Un viaje hacia la vida: Epílogo

Autora: Zafy (NC-17) - DRARRY

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    CAPITULO 21



    —¿Te costó mucho traerlo? —preguntó Katrina, caminando con lentitud, debido a todo el peso que había ganado, a través de la habitación, para llegar hasta la camilla donde Draco estaba recostado.

    —Su magia está demasiado descontrolada —gruñó Hieb, mientras apuntaba con la varita a su pierna ensangrentada —, destrozó medio departamento antes de poder acercarme a él, además ese estúpido perro me ha mordido.

    —¿Perro dices?

    —Sí Madame, un perro negro y grande, parecía estarlo cuidando, saltó sobre mí en cuanto entré al departamento.

    —Draco no parece de los que gustan de los perros —Katrina arrugó un poco el ceño —, es más, no le gustan siquiera los pavos albinos de su padre.

    Hieb verificó su pierna curada, notando que seguramente le quedaría una cicatriz.

    —Maldito perro —masculló Hieb —debí haberlo matado, pero parecía tener un hechizo sobre él y no quería dejar ninguna pista.

    —Mmm… —Katrina miró sus uñas, desinteresada completamente de las quejas de aquel hombre, se alegraba de que hubiera traído finalmente a Draco, pues apenas y lo podía soportar ya.

    —Bien, bien —dijo en ese momento un hombre mayor y con el cabello cano, sus ojos castaños recorrieron la habitación, deteniéndose un momento en la figura inmóvil sobre la camilla. —Espero que no sea muy tarde, y que no le hayas hecho nada —recriminó hacia Hieb.

    —No es mi culpa que ustedes no lo hayan podido mantener quieto en Inglaterra, he recorrido mucho camino, pero finalmente lo he encontrado, tal como acordamos —respondió el hombre, poniéndose en pie y mirándolos duramente.

    —Vamos, vamos, no es momento para esto —suspiró Katrina, mirando hacia ambos hombres —, Draco está aquí, y por lo que sé, tenemos un largo proceso que iniciar —comentó acariciando su muy abultado vientre.

    El medimago Hertford le dio una mirada a Katrina y asintió lentamente.

    —Es hora de que me marche entonces —dijo Hieb, tomando su abrigo y una mochila de tela del piso.

    —Cierto, cierto, no tienes deseos de ver esto, lo dejaste en claro —suspiró Katrina, sonriendo un poco —, tu trabajo ha sido grandioso, y por supuesto que serás recompensado.

    —Sabe perfectamente lo que necesito —gruñó el hombre, mientras arqueaba una ceja.

    —Perfectamente —asintió Katrina, caminó con lentitud hasta un largo escritorio y de uno de los cajones sacó una bolsa de tela oscura y se la pasó al hombre.

    —Entonces, no se ofenda, Madame, pero espero no verla más —dijo el hombre, abriendo la bolsa y metiendo la mano para contar las monedas gruesas y de oro.

    —No me ofendo, yo tampoco quiero verte más —sonrió Katrina, su mirada se tornó maléfica y Hieb sintió un pequeño estremecimiento, cerró la bolsa y se apresuró hacia la salida, pero no llegó a tocar la puerta, un cansancio extremo se apoderó de sus extremidades y cayó de rodillas contra el piso, un instante después el resto de su cuerpo se desplomaba, la oscuridad le nubló la vista, y no supo más.

    —No sé qué les enseñan en las escuelas ahora, nadie parece saber nada de pociones —negó Katrina, con aire aburrido en cuanto el hombre cerró los ojos.

    —Es una pena, era un buen ayudante —negó con la cabeza el medimago Hertford, que se había acercado al hombre y revisado sus signos vitales.

    —No lo era tanto, la verdad, me desesperaba su forma tan parca de hablar —desestimó Katrina, caminando hasta la camilla, fijó su mirada en Draco, siempre le había gustado Draco, era bastante guapo y todo un caballero la mayoría del tiempo, era una pena que las cosas no pudieran terminar de otra manera.

    —Bien, creo que nada nos impide empezar —suspiró el medimago, tomó la bolsa de oro y la regresó a su lugar en el escritorio, agitó la varita un poco, una manta blanca cubrió el cuerpo de Hieb.

    —Creo que debemos empezar pronto —susurró Katrina, apartando la mirada de Draco y acariciando su vientre.

    —¿Hace cuanto que los dolores han empezado? —preguntó el hombre, caminando hacia ella.

    —Poco más de tres horas, padrino.

    El hombre asintió complacido.

    —Estamos en el tiempo justo.

    *O*O*O*



    —Vanced Hertford —comenzó Kaufingerstrasse, sentándose sobre uno de los sofás y sacando unos pergaminos del bolsillo de su túnica —sabía que el nombre me sonaba de algún lugar, he tenido que revisar los archivos de la universidad para encontrarlo.

    —¿Estudió en la universidad de Inglaterra? —preguntó Hermione, una vuela pluma y un pergamino flotaban alrededor de ella.

    —No, pero fue un caso muy sonado hace unos años… es Ruso, en realidad no está registrado en la Escuela de Medimagia de Reino Unido.

    —¿Cómo pudo entonces sacar su nombre si es que no está registrado? —preguntó Ginny, frunciendo el ceño al notar que nadie había comido de los emparedados que había preparado.

    —Porque cuando un mago acepta ser medimago, luego de todos los estudios, claro, hace una promesa sobre su magia, es imposible disfrazar esa firma mágica, aquí y en la China, Hertford dejará su huella para quién la sabe buscar —explicó el medimago Kaufingerstrasse.

    —¡Aquí están! –dijo Luna, apareciendo en ese momento y hablando en voz tan alta que Tobby gruñó por un instante, antes de reconocerla.

    —Genial, también tenemos que revisar esto —aceptó Harry, tomando la gran ruma de revistas que la chica traía consigo.

    —Entonces… nos decía sobre Hertford —carraspeó Hermione.

    —Cierto —asintió el hombre, dándole una mirada curiosa a las revistas —: hubo un gran escándalo en Rusia hace ocho años, un medimago había estado haciendo prácticas indebidas: sembraba enfermedades en magos sanos, algunos lo contrataban para vengarse de sus socios de negocios, otros porque eran amantes despechados, los motivos eran diversos… el escándalo estalló cuando un niño fue el que murió, además del padre, al parecer había tenido tanto éxito que se descuidó un poco y no previó que la madre, que lo había contratado para matar al esposo, lo denunciaría por matar a su hijo también; por supuesto que la mujer fue encarcelada, pero él logró escapar, se dice que tuvo ayuda de un pariente suyo que en ese momento ocupaba un cargo muy importante en el consejo de magia… —Kaufingerstrasse buscó entre los pergaminos que tenía y levantó uno —, aquí está: Woburn, Petria Woburn, un primo lejano que al parecer era muy unido a Hertford. Por supuesto que Hertford tuvo que abandonar el país, no se supo mucho más de él y Woburn tuvo una gran censura por ese proceder, finalmente lo sacaron del consejo, pero nadie pudo encontrar a Hertford, por lo que ya no se le pudo juzgar, está actualmente con orden de captura internacional, lo más probable es que haya entrado al país con documentos falsos.

    —Entró por la zona muggle —informó George, apareciéndose de pronto, un instante después apareció Ron. Harry se preguntó, mientras acariciaba a Tobby para tranquilizarlo por las repentinas apariciones, si es que todos disfrutaban con eso de andarse apareciendo de pronto.

    —¿Muggle? —cuestionó Ginny, mirando a sus hermanos.

    —Sí, así es, en el lado muggle no se le busca, ni tiene orden de captura, así que simplemente entró con su nombre real, algo demasiado estúpido, según me parece —negó Ron, caminando hasta sentarse junto a Hermione.

    —¡Ya sé de dónde me suena el nombre! —exclamó de pronto Luna, que había permanecido en silencio, hojeando las revistas que Harry había dejado a un lado.

    Todos giraron a verla con asombro, mientras ella levantaba una revista a color, se podía ver en ella la fotografía en movimiento de Katrina, junto a Draco y unas cuantas personas más, estaban en un día de verano y Harry se recordó que era incorrecto sentir celos en ese momento, mientras apreciaba a la mujer tomada de la mano de Draco, parecían realmente una pareja feliz.

    —"Para el cumpleaños de Katrina Malfoy se celebró una gran fiesta en las propiedades de la familia en Francia, donde compartieron una elegante cena antes de que la orquesta tocara hasta casi el amanecer, se dice que Draco y Katrina bailaron muy acaramelados durante toda la noche, en la fotografía podemos ver a Draco Malfoy, junto a Katrina Malfoy; a Eloy Bündnis y Natalia Bündnis, padres de Katrina; Petria Woburn, amigo de la familia y Vanced Hertford, padrino de Katrina…" —leyó Luna.

    —Creo que eso comprueba nuestra teoría de que Katrina está detrás de todo esto —señaló Harry, cada vez más asombrado.

    —¿De qué nos perdimos? —preguntó George, empujando a Ginny para sentarse en el sofá, la chica le respondió al golpe y finalmente se acomodaron juntos.

    —Malfoy ha sido envenenado para ser despojado de su magia, de tal forma que al momento de morir su magia se transfiera al hijo no nato…

    —Y a punto de nacer —se apresuró a aclarar el medimago Kaufingerstrasse.

    —Sí, y a punto de nacer, de Katrina, su esposa, un hijo que por supuesto no es suyo —explicó Hermione rápidamente.

    George silbó y negó con la cabeza, mirando a Harry.

    —Insisto en que deberás pensártelo muy bien.

    —No molestes —reprochó Harry, recobrando un poco la confianza para hablar con ellos, su mente estaba llena de preguntas —. Por lo que veo aquí Katrina debe ir por el octavo mes… eso quiere decir que si se han llevado a Draco es porque necesitan su magia con rapidez.

    —O tal vez pensaban secuestrarlo desde antes, dijiste que no habían estado en Inglaterra… quizá los estaban siguiendo…

    —Draco lo mencionó un par de veces, pero luego… nunca supe si era cierto o no.

    —¿Tenía delirios de persecución? —preguntó Kaufingerstrasse, adelantándose un poco en su asiento.

    —No lo creo… se confundía muchas veces, pero esa parte de los síntomas no empezaron hasta hace unas semanas, estoy casi seguro de que cuando me lo dijo no tenía cuadros de amnesia, es muy probable que simplemente haya sido una mentira, me mantuvo oculta su enfermedad hasta hace solo unas semanas.

    —¿En serio? –preguntó Hermione, con un tono de voz incrédulo.

    —Sí, en serio –respondió fríamente Harry.

    —Interesante –dijo entonces, agitando su cabello un poco.

    —Entonces, ¿qué haremos ahora? —preguntó Ginny, parecía ansiosa por empezar a moverse y por evitar lo que podría ser una inminente discusión entre Harry y Hermione.

    —Yo iré a investigar más acerca de este tal Vanced Hertford, y de Petria Woburn también, estoy seguro de que deben estar aún ligados —dijo Ron, poniéndose en pie.

    —Iré contigo, ¿vamos, Ginny? —preguntó George, poniéndose en pie también.

    —Nosotros iremos a investigar los inmuebles, dudo mucho de que hayan comprado algo a su nombre, pero podemos empezar rastreando la dirección donde este hechizo se realizó —dijo Hermione, señalando hacia la cajita que guardaba la imagen falsa del cerebro de Draco.

    —¿También podemos ver eso? —preguntó Harry sorprendido.

    —Sí, los Ministerios de magia tienen muy vigilados a los medimagos, como puedes ver, somos capaces de hacer realmente daño cuando nos cambiamos al lado oscuro —medio bromeó Kaufingerstrasse.

    —Pues parece que no lo hacen del todo bien, eso de tenerlos vigilados —aclaró George —pues este ya se les va escapando desde hace tiempo, y al parecer sigue haciendo de las suyas.

    —Yo me quedaré con Tobby, no podemos dejarlo solo, se asustará —propuso Luna.

    —Es buena idea, serás nuestro nexo, permanece aquí, todos debemos volver a reportarnos cada media hora, para saber cómo van las cosas —ordenó Harry, tomando su varita y el abrigo.

    —¿No extrañaban al Harry mandón? —bufó Ginny, poniéndose su abrigo también.

    —Pues ahora que se ha puesto mandón, ya no tanto —respondió George, negando con la cabeza, Ron frunció el ceño y luego soltó una risita.

    —No creo que siga siendo tan mandón.

    —Ya… qué graciosos —negó Harry, sin poder evitar sonreír.

    —Huy, sí, no hay quién los aguante —masculló Hermione, tomando sus cosas para salir también.

    —No lo entiendo… —suspiró Harry, luego de un momento más —¿Por qué hacer algo así y no tener cuidado con todos los cabos sueltos que han dejado?

    —Supongo —contestó Hermione —que se debe a que ya lo ha hecho muchas veces, como le pasó en Rusia, que ya no teme ser descubierto.

    —O que están desesperados —agregó Kaufingerstrasse.

    —Cierto, embarazada de alguien más que no es su esposo… la magia que pende sobre la herencia es muy fuerte como para intentar engañarla —asintió Ron.

    —Pudo haberse ido del país, empezado de cero… hacer cualquier otra cosa.

    —No lo sabemos, hay muchos problemas de concepción en las familias de sangre pura —suspiró el medimago Kaufingerstrasse, he visto casos de parejas que tratan de embarazarse por años, algunos sólo lo pueden hacer una vez… Probablemente ella temía eso y no se le ocurrió mejor idea que aprovechar la ayuda de su padrino.

    —Definitivamente debe ser una mujer desesperada —negó Luna, con mirada triste —mira que arriesgar su vida y la de un niño indefenso…

    —Bueno, tenemos eso a favor entonces, si están desesperados deben haber cometido errores —dijo Harry, tratando de convencerse de que todo saldría bien y podrían recuperar a Draco antes de que algo malo le pasara.

    *O*O*O*



    —¡Duele como el demonio! —gritó Katrina, mientras sujetaba su vientre con fuerza, tratando de contener el dolor, su bello rostro se mostraba con el ceño fruncido y las mejillas sonrojadas.

    —Aún faltan unas cuantas horas —negó Hertford mientras revisaba a su ahijada —, aún no has dilatado lo suficiente.

    —Me sigo preguntando —jadeó Katrina —¿por qué no podemos usar una cesárea?

    —Por que no es necesario, además no debemos apurarnos, Malfoy aún no está del todo listo —explicó el hombre, quitándose los guantes y caminando un par de pasos hacia la camilla elevada donde Draco permanecía inconsciente, había un grupo de hechizos indicadores flotando alrededor, su rostro lucía cada vez más pálido y sus mejillas estaban perladas de sudor.

    —Maldito Ivanovich —jadeó Katrina, mirando un instante a Draco, antes de volver su mirada hacia el techo, tratando de convencerse de que pronto el dolor terminaría.

    —Te advertí que no era alguien de confiar —negó Hertford mientras empezaba a remover algunos frascos en busca de más pociones en uno de los estantes del lado —, que era un interesado y que en cuanto encontrara algo mejor huiría.

    —¡Maldito Malfoy, entonces! —gritó Katrina, apretando con los puños las sábanas blancas, los dolores eran terribles y una horrible sensación de pánico se estaba apoderando de ella —, esto es su culpa —dijo, haciendo un gesto con la cabeza hacia Draco —, y de su maldita familia y sus miedos a los escándalos.

    Hertford sacó una poción y se la tendió a Katrina.

    —Bebe, estás a punto de entrar en una crisis de histeria y no podemos permitírnoslo, necesitamos que estés completamente estable al momento de la transferencia de magia.

    Katrina asintió y bebió el contenido de un solo trago, una sensación de tranquilidad se fue apoderando de ella, mientras su padrino le acariciaba la frente con algo de cariño.

    —Ya no importa pensar en lo que pasó o no pasó, si Ivanovich se fue, es su problema, ahora el tuyo es concentrarte en que todo salga bien y puedas tener a un heredero Malfoy para satisfacer a los estirados de tus suegros y conservar tu estatus y el de la familia.

    Katrina sonrió un poco, mirando hacia Draco.

    —Ya falta poco, sólo un poco más —se dijo Katrina, tratando de encontrar fuerzas y convencerse de que así sería.

    *O*O*O*



    Media hora de papeleos y gritos en el Ministerio, al cual Harry se abstuvo de entrar, los llevó hasta Londres, un edificio moderno de tres pisos en West Smithfield long lane, sus paredes eran de color claro y tenía ventanales inmensos, sin embargo ellos imaginaban que no estaba habitado.

    —Antes de entrar deberíamos ir a casa de Draco; Ron y George pueden tener algún dato más que nos pueda servir —propuso Hermione.

    —No tenemos tiempo para eso, ¿qué tal si es que está dentro? —preguntó Harry, mirando hacia el edificio y tratando de encontrar la forma de colarse en él.

    —Hechizo para revelar humanos —suspiró Hermione —haré un Homenum Revelio y veremos si es que hay alguien.

    —¡Oh, cierto! —asintió Harry, algo abochornado.

    —¿Hace cuanto que no haces magia? —le preguntó ella, el medimago Kaufingerstrasse se apartó un par de pasos, dándoles privacidad mientras estudiaba también el edificio.

    —He hecho magia todo el día, me has visto —explicó Harry.

    —Sabes a lo que me refiero, ¿seguro que estás bien?

    —Desde que me fui de tu casa, desde entonces no he hecho gran cosa, apariciones y hechizos básicos, muchas veces casi hasta había olvidado que era un mago —contó Harry, sus mejillas se sonrojaron nuevamente —, sé que este no es el momento, y esta no era la forma en que quería aparecer delante de ustedes, pero realmente lamento todo lo que…

    —¡Vamos, Harry! —interrumpió Hermione, apretándole un poco el brazo —, lo dijiste, este no es el momento, me alegra tanto que estés bien, te ves tan recuperado, creo que no recordaba… —Hermione apretó los labios y negó con la cabeza —. Estoy feliz de verte, ahora vamos a rescatar a Malfoy y luego… —se encogió de hombros —ya veremos.

    —Sí —asintió Harry, antes de mirar nuevamente hacia el edificio.

    Tal como pensaron, el Homenum Revelio demostró que no había nadie en el edificio, sin embargo un par de hechizos más les demostraron que había cierta concentración de magia en el segundo piso.

    —Debemos ir por Ron y los demás, ellos nos ayudaran —opinó Hermione.

    —¿Ron sigue como rompedor de maldiciones?

    —Sí, y es uno de los mejores, aunque algunas veces regresa a casa lastimado por los efectos… —Hermione sonrió un poco —, pero es algo que disfruta.

    Cuando aparecieron de vuelta en el departamento de Draco; Ron, George y Ginny ya estaban allí. Tobby estaba a los pies de las chicas, disfrutando de sus atenciones, pero en cuanto Harry apareció se lanzó sobre él.

    —Te quiere mucho —sonrió Luna —, es un buen perro.

    —Sí, gracias.

    —De acuerdo, tenemos una mala noticia, descubrimos en los registros internacionales que Petria Woburn está muerto —explicó Ron rápidamente.

    —Fue encontrado en Brasil, donde vivía desde hacía un año, al parecer se exilió allí luego del escándalo —continuó George —, lo encontraron en su departamento, en Río, llevaba días muerto.

    —Que desagradable —negó Ginny.

    —¿Creen que haya sido una muerte natural?

    —Los muggles lo calificaron como un paro cardiaco, pero el Ministerio de Magia pudo hallar rastros de magia, aunque no la suficiente para sacar mucho en claro, tenía más de una semana cuando el caso les llegó finalmente —se encogió de hombros Ron.

    —Entonces solo tenemos el edificio en West Smithfield long lane —suspiró Harry.

    *O*O*O*



    Se aparecieron Harry, Hermione, George, Ron, Luna y Ginny en las afueras de West Smithfield long lane, el medimago Kaufingerstrasse se había ido a San Mungo a coordinar una habitación para Draco, por el tiempo de embarazo de Katrina y los datos que Harry había tomado en su cuaderno estaba seguro que estaban a punto de realizar el hechizo y sabía que en cuanto Harry pudiera aparecer con Draco, tendrían que atenderlo con la mayor prontitud posible.

    —Wow —dijo Ginny, mirando al edificio.

    —Sí, está lleno de maldiciones —negó Ron.

    —Me recuerda a la guerra —afirmó George, levantando la varita y mirando de un lado al otro, la calle estaba llena de nieve y parecía que nadie estaba dispuesto a salir en un día tan frío.

    —En marcha —indicó Harry, empujando un poco la puerta de vidrio, estaba atorada por el frío y tuvo que lanzar un hechizo para hacerla saltar.

    El edificio por dentro distaba de lo moderno que se veía por fuera. Sus paredes eran color marrón claro y el piso de madera estaba lleno de polvo, al fondo había un pequeño mostrador para recepción, pero era evidente que nadie había estado allí por un largo tiempo. El ascensor estaba operativo, sin embargo decidieron subir por las escaleras hasta el segundo piso, el lugar donde se encontraba la mayor concentración de magia.

    —¡Está lleno de portales! —exclamó Harry en cuanto abrieron la puerta de metal que daba al segundo piso, contrario a lo que habían esperado aquello era una sala enorme y redonda, con un escritorio al centro y sin ninguna silla alrededor.

    —Este sitio es muy raro —suspiró Luna, mirando todo de manera ensoñadora —, seguramente está lleno de Blibbering Humdinger y Wrackspurt.

    Harry observó de reojo como Hermione ponía los ojos en blanco mientras Ginny soltaba una risita.

    —No creo que sea seguro tocar ese escritorio —advirtió George, aún así avanzando hasta el escritorio.

    —Podría contener algo de información… —meditó Harry.

    —¿Quién dejaría información en un lugar como este? Es fácil de hallar.

    —Sólo si sabes que te están buscando —canturreó Ron, contradiciendo a Hermione.

    —Es estúpido de todas formas —continuó Hermione.

    Ron la ignoró y en lugar de eso tronó sus dedos y movió el cuello de un lado al otro, antes de hacerle un gesto a los demás para que se apartaran. Durante la siguiente media hora pudieron verlo desactivando maldición sobre maldición, sus ojos azules brillaban cada vez más y sus mejillas se iban tornando rojas, cuando acabó soltó un audible suspiro.

    —Todo suyo, niños.

    —Mira qué presumido —bufó Ginny, negando con la cabeza —, aún así te puedo meter un par de anotaciones delante de un arco de Quidditch.

    —Pero no estamos en un campo de Quidditch —replicó Ron.

    —Y nos dice niños —negó Hermione, mientras se unía a Harry, que indiferente a toda la discusión ya habría los cajones del escritorio.

    Encontraron recortes de diarios mágicos en diversos idiomas, Harry estaba seguro de que Draco los hubiera podido traducir. En algunos de ellos había fotos de Woburn y de Hertford, en todas lucían bien, así que supusieron que no eran fotografías de la época en que habían caído en desgracia. En el cajón del centro encontraron más información: la fotografía de un chico rubio y de ojos azules intensos, que sonreía coquetamente a la cámara, mientras jalaba la mano de una chica cuyo rostro no alcanzaba a verse en la imagen; un anillo que al parecer era de una familia antigua y que ninguno quiso tocar demasiado; unas fotografías que parecían tomadas a la distancia, pese al tiempo que había pasado, Harry pudo identificar a Lucius Malfoy en una de ellas, hablaba con el chico rubio de la fotografía anterior, el chico lucía bastante tenso mientras que Malfoy parecía imponente.

    —No hay nada que nos sirva aquí. —Decidió Harry, dejando de lado un cuaderno escrito, aparentemente, en ruso.

    —Sigamos con los portales —asintió George, mirando alrededor.

    —Hay que llevar el anillo —propuso entonces Ron —, si esta gente sabe hacer magia antigua no me sorprendería que este anillo fuera la llave para algo.

    —Pero si es la llave, ¿Por qué no la cargan con ellos?

    —Porque así no funciona este tipo de hechizos —explicó Ron hacia Luna, que era la que había preguntado —, si el anillo activa el pase a determinado lugar, una vez haya cumplido su función entonces retornará a su lugar de origen, en este caso, el escritorio.

    —Cuatro portales —comentó Harry, que nuevamente se había mantenido alejado de la conversación mientras trataba de descubrir todos los portales que habían allí. —¿Con cuál debemos comenzar?

    —Con el que tiene menor tiempo en haber sido usado —declaró Ron, agitando su varita, junto a la ventana una luz azul brilló —¿vamos?

    Todos se miraron con seriedad y asintieron, tomándose de las manos mientras atravesaban el portal. Ron, que era el que tenía el anillo en la mano, fue el primero en entrar, en cuanto Hermione, la última en entrar, lo hizo, una luz blanca llenó la habitación, por un pequeño instante parecía que no se hubieran movido, pero de pronto todo cambió, y el ruido de las olas, rompiendo contra un acantilado llamó su atención.

    —El anillo no ha desaparecido —mencionó Harry, mientras señalaba la mano de Ron.
    Ron frunció el ceño y miró hacia el anillo y luego alrededor, los demás habían formado ya un círculo, espalda con espalda, esperando un ataque.

    —Puede ser una trampa.

    —No… —Ron agitó la varita una vez más y ésta vez sólo un portal apareció.

    —¿Más portales? —bufó Ginny.

    —Mmm… interesante —masculló Ron, levantando un poco el anillo, la habitación, pese a ser las tres de la tarde, estaba lo suficientemente iluminada para dejarlos ver —Multiplus portus… llevaba mucho tiempo sin ver uno de estos…

    —¿Qué haremos ahora? —preguntó Harry, cada vez más asustado, él estaba allí, con sus amigos en medio de un laberinto de portales mientras Merlín sabe qué le estaría pasando a Draco.

    —Continuar —animó Ron, dándole una palmada en el hombro antes de señalar al siguiente portal.

    Recorrieron cuatro portales más, antes de que el anillo desapareciera, no podían decir en dónde se encontraban, sólo sabían que estaban en un edificio similar al primero.
    Había antorchas iluminando una sala cuadrada y blanca; dos ventanales a un lado cubiertos por cortinas pesadas y rojas; una puerta de madera gruesa a cada lado y un silencio sepulcral.

    —Creo que aquí es —afirmó George, mirando todo el lugar con detenimiento.

    —Oigan, esto es muy raro —comentó Luna, que se había acercado hasta la ventana —estoy segura de que teníamos esta vista desde West Smithfield long lane.

    Todos se acercaron rápidamente hacia la ventana, y efectivamente, estaban en el mismo lugar en que habían empezado, sólo que en el tercer piso.

    —¡Era una trampa! —gruñó Harry, presionándose con una mano la frente, tratando de hallarle la lógica a todo el asunto.

    —No puede ser, si lo fuera, esto tendría un objetivo, un lugar lleno de hechizos, algo nos tendría que estar esperando —razonó Hermione.

    —O tal vez… —iba a decir George, cuando el grito de una mujer lo interrumpió. Todos se giraron, alertados por ello, pero no había nada en la habitación.

    —Están aquí —murmuró Ginny, entrecerrando los ojos un poco, como tratando de ubicar alguna salida.

    —Por las puertas —señaló Ron, hacia ambos lados de la habitación.

    —Espera, espera —detuvo Harry, cuando Ron ya se lanzaba sobre una de las puertas.

    —¿Qué?

    —Creo que Hermione podría ir por ayuda, buscar al medimago Kaufingerstrasse o tal vez a los aurores… si nadie sabe que estamos aquí y algo nos pasa, ellos escaparan y no podemos permitirlo.

    —¿Por qué debo ir yo? —se quejó Hermione, mientras Ron asentía.

    —Vamos…

    —No, lo pondremos a sorteo, pero no es justo que…

    —De acuerdo, de acuerdo —interrumpió Luna con algo de impaciencia, nada normal en ella, según pensó Harry —, Harry tiene razón, yo puedo ir y traer a los aurores y al medimago Kaufingerstrasse, si es cierto que Malfoy está allí dentro, necesitará ayuda… —el grito de la mujer resonó nuevamente, era aterrador, parecía que estaba sufriendo mucho —, incluso ella podría necesitarlo.

    —Gracias —dijo Harry, apretando un poco su hombro.

    —Bien…supongo que la aparición no debería funcionar —dijo ella mirando hacia la ventana.

    —No pensarás saltar —advirtió Harry, realmente espantado.

    —Mmm… no, la verdad que no, pero… —Luna se sonrojó un poco y les hizo un gesto con la cabeza a los chicos —tal vez quieran darse la vuelta.

    —¿Eh? —preguntó Harry, inclinando el rostro un poco.

    —¡Cierto! —George soltó una risita y se dio la vuelta con los brazos cruzados —siempre he dicho que eres un genio.

    —Y yo que no hagas trampa o te caerá algo encima —recriminó Ginny, mientras bajaba la varita de George, que seguramente pensaba crear algún hechizo para ver.

    —Esperen, ¿Qué…?

    —Ella es animaga, Harry, lo estudió tras la guerra, siempre hablaba de eso —le dijo Hermione mientras lo hacía girar, Ron, que había girado desde hacía mucho rato le sonrió un poco.

    —Es un águila, cosa rara dado que su patronus es una liebre, y ninguno de los expertos encuentra una explicación para eso, pero en fin, en este punto nos sirve mucho.

    Harry sintió la corriente de magia y los gritos de la mujer se volvieron a escuchar, cada vez más altos y seguidos.

    —Estamos perdiendo tiempo —negó, cuando giró un águila les devolvía la mirada, George empujó la ventana y una corriente de aire helado les llegó, mientras Hermione movía su varita de un lado al otro, encogiendo la ropa que Luna había dejado en el piso hasta convertirla en el tamaño de una cajita de fósforos y la ataba a su pata.

    —Ve por los aurores y por el medimago, pero no te aparezcas directamente.

    —No, cuando tengamos todo bajo control alguien bajará a esperarte.

    El águila pareció asentir antes de estirar sus alas y salir por la ventana.

    —Espero que no sea peligroso volar con este tiempo.

    —No lo es, Harry, ella tiene mucha práctica, le encanta hacerlo —explicó Ginny, mientras el grito de la mujer se hacía más intenso aún.

    —Creo que está dando a luz —advirtió Hermione —, eso quiere decir que no deben estar muy alertas.

    —Imaginando que solo sean dos —negó George.

    —¡Vamos! —apuró Harry, abriendo la puerta por la que el sonido era más alto y encontrándose con un pasillo oscuro y hasta cierto punto tenebroso, al fondo había una sola puerta de color negro, estaba entreabierta y en el interior se podía ver una gran luz, la magia vibraba tanto que sentían por momentos que las paredes temblaban.

    —¡Rayos! —gritó Ron, pero Harry no necesitaba escuchar su explicación, entendía perfectamente. —Están haciendo el hechizo ahora.

    *O*O*O*



    —¡Duele! —gritó Katrina, mientras doblaba su cuerpo hacia delante —¡Duele demasiado!

    —Vamos, cariño, un poco más, estamos cerca, muy cerca —dijo el medimago Hertford levantando el rostro lo suficiente para verla sobre la tela que había colgado entre ellos.

    —No, ya no puedo más —negó Katrina, buscando de qué sujetarse.

    El medimago Hertford, que había asistido a cientos de partos no le hizo caso alguno y caminó hasta la camilla de Draco.

    —Muy bien, ahora tú —dijo mientras agitaba su varita, tres frascos de pociones con colores encendidos revolotearon sobre el cuerpo inconsciente del chico mientras una nube rosada de magia comenzaba a envolver a Katrina y a Draco, la chica seguía gimoteando pero el medimago estaba concentrado solo en el hechizo, si se distraía sólo por un momento las cosas podrían resultar fatales.

    —Ya no —repitió Katrina, luchando por no cerrar los ojos y abandonarse, sentía la magia entrando en su cuerpo y su parte baja extendiéndose, algo luchando por salir de ella y todo era demasiado espantoso —¡Padrino, por favor! —gritó aterrorizada.

    Hertford continuó ignorándola, mientras la nube se hacía más densa, casi podía palpar la magia de Draco comenzando a desprenderse de su cuerpo, y entonces, un fuerte golpe en la espalda lo hizo volar por los aires.

    —¡Aléjate de él, maldito! —gritó Harry con todas sus fuerzas, lanzando un Expelliarmus que consiguió hacer volar al hombre hasta el otro lado de la habitación, dio contra una pared y cayó inconsciente hacia el piso, mientras la densa nube de vapor rosado iba disminuyendo poco a poco y concentrándose únicamente en Draco.

    Katrina comenzó a gritar furiosamente, el dolor se había incrementado y ya no era sólo en el abdomen, sentía como si mil cuchillos la cortaran en pedazos una y otra vez.

    —¡Demonios! —gritó Ginny, lanzándose sobre ella y tratando de encontrar la forma de ayudarla, una gran mancha de sangre iba llenando la cama mientras ella se tornaba cada vez más pálida.

    —Ve por el medimago —gritó Ron a George, mientras corría junto a Hermione tratando de auxiliar a la mujer, que había cesado de gritar y permanecía mirando el techo, mientras más sangre salía, al parecer, de cada poro de su cuerpo, provocando que la piel se pegara a sus huesos.

    Harry, ajeno a todo ello trataba de acercarse a Draco, pero la magia que flotaba en el ambiente no se lo permitía.

    —¡Draco, despierta, vamos! —gritaba, mientras empujaba para tratar de colarse hacia el interior de la nube, cada vez más clara.

    —Es el pago de la maldición —negó Ron, mientras la mujer cerraba los ojos; Harry le dio una mirada y pese a su estado y al niño tratando de salir de ella, a la forma de momia que estaba tomando, y a lo horrendo que debía ser morir de esa manera, no pudo sentir lástima por ella, solo una gran rabia por todo lo que había ocasionado.

    —Chicos —gritó entonces Luna, seguida por Kaufingerstrasse y un par de hombres altos y con túnicas azules.

    —Creo que ya es tarde —comentó Kaufingerstrasse, mirando el cuadro por un instante.

    —¡No! —negó Harry, empujando con tanta fuerza que finalmente pudo penetrar la nube de magia y llegó hasta Draco, estaba frío, buscó con desesperación su muñeca y encontró un muy lento pulso —¡Está vivo! Necesitamos trasladarlo y…

    —Harry —suspiró Hermione con pena, la nube de magia desapareció al fin y ella caminó hasta él, mientras el medimago Kaufingerstrasse se colocaba entre las piernas de Katrina y observaba —, se refiere a ellos —señaló. Harry giró en el momento en que el medimago negaba con la cabeza e invocaba una manta para cubrirla.

    —Draco está vivo —dijo entonces, tratando de llamar su atención.

    —Vamos, hay que trasladarlo a San Mungo —indicó Kaufingerstrasse, apartándose de Katrina —los aurores han desactivado los hechizos y podemos hacerlo.

    —Nosotros te alcanzamos allá —le dijo Ron, observando todo con la cara pálida.

    Harry apenas asintió, sujetando con fuerza la mano de Draco y sintiendo los primeros signos de la aparición.

    *O*O*O*



    —Su magia abandonó su cuerpo por un instante —explicó Kaufingerstrasse varias horas después, en la antesala a la habitación de Draco, en cuanto habían aparecido, pese a todo lo que Harry había rogado, lo habían sacado del lugar donde atenderían a Draco y se había tenido que conformar con esperar fuera junto a sus amigos, todos habían permanecido en silencio, aún impresionados por la escena antes vivida —, eso ha traído complicaciones, no podemos asegurar que no hayan daños a largo plazo, pero por lo menos está estable, aunque inconsciente, y permanecerá así por varios días más… es probable que también haya algún tipo de daño cerebral… —Kaufingerstrasse suspiró profundamente —, creo que dentro de todo, es un diagnóstico alentador.

    —¿Puedo entrar a verlo? —preguntó Harry en voz baja, mirando la puerta cerrada.

    —Sí, he dado órdenes para que te quedes con él por esta noche… Te aconsejo que trates de comer algo y descansar, hay una cama extra que puedes usar.

    —Gracias… —Harry giró hacia sus amigos, que asintieron comprensivamente.

    —Te traeré algo en un momento, iré a la cafetería —dijo Ginny, dándole un apretón en el brazo, Luna le sonrió también y ambas se alejaron por el pasillo.

    —Yo estaré dentro y… —Harry negó con la cabeza, había pasado las últimas horas pensando tanto en Draco, en cuanto lo quería y necesitaba, y el miedo de no verlo más había calado hondo en su alma.

    —Ve, nosotros vendremos al amanecer —animó Ron, empujándolo un poco hacia la puerta.

    —En un par de horas vendrán las primeras dosis de poción, el historial médico está en la habitación, sé que querrás leerlo —asintió Kaufingerstrasse.

    —Gracias por todo, Kurt —dijo entonces Harry, dándole la mano.

    —No tienes de qué, siempre encantado de ayudar a uno de mis alumnos favoritos —le sonrió el hombre, antes de alejarse también por el pasillo.

    En cuanto entró a la habitación su corazón se apretó un poco más, Draco estaba rodeado de pociones y hechizos, sus mejillas aún lucían pálidas, aunque sus labios estaban más rosados que antes, caminó con lentitud hasta el pie de la cama y tomó el historial, miró la cama vacía a un lado y la descartó, jalando una silla se acomodó a su lado y empezó a leer: Draco había sufrido más de tres paros cardiacos mientras trataban de estabilizarlo, su sistema nervioso había respondido favorablemente a las pruebas que le hicieron, al igual que su magia, sin embargo, era muy pronto para decir que no habrían consecuencias por la gran cantidad de pociones que había tomado.

    —Bien… —dijo Harry en la oscuridad, dejando de lado el historial y tomando una de sus manos con delicadeza, aún lo podía sentir frío —, aquí estamos, y no te dejaré morir, ¿me oyes? No te dejaré.

    No fue hasta el medio día, luego de que sus amigos se fueran en busca de información sobre los Malfoy, que Harry sintió algo presionándole la mano con la que sujetaba a Draco, levantó la vista y por un instante le pareció que Draco parpadeaba.

    —¿Draco?

    Los ojos grises de Draco se abrieron al fin, parecía confundido:

    —¿Ya es hora, Harry? —preguntó con voz ronca, Harry sintió un nudo en la garganta.

    —No, mi amor, no es hora, debes recuperarte —contestó, inclinándose para rozarle con los dedos la fría mejilla.

    Draco asintió lentamente y cerró los ojos, Harry no tuvo tiempo de alegrarse porque Draco hubiera reaccionado, pues inmediatamente un sonido agudo en uno de los hechizos de monitoreo lo hizo saltar, un instante después tres enfermeras y una medibruja aparecieron en la habitación, lo apartaron bruscamente, mientras se daban instrucciones:

    —Es una inestabilidad de magia —informó una de las enfermeras, la medibruja ordenó una gran cantidad de pociones y otra de las enfermeras salió corriendo, reapareciendo casi inmediatamente, mientras la otra movía su varita de un lado al otro.

    En los breves minutos que duró todo, Harry sintió que el alma se le escapaba del cuerpo, tenía los brazos cruzados y sus dedos presionaban tan fuerte la piel que sentía que se estaba haciendo daño, sin embargo, no se detuvo hasta que los sonidos volvieron a la normalidad.

    —¿Qué fue lo que pasó? —preguntó la medibruja, mirándolo de mala manera. Harry le explicó que Draco había despertado y preguntado si ya era hora y que él le había dicho que no.

    —Interesante, eso quiere decir que probablemente no haya daño cerebral, pero falta mucho aún para estar seguros… —la mujer asintió y le dio una mirada más —, debería descansar, es obvio que está a punto de caer de cansancio.

    —Yo… lo haré pronto —admitió Harry, sentía sus piernas temblorosas y algo de frío, pero no había nada que pudiera moverlo del lado de Draco, nada excepto los señores Malfoy, atravesando la puerta con ímpetu, seguidos de un grupo de magos que lucían túnicas finas y oscuras.

    —¡Exijo saber qué está pasando! —gritó Lucius hacia la medibruja, Narcissa fijó la mirada en su hijo y corrió a su lado, empujando a Harry en el proceso.

    —Estoy segura que el señor Potter… —comenzó la medibruja, señalando a Harry, que se sentía cada vez más incómodo.

    —¿Potter? —interrogó Lucius, fijando su mirada en Harry por un instante, negó con la cabeza y miró hacia uno de los hombres que lo acompañaban.

    El hombre carraspeó un poco y se adelantó un paso, mientras Narcissa comenzaba a llorar, acariciando la frente de un inconsciente Draco.

    —Ejem… Soy Dianthus Achlys, abogado de la familia Malfoy y exijo, en nombre de mis representados, que nos den la historia médica del joven Draco Malfoy, así como una explicación por no habernos avisado de su internamiento, y por supuesto la tramitación inmediata de los documentos para poderlo trasladar a la clínica donde el medimago de la familia lo atenderá.

    —Me temo, señor Achlys —respondió la medibruja, mirándolo de mala manera —, que el traslado es imposible, el paciente está en una condición crítica y es atentar contra su salud el intentar siquiera moverlo.

    —¿Quién le hizo esto? ¿Fuiste tú, Potter? —increpó Lucius, que se había colocado al otro lado de la cama, levantando la mirada hacia él.

    —Por supuesto que no, fue la grandiosa esposa que le consiguieron ustedes —acusó Harry, furioso por todo el alboroto.

    —¿Katrina? —preguntó Narcissa, levantando la mirada también hacia ellos —, ¿ella está aquí?, nuestro nieto…

    —No era su nieto, era el hijo de alguien más y…

    —Señores —interrumpió la medibruja —, me temo que este no es el lugar para discutir, si desean hacerlo pueden usar el pasillo, pero en esta habitación debemos permanecer quietos por respeto a nuestro paciente.

    —¡Pamplinas! —negó Lucius —¿Dónde está Katrina?

    —Muerta —contestó Harry fríamente.

    Narcissa soltó una exclamación mientras Lucius negaba con la cabeza.

    —Eso es absurdo, Achlys, por favor, pon algo de orden —exigió Lucius, haciendo un gesto con la mano hacia su abogado.

    —El señor Lucius Malfoy —dijo entonces el abogado con voz aburrida —es el apoderado del joven Draco Malfoy en caso de emergencias médicas como esta, no debieron haber tomado decisiones que pudieran afectar su vida sin tomar en cuenta sus deseos.

    —Si no lo hubieran hecho entonces estaría muerto —se adelantó a contestar Harry, ganándole la palabra a la medibruja.

    —¿Qué es lo que haces aquí exactamente? —increpó Lucius, mirándolo cada vez más furioso.

    —Se lo dije, esa mujer, Katrina, quiso matar a Draco y…

    —¡Silencio! —gritó Lucius, levantando una mano, luego giró hacia sus abogados —busquen a Katrina e investiguen qué está pasando aquí.

    Los abogados hicieron un asentimiento y salieron en fila, con pasos rápidos.

    —Ahora, Potter…

    —Ahora nada, señor Malfoy —interrumpió la medibruja —, ustedes se quedarán en silencio mientras busco al medimago Kaufingerstrasse, que es el tratante del paciente.

    Narcissa le dio una mirada implorante a Lucius y éste asintió cansadamente, mirando nuevamente a su hijo. La medibruja pareció complacida por ello y le dio una mirada más de advertencia a Harry antes de salir, dejando la puerta completamente abierta.

    —Ahora, tú, Potter, vete de aquí —dijo entonces Lucius, levitando dos sillas, una para Narcissa y otra para él.

    —¿Qué?

    —Lo que has oído, mi hijo no necesita tenerte cerca, gracias por tus servicios, cualesquiera que hayan sido serán gratificados, por supuesto, pero no es necesario que permanezcas aquí.

    —¿No es necesario que…? —Harry apretó los ojos, se sentía extremadamente cansado, y además furioso.

    —Estoy segura que Draco te agradecerá personalmente, pero por lo pronto necesita estar solamente con su familia —dijo entonces Narcissa, con voz más educada.

    —No me iré —respondió Harry —, Draco no querría que me fuera, él es… es…

    —Vamos, Potter, no necesito una declaración amorosa en este momento —interrumpió Lucius —, mi hijo no necesita que tu presencia afecte más su imagen.

    —¿Su imagen? Katrina lo iba a matar… ¿dónde estaban ustedes, por cierto? ¿Por qué no la detuvieron? ¿Por qué no notaron que Draco no estaba más en casa y que había desaparecido dejando a su esposa embarazada?

    —Te crees mucho al pedir explicaciones que no mereces —siseó Lucius poniéndose en pie, Harry sacó la varita y el hombre lo imitó, pero en ese momento Kaufingerstrasse apareció, lucía agotado.

    —Señores, la medibruja Morgan les advirtió que nada de peleas —dijo a modo de saludo, antes de presentarse y estrechar su mano con la de Lucius.

    Durante la siguiente media hora el medimago Kaufingerstrasse se dedicó a relatar con mucho detalle todo lo ocurrido, desde el origen del hechizo, que ya había investigado, al igual que las pociones y la penosa situación en que habían encontrado a Draco, Harry colaboró con algunos detalles, sintiendo siempre la mirada de reproche de Lucius sobre él, mientras Narcissa sólo tenía ojos para su hijo.

    —Lamentablemente ellos son sus padres y efectivamente sus tutores en este tipo de situaciones —le dijo Kaufingerstrasse cuando ambos estaban ya en el pasillo, luego que Lucius exigiera nuevamente que Harry saliera de la habitación.

    —Pero él y yo estamos juntos y… —Harry negó con la cabeza y se dejó caer en una de las sillas plásticas.

    —Debes descansar, Draco estará aquí aún mañana, y tal vez entonces la actitud de ese tipo cambie — Kaufingerstrasse se sentó a su lado y suspiró —, es una familia complicada.

    —¿Pueden trasladarlo, como dice?

    —No, su magia está muy descontrolada… ¿de verdad Draco te habló hace un rato?

    —Sí —asintió Harry, con un poco más de esperanza —, eso quiere decir que estará bien, ¿cierto?

    —Cierto —animó el medimago Kaufingerstrasse.

    Ambos permanecieron en silencio un instante más, pero inmediatamente llegaron Ron y George, agitados y corriendo por el pasillo.

    —¿Qué haces aquí? —preguntó Ron extrañado.

    —Pues, yo…

    —Como sea —le cortó George —, la noticia se ha filtrado, los Malfoy deben estar en camino y…

    —Ya están aquí —informó Kaufingerstrasse, negando con la cabeza —qué gente más extraña —dijo poniéndose en pie. —Encárguense de que tome una siesta y que coma algo; por más que quieran, no pueden trasladar a Draco a ningún lado hasta que esté completamente estable, y no sabemos cuándo será eso.

    —No necesito nada, en serio —respondió Harry.

    —No se preocupe —intervino Ron —, nosotros nos encargaremos.

    —Chicos, de verdad…

    —No es negociable, Harry —interrumpió Ron, con mirada empecinada.

    *O*O*O*

     
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