LO QUE PERDI… LO QUE CONSEGUI… LO QUE ME PERTENECE Spin-off historia de Sora

¿Qué pasa cuando alguien marcado por la muerte se encuentra con alguien signado por el dolor?... ¿serán capaces de cambiar su destino?...

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  1. Fransela_r
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    Hola por aqui yo... les dejo el quinto capitulo, espero les guste y espero verlas por aqui, y ver sus mensajes. Besitos nos vemos pronto.






    5- UN CAMINO SIN RETORNO (3RA. PARTE)



    Las palabras de Sora resonaron en su mente toda la noche. No era como sino supiera desde un principio cuál era su lugar, pero se había permitido creer que podía ocupar un lugar en el corazón de Akira, aunque solo fuera como su hermano. Jamás pensó que el haber aceptado la generosidad de aquel noble joven le había traído problemas, no se perdonaría el ocasionar que el ser que amaba sufriera por su culpa.

    Cuando la mañana lo sorprendió, sus ojos vidriosos y cansados de tanto llorar, no abrazaron el amanecer con la alegría con la que lo recibían cada día, más en su corazón ya había una idea, un plan que llevaría a acabo desde el mismo momento en el que saliera de esa habitación. Era la hora de devolverle a Akira todo el amor y la protección que él le había brindado, aunque eso significara sacrificarse el mismo.

    Miyagi lo vio esa mañana moverse como en un trance por la cocina. Sus labores no se vieron afectadas por su estado de ánimo, sirvió la comida con la misma diligencia con la que lo hacía a diario, pero su sonrisa y su luz habían desaparecido.

    —Miyagi san desea café o un te — Shinobu sostenía la taza en sus manos, la pregunta salió de sus labios con naturalidad, pero los ojos grises y hermosos en ningún momento hicieron contacto con los de Miyagi.

    — Quiero que me digas que te pasa Shinobu.

    Shinobu se estremeció con la profunda voz de Miyagi, deseaba ser rodeado por esos fuertes brazos y consolado en su pena, pero no iba a decir nada de lo que le ocurría, nadie debía saber y mucho menos Miyagi.

    — No sé a qué se refiere Miyagi san… yo estoy bien— se dio la vuelta para marcharse, pero Miyagi lo detuvo tomándolo suavemente de la mano y lo saco de la cocina ante la mirada atónita de todos los que allí estaban.

    Una vez a solas en el jardín trasero de la casa, Miyagi pregunto.

    — Bien ahora que estamos solos mírame a los ojos y dime que ocurre.

    Shinobu estaba entre la espada y la pared, confiarle sus dudas a aquel hombre que lo perturbaba en muchas formas era algo que no podía hacer. Por otro lado Miyagi le daba tanta paz, lo hacía sentir seguro y protegido, eso era lo que mas necesitaba en ese momento en el que se sentía tan desvalido y desamparado.

    —Miyagi san por favor… por favor no me pregunte más.

    Miyagi se sorprendió pues Shinobu se metió entre sus brazos, sollozando quedamente, con un ligero temblor en su cuerpo. Él lo abrazó con fuerza brindándole calor y respiro profundo tratado de controlar su furia, pues tenía la certeza de quien había ocasionado aquel estado en el pequeño rubio.

    Agradeció el que Shinobu en ese momento lo necesitara tanto, pues el deseo de ir a estrangular a Sora era implacable, “¿Hasta cuando haces daño Sora?”. Acaricio suavemente los suaves cabellos, hasta que el pequeño se calmó.

    —Lo siento Miyagi san, no debí.

    — Shhhhh pequeño, no te disculpes, estoy aquí para ti, siempre que me necesites. — Miyagi rozo los labios de Shinobu con un sutil beso. Aún estaban en su mente las palabras que había cruzado con Akira la noche anterior.

    — Espero que sus intenciones con mi hermano sean honorables. Le advierto que no voy a permitir que ni usted ni nadie lo lastime, así que, si para usted esto es solo un juego será mejor que desista Miyagi, porque de lo contrario tendrá en mi a un enemigo.

    Miyagi no había tomado a la ligera la amenaza de Akira, y quizás sus acciones de ese instante lo comprometían más, pero no era sus deseo dejar de sentir lo que sentía por Shinobu y ya era hora de dejar de sufrir por Sora, ya era hora de tomar un nuevo rumbo.

    Se separó de los adictivos labios y miro con ternura el delicioso rostro de Shinobu sonrojado, los hermosos ojos aun cerrados, las aterciopeladas mejillas con un candoroso tono rosa. Esos exquisitos labios que lo tentaban, entreabiertos y húmedos. Hubiese sido una descarada invitación de no ser porque estaba hecha con total inocencia. Shinobu era toda pureza y eso era lo que a Miyagi más le atraía del pequeño rubio.

    Miyagi acaricio los sensuales labios con sus dedos, lo que hizo que Shinobu abriera los ojos. — Siempre estaré aquí para ti, no lo olvides.

    Las palabras eran tan reales, que Shinobu solo pudo asentir. Aquella certeza, aquella entrega, habían sido alguna vez para Sora. Miyagi le amaba con devoción, le habría entregado su vida de ser necesario, pero Sora había desechado aquel amor, lo había roto en mil pedazos. Ahora un joven libre de manchas, ajeno al odio y lleno de inocencia se estaba ganando poco a poco ese noble corazón y nadie podría detener aquel amor. Aunque Sora no se las iba a poner fáciles.

    — Ummmm, ¿ese regalo es para mí?.

    Sora señalaba un enorme paquete que Akira cargaba en sus brazos, su novio le sonrió y coloco el regalo junto con otros paquetes sobre la cama. Sora se sentía satisfecho, su plan había dado resultado, aquel día no había visto ni la sombra d Shinobu. Desayunaron en el gran comedor principal en compañía de su suegro, al que aún no le habían revelado la noticia del embarazo y Shinobu no había estado por ningún lado.
    Sora había entretenido lo más que pudo a Akira para que no recordara al chico, y ahora al caer la tarde seguía sin pistas del muchacho. Akira se sentó a su lado y coloco varios paquetes en sus manos.

    — Estos son para ti.

    Sora abrió con alegría infantil los diversos regalos. Joyas exquisitas, y ropas de finas telas. Estaba complacido y emocionado, pero no pudo dejar de notar que la gran caja no estaba en sus manos.

    — ¿Y esa caja?, ¿No es para mí?

    — No mi hermoso príncipe. —Le respondió Akira poniéndose de pie y tomando la caja en sus manos—. Esta es para Shinobu, no tiene ropa para nuestro matrimonio y quiero que se vea muy guapo, así que le compre varios trajes para que escoja cual le gusta más.

    Sora sintió que su cara ardía de furia, era demasiado insultante la idea de que Akira le comprara algo a un simple sirviente, eso lo humillaba, le estaba matando el ego. Fue tal su ira que la preciosa pulsera de plata con pequeñas hojas de cristal que apretaba violentamente en su mano, se rompió ocasionándole un ligero corte.

    — ¡Ah!— grito al sentir el cristal perforar su piel.

    — Cariño ten cuidado. — Akira corrió al baño volviendo casi de inmediato con un paño húmedo.

    — No… no es nada, no te preocupes mi amor.

    Sora no miraba como su novio se afanaba en curar la pequeña herida. Sus ojos estaban fijos en la caja que en ese momento deseaba estuviera en sus manos para destrozar cada cosa que allí hubiese.

    Akira termino de limpiar el corte y noto la mirada distraída de Sora.
    — ¿Cariño te sientes bien?

    No podía, por más que lo deseaba no podía tener un estallido de furia en ese momento. Akira adoraba a Shinobu, hacer un escándalo porque le comprara un regalo solo le traería problemas.

    — Si mi amor estoy bien, solo un poco cansado. ¿Por qué no vas a buscar a Shinobu kun y le das su regalo?, estoy seguro que le va a encantar. Yo voy a recostarme un rato.

    Akira lo beso y lo ayudo a recostarse cubriéndolo con una suave manta. — Vuelvo en un rato amor. — Sora le sonrió hasta que lo vio salir de la habitación. Cuando finalmente estuvo solo, grito de frustración cubriendo su boca con la almohada —. Ojala cumplas tu promesa maldito mocoso, porque si no lo haces te juro que buscare la forma de destruirte… Te lo juro.

    Miyagi estaba en la entrada de la casa conversando con algunos de sus hombres cuando Akira le pregunto. — ¿Miyagi san ha visto a Shinobu?, no lo encuentro en ninguna parte.

    — Precisamente le estaba dando instrucciones a mis hombres para poder ir a buscarlo, él debe estar por salir de la escuela.

    Akira hizo una mueca de desagrado, había olvidado la escuela, y de pronto se dio cuenta que no había pasado mucho tiempo con su pequeño últimamente. Le molestaba que Miyagi estuviera más enterado de las cosas de Shinobu que él, más, cuando le había dejado muy claro al hombre que no permitiría que dañara a su pequeño hermano. En ese momento se le ocurrió que no dejaría a Miyagi tomar más ventaja.

    —No será necesario, yo mismo iré por mi hermano.

    Pero Miyagi no era fácil de vencer, esa tarde tenía planes especiales con su pequeño rubio, planes que había hecho en función de borrar la tristeza de aquel dulce rostro, así que, la malcriadez y sobreprotección de Akira no iban a arruinar sus planes.

    — Le recomiendo que le avise a Sora sama, no le va a gustar saber que Usted salió y no le informó nada.

    “Touche” Miyagi canto victoria al ver la mueca en el rostro de Akira. El gesto de molestia se transformó en una mirada cargada de desafío e ira, ambos sabían que Sora haría un berrinche si Akira salía a buscar a Shinobu, Akira no tomo muy bien que Miyagi conociera sus debilidades.

    — Déjennos. — Ordeno a los otros guardias. Cuando estuvieron a solas le espeto a Miyagi con profunda rabia—. Se cree muy listo.

    — No lo estoy desafiando Umehara sama, solo le di una recomendación, ambos conocemos al joven amo y Usted no desea que se disguste sin necesidad.

    Akira cerró sus manos en apretados puños. — ¿Qué es lo que se trae entre manos Miyagi?

    — La respuesta se la di anoche Akira san, ahora si me permite, no quiero que Shinobu espere por mí.

    “No sé lo que siento, o quizás si lo sé pero no deseo reconocerlo aun. Solo le diré que nunca jugare con los sentimientos de alguien tan puro e inocente como Shinobu, así que pude estar tranquilo. Por otro lado el único que tiene la potestad de decidir si me quiere o no a su lado es él, le recomiendo que lo deje tomar sus propias decisiones.”

    Las palabras de Miyagi vinieron a su mente, debía reconocer aunque no quisiera, que el hombre tenía razón. Pero eso era algo que conversaría con Shinobu una vez que este regresará a casa. No quería hacer algo que lastimara al pequeño, pero al primer error que cometiera Miyagi no le temblaría la mano para hacerlo pagar. Si hubiese sabido que el único que dañaba y dañaría a Shinobu era aquel al que más amaba.

    — ¿Miyagi san que hacemos aquí?

    La elegante tienda estaba casi vacía, una delicada mujer se les acerco y antes de que Shinobu pudiera volver a preguntar, Miyagi le hablo a la mujer.
    — Quisiera algo muy elegante y bonito para él y un traje para mí.

    Shinobu lo miro con confusión, él solo acaricio con ternura la pequeña nariz respondiendo a su muda pregunta. —Iremos a un lugar especial y tenemos que estar vestidos acorde a la ocasión. Confía en mí, te va a gustar.

    Shinobu se dejó llevar por la mujer, al cabo de una hora estaba frente a un espejo mirándose sin creerlo.

    — Se ve perfecto. — le decía la joven chica que lo ayudaba a vestirse.

    Miyagi lo esperaba sentado en un mueble, elegantemente ataviado con un traje negro, saboreaba despacio una copa de vino cuando lo vio salir.

    — ¡Hermoso!— exclamo con admiración al verlo.

    El delicado Kimono negro estaba salpicado con diminutas flores doradas, bordadas con fina pedrería, la faja blanca que circundaba su cintura estaba también finamente bordada con hilos dorados y pequeños cristales brillantes. La exquisita obra de arte ajustaba perfectamente en la pequeña y sutil silueta de Shinobu.

    El pequeño rubio lo miro con una feliz expresión que le confirmo a Miyagi que le gustaba el regalo que le había hecho. — Miyagi san… esto… esto es mucho.

    Miyagi le sonrió y tomo su mano para salir de la tienda, no sin antes despedirse de las jóvenes vendedoras que los miraban extasiadas. — Parecen unos príncipes de cuentos. — decía una encantada —. A mí me parece modelos de revistas. — dijo otra con emoción.

    Y estaban en lo cierto, la magia que brillaban entre ellos, los hacia parecer sobrenaturales.

    Shinobu hizo un respingo de emoción cuando se encontró dentro del enorme recinto del teatro, Miyagi le llevo con delicadeza a sus asientos y en el camino eran dueños de todas las miradas y comentarios.

    Shinobu vivió la mejor experiencia de su vida esa noche, los solos de piano de varios concertistas, llenaron sus sentidos. Las dos horas que duró el concierto fueron para él, uno de los momentos más inolvidables de su vida. Pero lo mejor estaba por llegar.

    Después de salir del teatro, Miyagi lo llevo a un concurrido boulevard, los bancos se esparcían por doquier, la noche engalanaba el cielo, y las estrellas brillaban con todo su esplendor. El aroma de las hermosas flores que adornaban los suntuosos árboles se extendía alrededor como un suave manto embriagador. Tenues luces eran las cómplices de los que por allí paseaba aquella noche. Al final de la larga avenida una enorme fuente bailaba al compás de una delicada música, haciendo un espectáculo de luces y agua que corría a través del cielo.

    No supieron en que momento sus manos se entrelazaron entre sí, pero así caminaban tomados de la mano, en silencio.

    — Quiero pedirle a tu padre que me conceda tu mano.

    Miyagi se había detenido bruscamente, como si ese momento de valor que le había llegado pudiera escapársele en cualquier momento. Era ahora o no sería nunca y no quería perder la oportunidad de ser feliz con alguien que no solo valía la pena sino que era más de lo que el merecía. Shinobu le haría olvidar a Sora. Shinobu lo salvaría de la oscuridad, solo él podría hacerlo.
    —… Yo… yo espero que él lo haga y aun si la respuesta es no, estaría dispuesto a huir contigo al fin del mundo si es necesario.

    Shinobu se dio la oportunidad, no tenía nada que perder, era lo mejor para alejarse definitivamente de Akira, y de ese amor que no lo llevaría a ninguna parte. Miyagi era perfecto en todos los sentidos, era el hombre que lo haría feliz, que le daría lo que siempre había soñado, un hogar, una familia una vida que le perteneciera. No se había ni siquiera detenido a pensar, no hacía falta, era la mejor decisión.

    Y así fue como sus labios se encontraron nuevamente en un apasionado beso bajo la luz de la luna. Promesas miles habían en sus corazones. Promesas de felicidad, de entrega, de amor, pero también existían razones equivocadas y eso los llevaría tarde o temprano a preguntarse si lo que habían hecho era lo mejor. Debían disfrutar la felicidad mientras le durara pues su mundo estaba a punto de tambalearse poniéndolos a prueba a ellos y al amor que comenzaba a nacer.

    Se besaron suavemente en la entrada de la casa, el silencio era su cómplice, pues sus miradas se decían más que las mismas palabras. Cuando abrieron la puerta para entrar sonreían tomados de la mano, pero la fuerte voz de quien menos esperaban los sacó de su momentánea magia.

    — ¡Vaya!... por fin se decidieron a llegar.

    La voz y los ademanes de Akira, denotaba que apenas estaba controlando la ira. Shinobu trato de soltar su mano pero Miyagi no se lo permitió, aferrándolo con más fuerza.

    — Se nos hizo un poco tarde, porque fuimos a un concierto y luego a cenar. Si ocasione molestias con eso, me disculpare con Onoda sama en este mismo momento.

    — ONODA NO TIENE NADA QUE VER CON ESTO… ES CONMIGO CON QUIEN TIENE QUE DISCULPARSE, ES A MI A QUIEN LE VA A DAR EXPLICACIONES.

    Los gritos de Akira se oyeron en toda la casa, despertando a todos.

    — ¿Joven amo que ocurre?—pregunto Onoda al entrar al salón, unos segundos después llegaba Sora —.¿Amor porque gritas?

    Shinobu apretó más la mano de Miyagi, aquello se estaba saliendo de control. Logro ver como Sora le daba una mirada de molestia y de pronto supo que aquel era su momento, el momento de hacer lo que creía correcto.

    — Papa Onoda, Sora sama, no ocurre nada, solo es un malentendido. — Miro a Miyagi en una clara petición que el hombre entendió de inmediato, y luego se dirigió a su hermano, con tanta solemnidad que su corazón dolió como si estuviera rompiéndose —. Miyagi y mi padre van a conversar Akira sama, yo en este momento me dirigiré a mi habitación, lamento haber causado su malestar, no volverá a ocurrir.

    Miyagi beso su frente con amor, ante la mirada furibunda de la pareja y la muy confundida mirada de Onoda. Shinobu le dio una última mirada, antes de irse, él era su fuerza, de lo que sentía por Miyagi se agarraría para no caer, en lo que sabía sería un doloroso camino.

    — Buenas noches tesoro, que descanses. — le dijo Miyagi dejándolo marchar.

    Akira estaba en shock, la voz de Miyagi lo saco de su estupor.

    — Onoda sama ¿me permite hablar con usted en privado?

    Onoda asintió y fue entonces cuando Akira reacciono. — ¿Que carajos está pasando aquí?.

    — Mi amor cálmate… Ven vamos a la habitación deja que ellos resuelvan sus problemas. — Sora intento llevarlo con él, pero Akira estaba más allá del entendimiento en ese momento.

    — No voy a ningún lado, ahora mismo me van a decir ¿qué está pasando aquí?... ¿Por qué Shinobu me hablo de esa forma?... ¿Acaso Miyagi, usted le dijo algo?, ¿Le pidió que me tratara así?

    Miyagi negó con la cabeza y luego respondió. — Ignoro porque Shinobu se expresó de esa forma.

    Akira lo vio con impotencia y ante la mirada atónita de Sora se fue tras Shinobu. Miyagi ignoró a Sora y miro a Onoda diciéndole. — ¿Podemos hablar?.

    — ¡Miyagi!— le llamo Sora deteniéndole, cuando Miyagi volteo a verle le espeto con molestia —. Solo traes problemas.

    Miyagi esbozo la más diabólica de las sonrisas. — Usted tiene la solución en sus manos. —Tras sus palabras se marchó con un mudo Onoda que aún no digería toda aquella escena y más aún cuando escuchaba los gritos del prometido de su amo.

    — Jamás… ¿Me oíste?, jamás.
    Miyagi también los oyó pero no les prestó atención, porque estaba muy seguro que ese jamás estaba muy próximo a convertirse en un muy pronto.

    Shinobu se miraba en el espejo de su habitación, su rostro estaba cubierto por finas lágrimas. Como era posible sentirse dividido en dos, tener una inmensa felicidad y una absoluta tristeza.

    Acariciaba la fina tela de su deslumbrante kimono y agradecía el haber conocido a Miyagi, el que ese hombre le diera la fuerza para olvidar, para comenzar de nuevo. Los toques de la puerta y la voz de Akira le hicieron recordar, que olvidar no iba a ser tan fácil, no cuando por muchos años su único amor había sido Akira.

    — Shinobu ¿puedo pasar?

    — Lo siento… yo… yo estoy por acostarme. — no quería enfrentarlo, no en ese momento en el que se sentía tan vulnerable.

    Shinobu dio un pequeño salto cuando Akira abrió la puerta y entro a la habitación. —¿Vas a dormir vestido así?

    Akira señalaba la prenda que Shinobu aun vestía, el chico aparto su mirada, limpiando disimuladamente las lágrimas.

    — No puede entrar así a mi habitación… por favor váyase.

    Akira se acercó despacio y lo abrazó dulcemente. — ¿Por qué estás hablándome así pequeño?... ¿Qué es lo que sucede?

    Shinobu se sintió morir al estar dentro de esos brazos, ira, dolor, amor, todo gritaba en su interior, pero no podía dejarse vencer por el anhelo, debía ser fuerte, debía seguir el camino que se había trazado, por el bien del que ahora lo abrazaba con amor. Se apartó como pudo de Akira y camino poniendo distancia entre ellos.

    — Esto no es correcto… Usted es el dueño de esta casa y yo solo soy un sirviente, así que por favor, salga de mi habitación.

    — Ese maldito de Miyagi te está metiendo cosas en la cabeza. — Shinobu lo miro con confusión —. Miyagi san no tiene nada que ver con esto — le espeto con rudeza.

    — ¿Entonces por qué estás diciendo esas tonterías de que eres un sirviente?

    — ¿Y es que acaso no es eso lo que soy? — contrataco Shinobu, Akira apretaba los puños con frustración.

    — Nunca te he tratado como un sirviente. — le dijo Akira con suavidad, Shinobu imito su tono respondiéndole —. ¿Y eso cambia el hecho de que eso es lo que soy?... eso no va a hacer que milagrosamente yo forme parte de esta familia. Soy un huérfano que abandonaron en la puerta de esta casa y que su familia por lastima decidió criar. — Ahora estaba siendo cruel, él lo sabía, pero no había otra forma de alejar a Akira de él.

    — ¿Eso es lo que has pensado todo este tiempo?

    Shinobu no lo pensó ni un segundo antes de contestar. — Eso es lo que he sido todo este tiempo… solo que nunca quise ver la realidad, me aferre a una ilusión, pero ahora entiendo cuál es mi lugar.

    Akira le pregunto con amargura. — ¿Y que te hizo entender según tú?

    Shinobu se preparó para darle final a aquella discusión, encontró la fuerza dentro del amor que sentía por Akira sabiendo que aquello terminaría con los problemas que le había causado.

    — Sigue viéndome como a un niño Akira sama, pero ya no lo soy, veo y escucho todo a mí alrededor. He aprendido mucho de la vida en la escuela, no solo de arte o música o baile, aprendí a vivir. Mi vida no es esta, creyéndome parte de su familia, mi vida está en la cocina sirviendo la comida, o en el jardín regando las plantas. Mi vida es servir, porque para eso fui criado. Le agradezco mucho la ilusión, pero es momento de despertar y tomar el lugar que me corresponde.

    — Me están matando tus palabras Shinobu. — susurro Akira casi sin aliento. Shinobu quiso correr y abrazarlo, pero lo hecho, hecho estaba, ya no podía volver atrás.

    — Y a mí me ha hecho daño creerme algo que no soy… Mañana cuando amanezca Usted seguirá siendo Akira Umehara, próximo Kumicho de dos grandes clanes y yo seré Shinobu el huérfano que su familia acogió, eso nada lo va a poder cambiar.

    — Yo…— La palabras murieron en los labios de Akira, no sabía que decir. “a mí me ha hecho daño creerme algo que no soy” esas palabras le habían dolido más que nada, el solo pensar que le hubiese hecho daño a su pequeño lo lastimaba en lo más profundo.

    — Lo siento pequeño. —Fue lo único que pudo decir antes de marcharse y dejar a Shinobu lleno de tristeza y decepción.

    — Miyagi sama no es una sorpresa para mí su petición. La verdad esperábamos que esto pasara, solo que no tan rápido. — Miyagi sentado cómodamente fumaba un cigarro. — Mi estancia aquí será corta y no quiero prolongar demasiado las cosas, quisiera que al marcharme de nuevo a la capital, pudiera llevarme a Shinobu conmigo.

    Onoda se sentó frente a Miyagi diciéndole con complacencia. — Es un placer para mí entregarle a mi hijo, no podría a pensar en una mejor persona para que cuidara de él.

    — Bien, entonces todo resuelto, una vez que el joven Umehara y mi amo se casen y se vayan de luna de miel, me casare con Shinobu y me iré a la ciudad… Demás está decirle Onoda sama que será bienvenido a nuestra casa cuando lo desee.

    Ambos hombres se estrecharon las manos con solemnidad. Miyagi satisfecho y feliz, Onoda aliviado, su joven amo tendría algo menos de que preocuparse, Shinobu estaba ahora en buenas manos.

    Miyagi salió al pasillo en dirección a su habitación, se encontró con que Akira lo esperaba recostado de una pared, suspiró con cansancio, no deseaba un nuevo enfrentamiento con el joven, pero Akira solo le dijo con un suave tono.
    — Por favor cuide mucho de él… Tal parece que yo no supe hacerlo.

    Akira se marchó después de aquellas breves palabras dejando a Miyagi seriamente confundido.

    Así pasaron dos semanas, Shinobu evito por todos los medios toparse con Akira y este último, estaba demasiado atareado con su próximo matrimonio, y demasiado sentido con las duras palabras de Shinobu. Se avoco completamente a preparar todo para su boda, tratando de olvidar que acababa de perder a su hermano.

    Miyagi pasó aquellos días entregándose a las nuevas sensaciones que le daba el amor. Trataba a cada momento de borrar la tristeza en los ojos de Shinobu llenándolo de cariño, en acogedoras tardes colmadas de besos y suaves caricias. Sora por su parte se encontraba satisfecho, había logrado alejar a Shinobu de su prometido y muy pronto también lo alejaría de Miyagi, pero lo que aún no sabía el joven ni casi nadie en la casa Umehara, era que Shinobu y Miyagi solo esperaban que ellos se fueran de luna de miel para ellos también unirse en matrimonio e irse lejos, a su nuevo hogar.

    Solo que los planes cambiarían esa noche al recibir Miyagi una inesperada llamada que los llevaría a todos a un camino sin retoro.

    “Esa noche el asesino encontrara la luz y el ángel negro entrara a la oscuridad”


     
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    te juro que casi di un salto de alegría al ver que actualizaste
    cada vez que entraba al foro era con la esperanza de ver la actualización
    por dios nunca no me cansare de decirte que buena escritora eres
    me encanto tanto este capi
    pero que sera lo que va a pasar
    realmente te encanta dejarnos con las ganas
    pero bueno fui feliz al saber que shinobu y miyagi se van a casar
    y por supuesto que bien vestidos son irreales
    pues son tan bellos los dos como me hubiera gustado
    estar en ese teatro y verlos
    pero bueno espero que la vida no sea tan dura con ellos
    que bueno que sora no sabe nada del matrimonio de los terroristas
    akira se que sufres pero no hay nadie mejor para shinobu que miyagi
    bueno sin más espero con muchísimas ansias la conty
    nos vemos
    :=PENSDF:

    Edited by mintblue - 26/1/2013, 00:19
     
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  3. Vico-chan
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    aaahhhh!!!! que super emocion...
    ya estaba algo triste porque no habias actualizado
    pero la espera ha valido la pena.... fue genial...
    aaahhh espero que todo salga bien y que nadie sufra...
    bueno o si sufre no mucho
     
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    Hermoso!!!!!
    Lei el capitulo hace dias pero no pude comentar, mi inter esta fallando mucho D:
    Me encanta el hecho de que Miyagi y Shinobu se vayan a casar *O* la bomba que se desatara cuando Sora se de cuenta!!
    Maldito ya consiguió que la relación de Akira y Shinobu cambiara u_u no se que hará cuando se entere de la boda! solo se que no sera bueno D: Espero que Miyagi no le permita que dañe mas al pequeño Terrorista
    Estaré esperando la próxima conti!!
     
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    :=SHOROO: :=SHOROO: :=SHOROO: :=SHOROO:
    por favor Fransela_r quiero conty
    estoy desesperada por no saber que va a suceder
    y bueno por esta razón estoy aquí pidiendole
    no mejor dicho rogandole que nos traiga la conty
    nos vemos
    :=PENSDF:
     
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  6. Fransela_r
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    Guao jejeje nunca me tarde tanto en actualizar, mis disculpas a las que siguen el fic. Bien aquí estoy de nuevo con un capitulo, un poco largo ¿la razón?... bien, no me gusta tomar mis trabajos a la ligera así que me dedico a investigar un poco los temas que escojo para escribir y si bien no profundizo demasiado en ellos a la hora de plasmarlos en la historia, si me gusta saber que lo que están leyendo se asemeja bastante a lo real, en este caso los Yakuza tienen un mundo tan violento como sangriento y la verdad apasionante, con un sin fin de modismos y tradiciones que puedes pasar días estudiándolos, la verdad disfrute y le doy las gracias a mi beta por la enorme ayuda en la última escena. No es perfecta pero creo que logre lo que deseaba.
    En fin les dejo al final un glosario con las palabras en japonés que utilice para darle más énfasis a la historia.
    Creo que no me queda más sino esperar sea de su agrado y si es así, agradecer de corazón que me lo hagan saber con sus mensajes, recuerden que los que escribimos solo esperamos a cambio sus palabras por más cortas que sean, besitos y nos vemos el lunes.

    Gracias mil por leer

    Si alguien sabe como arreglar las sangrias se los agaradeceria, en algunas partes me las toma y en otras no.





    6. Adiós a un dulce sueño.


    ¿Quieres el sol?
    ¡No!
    ¿Quieres el mar?
    ¡No!
    ¿Qué puedo darte?
    Tu corazón
    ¿Qué harás con él?
    Se ahogara en mi sangre y se convertirá en arena.




    Aquella nublada mañana los habitantes de la enorme casa se movían como cada día. La sonrisa amable de Miyagi se topaba a cada segundo con la mirada tímida de Shinobu. Los que comían en la cocina estaban extasiados con la inocente coquetería de los enamorados.

    Nada en el cálido hogar Umehara presagiaba tormenta. Pero entre las sombras se arrastraba la desgracia, decadente, oscura, dispuesta a llevarse todo a su paso.

    — Jefe, Miyagi acaba de volver.

    — ¡Maldita sea!— Se oyó al otro lado del teléfono y luego solo silencio.

    Aoe Kento apretaba el teléfono en sus manos con profunda impotencia.

    — Kumicho.

    — Cállate… cállate de una jodida vez. Mientras el maldito de Yö este allí no podemos hacer nada… Se nos está acabando el tiempo. Si Umehara y Osagawa se unen nos hundimos… nos hundimos ¿escuchaste?

    El hombre se sentó frente a él, mirándolo con seguridad. — Cometerán un error jefe… cometerán un error y nosotros aprovecharemos para acabarlos.

    — Quisiera creer en tus palabras Haruhiko.

    Pero no estaban lejos de cumplir su cometido, la oportunidad los esperaba a la vuelta de la esquina.

    Al caer la tarde Miyagi y Shinobu regresaban de su paseo, lo habían hecho cada tarde de aquellos días. Se compenetraban cada vez más, con largas charlas, conociéndose, logrando ver más allá de lo que les mostraban sus ojos, entrando en el corazón del otro.

    Se sentaron en el solitario jardín, les gustaba terminar allí sus preciadas tardes, en compañía del murmullo del viento, arropados con las sombras del inicio de la noche, envueltos en el aroma de las flores nocturnas. Se miraban por largo rato y se besaban en incontables ocasiones, tomados de las manos, en silencio.

    Fue entre uno de aquellos besos, que Shinobu recibió una grata sorpresa, algo frio había sido deslizado en su dedo anular y él supo enseguida de que se trataba. Tuvo miedo de abrir los ojos, los sueños te despedazan, él lo sabía. Pero, ¿cómo no soñar? , cuando la vida le sonreía a través de los ojos de un perfecto caballero.

    — Mírame, pequeño. —La voz de Miyagi sonaba como un tímido ruego, Shinobu abrió sus ojos encontrándose con la dulce mirada de amor —. Cuando mi padre le pidió a mama que se casara con él, le dio esta sortija que hoy pongo en tu dedo. Ellos se prometieron amarse por siempre y a pesar de la muerte lo cumplieron. El me pidió que le pusiera este aro a la persona con la que deseara realmente pasar el resto de mi vida. Sé que apenas nos conocemos, que tenemos mucho que aprender el uno del otro, sé que habrá días en que será más difícil que otros, sé que no todo será sonrisas y alegría, pero aun en las lágrimas y la tristeza, aun en los días oscuros, no existe para mi otra persona con la que quiera atravesar ese camino que no seas tú. Me abriste tu alma y me diste esperanza, déjame darte a cambio mi corazón.

    Las manos de Shinobu temblaron levemente, la hermosa sortija brillaba en su delicado dedo. — Cada vez que estoy contigo parece como si soñara, y si esto es un sueño ojala nunca despierte.

    Un insistente timbre interrumpió el idílico momento. Miyagi se sobresaltó, aquel tono solo le pertenecía a alguien muy especial para él.

    — ¡Alo!.

    — Hermano, ella… ella ya viene. — Nowaki sonaba totalmente fuera de sí. — Te necesito hermano, no me dejes solo.

    — Me iré en el primer vuelo que salga para allá. Ten confianza Nowaki ellos son fuertes, todo va a salir bien. Dile a Hiroki que voy para allá y que quiero verlo bien, dile que es una orden.
    Miyagi sonaba calmado al despedirse de su hermano, pero por dentro estaba desmoronándose, el embarazo de Hiroki no había sido del todo fácil, corría muchos riesgos, cualquier cosa podría salir mal y el no deseaba ver sufrir a su hermano. Nowaki no soportaría perderlo, así como su padre había seguido a su mama, Nowaki también se iría tras su hermoso ángel.

    — ¿Miyagi san que ocurre?... estas pálido…¿Paso algo con tu sobrina?.

    — Mi pequeña está por nacer, se adelantó y mi hermano está muy alterado… tengo que irme, tengo que irme esta misma noche.

    Miyagi beso las manos de Shinobu y corrió a su cuarto para preparar sus maletas. Sabía que aquello causaría problemas, más aun, cuando la boda de Akira y Sora estaba por realizarse, pero nada de eso era importante en ese momento para él, solo importaba su hermano, su cuñado y la bebe que muy pronto conocería.

    Respiro profundo buscando serenarse y marcó en su celular.

    — Kumicho sé que le prometí quedarme con Sora, pero debo marcharme esta misma noche.

    Osagawa se quedó en silencio unos segundos, suspiro con pesadez antes de responder. — Esta bien Miyagi, ya has hecho más de lo que debías hacer, vete tranquilo.

    — Osagawa sama, estoy seguro que Tano puede hacerse cargo por lo menos hasta que yo regrese. Tratare de volver para la boda. — Miyagi estaba entre la espada y la pared, pero abandonar a su hermano no era una opción. Sabía que Sora haría uno de sus berrinches pero eso era lo que menos le importaba.

    — Yo iré para allá mañana Miyagi, mi hijo seguro hará un escena cuando vea a Tano supliéndote y no quiero que arruine su matrimonio por una malcriadez.

    La voz del viejo se oía cansada, Miyagi titubeo por unos segundos.
    — Kumicho yo no quisiera.

    — No Miyagi, ve tranquilo, no me debes nada, al contrario yo te debo mucho a ti, me has cuidado por años, a mí, a mi familia, me entregaste más de lo que debías. Se lo debo a tu padre. Ve tranquilo hijo yo me encargare de Sora.

    Miyagi colgó el teléfono con cierto alivio. Volvió a marcar y estaba con la aerolínea cuando tocaron levemente a su puerta, se sorprendió al ver a Shinobu con una pequeña maleta en sus manos.

    — Iré contigo Miyagi san… si tú me lo permites.

    Miyagi sonrió y alboroto sus cabellos diciéndole a la joven con quien hablaba. — Son dos pasajes señorita.

    Shinobu le sonrió dulcemente y entro a la habitación ayudándole a terminar de empacar, mientras Miyagi compraba los boletos. Sentado en la cama con el gran oso que habían comprado para la pequeña bebe, Shinobu esperaba. Miyagi termino de hacer la compra y suspirando pensó que había una última cosa que hacer antes de irse, pues aunque ya tenía el permiso de quien le importaba, no se iría sin hablar con Akira, aunque eso le costara una molesta discusión.

    Por suerte lo encontró reunido con Onoda y su padre, conversaban acerca de la boda y otros detalles. Miyagi le hablo con serenidad. — Buenas noches… Que bueno que lo encuentro, necesito hablar con usted Akira sama.

    El joven lo miro con seriedad. — Si Miyagi, dígame en que puedo ayudarlo.

    Miyagi no quiso darle largas al asunto tenían un vuelo que alcanzar.
    — Me iré esta noche… tengo un importante asunto familiar que resolver.

    Tanto Onoda como el padre de Akira se sobresaltaron con la noticia, sin embargo Akira no dio señas de molestia. — ¿Se comunicó con Osagawa sama?

    — Hablé con él hace unos minutos, me dio su permiso y me informó que adelantará su viaje. Estará mañana aquí, por si el joven Sora lo necesita.

    Akira y Miyagi sabían que Sora haría un berrinche. Akira suspiró, le esperaban momentos difíciles con su prometido, pero Miyagi ya tenía el permiso de Osagawa. “Quizás si le digo de las amenazas” Akira negó con la cabeza inmerso en sus pensamientos, no lo detendría, el no necesitaba a Miyagi, con sus hombres sería suficiente. El podía proteger a Sora.

    — Bien Miyagi puede marcharse.

    — Gracias Akira Sama. — Miyagi entonces se dirigió a Onoda, ante la mirada incrédula de Akira. — Onoda sama, Shinobu me pidió acompañarme. Ya compre el boleto solo deseo informarle que me llevare a mi prometido conmigo.

    La mirada glaciar de Miyagi y su exigente voz no permitió replica alguna. Akira salió dando un portazo y no escucho cuando Onoda le daba su permiso a Miyagi.

    Minutos después, a través de las ventanas del piso superior, Akira observaba como Miyagi acomodaba a su pequeño en el asiento, abrochó su cinturón y le dio un suave beso, antes de cerrar la puerta e ir al lado del conductor. Shinobu lo sintió, su penetrante y triste mirada, volteo sus ojos y allí lo encontró, lo miraba a través de las cortinas, sus ojos apagados. Akira quiso hacerle un gesto, quizás despedirse, pero Shinobu volteo su mirada sin darle tiempo a nada.

    El vuelo fue rápido y tranquilo en menos de una hora estaban en un taxi camino al hospital. Miyagi había llamado a su hermano al momento de salir del aeropuerto, Nowaki le informo que Hiroki estaba estable y muy pronto lo llevarían al quirófano. — Date prisa hermano.— Le había pedido Nowaki con una voz cargada de ansiedad y alegría.

    Resultó que llego justo a tiempo, cuando en recepción del hospital le informaron el número de la habitación había corrido lleno de anhelo, Shinobu tras él solo podía sonreír. Por las puertas de la mencionada habitación salía su hermano con su traje de cirugía y a su lado en la camilla iba Hiroki con un rostro sereno y ciertamente lleno de felicidad. Miyagi abrazo a Nowaki con una profunda alegría. — Ya estoy aquí. —Le susurro lleno de emoción, pudo sentir como el cuerpo de su hermano temblaba ligeramente, así que abrazándolo con más fuerza le dijo—. Todo saldrá bien… ya lo veras.

    Nowaki le sonrió con sus ojos llenos de lágrimas, Miyagi se acercó entonces a su cuñado y besando su frente le dijo con amor mientras una de sus manos acariciaba el prominente vientre. —Te dije que vendría, cumplí mi promesa. Ahora tu cumple la tuya y se fuerte, estaré esperándolos aquí, a los tres.

    Hiroki un poco adormecido por la anestesia le sonrió con cariño, su blanca y delicada mano tomo la de Miyagi, apretándola le susurro con amor. —Gracias Miyagi, gracias por venir… nos vemos en un rato.

    La enfermera se lo llevo por el pasillo, Nowaki le dio una última sonrisa a su hermano antes de ir tras su esposo. Miyagi sintió un dejo de temor, su familia eran ellos, lo único que le quedaba, lo único que valía la pena en su vida, de pronto se sintió solo, hasta que una pequeña mano se envolvió con la suya llenándolo de calor. —Él va a estar bien Miyagi san… ya lo veras.

    No, no estaba solo, ahora lo tenía a él, a su pequeño rubio que en ese momento le daba fuerza y amor, que en ese momento le recordaba que había esperanza hasta para alguien como él. Le sonrió y se sentaron en la pequeña sala de espera, faltaba poco para el amanecer y solo les quedaba esperar.

    Cuando los primeros rayos del sol despuntaron dos horas después, por la puerta de la que Miyagi no había apartado su mirada salió un sonriente y deslumbrante Nowaki, sus ojos estaban llenos de lágrimas pero su sonrisa iluminaba más que la misma luz del sol. Miyagi soltó la mano de Shinobu y camino hacia él, al momento escucho como Nowaki le decía entre lágrimas de alegría. —Es hermosa Miyagi… es hermosa, los dos están muy bien.

    Nowaki envuelto entre los brazos de su hermano lloro entonces aquellas lagrimas que había estado reteniendo por tanto tiempo, el miedo de perder lo que más amaba, la incertidumbre de no saber lo que pasaría y el estar solo con todo aquello había hecho merma en su fortaleza, pero, ya todo estaba en su lugar. Su esposo estaba fuera de peligro, tenían una hermosa hija y lo mejor, su hermano estaba con él.

    Al poco rato estaban ya en la habitación, Hiroki acunaba a su bebe en los brazos, de nada había servido la pelea de Nowaki para que durmiera un rato, el solo quería contemplar a su bebe y mimarla como había deseado hacerlo durante los casi nueve meses que estuvo dentro de él. Shinobu había sido presentado he hizo mucha empatía con Hiroki, fácilmente se trataban como si se conocieran de años y no de pocas horas. Nowaki había quedado encantado con el pequeño rubio, sobre todo por el cambio que había notado en la actitud de su hermano, las piezas encajaban ahora perfectamente y solo faltaba que Miyagi dejara la casa Osagawa para que pudieran ser felices plenamente.

    —Miyagi ¿verdad que es hermosa?.

    Miyagi se acercó a la cama sentándose al lado de Shinobu que miraba embelesado a la pequeña bebe. — Es perfecta Hiroki. — El castaño les sonrió y beso la frentecita de su pequeña —. Apresúrense y tengan bebes pronto para que mi pequeña Ariasu tenga primos con quien jugar.

    Shinobu se sonrojo, pero Miyagi y Nowaki quedaron sin palabras al oír las palabras de Hiroki. —Mi amor tu…

    —Te dije que el nombre sería una sorpresa y yo sé que ustedes aman ese nombre, también sé que no me ibas a pedir que se lo pusiera Nowaki, pero, yo quería que mi niña llevara el nombre de una gran mujer y que mejor que el de su abuelita que la cuidara desde el cielo.

    Nowaki se acostó en la cama y lo abrazó lo mejor que pudo para no lastimarlo, deposito pequeños besos en sus mejillas y labios dándole silenciosas gracias. Miyagi se limitó a sonreír complacido, con cuidado acaricio el delicado rostro de su sobrina. —Serás una niña muy amada Ariasu, todos cuidaremos de ti.

    Al final y luego de la intervención de Miyagi con un ligero regaño, Hiroki se durmió, la bebe reposaba tranquila en una pequeña cunita al lado de su mama. Shinobu la contemplaba silencioso mientras Miyagi y Nowaki conversaban en voz baja.

    —Ve a mi casa descansa y regresan en la tarde, deben estar agotados. Yo me quedare con ellos hoy, además tengo guardia en el hospital y un montón de Doctores y enfermeras que vendrán hoy a conocer a mi hija.

    Miyagi asintió y saco su teléfono para mirar la hora, notó con molestia que este estaba sin baterías, no podía permitirse quedarse incomunicado. Lo volvió a guardar regañándose por no estar pendiente. —Iré a tu casa para que Shinobu descanse, y así aprovecho de hacer unas llamadas. El Kumicho ya debe estar en la casa Umehara y Sora no tarda en enterarse que me fui, así que quisiera…

    —Miyagi… yo te necesito conmigo, ya basta de preocuparte por esa gente. —Nowaki trataba de moderar la voz pero no podía dejar de sentir una enorme furia. —No les debes nada hermano, les has dado mucho, has sido el peón de Osagawa desde que eras un adolescente, has llenado tus manos de sangre por él demasiadas veces. Ya no más Miyagi… no más.

    —Nowaki ¿estas peleando?. —La voz adormilada de Hiroki lo sacó de su rabieta, caminó hacia la cama y beso los labios de su esposo, acariciando suavemente sus cabellos hasta que este se durmió de nuevo.

    —No me voy a ir Nowaki, aquí estoy y aquí seguiré, deja de discutir por eso.

    — Entonces tú deja de abandonarnos por ese. — Nowaki se contuvo de decir nada sobre Sora, pues no sabía que tanto le había dicho Miyagi a su ahora prometido, suspirando con cansancio se disculpó —. Lo siento Miyagi estoy cansado de que la familia Osagawa tome tanto de nuestras vidas, primero mi madre luego papa, y ahora tú. No quiero perderte, tú eres mi única familia.

    —Y ustedes son la mía hermano y no voy a abandonarlos. Yo no soy nuestro padre Nowaki.

    Nowaki le sonrió con nostalgia, en el fondo de su corazón sabía que Miyagi seguiría los pasos de su padre y temía que aquello le causara la muerte. Cuando se despidieron y fueron rumbo a casa de Nowaki, se sentían cansados, pero felices. El regalo de una nueva vida los llenaba de esperanza. En cierta forma soñaban con que muy pronto ellos vivirían la misma hermosa experiencia, anhelaban que la vida les diera un hijo que les llenara de dicha, pero los sueños no siempre se cumplen y mientras ellos tejían ilusiones y esperanzas. Esa mañana luminosa les traería tristeza y desgracia.

    — Buenos días dormilón… despierta te tengo una sorpresa.

    Akira no había pegado un ojo en toda la noche, imaginaba la reacción de su novio con la ausencia de Miyagi. Sora había leído por un descuido suyo las amenazas recibidas, ante su asombro había desestimado cada una de ellas, pero claro, Miyagi estaba con ellos. Nadie osaría acercarse y lastimarlos si el Wakagashira Miyagi Yö era el encargado de su seguridad, el nivel de confianza que Sora le tenía a Miyagi lo llevaba a pensar que aquel día no sería uno de los mejores. Que lejos se quedaba en sus pensamientos Akira, si hubiese sabido que aquel día seria el peor de su vida.

    Sora abrió los ojos con pesadez. —Mi amor es de madrugada ¿para qué me despiertas?

    —Son las diez flojito, debes desayunar o él bebe te va a reclamar que no le das de comer. —Akira besaba dulcemente las rosadas mejillas, sonriendo cuando su novio hizo un delicioso puchero. —Al bebe no le gusta nada de lo que como, todo lo vomito, déjame dormir un poquito más.

    Akira aparto la cobija antes de que su novio se cubriera de nuevo con ella. —Si te duermes no vas a ver tu sorpresa.

    —No quiero más ropa, ni joyas, ni nada. ¡Quiero dormir! —Protesto Sora, Akira se sentó en la cama riendo, luego de unos segundos agrego. —Está bien entonces le diré a tu papa que se vaya porque tu no lo quieres ver.

    Sora abrió los ojos con sorpresa. — ¿Papa está aquí?... ¿pero él debía venir hasta dentro de una semana? —Algo grave debía estar ocurriendo para que su padre estuviera allí antes de tiempo, Sora se puso de pie rápidamente y se encerró en el baño, en menos de diez minutos estaba listo. Cuando salió, su prometido lo esperaba sentado en la cama.

    —Llegaron nuevas amenazas ¿verdad?, por eso mi padre está aquí. —Le pregunto con molestia.

    —Amor cálmate, tu padre...

    —Me calmo un carajo, deja de tratarme como un niño. — le grito Sora con furia mientras salía en busca de su padre. Lo encontró en la sala conversando con el padre de Akira —. Papa ¿qué haces aquí?, son ellos ¿verdad?, esa gente volvió a enviar amenazas… Hay que hacer que Miyagi los extermine, ya me tienen harto con su presunción y su estupidez.

    El viejo Osagawa camino hacia su hijo y lo envolvió en un suave abrazo.
    —Solo quería verte hijo, por eso adelante el viaje, deja ya de preocuparte.
    Sora se apartó del abrazo diciéndole con molestia. — ¿Por qué se empeñan en tratarme como a un niño?, yo sé que algo pasa o no estarías aquí… ¿Dónde está Miyagi?, el si me va a decir que pasa.

    Sora busco con la mirada a Miyagi, estaban todos los hombres de su padre incluyendo a Tano, si el segundo al mando estaba con él, ¿quién cuidaba de los negocios en la ciudad?, ¿Por qué estaba toda la seguridad de los Osagawa en la casa?. Algo muy malo debía ocurrir, su padre tenía confianza plena en Miyagi por eso lo había enviado con él y solo unos cuantos guardias, no había necesidad de tanto despliegue, no con Miyagi protegiéndolos, a menos que…

    — ¿Donde esta Miyagi?

    Ni Osagawa ni Akira querían responder, Sora entendió las miradas de su Padre y su prometido, con una enorme frustración grito —!EL MALDITO SE FUE… SE ATREVIO A IRSE!

    Akira se acercó a su novio. —Cariño debía atender una emergencia familiar.

    —!ME VALE MADRE SUS EMERGENCIAS, AQUÍ ES DONDE DEBE ESTAR. ¿ES QUE ACASO ERES IDIOTA?!

    —¡SORA!— Lo reprendió su padre. —Déjate de malcriadeces, y no la emprendas contra tu prometido. Yo le di permiso a Miyagi de que se fuera.

    Sora apretó los puños con frustración, la ira se le estaba saliendo de control, se estaba exponiendo demasiado, armar un escándalo peor, sería contraproducente. Su padre sabía que él dependía mucho de Miyagi, Akira sabía que le tenía mucha confianza, pero nadie sabía que eran celos los que lo estaba haciendo armar aquel berrinche, que era miedo de perder a Miyagi, que era rabia al saberse abandonado y desobedecido, que era su orgullo el que estaba gritando en su interior. Tenía que controlarse, tenía que hacerlos ver que habían cometido un error al dejarlo ir, tenía que conseguir que le dieran una razón, una justificación a su furia.

    —Son un par de tontos, nos dejaron expuestos. Si nuestros enemigos se enteran que Miyagi no está aquí, seremos un blanco fácil y ni toda la cuerda de inútiles que has traído, padre, nos va a salvar. Tal parece que el único que piensa en nuestra seguridad soy yo.

    Bien, lo había conseguido, pues si bien tenían un gran número de seguridad, también era cierto que no estaba Miyagi, y al que temían, al que respetaban sus enemigos era a él, a nadie más. Solo Miyagi había logrado barrer con los que les habían intentado dañar, él siempre había dejado muy en alto el nombre de su padre, siendo tan capaz y aún más mortal que lo que fuera su padre alguna vez.

    —Llamare a Miyagi para que regrese lo más pronto posible. — Akira estaba tratando de mirar los posibles escenarios, con su boda tan cerca, con la sucesión a pocos días, con un bebe en camino y con todas las amenazas recibidas. Quizás no había sido buena idea haberlo dejado ir.

    —¡No!... deja que yo hablé con él, Miyagi ya no me debe nada, Akira, no puedo exigirle más, si regresa que sea como un favor para mí. Así que, deja que yo le llame.
    Akira asintió con pesadez, miro a su padre que había permanecido en silencio y este le dijo—. Dejemos que tu prometido descanse y se calme un poco hijo, vamos a tomar un té con Osagawa, para trazar una estrategia de protección en el caso de que Miyagi decida no regresar.

    El anciano Osagawa se dirigió entonces a su segundo al mando —Tano, prepara a tus hombres, que rodeen la casa, nadie sale y nadie entra sin la autorización de Umehara o la mía, coordínense con los hombres de Umehara, esta casa debe estar bien vigilada.

    — Si Kumicho. — Tano vio cómo su jefe se adentraba al interior de una sala. Cuando ya se había marchado comenzó a impartir órdenes a sus hombres, una vez a solas, se dijo —. Le demostrare que yo puedo cuidarles jefe, ya vera.

    Sora encerrado en su habitación descargo toda su furia.

    — ¿Cómo te atreviste maldito?... maldito...Esto, esto lo vas a pagar caro… todos lo van a pagar.

    De pronto la habitación comenzó a asfixiarle, un leve mareo lo hizo tambalear, la sorda ira crecía y crecía con impresionante velocidad, las imágenes de Shinobu sonriendo con Miyagi, la certeza de que se estaban burlando de él, los abrumadores celos, lo estaba destrozando.

    Cayo de rodillas respirando con dificultad, debía salir de allí. Quería correr y desparecer, hubiese deseado tener a Miyagi frente a él y destrozarlo con sus propias manos. Se sentía traicionado por todos, su padre, Akira, Miyagi, todos lo habían traicionado. En un atisbo de claridad se le ocurrió una mala idea, salir de la casa. No le importaban las amenazas ni el peligro, él solo quería huir de ese lugar, respirar otro aire y castigar a aquellos que se burlaron de él.
    Sonrió con malicia y se dispuso a cumplir su voluntad, solo que con aquello no solo castigaría a los que lo amaban, sino a él mismo, pues un trágico destino lo esperaba afuera de aquellos protegidos muros.
    Tomo las llaves de su auto y salió cuidando de no ser visto por su padre o por Akira, Tano vigilaba la entrada de la casa cuando lo vio dirigirse al estacionamiento.

    —Sora Bon…a… ¿a dónde va?

    —Ese no es tu problema. — Le respondió con fastidio subiendo a su auto.
    — Pero Sora san, El Kumicho dijo...

    — ¿Acaso no me escuchaste? —pregunto Sora con voz cortante, Tano no tenía la intención de dejarlo salir, así que Sora se salió del auto y poniéndose frente a él le dijo fríamente
    — Mi padre no está aquí ¿cierto? — Tano no pudo evitar sentir un escalofrió.
    — No, no está… Sora Bon, está reunido con Umehara sama —dijo Tano, mientras tragaba con dificultad.
    — Entonces, ¿por que habría yo de hacerle caso a un hombre que no está aquí? —Pregunto Sora con altanería—. Si Yo quiero salir, saldré... lo autorice mi padre o no —dijo, con una sonrisa amarga en los labios.
    — ¿Pero que le diré a Osagawa sama?.
    — Ese es tu problema Tano, no el mío. Ahora quítate del medio de una vez —ordeno Sora.
    Del otro lado de la cerca que delimita la propiedad Umehara, un automóvil gris plomo espera pacientemente, como esperan los cuatro ocupantes en su interior. Los dos hombres en los asientos de atrás tienen pantalones negros de vestir, uno viste camisa blanca y el otro camisa negra, ambos tienen chaquetas negras de cuero; el hombre en el asiento del copiloto viste un traje gris, camisa amarilla, corbata azul oscuro y un abrigo gris largo. De los cuatro hombres, el que esta tras el volante es el único despierto, tan aburrido como su jean negro y su sweater gris de cuello alto.
    Lo único que lo mantiene despierto es el jugar con su arma. Estando descargada, hala de la corredera hasta dejarla bloqueada, luego libera el seguro permitiendo que la corredera vuelva a la posición de disparo con su sonido característico. Una y otra vez repite el juego, hasta que de repente al mirar el espejo retrovisor observa como salen dos autos.
    — ¡Wakagashira, despierta!, están saliendo dos autos de la mansión.
    El hombre del traje gris despierta sobresaltado y mira unos segundos por el espejo lateral del pasajero, para luego exclamar con salvaje jubilo:
    — ¡Al fin!, ahora es nuestra oportunidad. Un Toyota Century G50 y un Honda Legend KB1. No hay duda, es Sora y un grupo de guardaespaldas, cinco hombres a lo mucho. Enciende el auto cuando pasen frente a nosotros, espera a que estén a unos 50 metros y síguelos.
    El Toyota Century G50 donde iba Sora y el Honda Legend KB1 siguieron uno tras del otro durante 30 minutos, tras lo cual ambos autos se colocaron en la cola para entrar al estacionamiento del centro comercial. El auto gris que les seguía paso de largo, deteniéndose en un kiosco unos 20 metros después de la entrada del estacionamiento. El hombre del traje gris bajo del auto y se dirigió al kiosco. Allí compro un paquete de cigarrillos y subió nuevamente al auto. Una vez dentro saco su teléfono celular y marco un número.
    — Kumicho, dos autos salieron de la mansión Umehara. Un Toyota Century G50, sin lugar a dudas del bastardo de Sora, y un Honda Legend KB1, seguramente donde van los guardaespaldas. Los seguimos hasta el centro comercial. ¿Que quiere que hagamos con ellos?.
    — Mátalos a todos. Fotografía el cadáver de Sora y regresa cuando lo hayas hecho —dijo la voz al otro lado de la línea, para luego colgar.
    — ¿Cuales son las ordenes Wakagashira? —pregunto el conductor.
    — Korosu*, Mete el auto al estacionamiento por la entrada norte, en la entrada oeste que se baje uno de ustedes —dijo mientras volteaba a ver a los hombres de las chaquetas de cuero—. Cuando lleguen a la entrada norte que se baje el otro y camine hasta la entrada este. Yo entrare aquí. Una vez dentro diríjanse lo más rápido que pueda sin llamar la atención a las escaleras de la entrada sur del estacionamiento. Si ven a ese perro de Sora, síganlo a 10 metros de distancia —dijo el hombre, para luego bajarse del auto.
    Una vez que bajó, el auto arranco nuevamente para doblar en la esquina y detenerse medio minuto a dejar al hombre con la camisa negra. Luego siguió de largo y volvió a cruzar en la esquina para colocarse en la cola de entrada del estacionamiento, allí se bajo el hombre de la camisa blanca y comenzó a caminar a paso rápido hacia la entrada este como le habían ordenado.
    Mientras tanto, el hombre del traje gris entro al centro comercial, localizo con la vista las escaleras y bajo al estacionamiento, una vez allí saco unas llaves de su bolsillo y empezó a caminar con dirección a la salida del estacionamiento. Casi cuando estaba por llegar vio pasar el Toyota Century y segundos después el Honda Legend. Cuando los diviso, dejo caer intencionalmente las llaves al suelo, para luego agacharse a recogerlas. Al hacerlo giro levemente la cabeza hacia atrás observando así que los dos autos habían girado a la derecha, saliendo de su ángulo visual. Se levanto de un salto y corrió al otro extremo del estacionamiento, al llegar pudo ver a los dos autos detenidos, esperando para ocupar los dos puestos que estaban por desocuparse.
    Del Honda salieron dos hombres y se colocaron detrás del auto e hicieron señales a los autos tras del Honda para que esperaran. Mientras esto pasaba, el hombre del traje gris fue caminando hasta colocarse a unos metros de distancia de ellos, así pudo ver como el Toyota y el Honda ocuparon los puestos que hace solo un minuto ocuparon un Ford y un Nissan. Una vez que se estaciono el Honda, se bajaron de el tres hombres mas, y del Toyota se bajo un hombre de mediana estatura, vistiendo un traje verde olivo oscuro de tres piezas, con una camisa verde primavera y una corbata tornasolada a rayas, también verde.
    Luego de bajarse hizo un barrido visual del estacionamiento, tan lento y detallado que parecía mirar dentro de los autos estacionados allí. Esta demora hizo exasperar a Sora quien sin preguntar ni esperar la indicación bajo del auto furioso.
    — ¡Sora san!, aun no he terminado la inspe...
    —No vine al centro comercial para sentarme en el estacionamiento a esperar por ti Tano. Quiero un corte de pelo y unos zapatos nuevos. Ahora cállate y sígueme que para eso te empeñaste en venir conmigo —dijo despotamente Sora.
    — Si Sora bon —dijo Tano sin poder hacer más—. Ustedes quédense aquí y tengan los autos listos por si algo pasa —dijo a los conductores—, y ustedes vengan conmigo —dijo a los hombres que habían bajado del Honda, mientras caminaba a prisa tras Sora.
    Esta escena la presencio el hombre del traje gris, semi oculto detrás de una de las columnas del estacionamiento.
    — Si, eso es Sora, compórtate como una perra. Facilítame el trabajo de matarte —dijo, mientras empezaba a caminar en dirección del Toyota, con una sonrisa en su pálida cara.
    Cuando estaba a un par de metros saco un arma de su traje, le coloco un silenciador y luego de apuntar con cuidado detrás de una columna, halo del gatillo, haciendo mil pedazos el fluorescente sobre el Toyota G50. El ruido de los pedazos de cristal cayendo sobre el techo del auto llamaron la atención del conductor quien se bajo para identificar el origen. Cuando levantaba la cabeza hacia el techo sintió que le faltaba la respiración, intento gritar pidiendo auxilio pero en ese instante el hombre del traje gris le rompió el cuello. Luego y sin perder el tiempo bajo el cuerpo mientras aun lo sostenía por el cuello y lo dejo en el suelo. Lo alineo y empujo el cuerpo bajo el auto, luego cerró la puerta y se dirigió agachado y con sigilo al Honda. Al llegar a la maleta dio un golpecito seco y se movió rápidamente a la puerta trasera del lado derecho.
    El conductor al oír el ruido miro por el espejo retrovisor. En ese instante oyó otro ruido, como un golpe seco en la puerta trasera derecha, al oírlo se volteo pero no vio nada. Metió la mano dentro de su traje a nivel del pecho y saco un arma, le coloco un silenciador, quito el seguro y abrió la puerta, dirigiéndose a la parte trasera del auto. El hombre del traje gris mientras tanto se coloco en la parte frontal del auto y al ver que el conductor salía armado saco una cuerda de piano sujeta a dos mangos de acero. El conductor paso frente a la maleta y luego se detuvo unos segundos ante la puerta, la observo con atención y al no notar nada fuera de lo normal se dio media vuelta para volver a entrar al auto. En ese instante, un fugaz destello plateado pasó frente a sus ojos y luego sintió un intenso dolor a nivel de la garganta, tan intenso que casi no podía respirar. Se llevo la mano derecha al cuello y al tocarlo entendió que sucedía.
    Levanto el arma con la mano izquierda y apunto el cañón de la pistola por detrás de su oreja izquierda y halo del gatillo, sin éxito alguno ya que el hombre del traje gris movió la cabeza al ver el arma y la bala se estrello contra la pared. El del traje gris movió las manos y aplico así más tensión sobre la cuerda. Al sentirlo, el conductor oprimió por reflejo el gatillo disparando otra bala que atravesó el vidrio del auto estacionado al lado del Honda Legend. Instantáneamente la alarma del auto empezó a sonar, al oírla el hombre del traje gris giro sus manos en sentido de las manecillas del reloj mientras doblaba un poco las rodillas y giraba rápidamente su cuerpo para aplicar todo su peso corporal hacia adelante. El cuerpo del conductor se elevo en el aire quedando inmovilizado y sin ningún punto de apoyo que le permitiera revertir la situación. La desesperación fue inmediata y comenzó a retorcerse en el aire mientras una tercera bala era disparada para estrellarse contra el techo.
    Mientras aun caí polvo del techo el hombre del traje gris guardo la cuerda de piano en su traje y posteriormente comenzó a patear furiosamente el cuerpo, ahora sin vida, del conductor del Honda Legend, intentando así meterlo bajo el auto. Entraba al centro comercial justamente cuando por los altavoces del sistema de audio del centro comercial le solicitaban al dueño de un Daewoo Matiz verde que se identificara con el personal de seguridad del centro comercial.
    En un kiosco encontró al hombre de pantalón, camisa y chaqueta negra probándose unos lentes. Le hizo una seña y comenzaron a caminar juntos.
    — Tenemos que actuar rápido. El conductor del Honda me dio problemas. ¿Donde están los demás?.
    — Siguiendo a Sora.
    El hombre del traje gris saco su teléfono celular del traje y marco un número. Al contestarle solo pregunto:
    — ¿Donde están?.
    — En el segundo piso Haruhiko, cerca de la foto tienda.
    Tan pronto colgó, se dirigió a los ascensores. Pulso el botón y espero pacientemente a que llegara. Cuando las puertas del ascensor se abrieron entro y pulso el botón del segundo piso. Al llegar a este, miro a su alrededor para orientarse. Se dirigió a la foto tienda y se encontró con el resto de sus hombres.
    — ¿Que ha hecho ese perro, Yûma?
    — A pasado por todas las zapaterías que hay desde la entrada hasta acá, no se ha probado ningún zapato. Lo único que hace es entrar a las tiendas, ver algo y luego busca cualquier motivo para insultar a los empleados. Esta es la tienda en la que mas tiempo se ha quedado.
    — Hiei, entra y pregunta por cualquier cosa. Presta atención a lo que dice esa perra y cuando salga espera un minuto y sal tu también —ordeno el hombre del traje gris.
    — Si, Haruhiko.
    El hombre del pantalón negro, camisa blanca, y chaqueta negra, que respondió al nombre de Hiei, se dirigió a la zapatería. Al entrar un empleado le salio al paso.
    — Bienvenido a Tiger Shoes, ¿en que puedo atenderlo?.
    — Estoy proximo a hacer un viaje por la costa y quisiera aprovechar la oportunidad para visitar la playa. ¿Podría mostrarme unas gomu zouri[1]?.
    — Por supuesto señor, pase adelante. Tome asiento por favor —dijo el empleado mientras señalaba un otomano[2]—. ¿Algun color en especifico?.
    — Un color claro estaría bien.
    — ¿En que talla?.
    — 25[3].
    — Ya se lo busco señor —dijo el empleado, mientras se retiraba al fondo de la tienda.
    Mientras esto sucedía, un preocupado Tano intentaba hacer entrar en razon a Sora.
    — Pero Sora san, ¿si lo que quería era comprar zapatos por que no lo hizo por internet?. No deberíamos haber salido de la mansión hasta que volviera Miyagi.
    — Probablemente tengas razon Tano, pero no solamente eran los zapatos, o el corte de pelo —dijo Sora, mientras Tano bajaba la mirada presintiendo lo que Sora iba a decir a continuación—. Comprar unos zapatos por internet no me da la satisfacción de vengarme, el imbécil de Miyagi se fue y mi padre está reunido con mi suegro y el estúpido de mi prometido, creyendo que con ustedes que son una cuerda de inútiles, vamos a estar protegidos. Estoy harto de tanta estupidez junta —dijo Sora con una sonrisa malvada, mientras tiraba a su espalda unas nimaiba[4]—. Yo no pedí unas nimaiba, muchacha estúpida, yo pedí unas amageta.
    — Pero señor, usted pidió las nimaiba color pardo de la exhibición, en 25 1/2.
    — ¿Estas diciendo que miento? —pregunto Sora alzando la voz.
    — No... No señor. Tiene razon, fui yo quien se equivoco —dijo la empleada mientras hacia una reverencia y ponía su mejor cara—. Por favor perdone mi mala atención. Ya le traigo sus amagata —dijo la chica, para luego correr a recoger las nimaiba.
    — ¿Con quien voy a drenar mi mal humor Tano?, ¿contigo?, ¿con los inútiles que te acompañan? —pregunto Sora mientras sonreía nuevamente con maldad.
    — Sora san...
    — Ay, ya cállate Tano. En lugar de fastidiarme la paciencia ve al salón que vimos en el piso de abajo y hazme una cita para dentro de 10 minutos voy para un corte de pelo.
    — Si, Sora bon —dijo Tano haciendo una rápida reverencia, para luego salir de la zapatería en dirección al piso superior del centro comercial.
    — Y tu inútil —dijo Sora mientras miraba a otro de los guardaespaldas bajo el mando de Tano—, llama a la mansión y dile a mi padre que voy a llegar tarde que no me esperen.
    — Si, Sora san —dijo el guardaespaldas haciendo una reverencia, para luego alejarse y llamar por el celular.
    — Y tu —le dijo Sora al guardaespaldas mas alto—, tráeme un te verde con miel. Tengo sed.
    — Si, Sora san —dijo el guardaespaldas haciendo una reverencia rápida, para luego salir de la tienda.
    Mientras Sora imaginaba la cara de su padre y de Akira, el empleado le traía a Hiei su segundo par de gomu zouris. Se las puso, se levanto, dio unos pasos por la tienda y volvió a sentarse para quitárselas luego.
    — Estas me gustan, pero siento la cinta un poco floja para mi gusto. Me gustaría ver otras opciones. ¿Hasta que hora están abiertos? —pregunto Hiei.
    — Tenemos el mismo horario del centro comercial señor.
    — Comprendo —dijo Hiei, mientras le devolvía las zouri al empleado—. Quiero ver el resto de las tiendas. Si no veo nada que me llame la atención, volveré para comprar estas mismas.
    — Como usted guste señor, si lo desea puedo dejar las zouri en la caja, así si desea comprarlas al final, no tendrá usted que esperar.
    — Eso estaría bien, gracias —dijo Hiei poniéndose de pie.
    — A usted por visitarnos estimado cliente.
    Hiei salio de la zapatería y volvió a la foto tienda para reunirse con Haruhiko y Yûma. Al entrar, Haruhiko le pregunto:
    — ¿Y?.
    — Sora va a cortarse el pelo, luego no sé dónde ira pero mando a avisar a su padre que no volvería temprano. Mando al imbécil de Tano a que le hiciera cita en el salón.
    — Si, lo vimos salir. Nagato lo sigue. ¿Y el guardaespaldas que salio antes que tu? —pregunto Haruhiko.
    — Salio a comprarle un te a Sora.
    — Tenemos que actuar ahora, si esperamos a que se corte el pelo perderemos media hora a lo menos. Para entonces ya habrán encontrado los cuerpos en el estacionamiento y el viejo Osagawa de seguro vendrá a buscarlo, para algo se vino para acá antes de tiempo. Yûma, ¿recuerdas lo que hicimos hace tiempo en el parque de diversiones?.
    — Si —dijo Yûma con una sonrisa.
    — Hazlo ya.
    — Si, Haruhiko.
    Yûma salio de la foto tienda y busco con la vista al guardaespaldas alto, encontrándolo en la fila de la caja de un cafetín, a unos 20 metros de la zapatería. Luego busco con la vista el botón de emergencia mas cercano a el. Al encontrarlo se dirigió al botón y lo pulso. Un minuto después se detenían frente a el dos efectivos de seguridad, con sus característicos trajes azul oscuro.
    — ¿Pulso usted el botón de emergencias señor? —pregunto uno de los efectivos de seguridad, que mas bien parecía un gorila por sus dimensiones corporales.
    — Si, lo hice —respondió con tranquilidad Yûma.
    — ¿Cual es el problema señor? —pregunto el otro efectivo de seguridad, mas bajo que el primero en estatura, pero igual de fornido.
    — El hombre que esta ahora mismo pagando en la caja del cafetín a mis espaldas, estaba hace 5 minutos en la juguetería tocándose lascivamente la entrepierna mientras veía a la hija de la señora con la falda azul sentada en las mesas. Creo que las esta siguiendo —dijo Yûma, mientras ponía su cara mas preocupada.
    El que parecía un gorila giro la vista mientras entre cerraba los ojos y fijaba toda su atención en el guardaespaldas alto que recibía el te en ese momento.
    — Gracias por avisar —dijo—, nosotros nos haremos cargo.
    No bien termino de decir esto, cuando empezaron a caminar en dirección al guardaespaldas alto. Yûma se alejo caminando despreocupadamente hacia la foto tienda. Los dos efectivos de seguridad se colocaron cada uno a un lado del guardaespaldas alto cuando este salía del cafetín.
    — Señor —dijo el efectivo de seguridad más bajo—, necesito que por favor nos acompañe a la sala de seguridad del centro comercial.
    — ¿Por que?, ¿sucede algo? —pregunto el guardaespaldas.
    — Ahora... Señor... —dijo el que parecía un gorila, mientras le quitaba el te de las manos, y lo agarraba de un brazo.
    Tano había observado toda la escena mientras bajaba por las escaleras mecánicas, incluso observo cuando el acusador se reunía con otros dos hombres frente a una foto tienda. Al pasar frente a su hombre le hizo una seña, que bien podía significar "no causes problemas". El guardaespaldas alto fue llevado por los efectivos de seguridad, mientras que Tano continúo en dirección a la zapatería, pero justo antes de entrar se detuvo a mirar unos zapatos negros de vestir, ubicados en la parte inferior de la exhibición.

    Este prudente movimiento le permitió observar, mediante el reflejo en los cristales, como el hombre que venia tras de el desde que salio de la peluquería, se reunió con los otros tres hombres frente a la foto tienda. Tan pronto vio esto, se puso de pie y entro a la zapatería, donde Sora le daba vueltas y vueltas a unos zapatos deportivos. Cuando le vio llegar le dijo:
    — Ah, eres tú. Creí que era el inútil con mi te. ¿Hiciste lo que te pedí?.
    — Eso es irrelevante. Tenemos que irnos ahora —le dijo Tano a Sora—. Llama a los autos, diles que se preparen para salir —le ordeno a uno de sus hombres.
    — ¿Que dices? —pregunto Sora, listo para protestar.
    — Ahora, Sora san —dijo Tano de forma firme.
    El tono de voz de Tano no dejaba lugar a dudas, no era una petición, y tampoco un capricho. No por ello Sora dejo de comportarse como un niño malcriado. Dejo caer los zapatos con un movimiento de la mano, y se levanto con total pereza.
    — Eres terrible Yûma. Debe ser reconfortante saber que si algún día dejas a los Yakuza, puedes ser actor de teatro kabuki[5].
    — Gracias, Haruhiko.
    —Yûma ve con Hiei y colóquense cerca de las escaleras mecánicas —dijo Haruhiko—, los emboscaremos ahí y saldremos por el acceso de mantenimiento de allá —dijo, haciendo una seña con la cabeza hacia un corredor a unos 10 metros antes de la zapatería.
    — Vamos —le dijo Yûma a Hiei.
    — Están saliendo —le dijo Nagato a Haruhiko, mientras le daban la espalda a la zapatería.
    — ¿Al menos podríamos esperar por mi te, no crees Tano?.
    — Su te no va a llegar Sora san. Mi hombre fue detenido por la seguridad del centro comercial.
    — ¿Como...? —pregunto con incredulidad Sora.
    — Tano... No contestan, los autos no contestan.
    — Debe ser porque están en el estacionamiento. Vámonos, síguelo intentando —dijo Tano tomando del brazo a Sora, y caminando hacia las escaleras mecánicas.
    — ¿Como quieres hacerlo Haruhiko? —le pregunto Nagato a su Wakagashira.
    — Espera a que se alejen unos metros y nos colocamos detrás. Cuando estén cerca de las escaleras le haremos una seña a Yûma y a Hiei para que suban antes que ellos. No tendrán escapatoria, estarán entre dos fuegos —dijo Haruhiko, con feroz sonrisa.
    Habían empezado a caminar Tano, sus hombres, y Sora, cuando a unos dos metros de las escaleras mecánicas Tano vio a un hombre con un sweater gris de cuello alto y jean negro, hablando con un hombre de pantalón negro, camisa blanca y chaqueta negra de cuero... ¡El mismo que había entrado en la zapatería hacia solo minutos!. Sus hombres en el estacionamiento no podían contestar no porque no tuvieran señal, sino porque muy probablemente estaban muertos. El centro comercial estaba comprometido. Tenían que volver a la mansión como fuera.
    — Maldición... Caímos en una trampa —dijo, dando media vuelta.
    En ese instante, los otros dos hombres frente a la foto tienda, que habían empezado a seguirlos, se detuvieron de golpe. Tano giro la vista en dirección a las escaleras mecánicas y se dio cuenta como los dos hombres dejaron de hablar y se fijaban en ellos. Estaban entre dos fuegos y estaban en desventaja. No había forma de que Tano pudiera predecir cuantos hombres estaban en el centro comercial, esperándolos en cualquier esquina para matarlos. Sabiéndolo Tano soltó el brazo de Sora y dijo:
    — Esos dos hombres de las escaleras, el hombre del traje gris y camisa amarilla y el hombre vestido de negro a su lado nos están esperando. Hay un acceso de mantenimiento antes de la zapatería, vuelen la cerradura y traten de llegar a la calle. El primer auto que pase tómenlo y huyan a la mansión.
    — Pero Tano, no tenemos silenciadores.
    — No importa, nadie se va a dar cuenta en un minuto.
    — ¿Y tu?.
    — Ya los sigo —dijo Tano desabotonando su traje olivo oscuro.
    — Síganos Sora san —le dijeron los hombres de Tano a Sora.
    Cuando Yûma y Nagato vieron que Tano soltaba el brazo de Sora entendieron que habían sido descubiertos, por lo que empezaron a caminar en dirección a el. En ese instante Tano metió la mano en su traje y la saco a toda velocidad en dirección de Yûma y su sweater gris de cuello alto, que se tiño de sangre casi instantáneamente. No pudo ni dar un grito ya que la inercia residual del kunai[6] que le lanzo Tano, hizo que su cuerpo retrocediera, cayendo desde el segundo piso del centro comercial.
    Tano tenia razon, en el caos resultante de de ver caer a un hombre con una herida en el cuello, a nadie le importo el sonido del disparo de los hombres de Tano forzando la puerta del acceso de mantenimiento. Tano volteo a ver donde estaban los otros dos hombres, y apenas alcanzo a divisar el largo abrigo gris del hombre con la camisa amarilla y la corbata azul, perdiéndose en el pasillo que conduce al acceso de mantenimiento. No se había equivocado, los cuatro hombres trabajaban juntos y estaban tras Sora.

    Justo cuando Nagato estaba por enterrarle el tanto en la espalda a Tano, este giro contra las manecillas del reloj, parando con sus mano la puñalada y atrapando mano y tanto con su mano izquierda, su pierna derecha pateo la ingle de Nagato, al bajar el pie avanzo un paso, lo suficiente para que el codo derecho de Tano se undiera en la ceja izquierda obsequiándole una fractura orbital, luego extendió el antebrazo derecho por detrás de su nuca y le obligo a bajar la cabeza, donde la rodilla izquierda de Tano se estrello contra la nariz rompiéndola. En ese instante, soltó Tano la muñeca de Nagato, deslizo el antebrazo derecho por la cara de Nagato como si fuera una caricia, mientras colocaba ambas manos a la altura de la clavícula, lo tomo así de la chaqueta negra de cuero, dio media vuelta y lo arrojo con fuerza sobre la exhibición de la tienda al lado a la zapatería.
    Se giro nuevamente Tano y se dirigió hacia el pasillo. Al llegar a el metió la mano nuevamente en el traje verde olivo y saco su arma con la mano derecha, mientras que con la izquierda abría la puerta. Del otro lado de esta, los restos de una nube de pólvora sugerían un intercambio de disparos. El cuerpo de uno de los hombres de Tano unos metros mas adelante, lo confirmaba. Ahora solo dos hombres defendían a Sora, sin contar a Tano. Comenzó a correr y al dar la vuelta en una esquina vio el cuerpo sin vida del hombre vestido de negro, ahora con la cabeza destrozada por un balazo. Al final de ese pasillo con forma de T, diviso otro cuerpo sin vida, de otro de sus hombres, su arma aun en su mano, estaba atascada con un casquillo atrapado en la salida. En ese instante oyó Tano que alguien gritaba:
    — Corra Sora san, yo lo retrazo. ¡Huya!.
    Tano se dirigió hacia la voz, llegando en el instante en que varias detonaciones de bala se producían casi simultáneamente. El cuerpo del último de sus hombres caía al suelo con varios impactos de bala en el torso, mientras el hombre del abrigo gris levantaba el brazo para ultimar a Sora. Se disponía Tano a matarlo cuando oyó tras de si unos pasos apresurados, al girar la vista sintió el dolor de una patada en su mano izquierda, la que ayudaba a la derecha a sostener el arma, con tal impulso que sus manos chocaron contra la pared abriéndose.
    Una patada en el plexo solar termino por derribar a Tano, irremediablemente soltando el arma. Al caer el arma al suelo se disparo, pero eso careció de importancia para Tano, ya que su atención se centro en ese momento en Hiei, el que lo había pateado, quien luego de recuperarse salio de la tienda y siguió a Tano con la intención de matarlo, sin embargo, olvido recuperar su tanto antes de salir de la tienda, por lo que ahora tendría que usar sus manos si quería conseguirlo.
    Estaba Hiei frente a Tano, este dándole la espalda al abrigo gris largo de Haruhiko, y detrás de este último Sora, herido en una pierna aterrado e incapaz de moverse. La iniciativa la tomo Tano, quien sabiendo que le daba la espalda a un hombre armado, decidió revertir tal posición. Dio una doble patada al frente que Hiei esquivo moviéndose a un lado, pero que le permitió avanzar dejándolo tras de si para luego girar y quedar frente a frente con los asesinos.
    Haruhiko volvió a bajar el arma ya que Hiei estaba entre él y Tano, Hiei entonces sin saber que entorpecía las intenciones de su wakagashira, lanzo un golpe recto hacia la cara de Tano. En menos tiempo del que toma describirlo Tano utilizo su brazo derecho para desviar el golpe hacia abajo, luego con el brazo izquierdo bajo el brazo de Hiei mientras Tano se inclinaba, pasando por debajo del brazo de su oponente para acto seguido empujar con su hombro derecho el brazo de Hiei, mientras que con su codo derecho golpeaba el mentón obligándolo a levantar la cabeza, luego en un movimiento continuación del anterior bajo el codo con toda rapidez hacia la parte alta de la ante pierna izquierda, haciendo que Hiei flexionara las rodillas por reflejo, lo que Tano aprovecho para descargar tres golpes de masa sobre el abdomen y pecho, y luego dar un golpe de masa mas dirigido a los testículos de Hiei.
    Finalmente utilizando el mismo brazo derecho con el que golpeo la ingle, levanto el codo hacia la cara a máxima velocidad para reventarle la nariz, también por segunda ocasión, y dejarle el cuello totalmente expuesto. La mano izquierda de Tano se cerro en un puño, y lo enterró con toda su fuerza sobre la traquea de Hiei, la cual se fracturo.
    Lo último que supo Hiei, es que se desplomaba de espaldas contra la pared del pasillo, dejándole el campo libre a Haruhiko. Al caer el cuerpo de Hiei, Tano giro para ubicar su arma, solo que al localizarla no pudo ni dar un paso en su dirección ya que Haruhiko le disparo alejándola más aun de Tano.
    — Tano, ¿dane?[7] —pregunto fríamente Haruhiko, mientras miraba a los ojos a Tano y halaba el gatillo de su arma.
    El arma de Haruhiko hizo un sonido un sonido seco, característico de las pistolas sin balas, quedando esta con la corredera hasta atrás, y la salida de la recamara y parte del cañón expuestos. Al notar esto tano, metió las manos a los bolsillos de su pantalón y las saco con dos suntetsu[8] ya enfundados en los dedos medios de cada mano.
    — Supongo que si te pido que me dejes recargar no vas a querer, ¿cierto? —pregunto Haruhiko con ironía, mientras bajaba el arma.
    — Sora san, detrás de mi esta el ascensor de carga, úselo y escape a la mansión.
    Haruhiko soltó entonces el arma vacía y metió la mano en su largo abrigo gris, sacando de este un karambit[9] negro. Volteo a mirar a Sora que trataba de arrastrase hacia el ascensor, con burla le dijo:
    — No vayas lejos perra, cuando termine con él te matare a ti —mientras empujaba el saliente en la hoja del karambit liberando la hoja curva.
    —Púdrete maldito, si logras hacerme daño, Miyagi acabara contigo— le grito Sora con desprecio, pero no logro amilanar a Haruhiko que siguió con su sonrisa burlona.
    Haruhiko sabía, al igual que Tano, que en un combate cuerpo a cuerpo por lo general quien toma la iniciativa lleva las de perder si el adversario es versado en las artes del combate, sin embargo, todos sus hombres habían muerto y solo tenia 2 opciones: o escapaba, o mataba a Tano con rapidez y luego interceptaba a Sora mientras intentaba huir de el. Sabiendo esto dio un paso hacia Tano mientras blandía el karambit con la mano derecha, describiendo un arco letal en dirección a la cara de Tano.
    Este lo desvió con el suntetsu que tenia en la mano izquierda mientras que con el filo inferior del suntetsu de su mano derecha cortaba la cara de Haruhiko. Este giro la muñeca y regreso el brazo a su posición inicial, cortando así el saco del traje de Tano y parte de su corbata también, la cual cayo a los pies de este. Tano intento hacer el mismo movimiento con su brazo derecho pero Haruhiko retrocedió un paso para evitar el filo del suntetsu derecho, lo que Tano aprovecho para avanzar un pasa y clavar el suntetsu por la axila de Haruhiko en dirección ascendente, saliendo la afiladísima punta por el hombro.
    El grito de dolor de Haruhiko fue acompañado por el retroceso de su cabeza, la cual luego fue empujada violentamente hacia adelante golpeando así la frente de Tano y obligándolo a retroceder y a soltar el suntetsu que había clavado al mismo tiempo. Ese retroceso fue aprovechado por el codo izquierdo de Haruhiko, el cual se estrello tres veces seguidas contra el lado derecho de la cara de Tano, rompiéndole la ceja y tiñendo su cara de rojo. Mas allá del daño visual, los golpes reanimaron a un aturdido Tano luego del cabezazo, esta lucidez mental lo llevo a usar la inercia de los golpes para girar su cuerpo y golpear con el codo izquierdo el oído derecho de Haruhiko con toda su fuerza.
    La desorientación temporal que experimento Haruhiko la aprovecho Tano, quien con fluidez luego de golpear el oído de Haruhiko, procedió a patear con su pierna derecha, la parte de atrás de la rodilla izquierda de Haruhiko, ocasionando que este quedara parcialmente de rodillas. Mientras caía, Haruhiko pudo ver como Sora casi llegaba al ascensor, al final del pasillo.

    Lo siguiente que hizo Tano, fue darle un puñetazo en la nuca, con su puño derecho, ocasionando que Haruhiko terminara de quedar de rodillas. Entonces Tano giro el suntetsu por la parte móvil del aro, colocando la cara mas larga del suntetsu hacia abajo. Levanto el brazo y lo dejo caer con toda la fuerza posible, apuntando hacia el cuello de Haruhiko. No fue lo suficientemente rápido, ya que Haruhiko alcanzo a levantar la hoja de su karambit, parando así el golpe que pudo haberlo matado. Se vieron entonces los dos a los ojos. Tano tenia el derecho cerrado por la sangre que manaba de su ceja derecha, Haruhiko cerraba el ojo izquierdo a momentos por el ardor que le provocaba la herida que le causo el suntetsu en la cara.
    — Eres bueno, Tano. Ahora entiendo porque eres el hombre de confianza de Miyagi...
    Tano en lugar de responder unió su mano izquierda a la derecha y aplico mas presión, intentando romper la inusual resistencia de Haruhiko, pero este ultimo ni se movió.
    — ... Pero al final... —dijo Haruhiko, mientras empujaba una segunda saliente, que liberaba la segunda hoja del karambit.
    Tano al ver liberarse la segunda hoja de metal, abrió los ojos y retrocedió instintivamente, justo cuando Haruhiko empujaba la segunda hoja del karambit hacia el cuello de Tano. El dolor fue como un relámpago, totalmente fugaz, por un momento creyó que había escapado, pero la roja línea que se escurría lentamente por la pared no dejaba duda: Haruhiko le había cortado el cuello a Tano.
    El instinto de preservación pudo más que cualquier cosa, Tano se llevo la mano izquierda a la herida mientras soltó instintivamente el suntetsu, luego con la mano derecho aplico toda la presión de la que fue capaz, mientras caía sentado.
    — ...tu no eres Miyagi —termino de decir Haruhiko, mientras se ponía de pie y plegaba las hojas de acero del karambit.
    Se quito el suntetsu que aún tenía encajado en la axila y recogió su arma del suelo. Luego saco un cargador de su traje y saco el cargador vacío de la pistola, mientras caminaba en dirección a Sora.
    — Es hora de que mueras, perra —dijo, mientras ponía el cargador en la pistola y liberaba el seguro.
    La corredera del arma volvió a su posición de disparo, y un segundo después Haruhiko disparaba a una distancia de dos metros de Sora. El primer disparo fue intencionalmente a la pierna. Con Sora en el suelo, Haruhiko apunto un poco mas arriba, disparándole unos cuatro dedos por arriba de la cadera; el tercer disparo fue al estomago, y el cuarto disparo unos cuatro dedos por debajo de la clavícula.
    Sora no se quejó ni una vez, sus ojos miraron con profunda rabia a Haruhiko, en el suelo desangrándose, solo lamentaba morir y no ver a su bebe. —M…Miyagi te va a … a cobrar esto maldita escoria.— le susurro mirándolo con odio antes de perder la conciencia.
    Haruiko sonrió con burla, pero cuando se disponía a dispararle a la cabeza, el ascensor de carga se abrió repentinamente, lo que hizo que la atención de Haruhiko se centrara en el interior del mismo. Dejo el cuerpo de Sora tras de si y apunto hacia todos los ángulos del ascensor.

    Al no haber nadie adentro, se dio media vuelta dispuesto a rematar a Sora, pero un dolor intenso lo empujo hacia adentro del ascensor. El ruido de una detonación se escucho al mismo tiempo que caía dentro. Al ver hacia adelante Haruhiko vio al guardaespaldas alto, al que Yûma había acusado con el personal de seguridad del centro comercial. Su cara estaba desecha, tenia moretones en todos lados, el ojo izquierdo estaba negro y totalmente cerrado, la nariz estaba rota y torcida, los labios partidos y le faltaban un par de dientes lo que hacia que saliera un hilillo de sangre de su boca.
    Los efectivos de seguridad ni siquiera se habían molestado en revisar las cintas de vigilancia. Tan pronto entro en el cuarto de seguridad el gorila se le fue encima, y durante los siguientes minutos fueron golpes silenciosos plagados de insultos. Lamentablemente para Haruhiko, el guardaespaldas sabía soportar el castigo.
    ¿Cómo había salido del cuarto de seguridad?, era irrelevante. Ahora estaba ahí, frente a él, apuntándole con un arma, dispuesto a dispararle por segunda vez. Tano le había inutilizado el brazo derecho, ahora este guardaespaldas le había disparado en la pierna derecha. Estaba armado si, pero había perdido la ventaja; si levantaba el brazo para dispararle, el guardaespaldas lo cosería a tiros y moriría sin tener siquiera el consuelo de saber que podría matarlo si lo intentaba. Su única salida era escapar, al final, cuatro disparos contra Sora deberían ser suficientes, tres de ellos eran de cuidado.
    Haruhiko se impulso pues, hacia la consola con los botones de piso, y mientras se ocultaba en el ángulo de la puerta del ascensor, pulso el botón de sótano, mientras el lugar que ocupaba hace un par de segundos recibía tres impactos de bala. Mientras se cerraba el ascensor, otras tres balas se colaban por las puertas e impactaban cerca de la esquina que lo resguardaba. Al empezar a bajar, aun pudo oír Haruhiko como unos cuatro disparos mas eran efectuados contra las puertas del ascensor. Afortunadamente para él, las puertas internas del ascensor eran de metal grueso, y no causaron más daños que una abolladura. Mientras bajaba, saco de su traje su teléfono celular y marco un número. A quien le respondió solo le dijo:
    — Kumicho, me complace informarle que Sora no podrá asistir a su boda... A menos que pueda hacerlo con cuatro balas en su cuerpo.
    — ¿Problemas? —pregunto la voz al otro lado de la línea.
    — Hiei, Yûma, y Nagata están muertos. Seis de los guardaespaldas de Sora también. Yo tengo el brazo derecho inutilizado y una bala en la pierna izquierda.
    — Regresa —dijo la voz al otro lado de la línea, para luego colgar.
    El guardaespaldas alto expulso el cargador vacío de su pistola y coloco otro lleno. Se acerco a Sora y le tomo el pulso, viendo que aun estaba vivo se acerco a Tano, el cual seguía con las manos pegadas al cuello. Por las manos le goteaba la sangre y respiraba entrecortadamente.
    — Aguanta Tano...aguanta —dijo el guardaespaldas alto, mientras sacaba un teléfono celular de su traje...

    “Ese día, la oscuridad se cernió sobre los que se amaban, pues el Ángel negro entro a las sombras y muy pronto se llevaría con él al asesino, que había conseguido la luz.”





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    NOTAS:

    - Korosu. Literalmente: Matar
    El karambit es un arma blanca de hoja curva (similar a una C o las garras de un velociraptor), de origen indonesio.
    Muy dificil de traducir de forma literal. Se puede traducir como "¿Eres Tano, no?", o también como "Tano, ¿correcto?". En esencia, le pregunta si es Tano, pero no utiliza la forma tradicional que seria "Tano desu ka?".
    El suntetsu es un arma oculta tipica de Japon. Es un cilindro alargado, generalmente de metal, afilado en las puntas, la cual se caracteriza por tener un aro unido al cilintro de metal a mas o menos la 3ra parte de altura del mismo; alli se introduce el dedo medio, quedando el suntetsu aferrado a la mano, y recordando asi en su uso a un punzon.
    - El kunai es un tipo de cuchillo, de mango, generalmente tubular, que termina en un aro. La hoja asemeja a un prisma o a una punta de flecha alargada, pudiendo ser a veces plana.
    - Kabuki: una forma de teatro japones que involucra drama y danzas japonesas en el escenario Zouris de goma. El Zouri es el equivalente japones de unas chancletas o sandalias flip flop.
    Un otomano es tipo de butaca, sin espaldar ni brazos.
    El numero 25 en el calzado japones equivale al numero 40 en medida italiana, utilizado generalmente en europa y latinoamerica.
    Las nimaiba son unas sandalias de madera, con una forma similar a una F. La base donde se apoya el pie es recta o lisa en ambas caras, a diferencia de las amageta, que es recta del lado del pie y convexa del lado que va hacia el suelo.
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    Los buenos momentos de tu vida, serás recordados como grandes alegrías; los malos te darán las mejores enseñanzas

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    por dios que increíble este capi
    realmente estaba largo pero me alegro el día
    hay que lindo que ya haya nacido la hija de nowaki y hiroki
    miyagi y shinobu son tan lindos espero que no sufran mucho
    sora te mereces lo que te paso por testarudo pero porque le decían perra???
    espero que la conty con ansias
    nos vemos :=PENSDF:
    pd: te felicito por tus escritos
     
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    Omg!!!!! impactante el capitulo!
    Me encanto el hecho de que la niña de Hiro-san naciera >w< y que Miyagi haya podido estar con ellos, odio que Shinobu este tratando con indiferencia a Akira es una lastima TwT
    Pobre Sora lo que pasa por sus entupidos caprichos en parte se lo merece por ser tan maldito pero si me dio lastima por que pensó en el ultimo momento en su bebe u_u despues de esto no creo que le sobreviva y el no tiene la culpa, el dolor que le va a causar sera castigo aunque se llevara entre las patas a Akira y de seguro Miyagi por que algo me dice que se habra una cacería despues de esto! Maldito Sora y sus estupideces!
    Estare esperando con ansias la proxima conti!!!
     
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  9. Vico-chan
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    maldito Sora es que acaso quiere acabar muerto o que le pasa
    maldicion... y ahora ya nadie podra ser feliz solo por el muy infeliz ese...
    aaahhhh!!!! me encanto la parte donde Nowaki conoce a su bebita....
     
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  10. Fransela_r
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    Hola, es lunes y actualizo jejejejeje, el proximo lo subire el viernes si la inspi no me abandona. Bien sin mas las dejo con el capitulo, gracias a mis lindas que siempre comentan y a las que leen tambien y ojala se animen a dejar un mensaje... Besitos y Gracias por leer






    6. Ojala pudiera detener el tiempo



    —Es una hermosa casa Miyagi-san.

    Ajenos a todo lo que ocurría, Shinobu y Miyagi llegaron a casa de Nowaki, el lugar, una pequeña casa, íntima y acogedora, le recordaba mucho a Miyagi la casa donde había vivido los primeros años de su vida. De alguna forma pensó que Nowaki había querido recrear el lugar donde habían sido felices por tanto tiempo.

    En la sala, desperdigadas por doquier había fotos de Nowaki y Hiroki, así como también, fotos de él, su padre y su madre, que tenían muy vieja data. Shinobu sostenía la foto de una joven mujer con unos impactantes ojos azules y hermosos cabellos negros, que sostenía entre sus brazos a un pequeño bebe muy parecido a ella.

    —Esa es mi madre, Nowaki tenía apenas unos meses…Recuerdo ese día, yo estaba en los brazos de mi padre ayudándolo a tomar la fotografía.

    Shinobu le sonrió con infinita dulzura. —Era muy hermosa.

    —Sí, lo era.

    Miyagi tomo la foto colocándola en su lugar. Le sonrió con cariño, acaricio suavemente su mejilla y le pregunto. —¿Quieres ir a recostarte un rato?... Más tarde podemos hacer algo de comer y volveremos al hospital.

    Shinobu asintió dejándose llevar a la acogedora habitación que les serviría de refugio por unos días.

    —Puedes usar la cama…Yo dormiré en el sillón.

    Miyagi señalo un incómodo y pequeño sofá de dos puestos que estaba en el cuarto. Uno que de ninguna forma le daría acomodo a su alta y corpulenta figura. Shinobu coloco el bolso en el suelo al verlo encaminarse al sillón, lo tomo de la mano deteniéndolo y lo guio suavemente a la cama.

    —Ese lugar será incomodo… además no pasa nada si compartimos la cama…No es como si fuéramos a hacer algo indebido…¿verdad?

    Miyagi se encontró sin respuesta, porque ciertamente no era como si tuviese intenciones de hacer algo incorrecto con su prometido, pero, el verlo allí tan dulce, tan deseable, con sus labios ligeramente húmedos, con su cabello deliciosamente despeinado, con sus ojitos suplicantes, no le ponía fácil a Miyagi el controlarse.

    — ¿Estás seguro?— Preguntó con cierto nerviosismo.

    Shinobu se subió a la cama con total inocencia, asintiendo despacio. —En pocos días estaremos casados Miyagi san, así que será algo normal compartir la cama.

    A pesar de la seguridad que había en sus palabras, Miyagi pudo notar que temblaba ligeramente y sonrió con ternura al ver sus mejillas totalmente encendidas. Se acomodó a su lado, sin estar necesariamente muy cerca, por su bien, era necesario poner un poco de distancia con aquel encantador cuerpo. Reflexionando sobre las palabras escuchadas le dijo, cerrando los ojos y suspirando con cansancio.

    —Tienes razón, muy pronto nuestra vida será otra, tendremos nuestra propia casa y seremos esposos, esto será algo común.

    Shinobu cerro el corto espacio que los separaba y se acurruco en el pecho de Miyagi, sorprendiéndolo enormemente, pero, no hizo nada para alejarlo, simplemente se relajó y paso su brazo por los hombros del pequeño atrayéndolo más hacia él. Relajado como nunca lo había estado se dejó llevar por el momento. Shinobu comenzó a hablar despacito, estaba como envuelto en un dulce embrujo en aquel hogar lleno de amor y de paz.

    —Me gustaría tener una casita así…Podríamos vivir en esta ciudad, así estaríamos cerca de tu familia y veriamos a Ariasu mas seguido…Yo podría conseguir empleo en una tienda para ayudarte con los gastos…

    La pequeña perorata duro largos minutos y se fue apagando poco a poco cuando el sueño le fue venciendo. Miyagi lo escucho entre complacido y emocionado, sus planes no habían llegado más allá de casarse. Todas las ideas de Shinobu le encantaban, y de pronto el casarse y hacer una familia lejos de todo el legado de pesadilla que le había dejado su padre, era tan tangible, tan real, que casi podía pensar que había llegado al termino en su vida sin sentido, que finalmente había conseguido su lugar en la vida.

    Con felices pensamientos en su mente se durmió sin pensar en nada mas. En el bolsillo de su chaqueta descansaba su celular, afortunadamente apagado, este le guardaba un secreto que destruiría su felicidad. De alguna forma la vida le daba un pequeño respiro antes de lanzarlo a un profundo precipicio del que quizás no lograría salir.

    El tiroteo en un concurrido centro comercial, ocupaba las noticias de todas las televisoras. Un total de diez muertos, dos heridos de gravedad y una gran conmoción entre las cientos de personas que circulaban por el lugar, era lo que repetían los reporteros de los distintos noticieros. La identidad de los muertos así como la de las dos personas heridas, era desconocida. El enorme cerco de seguridad que rodeaba la clínica a donde habían sido trasladados los heridos, así como el mutismo de los agentes de la policía, hacia parecer que eran personas muy importantes las involucradas en el violento hecho.

    Y sí, eran personas importantes, eran un hijo, un prometido, un hermano, un amigo. Eran las personas importantes de un Anciano, un joven y de algunos otros hombres, que angustiados y dolidos esperaban a las afueras de la sala de cirugía por noticias.

    —Si no salen y nos dicen algo me voy a volver loco.

    Akira caminaba de un lado a otro, preso del miedo y el dolor. Supo en seguida de enterarse que su novio había salido de la casa, que algo malo iba a ocurrir, de nada le había servido salir corriendo en compañía de Onoda y sus guardias. No logro llegar a tiempo para evitar la tragedia y en el camino había recibido la terrible llamada que le informaba el comienzo de su desdicha.

    El anciano Osagawa esperaba con sus manos cruzadas y sus ojos cerrados, sentado en una pequeña silla. Silenciosamente oraba por su hijo, rogaba por no perder a la única razón de su existencia. El guardaespaldas alto, sobreviviente de la masacre y el cual hizo la llamada, se había arrodillado delante del anciano al verlo llegar. Con apasionado dolor había rogado perdón, entregándole al viejo una pequeña parte de su dedo meñique y diciéndole entre entrecortadas palabras que no había podido proteger a Sora y que su hermano Tano también estaba muriendo por su ineptitud.

    Osagawa había tomado la muestra de feroz lealtad, tantas veces vista y tan común en el mundo Yakuza, y la envolvió en un pequeño pañuelo entregándosela a otro de sus hombres. —Ya basta de sangre. —Había dicho con cansancio, luego ordeno al hombre ponerse de pie. — Ve a que curen tus heridas, muéstrame tu lealtad encontrando a quien hizo esto y tráeme su cabeza.

    Onoda llego unos minutos después en compañía del padre de Akira. Umehara se sentó al lado de su hijo. Akira cubría su cara con las manos, las lágrimas habían ganado la batalla y corrían libremente por sus mejillas.

    —Ten fuerza hijo… ten fuerza.

    Umehara acariciaba la espalda de su hijo, cuando lo escucho decir entre sollozos.

    —Mi hijo papa, mi hijo y mi amor… los voy a perder a los dos.

    Tanto el anciano Osagawa como Umehara se sorprendieron por la tardía noticia.

    —¿Mi hijo esta… esta?. —El pobre viejo Osagawa ya no aguantaba tantos golpes.

    Akira saco el rostro de su escondite y respondió a la pregunta. —Íbamos a darles la noticia después de la boda… Sora, él… no quería decir nada aun.

    Antes de que alguien pudiera decir algo salió el médico. Akira corrió desesperado hacia él.

    —Doctor Harada … ¿cómo está?… ¿cómo está Sora?.

    El medico lo miro con compasión. Suspiró antes de responder con la típica calma que le daba los años de experiencia. —No te voy a mentir Akira, Sora está muy grave, las balas del pecho y el estómago causaron mucho daño. Tiene perforado un pulmón y una hemorragia que hace pocos minutos fue que logramos detener. Ha perdido mucha sangre por lo que serán necesarias varias transfusiones y en este momento está siendo operado para estabilizar el pulmón. Tengo un grupo de los mejores especialistas trabajando en él. Solo nos queda esperar que sea fuerte y resista. Aún si sobrevive a la operación, tendremos que esperar setenta y dos horas para ver como evoluciona.

    Akira lo miraba como tratando de asimilar todo lo que este le decía, muy despacio susurro una temida pregunta. —¿Y… él bebe?

    —Lo siento Akira… la bala en el estómago causo un gran daño, él bebe no sobrevivió y me temo… Lamento decirte esto ahora, pero, si Sora sobrevive, nunca más podrá tener hijos, tuvimos que extraer los órganos reproductores o la hemorragia le habría matado.

    El mundo de Akira se derrumbó por completo. Ni siquiera escuchó cuando el medico se despidió, prometiendo mantenerlos informados. En total estado de Shock se dejó llevar por su padre, quien lo sentó en una de las sillas. El anciano Osagawa miraba por una de las ventanas de la clínica, una ligera lluvia había comenzado a caer, las pequeñas gotas mojaban las ventanas, y finas lágrimas también humedecían sus mejillas. Ese día si su hijo moría, él moriría con él, pues nada más tenía en el mundo que su pequeño rubio, su querido hijo, su único amor.

    —Alguien localice a Miyagi…búsquenlo como sea… Lo quiero aquí mañana mismo. —Ordenó Osagawa a sus hombres, la venganza latía en su corazón. Por un momento los ojos de Akira se fijaron en él, pues también deseaba la sangre de los que le habían arrebatado su vida.

    Un viento helado se coló por la ventana de la habitación, despertando a los que pacíficamente dormían. Shinobu se acurruco aún más en el costado de Miyagi en busca de calor. Este abrió los ojos al sentir al pequeño y sonrió abrazándolo con suavidad. Cuidadosamente tomo su reloj de la mesita de noche para verificar la hora. Las cuatro de la tarde, habían dormido demasiado, era momento de comer algo, darse un baño y volver al hospital.

    Miyagi beso la frente de su pequeño rubio y le llamo despacio. Shinobu se removió con pereza sin despertar. Miyagi sonrió y sin pensarlo mucho beso sus labios con suavidad. Shinobu poco a poco, volvió a la realidad, encontrándose preso de un dulce beso que deseó como nada profundizar. Entreabrió sus labios dando paso a una lengua tibia que se dedicó a recorrer el interior de su boca, haciéndolo emitir tímidos gemidos, que fueron apagados en los labios de Miyagi.

    —Hemos dormido mucho.— Le decía Miyagi entre besos.

    —Uh-hum. —Era lo único que podia responder Shinobu, perdido en el calor de los labios de Miyagi.

    Miyagi sentía como si estuviera luchando una batalla que de seguro perdería. La atracción y el deseo que sentía por el pequeño rubio eran demasiado fuertes, demasiado intensos para que pudiera resistirse. Shinobu se estaba entregando tan dócil e inocentemente, con sus ojitos cerrados, su aliento entrecortado, sus mejillas sonrojadas. El aliento de Miyagi quedó atrapado en su garganta cuando bajando su mano hasta la pretina del pantalón del pequeño, pudo sentir que él no era el único que estaba excitado. Que el rubio también lo estaba y la evidencia era la húmeda dureza que pudo sentir a través de la fina tela.

    La pasión superó a Miyagi, con sus brazos tomo el torso de Shinobu, metiéndolo bajo él para luego darle otro de esos besos alucinantes. Los ojos de Shinobu se ampliaron por un momento, mostrando miedo y sorpresa, pero, él también lo deseaba, lo había deseado desde el día que se desnudaron sin mirarse. Había fantaseado con el cuerpo grande y musculoso de Miyagi, así que decidido cerro los ojos y se dejó llevar.

    Los dedos de Miyagi se enredaron en el fino cabello rubio, sometiendo a Shinobu a sus deseos. Era pasión pura y animal lo que ardía en la piel de Miyagi en aquel momento, su lengua devoraba lujuriosa y golosa, los suaves labios, la caliente boca de Shinobu. Miyagi dominante y soberbio poseía con pasión única al ser que dentro de poco le pertenecería por completo y todo con un demandante beso.
    Shinobu estaba excitado y asustado, todo en la misma medida. Su pene estaba duro como jamás lo habida sentido, todo era nuevo para él. El calor entre sus piernas, el anhelo que sentía en su corazón, la necesidad de ser llenado, poseído por aquel hombre que lo tomaba con tanto deseo.

    Shinobu gimió suavemente cuando Miyagi abandono sus labios, mordiendo y lamiendo su barbilla y su níveo cuello. Shinobu ladeo la cabeza permitiendo la caliente exploración mientras su cuerpo se retorcía con pasmosa urgencia. Sus caderas se levantaron instintivamente, su pene rozándose contra la cadera de Miyagi.
    Miyagi pasó la lengua por el cuello de Shinobu, sumergiéndose en el hueco de este y aspirando su embriagador aroma. Su lengua siguió subiendo hasta encontrarse con la oreja de Shinobu, dándole pequeñas lamidas.
    Shinobu sintió la mano de Miyagi bajando por su torso hasta agarrar su cadera. Miyagi movía sus caderas un poco, empujando su erección contra la de Shinobu. Eso trajo a Shinobu de regreso de la lujuria que había impregnado su cerebro.

    —Miyagi—gimió mientras apretaba las manos contra su pecho para detenerlo—, Yo...yo

    —No vamos a hacer nada que no quieras. —Le susurro Miyagi mientras recobraba un poco de control, pero aun así continuó dándole sensuales besos.

    Shinobu comenzó a temblar cuando Miyagi desabrochó sus pantalones bajando despacio la cremallera. los dedos hábiles y deseosos se deshicieron del molesto obstáculo quitándolo del camino. El pene de Shinobu se dejó ver en toda su deslumbrante extensión, rosado, húmedo y completamente duro.

    Miyagi se tomó unos segundos para observarlo con avidez, semidesnudo, sudoroso, jadeante, expuesto y vulnerable. Una absolutamente deliciosa visión. Shinobu lo miraba y expectante. No había pensado que llegarían tan lejos, no había imaginado estar así con otro hombre, siempre había sido Akira el dueño de esos pensamientos y ahora estaba allí entregándose al que muy pronto seria su esposo.

    Shinobu ahora no estaba seguro de estar haciendo lo correcto. Estaba confundido y aterrado por la necesidad que sentía de pertenecer a Miyagi por completo.

    No le dio tiempo de pensar en nada mas pues Miyagi bajo hasta su vientre, depositando pequeños besos y descendiendo lentamente hasta tragar por completo su pene.

    Shinobu jadeó conteniendo un grito, su cabeza se movía de un lado a otro cuando un remolino de emociones lo asaltó. Sus dedos se aferraron a las sabanas mientras Miyagi jugaba con su pene, lamiéndolo con su lisa lengua desde la base hasta la punta.
    Shinobu se había perdido en un mar revuelto de éxtasis y placer. Tan exquisitamente perdido y sin deseos de regresar. Miyagi le hizo sentir cosas que jamás había experimentado, elevándolo más allá de lo que podía soportar. Su vientre se estremeció cuando Miyagi de nuevo introdujo el palpitante pene en su boca y lo chupó con arrolladora malicia.

    Shinobu jadeaba y gemía incontrolablemente, mientras Miyagi lo devoraba. Todo se volvió demasiado intenso y abrumador, el final de aquella deliciosa tortura estaba cerca. Shinobu cerró sus ojos con fuerza, mientras Miyagi chupaba su pene ahora con más vehemencia.
    Los segundos finales eran agonizantes, con morir pero envuelto en placer y lujuria. Lo embargaba una necesidad imperiosa de más. El cosquilleo en su ingle le anuncio el desenlace llevándolo más allá de la cordura.

    —¡Miyagi! — gimió desesperado, su cuerpo estaba ardiendo, temblando, tenso y a la vez tan relajado.

    Miyagi lo tragó con rudeza girando su lengua con pasmosa habilidad, manos y lengua trabajando en conjunto, logrando su cometido, haciendo que Shinobu gritara hasta que su voz se volviera ronca, que su cuerpo se tensara y su espalda se arquera y que cristalinos hilos de semen fueran absorbidos por los labios que lo tragaban con deliciosa satisfacción.

    Su delicado cuerpo se desplomó de nuevo en la cama. Estaba jadeando y sudado, estaba temblando y saciado. Shinobu sentía que estaba fuera de su cuerpo. Entonces, finalmente cedió al desahogo de su corazón, sobrepasado por tantas y nuevas emociones, solo pudo llorar.

    Miyagi, comprendió de inmediato el significado de aquellas lágrimas, sonriendo enternecido por la inocente y virginal reacción de alguien que experimentaba todo aquello por primera vez. Se arrastró arriba en la cama y lo cobijo despacio entre sus brazos, besándolo dulcemente. —Shhhhh… pequeño aquí estoy… aquí estoy contigo.

    Shinobu poso la cabeza en el pecho de Miyagi humedeciéndolo con sus lágrimas, sin poder o querer decir nada que dañara aquel sublime momento, en el que había compartido algo tan hermoso y tan íntimo con el que muy pronto seria su esposo.

    —Lamento haber llegado tan lejos… no debí —Las palabras de Miyagi fueron acalladas por unos finos dedos y se encontró con la mirada cristalina y hermosa de unos brillantes ojos grises.

    — Yo…yo también lo deseaba, es solo que…nunca sentí algo así antes.

    Miyagi lo beso con dulzura —Ahora ya somos como esposos mi pequeño y me alegro por eso, porque no hay nada que desee más que hacerte feliz.

    Shinobu le sonrió de la más hermosa forma y se acurruco en sus brazos suspirando con felicidad. Lástima que el amor no era suficiente, lástima que aun tuvieran duras pruebas que sortear para luchar por su felicidad. Ahora se pondría a prueba la fortaleza de cada uno, y las decisiones que deberían tomar serían las que iban a sentenciar si al final lograrían su sueño de ser felices juntos.

    Entre risas y besos se dispusieron a arreglarse para ir a ver a su familia. Shinobu se había bañado recordando cada erótico momento, mientras Miyagi preparaba algo de comer. Cuando salió del baño ya vestido y refrescado lo encontró conectado su teléfono.

    —Me quede sin pilas y no se desde cuándo.

    Le dijo sonriendo.

    —Preparé una pasta…¿quieres comer ya?.— Shinobu asintió sonriendo y dejaron la habitación con el teléfono cargando. Se demoraron más de la cuenta en la comida, pues su recién descubierta pasión los tenía más concentrados en besarse, que en comer. Así fue como, apurados y sonrientes salieron de la casa olvidando el dichoso aparato que tenía tantas cosas que contarle.

    —Señor no logramos localizar a Miyagi sama.

    La tarde llegaba a su fin, lúgubre y sombría entre las paredes de aquella clínica. El doctor había salido varias veces más, para informar de Sora y para decirles que Tano estaba en recuperación, después de varias transfusiones y una cirugía en la herida de su cuello.

    Los hombres de Osagawa respiraron aliviados por su hermano e incluso el anciano se permitió alegrarse por el muchacho que le había demostrado gran lealtad. Sin embargo las noticias de Sora no eran alentadoras, desde un paro respiratorio hasta una nueva hemorragia que lo tenía de nuevo en quirófano. La espera se le estaba haciendo eterna al pobre anciano, que con su corazón cansado y destrozado esperaba con tristeza una mala noticia.

    —Busquen a Nowaki Kusama, es su hermano, su única familia, no lo encontrarán por el apellido Yö, él usa el apellido de su madre. Miyagi estará con él.

    Osagawa sabía que aquella intromisión en su vida no le iba a gustar a Miyagi, pero, no tenía salida debía encontrarlo a como diera lugar. Solo Miyagi podría apaciguar su ira, su sed de venganza, si su hijo moría solo quería él morir también, sabiendo que los asesinos de su más preciado tesoro pagarían por el daño que habían causado. Miyagi seria el ejecutor de su venganza, Miyagi que había sido como un hijo para él, le daría la paz que necesitaba antes de reunirse con su hijo en la muerte.

    —¿Ustedes que estaban haciendo que se tardaron tanto?.

    Los reprendió Hiroki con una brillante sonrisa, en sus brazos Ariasu miraba y escuchaba todo con su preciosa carita curiosa. Shinobu la cargo en seguida, mimándola con alegría, tratando de ocultar su sonrojo. Por las palabras que dijo Miyagi en respuesta a su cuñado.

    —Confórmate con saber que no lo hicimos en tu cama.

    —¿Qué no hicieron en mi cama?.—Preguntó Nowaki al entrar, haciendo que Shinobu quisiera que se lo tragara la tierra.

    —Estos dos andan ensuciando nuestras sabanas mi amor.— Le respondió Hiroki con un dulce puchero mientras le extendía la mano para que se sentara a su lado.

    —Ewww… mañana mismo cambio las sabanas.— Se quejó Nowaki con una graciosa mueca, le dio un manotazo a su hermano reprendiéndolo —. ¡Búscate un hotel si quieres hacer eso!

    Todos estallaron en risas, menos Shinobu que parecía un tomate y no despegaba su vista de la pequeña bebita que lo miraba con ternura.

    Pasaron unas horas entre bromas y risas. Ya entrada la noche y con la bebita dormida en brazos de su mama, Nowaki le contaba a Shinobu cosas graciosas de la niñez de Miyagi, y este se defendía en los cuentos más escabrosos alegando que su hermano cambiaba las cosas a su favor. En eso estaban cuando una enfermera toco a la puerta.

    —Doctor Kusama un joven lo busca en recepción.

    Nowaki la miro extrañado y preguntó. —¿Dijo para que era?, hoy cambie la guardia y si es algún paciente puede referírselo a Shibuya.

    —No Doctor dice que no es paciente, solo dijo que viene de parte del Señor Osagawa. —Respondió la mujer.

    Nowaki dejó caer el vaso que tenía en la mano, Miyagi se puso de pie preocupado. La bebita se despertó asustada por el ruido de los vidrios al estrellarse contra el suelo y comenzó a llorar. Nowaki miro a su hermano con furia. —¿Les dijiste donde ibas a estar?

    —No…yo no…—Miyagi no sabía que decir. Nowaki había cambiado su apellido y se había mudado a otra ciudad para alejarse de todo lo que significaba ser un Yö y eso incluía ocultar su paradero a los Osagawa.

    —¡¿Y cómo es que ese maldito viejo me encontró?!...!¿Explícame cómo?!

    Nowaki gritaba fuera de control, Hiroki le dio la bebe a Shinobu que miraba todo asustado, sabia lo impulsivo que podía ser Nowaki y debía detenerlo antes de que cometiera una locura.

    —¡Ya mismo voy a matar a ese maldito que se atrevió a venir hasta aquí!

    Miyagi se atravesó en el camino de su hermano y Nowaki lo habría golpeado de no ser porque Hiroki haciendo un gran esfuerzo se había levantado de la cama y ahora lo tomaba de la mano sujetándolo con fuerza. Nowaki sintió el toque y se volteo de inmediato viendo a su esposo que tenía un gesto de dolor y de miedo.

    —Nowaki no…

    Nowaki lo cargo enseguida llevándolo a la cama, con una cesaría tan reciente Hiroki no debía hacer esos esfuerzos, ni llevar esos sustos. Lo recostó con cuidado y lo cobijo, sentándose en la cama y escondiendo su rostro en el delicado cuello de su amor.

    —Perdóname.— Le dijo con tristeza. Miyagi miro a Hiroki y este le esbozo una tenue sonrisa antes de decirle. —Arregla esto Miyagi ve a ver que quiere esa persona y regresa, Shinobu se quedara aquí acompañándome mientras Nowaki se calma.

    Miyagi asintió y antes de salir le hablo a su hermano con pesar. —Lo siento hermano, perdóname.

    Nowaki apretó los puños con ira, Hiroki lo sentía temblar. Era muy grande su frustración, su rabia, su miedo de que algo malo les pasara a los que amaba. El castaño acaricio despacio el cabello y le dio pequeños besos hasta que este se calmó, Shinobu mecía a la pequeña bebe. Temeroso de que algo malo hubiese ocurrido en la casa Umehara.

    Miyagi se comió la distancia entra la habitación y la recepción donde de seguro lo esperaban malas noticias. ¿Qué otra cosa podría obligar al anciano Osagawa a buscarlo así?, el sabia como cuidaba Miyagi su intimidad, como protegía la seguridad de su familia.

    Al llegar encontró a uno de sus hombres, este al verlo se arrodillo con un saludo demasiado formal para su gusto.

    —Wakagashira… lamento… lamento molestarlo.

    —Déjate de formalismos y habla ¿porque estás aquí?—Lo reprendió Miyagi.

    El hombre se puso de pie respondiéndole con tristeza.

    — Jefe… el amo Sora fue emboscado esta mañana en un centro comercial, los asesinos mataron a siete de los nuestros, Tano está gravemente herido y el amo… el… no se sabe si sobreviva a esta noche. El cielo se cerró para Miyagi y el infierno abrió los brazos para recibirlo con una sonrisa macabra en su rostro.

    —el Kumicho me envió, Jefe.

    Le dijo el hombre al ver su rostro desencajado. Miyagi reacciono impartiendo ordenes con una tranquilidad que estaba muy lejos de sentir.

    —Vete al aeropuerto compra boletos para tres, y espérame, estaré allí en una hora.

    El hombre corrió a cumplir su cometido. Miyagi caminó de regreso a la habitación. En el camino las piernas le fallaron. “no se sabe si sobreviva a esta noche”, Sora estaba muriendo y él no estaba allí para sostener su mano. Se recostó de una pared y ahogo un sollozo entre sus manos, pensó en el que había amado por tanto tiempo, y pensó en su hijo, en que quizás ese pequeño inocente habían muerto. Otra víctima inocente de aquella sangrienta vida. Otra perdida más para su corazón seco de tanto perder. Sus puños se estrellaron con profunda ira contra la pared. Si hubiese podido, habría gritado su frustración, su dolor, su pena. Las lágrimas caían por sus mejillas, lloraba por una nueva muerte sin sentido en su vida, por una nueva perdida, porque quizás no llegaría para ver de nuevo los ojos azules que tanto amo.

    —¿Miyagi?.

    La voz de su hermano, lo hizo salir de sus mudos gritos de pena. Y sin pensarlo se metió en sus brazos, llorando como no lo hacía desde que murió su padre. Nowaki lo abrazó y esperó. Finalmente Miyagi le dijo. —Atacaron a Sora, está muy grave, no creen que se salve.

    La voz apenas le salía, ronca y espesa, como si le costara abandonar su garganta.

    Nowaki lo miró con pesar. —Y vas a volver para llenar tus manos de sangre buscando venganza…¿verdad Miyagi?, para eso te busco Osagawa.

    Miyagi lo miro. —Nowaki por favor.

    Pero Nowaki estaba muy cansado ya de todo aquello. —¿Quién me va a consolar a mi cuando tu cuerpo me sea entregado?, o a Hiroki que te ama como un hermano. ¿Osagawa vengara tu muerte?...!Jah! ¿qué iluso verdad?... Vete hermano, vete y húndete un poco más en la mugre que dejo mi padre… No le deseo mal a Sora y… ojala se salve, así podrá ver que consiguió lo que deseaba… destruirte… Yo esperare rogando porque no tengas la misma suerte que nuestro padre.

    Nowaki se dio la vuelta para marcharse pero antes agrego.—Te recomiendo que rompas tu compromiso con Shinobu, él no merece una vida como esa, no merece ser una víctima como lo fue mi madre, déjalo ser feliz con alguien que le dé una vida, y no la condena de morir cada día esperándote.

    A Miyagi le dolieron cada una de las certeras palabras de su hermano, pero su corazón ya estaba muy lejos de la razón. Cuando entro en la habitación, Shinobu conversaba con Hiroki. Miyagi camino silencioso hacia la cuna donde dormía la bebe y la beso en la frente.

    —Eres muy amada Ariasu, cuidare de ti desde donde este… te amo mi pequeña princesa.—Le susurró tan bajo que solo ella pudo escuchar.

    —¿Miyagi-san que paso?... ¿algo está mal en la casa?

    Miyagi no quería decirle nada aun, así que, beso su mejilla y le pidió que esperara afuera. Shinobu se despidió con cariño de Hiroki y salió obedientemente. Hiroki le tomo las manos a su cuñado que se sentó a su lado, preguntándole con preocupación.

    —¿Miyagi que está mal?

    Miyagi beso las hermosas manos, antes de responder.— Prométeme que cuidaras de él y de ella.

    —¡Miyagi!…

    —Shhhh déjame terminar por favor…Sora fue herido y está muy mal… si muere y aun si no muere, tu sabes que voy a cazar y a asesinar a todos y cada uno de los que causaron esto…Puede que esta vez no regrese Hiroki, por eso te pido esto, porque sé que tú eres tan fuerte como mi hermano, porque sé que tú conoces el tamaño de mi amor, porque sé que tu harías lo mismo si estuvieras en mi lugar. Por favor se fuerte por los tres y si no vuelvo recuérdame bonito, olvida la sangre que hay en mis manos y cuéntale a Ariasu de su tío que mucho la amo. El me perdonará si tú me ayudas. Lamento pedirte esto pero tú eres el único que pude hacerlo.

    Hiroki lo abrazó con un profundo y fraternal amor, beso su mejilla y le susurro al odio.—Aquí estaremos esperándote… regresa con bien por favor… y si no puedes hacerlo… te prometo, te juro que Ariasu sabrá el gran hombre que eres y Nowaki te perdonara.

    Miyagi se fue besando la nívea frente de su cuñado. Minutos después Nowaki entro a la habitación devastado y cabizbajo. Hiroki lo cobijo en sus brazos aquella noche, pues no cabía mas pena en su corazón.

    Cuando el avión salió, Shinobu ya no podía con la incertidumbre, Miyagi apenas le había dirigido la palabra, entre la carrera para volver a casa de Nowaki por sus cosas y la que habían hecho para llegar al aeropuerto apenas había podido preguntar recibiendo extrañas negativas.

    Ahora sentados en los cómodos asientos en pleno vuelo, lo intento de nuevo. —Miyagi san que ocurre… por favor, no puedo con la angustia.

    Miyagi suspiro y lo miro con cansancio, lo que venía no era fácil, tal vez su hermano tenia razón, tal vez dejar ir a Shinobu era lo más sensato. —Hubo un atentado…

    Le contó todo lo que sabía y lo abrazó cuando el pequeño comenzó a llorar con tristeza. No podía aparatarse de él, Shinobu era lo único bueno que le quedaba en su destrozada vida. Tenía derecho a aferrarse a algo, tenía derecho a por lo menos tener algo que lo mantuviera cuerdo entre tanta locura. El amor de Shinobu no llegaba para suplir el que sentía por Sora, eran sentimientos diferentes, uno nacido del odio, otro del amor, uno que lo hundía en la oscuridad, el otro que le mostraba la luz. Necesitaba a Shinobu si es que esperaba sobrevivir a la muerte de Sora, debía tener algo a que aferrarse si su ángel de alas negras lo abandonaba, algo que evitara que la muerte de Sora lo arrastrara hacia el infierno.



    " Y El Asesino se alejo de la luz y blandiendo su espada
    entro al infierno en busca de su Angel Negro"

     
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    Los buenos momentos de tu vida, serás recordados como grandes alegrías; los malos te darán las mejores enseñanzas

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    que hermoso, me gusto muchísimo :=amors: :=uuhuhuhus:
    sabes que con cada capi me haces feliz
    yo siempre esperaré la conty
    pero bueno sobre el capi
    lo que paso entre miyagi y shinobu me gusto mucho :=DFSDFSD: :=DFSDFSD:
    pobre akira me dio pena saber que sufre
    y lamento mucho que sora haya perdido a su hijo :=BUABUA:
    espero que si sobrevive ese dolor le haga cambiar
    nowaki entiende a miyagi el amó (o todavía ama) a sora :=SHOROO:
    espero que la felicidad y su amor les recompense el sufrimiento que han pasado :=uuhuhuhus:
    espero con ansias la conty
    nos vemos :=PENSDF:
     
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    Hermoso *w* Lo estuve esperando todo el lunes pero hasta hoy puedo comentar TwT

    Hermoso el momento que compartieron Miyagi y Shinobu!!! <3
    Lastima que su felicidad se vio apocada por la desgracia de Sora ¬¬ Pobre Akira esta sufriendo mucho que lastima que Sora haya perdido a su bebe y peor aun el hecho de que no podrá volver a embarazarse de nuevo, ya estoy viendo hacia donde canalizara toda su furia y amargura >-< Lastima por Miyagi que una vez mas se ve arrastrado a ese hoyo del que esta tratando de salir TwT
    Estare esperando la conti!
    :=amors: :=amors:


    Feliz San Valentín!!!! :=PAMDAXX: :=amors: :=amors:

    Edited by Angelux~ - 14/2/2013, 12:59
     
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  13. Vico-chan
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    maldicion!!! en serio porque siempre tienes que enamorarte de
    la persona equivocada y lo que es peor sentirte mal cuando parece
    que por fin puedes dejar a tras todo....aaahhh!!! que carajo....
    aun asi ansiosa por el siguiente capitulo
     
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    Fransela_r vuelvo a pedirte si quieres hasta de rodillas
    la conty por favor, me tienes en un estado de desesperación
    ni bien veo una computadora prendida
    voy a ver si ya actualizaste
    realmente disculpame si te molesto pero estoy segura que no soy la unica en perdir la conty
    asi que CONTY CCONTY CONTY CONTY
    por favor
    :=SHOROO: :=SHOROO: :=SHOROO: :=SHOROO:
    :=SHOROO: :=SHOROO: :=SHOROO: :=SHOROO: :=SHOROO: :=SHOROO: :=SHOROO:
     
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  15. Fransela_r
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    Hola, esta un poco corto jejejeje pero es el cierre de un arco, para comenzar con el arco que vine que es el final.

    En el proximo capitulo habra vengaza y el comiezo de la maldad, pobres Shinobu y Miyagi no saben lo que les espera, bien nos vemos el sabado que viene, besitos y gracias por leer.



    8-PROMESAS




    Shinobu se quedó dormido en sus brazos, lo que le dio tiempo de pensar. Su prioridad en ese momento era llegar a la clínica y conocer el estado de Sora, luego debía saber todos los detalles del atentado. Esperaba que sus hombres le tuvieran un informe detallado y nombres de los presuntos culpables, él los había entrenado bien, así que, no deseaba decepcionarse de ellos.
    Cuando por fin llegaron despertó a Shinobu con delicadeza, el pequeño rubio con sus ojitos rojos e hinchados lo miro con tristeza. Él beso con suavidad sus labios y le dio una lánguida sonrisa.

    —Todo saldrá bien. —Le prometió, pero ni él mismo se creía esa promesa.

    Por más que intento que Shinobu se fuera a la casa, fue en vano, el pequeño no quería separarse de él, y más aún deseaba ir a la clínica y ver como estaba Akira. Miyagi respiro profundo cuando el auto se detuvo en frente del inmenso edificio. Por más que debía hacerlo, no deseaba llegar allí y encontrarse con la noticia de que Sora había muerto.

    Los primeros rayos del sol estaban coloreando el cielo cuando Miyagi y Shinobu entraron a la sala de espera. Osagawa fue el primero en verlos.
    —¡Miyagi!.— Exclamo el anciano con apagada alegría.

    Miyagi se arrodillo a sus pies en una respetuosa reverencia.

    —Kumicho… perdóneme… perdóneme por no haber estado aquí…Los hare pagar… Se lo juro.

    Osagawa le tendió la mano instándolo a ponerse de pie, con cansancio le espeto.
    —Gracias hijo…gracias por venir.

    Miyagi lo miro con tranquilidad, sabía que el anciano estaba sufriendo, apretó la mano que sostenía la suya, una mano que alguna vez fue fuerte y poderosa y que ahora temblaba frágil y arrugada, las manos de alguien que había vivido y sufrido mucho.
    —Este es mi lugar Kumicho… Yo seré el ejecutor de su venganza.

    De pronto escucharon una dolorosa exclamación. Akira que dormitaba en el regazo de su padre, se había despertado y vio a su pequeño hermano llamándole entre lágrimas.

    —¡Pequeño!—

    Shinobu no pudo contener su corazón, corrió hasta lanzarse en los brazos de Akira y encerrarlo en un fuerte abrazo lleno de amor. El joven lloro con desesperación oculto en el cuello de su pequeño hermano, un gesto que le traía un poco de tranquilidad entre tanta angustia. Miyagi miro la escena con pena, sabía lo que debía estar sufriendo Akira, era lo mismo que el sentía pero debía callar.

    —Kumicho… ¿Sora, el?

    Osagawa lo miro con dolor antes de responder. —Sigue en terapia intensiva, el doctor salió hace poco y nos dijo que lo habían bajado ya a un cubículo después de la tercera cirugía a la que lo han sometido ya… Solo nos dicen que debemos esperar.

    Miyagi temía preguntar, pero aun así lo hizo. —¿El… él bebe?

    Osagawa lo miro con un gesto de sorpresa que casi al instante desapareció, a Miyagi no podía ocultársele nada y él lo sabía. —No sobrevivo Miyagi… Sora perdió al bebe.

    Miyagi apretó sus puños al nivel de casi romper las palmas de sus manos, un inocente más que caía en una guerra sin sentido. Una preciosa vida que cobraría con la sangre de aquellos que la cegaron sin compasión.

    Se apartó de su jefe y camino hacia unos de sus hombres preguntándole con ira.

    —¿Qué información tienen?

    El tipo lo miro con reverencia, llamo a uno de sus compañeros que portaba una pequeña carpeta y se la entregó a su jefe, dándole un completo reporte de lo que habían averiguado en aquellas horas.

    —Allí está todo Wakagashira, de las cámaras de vigilancia del centro comercial pudimos sacar imágenes de los que atacaron a Sora-sama. Dos de ellos tenían antecedentes y nuestro contacto en la policía nos dio sus datos. Los otros dos según pudimos averiguar son hombres de Aoe Kento, el único que sobrevivió fue Haruhiko, solo se le conoce por ese nombre, es el ejecutor del grupo Aoe, tiene varias denuncias por asesinato y agresión pero nada le ha sido probado.

    Miyagi vio con sombría rabia el rostro del hombre que muy pronto no volvería a ver la luz del día. —Averigua a que Clan pertenece el grupo Aoe, concéntrate en el Clan Kijimoto, seguramente son algún subgrupo que busca venganza o hacerse con el territorio de la basura de Kijimoto, puede que hayan quedado cucarachas ocultas que debemos exterminar.

    —Sí señor. — le dijo el hombre haciendo una reverencia y marchándose de inmediato.

    Miyagi miro como Shinobu acariciaba los cabellos de su hermano susurrándole palabras que él no alcanzaba a escuchar. Lástima que él no podía ser consolado, solo podía ocultar su dolor y cambiarlo por odio, por venganza.
    —Todo va a estar bien Aki… Sora-sama es fuerte, lo lograra, en pocos días volverán a ser felices y todo será como antes.

    Shinobu sentía el cuerpo de Akira estremecerse entre sus brazos, le decía lo que sabía podía calmarlo, pero, ni el mismo sabía si lo que decía era verdad, si Sora de verdad lograría salvarse. Miraba como Miyagi caminaba de un lado a otro impartiendo órdenes a sus hombres que entraban y salían del lugar. A veces se acercaba hasta el anciano Osagawa y le decía cosas que él no lograba escuchar, en esos escasos segundos sus miradas se encontraban, Miyagi ya no le sonreía, solo lo miraba con tanta tristeza que a Shinobu le dolía el corazón. Shinobu pensaba que quizás se sentía culpable por lo sucedido, después de todo el conocía a Sora desde que era un bebe, quizás también lo amaba como a un hermano. Muy lejos estaba Shinobu de conocer la profundidad de los sentimientos de Miyagi.

    Entrada la mañana nadie se había movido del lugar, Akira se había quedado por fin profundamente dormido en los brazos de Shinobu, quizás cobijado por su inmensa ternura. Miyagi aún seguía recibiendo información de sus hombres que iban y venían, cambiando las guardias y convocando hombres de sus clanes aliados. La guerra estaba por comenzar y necesitaban a todos los que pudieran tener.
    Osagawa se puso de pie llamado la atención de todos, cuando el medico salió de emergencias y se dirigió hacia ellos, poniéndolos a todos en tensión.
    —Sora acaba de despertar… quiere hablar con su padre… Le pido que sea breve, el aún está muy delicado y necesita descansar.

    Akira que había despertado con la voz del médico lo miro con un dejo de desilusión, preguntándole tristemente. — ¿Yo también puedo verlo?

    El medico lo miro con comprensión, negando suavemente le respondió. —Lo siento Akira, pero, Sora solo quiere ver a su padre.

    Akira lo miro confundido, el anciano Osagawa coloco su mano suavemente sobre el hombro del muchacho diciéndole para confortarlo.
    —Le diré que estas aquí y quieres verlo.

    Akira solo asintió y vio marchar al anciano junto al médico. Cuando estos desaparecieron por las blancas puertas, Akira hablo sin mirar a nadie, pero sabiendo que el aludido comprendería.

    —Seguro me odia por haberte dejado ir, debe culparme por la muerte de nuestro hijo.

    Miyagi no lo miro al responderle. —Osagawa fue quien me dejo marchar, y si a alguien debe odiar o culpar es a mí por no haber estado allí para cumplir mi deber de protegerle, yo soy el único culpable de toda esta tragedia.

    Miyagi salió de la sala de espera, dejando a todos sin palabras. Shinobu trato de ir tras él, pero Akira tomo su mano mirándolo suplicante.—Quédate a mi lado pequeño, no me dejes solo en este momento en el que te necesito tanto.
    Shinobu se sentó a su lado y tomo su mano, apretándola con cariño. No podía dejarlo solo, todo en su corazón le gritaba que se quedara allí con él, que le diera su amor incondicional, que olvidara todo lo demás. Shinobu miro de soslayo la puerta por donde había salido Miyagi, también deseaba ir a consolarle, decirle que nada de aquello era su culpa, pero, en ese momento Akira fue más importante para él, en ese momento su confundido corazón se deicidio por el amor que había vivido en el por muchos años y decidió acallar el amor que comenzaba a nacer.

    En terapia intensiva, Osagawa fue llevado al cubículo donde descansaba su hijo conectado a una infinidad de máquinas, una máscara de oxígeno cubría su boca, pues al despertar había tratado de arrancarse el tubo que lo ayudaba a respirar. Médicos y enfermeras habían corrido a detenerlo y tras comprobar que podría respirar sin asistencia le sacaron el incómodo aparato.
    Todo su cuerpo era una enorme hematoma. Le dolían todos y cada uno de los rincones de su anatomía. Pero aun así no se quejaba, le costaba respirar, pues cada vez que lo hacía un enorme dolor cruzaba su pecho, pero empecinado como era, obviaba el dolor y respiraba lentamente. Al abrir los ojos, no recordaba muy bien lo que había ocurrido, poco a poco y luego que le quitaran el tubo que le impedía respirar fue recordando todo los acontecimientos acaecidos el día anterior, entre la niebla del dolor y la pesadez de la somnolencia, llevo despacio la mano a su vientre, sintió las vendas que lo cubrían y derramo silenciosas lágrimas.
    El médico que estaba a su lado controlando los medicamentos y las lecturas de los otros aparatos, noto el gesto, y esperó la pregunta que muy pronto llegó, en una voz apenas audible entre la máscara de oxígeno.
    —¿Mi…bebe?.

    Aunque no deseaba hacerlo le respondió. — Lo siento Sora él bebe no sobrevivió.

    Los gritos y la crisis que esperaba el médico, nunca llegaron. Sora derramo silenciosas lágrimas unos minutos con sus ojos cerrados y su mano en el vientre. Luego abrió los ojos y mirándolo le pidió. —Qui…quisiera ver a mi padre… solo a él…no…no quiero ver a nadie más.

    Sora tenía sus ojos cerrados cuando sintió la suave mano ya conocida por muchos años, sus ojos se encontraron con los del cansado y triste anciano.
    —Lo siento papa… yo salí… sin permiso, solo deseaba… estar a solas un rato…

    —Shhhhh, mi pequeño niño, tranquilo. No hay nada que perdonar. Duérmete tranquilito y se fuerte, recupérate rápido hijo, para que puedas seguir con tus planes. Aquí voy a estar cuando despiertes y todo esto quedara como una pesadilla.

    Sora apretó la arrugada mano de su padre, para luego decirle con su voz susurrante. —Nada volverá a ser como antes papa… mi bebe está muerto y yo no me siento con fuerzas, solo quería verte para decirte que te amo, que siempre te amé… Para agradecerte que hayas sido el mejor de los padres, que me hayas dado tanto amor a pesar de que ella nos dejó.

    Osagawa beso con amor las pálidas mejillas de su hijo, y sus lágrimas le humedecieron el rostro.
    —No me abandones hijo, tú eres lo único que me queda. Sin ti yo también moriré. Se fuerte por todos los que te amamos. Akira está afuera esperando, no se ha movido un segundo de aquí y Miyagi…

    —Miyagi… ¿está aquí?
    Sora apenas podía mantenerse despierto, pero necesitaba decir lo que carcomía su corazón.

    —Dile que quiero verlo papa… Dile que entre.

    —Hijo, pero, aun estas muy débil debes descansar…

    La protesta de Osagawa fue detenida por Sora cuando con la poca fuerza que le quedaba le rogo. —Quiero… verlo pa…pa…no quiero morir…sin hablar con… el.

    Osagawa consulto con el médico y este a regañadientes asintió, no sin antes recalcarle. —Unos minutos Señor Osagawa. Sora aún no ha salido de peligro, es necesario que descanse. Cuando el anciano salió Akira corrió a su encuentro, seguido por su padre. El hombre busco a Miyagi y al no verlo preguntó.
    — ¿Donde esta Miyagi?... mi hijo quiere verlo.

    Uno de sus hombres corrió en busca de Miyagi mientras Akira pregunto con tristeza. — ¿Por qué a Miyagi? …¿Le dijo que yo estaba aquí?

    El anciano tomo la mano de Akira, respondiéndole con cariño. —Sora esta conmocionado por la pérdida del bebe, está muy débil Akira. Mi hijo se siente muy mal con lo ocurrido. No sé porque quiere ver a Miyagi, pero imagino que es porque desea justicia, por él y sobre todo por su bebe. —Osagawa tomo la mano de Akira y le rogo con tristeza— .Ten paciencia Akira por favor, él te recibirá cuando esté listo.

    Miyagi entro a la sala y de inmediato Osagawa lo llevo con él. Akira se sentó derrotado y confundido en una de las sillas y sintió como las pequeñas manos de Shinobu envolvieron las suyas confortándolo silenciosamente.

    En la habitación, el medico constataba de nuevo el estado de Sora cuando Miyagi entró. —Una sola persona puede estar aquí y le agradezco sea muy breve.— Osagawa beso la frente de su hijo susurrándole antes de marcharse con el médico. —Se fuerte, estaré esperando por ti.

    Cuando estuvieron a solas, Sora extendió la mano para que Miyagi la tomara, este la tomo despacio y se sentó a su lado diciéndole suave y dulcemente. —Ya estoy aquí, te prometo que no volveré a irme. Lamento haberme marchado, pero ellos pagaran por esto yo…

    Sora levanto su mano con mucho esfuerzo y tapo los labios de Miyagi. Ya no le quedaban fuerzas, el dolor y el cansancio se lo estaban llevando lentamente, pero antes de dormirse debía decir lo que envenenaba su alma, debía hacerlo por si no volvía a despertar.

    —El único… culpable eres tu…tu eres el que debe pagar…Destrúyelos sí… pero tú también deberás sufrir Miyagi. — La mano de Sora se cerró en puño apretando la blanca camisa de Miyagi, para decir las últimas y más crueles palabras. —Esos bastardos morirán por tu mano… y tú…tú pagaras por siempre la muerte de tu hijo Miyagi.
    Sora se fue durmiendo poco a poco, diciendo entre susurros. —Era tu hijo Miyagi… tú lo mataste.

    El medico entro segundos después, Miyagi miraba a Sora con dolor. Puso la blanca mano delicadamente sobre su vientre y obedeció la orden del Médico de abandonar la habitación, no sin antes besar suavemente la frente de Sora y susurrarle despacio. —Ya lo estoy pagando.

    Miyagi salió derrotado de aquella habitación, ahora que tenía la certeza de que aquel bebe que había muerto era suyo, el dolor era peor. No había consuelo para su corazón y se sentía devastado, más que por las palabras de Sora, era por la verdad que en ellas había, pues él se sentía culpable por todo, por haberse ido, por no haber estado allí. Por no haber tomado a Sora cuando pudo y habérselo llevado lejos aún si él no lo quería. Ya no tenía certezas de nada, no había deseos en su corazón y cuando se encontró con la mirada triste y cansada de Shinobu tampoco sintió lo que había sentido hasta hace pocas horas. Era como si hubiese dejado de existir una parte de él y solo le quedara el odio y la venganza, llenándolo y obligándolo a seguir adelante.

    — ¿Que quería mi hijo, Miyagi?

    Miyagi miro al anciano con total serenidad. —Venganza.

    El medico les había dicho que Sora permanecería en Terapia intensiva hasta el día siguiente, estaba constantemente vigilado y ya no recibiría más visitas. Les recomendó irse a descansar y les prometió avisarles de cualquier cambio. Así que con la excepción de los múltiples guardias que custodiaban la clínica, todos se fueron a descansar.

    Miyagi conducía silencioso, a su lado uno de los guardias y en la parte de atrás el anciano Osagawa. Shinobu iba en el otro auto con Akira y su padre. Un total de seis vehículos los custodiaban y más de cien hombres rodeaban el hogar Umehara, entre guardias de Umehara y hombres de los diferentes grupos del Clan Osagawa. Era un enorme despliegue de seguridad. Uno muy necesario para lo que se avecinaba.

    Cuando llegaron a la mansión, Miyagi y Shinobu no tuvieron tiempo de intercambiar palabras. El pequeño rubio llevo a su aturdido hermano a la habitación. Akira necesitaba descansar y solo a Shinobu le hacía caso. Miyagi por su lado llevo con él a un agotado Osagawa hasta la habitación que habían preparado para él.

    Minutos después mientras despojaba al anciano, débil y pálido de sus zapatos y lo recostaba con cuidado en la cama, lo escucho decirle entre lágrimas. —Mi hijo no quiere vivir Miyagi… ¿Qué voy a hacer sin mi pequeño sol?.

    Miyagi arropo con tristeza al que de alguna forma había sido un padre para él, y le consoló hablándole dulcemente. —Duerma tranquilo Osagawa-sama, yo me encargaré de todo. Descanse y vera que cuando despierte todo estará bien. Sora va a recuperarse, se lo aseguro.

    Miyagi tenía una idea en su mente, y esa misma noche la pondría en práctica. Así pues, cuando el día paso y la noche extendió su manto, el silencio reinaba en la casa. Miyagi había pasado el resto del día organizando junto con Onoda a los hombres de ambos grupos. Vigilancia, búsqueda, protección, recolección de evidencia, en fin, múltiples tareas tenían a todos entretenidos, con el último fin de atrapar al culpable y a todos los que quedaran rezagados, esta vez no dejarían cabos sueltos.

    Aprovecho que todos dormían y salió de la casa con varios de sus hombres. En la clínica ya le esperaban, todos habían cumplido sus órdenes y Miyagi con una bata blanca y una identificación falsa entro aquella madrugada a la habitación donde dormía Sora. Estaba estable le habían informado sus hombres, las enfermeras que habían sobornado para facilitar la entrada de Miyagi estaban atentas por cualquier problema. Pero Miyagi solo tenía algo muy breve que decir, algo que esperaba sirviera para que Sora decidiera vivir.

    Se sentó a su lado y tomo su mano llamándolo suavemente. Sora pestañeo despacio tratando de salir del pesado sueño.
    —¿Miyagi?...

    —Si soy yo… necesito que me escuches. —Sora trato de enfocar su mirada, Miyagi apretó su mano susurrándole. —Me rindo Sora, soy tuyo para lo que desees, ¿recuerdas que te dije que me iría?, no lo hare, me quedare a tu lado, aun si te casas con Akira, decidas lo que decidas me quedare a tu lado… seré todo tuyo Sora, para lo que desees hacer conmigo. Desde hoy soy tu posesión.¿ Me escuchas? , podrás vengarte de mí todo lo que desees y hacerme pagar por la muerte de nuestro hijo… pero, para eso debes decidir vivir Sora. Vive y obtendrás lo que siempre deseaste… vengarte de mí.

    Sora suspiro, luchaba por no dormirse, susurro mirando a Miyagi borrosamente. — ¿Mío?... ¿eres mío?

    —Te lo juro. —Miyagi beso su mano y lo vio dormirse profundamente, esperaba que resultara y el odio que Sora le tenía le diera las fuerzas que necesitaba para vivir.





    "En el interior del infierno se desata la guerra. ¿Quien ganara, el Asesino o el angel Negro?"



     
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129 replies since 2/1/2013, 01:10   6750 views
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