En busca del remitente y atentamente tu admirador secreto (james x severus / sirius x remus)

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  1. Kennistar
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    ASNDFJDSKA lo se, hace mas de un año, creo que dos, que no me pasaba por aqui xD la verdad es que no me he inspirado para nada en continuar el fic y pues ya llevo hasta el cap ocho pero como me he olvidad un poco de esta cuenta no lo habia publicado hasta ahora. espero les guste y que comenten que les parecio :)
    Kennistar, cambio y fuera.




    Sirius era un chico muy guapo. Su elegancia y aristocracia lo hacían el más deseado por las mujeres del colegio. Muchas chicas se le habían declarado y otras se habían ido con él a la cama. Pero, hasta este entonces, Sirius no se había preguntado para que le servía toda esa belleza si no podía tener a la persona que quería, y no le servía para conquistarla.
    Dejó su plato de avena y miró enojado hacia donde se encontraba esa persona que le martillaba el cerebro día y noche. Aun no podía creer que él, Sirius Black, un chico extremadamente apuesto, millonario y con una descendencia envidiable (aunque él la detestaba), estuviera babeando por alguien como Remus Lupin. Pero, si se le miraba detenidamente, se podía encontrar que sus parpados caían de una manera misteriosa; los rayos del sol arrancaban destellos dorados a su cabello; sus manos pálidas tenían dedos largos y delgados, que sostenían las cosas de una manera delicada y a la vez firme. Su cuerpo larguirucho y cubierto de cicatrices, era firme y delgado; su cintura era muy pequeña y sus piernas que parecían dos palillos frágiles, eran carnosas y maravillosamente largas… muy largas con muslos carnosos y deseables…
    –Sirius…¿Quisieras decirme porque me estas tocando la pierna?–Sirius parpadeo varias veces y se dio cuenta de que ya no se encontraba en el Gran Comedor. El aula de Defensa Contra las Artes Obscuras se extendía antes sus ojos y no sabía cómo había llegado hasta ahí. Bajó la vista y pudo observar que su mano se encontraba acariciando el muslo derecho de Remus. Rápidamente la quitó y su amigo se alejó un poco de él. Hubo un largo silencio incomodó que se rompió en cuanto llegó James.
    – ¿Por qué se fueron tan rápido del Gran Comedor? – James se sentó en su lugar de siempre (justo detrás de Sirius) y notó el incómodo silencio entre los dos chicos.
    –No nos fuimos muy rápido, simplemente tu llegaste muy tarde. Y no me pregunto por qué. Ayer se la pasaron volando y lanzándose pelotas como idiotas todo el día, y luego me pidieron que les pasara la tarea. – se quejó Remus, un poco indignado. James sonrió con esa sonrisa tan característica de él, se revolvió el cabello y, luego, se subió las gafas.
    – Era Domingo. Además, eres un buen amigo y nos quieres y te preocupas por nosotros. Por eso nos pasaste la tarea.
    –Debería dejar de hacer eso.
    –Y James debería dejar de ser un idiota, pero hay cosas que no puedes dejar de hacer o ser. – James abrió la boca para decir algo, pero luego la cerró. Sirius sintió como su amigo se tensaba cuando, junto a ellos, pasaron una chica de cabello rojo y rizado, y un chico de cabello negro y largo. Sirius observó a Snape. Este aún tenía esa cara de asustado que le vio el día anterior, y hacía todo lo posible por no mirar en otra dirección que no fuera la de enfrente.
    – ¿Qué mosca le habrá picado?– le susurró a James pero este no llegó a contestar, ya que el profesor entró casi justo después de Evans y Snape. Con voz firme les dijo que guardaran silencio y sacaran las varitas.
    El resto del día pasó muy rápido, Sirius solo lo recordaba como una mancha borrosa que se volvía más nítida conforme se acercaba la hora de Historia de la Magia. Estaban a mitad de la clase cuando Sirius escuchó un sonido de exclamación ahogado. Levantó la mirada de su libro y vio al frente. Observó las espaldas de Remus y Peter, y, cuando el primero se movió un poco hacia a derecha, pudo observar el pedazo de pergamino doblado que horas atrás él mismo había metido en ese libro. Sonrió satisfecho y volvió a su lectura.




    –oye, canuto. Préstame tu botella de shampoo. – Sirius miró a James a través de la cortina de agua y se hizo para atrás el cabello mojado, haciendo que las gotas cayeran en su rostro y parpadeara varias veces para evitar que se le metieran en los ojos.
    – ¿Y cómo porque o para qué?
    – Se me acabo el mío.
    –Sabes que existe en jabón, ¿verdad?
    –Me sorprende que no sepas que el mejor buscador de quidditch en Hogwarts, James Potter, no puede vivir sin lavar su cabello con shampoo. – la puerta se había abierto y Remus entró por ella. Sirius lo miró sorprendido.
    – ¡Vaya! Es raro verte por aquí.
    –Bueno, Lily se encuentra en el baño de prefectos y no tenía otra opción que venir a este.
    –Canuto, la botella. – Sirius aparto lentamente su mirada de Remus y la posó en James. Tomó la botella de shampoo y se la lanzó a su amigo, quien, a su vez, la atrapó ágilmente.
    Remus se sentó en uno de los banquitos que probablemente, habían sido olvidados por unos niños de primero. Se quitó el suéter. Despeinando su cabello y desgajándose la camisa. Sirius se volteó, dándole la espalda a Remus, y siguió con lo que estaba haciendo. Aunque, en lugar de mover sus manos en un movimiento rápido y sin interrupciones, ahora lo hacía lenta y, de cierta manera, seductoramente. Recargaba el peso sobre una pierna y, después de un rato, sobre la otra; procurando que Remus siguiera sus movimientos.
    – ¿Cuánto tiempo vas a seguir sentado ahí, viéndonos el trasero? –James no dijo nada y se limitó a sonreír.
    –No me gustar bañarme entre tana gente.
    –Todos somos hombres, por Merlín. – Remus rodó los ojos y posó su vista en un jabón que pareció interesarle mucho. Sirius lo observo con más detenimiento y se percató en que su camisa tenía dos botones desabrochados (lo cual era muy inusual en Remus, ya que las únicas partes que dejaba al descubierto eran sus manos y su rostro) que dejaban ver una parte del pecho de Remus lleno de cicatrices, y comprendió. Todo el cuerpo de Remus estaba lleno de cicatrices: su pecho, sus piernas, sus brazos, su rostro, todo; y por eso no le gustaba que alguien más lo viera desnudo. Entonces recordó una ocasión en la que, después de un arduo entrenamiento de quidditch, había ido a su habitación, en la torre de Gryffindor, por las cosas de aseo personal de James y de él. Abrió la puerta, sin tocar antes, y se encontró a Remus con el torso desnudo. Tuvo el tiempo suficiente para ver unas enormes garras, ya cicatrizadas, en su esplada; lo más probable, ocasionadas por él mismo. También sus brazos, que en ese momento se encontraban deshaciéndose de una camisa de manga larga, tenían cicatrices que parecían hechas por filosos dientes y una gruesa línea que parecía reciente (tal vez de la última vez) se enrollaba alrededor de su cuello. Remus, al oír que la puerta se había abierto, se volteó y, en cuanto sus ojos se toparon con los de Sirius, se cubrió el pecho rápidamente y se volvió a vestir la camisa. Remus no dijo nada, pero Sirius si: “pareces una señorita virgen”, y salió, con las cosas en la mano, de la habitación.
    – ¿Ya te vas, James?– la Voz de Remus lo sacó de sus pensamientos, y pudo observar el momento justo cuando James salió de la regadera y se dirigió a los vestidores, sin responderle a Remus.
    – ¿No crees que está un poco raro?– pregunto Sirius sin apartar la mirada del lugar por donde se había ido su amigo. Remus no respondió y Sirius lo miró. Aunque James y su extraña actitud le preocupaban, por el momento, tenía cosas más importantes en las que pensar.
    Remus seguía sentado en aquel banquito, con la ropa puesta, y Sirius comenzó a impacientarse. Junto sus dos manos y, haciendo un cuenco con ellas, lo llenó de agua para arrojárselo a Remus. Este se sobresaltó.
    – ¿Pero qué…? – Sirius volvió a realizar lo anterior hecho, esta vez mojando la ropa de su compañero. – ¿No crees que es algo infantil jugar de esta manera?
    –Solo lo hago porque me desespera verte ahí sentado, esperando a que no haya nadie para poderte bañar. Soy tu amigo, ¿sabes? No me voy a alejar de ti o algo parecido. Ni James, ni Peter. ¿Acaso lo hicimos cuando supimos que eras un hombre lobo? – Sirius escudriñó el rostro del chico y descubrió que, a pesar de que aparentaba estar preocupado por su ropa mojada, se encontraba avergonzado por que Sirius lo había descubierto.
    “carajo, lunático. ¿Por qué siempre eres tan inseguro? Sirius actuó tan rápido que casi hace que Remus se cayera. Cruzó la distancia que los separaba en dos zancadas, y tomó a Remus por el brazo. Este se volvió a sobresaltar y resbaló, pero no terminó en el suelo ya que Sirius lo arrastro hasta la pared y lo acorralo ahí. Posó su brazo a un lado de la cabeza de Remus y, con la otra mano, abrió el grifo del agua caliente, haciendo que todo el lugar se llenara de vapor.
    La primera vez que Sirius vio a Remus, lo describió cómo un chico inseguro. Se acordaba perfectamente cuando llegó al vagón (unos minutos después de que Evans y Snape hubieran salido) preguntando con timidez si se podía sentar. James y el dijeron que si al unísono, y el chico entró arrastrando su baúl. Era alto y flacucho, se veía enfermizo y la ropa que tría parecía desgastada. James le preguntó cómo se llamaba y el respondió en un titubeante susurro: “Remus Lupin”.
    Para Sirius, Remus Lupin era un chico aburrido, enfermizo e inseguro. No entendía la razón de por qué James siempre trataba de que estuviera con ellos tres (Peter, James y él). Pero, conforme el tiempo pasó, Sirius pareció encontrar la respuesta a esa pregunta. O al menos su respuesta. Al principio Sirius no lo notó, pero Remus desprendí un aura que decía: “quiero que me acepten” y, cuando la sintió, se vió capturado por ese chico de aspecto frágil. Por eso, cuando James propuso lo de convertirse en animagos, fue Sirius quien más duro trabajó y el primero en lograrlo. Por esa razón, cuando Remus se sentía inseguro, o temía ser rechazado, Sirius tenía ganas de tomarlo por los brazos, golpearon y darle a entender que él siempre estaría a su lado; que lo quería como fuera y que con eso era más que suficiente.
    –Sirius…– susurró Remus. Sirius lo miró a los ojos y, con su mano libre, acarició el cabello mojado de Remus, y su rostro lleno de gotas. Lupin tragó saliva nervioso.
    Lo único que Sirius quería en ese momento, era que Remus se lanzara a su cuello, lo envolviera con sus brazos y le dijera que lo amaba tanto que quería que se lo follara en ese mismo instante. Entonces, Sirius le tomaría las caderas y lo besaría como nunca había besado a nadie más. Metería su lengua y buscaría la de Remus, mientras lo despojaba de su ropa mojada. Tocaría su cuerpo y sentiría, bajo las yemas de sus dedos, las cicatrices que Remus tanto aborrecía.
    Sin darse cuenta, Sirius había acercado peligrosamente su rostro al de Remus y su cuerpo estaba pegado al del pobre chico, haciendo que este último sintiera como el miembro de Sirius comenzaba a palpitar.
    – ¿Sirius?– articuló Remus con los labios cuando el aludido abrió la boca, acercando su rostro aún más al de Remus. Lupin también abrió la boca, tímido, y no aparto su mirada de la de Sirius. Este detuvo su mano en la mandíbula de Remus y la acarició mientras hacía presión y sacaba lentamente la lengua. Cuando faltaban solo unos milímetros para que sus bocas estuvieran juntas, sus labios comenzaran una danza sincronizada y la lengua de Sirius se encontrara con la de Remus, Sirius entró en razón y pegó un puñetazo a la pared, justo al lado de la cabeza de Remus; quien respingó y pareció salir de un estado de shock.
    Sirius se separó de Remus y salió de las regaderas sin cerrar el grifo, maldiciendo por lo débil que fue y porque se dio cuenta de que lo era.





    – ¡Lily!– escuchó como una voz familiar la llamaba, y no se detuvo para atender a la persona. –Lily, oye. ¡Espera! – para su mala suerte, Potter era más rápido que ella y lo tuvo a su lado más veloz que cuando atrapaba la snitch.
    –Evans. – lo corrigió enojada. Ya estaba harta de tener que repetírselo cada vez que lo veía. Y se planteó la idea de hacerle un hechizo para que “Evans” fuera lo único que dijera en cuanto la viera.
    – ¿Por qué Remus si puede decirte Lily y yo no? – Lily levantó una ceja sin voltear a ver a James.
    – ¿Qué quieres, Potter?– James frunció el ceño y, antes de meter las manos en los bolsillos de su pantalón, se revolvió el cabello ligeramente mojado a causa de la ducha.
    – ¿No te parece que Snape está un poco extraño?– Lily detuvo su marcha. Acaso, ¿Potter le estaba preguntando por Snape? Acaso, ¿El ególatra, narcisista y presumido de James Potter había ido con ella para hablar de Severus Snape? O esa persona no era James Potter, o James planeaba hacerle una gruesa y malvada broma al pobre Severus.
    – ¿Qué?– Preguntó atónita– ¿Severus? ¿Preguntaste por Severus?– James se detuvo, miró a Lily y se encogió de hombros.
    –Solamente me pareció muy extraño. No es el Snape de siempre. – Lily abrió la boca, pero la cerró rápido.
    – ¿El Snape de siempre? ¿A qué te refieres, Potter? ¿Qué estas tramando?– James se volteó y miró por una de las ventanas del pasillo, dándole la espalda a Lily. Observó el cielo obscuro salpicado de estrellas.
    –Nada. Simplemente me preguntaba si…. De casualidad, ¿Sabes si Snape tiene correspondencia?– Lily notó un ligero tono de urgencia en la voz de James, y clavó su mirada en la nuca del chico.
    “Estoy soñando” pensó “debí de haberme quedado dormida en la biblioteca y ahora estoy soñando con que a Potter le interesa saber la correspondencia de Snape…”
    –Si Snape tiene correspondencia o no, eso es asunto de él y no tengo por qué decirte nada.
    – ¿Sabes si Snape se manda cartas con alguien en especial?– Preguntó James como si no hubiera escuchado lo que Lily le dijo.
    Entonces, Lily comprendió. James lo sabía. Sabía sobre Snape y sus cartas con él o ella. Pero, ¿Cómo se había enterado? Solo ella y el mismo Snape sabían sobres es; a menos que… ¡Claro! James debía de conocer a alguien que le mandara cartas a una persona cuya identidad desconociera. Y, por alguna u otra manera (tal vez con ayuda de esa extraña capa que escuchó de Remus mientras hablaba con Pettigrew), se enteró de que Snape hacía lo mismo y ahora quería atar los cabos sueltos para que, cuando los tuviera listos, pudiera sobornar a Snape con eso y obligarlo a hacer cosas horriblemente vergonzosas. O también cabía la posibilidad de que James se mandara cartas con alguien desconocido y había escuchado que Snape hacía lo mismo, y pensó que esa persona era Severus. Aunque era imposible que el gran James Potter hiciera esa clase de cosas tontas y estúpidas. Definitivamente, esa última opción quedaba descartada.
    –No tengo por qué decirte eso.
    –Entonces, si sabes. – Lily frunció el ceño y posó todo su peso en la pierna izquierda.
    – ¿Para qué quieres saberlo, Potter? – James se volteó y miró a Lily a los ojos. Esta se sintió cohibida al sentir los penetrantes ojos de James atravesar los suyos.
    –Si sabes. – Lily tragó saliva nerviosa. James no dejaba de mirarla con esos ojos acusadores y, por eso, desvió la vista y la puso en la ventana que estaba justo detrás de él.
    –Yo...–titubeó un poco, pero luego dijo con voz firme: – Si lo sé. Pero no te diré nada. – James relajó los hombres y sonrió ligeramente. Lily cambio de pierna, posando su peso ahora en la derecha, y se cruzó de brazos.
    –Gracias– En cuanto James comenzó a alejarse por los pasillos, Lily se dio cuenta de que había cometido un error.
    – ¡Potter!– Lo llamó y el aludido se detuvo. Caminó rápido para llegar a donde estaba él y se mantuvo a cierta distancia.
    – ¿Qué….? ¿Qué planeas hacer? ¿Para qué querías saber?
    –Simple curiosidad. No planeó hacer nada, Evans. Buenas noches. –James no se volteó, pero Lily detectó una sonrisa en su voz. Observó cómo se marchaba y una extraña sensación comenzó a crecer en su pecho. Sentía como si, por su culpa, algo grueso fuese a pasar.
     
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13 replies since 4/11/2012, 01:32   1699 views
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