Amor Prohibido (HashiMada) 1ª Temporada - Terminado

Madara Uchiha y Hashirama Senju pasarán por muchas cosas a lo largo de su vida para luchar por su amor. Cosas ocurren y los dos tomarán un camino diferente que quizá, les vuelva o no a unir...

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  1. Himeko -san
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    Cooooontiiii :=DFSDFSD:
     
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    esta buena la conti!!! sorry por no comentar...espero conti!!!...salu2
     
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    Buenas :D, lamento haberme tardado en regresar, pero dormí mucho, mucho hahahaha me encanta dormir así que ya os podéis dar cuenta a_______a. Os traigo la conty, ya sólo quedan 2 capítulos más para que se termine la 1ª Temporada de Amor Prohibido, así que espero que os guste el final :P.

    Advierto que hay mención de lemon pero como Madara está en su forma de mujer, esas escenas no las hago aparecer porque no sería considerado Yaoi, pero creo que ya da a entender que sucede.

    Sin más que decir, espero que os guste el cap.

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    Capítulo 42 El eclipse lunar



    Por otra parte, Tobirama logró perfeccionar, por fin, una técnica que revivía a todo aquél de la muerte y con ello, pudo traer de vuelta a la vida a Izuna Uchiha, al cual y por fin, pudo abrazar, ambos riéndose. Con esa nueva vida, el pelinegro por fin volvería hacer su vida rutinaria, aunque debía acostumbrarse de nuevo. A esta técnica, el Senju lo llamó: “Edo Tensei”.

    Madara al saberlo se quedó estupefacto y no esperó a nada más y achuchaba a su hermano pequeño como si fuera un oso amoroso, asfixiando, literalmente, al menor cuyo rostro le cambiaba de color. Con una torpe sonrisa, Hashirama separó a los hermanos, viendo como Izuna cogía aire con desesperación.

    Pero no todo terminó ahí… Kakashi se presentó con un pelinegro realmente escandaloso y todo molesto que no hacía otra cosa que soltar amenazas una tras otra sin pensar en nada más… La presencia de ambos llamó la atención de los cuatro ahí presentes… Los Uchiha, no daban crédito a lo que veían y parpadeaban, como si la vida les fuera en ello…

    Hashirama puso una mano en el hombro de su uke, poniéndose a la altura de este último con una sonrisa en sus labios.

    - Kakashi ha cumplido su promesa, Maddy. – Le musitó al líder de los Uchiha. – Ha traído de vuelta a Obito.
    - ¿O… Obito…? – Tartamudeó totalmente incrédulo mientras sus ojos iban mostrando una enorme emoción. – Pe- ¿Pero cómo…?
    - No importa el cómo, cariño. – Le dijo el Senju. – Sólo ve allí y abraza a tu hermano, vuestro reencuentro es aquí y ahora.

    Madara intercambió miradas con su esposo y asintió. Después de darle un beso en la mejilla, miró hacia adelante y junto a Izuna, se fueron acercando realmente nerviosos. Obito, al darse cuenta, se quedó estupefacto… ¿Izuna no estaba muerto? ¿Entonces, cómo…?

    Se hizo un silencio sepulcral, uno típico de cementerio. La tensión estaba en el ambiente mientras los hermanos Uchiha eran observados por los otros dos Senju y Hatake. Al poco rato, Madara, Izuna y Obito se abrazaron totalmente contentos y emocionados al haberse reencontrado de nuevo, haciendo un gran escándalo. Por lo menos se tiraron más de media hora persiguiéndose por aquella sala enorme, haciendo sus típicos juegos pero era más para divertirse entre ellos que no para molestarse. Hashirama, Tobirama y Kakashi miraban contentos la escandalosa escena.

    A partir de ese momento pasaron unos cuantos días y el eclipse lunar, que con sus rojizos rayos iluminaban el cielo oscuro, tornándolo violáceo y toda el área de igual color, hizo magia no sólo en el paisaje, sino también en el cuerpo de Madara mientras que por otra parte, aquél enigmático sujeto procedente de un pueblo nativo, se dedicaba a ser testigo de dicho fenómeno natural en un denso bosque de difícil acceso.

    De nuevo en Konoha, Hashirama caminaba por las calles de Konoha, buscando a Madara pero sin resultados… Desconocía por completo su figura femenina, así que lo tenía chungo para poder reconocerlo… Y más aún si el Uchiha no se mostraba ante él y le decía: “Mira soy yo”. Estaba claro que eso sería imposible.

    Se le hacía muy extraño… Su Uchiha no había aparecido en todo el día y eso le preocupaba. Preguntó por él a sus hermanos pero ellos no parecían saber nada… También al león pero este lo sacó a patadas de donde se encontraba… ¿Quizá Madara le estaba evitando? Sería imposible… Decidió pararse cerca de la orilla de un lago que quedaba algo apartado de la villa, viendo el agua iluminada por ese hermoso eclipse que iluminaba con sus hermosos rayos todo lo que llegaba alcanzar…

    No pasó mucho tiempo cuando vio a una hermosa dama bailar o más bien dicho, danzar encima del agua. Llamó su atención y se fijó en ella, sin saber quién era exactamente… Vestía un kimono azul marino con decorados de grullas en la parte inferior de la prenda y también en las largas mangas. Por debajo de su kimono llevaba un eri blanco que tapaba un poco más su figura y le proporcionaba calor. A la altura de su pecho y alrededor de su cadera, llevaba una faja rojo carmín con un obijime de oro decorado con un obidome que era un cascabel de plata con unas plumas del color de la perla. Su piel era nívea, tanto, que parecía que podía cortarse con la mínima ráfaga de aire, su cabello espinoso, estilo escalado, era negro y largo hasta la cintura, muy parecido al de Madara.

    Hashirama se quedó estupefacto al ver semejante belleza danzar en el lago, haciendo magia con el agua, por alguna razón, el Senju no apartaba la mirada sobre aquella mujer que tanto le recordaba a su amado Uchiha… Eran como dos gotas de agua al compararlos en su imaginación… Se acercó un poco más a la orilla, observando aquellos delicados pero elegantes y carismáticos movimientos de aquella doncella que parecía tan frágil pero majestuosa…

    El Shodaime Hokage no podía apartar la mirada sobre ella y no lo iba hacer. En un intento de conocerla, el castaño se acercó, caminando por el agua gracias al control de su chakra en los pies. Cada paso que daba le permitía una mejor perspectiva de aquella persona que, al verle, se detuvo en seco.

    - Esto… - Trataba de decir el Senju, acercándose a aquella mujer. – Espero no molestarte…

    Sin embargo esa mujer se alejaba un poco, se le notaba muy tímida, como si reconociese al recién llegado de algo… Parpadeó, curiosa pero no dijo nada, ni una condenada palabra.

    - Me suenas mucho… Es como… Si ya te hubiera visto de antes… - Seguía hablando Hashirama, sin apartar la vista de ella. - ¿Esto, tu nombre…?

    El hombre vio como la otra desviaba su mirada… Ese acto le extrañó mucho y una vez más, se acordó de Madara. Sin que la mujer lo notase, él se aproximó unos metros más a su persona, estando a una próxima cercanía. Centímetro por centímetro, observaba el físico del ser al cual tenía delante… Las seductoras curvas que formaba su figura eran realmente tentadoras y que le daban un aire sensual… Y esos sencillos pero desarrollados senos sin exagerar, le hacían tener un cuerpo hermoso, tapado por aquél elegante kimono que le quedaba como anillo al dedo.

    Hasta que hubo en un detalle que no se le pasó por alto: su dorso de la mano derecha. En ella, había una cicatriz con cierto símbolo… Y él recordaba perfectamente a qué se debía. La mujer escondió dicha parte tras de sí misma, bajando tímidamente la mirada. El Senju comprendió en ese momento, quién era la persona a la cual había estado observando desde que la vio… Que estúpido había sido al no reconocerle o ahora, más bien dicho… Reconocerla.

    - Perdona… No te había reconocido… - Sonrió tiernamente, acercándose a esa mujer. - ¿Eres tú, verdad… Madara?
    - E- esto… - Dijo él o más bien dicho, ella. – Yo… - Se sonrojó llevándose las manos al pecho. Que mala costumbre tenía al hacer eso.
    - ¿Sabes? – Habló, interrumpiéndole. – No te había reconocido y no lo habría hecho de no ser por esa marca que dejé en tu mano. – Dijo cogiendo dicha parte y alzándola a la altura de sus labios, los cuales, puso sobre esa nívea piel marcada con su símbolo de Senju. – No me esperaba que fueras tan hermoso en tu forma de mujer, mi amado Madara… O debería decir… ¿Mi amada…?
    - Hashirama… Y- yo… - Intentó decir de nuevo, pero su dulce esposo no se lo permitió.
    - Sh… - Hizo el castaño, poniendo su dedo índice sobre aquellos finos y seductores labios femeninos. – Que esta noche bendiga nuestro amor… Porque mía te voy hacer… - Recitaba un poema improvisado mientras se acercaba a su “esposo” en forma de mujer. – En esta noche de eclipse de luna…

    Ante esa cercanía, Madara cerró sus ojos, sintiendo a los pocos segundos una cálida boca apoderarse de la suya mientras unos protectores y fuertes brazos rodeaban su cuerpo. Nuevamente, repetirían aquella entrega carnal, sólo que, quizá, el acto se llevaría ante la luna y en aquél lago…

    Mientras el matrimonio llevaría a cabo de nuevo aquél acto de amor, por otra parte, Tobirama e Izuna, acompañados por Rex, se divertían tirándose las almohadas del cuarto, el cual, estaba infestado de plumas que los blandos objetos tenían en su interior como relleno… Entre risas y golpes, la sala se llenaba cada vez más de un agradable ambiente.

    Después de un rato, los tres se sentaron juntos, apoyados en la pared, justo debajo de la ventana y miraron el desorden que habían causado: libros y pergaminos por el suelo, bosas de herramientas ninjas esparramadas por todos los rincones y sobre todo y lo más abundante: las plumas que cubrían el piso…

    - ¡Pf! – Izuna hizo un sonido con su boca para quitarse una pluma que, desde su cabello azabache, había caído cerca de su nariz.
    - Mira que sois desordenados. – Regañó Rex.
    - ¿Perdona? – Dijeron los otros dos. Uno cruzándose de brazos, el otro, llevándose las manos a su cadera.
    - ¡Tú también participaste Rex, así qué no te hagas el mayor ahora! – Le replicó el Uchiha, señalando al animal con poca educación, echándose encima de las piernas de Tobirama, que se puso un poco nervioso, cosa que no fue notada por el pelinegro.
    - ¡Admítelo, vosotros dos habéis liado más las cosas qué yo! – El león le miró molesto.
    - Eres un mentiroso. – Le miró de forma acusadora.
    - Mentiroso serás tú, niño. – Rex le miró de la misma forma.
    - Bueno calmaos ya. – Intervino el Senju. – Aquí los culpables sois vosotros dos y punto. – Miró a ambos con expresión divertida mientras se quitaba “responsabilidades” por el desorden.
    - ¡Oye caradura tú también participaste! – Izuna miró al peliblanco molesto sin tener en cuenta la cercanía que tenía con este último.
    - Sí claro, ¿Quién lo dice? – Se mostró arrogante, aunque lo hacía con ganas de molestar al otro.
    - Yo te lo… - Trató de decir, más, le fue imposible.
    - Eso si es que yo te lo permito. – Sonrió mientras se hizo dueño de aquellos tiernos labios cuyo propietario, abrió impactada su mirada…

    Nunca antes había recibido un beso así y no tenía experiencia. Rex también se quedó con la boca abierta, sorprendido de par en par y sin saber qué decir exactamente.

    Por otra parte, Obito y Kakashi caminaban tranquilamente por el bosque, acompañados, como no, por el compañero del primero de estos: Sora. Hablaban sin prisas mientras se explicaban entre sí sus diferentes motivos que los llevaron hacer diferentes cosas en sus vidas… Comprendiéndose entre sí, los tres dejaron de lado, por el momento, sus diferencias.

    De tanto hablar, una cosa llevó a la otra y esto, provocó que los tres, empezaran hablar de un tema que los tenía inquietos… Más bien, intrigados: el tercer hijo del legendario Rikudou Sennin. Se preguntaban quién era dicho descendiente y por qué seguía con vida a pesar del tiempo tan largo que había transcurrido… Cuando el Rikudou Sennin creó lo que posteriormente se llamaría “Mundo Shinobi” a penas tendría treinta años… De ser así, su tercer y enigmático hijo, no habría ni nacido… Entonces… Nada sobre esa persona era lógico… Pero sí o sí, descubrirían ese misterio que tanto lo rodeaba.

    Se pararon cerca de una colina que daba entrada a un hermoso campo de hierbas que se movía al compás del viento y que hacía homenaje a ese eclipse lunar… Se subieron a un árbol que había cerca de allí. Una vez arriba de dicha planta, al poco rato Sora se dejó caer por el sueño, así que Kakashi y Obito aprovecharon para hablar sobre ellos… Echaban de menos los viejos tiempos pero pensándolo así, se reían torpemente… Ni que ellos fueran unos viejos chochos que sólo recordaban su pasado.

    - ¿Sabes? Es la primera vez que veo un eclipse lunar. – Habló Obito rompiendo el silencio tan incómodo que se había formado entre ambos. – Pero me gusta.
    - ¿Si no? – Sonrió el peliblanco. – Yo también disfruto de los eclipses, aunque este es el primero que veo en mi vida.
    - Jejeje. – Rió levemente el pelinegro. - ¿Hace cuánto no compartíamos una conversación, Kakashi? – Miró al mencionado.
    - Quizá unos cuantos años… - Sonrió torpemente cosa que fue notada por el Uchiha. – Comprendo porque te fuiste pero creo que no hiciste bien…
    - Si bueno, ya lo sé. – Suspiró el otro. – Pero aquello que ocurrió con Kyuhyun me dejó hecho trizas y decidí largarme.
    - Y no pensaste en Madara… Ni en Izuna… - Kakashi miró a su compañero. – Pero por lo menos ahora ya has recapacitado, estoy seguro que todo irá mejor a partir de ahora.
    - No sé si sabes que… - Le miró de reojo. – Los eclipses lunares… Son señal de mal agüero…

    Esas palabras dejaron estupefacto al peliblanco, quien parpadeó confundido sin haber comprendido lo que Obito había querido decirle… Era como si fuera a ocurrir alguna catástrofe que no se podría evitar, pasara lo que pasara… Porque al fin y al cabo, ocurriría. Decidió restarle importancia a pesar de que se quedó inquieto y continuó charlando con su amigo, disfrutando de su compañía y de sus risas.

    Más tarde, siguieron conversando tranquilamente hasta que cayeron en los brazos de Morfeo, acompañando así a Sora que estaba prácticamente más que dormido en esos momentos. El viento soplaba de forma agradable, haciendo un calmado sonido con las hojas de los árboles de los alrededores que se movían al compás de la brisa.
     
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    esta buena la conti!!!... espero la conti salu2 :)
     
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    Buenas :D, lamento la tardanza pero estoy con los últimos exámenes así que ya os lo podéis imaginar... XDDD, bueno, lo importante es que traigo la conty, ¡Qué por cierto, es el último capítulo de la temporada así que espero que os guste y se entienda!

    Por si no se comprende dejaré una breve explicación al final. Agradezco de antemano que hayáis seguido la 1ª Temporada de Amor Prohibido y recuerdo que tiene la 2ª inacabada pero conforme tenga tiempo libre y oportunidades para escribir, la iré publicando así que permaneced atentas dentro de la categoría de Naruto :D.

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    Capítulo 43 Caminos diferentes



    Desde ese día, otros fueron pasando y con ellos, las semanas, en las cuales, Hashirama y Madara seguían juntos al igual que la formal relación que Tobirama e Izuna hicieron. Rex por su parte, se mantenía cerca del líder de los Uchiha, el cual, aún seguía en su forma de mujer. Los hermanos entre sí se comprendían e incluso llegaban a quedar para pasar tiempo, todos juntos con sus respectivas parejas. Los lazos entre el grupo parecían muy estrechos pero no se daban cuenta que Mito Uzumaki les acechaba desde la “oscuridad” por así decirlo pero la prima de esta pronto llegó a darse a conocer entre los hombres. Madara miró a Kushina un tanto extrañado pero rápidamente se hizo amigo de ella al ver lo agradable que era con todo el mundo.

    Entre todos se llevaban bien y las bromas no se hacían de esperar nunca entre ellos, cualquiera diría que los muchachos hubiesen pasado por tantas desgracias, en especial el mayor de los Uchiha. Los días siguieron avanzando y las entregas carnales entre el matrimonio nunca faltaban, incluso, Izuna preguntaba por esas noches de pasión de Hashirama y Madara, los cuales y sonrojados, lo mandaban a callar, causando la risa de todos.

    Pero no todo era de color rosa… El clan Senju junto al clan Uchiha, decidieron, una vez más y después de tanto tiempo, separar a sus líderes… Los miembros de cada familia estaban indignados ante la ausencia de Madara y de Hashirama, ya que estos dejaron de atender a sus responsabilidades… Sin embargo, ambos bandos lo único que hacían, era quejarse sin darse cuenta que habían llamado la atención de cierta Uzumaki que puso en marcha su plan, uno que, sin duda, daría resultado.

    Los días continuaban pasando, cada vez, la relación entre el matrimonio se hacía más inestable debido a que Mito, comenzó con su plan para poder ser ella la esposa de Hashirama y poder separar a este de Madara, el cual, se alejaba cada vez más del Senju. A pesar de que los dos trataban de seguir juntos, ya nada era igual el día en que Madara, harto de la situación, rompió su alianza al saber que Mito se convertiría en su “substituta” y su matrimonio con Hashirama quedaría en el olvido.

    El Shodaime Hokage quiso rechazar a la Uzumaki pero ya era imposible… Fue entonces que trató de ir hablar con Madara, pero este ni si quiera le recibió en su casa y fue Izuna quien amablemente le pidió a Hashirama que se marchara, porque su hermano mayor no deseaba verlo… El castaño trató de insistir pero pensó que lo más idóneo era hacer caso a las palabras del menor…

    Rex le proporcionaba el apoyo necesario al líder de los Uchiha, cuyo clan veía satisfecho que por fin, Madara y el Shodaime, hubiesen sido separados. Todo volvería a la normalidad, su jefe volvería a atender las responsabilidades que tenía con dicho título. Por otro lado, la relación de Izuna y Tobirama se vio algo dañada, pero no del todo, ambos seguían juntos y se comprendían y aunque trataban de arreglar las cosas, se dieron cuenta que ya nada era posible para reconciliar a sus mayores…

    Obito sin embargo, la liaba junto a Sora, diciéndole a Mito que era de todo menos guapa, pero ni ellos consiguieron algo para poder mejorar esa situación que de un momento a otro, Madara dio por terminada. El líder de los Uchiha, una noche, junto a sus hermanos y el león, decidió emprender marcha para irse de Konoha. Pero por unos momentos, comentó que deseaba ir solo y que ellos, le siguieran después. Sus menores así lo hicieron y Rex se quedó con los demás mientras veía a la “mujer” marcharse de su casa.

    Konoha se llenó de una débil niebla que iba siendo desplazada por el viento… La luna iluminaba las calles, hacia mover las hojas que habían caído de los árboles de los alrededores y la fresca temperatura, ponía la carne de gallina… El lugar, parecía algo así como muy fantasmal que daba mucha grima.

    Justo a la salida de la aldea, una mano detuvo a Madara del brazo, pero este no se giró al haber notado la energía que dicha parte desprendía… Suspiró, cansado mientras notaba como su protector metálico de tela color escarlata, se iba aflojando por sí sola.

    - Espera, por favor… Madara… - Habló aquella persona que le detuvo del brazo con mucha angustia en su voz. – No te vayas de la aldea… Quédate…
    - Cierra la boca, bastardo. – El mencionado deshizo su agarre, mirando de reojo al otro con esa mirada brillante y rojiza, característica de su Sharingan Eterno. - ¿Para qué quieres que me quede? ¿Para sufrir? ¿Para verte con esa puta? No gracias.
    - Pero, yo… - Trató de decir. – Madara, escúchame…
    - No tengo nada más que oír de ti, Hashirama. – Le interrumpió el pelinegro. – Lo nuestro se ha terminado, ya no hay remedio alguno… Ahora, tengo que irme, así que adiós. – Dejó de mirarlo y empezó a caminar.

    Sin embargo, unos cálidos brazos rodearon su persona, proporcionándole aquella calidez. Sentía un aliento en su nuca que hacía reaccionar su bello corporal. Madara cerró fuertemente sus ojos, aguantándose las ganas de llorar intensamente…

    - No te vayas… - Le musitó. – Por favor… Quédate conmigo…
    - No puedo… - Le contestó el otro, con una voz quebrantada. – No puedo, Hashirama… - Se giró, dejándole ver al Senju su empapado rostro por aquella agua salada que bajaba de sus clandestinos luceros. – Si me quedo, sólo sufriré… No puedo quedarme.
    - Te necesito a mi lado, Madara… - Decía Hashirama mientras secaba aquellas amargas lágrimas que bajaban insensatamente por las mejillas del Uchiha.
    - No seas hipócrita… - Una vez más, el mencionado se alejó levemente del que fue su esposo. – Tú ya no me necesitas… Tienes a Mito. – Suspiró y bajó la mirada. Más tarde, le dio la espalda al Senju. – Tú y yo ya no podemos seguir juntos…
    - ¡Madara, yo…! – Trató de decir el Shodaime.
    - ¡Ya cállate de una puta vez, maldita sea ya! – Se giró muy enfadado. - ¡¿Quién te has creído qué eres para decirme que me necesitas cuándo me substituyes por una zorra cómo esa?! – Y su mirada cada vez se llenaba de un odio que comenzaba a sentir. – Yo he luchado demasiado por ti, pero mira como hemos terminado. – Suspiró.
    - Yo te sigo amando, yo te amo, Madara… - Se acercó al mencionado.
    - Acércate más y juro que no respondo. – Se mostró agresivo, mirando con rencor y furia al Senju. – No sólo quieres que sufra quedándome aquí, si no que no paras de decirme hipocresías… - Se rió. – Jamás imaginé que caerías tan bajo… - Miró una vez más al otro. – Ahora me das asco.
    - Ma- Madara… - Lo miró incrédulo.
    - ¿Promesas de amor eterno? ¿Qué si me amas…? ¿Qué si nunca me cambiarías por nadie? ¿Qué me amarías eternamente aún después de tu muerte? – Hablaba con sarcasmo en su voz y se mostró profundamente entristecido, haciendo que sus lágrimas fueran más abundantes que antes. - ¿Dónde quedó todo eso, Hashirama? ¿Dónde? ¡Dímelo! – Le señaló. – Porque yo ya no lo veo… Todo eso…
    - Yo no pienso casarme con Mito, sabes perfectamente que yo sólo… - Le interrumpió el Senju pero no tuvo tiempo para terminar lo que iba a decir.
    - ¿Qué me estás contando? – Cuestionó Madara. – Mira, mejor… Olvídate de mí, yo ya no pienso volver a Konoha ni aunque me maten.
    - Pero Madara… - Suspiró. – Tú y yo hemos fundado Konoha… Hemos crecido como adultos en ella… Es… Es lo que fundamos con nuestro amor…
    - Un amor que ya no existe. – El Uchiha le dio la espalda, llevándose las manos a la cadera, tocando su vientre con sus finos dedos al sospechar de cierto aspecto. – Soy incapaz de perdonarte después de esto – miró de reojo al castaño. – Ahora, te has convertido en la peor escoria que pude haber conocido… Te has convertido en el ser que me ha enseñado a odiar… Porque es así… Te odio, Hashirama, eso jamás cambiará, ya lo verás.
    - ¡Madara…! – Trató de detenerlo pero le fue inútil, el pelinegro ya se había ido… El Senju se quedó ahí y más tarde se dejó caer de rodillas al suelo. - ¡Maldita sea, maldita sea…! – Golpeaba desesperadamente al suelo, sintiendo las lágrimas salir de sus ojos.

    Desde ese momento, pasaron tres meses en los cuales, Mito, quien ahora era la esposa de Hashirama, quedó embarazada de este y Konoha, vivía pacíficamente. No habían noticias sobre Madara Uchiha, nadie sabía si él estaba vivo o muerto, pero no es que alguien se interesara por ese pelinegro a excepción de tres personas: Kakashi, Tobirama y, cómo no, Hashirama. Por otra parte, la aldea shinobi había recibido la visita de Kyuhyun, el tercer hermano de Madara y el cual, se llevó una desilusión al saber más o menos lo que había pasado… Para ser exactos, únicamente le dijeron que el Uchiha, había abandonado la aldea por motivos personales que no debían ser contados. Dentro de dicho clan, había un par de hermanos que vivían en total armonía pero que pronto se trasladaron a vivir con el primo de su madre Mikoto.

    Hashirama vivía el día a día pensando en Madara… Todavía tenía la esperanza de que su amado Uchiha siguiera vivo, algo se lo decía… Deseaba encontrarlo y poder obtener su perdón pero… Parecía imposible… Ese pelinegro tenía el corazón roto en un millón de pedacitos chiquititos, no era posible el poderlo restaurar… Además… Él le odiaba… Y le parecía lo más normal del mundo.

    Por otra parte, Madara se encontraba viviendo lejos de Konoha, exactamente, en la frontera del País del Fuego con la Villa oculta de la Hierba. Estaba esperando un hijo, pues aún continuaba siendo una mujer, no había pasado un eclipse lunar y él, no había vuelto a su verdadera forma. Izuna y Obito vivían a su lado y le cuidaban, al menos, en lo básico, no deseaba ser una carga para sus hermanos.

    En dicha villa, Madara llegó a ser considerado la “mujer” más bella de todas. Muchos hombres pidieron su mano pero todos fueron cruelmente rechazados, además, el shinobi ya dejaba bien claro que, esperando una criatura, no se iba a enrollar con nadie, su único objetivo era hacer sufrir al bastardo que le destruyó la vida de esa manera… Él, que en sus días se alegraba de no poder odiar y sólo hacía falta echarle un vistazo… Ya no era la misma persona de antes o al menos, eso quería aparentar…

    Poco a poco los meses fueron avanzando y finalmente pasaron cinco años. Mito tuvo un niño llamado Daisuke, el cual, se parecía bastante al padre. El chiquillo era de piel porcelana como la madre, su rostro era redondeado, característica que heredó de su progenitora. Sus ojos eran negros brillantes y su cabello marrón oscuro corto, desordenado. La madre lo cuidaba con esmero mientras el padre también lo intentaba pero atendía estrictamente sus obligaciones como Hokage.

    Daisuke era un niño algo enloquecido, literalmente, era alegre y muy simplón que se conformaba con nada. En carácter no se parecía a su madre, si no a Hashirama y tal vez, a su tío Tobirama que se pasaba el día a su lado. A pesar de su corta edad, Daisuke había demostrado tener buenas habilidades como shinobi aunque era muy torpe, una calamidad.

    Por otra parte, muy lejos de Konoha, exactamente en la Villa oculta de la Hierba, en una casa que parecía una mansión con mucho lujo, se encontraba Izuna buscando a otro niño que desaparecía de su vista a la mínima… Había pasado un eclipse lunar y Madara había regresado a su naturaleza de hombre, aunque el hijo del shinobi ya sabía sobre este tema y el pequeño asimiló que fue el líder de los Uchiha quien lo trajo al mundo, siendo su madre aunque parecía que también era como un padre, el chiquillo siempre pensaba que Madara era su madre y entonces, le faltaba una figura paterna.

    Junto a Obito, los hermanos del pelinegro que descansaba en su habitación, buscaban al retoño de este, era la manía de ese crío desaparecer de la vista de todos… Incluso para el hijo mayor de Mikoto: Itachi, se le hacía complicado, más aún porque su hermano Sasuke le pedía atención constantemente, a pesar de las broncas de Fugaku, el marido de Mikoto y ambos, padres de los dos chicos, no servían de nada.

    Finalmente, Obito se encontró al pequeño subido en el árbol centenario de la mansión. Se dirigió a él y se puso a su lado.

    - Al fin te encuentro. – Dijo el adulto. – Eres muy escurridizo.
    - Supongo que es vuestra falta de habilidad lo que hace que no podáis cogerme. – Sonrió el chiquillo. A pesar de su corta edad, era muy insolente, normalmente, tenía tendencias a usar el sarcasmo. - ¿Dónde está el tío Izuna? – Preguntó mientras se reía. – No le veo. – Miró a su tío Obito. – Dime, ¿Se ha perdido?
    - Que gracioso. – Se molestó el otro. – A ver, ¿Tanto te gusta crearnos problemas con tu madre? – Cuestionó ahora el pelinegro de cabello corto, cabía decir que se mantenía su pelo así para no parecer un gemelo de su hermano Madara, aunque bien que podría parecerlo.
    - No es que me guste causar problemas, tío Obito. – Le contestó el menor. – Es sólo que me aburre estar encerrado en esa gigantesca casa.
    - Si tu madre no te dice que puedes salir, no lo harás. – Le replicó el mencionado, cruzándose de brazos… Ese niño rebosaba de una energía casi divina… No paraba quieto ni un segundo o eso creía él.
    - Está bien… - Suspiró pesadamente.

    La verdad es que el hijo de Madara era el peor caso que uno se podía encontrar en su camino… Físicamente, no se le parecía nada a su madre… El chiquillo parecía que iba a ser alto, era moreno de piel, con un cabello castaño oscuro que el menor pretendía dejárselo largo, ya que dos hermosos mechones de cabello decoraban los laterales de su fino rostro. Sus ojos eran negros brillantes, su nariz respingona, sus orejas pequeñas y sus labios eran finos y delgados. El niño entrenaba diariamente, por lo que su cuerpo iba ganando resistencia física y una ideal musculatura que iba marcando sus brazos y fortaleciendo sus piernas.

    Normalmente, el menor tenía la tendencia de ir descalzo, llevar unos anchos pantalones carmines, y simplemente, lleva puesto un poncho color crema con bordes del mismo color que sus pantalones que cubre la parte superior de su cuerpo sin llevar nada debajo. Tiene puestos unos guantes negros sin dedos que dejan los suyos propios al descubierto. En cierto caso, parecía una gota de agua con Hashirama, solo que, la mirada del chiquillo es más despreocupada, en ocasiones seductora de forma inconsciente cuando sonríe.

    - Ven, vamos a dar una vuelta. – Le propuso Obito, bajando del árbol y miró al menor. - ¿Puedes bajar?
    - ¿Me tomas por idiota? – A pesar de esta cuestión, el otro bajó directamente y aterrizó con éxito al suelo. – Creo que antes deberías decirle al tío Izuna que estoy aquí, ya sabes… Lo histérico que puede llegar a ser.
    - Sí tienes razón, vamos. – Sonrió el adulto.

    Los dos entraron en la mansión y empezaron a buscar a Izuna, el cual y más que desesperado, los encontró y se dirigió hacía el más pequeño, zarandeándolo y preguntándole sobre dónde había estado, con quién, etc.

    Para suerte del chiquillo, este supo zafarse de esos empujoncitos de su tío y más tarde se fue con Obito a dar una vuelta. Paseaban por la villa, humilde y sobretodo, tranquila. Aunque el menor no parecía feliz, la verdad y eso, llamó la atención del más mayor.

    - ¿Te ocurre algo? – El adulto miró al pequeño, curioso de la seriedad de este.
    - Tío Obito, lo he estado pensando y… - Suspiró. - ¿Si Madara es mi madre, quién es mi padre?
    - Ah esto… - Se rascó la nuca. – Verás, yo no lo sé. – Mintió.
    - ¿Ah no? – Se sorprendió, todo inocente. - ¿Entonces quién lo sabe?
    - Únicamente lo sabrá tu madre y si ella no te lo quiere decir, pregúntale a tu tío Izuna. – Se rió con torpeza.
    - Está bien. – Sonrió el menor.

    Y así... Empezó una nueva era cuyos tiempos cambiarían en ciento ochenta grados... Donde nadie... Sabría lo que pasaría de ahora en adelante, todos... Siguiendo el curso de la naturaleza...
     
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    espero la siguiente temporada...!!!... esta medio triste el capi...quiero saber el nombre del hijo de madara!!!...cuidate... que te valla bien en tus examenes XD ...salu2
     
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    alma cuando vas a empezar a subir la 2da temporada TT^TT
     
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    hola me lei ya toda la 1 temporada espero que pronto subas la 2 temporada estoy ansiosa por saberlo todo como el nombre del hijo de madara :=nuse: :=nuse: entre otras cosas pero tengo que decirte que ame tu historia :=DFSDFSD: espero que continues pronto besos y estrellas :=amors: :=amors: :=starss: :=starss: :=starss:
     
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    Prrrrp!!
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    Hola buenas a todos, ¿Cómo estáis? Me alegro de que la 1ª Temporada os haya gustado tanto, es una gran alegría para mí y me siento honrada. Sólo escribo este mensaje para hacer saber que estoy repasando lo que escribí de la 2ª Temporada y que pronto empezaré a publicarla, me disculpo así por la tardanza de esta noticia. Únicamente pido unos días más para tener tiempo de leer la 2ª Temporada y continuarla, puliéndola para traeros su estado óptimo.

    Eso era todo, gracias por la paciencia y aunque no deseo haceros esperar, solamente pido un pelín más de espera.
     
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    Y nunca más se supo de ti :'( </3
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