sueño de amor (claudexalois) (sebastianxciel)

Edad Victoriana AU/ La temporada social se abre prometiendo lo que promete siempre, un romance de leyenda, intrigas y emoción con un protagonista joven aunque no muy inocente.

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  1. Mizuki_sama
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    princesa de la luna
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    chicas, necesito tener una idea del duque de Rukford
    Que les parecen las siguientes imagenes para él, recuerden es frances es atractivo y si... estoy hablando del esposo de Maurice... me dio la duda existencial de como luciría el pobre... xDD.
    Abajo las imagenes :)

    SPOILER (click to view)
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    Capitulo 14


    El “Artemis” era un barco precioso, un trasatlántico perfectamente equipado para hacer cómodo el viaje de sus pasajeros, que en aquella ocasión eran una novia real y su sequito.

    Tras la penosa muerte del que la guiaría, había sido el Diederich quién dirigía la situación como solo un alemán podía hacerlo, había estudiado bien los planes, los planos y ubicado estudiadamente a los embajadores, en cierto modo le era agradable saber que era así, pensaba Sebastián mientras convenía con los Trancy en que el viaje sería sin duda una experiencia encantadora, y veía con particular ternura la expresión de Alois volverse tímida al encontrarse sus miradas, si hubiese sido de un modo contrario y él tuviese que tener más deberes se sentiría preocupado, pero ahora, mientras depositaba un beso en el dorso de su mano y susurraba aquel cumplido.

    “Es un placer verle esta mañana, permítame decirle que se ve celestial” con un tono sereno y amable, sin apartar los ojos de aquellas orbes azules, se sentía cómodo, aunque la tormenta seguía anunciándose en su mente.

    -también es un placer, marques- sonrió Alois con una tímida sonrisa y bajando un poco los ojos al parpadear, posando por apenas un trozo de segundo sus pestañas sobre sus mejillas –es mi primer viaje, debo decir que estoy sorprendido –comento suavemente viendo que el silencio caía en el grupo, el conde Trancy los observaba sereno, su hermano se alejaba un tanto en dirección a los barandales para ver el mar sin duda y por lo demás…

    -¿En verdad? Espero que gratamente, el Artemis es uno de los mejores barcos de la compañía Pells y debo decir que en cuanto leí el billete espere que le agradara –comento él por su parte con tono cortes y adecuado, con la nota suficiente para hacer notar su familiaridad con Alois y hacer notar al conde que no debía albergar esperanzas en cuanto a romper el compromiso y también recordar a Alois que aún tenían una conversación pendiente.

    -Me agrada, es bastante cómodo –contesto Alois con una sonrisa suave, aunque esquivando su mirada por aquella ocasión, Sebastián asintió mirando de reojo a la dama de compañía y al conde que parecían decirse algo.

    Maldijo por lo bajo, con aquella vigilancia debía tener cuidado, pero aun así la idea de estar separado de él le era terrible, bajo la voz y se inclinó muy brevemente, captando la atención del rubí que aparto los ojos de los otros pasajeros que caminaban por la cubierta del barco y guardo silencio para escucharle.

    -Me alegra saberlo –susurro primero –Porque en verdad deseaba verte, cada minuto lejos de ti… es una agonía extraña –sonrió apagadamente al mismo tiempo que su rubio prometido abría los ojos de par en par y sus mejillas se encendían.

    El silencio en aquel momento era angustioso para Alois cuyos labios temblaron brevemente y debió hacer un supremo esfuerzo para no ponerse a respirar agitado pero cuyo lenguaje corporal hacía notar, aunque fuera apenas una insinuación, que las palabras de Sebastian si tenían un efecto sobre él.

    -yo… -titubeo sin poder apartar los ojos de las orbes carmín de su interlocutor- yo también deseaba verle –dijo al final y sus labios temblaron formando una sonrisa adorable… dulce como una promesa.

    Sebastián sonrió también en ese momento y de no haberse hallado ambos en la cubierta habría tomado sus manos y las habría llenado de besos, o habría comenzado a jurar amor eterno sabiendo que aquello no era muy sabio, pero estaban en la cubierta y debían cuidar sus reputaciones, ese barco podía volverse el infierno o el paraíso y él lo lograría todo.

    -Me alegra saberlo- susurro.

    Lo haría.

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    Mientras tanto una reunión menos alegre pero no por ello menos amable se realizaba en una de las salas, la princesa Giande Windsor era una muchacha hermosa de aparentes 16 años, dulce y delicada, se había mostrado dispuesta a aceptar las decisiones de otros sobre cómo debía ser el viaje, no así su madre que también la acompañaba ay a quién tanto el marques Faustus como el conde Phantomhive buscaban calmar haciendo uso de toda la galantería y diplomacia de la que eran dueños.

    -Por favor marquesa, comprenda que nuestra única preocupación es la seguridad de su hija –pidió Vincent con tono agradable viendo por el rabillo del ojo como Diederich se llevaba una mano a la cien como muestra de su frustración –y la suya por supuesto –completo con una sonrisa bastante sugerente, le pareció escuchar un bufido pero lo ignoro.

    Claude observaba como Vincent parecía lograr que la fiera retrocediera, cosa que agradecía no creía tener más frases en su repertorio diplomático.

    -si es verdad no lo dudo, señores –contesto la dama un poco menos beligerante- sin embargo me niego a que mi hija sea tratada como una prisionera, ella está aquí en este barco y ustedes la encierran siendo que deberían bajar a ese… -detuvo sus palabras apretando los labios y abriendo un poco de más los ojos, Faustus frunció el ceño.

    -No la mantenemos como prisionera mi lady, su hija tiene toda la libertad de pasear por el barco, sin embargo requerimos que tenga cuidado, su desavenencia al salir de primera clase no fue una gran decisión y pudo pasarle algo malo, y es enteramente de culpa suya, simplemente buscamos evitar un error –contesto, consiguiendo, con gran placer, que la dama pusiera una indignada expresión sus mejillas se encendieras y tomara la expresión de un perro rabioso ¿y eso era una dama de sociedad?

    -¿Cómo se atreve a decir que es culpa nuestra? –grito, causando que el conde y el resto de presentes se encogieran un poco, aun así Claude levanto la mano y hablo.

    -Digo únicamente la verdad marquesa, puede usted tomar una decisión ahora, bajar de este barco en la próxima parada y atenerse a las normas, puedo entender su indignación pero no creo que la reina pueda hacer lo mismo, tras la muerte del barón Khamilhen nuestra preocupación es mantener con vida a su hija hasta colocarla en la corona del reino de Hetztoleen, si a usted le place explicar porque eso no se hizo… -apretó los labios y le dirigió la mirada más helada que tenía, un hombre de su naturaleza no podía soportar ver como una dama de la alta cuna europea se comportaba de manera tan inadecuada, de reojo observo como la princesa enrojecí y le dirigía una mirada cargada de cierta indignación, pero no una indignación como la de su madre sino una controlada, como debía ser… volvió a ver a la dama que comenzaba a encogerse al fin en su lugar antes de salir dando un portazo de la estancia, miro hacia el otro sofá, aun había dos damas en ese lugar, por suerte, la condesa Phantomhive y la marquesa Middleford –Creo que podemos continuar –anuncio, permitiendo que Wolf hablara.

    -Bien, como decía, quienes acompañaran a la princesa por venía alemana son la familia Wolf y la familia Michaelis–explico, los Michaelis era de origen alemán, pero hacía medio siglo que residían en Inglaterra y su título había sido siempre respetado – por venía inglesa las familias Faustus, Middleford y Phantomhive y Trancy –continuo hablando, cuatro familias importantes, por no decir que media nobleza oscura se iba en ese barco, pensó, coincidiendo sin saberlo con Michaelis, en que todo aquello tenía pinta de trampa –Al mismo tiempo nos encontramos en compañía del dux de Ruckford, y su consorte, los cuales harán de embajadores de buena voluntad… según acuerdo europeo, al hallarse todas estas familias a su lado princesa, la protección de la que gozara será inestimable, al arribar a Alemania nos encontraremos con una escolta otorgada por el emperador, cuyo interés en la existencia de Hetztoleen, desde allá iremos en un vagón privado de su majestad hasta llegar a su reino, donde seréis guiada inmediatamente al castillo para prepararla para la boda, los reveses legales no serán de su interés personal –termino, su tono era sereno pero sus ojos eran dos piezas gemelas que contenían algo parecido al enojo que solo lograba encoger a la joven que apenas lograba formular una sonrisa en sus labios, el resto de presentes mantuvo silencio, no creían necesario seguir inquietando a la muchacha.

    Al final ella hablo.

    -Comprendo señores –su voz era clásica y apenas entendible- y lamento haberlos importunado antes con mi descuido, pero tengo una duda, he conocido en mi viaje a todos ustedes, pero ha nombrado al marqués de Michaelis, los condes de Trancy y los dux de Rukford –dijo al final –Pero yo no recuerdo haber sido presentada a ellos y si vamos a ir todos juntos no sería efectivo conocernos cuanto antes, de ese modo yo podría saber a quienes está limitada mi sociabilidad –termino suavemente.

    El barón asintió, aunque la fama del consorte del dux francés le era incomoda no podía negarse a dicho deseo.

    -Por supuesto.

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    -Ciertamente es una sorpresa bastante agradable –decía con tono delicado el Maurice mientras ladeaba la cabeza y concedía su mano a Michaelis, depositando este último un roce de labios en el dorso de la misma, críticamente incomodo aunque sin demostrarlo, el rubio sonreía y el dux francés que era su esposo ya se hallaba enfrascado en una conversación bastante sería con el conde Trancy –Por cierto conde –dijo en dirección a Alois que lo veía con profundo interés - ¿Ha logrado sacar la melodía? Su prometido fue muy galante cuando describió vuestra dedicación al respecto – comento, mintiendo descaradamente y forzando a Sebastián a lucir brevemente avergonzado, Alois en cambio sonrió maravillosamente, Maurice no parecía mentir en sus palabras y poseía un modo encantador de decir las cosas, saber que aquello podía interesarle le halagaba en cierto modo y saber que el marques hablaba de él con aquel joven solo servía para hacerlo feliz, suponiendo que las palabras de su prometido eran reales, y no era que no lo fueran solo que comentarios así de delicados se decían muchas veces en demasiados grandes salones, y aunque Alois lo sabía en aquel momento lo ignoro perfectamente.

    -su señoría me halaga- comento inclinando breve la rubia cabeza antes de sonreír encantadoramente –pero sí, he logrado sacar la pieza, es maravillosa… le agradezco haberlas cedido al marqués, realmente anhelaba tener las partituras –dijo al final logrando que Maurice sonriese levemente inquieto por ello.

    -fue un placer hacerlo, había escuchado tanto de vos y vuestra capacidad al piano que no hacerlo hubiese sido un crimen –dijo amigablemente acomodándose en la butaca al lado de la Alois, por el rabillo del ojo veía a su atractivo esposo distraer su valiosa atención con el conde hablando sobre quien sabe que, disimulo una mueca de disgusto y continuo con aquella sonrisa que bien podía competir con los ángeles –me alegra saber que la habéis logrado, sin duda nos honrareis tocándola alguna vez, sería maravilloso escucharos –comento y miro a Sebastián esperando una frase -¿No lo piensa usted así marques?

    -Sin lugar a dudas es algo que mi prometido debe hacer… él sabe que para mí el escucharlo es un camino al paraíso –contesto, y si bien decía la verdad quizás el ánimo pendenciero con que lo dijo sintiéndose atosigado por la presencia ligeramente peligrosa del dux lo llevo a pronunciar aquellas palabras, Maurice abrió un poco los ojos y su sonrisa tembló, pero Alois se sonrojo como una rosa encarnada y bajo la mirada escondiendo un sonrisa en un aspecto sofocado…

    -Sin duda lo sabe –dijo tras un segundo incomodo el dux volviéndose al escuchar unos pasos, sus orbes se abrieron un poco sorprendidas –Oh.
    -Esperamos no molestar –dijo Vinvent Panthomhive con una de esas sonrisa capaces de congelar el infierno –En cuanto supe que estaban aquí, supe que debía venir a saludarlos –comento ladeando un poco la cabeza, captando la atención del grupo, los Trancy lo mirarón esperando algo, Michaelis le concedió una sonrisa, secretamente aliviado y los Rukford lo miraron con breve extrañeza en el fondo de los ojos.

    -Usted no molestaría ni aunque fuera esa su intención, señoría –dijo Maurice con tono amable y delicado, viendo de reojo al muchacho que acompañaba al conde… Alois tambien lo vio, aun un poco avergonzado pero feliz de contar con la atención de su prometido... pero el tema es el muchacho que acompañaba al conde, lo conocía... era Ciel Panthomhive, su hijo.


    Notas: Como cuando Sebastian comete un error "sin querer" xDD
     
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