Green Eyes (Harry/Draco - Sirius/Remus): Epílogo [FINALIZADO] - AGRADECIMIENTOS

Autora: Amy Lupin Traductoras: anali_snape y Hermione

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  1. azu-kun
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    Me encanta este fic :3 muchas gracias por traducirlo c:
     
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  2. Kari Tatsumi
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    Capítulo Veintiuno

    Tal vez…




    Harry, Ron y Hermione estaban sentados en el aula de Matemáticas, conversando. La clase estaba casi completamente llena. Los alumnos acostumbraban llegar temprano a la clase de Snape para no correr el riesgo de ser dejados fuera.

    - Así que, Harry, ¿has encontrado alguna buena propuesta de empleo? – preguntó Hermione.

    - Nada aún – Harry estaba haciendo rayones en su banca con el lápiz y borrándolos con el dedo.

    - No debe ser nada fácil encontrar un empleo estando en primer año de la universidad, ¿verdad? – dijo Ron.

    - Sí… - concordó Harry un poco desanimado. – Pero no exijo que sea algo directamente relacionado a Programación, sabes. Aprendí muchas cosas por mí mismo, tan sólo ajustando los programas de la universidad. Bueno, la mayoría de los lugares ofrece hacer prácticas profesionales con posibilidad de contratación, ¿pero cuánto tiempo tendría que pasar? ¿Un año de práctica antes de ser contratado?

    - Bueno, de cualquier forma, eso es mejor que continuar en la universidad sin posibilidad de contratación, ¿no, Harry? – ponderó Hermione. – Sabemos que aquí no contratan a nadie. Dejan esos lugares vacíos para más practicantes. ¡Aún no sé cómo te admitieron en la parte de Periodismo si existen tantos interesados de ese curso!

    - Hermione, estamos hablando de Harry Potter – Ron infló el pecho para dramatizar. – El hijo de James y Lily Potter, ¡los famosos periodistas! Mi única duda es por qué lo mantienen en secreto con eso de no poderse identificar. Caramba, ¿quiere hacerse de un nombre, no? ¿Cómo van a ser reconocidos si no dejan que firmen los artículos?

    - Al final de año, publican algunos de los mejores artículos oficialmente, en periódicos o revistas, por ejemplo – explicó Harry. – Ahí los artículos salen firmados.

    - Ah bueno, así sí…

    - ¿Qué van a hacer hoy en la noche? – Harry decidió cambiar de asunto.

    - No sé, aún no pensamos en nada – respondió Hermione.

    - Hoy no tengo entrenamiento, ¿no quieren ir a mi casa a ver una película? – invitó con una sonrisa, esperando la excitación característica de Ron de cuando era invitado a ese tipo de confort que era la casa de Harry y Sirius, pero nada lo prepararía para la cara de indignación que el pelirrojo hizo.

    - ¿Qué? ¿Y ver a Sirius y Lupin fajando?

    - ¡Ron! – gritó Hermione sin dejar de lado la expresión confundida y herida de Harry. - ¡No puedo creer que hayas dicho eso!

    - Lo dije, ¿y qué? – desafió el pelirrojo. – ¡No estoy obligado a aceptar ese tipo de cosas! Mucho menos estoy dispuesto a ir hasta allá para verlos manoseándose.

    Hermione abrió la boca para hablar de nuevo, pero Harry la tomó del hombro delicadamente.

    - Déjalo, Mione. Tiene razón. No está obligado a aceptar ese tipo de cosas. Y no puedo garantizarte que Moony no va a ir, ni que los dos no harán alguna escena – dijo, con una leve sonrisa, pero la chica no pudo ignorar que seguía herido.

    - Harry, si quieres, podríamos…

    - No, Mione. Voy a estudiar un poco de música hoy. Tengo clase mañana.

    Harry volvió a rayar en la banca y Hermione aprovechó para lanzarle una mirada asesina a Ron, pero éste se encogió de hombros.

    Harry estaba absorto en sus pensamientos con el mentón apoyado en una mano, haciendo pequeños rayones en la banca. Los profesores debían estar en alguna reunión, pues esas eran las únicas ocasiones en que Snape se atrasaba. Sabía que Hermione lo estaba mirando con compasión y que Ron estaba fingiendo que no le importaba, pero no quería mirarlos ahora. Se había decepcionado con la respuesta de Ron. Nunca se había negado a ir a su casa. Por el contrario, no escondía su alegría al visitarlos y tener un poco de paz lejos de sus hermanos y su numerosa familia. Sin darse cuenta, dibujó una letra “D” y se quedó mirándola por un momento. Sacudió la cabeza mentalmente y frotó los dedos en la banca para borrar los rayones, levantando los ojos para buscar a cierto rubio. Lo encontró acabándose de sentar en un lugar más alejado, ya que todos los lugares cercanos al moreno estaban ocupados. Pero había un lugar vacío frente al rubio. Harry pensó por un momento y al final se giró hacia sus amigos, juntando sus cosas y colocándose el bolso al hombro.

    - Hey, voy a sentarme al otro lado. Nos vemos.

    - ¿Q-qué…? ¡Harry! – Hermione intentó preguntarle algo, pero el moreno ya estaba lejos, sólo entonces miró su trayecto. Su mandíbula cayó.

    - Ah, yo mato a ese hurón albino – Ron arrugó una hoja de papel entre sus dedos y Hermione rodó los ojos.

    - ¿Por qué, Ron? ¿Qué hay de malo en que Harry haga amistad con Malfoy?

    Ron la miró como si fuera un extraterrestre.

    - ¿Cómo puedes decir tal barbaridad con tanta naturalidad? ¿Cómo puedes ver una escena de esas y no encontrar nada de malo? ¡Ve cómo hasta parecen íntimos amigos!

    Hermione miró hacia donde Ron apuntaba con tanta vehemencia y miró a Harry riendo naturalmente y Malfoy acompañándolo con una… bueno, una casi sonrisa.

    - ¡Ron, es una cosa súper natural que dos personas solitarias busque la compañía uno del otro?

    - ¿Solit…? – Ron ya se iba a indignar de nuevo, pero Hermione se lo impidió con un gesto de la mano, continuando hablando.

    - Malfoy no tiene amigos y Harry… bueno, nosotros hemos dejado un poco de lado a Harry, sí. Y hasta él se ha apartado de nosotros…

    - ¡Claro! ¡Aquél imbécil lo está apartando de nosotros! Te garantizo que sus intenciones no son buenas, Mione. ¿Por qué crees que no tiene amigos?

    - Ron, no creo que Malfoy esté apartando a Harry de nosotros – Hermione esperó hasta que Ron apartó la mirada de los dos chicos y le prestase completa atención. – Muy por el contrario. ¿Quién acaba de rechazar una invitación de Harry, eh?

    Ron dejó su mandíbula caer y sus orejas adquirieron más coloración.

    - Mione, no me vengas ahora a echar la culpa…

    - ¡Ron, detente a pensar un poco! – cortó la chica una vez más. – Harry vino con la mejor voluntad del mundo a invitarnos a su casa para ver una película, ¿y cómo lo tratas? ¡Tú, además de rechazar la invitación con la mayor grosería, ofendiste a su familia, Ron!

    - ¡Aquellos dos locos no son nada que pueda llamarse familia, Mione! – Ron elevó la voz. - ¿Qué tipo de ejemplo son para Harry?

    - Harry no es ningún niño para imitar a las personas, Ron. ¿No entiendes que Sirius y el profesor Lupin son todo lo que Harry tiene? ¡Son una familia poco común, sí, pero aún así son felices! De verdad, no tienes la obligación de aceptar su relación, pero definitivamente no tienes derecho de lastimar a Harry de esa forma.

    Diciendo eso, Hermione se giró hacia el frente con seriedad sin siquiera reparar en la expresión impresionada de Ron, ni en la mirada arrepentida que le lanzó a Harry. Mirada que pasó a ser de rabia cuando vio que toda la atención y las sonrisas del moreno eran para Malfoy.

    - Pero eso aún no me convence en nada acerca de las intenciones de Malfoy – murmuró el pelirrojo de modo que su novia no pudiese escucharlo.

    -----------------

    Harry se aproximó sin ser notado y sólo atrajo la atención del rubio cuando se sentó de lado en el lugar frente a él.

    - ¡Buenos días, Draco! – saludó junto con una sonrisa sincera.

    Draco pareció dudar un momento, tal vez asimilando el hecho de que Harry había abandonado a sus amigos del otro lado del aula para sentarse junto a él. Sin contar que su corazón martillaba su pecho casi perceptiblemente.

    - Buenos días – respondió pasando la mano por sus cabellos rubios sin poder contener una pequeña media sonrisa.

    - Así que, ¿lloraste mucho la amarga derrota? – Harry arqueó las cejas provocativamente.

    - ¡Cómo, si yo gané más veces que tú! – Draco finalmente recuperó la pose divertidamente arrogante.

    - ¡Claro que no! Hiciste trampa dos veces y acordamos cancelar esas partidas, ¿no?

    - ¿Acordamos? No, no recuerdo haber hecho una idiotez de esas.

    - ¿Todo esto es para no admitir que soy un jugador muy perspicaz?

    - ¿Perspicaz? ¡Humpt! Yo diría suertudo.

    Harry rió gustoso y Draco lo observó con interés mientras lo hacía. Cuando se reía así de simple –sí, porque en general solamente se carcajeaba– acentuaba un hoyuelo en la esquina izquierda de su boca. Pero sus facciones no dejaban de ser menos masculinas por eso, debido a los trazos determinados de su rostro. Como Natalie había dicho, conseguía reunir trazos infantiles y acentuados. Atractivo. ¿Por qué había tardado tanto tiempo en admitir eso?

    Draco se dio cuenta de que su vista se había desenfocado, y cuando focalizó de nuevo, agradeció que Harry estuviera demasiado concentrado en sus cosas para prestarle atención.

    - ¡Upa! – Harry dejó caer una pluma, que rodó por algunos centímetros quedando a medio camino entre los dos.

    Lo que sucedió pasó en segundos, que parecieron durar para siempre. Draco nunca se había preocupado por un objeto caído que no le perteneciese, pero sin darse cuenta ya se había agachado para cogerlo. Pero tan pronto Draco tocó la pluma, la mano de Harry chocó contra la suya. Draco alzó la mirada para encontrarse dos esmeraldas brillantes mirándolo de vuelta tan… cerca. No respiró con miedo de que todo se evaporara. Sus narices estaban a centímetros de distancia y aún sentía el toque caliente de los dedos del moreno rozando el dorso de su mano. Aquella boca tan próxima a la suya… incluso podía sentir la respiración del otro. Podría ser uno de sus sueños si las sensaciones no fueran tan reales.

    Draco estaba listo para cerrar los ojos cuando sintió el calor de la mano de Harry alejarse. Y el momento se deshizo cuando aquellos ojos se apartaron también. Imaginando cuánto tiempo había pasado, Draco se enderezó prontamente. Con todo y la pluma.

    - Gracias – Harry sonrió levemente, aceptando el objeto. ¿Estaría medio apenado con lo que había pasado o era sólo impresión suya? – Pero, espera… ¿cómo se responde cuando alguien te agradece? – ironizó el moreno completando la frase con una de sus impresionantes sonrisas y Draco quiso bofetearse a sí mismo. ¡De seguro tenía una cara de bobo patética! ¡Oh, qué deprimente!

    - Ok – gruñó.

    ¿Ok? No, esa no era la respuesta correcta, ¿pero a quién le importa? Draco tragó en seco intentando no parecer tan jadeante como sabía que estaba. ¡Pudo haberlo besado! Sí, claro, en medio del aula cuando su padrino podría entrar en cualquier momento… Sin mencionar las miradas enojadas que recibiría por eso. Tal vez incluso hasta del mismo Harry…

    - Hey, mira – Draco despertó de sus desvaríos para mirar hacia donde Harry apuntaba.

    Entonces miró quien sabía era Pansy sentada en el regazo de quien suponía era Finch-Fletchley –sí, suponía, pues Pansy se dedicaba a cubrir cada pedacito del chico con su propio cuerpo. Draco se preguntaba si ella estaba intentando succionar sus pulmones con aquél beso exagerado.

    - Parece que funcionó, ¿verdad? – continuó Harry.

    - Gracias a Dios – conmemoró Draco.

    Harry se giró hacia él, con aquella mirada penetrante.

    - Y tú estás libre para conseguir a alguien. Sabes… una novia de verdad.

    Draco lo miró por algunos segundos experimentando diversas sensaciones en un corto espacio de tiempo, como siempre le sucedía cuando estaba cerca de Harry. Sí, ahora estaba libre, pero no era una novia lo que quería.

    - Cierto – acabó diciendo.

    - ¿Y ya tienes a alguien a la vista? – preguntó con otra sonrisa desconcertante. Sabía muy bien cómo desconcertarlo.

    - Tal vez – dijo por fin, intentando no ser muy obvio mientras descendía la mirada hacia la boca de Harry. Quería aquella boca, quería sentir el olor de aquella piel que lo invitaba, quería correr los dedos por aquellos cabellos rebeldes… ¡Cielos!

    En ese momento toda conversación murió y volvieron su atención al profesor, que entraba silenciosamente. Draco aprovechó que Harry también se había volteado hacia el frente y se frotó ambos brazos para deshacer aquél escalofrío que le había tomado por completo. Enterró el rostro entre sus manos, derrotado.

    Algo le gritaba que estaba todo muy errado en aquél sentimiento, en aquellas sensaciones. ¡Era difícil de creer que se había enamorado! ¡Y aún más, de otro chico! ¿Cómo le haría para conquistar a Harry? ¿Cómo se contendría ante esa necesidad de besarlo? ¿Por qué Harry tenía que ser tan… tan inocentemente tentador? ¿Por qué tenía tan maravillosa sonrisa? ¿Por qué rayos se tuvo que enamorar de ese moreno?

    ------------------

    Hasta la clase pasó rápido. También, con la cantidad de ejercicios que Snape había puesto, no era de admirarse. Recibieron las pruebas y Draco no pudo evitar sonreír delante de la emoción de Harry por haber obtenido un diez. Pero no se comparaba a la cara de disgusto que su padrino había hecho al entregarles los exámenes.

    Draco había planeado pasar los breves minutos del intervalo con el moreno cuando el profesor lo llamó antes de dejar el aula.

    - Ve. Nos vemos hoy en la tarde – dijo Harry guiñándole un ojo y diciéndole “adiós” con la mano mientras se alejaba.

    Draco bufó molesto antes de aproximarse al escritorio del profesor, desde donde Snape veía todo.

    - Draco, ¿qué significa esa proximidad con Potter? – su padrino siempre había sido directo, como ahora.

    - Pues significa que nos estamos llevando bien – respondió cínico.

    - ¿Y vas a decirme que de repente despertaste pensando que Potter era un tipo genial y que las hadas existen? – Snape devolvió en el mismo tono.

    - No – Draco no necesitaba de mucho esfuerzo para mostrarse impasible, lo que comprobaba que solamente Harry tenía el don de volverlo patético. – En realidad, me llevó algo de tiempo descubrir eso. Fue él quien propuso una tregua cuando fuimos amenazados con ser expulsados del equipo de voleibol por agredirnos verbalmente durante uno de los entrenamientos, y desde entonces tenemos… tenemos una convivencia pacífica.

    - Ah, claro – Snape resopló incrédulo. – Odias al chico desde los once años y entonces, por causa de un estúpido partido de voleibol, se vuelve los mejores amigos. A otro perro con ese hueso [1]. ¿Qué opina tu padre de esto?

    Eso bastó para que Draco estrechara los ojos peligrosamente. La postura amenazante de Snape no fue suficiente para intimidarlo, al fin y al cabo había enfrentado poses mucho peores de su padre.

    - No lo sabe. Ni lo sabrá tan pronto – desafió.

    - Por mí, puedes estar seguro que no lo sabrá, pero no te ilusiones creyendo que puedes esconder un absurdo de estos por tanto tiempo.

    Draco se encogió de hombros dando la conversación por terminada, pero Snape se inclinó más hacia el frente y bajó peligrosamente la voz.

    - No creí que fueras tan estúpido para aproximarte a ese chico-celebridad, Draco. No conoces a su padrino irresponsable ni tienes idea de cuán desmoralizados son él y Lupin. Pueden engañar a todo el mundo, pero no a mí… Apártate de esa gente antes de que afecten tu reputación. Cuando tu padre se entere…

    - ¿Y qué culpa tengo yo de que tengas diferencias con Sirius Black y con Lupin? – desdeñó Draco, nada satisfecho porque su padrino tratara de controlarlo. - ¿De casualidad se burlaron de ti cuando ustedes estudiaban…?

    - Escúchame bien, mocoso – Snape cortó apuntándole con un dedo. Sus ojos negros habían adquirido un brillo enfermo y Draco casi perdió la compostura. Casi. – Intenté avisarte. Ya cumplí con mi parte como tu padrino, ahora, si no quieres hacerme caso, entonces me lavo las manos. ¡Largo!

    Draco no lo pensó dos veces y salió del aula. Snape no acostumbraba perder los estribos así. Su padre le había comentado sobre cómo Sirius Black y James Potter lo habían humillado cuando estudiaban juntos, ¿pero eso bastaba para querer alejarlo de la “familia” y de Potter mismo? ¿O había otro motivo?

    “No conoces a su padrino irresponsable ni tienes idea de cuán desmoralizados son él y Lupin. Pueden engañar a todo el mundo, pero no a mí…” ¿Desmoralizados? ¿Cómo? ¿Cómo que engañando a todo el mundo? Maldita curiosidad…

    --------------

    - Buenas tardes, Natalie – saludó Draco tan pronto llegó.

    - Buenas tardes, Sr. Malfoy – Draco ya iba a pasar directo a su oficina cuando lo llamó nuevamente. – Ah, Sr. Malfoy, el Sr. Malfoy pidió que fuera a su oficina.

    Draco se detuvo con una mano en el pomo de la puerta y se giró, arrugando la frente.

    - ¿Dijo por qué?

    - No, señor.

    - Ok, sólo dejo mis cosas en la oficina – informó girando finalmente el pomo.

    No pudo dejar de sentirse inquieto. Ya había pasado por esas situaciones suficientes veces para esperar siempre lo peor de esas visitas a su padre. Dejó su carpeta en el escritorio, se acomodó la corbata, peinó un poco sus cabellos –tal vez inútilmente, ya que se negaban a acomodarse– y caminó fuera de la sala, diciéndole un “Ya vuelvo” a Natalie.

    Entró a la oficina de su padre después de ser anunciado por Popkin.

    - Lucius – saludó secamente, como de costumbre. Y como de costumbre, recibió una mirada helada y la indicación de sentarse al frente.

    - Siéntate, Draco – tan pronto obedeció, una carpeta fue lanzado frente a sus ojos sin cuidado. - ¿Recuerdas estos informes? Tienen tu Visto Bueno en todas las hojas – dijo, falsamente tranquilo.

    Draco analizó la portada de los informes y el título de los proyectos. Había cinco proyectos de sistemas diferentes para una misma franquicia.

    - Sí, los recuerdo. Los analicé la semana pasada…

    - Entonces, ¿puedes decirme – cortó Lucius, murmurando las palabras entre dientes – por qué motivo esa corporación amenaza con rechazar nuestros sistemas?

    Draco frunció el ceño, a pesar de mantenerse relativamente calmado, como era de esperarse.

    - ¿Cómo así?

    - El director de la corporación alegó que ese sistema no está atendiendo los requisitos de su empresa y que recibió una propuesta muy tentadora de nuestros competidores. Ahora yo te pregunto – se adelantó con una calma venenosa. - ¿Cómo así?

    - ¿No atiende a los requisitos? – se extrañó Draco. – ¡Él mismo había aprobado los proyectos! ¡Ya todo está en funcionamiento desde hace días! ¡Son completamente funcionales, prácticos, tienen todo lo que pidió! No comprendo…

    - Pues entonces descúbrelo – lo cortó Lucius nuevamente, girando la silla hasta mirar la ventana de atrás, dándole la espalda a su hijo. – Tienes una hora y media hasta la reunión, a las15 horas. Y quiero una solución, entonces. Y solución para mí no significa parar los proyectos que ya están funcionando.

    Draco abrió la boca, pero volvió a cerrarla. Sería inútil argumentar. Tomó los informes y salió sin una sola palabra. Fue un poco seco con Natalie cuando le pidió no ser molestado, pero tenía la cabeza caliente y no valdría la pena intentar remediarlo ahora. Se sentó delante de la computadora pensando en lo que haría. Una hora y media hasta la reunión. Por supuesto, Lucius contaba con que no conseguiría solucionar el problema a tiempo, pero tenía que encontrar la manera.

    ¿Tendría que revisar de nuevo todos los informes? No, no encontraría nada malo en ellos. Estaba seguro. Encendió la computadora y de ahí, iniciar una conversación con Ángel fue automático.

    Príncipe Slytherin dice: Hola, Ángel.

    .:Ángel:. dice: ¡Hola, Príncipe! Y dime, ¿tuviste una conversación agradable con nuestro querido profesor?

    ¿Agradable? Sí, claro. Una conversación con Severus Snape podría ser todo, menos agradable.

    Príncipe Slytherin dice: ¡Claro! (léase sarcásticamente)

    .:Ángel:. dice: Jajaja ok, ok… no me interesan los detalles… y, ¿quieres jugar hoy?

    Príncipe Slytherin dice: Hey, ¿alguna vez trabajas?

    .:Ángel:. dice: ¡Claro que trabajo! Mi artículo para el sitio ya está listo desde el viernes pasado, si quieres saber. Ahora estoy aburrido, no tengo nada qué hacer…

    Draco se inclinó hacia enfrente, asaltado por una idea.

    Príncipe Slytherin dice: ¿Me podrías ayudar? Tengo un problemita aquí y voy a necesitar de tus habilidades periodísticas, ¿qué dices?

    .:Ángel:. dice: Bueno… no tengo nada qué hacer… Aquí estoy para ayudarte…

    Draco se frotó las manos, mordiéndose el labio inferior, pensando si esa sería la mejor solución. De cualquier manera, no tenía opción.

    Príncipe Slytherin dice: Mira, necesito una manera de descubrir qué hay de encantador en la propuesta de uno de nuestros competidores para una corporación. Esta empresa tiene varias franquicias en el ramo tecnológico, no sé si has escuchado de ella…

    --------------

    Draco estaba girando una cara pluma entre sus dedos mientras intentaba mantenerse despierto. Estaba en una sala cerrada, con aire acondicionado, sentado a la derecha de su padre en una mesa ovalada –sí, pues si fuera perfectamente redonda, Lucius no podría sentarse en un lugar donde destaque. Varios representantes de colaboradores y patrocinadores estaban distribuidos por la mesa, todos vestidos de la misma manera: traje (negro), camisa formal (blanca o gris) y corbata (sin gracia). Inclusive Draco.

    Ya llevaban unos 40 minutos en que uno de los patrocinadores leía una lista interminable de valores y cantidades que todo mundo debía conocer. Pero aquello era puro teatro, pues Draco sabía que su padre manipulaba aquellos datos descaradamente y que ninguno de los presentes prestaba la mínima atención a lo leído. Y eran muy bien pagados para ignorar esas alteraciones.

    Cuando el expositor finalmente se sentó, Lucius se levantó y expuso rápidamente el problema con la tal corporación.

    - … por eso dejé bajo la responsabilidad del Sr. Draco Malfoy averiguar cuál era el real problema de los proyectos, que están en funcionamiento desde hace cuatro días.

    Le lanzó una mirada helada a su hijo antes de sentarse nuevamente, con gracia. Draco se levantó digno y limpió su garganta. Estaba acostumbrado a eso, por lo tanto se sentía bastante confiado. Además, ya había conquistado el respeto y admiración de muchos de los que estaban sentados en aquella mesa con aire aburrido.

    - Releí los proyectos y constaté lo que ya sabía. No hay fallas en los proyectos ni requisitos sin atender. Todo lo que fue solicitado por el cliente está siendo desarrollado con maestría, pero… - hizo una pausa dramática, examinando a cada uno de los presentes, para ver si tenía la atención de todos. – Estuve investigando sobre esa corporación y descubrí que lo que más aprecian es la originalidad. En términos de tecnología, estamos ofreciéndoles lo mejor, sin embargo me gustaría que vieran estos papeles.

    Tomó un paquete de hojas y las dividió en dos partes, entregando una parte al señor a su derecha y otra a Lucius. Mientras los papeles eran analizados y pasados de mano en mano, Draco continuó con su exposición.

    - Esas hojas contienen algunas de las pantallas montadas para hacer demostraciones. Son totalmente funcionales, el layout [2] es simple y los usuarios tienen mayor facilidad para identificar íconos sin necesitar explicaciones. Ahora, me gustaría que le dieran un vistazo a estas otras hojas.

    Tomó otro puñado de papeles y las distribuyó de la misma manera. El señor a su derecha soltó una exclamación tan pronto las tomó y Lucius sólo arqueó una ceja, analizando mejor las imágenes y olvidando pasar las hojas. Draco sonrió satisfecho.

    - Esas imágenes son de un sistema donado para una institución de caridad muy conocida. Fue desarrollado por nuestros competidores y muy bien divulgado. Claro, invirtieron en la expansión de este material tanto como en la donación en sí. El motivo de que se los muestre es que había un link muy bien camuflado para esas imágenes desde el sitio de la corporación para la cual estamos desarrollando nuestros sistemas.

    - Pero esto es basura – desdeñó Lucius, pasando por fin los papeles.

    - Sí, la institución es infantil, así que el layout fue hecho especialmente para ella. Además, no es nada funcional ni práctico, pero… - atrajo la atención de todos nuevamente, sintiéndose cada vez más incentivado para llegar al final. - ¡Abra los ojos y verá que es original!

    - Nuestros layouts también son originales – contestó un hombre barrigón con voz de trombón. – Todos los sistemas que hacernos…

    - Siguen el mismo patrón – completó Draco. – Tenemos nuestro patrón, lo que significa que todos los sistemas que desarrollamos son de cierta forma semejantes, y eso no es ser original. No hay manera de saber si la propuesta de la competencia existe, pero lo más probable es que sólo quieran que les propongamos algo diferente.

    Murmullos llenaron la sala y Draco se dio cuenta de que Lucius parecía pensativo.

    - Vamos a contratar a los mejores profesionales en investigaciones para desarrollar algo único para la corporación, entonces.

    Draco rodó los ojos. Lucius Malfoy conseguía ser tan previsible a esas alturas. Despida a todo el personal y contrate mejores funcionarios, qué manera más cerrada de pensar.

    - Pero nosotros ya tenemos el mejor personal en investigaciones – dijo, por fin.

    - ¿Un bando de incompetentes que no pueden crear algo? – ironizó Lucius.

    - La cuestión no es esa.

    Los murmullos murieron lentamente y todos se giraron hacia Draco, quien aún permanecía dignamente de pie, sosteniendo la mirada desafiante de su padre.

    - ¿Y cuál es la cuestión, Draco? – dijo el hombre, lenta y venenosamente.

    - El problema de los profesionales es que vienen con una carga inmensa de paradigmas, de tabús. Tantos que no pueden crear algo que no sea al menos remotamente basado en cosas que ya vio o que ya hizo. Así que la solución no es buscar personas con más formación, pues eso ya lo tenemos. Nuestro equipo está mucho más capacitado que el de nuestros competidores. Si los echamos a la calle, sería para perjudicarnos, pues ellos serían prontamente acogidos por la competencia, llevándose todas nuestras técnicas.

    Draco casi no cabía en sí de tanto orgullo por todas aquellas miradas interesadas sobre su persona, pero se cuidaba de no demostrarlo. Además, no necesitaba esforzarse mucho para darse cuenta de que Lucius estaba furioso. Draco le había respondido desde el principio y eso lo fastidiaba, asimismo el hecho de que todos en aquella sala aprobaban sus argumentos.

    - ¿Y qué sugieres? – preguntó Lucius casi adorablemente, a pesar de que sus fríos ojos lo taladraban con desagrado.

    - Sugiero que busquemos personas sin especialización alguna, que estén iniciándose en el ramo. Personas que aún no han sido contaminadas por los paradigmas de los profesionales, que nunca hayan trabajado, que tengan ideas, que sepan crear.

    - ¿Practicantes? – preguntó un señor ya mayor.

    Lucius bufó. Draco sabía que desaprobaba a los practicantes, por eso ya había pensado en los argumentos correctos. Cuando Harry lo había ayudado a obtener esa información, Draco fue asaltado por una idea absurda, pero estaba dispuesto a llevarla a cabo. Ah, si Lucius supiera…

    - Los practicantes son desmotivados – respondió eficiente. – No se empeñan tanto en lo que hacen porque no saben si estarán en la empresa después. Propongo que ofrezcamos empleo con una paga ya estipulada, tal vez incluso sin cargas horarias por si se tratan de posibles estudiantes, pero con el objetivo preestablecido de investigar, crear, dar ideas. No necesita tener conocimiento del desarrollo de layouts, pues eso ya lo tenemos nosotros.

    - ¿Y cómo sería hecha la selección, Sr. Malfoy? – preguntó un joven de alrededor de veinticinco años, con visible entusiasmo.

    - Bueno, tenemos personal especializado para eso, pero podríamos elaborar algunas pruebas diferentes, ya que este cargo es inusitado – propuso inmediatamente. – Puedo responsabilizarme por eso en conjunto con el Director de Investigaciones, Gudgeon, si Lucius así lo desea.

    Lucius no tenía alternativa, Draco lo sabía.

    - Que así sea – hizo un gesto de desdén con la mano. – Sólo quiero que todo esté resuelto cuando regrese de viaje, la semana que viene.

    Draco casi sonrió. ¿Lucius va a viajar? ¿Estaría fuera por cuánto tiempo? ¡Wow! ¡Eso lo tornaría todo más fácil!

    - Perfecto – dijo Draco, contenido. – Comenzaré los preparativos inmediatamente.

    Después especularía sobre ese viaje.

    ---------------

    Harry estaba concentrado estudiando piano cuando notó un borrón negro pasando al lado. Se giró para ver a Snuffles moviendo la cola, tocando su pantorrilla con el hocico y se perdió en la partitura. Alzó las manos, derrotado.

    - ¡Ow, Nuf, estaba haciéndolo tan bien! Me desconcentraste, ¿viste? – el perro ladró y se levantó en sus patas traseras, apoyando las delanteras en los muslos de Harry, de modo que pudiese lamer su rostro. - ¡Hey, hey, compórtate! Estoy estudiando ahora, ¿sí? Siéntate y escucha.

    Harry señaló un puf y Snuffles entendió, desparramándose en él, pero manteniéndose atento. El chico rió y sólo entonces se dio cuenta de que Snuffles no era el único invasor. Sirius estaba sentado en un puf cercano a la puerta y tenía una expresión infantilmente malhumorada, con los brazos cruzados en su pecho. Harry suspiró, cerrando el piano y girándose. Conocía demasiado bien a Sirius como para saber que mantendría esa expresión hasta que Harry preguntara.

    - ¿Qué sucede, Padfoot?

    Hizo la primera tentativa, a pesar de saber que no funcionaría.

    - Nada – refunfuñó Sirius, aún irritado.

    Bueno, nada que no hubiera previsto. Tendría que volver a intentarlo. Snuffles soltó un pequeño sonido, apoyando la cabeza en sus patas delanteras, observándolo todo.

    - ¿Dónde está Moony? – preguntó Harry, dejándose caer en un puf.

    - En su casa – Sirius se encogió de hombros, intentando parecer desinteresado.

    - Hum... pero… no lo he visto desde el domingo en la tarde. Ni apareció ayer. ¿No habían quedado de ver una película hoy?

    Sirius se volvió a encoger de hombros.

    - Desistió. Dijo que estoy particularmente insoportable estos días – hizo un sonido de desprecio por la nariz.

    - Hum – Harry creyó que ya comenzaba a entender. - ¿De verdad dijo eso?

    - Bueno… no en esas palabras, pero para buen entendedor, media palabra basta.

    - ¿Qué dijo exactamente?

    - Dijo que tenía trabajos que corregir, ¡humpt! Qué fala de creatividad para una disculpa.

    Harry soltó el aire de sus pulmones, quitándose los lentes y limpiándolos lentamente en la tela de su playera. Snuffles entendió el gesto como una invitación y fue hasta él, moviendo la cola, pidiendo atención.

    - ¿Otro ataque de celos? – preguntó Harry, mientras rascaba tras las orejas del perro.

    - Claro que no – se indignó Sirius, pero lo pensó mejor. – Bueno, tal vez… pero, ¿qué culpa tengo yo, Harry, de que mi novio sea tan atractivo? ¡Todo el mundo lo mia!

    - ¿Y él mira a alguien?

    - No, pero…

    - ¿Entonces cuál es el problema? La gente también te mira a ti. Llamas la atención. ¿Qué hay de malo en eso?

    - Pero Harry, ese es exactamente el problema – se indignó Sirius, descruzando los brazos y gesticulando para darle mayor énfasis a lo que decía. - ¡Las personas me miran, yo las miro y a él ni le importa! ¡No me cela!

    Harry dejó que sus hombros cayeran, conteniéndose para no enterrar el rostro en sus manos, incrédulo.

    - Padfoot, él no te cela porque sabe que nunca lo traicionarías, ¿cierto?

    - ¿Pero y él, Harry? – Sirius tenía una expresión conmovedoramente abandonada. - ¿Me ama?

    Snuffles abandonó a Harry, que había parado de acariciarlo, y trotó hasta Sirius, apoyando las patas delanteras en las piernas de su dueño, pero este no le prestó atención.

    - ¡Claro que sí! – aseguró Harry vehemente. - ¿Por qué preguntas eso ahora?

    Sirius se volvió a encoger de hombros, dramático.

    - Nunca me lo dice.

    - ¿Y necesita hacerlo? – Sirius desvió la mirada y Harry continuó, como si explicase algo extremadamente complicado a un niño. – ¡Padfoot, te lo demuestra todo el tiempo! La forma en que te mira; la manera en que sonríe cuando haces alguna payasada, o solamente por estar cerca; la forma en cómo se calma cuando está contigo… No tiene crisis cuando están juntos, ¿cierto? Bueno, excepto cuando tú provocas la crisis…

    Sirius sonrió ligeramente y por fin extendió una mano para alisar el pelo de Snuffles, que comenzó a jadear satisfecho con la lengua de fuera. Se quedaron así por un tiempo, hasta que Sirius levantó la mirada, con un brillo entusiasmado.

    - ¿Tú crees? Quiero decir… ¿De verdad crees… todo eso?

    - ¡Claro, Padfoot! Y tú, con toda esa inseguridad, no ves más allá de tu nariz. Confía en él, Sirius. Lo estás sofocando. Moony es paciente, pero llegará el momento en que se canse de tus celos exagerados y sin motivo.

    En ese momento, Snuffles se puso alerta mirando la puerta antes de soltar un gemido y salir, moviendo la cola. Pero ninguno de los dos pareció percibirlo. Harry estaba preocupado observando a Sirius, que abría la boca, pero pensaba de nuevo qué decir.

    - Sí… tal vez… tal vez tengas razón, Harry – dijo con una sonrisa formándose en sus labios y Harry suspiró aliviado.

    Harry no iba a fingir que era muy bueno en ese tipo de cosas, pero parecía que había conseguido un progreso, por lo menos.

    - ¿Y qué hago ahora, Harry?

    - Comienza llamándolo. Pide disculpas, ¿puedes hacerlo? – provocó, burlero.

    - ¡Hey, no provoques, eh! – Sirius se indignó bromista, levantándose. – Voy… bueno… ¡adiós!

    Sirius se giró en dirección a la puerta, pero chocó contra algo.

    -------------

    Remus iba a tocar el timbre cuando la manija giró y la puerta se abrió. De una pequeña abertura surgió un hocico negro, que dio paso al resto del enorme cuerpo del perro.

    - ¡Snuffles! – exclamó cuando tuvo las dos inmensas patas apoyadas casi a la altura de su pecho. - ¡Ah, chico!

    Remus hizo caricia corta en el pelaje de Snuffles, quien jadeaba feliz finalmente dejándolo entrar. Tan pronto cerró la puerta, Remus torció la nariz a la caja de pizza vacía abandonada encima de la barra.

    - ¿Lo ves, Snuffles? ¡No puedo descuidarlos ni un día! ¿Dónde están Padfoot y Harry?

    El perro se limitó a darle la espalda y caminar en dirección al estudio. Remus dejó las llaves del auto y un DVD encima de la mesa y siguió a Snuffles, quien lo esperaba en el corredor, mirando dentro de la habitación. Escuchó las voces de los dos y tan pronto entró, chocó contra nada más ni nada menos que Sirius.

    - ¡Buenas noches! – saludó, jovial, recibiendo un asentimiento de Harry y una mirada impactada de su novio.

    - ¿Moony? – Sirius parecía un tanto inmóvil y Remus arqueó una ceja.

    - Sí, así acostumbran decirme.

    - Bueno, me voy a mi habitación – anunció Harry, pasando en medio de ellos. – Voy a escuchar música bien alto, ¿está bien? ¡Ven conmigo, Snuffles! – Harry palmeó sus muslos y el perro entendió el recado, siguiéndolo. - ¡Están en su casa!

    Remus sonrió y volvió a mirar a Sirius, encontrando extraña su falta de reacción. Y… bueno, estaba extrañando un beso también. Sirius se rascó la cabeza y asintió hacia la sala, dirigiéndose ambos hacia allí.

    - ¿Qué haces aquí? – preguntó Sirius mientras caminaban. – Quiero decir, ¿estabas corrigiendo trabajos, no? – Remus notó una puntita de sarcasmo en su voz.

    - Sí, lo estaba haciendo – Remus se acomodó en el sofá y Sirius también, pero… ¿por qué toda esa distancia? Había un palmo de separación entre sus piernas, y Sirius siempre hacía énfasis en no dejar ningún espacio libre entre ellos. – Terminé dos grupos, pero cuando llegó el tercero, pues… me cansé.

    Se miraron. Remus arqueó una ceja, intrigado.

    - ¿Qué? – preguntó Sirius.

    - Estoy esperando que digas: “sé que estabas muriendo sin mí, por eso no aguantaste y tuviste que venir a verme” – hizo una imitación de la pose arrogante del otro engruesando la voz, dejándola levemente ronca.

    Sirius sonrió de lado, relajándose en el sofá.

    - ¿Y eso es verdad? – lo provocó.

    Remus se hizo el pensativo.

    - Tal vez…

    - ¿Moony? – Sirius se había puesto serio de repente. - ¿No estás enojado porque yo… porque te hice todo ese drama en el parque el domingo?

    Remus estudió la expresión anormalmente seria de su novio antes de responder.

    - Bueno, me molesté. Pero no por mucho tiempo. Nunca por mucho tiempo, Padfoot.

    - ¿Pero fui un idiota, no? – admitió Sirius, cerrando los ojos y dejando su cuello caer hacia atrás. – Mejor dicho, soy un idiota. No es que no confíe en ti, ¡es sólo que no puedo aceptar que otros te miren! Tal vez sea paranoia mía, pero…

    Pero Sirius no pudo concluir lo que decía. Remus no resistió aquella pose desolada. Sabía que estaba intentando disculparse e incluso llegó a desear que lo hiciera, pero se dio cuenta de que no lo necesitaba. Conocía la posesividad de Sirius, y si no había cambiado en treinta y ocho años de vida, entonces no tenía otra que aceptarlo así.

    Remus deslizó su cuerpo junto al otro y se deshizo sobre él, dándole un beso suave en sus labios y colocó sus cabellos tras la oreja, sonriendo ante la cara de bobo del otro.

    - ¿Qué decías? – preguntó inocentemente.

    En lugar de responder, Sirius se enderezó y lo tomó por la nuca, jalándolo hacia un beso de verdad. Cuando finalmente se separaron, Sirius lo miró profundamente a los ojos sin soltar la nuca de su novio, masajeando los finos cabellos castaños.

    - Prometo que no voy a ser tan celoso – dijo roncamente.

    - ¿En serio? – preguntó Remus, divertido y desconfiado.

    - Bueno, déjame reformular – Sirius pensó un poco antes de continuar: - Prometo que me voy a esforzar para contener mis enfermos celos, ¿está bien así?

    - Sí… eso ya no es tan imposible – dijo Remus robándole otro suave beso de sus labios. – Entonces, ¿aún podemos ver aquella película a la que me invitaste?

    - Ah, bueno – Sirius se rascó la cabeza. – Dijiste que no vendrías, así que no renté alguna.

    - Oh, entiendo – Remus fingió decepcionarse, pero luego le lanzó una mirada traviesa. – Pero, como soy una persona precavida, ¡traje una película para nosotros!

    - ¿Cuál? – se animó Sirius.

    - Una de suspenso. Se llama “Robando Vidas” [3]. Espera un minutito, voy a traerla.

    Remus se levantó y fue hasta la cocina a tomar el DVD que había dejado en la mesa. Sirius lo miró alejarse y mordió su labio inferior, sin poder contener una sonrisa satisfecha. Sí… tal vez Remus no necesitaba decirle que lo amaba…

    Tal vez…

    --------------
    QUOTE
    Notas finales:

    [1] “A otro perro con ese hueso” En realidad, la frase literalmente decía “Cuéntame otra, chico”, pero pues como me gustó más esta adaptación, decidí ponerla. Espero no hacer nada malo. Por cierto, ¿se entiende la frase o sólo la usamos en México? o.O

    [2] Literalmente, “Diseño”. Término anglosajón con el que se conocen los bocetos, maquetas o los diseños que están terminados y sirven para presentar una campaña publicitaria o una página web. De ahí se basan para presentar los modelos finales. O algo así XD. Fuente: mi profesor de E-Commerce.

    [3] ¿Conocen ese filme? En ingles “Taking lives”, con Angelina Jolie, Kiefer Sutherland, Ethan Hawke… ¿les suena? Yo no la he visto, ¿me la recomiendan? XD

    QUOTE
    Notas de la Autora: Joder, nunca vi un capítulo con tantos “Tal vez” rsrsrs. Disculpen la reunión de Draco. Tal vez (¡mira, ahí de nuevo!) ha quedado un poco chocante, o tal vez (¡ups!) no han entendido del todo, pero no hubiera tenido paz si no colocaba todo bien así. Lo sé, sé que querían más Harry/Draco, pero vamos con calma, ¿sí? Aún debo más PoV de Harry y… no maten a Ron… aún… XD

    ---------------

    En el próximo capítulo…

    Remus estaba analizando el comportamiento de los chicos durante toda la clase y ciertamente, algunos detalles lo intrigaban, como por ejemplo, el hecho de que estaban muy juntos, más de lo necesario. Otro punto interesante era que constantemente se tocaban. Hombros, pies, manos y rodillas (bueno, eso no lo sabía, pero podía imaginarlo). Y lo más curioso: ambos parecían muy a gusto con eso. Bueno, tal vez Malfoy no parecía tan a gusto con las sonrisas que Harry le daba. Oh sí, Harry nunca economizaba en sonrisas, pero Remus no pudo dejar de pensar que estaba excepcionalmente sonriente. Bueno, tal vez fuera paranoia suya.

    Pero todo el tiempo habían sido sonrisas. En algún momento se habían centrado en algún asunto cargado de seriedad. Remus no era chismoso, ni una persona incapaz de controlar la curiosidad, pero en este caso le encantaría ser un mosquito para saber de qué tanto hablan.
     
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  3. Narcisa Black
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    Hola!
    xd hasta que comento, no?
    jejeje me esta gustando mucho el camino que esta llevando la historia!!
    ;D y si me gusto que cambiaras la frase por "a ese perro con otro hueso" n.n yo si lo entendi! .... u.u' pero creo que no cuenta ya que yo tambien soy de méxico jeje n.n'
    xD se esta poniendo interesante !! :D
    espero que subas pronto la contii !!!
    u.u y prometo comentar!

    bye!
     
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  4. Kari Tatsumi
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    Confusión




    Harry y Ron acababan de salir del aula para el receso. Se dirigían hacia el primer piso, donde tendrían clase de Estadística con los grupos de Comercio Exterior y Administración. Hermione los encontraría ahí -después de perder casi todo el intervalo discutiendo el tema de la clase con el profesor Flitwick, probablemente.

    Los dos chicos descendían las escaleras en silencio cuando Ron finalmente decidió decir lo que estaba trabado en su garganta.

    - Harry, quería disculparme por haber sido un estúpido contigo ayer - dijo de una sola vez. Al fin y al cabo, tenía que hacerlo, antes de que Hermione se uniera y le pusiera esa cara de sabía-que-te-arrepentirías.

    - Ah… - Harry evitó mirarlo. - Hum, no te preocupes. Ya lo olvidé.

    - No, no lo has olvidado - se lamentó Ron. - Lo siento mucho, Harry. Sé que no debe haber nada malo en… en la relación de aquellos dos. Imagino que estás realmente feliz por ellos, pero… ow, no puedo acostumbrarme.

    Harry le dio una pequeña sonrisa y lo miró por un momento. Por más inseguras que fueran las palabras de su amigo, estaba satisfecho porque Ron, por lo menos, intentaba disculparse.

    - No te preocupes, Ron. Te acostumbrarás. Sólo dales una oportunidad. No voy a pedirte de nuevo que vayas a mi casa, ¿está bien? Cuanto te sientas a gusto, las puertas estarán siempre abiertas.

    Ron torció la nariz, pero acabó asintiendo. La sonrisa de Harry aumentó algunos centímetros. Llegaron al aula y eligieron los lugares de siempre. Harry se sentó y colocó su bolso en el lugar de al lado.

    - Hey - Ron se había sentado en el lado opuesto, un lugar al frente y señalaba la silla de al lado. - Ya le estoy guardando un lugar a Mione - dijo confundido.

    - Es para Draco.

    - ¿Draco? - Ron hizo cara de asco. - ¿Desde cuándo es Draco para ti, Harry?

    - Ron - Harry suspiró, desordenándose los cabellos. - No quiero discutir eso contigo, ¿sí?

    - Harry - el pelirrojo respiró profundo, intentando deshacer el gesto de disgusto y hacer que su voz sonara seria. - Tampoco quiero discutir sobre eso contigo, pero piénsalo bien… - el moreno rodó los ojos y enterró el rostro en sus manos.

    - Amigo, entiendo que no te llevas bien con él, pero…

    - Harry, escúchame - insistió Ron con un toque de urgencia. Miró hacia la puerta, imaginando que Hermione entraría en cualquier momento, poniéndole fin a aquella conversación. - Te prometo que es la última vez que insisto en el asunto.

    - Está bien - se rindió Harry. - Te escucho.

    - Mira, amigo, no es que esté celoso de tu amistad con Malfoy… bueno, en realidad, no voy a negar que eso me incomoda, haber sido dejado de lado, pero… - Ron continuó antes de que el otro pudiera protestar. - Entiendo, Harry. Entiendo que te hayas sentido un poco excluido también. ¡Es sólo que no puedo entender por qué tuvo que ser él! ¿Por qué justamente Malfoy?

    - ¡Ron, él se está esforzando! - defendió Harry. - Ha sido una persona genial conmigo, si te interesa saber.

    - Pero pelearon el fin de semana - acusó Ron. - ¿Qué te hizo?

    Harry lo miró, imaginando si debía contarle. Pero no podía mentirle a su amigo.

    - Escondió algunas cosas de mí y…

    - ¿Lo ves? ¡Te lo dije!

    - ¡Pero ya todo está arreglado, amigo! ¡Se disculpó conmigo! - eso dejó al pelirrojo un tanto incrédulo y Harry aprovechó para continuar. - Vino tras de mí, ¡tú lo viste! Y fue humilde…

    - ¡Es puro teatro, Harry! - Ron finalmente se recuperó del trance. - ¡Pudo muy bien engañarte fingiendo ser un buen samaritano! Ya te dije lo que creo acerca de su proximidad…

    - ¡No tiene nada que descubrir acerca de mí, Ron! No tengo secretos para que él los riegue por toda la escuela. ¡Esa no es su intención, te lo garantizo!

    Harry estaba conteniéndose para no levantarle la voz a su amigo, pero cada vez era más difícil. Ron se quedó callado una vez más y aprovechó para calmarse un poco.

    - Dijo que quería ser mi amigo, Ron - explicó, más tranquilo. - ¡Me lo dijo! Y… me gusta su compañía, él está cambiando…

    - Es eso entonces, Harry - Ron golpeó la mesa con el puño, un brillo de triunfo pasando por sus ojos. - Es un rico mimado que se cansó de sus juguetes y decidió ganarse la amistad de Harry Potter - la mandíbula de Harry cayó. - ¿Sabes una cosa? ¡Lo logró! Consiguió un juguete más para su colección. Pero un día se va a cansar, ¿sabes?

    - ¡Basta, Ron! - dijo entre dientes, pero el pelirrojo no le hizo caso.

    - ¡Y te va a lastimar, Harry! ¡Estás sumergiéndote en esa amistad sin preocuparte por las consecuencias!

    The lights go out and I can't be saved

    (Las luces se apagan y no puedo ser salvado)

    Tides that I tried to swim against

    (Olas contra las cuales intenté nadar)

    Have brought me down upon my knees

    (Me tiraron al suelo dejándome de rodillas)

    Oh I beg, I beg and I plead

    (Oh imploro, imploro y suplico)

    Singing

    (Cantando)


    Harry estaba más impresionado que enojado. Quería protestar, quería decir que no, que Draco nunca haría algo así, pero… pero de repente no encontró argumentos. ¿Cómo podría convencer a Ron si ni el mismo terminaba de creerlo? ¿Se cansaría Draco de él en algún momento?

    Pero Harry fue salvado de responder alguna grosería a su amigo cuando Hermione entró, al mismo tiempo que la campana sonaba.

    - Hola, chicos - se curvó para darle un beso a Ron y se sentó en el lugar que él había reservado. - Ufa, creí que llegaría tarde. El profesor Flitwick me mostró algunas investigaciones de Marketing [1] bien interes… ¿qué sucede?

    Por fin pareció notar la mirada dura de Harry y el modo en que los dos evitaban mirarse.

    - Nada - dijeron los dos al mismo tiempo y Hermione frunció el ceño, evaluándolos. Miró mal a su novio, quien se encogió de hombros. Conociendo al pelirrojo como lo conocía, sabía que sólo empeoraría las cosas si se intentaba meter, así que contuvo su curiosidad y su sentido del deber. Decidió ignorarlos. Intentó mudar de tema.

    Harry no la escuchaba. Aún tenía las palabras de Ron haciendo eco en su mente. ¿Cómo podría fingir que sus argumentos no tenían base? Draco siempre se había mostrado demasiado presumido y mimado, desde los once años. A los doce, Lucius Malfoy había comprado uniformes y accesorios carísimos para el equipo de voleibol de la escuela a la que iban, sólo para que su hijo fuera aceptado. Draco también casi había hecho que el jardinero perdiera su empleo porque su perro se había lanzado contra el rubio -siendo que éste lo había provocado. ¡El historial de Draco no ayudaba en nada!

    - Buenos días, clase - Harry fue arrancado de sus pensamientos por la voz de Remus Lupin, que acababa de llegar.

    Mientras tanto, tan pronto levantó la mirada, encontró un par de ojos grises que lo miraban atrás del profesor. Draco acababa de llegar también y desvió la mirada sólo para volver a mirarlo con una pequeña sonrisa de lado en los labios. Harry bebió de aquella imagen una vez más mientras correspondía la sonrisa involuntariamente. Era realmente gracioso cómo todas sus dudas se habían disipado de un segundo a otro.

    Harry señaló el lugar a su lado, recogiendo su propio bolso. Draco entendió y fue hasta la silla indicada. Harry miró al profesor, quien parecía entretenido con su propio material, y después de giró hacia el rubio, sonriendo.

    - ¡Buenos días!

    - Hola - respondió y Harry se preguntó el motivo por el cual Draco se rehusaba a usar respuestas convencionales.

    - Demoraste.

    - Sí, fui hasta el edificio central para pedir que colocaran un anuncio en el cuadro de avisos - explicó el rubio, mientras sacaba su material de su bolso y lo disponía sobre la mesa. Su cabello caía hasta casi llegar a sus ojos. Increíble cómo aquél cabello parecía crecer rápido, ¿o solamente era impresión suya?

    - ¿Qué aviso? - preguntó, despertando de sus apreciaciones y atrayendo la atención e Draco. Éste le dio una sonrisa traviesa y ya iba a responder cuando Remus decidió comenzar la clase.

    - ¡Niños! Es bueno verlos enteros y saludables de nuevo - bromeó, arrancando algunas risas. - Bueno, tenía planeado aumentar el grado de dificultad del tema de hoy, pero - elevó la voz rápidamente debido a las protestas y a los “Oh” de los alumnos. - Decidí darles una última oportunidad con un trabajo para ustedes - ahora los alumnos conmemoraron y Remus se balanceó en sus propios pies. - Como ya dí las calificaciones, lo voy a dejar como un punto extra para el bimestre, ¿de acuerdo?

    - Hum, parece que el profesor está enamorado - se burló Draco y Harry rió.

    - Pues sí - Draco lo miró intrigado, pero Remus volvió a hablar.

    - Y ya que es para ayudarlos, haremos esto correctamente. El ejercicio que preparé es trabajoso, pero simple. Reúnanse en duplas o tríos para que puedan hacerlo.

    Harry observó por la esquina de los ojos a Draco agachar la mirada hacia sus propias manos y torcer la nariz en un gesto infantil que le recordó a su padrino. El moreno se giró hacia Ron y Hermione, quienes ya estaban acercando sus sillas dejando un lugar vacío para él. Ron lo miró discretamente, pero no dijo nada y Harry se mordió el labio inferior, pensando si debería. Entonces, antes de arrepentirse, se giró hacia el rubio nuevamente.

    Come out of the things unsaid

    (Revela cosas no dichas)

    Shoot an apple off my head

    (Arrójame una manzana a la cabeza)

    And a trouble that can't be named

    (Y un problema que no puede ser nombrado)

    A tiger's waiting to be tamed

    (Un tigre esperando ser domado)

    Singing

    (Cantando)



    - ¿Puedo hacerlo contigo?

    El rubio pareció genuinamente sorprendido, pero se recuperó enseguida, asintiendo brevemente con la cabeza. Harry levantó sus silla y la llevó a su lado, hasta chocar con la de Draco, después se giró evitando mirar hacia sus amigos. No quería ver de nuevo aquella mirada reprobadora y acusadora de Ron, ni la expresión preocupada de Hermione. Draco tampoco tocó el tema, pero parecía feliz, y eso hizo que borrara totalmente de su mente la conversación desagradable que había tenido con Ron.

    Remus distribuyó los ejercicios y Harry y Draco comenzaron a trabajar.

    En realidad, el ejercicio no era difícil, pero sí laborioso. No que se estuviera quejado, al fin y al cabo le gustaba la compañía de Draco. Su letra era mucho mejor que la suya, así que lo dejaba haciendo las cuentas, sólo le daba consejos y le entregaba la goma cuando -por alguna broma suya- Draco erraba algo. Tal vez fuera sólo porque no estaba acostumbrado a acercarse tanto a las personas, pero el hecho era que cada uno de los toques -accidentales o no- de sus hombros, o el roce de sus dedos cuando se pasaban la goma o tomaba el lápiz de la mano del rubio para rayar alguna cuenta en la mesa, no pasaba desapercibido. Era como si aquellos toques ligeros le hicieran ver cuán cerca estaba de Draco y en realidad, no le importaba eso.

    You are

    (Eres)

    You are

    (Eres)



    Por el contrario, se sentía… se sentía bien al lado del otro. Harry nunca había sido una persona que tocara a los demás. Lo veía demasiado íntimo. Bueno, ya estaba acostumbrado a abrazar a Hermione, saludar a las chicas con besos en las mejillas -a pesar de ser muy tímido al respecto- pero no tocaba a otros chicos. Incluso a Ron. Podía contar con los dedos las veces en que había estrechado la mano de su amigo, o haberlo tomado del brazo. Pero con Draco… con Draco era diferente. Estaban aquellas ganas de tocarlo, como si tuviera que cuidarse para no llevar las manos hacia ese rostro pálido y siempre tan contenido de Draco, o probar la textura de aquellos cabellos tan suaves, finos y claros. Recordaba muy bien cuando lo había enseñado a sonreír. En aquél tiempo aún no había notado su casi necesidad de tocarlo, pero después de haber probado su piel, tenía que impedirse el volver a hacerlo. Como cuando casi se rinde después de hacerle cosquillas -¡sí, le había hecho cosquillas a Draco! ¡A él, que casi no tocaba a las personas! Y aún recordaba el episodio de la pluma en la clase pasada… wow, aquello había sido extraño…

    Confusion that never stops

    (Confusión que nunca acaba!)

    The closing walls and the ticking clocks

    (Paredes que se cierran y relojes haciendo tic-tac)

    Gonna come back and take you home

    (Regresaré y te llevaré a casa)

    I could not stop, that you now know

    (No podría parar, como bien sabes ahora)

    Singing

    (Cantando)



    El toque de sus manos parecía no ser suficiente y… la proximidad accidental de sus rostros… bien, tuvo que alejarse o acabaría cometiendo una locura. ¿Qué entendería por locura en ese punto? ¡Quién sabe! Estuvo a un paso de… ¡de besarlo! ¿Debía preocuparse por eso? Bueno, Harry recordaba cómo perturbaba a Draco cuando se aproximaba. Pero ahora parecía que el otro se había acostumbrado. Tal vez sólo estaba confundiendo todo. O tal vez fuese algo normal. ¿Será? ¿Sería normal tener un momento fugaz de locura en el cual se imaginara besando a otro chico?

    Pero, bueno, el hecho era que agradecía que Draco no reclamara su cercanía. así podía mirarlo a los ojos, algo muy importante, en su opinión.

    Nadie sostenía la mirada tan bien como Draco. Llegaba a ser hasta desafiante. Sin contar aquel aroma agradable que se desprendía de sus caras ropas, o tal vez de su piel. Una colonia suave y ciertamente carísima, levemente amaderada. Harry no ponía mucha atención en eso, a veces se olvidaba de ponerse perfume antes de salir de casa. Le gustaba el aroma de su jabón, a pesar de desconfiar en que alguien más pudiera olerlo. No que le importara.

    Come out upon my seas

    (Aparece sobre mis mares)

    Cursed missed opportunities

    (Malditas oportunidades perdidas)

    Am I a part of the cure

    (¿Soy una parte de la cura)

    Or am I part of the disease

    (O soy una parte de la enfermedad?)

    Singing

    (Cantando)



    - Toma, ahora haz tú la gráfica, holgazán - Draco le pasó la hoja y el lápiz, sus manos rozándose de nuevo.

    - Está bien, está bien. Puedo trazar líneas con una regla, que pena que sin ella no sea tan bueno.

    - Caray, tu letra no es tan mala - dijo Draco. - Pero, ciertamente, la mía es mejor.

    - Oh cielos - Harry rodó los ojos, divertido. - Eso debe ser cosa de familia, sabes, toda tu arrogancia. Mi padrino es peor a veces.

    - Caramba, cómo hablas de tu padrino - Draco pareció levemente desdeñoso.

    - Y es celoso también - provocó Harry, sonriendo al trazar líneas en la hoja, pero no resistiendo la curiosidad de ver la reacción del rubio.

    - ¡No! - indignación, claro. - ¿Quién dijo que estoy celoso? ¿Por qué lo estaría? - dudó un poco, pareciendo desconfiado. - ¿De tu padrino?

    Harry se carcajeó. Miró a Remus con culpa, creyendo haber exagerado. Lo sorprendió mirándolo. Sí, tal vez había exagerado. Debería contener sus carcajadas por lo menos. Continuó con la gráfica.

    - Bueno, mi padrino es celoso con todos a su alrededor. Conmigo y con… con Remus, principalmente. Sin mentirte, hasta tiene celos de Snuffles. Pero no hay nada de malo en celar a tus amigos.

    Hasta él mismo encontró extrañas esas palabras. Evitó mirarlo por un momento, sacando la lengua mientras unía los puntos de la gráfica.

    You are, you are

    You are, you are

    You are, you are

    You are, you are

    (Eres, eres)



    - Y bueno, ¿cómo te fue ayer? ¿En la reunión? - cambió de tema.

    - Oh, perfecto. ¡Debiste verlo! - se emocionó Draco, aunque su gesto era reservado, claro. - ¡Los dejé con las mandíbulas hasta el suelo! ¡Sólo les faltó aplaudir mi propuesta!

    - Ah, ¿entonces encontraste una solución? Hasta donde nos quedamos, nosotros sólo teníamos el problema, no la solución - Harry analizó la gráfica para ver si había quedado bien antes de volverlo a borronear.

    - Sí, encontré una solución - conmemoró Draco, pero después su voz pareció menos arrastrada cuando continuó hablando. - Pero no habría conseguido ni detectar el problema sin tu ayuda.

    - Ah, no, no - dispensó Harry el agradecimiento asintiendo con la cabeza, sin sentirse muy seguro de mirarlo aún. ¿Estaría ruborizado? Oh, cielos… - Estoy contento por haberte ayudado - levantó la hoja. - Listo. No parece una obra de arte, pero está legible.

    - Está perfecto - dijo Draco, la respiración rozando su rostro una vez que el rubio se había acercado más para analizar la gráfica.

    - Pero entonces, ¿cuál fue la solución que encontraste? - preguntó Harry cuando el rubio se alejó a una distancia más segura.

    - Te mostraré - Draco se agachó para tomar su bolso debajo de la silla y apoyó su brazo en el muslo del otro, tal vez inconscientemente, después se volvió a enderezar con una hoja en sus manos. - Mira.

    Harry le dio un vistazo a la hoja.

    - ¿Dos vacantes para practicantes?

    - No - se impacientó Draco. - No son practicantes. Vamos a contratar los servicios de dos estudiantes para que trabajen en el proyecto. Por lo mientras es sólo un proyecto, pero está claro que si el resultado es positivo, habrán más proyectos y quien sabe, un contrato definitivo.

    Harry dejó que su boca se abriera levemente mientras terminaba de leer. El último ítem era la remuneración.

    - ¡Caramba! - se giró hacia Draco. - ¡Amigo, es una idea brillante! Personas sin experiencia, que tienen más ideas, a pesar de no tener los recursos ni la habilidad para colocarlos en práctica. Entonces ustedes toman esas ideas y las realizan. ¡Genial!

    And nothing else compares

    And nothing else compares

    And nothing else compares

    And nothing else compares

    (Y nada más se compara)

    You are, you are

    (Eres, eres)



    Draco le dio una media sonrisa arrogante y continuó mirándolo.

    - Así que, ¿vas a inscribirte? - preguntó el rubio y Harry se sorprendió aún más.

    - ¿Yo?

    - No, mi padrino - se burló el rubio. - Sabes, Severus debe ser muy creativo. ¡Usa las mismas ropas que hace años!

    Harry sonrió, pero volvió a ponerse serio cuando Draco no le quitó los ojos de encima, aguardando por una respuesta.

    - Estás bromeando - dijo al fin.

    - ¡Claro que no, Harry! - respondió el rubio vehementemente. - Estás estudiando en el área, me ayudaste con este problema, ¡haces excelentes investigaciones! Además, tus prácticas deben haber terminado, ¿no?

    - El lunes es mi último día - respondió Harry automáticamente. - Pero… ¿qué tienen que ver mis investigaciones con ese puesto, Draco? No sé si tengo la creatividad para ello. ¿Hacer interfaces[2]? Caramba, yo… no tengo ni idea…

    - Apuesto a que tienes talento - insistió Draco. - ¿Qué te cuesta hacer la prueba? Tal vez ni seas seleccionado.

    Harry sonrió amargo, devolviéndole el papel al otro.

    - Está claro que no seré seleccionado, Draco. Recuerdo los gestos de asco que tu padre me dirigió las pocas veces que tuvimos el disgusto de encontrarnos - Harry esperó a que Draco protestara, pero la reacción o vino, así que continuó. - Y yo, definitivamente no muero de amor por Lucius Malfoy. No quiero trabajar para él.

    Draco se humedeció los labios. No parecía golpeado por su declaración. En realidad, parecía haber esperado esa reacción.

    - Escucha, Harry - comenzó. - No te estoy pidiendo que trabajes para mi padre. Estoy intentando abrirte los ojos a esta oportunidad. Mi padre puede ser el mayor cretino del mundo, pero entiende de negocios. ¡Nuestra empresa es la mejor del ramo! Si tuvieras eso en tu currículum, podrías a ser disputado por otras empresas. Sé que eso es lo que sucede con los funcionarios que dejan nuestra organización, así que no sería diferente contigo. Mi padre está de viaje y yo estoy organizando la selección…

    - ¿Intentas colocarme en la empresa de tu padre? - Harry comenzaba a indignarse, pero Draco continuó.

    - ¡No! Yo no haría eso. Si no fueras seleccionado, no puedo colocarte ahí dentro o serías un plato lleno para Lucius. Quiero que me des tu currículum hoy en la tarde por e-mail y yo lo llevaré al Departamento de Investigación, quien hará la selección - hizo una pausa, esperando a que Harry dijera algo, pero el moreno estaba pensativo. - Es sólo una tentativa, Harry, ¿qué te cuesta?

    - No sé, Draco…

    - Piensa al respecto - se quedaron en silencio por algún tiempo, después Draco continuó. - La prueba será el viernes a las dos de la tarde, ¿crees que puedas faltar a tus prácticas para participar?

    - Bien, eso no es problema. Puedo dejar avisado a mi supervisor.

    Draco sonrió pícaro.

    - ¿Eso es un sí?

    - ¡No! - Harry se apresuró a decir, a pesar de no poder contener la diversión en su voz. - Bueno… está bien - se rindió finalmente. - Voy a participar. Después de todo, nada me cuesta intentarlo.

    - ¡Eso! ¡Así se habla! - Draco se llenó de orgullo. - Entonces, ¿tienes clase de piano hoy?

    - ¡Sí! Y estudié, para variar - fue el turno de Harry de inflar el pecho. - Amigo, necesitar ir a mi casa algún día de estos para ver a mi padrino tocar - Draco rodó los ojos, divertido. - ¿Ah, qué? ¡Es excelente! Y hablando de eso, deberías pedirle a Moony que te enseñe algo de guitarra.

    Home, home where I wanted to go

    Home, home where I wanted to go

    (Hogar, hogar a donde quiero ir)



    - ¿Moony? - se extrañó el rubio y Harry se golpeó su propia frente.

    - Oh, siempre olvido presentar los sobrenombres. Moony es el profesor Lupin y Padfoot es mi padrino.

    - ¿Y qué es eso? - Draco torció el labio superior. - ¿Nombres de guerra?

    - ¡No! - Harry se contuvo para no golpearlo en las costillas. Eran amigos, pero debían ir con calma. - Son apodos. Se llamaban así en el colegio. Mi padre era Prongs.

    - Hum. ¿De casualidad él tenía los cabellos tan revueltos como tú? Es sólo una corazonada.

    Harry rió.

    - Sí. De hecho sí.

    - ¿Y cuál es el motivo de los otros apodos?

    - Bueno, me contaron que en el colegio, Remus siempre fue medio distraído, siempre sumergido en un libro o alguna otra lectura, en la Luna, por eso Moony. Y la primera impresión que Sirius da es de pomposidad, de arrogancia. Parece un aristócrata snob, por eso Padfoot. En realidad no han cambiado en nada, como puedes ver.

    - Sí, pero aún o puedo imaginarme a hombres como ellos llamándose por apodos - desdeñó el rubio.

    - Ah, definitivamente necesitas ir a mi casa un día de estos - Harry se rió con el gesto que hizo Draco. - ¡En serio!

    Home, home where I wanted to go (You are)

    (Hogar, hogar a donde quiero ir) (Eres)

    Home, home where I wanted to go (You are)

    (Hogar, hogar a donde quiero ir) (Eres)



    ¿Qué había de malo en invitar a un amigo a su casa? Ron y Hermione vivían ahí. Sirius tendría que aceptar, al final de cuentas era su primo, ¿cierto? Y si insistía en torcer la nariz para el apellido Malfoy, Harry conseguiría la ayuda de Remus para convencerlo.

    - ¡Amigo, son dos niños! - sonrió.

    - ¿Lupin también? - se impresionó Draco.

    - ¡Sí! ¡Los dos! ¡Son muy divertidos! Padfoot es sin duda el más infantil, pero Moony es travieso también. Se esconde tras esa pose de niño bueno, ¡pero es un merodeador!

    - ¿Merodeador? - Draco arqueó una ceja, preguntando.

    - Es una larga historia… - continuaron platicando en medio de los otros alumnos y ni se dieron cuenta de que eran observados atentamente.

    Remus estaba analizando el comportamiento de los dos chicos durante toda la clase y ciertos detalles lo intrigaban, como por ejemplo, el hecho de que estaban muy juntos, más de lo necesario. Otro punto interesante era que constantemente se tocaban. Hombros, manos, pies, rodillas (bueno, eso no podía verlo, pero lo imaginaba). Y lo más curioso de eso es que ambos parecían muy a gusto con eso. Bueno, tal vez Malfoy no parecía muy cómodo con las sonrisas que Harry le daba. Oh sí, Harry nunca economizaba en sonrisas, pero Remus no podía ignorar que el moreno estaba excepcionalmente sonriente. Bien, quizá fuera paranoia suya.

    Pero no habían sido sonrisas todo el tiempo. En algún momento, habían entrado a un asunto cargado de seriedad. Remus no era chismoso, ni una persona incapaz de controlar su curiosidad, sin embargo le gustaría ser un mosquito para saber lo que platicaban.

    Pero el hecho era que Sirius no estaba equivocado al desconfiar en aquél repentino interés de Malfoy por Harry. Y la reciprocidad era verdadera: Harry estaba tan interesado en Malfoy como al contrario, a pesar de no haber notado aún lo que eso implicaba. ¡Qué interesante! Dos chicos jóvenes, atractivos, que ya habían tenido novias y ahora estaban… ¿descubriendo un sentimiento diferente uno por el otro? Posiblemente. ¿Habría alguno de ellos descubierto ya pistas sobre ese sentimiento? Si no, ¿cuánto tiempo demorarían en darse cuenta? ¿Cuál sería la reacción de ambos?

    Y lo más importante: ¿sería prudente avisarle a Sirius? Bueno, si no lo hacía, Remus estaría cavando su propia tumba. Debería ser muy cuidadoso en el asunto, entonces. Pero sería mejor dejar esa conversación para el fin de semana. Ya tenía mucho con qué preocuparse debido a la cercanía de los exámenes.

    - Clase - llamó la atención de todo. - ¡Mucha plática! Bajen el volumen, por favor.

    Volvieron a hablar, pero menos ruidosos. Diez minutos después el volumen se habría triplicado nuevamente, pero no podía evitarse. Remus volvió a dividir la atención entre sus alumnos y los dos chicos. Un rubio y un moreno. El arrogante y el humilde, el gris y el verde esmeralda...

    -----------

    - Buenas tardes, Natalie - saludo agradable.

    - Buenas tardes, Sr. Malfoy - Natalie correspondió con un tono aprobador.

    . ¿Recados para mí? - preguntó, abriendo la puerta de su oficina.

    - Sí, algunos.

    - Por favor - gesticuló para que ella entrara primero y Natalie se hizo la halagada antes de entrar y esperar a que el elegante rubio se dirigiera a su escritorio. - Siéntate, Natalie.

    - Gracias.

    Natalie no podía sentirse más orgullosa de Draco. Se había vuelto un hombre, sí, en un increíblemente corto espacio de tiempo. Ahí estaba él, aquél mismo chico que reclamaba de todo y de todos, nunca satisfecho con su vida. Ahora parecía feliz por un motivo cualquiera y por todos los motivos al mismo tiempo. Simplemente feliz.

    Imaginó si sería prudente avisarle la cara de bobo que tenía mientras abría su portafolio y sacaba algunos papeles, sin embargo decidió guardar aquella observación para sí misma.

    Draco se recargó en la silla, finalmente, y soltó un suspiro.

    - ¿Entonces? - preguntó.

    - El Sr. Bagman llamó de nuevo.

    - Idiota - dijo Draco, cerrando los ojos. - Sabe que llego a esta hora, ¿por qué rayos llama antes?

    Sí… ciertas cosas nunca cambian…

    - Dijo que necesita algunas aclaraciones al respecto de los términos del nuevo contrato. Y el Sr. Gudgeon pidió que fuera a su oficina para aclarar algunos detalles de la selección.

    - Ah, genial - se emocionó Draco, buscando por su escritorio hasta encontrar la misma hoja que le había enseñado a Harry. - Dale un vistazo a esto.

    Natalie atrapó la hoja con el ceño fruncido y conforme leía, su mandíbula iba cayendo.

    - ¡Draco! ¡Tú… no puedo creerlo! - miró al rubio con una mezcla de incredulidad y diversión. - ¡Pretendes contratarlo, Draco!

    - Sí - respondió el rubio, simplemente, volviendo a recargarse en la silla y balanceándose levemente.

    - ¿Qué dirá tu padre, Draco? - se preocupó entonces. - ¡Lo despedirá sin pensarlo dos veces! Sin contar la humillación por la que lo hará pasar. No creo que sea una buena idea, querido…

    - Lucius no podrá expulsarlo, Natalie - explicó Draco, desafiante. - Ni yo permitiré que humille a Harry. Él pasará por una selección y yo no quiero tener nada que ver en que sea seleccionado. Creo que Harry es perfectamente capaz de conquistar el cargo. Además, pretendo ocultarlo de mi padre lo más que pueda. Él llega de viaje el fin de semana que viene y para entonces, ya espero tener los resultados. Ya lo verás.

    - Bueno, ¡espero que sí! - dijo Natalie sensata. - ¿Y ya aceptó participar?

    - ¡Sí! Oh, Natalie - Draco parecía eléctrico de repente. - Tuvimos clase juntos hoy y el profesor dio un trabajo en parejas o en tríos. ¿Puedes creer que prefirió hacerlo conmigo que con sus dos escuderos?

    - ¿En serio? Qué progreso, eh.

    - Sí - conmemoró, pero después toda la emoción vaciló por un momento. - Pero no sé cómo conquistarlo, Natalie. No tengo idea de qué hacer. Él me considera un amigo, me lo ha dicho algunas veces, pero… ¡somos hombres, Natalie! ¿Cómo puedo llegar a pedirle que esté conmigo o simplemente besarlo? Estoy… ¡estoy aterrorizado! ¿Qué hago? Es algo totalmente diferente a lo que estoy acostumbrado!

    Natalie le dio una sonrisa tranquilizante al chico, quien tenía los dientes fuertemente cerrados y abría y cerraba una pluma frenéticamente.

    - No, no debes precipitarte, o lo arruinarías todo. Cálmate, Draco - el rubio bufó e intentó relajar su cuerpo y sus expresiones faciales, sin dejar de esperar instrucciones, que no tardaron en venir. - Debes ser tú mismo, Draco. Eres encantador, encantas a las personas.

    - Sí, pero mi encanto acostumbra funcionar solamente con chicas - dijo sarcástico.

    - ¿Estás seguro? - cuestionó Natalie, traviesa.

    Draco se limpió la garganta, acomodándose en la silla, una arruga formándose en su frente.

    - Prosigue.

    Natalie asintió, satisfecha.

    - Sé natural, intenta parecer despreocupado, y… bueno, crea algunos “accidentes” de vez en cuando, como toques, miradas intensas, sonrisas deslumbrantes. Tus sonrisas son deslumbrantes, ¿sabías?

    - Por supuesto - dijo Draco, dando muestra de su mejor sonrisa de lado.

    - No. Esa no - la sonrisa murió junto con toda su confianza. - Aquella sonrisa que tenías cuando llegaste a la oficina hoy, natural, espontánea, ¡verdadera! Estoy segura de que él consigue arrancarte muchas de esas frecuentemente, ¿verdad?

    Draco desvió la mirada, sin poder contener un ejemplar de aquella sonrisa.

    - ¡Eso! ¡Así! - se enorgulleció ella.

    - Pero eso ya lo hago, Natalie. O simplemente sucede - Draco dio señales de desánimo de nuevo.

    - ¡Excelente! Medio camino andado. Presta atención a sus reacciones. Si existe la posibilidad de que le gustes de la misma manera, entonces ya debe haberlo notado.

    - A veces tengo la impresión de que sólo yo reparo en esas cosas, ¿sabes? Él parece tan… inalterable…

    - Quizá crea lo mismo de ti - observó Natalie, sabiamente. - Tal vez estés tan preocupado con tu reacción, que no percibes las de él. Pero intenta especular también. Aprovecha algún momento de relajación, deja que la conversación de vueltas y ve entrando en el asunto con cuidado, sobre gustos, noviazgos y quien sabe, sobre preferencias, tolerancia, pero todo con calma y tacto.

    - ¿Y si es homo fóbico, Natalie? - se inquietó el rubio una vez más.

    - ¿Cómo tú hace tiempo? - observó Natalie, perspicaz. - Todo se resuelve con un poco de paciencia y perseverancia, querido. Basta tener una pequeña oportunidad.

    - Está bien, está bien - Draco respiró profundo. - Voy a investigar. Pero ahora tengo que correr. Estaré en la oficina de Gudgeon - dijo ya levantándose.

    - ¿Y el Sr. Bagman?

    - Ah, que se joda. Tipo aburrido - Draco ya iba a dejar la sala cuando su conciencia pesó. Así que se giró hacia su secretaria una vez más. - Su contrato es el primero en el segundo cajón. Los términos están subrayados. Envíale un fax, ¿sí?

    - Sí, señor - Natalie lo miró dejar el lugar y sonrió a sus espaldas. Oh, sí, se enorgullecía de Draco como una madre lo hace por un hijo. Y a veces creía ser correspondida.

    --------------

    El jueves, Draco pasó el día sin ver a Harry. Ni siquiera tuvo tiempo para platicar con él por internet dado que estaba muy ocupado con los preparativos para la selección. Había ayudado a Gudgeon a preparar varios tipos de test de creatividad, investigando y aprobando algunas de las invenciones del profesional. Gudgeon le había sugerido que pidieran la opinión de Umbridge, que era psicóloga graduada, pero Draco rechazó la idea de inmediato. Con aquella rana vieja metiéndose en el asunto, el tiempo clandestino de Harry en la empresa sería reducido a segundos. Por eso, Draco había llamado a Natalie pidiéndole consejos y sugerencias. En fin, todo estaba listo, los currículos habían sido seleccionados y los candidatos contactados.

    Y cuál no fue la felicidad de Draco cuando recibió un mensaje al final del día de cierto ángel.

    “¿Te olvidaste de los amigos?”

    Draco sonrió e hizo algo mucho mejor que mandar un mensaje. Lo llamó y le explicó el motivo por el que no se había conectado durante la tarde y aprovechó para asegurarse una vez más de que Harry participaría en la selección.

    - Sí, ya le avisé a mi jefe. Me liberó sin problemas.

    - Perfecto. ¿Entrenas hoy?

    - Sí. Estoy yendo a casa para tomar un baño. Nos vemos allá.

    - Hasta luego.

    Draco colgó y se quedó un tiempo mirando el aparato celular, su mente divagando a causa de una simple palabra: baño. ¡Oh cielos! Draco se frotó el rostro con las manos y aventó el teléfono al asiento del pasajero de su BMW, encendiendo la marcha. Fue a casa, tomó un baño, comió cualquier cosa y fue hacia el entrenamiento. Llegó… tarde, como siempre.

    - ¡Buenas noches! – saludó Harry, ya con el uniforme, pasándole el balón a Finnigan y siguiéndolo a los vestidores. - ¿Día ocupado, eh?

    - Sí – respondió Draco intentando parecer calmado, cuando en realidad una voz hacía estragos en su mente: “¡Viene a los vestidores contigo! ¿Va a verte poniéndote el uniforme?”. Sacudió aquellas ideas de su cabeza y apoyó su bolso en uno de los bancos, sacando su uniforme.

    - ¿Dónde está Hooch? – preguntó, observando al otro recargarse en uno de los armarios y cruzarse de brazos. Ah, qué bien le quedaba el uniforme. La playera sin mangas mostrando los bíceps torneados, el short que exponía más de la mitad de esas piernas bien hechas…

    - No estará hoy – respondió el moreno despertándolo. El rubio se quitó la playera, intentando parecer desinteresado.

    - ¿Cómo que no? ¿Es nuestra entrenadora, no? ¡Y el juego es la semana que viene! – desabotonó su pantalón y se sentó, quitándose los tenis.

    - Pues sí, pero dijo que tuvo un imprevisto. Le pidió a Oliver Wood que la sustituyera.

    - ¿Wood? – Draco torció la nariz, levantándose para quitarse el pantalón y volviéndose a sentar para retirarlo de sus pies. Nunca se había sentido tan expuesto en toda su vida.- ¿Y dónde está él?

    Draco lo miró, creyendo haber sorprendido una mirada furtiva hacia sus piernas, pero bien podía haberlo imaginado.

    - Bueno – Harry pasó la mano por sus cabellos desde la nuca hasta la frente, despeinándose aún más. – Fue… fue a la cafetería con algunas chicas.

    - Pfff – bufó Draco, vistiéndose rápidamente los pantalones cortos del uniforme y sentándose de nuevo para calzarse los tenis. - ¿Cuánta responsabilidad, verdad?

    - Bueno, pero podemos entrenar solos, ¿no? – Harry se encogió de hombros, empujándose los lentes hacia arriba con el dedo índice.

    - Sí – Draco tomó la playera del uniforme y la miró por algunos segundos antes de meterla de nuevo en su bolso.

    - Hey, ¿qué no vas a ponértela? – cuestionó el moreno, pasando los ojos rápidamente por su tórax.

    - ¿Para qué? ¿Para quitármela después de quince minutos? No, gracias, estoy bien así. ¿Vamos?

    Harry levantó ambas cejas hasta que desaparecieron por debajo de su fleco despeinado, pero lo acompañó fuera de los vestidores. Y entonces iniciaron el entrenamiento, Draco y Harry de un lado de la cancha y Finnigan y Jordan del otro. Terminaron descubriendo que no, no podían entrenar solos, pues todo se volvió una divertida disputa por puntos, con derecho a entusiastas conmemoraciones por cada tanto marcado. Wood pasó por la cancha dos veces, pero no se quedó más de cinco minutos en ninguna ocasión.

    Y quién más ruido hacía al conmemorar un punto era Harry. Draco creyó imposible no contagiarse. El moreno comenzó dando golpes al aire, después dio palmaditas en la espalda de Draco, otra vez llegó a pasarle un brazo sobre los hombros, ofreciéndole la mejor de sus sonrisas. Cuando por fin Draco hizo una jugada calculada y dejó a sus adversarios atontados, casi se cayó de cabeza al suelo cuando Harry saltó sobre su espalda, asegurándose de su cuello.

    Draco se preguntó si Harry le daría palmaditas en el trasero cuando marcasen el próximo punto (oh, sí, ya había visto ese tipo de comportamiento en juegos oficiales que asistía por televisión) pero Finnigan y Jordan –demasiado cansados para continuar- desistieron, dejándoles la victoria. ¿En la celebración de la victoria, quizá? Pero no. Todo lo que Harry hizo fue tirarse todo estirado en el suelo, jadeante y sonriente.

    - Amigo… arrasamos con ellos – dijo el moreno frotándose los ojos tras los lentes.

    - Sí. Somos buenos – acordó Draco, contemplándolo por un momento antes de recostarse a su lado en el suelo.

    - ¿Hacemos algunos ejercicios? – sugirió Harry, virándose de lado y apoyándose en un codo.

    El corazón de Draco falló un latido al mirarlo allí, tan cerca de nuevo.

    - Um-hum – concordó.

    Draco se quitó los tenis y tan luego lo hizo, ya estaba acompañando al otro en movimientos fluidos y… sensuales, oh, sí… Después, casi durmiéndose de tan relajado que estaba, Harry gateó hasta sus pies y tomó sus espinillas, enviándole escalofríos por todo el cuepro.

    - ¿Recuerdas el ejercicio que te enseñé? – Draco levantó la cabeza para mirarlo y asintió. No confiaba en su voz de momento. – Entonces hagámoslo. Recuerda la respiración. Eso, muy bien.

    Mientras alzaba los brazos encima de su cabeza, Harry jalaba sus pies, pareciendo querer estirarlo. Después, mientras descendía los brazos de nuevo hacia ambos lados de su cuerpo, el moreno empujaba las plantas de sus pies, estrechándolo.

    - Una vez más – repitieron los movimientos una segunda y una tercera vez hasta que Draco no pudo hacerlo de nuevo y se desparramó en el suelo.

    Harry rió, divertido y se estiró en el suelo, esperando por algunos segundos.

    - Hey, ¿podrías ayudarme por aquí? – preguntó, delicado, y Draco podría haberlo molestado sin darse cuenta.

    - Ow, ¿por qué no dejaste que yo lo hiciera primero contigo? – reclamó, esforzándose al levantarse y gatear hasta el otro con dificultad.

    - Pues ya ves, yo soy el experto – provocó y Draco hizo amago de pellizcar sus pantorrillas antes de asegurarlas. – Hey… ahm, está bien… vamos.

    Draco encontró completamente hipnotizante aquella visión de Harry estirándose en el suelo mientras él lo tocaba. Tal vez estuviera haciendo más contacto del necesario, deslizando las manos ligeramente desde las pantorrillas hasta la planta de los pies y… bueno, ¿era su impresión o Harry no estaba totalmente indiferente a eso? ¿Estaba… jadeante?

    ----------------

    Incluso estando completamente relajado, Harry no pudo dejar de notar cuán acelerado estaba su corazón mientras se estiraba lánguidamente. Sus latidos eran casi audibles en el silencio de aquella cancha. El toque caliente de las manos de Draco –ahora en sus espinillas, ahora en sus pies- hacía que su cuerpo se sintiera más sensible. Tenía calor, su cuerpo estaba sudado, ¿entonces por qué deseaba mayor contacto con aquellas manos cálidas?

    Ya había experimentado demasiadas sensaciones para no comenzar a desconfiar en que ahí pasaba algo más serio y eso era… ¡alarmante! Había reparado por primera vez en el cuerpo de Draco Malfoy. Claro que lo había visto antes sin playera, o cambiándose en los vestidores, pero nunca realmente había reparado en él. ¿Por qué lo haría ahora? No tenía, a primera vista, músculos esculpidos, ni era el más fuerte de los chicos del equipo, a pesar de que el otro era el más alto por pocos centímetros y se diferenciaba por el ancho de sus hombros. Pero Draco tenía algunas evidencias de músculos, pues cuando contraía el abdomen, sus músculos sobresalían. Además de que sus piernas parecían estar perfectamente talladas. Y… bueno, esto no terminaba ahí…

    Draco definitivamente no estaba ayudando, deslizando sus manos por sus pies de esa manera.

    Harry por fin se dejó escurrir por el suelo, exhausto hasta para discutir con sus pensamientos. Draco permaneció en silencio también, quizá contemplándolo somnoliento y relajado. Después la plática animada de Lee y de Seamus se volvió más fuerte, indicando que salían de los vestidores.

    - Hey, chicos – asintió Lee. – Está libre. Hasta el sábado.

    - Adiós – respondió el rubio y Harry se apoyó en sus codos para mirarlos.

    - Hasta el sábado – se despidió. Su mirada se encontró con la de Draco y se quedaron así por algunos segundos hasta que el rubio finalmente se levantó, extendiendo una mano hacia Harry.

    Hum, eso era nuevo. Harry aceptó la ayuda y se levantó, evitando mirarlo cuando sus cuerpos quedaron demasiado cercanos. Pero al hacerlo, se vio mirando la piel clara y sudada del otro y tragó en seco.

    - Gracias – murmuró sin perder tiempo para dirigirse a los vestidores, quitándose la playera en el camino.

    Se libró de los tenis, de las medias y de los pantalones cortos con una rapidez increíble y tomó una toalla de su mochila, encerrándose en un cubículo y abriendo la regadera para hacer algún sonido más fuerte que su respiración. Su pecho se inflaba como si hubiera corrido kilómetros. Harry se recargó en la fría pared de piedra y se deleitó con el choque térmico. Probó la temperatura del agua con los dedos de un pie y abrió más el registro para enfriarla. Miró hacia arriba cuando escuchó la regadera de al lado ser abierta y cerró los ojos con fuerza para impedirle a su imaginación despertar. Se sumergió debajo del agua helada y sacó el aire con fuerza cuando el agua comenzó a escurrir por su cuerpo. Sólo entonces se dio cuenta que aún portaba sus gafas y calzoncillos. Se quitó los lentes y los colocó a un lado y se quitó la última pieza de ropa antes de finalmente entrar por completo bajo el agua.

    ¿Qué le sucedía? ¿Primero la necesidad de tocarlo, después la ganas de besarlo y ahora contemplaba el cuerpo de Draco con otras intenciones? ¿Desde cuándo se fijaba en otro chico? No, ¿ahora que estaban llevándose tan bien, Harry tenía que torcer esa amistad? ¿Por qué? ¿Por qué no podía continuar viendo al rubio con un chico… interesante, atractivo…? oh, mierda… eso ya venía desde hace tiempo, por lo que parecía…

    ¿Sería entonces influencia de la relación e Sirius y Remus? De nuevo se preguntó por qué había aceptado tan rápido ese tipo de pareja cuando Ron había tardado tanto. Mierda.

    Recordó las palabras de Hermione: “Si Harry encuentra a alguien que lo haga feliz, tal vez no importe si sea chico o chica”.

    Mierda, mierda, mierda.

    - ¿Está todo bien, Harry? – escuchó la voz de Draco.

    - ¿Hum? – preguntó, antes de asimilar la pregunta.

    - Estás demasiado callado. No estás silbando ni cantando hoy.

    - Oh, hum… estoy somnoliento. Sólo eso.

    - Está bien.

    Harry se jaló sus propios cabellos imaginando si haría mucho ruido al golpearse la cabeza contra la pared.

    --------------

    QUOTE
    [1] Marketing. Bueno, por si hay alguien por aquí a quien no le suene el término, pues les diré que es Mercadotecnia. ¡Mi materia favorita en la Universidad! Y para quien se lo pregunta, sí, yo también, como Hermione, estudio Comercio Exterior XD

    [2] Interfaces. Bueno, sinceramente yo no sabía qué era eso XD Pero hice mi tarea e investigué. Según Wikipedia, la interfaz de usuario es el medio con el que el usuario puede comunicarse con una máquina, equipo o una computadora, y comprende todos los puntos de contacto entre el usuario y el equipo, normalmente pueden ser fáciles de entender y fáciles de accionar.

    -----------------

    En el próximo capítulo…

    - Natalie – llamó Draco suavemente y ella alzó la mirada del papel que analizaba. Los trazos bien hechos de su rostro formaron una sonrisa simpática cuando ella pasó la mirada del rubio hacia el visitante. – Él es Harry Potter.

    La bella mujer se levantó con gracia y extendió una mano.

    - Natalie Pritchard. Mucho gusto en conocerlo, Sr. Potter – dijo ella con voz agradable y dulce.

    Harry ni se dio cuenta que sonreía de vuelta y apretaba la mano de la mujer firmemente.

    - El placer es todo mío.


    QUOTE
    Notas finales:

    Notas de la Autora: ¡Tachán! ¿Esa no se la esperaban, verdad? ¡Harry se dio cuenta, niños! Sólo otro pequeño comentario: ¿quién ha visto un partido de voleibol masculino por televisión y vio a los tipos dándose palmadas en el trasero para celebrar, eh? ¿Eh? (Amy levanta la mano). La canción es Clocks – Coldplay. No me resistí. XD

     
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  5. Narcisa Black
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    Hasta que harry se da cuenta !!!!!!!!!!!!!!!
    jajaja ahora solo falta a alguien que los empuje "casualmente" para que se den un beso :=DFSDFSD:
    xD pobre draco y sus millones de dudas!!
    yo tambien quiero una Natalie para que me resuelva mis preguntas!!!
    espero la contii !!! no tardes!!

    bye
     
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  6. Kari Tatsumi
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    QUOTE (Narcisa Black @ 9/8/2012, 18:26) 
    Hasta que harry se da cuenta !!!!!!!!!!!!!!!
    jajaja ahora solo falta a alguien que los empuje "casualmente" para que se den un beso :=DFSDFSD:
    xD pobre draco y sus millones de dudas!!
    yo tambien quiero una Natalie para que me resuelva mis preguntas!!!
    espero la contii !!! no tardes!!

    bye

    Siii, Harry se da cuenta que Draco lo inspira mas que amistad aunque aun puede definir que exactamente.

    Un Draco tan dubitativo me resulta tan adorable!!!!

    Natalie es un sol, sin ella Draco estaria aun divagando mucho. Y no eres la unica que quisiera tener una Natalie en el bolsillito para poder pedir consejos, que suerte Draco!!!

    Y dentro de un ratin subo el siguiente capi.

    Espero que te guste ^^
     
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  7. Kari Tatsumi
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    Capítulo Veintitrés

    Descubierta




    Harry sabía que estaba despierto, pero no tenía prisa por abrir los ojos. Esperaría el despertador, esta vez. No tenía ganas de levantarse más temprano de lo necesario. La cama estaba tan cómoda que un suspiro escapó de sus pulmones fácilmente. Las sábanas estaban en el suelo, ya que había hecho mucho calor durante la noche, pero la mañana estaba más agradable, a pesar de que ciertamente prometía ser otro día caluroso. Había despertado con un nombre en la cabeza. Un nombre, un rostro, cabellos rubios, ojos grises, atractiva sonrisa… Draco. Harry nunca recordaba sus sueños y no sabía muy bien si se lamentaba o agradecía por ello. Sólo tenía aquella sensación familiar de haber soñado alguna cosa idiota y sin sentido… con Draco.

    Notó sus párpados demasiado pesados, como si hubiera dormido más de lo que debía. Una sensación helada se expandió por su cuerpo y abrió los ojos de una vez, mirando la claridad que entraba desde la ventana. Estaba todo borroso porque no tenía sus lentes, pero había algo de lo que estaba seguro: era demasiado tarde. Mierda.

    Harry se sentó y tomó su celular para verificar la hora.

    - Sí, hijo, vas atrasado – Harry se giró bruscamente hacia la puerta, desde donde Sirius lo observaba recargado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados contra su pecho desnudo. Vestía sólo unos viejos pantalones cortos, de apariencia mugrienta y gastada y tenía los pies descalzos, los cabellos ligeramente despeinados.

    - Oh, mierda… - se lamentó, levantándose y tomando cualquier ropa, medio atontado aún. - ¿Y por qué no me llamaste antes, Padfoot?

    - Porque acabo de levantarme, ¿no es obvio? – se justificó señalándose a sí mismo. – ¡Me levanté para ver si ya había café, y encontré todo quieto!

    - ¿Desde entonces me estuviste viendo dormir? – continuó, malhumorado, corriendo hacia el baño y dejando las piezas de su pijama por el camino. Odiaba perder la hora.

    Sirius rodó los ojos y lo siguió -¡había dejado la puerta abierta! Se detuvo frente el espejo e hizo gesto chulesco a su propio reflejo antes de continuar hablando, elevando su voz sobre el sonido de la ducha.

    - Ah, es que estabas tan lindo ahí dormido – se burló, y recibió algunos salpicones de agua. – Hablando de eso, ¿qué pasó, Harry? ¡Te dormiste temprano ayer y aún así te quedaste hasta tarde en la cama hoy! – su voz salió casual.

    - Mi despertador no sonó – se justificó Harry. – De hecho, creo que me olvidé ayer de programarlo.

    - Pero eso nunca había sido problema, ¿cierto? – continuó Sirius, buscando un peine. – Siempre te despiertas antes de que suene el despertador.

    - ¡Ah, no sé, Padfoot! Ve a molestar a alguien más, ve. Estoy atrasado.

    - ¿Este baño no tiene peine? ¿Qué no desenredas ese nido de pájaros de vez en cuando? No que haga alguna diferencia, pero… - Sirius se encogió de hombros, mirando a través del espejo a su ahijado cerrando la ducha, comenzando a secarse.

    - De seguro fuiste tú quien perdió mi peine – acusó Harry.

    - ¡Argh, pésimo humor! ¡Pésimo! – desaprobó Sirius, dejando el baño tras Harry.

    - ¡Ah, ve a cazar sapos, Padfoot! – bufó Harry, vistiéndose rápidamente con un bóxer negro, jeans desteñidos y una playera blanca con rayas azules en el cuello y en las mangas. Se puso medias y tenis y sólo entonces se dio cuenta de que Sirius no le había respondido.

    Levantó la mirada, pero no lo vio en la habitación. Joder… Probablemente se había sentido medio culpable y había ido a prepararle café, para variar un poco… Harry tomó una toalla y se frotó furiosamente los cabellos con ella. Con o sin peine no había mucha diferencia. Suspiró. Se puso sus lentes y abrió la puerta de su armario, mirándose en el espejo.

    No acostumbraba hacer eso. Nunca se miraba al espejo, si podía evitarlo, pero hoy se sentía curioso con respecto a sí mismo. Se sentía diferente, no sabía si mejor o peor de lo usual. ¿Pero de verdad estaba diferente? Se analizó de pies a cabeza, se puso de espaldas. No había nada de diferente en él. Era el mismo chico sin gracia de siempre. Las ropas anchas, el estilo relajado… simplemente no sabía ser diferente.

    Harry no se encontraba atractivo. Siempre que se miraba al espejo, veía a un chiquillo tímido y huérfano, con una cicatriz poco común en la frente y lentes redondos. No que no le gustaran sus lentes. Tenía un motivo más que fuerte para continuar usándolos, rehusándose a usar lentes de contacto, que muchas personas le recomendaban optar a causa del voleibol: se parecía más a su padre de ese modo. Pero lo que más le gustaba de su apariencia, eran sus ojos. El mismo tono verde que su madre. No era tan debilucho como años atrás, a pesar de creer que sus rodillas eran extrañas, y se había estirado bastante también. Podría no ser atractivo, pero tenía mucho de su padre y de su madre, por eso no se avergonzaba de su apariencia. Se sentía bien consigo mismo.

    ¿Por qué estaba inseguro ahora? ¿Sólo por… Draco? ¿Qué pensaría Draco de su apariencia?

    Bueno, Draco nunca lo miraría con esa intención. Era un chico, al fin y al cabo. “Y está enamorado de alguien” recordó cuando le había preguntado al rubio si ya tenía a alguien en la mira, ahora que Pansy estaba fuera de su camino. “Tal vez…” ¡Humpt! Obvio que tenía a alguien… Y de seguro era una chica bonita y popular –sin detalles en cuanto a su físico… ¿Y por qué Harry, de entre tantas chicas –bueno, y chicos, joder- en la universidad, en su barrio, andando por la calle… tenía que haberse interesado por Draco Malfoy?

    Porque él era único. Atractivo, encantador –arrogante, sí, pero era parte de su encanto–, inteligente, profesional, sorprendente… Había llamado la atención de Harry desde los once años –aún cuando sólo era para querer golpearlo. Draco probablemente nunca lo miraría de nuevo a la cara si lo supiera.

    Harry sintió el fuerte aroma del café y despertó de sus ensoñaciones. Tomó su bolso, las llaves del auto y ya iba a salir cuando sus ojos se posaron en un perfume sobre el estante. Echó un vistazo al pasillo, al frasco de nuevo, entonces dejó el bolso a sus pies y extendió una mano, abriendo el tapón y oliéndolo. ¿Por qué nunca recordaba usarlo? Ah, cómo adoraba aquél aroma… un recuerdo a madera, a verde, a libertad… le recordaba muy bien sus paseos en el parque con cierto rubio. Se puso un poco, cerca de las orejas, en el punto más caliente –para que la fragancia perdurara– y volvió a cerrar el frasco. ¿Se daría cuenta Sirius?

    Bueno, si lo hizo, no dijo nada, y Harry agradeció por ello. Tomó algunos tragos de café para ayudar a que las galletas de nata descendieran más rápido por su garganta, corrió a cepillarse los dientes e hizo un cariñito rápido a Snuffles antes de salir.

    Llegó a la universidad en punto de la hora, teniendo que desviar a varios estudiantes apresurados que circulaban por el pasillo y tapando sus oídos para que sus tímpanos no reventaran con la estridente campana. El aula de Estadística estaba en el primer piso, pero los corredores llenos no ayudaban mucho a llegar.

    - ¡Harry! – su corazón dio un salto al escuchar aquella conocida voz y se giró al mismo instante, jadeante por la carrera, pero no sólo por eso…

    Draco estaba atrás de él y casi había chocado con Harry cuando este paró y giró sobre su propio eje, haciendo que ellos quedaran muy cerca por algunas fracciones de segundo increíblemente largas y se volvieron a alejar, avergonzados. Draco se recuperó más rápidamente y le dio una sonrisa de lado.

    - ¡Llegas tarde, eh!

    Harry se desordenó los cabellos, sonriendo.

    - Perdí la hora – se justificó. – Anda, Moony ya debe estar en el aula – dijo, jalando el brazo del rubio sin darse cuenta.

    Draco se dejó guiar, aspirando el perfume suave sin que el moreno se percatara siquiera.

    Pararon en la puerta del aula y Remus levantó la mirada hacia ellos enseguida. Harry se encogió de hombros, disculpándose, a pesar de que estaba claro que la clase aún no iniciaba. Remus miró a Draco, parpadeó, sonrió e hizo un gesto con la mano para que entraran.

    Harry sonrió de vuelta y ya iba a buscar dos lugares vacios, cuando Draco pasó delante, esta vez jalando a Harry del brazo para que se sentaran cerca de la puerta. El rubio se sentó en la silla de atrás, y Harry tomó la del frente, lamentándose por no haber llegado temprano a elegir los lugares. Estiró el cuello y buscó a sus amigos, hasta encontrar una mano saludándolo. Era Hermione, quien le sonrió. Ron tenía la cabeza pelirroja enterrada en su bolso y tan pronto como levantó la mirada, Harry bajó los ojos hacia sus propias manos. Mierda. No podría volver a ver a Ron. Se estaba sintiendo tan culpable por descubrir que parecía llevar un letrero luminoso sobre su cabeza diciendo “Lo siento mucho, Ron, pero soy gay”. Había un lugar vacío tras Mione. Sólo uno.

    Esta vez, el tema de la clase no permitió mucha plática. A Harry le gustaban demasiado las clases de Remus Lupin como para ignorarlas. No que eso le impidiera desenfocar la mirada a veces. Como estaba de espaldas a Draco, no pudo sorprenderlo con la cabeza recargada en la pared admirando sus cabellos, la pequeña área de piel expuesta de su cuello; ni siquiera se dio cuenta de que a veces se inclinaba en la banca sólo para aspirar el aroma que se desprendía de aquella incitante piel. Ni contempló la cantidad de veces en que el rubio se humedeció los labios, tal vez intentando impedirse de hacer algo.

    En cierto momento, Draco llegó a suspirar de tan adormecido que estaba por el aroma de Harry. No prestaba atención a las cosas a su alrededor, ni siquiera notaba las miradas furtivas que el profesor le daba durante su explicación, captando una de las ocasiones en que sus dedos –movidos por voluntad propia– casi tocaron la piel de la nuca de Harry. Se quedó tamborileando los dedos en el respaldo de la silla de Harry, a medio camino de tocarlo. Ansioso por avanzar, pero receloso al mismo tiempo. ¿Notaría Harry si le tocaba levemente los cabellos? Sólo los cabellos, ¿sí?

    No. Quizá Harry no lo notaría, ¿pero las personas a su alrededor? Pues que se jodieran las personas, nadie prestaba atención a la cara de bobo que debía tener en ese momento. Todos le estaban haciendo caso a Lupin, ¿cierto? Todos menos él, que tenía cosas más interesantes para pensar. ¿Sólo acariciar el hombro encima de la playera, tal vez? Tamborileó más rápido. Y se quedó en esa lucha silenciosa consigo mismo sin conseguir tocarlo realmente.

    Después de un tiempo entero solamente de explicación y ejemplos, Remus pasó algunos ejercicios a la práctica y los dejó solos para que los resolvieran.

    - Y dije resolverlos – advirtió mirando a sus estudiantes, todos con caras de angelitos, antes de girarse de nuevo al pizarrón, escribiendo los problemas.

    - ¿Puedo hacerlo contigo? – Harry agarró el borde de la silla con fuerza para no estremecerse con aquél susurro en su oído. ¿Qué fue eso? ¿Estaba Draco intentando matarlo con un infarto al corazón?

    - Um-hum – murmuró asintiendo para que el otro comprendiera.

    Draco tomó su propia butaca y la llevó al lado de Harry, sentándose y haciendo un puchero.

    - No presté atención a la explicación – confesó.

    - ¿Qué te pasó? ¿Te dormiste? – se burló Harry, saboreando el poder tenerlo cerca otra vez.

    - Casi – Draco sonrió… ¿sin gracia?

    - No hay problema, te explico mientras trabajamos – Harry le echó un vistazo al cuaderno del rubio y retiró la mano del rubio, que tapaba la visión de la libreta, aprovechando también para sentir aquella piel suave. - ¡Hey, no copiaste nada!

    - Ah, no molestes – desdeñó Draco, a pesar de sonar divertido y de no esquivar el toque.

    Fue Harry quien tuvo que soltarlo, reticente. Después comenzó a explicarle mientras hacía el primer ejercicio. Remus había puesto cinco problemas y ellos había hecho tres cuando Draco se estiró y dejó el lápiz sobre el cuaderno.

    - Ya me cansé – dijo simplemente.

    - ¿Qué? – se indignó el moreno. - ¿Cómo? ¡Aún faltan más de veinte minutos para que acabe la clase! Podemos hacer los otros dos rápido.

    - Ah, deja de ser tan políticamente correcto, Harry – se burló el rubio. – Lupin ni siquiera se dará cuenta si haces los ejercicios o no.

    Harry parpadeó antes de dejar el lápiz sobre la mesa y unir ambas manos sobre el cuaderno.

    - Está bien, señor Yo-Hago-Lo-Que-Quiero-Y-Todos-Los-Demás-Son-Idiotas. ¿Qué sugieres que hagamos hasta el final de la clase, entonces? – lo codeó.

    - ¡Pues vamos a platicar! – propuso Draco como si le ofreciera un regalo carísimo. - ¿Qué cosa más interesante hay que conversar conmigo?

    - Ah, claro – Harry rodó los ojos, divertido. – Ya te estabas tardando. No necesitas ni iniciar con tu discurso, ya sé que me preguntarás si haré la selección hoy.

    - ¿Te estás escuchando? – desairó Draco, haciendo que la mandíbula de Harry cayese en indignación. - ¿Por qué crees que todo gira a tu alrededor?

    - ¡Mira quién habla! ¡Qué cinismo! – Harry le picó las costillas con un dedo, haciéndole pegar un bote en la silla.

    Draco estrechó los ojos peligrosamente, a pesar de que el gris brillaba divertido.

    - ¡Mira nada más! – gruñó en advertencia. – Voy a descubrir tus puntos débiles también, ¿escuchaste bien?

    Harry se encogió de hombros.

    - No tengo puntos débiles.

    - ¿Ah, no?

    - No, no – Harry balanceó la cabeza de un lado al otro, pero esquivó el movimiento del rubio que amenazaba con codearlo.

    - ¡Ajá!

    Harry arqueó las cejas demoniacamente y soltó una carcajada maniática que congeló la sonrisa de Draco. Harry tenía los mejores profesores de gestos y bromas, y se quedó satisfecho arrancando risas del rubio. Infló el pecho y cruzó los brazos, tamborileando en sus propios bíceps. Lo miró desafiante.

    - Así que… ¿de qué querías platicar?

    Draco torció la boca hacia un lado, después hacia el otro, bufó haciendo su flecó temblar.

    - Está bien, me rindo. ¿Vas a ir o no?

    Harry se contuvo para no reír.

    - ¡Lo sabía! ¡Lo sabía!

    - Sí, sí, ya dije que me rindo, pero no me evadas, ¿sí? – se impacientó el rubio.

    - Voy a ir, Draco – aseguró Harry, mirándolo a los ojos. – Te lo confirmé ayer.

    - Está bien, es solo para garantizar que no cambias de idea – Draco se dio de hombros, después lo miró fijamente. - ¿Podrías llegar más temprano? ¿Por lo menos media hora antes?

    - Sí, ¿por qué? – preguntó intrigado y miró a Draco darle una de sus más auténticas sonrisas.

    Harry quedó encantado y curioso por saber qué hacía al rubio darle una sonrisa como aquella de forma espontánea. Solamente él había sacado una de aquellas preciosidades, hasta donde sabía. Pero realmente no conocía tanto al respecto de la vida de Draco Malfoy…

    - Quiero que conozcas a alguien.

    La sonrisa de Harry casi vaciló.

    - ¿Sí? ¿A quién?

    - A mi secretaria, Natalie – Harry tragó en seco, sintiendo una punzada en el pecho al mirar la emoción que el rubio intentaba disfrazar. - ¡Amigo, ella es fantástica! ¡Es una persona increíble! Estoy seguro de que te agradará. Hace casi un año desde que trabajo conmigo, pero pareciera que nos conocemos desde siempre.

    - ¡Joder! – Harry se esforzó para parecer emocionado. – Por la manera en la que hablas, debe ser increíble.

    - Puedes estar seguro de eso. Ella es bastante culta, ¿sabes? Le interesa la psicología, lee bastante sobre todos los temas y siempre sabe decir las cosas correctas, ¡tiene una respuesta para todo! La convencí para estudiar psicología, porque sería un desperdicio que no se dedicara a aquella área. Natalie tiene verdadera vocación para ello. Te encantará, Harry, toma nota de lo que digo…

    La sonrisa en el rostro de Harry fue muriendo lentamente conforme escuchaba aquel relato lleno de pasión, pero Draco parecía demasiado entretenido en describir a aquella Natalie como para notar su angustia. Harry nunca siquiera balanceó la posibilidad de que otra persona despertara el lado sensible de Draco además de él… ¿Sería ella quien…?

    Oh, no… El moreno sintió como si todo estuviera desmoronándose a su alrededor. Quería encontrar cualquier disculpa sacada de la manga para evitar ese encuentro, ¿pero cómo? ¿Qué excusa inventaría? ¿Cómo le mentiría a Draco?

    ---------------

    Harry odiaba esconderle cosas a Sirius, pero creyó mejor omitir el hecho de que estaba listo para participar en una selección para la empresa de los Malfoy. Por el momento. Comió en casa y aprovechó que Sirius tenía a una alumna después de comer para arreglarse y salir, como si fuera para sus prácticas. Pero si su padrino lo hubiera visto con ropa formal, ciertamente desconfiaría. Harry había intentado coordinar su atuendo, vistiendo pantalón de vestir negro, zapato formal y una camisa verde oscuro –de manga corta, pues hacía mucho calor. Sin corbata. Ah, y se había peinado, aunque no pareciese.

    Había salido más temprano, como Draco había pedido. Pasó un largo tiempo imaginando una disculpa plausible para llegar a la empresa justo a la hora de la prueba, pero acabó convenciéndose de que Draco no merecía eso. Además de que era un pésimo mentiroso, el rubio lo consideraba su amigo y quería compartir su vida profesional –y personal– consigo. Amigo. Sí… bueno, y también estaba curioso por conocer a Natalie. Era más que obvio que ella era la chica de quien el rubio se había enamorado.

    Aunque eso le dejara un sabor amargo en la boca…

    Harry esperó algunos minutos en la recepción mientras se identificaba y recibía un gafete –su cicatriz recibió especial atención cuando dijo su nombre. Pero, aparentemente, Draco se materializó a su lado, emocionado en su discreta manera. Al menos, ahí estaba el brillo en sus ojos que denunciaba eso. Y nuevamente Harry se sintió la peor de las criaturas, pero continuó sonriendo por fuera, mostrándose interesado mientras Draco le decía qué se hacía en cada piso del edificio mientras subían por el elevador.

    - Es aquí – dijo Draco cuando la puerta del ascensor se abrió. – En este piso están mi oficina, la de mi padre y la sala de reuniones al final del corredor… Ah, espera un momento…

    Draco se detuvo frente a una de las puertas, sacando su celular del bolsillo y hablando pomposamente, como un perfecto ejecutivo. También iba con un pantalón de vestir y zapatos negros, usaba una camisa azul marino de manga larga que hacía que sus ojos adquiriesen un tono más azulado que grisáceo. La corbata era discreta y elegante. ¡Magnífico! Y todavía más parado de esa manera, con una de las manos en el bolsillo, con el ceño fruncido, mirando a la pared como si la conversación fuera con ella y no con la persona al otro lado de la línea.

    - Sí, ya está todo revisado y firmado, yo mismo leí las cláusulas y está en perfecto orden…

    Incluso su tono de voz había cambiado, era más grave, nada arrastrada. Llena de importancia…

    Harry finalmente despegó los ojos del rubio y su mirada cayó en la puerta entreabierta a su lado. ¿Era esa la oficina de Draco? Desde donde estaba, Harry no podía ver completamente el interior del lugar, pero parecía una agradable antesala. Entonces la secretaria debería estar ahí…

    Harry dio un paso a un lado, a fin de tener una visión completa del interior, pero cuando lo hizo, quien quiera que estuviese dentro salió y chocó contra él. Papeles volando por todos lados.

    - Oh – dijo una voz femenina, pero antes de que Harry lo pensara, ya se había agachado para recoger los papeles, teniendo frente a él sólo un par de tacones altísimos y finos. – Discúlpeme. Yo… iba distraída – escuchó una vocecita delgada y… nauseabunda.

    Harry notó dos manos llenas de pulseras, uñas pintadas de rojo chillón ayudándolo a recoger las hojas, y se arriesgó a levantar la mirada. La primera cosa que vio fue un par de bonitas piernas dobladas, ya que ella estaba agachada; después un par de… bueno, el escote no dejaba mucho a la imaginación; y finalmente, una cara. Un rostro enmarcado por cabellos ondulados y artificialmente pelirrojos, las facciones infantiles y delicadas manchadas por el cargado maquillaje, los ojos castaños casi tímidos y una vacilante sonrisa.

    Bien, no era nada de lo que había imaginado como una chica increíble y… ¡culta! Parecía vulgar delante de la imagen intelectual que había creado para la chica que Draco había descrito anteriormente.

    - Discúlpeme – Harry por fin pudo decir, entregándole los papeles. – Fui yo quien me atravesé.

    - Ah… no hay problema – ella le regaló una sonrisa de lado mientras tomaba las hojas con una mano y ajustaba su minúscula falda con la otra. Enseguida lo analizó de arriba abajo, mordiéndose el labio inferior y acomodando algunos rizos tras sus orejas. – Yo… discúlpeme, pero… ¿quién es usted?

    - Soy Harry – Harry sacudió levemente la cabeza. – Harry Potter, amigo de Draco – corrigió, extendiendo educadamente una mano, aún idiotizado por la alegoría frente a él.

    - Popkin – la chica había abierto la boca para hablar, pero quien primero lo hizo fue Draco.

    ¿Natalie Popkin, entonces? ¿Pero por qué la voz de Draco había parecido tan helada? ¿Por qué la chica se había encogido casi con miedo? ¿Y por qué la mirada de Draco era casi furiosa y metálica de nuevo?

    - Fíjate por dónde caminas, niña.

    - Lo siento mucho, Sr. Malfoy. Yo sólo estaba… sólo iba a…

    - Basta – Draco la cortó, girando en sus tobillos y lanzándole una mirada fría al moreno. – Vamos, Harry. Mi oficina es la siguiente.

    Harry necesitó algunos segundos para recuperarse de la confusión de sus pensamientos. ¿Popkin? ¡Aquella no era Natalie, entonces! ¡Ufa! Menos mal… o tal vez no… Harry acompañó al rubio por fin.

    - ¿Harry? - desdeñó Draco, parado frente a su oficina, que estaba cerrada. – Francamente. ¿Necesitabas babear frente a ella de esa forma?

    Harry frunció el ceño ante la forma en que Draco lo miraba con superioridad. Se irritó con ello.

    - ¡Joder, estaba totalmente expuesta! Era imposible no notarlo, ¿verdad? – se defendió, acusador. - ¡Y yo no estaba babeando! Sabes muy bien que ella no es mi tipo. O por lo menos deberías saberlo, después de esa Mel No-Sé-Qué.

    Draco se restregó la cara, respirando profundo.

    - Discúlpame, es que ella no me cae bien.

    - Se nota – dijo Harry, todavía un poco irritado y ofendido.

    - Parece que ganaste una fan más – observó, sin demostrar emoción alguna.

    - Pues a mí tampoco me agradó – confesó, con una pequeña sonrisa.

    Draco sonrió de lado en respuesta, levantando la mano hasta el pomo de la puerta y girándolo silenciosamente, para entonces entrar y esperar a que Harry lo siguiera. El moreno puso el primer pie vacilante dentro, seguido del otro. No registró nada del ambiente, a no ser la mujer sentada tras un escritorio. Tenía los cabellos lacios y largos, castaños, y estaba elegantemente vestida.

    - Natalie – llamó Draco suavemente y ella alzó la mirada del papel que analizaba. Los trazos bien hechos de su rostro formaron una sonrisa simpática cuando ella pasó los ojos del rubio hacia su visitante. – Él es Harry Potter.

    La bella mujer se levantó graciosamente extendiendo una mano.

    - Natalie Pritchard. Mucho gusto en conocerlo, Sr. Potter – dijo ella con voz agradable y dulce.

    Harry ni se dio cuenta de que sonreía de vuelta y apretaba la mano de la mujer firmemente.

    - El placer es todo mío.

    ¡Oh, y de verdad estaba siendo sincero! Ella era totalmente diferente a lo que había imaginado, muy bien vestida, intelectual, sí, aparentaba tener alrededor de treinta años y… Harry bajó la mirada discretamente hacia la mano izquierda, posada sobre algunos papeles: casada.

    Extendió una sonrisa de alivio y… encantado, ¿por qué no? Draco le había dicho que le agradaría, y Harry tenía que dar su brazo a torcer.

    - He escuchado mucho de usted, Sr. Potter – continuó ella cuando terminó de saludarlo.

    - Oh, por favor, llámeme Harry – pidió el moreno con toda simpatía, después le lanzó una mirada divertida a un Draco aprensivo. – Pero… perdón, ¿qué dijo? – se hizo el sordo.

    Natalie sonrió, entendiendo su intención.

    - Dije que el Sr. Malfoy habla mucho de usted, Harry.

    - Por favor, Natalie – Draco intentó cortar el asunto, pero Harry lo ignoró.

    - ¿Me lo jura? – se admiró, teniendo que mirar dos veces para cerciorarse de que el rubio de verdad parecía adorablemente avergonzado, pasando los dedos entre su cabello. – Sabe, yo también escuché mucho sobre usted.

    - Eso es cierto – apuntó Draco, feliz porque la conversación había mudado de asunto.

    Harry continuó.

    - ¡Había creado millones de imágenes sobra la persona que Draco me describió con tanto entusiasmo! ¡Felicidades! No es fácil agradarle a Draco – bromeó, señalando al rubio.

    - Lo mismo digo, Harry – el moreno podría jurar que Natalie le había guiñado un ojo, pero antes de que pudiera siquiera procesarlo, Draco carraspeó, llamando su atención.

    - Harry, a mi oficina, por favor – solicitó, formal, indicando la puerta al lado de Natalie. – Dejemos a Natalie trabajar tranquila.

    - Ah, sí. Claro. Con permiso – Harry caminó a la puerta indicada, por eso no llegó a ver la cara de arte que Draco hizo, ni la manera en que el rubio se frotó ambas manos, arrancándole sonrisas a Natalie mientras ella negaba con la cabeza, antes de entrar también y cerrar la puerta.

    - ¡Joder! Bien acogedora tu oficina – dijo Harry reparando en la decoración, los sofás, los cuadros, las plantas.

    Después caminó hasta la ventana, tras el escritorio, dándole un vistazo a los edificios de todos tamaños y a los carros minúsculos de abajo. Estaba tan entretenido que ni se dio cuenta de que era observado atentamente.

    - Te ves muy bien vestido formal, Harry – escuchó la voz arrastrada del rubio y se giró con una sonrisa tímida para mirarlo.

    - Gracias. Tú también. Pareces otra persona. ¿Puedo? – preguntó, señalando la confortable silla de Draco y este asintió. – ¿Así que este es el trono del Príncipe Slytherin, eh? – se burló, sentándose y girando la silla para analizar mejor el organizado escritorio, la computadora de pantalla planta. – Me gusta. Parece cómoda.

    Draco se sentó frente a él, con una media sonrisa en el rostro.

    - Fue Natalie quien la decoró para mí. Ella tiene un excelente gusto.

    - Seguro – aprobó, después se quedó pensativo. – Sabes, de la manera en cómo me la describiste, creí que era una chica y… bien… como estabas tan emocionado…

    - No puedo creerlo – Draco rodó los ojos, divertido, y Harry levantó las manos, rindiéndose. – Ella tiene 37 años, dos hijos y su marido es el chofer de mi madre – aclaró.

    - Bueno, no tenía cómo haberlo sabido – Harry se encogió de hombros.

    - ¿Vamos? - preguntó el rubio, levantándose.

    - Sí, vamos – Harry se levantó y lo siguió saliendo, dándole un “Hasta luego” a Natalie, quien le deseó suerte.

    Harry estaba tranquilo con respecto a las pruebas. No era como si su vida dependiera de eso, a pesar de que comenzaba a surgirle un cierto deseo de conseguir entrar a la empresa. Por un momento, se había olvidado de Lucius Malfoy.

    -----------------

    Ya eran casi dos horas en las que los candidatos estaban haciendo las pruebas y Draco estaba vigilando cada una de ellas, acompañado de cerca por David Gudgeon, un hombre rubio de aproximadamente de treinta años, con algunas pecas alrededor de la nariz y una cicatriz arriba del ojo izquierdo. Tenía un aire jovial y carismático, era varios centímetros más bajo que Draco, fuerte y tenía el abdomen ligeramente prominente. Draco parecía más altivo que nunca caminando a su lado.

    La cantidad de currículos que habían recibido era alarmante, pero fue reducida drásticamente para atender los requisitos que necesitaban, y ahora tenían poco más de cincuenta personas dispuestas en dos laboratorios, haciendo algunas investigaciones propuestas. Draco había descartado la posibilidad de una entrevista con la psicóloga –Umbridge– y en lugar de eso, sugirió el llenado manual de un perfil, respondiendo a algunas preguntas bien elaboradas. Después pasarían por algunas básicas de lógica y capacidad de observación y partirían hacia a una actividad práctica.

    Gudgeon estaba platicando con uno de los vigías de las pruebas mientras Draco observaba atentamente a cierto moreno de cabellos desordenados concentrado en la pantalla del ordenador. El rubio había movilizado a todo el equipo de investigaciones y algunas personas de otros departamentos para agilizar a validación de las pruebas y se balanceaba en sus pies, ansioso por los primeros resultados.

    - ¿Lo conoce? – Draco se asustó y giró para ver a Gudgeon, que se había acercado sin ser notado.

    - ¿Cómo?

    - ¿Conoces a ese chico de cabellos alborotados? – el hombre señaló a Harry. – Hace tiempo que lo vigila.

    - Sí – Draco unió las manos tras su cuerpo, impasible. – Cursa algunas materias conmigo en la universidad.

    - Está haciéndolo muy bien. ¿Harry Potter, no?

    Draco volvió a mirar al moreno, volviendo su atención completamente hacia él.

    - ¿Ya salió algún resultado? – preguntó, intentando contener su euforia y su emoción.

    - Sí. Salieron los resultados de las primeras pruebas. El perfil de Potter es excelente y se destacó en las respuestas de los test, junto con cinco personas más. Vea.

    Gudgeon le extendió dos listas con las puntuaciones correspondientes y sonrió internamente, satisfecho.

    - Perfecto. En esta prueba estoy seguro que nos sorprenderá, Gudgeon. Escribe lo que digo – le devolvió las hojas y lo miró confiado. – Acompaño sus investigaciones desde el comienzo del año lectivo y son extremadamente útiles y precisas. No sé si recuerdas aquella reunión en la cual discutimos la seguridad de algunos software y yo propuse algunas pruebas…

    ---------------

    Harry finalizó la prueba poco antes de las cinco de la tarde y Draco le pidió acompañar a un funcionario hasta su oficina mientras resolvía algunos asuntos. Después hablaría con Harry.

    El moreno asintió y se dejó guiar por un chico menudito hasta la oficina de Draco de nuevo, y encontró a Natalie al teléfono. Le agradeció al muchacho y se sentó en una silla acolchonada, conforme Natalie le indicaba con un asentimiento. Observó la manera gentil y calma con la que hablaba por teléfono, hasta despedirse con una sonrisa simpática que quien fuera estuviese al otro lado de la línea, había por lo menos sentido en su voz.

    - Así que, Harry, ¿cómo estuvo la selección? – cuestionó suavemente después de colgar el aparato.

    - Bien… creo que me fue bien – dijo, modestamente. – No estoy muy confiado en los test, soy pésimo en ello. Y mi perfil no es de los más interesantes. Pero en la investigación, creo que salí bien, sí.

    - ¡Maravilloso! Draco y yo estamos apostando por ti.

    Harry le ofreció una sonrisa tímida y se relajó un poco más en la silla con un suspiro. Percibió que el rubio había pasado de “Sr. Malfoy” para “Draco” ahora. ¿Eso indicaba una conversación informal?

    - ¿Prefieres esperar a Draco en su oficina? – ofreció ella.

    - Oh, discúlpame, ¿te estoy distrayendo? – Harry hizo amago de levantarse, pero ella extendió rápidamente la mano.

    - No, de ningún modo. Sólo pensé que podrías estar más cómodo ahí.

    - Bueno, si no te estoy molestando, prefiero esperar aquí.

    - No hay problema, siéntete a gusto aquí. Hay agua por ahí, pero si quieres un café, puedo prepararlo en un momento…

    - No, no te preocupes. Estoy bien, gracias – recorrió la sala con la mirada, reparando en todo por primera vez mientras ella hacía algunas anotaciones.

    La decoración era simple, pero agradable, como en la oficina. Natalie, aparentemente, adoraba las plantas y disponía varias de ellas en los puntos más iluminados de la sala. La temperatura de todo el edificio era agradable, mantenida por un sistema de clima artificial, obviamente, pues el sol estaba ardiendo afuera.

    - Draco dijo que estás interesada en psicología – dijo al fin, intentando conversar.

    - Oh, sí – ella levantó la mirada, posando la pluma en el escritorio. Aparentemente estaba dispuesta a platicar. – Es un asunto por el cual estoy apasionada.

    - Tan pronto vi la disposición de aquellos sofás en la oficina de Draco, imaginé un diván, pero no puedo imaginarme a Draco recostado en él, hablando abiertamente sobre su vida – confesó, haciendo a Natalie reír divertida.

    - Oh, sí, entiendo. No es fácil sacarle algo, pero lo intento. Ah, y no te preocupes, su caso no es grave – bromeó ella y fue el turno de Harry para reír.

    - Pero… ¿te gusta trabajar aquí? – preguntó, curioso.

    - Sí – respondió sin titubear. – Draco es un chico increíble, sabes – Harry se removió en la silla. – Casi me engaño al inicio con aquella pose de chiquillo mimado y autosuficiente, pero dejó una pequeña brecha para que pudiera penetrar algunas de sus máscaras. Aprendí a lidiar con él y… bueno, creo que lo vencí por cansancio.

    Harry concordó, divertido. Se mordió la parte interna de las mejillas, tamborileando los dedos en la silla, pensando. Hasta que decidió que no tenía nada de malo preguntar.

    - Natalie, dijiste que Draco habla bastante de mí. Él… ¿habló bien o mal? Por favor, sé sincera – añadió rápidamente y la mujer sonrió.

    - Está bien, seré sincera. Hasta hace algunas semanas llegaba de la universidad bufando y maldiciendo a Potter. Porque Potter eso, Potter aquello, siempre las mismas quejas. Recuerdo muy bien el día que llegó con un ojo morado, diciendo que había salido del brazo de Potter – Harry rió, recordando el accidente.

    - Oh, sí, lo recuerdo. Me sacó sangre de la nariz aquél día.

    - Pues sí, después vino la selección para el equipo de voleibol, ¿verdad? – Harry confirmó con la cabeza, impresionado por cuánto ella sabía. – Entonces Draco me contó sobre una cercanía forzada entre ustedes. Y gradualmente, la manera en como él se refería de ti fue cambiando.

    Harry notó que se había inclinado ligeramente hacia enfrente e intentó corregir su postura sin ser notado.

    - ¿Cómo así?

    - Bueno, él nunca aceptaba abiertamente que estaba dando su brazo a torcer, pero por lo que pude percibir, tu amistad significa mucho para él, Harry. Significas mucho para él.

    Harry sonrió medio triste, bajando la mirada hacia sus propias manos. Sí, significaba mucho… como amigo. Y debía quedarse satisfecho con eso.

    - Él también significa mucho para mí – acabó confesando, en voz alta. Levantó la mirada, sorprendiéndose con la expresión de la mujer.

    - Qué bueno, Harry. Qué bueno que sabes mirar las cualidades de Draco.

    Recordando ahora la manera en cómo Draco describía a la mujer, Harry pudo darse cuenta de que la describía con entusiasmo, sí, con admiración, con amor. Pero un amor de hijo. Y ella simplemente hablaba de Draco como una madre que se enorgullece de su hijo. El rubio difícilmente hablaba sobre su propia familia, sin embargo el hecho de que nunca mencionaba a su madre y despreciar visiblemente a su padre lo alertaron de que tal vez para él, ellos eran un tanto ausentes. Pero tenía su familia en una única persona sin cualquier vínculo sanguíneo, así como Harry y su familia, que consistía de amigos.

    Se sintió más cercano a Draco, pero demasiado alejado. Natalie le relató un poco más sobre la personalidad complicada del rubio y sobre cómo se mostraba eficiente en su trabajo, conquistando la admiración de los demás, sorprendiendo incluso a su padre –quien nunca creyó que se iba a dedicar tanto a la empresa.

    Harry intentó pensar en una manera de preguntar con discreción si el rubio hablaba constantemente de alguna chica, pero la oportunidad se perdió en el mismo momento en que la puerta se abrió y Draco entró, satisfecho.

    - Listo. Ya está todo resuelto – concluyó él dándole una sonrisa de lado y extendiéndole una mano. – Bienvenido a la empresa, Harry.

    - Oh – exclamó Natalie, pero la mente de Harry parecía demasiado perezosa de momento.

    - ¿Qué? – dijo, confundido, levantándose e ignorando la mano extendida. - ¿Estás bromeando, cierto? El resultado sale la semana que viene, nos avisarán si somos seleccionados a partir del lunes…

    - Sí, pero te estoy dando la información adelantada – se impacientó el rubio.

    - Pero… pero… ¿cómo? – Harry pasó una mano entre sus cabellos. – Dejé la prueba hace unos minutos… Draco, ¡no me digas que manipulaste los resultados! ¡No aceptaré ser colocado dentro de la empresa de tu padre, lo sabes bien!

    - Está claro que sé de tu maldito orgullo, Harry – el rubio golpeó el suelo con un pie, irritado, levantando la voz. – Y te dije que no lo haría, ¿cierto? ¡Te dije que comprendía tus motivos! Fuiste uno de los elegidos y aquí está la puntuación – extendió un papel con rudeza, que Harry miró antes de aceptarlo. – Todo está ahí, y si tienes alguna duda, llamo a Gudgeon ahora mismo, para explicarte cuán impresionado se quedó con tu investigación.

    Harry pasó los ojos por la hoja. Había salido más que bien en los test, su perfil fue calificado con alta puntuación y la nota de su investigación fue la máxima.

    - Wow – se frotó la barbilla, pensativo. - ¿Pero y si hubo alguien mejor que yo?

    - Pues sí lo hubo – desdeñó Draco. – Otro que será contratado. Un tal Ralph No-Sé-Qué también sacó puntuación máxima en su investigación y fue mucho mejor en los test, ¿satisfecho?

    Draco se giró hacia la ventana, respirando acelerado, con las manos en la cintura y la mirada dura. Harry lanzó una mirada culpable hacia Natalie, quien apenas sonrió, volviendo su atención al escritorio, como diciendo “¡Ignórenme!”. Harry se acercó al otro cautelosamente.

    - Discúlpame, Draco. Sólo estoy sorprendido. Yo… ni siquiera estaba confiado…

    - ¿Y no confías en mi palabra? – acusó Draco, perceptiblemente lastimado.

    Harry cerró los ojos y suspiró. Estaría mintiendo si se negara.

    - Discúlpame, Draco – dijo, tocando ligeramente su brazo y lo miró bajar la cabeza, derrotado.

    Permanecieron así por unos segundos, hasta que Draco se movió de nuevo, a pesar de aun no mirarlo.

    - Dije que vendrías hasta el martes a causa de tus prácticas y Gudgeon sugirió que le fueras a dar una mirada al proyecto hoy, si quieres. Pero sólo si estás dispuesto a aceptar el puesto, claro.

    Harry tragó en seco, pensando en la reacción de Sirius cuando se enterara, pensando en cuán insoportable era imaginarse trabajando en la empresa de Lucius Malfoy… pero después pensó en Natalie y en lo que ella le dijo sobre cuanto se esforzaba Draco… en las ventajas que el rubio le había expuesto, en la posibilidad de no necesitar pasar todo el día en la empresa…

    - Vamos – aceptó, por fin, recibiendo una mirada de gratitud y satisfacción impagable como respuesta.

    - Natalie, prepare un poco de café, por favor. Estaremos en la oficina de Gudgeon.

    - Sí, Sr. Malfoy.

    Harry le sonrió a Natalie y recibió un guiño antes de salir al pasillo.

    Natalie se quedó mirando la puerta cerrada cuando salieron. Era muy difícil engañarse con el asunto y, por lo que parecía, Draco estaba siendo totalmente correspondido en sus sentimientos. Pero hasta agradeció que el rubio no tuviera oportunidad de preguntarle nada, pues así podría descubrirlo por sí mismo. Ya había interferido bastante en la historia, era tiempo de dejar a Draco caminar solo.

    --------------

    Sirius y Remus estaban tan concentrados tocando que ni siquiera notaron que Snuffles cruzaba el estudio para recibir caricias de Harry. Solamente cuando terminaron de tocar fue que escucharon los aplausos del chico. Se giraron hacia él, que ya tenía puesta su ropa para correr. Sirius frunció el ceño al notarlo.

    - ¡Perfecto! – aprobó Harry. – Hacía tiempo que no escuchaba a los dos tocando, lo echaba de menos.

    - Nosotros también, Harry – concordó Remus, apoyando el violín sobre la tapa del piano y yéndose a sentar a un puf al lado del chico. - ¿Sales?

    - Sí, Snuffles y yo vamos a correr.

    - ¿Con Malfoy? – preguntó Sirius, visiblemente disgustado, girando en el banco del piano para apoyar los codos estruendosamente sobre las teclas. El sonido llenó el aire y fue muriendo lentamente.

    - Sí – respondió el chico, esperando no sonrojarse.

    - Harry, ¿qué tienen de interesante los paseos con ese tipo? – preguntó Sirius y Harry estaba seguro que esta vez sí se había sonrojado.

    - Ahmn… y ahora, él… él es un chico genial, Padfoot. Y le gusta hacer ejercicio conmigo. Le gusta la música también, estaba pensando en traerlo un día de estos…

    - ¿Qué? – preguntó Sirius, incrédulo, sentándose derecho de nuevo.

    - Es una buena idea, Harry – acudió Remus, evitando mirar la expresión traicionada de su novio. - ¿Toca algún instrumento?

    - Ah, dijo que toca algo de guitara. Hasta le sugerí que te pidiese clases…

    - Absolutamente no – gruñó Sirius.

    - ¿Guitarra? Vaya, qué interesante – Remus ignoró a Sirius de nuevo, apurándose en cambiar de asunto. – Bueno, qué pena que vas a salir. Padfoot y yo estábamos pensando en comer fuera hoy, pero podemos dejarlo para otro día.

    - ¡Claro que no! ¡Salgan ustedes dos! Yo no tengo hambre ahora, comeré cualquier cosa cuando regrese.

    - ¡No! – se apresuró Sirius a decir. – Quiero decir, ¿crees que vamos a abandonarte? No, ¿verdad, Moony?

    - Yo opino que no es una mala idea – Remus parecía dispuesto a contradecirlo en todo hoy. - ¿Qué opinas de salir sólo conmigo, Padfoot? – ofreció con un gesto inocente que hizo a Sirius dudar.

    Sí… ya se sentía tentado a aceptar. No le gustaba salir de casa con Moony porque simplemente no toleraba verlo llamar tanto la atención de las personas, aunque el susodicho ni lo notaba. Pero tal vez un paseo romántico fuese la mejor opción para limar asperezas. Podría intentar hacer que Remus exagerase en el vino y quién sabe, sacar algo de provecho de eso… bueno, no demasiado, sólo unas caricias más osadas. ¡Remus a veces era tan inocente que lo volvía loco!

    - Ok, vamos a comer fuera, entonces. Harry, no olvides llevar tu llave para no correr el riesgo de quedarte fuera – Harry asintió, ya levantándose, pero Sirius continuó. – Ah, y… pórtate bien, eh.

    - Por supuesto. ¿Vamos, Snuffles? – Harry se dio palmaditas en los muslos, haciendo que el perro se levantara, apoyándose en su pecho para que le pusiera la correa en su collar. – Diviértanse, ustedes dos.

    - Gracias – agradeció Remus mirándolo salir. Después miró a su novio, quien lo encaraba estrechando los ojos.

    - ¿Por qué hiciste eso? – preguntó lentamente.

    - Porque no puedes impedirle a Harry hace amistad con quien desee.

    - ¿Amistad? – Sirius se frotó el mentón. – Eso me recuerda que prometiste investigarlos y que hasta ahora, no me has dicho nada.

    Remus suspiró.

    - Padfoot, los observé, sí, el miércoles y hoy durante mis clases. Ellos… oh, cielos, cómo puedo decirlo… - Remus se refregó el pelo, su mirada vagando como si intentara encontrar la respuesta en algún rincón de la habitación. – Bien, Malfoy está realmente demasiado interesado en Harry, sí es que me entiendes.

    - Lo sabía – Sirius asintió, los dientes cerrados con furia. – Ese chico quiere algo con nuestro Harry. Lo va a lastimar, Moony. ¿Por qué no le advertiste, eh? ¿Por qué no le impediste ver a Malfoy? O por lo menos hubieras dejado que yo lo hiciera.

    - Sus intenciones no me parecieron tan malas, Padfoot – Sirius bufó incrédulo. - ¡En serio! Tenías que haber visto cómo Malfoy miraba a Harry durante la clase. Platicaban como viejos amigos, reían juntos… ¿Entiendes que no sólo por parte de Malfoy? ¡Y las miradas que le daba a Harry eran casi de adoración! Incluso hoy, me di cuenta en cómo dejó de prestarle atención a toda la clase por quedarse embobado mirando el cabello de Harry, ¡y mira que Malfoy siempre fue un excelente alumno en Estadística! – Remus hizo una pequeña pausa. – Sirius, entiende, si tocas el asunto con Harry, lo acabarás despertando antes de tiempo. Tal vez ni siquiera se ha dado cuenta que se está enamorando…

    - ¡Cielos! – Sirius enterró el rostro entre sus manos sintiéndose impotente. - ¿Enamorado, Moony? ¿Por ese… ese chico?

    - Sí, aquél chico interesante, inteligente, atractivo, que es mucho más encantador cuando está cerca de Harry. Como si Harry lo iluminara.

    - Argh, como que te fijaste demasiado en ese tipo, ¿no? – molestó Sirius.

    - No empieces, Padfoot – cortó Remus, cansado. – El asunto es serio.

    - ¡Por supuesto que es serio, Moony! – se exasperó Sirius. – Estamos hablando del hijo de Lucius Malfoy, ¡aquél niño con quien Harry rivalizó desde los once años! ¿Cómo puedes decir algo así con tanta naturalidad? ¡Harry enamorándose de Malfoy, de entre todas las personas!

    - Escucha, Padfoot – Remus se levantó y caminó hasta su novio, sentándose a su lado en el banco y rodeando su cintura. – Sé que es difícil de aceptar, pero se llevan muy bien juntos. Harry no es sumiso, lo conoces. No bajaría la cabeza ante Malfoy, ni se tragaría sus insultos sin responderlos. Es el hijo de James, no podría ser diferente. Deben haber encontrado sintonía desde que fueron obligados a convivir a causa de los entrenamientos. Se gustan, sí.

    Sirius balanceó la cabeza, terco.

    - Pero no puedo aceptarlo, Moony. ¡No entra en mi cabeza!

    Pero no era nada fácil hacer desistir a Moony. También era terco y persistente, a su manera.

    - Harry fue el primero en apoyarte cuando decidiste asumir que estabas enamorado de mí, ¿no? ¿Te arrepientes de haberte abierto con él?

    - ¡Claro que no! Si no le hubiera contado, aún estaría guardándolo para mí.

    - ¡Exacto! Y si él no lo hubiese aceptado, tampoco me habrías declarado tus sentimientos y nosotros no estaríamos juntos – eso dejó a Sirius sin palabras y Remus aprovechó para continuar. – Quiero que me prometas que dejarás de hablar mal de Draco Malfoy. Deja que Harry descubra por sí mismo lo que siente y si vale la pena llevar eso adelante. Si necesita platicar, te buscará, y entonces deberás mostrarte comprensivo, así como él fue comprensivo contigo.

    - Pero, Moony… - lloriqueó Sirius.

    - Nada – Remus cortó de nuevo, con un gesto que no dejaba margen para réplicas. – Harry no es un niño para que siempre lo estemos cercando y protegiendo. Debe llevarse alguno que otro golpe también, a pesar de que no creo que este sea el caso. Vamos a dejar que decida lo que quiera, ¿está bien? Malfoy no puede hacer nada sin el consentimiento de Harry. Si viene a pedir consejo, entonces no nos negaremos, pero si intentas hacer que se alejen, puedes acabar alejando a Harry de ti.

    Sirius pensó por un momento, entonces soltó el aire, resignado.

    - Sí – torció el labio superior. – Debes tener razón… como siempre… pero no me pidas ser gentil con Malfoy.

    Remus meneó la cabeza, a pesar de estar satisfecho por lo mientras.

    - De acuerdo, cambiando de tema, entonces. Mañana va a haber un evento de confraternización del cuerpo docente de Hogwarts y todos participarán. Dijeron que podíamos llevar acomp…

    - No – cortó Sirius con cara de pocos amigos.

    Remus rodó los ojos, incrédulo y enterró la cabeza entre sus manos. Sería una larga conversación. Pero no desistiría tan fácil.

    ---------------

    Draco tenía varios motivos para sentirse ligero. Primero: acababa de salir de la mansión Malfoy. Aunque no había mucha diferencia –de hecho, no había diferencia alguna, si lo pensaba– sus padres no estaban en casa. Lucius había viajado y no regresaría hasta la próxima semana. Narcisa no acostumbraba acompañarlo, pero Lucius dijo que iba a participar en algunos eventos sociales, y que sería bueno para su imagen si su esposa lo acompañaba. Narcisa nunca rehusaría algún pedido de su esposo –incluso cuando no eran pedidos, sino órdenes.

    En fin, Draco tenía la toda mansión para él solo. Generalmente, eso significaría muchas fiestas, chicas y trabajo redoblado para sus empleados, pero no esta vez. Se sentía solo en la mansión, lo que le traía una sensación extraña. Por eso le aliviaba salir.

    El segundo motivo era que estaba yendo a encontrarse con Harry en el parque. Nunca rechazaría un paseo en el parque con el moreno, ni siquiera porque el clima estuviera tan caliente. El sol estaba en su punto, pero la humedad permanecía casi palpable en la atmósfera, el aire pesado y asfixiante. Draco había tomado varios vasos de agua antes de salir para intentar saciar su sed, sin embargo no sirvió de mucho. Continuaba sediento y ya no tenía espacio para más agua.

    Pero eso no era problema, de todos modos, iba a ver a Harry.

    En realidad, sí tenía un motivo para lamentarse. Se había envuelto tanto en la selección y con Harry que ni siquiera tuvo tiempo de preguntarle a Natalie su impresión al respecto del moreno. Sabía que ella lo aprobaba, eso era obvio. Pero quería escuchar elogios una vez más, pues sabía que Harry era mucho más carismático personalmente que por fotos. Aún más con aquella camisa verde oscuro que había destacado el color tan único de sus ojos, además de ajustarse muy bien a su cuerpo, para variar un poco.

    Oh, deseaba tanto platicar con ella acerca de lo que pensaba él durante los entrenamientos y las clases… siempre había creído que Harry era un tanto transparente, pero estaba inseguro al sacar conclusiones, se trataba de un asunto delicado. Juzgaba haber visto algo de interés en la manera que Harry tenía de mirar su cuerpo durante el entrenamiento, pero también pudo ser casualidad. Encontraba fascinante el modo en que el moreno siempre lo tocaba, en sus pies, en sus brazos, la mano… Toques casuales, sí, pero… no recordaba esa proximidad con Weasley…

    Bueno, también podrían sólo ser imaginaciones suyas. No podía sacar conclusiones, la verdad. Debía estar seguro… ¿Pero cómo? Ah, cómo quisiera la opinión de Natalie ahora…

    Después de algún tiempo caminando y meditando, por fin llegó al parque, siendo saludado por la maravillosa visión de Harry sentado bajo el árbol acariciando el suave pelaje de Snuffles. El escenario era increíble, todo aquél verde desparramado en el suelo, las flores rojas que comenzaban a brotar en el árbol, la posición relajada del chico y el bellísimo perro negro jadeante.

    En ese momento, como atraído por sus pensamientos, Snuffles giró y se disparó en su dirección.

    - ¡Hey, hey! – tomado por sorpresa, Harry intentó alcanzar la correa, pero sus esfuerzos fueron inútiles.

    Los ojos de Draco se abrieron demasiado cuando miró aquel animal inmenso corriendo en su dirección. Snuffles ladró y se derrapó al llegar, colocándose en dos patas, apoyando las delanteras en su pecho y estirando el hocico para intentar tocar su rostro.

    Draco no pudo evitar sonreír mientras alejaba la cabeza del alcance de aquella lengua caliente y ciertamente llena de bacterias.

    - ¡Upa! Calma, chico – dijo, alisando descuidadamente el pelaje de Snuffles, quien ladró feliz y volvió a ponerse en cuatro patas.

    Sólo entonces Draco pudo ver que Harry estaba riendo, sentado bajo el árbol –recostado, en realidad, pues rodaba de un lado a otro por tanta risa.

    - ¡Caray, Draco! ¡Nunca creí que viviría para escucharte hablando con Snuffles!

    Draco hizo un gesto de falso fastidio mientras se agachaba para tomar la correa de Snuffles y aproximarse al moreno, sentándose a su lado.

    - Graciosito – dijo, teniendo que asegurar a Snuffles con ambas manos para que no alcanzara su rostro.

    Viendo que era una batalla perdida, Snuffles mudó de víctima, pero fue rechazado por Harry también.

    - No, no Nuf. Hace calor, no te acerques tanto – Harry lo alejó de sí. – Eres todo peludito, pachoncito y caliente, ¿sabes?

    Fue el turno de Draco para reír. Harry calmó al perro con caricias –haciendo que se sentara a su lado– y miró hacia arriba, señalando las flores.

    - ¿Ya viste?

    - Sí – Draco aceptó, mirando hacia arriba también. – Se ve muy bien.

    - Pues sí, y es sólo el inicio. Es un Flamboyant, ¿sabes? – Draco volvió a mirarlo, negando con la cabeza. Harry continuó hablando, mirando hacia arriba, y Draco bebió nuevamente de la visión de aquella garganta expuesta. – No lo había reconocido, pero con esas flores es imposible no identificarlo. Hace bastante sombra y tiene la copa alta. Se cargará completamente de flores, ya lo verás.

    Harry lo miró y Draco fue obligado a desviar los ojos hacia arriba.

    - Amigo, tengo calor – continuó el moreno, abanicándose. - ¿De verdad tienes ganas de correr?

    - No – confesó Draco. – Sólo el trayecto hasta aquí me cansó. Estoy pringoso de sudor.

    Draco aprovechó para quitarse la playera. No tuvo cómo percibir la mirada furtiva que Harry le lanzó a su abdomen.

    - Se nota – el moreno refunfuñó, girándose a otro lado.

    Draco se secó el sudor de la frente con la playera.

    - Va a llover – continuó Harry, y Draco se preguntó si era alguna broma acerca de cuán sudado estaba. - ¡En serio! Está nublado, el sol estuvo ardiendo toda la tarde y mira hacia aquél lado – Harry apuntó el cielo a lo lejos. – Está oscureciendo muy rápido.

    - ¿Sugieres que nos vayamos, entonces? – preguntó, temiendo la respuesta. No quería volver a casa, mucho menos dejar la compañía de Harry.

    - No, estoy sugiriendo que nos quedemos hablando aquí. Es cómodo – Harry se desperezó y se escurrió aún más abajo, a modo de quedar acostado con la cabeza apoyada en ambos brazos.

    - Está bien – Draco se encogió de hombros, levantándose un poco sólo para sentarse más abajo, extendiendo la playera en el suelo y recostándose sobre ella, imitando la posición del otro. Notó la mirada divertida que le daba. - ¡Estoy sudado! No quiero que el pasto se pegue en toda mi espalda, ¿está bien?

    - ¡No dije nada! – se defendió Harry, riendo.

    Snuffles se aproximó a la mano de Harry, colocando su helado hocico sobre ella, para que el chico recordara rascarle tras las orejas.

    - Así que, ¿te enteraste de que el partido contra Durmstrang será en Hogwarts? – Harry sacó el asunto de nuevo.

    - No – Draco frunció la frente. - ¿No iba a ser en Durmstrang? Anduvieron presumiendo que las condiciones de sus canchas eran mejor que las nuestras…

    - Ah, puro fanfarroneo, digo yo. Las canchas de Hogwarts son muy buenas, además de que ya estamos acostumbrados a ellas, lo que nos dará ventaja…

    Y la plática giró en torno a voleibol, dando vueltas y vueltas en asuntos sin importancia que discutían con fervor mientras la noche caía al sonido de risas y pláticas a lo lejos. Snuffles se durmió y una leve brisa comenzó a soplar, refrescando poco a poco sus cuerpos. La plática estaba tan entretenida que Draco no quiso interrumpirla ni por estar incómodo con su vejiga llena. ¿Por qué bebió tanta agua antes de salir?

    Bueno, en realidad eso no era lo que lo molestaba. Draco sabía que tenía que entrar en asuntos delicados, pero estaba aplazando ese momento al máximo. Tenía miedo de descubrir cosas que no le gustaran, como por ejemplo, que Harry estuviera todavía enamorado de la menor Weasley, o que era homofóbico. Y ninguno de los escenarios que había imaginado se presentaba, dándole la oportunidad de preguntar. Harry lo miró.

    - ¿Qué sucede, Draco?

    - ¿De qué? – el rubio fue tomado por sorpresa, arqueando las cejas.

    - No sé, pareces incómodo por algo.

    Draco pensó un poco.

    - Es que… hum… tomé mucha agua antes de salir de casa, ¿entiendes? – dijo, un poco constreñido.

    - Oh, entiendo – Harry parecía tentado a reír, pero se lo impidió, apoyando el cuerpo en sus codos para mirar alrededor. – Bueno, si vas a aquél árbol…

    - ¿Qué? – se indignó Draco, levantándose para mirar el lugar. – No voy a hacer… ¡No haré eso en un matorral, Harry! ¡Mira todas esas personas!

    - Draco, están lejos, distraídos, divirtiéndose. ¡No lo van a notar! Tan sólo ve ahí y…

    - No, no – Draco se sentó, levantó la mano para reforzar su decisión. – No necesitas gastar saliva, Harry. No lo haré. Estoy bien, puedo esperar a llegar a casa… - Draco tragó en seco imaginando el largo camino hasta la mansión, y aquello que no era tan urgente, se agravó un poquito más…

    - Está bien, tengo una idea, entonces – dijo Harry, levantándose. – Vamos a mi casa. Está más cerca.

    - ¡No! – se irritó Draco. - ¡Por supuesto que no!

    - ¿Y por qué no? – fue el turno de Harry de irritarse.

    - Porque… porque… bueno, porque no quiero.

    - Sirius es un buen tipo, Draco – insistió Harry. – Además, ni siquiera está en casa ahora. Salió con Moony.

    - ¿Sí? – Draco arqueó una ceja, millones de ideas locas pasando por su cabeza. ¿Solos en casa de Harry? ¿Sin el idiota de su padrino?

    - Sí. Anda. No es bueno aguantarse por tanto tiempo, vamos – Harry le extendió una mano, que Draco aceptó, recogiendo su playera.

    Snuffles se levantó perezoso también, bostezando. Draco sintió el viento helado en su espalda y miró hacia arriba, poniéndose la playera antes de seguir al moreno en sentido contrario del que había venido. Harry también parecía preocupado por el tiempo.

    - Ya viene la lluvia, Draco.

    Realmente, el cielo estaba oscuro, sin estrellas, y donde debería estar la luna, había solamente luz tras nubes grises. Las personas que estaban en el parque ya salían también, apresuradas. Snuffles trotaba tranquilo tras ellos. Entonces Draco fue asaltado por una duda.

    - Hey, Harry, ¿no me habías dicho que tu padrino tenía pareja?

    - ¿Lo dije? – Harry pareció extrañamente alarmado.

    - Sí, por internet.

    - Oh… oh, cierto… bien, sí, de hecho sí, tiene pareja…

    - ¿Y por qué nunca hablas de su novia? – Harry se mordió la esquina de la boca y Draco continuó. – Siempre hablas de tu padrino y de Lupin, de cómo tocan juntos, cómo bromean, que salen juntos… ¿Lupin también tiene pareja?

    - Erm… sí… - Draco frunció la frente al notar qué incómodo parecía Harry ahora.

    ¿No le agradaría la novia de su padrino? ¿Lupin enamorado? Eso era algo que no podía imaginar… Pero antes de que pudiera hacer más preguntas, escucharon un trueno y se dieron cuenta de que el viendo se había detenido. Notaron también el olor a lluvia al mismo tiempo en que una gotita helada caía en la nariz de Draco y Harry se llevó la mano al brazo.

    - Oh-oh – dijo Harry extendiendo la palma de la mano hacia arriba. – Creo que mejor corremos.

    Se miraron y apretaron el paso gradualmente mientras las gotas de agua se volvían menos espaciadas. Snuffles ladró y forzó la correa, queriendo ir más rápido para no correr el riesgo de mojarse.

    - Corre, Nuf – Harry dejó que la correa se escapara entre sus dedos y el perro tomó distancia rápidamente. - ¡Sálvese quien pueda! – bromeó y Draco rió.

    Snuffles era realmente un experto.

    Cuando estaban llegando a la quinta cuadra, el chubasco finalmente se tornó lluvia, en el exacto momento Snuffles se refugió en el porche cubierto de una de las casas de la derecha. Y por lo que parecía, ellos iban hacia allí también. Atravesaron el pasto rápidamente y alcanzaron a cubrirse, apoyándose en sus rodillas para respirar mejor.

    - ¡Wow! Hacía mucho tiempo que no me mojaba en la lluvia – celebró Harry mientras Draco se pasaba la mano por entre sus cabellos mojados.

    - Mierda – se lamentó, intentando evaluar el daño a su ropa. Se había mojado más de lo que esperaba, pero su pelo… ow, qué desastre…

    Harry rió, sacando un juego de llaves de su bolsillo. El volumen de la lluvia aumentó considerablemente, y el moreno tuvo que hablar más alto para ser escuchado.

    - Qué bueno que traje las llaves de la sala, sino tendríamos que dar vuelta hasta la cocina. Ahí no está cubierto – decía mientras corría al porche de su casa, metía la llave y abría la puerta.

    Un flash fue seguido de un estruendoso sonido mientras se limpiaban los pies en el tapete y entraban a la sala ya iluminada. Snuffles se había escapado de ellos y se sacudía, aparentemente seco. El sonido del agua parecía mayor dentro, o es que la lluvia había aumentado, si es que era eso posible.

    - Uh, qué frío – Harry giró para cerrar la puerta, quitándose los lentes y buscando alguna área seca de su playera para limpiarlos.

    Mientras, Draco examinaba el lugar curioso, el estante lleno de fotografías a su lado, el sofá, la televisión. Notó que Snuffles levantó las orejas y salió moviendo la cola hasta la habitación de al lado, desde donde creyó haber escuchado un sonido de sillas siendo arrastradas, que se sobrepuso a la tempestad. El rubio miró a Harry, quien aún limpiaba sus lentes, distraído, antes de dar unos pasos hacia el frente. Demoró algunas fracciones de segundo en asimilar lo que veía, pero cuando por fin lo notó, sus ojos se abrieron a más no poder y su mandíbula cayó hasta el suelo.

    - Bueno, Draco, el baño está en… - ni siquiera percibió la voz de Harry, quien también se acercó, poniéndose los lentes.

    Pero la voz del chico murió tan pronto lo hizo.

    ---------------

    Remus entró primero a la cocina, con visible desagrado estampado en el rostro, tirándose en una de las sillas. Después llegó Sirius, irritado.

    - ¡Cocina china, ja! Hasta parece que yo entraría en un lugar de esos. Después de lo que vi, a esos chinos haciendo, no habrá quién me persuada de comer su comida. Además, aquél otro restaurante que sugeriste parecía una taberna, Moony. Nunca he visto un lugar tan lleno como al último que fuimos, ¿cómo le llamas a eso?

    - Sirius, si no querías salir, ¿por qué diablos no me dijiste? – preguntó Remus, frotándose el rostro con sus manos.

    - ¿Cómo? ¡Claro que quería! Acepté, ¿no es cierto?

    - Sí, aceptaste. ¡Me convenciste de montar en tu moto y me hiciste andar de restaurante en restaurante sólo para decir que ninguno era lo bastante bueno para ti!

    - ¡No lo hice a propósito! – se indignó Sirius.

    - No me vengas con cuentos, Sirius. Sabes que no funciona conmigo – se burló Remus, levantándose e insinuando ir a la sala, pero Sirius se puso en su camino, tomándolo de la cintura con la cara más falsa del mundo.

    - Ah, amor mí, yo… te juro que lo intenté, pero…

    - ¡Qué mierda, Sirius! – Remus intentó soltarse, pero el otro lo tomó aún más firmemente. - ¡Sabes que odio andar en moto! ¡Me hiciste recorrer la ciudad entera! ¡Habría aceptado si me hubieras pedido quedarnos en casa!

    Sirius no resistió más y soltó una risita.

    - Ah, pero te veías tan apetecible en moto agarrándote de mí con miedo… ¡OW!

    Sirius se encogió al recibir un pellizco, pero no lo soltó.

    - ¡Estúpido! – reprendió Remus. - ¡Y todavía dijiste que no lo habías hecho a propósito!

    - Discúlpame, discúlpame, por favor – Sirius mejoró su cara y sus pucheros, como bien sabía hacer. – Nunca más lo haré, ¿me perdonas? – le tomó del rostro, cubriéndoselo de besos rápidos. - ¿Anda, sí? ¿Me perdonas?

    - Alto, Sirius – Remus reunió todas sus fuerzas para intentar empujarlo una vez más, pero fue inútil.

    - Moony, te amo tanto, tanto – Sirius susurró contra sus labios, recargando sus frentes. - ¿Qué culpa tengo yo de ser tan imbécil, eh? ¿Qué culpa tengo yo si no te merezco?

    Sirius se aprovechó de la debilidad de su novio para besarlo de nuevo casi con sufrimiento y Remus sintió que toda su fuerza de voluntad se desvanecía. Lo abrazó de vuelta y correspondió el beso, atontándose por las caricias que Sirius le hacía en el pelo. Ah, y cómo lo besaba…

    - ¿Estoy perdonado? – preguntó Sirius casi inocentemente, aunque una sonrisa escapaba de sus labios.

    - Tramposo – dijo Remus, sentido, y recibió otro beso rápido en los labios, mientras era estrechado con fuerza en los brazos de su novio.

    - Te amo, ¿lo sabías? – dijo, oliendo sus cabellos y besando su oreja de un modo que lo hizo estremecerse.

    - ¿En serio? Entonces ayúdame a preparar la comida – sentenció, alejándose, conteniéndose para no sonreír ante el aire desolado de Sirius. – Vamos, pela las cebollas por mí.

    - ¿Pelar cebollas? – lloriqueó Sirius. - ¿Quieres hacerme llorar?

    - Oh, no. Tienes razón. Eres demasiado peligroso tan sólo haciendo cara de sufrimiento. Con lágrimas entonces no me quiero ni imaginar – bromeó, haciendo que Sirius sonriera satisfecho. – Pero no piensas que te has escapado. Toma la mayonesa y ponle a los panes mientras pico los ingredientes de la salsa.

    Sirius bufó, pero no osó reclamar de nuevo.

    Mientras tanto, Remus sacó los ingredientes del refrigerador, las hamburguesas del congelador y comenzó a picar tocino, tomates y cebolla para hacer una salsa. No necesitaba mirar para saber que Sirius tomaba más tiempo del necesario para ponerle mayonesa los panes, haciendo de eso un arte, de tan concentrado que estaba.

    Remus se lavó las manos cuidadosamente para sacarse el olor a cebolla. Se agachó para tomar un sartén y una cuchara para cocinar en el estante inferior, y cuando se enderezó, acomodándose el cabello tras una oreja, sintió su rostro calentarse al notar que Sirius lo estaba mirando intensamente. Fingió no haberse dado cuenta, girándose hacia el fregadero, dándoles una enjuagada a los utensilios antes de usarlos, para librarlos del polvo. Su corazón se aceleró perceptiblemente cuando escuchó el sonido de la silla siendo arrastrada al mismo tiempo en que un trueno sonó a lo lejos, pero estaba demasiado aprensivo para notarlo.

    Sintió un cuerpo siendo presionado contra el suyo, una mano escurrir por su cintura, mientras otra cerraba el grifo y le quitaba el sartén de la mano.

    - ¿Sabías que te ves muy sexy en la cocina? – escuchó la voz ronca de Sirius en su oído y contuvo otro escalofrío, permitiendo ser girado frente al otro.

    Sirius tenía una sonrisa chulesca en el rostro y guió sus manos mojadas hasta estar enredadas en su propio cuello, enlazando su cintura enseguida y jalarlo a otro beso, que comenzó calmado, pero que fue tornándose exigente. Fuera, la lluvia comenzó a caer lentamente y fue aumentando conforme la intensidad del beso iba creciendo. Cualquier distancia entre sus cuerpos se había extinguido.

    Aquellos besos de Sirius tenían el poder de dejar su mente vacía, hacerlo desconectarse completamente de todo a su alrededor que no fuera el otro. Percibió dos manos acariciando su espalda sin prisa, pero descendiendo cada vez más. Sabía lo que seguiría, pero simplemente no conseguía interrumpir el beso. Y no quería interrumpirlo, en realidad. Echó la cabeza hacia atrás para recibir besos en el cuello y dejó que las manos de Sirius escurriesen hasta llegar al punto en que deseaba y jadeó ligeramente, antes de que su boca fuera tomada de nuevo. El cielo se iluminó y otro trueno sonó. El sonido de la lluvia era tan alto que no escuchaban nada más.

    Remus quería acercarse aún más a Sirius, pero ya no había más espacio qué vencer, así que se tambalearon, haciendo que Sirius chocase contra algunas sillas, pero tan pronto recuperaron el equilibrio, Sirius decidió no quitar las manos del trasero de su novio por nada del mundo.

    O casi nada.

    - Bueno, Draco, el baño está en…

    Los dos hombres sintieron la sangre helarse en sus venas antes de girarse con los ojos completamente abiertos para mirar a dos chicos totalmente estupefactos y a un perro mirándolos, congelados en la posición en la que estaban. Más rápido que un rayo, se alejaron. Remus cayendo en una silla y sacando su respirador nerviosamente de su bolsillo, llevándoselo a los labios.

    Snuffles ladró.

    --------------

    En el próximo capítulo…


    Draco colocó la mano para abrir la puerta, y se giró una vez más hacia al moreno.

    - Harry – comenzó lentamente. – Si mañana el clima es agradable… bueno… ¿podríamos hacer algo?

    Harry tamborileó en el volante del auto e hizo una deliciosa expresión pensativa, sacando la punta de la lengua.

    - Sí, podríamos ir a andar en bicicleta, ¿qué opinas? – sugirió.

    Fue el turno de Draco de quedarse pensativo.

    - Está bien, pero yo elijo el destino. El bosque debe estar lleno de barro – dijo, con un gesto de disgusto.

    - Así quedamos, entonces – Harry le extendió la mano, que Draco aceptó, admirando otra de esas bellas sonrisas de Harry, allí, tan cerca. Podría muy bien acercarse un poco y vencer la distancia, empujarlo contra el asiento, besarlo hasta perder el aliento…

    - ¿Qué desean?

    Una voz por el interfono hizo que Harry desviase la mirada y que Draco despertara de sus ensoñaciones. Soltó por fin la mano del moreno, imaginando cuanto tiempo había durado ese apretón de manos. Finalmente abrió la puerta del auto y salió.


    QUOTE
    Notas finales:

    Notas de la Autora: ¡Calma, calma, respiren profundo! Yo también necesito calmarme… ¡Apenas puedo colocarle notas a este capítulo antes de postearlo! ¡Fue realmente difícil y enorme! Es el más grande hasta ahora y espero que haya valido la pena.



    Edited by Kari Tatsumi - 12/8/2012, 19:14
     
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  8. Narcisa Black
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    O.O!
    los cacharon in fraganti !!!!! jajaja qe vergüenza! pobre moony! xDD
    owo ya quiero leer el proximo cap!!
    x3
    cada vez me gusta mas y mas esta historia!!! xD
    (:
    bye!!!!
     
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  9. Narcisa Black
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    PD: del susto de seguro que se le olvido a Draco ir al baño xDD!
     
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  10. Kanade-chan
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    Bueno tienes una nueva lectora por aquí...
    Yo casi siempre leo originales pero un día pase por aquí y me encontré con esta magnifica historia!
    Me han encantado todos los Capitulos!
    Amé (y seguiré amando) a Natalie y su psicología... También seguiré odiando a Ron por no aceptar a Moony y Padfoot!
    Oh y cuando Harry decidió hacer las pases almenos para los entrenamientos, no imagino su impresión ahora que sabe que esta enamorado de Draco! Saber que con solo eso pasarían tantas cosas, desde sentir sentimientos de amigos hasta llegar a un "confuso" amor...
    Tengo que decir que nunca imaginé a un Siruis celoso, al sobreprotector sí, pero a uno celoso nunca.
    Snape y su misma actitud...
    También Pansy! Oh pobre muchacha, enamorada de un hombre que ni le prestaba atención; me alegro por ella ahora que está con alguien que si la ama :))
    Si creo que estoy diciendo todo en desorden pero soy así, me gustó la profesión que le asignaste a los padres de Harry, el periodismo es una de las profesiones que me gusta...
    Bueno, me pasé de palabras, creo. Solamente quería decir que me encanta y espero la continuación con ansias.
    Escribe pronto por favor,
    Sin más, Kanade.
    PD.:¿Te mencioné que me gusto? ¿Lo repetí?... Lo siento otra mala costumbre, pero pasa que en verdad me fascinó!
    Ahora si te dejo, gracias por tan excelente escritura... Nuevamente te digo que espero la continuación con impaciencia :DD
     
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  11. Dan2102
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    Tengo que reconocer que esta historia ha sido extraordinaria... Soy lector y escritor del foro de NARUTO YAOI y aunque amo la saga de Harry Potter nunca me llamo la atención leer acerca... Porque no habia un historia que me quitara el sueño como esta....

    Es extraordinaria, de verdad excelente... Mis felicitaciones a la escritora y por supuesto mi agradecimiento a ti por subirle.... GRACIAS GRACIAS Y MUCHISIMAS GRACIAS.....

    Estare más que pendiente de la continuación.... Espero puedas subirlo pronto, es excelente....

    Draco atreveteeeeeeee besalooo! jajajaja

    sera una pareja HARRYDRACO???.... <3

    Ojala jajaja EXCELENTE... CONTI PRONTO!
     
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  12. Kari Tatsumi
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    Hola Narcisa: De verdad casi le da una crisis por semejante susto pero veras que resuelve una gran duda de Draco, uju

    Hola Kanade: Espero que te siga gustando los capitulos. Desearia ser la autora de este fic pero dudo que mis aptitudes para la escritura me den para tanto jejejejeje. Los creditos de autoria y traduccion estan en el primer post, ellas se merecen las palmas y las porras por esta belleza!!!!!

    Hola Dan: Ohhhh escritor de Naruto, no he leido fics de este anime, es que el anime en si no me gusta mucho, pero espero en un futuro darle una oportunidad y ver de que va. Ohhhh, hay tantas preciosidades en el fandom español de Harry Potter, espero que si las autoras me dan el permiso poder subir otras historias aqui, hay que cruzar los deditos!!!! Por supuesto que es Drarry (DracoxHarry) amo este pairing, es mi favorito.

    El beso no tardara mucho en llegar te lo aseguro jejejeje.

    Ahora dejo el siguiente capitulo espero que les guste ^^

    Capítulo Veinticuatro

    Familia




    - Bueno, Draco, el baño está en…

    Los dos hombres sintieron la sangre helarse en sus venas antes de girarse con los ojos completamente abiertos para mriar a dos chicos totalmente estupefactos y a un perro mirándolos, congelados en la posición en la que estaban. Más rápido que un rayo, se alejaron. Remus cayendo en una silla y sacando su respirador nerviosamente de su bolsillo, llevánselo a los labios.

    Snuffles ladró.

    - Moony – tan pronto se recuperó del shock, Sirius se arrodilló al lado de su novio, preocupado, tomando su rostro entre ambas manos.

    - Yo… - Remus jaló aire a sus pulmones. – Estoy bien. Está todo bien – tranquilizó, intentando calmarse a sí mismo, además del otro.

    Entonces Sirius entrecerró los ojos y miró a Draco Malfoy.

    - Malfoy – gruñó al chico, quien cerró la boca y estrechó más su mirada.

    Snuffles bajó las orejas, y salió silenciosamente de la cocina, con la cola entre las patas. Otra luminosidad repentina precedió un estruendoso sonido mientras la lluvia caía con fuerza. Harry también pareció despertar y miró al rubio, tragando en seco, completamente impávido.

    - Draco – el chico se giró hacia él, aún shockeado. – Draco… el baño… allí – tartamudeó, señalando la primera puerta del corredor y empujándolo para que se apresurara.

    Harry asistió a Draco caminando un poco vacilante hasta el baño y encerrarse en él. Sólo entonces volvió a respirar, pasándose las manos entre los cabellos y mirando a Sirius, quien ayudaba a Remus a respirar nuevamente. El profesor parecía mucho más calmado.

    - ¿Qué no iban a cenar fuera? – preguntó Harry, exasperado.

    - Sí, íbamos – dijo Sirius, levantándose bruscamente, lanzándole una mirada dura a su ahijado. - ¿Y sólo por eso podías traer a Malfoy a casa?

    - Sirius – Remus intentó sonar enojado, pero su novio no le prestó atención.

    - Bueno, yo… la lluvia… Draco quería usar el baño – Harry parecía completamente perdido, suspiró y se dejó caer en una silla, cubriéndose el rostro entre sus manos. – Mierda.

    Sirius golpeo la mesa con el puño.

    - Sí le cuenta a alguien, Harry… Ah, acabo con él y toda su raza…

    - Sirius – Remus lo intentó de nuevo. – Cálmate…

    - ¿Qué me calme? ¿Qué me calme, Moony? – Sirius andaba de un lado para otro como tigre enjaulado. – Ese chico nos vió… ¡besándonos! Es tu alumno, va a querer decirlo por toda la escuela, ¡podrías perder tu empleo y todo por su culpa!

    Oh, sí. Remus sabía eso perfectamente, sin embargo no quería pensar coherentemente y pensar sobre las posibles consecuencias de ese accidente.

    - Él no le contará a nadie – dijo Harry, convencido.

    - ¡Ja! – Sirius soltó una risa sarcástica que parecía más bien un ladrido. - ¿Y quién melo garantiza?

    - Yo lo hago – se levantó Harry determinado. – Se lo pediré, estoy seguro de que me va a escuchar y…

    - Harry, sinceramente, no puedes creer que aquél…

    - ¡Sirius! – Remus se levantó también, elevando su voz más firmemente. – Cálmate. De esa forma empeorarás aún más la situación.

    Remus por fin calmó por completo su respiración y las cosas comenzaban a tener sentido para su mente. Existía, sí, la posibilidad de que Malfoy lo hechara todo a perder, de gritar a todos los rincones del globo terrestre que el aclamado profesor de Estadística de Hogwarts tenía un romance con su amigo de la infancia. Entonces los padres lo considerarían una mala influencia para sus hijos, así como muchos alumnos le perderían el respeto y eso, no lo soportaría. Pero Remus estaba dispuesto a creer en la influencia que Harry ejercía sobre el chico, por lo que había podido deducir de sus observaciones.

    - ¿Y qué quieres que haga, Moony? – Sirius finalmente paró de andar, mirándolo a los ojos. - ¿Qué le diga que es bienvenido para cenar?

    - Sería un muy buen comienzo – dijo Remus calmado, a lo que Sirius bufó e hizo amago de alejarse, pero Remus lo tomó de la muñeca. – Escucha, Padfoot, él es mi alumno, e incluso estando fuera del aula de clases, no puedo permitir que lo maltrates. Eso sí sería provocarlo. No te estoy pidiendo que le des un abrazo ni que le digas que estás feliz de verlo, pero trátalo con educación y respeto. Él es un hombre, así com Harry, además de que es el hijo de tu prima – Sirius soltó un ruidito de disgusto por la nariz, pero Remus no había terminado aún. – Deja que Harry platique con Malfoy y todo estará resuelto. Sí lo maltratas o lo corres de aquí sin ninguna explicación, le darás motivos para que cuente lo que vió.

    Sirius miró el determinado rostro del otro y sus hombros cayeron, derrotado.

    - Maldición… ¡está bien, está bien! ¡Me rindo! No tengo voz ni en mi propia casa – dramatizó, tirándose en una silla. - ¿Hay algo más que quieran que haga? ¿Tal vez pulir los zapatos de Malfoy?

    - Oh, no – Remus rodeó la mesa y tomó la bolsa de pan, pasándosela a Sirius. – Pero podrías comenzar poniéndole mayonesa en dos panes más. Al fin y al cabo, creo que tendremos un invitado a cenar – Sirius lloriqueó, inconforme, pero Remus no le prestó atención, volviéndose a los utensilios que había olvidado en el fregadero. – Y yo voy a hacer esa salsa que ya debería estar lista.

    Escucharon el sonido de la descarga del baño, y Harry se inquietó.

    - Yo… yo voy a hablar con él – dijo, dejando la cocina.

    ---------------

    Draco entró al baño y cerró la puerta, recargándose en ella y dejando que su mandíbula volviera a caer. ¡Caramba! ¿Qué fue eso? ¿Lupin y Black fajando? ¡Oh, aquello fue… wow! ¡Sorprendente!

    ¿Así que era eso? ¿Por eso Harry nunca hablaba de la novia de su padrino? ¡Simplemente no existía alguna! ¡Sirius Black tenía por pareja a Lupin! ¡Qué absurdo! Si no hubiera presenciado aquello, ciertamente nunca lo creería…

    ¡Y qué beso! ¡Uh! Draco tragó en seco al recordar la intensa escena. Remus Lupin… su profesor… ¡caramba!

    Pues sí, sus pensamientos no estaban muy organizados de momento, pero Draco recordó claramente lo que Severus Snape le había dicho al respecto de esos dos. Los había llamado desmoralizados… ¿entonces él sabía? ¿A eso se refería? Caray, pero entonces… ¡pero entonces él estaba listo para ser un desmoralizado también! Sí es que aún no encajaba en ese concepto para su padrino…

    Pero lo más importante de todo era que Harry lo sabía y… ¿y estaba feliz por la relación de esos dos? Sí, Draco recordó el sábado en que Harry había cantado In my place en las regaderas de los vestidores, después del entrenamiento. Había estado celebrando el hecho de que su padrino estaba enamorado. Y cuando Draco le comentó que Lupin estaba enamorado en la clase de aquél miércoles, Harry lo había encontrado divertido. Sí eso no era aprobar esa relación, entonces no tenía certeza de nada más en la vida…

    Además, la expresión del moreno antes, no había sido de asco ni de desaprobación, solamente de shock y preocupación. Harry debía estar preocupado con su reacción al respecto de lo que había visto. ¡Cielos! ¿Black y Lupin, gays? ¿Y nadie más lo sabía? Entonces… entonces existía la posibilidad de que Harry también…

    “No, no, calma, Draco” el rubio dio un paso frente al espejo, apoyándose en los bordes del lavabo, intentando organizar sus pensamientos. Eso no quería decir nada, en realidad. El hecho de que Harry aceptara el noviazgo de esos dos y estar feliz por ellos, no significaba que él también podía ser gay. No, una cosa era aceptar la homosexualidad y otra cosa totalmente distinta ser homosexual, o bisexual, o lo que fuera…

    ¿Y quién era aquella persona que lo miraba asombrado al otro lado del espejo? Definitivamente no él. ¿Dónde estaba su máscara? Oh, debía haberse derretido con la lluvia, o quién sabe, a lo mejor estuviese tirada en la cocina. Sí, probablemente la había perdido ahí. Y de seguro aún tendría que enfrentar a Sirius Black, que le había mandado una muy peligrosa mirada antes. Necesitaba su máscara de nuevo. Y de toda la educación digna de un Malfoy. Y Black, ¿por qué no? Al fin y al cabo, tenía que impresionar a las dos niñeras de Potter, ¿cierto? Y todavía necesitaba atender sus necesidades fisiológicas urgentemente.

    Al dejar el baño, Draco vislumbró a Harry en la sala, andando de un lado a otro hasta verlo. Draco estaba de nuevo inalterable y caminó hasta la sala con las manos en los bolsillos, relajado. Desde la cocina llegaba un aroma muy agradable. La lluvia parecía haber disminuido, pero aún caía fuerte. Harry parecía nervioso, mordiéndose las partes internas de sus mejillas, esperando que se acercara. Snuffles movió la cola alegremente al verlo y se sentó en sus patas traseras sobre la alfombra de la sala. Harry chasqueó la lengua.

    - Siéntate, Draco – pidió, a lo que Draco aceptó impasible.

    Se sentó en el sofá y apoyó el tobillo derecho en la rodilla izquierda. Snuffles se levantó y saltó al sofá, recibiendo caricias del rubio mientras apoyaba su cabeza en el regazo del chico. Harry miró sus zapatos por algunos momentos, sin palabras, hasta ocupar el sillón a su lado, inclinándose al frente y despejándose de una vez.

    - Draco, yo… entiendo que te sorprendieras, voy a entender si dices que nunca más pondrás los pies en mi casa, tienes derecho de no sentirte a gusto con lo que viste, de no aceptarlo o incluso… - Harry cerró los ojos milésimas de segundo antes de volver a mirar sus manos – incluso de sentir repulsión, pero por favor, no le digas a nadie. Muy pocas personas lo saben y es arriesgado tornarlo público porque Remus es nuestro profesor, tiene miedo de lo que pueda pasar si se enteran de que su pareja es otro hombre, ¿sabes? – Harry se levantó y volvió a andar de un lado a otro, pareciendo rechazar terminantemente mirarlo. – Realmente fue mi culpa que lo hayas descubierto de esa manera, pero sobre ellos… ¡Remus podría ser explusado! Y yo creo que no lo merece, es un profesor maravilloso, ¿no lo crees? ¡Y a él le gusta lo que hace! Es lo que ha hecho desde hace tanto tiempo… Tú… ¿tú entiendes, Draco?

    Draco arqueó una ceja hacia arriba intentando interpretar todo aquello que el moreno decía. Primero: tenía miedo de su reacción. Muy natural e irónico, ya que él mismo había pasado mucho tiempo temiendo la opinión de Harry sobre el asunto. Casi podría sonreír ahora, pero no lo hizo. Segundo: Harry temía que lo contara por toda la universidad. Bien, era mejor ignorar el hecho de estar siendo confundido con algún chismoso, lo que en realidad no era. Él sólo revelaba secretitos sórdidos de las personas cuando tenía interés en degradar su imagen, lo que no era el caso. Draco realmente admiraba la didáctica y el carácter del profesor de Estadística, a pesar de no admitirlo abiertamente. El hecho de que tuviera una relación con otro hombre no comprometía su carácter, como Snape había insinuado. Por lo menos ya no creía eso. Draco tan sólo tenía algunas dudas qué responder, antes de tranquilizar a Harry.

    - ¿Hace cuánto tiempo están juntos? – preguntó, después de un breve silencio que siguió a las palabras del moreno.

    Harry por fin lo miró y se rascó la cabeza, antes de volverse a sentar en el sillón.

    - Dos semanas.

    - ¿Dos semanas? – Draco se extrañó. - ¿Son amigos desde la infancia y sólo están juntos desde hace dos semanas?

    Harry lo miró a los ojos por un instante y le regaló una pequeña sonrisa, pareciendo más aliviado por no encontrar nada además de una genuina curiosidad en el rubio.

    - Pues sí. Demoraron bastante para intentar una relación diferente a la amistad – volvió a ponerse serio. – Pero ellos se complementen. Sus sentimientos sólo se transformaron, o evolucionaron… tú… de verdad no lo encontraste… no sé…

    - ¿Sorprendente? – lo ayudó Draco, encontrando muy gracioso el embarazo del moreno.

    - Bueno… - Harry volvió a revolverse los cabellos. – En realidad iba a preguntar si no habías sentido repulsión.

    - No – dijo Draco sinceramente, sin dejar de mirarlo. – Estaría mintiendo si dijera que ya lo esperaba. Realmente fui tomado por sorpresa, pero sólo fue eso. Yo tampoco estoy acostumbrado a ver a dos tipos besándose, mucho menos con tanto entusiasmo – Draco hizo un gesto como si tuviera ambas manos llenas, haciendo a Harry sonrojarse levemente y sonreír. – Pero te garantizo que no sentí repulsión.

    Oh, muy por el contrario. En realidad, había encontrado muy interesante la escena…

    - ¿Tú… lo aceptas? – preguntó el moreno, aún vacilante.

    - Bueno, digamos que estoy descubriendo que lo acepto – escogió bien sus palabras. – Además, Black y Lupin están en su casa, ¿no? El intruso aquí soy yo, no podría indignarme con su sentido de oportunidad.

    Harry se desaparramó en el sillón, con una sonrisa aliviada en el rostro.

    - Amigo, tenía miedo a tu reacción. Ron no lo aceptó nada bien, ¿sabes? Creí que no querrías volver a mirarme a la cara.

    ¿Weasley? Está claro que él no podía ser comparado con aquél pobretón, mucho menos en sus reacciones. Al fin y al cabo, él tenía clase, no haría ningún escándalo por eso.

    - ¿Y por qué? – Draco frunció el ceño y volvió a acariciar a Snuffles, quien había tocado su brazo con el hocico helado. – ¿No me digas que tú también tienes novio? – preguntó, intentando parecer divertido, a pesar de estar muy interesado en la respuesta del otro.

    Potter se carcajeó.

    - No, no… No tengo novio alguno, ni nunca tuve.

    “¿Y pretendes tenerlo?” Draco sintió la pregunta en la punta de su lengua, casi escapándosele, cuando Black apareció en la puerta, probablemente atraído por la carcajada de su ahijado. Le lanzó una mirada desconfiada al rubio y luego al moreno, para después desaparecer en dirección a la cocina. Draco lo maldijo silenciosamente. No sería seguro entrar en asunto ahí, corriendo el riesgo de ser escuchados por Black o Lupin.

    - ¿Te quieres quitar la playera? – preguntó Hary y Draco arqueó ambas cejas, tomado por sorpresa. – Puedo prestarte algo de ropa seca – continuó, y Draco carraspeó.

    Tenía que parar de darle alas a su imaginación.

    - No, gracias. Ni siguiera me he mojado tanto, mi ropa ya está seca.

    Harry se quedó pensativo un momento, analizando el estado de su ropa mientras el ruido de la lluvia se dejaba escuchar, además de los sonidos de la cocina. El tejido de la playera de Draco estaba helado y algo húmedo, pero no era como si tuviera la necesidad de cambiarse la ropa.

    - Entonces ve – dijo el moreno de repente, levantándose.

    - ¿A dónde? – preguntó Draco, desconfiado, retirando gentilmente la cabeza de Snuffles de su regazo y levantándose. El can se quejó, pero no se movió.

    - A mi habitación – Draco arqueó una ceja, pero Harry no le prestó atención, dirigiéndose ya al corredoro.

    Draco iba a seguirlo cuando Black apareció de nuevo.

    - ¿Adónde van ustedes? – inquirió el hombre, receloso.

    - Voy a cambiarme de ropa. Estoy hecho una sopa – respondió Harry, girándose de nuevo hacia el corredor.

    - ¿Y necesita él estarte viendo? – Black apuntó al rubio, quien también estaba sorprendido con la perspectiva de conocer la habitación de Harry.

    - Sirius Black – se escuchó la voz de Lupin desde la cocina y Black hizo un puchero.

    Harry sonrió.

    - Vamos, Draco.

    Draco metió las manos en sus bolsillos y le dio una sonrisa burlona al padrino de Harry, sin intimidarse con el gruñido que soltó el mayor. Creía comenzar a entender que aquella pose de duro que Black tenía, no pasaba de ser sólo una fachada, pues quien mandaba allí no era el moreno. Con ese pensamiento, Draco tuvo que contener una sonrisa más irónica de lo que sería prudente. Tan pronto le dio la espalda, sin embargo, pudo escuchar claramente la voz ronca de Black.

    - ¡Nuf! Ve.

    Y al siguiente momento, Snuffles estaba trotanto a su lado por el oscuro corredor. Había puertas a ambos lados a lo largo del pasillo, pero como las luces de los cuartos estaban apagadas, era imposible ver qué había adentro. Harry entró en la última puerta a la derecha y encendió la luz, cediéndole el paso a Draco.

    - Entra – invitó, a lo que el rubio aceptó, observando cada pedacito de la habitación.

    El lugar era amplio, a pesar de ser un poco menor que la habitación de Draco en la mansión. Tenía una ventanta en la pared opuesta a la puerta con una cortina color crema; un armario mediano en la pared a su izquierda, así como la puerta para otro cuarto oscuro, que suponía el baño de Harry; la computadora estaba al lado de la entrada, cn una silla giratoria simple al frente; un tapete de color claro frente a la computadora; en la pared de la derecha, sobre la cama de matrimonio, estaba un cuadro con un paisaje primaveral –bien deacuerdo con el espíritu de Harry la mayor parte del tiempo– con un buró al lado, sobre el cual descansaba un porta retratos, pero Draco no tuvo tiempo de registrarlo.

    Snuffles caminó pomposamente y dio algunas vueltas antes de desparramarse en el tapete, haciendo que este desapareciera bajo su largo pelaje negro.

    - No es gran cosa, pero – Harry se encogió de hombros. – Me gusta. Me siento a gusto.

    Si Draco se paraba a analizarlo, era una versión más bien modesta de su propia habitación, incluso por la disposición de los muebles, a pesar de la falta de un home theater frente a su cama, además de que su habitación no tenía ventana y sí una puerta doble con persianas que llevaba a un balcón –pero estaba siempre cerrada y acababa sirviendo tan sólo como una ventana. Le ofreció a Harry una sonrisa que juzgó era tranquilizante. Por lo menos eso intentó, sinceramente.

    - Parece acogedor – dijo, a lo que la parte de su cerebro que respondía por sus instintos le apuntó varias interpretaciones retorcidas a esa sentencia, pero las ignoró. – Y está muy ordenado.

    - Ah, eso es porque no tengo tantas cosas como para regarlas por todos lados – Harry de nuevo dio muestra de su adorable modestia, caminando hasta su armario y abriendo las puertas. – Siéntate, Draco.

    Draco no lo escuchó. Estaba ocupado analizando mejor la fotografía en su buró. Una pareja parecía bailar feliz, felices, en medio de hojas secas en otoño. Levantó la mirada al cuadro, curioso por apreciarlo de cerca y acabó constatando que era en realidad un inmenso rompecabezas.

    - ¡Wow! – exclamó. - ¿Quién fue el loco que montó eso? – preguntó, admirado aproximándose al cuadro aún con las manos en los bolsillos.

    - Nosotros tres. Padfoot, Moony y yo – Draco se giró de nuevo hacia Harry y lo encontró admirando el cuadro también, recargado en una de las puertas abiertas del armario, con una bella sonrisa en los labios. – Fue Moony quien me lo dio y también fue él quien acabó montando la mayor parte. Adora los rompecabezas. Ese tiene tres mil piezas, es el mayor que hemos armado.

    Por la esquina de los ojos, Draco notó algo en la pared encima de la computadora. Era un cuadro de corcho que ocupaba prácticamente toda la pared, totalmente cubierto de fotografías y algunos artículos viejos enmicados. Draco casi bufó. ¡Nunca había visto una casa tan llena de fotografías! La sala también estaba prácticamente llena de ellas. Y por lo visto, el responsable de eso era Harry.

    Con dos pasos Draco lo alcanzó y comenzó a analizar las fotos. De lado izquierdo estaban las más antiguas, que no supo reconocer, ni perdió tiempo intentándolo. En medio, estaban artículos amarillentos de periódicos o revistas. Una mirada más cuidadosa reveló que habían sido firmados por James Potter o Lily Evans –lo que significaba que eran andes de que se casaran. En aquella época debían esatar cursando Periodismo en Hogwarts, según lo que le había contado su padrino. Del lado derecho, estabn las fotografías más recientes de la “familia” de Harry, o con antiguos compañeros del colegio además de –obviamente– Weasley y Granger.

    - Faltas tú – Draco casi se asustó con el comentario, de tan concentrado que estaba en su contemplación.

    Tardó en asimilar lo que Harry había dicho y el hecho de que aún lo observaba, de pien frente a las puertas de su armario, sonriendo de aquella manera tan desconcertante, hizo que Draco pensara que había perdido el habla, pero se obligó a reaccionar. “Claro, Draco, ese cuadro es de los amigos de Harry. Eres su amigo, ¿cierto?”

    - No cabe – acabó diciendo, ligeramente malhumorado. – Ni siquiera hay espacio en ese cuadro.

    - Ah, siempre caben – Harry hizo un gesto como si espantara una mosca y finalmente volcó su atención al armario de nuevo. – Siéntate, Draco – apuntó a su cama. – Acomódate y relájate.

    “Oh, no. Pésima idea” pensó Draco al sentarse frente al moreno en la sueave cama y verlo quitarse la playera mojada. “¿Acomodarme y relajarme? ¡Define qué significa eso para ti!” ¿Sería solamente apreciar la vista? ¿O tal vez debiera sentirse más a gusto? Draco miró la cama, después a Harry y de nuevo a la cama.

    Sacudió su cabeza mentalmente, obligándose a desviar los ojos de la espalda desnuda del otro para impedirle a su mente crear diversas definiciones gráficas de “acomodarse y relajarse”. Pero era imposible. El movimiento de los músculos definidos de la espalda de Harry mientras revolvía cajones era hipnotizante. Bueno, en realidad Harry no estaba revolviendo en sus cajones, pero los analizaba con cuidado y atención.

    - La encontré – sacó una playera azul celeste sin dibujos y se la lanzó inesperadamente al rubio, quien tuvo la visión completamente obstruída por la prenda.

    - Hey – reclamó, agarrando la pieza de ropa. - ¿Qué es esto?

    - Una playera – rió Harry, cruzando los brazos al frente.

    Draco impidió que sus ojos viajaran hasa el abdomen, bíceps y parte del pecho expuesta ahora que tenía al frente.

    - Sé que es una playera, ¿pero por qué me la aventaste? – el rubio le lanzó de vuelta la prenda, pero Harry se la regresó al momento, haciendo que cayese hecha bola en sus rodillas.

    - ¡Para que la uses, está claro!

    - Harry…

    - Draco – el moreno lo cortó, dando un paso al frente y tomando el final de la playera que el rubio vestía, rozando un pedazo de piel al hacerlo. – Mira cómo está de helada. Te resfriarás si no te la quitas – Draco rodó los ojos, pero Harry no le prestó atención. – Vamos, ponte ésta. Te gusta el azul, ¿no? Te he visto con una playera de este tono.

    Sí, Draco tenía una playera de ese color y siempre usaba varios tonos de azul, pero nunca había dicho abiertamente que le gustaba ese color, concluyendo que Harry reparaba en esos detalles, ¿cierto? Cierto. Le haría bien a su ego creer eso.

    You only live twice or so it seems,

    (Sólo vives dos veces o es lo que parece)

    One life for yourself and one for your dreams

    (Una vida para ti y una para tus sueños)

    You drift through the years and life seems tame,

    (Fluctúas a través de los años y a la vida parece domada)

    Till one dream appears and love is its name.

    (Hasta que un sueño aparece y amor es su nombre)



    - Eres peor que mi madre – refunfuñó, sin poder convencerse a sí mismo de desaprobar la preocupación del otro.

    - Pues sí – Harry rió o volvió a levantarse, tomando una playera cualquiera y poniéndosela. Era gris plomo y más grande de lo necesario. Se sentó en el suelo y comenzó a quitarse los tenis. De espaldas a Draco. – Te olvidas de que a veces debo fungir como madre para Sirius, a pesar de que ese cargo generalmente lo tiene Moony.

    Draco aprovechó la distracción de Harry para llevarse la playera al rostro y aspirar su aroma profundamente. Además de olor suave a madera del armario, estaba la leve fragancia que la parte inconsciente de su cerebro aprendió a asociar con Harry. Sospechaba que era de algún jabón, a pesar de no saber con exactitud de cuál.

    And love is a stranger, who'll beckon you on,

    (Y el amor es un extraño, que irá a ondear para tí)

    Don't think of the danger or the stranger is gone.

    (No pienses en el peligro o el extraño se irá)



    Antes de que Harry se girase, Draco se apuró a quitarse la propia playera y ponerse la azul al mismo tiempo en que Harry se levantaba, dejando los tenis en un estante dentro del arario, cerrando los cajones y puertas y tomando sus medias y playera mojados con una mano.

    - Dame tu playera. Voy a extenderla en el baño para que se seque.

    - Está bien – Draco le extendió la ropa mojada, que Harry tomó y desapareció por la puerta al lado del armario.

    Draco suspiró, pasando la vista de nuevo por la habitación mientras probaba la resistencia de la cama. Notó un estante con pocos objetos y un frasco, Draco se levantó para leer su nombre. Sí, era el mismo perfume que Harry había usado el día entero.

    Abrió la puerta del armario y se postró frente al espejo –que Harry había ignorado todo el tiempo. Hasta la playera le quedaba bien a su cuerpo, que era prácticamente equivalente al de Harry. Draco analizó las arrugas inexistentes en la ropa y pasó los dedos entre sus cabellos como si los peinase. Se miró desde varios ángulos antes de notar, por el reflejo del espejo, que era atentamente observado por un par de ojos verdes divertidos.

    - ¿Listo? – preguntó Harry a lo que Draco se giró, pomposo.

    - Ahora sí.

    - ¡Ven, Snuffles! – Harry tronó los dedos y salió de la habitación, siendo seguido por el perro y por Draco, quien apretó el interruptor, apagando así la luz.

    Drco reparó en los pies descalzos de Harry y nunca pensó que un detalle como ese podría ser tan sugestivo. Bueno, todo estaba extremadamente sugestivo esa noche. Tal vez fuese la visión que había tenido, cierta pareja enrollándose. Analizó a Harry de arriba abajo y se saboreó sin darse cuenta, mientras seguía al moreno a la sala. Snuffles se dirigió a la cocina, atraído por el aroma cada vez más delicioso.

    - Voy a buscar mis sandalias, Draco. Creo que las dejé en la puerta de la cocina. Estás en tu casa.

    Draco asintió y observó a Harry desaparecer también por el cuarto vecino. Se giró hacia el estante, donde la televisión estaba rodeada por diversos portarretratos de varios tamaños. Se aproximó a ellos, pero se detuvo cuando Harry volvió, con los pies debidamente calzados en sandalias de dedo, confortables. Además, parecía relajado, y eso era deslumbrante en él.

    - ¿Puedo? – preguntó Draco señalando las fotografías, ya a medio camino del estante.

    - Claro – acordó Harry, colocándose al lado del rubio mientras este miraba los retratos.

    El primero que Draco miró fue el de Harry con un brazo alrededor de los hombros de otro chico. O bien, él pensó que eso era, pero al aproximarse más, creyó ver algo errado en la fotografía, antes de darse cuenta de que definitivamente no era Harry. El chico con una sonrisa casi idéntica a la de Harry tenía la nariz un poco más larga y los ojos castaños, a pesar de ser igual en todos los demás detalles. Además, el chico a su lado era una versión más joven de Sirius Black.

    - ¿Prongs y Padfoot? – preguntó Draco, haciendo que Harry sonriera y asintiera. – Tío, esos apodos son perfectos, con toda certeza.

    El cabello despeinado de James Potter era una réplica perfecta del de Harry -¿o sería al revés? Bueno, el hecho era que realmente apuntaba en todas direcciones. Además, la pose arrogante y pomposa de Black era indiscutible.

    Al lado, había un cuarteto de chicos sonrientes y traviesos de los cuales ya había escuchado algún relato entusiasmado. Era los Merodeadores. Draco prestó especial atención al chico más serio de la foto, el joven Remus Lupin, de apariencia frágil y tímida, pero sin ser menos merodeador. También analizó con interés al cuarto chico, Peter Pettigrew. Había escuchado mucho al respecto del traídor de la familia Potter, pero nunca había visto alguna foto de él. Encontró extraño al chico, con sus ojitos lacrimosos y un cierto aire ratonil en torno a la nariz, además de su tamaño y forma redonda.

    Pasó a la siguiente, que se trataba de la verdadera familia de Harry. James Potter y la mujer abrazaban a un bebé recién nacido con cara de llanto –y sin cicatriz. Lily Evans era una mujer bellísima, con sonrisa dulce, cabellos cobrizos y… y los ojos de Harry -¿o sería al revés?

    - Ángel –Draco dejó la palabra escapar al analizar de nuevo al bebé, entonces miró a Harry, que tenía una sonrisa en los labios y un brillo nostálgico en los ojos, pero lo más curioso era que esa mirada no estaba dirigida a la foto, sino a Draco.

    This dream is for you, so pay the price.

    (Este sueño es para ti, así que paga el precio)

    Make one dream come true, you only live twice.

    (Haz realidad un sueño, sólo vives dos veces)



    - Sí, ella me llamaba así – Harry se apoyó en la pared a su lado y se cruzó de brazos, aún mirando a Draco.

    El rubio, completamente serio, continuó mirando las fotografías. Había dos fotos más antiguas –que debían ser recosntruídas, pues las imágenes eran perfectas– y después seguían varias de Harry. Harry con Black y Lupin, sólo con Black, sólo con Lupin, con Snuffles, con Weasley y Granger, Harry solito, Harry, Harry, Harry… Pero una en especial le llamó la atención. Harry estaba sentado frente a un magnífico piano de cola negro. Instintivamente, el rubio se giró y analizó la sala. Era obvio que ahí no estaba el piano, o ya lo habría visto, ¿no?

    - ¿Dónde está el piano? – preguntó al moreno, que pareció despertar de sus ensoñaciones.

    - Oh, sí, está en el estudio, ven – dijo, caminando rumbo al corredor.

    Draco lo siguió. Pasaron por el baño y pararon en la segunda puerta a la derecha. Harry encendió la luz y de nuevo cedió el paso a Draco. La habitación no era tan grande, pero tampoco tenía nada además de un pequeño estante repleto de libros y pufs regados alrededor del imponente piano.

    - ¡Wow! – exclamó el rubio aproximándose y pasando la mano ligeramente por el lateral brillante, con miedo a dejar marcas de sus dedos. - ¡Es maravilloso!

    - ¿Tu madre toca, no? – preguntó Harry a su lado, apreciando su asombro. - ¿Ella no tiene un piano?

    - Aprendió a tocar cuando era niña, pero nunca le gustó. Tuvo un piano, pero Lucius no la dejó llevarlo a la mansión cuando se casaron. Dijo que sólo servía para juntar polvo. El piano se quedó con tía Bella. No que ella haga uso de él…

    Draco por fin despegó los ojos del instrumento par amirar al moreno.

    - ¿Y? ¿Te vas a quedar parado ahí? ¿No vas a tocar nada para mí? – dijo, inflando el pecho.

    - Oh… bien… - Harry se rascó la cabeza, no por primera vez esa noche. – Está bien, pero sólo si prometes que no te reirás de mí si me equivoco.

    - Bueno, no aseguro nada – Draco rió, pero Harry pareció no apreciar la broma. Parecía realmente nervioso. – Si me río de ti, puedes hacerme sentar en frente a ese piano y entonces burlarte a más no poder, porque te garantizo que soy infinitamente peor.

    Harry sonrió ligeramente.

    - ¿Tocas? – preguntó.

    - Ah, por supuesto – Draco infló el pecho de nuevo, metiendo las manos en sus bolsillos. - ¡Sé tocar do-re-mi-fa perfectamente!

    Harry se carcajeó, un poco del nerviosismo desapareciendo.

    - Está bien. Pero yo escojo la canción.

    - ¡Perfecto! – aceptó Draco mientras el moreno elegía una partitura del estante.

    - ¿Conoces la canción Bad Day, de Daniel Powter?

    Draco pensó por un momento.

    - No… no la recuerdo. Tal vez la conozca, pero no por el nombre.

    - Bueno, está sonando bastante en la radio. Sirius dejó que yo escogiera una canción para practicar y yo elegí esa. La practiqué toda la semana y conseguí los aplausos de mi profesor, así que te tendrás que conformar con ella. Ught – Harry tomó un libro que decía “Czerny” en negritas y la tiró sin cuidado al lado. – Odio Czerny – murmuró antes de sacar una carpeta negra y caminar hasta el piano, hojeándola.

    Después de encontrar lo que buscba y apoyar la carpeta en el piano, Harry se sentó en una postura perfecta y concentrada. Draco dio un paso al lado, de modo que salió del campo visual del moreno, pensando en que así tal vez se sintiera más a gusto, además de que Draco podría devorarlo con los ojos sin ser notado.

    El chico se colocó bien los lentes en el rostro y respiró profundo, posicionando las manos sobre las teclas. Dudó por algunos segundos antes de sacar las primeras notas. Realmente, Draco encontró aquél inicio muy familiar e intentaba hacer memora para recordar la canción cuando se sorprendió con la voz de Harry acompañando al sonido del piano. Ahora sí, recordaba bien la canción, pero ya no le importaba. Estaba hipnotizado por la postura del moreno, por el movimiento preciso de sus manos y por su voz, que comenzó ligeramente vacilante, pero se tornó más firme y segura. Sin oder contenerse más después de la primera estrofa, Draco se acercó de nuevo al piano y miró con delicia al moreno, que no parecía notarlo de tan concentrado que estaba en lo que hacía. No se podría decir quién estaba más afinado, su voz o el piano, pero ambos sonidos se unían de tal manera que Draco sintió unas incontrolables ganas de sonreír a medida que la música lo envolvía y que la confianza de Harry aumentaba, haciendo que todo continuara más naturalmente, tanto los dedos en el piano como su voz con la canción.

    Draco se quedó completamente perdido en su contemplación, la intensidad de las notas fue disminuyendo, tornándose más suave hasta terminar. Harry dejó caer sus brazos y dudó antes de mirar al rubio embobado a su lado, pero antes de que Draco consiguiera recomponerse, se escucharon aplausos y los dos giraron para ver a Black y a Lupin apoyados uno de cada lado del marco de la puerta. Ambos aplaudían, pero solamente Lupin tenía una sonrisa simpática en el rostro. Black le lanzaba una mirada irritada a Draco.

    - Gracias – Harry se quedó avergonzado, desordenando sus propios cabellos, mientras Draco no podría encontrar el coraje necesario para sacar las manos de sus bolsillos y aplaudir también. Mierda, ¿por qué esos dos tenían que aparecer ahora?

    - ¡Muy bien, Harry! – felicitó Lupin, deteniendo los aplausos.

    Black cruzó los brazos, con el labio superior ligeramente crispado.

    - No cantaste para mí – Draco reconocío los celos mal disfrazados en la voz de Black y recordó que Harry le había advertido que su padrino era demasiado celoso. Tragó en seco.

    - Bueno, tú eres mi profesor de piano, ¿no? No de canto – Harry se encogió de hombros.

    Sirius abrió la boca para decir algo, pero Lupin fue más rápido.

    - La cena está lista. Los esperamos en la cocina. ¿Vamos, Sirius? – eso fue más una orden que una pregunta y Black se irritó aún más antes de irse, refunfuñando.

    Draco podría haberlo imaginado, pero creyó haber visto una sonrisa satisfecha en el rostro de su profesor.

    - Bueno, ¿vamos? – se levantó Harry.

    Draco torció la nariz, dándole un vistazo a la ventana. Fuera, la lluvia aún caía con fuerza.

    - No sé si sea buena idea, Harry.

    - ¿Cómo que no? – Harry parecía confundido.

    - ¡Está claro que no le agrado a tu padrino! ¿Me sentaré en su mesa y fingiré que todo está bien? Me ha estado fulminando con la mirada.

    - Es su forma de ser, Draco. Él sólo está celoso – Draco no deshizo su cara de disgusto y Harry dio un largo suspiro. – Vamos, Draco, eres mi invitado para cenar. Deja de poner peros, ven.

    Harry jaló al rubio por el brazo sin esperar respuesta, pero tan pronto como lo hizo, Harry lo detuvo, colocando ambas manos en su pecho distraídamente, para pararlo. Draco abrió mucho los ojos.

    - Espera – dijo, pero, cuando notó lo que había hecho, Harry quitó sus manos y se acomodó los lentes. – Sólo quería pedirte que no comentaras sobre mi entrada a la empresa. Aún no les he dicho nada. Creí que… que ni siquiera iba a quedar, ¿entiendes?

    Draco frunció el ceño ante aquél pedido, pero asintió con la cabeza y con un “um-hum”. ¡Aún sentía aquellas manos en su pecho! Podía sentir su calor y un hormigueo, aunque el toque no había durado más que algunos míseros segundos.

    - Está bien. Vamos – esta vez Harry no lo jaló del brazo. Mierda.

    Draco lo siguió, a pesar de creer que aquello sería un completo desastre. Pero, como todos los Black, no hizo quedar mal a su apellido y sorprendió a todos. Fue él quien sacó conversación después de que todos se acomodaran alrededor de la mesa. Sirius Black abrió una botella de soda como si fuera el vino más caro del mundo y comenzó a preguntar sobre su familia, con la cuál no tenía contacto. Los Malfoy fueron dejados de lado, a propósito. Black dejó bien claro, por medio de gestos y ademanes, que no le gustaba esa familia –excepto Andrómeda Black, o mejor dicho, Andrómeda Tonks–, pero no era como si Draco tuviera intención de defenderlos… mucho menos a Bellatrix Lestrange, a la cuál Black parecía tenerle un profundo rencor.

    Y por las historias que contaba, ciertamente Bellatrix no moría de amores por él tampoco. Sirius Black era una peste, por lo que Draco pudo concluír hasta el final de la cena –que por cierto estuvo muy buena. No era que su nombre estuviese expresamente prohibido en su casa, o en la casa de los Lestrange. Había escuchado de él de su propia madre, de su hermano menor y de sus primas –excepto Andrómeda, cuyo nombre tampoco era tocado en la familia.

    Está bien, podría ser una peste, pero después de escuchar tantas proezas extremas y osadas, Draco estaba muy próximo a admirarlo, por lo menos de entender el motivo que Harry tenía para admirarlo tanto. ¡El tipo era bien diverdito! Incluso Lupin parecía un chiquillo al lado de su novio. Oh, sí, novio. Black no dejó que nadie olvidase la condición de ambos, ya que vivía acariciando a Lupin y no ponía mucho esfuerzo en ser discreto, a pesar de las miradas reprobadoras que el profesor le daba. Draco adoraría espiar por debajo de la mesa para ver lo que sucedía cada vez que Lupin daba un brinco en la silla y casi se sonrojaba mientras Sirius le regalaba una media sonrisa petulante y cambiaba de asunto repentinamente. Bueno… a Draco no le importaría ni un poco si se besaran ahí mismo, frente a ellos… ¿eso le daría el coraje para hacer lo mismo con Harry?

    En esos momentos, Draco se sorprendía preguntándose a sí mismo qué dirían esos dos si supieran sus intenciones con respecto al moreno. ¡Wow, sería muy extraño! No era como si Draco estuviese pensando en pedir permiso a los padres para cortejar a una doncella, ¿cierto? ¡Bastaba con que Harry aceptara! ¿Y aceptaría? Ciertamente era aceptado como amigo, pero más que eso, pues era difícil asegurarlo…

    Por fin dejaron la mesa y se dirigieron al estudio, donde Lupin había prometido tocar algo de guitarra, cuando Harry insistió. Snuffles –que había pasado toda la cena al lado de Harry, recibiendo algunos pedacitos de comida disimuladamente por debajo de la mesa– los acompañó alegremente y se sentó en el suelo entre los pufs de Draco y de Harry, para recibir caricias de ambos. El profesor se acomodó en un banquito con la guitarra y tocó –y cantó– una canción que Draco encontró muy agradable, pero que ni siquiera recordaba que existía: Fake Plastic Tree, de Radiohead. La canción era melancólica y Lupin la interpretó perfectamente, haciendo que Draco se perdiera entre observar la técnica del profesor y la manera envolvente con la que hacía que la música fuera sentida, además de escuchada. Y en ese momento de distracción sintió un hormigueo cuando su mano tocó accidentalmente la de Harry por encima del pelo suave de Snuffles. Ambos se miraron y retiraron las manos rápidamente, preocupados en que alguien más lo hubiera notado.

    Black parecía celoso con el hecho de que su novio estuviera llamando tanto la atención, pero Draco no podría estar seguro si había visto o no lo que pasó. Sólo podía desconfiar, ya que Black palmeó sus porpias piernas, llamando al perro –que no dudó antes de ir hasta él, feliz, y recostar la cabeza en su regazo. Cuando Lupin terminó la canción, Harry aplaudió, entusiasmado, y Draco se vio obligado a acompañarlo. Está bien, no lo hizo por obligación. El profesor era realmente tan bueno como Harry había dicho.

    - Hunf, gran cosa – desdeñó Black. – Yo también sé tocar y cantar, ¿saben? El piano es mucho más complicado que esa guitarrita de ahí.

    - ¿Ah, sí? – dijo Lupin, divertido, extendiendo la guitarra. – Entonces toca, si es tan fácil.

    - ¡No! El piano es mucho más elegante, ¿entiendes? – Black hinchó el pecho y palmeó a Snuffles. – Nuf, mi bebé, ve con Moony, ve. Con Moony, ¿escuchaste bien?

    Lupin llamó al pero, que pronto apoyó las patas en sus piernas.

    - Y para probar que soy tan bueno, voy a dejar que elijan ustedes la canción – dijo Black al levantarse, mirando a todos los presentes.

    - Srl Malfoy, ¿por qué no elige usted la canción? – sugirió Lupin mientras rascaba tras las orejas de Snuffles, que tenía la lengua de fuera.

    - ¿Yo? – se sorprendió Draco, atrayendo la atención de Harry.

    - ¡Sí, Draco! Eres el invitado, puedes escoger la canción.

    Draco miró la cara de pocos amigos que Black hacía, con los ojos entrecerrados y estuvo tentado a elegir alguna sinfonía absurda, pero entonces estaría comprando una pelea con el padrino de Harry, y eso no era aconsejable en ese momento.

    - No sé. Cualquiera – Draco se encogió de hombros.

    - Coldplay, le gusta Coldplay – informó Harry a su padrino. - ¿Sabes algo de ellos?

    Black arqueó una ceja, una sonrisa torcida formándose en sus labios mientras miraba a Lupin, quien también tenía una sonrisa satisfecha.

    - Claro que sí – desdeñó el pianista, caminando hasta el piano.

    Draco se puso inquieto, moviéndose en el puf. Sintió su respiración fallar en anticipación. Era demasiado para sólo una noche. Había escuchado a Harry tocar, vio a Lupin tocando el violín divinamente y ahora estaba a punto de escuchar Coldplay. En el piano. En vivo. ¡Cielos!

    Black se sentó en una postura aún más correcta que la de Harry, colocando los mechones largos de su cabello tras las orejas. Retiró la carpeta de partituras de Harry y la aventó a su ahijado. Harry hizo una vez más demostración de sus reflejos entrenados, cogiendo la carpeta en el aire y depositándola en el suelo a su lado. Black creo un aire de suspenso mientras se concentraba y Draco lo maldijo por dejarlo tan ansioso. Cuando por fin las primeras notas se hicieron escuchar, Draco casi se caó para atrás.

    - Amsterdam – susurró, atrayendo la atención de Harry nuevamente.

    Draco trató de cerrar la boca, pero juzgo que su expresión apreciada, por la sonrisa amplia que Harry le ofrecía. ¡Como si no bastese la música para entorpecerlo! Draco desvió la mirada de Harry, atraído por la voz de Black. Tenía una voz grave y ronca, perfecta para el inicio de la canción. Draco se preguntaba cómo conseguiría alcanzar las notas más agudas.

    Y su pregunta fue respondida. ¡Perfecto! Cantaba suavemente, sin forzar mucho su voz, dando toques suaves al piano, haciendo que las teclas aparentaran ser suaves y acolchadas, cuando en realidad Draco sabía que no eran.

    - Hey – Draco se giró hacia Lupin, que susurraba para no distraer a su novio y le extendía la guitarra. - ¿Quieres acompañar?

    - ¡No! – el rubio rehusó prontamente, también en susurros.

    - ¡Vamos, Draco! ¡Acompáñalo! – insistió Harry.

    - ¡No! ¡Hey! – Draco sintió la guitarra siendo colocada en sus brazos y se giró a protestar, pero Lupin dio dos pasos largos y ya estaba al otro lado del estudio, tomando un estuche de… ¿violín?

    - Vamos, Draco – Harry sacudió su brazo mientras Snuffles se acomodaba de nuevo entre ellos.

    Draco humedeció sus labios y posicionó la guitarra, pero no estaba prestando la menor atención al instrumento que tenía entre manos. Estaba mirando, curioso, la manera en que Lupin acomodó el violín en sus hombros, al lado de Black y entró en el momento que sería la entrada de la guitarra en la canción. ¡Caramba! No era posible eso. Substituir una guitarra por un violín y aún así conseguir un acompañamiento perfecto de sonidos.

    - ¡Draco! – Harry sacudió su brazo nuevamente.

    - ¡No puedo hacerlo sin partitura! – se exasperó el rubio.

    - ¡Ah, no te creo! – sonrió Harry, después se aproximó a su oído, tomando cuidado para no caer encima del perro. – Son increíbles, ¿verdad?

    Draco tragó en seco al sentir el aliento caliente rozando su cuello, aún sumergido en el sonido del piano y del violín… tocando nada menos que Amsterdam…

    - Um-hum – Draco asintió, lamentándose cuando Harry se volvió a alejar.

    Dio un salto cuando el hocico helado de Snuffles tocó su rodilla. Volvió a acariciar al perro, implorando poara que su mano rozara la de Harry otra vez, cosa que sucedió –casualmente o tal vez no tanto– casi al final de la canción, pero esta vez ninguno de los dos desvió su atención de los músicos.

    - ¡Yahoo! – Harry conmemoró y llevó una mano a su boca, silbando agudamente haciendo que Snuffles soltara un ladrido. - ¡Fantástico!

    Draco no pudo dejar de sonreir ante la emoción del moreno y lo acompañó aplaudiendo.

    - Gracias, gracias – Black se levantó e hizo reverencias, siendo seguido por Lupin. – Somos fantásticos. Eso no es ninguna novedad.

    - Ahora dejen que Daco escoja una canción para poder acompañarlos con la guitarra – el moreno se giró hacia Draco, quien casi se atraganta con su propia saliva.

    - ¡No! No, tengo que irme – Draco miró hacia la ventana, súbitamente dándose cuenta de que la lluvia se había detenido. – Tengo que irme, Harry. Ya es casi media noche.

    - Oh – toda la emoción de Harry salió por la ventana. – Bien… bien, te llevo, entonces.

    - No es necesario, Harry – dispensó, educadamente. – Llegué andando, puedo muy bien regresar del mismo modo.

    - ¡Pero yo te puedo llevar en auto! ¿Y si vuelve a llover?

    - Me mojo – dijo sarcástico. – No me voy a derretir, porque no soy de azúcar.

    - Sí, Harry, él puede irse solo – se entrometió Black y Draco copió su expresión de disgusto sin darse cuenta.

    - Padfoot, ¿por qué no me ayudas a recoger la cocina? – interfirió Lupin, tomándolo de los hombros y empujándolo gentilmente en dirección a la puerta, haciéndolo gruñir y lloriquear como un niño.

    Draco de verdad no sabía si odiaba a Sirius Black o lo encontraba la persona más increíble y envolvente del mudno. Bueno, después de Harry, claro está… Pero Harry era mucho más que increíble y envolvente…

    - ¿Entonces? – insistió el moreno, parpadeando sus bellísimos ojos verdes de una manera piadosa.

    Draco bufó y rodó los ojos.

    - Está bien.

    - Entonces vamos – canturreó Harry, caminando apresurado hasta la cocina con Draco tras de sí. – Chicos, voy a llevar a Draco, ya vuelvo – tomó las llaves del auto sobre la mesa y caminó hasta la puerta, abriéndola.

    Black le dio una mirada a la pose desafiadoramente impasible que Draco tenía, con las manos en los bolsillos, mirándolo a los ojos, y ya iba a decir algo cuando Lupin interfirió de nuevo.

    - Hasta pronto, Sr. Malfoy. Estuvimos muy a gusto con su visita, ¿no es cierto, Padfoot?

    - Claro, vuelva siempre – Black le ofreció una sonrisa maniática, que Draco tuvo que esforzarse y no copiar.

    - Gracias. La cena y la música fueron deliciosos – agradeció con toda la educación que tenía… cuando convenía, claro…

    Draco se giró y salió, Harry ya lo esperaba para cerrar la puerta.

    - Nuf, tú te quedas – Harry señaló el hocico del perro, quien se lamentó y se sentó en sus patas traseras.

    - ¡Nuf, tú vas! – Sirius golpeó el suelo con el pie, pero Harry cerró la puerta rápidamente, girándose hacia el rubio con una expresión de travesura, riéndose.

    - No puedo creerlo – Draco reviró los ojos, a pesar de estar sonriendo. – Quieren estar juntos, ¿sabes? Pobre Snuffles – se lamentó, dándole vuelta a la casa para entrar al garaje.

    - ¿Estar juntos? – Harry abrió el gol plateado y se apoyó en él, mirando por encima del toldo. – Dudo que Moony vaya a querer hacer algo además de regañar a Padfoot ahora.

    Entró al auto y Draco hizo lo mismo, acomodándose en el lado del pasajero y colocándose el cinturón de seguridad, como el moreno hacía también.

    - No sé… por lo que ví más temprano…

    Harry rió al mismo tiempo que daba marcha al auto. Preguntó la dirección de Draco, quien le explicó brevemente y entonces salieron a la calle. Draco tuvo cuidado para no dejar muy notable el hecho de que amaba ver al moreno manejando. Era tan… sexy. Oh, cielos…

    Harry encendió el radio a poco volumen. Se miraron de reojo y rieron cuando se dieron cuenta de que estaban a los últimos acordes de Bad Day. Entonces la risa de Draco murió al recordar que aún no había colocado en palabras lo mucho que le había gustado la presentación de Harry, ¿pero cómo hacerlo?

    - Fue increíble – acabó diciendo, mirando hacia ningún lugar en especial.

    - ¿Qué? – preguntó Harry, curioso.

    - ¡Todo! Aquella escena de los dos besuqueándose, la cena, Black y Lupin tocando, Lupín en la guitarra… tú… en el piano.

    - Hum – Harry acomodó sus gafas en el rostro, sin expresión. - ¿Te gustó?

    - ¿Que si me gustó? – se indignó. – Fue… ¡fue perfecto! Siempre estuve fascinado por el piano, tan completo y complejo al mismo tiempo. Y, Harry, me tomaste totalmente desprevenido cuando comenzaste a cantar…

    Si Draco hubiera prestado atención, hubiera visto a Harry ruborizarse ligeramente.

    - Bueno, no sé qué me dio. No acostumbro hacer eso – se encogió de hombros. – Generalmente me trabo cuando intento tocar y cantar al mismo tiempo. Uno de los dos siempre sale mal. O ambos.

    - Entonces fue porque estaba yo que te salió perfecto – bromeó Draco. – Si hubieras tocado para cualquier otro, no habría salido tan bien.

    Harry rió, haciendo la cabeza hacia atrás. Pero aún así, manejaba correctamente.

    - Sí, tal vez sea eso – admitió, aún sonriente. - ¿Te das cuenta cómo te pareces a Sirius Black con ese comentario?

    - Ih – Draco torció la nariz ante tal observación.

    Se detuvieron en un semáforo en rojo y Harry se quedó pensativo por algunos segundos. Draco nunca pararía ante una señal de tránsito a esa hora de la noche. Además de que Harry era muy bien portado manejando, cuanto más demorasen en llegar, ¡mejor!

    - Le agradaste – dijo Harry, de repente.

    - Ah, claro – ironizó el rubio. - ¿Y cómo llegaste a esa conclusión? ¿Por las miradas que me mandaba? ¿O porque mandó a Snuffles a perseguirme por toda la casa?

    Harry rió, por supuesto.

    - ¡Sólo estaba celoso! Te dije que Sirius era el tipo más celoso del planeta, ¿no?

    - Sí, sólo olvidaste decir que no exagerabas – Draco torció los labios.

    - Pero en serio, le agradaste. Tal vez nunca lo admita, pero no se habría esforzado en ser educado si no le hubieras gustado ni un poco.

    - Ah, ¿intentó ser agradable? – Draco se hizo el sorprendido. - ¿Me lo juras? Qué bueno que me avisas, porque yo casi ni me di cuenta.

    - Hey, ponte en su lugar – insistió Harry, volviendo a arrancar cuando el semáforo cambió. – Tú, un Black, un típico chico encantador Black, entra en el “territorio” de Sirius y comienzas a llamar la atención de todos, aún más con Remus siendo tan gentil como siempre. ¡Se sintió amenazado!

    Draco intentó ignorar la felicidad que corrió en forma de adrenalina por sus venas cuando Harry lo llamó “típico chico encantador Black” y continuó su argumentación.

    - ¡Yo no estaba intentando robarle al novio! – se indignó.

    “No a su novio. A su ahijado” completó en sus pensamientos.

    - Sí, pero nunca podrás convencer a Sirius Black de eso – dijo Harry, risueño. – Te acostumbrarás.

    Draco apoyó la cabeza en el respaldo del asiento y observó las luces de la calle mientras avanzaban tranquilamente. Sí, también le había agradado Sirius Black, podía admitirlo. Por lo menos para sí mismo. Él tenía estilo. Era osado y de personalidad fuerte, así como Bellatrix, pero con carácter mucho más aceptable. Tal vez por eso peleaban tanto.

    - Es aquí – informó, señalando la próxima entrada y liberándose del cinturón de seguridad.

    - Wow – exclamó Harry, estacionándose frente al inmenso portón y dando un vistazo.

    Draco sonrió al mirar su espanto ante la mansión inmaculadamente blanca. Ocupaba la manzana entera y tenía un inmenso y muy bien cuidado jardín, visible por detrás de rejas blancas. Las rejas eran solamente una parte próxima a los portones, pues en los laterales y al fondo del terreno, todo era cercado por un alto muro cubierto. Harry se agachó cerca de él para ver mejor las inmensas terrazas del segundo piso.

    - ¡Wow! – exclamó de nuevo, volviendo a acomodarse en el asiento, parpadeando.

    - Y es toda mía hasta el fin de semana – dijo Draco, su voz un tanto melancólica.

    - ¿Hey, cómo lo haces? – se intrigó el moreno. - ¿Cómo puedes quedarte solo en una casa tan grande? Por lo menos hay seguridad, ¿no?

    - Sí, hay un portero y un tipo de seguridad que ronda por el terreno con un pastor alemán entrenado. Y las cercas son eléctricas también – Draco señaló al hilo casi invisible en lo alto del portón. – Además, están los empleados. Mi madre no dispensó a todos.

    - Hum – Harry balanceó la cabeza afirmativamente, aún contemplando la fachada imponente de la mansión.

    En la radio estaba una canción antigua que Draco no supo reconocer. Había ansiado un momento a solas con Harry durante toda la noche, tenían tantas cosas de qué hablar, pero no sabía por dónde comenzar. Mierda. Nunca había sido tímido, ¿por qué rayos lo era en ese momento? ¿Por qué no sólo lo besaba? Ya sabía que Harry no tendría asco, ¿cierto? Bueno, tal vez. Quizá lo más seguro fuera platicarlo, exponer sus sentimientos. ¿Pero y si lo rechazaba? No lo soportaría. Mierda, ¡no lo soportaría! ¡Ya estaba lamentándose por tener que alejarse ahora!

    ¿Qué diría Harry si lo invitara a entrar? Probablemente no querría a causa de su padrino. Y al mismo tiempo en que Draco deseaba tanto poder tomar otra actitud, moría de miedo ante la reacción del moreno. Habían logrado una amistad tan agradable y Draco echaría todo a perder por un impulso. Pero al mismo tiempo sentía que debía actuar. La música acabó y la radio marcó comerciales.

    Draco colocó la mano para abrir la puerta, y se giró una vez más hacia al moreno.

    - Harry – comenzó lentamente. – Si mañana el clima es agradable… bueno… ¿podríamos hacer algo?

    Harry tamborileó en el volante del auto e hizo una deliciosa expresión pensativa, sacando la punta de la lengua.

    - Sí, podríamos ir a andar en bicicleta, ¿qué opinas? – sugirió.

    Fue el turno de Draco de quedarse pensativo.

    - Está bien, pero yo elijo el destino. El bosque debe estar lleno de barro – dijo, con un gesto de disgusto.

    - Así quedamos, entonces – Harry le extendió la mano, que Draco aceptó, admirando otra de esas bellas sonrisas de Harry, allí, tan cerca. Podría muy bien acercarse un poco y vencer la distancia, empujarlo contra el asiento, besarlo hasta perder el aliento…

    - ¿Qué desean?

    Una voz por el interfono hizo que Harry desviase la mirada y que Draco despertara de sus ensoñaciones. Soltó por fin la mano del moreno, imaginando cuanto tiempo había durado ese apretón de manos. Finalmente abrió la puerta del auto y salió.

    - Soy yo, Draco Malfoy – informó al aparato al lado del portón y al momento, dicha entrada se abrió. Draco se giró de nuevo, recargándose en la ventana del auto. – Gracias por traerme.

    Harry sonrió dulcemente.

    - No es nada. Ah, olvidaste tu playera en mi casa – recordó.

    - No hay problema. Me la llevas mañana, en el entrenamiento, ¿sí?

    - Está bien. Buenas noches.

    - Buenas noches – Draco se alejó, reticente, y se quedó observando el automóvil hasta que desapareció en la siguiente esquina.

    Suspiró y entró por fin. Winky esperaba por él en la puerta, con un albornoz sobre su camisón, preguntándole si comería algo o necesitaba cualquier cosa. Draco negó y dijo que podía descansar. La llamaría si la necesitaba. Era su nana, al fin y al cabo.

    Draco se encerró en su habitación y se quitó la playera, volviendo a olerla. Se dejó caer en la cama, entorpecido por aquél olor cada vez más débil, pero aún así la fragancia había quedado guardada en sus sentidos de modo que podía sentirla con gran intensidad. ¿Cuándo había enloquecido? Tal vez cuando admitió que estaba enamorado. O cuando dejó que Natalie le ayudara a darse cuenta de lo que sentía.

    Natalie. ¿Qué le aconsejaría Natalie que hiciera? Deseaba tanto platicar con ella ahora sobre cómo se sentía, todo bobo y vulnerable. Ella sabría confortarlo, sabría decirle que era humano, que era normal sentir miedo, inseguridad y que debía arriesgarse si quería llegar a algo.

    Pero, espera… Si él acababa de decírselo a sí mismo, ¿entonces por qué necesitaba a Natalie? Claro, necesitaba su modo de hablarle para que se sintiera mejor y se calmara, pero ella no estaba siempre disonible para darle consejos o hacerle entender algo. Quizá Natlaie ni siquiera permaneciera con él cuando se graduara de psicóloga, cosa que él mismo había vuelto posible.

    Era eso, entonces. Actuaría por sí mismo, sólo esta vez.

    Draco se levantó decidido y tomó rumbo al baño, donde se demoró en un relajante baño y donde no pudo evitar que su mente crease varios finales alternativos para su paseo en auto con Harry. Cuando finalmente estaba listo para dormirse en la bañera, terminó su baño y se acostó, adormeciéndose en el mismo momento. Detalles: por sobre sus sábanas y con una bola de tela azul celeste firmemente asegurada próxima a su rostro.

    And love is a stranger, who'll beckon you on,

    (Y el amor es un extraño, que irá a ondear para tí)

    Don't think of the danger or the stranger is gone.

    (No pienses en el peligro o el extraño se irá)



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    QUOTE
    Notas de la Autora: ¡Hola! Bueno, esta escena crecío más de lo que debería y quedó tal cual: un capítulo entero. No era para tomar todo ese espacio, pero así sucedió. Creo que me emocioné con las canciones XD. Me quedé babeando con el piano igual que Draco. No, nunca he escuchado Amsterdam en piano y violín, ¡pero en mi cabeza quedó perfecto! En la mía y en la de Dany Ceres, ¿verdad? rsrsrsrs ¡Ella fue quien me dio el tip! ¡Gracias, Dany! Les recomiendo las otras canciones también, ¡son geniales!

    Los versos sueltos de la canción en el capítulo son de You Only Live Twice – Coldplay. Una vez más, ¡gracias, Lunnafe! ¡Gracias por el consejo, espero que te haya gustado el resultado!

    Notas de la Traductora: ¡Y gracias a Moni, que me ayudó a resolver un acertijo!

    Espero la hayan disfrutado. Sólo me queda decirles que el próximo capítulo, supongo, es el que todos esperan… No diré más, o acabaré revelando que hay beso y escenas de cama… ¡hahaha! XD

    ¡Muchos besos para todos!

    -----------------

    En el próximo capítulo…

    Tan pronto abrió la puerta, la expresión de Draco mudó al shock.

    - ¿Madre? – chilló cuidando disminuir el espacio abierto de la puerta, de modo que su cuerpo tapase totalmente la visión al interior de la habitación.

    Narcisa Malfoy estaba de pie sonriente frente a la puerta.

    - ¡Buenas noches, hijo! ¿No me invitarás a pas…? – Narcisa se interrumpió al escuchar movimiento desesperado en la habitación de su hijo, pasos apresurados y una puerta azotándose.

    Sus cejas se arquearon y ella lo miró, desconfiada, la expresión desconfiada seguía en el rostro de su hijo, quién aún mantenía la puerta entreabierta. Draco forzó una sonrisa, nervioso.
     
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  13. Dan2102
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    Jeje excelente jeje me inquieta saber que fue lo que vio narcisa jajaja....

    gracias por subirlos a tiempo, es algo genial... Y te invito a leer algunos fanfics tambien del foro de naruto jeje hay uno llamado COMANDANTE KYUBI que tal vez te guste jeje lo escribo compartido jeje...

    Saludos y espero conti :D... Excelente!
     
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  14. Narcisa Black
        +1   -1
     
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    xDD hola!!!!
    *w* estubo genial el capi!!!!!
    que suertudo es draco de poder escuchar a remus y a sirius tocar el violin y el piano juntos!!!!! yo tambie kiiero >3<!!
    harry le canto!!! harry le canto!! y el se queda mudo! tipico, no?
    mmmm... esperare el prox cap con ansias!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

    bye-bye!!
     
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  15. Kanade-chan
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    Bueno, lo de que tú sólo lo subiste lo sabía... Pero tengo que expresar lo mucho que me gusta ¿No?
    Bueno no lo sé!
    Lupin y Siruis son muy desprevenidos, pero bueno Draco tiene razón es su casa así que son libres de hacer cualquier cosa!
    Pero fue tan gracioso! Todos en un gran shock...
    Wow Harry le cantó y nuestro enamorado muy como si nada diciendo que era por su causa me causó gracia...
    Cuando fueron a la habitación de Harry, esos ojos de travieso!! Jajaja
    Este capitulo también me encantó!
    Espero que subas pronto el que sigue!
     
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85 replies since 18/3/2012, 01:41   16780 views
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