Arquitectos de la Memoria [HarryxDraco/NC-17] Capítulo 18: Memento vivere

Autora: Lilith/Traductor: Haroldo Alfaro

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    Capítulo 18
    Memento vivere



    Apenas inaugurado, el Blood Sport había sido la sensación de Diagon, el lugar de los aficionados. Cinco años después su lustre se había desteñido al igual que las bufandas que adornaban las paredes. Ahora era el Queasy Quaffle, ubicado en el otro extremo de Diagon, el que acaparaba la lealtad de los fanáticos del deporte.

    Rita Skeeter apuró el resto de su trago largo. –¿Te sirvo otro, Rita? –sugirió el empleado de la barra.

    –No debería, Harvey. Estoy trabajando. –O tendría que estar trabajando, resopló para sí, si cierta gente tuviera la cortesía de respetar sus compromisos. Podía tratarse del Salvador del Mundo para todos los demás pero a ella, Harry Potter siempre se le había antojado poco heroico. Más bien un chico con mucha suerte que había resultado estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. Un oportunista afortunado.

    Y obviamente cuando Ya Sabés Quién había vuelto a las andadas, ahí había estado Harry Potter siguiéndole los pasos. Y ahora los lectores clamaban por noticias de El Niño Que Sobrevivió. Después de cinco años uno pensaría que ya deberían haberse interesado por alguna otra cosa, pero no, parecía que nunca tenían basta. Ya tenía archivadas en una carpeta, “Siempre amigos”, varias entrevistas improvisadas con sus compañeros de escuela Cho Chang, Zacharias Smith y las hermanas Patil. También había conseguido a Percy Weasley, que había crecido con Harry, con él habían teorizado sobre la educación de Harry durante su infancia y sobre su obsesión por proteger a la Gran Bretaña muggle. También había conversado con el dueño del sórdido negocio de mascotas, ese hombre espantoso que se había pasado todo el tiempo flirteando con ella. Todo lo que había conseguido era que le dijera que su ex empleado era puntual y que le gustaban las serpientes. Esto último era un dato interesante, en cuanto a lo primero, empezaba a dudar que fuera cierto. Harry Potter ya llevaba una hora de atraso, si se hubiera tratado de cualquier otro, Rita ya se habría ido indignada mucho antes. Lamentablemente, volver sin la entrevista no era una opción, sus lectores querían al Niño Héroe y ella estaba determinada a dárselo.

    Le llegaron ruidos desde afuera, el sujeto de su entrevista había finalmente llegado y estaba a la puerta rodeado de fans. El muy creído lo disfruta, bufó y puso a trabajar a la rapipluma en los preliminares. El soltero más codiciado de la Gran Bretaña mágica llegó a la entrevista rodeado por una parva de admiradoras, núbiles féminas que acompañan a El Niño Que Sobrevivió dondequiera vaya. En ese momento entró al bar con el ceño fruncido y Rita le hizo una seña desde su mesa.

    –Hola, Harry. –dijo ella poniéndose de pie para saludarlo– Me alegra que hayas podido venir. Espero que la entrevista no te resulte un gran inconveniente, debés de estar muy ocupado estos días.

    El atractivo partido se dejó caer en la silla, más con el aspecto de un adolescente despreocupado que con el de el hombre que por su cuenta orquestó la derrota del Señor Oscuro.

    –Supongo que es mejor terminar con esto de una vez. De lo contrario no vas dejar nunca tranquilos a mis amigos. ¿Es realmente cierto que hasta fuiste al negocio donde trabajaba?

    –Chester Critswold se mostró muy servicial. –replicó Rita fríamente– ¿Te gustaría algo de beber, Harry?

    –Una cerveza de manteca, gracias.

    –Y un té para mí, Harvey. –dijo volviéndose al empleado y luego recurriendo a su voz más empalagosa se metió de lleno en la entrevista – Y bien Harry, en las últimas semanas hemos descubierto que el mundo era muy distinto de cómo lo recordábamos. Me fascinaría escuchar sobre tu experiencia. ¿Podrías contarles a los lectores cómo fue vivir todos estos años una vida sin ningún tipo de distinción?

    Harry endureció la mirada. –Hermione ya te había anticipado que no voy a contestar preguntas personales. Si vos querés hablar de lo que va a pasar de acá en más, bien, de lo contrario sería mejor que me fuera.

    Cuando se mencionó su pasado una expresión atormentada le invadió el rostro, sus ojos esmeralda relumbraron de dolor por su existencia olvidada…

    –No, no… –se apresuró a tranquilizarlo ella– Ya le has dado una entrevista a El Puntilloso, mi idea era que tuvieras la oportunidad de compartir tu historia con los lectores del El Profeta, para poder llegar así a un público más amplio.

    Harry cruzó los brazos y se quedó mirándola fijo. Rita, que estaba acostumbrada a tratar con escurridizos políticos y astutos hombres de negocios, no se arredró y se la sostuvo unos instantes. Pero como él no agregó nada tuvo que apelar a otras tácticas. –Apuntemos hacia adelante entonces; los juicios que empezaron esta semana, ¿te parecen un tema apropiado? –él asintió y ella continuó– Te he visto en todas las sesiones, incluso en aquellas en las que no declarabas como testigo, ¿se trata de puro interés personal?

    –No, en realidad. Si por mí fuera no iría a ninguna más, pero el Wizengamot solicitó mi presencia.

    No recordaba que fuera tan cortante y escueto en sus respuestas, si esto sigue así va a ser una entrevista muy corta, pensó Rita. –Bueno, me temo que se van a prolongar bastante, con todos los casos contra los aurores de la Guardia. El Departamento responsable de hacer cumplir las leyes mágicas ha estado muy ocupado capturando mortífagos y otros seguidores de Ya Sabés Quién, ¿no creés?

    –Voldemort. –dijo él resuelto y sin hacer ninguna mueca. Ella no lo consideraba un signo de valentía sino más bien reflejo de capricho e inmadurez. –Está muerto, ya podemos decir su nombre, sería preciso que empezáramos a llamarlo por su nombre.

    A pesar de haberse enfrentado en varias ocasiones con El Que No Debe Nombrarse, Harry conserva todavía su inocencia…

    –Sí, quizá tengas razón, pero no estoy segura de que los lectores estén listos para eso. Mencionaste que está muerto, como ya había desaparecido en dos oportunidades anteriores y luego regresó, ¿podés afirmar con absoluta certeza que está realmente muerto esta vez?

    –Sí. Lo vi morir con mis propios ojos.

    Harry se frotó la cicatriz, era un gesto inconsciente. Pero retiró la mano enseguida porque Rita se había quedado mirándolo fijo. –¿Pero no fuiste vos el que lo mató?

    –No, –Harry frunció el ceño– vos ya conocés la historia, Rita, ha estado en todos los medios.

    –Es cierto, pero nuestros lectores están interesados en tu versión de los hechos, fuiste testigo presencial de lo que pasó.

    –Ocurrió tal cual lo testifiqué en el juicio de madame Malfoy. Ella preguntó por Draco y entonces… Ya te dije que iba contestar preguntas sobre el futuro. No quiero hablar de lo que pasó esa noche.

    Recordando el acto de pasión que llevó a la esposa de quien fuera el más devoto seguidor de Ya Sabés Quién, Lucius Malfoy, a empuñar la espada contra el Señor Oscuro, el joven héroe adquirió una expresión sombría, abrumado por recuerdos de la noche fatídica…

    Rita sonrió complaciente y disimuló su frustración por lo limitado del diálogo. –Estoy segura de que tu declaración fue fundamental para exonerar a madame Malfoy. En el juicio se te preguntó si hubieras hecho lo mismo por su esposo, si hubiera sobrevivido…

    –Y les contesté que no. Lucius estuvo implicado desde el principio. Sus memorias le fueron devueltas tras la batalla de Hogwarts y fue el que ayudó a escapar a Voldemort. Vos estuviste en el juicio de Warrington ayer, lo escuchaste declarar que Lucius lo había reclutado para los ataques. Todo estaba planeado para que la gente tuviera miedo. Y luego los mismos asaltantes fuero reclutados para la Guardia de Aurores.

    –Por el tono diría que lamentás que no pueda ser juzgado.

    Harry no contestó de inmediato. Luego hablo eligiendo cuidadosamente las palabras. –Lo lamento en parte porque la gente tiene que saber lo que pasó. Pero respecto de si en pro de la justicia hubiera sido mejor que Lucius sucumbiera al Beso del Dementor o tuviera que cumplir una condena de por vida en Azkaban… no sé.

    Siendo un resultado de la educación del período de Dumbledore en Hogwarts, Harry se siente más cómodo como un héroe de acción y se nota que le cuesta llegar a comprender nociones abstractas de justicia…

    Harry le lanzó una mirada de soslayo a la rapipluma que escribía frenética a su lado. –No sé en que momento la justicia empieza a transformarse en venganza. Lucius está muerto, tenemos que recordar la razón y tenemos que asegurarnos de que no vuelva a ocurrir. Tengo la esperanza de que tu diario ayude a lograr esos fines, Rita.

    Harry sonrió enigmático y Rita levantó una ceja. El descaro… traer a colación la cuestión de responsabilidad periodística. –El Profeta informará la verdad, como siempre. Pero hay algo muy interesante, considerás a Lucius Malfoy responsable, por otro lado has hecho declaraciones en El Puntilloso de que te opondrías a cualquier intento del Ministerio a exigir reparaciones de la fortuna Malfoy, que convenientemente está toda a nombre de la viuda. ¿Te parece que los lectores considerarán justo que ella quede libre de culpa y cargo y sin obligación de pagar reparaciones?

    –Narcissa no estuvo implicada. –respondió Harry fríamente– Ella también fue una víctima y ya ha sufrido más que suficiente.

    La determinación del tono no dejaba lugar para el debate. Sin embargo, Rita no era de las que se daban por vencidas con facilidad. Y la conversación iba en rumbo a una respuesta que ella quería. Las Patil habían hablado abiertamente sobre la “amistad” de Harry Potter con el heredero de los Malfoy, pero cuando las había presionado al respecto admitieron que sólo eran rumores. Por más que había tratado, Rita no había podido hablar con nadie que los hubiera realmente visto juntos. No que no pudiera deslizar el dato de todas formas –ese tipo de rumores eran oro en polvo– pero sería mucho más efectivo si lograba obtener confirmación por otra fuente. ¿Y qué mejor fuente que el propio Niño Héroe? –Corren rumores de que tu, digamos, relación con su hijo influencia tu opinión.

    Hubo un chisporroteo de magia en el aire antes de que explotara. –No voy a hablar sobre eso. –exclamó enojado.

    Era claro que no iba a poder seguir con esa línea de preguntas.

    Harry declinó hacer comentarios sobre su relación con el notorio mortífago Draco Malfoy…

    –Con respecto a las víctimas, –Rita se decidió por un tema que consideraba más inocuo– vos mismo estuviste internado en St. Mungo durante varias semanas, entiendo que ahora estás trabajando para ayudar a los otros pacientes recluidos a readaptarse a la vida en libertad…

    –Yo estoy colaborando, pero la que realmente está haciendo el trabajo es la sanadora Millicent Bullstrode que es la que les presta ayuda y consejo a los pacientes y sus familiares. Es una transición muy difícil.

    Enfrentado con el recuerdo de sus días en el pabellón de Victimas Mentales, el escudo de Harry cedió dejando ver cuánto le costó y lo marcó ese período….

    –¿Y son ciertas las versiones sobre que vos apoyás demandas de restitución indemnizatorias para estas personas?

    Asintió. –Había ochenta y ocho personas encerradas sólo porque recordaban la verdad. Tendrán que empezar desde cero. La fundación Callandra Osgoode se ha creado para ayudarlos, pero fue a causa de decretos ministeriales que se los había encerrado y creo que el Ministerio les debe una compensación. La respuesta es sí, voy a ayudarlos en ese empeño.

    El deseo de venganza refulge en los ojos endurecidos por las tragedias de las que fue testigo…

    –El nuevo ministro se ha mostrado proclive a satisfacer esas demandas. Tengo entendido que vos y el ministro Shacklebolt tuvieron una larga historia juntos durante la guerra…

    –Es cierto. Es una buena persona. Hará una buena gestión.

    Rita apretó los labios. Era cierto que la trayectoria de Shacklebolt era impecable, lo cual hacía mucho más tentador poder desenterrar algo que no fuera del todo cristalino. –Bueno, parece que se ha puesto a trabajar de inmediato. La legislación que le otorgaba a la Guardia de aurores poderes extraordinarios ha sido derogada. Pero volviendo a vos Harry, debo interpelarte por lo que toda Gran Bretaña se está preguntando. ¿Vas a entrar a trabajar en el Gobierno?

    –Absolutamente no.

    Aunque es evidente que lo tientan los cantos de sirena de la política, las ambiciones de Harry Potter apuntan en otra dirección…

    –Entonces, ¿qué es lo que le depara el futuro a Harry Potter? ¿Volverá al anonimato de una modesta tienda de mascotas?

    Para sorpresa de Rita, Harry sonrió por primera vez en toda la tarde. –Justamente vengo de Hogwarts, la directora me ha pedido que acepte el cargo como profesor de Defensa contra las Artes Oscuras que se reinstaurará en breve.

    –¿Realmente? Permitime entonces que sea la primera en felicitarte –dijo Rita con una sonrisa de plástico, ninguno de sus informantes había hecho referencia a ese dato.

    …por trabajar moldeando los corazones y las mentes de los miembros más jóvenes de nuestra sociedad.

    –Pero yo me he tomado la libertad de investigar tus antecedentes –prosiguió ella– y resulta extraño que Hogwarts tome como profesor a una persona –perdón por la franqueza– con un historial académico tan endeble. ¿Cuál creés que va a ser la reacción de los padres?

    –Creo que se mostrarán muy contentos de que sus hijos reciban una instrucción que había sido descuidada durante varios años. Y vamos a instaurar programas especiales de fin de semana para quienes se hayan graduado recientemente y que no pudieron obtener un diploma en esa materia. Asegurate de ponerlo claramente en la nota para que todos se enteren.

    Evadiendo la pregunta sobre sus méritos académicos, o la falta de ellos propiamente, Harry habló vagamente sobre sus ideas de ampliar el programa de Defensa contra las Artes Oscuras para abarcar un número mayor de objetivos…

    –Espero que ya estés satisfecha. –dijo Harry poniéndose de pie.

    Con otro entrevistado hubiera ensayado otras preguntas antes de dejarlo ir, con Harry sabía que sería inútil. Iba a tener que llenar los espacios en blanco con lo que se le ocurriera. –Gracias, Harry. La nota aparecerá en la edición del fin de semana.

    Harry no partió de inmediato. –Te había visto acá en una oportunidad anterior. Fue hace cinco años pocos días después de la batalla de Hogwarts. ¿Te acordás?

    –¿Acá en el Blood Sport? –preguntó Rita frunciendo la frente– No me parece recordarlo. ¿Fue por eso que quisiste que nos reuniéramos aquí?

    Harry asintió. –Estabas entrevistando al guardaaros de los Catapults. Estuve parado al lado tuyo y no reconociste.

    –Bueno… eso debió de haberte pasado frecuentemente en aquellos días…

    –Es cierto… –pareció que iba a agregar algo más pero tras considerarlo un instante decidió no hacerlo, dio media vuelta y salió del local. Rita lo observó marcharse y luego se puso a revisar las notas de la rapipluma. Definitivamente iba a tener que inventar bastante para llenar los huecos cuando escribiera Vidas y amores de Harry Potter.

    oOo



    Era un día bastante lóbrego de enero, Harry no se quedó paseando en el centro, aparicionó directamente del Blood Sport a la cocina de Grimmauld Place. Todo estaba impecable como era habitual, Kreacher estaba encantado de estar de vuelta en la casa de los Black y se ocupaba eficientemente de mantenerla limpia y ordenada. No había hecho un mal trabajo con la decoración, había sabido armonizar adecuadamente los objetos viejos con los nuevos. Eso sí, las cabezas de los elfos en la escalera seguían allí.

    A Harry lo había mudado a la habitación principal, Harry había sugerido que le gustaría quedarse en la pequeña habitación que solía ocupar siempre, pero la expresión en la cara del elfo había sido tal que se avino cambio sin agregar nada más. Y se sentía contento de no haber insistido en contrario. La habitación era encantadora e inmensa. Había lugar para una cama amplísima. Estaba alfombrado con un grueso mullido tejido persa y las cortinas de terciopelo enmarcaban elegantemente el amplio ventanal con una hermosa vista de la plaza. Observó el cielo gris. A Draco le gustaba tanto la nieve. Las palabras de Narcissa le habían vuelto de golpe a la cabeza, tocó con la punta de la varita el cristal de la ventana y pronunció en un susurro: –Nevarioso.

    Empezaron a caer espesos copos de nieve que fueron cubriendo todo con un manto blanco.

    –Tené cuidado. Los muggles podrían sospechar de una nevada tan fuera de lugar y de proporciones. Y preferiría, si no te molesta, mantenerme lo más lejos posible de encantamientos de olvido por el momento.

    Harry se volvió y le sonrió. Draco acababa de salir de la ducha y estaba envuelto en una gruesa bata negra. Se sentaron juntos en la cama y se tomaron de la mano. –Pero no puedo negar que me encanta la nieve.

    –Ya sé. –dijo Harry y se preguntó si Draco recordaría las guerras de bolas de nieve en Hogwarts. –¿Cómo te fue en el consultorio?

    –Milli me dio el alta definitiva. Dijo que, en tanto me mantuviera lejos de los desastrosos hechizos de Zabini, no tendría más problemas.

    –¡Qué bueno! –rió contento de saber del veredicto de la sanadora, aunque no esperaba otra cosa. Draco había recuperado paulatinamente las fuerzas y se lo veía en muy buena condición. Todavía estaba algo flaco pero Kreacher se estaba encargando de satisfacerle cada uno de sus caprichos y tanto Draco como Harry habían subido más de tres kilos en menos de un mes. Y desde que Narcissa había retornado a la Mansión, las arrugas de la frente habían ido desapareciendo.

    –Milli insistió en que fuéramos a la despedida de Blaise el sábado. Será una oportunidad ideal para recordarle que es un idiota.

    –Bueno, creo que sólo ver eso va a hacer que valga la pena compartir una velada con tus compañeros de Casa. Igual voy a invitar a Ron y Hermione para tener apoyo. –recordando el asunto Hermione-Blaise agregó– Lo mejor sería que se vuelva a sus pirámides cuanto antes.

    –Granger tiene que ir. Blaise insistió al respecto. –dijo Draco con ojos malicioso– ¡Y no me mires de esa forma! ,Weasley también va a estar y Luna y Longbottom, vamos a tener unidad de Casas hasta hartarnos.

    Harry sonrió apenas. Nunca iban a ser amigos. Especialmente no Ron y Draco. Pero al menos se trataban con respeto y hacían lo posible por llevarse más o menos bien.

    –¿Y tu entrevista? ¿Cómo te fue?

    Harry elevó los ojos al cielo. –Rita sigue siendo tan espantosa como siempre.

    –¿Skeeter espantosa? –repitió Draco un una risita– Y yo que siempre la tuve como modelo de integridad. Igual parece que sobreviviste. Los juicios de ayer te habían dejado filtrado.

    –Son muy duros. Sé que son necesarios pero todos parecen querer encontrar a alguien para echarle la culpa. Ese tipo de actitud yo la tuve durante mucho tiempo, no sirve de nada.

    –Se sienten desamparados. –aventuró Draco– Pasaba lo mismo con los asaltos, querían sentirse seguros. Quieren tener la certeza que ya no habrá más hombres de la bolsa que los amenacen. Supongo que ahora terminarán convenciéndose.

    –Lo siento… –empezó a decir Harry por centésima vez, Draco lo cortó.

    –Yo no. –dijo Draco pero era claro que todavía no quería una conversación sobre su padre. –Pero yo no me refería a Skeeter, ¿cómo te fue en Hogwarts?

    –Ah… esa entrevista… –dijo Harry enigmático.

    Los ojos grises se entrecerraron de sospecha. –Mirá Potter, largá todo ya o voy a usar Veritaserum para hacerte hablar, aunque puede que a un ex mortífago le resulte bastante difícil conseguirlo.

    Harry sonrió ampliamente. –Estás contemplando al nuevo profesor de Defensa contra las Artes oscuras.

    Draco se le echó encima y lo abrazó con tal fuerza hasta dejarlo sin aire. –¡Lo sabía!

    –Y la profesora McGonagall me dijo que podía llamarla Minerva. –confesó Harry.

    –¡No puede ser cierto! –exclamó Draco tirándose hacia atrás y juntando dramáticamente las manos sobre el pecho.

    –Sí, es cierto. –rió Harry– Y… me preguntó por vos.

    –Ya me la imagino: “Señor Malfoy, cincuenta puntos por no ser un completo incompetente” –dijo Draco imitando el tono de voz de la profesora.

    –Algo parecido pero no exactamente. Mencionó que el profesor Slughorn se va a jubilar y que iban a necesitar un nuevo profesor de pociones… Y yo… y yo le dije que podía tener un buen candidato…

    Harry no había esperado otro arranque de entusiasmo pero tampoco estaba preparado para la seriedad que adquirió de inmediato el rostro de Draco, todo rastro de diversión se le borró de la cara.

    Mierda.

    Harry nunca había sido bueno para saber cómo actuar en las relaciones, a veces demoraba demasiado y otras se precipitaba. Y con Draco… toda una vida de animadversión seguida de dos meses de sexo alucinantemente gratificante, seguido por dos meses de separación, seguidos por un rescate épico. No era precisamente una relación estándar. Y de repente Harry estaba planteando más o menos directamente irse a vivir juntos. Y presumir que Draco podría querer trabajar como docente era tomarse una gran libertad. No habían hablado mucho sobre el futuro, Harry no sabía con certeza lo que Draco quería. Pero Draco era un apasionado de las pociones, no debía dejar pasar una oportunidad como ésa, aunque no estuviera seguro de si la relación entre ellos era lo que realmente quería…

    –No tenés que preocuparte por mí, Draco… sobre nosotros. No tenemos necesariamente que estar juntos si vos no querés… podemos seguir siendo amigos… y ver como van las cosas y lo que queremos…

    Draco lo miró confundido perdido entre tanta divagación. –¿De qué estás hablando?

    –No me parece que tengas que rechazar la posición por causa mía. Quizá yo me precipité, son sólo dos meses…

    Draco lo hizo callar con flor de beso. –Te equivocás, Harry. No fueron dos meses, fueron doce años.

    –¿Doce años? –parpadeó Harry desconcertado.

    –Si serás boludo. Siempre estuviste ahí, aunque eras la espina que tenía clavada en el costado. No es normal estar obsesionado así con alguien, Blaise siempre me lo decía y tenía razón.

    –¿Vos creés? –dijo inseguro, pero Harry se daba cuenta de que era cierto, él también había vivido esa obsesión, siguiéndolo como una sombra por interminables pasillos o con los ojos fijos en un punto del mapa rotulado Draco Malfoy.

    –Claro… y después… –le tomó la cara con las manos– …aunque no me acordaba, sabía… Pero vos estás presumiendo que se me va a pasar rápido, ¿no?

    Harry se sonrojó. –Fue algo que me cruzó la mente. –admitió.

    –Bueno… concedo que fue así en otras ocasiones pero…

    –Entonces… ¿qué te parece… venir a Hogwarts conmigo? –se animó a preguntar Harry.

    –No sé. –la frente se le arrugó en un gesto reflexivo– No sé si sería bueno para eso.

    –¿Para las pociones o para la enseñanza?

    –Las dos cosas… pero hace años que no me dedico seriamente a las pociones, mi trabajo era muy limitado… para un fin muy específico…

    –Minerva pensó en eso. –Draco hizo una mueca al oír el nombre– Sugirió que podías servirle de asistente a Slughorn estos meses y con eso y todo lo que sabés no tendrías ningún problema en hacerte cargo a partir del próximo período. Y además me va hacer rendir de nuevo los TEDiOs en los que me fue mal, me vendría muy bien tu ayuda.

    Draco seguía frunciendo el ceño considerando el asunto. –¿Vos me ves a mí dándoles a un montón de chicos de primero el discurso sobre “gestar fama en un caldero y embotellar la muerte”?

    –Claro que sí. Y estoy seguro de que vas a ser mucho mejor que Snape.

    –Vos lo decís… pero vos siempre fuiste un desastre en Pociones…

    –Pero no me cabe duda de que tus superiores técnicas motivacionales sobrepasan por lejos a las de Snape.

    Draco lo hizo recostar y se le subió encima. –Más te vale que así lo creas. Y nunca es tarde para que vos empieces a ganarte créditos extra.

    Harry abrió las piernas para que Draco pudiera acomodarse mejor entre ellas –¿No se supone que te tomes las cosas con más calma… durante un tiempo?

    –Milli dice que estoy completamente recuperado. ¿Querés que te lo demuestre?

    –No me va a venir mal darle un espaldarazo a mis estudios. –dijo Harry sacándose los anteojos y dejándolos a un lado. Empezaron jugueteando con besitos y jueguitos provocadores de lengua, caricias con la nariz y mordisquitos en la oreja. Luego se fue poniendo más serio. Draco le mordió con pasión el labio inferior y apretó más las caderas contra la entrepierna, y de golpe Harry necesitaba mucho más.

    Deslizó las manos bajo la bata del algodón, acariciando la piel todavía caliente por la ducha, la piel era tan suave y la curva de la espalda perfectamente torneada. Gimió al alcanzar las nalgas que se amoldaban perfectas a sus manos. La lengua de Draco aprovechó los labios abiertos para invadirle exigente la boca. Harry se frotó contra las caderas de Draco pero las ropas de invierno raspaban e incomodaban. –Ropas… –alcanzó a articular.

    Harry pensó que no lo había oído porque Draco siguió besándolo igual, pero un momento después lo interrumpió y se sentó riendo. Induviæ desvestus. –susurró tocando suavemente la toga de Harry. Inmediatamente las ropas desaparecieron y se rematerializaron sobre una silla. Draco lo miraba desde arriba, posesivo, como un rey que contempla sus tierras y las encuentra muy de su gusto. Harry se regocijó en esa mirada y aprovechó para regalarse a su vez los ojos contemplándolo. Tenía los labios congestionados por los besos, el más puro escarlata resaltando contra blanca porcelana. Los cabellos aún húmedos caían con gracia a lo largo de las mejillas y el cuello, algo más oscuros que lo habitual. Y los ojos habían adquirido un aspecto misterioso, llenos de una mezcla de deseo y de satisfacción.

    –Me gustaría que me enseñaras magia sin varita. –dijo Harry en voz muy baja.

    Draco frunció el ceño con picardía. –Me parece que estás llevando este asunto del estudiante demasiado lejos, Potter.

    –Pero no ahora, tarado. Ahora quiero sentirte dentro de mí.

    –Con eso sí que puedo complacerte.

    Draco se sentía pesado, sólido. Nada de la fragilidad de semanas antes. Harry abrió más las piernas, su verga se deslizó y se acomodó junto a la de Draco. Draco sepultó la cabeza en la curva de su cuello. Empezaron a frotarse juntos, con lentitud y precisión, las suaves ondulaciones preludiaban la danza más descontrolada que seguiría. La sensaciones de Harry se henchían, llenándose de Draco. La piel fresca que bañaba su cuello… el gusto ligeramente salado de las yemas de los dedos… el perfume a madera de sándalo de sus cabellos… el sonido de su respiración agitada en su oreja…

    Harry fue acariciándole la línea de las caderas y bajo más y hacia el centro hasta alcanzar los testículos, tensos como una ciruela madura. Apretó suavemente y le arrancó una exclamación contenida y se ganó un mordisco filoso en el cuello. La mano subió y fue deslizándose a lo largo del miembro tenso y recto de Draco, pareció crecer cuando lo rodeó encerrándolo con los dedos. Harry gimió anticipando el momento en que lo sentiría dentro de sí.

    Y de pronto el frotamiento cesó. Harry protestó gruñendo. Draco había iniciado un ritual de besos, presionando con labios húmedos siguiendo el contorno de la mandíbula y luego hacia abajo por la garganta y desviándose hacia el costado por la línea de la clavícula y nuevamente hacia abajo hasta alcanzar la tetilla. Harry olvidó las quejas. Draco lamió el botón rosado como un gatito sediento y raspó con los dientes y mordisqueó martirizándolo y provocándole sensaciones sublimes. Harry entretejió los dedos entre los cabellos de plata. La otra mano encerró las sábanas en el puño, tratando de contenerse pues todo su cuerpo se sentía a punto de explotar. Las yemas de los dedos de Malfoy jugueteaban ahora trazando círculos sobre la cabeza de su verga, lo que atentaba aun más contra su control, le arrancaron gimoteos y movimientos incontrolados de caderas para acometer la mano causante del delicioso suplicio.

    Una succión húmeda y cálida envolvió la verga de Harry como un ceñido guante de terciopelo enviando ondas de intenso placer a todos los confines de su anatomía. Harry quería hundirse en ese calor de delirio, zambullirse en ese paraíso mojado, pero un violento apretón en sus testículos le recordó quién estaba al mando y le contuvo todo movimiento de las caderas. El dolor sirvió también para ayudarlo a resistir puesto que ya estaba al borde del clímax. Unos dedos pasaron a explorarle el canal entre las nalgas, Harry separó las piernas aun más para franquearles mejor acceso.

    Deteniendo por un momento las atenciones sobre la verga de Harry, Draco murmuró un encantamiento de lubricación y luego le introdujo un dedo en la abertura. Estremeciéndose, Harry contrajo el esfínter. Quería más, y un segundo dedo intruso no resultaba suficiente. –Te deseo Draco. –jadeó levantando un poco la cabeza para mirarlo. Malfoy continuó torturándolo chupando con más violencia y metiéndole un tercer dedo y devolviéndole la mirada. La imagen de esos labios rojos tragándolo lo estaba llevando de nuevo al límite. –Draco, por favor, necesito que me cojas.

    Los labios de Draco sonrieron soltándolo. Se sentó. –La desesperación te sienta bien, Potter.

    Merlín, ¿cómo hace para lucir tan malicioso y altanero y tan deseable al mismo tiempo? No le importaba parecer desesperado, ni sentirse vulnerable. Desplegó su cuerpo de manera de exponerle lo más recóndito, ofreciéndose por entero a quien había sido su enemigo. –Cógeme Malfoy, cogeme de una vez. –exigió tratando de sonar imperativo, pero no le salió.

    Draco sonrió pero accedió a complacerlo, que en ese momento era lo único que a Harry le importaba. Lo empaló con un solo movimiento, hasta el fondo. Los músculos estirados de golpe protestaron doloridos, pero era un dolor exquisito. Y Draco comenzó un vaivén frenético, penetrándolo una y otra vez. Harry quería más y más, le clavó las uñas en las nalgas urgiéndolo a ir más rápido y más agresivo. Y el dolor era la prueba física de la presencia de Draco. Cada acometida incrementaba la deliciosa fricción, el ardiente calor y finalmente el dolor entró en ignición de placer puro. Se movían juntos en perfecta conjunción, la energía y la magia fluía entre ellos sin obstáculos como el torrente sanguíneo bombeando en sus arterias. Y cuando acabaron Harry oyó el grito ahogado de Draco pronunciando su nombre, y en ese momento sintió que no existía otra cosa en el mundo sino ellos dos.

    Draco se desplomó sin ceremonia encima de él. Quedaron así un largo rato. Totalmente agotados y satisfechos. Cuando se hubieron recuperado un poco Harry alcanzó la varita y usó un encantamiento para limpiar todo.

    Se cubrieron con las mantas y Draco rodó a un costado sosteniendo la cara de Harry con las manos. Le estudió el rostro durante un largo momento, parecía muy reconcentrado pensando. Harry esperó a que hablara. –¿Realmente creés que yo debería ir a Hogwarts con vos?

    –Pienso que deberías hacer lo que vos querés. Pero me gustaría… mucho que vinieras conmigo.

    Draco sonrió misteriosamente, le soltó la cara y se acostó de espaldas. –Y ahí tenés la respuesta a tu pregunta.

    –¿A qué pregunta?

    –La pregunta que me venís haciendo todos los días. ¿Por qué elegí estar junto a vos y en contra del Se… en contra de Voldemort?

    El razonamiento de Draco no le quedaba claro. –No entiendo. –admitió.

    Draco rió. –Por supuesto que no. Para vos es tan natural que no te das cuenta.

    –¿Me vas a explicar o vas a seguir comportándote como hijo de puta engreído?

    –¿Puedo optar por hacer ambas cosas?

    Harry le tiró un puñetazo desganado al pecho, Draco le retuvo el puño antes de que alcanzara el blanco.

    –Tenés razón. No fue valentía. Le dije a Weasley sobre St. Mungo porque tenía un miedo terrible de que Voldemort pudiera capturarte.

    –Se puede ser valiente y tener miedo…

    Draco no lo dejo terminar. –No digas pavadas, Potter. Ya he escuchado ese infundio un montón de veces. Para vos puede que sirva, para mí, no. No ayudé a Weasel porque soy valiente, era la forma más segura de que el trabajo se hiciera sin que yo tuviera que arriesgarme demasiado. Eso es todo.

    –Pero lo que hiciste esa noche, no fue para nada seguro. Podrías haber muerto. Y Millicent dijo… dijo que eso era lo que vos querías.

    Draco suspiró. –Sí… me temía que te hubiera dicho algo por el estilo. Hoy trató de mencionarlo… “tenés que dominar los impulsos autodestructivos generados por una culpa insoportable”. Francamente, pienso que todos esos cursos de psicología le han arruinado sus buenos instintos de Slytherin. Admito que ahora que me acuerdo, descubro que hay muchas cosas que preferiría no haber hecho. Pero yendo a un encuentro suicida con la gloria no serviría para compensar por haber hecho los botones de solapa “Potter da asco”, ¿o sí? Ni tampoco por hacer algo mucho más grave como haber intentado matar a Dumbledore.

    –¿Entonces no lo hiciste porque pensabas que yo te odiaba?

    –¿Y eso para que hubiera servido? Si lo que quería era hacerte cambiar de opinión era mejor que estuviera vivo y no muerto. Y además, yo no hubiera ganado nada. Lo siento Potter, pero el que vos lloraras mi muerte no hubiera significado ningún beneficio para mí.

    –Muy razonable, cierto. Bueno… me decís que esa no fue la razón… Entonces, ¿cuál fue la razón?

    –Vos me preguntaste qué era lo que yo quería. –dijo Draco como si no hubiera nada más que explicar.

    Pero Harry seguía sin entender y lo sacudió para que continuara. –Sí… ¿y…?

    –Para vos es tan natural… Harry, ¿no te das cuenta? Nunca nadie antes me había preguntado eso. Nadie en quuien yo confiara… al menos. Dumbledore me lo preguntó, pero fue por su propio interés. Y mi padre… –Draco vaciló unos instantes– Yo amaba a mi padre… pero hubiera sido muy difícil perdonarlo. Él había hecho sus elecciones y luego quiso imponérmelas. Toda mi vida estaba planificada, las clases, la carrera e incluso la posición de quidditch en que debía jugar. Harry… cuando fui a casa para las vacaciones de navidad en quinto año me felicitó porque iba a recibir la marca. Como si eso significara un privilegio. Y Voldemort… –Draco soltó una carcajada sin humor– La única opción que me dio fue usar Crucio sobre vos o sobre mi madre.

    Harry no sabía qué decir. No era lástima lo que sentía. Sabía muy bien lo que significaba tener un camino marcado y entendía muy bien la frustración de querer resistirse al destino. Pero él había seguido su camino predeterminado porque creía que eso era lo correcto. Draco no había tenido ni siquiera eso. Se había visto obligado a seguir las directivas sin cuestionamientos, obedientemente. –Todo eso estuvo muy mal… ése no eras vos. –ahora entendía… lo había hecho porque quería ser él quien determinara su futuro, de acuerdo a sus propias convicciones. Y ésa había sido su oportunidad.

    –Ése no era yo… tengo veintitrés años… hora de decidir por mi cuenta lo que quiero para mí.

    Draco lo besó con ternura y Harry supo que él estaba incluido en lo que Draco quería para él.

    oOo



    Nevó durante todo el resto de enero, la nevada más copiosa que Londres había visto en años. Los niños armaban muñecos de nieve con nariz de zanahoria y ojos de carbón. Las parejas paseaban tomadas de la mano, manos envueltas en mitones, eso sí. La gente mayor se quedaba en su casa bebiendo chocolate caliente y mirando televisión y los meteorólogos se rascaban la cabeza tratando de encontrarle explicación al clima tan inusual. Alrededor de Grimmauld Place la nieve parecía mucho más honda que en cualquier otra parte.

    Y en la casa número 12, dos hombres dejaban atrás sus pasados atormentados, y podían por primera vez empezar a soñar con su “…y fueron felices por siempre”.



    FIN

     
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