Entre el fuego y el hielo [Junjou Romántica & Yuri On Ice]

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    La amistad puede ser:

    Algo precioso o un cóctel destructivo.

    Sobre todo, si se junta la mezcla adecuada.

    Misaki, un joven que sólo antepone a los demás sobre sí mismo, siendo capaz de destrozar su corazón, antes que dañar a otros.

    Yurio, con el temperamento de un volcán en llamas, tan directo y certero como una bala.

    Yuuri, con la autoestima a niveles críticos, y demasiado conformista.

    Mantener la mezcla equilibrada, puede ser fácil hasta que las personas equivocadas aparecen en sus vidas, listas para desmontar todo lo que los tres jóvenes creían controlar.



    ¿Quieres saber más?

    No te pierdas "Entre el fuego y el hielo"


    Crossover Junjou Romántica & Yuri On Ice🐻⛸

    Parejas:

    Usagi&Misaki/Otabek&Yurio/Victor&Yuuri

    Publicada también en Wattpad y Amor Yaoi

    Edited by LoveJunjouRomantica95 - 8/5/2019, 18:29
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    Me ha gustado el primer capítulo. Se ve interesante.
    Esperaré con ansias la conti.
     
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    Hola!! Gracias por comentar!!! En breve subiremos el segundo, seguramente esta tarde 😊😊
     
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    CAPÍTULO 1: ASÍ EMPIEZA TODO



    El amor es algo sumamente caprichoso, y a menudo, sin lógica.

    Aveces puedes sentirte atraído por algo contrario a lo que siempre había sido tu prototipo, o simplemente enamorarte de la única persona con la que es imposible estar.

    Aún así, nuestra mente es retorcida y nunca pierde la esperanza. No quiere alejarse de ese alguien, aunque eso nos destroza por dentro.

    Y si de masoquismo emocional se trataba, Misaki Takahashi podría ganar campeonatos.

    Un joven de 18 años, pelo castaño, ojos verdes, y rostro dulce y aniñado, caminaba por los bulliciosos pasillos de su universidad con la mirada perdida, pues su mente estaba muy lejos del campus, muy lejos de todo, sin poder evitar darle vueltas a lo que acontecería unas horas después.

    Tras varias semanas de exámenes parciales, por fin saldría de fiesta con sus amigos para celebrar que habían terminado. Pero ese no era el problema.
    A él le encantaba divertirse con sus amigos de clase. El problema, era que a su amigo Yurio se le había ocurrido invitar a su hermano mayor, Victor, y junto a él, a sus amigos.

    Yurio era el mejor amigo de la infancia de Misaki. Habían estado en clase juntos desde preescolar,
    e incluso habían acabado estudiando en el mismo campus.

    Por ello, Misaki conocía a la perfección a Victor, y a todos sus amigos.

    Aunque a él le preocupaba en especial Akihiko Usami, o como él lo llamaba, Usagi-san, quien era el mejor amigo de Victor, además de un chico extremadamente sexy a ojos de Misaki, y de todo el mundo.

    Misaki conocía a Akihiko de toda la vida, pues sus padres y los del peliplata eran mejores amigos, por lo que ambos chicos se conocían desde siempre.
    Pero la cosa cambió cuando, con apenas nueve o diez años, Misaki se enamoró perdidamente de Akihiko.
    Se podría decir que fue su primer y único amor.
    Un amor de esos de película.
    Y no era para menos.

    Akihiko era un joven de 28 años, ojos violetas y pelo plateado. Físicamente perfecto, y además de familia adinerada, heredero de un gran holding de empresas.

    Si se buscase la palabra "perfección" en el diccionario, seguramente habría una foto de Akihiko Usami junto a uno de sus coches deportivos, que tan a juego iban con él.

    ¿Pero cuál era el problema?

    Que Akihiko llevaba muchos años enamorado de otra persona. Nada más, ni nada menos que el hermano mayor de Misaki, Takahiro.
    Y por tanto, el castaño jamás había tenido la oportunidad de declararse a Usagi-san, como él lo llamaba desde que era muy pequeño, debido a que Akihiko le recordaba a un bello conejo blanco.

    Misaki no veía ninguna posibilidad de ser correspondido, ya que al lado de su hermano, él se veía a sí mismo como algo totalmente inferior, y sin posibilidades de ganar.

    Por lo que ir a una fiesta a la que también acudiría Akihiko, creaba en el castaño una mezcla de emociones que le revolvía el estómago.

    Por una parte, quería ver a su Usagi-san, quien seguramente estaría guapísimo con alguno de sus perfectos trajes. Pero por otro lado, le gustaría poner cualquier excusa para no ir a esa dichosa fiesta, y así ahorrarse el mal trago de ver algo que ansiaba, pero que jamás podría tener.

    Misaki se revolvió a sí mismo el pelo, intentando dejar de darle vueltas a todas esas cosas, sin conseguirlo. Y finalmente, terminó en la puerta de la cafetería del campus, revisando con la mirada todas las mesas, hacia las cuales caminó con un suspiro, sentándose en una vacía.

    —Yurio... Tarde como siempre— susurró el castaño para sí mismo.

    En ese momento, sacó su móvil para llamar al rubio.
    Pero en vez de marcar su número, abrió Instagram sin pensar, y casualmente, se topó con una foto que acababa de subir Akihiko.
    Por lo que no pudo evitar ponerse a cotillear de nuevo el perfil entero del joven, aunque ya lo hubiera hecho miles de veces.

    Misaki estaba tan ensimismado mirando las fotos de Akihiko, que no se percató de que alguien se acercaba por su espalda.
    Se trataba de un joven rubio, de finas facciones, y ojos verdes, quien se agachó, dejando su rostro a la altura del hombro derecho del castaño, pudiendo así ver lo que éste miraba.

    Al instante, el rubio le quitó el móvil de las manos, sobresaltando al ojiverde.

    —¡¡YURIO!!— exclamó éste desesperado al ver cómo el chico le empezaba a dar "like" a todas y cada una de las fotos de Akihiko— ¡¡DAME EL MÓVIL!!— gritaba el castaño dramáticamente, intentando arrebatárselo sin éxito.

    —¡Venga ya! A ver si con esto, Usagi capta tus indirectas— dijo Yurio intentando zafarse del agarre de Misaki.

    —¡Dámelo Yurioooo!— se desesperaba ya el joven.

    Tras un poco más de forcejeo, el rubio le devolvió el móvil a su amigo, y éste se apresuró a quitar todos esos likes antes de que Akihiko los viese.
    Mientras, Yurio se sentó, de forma indiferente, donde antes se había sentado Misaki, haciendo que el castaño tuviera que coger otra silla.

    —Esta noche es tu oportunidad— dijo el rubio con seriedad.

    —¿Qué? ¿Oportunidad de qué? De que te bloquee de mis contactos será, porque me la lías siempre...— intentó evadir el tema Misaki.

    —Oportunidad de que te declares a Usagi por fin— contestó Yurio— Llevas años haciendo el papel de mejor amigo, ¿y para qué? ¿Para luego venir llorando a contarme tus penas? Deja ya de ser tan Drama Queen, porque me pones enfermo— las palabras directas del rubio no afectaron a Misaki, ya que estaba más que acostumbrado a su actitud explosiva.

    —Hablando de enfermo... Anoche me empezó doler la tripa, y aún no se me ha quitado. No sé yo si podré ir a la fiesta ja ja. Qué mala suerte, ¿eh?— la risa forzada del castaño, sumado a lo mal que mentía, hicieron que Yurio frunciera el ceño al máximo.
    La poquísima paciencia que tenía, ya se había agotado con esa mala excusa de Misaki.

    —¿¡TÚ TE PIENSAS QUE SOY TONTO!?— preguntó alterado el rubio, el cual se acercó, pegándose totalmente a su amigo, y le miró a los ojos fijamente— Esta noche vas a venir, aunque sea a rastras. Vas a ver al "don perfecto", y le vas a decir la verdad: que estás enamorado de él desde hace años— le dejó claro las cosas a Misaki, quien sólo pudo asentir aterrado.

    —¡Misakiiii, Yurioooo!— un chico de pelo negro y expresión amigable, se acercaba a ellos con una enorme sonrisa desde la entrada de la cafetería.

    —Anda, ¿Yuuri? ¿No te ibas al club de patinaje?— preguntó Yurio cuando el moreno estaba ya junto a la mesa.

    —Al final nadie se ha apuntado... Y no quería entrenar solo. Es aburrido. Así que antes de irme a casa, he venido a echar un vistazo por si estabais aquí— explicó Yuuri con una sonrisa resignada.

    —Si sigues sin entrenar, al final no vas a poder presentarte a ninguna competición— le regañó Yurio con el ceño fruncido— Necesitas un entrenador o algo.

    —Lo sé... Pero eso es muy caro. Tengo que conformarme con el club...— el patinaje sobre hielo era el hobby favorito de Yuuri, por lo que la tristeza se notaba en sus palabras.

    —¡Uy que tarde! Pues nada chicos, yo me voy ya. ¡Nos vemos!— Misaki vio el cielo abierto, pensando que Yurio se podría quedar hablando con Yuuri, y él podría huir a casa, de donde su amigo no podría sacarle. Pero Yurio le agarró, y le sentó de nuevo en su silla con una expresión terrorífica en el rostro.

    —¿Y tú dónde te crees que vas? No hemos terminado de hablar. De esta noche, no te libra nadie— le avisó Yurio haciendo que Misaki temblara viéndose acorralado.

    —¿No quieres venir a la fiesta?— preguntó extrañado Yuuri— Aaahh... Es porque Usagi viene, ¿verdad?— concluyó habiendo dado con la clave.

    —No, porque es un cobarde. Pero no te preocupes, que ya hago yo mis funciones de mejor amigo, y le ayudo a superar su retraso— afirmó Yurio orgullosamente convencido.

    —¿¡Mejor amigo!? ¡Me estás empujando a las vías del tren sin miramientos! ¡Yo no tengo nada que confesarle a Usagi-san! Y si lo tuviera, que no lo tengo, ¿qué haría si me rechazase? No habría vuelta atrás... Sería el fin de mi amistad con él. No podría soportarlo— comenzó a cavilar el castaño, poniéndose en la peor situación.

    —¡Deja ya de ser tan inseguro! ¡Idiota! Yuuri, dile algo tú, porque al final voy a tener que tomarme una valeriana por su culpa— exigió el rubio señalando a Misaki.

    —Calmaos, calmaos...— trató de apaciguarlos el moreno— Misaki, ven a la fiesta. Diviértete, y tómate algo con tus amigos. A lo mejor así, al ver a Usagi, se te aclaran un poco las ideas... ¿Qué es lo peor que puede pasar?— medió entre ellos, calmándolos y haciendo que Misaki considerara de nuevo, el ir a esa dichosa fiesta.

    Porque... Tal y como había dicho Yuuri, ¿qué era lo peor que podía pasar?







    CAPÍTULO 2: ILUSIÓN





    Tras la última clase del día, y la constante insistencia de Yurio, Misaki aceptó ir a la dichosa fiesta.

    En la salida de la universidad, el chofer de la familia ya lo esperaba para llevarle a casa, no tardando más de quince minutos en llegar hasta la misma.

    Una vez allí, se encontró la grata sorpresa de ver el deportivo rojo de Akihiko aparcado en su jardín. Misaki no pudo evitar esbozar una dulce sonrisa, ya que hacía bastantes días que no veía a su querido Usagi-san.
    Pero mayor fue su alegría, cuando al entrar en su casa, Akihiko fue el primero en saludarle.

    —Misaki... ¿Cómo estás, pequeño?— preguntó el peliplata de forma amable.

    —Usagi-san...— murmuró enamorado— Muy bien, ¿y tú?— contestó el castaño con una mezcla de timidez y dulzura.

    —Bien, bien también— respondió el peliplata— Misaki... Vendrás a la fiesta de esta noche, ¿verdad?

    —Etto... Todavía no lo sé, Usagi-san— dijo Misaki indeciso por tener que verse en el mismo espacio que el peliplata, y no poder decirle lo que sentía, por miedo a que se estropease su amistad.

    —¿Cómo que no sabes, Misaki? No digas eso... Tienes que venir— insistió— No seas como el aburrido de tu hermano— añadió Akihiko recalcando la última parte, lo suficientemente alto como para que Takahiro lo escuchase.

    —No soy aburrido, Usagi. Es que tengo que estudiar— se defendió el moreno bajando las escaleras en dirección a su hermano y su amigo— Ah, Misaki... Ya estás aquí...— dijo esto último con retintín.

    —Pues eso, aburrido— contestó Akihiko chasqueando la lengua, y rodando los ojos al mirar a Takahiro— Misaki... Tú que eres más joven, no tomes el mismo ejemplo, y ven a la fiesta. Además... Tienes que bailar, aunque sea una canción, conmigo— añadió causando que el pequeño se sonrojase— No te preocupes por nada, que yo te llevo y te traigo. Tú sólo ocúpate de estar conmigo— trató de convencerlo el peliplata, guiñándole un ojo con coquetería, lo que hizo que a Misaki se le erizase hasta el latido.

    —Está bien, Usagi-san. Iré— cedió finalmente, sonriendo con ternura a su platónico amor.
    Este hecho no pasó desapercibido para Takahiro, quien apretó los puños rabioso por ver sonreír a su hermano.

    —¡¡Bien!!— exclamó Akihiko alegremente— Así tendremos la oportunidad de pasar más tiempo juntos, que últimamente nos vemos muy poco, y te echo de menos— tales palabras no hacían más que ilusionar tremendamente al pequeño castaño.

    —Bueno, me voy a mi habitación— dijo Misaki sin borrar la sonrisa— ¿Te quedas Usagi-san o vienes a buscarme luego?— preguntó dulcemente.

    —No, me iré a arreglarme, y luego vendré por ti— contestó. Misaki asintió y empezó a subir las escaleras— Misaki...— el castaño se detuvo al oír la voz de Akihiko— No te pongas muy guapo, ¿eh? No quiero pasarme la noche ahuyentando a todo el corrillo de babosos que se te acerque— advirtió con coquetería el peliplata, dedicándole una mirada pícara al castaño.

    Misaki se sonrojó como si de un tomate se tratara, y con pasos rápidos, corrió hasta su habitación.
    Una vez allí, se apoyó en la puerta al sentir cómo las piernas le temblaban, y el corazón se le aceleraba. Estaba completamente enamorado, y las palabras de Akihiko le habían devuelto la ilusión.
    Tanto como para encender el ordenador, y activar el FaceTime para llamar a Yurio, pues necesitaba contarle todo a su amigo, y pedirle consejo sobre cómo actuar esa noche con su querido Usagi-san.

    —¿Misaki? ¿Tú llamándome por FaceTime? ¿Pasa algo?— preguntó Yurio extrañado, al igual que su hermano Victor.

    —Es Usagi...— contestó Misaki siendo cortado por su amigo.

    —¿Usagi? ¿Qué pasa con él?— quiso saber el ojiazul.

    —Me ha pedido que vaya a la fiesta— comenzó— Me ha dicho que quiere bailar conmigo, que quiere que pasemos tiempo juntos, y que no me ponga nada provocativo, que no quiere tener que andar espantando babosos— añadió el castaño eufórico, lleno de esperanza.

    —¿Enserio? ¡Misaki hoy es la noche!— exclamó Yurio emocionado— Ya sabes lo que tienes que hacer, ¿no?— preguntó.

    —¿El qué?— contestó Misaki sin seguirle el hilo.

    —¡Ponerte el conjunto más sensual y provocativo que tengas!— dijo Yurio con una sonrisa maligna.

    —¿Qué? ¡No!— exclamó Misaki sonrojándose.

    —Yurio tiene razón, Misaki. Tienes que aprovechar. Puede que esta noche sea la que marque la diferencia— apoyó Victor de acuerdo con su hermano.

    —¡Por supuesto que tengo razón! ¡Enfoca el vestidor!— exigió Yurio con seriedad.

    Ante la insistencia de sus amigos, Misaki no tuvo más opción que enfocar su vestidor, desilusionando completamente a Yurio.

    —¡No me lo puedo creer, Misaki! ¡Tanto armario, y no tienes ni una sola prenda decente!— exclamó el rubio visiblemente alterado— Menos mal que me tienes a mí para ayudarte. En quince minutos estoy en tu casa, con ropa en condiciones— informó el rubio levantándose de la silla. Misaki sonrió con dulzura.

    —Tu hermano está cada vez peor, Victor— dijo el castaño a su amigo entre risas.

    —Sí, pero así es feliz— contestó el mayor siguiéndole la corriente— Aún así, Misaki... Yurio tiene razón. Esta puede ser la noche que marque un antes y un después entre Akihiko y tú— aseguró Victor con confianza.

    —¿Tú crees?— preguntó el castaño esperanzado. Victor asintió— ¿Y qué debería hacer?

    —Tratar de conquistarlo— respondió el ojiazul sin rodeos.

    —¿Y cómo hago eso?— inquirió Misaki temeroso, pues aunque era una belleza, no tenía suficiente confianza en sí mismo.

    —Lo primero, haz caso a Yurio y vístete más sexy que nunca— contestó el ojiazul— Conozco a Akihiko, es mi mejor amigo. Él podrá estar muy "enamorado" de tu hermano, pero... Es un hombre, y tú eres muy bonito. Con un conjunto en condiciones... No se te va a poder resistir. Además, lo siento si te duele, pero... Tu hermano no es lo que parece. Tú eres mucho más tierno y dulce. Vales mil veces más— aseguró— Así que aprovecha esta noche, porque si ahora está "enamorado" de tu hermano... Mañana puede estarlo de ti— finalizó Victor con una sonrisa que dio aún más ánimos a Misaki.

    Tras unos minutos de conversación, el castaño se despidió de su amigo por el FaceTime y, al haber escuchado el timbre, se dirigió a abrir la puerta.

    Unos segundos después, los dos amigos se encontraban en la habitación de Misaki, eligiendo entre los conjuntos que Yurio había traído.

    —¡Este Misaki! ¡Este es perfecto!— exclamó el rubio refiriéndose a un conjunto que constaba de unos shorts cortos y ceñidos al muslo en color negro, los cuales remarcaban su trasero, y una camisa del mismo tono, ajustada, y caída de un hombro, con unos zapatos tipo botín con algo de plataforma.
    Sin duda, un conjunto rompedor para alguien como Misaki.

    —¡No pienso ponerme esos pantalones tan cortos! ¡Y menos esa camiseta! ¡No quiero parecer una cualquiera!— exclamó el castaño escandalizado.

    —¡Aarggh! ¡Me enervas!— contestó Yurio sumamente irritado— La camisa acepto que sea otra, pero los pantalones no son negociables. Te los pones y punto— ordenó autoritario, asustando al pobre ojiverde— No me mires así. ¿Tú quieres llamar la atención de tu querido "Usagi-san"? Pues, o cambias el chip... O vete preparando el traje para cuando se case con tu hermano— añadió el rubio buscando provocar a su amigo— Aunque mira... Pensándolo bien... Serías el cuñado perfecto para Akihiko— finalizó con una sonrisa malvada, causando que Misaki le mirase con el ceño fruncido.

    —¡De eso nada! ¡Usagi-san es mío! ¡Aquí el único cuñado que va a haber, es Takahiro— exclamó el castaño con seguridad.

    —Pues ya sabes— contestó Yurio— Anda, prueba con esto— dijo dándole una camiseta ajustada blanca con las mangas a la altura de los codos, y unas botas blancas de borreguito, estilo UGG— Y no quiero oírte ni chistar, ¿estamos? Bastante que he cedido en que cambies de camisa— le reprochó serio— Y ahora vamos, que te tengo que dar el último toque.

    —Oye, ¿no crees que te estás pasando?— preguntó Misaki asustado, pues Yurio se había tomado muy enserio lo de arreglarle para Akihiko, y le había puesto incluso un poquito de rímel en las pestañas, y un poco de delineador de ojos para remarcar su preciosa mirada esmeralda.

    —¡Para nada! ¡Estás perfecto! Sólo te falta el último toque— contestó el rubio aplicando un ligero gloss sobre los labios de Misaki, haciéndolos ver más jugosos y apetecibles— Ahora sí que sí. Akihiko no va a poder resistirse a besarte— finalizó con picardía.

    El castaño se miró al espejo, y en contra a lo que había pensado en un primer momento, le gustó la apariencia que había obtenido gracias a su amigo. Misaki se veía sensual, pero sin perder su característica dulzura e inocencia. Perfecto para arrasar esa noche, y ganarse el amor de Akihiko.

    —¡Uy señor! ¡Qué tarde es!— exclamó Yurio al ver la hora en su móvil— Voy a casa a arreglarme. Nos vemos luego— dijo despidiéndose del castaño.

    Tras esto, el rubio se fue dejando solo al ojiverde, quien sonreía aún mirándose al espejo, ilusionado por lo que podría ocurrir esa noche.

    Media hora después, Hana, la madre de Misaki, entró en la habitación.

    —Cielo, Akihiko ha venido a buscarte— dijo la mujer con dulzura— ¡Ay mi niño! ¡Qué guapo estás!— exclamó alegre.

    —Gracias, mamá. Dile a Usagi-san que bajo en un minuto— pidió el castaño con una sonrisa.

    —De acuerdo, cariño— respondió la amable madre.

    Exactamente un minuto después, Misaki estaba junto a la escalera, donde Akihiko ya le esperaba al pie de ésta, mientras hablaba con Takahiro.

    —Usagi-san...— murmuró el castaño, mientras bajaba las escaleras, llamando la atención del peliplata, quien al escucharlo no pudo evitar mirarle fijamente, recorriéndole de arriba a abajo. No había duda de que a Akihiko, Misaki no le era indiferente.

    —Misaki... Creí haberte dicho que no te pusieras demasiado guapo porque no quería pasarme la noche espantando babosos— dijo el ojivioleta sonriendo. Indirectamente, acababa de admitir que Misaki estaba sensual.

    —No es necesario que lo hagas, Usagi-san— contestó el castaño con una sonrisa tímida, pero coqueta, que no gustó en absoluto a Takahiro— ¿Nos vamos?— preguntó.

    —Claro— respondió Akihiko— Te veo mañana, Takahiro— añadió abrazando al moreno. Abrazo que éste correspondió sabiendo que aquel gesto le dolería a su hermanito menor, enamorado de Akihiko. Esa imagen entristeció a Misaki, pero supo disimularlo muy bien.

    Unos minutos después, Akihiko y Misaki ya se encontraban en el coche del mayor, de camino a la prometedora fiesta que marcaría el principio de una nueva era en el grupo de amigos.

    Edited by LoveJunjouRomantica95 - 28/11/2018, 20:45
     
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    Me ha gustado el capítulo.
    Eso Misaki vístete todo sexy para que Akihiko vea lo que se puede perder.
    ¿Porque Viktor ha dicho que Takahiro no es lo que aparenta? ¿Qué es lo que esconde?
    Esperaré con ansias la conti.
     
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    Gracias por comentar!!! Nos alegra que te guste!!

    Misaki es sexy con ropa sensual y sin ella, y Usagi no lo quiere ver pero ya se dará cuenta, y tal vez sea demasiado tarde... 🙈

    Viktor habla desde la sabiduría y el conocimiento. No es oro todo lo que reluce, ya lo irás viendo 🌚

    En breve volvemos a actualizar! 😊😘
     
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    CAPÍTULO 3: EMPIEZA LA FIESTA


    Al llegar la noche, y con ello, la hora de la quedada, Victor y Yurio salieron de la casa donde ambos vivían con su abuelo.

    El rubio se vistió fiel a su estilo informal, con
    una camisa negra, y una sudadera blanca, azul y roja.

    Esa tarde había terminado su último examen parcial de la universidad, y no le apetecía arreglarse tanto como Misaki, que era quien verdaderamente tenía motivos para hacerlo.

    A diferencia del rubio, Victor parecía sacado de una revista de modelos masculinos, pues tan sólo una camisa blanca y una americana oscura bastaban para hacerle destacar entre la multitud.

    Al llegar al coche del mayor, éste puso una mueca de sorpresa.

    —Me he dejado las llaves en otra chaqueta...— suspiró con desgana.

    —¿Eh?— respondió Yurio con desagrado.

    —Ahora vuelvo. Espérame aquí, anda— pidió Victor con una sonrisa que hizo fruncir el ceño al rubio.

    El joven se limitó a apoyarse en el capó del automóvil, y sacó su móvil, decidido a entretenerse con el Instagram hasta que su hermano volviese.

    Abrió las stories más recientes de sus amigos, para ver cómo Misaki había subido una con un gif en forma de carita de pánico. El rubio llegó a la conclusión de que seguramente, Misaki la subió cuando no sabía qué ropa ponerse.
    Pasó algunas más de otros amigos hasta llegar a la de Yuuri, en la que aparecía el chico con su amigo Pichit, saliendo del centro donde ambos solían ir a patinar por las tardes.

    —Anda... Así que al final sí fue a patinar... Seguro que Pichit también se viene esta noche— hablaba el joven consigo mismo, mientras pasaba distraídamente más fotos en el móvil.
    Hasta que llegó a una que le hizo parar en seco.

    Un joven de pelo negro, alto, y que vestía también de tonos oscuros, aparecía junto a otro amigo con la frase:

    "Fin de exámenes-> fiesta".

    La foto la sacaba el amigo, así que seguramente la story era obra de él, pues Otabek apenas solía subir contenido a las redes sociales, aunque sus amigos sí que le cogían el móvil de vez en cuando.

    Pero lo que hizo que a Yurio se le cortase la respiración, fue la ubicación de dicha foto, pues era el sitio al que él y sus amigos irían.

    Y es que la historia entre Yurio y Otabek era complicada...

    Se conocieron al empezar la universidad, y desde el primer momento, a Yurio le llamó la atención.
    Sólo unos días bastaron para que la curiosidad del rubio, se transformase en una mezcla de atracción y aversión, ya que Otabek era un chico bastante serio, y apenas solía hablar con nadie en clase.
    Sus compañías eran otras.
    Se rumoreaba, que se juntaba con gente peligrosa, de barrios bajos, y que tenía fama de meterse en toda clase de líos y peleas.

    Como era de esperar, eso a Yurio le dio igual desde el primer momento, lo que también llamó la atención de Otabek.
    Pero los caracteres fuertes de ambos, confrontaban cada vez que se hablaban, por lo que acababan discutiendo rápidamente.

    Por tanto, Yurio había estado evitándole durante meses, a pesar de que, el sólo verle por los pasillos, le hiciese ponerse nervioso.
    Un extraño cosquilleo le recorrió el estómago al saber que probablemente le vería esa noche.
    Una y otra vez en su mente, intentó negar que le hacía ilusión verlo, pero ese molesto dolor no cesaba.

    De repente, Victor volvió con una enorme sonrisa, alzando las llaves del Porsche.

    —Yuriooo, ya tengo las llav...— Yurio pasó rápidamente por su lado, sin mirarle.

    —¡Voy a cambiarme de ropa! ¡Espérame ahí! ¿Eh?— exigió entrando por la puerta de la casa.

    Victor seguía con las llaves en alto, sin entender nada de lo que ocurría.
    ¿Cambiarse de ropa? ¿A última hora?
    Un presentimiento llegó al chico, y tomó su móvil rápidamente, buscando algún mensaje en su grupo de amigos que pudiera haber hecho que Yurio quisiera arreglarse más. Pero no encontró nada.

    Abrió entonces Instagram, y tras unos pocos minutos, descubrió lo que ocurría.
    Victor suspiró con los ojos entrecerrados, mirando a Otabek, quien casi no sonreía a la cámara, pues seguramente había sido pillado de improviso.
    Evidentemente, alguien con esa fama de casi criminal, no le parecía la mejor compañía para su hermano pequeño.

    Minutos después, Yurio ya bajaba por las escaleras, vestido con una camisa blanca, unos pantalones negros, con tirantes también negros, y el pelo semirecogido en una coleta. Estaba mucho más arreglado que antes.

    —Ya estoy listo. Vámonos— dijo el rubio al llegar hasta Victor, quien ya no sonreía.

    —No te acerques a ese chico, Yurio. No es trigo limpio— avisó de forma cortante, mirando al joven.

    —¿Eh? ¿De qué hablas?— intentó disimular sin mucho resultado.

    —Otabek va a fiesta, pero tú no te acerques a él. Hazme caso— siguió aconsejando el hermano mayor, mientras ambos subían al coche.

    —Pues claro que no voy a acercarme a ese idiota.
    No sabe hacer más que ponerme nervioso, y meterse en problemas— habló convencido, aunque por dentro desease ver a Otabek esa noche.


    Cuando llegaron al pub donde habían quedado, vieron que Akihiko y Misaki ya estaban ahí, esperándolos mientras charlaban en la puerta del local.

    Akihiko estaba fumando un cigarrillo. Vestía un traje, y una corbata algo desanudada que le daba un aspecto aún más atractivo. Misaki parecía algo cortado hablando con el peliplata tan de cerca.

    —¡Bakahiko! ¡Estamos aquí!— saludó en voz alta Yurio, llamando la atención de ambos, mientras caminaban hasta ellos.

    —Niño, ya sabes que tú no puedes llamarme así... Victor, ¿le has dado ya su vaso de leche para que crezca?— preguntó Akihiko para hacer estallar el carácter de Yurio, el cual no soportaba que se metiesen con su altura.

    —¿¡QUIÉN TE CREES QUE ERES, CHULO DE PLAYA!?— Yurio intentaba agarrar a Akihiko, pero éste podía pararle sólo con una mano, mientras le decía que se calmase, como si de un gatito se tratase.

    —Misaki, me gusta tu camisa— afirmó Victor ignorando por completo a su hermano, y a su mejor amigo.

    —Gracias, Victor, pero no es nada del otro mundo— rió el joven castaño con timidez.

    En ese momento, el móvil de Yurio comenzó a sonar.

    —¿Si? Ah, Yuuri, ¿dónde estás?— todos prestaron atención a la conversación del rubio— Vaya, qué novedad, tú llegando tarde, cerdo lento... Sí, sí, vale, vale, pues vamos cogiendo sitio... ¿Te pido lo de siempre?... Vale, pero mueve el culo— colgó Yurio con el ceño fruncido— Vamos entrando, que éste está con Pichit entrando en el metro.

    —Mejor, porque hoy es viernes, y estará lleno de gente— comentó Akihiko ya en dirección a la entrada del pub.

    Los demás le siguieron de cerca. Yurio le daba pequeños empujones a Misaki para que se pegase más al peliplata, mientras el castaño, rojo de la vergüenza, intentaba frenar para no chocarse contra su Usagi-san.

    Enseguida, la ensordecedora música les rodeó por completo.
    El local estaba bastante lleno de gente, y las luces centelleaban haciendo que, ver con claridad, fuera complicado.
    Andar entre la multitud también era difícil, por lo que tuvieron que caminar en fila, uno detrás de otro.

    —Yuriooo, no me sueltes, que os pierdo de vista— Victor se agarró cómicamente a su hermano, rodeándole con sus brazos, y logrando exasperarlo.

    —¡Quita de encima! ¡Ya eres mayorcito!— se quejaba el menor sin conseguir nada.

    Por otra parte, Misaki también intentaba no perder de vista a Akihiko, siendo empujado por la gente a su alrededor.

    Entre la música y la escasa iluminación, Misaki dejó de ver la figura del peliplata durante unos segundos, haciendo que se parase en seco, con expresión algo asustada al pensar en cómo iba a encontrar a sus amigos en un sitio así.

    Pero de pronto, alguien tomó su brazo y tiró de él.
    Se trataba de Akihiko, quien se había dado cuenta del susto que tenía encima el joven.

    —Misaki, no te separes de mí. ¿Entendido?— le ordenó el mayor, poniendo colorado al castaño.

    —S-sí, entendido— asintió con vergüenza.

    Akihiko le acercó hasta su cuerpo, y le obligó a caminar frente a él, sin soltarle.
    Esto creó unos extraños sentimientos en el joven. Una mezcla de sensación de protección, y a la vez, necesidad de seguir bajo tanta atención por parte del mayor.

    Por fin, todos llegaron a una zona más tranquila donde había varios sofás y mesas para sentarse.
    Escogieron un sitio donde tuvieran espacio, y tomaron la carta para decidir qué beberían.

    —Yo quiero un Puerto de Indias, y seguro que Misaki también— afirmó Victor sonriente, sentándose en el sofá al lado del castaño, pasando su brazo por los hombros del chico.

    —Sí, yo también— contestó Misaki sonriente.

    —Yo Whisky con hielo— Akihiko se sentó justo al otro lado de Misaki, haciendo que éste pareciese aún más bajito entre sus dos amigos.

    —Vale, yo cogeré Vodka— dijo Yurio— Voy a la barra a pedir, y de paso, vuelvo a llamar a Yuuri para meterle prisa— el rubio volvió a meterse entre la multitud, en dirección a la barra.

    A empujones, Yurio llegó hasta el camarero.
    Le llamó varias veces con la mano, pero el hombre se dedicaba a atender a otro, e ignoraba a Yurio.
    El rubio no tardó el perder la paciencia, y acabó casi con el torso encima de la barra, intentando llamar la atención del camarero.

    Alguien se puso a su lado, y tan sólo con un silbido, hizo que el camarero les mirase. Con otro gesto, logró que el hombre caminara hacia ellos.

    Yurio se dio la vuelta, y se encontró cara a cara con Otabek, quien le miraba de reojo.

    Edited by LoveJunjouRomantica95 - 3/12/2018, 17:10
     
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    Me ha gustado el capítulo.
    Ya en la fiesta, no veo la hora de leer lo que pasará en esa fiesta.
    Esperaré con ansias la conti.
     
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    Pues espera y verás las cosas que pasan 😂

    Gracias por leernos!!
     
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    CAPÍTULO 4: SIGUE LA FIESTA





    El chico era más alto que Yurio, y vestía de negro con una chaqueta de cuero que le quedaba perfecta.

    —De nada— dijo el moreno haciendo que un rubor rojo apareciese en las mejillas de Yurio.

    —Ya iba a venir cuando yo le estaba llamando— se defendió el rubio con poca credibilidad.
    Otabek sonrió levemente divertido, observando de cerca al menor.

    —¿Qué van a pedir?— preguntó entonces el camarero, captando la atención de Yurio.

    —Pues dos Puertos de Indias, un Whisky con hielo, y un Vodka con limón— el camarero asintió, y comenzó a sacar los vasos.

    —También dos chupitos de Tequila— intervino Otabek, haciendo que Yurio le mirase sorprendido— Te lo debo por lo de la última vez— fue la única explicación que dio el moreno.

    Yurio tampoco contestó nada. Siempre que ese chico aparecía, se quedaba en blanco, y comenzaba a notar una sensación que no sentía con nadie más.
    Recordaba que la última vez que se vieron, todo fue un desastre, y acabaron discutiendo.

    Pero aún así, ahí estaba, poniéndose colorado ante el tipo que más le sacaba de quicio.

    El camarero puso los dos chupitos sobre la mesa, junto con dos rodajas de limón y un salero.

    —Sabes cómo se hace, ¿no?— preguntó Otabek con retintín para poner nervioso al chico.

    —Pues claro— Yurio ya tenía la sal en la mano, y el chupito preparado, lo que hizo que el moreno volviese a sonreír.

    Ambos a la vez siguieron los pasos: sal, tequila y limón.

    Al terminar, Yurio puso cara de asco haciendo reír a Otabek, logrando que finalmente también el rubio se riese.

    Tras unos segundos, se hizo un silencio delicado entre ambos, a pesar del ruidoso ambiente. Los dos se miraban fijamente, queriendo decir muchas cosas, pero sin finalmente atreverse.

    —Te has vuelto a cortar el pelo un poco, ¿verdad? Ya te he dicho muchas veces que no lo hagas...— Otabek acercó su mano a Yurio, y alcanzó uno de los mechones del rubio, acariciándolo y enredándolo en uno de sus dedos.

    Ambos estaban tan cerca el uno del otro, que cualquiera pensaría que iban a besarse, y no había nada que el rubio desease más por mucho que lo negase.

    Pero de pronto, alguien agarró la mano de Otabek con fuerza, y la separó del cabello de Yurio.

    Victor miraba al moreno con ojos fríos y retadores. No le gustaba ni un poco que ese chico se acercase a su hermano, y menos aún que éste le dejase hacerlo.
    De un tirón, Otabek se soltó del agarre del mayor, y le sostuvo la mirada sin un ápice de miedo.

    —¡Eh! Otabek tío, ¿qué estás haciendo?— un grupo de chicos esperaba al moreno a unos metros de distancia, preparados para lo que pudiera pasar.

    Pero lo último que el moreno quería, era volver a discutir con el rubio o meterse en una pelea con el mayor. Así que decidió darse la vuelta sin decir ni una sola palabra, y caminar hacia sus amigos, dejando a Yurio y Victor en la barra.

    —¿Pero qué haces aquí?— exigió saber el menor con el ceño fruncido.

    —Venía a ayudarte con las copas. Pero ya veo que no tenía que haberte dejado solo desde un principio— Victor estaba visiblemente enfadado.

    Sabía todos los problemas que podía conllevarle a Yurio el juntarse con Otabek, y no estaba dispuesto a ver sufrir a su hermano pequeño, que era la única familia que le quedaba a parte de su abuelo.
    Yurio sólo chasqueó la lengua en señal de desagrado.

    —Yuuri y Pichit ya han llegado. Voy a pedir lo de ellos— Victor pidió dos copas de Ron con Coca-Cola, y pagó al camarero, mientras Yurio cogía tres de ellas.

    Entre ambos, las llevaron a la mesa donde ya estaban todos reunidos.
    Akihiko se sentaba junto a Misaki, mientras que el otro lado del castaño estaba vacío, ya que era donde antes se había sentado Victor.
    En el sofá de enfrente, estaban Yuuri y Pichit, dejando otro lado libre junto a Yurio.

    —Yuuuuri, hazme hueco, que no quiero que Usagi me malinterprete, y crea que quiero quitarle a Misaki— comenzó a bromear Victor sentándose al lado del joven— Además, no quiero perderme a Yuuri sin gafas, y bebiendo— el mayor miró a su amigo con una sonrisa ladeada, totalmente irresistible, que sonrojó al moreno.

    Akihiko miró a su amigo con las cejas alzadas, pensando en lo bobo que podía llegar a ser cuando se lo proponía. Misaki, por su parte, estaba todavía más rojo que Yuuri debido a las insinuaciones de Victor.

    Pasaron los minutos, y el grupo de amigos tomaba sus copas mientras charlaban de lo que harían en las vacaciones de verano tras acabar la universidad. Misaki no se separaba de Akihiko, pero tampoco hablaba, lo que exasperaba a Yurio, quien no podía entender cómo su mejor amigo podía ser tan pánfilo.
    Estaba claro que si no hacía algo, esa noche sería tan normal como cualquier otra.

    —Misaki— le llamó el rubio— ¿Me acompañas a por otra copa?— preguntó sosteniendo su vaso vacío.

    —Vale, vamos— contestó el ojiverde levantándose— Ahora vuelvo, Usagi-san— dijo con timidez. Akihiko asintió sin apartarle la mirada.

    Tras lograr cruzar la pista entre la multitud de gente bailando, Yurio y Misaki consiguieron llegar a la barra. Tomando ejemplo de cómo lo había hecho Otabek anteriormente, Yurio llamó al camarero con un silbido que fue bastante efectivo, pues el hombre se acercó al instante.

    —¿Qué les pongo?— preguntó con amabilidad el camarero.

    —Un par de chupitos de Tequila— contestó Yurio con decisión. El hombre asintió, y se fue a por la sal y el limón.

    —¿Tequila? Pero si nunca lo he tomado— dijo Misaki nervioso.

    —Para todo hay una primera vez— respondió Yurio riendo mientras cogía uno de los chupitos de Tequila, y le entregaba el otro a Misaki— A ver, primero la sal, después el tequila y para acabar el limón, ¿entendido?— preguntó el rubio. Misaki asintió.

    Como era de esperar, tras seguir el procedimiento, el castaño puso una mueca de desagrado.
    Pero rápidamente cambió su gesto al saborearlo.

    —¿Qué tal? ¿Pedimos otra ronda?— preguntó Yurio con picardía, pensando en lo fácil que iba a resultarle emborrachar a su amigo.

    —¡Vale!— exclamó Misaki con una sonrisa tonta.

    —¡Camarero! ¡Otra!— el camarero les puso otra ronda y repitieron el proceso. Esa vez, Misaki ya no puso cara de asco.

    —¡Otra!— pidió el ojiverde empezando a sentir los efectos del alcohol.

    Finalmente, a la cuarta ronda, cuando Misaki ya estaba visiblemente borracho, y Yurio había logrado su propósito, comenzó a sonar la canción "Despacito" de Luis Fonsi y Daddy Yankee.

    —¡Ay, Misaki! ¡Me encanta esta canción! ¡Vamos a bailar!— exclamó Yurio cogiendo al castaño del brazo, y arrastrándolo hasta la tarima para comenzar ambos a moverse sensualmente al ritmo de la melodía.

    Por otra parte, en el lugar donde aún se hallaban Akihiko, Victor y los demás, Yuuri notó la ausencia de los dos más pequeños.

    —Oye, ¿no creéis que Yurio y Misaki están tardando mucho en pedir las copas?— preguntó el moreno extrañado.

    —Anda, pues ahora que lo dices, es cierto— contestó Victor con una sonrisa, buscándolos con la mirada, percatándose de que la pista estaba más despejada, concentrándose una gran multitud alrededor de la tarima— ¿Qué pasa ahí? ¿Por qué hay tanta gente aglomerada en esa zona?— preguntó con curiosidad.

    —Ni idea, ¿vamos a ver?— preguntó Yuuri.
    Los demás se levantaron, dirigiéndose también hacia donde se hallaba la multitud.

    Sobre la tarima estaban un Misaki y un Yurio sumamente perjudicados por el alcohol, moviendo sus cuerpos al son de la canción, añadiendo un toque de picardía y sensualidad que sólo eran capaces de llevar a cabo debido a la gran cantidad de alcohol ingerido.

    Las reacciones del resto del grupo fueron dispares. Por un lado, Yuuri, Victor y Pichit los miraban divertidos, pensando en lo atrevidos que estaban siendo. Y por otro lado, Akihiko los miraba, concretamente a Misaki, con una mezcla de hipnotización y fascinación. Ninguno, a excepción de Victor, se percató de ese detalle.

    —Te estás comiendo a Misaki con la mirada. A este paso no vas a dejar ni las migas— comentó el chico entre risas.

    —¿Eh?— preguntó Akihiko sin entender lo que su amigo había dicho.

    —¡Que lo vas a desgastar de tanto mirarlo!— exclamó Victor divertido.

    —¿De qué hablas? ¡Deja de decir tonterías, anda!— contestó el peliplata sin tomarse enserio las cosas que decía el joven.

    Pero Yurio, quien también se había percatado de cómo Akihiko no apartaba la mirada de Misaki, no tardó en decírselo al castaño.

    —Misaki, Usagi te está mirando. Es más, te está taladrando— informó el rubio— Muévete más lento. Mueve el culo y las caderas, no permitas que centre su atención en otra cosa— ordenó.

    Misaki, tan borracho y desinhibido como estaba, no puso la más mínima objeción, y comenzó a moverse tal y cómo le había sugerido su amigo, mirando al peliplata con fijeza, logrando que éste le observase aún más atentamente.

    —¿Estás seguro de que no quieres que te traiga un platito para recoger la baba?— preguntó Victor dándose cuenta de las intenciones del castaño, y aprovechando para molestar a Akihiko.

    —¿Quieres dejar de decir tonterías? ¡Sabes perfectamente que yo a quien quiero es a Takahiro!— contestó Akihiko sin admitir lo que le causaba ver a Misaki bailando así.

    —Claro, claro...— murmuró Victor— Uy, ese de ahí está tocándole mucho las piernas a Misaki, ¿no crees?— añadió, causando que una vena se marcase en la frente de su amigo.

    —¿Cómo? Ah no, eso sí que no. Prometí que llevaría a Misaki sano y salvo a casa. No puedo permitir que ningún aprovechado le ponga un dedo encima— dijo tratando de justificar su molestia.

    Habiendo acabado la canción, y viendo cómo verdaderamente un grupo de babosos intentaba manosear al pequeño castaño, Akihiko se acercó hasta la tarima, y sin ninguna explicación, cogió a Misaki en brazos como si de un saco de patatas se tratase, y ambos bajaron del pequeño escenario, seguidos por Yurio.

    Una vez que estaban en una zona más o menos despejada de gente, Akihiko puso a Misaki en el suelo, sin dejar de mirarlo fijamente. Concretamente, no podía dejar de mirar sus labios, recubiertos con ese gloss transparente que los hacía exquisitamente apetecibles.

    Y como si el castaño hubiera leído sus pensamientos, se acercó aún más a Akihiko, hasta que sus cuerpos estuvieron casi pegados. Y haciendo uso del valor que la borrachera le proporcionaba, cogió al peliplata del cuello de la camisa, y lo besó.

    Edited by LoveJunjouRomantica95 - 3/12/2018, 21:04
     
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    Me ha gustado el capítulo.
    Así se hace Misaki provoca a Akihiko y vea lo que se puede perder.
    Misaki ya ha dado el primer paso y ha besado Akihiko, cómo reaccionará esté?
    Esperaré con ansias la conti.
     
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    Aaahhh sorpresa, sorpresa!! Solemos actualizar a diario, osea que... en breve lo sabrás 😏😏

    Gracias por leernos ! ♥️♥️
     
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    CAPÍTULO 5: TERMINA LA FIESTA PARTE1


    Akihiko no sabía cómo reaccionar al sentir los labios de Misaki sobre los suyos.
    Era cierto que él amaba a Takahiro, pero el tener a su pequeño amigo devorando literalmente su boca no era un hecho que pudiese ignorar precisamente.
    Y menos después de haberlo visto moverse de esa forma sobre la tarima, y haber admirado y deseado sus labios durante varios minutos.

    Así que, sin pensar, cogió a Misaki colocando una mano en su cintura, y la otra en su cuello, y comenzó a corresponder al beso.
    Al fin y al cabo, Akihiko no era de piedra.

    Misaki, al ver cómo los labios de su Usagi-san se movían acompasados sobre los suyos, se armó de valor, e intentó abrir la boca del mayor con el fin de enredar ambas lenguas, y hacer que el beso fuese más candente.

    Lo consiguió durante unos minutos. Y hubiera sido más tiempo, de no ser porque a la cabeza de Akihiko, llegó repentinamente la imagen de Takahiro, lo que le hizo detener el beso con Misaki.

    Aún así, ese beso quedaría captado para la posteridad, pues sin que se diesen cuenta, Pichit había aprovechado el momento para sacarles una fotografía que avergonzaría al ojiverde al día siguiente, cuando ya estuviese sobrio.

    Misaki respiraba agitado, tratando de recuperar el oxígeno que le había faltado en esos minutos en los que su boca y la de Akihiko habían sido una sola.

    —Usagi-san...— después de semejante beso, Misaki pensó que era el mejor momento para declararse— Yo... Te quiero— murmuró lo suficientemente alto como para que Akihiko lo escuchase. El peliplata se sorprendió ante tan repentina confesión.

    —Misaki... Yo...— cuando iba a contestar, Yurio se acercó, y cogió al castaño del brazo.

    —¡Misaki! ¡Ijuuin-senpai quiere saludarte! ¡Vamos!— exclamó el rubio con el fin de provocar celos en Akihiko, quien frunció el ceño al ver cómo se llevaban a su pequeño amigo.

    Al otro lado de la sala, Ijuuin y su grupo se encontraban sentados en el sofá, hablando mientras sostenían unas copas en la mano.

    —¡Misaki, Yurio! ¡Estáis aquí!— exclamó el futuro aspirante a mangaka al ver a los dos jóvenes ebrios— Sentaos, por favor.

    El chico, al ver a Misaki con semejante atuendo, no pudo evitar sentir calor en cierta zona de su cuerpo, e imaginar posturas poco ortodoxas que implicaban al inocente castaño.

    —Yo voy a por otra copa, ahora vengo— contestó Yurio yendo hacia la barra.

    —¡Hola, senpai!— saludó Misaki amablemente, sentándose al lado de Ijuuin.

    —Misaki, ¿qué tal?— preguntó el moreno con lascivia, sin apartar la mirada de las piernas del ojiverde.

    —Muy bien, senpai, ¿y tú?—contestó alegre.

    —Mejor que hace un minuto— murmuró pícaramente, repasando al castaño de arriba a abajo— Sumi, tráenos un par de copas, por favor— pidió con complicidad hacia su amigo, quien no tardó ni un segundo en obedecer su mandato.

    Unos minutos después, tanto Misaki como Ijuuin ya tenían sus copas en mano. El moreno se apegó más al ojiverde, observando atentamente cómo éste sorbía el contenido de la copa con una pajita.

    —¿Está bueno?— preguntó apartándole, con galantería, un mechón de pelo de la cara.

    —Sí, muy bueno— contestó Misaki con inocencia, sin percatarse de las intenciones del mayor.

    —Me alegra que te guste, disfruta— murmuró con excesiva amabilidad.

    Pero lo que Misaki no sabía, es que esa copa contenía una sustancia que le haría más susceptible a las peticiones de Ijuuin.
    Lo que el castaño comenzó a sentir de repente, fue un extraño sofoco, parecido al que te entraba cuando te subía la fiebre.

    —Misaki, ¿estás bien?— preguntó el moreno fingiendo preocupación.

    —Sí... Es sólo que... Siento mucho... Calor— contestó el ojiverde respirando agitadamente.

    —Oh, puede que te esté dando fiebre... Déjame que lo compruebe— dijo Ijuuin quitándole la copa para ponerla sobre la mesa, y así poder acercarse aún más a Misaki, quien entre la borrachera y el calor, no ponía objeción alguna.

    Ijuuin aprovechó para meter su mano bajo la camisa del castaño, alegando que sólo trataba de comprobar su temperatura corporal, cuando lo que en realidad buscaba, era manosear al joven— Tu pecho está ardiendo— informó— Voy a ver si tus piernas también— añadió dirigiendo su otra mano a los muslos de Misaki, los cuales amasó y apretó entre sus dedos, sacándole un pequeño quejido al castaño— También están calientes. Será mejor que vayamos fuera a tomar el aire— propuso sin percatarse de que Akihiko ya estaba ahí, y no con buena cara precisamente.

    —Lo que "será mejor", es que te largues, y no te vuelvas a acercar a Misaki. Si no quieres que te mate, claro— dijo el peliplata con la voz ronca por el enfado, ganándose una mirada de odio por parte de Ijuuin, la cual fue doblemente correspondida— Misaki, vámonos— añadió cogiendo al ojiverde de la cintura para sacarlo del lugar.

    Una vez fuera del local, Akihiko llevó a Misaki hasta su coche, y lo sentó en el asiento del copiloto.
    Tras esto, se sentó al volante, y arrancó el deportivo rojo.

    —Usagi-san... Te quiero... Bésame— pidió Misaki tratando de volver a besar los labios del peliplata.

    —Misaki, estoy conduciendo— contestó Akihiko— Por favor, estate quieto— ordenó sin tomarse enserio las palabras de su pequeño amigo, sabiendo que estaba muy borracho.

    El castaño, al ver que Akihiko no cumplía sus deseos, y que el estado de alcohol en su cuerpo era superior a lo que toleraba, se acomodó en el asiento para quedarse dormido a los pocos minutos.
    Había sido una noche movidita para él.

    Media hora después, llegaron a casa de Misaki.
    El menor seguía dormido, por lo que a Akihiko no le quedó más remedio que llevarlo en brazos hasta su habitación.

    Como era el mejor amigo de su hermano, y había confianza de sobra, el peliplata cogió las llaves que había bajo la maceta de la entrada, y tras coger al castaño entre sus brazos, salió del coche y entró a la casa.

    Había estado tantas veces allí, que incluso a oscuras, conocía esa enorme mansión como si fuera suya.
    Al llegar a la habitación de Misaki, lo primero que hizo, fue depositarlo sobre la gran cama de matrimonio.

    El castaño ni se inmutó de que había cambiado de entorno, ya que estaba profundamente dormido. Akihiko lo contempló unos segundos, y tras acariciarle el cabello, le besó la frente de forma fraternal.

    Se dio la vuelta para salir de la habitación, y al dirigirle una última mirada al castaño, se dio cuenta de que no podía dejarle dormir con esa ropa. No iba a estar cómodo.

    Así que volvió sus pasos, y tras sacar un pijama del armario, Akihiko fue hasta Misaki, e incorporándolo suavemente, sacó su camiseta, no pudiendo evitar admirar su bello torso. Al darse cuenta de las cosas que estaba pensando, le puso la camiseta de pijama y volvió a recostarlo sobre el mullido colchón.
    Tras esto, procedió a desabrochar sus pantalones, y retirarlos con delicadeza, acariciando la piel de sus piernas en el proceso, deleitándose de la blancura y suavidad de la misma. No pudo reprimir el dirigir su mirada hacia la ropa interior de Misaki, y hasta lo que ésta guardaba.

    De nuevo, pensamientos pecaminosos se apoderaron de su mente, por lo que le colocó el pantalón, y para asegurarse de que no volvía a sentir esa clase de deseos, lo tapó con la colcha hasta los hombros.

    Una vez que el cuerpo del castaño había "desaparecido" de su vista, Akihiko se encontró con otro problema: el bonito rostro de Misaki.

    El peliplata no podía dejar de mirarlo, observando atentamente sus facciones delicadas, y su gesto relajado. Lo cierto, era que Misaki no podía ser más precioso de lo que era. Dulce y frágil cual figura de porcelana. Y eso Akihiko lo sabía.

    Por muy "enamorado" que estuviese de Takahiro, no podía negar lo evidente, y es que Misaki no era precisamente un adefesio. Y eso, sumado al tierno carácter del joven, no eran más que puntos a favor para hacerlo irresistible.

    De repente, Akihiko se acordó del beso que Misaki le había dado en la discoteca, por lo que sin poder evitarlo, dirigió su mirada a la boca del castaño, en la cual el gloss aún seguía intacto. Como si una fuerza sobrenatural lo obligase, el mayor se acercó hasta el rostro de Misaki, acortando la distancia hasta pegar sus labios a los del chico, depositando un tierno beso que el ojiverde no notó debido a su profundo sueño.
    Cuando salió de la hipnosis que los labios de Misaki le causaban, Akihiko se separó rápidamente, regañándose por semejante acto.

    No podía dejar de preguntarse por qué había hecho algo así, si él estaba enamorado de Takahiro.
    Sí, era cierto que Misaki se le había declarado dos veces esa noche, pero estaba seguro de que no era enserio, pues ambas ocasiones habían sido producto de la borrachera. Akihiko estaba convencido de que Misaki sólo sentía amistad por él, por lo que tales sentimientos eran recíprocos.
    Si le había besado, sólo había sido por impulso.
    Por el cariño de amigo que sentía. Y lo hubiera hecho con cualquiera. Si en vez de Misaki, hubiera sido Victor o Yuuri, pues hubiera hecho lo mismo, ¿verdad?... ¿VERDAD? Sí, eso era. O al menos, de eso quería convencerse él mismo.

    En cualquier caso, tenía que irse de allí.
    Lo mejor sería que se fuera a dormir hasta bien tarde al día siguiente. Sí, eso sería lo mejor.

    Con esos pensamientos, Akihiko salió de la habitación de Misaki, y por consecuente de la casa, metiéndose en su coche, para irse rápidamente de allí.

    Edited by LoveJunjouRomantica95 - 22/12/2018, 16:29
     
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    Me ha gustado el capítulo.
    Akihiko todo celoso al ver Kyo junto a Misaki. Y luego dice que Misaki solo es su pequeño amigo.
    Esperaré con ansias la conti.
     
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    “El yaoi fue mi mejor y más grande descubrimiento”
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    Ya ves... está celoso que se muere y dice que es su “amigo” hahahahahahha 😂😂
     
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