Un viaje hacia la vida: Epílogo

Autora: Zafy (NC-17) - DRARRY

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  1. Kari Tatsumi
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    CAPÍTULO 16



    Harry se quedó en pie en medio de la habitación, mirando hacia el lugar vacío en donde Draco había estado hasta unos segundos antes, incapaz de entender o asimilar lo que él había dicho:

    “Me voy a morir”

    De pronto algunas cosas comenzaron a tener más sentido, las veces que Draco había estado enfermo, las veces en que parecía alejado y molesto, la necesidad de escapar de Inglaterra y de sus padres, incluso de su esposa, de hacer todo aquello que no le habían permitido hacer antes por tenerlo ocupado en su educación y sus deberes como miembro de aquella ilustre familia...

    —Mierda... no —jadeó, dejándose caer de rodillas, aquello no era justo, Draco, una persona llena de vida, de conocimientos, alguien que realmente era una buena persona, no merecía morir.

    Su cabeza daba vueltas, todo parecía demasiado irreal, allí estaba él, montando una gran escena por la falta de atención de Draco, cuando él simplemente lo quería proteger, no queriendo que las cosas llegaran a más para no hacerlo sufrir. Pero era tarde para eso, estaba enamorado de Draco, y él tener o no algo con él no aligeraría su dolor, nada podría evitar que no sintiera dolor por su ausencia.

    Se dejó caer completamente sobre la alfombra, haciéndose un ovillo y recordando, por primera vez en mucho tiempo, la sensación de pérdida que le había acompañado tras la guerra, la necesidad de tomar algo para dormir y no sentir más, al menos por unas horas, por olvidar el dolor que lo hacía estremecerse, que no lo dejaba respirar... pero no, no podía pensar en eso ahora, no podía hacerlo porque Draco no querría aquello, Draco había sacrificado sus últimos meses de vida con él, intentando hacerlo recuperarse, tratando de curarlo sin esperar nada más a cambio, ahora más que nunca estaba seguro de ello.

    Tomó una profunda bocanada de aire y se levantó, con el dorso de la mano se limpió las lágrimas que habían caído por sus mejillas y tomó una decisión: debía encontrar a Draco, y demostrarle cuánto lo quería, si sólo les quedaba un día más juntos, o tres semanas, o dos meses, durante ese tiempo lo haría feliz, como un amigo fiel, como un amante, o como Draco quisiera, pero no lo dejaría solo.

    Del armario sacó un par de abrigos, recordando que Draco no llevaba ninguno al momento de desaparecerse, y salió de la habitación.

    Descartó la sala donde la fiesta se estaba efectuando, sabía que Draco no volvería allí, así que fue a buscar a Alfonso, quien cuidaba a Tobby y que tenía una pequeña casa en las afueras del centro vacacional, sólo entonces se dio cuenta de lo avanzada de la hora, cuando el hombre lo recibió en bata y con cara somnolienta. Se disculpó rápidamente con él, preguntándole por Draco, pero el hombre respondió que no lo había visto.

    Recorrió nuevamente el centro vacacional, entrando a la sala de televisión y al comedor, pero todo estaba vacío, en el jardín se topó con Marshall y Julia, que regresaban tan pegados el uno al otro, en medio de besuqueos, que ni siquiera notaron su presencia.

    Tres cuartos de hora después volvió a su habitación, vencido y preocupado. Se sentó en la enorme cama y observó alrededor, tratando de adivinar dónde se podría haber metido, sabía que si no lo encontraba, Draco no volvería por cuenta propia, no después de todo lo que había pasado.

    En una de las esquinas de la habitación estaban las enormes mochilas que habían cargado durante el campamento, entonces recordó las escobas, Draco las había empacado, pensando en que tal vez las podrían usar alguna de las noches. Se apresuró a abrir una de las mochilas y en cuanto metió la mano las encontró, tomó una y la sacó, sonrió aliviado al percatarse que era la mochila la que tenía el hechizo para guardar cualquier cosa en ella y no la escoba la que había encogido, pues no tenía varita para revertir un hechizo de ese tipo.

    Se puso el abrigo y luego miró hacia el abrigo de Draco, pensando que en donde quiera que fuera, seguramente pasaría frío, tomó la mochila pequeña que Draco le había regalado y guardó en ella el abrigo y un par de botellas de agua, se la puso en la espalda y abrió la ventana, el búngalo era de un solo piso así que no sería apropiado salir por la ventana, y resignado tuvo que volver al jardín, caminando con cautela para no ser visto, hasta que llegó a la parte más alejada, solo entonces se montó en la escoba y se elevó, esperando no perderse, tenía cierta idea de dónde podía estar Draco, era un lugar alejado que habían visto unos cuantos días atrás. Esperaba que su corazonada no fallara.

    *O*O*O*



    Draco se abrazó un poco más, mientras el frío calaba sus huesos, se maldecía por no haber previsto que el frío de la madrugada en la montaña era así de intenso y no haber cargado con un abrigo, pero había desaparecido tan rápido que ni siquiera lo había sopesado.

    Estaba apoyado contra un árbol, en lo alto de una montaña, una semana antes habían acampado allí y se habían levantado al amanecer, desde allí todo se veía majestuoso, las montañas, los árboles, el cielo, incluso algunos arroyos, varios metros abajo.

    Seguramente en el Reno Unido había paisajes como esos, pero había estado tan ocupado siguiendo las órdenes de sus padres y los dictámenes de la sociedad como para detenerse a mirar a su alrededor, era una pena que todo eso hubiera tenido que pasar para hacerlo, que el aviso de que su vida terminaría pronto lo hubiera hecho recién detenerse a apreciar que habían cosas más importantes que su imagen ante el mundo o el oro.

    Se mordió el labio y se obligó a no llorar, no era correcto hacerlo, de nada servía, tenía en su lugar que agradecer, agradecer haber podido disfrutar todo lo que había disfrutado hasta ese momento, incluso haberse enamorado de Potter porque, pese a que era un amor no consumado, había tenido la oportunidad de sentirlo, de saber qué era querer a alguien más que a uno mismo, tanto como para sacrificarse, para dejar de lado tus propios deseos con tal de verlo feliz. Aunque ahora todo se había echado a perder, ahora nada sería igual, las cosas habían llegado a su tope y nada sería como antes. Lo mejor era no volver. Tenía formas de hacerle llegar dinero, el suficiente para que llegara a casa, aunque no habría forma de que recuperara su varita, el hechizo que había aplicado le haría caso únicamente a él. Pero seguramente Potter podría comprar otra varita, y continuar con su vida...

    —¿Por qué debo esperar a que todo llegue a su fin? Yo le puedo poner fin ahora mismo, o mañana, cuando lo decida, antes de no tener la capacidad siquiera de respirar por mí mismo. —pensó en voz alta, viendo hacia el cielo, las nubes eran oscuras y seguramente pronto empezaría a llover.

    Entrecerró los ojos cuando notó que algo que no debería estar en el cielo se acercaba con rapidez. Se enderezó un poco más cuando estuvo seguro que no era otro más que Potter, sobre una escoba, quiso desaparecer nuevamente, apartarse una vez más de él, pero no tuvo fuerzas para hacerlo, y simplemente se quedó quieto, mientras Harry finalmente aterrizaba torpemente delante de él.

    —Draco —suspiró Harry, aliviado, mientras desmontaba y dejaba la escoba sobre el suelo de manera descuidada.

    —¿Cómo me encontraste?

    Harry se encogió de hombros, sacándose la mochila y extrayendo el abrigo de ella, pensó que decir que lo conocía lo suficiente para saber donde se encontraba sería algo muy trillado.

    —Ten, te resfriarás.

    —Eso no es algo que me preocupe mucho, realmente —masculló Draco, aún así tomó el abrigo que Potter le daba y se lo puso encima, suspirando aliviado por no tener ya tanto frío.

    Harry le dio una mirada más, y caminando lentamente se acercó a él, para luego sentarse a su lado, mirando también hacia el paisaje.

    —Cuando acampamos aquí pasaste bastante rato en este sitio, solo, incluso te despertaste temprano para ver el amanecer...

    —Es un amanecer que vale la pena.

    —Lo es —asintió Harry.

    Ambos se quedaron en silencio mucho rato más, acompañándose, y aquello se sentía tan correcto y normal, que se sintieron demasiado dolidos por lo cruel que la vida era con ellos, alejándolos irremediablemente.

    —¿Estás seguro de...? —empezó a preguntar Harry, arrancando las hierbas con las manos, sintiéndose nervioso y preocupado.

    —Completamente —admitió Draco, interrumpiéndolo, pero sin mirarlo a la cara. —Y no quiero que sientas pena por mí.

    —No siento pena por ti —se apresuró a aclarar Harry.

    —Bien, porque no me gusta que la sientan.

    —A nadie le gusta eso —suspiró Harry —. Draco... ¿Qué es exactamente...?

    —No me gusta pensar en eso.

    —Vamos... por favor, necesito saberlo —pidió Harry, girando un poco el rostro, podía observar, aún en medio de la oscuridad del bosque, el perfil de Draco, su espalda recta, sus manos crispadas...

    —Es un cáncer —contestó Draco, mirándolo por un instante, antes de sacar la varita y jalar unas cuantas hojas y ramas secas, para luego encenderlas, creando una precaria fogata; se sentía mejor estando un poco iluminados.

    —¿Cáncer?

    —Está aquí —explicó Draco, presionando con un par de dedos el lado derecho de su cabeza —, es un globlis... no sé qué multiforme.

    —Glioblastoma multiforme —corrigió Harry automáticamente, Draco lo miró un instante y asintió.

    —Tú debes saber al respecto.

    —Estudié algo sobre eso... no tanto, aún no llegaba tan lejos.

    —Sabes entonces que no hay cura, me dieron unos cuantos meses de vida... —Draco suspiró y se encogió de hombros —ni siquiera sé cuánto tiempo me queda ya.

    —¿Cuándo fue la última vez que fuiste a hacer que te examinen?

    —¿Para qué haría eso? Fui cuando me sentí mal, y el medimago dijo que tenía eso... luego no fui más, no había razón para ello.

    —Pero, Draco, no es correcto que andes así no más, tendrías que hacer que te vieran, que te controlaran y...

    —¿Acaso me curaría así? —interrumpió Draco.

    —No —contestó Harry en voz muy baja.

    —No pensaba pasarme los últimos días de mi vida en una habitación siendo examinado y monitoreado, no tengo tiempo para eso...

    —¿Por eso te fuiste de casa? ¿Para qué tus padres no te obligaran a ir a una clínica?

    —Me fui porque no quería pasar lo que me quedaba de vida bajo su escudriño, ¿sabes que quieren un heredero? —Harry se encogió de hombros, algo sobre pasado por la amargura con la que Draco hablaba ahora —; pues esa es la principal preocupación de mi esposa, que le dé un niño antes de morir, porque ella sabe que moriré, y no quiere que la deje en desgracia, con un niño tiene su futuro asegurado, al igual que la fortuna Malfoy.

    —¡Eso es espantoso! —exclamó Harry —, estoy seguro que tus padres se sentirán muy tristes cuando se enteren, que lo último en qué pensarán será en si hay o no un heredero. Tú eres su hijo, ellos te quieren.

    —Probablemente —Draco suspiró, sabiendo que estaba siendo un poco injusto con sus padres —, no, yo sé que me quieren, pero no quería... He hecho toda la vida lo que ellos han querido, siempre, nunca les he fallado, ahora quería ser un poco más egoísta, quería pensar sólo en mí... que todos los demás se vayan al demonio, es mi vida, lo que queda de ella, y haré lo que me plazca.

    —No es justo —masculló Harry.

    Draco giró nuevamente a verlo y bufó.

    —¿No es justo? —mirando hacia el cielo nuevamente, y con cierto nerviosismo, extendió una mano y la colocó sobre la de Harry, que estaba arrancando el pasto, lo sintió tensarse un poco por el contacto, pero no se detuvo, era agradable sentir su mano tibia; no recordaba haber tenido la misma sensación con nadie, ni siquiera a Jasón, en New York, pese a que habían estado tan íntimamente relacionados —; durante este tiempo he entendido que por más que piense en que no es justo y proteste, no hay nada que pueda hacer, y lo he aceptado; no lo comprendo ni lo quiero, por supuesto, pero lo tengo asimilado. Moriré, punto.

    —Draco... —Harry movió un poco su mano, hasta entrelazar sus dedos con los de él y se sintió furioso por toda la situación en la que se encontraban.

    —No debes enfadarte, no lo hagas, por favor —suspiró Draco, girando a mirarlo una vez más —. Yo he pasado un muy buen tiempo contigo, y sí, al inicio fue difícil, y muchas veces pensé que era una reverenda tontería andar juntos por Europa, pero no cambiaría este tiempo por nada del mundo.

    —Yo tampoco cambiaría este tiempo contigo por nada en el mundo —concordó Harry.

    Draco asintió, apretando un poco los labios, y ambos volvieron a mirar hacia el paisaje, dejando que el tiempo pasase y los relajase, que apartara los rastros de aquella conversación, que Harry podría catalogar como la peor que había tenido en su vida.

    —¿Qué haremos ahora? —preguntó entonces Harry, suspirando un poco, al fin la rabia alejándose, pero dejando una estela de tristeza sobre él.

    —Ahora... —Draco se mordió el labio inferior y soltó la mano de Harry para ponerse en pie, mientras Harry lo observaba atentamente —. Ahora volveremos a Canillo, y tengo ya todo pensado para transferir mi cuenta entera, me refiero a la muggle, la que está lejos del alcance de mi familia, a ti, para que puedas regresar a Inglaterra... Lamento no poder cumplir con eso de devolverte la varita, pero estoy seguro que podrás comprar una nueva, o que cuando yo... —se encogió de hombros y apartó la mirada de Harry —, bueno, cuando pase lo que tenga que pasar, el hechizo de seguridad desaparecerá, la varita está en el departamento de York, te daré todo lo necesario para que puedas entrar... es más, para que puedas quedártelo, no lo necesito, tú le puedes dar un buen uso, incluso alquilar los departamentos de los pisos de abajo para tener un ingreso fijo, seguramente que los estudiantes de medimagia no ganan mucho al inicio...

    —¿Me mandarás de regreso? —preguntó Harry, poniéndose en pie para encararlo —¿Eso es lo que pretendes? ¿Que me vaya?

    —¿No lo entiendes?, no me queda mucho tiempo de vida, cada vez tengo que tomar más pociones y los síntomas son más fuertes, y si hay algo que no toleraré será que me tengas lástima, no quiero que nadie me la tenga, tenía planeado dejarte en Inglaterra y luego salir de viaje nuevamente, buscar un buen sitio para...

    —Ni lo digas.

    —Potter, es mi vida y...

    —Lo que sea, no lo permitiré.

    —No hay nada que puedas hacer.

    —Estaré contigo. De la manera que tú quieras, pero no te dejaré solo, no puedo hacerlo... Tengo conocimientos en cuanto a pociones y cuidados, puedo ayudarte y...

    —No quiero que seas mi enfermero.

    —Soy tu amigo. Soy más que eso —se animó a aclarar Harry, acercándose a él —, y no tendré lástima de ti, pero déjame acompañarte, cuidarte y... cuando sea la hora, ayudarte a...

    —¿Ayudarme? —preguntó Draco, realmente sorprendido.

    Harry agachó la cabeza y se apartó unos cuantos pasos, dándole la espalda y mirando hacia el otro lado del bosque, recordando cuando todos habían acampado allí, la habían pasado muy bien porque uno de los guías había sacado una guitarra y todos habían cantado por mucho rato.

    —Harry... —llamó Draco, alcanzándolo y poniéndole una mano en el hombro para hacerlo girar, lucía culpable. —¿Qué quiere decir ayudarme?

    —Cuando una persona está muy enferma puede firmar una forma de “no resucitación”, lo que quiere decir que si su organismo deja de funcionar, simplemente lo dejan ir, no intentan recuperarlo con hechizos o pociones... También he visto algunas veces, cuando la persona está ya inconsciente y necesita grandes cantidades de pociones para el dolor, que la dosis puede excederse y empujarlo a...

    —Morir —completó Draco, había estado sopesando la idea de terminar con todo él mismo, antes de que las cosas se pusieran peores, pero ahora él le daba otra opción. Pero no, no podía condenar a Harry a eso, a ayudarlo a morir, que cargara con el peso de...

    —Sería como tomar una siesta de la cual nunca despertarías… Algunos dicen que es lo más… —Harry apartó la mirada un poco —lo más humano cuando alguien sufre, y puedes aliviar ese dolor…

    —Entiendo, pero Harry, no puedo dejar que tú… —murmuró entonces Draco, decidiendo que no dejaría que Harry tomara tremenda responsabilidad.

    —Por favor —pidió Harry en un susurro —, no me apartes de ti, te cuidaré... déjame hacer eso por ti, no por lástima o compasión, sino porque te quiero, estoy enamorado de ti, Draco, te lo he dicho, y no importa si correspondes o no a eso, pero no me apartes de ti, no ahora que sé que el tiempo que nos queda es mucho más corto.

    Draco agachó la cabeza y se apartó de él, pero Harry, seguramente temiendo que se desapareciera de nuevo, avanzó hasta él y lo tomó por los hombros.

    —Por favor —repitió.

    Y entonces Draco sintió como ese muro que contenía sus emociones tan bien, se rompía y dejaba libres todos aquellos sentimientos que había reprimido durante tanto tiempo, sus ojos se humedecieron y agachó la cabeza, fue el hombro de Harry el que lo recibió, apoyó en él la frente y suspiró hondamente, pero las lágrimas no se querían detener, las manos de Harry bajaron por sus hombros, hasta su cintura, y lo apresaron, y él estuvo complacido por ello, elevó sus propias manos y lo sujetó de las mangas del abrigo, mientras levantaba más el rostro y apoyaba su mejilla contra la mejilla caliente de Harry, reconfortándose con su olor, con su sola presencia.

    Harry se contuvo, nunca había visto a Draco en ese estado, y le destrozaba el alma que tuvieran que vivirlo, pero Draco no necesitaba a alguien triste junto a él, sino todo lo contrario. La sensación de la mejilla de Draco contra la de él lo hizo soltar un pequeño gemido, lo había ansiado tanto que, ese simple roce, bastaba para hacerlo sentirse satisfecho.

    Draco apretó más fuerte aún la tela del abrigo de Harry entre sus manos, mientras el último vestigio de su voluntad caía, y se apartaba lo suficiente para encararlo.

    —Nunca me había enamorado de nadie —admitió, susurrando —, nunca había sentido esto que siento por ti, por nadie.

    —Yo tampoco he sentido esto por nadie —aceptó Harry, hablando muy despacio, con temor a que el momento se rompiera.

    —No quiero lastimarte… no soportaría la idea de hacerte sufrir… —confesó Draco, sus ojos perdidos en los labios rojos de Harry y sabiendo que era inútil seguir luchando, sin embargo quería estar seguro, por Harry, por su bienestar.

    —No lo harás, no me puedes lastimar —Harry no quiso mover ni un músculo, no quería forzar más las cosas, pese a que moría de ganas de terminar la corta distancia que los separaba.

    —¿Seguro?

    —Sí, completamente, yo... —pero sus palabras fueron interrumpidas, gloriosamente interrumpidas, por unos labios posándose suavemente sobre los suyos. Suspiró un poco y apenas disfrutó del beso, cuando éste se terminó.

    Draco se apartó un instante, mirándolo a los ojos, temeroso de aquella sensación, de aquella maravillosa e indescriptible sensación que había llegado a él sólo con el roce de sus labios, ¿qué se sentiría si es que las cosas iban a más?, ¿las sensaciones se incrementarían? Pronto tuvo que dejar de imaginarlo, pues Harry, no perdiendo el tiempo, se inclinó hacia él y lo volvió a besar, las manos que sujetaban sus caderas lo jalaron más aún, mientras una lengua caliente presionaba sobre su labio superior.

    Harry sintió el gemido de Draco chocar contra su piel y, no conteniéndose, mordió su labio inferior, otro gemido más se escuchó, pero ésta vez fue de él mismo, mientras esa boca se separaba y le daba acceso a su interior.

    Draco dejó que Harry recorriera su boca por completo, que esa lengua causara estragos en él, mientras sus manos seguían jalándolo, pese a que no podían estar más pegados el uno al otro. Su lengua comenzó a darle batalla a la de Harry, y se adentró en la boca de éste, recorriéndolo también, disfrutando de su sabor y su calidez. Sus piernas se movieron solas, siendo empujado por Harry, hasta que sintió como su espalda golpeaba contra uno de los árboles, su quejido se convirtió en un gemido cuando esos labios descendieron por su mandíbula y una mano apartó un poco el cuello del abrigo, para tener más acceso a su piel.

    —Harry... —jadeó, inclinando el rostro un poco, para que esos dientes continuaran con su recorrido.

    —Dios... Draco... —Harry gimoteó, sintiéndose en éxtasis, mientras sus manos intentaban abrir más el abrigo, los botones grandes significaron un problema, pero finalmente los pudo sacar, uno a uno, mientras sus manos empezaban a acariciar el pecho de Draco y sus labios seguían recorriendo el cuello y llegando hasta la clavícula.

    —Mmm... Deja que... que te quite esto —pidió Draco, entre gemidos, maravillado por la forma en que Harry podía manejar su cuerpo con unas cuantas caricias. Sus manos fueron hacia el frente, chocando con las de él y tratando de desabotonarle también el abrigo.

    —Tonto abrigo —protestó Harry, encargándose de abrir su propio abrigo por completo, antes de volver a atacar su cuello, sintiendo las manos de Draco colarse en el interior y acariciándole, aún bajo la tela del abrigo, la espalda.

    Se besaron con más ímpetu que antes, mordisqueándose y tratando de obtener el control, mientras que sus manos acariciaban todo lo que podían, la primera vez que la mano de Draco rozó las nalgas de Harry, éste gimoteó y se lanzó hacia delante, clavándolo más contra el árbol y, pese a la tela de los vaqueros, haciéndolo sentir su excitación.

    —Sí... ¡Oh, Merlín! —gimió Draco, dejando caer la cabeza hacia un lado y frotando sus caderas contra las de Harry.

    —Draco... Draco —jadeó Harry, lamiéndole el cuello expuesto y no conteniéndose más, fue hacia el frente y desabotonó el pantalón, tratando de colar las manos en el interior.

    En algún lugar de la mente de Draco, algo gritaba que deberían detenerse, que con un solo pase de varita podrían aparecerse dentro de la habitación del centro vacacional y encontrar más comodidad en la enorme cama, sin embargo el deseo lo había invadido y no había nada que lo pudiera detener, mientras colaba sus manos bajo la camiseta y acariciaba la columna vertebral de Harry, o intentaba meter la mano dentro de sus pantalones.

    —Deberíamos… —empezó a decir Harry, entrecortadamente, mientras bajaba la cremallera y su mano se adentraba más aún, rozando la cabeza del miembro erecto.

    —Sí... —Draco levantó un poco más las caderas, tratando de darle el encuentro a la mano de Harry, se sentía fría contra su piel caliente, pero eso no le importaba ni un poco, mientras recorría la cintura y llegaba nuevamente al frente, luchando contra los botones del pantalón de él.

    Harry, cada vez menos controlado, usó ambas manos para bajar los pantalones y la ropa interior de Draco, lo suficiente para tener acceso a su erección, la tomó con una mano, presionándola un poco mientras lo sentía retorcerse, y empezó a acariciarla con rudeza mientras mordisqueaba su cuello y subía hasta la oreja.

    —Oh... Sí... así... —pidió Draco, sus manos temblaron un poco, pero finalmente pudo deshacerse de los últimos botones del pantalón de Harry y meter la mano en el interior también, aún bajo los bóxer, acariciando de arriba hacia abajo la erección húmeda y pulsante, antes de bajar hasta los testículos, sintiendo que el espacio era muy pequeño para dejarlo maniobrar adecuadamente.

    —Draco... —Harry resopló y se retorció un poco cuando sintió que sus pantalones eran empujados hacia el piso también, cerró los ojos y tiró la cabeza hacia atrás cuando esa mano se apoderó al fin de su miembro, masajeándolo con rapidez.

    Draco soltó otro gemido más, mientras Harry aceleraba sus caricias y se pegaba más a su cuerpo, presionándolo contra el duro tronco del árbol, pero ninguna incomodidad era mucha como para pedirle a Harry que se detuviera, o como para que él mismo, que acariciaba a Harry, quisiera parar.

    De allí en adelante ambos perdieron las nociones, se mordieron y besaron con fuerza, marcándose los cuellos y presionándose los labios tan fuerte que faltó poco para lograr hacerse sangrar, mientras sus manos seguían subiendo y bajando, chocando algunas veces, y sus pollas rozándose. Seguramente sus gemidos resonaban en todo el bosque, pero eso no les importaba, mientras se acercaban más y más hasta el punto de no retorno.

    Draco, que tenia sujeto a Harry por la cintura, movió su mano hacia atrás, hasta poder tocar sus nalgas, y las recorrió un par de veces, antes de apresar una de ellas y presionarla con fuerza, Harry gimió mucho más fuerte contra su cuello, empujando sus caderas contra su mano y aumentando más aún el ritmo, mientras sentía la mano de Harry presionarlo más aún contra el tronco del árbol.

    Un cosquilleo partió desde sus testículos, recorriendo toda su espalda, mientras se arqueaba y apretaba más fuerte a Draco, fue consciente de los gemidos de éste, de la forma como su cuerpo se arqueó también, pegándose más a él, mientras un líquido caliente le empapaba la mano y la camiseta.

    Draco apoyó la cabeza en el hombro de Harry, respirando con dificultad y con una sonrisa en los labios, mientras sentía que sus oídos aún zumbaban por la violencia del orgasmo.

    Ninguno tuvo tiempo de decir mucho, ni siquiera sus respiraciones habían regresado a la normalidad cuando pasó lo que Draco había previsto mucho rato antes, cuando había estado mirando al cielo, en un inicio no fueron más que un par de gotas, pero de pronto una fuerte lluvia empezó, empapándolos a ambos y haciendo que sus cuerpos se enfriaran.

    El primero en reaccionar fue Harry, que soltó una pequeña carcajada, demasiado relajado como para enojarse con eso, aún presionado contra Draco y sintiendo su cuerpo caliente y su respiración agitada.

    —Nos estamos empapando —protestó Draco, aunque sin enfadarse, mientras apretaba más a Harry contra él para evitar el frío.

    —Y probablemente nos congelaremos también —asintió Harry, levantando el rostro lo suficiente para ver a Draco a la cara, sus mejillas estaban sonrojadas y su cabello estaba completamente mojado; estuvo a punto de decirle lo hermoso que era, lo bello que se veía así, pero Draco lo interrumpió:

    —Merlín bendito —jadeó Draco, cuando la pequeña fogata que había encendido se apagó, dejándolos en completa oscuridad.

    —Deberíamos volver... —suspiró Harry, con pesar, apartándose de él.

    Draco asintió y se subió los pantalones y la ropa interior, algo incómodo por la situación y sintiéndose húmedo y pegajoso, pero la sensación que el orgasmo le había dejado no se apartaba aún.

    Harry también se subió los pantalones, mirando cautamente a Draco, antes de agacharse a recoger la escoba y la mochila.

    —Supongo que nos puedes aparecer.

    —No creo que sea buena idea volar en este momento. Además, estoy agotado.

    —Y yo —sonrió Harry, mucho más aliviado, ya que recordaba que pese a todo lo que había pasado, Draco no le había dicho que se quedaría con él.

    —Vamos. —Draco extendió una mano, y en cuanto Harry la tomó, se concentró en la habitación del centro vacacional, para luego desaparecerse.

    Aparecieron en medio de la habitación, donde horas antes habían estado discutiendo, y aunque Harry quiso seguir hablando con Draco, no pudo, pues en cuanto sus pies tocaron el piso, Draco cayó hacia delante.

    —¡Mierda! —Draco puso sus manos, evitando apenas darse en el rostro, mientras la habitación seguía girando sin parar.

    —¿Draco?, ¿qué ocurre? —preguntó Harry, dejando caer al suelo la escoba y la mochila y arrodillándose delante de él.

    —Nada —Draco apretó los dientes y tomó una bocanada de aire. —Nada —repitió, tratando de enderezarse.

    —¿Te duele o…?

    —¡Potter! —protestó Draco, dándole tal mirada de enojo, que hizo que Harry detuviera sus indagaciones —, sólo necesito ir al baño un momento —continuó un instante después, sintiéndose algo culpable por la forma en que le había hablado a Harry.

    —Claro, claro, yo supongo que… —Harry se apartó, sin saber realmente qué hacer, o siquiera qué había pasado.

    —Sólo dame un minuto, tal vez podamos darnos una ducha juntos, ¿qué dices? —preguntó Draco, aunque sintiéndose aún un poco mareado, mientras se encaminaba al baño.

    —Sí, lo que quieras —asintió Harry rápidamente, observando como la puerta del baño finalmente se cerraba, sólo entonces soltó el aire lentamente y se quitó el abrigo y la camiseta, notando con la luz de la habitación, las manchas en ella, se sintió avergonzado del poco dominio que había tenido en el bosque, probablemente no era adecuado para la salud de Draco el andar haciendo esas cosas con tanto frío y en la intemperie.

    Se quitó los pantalones y el resto de la ropa, mientras escuchaba como el agua de la ducha caía, entonces se animó a tocar la puerta y luego entrar, Draco estaba desnudo ya, de pie, dentro del agua caliente, aunque se veía demasiado gris y enfermo.

    —Hey —saludó Harry, mirándolo cautelosamente.

    Draco abrió los ojos algo sorprendido, sintiendo como el agua caliente le relajaba los músculos y esperando sentirse mejor de esa manera, por lo general las pociones para los mareos, al igual que para las nauseas, funcionaban casi inmediatamente, aunque cierto que no había tenido un mareo así de violento e intenso nunca, y quería creer que sólo eso era lo que hacía que la poción tardara más tiempo en hacer efecto. Sintió a Harry acerarse a él en la ducha y suspiró profundamente, pegándose un poco a su cuerpo.

    —Hey —dijo entonces Draco, apoyando la cabeza en el hombro de Harry y esperando a sentirse mejor, sintió las manos de Harry, sujetando la barrita de jabón, recorrer su pecho y su espalda y sonrió un poco, sintiéndose contento por ese contacto tan íntimos.

    —¿Te sientes muy mal? —preguntó Harry con voz cauta, mientras dejaba que el agua se llevara los restos de jabón, tanto de él como de Draco.

    —Sólo me siento agotado —mintió Draco, sin despegarse del cuerpo de Harry y preguntándose cuánto tiempo más se sentiría así.

    —También yo lo estoy —aceptó Harry, sabiendo que Draco mentía. Cuando habían aparecido en la habitación había esperado poder continuar con lo del bosque, o al menos mantener una charla sobre todo lo que Draco le había ocultado, sin embargos sabía que probablemente Draco no se sentía del todo bien aún y no quiso forzarlo a nada. —Anda, vamos a la cama.

    Draco soltó una risita nerviosa, y asintió, cerrando el flujo de agua.

    —Potter, de verdad estoy agotado —comentó, quiso pensar que el que sus mejillas se calentaran y sonrojaran se debía al agua caliente y no a la vergüenza de admitir que estaba agotado como para continuar con lo que seguro Harry deseaba.

    —Y yo también, ya te lo dije —replicó Harry, pasando una toalla por los hombros de Draco y frunciendo los ojos. —Y mi nombre es Harry, no Potter.

    —Suena raro sino te digo Potter de vez en cuando —replicó Draco, apretando un poco más fuerte la tolla que tenía sobre sus hombros y obligándose a no moverse, un nuevo mareo estaba llegando y esta vez estaba empezando a asustarse.

    —Lo que digas, Malfoy —respondió Harry, bostezando un poco y jalando a Draco hacia la habitación, el que el chico se dejara llevar casi como un peso muerto le dio las luces de que aún no se sentía bien.

    Harry se encargó de apartar las mantas de la cama, y luego de cerrar la ventana que había dejado abierta antes de partir, mientras observaba a Draco, completamente desnudo, meterse entre las sábanas.

    —Vaya —Harry apagó las luces y se deshizo de su toalla también, para meterse en la cama —, son casi las cinco de la mañana —comentó, mientras se recostaba completamente en la cama y observaba a Draco, ambos parecían ahora estar nerviosos.

    —Eso explica lo agotados que estamos —admitió Draco, elevando una mano con lentitud hasta el pecho de Harry y tocándolo con cariño.

    —Sí, lo estamos —suspiró Harry, mientras atrapaba esa mano que recorría su pecho y la elevaba lo suficiente para darle un beso en la palma, antes de seguir con la muñeca y el antebrazo, acercándose cada vez más a Draco, que lo miraba como hipnotizado.

    —De verdad que no quiero lastimarte, Harry —dijo entonces Draco, observando la casi devoción con que Harry lo besaba y acariciaba —, no quiero que cuando…

    —Sh… —Harry detuvo sus besos sobre el brazo y lo encaró, sonrió un poco y le dio un beso en los labios, antes de abrazarse a él —, no pienses en eso, lo mejor será dormir, es muy tarde.

    Draco asintió lentamente, sintiendo la tibieza del cuerpo de Harry pegarse a su piel, rápidamente ambos encontraron una posición cómoda, en la que sus cuerpos al completo estaban en contacto, y mientras el cielo comenzaba a clarear, se fueron quedando dormidos.

    *O*O*O*



    Ambos estaban somnolientos y cansados cuando, sólo unas horas después, más temprano de lo aceptable, según Draco, Edgard y Marshall tocaron su puerta, para avisarles que partirían en un rato más hacia el Hospital, a visitar a Elías.

    Ya la noche anterior habían prometido que irían, así que no les quedó otra que ponerse en pie y decir que bajarían en un momento más, mientras se estiraban en la cama, sabiendo que apenas habían dormido unas cuantas horas, insuficientes para sentirse siquiera medianamente descansados.

    Ambos se miraron algo azorados cuando Edgard y Marshall se marcharon por fin, pero el momento de incomodidad pasó cuando Draco sonrió y se acercó a Harry para darle un beso en los labios, diciendo "buenos días".

    Draco se puso en pie primero, disfrutando que ahora se sentía ya completamente bien, y maldiciendo que hubieran quedado con sus amigos en ir al hospital, pues eso les daba menos tiempo juntos y a solas.

    —Debemos apresurarnos —dijo entonces Harry, despegando la mirada del cuerpo desnudo de Draco y poniéndose en movimiento , —¿qué tal si tomamos una ducha juntos?, ahorraríamos más tiempo —sugirió.

    Draco elevó una ceja y sonrió, mientras extendía una mano hacia Harry.

    —Claro… ahorraríamos tiempo —secundó.

    Las caricias iniciaron en cuanto el agua caliente empezó a caer, y rápidamente se esmeraron el uno en el otro. Para cuando Harry culminó, Draco le estaba haciendo una mamada que, según las palabras del propio Harry, era una de las mejores de su vida; un instante después, Draco se dejó acariciar por Harry hasta terminar, mientras mordía sus hombros y su cuello de una manera, que le pareció bastante exitante; y aunque ambos tenían ganas de llegar más lejos aún, eran consientes de que no tenían demasiado tiempo, así que, resignados a que tendrían que esperar al menos hasta la noche para continuar, se apartaron, con pesar.

    Pese a todo lo que había ocurrido, Draco le pidió a Harry que lo dejara solo en el baño un momento, para que pudiera tomar sus pociones de la mañana, aunque Harry frunció el ceño, no hizo ninguna protesta, y por fin lo dejó a solas. Se sintió aliviado de no tener ningún síntoma en realidad, pero tras lo que había pasado la noche anterior no quería arriesgarse.

    Finalmente media hora después, ambos estaban, con cara de desvelados, en la entrada del centro vacacional. Marshall y Edgard habían conseguido que una de las camionetas del lugar los llevara, e incluso tenían un termo con café para ellos, que aceptaron mucho más que encantados, aunque se sorprendieron un poco al encontrar también a Lissa y Julie esperando.

    —Parece que la fiesta fue buena para todos —comentó Lissa, ahogando un bostezo y mirando de reojo a Harry y Draco, recordando que la noche anterior habían salido prácticamente corriendo de la pista de baile.

    —Fue una buena noche —aceptó Draco, dándole una mirada a Harry, que se había sonrojado un poco, lo cual le pareció, de alguna manera, hasta adorable.

    El hospital se encontraba a solo unos quince minutos de camino. En la entrada Julie compró un ramo de flores inmenso, y todos se dirigieron al cuarto piso, luego de que en recepción les indicaran la habitación de su amigo.

    Era un cuarto grande, para cuatro personas, aunque sólo tres la ocupaban por el momento, encontraron a Elías, con una pierna en alto y con el ceño fruncido, mientras leía unos papeles.

    —No entiendo nada —dijo el chico, luego de agradecer una vez más a Harry y Draco por haberlo encontrado.

    —¿Qué es lo que lees? —le preguntó Julie, sentándose a su lado en la cama.

    —No lo entiendo... nada de lo que dice aquí, está en chino.

    —No, está en Catalán—rebatió Draco rápidamente, también acercándose a él, no se le pasó por alto la mirada que Harry le dio mientras lo hacía.

    —Será eso, pero igual no lo entiendo.

    —¿Cuál es el problema? —preguntó entonces Edgard.

    —Dicen que el seguro de viajes que contratamos no puede cubrir esto... o al menos eso creo que le entendí a la asistenta social que vino hace un rato.

    —¿Por qué no lo cubre? Pagamos para que nos cubriera en caso de accidentes —protestó molesto Marshall.

    —Algo sobre arriesgar más de la cuenta mi vida —suspiró Elías, sobándose el vendaje del pecho.

    —Eso es imposible —rebatió Draco, tomando los papeles, aunque tampoco entendía lo que decía en ellos.

    —Tal vez no cubre campamentos —se animó a opinar Harry, alejado aún del grupo.

    —No, claramente especificamos que haríamos deportes de aventura —respondió Elías —, pero no sé qué es lo que dice allí, y la asistenta social dice que debo pagar por quedarme aquí... No me alcanzará el dinero.

    —A ver, esa mujer seguro que habla español, o francés, ya que no habla inglés —dijo Draco.

    —¿Cómo sabes que no habla inglés? —preguntó Edgard.

    —Porque Elías no la ha entendido. —contestó Draco.

    —Esa no es una razón —opinó Harry, en voz baja, Draco le dio una mirada y sonrió.

    —Vamos, hablaremos con ella.

    —¿Ustedes? —preguntó Elías.

    —Claro, Daniel habla francés, y también español —aclaró Harry, con una sonrisa satisfecha.

    —Ah...— Julie sonrió y murmuró algo en francés hacia Draco, que se mostró incómodo, mientras respondía, también en francés.

    Julie y Lissa soltaron una carcajada, mientras Draco tomaba de un brazo a Harry y lo apuraba para salir de la habitación.

    —¿Qué es lo que ha dicho? —preguntó Harry, una vez estuvieron en el pasillo.

    —Si tú y yo finalmente habíamos cerrado el trato anoche —respondió Draco, negando con la cabeza.

    —¿Eh?

    —Vamos, no te hagas el remilgado.

    Harry enrojeció un poco más.

    —No me hago el remilgado, me toma por sorpresa su pregunta.

    —Y a mí —Draco se encogió de hombros.

    —¿Y qué le has dicho?

    Draco soltó una carcajada.

    —Que el ser chismosa es un feo defecto en dos damas tan hermosas, pero que sí.

    —Oh...

    —¿Hoy te has quedado sin palabras acaso? —se burló Draco, deteniéndose en el pasillo; Harry tenía una expresión muy chistosa en el rostro.

    —No, no es eso…

    —Mmm… o tal vez lo de esta mañana… —ronroneó Draco, no estaba acostumbrado a demostraciones públicas de afecto, menos con un chico, sin embargo en ese punto de su vida, todo le parecía carecer de importancia, total, ¿quién lo juzgaría por no mantener las formas y las maneras correctas de actuar en medio de un hospital muggle? —te ha dejado tan extasiado que hasta se te ha olvidado la forma correcta de hablar.

    —¡Qué presumido! —bufó Harry, dándole un golpe en el brazo —, creo que si me das una oportunidad esta noche, yo te puedo dejar sin palabras.

    Draco soltó una carcajada y se acercó un poco a él, dándole un beso en los labios y arqueando una ceja.

    —Ya lo veremos —respondió, sin dejar de sonreír —por lo pronto vamos a ver a la asistenta —propuso, señalando uno de los pasillos.

    La oficina de Lourdes Roig estaba en el sexto piso, así que subieron por las escaleras, Draco notó que se cansaba con más facilidad, pero ante la mirada inquisidora de Harry, no hizo ningún comentario. Esperaron por cerca de veinte minutos, hasta que los pudieron recibir.

    Lourdes Roig era una mujer alta y mayor, de cabello cano, sujeto en un moño bastante ajustado, con lentes gruesos y ropa oscura, sobre su escritorio tenía una portátil y sólo tres fólderes de color marrón. Las paredes de su oficina eran blancas y no había más que un diploma colgado en una de ellas. Con sólo eso Draco supo que aquella mujer era estricta a más no poder y que sería una reunión complicada.

    Harry estaba sentado sobre una de las sillas plásticas, con la espalda rígida y las manos sobre las rodillas, apretándolas, mientras escuchaba a Draco y la mujer hablar en francés, por los gestos que ambos hacían pudo deducir que no iban muy bien.

    —Dice que Elías había consumido alcohol esa madrugada y que por ende actuó de manera imprudente, que según el tipo de póliza que contrató, no puede cubrir ese accidente —explicó Draco en un murmullo hacia Harry.

    —Pero el que haya tomado alcohol no significa que estuviera ebrio —protestó Harry.

    —Se lo he dicho... —Draco negó con la cabeza —, no quiere ceder, sólo necesitamos su firma en este ridículo papel para que el seguro cubra todo.

    —Tal vez lo pueda pagar con una tarjeta de crédito... —suspiró Harry, observando a la mujer, que tenía las cejas arqueadas, claramente enfadada por que hablaran en rápido inglés.

    —Nah... —Draco entrecerró los ojos mientras la mujer le explicaba, en francés, que no era correcto que hablaran sin que ella entendiera lo que dijeran.

    —¿Qué dice?

    —Mejor espera afuera —respondió Draco, primero en inglés y luego en francés, mirando a la mujer con fastidio.

    —Pero...

    —Ve, que no le haré nada.

    —Draco...

    —Anda, solucionaré esto —insistió Draco.

    Harry asintió y miró hacia la mujer, despidiéndose en el precario francés que había aprendido poco antes, y salió con pasos lentos, en cuanto cerró la puerta decidió que no había sido buena idea dejarlos solos, sin embargo la puerta no se podía abrir más, inmediatamente supo que Draco estaba haciendo magia.

    Tres minutos después Draco salía, luciendo pálido y algo sudado, pero con los papeles firmados.

    —¿Qué has hecho? ¿Estás bien? ¿Quieres sentarte? —se apuró a preguntar Harry, mientras se acercaba a él para tomarlo de un brazo.

    —Son muchas preguntas, Potter —masculló Draco, dejándose sujetar a pesar de todo, por Harry —. Necesito ir al baño, creo que hay uno al final del pasillo —explicó en voz baja.

    —¿Qué has hecho? —preguntó nuevamente Harry, mientras, abrazándolo un poco, lo llevaba hasta el baño.

    —Lo siento —gimoteó Draco, con voz ahogada, antes de correr hacia el primer cubículo vacío, se sujetó como pudo del WC y vomitó, aunque como no había desayunado más que café, solo sintió un sabor ácido subiendo por su garganta.

    —Draco... —suspiró Harry, acariciándole la espalda y mirando alrededor, allí no habían toallas húmedas que pudiera poner sobre su frente para reconfortarlo.

    —¡Dios, cómo odio esto! —se quejó Draco, sentándose y haciendo pasar el agua.

    —Está bien... cálmate.

    —Por supuesto que no está bien, no debería sentirme así.

    —Hiciste magia, tu estado no permite que hagas muchos hechizos ya que la enfermedad te está deteriorando en todos los sentidos, aunque... —Harry inclinó un poco la cabeza, observando el pálido rostro de Draco, no quería pensar que estaba más cerca de lo que había creído del final.

    —¿Aunque?

    —¿Qué hechizo hiciste?

    —Un simple confundus, para que pudiera firmar los papeles —explicó Draco, miró enojado hacia la mano que Harry le tendía para ayudarlo a levantarse, pero la forma en que Harry arqueó la ceja le hizo entender que no era optativo no aceptarla. —¿Por qué lo preguntas?

    —Es sólo que pensé que el deterioro de la magia no llegaba hasta la etapa terminal.

    —Estoy en la etapa terminal —replicó Draco, caminando hacia los lavabos.

    Harry lo observó en silencio, mientras se echaba agua helada al rostro e iba recuperándose.

    —¿Has intentado hacer otros hechizos?

    —No..., bueno, creo que el aparecernos a ambos anoche me hizo daño, después, los accio algunas veces, los de agrandamiento y encogimiento... cosas simples —Draco se encogió de hombros, aún observándose en el espejo, estaba algo ojeroso, pero ya no lucía tan enfermo.

    —¿Qué pasó cuándo hiciste el homenum revelio el otro día?

    —Oh… no fue agradable, me sentí muy mareado todo el resto de la noche… —negó Draco, sin dejarse de mirar al espejo.

    —Y aparte de eso, y de los hechizos comunes, ¿no has intentado nada más grande?

    —No. Y Potter —agregó, girándose para verlo a la cara y acercarlo un poco, pero luego cambió de opinión. —Espérame aquí —propuso, metiéndose nuevamente hacia uno de los cubículos.

    —¿Tienes nauseas de nuevo? —preguntó Harry, extrañado por el comportamiento de Draco.

    —No —Draco se aplicó un hechizo de limpieza y suspiró aliviado al sentirse más fresco. Cuando abrió la puerta chocó cara a cara con Harry.

    —¿Te sientes mal de nuevo? —preguntó Harry.

    Draco, con una mirada un poco más agresiva, lo tomó por las caderas y en solo dos pasos, lo empotró contra los lavabos.

    Harry parpadeó, sorprendido por la fuerza de Draco y se sujetó de sus hombros, mirando por un instante hacia la puerta de entrada.

    —Potter, no quiero un enfermero, ¿estamos? Si es que quieres que esto... —Draco se pegó un poco más a Harry —, como sea que se llame, que hay entre tú y yo, funcione, deberás dejar de actuar como un enfermero... o un medimago.

    —Sólo me preocupo por ti —susurró Harry.

    —No lo hagas. Por favor... —Draco se detuvo en el momento en que Harry lo jaló un poco más por los hombros, hasta que sus labios estuvieron a sólo centímetros. Ambos se miraron a los ojos, había tantos sentimientos mezclados allí...

    —Bésame —susurró Harry —, no analices nada ahora, sólo bésame.

    —Fuiste tú el que empezó con... —intentó protestar Draco, pero una de las manos de Harry dejó su hombro y voló hasta su nuca, mientras sus labios se unían con fiereza.

    Draco parpadeó confundido por un instante, antes de responder al beso, sus labios se entreabrieron para dejar que la lengua de Harry se colara en su interior y sus dientes chocaron, mientras sus cuerpos se pegaron más aún. Apretó más fuerte las caderas de Harry, y un escalofrío le recorrió la espalda, debido a la forma en que los dedos de Harry estaban acariciando su nuca.

    Cuando se apartaron ambos estaban acalorados y ansiosos, pero sabían que aquel tampoco era el lugar ni el momento para continuar.

    —Creo que debemos ir con los demás —suspiró Draco, abrazándose a Harry y dejando algunos besos en el cuello.

    —Sí, antes de que nos busquen... —aceptó Harry, con pesar.

    —En algún momento tú y yo tendremos que terminar esto —sonrió Draco, jalando a Harry para hacer que empezara a caminar.

    —Se me ocurre que esta noche nadie nos debe interrumpir —propuso Harry, acomodando sus ropas y su cabello, mientras ambos ya caminaban por el pasillo.

    —Esta noche estaremos en Colmillo —suspiró Draco, abriendo la puerta que llevaba a las escaleras, por donde habían subido.

    —Lo sé.

    —Y Tobby comparte habitación con nosotros —aclaró Draco, al parecer Harry no había reparado en ese pequeño detalle.

    —Oh...

    —No pensarás deshacerte de él ahora que...

    —¡Claro que no! —interrumpió Harry, bajando tan lentamente como Draco, supuso que aún no se sentía del todo bien por lo lento que caminaba, pero, recordando lo que Draco le había dicho minutos antes, no preguntó si se sentía cansado o enfermo nuevamente y le siguió el paso hasta el pasillo del cuarto piso.

    —Ya se nos ocurrirá algo —susurró Draco, cuando estaban por entrar a la habitación de Elías, pasando su mano por la cintura de Harry y apretándolo un poco, haciéndolo sonrojar, antes de soltarlo.

    Harry no alcanzó a responder, pues Draco no lo esperó y se metió a la habitación, con una gran sonrisa, mientras él se quedó relegado a un lado, empezando a imaginar lo que Draco y él podrían hacer cuando estuvieran solos.

    *O*O*O*



    Harry estaba enfadado. Draco no necesitaba más que mirarlo para saberlo, mientras permanecía rígido sobre su asiento y con un libro entre las manos, en el autobús que los llevaría de vuelta a Colmillo. Detrás de ellos iban Pedro y Giuseppe y delante Edgard y Marshall. Se habían despedido de Lissa y Julia, y de algunos más con los que habían trabado amistad, poco antes de partir, tras un tardío desayuno, pues ellos irían hacia España. Tobby se había colado en el espacio que había entre los asientos y dormitaba a sus pies, haciendo que el lugar se sintiera mucho más estrecho.

    Harry iba leyendo las anotaciones que había hecho sobre las ciudades que habían visitado, reconociendo que aún le faltaba poner muchos más datos, mientras trataba de alejar de su mente la idea de cuán enfadado se encontraba con Draco en ese momento, pues les había propuesto a Edgard y Marshall volver con ellos al día siguiente nuevamente a Andorra La Velle, para acompañar a Elías el par de días que aún le quedaba en el hospital, antes de que lo pudieran embarcar a casa. Y no sólo eso, sino que además les había ofrecido llevarlos hasta Francia, por donde cruzarían de todas maneras para seguir el camino de regreso. Y no, no quería ser egoísta, pero imaginaba que ahora que las cosas estaban más claras entre ellos, querría pasar un tiempo a solas con él, y no agregar justamente un par de acompañantes a su viaje.

    El autobús se detuvo en el Centro de Turismo de Colmillo, de donde más de una semana antes, todos habían partido, vieron a varios grupos más de turistas, llegando y partiendo, y la pequeña oficina se volvió una locura, entre despedidas y recuperación del equipaje, hasta que finalmente ellos, junto a Edgard, Marshall y Tobby, se pusieron en marcha hacia el hotel.

    Tal como habían solicitado, su habitación permanecía intacta, pues Draco había pagado por los días que no estarían presentes. Luego de darle una mirada a su auto, el cual Marshall y Edgard admiraron bastante, quedaron de acuerdo para ir a descansar un poco y encontrarse a la hora de la comida.

    En cuanto entraron a la habitación, Tobby se acomodó en la esquina en la que le gustaba dormir, mientras Draco se quedaba de pie, junto a la ventana, y Harry se dejaba caer sobre una de las camas.

    —¿Seguirás enfadado toda la tarde? —preguntó Draco, sin voltear a mirar a Harry, observando el paisaje, ahora el cielo estaba gris y había llovido por la mañana, por las nubes parecía que las lluvias continuarían al atardecer.

    —No estoy enfadado —negó Harry, sentándose sobre la cama y mirando alrededor —, tal vez sea mejor que tome una ducha.

    —¿Quieres qué...?

    —No, realmente estoy cansado —suspiró Harry, jalando un pantalón de algodón y una sudadera, cerrando la puerta del baño con más fuerza de la necesaria.

    En cuanto Harry se metió al baño, Draco dejó escapar el aire lentamente, y se recostó en una de las camas, sintiéndose agotado y desanimado. Cerró los ojos, con la intensión de esperar a Harry y hablar con él, pero el cansancio le ganó y rápidamente se quedó dormido.

    Harry salió del baño mucho rato después, había intentado descubrir el escondite de Draco para las pociones, pero había sido inútil. Tal vez esos hechizos de protección lo ponían débil también, pensó, mientras salía a la habitación. Sonrió un poco, viendo a Draco dormir, y en silencio, sacó el cuaderno de anotaciones y una lapicera, y se sentó junto a la ventana, comenzando a escribir, no sobre sus viajes, sino sobre los síntomas de Draco.

    No pensaba molestar a Draco, tratando de cuidarlo a cada instante, pero eso no garantizaba que se quedara quieto y no quisiera averiguar más:

    1. Náuseas en las mañanas.
    2. Náuseas y/o mareos cuando hace algún hechizo o se aparece. Síntoma cada vez más constante.
    3. Descontrol de magia. Cada vez mayor pese a no estar aún imposibilitado de movimiento o razonamiento.
    4. Cansancio. Cada vez mayor.

    Arrugó un poco la frente, algo en los síntomas le decía que todo estaba pasando demasiado rápido, sobre todo en el tema de perder el control de su magia, tal vez se debía al enlace que tenían, y la forma obsesa en que Draco escondía las cosas con hechizos de seguridad. Esperaba que pudieran entrar a una librería donde comprar un par de libros de medicina al día siguiente, sólo para repasar un poco más acerca de ese tipo de cáncer y entender mejor los síntomas.

    *O*O*O*

     
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