JUNJOU FUTURE (USAMI X MISAKI) Actualizado: 24/07/18

Usami y Misaki tendrán que plantearse su futuro juntos. La radiación en japón tras los terremotos podría afectar a las personas...

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  1. SnowieWhite
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    LO PROMETIDO ES DEUDA
    NO SE SI ALGUIEN SIGUE LEYENDO ESTE FIC, PERO SI ALGUIEN LO HACE ESPERO QUE ME PERDONE POR TARDAR TANTO.
    Y QUE NO ME MATE POR LO QUE ACABO DE ESCRIBIR.
    MILES DE BESOS!! :=WORKIN: :=@.@:

    SPOILER (click to view)
    Capítulo 18: “Aunque toda sociedad está basada en la intolerancia, todo progreso estriba en la tolerancia.” George Bernard Shaw
    Haruhiko juraría que el portazo que había dado su padre aún seguía sonando. Aunque hubiese sido hace casi diez minutos. Le sudaban las manos, le temblaban las rodillas, la mano de su hermano en su propio hombro pesaba toneladas. Se sentía aliviado, sí, pero también asustado. Siempre había estado del lado de su padre, trabajando con él, apoyando sus ideas y decisiones y ahora… ¿Ahora qué? De pronto el aire en sus pulmones pesaba demasiado, cada inspiración y expiración era casi un esfuerzo sobrehumano.
    — ¡Haruhiko! — Oyó la voz de su hermano. Notó un brazo rígido aguantando su espalda, se estaba cayendo, le fallaban las piernas. La vista se le volvió borrosa y después…oscuridad.
    ………………………………………………….
    La cama era demasiado grande, la almohada demasiado mullida, la lámpara de la mesita no alumbraba lo suficiente. Bueno, ya vale. Misaki se sentó a orillas de la cama y re frotó los ojos con ambas manos. Tenía que admitir que no podía dormir. En su mente le daba vueltas a la idea de llamar a Usagi-san, o a su hermano, o su suegra, o a quien fuera.
    ¿Cómo podía decirle a su familia que había tenido una falsa alarma de parto sin que se presentaran todos de pronto allí? No, todo tenía que seguir según lo planeado. Algo le sacó de sus pensamientos, algo que le sacó una sonrisa y le hizo llevar ambas manos a su abultado vientre. Sus niñas, sus pequeñas, se movían.
    — Hey. — Las saludó en un suspiro. Mika le había dicho que los bebés podían percibir las voces de su alrededor a partir del séptimo mes y bueno, él estaba de ocho, ya era hora de hablar un poco con ellas. — Papá Usagi estará enseguida con nosotros, pero no os preocupéis, yo también estoy aquí. — sorbió la nariz, empezaba a sentirse vulnerable. Estaba solo, pero no iba a dejarse amedrentar por eso, él también tenía que ser fuerte, tan fuerte como Akihiko. — Yo también soy fuerte.
    Era muy consciente de que había dicho aquello en voz alta para convencerse a sí mismo.
    …………………………………………………………………
    Un chico rubio, de la misma altura que su hermano, pálido, con grandes ojos azules y una curva en su vientre que delataba su estado, entró corriendo en la planta de cuidados intensivos. Akihiko apenas tuvo tiempo para apartarse de su camino para dejarle entrar en la habitación en la que habían ingresado a su hermano.
    “Así que es este.” Pensó Akihiko mientras seguía con la mirada al chico que se acercó a la camilla y sujetó el rostro de su hermano con ambas manos.
    — ¿Qué te ha hecho esta vez? — Habló con marcado acento americano.
    “¿Esta vez?” Frunció el ceño al oírle. Así que no era la primera vez que su hermano acababa en el hospital. Bueno, eso no era nuevo. Al llega a urgencias y consultar el historial médico de su hermano, descubrieron que era la tercera vez que llegaba en ese estado. Su padre le había estado presionando y torturando, no físicamente, pero su estado anímico estaba destrozado.
    Haruhiko hizo una sonrisa débil y cansada, alzó una mano y acarició la curva del vientre de su novio. Y entonces Akihiko se fijó en sus ojos, no recordaba haber visto a su hermano tan feliz desde… bueno, nunca. Y aun así, con los nervios destrozados, tras un ataque grave de ansiedad, parecía el hombre más feliz del mundo solo con tocar la creciente curva del vientre de su amado.
    — Nada. — Susurró levantando la mirada hacia esos grandes ojos azules que se preocupaban por él. — Me he liberado. — un sonrisa de estúpida felicidad surcó sus labios.— Somos libres.
    Suficiente para él. Akihiko abandonó el umbral de la puerta y salió al pasillo. Al menos habían sacado algo bueno de aquello. Su hermano había abandonado el bando de su padre. Apoyó su espalda contra la pared y sacó el móvil de su bolsillo. No había ninguna notificación de llamada o mensajes. Estaba seguro de que Misaki ya había llegado a San francisco y por la diferencia horaria, aún era la noche del día anterior. Respiró hondo y se pasó una mano por la frente hacia el pelo. Seguro que Misaki había llegado agotado y aturdido por el viaje, seguro que estaba durmiendo.
    Pero entonces la pantalla del móvil se iluminó con una foto de El hombre que más quería sentado en el sofá con las manos sobre su vientre y un rótulo que anunciaba: “Misaki llamando…”
    No tardó ni un segundo en contestar y llevarse el teléfono a la oreja, su corazón palpitaba tan fuerte que amenazaba con salírsele del pecho.
    — Hey, hola. — Se maldijo a si mismo cuando su voz sonó débil y preocupada.
    — Hola. — Sonó la voz de Misaki en el mismo tono al otro lado de la línea.
    Akihiko tragó saliva antes de continuar hablando. Sentirlo tan lejos era demasiado doloroso.
    — ¿Qué tal el viaje? — preguntó cerrando los ojos con una respiración profunda.
    Misaki soltó una exhalación que bien podría haber sido un intento de risa.
    — Bien, bueno, agotador. — contestó. — Prueba a viajar en avión durante horas con dos bebés dentro de ti.
    Akihiko sonrió, pero Misaki no podía verle a través del teléfono, por lo que el resultado fue un silencio algo melancólico. Misaki se sentía algo frustrado, quería abrazarle, tumbarse a su lado y que él también le hablara a las niñas. Iba a ser una sorpresa, pero de pronto no podía resistirse a darle la gran noticia.
    — ¡Eh! ¿sabes qué?
    Usagi-san frunció el ceño y despegó la espalda de la pared, forzándose a mantenerse activo y despejado.
    — Cuéntame.
    Oyó una risita al otro lado del teléfono, Misaki tenía algo bueno que contarle, su alegría se le contagió en forma de risa y le alivió que pudieran estar hablando como un par de enamorados empalagosos.
    — Me han hecho una revisión y me han dicho el sexo de los bebés.
    Usagi-san torció la sonrisa y apoyó el hombro sobre la pared inclinando su cuerpo.
    — Creía que habíamos acordado que sería una sorpresa.
    Misaki volvió a reír.
    — Sí, bueno, a la doctora se ha escapado.
    — ¿Y bien? — preguntó Akihiko ansioso por saber si eran niños, niñas o uno de cada. Aunque, en realidad, iba a querer a esos bebes fueran lo que fuesen. Eran el fruto del vientre de Misaki, mitad suyos, mitad de su amado.
    — Son dos niñas. — proclamó totalmente emocionado.— ¡Y hay más!
    El corazón de Akihiko dio un vuelco, dos niñas. Iban a ser padre de dos hijas.
    — ¿A si? — trató de mantenerse en la conversación y disimular la emoción que le hacía valorar seriamente la posibilidad de correr hasta el aeropuerto y coger un avión hasta San Francisco.
    — La doctora me ha dicho que ya pueden oír las voces a su alrededor, así que…
    Akihiko oyó como Misaki trasteaba con las opciones de llamada del móvil.
    — A ver si me cuelgas sin querer. — Comentó divertido.
    — Ya está. —oyó la voz de Misaki algo alejada. — He puesto el altavoz, ahora puedes hablarles.
    Akihiko soltó una risa grabe. Aquello era adorable, hablando por teléfono con sus hijas aun gestándose en al vientre de Misaki. Respiró hondo y apoyó de nuevo su espalda contra la pared.
    — Hola pequeñas. — comenzó a hablar y se imaginó que estaba a su lado, con una mano sobre su vientre, como su hermano hacía en el interior de la habitación con aquel rubio americano.— Soy papá, os echo de menos, a los tres. Y os quiero… os quiero mucho, con toda mi alma.
    Misaki no pudo contener las lágrimas. Como deseaba decirle que le necesitaba, que le quería a su lado. A la mierda el plan, lo quería allí con él. Sin darse cuenta, estaba sollozando en voz alta, se tapó la boca para que el ruido de su respiración agitada no llegase al micrófono del móvil. Pero Akihiko ya se había dado cuenta.
    —No llores Misaki. — él cerró los ojos y apretó los párpados tratando de aclarar los pensamientos de su mente.— En un mes estaré allí, lo prometo.

    SPOILER (click to view)
    Capítulo 19: "No desfallezcas si no me encuentras pronto. Si no estoy en un lugar, búscame en otro. En algún lugar te estaré esperando." Walt Whitman
    El sol entró por la ventana de la habitación del hotel. Después de una larga y emotiva conversación con Usagi-san repleta de revelaciones, por fin había logrado conciliar el sueño. ¡El hermano de Usagi-san tenía novio! ¡Y también iba a ser padre! Aquella imagen aún le resultaba demasiado extraña. Pero le encantaba la idea de que se hubiera cambiado de bando. Despacio y con una mano en su espalda se incorporó sobre el colchón. Bien, iba a hacer lo que le había dicho. El tiempo no iba a pasar más rápido aunque se quedara sentado contando cada segundo que pasaba. Tenía que salir y despejarse, divertirse un poco. Mika se había ofrecido a ir de compras con él y ahora que sabía que iba a dar a luz a dos niñas sentía un impulso innegable de comprar ropita.
    Se levantó de la cama y fue a darse una ducha. El agua caliente sobre su espalda tenía un efecto reparador, relajando sus músculos. Al salir se vistió con unos vaqueros de cinturilla elástica y una camiseta de manga larga ancha. Al sentarse en la cama para ponerse los zapatos tuvo que hacer complejas maniobras. En los últimos meses Usagi-san se había encargado de hacerlo, pero él también podía, él también era autosuficiente.
    ……………………………………………………………………………..
    Entrada ya la noche y después de tres horribles cafés de la máquina del segundo piso, volvió a la habitación de su hermano para avisar de que se retiraba a casa. Él también necesitaba dormir un poco. Al entrar, su hermano aún estaba despierto, tendido sobre la cama con un brazo alrededor del cuerpo del rubio que se tumbaba también sobre la camilla, a su lado, con la cabeza apoyada en su hombro. Su mano libre sobre la curvatura del vientre de su pareja. El rubio dormía plácidamente en brazos de Haruhiko con respiración pesada y pausada.
    — Parece más tranquilo. — valoró Akihiko en voz baja.
    Su hermano levantó la mirada para mirarle y poco a poco sus ojos se llenaron de culpabilidad y tristeza.
    — Sí… él también necesitaba descansar.
    Akihiko se colocó el abrigo y la bufanda mientras miraba aún sin poder creerse del todo la nueva situación de su hermano.
    — Me lo podrías haber contado ¿sabes? — Señaló al rubio durmiente con un gesto de la cabeza. — Nunca no hemos llevado bien, pero tú conocías mi situación con Misaki, no quiero ni imaginar por lo que nuestro padre te ha hecho pasar. Por cierto ¿Quién es él?
    Haruhiko se pasó una mano por el pelo y miró a su novio con sumo cariño.
    — Eric y yo nos conocimos aquel mes que pasamos en Estados Unidos. —Comenzó a relatar.— ¿Recuerdas que yo me escabullía de vez en cuando? — Akihiko asintió en silencio. — Le conocí en una de las charlas que di en un máster de empresariales. Él era el mejor de mis alumnos. Después de eso nos seguimos viendo, al principio fueron reuniones totalmente profesionales sobre el contenido de mis charlas, pero un día… Un día me pregunté ¿Por qué no le invito a tomar algo? Me gustaría saber más sobre él y bueno…todo salió bastante bien.
    — Hasta que padre se enteró. — añadió él.
    Haruhiko se limitó a apretar sus labios dirigiendo una mirada a su novio y de vuelta a su hermano.
    — Pensaba que trayéndolo aquí conmigo podía cuidar de él.
    Akihiko respiró hondo y se pasó una mano por el pelo.
    — Está de casi seis meses, es un niño. — Anunció emocionado.
    Akihiko se acercó a la camilla y le puso una mano sobre el hombro a su hermano. Nunca se había sentido tan cercano a él era como si por fin tuviese el hermano que siempre había querido tener.
    — Será un buen primo para mis dos hijas. — Contestó orgulloso. Su hermano abrió los ojos súbitamente. ¡Oh! ¡Claro! Lo más probable era que él no sabía que eran gemelas.
    — ¿Dos? ¿Dos niñas?
    Él asintió apretando los labios en una sonrisa. Pero entonces Haruhiko apretó el abrazo de su brazo alrededor de su amado. El miedo inundó sus más profundos pensamientos.
    — Akihiko, padre va a ir a por él. Va a ir a por Misaki. Tienes que volver a casa.
    Aquellas palabras endurecieron el corazón de Akihiko. Deseaba contarle a su hermano que Misaki no estaba en el país, que sus hijas nacerían en Estados unidos, por su seguridad. Mientras las protestas de su país políticamente conservador persistieran, él se planteaba seriamente el mudarse definitivamente.
    — Todo está bien Haruhiko, nada ni nadie va a amenazar la felicidad de nuestra familia.
    ……………………………………………………………………..
    Al abrir la puerta de su lujoso apartamento, Akihiko Usami no se sorprendió al ver el sofá volcado sobre el suelo, cristales rotos, papeles desperdigados. Le habían registrado en busca de su mayor tesoro. Quiso sentir rabia, odio hacia su padre, pero lo único que pudo sentir en ese momento fue pena.
    Al fin y al cabo, ser homosexual y tener pareja no era un problema para él, ni lo era para ninguna persona gay, lesbiana, bisexual o transexual del planeta. Era un problema para las personas como su padre gente retrograda y homófoba que utilizaba al odio como defensa. Ese tipo de gente, como su padre, se quedarían solas al final de su vida. Sin nadie a su lado que les quisiera.
    …………………………………………………………………………….
    Los días iban pasando y se convirtieron en semanas. A la tercera semana de su estancia en San Francisco, Misaki tenía el armario de la habitación de hotel repleto de ropita de bebé. Toda clase de vestidos, biberones, chupetes, calcetines, zapatitos… incluso había ojeado un par de catálogos de cunas aunque no quería decidir eso solo. Eso era algo que tenía que hacer con Usagi-san.
    Había tenido tiempo para pensar, para pensar mucho. Afortunadamente tenía a Mika, la doctora, para que le resolviera algunas de sus dudas. Ella le comentó que existían casos de hombre que daban el pecho tras dar a luz y efectivamente, Misaki notaba sus pectorales hinchados y doloridos de cuando en cuando, pero ella le había recomendado que, con dos bebés, lo más cómodo era el biberón. También había leído mucho sobre la depresión posparto, en la que parecía que las madre, y ahora también padres, sufrían una decaída tras dar a luz. Aquello sí que le preocupaba ¿Y si caía en depresión y no podía cuidar de sus hijas?
    El golpeo de unos nudillos le sacó de sus pensamientos. Se levantó de la cama y caminó torpemente hacia la puerta de la habitación. Se sentía tan pesado y grande, estaba cansado ya de aquella sensación. Miró por la mirilla de la puerta antes de abrir, era Mika.
    — Hola. —La saludó.
    Ella sonrió aunque parecía una sonrisa tensa y… ¿culpable?
    — Lo siento.
    Misaki no tuvo tiempo de reaccionar, cuatro hombres trajeados le rodearon. Dos le cogieron de los brazos, otro le tapó la boca con cinta aislante y el último le tapó los ojos.


    Edited by Drewelove - 5/5/2018, 20:58
     
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121 replies since 28/8/2012, 14:59   6487 views
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