LO QUE PERDI… LO QUE CONSEGUI… LO QUE ME PERTENECE Spin-off historia de Sora

¿Qué pasa cuando alguien marcado por la muerte se encuentra con alguien signado por el dolor?... ¿serán capaces de cambiar su destino?...

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    T-T ya son dos meses y no mas nada u_u
     
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  2. elimm8
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    Wanna CONTIIIIIIIII!!!!!!!!
     
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  3. Fransela_r
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    Bueno como lo prometi sigo con este proyecto... Tenganme paciencia chicas por fa ¿si?, voy con calma para terminar todo lo mejor que pueda, pronto volvere por aqui. Espero les guste esta pequeña actualizacion. Besitos y espero sus mensajes







    10- VENGANZA (2DA. PARTE)



    Sora pensaba en todo lo que había ocurrido mientras miraba distraído hacia la iluminada ventana de su blanca habitación. Muy pronto Akira entraría por la puerta. ¿Qué podía decirle?, ¿Qué sentiría?. Acarició su vientre, donde aun podía sentir a su bebe, aunque sabía perfectamente que él ya no existía. Sintió rabia e impotencia, él, que todo lo tenía, que podía pararse en la cima del mundo si lo quisiera, había perdido su más preciado tesoro.

    Derramó muchas lágrimas, sintiéndose si se podía más solo y vacío de lo que se había sentido en todos esos años. Trató de preguntarse el porqué de su amargura en tantos años, ¿era por el abandono de su madre?, ¿era porque su padre viera en Miyagi a un hijo?. ¿Quién era él?, ¿Qué era para los que amaba?. ¿Acaso amaba a alguien?.

    Suspiró con pesadez, amaba a su padre y por eso odiaba a Miyagi por quitarle el amor del único que era suyo, del único que jamás le abandonaría. ¿Era miedo lo que sentía?, miedo a quedarse solo, miedo a perder al único que no le había dejado jamás, el amada a su padre, que siempre lo había hecho el centro de su universo.

    —Lo siento bebe. —Le susurró a su vientre, habría querido poder verlo nacer, poder haberle dado todo ese amor que deseaba para él, darle la familia que no tuvo, un padre y una madre que le amaran como tal, que nunca se sintiera como él se sintió abandonado por su madre, solo e inseguro.

    En un momento tocaron la puerta. Sora limpio sus lágrimas y dijo un pausado. —Adelante.

    Akira entró nervioso a la habitación, hacia tanto tiempo que había deseado verlo, y en ese momento no sabía cómo reaccionar.

    —¡Hola!...como…¿cómo te sientes?

    Sora sintió que su corazón se revolvía, con Miyagi era rabia, era deseo, era pasión. Pero con Akira era diferente, de alguna forma era suave, dulce, melancólico. No pudo detener sus sentimientos y extendiéndole sus brazos se deshizo en llanto. Era momento de llorar a su hijo, de lamentar su perdida y era en los brazos de Akira donde quería llorar.

    Akira se sentó a su lado y lo abrazo con fuerza.

    —Perdóname. —Le susurró muchas veces al oído, tan conmovido y triste como él por la pérdida de su hijo.

    Después de mucho rato de llanto, cuando las lágrimas se volvieron esporádicos sollozos, Akira recostado a su lado, besó su frente.

    —Te amo. —Le dijo dulcemente.

    Sora alzó su mirada, viéndolo con serenidad, ya desahogado de aquel dolor que tenía retenido.

    —No sé cómo continuar Akira.

    Le dijo sinceramente. Akira besó sus labios con infinita dulzura.

    —Atravesaremos esto juntos mi amor, no te abandonare ni un segundo.

    Las palabras se disolvieron en las horas, Akira cobijó a Sora entre sus brazos hasta que este se durmió profundamente. Cuando la noche engalanó el cielo, Miyagi entró en la habitación para ver como lo hacía todas las noches a Sora.

    No se inmutó al ver que Akira lo acunaba en sus brazos, le gustó si, el semblante pacifico que tenía el rubio dormido. Hacía días que no lo veía tan sereno.

    —Umehara sama. —Saludó con una respetuosa inclinación de cabeza.

    Akira le devolvió el gesto sin decir nada. Acomodó a su novio cuidadosamente en la cama arropándolo con amor y besando dulcemente su frente. Le hizo una seña a Miyagi para que salieran, este antes de seguir a Akira miro a Sora por un segundo y sin emitir palabra salió de la habitación.

    —Mi padre me ha dicho que ya tiene certeza de quienes son los culpables.

    Le dijo Akira, apenas llegaron al largo pasillo. Miyagi asintió, miró al hombre que cuidaba la puerta y extendió varias órdenes antes de volver su rostro al joven y decirle con firmeza.

    —Nos estamos preparando para acabar con la amenaza de una vez por todas. Su padre y Osagawa sama piensan que dándoles una lección al clan que osó atacarnos, los otros no se atreverán a hacer nada más en su contra.

    Akira asintió, estaba complacido, pues aquellos que causaron el sufrimiento de Sora recibirían muy pronto su castigo. De pronto recordó algo que le había estado molestando.

    —Miyagi…sé que no le gusta que me meta en sus asuntos, pero, mi hermano ha estado muy triste estos días. Creo que es porque siente que usted de alguna forma se ha alejado de él, sé que está muy ocupado con todo esto y yo mismo deseo que esto termine y que esos despreciables seres paguen por lo que hicieron, pero también deseo que mi pequeño sea feliz y quisiera pedirle…

    Miyagi sabía lo que diría el joven, pero en su corazón en ese momento no había cabida para nada mas que no fuera la venganza, e incluso después que hubiese calmado su sed de sangre y que hubiese cegado la vida de aquellos que le arrebataron la luz a el pequeño bebe que Sora esperaba, aun así una promesa lo ataba a Sora para siempre, y el no rompería esa promesa. Sabía que tenía que hablar con Shinobu, pero romperle el corazón al pequeño rubio que había comenzado a querer no era algo que deseara hacer ahora.

    —En este momento me es muy difícil hablar con él Umehara sama, pero en lo que todo esto termine, lo hare. Ahora si me disculpa debo retirarme, solo vine a revisar que todo estuviera bien.

    Miyagi hizo una leve reverencia y se marchó sin darle tiempo a Akira de decir nada más.


    ******


    Shinobu paseaba por el amplio jardín, recordaba que hace tiempo fue feliz entre aquellas enredaderas y sus aromáticas flores. Se dejó acariciar por la brisa de la noche y deseó que fueran los dedos fuertes de Miyagi los que recorrieran su piel. Sintió un profundo abandono y una dolorosa nostalgia, se sentó en el banco que los recibía cada tarde y en donde se daban suaves besos y sutiles caricias, sonriendo cómplices, escondidos de los ojos curiosos, cobijados por las sombras de la noche y las silentes plantas que los cubrían.

    Lloró silenciosamente su perdida, cruzó lo brazos en su pecho abrazándose despacio, cerró los ojos imaginado que eran los brazos de Miyagi los que lo cubrían. Evocó la sensual experiencia de aquellas manos incendiando su cuerpo, esa vez que fue suyo casi por completo. Sus sollozos perturbaron el silencio de la noche, y la naturaleza lloró con el pequeño joven que desahogaba su tristeza.

    El dolor se hizo tan palpable, la tristeza tan tangible, que parecía que todo en aquel jardín lloraba con él, el viento se mecía en un lastimero susurro, se colaba entre las hojas y las plantas parecían sollozar con el ángel que desahogaba sus penas entre la soledad de aquella fría noche. Los grillos, los sapitos que nadaban en el pequeño estanque, las libélulas, todos detuvieron sus movimientos, volviéndose solemnes para acompañarlo en su dolor, las luciérnagas vagaban en un baile fúnebre que cantaba tristeza en un lúgubre son.

    Miyagi fue a la casa en busca de algunas cosas que necesitaba y para rendir cuentas a su jefe, algo en su corazón le avisó, el aire frio que se arrastraba por el pasillo y que provenía de aquel jardín que tantos recuerdos le traía. Sintió que algo le llamaba, algo invisible le atraía, era poderoso y tan triste que estremeció su corazón, sin darse cuenta se sintió llevado por sus pies hacia aquel lugar. Algo le llamaba ¿Qué era?.

    Así lo escuchó, sus pasos se detuvieron en el umbral del solitario jardín, incapaz de moverse, de pensar, lo vio. Sus blancas y delicados manos envueltas en sus brazos dándose consuelo en un sutil abrazo, se veía tan desdichado, era una vista tan desoladora, las brillantes lágrimas se podían apreciar en las blancas mejillas, destellaban entre la luz que apenas se podía notar y que provenía de la enorme luna que engalanaba la noche.

    No supo cómo, ni porque, pero el impulso lo llevo a caminar hacia donde su pequeño sollozaba. Lo escuchó susurrar su nombre con nostalgia, y sintió su corazón romperse. Sigiloso se sentó a su lado y lo envolvió entre sus brazos, el aroma de su piel, de su hermoso cabello, la suavidad de las manos que se aferraron a sus fuertes brazos, los sollozos que crecieron en intensidad. Se sintió miserable por causar ese dolor y quiso confortar al pequeño Ángel que lloraba recostado en su pecho, solo que no sabía cómo hacerlo. No sin hacerle daño, no sin arrastrarlo a la vida oscura y sin sentido que lo había signado desde siempre.

    —Soy un monstruo, pequeño…No quiero causarte más dolor.

    Shinobu apartó su rostro del pecho de Miyagi, delicadamente paso sus dedos por las mejillas del hombre que ahora sabía, amaba como jamás amo a nadie. —Para mí no eres un monstruo Miyagi, eres el dulce tío de Ariasu, el buen hermano de Hiroki y Nowaki, el amable hombre que me enseño una parte de la vida que no conocía. Para mi tu eres el sol Miyagi, me quedare a oscuras sin tu luz, por favor no te alejes de mí.

    Miyagi se sintió impotente en ese instante. Él, que no se arrodillaba ante nadie, él, que se había enfrentado cara a cara con la muerte, que era temido y respetado por todos, se encontraba indefenso ante la súplica de aquella delicada criatura. ¿Lo arrastraría a su infierno?. ¿Llenaría de sombras esa vida preciosa que sostenía entre sus brazos?. Era cierto que era lo suficientemente poderoso como para protegerlo, pero, ¿Por cuánto tiempo?, cuantas veces podría burlar a la muerte hasta que esta lo alcanzara, hasta que finalmente lo arrebatara de sus brazos como lo había hecho con su madre dejando a su padre, el hombre más poderoso que jamás había conocido, envuelto en un infierno de dolor y nostalgia.

    —No quiero verte morir en mis manos Shinobu, no quiero llenar tu mundo con mi oscuridad.

    Le dijo con dolor apartándolo de su lado, pero Shinobu no se dejó amilanar, no deseaba perderlo, no lo dejaría ir sin luchar, por primera vez lucharía por lo que amaba.

    —Yo quiero todo lo que venga de ti Miyagi, si tengo que morir, pues que así sea, mejor morir a tu lado que vivir cada día sabiéndote lejos, añorando tu amor.

    Shinobu se había acercado tomando la mano del hombre. Miyagi lo miró perplejo, asombrado de sus profundos sentimientos. Teniendo por primera vez la certeza, de que él también poseía aquellos fervientes sentimientos, que en su corazón había un lugar que no estaba corrompido por la maldad y el odio, que ese espacio luminoso y feliz lo llenaba Shinobu, con su hermosa sonrisa, con su amable mirada, con su belleza etérea y pacífica, con ese amor que lo hacía sentir que valía la pena vivir, que no era un monstruo despreciable sino un ser humano que tenía derecho a vivir, a ser feliz.

    Lo atrajo a sus brazos con cierta violencia y lo beso con febril anticipación. Sus labios ardían de deseo, su corazón estaba lleno de necesidad, había pasado amargos días, oculto entre las sombras, sacando al monstruo que llevaba por dentro, cegando vidas por doquier, vengando la muerte de una hermosa luz, saciando su sed de sangre, acallando el odio que bullía en su interior.

    En ese momento deseó entregarse al amor que le daba Shinobu, aferrarse a él para no hundirse más en la profunda oscuridad que lo rodeaba, y así lo hizo, se fundió en sus labios, aceptó sus caricias, entendió entre sus besos la muda entrega y un rato después, lo desnudó entre las silenciosas paredes de su habitación, se extasió en la sedosa piel, que iluminada por la tenue luz de la noche parecía irreal. Recorrió con vehemencia cada recoveco de aquel delicioso cuerpo, embriagado por el hechizante sonido de los gemidos de su Ángel.

    No le alcanzaron las manos para descubrir cada espacio de su cuerpo, ni los labios para besar los confines de su piel, su deliciosa boca, su caliente sexo. Susurró roncamente palabras enamoradas en su oído, lamió y beso las lágrimas desesperadas que derramaban aquellos ojos grises.

    Su niño lo estaba sintiendo, y él lo estaba llevando a lo profundo del infierno, lo estaba internando en su macabro mundo, pero Shinobu se entregaba sin miedo. Le daba su amor, su alma, su corazón, su cuerpo, se abrió para él recibiéndolo en su virginal entrada, llorando con la dolorosa posesión de su miembro, arqueándose ante cada inclemente estocada, aferrándose a su espalda como su único asidero, susurrando entre gemidos su nombre, como un mantra, como si Miyagi fuera su Dios, su universo, su principio y su fin.

    La cruel penetración convirtiéndose en mágica posesión, el dolor transformándose en asombroso placer, el baile eterno de las caderas de Miyagi llevándoselo lejos, y las luces al final del túnel reclamándole, la voz del hombre que amaba y al que se le entregaba sin reservas apagándose en su mente en un profundo “te amo”, antes de que el inusitado placer lo llenara por completo y se lo llevara lejos a los brazos del éxtasis, superando sus emociones y haciéndole perderse en los rincones de su mente, donde un oscuro Ángel lo amaba y lo encerraba entre sus alas negras.

    No logró dormir esa noche, lo contempló dormido por un largo rato, su semblante hermoso y pacífico, rememoró muchas veces su mágico encuentro, su niño se le había entregado con tanta vehemencia. Ahora estaba entre la espada y la pared, pues, aunque lo ataba a Sora una promesa, a Shinobu lo ataba algo más grande, el amor. No podía fallarle a su ángel, ahora debía cumplirle como el caballero que era y no le pesaba, Shinobu era todo lo que deseaba, todo lo que nunca soñó tener. Se arrodilló frente a la cama apartando los mechones de su brillante cabello que le ocultaban el rostro, besó dulcemente su frente.

    —Te juro que te protegeré, la muerte no podrá arrancarte de mis brazos, mi hermoso amor, peleare como fiera por defenderte y si aun así te alcanza, me entregare a ella feliz, y juntos no dormiremos en sus brazos. Gracias por tu amor mi pequeño, lo honraré con mi sangre y te seré fiel por siempre.

    Miyagi colocó entre las manos del pequeño que dormía profundamente, un tesoro que nunca se habida separado de él, una pequeña cadena que siempre pendía de su cuello, con una hermosa medalla, que en su interior guardaba el rostro de su madre y la inscripción que hace muchos años le hiciera su padre al darle aquella joya. “Me dormiré en tus brazos cuando me alcance la muerte, para así ser inmortal en tu corazón.”

    Miyagi recitó aquellas palabras, que lo unían en una promesa irrompible con Shinobu. La mañana despuntaba en el horizonte cuando Miyagi salió de la habitación, silencioso, con rumbo a terminar de cumplir su venganza, dejando a su pequeño dormido en su cama. Esperaba que cuando regresara con las manos llenas de sangre, este estuviera allí, para alejarlo de la oscuridad.


    “Y el Ángel negro encontró en el infierno a un ser de luz, que vino a rescatarlo con su amor. Solo el tiempo diría, si lograrían salir de aquella oscuridad”
     
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    Los buenos momentos de tu vida, serás recordados como grandes alegrías; los malos te darán las mejores enseñanzas

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    kyaaaaaaaaaaaa te adoro, eres magnífica
    es increíble lo que puede hacer el dolor
    sora es el claro ejemplo me da mucha pena que no vaya a tener más hijos
    miyagi sabia que caerías en el amor de tu preciado terrorista
    no ibas a escapar
    me encanto la forma en que se entregaron al amor
    y la promesa que hizo fue indescriptible
    amo a la pareja terrorista
    bueno esperaré la conty con muchas ansias y lo sabes
    nos vemos
    :=PENSDF:
     
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  5. Daphii
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    ¡Hola!...
    He aquí otra admiradora tuya, una que en verdad está sorprendida y muy complacida,
    por esta historia que ahora nos compartes. Te seré sincera, no la he leído toda, pero
    lo haré, de verdad, vale muchísimo la pena.
    No te angusties si no recibes muchos comentarios, tal vez es solo que tu historia tiene
    un nivel de redacción casi de un libro y supongo (no lo sé) que para algunos se les hace
    una lectura pesada. En lo personal creo que tienes un nivel increíble de escritura y no debes
    de dejarlo o modificarlo, eso es precisamente lo que te ha vuelto única y genial.
    Simplemente eso, continué así por favor.
     
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    You're born this way baby You are beautiful in your way cause god makes no mistakes ♥♪Lady Gaga♪♥

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    como dice daphii creo es por eso........ a mis lectores tambien les costo mucho seguirme en un clavo saca otro clavo por razones parecidas........ pues este fic en particular es largo, porque es necesario y dios mio que sublime bello y perfecto, espera por mi comentario por favor, sabes que lo tengo...... te amo ♥



    AMO A SORA!!!!

    PESE A QUIEN LE PESE!!!

    ES MI PERSONAJE FAVORITO!!!!


    *sale corriendo xD*
     
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  7. Vico-chan
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    me encanto... fue maravilloso, ahhhh!!!
    que emocion ya sabia que terminarian enamorandose
    si son el un para el otro, oscuridad y luz, amor y odio....
    es tan increible...
    QUOTE
    “Me dormiré en tus brazos cuando me alcance la muerte, para así ser inmortal en tu corazón.”

    me encanto tanto que la publique en mi face... es increible.... hermosa, estoy ansiosa
    por lo que sigue, no te preocupes sempai
    no tienes que presionarte tu solo esfuerzate
     
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    HERMOSO HERMOSO!!!! ME EMOCIONE TANTO POR LA CONTI!!! Por fin miyagi abrió los ojos!
     
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  9. elimm8
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    AWESOMEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE! Quiero conti! Sensei, you're the best! Gracias por darme más de lo que me gusta...jejejeje Amo tu fic al 100% y más ^v^
    Espero la conti, como siempre, con muchassssssss ansias. :D

    Matta ne! Hasta el próximo magnífico capítulo! :)
     
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  10. Yoshino-kun
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    Es una historia hermosa

    Me gusta mucho

    ;__; Pobre Miyagi y pobre Shinobu, ninguno se merece sufrir

    La empecé a leer ayer y me encantó

    Por favor continúala pronto

    Muchos Saludos
     
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    Desde mi bello Chile, demostrando que no todos los chilenos tienen el peor vocabulario de la américa latina ;)

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    Tengo unas pocas palabras para este nuevo capítulo...

    Me abriste el pecho y lo expusiste a tan fuertes emociones



    Sigue así Fransela-sensei, espero pronto saber como terminará esta historia, me deja así super ansiosa.
     
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  12. Brenda de Crosszeria
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    Yo y tu fic & entonces & luego & waaaaa~
    Primero que nada gracias a Nath-chan (Lady trifecta) por recomendarme el fic y a ti por escribir tan hermosa historia de verdad que me quede enganchadisima hahah no dormi por leermela toda a de jalon, es que woooow estoy embobada, enamorada, idiotizada por la historia, Miyagi grrr~ -1313- ¿qien iba a decir que todo un asesino puede ser tan sexy y cautivador?ghjk *Q* & Miyagi aaawwws lo adoro pero maldito Sora bitch! ¿por que? ¿porque? osea en serio ¿por que debe joder el asunto? -_- buee~ eeen fiiin~ como te daras cuenta escribo medio feo, culpa de la tormenta que amenaza con cortarme la luz y mas que nada queria decirte que tienes una nueva fan y seguidora que se dara sus desaparecidas pero estara lo mas pendiente posible del fic C:
     
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    Quiero conti! T_T ya son 2 meses u_u
     
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  14. Fransela_r
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    Ahora si, gracias a Nathalia que lo editó, un millon de gracias hermosa, besos para todas. Gracias por leer.






    Venganza (3ra. parte)



    Miyagi salió de la casa con apuro, ese día tendría algo muy importante que atender. No se avergonzaba de lo que había tenido que hacer para llevar a cabo sus planes. Miyagi Yo no era de los que sentían remordimiento por lo que hacía para acabar con sus enemigos. Sólo por eso había conseguido su fama de sanguinario, sólo por eso nadie se atrevía a enfrentársele, y los pocos que se habían atrevido, acababan ahogándose en su propia sangre.

    Aoe Kento muy pronto sabría lo que era desafiar a Miyagi Yo. Cuando la muerte estuviera arrebatándole la miserable vida que llevaba, lo último que verían sus ojos sería el rostro de Miyagi cobrándose así la vida de su hijo y el haber atacado a Sora.

    Cuando el reloj despertador sonó a las cinco am como siempre, elhombre se limitó a apagarlo y salió de su cama, fue al baño y se duchó, para luego afeitarse. La mano le temblaba de tal forma que no pudo evitar cortase con la afeitadora. Los siguientes cinco minutos los pasó llorando frente al espejo del baño, durante esos cinco minutos su esposa lo escuchó desde la habitación pero más allá de sus ojos abiertos como platos y de su respiración entrecortada, no había ninguna señal de que estuviera viva.

    Cuando por fin pudo calmarse lo suficiente, el hombre limpió la sangre de su cara y terminó de afeitarse. Regresó a la habitación y se puso su uniforme, luego pasó a la pequeña sala de su apartamento. Dentro de los pocos muebles en él,había una mesa baja, donde solía tomar el té. Al girar la vista hacia ella lo vio y recordó que no podía dejarlo, debía llevárselo consigo, eso era lo que aquellos hombres le habían ordenado. Un teléfono celular Panasonic G600 reposaba solitario en la mesa. Lo miró como por un minuto y luego lo tomó para salir del apartamento, peguntándose porquéla vida lo había puesto en tan terrible predicamento.

    Al salir bajó las escaleras y salió a la calle. Una vez allí caminó un centenar de metros y esperó el autobús de las cinco y cuarenta y cinco am. Tardó casi una hora en llegar de su casa al trabajo. Normalmente ese trayecto lo pasaba durmiendo o escuchando música, hoy sin embargo no le fue posible. Por un lado no podía escuchar música ya que tenía que estar pendiente de si sonaba el teléfono celular, y por otro no tenía ni una pizca de sueño, lo cual era extraño considerando que tenía una semana sin dormir. Una semana sin ver a su hija, desde que aquellos hombres se la habían llevado.

    Al llegar al trabajo se registró y paso al salón de descanso, donde ya estaban sus compañeros de trabajo hablando de lo que había pasado en el turno de la noche o de lo que harían en el transcurso del día. Algunos lo saludaron y él saludó a unos y a otros no. Luego se quedó viendo la cartelera de anuncios un rato hasta que le tocó entrar a trabajar. Su turno duraría veinticuatrohoras y sólo tendría cuatro horas de descanso en ese tiempo: una hora para almorzar, otra más para cenar, y una pausa de dos horas que podía usar para dormir si lo quería, siempre y cuando no coincidiera con la pausa de dos horas de sus otros cuatro compañeros de turno.

    La mañana transcurrió con normalidad y solo registraron 3 embarcaciones. Al medio día volvió a la sala de descanso y se sirvió una taza de café, algo completamente fuera de lo ordinario, pues él siempre bebía té; luego salió y deambuló por el muelle mientras se fumaba un cigarrillo. Cuando iba a encender el segundo sonó el teléfono celular, no había sonado por tercera vez cuando lo había contestado.

    —Esta mañana no desayunaste, y ahora en lugar de almorzar estás fumando y tomando café. —dijo una voz al otro lado de la línea.

    —Es que no tengo hambre y...

    —No me interesa si tienes hambre o no. Compórtate con naturalidad. Si vuelvo a llamarte antes de la noche será para darte malas noticias. —dijo la voz, para luego colgar.

    El hombre se quedó con el teléfono pegado a la oreja unos segundos más y cuando reaccionó venían unos empleados del muelle, y sóloalcanzó a decir:

    —Sí mi amor, tienes razón. Te amo.

    Luego hizo como que colgaba la llamada y metió el teléfono en el bolsillo del cual lo sacó. Fue directo al comedor y compró sushi para almorzar y té para pasarlo. Haciendo milagros logró comerse todas las piezas y beberse casi todo el té. Como ya iba a terminar la hora de almuerzo salió del comedor, encendió otro cigarrillo y lo fumó mientras iba a su puesto. La tarde fue más animada de lo que fue la mañana, en el transcurso inspeccionó más de doce embarcaciones.

    Al comenzar a ocultarse el sol el hombre comenzó a mirar constantemente el reloj. Cuando por fin ya era de noche el resto del personal comenzó a retirarse. De noche sólo quedaba el personal mínimo indispensable para hacer las inspecciones navieras y un destacamento de la policía portuaria que debía intervenir inmediatamente si era avisado de alguna anormalidad en algún barco, en su carga, en su tripulación, o en alguno de sus manifiestos (de carga, de navegación, o de personal).

    Finalmente llegó la hora de cenar. Luego de servir la comida, el personal del comedor se retiraba y el puerto quedaba sólo con el personal anteriormente mencionado. Fue al comedor y cenó fideos, no porque sintiera hambre, sino porque tenía que comer. Al terminar de comer se dirigió al baño. Llegando a élsonó de nuevo el teléfono celular. Nuevamente lo contestó antes del tercer repique.

    —Te ves cansado, ¿Por qué no duermes un rato? —dijo una voz del otro lado, para luego colgar.

    Al salir del baño buscó a sus compañeros y les dijo que dormiría unas dos horas. Nadie puso objeción a esto, y uno de ellos le dijo que lo despertaría él mismo para tomar su descanso de la misma manera. Luego de esto se fue a un pequeño cuarto que tenía dos literas, se tiró y trató por todos los medios de relajarse y dormir.

    Luego de una hora de intentarlo lo consiguió. A la media hora más o menos de quedarse dormido comenzó a soñar. Estaba en el parque y paseaba con su esposa Ahiko, lo extraño es que podía verse a él tomado de la mano de su pareja, como si más que soñar viera el sueño en tercera persona. Extrañado, se acercó lentamente hacia donde estaba su otro yo y apenas alcanzo a oír un "¿En serio?", luego de esto su otro yo tomaba la cara de Ahiko y le daba un beso. El hombre entonces creyó que esta escena se parecía muchísimo a cuando su esposa Ahiko le había dicho que estaba embarazada. Cuando se dio la vuelta para buscar el lago artificial del parque donde había sucedido ese suceso, no encontró ningún lago, ni ningún parque. En su lugar había una sala de emergencia llena de gente que iba y venía atareadísima.

    Asustado el hombre buscó el parque con la vista pero no había tal. En efecto ahora se encontraba en la sala de emergencias de un hospital. Se preguntó si sería un sueño o no, por lo que decidió probar y le preguntó a alguien, pero la persona no le prestaba atención. Repitió lo mismo con otros médicos y otras enfermeras con iguales resultados. Cuando creía que en efecto era un sueño, la última enfermera con quien decidió intentar comunicarse le prestó atención, pero en lugar de responder sus preguntas, le contestóotras, que no pudo oír, y señaló hacia el final del pasillo, en el último cubículo de la sala de emergencias, donde se veían unas piernas flexionadas. En el sueño al hombre se le detuvo el corazón, ya que recordó haber visto una imagen similar hacía seis años atrás, luego del terremoto de 8.0 que había sufrido Japón. Corrió hacia el final del pasillo y cuando estaba por llegar escuchóel llanto de un bebé y una voz que decía: "Es una niña". El hombre se detuvo en seco, exactamente igual que hace seis años.

    "¿Papi?, ¿Papi?", dijo una vocecita tímida a la derecha del hombre. La voz lo sobresaltó y al girar la vista vio a Miki, su hija, cuando no tenía más de tres años, parada sobre la grama de lo que parecía ser un parque. Tras de ella un lago, aparentemente artificial, lo que el hombre asoció con la primera parte del sueño, es decir, el parque donde su esposa le había dicho que estaba en cinta. Volteó y vio la misma senda donde su mujer le había dado la noticia. "Si no me tiras la pelota no podemos jugar, papi", dijo la misma vocecita. El hombre volvió la vista nuevamente a la pequeña niña y se preguntó a qué pelota se refería, pero tal pregunta se respondió sola al bajar la vista el hombre a sus pies. Frente a estos estaba una pelota de goma, cercana al tamaño de una pelota de fútbol, una de esas pelotas que venden en los parques para que los niños que los visitan se las pidan a sus padres.

    A pesar de ser una pelota ordinaria, el hombre la reconoció, o mejor dicho, creyó reconocer el delfín amarillo pintado sobre el azul de la pelota. Se agachó para recogerla, pero en lugar de detenerse a examinar la pelota se limitóa tirarla. Luego escuchó una risita, y empezó a correr en dirección a la niña que perseguía la pelota.

    No habría corrido ni diez segundos cuando sintió que los brazos le pesaban, los sentía sumamente cansados, y sentía el pecho extremadamente caliente, como si estuviera sosteniendo una bolsa de agua hirviendo. Al bajar la vista a su pecho vio que cargaba en sus brazos a una niña, de unos cinco años, que ardía en fiebre. Su cuerpecito estaba todo sudado y la niña deliraba. Inmediatamente el hombre reconoció a Miki, pero extrañado levantó la vista para ver si era la misma Miki que perseguía la pelota en el parque. Lo que vio sin embargo, no fue el parque, sino la calle que iba al hospital que estaba a un kilómetro del apartamento donde vivía.

    "Miki se muere", pensó el hombre en su extraño sueño, luego de lo cual se sintió más cansado que nunca y sintiendo que no podría cargarla ni un minuto más. Levantó la vista para ver si faltaba mucho para el hospital, y al levantar la vista ya estaba dentro del mismo, donde un médico le quitaba a Miki de los brazos mientras una enfermera le preguntaba cómo se llamaba la niña.

    "Miki. Se llamará Miki", dijo él, pero cuando comprendió que había dicho se llamará en lugar de decir se llama, una voz femenina le salió al paso y dijo "¿Miki?, es un bonito nombre cielo, ¿Oíste bebé?, te llamarás Miki. Amor, ¿Puedes llamar a la enfermera para tramitar eso?" Antes de responder, el hombre se dio media vuelta y se dirigió a la puerta, pero antes de abrirla giró la vista nuevamente y vio a su esposa y a su hija, y recordó lo feliz que era en ese momento, luego de que naciera su hija por un parto de emergencia producto del terremoto. Recordó que en ese momento se juró a sí mismo que haría lo que fuera por esa niña que ahora dependía de ellos para todo.

    Luego abrió la puerta y salió por ella, pero no salió al pasillo de maternidad del hospital, sino que entró a su propio apartamento. En la salita estaba su esposa Ahiko, pero con ella no estaba la pequeña Miki. En su lugar había dos hombres, uno de los cuales le apuntaba a la cabeza a su esposa con un arma. El otro, tan elegantemente vestido como el primero, estaba sentado tomando té. Al verlo llegar lo saludó:

    "—Buenas tardes señor Noriyama. Por favor únasenos y tome asiento.

    —¿Quiénes son ustedes?, ¿Qué hacen en mi casa?, ¿Ahiko, que está pasando?, ¿dónde está Miki? —preguntó el hombre en el sueño.

    —Por favor señor Noriyama, no hagamos un escándalo de esto —dijo el hombre sentado al lado de su esposa, mientras metía la mano en el saco del traje y sacaba un arma—. Tome asiento y le contestaré todas sus preguntas.

    El hombre lejos de sentarse dio un paso para ir a la habitación de Miki, pero antes de que diera el segundo el hombre sentado le apuntócon el arma y la engatillo mientras decía:

    —No lo repetiré por tercera vez señor Noriyama. Siéntese.

    —Tetsuo. —Dijo su esposa Ahiko—. Siéntate y escucha lo que estos hombres tiene que decir.

    En el sueño, Tetsuo se sentó, igual que hace una semana y se dispuso a escuchar loque tenía que decirle ese hombre que le apuntaba con un arma en su propio apartamento. El hombre guardó el arma y sacó en su lugar un teléfono celular y lo puso sobre la mesa, luego sacando otro muchísimo más nuevo, pulsó las teclas varias veces y lo volvió a guardar.

    —Tetsuo Noriyama, trabajador del puerto. Encargado de cotejar los manifiestos de carga y de personal de todas las embarcaciones que llegan al puerto mientras es su turno. Tenemos una proposición de negocios que hacerle —dijo el hombre, justo cuando comenzaba a repicar el teléfono celular sobre la mesa—. Es para usted. Conteste.

    Tetsuo tomó el teléfono y vio que era un Panasonic G600, un teléfono de 1998. Contestó la llamada y en el sueño preguntó con el mismo miedo de hace siete días atrás:

    —¿Sí?, ¿Quién es?

    —Señor Noriyama, quiero que me escuche con muchísima atención. Soy un hombre con una necesidad extrema de un servicio que sólo usted puede proporcionarme. Dentro de siete días exactamente, a las tres de la madrugada, atracaráun barco el cual no especificará de dónde viene, quién es su tripulación, su carga, o sus intenciones. Usted no es un hombre con una posición económica sobresaliente señor Noriyama, todo lo contrario, su trabajo en el puerto es más bien mal pagado. Ahora bien, tiene usted a una joven esposa señor Noriyama, y según me dicen mis empleados, bonita, por lo que seguramente podrá usted tener más hijos en el futuro, lo que aunado a la pequeña Miki lo colocará en una situación económica más comprometida aun.

    La voz del hombre en el teléfono hizo una pausa para luego continuar:

    —¿No le gustaría remediar eso, señor Noriyama? Una pequeña es una cosa, pero teniendo una bonita y joven esposa, los bebés pueden llegar en cualquier momento, ¿No le gustaría ser precavido y tener dinero de sobra por si la pequeña Miki tuviera hermanos o hermanas inesperados... Como ella misma? Lo único que tiene que hacer es colaborar en la descarga de la única mercancía presente en ese barco que llegará dentro de una semana.

    —No comprendo, ¿Quién es usted?

    —Quien soy es absolutamente irrelevante señor Noriyama, además, mientras menos sepa usted de mí y de lo que hago será mejor para usted y su familia señor Noriyama, no sólo mantengo mi identidad en secreto por mí, sino también por la seguridad de su familia. Lo que sí es de suma importancia aquí, señor Noriyama, es su respuesta sobre mi proposición. Le informo que se le pagaráMUY bien por su cooperación. Dinero más que suficiente para que viva una vida sin complicaciones.

    —Pero es que... Yo no soy el único que trabaja en el puerto. Independientemente de a qué hora llegue el barco, aparte de mí hay otras personas responsables del muelle —dijo Tetsuo.

    —Lo sabemos señor Noriyama, y ya hemos obtenido respuesta más que favorable de todos y cada uno de ellos. La única persona que falta por colaborar con nosotros es usted, así que contrario a los consejos de mis empleados, frente a usted, decidí hacerle la misma oferta que a sus compañeros de trabajo,¿Qué me dice señor Noriyama?, ¿Puedo contar con su colaboración? —preguntó la voz al teléfono.

    Tetsuo se quedó callado un minuto pensando en lo que le habían dicho en el sueño, luego miró a su esposa, aún apuntada a la cabeza por el arma del hombre de pie, y respondió:


    —No. No sé quién sea y no me importa, solo quiero que les diga a sus hombres que se vayan y me dejen en paz a mí y a mi familia.

    —Señor Noriyama sea razonable, estoy seguro deque si escucha la cifra de la que le hablo cambiará de opinión.

    —No, no me interesa. Ninguna cantidad de dinero me hará traicionar mis principios. Usted ya sabe que soy una persona de recursos modestos, pero no sólo hago mi trabajo con la certeza de saber que ayudo a que Japón sea más grande, sino que me siento orgulloso de hacerlo. Por eso no he cambiado de trabajo a pesar de que como usted bien dice, no es una posición bien pagada, pero muchas veces, las mercancías ilegales se detectan gracias al trabajo que yo y las personas de los otros turnos hacemos, gracias a eso puedo irme a dormir con la conciencia tranquila todas las noches. Si acepto su dinero, ya no podría dormir en paz.


    —Es usted un hombre en verdad afortunado señor Noriyama. Su esposa lo conoce en verdad bien. Ella me dijo que usted diría exactamente las mismas palabras que acaba usted de mencionar. Es en verdad un hombre honrado señor Noriyama, una auténtica especie en extinción, debo decir —dijo el hombre al teléfono—. Está bien, sécuándo me encuentro con alguien de principios. Pero antes de que mis empleados se marchen de su casa, permítame responder su última pregunta, la que hizo usted al llegar a su casa.

    —¿Ah?

    —¿No quiere saber dónde está la pequeña Miki?

    El corazón de Tetsuo Noriyama se detuvo por un espacio de tiempo que pareció infinito. Lo único que hizo recuperar el continuo fluir del tiempo fue la voz del hombre al teléfono que le dijo:

    —Señor Noriyama, el hombre que le apunta a la cabeza a su esposa tiene un teléfono, si ese teléfono suena las órdenes son claras y tajantes: Volarle la cabeza a su esposa de un disparo, sin ningún tipo de titubeo. Luego mis dos hombres saldrán de su casa y nunca más los volverá usted a ver. Estoy marcando el número de teléfono de ese celular en este instante. Listo, ahora solo tengo que oprimir la tecla de marcar. Antes de oprimirla señor Noriyama, permítame hacerle una pregunta: ¿Cómo dormirá luego de este día?, ¿Le permitirá dormir su conciencia luego de que vea morir a su esposa sin poder hacer nada?, y no hablemos de la pequeña Miki, matarla es el menor de los reproches que le hará su conciencia, porque verá señor Noriyama, los seis años de edad de la pequeña Miki la convierten en un objeto altamente comercializable: Desde la trata de esclavas hasta el tráfico de órganos... Pasando por todos los mercados intermedios entre esos puntos, claro está.

    La palabra snuff golpeó la mente de Tetsuo como una tonelada de ladrillos, haciendo que se le produjera un nudo instantáneo en la garganta. Aun así pudo susurrar un débil:

    —Por favor...

    —Nada de eso tiene que pasar señor Noriyama. Sólo tengo que cancelar esa llamada y las vidas de usted, de su esposa, y de la pequeña Miki continuarán como hasta ahora, mejor incluso.

    —¿Que tendría que hacer?

    —El que lo contactáramos a usted no es coincidencia señor Noriyama. Lo que está por suceder es producto de un mes de averiguaciones. Exactamente dentro de siete días usted tendrá un turno de veinticuatro horas. En la madrugada de dicho turno usted será el operador de radio del puerto. Exactamente a las dos am usted recibirá una transmisión de radio de un barco solicitando muelle. El barco no se identificará de ninguna manera, solo indíquele un muelle vacío. Eso es todo lo que tiene que hacer.

    —¿Eso es todo?

    —Eso es todo, señor Noriyama.

    —Pero... No entiendo. El operador de radio nunca está solo y aunque lo estuviera, el destacamento de la policía portuaria saldrá al muelle en lo que vea llegar un barco...

    —No se preocupe señor Noriyama. Usted estará solo, en cuanto a la policía portuaria, ellos no estarán en posición de ver nada, y aunque pudieran, sólo verían una mancha negra.

    —Pero las cámaras, el personal de seguridad del puerto...

    —Señor Noriyama, ¿En verdad cree que un hombre que lo sabe todo de usted, incluso loque hará dentro de siete días, que ha raptado a su hija y ha entrado en su apartamento, dejaría esos detalles sin resolver? Usted es el único punto por resolver, ¿Cuento con su cooperación, señor Noriyama?

    —Está bien, pero por favor no le haga nada a Miki, ella lo...

    —Señor Noriyama, contrario a lo que pueda usted pensar, no soy un desalmado sin corazón. Su hija se encuentra perfectamente bien, en estos momentos está divirtiéndose en un parque de diversiones. Continuará recibiendo clases como hasta hoy durante la mañana, en la tarde alguien la ayudará a hacer las tareas, alguien más jugarácon ella, alguien le dará de comer, otra persona la bañará y vestirá, y yo mismo me encargaré de que duerma todas las noches abrigada. Una vez que el barco descargue su cargamento y esté en altamar, puede usted estar tranquilo de que ni a su hija, ni a su esposa, ni a usted les pasaránada.

    —¿Que garantía tengo de eso?

    —Ninguna —respondió la voz inmediatamente—, sólo mi palabra de honor de que así será; así que como verá señor Noriyama, está usted en una posición en la que sólo puede tener fe en mí.

    Tetsuo Noriyama nunca se había sentido peor en toda su vida, pero no teniendo ninguna otra opción solo pudo decir:

    —Está bien.

    —Perfecto. Ahora escúcheme usted, señor Noriyama: Para que lo que intento hacer tenga éxito es importante que tanto usted como su esposa continúen sus vidas con normalidad. Usted continuará su rutina de todos los días, su esposa continuará siendo la perfecta ama de casa que ya es. Nadie debe notar que algo no está bien. El teléfono por el cual le hablo será la única forma que tendré para comunicarme con usted. Es su responsabilidad mantenerlo cargado y siempre con usted. Al colgar la llamada mis hombres saldrán de su casa y nunca másvolverán a interferir en su vida ni la de su familia. Usted y su esposa serán libres de hacer lo que quieran, sin embargo, si lo llamo señor Noriyama y el teléfono suena cinco veces entenderé que algo no está bien y ordenaré que vendan a la pequeña Miki, si usted o su esposa hacen algo o dicen algo que ponga en peligro lo que está por pasar, dejen volar su imaginación: Le garantizo que no importa que tan fértil puedan ser imaginando, ninguno de los dos se acercara ni un ápice a lo que va a vivir la pequeña Miki. Buenas tardes, señor Noriyama—dijo la voz, para luego terminar la llamada.

    En el sueño, Tetsuo Noriyama no alcanzó a ver a los hombres saliendo del apartamento, en su lugar sintió la cara caliente y sumamente adolorida. Los oídos le explotaban, como si alguien hubiera puesto el volumen del mundo al máximo. Poco a poco el volumen fue bajando y entonces entendió que su esposa le gritaba cualquier cantidad de cosas y le abofeteaba una y otra vez. "¡Haz algo Tetsuo!", le decía Ahiko, "¡Es nuestra pequeña!". En el sueño Tetsuo sabía que habían pasado tres días desde que los hombres se llevaron a Miki. Durante esos tres días habían hablado con Miki por el celular, tres veces al día: En la mañana al despertar Miki, a la hora de almorzar, y antes de dormir. La última llamada, la de la noche, siempre se la comunicaba el mismo hombre con el que había hablado la primera vez, así que en eso había mantenido su palabra. No había ningún motivo para pensar que no cumpliría el resto del acuerdo, ni ningún motivo para traicionarlo.

    Sin embargo, tres días sin ver a su hijita habían hecho que Ahiko fuera perdiendo la cordura más y más, y finalmente había estallado, exigiéndole que hiciera algo para recuperar a su hija. Tetsuo estaba harto, sencillamente no sabía qué hacer para recuperar a Miki. Él no era Superman, no tenía contactos, nunca había manejado un arma en su vida, lo único que podía hacer era contactar a la policía y decirles que habían secuestrado a su hija y que lo amenazaban si no cooperaba con los secuestradores.

    Nunca en toda su vida de casado había tenido desavenencias con su esposa, pero ésta era sin lugar a dudas la prueba más dura por la que había pasado su matrimonio. Harto de la discusión, de los reproches y del maltrato físico de su esposa, Tetsuo le gritó: "¡Estábien!, ¿Quieres que recupere a Miki?, ¡Lo haré!". Y exactamente igual que hace cuatro días salió por la puerta del apartamento.

    Del otro lado no estaba otra cosa que el interior de la comisaría de policía de su distrito. El sueño había cambiado una vez másy ahora estaba dentro de la comisaria. Llevaba parado como quince minutos, sin decidirse a hablar con la policía o a irse. Un policía que había llegado al mismo tiempo que él, había terminado su reporte y se disponía a salir a patrullar, al notar que aúncontinuaba en el mismo sitio se acercóy le preguntó qué hacía allí, a lo que Tetsuo sólo pudo responder, muy lentamente, y después de entender que había cometido un gravísimo error en ir a la policía: "Yo... No... Me... Siento... Yo no... Me siento... Bien...".

    El policía al ver lo pálido que estaba lo metió a una patrulla y lo llevó al hospital más cercano. Allí el médico que lo revisó diagnosticó que estaba un poco deshidratado, que mostraba una ligera malnutrición, y que estaba física y mentalmente agotado, producto de no comer, ni beber, ni dormir por los tres últimos días que había estado ausente Miki; por fortuna para la familia Noriyama, el médico, y en consecuencia el policía, supuso que era por el trabajo en el puerto. El policía lo dejó en su casa, y tan pronto como su esposa cerró la puerta, sonó el celular. Tetsuo lo contestó en el segundo repique.

    "—Fue muy inteligente al fingirse enfermo, señor Noriyama... Pero supremamente estúpido en ceder a la presión de su esposa. Los perdonaréa ambos ya que es comprensible que una madre extrañe a sus hijos. Pero considerando que he cumplido mi palabra hasta ahora, me doy por ofendido. Como castigo a la falta de fe de su esposa, no hablarán con su hija hasta mañana en la noche. Reflexionen como sería no hablar con ella nunca más —dijo la voz por el teléfono—. ¿Entendió Noriyama?"

    Lo único que se quedó en su mente fue el Noriyama. Que se repetía una y otra vez: Noriyama, Noriyama, Noriyama...

    —Noriyama... Noriyama... Maldición Noriyama, despierta de una vez —decía un hombre gordo, que zarandeaba a Tetsuo intentando despertarlo.

    Cuando por fin logró despertarlo, la cara de Tetsuo era un poema bastante trágico. En el sueño habían mezclados recuerdos de la última semana y de los últimos siete años, no por ello el despertar fue más amargo: Muy dentro de sí conservaba la secreta esperanza de que el secuestro de su hija Miki fuera sólo un mal sueño. Luego de volver en sí, le cedió la litera al hombre gordo, que iba a tomar su descanso de dos horas después de él.

    Al salir del cuarto se encontró con uno de sus compañeros, el cual le notificó que la radio estaría a su cargo toda la noche por el resto del turno, en la mañana el mismo lo relevaría de esta posición. Tetsuo no pudo menos que asombrarse por la precisión con la que se había cumplido hasta ahora lo que le había dicho por teléfono el que parecía ser el jefe de los secuestradores de su hija. Por supuesto, no mencionó esto y tomó la noticia con naturalidad, más al dirigirse a la torre de comunicaciones del puerto, notó que su compañero en lugar de subir con él bajaba. Al llegar a lo más alto de la torre tomó los binoculares y notó como su compañero entraba en el barracón del destacamento de policía.

    En eso estaba cuando sonó el teléfono celular. Tetsuo seapresuró a contestarlo, escuchando lo siguiente:

    —Ha llegado el momento, señor Noriyama. El barco se encuentra a unas horas de distancia. Cuando se encuentre a distancia de reportarse lo hará bajo el código de "Perro loco". Intentará reportarse así en tres oportunidades, si luego de la tercera vez no hay respuesta del puerto, dará media vuelta y se marcharápara nunca más volver, justo como su hija.

    —¿Después qué? —preguntó Tetsuo, con un claro miedo en su voz.

    —Al terminar esta llamada le llegará un mensaje de texto el cual debe borrar luego de haberlo leído. El mensaje de texto contiene dos cifras, a cada una de esas cifras deberá sumarle el número correspondiente al muelle donde deberá atracar el barco para descargar lo que transporta. Luego de reportarse el barco deberá responder con un "Ave negra", después sólo dirá las dos cifras con los números del muelle ya sumados.

    —¿Y después?

    —Después, solo siéntese y espere —dijo la voz, para luego finalizar la llamada.

    Tal y como lo dijo el hombre, al poco de haber terminado la llamada le llegaba un mensaje de texto con las siguientes cifras: "5643034640" y "4060340535". Tetsuo tomó los binoculares y miróel puerto con atención. Había varios muelles desocupados donde un barco podía atracar sin complicaciones, pero supuso que lo que iba a ser descargado no era legal, por lo que querrían descargarlo lo más pronto posible para poder marcharse antes que las cosas pudieran salir mal. Eligió entonces el muelle doce, el más cercano a la torre de comunicaciones y en línea recta hacia la salida del puerto. A las dos y media am escuchó por la radio: "Perro loco", seguido de medio minuto de silencio.

    El corazón de Tetsuo latía con violencia mientras escuchaba por segunda vez como la radio decía: "Perro loco". Esos treinta segundos que siguieron fueron una tortura en la que el padre, el ciudadano, y el agente gubernamental se debatieron entre lo moralmente correcto y lo legalmente correcto. El tercer "Perro loco" de la radio puso fin a tal conflicto. Diez segundos después de haberlo dicho Tetsuo Noriyama abría el canal de comunicación de la radio para decir con la voz más clara que fue capaz: "Ave negra".

    Tragó y volvió a ver el mensaje de texto en el celular, luego abrió nuevamente el canal y dijo: "5643034541". Esperó unos segundos y volvió a abrir el canal para decir esta vez: "4060340537". Tal y como supuso, no hubo ninguna otra comunicación por la radio. Se levantó y estuvo vigilando la costa con los binoculares, pero sin ver nada fuera de lo normal. No había ningún barco a la vista y esto lo intranquilizaba tremendamente.

    —Quizás me tarde demasiado en responder... Me advirtieron que si después de la tercera vez no respondía el barco daría media vuelta y se iría —pensaba con desesperación Tetsuo—. Quizás sume mal los números...

    Volvió a ver el mensaje y confirmó que había sumado correctamente el uno al cero y el dos a cinco. Se levantó nuevamente y siguió viendo la costa con los binoculares. En el límite de su desesperación notó que las olas se comportaban de forma extraña a unos quinientos metros del muelle. En lugar de venir como en rodillo, venían en forma de V, como cuando un barco las rompe a su paso. Tetsuo creyó estar viendo mal, así que miro con más atención y se dio cuenta que en efecto las olas se rompían en V, pero no podía distinguir que causaba que se rompieran: Ahí no había nada.

    A las dos y cincuenta am, sin embargo, pasaron dos cosas que le confundieron más. Por un lado oyó autos,por lo que giró la vista a la entrada del puerto y vio como un camión y una camioneta negra entraban al puerto. Lo otro fue que al observar las olas notó como desaparecía poco a poco, pero inexorablemente, el reflejo de la luna sobre el mar. Miró el cielo y notó que aunque habíanubes dispersas, no eran las nubes las causantes de tal negrura en el mar.

    A las tres am en punto entendió el porqué de tal situación, cuando una enorme mancha negra atracaba en el muelle doce. No era una mancha negra como tal, sino un barco de carga de medianas proporciones totalmente pintado de negro.
    Sorprendido, Tetsuo miró el barco con la ayuda de los binoculares de arriba a abajo. Absolutamente todo estaba pintado de negro, la borda, la tubería, los barandales, la cadena del ancla, el ancla misma, el cordelaje. Por más que intentó, no halló nada que no fuera negro. Incluso al intentar mirar la sala de navegación solo halló vidrios negros que no denotaban la más mínima luz desde el interior. Sencillamente no había un sólo centímetro del barco que no fuera negro.

    A plena luz del día esto hubiera sido un desastre, pero de madrugada, con el cielo medio nublado, el barco era invisible a los ojos humanos. Tetsuo mismo no fue capaz de verlo hasta que inicio el atracaje, cuando la luz del puerto lo delató. Una vez que el barco atracó bajó la rampa de abordaje y bajó un solo hombre, también vestido de negro y con pintura negra en su cara.

    Al ver esto, bajó de la camioneta negra un hombre, el cual preguntó:

    —¿Mikahil?

    —Da —respondió lacónicamente el hombre.

    Al oír el sí, en ruso, del hombre de negro, el otro le hizo una seña con la cabeza indicándole que se subiera a la camioneta. Luego hizo un ruido y se abrió el camión. De él salieron dos docenas de hombres los cuales corrieron a la bahía de carga del barco y durante la siguiente hora lucharon por pasar el contenido de la bahía de carga al camión.

    Lógicamente Tetsuo no oyó la breve conversación entre los dos hombres, más si presenciótodo el proceso de traspase de la mercancía. Tapada también por una espesa y larguísima lona negra, lo que fuera fue el centro de atención de Tetsuo por espacio de una hora.

    —¿Que podrá ser? —Se preguntaba Tetsuo—. ¿Un avión?, no, es muy largo para ser un avión y no pareciera tener alas; ¿Un tanque?, no, no es tan ancho como para ser un tanque; ¿Un autobús?, hum...Podría ser, también podría ser un tren... Sí, tiene las dimensiones de un tren, pero, ¿Qué querrán hacer con un tren de contrabando?

    Pensando en esto, la hora transcurrió y lo que fuera finalmente pasó del barco al camión, una vez dentro se metieron las dos docenas de hombres y se cerró la puerta del camión y la bahía de carga del barco, este comenzó a moverse inmediatamente en reversa. Tan ensimismado estaba que no sintió cuando un hombre llegó a su lado.

    —Noriyama.

    Al oír su nombre tan de repente, Tetsuo no pudo evitar dar un salto involuntario.

    —Necesito que deje los binoculares sobre la mesa y se siente en esa silla—dijo el hombre señalando una silla de oficina, con ruedas.

    Luego de sentarse Tetsuo preguntó:

    —¿Y mi hija?

    —No lo sé —respondió el hombre—, mi trabajo consistía en impedir que interfirieras con la operación de algún modo. Como no hiciste nada, nada tuve que hacer. Ahora que ya terminó mis órdenes son otras —dijo el hombre, sacando un arma.

    —¿Me mintieron? —preguntó Tetsuo al verse amenazado con un arma.

    —Ya te dije que no lo sé —dijo el hombre mientras apuntaba.

    —Por favor, mi hija... Por favor, mi hija...

    —No te muevas —dijo el hombre para luego dispararle en la pierna.

    Luego del lógico grito de dolor, Tetsuo miró su pierna y en lugar de ver sangre, vio una especie de pluma.

    —Es una pistola de dardos —dijo el hombre mientras la guardaba—. Descuida, es para que duermas. Es un somnífero suave, despertarás por tu cuenta dentro de una hora más o menos, o antes si alguien te mueve... Y el dolor en la pierna desaparecerá en unas horas. Cuando despiertes, termina tu turno y ve a tu casa. No olvides el teléfono.

    Esto último apenas fue oído por Tetsuo, quien ya estaba casi totalmente dormido. El hombre esperó unos minutos y luego lo colocó en la postura más natural que imaginó para dormir en horas de trabajo. Luego verificó que el mensaje de texto estuviera borrado del teléfono y se fue. Un minuto más tarde subía a la camioneta negra, y camioneta y camión salían del puerto.

    A las cinco y media am Tetsuo era sacudido por su compañero, el cual lo reprendía de la siguiente manera:

    —Maldición Noriyama, si vas a dormirte al menos disimula...

    Tetsuo se despertó sobresaltado, y con un fuerte dolor en la pierna, miró el interior de la torre de comunicaciones como buscando algo.

    —Ya puedes irte, yo me haré cargo el resto del turno.

    Tetsuo bajó y se fue a la sala de descanso. Allí se quedó hasta el final de su turno. Mientras esperaba fueron llegando los diferentes empleados del puerto, los que lo conocían lo saludaban, pero Tetsuo no saludó a nadie. A las siete am, salió de la sala de empleados, y unos minutos después, del puerto. Se montó en el autobús y volvió a casa. Al abrir la puerta del apartamento, su esposa, que estaba sentada en la salita, levantóla vista con ansiedad en su rostro, y al ver a su esposo llegar solo no pudo aguantar más y estalló en un llanto muy amargo. Tetsuo que vio a su esposa sentada sola, al verla romper en llanto comprendió que Miki no había sido devuelta. Cerró la puerta del apartamento, apoyó la espalda contra la puerta y se dejó caer lentamente hasta el suelo, para luego enlazar las rodillas con los brazos y quedarse así el resto del día, mientras susurraba en silencio:

    —Me mintieron... Me mintieron.



    ******


    —Wakagashira...

    —¿Qué pasa?

    —El paquete va en camino.

    —¿Algún problema?

    —Ninguno. Nuestro hombre puso a dormir a Noriyama al final del desembarco, como lo ordenó.

    —¿Los demás?

    —En la cocina del comedor del puerto se dejaron las muestras infectadas. Cuando el departamento de sanidad investigue la intoxicación que dejó fuera de servicio a varios de los empleados del puerto y a toda la policía portuaria, todas las pistas apuntarán al cocinero del comedor. Cuando lo despidan entrará a alguna de nuestras franquicias de comida y si lo intentan meter preso lo defenderá uno de nuestros abogados, aunque la fiscalía nunca podría demostrar que lo hizo intencionalmente según nuestro acuerdo.

    —Más vale que así sea.

    —En unos días será transferido el hombre del departamento de sistemas del puerto. Después de todo, luego de instalar el virus en los servidores de las cámaras del puerto, no nos es de mucha ayuda. Continuará su carrera en otra dependencia del gobierno.

    —¿Y el hombre que nos facilitó la información sobre los empleados del puerto y los detalles sobre cómo opera el puerto?

    —Ya se le pagó, mediante las cuentas del exterior. Aunque intentara rastrear de dónde procede el dinero no llegaráa ninguna parte.

    —Sería el colmo que lo intentara, su expediente está plagado de casos de corrupción, ¿Los otros dos?

    —El que puso los somníferos que durmió al resto del personal del puerto, y que luego abrió el puerto a nuestra gente, cumplirá con su parte del trato... Luego que nos encarguemos de los Noriyama, se matará para eliminar cualquier rastro, siempre y cuando sus deudas de juego con nosotros queden saldadas y su abuela quede bajo nuestra protección.

    —Así será. La palabra dada es palabra empeñada.

    —El gerente que se encargó de poner a todos los que habíamos comprado, a trabajar el mismo día y en el mismo turno... Ese podría ser un problema.

    —¿Por qué?

    —Aunque se le han dado grandes cantidades de cocaína, se rehúsa a aceptar el dinero. Sigue insistiendo en recuperar la custodia de su hija.

    —Bastardo. Seguramente para seguir abusando de ella. La única forma que recupere la custodia es que el juez lo dictamine, cosa que no pasará ni en un millón de años. Los jueces que trabajan con nosotros prestan sus servicios para cosas de la más alta transcendencia para el grupo. Aunque podríamos usarlos para revertir la decisión del juez original, tales órdenes escapan de mi control. El uso de los jueces sólo lo puede ordenar nuestro Kumicho.

    Miyagi dio unos pasos por la habitación, como pensando que hacer, y luego se volvió y le dijo a su subordinado:

    —Aumenten la vigilancia sobre ese estúpido. Mañana cuando vaya a trabajar entren y registren su casa. Que no quede un solo centímetro cuadrado sin revisar, pero que cuando vuelva no se dé cuenta que alguien estuvo ahí. Asegúrense que no haya dejado nada que nos incrimine. Le preguntaré a Kumicho Osagawa que hacer sobre él. Por ahora solo díganle que aceptamos hacer que recupere la custodia de su hija como pago por sus servicios. Si Kumicho dice que no, lo eliminaremos de una sobredosis, pero es vital que no haya dejado nada que sugiera que trabajó para nosotros, así que cuando vuelva denme todo el material de vigilancia que tenemos de él desde que supimos su nombre.

    —Lo tendrá en su escritorio cuando vuelva, wakagashira.

    Miyagi le dio una larga calada al cigarro que se sostenía en su mano.


    —Hablando de los Noriyama, ¿Cómo siguen?

    —Las cámaras que pusimos en su casa antes del secuestro, los muestran igual: La mujer sigue en la salita y el hombre tirado tras la puerta de la entrada.

    —¿Y la niña?

    —Duerme como un ángel, despertarádentro de poco.


    Miyagi asintió y se sentó revisando unos papeles en su escritorio.


    —Que siga como hasta ahora, pero que no hable con sus padres cuando despierte, ni al almuerzo, ¿Consiguieron los reemplazos?

    —No fue fácil, pero los conseguimos wakagashira.

    —¿Compatibilidad?

    —Del 95% por lo menos.

    —Bien, ¿Mikahil?

    —Junto con el paquete. Ambos llegarán al punto de reunión en veintisieteminutos aproximadamente.

    —Que preparen el auto. Salgo en dos minutos para allá.

    —Bien...

    Miyagi notó entonces que el hombre deseaba decirle algo más, y presumió por su indecisión que no le gustaría.

    —¿Algo más?

    —Miyagi san... La mansión insiste en hablar con usted.

    —Hum... ¿Quién quiere hablar conmigo en la mansión?.

    —Akira san.

    El subordinado escuchó algo muy parecido a un "Ese maldito fastidioso otra vez" dicho por lo bajo, pero su estoicismo hizo que no moviera ni un músculo, como si no hubiese oído nada.

    —No. No puedo perder tiempo yendo a la mansión.

    Sacó su teléfono del traje y marcó un número en la memoria. Esperó un par de repiques y cuando le contestaron del otro lado sólo dijo:

    —¿Dóndeestás?... No, no te vayas al hospital todavía, necesito que busques a Akira san, una vez que lo encuentres mételo en un auto y llévalo a la dirección que te va a llegar a tu teléfono en dos minutos. No importa que te pregunte, no le digas a dónde van, si es estrictamente necesario sólo dile que va a hablar conmigo... No, eso es todo —dijo para luego terminar la llamada.

    Antes de guardar su teléfono en el traje, dedicó unos segundos en escribir un mensaje de texto. Luego volviéndose a su subordinado le dijo:

    —Vámonos, satisfacer el capricho de Akira san ya nos costó un minuto y sólo tenemos veinticinco para llegar al punto de reunión.

    Dicho esto, los dos hombres salieron y veinte minutos después el auto que Miyagi había ordenado se detenía ante un almacén aparentemente abandonado. Miyagi bajó del auto y vio con satisfacción que en el almacén sólo había un auto del cual bajó un hombre, en cuanto vio a Miyagi, el hombre abrió con respeto la puerta trasera del pasajero y esperó a que el hombre en su interior bajara antes de cerrarla nuevamente.


    —¿Miyagi? —preguntó el hombre con incredulidad en su voz—. ¿Acaso te has vuelto loco?, ¿Cómo te atreves a ordenarle a tus hombres que me secuestren?, Cuando mi padre se entere de esto...

    —Después del día de hoy, cuando su padre se entere de que lo he traído hasta acá, seguramente le dirá que tiene usted que aprender a analizar una situación antes de sacar conclusiones apresuradas, Akira san.

    Más sorprendido por el tono frío con que Miyagi habló, que con lo que dijo en sí, Akira guardó silencio. Después de todo élaún era joven y sin experiencia y Miyagi aunque no era un viejo, tenía mil veces más experiencia que él y una reputación que lo convertía en un hombre temible.

    —Me dijeron que deseaba hablar conmigo, Akira san. Si lo he traído aquí es porque por cuestiones de tiempo no me era posible acudir a la mansión para satisfacer este deseo.

    —Sí, pero Maki bien pudo...

    —Maki siguió mis órdenes al pie de la letra. Si no le permitió avisarle a nadie es por la misma razón de tiempo por la que no podía ir a la mansión, y si no le dijo a dónde iban es por lo que estoy por mostrarle.

    Estaba terminando de decir esto cuando las puertas del almacén se abrieron de par en par para dejar pasar a un camión con su respectivo contenedor y una camioneta negra. De esta bajó un hombre vestido de negro, medianamente lleno y de facciones caucásicas. Probablemente no superaría los cincuenta y cinco años, aunque era difícil de asegurar dado las condiciones que inspiraba tal sujeto.


    Al verlo bajar, Miyagi se acercó a él y lo saludo diciéndole:

    —Добро пожаловать ... товарищ .

    El hombre sonriendo con los ojos, se limitó a responder:

    —спасибо. —Mientras miraba con desconfianza a Akira y Maki.

    —<no te preocupes por ellos. Uno es de mis hombres, el otro representa a mis superiores> —dijo Miyagi, para calmar al hombre en cuestión.

    —<así que esto es Japón... No es lo que esperaba>.

    —<mikahil, puedo ordenarle a mis hombres que te den un paseo por donde lo desees, pero si todo sale según lo espero, después de hoy vas a ser un hombre más que buscado, por lo que quedarte en Japón sería un suicidio>.

    —<como quieras, igualmente no estoy aquí de paseo, ¿Tienes lo que te dije que necesitaba?>.

    En lugar de responder, Miyagi caminó hacia el camión y dio cinco golpes en una secuencia de tres rápidos primero y luego dos más pausados. En respuesta a esto del camión bajaron dos docenas de hombres y se alinearon frente a Miyagi, en perfecta formación y sin decir una sola palabra, como si todo hubiera sido ensayado con anterioridad.

    —<asombroso, ¿También saben hacer piruetas como los del circo este...?>—Pero al ver la seriedad en la cara de Miyagi, Mikahil se abstuvo de terminar la broma.

    —<todos ellos son calificados en diferentes áreas: Mecánica, soldadura, hidráulica, neumática, eléctrica, electrónica, explosivos... Dudo que vuelvas a trabajar con un grupo tan capacitado como este. Si necesitas algo sólo tienes que pedírselos y ellos se encargarán de hacerlo posible>.

    —<¿Y las armas? Porque de nada te servirá haber comprado ese traste si no lo equipas apropiadamente>.

    —<una vez que mis hombres me indiquen que ya falta poco para iniciar el armado, las armas llegarán>— contestó Miyagi sin inmutarse—. <lo importante aquí es que me garantices con tu vida que lo que dijiste al comprar esto no fue una mentira> —dijo Miyagi con frialdad absoluta.

    —<sí, sí. Como te dije entonces, el armatoste sirve, pero para lo que quieresnecesitas reparar los movimientos de alabeo y guiñada ya que nunca aprendí como reparar esos defectos>.

    —<que ellos te enseñen, considéralo una bonificación sobre tu pago> —dijo Miyagi, quedándose después en silencio unos instantes—. <sobre eso... Acordamos entonces el monto, más no en qué moneda te iba a pagar, yo te recomendaría...>

    —Nyet, nyet, nyet .

    Sorprendido por la súbita interrupción, Miyagi se cayó para mirar fijamente a Mikahil.

    —<primero trabajo, después me pagas. Eso fue lo acordado. Si no te sirve así, búscate a otro>.

    —<está bien Mikahil, lo haremos a tu manera, ¿Cuánto tardarás en repararlo?>.

    —<eso dependerá de que tan hábiles sean ellos> —respondió Mikahil, señalando a las dos docenas de hombres que seguían sin moverse de su posición.

    —<¿Y el ensamblado?> —volvió a preguntar Miyagi.

    —<unas pocas horas. Lo más rápido será el armado, incluso si usas todo el parque permitido>.

    —<está bien. Comienza ya. Avísame cuando repares la falla y daré la orden de que traigan las municiones>.

    Luego de decir esto, Miyagi se dio media vuelta y le ordenó a sus hombres:

    —Sáquenlo.

    Acto seguido, sus hombres comenzaron a trabajar de forma diligente. Miyagi los vio unos segundos y se volvió para retomar su conversación con Akira, el cual durante toda la conversación con Mikahil, no dijo ni una palabra.

    —Disculpe Akira san, no era mi intención ser descortés con usted. Comprenderá que era una situación de importancia que requería de mi completa atención. Ahora que la he atendido, puede usted disponer de mi tiempo como le parezca.

    —¿Quién era ese hombre, Miyagi? —preguntó Akira.

    —Un mecánico. Ruso, como seguramente adivinó por su acento.

    —¿Y para qué necesitabas a un mecánico ruso?, ¿Vas a importar autos usados de la antigua unión soviética? —preguntó Akira con algo de sorna.

    —No, autos no, pero más allá del sarcasmo, se sorprendería de la cantidad de cosas que pueden comprarse a la madre Rusia si sabe a quién ofrecerle la suma adecuada. Ya lo verá con sus propios ojos. En fin, ¿De qué quería hablar conmigo?

    —Shinobu, él es de lo que deseo hablar con usted.

    Dijo Akira con el mismo desdén que Miyagi le mostraba.

    —Mi prometido y nuestros asuntos no son de su incumbencia.

    Miyagi estaba harto de que Akira se sintiera en posición de enfrentarlo por Shinobu.

    —Mi hermano ha estado muy triste estos días, usted apenas le habla y solo está obsesionado con esta venganza.

    A los gritos de Akira, los precedieron las palabras pausadas pero cargadas de veneno de Miyagi.

    —Un inocente murió por culpa de Aoe Kento y su avaricia. Toda la vida no he hecho más que servir a la familia Osagawa y el Kumicho es un padre para mí. Sora sama estuvo a punto de morir y su vida, su futuro se ha visto frustrado por ese hombre. La sangre de los míos está pidiendo esta venganza, Akira sama. Si usted no entiende eso, simplemente no se meta en mi camino y déjeme hacer lo que mejor sé hacer.

    Cuando Akira iba a refutar Miyagi levantó la mano para callarlo.

    —Sé que no debo decirle esto, no porque le deba respeto sino porque no es de su incumbencia. Aun así le diré, que Shinobu durmió anoche entre mis brazos, que anoche consumamos nuestra unión y sobre esa unión ahora pesa una promesa más sagrada que cualquier voto matrimonial, él ahora me pertenece tanto como yo a él y ni usted ni nadie va a interferir en eso. Shinobu aceptótodo esto y estará esperándome cuando regrese. Deje de preocuparse por él y ocúpese de cuidar a Sora sama, de su futuro matrimonio, de su ascensión al poder, que de la seguridad del clan y de los que amo me ocuparé yo.

    —Yo amo a Sora, Miyagi san, nunca lo ponga en duda, y también amo a mi hermano y no quiero que sufra. Pero entiendo que ya no puedo hacer nada y me ha dejado muy claro que no me meta. No lo hare más. Solo quiero decirle una cosa, que no esté aquí llenando mis manos de sangre como usted, no quiere decir que yo no desee venganza también. Le recuerdo que fue mi hijo el que murió por culpa de esos cobardes.

    De repente, al terminar de decir esto, Akira se dio la vuelta y vio con asombro lo que los hombres de Miyagi habían estado sacando del camión durante los treinta minutos que había durado su conversación.

    —Miyagi... ¿Eso es...?

    —Sí.

    —¿Por eso necesitabas un mecánico...?

    —Por supuesto.

    Akira se quedó callado viendo lo que habían sacado del camión. Probablemente serían unos treinta segundos de silencio viéndolo. Entonces Akira, con una mano en la cintura, bajo la cabeza mientras la otra mano frotaba su frente, y sin poder callarlo más tiempo, explotó:

    — ¡¿Acaso te has vuelto loco Miyagi?!, ¡¿En esto has gastado parte de la fortuna del clan?!, ¡¿Comprando despojos de guerra?!, ¡Y encima dañados!, Para eso necesitas a ese mecánico, no?, Para que te lo repare...

    —Sí, es cierto. Mikahil fue un mecánico muy talentoso mientras sirvió en el ejército ruso, pero más allá de su talento me interesaba la experiencia reparándoles, este modelo en particular. No fue fácil dar con él, y fue más difícil aun convencerlo de que lo transportara él mismo desde Rusia... Sólo accedió a venir y efectuar la reparación cuando le juréque había conseguido quien le asistiera con los aspectos técnicos de la reparación, esas cosas que él nunca aprendió mientras estuvo de servicio.

    —¡Esto es una locura Miyagi! Aun suponiendo que pueda reparar lo que sea que tenga roto, ¿Cómo puedes estar seguro de que va a funcionar para lo que quieres usar?, ¡Por lo que nos va a costar la reparación bien pudiste conseguir uno que funcionara!

    —Evidentemente no sabe cuánto cuesta uno de estos en el mercado negro. Este, por estar dañado, fue casi un regalo. Por otro lado, el comprarlo... Hum, desahuciado, por así decirlo, nos ofrece una ventaja en caso de que alguien se fuera de la lengua y previniera a los Kento. Además del dinero de su padre no toqué un centavo, todo el dinero me lo ha dado el Kumicho Osagawa, así que no se preocupe por su fortuna.


    Akira estaba por replicar las palabras de Miyagi, cuando éste lo interrumpió para decir:

    —Akira san, no le demos más rodeo al asunto. Usted y yo nunca seremos amigos, las razones creo que las conocemos bastante bien los dos y si lo desea las podemos discutir en mayor profundidad en otra ocasión, pero mucho me temo que no podrá ser justamente ahora. Ahora Maki lo llevará al hospital para que acompañe a Sora samahasta que el golpe haya sido asestado en su totalidad. —Mirando a Maki agregó—. Él mismo se quedará con ustedes en previsión de que algo salga mal y quieran terminar con Sora de una vez.

    Dicho esto Miyagi se dio media vuelta y caminó en dirección de Mikahil, dejando tras de sí a un Akira asombrado, ante el cual un Maki servicial se inclinaba pidiéndole cortésmente que entrara al auto.

    —<es hora de partir para mi tovarishch, ¿Puedo contar con que estará listo antes del amanecer?>.

    —Da, da. <si necesito algo haré que te lo comuniquen>.
    Habiendo escuchado esto, Miyagi sonrió y se dirigió a su auto. Una vez dentro le dio instrucciones al conductor y después sacó su teléfono de su traje para marcar un número.

    —Soy yo. Toma una van blindada, mete en ella a la niña y mantenla distraída. Además prepara una camioneta blindada para mí. Lleva ambas a los hangares privados... Ah, y preparen los reemplazos para cuando llegue allá.

    Dicho esto colgó y ordenóal conductor arrancar a su destino. Una hora después el auto se detenía frente a los hangares de un aeropuerto privado. Miyagi bajódel auto y éste se fue dejándolo solo mientras caminaba hacia una camioneta negra que abrió la puerta trasera antes de que llegara a la manilla. Una vez dentro le preguntóa sus hombres:

    —¿Está todo listo?.

    —Si wakagashira, sólo falta que des la orden para empezar.

    —Bien, comiencen.

    Dicho esto sus hombres tomaron unos radios y comenzaron a dar órdenes. Una hora después entraba al aeropuerto privado un Honda compacto color gris, el cual iba tripulado por dos sacerdotes y dos monjas católicas. El hombre en el asiento del copiloto de la camioneta le dijo a Miyagi:

    —Ya están aquí, wakagashira.

    —Súbanlos al avión —dijo, para luego bajarse de la camioneta y subirse en un jet color plata.

    Del compacto se bajaron los sacerdotes y las monjas, los cuales caminaron en dirección del jet plateado, sin embargo, a éste sólo subieron un sacerdote y una monja, de las dos parejas que bajaron del Honda. El otro par, al ver que éstos subían al avión sin mayores incidentes, se dieron media vuelta, entraron nuevamente al compacto, encendieron el motor, y arrancaron dejando el aeropuerto.

    Al verlos llegar Miyagi le hizo seña con la mano para que se sentaran en las butacas frente a él. Una vez que se sentaron, Miyagi sacó su arma del traje y apuntando a los representantes de la iglesia católica, dijo:

    —Ya pueden quitarse los disfraces señor y señora Noriyama. Nadie podrá verlos desde afuera, este es un aeropuerto privado para ejecutivos y personas muy importantes. Aquí no entra nadie a menos que lo autoricen, además, el jet se encuentra preparado para evitar que ojos curiosos quieran espiar el interior del mismo.


    —¡Esa voz! — dijo el señor Noriyama, para levantarse bruscamente.

    Al verlo, Miyagi movió el martillo del arma dejándola lista para disparar, mientras le decía:

    —Nada de tonterías señor Noriyama. Hasta ahora se ha comportado usted de forma más que admirable. No haga nada que cambie la situación.

    —¡Monstruo! Primero secuestra a nuestra hija y ahora nos amenaza, ¿Por qué no nos mata de una vez?

    —Porque hacerlo no satisface ningún propósito productivo señor Noriyama. Ahora, le aconsejo que escuche a su esposa y se siente para que podamos conversar, como lo habíamos venido haciendo hasta ahora.

    El señor Noriyama, sin ninguna alternativa mejor, se sentó. Al ver el cambio de actitud en él, Miyagi bajó su arma, aún sin dejar de apuntarles, y se dirigió a la señora Noriyama.

    —¿Ve usted la televisión, señora Noriyama?

    —¿Co... Cómo dice?

    —Le he preguntado que si ve usted la televisión, señora Noriyama.

    —Ah... Sí, a veces —dijo la señora Noriyama, mientras bajaba la cabeza, como si el admitir eso, hubiese sido vergonzoso.

    —¿Algún programa en particular que vea a esta hora? —preguntó nuevamente Miyagi.

    — Eh... —dijo la señora Noriyama, mientras veía su reloj de pulsera—. No podría estar segura.

    —Sé que es una situación estresante señora Noriyama, pero necesito que se concentre usted.

    La señora Noriyama se quedó como de piedra al escuchar esto, casi como si hubiera sentido una amenaza velada en esas palabras. Cerró los ojos un instante y luego los abrió mientras decía:

    —Ah sí, el programa de concursos de TV Tokio que pasan los...

    —Es irrelevante señora Noriyama. No me interesan los detalles. Si mira a su derecha verá una mesa y sobre ésta está el control remoto del televisor detrás de mí. Por favor enciéndalo y verifique si están pasando ese programa ahora como debería ser o si están pasando otra cosa.

    La señora Noriyama giró la cabeza y vio que en efecto a su derecha estaba el control antes mencionado. Lo tomó y encendió el televisor detrás de Miyagi. Cambió los canales varias veces hasta que llegó al programa que había mencionado antes, luego, sin saber qué hacer, miró nuevamente a Miyagi, el cual captando su intención le dijo:

    —Bien, ahora si es tan amable señora Noriyama, cambie al canal de noticias.

    Así lo hizo ésta, y nuevamente miró a Miyagi como esperando más instrucciones.

    —¿Y ahora? —preguntó ella.

    —Ahora esperaremos.

    Los Noriyama se vieron entre sí sin comprender. Miyagi así lo entendió y completó la frase anterior:

    —Oh, no se preocupen. No debe tardar.

    Todos se quedaron en silencio. Miyagi leyendo el contenido de una carpeta, el señor Noriyama con la cabeza hundida en el pecho, y la señora Noriyama viendo la televisión como hipnotizada. Luego del segundo corte por comerciales, el noticiero comenzó el segmento con la siguiente información:

    —Regresamos con Rila Sanada, quien nos tiene más información sobre el incendio acaecido al final de la tarde, en el parque residencial "Colinas del Paraíso".

    —Gracias Ken. Nos encontramos en el parque residencial Colinas del Paraíso, donde al caer la tarde, una explosión en el apartamento 5-B, aparentemente ocasionado por una mala conexión en la tubería de gas de la cocina, ha enlutado a los residentes de esta tranquila zona residencial...

    Al escuchar el nombre de Colinas del Paraíso, y el número 5-B, la señora Ahiko Noriyama pareció volver al presente y comenzó a prestar atención a la noticia que se presentaba en televisión.

    —...No fue sino hasta hace una hora cuando los bomberos pudieron aplacar las intensas llamas que dejaron carbonizado todo el interior del apartamento 5-B...

    —¡Tetsuo!, ¡Tetsuo, mira! —gritó la señora Noriyama a su marido.


    El señor Noriyama levantóla vista a la televisión sin entender realmente que veía.

    —...Lamentablemente este triste accidente deja un saldo fatal difícil de olvidar. La familia que habitaba el apartamento 5-B del parque residencial Colinas del Paraíso, una familia de clase media, descrita por los vecinos como una familia tranquila, que venía habitando ese apartamento desde hacía unos diez años aproximadamente, se encontraban disfrutando de la merienda de la tarde cuando se vieron envueltos en una bola de fuego que los engulló por completo sin posibilidades de escapar...

    —¿Qué...? —preguntó el señor Noriyama.

    —…La familia Noriyama, una familia compuesta por tres miembros, el señor Tetsuo Noriyama, de 35 años, y trabajador portuario desde hacía siete años; la señora Ahiko Noriyama, de 30 años, ama de casa, casada con el señor Noriyama desde hacía siete años; y la pequeña Miki Noriyama, de seis años de edad apenas. La tragedia es aún mayor, cuando los vecinos comentan que la pequeña acababa de regresar a casa luego de pasar una semana de vacaciones en compañía de...

    —¿Miki?, ¿Miki está...?, ¡Miki está muerta! —gritó la señora Noriyama.

    — ...La tragedia se ve un poco reducida, ya que aunque la explosión destrozóel suelo del apartamento, permitiendo que se filtraran las llamas al apartamento 4-B, su actual residente, un sacerdote católico que lo acababa de alquilar durante la duración de unos seminarios, se había ausentado sólo media hora antes para hacer las compras...

    —¡Dios, Miki está muerta!—Seguía clamando la señora Noriyama.

    —Ahiko... —dijo levemente el señor Noriyama—Ahiko... Ahiko escucha lo que dicen en la televisión...

    —...Los cuerpos de la familia Noriyama ya han sido retirados de la escena y la información preliminar es que se han consumido más allá del reconocimiento visual. Se tendrá que esperar por el reconocimiento forense, pero de forma preliminar, el mismo sacerdote vecino de la familia Noriyama, ha confirmado que la misma se encontraba allí al momento de salir él de compras, por lo que son pocas las probabilidades de que no se trate de ellos, los cuerpos encontrados entre los escombros. Por supuesto, aún deberá esclarecerse la causa final de...

    —Pero... No lo entiendo, el apartamento 4-B no estaba en alquiler, tenían años intentando venderlo... ¡Ahiko, nosotros no tenemos ningún sacerdote como vecino!

    —Pero Tetsuo, en las noticias dijeron claramente nuestros nombres...

    Un carraspeo sacó momentáneamente al matrimonio Noriyama de sus conjeturas. Al volver las caras al origen del mismo, recordaron que no estaban solos, allí aún se encontraba Miyagi.

    —Es suficiente señora Noriyama, puede apagar la televisión ya. Ahora, si son tan amables de concederme su atención por la próxima hora...

    —¡Fue usted!, usted nos mató —gritóel señor Noriyama.

    —Bueno, es evidente que no es así puesto que aún está usted aquí vociferando como si su esposa estuviera en realidad muerta —dijo calmadamente Miyagi, para luego continuar—. Sí señor Noriyama, yo los maté... A un nivel estrictamente técnico. Verán señor y señora Noriyama, los cuerpos que encontraron, carbonizados, corresponderán a los de un fenotipo asiático, de un hombre, una mujer, y una niña; iguales en edad, peso, y talla, a las de su familia. Esto por supuesto, quedarácorroborado por un examen dental, forense, y de ADN, además de la declaración por televisión de su apreciado vecino sacerdote.

    —¿Pero esos cuerpos, de dónde salieron?

    —No se preocupen por ello, señores Noriyama, los tres murieron de causas naturales, y sus cuerpos fueron donados para fines de investigación científica, por lo que no serán extrañados por nadie. La única discrepancia estaría en el ADN de los huesos y de esa diferencia se encargarámi gente llegado el momento.

    —¿Pero dónde estaban esos cuerpos?, ¿No había nadie cuando salimos del apartamento? —preguntó la señora Noriyama, con razón.

    —Bueno, verá usted, sí lo estaban. Lo que pasó es lo siguiente: Quince minutos después de que mis hombres llegaron a su apartamento y les ordenaron disfrazarse de monja y sacerdote; respectivamente, mis hombres volaron el suelo de su apartamento, que vendría a ser el techo del apartamento de abajo, claro está. Luego subieron los trescuerpos y los colocaron cerca del punto de la explosión. Los cuerpos desde luego estaban en el apartamento 4-B, que mi gente compró hace más de una semana, fríamente resguardados desde hacía veinticuatro horas, en espera a que llegara mi ansiado paquete a su puerto, señor Noriyama —dijo Miyagi, mientras veía fijamente al señor Tetsuo Noriyama.

    —Pero no lo entiendo, ¿Por qué...?

    —¿Por qué, señor Noriyama?, porque luego de hoy, luego de lo que está por pasar, van a revolver cielo y tierra para saber cómo pasó lo que pasó, y a pesar de que cubrimos las huellas muy bien, existe la posibilidad de que den con usted, y lo que ocurrióla madrugada de ayer, cuando llegó lo que llegó en ese barco.

    —No le entiendo...

    —Mejor así, señor Noriyama —dijo Miyagi, con un acento bastante lúgubre—. Para usted y su familia lo mejor es que hagan de cuenta que la última semana nunca existió, de hecho, ustedes ya no existen. Murieron en ese lamentable accidente doméstico, o al menos a esa conclusión llegará la investigación. Como no tienen familia, nadie reclamará los cuerpos, y como tienen tan pocos amigos como dedos una mano, nadie los extrañará. Lo importante aquí señor Noriyama es que olvide su vida anterior y se concentre en su nueva vida.

    —¿Mi nueva vida?

    —¿Recuerda lo que le prometí cuando hablamos por primera vez por teléfono, señor Noriyama? Le prometí que su colaboración sería MUY bien pagada. Una vida sin complicaciones, ¿Recuerda?

    —También prometió devolvernos a Miki y no ha cumplido —dijo en un arrebato de valentía, el señor Noriyama.

    —¿Cómo no? ¿Qué hacemos aquí si no? —preguntóMiyagi, con una sonrisa en los labios.

    Los Noriyama miraron alrededor del interior del jet plateado, como esperando ver a Miki sentada en alguna de las butacas, pero desde luego, eso no pasó. Sólo estaban ellos tres dentro del jet.

    —Escúchenme con MU-CHÍ-SI-MA atención —dijo Miyagi, mientras enfatizaba las sílabas—. A partir del día de hoy están bajo la protección de la familia para la cual trabajo. Ustedes no conocerán el nombre de esta familia para su propia protección. Le hicieron un favor al Oyabun de esa familia y como tal él está agradecido con ustedes.Como muestra de su agradecimiento, les extiende su protección de por vida, a ustedes y a su hija Miki. Cuando yo baje del jet, su hija subirá. Luego de eso, la puerta del jet se cerraráy el capitán les pedirá que se abrochen los cinturones. Háganlo y traten de descansar lo mejor posible. Tienen un vuelo largo por delante. Cuando aterricen estarán en una tierra distante, con una vida nueva por delante. No se preocupen por nada, como les dije, el Oyabun de la familia está agradecido con su colaboración y les obsequia los medios para iniciar de nuevo sus vidas en un nuevo lugar.Cuando bajen del jet los estará esperando alguien relacionado indirectamente con la familia. Él los llevaráa su residencia temporal. Durante el camino les preguntaráqué quieren hacer con sus vidas, y les sugerirá varias opciones. No tienen que tomar ninguna de ellas, no es obligatorio, ni siquiera tienen que responder ese día. Pasaron una semana difícil, tómense una semana para reencontrarse como familia, y luego decidan qué hacer, incluso pueden hacer lo que ustedes quieran, no necesariamente lo que este hombre les sugiera.

    Los Noriyama escuchaban a Miyagi decir esto, con una absoluta incredulidad reflejada en sus caras, no muy diferente a la de Aladino la escuchar hablar por primera vez al genio de la lámpara.

    —Sé lo que están pensando, pero no se preocupen, nunca más tendrán que pasar por algo así de nuevo. El Oyabun de nuestra familia es generoso y velarápor su seguridad hasta el día de sus muertes. Nunca nadie se acercará lo suficiente para tocar uno solo de los cabellos de Miki sin su permiso. Y aquí, por cierto, es donde nuestros caminos se separan —dijo Miyagi, poniéndose de pie y guardando su arma en el interior de su traje—. En esta carpeta están sus nuevas identidades, estúdienlas y apréndanselas.

    Miyagi se puso de pie y girando hacia la familia Noriyama iba a despedirse de ellos, cuando el señor Noriyama exclamó:

    —¿Cómo... Cómo sabremos que no está mintiendo? ¿Cómo sabemos que no es una grabación preparada lo que vimos? ¿Cómo sabemos que no van a derribar el jet con nosotros dentro para no dejar ningún rastro?

    Los ojos de Miyagi se pusieron fríos como el hielo y miraron al señor Noriyama por unos segundos, que a éste le parecieron sencillamente interminables.

    —Señor Noriyama... Usted, en realidad no tiene idea, de lo fácil y sencillo que sería matarlo a usted, o a su esposa, o a su hija...

    Luego, se quedó callado viendo como el señor Noriyama palidecía al punto más cercano al desmayo, para luego terminar:

    —Pero usted cumplió con lo pedido, y por lo tanto yo cumpliré lo prometido.

    Dicho esto, Miyagi bajó las escaleras del jet. Al pie de las mismas lo esperaba uno de sus hombres con una niña de unos seis años en sus brazos, la cual reía locamente mientras jugaba con un Siberian Husky de peluche. Al ver a Miyagi bajar del jet, el hombre le dio el peluche a la niña y la dejó de pie en el suelo.

    —Ho-la —saludó la pequeña Miki al ver acercarse a Miyagi.

    —Hola pequeña —respondió Miyagi.

    —¿Te conozco? —preguntó la niña, con curiosidad.

    —Tal vez de tus sueños —contestóMiyagi.

    La pequeña Miki se quedó viendo la cara de Miyagi, no con curiosidad sino como preguntándose dónde la había visto antes. Miyagi lo entendió así, y terminó por decir:

    —Sube al avión niña, tus padres te esperan.

    —Está bien. —dijo Miki, mientras echaba a correr en dirección a las escaleras del jet.

    —Mikahil llamóseñor y anunció que la reparación está terminada. Está pidiendo permiso para iniciar el armado.

    Miyagi levantó la mano y su hombre se cayó. Segundos después ambos oían como la señora Noriyama gritaba "¡Miki, Miki!". Lo último que vio Miyagi antes de que la escalera automática del jet terminara por cerrarlo, fue al señor Tetsuo Noriyama y a su esposa Ahiko Noriyama, abrazando entre lágrimas y risas a su pequeña hija Miki Noriyama, la cual intentaba, inútilmente, contarles que había ido al parque de diversiones, y que sus nuevos tíos le habían comprado muchos juguetes.

    Miyagi sintió en su pecho una sensación por demás conocida. Era cálida y normalmente le hacía sentirse bien, pero en ese preciso momento, resultaba sumamente incómoda. Acompañando a esta sensación, estaba un aúnmásincómodo nudo en el estómago, y otro nudo igual de incómodo, si es que es posible, a nivel de la garganta. Si Shinobu supiera lo que había hecho, si lo viera como el monstruo que podía ser.

    En un intento por disiparlos, o quizás por esconderlos, y a pesar de que ya era de noche, Miyagi sacó unos lentes oscuros del interior de su traje y se los puso, mientras caminaba en dirección a la camioneta negra blindada.


    Una vez dentro, su hombre le preguntó:


    —¿Y ahora qué hacemos, wakagashira?


    —¿Ahora? Ahora vamos a desatar el infierno en la tierra.



    "Una guerra estaba cerca y el asesino clamaba sangre, solo una Ángel podría salvarle, ¿Querría hacerlo después de ver sus manos manchadas de sangre?"






    [1] Dobro pozhalovat' ... tovarishch. Literalmente significa: Bienvenido... Camarada.

    [1] Spasibo: Gracias, en ruso.

    [1] Traducido del ruso.

    [1] No, en ruso
     
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  15. Vico-chan
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    ha sido increible
    la espera ha valido la pena....
    estoy ansiosa por la conty
     
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129 replies since 2/1/2013, 01:10   6750 views
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