Un viaje hacia la vida: Epílogo

Autora: Zafy (NC-17) - DRARRY

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  1. Kari Tatsumi
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    CAPÍTULO 14



    El tiempo es muy tirano. Sobre todo cuando te queda tan poco. En eso pensaba Draco mientras, junto a Harry y Tobby, se encaminaba hacia el Oeste, hacia ese país que había visto en una de las guías turísticas del hotel: Andorra.

    Partieron antes del amanecer, en el inicio de una fina llovizna que seguramente se convertiría en una gran lluvia; silenciosos y algo agotados, mirando con atención la oscura carretera y dejándose llevar por el camino.

    Se detuvieron en una gasolinera, donde tuvieron que llenar el tanque una vez más, en la pequeña tienda que tenía esta gasolinera compraron algunas botellas de agua, cigarros y, por antojo de Potter, una linterna. Draco descubrió a Potter comprando además un cuaderno pequeño. “Para llevar la cuenta de nuestro viaje”, había comentado el chico, algo sonrojado, mientras pagaba con el dinero que aún cargaba y que él no había querido recibir de vuelta.

    Cuando amaneció se encontraron en Orléans, una pequeña ciudad bastante agradable, ambos coincidieron en que necesitaban descansar y en que el lugar no se veía nada mal para pasear un poco.

    A diferencia de Paris, esta vez se hospedaron en una pequeña pensión, a la salida de la ciudad, donde podían desayunar y darse una ducha antes de tirarse a la cama a descansar. Draco había estado algo inseguro respecto a qué tipo de habitación tomar, pero Potter había dejado en claro que aún estaba dispuesto a compartir habitación con él.

    La mujer de recepción, una anciana bastante amable, no les hizo ningún comentario respecto al perro y les dijo que no había problema con que lo tuvieran en la habitación, siempre y cuando se hicieran responsables en caso Tobby rompiera o ensuciara algo.

    Tobby se durmió entre las camas de ambos, despreciando la cama que le habían comprado, la cual tenía las mantas que Harry le había traído.

    Se despertaron al atardecer, agotados y algo desubicados, habían decidido intentar mantener un perfil bajo, optando por no alojarse en hoteles caros, sino en pequeñas pensiones o habitaciones económicas. Draco no podía negar que Potter parecía sentirse mucho más cómodo así y sólo eso lo convenció de hacerle caso.

    Por la tarde se dedicaron a conocer la ciudad, Draco, disfrutando de su cámara fotográfica, tomó un montón de fotografías del lugar, y le pidió a algunas personas que les tomaran fotos a ellos también; a diferencia de en Paris, allí sí llevaron a Tobby a todos lados, y Harry no podía negar de que seguramente se veían muy graciosos, con Draco con el cabello cortado casi a rape, y un perro enorme y negro que parecía bastante agresivo, aunque en realidad era muy dulce, sobre todo en la noche, cuando ellos estaban sentados y ponía su cabeza sobre las piernas de Harry, esperando que le hiciera algún cariño mientras conversaban animadamente.

    Harry había decidido evitar el tema de la esposa de Malfoy, de su familia y de lo equivocado que estaba al querer mantener las apariencias pese a que eso lo hacía sentir miserable o triste. Una vez dejado de lado ese tema, las cosas fueron casi como cuando recién empezaban a tolerarse, conversando de cosas insignificantes, de cosas que les había pasado en la escuela o en su niñez y su juventud. Solo que las cosas ahora eran diferentes, varias veces, durante los dos días que permanecieron allí, Harry se encontró perdido, apreciando a Draco, observando sus rasgos y su porte, la forma como fruncía el ceño para explicar algo complicado, o la sonrisa traviesa que asomaba a sus labios cuando se burlaba de él.

    Por su lado Draco sentía que a cada momento que pasaba le pesaba mucho más su secreto, sabía que no le era indiferente a Potter, le había dejado cientos de pistas al respecto, pero el no poder responder a esos sentimientos era algo que lo hacía sentir frustrado y con más ganas aún, mientras veía como cuidaba de Tobby y hablaba con el animal, o escuchaba pequeñas historias de la escuela, de lo que había pasado después de la guerra, cuando no había estado tan drogado como para olvidarlo.

    Durante su estadía en Orléans, Draco había tenido que disimular bastante respecto a los síntomas, cada día se sentía más agotado y enfermo, pero la perspectiva de salir con Harry y Tobby a pasear, de ver la sonrisa de él y la forma como sus ojos se iluminaban era algo que lo obligaba cada mañana a levantarse y seguir, embutiéndose cada vez de más y más pociones; pociones para los mareos, las nauseas, los dolores, para dormir bien, para despertarse... su vida se había reducido a la cantidad de pociones que debía tomar cada día y a la sonrisa y las conversaciones con Harry.

    —¿No te gustaría manejar a ti? —preguntó Draco la mañana en que partían de Orleáns, mientras le lanzaba las llaves a un muy sorprendido Harry.

    —¿Yo?

    —¿Si sabes manejar, no?

    —Claro... sí qué sé, pero es extraño... ¿Estás seguro?

    —Mientras prometas no chocarlo —se burló Draco, no dándole opción a reclamo y metiéndose en el interior del auto, en el asiento del copiloto, nunca se había sentado allí antes, no en su propio auto al menos, y se acomodó lo mejor que pudo, inclinando un poco el asiento y tratando de no incomodar a Tobby, que había intentado darle un lengüetazo de cariño.

    —¿Hacia dónde se supone que debo ir? —preguntó Harry, una vez se hubo instalado tras el volante y encendió el auto, disfrutando del ronroneo del vehículo, llevaba mucho tiempo sin conducir y cierto que se había sentido tentado a pedirle a Malfoy que le dejara dar una vuelta, aunque que él lo ofreciera le parecía bastante extraño.

    —Por la autopista, veamos que hay, mientras no te alejes del camino a Andorra —se encogió de hombros Draco, mientras sacaba el mapa que habían estado utilizando y le señalaba la carretera que debería seguir.

    Harry asintió y aceleró un poco, sintiendo la fuerza del vehículo, mientras cruzaba la ciudad, mirando con atención los letreros, agradeció haberse ya habituado al sentido del tránsito, aunque no podía dejar de estar alerta, repitiéndose que debía ver las cosas en sentido invertido, para no chocar o doblar mal en alguna calle.

    Draco se acomodó mejor en el asiento y miró hacia la ventanilla, mientras los ojos le pesaban más y más, apenas había podido dormir la noche anterior, cavilando entre su inexistente futuro y la perturbadora figura de Potter, a sólo unos metros de él, durmiendo plácidamente. Se quedó dormido apenas se internaron en la carretera, arrullado por la música de la radio y la suavidad del desplazamiento, cuando abrió los ojos lo hizo porque Potter lo estaba agitando suavemente.

    —Hey... ¿te sientes mal? —preguntó Harry, bastante preocupado, se había detenido frente a un parque en Vierzon, la primera ciudad a la que habían entrado.

    —No... Anoche no dormí bien —se justificó Draco, apartándose un poco de lo perturbador que resultaba el toque de Potter.

    —Oh... Hemos llegado a Vierzon, podemos seguir, pero creo que primero deberías tomar algo, ya casi es hora de almorzar, después de todo.

    —Sí, claro que sí, ¿tienes hambre?

    —Un poco —admitió Harry, sin dejar de mirarlo, y no como normalmente hacía, imaginando estar con él, sino analíticamente: Draco se veía algo pálido y ojeroso, pese a haber dormido un buen rato.

    —Podríamos dejar el auto aquí y estirar las piernas, estoy seguro que Tobby lo agradecería.

    —También yo... este auto es bastante pequeño, ¿sabes?

    —Sí, lo sé. Había pensado, hace unos días, cambiarlo... aunque aún no estoy muy seguro, ya lo veremos.

    —¿Cambiarlo?

    —Ya sabes, comprar algo más práctico, he visto unas camionetas interesantes, aunque no muchas —explicó Draco, contento de poder distraer a Potter, mientras salían del auto. Se estiró, tratando de enfocar su mirada en los árboles del parque para no sentirse tan mareado, y agradeció que Tobby hiciera suficiente escándalo para salir cómo para llamar la atención de Potter y que no se fijara en él.

    —¿Qué se te apetece comer? —preguntó Harry una vez hubiera sujetado a Tobby, que parecía dispuesto a soltarse para lanzarse al parque.

    —¿Por qué no damos primero una vuelta con Tobby?, se ve ansioso por pasear —propuso Draco, no sentía muchas ganas de comer realmente.

    —De acuerdo.

    Caminaron por el parque, mirando las calles y a la gente pasar, conversando acerca de la posibilidad de quedarse en ese sitio al menos un día, y en buscar un hotel o una pensión no muy ostentosa, para evitar llamar la atención, bajo la consigna de que probablemente los estaban siguiendo. Harry no entendía mucho el comportamiento de Malfoy, que parecía siempre tan decidido y firme, y que no podía ser capaz de enfrentar a su familia, pero no quería cuestionarlo más, pues sabía que ese tema le enfadaba.

    Terminaron almorzando en un pequeño restaurante con grandes vitrales, lo que les permitió dejar a Tobby en la entrada, aunque no comieron tranquilos, demasiado preocupados por el perro y dejarlo solo en medio de la calle.

    Encontraron una pequeña pensión a tres calles del parque, la regentaba una mujer mayor, de cabellos muy oscuros y ojos azules, que les sonrió todo el tiempo y les recomendó unos cuantos sitios que visitar durante su pequeña estadía.

    Durante la tarde ambos se la pasaron durmiendo, y cuando despertaron el cielo estaba oscuro y con grandes nubes.

    —¿Sabes que pronto será invierno? —preguntó más tarde, luego de que ambos se prepararan para la cena.

    —Lo supongo, pronto empezará a llover.

    —Estamos en noviembre, no sé dónde se ha pasado tanto tiempo.

    —Hemos visto muchos sitios —afirmó Draco, mientras le entregaba un abrigo y tomaba un paraguas.

    —Sí... quiero escribirlos todos, pero no sé... —Harry se mordió el labio inferior, mientras observaba a Draco palmear la cabeza de Tobby, que ya había hecho su cama en uno de los rincones cercanos a la chimenea.

    —¿No te acuerdas de los nombres?

    —Sí, de eso sí, pero no de la fecha ¿cuándo fue que salimos de Inglaterra?

    —En agosto, el treinta —explicó Draco abriendo la puerta y haciéndole un gesto para salir.

    —Oh... vaya, ¿en serio?

    —Sí, en serio, llevo bien la cuenta de los días —afirmó Draco, lo cual era cierto, ya que llevaba aún el libro de la vida con él y era consciente de cuántos días de vida, aproximadamente, le quedaban.

    —Mmm... —Harry asintió y siguió a Draco por las escaleras, meditando en que su cumpleaños había pasado, cosa que él ya sabía, mientras permanecía encerrado en el departamento de Draco, ni siquiera se había dado cuenta de eso.

    —¿Qué pasa? —preguntó Draco, luego de hacerle un gesto de despedida a la señora de recepción y abrir la puerta de salida del hotel.

    —Nada, ¿por qué crees que algo pasa?

    —Por tu cara —afirmó Draco, mirando de un lado al otro de la calle —¿Izquierda o derecha? —preguntó hacia Harry.

    —Derecha.

    —Genial —dijo, caminando hacia la izquierda.

    —¡Hey! —protestó Harry, que había empezado a caminar hacia la derecha, pensando que irían en esa dirección —. ¿Para qué me preguntas si harás exactamente lo contrario?

    Draco soltó una carcajada y alcanzó a Harry.

    —En realidad la pregunta no fue clara, pude haber querido decir en cuál dirección no quieres ir.

    —Tramposo.

    —Oh, vamos, no te ofendas —rió Draco, pasando un brazo sobre los hombros de Harry.

    Harry sonrió un poco y rogó para que Draco no se apartara de él, mientras seguían avanzando en busca de algún lugar en el cual comer.

    —Y entonces —dijo Draco, luego de un gran tramo de camino —¿qué era lo que tenías?

    —Ah... Me di cuenta de que pasé mi cumpleaños en tu departamento, probablemente inconsciente, o destrozando algunas cosas.

    —¿En serio? ¿Cuándo fue tu cumpleaños? —preguntó Draco, no había pensado que llevaban desde julio juntos, lo que implicaba que el cumpleaños de Potter hubiera podido pasar de ser percibido.

    —Treinta y uno de julio —informó Harry, mientras se detenían frente a un restaurante que parecía bastante elegante.

    —¡Pero fue hace meses! —exclamó Draco, sorprendido.

    —Lo sé... ni siquiera me había dado cuenta... ¿Tu cumpleaños ya pasó?

    —¿Qué te parece aquí? —preguntó Draco, obviando por el momento la pregunta de Harry y mirando con interés el fino restaurante.

    —¿No será muy caro?

    —Ese no es problema, y esa no fue la pregunta —negó Draco, apartándose de Harry para entrar, un hombre uniformado los saludó en francés y les abrió la puerta.

    Harry escuchó, como siempre le ocurría, embelesado a Malfoy intercambiar unas cuantas palabras con el Maitre y luego fueron acomodados en una íntima mesa para dos, con una vela encendida en el medio, lejos de los otros pocos comensales que había.

    —Mi cumpleaños fue en junio —comentó Draco, contestando a la pregunta de Potter —, el cinco.

    —Oh... también ya pasó.

    —Sí.

    —¿Lo celebraste?

    —Más o menos —Draco se encogió de hombros —, me organizaron una cena muy elegante, llena de lo más alto de la sociedad y los funcionarios del Ministerio y de Gringotts, hubo una orquesta tocando casi toda la noche.

    —No pareces haberte entretenido tanto.

    —¿Honestamente? —preguntó Draco, Harry asintió y entonces continuó —. Me la pasé tratando de convencer al Jefe de exportaciones del Ministerio para que aceleraran la resolución de una ley que nos dejaría ganar una buena cantidad de oro, baile con Katrina y con mi Madre mucho más de lo que hubiera querido, y para cuando la noche terminó no pude estar más contento de que los cumpleaños fueran solamente una vez al año.

    —Vaya... ¿no hiciste nada con tus amigos?

    —No —Draco arrugó la nariz un poco y suspiró —hay cosas que debes aprender, cuando estás en el círculo social que yo, no puedes tener amigos, no puedes confiarle a nadie tus secretos, es muy peligroso, los pueden usar en tu contra en algún momento decisivo. Ni siquiera puedes confiar en que tus hijos no revelen alguna cosa importante... Es muy complicado.

    —Es un porquería —resolvió Harry, negando con la cabeza —, no me gustaría nunca estar en un círculo de esos, es decir, ¿qué gracia tiene tener tanto oro y poder si no puedes disfrutarlo?

    —Lo disfrutas, paga las cuentas y los más caros caprichos.

    —Eso no es disfrutar, hay cosas más importantes que el oro y los caprichos.

    Draco lo miró seriamente y asintió.

    —Es cierto, los hay, lo sé; pero no puedes elegir ir contra las normas, es lo que me toca vivir.

    —Sí que puedes, no tienes que vivir así, es tu vida, tu decisión.

    Si tan solo le hubiera hecho caso a ese consejo antes, cuando Blaise se lo había dado antes de casarse, cuando Jasón, el chico de New York, se lo había gritado, pero ya era tarde, ahora solo le quedaba disfrutar de lo poco que tenía, y no podía negar que con Potter lo estaba haciendo.

    —Pues ahora la estoy pasando bien aquí —se encogió de hombros, no queriendo admitir que con él y que dudaba que si hubiera hecho el viaje solo la estaría pasando tan bien como ahora.

    —Yo también —afirmó Harry, en voz baja, mientras el mesero traía ya los primeros platos.

    *O*O*O*



    Aunque la siguiente meta era Tolouse, se detuvieron en Cahors para almorzar, allí conocieron a un grupo de campistas que comentaban emocionados de los maravillosos días que habían pasado acampando en el bosque, en contacto con la naturaleza y aprovechando los últimos días antes de que las primeras nevadas cayeran.

    —¿Acampar? —preguntó Harry, mientras caminaban con Tobby hacia el parque más cercano que pudieran encontrar.

    —Tenemos la carpa. Yo nunca acampé; aunque teníamos varias carpas, usamos una para el mundial de quidditch —explicó Draco, señalando con la cabeza hacia una de las esquinas, para cruzar la avenida.

    —Yo también estuve allí, nos vimos, ¿recuerdas?

    —Ah... claro, el ataque —masculló Draco, aquel no había sido un buen recuerdo.

    —¿Y cuál fue tu carpa? —preguntó Harry un momento después, cuando ya caminaban por el parque, con Tobby saltando contento de un lado al otro.

    —¿Qué?

    —La del mundial de quidditch.

    —Era una tienda de seda a rayas, de varios pisos de alto… mi padre insistió en traer a los pavos reales y tuvimos que atarlos a la entrada para que no escaparan —explicó Draco, recordando esa noche, no se había divertido del todo en realidad, temía que alguien los descubriera y supuso que su padre andaría borracho por haber participado en algo de ese tipo, exponiéndose de esa manera.

    —¡Yo la vi! —exclamó Harry sorprendido, preguntándose por qué no se había dado cuenta que una carpa de ese tipo era de Malfoy.

    —¿En serio? Yo no vi su carpa.

    —Era bastante pequeña... en comparación a la tuya, claro.

    —¿Además de eso, tú has acampado en otra ocasión?

    —Más o menos, durante la guerra Hermione, Ron y yo pasamos mucho tiempo en la carpa, en la misma que llevamos al mundial, escapando.

    —Entiendo. Si es que te trae malos recuerdos acampar y...

    —No, no es eso, es decir, no creo que tenga sentido ligar ese tiempo a la experiencia de acampar... —Harry frunció el ceño y miró hacia Tobby por un instante, antes de asentir —en realidad sería otro tipo de campamento, además Tobby la pasaría muy bien...

    —Si no se lo come un oso —se burló Draco.

    —No hay osos en esta parte de Europa —negó Harry, Draco arqueó una ceja y eso lo hizo dudar —¿verdad? —preguntó con desconfianza.

    Draco soltó una carcajada y negó con la cabeza.

    —No, no creo que los haya.

    —Genial, no quiero que se lo coma un oso.

    —No dramatices — se burló Draco, dándole un golpe en el brazo y soltando otra carcajada, mientras Harry lo miraba fingiendo estar enfadado, hasta que no pudo más y se contagió de la carcajada de Malfoy.

    Se quedaron en Cahors dos días, paseando y descansando, mientras contactaban con una agencia de turismo que les dio todas las indicaciones para llegar a un bosque donde podrían acampar, denegaron gentilmente la oferta de llevar un guía con ellos, pues su carpa era mágica y además no se sentían cómodos con un extraño junto a ellos.

    Llevaron el automóvil, ésta vez fue Draco quien condujo, exigiéndole lo máximo a su vehículo y repitiendo con más insistencia en que quería cambiarlo por una camioneta.

    Gracias a los hechizos de ubicación que tenía el auto, pudieron encontrar un lugar agradable, cerca de un pequeño arroyo y rodeado de árboles y algunas montañas.

    Rieron un buen rato, tratando de entender la forma exacta en que la carpa se debía armar, mientras Tobby los observaba, con la cabeza entre las patas y recostado a la sombra de un árbol.

    Al atardecer tenían ya armada la carpa, que lucía como una carpa común y corriente, aunque en su interior era una casa de dos pisos, con escaleras blancas, cortinas pesadas y oscuras, muebles estilo victoriano y tres habitaciones. Tomaron la habitación del centro, convirtiendo la enorme cama King Size en dos camas más pequeñas, ninguno hizo un comentario acerca de la necesidad de seguir compartiendo habitación, pese a que Harry ya podía dormir solo y sin vigilancia.

    Harry insistió en que si quería sentir en serio lo que era un campamento, deberían intentar hacerlo todo al estilo muggle, o al menos lo mayor cantidad de cosas, por lo que antes de adentrarse en el bosque se detuvieron en un supermercado y llevaron muchas latas de comida, botellas de agua, leña y algunas cosas más que Draco no entendía bien para qué podían servir.

    Al anochecer observó, divertido, a Harry tratando de frotar los maderos para conseguir, según había dicho él, una chispa que convirtiera esa ruma en una hoguera, luego de mucho rato de reír disimuladamente, mientras jugueteaba con Tobby, se compadeció de él y lanzó un hechizo que hizo que los maderos ardieran rápidamente. Harry, sonrojado y sudoroso por el esfuerzo, le dio una mirada de reproche.

    —Malfoy, eso es trampa.

    —Vamos, Potter no te enojes, reconoce que podríamos pasar toda la noche esperando a que por fin saliera la dichosa chispa.

    —Sigue siendo trampa.

    —No, se llama ser práctico.

    Harry entrecerró los ojos, sintiéndose algo ofendido y avergonzado por no haber podido encender siquiera la hoguera, y empezó a colocar las latas de comida en el fuego, con lo que se ganó otra mirada curiosa de parte de Malfoy.

    Cuando empezó a anochecer y el bosque se oscureció por completo, se sentaron alrededor de la fogata, con Tobby al lado de Harry, mientras comían los frejoles y sopas que había en las latas y observaban el cielo.

    —Nunca había visto el cielo de esta manera —admitió Harry, dejándose caer de espaldas sobre la hierba, luego de deshacerse de su lata vacía de comida. Sintió a Draco hacer lo mismo y volteó a verlo un instante, el chico también miraba hacia el cielo atentamente.

    —Dicen que en los bosques el cielo se ve mejor —asintió Draco, sabiéndose observado pero luchando con sus ganas de voltear —, aunque parece que pronto empezará a llover —continuó, mientras señalaba unas nubes oscuras que ya se aproximaban.

    Harry, resignado, giró hacia el cielo, y observó las nubes negras que Malfoy le señalaba, todavía estaban algo lejos y de todas maneras aún podían apreciar el cielo.

    Se pasaron mucho rato hablando sobre las constelaciones que se podían divisar en ese sitio, sobre las historias que Draco se sabía al respecto, todas aprendidas en casa y no en clase de Astronomía, y Tobby revoloteó alrededor por bastante tiempo, hasta que las nubes negras cubrieron todo y el primer indicio de una lluvia comenzó a caer.

    Se refugiaron al interior de la cabaña, pero no en la habitación sino en la sala, continuando con su conversación, Harry estaba maravillado de la cantidad de cosas que Malfoy sabía y lo fácil que las explicaba, recordó que él había dicho que los niños no eran lo suyo, pero sabía que definitivamente sería un buen padre, aparentemente tenía mucha paciencia, y ese viaje era la mejor muestra de ello.

    Pasaron tres días en el bosque, explorando los alrededores, tomando fotografías y descubriendo paisajes muy hermosos; el clima ya estaba cambiando y cada vez hacía más frío, pero pese a eso no se desanimaron de sus paseos diarios. Draco había decidido que definitivamente le encantaban los amaneceres, que era, según su opinión, la mejor parte del día y se levantó temprano a poder verlos. Tobby parecía muy contento, corriendo por todos lados sin correa, aunque previamente Draco le había puesto un hechizo de ubicación, en caso se terminara despistando.

    Al cuarto día llovió durante toda la mañana y parte de la tarde, lo que les dio la señal de partir, después de todo aún querían llegar a Andorra y lo mejor era ponerse en movimiento.

    Cargaron todo en el auto al atardecer, cuando el sol se estaba ocultando, y tomaron algunas fotografías más, Draco había encontrado la forma de hacer que la cámara se disparara sola, lo que logró que se tomaran muchas fotografías juntos.

    Enrumbaron por la carretera y esta vez ya no se detuvieron hasta el peaje que les informaba que ya estaban en Andorra. Se detuvieron en Canillo, maravillados por el paisaje natural que los rodeaba, la gente en las calles, pese a que ya estaba empezando el invierno, sonreía contenta, habían varios parques donde notaron shows y teatros callejeros, en definitiva era un buen lugar.

    Por primera vez Harry pudo sonreír un poco al notar que Draco no entendía nada de los letreros, y tampoco a la mujer que los saludó en la recepción del hotel Vall Esquí, donde se detuvieron en busca de una habitación.
    Aunque rápidamente la mujer mencionó, ya que ambos pusieron caras de no comprender, que también hablaba francés, Harry lo estuvo molestando por un buen rato con eso.

    —Este lugar se ve muy interesante —aceptó Draco, una vez subieron a su habitación, en el tercer piso y con un gran balcón que dejaba ver las montañas, verdes por el pasto y los bosques.

    —Pues sí, es lo más hermoso que he visto en mucho tiempo, sin ofender a ninguna de las otras ciudades, pero es que aquí se ve todo tan tranquilo —admitió Harry, alcanzándolo en el balcón y observando también.

    Ambos se quedaron allí por un rato más, Draco cavilando en que al fin había encontrado su respuesta, ya sabía donde quería morir, seguramente que tendría que llevar de vuelta a Potter a Inglaterra, para devolverle la varita, pero luego de eso volvería, solo, a ese lugar, donde todo se veía tan lleno de vida a esperar que la naturaleza hiciera lo propio con él y terminara con su suplicio.

    —¿Estás bien? —preguntó Harry, tocándole el hombro para llamar su atención, la expresión de Draco se había tornado completamente triste.

    —Claro que sí, ¿por qué no habría de estarlo? Este lugar es maravilloso, me apetece quedarme mucho tiempo por aquí.

    —¿Seguro que es solo eso? Pareces... raro.

    —No alucines, Potter —cortó Draco, de manera más ruda de la que deseaba, mientras se metía de nuevo a la habitación, dispuesto a ordenar todo.

    Harry frunció el ceño y negó con la cabeza, mirando a Draco moverse por todos lados, sacando la ropa del maletín y a Tobby a un lado, dormitando.

    —A ti te pasa algo —dedujo, aunque no lo dijo en voz muy alta, no queriendo que Draco lo escuchara realmente.

    *O*O*O*



    Pasaron la tarde siguiente en el "Museu de les 2 Rodes": el museo de las motocicletas, Harry recorrió, seguido de Draco, cada uno de los rincones de ese lugar, viendo desde los primeros diseños hasta la actuales, y preguntándose una vez más qué tan mala habría quedado su motocicleta o si es que no le habría pasado algo, después de tanto tiempo escondida.

    —¿Cuándo aprendiste a manejar una moto? —preguntó Draco aquella noche, mientras ambos cenaban en un pequeño restaurante en las cercanías del hotel, habían dejado a Tobby en la habitación y ellos planeaban pasear un rato más.

    —A los dieciocho, creo... la guerra ya había terminado, estaba tratando de hacer cosas nuevas; mi padrino tenía una moto... una muy antigua, de allí saqué la idea.

    —¿Aprendiste en esa?

    —No, esa fue destruida durante la guerra... —Harry negó con la cabeza y Draco le dio una mirada evaluativa.

    —Si es algo que te incomode...

    —No, no, claro que no —se apuró en aclarar Harry—, estaba pensando en mi padrino, tú lo conoces, creo...

    —¿Yo?

    —Sirius Black.

    —Oh... ya, claro que lo recuerdo, aunque nunca lo conocí. Es primo de mi madre, una vergüenza de la familia, hasta donde escuché.

    —Por supuesto que no fue ninguna vergüenza —rebatió rápidamente Harry, enfadándose un poco.

    —Yo no he dicho eso —protestó Draco en tono calmado —; sólo digo lo que me han dicho, que era eso, un tipo que no aceptó las reglas de la casa.

    —Eso es cierto. Se escapó de casa a los dieciséis años, porque no quería seguir lo que sus padres le indicaban.

    —Eso también lo sé —aceptó Draco, aliviado de que al parecer Potter se había calmado.

    —Fue a vivir con mi papá. Eran muy amigos, él y mis padres... hasta que Voldemort los mató.

    —Entonces... —Draco suspiró un poco y le ofreció la mitad de su postre a Potter, buscando tal vez cambiar el tema, aunque éste parecía demasiado reacio a hacerlo.

    —Lo conocí cuando tenía trece años, por un momento pensé que podría vivir con él y librarme de los muggles con los que vivía, pero todo se torció y nunca pude pasar demasiado tiempo con él; pese a que algunas veces me parecía demasiado amargado, le tenía mucho cariño y cuando murió... —negó con la cabeza y jaló el plato de Malfoy, dejándole en su lugar su propio postre.

    —Gracias —masculló Draco, algo cauteloso por la situación.

    —Como sea, salí, compré una moto y empecé a conducirla, me caí muchas veces, hasta que aprendí... la que dejamos en Inglaterra es mi primera moto, nunca choque tanto como para malograrla.

    —Cuando regresemos te ayudaré a repararla si es que tiene algo malo.

    —¿En serio?

    —Claro, será divertido, es más, hasta me podrás enseñar a montarla —sugirió Draco, dándole una probada más al postre de Harry.

    —Genial —asintió Harry, pensando en que esa era una promesa que implicaba que se seguirían viendo cuando volvieran a Inglaterra —, esto está muy rico —comentó, luego de darle una probada al postre de Malfoy.

    —Y esto también —convino Draco, sonriendo.

    Ambos se quedaron en silencio por un rato más, terminando de comer, pensando cada uno en qué harían al volver a casa.

    *O*O*O*



    Harry aún seguía queriendo averiguar qué le pasaba a Malfoy, por eso al día siguiente se levantó mucho más temprano que de costumbre; en Paris, cuando había revisado las cosas de Malfoy, no había encontrado nada inusual, pero sí algunos hechizos de seguridad extraños, le parecía excesiva seguridad para un simple equipaje. Estuvo husmeando en la habitación y en el baño, donde se sorprendió de encontrar otro hechizo más de seguridad, ni siquiera se había dado cuenta de en qué momento Malfoy había hecho eso.

    —¿Qué es lo que estás escondiendo? —preguntó en voz baja al aire, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por los pasos veloces de Malfoy, corriendo hacia el baño, se apartó justo a tiempo, mientras lo veía caer de rodillas frente al WC y vomitar.

    Al igual que la vez anterior en que lo había visto en esa situación, se inclinó a su lado y lo sujetó un poco, hasta que las náuseas terminaron, luego le puso una toalla húmeda en la cabeza y lo miró de manera acusadora.

    —Gracias... no sabía que te habías despertado ya —farfullo Draco, apretando un poco más la toalla húmeda contra su frente.

    —¿Qué es lo que tienes? No es la primera vez que te veo enfermo.

    —Nada, los viajes nunca me sientan bien, los cambios de comida y eso...

    —¿Quieres que te consiga un antiácido? —preguntó Harry, de manera solicita, maldiciendo no tener su varita a mano para poder llegar al fondo del asunto.

    —Esa es buena idea, estoy seguro que en el hotel deben tener, ¿podrías pedirlo en recepción, por favor?

    —¿Seguro que no tienes nada más? Entiendo que esto de los viajes te haga daño, pero ya hemos estado viajando por mucho tiempo y...

    —Tal vez la altura, ya ves que dicen que algunas veces hace daño —se excusó Draco, poniéndose en pie y sosteniéndose del lavamanos, sus piernas temblaban y temía caerse delante de él.

    —Te hubieras sentido mal ayer, o anteayer, cuando llegamos, no hoy.

    —Vamos, no eres un médico, no lo puedes saber —negó con la cabeza Draco, agitando una mano para quitarle importancia al asunto.

    Harry abrió la boca para replicar y luego la cerró, negando también.

    —Iré por el antiácido —resolvió, mientras salía del baño.

    Draco lo observó a través del espejo, preguntándose por qué se había visto tan ofendido, en cuanto la puerta de la habitación se cerró, con manos temblorosas, invocó a su varita y levantó el hechizo de seguridad, la hilera de pociones brilló un poco y sin demorarse más empezó a tomarlas en orden, conforme pasaban los minutos se empezó a sentir mejor, aunque aún algo cansado.

    Luego de darse una ducha y cerrar el hechizo de seguridad, se dejó caer en la cama, aún envuelto con una toalla alrededor de la cintura y esperando a Potter y el antiácido que había prometido, no le gustaba tomar cosas como esas, pero no quería darle más motivo de discusión a su compañero, sin embargo el cansancio pudo más y antes de que volviera, se quedó dormido.

    Harry volvió muchos minutos después, había tenido ciertos problemas, ya que la mujer de recepción hablaba francés, español y catalán, pero no inglés, y había tardado un poco en hacerse entender, lo peor fue que allí no había nada que le pudiera servir así que tuvo que ir a la farmacia, a una calle de distancia, a comprar el antiácido, por suerte la mujer se había compadecido de él y le había escrito en un papel lo que necesitaba, para que se lo pudiera dar a la persona que atendía en la farmacia.

    Consiguió también una botella de agua, recordándose que tendría que decirle a Malfoy que deberían comprar más de esas botellas para tener a mano, y finalmente, cuando volvió, cargando una pequeña bolsa con varios tipos de antiácidos y la botella de agua, lo encontró sobre la cama, cubierto sólo por una toalla y completamente dormido.

    —¿Malfoy? —llamó en un susurro, Tobby se había dejado caer junto a su cama, como si lo estuviera custodiando.

    Con cuidado de no hacer ruido dejó la botella de agua en la mesa de noche y se sentó en su propia cama, observándolo: su cabello aún seguía corto, pero ya no tanto como cuando había vuelto luego de su escapada en Paris; su expresión era bastante relajada y respiraba lenta y pausadamente; la piel de su pecho y sus piernas era bastante pálida, más pálida que cuando habían estado en aquella playa, donde habían encontrado a Tobby; y sus piernas tenían un muy ralo vello, tan claro que se confundía con el color de la piel.

    Por mucho rato se debatió entre dejar de mirar y extender la mano para sentir su piel, finalmente ganó la última opción y se puso en pie con lentitud, ante la atenta mirada de Tobby, y se acercó a él, pasó la mano con delicadeza por la mejilla, sintiéndola caliente y suave, pese a la escasa barba que ya estaba creciendo, y luego siguió un poco más abajo, hacia el delgado y largo cuello, sintiendo su pulso, se extrañó de sentirlo tan acelerado, pese a que estaba en completa calma... un gruñido de parte del chico fue suficiente advertencia para hacer que se apartara, lo cual fue muy acertado, pues en ese momento Malfoy abrió los ojos, parecía algo extraviado, mirando hacia un lado y al otro, antes de enfocar su vista en él.

    —¿Ya te sientes mejor? —preguntó Harry, y sabía que estaba sonrojado.

    Draco lo miró un instante más, algo andaba terriblemente mal, no sabía dónde estaba ni qué estaba haciendo ese chico allí, aunque le parecía ligeramente familiar. Frunció el ceño y se sentó con lentitud, calibrando todos sus movimientos y tratando de recordar, ¿qué hacía en esa habitación, apenas vestido y...? Tobby saltó a la cama y acomodó su cabeza sobre una de sus piernas, gimoteando ligeramente, por instinto llevó una mano hacia la cabeza del animal y la acarició.

    —¿Malfoy?

    —Yo... —Draco miró nuevamente hacia el chico, y como si se tratara de una cortina abriéndose lentamente, todo volvió a su sitio: ¡Era Potter!, estaba con Potter en Andorra, pero, ¿qué demonios le había pasado un instante antes?

    —Lamento haber tardado tanto, pero es que nadie, o casi nadie, habla inglés, y tuve que ir a la farmacia a conseguir el antiácido, por suerte la señorita de recepción me lo escribió en un papel, también he comprado algo para los mareos y los males de altura —se esmeró en explicar rápidamente, mientras levantaba la pequeña bolsa de papel y dejaba ver su contenido a Malfoy.

    —Ah... no tenías que haberte preocupado tanto, Potter, ya me siento bien —dijo entonces Draco, apartando un poco a Tobby y poniéndose en pie, las manchas que aparecieron en las paredes eran ya conocidas para él, las había visto antes, se preguntó si es que tendría que tomar más poción para los mareos; sujetó con algo más de fuerza la toalla en torno a su cintura, lo último que necesitaba era que se cayera delante de Potter, mostrándolo completamente desnudo.

    —Pareces aún un poco enfermo.

    —Qué halagador —negó Draco, mientras se movía con lentitud por la habitación, sacando la ropa que debía usar para ese día.

    —Lo siento, no quise ofenderte, sólo que...

    —Olvídalo, me siento bien, suele sucederme, madre siempre decía que era muy delicado en los viajes —mintió.

    —Bien... —Harry dudó un instante, observándolo y luego negó con la cabeza, sabía que él no le diría nada, tendría que encontrar la forma de averiguarlo solo —; iré a darme una ducha.

    —Buena idea, se me apetece tomar ese tour que vimos ayer.

    —Pero, hay que caminar para eso.

    —¿Te sientes cansado? Estoy seguro que es un tramo sencillo, no creo que requiera de mucho esfuerzo.

    —No lo digo por mí, sino por ti —rebatió Harry, algo ofendido por la insinuación de Malfoy.

    —Estoy perfectamente bien —declaró Draco, sonriendo tensamente —, ahora ve a ducharte, que tenemos que ver la forma de dejar a Tobby encargado en algún sitio.

    A regañadientes Harry asintió y se metió en el baño, Draco, una vez escuchó el agua caer, se sentó nuevamente sobre la cama, respirando agitadamente.

    —¿Por qué me estoy sintiendo peor de pronto? —se preguntó en un murmullo, presionándose la frente, como hacía últimamente, queriendo encontrar la forma de aplasta el cáncer, de sacarlo de su organismo, aunque sabía que eso era imposible.

    Tobby gimoteó un poco y se acostó a sus pies, consolándolo con ese pequeño gesto.

    *O*O*O*



    Luego de pagarle a uno de los botones del hotel para que se quedara con Tobby durante todo el día, salieron caminando hacia la calle Sant Joan de Caselles, dónde se encontraba la oficina de turismo de Canillo, y compraron los boletos para el tour: “Doce huellas en el camino de Canillo”.

    Harry se mantuvo observando a Draco todo el tiempo, atento a sus reacciones y a su forma de andar y de moverse, cada vez más seguro de que algo realmente estaba pasando allí, no podía ser que siempre estuviera enfermo.

    Draco se entretuvo tomando fotografías por todo el camino, iban bastante lento, debido a que unas cuantas familias con niños iban con ellos y debían tener consideración por ellos y el ritmo que podían llevar. La mayoría de los turistas que formaban el tour eran americanos, por lo que el idioma no fue un gran problema, lo cual le permitió no estar tan pendiente de Potter como siempre ocurría, sin embargo, no pudo resistir la tentación de disparar su cámara una y otra vez sobre él.

    Harry llevaba su cuaderno, y cada vez que se detenían en algún lugar a descansar, se dedicaba a tomar notas de los lugares que habían visto; se trataba de una caminata a través del valle, deteniéndose en doce esculturas religiosas: Sant Joan de Caselles; Oratorio de Sant Bernat de Menthon; Cruz de Hierro Forjado; Iglesia de Sant Serni; Escultura a Carlomagno; Iglesia de Santa Creu; Cruz de los Siete Brazos; Sant Miquel de Prats; Cruz de Carlomagno; Oratorios de Meritxell y Santuario de Meritxell; Malfoy, que había hecho buenas migas con un par de turistas italianos que hablaban un muy precario inglés y una de las familias que cargaba con cuatro niños pequeños, se la pasó disparando su cámara por todos lados, sonriendo y bromeando con él y con sus nuevos amigos.

    Lo divertido para Harry fue cuando casi al final del recorrido uno de los niños pequeños, un enano de apenas tres años, hizo un terrible berrinche porque dijo que tenía hambre, mientras su madre trataba de ubicar al padre entre la multitud de turistas, argumentando que era él quien cargaba la mochila con la merienda, lo dejó de la mano de Draco, que pareció perder el color, mientras observaba al pequeño llorar y llorar, tratando de ver a sus padres.

    —Hey... ya, no llores, ¿no ves que están yendo por tu comida? —pidió Draco, poniéndose de rodillas delante del niño, ni aún así lograba estar a su altura, pasándolo por una cabeza.

    —Claro... intenta tu razonamiento práctico y lógico con él —bromeó Harry, quitándole la cámara del cuello y alejándose unos pasos.

    —¡No te quiero! —gritó el niño, dándole un golpe en el pecho con su manita pequeña y llena de tierra.

    Draco frunció el ceño, dispuesto a responder que por supuesto que no lo quería, que no había razón para que lo quisiera, pues apenas se conocían, pero el sonido de la cámara de fotos llamó su atención, cuando giró, Potter estaba cerca de ellos, enfocándolos y tomando más fotos aún.

    —¡Potter!

    —¡Potter! —repitió el niño, tratando de escapar hacia Harry.

    —Estás asustando al niño, Malfoy —le recriminó Harry, aún con una sonrisa burlona.

    —No es gracioso.

    —Y tienes la camiseta llena de tierra —continuó Harry, riendo un poco más.

    —Eso es porque... Joshua me ha golpeado.

    —Oh... te ha golpeado un niño pequeño, ¿te quejarás con su madre?

    —Qué cómico —replicó Draco, el niño se había quedado quieto, observándolos atentamente.

    —Gracias, Daniel —dijo la mujer, llegando en ese momento con una pequeña lonchera —, han sido muy amables —continuó, mientras se inclinaba para levantar al pequeño.

    —El no Daniel, el Malfoy —corrigió el niño, dejándose levantar.

    —Ay, qué cosas dices —se rió la mujer —, gracias chicos, son muy amables.

    —No hay de qué —asintió Harry, mientras observaba a Draco ponerse en pie y sacudirse la tierra de los pantalones y la camiseta.

    —Por supuesto, cuando quieras, Diana —retribuyó amablemente Draco, la mujer les hizo un gesto de saludo y se alejó con el niño hacia el centro, donde algunas mujeres más habían tendido unos manteles y daban de comer a los niños.

    —No sé por qué dices que no te gustan los niños, te ves bien con ellos —comentó Harry, acercándose a él y enseñándole las fotos que había sacado.

    —No me gustan y punto, además, para tener uno tendría que acostarme con una mujer, y eso es algo que no me apetece en lo más mínimo.

    —¿Nunca lo has hecho con una mujer? —preguntó Harry, sinceramente extrañado.

    —¡Merlín, no! —negó Draco rápidamente, mientras le señalaba un lugar más o menos limpio donde se podrían sentar.

    —Vaya...

    —¿Tú sí?

    Harry sonrió un poco.

    —No, tampoco, que recuerde, claro.

    —¿Y entonces por qué te extrañas?

    Harry se encogió de hombros y se dejó caer sobre la hierba, Draco, a su lado, hizo lo mismo, ambos mirando al despejado cielo azul.

    —Supuse que ya que tendrías que tener un niño alguna vez y que hasta te has casado...

    —Pero no consumado el matrimonio —se apuró a aclarar Draco.

    —Ya. El punto es, ¿cómo piensas hacer un niño si no quieres...? ya sabes...

    —¿Ya sabes? —rió Draco —Bueno... es algo que quise postergar hasta que el momento llegara, luego ya vería qué hacer.

    —Dirás: que quieres postergar hasta que el momento llegue y que luego ya verás qué hacer —corrigió Harry.

    —¿Qué?

    —Si aún sigues casado, y quieres cumplir con la norma —dijo con retintín —tendrás que hacerlo.

    —Oh... sí, claro.

    —Aunque existe la adopción.

    —No en este caso, la fortuna de los Malfoy, al igual que muchas otras fortunas de los magos de sangre pura, solo funcionan o responden a la sangre legítima de la familia... es un tipo de hechizo que se hizo hace mucho tiempo, hubieron muchos casos de herederos ilegítimos... ya sabes, muchos que nacieron como consecuencia de algún affaire.

    —Oh... eso es... vergonzoso, ¿qué pasaba si una mujer decía estar esperando un hijo y ese hijo no resultaba ser hijo del esposo?

    —Pues cuando nacía el niño, o la niña, la fortuna... no, la casa, en este caso puede ser la Mansión Malfoy, dónde está concentrado nuestro poder, no lo dejaría entrar... entonces el matrimonio se anulaba y la mujer caía en desgracia, pues por lo general su familia la rechazaba por haber deshonrado al apellido.

    —Eso es grave.

    —Ni lo digas, hubo una época en que incluso se desterraba a la mujer y al niño.

    —¡Dios! Eso es espantoso, ¿qué pasaba si es que el esposo, pese a todo quería conservar al niño? No sé... para guardar las apariencias o algo así.

    —Hay unos cuantos hechizos... pero son muy peligrosos, aunque siempre existe la vía legal, entonces no es tan difícil, pero existe la posibilidad de que alguien abra la boca y el secreto deje de serlo.

    —Oh... eso tampoco es agradable.

    —Nada en ese mundo lo es —negó Draco —, tal es el miedo a caer en la desgracia que se dice que en mil seiscientos veintisiete una mujer... —Draco arrugó la frente, por lo general no tenía tan mala memoria —, no recuerdo su nombre, lo siento... en fin, ella creó un hechizo para lograr transferir la magia del esposo al niño, de tal forma que la magia de la fortuna y el apellido lo reconociera como heredero.

    —¿Y funciona?

    —Sí, aparentemente, pero generalmente el esposo muere en el proceso... es un método que está catalogado de magia negra, ni siquiera existen registros, o no conocidos al menos, de la forma cómo efectuar el ritual.

    —Eso es estar desesperada.

    —Sí, lo es, pero cuando te casas, en este tipo de relación, debes ser consciente de lo que te juegas, con Katrina dejamos las cosas claras desde el inicio, ella podía estar con quien quisiera, al igual que yo, pero debe ser cuidadosa, no sólo para que no la vean, sino para no quedar embarazada, eso es algo que la llevaría a la ruina —explicó Draco con voz seria.

    —Ah... —Harry negó con la cabeza —, nunca lo comprenderé.

    —Por suerte tú no tienes que vivir bajo esas reglas... puedes casarte con algún chico si quieres, e incluso adoptar niños, ¿eso te gustaría?

    —¿Casarme o adoptar niños?

    —Las dos cosas, supongo.

    —No lo sé, nunca lo pensé, el futuro, en ese aspecto al menos, no es algo que me haya desvelado mucho.

    —Bueno, tienes la vida entera para decidirlo —asintió Draco, dándole un golpe en el brazo.

    Harry iba a decir que él también podía cambiar de opinión, que aún le podía dar la espalda a toda esa absurda sociedad, pero en ese momento el guía, un hombre mayor, pero que se veía musculoso y lleno de vida, los llamó para que se juntaran y empezaran a hacer el recorrido de vuelta a la ciudad.

    *O*O*O*



    El regreso había sido muy entretenido, Harry había estado jugando con los niños de Diana, el pequeño Joshua y dos niños mayores, haciéndolos reír y entreteniéndolos mientras Draco conversaba con la pareja de esposos, ellos eran de New York y se pasaron recordando algunos sitios que al parecer eran muy entrañables para Draco. Al llegar de vuelta a Canillo, Diana y su esposo, Jeffrey, habían comentado que al día siguiente partirían hacia Francia, y se habían despedido con mucho cariño de ambos; mientras que los amigos italianos que Draco había hecho le comentaban que ellos partirían al día siguiente con un grupo similar a explorar todos los pueblos hasta Andorra la Valle y les habían preguntado cuál sería el siguiente tour que ellos tomarían.

    —No sería mala idea, después de todo —opinó Harry más tarde, luego de que Malfoy le preguntara si le atraía la idea, mientras paseaban a Tobby, pese a que ambos estaban agotados, pensaron que no sería correcto no hacerle compañía a Tobby por un rato.

    —Tampoco creo que lo sea, hasta ahora hemos andado más o menos solos, y no que no me la pase bien, pero sería divertido, si tú quieres...

    —Es algo precipitado, salen mañana casi al amanecer —asintió Harry, que era el que llevaba de la correa a Tobby.

    —Nunca he hecho algo como eso, siempre he ido a hoteles buenos y... —Draco negó con la cabeza y soltó una risita.

    —¿Qué?

    —Es sólo que, tampoco he hecho algo como esto, viajar al estilo muggle y eso...

    —Oh... Pues, es genial que hagas cosas diferentes.

    —Sí. Entonces, ¿quieres o no? —preguntó Draco, un poco más serio.

    —Si Tobby tiene cabida en un tour de ese tipo, ¿por qué no? ¿Qué tenemos que perder?

    —Nada en realidad.

    —Bien, entonces... Vamos.

    —Llevaremos la carpa —asintió Draco, sin esperar para hacer planes.

    —Pero es una mágica, no podemos llevar una carpa mágica, ¿Qué tal si alguno de ellos quiere entrar?

    —¿Qué se supone que haremos entonces? No quiero dormir en una carpa muggle.

    —Bueno, si quieres un viaje de mochilero al puro estilo muggle, tendrás que llevar una carpa muggle — canturreó Harry, algo divertido.

    Draco arrugó la nariz y se tensó un poco al sentir el brazo de Harry sobre su hombro, pese a eso no se apartó.

    —Si es que te incomoda este tema... o hay algún problema... —dijo Harry luego de un instante y ver el rostro de Malfoy.

    —Ningún problema. Sólo estoy pensando cómo conseguir una carpa muggle.

    Harry sonrió.

    —Estoy seguro que podremos conseguir una...

    —Entonces... ¿Mochileros muggles?

    —Creo que con que digas mochileros basta —recomendó Harry, sin dejar de sonreír.

    —Ya, lo que sea, si queremos despertar al amanecer deberemos dormirnos de una vez.

    —¿Qué haremos con el auto?

    —Ya veremos... volvamos al hotel, tenemos muchas cosas que hacer.

    *O*O*O*

     
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