JUNJOU FUTURE (USAMI X MISAKI) Actualizado: 24/07/18

Usami y Misaki tendrán que plantearse su futuro juntos. La radiación en japón tras los terremotos podría afectar a las personas...

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  1. Drewelove
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    ¡Hola a todos y a todas!
    Este capítulo tiene una escena lemon explícita.
    Recuerdo que este Fanfic sigue abierto por que de vez en cuando escribo algo relacionado con esta trama


    One shot: Las niñas se van de capamento
    SPOILER (click to view)
    Misaki revisó por decimocuarta vez ambas mochilas de sus hijas, un bento para cada una, una botella de agua reutilizable, la loción antimosquitos, crema solar; había avisado a los monitores del campamento de que las niñas llevaban un móvil, uno para las dos y que preferiría que fueran juntas en todas las actividades para que estar comunicado con ambas. Akihiko le había llamado paranoico, pero la actitud de su marido no difería mucho de la suya, había sorprendido a Akihiko, la noche anterior, revisando las pequeñas maletas que las niñas se iban a llevar al campamento. Había comprobado la reputación del campamento varias veces le había ayudado con las pegatinas con su teléfono móvil en la ropa de las niñas.
    Por su parte, Sora y Hikari fantaseaban con las venturas que iban a vivir en aquel campamento de fin de semana organizado por el colegio. Era increíble lo que llegaba a imaginar las mentes de unas niñas de siete años. Había llegado la carta de autorización a casa un mes antes del fin de semana señalado, una lista con las actividades del campamento y la autorización para que los padres las firmaran. Misaki no se había sentido tan mayor hasta ese momento, sus niñas ya tenían siete años y se iban un fin de semana entero fuera de casa.
    Cerró ambas mochilas y las dejó en la entrada de la casa antes de ir a la cocina donde las niñas desayunaban una tortilla acompañada de una pequeña ensalada y la leche con cacao. Frente a ellas, Akihiko repasaba la lista de actividades del campamento mientras se tomaba su segunda taza de café.
    - No os separéis del grupo.-Les decía mientras ellas seguían concentradas en sus platos.
    Misaki se sirvió una taza de café con leche y dos cucharadas de azúcar antes de sentarse junto a su marido.
    - Os llamaremos todos los días.-Siguió Akihiko.- Responded a nuestras llamadas, no nos hagáis llamar dos veces.
    La voz de Akihiko sonó algo más severa a Misaki, aquel tono de voz le recordaba al “porque quiero” que le soltaba a veces. Estaba tan preocupado como él, era la pirmera vez que las nias salían y no se iban a ver a casa de Takahiro y Manami o a la de Haruhiko y Eric.
    - El domingo por la mañana visitáis la granja.-Intervino Misaki para aliviar el tono de la conversación. Le preocupaba que, con tanto sermón, sus hijas quisieran irse incluso antes al campamento.- Seguro que será divertido.
    Por fin las niñas levantaron la vista del desayuno para ser partícipes activos de la conversación.
    - Ryu-kun y Ichiro-kun fueron el año pasado y montaron en un avestruz.- Comentó Sora con tono de asombro mientras su hermana, Hikari, asentía con la boca aún llena.
    Taka Ryu y Taka Ichiro eran los mellizos de la clase de sus hijas, unos niños muy populares en su clase y con mucha imaginación. Los habían conocido a ellos y a sus padres durante los eventos deportivos de la escuela, una pareja muy agradable. Sin embargo, Akihiko solo se fijó en como los mellizos jugaban con las gemelas, en un instante se convirtió en el típico padre sobreprotector.
    - ¿Seguro?-Les preguntó Misaki a las niñas.- Yo pensaba que eso estaba prohibido.
    Hikari descendió de nuevo su vista al plato, de las dos era la que más analizaba la situación, mientras que, Sora, era la más impulsiva de las dos y la más peleona. Aunque Hikari no se quedaba atrás para conseguir sus objetivos, pero sus medios eran otros. La niña de ojos verdes, asentía obedientemente a sus padres y después se las ingeniaba para salirse con la suya sin llamar mucho la atención. En cambio, Sora, podría acabar a pleno grito con Akihiko por cualquier cosa, había heredado el carácter de su padre.
    - Yo también quiero hacer eso.-Dijo Sora.
    - De eso nada, harás caso a lo que te digan los maestros.-Le respondió Akihiko con su mirada autoritaria.
    Sora le dirigió una mirada desafiante y a punto estuvo de contestarle, pero su hermana le dio una patadita por debajo de la mesa, una señal que hizo que Sora se tragase su orgullo y siguiese con el desayuno.
    Misaki miró a sus dos hijas con curiosidad, algo tramaban. Seguro que su primera experiencia en un campamento iba a ser de todo menos tranquila.
    El desayuno transcurrió de forma tranquila con Misaki aliviando la conversación de vez en cuando. Al terminar, el autobús del colegio estaba a punto de pasar. Los cuatro se dirigieron a la entrada de la casa, las niñas se colocaron las gorras, las mochilas y arrastraron sus pequeñas maletas hasta la entrada por el camino de baldosas blancas del jardín delantero. Ambos se despidieron de sus hijas con besos y abrazos cuando llegó el autobús, los niños del interior cantaban canciones y reían.
    Ambos padres permanecieron en la entrada hasta que el autobús desapareció al girar a la siguiente calle.
    - Ya está.- Suspiró Misaki con los brazos cruzados sobre su pecho.
    Akihiko alzó una mano y la pasó por sus cabellos plateados en un gesto preocupado, aun mirando la esquina por la que había desaparecido el autobús. Misaki tuvo ganas de abrazarle al verle tan preocupado.
    - Estarán bien.- Le dijo a su marido. Aunque en parte también se lo decía a sí mismo.
    Akihiko desvió la mirada hacia su marido de ojos esmeralda e hizo una media sonrisa. Sin previo aviso se inclinó hacia él y le besó en los labios. Un gesto que a Misaki pilló por sorpresa pero que no tardó en corresponder. Alzó sus manos hacia el rostro de su enamorado, mientras Akihiko la rodeaba la cintura con sus brazos. El beso evolucionó a algo más romántico y dedicado con sus labios acariciándose lentamente, disfrutando de cada movimiento.
    - Espera, espera.-le susurró Misaki rompiendo el beso por una milésima de segundo.- ¿No tienes un manuscrito que enviar?
    Pero Akihiko negó sutilmente con la cabeza.
    - No-Beso- Lo mandé anoche a la editorial.-Le volvió a besar.- ¿Y tú? ¿No tienes reuniones o que prepararte un juicio?
    Esta vez fue Misaki el que negó.
    - Me pedí el día libre.- Susurró y volvió a besar a su marido.- Espera.-Volvió a interrumpirle.- Los platos.
    - Los he fregado yo esta mañana.- Le susurró en los labios antes de volver a besarle.-¿Y la colada?
    - Lo hice ayer por la noche.- Frotó Misaki su nariz contra la de Akihiko lo que provocó que su marido ahogara un gruñido sensual en la garganta.- ¿Y los juguetes?
    Akihiko volvió a negar con la cabeza.
    - Las niñas lo recogieron todo anoche para no hacerlo hoy por la mañana.- Le contestó.
    Estaba a punto de besar a Misaki de nuevo cuando ambos se dieron cuenta de la situación que estaban experimentando.
    - ¿Tenemos el fin de semana para nosotros?- Preguntó Misaki en un susurro como si al hacerlo en voz alta fueran a reaparecer las responsabilidades y fastidiarlo todo.
    - Eso parece.- Le respondió Akihiko con la misma incertidumbre que él.
    Compartieron entonces una mirada de sorpresa y complicidad, seguida de una sonrisa. Misaki se separó de su marido para entrar de nuevo en casa. Su esposo no tardó en unírsele en el interior del hogar para dejar pruebas de su amor por todo el salón. Del sofá pasaron a la alfombra donde acabaron ambos sudorosos y con las respiraciones agitadas. Uno al lado del otro, ambos mirando al techo. Misaki se debatía entre el sueño y la consciencia, después de lo que habían hecho necesitaría dormir hasta el lunes.
    - Mañana por la noche.- comenzó Akihiko con la respiración agitada.- Podríamos salir a cenar.
    Misaki ladeó la cabeza para mirarle con el mismo ritmo respiratorio que él.
    - ¿Es una cena o una cita de las tuyas?- Le preguntó Misaki divertido.
    Akihiko se colocó de lado y tiró de la cintura de Misaki para que él se pusiera en la misma postura que él.
    - ¿Prefieres una simple cena?- le preguntó a Misaki, quien respondió con un débil risita antes de volver a besarle.
    Sábado por la noche.
    Misaki salió de la ducha con el pelo empapado, el baño envuelto en vaho y el espejo empañado. Akihiko había salido ya para “asegurar algunas cosas” como él le había dicho. Se lavó los dientes y secó el pelo antes de vestirse. Ahora que llevaba traje y corbata para la oficina, parecía que su armario había cambiado por completo. Casi no recordaba la última vez que se había puesto una camiseta normal y corriente. Tras secarse y ponerse la ropa interior salió del cuarto de baño dentro de la habitación principal y fue al armario. Sin las niñas, la casa estaba tremendamente silenciosa. Estaba bien tener un par de días para ellos, pero Misaki se dio cuenta entonces, de lo mucho que detestaba aquel silencio.
    Eligió unos pantalones claros, una camisa azul y una americana de un azul aún más oscuro, a lo que aún no se habituaba era la corbata e intentaba no ponérsela siempre que podía. Mientras se abotonaba la camisa sonó su móvil encima de la cama, era su marido.
    - Hola- Le saludó mientras trataba de seguir abotonándose la camisa con una sola mano.
    - ¿Estás listo?- Le preguntó Akihiko al otro lado de la línea.
    Misaki terminó de abotonarse la camisa a duras penas y se colgó la chaquelta del brazo en un gesto rápido.
    - Eh…si.- Le contestó mientras se metía la cartera y las llaves en los bolsillos.- estoy listo.
    - Bien, sal a la calle.- Le contestó.- Ya estoy en la puerta.
    Ocho de la noche, Akihiko conducía en silencio con una mano de Misaki sobre su muslo, como su marido solía hacer. Misaki miraba distraído por la ventana también en silencio, no le había dicho a donde iban, le había prohibido terminantemente preguntar a dónde iban. No había mucho tráfico aquella noche veraniega, llegarían enseguida a su destino. Akihiko tomó el desvío hacia Odaiwa y entonces Misaki reaccionó con una mirada de desconcierto, pero había prometido no preguntar.
    Al llegar fue más que un miagro que Akihiko encontrase un buen sitio para aparcar, la noria brillaba de manera colorida en la bahía. Al salir del coche, les invadió el olor a palomitas, algodón de azúcar y el sonido de la feria. Misaki no entendía que hacían allí, justamente un fin de semana que no tenían a las niñas, Akihiko había decidido llevarle a la feria.
    - Akihiko…-Empezó a hablarle él. Pero su marido le tomó de la mano y tiró de él hacia el recinto ferial, lleno de parejas y niños disfrutando del ambiente.
    - ¿Recuerdas este lugar, Misaki? –Le preguntó él, mientras caminaban en dirección a la noria.
    Y de pronto le vino a la mente una imagen de hacía muchos años, cuando aún negaba sus sentimientos por su actual marido, de cuando se escondían, el recuerdo de aquella primera vez que le dijo “te amo” a Akihiko. En un instante, Misaki se sonrojó hasta las orejas. Akihiko hizo una media sonrisa ante la reacción de su marido.
    - Vamos.- Le dijo.- Subamos de nuevo a esa noria. – Akihiko volvió a tirar suavemente de su mano, a lo que Misaki no opuso resistencia.
    Subieron de nuevo a aquella noria. Esta vez, ambos sentados uno al lado del otro, con las manos entrelazadas, la cabeza de Misaki sobre el hombro de Akihiko.
    - ¿Sabes?- Habló por fin Misaki cuando la noria casi estaba en su punto más alto.- Hoy me he dado cuenta de lo silenciosa que está la casa sin las niñas.
    - Si…-Le contestó Akihiko.- yo también lo he notado.
    - Pero tener tiempo para nosotros es genial.-prosiguió Misaki.
    Akihiko besó el cabello de su marido con sumo cariño.
    - Te amo, Akihiko.-dijo Misaki de repente.
    A lo que su marido sonrió de forma tierna y le levantó el rostro hacia él con un suave tirón de barbilla.
    - Yo también te amo, Misaki.- Le contestó antes de besarle.
    Akihiko tuvo que anular la reserva que tenía en un restaurante cercano, uno muy bueno, en el que servían la mejor carne del país. Pero su esposo le había convencido para cenar algodón de azúcar y perritos calientes, y nadie podía resistirse a ese menú tan exclusivo. Jugaron al tiro al blanco, a los dardos, fueron a la mansión del terror y al paseo en barca en el túnel de los enamorados. Aquella era su noche y se comportaban como novios otra vez.
    AL llegar las diez de la noche, Akihiko condujo hacia un hotel de cinco estrellas donde había reservado una suite con jacuzzi incluido. Sin duda era una de las antiguas citas de su marido, como si tratara de impresionarle de nuevo. El romanticismo empezó de nuevo en el ascensor del hotel, tras recoger las llaves. Subieron hasta la planta veintitrés y entre beso y risas se dirigieron a la habitación. Torpemente, Akihiko insertó la tarjeta en la ranura de la puerta y logró abrirla cuando brilló la lucecita verde sobre el pomo de la puerta. Con sus labios pegados a los de Misaki en un beso interminable y un brazo rodeando su cintura, se las ingenió para que entraran ambos en la habitación, a la vez.
    Cerró la puerta tras ellos y se guardó la llave en el bolsillo antes de volver a prestarle atención a su marido. Desliza sus manos por ambos costados del torso de Misaki, él baja las manos de su cuello a su pecho. Por un instante ambos rompen el beso, un instante que Misaki aprovecha para retirarle algunos mechones que caían sobre la frente de Akihiko, sus ojos, quería ver sus ojos, la mirada de su marido lo enamoraba cada día.
    Volvieron a besarse, las manos de Akihiko sacaron la camisa del pantalón de Misaki e intrudujo las manos bajo ella para acariciar la suave piel de su marido. Misaki, por su parte, llevó ambas manos a la línea de botones de la camisa de Akihiko y comenzó a desabrochar los botones uno a uno. Su piel se erizó bajo el tacto de las manos de su esposo, pues volvían a estar frías como aquellas primeras veces, cuando eran novios.
    Akihiko presionó su cadera contra la de Misaki y su miembro ya hinchado se encontró con el miembro también excitado de Misaki. Una exclamación abandonó la garganta del ojos verdes y un gruñido de dientes apretados se quedó en la garganta de Akihiko. Misaki deslizó la camisa de Akihiko por sus grandes hombros, mientras sus lenguas seguían acariciándose sin descanso. Akihiko se deshizo de la camisa de Misaki y ambas prendas acabaron en el suelo. Acto segudo tomó una de las piernas de Misaki y rodeó con ella su cadera para volver a presionar su hinchada entrepierna contra la de Misaki, por encima de la tela. Las caderas de su marido correspondieron al gesto de la cadera que pronto se convirtió en un movimiento lento y sensual entre ellos. Las manos de Misaki acabaron en la espalda de Akihiko, por debajo de sus brazos, sus uñas en la espalda de él, la respiración agitada entre sus bocas, aquel movimiento ya no era suficiente para mitigar su pasión.
    Akihiko se agachó ligeramente para tomar la otra pierna de Misaki y levantarlo del suelo. Con ambas piernas de su marido alrededor de su cadera y sus brazos en su espalda, le llevó hasta la enorme cama de la habitación. Lo dejó sobre el colchón con sumo cuidado y volvió a besarle, esta vez despacio, disfrutanto del momento previo al arrebato de pasión. Sintió las cálidas manos de Misaki en la hebilla del cinturón de Akihiko, aquello le hizo sonreír. Disfrutó de las manos de su marido desabrochándole los pantalones y él tampoco se quedó atrás. Deslizó sus manos hacia el botón de los pantalones de Misaki y los desabrochó.
    Pero su marido, que había empezado antes que él a desabrocharle los pantalones ya había llegado a su miembro, sintió como sus suaves manos tomaron su sexo y comenzaron a acariciarle lentamente. Akihiko tuvo que cerrar los ojos y hacer acopio de fuerzas para seguir con su tarea de deshacerse de los pantalones de Misaki. Deshizo el abrazo de las piernas de su marido en su cadera y cuando hubo desabrochado sus pantalones, tiró de ellos y de la ropa interior de su marido hasta quitárselos completamente. Allí estaba, frente a él, el hombre de su vida al desnudo y listo para él. Volvió a colocarse sobre él y le besó una vez más en los labios, aunque no se detuvo allí, deslizó sus labios por el cuello de Misaki, disfrutanto de la reacción de su piel a su paso. Bajó por la línea entre sus pectorales hasta su ombligo y un poco más abajo besó la cicatriz de la cesárea por la que sus hijas habían llegado al mundo. Por fin llegó a su miembro y lo agarró con una mano mientas deslizaba su lengua de arriba abajo. Misaki arqueó su espalda como respuesta instintiva, sentía como miles de cosquilleos le recorrían vientre abajo. Akihiko besó la punta de su miembro antes de metérselo en la boca. Misaki soltó un gemido de placer, con una mano aferrada a las sábanas de la cama y la otra hundida en la cabellera de Akihiko. Su marido recorrió su sexo con la boca y Misaki creyó que perdía la cordura, sus caricias eran demasiados, su cuerpo comenzó a temblar de excitación y Akihiko supo que era el momento.
    Le introdujo dos dedos para prepararle y Misaki volvió a arquear su espalda acompañando el gesto de un largo gemido. Oírle le producía un placer indescriptible, siguió los movimientos de su mano y su boca un poco más, hasta que los gemidos y temblores de Misaki amenazaban con llevarle demasiado cerca del éxtasis. Solo entonces volvió a mirarle los ojos, aún con su mano moviéndose de forma acompasada contra él.
    - Misaki- Le susurró.- Voy a entrar ahora.
    Pero entonces Misaki colocó su temblorosa mano sobre los labios de él.
    - Espera.-Logró decirle y tiró de él hasta tumbarlo sobre el colchón.
    Un tembloroso y excitado Misaki con su rostro y pecho sonrojado se colocó sobre Akihiko, besó sus labios lentamente, Akihiko llevó sus manos a la espalda de su marido y le acarició cariñosamente. Misaki descendió hacia el ombligo de Akihiko y besó la línea de pelo plateado, al igual que el de su cabellera hasta llegar a su sexo, él no era el único que iba a disfrutar de aquello. Misaki besó su miembro y deslizó su lengua por un lateral del miembro mientras la acariciaban lentamente. Akihiko se hallaba apoyado sobre sus codos para disfrutar también visualmente. Misaki deslizó de nuevo la lengua hacia arriba y volvió a besar su tumba, la mano de Misaki lo acariciaba lentamente pero sim pausa. Akihiko creía que perdería el sentido en cualquier momento, pero no lo hizo.
    Misaki sol ocesó sus caricias para retirar del todo los pantalones de su marido, entonces, Akihiko tiró se su mano hasta colocarle sentado sobre él. Misaki se inclinó sobre él para besar sus labios una vez más. Oportunidad que Akihiko aprovechó para levantar sus caderas y acariciar su entrada con su miembro. Misaki gimió de nuevo. Con ambas manos sobre su cadera, Akihiko guio el cuerpo de su amado. Misaki preparó la postura de su cuerpo y correspondió al movimiento de caderas de su marido.
    El sexo de Akihiko se adentró en él de forma lenta y sumamente placentera. Misaki acabó casi completamente sentado sobre las caderas de su marido. Akihiko tomó sus caderas con sus manos de forma posesiva y marcó el ritmo de los movimientos que Misaki correspondió de buena gana. El joven de ojos verdes echó la cabeza hacia atrás en un gemido una de las manos de Akihiko fue a parar al miembro de Misaki mientras la otra seguía aferrada a sus caderas. El interior de su esposo se estrechaba alrededor de su sexo, no había sensación más placentera.
    Con un movimiento enérgico, logró tumbar a Misaki sobre la cama, no podía aguantar más, si seguían con aquel ritmo se volvería loco. Agarró las piernas de Misaki y se apoyó sus pies sobre los hombros, aquella inclinación le daba una mayor fricción y libertad de movimiento. Comenzó a moverse de forma frenética, no podía parar, los gemidos de Misaki se confundían con los suyos propios. Misaki se agarró al cabecero de la cama con ambas manos. Akihiko aún subió más el ritmo de sus embestidas, estaba a punto de reventar de placer.
    Y por fin sucedió, fue como tocar el cielo con las yemas de los dedos. Una explosión de energía. Akihiko terminó en el interior de Misaki y su marido había dejado pruebas por su propio cuerpo y las sábanas. Con la respiración aun entrecortaba y sudoroso, reunió todas sus fuerzas para salir del cuerpo de Misaki y tumbarse a su lado. Allí, abrazados, era su trocito de cielo particular.
    ˷DOS MESES DESPUÉS˷

    El día después del séptimo cumpleaños del pequeño William, su sobrino, las niñas se habían quedado en casa de Haruhiko y Eric, pues la fiesta se trasladaba a una fiesta de pijamas. Akihiko y Misaki solo asistieron a la fiesta por el día. Las niñas lo pasaron genial con el castillo hinchable y pintándose la cara. Hasta convencieron a Misaki para que se pintara la cara y, la verdad, estaba adorable con la cara pintada de panda.
    Pero lo que le despertó a la mañana siguiente fue el sonido de una arcada procedente del baño. Akihiko se sentó sobre la cama aun frotándose los ojos.
    - ¿Misaki? –Le llamó pero solo obtuvo otra arcada como respuesta.
    Se levantó de la cama y caminó aún agotado de la fiesta infantil hacia el baño. Encontró a su marido en el baño, abrazado al váter como si fuera un salvavidas en medio del océano. Aquella estampa no sorprendió a Akihiko, pues le había visto comerse su peso en golosinas el día anterior. Nunca lo había visto tan ansioso.
    - Hola- Le saludó Misaki en un penosa voz.
    Akihiko se acuchilló frente a él y le retiró los mechones de pelo sudorosos de la frente.
    - Comes como un crío.- Le dijo a lo que Misaki respondió con una débil sonrisa.
    - Oye, necesito que vayas a la farmacia.- Le pidió su moribundo marido.
    Pero Akihiko negó con la cabeza y se levantó.
    - Tenemos té digestivo en la cocina.
    Misaki negó lentamente con la cabeza y sonrió como un borracho.
    - Verás… es que no me puedo levantar.-Le confesó.- El baño me da vueltas.
    Aquella respuesta la extraño a Akihiko.
    - Pero su ayer no bebiste alcohol.- Le dijo.-No puedes tener resaca.
    Misaki volvió a hacer aquella sonrisa digna de la mayor de as borracheras, el mareo tenía que ser enorme.
    - Ya… la cosa es que… no creo que sean las golosinas lo único que me provoca estos mareos.
    Akihiko no lo entendió al principio, pero entonces, se dio cuenta de que una de las manos de su marido se había desplazado sobre su vientre y los ojos se le abrieron como platos.
    - ¿Qué?- Fue lo único que pudo articular al principio y de arrodilló frente a él de inmediato.- ¿Estás seguro?
    - Bueno lo estaré en cuanto me traigas un test de embarazo.- Le respondió Misaki.
    Su marido asintió rápidamente y le besó en la frente antes de levantarse como una bala.
    - Vuelvo en seguida,-dijo mientras se ponía los zapatos y una camiseta decente.- No te muevas de ahí.
    - Como si pudiera ir muy lejos.- Murmuró Misaki como respuesta mientras su marido baja a toda prisa las escaleras.
    Los diez minutos que tardó en volver Akihiko se le hicieron eternos, aunque la sensación de mareo le iba desapareciendo por momentos tras expulsar el contenido de su estómago. Sin embargo, la horrible sensación de acidez seguía ahí. Logró levantarse del suelo, bajar la tapa del váter y sentarse sobre ella. Por fin sonó la puerta de su casa de nuevo y unos frenéticos pasos escalera arriba. Un agitado Akihiko apareció en el umbral de la puerta del baño con una bolsa blanca de papel.
    - Aquí tienes.- Le dijo preso de los nervios.
    Misaki le arrebató la bolsa de las manos y sacó el test de embarazo de la caja de cartón. Quitó la tapa de la parte que debía recoger la muestra de orina.
    - Akihiko ¿Qué haces?- Le preguntó Misaki algo molesto.
    Aquella pregunta le pilló desprevenido a Akihiko.
    - Espero a saber si vamos a ser padres otra vez.
    Misaki miró el test de embarazo y de nuevo a su marido. Se sintió algo avergonzado por aquella situación.
    - No puedo hacerlo si me miras.- Dijo avergonzado.
    Aquello sí que no se los esperaba, tenía ganas de salir al jardín y fumarse un paquete entero de cigarrillos.
    - ¿Me estás diciendo que no puedes hacer pis conmigo delante?- quiso confirmar lo que había oído.
    Misaki se sonrojó hasta las orejas.
    - No, no puedo si estás delante.- le confirmó.
    - A estas alturas, ¿te da vergüenza?- Repitió incrédulo.
    - ¡Akihiko, fuera!- Le gritó mientras le empujaba fuera del baño y acto seguido cerró la puerta tres él.
    De pronto, Akihiko se vio solo en el dormitorio. Respiró hondo aún incrédulo de que aquello pudiera ser una opción ¿Ser padres de nuevo? Sí, claro que la idea se le había pasado por la cabeza pero siempre habían llegado a la conclusión que, con dos niñas pequeñas, tendrían que esperar para poder dedicarle el tiempo que cada niño necesita y no verse eclipsado por sus hermanos o hermanas. ¿Y si volvían a ser gemelas o gemelos? Akihiko se pasó una mano por el pelo, aún no sabían nada.
    La puerta del lavabo se abrió y Misaki salió con el test tapado y entre sus manos. Akihiko le dirigió una mirada en buscas de respuestas. Pero su marido se dedicó a enseñarle el test.
    - Aun hay que esperar dos minutos.- Le dijo y se sentó a su lado a la orilla de la cama.- Akihiko yo…- comenzó.- Si es positivo, yo quiero tenerlo.
    Akihiko le rodeó con su brazo y besó su pelo.
    - Yo también y, si pasa, será una alegría.- Le dijo.- Además, ahora las niñas son más mayores, seguros que estarán encantadas.
    - Pero por favor que solo venga uno o una.- Murmuró Misaki, había pensado lo mismo que Akihiko.- Bueno.- dijo Misaki.- Pero puede que sea negativo.
    Su marido asintió en silencio y sonrió.
    - Sí, puede que solo tengas una indigestión de tantos dulces.- se rio de él.
    - Nunca más.- Gimoteó Misaki refiriéndose a la cantidad malsana que había comido el día anterior.
    Misaki disfrutó de las caricias de la mano de su marido en su espalda con los ojos cerrados.
    - ¿crees que ya estará? –preguntó Akihiko con voz impaciente.
    Misaki, por su parte sonrió y descendió la vista hacia el test de embarazo entre sus manos. La palabra “positivo” apareció en la pantalla digital del dispositivo. Una gran emoción se hizo dueña de su corazón. Cuando dirigió la mirada a Akihiko se encontró con una sonrisa de oreja a oreja en el rostro de escritor.
    - Vamos a ser padres.- Dijo Misaki en voz alta.
    Akihiko abrazó a su marido con sumo cuidado como si fuera de cristal.
    - Gracias, Misaki.- le susurró.
     
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    Aprende a soñar con los ojos abiertos....

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    En la dulce espera jajaja... Misaki es muy lindo. Me gusto el capitulo.
     
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