Un viaje hacia la vida: Epílogo

Autora: Zafy (NC-17) - DRARRY

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  1. Kari Tatsumi
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    CAPÍTULO 11




    Se despertó incómodamente caliente y ansioso, se giró hacia un lado y sintió su erección matutina frotarse contra las sábanas, lo que lo hizo emitir un gemido, que cayó rápidamente, recordando que no se encontraba solo en esa habitación, abrió los ojos con lentitud, las cortinas ya estaban abiertas, pero la cama de Malfoy estaba vacía, suspirando de alivio, se dejó caer completamente de espaldas sobre la cama y respiró profundamente, reprochándose su cambio total desde la noche anterior, cuando de pronto se había sentido muy excitado.

    —Buenos días, dormilón —saludó Malfoy, entrando a la habitación en ese momento y haciéndolo pegar un bote en la cama.

    —Hola —saludó Harry, apartándose el cabello de la cara, no le sorprendió que Malfoy ya estuviera listo.

    —Podemos desayunar en el comedor, y luego llevar a Tobby a la guardería, pero debemos darnos prisa, nos espera un realmente largo día —continuó hablando Draco, mientras se acercaba al armario y sacaba un paraguas.

    —¿No crees que un paraguas es demasiado? —preguntó Harry, sintiéndose cómodo para ponerse en pie y mirando hacia la ventana, el cielo estaba algo gris, nada que ver con los días de sol que habían tenido días antes.

    —No, nunca se sabe si va a llover, o qué puede pasar, además lo reduciré y lo meteré en el bolsillo… o en tu mochila, creo que mejor es cargar con tu mochila.

    —Claro… —Harry se estiró y bostezó, sin ningún tipo de pudor, antes de meterse al baño, haciéndole caso a Malfoy.

    Decidieron que mejor era llevar a Tobby primero a la guardería, así se evitarían el tener que dejarlo solo en la habitación, caminaron con lentitud por las pocas calles que los separaban de la guardería, con Tobby caminando entre ellos y cruzándose con mucha gente vestida, aparentemente, para trabajar.

    Madame Paulette los saludó con una sonrisa, y Harry nuevamente quedó algo anonadado escuchando a Malfoy hablar con ella, Tobby no puso muchas pegas en quedarse con ella, y ambos lo siguieron con la mirada hasta que uno de los ayudantes lo llevó tras unas puertas.

    —Espero que realmente esté bien —comentó Harry cuando ambos retornaron al comedor del hotel, era un comedor bastante acogedor, con varias mesas de diferentes tamaños en el que se veía desde familias enteras con niños ruidosos hasta personas solas.

    —Lo estará, no te preocupes, además tiene los hechizos de seguridad —reconfortó Draco mientras el mozo les traía el desayuno.

    Terminaron de desayunar y salieron a las calles de Paris, Draco declaró que por una vez no se le apetecía conducir, además la ciudad parecía mucho más llena de vehículos y gente que los lugares que habían visitado antes. Tomaron un taxi que los llevó hasta las afueras de la enorme Torre Eiffel, cuando habían llegado a la ciudad habían pasado cerca y les había parecido grande e imponente, sin embargo, ahora que estaban de pie delante de ella, ninguno de los dos podía dejar de mirarla con asombro.

    —Vaya —masculló Draco, luego de un momento más, sin despegar la mirada de la Torre.

    —Es… gigante.

    Draco soltó una risita por el comentario de Harry, y Harry, luego de mirarlo con el ceño fruncido por un instante, también río.

    —Pues sí, es gigante —ratificó Draco —tendremos que subir a ella de todas maneras.

    Harry le dio una mirada, confundido con el comentario.

    —¿No subiremos?

    —Acabo de decir que sí, ¿qué tal mañana? Podemos venir temprano y…

    —Espera —interrumpió Harry —pensé que habíamos venido para subir a ella y entrar al mundo mágico que hay dentro —explicó en un susurro, temeroso de que alguien más, que hablara inglés, los escuchara.

    —Oh, ¿pensaste que se entraba por la misma torre? —Draco negó con la cabeza, apreciando la gran fila de personas que había para subir—. No, tenemos otra entrada… ¿te imaginas a los magos haciendo fila con los muggles? Ya hubieran llamado la atención hace mucho.
    Harry tuvo que darle la razón, de haber magos queriendo entrar seguramente muchos de ellos llamarían la atención con el mal tino que tenían para disfrazarse de muggles.

    —¿Entonces?

    —Entonces… vamos por aquí —señaló Draco, avanzando en el sentido contrario de la fila que había para ingresar, sorprendido de que, aún después de tantos años, recordara exactamente como esos niños le habían relatado la forma de entrar al mundo mágico de Paris, además de las referencias de los libros que había estudiado de niño.

    Se encaminaron por Quai Branly, y encontraron un grupo de árboles que, aún sin usar sus varitas, pudieron descubrir mágicos, Draco miró con atención a ambos lados, mientras se encaminaban entre los árboles, nadie parecía prestarles atención, mientras Harry observaba los troncos, con grabados en runas antiguas que no conocía.

    —Aquí es —susurró Draco, mirando con atención las runas.

    —Así parece —asintió Harry.

    —¿Listo?

    —Ajá —aceptó Harry, tomando el brazo que Malfoy le ofrecía, mientras él ponía la varita sobre uno de los troncos, la sensación de magia que los sobrecogió los dejó a ambos sin aire, mientras veían como todo el rededor cambiaba de color poco a poco, hasta ponerse completamente blanco, antes de cambiar de aspecto.

    Ambos jadearon a la vez, maravillados por el interior, Draco, que había leído y visto antes imágenes sobre ese lugar, no se imaginaba lo grande e imponente que se veía, una réplica de la Torre Eiffel estaba delante de ellos, en una abarrotada calle, iluminada por el escaso sol de la mañana.

    —¿Es un… mundo paralelo? —preguntó Harry, sin dejar de mirar la enorme torre y las varias entradas, muchas más que las que había visto en el mundo muggle.

    —Algo así —asintió Draco, mirando también hacia la enorme torre —, según leí alguna vez, es como una ciudad escondida de los muggles, la mantiene la magia, por supuesto, y es completamente segura, no se cruza con ellos en ningún momento.

    —No lo entiendo —negó Harry, mirando hacia Draco una vez más, sus ojos brillaban con ilusión y el escaso sol había por fin logrado que su rostro se sonrojara un poco.

    —Yo creo que no lo sé explicar muy bien… es como el callejón Diagon, está allí, en Londres, pero no figura en los mapas de los muggles, aunque sí usa su espacio.

    —Pensé que era espacio que ellos consideraban abandonado, como San Mungo.

    —Pero aún así figura en sus mapas, como un edificio. Esto es diferente a un edificio, es una ciudad, como el callejón Diagon, que no aparece por ningún lado, pero mucho más grande, es como una burbuja creada en torno a la Torre Eiffel.

    —No me dirás que ésa torre muggle también la hizo un mago.

    —No —negó rápidamente Draco, mirando hacia Harry y sonriendo —, pero creo que los magos se sintieron muy celosos de ella y crearon esto.

    —¿Y por dónde empezaremos?

    —No tengo ni idea —negó Draco, mirando hacia la calle, llena de tiendas, cafés y luego hacia la torre y todas las entradas, que, con letreros en movimiento y de colores llamativos, invitaban a pasar a los magos a ver museos y las mejores vistas de Paris mágico y muggle.

    —Genial —asintió Harry, Draco le dio una mirada confusa —, por lo general sabes qué hacer y a dónde ir, es maravilloso que por una vez te encuentres igual de perdido que yo.

    —Jo, sí, claro, mira tú que gracioso.

    —En el fondo sé que te agrado —se burló Harry, pasando, con una confianza que no se conocía, un brazo sobre el hombro de Draco.
    Draco abrió la boca para replicar, pero el gesto lo sorprendió, giró un poco más el rostro, hacia Potter, y se encontró con su sonrisa franca y sus ojos, aún bajo los lentes, iluminados e ilusionados, y por un instante no supo qué decir.

    —No era para que respondieras… —suspiró Harry, apartándose de él.

    —Tonto —negó Draco, jalándolo un poco más —, claro que me agradas, pero muy en el fondo, y no lo admitiré a nadie ni bajo tortura.
    Harry sonrió un poco más tranquilo e hizo un gesto hacia la calle abarrotada.

    —No creo que terminemos en un solo día.

    —Yo tampoco, así que… ¿qué esperamos? —preguntó Draco, empezando a caminar, Harry lo observó un instante, alejándose, y sonrió, pensando en lo tonto que había sido antes en no notar lo fácil que era divertirse con Malfoy.

    —Espérame —pidió, alcanzándolo antes de que se metiera a la primera tienda turística que había en la calle.

    Luego de entrar a una de las tiendas más grandes de libros y turismo, Harry salió con un chistoso diccionario entre las manos y Malfoy con un gran mapa mágico que le decía en cinco idiomas diferentes, a ser escogidos por el mago que lo usaba, la forma más rápida de llegar a determinado lugar.

    —Por lo menos aprenderás algo de francés —sonrió Draco, observando de reojo el libro de color oscuro que Harry tenía abierto entre las manos.

    Harry asintió y miró hacia las páginas en blanco, no muy seguro aún de cómo funcionaba eso, abrió los ojos un poco más cuando las palabras se formaron con tinta verde:

    —“Je l'espère”(1)

    Repitió lo que el diccionario le dijo, en voz baja y algo avergonzado; Draco soltó una risita, mientras él descubría que se trataba de un diccionario parlante.

    —Así no —rechistó el diccionario, con una voz parecida a la de Hermione cuando estaba enfadada —Je l'espère—se escuchó en voz alta y lenta.

    —Oh… ¿no había uno que no fuera parlante? —protestó Harry, cerrando el libro y metiéndolo en la mochila de mala manera, estuvo seguro de escuchar al diccionario replicar pero no le prestó atención.

    —Así no aprenderás —le reprochó Draco, mientras observaba el mapa.

    —No quiero aprender, te tengo a ti de traductor.

    —Ya decía yo que mi padre tenía razón y para algo útil me serviría aprender tantos idiomas —bufó Draco, negando con la cabeza.

    —¿Cuántos idiomas sabes? —preguntó Harry, curioso, mientras seguía a Draco nuevamente hacia una de las entradas de la Torre Eiffel, allí también había fila para entrar, pero no tan larga como en la de la calle muggle.

    —Varios —Draco se encogió de hombros y levantó una mano para contar: —Inglés…

    —Ese también lo sé yo —interrumpió Harry, sonriendo de manera algo engreída.

    —Y con las justas —se burló Draco, disfrutando la manera en que Potter entrecerraba los ojos, debía admitir que meterse con él sí que era divertido, sobre todo ahora que tenía cada vez más confianza en que no se ofendería —, decía —continuó, aclarándose la garganta y levantando un dedo más: —francés, italiano, español, alemán y algo de ruso… —suspiró mientras avanzaban un poco más en la fila —, el ruso no me gusta tanto… no sé porqué, quizá porque fue el último que intenté aprender.

    —Tal vez porque tu cabeza ya estaba llena de demasiados idiomas —masculló Harry, por qué negarlo, maravillado de la capacidad de Malfoy para hablar varios idiomas.

    Draco soltó una carcajada.

    —Eso no tiene nada que ver, planeaba empezar el año siguiente con el chino y el japonés, ya sabes, negocios por Asia, está de moda.

    —¿Ya no lo estudiarás? —preguntó Harry, mirando hacia una gran familia que estaba a unos metros de ellos, los padres trataban de controlar a los cuatro niños que saltaban de un lado al otro mientras pagaban la entrada.

    —No lo creo —negó Draco, mirando hacia el mapa y luego sacando de su bolsillo la cantidad de dinero que se requería para entrar, era una suerte que aceptaran tanto dinero muggle como mágico, pues no había tenido tiempo de hacer cambios de monedas y sólo tenía dinero muggle.

    —¿Por qué?

    —Ya no tengo tiempo —respondió Draco desinteresadamente, cavilando otra vez en la sentencia de muerte que pesaba sobre él, se sintió enfadado con Potter por recordárselo.

    —¿Eso qué quiere decir? —preguntó Harry, mirando con atención el precio de las entradas para luego anotarlo en la lista que llevaba con la cuenta de lo que le pagaría a Malfoy al volver a Inglaterra.

    Draco le dio una mirada confusa.

    —Qué ya no habrá tiempo —aclaró Harry.

    —Ah… me refiero a que no tengo tiempo, muchas cosas que hacer… cosas de familia —arguyó Draco, no se había dado cuenta de que había soltado ese comentario en voz alta.

    —Si lo quieres estudiar deberías darte tiempo, y si no lo quieres intentar, no lo hagas, seguro que puedes buscar traductores, o que con los que hagas negocios hablen cuanto menos inglés, pero no creo que te sea tan difícil aprenderlo, con tantos idiomas en tu cabeza no debe ser un problema, después de todo.

    Draco sonrió un poco, por lo inocente que le sonaba ese comentario, pero no le respondió nada, pues ya habían llegado a la boletería y tenía que pagar las entradas.

    *O*O*O*



    Subieron por un gran elevador hasta el quinto nivel de la Torre Eiffel mágica, donde había un museo que retrataba la historia de Francia, tanto mágica como muggle, la forma como sus guerras se habían entrecruzado e incluso la manera en qué habían creado la ciudadela mágica.

    Lo que más les gustó a ambos fue la vista de la ciudad, hacia un lado de lo alto de la torre podían ver la ciudadela mágica, un entramado de varias calles con letreros en movimientos y magos y brujas caminando por todos lados, mientras que al otro podían ver la ciudad muggle de Paris, con los campos Elisios, los teatros y museos, era una vista superior a la que podrían haber obtenido de la zona muggle.

    —De todas maneras iremos al lado muggle, no puedes venir a Paris y no subirte allí —anunció Draco, ambos estaban en lo más alto del observatorio, sentados en una banca de madera clara y aparentemente antigua, Harry sonreía y asentía mientras Draco le señalaba los lugares más conocidos de la cuidad muggle.

    —¿Tú ya has venido antes? —preguntó Harry, observando el Mouling Rouge, lugar al que Draco había proclamado en más de una ocasión, estar ansioso por visitar.

    —Claro... unas cuantas veces.

    —Pero no subiste a la torre Eiffel, ni entraste a la ciudadela mágica —rebatió Harry, inclinando el rostro un poco para observar la ciudad.
    Draco hizo un mohín de descontento y negó con la cabeza.

    —No, no lo hice.

    —Pero acabas de decir que...

    —No tenía tiempo para eso, cuando vine fue para acompañar a mi padre a hacer negocios, no de paseo.

    —Ah... —Harry arrugó un poco el ceño y luego giró para encarar a Draco, su sonrisa había desaparecido y parecía algo enfadado, extrañamente empezó a sentirse mal por haber provocado eso, deseó que no dejara de sonreír, se veía muy bien cuando lo hacía.

    —Mi padre... mi familia, mejor dicho, tienen la idea de que los negocios son primero, el tiempo desperdiciado en un viaje de este tipo es oro desperdiciado, y no se refieren al oro que se gasta en esto, sino al oro que se deja de ganar al no usar el tiempo en algo productivo —Draco se encogió de hombros y miró un instante hacia Potter, que lucía francamente sorprendido —, creo que por eso ando en mi etapa de rebeldía, ya te lo había explicado antes...

    —No tiene sentido —Harry suspiró —, lo que hace tu familia —aclaró —, no eres una máquina de generar oro, sino una persona que tiene derecho a hacer lo que se le dé en gana, no son tus dueños.

    Draco soltó una triste carcajada.

    —Lamentablemente, Potter, sí lo son, soy su heredero, el que preservará el apellido, el linaje, la pureza de sangre, la fortuna y no sé cuantas estupideces más.

    —No lo eres —rebatió Harry, dejando de mirar hacia Draco y mirando nuevamente hacia la ciudad muggle —, eres Draco, un tipo algo odioso, pomposo, creído y estresante, pero con el derecho de hacer lo que se le dé en gana, y si eso es recorrer el mundo en auto, acompañado de un perro y secuestrándome... —se encogió de hombros y sonrió un poco al escuchar la carcajada de Draco —, pues qué se le hace, así eres, y si no te aceptan como tal, que se jodan.

    Draco rió mucho más fuerte, incapaz de contestar algo hacia la declaración de Potter.

    —Gracias —dijo finalmente, cuando pudo hablar correctamente, mientras Potter seguía mirando la ciudad —usaré ese argumento la próxima vez que mi padre me moleste con eso.

    Harry soltó una carcajada.

    —Claro, no olvides la parte de odioso, pomposo y estresante.

    —Y creído —agregó Draco, no creyendo que se estaba burlando de sí mismo.

    —¡Cierto!, eso también.

    Almorzaron en un restaurante de la planta alta de la Torre mágica, descubrieron además que en realidad podían pasar desde allí al lado muggle, dentro de la torre, por medio de un pasaje, pero decidieron dejar eso para el día siguiente. Por la tarde se entretuvieron en las tiendas de deportes y los cafés que había en la calle, cuando oscureció abandonaron la zona mágica, sabiendo que debían volver por Tobby.

    Pese a que ya estaba todo oscuro, ambos estuvieron de acuerdo en regresar caminando, la ciudad los invitaba a recorrerla lentamente, apreciando los parques y la construcción de las calles.

    —¡Te lo dije! —gritó Draco, victorioso, mientras abría el paraguas, cuando las primeras gotas de una fina lluvia comenzaron a caer.

    —Eso es porque seguramente leíste el reporte del tiempo —bufó Harry, mirándolo enfadado, mientras sentía como su camiseta comenzaba a empaparse.

    —Vamos, no seas mal perdedor —continuó Draco, pegándose un poco a él para que el paraguas los cubriera a ambos.

    Harry le dio una mirada sorprendida, había pensado que tal vez Malfoy duplicara el paraguas, no que se ofreciera a compartirlo de esa manera tan natural, la confianza entre ellos estaba creciendo a pasos agigantados, ahora era más fácil hablar con él, compartir cosas, y no sólo materiales, sino también confesiones, como cuando Malfoy le había hablado de su familia, algo que Harry jamás había imaginado.

    —Debemos apresurarnos a llegar por Tobby... aunque no hay forma de que lo protejamos de la lluvia —suspiró Harry, imaginando al perro empapado.

    —Oh... pero podemos aparecernos —razonó Draco, mirando hacia la calle y sonriendo —o hacerle un hechizo de secado... ya se nos ocurrirá algo.

    Tobby los recibió con un par de ladridos y su típica meneada de cola, lanzándose sobre ambos, solo que esta vez ellos ya estaban preparados para eso y lo sujetaron con fuerza. Madame Paulette les dijo que Tobby se había portado muy bien y que ya había cenado, tal como ellos le habían pedido, además de haber sido sacado a pasear, junto con otros perros, durante la tarde.

    Cuando salieron de la guardería la lluvia ya había cesado, caminaron con lentitud, hablando de los planes para el día siguiente, hasta su hotel, donde un bus bastante grande estaba estacionado delante, y un gran grupo de chicos y chicas, usando camisetas de mangas cortas y shorts bajaban, haciendo gran alboroto.

    Hubo un par de chicos que se les quedaron mirando con atención, mientras ellos se detenían en la puerta para dejarlos pasar, Draco sonrió con la coquetería que tenía costumbre, mientras Harry se sintió algo incómodo.

    —Y allí va otro admirador tuyo —se burló Draco, en cuanto los chicos pasaron la puerta.

    —Creo que tuyo —negó Harry, jalando un poco más de la correa a Tobby para que se quedara quieto.

    —En verdad esos lentes deben estar dañados, no eres capaz de reconocer un coqueteo ni aunque aparezca con letras luminosas delante tuyo.

    —No es cierto.

    —Vaya que sí lo es, como el chico del restaurante aquel, él que quería que fueras de fiesta con él.

    —En mi defensa diré que no prestaba realmente atención —se defendió Harry.

    —Ya... iré a averiguar lo de los teatros a recepción —dijo Draco, terminando con la conversación.

    —Yo espero aquí —suspiró Harry, acomodándose en uno de los cómodos sillones del vestíbulo y jalando a Tobby para que se sentara junto a él.

    —Luego iremos a cenar —prometió Draco, se moría de hambre, pero debía subir a la habitación a tomar las pociones de la noche, aquella tarde la cabeza le había estado doliendo un poco y no quería enfermarse delante de Potter nuevamente.

    Harry se quedó mirando hacia el grupo de chicos, que iban con un guía turístico que trataba de hacerse escuchar sobre el sonido de sus risas y burlas, mientras entregaba las llaves para acceder a las habitaciones.

    Cuando uno de los chicos que se les había quedando mirando en la entrada pasó por su lado, le sonrió ampliamente.

    —Bonjour —le dijo el chico, Harry sintió sus mejillas enrojecer, pero aún así sonrió un poco y respondió en inglés.

    —Hola.

    En ese momento Tobby se puso en pie y ladró, distrayendo a Harry, que trató de evitar que el perro saltara sobre el turista, cuando miró nuevamente el chico se alejaba ya, mirándolo sobre el hombro y sin dejar de sonreír, Harry tuvo una vista amplia de su perfecta espalda, su trasero apretado en los pantalones cortos y su piel bronceada, su cabello era castaño claro y corto y sus ojos color miel, que contrastaban perfectamente con el tono de su piel.

    —¿Reconsiderando? —preguntó Draco, demasiado cerca de él, lo que hizo que Harry se sobresaltara, lanzándose hacia atrás, Tobby se removió incómodo y el chico, que aún permanecía mirándolo, hizo un pequeño mohín mientras se perdía por las escaleras. Entonces Draco soltó una carcajada.

    —Me asustaste.

    —Lo noté —aceptó Draco, dando la vuelta al sillón —, me preguntó: ¿en qué habrás estado pensando?, que saltaste de esa manera.

    —En nada.

    —Oh, él se decepcionará si lo has estado mirando de esa manera y no has estado pensando en nada.

    —Tonto —bufó Harry, poniéndose en pie y jalando a Tobby, se preguntó si el sonrojo en sus mejillas desparecería algún día.

    —Son neozelandeses, están haciendo un tour por toda Europa en bus y se quedarán aquí por cuatro días —informó Draco, sonriendo hacia Harry y algo divertido por su incomodidad.

    —Vaya... ¿hablaste con el guía turístico? —preguntó Harry, sarcásticamente, mientras entraban al pasillo donde se encontraba su habitación.

    —No, con el de recepción.

    —Pensé que te ponían más los guías turísticos —continuó Harry, soltando a Tobby de la correa y caminando hacia la ventana abierta, las calles se veían aún algo húmedas, pero parecía que la lluvia no volvería.

    —Qué celoso —canturreó Draco, antes de encerrarse en el baño, no alcanzó a ver la mirada interrogante de Potter, mientras cerraba la puerta.

    —No estoy celoso —contestó Harry en voz baja, mientras miraba a Tobby, que se había acurrucado en la esquina en la que había decidido dormir, el perro inclinó la cabeza hacia un lado y Harry casi estuvo seguro que había reproche en esa mirada —No lo estoy —afirmó nuevamente, con más fuerza.

    —¿No estás qué? —preguntó Draco, saliendo en ese momento, Harry giró a mirarlo, parecía mucho más fresco y relajado que antes.

    —Nada, hablaba con Tobby —respondió Harry.

    —Oh, pensé que hablabas pársel, no perruno —comentó Draco.

    Harry inclinó la cabeza hacia un lado, y tardó un poco en darse cuenta de que Malfoy seguía tomándole el pelo, antes de soltar una carcajada.

    —Ya no puedo hablar pársel —dijo cuando se calmó.

    —¿Qué?

    —Ya no lo puedo hablar —contestó Harry —, cuando Voldemort...

    —No tienes que decir su nombre.

    —O tú que temerle —regañó Harry, no creyendo que en verdad Malfoy le temiera al nombre.

    —No le temo, es sólo que es desagradable escucharlo.

    —Como sea, cuando el murió, al parecer perdí el don... es una historia larga y complicada —se encogió de hombros Harry, esperando que en verdad Malfoy no quisiera continuar con sus preguntas.

    —De acuerdo —asintió Draco, percibiendo la incomodidad en Potter —, vayamos a cenar, hoy se me antoja pizza, ¿qué dices?

    —¿Pizza en Paris? ¿Qué acaso eso no es en Italia?

    *O*O*O*



    Draco abrió los ojos, alertado por algún sonido a su derecha, se giró rápidamente, para ver la silueta de Potter, iluminada por la luna, al pie de la ventana, parecía completamente concentrado en la calle. Se puso en pie con lentitud, tratando de no hacerlo sobresaltar y caminó hasta estar a su lado.

    —Lo siento —se excusó Harry, mirando hacia Malfoy un instante, antes de regresar su mirada a la aún iluminada Paris —, no te quise despertar.

    —No importa —bostezó Draco, mirando también hacia la calle, tenían una buena vista desde allí —¿qué hora es?

    —Como media noche, creo...

    —¿Y qué estás haciendo aquí? ¿No podías dormir?

    —Sólo miraba y pensaba un poco —se encogió de hombros Harry —, nunca había pensado que estaría en Paris, la ciudad se ve muy bonita a esta hora.

    —Vaya que sí —asintió Draco, mirando hacia las calles y apoyándose contra la pared.

    —No tienes que acompañarme... si quieres me hecho a dormir de una vez —suspiró Harry, realmente no había querido despertarlo, simplemente apreciar el lugar y pensar un poco, últimamente habían demasiadas cosas dentro de su cabeza, ya no solo la guerra y todas las consecuencias, o su vida después de eso, sino que también cuál sería su futuro, y qué es lo que pasaría cuando al fin regresaran a Inglaterra.

    —No me molesta hacerlo, a menos que quieras... estar solo, si es así no me importaría dejarte y...

    —No, claro que no, sólo pensaba en algunas cosas...

    —¿Te gusta cómo se ve la ciudad? —preguntó Draco, luego de un momento más de silencio.

    —Sí, me hace pensar en todo lo que hay por ver... en todas las cosas que no he hecho aún y que pude no haber hecho si es que... —Harry se encogió de hombros, algo incómodo, la mano de Malfoy sobre su brazo no lo hizo asustarse, sino sentirse reconfortado.

    —Vamos, podemos dar una vuelta —resolvió Draco, apretando un poco más el brazo de Harry antes de soltarlo.

    —¿No crees que es muy tarde?

    —No, además, no quiero caminar —Draco se apartó y caminó hacia el armario, sacando las dos escobas que no habían vuelto a probar desde su pelea, varias semanas atrás, le parecía que aquello había pasado hacía demasiado tiempo, como si se tratase de una vida y realidad diferente.

    —¿Volaremos? —preguntó Harry, recibiendo la escoba de manos de Malfoy.

    —Sí, pero juntos esta vez, ¿qué dices, te apetece?

    Harry miró hacia la escoba y luego hacia el cielo iluminado de Paris y asintió con entusiasmo.

    Ambos se pusieron sus abrigos oscuros y dieron una mirada más a Tobby, el perro permanecía completamente dormido en el lado más alejado de la primera habitación, luego de eso abrieron la ventana y se lanzaron hacia la noche.

    Harry rió a carcajadas, jugando con Draco y haciendo carreras, mientras se elevaban más y más, hasta que tuvieron la ciudad completamente a sus pies, apreciarla de esa manera fue maravilloso, ambos quedaron impresionados de lo imponente e iluminado que era todo. Sobrevolaron por los campos Elisios, sin hablar entre ellos debido al viento que hacía, entonces a Draco se le ocurrió una idea y le hizo señas a Potter para que lo siguiera.

    Harry entrecerró los ojos, algo cegado por las luces de la torre Eiffel, pero aún así no se detuvo, volando detrás de Malfoy y tratando de repetirse que el que el cuerpo de Malfoy se viera de esa manera tan sexy y apetitosa sobre una escoba sólo era una mezcla del efecto de las luces y la abstinencia a la que estaba sometido.

    Draco dio una vuelta completa a la torre, antes de encontrar un lugar dónde poder descender, debajo de las antenas de televisión muggle.

    —¿Seguro que podemos estar aquí? —preguntó Harry, bajando a su lado y desmontando de la escoba, se sujetó con fuerza a él, movido por el viento y temiendo caer.

    Draco no respondió, hizo un hechizo de bloqueo, que apartara el viento de ellos para que estuvieran más cómodos, y se sentó en el piso, con las piernas cruzadas, dejando la escoba a un lado, jaló un poco a Potter para que se sentara junto a él.

    —No creo que esté permitido que dos magos estén aquí a esta hora —aceptó Draco —y seguramente la magia hará que las señales de las antenas se distorsionen un poco, pero a quién le importa, me apetece estar aquí ahora.

    —Claro, el rebelde sin causa —suspiró Harry, mirando hacia el paisaje, si había estado impresionado antes, ahora estaba simplemente anonadado.

    Ambos permanecieron en silencio por mucho rato más, hasta que Harry sacó del bolsillo del abrigo un paquete de cigarros, encendiendo uno y ofreciéndole a Malfoy, que asintió y encendió el suyo.

    —Gracias —dijo entonces Harry, hablando con la voz más calmada que Draco le había escuchado alguna vez —, ya te lo he dicho antes, pero no de la manera adecuada —agregó, sonriendo tímidamente hacia Malfoy, que lo miraba de manera extrañada. Y Harry lo decía sinceramente pues, sentado allí, apreciando Paris de noche y teniendo una nueva perspectiva del mundo, se dio cuenta de cuánto le debía a Draco, de que no le bastaría la vida para agradecerle por lo que había hecho por él.

    —Ya te dije que no es nada —negó Draco, mirando hacia Potter y sintiendo algo cálido en el pecho, apreciándolo: el sonrojo en sus mejillas, el brillo en sus ojos, ahora parecía una persona llena de vida, era un cambio que había notado desde antes de partir de Ostende y que le complacía apreciar, era una señal de que al final no lo había hecho tan mal, que al final sí podría estar tranquilo por él cuando llegara el momento.

    —Sí que lo es —replicó Harry —, salvaste mi vida, Malfoy, más de una vez, y nunca terminaré de agradecértelo.

    Draco sonrió un poco y le dio una calada más al cigarro, apreciando las luces que se perdían hasta el horizonte.

    —Ya sabes qué es lo que quiero a cambio, Potter —le dijo Draco, luego de un momento más —, simplemente que aprecies lo que tienes, que no dejes que las cosas malas se sobrepongan a las buenas —agregó, recordando una de las frases que Potter le había dado un tiempo atrás, cuando había tenido una crisis.

    —Sobre eso... —Harry se removió algo incómodo y finalmente estiró las piernas, adelantándose un poco —yo quisiera contarte...

    —No tienes que hacerlo, es decir, prometí que no tenías que abrir tu alma y todo eso... —interrumpió Draco.

    —No, no tengo que hacerlo, efectivamente, pero quiero hacerlo. —Admitió Harry, volteando a mirarlo un instante, antes de volver a mirar la ciudad —Yo creo que nunca he hablado con nadie sobre la guerra, sobre lo que me pasó a mí o a mis amigos durante ese tiempo, ni siquiera toqué el tema alguna vez con ellos, los rehuía cuando querían hablarlo… Duró casi un año... sé que debes estar más o menos al tanto de todo, pero nadie sabe todo lo que fue eso...

    Draco se mordió el labio inferior y asintió, posando una mano sobre el hombro de Potter y apretándolo con suavidad, dándole ánimos para continuar.

    —Aunque una vez que la guerra se desató, eso duró más o menos un año, nosotros ya peleábamos desde antes, desde que estaba en cuarto año y él volvió, planeando cómo detenerlo... la profecía de la que tanto se habló durante ese tiempo era cierta, uno de los dos tenía que morir a manos del otro, y hasta que eso no pasara, ninguno podría vivir —empezó a narrar Harry, con voz baja y calmada, apoyándose en una de las columnas, sin mirar a Malfoy —, así que por mucho tiempo pensé que una sentencia de muerte pesaba sobre mí. Luego de que Sirius, mi padrino, muriera en el Ministerio, las cosas se pusieron peores, yo sabía que en el fondo era mi culpa, que pude haber actuado de manera más prudente... pero la desesperación me llevó a buscarlo y tratar de salvarlo, para darme cuenta de que todo era una trampa.

    —Cuando Sirius murió, la culpa no me dejó vivir por mucho tiempo, pero luego, en el sexto año, cuando Voldemort te tenía amenazado y las cosas se pusieron peores, relegué esa culpa lejos, tratando de concentrarme en lo que verdaderamente importaba, en destruirlo antes de que él alcanzara su máximo poder. Dumbledore murió poco después de que tú te marcharás, debes haber escuchado la historia de Snape poniendo punto final a su vida, aunque en realidad al final me enteré de que él no nos había traicionado, sino seguido instrucciones claras del director. —Harry suspiró y Draco le apretó un poco más el hombro, dándole confianza para que continuara

    —Pasamos mucho tiempo escapando de los cazadores de hijos de muggles y de los mortífagos, temiendo por nuestras vidas y por nuestra seguridad, Voldemort había hecho algo... prometí no contar mucho sobre esto, simplemente diré que había encontrado la forma de repartir su alma, de tal manera que no muriera, aunque el precio era regresar en ese espectro en el que se convirtió —Harry negó con la cabeza y sonrió al recibir el cigarro encendido de manos de Draco.

    —En fin... cuando logramos destruir todo lo que hacía que él no pudiera morir, la guerra se hizo mucho más agresiva... Nos refugiamos en Hogwarts, donde estaba la última de esas cosas que lo hacían inmortal. Tras un día entero de batalla los mortífagos hicieron un fuerte delante de la escuela, y nosotros quedamos sitiados en Hogwarts, junto a todos los que nos querían ayudar, los miembros de la orden, los alumnos que estaban de nuestro lado... había mucha gente, pero también había mucha gente de parte de los mortífagos fuera, esperando para acabar con nosotros…

    —Escuché sobre eso, fue el final de la guerra, pero duró bastante... —intervino Draco, recordando las cartas en las que sus amigos le relataban como todos vivían a sobresaltos, esperando que finalmente las cosas se decidieran.

    —Doce días exactamente —masculló Harry —, para ese entonces yo ya había tenido ciertas dudas, ¿sabes?, y no me refiero a sobre la guerra, sino a sobre mi sexualidad, había estado tonteando con Cho en quinto año, pero en sexto año todo se volvió complicado y no lo pensé mucho, durante el tiempo que vivimos escapando tampoco tuve tiempo de cuestionármelo, pero una vez encerrados en Hogwarts, con la perspectiva de morir en cualquier momento, empecé a cuestionarme sobre todo lo que no podría hacer... tener una familia, una novia, o novio, o sexo... —Harry soltó una pequeña carcajada y negó con la cabeza —, parece ridículo que alguien piense en esas cosas cuando está a punto de morir.

    —No lo creo —negó Draco, comprendiendo a Potter perfectamente.

    —Habían largos periodos en los que nada pasaba, en que el silencio y la quietud eran demasiado tensos, pensaba que me podría volver loco en cualquier momento, tenía tantas cosas enredadas... entonces Seamus, ¿te acuerdas de él?

    —Sí, claro, Gryffindor, ¿qué pasó con él? No he sabido nada de él en mucho tiempo.

    —Murió. —Draco no supo qué responder a eso; Harry cerró los ojos un instante, recordando al fin su rostro, por mucho tiempo no había podido hacerlo y se sentía muy culpable por ello —. Fue durante la batalla, él y Dean al parecer tenían algo juntos... aunque no lo supe hasta que fue tarde, él había estado siempre cerca de nosotros y durante la estancia en Hogwarts no fue la excepción, yo sabía que él era gay, y dos noches antes de que todo terminara, tomé el valor que requería y le insinué lo que quería, sin darme cuenta de pronto estábamos encerrados en uno de los dormitorios vacíos, los de primer año se habían ido ya a casa y había mucho espacio... Te imaginas ya lo que pasó.

    —Oh... ¿entonces tú y él...?

    Harry sonrió un poco.

    —Sí... fue muy amable conmigo —comentó, sonrojándose un poco ante el recuerdo de esa primera vez, lleno de nervios y ansiedad, la forma como habían estado juntos por horas, como había explorado su cuerpo, como lo había tocado y se había dejado tocar ... —, Dean se enteró al día siguiente, yo no sabía que tenían algo, Seamus dijo que habían estado peleados por días y que lo quería, pero que también le gustaba yo, y mucho, que no me preocupara, que luego de que todo terminara las cosas se arreglarían... Dean nunca se perdonó todo lo que le dijo esa mañana, cuando se enteró de lo que había pasado... aún no me habla, y no creo que lo haga nunca más, y no lo puedo culpar.

    —Esa mañana la batalla final estalló, y aunque fueron más de veinticuatro horas de lucha, todo pasó muy rápido, los perdí de vista y no los volví a ver ni a saber nada de ellos... ni siquiera me preocupé por Seamus hasta que todo terminó... —Harry suspiró, negando con la cabeza —, me estoy enredando, lo siento... Fue así: Voldemort dijo que la forma en que todo terminaría sería si es que yo me entregaba, luego de tantas horas... de ver a uno de los gemelos Weasley, y a otros chicos cuyos nombres ni siquiera conocía, morir, de ver a mis amigos: Ron y Hermione, batallando y cerca de la muerte en más de una ocasión, no pude más y salí del Castillo a escondidas, dispuesto a entregarme, claro que se necesita mucho para engañar a mis amigos... —Harry negó con la cabeza y sin darse cuenta se apoyó un poco en el cuerpo de Malfoy, que lo envolvió con su brazo, haciéndolo sentirse reconfortado.

    —…cuando llegué hasta él, quiso matarme, pero no pudo... es algo extraño y enredado, y al igual que antes, no hay mucho que pueda decir al respecto, sólo que luego de lanzarme un AvadaKedabra, ambos caímos al piso, los mortífagos se preocuparon mucho por él, lo que los hizo descuidar la vigilancia, cuando se puso en pie yo también lo hice, sentía que me moría de dolor, y por su expresión, él tampoco se sentía muy bien, luego fue todo confuso, él levantó la varita, y quiso repetir la maldición asesina, pero Neville, Ron y Hermione se habían colado cerca de mí y lanzaron mi varita, la que había dejado antes de salir del Castillo, entonces simplemente reaccioné por instinto: él lanzó un AvadaKedabra y yo un protego. Quisiera decir que recuerdo algo más, la forma como su cuerpo cayó o como es que finalmente murió, pero no es así, cuando desperté estaba en la enfermería, habían pasado tres días y la paz se estaba al fin instaurado.

    —Nadie sabe realmente qué pasó durante esa batalla —relató Draco, recordando hechos que no había meditado desde hacía muchos años —, sólo que el Lord perdió y que los mortífagos crearon un gran alboroto tratando de escapar.

    —Mentiría si dijera que recuerdo exactamente cómo es que la guerra terminó…

    —Hay cosas que son mejor no recordar…

    —Si… es cierto. —aceptó Harry, suspirando cansadamente —. Durante el tiempo que estuve inconsciente vi muchas cosas, soñé con el director y con mis padres, con Sirius y con Remus, cuando desperté estaba seguro de que Remus había muerto porque lo soñé junto a todos los que ya habían partido... Fue muy difícil para mis amigos contarme las cosas que habían pasado por esos días, darme la lista de los que habían muerto, sabían lo que había pasado entre Seamus y yo porque Dean hizo un gran alboroto, y temían por mí al enterarme de la muerte de quien fuera mi amante... Sé que ellos quisieron entenderme, consolarme, pero no encontraron la forma… o tal vez yo no dejé que se acercaran a mí lo suficiente para hacerlo. Murieron sesenta y dos personas: cuarenta eran alumnos de Hogwarts, tres eran profesores, cuatro eran padres de alumnos que se habían quedado en Hogwarts y que no pertenecían a la orden pero querían ayudar, y quince eran miembros de la orden del Fénix —Harry encendió un cigarro más, varias de las luces de la ciudad se fueron apagando, pero aún así todo se veía bastante hermoso.

    —Lo lamento mucho, sé que no estuve allí, y no hay forma de que entienda, pero, realmente lamento que hayas tenido que pasar por eso —dijo Draco, sin saber qué más decir.

    —Hermione había hecho una lista —continuó Harry, sin mirar a Draco —, yo la leí tantas veces, ubicando los rostros de los que conocía, intentando recordarlos... hasta ahora me sé la relación de nombres completa, tal como Hermione la hizo...

    Draco negó con la cabeza lentamente, aunque sabía que Harry probablemente no lo vería; luego de un instante más, Harry continuó:

    —Desde cuarto año, cuando él volvió, empecé a tomar esporádicamente las pociones para dormir sin sueños, sólo algunas veces, nunca pensé que fuera un gran problema, la verdad, y nunca había sentido la necesidad real de tener que tomarlas, pero, cuando la guerra terminó, luego de despertar tras estar inconsciente, me habitué más a ellas, sin embargo, en las mañanas despertaba cada vez más adormecido, y tampoco era muy recomendable porque los demás se podrían dar cuenta, así que descubrí pociones estimulantes, que me ayudaban a despertar por completo... durante semanas nadie se preocupó por mí o lo que me pasara, todos estaban ocupados enterrando a los caídos, atrapando mortífagos y tratando de recomponer el mundo... Cuando los Weasley descubrieron mi adicción tuvieron una dura conversación conmigo... Bill y Fleur me dieron a Layca, ya te conté sobre ella —Draco asintió, comprensivamente —al principio fue duro y difícil, pero intentaba mejorar, aunque en las noches, cuando trataba de dormir, podía ver los rostros de los que habían muerto, de Seamus, recordar la pelea entre él y Dean... sus palabras... lo último que Remus me había dicho, o la última broma que Fred le gastó a Ron…. pero lo seguí intentando, aunque a veces no me contenía y tomaba una poción para dormir.

    —Me mudé a la casa de mi padrino, pese a que todos decían que no estaba preparado para vivir solo, tenía mi vida ahora y quería hacer lo que se me diera en gana con ella; comencé a salir en las noches, y quisiera decir que simplemente conocí a la gente equivocada, pero lo cierto es que yo estaba buscando eso... no me podía sentir libre o feliz sabiendo que había sobrevivido en una batalla que era enteramente mía, cuando en realidad muchos que no debían siquiera haber estado allí, habían muerto. Mis amigos y los Weasley pensaron que estaba mejorando, pero no era así... no del todo, había días en que no salía de la cama, no tenía fuerzas para hacerlo, y otros en que me perdía con chicos que apenas conocía, probando drogas y cosas extrañas... pese a eso logré ponerme a estudiar... y verdaderamente mejoré mucho, los estudios eran exigentes y abarcaban mucho de mi tiempo —Harry se removió un poco, y Draco lo abrazó con más fuerza, quiso preguntarle qué había estado estudiando, pero se contuvo, por no interrumpirlo, no ahora que parecía estar limpiando su alma de esa manera —, por un tiempo logré tener controladas las adicciones, tanto a las sustancias mágicas como a las muggles, ya sabes, sólo los fines de semana, o cuando no tenía clases, pero luego... simplemente los recuerdos lograron ganarle a la parte cuerda de mí, y cada vez era más difícil apartarlos, hasta que Layca murió. Entonces Ron y Hermione me internaron en esa clínica muggle, lo que ellos nunca supieron fue que allí era bastante fácil conseguir drogas, estuve unos meses internado, hasta que los convencí de que estaba bien, cuando salí las cosas fueron más peliagudas, intenté, ¡en verdad que sí!, pero ya estaba enganchado con las drogas muggles y traté de aparentar una sanidad que no existía, hasta que las cosas se salieron completamente de control...

    —Entonces ellos empezaron a tomar medidas mucho más fuertes, me quitaron una de las cámaras de Gringotts, me vigilaban y discutían conmigo todo el tiempo... eso solo logró hacer que mis deseos de hacer lo que se me viniera en gana crecieran... Estaba enfermo, mucho, hice cosas que no quiero siquiera recordar... me porté tan mal con ellos que habían estado todo el tiempo a mi lado, sin obligación alguna, ayudándome... pese a que muchas veces su vida había estado en juego... después de más de un año logré escapar; les robé, huí, vacié una de mis cámaras y no los volví a ver... Mentiría si te dijera que sé qué fue lo que pasó en ese tiempo, hasta que nos encontramos tú y yo, hay muchas cosas que no recuerdo, mi memoria está en blanco, y pienso que es mejor no recordarlo, que sólo me haría daño... Tampoco sé qué es lo que haré al volver a casa, tal vez retomar los estudios, o simplemente buscar un trabajo... —Harry agachó la cabeza, el cielo iba aclarándose ya un poco y se dio cuenta recién de que había estado hablando durante casi toda la noche.

    —Puedes hacer lo que quieras al volver a casa, eso es lo bueno, que estás a salvo ahora, que por fin has retomado tu vida, la tienes, es toda tuya, para hacer lo que quieras, estudiar, trabajar, vivir de tu fama... es tu decisión, por lo que peleaste durante la guerra, por esta oportunidad que ahora no rechazarás ni mal utilizarás —le dijo Draco con voz suave, con una mano le levantó el rostro, entonces se dio cuenta de que sus ojos estaban rojos, y sus mejillas húmedas, Potter seguramente había estado derramando lágrimas durante partes de su relato.

    —Esta oportunidad te la debo a ti —aceptó Harry, mirando hacia Draco y extrañamente, no sintiéndose avergonzado por mostrarse así de débil delante de él, el toque de sus dedos sobre su rostro era reconfortante y cariñoso, todo se sentía de una manera adecuada y correcta con él, y antes de meditar en lo que hacía, se inclinó hacia delante, buscando sus labios, pero estos le fueron negados.

    Draco abrió un poco más los ojos, sorprendido por la acción de Potter, y antes de que algo más pasara, se adelantó y presionó más su rostro, deteniéndolo, y dejó un beso sobre su frente. Entendía a Potter, seguramente se sentía vulnerable, pero no podía permitir que las cosas se enredaran de esa manera, Potter ya había perdido un amante, y muchos amigos en el camino, lo peor que le podía pasar ahora sería que se encariñara y que luego supiera que no tenían ya mucho tiempo para estar juntos. Mientras presionaba sus labios sobre la frente de Potter lo sintió estremecerse, y se sintió mucho más triste, porque el tiempo era tirano y no le daría tregua, en unos meses más, en muy pocos, él ya no estaría allí para abrazarlo y reconfortarlo, para acompañarlo a pasear a Tobby, ni siquiera para compartir una pizza en un restaurante perdido de Paris.

    Harry cerró los ojos y se sujetó de Malfoy, suspirando quedamente, maldiciéndose por casi haber arruinado todo, por supuesto que Malfoy no pensaba en él de esa manera, simplemente era su obra de caridad, quizá su amigo, pero nada más, y lo debía tener claro. Lo que sentía por él no era más que una respuesta lógica al tiempo de abstinencia y al cariño que se siente por alguien que te ha salvado... Malfoy era guapo, por supuesto, pero eso no implicaba que estuviera disponible, no para él al menos.

    —Gracias, Harry —masculló Draco, su corazón latía con fuerza y tenía un nudo en la garganta, hubiera querido estrechar a Harry entre sus brazos, corresponder al beso y acariciarlo, hacerle sentirse amado y querido, reconfortado, pero no podía, y se odiaba mucho por ello —, por la confianza —agregó, mirando a los ojos a Harry.

    Harry sonrió hacia él y luego se giró hacia un lado, sin apartarse de él, ambos apoyados el uno en el otro, vieron como el sol salía y el cielo terminaba de clarearse, dando paso a la mañana.

    *O*O*O*




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    Notas de la autora:

    1: Je l'espère: Eso espero en francés.
     
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40 replies since 16/6/2013, 05:06   3228 views
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