Survival Game

Que dirían si por esas inevitabilidades de la vida, dos personas aburridas juegan con el destino de muchas personas? Si quieren saber lo que acabo de hacer pasen y vean. Todas las parejas de SH Y JR

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  1. Van Phantomhive
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    Las coincidencias no existen, solo lo inevitable
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    ohayou..... o konbawa... si ya se que me tardé ocho millones de años pero no estoy en mi mejor etapa personal, meses dificiles estoy viviendo y casi en soledad pero aqui estoy rompiendoles la cabeza y solo diré que este no es mi mejor capitulo mas logrado, errores de sobra ojalá lo disfruten





    Capitulo 02: Un Programa de Fantasía concedido por Dios





    En un lugar lejos de las afueras de Tokyo, quizás lejos del mismo Japón su fiel servidora que acompañada de su predispuesto amigo, Mad Hatter, Hat para mí, nos hallábamos en nuestra ceremonia inaugural donde nuestros amados jugadores salían cada treinta minutos de la prisión preventiva que habíamos organizado.

    -Mi querida Van ¿piensas que estos chicos realmente lo harán? – cuestionó mi lindo amigo.

    -Sabes que no tienen opción, pero la cuestión es que algunos poseen una moral y conciencia muy elevadas, el chiste es como les afectará cuando maten a una persona que conoce.

    -Opino que ese grupo tiene una mentalidad maleable, de seguro lo harán sin dudar cuando vean que lo que mas quieren esta a un paso de irse al otro mundo.

    -Es cierto… - mientras tomaba otro sorbo de té y miraba fijamente a los doce monitores que cada media hora se vaciaba - Hat…

    -¿Qué?

    -¿Cuándo mandaremos el primer mensaje? – pregunté aun con la vista fija en los monitores.

    -¿Por qué lo preguntas? Bien sabes que eso depende de ti. – respondió mirándome y luego estudiando los monitores.

    -Ya lo sé… es solo que pienso a quien mandaremos primero al matadero. – comenté jugando con la cuchara en la taza sin despegar la vista.

    -Se nota que estas aburrida… no tienes remedio.

    -Cállate, solo quiero ver que tanto ingenio tiene este grupo, por algo la mayoría tienen esos trabajos.

    -No creas que porque posean esos trabajos tenga una mente tan retorcida como la tuya para hacer semejante locura.

    -De creer lo creo, pero hay algo que debo corregirte Hati. –dije cariñosamente despegando la vista.

    -¿Qué es?

    -Que tú y yo tenemos la misma mente retorcida, así que deberías decir “una mente tan retorcida como la nuestra”.

    Mi compañero me miró por unos cuantos minutos hasta que los dos nos partimos de la risa porque sabíamos que los dos teníamos razón.

    Dejando de lado nuestra discusión filosófica sobre quien tiene la razón, en dicho hotel donde nuestros chicos salían, cada pareja tenia un dilema que resolver y este era el siguiente:

    “Cazar o ser Cazado”

    La primera pareja en ser liberada fueron nuestro querido par editor-mangaka, Ijuuin Kyou e Ishi Shizuku, quienes iban dentro de todo bastante calmados como si realmente los hubiéramos tomado el pelo con la noticia pero sabían muy bien que esa supuesta mentira era su realidad.

    En el silencio del atardecer que los golpeaba ambos iban caminando juntos meditando las palabras que elegirían para expresarle al otro su sentir. Y el que decidió quebrar la ley del mutismo fue el mangaka:

    -¿Qué opinas Shizuku-kun?

    -¿Sobre las estúpidas reglas de ese juego o sobre como caímos en tan artimaña perversa? –repreguntó con un semblante inexpresivo y serio.

    -¿Debo responder la pregunta? –contestó sabiendo claramente a lo que se refería aunque no estaba de mas que contestara ambas.

    El menor era consciente que el mayor le gustaría conocer la respuesta a las dos preguntas que realizó por lo que meditó unos instantes y luego con un suspiro respondió

    -Sensei… para ser realista ese juego no se si lo ganaremos, además ¿usted se ve asesinando a alguien? Yo todavía no, por otra parte creo que caímos en este retorcido juego por el mero azar… aunque me pregunto que tan azaroso fue la elección de jugadores… algo me dice que es intencional. –sentenció para luego guardar silencio mientras seguía caminando en su mundo dejando sonriente al adulto.

    -Shizuku-kun estas a esto de convertirte en el Sherlock Holmes de esta era. – comentó por la intuitiva y digamos certera deducción del joven y misterioso editor.

    -Ijuuin-sensei no insultemos a la memoria del autor, si escuchase sus palabras y viera nuestra situación ni el mismo personaje nos salvaría.

    -Ay Shizuku-kun te falta vivir la vida. – Dijo pasando una mano por el hombro para atraerlo y manteniendo esa cautivante sonrisa sugirió – Y bien… ¿quieres venir a mi casa a corregir los storyboards?

    -Mas que corregir los bosquejos debería corregirle varias cosas. – respondió sin perder la calma.

    -Oh… y puedo saber qué debería corregir. –insinuó a unos palmos de distancia de plantarle un beso.

    -Se lo diré cuando estemos allá, Ijuuin-sensei. – sentenció tomando un poco de distancia pero con el tono de que había captado la indirecta.

    -Ansío ver eso Shizuku-kun. –dijo divertido el dibujante para seguir sus rumbos sin importarle que sus vidas se acabasen de un día para otro y que a su vez pudiesen ser los inquisidores de una.

    -Esos chicos si que se los toma con calma. –mencioné mientras miraba el monitor donde la pareja caminaba rumbo al destino dictado por el mangaka.

    -Te dije que la mentalidad humana es maleable. – refutó Hat mientras se deshacía del disfraz del Sombrero para ponerse una ropa mas cómoda.

    -Hat… sabes que te quiero ¿no? – comenté fastidiosa

    -Sí, lo sé ¿y?

    -No me hagas enojar… Hati… -dije con un aura oscura.

    -Y ahora ¿que te pasa?

    -Nada Hat, cariño mío…. Solo no arruines mi humor quieres ¿si? – mirándolo con una sonrisa angelical pero la negrura de mi aura en aumento.

    -En serio que no entiendo a las mujeres… - comentó por lo bajo.

    -Ni yo entiendo a los hombres… - respondí. – Y otra vez lo olvidaste.

    -¿Qué?

    -Que tenemos la misma mentalidad….

    -Y eso qué.

    -Que somos los mismos…

    -Ah… lo olvidé…

    -Se nota…

    Nos miramos unos minutos con seriedad hasta que sonreímos y seguimos cada quien mirando diferente monitor esperando ver las consecuencias de nuestra travesura.

    La segunda liberación fue del par ilusorio, Kurosaki Shinoda y Fenhoff Faustus, donde la decisión del mayor había sido tomada desde el instante que su hijo es, por así decirlo, rehén de tan bella locura. Por otra parte el extranjero inútilmente intentaba calmarlo.

    -S-Shinoda-san espere…

    -Te juro que si de verdad encuentro a esos dos los mataré. – dijo el mencionado caminando sin rumbo fijo

    -Shinoda-san… - llamó de nuevo

    -Y una vez que los vea, habrán lamentado tomar a mi hijo como juguete, malditos bastardos – siguió vociferando cruzando la calle con la luz verde, en ese instante un camión estaba apunto de atropellarlo pero gracias a los reflejos del australiano tan desafortunado accidente jamás sucedió.

    -¡Shinoda-san eso fue estúpido, por poco y muere!

    El adulto miraba con los ojos abiertos tanto al menor como a la acera donde por poco y era carne muerta.

    -¡Debe calmarse, no podrá hacer nada si pierde los estribos!

    Tras unos minutos donde la adrenalina aun corría por sus venas pero con la conciencia de que ya estaban a salvo, Shinoda habló:

    -Tienes razón… perdóname, es que no pensé que harían eso con mi hijo.

    -No se disculpe y comprendo lo que siente pero debe comprender que si desea evitar eso tenemos una única solución – comentó resignado y temblando levemente.

    -Lo sé… sé que no eres capaz de eso, pero te protegeré, lo prometo. Ni tú ni yo, ni siquiera Yami, morirán porque yo los protegeré…

    -Shinoda-san…

    El calor de los sentimientos de cuidar, de ayudar, de amor hacia los demás, infundidos por un simple contacto físico como es el hecho de abrazar a alguien hace que todo problema de enorme magnitud sea reducido a casi nada. Olvidar la realidad es el encanto de la ilusión.

    Un hecho similar pero con otro enfoque se debatía entre el editor en jefe de Japun, Kirishima Zen y el Oso Gruñón de Marukawa, Yokozawa Takafumi; en este caso el sacado de casillas era el morocho por el atentado hacia la hija de Zen, Hiyori que descansaba tranquilamente en su cuarto. La preadolescente, y la mayoría de las victimas, tenían una fina y casi invisible marca alrededor del cuello donde claramente se apreciaba que el objeto en cuestión eran esos desgraciados hilos.

    El vendedor miraba como la chica dormía plácidamente sin percatarse que el padre los miraba fijamente a ambos.

    -Con mirar no vas a lograr que esas marcas desaparezcan.

    -Lo sé…

    -Dejémosla dormir, en horas veras que estará de pie como si nada. –comentó Kirishima saliendo de la recamara siendo seguido por un molesto Takafumi.

    Una vez que se sentaron en el comedor, el más joven recriminó la actitud del otro.

    -Estas demasiado tranquilo sabiendo que Hiyori estuvo a punto de morir, ¿acaso no te importa?

    Los gélidos y penetrantes ojos del editor se posaron en su persona dándole a entender que esa pregunta estaba demás, eso provocó que las guardias del vendedor se alzaran ya que la mirada que le dedicaba Kirishima no era la misma juguetona y profesional de siempre… esos ojos acaramelados tan bondadosos y amorosos para su hija destilaban en esos instantes aires de muerte.

    Tragando seco, Yokozawa volvió a su compostura habitual de vendedor ya que esa faceta era la única que lo hacía mantenerse a raya en una situación densa.

    -Sé que este asunto no es fácil… - comenzó abordar pero la suave y grave voz del mayor lo interrumpió.

    -¿Serías capaz de asesinar a una persona?

    Maldita la pregunta pero precisamente ese era el tema de que hablarían, les gustase o no.

    -En realidad no…. Seré una persona de corto temperamento pero no llego al grado de querer quitar la vida de alguien, o sea es obvio que cuando uno esta enojado piense en ello por desquite del momento pero no es una solución.

    La respuesta era la correcta pero la situación en la que se hallaban no era muy útil.

    -Así que pensaste en acabar con la vida de tus subordinados… pobre de esos chicos, tener una vida joven y acabada por la ira de tu amargura… que final más triste. – comentó con un tono de voz tan serio que generó que el vendedor lo mirara con cara de pocos amigos, incluso en situaciones como estas Zen se las ingeniaba para decir una broma de mal gusto. – Comprendo… igual yo si sería capaz con tal de proteger lo que más quiero. –levantándose del sillón donde se hallaban para ir al balcón.

    -Si Sakura estuviese aquí y ahora se sentiría orgullosa de ti. –siguiéndolo para aspirar la brisa del aire otoñal.

    Una amarga sonrisa atravesó en las facciones del editor y la voz calmada de costumbre emanó de su boca con la siguiente pregunta:

    -¿Me protegerías? Si estuviera en peligro… me protegerías, ¿no?

    El paso de silencio entre pregunta y respuesta parecía eterno, y para Kirishima que estaba acostumbrado a la timidez del otro en ese tipo de situación sonrió como de costumbre volviendo a ingresar a la casa para ver como seguía la niña. No llegó ni a los diez pasos cuando la respuesta llegó:

    -Claro que te protegería… idiota.

    Eso era todo lo que necesitaba Kirishima para saber que no estaría solo en este juego de la muerte donde estaba en juego el todo por el todo.

    De regreso con en las oficinas de Marukawa, tanto el director ejecutivo como el secretario estaban trabajando con una seriedad inusual. En eso la voz del secretario resonó:

    -Ryuichirou-sama, ¿qué decidió?

    -Sobre la junta de la tarde pasarla para mañana, no estoy de humor para escuchar una pelea insulsa de una publicación.

    -No me refiero a eso.

    -Ah… sobre ese tema… pues jugaré, no voy a permitir que mi vida acabe así como así porque aun tengo muchas cosas que hacer… aun no hemos pasado juntos el tiempo suficiente como para que un par de locos se le ocurra matarnos porque quieren.

    Una respuesta digna de esperarse de su jefe y amante, si esa era la voluntad de él, Asahina lo seguiría hasta el fin del mundo de ser necesario con tal de cumplir aquel deseo. No permitiría que los errores del ayer interfirieran con el futuro que ambos programaron en sus respectivas mentes, otra pareja decidida, otra pareja dispuesta a arriesgarlo todo.

    En una plaza, lejos del gran hotel, descansaban un joven universitario que miraba a la nada misma teniendo de compañía al editor de mayor de edad del equipo Emerald a su lado contemplándolo.

    -Shouta-san… no sé que hacer…

    -Ya somos dos.

    -Es que… no puedo hacerlo… simplemente no puedo.

    -Entiendo pero tampoco podemos dejar que nos maten.

    -Eso también lo comprendo… no quiero perderte pero…

    -Deja de preocuparte, cuando llegue el momento sabremos de lo que seremos capaces. –reconfortándolo en medio de un tibio abrazo.

    Un deseo imposible de cumplir, estando entre la espada y la pared, estos seres han decidido que cuando sea la hora ellos decidirían que harían y que por ahora disfrutarían del regalo del presente.

    En un edificio cerca de la universidad Mitsuhashi, un par de hombres discutían sobre tan delicado tema.

    -Digas lo que digas Miyagi, ¡los mataré no me importa!

    -Shinobu –atrapando el brazo del menor – no sabes la magnitud de lo que estamos metidos.

    -Claro que lo se.

    -No… no lo sabes.

    -Que si. – insistió forcejeando.

    -Entonces dime por qué estas temblando.

    -No lo estoy. –dijo colorado.

    -Lo estas, cálmate mocoso. – abrazándolo para calmar al nervioso y alterado joven.

    -Que no… - susurró correspondiendo y aferrándose a la camisa del literato.

    -Shinobu, tranquilízate no pasará nada.

    -No quiero perderte, no si lo puedo evitar…

    -Mocoso a mi modo de ver soy inmune a la muerte. – comentó medio divertido.

    -¿Por qué lo dices?

    -Hasta ahora no he muerto por tus artes culinarias, dudo mucho que un tipo me mate. – La cara molesta del menor fue tal que Miyagi se apresuró a decir – Es una broma, no lo tomes a pecho.

    El chico no comentó nada solo retomó la caminata y el mayor preguntó:

    -Shinobu-chin… ¿A dónde vamos?

    -Al mercado.

    -¿Para?

    -Comprar los ingredientes de la cena. – masculló sin detenerse.

    -¿Y qué se supone que vamos a cenar, Shinobu-sama?

    -Repollo hervido.

    El semblante de You se ensombreció y la voz del menor preguntó tan cortante como siempre.

    -¿Acaso no quieres que cocine?

    Descartando la lógica respuesta, respondió – Sí pero…

    -Entonces no se diga más y apúrate que antes de que se llene de gente. – ordenó apurando el paso, dejando atrás al mayor.

    -La juventud de estos días… - suspiró agotado y acostumbrado a los cambios de humor del menor.

    Incluso en los días venideros, el joven Takatsuki Shinobu no olvidara que es y será un eterno y empedernido terrorista.

    Dentro del campus universitario un chico castaño claro conversaba calmadamente con el primer hijo de la multimillonaria familia Usami, sentados bajo un roble de los jardines del ala oeste.

    -Una oportunidad de oro se nos presentó – comentó Haruhiko.

    -¿Haruhiko-san usted se mancharía las manos? –cuestionó Keiichi impasible.

    -Si se debo hacerlo, lo haré y ¿tu?

    -Lo mismo aunque no quisiera ser eliminado tan pronto.

    -No te preocupes yo me encargaré de todo cuando nos enteremos de nuestros adversarios.

    -¿Si llegasen a ser ellos?

    -¿Prefieres vivir o morir? – contratacó el empresario dejando con la respuesta natural al menor.

    -¿Por donde empezamos? – respondió sonriente habiendo elegido la salida a tan dramático problema, Usami miraba fijamente al chico hasta que las facciones se suavizaron y con el habla usual contestó.

    -Por donde todo acabó.

    El inicio y el fin, la vida y la muerte, dos cosas completamente opuestas y cuya balanza debe ser inclinada para uno de los lados, ironía si las hay y esta era una de las tantas que se presentaron en otras de las parejas cuya moral y conciencia se debatían a duelo de forma bestial.

    En otro complejo de departamentos situada entre la universidad y el hospital general, dos inquilinos no estaba muy predispuestos a realizar una tarea que muy pocos han decidido aceptar.

    -Hiro-san como médico y como individuo simplemente no puedo consentir tal abominación.

    -Ya lo sé Nowaki, yo tampoco puedo admitirlo aunque tampoco deseo ser asesinado por otro. – razonó el profesor Kamijou.

    -Eso seria ir contra la ética.

    -¿Prefieres morir?

    -No digo eso pero debe existir otra salida.

    -Por si no te has fijado estamos entre la espada y la pared.

    En eso ambos quedaron sin decirse nada.

    -Mi prioridad es salvar vidas… - susurró serio.

    -Y teniendo eso en cuenta… salvemos la nuestra. – sentenció con seriedad el mayor.

    -Hiro-san no me odiaras por eso ¿no?

    -Jamás te odiaría por el hecho de sobrevivir un día más.

    Mirándose con la misma admiración y entrega con la que se amaron ese primer día, decidieron que serían más egoístas de lo que nunca fueron antes de su vida.

    Y si de egoísmo se trata, en un ámbito más familiar, mejor dicho domestico, un par de hombres entraban como si hubiesen batallado en la guerra de Vietnam o si lo prefieren menos exagerado como si hubiesen lidiado con las impuntuales e impecables entregas de Yoshikawa Chiharu-sensei.

    El dúo estrella y una de las mejores de la sección es ella… mas bien él, Yoshino Chiaki entraba a su residencia seguido por su inseparable editor, amigo de la infancia y no desde hace mucho amante, Hatori Yoshiyuki que iba con un semblante más serio de lo habitual. En el silencio ambos hombres ingresaron fueron al estudio de dibujo donde Chiaki comenzó de propia voluntad un nuevo storyboard dejando a su pareja sorprendida, pero se sabía que esa estratagema solo era usada cuando deseaba evadir los problemas y el que se hallaban no era uno cualquiera.

    -Yoshino.

    El dibujante lo ignoraba.

    -Yoshino, debemos hablar.

    -No te preocupes que esta vez si lo tendré listo a tiempo. –comentó el castaño.

    -Sabes que no me refiero a eso. – le cortó Hatori.

    -….

    -Yoshino. – llamó de nuevo con un tono severo.

    -Tori yo no puedo…. –susurró bajo, finalmente el editor suspiró por la respuesta que ya sabía que escucharía.

    -¿Qué harás?

    -No se…

    -¿Pretendes que te asesinen?

    -No.

    -¿Entonces?

    -No se…

    Suspirando y abrazando al joven mangaka le susurró – Tranquilo… vas a estar bien.

    -Pero Tori...

    -Solo concéntrate y trata de tranquilízate, no pasará nada. – aseguró con un tono tan serio que difícilmente podría ser tomado como mentira.

    La confianza que se brindan amigos de la infancia es tal que las mentiras escudadas por el amor están fuera de cuestión y solo resta seguir adelante y ver como se sobrelleva esta clase de situación.

    No muy lejos de la residencia del dibujante, un complejo de departamentos donde en el doceavo piso viven una pareja bastante tiránica donde el editor en jefe Takano Masamune esta acorralando a su fiel subordinado y editor novato.

    -Onodera debemos tomar medidas drásticas.

    -T-Takano-san… no piensa que esto… es solo una broma… - comentó Ritsu intentando salir de las fauces de su jefe.

    -Si fuera una broma no habrían hecho eso a esa chica, ¿cierto?

    La chica a la que aluden es la amiga de la infancia y ex¬-prometida de Onodera, Kohinata An, como muchas otras personas fue una de las encantadoras muestras donde Hat y yo demostramos que esto era todo menos una broma.

    La palidez del castaño se hizo evidente y Takano como lo sostenía entre sus brazos no había peligro de que se desfalleciera o sucediese algo fuera de lo normal, no mas de lo que ya estaban viviendo.

    -Takano-san… ¿de verdad vamos a hacerlo?

    -De ser necesario, si.

    -Pero… ¿y si debemos matar a alguien que conocemos, lo harías?

    -Quisiera decir que no, pero la pregunta es: ¿ellos o nosotros?

    Sin esperar respuesta ambos ya sabían que los recuerdos del ayer serán remplazados por un certero e incierto futuro, y que todo eso dependían de qué tan listos eran para mediar todas aquellas ideas para forjarlas en una victoria: salir con vida.

    En las calles lejos del hotel de la liberación, un dúo de caballeros iba caminando con un andar tranquilo y llevadero, la pareja de expresiones enigmáticas: editor de la eterna sonrisa Mino Kanade y del asistente mangaka de ojos suspicaces Yanase Yuu.

    -Yanase-san, ¿Qué opina?

    -Si no tenemos cuidado quedamos afuera, si somos listos ganaremos, el problema es: ¿somos asesinos?

    -Asesinos no Yanase-san. –Corrigió el sonriente –Digamos que somos unos jugadores con necesidades de vivir.

    -Me temo que no cambia lo que seremos.

    -A mi modo de ver si.

    -Dígame en qué cambia.

    -Que para nuestras mentes sentirá menos culpa a futuro.

    Eso dejó pensando al joven asistente, mirando fijamente a su elocuente y enigmática pareja.

    -Mino-san definitivamente usted es una caja de sorpresas.

    -Gracias, lo tomaré como un cumplido. – comentó alegre el editor.

    Algo que era definitivo, Mino Kanade al ser instruido bajo las alas del distintas personas de una editorial lo han transformado en mas de un sentido en un individuo de estudio cuyo fin es obligar abrir aquella caja, una caja de Pandora que tenemos todos y esa es: nuestro verdadero yo o para algunos el otro yo, el reprimido.

    Y hablando de reprimido… mejor dicho deprimidos, no es lo mismo pero en algún instante lo será, en el famoso pent-house del todo proclamado escritor estrella de Marukawa Shoten, Usami Akihiko estaba discutiendo en una pelea sin sentido con su objeto de devoción e inspiración, Takahashi Misaki.

    -Usagi-san esto es serio. – replicó por millonésima vez el menor al ver como el novelista lo ignoraba y hacia un pedido bastante inusual: armas de fuego.

    Escudriñándolo con aquellas orbes violetas le dio a entender que esta vez a diferencia de muchas era necesaria y no un desperdicio de dinero.

    -Misaki… después de lo que has visto, ¿dejarías que maten a Takahiro y su familia?

    -No, por supuesto que no. – sentenció todo preocupado el menor de solo imaginar la escena.

    -Entonces no se diga mas, por lo menos vas a aprender a manejarlas.

    -No, y-yo no soy capaz de hacer eso.

    -Misaki, dime una cosa… ¿Cómo pretendes defenderte si alguien te amenaza con un cuchillo?

    Esa pregunta lo dejó descolocado.

    -N-No se…

    -Si estuvieras con tu sobrino y Takahiro ¿qué harías?

    -Los defendería. –respondió sin pensarlo.

    -¿Con qué? Y ¿cómo?

    -No se… con todo lo que tenga a mi alcance.

    -Y si eso fuera un revolver. – siguió cuestionando.

    -Quisiera no tener que usarlo.

    -Misaki sabes que las indecisiones puede llevar graves consecuencias.

    Esa replica lo dejó sin fundamentos siendo consciente que esas palabras eran más que ciertas, si dudaba podría proteger a los demás cuando no puede protegerse a sí mismo. Dilemas como ese era lo que circulaba en la mente del universitario.

    -No te preocupes. – susurró abrazándolo y acariciando la lacia cabellera castaña.

    -Usagi-san….

    -Tranquilo no pienses mucho, sé que es difícil.

    La amabilidad en tales instantes era una daga, una que no es sencilla de retirar pero es necesaria si quiere seguir viviendo por lo menos unos días, minutos o segundos más con las personas que más quería; en particular esa persona que tan solitariamente le abrió su corazón a la calidez de un amor romántico.

    -G-Gracias… descuida… haré todo lo que pueda para protegerlos. – susurró bajito apegado al pecho del novelista.

    -¿También a mi?

    -Sí…. Incluyendo a Usagi-san. – respondió sin considerar la frase.

    -Me parece bien, y para protegerlos a ustedes voy a requerir de mi recarga de Misaki. – sentenció confianzudo y levantando al mencionado como princesa dirigiéndose al segundo piso de la casa.

    -¡U-Usagi-san que haces, bájame!

    -Claro que te bajaré. – arrojándolo a la cama y colocándose encima del chico.

    -¡Suéltame, no toques ahí pervertido! –gritó al ver que sin pudor alguno el mayor comenzaba a masajear los pezones por debajo de la camisa.

    -Oh, significa que puedo tocar en otro lado. – dijo lascivamente sobre en el oído del menor.

    -¡No, simplemente no puedes y ya!

    Palabras sin sentido para la prodigiosa psiquis del mejor graduado de la universidad T de leyes y lo único que atravesó la mente del menor fue…

    “¡Nii-chan…. Sálvame de este depravado!”

    Un par de risas resonaron en un cuarto lejos de aquel mundo de civilización, nosotros nos moríamos de la risa por todas las situaciones e intercambiamos nuestras impresiones.

    -¿Qué dices Hat?

    -No te preocupes que lo harán bien.

    -¿Ya tienes preparada la fase dos?

    -Hace rato. – bufó con todo su aire engreído.

    -¿Por qué no me dijiste antes?

    -Porque nunca me lo preguntaste.

    -¿Sos idiota o te haces?

    -¿Y quien dijo que tenemos la misma mentalidad?

    Ese bastardo sabe donde golpear… en fin… ahogando un suspiro lo mire seria

    -Bueno… mañana los molestamos con nuestros mensajes.

    -Como tú quieras…. – me encaró con su sonrisota de imbécil.


    A pesar de que somos seres diferentes, nuestro ingenio era el mismo y lo único que se nos vino a la mente fue lo siguiente:

    “Señores…. La Cacería ha iniciado”







    Espero que les halla gustado acepto todo tipo de critica y sugerencia de los primeros combatientes al matadero, mas esta decir que me esforzaré algun dia actualizar

    ¿Mi primer amor puro e inocente?

    Enigmatic Lovers

    El día en que todo cambió



    Para aquellos lectores que me siguen ruego paciencia, y para los que no, bienvenidos y perdonen mi mala redacción o mal cap



    Adyuu
     
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18 replies since 5/12/2012, 02:33   805 views
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