdo yo. Ahora puedes soltar mis piernas. ¡Seguramente les quedarán las marcas de tus dedos permanentemente!

    Draco lo soltó y sintió ambas manos del moreno en su cuello. Los muslos fueron alejados y, en un solo impulso, Potter se apoyó completamente en sus hombros, haciendo que sus rodillas casi se doblasen, y tiró las piernas hacia atrás, cayendo de pie en el suelo.

    Se giró para ver a Potter sacándose la manzana de la boca, ya faltando un pedazo.

    - ¡Hum! – Potter masticó y tragó. – Lo vale, colega. ¡Es una delicia! – Potter dio otra mordida entusiasmada, provocando aquel sonidillo tan característico, se limpió la boca con el dorso de la mano y le extendió la fruta. - ¿Quieres un pedazo?

    Draco pensó en rehusarse, pero Potter hacía a la fruta parecer tan suculenta que acabó aceptándola y la giró entre sus dedos antes de hincarle el diente. Era sólo una manzana, caray. No tenía nada de especial. Se la devolvió al moreno, quien se sentó en el suelo nuevamente, continuando comiendo. ¿Por qué será que hacía que las cosas más simples pareciesen tan sabrosas? Se sentó a su lado, la manzana estaba frente a sí, nuevamente. La aceptó.

    ¿Acaso el pedazo que estaba en la boca de Potter era más sabroso? Sólo ese pensamiento lo hizo casi ahogarse, pero lo disimuló bien. ¿Qué carajos quería? ¿Tomar la manzana directamente de la boca del otro para probar que realmente no tenía algo más?

    - Bueno, parece que Parkinson entendió el mensaje – concluyó Potter cuando terminó de comer. Draco simplemente concordó con la cabeza. – Ya está comenzando a oscurecer. Mejor nos vamos o no veremos el sendero de vuelta.

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    Sirius estaba sentado en el sofá, acariciando los cabellos de Remus, que estaba recostado con la cabeza en sus piernas. A pesar de que sus ojos se concentraban en la televisión, no la estaba viendo realmente. Snuffles estaba desparramado en el tapete, con los movimientos de su respiración acompasados y tranquilos. Los pensamientos de Sirius estaban vagando y él tenía una leve sonrisa nostálgica en los labios, hasta que Remus gruñó y se movió, abriendo los ojos.

    - Hum, creo que me dormí un poco… - dijo medio perdido, volviendo a cerrar sus ojos dorados.

    - ¿Un poco? Ya está oscureciendo, ¿sabías?

    Remus sonrió despreocupadamente, se limpió la esquina de la boca –¿de baba?– y se giró para verlo sin, tan siquiera, levantarse.

    - Estoy tan a gusto aquí… - dijo mañoso.

    - Claro, mi amor, ¡estás recostado en las piernas de Sirius Black!

    Remus rió y se dejó perder en las caricias nuevamente, dándose cuenta que se volvería a dormir si no hacía algo para espantar el sueño.

    - ¿Dónde está Harry, Padfoot? – preguntó con la voz pastosa.

    - Dijo que iba a andar en bicicleta con Malfoy.

    Remus arrugó la frente y abrió los ojos.

    - ¿Draco Malfoy?

    - Sí – y como Remus aún parecía curioso, continuó explicando, con el semblante bastante serio. – Se ha estado encontrando bastante con el riquillo por causa de los entrenamientos de voleibol. Dijo que fueron amenazados con ser expulsados si no lograban una convivencia más tolerable, así que comenzaron a correr juntos. Pero, sabes…

    Hizo una pausa para organizar sus pensamientos. Remus esperó pacientemente.
    - No le dije nada a Harry para no desanimarlo, pero no me gusta aquél chico. Creí que quedarían un día o dos, pero ya hasta resolvieron sus problemas, quién sabe si hicieron un trato, sin embargo Harry parecía entusiasmado de salir hoy. ¿Tú qué crees, Moony? ¿Debo alertarlo, decirle que no se tome tanta confianza?

    Remus pensó un poco antes de responder.

    - Draco es un buen chico, por lo que he podido observar. Es aplicado, se esfuerza mucho, un poco mimado y arrogante, yo diría, pero aún así creo que no hay ningún problema.

    - ¿Estás seguro? Es hijo de aquella víbora Lucius…

    - Mira, tú eres un Black, pero eso no significa que seas una víbora – dijo Remus con una sonrisa bondadosa. – Creo que buena parte del carácter de Draco aún no está formada. Es medio influenciable, creo que le va a hacer mucho bien la compañía de Harry por un tiempo.

    - No sé, Moony – dijo Remus, desconfiado. – Podría aprovecharse de la bondad de Harry también. Sabes cómo es él, confía mucho en las personas. Incluso más ahora, que está un poco solo, por causa del noviazgo de Ron y Mione…

    - Harry sabe cuidarse, Sirius. Tuvo que aprender a valerse por sí mismo desde que tuvo uso de razón, no te preocupes por lo que él considere correcto. Heredó la sensibilidad de Lily, sabrá doblar a Malfoy. Además, Harry es demasiado cautivante. No creo que Malfoy sea inmune a ello.

    Sirius frunció los labios, se rascó la barbilla, la cabeza…

    - Está bien. Pero si lastima a Harry, ¡se las verá conmigo!

    - Si lastima a Harry, se las verá con nosotros – sonrió Remus y Sirius casi se perdió al observarlo.

    - ¿Moony?

    - ¿Hum?

    - Se me durmieron las piernas.

    - ¡Oh, perdóname! – Remus se levantó rápidamente, Sirius se llevó las manos a los muslos para regresarles la sensibilidad, después se aproximó al otro pasando un brazo por sus hombros y tomando su barbilla con la otra mano.

    - Hum, así puedo besarte… - y no dándole tiempo al otro para reaccionar, colocó sus labios en un beso calmo. - ¿Pero no crees que está tramando alg…?

    - Sirius – Remus colocó un dedo sobre los labios de su novio. - ¿Me besas?

    - Eso es golpe bajo – murmuró Sirius, mordiendo la barbilla del otro.

    - Lo sé – respondió Remus travieso, y Sirius no se resistió.

    --------------------

    Príncipe Slytherin dice: Te quedó muy bien el artículo. No recuerdo muy bien en este momento, pero me parece que nosotros tenemos un sistema de identificación digital en funcionamiento. Debe estar en la fase inicial, ¡así que creo que tu información no será muy útil!

    Pues sí, después de pasar más de tres horas en compañía de Potter, Draco aún tenía valor de conectarse y platicar un poco más. Con otra identidad. No podía dejar de pensar en cómo el moreno reaccionaría si supiera con quién estaba hablando… Tal vez ni existiría la plática, en realidad…

    What if there was no lies

    (Y si no hubiesen mentiras)

    Nothing wrong, nothing right

    (Nada equivocado, nada cierto)



    .:Ángel:. dice: Oh, realmente espero que lo sean. ¡Ese artículo me dio bastante trabajo!

    Pero… quién sabe si podría sacarle algunas opiniones, sutilmente…

    Príncipe Slytherin dice: Bueno, ¿qué tal el fin de semana?

    La expectativa era siempre acompañada por un airecillo frío en el estómago. O sea, estaba teniendo muchas de esas sensaciones últimamente.

    .:Ángel:. dice: ¡Fantástico! ¡Mi padrino está enamorado! ¡Estoy tan feliz por ellos!

    Hum… ¿entonces ese era el motivo de la alegría el sábado por la mañana? ¡Black estaba enamorado! Pero… ¿será que en eso se resumía todo el fin de semana del chico? ¿No habría algún otro acontecimiento que tornase todo aún más fantástico? ¿Cómo, por ejemplo, paseos en el parque con Draco Malfoy…?

    What if there was no time

    (Y si no hubiese tiempo)

    Ad no reason or rhyme

    (Y ninguna razón o rima)



    Príncipe Slytherin dice: ¡Caray, una noticia de esas es siempre bien recibida! Felicidades para tu padrino y para la suertuda, claro.

    Bien que le gustaría saber quién era la enferma, pero no sería prudente cuestionar.

    .:Ángel:. dice: Vale. Ah, pero no fue eso todo lo que pasó. ¿Te acuerdas de aquel chico de quien te hablé?

    Draco se inclinó un poco más en dirección a la pantalla de la computadora de tanta excitación. Sus dedos hormigueaban extrañamente y su corazón se aceleró bruscamente, dejándolo casi jadeante. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué su pie no paraba de golpear tan rápido el suelo, moviendo toda su pierna? ¿Por qué tenía esas estúpidas ganas de morderse las uñas hasta que no existieran más?

    What if you should decide

    (Y si decidieras)

    That you don’t want me there by your side

    (Que no me quieres a tu lado)

    That you don’t want me there in your life

    (Que no me quieres en tu vida)



    Príncipe Slytherin dice: ¿El odioso? Sí, me acuerdo.

    Oh, era vergonzoso el modo en como sus manos, aún si su permiso consciente, volaban a su boca y sus dientes insistían en morder la uñas tan meticulosamente cortadas.

    Draco estaba sintiendo una sensación extraña en la boca del estómago, una opresión excesiva. Tenía miedo. Tenía miedo de haber echado a perder su oportunidad con su incontrolable mal humor. ¿Pero qué podía hacer?

    ¿Simplemente no podía actuar natural cerca de él? O tal vez su “actuar natural” era sinónimo de ser “odioso”… Pero ninguna de esas conjeturas cambiaba el hecho de que temía haber extinguido sus oportunidades de conquistarlo… q-quiero decir, ¡conquistar su simpatía, obviamente! Caramba…

    Sería necesario mucho mayor esfuerzo de su parte para arreglar siete años de burlas, provocaciones, palabras crueles…

    What if I got it wrong

    (Y si me equivoco)

    And no poem or song

    (Y no hubiese poema o canción)

    Could put right what I got wrong

    (Que pudiera arreglar lo que he arruinado)

    Or make you feel I belong

    (O hacerte sentir que te pertenezco)



    .:Ángel:. dice: Je je je… ese mismo. El problema es que no lo encuentro ya tan odioso.

    Sobresalto. Saliva por el camino incorrecto. Tos.

    Príncipe Slytherin dice: ¿Cómo es eso?

    “¡Por favor, explícate! ¡Detalles! ¡Yo quiero detalles!”

    .:Ángel:. dice: Bueno, tal vez esté un poco desesperado por compañía ahora mismo que mis dos mejores amigos son novios, pero el caso es que estoy comenzando a apreciar su compañía.

    El corazón de Draco se disparó en su pecho al leer aquellas líneas. Arrastró la silla más cerca de la pantalla, como si deseara entrar en ella. El ritmo en que movía una pierna se intensificó y sus dedos digitaron furiosamente.

    Príncipe Slytherin dice: ¿En serio? ¿Y por qué ese cambio tan repentino?

    What if you should decide

    (Y si decidieras)

    That you don’t want me there by your side

    (Que no me quieres a tu lado)

    That you don’t want me there in your life

    (Que no me quieres en tu vida)



    .:Ángel:. dice: No fue tan repentino. Nos encontramos el viernes por la noche en el parque, después el entrenamiento del sábado y hoy anduvimos en bicicleta por un buen tiempo y, sabes, no fue desagradable como imaginé que sería. Continúa un poco cohibido, pero creo que es parte de su personalidad ser cerrado. A pesar de eso, se ha soltado un poco más. Platicamos bastante, comparado con otras veces… Es… tal vez él también esté algo desesperado por compañía y acabamos uniendo lo útil a lo agradable.

    Sí, esa era una buena explicación, la justificación perfecta. ¡Ambos actuaban por desesperación! Sin embargo, ¿por qué esa justificación se veía tan pobre? ¿Por qué sentía que había aún otra razón para aproximarse al moreno?

    Oo-oo-oo that's right

    (Oooooooh es verdad)

    Let's take a breath jump over the sigh

    (Vamos a respirar y saltar a la próxima etapa)

    Oo-oo-oo that's right

    (Oooooooh es verdad)

    How can you know if you don’t even try

    (Cómo puedes saberlo si no lo intentas)

    Oo-oo-oo that's right

    (Oooooooh es verdad)



    Príncipe Slytherin dice: ¿Quieres decir que estás logrando verlo con otros ojos?

    ¿Habría acertado? ¿En qué? ¿Será que era mejor aún? ¿O lo estaría arruinando todo? Necesitaba esas respuestas… mucho más de lo que quería admitir…

    Every step that you take

    (Cada paso que des)

    Ccould be your biggest mistake

    (Puede ser tu más grande error)

    It could bend or it could break

    (Podría doblarse o quebrarse)

    That's the risk that you take

    (Ese es el riesgo que tomas)



    .:Ángel:. dice: Sí, me esforcé por ello. Lejos de sus “amigos”, parece ser más sociable y estoy descubriendo ese lado. Su mal humor llega hasta ser divertido, tendías que verlo…

    ¿Potter se divertía con su mal humor? Bueno, ese tipo le encontraba gracia a todo, en realidad. ¡Hasta cuando una goma de mascar explotaba en su rostro! Pero… ¿debía continuar siendo odioso, entonces? ¡Joder, qué tipo tan más complicado de agradar!

    Príncipe Slytherin dice: ¿Entonces pretendes seguir adelante?

    What if you should decide

    (Y si decidieras)

    That you don’t want me there by your side

    (Que no me quieres a tu lado)

    That you don’t want me there in your life

    (Que no me quieres en tu vida)



    .:Ángel:. dice: Sí. Es genial tener a alguien para acompañarte en los deportes. Mis amigos acostumbraban poner gestos cuando los llamaba, pero parece que a él le gusta ejercitarse.

    Oo-oo-oo that's right

    (Oooooooh es verdad)

    Let's take a breath jump over the sigh

    (Vamos a respirar y saltar a la próxima etapa)

    Oo-oo-oo that's right

    (Oooooooh es verdad)

    How can you know if you don’t even try

    (Cómo puedes saberlo si no lo intentas)

    Oo-oo-oo that's right

    (Oooooooh es verdad)



    Draco no estaba en la misma condición física que el moreno por haberse relajado durante un largo tiempo, pero estaba retomando el ritmo poco a poco, además de volver a encontrar el placer en ello. La convivencia con él le traía ventajas, a pesar de todo el sentimentalismo barato que despertaba en él. ¿Necesitaba sentirse tan feliz por el simple hecho de haber despertado simpatía en el moreno? ¿Necesitaba?

    Príncipe Slytherin dice: ¡Sí, ejercitarse regularmente es bueno! Aún más acompañado. Bueno, me refiero a la compañía humana, además de la canina…

    .:Ángel:. dice: ¡Ja ja ja, tienes razón! ¡Snuffles es un buen compañero, pero a veces es difícil entender lo que dice!

    Draco sonrió de medio lado y meneó la cabeza, divertido. ¡Sí, estaba perceptiblemente más aliviado! Al final de cuentas, parecía que sólo necesitaba estar lejos de sus antiguos amigos, intentar platicar más, parecer más a gusto de ser odioso de vez en cuando… ¡Humpt! ¡Como si eso fuera difícil!

    Oh, necesitaba tanto hablar con Natalie ahora…

    Oo-oo-oo that's right

    (Oooooooh es verdad)

    Let's take a breath jump over the sigh

    (Vamos a respirar y saltar a la próxima etapa)

    Oo-oo-oo that's right

    (Oooooooh es verdad)

    You know the darkness always turns into light

    (Sabes que la oscuridad siempre se vuelve luz)

    Oo-oo-oo that's right

    (Oooooooh es verdad)



    ---------------
    En el próximo capítulo…

    - Toma, Draco – le extendió una aspirina y un vaso de agua, que el rubio aceptó.

    - ¿Quieres platicar? – preguntó después de algunos segundos en los que el rubio giraba la pastilla entre sus dedos.

    La miró y finalmente tomó la medicina, seguida del agua y puso el vaso en el escritorio.

    - Necesito platicar, Natalie.

    La mujer asintió y se sentó frente a él.

    - ¿Qué está mal? – preguntó dulcemente, como sólo ella sabía hacer.



    QUOTE
    Notas finales:

    Notas de la Autora: Bueno, atendiendo el pedido de Yellowred, aquí está What If – Coldplay. ¡La canción es maravillosa! Y fue maravilloso haberla colocado en esa escena. ¡La enriqueció! Estaba tan pobrecita, cosita. En realidad, sólo tenía diálogo, después fue agregando los pensamientos, los miedos y las reacciones de Draco conforme a la letra de la canción. Al final, acabó encajando perfectamente, como siempre… ¡Coldplay se encaja perfectamente en este fic, joder!

    ¡Otro paseo delicioso de esos dos! ¿Qué Harry, verdad? ¡Y Sirius preocupándose por su ahijado! ¿Después? Bueno, estoy ansiosa por saber su opinión.

     
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  5. Kari Tatsumi
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    Capítulo Quince

    Obsesión




    Draco estaba sentado en su oficina leyendo la correspondencia. Lucius había viajado y regresaría hasta el jueves. En ese momento el teléfono sonó dos veces. El lunes era el día de dolor de cabeza y el sonido del teléfono lo irritó considerablemente. El rubio presionó el punto entre sus ojos y los cerró con fuerza mientras se llevaba el aparato al oído.

    - Malfoy – dijo, un poco ronco por el tiempo en que había estado en silencio.

    - La Srta. Parkinson está en la línea, Sr. Malfoy – dijo la voz calmada de Natalie y Draco soltó el aire de los pulmones lentamente, recostándose mejor en el asiento. - ¿Puede usted atenderla?

    - Ella va a tener un hijo si no la atiendo. Puedes pasar la llamada, pero tráeme una aspirina, ¿sí?

    - Sí, señor.

    Hubo un leve sonido característico de cuando la llamada es transmitida.

    - Dime, Pansy.

    - ¿Por qué no me contestas el celular? – chilló la chica, continuando sin tomar aire. - ¿Por qué no respondes mis mensajes? ¿Por qué me evitas en la universidad? ¿Por qué no me invitas a ir a tu casa? ¿Por qué…?

    - ¿Has tenido dolor de cabeza, Pansy? – cortó, falsamente calmado.

    - ¿…tú…? ¿Eh? – la chica parecía un poco perdida.

    - Te pregunté si has tenido dolor de cabeza – repitió pacientemente.

    - ¡Claro que he tenido! Pero no entiendo cómo tú…

    - Entonces debes saber que tu voz extremadamente aguda está haciendo eco en mi cabeza tu primer “por qué” hasta ahora. ¡Imagina los demás! ¿Eres capaz de susurrar, Pansy?

    Hubo unos momentos de bendita vacilación antes de que pudiera escuchar algo nuevamente.

    - Oh… oh, dis-discúlpame, bebé – dijo entre dientes y aún así parecía extremadamente irritante.

    - ¿Qué quieres, que es tan importante al punto de haberme interrumpido en el trabajo? – estaba siendo difícil contener la irritación en su voz.

    - Es que… yo… bueno… quería saber por qué me abandonaste en la discoteca el sábado…

    - ¡No puedo creer que me llames para pedirme explicaciones! – gruñó, apretando tanto la mandíbula que se provocó punzadas en la cabeza. Pansy balbuceó algo, pero no la estaba escuchando. - ¿Cuántas veces necesito repetirte que no le debo explicaciones ni a ti ni a nadie? Cuando quiera hablar contigo, no te preocupes, tengo tu teléfono, sé dónde vives, los lugares que frecuentas, sin dudar hasta sé el maldito color de ropa interior que estás usando en este momento. Pero, por favor, Pansy, ¡AHORA NO!

    Colgó el teléfono bruscamente y por fin se relajó, masajeándose las sienes. Sólo en esos momentos podía descargar toda su frustración en esa impertinente chica. Sus dolores de cabeza justificaban todo. Al día siguiente ella estaría tranquila. Y él no tendría más disculpas para darle… ¿Potter tendría ya un plan para juntarla a Finch-Fletchley?

    En ese momento sonaron dos golpecitos suaves en la puerta y Natalie entró como si pisara huevos. Ah, sólo Natalie parecía comprenderlo…

    - Toma, Draco – le extendió una aspirina y un vaso con agua, que el rubio aceptó. - ¿Quieres platicar? – preguntó después de algunos segundos en los que el rubio giraba la pastilla entre sus dedos.

    La miró fijamente y tomó la medicina, seguida del agua y puso el vaso en el escritorio.

    - Necesito platicar, Natalie.

    La mujer asintió y se sentó frente a él.

    - ¿Qué está mal? – preguntó dulcemente, como sólo ella sabía hacer.

    Draco soltó una risita sarcástica y apoyó la cabeza en una de sus manos.

    - No sé qué es lo que está mal. Todo y nada a la vez. Estoy sintiéndome extraño, como si no me conociera. No salgo con mis amigos, prefiero el parque a la discoteca, me quedo encerrado en mi habitación todo el tiempo, no me interesa nadie… ¡estoy huyendo de Pansy, Natalie! – concluyó como si eso fuera el punto más absurdo de todo.

    - Sí, pude darme cuenta de eso. ¿Pero qué hay de aterrador en eso?

    Draco la miró como si de repente a ella le hubiera salido una segunda cabeza.

    - ¿Cómo? Yo nunca había rechazado a ninguna chica… bueno, chicas bonitas, quiero decir, eh… bueno, tú me entiendes – Natalie asintió. - ¡Mucho menos a Pansy! Ella es bonita, a pesar de ser insoportable, y yo siempre supe cómo mantenerla callada. ¡Pero de repente ya no puedo! Simplemente… simplemente no puedo, no tengo ganas de estar con ella, me es completamente indiferente. En fin, quiero que se esfume – concluyó recargándose totalmente en la silla. – Así que dime, Natalie: ¿qué hay de malo conmigo?

    - Absolutamente nada – respondió ella sin parpadear. – Tu problema no es exactamente un problema.

    Draco frunció el entrecejo en seña de duda y ella continuó.

    - Está claro que te sientes diferente, Draco. Porque estás cambiando, estás madurando, pasando a una nueva etapa en tu vida. Las cosas que acostumbraban satisfacerte, ya no son suficientes, estás buscando una nueva razón para vivir, ¡estás buscando tu verdadera identidad! Eso es perfectamente normal, Draco.

    - ¿Cómo es eso? – cuestionó secamente.

    - Mira, hasta ahora has llevado tu vida de una manera casual, sin importarte las consecuencias de tus actos, o cómo sería el futuro. Todas las personas pasan por esa fase. Es una etapa de rebeldía, de desafíos, estabas intentando probarte, tenías que pasar por eso. Sin embargo, llegó la hora de que te estabilices emocionalmente, sientes que te falta algo, ¿no es cierto?

    Draco lo pensó un poco antes de confirmarlo con la cabeza.

    - Sí… tal vez…

    - Entonces, estás listo para encontrar a alguien para ti, Draco. Es eso lo que te falta – concluyó.

    En vez de dos cabezas, ahora Natalie tenía tres.

    - ¿Qué? – se indignó tan pronto recuperó el habla. - ¡Yo no necesito de… de alguien! Puedo tener a quien quiera cuando quiera. ¿Para qué querría yo una novia?

    - ¡Tú mismo me dijiste que no te interesaba nadie, Draco! Eso significa que no puede ser cualquiera, ¡tiene que ser alguien especial! Estás buscando a esa persona, inconscientemente. Eso es lo que te falta. Pero no necesita ser necesariamente una novia… lo que podría explicar tu obsesión con Potter…

    - ¿Eh? – se descontroló el rubio, para después retomar su fría máscara. – Caray, Natalie, ¡ahora sólo falta que me digas que estoy enamorado de Potter!

    - No es eso lo que quiero decir – Draco no pudo dejar de notar que ella desvió la mirada al decirlo, para después volver a encararlo. – Quiero decir que ese chico es en alguna forma especial para tía…

    - ¡Natalie, no estoy obsesionado por Potter! – estalló golpeando el escritorio.

    - ¡Draco, admítelo! ¡Quieres su amistad! ¡Es la cosa más importante para ti en este momento! ¡Cuando lo admitas las cosas se volverán más fáciles!

    Draco bufó y corrió sus dedos por los cabellos platinados, bufó de nuevo y le lanzó una mirada asesina a la mujer al frente.

    - Quiero la amistad de aquél idiota, Natalie – dijo entre dientes, demostrando cuánto le costaba admitir aquello. - ¡No puedo pensar en otra coas! ¡Él es tan intenso, tan ridículamente feliz! Estoy siempre ansioso por los momentos en que puedo verlo, hablar con él por internet, ¡hasta sueño con ese maldito! Entonces… ¡sí, estoy obsesionado por él! ¡Siempre lo estuve! ¡Siempre me lamenté inconscientemente porque me haya rechazado! ¿Qué más quieres que diga? ¿Qué soy un completo imbécil? ¿Quieres que te llore también?

    - No tienes por qué avergonzarte – sonrió Natalie, bondadosa. – Eso no significa necesariamente que estés enamorado de él – Draco entrecerró los ojos, pero no la interrumpió. – Pero de alguna forma te llama la atención, él parece ser una persona cautivante, interesante, agradable… reconoces esas peculiaridades en Harry Potter y quieres convivir más con él, aprender de su forma de ser, de su modo despreocupado de llevar la vida… ¿entiendes lo que quiero decir?

    En ese momento las piscinas plateadas que eran los ojos de Draco se desenfocaron y él recordó su sueño “¿Puedo?” “¿Puedes qué?” “Entrar en tu vida… enseñarte a vivir… a ser feliz…” Las palabras de Natalie tenían sentido ahora, ¿pero entonces por qué…? “Hacerte feliz, Draco… ¿puedo?” Draco se estremeció y regresó a la realidad. Natalie tenía una sonrisa satisfecha en los labios y sólo entonces se dio cuenta de su casi pasmada expresión. Trató de arreglar eso, acomodándose el flecho –que ya comenzaba a molestarlo– detrás de las orejas.

    - Natalie, ¿por qué no estudias psicología?

    La sonrisa de la mujer murió lentamente mientras se acomodaba mejor en la silla y suspiraba.

    - Puede parecer simple para ti, pero no es nada fácil para mí. Confieso que mi sueño era continuar estudiando, graduarme, pero no puedo…

    - ¿Por qué? – Draco se encontró extremadamente interesado. Nunca se había preguntado sobre eso y ahora su consciencia le instigaba a por lo menos intentar saber más sobre esa maravillosa persona que era Natalie Pritchard.

    - Caray, Draco no puedo… bien… olvida eso, Draco – dijo suavemente, pero eso sólo incrementó la curiosidad del otro.

    - ¿Crees que no lo entendería? – desafió, sarcásticamente. – Es eso, ¿no, Natalie? ¿No paso de ser un riquillo mimado que no entiende los problemas de los demás? ¿También tú me ves de esa forma?

    - ¡No, absolutamente no, Draco! Es que no me siento cómoda hablando sobre mi vida con alguien…

    Draco sonrió sin emoción.

    - ¿Sólo sabes escuchar, verdad? ¿Yo despejo mis estúpidos problemas en tus oídos todo el tiempo y tú no quieres abusar de mí ni un poquito?

    Natalie suspiró resignada antes de comenzar.

    - No tengo tiempo para mí, Draco… cuando tengas hijos entenderás lo que digo – una arruga se formó en la frente del rubio, pero no la interrumpió. – Trabajo medio tiempo como vendedora en una pequeña tienda cerca de mi casa, y por la tarde… bueno, paso toda la tarde aquí como tu secretaria.

    - ¿Tienes dos empleos? – se admiró Draco. – Pero… ¿y tu esposo? ¿Él no hace nada?

    - Mi esposo está desempleado en este momento. Solía trabajar como operador en una constructora, lo que tomaba todo su día. Ahora se la pasa buscando empleo.

    Draco parpadeó varias veces antes de continuar, conservando la arruga en su frente.

    - Pero aún podrías estudiar de noche, ¿no?

    - La noche es el único momento que puedo pasar con mis hijos, no podría tomar ese tiempo para estudiar, ¡o no los vería nunca! Ellos prácticamente se tienen que quedar solos todo el día, no podría soportar dejarlos en la noche también… ¡Así que es eso! ¡No tengo opción!

    - ¿Pero y cuando tu esposo consiga empleo? ¡Podrías dejar el empleo en la tienda y estudiar por la mañana?

    - Draco, mi esposo no tiene estudios. Aún consiguiendo un empleo razonable, no sería suficiente para que yo pudiera, además de dejar de ayudar con las comisiones de venta, ¡pagar la universidad! Además, mi capricho no vale más que los momentos que paso con mi familia, no puedo simplemente ignorarlo…

    Draco estaba confundido, no sabía qué pesar. Nunca había imaginado que, detrás de aquellas cálidas sonrisas de Natalie, estaba esa melancolía que estaba en su voz ahora. ¡Mucho menos imaginaba que la mujer tuviera problemas financieros! Esposo desempleado, dos hijos, ¡oh cielos! No supo si había dejado transparentar compasión en su mirada, pero recibió una sonrisa agradecida de Natalie, quien se levantó y tomó el vaso de su escritorio.

    - Bien, fue bueno poder desahogarme contigo. Nunca creí que no me entenderías, Draco. Te conozco demasiado como para pensar así. ¡Pero creo que ya tomé demasiado tiempo de mi jefe! Tengo que cuidar el teléfono de nuevo, con permiso.

    Draco asintió y la miró dejar el lugar, inmerso en sus pensamientos. “¿Sabes cuál es tu problema, Malfoy?” la voz de Potter hizo eco en medio de sus cavilaciones “No prestas atención a las personas a tu alrededor” ¿Por qué las personas siempre le tiraban las verdades en su cara? Obviamente Potter tenía razón. Hacía un año que Natalie era su secretaria y él nunca se había preguntado por su vida, nunca le había prestado realmente atención a ella, quien siempre estaba lista para ayudarlo, escucharlo y hacerlo sentir querido. Cosas que sólo ella hacía…

    ¡Pero tenía que haber un medio de ayudarla! Y lo haría, o no se llamaba Draco Malfoy. Se levantó y salió diciendo un “Ya vuelvo” a Natalie. No acostumbraba ir al Departamento de Recursos Humanos. Siempre que necesitaba algo de allí, mandaba a Natalie, o si necesitaba hablar con alguien de ese departamento, lo llamaba a su oficina. Pero esta vez sería diferente.

    El lugar era un desastre. Probablemente estaban ocupados calculando la Nómina y eso sería muy útil. Tan pronto entró a la sala, todos pararon a mirarlo. Muchos ahí nunca lo había visto y todos estaban curiosos por saber qué llevaría a un Malfoy allí. Draco los miró por encima y se dirigió a la persona más próxima.

    - Lléveme a la oficina de Umbridge – dijo con la voz más gruesa de lo normal.

    El muchachillo al que se había dirigido, tragó en seco y asintió frenéticamente. Draco lo acompañó por varios escritorios dispuestos uno al lado del otro, sin mirarlos, pero podía sentir los ojos furtivos mientras los funcionarios fingían volver en silencio a su trabajo. Llegando a una puerta de vidrio, el chico tocó y la abrió, dándole paso al rubio –quien simplemente entró, sin darle ninguna mirada o señal de agradecimiento.

    Allí, estaba una mujer baja y gordita, con un rostro largo y flácido, ojos grandes, redondos y ligeramente sobresalientes. Usaba una ridícula combinación de ropa color rosa, inclusive los anteojos, tiara y zapatos, aretes y pulseras. Todo combinado. La boca demasiado grande se alargó en una sonrisa –claramente falsa y horrible que hizo a Draco recordar haberse asustado la primera vez que la vio.

    - Umbridge – dijo, lo que le valió como saludo también.

    La gerente del departamento y psicología graduada se levantó y le extendió una mano.

    - Buenas tardes, joven Sr. Malfoy – dijo ella en una voz femenina muy alta y vibrante. La cabeza de Draco punzó. Siempre se había preguntado cómo una persona tan falsa pudo interesarse por la psicología. Aceptó el saludo y se sentó frente a ella. - ¿En qué puedo ayudarlo?

    - Quiero ver la Nómina de la dirección, incluidas las secretarias.

    La mujer estrechó levemente los ojos, pero conservó la sonrisa forzada.

    - ¿La Nómina, señor?

    - Sí, eso fue lo que dije – retrucó sarcástico apoyando el tobillo derecho en la rodilla izquierda. Lucius tendría un infarto si lo viera, pero no lo estaba viendo.

    - Discúlpeme la pregunta, ¿pero para qué exactamente quisiera analizarla…?

    - No te interesa, sólo haz lo que digo – cortó, completando su intención con una mirada que chispeaba lanzas de hielo.

    La sonrisa de la mujer vaciló, pero ella hizo un corto movimiento de su inexistente cuello.

    - Un momento, por favor, señor. ¿Quisiera un cafecito?

    - No. Si tuviera la gentileza de ser rápida no necesitaría ningún cafecito.

    Draco creyó haber visto desafío en la mirada de la mujer, pero ella no se atrevió a decir nada. Se giró a su computadora y comenzó a digitar contraseñas y comandos. Luego la impresora comenzó a escupir algunas hojas, que Draco no esperó a ser invitado a analizar. Tomó las que ya habían sido impresas y comenzó a pasar los ojos hasta encontrar a Heloísa Popkin, la secretaria de su padre.

    - Perdone, joven Sr. Malfoy. Mis hojas se terminaron. Vuelvo en un segundo, ¿está bien? – dijo Umbridge como si hablase con un niño.

    Draco la ignoró. Al fijarse en el valor final de Popkin, el rubio se rascó la barbilla. Aquella cantidad no era nada modesta. En realidad, siempre había imaginado a Natalie como una persona elegante, pero humilde. Un salario de vendedora sería completamente insignificante a esa cantidad, ¿entonces por qué necesitaría de otro empleo para sustentar a sus dos hijos y su esposo? Vivía en un barrio distante y modesto, tenía una casa propia, no parecía ser del tipo de persona que gustaba cenar en lugares caros o comprar cosas sin importancia. Mucho diferente a él mismo…

    En ese momento, Umbridge y su falsa sonrisa regresaron y la hoja de Natalie fue por fin impresa. La mandíbula de Draco no cayó, se desplomó.

    - Debe haber un error aquí, Umbridge. ¡Este valor no es compatible con el de la otra secretaria! – le pasó la hoja a la mujer, quien la analizó.

    - No, señor, está todo perfectamente correcto.

    Draco tomó la hoja de nuevo y corrió los ojos por ella. ¿Cómo era posible? ¡La diferencia entre los dos valores era simplemente absurda! ¡Popkin ganaba el cuádruple de Natalie! Draco parpadeó varias veces y después recuperó poco a poco la compostura que había perdido debido a la sorpresa.

    - Entonces, a partir de ahora no está bien. Mi secretaria no es inferior a la secretaria de mi padre. Por el contrario. Quiero que tenga el mismo sueldo que Popkin.

    Umbridge soltó una risita que parecía levemente perversa, a lo que Draco estrechó la mirada.

    - Lo siento mucho, joven Sr. Malfoy, pero la Nómina ya está prácticamente lista, ¿no podría simplem…?

    Draco inclinó el cuerpo hacia el frente y bajó considerablemente el tono de voz para parecer amenazante.

    - ¿Y quién exactamente cree usted que es para decirme lo que puedo o no hacer? – fue el turno de la mandíbula de la mujer caer. – Quiero que hagas esa corrección ahora mismo. No es un pedido. No estoy preguntándote si puedes. Te lo estoy ordenando.

    - Pero el Sr. Malfoy… - la mujer aún intentó parecer inalterable, pero falló al dejar temblar levemente su voz.

    - Yo me entiendo con mi padre cuando él llegue – desdeñó. – Ahora haga esa corrección en el salario de Pritchard o voy a cuidar personalmente de que esté usted en serios problemas con Lucius Malfoy.

    Draco asistió a Umbridge casi soltar la pluma que tenía en la mano antes de girarse a su computadora y comenzar a trabajar. Sonrió traviesamente a la espalda de la mujer y volvió a apoyar el tobillo en su rodilla elegantemente.

    ---------------

    Por la mañana del martes, Draco sólo encontró un lugar dos asientos atrás de Potter, lo que no era una posición muy estratégica. Sin embargo llegó tarde y no tuvo otra opción –a menos que considerase el lugar que Pansy, Crabbe y Goyle le habían guardado fervorosamente en medio de ellos, lo que obviamente no hizo.

    Snape llegó poco después que él, entrando en el aula sin saludar, como siempre. La conversación murió súbitamente y el profesor de cabellos grasientos los miro sin que ningún tipo de emoción se reflejara en sus ojos negros.

    - No soporto la ignorancia – comenzó después de largos segundos mirando a los alumnos. – Sinceramente no sé cómo muchos de ustedes llegaron a la universidad. No estoy a favor de ningún tipo de indulgencia con los alumnos, pero existen algunas reglas en la institución las cuáles no puedo ignorar y una de ellas es la que me obliga a dar trabajos para ayudarlos en la calificación final. Sin embargo eso no quiere decir que deba facilitarle algo a nadie – torció el labio superior en una expresión que definitivamente no era una sonrisa. – Traje algunas copias de una lista de ejercicios para que ustedes los hagan en esta clase, pero la porquería de fotocopiadora se descompuso antes de que pudiera sacar todas las copias. Mis clases posteriores ya están programadas, por lo tanto no tengo manera de atrasar el trabajo. Eso significa que tendrán que organizarse por parejas. Dije parejas – en ese punto el hombre lanzó una mirada desafiante en dirección al Trío de Oro. – Cuanto más tiempo se lleven en organizarse, menos tiempo tendrán para resolver los ejercicios y… el primero en arrastrar la silla se llevará un cero.

    Dado el mensaje, Snape regresó su atención a su propio material mientras tímidos murmullos comenzaban y algunos levantaban cuidadosamente sus sillas para juntarse. Draco ya estaba casi conforme con su destino, mientras veía a Weasley y a Granger lanzarle miradas pesarosas a Potter. Este se encogió de hombros, con una sonrisa resignada y se giró, analizando a las personas a su alrededor. Ya iba a llamar al chico tras él –que Draco reconoció como Justin Finch-Fletchley– cuando aquellas magníficas irises verdes captaron su mirada. El rubio vio al otro mirar hacia el pasillo –por donde sabía Pansy se estaba acercando, con silla y todo. Pero lo que le sorprendió fue el hecho de que el moreno se levantó rápidamente tomando su bolso y se dirigió hasta él.

    - Hey, Malfoy, ¿puedo trabajar contigo?

    - ¿QUÉ? – por increíble que parezca, no fue Draco quien prácticamente gritó eso con tanta incredulidad. Fue Pansy, pues Draco estaba absolutamente mudo. - ¡Por supuesto que no puedes, niño! Mi bebé los hará conmigo.

    Potter parpadeó y miró a Draco con una expresión enigmática. Entonces se dio de hombros.

    - Bueno, está bien… creo que trabajaré con Justin…

    - ¡No! – Draco se sorprendió a sí mismo con su negativa. – Bien, yo… quiero decir… - carraspeó, respiró y retomó la compostura. – No recuerdo haber aceptado hacer ese trabajo contigo, Pansy. Además, no recuerdo ni siquiera que me lo hayas pedido, al contrario de Potter.

    Pansy lo miró estupefacta.

    - Pero… ¡Bebé! ¡Debes estar bromea…!

    - Además – el rubio la interrumpió, extrañamente incentivado por la mirada divertida que Potter le dirigía – ya es hora de que anheles a otra persona. ¿Qué tal Finch-Fletchley?

    Justin Finch-Fletchley abrió mucho los ojos y se sonrojó con una rapidez increíble. Pansy puso un puchero. Potter se mordió el labio inferior para contener una sonrisa y se abrió paso, gesticulando hacia su silla.

    - Si tuvieras la gentileza de dejar esa silla para mí, puedes tomar la mía, Parkinson – dijo, claramente divertido.

    La chica bufó y golpeó un pie contra el suelo, pero Draco le lanzó una mirada helada y ella se fue a sentar al lugar indicado. Potter se sentó al lado de Draco y le regaló una sonrisa llena de dientes, que Draco retribuyó apenas arqueando una de las esquinas de la boca hacia arriba.

    - Primera parte del plan cumplida – dijo el moreno, sacando el material de su bolso.

    - ¿Qué plan? – Draco parpadeó. – No recuerdo que eso haya sido planeado.

    - Es una forma de hablar, Malfoy. El caso es que ya fue dado el primer paso para juntarlos.

    - Oh, sí. Sólo espero que aquél zoquete haga algo – desdeñó Draco.

    - No es un zoquete – murmuró Potter entre dientes, ya que Snape se aproximaba, distribuyendo las hojas.

    El profesor se estancó al verlos. Draco Malfoy y Harry Potter sentados lado a lado no era una escena nada común. ¡Mucho menos cuando parecían tan a gusto en esa situación! Snape cuestionó a su ahijado con la mirada, recibiendo de respuesta a un Draco levantando los hombros. Sólo entonces volvió a distribuir las hojas, sin dejar de desconfiar.

    El trabajo corrió perfectamente. Potter era excelente en matemáticas, a pesar de frecuentemente olvidar algún detalle o signo. Draco estaba aliviado por conseguir pensar bien teniendo aquellos ojos sobre sí todo el tiempo, en una cercanía preocupante; se perdía cuando sorprendía una rosada lengua humedeciendo los labios del otro; acompañaba los movimientos del moreno cuando discutían sobre el ejercicio; se encontraba con la boca seca…

    Esa cercanía era, sin duda, incómoda. Se había atrapado varias veces copiando los gestos de Potter, como revolverse el cabello, morder el lápiz o humedecerse los labios. ¿Cómo conseguía ese chico ser tan fascinante? ¡Cada gesto era agradable, hipnotizante! Por fin tocó la campana y Draco ralloneó la respuesta del último ejercicio apresuradamente.

    - ¡Ufa! ¡Justo a tiempo! – conmemoró Potter arreglando sus propias cosas. – ¡Hey, eres bueno en matemáticas! ¿Te gusta la materia?

    - Sí. Siempre me gustó – respondió manteniendo el tono de voz desprovisto de emociones.

    - ¡Harry! – ambos levantaron la mirada para encontrar a un Weasley indignado y a una Granger en shock. – Hiciste el trabajo con ese… ese…

    Draco se levantó, mirando al otro de arriba abajo con el labio superior curvado.

    - ¿Ese qué, Weasley? ¿Qué me ibas a decir? – desafió.

    - Ese bastar…

    - Basta, Ron – Draco se giró hacia Potter, sorprendiéndose con la expresión seria del moreno. – Hicimos el trabajo juntos, sí.

    - ¿Algún problema? – Draco no pudo evitar provocar al pelirrojo, recibiendo una mirada igualmente seria de Potter, lo que lo irritó bastante.

    - Tú… - Weasley hizo amago de avanzar, pero Granger y Potter lo aseguraron a tiempo.

    - Vámonos, Ron – llamó Granger.

    El pelirrojo obedeció, no sin antes amenazarlo de muerte con la mirada.

    - Voy a entregar el trabajo, Malfoy – Potter parecía extrañamente formal. – Nos vemos.

    Draco lo acompañó con la mirada, y la nariz dilatada. Ah, ¡cómo quisiera estrangular a aquel pelirrojo! Era su culpa la reacción seria del moreno. ¡Se habían llevado bien durante toda la clase! Maldito Weasley.

    Tomó su bolso y dejó el aula tras Potter. Ni siquiera notó que Pansy no lo había seguido, ya que estaba conversando animadamente con su compañero de trabajo. Mucho menos notó la mirada que su padrino le lanzó. Mantuvo una cierta distancia del otro mientras lo seguía. Potter se giró en un pasillo y Draco casi lo hace también, pero escuchó la exaltada voz del pelirrojo y se recargó en la pared, tan sólo escuchando.

    - ¡Harry! ¿Qué te pasa? ¿Por qué defendiste a aquella bestia?

    Draco estrechó los ojos, pero se contuvo.

    - Porque él no hizo nada malo, Ron – respondió Potter cansadamente.

    - ¿Nada malo? ¡Oh, es obvio que él tenía alguna cosa en mente al llamarte apra ser su pareja! ¡Mínimo quería llevarse un diez a tu costa!

    - Oh, no creo que sea muy prudente pensar de esa forma, Ron – intervino Granger, sabiamente. – Todo mundo sabe que hacer equipo con Harry sería correr el riesgo de sacar cero. Creo que hasta fue bueno que Harry haya trabajado con Malfoy, pues Snape no se atrevería a darle una mala nota a él.

    Draco no pudo dejar de estar de acuerdo. A pesar de no tener clase, la chica tenía cerebro. Al contrario de Weasley…

    - Exactamente – acordó Potter. – Además, fui yo quien sugirió que trabajásemos juntos.

    Draco pudo visualizar mentalmente la cara de pez muerto que Weasley estaba haciendo en ese momento.

    - ¿Cómo? ¿Estás loco, Harry? ¡Estás jugando conmigo! ¿Por qué harías eso? Sabemos que él es un hijo de…

    - No, Ron – Potter intervino antes de que Granger comenzase a rabiar y el rubio se sorprendió nuevamente con la vehemencia de la defensa de Potter. – No niego que creía que era un riquillo mimado, pero ya no pienso así.

    La pausa probablemente era para asegurarle a Granger que tenía las ideas en su lugar, pues hasta Draco creyó extraño escuchar eso directamente de la boca del moreno. Se sintió extrañamente más ligero y sonrió sarcásticamente al imaginar la mandíbula del pelirrojo colgando de incredulidad.

    - Eso escuchaste, Ron. Estoy teniendo la oportunidad de conocer otro lado de Malfoy. Nos hemos llevado muy bien en los entrenamientos y corriendo por el parque…

    - ¿Cómo? ¿Corriendo en el parque? Tú no… ¡tú no has ido en estos días! No me has llamado a mí ni a Mione para hacer ejercicio… ¡Entonces es eso! ¿Estás corriendo con él?

    - Sí, ¿cuál es el problema en eso?

    Potter estaba perdiendo la paciencia y Draco estaba encontrando eso cada vez más divertido. ¡Cuál no sería su placer al causar una pelea entre esos dos! Al final, fue dejado de lado por ese pobretón a los once años, nada más justo que tener a Potter sólo para él, ¿no? Bueno… eso sonó un poco extraño, pero en fin… Potter continuó hablando.

    - ¡A él le gusta hacer ejercicio! ¡Me acompaña porque le gusta, no porque se siente obligado a darme atención! ¡Por increíble que parezca, no se queja de cansancio, ni está mirando el reloj todo el tiempo, ni se impacienta porque el paseo termine antes de que me relaje!

    Hasta el mismo Draco tenía los ojos totalmente abiertos ahora. ¡Imagínese a Weasley y a Granger!

    - Ron, Harry, vamos al salón. El profes… - la chica intentó calmar la situación, pero Weasley no parecía ni un poco dispuesto a colocarle el punto final a aquella conversación.

    - ¡No puedo creer que estés cayendo en esa, Harry! – se escandalizó. - ¡Es un maldito mentiroso! ¡Está fingiendo! ¡Está haciéndote creer que es bueno, probablemente para tirarte lejos después! Mínimo quiere encontrar la manera de sacarte del equipo, o incluso descubrir alguna información valiosa de ti para extenderla por todo Hogwarts…

    - Es suficiente, Ron – para profunda decepción de Draco, Potter no parecía más enojado, solamente demasiado cansado. – No va a encontrar nada que me comprometa, ni me importa lo que piensen de mí. Además, no creo que intente sacarme del equipo… - suspiró antes de continuar. – Escucha, Ron, no te estoy pidiendo que lo aceptes, simplemente ignóralo, ¿sí? No estoy dispuesto a pelear contigo por causa de nade.

    Hubo segundos de aprensión en los cuales Draco se tuvo que contener para no girar la esquina y quebrarle la cara a aquél pelirrojo imbécil. ¿Cómo Potter lo soportaba como mejor amigo? ¿Cómo pudo haber sido cambiado por alguien de tan poca clase?

    - ¿Vamos al aula? – intentó de nuevo Granger. – Tenemos que encontrar buenos lugares, ¿qué opinan?

    - Vamos – murmuró Weasley, pareciendo un poco más tranquilo.

    Pues sí… otra vez será.

    ---------------

    Fue interesante la manera en cómo Draco tomó su bolso de deportes y se dirigió al club esa noche, casi automáticamente. Cuando se dio cuenta, estaba parpadeando para acostumbrarse a la claridad del lugar. La mayoría de los aparatos estaban ocupados, pero había dos bicicletas posicionadas estratégicamente con vista a la cancha. Draco se mordió el labio inferior. Quería creer que no estaba ahí por Potter, pero sólo un leve desespero le llevó a tomar una de las bicicletas cuando una chica tomó la otra. Corrió al aparato vacio antes que alguien más lo hiciera, cayendo en la cruda verdad.

    Allá estaba Potter, dando lo mejor de sí al deporte del cuál era apasionado. Haciendo todo con una pasión evidente; riendo y contagiando a sus demás compañeros con su carisma; ignorando las miradas codiciosas que le eran dirigidas…

    Draco no se conformaba. ¿Por qué tenía que estar tan obsesionado por el chico? ¿Por qué tenía que ser tan infantil y necesitado? ¿Por qué? Potter sólo estaba siendo gentil y agradable con él y Draco ya no podía imaginarse sin sus conversaciones por el chat, sin los entrenamientos, sin observarlo, sin los encuentros en el parque, las sonrisas, aquella deliciosa carcajada…

    “Oh, cielos. ¡Eso es degradante!” pensó, parando para tomar agua. “¡De esa manera voy a tener que cambiar de nombre e irme a vivir a alguna isla desierta!” ¡No! ¡Nunca se cambiaría de nombre! Y… bueno… ¿podría Potter hacerle compañía en la isla? Sacudió la cabeza para librarse de esos pensamientos. Volvió su atención hacia… bien… ¡hacia Potter!

    Pensó en ir a los vestidores de la cancha para tomar un baño, pero el moreno no estaría solo, así que de nada serviría. Tomó un baño en el club y fue a casa. Natalie le había dicho que todo sería más fácil en el momento que admitiera lo que sentía, pero ¿por qué aún no podía comprender lo que pasaba por su mente? Lo peor de eso tal vez había sido quedarse contemplando las dos irises verde esmeralda en la pantalla del celular antes de finalmente apagar la luz de su propia habitación y rendirse al sueño.

    ------------------

    En el próximo capítulo...

    - Mucho gusto, yo soy Mellanie Pontner – la chica extendió la mano, que Harry aceptó lerdamente. – Pero me puedes llamar Mel.

    Potter abrió la boca varias veces, pero fue Draco quien habló, aproximándose.

    - Hey, Mel – dijo desdeñosamente, mirando a la chica de arriba abajo. – Estoy seguro de que Potter está encantado de conocerte, pero acabamos de terminar un entrenamiento particularmente exhaustivo y, si nos lo permites, vamos a tomar un baño ahora.

    - Hey, nenita – devolvió ella en el mismo tono provocador, mirándolo también de arriba abajo nada inocentemente. – Draco Malfoy, ¿cierto? ¿Por qué tú no vas a tomar un baño y me dejas tener una conversación a solas con Harry?


    QUOTE
    Notas del Autor: ¡Oieees! ¿Alguien ya se dio cuenta de lo que Natalie pretende con toda esa historia de la obsesión? Bueno, déjenme esclarecer algo para que no me maten… Natalie quiere que Draco admita lo que realmente siente. Si ella llegase y le dijese que está enamorado, ¡él explotaría! ¡Su reacción sería imprevisible! ¡Ella quiere que él lo descubra solo! ¿No es lo máximo? Ah, y no desesperen, ¡ahora el rubio está mucho más cerca de darse cuenta!

    ¡Amé escribir aquella clasesilla de Snape! ¡Es fantástico! Miren nada más todo el discurso que dice para justificar el trabajo en equipo o.O

     
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  6. Kari Tatsumi
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    Capítulo Dieciséis

    Piel morena




    El miércoles, Draco estaba sentado cerca de Potter en la clase de Estadística. Lupin resolvía de nuevo un ejercicio kilométrico atendiendo el pedido de algunos alumnos, pero el rubio no tenía ninguna duda al respecto del tema. ¿Entonces qué quedaba para pasar el tiempo? Beber cada movimiento de Potter con los ojos, obviamente. El moreno también parecía haber entendido el tema, ya que estaba sentado en la orilla de la silla, casi recostado, con las piernas abiertas y las manos debajo de la mesa, de modo que pudiese usar el celular clandestinamente.

    La mirada que Draco le daba al chico era aquella que Pansy había descrito como hambrienta y estremecedora. Tenía los labios ligeramente entreabiertos y los ojos atentos. Observaba desde los leves e insistentes golpecitos de los tenis contra el suelo hasta los movimientos inconscientes de la boca. Estaba tan concentrado que brincó unos quince centímetros cuando su celular vibró junto a su pierna.

    Se agarró a los bordes de la mesa y cerró los ojos respirando profundamente para calmar sus acelerados latidos por el susto. Su movimiento repentino había provocado un arrastre de la silla y él podía sentir las miradas curiosas que le estaban dirigiendo. Decidió esperar un poco para que la atención se dispersase. ¿Sería Pansy enviándole un mensaje? ¿Acaso ella se había dado cuenta de las miradas que le estaba lanzando a Potter, desde su lugar en el fondo? ¡Ah, la estrangularía!

    Pasado algún tiempo, por fin creyó seguro abrir los ojos. La atención de la clase había vuelto al pizarrón y sólo entonces juzgó seguro meter la mano en su bolsillo, copiando la posición de Potter para ocultarse. Sus ojos se abrieron hasta lo imposible cuando abrió el mensaje y leyó el nombre del remitente: Ángel.

    “Estoy aburrido y con hambre. ¡Esta clase parece nunca acabar! Y mira que amo la estadística. ¿Mucho trabajo?

    Draco mordió su labio inferior con una de las esquinas de la boca arqueándose levemente hacia arriba. ¡Era tan bueno saber que no era el único en apreciar sus conversaciones! Trató de responder inmediatamente.

    “No, hoy está bastante tranquilo. Voy a tener que buscar algo interesante que hacer por la tarde.”

    Envió el mensaje y miró a Potter sonreír ligeramente al leerlo, después sus dedos trabajaron rápidamente hasta que el aparato de Draco volvió a estremecerse.

    “Tampoco tengo nada que hacer hoy. ¿Qué opinas de que juguemos algo?”

    El prototipo de sonrisa de Draco evolucionó algunos milímetros y él se puso a responder.

    “No opino nada. ¡Estoy seguro de que te voy a MASACRAR!”

    Aquello que Potter tenía en el rostro al leer el mensaje era una sonrisa verdadera, como sólo él sabía darlas.

    “En tus sueños. Hasta luego.”

    “Nos vemos.”

    ---------------

    Draco salió de la peluquería desactivando la alarma de su BMW y entró al auto. Era jueves, lo que significaba que Lucius estaría de regreso y que no debía atrasarse para el trabajo. Acomodó el retrovisor de modo que pudiera admirar su nuevo corte de cabello. No era muy diferente al anterior, sin embargo sí más corto. Ahora el fleco no le molestaba en los ojos, pero tampoco era posible colocarlo tras las orejas. Dio una sonrisa sarcástica a su propia imagen y guiñó un ojo, volviendo a posicionar el espejo correctamente.

    Arrancó el auto e hizo camino hacia su oficina, conservando la media sonrisa en el rostro. Siempre que quería desafiar a su padre, se cortaba el pelo. O por lo menos desde sus quince años, cuando descubrió la eficiencia de esa táctica. Desde entonces, Lucius no decía nada sobre aprobar o no sus cortes tan cortos, pero Draco sabía que eso irritaba al hombre profundamente.

    Tan pronto como llegó al recibidor, encontró a Natalie al teléfono. Se detuvo frente a ella mirándola directamente a los ojos con aquella sonrisa provocativa tan Malfoy. Natalie, sonriendo, terminó la llamada y puso el teléfono en su lugar.

    - ¡Draco! – exclamó divertida.

    - ¿Te gusta? – preguntó el rubio girando la cabeza para mostrarle el efecto desde diferentes ángulos.

    - Te queda muy bien – después su expresión se volvió desconfiada. - ¿Qué estás planeando esta vez, eh?

    Draco se enderezó y le guiñó un ojo.

    - Después, después lo sabrás. Estoy seguro de que mi padre me va a llamar para tener una conversación agradable tan pronto como él llegue. Avísame inmediatamente, ¿sí?

    - Por supuesto, Sr. Malfoy – respondió ella eficiente y Draco finalmente caminó hasta su oficina, sabiendo que la había dejado extremadamente curiosa.

    Se sentó frente a la computadora y al momento ya estaba en el chat platicando con Ángel.

    Príncipe Slytherin dice: ¿Ya te conformaste con la derrota de ayer?

    Había pasado prácticamente la tarde entera jugando por internet y Draco había cumplido lo que había dicho sobre masacrarlo.

    .:Ángel:. dice: ¡Nunca! ¡Quiero la revancha!

    Príncipe Slytherin dice: Cuando quieras.

    .:Ángel:. dice: Oh, mejor no. Basta de humillación. Eres bueno, amigo.

    Príncipe Slytherin dice: Lo sé.

    .:Ángel:. dice: ¡Y modesto!

    Príncipe Slytherin dice: Modesto no, sincero sí. Siempre.

    .:Ángel:. dice: Pfff. Ok, me rindo. ¿Nada para hacer hoy?

    Príncipe Slytherin dice: Por lo mientras. Dentro de poco mi escritorio va a estar abarrotado, por eso quise garantizarte que tendrías otra amarga derrota una vez más.

    .:Ángel:. dice: Graciosito.

    Príncipe Slytherin dice: ¿Cómo estuvo tu clase de piano ayer?

    .:Ángel:. dice: ¡Excelente! Finalmente conseguí pasar una lección bastante complicada… pero me gané otra aún peor como recompensa… nadie merece a Czerny.

    En ese momento el teléfono sonó dos veces y Draco atendió de inmediato.

    - Malfoy.

    - El Sr. Malfoy llegó – informó Natalie. – Te está esperando.

    - Está bien.

    Colgó el teléfono y volvió a escribir.

    Príncipe Slytherin dice: Lo siento mucho, me tengo que ir. Tal vez no vuelva hoy.

    .:Ángel:. dice: No hay problema. Hasta mañana.

    Dejó su oficina y miró a Natalie, desordenándose los cabellos platinados.

    - ¿Está bien así, Natalie?

    - Está… rebelde – arqueó ella una ceja, dividida entre la diversión y la reprimenda.

    - Perfecto. ¡Hora del show! – ya le había dado la espalda cuando se giró de nuevo. – Ah, sólo algo más. ¿Tu esposo maneja?

    - ¿Cómo? – preguntó la mujer, pareciendo confusa con la pregunta.

    - Sólo responde – dijo Draco, impaciente.

    - Sí, maneja, pero…

    - Adiós, Natalie.

    Salió hacia el corredor y caminó lentamente hasta el recibidor vecino, empeñándose en congelar sus facciones en una expresión intimidante. Popkin lo esperaba, con el maquillaje cargado y sus senos casi totalmente expuestos.

    - Buenas tardes, Sr. Malfoy – Draco la miró desdeñoso, desde los finísimos tacones altos hasta el último cabello teñido de rubio, y crispó el labio, sintiendo una creciente antipatía por la joven. – P-puede entrar – tartamudeó la chica, ante la fría expresión de Draco.

    Él le dio la espalda a la secretaria y golpeó la puerta, antes de entrar. Se giró y miró a su padre fríamente, como ya era esperado.

    - Buenas tardes, Lucius – saludó, conteniendo la sonrisa burlesca al mirar los ojos de su padre subir hasta sus cabellos y descender con algunas chispas de hielo más.

    - Buenas tardes. Siéntate, por favor – aquella falsa cordialidad era peligrosa, pero Draco no tenía miedo esta vez. Contaba con algunas cartas bajo la manga.

    Se sentó frente al hombre y apoyó el tobillo derecho en la rodilla izquierda, colocando una mano displicentemente en su muslo. Tuvo que contenerse nuevamente para no reír ante la clara desaprobación de su padre.

    - ¿Qué significa esto? – Lucius le extendió el cheque de Natalie, que Draco aceptó y analizó.

    - Es el cheque de mi secretaria – respondió impasible.

    - Eso es obvio. Umbridge me contó que le obligaste a alterarlo.

    Draco soltó una sonrisita burlona. Siempre podía contar con Umbridge para que chismeara sobre su actitud.

    - Yo no la obligué. Le di una orden y, siendo tu hijo, creí que ella me debía obediencia. Finalmente, fue usted mismo quien me enseñó a ser persuasivo, ¿no?(1)

    Lucius lo estudió por algunos segundos, sin emoción alguna.

    - No admito que pases por encima de mis órdenes ni que te tomes providencias aquí dentro sin mi consentimiento – dijo por fin, entrelazando los dedos.

    - Pretendo tener tu consentimiento ahora mismo – Draco devolvió la misma mirada impasible.

    - Oh – Lucius arqueó una ceja. - ¿Y cómo, exactamente, pretendes hacer eso?

    - Siendo persuasivo – Draco dio de hombros y Lucius arqueó aún más la ceja, pareciendo levemente intrigado. – Pero primero respóndeme, padre, ¿por qué tu secretaria ganaría el cuádruple de la mía cuando es más que obvio que Pritchard posee mucho mayores cualificaciones que Popkin?

    - ¿Y por qué yo te debo explicaciones? – devolvió Lucius, suavemente.

    - ¡Caray, pues porque puedo tener ideas equivocadas! – Draco se encogió de hombros otra vez. – Por ejemplo, ¿qué, como tu hijo, pensaría yo al respecto de que una joven que pasa considerable parte de su tiempo de trabajo en tu oficina, usando ropas mínimas e insinuantes, ganando un salario absurdamente generoso para su función? Podría pensar que ella está haciendo algunas actividades extras…

    - ¿Qué estás insinuando, Draco? – ahora sí, había una llama amenazadora en aquellos ojos helados, estrechados amenazantes.

    - Absolutamente nada. Pero por la forma en que usted se indignó con mi ejemplificación, podría pensar que pueda usted estarse sintiendo culpable de algo…

    - No admito que me hables así, chiquillo – silbó Lucius dilatando la nariz.

    - Perfecto – dijo, casual. – Entonces a usted no le importaría si de alguna forma esa discrepancia de salarios escapase de mi boca en alguna ocasión familiar… usted entiende: yo, usted, mi madre…

    - Insolente. No serías tan estúpido de hacer eso – por fin parecía haber tocado el punto exacto. Lucius se había inclinado hacia el frente y su voz había salido cargada de indignación y desafío.

    - Claro que no – respondió Draco secamente. – No es de mi interés sembrar la discordia entre mis propios padres. Conozco a mi madre y sé que quedaría devastada si llegase a desconfiar de usted. Pero, para evitar que algún día ella desconfíe, sugiero que el señor acepte el aumento de salario de mi secretaria.

    Lucius sonrió sarcástico. Ciertamente había sido él quien le enseñara todas aquellas tácticas a su hijo, pero nunca imagino que sería víctima de ellas. Podría sentirse orgulloso de Draco si no estuviese tan irritado.

    - ¿Alguna otra sugerencia, Draco? – preguntó, mordaz.

    - La verdad es que sí – Lucius arqueó de nuevo una ceja. – Le sugiero que despida a Stebbins y contrate al esposo de Pritchard como chofer de mi madre.

    - ¿Y por qué haría eso? – preguntó el hombre, desconfiado.

    - Porque no me gusta la manera en que Stebbins mira las piernas de mi madre.

    - ¿Cómo? – Lucius parecía alarmado y Draco rió internamente al notar una pequeña arruga formándose en la frente del hombre. - ¡No se atrevería! ¡Trabaja para la familia desde hace siete años! ¿Por qué nunca me lo dijiste, Draco?

    Draco se encogió de hombros antes de responder.

    - No creo que haya algún real problema. Mi madre sólo tiene ojos para usted, todo el mundo lo sabe.

    “Qué pena que no pueda decir lo mismo de usted”, agregó mentalmente, mientras veía a Lucius tocarse el mentón pensativo. Bien merecido se lo tendría si Narcisa le pusiera los cuernos en la frente, pero era innegable lo enamorada que estaba ella de su esposo. Tan enamorada que no veía –o no quería ver– ciertas evidencias.

    - Manda a Pritchard a conversar conmigo – ordenó Lucius y Draco se levantó, satisfecho.

    - Sí, señor.

    - Y toma algunos documentos con Popkin. Necesito que estén listos para mañana, ¿escuchaste bien?

    - Sí, señor.

    - Vete – dispensó secamente, girándose a su computadora como si Draco se hubiera evaporado en el aire.

    Sólo entonces Draco se permitió sonreír de lado y dejó la sala. Tomó los documentos con Popkin y fue recibido por los inquisidores ojos de Natalie.

    - Mi padre quiere hablar contigo – informó como si fuera la cosa más común del mundo. – Y no quiero ser incordiado por ninguna circunstancia hoy.

    Natalie había abierto la boca para decir algo, pero Draco le dio la espalda y entró a su oficina. No recibió ninguna llamada y dejó el lugar media hora más tarde de lo normal, por lo tanto no encontró ni señal de Natalie. Sonrió hacia la silla vacía de la secretaria. Al día siguiente no tendría cómo escapar de ella.

    ---------------

    Al anochecer, Draco se dirigió hasta la universidad para el entrenamiento de voleibol. Antes de dejar el auto, bajó el retrovisor otra vez. Aún era extraño mirarse al espejo, pero estaba más que satisfecho con su nuevo corte. Pasó los dedos por los cabellos rubios. ¿Qué pensaría Potter de su nueva apariencia? Su mirada se tornó dura al mismo tiempo que ese pensamiento cruzó su mente y acomodó el espejo, dejando el auto.

    ¿Qué le importaba lo que Potter pensara de su apariencia? ¿Qué importancia tendría la opinión del chico? Ninguna, ¡absolutamente! Potter probablemente ni notaría la diferencia. Y de algún modo eso le molestaba, por más que intentara negarlo. Entró a la cancha y vio a los demás jugadores ya con uniformes, esperando por la entrenadora. Respondió a los saludos con un asentimiento de cabeza y fue hacia los vestidores para cambiarse. Cuando regresó, Madame Hooch ya lo esperaba.

    La primera mitad del entrenamiento corrió perfectamente. Potter fue colocado en el mismo lado de la cancha que Draco y ambos jugaron en sincronía perfecta. El rubio se hacía el cabello hacia atrás todo el tiempo y sólo entonces se recordaba que ya no tenía fleco que le estorbara en los ojos. Por suerte nadie parecía reparar en eso. Cualquiera pasaba por eso, de todos modos. Era una costumbre, nada más. No era tan fácil terminar con las costumbres…

    El calor estaba insoportable y los obligaba a interrumpirse todo el tiempo para tomar agua. Todos los chicos se había quitado la playera en un abrir y cerrar de ojos, ya que la entrenadora no parecía importarse con ello. Todos excepto Potter, por supuesto. Después de cuarenta minutos entrenando, Madame Hooch pitó dándoles unos minutos de descanso mientras ella iba a la cafetería.

    - ¡Ufa! Este calor me está matando hoy – dijo el moreno, abanicándose con la playera y sentándose en el suelo mientras los otros tres se acomodaban en los bancos a su alrededor.

    - Oh, sin duda. Hace que nos cansemos más rápido – dijo Jordan y Finnigan concordó con un asentimiento.

    Draco permaneció en silencio, estirando las piernas en el banco que ocupaba solo y soplando a su propio pecho para crear alguna brisa agradable. Observó a Potter estirarse en el suelo y gemir cuando la piel desnuda de sus brazos entró en contacto con el frío suelo.

    - ¡Ow, está heladito! – rodó en el suelo para pegar el rostro y el pecho al piso.

    Draco rodó los ojos, en un gesto de descanso –o tal vez para impedir que sus ojos admirasen la espalda del moreno y cierta protuberancia más abajo…

    - ¿Por qué nunca te quitas la playera, Potter? – acabó preguntando, arrastrando la voz.

    El chico levantó la cabeza mirándolo con una ceja arqueada en duda.

    - ¿Eh?

    - ¿Por qué no te quitas la playera? – repitió sin emoción. - ¡Tan sólo te quejas!

    Potter alzó aún más la ceja.

    - Pues… yo… ¡no sé! – se encogió de hombros, volviendo a apoyar la cabeza en el suelo.

    - Es cierto – dijo Jordan rascándose pensativamente el mentón. – No recuerdo que te la hayas quitado en algún entrenamiento. Nunca había reparado en eso…

    Draco se congeló con esas palabras. ¿Por qué él sí había reparado en eso, eh?

    - Ni yo – aceptó Finnigan. - ¿Algún motivo especial?

    Potter se sentó en el suelo, estirando las piernas y apoyando el peso de su tronco en las manos.

    - No – dijo. – Simplemente creo que no resuelve nada… ¿o me van a decir que tienen menos calor sólo por quitarse la playera?

    - Por supuesto que tengo calor – se adelantó Draco. – Pero por lo menos no tengo la playera pegándoseme al cuerpo e impidiendo que la poca brisa entre en contacto con mi piel…

    … pálida, distinta, graciosa, elegante, diría. Pero creyó mejor interrumpirse ahí. Potter parecía pensativo mientras los otros lo miraban, expectantes. El chico estiró el cuello pretendiendo ser discreto al analizar las gradas. Había algunas chicas risueñas que cuchicheaban en medio de las escaleras, sin quitar los ojos de los jóvenes. Hasta que finalmente se encogió de hombros y se quitó la playera, tirándola hacia el banco a los pies de Draco, errando sus espinillas por milímetros.

    Mientras tanto, Draco no estaba exactamente en condiciones para protestar ahora. También intentaba ser discreto al observar el abdomen del moreno, que había vuelto a estirarse en el suelo, gimiendo al recostar la piel sudada en la superficie helada. No era nada prudente lo que el chico hacía, provocando ese choque térmico en su cuerpo, pero Draco lo seguiría si no creyese mucho más difícil tener esa visión privilegiada si se recostaba a su lado. Casi había olvidado cuán admirable… digo, envidiable era aquél cuerpo atlético y suave… ¡Oh, cielos!

    - ¡Vamos, chicos! – la voz de la entrenadora causó un leve sobresalto en el rubio.

    Los cuatro se pusieron de pie y volvieron al entrenamiento. Esta vez, Potter hizo pareja con Finnigan mientras Jordan estuvo en el mismo lado que Draco. Oh, fue mucho más difícil concentrarse esta vez. El movimiento que los músculos del moreno hacían a cada toque del balón eran… ¡hipnotizantes! Si no estuviese tan compenetrado en prestar atención al juego y aún observarlo furtivamente en el breve instante de expectativa por los saques, Draco se habría dado cuenta de que no era el único cautivado por la visión. ¡Las chicas en las gradas estaban eufóricas! Si un Draco Malfoy sin playera ya era un espectáculo, ¿qué se diría de Draco Malfoy y Harry Potter al mismo tiempo?

    - Es suficiente por hoy, chicos – Madame Hooch pitó. - ¡Cada día mejores! Su preparación física es excelente – agregó, mirando directamente a Potter, que bajó la mirada, un poco sin gracia, y después hacia Draco, quien infló el pecho. – ¡Me parece que se han ejercitado paralelamente y eso es genial! Continúen así. ¡Hasta el próximo entrenamiento!

    Como de costumbre, Finnigan y Jordan se dirigieron los vestidores mientras que Potter y Draco se preparaban para los ejercicios de relajación. En ese momento, el rubio pudo escuchar las risas indecentes que venían desde las gradas. Con una sola mirada pudo percatarse de que eran ellos dos el espectáculo de la noche, pero por alguna razón eso no le gusto en lo absoluto. Entrecerró los ojos y continuó ejercitándose. Al menos, Potter no parecía estar prestando atención a las muchachas y eso lo dejó un poco más aliviado. No era que realmente le importara la reacción del moreno, pero… ¡aquellas risas eran realmente molestas! Echó una mirada más a las gradas y sorprendió a la mayor de las muchachas que se ponía de puntitas para tener una mejor vista de Potter, quien se estiraba en el suelo con los ojos cerrados, respirando suavemente. Entrecerró los ojos y le lanzó a la chica una mirada asesina. Sin embargo, la joven ni se inmutó, se volvió a sentar para reír con las otras.

    Demoró algún tiempo el que los otros chicos dejasen los vestidores y el rubio ya estaba más irritado que nunca.

    - ¡Por fin! – dijo cuando ellos dejaron los vestidores. - ¡Pensé que se iban a pasar toda la noche en la regadera!

    Los dos muchachos rodaron los ojos y se despidieron ignorando el comentario ácido del rubio. Finalmente podría estar libre de aquellas muchachas irritantes. Caminó delante encarando a las muchachas –que habían dejado de cuchichear– con los ojos entrecerrados, mientras Potter recogía su camisa y caminaba lentamente pareciendo un poco somnoliento. Entonces, el rubio notó que faltaba una de las muchachas, pero no tuvo tiempo pensar en nada más. La muchacha más grande (y escandalosa) pasaba justo frente a él en dirección al moreno. Era rubia, con el cabello rizado y largo hasta los hombros y usaba una talla de pantalón probablemente tres veces menor al de su complexión. Una blusa azul marino muy justa y tan corta que revelaba un piercing en el ombligo.

    - ¡Hey, Harry! Harry Potter, ¿no?

    - ¿Hum? – Potter levantó la mirada, confundido. – Oh, sí. Soy yo – confirmó, medio sin gracia.

    La chica pasó los ojos por la cicatriz del otro, que un espacio libre entre las mechas del cabello revuelto revelaba.

    - Mucho gusto, yo soy Mellanie Pontner – la chica extendió la mano, que Harry aceptó lerdamente. – Pero me puedes llamar Mel.

    Potter abrió la boca varias veces, pero fue Draco quien habló, aproximándose.

    - Hey, Mel – dijo desdeñosamente, mirando a la chica de arriba abajo. – Estoy seguro de que Potter está encantado de conocerte, pero acabamos de terminar un entrenamiento particularmente exhaustivo y, si nos lo permites, vamos a tomar un baño ahora.

    - Hey, nenita – devolvió ella en el mismo tono provocador, mirándolo también de arriba abajo nada inocentemente. – Draco Malfoy, ¿cierto? ¿Por qué tú no vas a tomar un baño y me dejas tener una conversación a solas con Harry?

    Draco entrecerró los ojos y soportó su mirada por algunos segundos antes de lanzarle una mirada inquisidora a Potter. El chico tenía la boca ligeramente abierta y parpadeó un poco, sin saber qué decir. Entonces asintió. Draco bufó y les dio la espalda, entrando en los vestidores. Pero si esa chica estaba pensando que él no se enteraría de lo que pasaba, estaba muy equivocada. Se recargó en la puerta, agudizando el oído.

    Harry estaba más que avergonzado. Se rascó la cabeza una vez más y finalmente encontró algunas palabras, intentando, por todo el mundo, no sonrojarse ante aquella mirada hambrienta que estaba sobre él.

    - Mira, tal vez... tal vez debería también ir a tomar un baño y… después podamos conversar…

    - No, no, no. Estás muy bien así – ronroneó acercándose peligrosamente al moreno que se apartó. – Adoro a los hombres sudorosos.

    Un paso más hacia atrás y Harry estaba contra la pared, con los ojos un muy abiertos.

    - Bueno, Pont... quiero decir, Mel. ¿De qué, exactamente, quieres hablar conmigo?

    - Tu timidez me vuelve loca ¿sabes? – la muchacha extendió sus manos sobre su pecho, caminando para cortar la distancia entre ellos. Harry abrió aun más los ojos y movió a un lado la cabeza esquivando los labios de la muchacha.

    - Pontner, creo que podríamos dejar ésta conversación para otra ocasión. Estoy cansado, sucio…

    - Escurridizo – completó con una sonrisa bastarda atrapándolo nuevamente contra la pared. - Provocativo...

    Antes de que el moreno pudiera hacer algo más, estaba siendo adherido firmemente contra la pared, y con los labios de la muchacha sobre los suyos, forzándolo a corresponder un beso nada suave. Murmuró algo e intentó empujarla -y ser gentil al mismo tiempo- fallando terriblemente. La muchacha, además de estar a su altura y su masa muscular, también tenía mucha determinación. Demasiada determinación.

    Draco estaba casi enterrando las uñas en las palmas de su mano causándose un dolor de cabeza de tanto que apretaba la mandíbula. ¿Acaso aquella muchacha no entendía que él no quería nada con ella? ¿Era tan difícil darse cuenta de eso? ¿Y qué significaba aquel silencio? Con cuidado, se asomó hacia fuera y entornó los ojos cuando vio a aquella perra presionando al moreno contra la pared ¡exigiendo un beso que él no quería! ¡Sí, porque eso era más que obvio! No sólo porque estaba hablando entre dientes y tratando de apartarla con las manos. ¡Muchacha ofrecida!

    Se giró hacia el interior del vestuario y le dio una patada a un armario para dar rienda suelta a la rabia que sentía y las ganas de estrangular aquél pescuezo. El resultado fue un estruendo de unos zapatos golpeando el metal, que se abrió tirando las escobas y trapeadores; sumergió su cabeza en las manos. El aire escapó de sus pulmones y Draco aguzó el oído nuevamente.

    Harry finalmente consiguió apartar a la muchacha debido a su distracción causada por el ruido.

    - Hum, creo que Malfoy necesita ayuda. Adiós – dijo el muchacho y sin darle tiempo para reaccionar caminó rápidamente hacia los vestidores.

    La primera cosa que pasó por la cabeza de Draco fue: ¿Sospechaba él que lo estaba espiando? ¿Acaso pensaría que había hecho aquel escándalo a propósito para interrumpir aquella escena? Más que rápido salió de en medio de las cosas tiradas y se quitó los tenis de un jalón, al igual que el short, tirándolo sobre el banco y se sentó para quitarse las calcetas con calma, como si no hubiera estando jadeando.

    Potter llegó un segundo después, todavía tenía los ojos muy abiertos y miró las cosas amontonadas en el suelo y después a Draco, quien se encogió de hombros disimuladamente empezando a quitarse la otra calceta. El moreno, sin aliento, se sentó junto a él en el banco, haciéndolo querer levantarse y salir corriendo hacia el baño. Pero Draco permaneció donde estaba recogiendo los tenis y los calcetines del asiento.

    - ¿Qué pasó? – preguntó Potter finalmente.

    - ¿Qué voy a saber? –Respondió con sarcasmo – Esa lata vieja se abrió sola y escupió todo al suelo. Probablemente algún imbécil abarrotó el armario y lo cerró con mucha presión. Arruinó tu fiestecita ¿no?

    Intentó disimular la amargura de su voz levantándose y poniéndose una toalla sobre el bóxer. Sólo entonces se quitó la única prenda que le quedaba y se giró hacia el baño. No vio a Potter pasar las manos por el cabello, pero sí pudo escucharlo suspirar.

    - Dímelo a mí, hombre. ¡Creí que me iba a ahogar con aquel beso! ¡Diablos!

    - Pero parece que te gustó –desdeñó - ¡Hasta estás suspirando!

    - Hombre, ¿y qué querías que hiciera? – se defendió el otro - ¿Que llorara? ¿O que la empujara contra la pared para que cayera inconsciente?

    “No sería una mala idea” reflexionó el rubio. Oyó el ruido de la ducha al lado.

    - Fue un mal beso, ¿entonces?

    - ¡Qué sé yo! ¡No estaba en condiciones de analizar el beso, Malfoy! Ella me tiró contra la pared y me contuvo… ¡Argh! ¡Qué rabia! ¡Nunca me vuelvo a quitar la playera en un entrenamiento! ¿Escuchaste?

    - Como si fuera mi culpa, ¿no? – Draco no pudo impedir que una sonrisa irónica invadiera su rostro ante la indignación del muchacho. Sólo Potter se lamentaba por haber sido enganchado…

    Ahora que todo estaba bajo control podía encontrarle gracia a la historia… No era que Mel estuviera libre de su eterno odio…

    Permanecieron en silencio durante el resto del baño. Cuando escuchó que la ducha de al lado era cerrada, Draco decidió aventurarse a salir del baño también. Nunca lo admitiría, pero estaba ansioso por observar furtivamente algún pedazo de piel morena que llevaba tanto tiempo oculta de aquellos dos ojos curiosos. Después de todo, él era una de las pocas personas privilegiadas que podía admirarlo sin parecer extraño… Bueno, ¿eso mismo no parecía extraño?

    - Te quedó bien – escuchó al moreno decir.

    - ¿Qué? – Draco aún estaba perdido en sus pensamientos, después de haber visto por el rabillo del ojo aquella espalda ancha cubierta por gotitas de agua.

    - Tu cabello – Draco parpadeó varias veces, después se giró, encontrándose con dos esmeraldas mirándolo en el espejo. – Es corte te hace ver más maduro. Y por lo menos ya no tienes fleco que te moleste durante los entrenamientos…

    Simplemente no sabía qué decir. Potter se agachó para calzarse los tenis y desvió la mirada. Intentó contener la euforia que le invadió inconvenientemente por el elogio. Claro que el moreno no había dicho ningún “¡Te ves atractivo, Malfoy!” o un “¡Eres muy atractivo, Malfoy, tengo que admitirlo!”, pero algo es algo…

    - Hum… vale – murmuró.

    Hubo más silencio agradable. ¡Incluso los silencios eran agradables cuando estaba con Potter!

    - ¿Mañana a las siete, Malfoy?

    - ¿Eh? – el rubio se odió por parecer tan retrasado.

    - Mañana a las siete en el parque. ¿Vamos a correr?

    Draco terminó de vestirse y se giró para ver a Potter hacer lo mismo. Sacudió su cabeza mentalmente.

    - Sí… está bien – dijo por fin.

    Qué bien que Potter no dijo algo más, pues de ese modo podría revivir mentalmente aquella playera blanca descendiendo lentamente sobre la húmeda piel morena.

    -----------------

    En el próximo capítulo…

    - ¡Ow! ¡Así no, Padfoot! Tiene que ser con cuidado.

    - ¿Así? – dijo la voz ronca de su padrino.

    - ¡Ow! ¡No! ¡Cómo eres bruto! ¡Así duele!

    - A mi no me está doliendo.

    - Estoy seguro de eso. ¡Sácalo de ahí!

    QUOTE
    Notas finales:

    Notas de la Autora: ¿Y? ¿Les gustó Mel? Uhauahua. ¡Levante la mano quien le haya gustado Draco persuadiendo a Lucius de aceptar sus términos!

    (1) ¿Alguien ya se percató de cuando Draco le habla a su padre de Lucius, simplemente de tú, y cuando le habla de usted? Pues déjenme les cuento que para los brasileños, esa es la manera de cambiar una conversación casual a una formal, así que cuidadito, cuando estén con algún brasileño y de pronto les habla de usted, eso significa que es algo serio. :P

     
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  7. Kari Tatsumi
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    Capítulo Diecisiete

    Deslices




    La velocidad de propagación de un chisme siempre sería impresionante para Draco. Potter había sido agarrado la noche anterior y la historia ya estaba en boca de todo Hogwarts, incluyendo algunos detalles absurdos que él sabía no habían sucedido. Por ejemplo, estaba seguro de que el moreno no había sido tirado al suelo, ¡por favor! Lo más increíble, sin embargo, no era eso. Si Draco no hubiera escuchado a una de las chismosas medio accidentalmente –o tal vez no tanto– ¡no creería que Pontner había gritado a los cuatro vientos que el beso de Potter había sido espectacular! ¡Ja! El resultado era que todas estaban queriendo probar, según Pansy. ¡Eso era aterrador! Y Potter definitivamente estaba asustado.

    El rubio se dio cuenta de que no se despegó ni un segundo de sus inseparables amigos, que se conformaban en servir de escudo humano para posibles ataques, a pesar de que eso no les impedía a las chicas de mirarlo con codicia más que evidente. ¡Era casi repugnante! Draco podría pensar: “¿Por qué nunca habían dicho que mis besos son espectaculares?”, pero de hecho, las dudas que le asaltaban eran: “¿Por qué ellas tienen que alocarse demasiado por un simple beso? ¿Qué no se dan cuenta de que el chico anda todo paranoico? ¡Estaba más que claro que Potter no se interesaba por ninguna de ellas, joder! Pero… ¿ese beso es en realidad así de bueno?”

    Bueno, eso nunca lo sabría, obviamente, ¡ja ja! En realidad no debería ni siquiera cuestionarse con eso.

    La clase fue completamente olvidada por Draco, que no conseguía dejar de lanzarle miradas irritadas a cada resbalosa que miraba a Potter, ni de mirar al moreno que se mordía las uñas nerviosamente.

    ---------------

    Al llegar a la oficina, fue recibido por una Natalie un poco demasiado formal. Entró al lugar y espero los tan conocidos golpecitos en la puerta, que no tardaron en llegar.

    - Sr. Malfoy, su padre me pidió traerle estos documentos. Dice que no son tan urgentes, pero es mejor no esperar a tener prisas para hacerlos. El Sr. Bagman llamó dos veces ayer por la tarde, dijo que necesita hablar con usted hoy, sin falta – se detuvo para respirar un poco, adquiriendo un aire reprobador. – Y los pagos salieron ayer, ¡además del hecho de que mi esposo estuvo aquí esta mañana y fue contratado como el nuevo chofer de la Sra. Malfoy!

    Draco sonrió de lado y le indicó la silla frente al escritorio, que la mujer ocupó inmediatamente, aún con mirada dura.

    - ¡Excelente! ¡No pensé que mi padre fuese a tomar providencias de inmediato!

    - ¡Draco, no puedo creer lo que hiciste! – dijo la mujer severamente. - ¡Cuadriplicaste mi salario! ¡Imagino lo que debiste haber hecho para convencer a tu padre! ¡Imagino que el solo hecho de cortarte el pelo no haya hecho más que irritarlo!

    - Relájate, Natalie. No hice nada que él no haría. Además, sólo fui justo. Popkin siempre ganó esa cantidad, ¿por qué tú serías diferente?

    - ¡Tal vez porque ella trabaja tiempo completo! – sugirió Natalie sarcásticamente.

    Draco unió las manos y se inclinó hacia el frente, apoyándose en el escritorio.

    - Ella no tiene ni la mitad de aptitudes que tú, Natalie. ¡Es una incompetente! No pasa de ser un adorno para la oficina de mi padre, con sus tacones altos y su carita de ángel. Él sólo la quiere exhibir a todos los que visitan su oficina, además de admirarla, obviamente…

    - ¡Draco! – se indignó Natalie. - ¡Tú no… no pudiste decirle eso a él!

    - No. No con esas palabras – Natalie abrió mucho los ojos, pero Draco alzó una mano, tranquilizador. – No te preocupes, ya te dije que sólo actué de la manera en que él esperaba que actuara. Está todo resuelto.

    - ¿Por qué lo hiciste? – cuestionó la mujer, con las facciones más relajadas, pero intrigada.

    Draco soltó el aire por la nariz, en falso desprecio.

    - ¿Cómo? ¡Pues para que puedas estudiar psicología! ¡Ahora puedes dejar tu empleo de la mañana y matricularte en una universidad! Es más, te garantizo que sólo el salario de tu esposo será suficiente para mantener a tu familia. Y aún tendrías tiempo en la noche para tus hijos.

    - ¡Oh, Draco! – la mujer enterró el rostro entre sus manos, emocionada. - ¡No debiste! ¡No debiste haber hecho eso!

    Draco extendió la mano y la tomó por los brazos, impidiendo que se escondiera.

    - No digas eso, Natalie. Sabes que mereces mucho más. No estoy haciéndote ningún favor, pues sé que no lo aceptarías. Yo sólo estoy dejando que seas reconocida y recompensada. Al fin y al cabo, ¡no es fácil agradarle a un Malfoy!

    La mujer sonrió y meneó la cabeza, mordiéndose los labios en la tentativa de impedirles temblar.

    - No sabes cuán agradecida estoy por haber conseguido este empleo, Draco. ¡Eres increíble!

    - No, Natalie. Tú lo eres. Si yo soy así contigo, es única y exclusivamente por tu causa. Despiertas en mí un lado patético – dijo sarcástico, provocando la risa de su secretaria. – Sólo quiero que realices tu sueño – agregó más suavemente, volviendo a recostarse en la silla.

    Natalie se enjuagó una lágrima atrevida y se recompuso.

    - ¡Lo haré! Voy a matricularme en la universidad y voy a empeñarme en alma y cuerpo, ya lo verás.

    - ¡Así se habla!

    - Pero tú siempre tendrás consultas gratuitas – bromeó, haciendo a Draco reír. – Así que, comienza a contarme lo que le aflige a esa rubia cabeza.

    - No, no. ¡Hoy el tema eres tú! No admito que cambies el rumbo de la conversación. ¡Nunca me has hablado de tu familia! Me encantaría conocer a tus hijos, ¿por qué no me hablas de ellos?

    Natalie sonrió dulcemente y se llevó una mano al bolso de la falda que usaba, sacando una cartera fina y discreta.

    - No sólo te voy a hablar de ellos, ¡te los voy a mostrar! Mira, tengo fotos aquí. ¡Ellos son maravillosos! Son unos amores…

    Draco observó casi curiosamente el amor contenido en cada palabra empleada al describir aquellos dos niños que él sabía eran realmente maravillosos. ¿Cómo podrían no serlo, con una madre como esa?

    -------------------

    Harry estaba nuevamente de camino a casa después de una exhaustiva tarde de trabajo. Tenía la mente sobrecargada y la vista cansada. Pero en realidad eso era lo que menos le molestaba ahora.

    El moreno ya había admitido para sí que desde hace tiempo apreciaba la compañía de Malfoy. El chico estaba llenando algún lugar dentro de él que tal vez ni sabía que existía, puesto que Harry ya tenía a su “familia”, y Ron y Hermione nunca dejarían de ser sus grandes amigos –a pesar de estar un poco más distantes, evidentemente. Harry no se sentía en el derecho de entrometerse aún más en sus vidas. Ya no se sentía excluido, pero tampoco dejaba de extrañar el tiempo que pasaban juntos los fines de semana, o incluso entre semana, viendo películas o platicando hasta tarde por internet.

    Pero últimamente ellos estaban demasiado ocupados hasta para eso y Harry había encontrado a otra persona para conversar, el Príncipe Slytherin –que también venía mostrándose un muy buen oyente, además de sorprenderlo con una habilidad increíble para los juegos virtuales.

    Sí, tanto Malfoy como el Príncipe Slytherin formaban parte ahora de su vida. Tal vez más activamente que sus amigos… Además, había una cierta semejanza en las actitudes del Príncipe y de Malfoy que asustaban a Harry. Al poco tiempo, la imagen que Harry tenía en su mente del chico virtual fue adquiriendo cabello rubio, ojos grises, mandíbula puntiaguda, y un cierto aire arrogante, al mimo tiempo en que no podía simplemente juntar toda la imagen de Malfoy con las sonrisas que imaginaba eran más frecuentes en el Príncipe –que tenía visiblemente mejor humor. Eran tan semejantes y tan singulares al mismo tiempo…

    Pero bueno, volviendo a hablar de Malfoy, Harry no podía sacarse de la cabeza la conversación que había tenido con Ron el día anterior. No tenía la misma opinión que el pelirrojo sobre Malfoy fingiendo con él, sobre estar actuando por interés. Ni siquiera podía creer que el rubio estuviese tentado a engañarlo. Al fin y al cabo, ¡era siempre Harry quien tomaba la iniciativa! Él lo había llamado para los entrenamientos privados, para los paseos en el parque, para hacer equipo en la clase de Matemáticas. No había manera de que estuviera siendo manipulado por Malfoy. En realidad, lo contrario parecía lo más acertado.

    No era como si Harry estuviera intentando arreglar el modo de actuar del otro, sin embargo el propio Malfoy parecía estar cambiando, de alguna forma, siendo eso por su causa o no. Tal vez estuviese madurando, quién sabe. El hecho es que apreciaba el tiempo que pasaban juntos, muchas veces en silencio, otras obteniendo respuestas monosilábicas del rubio, o incluso conversando civilizadamente sobre cosas sin importancia.

    Era una forma diferente de… ¿amistad? Sí, tal vez. Tal vez estuviesen cruzando fronteras y caminando hacia una relación más íntima y agradable. Por lo menos de su parte. Y por lo que podía observar, no era el único que ansiaba esos encuentros un tanto… irreales.

    En realidad, eso era algo que Harry venía observado desde hace tiempo. Ya había sorprendido algunas miradas extrañas de Malfoy sobre él. No eran frías, ni snobs o sarcásticas, como ya se había acostumbrado después de todos aquellos años de rivalidad –¡que ahora parecían tan distantes! Eran… diferentes. Eran miradas curiosas, contemplativas, incluso intensas de una manera que ni siquiera creía posible en aquél rostro aristocrático. Estaba fuera de lugar en esa postura que Malfoy había sustentado por años, aquél porte inalterable de “no te acerques, o te arrepentirás”.

    Harry sentía como si Malfoy estuviera invitándolo a acercarse, como si pidiese ayuda. Era tan extraño que llegaba a ser incómodo. Finalmente, Harry siempre había imaginado que Draco Malfoy sólo se había dejado llevar hasta ahora porque él lo había desafiado a probar que no era infantil, peor ya comenzaba a dudar de eso. ¿Sería posible que toda la actitud del chico desde los once años hubiese sido por ser rechazado? Bueno, no era una idea totalmente absurda, visto que Malfoy había sido criado como un rey, acostumbrado a tener siempre todo lo que quisiera, inclusive amigos comprados con su posición social. Y de repente se vio privado de un juguete particularmente interesante. No que aún fuese aquél chiquillo mimado de antes, pero algunos traumas y frustraciones tienden a quedarse grabados en el inconsciente de las personas para toda la vida. ¿Trauma? ¿Había sido traumatizante para el rubio privarlo de su amistad?

    Algunas veces Harry se encontraba imaginando cómo sería si hubiese aceptado volverse amigo de Draco Malfoy… Ciertamente habría sido un desastre. Tal vez… tal vez aquél no había sido el momento… ¡pero quién sabe si ahora funcionaría!

    El auto prácticamente hizo el camino hacia casa solo, ya que el conductor parecía estar en otro mundo, inmerso en sus propios pensamientos. Sirius estaba dando clase aún, por lo tanto creyó mejor no interrumpir. Se puso sus zapatillas de deporte, ropa más cómoda y dejó una nota en la heladera antes de tomar la correa de Snuffles y salir.

    ----------------

    El clima ya no estaba tan caluroso debido a una rápida lluvia de verano que había caído durante la noche pasada. Corrieron por el parque y después se sentaron debajo del mismo árbol de siempre para descansar. Conversaban sobre cosas sin mucha importancia, observaban las estrellas y acariciaban las orejas de Snuffles.

    Snuffles fue uno de los motivos por los que Harry había comenzado a cambiar su opinión respecto al rubio. El perro era extremadamente dócil y manso, principalmente con los niños, pero no era tan fácil que demostrara afecto por alguien que acababa de conocer, de la manera como lo hizo con Malfoy. Generalmente, era desconfiado y quieto. Sin embargo, con Malfoy había sido diferente. El perro había reaccionado como si lo conociera de mucho tiempo, a pesar de que Malfoy no parecía ser del tipo que le gustaran los perros. Bueno... la vida era una caja llena de sorpresas. Y Snuffles era una mantequilla derretida, un egoísta que interceptaba a Malfoy en busca de caricias y afecto.

    Se despidieron cerca de las nueve y media de la noche y Harry caminó sin prisa alguna hacia la casa, seguido de cerca por Snuffles. Sus pensamientos se dirigieron hacia su padrino y Remus Lupin. Harry sonrió sin darse cuenta.

    Encontró la puerta de la casa sin seguro y la abrió. Sirius debió haber engrasado las bisagras de la puerta, ya que no se escuchó el crujido habitual al abrirla. Snuffles fue directo hacia su tazón de agua y después de haber saciado su sed se conformó con las croquetas que Sirius le había comprado. Con Remus pasando gran parte del su tiempo en casa, Snuffles no tenía muchas ventajas en cuanto a comida se refería, por lo que comenzó a adquirirle gusto a las croquetas.

    Pero Harry no estaba prestando atención al perro. Había comenzado a dirigirse a la sala pero se detuvo al escuchar la conversación que venía de ahí dentro. Levantó las cejas al escuchar las protestas de Remus:

    - ¡Ow! ¡Así no, Padfoot! Tiene que ser con cuidado.

    - ¿Así? – dijo la voz ronca de su padrino.

    - ¡Ow! ¡No! ¡Cómo eres bruto! ¡Así duele!

    - A mi no me está doliendo.

    - Estoy seguro de eso. ¡Sácalo de ahí!

    Harry abrió mucho los ojos espantado, su mandíbula cayendo.

    - ¡Cómo eres llorón, Moony! Ni dolió tanto.

    - Quisiera que estuvieras en mi lugar ahora. ¡OW! ¿Lo vas a sacar o no?

    Harry tragó en seco y sacudió la cabeza, intentando –en vano– alejar algunas imágenes embarazosas creadas por su mente.

    - Calma, Moony. Ya casi termino…

    Harry sintió sus propias mejillas sonrojarse violentamente. Recordó las palabras de Sirius acerca del noviazgo entre Ron y Hermione “tienes que llegar con ellos haciendo bastante ruido para no presenciar algo obviamente desagradable para ti”. ¿Sería prudente salir de puntillas, regresar y entrar haciendo mucho ruido… hummm… media hora más tarde?

    - Suficiente. Voy a la cocina por unas tijeras.

    Harry abrió los ojos aún más y percibió que seguía en la misma posición que antes. Sus piernas parecían haberse olvidado de cómo correr.

    - ¡NO! ¡Tú no puedes hacer eso, Remus!

    - ¿Acaso lo dudas?

    Una alarma sonaba fuertemente en la cabeza de Harry, tratando de alertarlo del hecho de que se escuchaban pasos ligeros yendo hacia él. Pero la distancia era demasiado corta y antes de que pudiera hacer algún movimiento hacia adelante o hacia atrás, Remus apareció en la cocina. La primera cosa que Harry notó –con alivio– era que el hombre estaba completamente vestido. La segunda, era que tenía el ceño fruncido y una de sus manos en la cabeza.

    - ¡Harry! – la expresión del hombre se suavizó un poco- ¿Te encuentras bien? Estás…muy… rojo…- pero antes de que pudiera decir alguna otra cosa, Sirius apareció con la camisa semiabierta.

    - ¡No lo hagas, Moony, por favor! Haré lo que tú quieras…-dijo nervioso sin ver Harry.

    - No, ya perdiste tu oportunidad, Sirius.

    - Pero, Moony... – el hombre se pasó la mano nerviosamente por el pelo y sólo entonces vio a su ahijado - ¡Harry! ¡Tienes que ayudarme!

    - ¿Eh? – exclamó confundido.

    - ¡No dejes se corte el cabello, Harry! ¡Por favor, ayúdame!

    - ¿Cortar... el cabello?

    - ¡Sí! ¡No dejes que se lo corte, Harry!

    Remus inclinó la cabeza de modo que pudiera ver algo plateado enroscado entre sus cabellos.

    - ¡El reloj de Sirius se enroscó en mi cabello y cuando le pedí que lo quitara, se atoró aun más!

    - ¡Oh! – Alguna cosa se encendió en la cabeza de Harry y de repente se sintió avergonzado de sus propios pensamientos. También se le ocurrió que Sirius trayendo la camisa semiabierta era una escena completamente normal dentro de la casa. - Pero... Sirius no usa reloj…

    Remus lanzó una mirada furiosa a Sirius, que de alguna forma le dio una sonrisa irónica.

    - Pues sí - murmuró el maestro entre dientes. - Se le ocurrió hacerlo a partir de hoy.

    - ¿Quieres que… que intente quitarlo? – sugirió Harry todavía un poco avergonzado.

    - ¡Por favor, Moony! – Sirius hizo una cara de cachorro pidiendo piedad y Remus suspiró cansadamente.

    - Está bien… Pero si no lo logras, ¡voy a pasarme las tijeras!

    Sirius tragó en seco, acercó una silla para que el otro se sentara y Harry comenzó la delicada labor con extrema precaución. Su padrino acompañaba sus movimientos con mucha expectativa, haciendo movimientos raros con la boca.

    - Listo - Harry anunció a los pocos minutos, mostrando el reloj en la cara de Remus.

    - ¡Uf! – Sirius suspiró aliviado, luego se arrodilló en frente de su novio usando sus poderes de persuasión – Moony, mi amor ¿Perdonas a este idiota encantador?

    Remus entrecerró los ojos y arrugó la boca. Snuffles, finalmente satisfecho, se acercó a su dueño y aprovechando que estaba de rodillas le lamió el rostro.

    - ¡Atrás Snuffles! – empujó al perro. - Hoy sólo soy de Moony – Harry tuvo que contener la risa y parecía que Remus intentaba lo mismo. – Pégame Moony, cuélgame de las orejas, haz lo que quieras conmigo, pero ¿me perdonas? ¡Te prometo que nunca usaré un reloj en mi vida!

    Remus puso los ojos en blanco y meneó la cabeza, esta vez sin tratar de ocultar su diversión.

    - ¡Está bien mi idiota adorable! Ahora ya levántate.

    Sirius esbozó una sonrisa, mostrando todos los dientes y se puso de pie para después sentarse en su regazo y robarle un beso.

    - ¡Gracias! ¡No sé lo que sería de mi vida sin tu perdón! – dramatizó.

    Remus frunció el ceño manteniendo su sonrisa y se puso de pie casi derribando al otro.

    - Está bien. Ahora me tengo que ir, ya es tarde.

    - ¿No te quieres quedar?– Sirius se estrechó en sus brazos rozando su nariz y Harry desvió la mirada sintiéndose un poco intruso. Snuffles hizo lo mismo.

    Remus se sonrojó y le dio a su novio un beso de pico antes de huir.

    - No, dejé la cochera abierta – dijo tomando las llaves del auto de encima del microondas.

    - No se te olvide que Molly nos llamó para la comida de mañana- le dijo Sirius. - Tú también eh muchacho - añadió dirigiéndose a Harry.

    - Ok – dijo y ambos sonrieron.

    - Hasta mañana, Harry –el profesor se giró para salir, pero Sirius lo tomó la mano.

    - Te acompaño al carro - el hombre guiñó un ojo discretamente a Harry y le susurró de modo que sólo el muchacho lo pudiera escuchar. - Dejó la cochera cerrada, lo sé…

    - ¿Qué están murmurando ahí? – dijo Remus con desconfianza al observar las sonrisas pícaras de los otros dos.

    - Nada, Moony. Vamos. Te lo digo afuera – Sirius tiró de la mano del otro en dirección a la puerta, pero el hombre permaneció en el mismo lugar arrugando la frente.

    - No lo creo, Sirius. Tus vecinos pueden ver que…

    - ¡Nada, está oscuro! Si te das la vuelta un poquito ellos pensaran que eres una chica… ¡Ay! – Remus golpeó ligeramente el estómago de Sirius quien se dobló.

    - ¡Ellos van a reconocer mi carro, idiota!

    Sirius se encogió de hombros.

    - Diré que estaba quitándote una basurita del ojo.

    - Pero...

    - ¡Argh! ¡Vamos, Moony! No estés creando obstáculos - Sirius le dio la vuelta al hombre y comenzó a empujarlo hacia la puerta. - Además, no quiero que te acose nuevamente Mary Anne.

    - Mary Anne no está en casa.

    - ¿Y cómo lo sabes? – cuestionó Sirius receloso.

    - Bueno, déjame ver - Remus puso cara de pensativo, manteniéndose en su lugar, dificultándole las cosas al otro. - ¿Será porque su casa entera está oscura? ¿O tal vez porque su coche no está en la cochera? – terminó con sarcasmo mientras que Sirius finalmente conseguía empujarlo hacia afuera.

    Antes de que Sirius pudiera cerrar la puerta, Snuffles movió la cola y trató de seguirlo, pero el hombre le señaló con el dedo.

    - Usted quédese ahí – el perro ladró y se sentó en el suelo de la cocina desolado. – No me mires así, Nuf – le dijo bajando la voz. - Tan pronto como mi novio se vaya yo te hago un cariñito ¿sí?

    Remus rodó los ojos divertido, Sirius se volvió hacia él nuevamente con el ceño fruncido.

    - ¿Y desde cuándo estás viendo la casa de Mary Anne?

    - ¡Oh, Padfoot...! – Harry tuvo una visión de Remus enterrando el rostro en las manos antes de que Sirius se inclinara hacia la puerta.

    - Sí, Nuf, vete acostumbrando... – Harry lo acarició detrás de las orejas.

    ------------

    Tan pronto llegó a casa, Draco se vio lo suficientemente exhausto para recostarse y dormir hasta la mañana siguiente. Sin embargo, descubrió que estaba equivocado. No podía apagar sus pensamientos, parecía que su mente estaba llena y a todo vapor, volviéndose imposible que durmiera. Si al menos no fuesen pensamientos estúpidos y degradantes para un Malfoy –ya que todos se relacionaban con Potter– no le molestaría tanto. Pero no era como si eso fuera aceptable, por lo tanto se obligó a levantarse y prender la luz. ¿Qué haría para quedar lo suficientemente cansado para desmayarse sin correr el riesgo de soñar con el moreno?

    Fue hasta el armario y sacó algunas partituras. Comenzó a hojear las canciones y toda su inspiración se disipó tan rápido como se había formado. Estaba cansado de tocar lo mismo, ¡sólo se sabía esas melodías! ¿Estaría listo para un desafío?

    Lanzó una mirada pensativa hacia la computadora hasta que finalmente fue hacia ella y la prendió. Buscó una página de partiduras diferente a la que acostumbraba acceder –que sólo tenía canciones fáciles para principiantes- y se encontró con miles de ellas. La búsqueda era por artista. ¡Pero eso fue lo más fácil de elegir! Escribió “Coldplay” y dio click en “ok”. En unos segundos tenía una amplia lista de las canciones de la banda. Las copió todas y las colocó en un disco compacto para reproducirlas mientras ponía a imprimir algunas de ellas.

    Cantaba en voz baja acompañando la música cuando sus ojos comenzaron a pesarle. Dejó la impresora trabajando y deslizó la silla hacia la cama acostándose y mirando el techo de su habitación. Su cuerpo, sin duda, estaba exhausto, sus ojos casi no aguantaban estar abiertos, pero su mente se aferraba, hasta que sus ojos se abrieron a los primeros acordes de la canción que acababa de comenzar. Y después vino la letra:

    Honey you are a rock

    (Amor eres una roca)



    La primera reacción natural de Draco sería lanzarle la almohada a la computadora, después levantarse bufando y saltarse la canción, pero sus músculos se rehusaban a hacer cualquier movimiento.

    Upon which I stand

    (Sobre la cual me sostengo)



    Nunca había escuchado esa canción completa. Sin embargo, esta vez no era solamente su cuerpo el que no quería moverse, había también una dosis de curiosidad impidiéndole interrumpir las palabras.

    And I come here to talk

    (Y vengo aquí a hablar)



    Casi involuntariamente, Draco tanteó en el buró y tomó su celular, acercándolo a sus ojos, apretando las teclas furiosamente, con los latidos acelerados.

    I hope you understand

    (Espero entiendas)


    ¡Oh, eso era patético! ¿Qué decir si su cuerpo se rehusaba a moverse para cambiar de canción, pero respondía rápidamente para mirar aquellos dos ojos esmeraldas? El rubio bajó las manos que sostenían el celular y cerró los ojos para prestar más atención a la canción. Esta vez la escucho por completo y trató de hacer una crítica imparcial de ella. La letra era… patética… el tema era… ridículo.

    Bueno, no estaba siendo imparcial. Le gustaban prácticamente todas las canciones de ese grupo y esa no sería una excepción. El ritmo era agradable, la melodía muy bien hecha y la letra… bueno, ¡era Coldplay! Eso resumía todo. Su estilo era único, la voz del vocalista era buena, los ojos de Potter eran encantadores…

    De repente el silencio hizo que el rubio se sobresaltara. Abrió los ojos con dificultad e irguió un poco el cuello para comprobar que la impresora ya había terminado su trabajo hace mucho tiempo, el disco ya se había terminado y la computadora estaba mostrando el protector de pantalla. Miró la pantalla de su celular. Tres con veinte de la madrugada. Se había dormido por mucho tiempo. Con cierta dificultad por causa del sueño, apagó la computadora y la luz durmiéndose inmediatamente. Estaba tan adormecido que ya ni se acordaba de las imágenes agradables que le venían a la mente…

    -----------------

    Harry llegó muy cansado del entrenamiento en la mañana del sábado. Dejó que la mochila se deslizara de sus hombros a la mesa de la cocina y se dejó caer en la silla de al lado, estirando las piernas y masajeándose las rodillas. El entrenamiento había terminado más tarde que de lo acostumbrado y no había tenido tiempo de estirarse, lo que explicaba el dolor muscular y la fatiga exacerbada. Las consecuencias de eso probablemente le perjudicarían por un largo tiempo y comenzaba a arrepentirse. Ni siquiera había conversado con Malfoy aquella mañana, una vez que se bañó rápidamente salió corriendo a casa, no sin antes gritarle al rubio la hora del paseo en bicicleta del día siguiente, quien asintió positivamente a pesar de parecer un poco malhumorado. Pensó que encontraría a un Sirius irritado por la demora, pero la casa estaba vacía.

    El moreno vio una hoja de papel pegada a la heladera y se quedó mirándola por mucho tiempo, masajeándose las piernas antes de reunir las fuerzas para levantarse. Finalmente estiró su columna vertebral soltando un gemido bajo, levantándose con cuidado y tomando la hoja.

    Querido Harry,

    Snuffles y yo fuimos con Remus.

    Nuf parecía un poco reticente a abandonarte, pero le aseguré que no te importaría.

    Te esperamos para la comida. Sólo no te tardes mucho, ¿ok?

    Padfoot.



    Harry soltó un suspiro resignado y salió nuevamente, cerrando la puerta. Una vez que llegó a la casa de los Weasley fue recibido por los aplausos de los pelirrojos –y los invitados- ya sentados oportunamente alrededor de la mesa repleta. Los Weasley podían no ser la familia más rica del mundo, pero nunca faltarían alimentos para todos, ni invitados para las comidas.

    - ¡Llego Harry! ¡Viva! – celebró Sirius y Snuffles ladró emocionado al lado de su dueño

    - ¡Viva! ¡Ya podemos comer! – exclamó Ron preparándose para llenar su plato.

    - ¡Eso sí! – concordó Sirius frotándose las manos y mirando profundamente la lasaña.

    Luego de que un “¡Ron!” fuera gritado por unas indignadas Hermione y Molly Weasley, al mismo tiempo que un “¡Sirius!” dicho por Remus, todos en la mesa se echaron a reír, inclusive Harry que tomó su lugar entre Remus y Sirius.

    La comida corrió animada y poco a poco las personas fueron dejando los cubiertos y desparramándose en las sillas, pasando muchas veces sus manos por el estomago, saciado. Cuando finalmente Ron terminó, Sirius había terminado excepcionalmente antes por causa de un pellizco por parte de Remus, todos dejaron la mesa y se reunieron en la sala. Por supuesto que no había asientos para todos, y los más jóvenes se sentaron en el suelo, apoyándose en las paredes o los muebles.

    Harry se había reído mucho de los chistes de los gemelos Fred y George – que ahora conversaban casi seriamente con Charles Weasley sobre su próspero negocio- y comenzaba a sentirse somnoliento. Apoyó la cabeza en la pared en que estaba recargando su adolorida espalda y comenzó a observar a los demás. Hermione y Ginny conversaban entusiasmadas sobre algún asunto que Harry adivinaba sería tedioso a juzgar por las miradas perdidas de Ron y Colin; Fleur con Bill en un asiento prácticamente ocultos, la rubia hablaba con su acento francés; Percy Weasley leía una revista acomodado en la única silla, teniendo a Snuffles dormido a sus pies; en el sofá más grande estaban Molly (tejiendo algunos suéteres de colores brillantes) y Arthur que conversaba entusiasmado con Sirius, teniendo una copa medio llena en la mano izquierda.

    Sirius estaba apretujado en el sofá menor con Remus, teniendo inconscientemente un brazo alrededor de los hombros del otro y sosteniendo con la otra mano lo que también era una copa casi vacía. Remus tenía una cara de pocos amigos por causa del otro y trató de pellizcarlo a escondidas en señal de advertencia, o por lo menos para mover un poco los dos cuerpos casi pegados, pero no le fue posible debido al poco espacio disponible para ellos en el sofá.

    Sirius vació su copa de un jalón y extendió la mano para tomar la botella de la mesa y llenarla de nuevo. No estaba borracho. De hecho era muy resistente a las bebidas fuertes, pero se le notaba que cada vez se estaba volviendo más flexible, mas dislocado de lo que siempre se volvía cada que bebía algo. Y eso auguraba peligro. Harry se quedó observando el nerviosismo de Remus aumentar, su pecho se estaba contrayendo por la falta de aliento mientras que Sirius estaba demasiado entretenido en la conversación como para notar la incomodidad de su novio. Harry ya casi estaba de pie para llamar a Remus por la espalda con cualquier excusa cuando se detuvo. Después de una fuerte carcajada, Sirius extendió una mano al muslo de Remus y dio un golpe sordo en los jeans del profesor de Estadística. El profesor abrió mucho los ojos y trago saliva pero Arthur no pareció darse cuenta. Sin embargo, Molly levantó la vista de la mano que tejía para ver a Sirius con una ceja levantada y comenzó a mirar con recelo la manera de cómo Sirius buscaba la mano del otro y sosteniéndola con fuerza, dibujando pequeños círculos con el pulgar.

    Harry pensó que era mejor actuar con rapidez y se levantó con un poco de dificultad debido a causa de sus músculos fatigados, pero antes de llegar a ellos, ocurrió lo peor. Sirius susurró algo en el oído de Remus, y antes de que éste pudiera reaccionar, giró su rostro y lo besó en los labios con rapidez, con una sonrisa casi inocente.

    El resultado fue un corto silencio cargado de espanto antes de que Molly se desmayara, Arthur se asfixiara y varios rostros –pecosos o no– empalidecieran. Harry enterró la cabeza entre sus manos y se dejó escurrir por la pared hasta el suelo, meneando la cabeza. Es innecesario decir que Remus ya no podía llevar aire a sus pulmones por sí mismo…

    ------------------

    En el próximo capítulo…

    - ¿Has encontrado a alguien, verdad? – interrumpió Pansy casi gritando en medio de más lágrimas cargadas de maquillaje. - ¡Te cansaste de mí porque siempre estoy disponible! Y ahora te enamoraste de alguien más y ya no me necesitas. ¿No es eso?

    - ¿Me enamoré? – Draco torció el labio inferior incrédulo. - ¿Qué estás diciendo, niña?

    - ¿Crees que no lo sé, Draco? ¿Piensas que me engañas? Yo veo la manera en que te quedas en clase, pareciendo babear delante de algo que sólo tú puedes ver. Y es en ella en quien piensas, ¿cierto? ¿Es ella a quien ves? ¡Anda, admítelo! – gritó por fin, desesperada, levantándose y apuntando un dedo amenazador hacia Draco.
    Notas finales:

    -----------------
    QUOTE
    Notas de la Autora: ¡Epa! Parece que Sirius ha hecho una idiotez XD. ¿Lo extrañaban? Sé que esperaban más de ese paseo en el parque, pero lo compensaré en el capítulo… 19. ¡Sí, quizá en el 19! Rsrsrs

    Notas de las Traductoras: Analí al habla… otra vez… ¬¬’ Bah, yo sé que me quieren XD

    Pues mira nada más qué capítulo… ¿Quién quería a Harry sondeando al rubio? Pues ahí está. Y sí, a las preguntas de todos, ya falta poco para que el Príncipe sea descubierto…

    Bueno… el próximo capítulo se llama ¿Curiosidad? Hehehe… anda, que a mí me da eso también…

     
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  8. Kari Tatsumi
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    Capítulo Dieciocho

    ¿Curiosidad?




    Ron estaba torciéndose las manos y mordiéndose los labios por lo menos quince minutos hasta que finalmente se dispuso a decir alguna cosa.

    - ¿Tú sabías esto, no Harry? – preguntó medio vacilante.

    Hermione, que parecía ser la persona menos sacudida por la situación, volteó hacia su novio.

    - Por supuesto que él lo sabía, Ron. ¿Desde cuando están saliendo, Harry?

    Harry estaba tirado en el suelo del porche, sus ojos estaban cerrados. Todos se habían sorprendido por lo que habían visto pero parecían que lo habían aceptado. Tal vez porque ya sospechaban alguna cosa, o tal vez habían considerado que Remus parecía bastante molesto por lo sucedido. Sirius había tenido que llevárselo rápidamente a casa después de pasado el susto.

    - Hicieron una semana ayer - respondió

    - ¿Sólo eso? – Hermione perecía levemente decepcionada.

    - ¿Vas a decir que ya lo sabías? –dijo Ron sarcásticamente.

    - Bueno… siempre sospeche de los cuidados extremos de Sirius y las miradas apasionadas que le lanzaba a Remus – Hermione se encogió de hombros y la boca de Ron se abrió – Tal vez Remus era más eficaz en disimular sus sentimientos. La verdad yo creía que llevaban de novios desde hace algún tiempo. Bueno, más de una semana…

    Harry ya no se sorprendía de nada viniendo de Hermione. Ron torció el labio superior sin que su novia lo notara y se volvió hacia él nuevamente.

    - Pero, hombre, ¿cómo reaccionaste cuando lo supiste? Quiero decir, ¿qué piensas de todo eso?

    Harry finalmente se sentó en el suelo para encararlo.

    - Creo que nunca he visto a Padfoot tan feliz.

    - Pero, amigo, eso sólo puede ser alguna enfermedad, quiero decir – Ron se atragantó nuevamente, con un gesto de asco. - ¡Son hombres! ¡No es normal! ¡Es… asqueroso!

    - ¡No es asqueroso, Ron! – reprendió Hermione.

    - Ellos se aman – defendió Harry cuidando en sólo parecer demasiado cansado. - ¿Cómo un sentimiento tan bonito puede ser asqueroso? ¡Ellos se complementan! No tienes argumentos para no aceptarlos, dáles una oportunidad.

    Ron volvió a retorcerse las manos, desviando la mirada, hasta que ya no pudo aguantarse más.

    - Amigo, ¿tú no eres gay, cierto?

    - ¡Ron! – se indignó Hermione, a pesar de lanzarle una mirada escrutiñadora a su amigo.

    - ¡No! Quiero decir, nunca me gustó algún chico, si eso te preocupa.

    - Ni te va a gustar, ¿verdad? – Ron se ganó un pellizco de su novia.

    - ¿Qué te importa, Ron? – cuestionó Hermione duramente. - ¿Qué te interesa? Si Harry encuentra a alguien que lo haga feliz, tal vez ni siquiera importe si es chico o chica.

    - ¡Irc! – Ron hizo otro gesto de asco y se ganó otro pellizco, por eso no volvió a tocar el asunto. Pero, íntimamente, esperaba que Harry se indignase con esa afirmación o la desmintiera.

    Harry estaba empeñado en hacer dibujos imaginarios con a punta del dedo en el suelo helado. En realidad no tenía ganas de responder nada de momento. Estaba confundido. Tal vez sí era algo asqueroso, ¿estaba él mal por no sentir repulsión? De alguna forma creía que Hermione estaba más cerca de la verdad de lo que quería admitir.

    ------------------

    Draco no estaba con su mejor humor aquella tarde. Estaba sentado en su cama apoyándose en varias almohadas y completamente rodeado por ellas. Tenía el ceño fruncido y miraba la televisión con los brazos y piernas cruzadas, manteniendo el control remoto en una de sus manos. No permanecía ni cinco segundos en un canal, los cambiaba frenéticamente. Y tardó mucho tiempo hasta que los programas se repitieron, lo que significaba que tenía muchos canales.

    Come on, oh my star is fading

    (Ven, oh mi estrella se está apagando)

    And I swerve out of control

    (Y me salgo de control)



    Potter lo había ignorado en el entrenamiento y sólo eso bastaba para dejarlo ofendido. Bueno, la verdad, no había sido exactamente ignorado, pero lo había tratado como a los otros y no estaba dispuesto a aceptar eso. ¡Él tenía que recibir un trato especial! ¡Como las otras veces, hombre! El hecho de que el moreno se hubiera adelantado para dividir el vestuario con Jordan le atormentaba y ni la súbita atención del muchacho antes de salir -fijando el horario del próximo encuentro en el parque- no bastó para aplacar su furia. Esa había sido la principal causa de su malhumor y el motivo de por qué había frustrado las tentativas de Finnigan de establecer una conversación agradable.

    If I, if I'd only waited

    (Si yo, si yo sólo estuviese esperando)

    I'd not be stuck here in this hole

    (No estaría estancado en este agujero)



    Finalmente, cansado del jueguito dejó caer el control a un lado, lejos de su alcance. Sólo entonces se dio cuenta de que había parado en un canal de dibujos animados. Ya ahí estaba el Correcaminos saliendo a la carrera dejando solamente una nube de polvo atrás con su “bip-bip” y un Coyote sin reaccionar y que luego fuera a dar debajo de la tierra con un yunque en la cabeza. Patético. Ese coyote era realmente un imbécil. Él y su obsesión por perseguir a un escurridizo animal como aquel con la esperanza de poder atraparlo algún día. Hombre pero eso le pareció familiar… De alguna forma se las arregló para avistar aquella descripción y eso era completamente deprimente.

    Come on, oh my star is fading

    (Ven, oh mi estrella se está apagando)

    And I swerve out of control

    (Y me salgo de control)



    Su caso no era tan diferente como le hubiera gustado. Él estaba obsesionado por un ser escurridizo e insistía en encontrar debilidades en él, tenerlo en sus manos, sin embargo era obvio que sucedía lo contrario. Potter siempre conseguía frustrar sus intentos de parecer superior. Potter lo superaba en todo y su defecto más irritante era que no tenía defectos. Era, tal vez, que estaba empeñándose en una batalla pérdida y sólo se negaba a verlo, exactamente como el coyote.

    And I swear, I waited and waited

    (Y lo juro, esperé y esperé)

    I've got to get out of this hole

    (Tengo que salir de este agujero)



    De hecho, Draco se sorpredio golpeado por la propia derrota. Desde hace algún tiempo que sus intenciones habían dejado de ser espiar al muchacho sólo para saciar su necesidad de sentirse superior, de controlar la situación. Había pasado a observarlo por puro gusto y conversaba con él por internet puramente por que se sentía cómodo.

    Ese pensamiento hizo que se inquietara en medio de las almohadas, cambiando de posición y aplastar alguna de ellas con el pretexto de buscar una posición más confortable. Si ese espionaje ya no existía más, entonces ¿por qué no sentía las ganas de revelar su identidad como Príncipe Slytherin? Sí, podría ser la actitud más corrercta que podía adoptar… pero no la más atractiva. ¡Estaban tan bien de aquella manera! Él podía arrancar opiniones muy oportunas a su respecto y eso era un consuelo para su complejo de superioridad. A pesar de que tenía la plena consciencia de que ya no podía mantener la farsa por mucho tiempo. Cuanto más demorara, peor sería. Pero alguna cosa se lo impedía. Algo parecido al miedo. Miedo a la reacción del otro miedo a ser rechazado… nuevamente.

    But time is on your side, it’s on your side, now

    (Pero el tiempo está de tu lado, está de tu lado, ahora)

    Not pushing you down, and all around

    (No te empuja hacia abajo, y todo vuelve)

    It's no cause for concern

    (No es causa de preocupación)



    Un golpe en la puerta lo despertó de su ensoñación y se levantó con pereza. Debía ser Winky trayendo el pastel de chocolate que le había pedido. Pero, al momento de abrir la puerta se arrepintió amargamente y se volvió para cerrarla por puro reflejo de sus pensamientos de repugnancia. Abrió la puerta frente a una Pansy medio conmocionada y con una piza de irritación.

    - ¡Bebé! ¿Cerraste la puerta en mi cara?

    - ¡Pansy, no me avisaste que vendrías! – Draco intentó cambiar de enfoque sosteniendo su máscara de indiferencia y sarcasmo y asegurando la puerta semi-abierta para demostrar todo su entusiasmo en prolongar el asunto.

    - Pero en realidad yo no, quiero decir, pasaba por aquí y… decidir entrar, entonces tu mamá...

    - Está bien, ya entendí- cortó secamente. - Ahora, si no te importa, estoy cansado.

    Lanzó una mirada significativa a la muchacha y empezaba a cerrar la puerta cuando ella extendió una de sus manos y la detuvo impidiendo que lo hiciera.

    - ¡No, espera Draco! Quería conversar contigo. Sólo… conversar - añadió con un hilo de voz haciendo que Draco casi sintiera remordimiento por tratarla con tanta frialdad. - ¿Puedo?

    Come on, oh my star is fading

    (Ven, oh mi estrella se está apagando)

    And I see no chance of release

    (Y no veo oportunidad de liberación)



    El rubio suspiró y abrió del todo la puerta, fue a sentarse nuevamente en la cama. Pansy entró y cerró la puerta trás de sí dando una mirada general por toda la habitación, casi como si sospechara que él estuviera escondiendo a alguien en algún rincón, debajo del escritorio o en el baño, pero no encontró a nadie, obviamente. Vaciló un poco antes de sentarse al borde de la cama. Draco parecía más interesando en las caricaturas que en ella.

    And I know I'm dead on the surface

    (Y lo sé, estoy muerto en la superficie)

    But I am screaming underneath

    (Pero estoy gritando por lo bajo)



    - ¿No vas a decir nada? - le cuestionó el muchacho irritándose por la falta de acción de Pansy.

    - Yo, emm, sólo quería… quería que supieras que Justin Finch-Fletchley me pidió que fuera su novia ayer.

    Draco arqueó una ceja ligeramente, como única señal de haberla escuchado mientras que continuaba viendo la televisión.

    - ¿Y? – se impacientó después de otra pausa. Claro que estaba sorprendido por la noticia, pero eso no significaba que lo demostraría. Ella podría confundir su sorpresa con celos y eso, definitivamente no era lo que sentía.

    -¿Cómo? – Pansy parecía decepcionada y su voz temblaba un poco.

    - ¿Qué le respondiste?

    - Le dije que necesitaba un tiempo para… aclarar algunas dudas – la muchacha escogía las palabras cuidadosamente. – Quiero saber qué piensas de ello ¿No te importa? – era casi una súplica, lo que hacia la televisión más atractiva.

    Draco se encogió de hombros.

    - No tengo nada que decir, Pansy. No fui yo quien pidió un noviazgo. Es tu vida, haz lo que quieras.

    Entonces escuchó un sollozo que él decidió mejor ignorar, hasta que escuchó la voz temblorosa de la muchacha.

    - ¿Y nosotros, Draco? ¿Cómo quedamos?

    El rubio finalmente la miró y lo que vio hizo que los orificios de su nariz se dilataran. La muchacha tenía los ojos brillantes y una lágrima se le escapaba por el rostro, formando un camino oscuro de maquillaje. Ella estaba desolada y eso tal vez explicó que la voz de Draco se tornara más baja y no tan fría, aunque todavía se escuchaba muy firme y las palabras eran difíciles.

    - Ese “nosotros” no existe, Pansy. Tú inventaste eso y tienes que admitir que yo nunca lo incentivé. Siempre te dejé saber que tenía mi propia vida y que era paralela a la tuya – la muchacha bajó la mirada y lloró de nuevo.

    But time is on your side, it’s on your side, now

    (Pero el tiempo está de tu lado, está de tu lado, ahora)

    Not pushing you down, and all around

    (No te empuja hacia abajo, y todo vuelve)

    It's no cause for concern

    (No es causa de preocupación)



    Draco podía haber terminado ahí, dado que el asunto estaba cerrado e ignorando a Pansy hasta que ella se dispusiera a salir, pero de alguna manera se sintió obligado a continuar. Nunca había visto a la muchacha tan deprimida y conforme, ni creía que merecía ser tratada con tanto desprecio. De alguna manera consiguió asociar ese repentino sentimentalismo a Potter. “Maldición, ¿ahora también estoy intentando ser justo?”.

    Se movió hasta quedar sentado a su lado, uniendo las manos y eligiendo mirar al frente cuando habló

    - Tal vez nunca lo dejé claro para ti, o incluso yo mismo confundí las cosas desde el comienzo, Pansy, pero siempre he pensado en ti como una amiga. Siempre estabas a mi lado. Cuando necesitaba una amiga tú estabas ahí, cuando necesitaba un amante también estabas presente, cuando necesitaba descargar mi enojo en alguien también estabas en la línea de fuego, pero no es conveniente decir eso ahora. Pero no podía ser para siempre. Algún día encontrarías a alguien y…

    - ¿Has encontrado a alguien, verdad? – interrumpió Pansy casi gritando y en medio de más lágrimas cargadas de maquillaje. - ¡Te cansaste de mí precisamente porque siempre estaba disponible! Y ahora que te enamoraste ya no me necesitas, ¿no es así?

    - ¿Me enamoré? –Draco torció el labio inferior con incredulidad- ¿De qué estas hablando, niña?

    Stuck on the end of this ball and chain

    (Preso al final de esta esfera y cadena)

    And I'm on my way back down again

    (Y estoy de nuevo en mi camino hacia abajo)



    - ¿Crees que no lo sé, Draco? ¿Piensas que me engañas? Yo veo la manera en que te quedas en clase, pareciendo babear delante de algo que sólo tú puedes ver. Y es en ella en quien piensas, ¿cierto? ¿Es ella a quien ves? ¡Anda, admítelo! – gritó por fin, desesperada, levantándose y apuntando un dedo amenazador hacia Draco.

    El muchacho abrió la boca varias veces pero no supo qué decir. ¿Cómo así? ¡Él no estaba babeando en clases! Él estaba observando a Pott… ¡sólo faltaba eso! ¿Enamorado? ¡Qué estupidez! ¿De dónde Pansy sacaba esas ideas tan absurdas?

    Stood on the edge, tied to the noose

    (Me quedé en el rincón, amarrado en la trampa)

    Sick to the stomach

    (Enfermo del estómago)



    Pero Draco se salvó de contestar alguna cosa cuando dos toques tímidos sonaron en la puerta. Se levantó deprisa, sin darle la oportunidad a Pansy de detenerlo, y abrió la puerta.

    - ¡Winky! – la bajita señora estaba parada en frente de la puerta y parecía vacilante, cargaba una bandeja con un jugo de naranja y pastel de chocolate completamente endulzado, de la manera que a él le gustaba. – Oh, eh, puede entrar, déjelo en el escritorio de la computadora – le dio espacio para que entrara, procurando mantenerse de espaldas a Pansy y aguardó a que la señora dejara la bandeja y saliera en silencio nuevamente. – Gracias - dijo finalmente, queriendo tener más que decir o hacer para prolongar el asunto y retardar el momento en el que sería obligado a cerrar de nueva cuenta la puerta.

    Pero no había nada más que decir. Winky hizo una leve reverencia y le dio la espalda, caminando por el pasillo y Draco no tuvo más alternativa que cerrar la puerta y girarse hacia la muchacha. Su corazón se congelo al instante que puso los ojos en ella. Pansy estaba sentada en la cama con una de sus manos cubriéndole la boca en una tentativa de contener el llanto y con la otra sosteniendo el celular del muchacho, miraba la pantalla del móvil con los ojos inundados de lágrimas. Fue aterrador.

    Corrió hasta ella para poder arrancarle el aparato de sus manos, pero tuvo piedad en el último momento y puso sus manos en los bolsillos del pantalón, esperando alguna reacción mientras se mordía el labio inferior. ¿Acaso estaba viendo lo que él imaginaba que estaba viendo? ¿Lo reconocería?

    - ¿Es ella, no? –dijo la muchacha con un hilo de voz. Draco cerró los ojos momentáneamente, aliviado, antes de volver a abrirlos - ¿Ángel? ¿Es así como le dices?

    - Sí - ¿qué otra cosa podría decir? ¿Admitir que guardaba las fotos de los ojos de otro chico en su celular? ¿Admitir que estaba “babeando” por Potter desde hace un tiempo? ¡Obviamente no!

    Pero eso fue el colmo. Pansy dejó el celular escurrirse por sus manos hacia el suelo y se cubrió el rostro con las manos. Y en el siguiente momento, estaba de pie, sosteniendo el cuello del rubio con los brazos y de puntillas para intentar tocar sus labios con los de él. Draco arqueó el cuerpo hacia atrás todavía estupefacto por la reacción de la muchacha. La situación de Pansy era lamentable, pero ¿qué más podía hacer? ¿Dejar que lo besara y después patearla fuera de la habitación?

    - ¡No, Pansy! – Se separó de ella con cierta irritación - ¿No has escuchado nada de lo que te dije? ¿O no fui lo suficientemente claro? ¡Ve a vivir tu vida! ¡Corre detrás del que le gustas de la manera en que te guste! – la muchacha volvió a dar un paso en su dirección y él dio un paso atrás. – Estoy enamorado ¿era eso lo que querías oír?

    You can say what you mean

    (Puedes decir lo que quieras)

    But it won't change a thing

    (Pero eso no cambiará una cosa)

    I'm sick of the secrets

    (Estoy harto de los secretos)



    - ¡Oh, Draco! ¡Yo quería escuchar eso, pero quería que te refirieras a mí cuando lo dijeras! – cerró los ojos con fuerza, haciendo que más lágrimas cayeran y se las secó intentando controlarse. Respiró profundamente y tomó su bolso que había dejado en la cama. – ¿Sabes qué? Entonces, deseo que seas muy feliz –habló con el pecho temblándole y con una enorme cantidad de sarcasmo en su voz y pasó junto a él pisando fuerte y caminó hasta la puerta levantando una mano hacia la perilla.

    Draco la miró en silencio y ella bajó la cabeza y volvió a elevarla para mirarlo nuevamente con una mirada más suave.

    - Ella parece bonita. Por lo menos tiene ojos hermosos… Tiene que aprender a depilarse las cejas, pero… - volvió a hacer una mueca pareciendo cansada. – En verdad espero que seas feliz, Draco.

    Stood on the edge, tied to the noose

    (Me quedé en el rincón, amarrado a la trampa)

    And you came along and you cut me loose

    (Y tú viniste y me liberaste)

    You came along and you cut me loose

    (Y tú viniste y me liberaste)



    Draco se balanceó en sus propios pies. No sabía exactamente qué decir. Pero una vez más estaba mintiendo y cada vez se estaba haciendo más doloroso hacerlo. Se aclaró la garganta y habló con vacilación:

    - Yo… también… también espero que seas feliz con Finch-Fletchley

    Pansy sonrió y finalmente abrió la puerta, saliendo sin mirar hacia atrás.

    You came along and you cut me loose

    (Y tú viniste y me liberaste)



    Draco se desplomó en la cama con los brazos abiertos mirando el techo. Por lo menos el asunto de Pansy parecía estar resuelto. ¡Qué ironía! Le debía mucho a Potter por eso… primero por haberlos impulsado en la clase de Matemáticas haciendo que la muchacha se aproximara a Finch-Fletchley, y segundo, por haber pasado por la chica de su sueños, por la persona de la que él estaba enamorado. ¡Humpt! Qué gran ironía...

    You came along and you cut me loose

    (Y tú viniste y me liberaste)



    --------------

    La primera cosa que Remus percibió fue que su cuerpo estaba medio dormido, lo que significaba que acababa de atravesar una crisis bastante fuerte. Siempre quedaba algo descompusto después de una crisis de esas. Incluso sus parpados pesaban resultándole muy difícil abrir los ojos. No es que se sintiera realmente tentado a hacerlo… Y tenía un ruido muy persistente en su oído. No, la verdad no era un zumbido, era una voz que le susurraba, grave y ronca que lo llevó poco a poco de sus sueños hacia la realidad ¿Qué realidad? ¿Qué estaba sucediendo, entonces?

    -... pero ¿qué puedo hacer? Pierdo el control cuando estoy contigo, mi amor – conforme la voz se hacía más clara pudo identificarla. Era Sirius ¿quién más podría tener esa voz socarrona?

    Si Remus corría el riesgo de abrir los ojos estaba seguro de que encontraría la expresión de cachorro más piadoso del mundo, ¡pero estaba tan cómodo! Estaba acostado en una cama suave y, a juzgar por la proximidad de la voz, Sirius estaba sentado al borde de la cama. Los recuerdos de la tarde regresaron a su mente: la embriaguez de Sirius, el beso, la expresión de espanto de los Weasley, su crisis, la desesperación de Sirius… Recordaba vagamente haber sido llevado al coche, la manera en cómo Sirius tomó su mano con fuerza durante todo el camino hasta su casa, ahora se preguntaba cómo había cambiado de velocidades… y luego había llegado nuevamente al cuarto de visitas – también conocido como “Habitación de Moony”. Y era en donde estaba ahora.

    - Ni siquiera conseguí cumplir con mi promesa de que no te besaría en frente de Harry. No puedo, Moony. Pierdo el control de mí mismo. Tú tienes ese efecto sobre mí, lo sabes…

    Remus sintió la mano del otro acariciando su cabello suavemente, como si tuviese miedo de despertarlo y tuvo que reprimir un suspiro. No tenía las suficientes fuerzas como para sentir enojo con su novio en ese momento y no tenía la certeza de que sentiría enojo si tuviera las fuerzas. ¡Oh, pero aquella caricia era buena! Pero nunca admitiría que le gustaba la fijación que Sirius tenía por su cabello. Así que cada que se portaba mal, podría amenazar con cortárselo.

    - Soy un idiota, lo sé. Tienes todo el derecho de estar enfadado conmigo. Sólo espero que no termines conmigo por ser tan imprudente… ¡No lo soportaría, Moony! ¿Qué haría yo sin ti? Más ahora, después de haber probado tus besos.

    Sirius deslizó sus dedos por sus cabellos marrones claro con más gusto tal vez olvidando que debía ser cuidadoso.

    - ¡Maldición! ¿Por qué siempre tengo que arruinarlo todo? Soy un idiota…

    - Eres mi idiota – la voz de Remus salió un poco desafinada debido al tiempo en desuso.

    Sintió el movimiento del colchón y que se hundía un poco más.

    - ¿Cuánto tienes escuchándome? – preguntó Sirius y Remus se obligó a abrir un poco los ojos intentando acostumbrarse a la luminosidad de la habitación.

    Sirius se había acostado junto a él y se encorvaba con el tronco apoyado en los codos enderezando su cabello detrás de las orejas. Pero su vista se negaba a ajustarse a la luz y le era difícil centrarse en el rostro de su novio.

    - Lo suficiente como para saber que le prometiste a Harry no besarme en frente de él –dijo con la voz ahogada.

    - Oh... bueno, yo…– Sirius torció los labios. – Sí, se lo prometí, pero él no parece incómodo – afirmó.

    Remus tuvo que enfrentarse al fracaso y negaría la cabeza si fuera capaz de hacerlo. Sin embargo, la única reacción que pudo demostrar fue una pequeña sonrisa que no parecía nada represora. Sirius pareció animarse un poco por esa reacción y tomó una de las manos de su novio, acariciándolo.

    - Estás… ¿todavía estás enojado conmigo, Moony?

    Remus suspiró y parpadeó algunas veces para expulsar aquella neblina que parecía filtrarse en su visión. Pero se arrepintió al fijarse en la mirada piadosa que el otro le lanzaba.

    - Ah, Padfoot – suspiró. - Si tan sólo lograra realmente enojarme contigo…

    Sirius sonrió mucho y le interrumpió con un beso suave en los labios. Entonces, libró sus pies de los zapatos de un jaló, dejando al aire las medias blancas repletas de ositos pandas de peluche. Se acostó sobre su espalda y tiró de Remus para que apoyara su cabeza sobre su pecho. Después se concentró en acariciar el cabello sedoso con cariño.

    - No fue del todo malo, ¿verdad? – cuestionó después de un confortable silencio. A Remus le pareció graciosa la forma en cómo se escucha la voz del otro, casi el doblemente de fuerte ya que estaba acostado con un oído sobre su pecho. Un sonido sordo y fuerte al mismo tiempo.

    - No ¡Fue un desastre! ¡Molly se desmayó, Padfoot! ¡Y Arthur quedó morado, casi se ahogó! ¡Sin contar las caras de disgusto de los demás! – le regañó, sin embargo se contuvo de elevar el tono de voz.

    - ¡No estaban disgustados! – protestó Sirius. – Ellos sólo estaban… sorprendidos, eso es todo…

    Remus soltó un ruido por la nariz en señal de desaprobación y Sirius continuó:

    - ¿Me perdonas, mi amor? Ya admití que soy un idiota imprudente que siempre consigue arruinar todo, que no se resiste a ti… ¿Qué más quieres que haga? –dijo socarronamente.

    Remus soltó una risa gustosa y se acomodó mejor en su “almohada”. Sentía que las fuerzas regresaban lentamente con la característica suavidad de cuando el momento post-crisis le abandonaba.

    - Pensaré en tu caso - dijo de una forma que aseguraba al otro que no había nada que perdonar.

    Sirius besó la parte superior de la cabeza de su novio.

    - ¿Dónde está Harry? – Le preguntó Remus antes de que se volviera a dormir con los cariños recibidos. - ¿No ha regresado de con los Weasley?

    - Sí, ya regresó, está viendo la televisión con Snuffles. Son las ocho de la noche ¿sabes?

    - ¡Estás bromeando! – se sorprendió Remus abriendo los ojos y sólo entonces se dio cuenta de que la luz que iluminaba la habitación era artificial, proveniente de la lámpara del techo. - ¿He dormido todo este tiempo?

    - Ajá– concordó Sirius. - Harry y yo ya estábamos preocupados, por eso vine a despertarte. Pero terminé distrayéndome apenas puse los ojos en ti, tan tranquilo y dormido… tan lindo…

    Remus sonrió medio apenado, agradeciendo que por su posición, el otro no pudiera ver su desconcierto. Todavía no se acostumbraba a sus elogios. ¡Pero era tan bueno escucharlos!

    - ¿Harry no va a salir hoy? – preguntó intentando cambiar de tema.

    - No. Hoy no tendrá ninguna reunión con Malfoy- dijo Sirius haciendo hincapié en la palabra “reunión” removiéndose con inquietud - ¿Moony?

    - ¿Hum?

    - ¿Qué trae ese tipo? ¿Qué es lo que quiere con nuestro Harry? – oh sí, Sirius Black solía ser muy posesivo.

    -¿Cómo así?

    - Pues, bueno, ¡él llega de repente y ya está ocupando la mayor parte del tiempo de Harry! No puedo aceptar eso, Remus. Él dice que es por causa del voleibol, pero existen otros muchachos que también juegan en el equipo, ¿por qué esa exclusividad para el rubio teñido? – la voz de Sirius denunciaba, además de posesividad, unos celos mal disfrazados hacia su ahijado. – Sabes... – el hombre se mordió el labio inferior, pero Remus tampoco pudo evitar hacer el mismo gesto. - Tú… ¿no crees que..?... bueno, sé que Harry es cautivador, como tú mismo dices, pero ¿no será que cautivó demasiado al mocoso de Malfoy?

    Remus habría protestado por el “mocoso de Malfoy”, sin embargo, aquello era lo menos que le molestaba de todo lo dicho por el otro. Se giró de lado e irguió la cabeza apoyándosela en una de sus manos y con el codo en la cama.

    - ¿Estás insinuando lo que yo creo que estás insinuando? – preguntó con los ojos entrecerrados.

    - Creo que sí - Sirius puso una cara de molestia y apretó la nariz como a un cuerno.

    Remus se alejó un poco.

    - Oh, Sirius, tu imaginación de niño es muy divertida, pero estas exagerando. Ellos son muchachos, eso sería…

    Pero se interrumpió cuando Sirius frunció el ceño. Adivinó lo que vendría ahora: sarcasmo en altas dosis. Y estaba tremendamente acertado.

    - ¿Absurdo? ¿Inconcebible? ¿Asqueroso? ¡Vamos, di lo que piensas! ¿Has olvidado que alguna vez fuimos muchachos y que ahora somos hombres? ¿Eso es lo que piensas de nuestra relación?

    Remus suspiró y tomó su mano con fuerza, entrelazando sus dedos para impedir que se soltara.

    - Yo no tengo asco de nosotros, Padfoot. Tan solo creo que no porque te gusten los hombres, debes encontrar eso normal.

    - Oye, ¡no me gustan los hombres! – se indignó Sirius.

    - ¿Ah, sí? – Remus arqueó una ceja, medio divertido en la forma en que aquél hombre parecía un muchacho de dieciséis años de edad que se fugaba de su casa.

    Sirius hizo un puchero, haciendo que la sonrisa de su novio aumentara aún más.

    - ¡Sí! Me gustas tú… sólo tú…

    Remus se estiró y le dio un beso en los labios del otro, que aun mantenía la expresión infantilmente empuchada.

    - Por supuesto que te gusto. Y estoy feliz por eso.

    Esas palabras hicieron que Sirius se suavizara un poco y lo enfrentara de nuevo intrigado.

    - Hablo en serio, Moony. Desconfío de las intenciones de ese muchacho. Harry ya me cuestionó varias veces sobre gustar de los muchachos y yo… no sé, creo que…- Sirius chasqueó la lengua con desprecio. - Bueno, debo de estar loco, viendo cosas que no son...

    Pero ahora Remus era quien estaba intrigado.

    - ¿Se mostró muy interesado? Quiero decir, es normal que sienta curiosidad, pero… ¿notaste algo más que curiosidad?

    Sirius se encogió de hombros.

    - No, en realidad no noté nada. Debo de estar imaginando cosas, ya sabes…Debo haber imaginado las cosas, ya sabes...

    Remus sabía lo que Sirius estaba haciendo. Primero le planteaba la semilla de la duda en su cabeza y después decía que no tenía importancia, que no debía de ser nada. Pero no tenía remedio, ya había caído irremediablemente en la trampilla.

    - Espera, Padfoot. ¡Esto puede ser grave! ¡Oh, cielos! ¿Pero, justamente Malfoy?

    - Oye, ¿quién está siendo sexista ahora, eh? – le codeó Sirius con una sonrisa torcida de satisfacción.

    Remus no sabía qué lo dejaba más desconcertado: si las palabras de Sirius o su sonrisa.

    - Pero es exactamente eso lo que me preocupa, lo sabes Moony – continuó Sirius, después de deliciarse con la consternación de su novio. – No puedo evitar pensar en que Harry es un muchacho inocente y vulnerable. Que los demás pueden dañarlo en cualquier momento – abrió la boca varias veces con las cejas casi unidas. - ¿Será que eso es una especie de protección paterna?

    Remus rió ante expresión confusa del otro.

    - Sí, Moony. Creo que estas aprendiendo a ser un poco paternal… por fin.

    - ¿Y eso es bueno? – Sirius sólo una ceja.

    - ¡Sí! ¡Si sabes tus límites, eso es muy bueno! Simplemente no quieras controlarlo, echarías todo a perder.

    - Bueno, para eso te tiene a ti, ¡hey! – Remus arqueó una ceja en una pregunta muda imitando los gestos del novio. - ¡Recuerda mis límites! – se justificó Sirius.

    - Oh, sí. Tienes toda la razón. Tú mismo necesitas ser controlado…

    - ¡Epa! Me di cuenta de tus intenciones detrás de esa frase aparentemente inocente, ¿ves? ¡Siempre me estas queriendo controlar!

    - Bueno, momentos atrás juraría que te gustaba eso - Remus pretendió estar reflexivo.

    - ¡Bah! – Sirius le empujó levemente. - ¡No distorsiones mis palabras!

    Remus sonrió brevemente, pero se puso serio rápidamente.

    - Ok, Padfoot, conseguiste dejarme preocupado.

    Sirius hizo un movimiento victorioso con los dos brazos y movió los labios en algo que pareció un “Yeah”, pero en siguiente momento pareció como si nada hubiera pasado.

    - ¿Y qué vas a hacer? – cuestionó acostándose un poco más y copiando la posición de su novio para mirarlo directamente a los ojos formando una moldura en su rostro.

    - Bueno, voy a prestar más atención a esos chicos durante las clases y lanzar mis propias conclusiones. Ventajas de ser profesor, mi querido – levantó las cejas provocativamente y exhaló en una de sus uñas poniéndolas después en su camisa. Sirius puso los ojos en blanco y echó la cabeza hacia atrás, inconforme, pero Remus continuó volviendo al tono serio. - Después podemos pensar lo mejor que hacer.

    Sirius se frotó las manos.

    - Yo sugiero estofado.

    - ¿Eh? – cuestionó Remus confundido.

    - Sugiero que piquemos al mocoso de Malfoy en trozos pequeños y los hechemos dentro de un caldero humeante. Después se lo podemos dar a los perros… de la vecina, porque Nuf nunca comería estofado de Malfoy, ¡argh! – Sirius puso una cara de asco y Remus decidió unirse a la diversión, nostálgico por los tiempos en que tenía excusas estupendas para ese tipo de actitud, como que la edad propicia la idiotez…

    - Tengo una mejor idea.

    - ¡Habla, habla! – se inquietó Sirius. Él siempre había tenido una gran admiración secreta por los planes de Remus en la escuela. Eran raros, pero muy bien elaborados.

    - Propongo que hagamos fuego y lo pongamos en un asador de pollos, girando todo el tiempo.

    - ¡Y con una manzana en la boca! –añadió Sirius.

    - ¡Por supuesto! – Remus se echó a reír. - ¡Malfoy a la ruleta!

    Ambos cayeron de la risa, como no lo hacían en mucho tiempo, hasta terminar mirándose sin dejar de reír.

    - Te amo - declaro Sirius inesperadamente y sin darle tiempo al otro de reaccionar ya que estaba atacando sus labios con hambre. Enlazó los brazos alrededor de su cintura aproximando más los cuerpos. Remus se entregó al beso y enterró una de sus manos en los cabellos oscuros del otro.

    Sin embargo, en ese momento se escuchó el ruido de la perilla girando con fuerza y la puerta fue empujada hasta golpear la pared y regresar, dejando un espacio lo suficientemente grande para que una grande mancha negra y gris pasara corriendo hasta tirarse en la cama en medio de ellos dos.

    - ¡Snuffles!– le regañó Sirius recibiendo dos ladridos desafiantes por respuesta- ¡No me respondas, mal-educado! – otros dos ladridos divertidos. – ¿Quién te enseñó a abrir las puertas, perro?

    Remus interrumpió el regaño para defender al perro, que ahora se arrastraba entre el espacio de los dos para lamerles las orejas con entusiasmo.

    - Bueno, Padfoot, que yo recuerde, ¡tú le enseñaste para que pudiera sacar la basura sin que tuvieras que levantarte del sofá a abrirle la puerta!

    - ¡Genial! Ahora ganaste un abogado de defensa, Nuf. ¡Oh! ¿Qué será de mí? – echó la cabeza sobre la almohada con picardía, pareciendo teatralmente desolado.

    - ¡Epa! ¿Puedo abrir los ojos? – la cabeza de Harry con los ojos apretados apareció por el hoyo entre la puerta y la pared. - No hay alguien desnudo, ¿verdad?

    - No- respondió Sirius. - Sólo Snuffles. ¡Él insiste en no usar ropa! Dice que sólo porque es peludo no la necesita - Harry rió abriendo un ojo seguido del otro, después de asegurarse que realmente estaban todos vestidos. – Saben creo que me voy a unir a esa ideología. ¡También estoy peludo! ¿Qué te parece, Moony?

    - Entra, Harry- dijo Remus, ignorando deliberadamente la pregunta del otro. - ¡Júntate al club de hombres!

    - Oh, no, no quiero perturbar… sólo vine a buscar a Snuffles. Traté de detenerlo, le dije que no molestara, pero… ¿quién ha dicho que me escucha? – el muchacho puso una cara de inocente, pero el brillo en sus ojos denunció la travesura.

    - ¡Mentiroso! – Sirius lanzó una almohada a su ahijado, que se defendió con las manos aproximándose ya a la cama. - ¡Fuiste tú quien lo mandó a vernos!

    ---------------

    QUOTE
    Notas de la Autora: ¡Hola todo el mundo! La canción que usé en este capítulo fue Amsterdam – Coldplay, y le agradezco a Luana por habérmela recomendado ;) El versillo que puse en el capítulo anterior fue de Green Eyes – Coldplay. Discúlpenme por no haberlo indicado…

    Hum, mucha gente me ha pedido un final feliz para Pansy… bueno, no sé si era eso lo que esperaban de mí, pero fue lo que pude hacer. ¿Qué opinan de la escena fluffy Moony/Padfoot? ¡Ay, son tan lindos! XD

    Lo sé, lo sé, no hubo Harry/Draco en este capítulo tampoco, pero… como ya dije, lo compenso en el capítulo 19, que va a tener otro paseo en el parque. Gente, ¡no estoy prometiendo beso en el capítulo 19! ¡Nunca dije eso! De hecho aún no lo escribo, así que no sé cómo ni cuándo vaya a ser, pero… bien, ¡no sé! Vamos a ver, voy a dejar a la historia correr por sí misma, como siempre ;) Tengan un poco más de paciencia, ¿ok? (Léase: ¡Aún no me maten, por favor! ¡Tengan piedad de mí!) XD

     
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  9. fer-chan
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    Vale, me aventé la historia en dos días, creo que eso dice cuanto me ha gustado hasta el momento, una amiga me paso el link y no pude para de leer

    Si, definitivamente una de las mejoras historias que he leido, muy buena trama, buenos argumentos, y las canciones de esa gran banda de Coldplay no podrian haber quedado mejor

    Espero que puedas seguir pronto la continuación, que por cierto tiene una muy buena traduccion


    Au revoir!
     
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  10. Kari Tatsumi
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    Capítulo Diecinueve

    Decepción




    Draco estaba recostado en el pasto, boca arriba, con la cabeza apoyada en uno de sus brazos. Estaba debajo de aquél árbol en el que acostumbraba encontrarse con Potter. Se distraía viendo el movimiento de las hojas, el modo en que danzaban conforme la brisa suave pasaba por ellas, agitando las ramas, haciendo dibujos que se movían en el suelo cuando la luz del sol conseguía pasar por entre los pequeños espacios entre ellas. Aquella calma deliciosa, las risas que el viento traía de lejos, el susurro del viento, el farfullar de las hojas, todo eso le traía cierta paz al rubio y un sentimiento de familiaridad. Esta vez la claridad no era disculpa para la sonrisa que tenía en el rostro.

    Ese sentimiento de plenitud lo hizo suspirar, haciéndolo notar un extraño peso en sobre su pecho. Pero no era incómodo. Por el contrario, parecía ajustarse perfectamente a él. Alguien estaba con la cabeza apoyada en su pecho, una mano enlazada en su cintura y una pierna sobre la izquierda suya. En lugar de extrañarse por eso o mirar quién era, simplemente alzó una mano, guiándola de manera que se enterrara en ese cabello sedoso, corto y… despeinado.

    Se sintió abrazado con más fuerza y escuchó un suspiro. Incentivado por esas reacciones, comenzó a acariciar esos suaves cabellos, deslizando sus dedos entre ellos y así impidiendo que aquella hermosa sensación se evaporase, temiendo que en cualquier momento desapareciera.

    - ¿Nuestra vida está cambiando, verdad? - escuchó aquella voz cantarina, casi susurrando, tan cerca de él.

    Las palabras casi fueron llevadas por el viento, pero sus oídos las capturaron y las degustaron.

    - ¿Lo está? - se escuchó preguntar también susurrando y nuevamente era casi como si el viento hubiese cargado las palabras mucho antes de que salieran de su boca.

    Por un momento creyó que no había sido escuchado, pero entonces percibió un movimiento y bajó un poco la mirada, su estómago dando una pequeña -y deliciosa- contracción. Dos iris verde esmeralda lo miraban desde arriba, brillantes, sonrientes, esta vez libres del armazón negro, enmarcadas apenas por aquél rostro que tanto conocía. Y aquella sonrisa, ah, ¡aquella sonrisa! ¡Tan bonita, tan contagiosa!

    - Sí - dijo, recorriendo con la mirada cada pedacito de su rostro y deteniéndose en los ojos. - Te ves diferente.

    - Y… eso… ¿eso es bueno, Harry? - preguntó, casi perdiéndose delante de aquella visión, sintiendo su respiración tan próxima a la suya. ¿O sería el viento soplando en su rostro?

    Potter aumentó la sonrisa y después su mirada bajó hasta los labios de Draco. El moreno se mordió sus propios labios, haciendo que su sonrisa se deshiciera lentamente, transformándose en expectativa. La respiración de Draco falló en ese momento. Su corazón olvidó latir una o dos veces.

    - Sí… Draco - ronroneó, cerrando los ojos y aproximándose lentamente, tan lentamente que los segundos parecieron una eternidad.

    Conforme se iba aproximando, el rubio cerró los ojos y dejó que su respiración saliera entrecortada, su corazón volviendo a latir con fuerza, martillando contra sus costillas. Sintió la expectativa creciendo y creciendo hasta que sintió una caricia suave en sus labios entreabiertos, sedientos. Y fue como si alguna cosa cálida se esparciese por todo su cuerpo, bombeando en conjunto con su sangre a una velocidad increíble. Por un momento fue privado de otras sensaciones. No sentía el suelo en el cuál se apoyaba, ni el peso del otro sobre su cuerpo, la textura del pasto al cuál se agarró por instinto; sólo sentía aquél toque tan leve que le provocaba un hormigueo en sus labios.

    Súbitamente se vio necesitado de aquello. Unir sus labios completamente a los del moreno era tan esencial como respirar. Instintivamente se movió hacia enfrente ansioso de aumentar ese contacto tan delicioso, calmar el estremecimiento de su cuerpo…

    Pero, lo que sucedió hizo que su sangre se congelara. Conforme se iba moviendo, sintió que todo se desvanecía, el escenario, las sensaciones, y lo peor de todo… Potter. No encontró sus labios, no sintió el calor de su cuerpo, ni su respiración, nada. Sintió otra contracción en el estómago, pero de susto, de pesar, de miedo.

    Estaba nuevamente en su cama. Se había dormido con la televisión encendida. Ni siquiera se había cambiado. La cama aún estaba cubierta de almohadas, algunas aún permanecían sobre él. Sobre su pecho, su cintura, su pierna… Abrió los ojos con el corazón aún golpeando su pecho.

    - ¡Oh, no! - Draco gimió y se encogió en la cama, haciendo que algunas almohadas se cayeran.

    Tenía ganas de gritar, de golpear la cama, de llorar, ¡cualquier cosa! No sabía si estaba horrorizado o frustrado. Se quedó temblando en la cama como un niñito asustado. ¡Había pasado otra vez! ¡Había soñado con Potter! Y cada vez era peor… ¿Qué estaba pasando? ¿Qué eran esos sueños? Draco inconscientemente se llevó una mano a los labios, tocándolos suavemente. Aún podía tener un vago recuerdo de la sensación. Si cerrara los ojos, podría ver esas dos iris esmeraldas mirándolo de cerca, aquella boca perfecta… ¡AAAAAHHHRG!

    Se sentó en la cama abrazando sus rodillas y golpeándose la cabeza levemente contra ellas como si quisiera borrar los recuerdos, expulsarlos fuera de su insana mente. “¿Qué me está pasando?”, se preguntó.

    La única respuesta que obtuvo fue el rugido de su estómago. No recordaba si había cenado la noche anterior. En la mesa de la computadora aún estaba la charola con migajas del pastel que Winky le había traído en la tarde, con marcas de dedos donde antes habían estado algunas salpicaduras de cobertura de chocolate.

    Realmente no había salido de su habitación el día anterior.

    Empujó las almohadas fuera de la cama y encontró el control remoto, apagando la televisión. Tomó su celular del buró. Las diez de la mañana. Aún faltaba mucho para su cita con Potter… “¿Qué cita? ¡El paseo en el parque, por favor!”, reprendió su indignada consciencia. El rubio aventó el control contra la pared, haciendo que la tapa de las baterías se rompiera. Se dejó caer en la cama.

    Necesitaba un baño. Un baño lo resolvería todo…

    --------------

    El baño no resolvió nada. ni las horas en que se quedó en casa sin tener qué hacer, esperando el final de la tarde para encontrarse con Potter. Alrededor de las dos y media de la tarde ya estaba cansado de sus propios pensamientos, irritado con la manera en que siempre regresaba a pensar en Potter. Ya le había gritado a Winky dos veces en aquél espacio de tiempo. No se soportaba ni a sí mismo. Decidió tomar su bicicleta e ir al parque más temprano, recostarse bajo el… cualquier árbol, menos aquél en donde acordaron encontrarse.

    Conectó sus audífonos al celular, colocándolo en su pantalón y salió de casa sin decir nada a nadie, como siempre. Y como siempre, no fue cuestionado cuando pasó por ahí. Dio una vuelta perezosa en el parque, mirándolo todo, sin reparar en nada. Pedaleaba con la mayor lentitud posible, esperando que el tiempo pasara deprisa, apreciando la brisa en sus cabellos, el cielo limpio, el pasto verde… un verde opaco, nada que se comparara con… “¡El cielo, Draco, mira el cielo! ¡Olvida el pasto!”

    Finalmente, faltando veinte minutos para las cuatro de la tarde, decidió parar en la sombra del frondoso árbol. Se quitó los audífonos y se sentó en el pasto, recargando la cabeza en el tronco y admirándolo. Exactamente como en su sueño. Pero no estaba aquella atmósfera irreal rodeándolo, ni ningún moreno de ojos verdes… por poco tiempo.

    Draco escuchó el sonido de una llanta derrapando en el pasto y miró hacia el frente, su corazón temiendo dispararse sin motivo alguno. Potter estaba jadeante, sosteniendo su mejor sonrisa, limpiando el sudor de su frente en su camiseta.

    - ¡Hey, Malfoy! ¡Ufa, qué carrera, ja ja! ¡Dejé a Padfoot y a Moony atrás!

    Draco se limitó a fruncir una ceja.

    - Mi padrino y el profesor Lupin, Malfoy - explicó Harry aún respirando pesadamente, acomodando sus gafas. - Vamos, sino ellos nos seguirán.

    Draco se levantó inmediatamente, sacudiéndose la ropa para limpiarla y montando su bicicleta. No quería que nadie los siguiera, mucho menos las dos niñeras de Potter. Y hablando de Potter, él se estaba… ¡carcajeando!

    - Caray, ¿tienes miedo de que nos sigan? - se burló el moreno.

    - ¡Joder, Potter! ¡No puedo creer que me llames cobarde! - se indignó.

    - ¡Qué bueno que no lo crees, porque estaba de broma! ¡Ahí vienen, es mejor que corramos! - Potter salió disparado y Draco lo siguió, no sin antes mirar hacia atrás y ver dos personas aproximándose en bicicleta una cuadra anterior.

    --------------

    - ¡Rápido, Moony! ¡Vamos a perderlos de vista! - gruñó Sirius, parando por cuarta vez para esperar a su novio.

    Remus pedaleaba tranquilamente, murmurando algo. Sirius dejó salir un gritito de frustración y buscó de nuevo a los chicos.

    - ¡Aaaaah! ¡No puedo creerlo! ¡Mira, ya van a rodear el parque! ¡Ya no vale la pena! ¡Ya ni siquiera puedo verlos! - Sirius se giró de nuevo hacia Remus con una expresión asesina. - Te mato, Moony. ¿Ves lo que hiciste?

    - Caray, sabes que no puedo correr más que esto, o tendría otra crisis. ¿Y por qué no los seguiste solo, si tanto querías hacerle de Sherlock Holmes? En realidad eres un chismoso, si quieres mi opinión.

    - No, no la quiero - dijo Sirius, irritado. - ¡Y no te dejaría solo en el parque por nada del mundo!

    - ¿Qué peligro hay en eso, Padfoot? Ya estoy bien grandecito para cuidarme, ¿sabes?

    - Sí, ¿pero quién me garantiza que nadie te va a robar por ahí?

    Remus soltó una carcajada y lo miró incrédulo cuando finalmente lo alcanzó.

    - ¿No estás hablando en serio, verdad?

    Sirius volvió a pedalear, esta vez a su ritmo.

    - ¡Claro que sí! ¡Mírate! ¡Eres lindo, encantador, maduro, sexy… y el parque está lleno de esas niñitas con shorts mínimos fingiendo que están ejercitándose sólo para torcerse el pie y caer en los brazos del primero que aparezca!

    - ¡Oh, Padfoot! ¡Tú y tu fértil imaginación!

    - ¡Sólo estoy cuidando lo que es mío! Y tú deberías hacer lo mismo. Sabes que soy prácticamente un dios griego, ¿cierto?

    Remus se limitó a rodar los ojos. Sirius se irritó por la falta de respuesta de su novio y comenzó a maquinar alguna cosa para probarlo. ¡Tenía que hacer algo! Hasta que vio la oportunidad caminando en su dirección. Literalmente.

    Una chica de más o menos 20 años usando un TOP y shorts de gimnasia con los cabellos rubios amarrados en una coleta alta, estaba corriendo en la calzada en sentido contrario a ellos. Sirius la analizó de arriba abajo y dio un silbido bajo y largo. La chica hizo de cuenta que no lo escuchó y siguió corriendo.

    - ¡Wow! ¡Qué belleza, eh! - dijo, parándose para verla pasar y girando la cabeza para analizarla mejor desde otro ángulo.

    En ese mismo momento, Remus paró también, apoyándose en un pie y siguió la mirada de su novio, analizando a la chica también de arriba abajo.

    - Sí, es muy bonita - concordó simplemente, en seguida volvió a pedalear como si nada hubiese pasado.

    Sirius, aún con los ojos abiertos a más no poder y la boca abierta, permaneció donde estaba, apenas mirándolo alejarse. Cuando Remus se dio cuenta de que faltaba, ya estaba a media cuadra, siendo que Sirius permanecía en la esquina, embobado.

    - ¿Qué? - preguntó, intrigado. - ¿No vienes?

    Sirius bufó, hizo un gesto celoso y montó su bicicleta, regresando a casa.

    - ¡Hay, Padfoot ¿Adónde vas?

    - Ah, no te preocupes - gritó de vuelta. - No voy tras esa chica, si te interesa, claro…

    - ¡Padfoot! - Remus dio la vuelta y pedaleó con fuerza, intentando alcanzarlo.

    - Me voy, Moony. ¡No te preocupes por mí! ¡Puedes volver y buscar compañía más interesante, sin resentimientos! - gritó aún, irritado, sin preocuparse con las personas curiosas que se giraban a verlos.

    - ¡Padfoot, espera!

    Pero Sirius ya estaba lejos y Remus desistió en alcanzarlo, volviendo a una velocidad segura para su condición y meneando la cabeza, inconforme.

    - ¡Qué temperamento, Dios mío! ¿Qué hice mal? - dijo para sí mismo.

    --------------

    Harry y Draco pedalearon con entusiasmo hasta estar completamente escondidos entre los árboles, sólo entonces Harry se detuvo y miró hacia atrás para estar seguro de que no habían sido seguidos. Draco paró también y lo esperó.

    - ¡Ufa! ¡Creo que los despistamos! - conmemoró Harry, deslizándose hasta estar junto al rubio. - ¿Recuerdas el camino hasta el manzano?

    - ¡Por supuesto que lo recuerdo, Potter! ¡Es sólo seguir la vereda! - dijo intentando parecer irritado, pero fallando vergonzosamente.

    - Sí, pero existen algunas bifurcaciones. Bueno, pero si tú lo dices, ¿qué opinas si apostamos una carrera hasta allá?

    Draco arqueó una ceja y lo miró mientras pensaba en la propuesta?

    - ¿Y qué gano si llego primero? - preguntó, por fin, con una ceja alzada. Miles de opciones pasaron por su mente y sus ojos se desviaron sin que se diera cuenta hacia la boca del moreno.

    Potter sonrió malicioso y sus ojos brillaron tras sus anteojos. Humedeció sus labios, sin notar que Draco lo miraba de aquella manera sedienta.

    - ¡Puedes estar arriba! - Harry propuso y Draco abrió mucho los ojos.

    - ¿Eh? - cuestionó, asombrado.

    Potter se carcajeó, para variar. Y luego, cuando por fin pudo controlarse, se acomodó los anteojos en el rostro.

    - Puedes subir a mis hombros para tomar las manzanas, Malfoy - explicó distraído.

    - Oh - Draco se deshizo y se irritó, al mismo tiempo. - Está bien, está bien. Y si yo, ah… si tú llegas primero, tú vas arr… ya sabes, en mis hombros, quiero que quede todo claro, ¿sí? Para que no inventes algún otro castigo.

    - ¡Está bien! - acordó Potter alegremente.

    - A la de tres, entonces - Draco se posicionó en la bicicleta y Potter hizo lo mismo. - ¡TRES! - gritó y salió disparado, sonriendo satisfecho consigo mismo.

    Pero no contaba con los extraordinarios reflejos de Potter, que se disparó enseguida, con una diferencia mínima.

    - ¡Hey! ¡Así no vale! ¡Tramposo! - berreó Potter, atrás.

    Draco no le hizo caso. Continuó pedaleando con todas sus fuerzas, manteniendo el cuerpo medio encorvado, sin sentarse en el asiento, para obtener mayor agilidad. Potter estaba tras él, muy cerca. En algún momento llegó a estar a su lado, pero Draco estaba determinado a ganar, aún siendo deshonesto al inicio. Era una cuestión de orgullo ahora. ¡Tenía que vencerlo!

    Consiguió abrir ventaja en uno de los descensos y llegó primero, dejando la bicicleta derrapar en el suelo y casi perdiendo el equilibrio. Se apoyó en el tronco del árbol y se deslizó hasta el piso, respirando con dificultad, el rostro jadeante. Potter llegó más moderadamente, frenando debidamente la bicicleta y apoyándola con cuidado contra el tronco. Sólo entonces se dejó caer sentado al lado del rubio. Sonreía y también tenía el rostro maravillosamente colorado, jalando con fuerza aire a sus pulmones. Si antes sus cabellos apuntaban a todas direcciones, ahora ni siquiera podría describir el revoltijo de sus mechones negros.

    - Yo… - respiró antes de continuar - voy a ignorar… el hecho de que… hiciste trampa, ¿está bien?

    - Claro, Potter - Draco también tuvo que parar para respirar - porque te habría ganado… aún sin hacer trampa.

    - Sí, sí, lo admito - asintió, despeinándose aún más. - ¡Tienes una condición física increíble! ¡Y tu respiración también! Lástima que el cigarro perjudique eso, con el tiempo.

    Draco, que había hinchado el pecho a causa del elogio, ahora fruncía el ceño, confuso.

    - ¿Cigarro?

    - Sí, fumas, ¿no? - Draco balanceó la cabeza negativamente. - ¡Pero yo te vi fumando una vez en la escuela! ¡Y Parkinson parece una chimenea!

    - No, yo no… - el rubio se interrumpió al recordar el episodio que había hecho sólo para provocar al trío de oro. - Oh, no, no, aquella vez sólo quería provocar a Granger.

    Potter estrechó los ojos cuando lo escuchó sonreír socarrón.

    - Sabes, tienes un retorcido sentido del humor.

    - ¡Caray, Potter! - la sonrisa desapareció inmediatamente. - ¡Mejor que el tuyo, que te ríes por cualquier cosa!

    Y Potter… rió. Draco rodó los ojos y esperó a que terminara. Estaba mirando hacia enfrente, ya que estaban sentados lado a lado, pero percibió que el moreno lo estaba mriando.

    - Harry - dijo Potter y Draco se giró, confundido.

    Encontró aquellas dos iris verdes cerca de su rostro y por poco no encuentra palabras qué decir.

    - ¿Qué? - preguntó, agradeciendo que su voz hubiese salido firme.

    - Harry, llámame Harry - pidió el moreno con cierta seriedad.

    - ¿Por qué?

    - Porque no me gusta la manera en que escupes mi apellido - Draco abrió la boca pero no pudo encontrar palabra alguna antes de que el moreno continuara, girándose hacia el frente de nuevo. - Además, me gustaría que me llamases Harry. Todos mis amigos lo hacen.

    Draco tragó en seco. Todos sus… ¿amigos? ¿Había escuchado bien? ¿Potter lo consideraba su amigo? “Harry” pensó, e incluso en su pensamiento sonó irreal. Eso era el tipo de cosas que pasaban en sus sueños, literalmente. Draco dudaba que podría llamarlo así algún día.

    - ¿Puedo llamarte Draco? - preguntó el moreno aún sin mirarlo, arrancándolo de sus devaneos.

    Draco notó que quizá había permanecido en silencio por un largo tiempo. Tragó en seco de nuevo y vio que Potter lo miraba. Mejor así. Asintió con la cabeza y todo resuelto.

    Potter se dio por satisfecho, levantándose y ofreciéndole la mano para ayudarlo.

    - ¿Manzanas? - sugirió.

    - ¡Manzanas! - aceptó y en un momento ya estaban escogiendo las mejores.

    Obviamente, las más bonitas estaban en lo más alto, o no tendría gracia alguna. Se quitó los tenis, rebelando unas medias blancas con un dibujo del Pájaro Loco que trató de esconder con su pantalón antes de que Potter lo viera. Éste te posicionó y Draco subió en sus hombros. Entonces se dio cuenta de que no podía mirar hacia abajo. ¡Tenía pánico a las alturas, apenas y podía moverse!

    - ¿Todo bien allá arriba, Draco?

    Draco sintió un airecillo frío en el estómago, no sabía si de miedo o por escuchar su nombre saliendo tan fluido de la boca de su ahora amigo.

    - Ajá - concordó, esforzándose en levantar la cabeza. Tenía la impresión de que caería en cualquier momento.

    - ¿Crees no arrancar mis cabellos? ¡No me gustaría quedar calvo tan pronto!

    Sólo entonces Draco se dio cuenta de que estaba agarrando dolorosamente los cabellos del moreno.

    - Oh, yo… y-yo sólo… - tartamudeó. ¡Mierda! ¡Qué patético estaba siendo!

    - Está todo bien - Potter aseguró firmemente sus muslos, en una tentativa de pasarle seguridad. Pero eso sólo hizo que el frío en su estómago aumentase. - ¿Quieres que yo me suba sobre ti?

    - ¡No! - respondió… demasiado rápido. - No, estoy bien - no estaba dispuesto a darse por vencido tan fácilmente. Si Potter podía, ¿por qué él no?

    Y con esa determinación, Draco se fue soltando poco a poco, tomando más confianza, sintiéndose más seguro, hasta que la cuarta manzana estuvo en su playera -que por esta vez había sido metida al pantalón para servir de apoyo.

    Descender fue otro problema, pero Potter le dio instrucciones pacientemente y lo ayudó, permitiendo que se apoyara en uno de sus muslos para descender. Draco hizo una plegaria silenciosa cuando estuvo de nuevo en suelo firme. Ambos se sentaron recargados contra el tronco y saborearon las grandes y suculentas manzanas. Potter trató de crear un clima agradable. Ciertamente había percibido su pánico, pero fingió no haberlo notado, no hizo ninguna burla. Hizo conversación sobre varios temas y Draco ya se estaba sintiendo más a gusto. Pero no lo suficiente para llamarlo Harry. Pero tampoco le decía Potter ya que no le gustaba. Simplemente se dirigía a él, sin nombres.

    Draco le contó sobre el “episodio Pansy” de la tarde anterior y Potter celebró entusiasmado. Draco no pudo quitar los ojos de aquella maravillosa sonrisa. Le causaba escalofríos simplemente verlo sonreír, reír con ganas, carcajearse… Ninguno de los dos sabría decir las vueltas que dio la conversación hasta que estuvieron hablando sobre dibujos animados -una de las pasiones secretas del moreno, aparentemente.

    Hablaron de varias caricaturas de los años ochentas, como Calabozos y Dragones, los Thundercats, He-Man y She-Ra. La Hormiga Atómica, Los Picapiedra -en este punto Potter había hecho un perfecto “Yabadabadu”- La Pantera Rosa -con derecho a fondo musical- y hasta el Capitán Cavernícola -nuevamente Potter había hecho una imitación perfecta del personaje. Ahora hablaban de los Looney Tunes.

    Ya habían terminado de comer las manzanas y la luminosidad turbia que entraba entre las hojas indicaba que el sol acababa de ponerse. Potter estaba nuevamente recostado en el pasto, con las piernas estiradas sobre el trono del árbol, mirando al rubio de frente.

    - Me gustaba Piolín y Silvestre - sonrió. - Caramba, era muy bueno ver al pajarito llevarse siempre lo mejor. Sin contar la manera en que Silvestre hablaba, ¡muy graciosa! ¿Dónde se ha visto un gato con la lengua atrapada?

    Draco se concentró.

    - A mí me gustaba Bugs Bunny por ser siempre el más experto. Principalmente cuando engañaba a Taz. Nunca me gustó el Pato Lucas, ese idiota.

    - Oh, sí, era idiota, pero gracioso. ¡Ah, yo amaba ver las persecuciones del Correcaminos y el Coyote! - se entusiasmó Potter, y Draco sonrió de lado sin gracia, recordando sus reflexiones del día anterior. - Siempre sabía lo que iba a pasar, era tan predecible. La mayoría de las veces un yunque caía en la cabeza del Coyote, ¡ja ja! ¡Pero igual me gustaba y me reía mucho! ¿Y los Animaniacs? Esos son más recientes, pero me gustaban Pinky y Cerebro. Comenzando por la música de apertura.

    - No, me gustaban más los Hermanos Warner - ponderó Draco.

    - ¡Caray! - era increíble mirar a Potter mientras se entusiasmaba con el tema. - ¡Eran fantásticos! ¿Y cuando aparecía una enfermera en escena? “¡Hoooolaaaaaaa, enfermera!”, ¿te acuerdas?

    - Sí - Draco se permitió una pequeña sonrisa. - La pobre no sabía ni dónde meterse.

    - ¡Sí! ¡Joder, era muy gracioso! ¡Importunaban en la vida de todo el mundo! ¿Cuál de ellos te gustaba más?

    - El más astuto, por supuesto.

    - Ah, sí, ¡Yakko! Dot era bastante graciosa también, pero siempre creí que Wakko era el más divertido. Sirius hace una imitación perfecta de él, ¡tienes que verlo!

    Draco intentó imaginar a un hombre de aquél tamaño imitando una caricatura. Llegó a la conclusión de que no era tan diferente del chico de dieciocho años que gritaba “¡Capitáááán Cavernícola!” así como Potter lo había hecho minutos antes. Y, definitivamente, era divertido.

    - ¿Y cuál de los Ositos Cariñositos era tu preferido? - continuó Potter.

    - ¿Disculpa? ¿No tienes otra cosa menos boba y ridículamente empalagosa de la cuál podamos discutir?

    - ¿Será que te duele admitir que te gustaban esas cositas bobas y ridículamente empalagosas? - retrucó el moreno como respuesta.

    - ¿Y quién dice que me gustaban? - Potter rodó los ojos, divertido. - ¿A ti te gustaban?

    - ¡Por supuesto que me gustaban, Draco! - admitió el moreno. - Mi favorito era Corazón Valiente, aquél león, ¿te acuerdas?

    Draco se encogió de hombros. Se acordaba, pero no necesitaba admitir eso.

    - Listo, no me siento menos masculino después de eso. ¿Mi voz se hizo más aguda? - se burló Potter, y Draco le lanzó un puñado de hojas secas que había estado empeñado en amontonar.

    A Potter no le importó. Permaneció mirándolo, aguardando una respuesta a su pregunta.

    - Me gustaba el Malvado[1] - respondió por fin, y Potter se arqueó, carcajeándose.

    Conforme lo hacía, su cuello quedaba totalmente expuesto, su manzana de Adán sobresaliendo, la piel morena, que invitaba a…

    - ¡Oh, tan obvio! - molestó Potter, divertido. - ¡Pero yo pregunté qué osito te gustaba, Draco!

    - ¡Bueno, era un osito! Un pobre animalito maltratado, pero aún así un osito - se defendió el rubio.

    - Y nada cariñoso, ¿verdad? - Draco bufó en respuesta. - ¡Está bien, entonces! Sabes… yo siempre creí que Laurita… ¿la recuerdas? Creo que era sobrina o cualquier cosa parecida de Corazón Helado.

    - ¿Esa que daba unos gritos que estallaban los tímpanos? - Draco asintió con la cabeza.

    - Esa misma - rió Potter. - Siempre creí que Pansy me la recordaba - se carcajeó y Draco no pudo reprimir que una media sonrisa se formara en su rostro también.

    - ¡Comparación perfecta! - decidió entrar en la broma. - Delgaducha, aburrida e irritantemente aguda.

    Potter saboreó el comentario y entonces, inesperadamente lo miró, aún risueño. Draco no podía deshacer aquél prototipo de sonrisa, pero dudó, cuando el moreno gateó hasta él y -antes de que pudiera siquiera asimilar la proximidad ahora- el chico tocó su cara con el índice, forzando la otra esquina de sus labios hacia arriba.

    - ¿Qué haces? - preguntó Draco, medio perdido, recibiendo otra sonrisa.

    - ¡Enseñándote a sonreír, por supuesto! - el moreno se encogió de hombros y ni le dio tiempo a hacer un comentario, continuando. - Siempre sonríes de medio lado, a la mitad, igual que mi padrino. Pero Sirius frecuentemente ríe de verdad, sabes, y a ti casi nunca te he visto sonreír. Tienes sentido del humor, ya me di cuenta de eso. Un sentido del humor medio reprimido, medio sarcástico, pero aún así gracioso. Así que llegué a la conclusión de que no sabes sonreír.

    Draco estaba embobado. Parpadeó algunas veces, como si eso fuera de alguna manera a ayudarlo a comprender lo que acababa de escuchar.

    - ¡Yo sé sonreír, caramba! ¡Por supuesto que sé!

    - ¡Entonces hazlo!

    - ¿Ahora?

    - ¡Sí! Dices que sabes, ¡quiero verlo!

    - ¡Pero no hay nada gracioso ahora!

    - ¿Ah, sí?

    - ¡Sí! - permanecieron así por algunos segundos, solamente mirándose hasta que Draco se cansó. - ¡Joder, qué cosa más estúpida! ¿Qué es lo que…? ¡Hey!

    Pero no pudo terminar lo que pretendía decir, una vez que Potter se abalanzó sobre él y atacó sus costillas con un dedo, después de nuevo, y de nuevo, cada vez en un punto diferente y preciso, que hacía a Draco arquearse, huyendo del toque, contorsionándose, hasta explotar en risas y caer a un lado, intentando doblarse y dificultar el acceso a sus costillas.

    - ¡Hey, hey! ¡Para! ¡Detente! - intentó hacerse escuchar, pero su voz no era ni de lejos amenazante. ¡No podía parar de reír!

    Rodó, pero así Potter pudo alcanzar ambos lados de su cuerpo, haciéndolo arquearse y reír más.

    - ¿Sabías que la risa amplia la caja torácica, permitiendo que tus pulmones se expandan, mejorando tu actividad cardiaca? - recitó el moreno, divertido, sin distraerse de su tarea.

    Ahora, ni aunque Draco quisiera, no podía protestar. Sólo podía carcajearse y torcerse. Intentó arrodillarse para liberarse, pero Potter lo aseguró firmemente, continuando su tarea precisa y eficiente.

    - La carcajada mueve todo tu cuerpo, favoreciendo la relajación de tu organismo y le hace bien a tu salud, ¿sabías eso? Activa la circulación de la adrenalina, mandando más oxígeno a los tejidos.

    Draco consiguió rodar de nuevo lejos de él, pero el moreno lo acompañó rápidamente y pasó las piernas a cada lado de su cuerpo, como si se fuera a sentar sobre su estómago, pero sosteniéndose en sus rodillas, apoyadas en el suelo, permitiéndole respirar -aún con dificultad. Pero, de esa manera, Draco no podía esquivar más a Potter y el moreno tenía acceso libre a su estómago y costillas.

    - El buen humor estimula la creatividad, reduce el estrés y aumenta el poder defensivo de los glóbulos blancos de la sangre. ¡Además, quien ríe bastante durante el día, duerme mejor por la noche!

    El rubio intentaba en vano unir los brazos a su cuerpo e impedir las embestidas del moreno, pero éste era más ágil que él y siempre encontraba alguna brecha, haciéndolo morir de risa.

    - ¡Para! ¡Para! ¡Por favor! - Draco se vio implorando misericordia, ya sin poder respirar ni deshacer la sonrisa que utilizaba ya todos sus músculos faciales. Sus mejillas comprimían sus ojos, de donde algunas lágrimas se habían escapado.

    Aún cuando Potter se había detenido de atacarlo, Draco todavía sentía los espasmos y la adrenalina agitándose en sus venas. Cuando por fin pudo controlar la risa lo suficiente para abrir los ojos, vio que Potter aún estaba encima de él, mirándolo radiante y contemplativo. Recordó su sueño.

    ------------------

    Harry no podía quitarle los ojos de encima. Nunca había escuchado al rubio reírse de ese modo y dudaba que alguien más hubiese escuchado aquella melodiosa risa, medio entrecortada y… deliciosa. Sin contar que sonreía abiertamente. Además de su expresión de felicidad. Era… agradable, atractivo. Sus facciones aristocráticas antes inexpresivas, combinadas con el escenario, el aroma del atardecer, del pasto, el subir y bajar apresurado de su pecho, la palidez de su piel realzada por la ropa de color oscuro, los cabellos casi plateados enredados con pedacitos de pasto y hojas, los rubios hilos desordenados en su frente, los ojos de un gris azulado, limpios, los labios finos y rosados curvados hacia arriba, los dientes rectos y blancos…

    - Sabes, Draco, deberías sonreír más - dijo sinceramente, percibiendo que era igualmente evaluado por el rubio.

    Asistió cómo lentamente normalizaba su respiración y aquella sonrisa iba disminuyendo, muriendo, aún cuando permanecían algunos resquicios de diversión en las esquinas de la boca del rubio. Mantuvo la mirada intrigada de Draco, viéndola igualmente inquieta. Parecía que él tenía que soportar aquella mirada más tiempo, el tiempo suficiente para obtener respuestas a lo que ni siquiera se había preguntado. ¿Qué era esa sensación? ¿Admiración profunda, éxtasis, felicidad sin precedentes? Un hormigueo en el pecho, un airecillo helado en el estómago, las ganas casi incontrolables de querer tocarlo…

    Ya el rubio respiraba normalmente, ¿no? ¿Y por qué su propio pecho parecía estar cada vez más jadeante?

    De pronto se recordó a sí mismo que tal vez Draco estuviera sintiéndose incómodo por estar sobre él. Medio reticente, temiendo deshacer aquél momento -pero creyéndolo inevitable a menos que detuviera el tiempo en aquél instante- Harry se quitó de encima y se recostó a su lado, mirando el revoltijo de ramas y hojas en el manzano. Estaba… sin palabras… sin acción, sin reacción. Se quedó quieto por un momento, solamente contemplando. Deberían irse ya, para no correr el riesgo de perder la vereda con el anochecer. Pero algo lo impedía. Quería disfrutar más de aquella sensación, de aquella proximidad.

    - ¿De dónde sacaste todo eso? - preguntó el rubio, despertándolo de sus ensoñaciones.

    - Clase de psicología - respondió tan pronto asimiló la pregunta, lo que demoró un tiempo considerable. - Hay gente que presta atención a esas materias aparentemente inútiles, ¿sabes?

    - Oh, tú te llevarías muy bien con mi secretaria, Natalie, entonces…

    - ¿Le gusta la psicología? - preguntó, interesado. En realidad ni siquiera había imaginado que Draco tuviera una secretaria. Bueno, aún le costaba creer incluso que trabajase…

    - La ama. Develar los misterios de la mente humana. Creo que soy su conejillo de indias.

    Harry sonrió, intentando imaginar a Draco Malfoy en un diván, contando sobre su vida. ¿Acaso Natalie ya habría escuchado hablar de un tal Harry Potter?

    - ¿Draco? - llamó después de un tiempo, antes de que pensar en lo que estaba haciendo.

    - ¿Hum? - escuchó el murmullo bajo del rubio.

    - ¿Tú también encuentras todo esto irreal? ¿Nosotros dos? ¿Tan… cercanos?

    - Sí - la respuesta vino después de algunos segundos de meditación. - Aún no puedo creer que hubieras preferido mi compañía a la de tus amigos, sabes… Weasley y Granger.

    Harry no imaginó haber escuchado un destello de desprecio en aquellos nombres. Realmente lo escuchó. Pero tal vez no fuera desprecio… ya había presenciado actitudes parecidas de su padrino, y Sirius Black acostumbraba disfrazar celos con desprecio…

    - Puede ser que no tuvieras más opciones - ponderó el rubio, arrastrando la voz, - ya que ellos son pareja ahora, pero… podrías estar buscando compañía en alguien más, ¿no?

    - Sí… tal vez…

    - Sabes - continuó Draco después de otra pausa. - Siempre creí que estabas enamorado de Granger.

    Harry se apoyó en sus codos para poder mirarlo.

    - ¿En serio? - Draco asintió con otro “Hum-hum”. - ¿Por qué?

    Draco se encogió de hombros.

    - Siempre has tenido tantas admiradoras como es posible, pero nunca te interesaste por alguna. No te separabas de Granger ni de Weasley. Y Weasley nunca tuvo fans… ¡Bien, entonces deduje que estabas enamorado de… de Granger, caray! - se impacientó al final.

    Harry no dudó en que se había tragado algún insulto, por eso no comentó nada al respecto. Mejor así.

    - Oh… - Harry pensó en qué responder. - Bueno, en realidad a mis admiradoras nunca les gustó Harry, sabes… El verdadero Harry. Ellas sólo están aficionadas a Harry Potter, el famoso, el popular, ¿entiendes? Y yo no quiero eso.

    - ¿Entonces por qué no dejas que nadie te conozca en realidad? - preguntó el rubio, perspicaz.

    - ¿A qué te refieres?

    Draco no sabía por dónde comenzar. Se sentó en el pasto abrazando sus rodillas y escogió un lugar al azar para mirar, menos a Harry. El moreno acompañó su movimiento, sentándose también a su lado, con las piernas cruzadas, uniéndolas en las suelas de los tenis.

    - Nunca te despegas de tus amigos, no le das oportunidad a nadie más de acercarse. Si yo deduje eso sobre Granger y tú, alguien más pudo haber pensado de esa forma y se alejó. No permites que nadie conozca tu lado relajado, divertido, deportivo, comelón, dedicado… Te garantizo que poca gente sabe que eres tímido, que no eres snob, que tocas Ulpiano, que amas los dibujos animados, adicto al chocolate… ¿entiendes? ¿Qué? ¿Qué sucede?

    Harry se había girado a verlo bruscamente y ahora fruncía el ceño, intrigado.

    - ¿Cómo sabes que toco el piano?

    Harry creyó haber visto la confianza inalterable del rubio vacilar, sus ojos se abrieron un poco más y movió la boca algunas veces antes de recuperar su pose defensivamente insensible.

    - Joder, pues tú me dijiste, ¿qué no te acuerdas?

    - No. Yo no te dije, estoy seguro. No le cuento eso a nadie - afirmó. - Existen muy pocas personas que saben eso. Mi padrino, Remus, Ron y Mione - pensó un poco más. - Y más recientemente…

    - Bueno - cortó el rubio, - tu padrino es prima de mi madre y todo el mundo en la familia toca el piano, inclusive ella. ¡Sé que Black da clases de música, así que deduje que tú también lo tocabas, joder!

    - ¿Entonces por qué afirmaste que yo te había contado? - Harry comenzó a sentir un nudo creciendo en su pecho. Odiaba ser engañado. Detestaba las mentiras. Había vivido rodeado de ellas durante toda su infancia en casa de los Dursley y cargaba a cuestas el que todos intentaran protegerlo privándolo de la verdad, distorsionándola, escondiendo cosas sobre él. No soportaba ser dejado en la oscuridad.

    - ¿Qué paranoia te traes ahora? - se defendió el rubio, pareciendo trastornado.

    Había una urgencia en sus ojos que gritaba culpa. Para Harry de repente las cosas comenzaron a encajar en su cabeza y sintió rabia, se sintió traicionado. Debía tener pruebas al respecto sobre aquella duda que lo había asaltado. Rápidamente sacó el celular del bolso de su pantalón y marcó el atajo que había creado para el Príncipe Slytherin.

    - ¿Qué estás haciendo? - Draco se inquietó, llevando una mano al bolsillo trasero de su pantalón.

    - No te muevas, Malfoy - gruñó Harry, colocando el aparato en su oído y aguardando algunos segundos en los cuales el rubio permaneció congelado, en shock.

    Íntimamente esperaba estar equivocado. Esperaba que todo fueran imaginaciones suyas, pero… ¡ahora era tan obvio! No demoró mucho para que las conocidas notas de Mozart cortasen el aire, ahogadas por el pantalón de Malfoy.}

    - Potter… ¡Potter puedo explicarlo!

    Harry dejó el aparato escurrirse por algunos centímetros antes de asegurarlo nuevamente con fuerza, cerrándolo y reprimiéndose para no aventarlo al suelo. Y fue como si la voz de Ronald Weasley estuviera en sus oídos: “Intenté avisarte, amigo. Sabes que lo hice…”

    - ¿Fue divertida la broma, Príncipe? - escupió Harry, inundado por el rencor. - ¿Graduado de Administración hace un año, eh? ¿Gerente en la empresa de tu papito?

    - Potter… - el rubio parecía horrorizado, pero Harry estaba demasiado lastimado para evitar tirarle algunas verdades en su cara, lanzarle un poco de su frustración, de su decepción. ¡Al final Malfoy ni siquiera se dignaba a llamarlo por su nombre!

    - Fui sincero contigo todo el tiempo, Malfoy. ¡Todo el tiempo! Todo lo que dije sobre ti, sobre estar disfrutando nuestra cercanía, era… ¡todo era verdad! ¿Y mientras te reías en mi cara aprovechaste mis artículos para impresionar a tu papito, verdad? ¿Conseguiste que reparara en ti más de dos segundos, por lo menos?

    - ¡Cierra la boca, Potter! - esta vez también había hecho enojar al rubio.

    - No te preocupes, Malfoy, no tengo nada más que hablar contigo. ¡La broma de Ángel y el Príncipe se acabó!

    Harry le dio la espalda y tomó su bicicleta, montándola y alejándose sin siquiera mirar atrás. Por eso no vio la expresión desolada del rubio, ni vio cuando se jalaba sus propios cabellos, enterrando el rostro en sus rodillas y se balanceaba infantilmente.

    ----------------



    [1] Malvado, en la versión original se llama Dr. Cold Heart. Dr. Corazón Helado, para los amigos XD





    ---------------

    En el próximo capítulo…

    - ¡Harry! - llamó Draco.

    En realidad gritó, haciendo que el trío se detuviera, girándose para verlo con diferentes grados de sorpresa. Y sólo entonces Draco se dio cuenta de lo que había hecho. Su volumen de voz, el hecho de que estaba casi corriendo tras él… ¡lo había llamado Harry! Pero no dudó esta vez. Los alcanzó fácilmente ahora, en uno de los corredores hacia el auditorio.

    - Harry, yo… yo necesito hablar contigo - dijo mirándolo a los ojos.


    QUOTE
    Notas finales:

    Notas de la Autora:
    ¡FIN! Ellos nunca más se hablaron y vivieron infelices por siempre…

    No, calma, clama, ¡nada de eso! Harry sólo se dejó enfurecer, ¿entienden? El calor del momento… pero aún tiene que reflexionar sobre lo que hizo. Y Draco… pobre Draco enamorado… aún tiene mucho que admitir consigo mismo, eh. En el próximo capítulo Natalie le dará un empujoncito ;) y él se lo dará a Potter XD

    Se que ese sueño no compensó el “tan esperado beso”, pero ténganme paciencia (carita de cachorro de Sirius ¡ajajá! ¿Entienden, verdad? o.O)

    Quiero agradecer a Lunnafe, me ayudó mucho con las caricaturas de los años 80. ¡Gracias, amiga! Por favor, díganme que ustedes también las recuerdan! Díganme que no somos las únicas XD



    Notas de las Traductoras: ¿Ven cómo no tardé tanto esta vez? Aquí está el nuevo capítulo. ¡De mis favoritos de todo el fic!

    Vaya Draco… pobeshito… ya veremos cómo sufre un ratito, haha…

    Por cierto, ¿recordaron los dibujos animados de los ochenta? Caray, yo adoré esa parte. ¡Hay tanta nostalgia en el aire!

    Bueno, bueno, espero hayan disfrutado el capítulo de hoy tanto como yo. ¡Y el que sigue se pone mejor!

    Nos vemos ^^

     
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  11. fer-chan
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    citando a una amiga "y, y, y casi lloro con el final"

    yo siempre lo he dicho, sea como sea, Draco Malfoy es un imbecil, pero es un imbecil muy sexy a decir verdad

    por favor continua subiendo los demas capitulos que me tienes en ascuas!

    un beso



    au revoir!
     
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  12. Kari Tatsumi
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    Hola Fer-chan, disculpa que no haya respondido tu mensaje anterior, gomen.

    Si que es una buena historia y Coldplay se le adapta muy bien, como se dice en Perú, cae a pelo. Subire este viernes el siguiente capitulo que estara hermoso, poruqe el finde salgo de paseo y no podre actualizar ^^

    Tambien te invito a que leas otro fic que ando subiendo por aqui, se llama "Harry Potter y el fabricante de Pociones" de Zafy, ya se empezo el cuarto libro y va a entrar en una parte muy importante del fic, en el punto de quiebre.

    Saludos y disfruta del fic.
     
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  13. Kari Tatsumi
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    Capítulo Veinte

    ¡Enamorado!




    Harry no era una pesona que perdía los estribos tan frecuentemente, pero existían ciertas cosas que lo descontrolaban con una facilidad increíble. Y la mentira era una de esas cosas. Sin embargo, el camino para salir del bosque era suficientemente largo para que Harry ya comenzara a pensar acerca de su actitud y… a arrepentirse de haber sido tan estúpido hasta el punto de no dejar al otro explicarse. Pero ya estaba hecho.

    Sudando por la carrera, Harry empujó su bicicleta durante los dos metros restantes hasta el árbol en donde se había encontrado con el rubio horas atrás. Dejó la bicicleta caer al suelo y se sentó al lado, el cuerpo apoyado en el tronco del árbol. Se abanicó un poco y se secó el sudor del rostro con la playera, respirando pesadamente.

    Quería una explicación. No quería creer que había sido engañado, que Ron tenía razón acerca de Draco. Pero él lo había engañado. Dijo ser otra persona más grande y siempre le había dado poca información sobre sí mismo. “Tú le pediste que no se identificara, ¿recuerdas?” una vocecita que le recordaba mucho a Hermione Granger, hizo eco en su mente. Sí, él mismo le había sugerido al Príncipe que no se identificara para ser justo, ya que el reglamento para los practicantes establecía que nadie debería revelar su identidad.

    “¡Utilizó tus investigaciones para su propio beneficio!” acusó otra vocecilla muy parecida a la de Ron Weasley. “¿Tú lo estabas ayudando, recuerdas? ¿No fue siempre ese tu motivo para sentirte orgulloso? ¿Por estar ayudando a alguien?” ponderó la voz de Hermione. “Además, él fue extremadamente gentil, agradeciendo siempre. ¡Ni siquiera sabía de quién se trataba cuando ponía en práctica las investigaciones!”

    “¿Desde cuando sabe que soy yo?” se preguntó. No era posible de que lo supiera desde el inicio, pues lo había confundido con una chica. “Y entonces, imprudentemente, comenzaste a darle demasiados detalles sobre tu vida, siendo que él era demasiado cuidadoso con la suya” provocó la voz de Ron. “¡Pero yo no sospechaba que pudiera investigar mi identidad, una vez que se había graduado el año pasado!” se justificó.

    Se habían encontrado en el parque (fue Harry quien le sugirió al Príncipe que corriera de vez en cuando, ¡qué ironía!), le había hablado sobre Snuffles, sobre su padrino… Así que, probablemente Draco lo había descubierto a partir del momento en que entraron al mismo equipo de voleibol… sí, sólo eso podría ser… lo había engañado a propósito, haciéndose el desentendido.

    Desde entonces, Draco se había aprovechado de su ignorancia para sacarle opiniones al respecto de sí mismo. “Y yo fui sincero todo el tiempo…” admitió, pesaroso. Extrañaría el tiempo en que pasaban juntos, ¿no era eso gracioso?

    Mientras tanto, un extraño pensamiento pasó por su mente. ¿Acaso los cambios en el comportamiento del rubio no habían iniciado después de que criticó su manera de ser hablando con el Príncipe? Harry recordó haberle dicho que era odioso, y desde entonces Draco se había asegurado de ser más amigable. Tal vez… tal vez de verdad se estaba esforzando por se agradable.

    “¿Será posible?”

    Harry se giró un poco para poder alcanzar su celular desde el bolsillo del pantalón y buscó los mensajes que había intercambiado con el Príncipe. Encontró el que quería. Decía: “Digamos que me siento mucho más a gusto en frente de una computadora que en medio de la sociedad. Donde vivo, tengo que representar un papel, sólo eso”.

    Bueno, ¿es eso entonces? Harry convivía con un Draco preocupado con la representación de su papel como Malfoy, pero en las conversaciones con el Príncipe se despedía de su apellido. Dejaba de ser Draco Malfoy para ser… ¿quién? ¿Un personaje creado especialmente para ese propósito? O sólo Draco. El verdadero Draco. Sí, pues así como existía Harry –solamente Harry- debería existir un Draco –solamente Draco. De cierta manera se acababa de identificar con el comportamiento del rubio, ¡y eso le traía más dudas!

    Harry creyó que no podría confundirse aún más, pero estaba equivocado. Recordó las palabras del rubio. “No permites que nadie conozca tu lado relajado, divertido, deportivo, comelón, dedicado… Te garantizo que poca gente sabe que eres tímido, que no eres snob, que tocas el piano, que amas los dibujos animados, adicto al chocolate… ¿entiendes?”.

    ¡Draco se había mostrado tan sensible en aquél momento! Parecía tan sincero… Fue tan bonito escucharlo decir todo aquello sobre él, ¡tremendamente conmovedor! Pero después todo había escapado de su mente por causa de aquella revelación.

    “…que tocas el piano…”

    Tres palabras que lo habían hecho sentirse traicionado, desilusionado. Como si la niebla que cubría su visión hubiese sido despejada como si fuera un cortina, revelando los bastidores de aquella obra tan bien interpretada. Revelando a los actores tras los personajes.

    “¿No dijiste que te parecía irreal?” acusó su consciencia. “Pues sí, el sueño acabó. Vuelven a odiarse ahora y el mundo regresa a su eje; la Tierra vuelve a girar en torno al Sol y tus pies son plantados en el suelo por la gravedad”.

    ¿Podría volver a odiarlo? No. No cuando tenía tantas preguntas sin respuesta. Necesitaba escuchar de la boca del propio Draco Malfoy que todo había sido una farsa para sólo entonces crer que el Príncipe Slytherin nunca existió. ¿Y si el Príncipe estaba oculto, camuflajeado por detrás de esos ojos plateados que había descubierto no eran tan fríos como anteriormente suponía? ¿Y si estuviera atrapado por su sonrisa ladeada y contenida, pero aún hubiese una manera de arrancarla de su pecho –como Harry había arrancado aquellas carcajadas, hace poco…?

    Mientras meditaba, Harry estuvo vigilando la salida del bosque, desde el otro lado del parque. Draco no aparecía. ¿Estaría en el mismo lugar? ¿Se estaría burlando de él? “No, ni tú crees eso, Harry. ¿A quién crees que engañas?”

    “¿Pero y si estoy equivocado? ¿Qué tal si estoy cerrando los ojos frente a sus verdaderas intenciones?”

    Silencio.

    ¿Acaso Draco se sentía perdido, justo como él? ¿Abandonado con sus dudas? Pero estaba oscureciendo, tenía que volver o sería peligroso, perdería la vereda. “¿Y a ti eso qué te importa?”

    “Es mi amigo… o por lo menos yo creía eso…”

    “¿Un amigo que no te llama por tu nombre? ¿Que no acepta ser íntimo amigo tuyo?”

    Harry ya estaba pensando en volver, por lo menos para ver si estaba todo bien, cuando lo vio salir de la vereda, caminando empujando su bicicleta –o quién sabe si siendo empujado por ella. Estaba muy lejos para poder distinguir alguna expresión de su rostro, pero por lo que podía notar, no estaba sonriendo radiante, no parecía feliz consigo mismo. Parecía… cabizbajo.

    “¿Lo ves? ¡Sí le importa!”

    “¿De verdad?” Harry sintió que su pecho se apretaba cuando lo vio subirse a su bicicleta e irse pedaleando, al lado opuesto al que él seguiría. Si a Draco de verdad le importaba, Harry acababa de aplastar sus buenas intenciones entre sus dedos.

    “Fui demasiado duro con él”.

    Sí, había sido terrible, había dicho cosas horribles acerca de la relación de Draco con su padre. Reconocía ahora la herida que había causado al recordar la expresión furiosa del rubio, cuando lo mandó callar. Nada le daba el derecho de actuar así, ni siquiera la actitud del rubio. Fue un golpe bajo de su parte, vergonzoso, usado con el único propósito de herirlo lo más posible, una dulce venganza. Dulce en aquél momento, cuando la rabia lo había cegado, pero ahora le parecía bien amarga.

    “¿Qué hago?” se preguntó y esperó una respuesta posible. Deseó que hubiera una manera de arreglarlo todo, de olvidar, tal vez volver en el tiempo y cerrar los ojos ante aquella mentira estúpida.

    “Ten paciencia. Todo se resolverá”.

    Harry esperó a que Draco desapareciera a lo lejos y se levantó, montando su bicicleta nuevamente y dirigiéndose a casa. Esperaría por la oportunidad de arreglar lo que hizo. Por lo menos de disculparse por haber sido tan rudo. Pero quería que la iniciativa no fuese de su parte. Quería primero estar seguro de que el Príncipe Slytherin realmente existía. Aquél que sabía ser profesional en determinados momentos, que reía con él, que hacía pequeñas bromas y que jugaba como nadie. ¿Todo fue fingido? No, tal vez no… quería creer que aún existía una oportunidad de que no todo fuera una mentira.

    --------------

    Draco estaba furioso, rabioso, totalmente intolerante ante cada risa feliz que escuchaba por el camino de vuelta a su casa, o con el trinar de algún maldito pájaro. Pero, lo peor de todo, estaba devastado. Nunca creyó que lamentaría tanto haber discutido con Potter. O más bien dicho, porque Potter hubiera discutido con él.

    Las palabras del moreno lo habían herido como dagas afiladas, lastimándolo, trayendo un gusto amargo a su boca. ¿Quién pensaba Potter que era para decir aquello? Él no estaba a los pies de Lucius Malfoy mendigando migajas de su atención. ¡Tenía orgullo, joder! No deseaba más la atención de su padre, como lo hacía cuando era niño. Deseaba probar que era capaz y que podía ser mucho mejor que su padre.

    Pero ni esa revuelta lo distraía del hecho de que estaba arrepentido de no haber revelado antes que era el Príncipe Slytherin. Todo por una estúpida broma de espionaje. Había traspuesto tantas barreras, incluso se ganó el título de amigo y el permiso para llamarlo Harry.

    Harry. ¡Era tan difícil decir ese nombre! Durante ocho años aprendió a despreciar el nombre del Niño-que-Vivió, a creerlo común, sin clase. Tanto que ahora ni podía decirlo. ¡Cuánto miedo a un nombre!

    En aquél momento, estirado en su cama solamente con sus pantalones cortos de dormir, mirando el techo de su habitación, se retó a hacerlo. “Vamos, no debe ser tan difícil…”

    - Harry – susurró para el techo.

    Tragó en seco. Limpió su garganta.

    - Harry – dijo nuevamente, esta vez más seguro.

    Pero entonces su rostro cambió, como si sintiera un profundo dolor y Draco se encogió en la cama, abrazando sus rodillas.

    - Harry – esta vez el nombre salió como un gemido, como un lloriqueo.

    ¿No podría llamarlo más así? ¿Qué haría? ¿Debería mandarlo al infierno y seguir con su vida mezquina? ¿Debería desistir a la mayor obsesión de su vida, así, tan fácilmente? Ah, cómo desearía poder platicar con Natalie ahora… Natalie era el tipo de persona indispensable en aquellas horas en que su mente se confundía, que se sentía como un niño perdido. Ella debería ser portátil, debería caber en el bolso para que siempre pudiera tenerla para aconsejarlo. ¿La llamaría? No… ¿atormentarla con sus idiotas problemas cuando ella posiblemente estaba disfrutando del fin de semana con sus hijos, conmemorando el nuevo empleo de su marido y su aumento de sueldo? No, definitivamente no. Sería una actitud mezquina de su parte…

    ¿Pero entonces qué haría? ¿Qué le aconsejaría ella hacer en esta situación?

    Draco recordó cómo Natalie le aconsejó convencer a Potter de que la opinión que el moreno tenía sobre él estaba equivocada, tal vez lo había conseguido. Pero lo arruinó todo. “Fui sincero contigo todo el tiempo, Malfoy. ¡Todo el tiempo!”. Potter había admitido estar equivocado respecto al rubio…

    “¿Quieres que él crea que le estabas mintiendo todo el tiempo?” fue como si escuchara la voz de Natalie haciéndole aquella pregunta. Y la respuesta era no. Draco tenía que demostrarle al moreno que estaba equivocado de nuevo.

    --------------

    A la mañana siguiente, Draco ni siquiera había prestado atención a sus primeras clases. Tenía que encontrar una manera de ver a Potter en el intervalo. Necesitaba hablar con él, tirarle en cara que el moreno había sido prejuicioso. Por lo tanto, tan pronto tocó la campana, Draco salió rápidamente del aula, descendiendo por las escaleras hasta el primer piso. Potter acostumbraba analizar el cuadro de avisos todas las mañanas y fue ahí donde Draco lo encontró.

    Pero no estaba solo, por supuesto. Weasley y Granger, sus fieles escuderos, estaban tomados de las manos al lado del moreno de ojos verdes. Draco perdió el aliento sólo viéndolo. Potter miraba serio el cuadro de avisos, no había sonrisa en su rostro. Ni siquiera parecía prestar atención a lo que leía, mucho menos a lo que sus amigos decían.

    Por un momento Draco creyó haber olvidado cómo caminar e incluso cómo respirar. Se quedó parado mientras lo miraba desde lejos. Usaba jeans negro, tenis blancos con detalles en gris y una camisa gris de manga corta que -¡joder!- se ajustaba razonablemente a su cuerpo atlético. Tenía los dos primeros botones abiertos, marcando su aire relajado. Los cabellos… bueno, no tenían remedio, apuntaban a todas direcciones. Tenía su bolso al hombro y mordía la parte interna de su mejilla mientras sus ojos se desenfocaban antes de encontrar los anuncios regados en el cuadro.

    Tan pronto recuperó sus funciones básicas, Draco se vio cruzando el corto espacio hasta el centro del patio donde el trío se encontraba, pero al acercarse al moreno, simplemente no supo qué hacer. Toda aquella determinación de “golpear la cara de Potter” que había tenido se esfumó completamente. Ahora sólo quería saludarlo, quería que Potter le dirigiese sus dos irises perfectamente verdes y le diera la sonrisa más auténtica del mundo… sólo de imaginarlo Draco sintió un vacío en el estómago, pero volvió a la realidad, reparando en que Potter ni siquiera había notado su presencia y Weasley continuaba hablando.

    - … pero si estás buscando un empleo de verdad, no creo que lo vayas a encontrar aquí, Harry. Quiero decir, acostumbrar colocar los anuncios de prácticas y tú no quieres cambiar seis por media docena, ¿o sí?[1]

    Potter ni siquiera se movió y Draco, sin tener realmente atención en los demás, decidió mostrarse antes de que Weasley lo viera primero y comenzara una discusión.

    - Potter – llamó con un hilo de voz, tal vez deseando que no lo escuchara. Así podría girarse y volver a su aula, esperar un momento en que el moreno estuviera solo para hablar. ¡Humpt, como si eso fuera posible…!

    Pero, antes de que se diera cuenta, tenía dos irises verde esmeralda mirándolo. Pero no había ninguna sonrisa con ellas. Primero confusión y después… más confusión.

    - ¡Malfoy! – por supuesto, no fue Potter quien escupió su apellido. Fue Weasley.

    Potter no había esbozado ninguna reacción, continuaba mirándolo. Draco le sostuvo esa mirada que le causaba distintas sensaciones, sin importarle los demás a su alrededor. Ni siquiera se dio cuenta de que Granger estaba jalando la manga de la playera del pelirrojo para que se alejaran, pero Weasley no se movió.

    - Potter, necesitamos hablar – dijo fríamente, su voz saliendo firme.

    ¿Pero qué era aquello en los ojos del moreno? Un brillo extraño. Y su rostro se contrajo de nuevo como si sus palabras lo hubiesen… ¿herido? Y después, sin una palabra, Potter se giró y se alejó ni siquiera esperando a los otros dos. Mientras Draco estaba embobado, sin reparar en la sonrisa burlona que Weasley le dio ni la mandíbula caída de Hermione, pero después los dos siguieron a Potter.

    Draco se quedó parado, mirándolos alejarse. Weasley parecía triunfante, diciendo cosas y haciendo gestos vehementes. Granger estaba seria, intrigada, intentaba sacarle algo a Potter, quien seguía callado. ¿Qué había hecho mal? Sólo… sólo lo llamo por… por su apellido. Draco comprendió entonces la mirada herida de… ¡de Harry! ¡Eso era! Antes de impedirlo, estaba corriendo en dirección al moreno. Bueno, no estaba corriendo, apenas caminando con pasos largos y apresurados, pero igual los estaba alcanzando.

    - ¡Harry! – llamó Draco.

    En realidad gritó, haciendo que el trío se detuviera, volteando a mirarlo con diferentes grados de sorpresa. Y sólo entonces Draco se dio cuenta de lo que había hecho. Su volumen de voz, el hecho de que corría tras él… ¡lo había llamado Harry! Pero esta vez no dudó. Los alcanzó fácilmente, en uno de los pasillos hacia el auditorio.

    - Harry, yo… yo necesito hablar contigo – dijo, mirándolo a los ojos.

    ---------------

    Harry se alejó del mural de anuncios sin esperar a sus amigos, deseando desaparecer. Pero su deseo no fue concedido, y tan pronto Ron y Hermione lo alcanzaron, se pusieron uno a cada lado.

    - ¡No puedo creerlo! – Harry apenas escuchó a Ron conmemorando mientras era cercado por él y por Mione. - ¡Pelearon! ¡Lo sabía! ¡Sabía que eso iba a pasar!

    Harry continuó caminando, aún intentando entender todo lo que sucedió, la revolución que sentía, la tristeza que lo había perseguido todo este tiempo. Quería no desear tanto hablar con Draco. Pero simplemente no podía. Había quedado totalmente desarmado cuando lo vio en el patio, llamándolo casi en un susurro. Y después despertó cuando lo escuchó llamarlo por segunda vez, pero esta vez utilizando su tono siseante de nuevo y lo llamó Potter, escupiendo su apellido.

    Fue como si todo volviese a su mente en fracciones de segundo. La manera en cómo había sido engañado. No tenían de qué hablar. Estaba todo allí, frente a él, en el desprecio de la mirada de Draco, como si fuera un príncipe de hielo, un ser por sobre la ley.

    - ¿Qué sucedió, Harry? – preguntó Hermione, curiosa. - ¿Por qué no le hablas a Malfoy?

    - Cierto, ¿qué te hizo aquél maldito bastardo? – se enfureció Ron. – Te avisé, Harry, te advertí que él no era una flor para oler…

    - ¡Harry, di algo! – insistió Hermione, pero ni así Harry se dispuso a abrir la boca.

    - Te dije que estaba buscando información para armarte un escándalo… - Ron abrió mucho los ojos. - ¿Descubrió lo de Sirius? ¿Fue eso? ¿Descubrió que tu padrino y el profesor Lupin soy gays? ¿Te está haciendo un tipo de chantaje para no contarlo a toda la escuela?

    - ¡Cierra la boca, Ron! – ordenó Hermione y Ron pareció profundamente ofendido.

    - Joder, no empieces – el pelirrojo apuntó un dedo amenazante a Hermione, casi acertando en la nariz de Harry en el proceso. – Tú y tu manía de darle una oportunidad a las personas – dijo con voz chillona. - ¿Ves lo que pasó? Ese desgraciado…

    - ¡Harry!

    Los tres se detuvieron al mismo momento en que escucharlo el llamado, girando sobre sus tobillos para mirar a Draco Malfoy dirigiéndose rápidamente hacia ellos. Su cabello rubio subía y bajaba conforme caminaba y su rostro estaba impasible, a pesar de que la manera en que había gritado el nombre de Harry podía clasificarse como urgente. Hermione tenía la boca levemente abierta por la sorpresa, Ron tenía ambos ojos totalmente abiertos y una expresión impresionada en el pecoso rostro y Harry…

    Harry tenía el corazón palpitante, la mirada confusa nuevamente, escudriñando por completo el bello rostro del rubio mientras se aproximaba. ¿Había escuchado bien? ¡Sí, el rubio lo había llamado Harry! Bueno, en realidad lo había gritado en medio de aquella multitud de alumnos apresurados moviéndose.

    Draco finalmente los alcanzó, un tanto jadeante por la “carrera” y se detuvo a centímetros de Harry.

    - Harry, yo… yo necesito hablar contigo – dijo mirándolo directamente a los ojos y Harry se encontró completamente desarmado.

    La actitud del rubio fue más humilde esta vez. No había sentenciado que ellos necesitaban hablar. Fue más como un pedido para que lo escuchara. Había, sí, urgencia en su voz y, a pesar de que lo juzgó desde lejos, Draco no estaba tan impasible. Sus cejas estaban levemente arqueadas en expectativa y sus ojos… aquellas piscinas de hielo brillaban alternándose de una de sus irises hacia la otra, como si intentara arrancarle una respuesta directamente de sus ojos.

    - Hey, ¿qué sucede aquí? – la voz de Ron Weasley quebró todo el encanto del momento y todos se giraron hacia el pelirrojo, cuyas orejas estaban rojas. - ¿Quién piensas que eres para llamar a Harry así, Malfoy? ¡Nadie tiene nada que decir aquí! Lárgate, ¿entiendes?

    Harry miró a Draco, esperando una reacción tempestiva, aguardando aquél acostumbrado intercambio de palabras rudas, pero por increíble que parezca, eso no sucedió. El rubio simplemente se giró hacia Harry de nuevo, sin alterarse. Apenas esperando su sentencia.

    - Escucha, bastardo hijo de…

    - ¡Ronald Weasley! – Hermione, que había rodeado a Harry rápidamente, lo giró bruscamente hacia sí. - ¡No oses ofenderlo de nuevo! ¿No ves que él no está respondiendo?

    - ¡Se está haciendo el santo, Hermione! ¡Harry, haz algo!

    Sin quebrar el contacto visual con el otro, Harry se dirigió a sus dos amigos:

    - Vayan, después los alcanzo.

    - ¡Harry! – chilló Ron, apretando los puños en dirección a Malfoy.

    - Ven, Ron – Hermione lo jaló de la muñeca bruscamente, haciendo que el pelirrojo la siguiera.

    Harry aún podía escuchar las protestas de su amigo a lo lejos, pero después hablaría con él. Ahora estaba al límite de su curiosidad por saber lo que Draco tenía que decirle. Su corazón latía fuerte contra su garganta y tragó en seco. Finalmente se giró hacia el aula de al lado.

    - Aquí – indicó, al verla vacía.

    Draco lo siguió dentro. Los pupitres estaban repletos de material escolar, bolsos y accesorios femeninos, pero no había nadie. Draco se recargó contra la puerta al entrar y por fin miró al moreno, que se había sentado contra la pared, aventando su bolso al suelo, junto a sus pies. Aún se miraron por algunos segundos hasta que Draco estuvo seguro de que él tendría que comenzar, o no habría conversación.

    - Yo… - Draco parpadeó repetidas veces, después pasó las manos entre sus cabellos, en una tentativa de organizar sus ideas. Miró alrededor, buscando algo para fijar su mirada, pero pareció no encontrar algo interesante, porque comenzó a andar de un lado a otro, evitando mirarlo. – Mentí… cuando dije que ya me había graduado. Pero creí que eras una chica. Quiero decir… que Ángel era una chica. ¡Sólo intentaba impresionarte!

    Trying hard to speak

    (Tratando de hablar)

    And fighting with my weak hand

    (Y luchando con mi débil mano)

    Driven to distraction

    (Conducido a la distraccón)

    So part of the plan

    (Es parte del plan)



    Se detuvo, probablemente esperando alguna reacción de Harry, pero este no se movía ni esbozó alguna reacción. Apenas le sostuvo la mirada, aguardando a que continuara. Sí, pues hasta ahora no le había explicado nada… Draco volvió a caminar.

    - Ese fue el único punto en el que mentí – continuó, y Harry nunca lo vio más emotivo. – Estaba hablando en serio cuando dije que soy fan de tu trabajo en el sitio. No mentí al respecto de estar agradecido por tu ayuda, realmente me has ayudado mucho con tus artículos y… no me aprovechaba de eso… ¡ni siquiera sabía que eras tú cuando todo esto comenzó! No mentía cuando dije que era bueno platicar contigo. Siempre creí eso… incluso después de saber que… que eras tú… Me di cuenta de que me importa tu opinión, por eso siempre te incentivaba a hablar de mí… Me he esforzado por seguir tus consejos y cambiar mi rutina… y por lo que decías, creo que está funcionando, ¿verdad? O… - suspiró, parpadeando de nuevo, su rostro contrayéndose levemente, como si sintiera dolor. – O lo estaba, hasta que arruiné todo.

    When something is broken

    (Cuando algo está roto)

    And you try to fix it

    (E intentas arreglarlo)

    Trying to repair it

    (Intentando repararlo)

    Anyway you can

    (De cualquier forma que puedas)



    Harry estaba completamente admirado con la reacción de Draco. Parecía tan inseguro, tan humano… ¡y eso era desconcertante! Cómo vacilaba, la manera en que se esforzaba por encontrar las palabras correctas, el modo en que andaba de un lado a otro inquieto… Harry lo observó, hasta que se cansó y finalmente lo miró, esperando por una palabra suya, fuera cual fuera. Sus ojos plateados aún tenían un brillo anormal y se mordía el labio inferior.

    - ¿Desde cuándo lo sabes? – preguntó al fin.

    - Desde que me dijiste que habías entrado al mismo equipo que yo - aclaró el rubio, rápidamente.

    - ¿Y por qué no me lo dijiste? – cuestionó Harry, cansado de parecer impasible. Dejó que sus cejas se arquearan con pesar. – No entiendo… ¿por qué te escondiste de mí por tanto tiempo?

    Draco suspiró y pasó las manos entre sus cabellos, de nuevo. Los hilos cortos, casi blancos, brillaron por un momento y volvieron a la misma posición de antes, completamente acomodados. Se recargó contra un pupitre y miró sus propios pies.

    - ¡Te dije que aprendía gustar de tu compañía! Yo… yo tuve miedo de perderla… Tuve miedo de que me rechazaras. Sabes, es mucho más fácil ser sincero cuando no… cuando no te estoy mirando. Quiero decir, frente a la computadora, puedo imaginar que eres cualquier otra persona, ¡no el chico que creí odiar por ocho años! Puedo cerrar los ojos a eso, ¿entiendes? Pero… en fin, últimamente eso no ha tenido tanta importancia… sé que fui un idiota.

    I dive in at the deep end

    (Me zambullo en las profundidades)

    You become my best friend

    (Te vuelves mi mejor amigo)

    I wanna love you but I don't know if I can

    (Quiero amarte pero no sé si pueda)



    Harry no pudo impedir quedar maravillado ante aquél lado desconcertado de Draco. Se conmovió con aquellas palabras, con la manera tan sincera del otro.

    - ¿De verdad tocas guitarra? – acabó preguntando.

    Draco alzó la mirada, buscando alguna burla en el otro, pero encontró sólo curiosidad.

    - Lo intento… y de verdad me encanta el piano… Definitivamente no estaba mintiendo cuando dije todo eso sobre ti… sabes… ayer…

    Harry creyó haber imaginado leve timidez en la manera en cómo el rubio dudó de decir aquello, pero recordó que estaba en deuda con él. Tenía que redimirse por su anterior explosión. Aún sentía remordimientos al recordar las duras palabras que había dicho.

    - Perdóname, fui un estúpido contigo ayer.

    - Nada que no tenga merecido – nuevamente había un leve toque de timidez en el modo en que Draco lo miró, con seriedad. – Después de todo, ¡yo he sido un estúpido contigo por ocho años!

    I know something is broken

    (Sé que algo se rompió)

    And I'm trying to fix it

    (Y estoy tratando de arreglarlo)

    Trying to repair it anyway I can

    (Tratando de repararlo de cualquier manera que pueda)



    - ¡No, insisto! Nada me daba el derecho de decirte aquello sobre… sobre tu relación con tu padre. No puedo creer que dije eso. Confío en tu capacidad como profesional, me lo demostraste como el Príncipe Slytherin.

    - No te preocupes…

    Harry finalmente se sintió lo bastante ligero para sonreír. Y fue lo que hizo, recibiendo otra sonrisa de vuelta –sí, una de verdad, de aquellas que arqueaban ambos lados de esa boca fina y suave, exponiendo hileras perfectas de dientes brillantes. Harry se agachó, tomando su bolso del suelo y colocándolo sobre su hombro de nuevo.

    - Entonces, ¿crees que tengas tiempo de jugar hoy? – preguntó, aún sonriendo.

    Oooohh, oooohhOooohh, oooohh

    You and me are floating on a tidal wave... together

    (Tú y yo estamos flotando en un maremoto… juntos)

    You and me are drifting into outer space... and singing

    (Tú y yo estamos siendo llevados hacia el espacio sideral… y cantando)



    - ¡Claro! – respondió el rubio, apoyándose en sus piernas de nuevo y adquiriendo la manera arrastrada de su voz y un aire medio arrogante, a pesar de que su sonrisa ya no era de aquella manera torcida de siempre. – Siempre tendré tiempo para tirarte en cara que soy mejor que tú. ¡Por lo menos en eso!

    - ¡Ah, pero hoy acabaré contigo!

    - Sueñas, Humpt…

    Oooohh, oooohh

    Oooohh, oooohh

    You and me are floating on a tidal wave... together

    (Tú y yo estamos flotando en un maremoto… juntos)

    You and me are drifting into outer space... and singing

    (Tú y yo estamos siendo llevados hacia el espacio sideral… y cantando)



    Salieron del aula exactamente cuando la campana sonó. Harry se giró una última vez hacia el otro. Se encontró de nuevo mirándolo muy cerca, y su corazón perdió un compás. Se acomodó nervioso su bolso y finalmente se despidió.

    - Hasta luego, Draco.

    - Hasta luego… Harry.

    Harry no podía entender cómo su nombre, saliendo de la boca de Draco Malfoy, podía causar una alegría tan grande como aquella que experimentaba ahora. Reticentes, se dieron la espalda y caminaron en direcciones opuestas, aunque en sus rostros se mantenía clara la evidencia de que aún probarían mucho de aquellas reacciones.

    You and me are floating on a tidal wave... together

    (Tú y yo estamos flotando en un maremoto… juntos)

    You and me are drifting into outer space... and singing

    (Tú y yo estamos siendo llevados hacia el espacio sideral… y cantando)

    Oooohh, oooohh

    Oooohh, oooohh



    ----------------

    - Buenas tardes, Natalie – saludó Draco, cordialmente.

    - Buenas tardes, Sr. Malfoy – Natalie devolvió el saludo con la misma cordialidad.

    - ¿Algún recado para mí?

    - No, nadie llamó esta mañana. Pero el Sr. Malfoy ya mandó algunos informes para que los analice. Ahora mismo los llevo a su oficina.

    - Gracias. Aproveche y lléveme una aspirina, ¿sí?

    - Sí, señor.

    Draco asintió y se dirigió a su oficina, cerrando la puerta tras de sí y recargándose contra ella. Soltó un suspiro largo y presionó sus sienes. Comenzaba a dolerle la cabeza y esta vez no esperaría a que empeorase, finalmente, aún tenía mucho que hacer y había acordado una partida de juego con Ángel. Caminó hasta su confortable silla, depositando su portafolio en el escritorio y sentándose. Cerró los ojos y aflojó el nudo de su corbata para respirar mejor. Intentó relajarse, estaba muy tenso. Masajeó sus sienes de nuevo y soltó el aire de los pulmones lentamente, una vez más, recostándose completamente en la silla. No pudo impedir que una pequeña sonrisa se formara en sus labios al recordar cierto…

    ¡TOC, TOC!

    Draco se asustó. Limpió su garganta, se acomodó rápidamente en la silla, deshaciendo su sonrisa y volviendo a adquirir un aire de seriedad mientras Natalie entraba con un pequeño monte de informes en una de sus manos y un vaso de agua en la otra.

    - Con permiso, Sr. Malfoy. Aquí están los informes para esta tarde.

    Los depositó sobre el escritorio e inmediatamente extendió el vaso de agua y la aspirina, que Draco aceptó prontamente.

    - Gracias – respondió nuevamente y tomó la medicina, seguida del agua.

    - ¿Puedo? – Natalie gesticuló hacia la silla frente a él y Draco respondió asintiendo. – Entonces, Draco, ¿cómo estuvo tu fin de semana?

    Draco aguantó su mirada un momento, imaginando si aquella pregunta fue inocente, o si de casualidad ella ya sospechaba algo. Natalie le sonreía suavemente, esperando una respuesta. Draco se recargó en la silla, de nuevo.

    - Fue… agitado – respondió al fin.

    - Humm – Natalie asintió levemente, evaluándolo. - ¿Y eso quiere decir…?

    - Corrimos juntos el viernes, entrenaos juntos el sábado y… y dimos una vuelta en el parque ayer – Draco ni se preocupó en aclarar “quiénes”.

    - Cierto.

    Natalie no se movió, esperando que terminara. Draco, ya no aguantándose más, se inclinó hacia el frente en la silla y sus ojos brillaron casi febrilmente.

    - ¡Natalie, nunca me divertí tanto en mi vida con un simple paseo en el parque! Platicamos sobre todo, comimos manzanas, recordamos cosas de nuestra infancia… él… él me pidió que lo llamara Harry, y cuando pregunté la razón, ¡simplemente me dijo que todos sus amigos lo llamaban así! ¡Amigos! Me hizo cosquillas, ¿puedes creerlo? ¡Rodé en el pasto de tanto reír! Hablamos de cosas estúpidas y… - Draco presionó las esquinas de sus ojos, apretándolas. – Hice la mayor idiotez de mi vida. Deje que descubriera que soy yo la persona con la cual ha conversado por internet.

    Natalie parpadeó algunas veces, ligeramente sorprendida por el repentino entusiasmo del muchacho, por la pasión con la que describía todo aquello. Ya estaba acostumbrada a arrancarle reacciones poco comunes en él, ¡pero era más sorprendente cada día!

    - ¿En serio? – preguntó. - ¿Y cómo reaccionó él?

    - De la peor manera posible – se lamentó, mirándola a los ojos. – ¡Se enfureció porque lo había engañado todo este tiempo, me dijo cosas horribles y se fue sin darme tiempo de decir nada!

    - Oh – Natalie se cubrió la boca con una mano, sus ojos abriéndose con preocupación. – Entonces es por eso que hoy te me figuraste tan extraño…

    - No – Draco arrugó la frente. - ¿Extraño?

    - Bueno, yo… oh, olvídalo, prosigue. ¿Aún no termina?

    - No. Me sentí terrible, Natalie, frustrado… Me prometí a mi mismo que lo haría ver que estaba siendo injusto conmigo de nuevo. Y fue lo que hice.

    - ¿Hablaste con él hoy? – Natalie parecía bastante curiosa, y continuó después de recibir un asentimiento. - ¿Y cuál fue su reacción ahora?

    Draco rodó los ojos y se agarró la cabeza con ambas manos.

    - Su reacción fue la más previsible de todas, por supuesto. Escuchó todo lo que dije, perdonó y olvidó. Hasta se disculpó por la grosería de ayer. Todo tan… ¡tan Harry Potter! – se frotó el rostro con las manos, Natalie aguardó pacientemente. – Lo que me deja impresionado, Natalie, fue mi reacción, ¡no la de él!

    - ¡Oh! – Natalie se acomodó en su silla nuevamente –pues se había inclinado hacia enfrente sin darse cuenta- y asintió. Creyó comenzar a entender todo lo que pasaba por la cabeza del chico, y él tenía todos los motivos para estar confundido. - ¿Y cuál fue tu reacción, entonces?

    - ¡Patética! – se indignó en rubio. – De repente estaba corriendo por la universidad llamándolo. ¡Llamándolo Harry! Estaba desesperado por aclararle aquello, para que volviera a hablarme… Prácticamente le imploré perdón, ¡vergonzosamente! No pude controlarme, me puse nervioso, las manos me sudaban, mi corazón estaba disparado, estaba vacilante, yo… ¡no sé! ¡No sé explicarlo! ¡Es todo tan confuso, Natalie! Y aún tenía… aún tenía aquella sonrisa… estaba tan serio como no lo recordaba en sus diecisiete años, cuando su padrino pasaba por la última audiencia por su custodia, entonces… ¡era casi como si dependiera de su sonrisa! Y cuando sonrió… ¡Oh, Natalie! – Draco gimió y se frotó los brazos con sus manos al sentir frío. - ¿Ves eso? ¿Has visto a alguien tener escalofríos sólo por recordar una sonrisa? ¿Qué me sucede?

    Natalie casi sintió pena de su confusión. Suspiró derrotada, adelantándose a tomar las manos del chico.

    - Lo sabes, Draco… sabes lo que sucede.

    - No, está claro que no sé, o no estaría preguntando – se irritó.

    - ¡Lo sabes! ¡Sólo que no lo quieres admitir! ¿Crees que si yo te lo digo es más fácil de aceptar? – Draco hizo una mueca como si le doliera algo, desviando la mirada. - ¡Claro que no! Esto tiene que partir de ti, tienes que buscar esa respuesta. ¡Draco, mírame!

    Draco se giró a verla, reticente, aun conservando aquella expresión sufrida.

    - Lo has hecho muy bien, querido. Confieso que estoy orgullosa de que hayas tomado la iniciativa de buscarlo sin consultarme antes.

    - Casi lo hice – gimió él.

    - ¡Casi, pero no lo hiciste! Fuiste muy valiente en buscarlo, no patético. Es muy difícil hacer lo que tú hiciste, no te lamentes por ello. ¡Ahora necesitas dejar de engañarte, Draco! ¡La respuesta está dentro de ti, siempre lo estuvo!

    - ¡No, Natalie, no! – esquivó las manos de la mujer, tapando sus oídos en una actitud infantil. - ¡No quiero saberlo! ¡NO QUIERO! – volvió a mirarla, repentinamente, enterrando las manos en sus cabellos, después gimió. – Dime que no es verdad, Natalie, dime que estoy confundido, que va a pasar…

    - No, querido – ella pasó una mano gentilmente por el rostro del joven. – No va a pasar, porque no es ninguna enfermedad la que tienes.

    - ¡No soy gay, Natalie! ¡No lo soy! – casi susurró, pareciendo desolado. Sus ojos brillaban como si fueran a desbordarse, pero Natalie sabía que él no permitiría que eso pasase.

    - Deja de ser tonto – dijo, firmemente, casi con severidad. – Para de darte nombres, lo estás haciendo de la manera errada. Admite lo que sientes, no te clasifiques.

    - Estoy… estoy… ¡esto es humillante, Natalie! ¡Detente! – Draco se tiró hacia atrás, escondiendo el rostro entre sus manos.

    - No es humillante. Mírame, ¿tengo cara de que me burlaré de ti? ¿Crees que sería capaz de reírme de tu confesión?

    Draco dejó que sus manos escurrieran a ambos lados de su cuerpo, en abandono. Aún de ojos cerrados, tragó en seco.

    - ¡Estoy atraído por Harry Potter! – se lamentó.

    - No.

    Draco abrió los ojos de inmediato, mirándola, confundido. Se acomodó nuevamente.

    - ¿Cómo que no?

    - Lo estás haciendo mal de nuevo, Draco – explicó ella paciente. – He acompañado tu actitud, tal vez por poco tiempo, pero puedo decir con certeza que siempre estuviste atraído por Potter, desde que lo viste. No conocías mucho al respecto de él, sólo creías que sabías todo sobre su personalidad, sobre su vida, pero estuviste equivocado todo el tiempo. Ahora es diferente. Ahora lo conoces de verdad, aprendiste casi todo sobre él, ¡te volviste su amigo y aún estás insatisfecho! ¿Qué significa eso, Draco?

    Draco tragó en seco, esperando que ella misma respondiera la pregunta, pero Natalie se cruzó de brazos mirándolo con seriedad, pero ya no había severidad en su postura, más bien comprensión. ¡Draco ya había tenido suficientes sueños para desconfiar, ya había escuchado a Pansy y ahora tendría que escuchar la sentencia de su propia boca! Tragó nuevamente.

    - ¿E-enamorado? – tartamudeó.

    - ¡Sí! ¿Es tan difícil de aceptar? – Draco dio signos de que iba a comenzar a protestar, pero Natalie le tomó las manos firmemente, atrayendo su mirada. – No te des nombres. Tendrás que aguantar el preconcepto de otras personas ignorantes, durante toda tu vida, no sumes a ello tu propio preconcepto, ¿sí? No eres gay, eres Draco Malfoy, enamorado de Harry Potter.

    - Mierda… - Draco gimió, recibiendo otro firme apretón en sus manos.

    - ¡No te lamentes! ¡Nunca te lamentes por sentir algo tan bonito, Draco! ¡Estuviste buscando este sentimiento todo el tiempo! No desistas ahora que lo encontraste.

    - ¡Pero no voy a desistir, porque simplemente no inicié nada, Natalie! ¡No haré nada! Me alejaré de él, eso es lo que haré. Va a pasar, es sólo otra fase idiota en mi vida idiota.

    - No digas eso, Draco – pidió Natalie con dulzura, soltando una de sus manos para acariciarle la cara nuevamente. – Tu vida es maravillosa y Harry puede ayudarte a ver eso. Él te ha hecho tanto bien, querido…

    - ¿Pero y mis padres, Natalie? ¿Mi familia, mis amigos? Si no soporto mi propio preconcepto, ¿cómo aceptaré el de otros?

    - ¿Qué otros? ¡Olvida a los demás! ¡Preocúpate en conquistarlo, Draco!

    - ¿QUÉ? – Draco dio un salto hacia atrás.

    - ¡Oh, cielos! – Natalie meneó la cabeza, incrédula. - ¿Por qué dificultas tanto las cosas, Draco?

    - ¡No voy a conquistarlo, Natalie! ¡No, no lo haré! Se reiría de mí… a él… ¡él no es gay! ¡Le gustan las chicas!

    - Tú tampoco eres gay, también te gustan las chicas, pero te enamoraste de él, ¿no? Entonces, ¿por qué es tan absurda la idea?

    - Natalie…

    - Draco – cortó ella, evaluándolo. – Piénsalo. Es muy fácil decirme ahora que te alejarás de él, que lo olvidarás, ¡pero sabes perfectamente que cuando pongas los ojos en Harry, será imposible!

    - ¡Claro que no! – se indignó él.

    - ¡Perfecto! ¡Te desafío a intentarlo!

    Draco abrió la boca varias veces, sin tener qué decir. Natalie tenía razón, claro. Había intentado eso aquella mañana. En el momento en que mirase aquellos ojos verdes, perdería todas sus defensas, así como el aliento. Su determinación caería por tierra y tendría el corazón palpitante, de nuevo. Todo eso sumado a unas ganas incontrolables de besarlo, que había intentado ignorar desde su último sueño.

    Draco cerró los ojos y respiró lentamente, derrotado.

    - Ya fracasé. Acabé de rendirme, aún siendo en mis pensamientos, Natalie.

    - Lo sé – sonrió ella, comprensiva. – No desistas antes de intentarlo, Draco. Eres una persona maravillosa, puedes perfectamente enseñarlo a gustar de ti así como eres, si es que no lo has hecho ya. ¿Has pensado en que él pueda tener las mismas dudas que tú?

    - Entonces él está perdido, porque no tiene ninguna Natalie para ayudarlo – bromeó, sonriendo mínimamente para ella.

    - Eres capaz hacerle abrir los ojos, querido. Confío en tu capacidad.

    - No sé si te agradezco o te corro a patadas, Natalie, por abrir mis ojos a una verdad tan horrible como esa.

    - Lo descubrirías más tarde o más temprano, Draco. Sólo no creí justo que lo descubrieras demasiado tarde.

    Draco sonrió, después se puso serio, mirándola a los ojos.

    - Gracias.

    - ¡Fue un placer! – le guiñó un ojo, traviesa, y se levantó. – Bueno, ve nada más, estoy atrasando tu trabajo. Garantizo que quieres terminar esto pronto para poder conversar con cierto Ángel.

    - Esfúmate, Natalie – fingió molestarse, finalmente abriendo la carpeta y preparándose para comenzar a trabajar.

    Natalie sonrió en respuesta, ya alejándose.

    - Con permiso.

    ---------------

    [1] “Cambiar seis por media docena” o sea, lo mismo XD
    QUOTE
    Notas de la Autora: ¡Listo! ¡Les dije que Natalie resolvería todo! ¡Es increíble! Tenía una escena S/R programada para este capítulo, pero creí mejor dejarla para el próximo, quién sabe… sino no podría darles la debida atención. Vean, me estoy superando, ¿verdad? ¡Hubo más PoV de Harry! XD

    La canción es X and Y – Coldplay. Ya había terminado el capítulo y escuché Coldplay, de ahí me llegó un estallido y… ow, joder, ¡tuve que ponerla! ¡Es tan perfecta!

    Notas de las Traductoras: ¡Oh sí! ¡Qué delicia de capítulo! ¡Qué capitulón, señores! Por lo menos uno ya se dio cuenta de lo que sucede, ¿no creen? Veremos cuánto tarda el otro XD

    Bueno, bueno, espero les haya gustado. ¿Quieren más adelantos del próximo capítulo? OK, hoy me siento generosa (XD). El próximo capítulo se titula “Tal vez”, hay conversación entre Ángel y el Príncipe, Draco tiene una maravillosa idea y salen Padfoot, Moony y Snuffles.

    ¿Quieren más?Si bien este capítulo tuvo 17 páginas, el que sigue tiene 19. Sí, más largo XD (Y ya lo tengo listo, calientito, a punto de turrón, esperando ser publicado… la siguiente semana, muajajajaja ^^)

    ----------------

    Y en el próximo capítulo…

    - ¿Dónde está Moony? – preguntó Harry, desparramándose en uno de los pufs.

    - En su casa – Sirius se encogió de hombros, intentando parecer desinteresado.

    - Humm… pero… ¡no lo veo desde el domingo en la tarde! ¡Y no vino ayer! ¿No habían quedado en ver una película hoy?Sirius se dio de hombros nuevamente.

    - No quiso. Dijo que estoy particularmente insoportable estos días – hizo un sonido de desprecio por la nariz.

    - Humm – Harry creyó que ya comenzaba a entender.
     
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  14. fer-chan
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    yeii! lo subiste antes! :3

    me encanta de que lo subas aqui

    lo acabo de leer y quiero mas

    yo aqui seguire ansiosa!


    au revoir!
     
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  15. Kari Tatsumi
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    QUOTE (fer-chan @ 26/7/2012, 23:40) 
    yeii! lo subiste antes! :3

    me encanta de que lo subas aqui

    lo acabo de leer y quiero mas

    yo aqui seguire ansiosa!


    au revoir!

    jejejejejeje me alegra que te guste ^^

    Tuve que subirlo hoy porque salgo de viaje este fin de semana y me seria imposible subirlo el sabado.

    Hasta el siguiente sabado que actualizare este fic, falta poco para que acabe u.u
     
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85 replies since 18/3/2012, 01:41   16774 views
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