El Beso del Dementor [DRARRY]: Capitulo Final: Desenlace

Cuando el ministerio envía a su mejor auror a capturar al único preso que ha escapado de Azkaban en años. Harry descubre, no solo el origen de los dementores, sino también un amor a contrarreloj

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  1. Luckyan
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    Quiero conty!!

    Es anhelante , un vicio :D

    Sayo~
     
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  2. Kari Tatsumi
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    El beso del Dementor



    Capítulo 12- Roto.



    La sensación de piel contra piel todavía lo acompañaba mientras caminaba a través de los oscuros pasillos silenciosos de las primeras horas de la mañana.

    No podía parar de revivir cada instante de la noche anterior. De la locura de besos, de dedos que se hundían en carne suave como seda, de miembros enredados en sábanas viejas, de alientos mezclándose, del olor a polvo, a sudor y a sexo.

    Pero más que nada, más brillantemente que ninguna otra cosa, recordaba la confianza, la timidez y la ternura con que Viely se le había entregado.

    Se había aferrado a él como si Harry fuera la única cosa que lo mantuviera a flote. Había buscado sus labios con la timidez de un principiante, entregado su cuerpo con la seguridad absoluta de un loco… o de un enamorado.

    Y había conseguido lo que nadie antes. Había sacudido a Harry hasta sus mismos huesos.

    No podía decirse que el auror hubiera tenido una escasa vida sexual.

    Cuando ya no podía aguantar la soledad de su cama, siempre había alguien dispuesto a llenarla. Normalmente una salida a algún club nocturno era más que suficiente para el propósito. Nunca le faltaban ofrecimientos.

    Pero desde que dejara a Ginny casi cinco años atrás, nadie le había vuelto a interesar de esa manera. E incluso la relación con Ginny había sido más de amor filial que del amor que podría esperarse sentir por una pareja. Precisamente esa era la razón por la que al final le había explicado que lo suyo no podría funcionar.

    Durante un tiempo había buscado a otra persona. Alguien por quien pudiera sentir algo más que deseo y un interés superficial. Pero todas las personas con las que había estado habían resultado una decepción.

    La gran mayoría no se molestaban en intentar conocerle.

    Casi todos creían que sabían todo lo que tenían que saber de él gracias a haber leído afanosamente, cualquier artículo de prensa relacionado con el chico que sobrevivió.

    Muchos solo estaban interesados en su dinero, su fama o su apariencia.

    Y los pocos que no, parecían querer compadecerlo por haber tenido que cargar con un destino tan duro sin elección ninguna. Esos eran los que más le molestaban. Porque si había algo que Harry no necesitaba era ser tratado como una criatura frágil y delicada.

    Si algo había aprendido de su vida era precisamente a cuidar de sí mismo y de otros. Al fin y al cabo todo el mundo mágico había esperado que los salvara. Y ha día de hoy en su trabajo de auror se le exigía exactamente lo mismo.

    Y le encantaba.

    Saber que estaba ayudando a gente, que había menos criminales en el mundo gracias a él, menos dolor y sufrimiento para otros, lo llenaba. Le hacía sentir bien y útil. Le daba sentido a su vida.

    Y hasta ahora había existido para eso. Pero había sido una felicidad vaga. Incompleta.

    Harry podía ser capaz de morir por quien lo necesitase. Pero nunca había sentido la necesidad de vivir por nadie.

    Hasta anoche.

    Cuando Viely se le había entregado por completo.

    Aquella criatura tan delicada y frágil, resquebrajada y casi completamente rota, se había aferrado a él como si Harry fuese lo único en el mundo que lo mantuviese entero.

    Como si él fuese el centro de su existencia.

    Le había confiado su propia vida, ligándola con la de él del modo más sensual y erótico que había experimentado jamás.

    Y esa extraña sensación, ese fuego salvaje, esa necesidad implacable de protegerlo que lo había estado consumiendo desde que lo viera por vez primera en el tejado, se había cristalizado en un único sentimiento que le había dado la vuelta a su mundo sacudiéndolo como un terremoto de potencia titánica.

    Se había enamorado.

    Cuando sonó la alarma que le indicaba que debía ir a trabajar, había necesitado de cada átomo de su voluntad para apartarse, tan silenciosamente como una sombra, de la suavidad tibia de su cuerpo. Quería quedarse, confesarle sus sentimientos, abrazarlo y repetir la increíble experiencia de anoche para no volver a separarse jamás. Pero no podía ignorar sus responsabilidades. No cuando había tanto en juego. Y Viely estaría a salvo en el almacén.

    Así que le había escrito una nota.

    Unas pocas líneas que había repetido una y otra vez hasta que ya no le quedó tiempo, y acabó por escribir lo más sencillo posible, reservándose sus sentimientos para cuando volviese a su lado por la tarde.

    No podía esperar.

    Pansy parpadeó un instante, no del todo segura de lo que estaba viendo:

    -¿Wesley?

    La voz ligeramente rasposa de Parkinson sacó a Ron de su sorpresa.

    Sacó la varita apuntando amenazadoramente a la mujer arrodillada en el suelo, trapo jabonoso en mano.

    -¿Se puede saber que haces fuera de tu celda?- todavía no tenía muy claro como se suponía que debería actuar. ¿Debería detenerla para interrogarla más tarde?

    -… ¿limpiar?- levantó el trapo en un gesto de duda burlona. Ron enrojeció ligeramente.

    -¡No es eso a lo que me refería!- en su afán por no parecer estúpido no se percató de la sombra que se había acercado a su espalda.

    -Lo siento muchacho, pero es necesario.

    Ron se dio la vuelta cuán rápido pudo.

    -¡¿Tomas?

    -Imperius.

    No lo bastante rápido.

    "El dementor blanco es Malfoy."

    Por lo pronto Hermione solo acertó a masajearse las sienes y suspirar. Las múltiples implicaciones de lo que acababa de descubrir estaban formando en su mente un mapa cada vez más macabro. Algo que si lo estudiaba concienzudamente, estaba segura, le daría la identidad del culpable.

    "Pero primero necesito un café."

    Llevaba casi dos días sin dormir y la cabeza le iba a mil por hora, sin embargo empezaba a sentir los estragos del sueño. Sabía que debería dormir un rato. También sabía que no podría. No mientras toda esa información siguiese rondando su cabeza a la caza de respuestas.

    Así que se levantó y se sirvió una taza de café del termo que había encima de la mesa.

    Volvió a sentarse ante la chimenea acunando la bebida caliente entre las manos, y sorbiendo de vez en cuando su contenido mientras trataba de que todo aquello cobrase algo de sentido.

    El sonido de la puerta abriéndose a su espalda hizo que mirara a ver de quien se trataba.

    -Buenos días Harry.- El auror parecía exultante. Feliz como no lo había visto en años. Suspiró, detestaba tener que aplastar su buen humor, pero Harry tenía que saber a qué se enfrentaban. Por un momento acertó a preguntarse qué podía haber causado la increíble sonrisa en sus labios, pero preocupaciones más urgentes relegaron el asunto a un segundo plano.

    -Buenos días Hermione. Pareces agotada. ¿Estás bien?

    Su amiga tenía el pelo revuelto escapándose de su destartalada coleta a diestro y siniestro, ojeras bajo la preocupada mirada y la ropa arrugada. Nada de lo cual era normal en ella.

    Se sirvió una taza de café para sí mismo y dio un sorbo mirándola, preocupado, por encima del borde de la taza.

    -No, supongo que no. Llevo dos días sin dormir.- sacudió la mano restándole importancia y dio otro sorbo a su propia la taza antes de soltar la bomba- He descubierto que ha sido de Malfoy.

    Inmediatamente la atmósfera pareció espesarse con anticipación.

    Se sentó en el jergón frente al que Hermione ocupaba. Los instintos de auror alerta. Parecía que por fin iban a conseguir avanzar con aquella locura de investigación.

    Mione sacó el diario de la mochila y lo puso en sus manos. La gastada piel roja era suave al tacto, las letras doradas claramente visibles.

    -¿El diario de Godric Griffindor?- No pudo si no mirar a su amiga interrogativamente.

    -Sí. Me lo envió ayer Macgonnagal. Contiene información muy valiosa… sobre los dementores.- Harry frunció el ceño perplejo.

    -¿Qué tiene que ver Malfoy con los dementores?-

    -Desgraciadamente bastante. - dejó cuidadosamente la taza en el suelo. De repente ya no tenía sed. - El dementor blanco del que me hablaste, ¿recuerdas?-

    El asentimiento de Harry fue casi imperceptible.

    -Sí, lo recuerdo.- "Sí, recuerdo el tacto de su piel y el sabor de sus labios. La ternura de sus gestos y la perfecta extensión de su vientre."

    -El dementor blanco es Malfoy.

    Por un momento fue como si no pudiera coger aire.

    -¿Estás segura?- en un nivel básico y bastante lejano supo que su voz había sonado bastante tranquila, y se preguntó cómo podía eso ser posible.

    -Lamentablemente sí.

    Las siguientes palabras de Hermione, la explicación de cómo lo había averiguado, la historia de los dementores, las implicaciones de todo ello… fueron hielo siendo vertido en sus entrañas acompañado de clavos y cristales rotos. Por suerte el helor le dejó insensible a su paso. Todavía no sentía el dolor, eso llegaría más tarde.

    Se sentía cómo anestesiado, desconectado del asunto. Todavía no lograba asimilarlo.

    Levantó la mano para acallar a su amiga.

    -Hermione, basta. –su voz monótona la alarmó.

    -¿Harry?- Parecía pálido. Su mirada repentinamente helada le causó escalofríos.

    -Tengo que salir un momento. No tardaré.- su voz sonaba muerta, ni siquiera la miró mientras se levantaba e iba hacia la puerta.

    Abrió la boca para preguntar…, pero la cerró sin haber dicho nada. Había algo en él que la instaba a dejarlo ir, una advertencia apenas velada.

    Cuando finalmente la puerta se cerró a su espalda, el suave sonido sordo le recordó a la tapa de un ataúd que se cierra.

    "¿Qué acaba de pasar?"

    Estaba sentado en el montón de jergones que le servían de cama todavía revueltos por el apasionado sexo de la noche anterior. Mirando hacia la puerta, medio deseando, medio temiendo la aparición de Harry.

    Draco estaba aterrado.

    Se había planteado todas las maneras posibles de contarle la verdad, y lo mirase cómo lo mirase iba a sonar horrible.

    "Si, por supuesto que va a sonar horrible. Le he estado engañando durante semanas. ¿Qué esperaba?- se dijo sardónicamente, tratando de darse valor.- Pero Harry tiene muy buen corazón, seguro, seguro que si se lo explicó lo comprenderá. "

    Al fin y al cabo era el epítome de la luz por definición, ¿No? Se negaba a pensar en ninguna otra posibilidad. Si lo hacía no sería capaz de hablar.

    Sacó la nota y volvió a leerla ávidamente. A lo largo de la mañana ya había perdido la cuenta de cuantas veces había hecho esto mismo, memorizando las palabras, saboreándolas en sus labios.

    -Ojala ya estuvieses aquí.- Suspiró y volvió a plegar la nota guardándosela.

    De repente, como invocado por sus palabras, la puerta se abrió con un quejido oxidado y Harry quedó recortado en el marco.

    -¡Harry!- No pudo evitar el pequeño grito, medio de alegría, medio de sorpresa, que escapó de su garganta. Se levantó rápidamente y dio un par de pasos en su dirección.

    Casi instantáneamente sintió que algo no iba bien. Se detuvo.

    El auror no le estaba respondiendo, no podía verle la cara en la oscuridad del pasillo. No sabía lo que pasaba, pero algo estaba terriblemente mal.

    -¿Harry?- La pregunta sonó patéticamente débil incluso a sus oídos.

    Finalmente este penetró en el almacén unos pasos, lo suficiente para que la luz de las antorchas le diera en la cara. Una máscara impasible, fría, lo único vivo en ella las ascuas verdes de sus ojos que parecían arder con una llama helada.

    -Viely.- la voz sonó dulce, amable, un instante después en sus labios una sonrisa, y solo un segundo más tarde sus brazos extendidos para recibirlo, como si la breve imagen de estatua hubiera sido solo una ilusión momentánea.

    Draco se lanzó a sus brazos. No quiso ver la tensión en sus músculos, la leve tirantez de la sonrisa, la casi invisible llama todavía oculta en las profundidades verdes. En ese instante solo quería borrar la escalofriante imagen de su mente.

    Se refugió contra su pecho inhalando el agradable olor de su piel, del jabón y el champú con los que se había duchado aquella mañana. Buscando el calor y consuelo que Harry parecía ofrecer siempre con su mera presencia. Pero…lo notaba frío.

    -¿Harry?- levantó la mirada.

    Sus manos que habían ascendido por su espalda hasta acariciarle la nuca a través de la tela de la capucha…tiraron.

    El tejido se deslizó sin resistencia sobre su cabeza y calló hasta su espalda. El cabello le rozó los hombros.

    -Malfoy.-

    No sabía lo que había esperado encontrar. Supuso que una parte de sí todavía no terminaba de creerse que el pequeño dementor fuera Draco Malfoy. La capa helada estaba empezando a romperse y el dolor empezaba a sentirse por debajo del shock.

    Draco sintió que su corazón se pararía aquí y ahora, pero misteriosamente siguió latiendo.

    Durante un instante todo pareció congelarse, estático, en un momento de creciente horror, hasta que el silencio se estiró tanto que pareció que el propio aire se rompería.

    -Me has estado engañando.- las crudas palabras rompieron el hechizo de inmovilidad, y el mundo pareció comenzar a gira de nuevo a una velocidad vertiginosa. Aquello no podía estar pasando.

    La máscara había vuelto y esta vez la llama helada de su mirada podía rivalizar con el avada kedavra.

    Draco sintió como su corazón daba un bandazo y la respiración se le entrecortó.

    -¿Creías que podías utilizarme para escapar de Azkaban?- la fría pregunta fue aún más aterradora que si le hubiera gritado.

    -Yo…yo solo…- el corazón le dio otro bandazo y tuvo que abrazarse a sí mismo para no doblarse de dolor.

    La mano de Harry se cerró entorno a su mandíbula obligándolo a sostenerle la mirada.

    -Contesta.

    La mirada era del verde del veneno. Su corazón se desgarró un poco, se apretó con más fuerza tratando de mantenerlo entero, y le sostuvo la mirada como pudo, aunque era como estar siendo obligado a tragar cianuro.

    -Yo solo quería salir.- la voz se le resquebrajó apenas.- No sabes cómo es vivir aquí, este lugar es el infierno, Harry…-suplicó con la mirada. La presión en su mandíbula aumentó acallándolo dolorosamente. Esta vez las palabras del auror fueron un siseo peligroso.

    - No vuelvas a llamarme así Malfoy, tú y yo nunca hemos sido amigos.-

    Draco asintió débilmente, la mirada se le vidrió de lágrimas que no se atrevía a verter. Su corazón se estaba deshilachando entre sus dedos.

    - Eres un mortífago, una escoria, y te mereces pudrirte en una miserable celda por todo el daño que has hecho a otros.

    "El odio es de color verde." Lo vio en el frío brillo de su mirada. Las piernas le flaquearon y no comprendió como era que todavía estaba consciente a pesar del insoportable y horrible dolor en su pecho. Podía imaginar perfectamente los bordes sangrantes y desgarrados donde debería haber estado su corazón, un espacio ahora ocupado por unos retazos de membrana maltratada y apenas viva.

    -Soy…inocente.- musitó apenas entre lágrimas.

    -No me hagas reír. –la voz impasible, congelada, autoritaria.

    Draco ni siquiera se había dado cuenta de que la había sacado, pero ahora podía sentir la punta de la varita contra su garganta.

    -Camina.

    -¿A..donde?- sentía que se estaba muriendo por dentro.

    -A tu celda.

    Más lágrimas rodaron por sus cenicientas mejillas.

    El camino hasta su antigua celda fue una pesadilla de tristeza, podía notar la presencia de Harry a su espalda, la carnicería en su pecho, las lágrimas en sus ojos, el sonido de sus pasos en la fría piedra.

    El pequeño y deprimente espacio no había cambiado en nada. La puerta se abrió como dándole la bienvenida y Harry tuvo que darle un pequeño empujón para obligarle a entrar. Cayó de rodillas, sus piernas finalmente cediendo al deseo de derrumbarse. Sus manos se cerraron en torno a los barrotes.

    Harry ya le había dado la espalda, pero…

    "Seguramente…, seguramente está será la última vez que le vea." Las palabras estaban atoradas en su garganta, queriendo salir. "Si esta va a ser la última vez…entonces, entonces…"

    -Te quiero.- la quebrada voz, triste, rota, perdida, hizo que Harry se detuviera un instante.

    -Harry…yo…estoy enamorado de ti.

    -Te dije que no me llamaras por mi nombre.- esa fue la única respuesta. Ni siquiera se volvió a mirarle, simplemente se marchó.

    "Hace tanto frío." Y luego oscuridad.
     
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  3. Dan2102
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    Noooo!

    Pobre Draco... Harry eres un tonto!

    Espero de todo corazón se solucione y no sufra más Draco.... :( Conti!
     
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  4. Kari Tatsumi
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    El beso del Dementor

    Capítulo 13- Vértigo



    Se sentía helado. Aunque no del modo común en que la temperatura del entorno acaba volviendo azules tus labios. Era una sensación desagradable en las entrañas, cómo si Hermione con sus palabras le hubiera obligado a tragar nitrógeno líquido, sorbo a sorbo, hasta que ya no había podido asimilar ni una gota más.

    Todo dentro de él se había vuelto insensible y duro.

    Sus pulmones, su estómago… pero sobre todo el corazón. Era como si no pudiese sentir absolutamente nada.

    Desde que había abandonado la sala de los guardias nada parecía capaz de penetrar la capa de hielo que lo envolvía. Solo el ver el rostro de Draco la había perforado por un momento, y el dolor había sido peor que una cuchillada. Inmediatamente había surgido la ira como una reacción instintiva, y la brecha en el hielo había vuelto a quedar cubierta por la llama helada del odio.

    Durante un tiempo lo único que había logrado percibir era un frío inmenso bordeado de la barrera del desprecio más absoluto. Todo lo demás parecía demasiado lejano, inconsistente, incapaz de tocarle.

    Ni si quiera estaba seguro de cuánto tiempo había pasado en ese estado.

    En algún momento tenía la noción de haber pensado que no quería regresar a la sala de los guardias, y de alguna manera había acabado aquí, en la minúscula lechucería.

    La pequeña habitación redonda con un par de ventanas de postigos desvencijados por los que se colaba la pobre iluminación tenía el suelo cubierto de mugre y paja, y media docena de perchas para lechuza, viejas y oxidadas, pegadas a las paredes. Algunas de algunas de las cuales estaban ocupadas por lechuzas que lo miraban con ojos enormes, Hedwig, Arquímedes y otro par más, una de las cuales parecía tan viejas y achacosa como la propia habitación.

    Su amiga blanca le lanzó una mirada que dejaba a las claras lo que pensaba del deprimente espacio. Hedwig odia vivir en sitios tan sucios y pequeños, Harry lo sabía de sobra.

    -Lo siento mucho Hedwig, tendrás que esperar un poco más.- Musitó apoyándose contra la puerta.

    Miró a su alrededor, todo parecía tranquilo, avejentado, triste. Como Draco.

    -¿Que… acaba de pasar?- se dejó deslizar por la madera hasta quedar sentado en el suelo, sentía como si hubiera estado caminando en sueños y ahora se estuviese despertando, su cuerpo se sentía pesado.

    Lentamente lo sucedido estaba empezando a calar realmente. El hielo producido por el shock empezaba a deshacerse.

    Un ramalazo de dolor pareció originarse en su pecho y sacudir todo el resto de su cuerpo, como si hubiera recibido un latigazo. Recogió las rodillas y las rodeó con sus brazos apoyando la frente en ellas. Protegiéndose todo lo posible de cada nuevo lacerante recuerdo mientras estos iban aflorando uno tras otro al frente de su mente.

    La voz de Hermione…

    "La maldición de Dementor es el origen de los dementores."

    "…reservada solo para los criminales más oscuros y corruptos..."

    "…atrapado para siempre en un infierno en vida…"

    "El dementor blanco es Malfoy."


    "No puede ser."

    Se abrazó las rodillas con más fuerza, hundiendo los dedos en la carne de los muslos.

    La sangre resbalaba por la comisura de su labio donde había mordido para evitar darle voz a la agonía.

    Su corazón desbocado en una loca carrera suicida, cada latido convertido en un trallazo nuevo de agonía.

    El hielo fundiéndose cada vez más rápido, deshaciéndose, obligándolo a recordar.

    "El tejido blanco de la capucha deslizándose, cayendo, liberando cabello de un brillante color plata. Ojos claros rodeados del delicado malva de las ojeras, tan grandes, tan tristes."

    "Malfoy."

    La sensación de haber sido utilizado.

    Emitió un sonido estrangulado de dolor.

    La noción de haber sido engañado.

    Se estremeció como si lo hubieran golpeado.

    Cuando finalmente llegó la realización de que todo había sido una mentira, de que… de que seguramente solo hubiera sido una manera para escapar ideada por Malfoy,… que en realidad… no le amaba…

    Las lágrimas empezaron a escapar de entre sus pestañas, regueros que le quemaban como ácido.

    Pero había habido más. ¿No era así? Los recuerdos parecían algo brumosos.

    "Yo solo quería salir.- la voz se le resquebrajó apenas.- No sabes cómo es vivir aquí, este lugar es el infierno, Harry…-la súplica en su mirada…"

    "Soy… inocente.- las palabras apenas percibibles entre las lágrimas."

    "La quebrada voz, triste, rota, perdida. -Harry…estoy enamorado de ti."


    Maldijo en silencio, maldijo porque a pesar de todo quería desesperadamente creer en aquellas palabras.

    Maldijo su estupidez por haberse enamorado de él, se maldijo por no ser capaz de olvidar aquella noche, por desearlo todavía, porque aun con todo, en el fondo, quería creer que la persona que había conocido, la persona a la que amaba más allá de la razón lógica tenía que existir. Ojala hubiera alguna manera no tener que perderlo… Una idea apareció en su mente. Poco definida, más un deseo desesperado que otra cosa. Pero cuanto más la pensaba más se detallaba, más le atraía. Sabía que era una locura. ¿Pero acaso eso lo había detenido alguna vez?

    Una leve sonrisa triste apareció en sus labios.

    "Ya debería estar acostumbrado a que el destino quiera joderme.- se dijo medio irónicamente.- Pero se acabó. Por una vez en la vida tengo derecho a querer algo para mí." Se soltó las rodillas y tomó aire profundamente para calmarse. "Puede que Draco Malfoy no sea precisamente la mejor persona del mundo, pero al parecer sí que es la única persona capaz de hacerme sentir vivo. ¡Y maldita sea si voy a renunciar a ello!" El brillo retornó a su mirada con la potencia de un relámpago.

    Al levantar la vista se dio cuenta de que Hedwig estaba a su lado, mirándolo preocupadamente. Le acarició las plumas de la cabeza.

    -Estoy bien chica, no tienes que preocuparte por mí. Ya no.

    Se levantó y limpió la sangre de sus labios con un movimiento de la mano y un susurró de magia.

    "No sabes lo que se te viene encima Malfoy."

    Con un ondeo salvaje de abrigo rojo el auror salió de la estancia.

    Después de que Harry se fuera no había podido evitar sentirse intranquila. Durante un rato había debatido si debería tratar de ir a hablar con él, pero finalmente había decidido esperar primero, darle unos minutos para que se calmara antes de tratar de abordarlo. Sin embargo en algún momento de su espera el sueño la había vencido finalmente y había acabado sesteando medio tumbada en el jergón.

    El sonido de la puerta cerrándose la despertó.

    -¿…Harry?- el agotamiento parecía haber vuelto sus miembros mantequilla, bostezó y tuvo que hacer un auténtico esfuerzo de voluntad para incorporarse.

    Harry acababa de entrar en la habitación con paso fuerte, el cabello salvajemente en desorden, la mandíbula firme. Y por el estado de su ropa parecía que el tampoco había tenido un buen día.

    Su abrigo de auror parecía haber sido invadido aquí y allá por briznas de paja, y toda su ropa en general necesitaba un lavado urgente. Pero en lugar de hacerlo parecer sucio y lamentable le habían dado un aura indefinida de peligro impredecible. Sinembargo lo que realmente acabó de despertarla fue la determinación triste que se leía en su cara.

    El brillo verde de sus ojos mostraba una intensidad nueva, una llama que parecía inextinguible teñida de una extraña sensación de pena.

    -¿Ha pasado algo?- fue lo primero que le vino a los labios. Harry le ofreció la mano ayudándola a ponerse en pie.

    -Sólo que he cogido a Malfoy, está en su celda.- el tono que trataba de ser indiferente y frío no engaño a Mione, lo conocía demasiado bien. Algo, algo muy malo le había pasado a su mejor amigo. Frunció el ceño.

    -Eso está bien, podremos interrogarlo y acabar de una vez con esto. Pero Harry… me estás ocultando algo. ¿Qué te ha pasado? Pareces…estás...- buscó las palabras apropiadas sin dar con ellas.- Bueno, no pareces tú.

    -No es nada de lo que debas preocuparte. Por esta vez deja que tome mis propias decisiones ¿De acuerdo?- la miró desafiante. Había algo que quería tener con un deseo tan intenso, con un ansia tan grande, que si para obtenerlo tenía que luchar lo haría contra quien fuera, y eso incluía a sus amigos. Aunque esperaba poder hacerles comprender llegado el caso.

    Vio algo en Harry,… No estaba segura de qué, pero el mensaje había sido bastante claro. Suspiró y decidió no insistir por ahora, además tenían un preso del que ocuparse. Cuando hubieran acabado de solucionar aquello iba a coger a su amigo y tener una buena charla con él, pero ahora mismo había prioridades más importantes.

    -Está bien.- renunció- Pero cuídate ¿Vale?

    Harry sonrió apenas.

    -Estate tranquila.- "Ya me ha hecho todo el daño que podía."-… ¿Qué haces?

    Mione acabó de revolver en la mochila y extrajo un frasco pequeño de cristal llenó de un líquido translúcido muy parecido al agua.

    Verisaterum.

    -Dijiste que habías cogido a Malfoy ¿No? ¡Acabemos con esto de una vez!- Los brazos en jarras, el cabello en todas direcciones, parecía una auténtica leona a la caza de su presa.

    "Gryffindor hasta la médula, ¿eh?"

    No pudo evitar sonreír.

    -Vamos entonces. - Había algo que quería conseguir , y lo conseguiría.

    Los presos de aquella sección parecían más silenciosos de lo habitual. Aquellos que aún conservaban algún retazo de voluntad habían buscado refugio en las esquinas más alejadas de las rejas, encogidos, como tratando de esconderse de algo.

    -Esto no me gusta.- dijo en un tono bajo y sigiloso, levantó la varita defensivamente mientras continuaban avanzando hombro contra hombro.

    -A mi tampoco.- susurró Hermione. Había un frío antinatural en el ambiente, una sensación ligeramente opresiva, una oscuridad demasiado profunda. Se le erizó la suave pelusa de la nuca, ¿Qué era lo que estaba causando aquello?

    -El Lord Dementor.

    -¿Qué?- musitó.

    -Ha estado aquí. ¿Notas el ambiente? ¿El peso del aire, el frío, la falta de luz? Es lo que provoca cuando pasa por los sitios.- el odio era latente en su voz. Hermione se preguntó porque Harry parecía tener tanta animosidad contra él.

    -¿Entonces está aquí?- sentía curiosidad por ver a aquel ser, el hijo traidor de Godric Gryffindor. ¿Realmente había vivido en la época de la creación de Hogwarts? Querría preguntarle tantas cosas… La voz de Harry la sacó de sus sueños de saber.

    -No lo creo, el efecto parece estar disipándose, no es ni la mitad de fuerte de lo que hubiera sido de estar él cerca. – El Lord Dementor aquí, tan cera de la celda de Malfoy… ¿Qué buscaba? Recordó demasiado bien las agujas, los cortes, los moratones. Los desgarros, heridas, sangre, lágrimas. Sentía quela sangre le hervía, no sabría definir el sentimiento exacto, ¿Celos? ¿Miedo? ¿Odio?

    "Quizás un poco de las tres. Lo que sí sé es que si ha tocado a Malfoy va a desear ser capaz de morirse." El diálogo interno surgió como un siseo furioso de parsel. Una llamarada posesiva.

    Cuanto más se acercaban a la celda peor parecía ser el estado de los presos. A solo unos metros de ella la reacción había empeorado tanto que más de uno se había manchado de terror.

    Los aurores avanzaban examinando su entorno cuidadosamente, hechizos en los labios, los músculos tensos en anticipación. Cerraron filas examinando cada uno un extremo del pasillo, pero no había rastro del oscuro señor. Tras cerciorarse de que no había peligro llegaron finalmente ante las rejas...

    -¡No está!- la exclamación de Mione, la puerta abierta, el minúsculo y triste espacio vacío.

    Maldijo en silencio.

    -¡Harry mira esto!- en el suelo de piedra había sangre, solo algunas gotas dispersas, pero resultaba muy extraño. Ambos se agachó para examinarlas.- ¿Estaba herido cuando lo trajiste?- la sangre parecía apenas estar empezando a ennegrecerse mientras se secaba sobre la piedra.

    -No, estaba bien.- No recordaba exactamente como lo había llevado hasta allí, pero tenía la noción de no haberlo tocado. Le parecía imposible que hubiese recurrido a la violencia física contra alguien por quien sentía algo así.

    Lo que significaba que, o bien aquella sangre era de otra persona, algo muy improbable, o alguien más había herido a Draco. Recordó la última vez que había visto sangre en Draco. Las agujas… El suelo tembló un instante.

    -¿Harry? –Hermione lo miró perpleja, hacía años que no veía a Harry perder el control si quiera un instante.

    -Hermione…- siseo entre los dientes apretados.

    El sonido de pasos acercándose los alertó a ambos. Alguien parecía avanzar hacia ellos. Inmediatamente los dos estaban en posición.

    Una figura menuda se recortó de las sombras, las antorchas iluminaron el pelo negro de Pansy, su gastado y sucio vestido gris, Parkinson avanzaba apoyándose en la pared, agarrándose a la piedra en busca de un asidero con el que sostenerse, renqueante, agotada, pero no se daba por vencida. Como si la vida le dependiera de ello.

    Cuando los vio se tambaleó, le fallaron las fuerzas, y finalmente se medio derrumbó a solo unos metros de ellos. Se acercaron con cuidado, alertas a cualquier truco.

    -¿Parkinson? ¿Eres tú? - Hermione ni siquiera había sido consciente de la presencia de la otra mujer en Azkaban. No creía que la hubieran sentenciado tan duramente, ni siquiera estaba marcada que ella supiera

    -Granger… - parecía a punto de colapsarse. Ambos aurores reconocieron los efectos de un cruciatus prolongado. Las contracciones musculares, la palidez cenicienta y la mirada desenfocada. Su corto pelo negro no llegaba a disimular la hinchazón que empezaba a formarse en sus labios.

    Era increíble que todavía estuviera consciente. Sus párpados aleteaban espasmódicamente, ya debería de haber quedado inconsciente, parecía totalmente desesperada por decir algo pero el aliento no le alcanzaba.

    -Tranquilízate, toma aire.- Hermione la sostuvo amablemente.

    -Ten… tenéis… que… ayu… ayudarle.-tosió, sus manos agarraron la blusa de la auror como tratando de mantenerse despierta anclándose a algo.

    -¿A quién?- inquirió Harry. Tenía un muy mal presentimiento.

    -A… Draco. Tomas se lo ha… llevado. Por… favor.- Su voz rota tenía una aguda nota de urgencia y súplica. El auror se dio cuenta de que estaba a punto de quedar inconsciente.

    -¿A dónde?- preguntó de inmediato. Parkinson pareció no haberlo escuchado.- ¡¿A dónde se lo ha llevado?- se agachó delante de ella obligándola a mirarlo. "¡Contesta maldita sea!"

    -A… a….- los párpados se le cerraron finalmente - a… su… cuarto.- musitó. Su cuerpo quedó laxo, medio derrumbado encima de Hermione aunque todavía apenas consciente.

    -¡Kreacher!- el anciano elfo apareció en el acto a la invocación de su amo.- Ocúpate de ella, vigílala y que no salga de sala de los guardias sin importar que.- Harry no espero a ver sus ordenes cumplidas. Hermione ya estaba en pie.

    -Vamos.

    Ninguno tenía ya duda de quién había sido el responsable de la maldición, y ninguno de los dos llegó a escuchar las últimas palabras de Pansy.

    -Ron…te…ned…cuidado…cn…R..n…

    La habitación era minúscula a penas entraban en ella los viejos muebles de pintura desconchada. Un armario, una mesa arrinconada en una esquina, la silla y la cama.

    Todo lo demás eran paredes desnudas de piedra sin ventanas, y algunas fotos aquí y allá, que hablan de los tiempos en que había tenido una familia y un futuro.

    Pero el hombre alegre que se veía en ellas hacía mucho que había muerto, vencido por la ira, la rabia y el odio. Ahora lo que quedaba de él existía para la venganza solamente. Solo cuando la ejercía se sentía vivo, de un modo perverso y oscuro, si, pero era lo que quería. No necesitaba nada más.

    Sin embargo esta noche era la última vez que iba a poder gratificarse en la dulce sensación. El Lord Dementor se lo había dejado bien claro:

    "Te lo cederé solo por esta noche. Rómpelo, destrózalo, asegúrate de que pierda toda esperanza. Pero recuerda que me pertenece."

    Sabía muy bien que el oscuro señor odiaba compartir. Si se lo había prestado sería seguramente como castigo para Malfoy y nada más. Pero Tomas pensaba aprovechar cada instante de él.

    Se acercó a la cama.

    Aún no había dejado de llorar.

    Su rechazo le había dolido más que cualquier cosa que jamás le hubieran hecho. Las torturas, las violaciones… nada había dolido nunca tanto como aquello. Era como si le hubieran arrancado el corazón y el alma y hubieran dejado la cáscara bacía y sangrante para que la habitara una conciencia triste y rota.

    El odio que había visto en su mirada había destrozado de tal manera su interior que ya no le quedaban fuerzas para nada más que para llorar.

    Cada gota que se deslizaba por su mejilla era una gota de sangre en su corazón. Un pequeño recordatorio de lo que había perdido. Una pequeña demostración de que seguía vivo. Mientras le quedase aliento no podría nunca olvidar a Harry, mientras le quedase vida no podría nunca dejar de amarle, por eso, mientras siguiese en este mundo, no podría jamás dejar de llorar.

    Ni siquiera se había resistido cuando el Lord Dementor lo ofreció a Tomas. Se había dejado llevar entre sus brazos, laxo como una muñeca.

    Solo las lágrimas habían demostrado que seguía consciente.

    Cuando llegaron a la habitación y el guardia lo depositó en la cama para desnudarlo lo había aceptado entre sollozos.

    Ahora sabía con certeza que nunca saldría de este infierno.

    Harry se había convertido en el centro de su mundo, y al abandonarlo lo había dejado sin nada con que sostenerse. Toda la voluntad que le había quedado se había derrumbado ante sus palabras:

    "Eres un mortífago, una escoria, y te mereces pudrirte en una miserable celda por todo el daño que has hecho a otros."

    Durante siete años había sustentado su resistencia en su inocencia. ¡Él no había matado a nadie, no había participado en la guerra, era inocente! ¿Pero realmente lo era? ¿Podía alguien que era odiado tan profundamente por él, ser de verdad inocente? Ya no lo sabía.

    Quizás el mero hecho de haber aceptado la marca tenebrosa ya lo hacía culpable. Su padre había sido un monstruo y él lo había sabido, pero no había dicho nada. ¿Cuánto gente podría haberse salvado si hubiera hablado? Quizás no había matado a nadie directamente, pero había dejado que docenas murieran a manos de Lucius sin haber levantado un dedo.

    Sintió asco de sí mismo.

    Por primera vez sintió que se merecía todo aquel dolor. Cerró los ojos mientras más lágrimas se deslizaban y acababan empapando la almohada a ambos lados de su rostro.

    Los labios de Tomas se posaron en los suyos y sus dientes le mordisquearon el labio inferior. Cuando se hizo obvio que no iba a oponer resistencia su lengua se deslizó entre ellos buscando el húmedo interior de la boca de Draco.

    Siguió inerte dejando que su saliva se mezclara con la del guardia. Cada roce le recordaba a Harry, sus besos no habían sido en absoluto como esto, los labios del auror eran cálidos y sensuales, y lo hacían sentir amado y deseado. Todo lo opuesto al frío helador que Tomas estaba provocándole. Se sentía utilizado, asqueado, tenía nauseas, y lo peor era que sentía que lo merecía. Le dolía el alma.

    Frustrado por su pasividad, por la falta de respuesta, Tomas retorció uno de los rosados pezones entre sus dedos, pero fue lo mismo que intentar dar vida a una figura de porcelana. Draco parecía un inferí.

    El único signo de que el alma seguía allí, eran las lágrimas que no habían cesado de manar.

    -Parece que al final hemos logrado romperte ¿Eh?- el fétido aliento en su oído solo fue doloroso porque vino acompañado de un recuerdo de una voz profunda y cálida cargada de pasión.

    El guardia se sonrió.

    -Creo que ha llegado el momento de romperte del todo. ¿Verdad?- el sonido de una cremallera hizo que cerrara los ojos con más fuerza.

    "Harry." No se atrevió a pedir ayuda ni siquiera en pensamientos.

    Manos callosas en sus muslos, separándolos, un cuerpo posicionándose sobre el suyo, un peso indeseado sobre él, aplastándolo, hundiéndolo en el colchón.

    -Eso es Malfoy, acéptalo todo, lo mereces.- la voz de Tomas destilaba lujuria y veneno.

    Sollozó débilmente.

    Sintió como su miembro rozaba su entrada y deseó morir aquí y ahora. No podía soportarlo. No después de haber experimentado lo que era hacer el amor.

    -Harry…

    Los dedos del guardia se hundieron en sus caderas sujetándolo…

    El mundo pareció explotar.

    El suelo tembló como sacudido por un terremoto salvaje, el armario cayó y se hizo astillas contra el suelo, la mesa y la silla fueron aplastadas por una fuerza invisible. Las fotos se hicieron añicos. Una ola de magia asesina barrió la estancia destrozando, acuchillando, destruyéndolo todo. Y la cama parecía ser el ojo del huracán. Las sábanas se agitaban en el caos.

    Escuchó el grito desgarrado de Tomas y sintió como su peso era brusca y brutalmente arrancado de encima de él.

    Abrió los ojos.

    Un dios con los ojos avada había entrado en la habitación. Un Dios que había reclamado su alma y su corazón.

    Harry.

    La magia lo rodeaba, le obedecía, surgía de él. Llameaba en su pelo negro salvajemente agitado, hacía ondear su abrigo como un par de alas rojo sangre, se reflejaba en el brillo asesino de sus ojos. Su poder era inmenso, opresivo, salvaje.

    Harry era magnífico.

    Draco sintió que su corazón se pararía.

    Un gemido.

    Harry tenía a Tomas agarrado por la garganta, suspendido en el aire como si no pesase nada. Estrujando su cuello mientras observaba, con enorme satisfacción, cómo el guardia luchaba por respirar. Parecía una deidad vengativa tomando justo pago por los crímenes cometidos.

    Draco no pudo evitar el leve sonido que escapó de sus labios.

    -Harry…-lo necesitaba tanto… dolía tanto ser odiado por él… Harry volvió la vista alertado por su voz.

    El cuerpo de Tomas resbaló de su mano cayendo al suelo. Y antes de que pudiese darse cuenta de que era lo que estaba sucediendo sus labios estaban siendo poseídos, su cuerpo atrapado bajo el suyo. La magia rugiendo en torno a ellos como un grito victorioso

    "Harry… te amo."
     
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  5. Dan2102
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    Debo decir que me haz hecho sufrir... Creo hasta taquicardia me ha dado al leer como Draco fue casi tomado por esa bestia...

    Pero todo valio la pena para observar ese besoo! Jaajaja porque pude casi hasta palparlo xD

    Gracias, estuvo excelente. Escribes muuuuuuuuuuuuuuuy bien. Te lo agradezco, gracias!

    Contiiii!! Por favor no más daño para Draco :(
     
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  6. Kari Tatsumi
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    Capítulo 14- Lágrimas.




    Lo cubrió con su cuerpo mientras devoraba su boca. Lamiendo cada rincón, acariciando su lengua con la suya, calmándolo y seduciéndolo. Instándolo a someterse.

    Necesitaba, quería, poseerlo, hacerlo suyo, borrar con su cuerpo cualquier indicio del tacto de Tomas en su piel.

    No podía soportar pensar en ese hombre, en cualquier otro hombre, tocándolo, y tampoco iba a permitir que Draco lo hiciera. Quería marcarlo como suyo, hacerle olvidar el propio mundo, convertirse en su único deseo.

    Draco gemía, sollozaba bajo él, pero su cuerpo seguía laxo, caído en el colchón como si no le quedasen fuerzas para moverse.

    Harry no se percató.

    En ese momento su mente era un remolino caótico poseído por el ansia de su magia que tiraba de él con la fuerza de un huracán.

    Sintió como buscaba a la de Draco, acariciante, tentativa como el susurro de un amante. Llamándola, tratando de hacerla responder.

    Pero esta era como bruma, tímida y esquiva, como si tuviese miedo de tocar la suya.

    Draco se estremeció bajo su cuerpo, sus muslos se separaron levemente permitiendo que las caderas de Harry cayeran entre ellos y sus cuerpos quedaran fundidos, pecho contra pecho, caderas con caderas, en un roce largo y sensual que arrancó un gemido gutural de su garganta.

    En ese momento, como en un flash recordó una de las primeras lecciones de los aurores. La magia de un mago hablaba de él con más sinceridad que cualquier palabra. La magia de un mago se empapaba de su propia alma y adquiría en ella características de la misma.

    Era por eso que la señal mágica de cada mago era diferente de cualquier otra.

    Un pensamiento cruzó su mente como una zona de calma en el corazón de la tormenta.

    "Si entro en contacto con la de Draco estaría seguro de cuanto de Viely es real, hasta que punto puedo confiar en mis sentimientos. Y quizás..." Quizás saber si Draco sentía lo mismo.

    Su deseo y el de su magia convergieron en uno solo, tocar a Draco, rozar el núcleo de su esencia mágica.

    Su propia magia salvaje comenzó a calmarse y a flamear de una manera diferente. Dejó de arrasar la habitación y empezó a flotar en torno a ellos como una barrera que los separase del mundo.

    Con un único deseo en mente besó la curva de aquel cuello pálido como luna y sintió el estremecimiento de placer que recorrió a Draco como un delicado temblor.

    Atrajo su magia para que lo rodeara como un manto cálido y protector. Envolviéndolo, acariciándolo, calmándolo, instándolo a entregarse, a someterse. Draco suspiró de placer, se sentía protegido, cálido, el frío parecía un poco menos con la magia de Harry como manta. Comenzó a dejarse llevar inmerso en la sensación.

    En ese instante Harry presionó suavemente, tratando de entrar en contacto con esa esencia tan esquiva.

    Cuando Draco sintió lo que intentaba hacer… un sollozó roto escapó de su garganta. "No puede ser. No puede…Harry no lo haría. Él…"

    Miro a Harry a través de las lágrimas que aún no se habían secado, incapaz de creer lo que estaba intentando hacer. Cuando Harry le miró impertérrito, poseído por el deseo de hacerlo suyo completamente…

    -¡No!- Se retorció desesperadamente tratando de huir pero Harry lo retuvo envolviéndolo con sus brazos, atrapándolo contra su pecho.

    -Ssssh- susurró contra su cabello- solo quiero acariciarte. – Besó las plateadas hebras con ternura.- Será un instante, no te haré daño.

    -No, no. Nonononono…Harry…basta.- temblaba como una hoja con el rostro contra su abrigo, las lágrimas comenzaron a mojar la tela roja, estaba aterrado.

    "No puedo, no puedo. Lo amo, le quiero más que a nada, por eso si lo único que él quiere de mí es mi cuerpo no me importa. Si la única manera de estar a su lado es siendo su…puta" Se estremeció de dolor solo de pensarlo. "Entonces está bien, puedo hacerlo. No es la primera vez que me utilizan de esa manera, y al menos con Harry sé que puedo disfrutarlo. Pero esto…no. Mi esencia mágica no. Es lo único puro que me queda, lo único que no han conseguido manchar. No puedo dejar que la toque. No así. No de esta manera." Su magia se refugió aún más dentro de él, escondiéndose huyendo de Harry.

    Pero el auror no iba a darse por vencido.

    Tenía que saberlo.

    Presionó aún más, tratando de entrar en él, de alcanzar el corazón de su magia, Draco trató de resistirse, de escapar de su abrazo, de poner una distancia física entre ellos, pero estaba débil y agotado y Harry no tuvo ninguna dificultad para retenerlo.

    Lo estrechó con más fuerza, tranquilizadoramente, y presionó aún más.

    Su magia rompió la resistencia de Draco y logró entrar en su cuerpo.

    - Por…por favor…no…- sollozó débilmente contra su pecho, nuevas lágrimas en sus ojos claros, rotos, suplicantes.

    Temblaba como si estuviese helado y Harry le acarició la espalda para calmarlo. No entendía porque Draco se resistía tanto, o porqué parecía que esto le estuviese lastimando más que el intento de violación que acababa de sufrir, solo sería un roce, nada más.

    Había estado bien con sus besos y caricias, no iba a hacerle daño. ¿Por qué reaccionaba de esa manera cuando intentaba tocar su magia?

    "No quiero hacerle daño, pero no creo que sepa que es lo que pasa, seguramente lo que ocurre es que está asustado."

    -No llores. –Susurró contra su cabello.- Solo quiero rozarte, nada más, te lo prometo Draco.- sintió un agradable calor al pronunciar su nombre.- Créeme.- Continuó acariciándolo tratando de tranquilizarlo, empujó un poco más.

    -…ung… - Lo sintió tensarse y jadear, estaba tratando de pararlo. Podía sentirlo claramente, pero él era mucho más poderoso. Si quisiera podría haberlo derribado sin más, fácilmente, pero no quería hacerle daño, solo tocarlo.

    Draco hizo un último intento por liberarse, pero el auror lo retuvo contra su pecho sin piedad, susurrándole palabras que intentaban ser tranquilizadoras.

    Finalmente su magia rompió la última barrera y rozó el núcleo mágico oculto en lo más hondo de él.

    Draco se derrumbó completamente, llorando, sin fuerzas para nada más.

    Tibia.

    La magia de Draco estaba tibia. Eso fue lo primero que sintió. Como una taza de té que se ha dejado enfriar pero aún conserva el increíble aroma y el sutil sabor.

    Cristalina, pura, luminosa. Pero su luz no era del dorado refulgente de la de Harry sino plateada como rayos de luna. Tan frágil y delicada como un roce de bruma.

    No había en ella oscuridad, solo tristeza, una tristeza inmensa que hablaba de soledad y resignación. Y un amor de bordes rotos que calentaba apenas, suavemente, la frágil esencia.

    Harry sintió que se le cortaba la respiración cuando la esencia de Draco le devolvió tentativamente la caricia. Triste, rota, como si le doliese el mero hecho. Pero era imposible confundir la pequeñísima luminiscencia en ella.

    "Draco me… ¿ama?" Alguien con una esencia tan pura le quería. Sonrió y trató de abrazarla.

    Pero cuando trató de sentirla más profundamente algo se lo impidió, otra esencia, otra presencia. Podía sentirla como cadenas oscuras, heladas, en torno al núcleo de Draco. En ellas había atado dolor, agonía y sufrimiento, un sufrimiento tan intenso que amenazaba con ahogar la pura llama de esencia.

    Cuando trató de alcanzar la magia capturada las cadenas se contrajeron dolorosamente haciendo gritar a Draco. Un grito desgarrado y lleno de dolor. Un grito agónico, una súplica sin palabras. Inmediatamente retiró su magia.

    "¿Qué ha sido eso?"

    -¿Draco?- La cabeza caída hacia atrás, los ojos cerrados, el cuerpo exánime.

    Había quedado inconsciente.

    Hermione dio un par de pasos dentro de la habitación ahora que la ola mágica se había disuelto regresando al interior de Harry.

    Esquivó algunas piezas de lo que había sido el armario y llegó junto a Tomas que seguía tirado en el suelo, una rápida mirada le aseguró que aún seguía vivo. Aprovechó para quitarle la varita y le lanzó un stupefy solo para asegurarse.

    Una vez satisfecha camino de nuevo hacia la cama.

    "Sabía que a Harry le pasaba algo, pero esto es más de lo que creía posible." Estaba perpleja, nunca habría creído que podría llegar a ver algo así. ¡Su mejor amigo besando a Draco Malfoy! ¡Merlín!

    No había podido ver gran cosa, la honda mágica le había impedido entrar en el cuarto. Pero lo que había podido vislumbrar era más que suficiente.

    Durante un momento había llegado a enfadarse. ¿Por qué no le había dicho Harry nada? Pero luego se había dado cuenta de que seguramente si lo hubiera hecho habrían acabado discutiendo. Y de todas maneras ni siquiera estaba segura de que era lo que estaba pasando. Decidió darle a su amigo el beneficio de la duda, por ahora. Pero iban a tener una conversación seria ahora mismo.

    Se detuvo junto a la cama.

    -¿Harry?

    Su amigo levantó la mirada.

    -¿Hermione?

    Se quedó de piedra.

    Había visto suficientes veces ese brillo en la mirada de sus amigos como para no reconocerlo ahora.

    "Está enamorado."

    Durante años había querido ver a Harry felizmente enamorado de alguna chica, sobre todo desde que él mismo se dio por vencido en su búsqueda de pareja.

    Pero esto era…bueno, es que ni siquiera se había planteado que su amigo pudiese ser gay.

    - Harry… - no sabía cómo tomárselo.- ¿Te importaría explicarme que está pasando?

    El auror suspiró y miró a la figura inerte entre sus brazos. Solo en ese momento Mione se fijó realmente en Malfoy.

    Durante toda la investigación nunca se había planteado en qué manera podría la estancia en Azkaban haber cambiado al antiguo slytherin. Ni siquiera cuando descubrió que se estaba convirtiendo en un dementor se le ocurrió pensarlo realmente.

    Por eso el impacto fue todavía mayor.

    -O Dios mío. –musitó.

    Parecía como si Malfoy no hubiese crecido un centímetro desde la última vez en que lo vio durante su sexto año en Hogwarts. Apenas debía de llegar al hombro de Harry. Si acaso lo que había hecho era adelgazar, estaba tan delgado que sabía que tendría que estar enfermo. Sus largos y finos huesos se marcaban tanto en algunas zonas que podía ver perfectamente su contorno.

    La pálida piel que debería haber sido una expansión perfecta de blancura, tenía un tono ceniciento que hablaba de demasiado tiempo sin sol, pero lo que realmente le horrorizó fueron las cicatrices. Si no te fijabas eran tan blancas que podían pasar desapercibidas, pero estaban claramente ahí, marcas de tortura.

    "Pero está prohibido torturar a los presos." Miró hacia Tomas. La realización de lo que había hecho caló de inmediato. "Como se ha atrevido. Se supone que es un guardia, debería impartir justicia. Es responsable del bienestar de los presos." Sintió un profundo desagrado por quien se atreví a corromper así la justicia. Era por gente como él que muchos magos no confiaban en el ministerio ni siquiera ahora.

    Se juró conseguir que se le juzgara por sus crímenes.

    Lo único que conservaba la belleza original que recordaba del joven slytherin era su cabello, tan rubio y brillante como la crin de un unicornio.

    Y entonces ,cuando Harry se giró hacia ella, pudo verle la cara.

    Labios rosas y finos como los de un niño, delicadamente hundidas mejillas surcadas por el rastro de las lágrimas, ojeras violetas que eran como aguadas de acuarela bajo sus largas pestañas casi blancas.

    Tan frágil, tan delicado, como un precioso muñeco de porcelana, como la pintura del sueño de un artista. Tan triste, tan roto…

    Hermione sintió encogerse su corazón.

    - ¿Ese es Malfoy?- musitó suavemente, casi como si temiera despertarlo. Sintió el deseo de abrazarlo contra su pecho y consolarlo hasta que aquellas lágrimas dejasen de manar. Se sonrojó violentamente.

    -Sí, es él. ¿Te ocurre algo Hermione? –Entonces se acordó. "O vaya, Draco está desnudo."- Si me das un momento lo vestiré enseguida.- se apresuró a tranquilizar a su amiga.

    Entonces fue cuando Mione se dio cuenta de que bajo el abrigo de Harry Draco no llevaba nada. Se sonrojó aún más y rápidamente les dio la espalda.

    -Claro, ejem. Sera mejor que lo vistas, yo me ocuparé de atar a Tomas.- Se apartó rápidamente antes de que se le ocurriese pensar en nada más.

    Harry miró a su alrededor en busca de la túnica blanca, pero no parecía estar en ninguna parte. Finalmente vio lo que parecía un pliegue de tela gris ceniza medio colgando del borde de la cama. Lo levantó pensando que quizás la túnica estuviese debajo, pero al tocarlo reconoció la inmensa suavidad, esta era la túnica.

    "Se ha vuelto gris" – No sabía el por qué, pero el verla le encogió el corazón.

    Mientras lo vestía no pudo sino darse cuenta de lo enfermizo que el tono ceniciento hacía parecer a Draco.

    Cuando acabó Hermione ya estaba preparada con Tomas levitando bien atadito a su espalda.

    -Vayamos a la sala de los guardias, les interrogaremos. Pero primero vas a explicarme de qué va esto. En cuanto lleguemos. Y sin rechistar.- se puso en jarras desafiando a su amigo a negarse.

    Harry asintió mientras levantaba a Draco en brazos.

    -Aprovechemos para desayunar, creo que los dos necesitamos relajarnos un poco.

    Harry miraba la taza que sostenía entre sus manos, el té que contenía y su reflejo, algo en lo que fijar la vista mientras ponía en orden sus pensamientos.

    Estaban en la sala de los guardias sentados a la única pequeña mesa de la habitación. En medio de ellos el desayuno que les había traído Kreacher era la primera comida decente que tenían en semanas, y sin embargo ninguno de los dos parecía encontrar el hambre para disfrutarla realmente.

    Ninguno era capaz de sacarse de la cabeza los últimos acontecimientos.

    Detrás de ellos estaban las personas que parecían tener la clave para acabar con la investigación y aclararlo todo finalmente.

    Draco y Pansy inconscientes en los jergones, y Tomas, también inconsciente, atado a una silla.

    Ni Harry ni Hermione querían ser los primeros en hablar y los minutos comenzaron a estirarse tensamente hasta que finalmente fue Harry quien quebró el silencio:

    -Hermione.- Levantó la vista de la taza. -Escúchame hasta el final antes de juzgar, por favor. - Hermione era su mejor amiga, siempre le había apoyado, incluso en las situaciones más difíciles, si alguien podía entender lo que sentía tenía que ser ella.

    -Está bien Harry, te escucho. Sabes que puedes contarme lo que sea.- extendió la mano sobre la de Harry en un gesto tranquilizador, ambas apoyadas en la mesa.

    Asintió.

    Al principio lentamente, luego cada vez con más confianza y rapidez, la historia de cómo había llegado a enamorarse de Draco fue escapando de sus labios casi sin pensarlo.

    El engaño cómo Viely, sus sentimientos, la tortura del Lord Dementor, las agujas, los momentos juntos, su…primera vez. Aunque esto solo lo nombró un instante como catalizador de sus sentimientos. Y al final:

    -Mira Hermione, ya sé que parece una locura, pero estoy enamorado de él. Y sé que Draco también me quiere. – la mirada era inconfundible. Exactamente la misma que tenía cada vez que se lanzaba a una misión suicida armado sólo con su varita y su coraje.

    Hermione suspiró.

    -Harry…tú le quieres. Lo entiendo. ¿Pero cómo puedes estar seguro de sus sentimientos? Podría estar utilizándote para librarse de la maldición, o para salir de Azkaban. O para las dos cosas. Ya sé que ahora mismo parece el epítome de la inocencia. –Miró hacia el jergón donde descansaba.- Pero ten en cuenta quien es.

    Harry sonrió.

    -Te aseguró Hermione que en esto no me equivoco.

    -Harry…- empezó Mione.

    -No, Hermione. En este caso sé que no me equivoco. Lo comprobé yo mismo.

    Ella negó exasperada.

    -La única manera de saberlo con seguridad es si has usado verisaterum, y los dos sabemos que no lo has hecho porque el único frasco que traíamos lo tenía yo en mi mochila.

    -No me ha hecho falta. Solo he tenido que tocar el corazón de su magia.-sonrió con suficiencia.

    Hermione abrió mucho los ojos impresionada.

    -No me puedo creer que te permitiera hacer algo así… Debe de quererte mucho- musitó el final casi para sí misma.

    Harry frunció el ceño levemente.

    -Bueno…no es que me lo permitiera exactamente.

    -¿Le… obligaste?- El horror hizo que casi no fuera capaz de pronunciar la fatídica pregunta.

    -Era la única manera de saberlo realmente.- se defendió.

    ¡PAM! El golpe de las palmas de Mione sobre la mesa al incorporarse bruscamente.

    -¡Harry! ¡No me puedo creer lo que has hecho!- estaba furiosa. Harry se levanto a su vez listo para defenderse.

    -No sé porque te pones así. ¿No eres tú la que decía que debía asegurarme?

    -¡¿No eres consciente de lo que has hecho? ¡Harry, invadir el corazón mágico de un mago es considerado peor que una violación! Y para alguien como Malfoy que se ha criado con la noción de lo importante que es su magia… ¿Te das cuenta de que para él su magia es lo más importante que tiene?

    -Yo…- tragó saliva.

    "No, no. Nonononono…Harry…basta."

    Dio un paso atrás.

    - O Dios mío.- musitó.

    "Por…por favor…no…"

    Se dejó caer en la silla. Sintió que se iba a poner enfermo.

    -Hermione… ¿Qué he hecho?- musitó apenas.

    Hermione suspiró. Se acercó a su amigo y le apoyó la mano en el hombro. No podía seguir enfadada con él, al menos no después de ver como había reaccionado. Parecía que iba a vomitar o al llorar en cualquier instante.

    -No sabías lo que hacías.- trató de tranquilizarlo.

    -¿No te das cuenta? Él trató de avisarme, me…me rogó que no lo hiciera.- Se llevó una mano a la cabeza para tirarse del pelo con desesperación- Dios, ¿Cómo he podido hacerle…? Dios.- la culpabilidad amenazaba con ahogarle- Ahora me odiara.- el sólo hecho de pensar que Draco pudiese odiarle hizo que se le encogiera el corazón.

    -¿Lo sentiste?

    -E… ¿El qué?- Apenas llegó a escuchar las palabras de su amiga.

    -Que te odiase.

    La miró sin comprender.

    -No… solo tristeza. ¿Pero eso que tiene que ver?

    Hermione le sonrió tranquilizadora.

    -Entonces es que no te odia. Si te hubiera odiado por lo que le hiciste lo habrías sentido en el acto. Si lo único que has notado es pena. Entonces es evidente que no le gustó que lo hicieras, pero no te odia. Sin embargo te aconsejo que te disculpes en cuanto se despierte. Es lo mínimo que deberías hacer.

    Harry miró hacia Draco. "Si lo que Hermione dice es cierto entonces aún me ama." Sintió deseos de sonreír de alivio. "Pero lo que le he hecho…" Deseó poder cruciarse a sí mismo.

    En ese instante Tomas se revolvió débilmente y abrió los ojos para encontrarse atado a una silla.

    Miró furioso a los dos aurores.

    -¿Podría saber porqué estoy atado a una silla?- acusó entre dientes.

    Harry se recuperó en al acto sintiendo como la ira volvía a la superficie.

    Se incorporó, acercándose peligrosamente al guardia con la rapidez de una serpiente. En su mirada podía leerse claramente un odio que rayaba lo homicida. Si las miradas pudieran matar Tomas ya no estaría respirando.

    -Veamos… ¿Qué tal por torturar y violar a una persona?- el siseo bajo, rezúmante de veneno, hizo que Tomas se estremeciera involuntariamente.

    Hermione se apresuró a detenerlo antes de que hiciera algo que pudiera comprometer la investigación.

    -Harry no, lo necesitamos vivo para interrogarlo.

    El auror la miró por encima del hombro, el tono avada de sus ojos… sintió como la magia de Harry empezaba a cargar el ambiente como una tormenta eléctrica…

    Un instante después Harry sacudió la cabeza y la presión desapareció.

    -Tienes razón.

    Asintió aliviada, no sabía lo que habría hecho de no haber entrado su amigo en razón. No creía que hubiese podido pararlo si Harry hubiera decidido que Tomas merecía morir.

    -Bien ábrele la boca, ya es hora de que nos cuente que está pasando aquí.- sacó el verisaterum del bolsillo.

    Tomas trató de resistirse, pero Harry obtuvo una inmensa satisfacción en apretarle la mandíbula hasta que pudo oírla crujir peligrosamente bajo su mano. La mirada del guardia desorbitada de dolor.

    Mione deposito tres gotas cristalinas sobre su lengua, y finalmente cuando su mirada comenzó a nublarse Harry lo liberó del agarre.

    Después de inspeccionarle las pupilas y declarar que el Verisaterum ya estaba haciendo efecto comenzaron el interrogatorio.

    Harry se quedó un poco atrás observando cómo su amiga hacía las preguntas. Si se metía él temía que acabaría matándolo, con varita o sin ella, ese monstruo había hecho daño a Draco.

    Lo llevaría a juicio y pondría todo su empeño en que lo condenasen al beso del dementor. Pero si no lo conseguía conocía mil y un formas de matarlo sin levantar sospechas, no iba a salir indemne, eso se lo prometió a sí mismo.

    -Bien, comencemos. ¿Estás listo Harry?- el auror asintió y dio pie a su amiga para continuar.

    Satisfecha Hermione se volvió de nuevo hacia el ahora drogado guardia.

    -¿Cuál es tu nombre?- preguntó autoritariamente.

    -Tomas Cleawather.- la voz ligeramente grogui, la mirada desenfocada.

    Hermione asintió para sí misma, parecía que la poción ya estaba en pleno efecto.

    -¿Por qué atacaste a Draco Malfoy?

    -Porque lo merece.

    "¡Una mierda!" Siseó Harry interiormente.

    -¿Por qué crees que lo merece?- continuó ella impertérrita.

    -Porque es hijo de Lucius Malfoy y un mortífago. – a pesar de estar bajo el efecto de la poción, el odio que destilaron sus palabras fue como ácido.

    Hermione frunció el ceño.

    - ¿Por qué le odias tanto?- quizás ahí estaba la clave de su locura.

    -Por ser hijo de Lucius Malfoy.- el solo hecho de pronunciar su nombre ya era como una maldición es sus labios.

    -¿Acaso Lucius te hizo algo?

    -Mató a mi esposa y a mi hijo. No se merece tener un hijo.- el dolor y el odio de esa frase, fue suficiente para convencer a Hermione de que la pérdida de su familia debió ser lo que lo desequilibró.

    -¡¿Y por qué Lucius mató a tu familia tú te has dedicado a torturar a Draco?

    Harry ya no podía seguir callado. Los muebles temblaron.

    Tomas lo miró como s no entendiera porque el auror estaba tan furioso.

    -Claro. Lucius está muerto. ¿De qué otra manera iba a poder hacerle pagar sino?

    El puñetazo lo tumbó al suelo silla incluida. La taza sobre la mesa explotó desparramando el té por la superficie del mueble, y goteando sobre el suelo de piedra.

    -¡Harry ya basta! Si no te vas a controlar voy a tener que pedirte que salgas.- Mione se apresuró a volver a incorporar la silla con un eficaz hechizo de levitación.

    Harry dio un par de vueltas por la habitación como un león enjaulado, tomando aire profundamente hasta que logró calmarse.

    -Estoy bien Mione. Estoy bien. Solo ha sido un arranque, no volverá a pasar.

    La mejilla de Tomas estaba empezando a amoratarse e hincharse, pero a pesar de ser experta en hechizos curativos lo dejó tal como estaba. En el fondo estaba oscuramente de acuerdo con el puñetazo.

    - ¿Por cuánto tiempo has estado torturando a Draco?

    -Hará siete años el mes que viene.- La satisfacción es su voz hizo que esta vez fuera ella la que tuvo deseos de asestarle un puñetazo.

    "Prácticamente lo ha estado torturando desde que llegó a Azakaban. Dios mío, entonces Draco sólo debía tener diecisiete años." Miró con horror a aquel monstruo, ninguna persona podría jamás hacer algo así, ni siquiera tras la muerte de su familia.

    El gruñido bajo tras ella le informó de que Harry también había llegado a la misma conclusión. Pero esta vez el auror consiguió dominarse. Si bien muy a duras penas. Podía percibir fácilmente el calor asesino de su aura, no necesitaba estar fuera de su cuerpo para que una magia tan poderosa se hiciera notar.

    Decidida a acabar cuanto antes continuó con el interrogatorio.

    - ¿Fuiste tú quien maldijo a Draco con la maldición de dementor?

    -Sí.

    Lo que había estado temiendo. Así que no toda información sobre ella había sido borrada. Debían encontrar lo que restaba y destruirla cuanto antes. Una magia tan oscura en malas manos…no quería ni pensarlo.

    -¿Cómo obtuviste esa información? Cuéntanoslo todo.

    - Uno de los elfos domésticos encontró limpiando un diario medio quemado perteneciente a un antiguo guardia y me lo trajo para preguntarme qué hacer con él. Cuando lo ojeé descubrí que contenía antiguos castigos para los presos. Decidí practicarlos en Malfoy, el más poderoso era esa maldición, pero la mayor parte de la explicación de sus efectos se había quemado. No sabía exactamente qué haría, pero parecía tan oscura que supuse que pasara lo que pasara haría sufrir a Malfoy. Eso era lo único que me importaba.

    - ¿Y entonces que tiene que ver en esto el Lord Dementor?- Harry sabía que lo de las agujas no había sido cosa de Tomas. De eso estaba seguro.

    -El Lord Dementor averiguó que Malfoy se estaba convirtiendo en uno d ellos y lo reclamó como propio. Se lo llevó de la celda. Amenazó con matar a Henry si decía algo.

    -¿Henry también está compinchado?- inquirió la auror.

    -No, Henry no sabe nada.

    -¿Y dónde está el diario?- debían hacerse con él cuanto antes. Todo fuera que esa información acabase en donde no debía.

    -En mi cuarto bajó el colchón.

    Hermione miró a Harry para ver si quería preguntar algo más pero parecía que todavía estaba tratando de asimilar lo que acababa de escuchar. Y ella también necesitaba tiempo para pensar. Con un sencillo estupefy volvió a dejar a Tomas en silencio.

    -¿Harry estás bien?- se acercó a su amigo.

    -No Hermione. No estoy bien. Y no creo que lo esté hasta que ese monstruo pague por lo que ha hecho.- Miró con odio a Tomas.

    -Lo sé. Yo también quiero que se haga justicia. Lo que le ha hecho a Draco no tiene perdón. – Harry se sorprendió al detectar auténtico odio en la voz de su amiga.

    Un suave murmulló los alertó a ambos, Draco parecía estar teniendo una pesadilla nuevas lágrimas habían comenzado a escapar de entre sus pestañas.

    En un instante Harry estaba a su lado, acariciándole suavemente la espalda, tratando de tranquilizarlo.

    "Realmente lo ama." Se sonrojó al darse cuenta de lo que estaba pensando.

    -Se…será mejor que me ocupe de recuperar ese libro.

    Cuando Hermione regresó con el sencillo tomo marrón ennegrecido por el fuego y carcomido por los años, encontró a Harry sosteniendo en sus rodillas la cabeza de Draco, pasando la mano por su cabello en caricias llenas de ternura, y susurrándole palabras tranquilizadoras.

    Observó que Draco seguía llorando, atrapado en su pesadilla.

    -Hermione no consigo tranquilizarlo, creo que podría ser por la maldición. Tenemos que liberarlo de ella. – la decisión y urgencia en su voz pusieron a Hermione a buscar el diario de Godric.

    -Deberíamos haberlo hecho antes, pero con todo lo que ha pasado…- se sentó al lado de su amigo para que él también pudiese leerlo.

    En cuanto abrió por la primera página la elegante letra dorada ya estaba allí.

    -Buenos días Hermione.

    -Buenos días.

    -¿Puedo sentir que estás preocupada?- ella no pudo evitar sonreír.

    -Nada que no estemos en proceso de solucionar. ¿Podrías ayudarnos con ello?

    La elegante letra no se hizo de rogar.

    -Por supuesto. ¿Qué puedo hacer por ti querida?

    -Necesitamos saber cómo deshacer la maldición del dementor.- la página quedó en blanco un instante antes de contestar, la letra tenía una cadencia triste.

    -Lo siento pero no voy a poder ayudaros. La maldición del dementor no tiene remedio.
     
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  7. Dan2102
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    NOOOOOOOOOOO! COMO Q NO TIENE REMEDIOOO!!!

    DRACOOO! :cry: Harry haz algooo!

    Mione resuelve el caso! :(

    Ron pegale a Tomas! Jajaja

    Contii! :D
     
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  8. Kari Tatsumi
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    Capítulo 15- Decisión.



    ¿Qué hora sería? Se fijó en el viejo reloj de pared. Sus maltrechas agujas marcaban casi la una de la noche.

    El traqueteante tic tac se mezclaba con los suaves sonidos de respiraciones. De vez en cuando el crepitar del fuego añadía su propio susurro. La calma reinaba en la habitación.

    La única luz provenía de las llamas del hogar, su movimiento hacía que las sombras parecieran moverse y daba a los objetos una iluminación anaranjada y apagada.

    El cabello de Hermione adquiría un brillo broncíneo bajo ella. Lo único que podía ver de su amiga, que dormía profundamente de espaldas a él. La manta subida hasta el cuello para protegerse del frío.

    En el otro jergón Pansy seguía inconsciente. Desde su posición podía ver su cara medio enterrada en la almohada. Detrás de él Tomas aún debía estar atado a la silla. Agradeció no poder verlo. En estos momentos quizás hubiera cedido a la tentación. Hermione no habría estado contenta si eliminaba al guardia antes de haberlo obligado a testificar.

    Todos los ocupantes de la sala dormían salvo él.

    La razón de su desvelo suspiró en ese momento contra la curva de su cuello. Su aliento helado lo hizo estremecer. Draco dormía profundamente entre sus brazos. Gracias a Merlín ya había dejado de llorar. Harry no soportaba verlo sufrir.

    Arropó suavemente a Draco con las mantas. Le preocupaba sentir lo mucho que le había descendido la temperatura, su aliento se condensaba en el frío aire de Azkaban como si su temperatura fuera más baja que la de la propia prisión. El color azulado de sus labios tampoco era tranquilizador, y el tono ceniza de su túnica hacía que sintiese deseos de llorar o de golpear a Tomas, aunque prefería la segunda opción.

    En su cabeza las palabras del diario no hacían más que repetirse:

    "Lo siento pero no voy a poder ayudaros. La maldición del dementor no tiene remedio."

    Tanto él como Hermione habían necesitado varios minutos antes de conseguir tranquilizarse lo suficiente para seguir leyendo.

    Lo que habían averiguado esperaban les diese las pistas necesarias para encontrar una manera de revertir el hechizo.

    "La maldición del dementor es muy poderosa, cierto, pero precisamente por la gran cantidad de magia que implica su ejecución es muy compleja.

    No convierte a la víctima inmediatamente en un dementor, es solo cuando toma su primer alma que la transformación alcanza su punto crítico y comienza a mutar el cuerpo.

    Antes de eso sucede una fase como dementor blanco en la que están entre los dos estados. Pero la maldición siempre pugna por completarse. Va corrompiendo todos los recuerdos felices de la persona, convirtiéndolos en algo doloroso que propicie la necesidad de alimentarse. Su poder va destruyendo a la persona hasta que esta ceda.

    La túnica blanca va oscureciéndose hasta quedar negra… esto es solo conjeturas claro. Nunca a ninguno de los malditos se les permitió permanecer más de unos minutos como dementor blanco. Siempre había un condenado esperando recibir su beso cuando eran malditos.

    La suposición es que de ser dejado en ese estado deteriorativo acabaría devorando a quien fuera en su apetito, y por supuesto la agonía prolongada durante tanto tiempo acabaría dañando seriamente la mente del mismo.

    Un dementor blanco no es estable. Es mejor si dejáis que la maldición se complete."

    Hermione y él se habían negado. Estaban dispuestos a buscar el remedio a toda costa.

    "Está bien… Si vais a buscar un remedio necesitareis todo el tiempo posible. No es mucho pero puedo deciros algunas maneras de ralentizar su avance.

    Mantenedlo lo más caliente posible, parte de la maldición intentará helarlo. Aseguraos de que no empieza a dejar de comer, eso significa que su cuerpo se está preparando para cambiar de alimento. Y sobre todo no le dejéis solo, la maldición se ceba en la soledad, la tristeza y el dolor.

    Es todo lo que sé, ojala pudiera seros de más ayuda."

    Habían hablado de qué hacer, y finalmente decidido que en cuanto amaneciese irían los tres al ministerio, entregarían a Tomas y hablarían con Kingsley.

    "Ron llega tarde. ¿Dónde se habrá metido?" Hacía horas que ya debería haber regresado. Preocupado pero incapaz de abandonar a Draco acabó empezando a adormilarse acunado por la agradable noción de su presencia.

    Ya casi había caído completamente en el sueño, al principio ni siquiera supo que lo había despertado. Hasta que miró a su alrededor y vio a Ron de pies junto al jergón de Hermione todavía estaba dormida.

    Se incorporó sobre un brazo dispuesto a llamarlo y explicarle lo que había estado pasando. Las palabras que iba a pronunciar murieron es sus labios cuando lo vio sacar la varita y apuntar a Hermione.

    -Avada…

    -¡NO!- se lanzó en un rápido movimiento consiguiendo derribarlo al placar sus piernas. Inmediatamente Ron comenzó a revolverse y le asestó una patada en el pecho que logró lanzarlo hacia atrás.

    -¡¿Qué estás haciendo Ron?- vio que el pelirrojo le apuntaba e inmediatamente se lanzó en una pelea salvaje por arrebatarle la varita. La mirada vacía de su amigo le demostró que debía estar bajo un imperius.

    Los gritos despertaron a Hermione y a Draco.

    Pansy estaba demasiado exhausta para inmutarse.

    - ¿Qué está pasando? – Mione se frotó los ojos, todavía agotada después de dos días sin dormir.

    Harry asestó un puñetazo a Ron que lo tumbó en el suelo. Trató de quitarle la varita de nuevo, pero Ron era más grande y musculoso y se lo estaba poniendo muy difícil.

    Rodaron por el suelo tratando cada uno de hacerse con el control. Golpeando y forcejeando. Harry estaba demasiado concentrado en mantener la trayectoria de la varita lejos de Hermione o Draco, como para darse cuenta de cuando Ron apuntó a Tomas.

    -Relasio.- gruñó entre dientes, el brazo de Harry alrededor de su cuello ahogándolo.

    Tomas quedó libre.

    Hermione se apresuró a coger su varita.

    Pero el guardia ya había localizado la caída varita de Harry que no había tenido tiempo de coger antes de lanzarse a parar a Ron.

    Mione levantó la varita en el mismo momento en que Tomas levantaba la de Harry.

    -¡Speliarmus!

    -¡Crucio!

    La auror gritó y cayó al suelo. Había subestimado la rapidez de Tomas.

    -¡HERMIONE!- el grito de Harry sacó finalmente a Draco de su estado de insensibilidad.

    Granger se convulsionaba en el suelo mientras Tomas reía y Harry luchaba por arrebatarle la varita a Wesley. Encontrarse de golpe con esa situación lo dejó desorientado.

    -¡Speliarmus!- Tomas se hizo con la varita de Mione. La auror intentó levantarse pero la agonía en los músculos la hizo volver a caer.

    Harry consiguió hacer buena presa en el cuello de Ron y comenzó a presionar decidido a dejarlo inconsciente por asfixia. Ignoró los golpes que su amigo le estaba lanzando, a pesar del dolor, y tensó los músculos presionando aún más. Ron jadeaba incapaz de coger aire.

    -Se acabó aurores. Si no os hubierais metido donde no debíais esto no tendría que pasar. – Tomas apuntó a Harry – ¡Septunsembra!

    Trató de lanzarse a un lado para esquivarlo, pero Ron lo retuvo agarrándolo del brazo en el último instante.

    Calló hacia atrás, la sangre salpicándolo todo.

    -¡HARRYYYYYY!- el auror no se movía. Nunca en su vida Draco había sentido tanto dolor y odio como cuando vio la sangre del hombre que amaba derramarse por el suelo. -¡TU!- Siseó. La luz de la habitación decreció en el acto, la temperatura bajó varios grados. Un aura oscura empezó a adueñarse de él. Tomas retrocedió un paso sorprendido.

    Ni siquiera lo vio venir.

    Draco lo lanzó salvajemente al suelo, subiéndose encima de él lo agarró por la mandíbula con tanta fuerza que sus uñas desgarraron la carne y la sangre manchó sus dedos y empezó a correr por su mejilla. Tomas gritó.

    Draco sonrió una sonrisa asesina.

    - ¿Me das un beso?- le siseó con un tono de dulzura venenosa, acercando peligrosamente sus labios.

    -¡Draco no!- ¿La voz de Granger?

    Tomas aprovechó para darle una patada en el estómago y lanzarlo al suelo como un trapo.

    Tosió violentamente, un hilo de sangre resbaló por sus labios.

    -¡Ron!

    Hermione se escurrió tras la mesa escapando de su amigo, pero este en lugar de tratar de dar la vuelta a su vez, empujó el mueble brutalmente contra la pared aplastando a la auror en medio.

    El grito desgarrado hizo que Draco levantara la mirada algo mareado.

    Tomas se acercaba a él varita en mano.

    - Una lástima Draco, pero creo que ya es hora de que mueras. Eso sí, no te preocupes no estarás solo, enseguida mandaré contigo a los aurores.

    Apuntó. Una sonrisa cruel se dibujó en sus labios.

    Y su mano se cubrió de hielo.

    -¡¿QU…!

    La luz de la lumbre se convirtió en un mero rescoldo bajo la opresiva oscuridad que inundó la habitación. En el suelo, las paredes, sobre los muebles, en el cabello de los presentes, cristales de hielo comenzaron a formarse.

    Miedo, terror, pánico. Un temor primigenio, atávico envolvente.

    El aura de terror lo barrió todo e hizo temblar a los presentes como si la figura en la puerta fuera la imagen, hecha carne, de sus peores pesadillas.

    Tomas cayó de rodillas:

    -Mi Lord.

    El Lord Dementor entró en la estancia ignorándolo por completo. Solo tenía ojos para Draco, para la delicada curva de su cuerpo, el brillo de su cabello, el gris cristalino de sus ojos. Allí, postrado en el suelo con sangre en esos labios tan niños. Deseó limpiarla con la punta de su lengua.

    Draco tembló bajo su intensa mirada.

    - Has tenido tu tiempo y ya los has agotado.- siseó, como si el mismo le hubiera concedido esos días de cielo junto al auror moreno- Vuelve conmigo y respetaré las vidas de todos ellos.

    El gesto de su mano abarcó toda la sala. Draco sintió como su corazón se encogía. Necesitaba tiempo para procesarlo todo, acababa de levantarse, todo le dolía y le daba vueltas, ni siquiera había podido aún procesar lo que pasó ayer. Pero el Lord Dementor no le daba más tiempo.

    Miró hacia Harry, la sangre que manaba de las heridas, la trabajosa respiración…Solo podía caber una respuesta.

    El Lord Dementor extendió la mano para ayudarlo a incorporarse…y los pálidos dedos de Draco se entrelazaron con ella.

    A su espalda una docena de dementores se recortaron de las sombras y esperaron las órdenes de su señor.

    Continuará
     
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  9. Dan2102
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    NOOOOO DRACOO!

    Contiiiii por faaavoor!
     
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    I'd tried so fucking hard.

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    ooo vaya este es un desenlace que no me esperaba
    bueno lo del auror masomenos pero el resto no o por favor que va ser de draco ahora
    por favor espero la continuacion
    bye
     
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  11. Kari Tatsumi
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    Capítulo 16-Anochecer



    Susurros.

    Le dolía todo el cuerpo.

    Agh… ¿En qué se había metido está vez? Ya había perdido la cuenta de todas las veces que había acabado despertándose, hecho polvo, después de alguna misión.

    Gruñó cuando sintió que alguien le tocaba el hombro. Dolía.

    -¿Harry? ¿Estás despierto?- la voz de Hermione.

    -Sí, si.- Abrió los ojos cansadamente. Esperaba estar otra vez en la sala médica del departamento de los aurores, pero lo que vio al abrir los ojos fue una habitación desconocida.

    Parecía una habitación sacada de una mansión mágica de alguna época pasada.

    La luz de la mañana entraba por las ventanas que ocupaban entera la pared del fondo iluminando el interior. Otra de las paredes estaba también ocupada por una gran chimenea de granito rosado. Un agradable fuego crepitaba en ella. Al lado algo de leña ordenadamente apilada y lista para usarse. En el centro de la habitación pudo ver una mesilla para té rodeada por un sofá y un par de butacas, los tres forrados en gastado terciopelo rojo y llenos de mullidos cojines del mismo color. Bordados dorados podían verse en todo ello.

    Ron estaba sentado en la butaca que quedaba de espaldas a las ventanas, tenía la cabeza entre las manos y no podía verle la cara.

    Se dio cuenta de que él mismo estaba tumbado en una enorme cama con dosel. Agradeció interiormente los almohadones de plumas sobre los que seguramente Hermione lo había semi incorporado. Su amable tacto no lastimaba tanto sus heridas como podría haberlo hecho una almohada común.

    Posiblemente también cosa de ella era la desvaída colcha roja bordada en oro, que le cubría hasta la cintura. Se dio cuenta de que lo único además de ella que lo tapaba, eran sus calzoncillos y las vendas que le envolvían el pecho y parte de los brazos.

    Parecía que esta vez había recibido bien.

    Algunos puntos de los vendajes ya mostraban manchas rojas.

    - ¿Cómo te encuentras? - había un ligero tono decaído en su voz.

    Miró a su amiga.

    Hermione sentada en una silla al lado de su cama lo miraba con preocupación. En la mesilla a su lado había una palangana y una jarra, algunas vendas y un paño manchado de sangre.

    -He estado mejor. – sonrió restándole importancia.

    Trató de recordar porque era que estaba herido esta vez. Le dolía la cabeza y se sentía intranquilo, cómo si le faltase algo muy importante. Su propia magia parecía estar tratando de buscar ese algo.

    -Hermione… ¿Por qué es que estoy herido esta vez?

    -¿No te acuerdas?- Hermione parecía totalmente agotada. La ropa arrugada y manchada de sangre, el cabello suelto y despeinado enmarcando su rostro falto de sueño. Estaba arremangada y en la mano sostenía una compresa fría que seguramente había estado aplicándole a él, decidió al sentir el pelo de su flequillo húmedo y pegado a la frente.

    -No…me duele la cabeza… – miró de nuevo a su alrededor en busca de lo que quiera que le faltaba.

    - Te golpearon con un septumsembra cuando tratabas de detener a Ron. ¿Recuerdas?

    -Septumsembra…- Algo…algo. Algo, algo, algo. ¡No conseguía recordar qué! La urgencia era cada vez mayor. Se removió inquieto.- Hermione… No consigo recordar que pasó.

    Su amiga lo miró entre preocupada y analítica.

    -Te golpeaste muy fuerte la cabeza al chocar contra el suelo, puede que sea eso. Pero no parece que haya ningún daño mayor. Seguramente es cosa del shock, se te pasará en unas horas. Pero Harry…¿No te acuerdas de Draco?- eso sí que pareció preocuparla realmente.

    -Dra…co…- musitó el nombre lentamente, como saboreándolo. Algo en su cabeza saltó como una alarma. ¡ESO! Gritó. -¡Draco!- se incorporó de golpe al recordar. El dolor lo hizo doblarse por la mitad, pero no le impidió agarrar a su amiga por los hombros bruscamente. - ¿¡Donde está Draco!

    Los ojos de Hermione se pusieron vidriosos.

    -Harry…tienes que entender…No podíamos hacer nada.

    -¿De qué estás hablando Mione?- Sintió como algo le empezaba a estrujar el corazón.

    -¡HABLA DE CÓMO DEJARON QUE ESE MONSTRUO SE LLEVARA A MI MEJOR AMIGO!- Pansy que había estado sentada en la ventana, donde Harry no llegaba a verla, salió hecha una furia para plantarse delante de Hermione, quien se levantó de la silla dispuesta a defenderse.

    -¡No podíamos hacer nada! ¡Ninguno de nosotros pudo hacer nada! ¿¡Acaso tú hiciste algo!- Hermione parecía al límite de sus nervios.

    -¡Yo estaba inconsciente!

    -¡Y Harry estaba desangrándose! ¡Ron bajo el imperius! ¡Y yo, por si no lo habías notado apenas podía mantenerme en pie!- Pareció que sería capaz de pegarle pero se contuvo.

    Durante un momento Pansy permaneció callada y furibunda, hasta que finalmente se le resquebrajó la máscara. No podía más. Comenzó a llorar, se le aflojaron las piernas, ya más tranquila Mione la ayudó a sentarse en el borde de la cama.

    -…Lo sé, ya lo sé. Es que es tan injusto…- comenzó a hipar entre sollozos, la auror le ofreció su pañuelo.- Gracias.- musitó.

    -Hermione… ¿De qué habla? ¿Qué le ha pasado a Draco?- era como si no pudiese respirar. Como si le corriese hielo por las venas. ¿Dónde estaba Draco?

    Cuando su amiga le miró parecía como si el peso que sostenía sobre los hombros amenazara con aplastarla.

    -Harry…a Draco se lo llevó el Lord Dementor.

    -No.- musitó. No podía creerlo. No quería creerlo.

    -Escúchame por favor.- trató de que Harry reaccionara.- El Lord Dementor amenazó con matarnos a todos si no aceptaba ir con él por las buenas. Hizo lo único que podía para protegerte. Para protegernos a todos.

    Harry tomó aire bruscamente. Cuando levantó la mirada Hermione se apartó bruscamente. Nunca había visto a Harry así. Ni si quiera cuando había estado a punto de matar a Tomas había tenido una mirada igual. Incluso su magia estaba reaccionando de un modo extraño. Podía sentirla en Harry como una llama sería sentida por una polilla, decidió, su poder era atrayente y abrasador.

    -Voy a buscarle.- se incorporó y trató de bajar de la cama. Hermione se apresuró a interponerse antes de que pudiera conseguirlo.

    -¡Harry no! No estás en condiciones de moverte, tus heridas son graves. ¿No te das cuenta?- El auror echó la colcha a un lado.

    - Apártate Mione. No voy a dejar que se sacrifique. – la magia de Harry le rozó la piel como una vaharada de vapor. La calma en su voz la alarmó más de lo que lo hubiera hecho un grito.

    -Harry estamos en la torre de los dementores. Detenidos. ¿No lo entiendes? Nos está reteniendo como un modo de asegurarse su obediencia. No tenemos varitas, ni pociones. Estás vivo gracias a que el hechizo no llegó a seccionarte ninguna arteria, pero si se te reabren las heridas podrías morir desangrado. Además la puerta está guardada por dementores. ¡Es una locura!

    Harry la miró.

    Hermione sintió como se le cortaba la respiración.

    Nunca había visto una mirada tan segura y poderosa en su vida.

    -Hermione. Draco va a convertirse en un dementor. Puedes, o no, apartarte, pero voy a ir, lo quieras o no.

    Se miraron intensamente durante unos segundos.

    Al final fue ella la que apartó la mirada. Suspiró y se echó a un lado.

    -Te ayudaré en lo que pueda. Si la persona a la que yo amase estuviese en la misma situación, yo también intentaría salvarlo a toda costa.- le ofreció una pequeña sonrisa de ánimo, Harry se la devolvió brevemente.

    -Gracias Mione. – se puso en pie con algo de dificultad.

    -Yo también voy.- Pansy se había levantado también y los miraba como desafiándolos a rechazarla.- Es mi mejor amigo.

    Harry asintió.

    -Bien.- recogió sus pantalones y botas de los pies de la cama, la camisa y abrigo habían quedado inservibles.

    - Harry…yo…lo siento mucho.- ya casi había terminado de atarse las botas cuando las palabras de Ron hicieron que se enderezara terminando de atarlas con un rápido, e innecesariamente violento, movimiento.

    -No ha sido culpa tuya Ron.- contestó mientras permanecía de espaldas a su amigo, ni si quiera lo miró.

    Pudo escuchar cómo se incorporaba y se acercaba unos pasos, pero no se dio la vuelta, ahora mismo no quería tener esta conversación.

    Conseguir que Hermione viera las cosas como él no había sido difícil, pero también ella siempre había sido la comprensiva y intuitiva. Seguramente vio su amor por Draco kilómetros antes de que él dijera nada.

    Ron era otro tema por completo. Y ahora no podía permitirse perder tiempo en explicaciones que Ron tardaría horas en asimilar, no digamos ya aceptar.

    No creía que su mejor amigo perdonase nunca todas las veces en que el rubio lo había insultado mientras estaban en Hogwarts. Pero la gente cambia, Draco ya no era la misma persona. Fuere por la maldición, la estancia en Azkaban, o todo el sufrimiento que había tenido que pasar, a él le importaba bien poco.

    Lo que le importaba era que este nuevo Draco era amable, dulce, divertido y puro.

    Y lo amaba.

    Ron se había detenido unos pasos a su espalda, casi podía escuchar el modo en que se retorcía las manos cuando estaba nervioso.

    "Suéltalo de una vez para que pueda marcharme."

    -Harry…- las primeras palabras no se hicieron esperar.- Lo que no entiendo es, ¿Por qué Malfoy? Hermione me lo ha contado…pero se equivoca ¿verdad?

    Tomó aire y contó hasta diez.

    -No, Ron. Estoy enamorado de Draco.

    La respuesta no se hizo esperar.

    -¡¿Por qué? Siempre nos ha tratado como basura, es un mortífago y…bueno, ¡Es Malfoy! No puedes hablar en serio. –

    La magia revolvió su cabello y giró en torno a él un momento antes de que lograra contenerse. Que Ron fuese su mejor amigo ayudaba en gran medida a controlar sus ganas de meterle un puñetazo…pero solo por los pelos.

    -Ron. No voy a ponerme a discutir esto ahora. Draco ha cambiado, y si lo conocieras también pensarías lo mismo. Y aunque no estuviese enamorado de él, nadie merece acabar siendo un dementor. Así que si no te importa tengo que irme.

    Avanzó hacia la puerta con su magia casi ronroneando a su alrededor. Pansy y Hermione que habían permanecido respetuosamente calladas durante la discusión, se acercaron también.

    Miró a la puerta e ignoró a Ron cuando este trató de volver a hablar con él.

    "Si no hacemos algo voy a perder a Draco." Llamó a su magia, que comenzó a condensarse y espesarse a su alrededor, cada vez más, cada vez más asfixiante, más concentrada, más poderosa. "No lo voy a permitir." Apretó los dientes, concentró toda su voluntad en manejar ese poder, en manipularlo como él quería, en focalizarlo en una sola cosa.

    Y su magia respondió magníficamente.

    La puerta explotó hacia fuera. Astillas, hierros, clavos salieron despedidos contra los dementores al otro lado.

    Harry los miró. La magia se arremolinaba a su alrededor agitando su cabello salvajemente, sus ojos brillaron con una luz verde.

    "Draco."

    "Harry…estoy enamorado de ti"

    -¡Specto Patronum!

    Las habitaciones del Lord Dementor eran magníficas, y con él en ellas resultaban imponentes. Pero Draco no quería admirar su entorno.

    Miraba las llamas del hogar.

    No quería notar las docenas de velas que iluminaban, apagadamente, moribundas, cada rincón. No los elegantes muebles de madera oscura, exquisitamente labrados con fénixes y leones. Los increíblemente mullidos almohadones de sedas y terciopelos. Todos rojos, todos con bordados dorados. Tampoco las impresionantes librerías que cubrían cada pared salvo una, la vidriera que ocupaba esta, y mucho menos la gigantesca cama con dosel, que más parecía el lecho de un rey que una cama.

    Pero lo que realmente no quería notar, a quienes realmente quería ignorar, era al resto de ocupantes de la estancia.

    Se había alejado cuanto había podido sin ser abiertamente desobediente.

    Con las manos extendidas hacia el fuego, como si buscarse calentarse, se limitaba a darles la espalda y mantener la mirada en las llamas.

    Pero la tensión en sus hombros revelaba su nerviosismo.

    El Lord Dementor, Tomas y William se habían sentado en las butacas alrededor de la mesa de té con el Lord presidiendo desde la más confortable.

    Un par de golpecitos en la puerta anunciaron la entrada de alguien un instante después. Draco reconoció la voz de Lady Margaret.

    - Mi Lord traigo la bebida.- la voz, normalmente siseante y amable, le sonó apagada y decaída. Sintió el impulso de girarse para ver que le sucedía, pero se contuvo. Ahora mismo no podía hacer nada por ella.

    Margaret se apresuró a acercarse con la bandeja al Lord, en ella llevaba tres copas de fino cristal y una botella de licor élfico. El oscuro señor tomó una con un asentimiento, después se acercó a Tomas y William para que cogieran las otras dos, y comenzó a servir el vino.

    Procurando no ser vista se fijó en su pequeño. Cuando desapareció de la torre había estado tan preocupada…quería ir a su lado y abrazarlo, comprobar que estaba bien. Pero sabía que el Lord no estaría complacido con una actitud tan abierta.

    A duras penas consiguió convencerse de esperar. Parecía tan tenso como la cuerda de un violín. Ojala que estuviese bien.

    Griever paladeó un poco el licor, siendo un dementor no tenía necesidad de alimentos como tales, pero todavía podía disfrutar del sabor de un buen vino de vez en cuando.

    Observó a Draco por encima del borde de su copa.

    Pronto un miembro más de la torre… y su amante.

    Si, había esperado mucho por alguien como él. Era muy raro que trajesen presos tan jóvenes a Azkaban, y tan atractivos como él todavía más. Pero lo que le hacía único, lo que le había atraído desde el momento en que lo vio por vez primera, en aquella minúscula celda, era su pureza. Podía sentirla en él como un perfume delicioso, estaba seguro de que si se acercaba lo suficiente podría paladearla como azúcar en su lengua.

    Si, el amante perfecto.

    Cuando un mago se convertía en dementor sus pecados se reflejaban en su cuerpo, y este mutaba monstruosamente según la naturaleza de los mismos.

    Si bien esa apariencia era solo visible para otros dementores y uno mismo, ya que el aura de terror tendía a unificar las apariencias en las mentes del resto del mundo, la forma resultante seguía siendo habitualmente muy desagradable.

    Margaret era un claro ejemplo con su aspecto de cadáver cenagoso, resultado del reflejo de la maldición que había liberado en una villa muggle. Si, la dementora podía parecer amable, pero había masacrado a toda una población con una maldición de enfermedad tan lenta, repugnante y dolorosa que había acabado condenada.

    ¿Qué importancia tenía si allí había habido niños y personas inocentes? Los estúpidos muggles deberían haberlo pensado mejor antes de quemar a la hija de una bruja.

    La cuestión era que como resultado todos los dementores eran físicamente.., desagradables. Pero Draco, con esa pureza, estaba seguro de que la mutación resultante sería mínima. Si, Draco seguramente era el único preso en todo Azkaban con la capacidad para ser digno de su cama.

    He ahí por qué había obligado a aquel pobre elfo doméstico a entregar el diario con el ritual a Tomas.

    Cuando los antiguos guardias de Azkaban habían destruido con su fuego mágico todos los documentos referentes a la maldición, él había conseguido salvar uno.

    Si, guardarlo todos aquellos siglos había merecido la pena.

    Pobre Tomas, incluso ahora, no sospechaba que estaba jugando bajo sus hilos.

    Todo iba perfecto, salvo una cosa.

    Cuando el joven Malfoy miró al auror moreno herido…, lo había sentido perfectamente, el amor.

    Su mirada se enfrió como hielo mientras continuaba observando al antiguo slytherin.

    Esa clase de sentimientos eran repugnantes. Draco iba a lamentar haberse entregado a ellos, se aseguraría de ello. Y mientras tanto utilizaría al auror para tenerlo controlado.

    Al menos hasta el anochecer de mañana, cuando celebrarían la ceremonia de bienvenida para Draco…y devoraría su primera alma. Entonces ya no habría marcha atrás.

    Tomó otro trago de vino.

    Todo estaba yendo a la perfección.

    Aunque aún podía tener mejoras.

    -Draco.

    La voz fría y siseante del oscuro señor le causó escalofríos.

    -¿Si, Lord?- No se atrevió a callar, aunque tampoco se dio la vuelta. Sus manos temblaron ligeramente, y él se apresuró a ocultarlo frotándoselas como si tuviese frío.

    Bajo la fachada de frialdad había muchas cosas que no había podido contemplar, el rechazo de Harry, su rescate de Tomas, el roce de su magia, el sentimiento de amor que había venido con ello.

    Demasiadas cosas para asimilarlas todas.

    Sabía que no podía detenerse a pensar en ellas, los sentimientos derivados quizás acabasen por romperlo totalmente. Creía que había estado cerca de ello cuando Harry tocó el corazón de su magia.

    Y no podía permitirse derrumbarse ahora.

    Quizás estaba confuso y dolorido, y seguramente se sostenía solo por milagro, pero tenía en mente la única verdad auténtica que podría sustentarle, su amor por Harry.

    Si fallaba, la persona más importante en el mundo para él, podría morir.

    Así que reunió toda la frialdad sangre pura que corría por sus venas, sus años de aprendizaje como inamovible noble y la maestría manipulativa propia de un slytherin, y se armó con todo ello. Creo una armadura que los sostuviese y cubriese sus emociones.

    Finalmente dejó que la máscara cayera sobre su rostro un instante antes de girarse hacia los tres monstruos de la sala.

    -Acércate.- susurró el Lord Dementor.

    En unos pocos fluidos pasos se situó ante él. Bajó la mirada respetuosamente y aguardó.

    -Dime solo una cosa Draco.- tomó otro sorbo lánguidamente, observando, analizando- ¿Hace cuanto que tú y el auror moreno estáis enamorados?

    Margaret no pudo evitar un pequeño sonido de sorpresa. Tomas se atragantó con su bebida y comenzó a toser, pero a pesar de todo se las arregló para gritar medio ahogado.

    -¡¿Qué? ¿Cómo que enamorado? Malfoy es un mortífago. ¡Eso es imposible!-

    El amo de la torre levantó una mano imperiosamente, sin mirarlo siquiera, y Tomas acabó callando a regañadientes.

    Draco tragó saliva, pero ese fue su único signo de debilidad. Cuando contesto, su voz, aunque suave, fue firme.

    -Solo unos días.

    Tomas pareció boquear como un pez fuera del agua.

    -¡No puede ser!

    Griever sonrió malignamente, aun cuando su rostro no podía ser visto un escalofrío recorrió a los presentes. Dejó la copa sobre la mesa cuidadosamente, ignorando deliberadamente el escándalo.

    -Vaya, ¿Y por qué no iba a poder enamorarse?- dijo amablemente, como si de veras le interesase la respuesta.

    Tomas gesticuló bruscamente hacia el silencioso Draco.

    - ¡Porque es un Malfoy! ¡Esa familia no puede ser considerada humana, ninguno de ellos! ¡Son monstruos asesinos!

    Griever ya no podía callar. Una risa siseante como metal sobre piedra escapó de su garganta. Todos los presentes se encogieron de terror.

    -Tomas…hace años que conoces a Draco ¿Y todavía te niegas a verlo por lo qué es?- se levantó con el movimiento fluido de una sombra.- Nunca, nunca se te ocurrió usar verisaterum con él. ¿Por qué será?- se acercó al guardia como una serpiente a punto de atacar.- Se me ocurre una cosa. ¿Quizás ya sabías la verdad? Sí, claro que la sabías. Pero temías verla confirmada, por qué entonces ya no te quedaría nada. Nadie en quien vengar la muerte de tu familia.

    -¿De qué estás hablando?- trató de que su voz no temblara y falló miserablemente.

    El Lord Dementor se inclinó sobre su silla para susurrarle conspiradoramente al oído.

    - Draco es inocente.- el susurró suave y casi amable hizo que Tomas gritara.

    -¡NO!- Se levantó bruscamente enfrentándose cara a cara con el oscuro señor. -¡Mientes!

    -¿Por qué iba a mentir, Tomas? –Sonrió aún más ante la horrorizada mirada del guardia- Podemos traer verisaterum y ver si mis palabras son ciertas. Pero creo que no te hace falta, ¿Verdad?

    El hombre dio un par de pasos atrás, la respiración agitada. Su mirada se desvió hacia Draco. El joven rubio no había levantado la mirada. Las ojeras bajo sus ojos claros, limpios. La curva derrotada de sus hombros.

    -Malfoy… no es cierto ¿Verdad?- la pregunta sonó casi como una súplica.

    -¿Qué importa?- la voz de Draco monótona y apagada, ni siquiera lo miró.

    -Ya ves, Tomas. Has estado torturando a un joven inocente. ¿Durante cuánto? ¿Siete años?- el tono de condescendencia fue más hiriente que la propia malicia.

    Se acercó al guardia que había retrocedido hacia la puerta.

    -Dejaste que la ira gobernara tu vida, y cerraste los ojos a las pruebas que demostraban tu equivocación. Por qué si Draco era inocente, entonces, ya no le quedaba sentido a tu vida. ¿No es así?

    Tomas hundió la cara entre las manos. No quería seguir escuchando. No podía seguir escuchando.

    El Lord se acercó aún más sus labios rozándole el lóbulo mientras continuaba sin piedad.

    -¿Y sabes que es lo mejor? Que has sido tú quien me lo ha entregado. ¿Qué se siente al condenar a un inocente a una eternidad de sufrimiento?

    Incapaz de soportarlo más Tomas calló de rodillas.

    -¿No vas a disculparte por todas las veces que lo has herido? ¿No vas a disculparte por las torturas, las violaciones, las palabras atroces?

    El guardia se echó a temblar pero no dijo nada.

    -Ya me lo parecía.- el despreció en la aterradora voz podía sentirse como petróleo en la piel.- Eres patético. ¿Ni siquiera puedes ser un monstruo digno?- siseó disgustado.

    -Así que ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a quedarte ahí a lamentarte? ¿O vas a acabar lo que has empezado? – se irguió sobre la figura postrada como una deidad de destrucción. –Si no vas a disculparte, entonces… ¡Termina lo que empezaste!- Bramó.- ¡MÍRAME!

    Tomas que no había parado de temblar, finalmente, convulsamente, levantó la mirada.

    Parecía perdido y en su avejentado rostro podía leerse la agonía por la que estaba pasando. El Lord Dementor no tuvo piedad.

    - Querías vengarte. Aún quieres vengarte, ¿No es así?- la oscuridad fluctuó, seductora, los alientos comenzaron a condensarse. Tomas no podía apartar la mirada.

    Asintió débilmente.

    El oscuro señor sonrió cruelmente.

    -Draco es de la sangre y de la carne del hombre que mató a tu familia. Es, literalmente, el único rastro vivo de él.- observó como la ira retornaba como una sombra acuosa a la mirada del guardia.- Pero también es inocente y puro, y no tiene culpa de las acciones de ese hombre. - lo vio dudar.- A pesar de todo, ¿Todavía quieres tu venganza?

    Se situó detrás de Draco, y sin miramiento alguno rasgó la túnica hasta la cintura. Deslizó seductoramente la tela por sus hombros y sus brazos, exponiendo el esbelto torso y los rosados pezones. Dejó resbalar su mano, acariciando hasta atrapar uno de los botones entre sus dedos. Tiró suavemente.

    Draco permanecía indiferente como una estatua.

    -Dime entonces.- La mirada del guardia parecía adherida a las manipulaciones de aquellos largos dedos. -¿Qué va a ser? ¿Venganza?- dio otro pequeño tirón y deslizó una pierna entre los muslos de Draco, obligándolo a entreabrirlas un poco más.- ¿O penitencia?- Tomó el borde de la túnica con la mano libre y la subió lentamente, para que el guardia pudiera apreciar mejor aquellas pálidas piernas entreabiertas.

    -Venganza.- y su voz sonó como podría haber sido la de un inferí. El brillo en su mirada se había vuelto febril y enloquecido.

    El Lord Dementor sonrió como un padre orgulloso.

    -Eso es. –Extendió una mano hacia Tomas. Postrado en el suelo el guardia la aceptó para incorporarse. – Entonces matarás al auror. Y lo harás por el hombre que mató a tu esposa, para que su hijo sienta el mismo dolor que tú sentiste.

    La máscara se resquebrajó levemente, Draco jadeó ante aquellas palabras. No podía callar. Miró al guardia, suplicante.

    - No, Harry es inocente. Su único delito ha sido ser demasiado bueno. No es culpa suya que yo lo ame. Po favor.- musitó. La mano del Lord se cerró suavemente en torno a su garganta, podía sentir las garras sobre la piel. Una advertencia.

    Aún así…

    -Por favor.- musitó apenas.

    Tomas se inclino sobre él posando sus labios en los suyos. Lo besó lentamente, casi lánguido. Acarició con la lengua. El Lord Demenetor hizo presión en su garganta obligándolo a entreabrir los labios, y la lengua de Tomas se deslizó dentro poseyendo su boca. La saliva de ambos se mezcló y un hilo quedó un momento conectándolos cuando se retiró un momento después, como si solo hubiera querido probar una vez más su boca.

    -Perdóname –el aliento de Tomas sobre sus labios. Sus ojos brillantes y oscuros.- Pero el Lord tiene razón, prefiero la venganza.- Se apartó de ellos. Draco no podía hablar, sentía un nudo en la garganta tan doloroso como las garras de Griever en torno a su cuello.

    Cuando el guardia llegó a la puerta, la mano apoyada sobre el picaporte.

    -Le diré que le quieres.- ni siquiera se volvió a mirarle. Abrió la puerta.- Yo no pude decírselo a ella.- las palabras apenas le llegaron.

    La hoja se cerró a su espalda.

    -Dijiste que no le harías daño. – gimió atrapado entre sus brazos.

    -Y no lo he hecho. Ni yo ni ninguno de los siervos de la torre lo han tocado. Pero Tomas es un guardia. Toma sus propias decisiones.- el susurro en su oído. Apartó el rostro.

    Sabía que si presentaba resistencia El Lord Dementor enviaría a los dementores.

    Solo le quedaba confiar en que Granger y Wesley lo protegieran.

    Dedos largos como patas de araña se deslizaron entre sus muslos.

    Cerró los ojos.

    Y se preparó para abrazar la oscuridad.
     
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  12. Dan2102
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    No entendi muy bien le final pero me ha gustado... Pobre Draco... Merece el amor como el sentimiento más puro... Harry protegelo, salvalo!

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  13. Kari Tatsumi
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    Capítulo 17
    Contrarreloj



    La habitación donde los habían encerrado había estado bacía cuando llegó. La puerta reventada como si alguien hubiera lanzado un hechizo de bombarda. Aunque sabía que no debería ser posible, (les habían quitado las varitas cuando los capturaron), de alguna manera habían conseguido escapar.

    Molesto por haberle sido negada la rápida venganza que había imaginado, comenzó a seguir su rastro.

    Descubrir sus movimientos por los pasillos de la torre no fue difícil.

    Muebles y puertas destrozadas, dementores aún temblorosos, el rastro de una magia tan poderosa que podía paladearse en el aire…

    Fue cerca de las escaleras que daban a la última planta donde finalmente consiguió localizarlos.

    Los aurores acompañados también por Parkinson volvían en ese momento de registrar una de las habitaciones. Potter los cubría en la puerta. No necesitó más que verle para saber que el responsable de todos aquellos destrozos había sido él.

    Harry Potter, el hombre que había logrado el amor de Draco. Una llamarada de celos amenazó con instarle a atacar sin medir la situación antes, pero sus años de experiencia como guardia le pararon efectivamente. Abría sido una acción estúpida.

    Cuando se asomó más a la esquina para observarlo mejor el roce de su magia fue opresivo.

    Podía verla entorno al auror como un manto de poder, revolviéndose de vez en cuando, agitando su cabello y dándole a sus ojos un brillo verde similar al del avada kedabra. Parecía una pantera agazapada al acecho.

    Supo en el acto que si se enfrentaba cara a cara, el auror lo destrozaría como si fuera papel. Gruño interiormente. Tenía que acabar con él antes de que llegara a las habitaciones del Lord Dementor, y a Draco.

    Lo observó con mayor detenimiento, a la búsqueda de puntos vulnerables. En seguida notó el modo en que apretaba los dientes y las manchas rojas, cada vez más amplias, en las vendas.

    "Las heridas se le deben haber reabierto." Sonrió con satisfacción. "Aunque hubiera sido mejor si lo hubiera matado a la primera." Si lo hubiera hecho estaba seguro de que Draco habría sufrido menos. O al menos no se habría culpado tanto por ello como seguramente lo haría ahora. Apretó la varita y aplastó la noción en el acto. Él ya había escogido, no tenía derecho a pensar en el bienestar del joven.

    Decidido, retornó su atención a los aurores.

    La auror de pelo de arbusto miraba preocupada a Potter, como si quisiera pedirle que se detuviera. Pero callaba.

    El pelirrojo parecía molesto por algo y se apoyaba en la pared mientras los demás decidían por donde seguir.

    Y Parkinson parecía incapaz de permanecer quieta, la ansiedad podía respirarse en ella.

    Potter era el único que parecía sereno. Tenía la mirada y la voz de alguien que sabe por lo que lucha y está dispuesto a morir.

    Había visto miradas iguales durante la guerra. Un hombre peligroso. Pero le había dado de lleno con un septumsembra. Y por el sudor en su rostro y en su atlética espalda era obvio que estaba esforzándose demasiado. Si lo atacaba con el suficiente sigilo era muy probable que en su estado no reaccionase a tiempo. Y estando ya herido…

    Decidieron continuar escaleras arriba.

    "Hacia las habitaciones del Lord." Se agazapó, debía detenerlos antes de que llegaran.

    "Solo necesito darle una vez. No aguantara más de eso."

    Preparó el hechizó escudado tras la esquina.

    Hermione percibió un movimiento por el rabillo del ojo. Miró un instante… "¡Tomas!" Estaba apuntando a Harry.

    -¡Harry!- En un rápido movimiento se lanzó contra su amigo, ambos se desequilibraron y cayeron a través de la puerta aún abierta al suelo de la habitación. Justo en el mismo instante del ataque del guardia.

    -¡Avada Kedabra!

    Un relámpago de luz verde pasó por donde había estado el auror hacia un instante y chocó contra la pared opuesta haciendo saltar esquirlas de piedra.

    El golpe contra el suelo y el peso de Hermione sobre sus heridas causaron una llamarada de dolor que le subió por el torso amenazando hacerlo gritar. Mione se apresuró a levantarse antes de hacerle más daño.

    -¿Harry estás bien?

    El auror apretó los dientes contra el dolor, estaba seguro de que las heridas se habían reabierto.

    Repentinamente un hechizo bombarda estalló en el pasillo cortando la contestación que iba a dar. La onda expansiva lanzó trozos de cristal y loza por la puerta justo cuando Harry tiraba de Hermione con él al suelo. La mayoría de proyectiles pasaron por encima de ellos, pero aún así recibieron barios rasguños.

    -¡Ron! ¡Pansy!- gritó la auror en cuanto la explosión hubo pasado.

    -¡Aquí!- Ron había protegido a Pansy detrás de una de las columnas. Hermione suspiró de alivio.

    -¡No os mováis de ahí!- instó Harry. "¿Dónde está?" Logró medio incorporarse a pesar de la agonía. Se asomó sigilosamente. Tomas había vuelto a ocultarse tras la esquina. Siseó.

    Ahora no tenía tiempo para esto, tenía que rescatar a Draco, y pronto. Sabía que no aguantaría mucho más.

    Hizo presión sobre los vendajes, la sensación era lacerante, pero tenía que contener la hemorragia.

    -¡Tomas!- llamó furioso. Su magia hizo temblar los cuadros del pasillo, y varios de ellos cayeron.- ¿¡Por qué no sales y arreglamos esto entre nosotros? ¡Un duelo de magos!

    Hermione lo miró horrorizada.

    -Harry no. No estás en condiciones.

    -Es la única manera Mione.- ella trató de protestar pero la voz del guardia no se hizo esperar.

    -¡De acuerdo Potter! ¡Salgamos!- Tomas se sonrió. El noble Potter se atendría a las reglas y no esperaría que él las infringiera de inmediato. O si lo esperaba, seguía estando herido. Estaba seguro de que no tendría dificultad en impactar primero, al fin y al cabo él estaba en plena forma y al auror lo realentizarían las heridas.

    Ambos contrincantes salieron al espacio abierto del pasillo.

    La sangre había empapado las vendas y ahora comenzaba a enrojecer la tela de sus pantalones. El cabello en todas direcciones, la mirada perfilada por ojeras de dolor y agotamiento, pero su postura era firme, la curva de su mandíbula determinada.

    Flexionó los dedos llamando a su magia.

    Tomas tenía la mirada de un desquiciado. Su sonrisa era una mueca depredadora y manejaba la varita como si fuera una cosa viva entre sus dedos.

    Se situaron frente a frente. El espacio entre ellos parecía crepitar con energía a pesar de la distancia que los separaba.

    Harry abrió la boca para señalizar el inicio del duelo.

    Tomas atacó.

    -¡Daerfyre!- Harry se lanzó a un lado esquivando el relámpago de fuego que ennegreció el borde de su abrigo.

    -¡Stupefy!- el guardia no pudo esquivarlo, la magia del auror lo barrió en una ola que lo lanzó brutalmente contra la pared.

    Hermione vio como el guardia caía al suelo como un muñeco de trapo y corrió a ayudar a su amigo. Harry se tambaleó. La pérdida de sangre comenzaba a marearlo.

    -¡Ron ocúpate de atar a Tomas y tráete su varita, Harry necesita ayuda!

    El pelirrojo fue inmediatamente a cumplir. Pansy se acercó a ellos para ayudar.

    Entre las dos lograron sostenerlo cuando las piernas del auror dieron de sí bajo él.

    Harry jadeó tratando de permanecer despierto. "Draco me necesita." Trató de incorporarse de nuevo.

    -No…Hermione, estoy bien. Puedo seguir.- su amiga lo cortó en el acto.

    -Ni hablar, Harry, no estás en condiciones.- El auror continuó tratando de resistirse a que lo arrastraran a la habitación.- Ron, duérmelo.

    -No…Mione…Draco…- Ron se acercó con la varita de Tomas…

    -Lo siento mucho Harry, pero tu vida es más importante.

    Oscuridad.

    Nunca antes había entrado en el baño de las habitaciones del Lord, había sido una sorpresa cuando en vez de ser sometido a sus "atenciones" cuando Tomas salió, lo había traído aquí.

    Las burbujas le acariciaban la piel suavemente. Tenía la sensación de estar flotando, no podía pensar. Como si los pensamientos coerentes se disiparan antes de formarse.

    Suspiró y se dejó deslizar un poco más en el agua jabonosa y perfumada.

    "El vapor llenaba la estancia en perezosos anillos, el perfume a lilas asaltó su nariz.

    -¿Dónde estamos?- Le dolía el pecho, como si le hubieran desgarrado el interior usando alambre de espino. Tomas iba a matar a Harry y él no podía hacer nada para impedirlo. No sabía ni como aún conseguía mantener la máscara en pie. Su rostro impasible.

    -En mis baños.- siseó el Lord a su espalda.

    La frialdad de su presencia disipó gran parte del vapor permitiéndole apreciar la estancia.

    La luz de la luna entraba por la alta ventana, reflejándose, junto con al ambarina luz de las antorchas, en el agua caliente que llenaba la gran bañera de mármol. Era tan grande que ocupaba casi toda la habitación, y estaba llena de burbujas de jabón lila. En el suelo a su lado un cesto lleno de aceites, jabones y cremas diferentes , junto a una gran toalla tan mullida y gruesa como un manto de lana.

    Percibió como el Lord se le acercaba más y sacaba algo del interior de su túnica.

    -Ten.- le ofreció un vial de exquisito cristal tallado, parecía contener una poción de color azul claro.

    -¿Qué es?- musito apenas. Aún si hubiera sido un veneno no le habría importado.

    El Lord la puso en sus manos imperiosamente.

    -Una poción calmante. Tómatela y date un baño.-le ordenó.

    Draco asintió levemente, incapaz de nada más. Necesitaba algo que calmase, al menos un poco, el dolor. Destapó el vial y lo llevó a sus labios permitiendo que la extraña sustancia se deslizase por su garganta. En seguida comenzó a sentir los efectos.

    Era como si su mente estuviese llena de algodón, no podía pensar en nada. Se sentía completamente relajado y tranquilo. Aún así, a pesar de haber ingerido varias dosis juntas seguir notando el dolor. Ya no era como una herida abierta, sino más bien un dolor indefinido que latía en su carne negándose a concretarse.

    Al menos era algo mejor.

    En su estado no pensó siquiera en resistirse cuando el señor se la torre comenzó a desvestirlo. Dejó cansadamente que lo metiese en el agua.

    El calor enseguida comenzó a relajar sus maltrechos músculos.

    -Volveré cuando hayas acabado.

    Con esas palabras lo dejó solo."


    Ya se había lavado el cuerpo y la cabeza con un jabón de vainilla, su favorito, encontrado en el cesto. Y ahora simplemente se dejaba mecer por el agua.

    La caricia de las burbujas, el silencio, el movimiento perezoso del vapor…comenzó a adormilarse.

    Lo despertó el movimiento de unos brazos que lo sacaban del agua. Sintió como era arropado contra un torso, y alguien le ponía el borde de otro vial en los labios.

    -Bebe.

    Aún medio en las garras de la inconsciencia dejó que el líquido se deslizara por su garganta. Inmediatamente el mundo del sueño lo reclamó de nuevo.

    -Mi Lord.- William hizo una reverencia y apartó las mantas de la cama para que el oscuro señor pudiera acostar a Draco. El joven recién sacado de la bañera, desnudo contra el pecho del Lord se veía pálido como un fantasma, y tan vulnerable…

    Apartó la mirada antes de que el oscuro señor lo descubriera observando lo que no debía. "No me puedo creer que por un momento ese engreído hiciera que sintiera ganas de abrazarlo." Bufó. "Estúpido Malfoy." La helada voz del señor lo sacó bruscamente de sus pensamientos.

    -¿Ya está todo preparado para la ceremonia?

    Se apresuró a contestar servicialmente. -Aún no, pero lo estará para este anochecer. Griever se incorporó y William dio un paso atrás, la advertencia de su aura era más que suficiente.

    -Eso espero.- siseó.

    -Lord.- se despidió con una reverencia convulsa. Salió de inmediato a ocuparse de los últimos detalles. Conocía demasiado bien las consecuencias de disgustar al Lord.

    La habitación quedó bacía salvo por él, Draco y Lady Margaret, que trataba de pasar desapercibida encogida sobre sí misma.

    Ignorando la presencia de la dementora miró a Draco. Temblaba de frío desnudo en el lecho, por suerte la poción impedía que pudiese despertar.

    Dormirlo había sido la mejor opción. No quería que Draco entrara en un estado de pánico que pudiera interferir con la ceremonia, y la transformación iría mejor si no la sufría estando totalmente agotado.

    Obviamente el bienestar del joven le importaba bien poco.

    -Cuando despierte ocúpate de vestirlo y prepararlo. William vendrá a recogerlo.

    Margaret se apresuró a asentir.

    -Si mi Lord.

    El Lord Dementor salió de la estancia. Margaret corrió a arropar a su pequeño.

    -Lo siento mucho…- musitó. Ojala pudiese hacer algo por él, pero…

    Se sentía descansado como no lo había estado desde aquella noche que paso con Harry.

    Abrió los ojos deseando ver otra vez esa mirada verde, pero su deseo no iba a cumplirse. Quien estaba sentada a su lado era Lady Margaret.

    -Lady Margaret.- saludó apenas mientras se incorporaba. Miró a su alrededor, al menos El Lord Dementor no estaba presente.

    -Draco. Yo…lo siento mucho.- perplejo se giró para mirarla, parecía a punto de llorar.

    -No ha sido culpa tuya.- dijo amablemente. No quería preocupar a la única mujer que había cuidado de él como una madre desde que Narcisa huyera a Europa.

    La dementora se apresuró a limpiarse las lágrimas.

    - Lo siento. Yo aquí llorando tontamente cuando eres tú quien necesita apoyo.- El joven negó suavemente.

    -No pasa nada.- Margaret se encogió ante la tristeza en su voz. Sus ojos parecían tan apagados…Reconoció los síntomas de alguien que finalmente se ha dado por vencido. Y no podía soportarlo. "Tengo que hacer algo."

    Repentinamente la dementora lo cogió de la mano.

    -¿Lady Margaret?

    Lo miró fieramente.

    -Iré a buscar a ese auror.

    Draco sintió como se le quedaba la boca abierta y se apresuró a cerrarla.

    -Lo digo en serio. Tengo…tengo que ayudarte a prepararte para la ceremonia porque el Lord me lo ha ordenado. Pero…pero después iré a buscarlo y así podrás estar seguro de si le ha pasado algo. – Margaret se atropelló con las palabras tratando de hacerse entender lo más rápido posible.

    -¿Lo dices en serio?- musitó. Saber cómo estaba Harry sería un gran alivio. Al menos, aunque no pudiese verlo, ya no sentiría la ponzoña de la duda carcomiéndolo por dentro.

    Margaret asintió seriamente… Draco la abrazó.

    -Gracias.- las palabras quedaron amortiguadas por la capucha de ella. Se abrazaron como lo harían una madre y un hijo. Ofreciendo y recibiendo consuelo.

    -Muchas gracias.

    Voces.

    ¿Hermione? Parecía estar discutiendo con alguien. Por la voz otra mujer.

    -No está en condiciones, ¿Es que no lo entiendes?

    -Entonces iré yo sola.- ¿Parkinson?

    -Te matarán.- la voz de su amiga sonaba tensa, Harry conocía ese tono de cuando estaba intentando hacerle entender a Ron algo particularmente difícil sin éxito ninguno. Exasperación.

    -Ese no es tu problema. Ahora dame la varita para que pueda ir a salvar a mi mejor amigo. – parecía imperiosa.

    -No puedo hacer eso, es el único arma que tenemos para salir de aquí.- terca.

    -Puede que a ti no te importe, tú siempre le has odiado. ¡Pero a mí sí!

    -¿Crees que me gusta dejar a Draco a su suerte? ¡Nadie se merece algo así!

    "Si notan que estoy despierto Hermione volverá a dormirme, y no puedo perder más tiempo." Sabía que estaba luchando contra reloj. Sabía que estaba mal herido. Sabía que si se retrasaba más perdería a Draco, al amor de su vida. Y sabía que podría morir si no tomaba el tiempo suficiente para recuperarse.

    Una apuesta contra el tiempo que no podía perder.

    Aguzó el oído adivinando la posición de Hermione. El sonido de su voz, el susurro de su abrigo contra la piedra, su respiración, el crujir de sus botas…

    -¡!- Hermione cayó al suelo con un grito ahogado de sorpresa. Levantó la mirada para ver como Harry sostenía entre las manos la varita de Tomas. Ni siquiera lo había visto moverse. De repente se había lanzado contra ella rápido como una pantera. - ¿Harry qué estás haciendo? Necesitas descansar.

    Los hechizos curativos que había podido lanzarle no eran, con mucho, suficientes para su estado. Solo estabilizadores. Necesitaba ir a Sant Mungo cuanto antes.

    Era obvio que no estaba bien, incluso sin mirar su pecho vendado podía ver la palidez de su piel y las profundas ojeras.

    -Hermione… lamento tener que hacer esto.- Stupefy.

    Su amiga perdió el equilibrio y se desmoronó inconsciente. Ron corrió a sostenerla, repentinamente consciente de la situación.

    -¡¿Qué estás haciendo Harry? No me puedo creer que llegues a este extremo por Malfoy.- la ira y el asco eran tan patentes en su voz como una mosca en la leche.

    Le devolvió una mirada fría. Se le acababa el tiempo.

    -No espero que seas capaz de entenderlo Ron. Deberías ir al ministerio y pedir refuerzos. Al menos haz algo útil.- le lanzó la varita de Tomas.

    El pelirrojo la recogió al vuelo y le lanzo una mirada que decía a las claras que esto no le gustaba un ápice, pero acabó por asentir. Reconocía que sin ayuda externa no podrían detener esta locura. Y además, conocía a su amigo lo suficiente para saber que discutir sería inútil. Lo que no hacía que la situación le resultase más fácil.

    -Llevaré a Hermione conmigo.- bufó finalmente.

    El auror moreno asintió secretamente aliviado de no tener que continuar con aquella estúpida discusión. Se dirigió a la puerta. Pansy corrió para alcanzarlo.

    -Voy contigo.- Harry asintió. Necesitaría toda la ayuda posible.

    Sentado delante del espejo, su reflejo le devolvió una mirada tan bacía como la de una muñeca.

    Se sentía igual que una. Vestido y arreglado para atender una ceremonia que no era más que una farsa.

    Apretó las manos en su regazo. No iba a llorar, se negaba a demostrar cuanto le estaba doliendo todo aquello. "Debo hacerlo. Debo hacerlo para que Harry tenga al menos una oportunidad de sobrevivir." Ojala Margaret regresase pronto, necesitaba desesperadamente saber si Harry estaba bien.

    Escuchó como la puerta se abría a su espalda. En el reflejo del espejo pudo ver a William entrar.

    -Es la hora.

    Draco asintió.

    En el espejo su reflejo llevaba puesta una túnica improvisada a partir de la suya, pero alguien le había quitado las mangas y la capucha, uniendo el resto con un par de finísimas cadenas de plata. Seguramente el Lord había querido tener a la vista sus brazos, hombros y cuello.

    Lady Margaret había peinado su cabello hasta que cayó sobre sus hombros como un manto plateado.

    Igual que una muñeca.

    Cerró los ojos un instante para disipar el desamparado pensamiento, el único gesto de debilidad que se permitió, dejó que la impasible máscara callera y se puso en pie con la elegancia y el orgullo de los Malfoy.

    William por una vez calló sus hirientes comentarios. La admiración lo inundó al ser espectador de la increíble entereza del sangre pura. Draco era la imagen de la realeza. La cabeza alta incluso a las puertas de una sentencia peor que la muerte.

    Hizo una profunda reverencia y ofreció su brazo.

    -Es un honor escoltaros.

    Y la suave mano del joven se apoyó en él, aceptando silenciosamente su compañía hacia el patíbulo.

    Margaret echó a correr, la música ya había empezado, tenía que encontrar al auror.

    Harry aguzó el oído. Al principio casi inaudible, luego cada vez con más fuerza, un sonido extraño había comenzado a inundar los pasillos. Siseantes aullidos suavemente acompasados, una melodía enervante y melancólica, un sonido que lo hizo estremecer erizando los cabellos de su nuca. Una canción que presagiaba algo peor que la muerte, una canción hecha de desesperanza.

    El sonido de instrumentos de viento que no reconoció se unió a la plegaria, como el viento sobre las olas de una tormenta, como el viento entre ramas muertas.

    Contuvo el aliento tratando de descubrir su origen. Pansy temblaba a su lado. De repente la torre parecía aún más helada.

    Un dementor salió a su pasillo deteniéndose al verles. Harry se preparó para atacar cuando vio que se acercaba, pero había algo extrañamente familiar en él.

    La criatura se detuvo junto a una ventana solo a unos metros de ello. El cristal se escarcho y un dedo esquelético comenzó a arañar su superficie.

    Estaba escribiendo.

    -Me llamo Margaret. Soy amiga de Draco. Por favor, salvadlo.

    Harry la reconoció entonces. "El dementor que cuidaba de Draco."

    -¿Sabes dónde está?

    La criatura asintió.

    -Entonces llévanos con él.

    La música los mecía como un canto fúnebre, cada vez más clara y envolvente a medida que se acercaban a su origen.

    Draco dejó que las notas corrieran sobre él como gotas de lluvia, serenándose en su belleza. Parecía mecer su tristeza como una madre cariñosa, besando su dolor y acariciando su melancolía, ayudándolo a aceptar lo inevitable. Acunándolo para que no llorase.

    Permitió que su presencia lo arropase y se dejó llevar hasta que la escucharon tan cerca que supo que su fuente debía estar a solo unos metros de distancia.

    Al final del pasillo aparecieron unas puertas dobles de metal forjado. Dos dementores a cada lado las abrieron al verlos. La música barrió el corredor como libremente. Draco suspiró. William los condujo hacia el interior de la estancia. Hacia la sala donde se celebraba su llegada.

    Las velas iluminaban mortecinamente los rincones del grandioso espacio ovalado, allá donde la luz roja del atardecer no llegaba para bañarlos con la tonalidad de la sangre.

    Toda una mitad de las paredes eran cristal limpio, sin el polvo que se adhería a todas las demás ventanas de la torre. Podía verse como el sol se hundía en el mar embravecido, como un hierro candente entre las olas.

    A ambos lados de la habitación dementores se alineaban en las paredes, tantos, que Draco dudo que faltase alguno de los habitantes de la torre. Cantaban. Unos pocos tocaban extraños instrumentos de viento, largos tallos de huesos que asemejaban flores mustias.

    Su mirada se desvió de los músicos para caer sobre la figura que presidía la ceremonia. Griever Griffindor, el Lord Dementor.

    El oscuro señor permanecía frente a un altar de piedra que parecía surgir de las propias entrañas de la torre. Un lecho de roca negra en el centro exacto de la estancia. Brillante, pulida.

    "Obsidiana."

    Y en suelo a su lado, encadenado a sus pies, había un preso. No lo reconoció. Desnutrido y sucio parecía un hombre de no más de 30 años, su cabello castaño era un maraña informe sobre su cráneo y era obvio por su mirada que hacía tiempo había perdido la cordura. Miraba a un lado y otro como un animal asustado y de vez en cuando tiraba de las cadenas inútilmente. Solo llevaba los harapos considerados el uniforme de la prisión. Draco sintió nauseas.

    La música fue muriendo y apagándose como la llama de una vela bajo un suspiro, y cuando murió en un último susurro el Lord Dementor extendió la mano, y Draco sintió como William se apartaba.

    Llamó a toda su voluntad para soportar con entereza lo que sabía debía hacerse.

    Pero cuando finalmente echó a caminar descubrió que no sentía miedo. Había experimentado lo que era el amor, y ahora sabía que sin importar lo que ocurriera siempre tendría el recuerdo del auror para acompañarlo. Aún en la más grande oscuridad podría cerrar sus dedos entorno a eso pequeña llama y no tener miedo de las tinieblas. Sonrió suavemente.

    Ya no le importaba lo que le ocurriera. Mientras pudiese recordar el intenso verde de sus ojos no se sentiría solo.

    Sus dedos se apoyaron sobre los las heladas garras del Lord, y su mano se cerró en torno a la suya.

    Lo atrajo a su lado y alzó la voz hacia el firmamento.

    -Esta noche estamos aquí para recibir al último de nuestros hermanos. Esta noche estamos aquí para ver la llegada de Draco. – un murmullo de excitación recorrió la estancia.- Esta noche Draco Malfoy pasará a ser un dementor.- miró a Draco a su lado, este no le devolvió la mirada, tenía la vista en el frente, inmutable, la imagen de la más orgullosa nobleza. Cerró con más fuerza la mano sobre la suya, y los ojos grises finalmente lo miraron.

    -Ahora es el momento de que bebas tu primera alma. Aquí tienes a tus pies el sacrificio que dará su vida, para que tú alcances una nueva.

    Draco miró al preso, estaba tan asustado como un ratón lo estaría ante la presencia de un halcón. Un silencio terrible se había hecho en la sala, el Lord había soltado su mano, todos los ojos descansaban en él. No quería hacerlo.

    El Lord Dementor percibió su rechazo y sus labios acariciaron su oído, suave y sensualmente.

    -Si no lo matas lo haré yo, y después enviaré a todos mis siervos tras el auror, y cuando lo tenga me comeré su alma ante tus ojos para que puedas ver como la vida se extingue en su mirada.- susurró cruelmente.

    Cerró los ojos. En ese momento supo que lo haría. El corazón se le encogió en el pecho. Abrió los ojos. No tenía otra elección.

    Se arrodilló frente al preso que lo miraba con un ruego desesperado, aunque no dijo una palabra. Se preguntó si no lo habrían dejado mudo precisamente para impedir que rogara.

    Tomó suavemente su cara entre las manos, estaba sucia y raspaba, pero la acarició con la ternura de un hermano. Lo miró directamente a los ojos, tratando de resultar tranquilizador, y el preso acabó por relajarse bajo sus cuidados.

    -Lo siento mucho.- musitó con suave dulzura, tranquilizador, triste. Quería intentar que sufriera lo menos posible.- Prometo que seré amable, intentaré que no duela demasiado.- El preso al igual que él pareció entender que no había marcha atrás, que no había esperanza, y comenzó a dejarse llevar.- Ya sé que es horrible, créeme por favor, que lo sé.- sintió que había lágrimas amenazando con empapar sus pestañas.- Pero hay alguien a quien amo más que a mi vida, para salvarle me convertiré en un monstruo. Para salvarle tendré que matarte.- una lágrima resbaló finalmente por la curva de su mejilla.- Por favor perdóname.-susurró, la voz rota. El preso cerró los ojos.

    Sus labios se encontraron en un beso.

    Sabía a tristeza y dolor, pero era cálido. Aquella calidez lo llamaba ahora que ya no estaba luchando contra la maldición, está lo arrastró como una ola, instándole a hacerse con aquel calor, a tomarlo, a hacerlo suyo para apagar su dolor.

    Sintió un estremecimiento cuando sus peores recuerdos resurgieron inflamando la necesidad de alimentarse. Las torturas, las violaciones, las palabras atroces, el miedo por Harry… Comenzó a quedarse helado, a temblar, tenía tanto frío, dolía tanto. Instintivamente busco el calor de los recuerdos del preso. Una niña que reía, una mujer que lo llamaba, el amanecer en las montañas…unos tras otros, cada vez más rápido, cada vez con más desespero, hasta que las visiones se convirtieron en un borrón de calidez que parecía inundarle.

    Pero no era suficiente, los recuerdos dolorosos seguían resurgiendo y cada vez eran más intensos. Se sentía desgarrado como si su corazón fuera a romperse, la sangre rugía en sus venas, todo le daba vueltas. Lo único que lo sostenía era el preso. Deslizó los brazos alrededor de su cuello atrayéndolo aún más. Deseando más. Pero de repente ya no había más recuerdos que beber. Sintió que se moriría si no podía conseguir algo más.

    Entonces lo sintió, otra calidez, diferente a la de los recuerdos, más pura, muchísimo más intensa. Si la tomaba seguro que el dolor desaparecería.

    Estaba casi delirante de ansia, pero aún con todo reconoció lo que era, el alma del preso. Se detuvo, paró a pesar de lo terriblemente doloroso que resultó, como si sus huesos crujiesen y su sangre se convirtiese en hielo. Pero paró. Y entonces, la maldición lanzó un último recuerdo al frente de su mente.

    "Te quiero.- la quebrada voz, triste, rota, perdida, hizo que Harry se detuviera un instante.

    Harry…yo…estoy enamorado de ti.

    Te dije que no me llamaras por mi nombre.- esa fue la única respuesta. Ni siquiera se volvió a mirarle, simplemente se marchó"


    El dolor cortó como una cuchilla al rojo vivo. Como si le arrancasen el corazón, como ácido en sus venas.

    Y ya no pudo contenerse.

    La música había cesado hacía unos minutos, todo estaba demasiado silencioso. Solo el sonido de sus pasos corriendo por los pasillos lo alteraba. Margaret los guiaba por los recovecos de la torre con rapidez y ansiedad, como si a cada segundo estuviese más ansiosa, más asustada.

    Harry también sentía que algo terrible estaba sucediendo, casi podía respirarlo. Rogaba interiormente que lograran llegar a tiempo. Pansy corría ligeramente detrás de él, pero no perdía e ritmo, ella también parecía percibir que algo no iba bien.

    Finalmente llegaron frente a unas puertsa de metal guardadas por do dementores.

    Llamó a su magia.

    -¡Specto Patronum!- la sonrisa de Draco creó un magnífico ciervo refulgente como una estrella que cargó como una bestia contra las criaturas. Estos huyeron aterrados, y lady Margaret se retiró hasta el final de pasillo, también asustada por la criatura pero resistiéndose a marcharse. Solo el hecho de que no iba dirigido a ella permitió que no saliese corriendo.

    Harry arremetió contra las puertas.

    Estas se abrieron con un chirrido ominoso.

    Allí en el centro de la enorme sala, rodeado de dementores, bañado por la luz roja del anochecer, estaba Draco.

    Entre sus brazos tenía a un preso encadenado.

    Sus labios fundidos en un beso desesperado.

    Se separaron solo unos centímetros.

    Una pequeña esfera de luz escapó de los labios del preso. Draco la rozó con los labios.

    "¡Es un alma!"

    -¡Draco NO!

    La pequeña bola de luz desapareció entre los labios rosados.

    Draco tragó.
     
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  14. Dan2102
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    NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO :(

    Que triste...

    Contii!
     
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  15. Kari Tatsumi
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    Capítulo 18
    Diablo.



    La agradable calidez se deslizó por su garganta calentándolo por dentro.

    A su paso el dolor desaparecía como si nunca hubiera existido, inundando todas sus fibras, recorriéndolo de pies a cabeza.

    Exhaló un aire que no sabía que había estado conteniendo.

    ¿Por qué era que había estado tan preocupado? No conseguía recordarlo. … como si no pudiese sentir más que aquella sensación que lo abrazaba como una gruesa y suave manta de lana.

    Su cabeza se apoyó en la piedra, el cuerpo también, laxo. Estaba tan cansado…

    Algo se agitó en el límite de su consciencia.

    "¿Un grito?" ¿Quién podía estar gritando cuando todo estaba bien?

    Quería ignorarlo, pero algo en el grito… Parpadeó un momento tratando de enfocar su alrededor.

    "¿Por qué parece todo tan difuso?" Parecía como si lo estuviese viendo todo a través de un trozo de papel de seda. Merlín, tenía tanto sueño…en un momento iba a cerrar los ojos y dejarse sumergir por él, pero primero, decidió, miraría que había sido aquello. Su curiosidad podía más.

    Lentamente su entorno se enfocó un poco, lo suficiente para que pudiese ver lo que pasaba.

    Todos los dementores parecían mirar hacia las puertas. ¿Por qué? Trató de girarse el también, pero un peso muerto lo mantuvo anclado al sitio. Frunció el ceño ligeramente. ¿Qué tenía encima?

    Lo que había sobre él parecía ser otro preso encadenado. Suspiró molesto. ¿No se daba cuenta de que lo estaba aplastando? Lo sacudió un poco tratando de hacerlo reaccionar.

    Pero no se movió.

    Exasperado quiso pedirle que se moviera, pero su voz se negó a funcionar.

    "¿Qué?" Un pequeño esqueje de pánico se arremolinó en su interior perturbando la paz que hasta ahora lo había inundado. Cada vez más asustado logró girarlo lo suficiente para verle la cara...

    Ojos vacios…una mirada muerta.

    -¡Draco!- un grito desgarrador. Sintió que todo le empezaba a dar vueltas. La paz y la calma comenzaron a deshilacharse como hilo de araña. Horrorizado luchó por sacarse de encima al preso, pero estaba tan agotado… a pesar de todo logró arrastrase de debajo suya.

    No podía respirar, nada parecía tener sentido. ¿Qué había sido aquel grito? ¿Por qué le resultaba tan familiar? Un ramalazo de dolor lo abrasó por dentro como una tea ardiente. Con un gemido ahogado se dobló por la mitad apoyando la frente en el suelo.

    -¡DRACO!- Ese grito otra vez, esta vez más fuerte. ¿Quién le estaba llamando? Dolía muchísimo. Miró hacia la puerta, hacia el sonido. Su respiración convertida en pequeños jadeos ahogados.

    Un hombre con el cabello negro, un hombre con los ojos verdes…los dementores parecían querer impedir su entrada.

    -¿Harry?- su susurró se perdió en el bramido de siseos que estalló en la habitación.

    Otro ramalazo de dolor hizo presa en su vientre como si acabase de tragar ácido. Gritó.

    El dolor comenzó a expandirse por su cuerpo, por cada rincón de él. Llamas ardientes de dolor frío. Veneno royendo sus venas. Se derrumbó totalmente sobre el suelo de piedra, incapaz de moverse, incapaz de respirar. Su mirada quedó un momento clavada en Harry en una muda súplica de ayuda.

    Una nueva ola de agonía se elevó rugiente engulléndolo todo…el mundo desapareció.

    Draco había caído inconsciente pero su cuerpo seguía temblando de dolor, su cabello rubio extendido a su alrededor, en el suelo, como un halo angelical. La túnica se había enredado en sus muslos al arrastrarse, dejando sus largas piernas al descubierto. La luz roja del sol que moría teñía de sangre su pálida piel.

    La imagen de un ángel que se muere.

    El caos había estallado.

    Gritos, siseos, bramidos… un viento salvaje se levantó de repente obligando a los dementores a alejarse del auror y la presa.

    Harry estaba en el centro del huracán con Pansy tras él protegida por su magia.

    Su cabello y vestido se agitaban como velas. Los dementores formaban un anillo de oscuridad en torno a la barrera que había creado el auror. Ansiosos, furiosos, deseosos de probar sus almas. Solo la magia de Harry los mantenía a raya y viendo el estado en el que estaba… si Potter se derrumbaba sabía muy bien lo que les esperaba a los dos.

    Pero el miedo por sí misma empalidecía ante la posibilidad de perder a uno de sus dos mejores amigos. A alguien que era como su hermano desde antes de que pudiese recordar. Uno de las dos únicas personas que le quedaban en el mundo.

    ¡No se iba a rendir!

    Harry cerró los ojos. Solo había una manera de enfrentarse a aquella jauría de monstruos.

    Tomó aire lenta y profundamente, aislando su mente, sumergiéndose, lentamente, en los recuerdos. Expulsó de su mente cualquier otra noción. El ruido, el miedo, el frío, el dolor… El mundo se fue disolviendo a su alrededor, desmenuzándose en simples fragmentos de imágenes y sonidos de situaciones pasadas. Cada uno de ellos contenía una sola cosa en común, una única persona, un único hálito, una sola chispa de amor.

    Draco.

    Fue recogiéndolos cuidadosamente, cada gesto, cada palabra, cada sonrisa, cada beso, cada roce de piel contra piel. Todo lo que había hecho que lo amara. Forjándolo en una sola fuerza, en un solo arma.

    -Draco…- abrió los ojos.- ¡Specto Patronum!

    Más tarde Pansy diría que había sido como ver el nacimiento de una estrella. La luz lo inundó todo. Se derramó por las ventanas convirtiendo la torre en un faro durante unos instantes perfectos. Los dementores huyeron como sombras ante la luz.

    Harry la emanaba como si estuviese hecho de ella. Casi parecía insustancial, casi parecía flotar. Era como si no estuviera allí, como si estuviera viendo algo que solo existía en su mente. En sus labios la sonrisa más suave y hermosa que Pansy jamás había visto. No pudo evitar sonreír a su vez.

    Entonces sucedió.

    Una oscuridad más profunda que una noche sin luna, helada, terrible como la más horrible pesadilla se alzó como salida de la nada para tragarse la purísima luz.

    Ambas fuerzas lucharon un momento, hasta que repentinamente la oscuridad apagó la luz como una vela que se extingue bajo un susurro de viento.

    -El Lord Dementor.- el siseo escapó de los labios del auror como veneno. Su mirada repentinamente alerta, su presencia de nuevo sólida y maltrecha a su lado.

    Pansy se acercó más a Harry. Había otra criatura más en la estancia aparte de ellos y Draco. Un dementor.

    Se estremeció. Aquella criatura... tragó saliva, nunca había sentido un aura tan oscura. Ni siquiera había sentido tanto terror en presencia de Lord Voldemort. Sintió como sus piernas fallaban y caía de rodillas al suelo con la cabeza gacha, incapaz de mirarlo. Algo crujió bajo sus rodillas.

    "¿Hielo?" ¿Cuando se había escarchado el suelo?

    Harry se tambaleó bajo el asalto de su aura.

    Tragó saliva.

    Era mucho peor que la vez anterior en que lo había visto. El miedo siseaba furiosamente en el fondo de su mente amenazando con dominarlo, recordándole todos y cada uno de sus fracasos, la gente ha quien no había podido salvar.

    Las muertes de sus padres, Dumbledore, Sirius, Snape…

    "Vas a perderlo igual que a ellos, no puedes salvarlo. Huye y al menos salva tu vida. Huye." Un susurro helado rentó por sus pensamientos instándolo a abandonar. Dios hacía tanto frío…Podía ver su aliento condensándose en el gélido aire.

    Un gemido… al fondo de la habitación, desmadejado en el suelo, junto al monstruo. "Draco."

    Se llevó una mano al hombro… y clavó las uñas con todas sus fuerzas en una de las heridas. El dolor lo ayudó a salir del trance en que el aura del Lord había tratado de sumergirlo. Se plantó firme. Jamás se rendiría. No huiría, ni por su propia vida, ni por su alma. NUNCA.

    "Voy a sacarte de aquí, espérame Draco."

    Adoptó una postura defensiva, como un gran felino al acecho. Sus ojos verdes refulgían en la penumbra.

    La risa del Lord Dementor inundó la habitación. Un siseo cruel y helado que estremeció a Harry e hizo encogerse de horror a Pansy.

    -No lo puedo creer. ¿ eres el auror del que se ha enamorado Draco?- otra breve risa llena de ácido escapó de su garganta.- Jamás creí que alguna vez llegaría a ver este día.

    Harry no se dejó afectar. Mantuvo la mirada clavada en el monstruo. "Tiene que tener un punto débil."

    Griever continuó sonriendo cruelmente, imperturbable ante el silencio del auror.

    -Claro que tú no puedes recordarlo, ¿verdad? Al fin y al cabo lo que se reencarna es la esencia mágica, no el alma.

    Harry frunció el ceño. ¿A qué venía aquello? "¿Intenta distraerme?" Decidió que dos podían jugar a ese juego.

    -No entiendo lo que estás diciendo.- trató de parecer oscuramente interesado mientras daba un paso, como meditando, hacia donde estaba Draco.

    Griever observó su movimiento y lo copió manteniendo las distancias entre su presa y el auror.

    -Tsh-tsh ¿Tratando de distraerme? Qué actitud tan poco griffindor.- lo amonestó como a un niño.

    -¿Debería sentirme insultado?-enarcó una ceja fríamente.

    -Ya lo creo. Para quien porta la esencia mágica de Godric griffindor debería ser un gran insulto.- su comentario fue casi amable, el tono sorprendió al auror pero no lo demostró.

    "¿Intenta decirme que cree que soy su encarnación?" El monstruo debía estar demente.

    Se evaluaron con la mirada. Cada uno midiendo al otro.

    Comenzaron a moverse siguiendose los movimientos, buscando ambos una brecha en las defensas de su oponente. Como una danza letal de fluidez y odio apenas velado.

    - ¿Así que soy una especie de reencarnación de Griffindor? Permite que lo dude.- bufó. Dio un paso ladeado, Griever lo imitó.

    -A, yo podría reconocer esa magia en cualquier parte.- aspiró como si la estuviese paladeando en el aire, lo que Harry pensó disgustado podía ser muy posible.- Es una lástima que no estés utilizando ni la mitad de su potencial.- su tono fue decepcionado, pero se volvió hiriente como una cuchilla un instante después.- Careces de la capacidad para gobernarla que tenía él. Si fuera mío ese poder…

    Harry le lanzó una sonrisa dulce como sacarina.

    -Por lo que tengo entendido, ya intentaste hacerla tuya. Y fallaste. ¿Me equivoco? –Hermione le había contado la historia del Lord Dementor.

    Griever sintió su ira aflorar, las velas se apagaron en el acto. Una ola helada recorrió la estancia escarchándolo todo, los muebles, el cabello de los presentes, la tela. Harry sintió como se formaban cristales de hielo en su pelo y en su piel.

    Draco emitió un delicado gemido de miedo en su inconsciencia. El señor de la torre sonrió logrando controlarse.

    -Sí, fallé en hacerme con el poder de Griffindor. ¿Pero sabes que es lo que sí conseguí?- se acercó unos pasos para susurrarle cospiradoramente.- La magia de su esposa.- las palabras suaves como seda, llenas de un afecto casi olvidado. ¿Se había dado cuenta si quiera él mismo del cariño puesto al hablar de ella? Harry lo dudaba. Pero la calidez se extinguió bajo el odio un momento más tarde- ¿No es divertido que te haya arrebatado a tu pareja por dos veces ya?- miró significativamente a Draco caído en el suelo como una muñeca rota.

    Harry sintió su ira elevarse como una llamarada. Una furia como nunca había sentido, como si alguna parte desconocida de sí mismo se hubiese despertado sumando su odio al suyo. Lo vio todo rojo.

    Atacó.

    Relámpagos, hielo, oscuridad, luz. Caos, destrucción. Un huracán salvaje desatado por las fuerzas de los dos oponentes.

    Harry no estaba seguro de lo que estaba pasando, actuaba por instinto, atacando y defendiendo con brutal eficacia, su magia nunca había reaccionado tan fuerte y deprisa, ni siquiera con varita.

    Pero el Lord Dementor no era tampoco una criatura débil. Atacaba con la rapidez de un escorpión. Impredecible, veloz y letal. Poderoso. Puede que no pudiese hacer magia, pero había tenido siglos para aprender a manejar los poderes de la maldición. La oscuridad, el miedo, el frío… Harry temblaba casi convulso.

    Sintió que empezaban a fallarle las fuerzas. Las heridas, el sobreesfuerzo de manejar tanto poder, la pérdida de sangre… su cuerpo ya no podía dar más. Los músculos parecían arderle y sus huesos crujir por el esfuerzo.

    Ya no pudo detener el siguiente ataque.

    Cayó al suelo bajo una ola heladora que le congeló los pulmones. No podía respirar. Jadeó tratando de tomar aire inútilmente. Se convulsionó.

    "¿Voy a morir?" Su mirada se clavó en la forma inerte de Draco. Se sintió impotente. Tendría que haberlo salvado. Tendría que haber cuidado de él. Sintió la desesperanza, el auto desprecio, el odio por sí mismo…Puntitos negros empezaron a danzar ante su mirada.

    El Lord Dementor lo observaba con una sonrisa en los labios.

    -Adiós, padre.

    Las puertas se abrieron de golpe.

    Hermione estaba furiosa y preocupada. Harry había ido solo a enfrentarse al Lord Dementor. ¡Era una locura!

    Cuando despertó en brazos de Ron en el área floo del ministerio se había dado el susto de su vida. ¡Como había podido ocurrírsele dejarlo solo!

    No quería ni pensarlo. Pero no se detuvo a gritarle a Ron, aunque no se libraría más tarde, echó a correr sin esperar a ver si le seguía. ¡Tenían que hablar con Kingsley, YA!

    Irrumpió en el despacho sin llamar siquiera, ignorando los gritos de la secretaria. Plantó las palmas en el escritorio contundentemente y narró lo más rápidamente posible.

    -¡Tenemos que ir a rescatar a Harry!- finalizó ansiosa.

    Kingsley, mucho más tranquilo y compuesto se puso en pie.

    -Señorita Carlota.- la secretaria que había permanecido retorciéndose las manos sin saber que hacer levantó la cabeza en el acto.

    -¿Si señor Kingsley?

    -Haga el favor de ir a pedir a la sección de aurores que me envíen de inmediato un equipo, debemos ir a Azkaban.- ordenó. Su aura de severa inflexibilidad mando corriendo a la buena mujer.

    -Sí señor. De inmediato.

    El ministro recogió su abrigo y su varita. Si lo que había contado Granger era cierto se enfrentaban a un severo problema que debía ser solucionado en el acto. Perder la colaboración de los dementores por segunda vez… ya habían visto los estragos que habían causado durante la guerra. Y aunque no pudiesen salir de Azkaban… No podía permitirlo. Debía ir en persona, sabía que el Lord Dementor no aceptaría negociar con nadie más.

    Carlota regresó corriendo.

    -Los aurores les esperan en el área floo señor.

    -Bien. Granger, Wesley. –Se volvió hacia sus dos amigos.- Pongámonos en marcha.

    A Merlín gracias por los hechizos rastreadores que permitían a los aurores saber si había alguno de sus compañeros cerca. Sin ello no habrían logrado encontrar el camino a través de la torre.

    Los ocho aurores, Kingsley, Ron y ella corrieron hasta llegar frente a unas puertas de metal fundido. Parecían entreabiertas. Escucharon el grito de Harry.

    Irrumpieron dentro.

    La última luz del día iluminaba la habitación. La única criatura en pie…Hermione tragó saliva.

    -El Lord Dementor…-musitó. El terror parecía querer ahogarla. Ron a su lado dio un paso atrás. Los aurores parecieron experimentar reacciones similares. Solo Kingsley parecía imperturbable.

    Un gemido ahogado la sacó un momento del shock de verse en presencia de algo tan oscuro por vez primera. Casi convulsa miró en esa dirección.

    -¡Harry! – Ignoró el intento por sujetarle de Ron para correr a su lado.- O, Dios mío. ¿Harry puedes oírme?

    Había escarcha en su cabello, en su piel, en su ropa. Los labios azules. Parecía estar ahogándose. Inmediatamente lanzó uno detrás de otro varios hechizos de calor, uno para ayudar al funcionamiento de los pulmones y otro para cerrar las heridas que habían vuelto a abrirse. Menos mal que habían podido recuperar sus varitas en el camino hacia aquí. Alguno de los dementores las había dejado caer en su prisa por escapar de los patronus de los aurores.

    El Lord dementor ignoró los intentos de Hermione por salvar a su amigo. Su mirada clavada en Kingsley.

    -Ministro.- inclinó la cabeza como reconocimiento. Este le devolvió el gesto.

    -Lord Dementor.

    -¿Puedo saber qué hacéis en nuestra torre? Este es territorio prohibido para los magos.

    A Kingsley no le pasó desapercibida la ligera inclinación de la capucha, señalaba a Harry.

    -Lo sabemos. Espero que aceptareis nuestras disculpas, solo hemos venido a por el auror.- estableció inamovible. Su rostro solo reflejaba seriedad.

    -El auror...- lo miró.- A incumplido el tratado. Exijo un castigo acorde.- la oscuridad se hizo un poco más profunda. Su tono tranquilo no engañó a nadie, tenía un fondo letal.

    -Me ocuparé personalmente de disciplinarlo por su falta.- Harry había incumplido estúpidamente una norma grabada en piedra. El territorio dementor era inviolable.- Sin embargo solo estaba aquí en misión oficial, debía encontrar a un preso huido, y por lo que veo el señor Malfoy está aquí.- Draco inconsciente a los pies del Lord seguía temblando. Puede que Harry hubiera hecho mal al entrar aquí, pero no había sido por capricho. -Llevarse a los presos de sus celdas sin autorización también está penado.- le lanzó una mirada fría.

    -El señor Malfoy difícilmente podía ser considerado un preso. Esta noche terminará su trasformación en dementor. Creí que sería más cómodo para él si estaba con otros de los suyos. –dijo amablemente. El mensaje claro, Draco le pertenecía.

    Kingsley asintió.- Así me lo ha informado la auror Granger. Sin embargo, a favor de evitar malos entendidos, debió haber informado a las autoridades antes de llevárselo de la celda.

    Greiever inclinó la cabeza dándole la razón.- Si por supuesto. Debí haberlo hecho, pero en la alegría de encontrar a otro de los nuestros se me olvidó por completo.

    Hermione le lanzó una mirada asesina. ¿¡Como podía estar mintiendo tan descaradamente? Abrió la boca para hablar, pero una muda advertencia de Kigsley la cayó.

    -Lo entendemos perfectamente. ¿Podemos entonces dar por zanjado este desagradable malentendido? –ofreció su mano en un claro gesto de negocios, y el Lord la estrechó demostrando su acuerdo.

    -Por supuesto ministro. Pero le "agradecería" mucho, que sus aurores no volvieran a irrumpir en nuestro hogar. - siseó en velada amenaza.

    Kingsley asintió duramente.- Por supuesto.

    Se volvió hacia los aurores.- Auror Packer, auror Wilson ayuden a la auror Grager a transportar al auror Potter.

    De inmediato estos se apresuraron a recoger a su compañero inconsciente. En el último momento se dio cuenta de la presencia de una mujer acurrucada en la esquina. Parecía otra presa.

    -Auror MacFray haga el favor de recoger también a la mujer.- este se apresuró a ayudar a Pansy, aún en estado de shock, a levantarse.

    -Nos retiramos entonces.- ya habían conseguido lo que querían.

    -Que tenga un buen día ministro.- siseó con una sonrisa venenosa Griever.

    -Lo mismo le digo Lord Dementor.- contestó con una mirada dura.

    Abandonaron la torre dejando a Draco allí. Nada se podía hacer por él, e intentarlo habría roto el tratado. Kingsley lo sabía sobradamente. Draco ya no era humano, ya no le competía su bienestar. O eso trató de decirse mientras apartaba la mirada del muchacho postrado en el suelo. La culpabilidad le siseó por dentro.

    Los aurores finalmente se habían ido.

    Los últimos rayos del sol se extinguían lentamente en el horizonte. La esfera luminosa tragada por el mar embravecido.

    En solo unos instantes la auténtica apariencia de Draco comenzaría a emerger bajo los primeros rayos de la fría luna.

    Lo depositó sobre el altar de obsidiana.

    La pulida piedra negra contrastaba hermosamente con la piel blanca y el cabello plata. Casi con ternura retiró un mechón que había caído sobre su frente.

    "Pronto, muy pronto, serás mío Draco." Sí, pero primero debía completarse la ceremonia que su "padre" había interrumpido. Debían dar la bienvenida al nuevo miembro de la torre, iban a verlo nacer.

    Con paso noble se acercó a la ventana y abrió los enormes paneles de cristal. La brisa de la incipiente noche agitó su túnica.

    -¡Hermanos, venid, acudid a mi llamada!- los dementores ocultos en los rincones de la prisión escucharon y sintieron la llamada- ¡Va a nacer el último de los nuestros!- El júbilo recorrió sus espectrales cuerpos- ¡Venid a presenciarlo, venid a aceptarlo en nuestro seno!- comenzaron a avanzar hacia su amo, a regresar a la estancia del sacrificio- ¡Recibámoslo entre nuestros brazos!- Y un siseo de bienvenida se elevó por todo Azkaban.

    El último dementor iba a nacer. Todos querían verlo.

    Llegaron como una ola de sombras, uno a uno. Iban encendiendo las velas de la estancia, iban prendiendo tallos de incienso. Iban trayendo cuencos de agua, jabones, aceites y perfumes que tenían más de cuatro siglos de antigüedad. Sedas raídas y cepillos con mangos de plata…

    Se colocaron en círculo con sus ofrendas. Rodeando el altar, observando al joven sobre él. Absorbiendo cada detalle de esta forma, sabiendo que pronto cambiaría para siempre, reteniéndola en la memoria.

    El sol ya se había ido. La luna se levantaba de su sueño.

    El orbe plateado hizo su aparición entre las nubes, la luz fría de sus rayos se vertió sobre la estancia a través de las ventanas. Bailó en los anillos que formaba el humo del incienso, danzó con la luz anaranjada de las velas, y se derramó finalmente sobre los presentes, sobre el altar que estaba en el centro…y sobre la inerte figura de Draco.

    Bañó todo su cuerpo acentuando su palidez, reluciendo en su cabello.

    Por un instante pareció que nada pasaría…

    Hasta que un grito desgarrado hizo eco en las paredes de piedra. Un aullido inhumano que hizo encoger a los presos en sus celdas. El último desgarrado esténtor de un alma, un sonido que hacía cuatro siglos que no se escuchaba en Azkaban.

    Draco abrió los ojos de golpe.

    Dolor. Dolor. Dolor. DOLOR.

    Nunca había sentido algo así, nunca creyó que un sufrimiento tal pudiese existir. Gritó de nuevo con todas sus fuerzas. Aun cuando sus cuerdas vocales se quebraron no pudo parar. Su carne parecía estar derritiéndose. Sus huesos partiéndose para remoldarse en algo diferente. Sus órganos cambiando de maneras que ni siquiera podía imaginar. No podía soportarlo, no podía, no podía. Sus ojos se desorbitaron. Se retorció desesperadamente, su espalda se arqueó tanto que su columna crujió y creyó que se rompería.

    Aulló a través de su sangrante garganta. El dolor se intensificó. Era como si algo…algo diferente a su carne, se estuviese tratando de fundir con su sangre, sus fluidos, sus nervios y músculos, sus propios huesos. Era demasiado.

    Su mente gritó incapaz de asimilar tanto horror, sintió que se quebraba, se iba a volver loco si aquello no se detenía. Repentinamente un manto helado descendió sobre su consciencia, y finalmente cayó agradecidamente inconsciente.

    Quedó inerte.

    La luz de la luna se arremolinó sobre su cuerpo como pequeñas partículas apenas luminosas. Reflejándose fríamente en la pulida superficie de obsidiana, como fantasmales luciérnagas.

    Cada vez más. Fueron formando un velo fino como tela de araña sobre su cuerpo Lentamente solidificándose, haciendo más grueso, más presente. Hasta que formó una túnica que lo cubría por entero. La capucha sobre su rostro, cada centímetro de piel cubierto.

    Los dementores observaban casi en trance. Bajo aquel fantasmagórico capullo todos sabían que el cuerpo estaba cambiando.

    Lo habían visto ya sufrir y agonizar mientras su magia se fundía con su cuerpo, ahora le tocaba a su alma.

    En unos minutos, la luz se extinguiría y la tela quedaría negra como la noche. La transformación estaría completa. Su cuerpo habría mutado al absorber los pecados de su alma, y ya nunca jamás volvería a cambiar. La misma forma por cuánto tiempo existiese….la misma forma para la eternidad.

    La luz de la tela fue muriendo lentamente. Extinguiéndose en la oscuridad…

    Un siseo bajo, apenas presente, luego otro, cada vez más. Sonidos curiosos y extrañados. Los dementores susurraban entre ellos.

    -Blanca…

    -Su túnica es blanca.

    -¿Qué significa?

    -¿Por qué solo él?

    -La túnica de Malfoy…es blanca.

    Solo el Lord Dementor callaba. En sus labios, bajo la capucha, había una sonrisa depredadora y llena de satisfecha crueldad.

    Si…todo estaba saliendo como él lo había planeado.

    -Silencio- ordenó fríamente. No necesitaba levantar la voz. Los dementores callaron en el acto.

    Draco se estremeció levemente. Le dolía todo el cuerpo. Cada pequeño movimiento era una agonía. Estaba tan agotado…pero la voz del Lord Dementor penetró en la neblina de su mente ordenándolo despertar.

    -Draco abre los ojos.

    Sabía que no podía desobedecer. "Harry…" Pensar en sus brillantes ojos verdes lo ayudó a reunir las escasas fuerzas que le quedaban. Entreabrió los parpados apenas.

    Desde su posición desmadejado sobre el altar, solo podía ver una masa de dementores a solo unos pocos metros de distancia.

    - Incorpórate.- la voz del oscuro señor resonó a su lado. Giró agotadoramente la cabeza para poder mirarlo, casi sin fuerzas.

    Si antes le había resultado imponente ahora… podía sentir el aura de poder que lo rodeaba, una capa de oscuridad más negra que la propia noche. Era atrayente, horrible y asfixiante a un tiempo. Le sofocaba sin intentarlo siquiera.

    Tembló como una hoja. Algo dentro de sí mismo le decía que debía obedecer. Se sentía como una marioneta, y el Lord Dementor tiraba de sus hilos.

    Apoyó las palmas sobre la piedra para sostenerse y trató de obedecer. El solo hecho de moverse le dio nauseas. Jadeó e intentó incorporarse, pero los brazos le fallaron y volvió a derrumbarse.

    El Lord siseó disgustado.

    -¿Es que ni siquiera puedes con una orden tan simple? – el desprecio en su voz era absoluto.- ¿Debo suponer entonces que ya no quieres continuar protegiendo al auror?

    Draco sintió que se quedaba sin respiración ante la amenaza. No iría a matar a Harry por algo tan nimio ¿verdad? No era su culpa estar agotado.

    Levantó la mirada…y vio que el Lord estaba sonriendo sádicamente. "¡Quiere una escusa para poder matarlo! Ahora que ya soy uno de ellos no necesita a Harry con vida." Pero también sabía que no incumpliría su palabra, de eso estaba seguro. Su sangre noble no se lo permitiría. Mientras le obedeciese no podría tocarlo.

    ¡Tenía que levantarse!

    Sus ojos verdes, su amable sonrisa… Se le resintieron todos los músculos y creyó que se desmayaría. Pero aún con todo, fue obligando a sus músculos a funcionar a pesar de la agonía, y aunque tembloroso y convulso, consiguió sentarse sobre el altar.

    La respiración agitada como después de una maratón, todo le daba vueltas. Creyó que vomitaría. Sintió como un sudor frío se deslizaba por su sien.

    Había un olor dulzón en el aire. Apenas se dio cuenta de que venía del incienso encendido por toda la estancia. Ya era de noche. Las luces de la luna y de las velas bailaban sobre todos los dementores de Azkaban.

    Una multitud de túnicas negras como la noche, ajadas, espectrales, manos esqueléticas, susurros fantasmales… parecían llenarlo todo.

    Centró la atención en el monstruo a su lado. El Lord Dementor. Casi no podía respirar en la oscuridad que lo rodeaba, tosió violentamente. Un mareo lo sobrevino y tuvo que poner las manos sobre la piedra para sostenerse apenas.

    -Retírate la capucha.- ordenó. ¿Hasta dónde sería capaz de aguantar Draco? ¿Por cuanto más creía que podía proteger al auror? No es como si ahora que estaba fuera de Azkaban pudiese hacerle algo, cierto. Pero eso Draco no lo sabía.

    Su mirada se calvó en su capucha anticipando lo que habría debajo. No estaba completamente seguro de que tipo de cambios se habrían operado en él. La avidez por saber le carcomía por dentro.

    Observó como pálidas y elegantes manos se elevaban temblorosas para retirar la tela que lo cubría…

    La capucha resbaló y cayó sobre su espalda.

    Luz de luna.

    El cabello que resbaló suavemente hasta sus hombros era como luz de luna. Tan claro, tan plateado, tan hermoso. Tenía una leve luminiscencia propia, como si hubiese absorbido la luz de la luna y ahora esta brillase débilmente en cada hebra. Su piel había adquirido la apariencia de la porcelana, tan frágil perfecta y blanca como si realmente fuera una muñeca.

    Pero lo que realmente provocó el coro de susurros que recorrió la estancia como una ola, fue su rostro.

    Si se le hubiera pedido al mejor de los artistas que pintase el rostro de la más profunda y rota tristeza, no hubiera podido sino realizar una sombra de su retrato.

    Todo el dolor, el amor, y la pena, se habían quedado grabados de la más bella forma en sus rasgos.

    Sus ojos grises tenían el color de la lluvia y la melancolía. Como si alguien hubiera destilado la esencia pura de la tristeza para verterla en las profundidades de sus irises.

    Delicadas ojeras malva como manchas de acuarela habían quedado por siempre impresas en su piel. Un maquillaje de lágrimas y noches sin sueño.

    Suavemente hundidas mejillas. Largas pestañas plateadas para velar una mirada capaz de hacer llorar los corazones. Y unos labios hechos para suspiros y susurros, tan delicados, rojos y húmedos como los pétalos de una camelia, la flor de los muertos, la flor de la tristeza, la flor que incluso cuando cae del árbol sigue siendo hermosa.

    El Lord Dementor sintió, por vez primera en toda su existencia, una ligera, apenas presente, punzada en el pecho.

    Jamás había visto algo tan absolutamente hermoso y frágil. La piel de Draco era tan fina, sus ojos tan grandes y vulnerables, su aspecto tan perdido… Parecía tan pequeño y frágil…

    Algo remolineó por su interior como un pez nadando perezoso. "¿Qué ha sido eso?"

    Frunció el ceño. Pero parecía que no era nada preocupante. La extraña sensación no le provocó ningún otro deseo que el de llevárselo a su lecho. Algo que ya pensaba hacer. Lo descartó como algo sin importancia.

    Draco apenas si podía sostenerse. Temblaba incontroladamente.

    El Lord Dementor sabía que no tardaría en colapsarse, levantó el rostro hacia el cielo. La ceremonia debía llevarse a término.

    Elevó los brazos como en un acto de oración, la luz de la luna lo bañó con su helado fulgor. Su aura oscura flameó lánguidamente a su alrededor como si respondiese a una perturbación invisible del aire.

    Comenzó como un susurro bajo, y cada vez con más fuerza, los siseos de los dementores comenzaron a elevarse, entrelazarse y enroscarse formando una melodía helada y dolorosa. Una canción de muerte, un himno de bienvenida. Y cuando la voz del Señor de la torre se unió al cántico todos los dementores se postraron ante él.

    Draco sintió que se mareaba mecido por la canción. Cada nota parecía querer entrelazarse con él. Acariciarlo y arrullarlo como una nana. Apenas apercibió como se acercaba el oscuro señor hasta que el Lord de la torre estuvo directamente ante él.

    ¿Qué le estaba pasando?

    Griever extrajo de su túnica una daga ceremonial de plata, su hoja curva refulgió bajo las velas. Draco ni siquiera logró reaccionar ante el peligro. Todo parecía tan nebuloso de repente…

    Cuando la cuchilla se deslizó por la muñeca del Lord, derramando sangre negra como petróleo, finalmente logró reaccionar.

    -¿Qu…?- no podía moverse. No podía apartar la mirada. La música parecía estar atándolo al sitio. Trató de resistirse pero se sentía igual que una marioneta, no podía.

    -Lame- le ofreció los dedos manchados del líquido vital que se había deslizado hasta ellos en regueros tan negros como siniestros. Sangre.

    El cántico se hizo más poderoso, más urgente. Antes de darse cuenta sus labios se habían entreabierto…su lengua rozó la helada piel. La pegajosa sustancia sabía a óxido y…no lo sabía. No lo sabía. El mundo se inclinó vertiginosamente.

    Se derrumbó en las tinieblas.

    Estaba débil. No podía moverse. Ya no se escuchaba la música. Podía sentir una tela suavísima contra su mejilla. Unos brazos entorno a su cuerpo. El sonido de un corazón bajo su oído.

    Alguien lo llevaba en brazos.

    Quería abrir los ojos y ver quién era, pero estaba tan cansado…

    -William cierra la puerta cuando salgas y quédate guardándola. No quiero que nadie nos moleste. – Supo que quien lo sostenía era el Lord Dementor. Escuchó como el otro dementor asentía y luego el crujido de la puerta al cerrarse.

    Finalmente logró que las plateadas pestañas se estremecieran, entreabriéndose para revelar irises como lluvia.

    Parpadeó reconociendo las habitaciones del oscuro señor. La empolvada vidriera, la enorme chimenea de mármol rosado tallada con leones rugientes, las estanterías llenas a rebosar de antiguos volúmenes alineadas en cada pared. El área de sofás alrededor de la mesa de té, el diván del fondo, los cientos de velas que apenas lograban iluminar el espacio…y el gigantesco lecho rodeado de cortinajes de gastado terciopelo rojo.

    -Así que ya estás despierto.- sintió como era depositado sobre la gigantesca cama, pero no logró moverse. De todos modos el colchón era mullido, relleno de plumas. Suspiró dejando que su cuerpo se relajara progresivamente.

    Era tan agradable poder descansar su maltrecho cuerpo sobre algo más cómodo que piedra…

    Asintió para hacer ver que se encontraba despierto.

    El Lord Dementor pareció satisfecho por el gesto.

    -Bien. No me agradaba la idea de que estuvieras inconsciente durante nuestra primera noche.- suavemente cargado de deseo fue más terrorífico que la propia afirmación.

    Sintió como el pánico crecía rápidamente amenazando con ahogarlo. Se obligó a tomar aire, a respirar más profundamente. Con dificultad logró dominarse. Ya había sabido lo que se esperaba de él. Y había estado dispuesto a ello para salvar a Harry. No iba a echarse atrás ahora, no después de todo lo que ya había sacrificado. Y no era como si no lo hubiera sufrido antes a manos de Tomas…

    Tragó saliva y recompuso la máscara de indiferencia.

    Apenas si podía hablar, no hablemos ya de moverse…le dolía todo el cuerpo.

    Iba a doler... Lo sabía, pero estaba preparado.

    Echado en el lecho como un sacrificio para el monstruo, dejó de tener miedo. ¿Qué podía hacerle que no hubiera sufrido ya?

    Lo único que provocó en él un último estremecimiento…

    Era que…que no quería olvidar la sensación de Harry cuerpo a cuerpo, el sonido de su voz, el modo en que le había mirado cuando hicieron el amor, tan cálido, tan apasionado… Sabía que tarde o temprano bajo el roce constante de otra piel acabaría por ir olvidando…y simplemente no podría continuar adelante si eso sucedía.

    Pero se aferraría al recuerdo por cuánto tiempo pudiese.

    Por que cuando olvidase a Harry…se moriría.

    Podía sentirlo.

    El recuerdo, el amor por el heroico auror de ojos verdes era la luz que mantenía a raya la oscuridad que amenazaba tragárselo, si esta se extinguía…Draco Malfoy dejaría de existir.

    -Mírame.- incapaz de desobedecer sus largas pestañas se elevaron revelando una tristeza que robó por un instante el aliento a Griever. Si…Draco era hermoso.

    Acarició su mejilla. Ni siquiera supo porque sintió de repente el deseo de tranquilizarlo.

    -Seré cuidadoso. Mientras no te resistas no veo razón para herirte. Sométete y te doy mi palabra de que no te haré daño.- la tranquila seriedad en su voz casi lo extrañó-¿Vas a portarte bien?-su garra rozó como advertencia su mejilla.

    Draco asintió apenas, no tenía fuerzas para mucho más.

    -Bien.- comenzó a desnudarlo. Retirando la blanca túnica con lento cuidado. Dejando que sus dedos acariciaran suavemente la piel que quedaba al descubierto… se dio cuenta de que Draco temblaba, casi imperceptiblemente, pero temblaba. Acabó de retirarla deslizándola por sus piernas y la deposito en la mesilla junto a la cama.

    Dejó que su mirada absorbiera cada detalle de su cuerpo desnudo. Bebió en la visión de sus largas piernas, sus esbeltos hombros, las frágiles clavículas, la estrechísima cintura… rosados pezones, afiladas caderas, blanquísimos muslos… Su piel blanca casi parecía relucir bajo la luz de las velas. Una joya sobre el terciopelo rojo y los bordados dorados del edredón.

    Una criatura hecha de porcelana, cristal, plata y tristeza. Parecía sumamente frágil… y la expresión de su rostro… pena, resignación, determinación… ofreciéndose sin resistencia… algo volvió a agitarse perezoso en su interior.

    Retiró un mechón de cabello plata de su pálida mejilla en un gesto casi tierno.

    - Te diré lo que va a pasar.- su voz casi tranquilizadora alivió un poco la tensión que embargaba a Draco. - Llevo demasiado tiempo esperando y carezco de la paciencia para más, así que no va a haber preámbulos. No vas a resistirte y no vas a quejarte. – sintió como el pequeño cuerpo volvía a tensarse bajo su mano, aún apoyada en su mejilla.- Pero tienes permiso para llorar.- dijo casi amablemente. Acarició la suave piel con suavidad.- Si en algún momento no puedes más… dilo.- se sorprendió a sí mismo al hacer este ofrecimiento. Pero descubrió que por algún motivo la idea de hacerle más daño…no le resultaba ya tan apetecible.

    Draco volvió a asentir. ¿Porqué le hacia ese ofrecimiento el Lord? No lo entendía. Pero en estos momentos aceptaría cuanto consuelo pudiese.

    El Lord Dementor se incorporó retirándose la capucha, comenzó a desnudarse. La tela fue deslizándose por su cuerpo…hasta que la túnica no fue más que pliegues negros a sus pies.

    Draco jadeó. Eso… ¿Eso iba a estar dentro de él?... sintió como el pánico… amenazaba con hacerlo gritar. Pero no era solo pánico ¿verdad? No podía coger aire.

    El Lord Dementor no era un monstruo…era un demonio. Era…o Merlín. Sintió un escalofrío. El aire le llegaba en pequeñas bocanadas histéricas.

    Lo primero que vio fue su piel. Era roja y negra, gruesa y escamosa como la de una serpiente, estirada sobre músculos salvajemente definidos.

    Aquella criatura podría aplastarlo con una mano.

    A través de una larga melena negra como carbón pudo entrever su rostro. Los ojos…ascuas negras sin pupila, ni iris…solo una profunda oscuridad que amenazaba tragarlo. Lo miraban insondables, terribles, atrayentes, diabólicos. No podía apartar la mirada.

    Sus rasgos eran demoníacos…pero de alguna manera… oscuramente… exóticos. Cuando entreabrió los labios pudo ver dos pares de afilados colmillos.

    -¿TIENES MIEDO?- Siseó el diablo. Draco se estremeció pero no habló.

    Asintió convulso. Su voz no respondía.

    La risa siseante del Lord lo envolvió intoxicándolo. La criatura no perdió tiempo en regresar al lecho.

    Trepó por su cuerpo hasta tenerlo atrapado bajo él. Podía sentir las suaves escamas contra su propia piel. Pecho contra pecho, caderas con caderas. Su corazón dio un vuelco cuando sintió su miembro duro rozarle en el bajo vientre. Su mirada lo clavó en el sitio.

    Jadeó.

    Esos ojos oscuros…no podía apartar la mirada…Eran tan profundos que temía ahogarse en ellos.

    El ser sonrió, los afilados colmillos relucieron bajo las velas.

    Y sus labios descendieron sobre los suyos. Un beso posesivo, brutal. Sintió como un par de dedos acariciaban su entrada y la sorpresa le hizo entreabrir los labios. La lengua del Lord se tragó el pequeño sonido de protesta y se deslizó al interior de su boca conquistándola.

    Draco gimió. "O Merlín, o Merlín, o Merlín." No sabía cuál era la razón, pero su saliva… ¡o Merlín! Era como un afrodisíaco. Sabía dulce y era pegajosa como caramelo, y simplemente parecía incapaz de tener suficiente de ella. Se descubrió respondiendo al beso a pesar de que en realidad no quería aquello.

    "¿Qué me está pasando?" Sintió como el pánico volvía. Reconoció la sensación de impotencia, la falta de control sobre el cuerpo… aquello era casi como un imperius.

    Sus labios se separaron brevemente, casi rozándose, podía sentir su sabor en la boca, y la noción le produjo asco y placer a un tiempo.

    -Lo sientes ¿verdad? Ahora me perteneces. Como todos los demás dementores de Azkaban. – rió diabólicamente- A, si…la maldición nos obliga a obedecer al más poderoso de los nuestros. Una medida para tenernos más…controlados. Podríamos decir.

    Es más fácil si tienes a alguien que organice los monstruos por ti ¿verdad?- su mirada decía a las claras lo que pensaba del ministerio, repugnancia.- Sobre todo si puedes manejar a ese alguien. Si. El objeto mágico que poseen en el ministerio les permite manipularme en cierta medida.- acarició suavemente uno de sus rosados pezones, Draco no pudo contener el suspiro de placer que escapó de sus labios, y se odió por ello.- Pero también me da un gran poder sobre vosotros. Y tú, que además tienes mi sangre en tu sistema…- besó casi cariñosamente su mejilla.- simplemente no puedes negárteme.

    El horror agrando sus pupilas.

    -No…- Sintió como aquellos dedos lo volvían a acariciar.

    Gimió, sollozó. No quería disfrutar de aquello… pero no podía evitarlo.

    Sintió asco por sí mismo, por su debilidad, por su incapacidad para resistirse, por desearlo incluso contra su voluntad.

    Un ataque de nausea amenazó con hacerlo vomitar y se mordió los labios con tanta fuerza que la sangre se deslizó por ellos, roja brillante y espesa.

    El Lord cogió las pequeñas gotas con la punta de un dedo, observándolas, y una sonrisa lasciva floreció en los suyos.

    -Deja de morderte. El dolor no te va a ayudar.- cuando Draco acabó por obedecer deslizó el dedo manchado de sangre por sus labios, tiñéndolos de un rojo brillante y sensual. Sonrió.- Precioso. Pero ya no puedo esperar.

    Sacó un frasco de la mesilla. Un frasco de cristal tallado que parecía contener una sustancia de color miel. Cuando lo destapó, un agradable perfume a flores inundó la estancia. Y Draco contuvo el aliento, no por nada siempre le habían gustado las pociones. Reconoció en el acto lo que era.

    Néctar de los pixies. Una sustancia con cualidades afrodisiacas y curativas que se hacía con la miel que aquellas minúsculas hadas recogían.

    Sintió como el Lord dementor le separaba los muslos y le levantaba las caderas, posicionándose sobre él.

    -No…basta.- No quería aquello, no lo quería. Se retorció apenas, su cuerpo no le respondía. El Lord se limitó a llevarse el frasco a los labios…y besarlo. La pegajosa sustancia llenó su boca. Quiso negarse a tragar. Pero el diablo se negó a finalizar el beso…hasta que el hechizo lo dominó y el néctar se deslizó por su garganta como puro azúcar.

    Inmediatamente perdió todo control sobre su cuerpo, sobre sus pensamientos, sobre sus deseos.

    Se retorció desesperadamente bajo el Lord. Aunque le dolía todo el cuerpo, el sufrimiento quedaba eclipsado por la abrasadora ola de deseo. Necesitaba más contacto, necesitaba sentirlo dentro de él. Sus entrañas dolían por el vacío de su ausencia.

    -Por favor.- gimió agónicamente. Enroscó al oscuro señor con sus brazos y sus piernas. Dejando que sintiese cuanto lo deseaba.

    El Lord rió oscuramente y volvió a besarlo. Poseyéndolo, reclamándolo, marcándolo a fuego.

    Los dedos de Draco se enredaron en su cabello atrayéndolo aún más, loco de deseo.

    -¿Me quieres dentro de ti?- el susurro casi burlón acarició el lóbulo de su oreja. Un escalofrío de placer lo recorrió como electricidad. No podía más. Lo necesitaba. Lo necesitaba tanto... El deseo era tan intenso que dolía. Se estaba volviéndolo loco.

    -Por favor…por favor…si.- elevó las caderas rozando su miembro. Dentro de él su corazón gritó, se resquebrajó, lágrimas desesperadas se deslizaron por sus mejillas aún cuando su cuerpo se arqueó de placer ante el primer contacto de su miembro.

    El Lord empujó. Draco gritó. Un sonido agónico que era mitad gemido mitad torturado aullido.

    -No te resistas. Sufrirás menos. – Siguió empujando, penetrándolo, poseyéndolo, rozó su centro… Y Draco se perdió por completó.

    Ya no sabía lo que era dolor, ni lo que era placer. Cada envestida era un agonía, un cielo, una tortura. Tenía la garganta rota de gritar. Las uñas firmemente clavadas en los hombros de aquel monstruo, ¿para apartarlo, o para atraerlo? ya lo había olvidado. A Griever no pareció importarle, ni siquiera cuando sangre negra comenzó a deslizarse por su pecho. Sus embestidas eran cada vez más poderosas, más frenéticas…parecía que su resistencia no tenía límite. Draco no podía dejar de llorar, incluso cuando de sus labios no escavan más que gemidos apasionados.

    El Lord Dementor se arqueó, embistió una última vez hundiéndose por entero dentro de él…y explotó. Draco lo siguió en una ola que lo destrozó por dentro.

    Y cuando el Lord se apartó de él dejando que su semen se deslizara por sus muslos…

    Lo único que sintió fueron ganas de morir.

    "Harry perdóname."
     
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