Arquitectos de la Memoria [HarryxDraco/NC-17] Capítulo 18: Memento vivere

Autora: Lilith/Traductor: Haroldo Alfaro

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    Capítulo 13
    Damnatio memoriæ



    –Pasá… hay algo que quiero mostrarte.

    Harry empujó la puerta y entró. La nueva imprenta era más grande pero estaba igual de abarrotada. Xeno usó un encantamiento silenciador y el ruido disminuyó hasta casi desaparecer. Tomó un ejemplar de la pila que tenía a un lado.

    –Ésta es la última edición que se publicará mañana. ¿Qué te parece?

    La primera plana mostraba una nota muy propia de El Puntilloso, sobre los tillywonks de las Highlands escocesas, unas criaturas mitad aves, mitad reptiles cuyas garras mostraban asombrosas cualidades conductoras de la magia. Otro artículo daba consejos prácticos para evitar la infestación con squiddypus yarks, que proliferaban debido a una particular alineación de estrellas, con saliva de dragón aplicada en los marcos de las puertas. Un informe sobre el brote de paperas en los adolescentes y recomendaciones de tratamiento casero con agua de avellanas.

    –Vas a necesitar estos. –dijo Xeno pasándole un par de anteojos psicodélicos.

    POTTER REGRESA. Se prepara para vencer a Ya Sabés Quién de una vez y para siempre.

    Harry Potter, mejor conocido como El Niño Que Sobrevivió, reapareció hoy después de haber estado desaparecido durante ocho semanas. Sus amigos temían que pudiera haber perecido, pero gracias a un dato anónimo que les reveló su localización, se montó un ingenioso plan para rescatarlo de St. Mungo, el Hospital de enfermedades y lesiones mágicas, donde lo tenían encerrado.

    Según nuestras fuentes, Potter no era el único recluido en St. Mungo. Alrededor de otros cien siguen aun cautivos allí. Muchos son individuos que no fueron afectados por la maldición Damnatio memoriæ en mayo de 1998, llevan encerrados allí más de cinco años; otros son personas que fueron internadas con posterioridad porque empezaron a recordar cuando el hechizo fue perdiendo potencia.

    Ahora que el Niño Héroe ha retornado, se espera que lidere la ofensiva contra Ya Sabés Quién. Como ya habíamos informado, Ya Sabés Quién tiene planeada una asamblea con sus seguidores para el solsticio…


    Xeno carraspeó, claramente esperando la opinión de Harry respecto del artículo, como el otro permaneciera callado, se vio obligado a decir algo. –Espero que no te moleste que lo publiquemos, estoy seguro de que les llevará esperanzas a muchas personas.

    –No soy un Niño Héroe. –ni siquiera había completado un día de libertad y ya lo empujaban para que se transformara en estandarte.

    El señor Lovegood lo miró fijamente durante un largo momento, Harry se empezó a sentir incómodo. Finalmente dijo: –Te necesitan, Harry.

    Harry iba a protestar, pero Xeno lo detuvo levantando una mano antes de que empezara. –No, escuchá, Harry. Durante semanas llegó gente. Todos venían en busca de respuestas. Querían saber lo que estaba pasando, por qué ellos recordaban y los demás, no. Querían saber lo que te había pasado a vos. “¿Dónde está Harry Potter?” Y cuando uno les decía que estabas perdido, era como si les hubieras dicho que ellos también estaban perdidos.

    Quizá es cierto. Pero Harry se negaba a admitir eso. –¿Ayuda en algo saber lo que pasó? No me parece que cambie nada.

    –Cambia todo. Saber indica que uno no está loco, que todo ha sido obra de un hechizo.

    Harry volvió los ojos al artículo impreso. –¿Qué hechizo es éste?

    Damnatio memoriæ –respondió Xeno– Se remonta a la antigua Roma e incluso más atrás. Los emperadores lo usaban para borrar de la memoria a alguien, generalmente se trataba de sus predecesores. Lo encontré en un viejo librito que había comprado alguna vez en Flourish & Blotts. Ni siquiera recuerdo cuándo fue que lo compré, la bendita Parca debe de haber sido la que me guió la mano. Aunque fue tu amigo, Blaise Zabini, el que halló la conexión con los horcruxes.

    –No es mi amigo. –se apresuró a aclarar Harry y frunció el ceño para preguntar– ¿Y qué es lo que sabe Ud. de los horcruxes?

    –No te inquietes, Harry. Somos muy pocos los que estamos al tanto. Tus amigos infirieron que vos eras el último, que había sido creado probablemente de manera accidental. Se trata de eso o Ya Sabés Quién no se dio cuenta de que todos los demás ya fueron destruidos. Si él lo hubiera sabido no habría intentado matarte.

    Era lo que Harry había pensado que el fragmento de alma de Voldemort que llevaba dentro había sido lo que lo había salvado. Era algo que no les había mencionado nunca a sus amigos, algo que ni él mismo quería admitir. Hizo un gesto de frustración que Xeno interpretó como confusión y procedió a explicar.

    –El horcrux es un fragmento del alma, y uno no puede matar un fragmento de la propia alma. Cuando lo intentó, volvió a su cuerpo. Atentar “suicidio del alma” debilita mucho a un mago, Damnatio memoriæ era un reaseguro, una alternativa por si las cosas fallaban. Todas las memorias conectadas con él fueron borradas, de esa forma dispuso de un largo tiempo para recuperarse, sin que nadie sospechara nada. Pero no debería decir nadie, hubo unos pocos que no fueron afectados por el hechizo y a medida que pasó el tiempo y el hechizo fue perdiendo potencia, más y más fueron los que recordaron. Pero dado que las defensas se usaban para renovarlo somos todavía una minoría.

    Era algo realmente impresionante… un hechizo así de complejo. –¿Y por qué no volvieron a usarlo para que el olvido fuera completo en todos?

    –Ah… porque Damnatio memoriæ no es igual que un simple Obliviate. No sólo quitó las memorias de Ya Sabés Quién, puso otras en su lugar, y borró rastros de todos los documentos. Tus amigos no se acordaban de que habían estado en búsqueda de horcruxes durante él séptimo año, creían que habían asistido normalmente a clases, que era lo que lógicamente habrían hecho si las circunstancias hubieran sido las normales.

    –Entonces… lo que la gente recuerda es lo que hubiera pasado… si Voldemort no…

    –No es algo de lo que podamos estar ciento por ciento seguros, Harry… pero sí, ésa es la idea general.

    El señor Lovegood tenía razón, saber sí que cambiaba las cosas. Quizá la vida sin ambiciones que había llevado durante los últimos años no era una anomalía sino una consecuencia lógica de una infancia desgraciada como la suya. Sin Voldemort él nunca habría tenido expectativas de unirse a los aurores o incluso ningún otro tipo de expectativas para su futuro. Hubiera terminado como había terminado, con un trabajo de mala muerte, sin preocuparse de prácticamente nada, sólo de subsistir. Quizá eso era lo que le estaba reservado si no hubiera tenido a todo el mundo convenciéndolo de que era un héroe. Ahora creía que empezaba a comprender y la revelación no le gustaba para nada.

    Fue en ese momento que se materializó Kreacher y le presentó la varita. –Kreacher ha encontrado la varita del amo. En lo profundo de las entrañas de una de las criaturas ómnibus, pero Kreacher ha podido encontrarla.

    –¡Excelente trabajo, Kreacher! –exclamó Harry con recuperado entusiasmo. La varita se puso inmediatamente cálida en contacto con su mano, como si expresar su alegría de estar de regreso. Harry la recorrió lentamente con un dedo y empezaron a brotar pequeñas chispas por la punta. –Espero que nadie te haya visto… –el elfo no contestó de inmediato– ¿Kreacher? –demandó Harry con mirada seria.

    –Estúpidos muggles… muggles pequeñitos… –murmuró el elfo– Señalaron a Kreacher con el dedo y quisieron tocar las orejas de Kreacher –las bajó y las protegió con los brazos– Fue cuando vinieron los muggles grandes, dijeron que Kreacher le pertenecía a Santa Claus. Kreacher protestó, Kreacher dijo que sólo servía a Harry Potter. Los muggles se fueron y lo dejaron tranquilo.

    –¿Pensaron que eras uno de los elfos de Santa Claus? – dijo Harry riendo ante la imagen mental de Kreacher rodeado de nenitos.

    Kreacher asintió angustiado. –¿El amo conoce a ese mago?

    –No personalmente… pero he oído hablar mucho y muy bien de él. No es un deshonor que te hayan confundido con uno de sus… sirvientes.

    Eso pareció levantarle un poco él ánimo. –¿Entonces el amo no está disgustado?

    –No, para nada disgustado. –lo tranquilizó, por suerte estaban cerca de navidad y eso había contribuido al feliz malentendedo– Pero debés tener más cuidado en el futuro, Santa Claus podría enojarse mucho conmigo si llegara a pensar que le quité uno de sus elfos. Vos no querrías que pase algo así…

    –¡Oh no! Kreacher no podría nunca difamar el buen nombre de Harry Potter.

    Harry consideró la formulación de la última aseveración, ¿quizá encerraba cierto sarcasmo? Sonaba como algo que podría haber dicho el retrato de la señora Black. Pero Harry no quería pensar mucho más en el asunto…

    –Gracias Kreacher, eso será todo por ahora. –el elfo hizo una corta reverencia y desaparicionó.

    –Parece que los elfos domésticos recuerdan todo, ¿lo sabía? –comentó Harry distraído– Y supongo que los retratos también, curioso, nunca se me ocurrió preguntarles.

    –Uno aprende a que no hay que mencionarlo, –dijo Xeno– es lo que todos hicimos, y tratamos de seguir con nuestras vidas. Hay algo más que quiero que veas. –apuntó a una pila de ediciones anteriores, un ejemplar del medio se desprendió y voló a manos de Harry. –Para que veas que Ya Sabés Quién se mantenía ocupado.

    Harry se colocó los spectrespecs y leyó:

    Ya Sabés Quién está detrás de los miedos por la inseguridad. Un squib cuenta todo.

    Una investigación no oficial llevada a cabo por los aurores Neville Longbottom y Ronald Weasley ha puesto en evidencia nuevas inquietantes sobre la violencia de los últimos cinco años. Durante la investigación sobre el brutal ataque a Editha Longbottom, de 106 años de edad, los aurores capturaron a Hardial Banes, un squib de 34 años, que no sólo había participado en ese ataque sino que también confesó haber tomado parte en una larga serie de otros, y puso al descubierto una red de crimen y malevolencia relacionada con Ya Sabés Quién.


    Con gran consternación Harry siguió leyendo. Banes había sido contactado por “un hombre de negocios” que había dicho llamarse Tom Riddle. Riddle había conformado un ejército de squibs y de magos vagabundos, como mafia para asaltar a particulares y comerciantes. Pero, a diferencia de otras bandas mafiosas el dinero obtenido no era más que un beneficio adicional. El objetivo principal era sembrar el terror. Lo que Banes llamó “una nube de miedo”, que se había hecho mucho más rentable y efectiva luego de que la banda hubo logrado varios asaltos exitosos en Gringotts.

    Harry levantó la vista espantado. –Todo para que la gente se asustara y pusiera “defensas más seguras” en las casas. Y de esa forma lograr que el hechizo perdurara. –y permitir el monitoreo de todo tipo de magia– …así que yo empecé a experimentar con las defensas de la Mansión, mi padre me dejó, era algo para mantenerme ocupado… –había dicho Draco.

    –Y ¡oh casualidad! Todos los dueños de las compañías de seguridad son mortífagos.

    Los miembros de la Orden de Walpurgis se mueven en los mismos círculos, es lógico que se dediquen al mismo tipo de actividades.

    La evidencia era abrumadora. Pero Draco no sabía… no podría haber sabido. Él tampoco se acordaba de nada, como los demás… ¿o no? Y Draco había sido el que lo había sacado del hospital. No lo habría hecho si se hubiera pasado del otro lado, ¿o sí? Todo era tan confuso, tantos “pero…”, tantos “¿y si…?” chocándosele en la cabeza. La única forma que había tenido de escapar de todo eso había sido irse de Inglaterra a tierras donde nadie sabía de Voldemort ni de El Niño Que Sobrevivió.

    No podía escaparse de nuevo, había demasiadas cosas en peligro. Pero no podía dejar que lo abrumaran sus dudas sobre la lealtad de Draco. –¿Cuánto hace que recuerda la verdad, señor Lovegood?

    –Llamame Xeno, por favor. Bueno… nosotros nunca pusimos defensas de las compañías. y Luna nunca se olvidó de todo, pero se sentía zarandeada entre dos universos, era algo que le ocurría con frecuencia a su madre, así que yo no me preocupé demasiado. Pero hace un año mis memorias volvieron y supimos entonces que no se trataba de una coincidencia. Hicimos algunas averiguaciones discretas y descubrimos a otros. La mayoría era gente que vivía lejos de los grandes centros urbanos, gente del campo.

    –¿Y Neville?

    –Neville pidió licencia en los aurores después de que atacaron a Editha. Vinieron a vivir aquí con nosotros. Una semana después empezaron a recordar y Neville decidió no volver a trabajar. El proceso de recordar no es inmediato ni completo al principio. Pero sin la influencia de las defensas se da bastante rápido en la mayoría.

    –Entonces… ¿si se desactivara El Ojo todos recordarían?

    Xeno se rascó la cabeza. –En teoría sí. Pero claro… ¿quién le pone el cascabel al gato… o se lo saca en este caso?

    Harry asintió pensativo. Era el tipo de tarea que necesitaba para poder sacarse de la cabeza los pensamientos deprimentes… e iba a necesitar la ayuda de sus amigos. Los iba a ir a buscar y tendrían que informarle de los planes que tenían, si iba tener que jugar el papel de Niño Héroe quería toda la información disponible.

    –Gracias, señor… Xeno. Voy a ir a ver cómo sigue el entrenamiento.

    –Andá nomás, Harry. –el señor Lovegood anuló el encantamiento silenciador y volvió a su trabajo. Retornó el escándalo de ruidos del principio. Admirable que pudiera trabajar en ese barullo. Bueno… uno termina acostumbrándose a todo.

    Mientras caminaba de regreso fue practicando movimientos con la reactiva varita de espino, recién ahora comprendía cuanto la había extrañado. Los encantamientos para mantener tranquilos y contentos a los pacientes en St. Mungo debían de haber sido muy potentes. Antes de poder unirse al Ejército de Dumbledore debía volver a familiarizarse con su magia. Usó un Wingardium leviosa sobre un balde con agua y lo hizo levitar y que se volcara para que regar un arbusto de lirio silvestre.

    Sonrió satisfecho y trató de traer a la memoria un recuerdo agradable para el siguiente encantamiento.

    El agua caliente le corre por la cara, el recinto de la ducha está lleno de vapor. Se abre la puerta, sabe que ya no está solo pero no tiene miedo. Siente el contacto de piel fresca contra la suya cálida. Pequeños dientes afilados le exploran la curva del cuello. Estabas demorando demasiado. –una voz le susurra al oído– A los Malfoys no nos gusta que nos tengan esperando –unos dedos acarician la línea de las caderas, otros hacen lo propio con las costillas. El tacto se amalgama con el agua que le cae encima; está rodeado por una nube de vapor, y líquido y las manos su amante. La carne caliente lo incinera por dentro, abrasa la piel tensa, lo hace suplicar por piedad, suplicar por alivio. Las manos parecen tocarlo todo, manos y agua, y la voz de su amante instándolo a que se deje ir. Forcas de relámpagos que le cruzan el cuerpo y su amante que alcanza el clímax. Su propio calor blanco se le une y enciende cintas de fuego sublime que no hay agua en el mundo que pueda apagar. Las rodillas se le aflojan y caería si no fuera por los fuertes brazos que lo sostienen. –Draco, yo… –quiere decir algo, las palabras quieren formársele en la lengua ardida, pero siente que todo él podría, con un simple aliento, deshacerse en miríadas de partículas como un pilar de ceniza. –Ya sé. –le dice la voz abrazándosele fuerte– Lo sé… yo también…

    El alto ciervo se alzaba frente a él. Luminiscente y perfectamente conformado en todos sus rasgos, sacudió la cabeza y la poderosa cornamenta dejó un reguero de chispas blancas que resaltaban contra el gris del cielo cubierto de diciembre. Harry sonrió y lo observó galopar hacia el salón de entrenamiento. Lo siguió, dos figuras estaban a la puerta. Un hombre y una mujer. Él abrazándole la cintura; se separaron rápidamente sobresaltados por el patronus. La mujer era Hermione, pero el hombre definitivamente no era Ron. Hermione alzó la mirada en su dirección pero no alcanzó a verlo, él había hecho un paso a un lado y la esquina de la casa lo ocultaba. Los ojos de ella de se abrieron de pánico, giró y entró rápida en el salón.

    El otro permaneció allí, Harry se fue acercando, ciertamente se trataba de Blaise Zabini, que había estado abrazándola. Zabini prendió un cigarrillo con un encendedor muggle. Hermione le había dicho que trabajaba con muggles en El Cairo estudiando las conexiones entre magos y muggles en el Egipto predinástico. ¿Qué razones podría tener para un trabajo así? Seguramente no serían buenas.

    –Zabini. –dijo a modo de saludo.

    –Potter, –replicó él con un atisbo de sonrisa– veo que recuperaste la varita.

    –Y responde mejor que nunca. –sonó casi como una amenaza– ¿Qué estabas haciendo con Hermione?

    Zabini le dio una larga pitada al cigarrillo con labios divertidos. –¡Ah!, la sutileza de los Gryffindors. Son tan predecibles. –fijó los ojos en la punta ardiente del cigarrillo como si fuera más interesante que la conversación. Harry refrenó su impaciencia, según Draco a los Slytherins les encantaba hablar salvo que el interlocutor demostrara demasiado interés en los dichos. Hubo unos segundos de silencio, Zabini sacudió la ceniza de la punta y dijo marcando las sílabas: –La señorita Granger necesita un recreo de tanta… seriedad.

    –Es la señora Granger Weasley. –Harry sintió que los dedos se le habían apretado alrededor de la varita, Zabini también lo había notado.

    –¿Ah sí? –Zabini afectó ese tono aburrido que sólo a los muy ricos les sale bien– Quizá sea por eso que necesita un recreo.

    Harry le apuntó la varita a los ojos. –Escuchame, Zabini, si le llegás a poner un dedo encima…

    –¿Qué es lo que vas a hacer? –replicó el otro burlón y dio un paso para acercarse a la punta de la varita– ¿Me vas a atacar porque Granger no puede encontrar a nadie lo suficientemente inteligente para que esté a su altura? –se acercó otro paso– ¿O me vas a matar, Harry? Me juego a que estás ansioso de practicar alguna Imperdonable antes de tener que enfrentar al Señor Oscuro. –la punta de la varita estaba apenas a dos centímetros de la negra frente, dibujó una sonrisa ladina en los labios y dijo con el mismo tono aburrido del principio: –Sería algo muy temerario, Harry, ya que yo soy el único que sabe con qué vas a tener que enfrentarte… pero Temerario es tu segundo nombre, ¿no?

    Harry no estaba por lanzar una Imperdonable pero estaba recorriendo mentalmente su catálogo de hechizos para atacarlo con uno que le diera una lección sin dañarlo de forma permanente. Hermione y Ron salieron en ese instante.

    –¿Qué cuernos estás haciendo, Harry? –lo increpó Ron y le hizo bajar el brazo– No podés atacar a nuestros aliados de esta forma, somos muy pocos. –miró a Blaise y de nuevo a Harry– ¿Algún problema?

    Harry no atinó a decir nada, miró furtivamente a Hermione que no había pronunciado una sílaba.

    Blaise habló primero. –Harry estaba defendiendo el honor de Gryffindor, las viejas rivalidades entre Casas se resisten a morir. ¿Te parece que llamemos a una tregua? –le extendió una mano, Harry la miró como si fuera una serpiente negra letalmente venenosa– Vamos, –lo instó Ron con un codazo– si Neville llegara enterarse de que se han estado peleando en las filas… creeme puede ser más intimidante que Ya Sabés Quién.

    Harry le estrechó la mano con renuencia. Zabini sonrió con suficiencia, mirando a Harry primero y a Hermione después.

    No pareció que Ron notara nada fuera de lugar.

    –¿Cómo va el entrenamiento? – preguntó Harry.

    –Muy bien. –respondió Ron– No sé si conocés a los Hockleys, Irman tiene un hechizo para desmayar de una potencia increíble y Neville nos enseñó todos y cada uno de los hechizos que figuran en Cómo ganarle a las Artes Oscuras, no quisiera pecar de demasiado optimista pero creo que estamos preparados en el mejor nivel. Y lo que dijo Neville es cierto, algo va a pasar muy pronto.

    –¿Qué es lo que va a pasar? –preguntó Harry.

    Contestó Hermione. –Ya hablaremos sobre eso en la reunión de estrategia después de la cena, ahora tenemos a todos los miembros del Ejército acá, deberíamos volver a la práctica. Todos se van a poner muy contentos de verte con varita.

    Harry asintió. Más tarde iba a tener que acorralarla a solas para pedirle respuestas. Entraron todos. Harry controlando con ojos llenos de desconfianza cada uno de los movimientos del Slytherin.

    oOo



    La reunión de planificación estratégica fue muy distinta de las que Harry recordaba, las de la Orden del Fénix en la cocina de Grimmauld Place. Sólo había un mapa sobre la mesa, de la Mansión Malfoy. El resto, para horror de Harry, estaba cubierto por hojas con infinidad de cálculos de Aritmancia.

    Blaise era el que había estado hablando, indicaba alternativamente referencias en rollos de pergaminos antiguos a punto de desintegrarse y en manuales modernos. Harry había tratado de seguir la explicación sobre el sistema de cálculo de los antiguos egipcios, pero se había perdido. Se dio por vencido y se dedicó a observar a los que estaban sentados alrededor. El señor Lovegood parecía seguir la explicación muy concentrado pero sus ojos estaban opacados, a su lado Luna tenía una mirada idílica, seguramente estaría en alguna otra dimensión muy lejos de allí. Tampoco los Weasleys parecían captar mucho. Estaban sentados en hilera, incluidas la señora Weasley y Ginny, con sus cabelleras de ligeramente distintos tonos de rojo, sus pulóveres tejidos y las frentes fruncidas de confusión. Neville parecía estar poniendo todo su esfuerzo para entender, también tenía la frente fruncida pero al menos estaba examinando los pergaminos con gran interés. Hermione escuchaba extasiada. Harry se sentía como en una clase de la escuela…

    Cuando Zabini hizo una pausa, Harry preguntó: –¿Qué tiene que ver todo esto con lo que tenemos que hacer?

    Hermione lo miró escandalizada. –Harry, ¿no estuviste escuchando nada? Blaise ha deducido más información sobre los horcruxes que incluso el mismo Dumbledore.

    –Sí, sí… son de un antiguo dios egipcio… ¿Y? No nos dice nada de cómo podemos atacarlo.

    Zabini sonreía con suficiencia. Harry hubiera querido borrarle la sonrisa de una trompada. No recordaba que ni siquiera Draco hubiera sido tan exasperante alguna vez como lo era éste. –Ese antiguo dios egipcio había hallado la manera de preservar su alma, Potter, ya en el año 2000 a. de C. –leyó una de las notas en una carpeta– El Ojo de Horus ha distribuido mi alma… El Ojo de Horus me ha hecho divino… Me he de esconder entre vosotras ¡oh estrellas imperecederas! ¿Eso no te suena a un horcrux?

    –Quizá, –concedió Harry– pero no dice nada de cómo destruirlos.

    –Quizá sí, –replicó Blaise– y quizá también nos dice qué es lo que tenemos que destruir.

    Harry entrecerró los ojos. –¿Qué querés decir con “lo que tenemos que destruir”?

    –Blaise piensa que Ya Sabés Quién ha creado un nuevo horcrux.

    Harry se encogió de hombros. –No me extrañaría. Dispuso de años, podría tener docenas desparramadas por todos lados. Supongo que vamos a tener que volver a recorrer todo el país para ubicarlos. – miró con añoranza a Ron y Hermione, extrañaba aquellos días en que eran solamente ellos tres.

    –No será necesario. –dijo Zabini– Sólo hay uno. Pero va a haber otro más la noche del sábado. El Slytherin tomó un almanaque de pared, volvió unas hojas hasta agosto. Como explicaba antes, el sistema matemático egipcio, –el que se usó en El Ojo de Horus– se basa en el 64. El catorce de agosto, 64 meses después de la batalla de Hogwarts.

    –¿Y qué fue lo que pasó el catorce de agosto? –Harry no recordaba nada especial… bueno él había empezado a salir con Draco alrededor de esa fecha, ¿sería eso significativo?

    –Nada especial –dijo Zabini– pero 64 días más tarde el diecisiete de octubre…

    Viernes a la tarde en Criaturas Critswold… Lucius Malfoy había comprado una serpiente… una nota de Draco sobre una reunión convocada con urgencia… ondas de dolor que lo habían atacado en el ómnibus… ojos rojos lacerándole el alma a través…

    –Creó un horcrux esa noche. –dijo Harry y tragó saliva; era una certeza, no una suposición, miró a Zabini con una mezcla de desconfianza y admiración– ¿Cómo lo supiste?

    –Es un simple cálculo aritmáncico, Harry. –contestó Hermione– 64 meses y 64 días fue el tiempo que le tomó para recuperarse y volver a fragmentar su alma.

    –Y el proceso de fragmentación le drenó las fuerzas, –prosiguió Zabini– deben pasar otros sesenta y cuatro días para que pueda intentarlo nuevamente… lo que nos trae a este sábado, el solsticio.

    El recinto quedó en silencio, preso del miedo por lo que iba a ocurrir. A pesar de lo que hubiera dicho Neville al respecto, lo que tenían que hacer era una carga pesadísima sobre los hombros de todos. George fue el que habló primero. –Entonces… ¿cómo matamos al hijo de puta?

    Era el turno de Hermione de dar conferencia. Abrió unos de los libros, en la página con la imagen que ya les había mostrado Zabini. Era el ojo de un halcón, con una ceja tensa encima y una lágrima pendiendo en la parte inferior.

    –El Ojo de Horus no es sólo un constructo matemático. Cada una de sus seis partes representa un sentido: tacto, gusto, oído, vista y olfato, y el pensamiento como un sexto sentido – a medida que hablaba iba señalando diferentes partes de la imagen– Éstas son las seis vías por las que ingresan las sensaciones, tanto en los muggles como en las personas mágicas. Creemos que hemos encontrado un hechizo –o mejor dicho seis hechizos– que pueden provocar una reacción encadenada, la fragmentación consecutiva de estas vías en otras más pequeñas, y más pequeñas y más pequeñas aún hasta que estén tan fragmentadas que se vuelvan inútiles.

    –Perdón… ¿estás diciendo que querés conseguir montones de pedacitos del alma de Ya Sabés Quién? –preguntó Ginny como si no pudiera creer tal despropósito, era lo mismo que Harry había estado a punto de preguntar.

    –Técnicamente sí. Cada pedazo se va a fragmentar en 64 partes, y luego cada una de esas partes en otras 64 y así sucesivamente. En unos pocos segundos serán tan minúsculas que se habrán vuelto completamente inoperantes.

    –Bueno, aceptando que lo que decís es correcto, –intervino Neville con tono escéptico– ¿qué pasa en esos primeros segundos?, las potencias de 64 son números altísimos, ¿vamos a tener todos esos fragmentos de alma alrededor?

    –Así es, 6 x 64 en la primera división: 384. 24576 en la segunda. Y así –Blaise había dicho todo con el más despreocupado de los tonos.

    –¿Y nosotros qué hacemos? ¿Esperar a que se atomicen y ya?

    –Cada una de las partículas será absorbida por el hechizo, –respondió Hermione– irán hacia quien lo haya pronunciado. No va a ser fácil, recuerden que va a haber muchos mortífagos que se pondrán fuera de si. Tendremos que mantenerlos a raya para que no detecten la fuente de la magia.

    –Yo no me preocuparía demasiado al respecto, –dijo Neville– tenemos un ejército para mantenerlos ocupados. –miró alrededor, muchos pares de ojos desorbitados lo miraban– Bueno… por lo menos yo me ofrezco de voluntario.

    Luna levantó la mano. –Yo también.

    Hermione y Ron fueron los siguientes. Y luego Blaise, Harry lo fulminó con la mirada pero el Slytherin no se arredró en lo más mínimo. Finalmente Harry también levantó la suya.

    –Supongo que ya tenemos un equipo. Decinos entonces lo que vamos a hacer…

    Hermione se dedicó a explicar el hechizo en detalle. Quizá con demasiado detalle, si los bostezos que empezaron a aparecer podían servir de indicación. Las descripciones de las conexiones entre los faraones y los magos del Reino Medio de Egipto no eran precisamente algo que levantara el entusiasmo. Harry propuso que tomaran un descanso y que continuaran más tarde entre ellos seis. Los demás tenían que descansar bien para la sesión de entrenamiento del día siguiente.

    George fue el primero que se puso de pie. Le dirigió una mirada agradecida a Harry, cuando pasó a su lado le tomó brevemente el brazo y le susurró al oído: –Te debemos una.

    –De nada, George. –replicó Harry, y se preguntó a quiénes haría alusión con el “nosotros”. George seguía hablando siempre con Fred, del negocio, de los planes para el fin de semana, de los chismes de la calle Diagon. Los Weasleys se habían sentido incómodos al principio pero habían terminado acostumbrándose. Nunca nadie se atrevió a preguntarle si fred le contestaba.

    Ron y Neville procedieron a renovar las velas y Luna se puso a preparar té. Zabini salió para fumar. Hermione iba a seguirlo, pero Harry se le interpuso. –No estoy seguro de querer tenerlo a Zabini en esto.

    Hermione lo miró escandalizada. –Harry, ya te lo había dicho, él tiene tanto que perder como cualquiera de nosotros si Ya Sabés Quién regresa. Vos oíste las conclusiones de sus investigaciones, los muggles y los magos comparten un mismo origen. Sus estudios destruyen toda la patraña de la pureza de sangre.

    –Ya sé. Pero igual no confío en él.

    –Harry, tenés que superar este asunto de la rivalidad de Casas…

    –No se trata de eso. No confío en él… con vos.

    Ella quedó boquiabierta y titubeante. –No… no sé de… de qué estás hablando.

    –Te vi hoy. Él abrazándote y vos mirándolo embelesada… ¡igual que con Krum!

    Los ojos de Hermione refulgieron de furia. –No hay nada entre Blaise y yo. Estuvimos trabajando juntos sobre los hechizos, nada más que eso.

    Harry la estudió atentamente, quería captar algún indicio de que le estaba mintiendo. Pero no lo encontró, igual no sirvió para que se le disiparan los miedos. –No quiero que él participe, es posible que esté ayudando por su propio interés, pero no creo que le importen nuestros intereses. Vos oíste lo que dijo Neville, poner nuestras vidas en manos de cualquiera de los miembros del Ejército. No quiero la mía en manos de Zabini.

    –De él no podemos prescindir. –insistió Hermione– Conoce el hechizo mejor que ninguno, y salvo que vos sepas leer jeroglíficos, él es el único que puede decifrar los textos originales. Puede que haya que hacer modificaciones en el mismo momento en que estemos por usar el hechizo, lo necesitamos.

    Blaise había vuelto a entrar, los demás ya se estaban sentando de nuevo a la mesa. –Tenemos que volver, –susurró Hermione– ¿podemos hablar de esto más tarde? Por el momento hacé un esfuerzo y tratá de confiar en mí.

    –Está bien. –concedió Harry reticente– Por el momento.

    Harry se sentó entre Ron y Luna y Hermione junto a Ron. Continuó con la explicación interrumpida momentos antes. Primero dio detalles históricos, Zabini intercalaba ocasionalmente aspectos políticos de la época. Luego pasó propiamente a explicar la magia que iban a emplear. Harry escuchó muy interesado. Cada uno de ellos iba a aprender un hechizo distinto, que afectaría un aspecto distinto de El Ojo de Horus. Los hechizos actuarían potenciando la función mediante retroalimentación positiva hasta provocar una sobrecarga. Para graficar puso como ejemplo a los murgles de nariz brillante, unas extrañas criaturas subterráneas que en ciertas ocasiones desarrollan un hambre insaciable y comen incesantemente hasta reventar, literalmente. Harry intercaló: –Tabletita de menta. (*) –sólo Hermione entendió la alusión, le sonrió un instante y continuó con la exposición. A Harry le empezó a gustar el plan, atomizarían el alma de Voldemort en millones de partículas inocuas, sus desmedidas ansias de inmortalidad se volverían contra él. Todo el esquema del plan tenía una simetría que Harry no pudo calificar sino de admirable.

    Al final, Hermione les distribuyó copias de los hechizos respectivos. –Blaise los tradujo del egipcio del reino medio. Solos no son muy efectivos, pero en conjunto, se potencian a ritmo exponencial. –Ron frunció la frente– Significa que se irán acelerando cada vez más. –explicó Hermione.

    –Había entendido. –protestó Ron, por el tono Harry intuyó que no debía ser la primera vez que Hermione lo hacía sentir como un estúpido ignorante– Lo que me estaba preguntando era cómo íbamos a hacer para acercarnos lo suficiente a Ya Sabés Quién.

    Ella asintió con un gesto de disculpa. –Tenemos que estar todos juntos y tenemos que empezar los hechizos al mismo tiempo. No va a ser fácil.

    –¿Y alguien va a tener que morir?

    La pregunta de Luna hizo que se esfumara todo el optimismo de Harry. Era lógico, la fragmentación del alma requería un asesinato, y lo que ellos estaban planeando era una fragmentación múltiple.

    Zabini negó con la cabeza. –No. Cada uno de nosotros desencadenará una sobrecarga sensorial que ocasionará la fragmentación de una parte, no del todo. No es lo mismo que fragmentar el alma entera. Nadie tiene que morir.

    –En realidad si va a haber una muerte. – todas las miradas se volvieron hacia Harry– Ya ha creado un horcrux. Y creo que sé de qué se trata. –les contó del último día que había trabajado, Lucius Malfoy había comprado a Kalfu. Todos estuvieron de acuerdo con él, sobretodo cuando les contó del temperamento malevolente de la serpiente.

    –Tenemos que pensar en algo para atraerlos. –dijo Hermione– ¿Quizá atacar El Ojo?

    Harry negó con la cabeza. –No serviría. Mandaría a algunos mortífagos pero él no se haría presente. Tiene ya una ceremonia planeada –se rascó la cabeza– ¿Cómo es que ustedes saben que va a ser en la Mansión Malfoy?

    Habló Ron, con cara avergonzada. –Malfoy. Él fue el que nos dijo que había planeada una ceremonia importante en la Mansión para el solsticio. Le pedí que nos ayudara y fue entonces cuando dijo que no podíamos confiar en él.

    –¿Pero ustedes creen que se trata de una información correcta?

    Ron titubeó. –Todo lo que nos dijo resultó cierto, hasta ahora.

    –¿Así que confían en que esta información es veraz porque toda la información que les ha dado ha sido veraz, pero no confían en que él esté de nuestro lado?

    Ron se removió intranquilo en el asiento y miró para otro lado. Neville y Hermione tenían las miradas perdidas en algún punto indefinido. Ninguno de los tres osó mirar directamente a Harry. Luna tenía una expresión reconcentrada, pero Luna podía estar pensando en cualquier cosa. Curiosamente, fue Zabini él único que lo miró, con expresión entre divertida y de suficiencia. Ellos dos estaban pensado exactamente lo mismo.

    –Sé una forma para que podamos colarnos en la Mansión.

    oOo



    Notas de la autora:

    1) Damnatio memoriæ era una práctica real en la época del Senado romano. La sentencia por traición o por haber causado el descrédito de la ciudad era el borramiento completo de la existencia. El nombre se eliminaba de todos los documentos, se destruían todas las estatuas y las efigies de las monedas, incluso pronunciar el nombre se consideraba un acto de traición.

    2) Datos sobre el Ojo de Horus consistentes con la explicación del hechizo pueden encontrarse en www.aloha.net/~hawmtn/horus.htm



    (*) Hace referencia al sketch Mr. Creosota, de la película El sentido de la vida de los Monty Python, un hombre súper obeso que literalmente explota tras una comilona en un restaurante, el detonante de la explosión es una “tabletita de menta”. El video se puede encontrar en You Tube (ojo, ¡es repugnante!). (N. del T.)
     
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