Un viaje hacia la vida: Epílogo

Autora: Zafy (NC-17) - DRARRY

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  1. Kari Tatsumi
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    CAPÍTULO 13



    Draco abrió los ojos lentamente, parpadeando por la luz que se colaba en el interior de la habitación, sentía el peso reconfortante de Tobby en su pecho, y bajó un poco la cabeza para encontrarse con el rostro del animal, mirándolo fijamente.

    —Hola —dijo en un murmullo, acariciándole la cabeza y dejándose caer sobre las almohadas nuevamente, su cabeza dolía tanto que sentía que podía estallar en cualquier momento, y lo peor de todo era que eso no le hubiera desagradado en absoluto. Que el dolor terminara, que los síntomas, las pociones, las perspectivas de morir solo en una habitación de hotel, sin poder controlar su magia y su cuerpo... que todo acabara de una vez por todas.

    Luego de un momento más, apretando los ojos mientras inconscientemente seguía acariciando la cabeza de Tobby, se puso en pie, el dolor era demasiado como para seguir aguantándolo. Se metió en el baño y tomó la gran cantidad de pociones, mirándolas con desprecio y odio. Los resultados fueron casi inmediatos, y la claridad llegó a su mente.

    Potter no estaba, había amanecido y Potter no estaba cerca. Se concentró un poco más y descubrió que Potter ni siquiera estaba ya en la ciudad.

    Con pasos tambaleantes volvió a la habitación, abrió el armario, la mochila de Potter, así como varias de sus cosas, habían desaparecido. Potter lo había dejado solo.

    Una nota sobre la cama arreglada de Potter llamó su curiosidad, era un sobre con el logo del hotel, y dentro tenía una hoja, también con el membrete del hotel, sólo habían unas cuantas líneas escritas:

    Malfoy,

    Dijiste que podía tomar el tour si quería, que no tenía que estar pegado a ti todo el tiempo, y en este momento nada me apetece más que mantenerme lejos de ti. He llegado y estabas dormido, no he querido despertarte, sin embargo confesaré que he revisado tus cosas y he sacado doscientos euros de tu billetera, sé que no representan mucho dinero para ti, pero por lo pronto me ayudarán a salir de aquí. Están anotados en la lista de todo lo que te debo y te pagaré al volver a Inglaterra, no quiero que creas que estoy volviendo a robar ni nada de eso, además no lo usaré para nada malo. Sé también que aún tienes el hechizo de rastreo sobre mí, ¿sería mucho pedir que lo quites? Como sea, no estoy seguro de volver aún, tal vez no nos veamos hasta que regreses a Inglaterra... Es lo más probable.

    Cuida a Tobby.

    Harry Potter.


    Draco leyó dos veces la carta, antes de entender que Harry no volvería, que se había ido y lo había dejado solo. Entonces Tobby ladró, como para recordarle que aún lo tenía a él, esa era una buena compañía, tenía que reconocerlo, después de todo no estaba tan solo. Sin embargo, Potter se había ido y no era justo que siguiera enfadado con él, ni siquiera le había dejado explicarle... dejarle saber que...

    Negó con la cabeza y se sentó en su cama, Tobby, al parecer conocedor de sus sentimientos, se acostó a sus pies, con la cabeza entre las patas y lo miró fijamente.

    —Tienes muy mala suerte escogiendo amos, ¿sabes? —le dijo Draco con cansancio, mientras se metía en la cama nuevamente, las perspectivas de moverse de allí no lo atraían para nada.

    El perro le dio una mirada más y trepó a la cama, retomando su posición inicial.

    —Potter ha dicho que te recogerá cuando nos encontremos, probablemente en Inglaterra, te gustará allí, no hace tanto calor como en tu antigua casa, y Potter parece bueno contigo, ésta vez no te quedarás solo, no debes preocuparte por eso —continuó hablando con voz ronca, encontrando en consolar al perro la mejor forma de evitar pensar en el dolor que sentía en ese momento. Uno que no tenía nada que ver con su enfermedad.

    *O*O*O*



    Harry iba en el asiento del fondo, junto a Jack, que parecía encantado ante la perspectiva de un par de noches juntos, no sabía qué haría luego de eso, ni siquiera estaba seguro de querer estar allí realmente, solo de no estar junto a Malfoy.

    Mientras Jack reía con un par de amigos más que le había presentado esa misma mañana, Harry recordó como al amanecer se había colado a su habitación, se había sorprendido de encontrar a Tobby en la cama de Malfoy, apoyado sobre él y despierto, siguiendo sus movimientos en silencio.

    Se había encargado de sacar la mochila y meter todo lo que pensaba podía necesitar durante ese par de días, luego había buscado la billetera de Malfoy y se había sorprendido al encontrar tanto dinero; descubrió entonces cómo era que Malfoy siempre tenía dinero sin necesidad de ir a un banco, tenía un hechizo, que le permitía reemplazar el dinero una vez fuera extraído, era un hechizo que requería cierta práctica y además una cuenta de donde extraer el dinero. Por los billetes que aparecían allí supo que se trataba de un banco muggle. No le sorprendió tanto eso, seguramente Malfoy no quería dejar rastros de sus movimientos por el mundo, para que su esposa no lo siguiera.

    Luego de eso se había inclinado hacia Tobby y le había palmeado la cabeza.

    —Nos veremos pronto, cuando vuelva tal vez podamos ir a casa, estarás cómodo allí.

    En ese momento Malfoy se había movido un poco, y no pudo apartar la mirada de él, sus labios estaban rojos y parecía sereno, su cabello rubio y largo caía a los lados de las almohadas y una de sus pálidas manos estaba sobre el lomo de Tobby, casi como si lo estuviera abrazando. La tentación era mucha, y antes de procesar qué era lo que estaba haciendo, su mano se elevó hasta la caliente mejilla, disfrutando de su suavidad. Su palma bajó hasta la barbilla, donde una incipiente barba rubia que parecía esconderse en la palidez de su piel, ya estaba presente. Se mordió el labio y se inclinó un poco más, dejando un beso sobre su frente y aspirando de su olor, deseándolo más que nunca.

    Pero Malfoy no estaba permitido. Ese era el fin de la historia. Había prometido ser cuidadoso con quien se enredaba, no quería provocar dolor y sufrimiento, nunca más; no quería repetir lo que había ocurrido con Dean.

    Antes de que las ganas le ganaran, se apartó de él y caminó lo más rápido y silencioso que pudo hasta la puerta, para alcanzar a Jack, que lo esperaba en su habitación.

    —En un año más haré un viaje por América —dijo Jack, llamando su atención —, me han dicho que es espléndida, y bastante económica.

    —Nosotros estuvimos en Brasil hace dos años, en febrero, realmente la pasamos muy bien, aunque no fue nada barato —comentó Rob, uno de los chicos con los que estaban sentados al final del bus.

    —Pero el viaje valió la pena —admitió Edward, el otro chico.

    —¿Es muy bonito? —preguntó Harry, sólo por preguntar algo y tratando de no mostrarse maleducado delante de ellos, que después de todo habían sido muy amables con él.

    —¡Por supuesto! —Exclamó Rob y entrelazó la mano con Edward, que asintió complacido.

    —Éramos amigos hasta ese momento —comentó Edward, inclinándose hacia ellos, como si les confesara un gran secreto —, no podía negar que Rob me gustaba, pero no tanto como para dejar que las cosas pasaran a otro plano, después de todo uno no debe tener sexo con sus amigos… En fin, supuestamente íbamos a ir con dos amigos más, en plan de pasarla bien y festejar mucho, ya saben —Harry y Jack asintieron comprensivamente —pero uno de ellos se lastimó la espalda antes de salir de viaje y no pudo ir y el otro encontró un maravilloso brasilero casi desde que llegamos, y no se le quería despegar para nada...

    —¡Jordano! —interrumpió Rob, con una carcajada.

    —¡Cierto!, Jordano —asintió Edward —, así que quedamos sólo los dos... al principio fue raro, porque nos gustábamos un poco, y nos sentíamos incómodos sin nadie a nuestro alrededor, pero finalmente nos dejamos llevar...

    —Total, si no arriesgas no ganas —declaró Rob, sonriendo hacia Edward.

    —Y al final fue bueno eso de dejarnos llevar para ver qué pasaba. Valió la pena.

    —Que genial —sonrió Jack, mirando hacia Harry, y luego hacia la pareja.

    —A veces supongo que las cosas se dan fáciles —masculló Harry, lo último que quería oír era una historia romántica y perfecta.

    —¿Fáciles? No en este mundo, cariño —negó Rob —; todo fue muy complicado cuando volvimos a casa... Ya sabes cómo es el tema de la familia —parecía un poco abochornado y le dio una mirada a Edward, que negó con la cabeza.

    —La familia... los padres te traen al mundo y se sienten tus dueños, diciéndote todo lo que debes hacer, pero lo cierto es que cuando llegue el momento de dar cuentas, estarás solo —Edward suspiro —, no me importa mucho hablar de mis padres —se encogió de hombros —, son buenas personas, y sé que trataron de hacer lo que ellos consideraron mejor para mí, aunque se hayan equivocado, sé que no había malicia en sus actos.

    —Lo lamento mucho —dijo Jack, parecía realmente preocupado.

    —No, no pasa nada, ellos están aún adaptándose, es que cuando Rob y yo empezamos a estar juntos, dejé de avergonzarme de lo que hacía, les dije la verdad, que no me casaría con ninguna de las preciosas hijas de los amigos de la familia que invitaban cada que tenían oportunidad —Edward soltó una carcajada —, estuvieron en shock por mucho tiempo, pero ahora hablamos de vez en cuando, aún les está costando, pero se están adaptando...

    —¿Ellos querían que te cases? —preguntó Harry, cada vez más interesado.

    —¡Por supuesto! ¿Qué padre no quiere que sus hijos se casen y le den nietos? Siempre me decían que me estaba tardando, yo no les había dicho nada acerca de mis gustos, e incluso muchas veces pensé en casarme sólo para cerrarles la boca, pero luego Rob y yo empezamos a estar juntos y... simplemente era el momento de admitir quién era si es que quería ser enteramente feliz.

    —Y lo somos, de verdad —asintió Rob, apretando un poco más la mano contra la de Edward.

    Harry se encontró sin saber qué decir, pero en ese momento el guía turístico les informó que habían llegado ya a Versalles y tuvieron que dar por finalizada su conversación, mientras todos los ocupantes del bus se ponían en pie, estirándose y sacando sus equipajes.

    *O*O*O*



    Despertó por la terrible sensación de nauseas, se puso en pie de un salto, espantando a Tobby mientras corría al baño. Pero no tenía nada en el estómago, simplemente arcadas que lo hacían sentir terrible. Como pudo se puso en pie y abrió el estante del armario, sacó una poción para los vómitos y bebió rápidamente. Al instante los síntomas desaparecieron.

    Se obligó a bajar y tomar algo de desayuno, aunque en realidad ya era hora del almuerzo; comió con desgana, mirando alrededor a las otras mesas, nadie comía solo, todos estaban allí con alguien más, con sus parejas, con sus familias. Pero él no, él estaba solo.

    Regresó a su habitación, luchando con las ganas de tomar alguna poción para dormir, Potter había dicho que tal vez volvería en dos días, cuando el tour terminara, lo más inteligente sería esperarlo, después de todo existía la posibilidad, remota claro está, de que volviera. Además con doscientos euros, Potter no llegaría muy lejos.

    Preocupado por él, y no porque sintiera algún tipo de sentimiento egoísta, decidió que podía ir a verlo un instante, asegurarse de que realmente estaba bien. Sabía que se estaba mintiendo, que no había razón para preocuparse por él, simplemente era su deseo de verlo, aunque sea a la distancia...

    Caviló por mucho rato más, sabía a lo que se arriesgaba, pero eso ya no lo detuvo, sacó la varita mágica y se concentró en Potter, era mucho más difícil si es que la persona enlazada a él no emitía ningún sentimiento negativo, pero al fin pudo sentir los principios de la aparición.

    Apareció en un antiguo y oscuro pasillo, con los ojos muy abiertos y con la varita en alto, atento a no sorprender a ningún muggle con su repentina visión, pero el sorprendido fue él. Delante de él había una mujer, su cuerpo era etéreo, casi transparente, sus ropas eran antiguas, tal vez del siglo XVII, no podía estar seguro, su cabello era largo, peinado en bucles muy bellos, y más oscuro que el resto de su cuerpo, y lo miraba con el rostro inclinado hacia un lado. Draco estaba seguro que en su época aquella había sido una mujer muy hermosa y ahora no era más que una sombra de lo que fue.

    Abrió la boca, tratando de articular alguna palabra, pero no pudo decir nada, pues ella se aproximó a él, volando por el aire, y le puso un par de dedos en los labios, no sintió la presión de ellos, sin embargo el gesto lo hizo callar. Ella sonrió complacida y lo atravesó, dejando en su cuerpo la desagradable sensación helada que dejan los fantasmas cuando lo traspasan a uno. En cuanto giró ella había desaparecido. Suspiró, aturdido aún por su reciente encuentro, y se obligó a calmarse, antes de empezar a avanzar, no estaba seguro en cuál de los Castillos estaría, pero sí sabía que seguramente estarían plagados de fantasmas; supuso que Potter también los podría ver, después de todo, pese a no tener la varita, seguía siendo un mago.

    La razón de sus preocupaciones apareció al fondo de uno de los pasillos, Draco se escondió tras una columna, no queriendo ser descubierto, mientras observaba al grupo de turistas: el guía iba delante, explicándoles las obras de arte y todo lo que veían, mientras Potter, junto a Jack y dos chicos más, se habían quedado relegados al final, señalando algunos cuadros y comentando cosas entusiasmados. Apretó los labios con fuerza cuando lo vio reír y darle un golpe en el brazo a Jack; pese a la oscuridad podía ver su expresión y sus ojos, y se veía tan feliz, tan contento... Y eso era justamente lo que él quería, que Potter fuera así, lo había pensado ya antes, muchas veces, casi desde que lo había encontrado en esa carretera, esa sería la última cosa que haría en vida, salvar a Potter, y al parecer lo había hecho, sin embargo, su egoísmo y sus celos le ganaban la partida y no lo dejaban disfrutar de esa victoria.

    —Cuando morí, no quise cruzar al otro lado porque amaba a un hombre —dijo la voz fría de una mujer a sus espaldas, Draco jadeó y se giró rápidamente, para encontrarse nuevamente con el fantasma que había visto al llegar.

    —Lo... lo lamento —respondió, no sabiendo qué más decir, sobre su hombro vio como el grupo se alejaba por un pasaje a mitad del pasillo en que ellos estaban, al menos no se cruzarían con ellos, no quería que Potter lo viera.

    —La muerte no es cosa de juego —continuó ella, mirándolo a los ojos, Draco apartó la mirada, incómodo. No había pensado seriamente en lo que sería cuando muriera, y no se refería a lo que pasaría en este mundo, sino a lo que pasaría con él, ¿estaba realmente preparado para pasar al otro lado? No, no quería saber qué había más allá, pero tampoco quería convertirse en alguien como el Barón Sanguinario, que pululaba por el Castillo, lleno de sangre y sufriendo eternamente por haber matado al amor de su vida.

    —Lo sé, nunca he pensado que lo sea.

    —Veo muerte a tu alrededor, pero no necesariamente debe ser así —masculló ella, acercándose más a él. Draco arqueó una ceja y esperó que no quisiera atravesarlo nuevamente, se preguntó: ¿cuál sería la razón por la cual los fantasmas hacían eso?

    —No hay mucho que se pueda hacer cuando la sentencia de muerte está dictada —declaró él —. ¿Acaso eres una adivina?

    —Lo era... en mi época, ahora he perdido el don, no por completo, puedo ver algunas cosas, y lo que veo en ti es desconcertante.

    Draco bufó, casi quiso preguntarle si es que no era pariente de Trelawey, quien había sido su profesora de adivinación, y que no era capaz de predecir una lluvia aunque el cielo estuviera nublado y oscuro.

    —No tiene que ver nada en mí, de todas maneras ya me voy.

    —Aún no está claro —prosiguió ella, ignorando las palabras de Draco y acercándose más aún, Draco lamentó tener una columna a sus espaldas, no quería atravesarla de nuevo, y era la única forma de apartarse de ella —. Tú futuro aún puede cambiar... pero no está completamente en tus manos... hay algunos más involucrados —la fantasma arqueó una ceja y asintió —unos cuantos más, y no todos quieren tu bien.

    —Estaré atento —respondió Draco, arrastrando las palabras, entonces notó que hablaba con ella en inglés, no en francés, lo cual era extraño estando en un Castillo francés. Pero no tuvo tiempo de preguntar, la mujer se elevó, con su amplio vestido flotando, y se perdió por el techo. Draco miró hacia arriba, donde la mujer había atravesado el techo y negó con la cabeza, casi le hizo recordar a la anciana que gritaba que él iba a morir, tantos meses atrás, en el parque.

    Una mirada más en el pasillo le hizo confirmar que ya había perdido de vista a Potter, pero eso no era importante ya, sabía que estaba bien, se había hecho de un par de amigos más y parecía contento y cómodo, ahora a él simplemente le quedaba volver a la habitación. Solo.

    *O*O*O*



    Harry en realidad nunca había tenido un novio, y no que pensara que Jack fuera su novio, habían hablado durante la madrugada, cuando habían quedado agotados y satisfechos al fin; sabía que el chico seguiría su viaje hacia el Este, y por como Draco había avanzado durante ese tiempo, lo más probable es que ellos siguieran hacia el Oeste, sin embargo el compartir la habitación con él, salir a caminar juntos al atardecer, acompañarlo a beber unas copas en el bar y luego volver, calientes y ansiosos para dar rienda suelta a sus deseos, era lo más cercano a una relación normal que había tenido en su vida, y se sentía raro, sobre todo porque, quitando el sexo, era más o menos lo que hacía con Malfoy usualmente y no podía negar que con Malfoy lo disfrutaba más.

    Suspiró profundamente y apartó las sábanas con lentitud, ambos permanecían desnudos, a pesar de que la noche ya había empezado a enfriar, se colocó los holgados pantalones del pijama y salió al pequeño balcón, frente a él había una gran extensión de campo, aunque el invierno estaba empezando, aún se veían muchas zonas verdes. Imaginó que a Malfoy le hubiera gustado estar allí, seguramente ambos hubieran podido usar las escobas y volar mucho rato, tal vez volver a la Torre Eiffel, como habían acordado antes de su pelea.

    Encendió un cigarro, mal hábito que estaba retomando gracias a Malfoy, y se quedó de pie allí, sintiendo frío pero sin animarse a cubrirse o volver a la cama, pensando en él y en todo lo que había pasado.

    Harry se conocía lo suficiente como para saber que las mayorías de cosas que hacía, las hacía por impulso, y que muchas veces, o casi todas, terminaba arrepentido, sin embargo ahora no podía decidir si se arrepentía o no de haberle gritado a Malfoy y dejado solo con Tobby en el hotel, con solo una nota que decía que no sabía si volvería o no; y el tiempo para decidir se le estaba agotando.

    Malfoy tenía muchos defectos, los conocía desde la escuela, y seguramente muchos de ellos habían desaparecido, pero otros habían aumentado, y no debía olvidar que era Malfoy, después de todo, un interesado y estirado muchacho obsesionado por las buenas maneras y la pureza de la sangre. Ahora podía agregarle que además de mentiroso, cosa que siempre había sido; era infiel, engañando a su mujer, la cual aparentemente esperaba un bebé. Tomando eso como antecedente no debería volver con él, ni siquiera extrañarlo o perder el tiempo pensando en él, pero no podía dejar de hacerlo…

    Recordó la historia que le había contado Edward en la mañana, sobre que sus padres siempre estaban tratando de hacer que saliera con algunas chicas, ¿no serían los Malfoy igual? ¿Había sido Draco tan débil que no había podido negarse a ello?

    Encendió un cigarro más, y lamentó no tener su varita para conjurar un hechizo de calentamiento, o a Malfoy para que lo hiciera por él, pero no se movió, aun no podía hacerlo. Debía concentrarse, pensar fríamente, no actuar por despecho:

    Si Malfoy hubiera querido, hubiera podido acostarse con él casi desde el inicio, hubiera podido convertir ese viaje en noche tras noche de sexo, Harry estaba dispuesto y Malfoy lo sabía, no era tan tonto como para no verlo, había dejado bastantes pistas. Y el que no lo hubiera hecho, el que no se hubiera aprovechado de la situación solamente lograba herir su ego, pero ese era otro tema, uno en el cual no quería pensar ahora; Malfoy se había mostrado muy prudente en las cosas que había revelado, Harry había sido el que más había hablado, pero, en lo poco que había podido ver de Malfoy, había descubierto la forma como su familia lo dominaba, por ejemplo, había dicho estar en Ámsterdam, pero no haber podido hacer turismo porque había ido con sus padres en viaje de negocios. La mayoría de la familia de su padre era francesa, sin embargo él no había podido visitar Paris mágico ni el Mouling Rouge, nuevamente porque, según su familia, habían cosas más importantes: “el tiempo que pierdes en un viaje de placer es oro que dejas de producir”, eso había dicho, entonces, no sería tan descabellado que Malfoy, así como había aceptado todo lo demás, hubiera aceptado casarse con alguna chica que sus padres le hubieran impuesto, pese a su homosexualidad. Y probablemente había llegado al punto en que estaba harto de todo y simplemente se había largado.

    —Hey... te vas a enfermar —dijo la ronca voz de Jack, desde la cama, Harry giró, algo sobresaltado por la interrupción y sonrió a pesar de todo, mientras el chico palmeaba un lugar vacío junto a él —, ven debes estar helado, deja que te caliente.

    Harry apagó el cigarro y avanzó hasta la cama con lentitud, por la sonrisa lasciva que le dio Jack, supo que no necesitaría los pantalones, y se los quitó con rapidez, antes de dejarse caer a su lado, mientras Jack comenzaba a besarle el cuello y los hombros, meditó que en realidad no podía sacar ninguna conclusión acerca de Malfoy, simplemente porque él no le había dado oportunidad a explicarse; cuando le había reclamado a Malfoy que había pensado que eran amigos, no había mentido, pero debía ser realista también, él había ocultado cosas a sus amigos por muchas razones y ellos lo habían escuchado en su momento, y si Harry realmente se consideraba su amigo debería darle esa oportunidad. Además, cuando Harry había hablado y contado todas esas cosas, lo había hecho porque lo deseaba, porque necesitaba de alguna manera liberarse, Malfoy nunca le exigió que hablara.

    Jack comenzó a morderlo con más fuerza y se arqueó un poco, sintiendo el placer trepar por su espalda. Había reaccionado de esa manera con Malfoy porque, siendo honestos, estaba celoso, se sentía engañado porque en el fondo aún pensaba que algo más podría pasar entre ellos y esa noticia era como un baldazo de agua fría; sin embargo, si era consecuente con sus palabras y Malfoy y él eran amigos, lo menos que podía hacer era escucharlo y admitir que se había sobre pasado con sus reclamos, reclamos llevados sólo por el despecho, concluyó, antes de dejarse llevar por completo por las caricias de Jack.

    *O*O*O*



    Para la noche Draco recordó que no había sacado a Tobby a caminar, generalmente ese trabajo lo hacían en la guardería, pero ese día no habían ido, y Potter había dicho que lo haría encantado cuando no tuvieran a mano una guardería, pero claro, él tampoco estaba allí.

    Le puso la correa y caminaron por varias calles, hasta que llegaron a un parque, donde estuvo dando vueltas, mirando a las demás personas que tenían perros, unos andaban contentos, en parejas o familias, otros, como él, parecían solitarios y demasiado agotados.

    Le dio cerca de media hora en el parque, antes de jalarlo de vuelta al hotel, se tuvo que detener en una de las esquinas, para dejar que los autos pasasen, y, divagando con la mirada, vio una peluquería, parecía demasiado luminosa para esa calle, dentro habían un par de chicos, con los cabellos de colores y peinados muy modernos, sentados en un par de sillones blancos, hablando animadamente. Draco acarició las puntas de sus cabellos, estaba bastante largo, llevaba mucho tiempo que no dejaba crecérselo tanto como ahora, y, aburrido como estaba, pensó que lo más práctico sería cortarlo. Jaló a Tobby hasta la peluquería y ambos chicos sonrieron encantados por él y el perro, mientras lo dejaban pasar y lo sentaban en uno de los sillones.

    —Tienes un cabello muy bello —le dijo el chico de cabello rojo fuego, mientras se apoyaba sobre sus hombros y le hablaba a través del espejo.

    —Ya... sólo córtalo —pidió Draco, incómodo ante el escrutinio que le daban los dos chicos.

    —¿Y cómo lo quieres? —casi ronroneó el chico. Draco sonrió un poco, pese a todo, por el coqueteo y negó con la cabeza.

    —Lo quiero muy corto... —se pasó una mano por el cabello y acarició las puntas una vez más, a su padre no le gustaba que lo llevara suelto, decía que no se veía correcto, que si lo quería dejar crecer usara una coleta, como los magos normales, pero a Draco no le gustaban mucho las coletas, su madre decía que tenía un cabello bello y detestaba que lo cortara, así que para darle el gusto a ambos, lo mantenía en tamaño medio, pero sus padres ya no estaban allí y no le importaba mucho el darles el gusto. —Córtalo muy corto —repitió con más decisión —, lo más corto que puedas.

    —Oh... el cliente manda, pero es un cabello hermoso —masculló el chico, parecía que se echaría a llorar mientras empezaba a peinarlo con una mano y con la otra tomaba las tijeras de metal. Tobby soltó un pequeño gruñido, permaneciendo sentado a su lado y observando como el cabello rubio iba cayendo hacia el suelo.

    *O*O*O*



    Harry se felicitó por haber sido provisorio y no haber gastado todo el dinero; así que pudo pagarse un taxi al salir de la estación, no tenía ánimos de caminar y además las mariposas que revoloteaban en su pecho ante la perspectiva de ver a Malfoy de nuevo lo hacían sentir demasiado ansioso como para demorar más su llegada.

    El taxi se detuvo en la entrada del hotel y un hombre muy amable, saludándolo en inglés, lo dejó pasar. Por un instante se quedó de pie en el lobby, temeroso de que el recepcionista le dijera que su habitación ya no estaba disponible. Sin embargo no tenía otra cosa que hacer más que acercarse a él, preguntó en inglés, lentamente, por la llave de su habitación y el recepcionista sonrió.

    — Oui, monsieur —asintió el hombre, entregándole una llave —, pero el señor Walkinshaw está allí, no ha bajado a cenar aún.

    —Gracias —aceptó Harry, su corazón golpeando con más fuerza contra su pecho, mientras subía por el elevador y caminaba por el pasillo hasta la puerta del fondo. Tomó una profunda bocanada de aire, obligándose a pensar que existía la posibilidad de que
    Malfoy estuviera furioso con él, que las cosas no fueran tan simples.

    Draco encendió un cigarro más y miró la primera parte de su carta, todo era demasiado enredado y confuso en su mente como para explicarlo de otra manera, había pasado mucho rato meditando en la mejor forma de exponerlo ante Potter, dio una calada más al cigarro y le llamó la atención el movimiento de Tobby, que permanecía en un rincón, se había puesto en pie y agitaba la cola mientras miraba atentamente hacia la puerta.

    Draco siguió su mirada en el momento en que Potter entraba, con una mirada cautelosa y se encontró incapaz de moverse o decir nada, mientras veía al perro saltar hacia su amo, con alegría.

    —¡Hey! —saludó Harry a Tobby, palmeándole la cabeza y sonriéndole, no sintiéndose capaz de mirar a Malfoy aún —, yo también te he extrañado, espero que te hayas portado bien... que no hayas dado muchos problemas.

    —Por supuesto que no dio ningún problema —defendió Draco, encontrando por fin la reacción de su cuerpo y poniéndose en pie, reprimió las ganas de abrazarse a él también y apretó los puños.

    —Malfoy, ¿qué...? —Harry jadeó y avanzó un poco más, cerrando finalmente la puerta y encarando al chico, se había cortado el cabello y lucía realmente cansado. —¿Te cortaste el cabello? —se obligó a no decir que él realmente amaba su cabello, que siempre había tenido la intensión de acariciarlo y comprobar si era tan suave como lucía.

    Draco arqueó una ceja y avanzó unos pasos más hacia él, mientras Tobby retrocedía un poco, al parecer queriendo darles espacio.

    —¿Eso es lo que dirás?

    —Lo siento, me ha tomado por sorpresa —admitió Harry, dejando caer la pesada mochila en el suelo y ruborizándose.

    —Ya...

    Ambos permanecieron mirándose por un instante más, antes de apartar a la vez la vista, Draco pensó que tal vez sería buena idea esconder la carta, ahora no la necesitaría, aunque sí que quería contarle algunas cosas a Potter.

    —Yo... —Harry se mordió el labio inferior y se agachó a abrir la mochila —, les traje unas cosas —dijo bajito, caminando hasta Draco y entregándole una bolsa plástica.

    —¿Nos trajiste?

    —A ti y a Tobby.

    —Oh... ¿Entro en la categoría de tu mascota? —preguntó Draco mientras metía la mano en la bolsa y sacaba una camiseta negra con la imagen de uno de los Castillos que seguramente Potter había visitado.

    —Por supuesto que no, pero... tú dijiste que era bueno comprar souvenirs... —Harry reprimió el decirle que era porque había pensado en él, y bueno, en Tobby también, pero más que nada en él.

    —Lo siento, no fue un comentario agradable —admitió Draco, mientras sacaba una manta con el mismo logo, supuso que para Tobby. —Gracias.

    —Para abrigarlo, el invierno está llegando y tal vez tenga frío.

    —Ah... es una buena idea —admitió Draco, dejando ambas prendas sobre la silla y sintiéndose extraño. Había esperado con ansias a Potter, poder hablar con él, escucharlo y decirle toda la verdad, y ahora no era capaz de decir nada más que tonterías y monosílabos.

    —¿Por qué te cortaste el cabello? —preguntó entonces Harry, cambiando su peso de un pie al otro y no muy seguro de aún seguir siendo invitado a compartir esa habitación.

    —Honestamente no lo sé, nunca lo he llevado tan corto y se siente raro... supongo que fue un impulso.

    —No te queda mal —se encogió de hombros Harry.

    —¿Cómo has llegado?

    —En bus, y luego en taxi.

    —¿Cenaste?

    —A decir verdad, no —admitió Harry.

    Draco se sintió contento de poder mantener esa conversación trivial, mientras asentía.

    —Tampoco yo, ¿Por qué no te das una ducha y luego salimos a la calle? Planeaba irme mañana temprano, y me gustaría recorrer las calles un poco antes de partir.

    —¿Te vas? —preguntó Harry, en voz baja y temerosa, quiso agregar ¿Sin mí?, pero se contuvo a tiempo.

    —Sí. —Draco miró hacia el piso y luego suspiró —. Nos vamos, si es que aún quieres continuar viajando con nosotros... aunque si quieres volver a casa podría primero llevarte al Aeropuerto, a ti y a Tobby, si es lo que deseas...

    —Yo... ¿Es lo que tú deseas? —preguntó Harry, desalentado.

    Draco lo miró una vez más, y no, eso no era lo que deseaba.

    —Deseo hacer lo que te haga sentir más cómodo, antes de irte dijiste que no querías estar cerca de mí y...

    —Lo sé, lo siento, me porté de manera injusta —interrumpió Harry, retomando un poco el valor —, no tenía derecho a pedirte explicaciones, menos a entrar a hurtadillas y llevarme el dinero e irme como si...

    —Eso no importa —interrumpió Draco, su pecho se sentía más ligero y hasta empezaba a sonreír.

    —Sí, sí que importa, he pensado en esto y...

    —Yo también lo he pensado... —sonrió un poco y se giró hacia la mesa, levantando la carta a medio terminar —incluso lo he escrito, para ti, por si no volvías.

    —Oh... —Harry lo miró inseguro, no sabiendo si debía tomarla o no.

    —Es para ti, pero no la terminé, aunque dice lo mismo que te quiero explicar —Draco apretó un poco más el papel entre sus manos y finalmente se lo entregó.

    —Gracias.

    —No hay nada que tengas que agradecerme, no he hecho nada —negó Draco, sacando otro cigarro y dejándose caer en uno de los sillones, Potter lo siguió, quitándole un cigarro y dejándose caer en otro sillón, empezando a leer la carta.

    Potter:

    Si estás leyendo esto es porque finalmente decidiste no volver, o lo hiciste muy tarde... como sea, no te culpo por estar enojado, creo que tienes razón, después de todo confiaste en mí, hablaste de tus recuerdos y tus experiencias y, sin embargo yo no fui igual de honesto. Quisiera decirte que mi vida es fácil en este momento, pero no lo es, así que no sé cómo empezar a explicarla, seguramente dirás que debo empezar por el principio, eso intentaré, tengo algunas cosas que aclararte, y lo haré por orden:

    Mi esposa. Sí, existe, Katrina, ya has visto su fotografía, es una dama muy guapa y, creo que, inteligente, y digo creo porque no la conozco lo suficiente como para afirmarlo plenamente.

    Cuando terminé de estudiar en New York, sabía que debía volver a casa, casarme y empezar a tomar acciones reales en los negocios de la familia, es lo que la tradición ordena, y yo no me sentí capaz de rechazar esos mandatos. Sabes que soy gay, en New York tuve unas cuantas aventuras, nada serio, o nada lo suficientemente serio como para querer darle la espalda a la familia. Para nosotros la familia es lo primero, siempre.

    Regresé a Inglaterra, hice una selección, (sí, así tan frío como suena, Potter, ¿qué esperabas?, ¿qué saliera con todas las posibles futuras esposas para saber cuál me gustaba más?); escogí a Katrina, no porque fuera bella, inteligente, simpática, o porque se viera bien a mi lado, todo fue un tema comercial, nos convenía asociarnos con su familia, pues tenían oro y un buen nombre que no había sido ensuciado por la guerra. Dices conocerme, entonces sabrás que dejé las cosas claras desde el inicio, por lo menos con ella, le dije que era gay, que lo mío no eran las mujeres y que podíamos casarnos, dormir en habitaciones separadas y aparentar ser una pareja ante el mundo, pero que eso no implicaba que tendríamos que tener contacto íntimo, que no la quería reclamar como mi mujer. Ambos sabíamos que la razón por la cual nos uníamos era porque debíamos tener un heredero, es difícil para los magos sangre pura, los de la alta sociedad al menos, no olvidemos a los Weasley, tener más de un hijo, debido a que nuestros genes están todos mezclados, en fin... la idea de tener un hijo fue algo que se quiso posponer durante mucho tiempo, honestamente no estoy ni estuve interesado en tener niños, puedes catalogarme como quieras, pero siento que no soy del tipo paternal.

    Mis prioridades eran los negocios, escaparme de vez en cuando a York, al apartamento que ya conoces, y no levantar sospechas ante los demás.

    Sin embargo, hace poco mi padre empezó a empecinarse con el tema del heredero, y seguramente a sospechar por el hecho de que no compartiéramos habitaciones. A eso debo acotar que llegó un problema mayor, algo que no tenía previsto, y la situación me sobrepasó, no quería permanecer allí, dejando pasar mi vida tratando de complacer a todos, engendrando un hijo que no quería...

    Sobre este tema debo asegurarte que, pese a no ser alguien paternal, no se me ocurriría dejar a una mujer, sea mi esposa o no, abandonada esperando un hijo mío, y no porque esté mal visto por la sociedad, sino porque no me parece moral hacerlo (Sí, Potter, aunque no lo creas, tengo algunos principios). Ella no puede estar embarazada porque no ha existido contacto entre nosotros, de ningún tipo, nunca. Ella quería darle gusto a mi padre y apresurar las cosas, es cierto, pero yo no. Huí de casa sin darles explicaciones y supongo que aquella noticia de que estamos de vacaciones, planeando tener un heredero es una tapadera para cubrir mi ausencia, que seguramente ya debe haber sido notado por todos.

    El otro problema, el más grave...


    La carta terminaba allí, Harry miró hacia Draco, que permanecía sumido en sus pensamientos, sin prestarle atención, y luego volvió hacia la carta, sobre todo a la última línea, la que decía que había un problema más grave.

    —¿Malfoy?

    —Lo sé, no está completa, no esperaba que volvieras, así que la estaba haciendo cuando llegaste.

    —¿Cuál es el problema más grave? —preguntó mientras doblaba la carta, con intensiones de guardarla.

    Draco negó con la cabeza, sintiéndose incapaz de decirlo en voz alta.

    —Malfoy...

    —Simplemente que no sé qué hacer ahora, no sé por qué ella dice que está embarazada cuando sabe que esa mentira se podría descubrir pronto, no sé qué planea mi padre y eso me tiene preocupado —. Y Draco sabía que estaba mintiendo, que eso no era lo que seguía a continuación en esa carta, pero ahora, con la idea de que Harry quisiera seguir viajando con él, se encontraba incapaz de decir toda la verdad.

    —¿Ellos pueden haberte seguido? —preguntó Harry, sintiendo que Malfoy no estaba siendo completamente honesto con él, aunque no podía encontrar qué era lo que se le escapaba.

    —No... no lo creo, los Malfoy tenemos un anillo, se nos da cuando nacemos, con eso podemos ser ubicados casi todo el tiempo, a menos que hayan maldiciones oscuras de por medio, bueno... —Draco se encogió de hombros —maldiciones demasiado oscuras —admitió —, previniendo eso, dejé el anillo en casa, en la Mansión, pero la tarde que partimos de Inglaterra vi a uno de los hombres de mi padre cerca, rondando el lugar, de alguna manera debió saber qué estaba en el perímetro, y ésta noticia me hace creer que es probable que estén cerca de nuevo, por eso no quería esperar más para partir. —Y no era del todo falso, pues también había pensado en la posibilidad de haber sido descubierto, o por lo menos detectado y que por ello sus padres se estaban adelantando a anunciar la posible llegada de un heredero que aún no existía, porque sabían que lo harían volver y cumplir con sus obligaciones.

    —Yo... Si quieres nos podemos ir ahora mismo, podemos comprar un par de emparedados, subirnos al auto y partir, hacia donde quieras.

    Draco sonrió.

    —¿Entonces quieres seguir viajando conmigo?

    —Sí —asintió Harry seriamente.

    —Puedo quitarte el hechizo de ubicación y...

    —No... Aún no, yo... mejor es que lo mantengas —Harry no quiso decir que le hacía sentir de alguna manera especial que Malfoy estuviera pendiente de él a través de su magia.

    —Sé que no lo necesitas, que no has estado sintiéndote mal ni ansioso estos días.

    —No, no lo he estado, no mucho, y lo he podido manejar, pero no quiero que quites el hechizo.

    —De acuerdo.

    —¿Entonces?

    —Entonces, ¿qué?

    —Hay que hacer las maletas y salir de aquí —explicó Harry, poniéndose en pie.

    Draco lo miró un instante y asintió, sin embargo no quería irse aún.

    —No, espera, si supieran donde estoy, ya hubieran venido por mí, sobre todo cuando he estado solo. Toma una ducha, vamos a cenar y luego nos despediremos de la ciudad correctamente, saldremos en la madrugada.

    —¿Cómo nos despediremos de la ciudad correctamente?

    —Volando, por supuesto, y viéndola desde la Torre Eiffel, como dijimos que haríamos, ¿aún quieres?

    Harry sonrió, encantado ante la perspectiva de volar nuevamente y más aún de ser recompensado con la vista de la ciudad, junto a Draco.

    —¡Por supuesto que quiero!

    *O*O*O*



    —¿No has pensado en simplemente divorciarte? Si no has consumado el matrimonio, pueden anular la unión —dijo Harry, ambos estaban sentados en lo alto de la Torre Eiffel, mirando hacia la iluminada ciudad.

    —Un divorcio no es socialmente aceptado. Mis padres no tolerarán la idea de que abandone a mi esposa y no les dé un heredero —explicó Draco, lo cierto era que sabía que dentro de poco podría dejar de preocuparse por eso.

    —No lo entiendo... puedes hacer lo que quieras, lo estás haciendo ahora... ¿Qué importa lo que tus padres quieran?

    —Me desheredarían, probablemente, si digo que soy gay, sería una afrenta muy grave.

    —El mundo mágico no discrimina a los gay —rebatió Harry.

    —No, para nada se trata de eso. Conozco varios magos gay en mi entorno social, casados y con hijos que simplemente llevan una doble vida, pues cumplen con lo establecido, tienen hijos, cuidan el nombre de su familia y todo eso, pero se divierten por su lado.

    —Eso es incorrecto.

    —Yo le he dejado las cosas claras a Katrina desde antes del matrimonio, si ella hubiera puesto reparos la hubiera obliviateado y pasado a la siguiente candidata.

    —A veces me asusta lo frío que eres.

    —Soy práctico —aclaró Draco.

    —¿Qué pasaría si te enamoraras? De un chico, digo, si realmente te enamoraras de alguien, ¿sacrificarías eso por lo que los demás dijeran?

    Draco se mordió un labio y suspiró profundamente. ¿Qué pasaría si se enamorara? Cuando había estado con Jasón no había pensado siquiera por un momento en dejarlo todo, pero no había estado enamorado de él realmente, le tenía cariño y lo quería un poco, pero definitivamente no estaba enamorado de él. Se giró un poco para ver a Potter, se sentía demasiado atraído por él, sentía demasiadas cosas por él, y si la situación fuera distinta, si no estuviera a punto de morir y Potter, pese a sus avances, no le pareciera tan débil, no dudaría en estar con él, sin embargo...

    —¿Qué tal si te enamoras y ese chico te pide que dejes a tu esposa, y tu fortuna incluso, si eso da como recompensa que puedan estar juntos? ¿Lo dejarías todo de lado o aún así buscarías ser práctico? —continuó preguntando Harry, cada vez más interesado en la respuesta.

    —No lo sé —admitió Draco, poniéndose en pie —, no me he enamorado de nadie así como para planteármelo.

    Harry le dio una mirada herida y asintió, poniéndose en pie y tomando la escoba. Se obligó a sonreír, no podía enfadarse, Malfoy estaba siendo honesto, era lo que él quería, no podía obligarlo a enamorarse de él y dejarlo todo de lado, enfrentar a sus padres y la sociedad, perder su herencia y su nombre en la estirada elite a la que pertenecía.

    —Vamos, te hago una carrera al hotel —dijo, fingiendo estar animado, mientras montaba en la escoba, y sin esperar respuesta, se alejó volando.

    —¡Eres un tramposo! —gritó Draco, supo que Potter lo había escuchado porque volteó a mirarlo y le sonrió ampliamente. Se montó en su escoba y lo siguió.

    —No me he enamorado de nadie así, hasta ahora —dijo suavemente, sabiendo que nadie escucharía sus palabras.

    *O*O*O*

     
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