princesa de la luna
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Capitulo 13
Sebastián podía escuchar el eco de sus propios pasos en la estancia, paso… paso… y era francamente frustrante, él era, por lo general, un hombre paciente, sin embargo y a causa de aquellos ineficientes conflictos entre pequeñas naciones que se niegan a desaparecer con los años, se veía obligado a participar en la política exterior en aquellos momentos de inadecuada situación personal, la idea de alearse de Alois le resultaba insoportable, ¡Cuánto lo amaba! ¿A que venía ese alemán a morir en una situación como esa?
Sus sospechas no eran demasiadas, por supuesto y la insinuación de que hubiese sido un asesinato –uno muy limpio, no habían hallado más pruebas que la bala que le había abierto el cráneo- no era precisamente halagadora para la reina, aquel hombre tenía, junto a otros, el deber de escoltar a una princesa inglesa a Hetztoleen* un reino alemán suficiente pequeño para representar una amenaza pero un poco demasiado rico para ser interesar a la nobleza inglesa, cerró los ojos y descargo su ira golpeando con fuerza el escritorio de roble de su estudio.
“mil veces maldito” la política inglesa exigía cierto trato, los nobles estaban en la penosa obligación de estar dispuestos a hacer ciertos sacrificios para con el reino, sus sacrificios eran por lo general generosas donaciones al bien público o a las cuentas de algunos miembros del partido, nunca nada como eso.
“sus capacidades diplomáticas son… reverenciadas, maques” había dicho la víbora mirándolo al tiempo que sus mayordomos se mantenían como estatuas de mármol blanca a un lado, Sebastián había observado de reojo como Charles Grey curvaba los labios en un asomo de sonrisa burlona… sintiendo que la sangre le estallaba en las venas y pensaba en cómo darle un escarmiento a aquel insolente.
“me halaga profundamente, mi reina” había dicho él con ton humilde y una sonrisa deliberada, ella también tenía una sonrisa, y el cuervo había pensado en volar por una de las ventanas.
“es por eso que cuando oí de este penoso asunto” cella había cerrado los ojos, él había asentid por educación para no conminarla a hablar con palabras, la carta de ella era lo suficientemente explicita “pensé en usted”
Si, había pensado en él, evidentemente inspirada por sus relaciones políticas con Alemania, o quías para alejarlo de Londres y de sus damas de compañía, lady Lyford abía demostrado una gran falta de etiqueta al mirarle tan escabrosamente la fiesta de hacía dos días, como fuera Sebastian había terminado con un deber que no deseaba.
No le interesaba acompañar a una inútil debutante cuya única virtud era su sangre noble, y mucho menos, esto más que nada, con los Phanomhive, los Middleford y los Faustus, conde, marques, marques….
Semejante conjunción de título le hacía sospechar de intereses contrapuestos que no se le habían informado, y esa falta de información podía resultar contraproducente llegado el momento.
Se llevó una mano a los labios y froto levemente la parte bajo ellos, aquel espacio entre su quijada y la boca, sacudió la cabeza y volvió a caminar, el eco de sus pasos comenzaba a convertirse en un baile extraño.
¿Cuál era el problema realmente? La reina había proporcionado a su sangre un sequito digno, marqueses, condes y si no estaba errado un duque francés extranjero, por lo bajo pensó en Maurice, si, probablemente no sería difícil, insinuar con delicadeza sobrada que si iban algunos también podían ir los Trancy, anhelaba volver a encontrarse con Alois, ver sus ojos claros, su sonrisa delicada y ver si el breve tiempo separados había logrado lo que él deseaba.
Había visto los ojos de Alois brillar con su confesión, lo mismo que su boca entreabrirse sorprendida, sus mejillas encenderse por primera vez en una reacción plenamente sincera y no estudiada, como si por primera vez pudiese haber visto bajo la capa de buenas costumbres al verdadero, al dueño de la sonrisa grácil, la mirada inocente a esa persona que él podría amar sin mayor demora.
Por otro lado un viaje por mar sería perfecto, no estaba seguro pero sospechaba que Alois no había abandonado nunca antes el país, razón suficiente para convencer por sí mismo a los Trancy si una petición directa de la reina no funcionaba, cosa que dudaba sinceramente.
Detuvo sus pasos, n confiaba en la reina Victoria, como hombre de mundo y habiendo visto los horrores que causaba la acción humana de la nobleza sobre los menos favorecidos, era consciente de que todo podía formar parte de una trampa infame que podría destruir toda su existencia lo mismo que una acusación directa de haber saboteado un plan perfecto de una mujer sin honor.
-ES una situación peligrosa, esta- murmuro y se volvio hasta ver la puerta de su despacho, le había parecido oir un ruido- de ver que el mundo cambia sin cambiar nosotros con él, ¿no es así?
Pregunto a la nada y la nada por supuesto, no lo contesto.
El barón alemán Diederich Wolf era en cierto modo famoso por su naturaleza seria e intimidante, educado bajo el Weston Collegue en Inglaterra, lo mismo que su trabajo com parte del área de espionaje alemán era desconocido, le había resultado risible saber que en cierto modo el barón había utilizado a Phantmhive tanto como este le había utilizado, una relación de cooperación en la que solo uno era plenamente consciente de la realidad.
Un hombre peligroso sin duda, y si los rumores eran ciertos.
Cerró los ojos, no quería dejar de lado a Alois, y con aquella insoportabe situación tenía un deber con su país.
“la ignorancia es un virtud en un mundo como este te hace pensar que puedes tomar las decisiones que quieras”
Pensó con una sonrisa
“una lástima que yo no posea esa virtud”
Solo tenía que… encontrar la raíz de todo aquel problema.
Notas: ya estamos cerca! no, espero no estamos xDD
*nombre inventado con google traductor, si existe algún lugar, sujeto o allegado con ese nombre es coincidencia.
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