Un viaje hacia la vida: Epílogo

Autora: Zafy (NC-17) - DRARRY

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  1. Kari Tatsumi
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    CAPÍTULO 19



    Aunque hubieran querido recorrer el resto de Italia, ambos tenían en claro que debían volver a Inglaterra; Harry quería recoger su varita y Draco lo comprendía perfectamente, además, su ánimo y su salud estaban deteriorándose rápidamente, y a cada instante sentía que estaba corriendo contra el tiempo en una carrera que sabía que perderían de todas formas.

    Partieron hacia Alemania casi al amanecer, despidiéndose silenciosamente de Verona y llegaron a Innsbruck unas horas después, estaban ya veintisiete de diciembre y les fue difícil conseguir alojamiento, en las calles se podía sentir la emoción y la alegría por la celebración de un nuevo año, pero ninguno de ellos era capaz de contagiarse de ella, ambos conscientes de la realidad.

    Gracias al teléfono del hotel en Innsbruck, Harry pudo hacerse de una reservación en Múnich, donde Draco había declarado querer pasar año nuevo. Pasaron un día más en Innsbruck, recorriendo la ciudad en periodos cortos, pues la nieve y el frío no eran adecuados para Draco ni para Tobby, compartiendo largas conversaciones frente a la chimenea al anochecer y durmiendo abrazados.

    Draco había accedido finalmente a dejar a la vista de Harry las pociones, para que se las pudiera dar en caso de que a él le fuera imposible tomarlas, su magia estaba cada vez más descontrolada, sobre todo cuando dormía y provocaba que las cosas se movieran de lugar o las luces se encendieran y apagaran rápidamente.

    Por recomendación de Harry, Draco había empezado a tomar las pociones más veces al día, pero en menor cantidad y eso evitaba que los dolores de cabeza y los mareos se hicieran más presentes, sin embargo no podía dejar de ponerle mala cara e incluso algunas veces gritarle cuando Harry le recordaba que era hora de que tomara alguna poción o se mostraba demasiado preocupado por las náuseas o los mareos.

    Los sangrados de nariz continuaron apareciendo diariamente, seguidos de un estado de semiinconsciencia, que hacía sentir a Harry cada vez más preocupado.

    Antes de llegar a Múnich dieron una vuelta por varios castillos antiguos, donde vieron, a diferencia de los muggles, a muchos fantasmas, que, encantados de ver dos magos, les contaban las historias de cada lugar, historias que hablaban de amor, traición y guerra.

    Cuando por fin llegaron a Múnich era treinta de diciembre, y la ciudad estaba rebosante de gente, sobre todo de jóvenes, las publicidades para diferentes fiestas y eventos aparecían por todos lados y, pese a que Harry había declarado que estaría contento con pasar la noche en la habitación, sin hacer nada especial, Draco consiguió, encantando al encargado de las reservaciones, dos invitaciones para la fiesta en el restaurante de la Torre Olímpica, que estaba casi a doscientos metros de altura, desde donde se podría apreciar toda la ciudad.

    —Si te sientes mal en algún momento… —comentó Harry, mientras guardaba en el bolsillo de su saco unas cuantas botellas de pociones para Draco.

    —Vamos, Potter, no seas aguafiestas —interrumpió Draco, mirándolo de mala manera a través del espejo, mientras terminaba de acomodarse la corbata de color gris.

    —Soy realista, no aguafiestas —rebatió Harry, tomando la varita de Draco y poniéndola en otro de sus bolsillos, habían descubierto que los descontroles de magia eran menores cuando la varita no estaba en contacto con Draco.

    —¡Sí que lo eres! —gritó Draco, dando un golpe al espejo con el puño cerrado, odiaba como lucía, su aspecto le parecía desagradable y hasta miserable.

    —Draco —suspiró Harry, acercándose vacilantemente hacia él.

    —¡No! Estoy harto de esto, siempre rondándome con tus tontas recomendaciones —recriminó Draco, girándose hacia él y entrecerrando los ojos —, ¿te cuento algo? El que se va morir seré yo, no tú, así que deja de actuar de esa manera.

    —Eso lo tengo claro —contestó Harry, con los puños apretados —No sabes lo que daría porque no fuera así, porque el que estuviera muriendo fuera yo y no tú; creo que sería más justo.

    —¿Justo?

    Harry negó con la cabeza y se sentó sobre la cama, con la cabeza gacha y los hombros caídos. Draco lo observó un instante, antes de suspirar, tratando de calmarse, bien era cierto que nunca había tenido buen carácter, pero últimamente los ataques de rabia se le escapaban constantemente y sabía que estaba siendo injusto con Harry.

    —Lo siento, dije una estupidez, perdóname —pidió, sentándose a su lado y poniendo una mano sobre su espalda.

    —No, es cierto, siempre te estoy acosando, pero es que yo… en verdad intercambiaría tu lugar por el mío, con tal de no verte…

    —Shh… —Draco se acercó más a él y le levantó el rostro con una mano, le dio un beso en los labios y se apartó de él, sonriéndole un poco —; es año nuevo, vamos a divertirnos y a disfrutar.

    —Te amo —aseguró Harry, antes de lanzarse a sus brazos y estrujarlo con fuerza, sintiendo, aún bajo el traje, lo delgado que estaba.

    —Y yo, y justamente por eso no nos vamos a poner tristes ahora, ¿de acuerdo?

    —De acuerdo —asintió Harry, poniéndose en pie y haciendo un esfuerzo por lucir contento y tranquilo.

    *O*O*O*



    El restaurante tenía una decoración especial, todo el techo estaba lleno de globos dorados y había varios juegos de luces que decían “Feliz Año Nuevo” en diversos idiomas, Draco se encargó de especificarle a Harry cada uno de ellos, mientras un estirado mozo los llevaba hasta el centro del salón, donde su mesa se encontraba reservada. Harry se quedó observando alrededor, a la gran cantidad de personas que hablaban y bebían encantadas, esperando la media noche y el nuevo año.

    No muy lejos de ellos, sobre una gran tarima, había una orquesta, preparándose para empezar a tocar. Harry observó, como siempre, maravillado, como Draco cambiaba del inglés al alemán para ordenar la comida y una gran botella de champagne.

    —¿Siempre usas la magia para entrar a estos sitios?

    —Aprendí a hacer esto en New York, con Jasón y los otros chicos nos colábamos a muchos sitios que estaban de moda y que requerían una reservación anticipada, sin contar a todos los clubes a los que no nos dejaban entrar por ser menores de edad.

    —¿Jasón? —preguntó Harry, no había escuchado hablar de él antes —¿también era un mago?

    —Claro, él estudiaba conmigo negocios, anduvimos un tiempo juntos, teníamos un grupo de amigos que le encantaba andar de fiestas y divertirse… era más fácil porque si bien es cierto en New York hay una alta sociedad de magos, no es tan estricta como aquí, ellos son mucho más liberales…

    —Nosotros también somos liberales —refutó Harry.

    —Debo corregirte, de lo contrario no habría tanto protocolo que seguir, ni obligaciones ni…

    —Ni matrimonios arreglados —continuó Harry.

    —Exacto —apuntó Draco. Su charla se detuvo cuando el mozo trajo una botella de champagne, dos copas y una canasta de pan.

    —Entonces, Jasón…

    —Jasón —suspiró Draco, levantando su copa para brindar con Harry; que sonrió gustoso y dio un pequeño sorbo antes de dejarla de lado.

    —¿Andaban juntos?

    —Sí, más o menos. No sé qué fue de su vida, supongo que está manejando las empresas de su familia y que ha encontrado un lindo chico que le haga compañía, tenía ideas acerca de unirse a un gran chico y vivir viajando y festejando todo el tiempo… cosa difícil una vez que te haces cargo de las responsabilidades familiares… pero en fin, no tenía tantas presiones, su familia sabía que era gay, y tenía unos cuantos hermanos que seguramente continuarían con el apellido.

    —Dichoso de él —negó Harry.

    —Sí… —Draco dio una probada más a su copa y observó alrededor, rememorando los buenos momentos que había pasado con Jasón.

    —¿Lo querías mucho?

    —Ajá —Draco asintió y miró hacia Harry —estuve un buen tiempo con él, éramos casi como novios, aunque no exclusivos… él sabía que debía casarme, le parecía ridículo, pero nunca lo engañé.

    —¿Terminaron peleando?

    —Más o menos… —Draco negó con la cabeza y la orquesta comenzó a tocar, una música lenta y agradable.

    —Lo lamento.

    —No, no lo hagas, está bien, yo no podía ofrecerle lo que quería, nuestra última pelea fue una semana antes de que tuviera que volver a Inglaterra, él dijo que… que me quería demasiado como para dejarme ir así de fácil, que no le molestaría que no tuviera fortuna o fuera un repudiado si es que me quedaba a su lado.

    —Vaya…

    —Le dije cosas muy duras, recuerdo que fui hasta cruel con él… pero al final, antes de irme, vino a verme y dijo que lamentaba que no lo quisiera tanto como para renunciar a todo por él, que él lo haría gustoso por mí.

    —No puedo creer que no lo hayas aceptado —criticó Harry.

    —No concebía la idea de no ser un Malfoy, de dejar todo, de ser la vergüenza de mi familia y ser pobre por alguien más…

    Harry sonrió un poco, pensando que sí es que la situación fuera diferente y Draco quisiera fugarse con él hasta el fin del mundo, iría con los ojos cerrados; aunque probablemente Draco no.

    Draco extendió una mano para tomar la de Harry y murmuró:

    —No lo había conocido hasta ahora.

    —Draco…

    —Por ti lo haría, te pediría que nos casáramos, si es que no lo estuviera ya, no dudes en que te lo pediría; sin importarme que mi familia me repudiara o me quitaran el oro y todo… Nada más que estar juntos me importaría.

    —Y yo aceptaría —contestó Harry, jalándolo un poco para darle un beso en los labios, en cuanto se apartaron, se miraron sonriendo, un instante después el mozo comenzó a traer la comida.

    *O*O*O*



    La orquesta se había puesto mucho más animada, muchas de las mesas y sillas habían sido movidas, y la gran mayoría bailaba al centro del salón, Draco, con una larga copa de Champagne, observaba todo desde un lado del salón, junto a Harry, mientras continuaban conversando animadamente, Harry hablándole de su vida, de las cosas que había disfrutado estudiando medimagia y de lo mucho que se esforzaría cuando retomara la carrera; para Draco era evidente que Harry estaba evitando el forzado tema de su separación, y admiraba su voluntad.

    El animador de la fiesta comenzó a hablar en rápido alemán, y Draco jaló de un brazo a Harry, hasta una de las enormes ventanas que les permitían ver la ciudad completa, llena de luces y nieve.

    —Dice que en poco tiempo será año nuevo —susurró Draco, inclinándose sobre su oído, mientras señalaba a la ciudad.

    —Oh… —asintió Harry, turbado por la cercanía de Draco, no le pareció intimidante comportarse de esa manera, pues habían visto muchas parejas gays entre los asistentes.

    —Empezará en un minuto con la cuenta regresiva —continuó traduciendo Draco, mientras dejaba un beso en su cuello, sintió a Harry estremecerse y sonrió —, lo que me has enseñado y me has hecho sentir durante este tiempo…

    —Draco —negó Harry, detestaba cuando Draco hablaba de esa forma.

    —Pese a todo ha sido el mejor año de mi vida.

    —Y el mío —aceptó Harry, girándose un poco para verlo, Draco le acarició una mejilla y le dio un beso en los labios.

    —Está empezando a contar —dijo entonces apartándose un poco de él, alrededor la gente comenzó a moverse, a buscar a sus seres queridos, mientras ellos permanecían quietos, mirando la ciudad muy pegados el uno al otro.

    —No entiendo nada de alemán —bromeó Harry, mirando un instante hacia el animador y luego hacia la ciudad.

    —Te amo —murmuró Draco —, te amo lo suficiente para dejar todo lo que alguna vez conocí; te amo tanto que lo que más me asusta de todo esto no es no saber qué vendrá, sino saber que sea lo que sea, no estarás a mi lado.

    —Por favor… —pidió Harry, tomándolo de una mano y escondiendo la cabeza en su cuello, percibiendo su aroma y su calor.

    —Me encanta cuando sonríes, también cuando te enojas y tus ojos brillan de esa manera, cuando estabas en la escuela luchabas con tanta pasión y energía… amo eso de ti, amo tu entrega, tu forma de ser… la forma como hablas con Tobby, todo, todo lo que eres y en lo que te has convertido.

    Harry apretó un poco más fuerte su mano y miró hacia la ciudad, los primeros fuegos artificiales que anunciaban la llegada del año nuevo se dejaron ver, mientras apretaba los labios para no gritar y llorar de rabia y frustración.

    —Cinco… cuatro… tres… dos… uno —contó Draco, a la vez que el animador —, Feliz año nuevo, mi amor —susurró, girándose para darle un beso en los labios, sus calientes labios se unieron, temblorosos y anhelantes, sus lenguas se encontraron a medio camino mientras se envolvían con sus brazos, pegándose lo más cerca posible, eran conscientes del alboroto a su alrededor, de la gran cantidad de confeti que caía sobre ellos, de los globos flotando y la música de celebración, pero aún así continuaron abrazados y besándose un instante más; cuando se apartaron ambos tenían los ojos brillosos y un inmenso sentimiento de tristeza, aún así giraron hacia la ventana nuevamente, observando el gran despliegue de fuegos artificiales.

    —¿Bailarás conmigo? —pidió Draco, luego de un largo momento más, alrededor la gente se había tranquilizado, aunque fuera los fuegos artificiales continuaban.

    —¿Aquí?

    —Pues claro, ¿dónde más?

    —No sé… yo no bailo.

    —Vamos, mi primer baile del año.

    —Draco… —Harry sonrió un poco cuando Draco hizo una pequeña reverencia y lo jaló de una mano.

    —Es que yo no sé bailar esto.

    —Es fácil, yo te llevo.

    —Y tampoco me gusta que me lleven —continuó protestando, pese a estar ya abrazado a él en uno de los lados de la pista.

    —Lo estás haciendo bien… relájate un poco, la pasarás mejor así —insistió Draco, sus manos, sobre las caderas de Harry, lo jalaron un poco más, hasta tenerlo completamente pegado a su cuerpo. Harry dejó caer la cabeza sobre su hombro y lo sintió suspirar lentamente.

    —Me gusta estar abrazado a ti —dijo Harry, apretándose más contra el cuerpo de Draco y dejándose llevar.

    —A mí también me gusta —afirmó Draco, mientas se seguían moviendo al compás de la lenta música.

    *O*O*O*



    Harry calificó Alemania como agradable, mientras pegaba la fotografía que les habían tomado en la pista de baile en su cuaderno de notas; antes de cerrarlo y observar nuevamente a Draco, que permanecía durmiendo sobre la cama, Tobby, hecho un ovillo, se había colocado a un lado y también dormía, ya era bastante tarde, pero no podía dormir, habían demasiadas cosas dándole vuelta en la cabeza, al día siguiente, al amanecer partirían hacia Inglaterra, habían encontrado una ruta para llegar a un Ferry, que los transportaría de regreso, finalmente culminarían con ese viaje de la misma manera que habían iniciado, pese a que ahora las cosas eran completamente diferentes.

    Tal como Draco había mencionado antes, la cuenta muggle que tenía había pasado a su nombre, y Harry hizo un gran esfuerzo por no protestar, sobre todo por evitar una pelea con Draco. Estaban ya tres de enero y el clima estaba cada vez más frío, suponía que en casa sería peor. Draco había declarado querer volver a Andorra, y Harry había aceptado encantado, aunque ésta vez tomarían un avión; suponía que no sería tan difícil hacer que Tobby volara con ellos. Realmente Harry no quería saber mucho acerca de qué haría cuando tuviera que volver a Andorra, pues sabía que ese era el final del viaje.

    En lugar de eso se preocupaba de lo inminente: la vuelta a casa. La idea de volver lo hacía sentir demasiado ansioso, tendría que enfrentar muchas cosas, disculpas que pedir, errores que enmendar… ni siquiera sabía por dónde empezar y lo peor de todo era que, por cómo iban las cosas, probablemente tendría que enfrentar todo eso solo, cuando Draco se hubiera marchado…

    Algunas veces, como esa noche, sentía que todo era demasiado duro, demasiado difícil; no sabía de dónde sacaría las fuerzas para no caer nuevamente en aquella horrible vida que había llevado antes, pero entonces miraba a Draco, observaba como la vida se le iba en cada respiración y se sentía sobrecogido; Draco, que había aceptado pasar los últimos meses de su vida cuidándolo y rehabilitándolo, amándolo, no se merecía algo así… Sabía que las cosas serían duras, que lo embargaría el dolor y la rabia, pero había hecho la silenciosa promesa de no caer más en eso, por Draco, por su recuerdo y por el amor que sentía por él.

    —Potter —masculló Draco, girándose hacia un lado y abriendo los ojos.

    —¿Te sientes…?

    —Vuelve a la cama —ordenó Draco, con voz ronca, y apartando los cobertores un poco —, aún falta para el amanecer y debes descansar.

    —Sí —asintió Harry, caminando hasta la cama y metiéndose en ella, Draco se abrazó a él y se durmió rápidamente, pero Harry no pudo imitarlo y por mucho rato más se quedó despierto, acariciándole lentamente el cabello y velando su sueño.

    *O*O*O*



    Abordaron el ferry al atardecer, no había tantos pasajeros como en la ocasión anterior, pero la nevada que cayó los obligó a quedarse en su habitación; aunque de todas maneras no habrían estado en condiciones de salir:

    Desde que abordaron, Tobby estuvo inquieto todo el tiempo, dando vueltas y ladrando, sin quedarse quieto o durmiendo como normalmente hacía de noche.

    Mientras tanto Draco, que había tenido un mal día, tuvo una noche peor, pues lucía pálido y las pociones para el dolor de cabeza no le hacían ya efecto, pese a que Harry suministró varias dosis, dudaba que fuera adecuado darle más aún, y en su lugar, usando la varita de Draco, falsificó una receta médica muggle y consiguió un par de sedantes, los cuales administró con engaños a Draco.

    Harry vio que eran cerca de las tres de la mañana cuando por fin, primero Draco, y luego Tobby, cayeron dormidos. Pasó la noche, como estaba tomando costumbre, escribiendo en su cuaderno, revisando que la temperatura de Draco no subiera y que durmiera bien; a diferencia de otras noches, Draco no despertó para pedirle que se acostara a su lado, y cerca de las cinco de la mañana, cuando los ojos se le cerraban, fue que se acurrucó a su lado, durmiéndose al fin.

    Llegaron a NewCasttle cerca de las nueve de la mañana, la señorita que hablaba por los parlantes les indicó que el clima estaba bastante frío, que en caso desearan pasear por la cubierta tuvieran cuidado con no resbalarse y se abrigaran bastante. Draco despertó bastante grogui por las pastillas que le había dado la noche anterior, y Tobby se mostraba nuevamente ansioso, así que Harry optó por pasarse del desayuno y ponerse primero en la fila para poder abandonar el ferry.

    Los trámites no le fueron muy complicados y pronto se encontró ayudando a Draco a subir a la camioneta y acomodando a Tobby en el asiento trasero; aprovechó que no había nadie en el estacionamiento para, según le había enseñado Draco, cambiar el volante de un lado al otro y sin perder más tiempo se puso en marcha.

    Draco, que sentía que se perdía de muchas cosas últimamente, abrió los ojos asombrado, estaba en la camioneta, avanzando por una calle que le parecía medianamente conocida:

    —No creo que haya problema en subir a Tobby al Ferry, ¿no crees? —preguntó de pronto hacia Harry, haciéndolo sobresaltar.

    —¿Qué dices?

    —A Tobby, al ferry… Acordamos ir en ferry… —Draco se detuvo, viendo alrededor, claramente recordaba ese sitio, sintió que sus mejillas comenzaban a arder de la vergüenza, había estado divagando nuevamente.

    —No, no nos hicieron problemas con Tobby, aunque definitivamente la vía marítima, pese a ser un perro nadador, no es lo suyo —bromeó Harry, poniendo una mano sobre la pierna de Draco y dándole un pequeño golpe, como diciendo que no era gran cosa que no se acordara.

    Sin embargo Draco, orgulloso como siempre, no estuvo de acuerdo y la apartó con brusquedad, mirando hacia la calle.

    —No seas condescendiente, Potter, es obvio que mi mente está cada vez peor.

    —Yo no soy condescendiente —se quejó Harry, mirando hacia la carretera y apretando un poco los labios.

    —Dudo mucho que sepas siquiera qué es ser condescendiente— masculló Draco, cruzándose de brazos y acurrucándose un poco más en el asiento.

    Tobby, que había permanecido con la cabeza baja hasta ese momento, soltó un ladrido, Harry le dio una mirada por el espejo retrovisor, ignorando completamente a Draco, verificando que el perro estuviera bien.

    —Y dile a tu perro que se calle, me duele la cabeza —gruñó Draco, sin abrir los ojos.

    —No te la pagues con él —protestó Harry –; si quieres desquitarte conmigo, de acuerdo, pero él no te ha hecho nada.

    Draco no contestó, frunció el ceño y trató de dormir nuevamente.

    Harry siguió conduciendo en silencio, concentrándose únicamente en el camino y no en pensar en la forma en que Draco se ponía algunas veces, cada vez era peor, su humor estaba directamente relacionado a su salud, y aunque no lo entendía por completo, suponía lo duro que sería estar en su lugar y estaba dispuesto a no darle la guerra.

    Tobby, al parecer entendedor de la situación, permaneció en silencio durante todo el trayecto, le tomó cerca de un par de horas entrar a York, pero entonces se dio cuenta de que en realidad no sabía exactamente dónde quedaba el departamento de Draco. Dio unas cuantas vueltas por la ciudad, buscando sobre todo en las zonas más exclusivas, pero por más que lo intentó no pudo recordar ninguna calle. Sintiéndose frustrado y poco útil, detuvo la camioneta frente a un parque, sin saber qué más hacer, no quería despertar a Draco, pero si no lo hacía no les quedaría más opción que quedarse allí hasta que despertara solo.

    Draco abrió los ojos al sentir un cambio en el movimiento. Parpadeó confuso y miró primero hacia la calle y luego hacia Harry, que lo miraba con cautela.

    —¿Qué pasó? —preguntó, mirando hacia el asiento trasero, Tobby estaba completamente recostado y mirando hacia la ventana.

    —Lo siento, no sé la dirección… —explicó Harry.

    —El auto sabe llegar hasta casa —contestó, encogiéndose de hombros.

    —Draco… —suspiró Harry, no sabiendo ya cómo actuar con él.

    —Potter, el auto sabe… —se detuvo al notar que aquel no era el interior de su auto, cerró los ojos y tomó una profunda bocanada de aire, mientras trataba de enfocarse en la realidad nuevamente, estaban en otro auto, ¿Por qué estaban en otro auto?

    —Cambiamos de auto en Andorra, dijiste que este era mejor para viajar… ciertamente lo es, es más grande y cómodo —aclaró Harry, jugueteando con las llaves del auto.

    —Lo siento, yo…—Draco negó con la cabeza, no recordaba haber hecho eso, pero si Harry se lo decía, probablemente debía ser verdad.

    —No pasa nada, simplemente podemos quedarnos aquí por un rato más… tal vez darle una vuelta a Tobby…

    —Esa es buena idea, es decir, sí recuerdo dónde está el departamento, pero es obvio que Tobby no da una vuelta desde ayer —aceptó Draco estirándose un poco sobre el asiento.

    —Genial —aceptó Harry, abriendo la puerta.

    Ambos caminaron en silencio por un buen tramo, Tobby iba delante de ellos, sujeto por la correa color rojo, y había nieve por todo el pasto, el cielo era blanco y completamente cerrado, seguramente las nevadas continuarían al anochecer.

    —Lo siento —dijo de pronto Draco, sobresaltando a Harry.

    —No tienes nada que sentir.

    —Esto es una mierda, estoy confundido la mayor parte del tiempo, pero sé que no me comporto de la manera adecuada… no mereces cargar con esto, ¿sabes?, podrías quedarte y rehacer tu vida y dejar que yo…

    —Eso no es negociable, así te tenga que obligar, no me apartaré de ti —interrumpió Harry, deteniendo a Draco por el brazo y pegándolo a su cuerpo.

    —No es justo.

    —Te amo, fin de la discusión —concluyó Harry, y sin darle opción a respuesta, le dio un beso en los labios.

    Draco sonrió un poco y asintió, era en momentos como esos cuando menos quería que Harry se apartara de él.

    —Vamos, déjame conducir —pidió entonces, haciendo un gesto hacia la camioneta.

    —Por supuesto —asintió Harry, aunque no pensaba que fuera tan buena idea no se negaría.

    Draco avanzó por las calles nevadas de York, rememorando lo genial que, pese a todo, había sido el viaje, habían partido con un Harry deprimido y él huyendo y ahora regresaban siendo dos personas diferentes, aunque su estadía no se prolongaría por más de un par de días, y sus días estaban contados, no cambiaría nada de ese tiempo que habían pasado juntos.

    *O*O*O*



    —Realmente no recordaba el apartamento —comentó Harry cuando entraron, dejando las maletas cerca de la entrada, Tobby pareció un poco dudoso pero finalmente, por instancia de ambos, encontró una esquina en la cual acomodarse.

    —Podrías alquilar los tres pisos por separado y obtener una buena ganancia —le dijo Draco, mientras abría las cortinas un poco.

    —No hables de eso, por favor —pidió Harry, alcanzando a Draco y abrazándolo por la espalda —, en serio… no lo hagas.

    —De acuerdo —suspiró Draco.

    —Y, ¿qué quieres hacer ahora? —preguntó Harry, sin soltarlo.

    —Mmm… ¿un baño? —propuso Draco, algo juguetón.

    —Hecho —asintió Harry, dejándose arrastrar hasta el baño.

    *O*O*O*



    Draco suspiró satisfecho, mientras sentía los dedos de Harry recorrer su cintura, estaba recostado de costado, desnudo sobre la cama y delante de Harry, acababan de hacer el amor una vez más, y se sentía adormilado y gloriosamente relajado.

    —Draco… —masculló Harry, pegándose un poco más a él, estaba orgulloso de, pese a no tener mucho tiempo juntos, saber cómo exactamente estremecerlo.

    —Mmm… —Draco soltó una risita —veo que alguien tiene bastante energía hoy…

    —Yo siempre tengo energía —se ufanó Harry, sin dejar de acariciarlo.

    —Claro... —Draco soltó una carcajada y extendió una mano para acariciar el brazo de Harry.

    —Draco… —insistió Harry —, tengo que hacerte una pregunta…

    —Ajá…

    —Cuando el medimago te dijo que estabas enfermo…

    —¡Potter! —interrumpió Draco, apartándose de él.

    —No, escúchame…

    —No me gusta hablar de esto. ¿Es tan difícil de entender?

    Harry soltó un suspiro y se masajeó el puente de la nariz, extrañando sus gafas, sintió como Draco se movía hasta el otro lado de la cama.

    —¿Por qué tienes que hacer esto? Dime, ¿qué ganas con esto?

    —Necesito saber, yo sólo… —Harry se sentó y alcanzó a Draco hasta el otro lado de la cama, envolviéndolo con sus brazos —, lo siento, quiero comprender y entender y…

    —Aceptarlo —negó Draco, soltándose de él.

    —Vamos, Draco…

    —Tú arruinas esto —criticó Draco, caminando hacia uno de los aparadores de la habitación.

    —No quiero arruinarlo, yo… ¿Qué haces? —preguntó mientras veía a Draco agitar la varita y sacar una pequeña caja.

    —Te doy lo que quieres, con la condición de que me dejes en paz con este tema.

    Harry se mordió los labios para no replicar, nuevamente no queriendo discutir con él.

    Draco apretó un poco la cajita entre sus manos y tomó una bocanada de aire antes de lanzársela a Harry.

    —Te la puedes quedar, no pasa nada —dijo Draco, queriendo sonar desinteresado y tomando del suelo el pantalón de pijama y vistiéndose.

    —Gracias —suspiró Harry, saliendo de la cama y caminando hasta el lado de la ventana, observando la nieve caer antes de mirar seriamente la cajita que Draco le había dado, en la inscripción detallaba que contenía la imagen tomada del cerebro de Draco.

    —Necesitarás tu varita para verlo —dijo de pronto Draco, recordando recién que Harry no se la había mencionado desde que habían llegado.

    —Cierto… no lo había pensado.

    —Pues me encanta tener la ventaja en algo al menos —masculló Draco, sentándose y atrayendo su varita nuevamente.

    —No tienes que…

    —Lo haré de una vez, es lo mejor —interrumpió Draco, agitando la varita; desde uno de los lados de la habitación se levantó un madero del piso y la varita de Harry apareció y voló por el aire hasta sus manos.

    En cuanto la varita cayó en su mano, sintió un golpe de magia, una sensación de fuerza y poder, de seguridad que no había experimentado en mucho tiempo.

    —Wow… —susurró, un rayo rojo salió de ella, era como si lo escogiera nuevamente.

    —Bien, es obvio que es tu varita —aceptó Draco, mirando reverencialmente a Harry, realmente se veía mucho más imponente.

    —Gracias, por haberla guardado y…

    —Anda, estoy cansado, no te enredes en cursilerías —interrumpió Draco, con un nudo en su pecho, antes de meterse nuevamente en la cama y esconderse bajo los cobertores. Luego de un momento más sintió a Harry metiéndose a su lado y abrazándolo con algo de cautela. Tomó su mano con fuerza y lo dejó apretarse más a él.

    —Te amo —susurró Harry, dándole unos besos en el cuello.

    —Y yo, y mucho —aseguró Draco.

    —Si no quieres que vea esta imagen, que haga nada más…

    —No quiero —aseguró Draco —, pero eres libre de hacerlo, sólo no me lo digas.

    —Mejor vamos a dormir —propuso entonces Harry, con su varita recientemente recuperada apagó la luz y todo se quedó en silencio, sintió el cuerpo de Draco relajándose poco a poco, hasta que se quedó completamente dormido.

    Sólo entonces se apartó de él, con mucho cuidado de no molestarlo, y tomó su cuaderno de notas, se sentó a un lado de la ventana y observó la cajita por mucho rato, dudando entre verla o no, cuestionándose acerca de las reales razones que tenía para verla: en el fondo aún tenía la esperanza de que ese examen estuviera mal, Draco no había sido muy claro en la forma cómo se había enterado, sólo en que una vez que lo supo no quiso saber más al respecto, y algo en sus síntomas lo hacían pensar que tal vez todo se trataba de un terrible error… En el fondo, concluyó, quería creer que podía ayudar a Draco y evitarle la muerte. Dejó la cajita a un lado, sobre una mesa pequeña, junto al cuaderno y el lapicero que usaba, y se volvió a meter en la cama, abrazando a Draco y tratando de memorizar la sensación de dormir así.

    *O*O*O*



    Draco abrió los ojos sintiéndose ligeramente mareado, un cuerpo caliente y fuerte lo sujetaba con fuerza, era casi como si lo estuviera abrazando… cosa muy rara. Se quedó quieto por un largo rato, esperando que su acompañante se moviera, pero como eso no ocurrió, comenzó a desesperarse, y finalmente se apartó, provocando que el otro chico se sentara de golpe.

    Harry miró hacia Draco con cautela, esperando que hablara primero, no era la primera vez que no lo reconocía y no quería arriesgarse.

    —Hola —dijo Draco, sonriendo un poco y observando al chico, sus ojos verdes y brillantes fueron lo primero que llamó su atención.

    —Hola —respondió Harry, hablando lentamente.

    —Esto es algo embarazoso, pero, ¿qué haces aquí? —preguntó Draco.

    —Dijiste que me quedara —respondió Harry, no sabiendo qué más decir.

    —Oh, ¿en serio?, qué raro…

    —Bueno, ya era tarde anoche y…

    —¿Salí de fiesta anoche?... No lo recuerdo…—Draco inclinó la cabeza hacia un lado y miró hacia el chico, tenía una camiseta puesta, ambos estaban con pijamas, cosa rara si es que se tratara de un amante ocasional. Más raro aún por la forma en que habían estado durmiendo.

    —Es difícil de explicar… —Harry se apartó un poco más de él —¿recuerdas mi nombre?

    —¿Debo hacerlo? —preguntó Draco, cada vez más confundido.

    —No… supongo que no, ¿cuál es tu nombre? —cuestionó, tanteando el terreno.

    —Daniel, ¿tú eres…?

    —Harry... ¿seguro que Daniel? Pensé que habías dicho otro nombre.

    —Sí, estoy seguro de llamarme Daniel —respondió Draco, no pudiendo evitar soltar una pequeña carcajada por aquella pregunta, mientras se ponía en pie, observando alrededor.

    —Ah… entonces me pareció —suspiró Harry, observando con atención a Draco, y cada vez más extrañado de la pérdida selectiva de recuerdos, dudaba que Draco recordara que era un mago, quizá por eso había usado el nombre muggle, sin embargo, cuando creó ese nombre muggle estaba consciente de que era un mago.

    —Iré a tomar un baño —informó Draco, caminando con lentitud hacia el baño, había algo que no encajaba en la situación, además de la forma en que ambos vestían o habían dormido, ese lugar no se parecía a su departamento, pero sabía exactamente dónde estaba el baño y el armario de ropa.

    —Claro… ¿quieres que…?

    —No, no, no te ofendas, pero no me gusta compartir la ducha.

    —No me ofendo —masculló Harry, mientras Draco se encerraba en el baño.

    Se puso en pie de un salto y jaló su cuaderno de notas, buscando las veces anteriores en que Draco había actuado de esa manera, en todas ellas había olvidado su nombre, el lugar, y lo que hacían juntos… pero sobre todo, ser un mago.

    —¿Qué es lo que está pasando contigo? —, preguntó en voz alta, mirando hacia la cajita de la imagen del cerebro de Draco, ahora estaba más seguro de que debía revisarla, no necesitaba muchos estudios para intuir que algo extraño estaba pasando allí.

    Abrió la cajita, y por un instante dudó, si Draco salía en ese momento, se asustaría, y no entendería lo que estaba pasando… Pero no tuvo tiempo de pensar qué hacer, pues el sonido de alguien, mejor dicho de Draco, cayendo en el baño lo hizo saltar y correr hacia ese lugar.

    Empujó la puerta con fuerza, agradeciendo que el chico no le hubiera puesto seguro, y lo encontró tirado sobre el piso, enredado en las cortinas de baño, y desnudo.

    —¡Draco! —gritó alertado, mientras lo revisaba, respiraba con rapidez, su pecho subía y bajaba arrítmicamente y tenía un corte en la frente, seguramente por la caída. —Draco —repitió, sabiendo que era inútil. Con su varita lo hizo levitar hasta la habitación, Tobby, que aparentemente también había oído el alboroto, estaba ya allí y aullaba lastimeramente.

    —Ahora no, Tobby, siéntate a un lado —ordenó Harry, mientras depositaba a Draco sobre la cama y lo cubría con una manta, lo primero que hizo fue curar el corte de la frente, luego tomó sus signos vitales, nuevamente la presión y los latidos de su corazón habían subido mucho y parecía estar empezando a hacer fiebres altas.

    Con manos temblorosas sacó las pociones que Draco le había dado y fue leyendo los nombres, ninguna de esas era para reanimarlo, solo para los dolores, nauseas y mareos.

    Frunció el ceño y se sintió incapaz de hacer nada, tal vez podría buscar al medimago Marton, sólo que no sabía cómo ubicarlo, Draco nunca le había dado esa información. Tobby empezó a moverse a su alrededor, con impaciencia, y Harry lo hizo apartarse nuevamente de la cama.

    —Siéntate, por favor, Tobby, déjame pensar —pidió, antes de recordar un par de hechizos, hizo los movimientos al aire, asegurándose de recordarlos completamente, antes de lanzarlos sobre Draco, apareció una imagen de sus signos vitales y luego con otro hechizo más, las pulsaciones y la presión comenzaron a nivelarse, pero la fiebre seguía en aumento.

    Tomó el frasco que era para los mareos y lo observó con cuidado, leyendo sus ingredientes, nada allí servía para nivelar la temperatura. Los labios de Draco estaban rosados y resecos y se estaba poniendo cada vez más pálido. Tomó el frasco para dolores de cabeza y lo observó, al igual que al anterior, no encontrando tampoco nada que lo ayudara, iba a continuar con el de las náuseas cuando, sin querer, empujó el frasco de poción para los mareos hacia un lado, por más que quiso, no pudo detener la caída y el embase de vidrio se estrelló contra el suelo, dejando su contenido anaranjado ensuciando todo el piso.

    —Ni se te ocurra —atajó Harry rápidamente a Tobby, temiendo que el animal lamiera lo que había caído, levantó la varita y estaba a punto de lanzar un fregoteo cuando algo hizo conexión en su cabeza…¿Anaranjado? Las pociones para los mareos no eran anaranjadas…

    Sacó de la maleta otro frasco más de poción para los mareos y leyó su contenido, lo conocía a la perfección, era una de las recetas más usadas y definitivamente esa poción no era anaranjada… Miró a contra luz el envase, parecía celeste, tal como debía ser la poción. Dio una mirada más a Draco y luego caminó hacia el baño, sacó un vaso y vació todo el contenido en el, era anaranjado.

    —¿Qué demonios está pasando aquí? —preguntó en voz alta, mientras tomaba el frasco con la poción para el dolor de cabeza, su contenido debería ser casi transparente, pero era rojo fuego, cuando reveló el color del contenido del tercer frasco, el de la poción para las nauseas, obtuvo un verde brillante, nada comparado con el rosado que debería ser.

    Volvió a la habitación, más asustado que un minuto antes, Draco había empezado a sudar copiosamente, pese a eso no lo desabrigó, acarició su frente un instante y luego se apartó, tomando la cajita que le había dado la noche anterior.

    —Ahora sí estoy seguro de que necesito ver esto —explicó en voz alta, como si Draco lo pudiera escuchar, y abrió el envase, vio la imagen de un cerebro, con la parte derecha de un color diferente, resaltando un cáncer bastante agresivo y en estado terminal.

    —De acuerdo… de acuerdo… —suspiró, sintiendo por un momento que se le acababa el aire, pero no debía dejarse llevar por las emociones, sabía que eso era lo que encontraría allí, así que no tenía sentido alterarse. Draco le había dicho que había llevado la imagen a otro medimago y que le había confirmado el diagnóstico, que había usado la misma imagen porque el examen le parecía desagradable y no quería volver a pasarlo, pero ahora era necesario, debía estar seguro, no sólo tener las pociones como prueba de que algo extraño estaba pasando allí.

    —No va doler mucho, es probable que ni lo sientas —comentó con voz calmada, una vez que hizo que Tobby abandonara la habitación, y mirando a Draco con cariño.

    Se inclinó sobre él y le dio un beso en la frente, aún demasiado caliente, antes de apuntarlo con su varita, completamente concentrado comenzó a susurrar unas cuantas palabras, mientras una imagen iba tomando forma en medio de la habitación, le tomó unos cuantos minutos obtener una imagen completa y tridimensional, susurró unas palabras más para retener la imagen y luego la observó con detenimiento, no comprendiendo lo que mostraba. La zona afectada en la imagen anterior ahora lucía completamente normal. No queriendo creerlo aún, sacó la primera imagen y la puso en contraste con la nueva, definitivamente la enfermedad mostrada en la que Draco tenía de su diagnóstico no aparecía en la nueva imagen que había obtenido.

    —Draco… —murmuró, mirando hacia el chico, ni siquiera se atrevía a decirlo en voz alta, o a alegrarse, pues era evidente que si Draco había estado tomando pociones y sintiéndose enfermo luego de un diagnostico como ese, era porque estaba siendo sistemáticamente envenenado, pero… ¿con qué objeto?

    Dio una última mirada a las imágenes y luego las guardó en envases diferentes, a la carrera se vistió con unos viejos pantalones vaqueros, zapatillas y una sudadera oscura, tomó el abrigo e hizo que Tobby volviera a la habitación.

    —Escucha, debes cuidar de Draco, no debo tardar casi nada… cuídalo —pidió, jalando al perro hasta el costado de la cama de Draco, el animal miró alrededor y luego trepó a la cama, recostándose a su lado.

    Harry verificó nuevamente sus signos vitales, no eran normales aún, pero no habían cambiado en la última media hora, lo que lo hizo creer que no variarían por un rato más, el suficiente para ir por ayuda. Lo más sensato sería llevarlo a San Mugo, sin embargo, dada la situación, no sabía si era o no seguro hacerlo, así que buscaría a alguien de confianza, al menos esperaba que aún lo fuera…

    Tomó su cuaderno, los frascos de pociones y revisó que tuviera las imágenes del cerebro de Draco, antes de agitar la varita y desaparecerse, lo último que vio fue la imagen de un pálido Draco, inconsciente, y a Tobby a su lado, cuidándolo.

    *O*O*O*



    En la acera de enfrente, luciendo un abrigo oscuro y guantes negros, un hombre sonrió, sintiendo los despliegues de magia, luego de eso caminó hasta un pequeño bar y entró con pasos decididos, sin mirar siquiera al dueño, se metió al baño y convocó un portal.

    Una voz cansada le contestó desde el otro lado:

    —¿Tienes alguna novedad? Porque si te comunicas sólo para decirme que aún no le encuentras la pista…

    —He vuelto esta mañana, estoy en York, y como le dije —interrumpió el hombre, con su acento marcado —, ha sucedido lo que pensé, ha vuelto a casa, y ahora está allí, parece que su magia se ha descontrolado y ha estado haciendo algo de alboroto… casi ni se puede reconocer ya.

    —¿Estás seguro de que se trata de él?

    —Completamente –asintió el hombre —; su departamento tiene hechizos de seguridad que nadie más puede haber desactivado.

    —De acuerdo —respondió la voz, con más entusiasmo esta vez —, no hay que perder más tiempo, ve por él, ¿necesitarás ayuda para traerlo?

    —No lo creo, yo lo llevo en un momento más —aseguró, cortando la transmisión.

    *O*O*O*

     
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