Un viaje hacia la vida: Epílogo

Autora: Zafy (NC-17) - DRARRY

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  1. Kari Tatsumi
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    CAPITULO 20



    Harry se apareció en medio de un gran salón de techo alto y amplios ventanales, al fondo había una mujer, sentada tras una enorme mesa de madera brillante y clara, llena de pergaminos y escribiendo rápidamente.

    —Buen día —dijo la mujer sin levantar el rostro y casi de memoria —, es una hora inapropiada para llegar; tanto si es que eres alumno nuevo, para que te enteres y si eres antiguo, peor aún, pues sabrás que sólo damos atención administrativa hasta las nueve.

    —Buen día, Madame Wailers —saludó Harry, asombrado de cómo la mujer, en esos dos últimos años, no había cambiado absolutamente nada.

    —¿Potter? —preguntó, elevando el rostro y dejándose ver sobre la ruma de pergaminos, sus ojos oscuros, tras unas gruesas gafas, brillaron un poco —¿Harry Potter? —repitió, luciendo asombrada.

    —Hola— respondió Harry, sonrojándose un poco, recordaba claramente a Madame Emma Wailers de su primer día de clases, en que había llegado tarde, ella primero lo había mirado con admiración, pero un instante después le había dado un largo discurso acerca de la puntualidad y lo necesaria que era en su carrera. Lo que más le gustó a Harry de ella fue que no lo trató como los demás solían tratarlo, sino como a alguien normal.

    —¡Deja que te vea! —exclamó, poniéndose en pie y caminando hasta él —; has engordado… y francamente, no que antes no lucieras apuesto, pero ahora luces mucho mejor, es un gran gusto saber que las vacaciones y el año sabático que te tomaste te sentaron tan bien —lo tomó de los hombros y le dio un beso en cada mejilla, antes de abrazarlo con tal fuerza que le hizo recordar a la señora Weasley.

    —Bueno, sí —Harry sonrió apretadamente —… ¿año sabático?

    —Eso dijo la señorita que vino, tu amiga Hermione Granger, ella siempre tan amable, hizo todo el papeleo para que guardaran tu vacante, argumentando que tenías que ausentarte por un tiempo, los del consejo de profesores también lo comprendieron, dijeron que te darían el tiempo necesario para que te recuperaras… aunque no pensé que tardarías tanto, pero lo entendí, lucías enfermo…—la mujer suspiró nuevamente y se apartó un par de pasos, observándolo con cariño.

    —Oh, bueno, sí, ella es muy amable —comentó Harry —. Verá, estoy buscando al profesor Kaufingerstrasse —explicó, no queriendo parecer ansioso.

    —Muy buena elección para tutor —asintió ella, caminando de vuelta al escritorio y rebuscando entre los papeles —, déjame ver… sí, éste es —levantó un pergamino con varias anotaciones y lo observó atentamente —Claro, claro… puedes buscarlo a las cuatro de la tarde, a esa hora viene los miércoles, no tiene clases hasta las cinco, pero le gusta almorzar tarde, estoy segura que pueden hablar mientras comen algo.

    —No, es que yo… ¿estará en casa?

    —No, cariño, está de servicio, hoy le toca San Mungo, hasta las tres y media.

    —Gracias por la información, debo irme a buscarlo, pero vendré pronto para ver lo de los papeles.

    —Pero, Harry, a él no le gusta que los alumnos lo interrumpan en su horario de trabajo, se toma muy en serio eso.

    —Esto es de vida o muerte, pero volveré… ¿Aún está activa la chimenea?

    —Claro que sí, pero…

    —No se preocupe, Madame Wailers —tranquilizó Harry, caminando hasta la zona de chimeneas, al otro lado de la habitación —, no le diré que usted me dijo dónde estaba.

    —Me ha dado mucho gusto verte, en serio te espero pronto para que veas tus papeles, el nuevo curso empieza en solo tres meses y tendrás que prepararte.

    —Por supuesto, hasta luego —asintió Harry, antes de tomar un puñado de polvos flú y arrojarlo a la chimenea –. Área de estudiantes, número treinta y cinco, San Mungo.

    *O*O*O*



    Todo era tal como lo recordaba: la enorme sala llena de literas, al centro una mesa redonda y gigante, con algunos libros, tazas de café frío y los resto de alguna merienda y galletas, a un lado una enorme biblioteca con un letrero en amarillo y negro donde recomendaban cuidar y devolver los libros en el tiempo establecido. Un par de chicos dormían al fondo, ajenos a todo el movimiento y una chica delgada y pequeña, con el cabello color paja sujeto hacia atrás, leía un tomo enorme de anatomía, mientras caminaba de un lado al otro. La chica le dio una mirada distraída y volvió a su lectura, aunque sólo por un instante, mientras Harry ya atravesaba el lugar para llegar a la puerta.

    —Hey, ¿tú no eres Harry Potter? —escuchó que la chica preguntaba, pero Harry no respondió y abrió la puerta con fuerza para salir.

    Un enorme pasillo con paredes blancas e iluminado con antorchas lo recibió, caminó con pasos firmes, recordando exactamente el camino que debía seguir, y llegó hasta la puerta del final, en cuanto la abrió se vio envuelto por el sonido del hospital: niños llorando; pacientes quejándose; la voz de una mujer llamando a una enfermera al quinto piso y al fondo, una gran fila delante del módulo de recepción, donde dos mujeres gruñonas trataban de darse abasto, era la época más fría del año y los resfriados estaban a la orden del día.

    Siguió de largo hasta las escaleras y subió al tercer piso, a la entrada de emergencias, y buscó con la mirada, encontró a una atareada enfermera que levitaba una gran fila de pergaminos mientras rellenaba otro más y caminaba lentamente hasta uno de los consultorios.

    —Hola, ¿el medimago Kurt Kaufingerstrasse? —preguntó con suavidad, para no sobresaltarla.

    —¿Y tú eres? –preguntó la mujer sin mirarlo.

    —Su alumno.

    —¿Y no sabes dónde está?

    —Me lo dijo ayer y lo anoté, pero he perdido el pergamino y… y ya sabe cómo es él, me matará si es que no lo encuentro, tengo una práctica con él y no tiene buen carácter cuando lo dejan plantado.

    —Por eso debiste prestar más atención —criticó la mujer, mirándolo finalmente, arqueó una ceja, seguramente tratando de ubicar su rostro —. Los medimagos necesitan tener buena memoria.

    —Lo sé… es que estaba muy cansado…Por favor…—pidió Harry, poniendo su mejor cara de inocencia.

    —Enfermera Diddley, presentarse a laboratorio —llamó la voz del parlante y ella dio un respingo.

    —Oh, ya voy tarde, muy tarde; de acuerdo, está en este piso, le toca el consultorio veintisiete, ¡apresúrate!, no queremos verlo de mal humor —informó la mujer, antes de darse la vuelta para alejarse por uno de los pasillos.

    —¡Gracias! —gritó Harry antes de volver a las escaleras.

    *O*O*O*



    Hermione tenía una rutina determinada cada mañana: a la hora de receso de su universidad tomaba una chimenea y llegaba a San Mungo, cada día a la misma hora y con el mismo propósito, aunque algunas veces Ron alegaba que estaba perdiendo el tiempo, y ella lo sentía también, no dejaría de hacerlo porque simplemente no podía.

    —Hola Dora —saludó con una sonrisa apretada.

    —Hermione… ¿cómo estás esta mañana?

    —Casi hecha adoquín.

    —Lo sé, qué horrible que está el clima, no pierdo las esperanzas de jubilarme y mudarme a un lugar mucho más cálido, el otro día estuve leyendo en una revista sobre América del Sur, hay lugares bellos, y sobre todo sin nieve.

    Hermione soltó una carcajada y negó con la cabeza.

    —Te morirías de calor y querrías regresar.

    —Probablemente —suspiró la mujer, riendo también. —¿Entonces?, ¿lo mismo de siempre? —preguntó, con voz más seria luego de un momento más.

    —Por favor —suspiró Hermione, esa era la parte que más la aterraba de cada día.

    —Bien, hay una familia en este momento dentro de la morgue, tendrás que esperar para entrar, esta madrugada han ingresado un par de chicos sin identificación, lamentablemente no tenemos ninguno vivo.

    —Claro, yo espero —asintió Hermione, cambiando el peso de un lado al otro del pie y mirando hacia el fondo, donde una puerta oscura daba entrada a la morgue, no recordaba ya la cantidad de veces que había entrado por esa puerta buscándolo, siempre rezando por no encontrarlo allí. Otras tantas lo había buscado también entre los pacientes internos sin familia y sin documentos, y había visto cada caso, que realmente agradecía tampoco haberlo hallado… era un sentimiento ambiguo, pues realmente quería encontrarlo, pero tenía miedo de hacerlo.

    —Esta temporada es muy dura, hay gente sin hogar que no soporta las heladas… —comentó Dora, mirando hacia sus papeles, acostumbrada a la presencia de la chica cada día.

    —Me lo imagino… los albergues no se dan abasto y no hay muchos para magos, que tienen que refugiarse en los muggles.

    —Escuché que el Ministro está planteando seriamente la creación de más albergues, está buscando financiamiento… ya sabes cómo es esto, todo es política y convencer a las familias ricas de lo bien que quedarán ante la sociedad si es que donan un poco de su oro para una noble causa.

    —Mientras ayuden a…—se detuvo en cuanto lo escuchó, después de más de un año, casi dos, su voz sonaba exactamente igual. Se dio la vuelta con lentitud, asustada de haberse equivocado, pero no era así, al fondo, cerca de las escaleras lo vio, no podía equivocarse, se trataba de él, y hablaba aceleradamente con un hombre que lucía la túnica de medimago…

    Sin dar ninguna explicación hacia Dora, que continuaba hablando, corrió hasta el fondo del pasillo.

    —¡Harry!

    —…y las pociones estaban alteradas, no creo que en el poco tiempo que haya dejado de estudiar les hayan cambiado el color a todas, y si no han podido disfrazarles el color es porque son pociones muy… —Harry dejó de hablar y giró rápidamente, asombrado por escuchar esa voz, no tuvo tiempo de sorprenderse siquiera, pues fue prácticamente empujado por la fuerza con que Hermione se lanzó a sus brazos, sujetándolo y apretándose contra él.

    —¡Harry! –dijo ella de nuevo, incrédula de encontrarse con su amigo finalmente y más aún, en ese sitio.

    —Hermione —suspiró Harry, abrazándola también y sintiéndose reconfortado por esa muestra de cariño.

    —Merlín bendito, Harry —masculló Hermione, Harry la conocía tanto que sabía que estaba conteniendo las lágrimas.

    —Ya… no pasa nada, Hermione —suspiró Harry.

    Un carraspeo los hizo apartarse, ambos algo sonrojados.

    —Lo siento, profesor Kaufingerstrasse —se excusó Harry, observando al hombre, que los miraba con algo de diversión.

    —Extraño —murmuró el hombre, mirando a Hermione.

    —Ella es… —empezó Harry con las presentaciones, pero fue interrumpido por su amiga.

    —¿Qué es lo que estás haciendo aquí? —la expresión de Hermione se había tornado dura, Harry reconoció en ella el tono de antes, cuando lo miraba con desconfianza, tratando de olfatear la droga y sus mentiras.

    —Es una historia algo larga y… —intentó explicar Harry, consciente de que no tenía tiempo que perder, era una suerte haber encontrado al medimago Kaufingerstrasse, quien había sido su mentor durante el tiempo que estudió para medimago, y más aún que, luego de cómo había abandonado la carrera, aún lo quisiera ayudar.

    —No le puede dar ninguna medicina, ninguna poción, ni nada de nada —reprochó Hermione hacia el medimago Kaufingerstrasse con bastante rudeza, interrumpiendo nuevamente a Harry, que sintió sus mejillas arder de la vergüenza.

    —Bueno, no es exactamente de lo que planeaba hacer —explicó el medimago Kaufingerstrasse.

    —¿Y qué planeaba hacer entonces? —inquirió Hermione, arqueando una ceja y con mirada fiera.

    —No es lo que te imaginas —se trató de explicar Harry, ganándole la palabra a su profesor.

    —No me digas, ¿y qué más? —reprochó Hermione.

    —En serio yo ya no…

    —¿Sabes cuántas veces te he escuchado decir eso?

    —Pero esta vez es diferente y…

    —Eso también —interrumpió Hermione.

    —Hermione… Esto es vergonzoso —Harry agachó un poco la cabeza, una cosa era que ella supiera de sus problemas anteriores, pero no podía ir por allí ventilándolos delante de otros, ya que pese a todo lo que había pasado estaba casi seguro que el medimago Kaufingerstrasse no estaba al tanto de sus adicciones anteriores.

    —¿Vergonzoso? —preguntó Hermione, observando al medimago Kaufingerstrasse —, vergonzoso es que estés aquí, tratando de conseguir pociones.

    —¡No estoy tratando de conseguir pociones! —gritó Harry, cansado de que ella no lo escuchará.

    Hermione entrecerró los ojos, y estaba a punto de protestar, cuando el medimago Kaufingerstrasse habló:

    —Eso es cierto, sin embargo Harry estaba a punto de explicarme algo aparentemente muy importante, y sólo tengo unos cuantos minutos más de descanso antes de tener que retornar al trabajo, así que, si me hace el favor, Hermione —pronunció su nombre con retintín, mientras señalaba una puerta de color claro, sobre esta decía: "sala de descanso, solo personal autorizado" —, tal vez ambos encontremos al fin la respuesta de porqué Harry nos ha dado la grata sorpresa de aparecer.

    —Por favor —pidió Harry, haciéndole un gesto hacia la puerta y rogando para que ella no pusiera más objeciones, pues no permitiría que lo retrasara más tiempo.

    Hermione observó al hombre, luego hacia Harry y finalmente hacia la puerta y asintió cansinamente, algo le decía que esa mañana se perdería la clase de derecho civil avanzado.

    *O*O*O*



    —A ver si entiendo —dijo Hermione, media hora después aún no salían de esa sala, el medimago Kaufingerstrasse había hecho que lo justificaran del trabajo argumentando que tenía una emergencia y en ese momento observaba las imágenes que Harry había traído, tenía el ceño fruncido, normalmente parecería molesto, pero Harry lo conocía bastante bien y sabía que en realidad estaba confundido y tratando de buscar una explicación —, ¿alguien engañó a tu amigo diciéndole que tenía un cáncer al cerebro y le dio una gran cantidad de pociones falsas, provocándole aparentemente, síntomas bastante dañinos?

    —Básicamente es eso —aceptó Harry, antes de sacarse los lentes y limpiarlos con la sudadera, se sentía agotado.

    —Es un caso muy delicado, Harry, no creo que sea conveniente que siga en casa, lo mejor es traerlo inmediatamente —concluyó el medimago Kaufingerstrasse, negando con la cabeza —, debemos evaluar lo que estas pociones hacen realmente y los efectos que han conseguido en tu amigo, verificar que los daños no sean permanentes e irreversibles.

    —¿Irreversibles? —jadeó Harry —; no, no pueden serlo… es decir, hemos llegado hasta acá, no quiero pensar que cuando por fin se descubre todo, ya no haya solución.

    —Harry… —susurró Hermione, dándole una mirada de pena, Harry apretó un poco los labios, recordando esa mirada, la misma que le había dado ella cuando había despertado tras la última batalla, cuando lo había puesto al tanto de las muertes de sus amigos.

    —Estoy bien —dijo Harry, levantando un poco el rostro y tomando nuevamente consciencia del corto tiempo que tenían —, estaré bien, ahora hay cosas más importantes.

    —Exacto —asintió el medimago Kaufingerstrasse, guardando las imágenes que Harry había traído consigo y caminando hacia la mesa, donde tres frasquitos de pociones descansaban —, iré a hacer que examinen esto, tú puedes ir por tu amigo, transpórtalo a emergencias y en cuanto llegues dile a la enfermera que te estoy esperando, la pondré en sobre aviso sobre tu llegada.

    —De acuerdo —asintió Harry, poniéndose en pie.

    —Te veré en un momento, no pierdas más tiempo —apuró el medimago Kaufingerstrasse, mientras abría la puerta para salir.

    —Iré contigo —dijo inmediatamente Hermione, poniéndose en pie para alcanzar a Harry, que ya comenzaba a moverse hacia la salida también.

    —¿Conmigo? —preguntó Harry extrañado.

    —Ya sabes, por tu amigo —explicó ella, mirándolo de manera dudosa.

    —Oh… —Harry bajó la mirada —, ¿no crees que ese amigo existe, cierto?

    —Yo no he dicho eso —negó Hermione.

    —Bien, bien, creo que me lo merezco… No, estoy seguro de merecérmelo, y créeme, no pretendía que cuando nos encontráramos estuviéramos en esta situación, esperaba poder sentarnos a conversar tranquilamente, para que te pudiera explicar, a ti y a Ron, sobre todo lo que ha pasado, sin embargo en este momento la vida de alguien más está en juego, y no tengo tiempo para esto.

    —¿De dónde has sacado esas pociones? —continuó interrogando Hermione, aparentemente obviando su comentario anterior y cruzándose de brazos.

    —Ya lo expliqué.

    —Es una historia muy rocambolesca, ¿no lo crees?

    —Claro, claro… —Harry suspiró profundamente, pensando en Draco —, lo es, pero no tengo tiempo, así que espera aquí y prometo volver en cuanto el medimago garantice que…

    —Iré contigo entonces —interrumpió Hermione, poniendo una expresión de terquedad.

    —Cómo quieras —se encogió de hombros Harry, pensando en que tendría que ir hasta el otro lado del pasillo para llegar a la sala de apariciones autorizada.

    —Hay algo que no has mencionado durante todo este tiempo —dijo entonces Hermione, mientras ambos caminaban por el pasillo.

    —¿Sí? —preguntó Harry distraídamente, mientras empujaba la puerta de la sala de apariciones, se alegró de encontrarla vacía.

    —El nombre de tu amigo… siempre has dicho, mi amigo esto y mi amigo aquello, es como si no tuviera un nombre…

    —Oh… —Harry caminó hasta el centro de la habitación e inmediatamente Hermione estuvo a su lado, sujetándolo de uno de sus brazos —, es que es algo complicado —comentó, cerrando los ojos y concentrándose para la aparición, la segunda del día tras mucho tiempo de haber dejado de hacerlas.

    —Es un nombre, Harry, no hay nada de complicado en ello —refutó Hermione.

    Harry apretó un poco más los ojos.

    —Draco Malfoy —dijo, antes de desaparecerse, con Hermione colgada de su brazo.

    *O*O*O*



    —¿Draco Malfoy? —chilló Hermione en cuanto sus pies tocaron el suelo.

    —¿Qué demonios? —preguntó Harry, observando alrededor y jalando a su amiga hacia una de las paredes, el lugar estaba completamente desordenado, la televisión estaba tirada sobre el piso y los sofás volteados.

    —¿Te refieres al mismo Malfoy de la escuela?

    —Sí, y ahora no, Hermione —le recriminó Harry, señalando con una mano la sala, solo entonces Hermione notó el gran desorden.

    —¿Aquí vives? —susurró Hermione, sacando su varita, al igual que Harry.

    —No… no entiendo, ¿qué puede haber pasado? —preguntó en voz baja, frunciendo el ceño.

    —Tal vez sea el descontrol de magia del que hablabas…

    —No, no lo creo. ¡Tobby! — llamó con fuerza, empezando a sentir cierto pánico, pero no sucedió nada.

    —¿Tobby?

    —Es nuestro perro —masculló Harry.

    —¿Su perro? ¿De los dos? —preguntó Hermione, mirando con una ceja arqueada hacia Harry.

    —Ponte detrás de mí —indicó Harry ignorando sus preguntas y tomándola de una mano, mientras ambos se ponían en marcha hacia la habitación; la mesa que estaba en el pasillo estaba rota también, su corazón se aceleraba a cada instante, asustado por Draco.

    Abrió la puerta de la habitación lentamente, empujándola con una mano mientras que con la otra levantaba la varita, en posición de ataque. Pero no había nadie allí, la cama estaba revuelta y las cortinas en el piso, Draco había desaparecido.

    —¡Draco! —gritó inútilmente, mientras avanzaba hasta el baño, nada había cambiado de lugar allí.

    —Harry, aquí está Tobby, creo —informó Hermione, que se había quedado en la habitación.

    Harry corrió hasta ella y encontró a Tobby, tendido en un rincón y rodeado por algunas mantas.

    —Oh, Tobby… —susurró con pena, acariciando al perro.

    —Entonces Malfoy no está aquí —comentó Hermione, mirando alrededor y de manera escéptica.

    —Ya sé lo que estás pensando, y sí, Draco estaba aquí y todo lo que dije es verdad y en serio que no tengo tiempo ni paciencia para tratar de demostrártelo, él ha desaparecido, y probablemente se lo llevaron quienes le dieron las pociones en primer lugar, así que comprenderás que mi prioridad no es tratar de hacer las paces contigo —reprochó Harry con voz acelerada y empezando a sentir cierta rabia hacia su amiga.

    Hermione le dio una mirada asombrada, y por un instante no supo qué decir, hasta que pareció recobrar el don del habla:

    —Lo siento —susurró, inclinándose para mirar al perro también —, Tobby parece sólo estar inconsciente, debemos llevarlo a… —Hermione negó con la cabeza —¿No pudo Malfoy simplemente haberse desaparecido?, digo… su magia era inestable y eso..

    —No… él estaba inconsciente, además, ¿por qué habría de aturdir a Tobby?

    —Eres tú el que lo conoce —suspiró Hermione, mirándolo con atención.

    Harry negó con la cabeza y tomó una profunda bocanada de aire, repitiéndose nuevamente que no debía dejar que sus impulsos o temores le ganaran.

    —Algo terrible está pasando… iré a ver al profesor Kaufingerstrasse, para ver si ha sacado algo más de las pociones y para avisarle que Draco no está, luego volveré y empezaré a investigar —. Afirmó, poniéndose en pie.

    —De acuerdo, esa es una buena idea —apoyó Hermione mientras sacaba de uno de los bolsillos un móvil.

    —¿Qué haces? —preguntó Harry, frunciendo el ceño, por un instante temiendo que su amiga finalmente no le creyese y planeara mandar que lo internaran.

    —Aparentemente necesitamos ayuda, Tobby está inconsciente y Malfoy ha desaparecido, así que…

    —Espera, ¿a quién vas a llamar?

    —¿Aún te resistes a comprender que somos tus amigos en las buenas y en las malas?

    —Yo…

    —Vamos, espabila, ve a San Mungo y explícale a Kaufingerstrasse lo que ha pasado, y luego vuelve aquí, debemos empezar a actuar —ordenó Hermione, con el móvil ya pegado a la oreja.

    —Hermione…—pero Harry se detuvo cuando la chica se dio la vuelta, haciéndole un gesto con la mano para que se apurara y comenzando a hablar.

    —Hola, soy yo, te tengo noticias…

    Harry suspiró y le dio una palmada más a Tobby, antes de desaparecerse.

    *O*O*O*



    Kaufingerstrasse se sorprendió mucho de la ausencia de Draco, y luego de que Harry le contara lo que había pasado, insistió en que era mejor acompañarlo, para poder ayudarlo de manera más rápida, y Harry, sabiendo que aquello era mejor, no puso ninguna objeción y los apareció a ambos al departamento.

    Se quedó completamente quieto, cerca a la puerta, mientras observaba al gran grupo que se había reunido, sintiendo cierto temor al recordar lo mal que se había portado con todos ellos; cuando Hermione había dicho que traería ayuda pensó que hablaba solo de Ron y ver a tantos juntos le sorprendió bastante.

    En cuanto notaron su presencia todos dejaron de hablar, dándole miradas curiosas, mientras el profesor Kaufingerstrasse parecía algo incómodo.

    —Hola… —susurró Harry, en voz baja y cauta, inmediatamente Tobby apareció de atrás del sofá que seguramente Hermione había acomodado en su sitio, el perro caminaba lentamente y tenía la cabeza baja mientras avanzaba hacia él, al parecer con culpabilidad. —¡Tobby! —exclamó con algo de alegría, arrodillándose para acariciar la cabeza del perro y tratar de demostrarle que no estaba enfadado con él.

    —Aquí están —suspiró Hermione, poniéndose de pie y terminando con el tenso silencio que se había creado entre sus amigos —chicos, este es el medimago Kaufingerstrasse, es amigo de Harry, del que les hablé.

    —Hola chicos —saludó el hombre, caminando hasta donde los demás se encontraban y dándoles la mano, pareciendo más relajado.

    El primero en acercarse a él, luego de tenderle la mano al medimago Kaufingerstrasse fue Ron, con el ceño fruncido y aparentemente evaluando su apariencia.

    —Compañero —dijo secamente, mientras le extendía la mano.

    Harry se puso en pie lentamente, notando como su amigo aparentemente había ganado algo de músculos y además se había dejado el cabello más largo, con algo de temor extendió una mano hacia él, sintiendo algo pesado en el pecho por la frialdad con que lo había recibido, todo lo opuesto a Hermione.

    En cuanto tocó su mano sintió el efecto de un hechizo, casi había olvidado cómo se sentía aquello.

    —¿Qué…? —preguntó Harry, sobresaltado.

    —Vaya, es cierto —dijo Ron, sonriendo un poco más.

    —Sí, lo es —asintió Harry, sabiendo que se merecía también aquello, después de haberlos engañado tantas veces era normal que desconfiaran de él.

    —Lo siento, tenía que estar seguro —se justificó el chico, encogiéndose de hombros y mirando a Harry, —lo entiendes, ¿verdad?

    —Lamentablemente…

    —Tonto —dijo entonces Ron, sonriendo, y en sólo dos pasos estuvo a su lado, jalándolo y dándole un tosco abrazo.

    —Ron —suspiró Harry.

    —No sabes lo que te hemos buscado, grandísimo idiota… —dijo en voz baja, aún abrazado a él.

    —Lo siento tanto… yo, creo que no estaba listo para volver —respondió Harry, antes de apartarse de él.

    —Bien, bien, ahora deja de acapararlo, supongo que no tenemos tanto tiempo para los saludos —protestó Ginny, que permanecía alejada, su cabello estaba sujeto en una coleta alta y vestía una túnica deportiva, Harry entonces recordó que la última vez que había sabido de ella había sido fichada para un equipo de Quidditch, aunque recordaba haber estado en la celebración no recordaba cuál era su equipo.

    —Hola —sonrió Harry, mientras ella le daba un beso en la mejilla y le alborotaba el cabello.

    —Sabía que volverías algún día —dijo entonces Luna, acercándose a darle un pequeño abrazo —Tobby es un lindo perro —comentó —le dieron con un hechizo aturdidor, al no ser un animal mágico y pequeño en comparación con el adulto promedio, quedó algo más afectado, pero ya está recuperándose.

    —Oh… gracias —respondió Harry, frunciendo el ceño.

    —Luna aún continúa con sus estudios de cuidado de criaturas mágicas y no mágicas —explicó Ginny, que al parecer notando su extrañeza.

    —Ah, sí —asintió entonces Harry, recordando —. Me alegra que lo hayas podido curar —sonrió hacia ella.

    Luna le dio un abrazo pequeño y se inclinó para jugar con Tobby, pareciendo completamente contenta.

    —Ya era hora que te mostraras —continuó entonces George, golpeándolo en el hombro.

    —Sí… creo que sí —suspiró Harry, no podía dejar de pensar en Fred cada vez que veía a George.

    —Entonces… ¿Nos ponemos a esto? —llamó Hermione, que estaba al fondo, en una mesa junto al medimago y viendo algunos documentos.

    —Sí, el profesor Kaufingerstrasse ha dicho que podemos seguir el rastro del medimago que hizo el examen de Draco, es poco probable que alguien se preste a hacer algo así, pues arriesga su carrera y en teoría pudo haberlo hecho también un estudiante, como yo lo hice, pero es nuestra única opción. —comentó Harry rápidamente, mientras los alcanzaba.

    —¿En verdad eres amigo de Malfoy? —preguntó entonces George, mirando hacia los papeles que Hermione había extendido sobre la mesa.

    —Pues, sí, algo así…

    —¿Y no han intentado matarse ni nada por el estilo? —cuestionó Ron, caminando hasta Hermione.

    —No, en verdad ahora todo es diferente —aclaró Harry.

    —Oh, Merlín nos ampare —chilló Ginny.

    —¿Qué? —preguntó Luna, que había quedado relegada por estar entretenida acariciando a Tobby.

    —Harry está enredado con Malfoy —negó Ginny.

    —¡Pero está casado! —exclamó Luna.

    —Es algo complicado, y sinceramente…

    —¿Estás en… algo con Malfoy? —preguntó Hermione, levantando la vista de los pergaminos, Ron también le dio una mirada curiosa.

    —Creo que eso no es lo importante ahora —negó Harry, sabiendo que no era el momento de hablar de eso.

    —Cierto, pero de todas maneras debes tener cuidado —comentó Ginny, pasando a su lado y acariciándole un brazo con cariño.

    —Ella tiene razón, Harry —interrumpió Hermione —entiendo que es quien… que las cosas son diferentes ahora, pero Malfoy está casado y su esposa esperando un hijo, creo que deberás pensártelo mejor, no ahora, pero cuando soluciones todo deberás recapacitar…

    —Su esposa no está embarazada —negó Harry, incapaz de decir nada más.

    —Sí que lo está, la fiesta para su bebé será en unos días, es uno de los eventos más finos y famosos de los que se habla por estos días, ¿no has leído los diarios? —preguntó George burlonamente.

    —Malfoy la está organizando, declaró el otro día diciendo que estaba muy feliz de su futura paternidad —continuó Ginny, negando con la cabeza.

    —Bien, ya tenemos un nombre —dijo el medimago Kaufingerstrasse, interrumpiendo la pregunta que Harry ya tenía en la punta de la lengua: ¿Cómo era posible que Draco hubiera hecho cualquier declaración si había estado fuera del país con él hasta el día anterior?

    —¿Quién es? —preguntó Ron, mirando con atención al pequeño pergamino que el medimago Kaufingerstrasse tenía en una mano.

    —Hertford, Vanced Hertford —respondió el hombre, arrugando la frente —me suena algo conocido, aunque no estoy realmente seguro de dónde.
    —Bien, entonces en marcha —dijo Ron, anotando el nombre en un trozo de pergamino y haciéndole una seña a George.

    —¿Qué harán? —preguntó Harry, mirándolos con atención.

    —Preguntar, por supuesto, tenemos algunos contactos en el Ministerio y en otros lugares, veremos qué se puede hacer.

    —Bien.

    —Nosotras iremos a preparar algo de comer, estoy segura que no has desayunado nada y casi es hora de almorzar —dijo Ginny, jalando a Luna con ella hacia la cocina.

    —Pues, no tengo hambre realmente, pero…

    —Yo iré a ver si ya están los resultados de las pociones y a revisar algunas cosas en la escuela, sigo creyendo que de algún lugar conozco ese nombre —informó Kaufingerstrasse, tomando su abrigo y el papel que había obtenido gracias al hechizo de rastreo.

    —Necesitamos un mapa, y algunas cosas más, por si acaso tengamos que planear una misión de rescate —intervino Hermione, comenzando a revolver entre los libros que tenía sobre la mesa y que Harry no sabía de dónde habían salido.

    —Hermione… —llamó Harry en un susurro para que sus amigas en la cocina no lo escucharan.

    —No te preocupes, lo encontraremos, ya luego podremos hablar, tenemos tantas cosas que contarnos.

    —Gracias, pero justo ahora tengo unas cuantas preguntas.

    —¿Preguntas?

    —Draco y yo no hemos estado aquí hasta ayer, antes de eso estuvimos en el continente, recorriéndolo en auto, junto a Tobby, no entiendo qué declaraciones dicen que dio y…

    —Malfoy ha aparecido bastante últimamente, de la mano de su esposa, eso es lo que he escuchado, no sigo mucho sus pasos, pero como ella está embarazada y se acerca el nacimiento de un nuevo heredero es uno de los temas de moda.

    —No tiene sentido, es decir, ¿cómo pudo haber estado saliendo con ella en los diarios si es que estaba de viaje conmigo?

    Hermione, que había convocado un mapa, se dio la vuelta para mirarlo, frunciendo el ceño.

    —¿En serio? ¿Han estado juntos todo el tiempo?

    —Sí, y no se puede aparecer desde otro país, así que definitivamente el que apareció con ella no pudo ser Draco.

    —Luna —llamó Hermione, sobresaltando a Harry.

    —Aún no hay nada listo —contestó la chica, asomando la cabeza por la puerta de la cocina.

    —No, no es eso, tú tienes muchas revistas, esas donde salen los de la alta sociedad y los famosos…

    —No las tengo porque quiera, mi padre se ha vuelto fanático de eso, ¿sabes que ahora su diario cubre también ese tipo de cosas? —preguntó hacia Harry.

    —No, no estaba enterado…

    —¿Podrías traernos unas cuantas revistas? Esas donde salen Malfoy y su esposa.

    —¡Claro!, será bueno darles al fin un uso —asintió la chica, tomando su abrigo y desapareciéndose.

    —Es raro, acabo de darme cuenta… —masculló Harry, mirando alrededor.

    —¿De qué? —preguntó Hermione, mirando también alrededor.

    —Tenía la idea de que Draco tenía las protecciones activadas, sin embargo nos hemos aparecido y desaparecido como si nada.

    —Cierto, es raro que no las tenga activadas, no parece alguien descuidado por su seguridad.

    —Haré un estudio del lugar —anunció Harry, aliviado ante la perspectiva de poder hacer algo más que simplemente observar o pensar en Draco y en lo que le podía estar pasando en ese momento.

    Llevaba mucho tiempo sin hacer ese tipo de cosas, no lo hacía desde la guerra, Tobby caminó con él a lo largo de todo el departamento, mientras buscaba rastros de magia, encontró una gran cantidad de magia que podía reconocer como la de Draco, y un poco de algún extraño, seguramente de la persona que se había llevado a Draco, pero al parecer no había tenido que hacer mucho esfuerzo, casi podía estar seguro que lo que había destruido los muebles era Draco, aunque no podía estar seguro de porqué.

    En el armario, que aún permanecía con las puertas abiertas y la ropa tirada, algo brillante llamó su atención. Lo tomó con manos temblorosas, era el libro de la vida de Draco, lo había visto un par de veces antes, pero sabía que no lo podía leer si es que no era el Malfoy asignado, por eso soltó un jadeo asustado, cuando lo abrió y descubrió que podía leer perfectamente la primera página:

    “Cuaderno de la vida de Draco Malfoy”

    Pasó otra página más, donde Draco había escrito con una letra mucho más infantil de la que tenía ahora, que su padre le había dado ese cuaderno y que estaba enfadado porque no lo habían dejado ir a la Torre Eiffel con otros niños, pero no se atrevió a leer mucho más que un par de líneas, mientras las ideas terminaban de encajar en su mente.

    Con el cuaderno en la mano, llegó hasta la sala, Tobby lo seguía de cerca, agitado.

    —Hermione, creo que ya sé lo que pasa.

    —¿En serio? Eso es bueno porque…

    En ese momento el medimago Kaufingerstrasse apareció, parecía bastante contrariado y habló aceleradamente, interrumpiendo a Hermione.

    —Me han dado los resultados de las pociones, es terrible, realmente terrible…

    —¿Qué quiere decir terrible? —preguntó Hermione.

    —Desestabilizan la magia para arrancarla del cuerpo del mago o bruja que las consuma, son peligrosas y clasificadas de prohibidas y letales.

    —Por eso Draco no recordaba que era un mago, debe formar parte de un hechizo para robarle su magia y dársela a alguien más —completó Harry.

    —La magia no se puede robar, eso es imposible —negó Hermione.

    —Sí que se puede, cuando un mago muere, su magia dura un instante en el aire, por eso es que generalmente su varita se quiebra, porque la magia suelta ya no puede ser canalizada, es como un corto circuito —explicó Ginny, apareciendo en ese momento con una bandeja de emparedados.

    —¿Qué? —Hermione negó con la cabeza —un muggle no puede soportar la cantidad de magia que hay en un mago, y un mago no tiene necesidad de robar magia.

    —Pero no se queda con la magia, ésta simplemente lo impregnaría… —empezó Kaufingerstrasse.

    —Como para permitirle dejar una firma mágica… —susurró Harry.

    —Sería demasiada magia para…

    —Es que estás pensándolo mal —interrumpió a Hermione el medimago Kaufingerstrasse.

    —O acceder a una herencia… —continuó Harry, razonando.

    —¿A una herencia? —preguntó Hermione.

    —Estamos hablando de un no nato, de alguien que no ha nacido pero que está listo para nacer —completó Harry.

    —¿Te refieres a…? —preguntó Ginny.

    —A la esposa de Draco, que está realmente embarazada, pero no de Draco. —concluyó Harry, recordando lo que Draco le había contado un tiempo antes sobre los matrimonios arreglados y entendiendo al fin todo.

    *O*O*O*

     
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