Un viaje hacia la vida: Epílogo

Autora: Zafy (NC-17) - DRARRY

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1. Kari Tatsumi
        +1   -1
     
    .

    User deleted


    Holas a todos, bueno, les dejo el ultimo capitulo de este maravilloso fic de Zafy, espero que haya sido de su agrado, despues viene el epilogo y se termina esta historia. Gracias a todos aquellos que han pasado a leer este fic, estoy segura que Zafy estara muy contenta de que les haya gustado. Sin mas les dejo leer.

    CAPÍTULO 23

    UN VIAJE HACIA LA VIDA



    Casi estaba preparado para morir, no significaba que lo hubiera aceptado o asimilado, tampoco se resignaba pensando que era un designio del destino, le seguía pareciendo una injusticia enorme y si existiera un responsable, antes de morir lo buscaría y lo mataría con sus propias manos, por lo tanto, cuando abrió los ojos y se encontró en la habitación de un hospital, con sus padres en lugar de Harry, se sintió estafado y engañado.

    Las primeras horas habían sido una total confusión, su cuerpo se agitaba sin control y él no podía siquiera hablar para protestar, simplemente se preguntaba por qué Harry lo había llevado con ellos cuando expresamente le pidió que no lo hiciera. Entonces fue que la idea de que algo malo le hubiera ocurrido a Harry apareció en su mente, lo que consiguió desesperarlo más, no mostrándose colaborador con lo que sea que esos medimagos y enfermeras le estuvieran haciendo; hasta que finalmente los espasmos fueron desapareciendo poco a poco.

    —Es un alivio que por fin haya despertado —dijo el medimago Norman, Draco sabía que era el medimago de la familia y él que normalmente se encargaba de la salud de ellos.

    —¿Entonces por fin podremos llevárnoslo a un lugar más adecuado? —preguntó Lucius, mirando con alivio a Draco.

    —¿No ha quedado algún tipo de daño? Los otros medimagos dijeron que podía quedar alguna secuela…

    —Eso, señora Malfoy, es algo que tendremos que esperar para comprobar, por lo pronto es un gran paso que haya despertado y que parezca atento a lo que ocurre alrededor —dijo el medimago Norman, mirando a Draco con detenimiento antes de pasarle un vial con una poción azul a una de las enfermeras y haciéndole un ademán con la cabeza para que se lo suministrara a Draco.

    Draco sentía su garganta arder, boqueó un par de veces, intentando que algún sonido saliera de ella, pero no le fue posible, sintió las manos suaves de una de las enfermeras sobre su nuca y por fin colaboró, sentándose para que le dieran la poción. La tragó con dificultad pero la sensación de alivio que dejó en su cuerpo valió el mal sabor.

    —¿Harry? ¿Dónde está? —preguntó tras varios intentos de hacer que su voz saliera, sus padres que, pese a no despegar la mirada de él, seguían conversando con el medimago Norman, dejaron de hablar, observándolo como si le hubiera salido una cabeza extra.

    —Harry Potter, ¿Dónde está? —volvió a preguntar, mientras movía sus pies lentamente, calculando cuánta fuerza tenía, no sabía cuánto tiempo había pasado desde que… bueno, no sabía siquiera qué era lo que había pasado o cuánto tiempo llevaba inconsciente, y lo más probable era que tuviera que escapar con prisas de aquel lugar, y lo mejor era tener en claro cuáles eran sus opciones.

    —Potter —siseó Lucius, caminando hasta él. Narcissa lo siguió y se colocó al lado de Draco, sujetando su mano con fuerza.

    —No sabes lo terrible que ha sido esto, verte inconsciente sin saber si es que despertarías pronto… todo lo que hemos sufrido por este terrible ataque… —empezó a decir Narcissa, llamando su atención y con los ojos húmedos.

    —¿Ataque? ¿Acaso lo saben ya, lo de la enfermedad?

    —No existe tal enfermedad —respondió Lucius, mirándolo severamente, Draco supo instantáneamente, con solo darle una mirada a su padre, dos cosas: primero: que estaba en serios, pero muy serios problemas; y segundo: que probablemente se había perdido algo muy importante, pues la negación de Lucius a la enfermedad era demasiado segura y decidida como para tomarla por equivocación o ignorancia.

    —Oh, es un alivio que esa mujer esté muerta… un alivio, y por fin has despertado —Draco dejó que su madre lo jalara, lo abrazara y besara, mientras las lágrimas que ella derramaba resbalaban por su cuello.

    —Madre… No entiendo nada, ¿dónde está Harry?

    —Harry —siseó Lucius, entrecerrando los ojos. Draco tragó duro, allí estaba lo que había hecho enojar tanto a su padre, claro, ¡cómo había podido olvidar ese detalle!

    —Sí, Harry —dijo, a pesar de todo, con voz firme y sin querer mostrar una pizca de miedo, después de todo, ya no le tenía tanto miedo como antes. —Harry estaba conmigo, y debe haberme traído, o contactado con ustedes… Lo cierto es que no recuerdo mucho, pero él podría explicármelo.

    —Muy buenas las amistades que haces, Draco —negó Lucius, haciendo un gesto hacia los medimagos y enfermeras que aún permanecían en la habitación, para que se retiraran, durante los últimos días había conseguido hacer un pasaje hacia la habitación contigua, la cual su personal usaba ahora como sala de descanso para no tener que compartir el espacio con el resto del personal del hospital; en cuanto el medimago Norman cruzó la puerta, Lucius la selló, con el ceño fruncido y mirada amenazante, se volvió hacia Draco.

    —No me importa lo que pienses de mis amistades —respondió rápidamente Draco, antes de dejar a su padre hablar.

    —Tú queridísima ex esposa Katrina, ha muerto —anunció Lucius, en voz baja y lenta, Draco sabía que esa forma de hablar significaba que la furia iba en aumento.

    —¿De qué estás hablando? ¿Ex esposa? ¿Muerta? —preguntó Draco, mirando a Narcissa con interrogación y luego hacia Lucius.

    Lucius entonces le narró, de manera bastante detallada, la forma en que Katrina los había engañado y hechizado para que se fueran a Francia; también le explicó que había descubierto el affaire de Katrina con aquel otro hombre: Ivanovich Korsakov, un muchacho demasiado ambicioso que no dudó en aceptar una gran cantidad de oro a cambio de irse a América y apartarse de ella. Por supuesto que no comentó aquel encuentro con nadie, menos aún con Draco, pero por eso insistía en que tuvieran pronto un hijo.

    —Al parecer Hieb, junto con el padrino de esa mujer, lograron llevarte del lugar en el que te estabas quedando y trataron de ejecutar el hechizo para intercambiar la magia, estoy seguro que pronto podrás leer todos los historiales médicos, sé que tuviste algunos problemas cuando ingresaste a este sitio, pero te estabilizaron y eso es lo importante —concluyó Lucius, mientras caminaba de un lado al otro de la habitación.

    —Espera… —Draco se presionó la frente con un par de dedos y cerró los ojos, tratando de entender, su mente aún se sentía demasiado confundida —¿entonces no…?

    —Por supuesto que no, hijo, claro que no —respondió Narcissa.

    —Oh…—Draco entrecerró los ojos —¡Maldita perra!

    —¡Draco! —regañó su madre.

    —No me lo puedes negar, madre, lo es —insistió Draco.

    —De acuerdo, puede que tengas razón — asintió Narcissa.

    —Pero, aún no me has dicho, padre, ¿cómo es que me sacaron de ese sitio? —preguntó Draco, luego de un momento más, su padre definitivamente seguía ansioso.

    —Claro, claro —Lucius se detuvo en medio de la habitación y lo miró con frialdad —, este es el punto delicado: Harry Potter te rescató, porque al parecer tú y él estaban viviendo juntos, o quedándose juntos, luego de haber estado fuera del país, ¡juntos! —gritó la última palabra, Draco arqueó una ceja y Narcissa negó con la cabeza.

    —Las cosas que Draco haya hecho durante este tiempo no tienen importancia, Lucius —defendió Narcissa —, pensaba que iba a morir, no puedes criticarlo por eso.

    —¿Dónde está Harry? —preguntó más bien Draco, obviando la defensa de su madre y preocupado —; dime que no le dio ningún hechizo y que no cayó herido.

    —No, no ha caído herido, ni le ha dado ningún hechizo, es más, está muy bien, según tengo entendido, mucho mejor que antes… —Lucius arqueó una ceja y Draco frunció el ceño.

    —¿Qué es lo que quieres decir?

    —Vamos, Draco, yo te eduqué, sabes muy bien lo que quiero decir, ¿acaso pensaste que no lo investigaría? ¿Qué no buscaría información acerca del sujeto que ha estado viajando durante los últimos siete meses con mi hijo?

    —Tu información está errada, Harry no tiene ni ha tenido ningún problema, y justamente ahora lo que quiero es hablar con él.

    —Eso va estar difícil, y sólo para que quede claro, mi información no es incorrecta, tengo pruebas, documentos, fotografías… tú pide el tipo de información y yo te la entregaré.

    —¿Por qué va estar difícil verlo? —preguntó Draco en lugar de responder a las provocaciones de su padre.

    —Se ha marchado. En cuanto nosotros llegamos nos contó lo que había pasado, y no podrás negar que su servicio de rescate merecía un buen pago, pues si no hubiera llegado a tiempo en este momento tendríamos un nieto ilegítimo y tú estarías muerto, en fin, le dimos las gracias respectivas y luego se fue, dijo que ya no volvería.

    —Harry no puede haberse marchado —negó Draco rápidamente —, ¿qué le has hecho, padre?

    —¿Realmente crees que soy tan estúpido como para hacerle algo al famoso Harry Potter? Pasa que todo el Reino Unido se ha enterado ya de que él te rescató, la prensa lo agobiaba —Lucius negó con la cabeza y suspiró —, le he dado mucho oro y él me ha dejado una carta para ti —Lucius sacó del bolsillo de su túnica un sobre oscuro y sellado, que, con lentitud extrema, colocó sobre la cama de Draco —me dijo que lo habías ayudado y que de alguna manera ahora estaban a mano, pero que no estaba preparado para estar aquí, que ahora que sabía que no morirías se podía ir tranquilo.

    —Eso no es cierto —siseó Draco, incrédulo aún.

    —Los titulares no hacen más que especular acerca de ustedes y las razones que Potter pudo haber tenido para reaparecer luego de casi cuatro años, para rescatarte, sin contar que empiezan a cuestionar las razones por dicho alejamiento del mundo mágico.

    —No me interesan los titulares. No me creo que Harry se haya marchado, él no haría eso.

    —Bueno, he comprobado que Potter ha hecho muchas cosas que nadie esperaría que hiciera —contraatacó Lucius.

    Draco entrecerró los ojos, su cabeza empezaba a sentirse adormecida y no quería caer en las provocaciones de su padre.

    —Querido —dijo entonces Narcissa, de manera más cariñosa —, has pasado por mucho, no es el momento para discutir nada, debes tratar de recuperarte, eso es lo que debe importarte ahora.

    —Quiero estar solo —murmuró Draco, sin mirar a sus padres y tomando con manos temblorosas el sobre de color oscuro, como ellos no hicieron ningún gesto de abandonar la habitación, repitió de manera más enérgica: —¡Quiero estar solo!

    —Eso no es posible —negó Lucius.

    —Estás débil y confundido, lo mejor es que duermas un poco, cuando despiertes estarás en un lugar mucho más cómodo y tranquilo —continuó calmadamente Narcissa, acariciándole con cariño el cabello e instándolo a que se recostara.

    —No… yo quiero leer esto y luego…

    —No irás tras ese muchacho, Draco —atajó rápidamente Lucius, acercándose más a él y mirándolo de manera impetuosa, Draco tuvo un recuerdo de cuando era niño y su padre le prohibía hacer determinadas cosas y el pánico que esa mirada ocasionaba en él, sólo que esta vez no consiguió asustarlo tanto como en el pasado.

    —Lo que yo haga o no haga, padre…

    —Todos especulan acerca de ti, de Katrina y su hijo ilegitimo y de tu intimidad con Potter, y francamente hay que ser demasiado estúpido para no saber qué es cierto, pero sea lo que sea que hayas tenido con él, termina aquí mismo, no tengo deseos de ver a la familia en más escándalos de los que ya se encuentra.

    —No tiene por qué ser un escándalo, es mi vida, después de todo, y tengo derecho a hacer con ella lo que quiera.

    —Eres un Malfoy y punto. Al parecer el creer que ibas a morir ha sembrado en ti ideas extrañas, sin embargo estoy seguro de que en cuanto te recuperes te sentirás avergonzado por la escena que estás protagonizando. Ahora lee tu estúpida carta y luego recuéstate a dormir, tenemos un horario que cumplir —ordenó Lucius, Draco sintió las manos de Narcissa acariciarlo con cariño en la mejilla, pero se sentía tan enojado que se apartó con brusquedad.

    —¡Draco!

    —Déjenme leer en paz —negó Draco, abriendo el sobre y desdoblando las hojas, aparentemente arrancadas de un cuaderno, Draco entonces se preguntó si es que eran del cuaderno de viaje que Harry había estado escribiendo. Le dio una mirada más a sus padres, ambos ahora al fondo de la habitación, hablando en murmullos y mirándolo de reojo, suspiró profundamente y comenzó a leer:

    Hola Draco:

    Sabes que me da mucha alegría que todo esto no hay sido más que un vil engaño, que realmente no estés muriendo y que tengas una vida por delante.

    También sabes muy bien cuán agradecido estoy por todo lo que hiciste por mí, lo mucho que te aprecio por eso, y que el poder salvarte de tan terrible destino no ha significado ningún sacrificio para mí, todo lo contrario, es una manera de demostrarte mi gratitud. Podría decir que estamos a mano.

    Tus padres te darán esta carta, lamento no poder dártela en persona, pero desde que te llevé a San Mungo (no sabía a dónde más llevarte) no he podido encontrar un minuto de paz, los periodistas están aquí todo el día, y los aurores han revelado demasiada información respecto a nosotros, temo que encuentren también la razón por la cual me aparté de aquí en el pasado… me entiendes, ¿verdad?, sabes que necesito paz y tranquilidad, que este tipo de situaciones me ahogan y que no podré soportarlo, y no quiero… verdaderamente no quiero estar aquí porque sé la tentación que significa para mí.

    Gracias por todos los buenos momentos que hemos pasado, me has hecho muy feliz y espero que yo también te haya hecho feliz a ti. Ahora debo irme, buscar mi propio camino y espero que tú también consigas encontrar el tuyo.

    Harry.


    *O*O*O*



    No iba a llorar, no iba a gritar ni tirar cosas, no iba a demostrar sus sentimientos… Draco se repetía lo mismo una y otra vez, cubierto con sus mantas hasta la cabeza y los ojos cerrados, suponía que la poción que le habían dado unos momentos antes era para relajarlo, y estaba surtiendo efecto, pues se sentía adormecido y sin fuerzas para moverse, incluso su mente parecía ir más lento; según había escuchado lo trasladarían a la Mansión, para que descansara en un ambiente mucho más adecuado que, según sus padres, esa reducida y menesterosa habitación. Por lo pronto no se interesaba mucho de lo que pasaba alrededor, había dejado de tener sentido, todo había dejado de importar porque tenía entre las manos una carta donde Harry se despedía de él, no le decía que se encontrarían pronto, no le decía que se reunirían en determinado lugar, no, simplemente le decía adiós. Draco, que por lo general le daba bastante vueltas a las cosas antes de tomar alguna decisión, se encontraba demasiado agobiado como para meditarlo siquiera.

    —Dentro de unos segundos te sentirás relajado —dijo la voz del medimago Norman, mientras le levantaba las mantas para descubrir su rostro. Draco parpadeó y no contestó.

    —Duro trago el que has tenido que pasar —murmuró entonces el hombre, Draco sabía que estaba tratando de evitar que sus padres lo escucharan —, la próxima vez podrías acudir a mí, ¿sabes? En verdad sí mantengo los diagnósticos de mis pacientes en privado.

    —Claro —farfulló Draco, girándose completamente para darle la espalda al hombre, que soltó un audible suspiro.

    Efectivamente, un instante después Draco sintió como su cuerpo se iba relajando mucho más y los sonidos de derredor desapareciendo, en cuestión de minutos estaba completamente dormido.

    *O*O*O*



    Cuando volvió a abrir los ojos ya era de día, estaba en su habitación, en la Mansión, las cortinas estaban abiertas y podía ver el frondoso bosque, ahora blanco por el invierno, podía sentir los ruidos de dos personas conversando a su lado, sin embargo no se movió aún, no recordaba haber apreciado la vista que tenía desde su dormitorio en mucho tiempo, ni siquiera cuando había regresado a Inglaterra luego de su exilio en New York, aquella vez había mirado su habitación con cariño y aprecio y luego se había detenido en la ventana tal vez unos segundos, antes de quitar la decoración que había dejado de estudiante, para cambiarla a algo más acorde con su edad. Sin embargo ahora todo era diferente, la vida le era diferente y disfrutar de esa vista y de estar en casa, vivo, era algo que debía valorar.

    La carta de Harry aún estaba entre sus manos, suspiró un poco e inmediatamente las voces cesaron y fueron reemplazadas por pisadas, una mujer de cabello cano y mirada amable apareció en su campo visual.

    —Veo que al fin ha despertado —dijo, haciendo un asentimiento con la cabeza.

    —Así parece… —Draco intentó sentarse, pero un pequeño mareo lo detuvo.

    —Lo mejor es que no se apure, aún está algo sedado, es normal que se sienta mareado, e incluso algo lento… Es necesario seguir dándole algunas pociones de este tipo hasta que se recupere por completo, su cuerpo aún está sanando, y esas pociones son necesarias para evitarle el dolor.

    —Odio las pociones —farfulló, tomando una profunda bocanada de aire y cerrando los ojos.

    —No me extraña —respondió la mujer.

    En ese momento sintió la puerta de su habitación abrirse, sus padres habían llegado nuevamente en compañía de una mujer más, al parecer otra enfermera.

    —Querido, que bueno que ya despertaste —dijo Narcissa, acariciándole el cabello.

    —Te presento a Madame Helena —presentó Lucius a la mujer de mirada amable que había estado hablando con él —, y a Madame June —la segunda mujer, de cabello oscuro y mucho más joven le dio una tímida sonrisa —, serán tus enfermeras por los próximos días, hasta que te encuentres completamente estable.

    —No necesito una enfermera, padre, sin ofenderlas —aclaró Draco, hacia las mujeres, se sintió enfadado por sentir su lengua trabándose.

    —El medimago especificó claramente que necesitas cuidados, no hemos querido llevarte a ninguna clínica, no hay lugar más seguro que este, no queremos que la prensa se cuele y consiga más información aún.

    —Padre, sinceramente, ya estoy grandecito como para tomar mis propias decisiones.

    —Obviamente no, y tu proceder es la mejor prueba de ello —Lucius, con su mirada furiosa, hizo un gesto a las dos mujeres para que se retiraran, ambas lo miraron con algo de miedo y salieron rápidamente.

    —Sigues tratándome como a un niño, llamándome la atención delante de extrañas —protestó Draco, tratando de sentarse mejor en la cama, aunque aún se sentía demasiado mareado e inestable.

    —Draco, quiero dejar de discutir contigo sobre este asunto, así que aclaremos algunas cosas: te enteras que padeces de una enfermedad mortal, gracias a un medimago que nunca antes habías visto, y en lugar de buscar a un medimago de confianza, como Norman, o comentar el problema con nosotros, te das a la fuga porque crees que es lo mejor para alguien que está a punto de morir, y no sólo eso, sino que de la mano de un ex drogadicto héroe caído. Es más que seguro que tu comportamiento inadecuado se debe a tu juventud e inexperiencia, no podemos permitir que te descuides más. Por lo pronto te quedarás aquí, hasta que seas capaz de levantarte, y luego te trasladaremos a Francia, mientras que nosotros vemos qué hacer para limpiar un poco el nombre de nuestra familia, que está por los suelos porque mi hijo, alguien a quién yo consideraba inteligente, se dejó engañar por una estúpida bruja desesperada y se largó de fiesta por el continente con Harry Potter.

    —Lucius, acordamos discutir esto luego, cuando Draco estuviera mejor —objetó Narcissa.

    —No hay problema, madre, de todas maneras no me interesa discutir esto ahora, ni nunca —replicó Draco, volviendo a acostarse en la cama y cubriéndose con las mantas hasta la cabeza.

    —¡Claro! —exclamó Lucius —, ese es el comportamiento que espero de nuestro heredero, actúas como un niño engreído.

    —¡Lucius! —reprochó Narcissa.

    —De acuerdo —suspiró Lucius, Draco podía sentir, por el timbre de su voz, que su paciencia se estaba agotando —, vamos a dejarlo descansar, hablaremos luego.

    —No… no hablaremos luego —respondió Draco en voz muy baja, cuando sus padres salieron de la habitación, aún cubierto por las sábanas y notando recién que el anillo de la familia había vuelto a su dedo, el peso se sentía extraño ahora, casi como si no lo hubiera llevado durante toda su vida.

    *O*O*O*



    —No está en ninguna de las clínicas donde el medimago Norman trabaja regularmente —contó Ron, mientras comía junto a Hermione, Harry, George y Luna, una gran pizza en la sala del departamento de Draco, que Harry seguía ocupando porque tenía la esperanza de que si Draco lo buscaba, el primer lugar que miraría sería allí.

    —Tampoco ha abandonado el país, ni por la vía muggle o mágica —continuó Hermione.

    Harry se rascó la cabeza y observó a Tobby por un momento, el perro había empezado a llorar por las noches y Harry suponía que se debía a la prolongada ausencia de Draco.

    —Tal vez si hubiera algún hechizo de ubicación… —suspiró Luna.

    —No, ya no hay tal, y de todas maneras yo nunca pude ubicarlo, era él quien me podía ubicar a mí —contestó Harry, que ya les había contado casi todos los pormenores del viaje y su convivencia con Draco, evitando algunos detalles vergonzosos. Sus amigos habían decidido seguir ayudándolo, sobre todo porque, aunque no lo decían en voz alta, Harry sabía que su concepto acerca de Draco había cambiado en los últimos días.

    —Seguramente se hubiera podido invertir para encontrarlo —opinó Hermione.

    —Creo que no nos queda más que ver en la Mansión, seguramente lo han llevado allí, al fin y al cabo ese sitio está lejos de la prensa, el medimago Kaufingerstrasse ha dicho que no lo pueden haber trasladado muy lejos porque aún necesita recuperarse —pensó Harry, en voz alta.

    —Creo que tengo un amigo que podría conseguir algo de información de la Mansión de los Malfoy, aunque probablemente quiera que le demos algo de oro por eso.

    —Eso no importa, yo puedo darle oro —contestó Harry rápidamente.

    —Pero eso sería allanamiento de morada, no podemos simplemente colarnos a la Mansión para buscarlo —negó Hermione.

    —No, no lo haremos todos, lo haré yo solo. Necesito verlo, estoy seguro que lo han engañado o que no sabe que sigo aquí… —Harry llamó a Tobby, que ya había terminado su comida y el perro se recostó sobre sus pies —, él no me dejaría, estoy convencido de eso.

    —Bien, bien —George negó con la cabeza y tomó otra tajada de pizza —, déjame ver si mañana lo puedo encontrar, es algo escurridizo.

    —Genial. Gracias. —agradeció Harry con una sonrisa, aunque por dentro se sentía demasiado preocupado, habían pasado ya tres días desde que Lucius lo había querido engañar y la ausencia de Draco lo hacía sentirse cada vez más triste.

    *O*O*O*



    Draco no comprendió el alcance de aquellas pociones que le estaban administrando hasta el cuarto día, cuando suspendieron su uso, durmió toda la mañana, como ya tenía por costumbre, pero cuando abrió los ojos, para la hora del almuerzo, su mente parecía haber despertado completamente, tenía aún en la cama la carta de Harry, no la soltaba nunca, como si de esa manera pudiera seguir unido a él pese a todo. Su padre no había vuelto a hablar con él, sabía, por su madre, que todas las noches, cuando llegaba, entraba a su habitación a verificar que realmente se encontrara bien, pero que también se abstenía de hablarle por el momento.

    Esa tarde, mientras almorzaba con desanimo la comida que le habían llevado, su mente comenzó a agilizarse, había leído la carta de Harry tantas veces que ya se la sabía de memoria. Y entonces se dio cuenta.

    —¿Podría llevarse esto, Madame Helena? —preguntó con educación hacia la mujer que lo cuidaba por las tardes, ella era muy amable y Draco sabía que no se merecía ningún desplante, después de todo ella no tenía la culpa de nada de lo que pasaba allí.

    —Pero aún no ha terminado, ha comido mucho menos de lo que normalmente come.

    —Lo siento, hoy no tengo ganas de comer —suspiró Draco.

    —Tal vez aún necesita más pociones… —dijo ella, mientras hacía levitar la bandeja.

    —No, no, nada de eso… quisiera caminar hasta el sillón de allá —pidió, mientras retiraba las sábanas.

    —Eso sí es bueno —dijo la mujer, convencida de que el ánimo del paciente iba mejorando.

    Draco se puso en pie, la alfombra se sentía cálida bajo sus pies desnudos, usaba una pijama abrigadora y rechazó ponerse la bata, caminó lentamente hasta el sillón que estaba orientado a la ventana, y apreció el paisaje por un instante, antes de sacar la carta de Harry y releerla con cuidado, poniendo atención a los detalles y a las palabras, imaginando a Harry decir esas palabras, como si lo tuviera delante. Media hora después, mientras Madame Helena salía de la habitación para darle un poco de tranquilidad, se convencía de que aquella carta era falsa, que Harry no era capaz de hacer algo así.

    —¿Dónde te has metido? —preguntó en un susurro, mirando el cielo blanco, empezaba una nueva nevada.

    *O*O*O*



    Se comportó bien durante el resto de la tarde y el día siguiente, calibrando cuál sería su próximo movimiento, podía intentar escapar de allí, pero eso no resolvería nada, no era cuestión de escapar como unos meses atrás, sino era hora de poner en claro las cosas, de tomar una decisión, podía quedarse allí y dejarse llevar por la corriente, aceptar sus obligaciones, como en el pasado, o darle la espalda a todo y empezar una nueva vida, buscar a Harry y a Tobby y regresar a aquella época en que había sido tan feliz.

    Trató de sonsacarle a su madre si es que sabía algo del paradero de Harry, pero fue imposible, y casi se estaba dando por vencido en cuanto a conseguir algo de información cuando, en la noche alguien más vino de visita a su casa.

    Por un instante Draco no sabía qué pensar, Lucius había llegado bastante contento, en compañía de Vincent Crabbe, ambos hablando animadamente sobre las acciones de una empresa que pronto se tendría que vender porque estaba a punto de quebrar y la idea de asociarse para sacarla a flote.

    Draco, sentado nuevamente en el sillón, con una revista de Quidditch sobre las piernas, los observó llegar.

    —Hola, hijo, me alegra verte levantado, me he tomado la libertad de permitirle a tu amigo Vincent subir, después de todo ha estado preguntando por ti desde que se supo de tu terrible accidente…

    —¿Accidente?

    —Hola, Draco —dijo el chico mirándolo de manera extraña.

    —Bueno, ¿preferirías que lo llamáramos ataque? —preguntó Lucius, con poco menos paciencia.

    —Es así como se llama —contestó Draco, luego le dio una mirada a Crabbe y se sonrojó un poco, recordando la última vez que lo había visto.

    —Creo que aún está algo afectado por todo esto —negó Lucius, dándole una mirada de disculpa a Crabbe.

    —No se preocupe, cualquiera lo estaría. —asintió Crabbe con educación.

    —En todo caso tu amigo ha venido a visitarte y creo que la compañía te hará bien, yo los dejaré solos, para que puedan conversar… no olvides que debes dormirte temprano, no se entretengan mucho —recomendó Lucius, dándole la mano a Crabbe.

    —No se preocupe, señor Malfoy, no lo entretendré demasiado.

    —Mira, Crabbe… —empezó Draco, en cuanto su padre cerró la puerta.

    —¿Cómo te sientes? —preguntó el chico, mirando hacia todos lados, parecía realmente preocupado.

    —Mejor, cada día con más fuerzas —respondió Draco —, y no te ofendas, pero lo último que deseo en este momento es tener compañía, han pasado algunas cosas y…

    —Te refieres a Potter, ¿verdad? —preguntó, Draco se sorprendió al ver algo de reproche en su mirada.

    —Como dije, no tengo ganas de hablar y… ¿mi padre te ha dicho que me digas algo?

    Crabbe suspiró y se dejó caer en otro de los sofás, algo en su comportamiento parecía completamente extraño y ajeno a él, Draco se preguntó si es que no se trataba de una trampa.

    —Draco, Draco —suspiró el chico, mirando su reloj —cuando me enteré de lo que había pasado no podía creerlo, eres el tema central de conversación en casi cualquier reunión: Draco Malfoy, el que fue engañado por su esposa, haciéndole creer que tenía una enfermedad mortal y que, en lugar de quedarse en Inglaterra a arreglar sus asuntos y pasar sus últimos días junto a su familia, decidió largarse en un crucero por todo Europa nada más y nada menos que con Harry Potter, muchos creen que eran amantes desde hace mucho tiempo….

    —Vaya, han hecho toda una novela de esto —replicó Draco con los dientes apretados.

    —Y lo peor de todo es que uno pensaría que has aprendido tu lección, que has entendido que la vida es una y es tuya y que debes hacer lo que se te plazca y no lo que todos te dicen que hagas.

    —Sobre eso…

    —¿Y qué es lo siguiente que pasa? —preguntó Crabbe, con voz más alta y enojada —, ¡Me entero que el niño ahora está buscando otra esposa!, pero dime, ¿qué tienes en la cabeza? Realmente no te comprendo, te quiero mucho, eres un gran amigo, pero realmente no te comprendo.

    —¿Otra esposa? ¿De qué demonios estás hablando?

    —Todos lo saben, te quieres casar pronto porque Katrina, quien nunca me simpatizó, tal como te había dicho antes, te engañó y casi te mata; y también para demostrar que no eres ningún homosexual, sino un hombre determinado a seguir con la tradición de la gloriosa familia Malfoy.

    —¿Qué…? —Draco negó con la cabeza, había demasiada información allí, además de muchas cosas que no encajaban. Miró detenidamente a su amigo —. Tú no eres Crabbe… —susurró.

    —¿No lo habías notado? ¡Por Merlín! Pensé que yo era único y reconocible, aunque estuviera en el cuerpo de alguien más, por cierto, debo decirle a Crabbe que deje de comer tantas pastas —dijo arrugando la nariz un poco y tocándose la barriga.

    —¿Blaise? —preguntó en voz baja, inclinándose hacia delante.

    —¿A quién más esperabas? ¿A Potter?

    Draco entrecerró los ojos y luego se acercó más a él.

    —¿Cómo sé que eres quien dices ser? Por mí y podrías ser hasta un periodista con mucha suerte para engañar a mi padre.

    Blaise, aún luciendo como Crabbe, se mojó los labios y se aproximó a él, para susurrarle al oído:

    —Tú y yo tuvimos sexo en mi habitación, en mi departamento en Poole, mientras Theo dormía la borrachera en la sala.

    —¡Blaise! —exclamó Draco, tirándose hacia atrás, mientras sentía sus mejillas arder.

    —Por cierto, aún estoy enfadado por lo que pasó ese día, mira que largarte sin más, como si yo fuera…

    —Lo lamento —Draco agachó la mirada, pese a que su amigo lucía como Crabbe, ahora que estaba seguro de su identidad se sentía demasiado apenado por todo lo que había pasado —, pensé que estabas en África.

    —Volví hace dos semanas, y me encontré con que te habían atacado —Blaise negó con la cabeza —, en un momento me transformaré, pero no puedo permitirlo, no quiero tener problemas —explicó mientras sacaba una botellita transparente y daba un largo trago —Crabbe no sabe tan bien, pero pese a eso no merece quedar en la mira de tu padre —hizo una mueca y luego suspiró. —Intenté verte en el hospital, no dejaban entrar a nadie, los medios estaban como locos, decían que eras el amante de Potter…

    —Escucha, Blaise, sobre lo que paso antes…

    —Oh, ¿entonces sí eres el amante de Potter?

    —No sé dónde está Harry ahora, han pasado muchas cosas desde la última vez que nos vimos, pero hasta dónde sé, sí, estamos juntos.

    —Ya me lo imagino —Blaise suspiró profundamente y luego sonrió —, Hey, no te deprimas, vamos, no he venido para eso. Crabbe me contó lo que pasó en su oficina, lo hizo hace poco, luego de que los medios fueran más insistentes con el tema de que tú y Potter eran amantes, estaba muy avergonzado, pero dijo que tú le habías dicho que sí eras gay, entonces tu padre esparció el rumor de que estabas buscando una nueva esposa y pensamos que: o no habías aprendido nada con lo que había pasado, o que estabas probablemente encerrado, yo sólo he venido a comprobar cuál de las teorías es la correcta.

    —Vaya… no pensé que Crabbe hablara sobre eso…

    —Bueno, tuvo un poco de ayuda, ya sabes, un par de botellas de whisky siempre convencen hasta al más conservador —dijo, giñándole un ojo. Draco, por primera vez en días, soltó una pequeña risita.

    —Así que mi padre pretende encontrarme una esposa pronto… ¿no es algo descabellado?

    —Su hijo ha sido acusado de maricón y de cornudo, ¿qué esperabas que hiciera? No quiere que la gente lo señale ni se burle de él.

    —Bueno, es una lástima, porque así será.

    Blaise arqueó una ceja, mientras Draco se ponía en pie y caminaba hacia uno de los armarios con lentitud, era una lástima sentirse aún algo débil, pero sinceramente confiaba en que pronto todos los dolores desaparecerían.

    —¿Qué planeas?

    —Ya que estás aquí, ¿podrías hacerme un favor?

    —¿Un favor? ¿Qué favor?

    —Casi estoy seguro que Harry está en York, yo sé donde, no tengo mi auto aquí, sólo podría volar, pero no quiero caerme en medio de la nieve y terminar está vez de verdad muerto.

    —¿Qué quieres decir?

    —Vamos, ¿recuerdas la noche anterior a la boda con Katrina? Dijiste que podrías incluso ayudarme a escapar.

    —Ah… ¿En serio vas a escapar?

    —Más o menos, voy a aclarar algunas cosas con mi padre, luego me largaré de aquí, si me esperas podrías…

    —¡Por supuesto! —dijo Blaise, poniéndose de pie de un salto.

    *O*O*O*



    —No creo que sea buena idea, Lucius, es muy pronto —opinó Narcissa, mientras observaban los archivos de las posibles futuras esposas de Draco.

    —Pamplinas, ya ha pasado tres semanas, y para cuando la boda se realice habrán pasado algunos meses, lo más importante aquí es dejar en claro que Draco es un buen muchacho y que no hay nada defectuoso con él —explicó Lucius.

    —Exacto, padre —dijo en ese momento Draco, entrando al estudio, lucía un abrigo oscuro y tenía su varita en una mano, el anillo de la familia Malfoy, ese que había encontrado puesto en su dedo cuando despertó en la Mansión, había sido abandonado en la habitación, tal como la primera vez que había escapado —, no hay nada defectuoso conmigo, simplemente me gustan los chicos más que las chicas y prefiero pasar el tiempo con ellos.

    —Draco, ¿qué haces fuera de tu habitación? —preguntó Narcissa, levantándose.

    —Vengo a anunciarles que parto esta noche.

    —¿Partes? ¿De qué estás hablando? No puedes simplemente marcharte…

    —Sí, padre, si puedo, soy mayor de edad y estoy completamente recuperado, lo suficiente al menos para poder trasladarme, tengo cosas que hacer y no creo que sea buena idea que siga aquí, sobre todo si ustedes ya están planeando un nuevo matrimonio.

    —No sabes lo que dices —negó Lucius —, aún estás alterado por lo ocurrido, regresa a tu habitación y duerme, pronto tendrás todo más claro y te darás cuenta de lo insensato que suenas.

    —No, no lo haré, insensato fui al dejar que me engañaran, haciéndome creer que Harry se había ido, y dejando que me convencieran de que les hiciera caso. No me quiero casar, y definitivamente no soy simplemente un banco de esperma para fecundar a su nieto y tener a quién dejarle la herencia de los Malfoy. Me importa un bledo la herencia Malfoy, el buen nombre y todo eso… No me importa nada más que hacer lo que a mí me plazca, y eso, en este momento, es largarme y buscar a Harry.

    —No te puedes ir —dijo entonces Narcissa, mirándolo con pánico.

    —Ya lo estoy haciendo —respondió Draco, dándose la vuelta para salir —, en este momento estoy muy enfadado, pero no quiero que nos dejemos de hablar o algo así, simplemente quiero que acepten lo que soy y que no haré sólo lo que a ustedes se les dé la gana.

    —Si cruzas esa puerta, si te largas de esta casa, como tan valientemente pregonas, te quitaré el apellido, te quitaré todo el acceso a la fortuna, ya no serás un privilegiado, renunciarás a todo el estilo de vida al que estás acostumbrado, y veremos entonces si es que todo esto de ir haciendo por el mundo lo que se te da la gana suena tan buena idea, siendo un pobre sin un knut partido por la mitad —amenazó Lucius en voz baja.

    Draco se detuvo y giró hacia sus padres, dio una mirada a la elegante biblioteca y sonrió.

    —Hay cosas mucho más importantes que el oro, y yo he encontrado algo que vale la pena lo suficiente como para dejar todo esto.

    —Eso es tan trillado —replicó Lucius.

    —Tal vez lo sea, pero es cierto… Por mí y no me llamen Malfoy nunca más, si es que eso conlleva cargar todas esas obligaciones que me quieren imponer. Creo que sería más fácil que intentaran tener otro hijo que convencerme a mí de volver.

    —Te estás pasando de la raya, insultando tu apellido y a tus ancestros…

    —No lo hago, simplemente paso de sus tradiciones para vivir mi vida, padre —respondió Draco con voz firme.

    —Draco —lloriqueó Narcissa.

    —Les enviaré una carta —aseguró Draco hacia ella, antes de salir y dar un portazo.

    Antes de que Lucius, o Narcissa, pudieran detenerlo, corrió hacia la ventana más cercana, donde Blaise, que había conseguido un par de escobas de la Mansión, ya lo esperaba listo para partir.

    —¿Estás seguro que puedes volar? —preguntó hacia Draco, mientras lo veía montar.

    —Debo poder, vámonos antes de que activen algún hechizo de seguridad adicional o me quiten los derechos a retirarlos. —apuró Draco, mientras daba una patada en su escoba y se elevaba, junto a Blaise, en medio de la tormenta de nieve; se sentía agotado por sólo haber corrido esa corta distancia y su costado le dolía, pero nada le quitaría la determinación de salir de allí en ese momento.

    *O*O*O*



    —Tenemos cuatro planos diferentes, este lugar tiene tantas protecciones como el Ministerio —negó Ron, mientras observaba los planos elevados y tridimensionales que habían conseguido de la mansión Malfoy.

    —Es una locura, una completa locura —suspiró Hermione, observando las marcas rojas de los posibles hechizos de seguridad.

    —Tal vez debas esperar a que Malfoy decida aparecer, no creo que lo tengan encerrado durante toda la vida —opinó Luna, que lanzaba una pequeña pelota de goma a Tobby, para que corriera a alcanzarla.

    —No, no quiero esperar, ya han pasado demasiados días —dijo Harry, algo enfadado, mientras se dedicaba a estudiar su viejo libro de protección contra hechizos de magia oscura.

    —Estaba muy delicado, probablemente le está tomando más tiempo del esperado recuperarse —animó Ginny —, una vez que lo haga, podrá vendrá a buscarte, ya verás que todo esto es innecesario.

    —No es innecesario.

    —Harry, el allanamiento significa una condena en Azkaban —reiteró Hermione, como había venido diciendo desde que a Harry se le había ocurrido aquella idea.

    —Pues bien que valdría los seis años de condena con tal de… —se detuvo al escuchar el sonido del timbre en la puerta.

    —¿Eso ha sido…? —preguntó George, poniéndose en pie y frunciendo el ceño. Todos lo demás lo imitaron, mientas el timbre sonaba una vez más.

    —¿Un timbre? No sabía que esto tenía un timbre… —meditó Harry, tomando su varita y haciéndole gestos a los demás para que se quedarán detrás.

    El timbre sonó una tercera vez y Harry notó que no había mirilla en la puerta, tomó una fuerte bocanada de aire y abrió de un solo tirón la puerta.

    —¿Qué es lo que…? —su pregunta quedó a la mitad, mientras veía delante de él a Draco, lucía aún pálido y delgado, usaba un abrigo oscuro y traía la varita en la mano, detrás de él estaban, si la memoria no le fallaba, Vincent Crabbe y Blaise Zabini, luciendo cautelosos.

    —¡Harry! —exclamó Draco, con gran alivio, intentando acercarse a él, pero Harry retrocedió un par de pasos, levantando un poco la varita, detrás de él pudo ver a la comadreja y la sabelotodo apareciendo, ambos tenían las varitas en alto.

    —Alto allí —dijo lentamente Harry, mirando un instante a Draco y luego a Blaise y a Crabbe.

    —¿Qué? ¿De qué estás hablando? —Draco sintió que el alma se le iba a los pies, no por la vergüenza que implicaría aquel desplante frente a sus amigos, sino porque empezaba a imaginar que tal vez esa carta era cierta.

    —¿Cómo puedo estar seguro que eres realmente tú y no otro disfrazado, como en el hospital?

    —¿Qué? ¿Qué pasó en el hospital? —preguntó Draco, cada vez más alterado.

    —Ya lo has escuchado, primero pruébame que… —pero Harry no pudo terminar de hablar, fue interrumpido por un unos brazos jalándolo y unos labios chocando con los suyos, se vio envuelto en medio de un beso desesperado y ansioso, tardó un instante en reaccionar, en que sus brazos envolvieran a Draco y que sus labios correspondieran de manera adecuada. No le importó para nada el ruido de sus amigos, que seguramente estaban observando la escena, ni los amigos de Draco, o Tobby, tratando de meterse entre ellos, nada importaba excepto que Draco estaba allí, tal como había esperado y soñado durante los últimos días, entre sus brazos, al fin.

    *O*O*O*



    La tormenta de nieve se había detenido al fin, la calle estaba iluminada y algunos autos pasaban con lentitud delante del edificio, realmente parecía una noche muy calmada, pero pese a todo, él no podía dormir. Sus amigos y los de Draco se había marchado varias horas antes, luego de que ellos comprobaran, más de una vez en realidad, que sí eran quienes decían ser y que todos compartieran una tardía cena.

    Tanto los amigos de Draco, como los de él se habían mostrado muy tolerantes entre ellos, e incluso parecían realmente animados de verlos al fin juntos, incluso Blaise, a quien Harry se había dedicado a observar durante buen rato, para tratar de adivinar si se había equivocado cuando había insinuado que estaba enamorado de Draco, parecía contento por el reencuentro. Draco y Harry se encontraron preguntándose si es que en el futuro todos ellos incluso podrían llegar a llevarse bien.

    En cuanto se quedaron solos ambos pudieron por fin dar rienda suelta a todos los deseos que tenían contenidos después de tanto tiempo de separación, y no podía negar que había disfrutado de cada segundo de aquello, la forma en que Draco lo estremecía, la forma en que lo acariciaba, y también se había deleitado recorriendo el cuerpo de él, amándolo poco a poco, sabiendo que ahora sí tenían todo el tiempo del mundo para hacerlo, pero…

    —Realmente voy a empezar a creer que no hago un buen trabajo contigo si es que no puedes dormir después de lo que hemos estado haciendo —reprochó Draco, que se había despertado unos minutos antes y había notado la ausencia de Harry, lo había visto desnudo, de pie frente a la ventana, completamente concentrado en la calle.

    —Lo siento, no quise despertarte —negó Harry, girando hacia él y sonriendo un poco —, y por supuesto que sí disfruté eso.

    —Entonces, ¿qué haces allí? —preguntó Draco, poniéndose en pie y caminando desnudo hacia él, la habitación tenía varios hechizos de calefacción por lo que no sintió tanto frío pese a que aún era invierno.

    —Nada —suspiró Harry, sintiendo a Draco abrazarlo por la espalda y recargando su peso contra él —, ¿no te estarás sintiendo mal, cierto?

    —No, no me estoy sintiendo mal —masculló Draco, dejando un par de besos en el cuello de Harry.

    —Volvamos a la cama entonces —propuso Harry, pero el abrazo de Draco se tornó un poco más fuerte, impidiéndole el movimiento.

    —Primero dime qué te pasa —susurró Draco, sintiendo en la forma de hablar y comportarse de Harry, que algo no iba del todo bien. Durante la cena y después de hacer el amor la primera vez ambos habían relatado lo que había ocurrido durante su separación, Harry parecía complacido por la determinación de Draco en dejar a su familia y no casarse más con ninguna chica, en tratar de vivir su propia vida, sin importarle el poco dinero que tenía ahora, además Harry había insistido en devolverle no sólo lo que le había dado en año nuevo, sino incluso los préstamos que le había hecho durante el viaje. Draco, siendo honesto con él mismo, había aceptado, sabiendo que eso era lo único en metálico que tenía y que debería aprovecharlo para salir adelante, ahora que no pensaba tocar la fortuna Malfoy, pues aunque efectivamente se trataba de vivir su vida, sabía que necesitaría oro para ello.

    —¿Por qué crees que algo malo me pasa? —preguntó Harry, también en voz baja.

    —No dije que malo —Draco suspiró profundamente y soltó a Harry, para encararlo —, pero es obvio que no estás contento… entendía que antes tuvieras problemas para dormir, cuando pensábamos que… bueno, que moriría, pero ahora…

    —No es que sea algo malo… —Harry miró a Draco con detenimiento y sonrió, antes de suspirar y observar nuevamente hacia la calle —, lo siento.

    —¿Lo sientes? —preguntó Draco, cada vez más confundido.

    —Es que… todo está pasando demasiado rápido —le dijo entonces Harry, Draco intuía, por su forma de hablar, que estaba hecho todo un lío y que necesitaría mucha paciencia con él.

    —¿Rápido? ¿Piensas acaso que esto es mala idea? —preguntó lentamente, obligándose a creer que no, que se estaba equivocando en su análisis, que Harry no pensaba dejarlo después de todo.

    —No sé qué pasará ahora… si quieres que… —Harry negó con la cabeza y ansió tener un cigarro a mano, sintió la mano de Draco sobre su hombro, acariciándolo con cariño y agachó la cabeza, demasiado avergonzado por no saber siquiera hacerse entender.

    —Suéltalo, Harry —insistió Draco, apretando un poco los labios.

    —¿Qué haremos ahora? Hemos estado prácticamente viviendo juntos durante los últimos siete meses, pero era distinto, estábamos fuera, lejos de casa y de la mayoría de problemas y responsabilidades, pero ahora has dejado de lado todo, tu familia, tu fortuna, todo y… —suspiró profundamente —. Tengo miedo de no ser lo suficientemente bueno para haber dejado todo de lado de esa manera y que en algún momento…

    —Harry —interrumpió Draco con voz firme —, yo no dejé todo por ti, es cierto que tú tienes algo que ver, es decir… te amo, y me has enseñado tantas cosas…, pero lo cierto es que más que por ti, lo he hecho por mí, porque es mi vida y hoy la aprecio mucho más que antes, porque el tiempo que he pasado contigo ha sido lo mejor que he vivido, y no quiero que termine.

    —Draco, ya sabes que yo también aprecio mi vida mucho más ahora, y que es gracias a ti —asintió Harry, sintiéndose en el fondo algo aliviado por la declaración de Draco.

    —Aún te preocupa el futuro, ¿no es así? —preguntó Draco, sin dejar de verlo a los ojos.

    —Me preocupa no saber qué pasará, tus padres no se quedaran de brazos cruzados mientras su único heredero abandona todo; tú mismo no estás acostumbrado a vivir con restricciones en cuanto al oro, yo no soy más que alguien que aún no termina una carrera, alguien que no podrá darte todo lo que estás acostumbrado a recibir.

    —Mira que eres hipócrita —reprochó Draco —, no me interesa el oro, y sí, es cierto, no sé vivir sin cierta cantidad de comodidades, pero esas comodidades me importan un bledo comparadas a lo que es vivir al fin mi vida, y es lo que planeo hacer, y nada en el mundo me haría más feliz que tenerte a mi lado para hacerlo, pero si tienes tus dudas…

    —¡Yo no tengo dudas! —interrumpió rápidamente Harry, mirándolo con algo de pánico.

    —¿Entonces?

    —Tengo miedo —confesó finalmente Harry, reconociendo al fin lo que le preocupaba: miedo de muchas cosas, de no hacer feliz a Draco, de hacerlo arrepentirse de dejar todo de lado, miedo de no ser lo suficientemente fuerte.

    —Yo también lo tengo —susurró Draco —, de muchas cosas, menos de querer continuar contigo, creo que es lo único que no me da temor, porque estoy seguro que es algo que funcionará, que es algo que vale la pena.

    —Draco… —Harry se sintió sobrecogido por aquella confesión, sin saber exactamente qué contestar.

    —Te amo —continuó Draco, jalando a Harry para abrazarlo con fuerza —, ¿tú aún me amas?, como cuando estábamos en Andorra, en ese bosque, esa madrugada… ¿aún me amas de esa manera?

    —Más que eso —murmuró Harry, apretándose contra Draco y sintiendo su cuerpo caliente y reconfortante.

    —Allí lo tienes, no tengas miedo, seguramente no siempre será fácil, no te prometo que lo sea, no soy una persona simple… pero créeme que te amo y que haré todo lo que pueda por hacerte feliz —Draco se apartó de él y le dio un beso en los labios.

    —Yo también soy complicado —reconoció Harry —, y desordenado, y quiero estudiar y probablemente pase días sin poder verte y…

    —Yo nunca he tenido una relación real con nadie, ni siquiera con Katrina, y me gusta tener el control y te aseguro que discutiremos mucho, pero ¿sabes qué?, quiero intentarlo, en serio Harry… No te pases más tiempo pensándolo, lo haremos funcionar, lo verás.

    Harry sonrió más ampliamente, aún entre los brazos de Draco, observándolo con cariño, había pasado tantos días soñando con tenerlo así, para él, y ahora que por fin lo conseguía arruinaba todo con dudas que no tenían siquiera razón de ser.

    —Lo siento, soy un poco tonto…

    —Bueno, eso es algo que ya sabía, Potter —se burló Draco, sabiendo que el momento de tensión había pasado y acariciando con lentitud la espalda de Harry.

    —Pues gracias por lo que me toca —respondió Harry, haciendo un mohín de descontento.

    —Oh… ¿te has ofendido? —preguntó Draco, acercándose para besarlo, pero Harry apartó el rostro.

    —Eres un tonto.

    —No, no crees que soy tonto —continuó Draco, acercándose nuevamente a él y consiguiendo besarlo, sus manos acariciaron con más fuerza la espalda, pegándolo a su cuerpo desnudo.

    —Mmm… —Harry suspiró complacido y se apartó de los labios de Draco para bajar por la mandíbula y seguir por el cuello, tomándolo por las caderas —, ya que tú no estás dormido, y yo tampoco… —insinuó, frotando sus caderas con las de Draco.

    —Pensé que ya estarías agotado —jadeó Draco, complacido por la forma en que Harry lo estaba besando en el cuello e inclinando la cabeza un poco para darle más espacio.

    —Parece que ya no lo estoy tanto —sonrió Harry, volviendo a sus labios.

    Draco se dejó besar por un largo rato, mientras sus manos recorrían los hombros de Harry, acariciándolo con lentitud y sintiendo su deseo renacer, cuando se apartaron un poco ambos jadeaban y estaban visiblemente más excitados.

    —Oh… —Draco sonrió un poco —ya veo —susurró, su mano voló hasta la erección de Harry y lo observó cerrar los ojos y jadear mientras comenzaba a acariciarlo con lentitud.

    —Draco…

    —Ven —instó Draco, empujándolo un poco hasta llevarlo a un sillón que había al lado de la ventana, haciéndolo sentarse en el antes de dejarse caer de rodillas entre sus piernas abiertas.

    —Oh… —Harry jadeó mucho más fuerte y con una mano acarició el cabello largo de Draco, mientras que con la otra se sujetaba de uno de los brazos del sillón, conforme esa lengua comenzaba a recorrer su miembro con extremada lentitud —Draco, por favor…

    —Un poco de paciencia, Potter —se burló Draco, antes de abrir la boca y dejarse caer sobre el miembro de Harry, se complació al escuchar su gemido y lo miró a los ojos un instante, mientras empezaba a subir y bajar, lentamente al inicio, para después hacerlo a más velocidad, apretando los labios y presionando la lengua contra el glande, los dedos de Harry jalaban su cabello con fuerza, mientras jadeaba cada vez más fuerte.

    —Para… no quiero que… ¡Draco! —gimió Harry, arqueándose y sintiendo su orgasmo trepar por sus huevos, pero fue detenido por la mano de Draco, presionando la base.

    —Aún no —jadeó Draco, trepando sobre él hasta sentarse en su regazo y comenzando a besarlo. Sintió la mano de Harry sobre su miembro, acariciándolo con fuerza y rapidez, mientras el beso se salía de control.

    —Dios, no sabes cómo me pones —gimoteó Harry, apartándose de sus labios e invocando silenciosamente a su varita.

    —Harry… —Draco se arqueó un poco más contra él, de tal manera que ambos miembros entraron en contacto, sintió claramente los dedos de Harry, embadurnados de lubricante, tratando de colarse entre sus nalgas y abrió un poco más las piernas, dándole acceso. —Apresúrate —instó, levantando las caderas y tratando de alinearse con el miembro de Harry, brillante por el lubricante.

    —Ahora eres tú el impaciente —reprochó Harry con una media sonrisa y lo tomó de las caderas, permitiéndole a Draco tomar el control.

    Draco pasó una mano hacia atrás y tomó con firmeza el miembro de Harry y, ansioso como estaba, se empaló sobre él con fuerza, sintió su interior estremecerse por la dolorosa y a la vez deliciosa invasión, y se dejó caer hacia delante, sobre el pecho de Harry, de tal manera que su propio miembro era presionado entre ambos cuerpos.

    —Harry… —jadeó, sintiendo sus hombros ser besados y lamidos con lentitud.

    —Te amo —dijo entonces Harry, acariciándole la mejilla con cariño, Draco asintió y lo besó en los labios, mientras levantaba las caderas y se dejaba caer nuevamente sobre él, sintió el gemido de Harry sobre sus labios y deleitándose con eso, continuó con el mismo movimiento, una y otra vez.

    Harry lo tomó de las caderas y sin dejar de besarlo en los labios, el cuello y cualquier parte de piel a su disposición, comenzó a darle el encuentro a las lentas y deliciosas embestidas de Draco, sintiéndose apretado y caliente.

    Draco sentía sus piernas cansadas, sabía que probablemente debería descansar un poco más antes de empezar con aquellas faenas de largas horas de sexo salvaje, pero no se podía detener, no ahora que estaba tan cerca… empezó a moverse con más rapidez aún, sujetándose de los hombros de Harry y sintiéndolo arquearse y gemir de placer.

    —Draco… —Harry soltó sus caderas y lo abrazó con fuerza y en un loco impulso, y haciendo fuerza con las piernas, lo levantó.

    —¡Harry! —gritó Draco, sorprendido por el movimiento repentino, pero no se quejó más, mientras se sentía transportado en el aire y su espalda daba contra la fría pared, apretó sus piernas en torno a las caderas de Harry y se aferró a sus hombros con fuerza, para evitar caerse, y entonces Harry comenzó a moverse, haciéndolo sentir mucho más invadido y a la vez caliente, su próstata era rozada en cada movimiento y una corriente eléctrica le recorría la espalda.

    —Dios… eres tan hermoso y tan caliente —jadeó Harry, empujándose con más fuerza en el interior de Draco, estaban tan pegados el uno al otro que sentía la forma en que el miembro de Draco se endurecía cada vez más entre el abdomen de ambos.

    —Oh… Sí… Así… no te pares —pidió Draco, en medio de gemidos, cerrando los ojos y dejando caer la cabeza hacia atrás, mientras llegaba a la cúspide del placer.

    Harry empujó con mucha más fuerza, hasta que sus piernas temblaron y el orgasmo estalló con fuerza, su abdomen y parte de sus hombros y brazos salpicándose con la corrida de Draco, que gemía también sin control.

    —Harry… —jadeó Draco finalmente, mientras se sentía resbalar por la fría pared, aún con las piernas y brazos alrededor de Harry, formando un enredo de miembros.

    —Es… es una suerte que de verdad no tengamos vecinos —declaró Harry un instante después, saliendo lentamente de Draco y jalándolo para abrazarlo.

    —¿Te refieres a todos los gritos que sueltas? —preguntó Draco, dejándose envolver nuevamente por los brazos de Harry y considerando seriamente no levantarse al día siguiente por lo agotado que se sentía.

    —Mira quién habla —se burló Harry, dejando un beso en su mejilla, antes de soltar una risita.

    —Presumido —masculló Draco, sonriendo un poco.

    —Sabes… —suspiró Harry —, definitivamente creo que esto sí va funcionar —, declaró con voz seria, apartándose un poco para verlo a la cara.

    —Lo hará, ya lo verás —afirmó Draco.

    *O*O*O*

    FIN

     
    Top
    .
40 replies since 16/6/2013, 05:06   3228 views
  Share  
.