Un marido por conveniencia (Albus/Scorpius) Nc+17

No puedo verte, por que aun te amo...pero tambien por que puedo comerte...literalmete.

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  1. 290589-kaname
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    Hola sjare2013: :=starss: Gracias por el comentario, espero q te siga gustando. :=starss:



    Capítulo 2



    Draco Malfoy llego a su oficina para sentarse en su cómodo sillón de piel de dragón. Desde la posición en la que se encontraba, podía ver a sus asistentes ir y venir de diferentes lugares, acomodando papales o tomándolos para su siguiente revisión. Alguno que otro pergamino volaba de una dirección a otra para que los expertos en pociones revisaran los ingredientes que necesitaban. Draco se maravillo de la diversidad de sus empleados. Algunos eran de sangre pura, otros mestizos, había incluso empleados vampiro y hombres lobo, como Albus.
    Si su padre tuviera la fuerza necesaria para levantarse de su cama definitivamente lo desheredaría por tener la afición de convivir con seres no dignos de su estatus de sangre. Ya casi podía escuchar los reclamos en su cabeza.
    Pero a él ya no le importaba lo que su padre dijera. Desde hacia años, Draco había decidido que los reproches de su padre jamás le volverían a hacer daño.
    Debido al desprestigio de su padre después de la guerra, Draco se había hecho cargo totalmente de la compañía. Al principio había sido muy duro. Los magos de Londres aun estaban resentidos con la familia debido a todas las muertes que los mortífagos habían causado. Pero Draco se había hecho de un respetado lugar entre la sociedad al convertirse en el mejor Pocionista de Inglaterra.
    La compañía había crecido y gracias a eso había podido adquirir a los jóvenes más talentosos de Hogwarts en el arte de las pociones. El negocio familiar se reafirmo entre los magos y cualquier prejuicio que antes tenían de ellos, ahora quedaba en el pasado. Bueno, por lo menos por parte de los magos… los seres mágicos eran otra cuestión. Ellos desconfiaban de los magos, incluso creían que si trabajaban con ellos en cualquier momento los esclavizarían, como antes.
    Para desgracia de Draco, la confianza de los seres mágicos era de vital importancia, porque solo ellos podrían proveerlos de las especies de su exclusiva región. Hiervas que en ningún otro lado se podrían conseguir. Por lo cual, se había tomado la necesidad de encontrar a un negociador. Un individuo que tendría que ser aceptado entre los seres mágicos y los magos.
    Albus Potter había sido el campeón de ese puesto. El convencerlo de trabajar para ellos había sido una ardua tarea. Sobretodo por el pasado trágico que Albus y Scorpius habían tenido. A su pesar, todavía podía recordar la noche en que el joven Potter había sido convertido en hombre lobo. Jamás podría olvidar aquella escena.
    El joven Slytherin se había presentado en la mansión una tarde después de unos días de la graduación del colegio de magia y hechicería. Nunca hubiese pensado que un Potter volviera a visitar su casa después de lo sucedido en la guerra.
    Lucius Malfoy lo había atendido personalmente, cosa que a Draco se le había hecho muy extraño. No había podido escuchar la conversación que los dos magos habían tenido, pero de lo que si se dio cuenta fue el como su padre había echado al pobre jovencito a la calle.
    Después de uno minutos, uno de los elfos domésticos había avisado sobre el ataque que Albus había sufrido. Draco se apareció en el lugar y por poco se desmalló del susto al encontrarse con una masa sanguinolenta en piso.
    Albus fue atacado con brutalidad. Ese día había quedado irreconocible.
    En el hospital de San Mungo, se entero de toda la verdad. Su corazón se había roto al saber que Albus había perdido a su bebe. Pero lo peor de todo fue el saber que aquella criaturita también era sangre de su sangre.
    Scorpius y Albus habían tenido un amor en secreto. Por lo poco que Albus le había contado, su hijo se había reusado rotundamente a reconocer su relación en publico, incluso unos días antes de la graduación, Scorpius lo había dejado definitivamente argumentando el hecho de que se iría a estudiar al extranjero. Pero en una ocasión, Albus le había dicho que la verdad era que Scorpius no quería reconocer que era homosexual y por eso lo dejaba. Según Scorpius, él quería convertirse en un creador de pociones, el mejor de toda Europa. Y para conseguirlo, tenía que irse a estudiar a una escuela en los Estados Unidos. Después de eso se casaría con una mujer que le diera herederos.
    Albus había quedado devastado pero aun así no se había resigno tan fisilmente. Por lo que había sabido, el joven Potter le mandaba a Scorpius cartas, cartas que su hijo tiraba sin siquiera leerlas. Cuando Albus se enteró de que esperaba un hijo, se había presentado en la mansión para verlo, pero para ese entonces Scorpius ya estaba en la Universidad Mágica.
    Nadie se hubiese imaginado que ese día una banda de Hombres lobo lo estaba asechando. A pesar de los años, Draco aun se lamentaba la perdida de ese pequeño ser. Cuando Albus se había enterado de su perdida, Draco había estado con él, tratando de reconfortarlo. Pero nada de lo dijera podría curar la herida que se instalo en el corazón de Albus. Incluso en una ocasión había estado a punto de quitarse la vida. Era relámete una verdadera lastima. Muy pocas veces se encontraban magos masculinos que tuvieran la capacidad de procrear. Pero desafortunadamente Albus había perdido esa capacidad al convertirse en hombre lobo.
    Draco quiso contactarse son su hijo para que supiera sobre la situación de Albus pero el joven Potter se había reusado. Diciéndole que si Scorpius no lo había querido ver en el pasado, ahora él no quería verlo en su futuro.
    De eso ya casi habían pasado seis años. Años en los que su hijo Scorpius se había reusado en volver. Lo último que habían sabido de él, fue cuando le había comunicado a toda la familia que pronto se casaría…con un hombre. Al parecer, su hijo al fin había aceptado que era homosexual.
    Cuando Albus se había enterado de esto, cosa que el Profeta jamás dejaría pasar, se había puesto como loco. Por lo que le había contado Harry, Albus destrozó su departamento, incinero cada recuerdo que había tenido de Scorpius y se unido a una manada de hombres lobo que lo llevaron a una vida llena de excesos. Dos meses después, Scorpius se había divorciado.
    Aunque ahora las cosas parecían más tranquilas con Albus, Draco podía ver la profunda herida que Scorpius le había dejado. Herida que asta la fecha, no podía serrarse.
    Lo único que calmaba el humor errático de Albus eran las fiestas salvajes de su manada. Donde podía desbordar sus sentimientos y su rabia con el sonido de la música. Para así olvidar todo su dolor. Incluso ahora Albus era capaz de tolerar la sola mención de Scorpius, ya que anteriormente, literalmente se le salía lo bestia.


    Albus caminó con paso lento y sigiloso a la espera de que su presa hiciera su aparición. Dada su condición de hombre lobo, sus movimientos eran mas ligeros y certeros haciéndolo peligroso para cualquier muggle o mago que decidiera atacar.
    Y esta vez su presa era un joven moreno, de cabellos negros y mirada azul. El joven mago se deslizaba de un lado a otro para tomar los ingredientes de una poción que estaba realizando. Los movimientos amanerados Jareth siempre habían sido un motivo de curiosidad para Albus, dado el echo de que ambos en gay, pero el no se comportaba así.
    Justo cuando Jareth estaba a punto de añadir unas gotitas de Dictamo a su poción, Albus flexiono las rodillas y salto para gruñirle. Jareth soltó la botella dentro del caldero y pego un grito muy femenino.
    Albus no pudo resistir la carcajada que soltó cuando la poción que Jareth estaba preparando explotara y llenara su cara con algo oscuro y pegajoso.
    - Me alegra ser tu diversión –dijo Jareth con fastidio.
    - A mi también. –contesto Albus sínicamente.
    Jareth saco su varita para realizar un hechizo de limpieza.
    - Te juro Potter que un día de estos te pondré un cascabel en el cuello.
    - Creo que en el intento podrías perder alguna extremidad.
    El joven pocionista lo miro con mala cara para después entregarle una pequeña botella.
    - Toma –dijo, con vos firme. –me tarde horas haciendo la poción mata lobos, más vale que lo aprecies.
    - Por supuesto que si –Albus se le acerco lo suficiente para mirarlo directamente a los ojos para después tomar un largo trago de la poción.
    Jareth se estremeció con esa mirada fría. Albus podría engañar a todos con su acostumbrada sonrisa pero Jareth podía ver el dolor en esos ojos. Jareth se entristeció al recordar al joven Potter en sus años en el colegio, cuando su mirada reflejaba la pureza de su alma y que ahora solo había odio y oscuridad.
    - Vete ya –animó Jareth –de seguro tú manada de perros ya te esta esperando.
    Albus sonrió tratando de no mostrar en su cara el fastidio por que le llamaran perro.
    - Te traeré un recuerdo –Potter se inclino en despedida.
    - Mientras no sea una pierna o un brazo mutilado todo está bien. –Jareth trato de sacar de su sistema el recuerdo de cuando Albus le había traído una pierna de venado como recuerdo de una de sus caserías. La verdad, habían ocasiones que le asustaba el humor retorcido de ese muchacho.
    - ¿Quieres la cabeza? –preguntó entonces Albus muy amablemente.
    - Ni se te ocurra…
    - Ok, nada de cabezas.
    Jareth observo como su amigo salía de su despacho. Un sobrecogimiento le recorrió todo el cuerpo. Definitivamente Albus estaba molesto, muy molesto. Había sido una muy buena idea hacer la poción antes de tiempo. Porque por nada del mundo le gustaría volver a ver la trasformación de su amigo. De tan solo pensarlo su piel ya se había puesto chinita.
    He de aquel desgraciado que lo hiciera enojar… por que ni la cabeza le iba a quedar.
     
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