Instantes (HPYFDP) - Catorce: Luego de despertar...

Serie de One Shot, sin orden ni relación entre ellos, en el universo de "Harry Potter y el Fabricante de pociones"

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  1. Kari Tatsumi
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    32 AÑOS: EDAD DE SABIDURIA




    5 de junio de 2012

    Escocia


    Desde que decidieron tener a sus hijos, Draco se había acostumbrado a pasar sus cumpleaños en casa; a lo mucho salir a bailar para recibir las doce y luego, en la mañana, ser despertado por Harry y los niños; tomar un largo desayuno en la cama y ser engreído por todos.

    Ese año, en cambio, hubo algunas diferencias.

    "La Universidad Mágica De Gunhilda de Gorsemoor” había nominado, como todos los años, a los estudiantes que consideraban dejaban más en alto el nombre de la prestigiosa institución con sus logros frente a la comunidad mágica. Normalmente tenías que tener algo así como cincuenta años para estar nominado. Sobre todo porque no es tan fácil hacer algo que impresione a los decanos de una universidad llena de alumnos prodigiosos y con tan altos estándares de selección.

    Aunque Draco ya había ganado algunos premios, otorgados por el Ministerio, San Mungo y otras instituciones internacionales; esta nominación lo llenaba de nervios y expectativas. Y que la ceremonia sea el día de su cumpleaños número treinta y dos hacía todo mucho más excitante. Por primera vez en mucho tiempo, Draco y Harry tenían la posibilidad de viajar juntos y solos. No era que no les gustara viajar con sus hijos, al contrario, lo disfrutaban enormemente, pero también extrañaban aquellos fines de semana de desenfrenada pasión, como cuando eran estudiantes, o recién empezaban a forjarse una vida profesional.

    Así que, el que la entrega de premios fuera en Escocia, la semana en que Draco cumplía años, fue un gran golpe de suerte. Además de que los niños ya estaban lo suficientemente grandes como para poder dejarlos unos días al cuidado de los señores Weasley y sin temor de que terminaran volviendo locos a los abuelos políticos.

    Y es así como, esa media noche, mientras Draco dormía desnudo entre las sábanas, luego de haber hecho el amor, Harry esperaba que dieran las doce para despertarlo con un pequeño pastel y una vela encendida.

    Draco abrió los ojos sintiendo el movimiento en la cama y sonrió; aunque lo intentara, siempre se quedaba dormido y Harry lo despertaba el día de su cumpleaños a media noche.

    —Un año más viejo —susurró Harry sobre sus labios —pero igual de guapo que el primer día.

    —Toda una ternura, Potter —le dijo Draco, antes de volver a besarlo.

    —Lo sé, soy irresistible —rió Harry y Draco rió de la broma también.

    Draco sopló la vela mágica y las luces de hadas se expandieron por toda la habitación, dejando el lugar semi iluminado.

    —Espero que hayas pedido un deseo —susurró Harry mientras quitaba las sábanas y se metía en la cama junto a Draco; quien se acomodó sobre Harry, disfrutando de la sensación de sus pieles desnudas.

    —Te voy a decir lo que deseo —murmuró Draco inclinándose para besar a Harry y sintiendo el sabor a chocolate en sus labios, lo que lo hizo gemir suavemente —ese es mi postre favorito: Harry al chocolate.

    Harry soltó una carcajada, que se convirtió en gemido cuando los labios de Draco se posaron en cuello y comenzaron a bajar por su clavícula.

    —Vaya... te has quedado sin palabras —continuó diciendo Draco, apresando las manos de Harry hacia arriba e inmovilizándolo.


    —Mmm —se retorció Harry cuando los dientes de Draco apresaron uno de sus tetillas y la mordisquearon en el punto preciso entre el placer y el dolor.

    —Merlín, eres tan sexy —continuó Draco, mientras seguía bajando, recorriendo con su lengua el abdomen y hundiendo la nariz en la mata de color oscuro que coronaba la erección de Harry.

    —Draco —pidió Harry, levantando un poco las caderas para hacerle notar a Draco su necesidad.

    —Eres demasiado impaciente —susurró Draco sobre la erección de Harry, antes de inclinarse un poco más y recorrerla con su lengua. Fue recompensado un gemido mucho más fuerte.

    Harry apresó con una mano las sábanas y con la otra el cabello de Draco, sus caderas se elevaron por sí solas hacia lo alto al sentir esa boca húmeda y caliente apresar su erección.

    Draco disfrutaba estar en control de la situación, disfrutaba poder tener a Harry, tras tantos años, aún jadeando y excitado y sobre todo disfrutaba que tras tantos años juntos, casi quince, aún se sintieran como dos enamorados, como cuando fueron a recorrer las calles de Liverpool en su primer viaje juntos.

    Draco se tomó su tiempo para disfrutar de Harry y sus estremecimientos; se dedicó a adorar cada parte de su cuerpo, hasta hacerlo rogar porque lo tomara. Y así lo hizo.

    Harry gimió de placer al sentir a Draco abriéndose camino en su interior, mientras sus bocas se besaban lentamente.

    —Te amo —le dijo Harry en cuanto se apartaron un poco; esos momentos de completamente intimidad siempre lo hacían sentirse vulnerable delante de Draco; aun así, eso no le daba miedo.

    —Yo también te amo —le respondió Draco, dejando besos en sus mejillas, sus ojos y su frente.

    Ambos se miraron con la comprensión de dos amantes, y comenzaron a moverse coordinadamente, con la idea de darle placer a su compañero, la búsqueda del placer propio a través de la satisfacción del otro. Cuando el orgasmo llegó, ambos estaban abrazados y pegados el uno al otro, sus labios mordiéndose y sus lenguas mezclándose, hasta que todo estalló en un ronco gemido.

    Se quedaron abrazados y muy juntos, respirando agitadamente.

    *****



    Durante el cinco de junio en la noche se llevaba la ceremonia de miembros ilustres de la comunidad de ex alumnos de la universidad; Harry y Draco llegaron apenas y a la hora, ambos se habían entretenido demasiado en cambiarse de ropa para la noche de Gala.

    Draco ocupó su mesa junto a Harry y acompañado de algunos ex alumnos, todos demasiado mayores como para mantener una conversación más entretenida que los chismes sobre cuáles profesionales se estaban retirando o cuáles estaban perdiendo la chaveta.

    Cuando llegó el momento de dar el premio “Al aporte del año que podría cambiar el curso del mundo”, Draco fue nombrado junto a un par de científicos más, uno que había encontrado la cura para una alergia bastante particular; y otro que había descubierto una nueva clase de hongos que provocaban enfermedades e incluso la muerte en niños de cero a tres años. Cuando el animador indicó que mencionaría al ganador, la mano de Harry apretando la suya fue suficiente para sentirse reconfortado.

    —El premio va —anunció el moderador de la ceremonia, tardó un par de segundos en leer el nombre —“El fabricante de pociones”, Draco Malfoy.

    Harry se puso en pie y aplaudió, importándole muy poco que los demás invitados lo miraran mal o que ese no fuera el protocolo. Ver a Draco subir a recibir ese premio, uno tan importante, lo hizo sentirse tan orgulloso que casi sentía que podía flotar.

    Cuando Draco subió a recibir su premio, observó a Harry, aplaudiendo con tanta emoción, que por un momento olvidó lo que iba a decir.

    Esperó a que todos dejaran de aplaudir y se aclaró la garganta:

    —Rector, integrantes del consejo, colegas; lo primero que quiero decirles es Gracias por darme el honor de recibir este premio. —Esperó a que los aplausos terminaran antes de continuar —. Esta noche es mi cumpleaños, a la media noche apagué las velas y pedí un deseo... Y eso me hizo recordar al tiempo en que estaba en la universidad, no hace mucho, claro —la risa del público acompañó su comentario —, cuando estudiaba en la universidad, mis prioridades eran conseguir justamente esto, algo que hiciera que el mundo cambiara, algo que me diera un premio… fortuna —Draco observó el trofeo de oro y sonrió —, y con los pocos años que he cumplido hoy, creo que he entendido algo que mi esposo ha intentado hacerme entender muchas veces. La fortuna en la vida de un hombre no se mide en oro o en premios. Este premio es muy importante para mí, pero no sería posible sin el apoyo de mi esposo, de mi familia… y a ellos y su paciencia es que quiero agradecer y premiar esta noche. Ellos son y serán siempre lo más importante para mí. Gracias.

    Draco volvió a su sitio mientras la gente seguía aplaudiendo, un Harry con los ojos brillosos lo recibió. Draco lo abrazó y le dio un beso en los labios.

    Ellos, Harry y sus hijos, eran lo más importante que tenía, y haría lo que sea por cuidarlos; su familia, pues, era el mejor proyecto de su vida.
     
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  2. Kari Tatsumi
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    LUEGO DE DESPERTAR…




    Marzo, 2009

    Habían pasado un día, o eso le había parecido a él, desde que había despertado de aquel extraño coma producido por haber permanecido clínicamente muerto durante varios minutos, mientras la magia de su bebé se resistía a morir. Por lo menos hasta ahora, eso era lo que había entendido que había pasado.

    Según le había explicado Harry, había pasado casi cinco meses en coma, con inestabilidad en su magia, controlado más que nada por hechizos reguladores, aplicados con mucho cuidado para no interferir con la magia del bebé y provocar algo peor.

    La madrugada en la que había abierto los ojos había permanecido despierto apenas cuarenta y cinco minutos, tal vez menos, estaba agotado… Draco sabía que no era lo mismo estar en coma que descansar. Lo había leído cuando estudiaba en la universidad, y comprendía perfectamente cuando Mike le había dicho que se sentiría cansado. Que era normal.

    Todo lo normal que se puede ser en una situación como esa.

    Cuando había despertado nuevamente pasaba del medio día, se sentía algo adolorido…

    No, se corrigió, muy adolorido.

    Sus piernas parecían hechas de trapo, su cabeza martillaba furiosamente y los brazos le pesaban demasiado, sin embargo la imagen que lo recibió hizo que enviará al demonio todo aquello que sentía y se alegrara por haber abierto los ojos.

    A un lado de su cama, en una pequeña mesa del tamaño adecuado para ellas, estaban Sofía y Zoe, y entre ellas Harry, arrodillado en el piso y observando lo que las niñas pintaban.

    —¿Se despertará pronto papá Draco? —preguntó en ese momento Sofía, mientras le pasaba la hoja en la que estaba pintando a Harry, que asintió complacido.

    —Seguro que sí, cariño —respondió Harry, observando el dibujo de Sofía como si se tratara de una obra de arte.

    —Ya quiero darle mi dibujo —explicó la niña, mientras Harry seguía asintiendo.

    —Le va encantar, por supuesto…

    Entonces Zoe, que parecía bastante entretenida con el crayón color verde, levantó la vista y miró directamente hacia él.

    Para ese momento Draco sonreía, pese a todos los dolores e incomodidades, pese a no entender cómo ni por qué se sentía así… La mirada de Zoe le hizo sentir de una manera que no sería capaz de explicar.

    —Papá Draco —dijo de pronto la niña, hablando en un susurro.

    —¡Papá Draco! —gritó inmediatamente Sofía, dejando de mirar su dibujo y tomando la atención en Draco, que permanecía quieto, sólo observando.

    —Draco… pensé que aún tardarías un poco más en despertar y…— Harry se puso en pie rápidamente, seguido por sus hijas, —No quise que te despertaran…

    —Sabes que no me molesta —replicó Draco, viendo como Harry y las niñas se movían hacia él.

    —Imagino que las extrañas —asintió Harry, entendiéndolo. Draco sonrió más ampliamente en respuesta.

    —Niñas…—Draco trató de apoyar sus adoloridas manos sobre la cama para impulsarse y sentarse, pero antes de terminar de planear hacerlo, Harry ya estaba a su lado, moviendo almohadas y levantándolo un poco.

    —Papá, te hicimos muchos dibujos…—le dijo Sofía, poniendo las manos sobre la cama, como buscando impulso para subirse en ella, aunque la cama era demasiado alta para que lo consiguiera ella o su hermana.

    —Y también tenemos tu regalo de navidad…. —explicó Zoe, de pie junto a su hermana y parándose en puntillas.

    -¿Navidad? –preguntó perplejo Draco. Definitivamente aún andaba muy confuso.

    —¿Ya dormiste mucho? —preguntó Sofía de vuelta, sin esperar respuestas de parte de Draco.

    —Yo…

    —¿Y ya no te duele la panza? —interrumpió entonces Zoe.

    —Pues… No, no mucho, creo…

    —Si durmió mucho, ya no debe dolerle —explicó Sofía hacia su hermana, como si estuviera muy entendida del tema.

    —¿Y soñaste cosas lindas?

    —Debes haber soñado muchas cosas… Yo soñé con un árbol de dulce… —hablaba Sofía, Draco las observaba atónito. Sus niñas normalmente eran parlanchinas, pero ahora estaban desatadas.

    —¿Te sientes bien así? —le preguntó entonces Harry, inclinándose un poco –Si te duele algo… si estás incómodo, las puedo traer en otro momento, pensé esperar a que despertarás para…

    Pero las niñas seguían hablando, contando los dibujos que le habían hecho a Draco mientras él dormía y lo que les habían enseñado en la escuela a hacer con la plastilina y las crayolas, y Draco no podía prestar atención a ninguno, mientras su cabeza seguía doliéndole demasiado. Aún así, lo único que quería era ver a sus hijas, tenerlas a su lado un momento por lo menos, llenarse de su presencia, sus voces y sus risas…

    —Déjalas subir —pidió finalmente.

    Harry, que no había escuchado la voz de Draco en meses, aún se sentía abrumado al escucharla, pese a que lo había hecho la madrugada anterior.

    —¿Seguro? —preguntó casi sin voz, para que las niñas no lo escucharan.

    —Súbelas… por favor —Draco ya no miraba a Harry, solo a las niñas, que saltaban y jalaban las mantas, tratando de hacerse escuchar una sobre la voz de la otra. Harry asintió y se apartó de él.

    —A ver, princesas, ¿recuerdan que les dije que a papá Draco le dolía la barriga? —ambas niñas asintieron tan seriamente que Draco pensó que se había perdido una gran parte de sus vidas —, bien, aún le duele un poco, así que, las subiré a la cama, pero deben prometer que no saltarán sobre él, ni harán nada brusco, ¿de acuerdo?

    Ambas niñas asintieron nuevamente con esa seriedad, y Draco estuvo tentado a preguntar si es que no había dormido años en lugar de meses.

    Harry sonrió hacia Draco y luego levantó primero a Zoe y la colocó a uno de los lados de la cama, luego, cargando a Sofía, dio la vuelta y la puso al otro lado. Una a cada lado de Draco, mientras él las vigilaba.

    En tanto, Zoe, no bien se vio sobre la cama, gateó hasta la altura de Draco y se abrazó a él, Draco la envolvió con uno de sus brazos y esperó pacientemente por Sofía, una vez la tuvo cerca, la abrazó también, jaló a ambas hacia su pecho y suspiró, las niñas jugueteaban con sus pequeñas manos sobre sus brazos y su abdomen. Los dolores se fueron alejando, al menos durante el pequeño momento (a Draco le pareció increíblemente corto) que el abrazo duró, antes de que ambas se soltaran, deseosas de enseñarles sus dibujos y seguir hablando.

    Draco se tragó las ganas de llorar que tenía, aún se encontraba en ese estado desconcertado, aquel en que la mitad de su mente pensaba que seguía soñando o estando en coma, y que todo eso era parte de un juego creado por su mente, y la otra mitad, que se negaba a creer que verdaderamente había sobrevivido y que su bebé era el que le había ayudado, porque era demasiado bueno para ser verdad.

    Durante mucho rato más, Draco vio a sus hijas mostrarle dibujos de manchas verdes y marrones que decían ser árboles, de palotes y círculos deformes con manchas negras y amarillas, que describían como Draco y Harry y triángulos rojos inclinados hacia un lado, en medio de un gran garabato verde y azul, al que llamaban hogar.

    Luego de esos pocos minutos, pese a todos los deseos que Draco tenía de estar con ellas y recuperar los meses perdidos, los párpados se le empezaron a cerrar y los dolores volvieron a ser más persistentes.

    Harry, que parecía haber adquirido cualidades de enfermero durante ese tiempo, rápidamente se encargó de hacer que las niñas le dieran un beso de despedida, mientras anunciaba que “papá Draco” tomaría una siesta en ese momento, de la misma manera en que ellas debían tomar la suya, para luego ponerlas en el piso, con presteza mover las almohadas y las cobijas y dejar a Draco ya recostado y completamente cómodo.

    Con los ojos entre abiertos, con el último resquicio de conciencia que le quedaba, Draco vio como Harry abría la puerta y su tía Andrómeda tomaba a las niñas de la mano. Antes de que su tía saliera, le dio una mirada y sonrió un poco. Harry le susurró algo y ella asintió, parecía tan aliviada… luego de eso la puerta se cerró, llevándose el sonido cantarín de las voces de las niñas, y la habitación se sumió en silencio.

    Harry se movió lentamente hacia la cama y observó a Draco, sus ojos entre abiertos, en una lucha por mantenerse despierto. Con delicadeza puso una mano sobre su cabello rubio, largo por los meses que había pasado en coma, y lo acarició lentamente, tratando de relajarlo.

    —Duerme, debes descansar, está bien… pronto estarás bien —Harry se había repetido eso una y otra vez durante la inconsciencia de Draco, tratando de convencerse de que así sería —pronto todo estará bien…

    Draco asintió, al menos lo hizo en su mente, mientras finalmente se dejaba llevar por el cansancio. Pronto tendría más tiempo para despertar y disfrutar de sus niñas, para hablar con Harry…

    ´´´´´

    Para la siguiente vez que despertó ya era de noche… tal vez pasadas las once, Harry, con una mirada seria, leía unos papeles, sentado en aquella silla, junto a la cama, tenía el ceño fruncido y parecía algo preocupado.

    Draco trató de quedarse quieto, observando a Harry con atención, observándolo todo lo que no lo había podido observar hasta el momento. Su cabello estaba descuidado, casi lucía como cuando estaban en la escuela y parecía que se hubiera peleado con todo el personal de una peluquería. Sus manos y sus muñecas (lo único que se veía, ya que usaba una camiseta de mangas largas) estaban pálidas, sumamente pálidas, y podía estar seguro de que había perdido bastante peso. Su mirada cansada delataba noches enteras en vela y un agotamiento casi crónico… Draco, habiendo entendido la mitad de las cosas que Harry le había dicho, podía imaginar que Harry no la había pasado nada bien.

    —Debes descansar —dijo de pronto Harry, dejando los papeles a un lado y sonriendo hacia Draco —. Es por eso que aún no vienen los demás a verte, incluso Andrómeda… todos están a la espera de que Mickel te deje recibir visitas… Gael a desplegado todo el encanto que puede tener por estos días para convencerlo de que lo dejen entrar unos minutos tan siquiera —Harry sonrió un poco más y se inclinó hacia él, mientras Draco lo observaba en silencio —, pero Mickael es muy estricto… te ha cuidado muy bien todo este tiempo, y no piensa dejar de hacerlo ahora, es lo que me dijo.

    Harry suponía cómo se sentía Draco, habiendo despertado de pronto, encontrándose embarazado y adolorido, enfrentándose a que había estado ausente por meses y que habían pasado muchas cosas durante ese tiempo.

    —Yo… —Draco se aclaró un poco la garganta, le era difícil hablar, parecer presente —¿Cuánto tiempo más estaré así?

    —Poco a poco —Harry dudó, tenía deseos de besarlo, de abrazarlo y encerrarlo entre sus brazos, prometerle que nunca más lo dejaría fuera de su protección, que nadie nunca más lo lastimaría, aunque sabía que era un deseo poco realizable.

    Draco apretó un poco los labios y miró alrededor, era la primera vez que observaba la habitación con tanto detenimiento. Era un lugar de techos altos, paredes blancas, sin cuadros ni mucho adorno. Al fondo había dos puertas, que llevaban a un pequeño armario y al baño, una mesa de noche a cada lado de la cama alta y la mesa y sillas para las niñas en medio del espacio vacío entre su cama y el baño.

    —¿Es la clínica? —preguntó finalmente, mirando a Harry nuevamente. Éste asintió rápidamente.

    —Cuando ocurrió… aquello, te trajimos directamente aquí… Mickael se encargó de todo… San Mungo estuvo descartado porque sé que no te gusta y porque aquí tendrías mejor atención, y un poco de privacidad…

    Draco asintió lentamente.

    —¿Podrías explicarme nuevamente cómo es que…?

    Harry apretó los labios y jaló la silla más cerca a la cama, Draco, con algo de esfuerzo, apretó sus manos, instándolo de esta manera a hablar.

    —Esto es duro… —Harry sintió de que su garganta se secaba y que un temblor se apoderaba de sus manos. La presión de las manos de Draco, tibias y débiles, lo hizo sentirse más inseguro.

    —Lo siento…

    —No, no, está bien, debo decírtelo…

    Draco escuchó por segunda vez el relato, solo que esta vez su mente estaba más despierta, ya no tenía tanto sueño ni se sentía tan atontado… solo un poco quizá.

    Pese a todas las preguntas que tenía en mente, dejó que Harry continuara hasta el final, en la forma en que su garganta se apretaba, en que la voz se le cortaba, estaba implícito lo difícil que era hacer aquel relato, y sería peor no dejarlo hacer todo de un solo tirón.

    —No es que no tuvieran fe, era solo que… estuviste muerto por unos minutos, y los comas mágicos son muy complicados, la magia es inestable y no se sabe cuál es el resultado… Por suerte ningún corte llegó al abdomen, pero sí comprometieron partes importantes... cuando llegamos aquí pasaste cuarenta y ocho horas críticas, no sabíamos si, pese a la ayuda del bebé, podrías lograrlo… yo… —Harry negó con la cabeza y se soltó de Draco, se puso en pie y caminó hacia el otro lado de la habitación, Draco entonces notó que en ese lado se encontraba una amplia ventana.

    —Harry…

    —Lo siento… —Harry suspiró y se giró para encararlo nuevamente —fueron tiempos duros… Hasta hace dos días lo eran… antes de que despertaras y pese al tiempo que pasó, todos llaman y preguntan por ti todos los días… vienen cada vez que pueden, solo a sentarse en la sala de espera y hacer eso… esperar… Yo te esperaba cada día, cada noche… siempre me repetía: “ha llegado hasta aquí, ha pasado un día más, lo logrará”, sin embargo empezaba a creer que si bien te podrías mantener con vida por ahora, cuando el bebé naciera, te perdería… y no sabía qué hacer al respecto… Nunca sabré qué hacer si es que te pierdo… —Harry agachó la cabeza y luego negó con la cabeza.

    —Yo… —Draco estaba abrumado, tal vez necesitaría más que unas horas para asimilar todo. Los vengadores, su ataque, su muerte, su coma y luego despertar meses después…

    —Necesitas tiempo… todos lo necesitamos, lo entiendo, esto debe ser tan confuso para ti —asintió Harry, tratando de sonreír y caminando hacia la cama.

    —¿Te enojaste?

    Harry frunció el ceño, y observó a Draco por un largo momento, aparentemente sin entender la pregunta.

    —Por el bebé, por lo que había hecho —aclaró Draco, pensando que si había un tema en el que Harry no había profundizado mucho, era en su embarazo.

    —Gael lo sabía… él fue quien me lo dijo… justo cuando… Cuando estabas muerto en tu oficina —Harry se sentó, en lugar de la silla, en la cama, junto a Draco, y tomó sus manos, llevándolas hasta sus labios para luego besarlas, mientras sentía a Draco temblar.

    —Yo… se lo dije esa tarde, le dije que era posible que lo estuviera, pero no le aseguré nada…

    —¿Tú lo sabías? —preguntó Harry, sin soltar sus manos.

    —Sí…

    Harry apretó un poco los labios y asintió.

    —Pero lo supe esa noche, había ido a la fábrica a hacer algo… no me acuerdo qué, y pensaba en el bebé, y decidí hacer otra prueba, pese a que había hecho una pocos días antes… luego… ellos llegaron, no tuve tiempo de decírtelo, de decírselo a nadie.

    Harry desvió la mirada hacia un lado, Draco, por primera vez en mucho tiempo, fue consciente de sus sentimientos… no le había pasado desde que había despertado y ni siquiera había pensado en ello.

    —Lo lamento —murmuró Draco, Harry giró rápidamente hacia él.

    —¿De qué hablas?

    —Sabes de qué hablo, de mi obstinación, de haber empezado a tomar las pociones sin avisarte… de todo lo que pasó en esa época…

    —Yo estaba asustado… sentía como que me faltaba algo… estabas… estabas muerto. Y entonces Gael dijo eso, él sabía que estabas embarazado, y yo ni siquiera me había enterado que habías empezado a tomar las pociones. Pero eso no me importó, sólo que pensé que te había perdido y que un instante después volviste. Cuando estuve aquí, a tu lado, al principio no hacía más que pensar en que tenías que recuperarte, que tenías motivos para hacerlo… y que esos motivos no necesariamente eran volver a mí, sino a tus hijos, a las niñas y a este nuevo bebé, ese que habías decidido tener sin importarte mi opinión o lo que pensara al respecto…

    —No es así, Harry —interrumpió Draco, sintiendo una pena muy grande en el pecho, su niño pareció percibirla también, porque comenzó a moverse lentamente, como si quisiera llamar su atención.

    —Pasaron muchas cosas esos días… antes de que atacaran los vengadores, y lo entiendo, no estaba en casa, no cumplía tal como habíamos acordado, pero tenía una razón, y era importante, y te pedí que me comprendieras —Harry tomó una bocanada de aire y se inclinó un poco más hacia el frente, para apartar un poco el cabello de la frente de Draco —¡Lo sé! Yo no tengo derecho a protestar, la magia de este bebé fue lo que te mantuvo anclado aquí, pero no dejo de pensar en que no confiaste en mí… Es una estupidez —suspiró, apartándose, las manos de Draco lo sujetaron por los brazos, impidiéndole apartarse.

    —Confiaba en ti, siempre he confiado… pero yo tenía esto aquí dentro, mi madre, alguien… no lo sé ya, me decían una y otra vez que debía tenerlo, que era el momento, y tú no me decías nada…

    —Amo a este niño, ¿de acuerdo? —aclaró Harry, solo porsiacaso, y para confirmarlo, puso una mano en el abdomen de Draco, sintiendo el cosquilleo de magia —este bebé y yo hemos hablado mucho… sobre todo en las madrugadas, cuando era muy tarde, veía que se movía, lo sentía y… le contaba de ti, de lo maravilloso que eres y lo genial que la iba a pasar con las niñas y con nosotros cuando estuviera un poco más grande… Pese a que podía significar tu muerte, esperaba a este niño con muchas ansias… porque sabía que era lo que tú querías.

    —Pero aún así no lo entendías… —complementó Draco.

    Harry negó con la cabeza.

    —Yo… —Draco deseó tener un poco más de facilidad de movimiento, deseo poder hacer algo más que solo agitar las manos —te amo Harry, y lo sabes, amo a las niñas y amo a este bebé. Lamento que mi comportamiento en el pasado te haya herido, u ofendido, pero no lamento haberte engañado ni haber tomado las pociones… eso es algo que no voy a lamentar nunca, pese a lo que eso pueda significar. Tú nunca estabas en casa, y no me decías nada de nada. Pudiste explicarme, pudiste contarme y no lo hiciste. Yo tuve que tomar algunas decisiones y algunos riesgos.

    —Estás siendo un poco injusto —replicó Harry —. O muy injusto, en realidad —agregó.

    —Yo no lo creo así —respondió Draco.

    —Si no te dije nada fue porque no quería hacerte sufrir, o preocuparte, sé lo delicado que es el tema de tu madre y lo que le pasó. Y sé también que el tener un grupo de ex mortífagos sueltos, buscando venganza no era algo tranquilizador… Sólo pensé en tú bien.

    —Debiste decírmelo —contestó Draco, con mirada fría.

    Harry entrecerró los ojos y negó con la cabeza.

    —No puedo creer que no lo entiendas…

    —Y yo no puedo creer que no me lo dijeras —rebatió Draco, cada vez más enojado.

    —¡Bien!— exclamó Harry, cruzando la habitación y saliendo hacia el pasillo.

    Draco apretó los ojos y se preguntó qué tan ridículo se vería llorando en ese momento, porque era lo que estaba a punto de hacer. Se giró en la cama con una lentitud llena de dolor y subió las mantas hasta el cuello, cerró los ojos y pensó que debía volver a tener su varita a mano, para hacer cosas como apagar las luces. Harry volvería. Lo sabía. Harry y él se amaban. Y habían cosas que podían haber salido mal, ambos se habían lastimado alguna vez, él más a Harry de lo que Harry a él, siendo honestos, pero sabía que lo que tenían era muy grande para que se acabara. Se repitió aquella conclusión una y otra vez, mirando la pared blanca o la mesa pequeña con papeles coloreados sobre ella y las diminutas sillas, preguntándose cuántas tardes habrían pasado allí las niñas, a la espera de que despertara…

    La puerta se abrió nuevamente, Draco apretó los ojos, sabía que se trataba de Harry, por supuesto.

    —Yo he sentido en carne propia lo que es perderte… es el dolor más grande que he sentido en mi vida. Es la sensación más aterradora y escalofriante que he tenido, y no se lo deseo a nadie. Jamás —dijo Harry, poniéndose delante de Draco y mirándolo fijamente, su declaración logró hacer que Draco abriera los ojos, rojos y algo húmedos —Yo he hecho cosas tontas, y tú has hecho cosas tontas —Harry sonrió un poco ante la mueca de Draco —, pero este bebé definitivamente no es una de esas cosas. Te entiendo, ¿de acuerdo? —Draco asintió lentamente —, yo no estaba allí y tú lo querías… y no es que yo no lo quisiera, tenía miedo, eso era todo. Yo… amo a ese bebé tanto como amo a Sofía y Zoe, y te agradezco… realmente te agradezco que, pese a todo, hayas decidido seguir tu instinto y darme algo más que amar y adorar…

    —Harry… —Draco apartó un poco los cobertores y jaló las manos de Harry hacia él.

    —Ahora debemos cuidarte, cuidarte mucho para que tú y el bebé estén bien, ¿de acuerdo?, debes hacer caso y cuidarte mucho…

    —Sí…

    Harry sonrió un poco y se soltó de Draco, para luego caminar hacia la puerta que llevaba al armario, lo abrió con lentitud y Draco pudo ver apenas unas cuantas prendas colgadas, sacó de allí una caja muy pequeña y se la entregó a Draco.

    —¿Un regalo?

    —Lo compré hace unos meses… supuse que era algo que tú le comprarías… tú estabas en coma y no había forma de que lo hicieras… eso también se lo conté al bebé, aunque no pudiera ver lo que era…

    Harry hizo una mueca y ayudó a Draco a abrir la caja, dentro había una túnica diminuta, muy pequeña, con el escudo y los colores de Slytherin. Draco entendió, efectivamente eso era algo que él hubiera comprado, les había comprado unas parecidas a las niñas antes de que nacieran.

    Draco sonrió y asintió, antes de dejar la prenda con cuidado dentro de la caja nuevamente.

    —¿Sabes que desde que he despertado he querido hacer algo?

    —¿Qué cosa? —preguntó Harry, algo extrañado.

    Draco le hizo una seña a Harry para que se acercara, tanto que quedaron a escasos centímetros. Harry empezó a sospechar de qué se trataba.

    —Perdonarás mi poca movilidad —susurró Draco, mientras levantaba una mano para sujetarse del hombro de Harry.

    Harry no respondió, se inclinó hacia el frente y besó sus labios con lentitud… meses y meses de no sentirlo, de no tenerlo entre sus brazos ni sentir su calor, su aroma, su magia…

    Draco se sintió en la gloria, mientras rememoraba el sabor de Harry, mientras sentía su energía revoloteando alrededor. Cuando se apartaron, soltó un gruñido descontento.

    —Te extrañé mucho —susurró Harry, sin despegarse del todo de él.

    —Y yo… —replicó Draco, sin querer soltarlo. No lo soltaría nunca. No podría hacerlo.
     
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