El Hospital (JR) ((One-shot))

Lo conocí y me enamoré de él en ese hospital, luego de haber sido internado. Sin embargo, esa felicidad duraría por poco tiempo...

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  1. Brenda_Kamijou
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    wtf??? es mi compu o no escribieron nada?? Jajajajajaja
     
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  2. Kajika Sama
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    Brenda_Kamijou_Sensei la verdad creo que todavía no publican nada ya que yo tampoco puedo ver nada del fick.

    :=BIENODOE: nos leemos
     
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  3. lauriSekaiinlovE
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    ahm... bueno yo tampoco veo nada ... :O
     
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  4. 9Dokuro-Chan8
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    Qué? Pero si esto me dijo que sí! QoQ

    Bueno, no importa -w-U Ahorita mismo les pongo la historia! QwQ

    El Hospital

    Lo conocí en el hospital, donde yo estaba internado a los dieciocho años. Yo sufría de varias fracturas, que se encontraban en casi todo mi cuerpo, y él era mi compañero de cuarto. Él tenía una edad de quince años, con un hermoso cabello castaño, y unos profundos ojos esmeraldas. Me enamoré de él enseguida. Al principio no me atrevía a hablarle, ya que me daba algo de vergüenza, pero conforme fui descubriendo cómo era, me fui enamorando más y más. Ni siquiera era mi tipo, pero había algo en él que me encantaba. Solo sabía que lo quería para mí.

    Todavía recuerdo la primera vez que le dirigí la palabra. Como la televisión estaba encendida, le pregunté si le gustaba el programa que estaban pasando. Me contestó que sí, y comenzamos a platicar sobre eso. Después de aquella vez, comenzamos a hablar más seguido, hasta el punto en que la enfermera nos tenía que callar; sin embargo, lo que hacíamos era susurrarnos, mientras a veces le hacíamos señas obscenas a esa anciana cascarrabias, sin que ella se diera cuenta. La mayor parte del tiempo nos la pasábamos riendo. Esa seguro fue una de las épocas más felices de mi vida.

    Esos eran los días junto a él. Ambos reíamos y nos la pasábamos divertida y animadamente, aunque yo ni siquiera me pudiera levantar. Él hacía que todo momento fuera feliz, y me animaba siempre que me frustraba. Pero siempre hubo momentos en los que no pude soportar más la frustración de ni siquiera poder ir solo al baño y me echaba a llorar, mientras él dormía en su cama al lado de la mía. Fue en una de esas veces en las que nuestra relación se hizo mucho más estrecha, sin que yo ni siquiera pudiera haberlo sospechado.

    Cuando yo me encontraba llorando una noche, él despertó por alguna razón, y me vio. Recuerdo que quise desaparecer en ese momento. Como yo no me podía levantar, él lo hizo, y se acercó a mí, preocupado. Tocó mi rostro con su mano derecha, y limpió mis lágrimas con su dedo pulgar, dándome un delicado beso en los labios. Por supuesto, al hacer eso me sorprendí y sonrojé a más no poder, y mis lágrimas se detuvieron al instante. Al ver esto, él sonrió apaciblemente.

    —Misaki…— Solo pude decir eso, ya que mi cerebro no daba para más. Estaba realmente confundido.

    —Usagi, sé que es frustrante estar en esa posición, pero aguanta. Si quieres llorar, llora conmigo. Yo te escucharé sin criticarte o reprocharte nada, pero por favor, tómame en cuenta…

    Sus palabras solo me confundieron más. Misaki lo notó, y me acarició la cara con su mano, la cual estaba muy fría. Solo ignoré eso, concentrándome en sus palabras

    —Ahora eres la persona que más amo en el mundo, por lo que quiero que me cuentes. Yo también te contaré todo, así que, por favor…

    Repentinamente, él se agachó hacia mí y me abrazó. Mis brazos ya estaban bien, por lo que no esperé más y correspondí a esa acción. Nos mantuvimos así por unos instantes, hasta que Misaki se separó un poco de mí, y volvió a besarme. Fue un beso tímido y ligero, pero eso no le quitó para nada el encanto. Tomé sus mejillas entre mis manos, y lo besé aún más fogosamente, mientras él rodeaba mi cuello con sus delgados brazos. Eran tantas las sensaciones que pensé que solo era un hermoso sueño. Pensé, entonces, que si era un sueño no quería que se acabara jamás.

    Así pasaron las horas, diciéndonos desde hace cuánto tiempo nos gustábamos. Él me dijo avergonzado (ya que pensaba que se había enamorado hace demasiado) que desde que comenzamos a charlar sobre el programa de cocina que tanto le gustaba. Pronto, se sorprendió de sobremanera al saber que yo lo había querido desde hace mucho más tiempo.

    Esa se convirtió en una rutina de todas las noches. Nos besábamos y abrazábamos hasta que el sueño nos ganara, y algunas veces él se dormía a mi lado. Era infinitamente feliz cuándo lo hacía, ya que no había sensación comparable a tener cerca de mí el calor corporal de la persona que más amaba. Sin embargo, después de unos cuantos días, llegó una noche en la cual me enteré en algo en extremo doloroso...



    Fue una ocasión como las otras. Primero comenzamos a charlar amenamente, hasta que yo le decía que por favor me besara. Al principio se resistía, pero yo sabía que en realidad le gustaba. Al final, Misaki terminaba cediendo y me daba un tímido beso en los labios, hasta que yo subía el volumen y sujetaba su rostro para acercarlo más a mí.

    Ambos seguíamos besándonos con gran pasión, cuando ya la falta de aire era mucha. Nos separamos lentamente, y miré los ojos de Misaki, solo para darme cuenta de que pequeñas lágrimas se asomaban en ellos. Por supuesto, la duda se apoderó de mí.

    — ¿Qué pasa, Misaki?

    —Yo… quiero estar siempre con Usagi…—su voz sonaba muy dolida, y estaba entrecortada. Apretó mi bata con fuerza, agachando la cabeza y hundiéndola en mi cuello—No quiero… que Usagi me olvide…

    — ¿De que hablas? ¡Yo jamás sería capaz de olvidarte!

    Lo abracé con más fuerza.

    —Misaki, yo te amo más que a nadie. ¡Eres lo más preciado para mí! ¡Nunca te voy a olvidar! ¡Te amaré aunque me muera!

    Lo último que recuerdo es que Misaki se recostó a mi lado, y se puso a llorar más. Lo abrazaba y lo besaba en la frente, pero él no era capaz de detener sus lágrimas. Sus pequeños sollozos me dolían más que cualquier cosa; eran como una daga en mi pecho.

    Al día siguiente desperté siendo abrazado de Misaki. Por supuesto, todavía seguía extrañado por lo que había pasado. Observé su rostro, y noté sus ojos hinchados y su nariz roja. No pude evitar pensar que se veía muy lindo así, pero ese no era el caso.

    Desperté a Misaki con un beso en la boca, y él solo sonrió al sentir el rose de mis labios. Me dijo un amable <<buenos días>>, y se levantó para estirarse. Me dedicó otro beso, y comenzó a hablar sobre el clima. Parecía que había olvidado todo. Justo antes de preguntarle sobre lo ocurrido la noche anterior, la viejita cascarrabias entró al cuarto, y vio a Misaki parado a mitad del cuarto. Como era de esperarse, lo regañó como a un niño pequeño, y Misaki la miraba sonriendo pícaramente. Ella se hartó, y le dijo que solo se acomodara en la cama, para aplicarle el medicamento. Misaki obedeció, y apretó las cobijas cuando la aguja perforó su fina piel.

    Al terminar, la enfermera le acarició la cabeza. Misaki le sonrió amigablemente, y ella hizo lo mismo; lo cual, por cierto, era muy raro en ella —ya que era reconocida, principalmente, por su carácter fuerte—. Con un tono casi materno, le dijo que se portara bien para que se curara pronto. Al escuchar eso, Misaki solo bajó su mirada melancólica, y dijo algo que me sorprendió de sobremanera, mientras aún sonreía.

    —Es inútil…

    Solo con decir esto, la enfermera se estremeció y tensó su rostro. Parecía a punto de llorar, al ver como Misaki seguía sonriendo con la mirada perdida en el piso. Yo no entendía nada, pero me abrume aún más. Quería saberlo todo.

    Al ver que ya no podía contener las lágrimas, la señora se fue sin decir nada más, y nos dejó a mí y a Misaki solos. No pude soportar las ganas de preguntarle sobre lo de hace un momento, y él, cuando se lo pregunté, miró la ventana, esquivando mi mirada.

    —Usagi, tal vez no lo sepas, pero yo…—tragó saliva antes de continuar—bueno, no me queda mucho tiempo de vida…
    El solo escuchar esa palabras hicieron que mi pecho se estrujara. No podía ser verdad. No ahora que había encontrado a la persona que más amaba.

    —Pero… eso no puede ser…

    —Lamento decírtelo, Usagi, pero es cierto. Tengo un enorme tumor en la parte inferior del cerebro, así que mis días, literalmente, ya están contados.

    No podía ver su cara, pero era de adivinar que el solo decir eso le partía en dos. Yo no podía creer lo que él decía. Era muy cruel.

    —Pero, Misaki...

    Pude ver perfectamente como apretaba sus puños.

    — ¡¿Pero qué?! ¡Ya no hay nada más que hacer! ¡Me voy a morir!

    Misaki se enrolló a sí mismo, y se rodeó el rostro con ambas manos, mientras lloraba desconsoladamente. Traté de pedirle disculpas, pero él me decía que me callara, y seguía llorando y jadeando. También balbuceaba algunas cosas; solo alcancé a escuchar algunas frases en las que decía que lo yo lo iba a olvidar, tal y como los demás lo olvidaron. También escuché que llamaba a un tal “Nii-chan”, mientras se abrazaba él mismo. El verlo de ese modo solo me hacía querer morir. Lo llamé varias veces, pero al no recibir respuesta, hice algo que en verdad fue muy imprudencial: traté de levantarme de la cama. Misaki, cuando vio lo que trataba de hacer, me detuvo enseguida, y me preguntó muy alterado porqué lo había hecho.

    —Pensé que solo así me escucharías…

    Dicho esto, lo abracé y le di un apasionado beso. Al principio Misaki se resistió y me quiso alejar, pero pronto se dejó caer ante mis brazos y apretó con fuerza la tela que cubría mi espalda. Nos separamos para poder abrazarnos bien, y él puso su cabeza en mi hombro. Pude escuchar como susurraba mi nombre, a la vez que pequeñas gotas tibias empapaban mi ropa. Yo solo lo mantuve a mi lado sin decir nada, esperando a que se calmara.

    Pasaron unos instantes, y Misaki por fin comenzaba a tranquilizarse. Le acaricié un poco la espalda, y lo miré a los ojos.

    — ¿Me dirás que es lo que pasa?

    Hablé de la forma más amable posible. Misaki agachó su cabeza, y asintió. Yo le besé la frente, y él me ayudó a levantarme para sentarme en el colchón. Le agradecí y lo recosté a mi lado, para poner su barbilla en mi pecho.

    Así, me contó muchas cosas. Cómo sus padres solo lo habían dejado en el hospital mientras ellos se preocupaban por sus propios asuntos, y cómo su hermano, Takahiro, había sido herido de muerte al defenderlo de unos ladrones. En muchas ocasiones Misaki estuvo a punto de llorar, pero soportó lo más que pudo. Yo solo lo escuchaba atentamente.

    Luego de contarme todo sobre él, yo le conté sobre mí. Le conté como, gracias a que el auto en donde iba se había volcado, me había roto tantos huesos. También que gracias a eso tuve que dejar a la mitad mi sueño de ser un atleta profesional. Por supuesto, Misaki no me interrumpió ni una sola vez, y escuchó todo lo que le decía.

    Cuando ambos ya habíamos terminado de hablar, solo nos miramos el uno al otro. Aún había una cosa más que quería preguntarle.

    —Misaki, ¿puedo preguntarte algo?

    Misaki me miró con sospecha. Sin embargo, luego sonrió. Creo que fue porque, gracias a que le conté todo, ahora confiaba plenamente en mí. Pero no lo sé.

    —Sí. Puedes preguntarme lo que sea.

    —Bien, entonces…—dudé un poco, pero necesitaba saberlo. Quería saber cuanto más iba a durar mi felicidad—dime… ¿Cuánto tiempo te queda de vida?…

    Vi a la perfección como se tensaba y tragaba saliva para calmarse, y esa mirada triste volvía a posarse en su rostro.

    —Entre una y dos semanas, aproximadamente…

    Sentí claramente como un gran nudo se formaba en mi garganta. No lo pude soportar más, y cubrí mi cara para llorar. Sentí como Misaki me acariciaba la cabeza, y cubría de besos mis manos. Las aparté un poco, para poder ver que él también lloraba. Me estrujó entre sus brazos, y yo imité ese acto. Ese destino no podía ser tan cruel.

    —No es justo… Yo te amo…

    Seguía repitiendo esas palabras, mientras escondía mi cara en el pecho de Misaki. Él también lloraba.

    —Yo también te amo… te amo más que a nadie…

    Los dos continuamos llorando, y nos abrazábamos mutuamente. Ya no decíamos nada, solo nos dejábamos llevar por aquel momento. No queríamos separarnos nunca. Nos amábamos más que a nada en el mundo.

    Fue así como unos días pasaron, entre los cuales me quitaron algunos yesos. Por fin pude ser capaz aunque sea de andar en silla de ruedas fuera del cuarto, lo cual nos alegró mucho a mí y a Misaki. Pensamos que, para celebrar, podríamos un paseo por el patio del hospital, aunque tuviéramos que ser acompañados por una enfermera. Nos costó un poco de trabajo convencer a nuestra “viejita cascarrabias”, pero al final Misaki pudo lograr su cometido.

    Fue entonces que ella nos llevó a un pequeño lugar verde y lleno de flores silvestres; en verdad era muy bonito, había mariposas y una que otra ave. Aunque lo bonito del lugar no solo se centraba en los adornos y los colores, sino que era porque Misaki estaba ahí, conmigo. La enfermera había ido a otro lugar cerca de ahí, por lo cual estábamos prácticamente solos. Sin previo aviso, tomé la mano de Misaki y lo acerqué a mí, para besarlo entusiastamente. Esto, por supuesto, ocasionó un enorme sonrojo por su parte, lo cual me gustó mucho. Misaki trató de reír, pero de pronto pareció que un fuerte mareo lo sometió, y cayó de sentón al piso. Me alarmé de sobremanera, y traté de levantarlo cuando todavía estaba medio consiente, pero llegó un momento en que él ya no me respondía. Llamé a gritos a la enfermera, la cual fue acompañada por otra para socorrer a Misaki. Entre las dos, lo metieron al hospital y esperaron una camilla.

    Cuando por fin la camilla llegó, colocaron a Misaki ahí, y lo llevaron corriendo a la sala de urgencias. Yo traté de alcanzarlos, pero un par de enfermeros no me dejaron pasar. Me tranquilicé luego de gritar unas cuantas vulgaridades y maldiciones, y me dediqué a esperar. Cada segundo se me hacían horas. El nudo en mi garganta no se iba, y permanecía estrujando mi pecho.

    Pasó una hora, más o menos, y vi que llevaban otra vez a Misaki en una camilla. Me acerqué una vez más a ellos, y le pregunté a mi enfermera qué era lo que pasaba. Ella me dijo que lo llevaban al cuarto y que me lo explicaba ahí. Obedecí y los seguí sin decir nada.

    Al llegar a la habitación, ella se sentó en una de las sillas y suspiró pesadamente. Yo le pregunté directamente que era lo que pasaba y ella solo esquivó la mirada.

    —Akihiko-kun… Creo que ya lo sabes, pero… a Misaki ya no le queda mucho tiempo de vida…

    Estas palabras fueron como un golpe para mí.

    — ¿Qué quiere decir con eso?...

    —Eso es lo que quiero decir. Misaki ya se va a morir…

    Pensé que no podía ser cierto, que era muy pronto. Ni siquiera podía caminar, ¿y ya se iba a ir? No podía ser verdad, era muy desalmado. Sin pensarlo dos veces, tomé un florero y lo arrojé con todas mis fuerzas a la pared, desesperado, y sorprendiendo a la enfermera.

    — ¡¿Pero por qué?! ¡¿Por qué tiene que ser Misaki?!

    Ella supo que yo me sentía en extremo mal y me dio una palmada en la espalda, mientras apoyaba mis codos en mis rodillas.

    — ¿Por qué… tiene que ser justo ahora…? Misaki…

    La enfermera solo se mantuvo ahí, callada y sobando mi espalda y mi hombro. Supuse que ella no sabía que decir, y solo se le ocurrió hacer eso. Unos instantes pasaron, hasta que alcé mi rostro y me limpié las lágrimas con mis manos.

    —Disculpe, ¿nos puede dejar solos un momento? Por favor.

    La enfermera solo asintió con una sonrisa triste, y salió sin más de la habitación. Yo volteé mi rostro hacia Misaki y observé el cable que salía de su brazo, así como la mascara de oxígeno sobre su boca y nariz. Ver eso me rompió en dos, y solo me acosté a su lado, poniendo su cabeza sobre mi brazo. El simple hecho de no poder sentir su calor de siempre me daba ganas de llorar. Besé su frente muy delicadamente, casi como si fuera de cristal, y solo me mantuve en ese lugar, a su lado.

    Pasaron unos minutos, hasta que ya había sido una hora. Fue entonces cuando pude observar que Misaki despertaba y que miraba confundido a todos lados, hasta que vio mi rostro.

    — ¿Usagi…? ¿Por qué estoy a…?

    Sin siquiera poder terminar la oración, lo rodeé con mis brazos, a punto de llorar. Misaki se confundió por este acto, pero pareció haber entendido todo. Sujetó un lado de mi rostro y me besó tiernamente, casi como una disculpa.

    —Ya llegó la hora, ¿verdad?

    El tono de su voz sonaba amable y a la vez triste, pero sonreía. Yo lloré con más fuerza y escondí mi rostro en su pecho.

    — ¡No lo aceptaré! ¡Definitivamente, no te dejaré!

    Sabía que no tenía sentido decir esas palabras, pero las dije sin pensar. Misaki acarició mi cabello y susurró, mientras yo seguía llorando en su lecho.

    —Usagi, no tiene caso. Mi tiempo ya terminó, así que quiero que, por lo menos, estos últimos momentos sean lo más felices posibles. Quiero estar contigo hasta que muera…

    — ¡No digas eso! ¡Por favor, lucha! ¡No me dejes solo…!

    —Usagi… te amo… Aun cuando me muera, te seguiré amando. Nunca te dejaré, siempre estaré a tu lado…

    Aquellas palabras, lejos de hacerme feliz, me lastimaban a más no poder. El solo pensar que él se iría era aterrador. No quería que se fuera. ¡Con una mierda, era horrible pensar que ya no lo tendría a mi lado! Misaki acariciaba mi cabello con sus finos dedos, mientras seguía diciendo que me amaba y que me seguiría amando aun cuando muriera. Por supuesto, no creía en eso último, pero no pensaba desperdiciar esos últimos instantes junto a mi persona más amada.

    Pasadas la media hora, llegó el momento que tanto temía. Pude sentir como el cuerpo de Misaki temblaba y cómo su temperatura bajaba rápidamente. La máquina que se encargaba de registrar los latidos de su corazón cada vez se oía más rápida. En seguida, entré en pánico. Grité lo más alto que pude el nombre de la enfermera y esta entró, observando lo que pasaba. Llamó a un enfermero que estaba cerca de ahí y este me quitó del lado de Misaki, para que la enfermera llamara al doctor. Cuándo este vino se preparó rápidamente, y comenzó a darle descargas eléctricas en el pecho, luego de inyectarle un líquido en su antebrazo. Yo solo los veía desde una silla, totalmente angustiado. El enfermero tomó mi silla de ruedas y comenzó a avanzar hacia la puerta. Al sentir que hacía eso, yo me resistí, pero fue inútil. Me obligaron a esperar afuera del cuarto, mientras se escuchaba el alboroto dentro del cuarto. No podía estar más ansioso.

    El tiempo pasó muy lentamente. Ni siquiera puedo calcular cuánto fue. Lo único que recuerdo fue la gran espera y las lágrimas fluyendo de mis ojos. No podía sufrir más. Solo recuerdo cómo pedía a Dios que le permitiera vivir un poco más, para poder despedirme apropiadamente de él, que por favor lo salvara. Cubría mi cara con mis manos y seguía llorando en silencio, captando la atención de los demás enfermeros. Me sentía de lo peor.

    Esperé y esperé, ansioso y angustiado, hasta que por fin vi al médico que salía de la habitación. Me acerqué lo más rápido posible a él y le pregunté con los ojos llorosos cómo estaba Misaki. Él solo respondió con un <<lo siento>>, y bajó la cabeza. Yo no pude creerlo. ¿De verdad ya se fue? ¿De verdad me dejó solo? No pensé nada más. Solo me sujeté fuertemente el cabello y apreté los dientes, para dejar escapar gruñidos y maldiciones al aire. Preguntaba por qué Misaki, si era alguien tan bueno. ¿Por qué no pude ser yo quien muriera?, ¿por qué tuvo que ser él? Aquellas preguntan inundaban mi cabeza. Sentía como mi cuerpo se volvía pesado y mis ojos ardían bastante, así como mi cara estaba hinchada. Era espantoso.

    La enfermera se acercó a mí y me dijo que la acompañara. Lo último que recuerdo es que me metieron en otra habitación y ahí caí en un profundo sueño. A la mañana siguiente, busqué a Misaki con la mirada y me di cuenta de que no estaba. Confirmé mis sospechas, y supe que en verdad había muerto. Solo me puse a llorar desconsoladamente, mientras apretaba con fuerza mis mandíbulas, y jalaba mis cabellos.

    Seguí así, hasta que escuché cómo la enfermera entraba.

    —Buenos días, Akihiko-kun.

    No contesté. Ella acomodó mi desayuno en mis piernas.

    —Dentro de tres días va a ser el funeral de Misaki-kun… vas a ir, ¿cierto?

    Yo la miré, sorprendido. Sin pensarlo dos veces, le respondí con un firme sí. Ella sonrió melancólicamente.

    —Eso es genial. Akihiko-kun… no te rindas.

    Dicho esto, salió de la habitación, dejándome la bandeja con la comida en las piernas. Traté de comer, pero venían a mi mente las imágenes de Misaki, cuando me decía cómo él cocinaba aquellos platillos, y cómo les faltaba sal. Sentí nuevamente el nudo en mi garganta, y seguí comiendo mientras las lágrimas seguían fluían.

    Pasaron los días, y por fin llegó el momento del funeral. Todo se veía muy deprimente y el ambiente era tiste y pesado. Creo que alcancé a ver a los padres de Misaki, los cuales estaban peleando por un asunto financiero. Estuve a punto de decirles que mostraran por lo menos un poco de respeto en el funeral de su hijo, pero desistí. No quería más problemas.

    Moví mi silla de ruedas hacia donde estaba el ataúd. La enfermera me había dicho que no podía tardar mucho, por lo que pensé en apresurarme. Puse una mano sobre la gran caja de madera fina y tragué saliva para no llorar.

    —Misaki, yo…

    Mi voz temblaba. Yo estaba temblando.

    —Yo… siempre te voy a esperar… hasta que muera, yo… te esperaré…

    Estaba a punto de llorar, cuando sentí una mano abultada sobre mi hombro. Era la enfermera. Supe por qué estaba ahí, así que solo asentí con al cabeza. Ella movió mi silla de ruedas, y yo no opuse resistencia. Solo volteé una vez más hacia el ataúd color negro con detalles cafés, donde yacía el cadáver de la persona que yo siempre amaré más que a nadie en el mundo. Hasta que mi cuerpo deje el último rasgo de vida…


    ***

    —Ya terminé…—dijo un peli plata sentado en el piso de tatami, con una pluma en su mano derecha y con un pequeño bultito de hojas frente a él. Miró la última página de todo lo que había escrito, y solo se pasó una mano por la frente.

    Ya han pasado diez años, y aun así… sigo esperándolo… Se quitó los lentes y sobó con cansancio el lugar entre sus ojos y sus sienes. Dejó la pluma a un lado de las hojas y comenzó a observar la historia. Sonrió con cierta melancolía al ver esos hechos convertidos en un pequeño cuento de amor, pero era verdadero. Los sentimientos seguían vivos dentro de él, y nunca cambiarían.
    Sintió una ligera brisa mover sus cabellos plateados, y volteó a observar la puerta abierta hacia el patio. Vio parada ahí a una mujer joven de cabellos negros.

    — ¿Reiko?—preguntó el novelista, al ver a su hermana.

    —Hola, Akihiko-nii.

    Akihiko pudo notar que llevaba consigo una caja de cartón, que tenía pequeños huecos.

    — ¿Qué haces aquí? Es muy raro que vengas a visitarme.

    Ella tragó saliva.

    —Solo quería desearte un feliz cumpleaños…—se acercó tímidamente al peli plata, cómo una niña, y puso en sus piernas la caja de cartón que llevaba consigo. Akihiko se confundió—es un regalo, espero que te guste…

    El oji lila abrió la caja con curiosidad y pudo observar dentro de ella a un pequeño gatito.

    —Y… ¿te gustó?

    —Eh… sí, es un buen gato—el oji lila acarició sus orejas, mientras que el gato se aferraba a su ropa y maullaba y ronroneaba.

    — ¿De verdad? ¡Me alegro mucho!—La muchacha sonrió, al ver al pequeño gatito enrollarse en su pantorrilla—Parece que le agradas.

    —Sí, eso veo—Akihiko formó una pequeña sonrisa. No sabía por qué, pero ese gato le parecía muy tierno. La muchacha supo que ese aspecto ya estaba bien, pero todavía le faltaba arreglar otro asunto.

    —Este… Akihiko-nii…

    — ¿Hmm?

    — ¿Conoces a un tal… Misaki?

    Los ojos de Akihiko se abrieron como platos, y volteó sorprendido hacia ella.

    — ¿Por qué me preguntas eso?

    —Lo que pasa es que hace poco, en el hospital donde yo trabajo, llegó un niño de unos catorce o quince años. Él ha estado repitiendo que quería verte, así que pensamos que tal vez pudieras verlo, solo para confirmarlo. Tratamos de correrlo, pero de alguna manera ha logrado escaparse…

    El oji lila aún estaba anonadado. Tenía que estar seguro.

    —Ese hospital… ¿es el mismo donde…?

    —Sí. Es el mismo en el cual tú estuviste cuando ocurrió el accidente hace años.

    El peli plata solo se paró repentinamente, y tomó su saco negro.

    — ¡Vámonos de una vez!

    La muchacha se sorprendió por la actitud del escritor, pero no se hizo esperar y ambos fueron al auto del novelista, donde además los esperaba Souichi, el esposo de Reiko. Sin pensarlo, el mayor les abrió las puertas del carro, y arrancó a toda velocidad, para dirigirse al hospital.

    Ese hospital es en el que yo estuve cuando Misaki todavía vivía… ¡No puede ser coincidencia! Solo pensar eso, hacía que pisara más el acelerador. Necesitaba confirmarlo. Necesitaba verlo una vez más.

    El mayor se pasó algunos altos y también varios pasos peatonales, pero eso no importaba. Solo tenía que llegar. Al cabo de unos minutos, por fin pudo divisar a lo lejos la entrada del gran hospital. Se estacionó en el primer lugar que vio y salió rápido del auto. La hermana igual salió, y ambos entraron corriendo al edificio. La peli atezado lo guio hacia el patio de atrás, no sin antes persuadir a varios doctores y enfermeras o enfermeros.

    Al llegar por fin al patio trasero, Akihiko no pudo creer lo que vio:

    Ahí había un joven de espaldas, con un kimono blanco y cabello castaño. Su complexión era delgada, y el viento movía suavemente los mechones que caían sobre su rostro. ¿Acaso era…?

    — ¿Misaki…?

    El joven ahí parado volteó hacia él, y le permitió ver su rostro. De inmediato pudo reconocer sus ojos esmeraldas.

    — ¿Qué tal, Usagi?…

    El novelista no pudo creerlo. Era él. Era Misaki en persona, justo en frente de él, de carne y hueso. Sin demorarse se acercó corriendo, y lo aprisionó entre sus fuertes brazos, para poder confirmar que en verdad estaba ahí, y no solo era una alucinación. Grande fue su alivio cuando sintió su cabello en su cuello, y sus delgados brazos sujetar los suyos. Lo único que pudo hacer fue esconder su rostro en su hombro, y dejar escapar unas cuantas lágrimas de felicidad. No podía creer lo feliz que era.

    —Usagi…

    —Misaki…

    El mayor se separó del oji jade y sujetó su barbilla, para darle un fogoso beso en los labios. Misaki, lejos de oponer resistencia, solo se entregó a sus brazos y rodeó su nuca, para sujetar mechones de cabello entre sus dedos. Sus lenguas bailaban como siguiendo una hermosa coreografía, mientras el novelista sujetaba firmemente su cintura. Parecía una alucinación, una hermosa fantasía.

    Cuando el aire fue demasiado escaso, ambos separaron sus bocas, con un hilillo de saliva entre ellos. Se miraron directamente a los ojos, y juntaron sus frentes con cariño.

    —Te dije que te iba a esperar… Misaki…


     
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  5. Kajika Sama
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    :=NEWWWA: Dokuro-Chan-Sensei la verdad fue tan hermoso ver como el amor a través de tiempo puede perdurar de esa manera, que bello usagui-san lo espero y me imagino que ese misaki era un re-encarnación del misaki que vivio, bueno sensei le quedo estupendo espero ver otros fick de su autoria.

    :=BIENODOE: nos leemos
     
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  6. lauriSekaiinlovE
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    TT_TT lo lograste me hiciste llorar Dokuro-chan
    me encnato demasiado este one-shot
    me dejo atonita
    sin palabras
    simplemente exquisito y hermoso

    la felicito, me gusto demasiado....


    Espero leer algunos fics mas suyos.....



    Saludos!!!:D
     
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  7. Brenda_Kamijou
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    TT que hermoso tu fic, logro lo que nadie, me hizo llorar!!!D: de verdad muy bueno te felicito me encanto y es que TT misaki, pero el final fue tan TT que hermoso de verdad^^
     
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    Tengo muchas cosas en mis manos y no me da miedo usarlas
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    Me encanto el fic. Es tan lindo la fidelidad de Usagi por Misaki, es increíble.
    Me fascino.

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    la vida es efímera , hay que disfrutarla

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    kyaaaaaaaaa

    esta tan adsfadsf!!!!!!

    me hizo llorar todo el tiempo

    esta muy bueno

    matta ne =)
     
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    Y ahora intenta decir que me amas sin miedo a que parezca mentira otra vez ... https://web.facebook.com/Btalkrajo

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    Me gusto mucho, eso es amor verse a los ojos y saber que son el uno para el otro, Genial.
     
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  11. •Axel•
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    WOW! muy wow! el final me sorprendió mucho! mis felicitaciones me sacaste unas lagrimas
     
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    Ian
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    Solo en un lugar pero eso depende ...

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    No hay palabras!!! Fue simplemente hermoso !¡!!!


    Tan dulce y tierno .... Me haz hecho llorar !!

    Magnifico trabajo *______*
     
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  13. usami_takahashi
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    tu fic es simplemente hermoso :=BUABUA: me la pase llorando pero valió la pena, lo ame, sigue así :=amors:
     
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  14. karen kisaka
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    Que hermosho :=SHOROO:
     
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  15. kim~.
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    Es hermoso! Me encanto!
    Felicitaciones por tu trabajo :=hurrahrr:
     
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15 replies since 24/3/2012, 03:36   703 views
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